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Capítulo 12 Lucio
Capítulo 12 Lucio
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ción de noveles profesionales me llevaron al convencimiento
de lo necesario de tales saberes en la labor clínica.
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del cordón, rotura uterina, anomalías congénitas, RCIU
(retraso de crecimiento intrauterino), anemia, pretérmino,
postérmino. Riesgos neonatales: mal manejo obstétrico, shock
séptico, HIC (hemorragia intracraneana).
El déficit neurológico más común en el infante y el niño
pequeño es el resultado del daño cerebral por hipoxia peri-
natal.
Los niños que han padecido esta patología suelen mostrar
diferentes déficits en sus capacidades cognitivas que les dificul-
tan de diversa manera su crecimiento y sus aprendizajes.
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estereotipados. El ataque afecta a una persona en aparente
buen estado de salud o agrava súbitamente ciertos estados
patológi-cos, en forma de fenómenos súbitos transitorios de
tipo motor, sensitivo-motor o psíquico. Las crisis pueden
dividirse en par-ciales o focales y generalizadas.
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es común que presenten edema que “esconde” el importante
adelgazamiento de los tejidos subyacentes.
Parecen desconectados de su medio ambiente y suelen ser
profundamente apáticos, llegando algunos a mostrar una con-
ducta de aspecto autista.
La recuperación de estos niños es más rápida, y es notable
el modo en que vuelven a conectarse al medio una vez que son
apuntalados desde la nutrición junto a la estimulación emocio-
nal apropiada.
Resumiendo, se puede decir que:
a) la desnutrición leve pero crónica influencia directamente el
desarrollo del niño, sobre todo en las áreas cognitiva y
psíquica.
b) La desnutrición sólo excepcionalmente ocurre aislada pues
habitualmente es acompañada por otros factores de riesgo
tales como el ingreso y la educación familiar, el nivel de
pobreza, etc.
c) La suplementación nutricional no asegura que se logre re-
vertir el retraso en el desarrollo, pues se requiere de inter-
venciones psicosociales intensas para revertir la patología.
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Electroencefalograma (EEG): es el registro de la activi-dad
eléctrica que se origina en la corteza cerebral y se obtiene
aplicando sobre el cuero cabelludo una serie de electrodos que
transmiten los pequeños potenciales neurales. El equipo de elec-
troencefalografía posee varios canales, lo que permite recoger
simultáneamente la actividad eléctrica de distintas áreas del
encéfalo. Las características más importantes de un EEG son la
frecuencia, la amplitud y la simetría de sus trazados. Se llama
frecuencia a la cantidad de repeticiones que realiza una onda en
una unidad de tiempo (se utiliza el segundo). Por ejemplo, una
onda puede durar medio segundo, lo que significa que si se repite
lo haría dos veces en la unidad de tiempo. Este sería un ritmo de
dos ciclos por segundo (2 c/seg). En base a tal criterio (tantos
ciclos por segundo) se distinguen cuatro bandas de fre-cuencia:
delta, theta, alfa y beta.
La amplitud expresa el voltaje del potencial de una región
cerebral determinada medido en microvoltios (µv), y la simetría
alude a que en condiciones normales áreas homólogas del encé-
falo poseen igual actividad, o sea ritmos de la misma frecuen-cia
y amplitud. El EEG sólo se lo suele indicar cuando existen
sospechas fundadas de algún posible trastorno paroxístico. No
suele tener ninguna utilidad para otros tipos de dificultades.
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(toxoplasmosis; otras como sífilis, hepatitis B, Epstein-Barr;
rubéola; citomegalovirus y virus de herpes simple).
Toxoplasmosis: infección provocada por un parásito de los
felinos domésticos. La infección aguda en personas inmuno-
competentes es asintomática en un 90% de los casos. En los
pacientes sintomáticos se produce inflamación de ganglios del
cuello, fiebres, hepatomegalia y astenia, así como compromiso
ocular. El contagio al embrión sólo es posible si una embara-zada
adquiere el parásito durante la gestación. La tasa de trans-misión
aumenta a medida que transcurren los meses de emba-razo. Las
manifestaciones clínicas en los neonatos (cuando las hay) son
trastornos auditivos, hepatomegalia, microcefalia, ane-mia y
trastornos neurológicos. Sin embargo, es necesario tener presente
que entre el 70 y 90% de los neonatos con infección congénita es
asintomátco, aunque el deterioro visual, los tras-tornos de
aprendizaje o el deterioro mental se tornan evidentes en un gran
porcentajes meses o varios años después.
Rubéola: enfermedad de la infancia bastante benigna o asin-
tomática pero que cobra peligrosidad si la infección se adquiere
en el período de gestación. De ocurrir esto se contrae una pato-
logía grave. El peligro de infección es mayor cuanto menor edad
gestacional tiene el embrión. Si la infección ocurre en el primer
trimestre puede ocasionar la muerte del feto o en su defecto el
recién nacido puede padecer retraso mental, microcefalia, sor-
dera, retinitis o retraso del crecimiento intrauterino.
Citomegalovirus: la enfermedad viral más frecuente transmi-
tida desde el útero. Se trata de un virus de amplia distribución en
todo el mundo. La infección se adquiere por contacto directo a
través de secreciones orales y respiratorias. También puede
transmitirse por vía sexual y de la madre al hijo, ya sea durante el
embarazo, el parto o a través del amamantamiento.
En los huéspedes inmunocompetentes la gran mayoría de las
infecciones son asintomáticas y el virus se excreta a través de la
orina. Un 90% de los niños infectados son asintomáticos en el
momento del nacimiento y tienen mejor pronóstico, aunque sue-
len presentar problemas de aprendizaje y audición. En el 10%
restante se pueden evidenciar serios problemas neurológicos
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graves, paraplejía*. La causa de esta patología es tanto
genética como debida a factores ambientales; la diabetes
materna y algu-nas drogas anticonvusivas como el valproato o
la carbamazepina pueden ocasionarla.
Como prevención se utiliza el aporte de ácido fólico (una
vitamina presente en los vegetales de hoja verde) en la dieta de
las mujeres que pretenden quedar embarazadas. El cierre del tubo
neural se produce alrededor de los primeros 28 días de gestación,
cuando la gestante muchas veces todavía no sabe de su embarazo,
razón por la cual el suplemento de folatos debe administrarse
antes de quedar embarazada, pues es inútil para estos fines luego
de las primeras semanas de gestación.
Existen tres tipos de espina bífida: a) espina bífida oculta, la
más benigna; el trastorno puede pasar desapercibido y tener como
síntoma únicamente enuresis nocturna; b) meningocele: suele
verse una tumoración formada por meninges que sobre-salen del
canal vertebral. En la piel del paciente suele haber una mata de
pelos densos; c) mielomeningocele: la más seria; se trata de un
saco meníngeo que sobresale por fuera del canal medular y
contiene una porción de nervios raquídeos, lo que origina graves
problemas motores.
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ventricular ni en su flujo de salida, y la no comunicante, en la
que la presión elevada del LCR se debe a bloqueo de algún punto
entre su formación y su salida. La hidrocefalia es una patología
grave debido a que la ventrículomegalia concomi-tante suele
dañar el parénquima cerebral y/o las vías motoras descendentes.
Las secuelas pueden abarcar múltiples patologías, desde daños en
las vías motoras hasta déficits en el desarrollo cognitivo, según la
ubicación de las zonas dañadas.
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pequeña reseña: la calidad y cantidad de nutrientes que posee la
leche materna se halla en proporciones óptimas. Además pro-
porciona factores inmunológicos, anticuerpos, factores antiin-
flamatorios, factores de crecimiento, enzimas y hormonas.
La OMS recomienda lactancia exclusiva durante 6 meses y
la continuación del amamantamiento con la adición de sólidos
hasta alrededor de los 18 meses. La composición de la leche
humana no es constante durante este período; en primer lugar
aparece el calostro, luego la leche madura y finalmente la leche
del destete.
El calostro se produce durante los primeros cinco días
luego del parto. Su valor energético es de 67kcal/100mL y su
color amarillento radica en la cantidad de ß-caroteno, que es
un antioxidante y un estimulador del sistema inmunológico. El
calostro contiene más sodio, potasio, vitaminas, proteínas y
minerales que la leche madura. Además es una sustancia espe-
cialmente rica en inmunoglobulinas (anticuerpos
especializados en reconocer organismos extraños), sobre todo
en IgA (inmuno-globulinas A), que contienen el máximo
número de linfocitos inmunocompetentes.
La leche madura contiene sobre todo agua, y esto permite que
todo bebé amamantado no necesite agua adicional en nin-gún tipo
de clima. Además posee lactosa, que es una importante fuente de
calorías. La galactosa, un compuesto de la lactosa, es esencial
para el desarrollo del SNC (sistema nervioso central). Esta leche
también posee lípidos en forma de triglicéridos y áci-dos grasos
esenciales y vitales para el crecimiento. Una mención aparte
merecen el ácido docosohexanoico y el ácido araquidó-nico, que
no están presentes en la leche de vaca ni pueden ser sintetizados
por el lactante, y son de suma importancia para el desarrollo de
tejido nervioso y del nervio óptico.
En síntesis, la leche materna es un factor esencial para el
futuro inmunológico del bebé. Hace ya tiempo que se sabe que
los niños amamantados son menos susceptibles a infec-ciones
de todo tipo que aquellos que no lo han sido. La leche humana
ofrece inmunidad y capacidad de regulación metabólica y
bioquímica de un modo que no lo hace ni la leche de vaca ni
las leches de fórmulas.
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En estados avanzados de la enfermedad y en niños más gran-
des suelen aparecer los llamados signos meníngeos (rigidez de
nuca, resistencia a extender las piernas y flexionarlas). El
pronóstico se halla en relación a la edad del niño: cuanto más
pequeño, peor pronóstico, y a la rapidez con que se detecta y
combate la infección. Los neonatos y lactantes afectados mues-
tran distermias, abombamiento de la fontanela, rechazo a la ali-
mentación, vómitos, irritabilidad excesiva o decaimiento, alte-
ración del patrón respiratorio, distensión abdominal, etc.
Complicaciones: las principales son de origen circulatorio en
el inicio de la enfermedad. Alrededor del 15% de pacientes con
meningitis bacteriana pueden presentar hemiparesia* o cua-
driparesia*, parálisis facial y alteraciones visuales.
La inflamación meníngea puede afectar los pares craneales
II, III, VI, VII y VIII. Asimismo, la meningitis bacteriana es la
causa más frecuente de hipoacusia neurosensorial* postnatal
en los niños.
Una complicación usual es la hidrocefalia*, y la padecen
niños tratados tardíamente o en forma inadecuada. Por otro
lado, en un tercio de los pacientes se presentan convulsiones.
Cuando esto ocurre más allá del cuarto día de la enfermedad
es de mal pronóstico neurológico.
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Este proceso produce dolor, y si es persistente, alteración de la
audición. Si estos síntomas son agudos se habla de otitis media
aguda (OMA), la cual generalmente es producto de la coloni-
zación del oído medio por bacterias o virus que llegan desde
la rinofaringe habitualmente debido a una infección de la vía
aérea superior. La otitis media es la primera causa de consulta
en los servicios de atención pediátrica en todo el mundo. Se
estima que el 70% de los niños han tenido al menos una otitis
media al cumplir el tercer año de edad. Es sumamente
frecuente en niños inmunosuprimidos.
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Petit Mal: es, esencialmente, una epilepsia de la infancia
que, en líneas generales, responde apropiadamente al trata-
miento anticonvulsivo con desaparición de las crisis. Si se trata
de un PM no complicado, la tendencia natural de la
enfermedad es hacia la curación durante la segunda década de
la vida, sin ocasionar deterioro intelectual.
Se caracteriza por la repetición frecuente de crisis denomi-
nadas ausencias, que en su forma típica se presenta como una
desconexión súbita con pérdida de la conciencia de una duración
de entre 5 y 25 segundos, sin que el paciente pueda responder a
estímulos. Tales crisis pueden estar o no acompañadas por leves
fenómenos motores o vegetativos (parpadeos rítmicos, conti-
nuación de un movimiento, sudoración, etc.). Ocasionalmente
pueden existir alteraciones del tono muscular localizadas.
La crisis concluye súbitamente sin fenómenos posictales y el
niño suele no recordar lo que le ocurrió. El paciente puede llegar
a tener hasta 100 ausencias por día en los casos más severos. Estos
niños son propensos a padecer una ausencia durante la realización
de un EEG si se les solicita que hiperventilen (res-piración
intensa), originando una descarga paroxística genera-lizada con
una secuencia típica de complejo espiga-onda de 3 ciclos por
segundo que es definitiva para el diagnóstico. Es de suma
importancia para el psicopedagogo o psicólogo conocer en detalle
esta patología, pues es muy común que en la familia y en la
escuela no se la detecte o se la confunda con “distracciones”, o lo
que es peor, con niños “idos” o “colgados”. Es necesario tener
presente que no todas las familias tienen un nivel de alerta como
para detectar estos problemas, razón por la cual a veces es la
intervención del profesional la que puede poner las cosas en su
lugar solicitando la consulta neurológica pertinente si la sospecha
es fundada.
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para todos los sectores sociales, la atención a la mujer gestante
asoma como un derecho central y una obligación inalienable
de todo Estado. Un embarazo normal de bajo riesgo de una
mujer promedio tiene un plan típico de visitas de cuidados
prenatales que consta de:
Semana 4 a 28: 1 visita al mes (cada 4 semanas).
Semana 28 a 36: 2 visitas al mes (cada 2 semanas).
Semana 36 hasta el parto: 1 visita a la semana.
Todos los estudios y tratados de la materia señalan con
clari-dad que no se discute ya la necesidad de que toda mujer
emba-razada debe realizar este tipo de controles periódicos y
siste-máticos durante los meses de gestación para evitar
múltiples complicaciones y dificultades que pueden generar
problemas en ella misma, el feto y/o en el recién nacido. Estos
controles incluyen ya como rutina el uso de las ecografías y,
eventual-mente, otros estudios de mayor complejidad ante la
duda de dificultades.
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Sufrimiento fetal (ver también asfixia perinatal):
presencia de asfixia fetal persistente que cuando no se corrige
traspasa los mecanismos que buscan compensarla y puede
ocasionar lesión neurológica permanente o la muerte fetal.