Abram vence a los asirios, pone en libertad a los prisioneros y
recupera el botín
1. Cuando Abram se enteró de la calamidad que les había
ocurrido, temió por Lot, su pariente, y se compadeció de los sodomitas, que eran sus amigos y vecinos. Consideró conveniente prestarles ayuda y partió sin demora; marchó rápidamente y a la quinta noche atacó a los asirios cerca del Dan (que así se llama la otra rama del Jordán), y sorprendiéndolos de improviso, desprevenidos e inermes, mató a los que estaban durmiendo y puso en fuga a los que no se habían acostado aún, pero que estaban demasiado embriagados para luchar. Abram los persiguió y al día siguiente los ahuyentó hacia Soba, lugar perteneciente a Damasco. De este modo demostró que la victoria no depende del número, sino de la rapidez y el valor de los soldados, que pueden dominar grandes multitudes; Abram venció a un ejército tan grande con sólo trescientos dieciocho de sus sirvientes y tres amigos. Todos los que huyeron regresaron a sus hogares ignominiosamente. 2. Abram libertó a los cautivos tomados por los asirios, salvó también a su pariente Lot y volvió en paz a su casa. El rey de Sodoma se encontró con él en un sitio llamado Campo real, donde lo recibió el rey de la ciudad de Salem, Melquisedec. Este nombre significa "rey justo"; y lo era, en opinión de todos. Por esa razón lo hicieron sacerdote de Dios. Y a Salem luego la llamaron Jerusalén. Melquisedec abasteció generosamente al ejército de Abram dándole abundantes provisiones. Y mientras se hallaban festejando lo elogió y alabó a Dios por haber sometido al enemigo a sus manos. Abram le dio la décima parte del botín y él la aceptó; el rey de Sodoma, por su parte, insistió en que Abram retuviera el botín para sí; pero le rogó que le devolviera los hombres que había salvado de los asirios, porque eran de él. Abram no quiso tomar del botín más que las provisiones para sus sirvientes, pero ofreció una parte a sus amigos que lo habían ayudado en la batalla. El primero se llamaba Escol, el segundo Ener y el tercero Mambres. 3. Dios encomió su virtud, pero le dijo: -No debes renunciar a la recompensa que merece tu hazaña. - ¿Qué ventaja me dará esa recompensa -respondió él-, si nadie la gozará en lo futuro? (Porque no tenía hijos). Dios le prometió que tendría un hijo y que su posteridad sería muy numerosa, tanto como el número de estrellas. Y él ofreció un sacrificio a Dios, de acuerdo con sus órdenes. El sacrificio fué de esta manera: tomó una becerra de tres años, una cabra de tres años, un carnero igualmente de tres años, una tórtola y un palomino, y los dividió en dos, menos las aves. Luego, antes de que erigiera el ara y mientras volaban las aves de rapiña sedientas de sangre, oyó una voz divina que le anunció que su posteridad tendría vecinos enemigos durante su permanencia en Egipto, que se prolongaría cuatrocientos años; en ese lapso sufriría penas, pero luego vencería a sus enemigos, triunfaría en la guerra contra los cananeos y tomaría posesión de sus tierras y sus ciudades. 4. Abram vivía cerca del roble llamado Ogiges (un sitio que pertenecía a Canaán, no lejos de la ciudad de Hebrón). Preocupado por la esterilidad de su mujer, rogó a Dios que le concediera descendencia masculina. Dios le dijo que tuviera ánimo, que a todos los dones que le había acordado desde que lo sacó de Mesopotamia, agregaría el de darle hijos. Sara, de acuerdo con las órdenes de Dios, le llevó a la cama a una sierva llamada Agar, de ascendencia egipcia, para que le diera hijos. Cuando ésta estuvo embarazada miró con desprecio a Sara, como si el poder estuviera destinado a pasar a las manos de su prole. Abram la entregó a Sara para que la castigara y la mujer optó por huir y rogó a Dios que se compadeciera de ella. En el desierto le salió al encuentro un ángel de Dios y le ordenó que volviera a la casa de sus amos; si se sometía a su prudente consejo, viviría mejor en lo sucesivo. Porque el motivo de su actual desgracia era su ingratitud y su arrogancia frente a su ama. Si desobedecía a Dios y persistía en seguir su camino, perecería; pero si volvía sería madre de un hijo que reinaría en la región. Volvió y obtuvo el perdón de sus amos y poco tiempo después nació Ismael, que significa oído por Dios, porque Dios escuchó los ruegos de su madre. 5. Abram tenía ochenta y seis años cuando nació el hijo que hemos dicho. A los noventa y nueve Dios se le apareció y le prometió que tendría otro hijo con Sara, y le ordenó que le pusiera de nombre Isaac; anunciándole que de su hijo saldrían grandes naciones y reyes, que por medio de guerras obtendrían toda la tierra de Canaán, desde Sidón hasta Egipto. Pero le prescribió que, para que su posteridad no se mezclara con otras, deberían circuncidarse a los ocho días de haber nacido. La causa de la circuncisión la explicaré en otro lugar (**En la Biblia Dios anuncia a Abram que tendrá un hijo con Sara, que el nombre de Abram será en lo sucesivo Abraham, porque haría de él un padre de multitudes, y que su mujer Sarai, madre de naciones, se llamará en adelante Sara; y establece la circuncisión como signo del pacto con Jehová (Gen. cap. 7). Esas referencias acerca del cambio de nombres faltan en el relato de Josefo).
Preguntado por Abram si Ismael viviría, Dios le informó que sería
longevo y padre de grandes multitudes. Después de agrade-cer a Dios por sus favores Abram se circuncidó, así como todos los que estaban con él y el niño Ismael, que tenía a la sazón trece años en tanto que él contaba noventa y nueve.