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MONICIÓN: SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y SANGRE DEL SEÑOR

Buenos días hermanos y hermanas reciban un saludo fraterno de paz y bien. Hoy es
un día especial; en el cual celebramos la solemnidad del Cuerpo y la Sangre del
Señor. Esta celebración nos invita a continuar honrando el Sacramento del Altar donde
Cristo Resucitado está presente de modo verdadero, y es signo del amor que él nos
tiene.
Dando gracias porque Dios nos alimenta en nuestro caminar, iniciamos esta eucaristía
poniéndonos de pie y entonamos el canto de entrada para recibir a nuestro celebrante.

LITURGIA DE LA PALABRA

 La primera lectura procede del libro del Deuteronomio 8,2-3.14-16. En esta


lectura Moisés le recuerda al pueblo el gran amor con que Dios los cuidó en el
desierto: de la tierra árida hizo brotar agua, y del cielo les mandó el alimento.
Escuchemos con atención.
 Salmo 147: Como una respuesta a la lectura escuchada; nos unimos al
Salmista, agradeciendo a Dios por los detalles que ha tenido con su pueblo;
diciendo: BENDITO SEA EL SEÑOR.
 La segunda lectura procede de la primera carta del Apóstol San Pablo a los
Corintios 10,16-17. En esta lectura San Pablo nos recuerda que la Eucaristía
crea la fraternidad: los que comen un mismo pan y beben del mismo cáliz
forman un solo cuerpo. Escuchemos…
 Secuencia: En estos momentos escucharemos la entonación de la secuencia
correspondiente a esta solemnidad, escuchemos atentos.
 En el evangelio según San Juan 6,51-58. Jesús nos trae una Buena Noticia: Él
mismo es nuestro alimento: su Cuerpo es comida y su Sangre es bebida de vida
eterna. Abramos nuestro corazón y nuestra mente para escuchar su palabra.
Nos ponemos de pie y entonamos el canto antes del evangelio.

LITURGIA EUCARÍSTICA

Jesús eligió el Pan y el Vino para celebrar la Eucaristía. Con humildad y alegría los
acercamos al altar, presentando con ellos nuestra vida entera.
Acompañemos este momento entonando el canto del ofertorio.
COMUNIÓN

Cristo, Pan de los ángeles, quien alimentó a nuestros antepasados y hoy viene a
nuestro encuentro, fortalezca nuestras decisiones para seguir con determinación su
camino de salvación.
Recibámoslo con espíritu de adoración en esta solemnidad y Para quienes no pueden
comulgar sacramentalmente nos disponemos a recibirlo espiritualmente con la
confianza de la fuerza del Espíritu Santo en cada hogar y cada corazón diciendo:
Creo, Jesús mío, que estás real y verdaderamente en el cielo y en el Santísimo
Sacramento del Altar.
Te amo sobre todas las cosas y deseo vivamente recibirte dentro de mi alma, pero no
pudiendo hacerlo ahora sacramentalmente, ven espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya te hubiese recibido, te abrazo y me uno del todo a Ti. Señor, no permitas
que jamás me aparte de Ti. Amén. Cantamos…
 
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén.

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