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En: Nodi Soke Wis Cow RULE er tone a la Posner du Banter votele, Maritla BRYNS Y Rovio Silva Snlistlen Lima: Fondo editong ad Um grere a ‘RO0> . Este prado de negro fuego abandonado. Dimensiones de la maternidad en la poesia de Blanca Varela Cynthia Vich Este ensayo invoca algunos poemas de Blanea Varela para desarrolier una reflexién sobre un sujeto poético desgarrado que intenta expresar sus sentimientos encon- trados frente a las dos dimensiones refleias de la materni= dad: ser hija'y ser madre. Mas que como opuestas, lo que ‘muestran los poemas es un entendimiento de ambas ins- tancias como un continuo inextricable. Los poemas que he escogido para mi andlisis presentan una subjetividad que se relaciona de manera contradictoria con estas dos experiencias que marcan decisivamente su ser y su sentir. A esto se atiade Ia relacién que establece ef sujeto con su espacio vital, es decir, con dos ciudades con las que también se vincula por medio de una légica asentada en Ja maternidad. Mis que una hipétesis a probar, quisiera establecer un intervalo tematico que relacione las distin tas variantes de la maternidad (Ia figura de la madre, la ddel hijo, la de la ciudad materna) a partir de su impacto ‘en un sujeto que las experimenta como un conflicto irre- suelto que define su decir podtico, Ante el enorme peso que en esta potica tie- ne la maternidad como elemento estructurador de Ia ex- Periencia, de la vida emocional y de la reflexién intelec- tual, el sujeto aparece como una instancia que se define ante todo en términos de una profunda vulnerabilidad La variedad y 1a simultaneidad de posiciones desde las {que el sujeto reacciona ante la realidad de la maternidad 8 Ete prado de negro fuego abandonado termina por invadir por completo los vinculos del sujeto con su propia pa- Jabra. En los poemas que discutiré, la tensién simulténea entre el deseo de aferrarse a la maternidad y la necesidud apremiante de distanciarse de ella nunca se apacigua, mostrando la incapacidad del sujeto de suprimir la fuerza que tiene esta para definir los términos de su relacién con el mundo, Pienso que uno de los grandes logros de la poesia de Varela esta en la com- plejidad de su expresién sobre este tema Los poemas seleccionados corresponden a distintas etapas del que- hacer poético de Ia autora, El primero es el primer poema del libro Valses 1 otras falsas confesiones, que retine textos escritos entre 1964 y 1971. En este e280, creo necesario recurrir al dato biogrifico para enmarcar mi anilisis Blanca Varela es hija de Esmeralda Gonzilez (mas conocida por su seud6- rnimo Serafina Quinteras), una de las mis famosas compositoras de valses criotlos en el Pera. Serafina Quinteras ha sido reconocida como una de las “madres” de la cancién criolla por sus legendarias composiciones entre las que destaca el vals “Mufeca Rota”, un clisico del género’. Sin ser la primera en hacerlo*, quisiera reparar en el vinculo entre esta particulari- dad biogréfica y la decision de Varela Ue presentur los poemas de su libro bajo el apelativo de “valses”. ¢Cual es el didlogo que se establece aqui con Is filiacién, bioligica y estética, que representa la madve? Para empezar a responder esta pregunta podriamos detenernos a apreciar cémo la relacién biologico-social madre/hijo se conecta con la creaciéa textual. Por un lado, los valses son los “hijos” de 1a madre (Serafina Quinteras) de Ja misma manera que el texto Valses y otras falsas confesiones es también “hijo” de su madre Blanca Varela. Por otto, se es hija, es decir “poema”, “vals” o simple “ereacién” de alguien que “procrea” valses criollos con los que el sujeto se relaciona de cierta manera. ¢Cual? La lectura de los libros de Varela mues- tra que el lenguaje poético y la técnica expresiva que define su poesia estén bastante lejos de la estética del vals. El lenguaje de Varela esté basado en el {a tradicidn de mujeres escrtoras y compasitoras en a familia de Blanca Varela va mucho mis Il de su madie Tanto su abuela materna (Dea Casto Mnuee como su sabuelaiManue™ la Antonia Miquer Gatea) practiavon la poesa, In rarseén costumbrsay oes gener «ome el periodsmo, Blanca Varela mara emionces Is cut generacin dela elacon de eta familia con el ejercico de a exerura. Pats informaciny analy mis detalados sobre eta senealgia de mujeres escrtoras, consular al artcula de Ether Castaheday ElaabethToguch fn ete mismo volume. 2 En mips entevsas 2a autora se a toca ete toms, deal a pruned en el texto de Sha Santsteban presente en ets compli, aus rigor, en Ia abstraccién y en una austeridad compositiva que es la base de un distanciamiento entre el sujeto y el objeto del dolor. Este distanciamien- to se presenta como absolutamente necesario para la expresign més pura y suténtica del sufrir. Nada mis lejos de la expresividad tantas veces excesiva del vals, de su tono esencialmente confesional. El vals parece querer abolir Por completo la distancia entre el sujeto y el objeto; en él el suftimiento se expresa desde demasiado cerca, y sin ninguna sobriedad. Como lo ha rnotado Rocio Silva Santisteban, el “bochorno metafirico”, la “indulgen- cia figurativa” y la “locuacidad superficial” son algunos de sus rasgos mas comunes*, En ta poesia de Varela, en cambio, el dolor (0 el gozo) siempre se halla revestido de un impulso de ecuanimidad, de una verbalizacion de las experiencias que intenta alejarse del tono de la confidencia, Dicho esto, quisiera afirmar que como sujeto “creador”, “madre” de textos, Varela se distancia del proceso creador de su madre y de los *hijos” que son su resul- tado, Esta distancia —que podria leerse como un rechazo— contrasta sin embargo con el vinculo que el mismo titulo del libro propone, asi como con la presencia de versos —o estrofas— que estilisticamente corresponden a Ia estética del vals, y que se cuelan en varios de los poemas del libro. Pero ‘mais que adentrarme en el conflicto estilistico entre la poesia de Varela y el vals criollo, lo que me interesa es ver esta dinémica de filiacién y rechazo como una variante de otra dinémica similar que caracteriza la verbaliza- cién del sujeto poético con respecto a la experiencia de ser hija y de ser madre. Me refiero al desconcierto ante los sentimientos encontrados que estas realidades provocan en el sujeto, es decir, a la irresuelta tensién entre, por un lado, la dependencia emocional inherente a la relacién madre/hijo y or otro, la voluntad de formar una identidad diferenciada (separada) del vinculo materno, En el marco de una conciencia muchas veces angustiosa, Ja experiencia del reconocimiento de ese ser (de ese cuerpo) alguna vez indesli ble del sujeto (la madre, el hijo) alterna con el impulso al rechazo del mismo, con Ia necesidad de marcar los limites que reafirman la exis- tencia individual. De este modo, tanto el deseo de diferenciarse como la realidad efectiva de ser diferente a la madre se mezcla con la incapacidad de desprenderse emocionalmente de la ligazén uterina, La distancia entre 3 tn dicho ensayo de Sina Sarseban se exponen con mayor deal los oxgos estilsicos del vale crt Ese 46 prado de negro fuego abandonads eI “uno” y el “otro” se vuelve imposible de controlar (y de predecit) cuando se trata del vinculo creado —o recibido— por la maternidad, “No sé si te amo o te aborrezco", dice el primer verso del extenso primer poema de Valse... La riqueza de este texto proviene en parte del hecho que el “ti” al que se alude se identifica con instancias que varian (pero también confluyen) en distintos momentos del poema. Sin embargo, siempre ese “ti” se define a partir de la misma relacién establecida con el sujeto, ls encarnada en la palabra final “mia”, Esta relacién de pertenencia (ode filiacién) es el objeto ubicuo de reflexién en un texto que se construye a partir de la narracién de un caminar dominguero por las calles del barrio del Village, en la ciudad de Nueva York. Lo que me interesa con respecto a este poema es proponer a la maternidad como una metafora a partir de Ia cual el sujeto entiende su relacién con el espacio de Ia ciudad. En el texto, la ciudad “extraiia”, “adquirida” como madre adoptiva, como hogar temporal (Nueva, York) se presenta en toda la complejidad de su comportamiento frente a sus “hijos”: reniega de ellos, los insulta desconociéndolos (“Give me money. son of a bitch”), se regodea en el espectacule de su propia agresivided (la na- rracién del suicidio de Bleeker Street), pero también recoge a estos mismos hijos en la seguridad y en el calor de su seno, como se sugiere en los verso que citan la bienvenida cotidiana del portero al Hegar al hogar (—"Good morning Mrs. § lindo dia.” Ja manera de acercarse a la ciudad “madre” (Lima), ciudad que inevitable- syselo.! —Buenos dias Joe./ Nice weather! —Si, Joo. Es un Lo fundamental aqui es que la ciudad adoptiva se convierte en mente parece reconocerse en la cara misma de esa otra, de Nueva York, La sordidez, el dolor, el desamparo —pero también una belleza melancélica yun dolor perturbadoramente familiar y conocide— se manifiestan como elementos esenciales de ambas ciudades. En el caso de Lima, el recuerdo placentero e infantil de parejas besandose bajo enredaderas de flores en Ba- rranco se confunde con cierta dimensién trigica del espacio limeso donde lo que se evoca es “el rosa exangile de tu carne! 1u degollado resplandor/ el fo de ojos muertos que jamés te posee (...] tus llagas sin cubrir/ el negro mi- lagro de tu frente/ hinchada de vacio”. En el caso de Nueva York, la pictsriea Imagen del ciclista cantando una melodia de Frank Sinatra y desaparecien- {+E veso, adem reproduce ono yelvocabuariotiicas de as letras de vais. | Desde otras perspectnas, este poem hs sido ico de manera diferente por eicas coma Higgins, Oviedo, GarzoloySiba Smita. Cio extosentados en la bibhopra, do por una callejuela, o la tranguila vida dominguera de la plaza Washing- ton Square, se contrasta con Ia desolacién del borracho tirado en Ia calle, con la amenaza de las torres que parecen inclinarse “peligrosamente sobre mi cabeza”, o con la cruda violencia de la cotidianidad del suicidio (“Aleuien se habia arrojado por una ventana. Segui caminando. No pude evitario. Iba cantando"). Bajo la aparente frialdad, bajo el tono distanciado desde el cual parecen relatarse las escenas neoyorquinas, se esconde una relacién intensa ¥¥ vital con esta ciudad, cuyo impacto en el sujeto es paralelo a aque! ejercido por Lima, la madre original. De esta forma, Lima (y la relacién del sujeto ccon ella) se recrea, se vuelve a vivir en la experiencia de vivir Nueva York. La madre adoptiva sirve para conectarse a la madse original, para volver a sentirla cerca. Asi, ambas ciudades se definen como figuras maternas que se arraigan indesligablemente en el sujeto, con una intensidad material que solo es explicable en los términos relativos a Ja maternidad: Vienes entonces desde mis entrafas como un negro dulesimo resplandor asi de golpe cl [aces como una mancha voras en mi pecho ‘como tn tring en el cielo ‘como un camino desconocido, En estos versos la ambivalencia del sujeto frente al “ti” es clara, sobre todo en la recurrencia @ imagenes que se basan en la contradiccion (“negro dulei- simo resplandor”), 0 cuando se relata et parto como una herida que sufre el ‘cuerpo pero ala vez como un dulce gorjeo. Lo fundamental, sin embargo, es que la maternidad se muestra como una incierta interrogante que confronta 1 un sujeto angustiado por el peso mismo de esta experiencia. Y es desde este lugar esencialmente contradictorio y sin respuestas ficites desde donde cl sujeto “pertenece” a las dos ciudades recreadas en el poema. Pareciera como si solo fuera posible vincularse a ambas ciudades desde la paradoja de tuna dolorosa y sérdida belleza que es al mismo tiempo un intenso dolor: ta (cGuil de tus rostros amo ‘cual aborrezeo? 27 Este prado de negro fuego abandonado Dende mack fen que calle aprendi a dudar de qué balcon hinchado de mises se aro la dicha una mafans donde aprendi a mentir llevar mi nombre de seis letras largas ‘como un golpe aieno?) ed En estos versos puede verse cémo el reconocimiento del espacio materno encarnado en la ciudad se da a través de la duda, del conflicto y de Ia des- confianza, De esta forms, Ia simultaneidad de Ia aceptacién y del rechazo 4 la ciudad como instancia materna instala una suerte de vacio en el centro mismo de la experiencia del sujeto, un vacio que se desplaza constantemente ‘hacia dos polos: el parto no solo deja dolor en la madres ser “hija” también es cargar una herida, Podemos observar esta condicién en niveles distin- tos. En primer lugar, tanto Is ciudad ausente como Ia presente maltratan y agreden inevitablemente, por “ley de vida”, a un sujeto que siendo “hija” de ambas también se identifica eoinw “mudre” de las mismas por su misme incapacidad de desprenderse de ellas. La descripcién de la relaci6n con estas ciudades a través de la imagen de una mujer a punto de dar a luz un hijo (*Vienes entonces desde mis entrafias (..] Naces como una mancha voraz en mi pecho”) termina con Is angustia de la orfandad, con la zozobra de una ‘madre que siente que un ser que ha sido parte de su cuerpo se ha seperado definitivamente de la simbiosis primordial abandonéndola, dejindola hud fana, El deseo materno del retorno de Is cristura a la seguridad del vientre se expresa en términos agénicos paralelos a la congoja de no poder borrar Ja paradigmatica “separacidn” de la ciudad natal, En la imagen que cito a continuacién, la criatura apenas ha terminado de nacer cuando se separa radicalmente de su madre a quien solo le queda ef deseo, “el gran vientre vacio”, la cruda realidad de la falta ta ‘Mas luego retrocedes te agazapas y saltas al vacio Yy me dejas al ilo del océano nada mis que el inmundo el belisimo azul cLinclemente wut cl deseo, ta A otro nivel, la hibridez de la estructura textual del poema (es decir, la coexistencia de registros estilisticos distintos) podria leerse como manifesta- ign de cémo ese ser hija de la “madre” de los valses es una forma de cargar tuna herida de la que el sujeto no se puede desprender. Me explico: el poema sy ‘otras mas bien liricas en las que predominan el ritino y la logica del verso, A presenta una alternancia entre estrofas en prosa plenamente narrati esto se afiaden, al principio o al final de una u otra estrofa,citas de clasicos valses peruanos. Pienso que ests heterogeneidad compositiva reproduce la dinémica que establece el sujeto frente a su relacién con la madre y frente 4 Ja misma naturaleza del vinculo de la filiacién: por un lado el sujeto se desconoce en la madre, busca alejarse y diferenciarse de ella, pero por otro le resulta imposible no solo cortar el lazo alectivo que esta representa, sino también evitar que el mismo lenguaje de la miudre (el vals) aparezca en su Propia voz, logrando colarse en su propio discurso, Es en este sentido que reo que la heterogeneidad estilistica del poema reproduce el conificto entre l sujeto y Ia instancia materna. La distancia que se toma frente al vals de alguna manera también sirve para recordar cémo el sujeto est nado a él como a su propia madre y a su propia ciudad, a pesar de cualquier tipo de aparente lejania. Irénicamente, la misma retérica del vals es la que an encade- ‘mejor expresa esta dinémica: “No sé si te amo 0 te abortezco/ porque vuel- vo! sélo para nombrarte desde adentro”. Otra manera como se presenta la maternidad como esencial “he- ida” es a través del entendimiento del oficio de escribir como una forma de ser simultineamente madre e hija del lenguaje, A partir de su lectura de los “Bjercicios materiales”, Eduardo Chirinos ha ahondado en el vinculo que establece la poesia de Varela entre la palabra y el dolor. Como lo lee hirinos, “dar a luz” una palabra, un verso, o bien ser fruto inextricable del Jenguaje, estar ineludiblemente atado a él, es une experiencia que se rea- liza fandamentalmente por medio del dolor. Como lo explica Chirinos, la poética de Varela esti’ marcada por el entendimiento de la creacién poética ‘como un doloroso proceso de materia zacion —de “hacerse cuerpo” — cuyo 29 Evie prado de negro fuego abandonado 350 resultado es la encarnacién misma de su ereador, pero una encarnacidn que constantemente le revela su propia diferencia’ Los versos finales del poema que trato establecen de nuevo la sim= biosis entre la madre y la ciudad a partir de dos mecanismos retéricos en Principio opuestos: Ia idealizacion y le denigracién de la maternidad. El circulo vicioso de Ia relacién simbiotica entre el sujeto y Ia madre-ciudad recorre asi dos espacios emblemiticos. FI primero es el pasado ideale irre uperable, aquel de la made en armonia con su hija y con su “habitat” na- tural (el puerto, la playa, el mar’) en el que el amor filial esté recubierto de ternura y devocisn: ba Con que dulzurs apartaba se velo de lagrimas ausentes y descubria tu apretada boca maginando tu rise alba frente al puerto las gaviotas ru bienvenida sol recién nacido Ylos viejos perfumes del mar, El segundo es el espacio de la pérdida, de la confrontacién det despojo sufti- do y del consecuente rechazo: el sujeto esta en la ciudad, en la madre, pero sigue condenado a desearla, a no tenerla Hoy prsionera en tu vértig gris dentro de ti no sé site amo o te aborrezco ba 1 Porque vaelvo solo para nombrarte desde adentro §© Eéuardo Chirioos epi sin ws bagas de sed; una lecurs de Tos ecco materiales! de Blanes Varela aa lz de os Ejetccesepituaes cde San fgraco™ Ens prensa 7A propésto,quiss seri il ecordar uno de lot primeros poems publcados de a autor, ‘uel tlade “Puerto Supe, del lio Exe puna ext, ue recoge poctas esse entre 1949 y 1959, desde este mar sn ols pata llamarte made sin Migrimas impuica ta [En este caso, la ciudad (Ia madre) es una suerte de abismo en el que el sujeto ‘ho puede evitar caer. Los términos denigrantes presentan esta experiencia como una persecucién amenazante: “mendiga que me acosas con el corazén. en los dientes/ acusindome del crimen cometido en suefios”, Retomando la idea del paralelismo entre el vinculo establecido entre Lima y Nueva York y aquel entre el sujeto y los valses (es decir, entre el sujeta y la madre), le am- bivalencia que marca Ia complejidad del texto culmina de manera puntual el poema: mada la dscancie remordimiento y curicia leprosa desdentada la Concluyendo, en este primer poema de Valse y otras falsasconfesiones el tema de la maternidad se concentra en la vo2 introspectiva de un sujeto poético ‘que se expresa a si mismo en la tensién ambivalente de ser hija de su madre y de las ciudades que vienen a cumplit un rol similar. Bastante distinta es la presentacion de Ia maternidad en el poema “Futbol”, del mismo libro. Alli, Is experiencia y la reflexidn provienen de un sujeto que, maravillado, contempla a sus hijos jugar este deporte. El lugar animico de este sujeto es diametralmente distinto al del poema anterior. La brevedad y las claras imi- genes que forman el poema nos transmiten la fuerza de la fascinacién de la ‘mirada materna, elemento fundamental del texto. La unién metaférica entre la pelota de Farbol y el globo terriqueo basta para presentar el gozo ante el rodigio de la vida del hijo, ante la plenitud de su existencia que no por eso deja de ser Ia otra cara del constante recuerdo de su misma fugacidad. Aqui, 1 uso del imperativo aparece ademés como el llamado esencial a experimen- tar, a realizar el privilegio de estat vivo: juega eon la tsera ‘como con una pelota ast Bute prado de negro furgo abandonado asa béilala estrdllala revigntala tal El texto parece preguntarse gcémo seria posible la intensidad de la alegria sin su esencial vulnerabilidad? Por qué no jugar y disfrutar con la certeza ‘misma de la fragilidad? “La tierra entre tus pies/ gira como nunca”, dice el poema. La ingenus ficcién del poder del ser humano sobre la compleja simplicidad de la tierra se expresa ademés con la leve ironia que acompaaia la descripcion del manejo que tiene el hijo de la pelota. La mirada es en este caso el elemento clave: se trata de una mirada cautivada, completamente presa de una subjetividad materna que en este caso se manifiesta en térmi- fnos de una pasién absolute hacia el objeto amado (los hijos). Es # partir de esto que se construye la figura del hijo como absoluto centro del mundo, y se recurre a ese tono “cursi”, quizis hasta “sensiblero™ que més de una vez aparece en el hablar de una madse cualquiera: “en el jardin’ mi guar- davalla mi espantapijaros/ mi atila mi nifo”, Como dije anteriormente, en este poema, el sujeto materno se enfrenta a la palabra poética desde un lugar emocional radicalmente distinto al del primer poema. En “Futbol” no hay conflicto, no hay sentimientos encontrados, no hay dependencias tor- mentosas ni distanciamientos autoimpuestos, Se trata simplemente de un ‘momento de fascinacién, de un instante de intenso gozo ante la capacidad de haberle dado vida y ver vivir al hij. Esta pasion por la vida tiene su contraparte en otra pasién de sig- ‘no inverso, la pasidn del dolor més absoluto que aparece en los poemas de Concierto animal. De nuevo siento como inevitable recurrir aqui al dato biogratfico: se ha reconocido que este libro se inspiré en el fallecimiento de Lorenzo, uno de los hijos de Varela, quien murié muy joven en un acciden- te de avincién. La poética de Concierto animal se distingue por la tension centre Ia palabra y el silencio entendida no como una fucha entre opuestos sino mas bien como una alianza entre ambos. La tensién en este caso se da 4 partir de la unién de la palabra y el silencio que luchan contra un vacio | Ai respect, no oviemos que ese poema también ests prevetado como un vals. mayor, el vacio de la muerte y de su radicalizacién en le imposibilided de 4 palabra, en el vacio del lenguaje, Lo que me parece fundamental aqui es la certeza en la dimensién comunicativa del silencio, en su legitimidad ara transmitir significacién, Varias caracteristicas del mismo formato de Jos poemss de Concierto animal (brevedad, susencia de titulo, versos cortos © “mutilados”, extensas pausss) son muestras de cémo estos textos se han claborado desde el espacio primordial del silencio, es decir, partiendo de él y convirtiéndose en meras extensiones del mismo". Esto me permite iden- tificar a ese silencio “fuente” con una maternidad que ha sido “vaciads”, “mutilada” por la muerte. En ese sentido, Ia misma pasién que formaba Ja fascinacién del contemplar la vida de los hijos en el poema “Futbol” se expresa ahora en un dolor que es, al mismo tiempo, compulsive silencio y compulsivas palabras dolor de coraeén ‘objeto negro que encierro en mi pecho le crecen alse sobrevuela Ia noche ta Este dolor, materializado como un “objeto negro” asentado en el cuerpo de la madre, podris leerse como aquel “silencio psiquico” del que habla Kis- teva al referitse a la manera como muchas veces se desarrolla la depresién femenina'*, Kristeva explica que el mecanismo depresivo se organiza trans- formando el dolor en una suerte de “nada” (“a nothingness”) que a fuerza de intentar controlarse secretamente (de silenciarse, podriamos decir), se Yuelve un silencio psiquico que toma el lugar de la herida aumentando su intensidad, Pienso que este es el espacio desde el que emergen los poemas de Concierto animal. En el caso del texto apenas citado, el “objeto negro” se desprende del cuerpo que él mismo se ha encergado de vaciar, y se eleva Para dirigir la mirada, poderosa, superior, denigrante, hacia cl destrozado cuerpo que ha dejado Ileno solo de muerte: 9 Fara un ani mis deta de stay tas eas sobre el vencio, consular br La mo ‘ads del stenci, de Evardo Chisine Lima, Fondo de Cultura Peano, 1998), 10 lla Kristeva deserbe esto en la seein tilda “Black Hole” pp. 87-88) de ss Kv Black Sun, Depression and Melanehoi, Nueva York, Columban Unery Pres, 1985 283 ‘Este prado de nego fuego absndonao 354 bbombilla de azutre sol miserable fotando en el cielo encslado planes parpadea cencandila a quien yace bocarriba fulminado La pregunta entonces podria ser ga quién pertenece el cuerpo muerto, @ la madre o al hijo? {Tiene sentido intentar separarlos? ¢No estin ambos igual- mente “fulminados” por la muerte? BI proceso de cadaverizacién que se autoimpone el sujeto se repite en otros poemas de Concierto animal, forman- do una de las constantes temiticas del libro. En el poema que se inicia con el verso “si me escucharas”, por ejemplo, esta “cadaverizacién” se da como un proceso psiquico que encarna la muerte del otro en el propio cuerpo como siesta le hubiera sobrevenido al sujeto enunciante™. Otra vez retomando a Kristeva, el propio cuerpo hecho cadéver se convierte en una suerte de “poé- tica de Ia supervivencia”, en la Gnica manera de decie y de calla: ime escucharas sth muerto y yo muerta det Sime escucharas hilito dela rueda eencerro dela tempestad burbujeo del cieno viva insepulta de tt con tu vido postrero Sime escucharas Vemos aqui que el sujeto que intenta establecer una comunicacién con el ser perdido es un sujeto peralizado que solo experimenta una vida invertida y 1 Keiteva, ob et p73 12 Como es conocid, ls planteamients de Kristevs paren de letra dl proceso melanc leo expcado por Frevd en su clscoarculo “Dusia y melancala All Feud expca china 1a plrdida del ebjetoamado se wansere al ajo se trastorma en Ia pa del ego, Se

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