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EL CAMPO DE LOS ECONOMISTAS FRANCESES A FINALES DE LOS AÑOS 90: LUCHAS DE FRONTERA, AUTONOMÍA Y

ESTRUCTURA.
Frederic Lebaron.

En Francia, durante la década de 1990, diferentes índices dan fe de la creciente "influencia" de los economistas. Una
revista de economía, Le Nouvel Économiste, creó en 1993 un premio para laurear a los mejores economistas franceses
del año. Durante la crisis social de 1995, los economistas se involucraron fuertemente en las luchas en torno a las
políticas económicas y sociales y al Plan Juppe, en particular al redactar diferentes peticiones de apoyo para el gobierno
o los huelguistas, o tomar una posición crítica sobre la política económica implementada (Duval et al. 1998). En muchas
ocasiones, los manifiestos de los economistas se lanzaron para apoyar esta o aquella postura de política económica, y
los economistas vieron afirmarse su papel incesantemente en el debate público, al menos a través de la proliferación de
crónicas económicas en la prensa o la radio. En 1997, fue creado por el Primer Ministro, a sugerencia de un economista
de su equipo, un Conseil d'Analyse Économique basado en el modelo del Council of Economic Advisers en EEUU (Coats
1993: 611-615), y los economistas franceses más reconocidos fueron invitados a participar. En junio de 2000, el Cercle
des Économistes y el periódico Le Monde otorgaron por primera vez un premio al mejor economista menor de 40 años.

A lo largo de este período, los debates sobre la "profesión" han ganado visibilidad: recientemente, el lanzamiento por
parte de un grupo de estudiantes de una petición hostil a la formalización en exceso de la enseñanza ha sido objeto de
un largo artículo en Le Monde. Tal implicación e influencia creciente podrían ser evidenciadas por varios otros indicios,
que van desde la escalada de la economía en la enseñanza de las escuelas de élite hasta la "composición por
economistas" de los equipos y comités ministeriales, pasando por las transformaciones en la escolarización de los
negocios y los altos directivo y, de modo más amplio, en el peso de la escolarización en ciencias económicas (cf. Lebaron
1996). Todo esto incita una pregunta sobre la naturaleza de esta "profesión", su organización social, el carácter de las
preguntas que la atraviesan. Lejos de constituir un mero caso ejemplar para una sociología general de las profesiones, el
universo de los economistas plantea una serie de problemas teóricos y metodológicos que ciertamente se presentan en
diversos grados en el estudio de cada "profesión" pero que aquí están "radicalizados".

Muchos malentendidos y errores en el uso de los términos "ciencia económica" y "economistas" están de hecho
vinculados al hecho de que siempre son objeto de disputa, no "identidades profesionales" completamente formalizadas
y estabilizadas. El mundo de los economistas, en Francia como en otros lugares, es mucho más diferenciado y
heterogéneo de lo que se suele pensar, inclusive en los trabajos que versan sobre la "profesionalización" de los
economistas (Coats 1993). La noción de campo, a su vez, evita las visiones cristalizadas de lo que es un "economista" y
las definiciones a priori de lo que es la "profesión" de economista, sus normas específicas, sus hábitos, etc 1. Las
definiciones de economista y ciencia económica son objeto de disputa dentro de un espacio social particular, que tiene
sus propias leyes, su lógica, sus relaciones de poder y sus propias oposiciones. ¿Cuáles son las propiedades de este
universo social particular? En particular, ¿cómo se definen y mantienen sus límites? ¿Cuál es su grado de autonomía y en
relación con qué universos? ¿Cuál es la estructura interna de este campo? Trataré de responder estas preguntas aquí, es
decir, caracterizar el lugar de las luchas de clasificación, determinar la naturaleza y el grado de autonomía de este campo
y mostrar su estructura interna.

La cuestión de los límites del campo es un problema práctico de la investigación estadística -¿cuál es la población de
referencia? ¿Qué muestra se considera? - y una pregunta teórica: ¿quién está dentro y quién está fuera del campo?
¿Qué significa estar dentro o fuera de este campo particular de economistas? Mejor que partir de las fronteras oficiales
de un grupo o de una "profesión" (fronteras que pueden ser determinadas por la ley, la burocracia, etc., que están más o
menos codificadas y estandarizadas), se trata de poner en primer plano la inversión en el "sentido del juego" de los
agentes sociales que encuentran allí una forma de "interés" o, más precisamente, de illusio. Las fronteras de un universo
social no se reducen a fronteras formales o institucionales, pues ellas corresponden en primer lugar a los límites del
efecto de campo, es decir, a los límites de la illusio compartida por los actores de campo. En el caso de los economistas,
no existe en ningún lugar una codificación o control estricto de la noción de "economista" (Klamer y Colander 1990), y el
efecto de campo se limita al conjunto de los agentes que participan en el juego de tratar de producir un discurso
económico científico, al creer en la posibilidad de una "ciencia económica" o, al menos, una disciplina económica.

1
Sobre los peligros de esa categoría nativa, cf. Bourdieu (1992:211-215).
Sería un error considerar como pertenecientes al campo sólo a los economistas académicos, porque están acreditados
por instituciones académicas como poseedores de conocimiento económico "puro" o "teórico". Para la mayoría de los
historiadores y sociólogos de la "profesión" (Coats 1993; Whitley 1984), los economistas teóricos definen más
sutilmente el núcleo duro de la profesión, situándose los demás en su periferia (cuya extensión y límites, sin embargo,
rara vez son discutidos). Desde la revolución marginalista de la década de 1870, se habría constituido, en torno a la
teoría neoclásica, un grupo de profesionales de la economía vinculado a un modelo de actividad científica "moderna",
basada en la oposición entre la ciencia pura y los valores, cuyo trabajo consistía en unificar, estandarizar y racionalizar
las prácticas y hábitos de los especialistas. Así, habríamos asistido a un proceso clásico de especialización disciplinaria en
torno a los guardianes de la teoría pura, erigida en última instancia de consagración (Dear 1983). Una vez realizada la
primera etapa de la definición profesional, la "profesión" habría comenzado a extenderse más allá de la esfera inicial, y
en paralelo las ideas económicas no dejarían de difundirse por el resto del sistema social (Hall 1989; Colander y Coats
1990).

Si consideramos el universo de los economistas como un campo, no hay, de hecho, razón para privilegiar a priori una
definición social, aunque la posesión de la "teoría económica" esté, de hecho, frecuentemente asociada al control de la
definición última de "cientificidad" en este campo. Las luchas de clasificación entre los economistas remiten a diferentes
formas de autoridad, prestigio, poder social, etc., que están en constante competencia. Tales luchas tienen como objeto
la definición del "verdadero economista", la determinación de sus atributos legítimos, calificaciones y técnicas asociadas
con la noción misma. Las instancias de formación de los economistas, así como los diferentes puntos de contacto entre
la "profesión" y el resto del mundo social (prensa, medios, publicaciones, coloquios públicos, etc.) están impregnados
por estas luchas. Uno puede ser tachado de economista "teórico" en nombre de la "realidad" y, por el contrario, como
un economista "práctico" en nombre de la ciencia; ambas formas de exclusión coexisten en el campo.

A la pregunta "¿qué es un economista?", un economista de la Dirección de Previsión 2 del Ministerio de Finanzas (que
también es estudiante de doctorado en macroeconomía en la Universidad de París I) respondió: "como todo el mundo,
llamo economistas a las personas que se parecen a aquellas que trabajan a mi alrededor como economistas” (Entrevista
1993). Esta definición totalmente genérica sugiere la importancia de la proximidad y la distancia para calificar a un
agente como "economista". En la misma época, otro economista del Ministerio de Finanzas impugnó el hecho de llamar
"economista" a la mayoría de los miembros recientemente nombrados 3 del Conseil de Politique Monétaire do Banque de
France, "conservando" en esa categoría sólo a un periodista que entonces formaba parte de una comisión de
especialistas en análisis de coyuntura, en el seno de su propia institución. En el Ministerio de Hacienda, un economista,
que se había desempeñado como asesor de política económica, calificó como "economista" al director del Tesoro,
futuro presidente del Banque de France y más tarde nombrado a la dirección del Banco Central Europeo, Jean-Claude
Trichet, impugnado por muchos economistas académicos: licenciado en economía, además de enarque4 e inspector de
finanzas, este alto funcionario ha pasado toda su carrera en gestión financiera. Durante la campaña presidencial de
1995, un escritor que hizo una fortuna escribiendo best-sellers Paul-Loup Sulitzer se presentó en la televisión como
"economista", aunque su reconocida competencia económica seguramente se basaba en escribir una novela titulada
Money5. Un artículo sobre designaciones de economistas en Who's Who en Francia revela la extrema diversidad de
posiciones profesionales, propiedades sociales y educación de quienes se autodenominan "economistas" (Lebaron
1996). Finalmente, la prueba más completa de este punto proviene quizás del hecho de que a lo largo de esta
investigación sociológica sobre economistas franceses, el autor de estas líneas ha sido considerado a menudo como un
"economista" por los sociólogos y, después de varias publicaciones, por ciertos economistas.

2
La “DP” es uno de los principales organismos estatales donde es producida, difundida y retraducida una ciencia económica
orientada a la acción pública. Aunque era relativamente “pluralista” en los años 70, su carácter “ortodoxo” se afirmó en los años 80.
3
En 1994, el Banque de France se convirtió en independiente para cumplir las condiciones del Tratado de Maastricht con vistas a la
creación de una moneda única europea. Un “Consejo de Política Monetaria” compuesto de nueve “sabios” fue nombrado en esa
ocasión.
4
Enarque: alumno o ex-alumno de la Ecole National de Administration (ENA).
5
Autor de novelas para un público masivo que fueron gran éxito nacional e internacional en los años 80, Paul-Loup Sulitzer se
especializó en historias de grandes gerentes y héroes de la economía.
Otro problema de frontera es la noción de “economista francés”. ¿Sería legítimo aislar un subcampo del campo mundial
de los economistas, en el contexto actual de internacionalización que también afecta a esta profesión? 6. Ciertos
economistas ofrecen una respuesta -positiva- a esta cuestión en las discusiones profesionales que tienen lugar
principalmente entre los “académicos” a propósito de las diferencias entre la profesión económica en Europa y Estados
Unidos (por ejemplo, en la revista alemana Kyklos). En los diferentes países europeos, la economía adopta formas
específicas, vinculadas a la importancia relativa de las finanzas y del empleo público, de las carreras político-
administrativas, etc., lo que se asocia a tomas de posición a menudo más “intervencionistas”, más “keynesianas” (Frey y
Eichenberger 1992). Una parte importante de la investigación económica parece bastante internacionalizada, pero en
realidad se trata de un sector específico de la producción en ciencia económica, concerniente sobre todo a los
investigadores que efectivamente publican en revistas internacionales —poco numerosos, incluso entre los
universitarios que controlan las carreras académicas nacionales en el seno del Conseil National des Universités (CNU)7
(Combes y Linnemer 1999)—, hacen carrera internacional (pasando por el Massachusetts Institute of Technology (MIT) o
el Fondo Monetario Internacional (FMI), o por el Banco Mundial) o, incluso, los diferentes importadores, sin duda
numerosos, de tecnologías norteamericanas de política económica o de análisis financiero (Jobert y Théret 1994; Drake
1993; Kelsey 1995).

Si se tiene en cuenta el conjunto del campo francés, se observa que las esferas políticas y mediáticas funcionan como
fuentes de prestigio específicamente nacional. La creación del Conseil d’Analyse Économique, del premio de “mejor
economista francés” y la existencia de asociaciones nacionales (al menos cuatro grandes asociaciones generalistas
compiten por la definición de la identidad social del economista: la Association Française de Science Économique (AFSE),
la Association Nationale des Docteurs en Science Économique, la Association Française des Économistes d’Entreprise y la
Société d’Économie Politique) e incluso de organizaciones como el Conseil National des Universités y el Centre National
de la Recherche scientifique (CNRS) (instancias nacionales de control y dirección de las carreras), señalan una
especificidad que justifica el aislamiento, al menos en un primer análisis, del campo de los economistas franceses.

La autonomía del campo de la economía.

En ausencia de un método simple para determinar si un campo de producción cultural, en particular un campo científico,
es más o menos autónomo, y en relación con qué otros campos sociales, podemos pensar que las mejores respuestas a
la cuestión de la autonomía están en el conjunto de argumentos empíricos que se puede proporcionar en apoyo de cada
una de las hipótesis presentes 8. El campo de los economistas parece, a primera vista, estar dotado de rasgos
característicos de una fuerte autonomía: un lenguaje a menudo extremadamente esotérico, bastante alejado del sentido
común; procedimientos sofisticados para integrar a los jóvenes principiantes; normas técnicas propias; existencia de
tradiciones intelectuales, de corrientes, de categorías de clasificación que le son específicas (“neoclásicas”,
“postkeynesiana”, “nueva macroeconomía clásica”, “marxista”, “neo-ricardiana”, “convencionalista” 9, etc.) ; criterios
propios de evaluación y un sistema de premiación como el premio Nobel (Roux y Soulié 1991:VII) en la cima y diversas
etapas intermedias. Este campo está integrado científicamente, como muestra la unificación de los cursos de economía
en torno a tres polos: microeconomía, macroeconomía y econometría. El predominio de criterios internos de evaluación
es el resultado de un proceso de autonomización comparable al que se produjo en la física, la química, la biología, etc., a
partir de la “revolución científica” de los siglos XVI y XVII (Shapin y Shaffer 1993). Además, en Francia, a principios de los
años 90, se organizó un coloquio sobre el tema: “¿No se convirtió la economía en una ciencia dura?” (D’Autume y
Cartelier 1995). Varios participantes respondieron positivamente, y hoy parece existir en el país, entre los economistas
(al menos entre profesores universitarios e investigadores), un consenso en torno a la representación de la economía
6
A propósito, ver Coats (1997).
7
El Conseil National des Universités es la instancia central (nacional) de evaluación de los profesores-investigadores. Proporciona
“calificaciones” en diferentes niveles de graduación (maestro de conferencias, profesor) que posibilitan la candidatura a una
universidad, siendo entonces evaluados por una “comité de expertos” compuesto, a la vez, por profesores universitarios del país y
del extranjero.
8
Para una justificación de ese tipo de metodología, cf. Simiand (1932).
9
La Escuela de Convenciones, constituida en los años 80 en torno a Olivier Favereau, André Orléan, Robert Salais, Laurent Thévenot,
desarrolla una nueva variante de economía institucionalista, centrada en el problema de la “coordinación” de las acciones
económicas. Se inscribe en el marco del individualismo metodológico, pero propone una versión ampliada a formas de racionalidad
que el “modelo” no tiene en cuenta.
como una ciencia “cuasi natural”. Sólo economistas de prestigio, y parcialmente alejados de las luchas profesionales
(como Edmond Malinvaud), pueden preguntarse, de manera provocativa, “por qué los economistas no hacen
descubrimientos” (Malinvaud 1996).

Sin embargo, varios hechos vienen a contradecir o dificultar la representación dominante que considera la economía
una ciencia autónoma. Es, ante todo, relativamente fácil cuestionar el predominio de criterios internos en el campo de
los economistas. La creación del premio del Nouvel Économiste y la institución del Conseil d’Analyse Économique son, en
el extremo opuesto, ejemplos muy concretos de la intromisión de los poderes políticos y mediáticos en el interior del
campo. La economía es la única disciplina científica cuya producción y sus productores, los periódicos y los políticos
tienen derecho a evaluar, al menos indirectamente. (El propio Premio Nobel fue creado en 1968 para el tercer
centenario del Banco Real de Suecia, un poder económico como mínimo comprometido.) Una parte de los economistas
neoclásicos de Estados Unidos considera, además, una consagración el nombramiento para puestos de responsabilidad
económica de primer plano: economista-jefe del Banco Mundial, secretario del Tesoro (Larry Summers), o subdirector
gerente del FMI (Stanley Fisher), por ejemplo. La hipótesis de que el campo es fuertemente autónomo es desarrollada
por varios profesores universitarios e investigadores, reclutados y evaluados por sus pares, publicando en revistas según
criterios formales de evaluación. Tal hipótesis ignora la presencia en el campo de otros tipos de economistas, que
trabajan en el mundo empresarial o administrativo y conquistaron parte de su notoriedad en esos espacios particulares.
Ahora bien, estos economistas no son ni reclutados ni evaluados según criterios únicamente académicos, ligados
únicamente a la “producción científica”. Al mismo tiempo coexisten diferentes instancias de consagración, distintas
fuentes de capital simbólico que a menudo compiten entre sí y remiten a diferentes definiciones de economista. Los
economistas más matemáticos son criticados una y otra vez por ser más matemáticos que economistas y no estar
interesados en problemas económicos reales, sino sólo en acertijos (puzzles) lógicos o formales. Es preciso también
recordar las importantes fluctuaciones en los procesos de reclutamiento universitario y administrativo en función de los
cambios políticos, las lógicas de producción y control (e incluso censura) de los análisis económicos en las organizaciones
burocráticas10, económicas y políticas, y la importancia de las condiciones de financiación de la investigación en la
aparición histórica y en el desarrollo de los trabajos, incluso cuando son percibidos como los más autónomos 11. La
dependencia respecto al campo político es particularmente fuerte: el hecho de que éste conceda a las “competencias
económicas” un lugar central, especialmente desde el siglo XIX, y la escalada del movimiento obrero, son
manifestaciones de los múltiples vínculos que hacen que el destino de la disciplina sea indisociable del estado de las
relaciones de fuerza en el campo político.

Otro argumento favorable a la hipótesis de fuerte heteronomía, ligado a la heterogeneidad expresiva de ese campo,
remite al elevado nivel de desacuerdo e incluso de disenso en su interior, que puede considerarse un indicador de la
débil integración y de la escasa autonomía que lo caracterizan. Desde principios de los años 80, numerosas
investigaciones realizadas en diferentes países (Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, etc.) han resaltado la importancia
de los desacuerdos entre los economistas, tanto en cuestiones de política económica —donde son particularmente
fuertes— como en cuestiones teóricas o incluso empíricas (determinación de ciertos coeficientes o parámetros) —
donde los desacuerdos menos acentuados son, sin embargo, importantes (ver, esp. Bobe y Etchegoyen 1981; Frey y
Eichenberger 1992; Fuchs et alii 1998).

La estructura del campo.


Un último argumento a favor de la hipótesis de débil autonomía del campo de los economistas se puede encontrar en su
propia estructura. En efecto, un campo muy autónomo también debe caracterizarse lógicamente por una estructura
muy diferenciada con relación a la del espacio social global que lo envuelve y, en particular, con respecto al campo del
poder. Es lo contrario lo que se observa en el caso de los economistas franceses. El campo de los economistas se puede
describir como un prisma donde el conjunto del campo del poder se refracta muy fielmente (Lebaron 1997). Para poner
en evidencia su estructura, recurrimos a los métodos de análisis geométrico de datos —en este caso, al análisis de las
correspondencias múltiples—, así como a una serie de entrevistas (cerca de cincuenta) y a observaciones directas
realizadas en diversas ocasiones (coloquios, conferencias, defensas de tesis, etc.).

10
Sobre la Dirección de Previsión y los órganos de estudios “independientes”, cf. Jobert e Théret (1994).
11
Las fluctuaciones de los contenidos de las investigaciones en función de las financiaciones públicas y privadas han sido hasta ahora
poco estudiadas en economía, por tratarse de un tema difícil por razones evidentes de acceso a la información.
La primera oposición que organiza el campo corresponde estrictamente al volumen de capital científico global que
poseen los economistas. Esa oposición los distingue, en primer lugar, según la relación que mantienen con el mundo de
las universidades (“no universitarios” versus a “universidad de provincia”); en segundo lugar, según el tipo de formación
superior que poseen (Politécnica, ENSAE, ausencia de diploma universitario en economía versus agrégation12 en ciencias
económicas) y, por último, según el lugar de residencia (los barrios burgueses de París versus residencia en el interior).
Una parte importante de la varianza del primer eje está en la oposición social multiforme que se ha establecido, en
Francia, entre París y el interior, entre las grandes escuelas y la universidad, y entre el mundo empresarial, de la
administración y de la política, y el mundo académico. La proyección del origen social como elemento suplementario
confirma esta interpretación: en un polo se encuentran los economistas oriundos de la burguesía y de la aristocracia; en
el otro, aquellos procedentes de las clases populares y medias 13.

La segunda oposición corresponde también a un principio que estructura el campo del poder y el espacio de las clases
dominantes, pues distingue los poderes políticos y económicos de los poderes intelectuales y técnicos. Se encuentran,
en un polo, economistas cuya autoridad depende principalmente de su obra personal (como Edmond Malinvaud,
profesor en el Collège de France y fundador de la escuela francesa de los “equilibrios de precios fijos”, o Robert Boyer,
director de investigaciones en el CNRS y director de estudios en la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS),
uno de los fundadores de la “escuela de la regulación” 14). En el otro, están los economistas más ligados a los poderes
económicos y políticos (antiguos o actuales ministros, directivos de empresas, economistas de bancos y de instituciones
financieras, etc.). El vínculo con las empresas y con el campo político stricto sensu (es decir, la arena electoral) y la
distancia del mundo universitario y de la administración corresponden a la ocupación de una posición vinculada al
ejercicio de una forma de poder en parte independiente de la producción de teorías o de discursos profesionales
específicos. La tasa de citación en el Social Science Citation Index (utilizada aquí de modo relativamente “grosero”, pues
hicimos la suma de las citas de los economistas durante un año) opone a los titulares de una legitimidad principalmente
“interna” (obtenida de sus pares) a una legitimidad “externa”, ligada a las demandas sociales múltiples (políticas,
gerenciales, mediáticas...), de la cual la economía es objeto, y de la cual la presencia en Who’s Who in France es un
indicador. De hecho, incluso los productores más “autónomos” son, a través de la administración, de contratos de
investigación, etc., dependientes de fuerzas externas 15.

Una tercera oposición se refiere al grado de implicación de los economistas en las instituciones académicas o
burocráticas nacionales e, inversamente, con el mundo anglosajón (americano). Ella opone a los agentes que han
estudiado en los Estados Unidos, y son o investigadores fijos en Francia, como Jean Tirole (Toulouse, MIT), u hombres
políticos cuya formación superior tuvo lugar en los Estados Unidos, por un lado, y a los economistas más directamente
involucrados con la vida científica e intelectual nacional, miembros de asociaciones como la Association Française de
Science Économique (AFSE) o la Société d’Économie Politique, por otro16.
12
Agrégation: sistema de admisión, por concurso, de profesores en liceos e facultades en Francia.
13
Las variables que más contribuyen a la inercia del primer eje (7,49% de inercia global, es decir, un valor propio de 0,13 y una tasa
modificada de 37,86%) son la posición universitaria (0,185), Politécnica (0,123), el diploma universitario en economía (0,117), el
lugar de residencia (0,109), la ENSAE (0,069) y los vínculos con empresas (0,061). En el polo del gran volumen de capital, las
categorías que contribuyen con más de 0,03 son la Politécnica (0,096), la falta de diploma universitario en economía (0,065), la
ENSAE (0,057) y la residencia en barrios burgueses de París (0,039) y no universitarios (0,033). En el otro polo, se encuentran
universidad de provincia (0,063), residencia en el interior (0,062) y la agrégation en ciencias económicas (0,035). Sobre las tasas de
varianza modificadas, ver Rouanet e Le Roux (1993:267).
14
La denominación “Escuela de Regulación” agrupa principalmente los trabajos de Michel Aglietta, Robert Boyer, Alain Lipietz, etc.
Oriunda de una variante heterodoxa del marxismo, se inspira, también, en la macroeconomía de Kalecki y en los trabajos de la
Escuela Histórica de los Annales.
15
Las variables que más contribuyen a la inercia de este segundo eje (6,38% de inercia global, es decir, un valor propio de 0,11 y una
tasa modificada de 23,92%) son los vínculos con las empresas (0,107), la posición universitaria (0,106), la posición administrativa
(0,089), el número de citas en el Social Science Citation Index (0,087), la presencia en Who’s Who in France (0,068), el diploma
universitario en economía (0,061). Por el lado de los poderes económicos y políticos, las modalidades que contribuyen con más de
0,03 para la formación del eje son: IEP de París (0,048), París IX-Dauphine (0,043), banco o institución financiera (0,043), industria o
consejo (0,043), “Cercle des économistes” (0,042), Who’s Who in France (0,039), “Association Nationale des Docteurs en Science
économique et en Gestion” (0,039), HEC (0,031). En el otro polo figuran “más de 10 citas en el SSCI”(0,067), falta de diploma
universitario en economía (0,045), INSEE-DP (0,040), Politécnico (0,037), ENSAE (0,033).
16
Las variables que más contribuyen a la inercia del tercer eje (4,83%, es decir, un valor propio de 0,09 y una tasa modificada de
9,81%) son la posición universitaria (0,155), la pertenencia a la AFSE (0,108), el lugar de residencia (0,095), el paso por los Estados
La estructura del campo de los economistas franceses corresponde, pues, a una estructura encontrada en el estudio del
campo del poder (Bourdieu 1979; 1989). Ella distingue no sólo el volumen global de capital científico, sino también dos
formas dominantes de ese capital entre los economistas (político y económico, por una parte; intelectual y técnico, por
otra) y, en un tercer eje, los economistas inscritos en un espacio internacional y los más nacionales. Quedaría estudiar,
por supuesto, la manera en que esa estructura se constituyó históricamente, y su carácter específicamente “francés”.

A las tres preguntas planteadas inicialmente, la investigación sobre el campo de los economistas franceses de los años
90 permitió proporcionar elementos coherentes de respuesta. La definición de pertenencia a un campo aparece tanto
más como objeto de disputas esenciales cuanto que este campo se presenta como poco autónomo en relación a los
poderes externos (en particular, económicos y políticos). Asimismo, su estructura interna tiende a presentar fuertes
analogías con la estructura del espacio social más amplio en el que está inscrito. De ello resulta que la noción de
“profesión”, a menudo invocada por los propios economistas para describir su universo, es aquí particularmente
engañosa, pues tiende a dar una visión integrada, unificada y autónoma de un espacio social heterogéneo, fragmentado
y heterónomo.

Unidos (0,084), el título universitario en economía (0,072) y las responsabilidades políticas (0,070). En el polo más exterior al espacio
nacional, las modalidades que más contribuyen son los estudios en Estados Unidos (0,073), no-pertenencia a la AFSE (0,052), el
doctorado en ciencias económicas (0,040), CNRS (0,035), otro diploma en ciencias (0,032)un diploma en gestión (0,031), el cargo de
electo o dirigente político nacional (0,031) y de electo o dirigente político local (0,031). En el polo más nacional figuran miembros de
la AFSE (0,057), de la Société d’économie politique (0,038), de la ENSAE (0,037), del comité director de la AFSE (0,036), de la Banque
de France (0,031), de bancos e instituciones financieras (0,030).

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