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SECCIÓN DE OBRAS DE LENGUA y ESTUDIOS LlTERARlOS

DOSTOIEVSKI. EL MANTO DEL PROFETA, 1871-1881


Traducción

j UAN ]OSÉ UTR!LU\


JOSEPH FRANK

DOSTOIEVSKI
El manto del profeta
1871-1881

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA


Primera edición en inglés, 2002
Primera edición en español, 2010

Frank, Joseph
Dostoievski. El manto del profeta, 1871-1881 / Joseph Frank ; trad . de Juan José
Utrilla. - México: FCE, 2010.
965 p. ; 23 x 17 cm - (Colee. Lengua y Estudios Literarios)
Título original: Dostoevski. The Mantle of the Prophet, 1871-1881
ISBN 978-607-16-0209-1 (rústica)
ISBN 978-607-16-0202-2 (empastada)
ISBN 978-607-16-0182-7 (obra completa)

l. Dostoievski, Fedor - Crítica e interpretación 2. Literatura Rusa - Siglo XIX


l. Utrilla, Juan José, tr. Il. Ser. III . t.

LC PG3328 Dewey 89 1. 73 F659d

Dist1ibución mundial

Diseño de portada: Teresa Guzmán Romero

Título original: Dostoevsky. The Mantle of the Prophet, 1871-1881


© 2002, Princeton University Press
41 William Street, Princeton, New Jersey 08540

D. R.© 2010, Fondo de Cultura Económica


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Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra, sea cual fuere


el medio, sin la anuencia por escrito del titular de los derechos.

ISBN 978-607-16-0209-1 (rústica)


ISBN 978-607-16-0202-2 (e mpastada)
ISBN 978-607-16-0182-7 (obra completa)

Impreso en México • Plinted in Mexico


Sumario

Prólogo 11
Abreviaturas 1 7
Fuentes de los textos 18

Primera parte
Un nuevo comienzo 21

Segunda parte
Un periódico personal 255

Tercera parte
"Con palabras que quemen los corazones de los hombres" 453

Cuarta parte
Los hermanos Karamázov 713

Quinta parte
Muerte y transfiguración 881

Índice analítico 945


Índice general 963
Dedico este último volumen, como el primero, a mi esposa
Marguerite, compañera, crítica e inspiración de toda mi vida.
Y a nuestras hijas Claudine e Isabelle , así como a nuestros nietos
Sophie y Henrik.
Prólogo

Éste es el quinto y último volumen de mi serie de libros sobre Dostoievski.


Constituye el final de un largo viaje, y si, hace muchos años, alguien me
hubiese dicho que algún día lo habría yo de emprender, sin duda habría
contestado que nada era menos probable. Antes de acometer la presente
obra me había interesado básicamente en la literatura contemporánea, y
había publicado un volumen de ensayos (The Widening Gyre) que incluía
"Spatial Form in Modern Literature", aún reconocido como una aportación
importante a la estética de la novela moderna. Me consideraba básicamen-
te un crítico literario, no un biógrafo ni un historiador de la cultura, aun-
que no tuviera empacho en valerme de cualquier información que me ayu-
dara a comprender mejor una obra de arte. Por ello, mi proyecto original
era emprender un solo volumen, de tamaño razonable, sobre Dostoievski
que estuviese dedicado principalmente a sus novelas. Pero cuando llegué a
escribir un primer borrador, la naturaleza misma de mi enfoque hizo casi
inevitable que lo que era mi intención inicial creciera en dimensiones y
cobrara mayor alcance. En realidad, esta expansión siguió verificándose
aun después de que yo iba ya bien encaminado, y al terminar mi segundo
volumen me di cuenta de que el proyecto de escribir cuatro volúmenes
tendría que extenderse a cinco.
Tal como lo expliqué en el prólogo de mi primer volumen, mi preocu-
pación por Dostoievski había brotado de mi interés en el existencialismo fran-
cés. Según Sartre y Camus, una obra como las Memorias del subsuelo, lo
mismo que personajes como Raskólnikov (en Crimen y castigo) y Kirillov
(en Los demonios), se habían vuelto hitos esenciales, a los que se remitieron
al definir sus propios puntos de vista. (Y, desde luego, Dostoievski no sólo

~ 11
era importante para los existencialistas franceses: su retrato lo tuvo colga-
do Heidegger en su estudio durante toda su vida.) Pero cuanto más lo leía
yo, más insatisfecho me sentía con las interpretaciones habituales que en-
contraba. O bien se le consideraba , en gran parte, en términos puramente
personales y psicológicos, o bien se le analizaba en relación con las cues-
tiones filosóficas y teológicas generales que son planteadas en sus novelas,
y éstas eran, frecuentemente, como en el caso del existencialismo, vinculadas
con uno u otro de los movimientos filosóficos contemporáneos, empezan-
do por la boga de Nietzsche de finales del siglo x1x.
Es imposible, no obstante, leer a Dostoievski sin cobrar conciencia de
que sus personajes principales están profundamente impregnados de las
ideologías y los problemas sociopolíticos de su época; aun así, sus ideas
llamadas políticas parecían tan excéntricas que casi nadie las tomaba en serio.
De hecho, pareció necesario desentenderse de ellas si se le quería hacer
justicia como novelista. Aún recuerdo un artículo de Philip Rahv sobre Los
demonios, de hace muchos años, en el cual, mientras elogiaba la visión pro-
fética de Dostoievski sobre los peligros del radicalismo ruso, el crítico ex-
plicaba con todo detalle que Dostoievski no había sabido nada de socialis-
mo. Pero si pudo leer el futuro del socialismo en Rusia con tal clarividencia,
¿cómo pudo ser tan ignorante de lo que sus doctrinas en realidad repre-
sentaban?
Preguntas como ésta se me ocurrieron a propósito , asimismo, de otras
obras, y me pareció sumamente insatisfactoria la noción general de que,
dado que Dostoievski mantuvo una actitud tan desfavorable en su aproxi-
mación a las ideologías de su época, más valía olvidar sus ideas al respecto
o explayarse sobre la gran diferencia que existe entre la creatividad literaria
y la sobriedad sociopolítica. Más aún: cuanto más me enteré del verdadero
contexto sociocultural del que surgieron sus escritos, más intensamente
empecé a sentir que la opinión habitual debía ser enteramente invertida , y
que era necesario estudiar muy minuciosamente su trasfondo ideológico.
Desde luego , este análisis lo habían hecho muy concienzudamente los crí-
ticos y eruditos rusos del último medio siglo, y yo he abrevado abundante-
mente, y con gratitud, en sus resultados. Pero, según también me di cuen-
ta , estos estudiosos fueron obligados a adoptar una visión de la historia
cultural rusa que ponía graves limitaciones al modo en que podían inter-
pretar el papel desempeñado por Dostoievski durante el pasado de todos
ellos. Así pues, parecía haber espacio para un estudio que no padeciera ta-

12 .... PRÓLOGO
les limitaciones, y que buscara su punto de partida con toda la objetividad
y la imparcialidad posibles.
Desde luego, el genio de Dostoievski elevaba los problemas que dra-
matizó hasta alturas moral-filosóficas que incluían las cuestiones más tras-
cendentes del pensamiento y la experiencia judeocristianos. Desde luego,
mi objetivo no era sacarlas de este empíreo ámbito; sin embargo, esas cues-
tiones se le habían planteado en las circunstancias rusas de su propio tiem-
po y lugar, y si hemos de seguir la trayectoria por la cual fueron elevadas
hasta un nivel que rivaliza con el de las grandes tragedias poéticas, me pa-
reció necesario captar su punto de origen con la mayor exactitud con que
pudiera hacerlo.
Siguiendo estos lineamientos, mi propio intento empezó con Memorias
del subsuelo. Al enfrentarme a este texto comencé a comprender la com-
plejidad de las relaciones que hay en sus escritos entre la psicología y la
ideología , y lo importante que era, para comprender debidamente a aqué-
lla, identificar sus raíces en el marco sociocultural de ésta. Una vez que
hube desplegado el proyecto, continué investigando otras obras desde el
mismo punto de vista, y, finalmente, procedí a estudiar toda su carrera de
creador. Pero, como crítico literario, me pareció esencial no sólo explorar
este contexto sino también mostrar cómo podía ponerse de relieve para
ofrecer nuevas perspectivas sobre los objetivos y las realizaciones de Dos-
toievski.
Así pues, cada uno de mis libros anteriores ha estado dominado por la
ideología del periodo en que Dostoievski creó sus obras, y en este último
enfoco la relación -relativamente inexplorada- de sus novelas del dece-
nio de 1870 con las doctrinas del populismo ruso. Sin embargo , dado que
estaba escribiendo para lectores estadunidenses que sólo tenían el conoci-
miento más nebuloso (en el mejor de los casos) de la historia cultural rusa,
esto significaba ocuparme con cierta extensión de arrojar luz sobre el tras-
fondo. Fue esta necesidad la que, a la postre, conforme se iban apilando
las cuartillas, me obligó a abandonar mi idea de escribir un solo volumen y
a lanzarme por el camino largo.
En un coloquio celebrado en la Universidad de Stanford en 1989, de-
dicado a los escritos de lan Watt y a los míos, se me preguntó si era real-
mente necesario dedicar tantos volúmenes a un solo autor (hasta entonces,
se habían publicado tres). Según recuerdo, contesté que si estuviera escri-
biendo acerca de él tan sólo como una persona, acaso no serían necesarios

PRÓLOGO ~ 13
tantos volúmenes; pero dado que, en realidad, estaba escribiendo una his-
toria condensada de la cultura rusa del siglo x1x, con Dostoievski en su
centro , sentía yo que mi prolijidad no era injustificada. En efecto , Dos-
toievski enfocó todos los problemas de esa cultura en sus grandes nove-
las: no en el nivel en que ordinariamente se presentaron ante los ojos de
sus contemporáneos, sino transformándolos en los términos de su propia
visión escatológica y mesiánica. Y la fascinada respuesta que esta visión
provocó en su propia época hace tanto más importante aclararla para la
nuestra.
Al correr de los años, he mencionado en diversos volúmenes a todas
las personas a quienes agradezco su ayuda y apoyo. Sería demasiado lar-
go enumerar aquí , de nuevo , todos sus nombres, pero puedo verlas con
los ojos de la mente y me gustaría invocar sus presencias unidas, una
vez más , cuando llega a su fin la obra que , con su aliento , ayudaron a en-
gendrar.
Vaya también mi agradecimiento a los miembros de mi departamento
en Stanford, quienes me acicatearon con su apreciación de mis libros pasa-
dos y su impaciencia por ver el siguiente. Siento especial gratitud por mi
presidente, Grigori Freidin, cuyas conversaciones acerca de la cultura rusa,
fuese de los siglos x1x o xx, siempre son enormemente estimulantes, y quien
hizo todo lo que estuvo en su poder, desde un punto de vista práctico , por
ayudarme en mi labor.
Dos colegas y amigos eslavistas de otras universidades me han puesto
en gran deuda . Gary Saul Morson, de Northwestern, y Caryl Emerson, de
Princeton tuvieron la enorme bondad de "peinar" con gran finura mi ma-
nuscrito original, y me ayudaron a mejorarlo considerablemente, como
respuesta a sus sugerencias. No podré darles nunca las gracias suficientes
por su dedicada obra de amistad.
Por diversas razones, este volumen en particular resultó sumamente
difícil de escribir, y una vez más deseo expresar mi gratitud a mi editora de
Princeton University Press , Gretchen Oberfranc , cuya paciencia y capaci-
dad conocía yo desde hace tiempo. Pero ahora sus consejos resultaron de
igual importancia, mientras yo pasaba de una versión a otra, y con toda
generosidad aprobó el que yo lo hiciera aunque esto aumentara su carga de
trabajo.
Además, me siento obligado a expresar mi gratitud a la cohorte de
estudiosos y críticos rusos que se afanaron, durante tantos años , por dar

14 ... PRÓ LOGO


a luz la espléndida edición de la Academia de las obras de Dostoievski en
treinta volúmenes , a veces al costo de no avanzar en sus propias carreras.
Dostoievski no fue un escritor políticamente "aprobado" por el establish-
ment soviético, y quienes dedicaron sus esfuerzos a él lo hicieron con
cierto riesgo. Una y otra vez he dado mentalmente las gracias a esos sa-
bios por lo \que me he beneficiado de sus esfuerzos, que produjeron una
mina de oro de material no sólo sobre Dostoievski sino también sobre
todo el mundo cultural , literario y político en que vivió . Aquí deseo ex-
presar públicamente mi agradecimiento a toda una lista de individuos
con cuyos nombres estoy verdaderamente familiarizado , pero a los que
nunca conocí.
Por razones más personales, quiero dejar constancia de mi gratitud a
mis muchos amigos de Princeton, París y Stanford que me dieron apoyo
emocional durante los muchos años en que estuve escribiendo esta serie
de libros, y a los que ya mencioné en volúmenes anteriores. Entre ellos,
quiero destacar aquí a jacques Catteau, mi amigo y compañero dostoiev-
skiano, quien me hizo el gran honor de patrocinar el premio del doctorado
honorario que recibí de La Sorbona en 1999, y cuyo generoso elogio de mi
obra me apremió a terminarla .
Cada uno de mis volúmenes ha incluido un homenaje a mi esposa,
Marguerite, quien siempre ha robado tiempo a su propia labor de matemá-
tica para darme el beneficio de su mentalidad rigurosa y su sensibilidad
lingüística y literaria. Esto, a menudo, causó importantes revisiones tanto
de estructura como de estilo, y en el caso del presente volumen su ayuda
me fue más vital que nunca. Entregué a las prensas una primera redacción
del manuscrito acerca de la cual yo mismo tenía algunas dudas; éstas fue-
ron confirmadas por las críticas de mi esposa (en especial, sobre el trato
dado al Diario de un escritor) y por sus sugerencias de cómo se podría reor-
ganizarla. Decidí, pues, retirar el manuscrito y reescribirlo en gran parte, y
en cada paso del camino hubo pocas ocasiones en que no siguiera yo sus
recomendaciones editoriales y estilísticas. Nada que pueda decir expresará
adecuadamente lo que cada uno de mis libros, y éste en particular, debe a
su participación.
Y, en último término (pero no en menor grado de importancia), doy
las gracias a una fundación que desea permanecer anónima, por la genero-
sidad de su apoyo (no solicitado) a mi obra.

PRÓLOGO ... 15
Abreviaturas

DVS F M. Dostoevsky v Vospominaniakh Sovremennikov, 2 vals., ed . de K.


Tyunkin, Moscú, 1990.
PSS F M. Dostoevsky, Polnoe Sobranie Sochinenii, 30 vols. , ed. y notas
de G. M. Fridlender et al., Leningrado, 1972-1990. (Esta edición de-
finitiva de los escritos de Dostoievski, que ahora está completa, con-
tiene su correspondencia y proporciona un amplio y confiable apa-
rato crítico.)

~ 17
Fuentes de los textos

Las citas de los textos en ruso y la correspondencia de Dostoievski están


tomadas de los volúmenes de la edición soviética de la Academia de Cien-
cias: F M. Dostoievski, Polnoe Sobranie Sochinenii, 30 vols. (Leningrado ,
1972-1980) . Para los otros textos aquí citados , usé la excelente y nueva
traducción del Diario de un escritor hecha por Kenneth Lantz. El adolescente
fue traducido tanto por Constance Garnett como por Andrew McAndrew,
yo consulté ambas traducciones. Para Los hermanos Karamázov, usé princi-
palmente la traducción de Constance Garnett revisada por Ralph Matlaw,
pero complementada con las versiones de Richard Pevear y Larissa Vo-
lokhonsky, así como la de lgnat Avsey. Las cartas de Dostoievski han sido
citadas principalmente de la traducción de Donald Lowe pero también de
la selección traducida por Andrew McAndrew.
Todas las citas han sido verificadas con el texto ruso y se han hecho
modificaciones siempre que ha sido necesario.
J. F

SOBRE LA TRANSLITERACIÓN. En su traducción de esta obra, hecha direc tamen te del ruso al inglés,
Joseph Frank recurri ó al Sistema l de la tabla de transliteración propuesta en The Transliteration
of Modc m Russian Jo1· English Language PL1blications, de J. Thomas Shaw (Madison / Mil wakee /
Lond res, 1967).
En esta edición optam os por utilizar la tabla de transliteración elaborada por la UNESCO,
aplicable tanto a la traducción del ruso al inglés como a la del ruso al español, a fin de unifor-
mar, en los cinco tomos de esta biografía, la escritura de vocablos y nombres propios, recurrien-
do también al uso castellanizado de aquellas grafías frecuentes en obras similares a ésta. [EE.]

18 <111
Abrumado por la sed del espíritu, crucé
Un desierto infinito hundido en el pesar;
Y w1 ángel con sus seis alas acudió
Donde cesaban las huellas y me hallaba extraviado.
Dedos tenues cual un sueño puso
Sobre mis párpados; por completo abrí
Mis ojos para mirar como un águila vigilante en derredor
Puso sus dedos en mis oídos,
Que se llenaron ele formidable sonido:
Comprendí la música de las esferas,
El vuelo de ángeles por los cielos,
El camino de las bestias reptando bajo el mar;
El embriagante ascenso ele la viña;
Y, como un amante que me besara,
Me arrancó esta lengua mía
Llena de mentira y vanidad;
Abrió mis labios trémulos
Y, con la mano diestra ensangrentada,
Me armó con un dardo ele serpiente;
Con deslumbrante espada me ab1ió el pecho;
Hacia él saltó palpitando mi corazón;
Un carbón ardiente oprimió
Contra el f anclo de la herida.
Allí en el yermo quedé muerto,
Y Dios me llamó y dijo:
"Levántate, profeta, y oye y ve.
Y haz que vean y oigan mis obras
Todos los que se apartan de mí,
Y quémalos con mi palabra llameante".

A. S. PusHKIN , "El profeta"


PRIMERA PARTE

UN NUEVO COMIENZO
l. Introducción

Los ÚLTIMOS diez años de la vida de Dostoievski, tema del presente volu-
men, señalan el fin de una extraordinaria carrera literaria y de una vida
que llegó a las cumbres y a las profundidades de la sociedad rusa. Durante
estos años se volvió costumbre, incluso entre personas que disentían (y a
veces violentamente) de Dostoievski acerca de las cuestiones sociales y po-
iíticas, contemplarlo con cierta reverencia, y sentir que sus obras encarna-
ban una visión profética que iluminó Rusia y su destino. Uno de sus poe-
mas favoritos, que a menudo leía en voz alta, era "El profeta", de Pushkin,
obra poderosamente evocadora; y cada vez que lo hacía, quienes lo escu-
chaban fascinados sentían siempre que él estaba asumiendo esta función .
La estatura sin precedentes que alcanzó ha dejado asombrados hasta a sus
amigos y admiradores, y ha rebasado todas las fronteras personales y políti-
cas. A ojos de la gran mayoría del público lector, se convirtió en símbolo
vivo de todos los padecimientos que la historia había impuesto al pueblo
ruso, así como de todo su anhelo de un mundo ideal de amor fraternal
(cristiano) y de armonía.
Muy diversos factores contribuyeron a la posición única de que Dos-
toievski disfrutó durante el decenio de 1870. En su Diario de un escritor
(hoy poco leído) , obra periodística escrita mensualmente por él durante
dos años, comentó el escenario contemporáneo con pasión, energía y elo-
cuencia, y también incluyó recuerdos literarios , cuentos y bocetos. Estas
entregas periódicas de carácter personal tuvieron un éxito enorme, lle-
gando a un público más numeroso que ninguna publicación anterior de
comparable seriedad intelectual; de este modo, aunque muchas de las ideas
allí expresadas no representan lo mejor de Dostoievski, sí obtuvieron una

~ 23
enorme respuesta, que lo convirtió en la voz pública más importante de la
época. Fue el Diario de un escritor, junto con sus apariciones en diversos
foros como lector y orador, lo que ayudó a crear su condición "profética".
Además, durante los dos últimos años de su vida mantuvo fascinada a toda
la Rusia culta con las entregas mensuales de su más grande novela, Los her-
manos Karamázov. Su conmocionante tema situaba el asesinato de un padre
en un vasto contexto religioso y moral-filosófico, y ningún lector ruso de
la época pudo dejar de relacionar sus profundas páginas con la actualidad,
a saber, los intentos cada vez más frecuentes de asesinar al zar.
Dostoievski no se mostró renuente a adoptar ese papel profético, que
bien pudo sentir que el destino mismo le asignaba. Su vida lo había colo-
cado en una posición extraordinaria desde la cual le era posible interpretar
los problemas de la sociedad rusa , y su evolución artístico-ideológica en-
carna y expresa todos los conflictos y las contradicciones que integraban el
panorama de la vida sociocultural rusa. Asimismo, en ningún momento
estuvo la opinión pública rusa más dispuesta a buscar un guía que en el
periodo crítico por el cual estaba entonces pasando el país. Esta época tor-
mentosa e inestable llegó a su clímax precisamente un mes después de la
muerte de Dostoievski, con el asesinato de Alejandro 11, el zar liberador, a
quien él había reverenciado.
Para colocar la triunfal apoteosis de Dostoievski en la perspectiva ade-
cuada, echemos un vistazo al transcurso de su vida hasta aquel punto.
Nacido en 1821, pertenecía a una familia jurídicamente clasificada como
"nobleza" según la tabla de los rangos establecida por Pedro el Grande.
Pero ésta era, simplemente, una graduación del servicio civil, y no daba a
su familia una posición social equiparable con la de la clase establecida de
aristócratas terratenientes de la que descendían, por ejemplo, Turgueniev y
Tolstoi, los más importantes literatos entre sus contemporáneos. Mijaíl An-
dreevich, el padre de Dostoievski, era un médico del ejército que había
ascendido a base de esfuerzo, y cuyos padres habían pertenecido al clero
provinciano, grupo cuyo prestigio en Rusia distaba mucho de ser elevado.
La familia de su madre era de comerciantes, y aunque sus miembros habían
adquirido una cierta cultura, este origen seguía colocándolos en los pelda-
ños inferiores de la escala social rusa. Vemos así que la posición del propio
Dostoievski era ambigua en la jerarquía rusa. Legal pero no socialmente,
era igual a los vástagos de la nobleza; y por las observaciones que hace
acerca de Turgueniev en una carta sabemos cuánto resintió la superficial

24 .. UN NUEVO COMIENZO
amabilidad de los modales típicamente aristocráticos de éste. Así, la inten-
sidad de los sentimientos de Dostoievski ante el tema de la humillación
probablemente brotaba de las anomalías de su propia situación.
Cualesquiera que fu esen los defectos morales del padre de Dostoiev-
ski, los cuales han sido ampliamente analizados en otra parte, Mijaíl An-
dreevich cuidó concienzudamente de su familia y les dio a sus hijos la me-
jor educación posible. Los envió a escuelas privadas para protegerlos de
castigos físicos, y a su casa acudieron preceptores para instruirlos en fran-
cés y en religión. Dostoievski recordaba haber aprendido a leer en un ma-
nual religioso , y también rememoraba las peregrinaciones anuales con su
piadosa madre al convento de la Trinidad y San Sergio, a unas sesenta vers-
tas de Moscú, así como las visitas a las muchas catedrales que hay dentro
de la ciudad misma. Se le enseñó así a reverenciar la tradición religiosa
rusa, y a esas tempranas impresiones atribuyó una influencia decisiva so-
bre su desarrollo ulterior. Este aspecto religioso de su educación lo aparta,
asimismo, de la pauta habitual de la clase aristocrática (aunque no de toda,
desde luego, ya que los eslavófilos devotos eran de la misma cepa). Pero ,
en su mayor parte , entre la clase superior la fe religiosa había sido socava-
da por Voltaire y por el pensamiento francés del siglo xvm, y los hijos de la
nobleza recibían poca o ninguna instrucción religiosa , cuyos preceptos de
autosacrificio y de reverencia por el martirio los absorbían principalmente
de boca de sus sirvientes.
El padre de Dostoievski había destinado a sus dos hijos mayores, Mi-
jaíl y Fiódor, a la carrera militar, y Fiódor logró pasar el examen de admi-
sión de la Academia de Ingenieros Militares de San Petersburgo. Recibió ,
pues, la educación de un oficial y de un caballero , aunque no mostrara
ningún interés por la ingeniería militar y, al parecer, tampoco tuviera talen-
to para ella . Por fortuna, la academia también incluía cursos de literatura
rusa y francesa, y Dostoievski mostró una auténtica apreciación del clasi-
cismo francés (en particular admiró a Racine), así como un buen conoci-
miento de las últimas producciones de escritores socialmente progresistas
como George Sand y Victor Hugo, a quienes hasta cierto punto ya conocía.
Desde que aprendiera a leer, la literatura había sido su pasión, y ya de
tiempo atrás había decidido que deseaba ser escritor, como su ídolo Push-
kin; en una ocasión dijo que si no hubiese llevado ya luto por su madre,
fallecida en 183 7, se habría puesto de luto cuando Pushkin fue muerto en
un duelo, ese mismo año. Uno de los más grandes triunfos públicos de

INT RO DUCCIÓ N ... 25


Dostoievski, precisamente un año antes de su muerte en 1881 , fue su dis-
curso pronunciado en las ceremonias que acompañaron la inauguración
de un monumento a Pushkin, en Moscú.
Según un rumor local en el que se ha creído durante largo tiempo , el
padre de Dostoievski fue asesinado por sus siervos (aunque oficialmente se
dijo que había sufrido un ataque de apoplejía) y se fue a la tumba en 1839.
Ciertas investigaciones recientes han arrojado dudas sobre la versión del
asesinato , basada enteramente en testimonios de oídas, y rechazada en la
época por una investigación judicial; con todo , ha sido extremamente di-
fundida desde el célebre artículo de Freud sobre "Dostoievski y el parrici-
dio". No ha podido determinarse si el propio Dostoievski creyó en los ru-
mores, bien conocidos por la familia , de que su padre había sido asesinado.
Un modesto ingreso de sus fincas le permitió renunciar a su comisión del
ejército en 1844, en primer lugar, sin duda, para dedicarse por completo a
la literatura pero también porque uno de sus deberes oficiales -la super-
visión del castigo disciplinario de los azotes- le había repugnado hasta lo
más hondo. Años antes había empezado a escribir ya seriamente, y dos de
sus tragedias poéticas (el género literario de mayor prestigio en esa época)
lamentablemente se han perdido. Sin embargo , pronto se dejó arrastrar
por el nuevo movimiento literario que impulsara el virulento crítico Vissa-
rión Belinski, quien se había convertido al socialismo utópico. Belinski apre-
mió a los miembros de la nueva generación literaria rusa a fijar su atención
en el mundo que los rodeaba, y, particularmente, a seguir la guía del Gógol de
El capote y de Las almas muertas, en que revelaba las injusticias palmarias
de la sociedad rusa. Gógol distaba mucho de ser progresista (¡ todo lo con-
trario!) , y su intención era satírica y cómica, antes que subversiva. Pero la
aguda mirada que echaba hacia las incongruencias de la sociedad rusa ex-
puso objetivamente toda una realidad aborrecible.
Los jóvenes escritores que se agruparon en torno del programa de Be-
linski llegaron a ser conocidos como la Escuela Natural, y entre ellos se
contaban muchos de los creadores importantes de la novela rusa del siglo
x1x: Turgueniev y Goncharov, así como Dostoievski, para no mencionar al
poeta "cívico" Nekrásov. La primera novela de Dostoievski, Pobres gentes
(1845) , fue saludada por Belinski como la obra más importante producida
hasta entonces bajo su inspiración, e inmediatamente colocó a su joven
autor en la primera fila de la escena literaria rusa. Su conocimiento perso-
nal de Belinski -personalidad vibrante y poderosa , que dejó una impre-

26 ... UN NUEVO COM IENZO


sión indeleble sobre sus amigos y sobre su época- resultaría de la mayor
importancia al forjar su propia evolución moral-espiritual e ideológica. En
el Diario de un escritor abundan referencias a Belinski, y un artículo en par-
ticular, que registra una conversación sostenida unos treinta años antes
con el gran crítico, contiene el núcleo de lo que llegaría a ser la Leyenda
del Gran Inquisidor.
Pobres gentes ya ejemplifica ciertos rasgos que seguirían distinguiendo
el arte literario de Dostoievski. Escrita en forma de un intercambio episto-
lar, muestra su preferencia por una poética de la subjetividad en que sus
personajes expresan directamente sus pensamientos y sentimientos más
íntimos; y en todas sus novelas posteriores continuaría favoreciendo los
monólogos o diálogos dramáticos , en lugar de la exposición en tercera per-
sona. Aun en las ocasiones en que se vale de un narrador en tercera persona,
como en su siguiente obra, El doble, este narrador nunca es un observador
puramente objetivo y distanciado: se fusiona con la conciencia del perso-
naje de una manera que ya hace prever ulteriores desarrollos de la técnica
de la corriente de conciencia (también denominada monólogo interior) .
Sin embargo, El doble no tuvo éxito, y Belinski lo censuró acremente por
centrarse en un personaje "psicópata" , atípico (crítica que Dostoievski se-
guiría escuchando durante toda su vida) . Entre 1845 y 1849 probó suerte
con varios tipos de cuentos, pero éstos no lograron levantar una reputación
que había sido gravemente dañada por las invectivas de Belinski. Fracasa-
ron básicamente porque ya no ofrecían el evidente patetismo social tan
conmovedoramente expresado en Pobres gentes. Pero Dostoievski no había
perdido el interés en las cuestiones sociales que por entonces agitaban a la
intelligentsia rusa. Antes bien, estaba experimentando con modos artísticos
que les dieran expresión más indirectamente, por medio de su efecto sobre
el carácter y la personalidad.
En 1847 , Dostoievski empezó a frecuentar las reuniones del círculo de
Petrashevski, grupo de jóvenes que se juntaban una vez por semana para
distraerse y conversar, y de quienes se sabía que eran discípulos de una u
otra escuela del socialismo utópico (predominaban las teorías de Charles
Fourier) . Dostoievski no se convirtió a ninguna de estas escuelas y com-
partió la opinión de su amigo , el joven crítico literario Valerian Maikov, de
que todas ellas ponían demasiadas limitaciones a la libertad del individuo
para ser completamente aceptables. (Esta preocupación por la libertad del
individuo llegaría a ser, después , uno de los leitmotivs dominantes en la

INTRODUCCIÓN
obra de Dostoievski.) Sin embargo, recibió un profundo adoctrinamiento
en el pensamiento socialista, y estas enseñanzas dejarían una huella per-
manente sobre sus ideas y valores. El concepto de una transformación utó-
pica de la vida terrenal en lo que habría de ser, en efecto, una realización
del ideal cristiano del Paraíso como un ámbito de amor mutuo nunca dejó
de rondar por su imaginación ... aunque dista mucho de ser claro hasta
qué punto creyó literalmente que fuera posible.
Las discusiones un tanto desordenadas de las reuniones de Petrashev-
ski se animaron mucho como resultado de las revoluciones europeas de
1848, y la oleada de levantamientos que recorrió Europa llegó, aunque en
batida, hasta las costas de Rusia. Los de Petrashevski, desde luego, estaban
dedicados a la persuasión pacífica, pero Nikolái Speshnev, probablemente
el prototipo del personaje de Stavroguin en Los demonios -a quien Dos-
toievski por entonces llamaba su "Mefistófeles"-, formó una pequeña so-
ciedad secreta dentro del círculo. El propósito de este grupo clandestino
era hacer circular propaganda entre los campesinos, con la idea de crear
una revolución contra la condición de los siervos. Dostoievski participó
raras veces en las discusiones públicas sobre teoría que entablaran los miem-
bros del grupo más numeroso, pero en las pocas ocasiones en que habló
fue para fustigar, con apasionada indignación, la intolerable injusticia de
esta piedra de toque del orden social ruso . Por ello, no es sorprendente que
se uniera al grupo revolucionario de Speshnev y que tratara de reclutar a
otros para la causa.
En 1849, los de Petrashevski fueron rodeados por la policía secreta de
Nicolás I, quien, en vista de la oleada revolucionaria que recorría Europa,
había decidido no tolerar que ni siquiera se discutiesen esas ideas sub-
versivas. Sin embargo, aunque se sospechaba la existencia de la organiza-
ción auténticamente revolucionaria, ésta no fue revelada en la investigación
consiguiente , y tan sólo se la descubrió en 1922. De hecho, fue en 1956
cuando salieron a la luz los nombres de sus siete miembros . Dostoievski
pasó toda su vida sabiendo que había sido alguna vez revolucionario, que
no había retrocedido ante la idea de derramar sangre, y su profunda com-
prensión de la psicología de los personajes atraídos por las ideas radicales
seguramente puede atribuirse a semejante historia.
Su arresto, con su secuela, indiscutiblemente fue uno de los momentos
decisivos (tal vez el momento decisivo) de su vida. Fue sometido - junto
con los demás- a la terrible prueba de un simulacro de ejecución, y estu-

28 <111 UN N UEVO COMIENZO


vo en la segunda fila de quienes , supuestamente, serían fusilados. Se con-
venció de que pronto acabarían con su vida, pero aun cuando el terror de
ese momento se nos comunica en El idiota, por los recuerdos de otro pe-
trashevista sabemos que también creía en alguna forma de vida ulterior.
A Speshnev, convencido ateo, le dijo: "Estaremos con Cristo". Pero Speshnev
sólo respondió irónicamente, señalando al suelo: "Un puñado de polvo".
Este enfrentamiento con la eternidad marcó la transición entre el Dostoiev-
ski del decenio de 1840 -cristiano, desde luego, pero que esencialmente
enfocaba los problemas de la vida terrenal- y el Dostoievski posterior,
para quien los orígenes del mundo y de la existencia humana, como lo es-
cribió en Los hermanos Karamázov, se encontraban en ámbitos ultramunda-
nos. El Dostoievski religioso-metafísico de las grandes novelas brotó de
esta sádica farsa organizada por Nicolás 1, aunque sus efectos tardarían
mucho en ser asimilados y dominados con fines artísticos.
No menor importancia tienen los cuatro años siguientes, pero en un
nivel distinto. Dostoievski fue enviado a Siberia y vivió en un campamento
para presos, principalmente con reos campesinos, muchos de los cuales
habían cometido algún asesinato. Se encontró así Dostoievski en una situa-
ción que muy pocos miembros de su clase habían tenido jamás que sopor-
tar, y siempre atribuyó la mayor importancia a este contacto -sobre la
base de una situación de igualdad, si no de inferioridad- con las terribles
realidades de la vida del campesino ruso . Sintió que como resultado de sus
tribulaciones había adquirido una percepción especial del carácter del pue-
blo ruso, y que su Calvario, como después escribiría en el Diario de un es-
critor, había conducido a "la regeneración de [sus] convicciones".
Dostoievski había supuesto que algunos miembros de la intelligentsia
de la clase alta podían encabezar la revolución social que él y el grupo de
Speshnev habían estado planeando . Por medio de su amarga experiencia
personal, descubría ahora que la brecha cultural y espiritual entre las cla-
ses era tan enorme que no era posible ninguna auténtica comprensión en-
tre ellas. Y se convenció de que ningún futuro tolerable para su patria podría
comenzar hasta que fuese colmada esta brecha. En un nivel más personal,
su intuición sobre la importancia que reviste para la personalidad humana
una captación de su propia libertad, ya presente en su rechazo de los pro-
gramas socialistas, se hizo incomparablemente más profunda. Sus observa-
ciones de sus compañeros de prisión le revelaron que la libertad de la vo-
luntad o el libre albedrío no sólo era algo socialmente deseable, no sólo un

INTRODUCCIÓN ~ 29
postulado religioso , sino también una necesidad primordial de la persona-
lidad humana. Acciones que podrían parecerle insensatas o irracionales a
un observador superficial brotaban irresistiblemente, entre los presos vigi-
lados noche y día, del "intenso e histérico anhelo de autoexpresión, del
inconsciente deseo de tener una personalidad, del afán ... de afirmar [una]
personalidad oprimida, un deseo que de pronto se apodera de [alguien] y
llega al punto de la furia, del despecho, de la aberración mental" (v. 4 , pp.
66-67). Dostoievski comparó esta furia incontenible con la reacción de un
hombre enterrado vivo y que, sin esperanza, golpea la tapa de su ataúd; el
conocimiento cierto de la inutilidad de sus esfuerzos no contendrá su des-
esperación visceral. Desde entonces, la idea de que la racionalidad o la ra-
zón podían considerarse como fuerza dominante y decisiva en la vida hu-
mana le pareció el colmo del absurdo .
Horrorizado al principio por las barbaridades de los campesinos que
eran sus compañeros de prisión, la actitud de Dostoievski hacia ellos fue
cambiando gradualmente . Llegó a comprender que muchos de sus críme-
nes habían sido provocados por (y eran una rebelión contra) las impla-
cables crueldades que habían tenido que soportar, y empezó a detectar
(o creyó que podía detectar) , bajo las brutalidades de su conducta aparen-
te, la bondad y gentileza que había encontrado mucho tiempo antes entre
los campesinos de la pequeña propiedad de su padre. En un esbozo reve-
lador, "El campesino Marei", Dostoievski pinta su repulsión ante el espec-
táculo de los campesinos presos embriagándose ruidosamente un día de
fiesta, pero luego recuerda la ternura de Marei, el siervo de su padre , que
lo había tranquilizado y lo había bendecido , siendo él un niño asustado .
¿No eran todos estos escandalosos salvajes otros tantos Mareies, si se pu-
diera mirar en sus corazones7 Tanto más cuanto que , cualesquiera que
fuesen sus crímenes, siempre los habían reconocido como tales , y "cuan-
do [durante la Pascual, con el cáliz en las manos el sacerdote leyó las pa-
labras 'Acéptame, oh, Señor, aun como ladrón', casi todos ellos se proster-
naron hasta el suelo , haciendo sonar sus cadenas" (v. 4, p. 177). La fe de
Dostoievski en las innatas virtudes cristianas del campesinado ruso, las
cuales le pareció discernir aun bajo el repelente exterior de aquellos em-
pedernidos criminales campesinos, nunca vaciló en el futuro y llegó a ser
una decisiva -si bien muy discutible- piedra de toque de su ideología
ulterior.
A su regreso a Rusia en 1860, después de servir durante seis años como

30 ~ UN NU EVO COMIENZO
soldado y como oficial del ejército ruso , Dostoievski encontró enteramente
cambiada la atmósfera sociocultural. Pertenecía a la generación del dece-
nio de 1840, que había sido inspirada por un socialismo utópico francés ,
imbuido de una veneración a Cristo, y cuyas ideas filosóficas absorbió de
los espaciosos horizontes metafísicos del idealismo alemán de Hegel, Sche-
lling y Schiller. Ahora la vida cultural rusa estaba dominada por una gene-
ración nueva, la de los sesenta, y sus guías, Nikolái Chernishevski y N. A.
Dobroliubov, eran hijos de familias de sacerdotes. Educados en seminarios
religiosos pero desilusionados de la Iglesia , se habían convertido al radica-
lismo sociopolítico y buscaban alimento filosófico en el ateísmo de Feuer-
bach, el materialismo y racionalismo del pensamiento francés del siglo xvm
y el utilitarismo inglés de jeremy Bentham. Así, el radicalismo ruso adqui-
rió una nueva base ideológica, que fue formulada por Chernishevski como
doctrina del "egoísmo racional".
Al mismo tiempo, el ambiente sociopolítico del país también estaba
pasando por un cambio trascendental. El nuevo zar, Alejandro ll , había
decidido abolir la esclavitud, y este enorme acontecimiento, que se llevó a
cabo con relativa tranquilidad en 1861 , dejó una profunda impresión en
Dostoievski. Lo habían enviado a Siberia por su odio a aquel detestable
aherrojamiento de una gran mayoría del pueblo, y ahora la esclavitud era
eliminada por "la mano del zar" ... sin las sangrientas revoluciones que ha-
bían sido necesarias para mejorar las condiciones de las clases inferiores en
Europa (para no mencionar la Guerra Civil que ahora había estallado
en los Estados Unidos). Dostoievski se sintió , así, más confirmado aún en
su convicción, expresada desde sus días de Petrashevski, de que Rusia no
necesitaba buscar en Europa la solución de sus propios problemas sociales.
Más aún: de mucho tiempo atrás había estado convencido de que el pue-
blo ruso (los campesinos) no responderían a agitadores revolucionarios de
la intelligentsia, que predicaban panaceas esencialmente europeas. Lo que
más temía era que tal agitación obstaculizara o anulara las reformas que es-
taba haciendo el zar liberador, no sólo con respecto a los esclavos sino tam-
bién en el ejército, el sistema jurídico y otras áreas de gobierno.
Dostoievski volvió a la vida literaria de comienzos de los sesenta como
director de dos periódicos: Vremya (El Tiempo) y Epohha (La Época), que
propugnaban una doctrina llamada pochvennichestvo (de pochva, tierra na-
tal). Pedían encarecidamente a los miembros de la europeizada intelligent-
sia rusa y a los de la clase alta en general que retornaran a los valores de su

INTRODUCCIÓN ~ 31
patria. A su vez, la intelligentsia aportaría de su educación europea los be-
neficios supuestamente civilizadores de su cultura; no obstante, al correr
del tiempo fue perdiendo importancia este último aspecto del programa.
Para Dostoievski, la enajenada intelligentsia estaba obligada a dar el primer
paso para salvar el abismo asimilando las creencias y la psicología del
pueblo, arraigadas en su tradicional fe religiosa. Los radicales, por su parte,
insatisfechos ahora con las condiciones económicas con que se había libe-
rado a los siervos, estaban intentando causar disturbios, y Dostoievski se
oponía a esta agitación porque estaba provocando la reacción que él
temía . Sin embargo, había algo más importante: la doctrina del "egoísmo
racional" chocaba de lleno con la modificación de sus convicciones, resul-
tante de su arresto y sus años en prisión. Creer que todas las necesidades y
los deseos de la personalidad humana podían ser satisfechos por la simple
razón era , según él, prueba de la más miope ingenuidad; a la vez, tomar el
egoísmo como base de una filosofía moral no sólo era algo contradictorio
en sus términos sino que podía justificar los peores abusos. Después de
Siberia, Dostoievski había llegado a considerar los valores cristianos de amor
y autosacrificio como posesión inerradicable de la psique social-moral
rusa, y como el único rayo de luz que brillaba en medio de las tinieblas
morales circundantes.
La casa de los muertos, una semificticia autobiografía de sus experien-
cias en prisión, fue unánimemente aclamada, y restauró la reputación lite-
raria de Dostoievski. Escrita en un estilo totalmente distinto de las explora-
ciones psicológicas de sus novelas, también revela lo multifacético de su
talento; estas memorias agudamente observadas y objetivamente escritas
las admiraba con fervor Tolstoi, quien en cambio criticaba acerbamente
ciertos rasgos de las obras de ficción más conocidas. Nadie había expuesto
antes este mundo cerrado de los campamentos de prisión, ni mostrado
tanta comprensión y simpatía hacia sus habitantes. La siguiente obra impor-
tante de Dostoievski, su novela corta Memorias del subsuelo, pasó en gran
parte inadvertida, pero hoy con justicia se le considera como una creación
sumamente original. Predecesora de toda una línea de modernos retratos
de personajes cínicos y atrabiliarios, también es el preludio del gran perio-
do creador de Dostoievski.
Aquí lanza Dostoievski un ataque en gran escala contra las premisas
de la ideología radical mediante la dramatización de sus consecuencias so-
bre la personalidad de su hoy célebre "hombre del subsuelo". Con gran

32 ... UN NUEVO COMIENZO


penetración muestra a un personaje lleno de resentimiento reprimido y de
rabia tanto contra sí mismo como contra los demás, y atribuye todos sus
rasgos malignos a la aceptación de ciertas ideas radicales. Ningún escritor
puede compararse con Dostoievski en su capacidad de retratar esta rela-
ción entre las ideas y sus efectos sobre la personalidad humana. ¿Qué sig-
nificaría realmente para la conducta humana si se aceptara, como lo hace el
hombre del subsuelo, la negación que hace Chernishevski de la realidad
de la libre voluntad o libre albedrío? La primera parte de esta obra, la que
ha ejercido mayor influencia, muestra la lucha que emprende el hombre
del subsuelo como ser humano por reconciliarse emocionalmente con to-
das las implicaciones de semejante doctrina sobre la vida real (aunque lo
haga de manera tan tortuosa e intrincada que esta fuente ideológica puede
ser pasada por alto). No obstante, este descubrimiento de la relación entre
la ideología y la psicología o, más bien, el genio de Dostoievski paramos-
trar todos los sutiles entresijos de su interrelación, se convirtió en la carac-
terística de su talento particular y allanó el camino a sus grandes creaciones
novelísticas.
Las tres novelas que escribió entre 1865 y 1871 siguen, todas ellas, el
camino hollado por las Memorias del subsuelo. Crimen y castigo tiene por pun-
to de partida el componente utilitario de la ideología radical - "una muerte
y cien vidas a cambio: simple aritmética"-, combinado con las ideas de
otro influyente radical, Dimitri Pisarev, quien había esbozado los linea-
mientos de un nuevo héroe protonietzscheano, un Superhombre embrió-
nico, para quien el bien y el mal (incluyendo el asesinato) sólo eran cues-
tión de gusto y de inclinación personal. Raskólnikov había imaginado, así,
ser un "gran hombre" dedicado a mejorar el destino de la humanidad, pero
descubre que un hombre verdaderamente grande no se preocupa por los
demás , y que él no puede llegar a serlo precisamente porque es psíquica-
mente incapaz de eliminar el elemento moral de su personalidad. Atrapado
en esta traicionera dialéctica de ideas radicales, a Raskólnikov le resulta
imposible suprimir su heredada conciencia cristiana, y el retrato de su lu-
cha interna no tiene igual desde Macbeth.
En El idiota intenta Dostoievski mostrar su propio ideal del "hombre
perfectamente bello", la figura -semejante a Cristo- del príncipe Mishkin,
cuyo resplandor inspira a otros pero que , a su vez, se hunde en la congoja
porque la universalidad de su compasión cristiana resulta incompatible
con las limitaciones de su naturaleza terrenal de ser humano . En la única

INTRODUCCIÓN ~ 33
declaración directa que jamás hiciera de sus convicciones religiosas, escrita
en un cuaderno de notas mientras velaba al lado del ataúd de su primera
esposa, escribió Dostoievski: "Es imposible amar a otro como a uno mismo,
según el mandamiento de Cristo. La ley de la personalidad en la tierra nos
encadena. El ego se entromete ... pero Cristo fue un perpetuo ideal eterno
al que el hombre aspira y al que, de acuerdo con la ley de la naturaleza
[puede presumirse, de la naturaleza humana], debe aspirar" (v. 20, p. 172).
Estas melancólicas reflexiones quedan dramatizadas en la historia del prín-
cipe Mishkin, ciertamente el más conmovedor héroe cristiano de toda la
literatura moderna, cuya psicología fue determinada por las propias cavila-
ciones de Dostoievski sobre el significado de la encarnación de Cristo para
la vida humana.
Dostoievski escribió El idiota durante su estadía de cuatro años en el
extranjero (1867-1871), originalmente planeada como breve viaje de vaca-
ciones pero prolongada por temor a ser arrojado, al regresar, a la prisión
por deudas. Éstos fueron años de resignada pobreza y aislamiento, alivia-
dos tan sólo por la compañía de Anna Grigórievna, su segunda esposa,
siempre leal, dedicada y mucho más joven que él, y que también le sirvió
de amanuense. Fue aquél, asimismo, el periodo de su fiebre del juego, es-
porádico vicio al que le han prestado excesiva atención los biógrafos que
buscan la clave de su obra en un aspecto patológico de su personalidad. Se
debe tener en cuenta que en estos años, Dostoievski escribió El idiota en
circunstancias prácticas extremadamente difíciles, así como dos brillantes
novelas cortas: El jugador y El eterno marido. También apuntó algunas notas
para una magna obra, en varios volúmenes, que nunca llegó a escribir: La
vida de un gran pecador; de la que sacó materiales para Los demonios y para
Los hermanos Karamázov.
Dostoievski empezó a escribir Los demonios estando aún en el extranje-
ro, y con esta coruscante creación, probablemente la más grande novela
jamás escrita acerca de conspiraciones políticas, volvió al ataque contra la
ideología radical ya iniciado antes. En Crimen y castigo sólo había imagina-
do que las ideas radicales pudieran conducir al asesinato, pero ahora un
grupo clandestino encabezado por Serguéi Nechaev había asesinado a uno
de sus propios miembros, probablemente por temor a ser traicionado.
Dostoievski vio este acontecimiento como confirmación de sus peores te-
mores acerca de los efectos moralmente peligrosos de los principios radi-
cales, que durante sus años de exilio había llegado a considerar como una

34 ... UN NUEVO COMIENZO


infección de la sociedad europea que ahora estaba invadiendo el cuerpo
político ruso. Proponiéndose al principio esbozar un breve "panfleto polí-
tico" acerca del asunto Nechaev, vio que la obra crecía en alcance y com-
plejidad, y para completarla necesitó mucho más tiempo del que había
planeado.
A la postre, la obra se convirtió en parte en un replanteamiento del
tema del conflicto de generaciones tratado tan magistralmente por Turgue-
niev en Padres e hijos, pero captado en una etapa ulterior. El débil y ridículo
pero encantador y fundamentalmente humano idealista liberal Stepan Tro-
fímovich Verjovenski personifica la generación de los cuarenta; las maqui-
naciones totalmente cínicas y despiadadas de su hijo Piotr (que pone en
práctica las ideas inmisericordemente maquiavélicas de Nechaev y provoca
el asesinato) representan la desastrosa culminación del "egoísmo racional"
de la generación de los sesenta. Este tema es combinado con el de Stavroguin,
personaje tomado de La vida de un gran pecador: un brillante y byroniano
dandy, a la manera de Eugene Oneguin, que ha perdido la fe religiosa y que
vanamente busca una causa a la que pueda dedicar sus fuerzas. Los demo-
nios es la más intelectualmente rica de las grandes novelas, prácticamente
una enciclopedia de la cultura decimonónica rusa filtrada a través de una
perspectiva candentemente irrisoria y, a menudo , grotescamente graciosa.
Ninguna otra novela muestra tan claramente el subestimado talento de su
autor como satírico.
Dostoievski retornó a Rusia en 1871 con Los demonios escrito sólo a
medias, y su terminación en 1872 inició una nueva fase de su carrera artís-
tico-ideológica . Pues descubrió que el radicalismo ruso había desarrollado
ahora unas ideas que, al menos en parte, estaban mucho más cerca de las
suyas que en el pasado. Especialmente, los radicales estaban ahora dis-
puestos a aceptar la validez de los valores morales cristianos (aunque no
de la religión misma). Éstos eran los mismos valores antes ridiculizados
y descartados que Dostoievski había difundido y propagado en sus obras
durante todos los sesenta. Por ello, sus escritos durante los setenta serían
poderosamente afectados por esta mutación de la ideología radical, y hasta
lo llevarían a una alianza temporal con los populistas de izquierda, en cuyo
periódico Otechestvenniye Zapiski (Notas de Ia Patria) publicó su siguiente
novela. La condición de profeta que ahora había alcanzado Dostoievski
puede atribuirse en parte a esta alteración del punto de vista radical, cuyos
partidarios ya no rechazarían automáticamente y de inmediato toda decla-

INTRODUCCIÓN ~ 35
ración escrita en términos de moral cristiana. Pero esto nos lleva al co-
mienzo del presente volumen, y a esos asombrosos diez años de la vida de
Dostoievski que culminaron, no sólo en un triunfo personal, sino también
en Los hermanos Karamázov, la respuesta artística de su genio a todas las
tormentosas agitaciones de aquéllos.

36 ... UN NUEVO COM IENZO


II. Un retorno apacible

EL 8 DE JULIO DE 1871, Dostoievski y su familia volvieron a Rusia tras un perio-


do de cuatro años de vivir en el extranjero; el autor entró lo más discretamente
posible en el San Petersburgo del que había salido supuestamente sólo para
unas vacaciones de verano. Once años antes, en 1860, había vuelto a la Rusia
europea después de una ausencia todavía más larga: los diez años pasados en
Siberia, cuatro de ellos en un campamento de prisioneros, cumpliendo una
sentencia de trabajos forzados, y seis como soldado y luego oficial del ejército
ruso. Aquel retomo había sido igualmente inadvertido, pero por distintas ra-
zones. La reputación artística de Dostoievski había sufrido una marcada baja
en la época de su detención en 1849, y en general se le consideraba como un
chispazo efímero , como alguien que había tenido un éxito literario pero que
luego no había estado a la altura de su anterior promesa.
Sin embargo, desde entonces la estatura literaria de Dostoievski había
aumentado drásticamente; en 1871 lo reconocían unánimemente como
digno rival de Turgueniev y de Tolstoi. Su fama había quedado restablecida
por su primera novela postsiberiana, Humillados y ofendidos, y particular-
mente por sus memorias semidocumentales de la prisión, La casa de los muer-
tos, obra sin precedentes. Aun cuando sus Memorias del subsuelo pasaran en
gran parte inadvertidas, Crimen y castigo había obtenido un gran éxito; a su
vez, aunque El idiota despertó opiniones encontradas, fue tratado con gran
respeto hasta por tan decidido adversario sociopolítico como el gran satíri-
co Mijaíl E. Saltikov-Shchedrin. Al llegar el verano de 1871 , Dostoievski
ya había publicado toda la primera parte y dos capítulos de la segunda de
su última novela, Los demonios, cuya trama hacía un uso escalofriante del
acontecimiento más espectacular del momento: el asesinato de un joven

~ 37
estudiante por miembros del grupo radical de Nechaev. De hecho, el juicio
público de los nechaevtsi estaba ocurriendo en el momento mismo de la
llegada de Dostoievski a la capital, y algunos de los documentos esenciales,
incluso el fríamente maquiavélico Catecismo de un revolucionario (escrito
por Mijaíl Bakunin o por Serguéi Nechaev, y tal vez por ambos), fueron
puestos a la vista y al alcance del público el día mismo en que Dostoievski
bajo del tren.
Así, la reaparición de Dostoievski habría despertado, sin duda, más
atención si se hubieran conocido sus planes , pero él los había mantenido en
bien guardado secreto. Había salido de Rusia cargado con las deudas finan-
cieras de su hermano Mijaíl, que él había aceptado pagar tras su súbita muer-
te en 1864, y por ellas se le había amenazado de cárcel. En realidad, sólo
saliendo del país había logrado librarse de ser arrojado a la prisión por deu-
das, y se mantuvo alejado tanto tiempo por temor de que, de otra manera,
se cumpliera la amenaza. La oscuridad de su regreso fue, así, una protección
contra un enjambre de acreedores que inmediatamente aparecerían exigien-
do su pago, situación que, como bien sabía él, acabaría con la tranquilidad
que necesitaba para continuar su trabajo en la novela inconclusa que era su
única fuente de ingresos. Sólo a sus parientes más directos y a unos cuantos
amigos (así como a los directores del Mensajero Ruso, periódico en que se
estaba publicando Los demonios) se les informó que pronto estaría de regre-
so en San Petersburgo. Así logró Dostoievski ocultar su presencia en su pa-
tria durante dos meses, hasta que su paradero se dio a conocer en septiem-
bre, por medio de una mención en un periódico.

El primer problema al que se enfrentaron los Dostoievski fue el de encon-


trar un alojamiento apropiado y establecerse lo antes posible. Se quedaron
dos días en un hotel y luego alquilaron dos cuartos amueblados cerca del
Parque Yusupov, donde su hija Liubov pudo corretear entre el verdor re-
frescante durante el agotador calor del verano. Abrumado por visitas de
parientes y amigos, como se quejó Dostoievski en una carta a su sobrina
favorita, Sofía lvánovna, "apenas tenía tiempo para dormir".1 En medio de

1
PSS, vol. 29 , libro 1, p. 218; 18 de julio de 1871.

38 ... UN NUEVO COM IEN ZO


esta sociabilidad abrumadora, Anna Grigórievna de pronto sintió dolores
de parto durante una cena y, el 16 de julio, dio a luz a un hijo , Fiódor, por
fortuna sin sufrir las severas contracciones de sus anteriores embarazos.
Dostoievski, lleno de júbilo, se apresuró a transmitir la buena noticia a la
madre de Anna (que por entonces estaba temporalmente en el extranjero)
y a su propia familia, en Moscú. En su carta a Sofía lvánovna, también le
informó que estaba planeando dirigirse a Moscú para visitar a Mijaíl Kát-
kov, el poderoso director de El Mensajero Ruso, por cuestión de negocios.
Pues a pesar de este torbellino de asuntos familiares, necesitaba llevar ade-
lante la serialización de Los demonios . "Ahora voy a sentarme a trabajar - le
dice a su sobrina el 18 de julio- aunque no tengo clara la cabeza y espero
un ataque [de epilepsia]. Aquí todo es un caos, la sirvienta es terrible y es-
toy todo el tiempo haciendo mandados." 2
Una semana después, a finales de julio, Dostoievski estaba en Moscú
para aclarar sus cuentas con Kátkov y recibir el pago de los capítulos que
había entregado en meses recientes. Esos fondos , aunque magros, les per-
mitieron a los Dostoievski pensar en mudarse de su departamento amue-
blado , que "era muy costoso, lleno de idas y venidas, y propiedad de unos
latosos judíos".3 La muy práctica Anna Grigórievna, quien se había recupe-
rado muy pronto tras el nacimiento de Fiódor, inmediatamente abordó el
problema. Dado que no tenían muebles ni fondo s su ficientes para com-
prarlos, Anna hizo un trato con un comerciante que aceptó aportar lo que
fuera necesario (aunque de muy inferior calidad) a cambio de unos pagos
en abonos que le permitieran conservar la propiedad de los artículos en
cuestión hasta que se hubiese completado el pago. (Este fortuito acuerdo
resultó muy ventajoso, a corto plazo, para los Dostoievski.) Una vez resuelto
el asunto de los muebles, Anna empezó a buscar un departamento y se
irritó considerablemente cuando el hijastro de Dostoievski, Pasha (Pável) ,
sugirió uno con ocho habitaciones que él había encontrado.
Pasha había vivido ya antes con su padrastro. De hecho, una de las ra-
zones de que hubiesen planeado inicialmente tomarse unas vacaciones en
el extranjero fue la determinación de Anna de acabar con el dominio que
Pasha había logrado tener sobre Dostoievski: dominio que, según estaba
convencida, planteaba una grave amenaza a su matrimonio. Aunque ahora
2
Idem.
3Idem. Ésta es la primera indicación de lo que llegaría a ser el creciente antisemitismo de
Dostoievski.

UN RETORNO APACIBLE ~ 39
también estaba casado , Pasha parecía dar por sentado que recuperaría su
posición anterior de prizhivalchik, de gorrón y parásito. Pero Anna, quien
había derramado lágrimas por los reproches de Pasha cuatro años antes, en
los primeros días de su matrimonio, ahora estaba al mando de la situación.
En términos inequívocos, le explicó que no había ni que pensar en estable-
cer un hogar común con él. Un llamado a Dostoievski bastó para convencer
a Pasha de que no volverían los viejos días: se le dijo , de manera tajante,
que su padrastro "había dejado toda la administración del hogar en manos
de Anna" y que "lo que ella decida, así será". 4
Sin embargo, Pasha aún persistió en acudir a su padrastro en busca de
ayuda económica, y Dostoievski continuó no sólo auxiliándolo en casos
de escaseces temporales, sino que también lo ayudó a obtener un empleo
por medio de amigos comunes. Varias notas escritas poco después de su re-
greso documentan esas recomendaciones; pero el irresponsable de Pasha
nunca duró mucho en un empleo, para gran exasperación de su padrastro, y
ofreció una excusa tras otra por su continua insatisfacción con sus trabajos.
Si Pasha seguía colgado del cuello de Dostoievski, la situación mejoró
grandemente, desde el punto de vista de Anna, con respecto a la familia de
su difunto hermano Mijaíl. Dostoievski no sólo había aceptado las deudas
de su hermano , sino que también se sintió responsable de mantener lo me-
jor que pudiera a lo que quedaba de la familia. Aun durante los días más
negros de su penuria en Europa, le había causado a Anna una reprimida
furia (que ella confió , indignada, tan sólo a sus cuadernos de notas) al asig-
narles una pequeña parte de cualquier ingreso que obtuviera. Sin embargo,
ahora los hijos de Mijaíl eran ya mayores y podían mantenerse, y, como
observa Anna con alivio, su madre, Emilia Fiódorovna, "se había acostum-
brado a la idea de que Fiódor Mijaílovich, teniendo una familia propia ,
sólo podría ayudarla en casos especiales". 5
Anna no tardó en encontrar un muy apropiado departamento de cua-
tro habitaciones, y lo alquiló bajo su propio nombre . Puede suponerse que
lo hizo para ahorrar a Dostoievski el fastidio de las formalidades legales;
empero, nuevamente, su posición de propietaria, tal vez más calculada de
lo que luego reconoció , funcionaría para disipar la mayor amenaza a la paz
de su espíritu. Aunque estaba obligada a comprar el mobiliario, Anna cre-
yó que podría recuperar la vajilla y los utensilios de cocina, así como la
4
Anna Dostoevsky, Reminiscences, trad. y ed. de Beatrice Stillman , Nueva York, 1973, p. 175.
5 Ibid , p. 173.

40 ... UN NUEVO COMIENZO


vestimenta de invierno que había dejado al cuidado de sus parientes y
amigos cuatro años antes. Pero todo se había perdido, debido a remodela-
ciones descuidadas, a la torpeza de los sirvientes que habían roto piezas de
porcelana y de cristal o a lo que pareció una absoluta falta de honradez al
no pagar las primas de seguros enviadas del extranjero. Lo peor de todo
fue la pérdida de la biblioteca de Dostoievski, que había sido dejada al cui-
dado de Pasha, pidiéndole que la conservara intacta; éste, no obstante, la
había vendido por piezas , y ahora estaba irrecuperablemente dispersa.
Anna menciona como algo de valor particular los libros dedicados por otros
escritores, "obras serias acerca de historia y de la secta de los Viejos Cre-
yentes [raskolniki], en que [mi esposo] tenía un intenso interés". 6 Esta ob-
servación confirma la fascinación de Dostoievski, muy evidente en su obra,
por la religiosidad mesiánica de los Viejos Creyentes, a los que había llegado
a considerar cada vez más como auténticos depositarios de los valores de
la vieja Rusia. De mediano consuelo entre el desencanto general sirvió el
descubrimiento, en el ático de unos parientes de Anna, de una cesta que
contenía las notas para Crimen y castigo, mucha correspondencia y los libros
de cuentas de los diarios de Dostoievski.
A finales de septiembre, Dostoievski demandó al editor Fiódor Stel-
lovski, quien había indudablemente violado un contrato al publicar una
nueva edición de Crimen y castigo sin pagar nada al autor. Pero pasarían va-
rios años antes de que Dostoievski obtuviera algún pago del rapaz editor
para quien se había visto obligado a escribir El jugador en un mes. Por ese
entonces se publicaron noticias de su regreso, y no tardó en ocurrir lo te-
mido: los acreedores empezaron inmediatamente a tocar a la puerta. Uno
de los más importunos fue la viuda de un tal G. Hinterlach, quien había
tenido tratos con Mijaíl Dostoievski cuando éste era propietario de una fá-
brica de tabaco. La viuda envió una carta amenazante , y cuando Dostoiev-
ski fue a visitarla y a pedir un aplazamiento de unos cuantos meses, lapso
en que esperaba recibir un pago adicional de Kátkov, ella lo despidió sin
ceremonias. Volvió a casa desesperado, temiendo que frau Hinterlach le
confiscara su propiedad y, si esto resultaba insuficiente, lo enviara a langui-
decer en prisión.
Cuando volvió a rogar que se le aceptara el pago en abonos, se le res-
pondió, según dice Anna, con la jactancia de que "una pequeña comer-

6 Ibid., p. 176.

UN RETORNO APACIBLE ~ 41
ciante alemana" como Hinterlach pudiese enviar "a un eminente autor
ruso" a la cárcel. .. ¡y así lo haría, a menos que se le pagara pronto! "Esto
fue precisamente después de la victoria [alemana] en la guerra franco-pru-
siana -informa Anna- cuando todos los alemanes se volvieron arrogantes
y altaneros." Para entonces, ella había decidido tomar las cosas en sus pro-
pias manos y, sin informar a su marido, fue a ver a la implacable señora.
En lugar de rogarle , le informó que los muebles y el departamento de Dos-
toievski estaban a nombre de su esposa, lo que significaba que con ellos no
se podría cobrar una deuda de su marido. Asimismo , si Dostoievski iba a
parar a la prisión por deudas, Anna insistiría en que se quedara allí hasta
que se cancelara toda la deuda. Además de no obtener ni un céntimo,frau
Hinterlach también tendría que pagar el costo del mantenimiento del pre-
so (como lo exigía la ley a los acreedores que se valieran de tal recurso).
Anna también amenazó con exponer todo el asunto en un artículo de pe-
riódico: "¡Que todos vean de lo que son capaces los honrados alemanes!" 7
Al comprender que Anna era de pasta más recia que el nervioso y preocu-
pado Dostoievski, la acreedora se apresuró a aceptar el pago en abonos.
Tras esta experiencia, Anna decidió encargarse de la negociación de todas
las deudas, y, enfrentándose a las amenazas con esos mismos argumentos,
logró anular las exigencias de pago inmediato.
Mientras tanto, Dostoievski estaba aj etreado trabajando en Los demo-
nios, pero también estaba impaciente por reanudar relaciones con sus vie-
jos amigos y desquitarse del aislamiento cultural que había sufrido durante
su permanencia en Europa . El poeta Apollon Maikov, su amigo más devoto
y su más fiel corresponsal durante esos años en el exilio , introdujo a Dos-
toievski en un círculo literario-político que se había reunido en tomo del
príncipe V P Meshcherski, quien había fundado una nueva publicación,
Grazhdanin (El Ciudadano), para contrarrestar la influencia de la prensa
liberal y progresista (si bien la opinión de Meshcherski sobre lo que era "li-
beral" y "progresista" incluía periódicos que la intelligentsia radical conside-
raba como verdaderos pilares de la reacción). El príncipe Meshcherski era
poco conocido , salvo como retoño de una antigua familia aristocrática ,
nieto de Nikolái M. Karamzin, el célebre escritor e historiador de comien-
zos del siglo x1x, cuyas obras había leído con admiración el joven Dostoiev-
ski; sin embargo, pronto alcanzó cierta notoriedad como autor de novelas

7
Ibid., pp. 178-179.

42 ... UN NUEVO COMIENZO


y obras de teatro acerca de la vida de la alta sociedad en San Petersburgo.
También era amigo cercano del heredero al trono de Rusia, el zarevich Ale-
jandro, a quien conocía desde la niñez, y se movia con todo desenfado y
libertad por los más altos círculos de la corte.*
Si hemos de creer en sus memorias, la decisión de Meshcherski de fun-
dar un semanario que apoyase a la monarquía fue recibida con gran indife-
rencia, si no con abierta desaprobación, por aquellos mismos a quienes él
deseaba defender. El zar se refirió desdeñosamente al deseo del príncipe de
convertirse en pisaka ('un escritorzuelo") y sólo el zarevich aprobó sus am-
biciones periodísticas. 8 Sin embargo, logró reunir a su alrededor un peque-
ño círculo literario que incluía a Maikov, al gran poeta Fiódor l. Tiutchev, a
Nikolái Strájov (anteriormente el crítico principal de las publicaciones pe-
riodísticas de Dostoievski), al propio Dostoievski y al preceptor del zare-
vich, Konstantin P Pobedonostsev. Éste adquiriría después una reputación
siniestra cuando su anterior discípulo ascendió al trono como Alejandro
III: el ex preceptor fue entonces conocido como la malévola éminence grise
de su régimen opresor. Pero en 1871 se le consideraba básicamente un ju-
risperito y un funcionario gubernamental situado en muy buena posición,
dotado de un pasado liberal (en el sentido ruso), que había apoyado la
causa de la reforma judicial y la abolición de la servidumbre. También era
un hombre extremamente culto, muy versado en las literaturas inglesa,
francesa y alemana, y había publicado, en 1869, una traducción de Tomás
de Kempis. Éste era el ambiente literario-político en que Dostoievski esta-
ría inmerso durante los tres años siguientes.

" El príncipe Meshcherski fue un personaje influyente y poderoso que desempeñó un papel
importante y -según muchos que distaban mucho de ser antizaristas- lamentable en la vida
política rusa. Sin embargo, sólo fue durante los reinados de Alepndro III y de Nicolás II (des-
pués de la muerte de Dostoievski) cuando alcanzó su máximo poder. Su reputación fue empa-
ñada por su homosexualismo, lo que al parecer causó escándalo y chismorreo. Puede suponerse
que tales hablillas llegaron a oídos de Dostoievski, pero no hay prueba directa de que así fuera.
Véase W E. Mosse, "Imperial Favourite: V P Meshcherski and the Grazhdanin", Slavonic and
East European Review, núm. 52 (octubre de 1981), pp. 529-549 . Para la información acerca de las
acusaciones de homosexualismo lanzadas contra él, pero que no recibieron ninguna publici-
dad, véase p. 534, n. 38.
8
V P Meshcherski, Moi Vospominaniya, vol. 2, San Petersburgo, 1898, p. 159.

UN RETORNO APACIBLE ~ 43
3

Al comienzo del Año Nuevo Dostoievski realizó otro viaje a Moscú, nueva-
mente para encontrarse con Kátkov y obtener, de ser posible, un anticipo
adicional, pero también le preocupaba el destino de dos capítulos recientes
que había entregado, con el título de "Visita a Tijon" o, más familiarmente,
"La confesión de Stavroguin". Éstos contenían una descripción de cómo
Stavroguin, uno de los personajes centrales de Los demonios, había seduci-
do a una niña de doce años y luego, dándose cuenta de que ella iba a suici-
darse, no sólo no intervino sino que incluso estuvo escuchando, con per-
verso sadismo, los preparativos que ella hacía y su agonía . Por razones
muy comprensibles , había temores de que estos capítulos fuesen demasia-
do escabrosos para ser publicados; pero Dostoievski no recibió una res-
puesta definitiva hasta nueve meses después. Mientras tanto, una carta a
su esposa, enviada desde Moscú, nos deja sin saber si logró obtener nue-
vos fondos. Sólo menciona haberse enterado de que "mis cuentas están en
gran desorden" y de que "al parecer debo mil trescientos rublos" (anticipos
que aún no había pagado con su manuscrito). Aunque visitó a algunos pa-
rientes para la celebración del Año Nuevo y renovó relaciones con el dra-
maturgo Dimitri V Averkiev (a cuya obra, por entonces en escena, asistió)
y con el publicista eslavófilo lván Aksakov, observa que "en resumen, me
siento miserable aquí, y lo peor es la completa incertidumbre". Las cartas
de Dostoievski a Anna están, a partir de este momento, llenas de preocu-
pación por ella y por sus hijos, y constantemente pregunta por su salud y
bienestar, intercalando consejos prácticos entre sus preguntas: "¿Cómo está
Fedia? ¿Está bien7 ¿Tienen ustedes calor? Atiza el fuego , querida, si hay el
menor frío". O, asimismo: "Aliméntalos bien, Ania. No ahorres en cuestión
de carne".9
No se ofrece ninguna información acerca de los resultados finales de
las conversaciones de Dostoievski con Kátkov, aunque se sintió alentado
por un incidente. La relación de Kátkov con él y con su trabajo era, obvia-
mente, de la mayor importancia para su futuro financiero, y le pareció un
signo muy prometedor que "le conté a Kátkov, en tete-a-tete, la trama de
mi próxima novela y he sabido por Averkiev que ya les había hablado
de esa trama a dos personas". 1º No está claro si esta "próxima novela" tiene
9
PSS, vol. 29 , libro 1, p. 224; 24 de enero de 1872 .
10
Idem.

44 .... UN NUEVO COMIENZO


algo que ver con El adolescente. Las ideas para futuras novelas siempre se
apilaban en los cuadernos de notas de Dostoievski; muchas de ellas se que-
darían sin escribir, y Dostoievski bien pudo estar hablando de alguna de
ellas. Kátkov claramente deseaba conservarlo como futuro colaborador; no
obstante, Dostoievski también descubrió, para su consternación, que el
aspecto administrativo de la revista le había sido entregado a un tal Pável
Leontiyev, erudito experto en latín, griego e historia antigua, "a quien el pro-
pio Kátkov voluntariamente cedió un poder despótico en la cuestión [del
pago a los autores]. Así, todo depende del consentimiento de Leontiyev, y
no puedo estar seguro de gozar de las simpatías de ese hombre"Y
No obstante, a comienzos de febrero Dostoievski le escribió alegre-
mente a Sofía lvánovna que , "gracias a un cierto sucedido, mis asuntos han
mejorado ... He recibido algún dinero y he pagado a mis acreedores más
impacientes".12 Su discreción acerca de este "cierto sucedido" puede expli-
carse por una carta publicada por primera vez sólo en la edición más re-
ciente de su correspondencia. Dirigida a A. A. Romanov, el zarevich, tam-
bién se refiere a una carta anterior, aún no descubierta, que había sido
enviada al mismo augusto personaje. El documento publicado muestra el
embarazo de Dostoievski "por la audacia que mostré", y sólo podemos su-
poner que (probablemente por consejo y ayuda de los buenos oficios del
príncipe Meshcherski y de Pobedonostsev) lo habían apremiado a explicar
sus difíciles circunstancias al zarevich, y que el heredero al trono acudió en
su ayuda con una suma de dinero. Dostoievski agradeció al zarevich, sobre
todo, "la inapreciable atención ... que prestó a mi solicitud. Esto es más
caro para mí que nada, más caro que la ayuda misma que usted me dio y
que me salvó de una gran calamidad".13 Ya antes , en 1859 , había recurrido
al trono , cuando, siendo soldado raso , solicitó su ascenso al grado de ofi-
cial. Como leal súbdito , no había sentido entonces ni vacilación ni renuen-
cia, y puede suponerse que tampoco las sintió ahora. Pero la petición de
ayuda no le impidió redactar su hilarante descripción de la incompetencia
del gobernador general Van Lembke, junto con toda su administración, en
capítulos de Los demonios que son una sátira mordaz de las autoridades
reinantes.

11
Idem.
12
PSS, vol. 29 , libro 1, p 226; 4 de febrero de 1872.
13
Idem.

UN RETORNO APAC IBLE ~ 45


Un resultado de esta súbita y salvadora llegada de fondos fue que Dos-
toievski pudo pagarle, al fin, una deuda a un viejo amigo suyo, el doctor
Stepan D. Yanovski. Durante un periodo difícil para la pareja, en Ginebra,
el próspero Yanovski había respondido a una solicitud de ayuda enviando
cien rublos; ahora le estaba fallando la salud y había escrito, en enero, pi-
diendo el pago de esta vieja deuda. Dostoievski respondió enviando el di-
nero, acompañado por una carta sumamente cordial en que evocaba su
amistad de cuarenta años y ponía a Yanovski al corriente sobre los aconte-
cimientos más recientes. "Pasé cuatro años en el extranjero -escribió-,
en Suiza, Alemania e Italia , y al final me sentí terriblemente harto . Empecé a
notar, con horror, que estaba perdiendo todo contacto con Rusia. " Dos-
toievski informa que espera terminar su nueva novela en el verano (no la
completaría hasta el invierno de 1872) y menciona un viejo plan de "ir al
Este (Constantinopla, el archipiélago griego, Athos, Jerusalén) y escribir un
libro" acerca del viaje. De gran interés es una referencia al decenio de 1840,
cuando Yanovski había sido el médico personal de Dostoievski. "Usted me
quiso y contemporizó conmigo -recuerda con gratitud el ex paciente-,
con una persona que sufría un trastorno mental (después de todo , ahora lo
reconozco), antes de mi viaje a Siberia, donde me curé. "14 Dostoievski es-
tablece así, en su mente, una clara separación entre su "enfermedad men-
tal" de los cuarenta, que algunos biógrafos - así como Freud- suelen ver
como los primeros síndromes de su epilepsia, y la epilepsia misma: ésta
había comenzado en su prisión siberiana, mientras que de hecho los sínto-
mas de sus anteriores males nerviosos se habían desvanecido allí, para
siempre.
Trabajando con ahínco en Los demonios, Dostoievski alegó falta de
tiempo al rechazar una invitación a colaborar con una publicación nueva,
Beseda (Conversación), aun cuando lo halagaron diciéndole que el director
era un gran admirador de sus revistas, ya hacía mucho desaparecidas, e
intentaba mantener su mismo espíritu . Pero la presión del trabajo en su
novela no le impidió asistir regularmente a las cenas ofrecidas cada miér-
coles por la noche por el príncipe Meshcherski, y empezó a llevar, de nue-
vo, una vida social casi normal. El esposo de su sobrina , el profesor M. S.
Vladislavlev, que en un tiempo había sido colaborador de las revistas de
Dostoievski, ahora enseñaba filosofía en la Universidad de San Petersbur-

i+ PSS, vol. 29, libro 1, p. 229; 4 de febrero de 18 72 .

46 ~ UN NUEVO COMIENZO
go, y con frecuencia invitaba a su eminente tío político a conocer a algunas
de las luminarias del mundo de la cultura. También empezó a hacer invita-
ciones, y para una fiesta del 17 de febrero, día que en el calendario ruso
corresponde a san Fiódor Tirón (por tanto, el día del santo de Dostoievski,
que los rusos celebran como un cumpleaños), envió invitaciones a varios
amigos. Habiéndose enterado de que Nikolái G. Danilevski, el autor de
Rusia y Europa, se hallaba de paso por San Petersburgo, le pidió a Strájov
(quien supuso que podría localizarlo) que invitara a Danilevski. Se cono-
cían desde los lejanos días del círculo de Petrashevski, durante los cuaren-
ta, cuando Danilevski se ganó la reputación de ser el más profundo conoce-
dor de las doctrinas socialistas utópicas de Charles Fourier. Después, se
había vuelto naturalista además de historiador especulativo de la cultura, y
también desarrolló una teoría de la civilización universal con una marcada
tendencia eslavófila. Aunque no siempre estuviera de acuerdo con Danilev-
ski, Dostoievski admiró grandemente sus esfuerzos por probar que la cul-
tura rusa pronto crearía una fase nueva e independiente de la historia uni-
versal, y aplicó algunas de estas ideas en los discursos apasionadamente
nacionalistas de Shatov en Los demonios .
Para finales de 1871, ya se habían publicado la primera y la segunda
partes de la novela, y empezaban a aparecer las primeras reacciones a estas
secciones del libro. Dostoievski, que inicialmente había pensado en la obra
como "un panfleto", previó que tropezaría con la más enconada hostilidad
de los críticos radicales que ya habían atacado Crimen y castigo tildándola de
diatriba contra la joven generación estudiantil. Y si bien la novela acabó
por convertirse en lo que Dostoievski llamó "un poema" y no en un "pan-
fleto" -el tema político de Nechaev estaba entrelazado con los trágicos
esfuerzos de Stavroguin por borrar de su corazón la distinción entre el
bien y el mal-, quedaron suficientes muestras del panfleto para que el li-
bro fuese anatema a ojos de quienes, sin necesariamente aprobar los méto-
dos de Nechaev, simpatizaban con sus objetivos revolucionarios. Una de
las primeras críticas, que apareció en Birzhevie Vedomosti (Noticias de la Bol-
sa de Valores), típicamente denunció el sombrío retrato que Dostoievski
pintaba de los radicales, diciendo que "había sobrepasado a todos sus riva-
les que se habían lanzado por ese mismo camino en El Mensajero Ruso y
otras publicaciones de la misma calaña que ya hemos olvidado". En uno de
los pasajes más frecuentemente citados del libro , un teórico radical, de
nombre Shigalev, explica que aun cuando había empezado sus reflexiones

UN RETORNO APACIBLE ~ 47
con la idea de libertad total, luego descubrió, para su consternación, que
terminaba con la de despotismo total. E insiste en que la única respuesta
lógica al problema social es reducir a toda la humanidad, salvo una décima
parte, al nivel de una igualdad orgánica, "fisiológica", como a un rebaño de
ganado . El crítico compara tales conceptos con la locura de Poprischin en
las "Memorias de un loco", de Gógol. La novela, en su opinión, evoca "un
hospital" lleno de dementes, "que supuestamente forman ... una reunión
de gentes contemporáneas ... "15 Una de las acusaciones que comúnmente
se siguieron haciendo contra Dostoievski fue que sus personajes eran de-
masiado patológicos mentalmente para integrar un texto que fuera un se-
rio comentario social. Un subtexto implícito de tal crítica era que el propio
autor (de quien se sabía que era epiléptico) padecía de la misma anormali-
dad que llenaba sus páginas.
Desde luego, el círculo inmediato de Dostoievski adoptó una opinión
totalmente distinta de su nueva novela, y nada puede haberle causado más
placer que una carta de Strájov que recibió en abril de 1871, poco antes de
regresar de Europa. "Es obvio - escribió el crítico , cuya agudeza literaria
tenía Dostoievski en muy alta estima- que en lo tocante a sustancia, en lo
tocante a la cantidad y variedad de ideas, es usted el primero entre nos-
otros, y que comparado con usted, hasta Tolstoi resulta monótono. " Seme-
jante elogio de un gran admirador de Tolstoi, con cuyas obras veíase el
autor ahora en competencia, tuvo que ser bien recibido; empero Strájov
pasa luego a quejarse, como ya lo había hecho en el pasado, de que Dos-
toievski ponía demasiado en sus novelas, confundiendo así al lector pro-
medio.16 Respondiendo modestamente que Strájov lo sobreestima al colo-
carlo por encima de Tolstoi, Dostoievski reconoce la imputada falla de
superabundancia: "Muchas novelas y cuentos separados se unen súbita-
mente , apilándose dentro de mí -explica-, de modo que no hay ni me-
sura ni armonía". Pero, aunque reconoce una tendencia a "dejarse llevar
por la inspiración poética" y, así, a "tratar de expresar una idea artística más
allá de mi capacidad'', es claro que no subestima su propia estatura artísti-
ca. En la mismísima sentencia siguiente observa que Víctor Hugo y hasta
Pushkin sufrieron, un tanto, de esa misma incapacidad.17

15
Citado en PSS, vol. 12 , p. 259.
16
Ibid., p. 258.
17
PSS, vol. 29 , libro 1, p. 208; abril-mayo de 1871.

48 ~ UN NUEVO COM IENZO


Aunque estaba perfectamente dispuesto a soportar el choque del anta-
gonismo con que, como bien lo sabía, sería recibida la novela Los demonios ,
Dostoievski seguramente se sintió consolado por los testimonios que esta-
ba recibiendo de que sus novelas ya le habían valido un lugar seguro en la
literatura rusa. Uno de tales testimonios llegó en una carta de la princesa V
D. Obolenskaia, hija de un importante funcionario gubernamental y mujer
de aficiones literarias, colaboradora de varias publicaciones especializadas
en el pasado histórico ruso. La princesa informó al autor que Crimen y cas-
tigo era, para ella, "la obra más grande de la literatura rusa", y que se había
vuelto su "sueño dorado" convertirla en una obra para presentarla en el
Teatro Imperial. Dostoievski le otorgó la autorización pedida, porque "se
había fijado por regla nunca obstaculizar tales intentos", pero no se sentía
seguro de que fuera factible semejante adaptación de una forma literaria a
otra, o al menos sabía que plantearía considerables dificultades. 18
Sus reflexiones sobre este problema son del mayor interés, a causa de
los incontables intentos que se han hecho por convertir sus novelas en
obras de teatro y, más recientemente , en películas. "Hay cierto secreto del
arte -sigue diciendo- , de acuerdo con el cual la forma épica nunca puede
encontrar una correspondencia en la forma dramática. Creo que para va-
rias formas de arte hay una serie de ideas poéticas correspondientes a ellas,
de modo que una cierta idea jamás puede ser expresada en otra forma que
no le corresponda. " Pese a la conocida cualidad "teatral" de sus novelas y
cuentos, que dependen más de encuentros escénicos y de intercambios
dialógicos que de la descripción o la exposición, Dostoievski no supuso ,
pues, que fuese cosa relativamente sencilla convertirlos en obras de teatro.
Por el contrario, estuvo dispuesto a considerar, y hasta a aprobar, que la
dramaturga se tomara las mayores libertades con el texto original. Tras ob-
servar que los intentos anteriores de esa clase habían resultado "bastante
mal - sigue diciendo-. Otra cosa será si usted rehace la novela en todo lo
posible y la cambia, exceptuando sólo un episodio u otro , para formar una
obra teatral, o, tomando la idea original, ¿no alterará usted completamente
la trama7"19
Otro grato testimonio de la estatura de Dostoievski se manifestó en
una carta de Pável M. Tretiakov, propietario de una importante galería de
arte de Moscú, quien le había encargado al célebre pintor V G. Perov for-
18 Ibid , pp . 22 5 y 484.
19
Ibid. , p. 225 .

UN RETORN O APAC IBLE .... 49


mara una colección con retratos de los personajes vivos más eminentes de
la cultura rusa. Dostoievski aceptó el honor de posar para Perov con gran
satisfacción, uniéndose así a un grupo de personajes notables que incluía a
Turgueniev, el dramaturgo Aleksandr N. Ostrovski, el poeta Apollon Maikov
(por sugerencia de Dostoievski) y el cuentista y lexicógrafo V l. Perov llegó
de Moscú en la primavera de 1872 para comenzar a trabajar, pero tenía la
costumbre de tratar de conocer lo mejor posible a sus modelos antes de
aplicar el pincel al lienzo. Por ello , visitó a Dostoievski cada día durante una
semana, y conversó con él dos horas para observarlo en sus diversos hu-
mores y actitudes. Aunque Dostoievski a menudo se mostraba reticente y
hasta descortés en presencia de extraños , no surgió tal dificultad en el caso
de Perov; ambos simpatizaron inmediatamente. Anna Grigórievna escribe
que "Perov era una persona inteligente y agradable, y a Fiódor Mijaílovich
le encantaba charlar con él". 20
Desde luego, la halagüeña situación bastó para poner a Dostoievski a
sus anchas, y puede suponerse que Perov habrá hecho lo mejor posible
al observar las expresiones y gestos de Dostoievski. Probablemente hubo
también otras razones, menos inmediatas, de que ambos simpatizaran,
como personas y como artistas. Siendo el hijo ilegítimo de un barón ruso-
alemán de servicio en el distrito Tobolsk de Siberia , Perov ciertamente ha-
brá admirado el intenso patetismo social de la obra del autor y su compa-
sión hacia todos aquellos que sufrían humillaciones por causa de su origen
menesteroso. De manera similar, Dostoievski no podía tener ningún pre-
juicio ideológico contra Perov, cuyas pinturas de los sesenta habían mos-
trado una marcada tendencia "social", pero que luego se dedicó , cada vez
más , a estudios de carácter y retratos; más recientemente , había preferido
los temas religiosos e históricos.
El retrato es una de las más grandes creaciones de Perov, y Anna co-
menta lo bien que el artista captó "el impulso creador dostoievskiano", el
momento "en que estaba absorto en sus pensamientos acerca de su obra".21
El cuadro recibió grandes elogios en todas partes (obtuvo hasta la aproba-
ción de Turgueniev), y otro importante pintor, l. N. Kramskoi, escribió:
"Este retrato no sólo es el mejor de los de Perov, sino uno de los mejores de
la escuela rusa en general. Muestra claramente todas sus facetas más pode-
rosas como artista: carácter, poder de expresión, fuerza de relieve ... Lo
20
Anna Dostoevsky, op. cit., p. 189.
21
Ibid., p 169.

50 ... UN NUEVO COM IEN ZO


decisivo de los matices y, por decirlo así, algo rudo y enérgico en los con-
tornos, siempre presente en sus cuadros , en este retrato se suaviza por el
notable colorido y la armonía de los tonos"n La amistad entre los dos ar-
tistas se renovó en el otoño de 1872 , cuando Dostoievski fue a Moscú a fin
de llegar a los acuerdos finales para la publicación de Los demonios. Él y
Perov visitaron la galería Tretiakov, donde se exhibía el cuadro , para la ge-
neral admiración del público.

Pese a los placeres y el estímulo que le daba la activa vida social de que
ahora nuevamente disfrutaba , Dostoievski sabía que la soledad le era nece-
saria para trabajar con la mayor intensidad , y que las exigencias de la so-
ciabilidad obstaculizaban la concentración necesaria para completar Los
demonios. "En general - le escribió al doctor Yanovski - mi vida está aho-
ra llena de trabajo. Es difícil escribir, y yo escribo por la noche. Pero aquí
es imposible vivir aislado, incluso hasta para una persona que trabaja ."23 El
mismo día , le dice a su sobrina Sofía que "la obligación de asistir aquí a
fiestas por la noche me distrae un poco. Deseo encerrarme por completo" .
Así, planeaba "salir de San Petersburgo al comienzo mismo de la primave-
ra", esperando que un verano en el campo lo librara de las presiones socia-
les y fuera benéfico para la salud de su hija Liubov. 24
Al principio, los Dostoievski pensaron alquilar una dacha contigua a la
propiedad de la familia en Darovoe, donde paraban la hermana de él, Vera
lvánovna, y su familia. Pero este plan fue irrealizable. Como alternativa,
Dostoievski recordó que su sobrino político, el profesor Vladislavlev, había
elogiado las bellezas de Staraya Rusa, pequeño lugar de aguas termales si-
tuado pocos cientos de verstas al sur de San Petersburgo en la confluencia
de varios ríos, donde también había baños de sal que se suponían buenos
contra las escrófulas. Además, Dostoievski podría alquilar "una casa amue-
blada, hasta con utensilios de cocina", y, como le escribió a su hermana
Vera, en el poblado "también se hallaba un puesto [voksal] con periódicos,
revistas , etc. ".25 Vladislavlev alquiló para los Dostoievski la casa de un sa-
22
Citado en Istolia Russlwgo Islwsstva, vo l 2, Moscú, 1957-1 960, p 41.
23
PSS, vol. 29, libro 1, p. 229; 4 de febrero de 1872 .
24
Ibid., p 227.
25
Ibid., p. 235; 20 de abril de 1872 .

UN RETORNO APACIBLE ~ 51
cerdote del lugar, el padre Rumiantsev, y la familia vivió allí desde media-
dos de mayo de 1872 hasta comienzos de septiembre.
Para arribar a Staraya Rusa , lo más conveniente era tomar un tren en
San Petersburgo, transbordar en una estación local hacia Novgorod y luego
abordar un bote para atravesar el lago llmen. Anna nunca olvidó la vista de
Novgorod que surgió ante sus admirados ojos y los de su marido a tempra-
nas horas de la mañana, mientras miraban deslizarse la ciudad. "Era una
gloriosa mañana de primavera. El sol brillaba sobre la orilla opuesta del río,
de la que se elevaban los muros almenados de su kremlin; las cúpulas do-
radas de la catedral de Santa Sofía parecían encendidas, y en el aire helado
las campanas llamaban con toda su fuerza a maitines. Fiódor Mijaílovich,
que amaba y comprendía la naturaleza , se enterneció, y yo inconsciente-
mente absorbí su humor. "26 Sin embargo, al llegar a Staraya Rusa descu-
brieron los inconvenientes del lugar. El nivel del río a veces era demasiado
bajo para que el bote se acercara sin peligro a la orilla , y los pasaj eros po-
dían verse obligados a esperar hasta dos o tres días antes de desembarcar o
de abordar. En el séptimo capítulo de la tercera parte de Los demonios, en
que se narra el último viaje de Stepan Trofímovich Verjovenski con amable
intensidad satírica, sus vagabundeos lo llevan hasta una posada en la ribe-
ra donde los pasajeros aguardan la llegada de un bote retrasado por
la marea, y son despiadadamente esquilmados por los propietarios de sus
miserables aposentos. Es evidente que Dostoievski estaba transfiriendo di-
rectamente algunas de las impresiones reunidas en sus viajes de ida y vuelta
a Staraya Rusa a las páginas de su novela.
Durante su primera estadía allí , en 1872 , estos viajes resultaron mucho
más frecuentes de lo que él hubiese podido prever. Pocas semanas antes de
que la familia planeara salir de San Petersburgo, la pequeña Liubov sufrió
una caída y se lesionó la muñeca derecha. El médico diagnosticó una dis-
locación, enderezó la articulación y les aseguró a los preocupados padres
que no quedaría ningún daño permanente. Pronto notaron una extraña y
descolorida protuberancia por encima de la palma, y se les dijo que era
parte normal de la hinchazón, pero al quitarle el vendaje en Staraya Rusa
vieron , para su consternación , que la muñeca había empezado a desviarse
mientras sanaba. Los médicos locales, incluyendo uno muy borrachín del
ejército, explicaron que el accidente no había sido una simple dislocación

2
c' Anna Dostoevsky, op. cit , p. 19 1.

52 ... UN NUEVO COMI EN ZO


sino una fractura del hueso y que la mano podía quedar deformada si no
se volvía a fracturar la muñeca para corregirla. Era imposible confiar seme-
jante operación a los médicos del lugar, pero que retornara la familia al
sofocante y malsano San Petersburgo significaría incurrir en gastos extra
que no podían permitirse. Dostoievski, en palabras de Anna, estaba "fuera
de sí de tanta tristeza y preocupación, [y] se paseaba rápidamente en uno y
otro sentido sobre la terraza del jardín, mesándose los cabellos en las sie-
nes - señal, siempre, de extraordinaria agitación en él-; yo aguardaba de
un minuto a otro que sufriera un ataque". 27
Una solución al problema fue ofrecida por el benévolo padre Ru-
miantsev, quien sugirió que dejaran al pequeño Fedia a su cuidado y al de
su esposa, junto con una institutriz, mientras los padres acompañaban a
Liubov a Petersburgo. Una vez efectuada la operación, Anna podría que-
darse el tiempo que fuera necesario para la recuperación, y Dostoievski
podría volver inmediatamente a reanudar su trabajo en la novela que El
Mensajero Ruso aguardaba con impaciencia. Esta desinteresada oferta fue
aceptada con toda gratitud y, de regreso en la ciudad, los Dostoievski con-
sultaron a un tal doctor Barch, viejo amigo y cirujano jefe del Hospital
Maximilian. Advertidos por los médicos de Staraya Rusa de que el empleo
del cloroformo era peligroso para los niños, los padres se atormentaban
pensando en el dolor que tendría que soportar la pobre Liubov, pero el
doctor Barch, sonriente, les aseguró que no había tal peligro y que la ope-
ración sería indolora. Cuando a la abrumada pareja se le ordenó salir de la
sala de operaciones, Dostoievski le sugirió a Anna que oraran juntos: "Nos
arrodillamos y oramos durante esos momentos tan fervientemente como
quizás nunca habíamos orado en nuestras vidas''. 28 La operación tuvo éxi-
to, y Liubov no sufrió efectos dañinos del cloroformo. Pero como para re-
ponerse necesitaría al menos tres semanas , Anna se quedó en San Peters-
burgo con su htja, mientras Dostoievski se dirigía con prisa desde el día
siguiente a Staraya Rusa, a encontrarse con Fedia, y con su manuscrito.
Sus cartas a Anna desde Staraya Rusa son las de un marido y un padre
terriblemente preocupado , desconcertado por la desorganización de su ru-
tina familiar y atormentado por el temor de que algo malo pudiese ocurrir-
le aún a Liubov. "Ten cuidado en las calles con ella - le advierte a Anna- .
La gente se empuja mucho en San Petersburgo , hay tantos borrachos . . .
27
/bid ., p 194.
28
Ibicl., p. 199.

UN RETORNO APAC IBLE ~ 53


entre el gentío puede volver a rompérsele el brazo. " En cuanto a Fedia
(quien, según informa su padre , ensucia sus pañales con saludable regula-
ridad), le preocupaban varias manchas que le habían aparecido en la cara y
el cuerpo, pero el médico del ejército lo tranquilizó diciendo que, puesto
que el niño está "alegre, comiendo y caminando bien, [y] no tiene fiebre",
no había nada de qué preocuparse. 29 Sin embargo, Dostoievski estaba su-
mamente irritable y quejumbroso, y sus observaciones sobre el escenario
social del lugar reflejan toda la exasperación que a menudo se adueñaba de
él cuando estaba nervioso. "Aquí la gente es muy formal , muy peripuesta ,
y trata constantemente de asemejarse a la alta sociedad, mientras habla el
peor francés. Todas las damas intentan deslumbrar con sus atuendos, aun
cuando todas deben de ser mujerzuelas . .. Las aguas son terriblemente ma-
las y definitivamente no me gusta el parque. Y, en general, toda esta Stara-
ya Rusa es una terrible basura." 3º Sin embargo, semejante reacción sólo
revela un momentáneo arranque de irascibilidad; a la postre, los Dostoiev-
ski compraron una casa en Staraya Rusa, que pasó a ser su residencia per-
manente de verano.
No mejoraron las cosas con una terrible racha de mal tiempo: días de
lluvia ininterrumpida convirtieron las calles en lodazales, a tal punto que era
imposible ir siquiera a la oficina de correos. "No hay nada más insoportable
-escribe Dostoievski desconsolado- que el follaje y las casas de madera
durante la lluvia y con un cielo tan horrible. " Lo peor de todo, con Anna
ausente, "no puedes ayudarme con la estenografía, y yo quisiera enviar ma-
terial a El Mensajero Ruso". Dostoievski trata de trabajar lo mejor posible,
pero se queja: "¡Si supieras lo miserable que se ha vuelto la vida para mí!
Escribir es algo bueno cuando la escritura va bien, pero yo estoy pasándola
mal. Y además, no tengo ni el menor deseo [de escribir]. Tampoco hay nada
para leer". 31 Pocos días después, sus palabras se vuelven amargas: "Escribir
se ha vuelto algo horrible para mí. ¿Cuándo tendremos al menos un mes de
calma, para que no me tengan las preocupaciones con un vuelco en el cora-
zón y pueda dedicarme al trabajo/ De otra manera no puedo ganar dinero ni
vivir sin maldecir. ¡Qué vida de gitanos, dolorosa, sombría a más no poder,
sin la menor alegría, y sólo puede uno preocuparse y preocuparse!" 32
29
PSS, vol 29 , libro 1, p. 237; 27 de mayo de 1872.
30
Ibid. , p. 240; 28 de mayo de 1872 .
31
Ibid., pp 242-243 ; 3 de junio de 1872.
32
Ibid. , p. 245; 5 de junio de 1872.

54 ... UN NUEVO COMIENZO


Mientras tanto , en Petersburgo Anna se veía abrumada por las mismas
ansiedades que su marido acerca de Liubov, y temía no sólo por el bienes-
tar de Fedia sino también que , en su ausencia, Dostoievski sufriese un ata-
que de epilepsia. Como si todas esas preocupaciones fu eran poco , también
estaba atendiendo a su madre, en cama por un accidente sufrido en el pie.
La hermana de Anna, madre de cuatro niños, había muerto recientemente
de la manera más inesperada en Roma, pero la familia decidió no informar de
momento a madame Snitkina; Anna planeaba darle la noticia sólo cuando
acudiera a Staraya Rusa a convalecer y, supuestamente, pudiese resistir me-
jor el golpe.
Esta decisión produjo un intercambio de ideas muy interesante con su
marido, quien se oponía con toda vehemencia a esa ocultación, arguyendo
que "si se lo dices ahora a tu madre, la mitad de su pesar canalizará en com-
pasión para con ellos [el atribulado viudo y los hijos huérfanos] y, quiéralo o
no, cesará, porque ellos han perdido más y no menos que ella, especialmente
los niños. Su pena tendrá que humillarse ante la de ellos" .33 Para Dostoiev-
ski , un consuelo efectivo para el dolor era cobrar conciencia de que otros
habían sufrido más aún e identificarse con sus sufrimientos , idea que mues-
tra uno de los fundamentos de su propio sentido de los valores morales.
Otra observación es igualmente reveladora de un rasgo adicional de la
psicología de Dostoievski. "Me escribes que probablemente me echas
de menos más que yo a ti; sólo puedo contestarte: no sé quién echa más de
menos a quién, pero estoy tan mal que - ¿lo creerías:>- me irrita el no
haber sufrido un ataque. Si me hubiera lastimado de algún modo durante
un ataque , eso sería al menos una especie de diversión. "34 No debe tomar-
se muy en serio semejante afirmación, aunque Dostoievski a menudo pinta
personajes que , al encontrar intolerable un prolongado estado de incer-
tidumbre nerviosa, emprenderán cualquier acción -así sea dañina o au-
todestructiva- para abreviar el tormento de la angustia indeterminada.
Y cuando, un día después , sufrió un grave ataque de epilepsia, tristemente
informó que "aún hay negrura en mi cabeza, y me duelen los brazos y
una pierna. Eso ha interrumpido más todavía mi trabajo, de modo que no
sé siquiera lo que voy a hacer con El Mensajero Ruso, y lo que pensarán
de mí".35
11
lbid., p. 240; 30 de mayo de 1872.
14
/bid., p. 249; 12 de junio de 1872.
15
lbid. , p 250; 14 de junio de 1872.

UN RETORNO APACIBLE ~ SS
Después de una ausencia de cuatro semanas, Anna y Liubov volvieron
a Staraya Rusa, y la vida volvió a establecerse en su rutina normal. .. pero
no por mucho tiempo. De hecho, Anna recordaría esos meses de primave-
ra y verano de 1872 como, tal vez, el periodo más torturante de toda su
vida . Ella atrapó un severo resfriado, en el cuello se le desarrolló un absce-
so , y tuvo una fiebre altísima. El médico que la trataba advirtió a Dostoiev-
ski que su vida estaba en peligro, por lo que "Fiódor Mijaílovich cayó en
una absoluta desesperación", y se retiró a otra habitación "para llevarse las
manos a la cara y sollozar inconteniblemente". La propia Anna creyó que
estaba en las últimas e, incapaz de hablar, "les hacía señas primero a Fió-
dor Mijaílovich y luego a los niños para que se me acercaran. Los besé, los
bendije y escribí para mi esposo unas instrucciones sobre lo que había que
hacer en caso de mi muerte ... "36 Por fortuna, el absceso se abrió esa misma
noche y Anna empezó a recuperarse, aunque pasarían semanas antes de
recobrar todas sus fuerzas. A comienzos de septiembre de 1872, la familia,
que tan duras pruebas había sufrido , se arrastró de vuelta a Petersburgo,
sin haber encontrado los meses de rústica quietud tan deseados al partir.

Durante su estancia en Petersburgo, la infatigable Anna, junto con Liubov,


había buscado un departamento, y los Dostoievski se mudaron a uno de
cinco habitaciones, propiedad de un general del Regimiento lzmailovski.
Desde luego, la preocupación inmediata de Dostoievski era el destino de
su novela, en la que había estado trabajando continuamente , pero cuya
futura fecha de publicación seguía siendo ominosamente vaga. No habían
aparecido nuevas entregas después de noviembre de 1871 , cuando los edi-
tores expresaron sus objeciones a los terribles detalles contenidos en la
confesión de Stavroguin. Para salir al paso a esas quejas, según lo explica
Anna en un apéndice a sus Reminiscences, Dostoievski solicitó el consejo
de sus amigos literatos del círculo de Meshcherski. "Este capítulo -escri-
be Anna- Kátkov sí lo rechazó, y le pidió al autor que lo revisara. Fiódor
Mijaílovich se deprimió ante este rechazo y, deseoso de poner a prueba la
agudeza de Kátkov, leyó el capítulo a sus amigos K. P Pobedonostsev, A. N.

36
Anna Dostoevsky, op. cit., p. 205.

56 ... UN NUEVO COMIEN ZO


Maikov, N. N. Strájov y otros .. ., pidiéndoles su parecer y, por decirlo así ,
la opinión que tenían de él. " Todos convínieron en que era "demasiado
realista", y entonces Dostoievski empezó a pensar en unas variantes. Una
de ellas incluía un cuento que había oído acerca de una institutriz que lle-
vó a su joven pupila a una casa de baños para una cita con su seductor. El
círculo de Meshcherski rechazó esta alternativa, diciendo que iba en con-
tra de "la cuestión femenina" y que su autor sería acusado de insultar a las
institutrices, así como "habiendo descrito un asesinato cometido por el es-
tudiante Raskólnikov, de esa manera había acusado de crímenes similares a
nuestra generación joven".37
Tras rechazar finalmente la idea de un episodio distinto , le escribió a
Sofía lvánovna a comienzos de febrero de 1872 que, "aunque dej é incólume
la esencia del asunto, alteré el texto lo suficiente para satisfacer la castidad
del periódico. Y en este sentido les envíaré un ultimátum. Si no están de
acuerdo, entonces no sé qué podré hacer". 38 No se ha encontrado ese ulti-
mátum entre los documentos de Dostoievski. En cambio , tenemos una
carta enviada a N. A. Liubímov, el subdirector, en que declara: "Creo que
ahora se puede imprimir lo que le he envíado [los capítulos revisados]. He
suprimido todo lo que era muy obsceno". Dostoievski pasa a explicar que
Stavroguin es "un tipo social completo (en mi opinión) , nuestro tipo , un
ruso .. ., una persona que ha perdido contacto con todo lo que es de su pa-
tria y, lo que es importante, con la fe ''. Es claro que estaba tratando de des-
viar la atención de la sórdida naturaleza que encierra el hecho de Stavro-
guin hacia el significado moral-espiritual que desea transmitir a través del
personaje; y describe a Stavroguin como "un degenerado por hastío, pero
una persona con una conciencia que hace un esfuerzo doliente y convulsi-
vo por renovarse y empezar a volver a creer. junto con los nihilistas, éste es
un fenómeno serio''. 39
Dostoievski había esperado que la publicación se reanudara en el nú-
mero de abril de 1872 , pero de pronto le informaron que la revista deseaba
recibir una parte considerable del resto del manuscrito antes de seguir ade-
lante. Los editores habían sufrido graves pérdidas por El idiota, y le dijeron
con toda franqueza a Dostoievski que "no deseamos empezar ahora la pu-
blicación y, como antes, aguardar semana tras semana el envío de seccio-
37 lbicl ' pp 378-379.
38 PSS, vol. 29 , libro 1, pp 226-227.
39 !bi ci., p. 232; marzo -abril ele 1872.

UN RETORN O APACIB LE ... 57


nes pequeñas". 4 º Le preocupaba que la impresión pudiera comenzar a fi-
nales de la primavera y terminar durante los meses de verano , lapso que,
en su opinión, era la peor temporada para que aparecieran episodios de
una novela seria. Puede suponerse que se llegó al acuerdo de empezar a
imprimir en agosto si se contaba con suficientes partes del manuscrito, y
Dostoievski envió cinco capítulos en la primera mitad de julio, pese a la
agitación vivida durante los meses de su estadía en Staraya Rusa. Normal-
mente esto habría bastado, pero la cuestión de la confesión de Stavroguin
quedó en suspenso, y en agosto no aparecieron nuevas partes de la novela.
A finales de septiembre , Dostoievski les escribió a unos parientes de
Moscú, pidiendo informes acerca de Kátkov. ¿Había regresado de un viaje
al extranjero y, en caso contrario, cuándo se esperaba su llegada7 Sabía que
sólo Kátkov en persona podía tomar la decisión final acerca del capítulo
censurado y que probablemente él tendría que ir a Moscú para decidir su
destino de una vez por todas. Llegó allí a comienzos de octubre, vio a Liu-
bímov y le escribió a Anna que "todo parece arreglado ... estarán impri-
miendo en noviembre y diciembre, pero les sorprendió y les contrarió
que aún no esté terminado. Además, él tiene dudas (puesto que no contamos
aún con Kátkov) con respecto a la censura". 41 Estas palabras no se refieren
al discutido capítulo de la confesión , que nunca fue sometido a la censura
oficial, sino a lo que se encuentra hoy en los capítulos 1 y 2 de la tercera
parte, que describe la escandalosa fiesta a beneficio de institutrices menes-
terosas (¡a fin de cuentas, todos estos pasaj es aparecen en la novela!) y que
satiriza, de la manera más mordaz, la incompetencia y simple estupidez
del gobernador general Von Lembke y su cohorte administrativa , así como
(anticipándose soberbiamente a nuestra propia época) a la desastrosa "ele-
gancia radical" de su esposa. Aún no se había tomado ninguna decisión
acerca de la confesión de Stavroguin y no se había recibido la última pala-
bra hasta el regreso de Kátkov, cuando ya iba a imprimirse el número de
noviembre. El veredicto fue definitivo y negativo : ¡el capítulo no aparece-
ría' (De hecho, permaneció empolvándose entre los documentos de Dos-
toievski, y sólo salió a la luz en 1922.)
Mientras tanto, Dostoievski había continuado escribiendo, en la supo-
sición de que el capítulo -piedra de toque de toda la obra según su con-
cepción original- sería incluido. Ahora sólo le quedaban unas cuantas
4() lbid., p 487.
41
/bid, p. 254; 9 de octubre de 1872.

58 ... UN NUEVO CO MI ENZO


semanas para salvar lo que pudiera salvarse de su novela, dada la falta de
esta sección. En realidad , la versión publicada por la revista contiene pa-
sajes que permiten barruntar la confesión , y que Dostoievski sólo suprimió
cuando la novela apareció en forma de libro. Aunque éste no es el lugar
apropiado para analizar los textos variantes de Los demonios, una adición
de último minuto tiene tal importancia que no es posible pasarla por alto.
Concierne al actual capítulo 7 de la tercera parte, "Última peregrinación
de Stepan Trofímovich", que originalmente no contenía la escena en que
el moribundo idealista liberal escucha una lectura del pasaje crucial de
San Lucas. Empleado asimismo como epígrafe de la novela, este pasaje
describe a un hombre poseído por demonios , que luego penetran en una
piara de cerdos y se ahogan en el mar, mientras el paciente , curado , va a
sentarse a los pies de Cristo. Después de oír este texto y bajo su influen-
cia, Stepan Trofímovich, con remordimiento de conciencia, decide aceptar
la culpa de haber infestado el cuerpo político ruso con "los demonios".
Es muy posible que ese reconocimiento de culpa le hubiese estado ori-
ginalmente reservado a Stavroguin, pero, despojado del capítulo de la con-
fesión, bien pudo sentir Dostoievski que su personaj e estaba demasiado
poco desarrollado, psicológica e ideológicamente, para que tal reconoci-
miento tuviese validez artística. Sea como fuere , lo que restaba de la novela
fue impreso en los números de noviembre y diciembre de El Mensajero Ruso,
y causó una tempestad de insultos y recriminaciones en la prensa radical y
progresista. Como lo dijo muy discretamente Anna, mirando con sereni-
dad al turbulento pasado: "Debo decir que Los demonios tuvo un éxito enor-
me entre el público lector pero al mismo tiempo le valió a mi esposo una
enorme cantidad de enemigos en el mundo literario''. 42

Durante todo este tiempo, los Dostoievski habían estado viviendo al día
gracias a los anticipos de Kátkov, y al concluir Los demonios se agotó esta
fuente de ingresos. Anna pensó en contribuir a los fondos de la familia vol-
viendo a su antiguo empleo de estenógrafa , y consiguió un testimonio de
su capacidad de manos de su maestro , el profesor Oljin, quien inicialmen-

42 Anna Dostoevsky, op. cit., p. 206.

UN RETORNO APACIB LE ... 59


te la había recomendado a Dostoievski. Habiéndose enterado por su her-
mano de que se necesitaba una estenógrafa para una especie de conferen-
cia en las provincias occidentales, solicitó el puesto temporal y fu e aceptada;
sin embargo , el plan se frustró cuando surgió la cuestión de las disposicio-
nes que habría que tomar respecto a su viaje y su alojamiento.
Uno de los amigos de su hermano , un muchacho impetuoso y un tan-
to desaliñado , conocido entre sus amigos como "el bárbaro asiático" (pro-
cedía del Cáucaso) , también asistiría a la conferencia y fue invitado por el
hermano de Anna a dar a Dostoievski mayor información sobre el aconte-
cimiento . Según resultó, Dostoievski era el ídolo literario del "bárbaro asiá-
tico", quien al punto se ofreció a viajar con Anna Grigórievna para protegerla
de posibles incomodidades. Asimismo , como respuesta a una pregunta
acerca de los hoteles apropiados, se ofreció a cambiar sus planes y a residir
donde viviera Anna. Al oír esto, Dostoievski dio un puñetazo sobre la mesa
con tal fu erza que rompió una taza de té , se puso en pie de un salto, se
echó el abrigo sobre los hombros y salió fu rioso del departamento. Anna lo
persiguió , preocupada por una posible crisis y también indignada ante aquel
ataque de celos. Finalmente, logró aplacarlo hasta hacerlo avergonzarse de
tan injusto insulto a su propia fidelidad y a su preocupación por la felici-
dad de la familia. La velada terminó con la promesa de Dostoievski de no
volver a ponerse celoso (promesa que le resultó imposible cumplir) y con
algunas bromas de Anna, quien confiesa que "nunca pude estar enojada
largo rato con él". De todos modos, cualquiera que fuese la promesa de
Dostoievski, Anna sabía que sus emociones fácilmente podían desatarse, y
"después de este episodio, comprendí que yo no podría aceptar ningún
nuevo empleo". Incapaz de soportar su ausencia , Dostoievski inevitable-
mente iría a buscarla, "habría una escena escandalosa", se gastaría dinero y
todos los ahorros de Anna serían inútiles .43
A pesar de todo, Anna no era persona que abandonara una idea , y es-
taba dispuesta a ayudar a su marido a aumentar el ingreso familiar. Surgió
una nueva oportunidad cuando Dostoievski empezó a buscar editor para
la venta de los derechos de Los demonios como volumen independiente.
Había esperado cosechar una suma considerable, pero la lluvia de críticas
desfavorables redujo el valor de la novela en el mercado, y las ofertas que
recibió fueron ridículas para una obra importante de un autor célebre. En-

41
Tbicl., pp 209-210.

60 .. UN NUEVO COMIENZO
torrees, Anna y él decidieron publicar el libro por su cuenta , realizando así
finalmente un sueño que Dostoievski había acariciado desde mediados de
los cuarenta. Por entonces le había mencionado esa idea a su hermano ma-
yor Mijaíl, y él y Anna habían hablado del mismo sueño durante sus años
de miseria en el extranj ero . Sin embargo , es imposible imaginar que Dos-
toievski se hubiese lanzado a semejante empresa sin el apoyo entusiasta de
Anna. El proyecto era financieramente arriesgado y podía hundirlos más
aún en deudas. Publicar en Rusia , como Dostoievski bien lo sabía por triste
experiencia , era echarse una soga al cuello , y varios amigos les advirtieron
que no se metieran imprudentemente en tan peligrosas aguas. Pero las re-
compensas eran irresistiblemente tentadoras y, lo que es de mayor impor-
tancia, para entonces Dostoievski sentía un sano respeto hacia la capacidad
y los recursos de Anna como mujer de negocios.
Con justificado orgullo , Anna describe en sus Reminiscences cómo hizo
preguntas supuestamente desinteresadas e inocentes a libreros e impreso-
res acerca de costos , descuentos, etc., ocultando cuidadosamente sus ver-
daderos propósitos , y recabó toda la información necesaria acerca de los
secretos del oficio. Entonces, los Dostoievski se lanzaron a publicar por su
cuenta y riesgo Los demonios; compraron el papel, pagaron la impresión y
la encuadernación y publicaron una edición de tres mil quinientos ejempla-
res. Cuando un anuncio aparecido en Galos (La Voz) puso al público al tanto
de su empresa, la campanilla de su departamento empezó a tocar incesan-
temente. Anna dirigió todas las negociaciones con los compradores, quie-
nes inmediatamente trataron de aumentar el descuento que se hacía a los
libreros. Pero ella se mantuvo firme en veinte por ciento, salvo para un gran
pedido de las provincias , al que le concedió el treinta por ciento. Los Dos-
toievski se iniciaron así como empresa editorial. Ésta fue , como escribe
Anna con satisfacción, "la piedra de toque de nuestra actividad editora
conjunta y, después de la muerte de [Fiódor Mij aílovich] , de mi propia la-
bor, que continuó durante treinta y ocho años". Al agotarse su primera edi-
ción, habían obtenido una ganancia de cuatro mil rublos, que compensaba
con creces lo que habían perdido cuando "dos o tres estafadores se aprove-
charon de mi inexperiencia como editora".-+-+ Así, Dostoievski dejó de ser lo
que antes se había llamado a sí mismo: "un proletario de la literatura" que
para subsistir dependía por completo de los salarios de miseria que paga-

44
Ibid., pp 214 y 220

UN RETORNO APACIBLE ~ 61
ban editores y directores de revistas, aunque nunca logró la total indepen-
dencia de que gozaban sus colegas aristócratas.
Sin embargo , mucho antes de meterse a editor o de soñar siquiera con
llegar a serlo, Dostoievski había pensado en otro medio de salvarse de su
humillante servidumbre literaria. En su correspondencia desde el extranje-
ro había mencionado varias veces la idea de una nueva clase de publica-
ción periodística que deseaba crear, y hasta incluyó esa idea en el contexto
de Los demonios. Liza Drozdova, deseosa de ser "útil" a su patria, le habla a
Shatov acerca de su plan de un almanaque anual que sería una selección
de hechos acerca de Rusia, pero elegidos todos ellos de tal manera que
transmitiesen "una intención, un pensamiento que iluminara todo, todo en
conjunto" (v. 10 , pp. 103-104). Ya desde 1864-1865 , Dostoievski había es-
crito notas para una publicación bisemanal que se llamaría Zapisnye Knigi
(La Libreta). Éste es, sin duda, el origen del que llegó a ser su Dnevnik Pisatel-
ya (Dimio de un escritor); y su esposa nos dice que por entonces estaba
pensando en la posibilidad de iniciar semejante publicación. Pero temió
comenzar porque los riesgos económicos eran mayores aún que los de lan-
zarse a editar.
La inclusión de Dostoievski en el círculo de Meshcherski, empero, ya
lo había llevado a sugerir la publicación de un almanaque anual a la mane-
ra de Liza Drozdova como suplemento de El Ciudadano, que contendría
colaboraciones suyas y de otros, y en octubre ya había aparecido un anun-
cio de ese suplemento. También participó en discusiones y en revisiones
de artículos escritos por Meshcherski durante las reuniones del miércoles
por la noche en casa del príncipe. En efecto , gradualmente fue convirtién-
dose en miembro de la junta editorial de la revista, y cuando surgió una
crisis editorial en el invierno de 1872-1873, fue natural que él, el célebre
escritor, ahora liberado de la carga de su novela, fuese la persona a la que
todos recurrieran en el momento difícil.
G. K. Gradovski, el editor moderadamente liberal a quien el príncipe
Meshcherski había contratado por un periodo de dos años, resultó menos
dócil de lo que había esperado su patrón. Se mostró cada vez más renuente
a la intervención del príncipe en asuntos editoriales, y en el otoño de 1872
le anunció que renunciaría a menos que se dejara la publicación entera-
mente en sus manos. Meshcherski no era hombre para someterse a seme-
jante ultimátum, y la cuestión de quién debía remplazar a Gradovski se
convirtió en tema incesante de conversación en el círculo durante todos

62 .... UN NUEVO COMIEN ZO


los meses siguientes. No está claro si el novelista -como afirma Mesh-
cherski- se ofreció de pronto una noche a ocupar el puesto o si, como
escribe Anna, finalmente cedió a las instancias del príncipe; pero el 17 de
diciembre, Maikov mencionó en una carta que Dostoievski sería el nuevo
jefe de redacción. Su salario se fijó en una suma modesta de tres mil rublos
anuales, aunque también se le pagarían, espaciadas, todas sus propias co-
laboraciones. La minuciosa Anna calcula que su ingreso como director de
la revista fue de cinco mil rublos anuales. De este modo , por primera vez
en su vida literaria podía contar Dostoievski con un ingreso regular, y apar-
te de esta considerable ventaja tenía ahora la oportunidad de experimentar
con su idea del Diario de un escritor. Por añadidura , después de su largo
alejamiento del escenario literario ruso , que sólo había podido divisar des-
de la lejana Europa , indiscutiblemente le encantó la oportunidad de hacer
oír directamente su voz sobre todas las cuestiones socioculturales que afron-
taba su país, sometido a continuas dificultades.
Sin embargo, antes de que ocupara la dirección, su nombramiento re-
quería la aprobación de las autoridades de prensa. Como ex presidiario,
Dostoievski seguía bajo vigilancia policiaca, y también se necesitaba la
aprobación de la Tercera Sección (como se llamaba a la policía secreta).
Replicando prudentemente que "no asumirían la responsabilidad de la fu-
tura actividad de esta personalidad en el puesto de un director de publica-
ciones", estas autoridades se inclinaron ante las afirmaciones del círculo de
Meshcherski de que "Dostoievski como novelista ha expiado plenamente
el haber sido un delincuente político en 1848".45 El 20 de diciembre fue
confirmado como jefe de redacción de El Ciudadano, lo que , como después
lo sabría para su pesar, significaba que él y no el príncipe Meshcherski se-
ría considerado legalmente responsable de toda infracción a las leyes de
prensa. En el último número de 1872 de la revista, un anuncio que ocupa-
ba dos páginas y remplazaba el habitual artículo de fondo proclamaba que
F M. Dostoievski se encargaría de la dirección a partir del 1° de enero de
1873 . Comenzaba así una nueva fase de su actividad literaria, cuyos ines-
perados giros y cambios ideológicos sorprenderían tanto a sus amigos
como a sus enemigos durante los siete años que le quedaban de vida.

45
PSS, vol 29, libro 1, pp. 121 y362.

UN RETO RN O APAC IBLE ~ 63


III. Grazhdanín: El Ciudadano

EL 10M BRAM l E 1To de Dostoievski como director de El Ciudadano le produ-


jo, indiscutiblemente, gran satisfacción tanto en lo práctico como en lo
personal. Pero sus responsabilidades resultaron mucho mayores de las pre-
vistas, en parte por sus propias y exigentes normas literarias y en parte por-
que la continua intromisión del príncipe Meshcherski lo irritaba tanto
como había irritado a Gradovski. En las memorias que escribió más avan-
zada su vida, el príncipe declaró que nunca había encontrado a "un con-
servador tan firme y absoluto como Dostoievski". 1 Aunque esto pueda ser
cierto respecto a su relación con la monarquía rusa, a la que consideró sa-
crosanta e inmutable por estar tan profundamente arraigada en los senti-
mientos del pueblo, indudablemente no era cierto al tratarse de todos los
asuntos de la vida social ante los que El Ciudadano tomó una actitud, se-
mana tras semana.
Meshcherski era sarcásticamente conocido en los círculos radicales
como el Príncipe Punto Final (tochek, punto al final de un texto) , después
de haber declarado categóricamente en uno de sus artículos que "es nece-
sario llevar las reformas fundamentales [iniciadas por Alejandro II con la
liberación de los siervos en 1861] a un punto final".2 Sin embargo, Dos-
toievski había sido y seguía siendo firme partidario de tales reformas, que
le parecían decisivas para mantener la estabilidad interna de Rusia, cuales-
quiera que fuesen sus deficiencias en la práctica. Por ello , era inevitable un
choque de opiniones entre él y el príncipe. Además, pronto descubriría
que no estaba, como probablemente le habían hecho creer, enteramente a
1
V P lvleshcherski , Moi \/ospominani_va, rnl. 2, San Petersburgo , 1898, p 179 .
2
D\/S, vo l. 2, p 512.

64 ..
cargo de la revista , y su tarea de director fue aún más complicada por la
dificultad de cumplir con las fechas de entrega dado que las pruebas de
galeras de cada artículo habían de contar con la aprobación de Meshcher-
ski, además de la suya propia.
Aparte de las constantes molestias inherentes a tal situación, que agita-
ban su temperamento irascible, es claro que había subestimado gravemen-
te la cantidad de tiempo y de energía necesaria para dirigir una publicación
semanal (su experiencia anterior había sido con una mensual). La simple
tensión física y nerviosa resultó mucho mayor de lo que había previsto, y
se encontró escribiendo apresuradamente hasta los artículos de su colum-
na , el Diario de un esc1itor, en el último momento mientras trabajaba en la
imprenta leyendo las galeras del número en el que había que incluirla. Sin
embargo, por muy agotador que fuera, su puesto de director volvió a po-
nerlo en contacto directo con los problemas que abrumaban a la sociedad
rusa, y le dio un nuevo atisbo de la intelligentsia joven de los setenta, que
estaba modificando las ideas de la generación anterior en formas que le
parecieron inesperadamente apreciables.

La aparición de Dostoievski en las oficinas editoriales de El Ciudadano para


hacerse cargo de sus nuevas funciones quedó registrada en las mejores me-
morias escritas acerca de él. Varvara V Timofeieva, joven de 23 años con
ambiciones literarias, escribía por entonces una columna acerca de los
acontecimientos socioculturales en la publicación radical Iskra (La Chispa)
y trabajaba como correctora de pruebas en la imprenta que producía El
Ciudadano, para complementar sus muy escasos ingresos . Más avanzada su
vida, publicó novelas y cuentos, uno de los cuales le valió una favorable
mención de Tolstoi, y en 1904 escribió sus recuerdos, basados en su cua-
derno de notas. Su retrato es particularmente valioso por la inteligencia y
sensibilidad de sus observaciones y porque, al trabajar juntos, entre ellos
se desarrolló una intimidad personal e intelectual que le permitió a Dos-
toievski, habitualmente taciturno y reservado, hablar libremente de una
manera insólitamente autorreveladora. Así, Timofeieva nos ofrece un cua-
dro notable de Dostoievski, no sólo de su personalidad sino también de lo
que podría llamarse su fisonomía ideológica en aquella época de su vida, y

GRAZHDANIN: EL CIUDADANO ~ 65
los comentarios de ella ayudan a definir el ambiente sociocultural al que
por entonces Dostoievski estaba reaccionando y respondiendo .
Por la imprenta había corrido el rumor de que Dostoievski sería el si-
guiente director de El Ciudadano, y Timofeieva - para quien, a pesar de
Los demonios, seguía siendo el ídolo literario que había escrito Humillados y
ofendidos y La casa de los muertos- apenas podía contener su emoción. La
idea de que pronto estaría en su presencia la llenaba de gozo y de un temor
reverencial: "En este momento , llegaría aquí el célebre autor de Pobres gen-
tes y de La casa de los muertos, el creador de Raskólnikov y de El idiota
-llegaría , y a mí me ocurriría algo extraordinario, algo nuevo .. .- . Des-
pués nada volvería a ser como hoy". Su primera ojeada de su ídolo , sin
embargo , demostró que "mi propia imaginación me había pintado un cua-
dro totalmente distinto , que no se asemej aba en nada a lo que tenía ante
mí". Lo que vio fu e a un hombre de edad mediana "muy pálido - con una
palidez cetrina , enfermiza- y que parecía muy cansado y tal vez enfer-
mo". Estaba allí

con un rostro sombrío , exhausto, cubierto como con una red por una especie
de tonos desusadamente expresivos, causados por un movimiento tensamen-
te reprimido de los músculos. Era como si cada músculo de este rostro de
mejillas hundidas y frente amplia y alta estuviera vivo, animado de sentimien-
to y pensamiento . Y estos sentimientos y pensamientos luchaban irresistible-
mente por salir a la superficie, pero no les estaba permitido por la voluntad
férrea de este hombre frágil y al mismo tiempo sólido, tranquilo y sombrío,
de hombros anch os.3

Si la apariencia de Dostoievski no coincidió con la imagen preconcebi-


da de Timofeieva, tampoco correspondió al principio su conducta. Esa
primera mañana , el creador de obras llenas de simpatía y compasión por
los demás le dio la mano con toda cortesía a su correctora de pruebas, in-
clinándose ligeramente, tras una presentación formal. "Su mano era fría,
seca y como carente de vida. En realidad , ese día todo en él parecía sin
vida: laxo, como carente de todo movimiento, con voz apenas audible y
ojos opacos que se fijaron en mí como dos puntos inamovibles ." Silencio-
samente , se sentó ante su escritorio y leyó pruebas durante una hora sin

l lbid' p 139.

66 ... UN NUEVO COMIENZO


proferir una sola palabra; hasta su pluma se movía silenciosamente sobre
las pruebas mientras hacía correcciones. Timofeieva, que también estaba
corrigiendo pruebas, se sintió subconscientemente perturbada por aquella
presencia impasible: "Tal vez por causa de esta mortal inmovilidad, de pron-
to sentí que me abrumaba cierta timidez antinatural". 4
Una impresión muy similar produjo Dostoievski sobre Mijaíl A Aleksan-
drov, el encargado de imprimir en la planta. Sus recuerdos, publicados en
1892, son de especial interés porque transmiten las impresiones de un tra-
bajador sumamente hábil y culto, pero que carecía de una educación supe-
rior y, por tanto, era un subordinado en la jerarquía social rusa. Aleksandrov
escribe que "bajo la influencia de mis primeras impresiones, descubrí que
Fiódor Mijaílovich era una persona recelosa y desconfiada. Noté, por ejem-
plo, que al hablar conmigo me dirigía una mirada escrutadora directamen-
te a los ojos o, en general, a la cara; sin evitar que se cruzaran nuestras mi-
radas, no se apresuró a desviar la suya ni a dirigirla a algún otro; se sentía
uno incómodo bajo el efecto de esta mirada silenciosamente inquisitiva". 5
Después, ya más familiarizado con Aleksandrov (así como con Timofeie-
va), Dostoievski dejó de emplear esta mirada escrutadora e inquietante.
Aleksandrov también hace un sagaz intento por analizar esta mirada
como algo más que una simple manía personal. No siendo un miembro de
la intelligentsia, Aleksandrov usa su intuición para captar cómo era general-
mente percibido Dostoievski (o cómo pensó que era percibido) por aque-
llos que no sabían nada de él, salvo de oídas. Notando que era "particular-
mente desconfiado en relación con la gente ordinaria que no conocía",
.-.\leksandrov explica esta actitud en parte por su temor a ser considerado
tan sólo como un ex presidiario y, por ello , a ser tratado con poco respeto
as cursivas son mías). "Como resultado de ello - continúa Aleksan-
drov- , Fiódor Mijaílovich consideraba necesario mostrarse estricto en sus
relaciones con aquellos cuyo modo de pensar le era totalmente desconoci-
o, y sólo más tarde , cuando se convencía de que no había ningún prejui-
cio vulgar contra él, empezaba a confiar en aquellos a quienes había exa-
minado de esa manera, grado de confianza que, sin embargo, variaba." 6
_-\unque Dostoievski era bien conocido (y mal afamado) por lo atrabiliario
e su carácter, que sólo se agravó después de Siberia por los efectos demo-
, Ibid., p. 140.
' Ibid, p 256 .
- Ibid, p. 25 7.

DANIN: EL CIUDADANO ... 67


ledores de la epilepsia sobre sus nervios, las observaciones de Aleksandrov
añaden muy plausiblemente una dimensión sociopsicológica a lo que sue-
le ser considerado tan sólo como una característica personal.
Si tan extrema desconfianza ante la "gente ordinaria" fue el resultado
de una incertidumbre, su reserva ante miembros de la joven intelligentsia
como Timofeieva brotaba, precisamente, de la causa opuesta. Después de
las críticas a Los demonios en la prensa radical y progresista, Dostoievski
podía estar prácticamente seguro de que se le miraría, si no con abierta
hostilidad, ciertamente con disgusto y repulsión, como renegado de las filas
radicales. Alguien como la joven Timofeieva, estaba seguro, compartiría
algunos de los sentimientos expresados en todas las palabras personalmen-
te hirientes que se habían lanzado contra él, y ella misma confirma esta
idea de su desconfianza.

En los círculos literarios liberales [escribe Timofeieva] y entre la JUVentud


estudiosa, con quien yo estaba algo familiarizada, sin ninguna ceremonia se
decía que "había perdido la chaveta", o -más delicadamente- que era "un
místico" o un "anormal" (lo que, en aquellos días, significaba lo mismo). Ésta
era la época en que ya había cesado el escándalo del juicio de Nechaev y la
publicación de Los demonios en El Mensajero Ruso. Nosotros, los jóvenes, ha-
bíamos leído los discursos de los notables abogados en La Voz y en las Noti-
cias de San Petersburgo, y la novela de Dostoievski nos pareció, entonces, una
caricatura monstruosa, una pesadilla de éxtasis místicos y de psicopatolo-
gía ... Y después de que el autor de Los demonios aceptó la dirección de El
Ciudadano, muchos de sus amigos y admiradores se volvieron contra él, de
una vez por todas. 7

Aun dejando aparte tales rechazos ideológicos, Dostoievski demostró


ser un director severo y exigente, e hizo muy poco (en realidad, todo lo
contrario) por ganarse a sus subordinados. En efecto, puso en claro que
deseaba que sus órdenes fuesen obedecidas sin cuestionarlas aun cuando,
como a veces resultó, fuesen irrazonables o imposibles de cumplir. Durante
las primeras semanas, cuando él y Timofeieva apenas habían intercambia-
do unas cuantas frases sobre cuestiones editoriales, ella se atrevió una vez a
señalar una falla de la gramática rusa en su texto. Él respondió airadamen-

7
!bid, p. 140.

68 ... UN NUEVO COMIENZO


te: "¡Cada autor tiene su propio estilo y por tanto su propia gramática! ¡No
me importan las reglas de ningún otro!" 8 Se ponía tan irritable por tales
minucias que Timofeieva prefirió quedarse en paz, y una vez dejó pasar
una referencia errónea de Dostoievski a una novela de Herzen cuando evi-
dentemente pretendía citar una de Chernishevski. Cuando él criticó su
"distracción", ella le explicó, con retintín, que había temido hacer un cam-
bio por la insistencia de él en que "todo debe quedar como aparece en sus
pruebas [ ... ] Fiódor Mijaílovich me miró con desconfianza , sin decir pala-
bra. Tal vez por esto comprendió que, para mí , el espíritu mismo de su
Diario era algo ajeno y antipático. Y en parte tenía razón''. 9 El error, instan-
táneamente notado por los columnistas hostiles que analizaban cada pala-
bra de Dostoievski con una lupa, fue considerado otro ejemplo más de su
debilidad mental.
Al principio tanto a Timofeieva como a Aleksandrov les resultó difícil
adaptarse a la severidad y arrogancia de las exigencias y los modales de
Dostoievski. En especial para Timofeieva, acostumbrada a la camaradería
informal del ambiente periodístico radical, su actitud dominante fue una
sorpresa desagradable y decepcionante: "Ni su tono perentorio, al cual no
estaba yo absolutamente acostumbrada, ni sus minuciosas e insatisfechas
observaciones y su exasperada ansiedad por una coma mal puesta coinci-
dían con mi imagen del escritor como hombre, el escritor como doliente, el
escritor como vidente del corazón humano''. 10 De hecho, Timofeieva se sintió
profundamente escandalizada por un episodio en que intervino Aleksan-
drov (éste también lo registra, pero con más benevolencia). Fue este inci-
dente -observa Timofeieva- el que movió al supervisor alemán de la
planta a comentar con desdén que el gran escritor no era menos arrogante
que el príncipe Meshcherski, de mala fama entre los trabajadores por sus
vociferantes insultos.
El incidente tuvo que ver con un cambio de último minuto en las prue-
bas que Dostoievski pidió hacer cuando la revista ya entraba en prensa.
Había llegado una noticia que, pensó él, daría mayor vida al artículo y, así,
suprimiendo unos cuantos renglones , le dio instrucciones a Aleksandrov
de que los remplazara con la última novedad. Aleksandrov replicó que no
8
Ibid., p. 142. La cuestión era saber sí había que colocar siempre una coma antes del pro-
nombre relativo "que" (chto), que Dostoievski a veces omitía.
9
Ibid, p. 143.
10
Ibid., p. 142.

GRAZHDANIN: EL CIUDADANO ~ 69
podía hacerlo sin rehacer ocho páginas, y este trabajo extra podía dejar
incumplido el plazo de entrega. Enfurecido ante esta razonable respuesta,
Dostoievski le gritó a Aleksandrov "como un terrateniente" (pro-barski) que
hiciera el cambio de una manera u otra: '"Sea en la pared o en el techo,
deseo [esto] impreso', vociferó, y [según narra Timofeieva], 'su rostro se
puso blanco y sus labios temblaron espasmódicamente' ". Aleksandrov
contestó que no era capaz de hacer semejantes milagros, y ante esta irónica
respuesta, que pudo considerarse insolente, Dostoievski bramó que necesi-
taba un personal que pudiera cumplir sus instrucciones al pie de la letra
"con devoción perruna". (Timofeieva se sintió profundamente ofendida
por esta frase.) Si Aleksandrov no cumplía sus órdenes, él encontraría a
alguien más cumplido. Allí mismo garrapateó una nota -que le entregó
a la silenciosa y asombrada Timofeieva para que la transmitiera-, exigien-
do que Aleksandrov fuese inmediatamente despedido. Pero la inserción
fue desechada, la nota nunca pasó a manos de la persona encargada y en
adelante jamás se habló de despedir a Aleksandrov. 11
Dostoievski era propenso a esas súbitas explosiones de incontenible
rabia, durante las cuales no podía dominar su conducta ni sus palabras, y
en la planta lo conocían como el serdityi (el furibundo o airado). Empero, en
él había algo más, como lo explica Aleksandrov, algo distinto de la habitual
arrogancia de clase alta con que alguien como él invariablemente tropeza-
ba al ejercer "mi modesta profesión". Y así, pese a la rudeza de Dostoievski,
Aleksandrov fue "inspirado con la valentía de pedirle un favor". Los demonios
acababa de ser publicado en forma de libro, y en las oficinas de la imprenta
se conservaban ejemplares para venderlos a los suscriptores de El Ciudada-
no con un descuento. Aleksandrov sentía curiosidad por la obra, que, se-
gún había oído decir, "rebosaba desprecio de todo lo que por entonces se
llamaba liberalismo ruso", pero no podía permitirse comprar un ejemplar.
Su favor consistió en pedir autorización para tomar uno prestado. Dostoiev-
ski escuchó en silencio esta petición y, probablemente sintiendo cierto re-
mordimiento, sin vacilar un instante le dijo que tomara un ejemplar como
regalo.12 Pocos meses después, Aleksandrov le llevó un artículo que había
escrito acerca de sus días de escuela, como aportación a la interminable
discusión que por entonces había estallado sobre cuál sería la mejor mane-
ra de educar al pueblo (discusión grandemente estimulada por las ideas de
11
Ibid., pp 163-164.
12
Ibid., p. 264.

70 .. UN NUEVO COMIENZO
Tolstoi y por el ejemplo dado por su escuela para niños campesinos, fun-
dada en Yasnaia Poliana en 1862). Al día siguiente, Dostoievski le dijo a
Aleksandrov que su artículo sería publicado en El Ciudadano y lo apremió
a seguir escribiendo. Desde entonces, siempre se dirigió a Aleksandrov, en
broma pero respetuosamente, como su colega escritor. Y cuando en 1875
estaba en los preparativos para publicar su Diario de un escritor en forma
independiente, tuvo buen cuidado de colocar a Aleksandrov a cargo de su
producción.

Las relaciones de Varvara Timofeieva con Dostoievski fueron mucho más


complicadas y sólo gradualmente logró ella superar la hostilidad que le
causaba su helada reserva, así como sus oscilaciones entre su pasada reve-
rencia y su actual desengaño. El hielo se rompió muy tarde , una noche en
que estaban sentados juntos, casi solos en la imprenta desierta, leyendo las
pruebas de un artículo en su Diario. Estaba dedicado a una exposición de
pintura que se efectuaba en Petersburgo (volveremos a este artículo en el
capítulo v, "El Diario de un escritor, 1873: I", pp. 125-143), y a Timofeieva
le llamó la atención el análisis de una pintura en particular, obra del cono-
cido pintor N. N. Ge , llamada Una velada misteriosa. Se refería, en realidad,
a la Última Cena, pero este trascendental acontecimiento estaba pintado
como si hubiese ocurrido en el San Petersburgo actual, y precisamente por
esta razón la obra era una favorita de los radicales. Timofeieva indica el
punto de vista de los radicales cuando habla de que "todos los apóstoles
que hay en el cuadro [son mostrados] como si fueran 'socialistas' actuales,
y Cristo -según lo vemos- como un hombre bueno y sencillo con un
temperamento extático', y judas como el más ordinario espía o agent provo-
cateur, recibiendo el pago por su denuncia".13
El artículo de Dostoievski criticaba la reducción del gran tema cristia-
no a un día en la vida de un radical ruso, y Timofeieva lo cita así, no muy
literalmente: "¿Dónde podemos encontrar aquí los dieciocho siglos del
cristianismo? ¿Dónde está la idea, inspiradora para tantas personas, tantas
mentes y corazones? ¿Dónde está el Mesías, el Salvador prometido al mun-
do ... dónde está Cristo7" 14 Como la mayoría de los jóvenes radicales de los
13 Ibid , p 144.
14
Idem.

GRAZHDAN/N: EL CIUDADANO
setenta, Timofeieva había llegado a responder a los valores morales del
cristianismo, y ahora se dejó arrastrar por la pasión de la elocuencia de
Dostoievski, que despertó en ella recuerdos de la reverencia a Cristo que,
durante su niñez, había recibido de su madre, "una mujer de fe ardiente,
que a veces sufría por mi 'incredulidad'. De pronto -recuerda-, sin que
yo misma supiera por qué, me sentí irresistiblemente deseosa de contem-
plarlo ... Fiódor Mijaílovich me miró intensamente y muy de cerca, con
una expresión que parecía indicar que había estado observándome duran-
te algún tiempo y esperando que yo volviera a él mi mirada" .15 El rostro de
la muchacha debió mostrar a Dostoievski que ella se había conmovido ,
aunque ninguno de los dos pronunciara palabra; y cuando, mucho des-
pués de medianoche, ella se acercó a despedirse, él se levantó, la tomó de
las manos y le habló tiernamente, casi como un padre, mientras la conducía
hasta la puerta. "Hoy te esforzaste -le dijo, solícito-. Vete a casa y duer-
me bien. ¡Cristo sea contigo! Toma un carruaje, no camines. Algún borra-
cho podría insultarte. "16 De todos modos, Timofeieva sí caminó esa noche
hasta su casa, llena del exuberante gozo de haber encontrado al fin al que
sentía que era el verdadero Dostoievski, aquel cuyos libros la habían con-
movido tanto, al verlo finalmente iluminado por la potencia de su pensa-
miento y la profundidad de sus sentimientos.
La actitud de Dostoievski hacia su correctora de pruebas se modificó
desde entonces, y aunque siempre estuvo sometido a súbitos cambios de
humor en que se retraía bruscamente, sus relaciones con Timofeieva se
volvieron más relajadas, abiertas y amistosas. Empezó a tomar un interés
personal en ella y una vez le preguntó qué deseaba hacer en la vida. ¿Por
qué estaba en Petersburgo , para empezar? ¿Por qué estaba trabajando en la
planta? Ella contestó que deseaba estudiar y aprender, que pasaba todo su
tiempo libre en la biblioteca pública y que esperaba, con el tiempo, llegar a
escritora. Él le preguntó si consideraba que ésta era tarea fácil, y cuando
recibió una respuesta negativa, le dijo: "De las escritoras en el mundo sólo
hay una digna de ese nombre: George Sand. ¿Podrás llegar a ser alguien
como George Sand7" Paralizada por ese desafío, la pobre muchacha sólo
pudo balbucear: "¡Quiero escribir! Siento la necesidad ... ¡sólo para eso vi-
vo!" Ante estas apasionadas palabras él respondió "seriamente" que sin
duda debía ella buscar su meta, y le dio ciertos consejos, confirmados sólo
15
Ibid., p 145.
16
Ibid, p. 146.

UN NUEVO COMIENZO
_arcialmente por su propia práctica: "Nunca inventes un tema o una intri-
a. Toma lo que la vida te dé. La vida siempre es más rica que todas nues-
rras invenciones". 17
Dostoievski volvió muy a menudo a tales temas literarios en sus con-
-ersaciones con Timofeieva. Una vez le advirtió contra seguir a los jóvenes
escritores populistas en su uso excesivo de palabras o expresiones dialecta-
~es: en otra ocasión, disputaron al hablar acerca del pasado. Aunque los
_ pulistas ya no aceptaban la moral utilitaria del decenio de 1860 , conti-
uaban reverenciando a quienes en un momento habían levantado en su
nombre la bandera de la revolución. Cuando Dostoievski se lanzó a hacer
na acerba crítica de un poema de Nikolái Dobroliubov, diciendo que era
el típico producto de un "seminarista", lleno de falsedad y de retórica vana,
pudo ver que estaba pisoteando a un autor consagrado para Timofeieva.
-·r ero, lo siento' -añadió sarcásticamente, mirándome, de paso-, 'parece
que acabo de ofenderte ... bueno ¡qué hemos de hacer! No puedo pensar
de él de otra manera! "' Timofeieva comenta que "en el tono y en las pala-
bras de Dostoievski oí por vez primera algo personal, como el eco lejano de
sus querellas con el bando enemigo".18
Tales altercados con sus adversarios de los sesenta aún escocían, pero
la. actitud de Dostoievski hacia su propia generación de los cuarenta era
más ambivalente. Este contraste es claro en Los demonios, donde el amable
réprobo Stepan Trofímovich Verjovenski es tratado con mucha más bene-
rnlencia que su fríamente implacable hijo Piotr. Dostoievski nunca recha-
=ó por completo la herencia de los cuarenta. Una vez, mientras él y Timo-
eieva estaban leyendo las pruebas de un artículo de Nikolái N. Strájov
bre la historia de la filosofía alemana de Edward Zeller, de pronto se val-
ió hacia ella y le dijo: "¿Quieres ser una mujer realmente culta?" Habien-
do recibido una respuesta entusiasta y positiva, le dijo: "Ve a la biblioteca
pública y pide las Notas de la Patria de los años 1840-1845. Allí encontra-
rás una serie de ensayos sobre la historia del estudio de la naturaleza , por
Herzen. Aunque después, cuando se volvió materialista, rechazó su libro,
es la mejor de sus obras. Es la mejor filosofía, no sólo de Rusia sino tam-
bién de Europa". 19 Las Cartas sobre el estudio de la Naturaleza (1845) , de
_.\leksandr Herzen, escritas antes de partir exiliado a Europa , constituyen
1
Ibid. , p. 150.
'
iS Ibid., p. 179.
19
Ibid., p. 151.

GRA ZHDANIN : EL CIUDADA NO ... 73


una breve historia izquierdista-hegeliana del pensamiento moderno , colo-
cado en el contexto del ascenso de la ciencia y sus efectos sobre pensado-
res como Francis Bacon y René Descartes. Herzen pedía una síntesis entre
el materialismo (empirismo) y el idealismo, debido a que el creciente pre-
dominio del materialismo desde el Renacimiento hasta la Ilustración había
conducido a una "creciente afirmación del ego ... , [a] la atomización social
o, incluso , a la desintegración de la personalidad". 2º El autor de las Me-
morias del subsuelo y de Crimen y castigo seguía rindiendo homenaje a la
penetrante visión que traslucían tales observaciones, que tan bien concuer-
dan con los problemas dramatizados por sus propios personajes.
Otra conversación nos muestra la creciente afición de Dostoievski por
su simpática e impresionable (pero nunca enteramente sumisa) lectora de
pruebas con filiaciones populistas , cuya sinceridad, ambición literaria e
idealismo moral llegó a admirar. Cuando "le hablé de mis sueños y espe-
ranzas, de mis esfuerzos por crear para mí misma una actividad indepen-
diente que me gustara, de alcanzar mi meta soñada ... y de lo difícil que
era esto para una mujer", él escuchó atentamente y luego dijo que le haría
un cumplido: el cumplido de compararla con su primera esposa, María
Dimitrievna .
Una vez la había llamado, en una carta escrita hacía tiempo , "un caba-
llero medieval en ropa femenina", y más recientemente la había inmortali-
zado en Katerina lvánovna Marmeladova, muj er imperiosa e inolvidable-
mente conmovedora que aparece en Crimen y castigo. "Ella era - le dtjo a
la arrobada muchacha- una mujer con un alma elevada y orgullosa. Se
consumió , podría decirse , en la llama de este orgullo, en su anhelo por al-
canzar el ideal. Era una idealista en todo el sentido de la palabra . .. ¡¡Sí!! , y
tenía un corazón puro , y a veces era tan ingenua como un niño ." 21 Cuando
hubo empezado a ver a Timofeieva bajo esta luz , no es de sorprender que
Dostoievski se permitiera con ella una libertad de expresión que nos ofrece
algunos raros e insólitos atisbos de impulsiva autorrevelación .
Uno de tales atisbos es la descripción que hace Varvara Timofeieva de
cómo Dostoievski se le aproximó mientras ella leía un ejemplar del Torcua-
to Tasso, de Goethe. De pronto , Dostoievski empezó a recitar de memoria
uno de los monólogos del poeta-héroe de la obra , y declamó en tono ele-
20
Andrzej Walicki, A Hi sto1y of Russian Thought from the Enlightenment to Marxism, trad. de
Hilda Andrews-Rusiecka, Stanford , 1979, p. 133.
21
DVS, vol. 2, pp. 160-1 6 1.

74 ... UN NUEVO COMIENZO


vado: "No hay lugar en la Tierra en que yo me rebajara/En que pudiera
soportar tranquilamente un insulto".22 En otra ocasión, cuando su puesto
de director de El Ciudadano llegaba a su fin , empezó a hacer reminiscen-
cias de su pasado y recitó algunos de sus versos predilectos de la poesía del
connotado radical Nikolái Ogarev, versos en que el poeta, abriendo la Bi-
blia al azar, espera "Que caiga sobre mí por voluntad del destino/La vida,
el dolor y la muerte de un profeta". Continúa Timofeieva: "Fiódor Mijaílovich
se levantó entonces , avanzó hasta el centro de la habitación, y con ojos
llameantes y gestos inspirados -exactamente como un sacerdote frente a
un invisible altar sacrificial- recitó para nosotros [estaba presente otra
persona] "El profeta" de Pushkin, y luego algo de Lérmontov".* A Timo-
feieva le pareció que los poemas "no eran de Byron ni de Lérmontov sino
la propia confesión de Dostoievski. Hasta el día de hoy le oigo repetir dos
veces: 'Sólo sé ... que puedo resistir/ ... ¡Y puedo resistir! ' "23
También ante Timofeieva, durante un ataque improvisado contra los
peligros de que Rusia absorbiera las influencias europeas, rechazó categó-
ricamente la visión radical del pueblo ruso como "salvaje e ignorante"
comparado con las poblaciones europeas (opinión que por entonces había
pasado de moda entre los populistas).

Sí [dijo] nuestro pueblo es santo en comparación con los de allá ... , en Roma,
en Nápoles, en las calles, de la manera más vergonzosa me ofrecieron mucha-
chas, casi niñas. Vicios repugnantes, antinaturales ... y abiertamente, a la vista
de todos, y nadie se preocupó. ¡Trata de hacer eso entre nosotros! Todo nues-
tro pueblo lo condenaría , porque para nuestro pueblo ése es un pecado mor-
tal , pero allí. .. es una costumbre, un simple hábito , y nada más.

Cuando Timofeieva objetó que no era este aspecto el que trataban de


emular los admiradores de Occidente, Dostoievski replicó con rencor que
"no hay otro", que "Roma se hizo añicos porque empezó a trasplantar a
Grecia en ella; empezando con lujos, modas y varias ciencias y artes, ter-
mina con sodomía y corrupción general". Timofeieva preguntó entonces si

22
Ibid. , p. 156.
* El poema de Mijaíl Lérmontov es una traducción del "Farewell" de Byron, publicada inicial-
mente en 1859 y que luego apareció en una colección de traducciones de Byron por poetas rusos , en
1864. Dostoievski cita la versión original de la traducción de Lérmontov: Véase DVS, vol. 2, p. 517.
23 V P Meshcherski, Moi Vospominaniya, op. cit. , pp. 184-185 .

GRA ZHDANIN: EL CIUDADANO ~ 75


los pueblos debían levantar murallas chinas entre ellos, y Dostoievski, mi-
rándola con ira, contestó bruscamente: "¡Todavía no entiendes nada! " Todo
el resto del tiempo que estuvieron juntos guardó silencio, pero al día si-
guiente "una vez más, me confió sus pensamientos. Obviamente, sufría
por su aislamiento espiritual, por su sensación de no ser comprendido sino
mal interpretado, y descargó su corazón ante mí porque nunca dudó de
que, dijese lo que dijere, podía contar con mi comprensión". 24
Si Timofeieva objetaba lo extremo del antioccidentalismo de Dostoiev-
ski (aunque probablemente compartía su disgusto por la anteriormente
popular denigración del pueblo ruso por el pensamiento nihilista) , aún
más difícil le resultaba aceptar sus predicciones literales de catástrofe apo-
calíptica desencadenada por los hechos políticos recientes. Levantando la
cabeza sobre las pruebas de un artículo que trataba de Prusia, Bismarck y
el papado, declaró Dostoievski: "Ellos [puede suponerse que eran los ami-
gos radicales de Timofeieva] no sospechan que pronto llegará todo a su
fin ... ¡todo su 'progreso' y charlatanería! No tienen la menor idea de que ya
ha nacido el Anticristo ... y de que ya viene". Dostoievski , dice Timofeieva,
"pronunció esto con una expresión del rostro y de la voz como si me anun-
ciara un secreto terrible y grandioso". Cuando ella expresó con cuidado
cierto escepticismo, él dio un puñetazo sobre el escritorio y "proclamó
como un mullah en su minarete: '¡El Anticristo viene l ¡Ya vienel Y el fin del
mundo está cerca ... ¡más cerca de lo que ellos creen!' " Timofeieva confiesa,
con cierto embarazo retrospectivo, que no pudo dejar de recordar la opi-
nión que acerca de él compartían sus camaradas populistas: "Ataques de
furor, alucinaciones epilépticas ... , la manía de una idea ... , una obsesión". 25
Pero, escribe con buen discernimiento, "¿quién sabe si no era precisamente
en esos momentos cuando tenía un atisbo de su maravilloso sueño de un
hombre ridículo" o de su soberbia Leyenda del Gran Inquisidor? Sólo po-
demos hacer suposiciones sobre cuán literalmente creía Dostoievski en el
Anticristo, pero Timofeieva vio claramente que sus más grandes obras se
habían originado en una imaginación escatológica que podía ver el mundo
bajo la sombra amenazadora de semejante posibilidad.
Timofeieva no tuvo una reacción similarmente negativa a otro de sus
diálogos sobre cuestiones religiosas, que siguió inmediatamente al cumpli-

2+ Ibid., pp. 179-180.


25
Ibid , pp. 180-18 1.

76 ... UN NUEVO COM IENZO


do de que ella se asemejaba a su primera esposa, la idealistika. Luego dijo
Dostoievski:

-Bueno, aún no me has dicho cuál es tu ideal..


-Hay un solo ideal .. para todo el que conozca los Evangelios.
-¿Y tú los conoces? - me preguntó, desconfiado.
- De niña era yo muy religiosa y los leía constantemente.
-Pero desde entonces, desde luego , has crecido, has aprendido cosas y,
habiendo recibido una educación en ciencias y artes ..
En las comisuras de sus labios apareció la sonrisa "maligna" que yo tan
bien conocía.
-Entonces -seguí diciendo en el mismo tono- , bajo la influencia de
la ciencia, esta religiosidad empezó a tomar otra forma, pero siempre he creí-
do y aún creo que no tenemos nada mejor que los Evangelios.
- Pero ¿cómo interpretas los Evangelios7 Se interpretan de distintos mo-
dos. En tu opinión, ¿cuál es su sustancia esencial7
La pregunta me hizo reflexionar en el asunto durante un momento , por
primera vez.
Pero inmediatamente, como una voz lejana llegada de las profundidades
de mi memoria, llegó la respuesta:
- La realización de las enseñanzas de Cristo en la Tierra, en nuestra vida,
en nuestra conciencia .. .
-¿Y eso es todo7 - me dijo lentamente, en tono de desilusión.
Esto me pareció poco en realidad, incluso a mí.
- No, también hay ... No todo termina aquí, en la Tierra.. Toda esta
vida en la Tierra sólo es un paso ... a otra existencia.
-¡A otros mundos! - exclamó , en son de triunfo , levantando los brazos
hacia la ventana abierta, a través de la cual pudo verse un bello, brillante y
luminoso cielo de junio.

Este revelador diálogo enfoca el meollo mismo de las preocupaciones


ideológico-artísticas de Dostoievski durante los setenta: el conflicto entre
una aceptación mundana (socialista utópica y populista) de la moral cris-
tiana y otra fundada en la trascendencia divina. Luego fue seguido por al-
gunas palabras conmovedoras: "'Y qué tarea maravillosa aunque trágica es
ésta ... decirle esto a la gente .. ',continuó , tapándose simultáneamente los
ojos con las manos, 'maravillosa y trágica porque hay aquí tanto sufrimien-

GRAZHDANIN: EL CIUDADANO
to ... tanto sufrimiento, pero, por otro lado , entonces ... ¡tanta grandeza! ...
¡absolutamente incomparable!... ¡es imposible compararla con cualquier
bienestar en el mundol "' 26 En ninguna parte del canon de Dostoievski en-
contramos otro pasaje que exprese tan sencilla y espontáneamente su con-
cepción de su propia tarea creadora y los valores centrales de su teodicea.

Estas conversaciones íntimas con Varvara Timofeieva, junto con las expre-
siones más públicas de ideas populistas que examinaremos en el próximo
capítulo, ciertamente influyeron en la opinión de Dostoievski sobre la nue-
va generación radical y suavizaron el duro juicio expresado en Los demo-
nios. Por medio de las reacciones de Varvara Timofeieva pudo él ver que ya
no había una oposición irreconciliable entre los valores morales cristianos
que él había defendido durante todos los sesenta y los de los populistas
(por mucho que pudieran diferir sobre a qué conducían en la práctica tales
valores, y si estas creencias tenían un origen divino o bien exclusivamente hu-
mano). Se dio cuenta de que aún podía despertar alguna respuesta en la
generación nueva, y esta capacidad quedó adicionalmente confirmada por
una carta de Vsevolod Soloviev (hij o del célebre historiador S. M. Solo-
viev), quien le escribió a Dostoievski en el momento mismo en que supo
que el novelista se encontraba de regreso en San Petersburgo.
Vsevolod Soloviev acababa de lanzarse a la carrera de periodista y des-
pués llegaría a ser un conocido novelista histórico. Le confió a Dostoievski
lo mucho que sus n ovelas habían ayudado a forjar y apoyar sus propias
convicciones religiosas, sostenidas en discusiones con compañeros de es-
cuela que proclamaban las doctrinas más en boga del ateísmo nihilista.
Asimismo, pese a tales diferencias de opinión, le aseguró que los amigos
con quienes disputaba

lo consideran a usted entre los mejores escritores rusos, y ven Crimen y castigo
como una de las mejores obras ... sí, pero al mismo tiempo , todavía falta el
reconocimiento de su talento. La sociedad rusa aún no lo comprende a usted
como debiera, no está lo bastante madura para tal comprensión, y todos es-

2
" Ibid. , pp. 161-162.

78 <111 UN N UEVO COM IENZO


cuchan sus palabras, que mucho les abren los ojos, pero con confusión y
desaliento. 27

Dostoievski quedó tan conmovido por este homenaje que, en lugar de


ontestar, visitó pocos días después a su joven admirador y le dejó su tarje-
ra. Devolviendo la visita , Vsevolod pronto se hizo el amigo y protegido li-
erario de Dostoievski, y en el futuro nadie le daría un apoyo más fiel y
más constante en la prensa rusa. Como Timofeieva, ayudó a disipar el te-
mor de Dostoievski de que se hubiese aislado de la generación rusa más
·ow n , a la que consideraba tan importante acercarse y a la que esperaba
disuadir de lanzarse por el camino autodestructivo (como demasiado bien
-o sabía) de la revolución social.
Dostoievski también intercambió cartas con el hermano menor de Vse-
·olod , Vladimir, destinado a convertirse en el filósofo ruso más importante
el cambio de siglo. Poeta tanto como filósofo , Vladimir era una personali-
d caprichosa, excéntrica, sumamente atractiva, con un sentido capricho-
- del humor. Se le puede considerar un tipo sumamente intelectualizado
: espiritualizado del loco santo (yurodivi), que en la cultura rusa siempre
implica alguna relación con lo religioso y lo sagrado. Desde Moscú, Vladi-
mir había enviado un artículo a El Ciudadano en 1873, acompañado de
- a carta en que hablaba con admiración de la tendencia de la revista y
e las primeras columnas de Dostoievski en su Diario de un escritor. Se
eoaban, escribió con aprobación, a aceptar "la supersticiosa reverencia"
ostrada en la literatura rusa por "los fundamentos anticristianos de la ci-
;-ilización", reverencia que hacía imposible todo "juicio libre de estos fun-
entos". 28 Dostoievski rechazó el primer artículo de Vladimir pero acep-
ó otro , un año después , habiendo recibido un ejemplar de la tesis doctoral
'. e Vladimir, La CJisis de la filosofía occidental. Esta obra , que demostraba el
· ento de su autor, había causado un considerable revuelo por su brillante
-tilo, su profunda erudición y el ataque a la aceptación imperante de un
?<JSitivismo semicientífico confusamente mezclado con la profesión de unos
ores morales cristianos secularizados.
La obra de Vladimir Soloviev había sido poderosamente influida por la
esla\·ofilia de Iván Kireievski y de Alekséi jomiakov, a quienes Dostoievski
::ambién admiraba, así como por la filosofía religiosa de las últimas obras
:- A.. S. Dolinin (ed. ), Pisma, vol. 3, Moscú /Leningrado, 1928-1959, p . 229.
:' Citado en Literaturnoe Nasledtsvo, 83 (Moscú, 1971 ), p . 331.

::?~"'-Z DA N IN EL CIUDADANO ~ 79
de Friedrich Schelling. Sostuvo, como lo habían hecho todos estos pensa-
dores , que el racionalismo occidental había caído en bancarrota, y puso las
cosas al día afirmando que los desarrollos más recientes del pensamiento
occidental - Arthur Schopenhauer y la por entonces en boga Filosofía del
inconsciente de Eduard Hartmann- estaban avanzando en dirección de una
fusión con las verdades conservadas en las religiones del Oriente, especial-
mente en el cristianismo ortodoxo oriental. Dostoievski bien puede haber
visto el libro como una grandiosa elaboración filosófica de lo que él había
estado propugnando de tiempo atrás en el periodismo como el programa
de pochvennichestvo , el retorno de la intelligentsia europeizada a la tierra
natal con sus raíces religiosas.
Como Vsevolod, su hermano mayor, Vladimir, había pasado por un
agudo periodo radical bajo la influencia de sus lecturas de Pisarev, y
confiesa que "entre los catorce y los dieciocho años pasé por varias fases
de negación teórica y práctica" .29 Las novelas de Dostoievski fueron ,
ciertamente, uno de los remedios más efectivos que habían ayudado a
ambos hermanos a superar su nihilismo de adolescentes. Vladimir ob-
servó una vez que entre las páginas que más admiraba estaban ciertos pa-
sajes de Los demonios, entre ellos ciertamente aquellos en que Kirillov
pasa por la mortífera dialéctica de tratar de remplazar al Dios-hombre
por el hombre-Dios. En efecto, la denuncia que hiciera Dostoievski del
peligro mortal de un egoísmo desenfrenado fue decisiva para el pensa-
miento de Soloviev, el cual constantemente subraya la importancia de
alcanzar una nueva reconciliación entre el ego atomizado, liberado de los
nexos religiosos del pasado, y una fuente revitalizada de valores morales
absolutos.
Según dice su esposa , Dostoievski sintió gran simpatía por su joven
admirador filósofo , quien empezó a visitar a menudo su casa en 1873. Le
recordaba a su marido -nos dice Anna-, a un amigo de su juventud: el
inquieto, atormentado y tempestuoso poeta y buscador de Dios Iván Niko-
laevich Shidlovski, * quien había desempeñado un papel importante en su
propia formación artístico-espiritual. "Te pareces a él hasta tal punto en
apariencia y en carácter - le dijo una vez a Vladimir- , que en ciertos mo-
29
V V Zenkovski, A Hi sto1y aj Russian Philosophy, vol. 2, trad. de G. L. Kline Londres/Nueva
York, 1953, p 473.
* Para más información acerca de Shidlovski, véase mi primer volumen , Dostoievshi. Las semi -
llas de la rebelión, 1821-1849, cap. \"11 , r-c E, México, 20 10.

80 ... UN NUEVO CO MIEN ZO


mentas yo siento que su alma vive dentro de ti." 30 El rostro pálido, dema-
crado y anguloso de Soloviev, con sus grandes ojos negros fijos en una
mirada distante, estaba enmarcado por rizos que caían sobre sus hombros
caídos. Su imagen ha sido comparada con la figura de Cristo que aparece
en algunos iconos rusos, y algunos campesinos, tomándolo por un sacer-
dote, se arrodillaban a pedirle su bendición. Prefiriendo una comparación
con el arte renacentista italiano, a Dostoievski le recordaba la imagen de
Cristo en uno de sus cuadros predilectos de la galería de Dresde: La cabeza
de Cristo joven, por Annibale Carracci.
Soloviev salió de Rusia en junio de 1875 para estudiar en el extranjero ,
y allí se concentró en los escritos teosóficos y cabalísticos que halló en el
Museo Británico. Puede suponerse que bajo su inspiración, emprendió sú-
bitamente un viaje a Egipto. Una revelación misteriosa , recibida en una
visión, le había asegurado que en aquella tierra de antiguos misterios en-
contraría a la Divina Sofía, encarnación femenina de la Sabiduría Eterna.
Habiéndose enterado un día de la existencia de una tribu en el desierto
que supuestamente había conservado la antigua ciencia cabalística, decidió
ir a pie hasta ese lugar, llevando sus habituales ropas europeas, de colores
oscuros. Los beduinos del lugar lo tomaron por una especie de espíritu
maligno, y se cuenta que apenas logró escapar con vida. Soloviev volvió
indemne a Rusia en julio de 1876, y fue un amigo particularmente íntimo
de Dostoievski durante los últimos años de vida del novelista.

Dostoievski pronto se dio cuenta de que tal vez había cedido demasiado,
tanto a la perspectiva de seguridad financiera como a su deseo de partici-
par activamente de nuevo en la vida literaria rusa. Desde antes de terminar
su primer mes como director de la revista, le confesó a su sobrina Sofía
que tenía la triste conciencia de haber cometido un error. "Mi tiempo se ha
dividido tan terriblemente -observa, en una disculpa por no haber escri-
to antes-, que sólo puedo maldecirme a mí mismo por la resolución con
que súbitamente me eché encima la dirección de la revista." 31

30 Anna Dostoevsky, Reminiscences, trad . y ed. de Beatrice Stillman, Nueva York, 1973, p. 223.
31 PSS, vol 29, libro 1, pp 258-259; 31 de enero de 1873 .

GRAZHDANIN: EL CIUDADANO ~ 81
Al solicitar una colaboración del veterano historiador Mijaíl Pogodin,
conservador y nacionalista , Dostoievski se queja de que el semanario,
como lo ha descubierto para su consternación, no tiene ninguna secretaria
que se encargue de los asuntos de rutina , y afirma que está planeando con-
tratar a una lo antes posible. Pero, aun así,

de todos modos sé por experiencia que es esencial para mí hablar en persona


a los autores: a los que me traen nuevas piezas, y leerlas (y eso es h orrible).
Leer todos estos artículos requiere un tiempo enorme y socava mi salud, por-
que siento que me están robando el tiempo de mi verdadera tarea. Luego, te-
niendo ya el artículo y cuando a menudo se ha decidido publicarlo ... enton-
ces corregirlo de principio a fin, lo que a menudo tiene que hacerse.

Más aún: "Mi principal causa de pesar es la montaña de temas -s ofae


los cuales yo mismo quisiera escribir" . Dostoievski describe cuán a menu-
do comienza un artículo propio , se da cuenta de que no podrá cumplir con
el plazo y entonces comienza otro , más breve, "a menudo en la noche del
jueves", porque había prometido al príncipe un artículo para ese número,
el cual tenía que estar listo en la noche del viernes (el semanario aparecía
cada lunes) ; "todo esto, repito , tiene sobre mí un efecto mórbido". 32
Sin ser un amigo íntimo , Pogodin era un viejo conocido, cuyos escritos
siempre patrióticos y su devoción a la antigua cultura rusa admiraba mu-
cho Dostoievski. Así, además de las quejas por las tribulaciones de su nue-
vo empleo , su carta contiene una valiosa declaración de sus ambiciones
ideológicas como director de una revista. "Hay mucho que decir - conti-
núa-, razón por la cual ingresé en la revista. " Como le dice a Pogodin,
"ésta es mi meta y mi pensamiento: el socialismo, conscientemente y a la
vez de la manera más absurdamente inconsciente, en atuendo militar, y
bajo la forma de bajeza, ha corroído a toda una generación ... Necesitamos
luchar, porque todo se ha contagiado. Mi idea es que el socialismo y el cristia-
nismo son antítesis. Eso es lo que quisiera yo mostrar en toda una serie de
artículos, pero mientras tanto ni siquiera he comenzado" (las cursivas son
mías). 33 Gran parte del Diario de un escritor durante 1873 fue la realización
de este propósito , pero aquí sólo necesitamos observar la agudeza de la
percepción de Dostoievski sobre cómo habían cambiado los vientos ideo-
32 Ibid., p 262; 26 de febrero de 1873.
33 Idem.

82 ~ UN N UEVO COM IENZO


lógicos. Durante los sesenta habría sido absurdo querer demostrar la antíte-
sis del socialismo y el cristianismo, porque ésta se daba casi por sentada. El
socialismo de Chernishevski, Dobroliubov y Pisarev, por muy distintos que
fuesen estos pensadores en otros aspectos, no sólo exigía el ateísmo sino
que también ridiculizaba la moral cristiana de amor y autosacrificio, como
producto de una superstición ya caduca. Pero los tiempos habían cambia-
do; el socialismo nuevamente era considerado -como lo hemos visto en
las palabras de Timofeieva- casi como había sido entendido durante los
días de la juventud de Dostoievski en los cuarenta: como la realización de
los ideales de Cristo en la Tierra.
Sus problemas de director de la revista se complicaron más aún por el
bonachón descuido del príncipe Meshcherski acerca de las diversas reglas
y regulaciones que gobernaban la prensa rusa ; tal vez creyera que sus co-
nexiones con los círculos de la corte le daban una cierta inmunidad. De ser
así, como a sus costillas lo descubrió Dostoievski, el príncipe estaba triste-
mente errado . A finales de enero de 1873 , El Ciudadano publicó un artículo
del príncipe en que describía cómo el zar había recibido a una delegación
e enviados kirguizes, y el príncipe citaba directamente algunas palabras de
Alejandro Il (le preguntó al jefe de la delegación si hablaba ruso). Por
desdicha, estaba estrictamente prohibido citar tan augustas frases sin auto-
rización especial del ministro encargado de los asuntos de la corte, y el in-
olente príncipe, acostumbrado a charlar con la realeza, se olvidó de ate-
erse a esta formalidad . Por ello , El Ciudadano fue declarado culpable de
nolar el estatuto núm. 1024 de las reglas sobre la conducta de la prensa.
la responsabilidad jurídica no recayó sobre el autor sino sobre el director
e la publicación, F M. Dostoievski, quien fue condenado a pagar una
ulta de veinticinco rublos y a pasar dos días en el cuartel de la guardia.
- u abogado le aconsejó declararse inocente, y él comentaría después iróni-
camente el asesoramiento legal que recibió (y que aceptó) cuando la viola-
:ón de la ley era perfectamente obvia. (La sentencia fue cumplida después,
conveniencia, a finales de marzo de 18 74, gracias a los buenos oficios
·ei poderoso funcionario A. F Koni.)
Lo que más irritó a Dostoievski fue la tranquila reacción de Meshcher-
' · tras haber colocado al director de su revista en semejante aprieto. En
carta a Anna en julio de 1873, después de instalar a la familia en Stara-
• a Rusa para el verano, observa Dostoievski: "Recibí una muy amable carta
_e _!eshcherski, quien se disculpa por haberme enviado a la cárcel en su

•J1DAN IN: EL CIUDADANO ~ 83


lugar (probablemente le informó sobre ello Filippov, a quien le dije , a mi
vez, que Meshcherski me estaba tratando con todo desenfado, sin lamen-
tar siquiera que yo hubiera ido a prisión en su lugar)" . La carta de Mesh-
cherski, en que alegaba ignorancia de lo ocurrido, pareció satisfacer al es-
critor, aunque resulta difícil comprender por qué el asunto no llegó
inmediatamente a la atención del príncipe. Dostoievski también se queja
con Anna de cuestiones de dinero , pues la cantidad aportada por Mesh-
cherski no alcanzaba para pagar a los colaboradores. "No quiero ni siquie-
ra pensar en el futuro: la cabeza me da vueltas, y temo sufrir un ataque", le
informa sombríamente.34
Pese a la disculpa de Meshcherski en esta ocasión, su tono perentorio
para con el director a quien consideraba enteramente a sus órdenes no po-
día dejar de irritar la considerable - y después de todo , muy justificada-
autoestima de Dostoievski. El elegante príncipe, dieciocho años menor que
él, quien por entonces estaba haciendo sus pininos literarios, al parecer no
podía contenerse de ejercer su autoridad sin causar afrentas . A poco de
retornar a San Petersburgo después de una visita de tres días a Staraya Rusa
(hacía el agotador viaje cada vez que le era posible , para pasar cierto tiem-
po con su familia), Dostoievski escribe:

Esta mañana recibí al mismo tiempo un telegrama y dos cartas del príncipe
acerca de la publicación de su artículo [con respecto al rumor del compromi-
so de una gran duquesa rusa con el príncipe Alfredo de la Gran Bretaña]. Sus
cartas me parecieron extremamente descorteses: se queja de que los números
de la revista cuestan demasiado y dice que no puede pagar más de ciento
treinta rublos por cada número, y cosas similares ¡Puede irse al demonio!
Nunca escribí que yo necesitara más de ciento treinta rublos ni que me faltara
dinero. Le escribiré hoy con bastante energía para que pierda las ganas de
darme una lección (aunque, desde luego , su carta contiene frases y expresio-
nes muy amables). 35

Son bien perceptibles su resentimiento, así como su gratitud por los


mínimos intentos de Meshcherski por aplacarlo.
Desde luego, se daba por sentado que todo lo que el príncipe quisiera
escribir se publicaría, y también esto causó cierta fricción. Ocurrió un inci-
3; PSS, vol. 29 , libro 1, pp. 273-274; 5 de julio de 1873.
35
Ibid., p. 280; 20 de julio de 1873.

84 ... UN NUEVO COMIENZO


ente notorio cuando el gran poeta romántico Fiódor Tiutchev falleció el
5 de julio de 1873 . Había sido miembro del círculo de Meshcherski y, por
ello, Dostoievski lo conocía personalmente, aunque no hay prueba de que
~ ubiera entre ellos ninguna intimidad ; más importante es el hecho de
que Dostoievski fuese un entusiasta admirador de la poesía de Tiutchev. En
ealidad, ningún contemporáneo en la literatura rusa de entonces se acerca
ás que Tiutchev a algunos de los rasgos esenciales de la propia Weltan-
schauung de Dostoievski: sus intuiciones apocalípticas acerca del inminen-
-e caos cósmico , su irracionalismo religioso , su nacionalismo místico. Fue
1utchev quien escribió el célebre cuarteto que podría inscribirse en los por-
:ales que dan entrada al universo creador de Dostoievski:

Rusia no puede ser comprendida por la razón ,


Ni medida por una regla común.
Tiene su propia configuración:
Sólo sobre la base de la fe se puede captar a Rusia. 36

Y en un poema que Dostoievski parafrasearía en su célebre discurso


bre Pushkin en 1880 , Tiutchev había descrito de la manera más con-
movedora a Cristo baj o el aspecto de un peregrino ruso que, humilde y
· rapiento, vagaba por una tierra de su patria cuyas pobres izbas (chozas
e campesinos) eran el marco apropiado para Su cenogenética humilla-
ción. La noticia que anunciaba la muerte de Tiutchev, probablemente es-
rita por Dostoievski, hablaba de él como de "nuestro poderoso y profun-
o poeta ruso , uno de los continuadores más notables y originales de la
era de Pushkin". 37 Había empezado a escribir un artículo acerca de Tiutchev
ero, según le dice a Anna, "a causa de mi enfermedad y de un artículo
cerca de Tiutchev que envió Meshcherski, abandoné la pieza que estaba
escribiendo".38 Sólo podemos lamentar esta pérdida para la crítica rusa.
Resultó aún peor, sin embargo, que tuviera que perder su tiempo bata-
llando con el texto de Meshcherski. Se queja amargamente con Anna de
esta pieza:

36 E l. Tiutchev. Polnoe Sobranie Stikhotvorenie, Leningrado, 1987 , p. 223.


3
~ PSS, vol 21 , p 286.
3
~ PSS, vol 29 , libro 1, p 284; 26 de julio de 1873.

GRA ZHDANIN: EL CIUDADANO ... 85


Tan mal escrita que era incomprensible, y con tales errores que se habrían
reído de él en las columnas satíricas durante diez años. Trabajé tratando de
componerla durante veinticuatro horas sin descanso, y cambié todos los pun-
tos débiles. Voy a escribirle y a decirle claramente que me ha puesto en una
situación imposible. Mientras tanto, necesito comenzar una pieza diferente,
sobre política, para el próximo número . Nunca he escrito tales piezas. 39

Le había prometido a Meshcherski que, además de sus otras obligacio-


nes, aportaría al semanario una columna de comentarios políticos. En otra
carta se queja de que "tengo que leer periódicos por docenas" para poder
escribir tales artículos. No es de sorprender que diga a Anna que "unos
pensamientos horriblemente deprimentes y ... un abatimiento ... [me han]
abrumado casi hasta enfermarme al advertir que me he atado a toda esta
ardua labor en El Ciudadano al menos por otro año". 4 º
El verano de 1873 fue una época particularmente difícil para Dostoiev-
ski no sólo por sus dificultades con El Ciudadano, sino también porque
sus deberes editoriales le exigían quedarse en San Petersburgo separado de
su familia en Staraya Rusa. Sus cartas están llenas de lamentos acerca de su
tristeza y soledad, sus sueños (a veces aterradores) acerca de sus hijos,
su preocupación por la salud de Anna y las dificultades de tomar medidas
para poder pasar unos cuantos días en el campo. Como explica a finales de
julio: "Tengo que dejar terminado un volumen terriblemente grande de tra-
bajo para poder ir a verte, y así, por ejemplo, necesito dejar completas por
adelantado dos terceras partes del número para osar alejarme cuatro días".
Informa que "estoy absolutamente solo. Hasta Strájov se ha ido". En la
misma carta, después de narrar una pesadilla en que su hijo Fedia cae de
la ventana de un cuarto piso, le da estas instrucciones a Anna: "Escríbeme
lo antes posible sobre si algo ocurrió a Fedia ... Yo creo en la clarividencia,
tanto más si es fáctica , y no estaré tranquilo hasta recibir tu carta".41
Dostoievski también se quejó de las inconveniencias que durante el
verano presentaba su departamento, situado en una calle que conducía a la
estación del ferro carril y que así se llenaba de la mañana a la noche del
ruido de las cosas transportadas para envíos. Aún peores eran las manías
de su despótico casero, a quien describe como "una persona chiflada (¡lo
39
Ibid., pp 285-286; 29 de julio de 1873.
40
Ibid., pp. 281 -282; 23 de julio de 1873.
41
Ibid , pp. 273 y 282; 26 de julio de 1873.

86 ... U N NUEVO COMIENZO


creo seriamente')". Viene luego una extensa descripción de las diversas ex-
centricidades del casero, una de ellas lo bastante pintoresca para merecer
mención. El Ciudadano empleaba a un mensajero para hacer diversos man-
dados que, por insistencia del príncipe Meshcherski, llevaba una luenga
barba e iba vestido con una bien cortada versión del atuendo nacional
ruso, en lugar de usar ropas europeas. Un día llegó llevando en las manos
una carta del príncipe, pero antes de que pudiera tocar la campanilla, lo
abordó el casero: "¡Cómo se atreve usted a emplear la escalera principal'
-tronó-. ¡Es usted un campesino! ¡La gente que lleva ropa de campesino
no sube por esa escalera' ¡Váyase a la puerta de atrás1" 42 Dostoievski temió
que si la noticia de este contratiempo llegara a oídos del príncipe, éste se
sentiría grandemente ofendido. Ansioso por mudarse, no sólo visitó otros
departamentos vacíos sino que llegó a incluir en una carta el plano de un
piso que le parecía apropiado. Sin embargo, pese a sus esfuerzos y apre-
mios, Anna probablemente decidió que no podían permitirse un aloja-
miento más costoso.
Aunque ahora tenía un ingreso para gastos, Dostoievski seguía sumido
en dificultades económicas cuando llegó la hora de hacer pagos por las
deudas de su difunto hermano Mijaíl. Uno de tales plazos vencía a finales
de julio, y como no pudo cobrar las regalías por la venta de cincuenta
ej emplares de Los demonios (el librero se había ido a Moscú sin dejarle nin-
gún pago), se vio obligado a empeñar su reloj para cumplir con esta obli-
gación. Sin embargo, encontró algún consuelo en una velada que pasó con
K. P Pobedonostsev, cuya invitación aceptó aun cuando llevaba una sema-
na sintiéndose con fiebre. Le dice a Anna en tono de gratitud que su anfi-
trión se mostró muy solícito: "Me envolvió en una manta, y como en el
departamento vacío no había más que una sirvienta ... , él mismo me acom-
pañó a bajar tres tramos de escalera, con una vela en la mano, hasta la ca-
lle. Vladislavlev [el académico, sobrino político de Dostoievski] debía ha-
berme visto". Lo que le agradó aún más que tan halagüeña cortesía de
parte de tan alto personaje fue la noticia de que éste había leído Crimen y
castigo con gran placer "por recomendación de una cierta persona, un ad-
mirador mío muy conocido de usted, a quien acompañó a Inglaterra''.
Pobedonostsev acababa de regresar de vacaciones de la isla de Wight con
el zarevich Alejandro, quien había sido huésped de la familia real británi-

+2 Ibid., p. 293; 19 de agosto de 1873.

GRA ZHDANIN: EL CIUDADANO ~ 87


ca. "Por consiguiente - escribe Dostoievski- , las cosas no van tan mal
(por favor no platiques acerca de esto, querida Anechka). "43
Seis meses antes había enviado al príncipe heredero un ejemplar de
Los demonios, con una carta que respondía al deseo real -transmitido por
medio de Pobedonostsev- de recibir una explicación de cómo el propio
autor interpretaba su libro. "Mi opinión -había escrito Dostoievski- es
que estos fenómenos [el caso Nechaev] no son un accidente del destino,
no son ejemplos aislados ... Estos fenómenos son las consecuencias direc-
tas del antiquísimo divorcio de toda la ilustración rusa de los principios
nativos en que claramente se sustenta la vida rusa ." Los rusos simplemente
se niegan a creer que "nosotros mismos disponemos de aquello que se en-
cierra en las profundidades y el núcleo del alma rusa , a saber, la capacidad
de tal vez, traer nueva luz al mundo ... debido a las condiciones distintivas de
nuestro desarrollo''. Sabe que "pensar así entre nosotros y expresar tales
pensamientos significa condenarnos al papel de parias", pero también sabe
que "nuestros Bellinskis y Granovskis no lo creerían si se les dijera que
eran los padres directos de Nechaev. Es precisamente esta familiaridad y
continuidad de pensamiento, que pasa de los padres a los hijos , lo que quie-
ro expresar en mi obra".44

A finales de agosto de 1873 Anna Grigórievna retornó a Petersburgo con


los niños, y Dostoievski pudo reanudar la tranquila rutina de la vida fami-
liar que tanto había anhelado durante su ausencia. Pero las obligaciones y
angustias de su cargo y la agotadora rutina de cumplir plazos semanales no
cesaron ni por un momento . Para empeorar las cosas , a veces tuvo que
participar en desagradables alegatos con colaboradores airados que se en-
furecían por la más ligera alteración a sus creaciones. Uno de tales inciden-
tes tuvo que ver con un dramaturgo poco conocido y hoy olvidado , Dimi-
tri Kishenski, cuya obra Pit do dna-ne vidat dobra ("Nada bueno puede salir de
beber demasiado", un proverbio ruso) había aparecido en seis números
de El Ciudadano. Dostoievski también dedicó un ensayo en su Diario de un
escritor al análisis de la obra, que trataba de la desintegración moral de la
aldea rusa y de su sacrosanta obshchina (comuna rural), como resultado de
43
Ibid., p 284; 26 de JUiio de 1873.
44
Ibid., pp 260-261 ; 10 de febrero de 1873 .

88 '4 UN NUEVO COM IENZO


la liberación de los siervos y el surgimiento de una industria local. Este
artículo será analizado en el capítulo v1, "El Diario de un escrito1; 1873: 11"
(pp . 144-163). Aquí veremos la disputa que surgió por el prólogo puesto a
otra obra del mismo autor, Padenie (La Caída), que también se había acep-
tado y publicado.
Al aparecer el número que contenía este texto, su autor redactó una
carta extremamente insultante en la que ponía objeciones a algunos cam-
bios que se le habían hecho. Dostoievski contestó citando una carta an-
terior en que Kishenski había convenido, amablemente , en aceptar tales
revisiones, y comparó la situación con la célebre escena de la novela pica-
resca de Alain-René Lesage, Gil Bias (obra a la que a menudo se refirió) en
que el arzobispo de Granada le pide a su sirviente Gil que le haga una crí-
tica imparcial de uno de sus sermones. Cuando el todavía ingenuo Gil le
toma la palabra y se permite hacer algunas observaciones poco halagüeñas,
el arzobispo monta en cólera, y el pícaro Gil se encuentra una vez más en
busca de empleo. Además de mostrar algunas de las dificultades de Dos-
toievski con sus colaboradores, esta disputa también ayuda a documentar
su actitud gradualmente suavizada hacia los radicales del decenio de 1870.
Pues la obra era ferozmente antirradical, y en una carta que se ha perdido,
él obviamente expresaba algunas reservas sobre el trato dado a este tema.
Kishenski replicó: "Usted reconoce en ellos un deseo de renovación; yo
reconozco en ellos una ignorancia, hija de la ociosidad y de un deseo de
parlotear". 45
Otro ejemplo de esta creciente disposición a reconocer una inspiración
moral hasta en los mayores extremos de la conducta nihilista aparece en
los lineamientos del proyectado epílogo a Los demonios, escrito tal vez por
entonces. "Kirillov - dice la entrada en el cuaderno de notas- encarna
una idea que pertenece al pueblo: sacrificarse en aras de la verdad. " Hasta
Dimitri Karakozov, quien intentó asesinar a Alejandro 11, "creía, a la sazón,
en su verdad ... Sacrificarse a sí mismo , sacrificarlo todo a la verdad: tal es
el rasgo nacional de esta generación. Pues el problema sólo se reduce a la
cuestión de qué es lo que debe considerarse verdad. Por eso fue escrita esta
novela" % No se conoce con certeza la fecha de este epílogo , pero proba-
blemente fue escrito para la publicación del texto serializado en forma de
45
Citado en A. V Arkhipov, "Dostoevskii i Kishenskii", en Dostoevshii: Materiali i Issledova-
nia, vol 2 , Leningrado, 1976 , p. 205.
46
PSS, vol 11, p 303.

GRAZHDA NIN: EL CIUDADANO ~ 89


libro; de ser así, dataría de 1873 , después de que Dostoievski había ingre-
sado en El Ciudadano y conocido mejor el cariz ideológico de la generación
populista de los setenta. Sólo ahora pudo empezar a identificar los impul-
sos que animaban hasta los peores excesos del radicalismo nihilista con la
"verdad" de la fe del pueblo ruso, es decir, la moral cristiana de amor y
au tosacrificio.
Si el príncipe Meshcherski ya en una ocasión había causado dificulta-
des a su director por su descuido en lo tocante a las leyes de prensa , su ti-
ranía editorial fue una causa de fricción constante e inevitable. Conflictos
mucho más graves surgieron cuando ambos chocaron con respecto a cues-
tiones socioculturales de carácter fundamental. En un caso, El Ciudadano
se vio envuelto en una controversia con las Noticias de San Petersburgo, y
tanto Dostoievski como el príncipe elaboraron una réplica. Por alguna ra-
zón, Meshcherski planteó la cuestión de las proclamas revolucionarias he-
chas desde el extranjero (Suiza) que circulaban en el medio estudiantil, y
sugirió que tales "distracciones" se podrían circunvenir si se construyeran
dormitorios provistos de refectorios y bibliotecas y donde los estudiantes
pudieran reunirse y vivir módica y confortablemente, en lugar de escon-
derse en los "rincones oscuros" (¡sombras de Raskólnikov!) en que se veían
obligados a buscar alojamiento.
Dostoievski no tenía objeción alguna al plan de mejorar las condicio-
nes de vida de los estudiantes, pero explica -en una nota dirigida al prín-
cipe- por qué sin ceremonia alguna tachó siete renglones que seguían a
esta sugerencia: "Convengo enteramente con lo que usted pulió en la res-
puesta a las Noticias de San Petersburgo -escribe diplomáticamente-. Fue
muy hábil. .. Pero yo quité por completo los siete renglones acerca de la
vigilancia o, como lo dice usted , acerca de la tarea de la vigilancia por el
gobierno". Obviamente, Meshcherski había insinuado que esa mejora de
las viviendas facilitaría la tarea de las autoridades de mantener bajo su mi-
rada las actividades estudiantiles. "Yo tengo mi reputación como escritor
-prosigue Dostoievski-, y además tengo hijos. No voy a destruirme." La
siguiente frase, tachada con tinta en el texto original , ha sido descifrada y
dice: "Además, la idea de usted está profundamente opuesta a mis convic-
ciones y ha llenado de indignación mi corazón". 47 Esta última frase , que
revela sus verdaderos sentimientos, obviamente era demasiado poco políti-

47
PSS, vol. 29 , libro 1, p 307; 12 de noviembre de 1873.

90 ... UN NUEVO COMIENZO


ca para los ojos del furibundo reaccionario Príncipe Punto y Aparte; de
hecho, el príncipe respondió diciendo: "Supongo que no es usted de la
opinión de que los estudiantes deban estar sin vigilancia". 48 Aunque este
desafío no tuvo respuesta, los odiosos siete renglones, que habrían arrui-
nado para siempre la reputación de Dostoievski presentándolo como parti-
dario de un Estado policiaco, se quedaron sin imprimir.
Sus opiniones no coincidían, claramente, con ninguna línea oficial del
gobierno, y su independencia causó otro choque con la censura, del cual
fue el único responsable. Una hambruna difundida azotó varias provincias
de Rusia durante 1873-1874, y Dostoievski se permitió imprimir varios
artículos y criticar acerbamente la manera del gobierno de afrontar la si-
tuación, especialmente en la provincia de Samaria. No se había formado
ninguna organización central que se encargara eficazmente de la distribu-
ción de alimentos, y uno de sus artículos sugería que los miembros de los
zemstvos (consejos locales democráticamente elegidos) debían ser obliga-
dos a participar en ese organismo consultivo central. Este artículo, al igual
que otras observaciones reprobatorias que se hacían en otros textos del
mismo número, despertó la ira de l.os guardianes de la prensa. El castigo
llegó en forma de prohibición de la venta de ejemplares sueltos de El Ciu-
dadano. Sólo los suscriptores podrían recibir el semanario, y esto causó
una considerable pérdida de ingresos. Dostoievski le escribió una carta
servil y suplicante a un alto funcionario de la prensa, pidiéndole que inter-
cediera con el Ministerio de Asuntos Internos, y la prohibición fue levanta-
da al mes siguiente.
Desde entonces, Dostoievski tuvo considerable cuidado al tratar la
cuestión de las hambrunas. Una carta de enero de 1874 a Orest Miller,
profesor de la Universidad de San Petersburgo y conocido erudito y crítico
eslavófilo moderado (quien más adelante escribiría la mitad de la primera
biografía de Dostoievski), indica su embarazo:

Para mi gran pesar, ya no puedo aventurarme a publicar su artículo [sobre las


hambrunas], yendo, desde luego, contra mis deseos. Como director, fui lla-
mado por el Comité de Censura hace pocos días y se me dijo que aunque se
pueden escribir y publicar hechos informados acerca del hambre, esto se debe
hacer sin mostrar ninguna tendenciosidad en una cierta dirección, y de tal

48
Ibid., p. 519.

GRAZHDANIN: EL CIUDADANO ... 91


modo que no haya nada "alarmante". Le informo a usted en secreto de esta
reprimenda. 49

Al parecer, Dostoievski le había asegurado a Miller, sin pensarlo , que


imprimiría el artículo, y Miller respondió rígidamente que él había sido un
"estúpido" al creer tal promesa, llegando hasta a difundir el rumor "de que
El Ciudadano de esta manera avergüenza a todos nuestros 'liberales"'. 50 No
hay duda de que Dostoievski habría deseado de buena fe que El Ciudadano
adquiriera la reputación de ser más abierto en sus críticas que "los liberales".
Finalmente, en marzo de 1874 cumplió Dostoievski la sentencia que
lo condenaba a detención de dos días en un cuartel. A. F Koni, funcionario
del Ministerio de Justicia que tenía un interés especial en la psicología cri-
minal y que era uno de sus admiradores, logró que la fecha fuera fijada a
conveniencia de Dostoievski. El cuartel elegido se encontraba en el centro
de San Petersburgo , y Anna Grigórievna llevó a su marido una pequeña
maleta con "artículos necesarios para pasar la noche". "Me preguntó si los
niños lo echaban de menos , y quiso que yo les llevara algunas cosas y les
dijera que había ido a Moscú a comprar juguetes."51 Anna consiguió que
Apollon Malkov visitara al día siguiente a Dostoievski, y éste a su vez se puso
en contacto con Vsevolod Soloviev, quien también se presentó allí. Soloviev
encontró al preso sentado ante una mesita, en una "habitación [espaciosa]
y razonablemente limpia, tomando té , enrollando y fumando cigarrillos", y
hojeando un ejemplar de Les Misérabl es de Hugo, que le había prestado
Timofeieva. El único otro reo era "un joven mal vestido y de apariencia in-
descriptible". Al parecer, Dostoievski había tratado de entablar conversación
con él, pero sin lograrlo. "Es como un pedazo de palo -dijo a Soloviev- ,
no le prestes atención." 52
La prisión evidentemente hizo resurgir recuerdos de su confinamiento
en la Fortaleza de Pedro y Pablo casi un cuarto de siglo antes , los cuales
fueron evocados en la conversación que anotó Soloviev. Éste, que no había
visto al autor recientemente , se quejó de estar sufriendo una especie de
apatía. Dostoievski identificó inmediatamente este malestar con los tras-
tornos nerviosos que lo habían abrumado durante los cuarenta. El mejor
49
Ibid. , pp. 311-312; 4 de enero de 1874.
50
Ibid , p. 522.
51
Anna Dostoevsky, op. cit., p. 227.
52 DVS, vo l. 2, pp . 211 -213.

92 ~ UN N UEVO COMI EN ZO
tratamiento , insistió , era el que el destino le había impuesto a él: un cam-
bio súbito, la impresión conmocionante de nuevas situaciones y la necesi-
dad de adaptarse a un ambiente nuevo.

Cuando me encontré en la fortaleza, pensé: éste es el fin; creí que no resistiría


ni tres días, y ... , de pronto , me calmé ... Oh, ésa fu e una gran dicha para mí:
Siberia y el hatorga [campo de concentración]. La gente dice: "Horror, resenti-
miento"; ¡hablan de lo justo de cierto tipo de resentimiento! ¡Qué absurdo!
Sólo allí llevé yo una vida sana y feliz, allí me comprendí, mi querido ami-
go .. , comprendí a Cristo ... comprendí al hombre ruso y sentí que yo mismo
era un ruso , que era parte del pueblo ruso. 53

Ciertamente, esas palabras no pueden considerarse como una descrip-


ción ni remotamente adecuada de las verdaderas experiencias de Dostoiev-
ski después de su detención y durante sus años en un campamento de
prisioneros. Transmiten , antes bien, la sensación de triunfo sobre las pena-
lidades que había tenido que soportar, y la transformación de su personali-
dad y las convicciones resultantes de aquellos años. Uno de los hechos
más importantes de este periodo fue la falsa ejecución durante la cual les
hicieron creer a él y a los otros que aguardaban un castigo, que los fusila-
rían dentro de breves momentos. Salió de esta prueba con un sentido extá-
tico del valor infinito de la vida, que expresó en una carta apenas al regre-
sar a su celda; y recordó ante Soloviev este movimiento epifánico mientras
continuaba su conversación. "Ah, la vida es algo maravilloso; ah, ¡qué bue-
no es a veces vivir! ¡En cada incidente, en cada objeto , en cada palabra hay
tanta felicidad! " Luego elogió Les Misérables y le recomendó a Soloviev (in-
necesariamente) que la leyera sin falta , pero su visitante contestó que Cri-
men y castigo era muy superior. El libro de Hugo, en su opinión, a ratos se
prolongaba demasiado y era terriblemente pedante; no obstante, Dostoiev-
ski no dejó "de entusiasmarse, y de encontrar en el libro lo que no había
en él". 54 En conclusión, al pedirle a su admirador que visitara a Anna Gri-
górievna y le asegurara que estaba del mejor humor, le advirtió que habla-
ra en voz muy baja. Si los sirvientes se enteraran de que su patrón estaba
arrestado, probablemente llegarían a la conclusión de que era culpable de
algún robo.
53 ldem.
S-! Tbid., p 213.

GRAZHDANIN: EL CIUDADANO ~ 93
7

A comienzos de 1874, la presión y las preocupaciones derivadas de dirigir


El Ciudadano empezaron a afectar la salud de Dostoievski, y su desmejora
fue perfectamente visible para quienes mejor lo conocían. "El infeliz Dos-
toievski está totalmente acabado'', le informó Strájov a Nikolái Danilevski
en enero. 55 Como tristemente lo anotó Anna: "Fiódor Mijaílovich, que te-
nía que salir de casa con cualquier clima ... y estar sentado durante horas en
un sobrecalentado salón de pruebas antes de que cada número entrara
en prensa, empezó a atrapar frecuentes resfriados". No se hace ninguna
mención de los súbitos cambios de temperatura ocasionados por sus viajes
de ida y vuelta a Staraya Rusa. Por consiguiente, "su ligera tos se volvió
aguda, y empezó a quedarse sin aliento": el principio del enfisema que, fi-
nalmente, le causaría la muerte. Un "tratamiento de aire comprimido" le
prescribió su médico, y "Fiódor Mijaílovich se quedaba sentado bajo esa
campana durante dos horas seguidas, tres veces por semana", lo cual sólo
creó mayores dificultades. Aun cuando "el tratamiento fue muy benéfico'',
afectaba su horario , haciendo tanto más difícil el cumplimiento de sus de-
beres editoriales. 56
Tales consideraciones sin duda pesaron sobre la decisión de Dostoiev-
ski de abandonar la dirección de la revista el 1° de abril de 1874. También
intervino la acumulación de razones más internas relacionadas con la polí-
tica editorial por las que alegremente renunció al puesto. "Me preguntas
qué he estado haciendo - le escribe a Pogodin en noviembre de 1873-.
Todo el tiempo estoy enfermo y furioso. Tengo las manos casi atadas. Al
abordar la dirección de la revista hace un año , creí que sería mucho más
independiente. Y por ello , me falta energía para trabajar."57 Otra carta , va-
rios meses después , revela todas las tensiones que gradualmente habían
exacerbado las relaciones entre los codirectores. Enredado en una polémi-
ca con el poeta Yakov P Polonski, Meshcherski había impreso un artículo
de su adversario, el cual contenía ciertas observaciones que Dostoievski
consideró ofensivas para él como editor. "No crea que constantemente de-
seo pelearme con usted y contradecirlo con respecto a la revista -comien-
za su carta al príncipe-. Por favor, sólo tome en consideración el humor
55 Literaturnoe Nasledtsvo, 86 (Moscú , 1973), p. 426.
56
Anna Dostoevsky, op. cit. , p. 226.
57 PSS, vol 29 , libro 1, p. 308; 12 de noviembre de 1873.

94 ... UN NUEVO COMIENZO


que puede surgir en mí y mi opinión personal, y entonces comprenderá que
no puedo dejar de afirmar mi opinión en asunto que me toca tan directa-
mente. "58
Aparte de tales cuestiones, la imposibilidad de escribir algo que no
fuera periodístico resultaba un tormento continuo. Poco después de asu-
mir la dirección de la revista le había dicho a Pogodin que "ideas de cuen-
tos y novelas me rondan por la cabeza y toman forma en el corazón. Las
pienso, las anoto, añado nuevos rasgos cada día al plan así esbozado , y en
ese punto veo que todo mi tiempo me lo ha robado la revista, que ya no
puedo escribir más ... y eso me lleva al arrepentimiento y la desesperación''. 59
Además, agravaba su malestar el haberse dado cuenta de que, pese a todos
sus esfuerzos , era imposible superar la hostilidad prevaleciente contra El
Ciudadano. "Su actividad editorial -escribe Vsevolod Soloviev- , en que
había cifrado tan altas esperanzas en nuestra primera reunión, no tuvo ver-
dadero éxito, y esto bien pudo preverse, dado su carácter y sus circunstan-
cias personales." Todas las otras revistas de la época, explica Soloviev, criti-
caron acerbamente a El Ciudadano, hasta de forma grosera. "Sobre su nuevo
director llovieron de todas partes burlas estúpidas y vulgares. Al autor de
Climen y castigo y de La casa de los muertos se le llamó loco, maniaco, rene-
gado, traidor; aun se invitó al público a visitar la Academia de Arte y con-
templar el retrato de Dostoievski pintado por Perov como prueba suprema
de que era un loco, cuyo lugar estaba en un asilo para débiles mentales. "60
A tales alusiones se refiere Dostoievski en su grotesco cuento "Bobok", y bien
podemos comprender su deseo de escapar de esta implacable lluvia de in-
vectivas.
Sin embargo , su año y medio como director de revista distaba mucho
de haber sido enteramente negativo , y una conversación narrada por Ti-
mofeieva revela el cambio de sensibilidad que por entonces ocurrió. Ha-
blándole de su intención de renunciar y de comenzar su trabajo en una
novela nueva, Dostoievski sugirió que ella les preguntara a sus amigos po-
pulistas de las Notas de la Patria si tendrían espacio para esa novela al año
siguiente. Que el autor de Los demonios pensara siquiera en publicar en la
más sobresaliente de las revistas de izquierda de la época , ¡ciertamente re-
vela un asombroso cambio de actitud! Cuando Timofeieva le planteó la
58
Ibid., pp. 314-315 ; 3-4 de noviembre de 1873.
59 lbid., p. 262; 26 de febrero de 1873.
60
DVS, vol 2, p. 209.

GRAZHDANIN: EL CIUDADANO ~ 95
pregunta a G. Z. Eliseev, quien una vez había acusado a Dostoievski de ca-
lumniar a los estudiantes rusos en Crimen y castigo, él contestó "con la voz
más amable: 'Desde luego , que la envíe. Siempre encontraremos un lugar
para él' ".61 Su siguiente novela Podrostok (El adolescente), apareció así,
como folletón en las páginas de las Notas de la Patria ... para asombro de
todos y consternación de sus más íntimos y más viejos amigos.
En este contexto es donde mejor podemos interpretar otra frase de una
conversación con Timofeieva. Hablándole de las Memorias del subsuelo, que
acababa de leer, ella le dij o:

"No puedo librarme de esta impresión . .. ¡Qu é cosa terrible, el alma humanal
¡Pero también qué terrible verdad' . .." Fiódor Mtjaílovich me dedicó una lim-
pia y ancha sonrisa: "Kraevski me dij o p or enton ces que ésta era mi chef
d'oeuvre, y que debía yo escribir siempre de ese modo, pero estoy en comple-
to desacuerdo con él. Es demasiado sombría. Es ist ein überwundener Stand-
punhtl [Es un punto de vista ya caduco. ] Ahora soy capaz de escribir algo m ás
brillante , más reconciliador. Ahora estoy escribiendo algo. . "62

Esta última frase inconclusa , se refiera o no a las primeras notas de lo


que llegó a ser El adolescente, revela su conciencia de que ya no había necesi-
dad de atacar la ideología de los sesenta. Cómo esta ideología había quedado
como ein überwundener Standpunkt es algo que analizaremos en el próximo
capítulo.

61
Idem.
62
Ibid., p. 186. En una carta , Dostoievski atribuyó una afirmaci ón similar a Apollon Grigo-
riev. Véase PSS, vol. 29, libro 1, p. 32; 18-30 de marzo de 1869.

96 ... UN NUEVO COM IENZO


IV Narodnichestvo: El populismo ruso

PARA comprender lo que ocurrió por entonces en la evolución artístico-


ideológica de Dostoievski, nada es más importante que captar, más clara-
mente de lo que hasta aquí se ha elucidado, la mutación del propio radica-
lismo ruso a comienzos de los setenta. A lo largo de los sesenta, Dostoievski
había intentado revelar las peligrosas consecuencias moral-sociales de las
ideas nihilistas rusas, una amalgama enteramente casera de utilitarismo
benthamita, ateísmo y socialismo utópico. El objetivo nihilista no sólo
consistía en oponerse al despotismo del zar, sino también en sustituir los
ideales heredados de los Evangelios y las enseñanzas de jesucristo por una
moral basada en el "egoísmo racional". Como novelista, Dostoievski había
explorado -en obras como las Memorias del subsuelo, Crimen y castigo y
Los demonios- lo que temía y preveía que serían los resultados socialmen-
te desastrosos y autodestructivos de todo intento por poner en práctica esa
"nueva moral". Durante sus cuatro años de vida en el extranjero, entre
1865 y 1871, se convenció más que nunca de que el nihilismo ruso era un
trasplante artificial de todos los males ideológicos que estaban socavando
la civilización occidental.
Sin embargo, al asumir la dirección de El Ciudadano, Dostoievski em-
pezó de nuevo a hacer un inventario de la escena rusa del momento . Mu-
cho había cambiado, y una nueva mentalidad había empezado a manifes-
tarse entre la inteiligentsia joven, mentalidad que había cristalizado en una
ideología conocida como narodnichestvo, o populismo ruso. El sorprendente
deseo de Dostoievski de ofrecer su siguiente novela a la principal publi-
cación populista, Notas de Ia Patria -dirigida por el poeta Nikolái A. Ne-
krásov, su ex amigo, y por el mordaz satírico Mijaíl Saltikov-Shchedrin,

~ 97
que lo había criticado implacablemente en los sesenta- , es resultado di-
recto de esta metamorfosis. En este punto, una pausa nos permitirá exami-
nar más de cerca lo que pudo llevar a Dostoievski a dar un paso tan impre-
decible y, para sus íntimos amigos y aliados literarios, tan escandaloso .

Como ya se dijo, los Dostoievski volvieron a Rusia el mismísimo día en


que los detenidos por el caso Nechaev fueron juzgados públicamente.
Los delincuentes políticos por lo general eran juzgados en secreto , pero los
documentos descubiertos en la investigación del asesinato - entre ellos el
escalofriante Catecismo de un revolucionario, con su abierto llamado a per-
der todo escrúpulo en la lucha contra amigos y enemigos por igual- fue-
ron considerados tan condenatorios que, para destruir el crédito moral del
que gozaban los nihilistas, las autoridades decidieron juzgar el caso en pú-
blico. Por tanto , se permitió que los documentos mostrados como pruebas
fuesen reproducidos en los periódicos después de aparecer en el oficial
Pravitelstvenny Vestnik (Mensajero del Gobierno). Cuando el zar Alejandro
fue informado de esta decisión, y de los resultados que se esperaban, anotó
lacónicamente en el documento: "¡Si así lo quiere Dios!"1
El objetivo del juicio público fue, por tanto, quebrantar el dominio de
las ideas y actitudes nihilistas sobre la juventud rebelde del imperio, pero
este intento resultó un tremendo fracaso . Hay sobradas pruebas de que , por
el contrario , los vibrantes discursos pronunciados no sólo por los abogados
defensores sino también por algunos de los acusados en nombre de la liber-
tad y la justicia produjeron un efecto exactamente opuesto sobre la juven-
tud estudiantil que atiborró el tribunal, ocupando todas las bancas. De he-
cho, el gobierno logró realizar aquello en que los propios nechaevtsi habían
fracasado por completo: llevar su propaganda a la atención del público de
toda la nación. Para muchos, como escribió uno de sus contemporáneos,
"los juzgados aparecieron como luchadores que se esforzaban por liberar al
pueblo de la opresión del gobierno y de su condición de víctimas sacrifi-
ciales de su tiranía. La juventud quedó fascinada por la batalla de las ideas
de verdad y justicia, y trató de encontrar un camino mejor para realizarlas".2
1
Citado en B. S. Itenberg, Dvizhenie Revolyutsiannogo Narodnichestvo, Moscú , 1965, p. 134.
2
Ibid , p . 136.

98 ~ UN NUEVO CO MIE NZO


La última frase de este pasaje revela que el gobierno no había fracasado
en toda la línea. La publicidad del juicio bien pudo ayudar a difundir la fe
radical en lugar de socavar su influencia, pero la publicidad también reveló
las tácticas de Nechaev en todos sus siniestros detalles, lo que produjo una
horrorizada repulsa incluso entre quienes simpatizaban con sus ideas. La
considerable bibliografía de memorias que dejaron los sobrevivientes del
movimiento populista vuelve una y otra vez a la indignación que sintieron
al enterarse de la horrible verdad. Por ejemplo, Vera Figner escribió que la
"teoría [de Nechaev] -de que el fin justifica los medios- nos repugnó, y
el asesinato de lvánov nos llenó de disgusto". (No obstante, más tarde ella
sería miembro del comité ejecutivo de la organización terrorista Narodnaia
Volia [La Voluntad del Pueblo], que planeó el asesinato de Alejandro II.)
Otro radical, por entonces joven, escribió que "el programa de Nechaev, el
sistema jesuítico de su organización, la ciega subordinación de sus miem-
bros a una especie de centro invisible: todo esto produjo una reacción ne-
gativa a Nechaevschina". 3
Los círculos de la juventud radical que empezaron a formarse a co-
mienzos de los setenta tomaron muy a pecho las lecciones del nechaevis-
mo y tuvieron buen cuidado de evitar toda tentación de caer en la trampa
de pasar por alto la moralidad en beneficio de los intereses superiores de la
causa revolucionaria. El príncipe Piotr Kropotkin -descendiente de una
familia antigua y noble, que parecía destinado a una carrera distinguida en
la corte imperial y que, en cambio, se volvió a la vez un connotado cientí-
fico y un anarquista y revolucionario- perteneció a uno de estos círculos
(el grupo Chaikovski) y nos ha dejado un retrato de su carácter distintivo.

En 1869 [escribe] Nechaev había tratado de iniciar una organización revolu-


cionaria secreta entre los jóvenes imbuidos del deseo de trabajar entre el pue-
blo, y para alcanzar este fin recurrió a los medios de los antiguos conspirado-
res, sin retroceder incluso ante la mentira cuando deseaba obligar a sus
asociados a que lo siguieran ... El círculo de autoeducación del que estoy ha-
blando se constituyó como oposición a los métodos de Nechaev. Los pocos amigos
[dentro del círculo] habían juzgado, con bastante razón, que una individuali-
dad moralmente desarrollada debía ser el fundamento de cada organización,
cualquiera que fuese el carácter político que luego adoptara y cualquier pro-

3 Ibid, pp. 136-137.

NAROONICHESTVO: EL POPULISMO RUSO ~ 99


grama de acción que pudiese adoptar en el curso de los hechos futuros [las
cursivas son mías] .4

Llamar "mentira" al asesinato de lvánov es, desde luego , un gran eufe-


mismo, y no resulta muy preciso decir que Nechaev pretendía "trabajar
entre el pueblo" en el pacífico sentido populista que expresa Kropotkin.
Pero sus observaciones son valiosas porque subrayan la nueva dimensión
moral y ética que ahora había aparecido en primer plano en la conciencia
que de sí mismos tenían los radicales.
Así, la generación joven abandonó la moral utilitaria predicada por los
ideólogos nihilistas dominantes en los sesenta, como Nikolái G. Cherni-
shevski y Nikolái Dobroliubov, y especialmente reaccionó contra Dimitri
Pisarev, el escritor radical más influyente de todos ellos al término de la
década. El pisarevismo imperante había fomentado un desdeñoso elitismo
de la intelligentsia para con el pueblo, y creía que la única esperanza de
progreso estaba en la cultura y autoformación de los jóvenes educados me-
diante el estudio de la ciencia. A través de ese estudio -había insistido
Pisarev- cundiría gradualmente la ilustración, transformando el atraso de
la vida rusa mediante el desarrollo de una clase de "realistas pensantes".
"El destino del pueblo -había declarado audazmente- , no se decidirá en
las escuelas para el pueblo , sino en las universidades. "5 Cuando tales ideas
se combinaron con el panegírico que hacía Pisarev de las glorias de la auto-
rrealización personal y el más desenfrenado individualismo, la Pisarevschi-
na de finales de los sesenta allanó el camino a una relajación del idealismo
moral que tan notablemente había caracterizado las actividades de la inte-
lligentsia en la primera parte de la década. No hay duda de que Franco
Venturi está exagerando un tanto, pero hay una buena dosis de verdad en
su vinculación del pisarevismo con "las ideas que después encontrarían
expresión en la aventura de Nechaev" . 6
Este complejo de ideas y actitudes fue enconadamente atacado en las
Cartas históricas (1869-1870) de Piotr L. Lavrov, que se volvieron poderosa
fuente de inspiración para la intelligentsia narodnik (populista) de los seten-
ta. Lavrov era un ex coronel de artillería que había enseñado matemáticas
en varias academias militares sin hacer ni el menor esfuerzo por ocultar
4
Piotr Kropotkin , Memoirs of a Revolutionist, Garden City, Nueva York, 1962, p. 201.
5
Citado en E. Lampen, Sons Against Fathers, Oxford , 1965 , p. 325.
6
Franco Venturi, Roots of Revolittion, trad. de Francis Haskell, Nueva York, 1966, p 449 .

100 ... UN NUEVO COMIENZO


sus simpatías progresistas. Durante los desórdenes estudiantiles de la Uni-
versidad de San Petersburgo en 1861, alentó a los jóvenes rebeldes hablan-
do en uno de sus turbulentos mítines con todo su atuendo militar. Des-
pués de ser detenido y degradado tras el atentado de 1865 contra la vida
de Alejandro 11 (aunque no participó en este episodio), fue enviado a vivir
en una aldea lóbrega y miserable en el distrito septentrional de Vologda,
aunque finalmente se le permitió residir en su capital. Allí escribió sus car-
tas y logró publicarlas legalmente con un seudónimo. Al cabo de pocos
años escapó al extranjero y continuó su carrera de importante y respetado
erudito y publicista que participaba activamente en el movimiento radical
europeo. Buen amigo de Carlos Marx, llegó a ser el director y principal
colaborador de una revista radical de rusos emigrados Vpered (Adelante),
donde escribía como comentador de asuntos rusos y como docto historia-
dor del pensamiento social.
Desde antes de la aparición de sus Cartas históricas, Lavrov había sido
una figura bastante conocida en los círculos de la intelligentsia petersbur-
guesa. Es probable que Dostoievski lo hubiese tratado , en el plano social,
en el hogar de los Shtakenshneider, cuyo salón literario y cultural frecuen-
taron ambos a comienzos de los sesenta. (Andréi Shtakenshneider era un
arquitecto bien conocido, próspero y hospitalario de San Petersburgo que
mantenía "casa abierta", y el diario de su muy inteligente y extremadamen-
te culta hija Elena, afeada por una joroba, es una fuente informativa im-
portante sobre la cultura rusa de mediados del siglo x1x .) Ambos también
se habían encontrado como miembros del Fondo Literario, conocido más
oficialmente como la Sociedad para la Ayuda de Escritores y Eruditos Me-
nesterosos. En realidad, Lavrov fue el culpable de que Dostoievski renun-
ciara a su puesto de secretario del comité administrativo después de que el
oficioso progresista hubo criticado los préstamos concedidos por la socie-
dad al novelista en 1863 y 1865. La mayor parte de las sumas prestadas ya
las había pagado Dostoievski cuando renunció a su cargo, y la acusación
contra él había sido rechazada unánimemente por todos los miembros.
Pero dado que Lavrov había publicado un artículo periodístico en que cri-
ticaba la "ilegalidad" de los préstamos, Dostoievski se sintió moralmente
obligado a retirarse del puesto al que había sido elegido y de su lugar en el
comité.
Las Cartas históricas de Lavrov distaban mucho de ser su primera obra
que atrajera la atención del público . El erudito funcionario había esbozado

NARODN/CHESTVO EL POPULISMO RUSO ~ 101


antes sus ideas social-filosóficas en Bocetos en el dominio de la filosofía prác-
tica, obra que Chernishevski se aprestó a criticar, respetuosa pero firme-
mente, como demasiado "ecléctica" y a la que respondió con su mucho
más famoso Principio antropológico en filosofía (1861). Lo que le pareció in-
aceptable a Chernishevski fue que Lavrov no aplicara un monismo "cientí-
fico" estricto a cada aspecto de la vida humana, y entonces el intento de
Chernishevski por colmar esa laguna se convirtió en el evangelio filosófico
radical de los sesenta. Lavrov también había conquistado una cierta noto-
riedad exponiendo sus ideas en una serie de conferencias (1860) en un
salón que era parte de una arcada pública , y Dostoievski hizo una referen-
cia humorística a este insólito lugar en su cuento satírico "El cocodrilo", que
quedó inconcluso .
Las Cartas históricas de Lavrov forman un panorama ensayístico gene-
ral -destinado a una vasta gama de lectores- cuyo tema es el surgimien-
to de la civilización a partir de la barbarie. Este ascenso -sostuvo- , siem-
pre es obra de las minorías cultas que son capaces de avanzar más allá de
los límites de su cultura heredada. En el inmediato contexto ruso , su idea
más trascendental e influyente está contenida en su cuarta carta, "El costo
del progreso", que intenta evaluar el precio exorbitante pagado en sufri-
miento humano por el avance de la civilización. Subraya la "deuda" que las
minorías cultas (es decir, la intelligentsia rusa) tienen con los millones de
dolientes que se han esforzado durante siglos (los campesinos rusos) para
darles los medios de cultivarse. ¿Cómo se puede absolver esta deuda? "No
puedo corregir el pasado - escribe Lavrov- , y por muy alto que sea el
costo de la cultura , no puedo repudiarla: constituye el ideal mismo que me
impulsa a la acción ... Me eximiré de responsabilidad por el costo en san-
gre de mi propio desarrollo si utilizo este mismo desarrollo para disminuir
el mal en el presente y en el futuro. "7
Estas palabras produjeron un efecto electrizante en toda una genera-
ción de la juventud rusa , que , desalentada, aspiraba a alguna clase de ideal
moral positivo. N. S. Rusanov, quien sería después un importante publicis-
ta ; experimentó este choque galvanizador siendo estudiante:

En un tiempo nos sentimos atraídos hacia Pisarev, quien nos habló de la gran
utilidad de las ciencias naturales para hacer del hombre un "realista pensan-

P L Lavrov, "The Cost of Progress'', en Russian Philosophy, vol. 2 , ed. de J. M. Edie,


7
J. P
Scanlan y M. B. Zeldin, Chicago, 1964, p. 141.

102 .. UN NUEVO COMIENZO


te" .. quisimos vivir en nombre de nuestro "egoísmo cultivado", rechazando
toda autoridad y fijándonos por meta una vida libre y feliz para nosotros y
para quienes compartían nuestras ideas . Y de pronto el librito [de Lavrov] nos
dice que hay otras cosas además de las ciencias naturales. La anatomía de las
ranas, en sí misma, no nos lleva muy lejos [alusión al estudiante de medicina
Bazarov en la novela de Turgueniev Padres e hijos, que se pasa el tiempo dise-
cando ranas] .. . Están allí el pueblo, las masas hambrientas, exhaustas por el
trabajo , los obreros que sostienen todo el edificio de la civilización tan sólo
para hacernos posible el estudio de las ranas ... ¡Cuánto nos avergonzamos de
nuestros miserables planes burgueses de tener una vida personal feliz' ¡Al
diablo con el "egoísmo racional" y el "realismo pensante"'·. En adelante
nuestras vidas deben pertenecer íntegramente a las masas, y tan sólo dedicando
toda nuestra fuerza al triunfo de la justicia social podremos dejar de aparecer
como fraudulentos timadores ante nuestro país y ante toda la humanidad. 8

Tal fue la disposición al autosacrificio con que la juventud educada


"fue hacia el pueblo" a comienzos de los setenta, y lo que esperaba encon-
trar en las aldeas rusas no era sólo la absolución del pecado de sus privile-
gios sino, asimismo , una forma de vida moralmente superior, una primiti-
va Arcadia Socialista, preferible, con mucho, a la de los supuestamente
avanzados países de Occidente.
Si Lavrov había inspirado a la juventud educada con un sentido de
culpa debido a sus propias ventajas, fue otro pensador populista, Nikolái
K. Mijaílovski, el que la persuadió de que la aldea rusa y el campesino ruso
poseían tesoros insospechados que no debían sacrificarse sin lucha a la
marcha del "progreso". Mijaílovski, quien durante los setenta gozó de enor-
me prestigio , era un miembro de la junta editorial y asiduo colaborador de
las Notas de la Patria, y su columna mensual sobre asuntos socioculturales
era ávidamente esperada y ejercía gran influencia. Sus credenciales ante la
nueva generación habían quedado establecidas por un pequeño libro : ¿Qué
es el progreso?, el cual apareció poco después de las Cartas de Lavrov. Estas
reflexiones son un producto de esa difundida desilusión del Occidente,
particularmente de Francia , que se produjo entre los progresistas rusos por
el fracaso de las revoluciones de 1848, el ascenso al poder de Napoleón Ill
y la feroz supresión de la Comuna de París como secuela de la guerra fran-

8 Citado en Itenberg, Dvizhenie Revolyutsionnogo Narodnichestvo, p. 83.

NARODN/CHESTVO: EL POPULISMO RUSO ~ 103


ca-prusiana. Los llamados valores de la Tercera República, como había él
escrito en un candente artículo, encontraron expresión precisa en la salaz
frivolidad de las operetas de Jacques Offenbach. Retomando un estribillo
que Herzen había voceado después de 1848, y al que Dostoievski había
hecho eco en sus Notas de invierno sobre impresiones de verano en 1863, Mi-
jaílovski arguyó que la civilización occidental en decadencia ya no podía
servir de guía a los rusos de inclinaciones izquierdistas que buscaban el
camino hacia un orden socioeconómico más justo.
Tal desencanto encontró expresión elocuente en la notable crítica de
Mijaílovski al "progreso", tal como este concepto era interpretado en Euro-
pa. Basándose en las ideas de Charles Darwin y del entonces célebre Her-
bert Spencer, pero no sin adecuarlas a sus propios propósitos, Mijaílovski
sostuvo que el progreso no debía ser simplemente identificado con el con-
tinuo proceso de la modernización e industrialización fundamentado en
una creciente división del trabajo. El progreso debía medirse por la riqueza
y diversidad de la vida humana que promoviera, y no sólo por la produc-
ción acumulada de bienes materiales. Interpretado exclusivamente en este
último sentido , como ocurría en Europa, el progreso bien podía destruir,
con insensible descuido, la integridad de la vida individual que aún se
conservaba en formas sociales menos desarrolladas (es decir, la aldea rusa).
Las leyes científicas supuestamente "objetivas" que regían la sociedad -las
leyes elaboradas en el pensamiento social de Occidente- no ofrecían nin-
guna ayuda a la hora de elegir entre estos dos conceptos de progreso, y
Mijaílovski arguyó que debía introducirse un criterio "subjetivo" (moral)
en favor de la protección de la personalidad individual.
De este modo, Lavrov y Mijaílovski, cada quien desde su respectivo
punto de vista, rechazaron el culto de la "ciencia" -algo típico del nihilis-
mo de los sesenta- como base última de los valores humanos; firmemen-
te rompieron con las ideas que no dejaban espacio independiente (al me-
nos en teoría) a la personalidad humana y, por tanto, a la moral. Para estos
pensadores, como mucho antes para Immanuel Kant, la ciencia determina
las leyes del mundo físico pero no las de los deseos y los ideales humanos.
Lavrov apeló directamente a la sensibilidad moral de la intelligentsia como
base de su radicalismo ; también Mijaílovski, en su crítica tan eslavófila del
progreso , empleó normas morales "subjetivas" como justificación de su re-
pugnancia por su avatar occidental. Tales aspectos del pensamiento popu-
lista estaban mucho más cerca de las propias ideas de Dostoievski que nada

104 ... UN NUEVO COMIEN ZO


que hubiese encontrado antes entre los ideólogos radicales , y cuán cerca-
nos a él estaban es algo que puede verse examinando las ideas populistas a
través del prisma de la polémica de Dostoievski con el nihilismo de los
sesenta.

Uno de los dogmas de la ideología radical de los sesenta, expuesto de la


manera más intransigente por Chernishevski, era un materialismo monista
-supuestamente, la última palabra en pensamiento "científico"- que ex-
cluía la posibilidad de algo que pudiera llamarse "libre albedrío". La no-
ción de voluntad o "deseo", había declarado firmemente Chernishevski ,
"sólo es la impresión subjetiva que acompaña en nuestras mentes al surgi-
miento de pensamientos y acciones a partir de anteriores pensamientos,
acciones o hechos externos". 9 En otras palabras, el concepto de una volun-
tad humana no tenía una validez objetiva y era sólo una interpretación
errónea de un proceso rigurosamente causal. Nada enfurecía más a Dos-
toievski que esta negación de lo que él - y, desde luego , no sólo él- con-
sideraba la fuente de toda responsabilidad moral, así como del sentido del
hombre de su propia dignidad humana. En el caso de Dostoievski, tal con-
vicción no era tan sólo una creencia o dogma moral-filosófico de tipo abs-
tracto.
Todo lo contrario: era una lección indeleble que había aprendido du-
rante sus años de prisión. En efecto, una de sus impresiones más abruma-
doras fue la de la inerradicable necesidad que tiene la personalidad huma-
na de expresarse mediante el ejercicio de su propio libre albedrío. Esa
necesidad aparece notablemente presentada en sus agudos análisis de lo
que, a primera vista, parecía ser la insensatez e irracionalidad de los actos
cometidos por sus compañeros de prisión. Habría sido perfectamente po-
sible para ellos, como él lo muestra, haber empleado cualquier dinero in-
apreciable que pudieran reunir de sus horas de trabajo extra para obtener
mejor alimento o tener acceso a mujeres. En lugar de satisfacer tan ele-
mentales deseos, invariablemente derrochaban su dinero en borracheras
orgiásticas ... por las que, además, podían incurrir en los más terribles cas-
tigos. Para la intuición psicológica de Dostoievski, tal conducta no era, en

9 N. G. Chernyshevski, Selected Philosophical Essays, Moscú , 1953, p. 94.

NARODNICHESTVO: EL POPULISMO RUSO ~ 105


absoluto, totalmente caprichosa o inexplicable. "Todo el significado de la
palabra 'reo' -escribió en La casa de los muertos-, implica un hombre sin
voluntad propia; sin embargo, cuando derrocha el dinero está actuando
movido por su libre albedrío", especialmente cuando lo gasta en lo que está
prohibido y es peligroso. El irresistible afán de expresar la voluntad pro-
pia, por autodestructivo que se muestre, "no es más que una manifestación
angustiada y convulsiva de la personalidad del hombre. . . su deseo de
declararse a sí mismo y su humillada personalidad, que aparece súbita-
mente y se transforma en furia, locura, eclipse de la razón, paroxismo y
convulsión" (v. 4 , pp. 66-67).
Pocos años después, en Memorias del subsuelo, Dostoievski colocó esta
misma visión en el meollo mismo de su creación del hombre del subsuelo
(especialmente en la primera parte de tal obra). Pues el hombre del sub-
suelo acepta la negación que hace Chernishevski de la existencia del libre
albedrío como inevitable conclusión racional; pero le resulta humanamen-
te imposible reconciliar esta doctrina con la incontenible necesidad de afir-
mar su personalidad y actuar como agente libre. Convencido absoluta-
mente de que carece de toda libre voluntad de actuar positivamente, sin
embargo, sólo puede hacerlo negativamente, por despecho y enconada en-
vidia, mientras se castiga a sí mismo por ser incapaz de adaptar sus emo-
ciones a su razón. Cuando imagina que está viviendo en un mundo perfec-
to, pintado en los términos de la adaptación rusa del falansterio fourierista
en la novela de Chernishevski ¿Qué hacer? -un mundo en que todos los
deseos se realizarían instantáneamente, y en que no sería necesario el ejer-
cicio de la voluntad-, está seguro de que inevitablemente ocurrirá algo
por completo inesperado.

Un caballero de una apariencia innoble o, más bien, reaccionaria y sardónica


[sin duda] surgiría en medio de todo ese futuro reino del sentido común uni-
versal .. para decirnos a todos: "¿Bueno, caballeros, qué tal si le damos a todo
este sentido común un buen puntapié y lo dejamos dispersarse en el polvo
ante nuestros pies, simplemente para enviar todos estos logaritmos al demo-
nio de modo que podamos volver a vivir de acuerdo con nuestra loca volun-
tad7" [v. 5, p. 113] .

Existe, proclama el hombre del subsuelo, "un caso, sólo un caso, en


que el hombre deliberada y conscientemente puede desear algo que sea

106 ... UN NUEVO COMIENZO


dañino, estúpido, hasta escandalosamente estúpido , sólo porque desea te-
ner el derecho de desear para sí aun lo que es muy estúpido y no estar so-
metido por una obligación a desear sólo lo que es sensato" (v. 5, p. llS).
Según Dostoievski, era una necesidad moral-psicológica de la persona-
lidad humana experimentarse como libre. Esta idea era una de las piedras
de toque del concepto de la condición humana que abrigaba en lo más
profundo de su ser, y ahora encontraba en los textos populistas claves una
afirmación decisiva precisamente de lo que él había mantenido durante
todo el tiempo.. y de lo que el nihilismo había declarado inexistente.
"Tomo como punto de partida -afirmó Lavrov- el hecho de la conciencia
de la libertad, y sobre el fundamento de estos hechos levanto un sistema
coherente de proceso moral. "1º De manera similar, Mijaílovski escribió que
"la sociedad obedece ciertas leyes en su desarrollo ; pero no menos indiscu-
tible es la inherente conciencia de una libertad para elegir determinada acción
en el hombre. En el momento de la acción estoy consciente de que me fijo
libremente una meta, con total independencia del influjo de las condicio-
nes históricas" (las cursivas son mías). 11 La conciencia humana, con su in-
eluctable necesidad de libertad y de responsabilidad moral (que, desde
luego, deja abierta la posibilidad de escoger el mal) , no queda ya atrapada
en el enredado laberinto tan sutilmente dramatizado en Memorias del
subsuelo.
El intento nihilista de construir una nueva moral basada en el funda-
mento supuestamente "científico" del "egoísmo racional" también había
despertado el antagonismo de Dostoievski. Chernishevski, fuertemente in-
fluido por jeremy Bentham y por el utilitarismo inglés , había sostenido
que el "egoísmo" - las sensaciones de placer y dolor- era el motor funda-
mental de la conducta humana: "bueno" era todo lo que satisfacía los de-
seos del individuo, "malo" todo lo que anulara o frustrara estos deseos. Sin
embargo, por medio de un salto mental que no era nada convincente (aun-
que resultó persuasivo para toda una generación de radicales rusos), tam-
bién sostuvo que, siendo el hombre un ser racional, sin duda su razón lo
convencería de que la mejor manera de atender a sus propios intereses
egoístas sería identificarlos con los de la mayoría de sus prójimos. La pri-
mera reacción artística de Dostoievski a esta doctrina puede encontrarse
10 Citado en V V Zenkovski , A History of Russian Philosophy, vol. 1, trad. de G. L. Kline , Lon-
dres/Nueva York, 1953, p. 354.
11
Ibid., p. 369.

NARODNICHESTVO: EL POPULISMO RUSO ~ 107


en el villano príncipe Valkovski de Humillados y ofendidos, quien demuestra
lo sencillo que sería convertir la idea de Chernishevski en una apología del
egoísmo más carente de escrúpulos.
"Sólo reconozco obligaciones cuando me parece que tengo algo que
ganar con ellas -declara cínicamente el príncipe al joven narrador idea-
lista (retrato del propio Dostoievski en el decenio de 1840)-. Qué puedo
hacer si sé, como un hecho, que en la raíz de todas las virtudes humanas se
encuentra el egoísmo más cabal. Y cuanto más virtuoso es algo, más egoís-
mo hay en ello" (v. 3, p . 365) . Una similar negativa a identificar el egoísmo
con la virtud puede encontrarse en La casa de los muertos, escrito por la
misma época , en que Dostoievski describe a una mujer llamada Nastasia
lvánovna (una persona real) que , viviendo en la cercanía del campo de
concentración, se dedicó a aliviar la suerte de los presos, tomándose es-
peciales molestias en favor de los más educados. "Algunos dicen (lo he
oído y lo he leído) -comenta el autor- que la más elevada forma de
amor al prójimo es , al mismo tiempo, el mayor egoísmo. ¿Qué egoísmo po-
dría haber en este caso7 Por más que me esfuerce , no puedo imaginarlo"
(v. 4 , p. 68).
Como Dostoievski diez años antes , ahora la generación de los se-
tenta rechazaba explícitamente el intento incongruente de obtener una
moral de obligación a partir del "egoísmo racional", y nadie lo atacó de
manera más elocuente e incisiva que Mtjaílovski. La generación de los
sesenta, escribió en 1870 , descubría que "esa charla acerca del sacrificio
era completamente compatible con salvar el propio pellejo a cualquier
precio , con vender al ejército zapatos sin suelas, harina podrida , etc. "
(alusiones a la corrupción revelada después de la derrota rusa en la gue-
rra de Crimea). Como resultado, esta generación empezó a investigar "la
verdadera base de toda una serie de fenómenos vinculados con las ideas
de sacrificio y de autonegación. La base auténtica resultó ser muy senci-
lla: el hombre es egoísta. Cada paso que da, hasta aparentemente el más
noble y desinteresado, lo da enteramente en su propio provecho y para
procurarse goce; el sacrificio es una ficción , algo que en realidad no exis-
te: absurdo absoluto" (esta última frase, en ruso , contiene una cita de
Chernishevski).

Al aferrarnos a esta fórmula [continúa Mijaílovski] perdimos de vista el hecho


de que , en primer lugar, salir del claustro de nuestro ego personal hasta el

108 .. UN NUEVO COMIEN ZO


punto del autosacrificio, hasta hacer posible identificarnos con una vida aje-
na ... es tan real como el más burdo egoísmo. Y que, en segundo lugar, la fór-
mula según la cual el sacrificio es un simple sinsentido de ningún modo abar-
ca toda nuestra situación psíquica, pues ahora más que nunca estamos
dispuestos a hacer los sacrificios más extremos. 12

Después de tal pasaje , no nos sorprende saber que el crítico había leí-
do con gran admiración Crimen y castigo. Este resurgimiento entre los po-
pulistas de una sensibilidad en lo tocante a la ética del autosacrificio , tan
conmovedoramente dramatizada en esa obra , iba de la mano con un reno-
vado respeto por el propio cristianismo. En un discurso pronunciado en
1872, Mijaílovski explicó que

el mundo antiguo no conoció la idea de personalidad. El hombre como algo


más allá de castas fijas, estratos y nacionalidades no significaba nada para la
Antigüedad ... El cristianismo le dio una característica completamente nueva
a la historia. Trajo consigo el pensamiento del valor absoluto del hombre y de
la personalidad humana ... por consiguiente, para todos , a pesar de retrasos,
errores y devaneos, no hay más que una meta: el reconocimiento absoluto del
hombre, de la personalidad humana y de su polifacético desarrollo. 13

Que un concepto tan positivo del cristianismo lo tuviera un portavoz


de los radicales habría sido inconcebible en los sesenta; empero, ahora él
identifica su propio ideal sociocultural - un socialismo populista basado
en el valor supremo de la personalidad humana- con el surgimiento del
cristianismo como religión universal.
Semejante revaluación del cristianismo fue característica de la mentali-
dad de toda la generación cuyo portavoz se había vuelto Mijaílovski. D. N .
Ovsianiko-Kulikovski, el gran historiador de la intelligentsia rusa durante el
cambio de siglo, también sostenía que lo que distinguió a los populistas de los
setenta de la generación anterior fue, ante todo, su "religiosidad psicológica".

En lugar de la unilateral atracción por las ciencias físicas apareció un vivo in-
terés en las cuestiones sociales, económicas e históricas - en particular, en la
historia de los movimientos del pueblo, en los raslwl [los disidentes religio-
12
N. K. Mikhailovsky, Polnoe Sobrnnie Sochinenii, vol. 4, San Petersburgo , 1909 , pp. 38-39.
13 Citado en james H. Billington, Mihhailovslry and Russian Populism, Oxford, 1958, pp. 131-132.

N ARODNICHESTVO: EL PO PU LISMO RUSO ~ 109


sos] y en las sectas. El indiferentismo y escepticismo en materia de religión,
que tan profundamente marcaron la tendencia "pisarevista", declinaron nota-
blemente. Sin preocuparse por una religión dogmática , por una religión ofi-
cial, la nueva generación mostró un inconfundible interés en los Evangelios,
en la ética cristiana y en el hombre Cristo. 14

james Billington, cuyo estudio de Mijaílovski sigue siendo el mejor,


observa el efecto que sobre él tuvo Pierre-joseph Proudhon, algunas de
cuyas obras tradujo; asimismo, Mijaílovski ayudó a infundir en la mentali-
dad populista ideas proudhonianas, que ponen las esperanzas mesiánicas
de la fe cristiana en términos modernos y secularizados . Según Proudhon,
el Paráclito de los Evangelios, "cuya venida aguardaban los apóstoles" era,
en realidad, "el movimiento regenerador de la plebe moderna".15 N. V
Sokolov, amigo de Mijaílovski que fue detenido y juzgado a mediados de
los sesenta por un libro llamado Los herejes, declaró en pleno tribunal que
"toda la culpa de los herejes socialistas consiste en que no buscan el reino
de Dios en las nubes sino en la Tierra [.. .] Calladme -dijo a sus jueces-
si encontráis en mis palabras alguna perversión del mandamiento del amor
cristiano al prójimo. Yo sólo sé que ninguno de vosotros ama a Cristo más
que yo".16 Dostoievski había aceptado una visión muy similar del socialis-
mo durante los cuarenta, y cuando fue arrestado en 1849 se encontró en
su habitación un ejemplar de La Célébration du Dimanche, de Proudhon.
Haya leído o no declaraciones como las de Sokolov, el espíritu que trans-
mitían ya le era familiar por su propio pasado y era omnipresente en la
cultura rusa de los setenta. Se lo había encontrado cara a cara en sus con-
versaciones cotidianas con Varvara Timofeieva.

Narodnichestvo difícilmente, pues, habría dejado de encontrar una respues-


ta favorable en Dostoievski, quien pocos años antes había hablado con pie-
dad de "nuestros pobres niños y niñas indefensos", engañados y desenca-
14
D. N. Ovsyaniko-Kulikovsky, "Istoria Russkoi Intelligentsii", en Sobranie Sochinenii, vol. 8,
2ª parte, San Petersburgo, 19 10-1911, p. 197.
15
Citado en Billington, Mihhailovsky .. , op. cit. , p. 131.
16
!bid. , p. 132.

110 ... UN NUEVO COMIENZO


minados por el nihilismo, que se volvieron "nihilistas tan puros, tan
desinteresados, en nombre del honor, la verdad y la auténtica utilidad" n
Este rechazo del nechaevismo, así como la nueva supremacía moral de que
se hallaba por doquier evidencia, confirmaron su convicción de lo muy
pura y desinteresada que en realidad era la juventud radical rusa. Más aún:
el énfasis específicamente sociopolítico del populismo ruso también se
aproximaba mucho a su ideología -ahora difunta, pero aún acariciada en
privado- de pochvennichestvo, que había planteado en sus dos publicacio-
nes editadas a comienzos de los sesenta.
Dostoievski había afirmado la necesidad de que la enajenada intelli-
gentsia rusa, divorciada de los valores y las creencias de su propio pueblo
por su educación occidental, retornara a las raíces nativas y redescubriera
todos los tesoros aún ocultos allí: tesoros que, en su opinión, habían sido
vergonzosamente desconocidos. Él había realizado sin quererlo ese "retor-
no a la tierra natal" en su prisión siberiana, y había experimentado en per-
sona (o al menos eso creía) todas las riquezas moral-espirituales ocultas en
el pueblo ruso , en apariencia tosco, ignorante y atrasado.

La mejor y más notable característica de nuestra gente común y corriente [ha-


bía escrito en La casa de los muertos] es su sentido y su anhelo de justicia ...
Sólo tenemos que quitar la cáscara externa , superficial, y contemplar más
atentamente el núcleo, y veremos en la gente ordinaria del pueblo cosas de
las que no teníamos ni la menor idea. No hay mucho que nuestros hombres
de cultura puedan enseñarle a la gente común del pueblo. Diría yo que es a la
inversa: son ellos quienes debieran tomar unas cuantas lecciones de la gente
común (v 4, pp 121-122)

Un año después, en sus bocetos de viaje reunidos en Notas de invier-


no .. ., contrastó el carácter del hombre europeo con el del ruso. En el pri-
mero sólo encontraba un egoísmo abrumador; el segundo, instintivamen-
te, era atraído a esa fraternité (emplea el término francés) planteada como
objetivo por la Revolución francesa y aún aceptada por los socialistas co-
mo su ideal. Por implicación, sugiere que sólo en Rusia puede surgir una
sociedad basada en esa fraternidad, pues sólo en Rusia armonizaría con la
tendencia innata del carácter nacional, "pese a sus centenarios sufrimien-

17
PSS, vol. 28, libro 2, p 154; 25 de abril de 1866.

N ARODNICHESTVO: EL PO PULISMO RUSO ~ 111


tos, pese a la bárbara rudeza e ignorancia que han echado raíces, pese a la
esclavitud de siglos y la invasión de otros pueblos" (v. 5, p. 80).
El radicalismo democrático de Herzen y de Chernishevski, desde lue-
go, también había idealizado al pueblo ruso. En particular Herzen , a quien
Turgueniev acusó una vez de inclinarse ante la piel de oveja (llevada por
los campesinos rusos) como ante un ídolo , también había creído que quie-
nes llevaban ese atuendo eran capaces de remozar una civilización europea
moribunda, enseñando el camino hacia un futuro socialista . Pero tanto
Herzen como Chernishevki habían visto el narod básicamente como socia-
listas inconscientes, aún no corrompidos por la mentalidad burguesa del
Occidente ; una vez que cobraran conciencia de sus verdaderos intereses,
podrían servir para aportar el dinamismo necesario para la transición a
una sociedad más justa. Las instituciones protosocialistas del campesinado
entonces existentes, como la obshchina (comuna) y el arte! (asociación mu-
tualista de obreros), eran, según ellos, tan sólo un embrión que había que
nutrir y desarrollar con todo cuidado en una dirección conscientemente
socialista. Sin embargo, a semejanza de Dostoievski y los eslavófilos, los po-
pulistas, alarmados por el crecimiento del capitalismo en el país, fueron
llevados a considerar las instituciones socioeconómicas de los campesinos
(y, por tanto, el m odo de vida y la mentalidad de la que brotaban) como
incomparablemente valiosas e inapreciables en sí mismas y en su forma pre-
sente . La tarea más esencial de los populistas tal como ellos la veían, parti-
cularmente ante la amenaza planteada por el ritmo creciente de la indus-
trialización, era proteger la vida campesina ante las fuerzas que conducirían
a la desintegración de la comuna.

La cuestión de la clase obrera en Europa [había declarado Mijaílovski en


1872 , invirtiendo la dirección anterior del radicalismo ruso] es una cuestión
revolucionaria; allí exige la transferencia de los instrumentos de trabajo a las
manos del obrero, la expropiación del actual propietario. En Rusia, la cues-
tión de la clase obrera es una cuestión conservadora; aquí sólo se requiere la
conservación de los medios de trabajo en manos de los trabajadores, una ga-
rantía a los actuales propietarios [los campesinos] de su propiedad ... Sin
duda, esta meta no se puede alcanzar sin una intervención gubernamental en
gran escala, cuyo primer acto deberá ser el fortalecimiento de la obshchina. 18

18
Citado en Bil li ngton , Mildiailovsliy ... , op. cit., pp. 67-68.

112 ~ UN NUEVO COMIENZO


Ya desde 1850, Dostoievski había estado de acuerdo con los eslavófilos
en que las concepciones europeas de revolución no tenían ninguna aplica-
ción a las condiciones sociales de Rusia, y ahora -puede suponerse-,
Mijaílovski estaba de acuerdo con tales ideas, renunciando de hecho a la
revolución sociopolítica en favor de salvaguardar los intereses económicos
del campesinado.
Aun cuando los populistas aceptaban ahora la virtud cristiana del
autosacrificio, que para Dostoievski se encontraba en la raíz misma de la
obshchina campesina en una forma socialmente modificada, preferían po-
ner sus ideas en términos más contemporáneos. Así, Mijaílovski elaboró
su propia variante "sociológica" del mito tan difundido de que la vida
campesina tenía un valor inapreciable por derecho propio . La norma del
progreso, sostuvo, debía ser la felicidad del individuo concreto , la reali-
zación en la vida humana de la personalidad m ás armoniosa y completa.
Desde ese punto de vista , aunque Europa había alcanzado una "etapa" de
desarrollo social superior a la de Rusia , el campesino ruso representaba
un "tipo" de humanidad superior a su antípoda, el obrero industrial eu-
ropeo. El campesino ruso, al realizar sus tareas cotidianas, empleaba to-
das sus diversas capacidades físicas y mentales y, por ello, seguía siendo
un individuo integral; el obrero industrial europeo, cada vez más escin-
dido por los refinamientos de la división del trabajo, había quedado li-
teralmente reducido a una deshumanizada pieza de maquinaria . Poch-
vennichestvo había esperado que la intelligentsia europeizada retornara a
los valores encarnados en el suelo patrio para crear una síntesis nueva y
más rica, y el objetivo del populismo era salvaguardar el valor incompa-
rable que estaba encarnado en el tipo superior de vida del campesino
ruso, elevándolo a una "etapa" superior sin destruir sus virtudes irrem-
plazables.
Aun cuando pochvennichestvo y narodniches tvo no pueden simplemente
equipararse, es evidente la similitud de su perspectiva general, sobre todo
el desafecto cuasi eslavófilo por la civilización europea. Mijaílovski se ha-
bía horrorizado ante la descripción, hecha por Marx, de la "acumulación
primitiva", el proceso por el cual los pequeños propietarios rurales de In-
glaterra habían sido expulsados de la tierra para crear un proletariado
industrial dependiente del trabajo asalariado. "Ni la razón ni el sentimiento
moral influyeron sobre el desarrollo económico de Europa", había declara-
do indignado , ante partidarios de la expansión industrial rusa según linea-

ARODNICHESTVO: EL POPULI SMO RUSO ~ 113


mientas europeos. 19 Esta denuncia estaba muy lejos de la decisión de Pisa-
rev, a mediados de los sesenta, de abrazar indiscriminadamente el "progreso"
capitalista, y se acerca mucho más a la condenación que hizo Dostoievski
de la civilización europea en 1862, después de haber contemplado todas
las maravillas de la ciencia y la tecnología expuestas en el Palacio de Cristal
de la Feria Mundial de Londres . Para Dostoievski, esas maravillas repre-
sentaban el triunfo del dios carnal Baal, el dios de un desenfrenado mate-
rialismo : "Ésta es una especie de ilustración bíblica , alguna profecía del
Apocalipsis realizada ante nuestros ojos. Sentía uno la necesidad de una
perpetua resistencia y negación para no rendirse, ... para no inclinarse ante
los hechos y deificar a Baal" (v. 5, pp. 69-70). Para exorcizar esta mons-
truosa imagen del mal había recurrido Dostoievski a los valores morales
aún conservados en las raíces de la vida rusa; ahora Mijaílovski escribía
que "no sólo no nos burlamos de Rusia sino que vemos en su pasado , y
aun en su presente, mucho de aquello en lo que podemos fundarnos para
rechazar todas las falsedades de la civilización europea".20
Cada vez que Dostoievski había tratado de expresar concretamente su
propia alternativa a las ideas radicales de levantamiento revolucionario , lo
había hecho mediante imágenes de devoción individual por el bienestar de
los "humillados y ofendidos". Dando, en son de burla , cierto consejo a los
"hombres superfluos" retratados en la literatura rusa desde Eugenio One-
guin, los había instado a abandonar su desdeñosa decisión de quedarse con
los brazos cruzados porque no podían caminar con "botas de siete leguas"
y dar pasos gigantescos. ¿Por qué no podían aplicar sus notables capacida-
des a una tarea sencilla pero muy deseable7 "Siempre dijisteis que no había
nada que pudierais hacer. Pero, simplemente, intentad . .. ¿no podéis en-
contrar nada, incluso ahora? Enseñar sólo a un niño el alfabeto: ¡Ésa
es vuestra actividad' ... ¡Sacrificaos, oh gigantes! . .. Sacrificadlo todo , hasta
vuestra grandeza y vuestras grandes ideas por el bien general. .. Inclinaos ,
inclinaos hasta llegar al nivel del niño" (v. 18, p. 68) . En todos los escritos
de Dostoievski las abstracciones universales y grandiosas ciegan a sus hé-
roes negativos, ocultándoles ante las obligaciones elementales de una pre-
ocupación personal por los seres humanos vivos. En Los demonios, Shatov
muestra al más seductor de estos héroes negativos, Stavroguin, dónde bus-
car la fuente de ese sentido del bien y del mal cuya pérdida está llevándolo
19
Ibid. , p. 67.
20
Ibid., p. 66.

114 ~ UN NUEVO COM IENZ O


a su propia perdición. Ve , le dice , "a encontrar a Dios por medio del traba-
jo .. . trabajo de campesino. Ve , abandona tus riquezas" (v. 10, p. 203).
Con todas estas convergen cias como trasfondo, la forma concreta de la
actividad de los populistas a comienzos de los setenta bien pudo parecerle
a Dostoievski una respuesta - que no era coincidencia- a todo lo que él
había estado propugnando en sus libros. Una descripción clásica de los
obj etivos y los ideales de los populistas en la primavera de 1874 puede
encontrarse , una vez más , en las memorias del príncipe Kropotkin. La pri-
mera preocupación de todas, escribe, consiste en encontrar la respuesta a
una pregunta importante:

¿De qué manera podían ser útiles a las masas? Gradualmente, llegaron a la
idea de que la única manera era establecerse entre el pueblo , y vivir la vida
del pueblo. Llegaron jóvenes a las aldeas como médicos , ayudantes de médi-
cos, escribanos de aldea, y hasta trabajadores agrícolas, herreros, leñadores ..
Las muchachas se sometieron a exámenes para maestras, aprendieron a ser
comadronas o enfermeras y acudieron por centenares a los pueblos, donde se
consagraron a la parte más pobre de la población. Acudieron sin tener en
mente una idea de reconstrucción social, o un concepto de revolución. Sim-
plemente deseaban enseñar a leer a la masa de los campesinos, instruirla en
otras cosas, prestarle ayuda médica, y de esta manera a ayudar a levantarlos
de su oscuridad y miseria, y aprender al mismo tiempo cuáles eran sus ideales
populares de una vida social mejorn

Esta pintura es un poco demasiado idílica para ser realmente precisa,


aunque se la puede aceptar como descripción personal de las ideas profun-
damente altruistas con que los jóvenes populistas acudieron al pueblo. To-
dos ellos ciertamente deseaban ayudar comoquiera que fuese, pero éste no
era su único propósito. Su obj etivo era también "despertar la conciencia"
del pueblo, y allanar el camino a una eventual revolución. Influidos por
Mijaíl Bakunin, algunos grupos estaban convencidos de que sólo se necesi-
taba una chispa para encender una llamarada de rebelión entre los descen-
dientes de Pugachev y Stenka Razin, y se llevaron una gran desilusión al
ver que el pueblo ruso era tan lamentablemente inmune a su retórica in-
cendiaria. Los campesinos en general no quisieron ten er mucho trato con

21 Kropotkin, Memoirs of a Revolutionist. .., op. cit., p. 199.

NA RODNI CHESTVO: EL PO PULI SM O RUSO ~ 11 5


esos jóvenes educados que misteriosamente aparecieron entre ellos , incó-
modos en sus ropas campesinas , y corrieron a denunciarlos a la policía.
Dostoievski había profetizado precisamente esa reacción en las magistrales
últimas páginas de Los demonios, cuando su patético inocente, Stepan Tro-
fímovich Verjovenski, también decidió "ir al pueblo" acerca del cual había
estado charlando toda su vida .
Toda la Rusia culta se emocionó ante esta cruzada moral que, de pron-
to y al parecer espontáneamente , movió a miles de sus mejores jóvenes a
"abandonar sus riquezas" (muchos de ellos procedían de familias próspe-
ras y de alcurnia) y a "ir al pueblo". El ministro de justicia, el conde Pahlen,
notó sorprendido que muchas familias respetables ayudaban a sus propios
hijos y a los amigos de sus hijos a lanzarse en la irresistible efusión de un
esfu erzo por realizar, en el sentido más completo y literal, el ideal cristiano
del amor, el ideal de ayudar y reconfortar a los que sufren. Y semejante re-
ferencia a la religión no sólo es una interpretación retrospectiva; la hicie-
ron, en ese entonces, por quienes eran los protagonistas de los aconteci-
mientos. S. M. Kravchinski, participante que distaba mucho de ser un
sentimental (pocos años después mataría a puñaladas, a plena luz del día,
al jefe de la policía secreta rusa) , habló del movimiento como de algo que
"no se podía llamar político . Era, más bien, una especie de procesión de
cruzada , que se distinguía por el carácter absolutamente contagioso y abar-
cador de un movimiento religioso. La gente buscaba no sólo alcanzar una
meta práctica definida sino al mismo tiempo satisfacer una profunda nece-
sidad de purificación moral personal" (las cursivas son mías) 22
Dostoievski bien pudo haber discernido en lo que oía de estos aconteci-
mientos -y por toda la sociedad rusa zumbaban rumores acerca de ellos-
el comienzo de una realización de su propio ideal sociopolítico. Pues los
jóvenes populistas no sólo se mostraban interesados en educar y levantar al
pueblo: también deseaban ser educados ellos mismos, asimilarse a él, vivir
sus vidas, sufrir sus tormentos, enterarse de sus valores y sus creencias.
Dostoievski había soñado siempre con esa fusión entre la intelligentsia y el
pueblo , y bien pudo creer, durante la loca primavera y el verano de 1874,
que finalmente había amanecido el día tan anhelado . Pero de ser así , un
importante artículo de Mijaílovski sobre Los demonios (1873) reveló el abis-
mo que separaba a los radicales de Dostoievski, y que nunca sería colmado.
22
Citado en V Bogucharskii , Alitivnoe Narodnichestvo Semidesyatihh Godov (Moscú, 1912),
p. 179.

116 -4 UN NU EVO COMIENZO


5

Cuando Dostoievski aceptó la dirección de El Ciudadano, lo cual coincidió


con la publicación de Los demonios en forma de libro, esto naturalmente
desató una oleada de comentarios violentamente hostiles en la prensa rusa.
Sin embargo, en agudo contraste con mucha crítica soez aparecieron las
opiniones de Mijaílovski, en las Notas de la Patria. Lejos de censurar a Dos-
toievski, se tomó grandes trabajos por tratarlo con auténtico respeto como
"uno de los más talentosos de nuestros escritores contemporáneos". Hasta
expresó cierto pesar de que ese talento se hubiese vuelto el director de una
publicación tan mediocre y desteñida como El Ciudadano, cuya mejor par-
te era la columna Diario de un escritor, "que sin duda se lee con gran inte-
rés". 23 Muy apropiadamente, Mijaílovski empieza por analizar una de estas
columnas antes de que su artículo se expanda hasta llegar a ser el mejor
análisis de Dostoievski desde Zabytie Liudi (Pueblo pisoteado), de Dobroliu-
bov, en 1861.
En una de las primeras entradas de su Diario de un escritor, intitulada
"Starye Liudi" ("Los viejos"), Dostoievski había esbozado un retrato de Vis-
sarión Belinski, a quien presentó como un comprometido socialista utópi-
co y, al mismo tiempo, como un ferviente ateo. Así, el socialismo quedaba
ligado al rechazo de la fe en un Dios sobrenatural; como respuesta, Mijaí-
lovski señaló, con gran tino, que el socialismo utópico francés distaba mu-
cho de ser ateo. "Podríamos aducir mil citas de Fourier, Saint-Simon, Louis
Blanc, etc . -objetó- en que la existencia de Dios se afirma en los términos
más explícitos y a veces más apasionados. En lo tocante, en particular, al
cristianismo, casi todos los socialistas reconocieron la elevada naturaleza
moral de sus enseñanzas. "24 En otras palabras, al insistir en la naturaleza atea
del socialismo, el diarista no sólo estaba incurriendo en un error histórico;
también, según implica Mijaílovski, estaba pasando por alto el hecho de
que los populistas una vez más estaban dispuestos a aceptar la moral cris-
tiana que se encontraba en su base original. Sin embargo, Mijaílovski cui-
dadosamente distingue entre esa reverencia por los valores cristianos y la
insistencia en que estos valores deben estar arraigados en una fe religiosa,
y el crítico populista ofrece un penetrante atisbo de la problemática con la
que Dostoievski lucharía durante el resto de su vida.
23 Sochinenia N. K. Mikhailovskogo, vol. 2, San Petersburgo, 1888, pp . 272-273 .
24 Citado en PSS, vol. 21 , p. 468.

N ARO DNICHESTVO: EL POPULISMO RU SO ~ 117


Por muy respetuoso que fuese su tono , las opiniones de Mtjaílovski
sobre Dostoievski como escritor no divergen de las de otros críticos más
hostiles. Refiriéndose a su "brillante talento psiquiátrico", Mijaílovski se
pregunta, con irónica falta de sinceridad, por qué Dostoievski no escoge
sus temas de novela de la vida europea medieval. "Todos esos flagelantes,
demoniacos, licántropos, todas esas danses macabres, orgías en épocas de
peste, etc. , toda esa tremenda mezcla de egoísmo, de sentido del pecado y
de sed de expiación .. . ¡Qué fructífero tema sería éste para el señor Dos-
toievski1"25 Luego , Mtjaílovski pasa a separar diversos tipos de personajes
de la novela, elogiando a Stepan Trofímovich Verjovenski (el idealista ro-
mántico del decenio de 1840) , a Karmazínov (caricatura de Turgueniev) , y,
en particular, al totalmente inepto gobernador general Von Lembke y a su
esposa , radicalmente chic. Todos son personajes que, asimismo , acaso hu-
biesen aparecido en otras novelas rusas, aunque Dostoievski los trata con
inimitable fuerza. Pero otro tipo de personaje es enteramente suyo, entera-
mente dostoievskiano; los ejemplos - Stavroguin, Shatov, Piotr Verjoven-
ski, Kirillov, Shigalev- no podían haber sido creados por nadie más , por-
que el autor los ha presentado con sus peculiares "ideas excéntricas". Tales
personajes existen "en los límites de la razón y de la locura.. [y] poseen la
posibilidad de predicar unas teorías sumamente complicadas". 26 En opi-
nión de Mijaílovski, estos personajes distan mucho de estar bien logrados,
pero se niega a pasarlos por alto simplemente como productos lamentables
de una imaginación psicopática trastornada. Con una agudeza que aún si-
gue eludiendo a muchos comentadores, sagazmente escribe que "en la ma-
yoría de los casos resuelve, con la ayuda de sus temas psiquiátricos , algún
problema moral, y las más de las veces da a esta resolución un carácter mís-
tico" (las cursivas son mías). 27
Dostoievski se equivocó, sigue diciendo , al vincular semejante tipo , su
propia especialidad artística, con el tema sociopolítico que había decidido
representar. "¿Tiene alguna base ... para agrupar en torno del asunto Ne-
chaev a tipos empapados de misticismo7 Creo que no, y aún menos tiene
el derecho de presentarlos como ejemplos de la juventud contemporánea
rusa en general. " En realidad, tal como lo veía Mijaílovski, incluso selec-
cionar el asunto Nechaev como tema de su novela había sido un error.
25
Sochinenia N. K. Mihhailovshogo .. , op. cit., vol. 2, p 273.
26
!bid., pp 274-275.
27
/bid. , p 277.

118 ~ UN NUEVO COM IEN ZO


Pues si la visión del novelista no estuviese tan centrada en el ego de éste,
"se convencería ... de que el asunto Nechaev es una monstruosidad hasta
tal grado y en tantas formas que no puede servir como tema de una novela
con una gama más o menos amplia. Podría servir como material para una
novela policiaca, estrecha y limitada, y tal vez ocupar un lugar en un cua-
dro de la vida contemporánea, pero tan sólo como un episodio de tercera
fila". Mijaílovski, debe decirse , no se mordía la lengua en su condenación
al caso Nechaev, al que llamó "una excepción penosa, equivocada y crimi-
nal".28 Dos años antes, cubriendo el juicio de los seguidores de Nechaev,
había expresado su aprobación a su castigo y había elogiado la manera en
que se condujo el proceso.
Tras comenzar como crítica de la novela de Dostoievski, que Mijaílov-
ski fue incapaz de evaluar salvo en relación con las convenciones imperan-
tes del realismo social, el artículo se explaya hasta ser un análisis extrema-
mente agudo y todavía pertinente de las ambigüedades de la posición
ideológica de Dostoievski. Refiriéndose a la novela y a varios artículos, Mi-
jaílovski enfoca la descripción de Dostoievski del radicalismo ruso como
producto final de la influencia desintegradora que ha tenido la cultura eu-
ropea sobre la rusa. La clase educada rusa se había apartado del pueblo y,
simultáneamente, de la religión del pueblo, y había perdido, así, la capaci-
dad de distinguir entre el bien y el mal. Por ello, estaba inevitablemente
condenada a la destrucción mostrada en Los demonios. Sin embargo, Mijaí-
lovski sostiene significativamente que no es necesario compartir las con-
vicciones religiosas del pueblo para aceptar los valores morales encarnados
en su modo de vída. Dostoievski, indica , emplea la palabra "Dios" en Los
demonios a veces para significar un Ser Supremo (como todos los demás) y
a veces como sinónimo de "particularidades nacionales" y costumbres na-
cionales, identificando así el apego al pueblo ruso con la fe religiosa. Pero
esta teoría es "simplemente imposible", y Mijaílovski tiene buen cuidado
de apartar la cuestión de la religión de la relación entre la intelligentsia y el
pueblo.
Esta relación es mucho más complicada de lo que Dostoievski está dis-
puesto a reconocer. Para el novelista existe sólo la condenación inequívoca
de la intelligentsia pronunciada en Los demonios, o la no menos inequívo-
ca y acrítica glorificación del pueblo en el Diario de un escritor. Dostoievski es

28
Ibid., pp. 284 y 307 .

ARODNICHESTVO: EL POPULISM O RUSO ~ 119


"un hombre feliz'', escribe con envidia Mijaílovski. "Sabe que , ocurra lo
que ocurra al pueblo , a la postre se salvará y nos salvará a nosotros ."29 To-
dos los que no comparten esta fe en el pueblo , con todas sus costumbres y
creencias, son llamados citoyens (es decir, los populistas) por Dostoievski,
quien emplea esta palabra francesa para subrayar su enajenación de su tie-
rra natal. Pero como quiera que fuese en el pasado, sigue diciendo Mijaílov-
ski, es un grave error pasar por alto el nuevo grupo de citoyens que no
embonan en esta clasificación. Pues estos nuevos citoyens, aunque compar-
ten totalmente su reverencia por la "verdad del pueblo ruso", encuentran
contradictorias y confusas las tradiciones de esta "verdad"; sólo aceptan
aquella parte que coincide con los principios generales de "humanidad"
adquiridos de otras fuentes (a saber, los ideales de justicia social encarnados
en el socialismo occidental) . De hecho, observa agudamente Mijaílovski, el
propio Dostoievski hace lo mismo en muchos casos, aunque negándose a
reconocer que arbitrariamente identifica sus propios valores humanos con
"la verdad del pueblo ruso".
Lo que caracteriza a estos nuevos citoyens es precisamente su devoción
al pueblo ruso y sus sentimientos de culpa y de deuda para con aquellos a
cuyas expensas adquirieron sus propias ventajas. "Hemos llegado a la con-
clusión de que somos deudores del pueblo - escribe Mijaílovski en un
pasaje que fue célebre y que hace eco a Lavrov-. Tal vez esta convicción no
esté en la verdad del pueblo, seguramente no lo está, pero la colocamos en
el centro de nuestra vida y nuestra actividad, aunque tal vez no siempre
con plena conciencia. " Como resultado de ello los citoyens por quienes ha-
bla Mijaílovski están dispuestos a dejar de agitar por los derechos legales y
políticos , que sólo los beneficiarían a ellos mismos como miembros de la
clase educada , y deciden dedicar sus energías a trabajar por unas reformas
sociales de beneficio inmediato para el pueblo. "Al dar la preferencia a las
reformas sociales por encima de las políticas - explica Mijaílovski-, sólo
estamos renunciando al fortalecimiento de nuestros derechos y al desarro-
llo de nuestra libertad como instrumentos para la opresión del pueblo y
aun un mayor pecado." La situación de los citoyens es , así, esencialmente
trágica: el "progreso" mismo que desean impulsar en el pueblo está a su vez
manchado por la antiquísima injusticia de la que se sienten arrepentidos.
"La expiación del pecado involuntario con la ayuda de los medios logrados

29
Ibid., p 304.

120 ... UN NUEVO COM IE NZO


por medio del pecado: tal es la ley de los citoyens, aunque desde luego no
estoy hablando de todos." 3º
Mijaílovski, como vemos, emplea el vocabulario cristiano del propio
Dostoievski, y lo hace para persuadir a su interlocutor de que la imagen de
los radicales proyectada en Los demonios es ya lamentablemente caduca.
Aconsejándole directamente, escribe: "Si deja usted de jugar con la palabra
'Dios' y se familiariza un poco mejor con su vergonzoso socialismo, se con-
vencerá de que éste coincide al menos con algunos de los elementos de la
verdad del pueblo ruso". En lugar de atacar a quienes hoy comparten una
reverencia común por el pueblo y su "verdad", apremia a Dostoievski a
mirar a su alrededor y prestar atención a todos los nuevos "demonios" que
recientemente han salido para infestar el país:

Rusia, ese frenético inválido que usted ha descrito, está siendo cruzado por
ferrocarriles, cubierto de fábricas y bancos.. ¡y en su novela no hay una sola
indicación de este mundo! ¡Usted enfoca su atención en un insignificante pu-
ñado de locos y canallas! En su novela no hay un demonio de riqueza nacio-
nal [expansión industrial a expensas del bienestar del pueblo], el más difun-
dido demonio de todos y el que menos conoce los límites del bien y del
mal. .. El demonio del servicio al pueblo - aun si es un demonio expulsado
del cuerpo enfermo de Rusia- anhela la expiación en una u otra forma, y
ésta es toda su sustancia Mejor evitelo por completo si. sólo puede ver sus
formas patológicas. 31

Apresurándose, en el siguiente número de El Ciudadano, a reconocer el


impacto del artículo de Mijaílovski, lo llama Dostoievski "en cierto sentido
una nueva revelación para mí". Varios meses después, vuelve a él. "No
puedo olvidar al N. M. de las Notas de la Patria y mis 'deudas' para con él",
dice diestramente. "No he tenido el honor de conocerlo personalmente
y, asimismo, nunca he tenido el placer de saber algo de él como persona
privada. Pero estoy convencido con todo mi corazón de que es uno de los
publicistas más sinceros que puedan encontrarse en Petersburgo" (v. 21,
p. 156). Evidentemente, Dostoievski se sintió conmovido por la gravedad
30
Ibid, pp. 306-307.
31 Idem.

NARODNICHESTVO: EL PO PU LISMO RUSO ~ 121


del tono de Mijaílovski , así como por su expresión profundamente since-
ra del deseo de los populistas de sacrificarse en favor del pueblo; y también
se habrá sentido favorablemente impresionado por la decidida condena de
Nechaev. En su cuaderno de notas había observado una vez, desdeñosa-
mente: "Ninguno [entre los radicales] se atreve a expresar una opinión so-
bre Nechaev". 32
Pero , como pronto lo puso en claro, no se hacía ilusiones -ni le per-
mitiría el artículo de Mijaílovski hacerse ningunas- con respecto al punto
principal en que seguirían difiriendo él y los populistas. "El señor N. M.
llamó mi atención por primera vez - explica- por sus opiniones acerca
de mis opiniones con respecto a Belinski, el socialismo y el ateísmo , y lue-
go, por sus juicios acerca de mi novela Los demonios. " La falta de tiempo le
impide responder a la crítica de su novela, aunque ardientemente deseara
hacerlo, pero luego señala gravemente hacia el punto crucial de desave-
nencia entre él y los populistas, por mucho que sus opiniones en otras co-
sas coincidan. "Pero escribir y afirmar que el socialismo no es ateo -ad-
vierte a Mijaílovski-, que el socialismo no es en absoluto la fórmula para
promulgar el ateísmo y que el ateísmo no es su esencia central y fundamen-
tal. .. eso me sorprende extremamente en un escritor que , al parecer, tanto
se ha empapado de este tema" (v. 21 , p. 157).
Dostoievski sabía de sobra que Mijaílovski estaba plenamente justifica-
do al afirmar que los padres del socialismo utópico francés no habían sido
ateos y habían reverenciado la figura santificada de un Cristo vagamente
definido, pero de todos modos divino. Sin embargo, también sabía que,
desde que Ludwig Feuerbach había destronado la religión por ser, en pala-
bras de Marx , "el opio del pueblo", las opiniones de Feuerbach habían sido
aceptadas en Rusia por Herzen, Bakunin y Chernishevski, entre otros. Su
influencia combinada impedía toda fácil aceptación de la fe religiosa como
el corolario natural de las ideas moral-sociales cristianas. "El socialismo . ..
esto es también cristianismo -había anotado Dostoievski en sus cuader-
nos (1872-1875)-, pero propone que puede triunfar con la razón." 33 Ta-
les palabras indican su conciencia de la inspiración cristiana subyacente en
el socialismo populista , pero precisan lo que él consideraba como su con-
tradicción. Más aún: justamente por entonces (1873) , el antagonismo en-
tre radicalismo y fe religiosa había sido resonantemente proclamado por
32
Véase Literntumoc Nasledstvo, 83 (Moscú , 1971) , p. 290.
11
Idem.

122 ... UN NUEVO COMIENZO


una resolución de la sección eslava de la Primera Internacional. Bajo la in-
fluencia de Bakunin, se había declarado en favor de "ateísmo y materialis-
mo" y se había comprometido "a luchar contra todo tipo de culto divino,
contra todas las confesiones religiosas oficiales y ... a esforzarse por erradi-
car la idea de la divinidad en todas sus manifestaciones". 34
A pesar de todo, como los populistas rusos ya no vinculaban el ateís-
mo con un rechazo de la moral cristiana o las enseñanzas de Cristo como
tales, habría un notable cambio de acento en la relación de Dostoievski con
esta nueva forma de radicalismo. La trataría con una benignidad de tono
que contrasta con sus polémicas de los sesenta , y en su arte ya no enfocaría
figuras como el hombre del subsuelo (quien niega, en la primera parte, la
posibilidad de cualquier tipo de moral sobre principios nihilistas) o como
Raskólnikov y Stavroguin, quienes remplazan la conciencia cristiana por
un cálculo utilitario o por una teoría protonietzscheana de indiferentismo
amoral más allá del bien y del mal. Los populistas habían llegado a aceptar
de vuelta los valores cristianos de la "verdad del pueblo ruso" y, así, Dos-
toievski creyó que podía atraerlos en nombre de una moral que ya no re-
chazarían automáticamente.
La gran ambición de Dostoievski había sido siempre reconciliar a la ge-
neración más joven, notoriamente refractaria y radicalizada si no con las
condiciones existentes en la vida rusa, entonces con el gobierno, que -es-
taba él convencido- ofrecía la única posibilidad de cambiar para bien tales
condiciones. Esta nueva base para el diálogo se le ofreció, así, como una
oportunidad inigualada, que trató de utilizar publicando su nueva obra en
Notas de la Patria. El eslabón más débil de la ideología de los populistas era
su disposición a reverenciar al pueblo ruso y "la verdad del pueblo ruso"
mientras se negaban a aceptar la raíz de esta "verdad" en la creencia hereda-
da del pueblo en Cristo como el Dios-hombre divino. ¿Cómo podían los
populistas idolatrar e idealizar al pueblo sin adherirse también a la fe reli-
giosa de la cual brotaban todos los valores morales del pueblo y que, para
Dostoievski, constituía su único anclaje firme< El tema de la necesidad de
una fe religiosa cobra una nueva importancia e intensidad en las novelas
de este último periodo y aparece, conspicuamente, en primer término. Desde
luego, siempre había estado presente, pero subordinado a una defensa de la
ética cristiana de amor y autosacrificio contra los embates de los nihilistas.

34
Citado en Itenberg, Dvizhenie Revolyutsionnogo Narodnichestvo ... , op. cit., p 346.

NARODN/CHESTVO: EL POPULISMO RUSO ~ 123


Dostoievski y los populistas continuarían divergiendo en esta decisiva
cuestión de la fe religiosa, aunque quedaron suficientes puntos de contacto
que le permitirían al autor adquirir una posición única. Empezaron a con-
siderarlo como alguien que, pese a su lealtad al zar, lograba trascender un
estrecho faccionalismo, y él trató de aprovechar esta eminencia, al ir aca-
bándose la década de los setenta, para impedir la catástrofe que asomaba
cada vez más cerca de su patria cuando los populistas, antes pacíficos y
apolíticos, recurrieron por desesperación al terror.

124 .. UN NUEVO COMI ENZO


V El Diario de un escritor, 18 73: I

UNO DE LOS principales atractivos que ofrecía El Ciudadano bajo la dirección


de Dostoievski era la aparición regular de su Diario de un escritor. Durante
largo tiempo había acariciado la ambición de crear una revista singular,
escrita íntegramente por él, en la que pudiese comentar con toda libertad
los acontecimientos actuales y expresar, en toda una variedad de formas
literarias, sus reacciones a los más profundos problemas moral-sociales y
religioso-filosóficos que planteaban. Sin embargo, por el momento decidió
poner a prueba estas posibilidades tan sólo en una columna, en un folle-
tón, que aparecería irregularmente en El Ciudadano.
La columna de Dostoievski atrajo una inmediata y favorable atención.
Se estuviese de acuerdo o no con sus opiniones, era imposible no apreciar
el vigor, el ingenio y la expresividad de sus textos, así como sus dotes de
novelista para dramatizar sus ideas en forma de esbozos breves y diálogos
agudamente redactados. Éstos daban una frescura y una animación irresis-
tibles a cualquier tema que tocaran. Mijaíl Bajtín, que atribuyó tan gran
importancia al papel del diálogo en las novelas de Dostoievski, también
observó este rasgo de su estilo en sus exposiciones. "Su manera de desarro-
llar el pensamiento es siempre igual: lo hace dialógicamente, pero no me-
diante un seco diálogo lógico, sino mediante la confrontación de voces
íntegras y profundamente idealizadas. Incluso en sus artículos polémicos,
Dostoievski en realidad no busca convencer, sino que orquesta voces, con-
juga orientaciones de sentido, en la mayoría de los casos por medio de un
cierto diálogo imaginado" .1
1Mijaíl Bajtín, Problemas de la poética de Dostoievshi, trad. de Tatiana Bubnova, FCE, México,
2005, pp. 138-139.

~ 125
Esta observación es sumamente aguda, pero la terminología puede
producir equívocos. Lo que queda anudado no sólo son las "voces" sino
las personas de carne y hueso, con sus actitudes y valores: a veces se trata
de personajes y situaciones imaginarias, inventados con fines de ilustración,
a veces de personas y acontecimientos tomados de su propia vida. Pues sus
artículos también están animados por el continuo empleo de material au-
tobiográfico, breves evocaciones de un hecho o un encuentro personal.
Por ello, el Diario contiene un constante fluir de anécdotas y de reminis-
cencias que se remiten a nombres tan grandes como Aleksandr Herzen,
Vissarión Belinski y Nikolái Chernishevski, a todos los cuales había cono-
cido personalmente Dostoievski y que aparecen en sus páginas para repre-
sentar diversos tipos de la intelligentsia rusa.
Como la brillante autobiografía de Herzen, Mi pasado y mis ideas, así
también el Diario se volvió un nexo viviente entre los lectores de Dostoiev-
ski y su propio pasado sociocultural. También cumplió la función de ro-
dearlo de la aureola de esta historia para entonces ya consagrada, en la
que, como era bien sabido, había desempeñado una parte honorable y,
para emplear un eufemismo ruso, "había sufrido por sus convicciones". En
realidad, el Diario aún ofrece una de las principales fuentes de información
acerca del propio Dostoievski, aunque se le debe emplear con gran cautela.
Aparte de los lapsos de memoria a los que se volvió cada vez más propenso
en sus últimos años -tal vez, como lo creía él, por efectos de su epilep-
sia-, los "hechos" tal como los presenta están siempre coloreados por el
particular contexto ideológico en que se encontró inmerso a comienzos de
los setenta.

El Diario comienza con una divertida introducción que anuncia la insta-


lación de Dostoievski como director de revista y que ilustra vivamente un
poco de la inventiva de que tuvo que valerse para dar vida a un aconte-
cimiento tan informal y carente de importancia como su llegada al esce-
nario periodístico. Pues aprovecha otro suceso que ocurrió el mismo día
-la boda del emperador de la China- para poner de relieve la confusión
reinante en la situación cultural rusa. El ceremonial de la boda china había
sido "decretado mil años antes, en casi doscientos volúmenes", pero su
propio nombramiento había ocurrido de la manera más sencilla e improvi-

126 ... UN NUEVO COM IENZO


sada. Las cosas se habrían hecho de otra manera en China. No habría habi-
do la necesidad de que un nuevo director reflexionara acerca de sus debe-
res futuros porque "allí todo había sido prevísto y planeado mil años antes,
mientras que aquí todo ha estado de cabeza durante mil años". Dostoievski
establece pintorescamente su argumento y luego pasa a narrar una anécdo-
ta acerca de un combate entre un cerdo y un león (supuestamente de origen
indio) El rey de los animales percibe el olor de su adversario y abandona
precipitadamente el campo de batalla; así, Dostoievski indica alegóricamen-
te que no se enzarzará en polémicas con ningún oponente que tenga una
fragancia similar.
Otra breve historia (de hecho, dos) trata del mismo asunto y lo aclara
más. Una vez, cuando había felicitado a Herzen por su chispeante serie de
diálogos Desde la otra orilla, respondió el elogiado recordando una con-
versación con Belinski acerca de un diálogo escrito por este crítico. Belin-
ski no había dejado duda de que el portavoz que representaba las ideas
que él favorecía había salido triunfante de la discusión. "Pero -continuó
Herzen sardónicamente-, ¿qué le hizo perder a usted su tiempo hablan-
do con semejante necio"?" (v. 21, p. 8). Resultaba claro que Dostoievski no
perdería su tiempo discutiendo con necios , pero , como Herzen, probable-
mente tomaría en consideración los argumentos más poderosos que
pudieran lanzarse contra su propio punto de vista.

Las entradas del Diario de Dostoievski a menudo no están vínculadas en


forma abierta o explícita, sino mediante conexiones que surgen de las pro-
fundidades de la memoria asociativa. El recuerdo del cuento de Herzen
acerca de Belinski "me trajo a la memoria" -como escribe en su siguiente
entrada, "Los viejos"- "mi debut en literatura" (v. 21, p. 8). Dostoievski
había deseado ya de tiempo atrás registrar sus recuerdos de Belinski, y has-
ta lo había hecho en un artículo, hoy perdido, que fue escrito en 1867
mientras vivía en el extranjero. Sus cartas de este periodo contienen furio-
sos y hasta soeces ataques contra Belinski, y hay observaciones igualmente
ofensivas en las notas para Los demonios. "Ese hombre insultó a Cristo de-
lante de mí en el más sucio lenguaje'', le escribió indignado a Strájov en
1871 ; califica al gran crítico como el "fenómeno más apestoso, obtuso e

EL DIARIO DE UN ESCRITOR. 1873: 1 ~ 127


ignominioso de la vida rusa".2 Estas palabras fueron escritas en el apogeo
de su rabia contra los radicales , provocada por el asunto de Nechaev, que
él vio como producto de la influencia de Belinski. Sin embargo, los jóvenes
populistas también podían considerarse como descendientes de Belinski, y
la relación de Dostoievski con esta figura clave, que tan importante había
sido para él al comienzo de su carrera literaria, se volvió, así, mucho más
ambivalente.
Tanto Herzen como Belinski aparecen descritos en el artículo de Dos-
toievski. En el caso del primero , subraya la contradicción interna entre los
principios que profesaba y su vida personal, llamándolo tipo histórico, al-
guien que no llegó a ser un émigré, pero que , "como producto de nuestra
aristocracia", nació , por decirlo así, en el exilio. Representaba una clase , la
nobleza rusa, que había roto con el pueblo ruso, y cuando "rompieron con
el pueblo naturalmente perdieron también a Dios". A ojos de los nobles, el
pueblo ruso, a quien ellos imaginaban amar pero que en realidad despre-
ciaban, "tomó la forma de la chusma parisiense de 1793". La misma incon-
gruencia corre por cada aspecto de la carrera de Herzen. Como buen so-
cialista, había renunciado a todos los principios de la antigua sociedad en
que vivió, pero era "un buen esposo y padre", administró muy cuidadosa-
mente su riqueza heredada e incitó a otros a lanzarse por el peligroso ca-
mino de la revolución aun cuando a él "le gustaran el confort y la paz fami-
liar". Ante todo , Herzen era un brillante pensador, escritor y charlista,
siempre un artista, con una "soberbia capacidad de reflexionar sobre sí
mismo [.. .] La autorreflexión -la capacidad de hacer de sus propios
sentimientos más profundos un objeto que podía poner ante sí, rendirle
homenaje en un momento y, en el siguiente, tal vez ridiculizarlo burlona-
mente- fu e una cosa que él desarrolló en el más alto grado" (v. 21 , p. 9).
Aunque el propio Dostoievski no parece sacar esta conclusión, esa capaci-
dad ayuda a explicar la cualidad irónicamente autocrítica de los diálogos
de Herzen, que tanto admiró Dostoievski.
Si Herzen era principalmente autorreflexivo, Belinski era todo lo con-
trario: "un entusiasta" ante todo, que cedía por completo a toda nueva
oleada de inspiración. Llamado el "furioso Vissarión" por sus íntimos, Be-
linski era bien conocido por lo impetuoso e inflamable de su temperamen-
to , y el retrato que de él hace Dostoievski coincide con el otro , mucho más

2
PSS, vol 29 , libro 1, p. 215; 18-30 de mayo de 1871.

128 ... UN N UEVO COM IENZO


detallado , que hace Herzen en Mi pasado y mis ideas. El autor de Los demo-
nios había conocido a Belinski sólo cuando el influyente crítico estaba pa-
sando de una aceptación del socialismo utópico francés de tendencia deísta,
que reverenciaba a Cristo como el divino heraldo de un "nuevo cristianismo",
a un rechazo del cristianismo y la adopción de un ateísmo militante , bajo
la influencia de pensadores izquierdistas hegelianos como D. F Strauss y
Ludwig Feuerbach. La conversación que Dostoievski recuerda, sostenida
"en los primeros meses de nuestro conocimiento", se explaya sobre este
debate interno pero deforma un poco los hechos históricos. A partir del
ejemplo de Belinski, Dostoievski implica que el socialismo necesariamente
tiene que ser ateo, lo que bien sabía que no había sido así a mediados de
los cuarenta; luego afirma que él mismo "había aceptado apasionadamente
toda la enseñanza [de Belinski] ", lo que engañosamente sugiere que Dos-
toievski se había convertido al ateísmo (v. 21 , p. 12). De hecho , otro ar-
tículo del Diario indica sin lugar a dudas que aún seguía bajo la influencia
de un socialismo cristiano deísta cuando fue arrestado cuatro años des-
pués, en 1849.
Aparte de tales cuestiones, este retrato de Belinski toca lo que, pocos
años después, llegaría a ser uno de los motivs centrales de la Leyenda del
Gran Inquisidor: el motiv de la enorme carga puesta por Cristo sobre la
humanidad . Dostoievski había dicho a Mijaíl Pogodin que deseaba poner
bien clara en el Diario la antítesis entre socialismo y cristianismo, y empie-
za a hacerlo en el mismísimo primer artículo. "Aunque amaba la razón, la
ciencia y el realismo ante todo - escribe-, [Belinski] también comprendía
mejor que nadie que la razón, la ciencia y el realismo por sí solos no podrían
crear más que un h ormiguero y no la 'armonía' social en que el hombre
pudiese crearse una vida para sí. Sabía que los principios morales son la
base de todo. " Y, sin embargo , "como socialista, primero tenía que destronar
al cristianismo", y, así, rechazó "la responsabilidad moral del individuo" y
no vaciló, incluso , en atacar "la radiante imagen del Dios-hombre, su inal-
canzable altura moral, su maravillosa y milagrosa belleza" (v. 21 , p. 10).
Belinski llegó mucho más lejos, incluso, que un incrédulo como Ernest
Renan, quien en su Vida de j esús había considerado que Cristo "aún era el
ideal de la belleza humana , un tipo inalcanzable, que jamás se repetirá en
el futuro ".3 No así Belinski, quien dijo "chillando una noche" que el hom-

3 Ernest Renan , Vie de j és us, París, 1863, pp. 457-469 ; véase también PSS, vol. 21, p. 381.

EL DIARIO DE UN ESCRITOR, 1873: 1 ~ 129


bre era demasiado débil para soportar la carga de responsabilidad moral
que le había impuesto Cristo.

Bien sabemos que los pecados del hombre no se le pueden echar en cara y
que no se le puede cargar con obligaciones y persuadirlo de poner la otra me-
jilla cuando la sociedad está organizada de manera tan sucia que un hombre
no puede dejar de hacer cosas malas; tan sólo los factores económicos lo lle-
van al mal, y es absurdo y cruel exigir de un hombre algo que las leyes mis-
mas de la naturaleza le hacen imposible cumplir, aun si lo deseara.

Belinski comentó entonces, escudriñando el rostro del silencioso Dos-


toievski (quien no decía una sola palabra) , que "en cuanto menciono el
nombre de Cristo, todo el rostro le cambia, como si estuviera a punto de
llorar". Es de suponerse que estas palabras van dirigidas a otros dos que
estaban presentes, y si las palabras de Belinski pusieron a Dostoievski a un
paso de las lágrimas , fue sólo por sus groseras y desdeñosas palabras acer-
ca de Cristo.
Belinski continuó en esta misma vena: "Créame que su Cristo, si nacie-
ra en nuestra época, sería el menos distinguido , el más ordinario de los
hombres: sería totalmente eclipsado por la ciencia actual y por las fuerzas
que hoy hacen avanzar la humanidad" (v. 21, p. 11). Al llegar a ese punto,
uno de los presentes intervino para afirmar que "si Cristo apareciera hoy,
se uniría al movimiento socialista y se pondría a su cabeza". Aunque aca-
baba de sostener que Cristo no tendría ningún papel que desempeñar en el
mundo moderno, Belinski se apresuró a convenir en ello: "Ciertamente se
uniría a los socialistas y los seguiría". Dostoievski enumera entonces los
nombres de todos esos socialistas a quienes Belinski admiraba y de quie-
nes Cristo sería seguidor: George Sand, "el hoy totalmente olvidado [Étien-
ne] Cabet", Pierre Leroux y Pierre-joseph Proudhon, "que por entonces
sólo estaba empezando su obra" (v. 21, p. 11) Todos estos escritores eran
socialistas franceses deístas o, como Proudhon, empleaban el lenguaje de
la religión para expresar ideales socialistas. En esta imagen de Cristo retor-
nando para aliarse a los socialistas, ya podemos entrever el motiv del regre-
so de Cristo y la problemática de la Leyenda del Gran Inquisidor. ¿Se su-
bordinaría Cristo a los socialistas o estaban ellos, en realidad, falseando y
deformando Su mensaje? Cuando el Inquisidor afirma hablar en nombre
de Cristo, lo hace con palabras similares a las del compasivo ateo Belinski,

130 ~ UN NUEVO COMIENZO


quien, movido por la piedad y el amor, deseaba aliviar a la humanidad de
la enorme carga de la libertad moral.
Fuese como novelista o como editor, Dostoievski nunca se inclinó a
discutir en abstracto o conceptualmente; en cambio , prefería contraponer
una imagen dramática a otra. Aquí, yuxtapone su retrato de Belinski con
otro episodio de su propia vida. Al llegar a Siberia, él y los otros presos del
convoy, hacen una pausa en Tobolsk en su camino rumbo a los diversos
campamentos, y allí les salen al paso y los ayudan las muy cultas y bien
educadas viudas de los decembristas exiliados, mujeres que voluntaria-
mente habían abandonado sus vidas privilegiadas entre la nobleza para
acompañar a sus maridos al exilio siberiano. El autor señala: "Lo dejaron
todo: su posición social, la riqueza , las relaciones, los parientes , y lo sacri-
ficaron todo al supremo deber moral, el deber más libre que pueda existir.
Sin ser culpables de nada, sufrieron durante veinticinco años todo lo que
sus esposos, ahora presidiarios, tuvieron que soportar" . Les dieron a Dos-
toievski y a los otros unos ejemplares del Nuevo Testamento (no menciona
los diez rublos que iban ocultos en la encuadernación); este regalo , el único
libro que se permitió poseer a los presos, "estuvo bajo mi almohada duran-
te los cuatro años de mi servidumbre penal" (v. 21 , p. 12). No se dice nada
más, pero aquí estaba la refutación viva de la imagen de Belinski de una
humanidad demasiado débil para soportar la presión del mundo, un testi-
monio vivo de las ideas morales consagradas en el Nuevo Testamento, una
prueba viviente de que la humanidad no es demasiado débil para soportar
la pesada carga de la obligación moral exigida por Cristo y para realizar el
libre autosacrificio del amor.

El siguiente artículo, "Sreda" ("El medio"), brota directamente de la con-


clusión de "Los viejos". Dostoievski había recordado que durante sus años
de prisión estuvo rodeado por presidiarios "que, si hemos de creer a Belin-
ski, no eran capaces de dejar de cometer crímenes , y que, así, quedaban
justificados y tan sólo eran menos afortunados que otros". Además, era
costumbre del pueblo ruso llamar "infortunados" a todos los presos (Gógol
también había notado la misma palabra), y podría considerarse que esta
costumbre justificaba la opinión de Belinski: que los presidiarios eran sólo
víctimas del destino , y no delincuentes culpables de la violación de alguna

EL DIARIO DE UN ESCRITOR. 1873: 1 ~ 131


ley moral. "Pero aquí tenemos algo distinto -explica- que no se parece
nada a aquello de lo que habló Belinski, y que hoy se oye, por ejemplo, en
algunos de los veredictos de nuestros jurados" (id.). Con estas palabras nos
lleva a su siguiente artículo, sobre las cuestiones acaloradamente discuti-
das que habían surgido de la reciente instalación del sistema de jurados en
Rusia.
Varios años antes, mientras Dostoievski estaba en el extranjero, una
carta de Apollon Maikov describía las emociones de reverencia que había
sentido al ser llamado a formar parte de uno de los nuevos jurados. Dos-
toievski respondió mostrando un intenso interés en el funcionamiento de
esta innovadora (para Rusia) institución legal. El sistema de jurados fue
una de las reformas iniciadas por Alejandro ll, y aunque Dostoievski ex-
presaba gran satisfacción por su establecimiento, también manifestó cierto
malestar acerca de la lenidad de algunos de los veredictos. Contento de
que los jurados rusos consideraran al delito "desde un punto de vista cris-
tiano" y, por ello, fuesen inmensamente superiores a los occidentales, Dos-
toievski no obstante, se preocupa de que tal vez "en este humanitarismo
haya mucho de libresco , de liberal, no en realidad de independiente".4 De
hecho, la renuencia de los jurados rusos a aplicar la ley escrita había pro-
vocado ya muchos comentarios de sus contemporáneos. Al escribir poco
después sobre ello , un observador imparcial y sumamente bien capacita-
do, el eminente periodista y diplomático inglés D. W Mackenzie Wallace,
encontró que el sistema ruso de jurados trabajaba bastante bien, pero tenía
la desventaja de topar con una divergencia entre las normas morales del
campesinado y las normas de la justicia occidental, encarnadas en el códi-
go penal reformado . Lo que los jurados campesinos consideraban venial o
hasta permisible era, en cambio, juzgado a menudo muy severamente, y el
juez no estaba capacitado para mitigar la dureza de una pena de un modo
que tomara en cuenta los sentimientos del jurado. A muchos delincuentes,
aun cuando su culpa estuviera claramente establecida, les daban castigos
ligeros o incluso los dejaban libres los jurados campesinos. 5
La manera en que Dostoievski trató este problema nos ofrece un ejem-
plo clásico de su técnica de transmitir su punto de vista mediante una inter-
relación de voces en competencia. Empieza por considerar perfectamente
4
PSS, vol. 28 , libro 2, p. 260; 18 de febrero-1° de marzo de 1868.
5
Sir Donald Mackenzie Wallace, Russia on the Eve of War and Revolution, ed. de Cyril R.
Black , Nueva York, 1961 , pp. 83-9 1.

132 .. UN NUEVO COM IEN ZO


comprensible que "los campesinos, hasta ayer humillados y ofendidos",
desearan mostrar su compasión hacia los delincuentes puestos ante ellos ,
muchos de los cuales eran, asimismo, campesinos. Pero le parece anómalo
que el "sentimentalismo" de los jurados rusos también se manifieste cuan-
do están integrados por miembros "del más alto calibre, nobles y profeso-
res universitarios". ¿Cómo se puede explicar esta extraña benevolencia de
los jurados rusos, que parece ir más allá de toda distinción de clases? Dos-
toievski se remite a un artículo de periódico que la atribuía al deseo de la
población en general de fastidiar a las autoridades establecidas -por un
"espíritu juguetón", por decirlo así- por toda la opresión que habían teni-
do que soportar en el pasado. Habiendo encontrado que esta teoría "no
estaba nada mal", Dostoievski sin embargo, no puede aceptarla como res-
puesta adecuada a la pregunta (v. 21, p. 13).
Dostoievski pasa entonces a citar una observación, oída a menudo , de
que "el pueblo ruso es misericordioso". Pero, sin duda , también el pueblo
inglés es misericordioso , y sin embargo , las decisiones en favor del culpa-
ble son en Inglaterra mucho más escasas que en Rusia. "Allá , cada miem-
bro del jurado comprende ante todo que en sus manos está la bandera de
toda Inglaterra , que ya ha dejado de ser un individuo privado y que está
obligado a representar la opinión de su país - según la cual- en la antigua
Inglaterra ... al vicio aún se le llama vicio, y a la villanía, villanía". Otra voz,
interrogante, interviene para objetar que, aun si "vuestros firmes funda-
mentos (es decir, los cristianos) se sostienen, y en realidad se debe ser ciu-
dadano antes que nada", ¿cómo se puede cambiar a los rusos, de la noche
a la mañana , en "ciudadanos", dada la historia de su pasado7 De pronto la
ciudadanía cayó sobre ellos como desde una montaña , ¡y han sido aplasta-
dos por su pesol (v. 21 , p. 14).
Se escucha entonces una tercera voz, expresando opiniones a las que
Dostoievski llama "eslavófilas". El pueblo ruso se siente indigno, explica
esta voz, del poder que se le ha confiado (lo que en realidad muestra cuán
digno en realidad es de recibir dicho poder), y entonces perdona, por te-
mo(a la autoridad misma que se le ha dado como un presente. "Nos ha
atemorizado -imagina esta voz que el pueblo siente colectivamente-
este terrible poder sobre el destino humano , sobre los destinos de nuestros
hermanos, y hasta que maduremos en la ciudadanía , mostraremos pie-
dad ... Tenemos dinero y estamos libres de necesidad, pero si estuviésemos
en la misma situación que ellos, habríamos hecho cosas peores ... ; por tanto ,

El DIARIO DE UN ESCRITOR , 1873: 1 .. 133


mostramos piedad." Dostoievski considera que lo que dice esta voz es
"consolador", y no puede caber duda, aunque él no interviene directamen-
te , de que está en total acuerdo con otra especulación de este hablante. En
opinión de la voz eslavófila, si éstos son (como él cree) los sentimientos del
pueblo ruso, entonces "tal vez ésta fue la prenda de una forma de cristia-
nismo que se habrá de desarrollar en el futuro, tan sublime como el mun-
do aún no la ha conocido" (v. 21, p. 15).
Pero esta compasión no significa, insiste Dostoievski, que los delin-
cuentes se libren de las consecuencias de sus crímenes por la aparición de
esos sentimientos cristianos de ser comúnmente pecadores. Antes bien,
debiera conducir al resultado opuesto: los jurados rusos debieran aceptar
el dolor de su propia culpa, "mientrás dicen la verdad y llaman al mal por
su nombre . .. ; si este dolor es auténtico y poderoso, nos purificará, hacién-
donos mejores. Y, siendo mejores nosotros mismos, mejoraremos el entor-
no" (id.). De otra manera, llegaremos al punto de considerar al delincuente
como víctima de su medio , o, incluso , de justificar el crimen "como obliga-
ción, como noble protesta contra el medio". Semejante confusión ha sido
fomentada por los abogados defensores del nuevo sistema, quienes inva-
riablemente - y, muy a menudo, con éxito- alegan circunstancias ate-
nuantes para sus defendidos por causa del "ambiente". Y esta "doctrina del
ambiente es precisamente la opuesta del cristianismo, que , aunque acepta
la presión del medio y proclama piedad para con los pecadores, insiste
en la obligación moral de la humanidad de luchar contra el entorno, insis-
te en el límite en el que termina el entorno y comienza la obligación moral.
Al declarar responsable al hombre, el cristianismo reconoce así su libertad"
(v. 21 , p. 16).
La posición de Dostoievski es perfectamente clara, pero la refuerza
apelando a su propio pasado. Observa: "Yo estuve en prisión y vi crimina-
les .. . Los vi solitarios y pensativos; los vi en la iglesia , orando antes de
confesarse ... Oh, créanme, en su corazón ninguno de ellos se consideraba
justificado". Si el pueblo ruso llama "infortunados" a los delincuentes , este
epíteto sólo indica un sentimiento de solidaridad cristiana por la culpa
universal del mal y no es una negativa a reconocer el crimen como crimen;
sin embargo, no hay nada más fácil que convertir esos sentimientos cristia-
nos en una doctrina del "ambiente". Llega incluso a sostener que es mejor
que se castigue a los delincuentes campesinos; de no ser así, "sólo planta-
rán ustedes cinismo en sus corazones, los dejarán con una pregunta seduc-

134 ... UN NUEVO COMIEN ZO


tora y con desprecio para ustedes" (v. 21 , pp. 18-19). Esta mojigata peti-
ción de mayor severidad para el propio bien del delincuente provocó una
tempestad de muy justificadas críticas; con todo, nada aterrorizó más a
Dostoievski que la perspectiva de debilitar y socavar la antiquísima y here-
dada piedad del pueblo ruso. Podemos ver aquí los orígenes de un perso-
naje como Smerdiakov en Los hermanos Karamázov.
Asimismo , debe añadirse que mucho se puede perdonar a Dostoievski
gracias a la conclusión de este artículo, que trata del juicio de un campesi-
no detenido después de que su esposa se ahorcó para escapar del trato
monstruosamente sádico que él le daba. Pese a todas las pruebas, se libró
con una sentencia ligera de ocho meses en prisión. Desplegando todo su
poder literario, Dostoievski detalla la terrible realidad de los sufrimientos
de la pobre mujer, y observa con amarga ironía que "la vida campesina no
tiene placeres estéticos, como música , teatro y revistas ; es natural que con
algo llene este vacío". Aquí, el vacío fue llenado por el perverso placer de
los tormentos infligidos a la aterrorizada victima, cuyos "gritos y súplicas
escuchaba [el marido] con deleite ... ; de otro modo , ¿qué satisfacción en-
contraría en golpearla<" (v. 21, p. 21). Si tales pasajes han producido la
acusación de que Dostoievski fue un "talento cruel", aquí su "crueldad" fue
inspirada por una piedad ofendida.
En medio de las torturas que detalla con tan mórbida exactitud, de
pronto Dostoievski se interrumpe: "Saben ustedes, caballeros , la gente nace
en muy variadas circunstancias: bien pueden concebir ustedes que en otras
circunstancias esta mujer habría podido ser una julieta o Beatriz de Shake-
speare, o Gretchen de Fausto. No estoy diciendo que lo fuera ... pero en su
alma podía estar el embrión de algo muy noble ... ¡Y así, esta misma Bea-
triz o Gretchen es golpeada y fustigada como un perro! " (íd.). Este salto de
lo vil e innoble a algunas de las figuras femeninas más radiantes de la tra-
dición literaria occidental, que de pronto se mezclan por un instante con la
infeliz campesina, ilustra de manera reveladora el proceso creador por el
cual Dostoievski continuamente eleva su más bajo material a las alturas de
sus grandes creaciones. Pero aquí realiza sólo de paso esta hazaña, y vuelve
a su inconformidad contra los abogados defensores, a quienes imagina (no
existió tal caso) que defendieran a una madre que, para castigar a un bebé
que lloraba, le metiera la mano en agua hirviendo durante diez minutos.
¿No alegarían, también, en favor de esta madre, que era victima del "am-
biente corrosivo"? De pronto , Dostoievski se deja llevar por una simpatía

EL DIARIO DE UN ESCRITOR , 1873: 1 ... 135


hacia los pobres abogados que tienen tan "intolerable tarea" y que conti-
nuamente son obligados a mentir "contra [su] conciencia, contra [sus]
convicciones, contra toda moral, ¡contra toda la humanidad! " Y concluye:
"Basta de contorsiones, señores abogados. Basta de eso del medio" (v. 21,
pp. 22-23) Resulta sintomático de la nueva situación sociocultural que
Nikolái Mijaílovski, comentando este artículo , conviniera en que "la doc-
trina del ambiente en su forma extrema rebaja moralmente al pueblo y lo
priva de responsabilidad personal" (v. 21, p. 387).

Así logró Dostoievski conquistar de sus adversarios populistas cierto reco-


nocimiento a la importancia de su énfasis "cristiano" en la responsabilidad
moral personal, y esta prueba de un terreno moral común hizo tanto más
imperativo para él borrar el estigma de ser su enemigo implacable . Desde
1865 se le había hecho una acusación, a saber, que en su relato inconcluso
"El cocodrilo" había escrito una difamación alegórica del respetado publicis-
ta radical N. G. Chernishevski. Poco después de que la primera parte del
cuento apareció en su revista Epokha (La Época), un columnista de Golas
(La Voz) le recomendó a Dostoievski no seguir publicando "este cuento de
mal gusto, acerca del cual están corriendo rumores muy dañinos para la re-
putación de la revista Época y para el propio señor Dostoievski" (v. 21, p. 395).
Chernishevski había sido detenido en 1862 , sentenciado en mayo de
1864 en una ceremonia pública a la que asistieron muchos de sus simpati-
zantes para mostrarle su apoyo, y luego enviado a Siberia. En prisión, ha-
bía logrado publicar su célebre novela ¿Qué hacer?, que luego se convirtió
en la Biblia duradera del radicalismo ruso. Estos acontecimientos aún esta-
ban frescos en la memoria de todos cuando , un año después, se publicó el
cuento. "El cocodrilo" es una fantasía satírica en que un burócrata pagado
de sí mismo e imbuido de ideas "progresistas" luego de ser devorado acci-
dentalmente por un cocodrilo que estaba en exhibición en Petersburgo, se
establece cómodamente dentro de su barriga. Desde allí proclama sus ideas
acerca de los destinos futuros de la humanidad, se convierte en una cele-
bridad local y es llevado en un tanque , dentro del cocodrilo , a elegantes
banquetes. Mientras tanto, su esposa, bonita y coqueta , aunque deplora
apropiadamente su ausencia , goza de su nueva libertad en compañía de un

136 ... UN NUEVO COMIEN ZO


"amigo" sumamente galante. Se alegó que esta fantástica situación repre-
sentaba al encarcelado Chernishevski y hacía correr rumores sobre su es-
posa. Como lo explica Dostoievski en su artículo del Diario, de momento
no había protestado "contra esta vil calumnia" y tampoco lo había hecho
después, pero "ya es tiempo de decir al menos unas cuantas palabras al
respecto, tanto más cuanto que ahora viene al caso" (v. 21, p. 24; las cursivas
son mías).
Dostoievski comienza su defensa recordando una conversación que
tuvo con Nikolái Nekrásov, su íntimo amigo en su primera época literaria
en la pléiade de Belinski y director ahora de las Notas de la Patria. Diferen-
cias políticas los habían separado, pero nunca hasta el punto de una abier-
ta ruptura personal, y tiene buen cuidado de expresar su apreciación, muy
auténtica, por el talento de Nekrásov. Aunque nadie -observa- se parece
menos a un poeta "sufriente" que Nekrásov (un sufrimiento, debe enten-
derse, debido a la triste situación del pueblo ruso) , "es uno de los más
apasionados , sombríos y 'sufrientes' de nuestros poetas". Ambos habían
vuelto a encontrarse en 1866, poco después de publicada la primera parte
de Crimen y castigo, que fue acremente criticada en la revista radical Sovre-
mennik (El Contemporáneo) , de la cual por entonces era director Nekrásov.
Sintiendo, obviamente, que era necesaria cierta justificación por la "pali-
za'', explicó Nekrásov que no se debía a que la novela fuese considerada
artísticamente inferior. Más bien, el crítico al que se asignó la tarea, G. Z.
Eliseev, había tomado a pecho "El cocodrilo", creyendo que su autor "se
había rebajado a la burla y a la caricatura del pobre exiliado Chernishev-
ski". Dostoievski sólo pudo expresar su estupefacción ante el efecto "del
tipo más vil de chismorreo que pueda haber'', y aunque habían transcurri-
do ya siete años , decidió enderezar las cosas por razones que no explicó ,
pero que ahora podemos inferir (id.).
Al explayarse sobre sus pocos contactos personales con Chernishevski,
subraya Dostoievski que, a diferencia de algunos otros, el radical no le pa-
reció antipático como persona. "Herzen me dijo que Chernishevski le había
dejado una impresión desagradable, por su apariencia y sus modales. En
cuanto a mí, me gustaron la apariencia y los modales de Chernishevski"
(v. 21, p. 25). Y aun cuando el publicista radical había sido acusado y exi-
liado por agitación subversiva, Dostoievski -muy valerosamente, dadas las
circunstancias- hizo todo lo que pudo por socavar la base de semejante
acusación. Durante la turbulenta primavera de 1862 habían circulado por

EL DIARIO DE UN ESCRITOR , 1873: 1 ~ 137


Petersburgo panfletos revolucionarios, y Dostoievski escribe: "Plenamente
creía entonces y creo ahora que [Chernishevski] no apoyó a quienes anda-
ban distribuyendo proclamas" (v. 21, p. 26). Hasta hace una insinuación
de que el secreto que rodeó el arresto y la acusación deja cierta duda sobre
su justicia. "Nunca pude saber nada acerca del caso -declara-. Aún aho-
ra, no sé nada." Y añade Dostoievski: "Sinceramente lamenté y aún lamen-
to su infortunio" (v. 21 , pp. 26 y 29).
El pasaje más apabullante viene cuando Dostoievski imagina que al-
guien haya supuesto que él alimentaba "un odio secreto" contra Chernishev-
ski porque diferían sus convicciones políticas. ¿Por qué debiera haber tal odio?,
pregunta. "Las convicciones de Chernishevski nunca me ofendieron. Se
puede tener gran respeto a un hombre aun cuando se tengan opiniones radical-
mente distintas de las suyas" (v. 21 , p. 29; las cursivas son mías). Para probar
esto menciona que había comisionado un artículo sobre ¿Qué hacer? a Strá-
jov, principal crítico de su revista Época, y que bajo sus auspicios editoria-
les había aparecido una consideración sumamente respetuosa. De hecho,
sólo la primera parte del artículo de Strájov vio la luz del día, porque Época
dejó de publicarse; la segunda sección, que trataba más concretamente de
la visión optimista al socialismo utópico , del futuro que tenía Chernishev-
ski, adscrito apareció poco después en otra revista. Sin embargo, la falla de
memoria de Dostoievski no socava su argumento principal: que Cher-
nishevski había sido tratado por él, como editor, muy seria y cortésmente.
Dostoievski estaba ansioso de disipar no sólo la nube que flotaba sobre
su nombre por causa de "El cocodrilo". También era necesario hacerlo con
respecto a Los demonios, y uno de los artículos más interesantes del Diario
tendió a realizar esta tarea, mucho más difícil. Si se lo lee con nuestro actual
conocimiento , este artículo, "Una de las falsedades de hoy", vemos que
llega muy cerca de revelar el secreto que Dostoievski mantuvo oculto du-
rante toda su vida: que había tomado parte en una auténtica conspiración
revolucionaria durante los cuarenta. El objetivo inmediato del artículo era
contrarrestar ciertas observaciones acerca del caso Nechaev hechas por la
publicación rival Russkii Mir (El Mundo Ruso) , en que se decía "que un estú-
pido fanático como Nechaev podía encontrar prosélitos sólo entre los ocio-
sos y los subdesarrollados, y no entre los jóvenes dedicados a los estudios"
(v. 21, p. 126). Semejante observación, expresada en el momento mismo
en que la flor de la juventud de Rusia estaba acudiendo a las aldeas, le pa-
reció a Dostoievski el colmo del cretinismo y de la incomprensión. Saltó,

138 ... UN NUEVO COMIENZO


así, a la defensa de esa juventud, mientras al mismo tiempo le advertía im-
plícitamente de los inminentes peligros de traicionarse a sí misma.
Lejos de encontrar seguidores tan sólo entre la escoria de la población
estudiantil, agitadores como Nechaev -insiste Dostoievski- mucho más
probablemente reclutarán conversos entre lo mejor del cuerpo estudiantil,
entre quienes son capaces de dejarse conmover por las más elevadas ideas
y los más nobles anhelos. Dostoievski nunca olvidó que él mismo se dejó
una vez arrastrar por dichos ideales y perteneció a una sociedad secreta
comprometida con la revolución. A veces, Dostoievski está hablando acer-
ca del círculo de Petrashevski en conjunto , la mayoría de cuyos miembros
sólo se habían comprometido con un cambio pacífico; a veces está hablan-
do, encubiertamente, acerca de su grupo de Speshnev, que él asimila a
Nechaev y el nechaevismo. Su propósito es mostrar cuán fácilmente, como
sabía por experiencia propia, el idealismo del primero puede conducir a la
criminalidad del segundo.
El escritor de El Mundo Ruso, y otros de lo que él llama "la prensa seu-
doliberal", creen que denigrando el carácter personal de los radicales j ó-
venes están defendiendo el honor de la juventud rusa, cuando sólo obstacu-
lizan toda comprensión del verdadero problema. Pues, ¿qué pasaría si
resultara que "los implicados eri algún caso u otro no fueran subdesarrolla-
dos camorristas ... , no fueran ociosos ... sino que fueran jóvenes diligentes
y ardientes que en realidad estuvieran estudiando y que poseyeran buenos
corazones y se hubieran lanzado por un camino errado?" (v. 21, p . 128).
Dostoievski ridiculiza la idea de que, simplemente por completar un curso
de estudios, los jóvenes queden inmunes a la influencia de hábiles canallas
(como Nechaev) que "han estudiado profundamente el aspecto magnánimo
del alma humana -y, con la mayor frecuencia, el alma de la juventud-
para poder tocarla como a un instrumento musical" (las cursivas son mías).
En realidad, "yo mismo -escribe- soy un ex 'nechaevista'; también yo
subí al cadalso, condenado a muerte, y les aseguro que estuve en compa-
ñía de gente educada. Casi todos se habían graduado en las instituciones
superiores de enseñanza". Aquí, la palabra "nechaevista" aparece entre co-
millas para indicar que no se la debe tomar literalmente; se refiere tan sólo
al hecho de haber sido miembro del grupo de Petrashevski, dedicado a las
ideas socialistas.
Como saliendo al paso de la objeción de que el círculo de Petrashevski
no debía ser identificado con la conspiración de Nechaev, Dostoievski res-

EL DIARIO DE UN ESCRITOR, 1873: 1 ~ 139


ponde con una pregunta: "¿Cómo saben ustedes que los miembros de ese
círculo no podrían haberse vuelto nechaevistas, es decir, no podrían ha-
berse lanzado por el camino de Nechaev en el caso de que las cosas hubiesen
dado ese giro?" (las cursivas son mías). Estrechando la cuestión hasta vol-
verla puramente personal, continúa: "Pero déjenme decir algo acerca de mí
mismo: un Nechaev probablemente nunca habría podido yo ser, pero un
nechaevista ... bueno, de eso no puedo estar seguro; podría haberme vuelto
uno ... en los días de mi juventud". Esto es lo más cerca que Dostoievski
llegó a confesar que había sido nechaevista, es decir, miembro de un grupo
revolucionario que estaba haciendo preparativos para desencadenar una
revolución campesina. Él mismo había pasado del pacífico socialismo cris-
tiano a la aceptación de la lógica nechaevista del derramamiento de sangre;
sabía lo fácilmente que podía hacerse la transición, y lo difícil que era re-
sistirse (v. 21, p. 129).
Luego, Dostoievski vuelve a subrayar el atractivo del socialismo para
el idealismo moral de la juventud. Ninguno de los que habían estado con él
en el cadalso había sido "un monstruo" ni "un canalla", pero "no había mu-
chos entre nosotros que pudiesen resistir el bien conocido ciclo de ideas y
conceptos que entonces había encontrado base tan firme en la sociedad
joven". Estas ideas eran, predominantemente, las del entonces imperante
socialismo "teórico" (pacífico y utópico), que Dostoievski contrasta con el so-
cialismo "político" (revolucionario) basado en la inevitabilidad de la lucha
de clases y surgido después de 1848. El socialismo teórico de aquellos pri-
meros días, como correctamente lo subraya, "estaba siendo comparado
-hasta por algunos de sus líderes- con el cristianismo, y era visto sim-
plemente como una corrección y mejora de este último, de acuerdo con el
espíritu de la época y la civilización ... Todas esas nuevas ideas de la época
ejercieron un enorme atractivo sobre nosotros en San Petersburgo" y
"parecieron sagradas y morales en el más alto grado" (v. 21, pp. 130-131).
Cuando los condenados petrashevtsi aguardaban la que creían una muerte
cierta, lo hicieron sin ningún arrepentimiento por sus imputados "críme-
nes". "Aquellas ideas y aquellos conceptos que poseían nuestros espíritus
no sólo los veíamos como algo que no requería arrepentimiento sino que,
incluso, nos purificaban en un martirio por el que mucho sería perdona-
do" (v. 21, p. 133).
Tras presentar a los petrashevtsi en términos que ciertamente atraerían
a los populistas radicales, Dostoievski los identifica luego con los nechaevtsi

140 ..,.¡ UN NUEVO COMIENZO


que había retratado en su libro más reciente. "En mi novela Los demonios
intenté describir esos diversos y heterogéneos motivos por los que hasta
los seres puros de corazón y los más inocentes pueden ser arrastrados a
cometer tan monstruoso delito. Y allí se encuentra el verdadero horror:
que en Rusia pueda uno cometer los actos más ruines y más canallescos
sin ser, en lo más mínimo, un villano" (v. 21, p. 131). Ésta es la tragedia
real: la perversión del auténtico idealismo moral de la juventud rusa por
ideas falsas tales como las propagadas por Nechaev, e, implícitamente, las
que también lo habían descarriado a él.
Esbozando el proceso de su propia y gradual recuperación, atribuye
Dostoievski la "regeneración de sus convicciones" tanto al "contacto direc-
to con el pueblo, la unión fraternal con él en el infortunio común", como a
la educación patriótica y cristiana que había recibido de niño. "Cada visita
al Kremlin y a las catedrales de Moscú -escribe al evocar su niñez- era
para mí un acontecimiento solemne." ¿De dónde, pregunta preocupado,
pueden los jóvenes educados de hoy sacar unos valores que les permitan
resistir a influencias que podrían convertirlos en villanos? Ciertamente no
de sus familias, imbuidas de "nuestra natural y antiquísima disposición a
sofocar, en nosotros mismos, todo tipo de pensamiento independiente,
aferrados al concepto de la alta posición de un europeo, con la condición
infalible de no respetarnos a nosotros mismos como rusos" (v. 21, p. 134).
Esta acusación de la incapacidad rusa para inculcar el respeto debido a
sus propias tradiciones se combina con un irónico ataque a las autoridades
intelectuales europeas a quienes la intelligentsia radical continuaba rindien-
do homenaje. 'Tomen en cuenta, caballeros, que todos esos exaltados líde-
res europeos de nosotros -nuestra luz y nuestra esperanza-, todos estos
Mills, Darwins y Strausses, tienen a veces una visión muy extraña de las
obligaciones morales de la persona de hoy en día." En realidad, una vez
trasplantadas las ideas de éstos a tierra rusa, adquieren lo que Dostoievski
agudamente llama "el aspecto ruso de sus enseñanzas", a saber, "esas con-
clusiones tomadas de sus enseñanzas que toman la forma de axiomas in-
vencibles, conclusiones que sólo se han sacado en Rusia; en Europa, como
dice la gente, ni siquiera se sospecha la posibilidad de dichas conclusio-
nes" (v. 21, p. 132). Lo que los europeos consideran como una teoría rela-
tivamente inofensiva es transformado inmediatamente por los rusos en un
plan para la acción y puesto en práctica allí mismo, cualquiera que sea el
costo humano.

EL DIARIO DE UN ESCRITOR, 1873: 1 ~ 141


El utilitarismo de John Stuart Mill, la lucha darwiniana por la vida y el
ateísmo basado en David Strauss habían influido por igual sobre el pensa-
miento radical ruso; empero, Dostoievski decide enfocar su atención en el
último de ellos para su discusión encubierta con los populistas. "La gente
me dirá tal vez ... que, por ejemplo, aun si Strauss odia a Cristo y se ha fi-
jado como objetivo de su vida burlarse del cristianismo, sin embargo rinde
culto a la humanidad en conjunto y su enseñanza es tan elevada y noble
como pueda serlo." Está perfectamente dispuesto a reconocer que la ense-
ñanza de Strauss es elevada y noble, y que "las metas de todos los actuales
dirigentes del pensamiento europeo progresista son filantrópicas y magní-
ficas". Pero también está convencido de otra cosa, que expresa en una po-
derosa peroración que hoy nos parece de notable clarividencia:

Si diéramos a todos estos grandiosos maestros contemporáneos pleno margen


para destruir la sociedad antigua y construirla de nuevo, el resultado sería tal
oscuridad, tal caos, algo tan crudo, tan ciego y tan inhumano que toda la es-
tructura se derrumbaría al sonido de las maldiciones de la humanidad antes de
quedar siquiera completada. Una vez que ha rechazado a Cristo, el corazón hu-
mano puede llegar a extremos asombrosos. Tal es un axioma [v. 21, pp. 132-133].

Aunque el artículo de Dostoievski va, nominalmente, dirigido contra


El Mundo Ruso, L. M. Rosenblyum ha señalado que en realidad está res-
pondiendo a las reflexiones de Mijaílovski sobre Los demonios. Los cua-
dernos de Dostoievski revelan que anotó sus recuerdos de haber estado
en el cadalso con sus compañeros petrashevtsi como respuesta directa a
Mijaílovski, y que sólo varios meses después los utilizó en un contexto
diferente. 6 Como se recordará, Mijaílovski había criticado a Dostoievski
por haber elegido como tema principal de su novela "un ejemplo aislado,
sin derecho a considerarlo en relación con el objetivo general", pero la
gran visión del creador de Stavroguin consistió en comprender cuán inse-
parablemente conectados estaban ambos. El nechaevismo podía ser el re-
sultado lógico incluso de los ideales más elevados de su propia generación,
y su amalgamación del círculo de Petrashevski con los nechaevtsi, junto con
su insinuación de que él mismo habría podido ser nechaevista, fue hecha
para establecer esa continuidad por medio de un testimonio personal.

6
L. M. Rosenblyum, Tvorcheskie Dnevniki Dostoevskogo, Moscú, 1981, pp. 123-124.

142 .. UN NUEVO COMIENZO


Así, Dostoievski estaba arguyendo que aun aquellos que consideraban
el socialismo como una puesta al día de los ideales cristianos "de acuerdo
con el espíritu de la época y la civilización" -como los populistas habían
empezado nuevamente a hacerlo- no eran inmunes a las tentaciones del
nechaevismo, aun cuando hubiesen rechazado la base utilitaria de sus tác-
ticas. Su novela había intentado mostrar esa continuidad (como lo explicó
al zarevich Alejandro), y él consideró a la generación de los cuarenta, re-
presentada por el encantador, frívolo e irresponsable Stefan Trofímovich
Verjovenski, como en última instancia responsable de las mortíferas depre-
daciones de su hijo Piotr. Pero este tema de padre-hijo en el libro queda a
la sombra de Stavroguin, y no existe ningún contacto directo entre padre e
hijo hasta que Piotr entra en escena, siendo ya adulto. Dostoievski bien
pudo sentir que este aspecto de su libro no había sido lo bastante elabora-
do, y que se imponía un tratamiento más desarrollado ... , pero tratándolo
de un modo que pusiera en relieve el fracaso de los padres, más que la de-
vastación causada por los hijos . Su siguiente novela, El adolescente, escrita
para la revista del propio Mijaílovski, enfocaría precisamente este tema de
padre-hijo y plantearía la misma pregunta fundamental que su artículo.
¿De dónde podría la generación joven derivar los ideales morales que, otra
vez, estaba buscando7 Mientras tanto, había demostrado ampliamente,
aunque hubiese replicado con discreción a Mijaílosvki, que se negaba a
aceptar toda cruda denigración del carácter y los valores morales de los
jóvenes populistas.

EL DIARIO DE UN ESCRITOR , 1873: 1 ~ 143


VI. El Diario de un escritor, 18 73: Il

CoMo respuesta a la provocativa observación de Mijaílovski de que el nue-


vo socialismo populista era conservador y no revolucionario, Dostoievski
había replicado, con un astuto cambio de posición, que, por el contrario,
"la faz de este mundo" distaba mucho de encontrar su aprobación en cada
rasgo. En realidad, como claramente lo muestra el fluir de las observacio-
nes y comentarios que aparecen en el Diario, su crítica de los asuntos rusos
del momento era sumamente aguda, y un lector populista bien podía creer
que el autor de tales páginas era mucho más un aliado que un adversario.
Cualquiera que sea el tema que se proponga tratar, Dostoievski vuelve una
y otra vez a los síntomas de la desintegración de la vida campesina rusa y
de la economía campesina , y rastrea los abrumadores problemas de la na-
ción hasta las mismas causas socioeconómicas planteadas por los propios
populistas. Piotr Verjovenski, en Los demonios, había soñado con traer una
época de total caos social a Rusia, y a veces las páginas de Dostoievski
crean la impresión de que los desvaríos ficticios de su personaje se han con-
vertido en la dura realidad .

"Las condiciones económicas y morales del pueblo después de su libera-


ción del yugo de la servidumbre son terribles", declara en un artículo so-
bre Chernishevski. Una o dos frases después, escribe que "el declinar de la
moral, la caída de los precios, los taberneros judíos, el robo, el bandidaje a
plena luz del día: todos estos hechos son indiscutibles y se vuelven más
ominosos cada día" (v. 21, p. 30). A la semana siguiente, vuelve a la misma

144 ...
letanía: "Se narran y describen en letra de imprenta cosas espantosas: em-
briaguez, bandidaje, niños ebrios, madres ebrias, cinismo , miseria, corrup-
ción, irreligiosidad" (v. 21 , p. 41). En un artículo intitulado "Sueños y me-
ditaciones" hace sonar la misma nota calamitosa: "Las madres beben, los
niños beben, las iglesias están vacías, los padres se dedican al robo, el bra-
zo de bronce de Iván Susanin [héroe ruso de la época de las calamidades
en el siglo xvn] es arrancado y llevado a la taberna, ¡y la taberna lo acepta!
Simplemente, pidan la opinión de la medicina: ¿qué clase de generación
puede nacer de tales ebrios?" (v. 21, p. 94).
Aquí no vemos, desde luego, ninguna complacencia conservadora
acerca de la condición actual del pueblo ruso, y gran parte de la responsa-
bilidad de esta aterradora degeneración es atribuida directamente al go-
bierno. "Casi la mitad de nuestro actual presupuesto -escribe Dostoiev-
ski- la aporta [el impuesto sobre] el vodka - es decir, la actual embriaguez
del pueblo- y, así, todo el futuro de nuestro pueblo. Estamos, por decirlo
así, pagando nuestro gran presupuesto de importante potencia europea
con nuestro propio futuro" (id.). Uno de los eternos principios de la ideolo-
gía populista era que se estaban sacrificando los intereses de los campesi-
nos en aras de las necesidades del Estado , y Dostoievski establece precisa-
mente el mismo argumento al fustigar el ingreso producido por la venta de
vodka, que las autoridades , sin duda, tenían buenas razones económicas
para no combatir. Empero, para Dostoievski el remedio no era soñar con
algún nuevo orden socialista, sino colaborar en la implantación de socie-
dades de abstinencia, cuya primera aparición en Rusia saluda con entu-
siasmo y con la esperanza de que "su desarrollo no sea obstaculizado por
consideraciones especiales". (Todo lector ruso, acostumbrado al lenguaje
esópico, comprendería que esta última frase se refería a la intromisión y el
acoso del gobierno.) Sarcásticamente, Dostoievski concluye pidiendo apo-
yo para ellas de "todos nuestros principales intelectos, nuestros literatos,
nuestros socialistas, nuestro clero y cada persona que escribe, mes tras
mes, sobre cómo está gimiendo bajo el peso de su deuda para con el pue-
blo" (v. 21, p. 95).
Dostoievski vuelve una y otra vez a esta cuestión de la embriaguez y en
un artículo, "A propósito de una nueva obra de teatro", la coloca dentro
del contexto más general del desplome de los antiguos valores de la vida
rusa. El país estaba viviendo el "extraordinario trauma económico y moral
que siguió a las trascendentales reformas del reinado actual". Pese a la libe-

EL DIARIO DE UN ESCRI TOR, 1873: 11 ~ 145


ración de los siervos , los peores aspectos morales del antiguo orden
- "egoísmo, cinismo, esclavitud, desunión"- se habían multiplicado en
lugar de disminuir, y "de los buenos aspectos morales del antiguo modo de
vida -que ciertamente existían- casi nada ha quedado" (v. 21, pp. 96-
97). El pilar del modo tradicional de vida de los campesinos era la comuna
de aldea, la obshchina, y tanto Dostoievski como los populistas estaban
profundamente preocupados por su desintegración bajo el impacto de las
nuevas condiciones socioeconómicas.
La "nueva obra" que es el tema de este artículo es Beber cada día man-
tiene lejos la fortuna, de Dimitri Kishenski, que, como ya se dijo , apareció
en tres ejemplares de El Ciudadano. Había ganado el primer premio en un
concurso patrocinado por el Teatro del Pueblo en Moscú, pero la censura
la consideró demasiado inflamatoria para permitir que se pusiera en esce-
na. Kishenski pinta el desplome de las normas morales de una aldea cuyos
campesinos se han ido de la tierra para trabajar en una fábrica cercana. Allí
sucumbieron a la tentación del vodka, servido abundantemente por el as-
tuto dueño de la fábrica para mantenerlos sometidos. Estos campesinos
quedan tan completamente desmoralizados que la familia de una inocente
pueblerina, codiciada por el capitalista local, se hace cómplice de su viola-
ción dándole un soporífero. Dostoievski esboza la acción de la trama con
triste repugnancia , y su consternación llega al colmo cuando habla de la
reunión de la comuna de la aldea en el tercer acto. "Esta reunión es lo úni-
co que ha quedado sólido y fundamental de la vida rusa: es el principal
nexo con el pasado y su esperanza para el futuro. " Lo que la obra revela,
empero, es la total erosión de este inapreciable baluarte de los valores del
campesino ruso. Los miembros han sido sobornados para librarse del hé-
roe de la obra , un joven honrado y virtuoso que está comprometido con la
muchacha que ha sido violada. Transgrediendo todas las consagradas re-
glas contra la medida de privar a una viuda (madre del muchacho) de su
único hijo y apoyo , será enviado al ejército , en lugar de otro joven de fami-
lia rica en la que hay otros hijos. "Y ahora tiene ya esta reunión el elemento
de descomposición ... , su espíritu interno y su antigua verdad interna es-
tán tambaleándose junto con el pueblo tambaleante" (v. 21 , p. 100)
Así, Dostoievski se niega a cerrar los ojos ante los problemas apre-
miantes que abruman a la sociedad rusa , cuyas manifestaciones, lamenta-
blemente, lo llevaron a las primeras expresiones públicas del horrible an-
tisemitismo que ennegrecería sus últimos años. Pero por muy desalentadora

146 .... UN NUEVO CO MIEN ZO


que pareciera ser la condición del pueblo, Dostoievski se salvó de la des-
esperación -o al menos, trató de salvarse de la desesperación- por la
misma fe en las virtudes morales inherentes del pueblo, creencia que tam-
bién desempeña un papel tan grande en la mitología del populismo . Tam-
poco puede considerarse simple coincidencia que, en el célebre artículo
en que expresa con la mayor fuerza esta convicción, la simbolice por me-
dio de un comentario parcial sobre un poema de su viejo amigo Nikolái
Nekrásov, a quien los populistas consideraban su poeta más grande.
En el poema "Vlas", pinta Nekrásov a un peregrino religioso de ese nom-
bre que vagabundea por la tierra rusa recabando "ofrendas para la iglesia
de Dios". Antes había sido un impío réprobo, que mató a latigazos a su
esposa y luego se reunió con bandidos y asaltantes, pero después de caer
enfermo y experimentar una visión de las torturas del infierno, hace un ju-
ramento y se vuelve peregrino. Ahora:

Lleno de pesar inconsolable,


Moreno, alto y erguido,
Pasa con lento andar,
Por el pueblo, por la ciudad.

Mas nunca palabra salió de sus labios,


Con un libro, un icono al costado,
Con fuertes cadenas de hierro rodeando sus caderas,
Para matar el orgullo , su pecado.

Dostoievski escoge esos versos para elogiarlos por estar "maravillosa-


mente dichos" y alaba a Nekrásov por la grave reverencia con que retrata a
ese tipo religioso, si bien, cuando el poeta se aproxima a la visión que Vlas
tiene del infierno, no resiste a la tentación de hacer una observación irre-
verente ("piadosos peregrinos, sabias mujeres pueden deciros mejores
cuentos ... "). No obstante, Nekrásov era un verdadero poeta; aunque era
"un obshchelovek [un hombre universal, un occidentalista] y un gentilhom-
me ruso", no pudo dejar de quedar impresionado por "la aterradora fuerza
de la humildad de Vlas, el afán de salvarse, esta apasionada sed de sufri-
miento ... [que] provocó arrobamiento y respeto aun al alma ultraliberal
[de Nekrásov]" (v. 21, p. 32).

EL DIARIO DE UN ESCRITOR, 1873: 11 ~ 147


Tales observaciones juegan, infaliblemente, con la anomalía de la reve-
rencia de los populistas por el pueblo mientras se niegan a aceptar su fe
religiosa. Y conducen directamente a la repetición de otro cuento acerca de
otro "Vlas''. Éste era un joven campesino que llegó a un monasterio para
buscar a un hombre santo, a un starets, de quien decíase que poseía una
asombrosa penetración en el corazón humano. Este Vlas había andado de
juerga con un grupo de amigos, todos los cuales presumían de su audacia,
y él los sobrepasó a todos al jactarse de que era capaz de enfrentarse a cual-
quier peligro. Otro miembro del grupo le tomó en serio su bravata y logró
que Vlas aceptara hacer cualquier cosa que le pidieran. Se le dijo enton-
ces que no se tragara la hostia eucarística de la Sagrada Comunión durante
la Cuaresma, sino que la conservara con otro propósito, a saber, como blan-
co para su fusil. El atolondrado mancebo, no queriendo desdecirse de su
jactancia, se propuso hacerlo, pero en el momento en que cargaba su fusil
y apuntaba tuvo una visión de Cristo crucificado y cayó sin sentido. Desde
entonces se sintió irrevocablemente condenado , y fue a expresar su arre-
pentimiento y a buscar la absolución a los pies del starets. Dostoievski su-
pone que el monje "probablemente le abrumó el alma con alguna terrible
carga, más allá de las fuerzas humanas, considerando que, en este caso,
cuanto más pesado fuese el fardo , tanto mejor. Después de todo, había lle-
gado de rodillas, en busca de sufrimiento" (v. 21, p. 34).
Los orígenes de este cuento se han rastreado hasta el folclor ruso y oc-
cidental; a menudo va acompañado por la creencia mágica en que todo el
que atinara a semejante blanco tendría , en adelante , una puntería infali-
ble.1 Sin embargo , Dostoievski emplea este cuento tradicional para atisbar
en el carácter nacional ruso. Lo que le llama la atención es que "tenemos
ante nosotros dos tipos nacionales que representan muy claramente al pue-
blo ruso en su integridad" (v. 21, p . 35). Estos dos tipos son el campesino
que, tentado, acepta la misión sacrílega, y el tentador, su amigo, quien ideó
tan odioso desafío a todo lo que es sagrado para el pueblo. Le sorprende la
aparición de semejante "Mefistófeles ruso" entre el pueblo, porque en el
pasado sólo la nobleza y la intelligentsia habían pisoteado la piedad de los
rusos . ("El ateísmo es una enfermedad aristocrática, una enfermedad de la
cultura y el desarrollo", había escrito en su cuaderno de notas .)2 Siempre
había presentado al ateísmo por medio de semejantes tipos (el príncipe
1
Véase el comentario a "Vlas" en PSS, vol. 21, pp. 396-40 l.
2
Literatumoe Nasledtsvo, vol. 83 (Moscú, 1971), p. 294 .

148 .. UN NUEVO COMIENZO


Valkovski, Raskólnikov, Stavroguin) y así seguiría haciéndolo en el futuro,
mientras planteaba la posibilidad, mediante la influencia de lván Karamá-
zov sobre Smerdiakov, de la difusión de esta enfermedad entre las clases
inferiores. Por el momento, sólo nota como característica rusa "el afán de
negación en una persona que puede ser la más inclinada a la fe y la reve-
rencia; el afán de negarlo todo: esas cosas que en su corazón considera las
más sagradas". Por otra parte, "la misma fuerza , la misma impetuosidad, el
mismo anhelo de autoconservación y arrepentimiento son los que salvan ...
al ruso. . . cuando no tiene adónde ir". Es esta capacidad, que de pronto
aparece en la visión de Cristo, la que anula la profanación, y Dostoievski
considera el esfuerzo ruso de autorrestauración como "siempre más serio
que su anterior afán de negar y de destruir su ego" (v. 21, p. 35).
Para él, esta capacidad de arrepentimiento y regeneración estaba pro-
fundamente arraigada en la psique moral-cultural rusa, y generaliza una
observación que ha aparecido repetidamente en sus escritos desde comien-
zos de los sesenta. La diferencia entre los malhechores rusos y los euro-
peos, insiste Dostoievski, consiste en que el ruso sabe en el fondo de su
corazón que ha pecado; el europeo, en cambio, al menos desde su pers-
pectiva prejuiciada, acepta con toda complacencia el delito como algo per-
fectamente justificado y no inmoral. Éste es el contexto en que Dostoievski
coloca su célebre afirmación: "Yo creo que la principal necesidad espiritual
y la más básica del pueblo ruso es la necesidad de sufrimiento, de un sufri-
miento incesante e insaciable, por todo y por doquier. Creo que el pueblo
ruso ha sido imbuido de esta necesidad desde tiempos inmemoriales ...
Siempre hay un elemento de sufrimiento aun en la felicidad del pueblo
ruso, y sin él, su felicidad es incompleta" (v. 21, p. 36).
Piénsese lo que se piense de semejante caracterización - Nietzsche y
Freud la considerarían tanto una denigración como un ennoblecimiento
del pueblo ruso-, es perfectamente claro que el "sufrimiento" al que se
refiere Dostoievski no tiene nada que ver con la penuria material, la priva-
ción física o la experimentación sadomasoquista. El supuesto "amor al su-
frimiento" del pueblo ruso significaba un deseo de redención moral y espi-
ritual, que a la postre triunfaría sobre los males del tiempo presente. No
hay duda de que, tarde o temprano, "Vlas recobrará la cordura y se pondrá
a hacer la obra de Dios ... Se salvará y también nos salvará, pues una vez
más la luz y la salvación le llegarán, radiantes, desde abajo" (v. 21, p. 41). Así,
una vez más Dostoievski, como los populistas, se inclina ante las riquezas

EL DIARIO DE UN ESCRITOR. 1873: 11 ... 149


morales ocultas en las profundidades del espíritu del pueblo ruso , mien-
tras subraya el nexo entre este tesoro subliminal y el inalterable compromiso
del pueblo con su fe religiosa.

En el artículo sobre "Vlas", y también en sus comentarios sobre la obra tea-


tral de Kishenski, utiliza Dostoievski obras literarias principalmente como
ejemplos de los puntos culturales y sociales que estaba tratando de estable-
cer; pero, como es natural, también incluye observaciones sobre sus cuali-
dades literarias. Aparte de dichas observaciones casuales, el Diario contiene
un análisis de la nueva y notable novela de Nikolái Leskov, Zaplechatyenni
angel (El ángel sellado), y un informe de la visita de Dostoievski a una expo-
sición de pinturas rusas, que luego se enviarían a Viena como parte de una
feria universal.
En 1865 Dostoievski había publicado en Época la novela breve de
Leskov Lady Macbeth de Mts ensk, y había elogiado la obra delante de su
autor, pero las relaciones entre ellos cesaron después de la desaparición de
la revista. Leskov imprimió entonces algunas observaciones abiertamente
negativas acerca de El idiota en 1869. Aunque Dostoievski indiscutible-
mente admiraba el talento literario de Leskov (en particular, su capacidad
de pintar al clero ruso), no aceptó el brillante Ocharovannego Strannika
(Caminante encantado) para su publicación en El Ciudadano. Incluso El án-
gel sellado, que, podría esperarse , le habría agradado por su evocativa apre-
ciación de la tradición religiosa rusa de pintura de iconos , sólo recibió un
elogio renuente; en lugar de enfocar los méritos de la novela, Dostoievski
dedica la mayor parte del espacio a criticar su desenlace. El libro de Leskov
muestra las aventuras de un artel de piadosos Viejos Creyentes artesanos
que siempre viajan acompañados por su icono más precioso y sagrado , el
retrato de un ángel. Explayándose sobre las bellezas de este icono es como
el narrador de Leskov inicia al lector en la técnica de dicho arte, relativa-
mente menospreciado por entonces , y que la novela hizo mucho por elevar
en la estimación del público. De manera sorprendente , Dostoievski no dice
una sola palabra acerca de este importante rasgo del libro , aunque sí elogia
"el encantador cuento del señor Leskov" y observa que de sobra merece la
atención que se le está prestando : "El cuento está maravillosamente narra-
do y merece grandes elogios" (v. 21, p . 36).

150 ... UN NU EVO COM IEN ZO


Lo que le preocupa es el final, que los Viejos Creyentes consideran in-
genuamente un fenómeno sobrenatural, hecho que lleva a todo el grupo a
volver a la Iglesia ortodoxa. Un sello de cera había sido colocado sobre el
rostro del ángel por un empleado del gobierno , quien confiscó el icono .
A un pintor, maestro en esta tradición, le piden hacer una copia, con todo
y sello, con la que se proponen sustituir subrepticiamente el original, y
suprimir el horrible sello que lo desfigura. Pero cuando los Viejos Creyen-
tes están sustituyendo en secreto el icono original por la copia, el sello de
cera que había sobre la copia se desvanece súbitamente, y ellos toman esto
por un milagro . Lo que ocurrió, como cuidadosamente lo explica Leskov,
es que el sello sobre la copia, unido tan sólo por una hoja de papel, se ha
deslizado; así, el "milagro" resulta ser un simple accidente. Dostoievski po-
nía objeciones a este final por muy diversos motivos, incluyendo la invero-
similitud de la conversión en masa una vez que los Viejos Creyentes se
enteran de la verdad de lo ocurrido (como sucede en el libro). ¿No habrían
debido indignarse, en cambio, cuando el obispo ortodoxo local no pudo
impedir que el icono fuera sellado (y, por tanto , profanado) por el funcio-
nario cuyo objetivo era obligarlos a comprarlo de vuelta, sobornándolo7
Dejando aparte tales consideraciones basadas "en la firmeza y pureza
de las antiguas creencias [de los Viejos Creyentes] " (y Leskov pinta la sin-
ceridad de su devoción con verdadera ternura), lo que irrita a Dostoievski
es la cuestión más profunda de disolver el "milagro" en un simple acciden-
te. En realidad, sospecha que Leskov está cediendo de esta manera a los
prejuicios liberales en contra de las supersticiones del pueblo. Es posible
que esta insatisfacción con Leskov ejerciera cierta influencia sobre Los her-
manos Karamázov, donde la cuestión de los milagros es tratada con mucha
mayor sutileza. O bien se los pinta como parte de las tradiciones de un
pasado remoto , o bien simplemente se insinúa que son posibles en la ac-
tualidad. De hecho , la insistencia en un milagro asombroso para justificar
la fe es considerada como una tentación del demonio y como prueba de
que la fe aún no es perfecta y segura. Lo que encolerizó a Dostoievski, pue-
de suponerse , fue que Leskov disolviera el misterio de lo irracional de la fe
religiosa de manera tan ridícula y prosaica.
La respuesta de Leskov apareció en El Mundo Ruso, aunque con seudó-
nimo y sin responder en realidad a la cuestión planteada. En cambio , atacó
una observación que Dostoievski había deslizado en su artículo acerca de
las pinturas (volveremos a ello en un momento), y también fustigó un

El DIARIO DE UN ESCRITOR, 1873: 11 ~ 151


cuento aparecido en El Ciudadano que , esgrimía, mostraba tal ignorancia
de las costumbres de la religión rusa que el director, el señor Dostoievski,
debía ser rotundamente castigado por haberle permitido ensuciar así sus
páginas. Sin dejarse engañar ni por un momento por el seudónimo, Dos-
toievski replicó en un artículo llamado "El impostor", en que mordazmente
ridiculiza las acusaciones y, aunque manteniendo la ficción de contestarle
a alguien llamado "Pr. P Kastorski", da a entender que conoce la verdadera
identidad de su adversario. "Por todos los cielos - observa, hablando del
cuento en cuestión-, seguramente alguien puede escribir la palabra diáco-
no sin tratar de quitarle nada al señor Leskov. " Poco después, elogiando la
brevedad del cuento, de pronto exclama:

¿Qué objeto tiene que el autor nos arrastre a lo largo de unas cuatrocientos
ochenta páginas para luego, de pronto, en la página cuatrocientos ochenta y
uno, inexplicablemente abandonar el relato en San Petersburgo o en Moscú
y arrastrarnos a alguna parte de Moldavia-Valaquia con el único propósito de
decirnos que una bandada de cuervos y de búhos levantó el vuelo desde un
tejado de Moldavia-Valaquia7 [v. 21 , pp. 83-84]

En Na Nozakh (Con la daga en la mano), de Leskov, la escena súbita-


mente cambia, en el capítulo 36, a Moldavia-Valaquia, y Dostoievski apun-
ta sus críticas también a la conocida afición de Leskov por los detalles de
color local.
"A propósito de la exposición", de Dostoievski, prueba una vez más, si
pruebas fueran necesarias , que no tenía una sensibilidad particular para la
pintura como tal; le interesaba principalmente el contenido temático , del
que, como podía esperarse, era un muy agudo y perceptivo observador. En
este caso, sus reflexiones son motivadas en buena parte por la perspectiva
de que estas pinturas rusas se exhibieran ante un público europeo . Esta
destinación le permite explayarse sobre uno de sus temas favoritos, a sa-
ber, por qué los europeos son congénitamente incapaces de comprender la
cultura rusa, mientras que los rusos poseen una misteriosa capacidad de
comprender lo europeo con absoluta penetración. Al observar que las tra-
ducciones de Gógol al francés, aun con la ayuda de Iván Turgueniev (el
traductor fue Louis Viardot , esposo de la eterna amada de Turgueniev, la
célebre diva Pauline Viardot) , no conservan nada del original, concluye
Dostoievski que "todo lo que es característico, todo lo que es nuestro y

152 ... UN NU EVO COMIENZO


predominantemente nacional (y, por ello, todo lo que es verdaderamente
artístico) es incomprensible para Europa ... y, sin embargo, creo que en
Rusia comprendemos a Dickens casi tan bien como lo comprenden los in-
gleses". Ya sea que este don ruso de comprensión "prometa mucho para el
futuro ... o también contenga algo nocivo" (v. 21, pp. 68-69), se niega a
decidirlo de momento , pero en otra parte hace variaciones sobre cada al-
ternativa, dependiendo de sus propósitos polémicos.
Además de esta dudosa afirmación, Dostoievski también comenta ne-
gativamente la inclinación mostrada por algunos artistas a pintar de acuer-
do con una "tendencia", es decir, a permitir que su inspiración sea gober-
nada por la visión utilitaria y radical del arte como, básicamente, un arma
en la batalla por la justicia social. Dostoievski había disputado sobre esta
cuestión con Belinski durante los cuarenta y con Dobroliubov en los se-
senta; ahora renueva la lucha con Mijaílovski, quien recientemente había
escrito que "la satisfacción de una ociosa curiosidad" no era la tarea de la
literatura. Como ejemplo del tipo de escrito que prefería , Mij aílovski había
presentado la "Canción de la camisa", de Thomas Hood, poema imbuido
de pathos social; y aunque Dostoievski se refiere a Mijaílovski tan sólo
como a "un cierto estimado crítico", responde declarando que "una obra
de arte ... sin una tendencia preconcebida" puede hacer "mucho más para
sus propósitos [los del crítico] que todas las canciones acerca de la camisa ...
(no la de Hood sino la de nuestros escritores)" (v. 21, p. 72). Dostoievski
había sostenido siempre que, aunque la literatura y la pintura tienen indis-
cutiblemente un importante papel sociocultural que desempeñar, como
mejor pueden ejercer su influencia es permitiendo a los artistas una inde-
pendencia total para crear de acuerdo con su talento. De otra manera , los
artistas terminan poniéndose "un uniforme", y algunos poemas recientes
de Nekrásov indicaban lamentablemente que "este humilde poeta nuestro
ahora ciertamente se ha puesto un uniforme". Como ejemplo , cita un deta-
lle de un poema en que la ideología triunfa sobre los sentimientos huma-
nos. Una esposa, habiendo ido a reunirse con su marido preso en Siberia,
al verlo se apresura a besar sus cadenas y lo abraza sólo después de realiza-
do este gesto de protesta cívica (v. 21, p. 73).
Pasa luego a analizar uno de los cuadros más importantes de la exposi-
ción: Los boteros del Valga, de l. E. Repin. El tema ciertamente pudo haber
inspirado una obra que le gritara al espectador: "¡Miren qué infortunado
soy y cuánto le deben ustedes al pueblo!", pero Dostoievski reconoce ale-

EL D IARIO DE UN ESCRITOR . 1873: 11 .... 153


gremente que el artista pintó "boteros, verdaderos boteros y nada más".
Precisamente por esta razón, precisamente porque Repin no intentó impo-
ner alguna obvia tendencia a su tema, "no podemos dejar de pensar que
estamos en deuda, en verdadera deuda, con el pueblo". De todos modos,
observa que Repin y otros pintores rusos se han limitado por su preferen-
cia a lo que él llama la "pintura de género", que define como "el arte de
retratar una realidad inmediata y contemporánea que el artista ha sentido
y visto en persona, con sus propios ojos". Esto lo contrasta con la "pintura
histórica" que inevitablemente exige un alejamiento de lo inmediato y pue-
de incluir "el ideal. .. , pero ahora los pintores rusos le temen al ideal como
a una especie de espíritu impuro" (v. 21, p. 76).
Al desarrollar esta distinción, Dostoievski no sólo muestra su reacción
a las pinturas sino que también ilumina una característica importante de
su propio arte. Cualquier psicólogo explicará, nos dice, que si imaginamos
un hecho pasado éste será "imaginado en su aspecto completo , es decir,
con la adición de todos los desarrollos subsecuentes que no habían ocurri-
do aún en el momento histórico en el que el artista estaba tratando de re-
tratar a una persona o un acontecimiento". Así, el pasado no se puede
captar como género, sino que debe incluir siempre un componente que
encarne su secuela: "Y así el artista es invadido por un temor supersticioso
ante el hecho de que tal vez, involuntariamente, tendrá que 'idealizar', lo
que a su modo de ver significa mentir". Por "idealizar" Dostoievski parece
querer decir, no algún tipo de falsa glorificación, sino simplemente un sig-
nificado mayor del que pueda verse en el presente inmediato del hecho.
Desgraciadamente, por su miedo al "ideal", los artistas rusos intentan com-
binar lo histórico y lo inmediato, y "de esta combinación antinatural surge
el peor tipo de mentira". Como ejemplo, señala el cuadro de N. N. Ge ante el
cual, como lo sabemos por los comentarios de Varvara Timofeieva, se ha-
bían entusiasmado los radicales, porque Cristo y sus discípulos aparecían
como hombres y mujeres comunes de nacionalidad rusa y de la era de los
sesenta (id.) .
Mucho tiempo antes, en Memorias del subsuelo, había aparecido un ata-
que satírico contra esta pintura, y aquí Dostoievski vuelve a fustigarla de
manera mucho más completa.

Ahí está sentado Cristo [escribe] ... pero ¿ése es Cristo7 Puede ser un JOVen
muy bueno, profundamente herido por su querella con judas, quien está allí

154 ... UN N UEVO COM IEN ZO


de pie, vistiéndose para ir a denunciarlo, pero no es el Cristo que conoce-
mos ... [y] debemos hacer esta pregunta: ¿dónde están los siguientes diecio-
cho siglos de cristianismo/... ¿Cómo es posible que de tan ordinaria querella
de tan ordinaria gente reunida para cenar ... pudiera surgir algo tan colosal!

Considera que el cuadro es un fracaso como "verdad histórica" y como


"género" porque "todo es falso"; la pintura ni siquiera es fiel al pasado al
que supuestamente retrata ni a lo que ese pasado ha llegado a significar
ahora (v. 21, pp . 76-77).
Este penetrante análisis ayuda a aclarar lo que Dostoievski quiere sig-
nificar llamando "realismo fantástico" a su propio enfoque del arte. Pues
siempre está esforzándose por aplicar al presente el modo de aprehensión
que ve como dato psicológico en relación con el pasado. Busca la esencia
de lo pasajero y lo contemporáneo proyectándolo al futuro e imaginando su
consumación (lo que lo hace "fantástico"), pero entonces, con un intrépido
realismo moral-social y psicológico , dramatiza todas las consecuencias de
ese futuro, como si ya hubiese ocurrido o estuviese ocurriendo.

La mayor parte de los artículos que aparecieron en el Diario de un escritor


consistían en comentarios socioculturales, pero otras entradas revelan a
Dostoievski de un humor y un modo más artístico. Un esbozo, "Media car-
ta de 'una cierta persona'", es una epístola imaginaria, supuestamente en-
viada por un corresponsal que se asemeja un tanto al hombre del subsuelo.
(Se recordará que este caballero redactó pero nunca envió una furiosa carta
a un periódico, denunciando al funcionario que lo había insultado.) Esa
"cierta persona'', por el contrario, es un hombre del subsuelo decidido a
hacerse escuchar por el mundo. Lo consume una incontenible furia litera-
ria y "se gasta hasta su último kopek en estampillas postales y hasta inclu-
ye en sus cartas las estampillas para la respuesta, suponiendo que al cabo
alcanzará su fin y logrará iniciar una correspondencia sobre asuntos cívi-
cos con los directores de varios periódicos" (v. 21, p. 61). Sin embargo,
Dostoievski, como director, había cortado la primera parte de esta carta
porque era demasiado grosera, pero sí imprimió el resto, que furiosamente
denunciaba los modales de los columnistas de la prensa rusa, que se insul-

EL DIARIO DE UN ESCRITOR, 1873: 11 ~ 155


taban unos a otros a la primera oportunidad. "Cuando yo leo su columna",
escribe esa "cierta persona", expresando su disgusto general por la escena
literaria, "no puedo dejar de imaginar una especie de carnaval interminable,
embriagado e insensato que ya lleva demasiado tiempo en nuestra literatu-
ra .. . Y todo continúa un número incontable de veces sin la menor sospecha
de que todo finalmente nos está matando de asco" (v. 21, pp. 67-68).
Si esta entrada recuerda un detalle de Memorias del subsuelo, entonces
un grupo de tres "Pequeños cuadros" nos trae a la memoria la forma de
ensayo que Dostoievski había empleado al comienzo de su carrera literaria,
cuando probó suerte como folletinista en San Petersburgo. Aquí, en cam-
bio , no se disfraza de flaneur baudelaireano, que esté saboreando las vistas
y los sonidos de la vida urbana, sino que habla a su propio nombre al ofre-
cernos una imagen de San Petersburgo derritiéndose bajo el calor del vera-
no y prácticamente despoblado. Hasta en la Perspectiva Nevski, tan peli-
grosa de cruzar entre la niebla de invierno, con riesgo de la vida, "la calle
estaba vacía a lo largo de doscientos metros en ambas direcciones; hasta
podía uno detenerse a hablar de literatura rusa con un amigo. ¡Tan poco
así era el peligro' " (v. 21 , p. 106). En sus columnas del decenio de 1840
había considerado la desconcertante variedad de los estilos arquitectónicos
de la ciudad como un emblema alentador de que Rusia estaba absorbiendo
el gusto y las ideas de Europa , pero ahora esta diversidad representa "toda
la falta de carácter de la idea y toda la negatividad de la esencia del periodo
de San Petersburgo, desde su principio mismo hasta su fin". Toda la imita-
ción de estilos europeos -los palazzi italianos y los edificios seudonapo-
leónicos- había culminado en "un hotel enorme y moderno". "Aquí vemos
el enfoque del negociante: americanismo , cientos de habitaciones , una in-
mensa empresa comercial; inmediatamente vemos que también nosotros
tenemos ferrocarriles y de pronto hemos descubierto que somos hombres
de negocios" (v. 21 , p. 107).
Un segundo boceto nos lo muestra buscando una bocanada de aire
fresco un domingo , bajo el calor y el polvo , y preguntándose "por qué hay
tanta más melancolía en San Petersburgo los domingos que entre semana.
¿Será por causa del vodka? ¿De la embriaguez?" Esta pregunta conduce a
una descripción de un grupo de seis obreros beodos en plena conversa-
ción , expresando cada uno su reacción a lo que sus compañeros han dicho
tan sólo mediante la repetición de una palabra "que no se menciona en
presencia de las damas". Dostoievski supone que este lenguaje abreviado

156 .. UN NUEVO COMIENZO


resuelve una dificultad causada por la ebriedad, que hace más lenta el ha-
bla pero que acelera "el fluir de pensamientos y sensaciones"; cuando se está
ebrio, queda así resuelto el problema de expresarse (v. 21, pp. 108-109).
Su último cuadro es sobre los pobres de San Petersburgo, que salen a
dar un paseo dominical con sus hijos, y da rienda suelta a su imaginación
al describir a sus presuntos parientes y sus antecedentes familiares. "Qué
demacrados, pálidos, enfermizos y anémicos están, y qué sombríos son sus
pequeños rostros , especialmente los de quienes tienen que ir en brazos; to-
dos los que ya caminan tienen las piernas corvas, y avanzan meciéndose de
un lado a otro." Pero todos están cuidadosamente vestidos, y los padres evi-
dentemente "quieren a sus hijos pobres y enfermos", a quienes tienen que
criar en tan malsano ambiente. Concluye con una serie de incidentes comu-
nes, todos los cuales señalan la cuidadosa atención de los padres -y hasta
de casuales paseantes-por el bienestar de los niños (v. 21, pp. 109-112).
Los "Pequeños cuadros", aparentemente inofensivos, pronto fueron
atacados en La Voz, especialmente el que trata sobre el uso de "una palabra
que no se encuentra en el diccionario". Dostoievski fue acusado de em-
plear con toda desvergüenza ese material tan subido de color para hacer
reaccionar a sus lectores, a falta de algo sustancial que decir. Recogiendo el
reto, él replicó categóricamente que la idea de su boceto distaba mucho de
ser frívola. En realidad, pretendía ilustrar la pureza del pueblo, que al va-
lerse de semejante obscenidad no se preocupaba por su significado, sino,
antes bien, por el problema de la expresión. Cuando estaba sobrio, no em-
pleaba el pueblo ninguna grosería. Y luego contrasta su decencia con la
sociedad masculina de la clase alta, que a menudo empleaba expresiones
risqué simplemente por divertirse, y cuya charla pronto "degenera en tales
abominaciones , tan sucio lenguaje ... que la imaginación del pueblo nunca
podría concebir algo igual" (v. 21, p. 116). Además, replica también, uno
de los objetivos de sus "Pequeños cuadros", provocado por recientes pu-
blicaciones en que se lamentaban las fallas morales del pueblo, era com-
partir con los lectores su "alentadora impresión" de que "todavía hay un
afán de dignidad, de auténtico respeto propio [,] amor a la familia y a los
hijos" que se ha conservado entre el pueblo (v. 21, p. 113).
Otra serie de "Pequeños cuadros", por entonces, no fue escrita directa-
mente para su Diario, sino para un volumen colectivo intitulado Skladchina
(que significa unir recursos). El hambre en la provincia de Samaria duran-
te 1873 había movido a los literatos de San Petersburgo a organizar y pu-

EL DIARIO DE UN ESCRITOR, 1873: 11 ... 157


blicar un volumen de sus escritos, cuyas ganancias serían donadas como
ayuda a las familias. La colaboración de Dostoievski, "Pequeños cuadros"
(en camino), consistió en un grupo de esbozos acerca de viajes en ferroca-
rril y en barco de vapor. Son "instantáneas" agudamente observadas y a
menudo divertidamente satíricas sobre las tensiones sociales y maniobras
creadas por los obligatorios encuentros con compañeros de viaje, y enfo-
can un estrato social relativamente más alto que el de los cuadros de San
Petersburgo. Aparte del interés de su color local , estos bocetos merecen
particular atención, y ello por dos razones. Contienen una figura que ya se
anticipa al demonio en Los hermanos Karamázov, y causaron un intercam-
bio de cartas entre Dostoievski e Iván Goncharov que ilumina la poética de
ambos novelistas.
El primer boceto muestra cómo el inicial embarazo y la reticencia y
reserva de unos desconocidos que viajan como vecinos en un tren van ce-
diendo gradualmente, y surge la conversación. En particular un caballero
es notablemente locuaz y habla sin ambages de su vida, sus viajes y sus
conocidos entre los altos círculos oficiales. Ha estado en todas partes, lo ha
visto todo y divierte a los demás con sus anécdotas, pero en realidad nadie
le cree mucho. Es culto y bien educado, con una barba que se va poniendo
gris, "no precisamente de corte napoleónico , pero sí de corte aristocrático".
Sus ropas son casi de moda, pero más bien están raídas, y aunque obvia-
mente tuvo un buen sastre, lo mejor ya quedó en el pasado. Desaparece de
improviso "en una estación insignificante" , y sus compañeros de viaje, que
para entonces habían decidido que todas sus anécdotas eran falsas aunque
divertidas, concluyen que es de "un tipo anticuado y particular de gorrón
(prizhivalchik) de la aristocracia", muy bien recibido en todas partes para
aliviar el tedio de la vida en las profundidades de la campiña rusa (v. 21 ,
pp. 164-165). Exactamente el mismo tipo, que utiliza las mismas frases ,
aportará seis años después los lineamientos para el demonio de Iván Kara-
mázov, que también es un cuentista divertido y ocurrente.
El retrato de este caballero está tan bien hecho que Goncharov, editor
del volumen, lo escoge para elogiarlo en sus cartas, pero vacila un poco en
aceptar otra figura, que finalmente fue excluida. (El texto original, salvo
unas cuantas frases , lamentablemente se ha perdido , y también se han des-
vanecido las cartas de Dostoievski al respecto .) Por los comentarios de
Goncharov nos enteramos de que los pasajes excluidos presentaban a un
clérigo obviamente influido por ideas nihilistas (como el futuro Rakitín de

158 ... UN NUEVO COMIENZO


Los hermanos Karamázov). Fuma incesantemente (lo que era considerado
indigno de un clérigo), habla en favor del matrimonio civil y se viste como
un petimetre. Goncharov, quien lo compara con un "abate elegante de la
época de los Barbones", lo encuentra inaceptable, probablemente por sen-
tirse temeroso de la censura, pero también plantea el argumento estético
de que era demasiado excepcional para poder considerarlo un verdadero
tipo. Dostoievski había dicho que "semejante ejemplar estaba naciendo",
pero Goncharov objeta que el arte sólo puede crearse cuando la vida, a lo
largo de un extenso periodo, ya ha dado forma a un tipo , no cuando tal fi-
gura aún está en proceso de gestación. "Usted retrató a su sacerdote - ob-
jeta- no sine ira; aquí el artista deja el lugar al publicista". 3
Hasta donde se puede colegir, Dostoievski arguyó que el sacerdote
existía en realidad , y fue tomado de la vida "como una fotografía". Pero
esta afirmación simplemente ofrece a Goncharov otra ocasión de repetir
que un tipo sólo se forma "cuando se ha repetido muchas veces, o ha sido
advertido muchas veces, se ha vuelto habitual y bien conocido de todos". 4
Nada ilustra mejor que este intercambio de cartas una diferencia funda-
mental entre los dos escritores; tampoco hay nada que explique mejor un
cierto esquematismo en la captación del carácter por Goncharov. Éste sólo
considera lo ya formado, lo inmediatamente perceptible y bien conocido,
como material apropiado para "un artista objetivo" . El febril Dostoievski,
por el contrario , desea captar la vida que justo está naciendo, con todos
sus peligros, incertidumbres y promesas, y con toda la fluidez de sus ca-
racteres. Esta misma cuestión volverá a surgir en su siguiente novela, cuan-
do la estabilidad del mundo de León Tolstoi sirva de contrapeso a la movi-
lidad moral-social de la nueva camada de "familias accidentales" que él ve
entrando en escena.

En esta primera encarnación del Diario de un escritor sólo hay una creación
plenamente desarrollada: el cuento de corte fantástico "Bobok", que en
años recientes ha despertado considerable atención. Mijaíl Bajtín lo consi-
dera a la luz de su teoría de largos alcances en que Dostoievski como escri-
tor está vinculado con la antiquísima tradición genérica de la sátira meni-
3 lvan Goncharov, Sobranie Sochinenii, vol. 8, Moscú , 1955 , p. 457.
4
Ibid., p 459.

EL DIARIO DE UN ESCRITOR . 1873: 11 ~ 159


pea grecorromana, y hasta encuentra en "Bobok" "los rasgos típicos del
género", que "descubre sus mejores posibilidades, realiza su máximo logro". 5
La afirmación de Bajtín conlleva interesantes cuestiones de poética históri-
ca, pero analizarla aquí nos llevaría demasiado lejos. En el contexto del pro-
pio Dostoievski, lo que ocasionó directamente el cuento, aparte del clamor
general lanzado contra él por causa de Los demonios, fue la observación de
un columnista de La Voz que escribía con el seudónimo de "Nil Admirari".

El Diario de un escritor [había declarado] recuerda el conocido chiste: "Y sin


embargo, el Bey de Argel tiene una verruga en la nariz" [cita de las Memorias
de un loco, de Gógol]. Sólo hay que contemplar el retrato del autor del Diario de
un escrit01; que ahora se expone en la Academia de Bellas Artes, para sentir
por el señor Dostoievski la mismísima "compasión" de la que se burla tan in-
debidamente en su diario [estocada dirigida al artículo "El medio"]. Éste es el
retrato de un hombre minado por una seria enfermedad. 6

Ninguna crítica era más generalizada que la acusación de que Dostoiev-


ski sólo trataba de los "anormales", los "chiflados", los "psicópatas", y aho-
ra se decía que su retrato se asemejaba al de alguien en el mismo estado
demencial que el loco del cuento de Gógol. Como respuesta, la "cierta per-
sona" que escribe "Bobok" -la misma que había abrumado a El Ciudadano
y a otras revistas con sus cartas indignadas- ahora, por primera vez, lleva
la pluma al papel con fines no epistolares. "Un artista, por simple acciden-
te, pintó mi retrato. 'Comoquiera que sea -dijo-, usted es un literato ,
después de todo'. Así pues, le hice el gusto y él expuso el retrato.
Y ahora leo: 'Vayan y miren ese rostro enfermizo que parece al borde de la
locura"' (v. 21 , pp. 41-42). Con obvia ironía ante la repetida acusación lan-
zada contra él de violar las normas de la verosimilitud, el narrador de Dos-
toievski comenta:

No creo que el artista me pintara por razón de mi obra literaria; probable-


mente fue por razón de las dos verrugas simétricas que tengo en la frente; ése
es un fenómeno de la naturaleza, dijo. Ya no les quedan ningunas ideas, ve
usted, de modo que ahora ponen sus ojos en esos fenómenos. Pero, ¡qué tra-
5
Para el análisis de Bajtín, véase su Problemas de la poética de Dostoievshi, trad. de Tatiana
Bubnova, FCE, México, 2003, pp. 205-207.
6
Véase el comentario a "Bobok" en PSS, vol. 21, p. 402 .

160 ... UN NUEVO COMIENZO


bajo realizó con las verrugas en el retrato ... parecen de la vida real! Eso es lo
que llaman ahora realismo [v. 21 , p. 4 2] .

Con todo, el objetivo de "Bobok" no era lanzar críticas aisladas a blan-


cos dostoievskianos sino pintar, en forma breve y concentrada, la desinte-
gración general y la corrupción moral de los estratos gobernantes de la so-
ciedad rusa. Logró esto mediante el extraño y repugnante semisueño y
semialucinación del deprimido narrador, que se mete casualmente en un
cementerio, dormita sobre una tumba y de pronto empieza a oír voces.
Asombrosamente, de pronto se encuentra escuchando la conversación de
difuntos recientes que, al parecer, siguen poseyendo conciencia mientras
se descomponen; a veces permanecen vivos en este estado hasta por seis
meses. Sin embargo, al final mismo, todo lo que queda del cadáver súbita-
mente "murmurará una palabra -sin sentido , desde luego-, acerca de
un frijol o algo así: 'Bobok, bobok" ' (v. 21, p. 51). Pero antes de esto, los
muertos pueden expresarse muy bien, y revelan un mundo de completa
perversión moral y espiritual a los escandalizados oídos del que los escu-
cha sin ser visto . El narrador va a parar entre las tumbas más costosas,
donde las voces pertenecen a quienes fueron pilares de la sociedad de alto
rango, y éstas duplican en el otro mundo todas las injusticias, la corrup-
ción y disipación de las vidas que llevaron "allá arriba". Sólo una voz está
remotamente interesada en "cosas superiores", y resulta ser la de un humil-
de tendero, pretenciosamente enterrado por su familia entre sus superio-
res. A una engreída dama ex clienta suya, ofendida por la cercanía de tan
bajo personaje, le dice humildemente, entre murmullos: "Ambos estamos
en la tumba y, ante el tribunal de Dios, somos iguales en nuestros peca-
dos". "En nuestros pecados -repite la dama , burlona-. Y no se atreva a
volver a hablarme" (v. 21, p. 45).
En la conclusión, los personajes aristocráticos han decidido entrete-
nerse relatando hechos de sus vidas sin "vergüenza" ni "pudor". El clímax
es una ensordecedora cacofonía de gritos impacientes que piden el aban-
dono de toda moderación. "'Oh, cuánto deseo perder mi sentido de la
vergüenza', exclamó arrobada Avdotia Ivánovna". Pero la orgía es interrum-
pida cuando el testigo que los espiaba estornuda de pronto: "A esto siguió
un verdadero silencio sepulcral" (v. 21, pp. 52-53). Abrumado por lo que
ha oído, el narrador no puede reconciliarse con tan atroces revelaciones:
"¡Libertinaje en un lugar como éste, depravación que nos despoja de nues-

EL DIARIO DE UN ESCRITOR , 1873: 11 ~ 161


tras últimas esperanzas, vicio entre cuerpos en descomposición, un liberti-
naje que ni siquiera respeta los últimos momentos de conciencia! " El pobre
y desequilibrado narrador está lo bastante enojado para sentirse profun-
damente indignado por esa degeneración. "No, esto no puedo aceptarlo ..
Visitaré otras 'categorías' del cementerio y escucharé por todas partes ... Tal
vez tropezaré con algo que también me conforte." El cuento termina con
esta débil esperanza , y con la resolución "de llevar [su cuento] a El Ciuda-
dano. Uno de los editores tiene su retrato en exhibición. Tal vez imprimirá
esto" (v. 21, p. 54). Y en realidad, lo hizo; y ninguna otra obra de Dostoiev-
ski presenta un cuadro tan negro de la irremediable decadencia de la anti-
gua clase gobernante, corrompida íntegramente por la depravación engen-
drada por su cultura europea ; jamás dio una muestra tan aterradoramente
impresionante de su capacidad de emplear "lo fantástico" para pintar con el
más crudo "realismo" .

El Diario de un escritor de Dostoievski formó la parte más importante de


sus colaboraciones para El Ciudadano, pero él también estuvo encargado
durante un tiempo del trabajo abrumador de escribir un artículo semanal
sobre asuntos extranjeros. Estas colaboraciones cubren casi cien páginas de
la edición de sus obras preparada por la Academia de Ciencias, y tratan
de cierto número de acontecimientos que por entonces ocupaban el pri-
mer plano de la política europea. Informa muy extensamente sobre las ne-
gociaciones que estaba efectuando la Asamblea Nacional de Francia en la
secuela de la guerra franco-prusiana , con uno de los aspirantes al trono , el
conde de Chambord; sobre la Kulturkampf de Bismarck contra la Iglesia
católica en Alemania, y sobre el intento de don Carlos de España, en me-
dio del caos general del país, por ascender por la fuerza al trono. Para el
autor los hechos de la política caían en una pauta controlada básicamente
por creencias y convicciones religiosas; de ahí que suponga que si un mo-
narca fuese devuelto ahora al trono de Francia (aunque esto le parece im-
probable), el resultado sería fortalecer al papado. También presta particular
atención a la cuestión del catolicismo en Alemania y al intento del papa
por intervenir en favor de su grey en ese país. Sin embargo, éste no es el
lugar para entrar en detalle acerca de sus opiniones sobre la política euro-
pea , muchas de las cuales serían recicladas cuando su Diario se convirtiera

162 ... U N NUEVO COMI EN ZO


en publicación independiente. Aquí, de mayor interés es su convicoon
expresa de que el papado estaba en las últimas boqueadas y que, si no po-
día encontrar apoyo entre sus potencias europeas reinantes y las clases
gobernantes, recurriría al pueblo por primera vez en quinientos años.

Y créanme [escribe], Roma sabrá cómo dirigirse al pueblo, a ese mismo pue-
blo que la Iglesia romana tan altivamente ha rechazado , hasta llegar a ocultar-
le los Evangelios de Cristo prohibiendo su traducción. El Papa sabrá cómo ir
al pueblo, a pie y en harapos , pobre y desnudo, con un ejército de veinte mil
guerreros jesuitas hábiles en la pesca de almas. ¿Podrán sostenerse Carlos
Marx y Bakunin contra este ejército? ¡Difícilmente! El catolicismo sabe cómo,
cuando es necesario , hacer concesiones, reconciliarlos a todos. ¿Y qué costará
asegurar al pueblo pobre y embrutecido que el comunismo es lo mismo que
el cristianismo y que Cristo en realidad nunca dijo otra cosa? Desde ahora, ya
hay inteligentes y duchos socialistas que están convencidos de que son lo
mismo , y que seriamente toman al Anticristo por Cristo [v. 21 , pp. 202-203].

junto con las reminiscencias de Belinski, ya citadas, encontramos aquí


otra fuente de la Leyenda del Gran Inquisidor. El catolicismo romano y el
socialismo son sustitutos igualmente engañosos de una fe verdaderamente
cristiana porque ambos dependen de un poder temporal (la fuerza y la
violencia) para alcanzar sus metas supuestamente cristianas (explícitas en
el primero e implícitas en el segundo). El temor de que algún día se unieran
continuaría rondando a Dostoievski, y pronto encontraría expresión en la
gran síntesis de su Leyenda.

EL DIARIO DE UN ESCRITOR , 1873: 11 ~ 163


VII. En Bad Ems

A FINALES de la primavera de 1874, Dostoievski era una vez más hombre


libre, una vez más novelista, y volvió con renovados bríos a la creación li-
teraria. Pero como ya no tenía un ingreso fijo, nuevamente fue necesario
visitar a directores de revistas en busca de fondos a fin de procurarse man-
tenimiento para sí y para su familia. Cierta ganancia estaba obteniéndose
por la editorial establecida por Anna Grigórievna, que había publicado El
idiota y Los demonios, y que pronto añadiría a su lista La casa de los muertos;
empero, ese ingreso no bastaba para cubrir los gastos del hogar. A Dostoiev-
ski también se le había recomendado que se atendiera su enfisema, el cual
gradualmente iba empeorando, en las aguas termales de Bad Ems, en Ale-
mania, y este viaje le impondría un gasto adicional.
Cuando Dostoievski renunció a la dirección de El Ciudadano, no rom-
pió abiertamente con el príncipe Meshcherski, pero le resultó difícil man-
tener relaciones amistosas con Apollon Maikov y Nikolái Strájov cuando
éstos se enteraron de que Dostoievski publicaría su siguiente novela en la
revista populista Notas de la Patria. El trabajo preliminar en la novela , que
Dostoievski había comenzado a planear desde que era director de revista,
continuó en Bad Ems y luego, a su regreso, en la apacible soledad de su
rústica residencia. Los primeros capítulos empezaron a aparecer a comien-
zos de 1875.

Dostoievski renunció a El Ciudadano en abril de 1874, y poco después


ocurrió un hecho inesperado. "Una mañana de abril, a la hora del almuer-

164 ...
zo, la sirvienta me trajo [a Anna Grigórievna] una tarjeta de visita en que
leí: Nikolái Alekseievich Nekrásov. " Anna estaba bien enterada de la vieja
amistad entre su marido y Nekrásov, y de su más reciente alejamiento por
diferencias sociopolíticas. Cuando Dostoievski se apresuró a saludar a su
visitante y lo invitó a pasar al estudio, ella no pudo resistir la tentación de
escuchar su conversación. Lo que oyó fu e una oferta de Nekrásov a Dos-
toievski para que aportara una nueva novela a Notas de la Patria en el año
siguiente, con "un pago de doscientos cincuenta rublos por hoja de folio ,
mientras que , hasta entonces , Dostoievski sólo había recibido ciento cin-
cuenta" . 1
Anna describe esta visita sin dar ninguna explicación, como si Nekrásov
simplemente hubiese caído del cielo para hacer semejante oferta, y es posi-
ble que Dostoievski no la hubiese puesto al tanto de su conversación con
Varvara Timofeieva . Sin embargo, la aparición de Nekrásov ante su puerta,
sin anunciarse, sólo puede explicarse a la luz de esa conversación.
Dostoievski no dio su consentimiento inmediato , explicando que se
sentía obligado con Mijaíl Kátkov de El Mensajero Ruso, que lo había apo-
yado tan lealmente durante mucho tiempo ; antes sería necesario determi-
nar si Kátkov deseaba adquirir su nueva novela para el año siguiente. Tam-
bién le dijo a Nekrásov que necesitaría un anticipo considerable - lo que
éste inmediatamente aceptó- y luego añadió , para cierta sorpresa de su
interlocutor, que también sería necesario obtener la aprobación de su es-
posa, a quien él confiaba todos sus asuntos. Cuando fu e a consultarla , Anna
impetuosamente le dijo que aceptara desde antes de que él pudiera hacerle
la pregunta. Quedó pendiente una decisión final, hasta que Dostoievski
fu e a Moscú a finales de abril. Kátkov aceptó el pago más alto por hoja de
folio (observando que P l. Melnikov-Pecherski , conocido por sus cuentos
y novelas acerca de los Viejos Creyentes , había solicitado el mismo pago ...
observación que a Dostoievski no le habrá parecido muy halagüeña). Sin
embargo, alegando escasez de fondos, Kátkov puso obj eciones al conside-
rable anticipo, y Dostoievski, como probablemente lo deseaba, quedó así
liberado de toda obligación.
Un especialista ruso , el profesor Koshlakov, le había dicho que su enfi-
sema podría aliviarse con una estadía de seis semanas en el balneario de
Bad Ems , cuyas aguas minerales eran reconocidas por sus poderes curati-

1Anna Dostoevsky, Re111iniscc11ccs, trad. y ed. de Beatrice Stillman, Nueva York, 1973, p. 228 .

EN BAD EMS ... 165


vos. A comienzos de junio, Dostoievski salió de Staraya Rusa hacia San
Petersburgo y allí pasó unos cuantos días atendiendo asuntos urgentes an-
tes de emprender el viaje. Uno de tales asuntos era su demanda contra
Fiódor Stellovski, el marrullero editor que, en clara violación del contrato,
había publicado una nueva edición de Crimen y castigo sin pagar un solo
centavo al autor. Otro asunto era el de las propiedades de su difunta tía, la
muy acaudalada A. F Kumanina, quien les había dado a Dostoievski y a su
hermano Mijaíl diez mil rublos a cada uno en 1864 y luego los excluyó de
su testamento. Tanto Dostoievski como la viuda de Mijaíl estaban impug-
nando la exclusión. En una carta de un mes antes a su hermano menor
Nikolái, ingeniero titulado pero que se había entregado a la bebida y a me-
nudo recibía la ayuda de su hermano mayor, lo presionó para que firmara
una declaración como uno de los herederos , renunciando a todo derecho
al dinero entregado a los hermanos. "De otra manera -escribe ominosa-
mente- no te molestes en volver a tener tratos conmigo." 2 Nikolái se apre-
suró a aceptar.
Aunque Dostoievski se sintió decepcionado al descubrir que sólo se
habían vendido dos ejemplares de El idiota en las oficinas de El Ciudadano,
que servía de almacén a su propia editorial, se alentó cuando , en un banco
al que había acudido a sacar fondos para su viaje, se encontró con un edi-
tor llamado M. P Nadein. Este caballero ayudó a Dostoievski a expeditar
sus asuntos presentándolo a un empleado que era "admirador mío"; lo que
es más, Nadein le hizo allí mismo una muy tentadora oferta. "Nadein se
tomó terribles molestias por mí (hasta el punto de ser increíbles), casi me
idolatró, lo cual era raro, y me propuso definitivamente publicar una edi-
ción completa de mis obras, resolviendo todos los asuntos tocantes a los cos-
tos de la edición, todo por sólo cinco por ciento , y en cuanto él lo cobre,
toda la edición me pertenecerá." Esta idea tentó a Dostoievski, quien dijo
que la pensaría un poco; "pero lo que tú decidas -tranquilizó a Anna- ,
eso será''. En opinión de Dostoievski, sus bonos literarios acababan de su-
bir porque "los libreros se han entusiasmado un tanto por los tres [en rea-
lidad dos] artículos de Orest Miller acerca de mí publicados en Nedelia [La
Semana], a fin de cuentas muy elogiosos". 3 Estos artículos forman parte de
un volumen que aún hoy es valioso , La literatura rusa desde Gógol, y La Se-
mana era una publicación que contaba con las simpatías de populistas y
2
PSS, vol. 29 , libro 1, p. 319; 5 de mayo de 1874.
3
Ibid., p. 321; 6 de junio de 1874.

166 .. UN NUEVO COMIENZO


eslavófilos (combinación que ahora ya era posible). El propio Nadein era
conocido como amigo personal de algunos de los principales radicales po-
pulistas, y su oferta indica cómo estaban modificándose ahora las antiguas
líneas ideológicas. Como lo ha observado A. S. Dolinin, los anículos de
Miller ayudaron a borrar parte del descrédito que había manchado la repu-
tación de Dostoievski por haber dirigido El Ciudadano. 4
Si Dostoievski seguía imperturbable su propio camino, permitiendo a
sus lectores interpretar como lo desearan las idiosincrasias de su posición
sociopolítica , sus antiguos "camaradas en armas" no habían quedado tan
impávidos. Observa que "Maikov estuvo un poco frío " cuando se encontró
con su viejo amigo en la casa de Nikolái Strájov, y éste , conocido como in-
veterado chismoso, también transmitió la mala noticia de que "Turgueniev
se quedaría en Rusia todo el año, escribiría una novela , y se había jactado
de que describiría 'a todos los reaccionarios' (es decir, incluyéndome a mí).
Le deseo buena suerte, pero en el otoño mi primera obligación será pagarle
los cincuenta rublos" (prestados a Dostoievski en 1865). 5 También le pre-
ocupó obviamente que si fuera a recibir el mismo trato que él le había dado
a Turgueniev con su mortífera caricatura en Los demonios, bien podría usar-
se contra él la ignominia de esta deuda no pagada. Por el borrador de una
carta no enviada, sabemos que en cuanto oyó la noticia de Strájov se pro-
puso pagar inmediatamente, pero transcurriría un año antes de que cum-
pliera esta obligación. Turgueniev, según resultaron las cosas, sólo se quedó
en Rusia dos meses, y su siguiente novela , Tierra virgen, no contenía cari-
caturas de Dostoievski ni de otros intelectuales antirradicales .
Esta carta también nos ofrece un atisbo de algunas de las intimidades
de su vida hogareña y de la naturaleza de sus relaciones con su esposa.
Dostoievski estaba muy preocupado por la salud de Anna y aconsejó enér-
gicamente , por prescripción del médico de San Petersburgo, Von Brettsall,
que ella tomara un agua mineral especial. "Brettsall jura que te ayudará
-escribe, y luego añade- . No te preocupes por los veinte rublos, querida.
¡Te sentirás mejor!" Esta advertencia claramente sugiere una cierta tacañe-
ría de parte de Anna, que tal vez pueda atribuirse a sus recuerdos del vicio
del juego de Dostoievski y de su penuria en el pasado. Asimismo, él se ha-
bía acostumbrado a llevar una vida familiar muy unida en el aislamiento
de Staraya Rusa, y tristemente deplora tener que separarse de sus bellezas.
4
Véase ibid, p. 531
5
lbid, p. 322; 6 deiunio de 1874 .

EN BAD EMS ~ 167


"Me siento preocupado y solitario - escribe- . Pienso en ti, en la querida
Fedinka, que me bendijo con la señal de la cruz , en mi ángel Liubochka , y
mucho en ti, Ania. " Sin embargo, la carta continúa con unos renglones que
Anna intentó después tachar porque obviamente la colocan baj o una luz
poco halagüeña . "Ania, querida - le dice su marido-, por favor cuídalos
[a los niños]. Ya sé que tú los quieres . Pero no les grites y mantenlos lim-
pios." También hay una insinuación de que Anna trataba a los sirvientes
con mano más dura de la que se ajustaba a las inclinaciones de Dostoiev-
ski. "Y sé amable con Nanny", le aconseja. 6
El viaje de toda la noche a Berlín fue agotador, tanto por el frío (aun-
que fuera a mediados de junio) como porque ir en tren en la clase ordinaria
significaba estar sentado muy derecho , sin sueño . Dostoievski llegó a Ber-
lín un domingo , cuando los bancos estaban cerrados, y no pudo encontrar
al médico al que deseaba consultar, por lo que fue al museo real a ver las
célebres pinturas mitológicas de Wilhelm von Kaulbach , en el vestíbulo.
Eran, le dijo a Anna, "nada más que frías alegorías"; otras partes de la colec-
ción le gustaron más, y reconoció que "tú y yo , la primera vez que estuvi-
mos aquí [en abril de 1867], cometimos un error al no visitarlas". Muy le-
jos de ser un turista tolerante, observa irritado que, "los domingos, todos
los alemanes estaban en las calles e iban endomingados; son un pueblo
rudo y descortés".7
Al día siguiente fue a visitar a la lumbrera médica, que "vive en un pa-
lacio (literalmente)", y a quien decidió pagar tres táleros después de ente-
rarse de que otro paciente que había en la sala de espera le daría cinco (al
parecer, no se habían precisado los honorarios) . El médico atendió durante
dos minutos a Dostoievski, apenas le tocó el pecho con un estetoscopio y
luego pronunció una sola palabra: "Ems", acompañada con la dirección de
un médico de allí. El resto del día lo dedicó Dostoievski a comprar un chal
negro que le había pedido su casera en Staraya Rusa. Para pasar unas cuan-
tas horas de la tarde, estuvo en un palco oyendo Robert le Diable, de Giaco-
mo Meyerbeer, pero "escuché la mitad del primer acto y luego me fui a
casa, huyendo de los terribles cantantes alemanes", porque ya era tiempo
de partir. 8

6
Ibid. , pp . 323-324.
7
Ibid. , p. 325 ; 12-24 de junio de 1874 .
8
Ibid , p. 326.

168 ... UN NUEVO COM IENZO


De Berlín a Bad Ems fue otra agotadora odisea , y "no dormí en toda la
noche. Estábamos como arenques en un barril". Pero al llegar la aurora,
Dostoievski no pudo contener su entusiasmo ante el espectáculo que se
abría ante sus ojos admirados:

Arria, querida, ¡no he visto cosa igual en mi vida! ¡Qué es Suiza, qué es
Wartburg (¿lo recuerdas?) comparados con esa última parte del camino a
Emsl Todo lo seductor, tierno y fantástico que puedas imaginar en un paisaje,
el más encantador del mundo: colinas, montañas, castillos, ciudades como
Marburgo , Limburgo , con deliciosas torres en una maravillosa combinación
de montañas y valles ... nunca he visto cosa igual, y así es como llegamos a
Ems en esa cálida y soleada mañana.

Aunque quedó encantado por su primera vista de Ems, que le pareció


más bella de lo que había previsto , también informa "que cuando llueve o
el cielo está encapotado, este mismo lugar se vuelve tan sombrío y amena-
zador que es capaz de deprimir a una persona sana".9 Como lo descubriría
más de una vez durante su primera permanencia allí y en dos visitas ulte-
riores, esa predicción resultó absolutamente cierta.

La primera preocupaoon de Dostoievski fue encontrar un alojamiento


apropiado , y se registró temporalmente en un hotel cercano a la estación
del ferrocarril. Había llegado en plena temporada turística , y "los precios
[eran] horribles"; todos los cálculos minuciosos que él y ella habían hecho
no tenían ninguna relación con la realidad . Buscando por la ciudad, en
que la mayor parte de las casas privadas también ofrecían acomodo a hués-
pedes, logró alquilar dos habitaciones, una de ellas con balcón, por un
precio razonable; asimismo , hizo arreglos para tomar allí sus alimentos . Se
apresuró a ver a un médico - no el recomendado en Berlín sino otro, su-
gerido por su médico de San Petersburgo- y, después de ser auscultado
muy minuciosamente, se le aseguró que no había ninguna señal de tuber-
culosis. Padecía de "un catarro temporal" que le dificultaba respirar, y se le

9
Ibid., p. 327 .

EN BAD EMS ~ 169


ordenó beber agua de una fuente distinta de la mencionada en San Peters-
burgo (esta disposición lo preocupó un tanto, y después fue cambiada).
Habiéndosele prescrito una dieta que incluía vino tinto, se quejó de que el
vino local de Ems era malísimo, pero no podía permitirse "una botella de
Medoc que en casa nos cuesta cincuenta kopeks". Su tratamiento duraría
cuatro semanas, en lugar de las seis habituales, aunque su estadía fue pro-
longada, después, a la duración normal. 10
Lo que le causaba preocupación era saber si podría trabajar en su no-
vela en estas nuevas condiciones de vida. Dostoievski escribía regularmen-
te en el silencio y la tranquilidad de horas avanzadas de la noche, pero en
Ems era imposible seguir semejante horario, y tuvo que adaptarse a la ruti-
na de su tratamiento. "Todo Ems -explica- despierta a las 6:00 de la
mañana (yo también), y a las 6:30 unos dos mil pacientes ya se apiñan en
torno de dos fuentes. Todo suele empezar con un aburridísimo himno lu-
terano a Dios: no conozco nada más enfermizo y artificial." Esa puntuali-
dad de las masas se debía al inflexible cierre de las fuentes a las 8:30 am, y
después de esa hora no podía obtenerse ningún agua curativa. La prescrip-
ción de Dostoievski era beber un vaso a las 7:00 , caminar durante una
hora, beber un segundo vaso y luego volver a casa a tomar café. El sabor
del agua de la fuente, observa inconforme, "es un tanto amargo, salado , y
huele un poco a huevos podridos" .11
Además, ¿cómo podría una persona no acostumbrada a escribir du-
rante las horas del día arreglárselas para hacerlo "con tal magnificencia y
luz del sol alrededor, cuando me veo tentado a irme a pasear y las calles
son tan ruidosas? Quiera Dios que pueda yo comenzar la novela y terminar
al menos un borrador. Comenzar es la mitad de la tarea". 12 Pero el exte-
rior no siempre era tan acogedor, como pronto lo descubrió, y pocos días
después escribió que "el clima era horrible y llovía a cántaros, por lo que
pedí prestado un paraguas a la casera para correr hasta aquí [la fuente]" .
Trató de trabajar después del café de la mañana, pero "hasta ahora sólo he
estado leyendo a Pushkin, embriagándome de deleite. Cada día encuentro
algo nuevo. Pero, por otra parte, no he podido unir algo para formar una
novela". 13
10
Ibid., p. 328.
11
Ibid, p. 331; 16-28 de junio de 1874.
12
Ibid, p 329; 12-24 de junio de 1874.
13
Ibid., p. 331, 16-28 deiunio de 1874.

170 ... UN NUEVO COMIENZO


Ems rebosaba de gente , entre la cual Dostoievski a menudo oía los so-
nidos de su lengua rusa ; y aunque no hizo ningún esfuerzo por encontrar-
se con sus paisanos, la presencia de él no escapó de su atención. El poeta
K. K. Sluchevski, también visitante asiduo al salón de Elena Shtakenshnei-
der, lo descubrió "y se alegró de renovar su relación conmigo" . Para Dos-
toievski, ésa resultó una compañía tolerable al nivel personal, pero no era
alguien con quien pudiese establecer auténtica intimidad: "Es un tipo de
San Petersburgo, un hombre de mundo como todos los censores [la posi-
ción oficial de Sluchevski] , con pretensiones de alta sociedad, que com-
prende poco acerca de nada , bastante amable y bastante vanidoso. Sus mo-
dales son muy decentes"M Conocido de todos los rusos que había en Ems,
Sluchevski se los señaló a Dostoievski, quien aceptó una invitación a un
paseo con un grupo de su círculo. "Estaba yo tan abrumado que fui", dice
resentido. Otro miembro del grupo, una dama que era directora de un ins-
tituto en Novocherkassk, "me puso terriblemente nervioso ... Esa señora
me hizo pasar tal rato que ahora definitivamente huyo de los rusos. Una
necia como el mundo jamás ha producido . Cosmopolita y atea , adora al
zar pero desprecia su patria". Era, le dice a Anna "charlatana y discutidora.
Le hablé claro y le dije que era insoportable y que no entendía nada, rien-
do , por supuesto, y en tono sociable, pero muy en serio. Nos despedimos
cortésmente, pero no volveré a verla jamás". 15
Y, sin embargo, Dostoievski no evitó a todos los rusos en Ems . Buscó a
una vieja conocida, la princesa Shalikova, cuando supo que la propia dama
había estado tratando de encontrarlo entre la abigarrada multitud . Diverti-
do, le relata a Anna que la dama de compañía de la princesa, como consejo
para distinguir a Dostoievski entre la multitud, había dicho: "Mire con cui-
dado y en cuanto vea a una persona con la mirada más profunda, como na-
die más la tiene, entonces abórdelo audazmente: será él".16 (Dostoievski
después transcribió este consejo en sus notas para El adolescente, posible-
mente para que lo empleara el personaje Versílov.) Había conocido a la
princesa en 1865, cuando estaba atrapado en Wiesbaden, donde se había
jugado todos sus fondos e, incapaz de pagar la cuenta del hotel estaba pi-
diendo un préstamo a todo el que conociera (como Turgueniev y Herzen).
Acababa de empezar a trabajar en Crimen y castigo, y la princesa, tratando
¡.¡Ibid., p 332.
15
Idem.
16
Ibid., p 336; 23 de junio-5 de julio de 1874.

EN BAD EMS .. 171


de ayudarlo en su apuro, le sugirió ofrecer su siguiente novela a su cuña-
do, Mijaíl Kátkov, director de El Mensajero Ruso. Dostoievski se habíamos-
trado comprensiblemente renuente a hacerlo porque diez años antes, Kát-
kov había rechazado su novela corta La alqueria de Stepanchihovo y las
relaciones entre ambos se habían enfriado particularmente durante la gue-
rra ideológica de los años sesenta. La polémica con Kátkov había sido en
gran parte culpable de la supresión de la bien aceptada revista de Dostoiev-
ski Vremia (El Tiempo) pocos años antes. Pero, de espaldas a la pared, si-
guió el consejo de la princesa, y éste fue el comienzo de su larga asociación
con el poderoso editor, quien lo había apoyado con anticipos durante to-
dos los años intermedios .
La propia princesa había publicado obras de ficción con un seudónimo,
y Dostoievski esboza un muy halagüeño retrato de ella, dirigido a Anna:

Realmente me simpatiza la anciana princesa: sencilla, toda ingenuidad, recti-


tud y una alegría rara , casi infantil. Es pequeña, de cabello gris, y viste muy
modestamente pero con un tono extremamente fino en el más alto sentido de
la palabra. Ha recorrido toda Europa, ha estado en todas partes, todos los
principales escritores ingleses y franceses la conocen personalmente. Pero lo
principal es su sensibilidad, que incluso es causa de burlas. 17

Por desgracia, la princesa se fue pocos días después de escrita esta car-
ta, y Dostoievski descubrió que la gran mayoría de sus compatriotas que se
quedaron eran intolerables, especialmente aquellos cuya compañía no po-
día evitar. "El lunes el sacerdote Tachalov, de Wiesbaden, ese arrogante
patán, vino aquí , pero lo puse en su lugar y no tardó en desaparecer. Es un
intrigante y un cana- lla. Vendería a la vez a Cristo y todo lo demás en
un segundo." 18
Su temprano entusiasmo por las bellezas de Ems pronto se desvaneció,
y sus cartas se volvieron una prolongada letanía de quejas. "Aquí todo es
miserable y está estropeado , las tiendas son terriblemente mugrosas", le
informa sombríamente a Anna. "La ubicación es encantadora pero sólo por
un momento, porque Ems es una estrecha cañada entre dos cordilleras, y
todo se llega a conocer en un minuto." 19 También el clima impredecible
17
Ibid., p. 337.
18
Ibid., p. 340; 28 de junio-10 de julio de 1874.
19
Ibid., p. 331; 16-28 de junio de 1874 .

172 ... UN NUEVO COMIENZO


era muy fastidioso, y Dostoievski se quejó, gruñendo , de tener que cam-
biarse de camisa tres veces al día, como lo había hecho en Florencia en el
verano de 1869; sólo que mientras que Florencia se enfriaba agradable-
mente por la noche, Ems se mantenía húmedo y helado. La irascibilidad
de Dostoievski fue aumentando cuanto más tiempo permanecía allí, aun-
que ya le habían dicho que las aguas a menudo causaban ese efecto. Los
ataques de epilepsia mencionados en sus cartas también contribuyeron al
mal estado de sus nervios. "He llegado a aborrecer cada edificio, cada ma-
torral. .. Me he puesto tan irritable que (especialmente temprano por la
mañana) veo como enemigo personal a cada persona de la sucia multitud
que se apiña en la Kranchen [fuente] y tal vez me alegraría estar en malos
términos con todos." 2º
El único alivio a la tristeza y el mal humor de Dostoievski eran las no-
ticias de Anna Grigórievna, y aguardaba sus cartas con ávida impaciencia,
como bálsamo para mitigar su doliente soledad. Le había pedido que le
escribiera cada cinco días, y así lo hizo ella fielmente, pero sus cartas nun-
ca llegaban a tiempo ... no, como se quejó Dostoievski, por la ineficiencia
del correo ruso sino porque, como Anna vino a saberlo un año después,
las leía la policía secreta. (Como ex preso político, su marido seguía bajo
vigilancia, como seguiría hasta un año antes de su muerte.) Lo que más le
encantaba era oír hablar de los niños, por los que se preocupaba incesante-
mente. "Las noticias acerca de los niños son esenciales para mí -le dice a
Anna-. Ni siquiera aquí puedo ver tranquilo a los niños, y si oigo llorar
a otro niño caigo en la tristeza y tengo malas premoniciones. "21 Las cartas
también revelan que el matrimonio, pese a los veinte años de diferencia de
edad, ahora estaba sólidamente arraigado (al menos para Dostoievski) en
un apasionado apego sexual. "Tengo sueños seductores de ti -le confía a
Anna-. ¿Sueñas conmigo? ... Dijiste que probablemente empezaría yo
a perseguir aquí a otras mujeres. Amiga mía, he llegado a saber por expe-
riencia que no puedo ni siquiera imaginar a otra mujer que tú ... Y, ade-
más, no hay nada mejor a este respecto que mi Anechka ... Espero que no
enseñarás a nadie esta carta. "22 Por una referencia que aparece en su si-
guiente carta, podemos suponer que también Anna había confesado tener

20
Ibid., p 346; 5-17 de julio de 1874.
21
Ibid., p. 344.
22
Ibid, p. 333 ; 16-24 de junio de 1874.

EN BAD EMS ~ 173


"sueños indecentes", y él responde afectuosamente con una célebre cita de
Gógol: "No importa , no importa . .. ¡silencio!"23
Dostoievski también le hizo a Anna una continua descripción de sus
esfuerzos por lograr avanzar en su siguiente novela, que, si acaso progresa-
ba, lo hacía a paso de tortuga. "Ania, mi obra avanza lentamente, y tengo
terribles dificultades con el plan. La riqueza del plan es su principal defec-
to. Cuando lo estudio en su integridad, veo que he combinado cuatro no-
velas. Strájov, siempre ha dicho que ésa es mi falla. "24 Había quedado muy
impresionado , tal vez demasiado, por una carta de Strájov de abril de 1871
acerca de Los demonios (ya citada) , en que el crítico, aunque elogiando el
libro en general, había indicado que la mayor falla artística de Dostoievski
era que "usted escribe para un público selecto y sobrecarga sus novelas , las
hace demasiado complicadas. Si el cuadro de sus narraciones fuera más
sencillo, obtendría usted un mayor efecto ... ; en lugar de veinte personaj es
y de cien escenas, quédese con un personaje y con diez escenas". 25 Strájov
estaba totalmente errado al acusar a Dostoievski de escribir sólo para "un
público selecto". Por el contrario, en mucho mayor grado que sus rivales
literarios , Dostoievski empleó los recursos de la ficción popular de aventu-
ras y misterio, destinada a atraer al público más numeroso, pero logró con-
vertir esos convencionales trucos del oficio en gran tragedia por la profun-
didad y seriedad de las motivaciones temáticas.
La incapacidad de lograr muchos progresos en el plan de su siguiente
novela lo alteraba por razones puramente prácticas, además de las razones
artísticas . "Estoy terriblemente preocupado por la idea diaria de cómo arre-
glaré las cosas para nosotros en el otoño, y con cuáles fondos . (No puedo
volver a pedir a Nekrásov [otro anticipo], y además , probablemente no me
daría nada.) No es Kátkov; es una persona de Yaroslavl".26 Kátkov siempre
había respondido generosamente a las frecuentes peticiones de anticipos
de Dostoievski, aun cuando a un manuscrito le faltara mucho para estar
completo, pero el autor no esperaba esa generosidad de sus nuevos edito-
res. Además, el flujo de la inspiración estaba reconocidamente obstaculiza-
do por el problema de escribir para una revista en la que dudaba de poder
expresarse tan libremente como lo habría querido . "El simple hecho de
23
Ibid., p. 338; 23 de junio-5 de julio de 1874.
24
Idem.
25
El texto de las observaciones de Strájov aparece en PSS, vol. 29 , libro 1, p. 471 , nn. 14 y 15.
26
Ibid., p 338; 23 de junio-5 de julio de 1874.

174 ... UN NUEVO COMIENZO


que Notas de la Patria seguramente tendrá miedo de publicar algunas de
mis opiniones prácticamente me ata las manos. "27
Cuando el tiempo planeado para su estadía en Bad Ems se acercaba a
su fin, Dostoievski intentó resumir los resultados de su tratamiento. Una
semana antes de volver a Rusia, escribe que "pese a que realmente hay una
mejoría, es decir, dentro de todo mi tos es menos seca, respiro con más fa-
cilidad, etc ... hay un cierto punto (enfermo) que subsiste, y ese lugar en-
fermo en mi pecho se niega a curarse por completo". 28 Sin embargo, "lo
único seguro es que en todo lo demás me siento incomparablemente más
sano que nunca: energía, sueño, apetito: todo esto es excelente ... Shtaken-
shneider [el hermano de Elena Shtakenshneider, jurista que también esta-
ba tomando la cura] me asegura que nunca me ha visto con un rostro tan
fresco como ahora". 29
Dostoievski concluyó así que, pese a todas las molestias que había im-
plicado su permanencia en Bad Ems, bien había valido la pena y el gasto;
sin embargo, no estaba nada seguro de que la mejoría fuese duradera. "He
preparado aquí dos planes para novelas y no sé por cuál lanzarme .. . ; a fi-
nales de agosto me pondré a escribir y ya sabes de qué me preocupo: si
tendré la energía y la salud necesarias para tan arduo trabajo como hasta
ahora me he tomado ... He terminado novelas, y, no obstante, en términos
generales, he arruinado mi salud. "3º
Anna Grigórievna había esperado que él se fuera a Berlín o a París an-
tes de volver a casa, y le envió cincuenta rublos extra para el viaje previsto,
pero él no tenía deseos de ir a Berlín y decidió que París sería demasiado
costoso. En cambio, salió de Bad Ems el 27 de julio y, según el relato de
Anna, "no pudo negarse a sí mismo su profundo deseo de visitar una vez
más la tumba de nuestra primera hija, Sonia, cuyo recuerdo seguía llevan-
do en su corazón. Fue a Ginebra y visitó dos veces el cementerio de los
niños del Plein Palais; y de la tumba de Sonia me trajo unos pocos brotes
de ciprés, que en el curso de seis años se han engrosado sobre el monu-
mento de nuestra pequeña". 3 1

27
Ibid., p 354; 14-26 de julio de 1874.
28
Ibid., p. 352.
29
Ibid., p. 353.
30
Ibid, p. 360.
31
Anna Dostoevsky, op. cit, pp. 233-234.

EN BAD EMS ~ 175


VIII. Un proletario de la literatura

DosTOIEVSKI retornó a Staraya Rusa el 1º de agosto e inmediatamente se puso


a trabajar en los planes de El adolescente. Para entonces, Anna había toma-
do una decisión importante. ¿Por qué habían de regresar a Petersburgo a
pasar el invierno? La pareja había decidido vivir en el campo durante la
primavera porque allí la vida era más saludable para los niños, y podían
reducir considerablemente los gastos si se quedaban (el alquiler y los ali-
mentos eran una tercera parte más baratos que en San Petersburgo). Tam-
poco distraerían a su marido las obligaciones de la vida social de Peters-
burgo, donde "en el invierno Fiódor Mijaílovich casi no pertenecía a la
familia" y la propia Anna tenía que desempeñar el agotador papel de anfi-
triona. "Yo, personalmente -escribió Anna-, encontré muy tentadora la
oportunidad de pasar todo el invierno llevando esa apacible, serena y grata
existencia familiar que habíamos tenido en el verano, y que solíamos re-
cordar en el invierno con tanto agrado." 1
Dostoievski, objetando el plan al principio, insistió en que Anna en-
contraría aburrida y tediosa la vida en el campo, y que merecía cierta dis-
tracción y diversiones. Le aseguró que "este invierno, si Dios lo quiere, mi
trabajo irá bien y habrá algún dinero. Tendrás bonitos vestidos, a la medi-
da, irás en sociedad ... Estoy firmemente decidido ... "2 Pero Anna insistió
en que todos sus deseos estaban satisfechos por su tranquila rutina fami-
liar y, como de costumbre en los asuntos prácticos, ella triunfó. La pareja
inmediatamente alquiló el piso superior de una quinta en el pueblo, con
un estudio y un dormitorio separado para Dostoievski, y se convino en
1
Anna Dostoevsky, Reminiscences, trad. y ed. de Beatrice Stillrnan, Nueva York, 1973, p. 235.
2
Ibid., p. 236.

176 ..
que él iría a San Petersburgo dos o tres veces en el curso del invierno a ver
a sus amigos y mantenerse en contacto con la escena literaria.

Escribiendo a Victor Putsikovich, quien se había hecho cargo de la direc-


ción de El Ciudadano, Dostoievski anunció su decisión de no retomar a la
capital, y también le recordó una oferta que le habían hecho. Putsikovich,
amablemente , había "prometido recabar material de los periódicos sobre el
juicio de Dolgushin y compañía", pero como ya no le sería posible recoger-
los él mismo, ¿podría encargarle a un amigo que se los enviara? 3 Dostoiev-
ski estaba refiriéndose aquí al proceso público de un grupo radical que re-
cibió el nombre de su jefe, Aleksandr Dolgushin. Las sesiones, que tuvieron
lugar en el Senado entre el 9 y el 15 de julio de 1874, habían sido amplia-
mente narradas en la prensa, y los documentos comprometedores fueron
reproducidos al pie de la letra. Tales materiales serían empleados parcial-
mente en El adolescente para el breve retrato del grupo de Dergachev, aun-
que las notas de Dostoievski indican que había planeado dar a los dolgu-
shintsi un papel más importante del que finalmente recibieron.
No es difícil comprender por qué este juicio atrajo particularmente su
atención. Muchos de los dolgushintsi (treinta en total fueron arrestados,
aunque sólo cinco recibieron sentencias severas) también habían estado en
contacto con los nechaevtsi y fueron encarcelados en conexión con ese
asunto, aunque no tomaran ninguna parte en las actividades de Nechaev.
Pero las ideas de los dolgushintsi - como fueron reveladas en las proclamas
que lograron hacer circular y en sus documentos, confiscados por la poli-
cía- claramente reflejan ese enorme cambio del ambiente sociocultural que
ya hemos descrito. Algunos de los dolgushintsi acaso hubieran estado dis-
puestos a colaborar con Nechaev por la revolución misma pero, como los
miembros del grupo de cinco que aparece en Los demonios, distaban mucho
de compartir su maquiavélica implacabilidad; o si lo habían hecho alguna
vez, ahora se habían convertido a esa reverencia por un Cristo socialista y
por los ideales morales tan típicos de los populistas.
La propaganda de los dolgushintsi debía mucho a las ideas de V V

3 PSS, vol. 29, libro 1, p . 361; 20 de julio-1° de agosto de 1874.

UN PROLETARIO DE LA LITERATURA ~ 177


Bervi-Flerovski, economista cuya Posición de la clase obrera en Rusia (1869)
fue una de las principales obras, junto con las ya mencionadas de Piotr
Lavrov y Nikolái Mijaílovski, que inspiraron el movimiento populista. Para
citar a Andrzej Walicki, Bervi-Flerovski "pintó un vívido cuadro de lacre-
ciente miseria del campesinado después de la introducción de las relacio-
nes sociales capitalistas en la agricultura; la conclusión a la que llegó fue
que había que hacer todo lo posible por impedir que el capitalismo siguie-
ra avanzando, y aprovechar, en cambio, la posibilidad de la comuna cam-
pesina".4 Dostoievski sin duda conocía bien el libro de Bervi-Flerovski,
aunque sólo fuera por la minuciosa discusión de sus ideas aparecida en
Zarya (La Aurora), revista que había publicado El eterno marido en 1869, y
sabemos que leyó asiduamente esta publicación el poco tiempo que duró.
Muchos de los detalles contenidos en los documentos de los dolgush-
intsi bien pudieron traerle recuerdos de sus lejanos días en el círculo de
Petrashevski, especialmente en el grupo de Speshnev. De las tres procla-
mas, una era una versión abreviada de un folleto que escribió especialmen-
te para ellos Bervi-Flerovski: "Del mártir Nikolái y de cómo debe vivir la
humanidad según las leyes de la naturaleza y la justicia". Como el título lo
indica, este documento fue escrito en un estilo semilitúrgico; otro, que lle-
vaba un epígrafe de san Mateo, fue adaptado estilísticamente aún más al
lenguaje sacramental de los servicios religiosos. El grupo de Speshnev tam-
bién había planeado publicar una incitación a la revolución, redactada con
el mismo carácter semirreligioso, también calculado para atraer la mentali-
dad del campesino. Una pared de la dacha en la que los dolgushintsi insta-
laron su imprenta estaba decorada con una cruz de madera, sin pintar, so-
bre la que estaba escrito: "En nombre de Cristo", mientras que en el
madero transversal había una traducción de la consigna francesa: "liberté,
égalité, fraternité". Otros lemas, en cuatro idiomas, también adornaban las
paredes; uno en latín, cita de Hipócrates, había servido a Friedrich Schiller
como epígrafe para una obra que Dostoievski se sabía prácticamente de
memoria, Die Rauber (Los bandidos): "Quae medicamenta non sanat, ferrum
sanat, quae f errum non sanat, ignis sanat" ("Lo que la medicina no cura lo cura
el hierro, lo que el hierro no cura lo cura el fuego"). 5 Dostoievski utilizará

.¡ Andrzej Walicki, A History of Russian Thought from the Enlightenment to Marxism, trad. de

Hilda Andrews-Rusiecka, Stanford, 1979, p. 224.


5
Véase A. S. Dolinin, Poslednie Romani Dostoevshogo, Moscú/Leningrado, 1967, pp. 89-90.

178 .... UN NUEVO COMIENZO


esta cita al describir en su nueva novela al grupo de Dergachev, y la obra
de Schiller será de primera importancia en Los hermanos Karamázov.
Las proclamas de los dolgushintsi diferían enteramente de aquellos lla-
mados inflamatorios a exterminar al enemigo que habían caracterizado al
movimiento de Nechaev. Todas ellas estaban basadas en un llamado moral,
cuyo carácter fue bien definido por el comentador de la edición de El ado-
lescente preparada por la Academia de Ciencias:

La sustancia ética de la "justicia" que deseaban los dolgushintsi coincidía ob-


jetivamente en sus fuentes -y en toda una serie de principios- con la sus-
tancia de las enseñanzas cristianas, aun cuando los dolgushintsi fuesen ad-
versarios del cristianismo. La idea de un auténtico y profundo amor a la
humanidad, "la religión de la igualdad" como fuente y meta de sus esfuerzos,
corre por todas sus proclamas.

Como lo observa el mismo comentador, las actas del juicio muestran


lo muy profundamente que estos "revolucionarios" habían estudiado el
Nuevo Testamento. Ciertos pasajes de un ejemplar descubierto entre sus
pertenencias habían sido subrayados para emplearlos en su propaganda , y
éstos insistían en "lo inevitable del sufrimiento en la lucha por la justicia
y la necesidad de soportar con paciencia los propios infortunios". 6
El trabajo en su novela fue sólo interrumpido por cartas de su incorre-
gible hijastro Pável Isaev, casado y ahora padre por segunda vez. Dostoiev-
ski lo felicitó por el nacimiento de su segundo hijo en septiembre, pero
dos meses después una carta de la esposa de Pável a Anna le reveló que
ella no tenía la menor idea de su paradero. También solicitaba la ayuda de
Anna para encontrar un hospicio en que colocar a su pequeña. Habiendo
localizado finalmente a Pável, Dostoievski le envió veinticinco rublos, "dada
tu difícil situación", pero lo apremió a "enviarlo todo a Nadezhda Nikolaiev-
na [su esposa]. No te compres mancuernas, carteras , ni similares". 7
El tono de Dostoievski, como siempre con Pável, era extraordinaria-
mente benigno, en vista de las circunstancias. Pero Anna Grigórievna, a
quien le había sido intensamente antipático desde el principio, se desespe-
raba por la tolerancia de su marido a las peticiones de Pável sobre los re-
cursos de ambos, y no se anduvo con rodeos al expresar su desaprobación
6
PSS, vol 17, p 302.
7
PSS, vol 29 , libro 1, p. 364; 4 de noviembre de 1874.

U N PROLETARIO DE LA LITERATURA ~ 179


por su conducta en su respuesta a su esposa. Ofendido por sus palabras,
Pável le devolvió los veinticinco rublos a su padrastro, quejándose de que
Anna había rebasado "todos los límites de la decencia" en su regaño . Toman-
do muy mal estas censuras a Anna, Dostoievski le reprochó a Pável su sus-
ceptibilidad mientras olvidaba totalmente cómo su conducta afectaba a los
demás. "Es imposible no sentirse indignado , aunque sólo fuera por el modo
en que tratas a tus hijos. No tienes la menor noción de lo que es un hospi-
cio y de cómo es criado un recién nacido por una mujer finlandesa , entre
rechazos, suciedad, pellizcos y tal vez golpes: la muerte segura-... Des-
pués de todo, yo no te envié a ti que eres mi hijastro , a cualquier parte
a que te enseñaran y a que te hicieran un zapatero ." Derp.lla entonces todo
lo que ha hecho por Pável, incluso sus peticiones a "sólo Dios sabe qué per-
sonas en tu favor -lo que para mí a veces ha sido como un agudo cuchi-
llo ... Mientras tanto, tú ... , tan abiertamente inclinado a exigir el cumpli-
miento de los deberes para contigo, eres muy negligente en lo que respecta
a tus obligaciones morales , tus obligaciones humanas, tanto para con tus
hijos como para con tu padre".8 En los capítulos de El adolescente escritos
por entonces, el joven Arkadi Dolgoruki deja aparte , momentáneamente ,
su meta de "llegar a ser un Rothschild" para impedir que un bebé abando-
nado sea enviado a un hospicio. El tema es antiquísimo , pero Dostoievski
bien pudo haberlo recordado por la conducta de su hijastro.

Ese invierno , no fue Dostoievski quien hizo el primer viaje a San Peters-
burgo desde Staraya Rusa, sino Anna Grigórievna, quien salió a mediados
de diciembre para supervisar la publicación de La casa de los muertos por la
imprenta de Dostoievski. Él se mostraba pesimista acerca de las posibilida-
des de nuevas demandas de sus memorias de la cárcel, uno de los más po-
pulares de todos sus libros en Rusia, pero Anna logró vender o colocar a
comisión setecientos ejemplares, pagando las deudas incurridas por su pu-
blicación, y volvió a casa con una pequeña ganancia. Lo había dejado a él a
cargo de los niños , ayudado desde luego por los sirvientes y por la vieja
institutriz a quien él tanto apreciaba, y las cartas de Dostoievski muestran

8
lbid. , pp. 366-367; 11 de diciembre de 1874.

180 ~ UN NUEVO COMIEN ZO


que era un dedicado paterfamilias, que observaba con gusto a sus hijos y se
regocijaba con sus travesuras y sus avances . "Ayer - le escribe a Anna-, a
la hora de los cigarrillos [Dostoievski, inveterado fumador, enrollaba sus
propios cigarrillos], empezaron a bailar, y Fedia inventó un paso nuevo:
Lilia se colocó ante el espejo, con Fedia frente a ella y ambos se acercaron
uno a otro, con buen ritmo (además, Lilia era muy graciosa); después de
unirse (todo el tiempo siguiendo el ritmo), Fedia besó a Lilia, y después
de besarla se separaron".9
Aunque para entonces Dostoievski ya había enviado los primeros ca-
pítulos de El adolescente a Notas de la Patria, no había recibido ninguna
respuesta. "De inmediato necesitamos dinero -ansiosamente le dice a
Anna- y por el momento ni siquiera puedo considerar dignas de confian-
za mis relaciones con Nekrásov." 1º Un día después repite: "No ha llegado
ninguna carta [de Nekrásov] , y dudo de que llegue. Nekrásov probablemen-
te envió todo a imprimir, pero ¿nos mandará las pruebas?"11 Dos días des-
pués, por una noticia aparecida en El Ciudadano, Dostoievski se enteró de
que Mijaíl Kátkov había comprado los derechos de Ana Karenina al precio
de quinientos rublos por hoja de folio. "No nos aprecian en mucho, Arria
- observa , contristado-. No pudieron resolverse inmediatamente a dar-
me a mí doscientos cincuenta rublos, ¡pero se apresuran a pagarle quinien-
tos a L. Tolstoi' No, me tienen en muy poco, y todo porque vivo de mi
trabajo ."12
Aún más que este golpe a su orgullo literario, lo que le preocupaba era
que "ahora es perfectamente posible que Nekrásov haga cortes si encuen-
tra algo contrario a su orientación; él sabe que El Mensajero Ruso no me
aceptará ahora (es decir, para el año próximo) porque está inundado de
novelas. Pero aun si tengo que pedir limosna , ¡no comprometeré mis ideas ,
ni siquiera en un renglón! "13 Sin embargo, hay cierta indicación de que
acaso alterara el plan de la novela para que no chocara demasiado violen-
tamente con las ideas de sus editores populistas, aunque no puede decirse
que algo que escribió comprometiera sus convicciones. A pesar de todo ,
la noticia acerca de Ana Karenina bien pudo afectar el libro, agudizando la

9
Ibid., pp. 370-371; 20 de diciembre de 1874.
10
Ibid. , p. 368; 17 de diciembre de 1874.
11
lbid. , pp 368-369; 18 de diciembre de 1874.
12
Ibid. , p. 370; 30 de diciembre de 1874.
13 Idem.

UN PROLETARIO DE LA LI TERATURA ~ 181


rivalidad de Dostoievski con Tolstoi, rivalidad ya evidente en sus notas
para la obra no escrita Vida de un gran pecador (1869) , de la que tomó bas-
tante para El adolescente. Como lo veremos , el escozor del resentimiento de
Dostoievski, se hace evidente en el epílogo de su nueva novela.
Un mes después se fue a San Petersburgo, en parte por razones de sa-
lud y en parte para tranquilizarse viendo personalmente cómo iba su no-
vela, cuyos primeros capítulos ya estaban publicando. Nekrásov había es-
crito finalmente que la siguiente entrega iba a entrar en galeras, pero sin
expresar ninguna opinión acerca de la obra, y Dostoievski empezó a temer
que, tal vez, su descripción del grupo de Dergachev (parte l , capítulo 2)
hubiera despertado cierta hostilidad. Sin embargo , alegremente le informó
a Anna que Nekrásov lo había recibido "muy cordial y efusivamente" y que
"estaba terriblemente feliz con la novela , aunque todavía no ha leído la se-
gunda parte" (es decir, los capítulos 6 a 10 de la parte I). Pero el coeditor,
Mij aíl Saltikov-Shchedrin, el satírico con quien había sostenido una terri-
ble polémica en el pasado , "la elogia mucho". Pese a tal aprobación, el
propio Dostoievski observa que "en las pruebas no me gusta mucho mi
novela". La opinión de Saltikov-Shchedrin, si fue debidamente repetida,
con ulteriores entregas se alteró drásticamente , pues entonces dijo que pa-
recía "casi demencial".14
Dostoievski leyó parte de sus pruebas en el hogar de Nekrásov y se
llevó las restantes a su h otel, pero, sintiendo necesidad de compañía, fu e a
visitar al príncipe Meshcherski. Por desgracia , el príncipe acababa de irse
a París a asistir a los funerales de su hermano . Como vemos, Dostoievski no
vacilaba en visitar, alternando, las casas de dos figuras que se encontraban
en los extremos opuestos del espectro sociopolítico ruso. Y esta conducta
claramente simboliza la libertad de que creía gozar para trascender las
oposiciones aparentemente irreconciliables de la cultura de su época.
Aunque al parecer sentía que podía permitirse con impunidad esa li-
bertad sin precedentes , sus viejos amigos y compañeros de las candentes
polémicas de los sesenta no se inclinaban a tomar a la ligera su coqueteo
con sus antiguos enemigos. Después de cenar el mismo día en que recibió
las pruebas , Dostoievski fu e a visitar a los Maikov y encontró allí también a
Strájov.

14
PSS, vol 29 , libro 2, p. 8; 6 de febrero de 1875. Véase también p. 194.

182 <111 UN NU EVO COMIEN ZO


[Maikov] me saludó con aparente cordialidad [le escribe a Anna] pero yo noté
al momento que contenía un fu erte toque de falsedad ... Ni una palabra acer-
ca de mi novela, obviamente por no querer que me enoje. También hablaron
un poco acerca de la novela de Tolstoi [Ana Karenina] , y su entusiasmo fue
hasta ridículo. Yo empecé a hablar y establecí el punto de que, si Tolstoi pu-
blicaba en las Notas de la Patria, entonces por qué estaban criticándome a mí,
pero Maikov frunció el ceño e interrumpió la conversación, y yo no insistí.
En pocas palabras, veo que allí hay algo, y precisamente de lo que tú y yo
hemos hablado , es decir, de que Maikov ha difundido esa idea acerca de mí.

Cuando se habló de nuevas reuniones , Maikov guardó un significativo


silencio , y cuando Dostoievski fijó una cita con Strájov, quien dijo que iría
en compañía de Maikov, éste inmediatamente alegó que ya tenía un com-
promiso. 15
La "idea acerca de mí" que menciona era evidentemente que la publi-
cación de El adolescente en la revista de Nekrásov podía ser considerada
como una traición a sus antiguas creencias y compromisos. Dostoievski
intentó contrarrestar esa inferencia mencionando O Narodnom Obrazovanie
(Sobre la educación del pueblo), de Tolstoi, serie de artículos publicada un
año antes en la misma revista. Nadie había parecido considerar que la elec-
ción de revista que hiciera Tolstoi fuese una renuncia a los sentimientos
patrióticos y nacionalistas del autor de La guerra y la paz, libro saludado
por Strájov como el poderoso edificio literario levantado para mayor gloria
del Estado ruso . Sin embargo, Tolstoi nunca había estado tan directamente
implicado como Dostoievski en los asuntos del día , y pese a toda su anti-
patía personal por los radicales de los sesenta, no había hecho de tal ene-
mistad un gran tema literario. Además, al grand seigneur Tolstoi probable-
mente se le consideraba como hombre dueño de sí dondequiera que
publicara, mientras que el mismo crédito no podía darse a Dostoievski,
necesitado de ganarse el pan.
Aunque nada se dijo en esta ocasión acerca de El adolescente, dos días
después Strájov se mostró menos parco cuando hizo una visita a Dostoiev-
ski para tranquilizarlo. Anna fue informada de que "Maikov no ha tenido
que ver con ningunos rumores acerca de mí, y [Strájov] ni siquiera da por
cierto que haya algunos rumores". Con respecto a la novela , "no le gusta

15 Ibid., p. 9; 4 de febrero de 1875.

UN PROLETARIO DE LA LITERATURA .. 183


mucho El adolescente. Elogia el realismo , pero le parece poco atractiva y,
por ello, aburrida. Y en general me dijo muchas cosas sumamente sensatas
y sinceras que , sin embargo, no me preocuparon mucho porque espero
demostrar en las siguientes partes que están muy equivocados". Probable-
mente como consuelo por tan poco halagüeñas opiniones, Strájov mencio-
nó un artículo del crítico populista A. M. Skabichevski, quien había dicho
que los primeros capítulos de El adolescente eran menos "patológicos" de
lo habitual en Dostoievski. El artículo "no es precisamente un elogio , pero
dice que [mientras que] hasta ahora muchas personas habían considerado
que los personajes de Dostoievski eran un tanto fantásticos, ya es hora de
refutarlos y reconocer que son profundamente realistas, etc., etc ., en la
misma vena".16
Dostoievski leyó los primeros envíos de Ana Karenina durante su visita
a Petersburgo "bajo una campana": es decir, el aparato colocado sobre su
cabeza mientras se sometía a tratamientos de aire comprimido para sus
pulmones, dos horas cada día . La novela de Tolstoi "es bastante aburrida y
así, así - le informa a Anna-. No puedo entender por qué hablan tanto
de ella"n Más adelante expresaría entusiasmo por el libro. Pero bien puede
dudarse de que , con excepción de ciertas escenas, verdaderamente cam-
biara su opinión de la obra en general. En todo caso, se llenó de alegría
cuando Nekrásov, como orgullosamente le dice a Anna, apareció inespera-
damente al cuarto día de su estancia "para expresar su deleite después de
leer la primera parte [de El adolescente]. 'Me dej é llevar tanto que me quedé
toda la noche leyendo ... y a mi edad y con mi salud no debiera permitir-
me tales cosas. ¡Y qué frescura tiene usted, mi querido amigo ... ! Esa clase
de frescura no se da a nuestra edad, y ningún otro escritor la tiene. La últi-
ma novela de León Tolstoi sólo repite lo que ya había yo leído antes en él,
sólo que antes era mejor' (esto dijo Nekrásov)''. Sin embargo , Nekrásov
criticó también el octavo capítulo de la primera parte por contener dema-
siado que era "externo", y Dostoievski reconoce que "cuando releí las prue-
bas, a mí mismo me disgustó, sobre todo, el octavo capítulo y le quité
muchas cosas".18
Además del bálsamo que tales palabras fu eron para su herido orgullo
literario, particularmente vulnerable en esos momentos, Nekrásov ofreció
10
Ibid., p 12 ; 8 de febrero de 1875.
17
Ibid., p. 11 ; 1° de febrero de 1875.
18
Ibid., p. 13 ; 9 de febrero de 1875.

184 ... UN NUEVO COM IENZO


mucha más ayuda financiera de la que Dostoievski había previsto. Propuso
un anticipo "extra" si fu era necesario , y como el profesor Koshlakov le ha-
bía recomendado a Dostoievski un nuevo viaje a Ems a finales de la prima-
vera, el ofrecimiento no pudo ser más oportuno. Nekrásov también aceptó
un nuevo plan para la publicación. Ninguna entrega de la novela aparece-
ría en marzo o en junio , y las partes segunda y tercera serían impresas en
abril-mayo y en julio-agosto. "Por favor, no se precipite y vaya a estropear-
la -dijo- porque ha comenzado muy bien." En suma, "el resultado es
que tienen una alta opinión de mí en Notas de la Patria, y Nekrásov desea
iniciar unas relaciones realmente cordiales". Mientras tanto, "Strájov sabe de
mi disgusto con Maikov y al parecer se lo dijo , porque Maikov me envió
una carta y me está invitando a cenar hoy, martes. Pero también lo vi ano-
che en casa de Strájov. Estuvo muy amable, pero no me simpatizan los dos,
y sobre todo , no me simpatiza Strájov; ambos son muy solapados". 19
Dostoievski pronto cambió de opinión acerca de Maikov, pero su mal
humor ante Strájov sólo se intensificó. En la cena de Maikov, "todos fueron
muy amables, pero por su parte Strájov fue muy taimado". Sin embargo ,
en vista de la situación, no puede decirse que Dostoievski se portara como
muy buen diplomático. "Cuando [Strájov] empezó a preguntarme por Ne-
krásov, y cuando yo le mencioné los comentarios de Nekrásov [incluyen-
do, desde luego, la observación acerca de Tolstoi], Maikov hizo un gesto y
Strájov se quedo frío. " Bien consciente de que sus interlocutores le rendían
culto a Tolstoi, Dostoievski desde luego estaba sólo agrandando las heri-
das ; no es de sorprender que entonces la atmósfera se pusiera muy tensa.
"No, Ania -finalmente explota al hablar acerca de Strájov- , es un mise-
rable seminarista y nada más ; ya una vez me dejó en la estacada cuando el
desplome de La Época, y sólo volvió después del éxito de Crimen y castigo.
Maikov es incomparablemente superior; se enfurece y luego vuelve a mos-
trarse amistoso, y es, en resumen, una fina persona, no un seminarista."2º
No se conocen los detalles de lo que sucedió entre Dostoievski y Strá-
jov cuando el desplome de La Época , pero el propio Strájov, quien escribió
una parte de la primera biografía, se refiere vagamente a "desacuerdos acer-
ca de los cuales no entraré en detalles". Una frase o dos después, observa:
"Tuvimos que compartir el infortunio general, y cada cual se esforzó por

19
Ibid., pp. 15-16; 11 de febrero de 1875.
20
Ibid. , pp. 16-17; 12 de febrero de 1875.

UN PROLETARIO D E LA LITERATURA ... 185


hacer que su parte fuera la más pequeña posible": en otras palabras, cada
quien estaba culpando al otro. 21 Es claro que el recuerdo de aquellos días
difíciles continuaba escociendo en ambos lados, y el que Dostoievski apli-
que el epíteto "seminarista" - terrible insulto en el vocabulario de la época
porque varios de los principales radicales habían estudiado en institucio-
nes teológicas- revela su profundo rencor.
Para ser justos, diremos que Dostoievski no era una persona fácil de
tratar en cualesquiera circunstancias, y especialmente en una querella.
Muy fácilmente perdía todo dominio de sus nervios - nunca vaciló en re-
conocerlo- y era muy capaz de haber insultado a Strájov de una manera
que éste nunca pudo olvidar ni perdonar. Sin embargo, el alejamiento tem-
poral de los dos pronto terminó. Un mes después, habiendo leído íntegra
la primera parte de El adolescente, Strájov le escribió que "ha escogido us-
ted un tema excelente, y todos esperamos de su desarrollo un milagro; al
menos, yo lo espero".22
Además de las cartas a Anna, existe otro documento que revela hasta
dónde le preocupaban a Dostoievski estas disputas personales, así como la
competencia accidental entre su novela y Ana Karenina. Uno de los artícu-
los más elogiosos que saludaron los primeros capítulos de El adolescente
apareció en la Gaceta de San Petersburgo, escrito por un crítico cuyo seudó-
nimo, Sine Ira, era el de Vsevolod Soloviev. Éste recuerda que cuando Dos-
toievski fue a visitarlo , él instantáneamente notó que el novelista era "presa
de gran irritación y [estaba] con el más sombrío estado de ánimo. Dígame,
dígame francamente, ¿cree usted que yo le tengo envidia a León Tolstoi?,
farfulló , habiéndome saludado y mirándome intensamente a los ojos". El
sorprendido Soloviev, casi sin saber qué responder a esta "extraña pregun-
ta", replicó diestramente que, dado que los dos escritores eran tan distin-
tos, no había una verdadera rivalidad entre ellos; tampoco podía imaginar
siquiera que Dostoievski estuviese envidioso de Tolstoi. Pero luego le pre-
guntó si alguien lo había acusado de alimentar ese sentimiento, y Dostoiev-
ski respondió: "Sí, exactamente, me acusan de envidia. ¿Y quién? Viejos
amigos que me conocen desde hace veinte años". Éstos sólo podían ser
Maikov y Strájov, y cuando Soloviev preguntó si la acusación se había he-
cho abiertamente, las palabras de Dostoievski fueron: "Sí, casi abiertamen-
21
Orest Miller y N. N. Strakhov, Biografia, Pisma, iz Zapisnoi Knizhhi, San Petersburgo, 1883 ,
p. 247 .
22
Citado en PSS, vol 17 , p. 345.

186 .. UN NUEVO COM IENZO


te . . . Esta idea ha echado tales raíces en ellos que casi no pueden ocultar-
la ... Se muestra en cada una de sus palabras". Se hundió entonces en un
sillón, pero luego se puso en pie de un salto y, tomando de la mano a Solo-
viev, estalló en una angustiosa peroración:

Ya sabe usted, sí , en realidad soy envidioso, pero no de ese modo, absoluta-


mente no de ese modo como ellos creen. Envidio sus circunstancias [de Tols-
toi] y particularmente ahora ... Es penoso para mí trabajar como lo hago , me
es penoso apresurarme . . . ¡Dios míol ¡Y durante toda mi vidal ... Mire, recien-
temente releí mi El idiota; lo había olvidado por completo, por completo, lo
leí como algo ajeno, como por primera vez ... Hay capítulos excelentes ..
buenas escenas ... bastantes ... Por ejemplo . .. , ¿recuerda usted el encuentro de
Aglaia y el príncipe sobre una banca? .. . Pero también vi otras, cuánto había
dejado inconcluso o realizado de forma muy apresurada .. Y siempre es así. . .
como ahora, Notas de la Patria me apremia, es necesario cumplir.. recibir
anticipos . pagarlos . .. y volver a seguir adelante ... ¡Y esto no tiene finl.
Y él está materialmente seguro, nunca ha tenido que trabajar para el día si-
guiente, puede pulir cada una de sus obras, y eso es una gran cosa ... cuando
la obra está ante uno ya terminada y la lee uno entonces para hacerle mejoras.
¡Eso es lo que envidio ... lo que realmente envidio .. . mi querido amigol 23

Aunque en la superficie las cosas se arreglaran entre Dostoievski y Strá-


jov y, según todas las apariencias, siguieron siendo amigos, el rencor gene-
rado por estos incidentes y por los anteriores nunca se disipó . Una entrada
en el cuaderno de notas de Dostoievski para 1876-1877 revela su profun-
da ira, así como no poco desprecio. Lo ridiculiza por "andarse con circun-
loquios" en sus artículos de crítica y por cultivar una carrera literaria que
"le valió cuatro lectores, creo que ni uno más, y un afán de gloria". Llevan-
do una vida de sicofante, de sibarita , "le encanta comer pavo , y no el suyo,
sino a la mesa de otros" (Strájov cenaba regularmente con los Dostoievski),
mientras deriva su importancia de ocupar "dos puestos públicos .. . [. .. ]
rasgo clásico de seminarista'', dice Dostoievski desdeñoso . Más aún: acusa
a Strájov de carecer de todo sentido "cívico o del deber'', de modo que
"por alguna burda y grosera basura voluptuosa está dispuesto a vender
todo y a todos ... [incluyendo] el ideal que no tiene, y no porque no crea

23
DVS, vol 2, pp. 214-215.

UN PROLETARIO DE LA LITER ATURA ~ 187


en el ideal, sino por la gruesa capa de grasa que le impide sentir algo".24
Esta caracterización tan insultante nunca se publicó , pero podemos supo-
ner que Strájov la habrá encontrado mientras preparaba la biografía de
Dostoievski. *
El distanciamiento de sus más viejos amigos hizo a Dostoievski más
ávido de aprovechar la oportunidad de reanudar su intimidad con Nekrá-
sov y, tal vez, de establecer una nueva amistad con Saltikov-Shchedrin,
hombre notablemente parecido a un oso . Una de las razones que le dio a
Anna para aplazar un día su partida de San Petersburgo fue que "Nekrásov
quiere llevarme a ver a Saltikov en sábado (y yo tengo muchos deseos de
conocerlo)".25 De hecho , ambos se habían conocido durante los cuarenta,
aunque sólo superficialmente, y Dostoievski acaso hubiese olvidado tan
someros contactos . Pero ciertamente no había olvidado sus hirientes inter-
cambios satíricos de los sesenta, reflejados en su recién releída novela El
idiota. Anna Grigórievna, por su parte, se declaró satisfecha por esa reanu-
dación de viejos nexos y luego escribió que "después de regresar a [Stara-
ya] Rusa mi esposo m e habló de sus charlas con Nekrásov, y me di cuenta
de lo inapreciable que era para él esta renovación de relaciones cordiales
con el amigo de su juventud [... ] Tuvo una reacción menos favorable
-añade discretamente- de sus encuentros de entonces con varios miem-
bros de su círculo literario".26
Temeroso de no poder expresarse libremente en Notas de la Patria,
Dostoievski había insistido en que no comprometería sus ideas ni en una
coma. Aunque nada indica que se viera sometido a presión editorial direc-
ta , un curioso pasaj e de un artículo de Mijaílovski, publicado junto con los
primeros capítulos de Dostoievski en el número de enero, sugiere algunas
preguntas. El público lector populista se había quedado , al parecer, tan
asombrado por su presencia en las páginas de su revista favorita como su
propio círculo literario, que Mijaílovski se sintió obligado a ofrecer alguna
explicación. Una revista - observa- no puede asumir la responsabilidad
21
Literat¡¡rnoe Nas lccltsvo, 83 (Moscú , 1971) , pp. 619-620.
·

"' Strájov bien puede haberse vengado de Dostoievski en la carta que le envió a Tolstoi en
1883, declarando que había escrito la biografía de Dostoievski sólo en lucha contra "mi crecien-
te repugnancia, tratando ele suprimir ese horrible sentimiento en mí mismo"- Es en esta carta en
la que dice haber siclo informado ele que Dostoievski "se había jactado de poseer .. . una niña en los
baños, que le hab ía entregado su institutriz". Véase An na Dostoevsky, op. cit. , pp. 371-382.
25
PSS, vol 29 , li bro 2, p. 18; 12 ele febrero de 1875 .
26
Anna Dostoevsky, op. cit., p. 247 .

188 ... UN NUEVO COMIEN ZO


por todas las opiniones de sus colaboradores; de todas maneras, "la ten-
dencia del pensamiento de un autor" no puede, sencillamente, dejarse al
margen. Al observar que los capítulos de Dostoievski contenían una des-
cripción del grupo de Dergachev, con detalles fácilmente reconocibles
como tomados del juicio de los dolgushintsi, se refiere Mijaílovski a la que
llama "manía [del novelista] por tomar como tema de sus novelas los actos
delictuosos de jóvenes inmediatamente después de su descubrimiento, in-
vestigación y castigo"n
Pese a dicha "manía", Notas de la Patria estaba imprimiendo el nuevo
libro de Dostoievski por razones que Mijaílovski se propuso aclarar. "En
primer lugar, Dostoievski es uno de nuestros más talentosos belles-letristas,
y en segundo lugar ... , la escena que ocurre donde Dergachev, con todas sus
particularidades, sólo tiene carácter episódico. Si la novela estuviese basa-
da en este motiv [como ocurrió con Los demonios], Notas de la Patria se vería
obligada a renunciar al honor de ver en sus páginas la creación de Dostoiev-
ski, aun si fuera un escritor de genio". 28 Hasta qué punto pudo Mijaílovski
conocer lo que aún no se había escrito permanece como tema de conjetu-
ra, pero tal vez las conversaciones que tuvo Dostoievski con Nekrásov por
entonces influyeron en el trato exageradamente sucinto del motiv de Der-
gachev. "Surge la pregunta -escribió A. S. Dolinin en su ya clásica narra-
ción de la génesis de El adolescente- de si los directores de Notas de la Pa-
t1ia no son responsables de haber reducido el proceso de los dolgushintsi a
un episodio menor. "29 Por el espacio asignado a éstos en las notas de Dos-
toievski, en comparación con el papel secundario que ocupan en la novela,
parece probable que haya deseado evitar todo choque editorial que pudie-
ra causar su texto definitivo.
Dostoievski retornó a Staraya Rusa después de dos semanas agotado-
ras. Además de atender a sus asuntos literarios y seguir con su tratamiento
de aire comprimido, había despachado los asuntos de su editorial, había
visitado al jurista que llevaba el litigio de las propiedades de Kumanina así
como al dentista encargado de su dentadura, y también había ido a ver a
una veintena de amigos y parientes. Casi no tuvo tiempo de dormir y hasta
se vio obligado a cambiar su habitación de hotel porque una noche "oí ri-
sas, chillidos de mujer, la voz de bajo de un hombre y así una y otra vez
27
Citado en PSS, vol. 17, p 346.
28
Idem.
29
A. S. Dolinin, op. cit., p. 94.

UN PROLETARIO DE LA LITERATURA ~ 189


durante casi tres horas; había llegado un comerciante con dos mujeres, y
había tomado una habitación". 30 Para empeorar las cosas, de pronto reci-
bió una notificación de la policía que le informó, al presentarse él, que ca-
recía de pasaporte (interno). Al protestar diciendo que "hay veinte mil per-
sonas sin pasaporte en San Petersburgo, y están ustedes deteniendo a una
persona conocida de todos", se le dijo severamente que, aun cuando era
"una persona famosa en toda Rusia'', había que obedecer las leyes.31 Sin
embargo , se le prometió un certificado de residencia dentro de unos cuan-
tos días, diciéndole que no se preocupara, por lo que Anna concluyó que
la razón de ese acoso había sido un fallido intento de obtener un soborno.
En su última carta enviada desde San Petersburgo escribe Dostoievski:
"Hoy estoy dando vueltas y viviendo como en el infierno. Durante dos se-
manas completas no he ido al teatro ni una sola vez. He vivido de la mane-
ra más vil, haciendo mandados y esperando en la clínica. Para mañana
sólo el diablo sabe cuántas cosas tendré que atender". 32 Dostoievski se en-
contraba bajo tal presión que no envió a su esposa una parte del anticipo
obtenido de Nekrásov, habiéndole advertido antes que pidiera prestado en
caso de necesidad; empero , ella obviamente no quiso hacerlo , y en cambio
le envió una carta urgente. "No creerías cuánto me has preocupado y depri-
mido con tu petición de dinero -replicó Dostoievski-. ¿Pero es realmen-
te tan vergonzoso pedir prestado, Ania7 Nunca me imaginé algo parecido.
Al fin y al cabo, no somos ladrones ni timadores, y lo hemos demostra-
do."33 Sin embargo, es probable que pedir prestado, aun a su amigo, el
sacerdote del lugar, recordara demasiado vívidamente a Anna, ahora eficien-
te mujer de negocios, las humillaciones de sus años en el extranjero, y no
quiso volver a encontrarse en la misma posición.

La vida en Staraya Rusa le dio a Dostoievski una existencia segura y pláci-


da que nunca había conocido, y las Reminiscences de Anna Grigórievna ,
llenas de detalles del hogar, nos ofrecen una buena imagen de su rutina
30
PSS, vol 29 , libro 2, p. 10; 7 de febrero de 1875 .
31 Idem.
32
Ibid , p. 20; 14 de febrero de 1875.
33
Ibid., p. 18; 12 de febrero de 1875.

190 ... UN NUEVO COMIENZO


habitual. Tras despertar tarde por la mañana , Dostoievski le dictaba a su
esposa lo que durante la noche había escrito, y luego la pareja desayunaba.
Después él se retiraba a leer (Anna menciona como uno de sus textos favo-
ritos, durante el invierno de 1874-1875 , Los vagabundeos del monje Parfeni,
que después influiría sobre el estilo de los recuerdos del padre Zósima en
Los hermanos Karamázov), o escribía cartas hasta las tres y media, cuando
se iba a dar un paseo "entre las calles desiertas de Rusa". 34 Invariablemen-
te se detenía en la tienda de Plotnikov a comprar pequeñas cantidades de ca-
ramelos recién llegados de San Petersburgo , y como era bien conocido allí,
lo trataban con respetuosa diligencia, pese a lo modesto de sus compras.
La cena se les servía a los niños a las cinco, precedida por una copa de
vodka para la institutriz, Projorovna, y luego los padres limitaban su con-
versación ante la mesa a temas que los niños pudiesen comprender. Des-
pués , Dostoievski dedicaba media hora a contar cuentos de hadas o a leer
las fábulas de Krilov; luego, él y Anna, dejando encargados a los niños con
la institutriz, daban un paseo juntos a las siete y media . Iban al correo a
recoger la correspondencia y los periódicos, recién llegados de San Peters-
burgo, y volvían a casa a examinarlos. A las nueve enviaban a la cama a los
niños; "Fiódor Mijaílovich infaliblemente iba a 'bendecirlos antes de dor-
mir' y recit¡lba con ellos el padrenuestro, el avemaría y su plegaria favorita ,
'Toda mi esperanza en Ti pongo , oh Madre de Dios, protégeme bajo Tu
manto' ". 35 Anna se ponía a jugar al solitario mientras él leía los periódicos
en su estudio, aunque de cuando en cuando salía a charlar acerca de las
últimas noticias y a darle una mano a Anna con su juego. A las once, ella se
retiraba y él se ponía a trabajar hasta las tres o cuatro de la mañana.
Sin embargo, diversos incidentes perturbaron la serenidad de esa pací-
fica existencia. Anna narra su temor, al volver del viaje a San Petersburgo,
cuando al ir atravesando con un grupo de troikas el congelado lago llmen,
su cochero se extravió en una súbita tormenta de nieve. "Por fortuna , el
cochero dejó caer las riendas y los sabios animales finalmente nos devol-
vieron al camino."36 También los incendios eran ocurrencia frecuente y "a
veces se quemaban calles enteras" de los poblados construidos en gran
parte de madera. Al primer repique de las campanas de las iglesias que
avisaban del fuego, Anna inmediatamente empezaba a vestir a los niños y a
34
Anna Dostoevsky, op. cit. , p. 241.
35
Ibid. , p 242.
36
Ibid., p. 244.

UN PROLETARIO DE LA LITERAT URA ~ 191


envolver otras ropas en grandes sábanas, aun cuando el peligro no fuese
inmediato . Se tenía especial cuidado con los cuadernos de notas y manus-
critos de Dostoievski, por si acaso la familia tuviera que huir. Tal emergen-
cia nunca se materializó pero, debido al nerviosismo de Anna, Dostoievski
siempre era el primero en responder a una alarma en la vecindad, y el por-
tero de la casa lo elogiaba por su diligencia. "Así, ya ves - observó diverti-
do a Anna- , que tengo algunas virtudes de cuya existencia ni siquiera yo
mismo sospechaba."37
Muy comprensiblemente, Anna Grigórievna no dice nada en sus me-
morias acerca de otro de sus viajes a San Petersburgo , de comienzos de
abril de 1875 , debido esta vez a un escándalo familiar. La esposa de su
hermano tenía un amante, y de cuando en cuando se escapaba con él de-
jando a su marido y a sus hijos, y volvía después al seno de la familia.
Anna se fue a tratar de enderezar esta penosa situación, y Dostoievski se
quedó preocupado de que las inundaciones de primavera y el estado de los
caminos le dificultaran regresar para la Pascua. También se inquietó mu-
cho porque Anna estaba nuevamente embarazada , y "temo que te caigas
y algo le ocurra . .. a la personita misteriosa".38
Tan graves temores resultaron por fortuna infundados. El propio Dos-
toievski retornó a San Petersburgo a mediados de mayo, a volver a leer
pruebas y conseguir otro anticipo para su segundo viaje a Ems. Le dice a
Anna que ha ido a visitar a los Maikov, sin mencionar cómo lo recibieron,
y cuenta que se vio también enredado en los asuntos del ménage Snitkin.
Sólo después de que habían salido de su habitación, a medianoche, "pude
ponerme a trabaj ar en mis pruebas, siendo literalmente apenas capaz de
levantarme". En cuanto a la pareja , "no puedo escribir nada ... porque todo
es tal desorden ... que me sería imposible expresarme de manera compren-
sible".39 Se había hablado un poco de que los Snitkin se mudaran a Staraya
Rusa, pero esta idea fue aban donada, sin duda para gran alivio de Dostoiev-
ski, y la difícil pareja volvió a su casa de campo.
Mientras pasaba por San Petersburgo dos semanas después, camino a
Ems, el príncipe Meshcherski, preocupado por la ruptura entre Dostoiev-
ski y Maikov, intentó reconciliar a estos dos pilares de su grupo literario
invitándolos a cenar. Pero Maikov volvió a alegar compromisos previos, y
17
Ibid. , pp. 245-246.
38
PSS, vol 29 , libro 2, pp 25-26; 6 de abril de 1875 .
39
Ibid., pp. 27-28; 13 de mayo de 187 5.

192 ... UN NUEVO COMIENZO


Dostoievski tomó esto como señal de lo intransigente de su mala voluntad.
Firmando sus cartas cariñosamente como "tu eterno e invariable marido",
añade una tierna posdata: "Ahora, cambiado para bien". 4 º Tres días des-
pués, para tranquilizar a Anna ante la inminente llegada de su siguiente
hijo, acerca del cual había empezado ella a inquietarse, le escribió desde
Berlín sobre su visita al primo de ella, en San Petersburgo, un conocido
pediatra: "Mijaíl Nikoláevich sólo sonríe ante mis dudas y las tuyas, y dice
que, según todas las señales, tendrás un parto excelente". 4 1 Al otro día ya
estaba en Ems , después de un viaje agotador durante el cual le fue imposi-
ble dormir lo suficiente.
La segunda visita de Dostoievski a Ems produjo muchas de las mismas
reacciones negativas que habían caracterizado la primera, después de su
entusiasmo inicial. Esta vez su depresión se intensificó por una mayor sen-
sación de aislamiento (literalmente no había rusos que conociera o que
quisiera conocer) y por su preocupación de haber dejado sola a Anna con
sus angustias y presentimientos. La belleza que había notado un año antes
le dejó indiferente esta vez. "La primera vista de Ems me produjo las im-
presiones más viles y miserables", sin duda, añade, porque "Ems es terri-
blemente desagradable cuando llueve". 42 Si podemos inferirlo por las otras
cartas, la lluvia fue mucho más frecuente en mayo y junio de 1875 que en
la primavera anterior. Pero la salud de Dostoievski, como le transmitió con
satisfacción a Anna, fue considerada mejor, y él atribuye esta mejora a las
condiciones saludables de su vida en Staraya Rusa.
Lo que vio de sus compatriotas en Ems no le gustó nada, y sarcástica-
mente describe la conducta de las damas en la iglesia rusa , "que se dan ai-
res, se sientan en sus sillas [se espera que todos estén de pie durante un
servicio ortodoxo] y se desmayan. Mientras estaba yo allí en la iglesia, se
desmayaron tres (supuestamente por el incienso y el gentío), pero es muy
probable que bailen toda la noche y engullan manjares que bastarían para
dos hombres. Es repugnante". 43 Habiendo advertido la llegada a Ems de
alguien cuyo nombre conocía, Dimitri l. Iliovski, describe Dostoievski una
reunión (de la que al parecer le informaron), de la Sociedad de Admirado-
res de la Literatura Rusa, presidida por este caballero. Después de una lec-

+o Ibid .. pp. 29-30; 24 de mayo de 1875.


41
Ibid., p 30; 27 de mayo-8 de junio de 1875 .
42
Ibid, p 3 1; 29 de mayo-10 de junio de 1875.
43
Ibid, p. 36; 4-1 6 de junio de 1875.

UN PRO LETARIO D E LA LITERATURA ~ 193


tura de la primera parte de Ana Karenina - la escena en que Anna y el
conde Vronski se encuentran en un tren-, "Iliovski declaró en voz alta
que ellos (los admiradores) no necesitaban novelas sombrías, aunque fue-
sen escritas con talento (es decir, las mías), sino más bién algo ligero y ju-
guetón como las del conde Tolstoi. Yo no lo conozco de vista, pero no creo
que quiera conocerme y, desde luego, yo no voy a dar ningún paso". 44
También observa que las entregas de Ana Karenina habían dejado de apa-
recer. "Pero qué te parece esto: yo al menos interrumpí mi novela con Ne-
krásov después de terminar la segunda parte, mientras que aquí están inte-
rrumpiendo ésta a mitad de la tercera parte."45
Surgen constantes lamentos por la dificultad de seguir trabajando en la
tercera parte de El adolescente mientras toma el tratamiento en las condi-
ciones molestas de Ems. "Mi querida Arria, sigo horrorizado por las obligacio-
nes que me he echado encima. Veo que, por mucho que lo intente , casi no
tendré tiempo para escribir. "46 Como si esto no bastara, había leído en una
guía rusa hacia Ems (y también le habían dicho categóricamente sus médi-
cos) que los pacientes "no debían entregarse a ningún esfuerzo mental, por-
que de otra manera no sólo no servirá de nada el tratamiento sino que el
daño y la enfermedad definitivamente seguirán".47 Atrapado entre esas
advertencias y sus compromisos literarios, Dostoievski decidió "reducir
a la mitad el esfuerzo" y pidió a Nekrásov (quien amablemente aceptó)
que la publicación de la tercera parte se reanudara en septiembre y no en
agosto.
Dostoievski continuó así trabajando en sus argumentos , aun si no tan
intensivamente como lo habría deseado , y en sus cartas podemos encon-
trar ecos de sus preparativos. "Estoy leyendo acerca de Elías y Enoch (es algo
soberbio) y Nuestra época , de Bessonov'', le dice a Anna. Probablemente
estaba buscando inspiración para presentar la figura de Makar Dolgoruki,
el campesino viandante ruso (s trannik) y padre legal del adolescente, que
hace su aparición en la tercera parte y representa una imagen idealizada de
la religiosidad campesina (el libro de Bessonov es una colección de poesía
popular histórica rusa). También se entusiasma con otro texto del Antiguo
Testamento , y sus palabras no sólo nos dan un atisbo de sus memorias de
44
Ibid , p 43 ; 10-22 de junio de 1875.
45
Ibid. , p. 40 ; 7-1 9 de junio de 1875.
46
Ibid. , p. 36; 4-1 6 de junio de 1875 .
47
Ibid. , pp. 55-56; 21 dej unio-3 de julio de 1875 .

194 ..,.¡ UN NUEVO COM IEN ZO


niñez, sino que también hacen prever ya la creación de Los hermanos Kara-
mázov. "Estoy leyendo el libro de Job y me deja en un estado de doloroso
éxtasis; dejo de leer y doy vueltas a la habitación casi llorando, y si no fue-
ra por las miserables notas del traductor, tal vez sería yo feliz. Ese libro,
querida Anna, es extraño, fue uno de los primeros que me impresionaron
en mi vida. ¡Yo era prácticamente un infante!" 48
Esa inmersión en la Biblia no le impidió a Dostoievski leer la prensa
rusa, y se queja de no tener acceso a La Voz porque otros rusos nunca lo
dejaban disponible en el salón de lectura público. Sin embargo, El Ciuda-
dano se lo enviaban por correo , y él comenta algunos de sus números re-
cientes. "Pero ¿en qué se ha metido Meshcherski con su Señor y apóstol?",
le pregunta a Anna. "Es horrible. Y Poretski se ha vuelto completamente
loco con Tolstoi". 49 El título se refiere a una nueva novela del príncipe que
estaba apareciendo en el semanario, y que trataba de las actividades del
evangelista inglés de noble cuna lord Grenville Radstock, que por enton-
ces causaba sensación en los círculos aristocráticos petersburgueses. Lord
Radstock predicaba un cristianismo empapado en luteranismo, en que "las
buenas obras" eran consideradas de poca importancia para aliviar la carga
del pecado. La salvación sólo podía alcanzarse mediante la aceptación de
Cristo, cuya sangre ya había redimido los pecados de todos los que Lo re-
conocieran como su Salvador. Meshcherski describe a su compañero aris-
tócrata bajo una luz muy favorable, pero Dostoievski muy pronto, en el
Diario de un escritor, se referirá a la boga de Radstock como síntoma de
la enajenación de la clase superior rusa ante su propio pueblo y ante la
fe del pueblo.
Aleksandr Poretski, un viejo amigo suyo , había defendido furiosamen-
te Ana Karenina contra una crítica del publicista radical Piotr Tkachev (es-
cribiendo con un seudónimo), quien había preguntado si valía la pena de-
dicar tanto tiempo a hablar acerca de un libro que tenía un tema tan necio
y hasta corruptor. Luego, el propio Dostoievski fue maltratado en algunos
periódicos, y él resintió agudamente no tener ningún defensor contra quie-
nes estaban criticándolo a él. "Absolutamente todos en la literatura se han
vuelto en contra mía . .. Yo no iré a buscarlos", escribe desafiante, refirién-
dose a algunas críticas aparecidas en la revista en francés ]ournal de Peters-
bourg. El crítico describió el fin de la segunda parte de El adolescente como
48
Ibid., p. 43; 10-22 de Junio de 1875.
49 Ibid., p. 49; 15-27 de junio de 1875.

UN PROLETARIO DE LA LITERATURA ~ 195


algo "cojo" y concluyó que "il ny a ríen de saillant" ("no hay nada sobresa-
liente"). A lo que replica Dostoievski: "Puede usted decir lo que quiera, y
hasta se me pueden reprochar los mismos eternos efectos , pero no puede
usted decir que nada sobresale. Sin embargo , veo que la novela es fallida;
será enterrada con todos los honores, bajo el desdén universal". Pero no se
deja desalentar: "No perderé ninguna energía para el futuro ... Usted estará
allí, para ayudarme, y saldremos adelante de una o de otra manera". 50

Todas salvo una de estas cartas enviadas desde Ems fueron escritas a Anna.
La única excepción va dirigida a Elena Pavlovna lvánovna , con quien Dos-
toievski tenía un lejano parentesco político y a la que en un tiempo había
tratado mucho. Durante el verano de 1868, le había preguntado a Elena
Pavlovna, cuyo esposo, puede suponerse, se hallaba en las últimas etapas
de una enfermedad mortal, si en caso de enviudar consideraría casarse con
él. Ahora le pregunta por el paradero del elusivo Pável lsaev y lamenta los
rumores hostiles que circulaban acerca de él mismo por estar exigiendo
una parte de las propiedades de Kumanina , rumores que se habían hecho
aún más enconados desde su demanda contra otros pretendientes. Su so-
brina favorita, Sofía lvánovna, con quien regularmente mantuvo correspon-
dencia desde el extranjero y a quien dedicó El idiota, había dejado de escri-
birle por esta razón. En su carta a Elena Pavlovna, incluye otra para Sofía
(lamentablemente perdida) y le pide a Elena que ella misma la lea. Elena
Pavlovna respondió que si ella fuera Sofía no le gustaría haber recibido se-
mejante carta. Y lo regaña por no haber escrito antes para explicar la situación
desde su punto de vista y evitar los equívocos que habían surgido. 51
Durante las ausencias de Dostoievski, Anna Grigórievna siempre se
quedaba con la inquietud de que su marido sufriera un grave ataque de
epilepsia, que lo dejara baldado entre desconocidos . Bien podemos imagi-
nar su consternación cuando inesperadamente recibió una carta de un
amigo que le preguntaba si era cierto que Dostoievski estaba a punto de
expirar en Ems, ya que La Gaceta de San Petersburgo había publicado la
noticia de que "el sobresaliente escritor F M. Dostoievski está gravemente

50 Ibid., pp. 46-4 7; 13-25 de JUnio de 1875.


51
Ibicl, pp. 37-39; 5-17 de junio de 1875. Véase también p . 212.

196 ... UN NUEVO COM IENZO


enfermo". Aterrada, Anna envió un telegrama y se preparó para ir a Ems,
pese a su avanzado embarazo, en cuanto el padre Rumiantsev y su esposa
le prometieran cuidar de los niños. Dostoievski contestó por telegrama que
estaba "ganz gesund" (perfectamente sano) y preguntó por qué el súbito
pánico. 52 Salió de Ems después de poco menos de cinco semanas de trata-
miento, habiéndole dicho su médico "que tengo el pecho en excelente es-
tado, todo está curado. Pero me quedan el jadeo y la dificultad al respirar;
él dice que también eso posiblemente desaparecerá por su cuenta". 53
Al llegar a San Petersburgo se encontró tan escaso de fondos que le fue
necesario pedir prestado a algunos amigos, y se apresura a explicarle a
Anna el porqué.

En camino me encontré con Pisemski y Pável Annenkov; iban a San Peters-


burgo desde Baden-Baden (donde están Turgueniev y Saltikov) No pude
contenerme y le pagué a Annenkov (es decir, para que se los entregue a Tur-
gueniev) cincuenta táleros. Eso fue lo que me arruinó. Pero no podía yo hacer
otra cosa; era cuestión de honor. Tanto Pisemski como Annenkov me trataron
estupendamente. 54

No obstante, las relaciones entre Turgueniev y Dostoievski parecían


condenadas a la fricción y a la irritación. Un año después, Turgueniev le
dio poderes a un emisario suyo para cobrarle otros cincuenta táleros a Dos-
toievski, probablemente recordándole que originalmente le había pedido
un préstamo de cien. Pero Dostoievski logró encontrar la carta en que daba
las gracias a Turgueniev por la cantidad menor, y el asunto finalmente que-
dó finiquitado ... aunque nadie puede culpar a Dostoievski si sintió que de
todos modos se estaba dudando de su honor.

52
Ibid., p. 57; 23 de junio-5 de julio de 1875; Anna Dostoevski, op. cit. , ibid., p. 251.
53 PSS, vol. 29, libro 2, p. 58; 23 de junio-5 de julio de 1875.
54
Ibid., p. 63; 6 de julio de 1875.

U N PROLETARIO DE LA LITERATURA ~ 197


IX. No tas para El adolescente

Los CUADERNOS de notas que llevó Dostoievski mientras trabajaba en Po-


drostok (El adolescente) se encuentran entre los más extensos del corpus de
su obra. De hecho, tenemos más información acerca de las etapas prelimi-
nares de ésta, la más débil de sus cinco novelas principales, que de ningu-
na de las otras. Una de las razones de tal volumen es que al mismo tiempo
estaba esbozando una primera versión de Los hermanos Karamázov. Así, es
posible separar las notas en dos grupos . En uno de ellos, Dostoievski aún
está buscando a tientas un tema; en el otro , definitivamente se ha decidido
por retratar las relaciones entre un joven rebelde, hijo ilegítimo que va sa-
liendo de la adolescencia, y su padre, hombre brillante y misterioso, miem-
bro de la generación de los cuarenta. Esta figura paterna no es presentada
satíricamente, sino tratada con una cierta dignidad semitrágica. Una vez
elegida la situación temática , el libro cobró forma más o menos sin tropie-
zos, sin los súbitos cambios de plan y grandes revisiones de sus otras nove-
las de los sesenta.

Dostoievski había empezado a tomar notas para una nueva novela desde
febrero de 1874, y los primeros apuntes indican que, como primer paso,
volvió a reflexionar sobre esbozos no desarrollados de sus obras anteriores.
Por ello , las primeras entradas nos recuerdan a otras que había escrito pero
no utilizado para El idiota: notas en que el príncipe Mishkin estaría rodea-
do por niños y se volvería su inspirador y guía. A partir de este motiv esbo-
za un plan, anotado en mayúsculas, de "una novela acerca de niños, exclu-

198 ....
sivamente acerca de niños, y con un niño-héroe (N. B. salvan a un niño
doliente, estratagemas, etc.)". Uno o dos renglones más adelante hay una
referencia a "Fiódor Petrovich (hombre que quiere a los niños, y la institu-
triz)". Fiódor Petrovich resulta ser un personaje similar a Mishkin, que se
pone al servicio de un grupo de niños y se dirige a ellos con gran solemni-
dad: "Caballeros, he dicho". Como Mishkin, "es un niño crecido, tan sólo
imbuido de un sentimiento muy poderoso, vívido y doloroso de amor por
los niños" (v. 16, pp. 5-6). Tales notas forman parte del grupo que ya apun-
ta a Los hermanos Karamázov y a la banda de niños que rodean a Aliosha
Karamázov.
Más importante para El adolescente es el nombre de Lamben, que apa-
rece sin explicación entre las notas para la novela acerca de niños. Indica
que Dostoievski estaba tomando, asimismo, de un plan anterior, anotado
entre diciembre de 1869 y enero de 1870, ideas para escribir La vida de un
gran pecador. 1 Allí, Lamben es un condiscípulo de "el gran pecador", como
lo será del adolescente. Como epítome de sensualidad y de inmoralidad,
Lamben, "no encuentra nada superior" al mundo de los sentidos en virtud
de "la frivolidad del carácter nacional" (él es de origen francés); pero "el
vacío, la suciedad y el absurdo del libertinaje lo enloquecen [al gran peca-
dor]" (v. 9, p. 135). Lamben desempeñará exactamente el mismo papel en
El adolescente.
Las notas destinadas a La vida de un gran pecador aparecen así, en muy
temprana etapa, en las de El adolescente, y Dostoievski continúa durante
un tiempo tomando de este proyecto anterior. Como sabemos, no había
logrado incluir en Los demonios su capítulo que contiene la confesión de
Stavroguin; y ahora vuelve a este tipo similar a Stavroguin (al que llama
"depredador", término tomado de su amigo, ya difunto, el poeta y crítico
Apollon Grigoriev), como si sintiera que aún no había agotado todas sus
posibilidades. Buen número de entradas se refieren al "tipo depredador"
concebido ahora como encarnación de "la más baja vulgaridad junto con
la más refinada generosidad ... , a la vez encantador y repugnante (el pe-
queño escarabajo rojo, Stavroguin)" (v. 16, p. 7). Las palabras entre parén-
tesis vinculan este pasaje con la confesión de Stavroguin, y particularmente
con su sueño de una Edad de Oro de inocencia humana, como la había
imaginado Dostoievski bajo la inspiración de una de sus pinturas favoritas,
1
Para más información sobre esta obra proyectada, véase mi Dostoievski. Los años milagrosos,
1865-1871, cap. XIX , FCE , México, 2010.

NOTAS PARA EL ADOLESCENTE ~ 199


Acis y Galatea, de Claude Lorrain. El "pequeño escarabajo rojo", símbolo
del terrible crimen de Stavroguin, se introduce en esta visión idílica y pro-
voca los tormentos de su conciencia. Este sueño servirá después, en ver-
sión revisada, como uno de los momentos culminantes de El adolescente.
Varias extensas notas tomadas en Bad Ems se dedican a desarrollar los
rasgos del tipo depredador, quien oscila inconteniblemente de un extremo
moral al otro, tanto en hechos como en pensamientos. "Ya sé que es malo
-cita a su personaje , diciendo en un fragmento de monólogo- y siento
remordimiento, pero lo hago junto con mis más nobles arranques." Esta
dualidad psicológico-moral, que recuerda los éxtasis del hombre del sub-
suelo acerca de "lo sublime y lo bello" mientras estaba entregándose a "la
más odiosa disipación", evoluciona entonces hasta ser una idea para una
obra que incluya "dos líneas de acción al mismo tiempo". En una de ellas,
el tipo depredador "es un hombre grande y justo que ... vive para la exalta-
ción de su espíritu ... En sus otras actividades, es un terrible criminal, un
hipócrita , un disoluto ... Pero a solas consigo mismo , ve ambos tipos de
actividades con arrogancia y depresión" (v. 16, p. 8).
Estas dos líneas de acción, que surgen del dualismo de un solo perso-
naje, evolucionan hasta formar una idea para dos novelas - una acerca de
niños , la otra acerca del tipo depredador- que luego son combinadas (así
como, en las primeras etapas de Crimen y castigo, Dostoievski había fundi-
do el relato de un asesino idealista con los sufrimientos de la familia de un
ebrio). Así, el tipo depredador entra en relación con un grupo de niños, y
las antinomias de su carácter reciben un medio más "natural" en que se
pueden desplegar. A continuación, Dostoievski delinea algunas posibles
interacciones entre la figura depredadora y los niños. "El tipo depredador
es un gran escéptico. Los que lo rodean tienen algunas ideas sociales de las
que él se burla. Implacablemente demuele los ídolos de otros (de un niño)
y encuentra en ello un placer" (v. 16, p. 8). Esta idea para novela no se
conserva como tal, pero deja prever cómo se desarrollará El adolescente. El
tipo depredador, que socava los "ideales sociales" de un niño y encuentra
en hacerlo una distracción, ya permite barruntar la relación del adolescen-
te con su padre.
Lo que distingue al tipo depredador es su absoluto egoísmo, junto con
algo caprichoso e impredecible que a veces lo mueve a la conducta opues-
ta. Le dirá a alguien: "No voy a sacrificar ni mi menor capricho por ti",
pero "a veces lo sacrificará todo al capricho de alguien más". Dostoievski

200 ""' UN NUEVO COM IEN ZO


profundiza así esa motivación puramente psicológica con otra ideológico-
religiosa que fortalece el egoísmo de su personaje. El tipo depredador, al
declararse ateo, abiertamente proclama: "No hay otra vida. Estoy en la Tie-
rra sólo por un breve momento, así que, ¿para qué tantas ceremonias?"
Tiene clara conciencia de que "ciertas condiciones de comunidad han sido
establecidas por la sociedad, como una especie de contrato", y de que su
desvergonzado egoísmo, que viola estas condiciones, "introduce una diso-
nancia en la sociedad del futuro". Pero ¿qué importa esto "si la tierra se ha
de abrir y nos habrá de tragar, a mí junto con los demás? ¡Aprés moi, le dé-
luge!" El tema del ateísmo seguirá motivando la psicología de este espéci-
men, aunque en una forma más callada y dubitativa. Sin embargo, el argu-
mento aquí planteado, acerca de la falta de sentido de una vida limitada
tan sólo a la inmanencia terrenal, lo esgrimirá el adolescente.

El tipo depredador también se desarrolla en otras direcciones, y varios de


sus rasgos serán retenidos en la novela. Existe una intriga melodramática
que incluye las propensiones románticas del tipo depredador, quien está
casado o vive con una mujer, se enamora locamente de otra y tiene una
hijastra (o hija ilegítima) que encuentra un destino funesto. El ateísmo si-
gue siendo "la esencia principal" del tipo depredador (que evolucionará
hasta ser el padre del adolescente, Versílov), pero que se complica por in-
dicaciones de una nostalgia de fe religiosa. "Es un predicador de la religión
cristiana -escribe Dostoievski-, y por ello la princesa abandonó la alta
sociedad para seguirlo. Y luego, él destroza un icono ... Soy un hombre
depravado, soy un ateo" (v. 6, p. 14). Estas antinomias del carácter de Ver-
sílov recuerdan a Stavroguin, quien inspira y a la vez socava toda fe religio-
sa, y que también estrella un icono en el momento del clímax.
Explorando diversas maneras de situar a su tipo depredador en un me-
dio social concreto, en una nota Dostoievski toca un motiv que tendrá im-
portancia para su adolescente. "Viene de una familia oscura, hijo de una
especie de empleado de gobierno ... Tal vez lo avergüence su oscuro linaje
y sufra por él. (N. B. Su hermano dice de él, o le dice: 'Reconoce que te
avergüenza no ser un aristócrata'.)" (v. 16, p. 12). Arkadi, el adolescente,
hijo ilegítimo de un padre aristócrata (Versílov) y de una madre campesi-

NOTAS PARA EL ADOLESCENTE ~ 201


na, está lleno de vergüenza y de resentimiento por ser y a la vez no ser
aristócrata. También lo insulta desdeñosamente su medio hermano, el hijo
legítimo de Versílov, quien incluso se niega a hablarle.
Un buen número de notas, junto con las dedicadas al tipo depredador,
tratan de su opuesto, el jefe de una banda de muchachos, llamado ahora
Fiódor Fiódorovich, que conserva características similares a las de Mish-
kin. Estos rasgos de carácter se muestran en varios incidentes, como su
negativa a aceptar una quinta que gana en un proceso legal y su devolu-
ción de un billete de lotería premiado al vendedor a quien se lo había com-
prado, "aunque su prometida y su familia clamen contra su intención de
devolver el billete" (v. 6, pp. 11y14). Esta figura del tipo Mishkin también
aparece como radical social, que está "inflamando a los niños con las doc-
trinas del comunismo". Lo llaman "socialista y fanático", aunque acepta un
cristianismo secular parecido al de los populistas. "Con respecto a Cristo,
declara Fiódor Fiódorovich que en él había mucho que era racional, que
era un demócrata, que tenía convicciones firmes, y que algunos de sus ar-
tículos sobre la verdad son correctos. Pero no todos" (v. 6, pp. 11, 14-1 5) .
Fiódor Fiódorovich es contrastado con el tipo depredador, el ateo
y egoísta, quien ahora se convierte en el hermano mayor del "socialista y
fanático". También existe un tercer hermano menor, quien escucha las dis-
cusiones de los otros dos, y Dostoievski presenta sus debates en términos
que se anticipan al gran tema de la Leyenda del Gran Inquisidor.

El hermano mayor (Él)* en presencia de su esposa y de su hermano menor le


demuestra a Fiódor Fiódorovich que Cristo había fundado la sociedad sobre
la base de la libertad, y que no podría haber libertad sino en Cristo. Y que él,
el comunista Fiódor Fiódorovich , está fundando la suya en la esclavitud y la
idiotez. Fiódor Fiódorovich queda anulado en lo tocante a las discusiones,
pero no en sus sentimientos: "Muy bien entonces, aceptemos el sistema de
Cristo - dice- , sólo fortalezcamos algunas de sus cosas''.

Que es exactamente el argumento del Gran Inquisidor, pocos años


después (v. 6, pp. 14-15).
A pesar de todo, las convicciones socialistas de Fiódor Fiódorovich casi
llegan a expresar el ideal cristiano de una sociedad fundada en el amor
* Para evitar confusiones, se deberá comprender que "Él" con mayúscula se refiere en las
notas de Dostoievski al "tipo depredador" que luego se convertirá en Versílov.

202 ... UN NUEVO COMIENZO


mutuo. Para combatir sus ideas, "se le dice que, en la nueva sociedad, los
hiJOS no tendrán padres, pues no habrá familia ('la familia es algo así como
la propiedad privada')". Pero este concepto no le preocupa nada, y replica:
"Todos serán padres y madres, no necesitaremos tener padres naturales, lo
que, dicho sea de paso, casi equivale a un monopolio''. Alguien le dice en
ese punto a Fiódor Fiódorovich: "No estáis lejos del Reino de Dios .. . Ha-
béis mezclado el cristianismo con el comunismo. Desde ahora, hay mu-
chos que están preparando esta mezcla incompatible" (v. 16, p . 15). La
posibilidad de semejante confusión hizo tanto más imperativo dramatizar
hasta qué punto resultaría ser "incompatible" esa mezcla.

Dostoievski tenía ahora el plan para una novela acerca de tres hermanos, y
fue tentado por la posibilidad de escribir lo que habría podido ser Los her-
manos Karamázov. Una nota contiene un esbozo que sólo requeriría cierta
organización para embonar en la obra posterior. "Y así -escribe- un her-
mano es ateo . Desesperación. El otro es un rabioso fanático . El tercero re-
presenta a la nueva generación, una fuerza viva, gente nueva. El [hermano
menor] fue capaz de resistir a Lamben. (Y los niños, como la generación
más joven.)" (v. 16, p. 16). El airado rechazo de lván Karamázov a su boleto
de entrada en un mundo de armonía eterna basado en la injusticia y el su-
frimiento es ya anticipado en el desafío del hermano mayor. "Si es inevita-
ble en el mundo que algo repugnante tenga que aparecer siempre en lugar
de algo puro , entonces , por mí, que todo se desplome: 'Me niego a aceptar
semejante mundo'. " Esta declaración va seguida por un comentario del au-
tor: "Todo su infortunio yace en el hecho de que Él es ateo y no cree en la
resurrección". Lo que desde luego será también el caso de lván (v 16, p. 15).
De manera similar, la cuestión de la "comprensión euclidiana" de lván,
su negativa a aceptar los misterios de la fe, también aparece en este contex-
to: "Una sabiduría infinita es algo que abruma la mente del hombre, pero
él la busca. La existencia debe ser indiscutiblemente, y en cada ejemplo,
superior a la mente humana. La doctrina según la cual la mente del hom-
bre es el límite final del universo es todo lo estúpida que pueda ser y aún
más estúpida, infinitamente más estúpida, que una partida de damas entre
dos tenderos" . La relación de Versílov con los demás y su interpretación de

NOTAS PARA EL A DOLESCEN TE ~ 203


la ética de amor de Cristo también se anticipan al Gran Inquisidor de lván
Karamázov. "Es imposible amar a la gente tal cual es -declara-. Y, sin
embargo, hay que amarla , pues esto es lo que nos fue ordenado (por Cris-
to)." Pero "la gente es baja, le gusta amar y adorar por puro miedo", y, así,
cree que "sin la menor duda, Cristo no pudo amarlos; los soportó, los per-
donó, pero desde luego también los despreció ... El amor a la humanidad
debe interpretarse como amor a una humanidad perfeccionada, una hu-
manidad que hasta ahora existe sólo como un ideal, y sólo Dios sabe si al-
gún día será realidad" (v. 16, pp. 156-157). Numerosas referencias disper-
sas por todo el texto aluden a las tentaciones de Cristo en el desierto , que
Dostoievski también planeaba utilizar. "De las tres tentaciones del demo-
nio" (v. 16, p. 35).
Además de esos alegatos moral-filosóficos , esas notas contienen un
apunte que ofrece una primera versión de la línea argumental de Los her-
manos Karamázov: "En Tobolsk, hace unos veinte años, como la historia de
Ilinski". D. l. Ilinski había sido un compañero de prisión de Dostoievski en
Siberia, un joven oficial del ejército acusado de la muerte de su padre tan
sólo por pruebas circunstanciales. Basado en sus impresiones del carácter
de Ilinski, a Dostoievski le resultó difícil creerlo capaz de asesinar a sangre
fría, y diez años después se demostró que tenía razón, cuando un criminal
común confesó. El "drama de Tobolsk" también involucró a un inocente
acusado de la muerte de su padre, en este caso el mayor de dos hermanos
enamorados de una misma muchacha.
El hermano menor había cometido el crimen pero culpó al mayor, quien
fue enviado a Siberia. Doce años después, el asesino visita al preso, "y silen-
ciosamente se comprenden". Pasan siete años y el menor, ahora cargado de
honores y de títulos confiesa el crimen a su esposa, quien le ruega guardar
silencio al mayor. Él está de acuerdo: "Ya has sido castigado sin esto", le dice
al menor. Pero cuando el menor, víctima de remordimientos de conciencia,
acaba por confesar y es enviado al exilio , el mayor acepta ser como un padre
para sus hijos (v. 17, pp. 5-6). Esta extensa nota, junto con los recuerdos de
llinski, obviamente forma el núcleo de Los hermanos Karamázov (un herma-
no mayor inocente es enviado a Siberia por un crimen cometido por el me-
nor, finalmente incapaz de soportar su culpa) , y nos muestra lo cerca que
llegó Dostoievski de lanzarse entonces a esa novela.
De hecho, Dostoievski estaba bien consciente de esta posibilidad y es-
cribió al respecto en su Diario de un escritor, en enero de 1876:

204 .... UN NUEVO COM IENZO


Cuando Nikolái Alekséievich Nekrásov me pidió escribir una novela para su
Notas de la Patria [explicó], casi comencé mis Padres e hijos, p ero me contuve,
y doy gracias a Dios por ello, pues no estaba yo preparado. Mientras tanto ,
sólo escribí El adolescente, este primer intento de realizar mi idea. Pero aquí el
hijo ya había dejado atrás su niñez y aparecía sólo como una persona poco
preparada, tímida y sin embargo audazmente deseosa de dar su primer paso
en la vida lo antes posible. Tomé un alma sin pecado y sin embargo ya man-
chada por la terrible posibilidad del vicio, por un odio prematuro a su propia
insignificancia y a su naturaleza "accidental" (v. 22, pp. 7-8) .

Por qué decidió Dostoievski limitarse a este "primer intento" es algo


que no se puede explicar con alguna pretensión de certidumbre, pero se
pueden hacer una o dos especulaciones. Estaba esforzándose penosamen-
te, al fin y al cabo, por un libro que sería publicado en las Notas de la Pa-
tria, la revista en que el poderoso Mijaílovski había objetado, desdeñosa-
mente , el desperdicio de su talento , como lo demostraba su preferencia
por los asuntos sensacionales (como un asesinato). Además, unos artículos
de su Dia1io de un escritor de 1873 habían mostrado su preocupación por
el problema de la generación joven y su busca de valores morales. Pues ,
¿de dónde podrían estos jóvenes idealistas adquirir aquellos valores cuan-
do sus propios padres habían caído en la bancarrota moral7 Tales razones
bien pudieron persuadido a reservar su tema del asesinato para una vía
menos problemática y enfocar, en cambio, los pecados no mortales pero
no menos perniciosos de los padres al no impartir a sus hijos unos va-
lores morales que acrecentaran la vida .

En una no ta del 23 de julio de 1874, Dostoievski finalmente decidió la


forma que tomaría su siguiente novela. "EL MUCHACHO", se dice a sí mismo,
en mayúsculas, "y no ÉL [el tipo depredador], es el HÉROE ... ÉL, por otra
parte , sólo es un ACCESORIO , pero ¡qué ACCESOR1o l" En otro renglón inscribe
el título de su nueva obra: El adolescente. Y así se quedaría. Tras degradar
su tipo depredador a un papel subordinado , pero previendo ya el proble-
ma artístico que esto entrañaría (problema que , en realidad, nunca fue sa-
tisfactoriamente resuelto), decidió escribir una novela cuyo tema sería: "La

NOTAS PARA EL ADOLESCENTE ~ 205


historia de un muchacho, de cómo llega, a quiénes le toca en suerte en-
contrar, al cuidado de quiénes lo ponen ... Sueña con la universidad, y
también con la idea de hacerse rico" (v. 16, p. 24). Al poco tiempo, des-
pués de recordarse a sí mismo que debe insertar "uN PAPEL MAYOR PARA EL
MUCHACHO", esboza un desarrollo interno: "Cómo estudia nihilismo y otras
cosas, aprendiendo lo que es bueno y lo que es malo" (v. 16, pp. 29 y 39).
Una vez que Dostoievski ha decidido hacer del adolescente su figura cen-
tral, la estructura anterior de las relaciones de sus personajes empieza in-
mediatamente a evolucionar. En un pasaje que sigue a su elección del ado-
lescente como protagonista , ese personaje y su hermano mayor, el tipo
depredador, se vuelven medios hermanos. La futura novela ya asoma cla-
ramente a la vista en una anotación del 7 de agosto : "Una idea. ¿No podría
Él ser un padre contemporáneo, y el Adolescente Su Hijo7 (hay que pensar-
lo)" (v. 16, p. 41). Lo pensó, y decidió entonces hacer de la relación entre
padre e hijo el tema de su nueva novela.
Otra nota esboza una imagen del hijo que se quedará casi intacta: el
muchacho llega sintiéndose furioso por un insulto , sediento de venganza.
Una vanidad colosal, un plan (de llegar a ser) un Rothschild (su secreto)"
(v. 16, p. 24). Aquí, "el insulto" es un suceso particular (no especificado) ,
pero se convertirá en el irresponsable trato dado a Arkadi por su padre
durante todos sus tiernos años ; asimismo , su vanidad tomará la forma ,
que aparece frecuentemente en las obras de Dostoievski , de "desear llegar
a ser un Rothschild" (aunque no se le había encasillado antes así).* Este
motiv aparece entre las primeras notas, y hay un divertido recordatorio a
sí mismo cuando desea que el Adolescente se explaye sobre ciertas tran-
sacciones de la bolsa de valores, de "pedirle los detalles a Anna Grigórievna"
(v. 16 , p. 30).
Ese motiv temático - la acumulación de riquezas- se asocia en la obra

* La gran riqueza como fuente de poder quedó asociada en la cultura rusa con el nombre de
Rothschild probablemente en el decenio de 1850, cuando Herzen publicó una parte de sus me-
morias que contenía una descripción, un tanto burlona, del supremo aplomo de James Roth-
schild, el banquero que había demandado con éxito al gobierno de Nicolás I en favor de Herzen.
Poco después, en 1864, el diario Época de Dostoievski publicó algunos capítulos de la coruscan-
te obra de Heinrich Heine Sobre la historia de la religión y la fi losofía en Alemania, un pasaje de la
cual narra, con irónica delectación , las visitas regulares del enviado papal a ese mismo j ames
Rothschild para pagar los intereses de la deuda papal. Véase Aleksandr Herzen , My Past and Thoughts,
trad. de Constante Garnett, rev. de Humphrey Higgins, vol. 2, Nueva York, 1968, 4 vols., pp.
757-765; Heinrich Heine, Samtliche Werke, Oskar Walzel (ed.), vol. 7, Leipzig, 1910, pp. 283-284.

206 ... UN NUEVO COM IE N ZO


de Dostoievski con la influencia de una de las "pequeñas tragedias" de Push-
kin, El caballero codicioso, que también ejerce una poderosa influencia so-
bre el ficticio Arkadi. El caballero codicioso, aunque estaba dispuesto a
cometer cualquier crimen por aumentar su fortuna, en realidad no se inte-
resaba en la riqueza como tal; la amasaba sólo para regodearse en el ilimi-
tado sentido de poder, fuese ejercido o no , que sus riquezas le permitían
disfrutar. Este uso psicológico del motiv de la riqueza surge en la obra de
Dostoievski desde 1846 (El señor Projarchin) y reaparece a lo largo de toda
su carrera. Se lo puede ver en La vida de un gran pecador, y de allí fue toma-
do, asimismo, para el carácter del adolescente. En realidad, una de las no-
tas para esta obra no escrita puede emplearse para definir la obsesión de
Arkadi por su "idea de Rothschild": "A veces le parecía de nuevo que en
caso de que no llegara a ser un hombre extraordinario y fuera completa-
mente ordinario, el dinero le daría todo: es decir, poder y el derecho de
despreciar ... " (v. 9, p. 136).
Muchas de las notas escritas en agosto de 1874 están dedicadas a des-
arrollar el carácter del futuro Versílov y su relación con su hijo, resentido
contra su padre pero que a su vez lo quiere mientras intenta comprender
su conducta desconcertante e insondable . Esta actitud del joven está defi-
nida en una nota tomada al parecer incluso antes de que llegara a ser la fi-
gura central, y -lo que es interesante- ya aparece en la forma de primera
persona que Dostoievski acabaría por adoptar:

¿Qué se propone Él [el futuro Versílov]? ¿Estaba Él simplemente charlando


conmigo? Como si no tuviera Él alguien más con quien charlar. Noté que ha-
bía algo equivocado, y sin embargo, al mismo tiempo, tanto sufrimiento ten-
so en cada una de Sus escapadas, por muy complicadas que fueran, que sim-
plemente no pude dejarlo ni permanecer indiferente ante Él. Por el contrario,
cada día me sentía más apegado a Él [v. 16, p. 21].

He aquí el tono y la actitud de la narración del adolescente como a la


postre aparecerá.
Aunque ahora ya podía Dostoievski ver los contornos psicológico-mo-
rales del Adolescente con toda claridad, su imagen del padre distaba mu-
cho de poseer esa misma claridad. Así, esboza para él un pequeño resumen
biográfico limitado a hechos externos:

NOTAS PARA EL ADOLESCENTE ... 207


Terrateniente e hijo de terrateniente ... estudió en universidades rusas y ale-
manas. Casado muy joven (se han perdido los hechos acerca de su primera
esposa). Sirvió en el ejército durante la campaña de Crimea, pero no por mu-
cho tiempo y no entró en acción. Renunció a su comisión, comisario de dis-
trito en la administración de la reforma agraria de la primera llamada, renun-
ció. Viajó sin rumbo por el extranjero. Casó con una viuda, una princesa ...
Accionista y figura de sociedad.

Sin embargo, también hay una delineación sociocultural: "Se acuerda


de Herzen, conoció a Belinski" (v. 16, p. 50). De este modo, Versílov será
miembro de la generación de los cuarenta, y por medio de él nos dará Dos-
toievski otro notable retrato del idealismo y de los vagabundeos moral-es-
pirituales de dicha generación.
La figura de Aleksandr Herzen es una de las fuentes para Versílov, cu-
yas ideas incorporan el pesimismo de Herzen acerca del porvenir de la
cultura europea -pesimismo que Dostoievski, desde luego, compartía-.
Nikolái Strájov, en una importante serie de ensayos sobre Herzen, lo había
caracterizado como un tipo ruso con "un universal dolor de corazón por
todos", y Dostoievski tomó esta frase como componente esencial de la cos-
movisión de Versílov. 2 Otro prototipo fue la figura de P J. Chaadaev (1794-
1856), quien había provocado un furor (y había sido declarado loco) por
decir que Rusia era huérfana entre las naciones debido a la pobreza de su
herencia cultural, particularmente su falta de la cultura clásica dada al Oc-
cidente por el catolicismo romano. Los rumores de coqueteos de Versílov
con el catolicismo se derivan de la notoria acusación de Chaadaev a Rusia,
así como el extraño suicidio del joven Kraft, incapaz de vivir con la idea de
que Rusia es una nación de segundo orden. 3
Además de cavilar sobre sus dos figuras principales, Dostoievski tam-
bién bosquejó, de paso, las menores. El carácter del viejo príncipe Sokol-
ski, quien empleará a Arkadi como una especie de secretario, es captado
íntegro desde el principio mismo, tal vez porque Dostoievski ya había pin-
tado a ese valetudinario, amable y muy occidentalizado miembro de la no-
bleza rusa en su novela breve El sueño del tío (1859). "Es un viejo charlatán.
2
Véase E. l. Kiiko, "Russkii Tip 'vsemirnogo boleniya za vsex', v Podrostok", Russkaya Litera-
turn, 1 (1975), pp. 155-161.
3
Para más información sobre la influencia de Chaadaev sobre la novela , véase A. S. Dolinin,
Poslednie Romani Dostoevskogo, Moscú/Leningrado, 1967, pp. 104-125.

208 ... UN NUEVO COMIENZO


Fue un dandy y estuvo en la guardia ecuestre .. . Ahora le gusta decir algún
ocasional bon mot, y le señalará a cualquier descuidado interlocutor, con
pueril (aunque muy inocente y alegre) vanidad, que acaba de decirlo, que
acaba de decir un bon mot. .. Es un capitalista y accionista de buen número
de compañías" (v. 16, p. 25). Dostoievski había sido criticado por Mijaílov-
ski por no incluir en su obra "los demonios" el desarrollo capitalista, y no
quiso exponerse nuevamente a tales acusaciones.
En la siguiente página, este personaje también recibe una motivación
más profunda, aunque todavía en el nivel cómico. "El príncipe ha estado
escuchando durante largo tiempo a varios ateos, y él mismo se ha vuelto
ateo'', lo que , desde luego, estaría de conformidad con su innato y bien
inculcado occidentalismo . Una muestra de su "ingeniosa" conversación so-
bre el tema de Dios será directamente transcrita en la novela:

Y, por último, si en realidad es como usted dice [su interlocutor probable-


mente es Arkadi], entonces demuéstremelo a mí, para que yo pueda verlo o,
como dicen, tenga de ello una sensación. Muy bien si Él (Dios) existe en per-
sona, y no en la forma de una efusión de espíritu o de algo (pues debo reco-
nocerlo , eso es aún más difícil para mí de comprender) , entonces, ¿qué lleva
puesto7 ¿De qué estatura es ÉP No se enoJe , mi estimado , naturalmente tengo
el derecho de hacer la pregunta, pues si Él es un Dios , un Dios personal, es
decir, una persona, entonces ¿qué estatura tiene, et en.fin, dónde vive7 [v. 16,
pp. 25-26].

Dostoievski yuxtapone así un ateo cómicamente fatuo a un hombre


serio como Versílov, emocionalmente desgarrado por su incapacidad de
creer; a la vez, se anticipa al cuestionamiento literal de lo sobrenatural que
expondrá más sarcásticamente Fiódor Pávlovich Karamázov.
También el viejo príncipe Sokolski es contrastado con un príncipe
joven del mismo nombre, en quien las inofensivas excentricidades del
vetusto bon vivant se han deteriorado, convirtiéndose en vicios. "El joven
príncipe es un petimetre, desorganizado, el último de la familia y un degene-
rado, derrochador y jugador, secretamente cobarde . .. Se mata de un dis-
paro. Sueños exaltados y sinceros acerca de la esencia de ser noble y con
vocación de noble , y también acerca de cómo va a casarse con Liza" (la
hermana del Adolescente, a la que seduce) (v. 16, p. 240). El joven príncipe
desempeña el ignominioso papel que aquí le es asignado , añadiendo a sus

NOTAS PARA EL ADOLESCENTE ~ 209


fechorías su denuncia del grupo de Dergachev a las autoridades y su re-
nuncia a casarse con Liza antes de suicidarse.
Muchas páginas de las notas están llenas de conversaciones acerca de
socialismo entre Arkadi, Versílov y Vasin (a veces también llamado Vitia),
que pertenece al círculo de Dergachev. Completamente absorto y compro-
metido con su "idea de Rothschild", Arkadi está, sin embargo, ávido por
aprender algo acerca de estas otras ideas de las que no sabe nada, y "hace
preguntas acerca del socialismo; queda particularmente impresionado por
la abolición de la propiedad privada''. Su amigo Vitia, no mucho mejor in-
formado, "lo presenta a alguien como Dolgushin, y lo introduce en una
reunión de jóvenes que discuten acerca del 'hombre normal' (después son
arrestados). No está de acuerdo con el socialismo: va contra la naturaleza".
Pero aunque Versílov puede por un momento aprobar el arresto del grupo,
"inmediatamente confunde de nuevo [a Arkadi] al señalar la grandeza de
la idea de socialismo. Durante un tiempo , el Adolescente se deja llevar",
presumiblemente por este ideal (v. 16, p. 46). Es imposible precisar a par-
tir de las notas hasta dónde planeaba Dostoievski llevar este compromiso
temporal de Arkadi.
En otra nota , se nos presenta el efecto de esta influencia sobre Arka-
di, quien ahora defiende a los dergachevtsi cuando Versílov los acusa de
ser "otro ejemplo de desorden moral". El Adolescente replica: "Déjalos
que estén en el error ... y, sin embargo, sus convicciones implican honor
y deber y por consiguiente no se puede hablar de desorden en este caso ".
Versílov observa entonces, irónicamente: "Convicciones que implican
honor y deber y tienden a la destrucción universal; qué bonito orden; sin
embargo, no quiero discutir con usted" (v. 16 , p. 81). De hecho , otras
notas presentan a los dergachevtsi como opuestos a esa destrucción uni-
versal. En una reunión del grupo, cuando un joven "se levanta y sugiere
que la cuestión moral se limita al hecho de que no importaría para nada
incluso que toda Francia fuera a perecer, y tampoco importan millones
de personas, etc., Dolgushin [Dergachev] y los demás no estarán de
acuerdo con él" (v. 16 , p. 65). Otro miembro propone "incendiar todas las
ciudades y aldeas de toda la tierra, para que ése sea el comienzo", pero
luego resulta ser un agent provocateur ("es el espía el que dice esto; algu-
nos otros discuten con él") (v. 16 , p. 80). Dostoievski sabía que la genera-
ción de los setenta ya no estaba cautivada por el nechaevismo, y Versílov
expresa explícitamente esta nueva visión: "¿Quiénes son ellos [los radica-

210 ~ UN NUEVO COM IE NZO


les] para negar las cosas? Para ellos, hasta la negación de la religión se ha
convertido en una religión".
Finalmente Versílov refuta la atracción de Arkadi hacia el ideal socialis-
ta con argumentos que desarrollan aquellos (ya citados) que se anticipan a
la Leyenda del Gran Inquisidor. La vida humana no debe ser vista exclusi-
vamente en relación con el ideal de "utilidad" y la satisfacción de las nece-
sidades materiales del hombre: "Convengo en que alimentar a la humani-
dad es también, en determinado momento, una gran idea, pues implica
una meta. Pero es una idea secundaria y subordinada, pues en el momento
en que el hombre esté alimentado, sin duda preguntará: '¿Para qué estoy
viviendo?"' (v. 16, pp. 44-45). La relación con la futura Leyenda se hace
explícita cuando Versílov repite, en otra parte: "Ya sé que en el momento en
que haya convertido piedras en panes y alimentado a la humanidad, el
hombre inmediatamente dirá: 'Muy bien, entonces ya he aplacado mi ham-
bre, ¿qué haremos ahora?"' (v. 16, p. 283).
También hay varias referencias a lo que se ha llamado "ideas ginebri-
nas", y Versílov se las explica a Arkadi en la novela. "Las 'ideas ginebrinas'
conciernen a la idea de virtud sin Cristo, mi querido amigo -dice-, las
ideas francesas de la actualidad o, mejor aún, la idea dominante en toda la
civilización actual" (v. 16, p. 281). En oposición a ello , el "deseo principal"
de Versílov, leemos en las notas, "es explicar al pueblo que el vicio no tiene
nada de repugnante. Él odia esas ideas ginebrinas (es decir, un amor al
hombre, es decir, la virtud sin Cristo) y se niega a reconocer que haya algo
natural en la virtud. El Adolescente queda pasmado, pero sus tías le dicen
que éste es un argumento a contrario, y que se lo debe tomar en el sentido
opuesto" (v. 16, p. 35).
Pero el Adolescente supone, con toda razón, que las palabras de Versí-
lov no sólo se deben tomar como una estrategia retórica. Pues Versílov in-
siste entonces, como lván Karamázov, en que "en la medida en que soy un
hombre honrado y concienzudo, sinceramente favorezco (en las condicio-
nes de ateísmo) el crimen y la destrucción, y no tengo ningún uso que dar
a esas ideas ginebrinas" (v. 16, pp. 35-36). Precisamente porque Versílov es
"honrado y concienzudo" se ha convertido en defensor del vicio y el crimen
cuando el ateísmo suprime, como invariablemente lo hace en Dostoievski,
la base de toda moral. (Aunque no queda explicado por qué emplea Versí-
lov términos como "honrado" y "concienzudo" cuando toda moral ha deja-
do de existir; tal vez indique la imposibilidad de que la conciencia humana

NOTAS PARA EL ADOLESCENTE ~ 211


elimine por completo las categorías morales.)* Otra referencia a las ideas
"ginebrinas" ilumina la engañosa similitud entre cristianismo y socialismo:
"De la relación entre socialismo y cristianismo, acerca del hecho de que el
socialismo está tratando de ocultar, mediante la presentación de una serie
de ideas ginebrinas, que su ideal es, a pesar de todo , nada más que la pros-
peridad material; sobre el ambiente, etc." (v. 16 , p . 164). La "virtud" encar-
nada en "ideas ginebrinas", en el humanitarismo moral-social de éstas,
oculta los objetivos verdaderos y crudamente materialistas del socialismo.
Muchas de las notas aquí citadas fueron tomadas de diálogos entre el
padre (Versílov) y su hijo natural, Arkadi, en los que Dostoievski trata de
elaborar los términos de su relación. Al principio , Versílov se asemeja a
personajes como el príncipe Valkovski de Humillados y ofendidos o a Svidri-
gailov en Crimen y castigo; ambos son ejemplos del tipo depredador, aun-
que el último está más cerca de una parte de la complejidad de Versílov.
Como Rousseau , también Versílov "encontrará un placer perverso en des-
cubrir sus secretos más íntimos al Adolescente, en realidad corrompiéndo-
lo por sus francas revelaciones" (v. 16, p. 40). Pero un exceso de esta con-
ducta chocaría con la sincera pretensión de Versílov de conservar una
cierta dignidad espiritual - afirmación a la que el Adolescente había de
responder, a pesar de su indignación y sus resentimientos-. " PERO, LO QUE
ES MÁS lMPORTANTE", se recuerda a sí mismo Dostoievski, "retiene durante
toda la narración un tono de Su indiscutida superioridad sobre el Adoles-
cente y sobre todos los demás, a pesar de todos Sus rasgos cómicos y todas
Sus flaquezas; que el lector sienta todo el tiempo que, al final de la novela,
Él es atormentado por una gran idea . Y motiva la realidad de Su sufrimien-
to" (v. 16, p. 43). Así, Dostoievski abandonó gradualmente el concepto
original de Versílov como un tipo depredador, con objeto de transmitir un
sentido de su estatura moral. Sin embargo , para motivar la realidad del su-
frimiento de Versílov vuelve a la intriga , lamentablemente trillada , de sus
embrollos románticos.

En las notas escritas durante agosto de 1874 , los personajes de Versílov y


del Adolescente surgen casi como aparecerán en el texto final. El Adoles-
'' Deseo dar las gracias a Gary Saul Morson por haberme señalado la paradoja contenida en
la afirmación de Ve rsílov, que se aplica igualmente a lván Karamázov.

212 ... UN NUEVO COMIEN ZO


cente es definido por su "idea de Rothschild", aunque ésta se suavizará con
relatos de lo patético de su niñez. "l º, la niñez del Adolescente (absoluta-
mente) -escribe Dostoievski- en buen número de fragmentos por toda
la novela, sumariamente, cómo lo golpeaban en el internado . . Después,
sobre cómo la idea de enajenación fue concebida tempranamente por él. ..
cuando soñaba con volverse rey de una isla no conocida de nadie, cerca
del Polo, o en medio de un lago en el África central" (v. 16, p. 93). Versílov
queda caracterizado tanto por su simpatía cuanto por una fundamental
incapacidad de tomar en serio sus propias convicciones. "Así, por ejemplo,
es ateo, y sin embargo de pronto se pone a explicar el Sermón de la Monta-
ña, aunque no llega a ninguna decisión. Sobre el advenimiento del comu-
nismo ('¿Qué salvará al mundo? La belleza'. Pero siempre con una sonrisa
burlona)" (v. 16, p. 43).
Si Dostoievski ha captado a sus dos personajes principales con mayor
o menor claridad, no puede decirse lo mismo de la estructura de su trama.
Cerca del 7 u 8 de agosto, intentó resumir sus resultados : "Parece que él
[Versílov] comete algunas acciones terriblemente bajas, muy cercanas a un
complot contra la princesa (hay que idear algo)". La princesa se convertirá
en Katerina Ajmakova, y la frase entre paréntesis revela la incertidumbre
del autor sobre qué hechos nefarios se planearán contra ella. Por desdicha,
no se le ocurre nada mejor que los más trillados recursos del folletón bara-
to: "El propio Adolescente, habiendo descubierto las cartas [que abren la
posibilidad de que la princesa haya hecho que su padre, el viejo príncipe
Sokolski, fuese declarado mentalmente incompetente], idea un plan para
poner en aprietos a la princesa, y le explica su idea a Lamben. Le espanta
la tranquilidad con que Lamben acepta esta idea" (que incluye chantaje,
no sólo en busca de dinero, sino también de favores sexuales) (v. 16, pp.
42-43). Éste es el esbozo de lo que desdichadamente motivará gran parte
de la intriga definitiva.
Hasta mediados de agosto, las notas no contienen nada acerca de téc-
nica narrativa, y podemos suponer que Dostoievski se proponía poner el
libro en tercera persona, tal vez mezclado con insertos en primera persona
tomados del diario del Adolescente, similar al antes citado. Pero el 12 de
agosto, después de unos cuantos párrafos que esbozan la fascinación del
Adolescente por su "idea de Rothschild" y las investigaciones que estaba
haciendo acerca del socialismo, aparece una nota que empieza con esta
frase: "uNA IMPORTANTE SOLUCIÓN AL PROBLEMA" . El "problema" era cuál sería la

NOTAS PARA EL ADOLESCENTE ~ 213


mejor manera de presentar el desarrollo interno del Adolescente, que aho-
ra había pasado a ser el protagonista. La solución aparece en la siguiente
frase: "Escribir en primera persona. Comenzar con la palabra 'Yo' ". Esta
decisión va seguida por un subtítulo: "La confesión de un gran pecador,
para sí mismo", y luego por el comienzo, como muestra, de unas pocas
frases en que el yo-narrador explica por qué está tomando la pluma: "Por-
que yo , dentro de muchos años (pues yo tendré una larga vida), compren-
deré mucho mejor todos los hechos, pero este manuscrito me ayudará in-
cluso entonces a conocerme mejor, etc. " Pocos renglones después pone,
otra vez como muestra, una frase que subraya la falta de pretensiones lite-
rarias del Adolescente ("Estoy escribiendo sin prestar atención al estilo ,
sólo para mí"), y observa que "la confesión es extraordinariamente concisa
(hay que aprender de Pushkin)" . Dostoievski ve que el carácter del Adoles-
cente "va surgiendo por sí solo, mediante lo torpe de la narración"; y "así
como en los Cuentos de Belkin es el propio Belkin el que más importa, tam-
bién aquí el principal objetivo es delinear el carácter del Adolescente"
(v. 16, pp. 47-48).
Estas palabras parecen establecer la elección definitiva de un narrador
en primera persona , pero muchas otras notas continúan sopesando las op-
ciones. ¿Deberá emplear un narrador en tercera persona que se adhiera tan
de cerca al Adolescente como lo hizo en Crimen y castigo para Raskólnikov?
¿O sería preferible la primera persona? Pero, ¿podría el lector tolerar la
perspectiva limitada de un narrador de veintiún años durante toda una
larga novela? Su ventaja es que podría saltar "de la línea principal de la na-
rrativa a toda clase de anécdotas y detalles propios de su desarrollo e inma-
durez [del Adolescente] " (v. 16, p. 98). Probablemente el argumento deci-
sivo contra un narrador en tercera persona fuese la preocupación de _que el
joven imberbe quedara como figura secundaria y "Él sería el más impor-
tante" (v. 16, p. 115). Para evitar este atolladero , Dostoievski eligió un na-
rrador en primera persona.
Semejante elección, sin embargo, planteaba el problema adicional de
la distancia narrativa. Alternando entre tres meses, cuatro o cinco años y
un año, Dostoievski decide que lo primero sería demasiado breve porque,
o la narración sería confusa o "el resultante propósito consciente perdería
su candidez" (v. 16 , p. 128). Cuatro o cinco años sería demasiado tiempo,
tal vez hasta cómico , porque el narrador estaría "describiendo con gran
condescendencia ... lo torpe que había sido". La distancia de un año era la

214 .... UN NUEVO COMIEN ZO


mejor porque "todo el impacto de una conmoción reciente sería tangible
aún y muchas cosas seguirían sin aclarar, y, sin embargo, al mismo tiempo
habría este primer renglón: 'Un año, ¡qué enorme intervalo de tiempo!'"
(v. 16, p. 144). Sería un año, un año que produciría un cambio decisivo en
Arkadi, en realidad una nueva madurez, pero aún estaría lo bastante cerca-
no a su pasado para que las reverberaciones sobre su sensibilidad todavía no
se hubieran desvanecido.

Mientras cavilaba sobre la cuestión de la técnica narrativa, Dostoievski tam-


bién hizo una relevante adición temática, de tal importancia que luego se
refiere a sus planes previos como a "una novela anterior", cual si los hubiese
remplazado por "un nuevo relato" (v. 16, p. 117). De pronto aparece un
nuevo personaje, Makar Ivánovich Dolgoruki, un campesino no visto antes,
que es el padre legal del Adolescente. Embonando limpiamente en la es-
tructura familiar ya establecida, la invención de Dostoievski, pese a la ano-
tación, no requiere la alteración trascendental que él implica. "Makar Ivá-
nov [pronto le cambiará el nombre], durante largo tiempo siervo de la casa,
ha muerto. Llevó una vida piadosa. Después del 19 de febrero de 1861 [fe-
cha de la liberación de los siervos] dedicó su tiempo a recabar fondos para
construir una iglesia [como el Vlas de Nekrásov]. Había vuelto a Petersbur-
go a morir en la residencia de la familia" (id.). Todos los hijos ilegítimos de
Versílov pertenecen legalmente a Makar; su madre es la esposa legal de Makar,
una atractiva joven campesina casada con un hombre de mucho mayor
edad, a quien su amo había seducido, a la típica manera rusa. "La madre
-escribe Dostoievski-, un tipo ruso (con un carácter tremendo). Ellos [la
pareja campesina] pueden ser humildes y haber sido pisoteados, pero son
firmes, como santos" (v. 16, p. 121). Así, por primera vez, el mundo de la
Rusia campesina entra en una novela de Dostoievski, ya no sólo como parte
del trasfondo sino como elemento temático central.
Las entradas en el cuaderno de notas de Dostoievski respectivas a este
mundo campesino tienen mucho mayor alcance que el cuadro más limita-
do que aparece en la obra terminada. En una de ellas demuestra su conoci-
miento de la teología de los Viejos Creyentes. "Enoch es la ley natural-es-
cribe-, Elías es la ley escrita, y juan es la ley de la gracia (la doctrina de los
bezpopovtsy)" (v. 16, p. 137). Los bezpopovtsy eran Viejos Creyentes sin un sa-

NOTAS PARA EL ADOLESCENTE ~ 215


cerdocio ya establecido , y la doctrina que cita Dostoievski tiene una nota-
ble semejanza con las enseñanzas - de extraordinaria influencia y semihe-
réticas- del abate italiano Joaquín di Fiare en la tradición religiosa occidental. *
Otras notas contienen extensas entradas acerca de la "pestilente Liza veta",
mucho más vívidamente desarrollada aquí de lo que estará en Los hermanos
Karamázov. Siendo ya no sólo una idiota inarticulada, la consume el fuego
autoinmolador de una fe apasionada. "La pestilente Lizaveta. 'No me enviéis
a mí, la pestilente, a vuestro brillante paraíso , sino enviadme a las más ne-
gras tinieblas, para que aun allí, en el fuego y en dolor, pueda elevar mi voz
hacia Ti: «Santo , santo eres Tú», y no tengo otro amor'" (v. 16, p. 138) .
La aparición de Makar y de su esposa en las notas de Dostoievski - se
ordena a sí mismo escribir acerca de ellos "en un limpio estilo escritural"
(v. 16, p. 137)- finalmente le permitió obtener un enfoque más equilibra-
do sobre su temática religioso-ideológica. Dos días después, esboza la no-
vela tal como ahora la ve, aclarando el significado simbólico de cada uno
de sus componentes:

La novela contiene todos los elementos de nuestra sociedad. Civilizado y des-


esperado , ocioso y escéptico, parte de la intelligentsia superior: ése es ÉL [Ver-
sílov]. La antigua Santa Rusia: la familia de Makar. Lo que es santo y bueno
en la nueva Rusia: las tías [después desaparecerán]. Una gran familia arruina-
da, el joven príncipe (un escéptico, etc.) La alta sociedad: -el tipo gracioso y
abstractamente ideal. La generación joven: el Adolescente, todo instinto, que
no sabe nada. Vasin [el Socialista]: irremediablemente ideal. Lamben: carne,
materia, horror, etc. [v. 16, p. 28].

Inicialmente, Dostoievski había visto su novela como dominada por


"la idea de desintegración" que estaba "presente por doquier, pues todo
está desmoronándose y no quedan nexos , no sólo en la familia rusa ni si-
quiera, simplemente, entre el pueblo en general. Hasta los niños se apar-
tan" (v. 16, p. 16). Gran parte de este sentido de disolución se conservará
''Joaquín di Fiore desarrolló una visión de la historia basada en la Trinidad, en que "la prime-
ra edad fue la del Padre o de la Ley; la segunda edad, la del Hijo o del Evangelio; la tercera edad
sería la Edad del Espíritu .. ., [una] de amor, alegría y libertad, en que el conocimiento de Dios
sería directamente revelado a los corazones de todos los hombres". Esta doctrina ejerció una in-
fluencia enorme y se la puede ver en acción , en diversas formas seculares, en las fil osofías deci-
monónicas de la historia. Véase Norman Cohn, The Pursuit of the Millenniwn, Nueva York , 1970,
pp. 108-109; también Karl Lówith, Meaning in Histo1y, Chicago, 1949, pp 145-1 59.

216 .. UN NUEVO COMIENZO


en el libro , cuyo título pensó Dostoievski en un tiempo que podría ser Des-
orden; pero con la inclusión de Makar y de su esposa legal Sofía, la pareja,
humilde y pisoteada pero tan firme como los santos, al fin encontró un
centro de estabilidad moral en medio del caos imperante.
Dicho centro era esencial a causa de la naturaleza misma de su tema: el
desarrollo precipitado hacia la madurez de un adolescente rebelde que ha
sido muy maltratado por las vicisitudes de su errática niñez y juventud
como miembro de "una familia accidental", pero que aprende a aceptarse a
sí mismo y a adquirir un sentido de responsabilidad social. En los prime-
ros planes, no queda claro cómo sería motivada esta transformación, pues-
to que Arkadi oscila entre Versílov, su "idea de Rothschild" y el socialismo
de los dergachevtsi. "El Adolescente tiene la sensación de que la idea [de
Versílov] es superior, más orgullosa y noble que la suya propia", pero el
propio Versílov se niega a señalarle alguna dirección clara. Socava, sin em-
bargo , la "idea de Rothschild", indicando que "contiene un elemento bas-
tante despreciable de mezquina preocupación por la propia seguridad ma-
terial" (v. 16 , p . 101). Y aunque la fe del Adolescente "es quebrantada por
el socialismo, desea conservar su 'idea de Rothschild' y sin embargo seguir
siendo un ser humano noble" . El socialismo no aporta la inspiración moral
que él necesita para conquistar su ego y sacrificarlo a un ideal superior, a
una inspiración que sólo puede ofrecer la fe religiosa (v. 16 , p . 175). Makar
cumple admirablemente con esta función, y Dostoievski indica su fuente
en un verso del poema de Nekrásov "Vlas": "moreno, alto y erguido". Así,
Dostoievski introduce ingeniosamente en las páginas del diario de Nekrá-
sov una figura basada en la célebre creación del propio Nekrásov, figura
que a la vez complace la reverencia por los campesinos alimentada por los
populistas radicales y acentúa los orígenes religiosos de esas virtudes cam-
pesinas que ellos tanto admiraban.
Con la aparición de Makar lvánovich Dolgoruki, encontró Dostoievski
esa relación moral-ideológica subyacente entre sus personajes que había
estado buscando, y una nota de mediados de octubre contiene un bosque-
jo sumario del libro que ya se aproxima al texto final. También se advierte
a sí mismo que debe adherirse a dos reglas de composición. Una de ellas es
"evitar el error, cometido en El idiota y en Los demonios, de describir mu-
chos de los hechos secundarios de una manera fragmentaria , insinuada , a
la manera de la novela de caballerías, y arrastrarlos sobre una gran exten-
sión de la novela, tanto en la acción narrada como en escenas particulares ,

NOTAS PARA EL ADOLESCENTE ~ 21 7


sin dar de ellos ninguna explicación". La segunda es recordar que "el Ado-
lescente es el héroe de la novela. Todo lo demás es secundario, incluso Él
[Versílov] es secundario" (v. 16, p. 175). Si esta falta de "explicaciones" fue
realmente un defecto artístico es algo de lo que bien puede dudarse; el genio
de Dostoievski estaba en las escenas dramáticas o en las autoconfesiones
que se explican por sí solas. En cuanto al segundo recordatorio, se refiere a
un problema del que había estado consciente desde el principio mismo.
Los cuadernos de notas continúan más allá de este punto varios cien-
tos de páginas, pero todas estas notas están dedicadas a elaborar la compli-
cada intriga temática , que Dostoievski altera infatigablemente, a su manera
habitual, o a completar detalles de escenas y conversaciones. Aun cuando no
se hagan cambios fundamentales, sí nos ofrecen una valiosa información so-
bre aspectos accesorios del texto .

Durante la década de 1870, Rusia se estaba transformando rápidamente


por una oleada de desenfrenado industrialismo que socavó su economía,
antes basada en el campesinado, y Dostoievski ya había examinado algu-
nos de los efectos moralmente desintegradores de este cambio en su Diario
de 1873 . Mijaílovski, como hemos visto, también lo había criticado por
descuidar esos temas en sus novelas, y además del retrato del viejo príncipe,
Dostoievski también se basó en un reciente caso penal para dramatizar este
aspecto de su tema.
En algún momento de comienzos de diciembre de 1874 (los primeros
capítulos de El adolescente se publicaron en enero de 1875), el nombre de
Kolosov aparece entre las notas. Es un estafador "que ha lanzado algunas
acciones falsificadas . .. un liberal de los cincuenta , vanidoso y muy seguro
de sí mismo" (v. 16 , p. 250). Kolosov es el prototipo del personaje Stebelkov,
entrometido y siniestramente jovial, y los lectores de su época seguramen-
te no tuvieron dificultades en reconocerlo como uno de los acusados en el
sensacional proceso sobre la falsificación de acciones de la línea férrea
Tambovo-Kozlovskoi. La acusación en el proceso de falsificación corrió a
cargo de A. F Koni, buen amigo de Dostoievski, y todos los rasgos de Ste-
belkov fueron tomados directamente del juicio. Éstos incluyen la que pue-
de parecer inverosímil conexión de Stebelkov con la policía secreta, lo que
motiva sus repetidas preguntas a Arkadi acerca del grupo de Dergachev.

218 ~ UN NUEVO COM IEN ZO


Junto con Kolosov fue acusado el vástago de una antigua familia de
terratenientes, de nombre Nikitin, que ocupaba el puesto de bibliotecario
en la academia de medicina del ejército. Su participación en todo el asunto
fue relativamente menor, y se ha sugerido, con razón, que Dostoievski
tomó detalles de su testimonio para caracterizar al joven príncipe Serguéi
Sokolski, que estaba inextricablemente endeudado con Stebelkov y por
completo en sus garras. Asimismo, poco antes de dejar El Ciudadano, Dos-
toievski le escribió al príncipe Meshcherski:

Yo ... deseaba terriblemente escribir algo acerca de Olga lvánovna [prometida


de uno de los acusados], envuelta en el proceso por la falsificación de las ac-
ciones de Tambovo, como ejemplo representativo del nihilismo en su forma
más repugnante y cabal, que inconscientemente corrompió a una muchacha
que acaso no hubiese oído hablar nunca del nihilismo , y deseaba señalarla
como signo de los tiempos. 4

Los cuadernos de notas también están salpicados de referencias litera-


rias de las que Dostoievski iba deshaciéndose conforme aclaraba gradual-
mente tanto sus ideas temáticas como los medios novelísticos por los cua-
les iba a expresarlas. Abundan las referencias a Pushkin, y lo que más
tentaba a Dostoievski como meta era la concisión clásica y la limpidez de
la prosa de Pushkin. "Escribe de modo más compacto", se ordena. "(Imita
a Pushkin)" (v. 16, p . 172). Para tranquilizarse acerca de su elección del
tema, piensa en otros ejemplos de novelas con un objetivo aproximada-
mente similar: "Y en conjunto, toda la novela, por medio de la persona del
Adolescente que está buscando la verdad de la vida (Gil Bias y Don Quijote),
podría ser más atractiva" (v. 16, p. 63).
Gran lector de Dickens, Dostoievski se refiere a David Copperfield, que
también es la historia de un muchacho indefenso que lucha por hallar su
camino hacia la madurez, pero él contrasta el agudo resentimiento y la
agresividad de su adolescente con el amable y dulce David (v. 16, p. 234).
The Old Curiosity Shop [La tienda de antigüedades] aparece en el texto mis-
mo, cuando Dostoievski reescribe la célebre escena en que la pequeña Nell,
al despertar por la mañana, va hasta el cementerio de la iglesia del pueblo
en que ella y su abuelo han encontrado al fin la paz y la tranquilidad. Una

4
PSS, vol. 29 , libro 1, p 315; lº de marzo de 1874.

NOTAS PARA EL ADOLESCENTE ~ 219


refundición de otra escena, igualmente célebre, la de la muerte de Gret-
chen en Fausto, también aparece en las divagaciones báquicas de Trishatov,
quien sueña con componer una ópera basada en el tema de Fausto y narra
extensamente sus ideas en el texto.
En las notas aparecen alusiones a muchos otros escritores, rusos y eu-
ropeos, pero antes de analizar la más importante de todas, la de Tolstoi,
deben decirse algunas palabras acerca del dramaturgo A. S. Griboiedov. El
primer encuentro de Arkadi con su padre, a los diez años, ocurre cuando
Versílov, que va a tomar parte en una función de teatro de aficionados,
aparece deslumbrantemente vestido para encarnar un personaje de la co-
media clásica de Griboiedov Ay del que tenga ingenio (1822). Este personaje,
Chatski, es la temprana encarnación de un occidentalista intransigente
que, al volver a Rusia después de haber vivido en el extranjero , encuentra
intolerable la vida de provincia en su patria y hace una candente denuncia
contra su atraso e inmovilidad. Versílov se identifica desde el principio mis-
mo con esta aura ideológica de Chatski, estableciendo así su significación
simbólica de "occidentalista".

El escritor más frecuentemente mencionado en las notas de Dostoievski es


Tolstoi, y estas referencias son decisivas para sus fines artísticos. Gran par-
te de El adolescente se deriva de La vida de un gran pecador; donde la niñez
de este personaje fue concebida en abierta oposición al trato dado por
Tolstoi al mismo tema. "Un tipo -escribió- enteramente opuesto al vás-
tago de esa noble familia de condes , degenerado hasta la bestialidad,
que Tolstoi había pintado en Infancia y juventud" (v. 9 , p. 128). Una vez que
Dostoievski se decidió por un adolescente como su héroe y comenzó a to-
mar de sus notas para los primeros años del gran pecador, volvió a ponerse
a escribir en abierta competencia con Tolstoi. Su deseo de recoger el guan-
te artístico sin duda se había fortalecido recientemente por la aclamación
con que fue recibida Ana Karenina.
Dostoievski no se habría sentido desafiado por Tolstoi, desde luego , si
no lo tuviese en la más alta opinión, y varias notas indican una apreciación
abierta de sus manierismos artísticos. En una entrada, cuando Arkadi im-
pulsivamente va a besar a su tía, escribe Dostoievski: "Pero la tía está dor-
mida. Gorro de dormir, boca abierta. (León Tolstoi)" (v. 16 , p. 73). Eviden-

220 .... UN N UEVO COM IEN ZO


temente, deseó captar algo de lo vívido de la descripción de rasgos físicos
que hacía Tolstoi. De otra escena observa: "Incluir, absolutamente, en la
narrativa del Adolescente una descripción de este rendezvous y su lugar,
con detalles a la León Tolstoi" (v. 16, p . 87). Sin embargo, difería de Tolstoi
en su deseo de pintar la inestabilidad y el caos de la vida rusa contemporá-
nea. Como le había escrito a Nikolái Strájov tres años antes, tanto Turgueniev
como Tolstoi sólo habían creado una "literatura de nobles y terratenientes.
Se ha dicho todo lo que se tenía que decir (soberbiamente, por León Tols-
toi) ... pero todavía no ha habido una palabra nueva que remplace a la de
los nobles-terratenientes". 5 Dostoievski ciertamente consideró que él se es-
taba esforzando por aportar esa "palabra nueva" que iría más allá de lo que
habían logrado los escritores nobles .
Si originalmente se propuso Dostoievski entrar en una rivalidad más
que encubierta con Tolstoi es algo que no puede determinarse a partir de
sus notas. Si no fue así, ciertamente se vio espoleado a hacerlo en el curso
de su defensa contra algunos de los ataques hostiles que provocó la publi-
cación de sus primeros capítulos. Un crítico lo acusó de excesivo "natura-
lismo", un naturalismo tan extremo que violaba las reglas del arte, como si
Dostoievski quisiera que sus lectores sintiesen que estaban participando
literalmente en los hechos descritos , por muy amenazadores que fuesen.
En dos emponzoñados artículos de El Mensajero Ruso, donde se habían
publicado sus novelas anteriores, lo acusaron de ser "inmoral" y de hundir
"al lector en la pestilente atmósfera de la vida subterránea, [que] poco a
poco, y contra las intenciones del autor y tal vez a pesar de ellas, embota
su sentido del olfato y lo acostumbra a esta repugnante atmósfera".6
Muy comprensiblemente, Dostoievski se sintió herido por tales ataques,
en particular por la acusación de que estaba corrompiendo a sus lectores.
Su primer impulso, que confió a sus cuadernos de notas del 22 de marzo
de 1875, fue responder a tales denigraciones en un prólogo que sería in-
cluido con la publicación posterior de la novela en forma de libro; las no-
tas para este prólogo contienen las autodefiniciones más iluminadoras que
jamás diera de su propia misión artística. Como dice, su objetivo fue pin-
tar las consecuencias moral-espirituales de vivir en una sociedad que "no
tenía fundamentos" , y que, de hecho , "no ha elaborado ninguna regla de
vida, porque tampoco ha habido una verdadera vida". Esta sociedad ha
5
Ibid, p 216 ; 18-30 de mayo de 1871.
6 Citado en PSS, vol 17, p. 34 7.

NOTAS PA RA EL ADOLESCENTE ~ 221


experimentado "un choque colosal. .. y todo está llegando a un alto , está
desmoronándose, y es negado como si nunca hubiese existido. Y no sólo
en lo externo, como en Occidente, sino también en lo interno , en lo mo-
ral". Mientras tanto , "nuestros escritores más talentosos [sólo menciona a
Tolstoi y a Goncharov] han estado describiendo la vida de la clase media
superior", creyendo que estaban "describiendo la vida de la mayoría" . Pero
ésta era una simple ilusión: la vida que retratan es la de "las excepciones,
mientras que la mía es la vida de la regla general" (v. 16, p. 329).
Dostoievski habla del "sentimiento cívico" que por un momento lo lle-
vó a pensar en unirse a los eslavófilos "con la idea de resucitar los sueños
de mi niñez" (que incluían su reverencia por los santos Sergio y Ticón) .
Pero, en cambio, creó al hombre del subsuelo, por quien ahora lo insultan.
"Estoy orgulloso -proclama desafiante- de haber expuesto, por vez pri-
mera, la verdadera imagen de la mayoría rusa . . . sus aspectos deformados y
trágicos. Lo trágico reside en la propia conciencia de estar deformado" (las cur-
sivas son mías). Enumerando personajes creados por otros escritores (en-
tre ellos el príncipe Bolkonski de La guerra y la paz, y Levin de Ana Kareni-
na), ve que sus defectos brotan exclusivamente de "un mezquino amor
propio", que se puede corregir de acuerdo con las normas sociales fijas de
su aún inconmovible orden moral-social. Sólo él había mostrado

la tragedia del subsuelo, que consiste en el sufrimiento, la autolaceración, la


conciencia de una vida mejor junto con la imposibilidad de alcanzarla ..
¿Qué puede sostener a aquellos que sí tratan de mejorarse7 ¿Una recompensa,
la fe7 Nadie está ofreciendo una recompensa, y ¿en quién se puede tener fe7
Otro paso desde esta posición, y llegamos a la extrema depravación, al crimen
(al asesinato) Un misterio [id.].

Para Dostoievski, el problema más crucial de todos es la pérdida de


la fe (religiosa); creía que por sus intentos de enfrentarse artísticamente a
las consecuencias moral-sociales de esta privación, había sondeado más
profundamente en la psique rusa que los escritores nobles-terratenientes
que simplemente aceptaban los valores de su mundo ya establecido, con
sus preceptos de buena conducta (id.). Lejos de retroceder ante las acu-
saciones que se le hacen, Dostoievski se jacta de la validez de su visión
moral-artística: "Subsuelo , subsuelo, poeta del subsuelo, nuestros fo-
lletinistas han estado repitiendo una y otra vez , como si eso fuese algo

222 ... UN NUEVO COMIENZO


despectivo . Necios: ésa es mi gloria, pues es allí donde se encuentra la
verdad" (id.).
Dostoievski abandonó pronto la idea de un prólogo y pensó entonces en
incorporar su defensa, no muy plausiblemente, en uno de los monólogos de
Versílov. "Amigo mío -le dice en esta versión a Arkadi-, si yo fuese un es-
critor ruso de talento , definitivamente tomaría mis héroes de entre la noble-
za hereditaria rusa , pues sólo es entre este tipo particular del pueblo ruso
donde existe una posibilidad de encontrar, si no el orden, al menos una apa-
riencia de un bello orden y de esa tan 'armoniosa vida' que tú y yo hemos
estado buscando" (v. 16, pp. 414-415). Yuxtapone entonces ese mundo de
formas establecidas de honor y de deber con la existencia de niños "que des-
de su niñez son heridos por la indecencia de sus padres y de todo su am-
biente. Tenemos demasiadas de esas gentes subterráneas" (v. 16, p . 416).
La dudosa idea de poner semejante discurso en boca de Versílov pronto
fue descartada, y Dostoievski finalmente confió su autodefensa a un epílogo,
escrito no por Arkadi sino por un personaje muy secundario, Nikolái Semie-
novich, tutor de Arkadi durante sus años de preparatoria. Así, el manuscrito
queda sometido para su evaluación a alguien que está al margen de todos los
intrincados enredos de la trama, un ciudadano sólido y respetable, cuyas
observaciones modestas y cuya simpatía por Arkadi inspiran confianza y res-
peto. De todas maneras, Nikolái Semienovich sigue siendo parte de la nove-
la, y se han planteado ciertas preguntas sobre si las opiniones expresadas en
su carta deben aceptarse como las del propio Dostoievski.
Las notas no dejan ninguna ambigüedad al respecto, y también se re-
fieren explícitamente a Tolstoi, cuyo nombre está ausente en el texto. "EN
EL FI NAL", escribe Dostoievski. "El Adolescente: 'Dej é que cierta persona le-
yera mis notas, y esto es lo que me dijo' (y aquí, citar la opinión del autor
[la de Nikolái Semienovich] es decir; la mía propia. ) Y en lugar de la familia
tradicional (los Rostov), una familia que está naciendo, una familia efíme-
ra, nueva, en busca de decencia, en busca de su propio nivel y hasta de
una (nueva) forma" (v. 16 , pp. 409-410) (las cursivas son mías). La misma
relación opuesta y contrastante con Tolstoi queda sucintamente expresada
en otra nota: "La historia de la familia noble rusa , en forma de un majes-
tuoso cuadro histórico (La guerra y la paz), que entra en la posteridad y sin
la cual no puede seguir adelante la posteridad. Una familia accidental: ésa
es una tarea mucho más difícil" (v. 16, p. 435). Y fue precisamente esta "ta-
rea mucho más difícil" la que Dostoievski decidió emprender.

NOTAS PA RA EL ADOLESCENTE ... 223


X. El adolescente: El caballo de Troya
de Dostoievski

EL ADOLESCENTE es un curioso híbrido de novela y representa una especie de


anomalía entre las grandes creaciones del último periodo de Dostoievski.
Escrita entre Los demonios y Los hermanos Karamázov, dista mucho de al-
canzar la estatura artística de estas dos obras, aunque sus críticos más se-
veros acaso hayan exagerado considerablemente sus defectos. Es indiscuti-
ble que El adolescente contiene algunas escenas sumamente efectivas y
conmovedoras de la niñez, en la mejor manera "filantrópica" de Dostoiev-
ski, y su retrato interior de un adolescente rebelde es a menudo muy encan-
tador y persuasivo. El libro también se distingue por su descripción suma-
mente modulada y comprensiva de un miembro de la generación idealista
romántica del decenio de 1840, un retrato que alcanza una altura visiona-
ria de patetismo lírico. Sin embargo, una parte excesiva del texto se basa
en una apolillada trama melodramática que ahoga los trozos de auténtico
sentimiento y elevación ideológica.
¿Por qué decayó tan marcadamente El adolescente, en comparación con
las otras novelas importantes de Dostoievski< Los escritores, aun los más
grandes, no necesariamente producen obras maestras cada vez que aplican
la pluma al papel, pero tal vez pueda encontrarse alguna respuesta en la
implícita autocensura que aquí aplicó Dostoievski a sus facultades creado-
ras. No estaba trabajando en completa libertad, como lo había hecho en el
pasado, y siguiendo su inspiración a donde le llevase. Más bién, estaba es-
cribiendo bajo la presión de su compromiso con las Notas de la Patria, el
principal órgano populista que llevaba adelante la tradición sociocultural
contra la cual había luchado él a lo largo de los sesenta.
Desde luego , por las razones ya explicadas, Dostoievski aceptó este

224 ...
compromiso voluntariamente. Pero esa elección de editorial lo inclinó a
adaptar su inspiración a las normas literarias e ideológicas de sus lectores
populistas. Por consiguiente, redujo el tema del parricidio al de la irres-
ponsabilidad de los padres y sustituyó el implacable choque edípico de Los
hermanos Karamázov (que tanto impresionó a Freud) por una rivalidad ro-
mántica relativamente inocente y puerilmente ilusoria entre padre e hijo.
En otras palabras, decidió escribir una novela sociopsicológica de alcance
relativamente limitado , en lugar de dramatizar la colisión de absolutos mo-
ral-espirituales en conflicto que invariablemente inspiró sus mejores obras.

El adolescente combina elementos de la novela picaresca y del Bildungsro-


man (novela educativa) El protagonista es un joven, hijo ilegítimo de un
noble ruso de antiguo linaje y de una madre sierva, el cual es arrojado por
vez primera a un ambiente mundano y bajo el impacto de sus experiencias
adquiere madurez y llega a conocerse a sí mismo. En ambos tipos de nove-
la se requieren extensos periodos para que se realice la acción. El héroe
picaresco debe pasar por toda una vasta gama de aventuras en toda la esca-
la social, y su transición a la madurez sólo se puede completar sobre un
largo tiempo. Sin embargo, en El adolescente Dostoievski trata su tema con
su habitual técnica de novela-folletón. Resume los hechos en un breve pe-
riodo, se esfuerza por lograr efectos densamente unidos de misterio y sor-
presa , y crea un mundo en que sus personajes existen en constante estado
de alta tensión emocional. Esta atmósfera sobrecargada es muy apropiada
para las otras grandes novelas de Dostoievski , en que su visión escatológi-
ca de la vida humana se funde con sus tramas de novela policiaca para
crear una unidad de suspenso dramático, verosimilitud psicológica y pro-
fundidad moral-filosófica. Pero cuando se da ese mismo tratamiento a un
tema de menor alcance en que los conflictos no son de la misma magni-
tud, la tragedia se vuelve melodrama y la sostenida intensificación de tono
puede parecer exageradamente inflada.
Con una figura central cuya vida implica una suprema ambición meta-
físico-moral, fue relativamente fácil inventar una acción (o tomar una ya
existente, como en Los demonios) que fuese a la vez espectacular y fiel a su
carácter. Donde la fuente principal del tema carece de tal ambición, es difí-

NOTAS PARA EL ADOLESCEN TE ... 225


cil inventar una acción convincente que cree una tensión dramática extre-
ma y que sea psicológicamente verosímil. Dostoievski, por desgracia , opta
por la vía fácil en El adolescente y lo atiborra de todo tipo de ingredientes
ya trillados (cartas escondidas, juicios por herencias disputadas, intentos
de chantaje, etc.), que le permiten intensificar el suspenso por medios pu-
ramente superficiales y externos. Asimismo, nunca logró integrar sus prin-
cipales preocupaciones temáticas con esos recursos manidos. En lugar de
que los motivs más profundos broten naturalmente de la acción de la tra-
ma, como en otras partes, aparecen como intrusiones ajenas en forma de
monólogos estáticos y de relatos intercalados.
Si algunos de los defectos de El adolescente pueden atribuirse a la deci-
sión de escribir para una revista populista, este lugar de publicación también
le da un interés especial a muchos detalles del texto. Pues El adolescente es
la primera respuesta artística de Dostoievski a los desafíos planteados por la
nueva fase de la cultura rusa, inaugurada por la ideología del populismo
ruso. En realidad, mientras narra las peripecias por las que su juvenil héroe
llega a la edad adulta, las entrelaza con lo que le pareció la palpable ano-
malía que ocupaba el meollo mismo de los valores propugnados por los
populistas: su reconocimiento de los ideales morales cristianos del mundo
campesino que idolatraban, y, sin embargo, su negativa a aceptar el funda-
mento mismo de este mundo en la divinidad de Cristo. Si se lee en esta
perspectiva, El adolescente se vuelve una especie de caballo de Troya, intro-
ducido en la misma ciudadela periodística del anterior enemigo para soca-
var sus últimas defensas.

El adolescente fue escrito como una memoria confesional, en primera per-


sona, del personaje del título, Arkadi Dolgoruki, hijo natural de Andréi
Petrovich Versílov, aristócrata antes acaudalado y hoy venido a menos (ya
ha despilfarrado tres fortunas), y buscador filosófico de la verdad. Un año
después de ocurridos los hechos, Arkadi se pone a describir las circunstan-
cias que han producido un cambio en su vida y transformado su carácter.
Todas estas circunstancias ocurrieron en un periodo de seis meses después
de llegar de Moscú a San Petersburgo para reunirse con su familia , y están
resumidas en doce días, pasando de septiembre y noviembre a diciembre.
Mediante el "desorden" - cuidadosamente arreglado- de la narración de

226 .... UN NUEVO COMIENZO


Arkadi (constantemente está disculpándose de su falta de calidad literaria),
todo el pasado pertinente aparece en esas supuestas digresiones. Aprove-
chando plenamente la secuencia de tiempo de la forma de las memorias,
que narra los acontecimientos desde un punto posterior a su ocurrencia,
Arkadi como narrador obviamente conoce el desenlace de los episodios que
narra, pero su ingenua determinación de atenerse a "los hechos" como le
parecieron entonces le permite a Dostoievski conservar el elemento de sus-
penso del relato. Al mismo tiempo, Arkadi como narrador se permite ha-
cer evaluaciones de la conducta de Arkadi como personaje, y al final escri-
be: "De pronto he cobrado conciencia de que me he reeducado a mí mismo
mediante el proceso de recordar los hechos y escribirlos" (v. 13 , p. 417).
La trama principal incluye a Versílov y a Arkadi, por entonces de dieci-
nueve años, que acaba de llegar a vivir con su familia (Sofía, su madre
campesina, soltera, y su también ilegítima hermana, Liza). Arkadi lleva co-
sida en la chaqueta una carta que le fue confiada y que compromete a Ka-
terina Ajmakova, la bella viuda de un general y princesa por derecho pro-
pio . La carta solicita asesoramiento jurídico sobre mandar a su anciano
padre, el príncipe Sokolski, a una institución para personas ya seniles, y
Katerina teme que si él se entera de este documento le quitará su herencia.
Tanto Katerina como Versílov están en busca de esta carta y, con razón,
sospechan que Arkadi la posee o puede llevarlos a descubrir su paradero.
Por el libro corren otras dos subtramas, concerniente cada una a otro
hijo de Versílov. Una de ellas se centra en su hija legítima por su difunta
primera esposa, Anna Andréievna, quien tiene designios sobre el ya senil
príncipe Sokolski. El príncipe , enormemente rico , es un admirador ardien-
te mas, para entonces, totalmente inofensivo de la hermosura femenina , e,
indefenso, acaba siendo secuestrado por la mucho más joven Anna, quien
planea casarse con él para asegurarse el futuro. Una segunda subtrama en-
foca a la hermana de Arkadi, Liza, quien tiene un amorío con el joven prín-
cipe Sokolski y es embarazada por este vástago de una familia aristocrática,
hombre bien intencionado pero veleidoso y débil de carácter.
Todas estas tramas muestran el caos moral de la sociedad rusa, espe-
cialmente de su clase superior; cada una revela alguna infracción o violación
de la estructura familiar normal o del código moral que gobierna las rela-
ciones entre los sexos. Asimismo, cada subtrama pretende mostrar, como
es típico en Dostoievski, la significación de la principal por medio de mo-
dulación y contraste. Arkadi, quien se ha encaprichado locamente por la

N OTAS PARA EL A DOL ESCEN TE ~ 22 7


seductora Katerina y es asaltado por su deseo sexual, se ve tentado a com-
portarse como Anna Andréievna y a chantajear a la altiva Katerina a fin de
que se le entregue, a cambio de la carta. Versílov y los dos príncipes Sokol-
ski son similares en su debilidad por el bello sexo; sin embargo, Versílov,
pese a todas sus fallas personales, está dotado de una dimensión moral-fi-
losófica completamente fuera del alcance de los otros. También despilfarra
desdeñosamente el dinero, mientras que el viejo príncipe es parte de la
junta de varias compañías de acciones, y el más joven está en las garras del
inescrupuloso estafador y falsificador Stebelkov.
En el centro del libro se encuentra Arkadi, cuyos problemas han sido
interpretados por un comentador como debidos a una crisis de la puber-
tad.1 Alguna justificación de esta idea puede encontrarse en la observación
de Dostoievski de que había creado a su "adolescente" como alguien "man-
chado también por esa amplitud de criterio con que un alma aún casta ya
le permite conscientemente al vicio entrar en sus pensamientos ... en sueños
vergonzosos pero audaces y tempestuosos ... y, con todo esto, abandonado
a sus propios recursos y a su propio entendimiento, y sin embargo, desde
luego, también asistido por Dios" (v. 22, pp . 7-8). Arkadi está ciertamente
pasando por esa crisis, pero considerar este motivo como el principal es
sustituir la visión de Dostoievski por la de nuestra visión sexualmente hi-
perconsciente del siglo xx1. Más importante, a mi parecer, es advertir que
Arkadi queda abandonado "tan sólo a [sus] propios recursos" y no tiene a
nadie que lo guíe y le dé apoyos morales . Su sexualidad es física pero no
temáticamente primaria; es la manifestación biológica del desafío de la vida
a su sentido de los valores y su conciencia moral.
Con su mezcla de exasperación justificada y de ira apenas dominada,
su aspiración cuasi cómica y autoglorificadora al dominio y el poder, Arka-
di es una variación adolescente (y mucho menos elocuente) del hombre
del subsuelo. Es una figura conmovedora y agradable, no una persona gro-
tesca que esté encarnando uno u otro callejón sin salida de la ideología ra-
dical rusa. Resuelto a vivir como autoproclamado egoísta y a aislarse por
completo de la sociedad, espera amasar una fortuna y "volverse un Roths-
child". Habiendo escalado tales alturas financieras, obtendrá un poder ab-
soluto sobre el mundo entero - o, más bien, la "conciencia" de ese poder-.
Estas autoglorificadoras intenciones, inspiradas por El caballero codicioso

1
Horst-Jurgen Gerigk, Versuch über Dostoevslzij's '']ungling", Múnich, 1965.

228 ... UN NUEVO COMIENZO


de Pushkin, no son más que los lamentables ensueños compensadores de
un escolar pobre y abandonado que tuvo que velar por sí mismo emocio-
nalmente y fue constantemente humillado por la irregularidad de sus pa-
dres. Así, Dostoievski finca los impulsos "subterráneos" y la conducta de
Arkadi en un contexto sociopsicológico "filantrópico" que los hace com-
prensibles y perdonables. La dialéctica de amor-odio de Arkadi con el
mundo aparece como la expresión deformada de una personalidad joven
esencialmente franca y de elevados principios, pero vergonzosamente cen-
trada en sí misma.
Su inocencia juvenil nos es transmitida a la vez por el estilo entusiasta
e hiperbólico de su narración, así como, más obviamente, por numerosos
incidentes reveladores. Aunque decidido a ser un Rothschild, espontánea-
mente gasta sus ahorros para cuidar a una niña abandonada ante su puer-
ta. Perturbado por sus nacientes deseos sexuales, participa momentánea-
mente en el degradante pasatiempo de lanzar obscenidades contra niñas
indefensas en la calle, pero termina protegiendo a una joven que vigorosa-
mente abofetea a su compañero. Además, la expresión "ideológica" de su
egoísmo tiene asimismo un aspecto magnánimo. Arkadi desea llegar a ser
un Rothschild no porque evalúe el dinero por el dinero mismo , no porque
desee nadar en lujos y saciar íntegramente sus apetitos, sino tan sólo por la
sensación de poder que entrañaría su riqueza . El desventurado muchacho
imagina luego que está donando toda su enorme fortuna a la humanidad:
"Entonces, no por hastío, no por un cansancio sin objeto, sino porque ten-
go un deseo ilimitado de lo que es grandioso, donaré todos mis millones,
dejaré que la sociedad distribuya mi riqueza y yo . .. volveré a mezclarme
con la nada" (v. 13 , p. 76) .*
Dostoievski también tiene buen cuidado de indicar que Arkadi desea
alcanzar su meta financiera tan sólo por medios "honorables"; no se volve-
ría un usurero ni un prestamista para alcanzar la riqueza porque "la usura
y los préstamos son para la chusma" (p. 13, p . 69). En cambio , entrenaría su
cuerpo y su espíritu , viviría tan sólo de pan negro , de té y de un poco de
sopa y ahorraría la mitad de la modesta mesada que recibe de sus tutores.
De esta manera , se sometió a algo así "como la vida monástica y [ejecutó]

* Arkadi es aquí un paralelismo del hombre del subsuelo en su fase "sublime y hermosa",
cuando se imagina que "me volví multimillonario y al punto dediqué toda mi riqueza a mejorar
la especie humana ... y me iré , descalzo y hambriento, a predicar nuevas ideas y a infligir otro
Waterloo a los reaccionarios" (v. 5, p 133).

N OTAS PARA EL ADOLESCENTE .... 229


hazañas de autodisciplina monástica" (v. 13 , p . 67). Esa autodisciplina,
aun cuando esté al principio desencaminada, para Dostoievski siempre
puede convertirse en un auténtico deseo de autosacrificio en favor de una
meta más digna. La misma combinación de idealismo y de egoísmo también
puede verse en el padre de Arkadi, Versílov, aunque estos rasgos se mani-
fiestan en el mundano y refinado aristócrata de manera muy distinta que
en el turbulento adolescente .

Versílov es, con mucho , el personaje más interesante del libro , y después de
la primera parte Dostoievski no puede impedirle ocupar el centro de la es-
cena. Al comienzo se le presenta como un miembro típico de la generación
de los cuarenta, un caballero próspero y de nobles ideales, lleno de las ideas
"humanitarias" de su tiempo , lector de Polinha Sahs de A. V Druzhinin y del
Anton Goremyha (Antón el miserable), de D. V Griegoróvich. El primero de
estos libros , muy influido por el ]acques de George Sand, es una denuncia
de las coerciones de un matrimonio sin amor; el segundo muestra el mise-
rable destino del campesinado en los tiempos de la servidumbre. Sin em-
bargo, pese a sus avanzadas ideas, Versílov no tiene escrúpulos para seducir
a una desconcertada muchacha campesina a la que habían casado con un
marido mucho más viejo sin ninguna consideración por sus deseos.
Tales enredos, desde luego, eran de rutina entre los terratenientes ru-
sos, pero Arkadi sugiere una motivación más profunda que un momentá-
neo arranque de pasión. Estaban disponibles muchachas campesinas más
bonitas y complacientes, pero Versílov y su campesina estaban unidos por
un deseo más profundo que el simplemente sexual: un anhelo de cada uno
por los valores encarnados en el otro , y especialmente, en el caso de Versí-
lov, del arraigo sociorreligioso ruso que tan naturalmente formaba parte
del ser mismo de Sofía. Como comenta Arkadi, la conducta de su padre
"no sólo fue natural sino casi inevitable"; sin embargo, la continuidad del
nexo con Sofía distó mucho de ser ordinaria. "Pero amar a alguien por toda
la vida ... eso era demasiado. No puedo jurar que la amara, pero la arrastró
consigo el resto de su vida .. . eso es indudable" (v. 13 , p. 12).
Así, Versílov no la abandona por completo, pues se la lleva en sus via-
jes por Europa siempre que ella se mantenga atractiva; empero, su apego
no le impide abandonar la educación de Arkadi enteramente en manos de

230 .. UN NUEVO COM IENZO


desconocidos y dejar arteramente a Sofía librada a sus recursos cuando él
se encapricha por Katerina Ajmakova en Bad Ems. La pobre muchacha
rusa , incapaz de hablar una palabra de otro idioma , fue rescatada por la
"Tiíta" Tatiana Pávlovna , quien también vela por el bienestar de Arkadi y
en momentos cruciales de la vida de éste aparece para actuar como un sar-
cástico e irascible pero ilimitadamente generoso deus ex machina. El carác-
ter de Versílov siempre muestra esta misma mezcla de abstracta y noble
alteza de miras con una egolatría que pasa por encima de toda considera-
ción. Dostoievski ya había satirizado , un tanto afectuosamente, ese tipo de
personaje de los cuarenta en Los demonios (Stepan Trofímovich Verjoven-
ski), pero aquí evita la caricatura y antes bien subraya la seriedad y sinceri-
dad de las aspiraciones moral-culturales de Versílov
La actitud de Arkadi hacia Versílov en la parte l combina una admira-
ción secreta y un verdadero culto heroico a su brillante padre con un hostil
resentimiento y una quemante envidia. Una vez, llevado a una suntuosa
mansión de Moscú, tiene un atisbo de su padre desempeñando el papel de
Chatski en una función de teatro de aficionados : única vez que es admiti-
do en este elegante mundo de la clase alta durante todos sus años de soli-
taria y triste niñez. Al principio , había idealizado la radiante imagen de su
padre , entronizado en un ámbito distinto y superior, pero las hablillas que
oye acerca de él modifican por completo esta visión. Se rumora que Versílov
ha cometido las acciones más deshonrosas. Mientras todos creían que le
estaba haciendo la corte a Katerina, propuso matrimonio a su inválida hijas-
tra (quien después se envenenó) . Abofeteado por el joven príncipe Sokol-
ski como resultado de estos hechos, no se atrevió a retarlo a duelo . Arkadi
cae en la desesperación al ver así destruido a su ídolo. Al principio, el per-
sonaje Arkadi había soñado con ir a San Petersburgo a ayudar a Versílov a
luchar contra esa "calumnia" mediante el recurso de una carta que ha caído
en sus manos y que revela la verdadera conducta de Katerina. Sin embar-
go, después tiene que abandonar esa idea. El narrador Arkadi analiza la
razón de este cambio de idea, que ocurre no sólo por la desilusión del per-
sonaje Arkadi con su padre sino también por razones menos honorables.

Debo confesar que la carta cosida a mi bolsillo no sólo despertó en mí el apa-


sionado deseo de correr en ayuda de Versílov .. Tuve visiones de una mujer ...
una mujer orgullosa, aristocrática .. con la que yo me encontraría cara a cara.
Ella haría mofa de mí , me despreciaría como si yo fuera un ratón; nunca sos-

NOTAS PARA EL ADOLESCENTE ~ 231


pecharía que su futuro estaba en mis manos . .. Sí, yo odiaba a esa muj er, pero
ya la amaba como mi víctima [v. 13 , p. 63].

Mediante ese autoescrutinio, Arkadi finalmente llegará a comprender


(y a perdonar) la relación similar de amor-odio de Versílov con la irresisti-
ble Katerina.
Los sucesos de la parte 1 fueron planeados para cambiar la imagen
que Arkadi tenía de su padre, quien dista de ser simplemente el canalla que
ahora él cree que es. Aunque la conducta de Versílov revela su incapacidad
de librarse por completo de su halagüeño y complaciente interés en sí mis-
mo , la historia de la hijastra de Katerina en realidad redunda en su crédito.
Ella fue embarazada por el joven príncipe Sokolski, y Versílov, quien desde
entonces había estado cuidando al hijo de ella, había deseado salvar su re-
putación ofreciéndole matrimonio. Pero al hacer este beau geste hirió pro-
fundamente los sentimientos de la madre de Arkadi, cuyo consentimiento
pidió ... ¡y obtuvo! Otro incidente que lo coloca bajo una luz mucho más
favorable es su renuncia a una herencia después de haberla ganado en un
proceso de ley, porque Arkadi le enseña una carta en que se demuestra que
la fortuna estaba destinada al joven príncipe Sokolski. (¡Esta abundancia
de cartas es señal inconfundible de las dificultades de Dostoievski con su
trama!)
Arkadi queda abrumado ante esta prueba de la rectitud de Versílov y
de su desprecio al lucro indebido. Pero el cauteloso e inteligente Vasín,
unido al círculo de Dergachev, ofrece otra perspectiva de su conducta.
"Hay en esto mucho del 'héroe en su pedestal' - le dice agudamente a
Arkadi-. Alguna parte de la herencia , si no la mitad, bien pudo haber
sido para él , aun desde el punto de vista más escrupuloso. " Ese juicio en-
cuentra el apoyo de Tatiana Pávlovna , quien pone claro ante Arkadi que
"se había sentido horriblemente ofendida cuando toda [la herencia] fue
devuelta , y no sólo la mitad" (v. 13, p. 210). Y no le faltaban razones, ya
que es ella la que está manteniendo íntegramente a Versílov y a su familia
ilegítima, con sus ahorros personales. Como veremos, esa magnanimidad
hace que la familia vuelva a caer en la pobreza y a depender de la caridad
de un abnegado protector familiar. Así, cada hecho de Versílov es interna-
mente socavado por el deseo de estar siempre "sobre un pedestal".
Otro episodio importante de la parte 1 acentúa marcadamente este ras-
go, a la vez que hace más densa la atmósfera "filantrópica" del libro. La jo-

232 ... UN NUEVO COMIEN ZO


ven estudiante Olia, desesperadamente pobre pero educada, llega a San
Petersburgo con su madre y es impulsada al suicidio por las indignidades a
que se ve sometida (varios esfuerzos por comprar sus favores o por hacerla
caer en un burdel). Versílov comprende genuinamente su situación y acu-
de en su ayuda, pero cuando ella, histéricamente alterada empieza a sospe-
char que él va a traicionarla, Versílov no toma ninguna medida para disipar
sus sospechas. En cambio, se apresura a renunciar a la herencia. Expresan-
do su pesar por esta elección de prioridades tras la muerte de ella, Versílov
típicamente alega una moral autoprotectora: "No, nunca más me meteré ...
en 'buenas obras'" (v. 13, p. 148) Arkadi también se siente culpable por lo de
Olia porque, en un momento de amargura, habló despectivamente de Versí-
lov, diciendo que había tenido toda una camada de hijos ilegítimos. "Tales
palabras de un hijo acerca de su padre -reconoce tristemente- debieron
de haber confirmado todas sus sospechas acerca de Versílov y el hecho de
que la hubiera humillado." Pero la autocondena de Arkadi conduce a un
resultado opuesto: "No importa, ya pasará -se dice, consolándose-. Me
sobrepondré a esto haciendo alguna buena obra" (v. 13 , p. 162).
Todos estos incidentes presentan la perspectiva en continuo cambio
desde la que se ve a Versílov, la cual es simplemente el correlativo objetivo
de su propia incertidumbre interna e inestabilidad moral. El sentido más
claro del carácter de Versílov no se nos muestra en esos incidentes tan cui-
dadosamente dispuestos sino durante sus extensas conversaciones con
Arkadi. Si hay una circunstancia en que un personaje de Dostoievski cobra
vida, es cuando se le concede un monólogo, y los de Versílov se encuen-
tran entre los mejores pasajes de la novela. Sus conversaciones con Arkadi
en la parte I logran comunicarnos la mezcla de encanto, inteligencia y sen-
sibilidad mundana que lo hace tan atractivo. Pero también revelan una ac-
titud de desilusión, de innata incapacidad de tomarse a sí mismo (o a cual-
quier otra cosa) con incondicionada seriedad, lo que subraya su básica
falta de vigor moral.
Arkadi, ya conociéndolo mejor, comenta esta paralizadora disposición
interna de su padre. "Era positivamente encantador conmigo -escribe-
y siempre bromeaba, pero me habrían gustado más disputas y menos bro-
mas ... , [porque] había una marcada ironía de su parte" (v. 13, p . 18). Un
ejemplo típico aparece cuando Versílov habla por primera vez del marido
campesino de la madre de Arkadi con gran respeto, pero luego hace una
alusión risqué a sus canas. "Versílov hacía un muy maligno truco aristocrá-

NOTAS PARA EL ADOLESCENTE ~ 233


tico. Después de decir (cuando no podía evitarlo) algo particularmente in-
teligente y sutil, al punto soltaba, intencionalmente, algún dicho estúpi-
do ... Al oírlo, supondríamos que estaba hablando completamente en serio,
y todo el tiempo estaba posando, o riéndose" (v. 13, p. 109). La capacidad
de Dostoievski para transmitir tanto la sensibilidad de la visión de Versílov
como el giro defensivo de su autorreflexiva ironía es lo que salva muchas
de las escenas de El adolescente.
La historia de Versílov irá revelando gradualmente su incapacidad irre-
mediable de dominar las pasiones que se encuentran en la raíz misma de
su debilitador sentido de burla. Aunque es un hombre de "ideas", siempre
las considera desde una cierta distancia irónica; no penetran en toda su
personalidad hasta volverse "ideas-sentimientos". A este respecto, contras-
ta con el joven Kraft, cuyo suicidio pretende claramente mostrar lo que
ocurre cuando se socavan tan poderosas "ideas-sentimientos". Arka di se
encuentra con Kraft cuando va a visitar al grupo de Dergachev; pocos días
después, Kraft se suicida, por un motivo que sólo puede llamarse desespe-
ración patriótica. Se había convencido de que "los rusos son un pueblo de
segunda clase destinado ... a no desempeñar un papel independiente en la
historia de la humanidad", y esta idea ha anulado su deseo de trabajar por
"la causa común" (es decir, la labor de propaganda del grupo de Derga-
chev). Otros miembros intentaron persuadirlo de que aun sin fe en Rusia
podía trabajar "por el futuro pueblo desconocido que se formará de toda la
humanidad sin distinción de razas", pero Kraft está demasiado apegado
emocionalmente a Rusia para considerar esto siquiera posible (v. 13, pp.
44-45). La destrucción de su fe en un futuro glorioso para su pueblo, como
la destrucción de la fe de Kirillov en Cristo como el hombre-Dios en Los
demonios, conduce a una crisis de desesperación que termina en el suicidio
(aunque Kirillov creyera que su muerte tendría un significado positivo).
Una discusión entre Kraft y Arkadi ante el grupo de Dergachev expresa
específicamente la importancia de que los valores formen parte de una
"idea-sentimiento" que imbuya hasta su núcleo la personalidad, y la impo-
sibilidad de remplazar semejante "idea-sentimiento" por una noción tan
abstracta como un "futuro pueblo desconocido". Dostoievski está traspo-
niendo aquí, evidentemente, su propia fe en la necesidad humana de una
fe racional -específicamente una fe en Cristo como hombre-Dios y, por
tanto, una creencia en la inmortalidad y la resurrección- como único ba-
luarte seguro de los valores morales. Y por si quedara alguna duda al res-

234 ... UN N UEVO COM IENZO


pecto , indirectamente expone la analogía religiosa cuando Arkadi muestra
lo que significa hablar de una "idea-sentimiento". Narra la historia de un
general que perdió de pronto a dos hijas a quienes quería tiernamente, y
pocos meses después murió de pesar. "¿Qué podría haberlo salvado?
-pregunta Arkadi , con una ingenuidad cuidadosamente calculada por
Dostoievski-. La respuesta es ... un sentimiento de igual fuerza. Habría
habido que desenterrar a esas dos niñas y devolvérselas a él. .. eso es todo
lo que habría podido hacerse, o algo parecido" (v. 13 , pp 46-47). Ningunas
consideraciones racionales ("todos somos mortales") sirvieron de nada
para mitigar su dolor, pero "un sentimiento de igual fuerza" habría podido
derivarse de una esperanza inspirada por una fe en la inmortalidad y la
resurrección. La imposibilidad física de desenterrar a las dos niñas preten-
de, sin duda, sugerir la posibilidad de una reunión última, arraigada en
una antiquísima fe religiosa.
El ataque a Kraft por otros miembros del círculo de Dergachev también
inspira a Arkadi a saltar en su defensa, en un arranque largo y apasionado .
Pues así como Kraft está en poder de una "idea-sentimiento" acerca de Ru-
sia, así también Arkadi tiene la suya propia de convertirse en un Roth-
schild; ningún argumento abstracto puede alterar los resentimientos de su
ego, en que tiene sus raíces esta "idea-sentimiento". Arkadi está en busca
de un nuevo ideal, de una nueva fe que pueda ayudarlo a superar su abru-
madora sed de venganza y de poder, pero en sus interlocutores sólo ve la
exigencia de que rinda toda su individualidad . Su diatriba ha sido frecuen-
temente comparada con la del hombre del subsuelo, quien expresó una
autoafirmación similarmente apasionada y egoísta contra un mundo socia-
lista, que Arkadi imagina que consiste en "barracas , comunas, stricte néces-
saire, ateísmo y esposas comunes sin hijos" (v. 13 , p. 50). El anacrónico
ataque de Arkadi probablemente pretendía ilustrar una vez más su endure-
cimiento, y tal vez provocara una sonrisa tolerante de los lectores bien en-
terados de No tas de la Pat1ia.
Pero Arkadi también defiende su propio egoísmo con un argumento
más apropiado, uno que va directamente contra la negativa populista a re-
conocer la "idea-sentimiento" de la fe religiosa. "¿Por qué había de impor-
tarme lo que le ocurra a esa humanidad de ustedes dentro de mil años, si
todo lo que ustedes me conceden , según sus reglas, no es amor, no es vida
después de la muerte , no es la posibilidad de ser noble y sacrificarse7" Vol-
viendo a la carga, poco después invoca la visión apocalíptica de la Tierra

NOTAS PARA EL ADOLESCENTE ... 235


convirtiéndose en un planeta frío en el que -según las conclusiones de la
recién descubierta y muy popularizada segunda ley de la termodinámica-
la vida humana se desvanecerá por completo. Grita Arkadi: "¿Y por qué he
de estar obligado a amar a mi prójimo, o a esa futura humanidad de uste-
des, a la que jamás veré, que jamás sabrá nada de mí y que a su vez des-
aparecerá sin dejar huella (en esto, el tiempo no cuenta nada) cuando la
Tierra, a su vez, se haya cambiado en un iceberg y haya volado al vacío con
una multitud infinita de otros icebergs similares?" (v. 13, pp. 48-49). Una
vida sin la perspectiva de la eternidad puede, así, anular el deseo de ser
"noble y sacrificarse" en el presente. Aquí, Arkadi enfoca precisamente la
dedicación a un ideal sin ninguna esperanza de esta clase. ¿De dónde se
derivarán las "ideas-sentimientos" necesarias para apoyarlo? Los lectores
populistas de Dostoievski quedaron así informados de que unos valores
altruistas simplemente seculares no bastaban para sostenerlos indefinida-
mente y que ellos, como Kraft, podían llegar al límite de la desesperación.

Los encuentros entre Arkadi y Versílov en la parte 1 son conmovedores y


efectivos porque brotan de la relación básica padre-hijo y no están defor-
mados aún por las complicaciones de la intriga. La trama empieza a predo-
minar en la segunda sección, que ocurre al cabo de dos meses. En el inter-
valo, Arkadi se ha transformado en un elegante dandi mundano, y en una
serie de aventuras picarescas se lanza al torbellino de la vida social con una
avidez intensificada por su anterior exclusión. Su patrocinador en esa
transformación es el joven príncipe Sokolski, en cuyo departamento vive y
quien lo provee muy generosamente de fondos (y, cree Arkadi, por pura
generosidad y amistad).
"¿Por qué todas esas dolorosas laceraciones, mi solitaria y triste niñez,
mis locos sueños bajo mis cobijas, mis votos, mis cálculos, hasta mí 'idea'?
-se pregunta Arkadi-. Yo imaginé e inventé todo eso, y ahora resulta
que el mundo no es así" (v. 13, p . 164). Pero resulta que el mundo tampoco
es tan color de rosa como ahora lo cree el deslumbrado Arkadi. De hecho,
experimenta una desilusión tras otra, y éstas se vuelven tan severas que se
ve poseído por el impulso destructor de incendiar el mundo entero.
Todas las desventuras de Arkadi en esta segunda parte pueden consi-

236 ... UN NUEVO COMIENZO


derase como una exposición de lo que Dostoievski llama "el destino ruso
común" (v. 13 , p. 247) . Esta frase la utiliza el joven príncipe Sokolski para
describir su propio carácter, pero en realidad se aplica, asimismo, a todas
las otras figuras de la clase alta. En mayor o menor grado, todas ellas exhi-
ben la incorregible impotencia moral del príncipe, que se desintegra bajo
una presión extrema para quedar como una personalidad patológicamente
escindida. "No, no conoces mi naturaleza - le dice a Arkadi- , o bien hay
algo que no conozco yo mismo, porque parece que yo tengo más de una
naturaleza ." El joven príncipe alimenta los más altos conceptos de su obli-
gación de mantener las más rígidas normas de honor personal; sin embargo,
él es culpable de la conducta más despreciable y desleal, y viola continua-
mente sus propios principios. Cuando Arkadi, en plena euforia de hombre
de mundo, es acusado de hacer trampa en una elegante casa de juego, su
supuesto amigo se niega a reconocer siquiera su existencia. Arkadi se ente-
ra del secreto de su conexión cuando descubre que el príncipe Serguéi ha
embarazado a su hermana Liza (así como el príncipe lo había hecho con la
inválida hijastra de Katerina). Su "amistad" con el príncipe, cuya generosi-
dad permite a Arkadi satisfacer su afán de mezclarse con la sociedad más
aristocrática, bien puede ser interpretada como una manera de capitalizar el
deshonor de su hermana, y estalla en lágrimas y sollozos cuando se entera
de lo que de él sospechan. El príncipe, enredado en un plan de falsifica-
ción de acciones con Stebelkov, finalmente hace acopio del valor suficiente
para escribir una confesión; empero, estando en la cárcel por simples celos
por Liza, denuncia ante las autoridades al grupo de Dergachev ... , hecho
que, significativamente, todos los demás personajes consideran el nadir de
la infamia .
El mismo "destino ruso" proyecta su sombra sobre Katerina, a quien
Dostoievski no logra caracterizar de manera memorable . Sigue siendo la
figura un tanto indistinta de una bella mujer de sociedad que anhela vaga-
mente una vida que tenga mayor sentido y que está tristemente enredada
en una red de circunstancias sórdidas. Su interés en Arkadi no es completa-
mente calculador y mercenario; encuentra en él una frescura y una inge-
nuidad de las que carece su ambiente mundano. Y sin embargo, no puede
resistir a la tentación de valerse de sus encantos para tratar de descubrir el
paradero de la carta comprometedora, en poder de su fascinado admira-
dor. Una de las grandes escenas de Katerina es un rendez-vous con Arkadi,
que despierta las más fervientes esperanzas de éste y lo lleva a mostrar

NOTAS PARA EL ADOLESCENTE ~ 237


todo el juvenil ardor de su pasión. Pero, como se entera por Versílov, Kate-
rina había planeado que alguien oyese en secreto sus palabras, y esta reve-
lación asesta un golpe abrumador a sus pretensiones amorosas. Sin embar-
go, el hecho de que Katerina haya traicionado su confianza no destruye la
fe de Arkadi en su integridad moral. Más bien cobra una creciente con-
ciencia de la complejidad de la motivación humana, conocimiento que tie-
ne la sinceridad de aplicárselo a sí mismo. "Bueno, yo le había dicho una
mentira -se recuerda, haciendo referencia a que le aseguró que la carta
comprometedora había sido quemada-. Yo la había engañado porque
tampoco eso pudo evitarse, y mentí inocentemente, contra mi voluntad"
(v. 13, p. 226). El resultado es que Arkadi se siente cada vez menos incli-
nado a juzgar dura y perentoriamente a los demás, y la presión emocional
de sus resentimientos va disipándose gradualmente al darse cuenta de su
propia falibilidad.
Ninguna de estas desilusiones es tan grave como la que ocurre en rela-
ción con Versílov, cuya elevación de espíritu hace tanto más perturbadora
e inquietante su vulnerabilidad al "destino ruso". Al comienzo de la parte
Il, se le presenta como portavoz de las ideas más elevadas, como un hom-
bre profundamente preocupado por los problemas más decisivos de su
época, pero su sabiduría y su visión siempre están teñidas por una sensa-
ción de impotencia. Impugnando altivamente el "materialismo" del mundo
moderno, le predice a Arkadi que la sociedad finalmente se desplomará en
una "bancarrota general", lo que conducirá a una guerra de clases entre
"los mendigos" y los "accionistas y acreedores". Cuando Arkadi pregunta
ansiosamente qué puede hacerse ante esta aterradora perspectiva, sólo le
responde que "no hacer nada es siempre lo mejor. La conciencia se queda
tranquila, sabiendo que no se ha participado en nada" (v. 13, p. 172).
De manera similar, Arkadi no puede encontrar una guía moral positiva
en las ideas generales de Versílov acerca de la naturaleza humana y de la
vida humana, algunas de las cuales ya se han citado en el capítulo anterior.
"Amar al prójimo y no despreciarlo es imposible", le dice a su hijo, aña-
diendo que "el amor a la humanidad debe interpretarse como amor a esa
humanidad que tú mismo has creado en tu alma (en otras palabras, te has
creado a ti mismo y tu amor es a ti mismo), y que, por consiguiente, nunca
será una realidad" (v. 13, pp. 174-175). Pero esas palabras tan decepcionan-
tes son contrarrestadas por otro diálogo, en que Versílov le dice a Arkadi
que "convertir las piedras en panes . . . es un gran pensamiento", pero "no

238 ... UN NU EVO COMIENZO


es el más grande". Pues "los hombres quedarán satisfechos y olvidarán" y
entonces preguntarán: "Bueno, ya tuve suficiente, y ¿qué puedo hacer aho-
ra?" La cuestión del significado de la vida y del destino último de la huma-
nidad trasciende la cuestión de la satisfacción de necesidades materiales,
pero a la pregunta ¿qué haré ahora?, no puede Versílov darle respuesta
(id.). Sus frases contienen siempre esta mezcla de misantropía y de aspira-
ción exaltada.
Al desarrollarse la intriga de la parte 11, estos aspectos opuestos de Ver-
sílov ya no son divulgados por medio de diálogos moral-filosóficos sino
presentados en la acción dramática. Su personalidad escindida aparece
ahora en forma de caprichos triviales (como su insensato acto de desafiar a
duelo al joven príncipe y luego retirar el reto, una hora después) o como
una sombría confabulación contra su propio hijo. Cuando el muchacho le
confía el secreto de su pasión por Katerina, su padre le pide abrirle por
completo el corazón; no obstante, sólo alienta las efusiones de Arkadi con
la esperanza de obtener información acerca de la carta para emplearla con-
tra Katerina.
La escena ocurre en la misma atmósfera siniestra y sombría (una taber-
na de mala muerte) que antes había simbolizado el profundo malestar mo-
ral que corroía a Svidrigailov en Crimen y castigo. "Lo que los rodeaba, el
aria de la locura de Lucía, los camareros en sus atuendos rusos indecente-
mente sucios, el humo de tabaco barato, los gritos que llegaban de la sala
de billar. . . todo es tan vulgar y prosaico -como lo comenta Versílov-,
que raya en lo fantástico" (v. 13, p. 222). Sin embargo, lo que era apropia-
do para el cínico y vicioso Svidrigailov parece forzado y excesivo para el
débil pero idealista Versílov. Dostoievski lucha, sin lograrlo, por dar algún
significado profundo a esta escena, ayudándose con Otelo, pero el resulta-
do es que, aprovechando lo que ahora sabe por Arkadi, Versílov le escribe
a Katerina una carta insultante en que le pide no "seducir" a un muchacho
inocente para sus sórdidos fines. De esta manera, Arkadi es humillado y
traicionado por su padre a los ojos de la mujer que adora.
En gran medida la parte 11 es viciada por similares intentos de inflar el
material bastante pobre de la intriga por varios medios (tales como las alu-
siones a Shakespeare). Hay algunas páginas divertidas en que aparece el
misterioso tunante Sebelkov, a quien le gusta hablar con acertijos, así como
las divagaciones del viejo príncipe Sokolski. Dostoievski logra hacer sonar
una nota más impresionante sólo cuando Arkadi se remonta a su niñez en

NOTAS PARA EL ADOLESCENTE ~ 239


un sueño en que recuerda la única visita de su madre campesina a su es-
cuela para jóvenes de la nobleza. Consciente ahora de su baja posición so-
cial por obra de un brutal maltrato, el pobre y abandonado niño ha llegado
a internalizar las normas del esnobismo de la clase culpable de su discrimi-
nación. Cuando llega su madre, él la recibe fríamente, avergonzado de ver-
la tan humilde y tan torpe, así como de su atuendo y comportamiento,
propios de la clase baja. La "educación" de Arkadi ha secado las fuentes de
las emociones más naturales e instintivas, y por ello no puede responder al
amor de su madre a causa de su rebajamiento servil ante sus condiscípulos
de clase superior. Solamente seis meses después, cuando el recuerdo de la
visita de su madre había vuelto súbitamente a él, la dolorosa soledad de
Arkadi triunfa momentáneamente sobre la barrera del prejuicio de clase .
Al encontrar el desteñido pañuelo de algodón azul en que su madre había
envuelto unas monedas para dejárselas, él, de pronto abrumado por el pe-
sar y el arrepentimiento, besa el recuerdo, mientras yace sollozando en la
cama. Todo el auténtico patetismo de su situación humana es derramado
en esta escena. Y al colocarla cerca del final de la segunda parte , Dostoiev-
ski indica que Arkadi ha empezado ahora no sólo a reaccionar amargamen-
te contra su pasado sino también a superar las lesiones que éste había deja-
do sobre su psique vulnerada.

Al término de la parte II, Arkadi ya está listo para la gran transformación


de su personalidad que será la recompensa por todos sus sufrimientos. Esa
transformación es el resultado de que finalmente se haya encontrado con
una de las tres figuras positivas que hay en el libro (las otras dos son la
madre de Arkadi y Tatiana Pávlovna). La más importante , con mucho, es
la del padre "legal" cuyo nombre él lleva, el campesino Makar Ivánovich
Dolgoruki, único personaje campesino de alguna importancia en las nove-
las de Dostoievski (excluyendo a los reos campesinos de la semidocumental
La casa de los muertos). Su inclusión puede atribuirse , sin duda, a un deseo
de hacer capital literario a partir de la idealización populista del campesi-
nado, así como , desde luego , a un afán de competir con el Platón Karataev
de Tolstoi en La guerra y la paz. Mientras que los consejos de Versílov a
Arkadi han sido los de un hombre que, en el fondo, no cree en sus propias
convicciones , Makar posee una tranquila certidumbre que Arkadi nunca

240 ... UN N U EVO CO MI ENZO


ha encontrado. El "viandante" religioso es pintado como una persona de
gran dignidad y pureza de corazón, que no guarda rencor a Versílov ni a
su esposa infiel. Por el contrario, está lleno de una amorosa preocupación
por el bienestar de ella y ha tomado medidas para garantizar la seguridad
financiera de Sofía después de su propia muerte. Nada podría contrastar
más marcadamente con los motivos y maquinaciones de los personajes
"educados", que son incapaces de superar las diversas ambiciones egoístas
que determinan toda su conducta. A mayor abundamiento, las palabras
del viejo, que aguarda la muerte con calma, alegre serenidad de espíritu y
fe inquebrantable en la promesa de Cristo , le dan a Arkadi la inspiración
moral que en vano había buscado durante toda su vida.
En Makar encuentra Arkadi encamada una convicción firme de la bon-
dad última de la creación de Dios y un profundo sentido de admiración
y reverencia ante el misterio trascendente de la existencia humana y de
la vida después de la muerte. "Ya sea que el pajarito esté cantando, o toda la
multitud de estrellas brille por la noche en el cielo, el misterio es uno,
siempre el mismo . Y el mayor misterio de todos es el que aguarda al alma
del hombre en el mundo del más allá" (v. 13, p. 287). Como es habitual en
Dostoievski, la extática celebración de Makar por la belleza de la vida, pro-
cede de una conciencia obsesionada por la muerte. Pero la muerte, para él,
no es la quemante angustia de desesperación pintada en El idiota en un
personaje como lppolit Terentiev, escéptico en materia de religión. Es, más
bien, la realización natural de una vida dedicada a Dios, una vida contra
cuya terminación sería "pecado" protestar y que se mantendrá en contacto
con el mundo de los vivos. "Podéis olvidarme, queridos -dice-, pero yo
os amaré desde la tumba. " Después de esta afirmación es cuando Arkadi,
profundamente impresionado, le dice: "No hay 'decoro' en ellos ... No los
seguiré. No sé adónde voy. Iré contigo" (v. 13, pp. 290-291) . Tanto Arkadi
como Makar se encuentran en un estado febril y un tanto histérico durante
este diálogo, y su debilitamiento añade una verosimilitud psicológica a sus
palabras rapsódicas. Aunque la resolución de Arkadi "de seguir" a Makar y
posiblemente volverse "un viandante" no debe tomarse, obviamente , en
sentido literal, la impresión que deja Makar nunca se olvidará.
Dostoievski logra hacer de Makar una figura conmovedora y creíble
pese a la obvia idealización y a su deseo manifiesto de ilustrar la conexión
indestructible que hay en el alma del campesino ruso entre la fe cristiana y
las virtudes que tanto admiraban los populistas. Este objetivo aparece con

NOTAS PARA EL ADOLESCEN TE ~ 241


la mayor claridad cuando Arkadi, como joven bien enterado, decide discu-
tir con él en favor del "moderno" énfasis secular en "buenas obras". "Le
pinté un cuadro de la labor útil del hombre de ciencia, del médico, de
cualquier amigo de la humanidad, y provoqué en él un verdadero entu-
siasmo ... '¡Así es, querido, así es! -dijo Makar-. ¡Dios te bendiga, son
ciertos tus pensamientos!"' (v. 13, p. 311).
Vemos así que Makar está enteramente en favor de trabajar para aliviar
los males de la sociedad humana, pero él añade que la vida del "desierto",
la vida de un ermitaño cristiano o de un asceta inspirado por la fe , también
es necesaria. Sin ese ideal, hasta los amigos de la humanidad "olvidarán su
gran labor y se dejarán absorber por cosas mezquinas". Entonces, sus pala-
bras se elevan hasta una visión del paraíso terrenal que podría ser creado
por el cumplimiento de las palabras de Cristo: "Ve y da todo lo que tengas
a los pobres y vuélvete servidor de todos ... y ya no habrá más pesar ni
suspiros, nada sino un paraíso incomparable". Arkadi, entusiasmado, le
dice que está predicando el "comunismo absoluto": observación que ilus-
tra la ingenuidad de Arkadi pero que también le permite a Dostoievski in-
dicar la similitud de sus propias ideas sociales (tal como son expresadas
mediante Makar) con las de los populistas radicales (id.).
Las conversaciones de Arkadi con Makar corren por los cinco primeros
capítulos de la parte Ill y ofrecen un comentario a los discursos de Versílov
al comienzo de la parte II. Esto es evidente en los cuentos de Makar acerca
de Piotr Valerianovich, el noble culto que vivió en el desierto con los mon-
jes pero que no pudo someter su "entendimiento". Estos cuentos preten-
den iluminar la lucha interna de Versílov y también referirse, en términos
más generales , a la agitación moral que había entre la clase educada rusa.
"'Era un hombre de vida pura y elevadas ideas', pronunció de manera im-
presionante el viejo, 'y no era un infiel. Había una nube en su mente , y su
corazón no estaba en paz. Muchos de tales hombres han salido en estos
días de las filas de los gentiles y los cultos"', dice Makar; a lo que responde
Arkadi: "Me gusta su Piotr Valerianovich. No es un hombre de paja, sino
una persona real, como un hombre cercano y bien conocido de nosotros
dos" (v. 13, p. 289).
Las escenas nos pintan el majestuoso descenso de Makar a una muerte
digna, alternado con el desenvolvimiento de la intriga a través de la que se
le presenta a Arkadi su mayor tentación. Lamben , ex condiscípulo de
Arkadi, finalmente hace su aparición para servir como su Mefistófeles. Si

242 ... UN NUEVO COMI EN ZO


Dostoievski logra hacer de Makar un personaje creíble de cierta profundi-
dad espiritual, la figura de Lambert y de su amante francesa, Alphonsine,
que declama largas tiradas en francés en un estilo histriónico, son pura
caricatura. Lo mismo puede decirse de los dos cómplices de Lambert, los
pícaros Trishatov y Andreev (a este último lo llaman le grand dadais), que
son el mismo tipo grotesco de varios personajes menores de El idiota pero
que carecen de su penoso cinismo . Dostoievski dota a Trishatov, joven aris-
tócrata corrompido , de un amor a la música y a la literatura, y el culto ré-
probo, penitente en su fuero interno anima la escena exhibiendo a Arkadi
su alma atormentada , con versiones amañadas de The Old Curiosity Shop
[La tienda de antigüedades] y de Fausto. Andreev, en cambio , se niega a lavar-
se "por pura desesperación", cree que "no hay necesidad de hacer el bien o
el mal, pues todo es igual", y finalmente se mata, fuera de la escena (v. 13 ,
p . 35 1). Así, Dostoievski toca variaciones sobre sus principales temas en
esta clave cómicamente absurda, y estas dos figuras - especialmente Tris-
hatov, especie de cuasidoble de Arkadi - revelan las profundidades de ini-
quidad y de desesperación en las que puede hundirse el adolescente.
Las alusiones de Trishatov a The Old Cwiosity Shop y a Fausto introdu-
cen asimismo una nota simbólica más profunda que es empleada para ha-
cernos barruntar el punto culminante del libro : el discurso final de Versí-
lov. Reescribe la célebre escena en que la pequeña Nell, al despertar por la
mañana , entra en el cementerio de la iglesia del pueblo en que ella y su
abuelo habían encontrado finalmente la tranquilidad; la humilde iglesia de
aldea de Dickens se convierte en "una catedral gótica medieval", en que el
sol no está saliendo, sino poniéndose. Y en esta versión, la pequeña Nell
no encuentra una sensación de quietud ni de serenidad , como en Dickens;
más bien "permanece allí de pie, contemplando la puesta de sol con un
manso y pensativo arrobo en su alma infantil, en su alma asombrada , por
decirlo así, como si se encontrara ante un tipo de enigma: el sol como la
idea de Dios, y la catedral como la idea del hombre" (v. 13, p. 353) . Lo que
en Dickens había sido simplemente un cuadro consolador se convierte
para Dostoievski, como lo ha observado A. S. Dolinin, en una visión del
enigma de la relación de Dios con el hombre, anticipándose, una vez más,
a su siguiente novela .2
Y algo de la misma anticipación puede verse cuando , en sus divagacio-

2
A. S. Dolinin , Poslednie Romani Dostoevskogo, Moscú / Leningrado, 1967, pp. 182-184 .

NOTAS PARA EL ADOLESCENTE ... 243


nes de ebrio, Trishatov habla de su plan de escribir una ópera con el tema
de Fausto. Mefistófeles es presentado despertando recuerdos de la niñez de
la angustiada Gretchen, quien ha perdido su inocencia por culpa de Faus-
to, y estos tormentos se transforman en "la canción de Satanás", cantada
con alta voz de tenor que "sigue ascendiendo y penetra cada vez más pro-
funda y agudamente en su alma, hasta acabar con el grito: 'Todo ha termi-
nado, estás maldita. "' Pero, tras la breve plegaria de Gretchen pidiendo
perdón, cae desmayada mientras "el coro atruena, en una especie de estré-
pito de voces, inspirado , triunfante, abrumador ... y todo se conmueve
hasta sus cimientos y termina con un grito universal, extático y exuberante
de 'HosAna' que resuena, por decirlo así , por todo el universo , y Gretchen
es sacada de la escena mientras cae el telón" (v. 13, pp. 352-353). Nada de
esto se encuentra en Goethe, y la salvación de Gretchen, que derrota a Sata-
nás, se convierte en un acontecimiento casi cosmogónico en que interviene
todo el universo.
Las improvisaciones de Trishatov sólo nos ofrecen un momentáneo
respiro del desenvolvimiento de la trama. Lamben ha sido siempre el epí-
tome de la carnalidad implacable y desvergonzada, y su llegada despierta
lascivos anhelos de Arkadi, con el plan de hacerle chantaje sexual a Kateri-
na por medio de la carta. Esta tentación aparece en primer término en un
sueño febril que representa uno de los raros empleos del subconsciente en
Dostoievski para expresar el deseo sexual. "El toque de sus manos me cau-
só un aterrador estremecimiento por todo el cuerpo, y puse mis labios en
sus insolentes labios carmesí que me invitaban, temblando de risa" (v. 13,
p. 306). Dividido entre la "decencia" y la más pura lujuria, Arkadi se en-
cuentra expuesto a toda la gama del conflicto de los opuestos que constitu-
ye "el destino ruso".
"Siempre ha sido un misterio -escribe desde su posición aventajada
de narrador-, y me he maravillado mil veces ante esa facultad del hombre
(y del ruso, creo yo, más especialmente) de acariciar en su alma el ideal
más elevado, al lado de la más abyecta bajeza , y todo ello con la mayor
sinceridad" (v. 13, p. 307) . Ahora, la situación de Arkadi es muy similar a
la de su padre en su inextricable enredo de sentimientos de amor-odio ha-
cia Katerina como diosa y tentadora . El reconocimiento de esta identidad
le permite comprender y dominar emocionalmente los acontecimientos
que constituyen el clímax del libro como en furiosa cascada.

244 ... UN NUEVO COMIENZO


7

Estas páginas finales contienen una extensa confesión de Versílov que es el


punto culminante de la novela. La muerte de Makar lvánovich transfigura
temporalmente la personalidad de Versílov, y, en un súbito arranque de
auténtica sinceridad, finalmente éste le revela a Arkadi la "idea" que ha
sido la inspiración de toda su vida . Para expresar esta "idea", que en reali-
dad es una "visión", Dostoievski recurre a sus archivos inéditos y utiliza el
mito de la Edad de Oro, inicialmente destinado a los capítulos no publica-
dos de la confesión de Stavroguin. Sin embargo, en este nuevo contexto
adquiere un significado enteramente distinto. Stavroguin había soñado con
la Edad de Oro pese a su incredulidad racional en alguna distinción entre
el bien y el mal, y el sueño revela que no puede liberarse de una abruma-
dora sensación de culpa y de odio a sí mismo. La versión de Versílov no es
moral-psicológica, sino histórico-filosófica; ilustra las ideas del propio
Dostoievski acerca del futuro de la civilización europea y su relación con
Rusia. Además, en la estructura ideológica de El adolescente, la fantasía de
Versílov corre paralela a la de Makar y pretende complementarla, revelan-
do así la esencial unidad del espíritu ruso. Pues Versílov proyecta, en los
términos de la historia europea, lo que Makar expresa en los términos de la
religiosidad apocalíptica rusa.
Su sueño evoca "un rincón del archipiélago griego ... azules, sonrientes
olas, islas y rocas, riberas floridas ... Allí estaba el paraíso terrenal del hom-
bre" . La inocente belleza de esta visión, "cuando los dioses descendieron
de los cielos y se hicieron como los hombres" , llena su corazón de "el amor
por toda la humanidad"; éste fue "el primer día de la civilización europea" ,
civilización cuya flor más bella fue precisamente "El amor por toda la hu-
manidad" que trae lágrimas de ternura absoluta a los ojos de Versílov. "¡Oh,
allí vivió una raza espléndida! Se levantaban y se tendían a dormir felices e
inocentes. Los bosques y las praderas estaban llenos de sus canciones y
voces gozosas. La riqueza de su fuerza intacta se dedicaba a la más sencilla
alegría y amor". Pero cuando termina el sueño, se ve de vuelta en el torbe-
llino de la historia: "El primer día de la civilización europea que había visto
en mi sueño se transformó para mí, instantáneamente al despertar, en el
sol poniente del último día de la civilización. Me pareció oír el toque a
muerte sonando en esos días sobre Europa" (v. 13, p. 375)
Lo que hizo sonar este toque a muerte fue la reciente guerra franco-pru -

NOTAS PARA EL ADOLESCENTE ~ 245


siana, el establecimiento temporal de la Comuna de París y el inmediato
incendio de las Tullerías, siguiente paso en la lucha por el dominio de la
ciudad. En medio del caos general, fue sólo él, un "europeo ruso", el que
no pudo reconciliarse con este desplome final.

Como portador de la más alta cultura rusa, no pude aceptarlo, pues el más
elevado pensamiento ruso es la reconciliación de las ideas, y ¿quién había en
todo el mundo que pudiera comprender por entonces ese pensamiento? ...
¡Oh, para los rusos todas esas piedras extranjeras, todas las maravillas del di-
vino mundo antiguo, todas esas reliquias de milagros sagrados son inaprecia-
bles, y aún más inapreciables para nosotros que para quienes viven allí!

En un pasaje muy audaz para su época, cuando hasta la opinión liberal


rusa consideraba una abominación la destrucción de las Tullerías, Dostoiev-
ski no vaciló en darle una justificación parcial como la consecuencia com-
prensible de las injusticias flagrantes de la sociedad europea. "Sólo yo entre
los incendiarios -declara Versílov- habría podido decirles, en su cara,
que prender fuego a las Tullerías era un error. Sólo yo entre todos los reac-
cionarios conservadores habría podido decirles a quienes se inclinaban a la
venganza que lo que había ocurrido en las Tullerías, aunque era un cri-
men, no dejaba de ser lógico" (v. 13, pp. 375-376).
Así como Makar lvánovich había deambulado por Rusia como pere-
grino religioso, también recuerda haber sido "un viandante solitario" por
Europa. Como Makar, también Versílov estaba predicando la realización
del reino del amor y el advenimiento del Reino de Dios. "No puedo dejar
de respetar mi posición de noble ruso -declara-. Entre nosotros se ha
creado, a través de las épocas, un tipo de la más elevada cultura, nunca
visto antes y que no existe en ningún otro lugar del mundo: un tipo de
compasión universal para todos. " Este tipo de noble ruso es un prototipo
del "hombre del futuro", y su función consiste precisamente en trascender
las diferencias nacionales de carácter destructivo: "En Francia soy fran-
cés, con un alemán soy alemán, con los antiguos griegos soy griego, y
por eso mismo soy típicamente ruso" (v. 13 , pp. 376-377). Así, el europeo
ruso cumple con las órdenes del amor cristiano al nivel de la historia ; la
ley de su ser es ser más profundamente él mismo mostrando total abnega-
ción para con los demás. El peregrino-campesino ruso Makar y el euro-
peo ruso Versílov, inspirado cada uno por su propia forma de la promesa

246 ... UN NUEVO COM IENZO


cristiana, están así unidos en su servicio a esta visión de una nueva Edad
de Oro cristiana.
A pesar de todo, lo que sigue separándolos queda captado en la nota-
ble evocación que hace Versílov de un mundo ateo privado de fe en un
Cristo divino ... un mundo que es el resultado final del inexorable proceso
de autodestrucción europeo.

La gran idea de antaño los ha abandonado, la gran fu ente de fu erza que hasta
entonces los había alimentado y caldeado se estaba desvaneciendo como una
majestuosa puesta de sol en el cuadro de Claude Lorrain ... La gran idea de la
inmortalidad se habría desvanecido, y ellos tendrían que ocupar su lugar con
algo , y toda la riqueza del amor derramada antaño sobre Él, que era inmortal,
se convertiría en el conjunto de la naturaleza, en el mundo, en el hombre, en
cada brizna de hierba.

El resultado habría sido, a su manera , una Edad de Oro , pero brotada


de un amor profano en lugar de un amor sagrado . "Los hombres , abando-
nados , habrían empezado a unirse más íntima y amorosamente; se toma-
rían de las manos, comprendiendo que a partir de ahora ya no contaban
sino con ellos mismos" (v. 13 , pp. 378-379). Versílov puede intuir tanto la
belleza como el patetismo de esta fase última de la civilización europea
porque también él ha sido tocado por el virus del ateísmo y se ha vuelto
incapaz de volver a la fe del pueblo ruso.
Intuye así que la Edad de Oro profana que contempla un mundo sin
inmortalidad, estaría invadida por un doloroso sentido de tristeza y amar-
gura. "Al despertar, ellos [la humanidad] se apresurarían a besarse unos a
otros , ansiosos de amor, sabiendo que los días son breves y que eso es todo
lo que les queda ... Oh, se apresurarían a amar, a sofocar el gran pesar de
sus corazones ... Al reunirse, se mirarían unos a otros con miradas profun-
das y pensativas, y en sus ojos habría amor y pena" (v. 13, p. 379). Si el
carácter de Versílov aparece como desgarrado por la ironía, la duda de sí
mismo y la melancolía, el de Makar aparece vitalizado por una gozosa sere-
nidad y una alegría infantil, incluso en presencia de la muerte. El secreto de
la tranquilidad de Makar es su fe en la bondad de Dios - fe expresada
de una manera que recuerda el panteísmo cristiano de san Francisco de
Asís- y su fe en la inmortalidad, en una vida más allá de la tumba. Este
hincapié en el "pesar" de un mundo sin Dios -hasta de un mundo que

N OTAS PA RA EL ADOLESCENTE ~ 247


realiza, en sus propias condiciones, el ideal cristiano del amor mutuo- es
la respuesta artística de Dostoievski a los más sublimes ideales seculares
del socialismo , a los que por entonces había identificado con toda la civili-
zación occidental.
Por fin, Versílov interrumpe su discurso, reconociendo que "todo esto
es una fantasía, incluso una fantasía increíble", pero "no habría podido vi-
vir toda mi vida sin ella -añade- y sin pensar en ella". Se define a sí
mismo como "deísta , un deísta filosófico", no como ateo, lo que tal vez
pretenda sugerir un insatisfecho anhelo religioso, que se queda como una
abstracción y no como una relación personal vitalmente activa con lo sa-
grado. Pero Versílov no puede suprimir por completo su necesidad de una
fe más cercana a la de Makar.

Lo notable [confiesa l es que siempre completé lo que había considerado


como una visión, como lo hizo Heine en su "Cristo en el Báltico". Yo . .. no
podía dejar de imaginarlo a Él, en último término , entre los huérfanos . Él se
acercaría a ellos y les abriría los brazos y les diría: "¿Cómo pudieron olvidarlo
a Él?" Y entonces las escamas caerían de los ojos de todos ellos, y estallaría un
himno grande y exaltado a la resurrección nueva y total [v. 13, p 379].

Este brillante y conmovedor retrato de la Edad de Oro como mundo feuer-


bachiano, en que la humanidad, en lugar de enajenar de lo terrenal todo
su amor y pasarlo a lo sobrenatural, lo vertería sobre ella misma, es uno de
los grandes pasajes de Dostoievski. Se equipara en fu erza expresiva con el
sueño de Raskólnikov sobre la peste en Crimen y castigo, y difícil sería en-
contrar algo comparable. Lo que sigue resulta casi embarazoso, cuando
Dostoievski le da cuerda a la maquinaria de la trama para mostrar las vaci-
laciones de Versílov en el nivel de la intriga.
La muerte de Makar ha hecho que Versílov imagine que ahora ha supe-
rado su fatal encaprichamiento por Katerina. Ahora se siente firmemente
unido a la sufrida madre de Arkadi y al firme mundo de los valores moral-
religiosos de los campesinos que ella representa -mundo que Versílov,
pese a todos sus devaneos, nunca pudo abandonar por completo- . Arkadi
también está convencido de que su padre ha superado su relación de amor-

248 ~ UN NUEVO COMIENZO


odio con Katerina, la cual analiza en términos que nos hacen recordar el
conflicto del príncipe Mishkin entre el amor compasivo (asexual, cristia-
no) y una atracción más carnal que conduce al matrimonio . "Creí que
amaba a mi madre más, por decirlo así - escribe Arkadi- , con el amor
humano que sentimos por toda la humanidad, que con el simple amor con
que las mujeres son amadas por regla general, y que en cuanto encontraba
a una mujer a la que empezaba a amar con ese simple amor, al punto se
volvía contra [el otro] amor ... , muy probablemente porque ese sentimien-
to era nuevo para él" (v. 13, p. 385). Con justicia poética, la misma pauta
retorna entre Katerina y Versílov. "Realmente te amo - le dice ella- con el
tipo de amor general con que puedes amar a cualquiera y nunca te aver-
güenza reconocerlo" (v. 13 , p. 416).
El impacto moralmente curativo de la muerte de Makar resulta, sin
embargo, demasiado efímero, y ahora asaltan a Versílov todos los síntomas
más agudos del "destino ruso". Se convierte , literalmente , en dos personas:
una es contrita y llena de remordimientos por su conducta excéntrica y
escandalosa, mientras que la otra continúa haciendo las mismas lamenta-
bles acciones , bajo la influencia incontenible de "un segundo ego". '"Ya
sabes que me siento como dividido en dos -dice Versílov-. Miró a su alre-
dedor, a nosotros , con un rostro terriblemente serio y con un candor per-
fectamente auténtico . Sí, estoy mentalmente escindido en dos, lo que
me causa un temor horrible'" (v. 13, pp. 408-409). Acabando de proferir
estas palabras, movido por la irresistible fuerza destructiva de su "segundo
ego", destroza el icono que Makar le había dejado como herencia y como
prenda para el futuro, y aunque grita "¡no tomes esto como alegórico, So-
nia! ", un momento después reconoce su significación: "Muy bien, tómalo
como alegoría, ¡eso es lo que significaba!" (v. 13 , p. 409). El "viandante" eu-
ropeo ruso, miembro de la intelligentsia, cualquiera que sea la elevación de
su espíritu , es finalmente incapaz de soportar la carga de la Cruz: la "alego-
ría" de su reunión con el pueblo ruso. En el nivel más prosaico de la trama ,
Versílov nunca se casa con la madre campesina de Arkadi, aunque ahora
sea legalmente libre de hacerlo.
En este punto la acción se precipita, con una plétora de giros y cam-
bios melodramáticos. Sentado en su celda de la cárcel, Arkadi supera su
tentación de chantajear sexualmente a Katerina , y resuelve no vengarse ni
buscar alguna ventaja personal. "En tales m omentos -escribe como na-
rrador- se decide el futuro de un hombre y se forjan sus ideas finales so-

NOTAS PARA EL ADOLESCENTE ~ 249


bre la vida. '¡La verdad está allí y es allí donde voy a buscarla! ', se dice a sí
mismo" (v. 13 , p. 438). La única noche de Arkadi en la prisión señala su
transición a una adultez responsable, y ahora es su padre, poseído por una
pasión, el que adopta el siniestro plan que Arkadi había rechazado. El dia-
bólico "segundo ego" de Versílov muestra sus últimas convulsiones al unir-
se a Lambert para llevar a cabo el plan de humillar y chantajear a Katerina.
Sin embargo, en el último momento, el elegante Versílov es incapaz
de soportar la vista de Lambert amenazando con una pistola a Katerina, y de
un salto sale de su escondite para golpear a su antiguo cómplice. Katerina
cae desmayada al verlo salir, y él la toma en brazos , "como una enfermera
toma a un bebé", mientras camina hacia un lado y otro por la habitación,
antes de depositarla suavemente en el lecho (v. 13, p. 445). Con la pistola
en la mano, puede suponerse que pretende morir con ella en una romanti-
quísima Liebestod que no habría estado fuera de lugar en su ópera predilec-
ta, Lucia di Lammermoor Pero Arkadi, otro espectador oculto, le desvía la
mano y el proyectil lo hiere tan sólo en el hombro. La escena termina cuan-
do Tatiana Pávlovna se precipita "gritando a todo pulmón" (esto ocurre en
. su departamento) , y con Versílov y Lambert tendidos en el suelo, en char-
cos de sangre. Las cosas se suavizan para el consumo público , y la investi-
gación policiaca concluye que un tal "V** *, hombre de familia de unos
cincuenta años, había declarado súbitamente su apasionado amor a una
muy respetable dama que no correspondió a sus sentimientos, y que así,
en un momento de exasperación, V*** intentó matarse" (v. 13, p. 449).
Arkadi aventura otra interpretación de la conducta demencial de Versí-
lov, pero estas reflexiones se ven frenadas por sus limitaciones intelectuales
de narrador, limitaciones que Dostoievski tuvo el cuidado de no transgredir.
Difícilmente se habría esperado que el joven falto de experiencia nos diera
un análisis sutil de las contorsiones psicológicas de su padre. Buscando
ayuda en una "enciclopedia médica", se entera de que "un 'doble' es la pri-
mera etapa de un específico trastorno nervioso que puede conducir a un
fin trágico", y encuentra así una razón "científica" de las escandalosas ac-
ciones de Versílov; no obstante, el propio Arkadi no queda satisfecho. Al
fin y al cabo estuvo allí "el perverso simbolismo" de haber destrozado el
icono, que dio una significación particular a este síntoma psiquiátrico
(v. 13 , p. 446). Pero Arkadi no puede sacar conclusiones definitivas, y al
negarse a ir más allá de la inmadurez de su narrador, Dostoievski corrió el
considerable riesgo de convertir a Versílov demasiado obviamente en un

250 ... UN NUEVO CO MIENZO


caso patológico, dando así armas a sus críticos que siempre lo habían acu-
sado de un interés enfermizo en la anormalidad psíquica. Por desdicha, El
adolescente es su única novela de envergadura en que tal acusación parece
parcialmente justificada por el texto. En otras partes, el desorden psíquico
se presenta siempre como resultado de una profunda crisis moral-espiri-
tual, y el intento de "explicarlo" en términos puramente psiquiátricos es
satirizado y ridiculizado.
Estas especulaciones forman parte del epílogo, que tiene una tonalidad
claramente dickensiana.

Ahora , mientras escribo estos renglones, la primavera entra por las ventanas.
Estamos a mediados de mayo. Mi madre está sentada junto a su lecho [el de
Versílov]. Él le da palmaditas en la cara y en el pelo, tratando tiernamente
de interceptar la mirada en sus ojos, que miran a otra parte. Oh, esto es sólo
la mitad del anterior Versílov: este hombre se niega a separarse de Mamá, y sé
que nunca volverá a dejarla.

Versílov, antes tan mundano, es ahora un semiinválido indefenso, que


depende por entero de Sofía y de Tatiana Pávlovna, y es "tan sincero y sen-
cillo como un niño ... Su inteligencia y sus normas morales han quedado
intactas, mientras que sus esfuerzos por alcanzar un ideal se han vuelto
aún más fuertes". No obstante, el viejo y caprichoso Versílov surge en una
reducida repetición de la soberbia escena ante el lecho de muerte de Stepan
Trofímovich Verjovenski. Versílov empieza por expresar el deseo de obser-
var el ayuno cuaresmal de la Iglesia ortodoxa, pero luego, dos días des-
pués, debido a que "algo lo ha irritado inesperadamente, algo que describe
riendo como 'una divertida incongruencia'", abandona su intención. "Quie-
ro mucho a Dios, amigos míos -dijo- pero simplemente no tengo talen-
to para estas cosas"; no sobreviene la conversión del "deísta filosófico" a los
ritos de la Ortodoxia (v. 13, pp. 446-44 7).
En cuanto al propio Arkadi, parece estar en correspondencia con Kate-
rina, quien vive en el extranjero, soltera; hasta hay una insinuación de que
entre ellos se ha desarrollado una cierta intimidad, pero Arkadi se niega
decorosamente "a divulgar el contenido de su correspondencia o repetir lo
que nos dijimos uno a otro en nuestra última reunión". Todo esto, como
entre Raskólnikov y Sonia al final de Crimen y castigo, "es una historia com-
pletamente nueva, y en realidad, pertenece al futuro" (v. 13, p. 447). Otros

NOTAS PARA EL ADOLESCENTE ~ 251


detalles de la intriga también se aclaran, pero lo de mayor importancia es
el surgimiento en Arkadi de su "idea de Rothschild", que, insiste, nunca ha
abandonado. "Bueno , esa nueva vida , ese nuevo camino que he descubier-
to y que ahora estoy siguiendo es precisamente mi 'idea' . .. pero en forma
tan completamente distinta que apenas es reconocible". Aunque negándo-
se a explayarse , explica que está dudando de ir a la universidad porque
"no tengo derecho a estudiar cuando debiera trabajar para mantener a
Mamá y a Liza" (y también a Versílov) . Puede suponerse que la disciplina
rigurosa y casi monástica que se ha impuesto para llegar a millonario será
aplicada ahora para socorrer a su familia . Pero la generosa Tatiana Pávlov-
na , ángel bueno en guisa de severa supervisora, promete seguir mante-
niéndolos a todos hasta que él complete sus estudios (v. 13, p. 451) .

Dostoievski no concluyó su epílogo tan sólo con las observaciones de


Arkadi como narrador. También contiene comentarios del antiguo mentor
de Arkadi en Moscú , Nikolái Semienovich , a quien describe como "un
hombre completamente objetivo y aun fríamente egoísta , y sin embargo de
indu dable inteligencia" (v. 13 , p. 452). Para cuando llegó a las últimas eta-
pas del libro , es probable que, además de querer responder a sus críticos,
Dostoievski también sintiera una necesidad estética interior de ceder la pa-
labra a un observador externo que pudiera trascender el punto de vista
incierto y tentativo de Arkadi. Así, las observaciones de Nikolái Semieno-
vich le permiten guiar al lector hacia una comprensión sociocultural más
general del significado de su novela.
Para empezar, Nikolái Semienovich extiende las experiencias de Arka-
di de modo que se vuelvan típicas de muchos más miembros de su genera-
ción. "Hay incontables muchachos como tú, cuyos talentos realmente ame-
nazan siempre con desarrollarse para mal, [hacia] el servilismo o hacia un
encubierto deseo de derrocar el statu qua. Pero este deseo de tumbar al sta-
tu qua brota , las más de las veces, de un oculto anhelo de orden y de 'no-
bleza' (uso tus propios términos) . La juventud es pura porque es joven".
En el pasado , según Nikolái Semienovich, con el tiempo esos jóvenes "ter-
minaban siendo parte del estrato cultural superior de nuestra sociedad y se
fundían con él, hasta formar un todo integral", pero "ahora la situación es

252 ~ UN N UEVO COMIENZO


distinta porque no existe casi nada hacia lo que se pueda sentir algún ape-
go" (v. 13, p. 453).
Si fuera novelista, dice este juicioso caballero, siempre se aseguraría de
que sus "héroes procedieran de la nobleza hereditaria rusa, porque sólo
entre ese tipo de ruso culto es posible una apariencia de belleza y refina-
miento en la vida, algo esencial para una novela si se quiere que deje una
impresión elegante en el lector" (v. 13, p. 453). Sin mencionar a Tolstoi, el
portavoz de Dostoievski se refiere oblicuamente a él cuando afirma que un
novelista que aspire a dejar tan elegante impresión "sólo escribiría novelas
históricas, puesto que en nuestro tiempo ya no hay tipos bellos .. . Seme-
jante novela, escrita por un gran talento, no pertenecería tanto a la literatu-
ra rusa cuanto a la historia rusa; aportaría un cuadro artísticamente termi-
nado de un espejismo ruso, pero que en realidad existió mientras nadie
advirtió que era un espejismo" (id.). La referencia a La guerra y la paz, es
inconfundible , mas para Dostoievski la belleza de ese mundo sólo era un
espejismo basado en la esclavitud de la servidumbre. Por ello, como añade
Nikolái Semienovich, refiriéndose implícitamente al personaje de Levin en
Ana Karenina, "el nieto de los personajes presentados en un cuadro que
mostrara a una familia rusa culta, de la clase alta, durante tres generacio-
nes en un ambiente histórico ruso ... , ese descendiente sólo podía ser pre-
sentado como un ser misántropo, aislado; y triste sería contemplarlo" (id.).
En otras palabras, Levin intentó llevar adelante la tradición pero ahora es-
taba sombríamente consciente de que había sido "un espejismo".
Si esto puede decirse de un descendiente de tan noble familia, ¡cuánto
más podrá decirse de alguien como Arkadi Dolgoruki, el vástago ilegítimo
de una campesina y de un padre perteneciente a la nobleza hereditaria! "Sí,
Arkadi Makarovich -le dice su consejero-, es usted miembro de una fami-
lia accidental, en absoluto contraste con todos nuestros tipos recientes de
héroes legítimos que tuvieron una niñez y una juventud muy distintas
de las suyas" (los presentados en la trilogía de Tolstoi, Infancia. Adolescencia.
juventud). Varios miembros de las dos familias de Versílov también son
analizados, y él mismo aparece descrito como encarnación de un caos de
opuestos. "Pertenece a una de las familias más antiguas de la nobleza,
mientras al mismo tiempo pertenece a la Comuna de París. Es un auténtico
poeta, quiere a Rusia y sin embargo, niega completamente su valor. No
tiene religión pero está dispuesto a morir casi por cualquier cosa vaga que
no pueda nombrar pero en la que pueda creer apasionadamente, siguien-

NOTAS PARA EL ADOLESCENTE ~ 253


do el ejemplo de muchos, muchos europeizantes rusos ilustrados del pe-
riodo de San Petersburgo de la historia de Rusia" (v. 13, p. 455). Desgarra-
do por tales contradicciones, ¿qué tradiciones y herencia-moral-cultural
puede transmitir Versílov a sus hijos?

Lo confieso [le confía al lector Nikolái Semienovich], ¡no quisiera ser un no-
velista que tratara de describir a un héroe de una familia accidental! Sería una
labor ingrata y carente de belleza formal. Podría cometer graves errores, exa-
geraciones y descuidos ... Pero ¿qué opción puede tener un escritor que no
desea escribir novelas históricas sino que está poseído por el anhelo del esce-
nario actuaP Tiene que adivinar ... ¡y malinterpretarlo! (id.).

Ya fuese que Dostoievski creyera o no que lo había "malinterpretado",


estaba respondiendo implícitamente a todos esos críticos -entre ellos, al-
gunos de sus mejores amigos- que estaban comparando su mundo con el
mundo mucho más tranquilizador creado por Tolstoi. Desde luego , estaba
perfectamente justificado en desear que se le juzgara por sus propias metas
artísticas y no por las de Tolstoi, pero ni siquiera según estas normas puede
decirse que El adolescente, se sostenga contra las tres novelas que lo habían
precedido. En realidad, si algo prueban los defectos de El adolescente, es
que Dostoievski sólo podía hacer plena justicia a su talento cuando se per-
mitía dar rienda suelta a su imaginación escatológica, y, tres años después,
tomaría a pecho esta lección artística en Los hermanos Karamázov.

254 ... UN NUEVO COMIENZO


SEGUNDA PARTE

UN PERIÓDICO PERSONAL
XI. Una nueva aventura

Los úLTIMos capítulos de El adolescente fueron publicados en las Notas de la


Patria en el invierno de 1875 , y una vez más Dostoievski se encontró ante
el problema de qué emprender ahora. Aunque ya no viviera al día como
durante sus cuatro años en Europa y fuera el editor de varias de sus obras
seguía careciendo de una fuente de ingresos regular para su familia, recién
aumentada a tres hijos. Un nuevo varón, Alekséi ("el nombre de san Alejo ,
el hombre de Dios, era particularmente venerado por mi esposo", escribió
Anna), había nacido el 10 de agosto de 1875. 1 Este nuevo nacimiento sig-
nificó una carga adicional sobre las finanzas familiares, y los Dostoievski ,
aunque desahogados, distaban mucho de ser ricos . Sobre ellos pesaban
siempre las deudas en que había incurrido su hermano Mijaíl, por las que
Dostoievski había asumido la responsabilidad.
En el pasado, había empezado a pensar en una nueva novela desde
antes de que entraran en prensa las últimas páginas de la que acababa de
escribir. Pero ahora volvió a la idea de publicar una nueva revista, su Dia-
rio de un escrito1; con el que había empezado a experimentar en El Ciudada-
no. El éxito de su columna lo alentó a creer que sería posible una publica-
ción de esa índole aunque, como escribió Anna Grigórievna, "si el Diario
resultara un fracaso , nos encontraríamos en una situación [financiera]
desesperada''. 2 Sin embargo , ambos decidieron arriesgarse. Dostoievski ha-
bía soñado durante largo tiempo con semejante publicación y ahora tenía
completa confianza en la sagacidad de su esposa para los negocios , pues

1
Anna Dostoevsky, Reminiscences, trad. y ed. de Beatrice Stillman , Nueva York, 1973, p. 253 .
2
Ibid., p 213.

~ 257
Anna había aprendido a maniobrar entre los traicioneros escollos del co-
mercio de libros en Rusia y administraba la editorial con mano experta.

Ya desde 1864-1865 había tomado Dostoievski algunas notas para una pu-
blicación que sería algo intermedio entre arte y periodismo, o combinaría
ambos de una manera hasta entonces sin precedentes: "Proyecto , Notas de
un Escritor; sin suscripciones. Unas seis páginas en folio [conteniendo cada
folio dieciséis páginas impresas] en dos semanas. Tres páginas de las Notas
de un escritor, tres páginas de una novela ... Todo el libro, el primero será
de 36 páginas en folio en seis meses".3 Mencionó esta idea en una carta al
barón Wrangel en noviembre de 1865, llamándola "útil y ventajosa", 4 pero
por entonces no se concretó nada. Dos años después, el cuaderno vuelve a
aparecer en una carta a su sobrina Sofía Ivánovna, y hay una obvia referen-
cia a él (ya mencionada) en Los demonios cuando Liza Drozdova trata de
convencer a Shatov de que trabaje en el plan que ella tiene de una nueva
publicación. La aventura es descrita como una especie de almanaque, una
colección de hechos de todas clases, incluyendo "incendios, actos de he-
roísmo, todo hecho bueno y todo hecho malo", pero no apilados en desor-
den; cada uno sería seleccionado y vinculado con "una cierta opinión, con
una dirección, con un propósito, con un pensamiento que ilumine el con-
junto, la totalidad" (v. 21, p . 372). Esta idea de hechos periodísticos uni-
dos en un conjunto e iluminados por una idea es la que definiría la dife-
rencia entre las Notas de un escritor y un periódico o aun una revista
ordinarios.
Dostoievski nunca había trazado una línea clara entre sus obras de pura
creación y el periodismo, y sus novelas se habían alimentado de un cuida-
doso escrutinio de la prensa diaria. Ambos, como él veía las cosas, trataban
del mismo material: la realidad humana de la vida tal como se vivía en las
condiciones de una sociedad particular, en un tiempo y lugar específicos.
Sin embargo, el novelista emprendía la tarea de penetrar más profunda-
mente en la significación de esa realidad humana que el periodista, quien se
quedaba en la superficie de los hechos y no tenía tiempo de hurgar en sus
3
PSS, vol. 21 , pp . 371-372 .
4
Ibid. , vol. 28, libro 2, p . 141; 8 de noviembre de 1865.

258 ... UN PERIÓD ICO PERSONAL


significados últimos. De hecho , al defender lo que llamaba su "realismo fan-
tástico", que a menudo tomaba como punto de partida el relato periodístico
de algún hecho (o encontraba la confirmación de su extrapolación artística
en un hecho del que después se informaba), había criticado a sus colegas
escritores por desdeñar tan inapreciable fuente de información.
Al escribirle a N. N. Strájov en marzo de 1869, Dostoievski había sub-
rayado que "yo tengo una visión particular de la realidad (en el arte)", y
esta visión está integralmente vinculada con los relatos sensacionalistas
que aparecían en los periódicos.

En cualquier número de un periódico se encuentra un relato de hechos reales


de lo más sorprendente; según nuestros escritores, son fantásticos; no les
prestan atención, y sin embargo son la realidad, porque son hechos. ¿Quién
los nota, quién los explica, y quién los escribe? Ocurren todo el tiempo y a
cada minuto, y no son, en absoluto, excepcionales ... Dejamos pasar la realidad
frente a nuestras narices. ¿Quién notará los hechos y profundizará en ellos7 5

Él , desde luego , había tratado de hacerlo en sus novelas, pero también


había sido tentado , ya de tiempo atrás, por una publicación que combina-
ra la profundidad del arte y la inmediatez del periodismo.
La decisión de Dostoievski de emprender su Diario de un escritor fue
una empresa arriesgada que señaló una nueva etapa de su asombrosa ca-
rrera. Aunque la relativa oscuridad en que vivió durante su exilio europeo
había terminado hacía ya algún tiempo, y una vez más tenía un nombre
que había que tomar en cuenta en el escenario literario-cultural de Rusia ,
su fama seguía en gran parte limitada a los círculos de la intelligentsia, fue-
sen de derecha o de izquierda. Sin embargo, con el Diario de un escritor
llegaría a un público lector mucho más numeroso y diversificado, a quien
hablaría elocuente y apasionadamente acerca de los temas de mayor im-
portancia para todos los rusos cultos. Nadie había escrito nunca acerca de
tales temas tan enérgica y vívidamente, en forma tan directa y sencilla y
con tan íntimo compromiso personal. No es de sorprender que la reacción
del público fuese enorme y que Dostoievski recibiera una lluvia de cartas ,
en pro o en contra, desde el momento en que su publicación apareció en
los kioscos.

5 !bid., vol. 29, libro l; 26 de febrero-10 de marzo de 1869.

UNA NUEVA AVENTURA .... 259


Uno de los salones literarios que Dostoievski frecuentaba en esos años
era el de la extremadamente sagaz Elena A. Shtakenshneider, quien atraía a
todos por su inteligencia, sensibilidad y bondad así como por el estoico
valor con que soportaba su grotesca joroba. Notando la inmensa populari-
dad del Diario, escribió Elena en su propio diario:

La fama de Dostoievski no fue causada por su sentencia de prisión ni por La


casa de los muertos, y ni siquiera por sus novelas - al menos, no básicamente
por ellas- sino por el Diaiio de w1 escritor. Fue el Dialio el que dio a conocer
su nombre por toda Rusia, lo convirtió en maestro e ídolo de la juventud, sí,
y no sólo de la juventud sino de todos los que se sentían torturados por aque-
llas cuestiones que Heine llamó "malditas".6

Un análisis del contenido asombrosamente variado del Diario, la más


extensa de todas sus obras, queda reservado a capítulos ulteriores. Pero su
vida durante los dos años siguientes quedó íntimamente entrelazada con
su redacción. De hecho , la rutina necesaria para que apareciese regular-
mente (y Dostoievski era fanático de la puntualidad) era tan rigurosa y
agotadora que le dejaba poquísimo tiempo para otras cosas. Podemos pre-
guntarnos si en realidad estuvo consciente de que estaba comprometién-
dose a tan extenuante régimen. Las exigencias del Diaiio eran iguales si no
más arduas que su dirección de El Ciudadano; pero tal vez su disposición a
afrontar su nueva tarea pueda explicarse por su célebre distinción, en La
casa de los muertos, entre el trabajo libre y el trabajo forzado. Aun cuando
los trabajos forzados en la prisión habían sido, para la mayoría de los reos
campesinos , menos agotadores físicamente que la labor que habían estado
acostumbrados a efectuar en libertad , les habían resultado más penosos
precisamente porque eran impuestos. Lo mismo puede decirse de Dostoiev-
ski a las órdenes del príncipe Meshcherski ; pero como propietario único y
autor de su nueva publicación, tal vez sintió más ligera la carga, aun cuan-
do tuviera que trabajar más arduamente de lo que lo había hecho para el
príncipe.

b Citado en DVS, vol. 2, pp. 364-365 .

260 ... UN PERIÓDICO PERSONA L


3

A finales de 1875, en los principales periódicos rusos apareció un anuncio


de la inminente aparición de una publicación nueva -el Diario de un escri-
tor; escrito y dirigido por F M. Dostoievski-, a la cual se invitaba al públi-
co a suscribirse. La publicación "será un diario en el sentido literal del tér-
mino, un relato de lo que se ha visto, oído y leído. Desde luego , también
podrá incluir narraciones y cuentos, pero, principalmente, será acerca de
hechos reales". 7 Pocos días después, Dostoievski se presentó en la impren-
ta donde ahora estaba empleado Mijaíl Aleksandrov, y pidió hablar con él.
El propietario de la imprenta , un príncipe V V Obolenski, a quien Aleksan-
drov describe como "un dilettante-entusiasta del arte tipográfico", era al-
guien a quien Dostoievski había conocido en casa del príncipe Meshcher-
ski. No hay duda de que por esta razón Obolenski le habló bruscamente
como si Dostoievski fuese tan sólo un cliente más que había llegado a dis-
cutir las condiciones de una publicación. Dostoievski respondió secamente
que no eran necesarios los acuerdos formales entre personas que ya se co-
nocían. Batiéndose de inmediato en retirada, el príncipe explicó que no ha-
bía pensado en nada legalmente formal sino tan sólo en un intercambio de
información acerca de los precios y del método de tratar los manuscritos.
Dostoievski, como observa Aleksandrov, en todo caso estaba menos
preocupado por detalles financieros que por la presentación tipográfica de
su nueva publicación. Ya había elegido el tipo de letra, que había visto en
una serie popular de traducciones de los clásicos europeos al ruso. Especi-
ficó que su formato debía ser en un tipo más grande y que debía haber
más espacio entre los renglones; en particular le preocupaban los títulos de
los capítulos y le pidió a Aleksandrov elegir un tipo que consistiera en le-
tras "más originales , con más carácter, y no pequeñas, sino más visibles y
más notables".8 Una muestra que le enseñó Aleksandrov satisfizo al exi-
gente Dostoievski, y este tipo se mantuvo sin cambios durante toda la vida
del Diario. Aparte de este detalle, Dostoievski tenía muy poco que ver con
los asuntos prácticos de su diario.

Todo el aspecto administrativo de la publicación [observa Aleksandrov admi-


rado] , es decir, todas las transacciones con la imprenta , con la fábrica de papel,
7
PSS, vol. 22, p 136.
8
DVS, vol. 2, pp . 275 -277.

UNA NUEVA AV ENTURA ... 26 1


con los encuadernadores, con los vendedores y con los distribuidores del pe-
riódico y también con el empaque y envio de publicaciones por correo fue
absorbido por Anna Grigórievna, quien ya tenía una excelente preparación
por su actividad de supervisar la publicación de las obras sueltas de Fiódor
Mijaílovich. 9

Aleksandrov evidentemente se enorgullecía de su buen oficio, y es cla-


ro que tuvo una alta opinión de la agudeza para los negocios y el dominio
de los detalles de Anna Grigórievna, y se refiere a ella siempre con el ma-
yor respeto.
El Diario de un escritor, que apareció una vez al mes, consistía en una y
media a dos páginas en cuarto, lo que significa dieciséis páginas normales,
escritas todas ellas por Dostoievski (con excepción de los avisos y anun-
cios). Salía a los puestos el último día de cada mes, temprano por la maña-
na, y él tenía sumo cuidado de cumplir dicho programa. Pocos años atrás,
sus cartas habían estado llenas de quejas sobre la incapacidad de publicar
a tiempo la publicación neoeslavófila Zaria (La Aurora), con cuyas ideas
simpatizaba, y atribuyó la quiebra del periódico en parte a esa negligencia.
Resuelto a no cometer el mismo error, le pidió a Aleksandrov que le diese
su palabra jurada de que el tipógrafo compensaría, en la planta, cualquier
retraso causado por el propio Dostoievski. Prometió enviar su texto el día
diecisiete o dieciocho de cada mes y las últimas páginas no más tarde que
tres días antes de empezar a imprimir. Pero Dostoievski, como lo había
previsto, a menudo encontró imposible cumplir con su propio plazo, y así,
podemos suponer que Aleksandrov tuvo que trabajar horas extra para
cumplir con él.
Dostoievski se sometió, pues, a una rígida rutina, más complicada aún
por las limitaciones de espacio autoimpuestas, acerca de las cuales a me-
nudo se quejó con sus lectores. A veces ofrecía disculpas por no poder des-
arrollar un tema que había empezado a tratar, y sus dificultades se incre-
mentaron más por la necesidad de revisar sus textos con la censura antes
de entrar en prensa. Aun cuando, por entonces, la censura preliminar ya
no era la regla y a los editores sólo se les pedía poner sus textos en confor-
midad con ciertas regulaciones generales (si eran violadas, a esto seguiría
un castigo, como había ocurrido cuando Dostoievski dirigió El Ciudadano),

9
Ibíd, p. 278

262 ... UN PERIÓDICO PERSONAL


la autorización para que el ex presidiario Dostoievski publicara el Diario
sólo se había otorgado a condición de que se sometiera a una censura previa.
Lo que eso significaba nos lo describe Aleksandrov:

Era necesario que la imprenta tuviese tiempo para poner los ti.pos, hacer las
correcciones en la sala de pruebas y luego las correcciones del autor; sólo en-
tonces permitiría Fiódor Mijaílovich presentar las pruebas corregidas a los
censores -en quienes como es bien sabido , no podía confiarse que se apre-
surarían con las pruebas- y luego, nuevamente , las correcciones del autor,
las correcciones de la sala de pruebas y finalmente la impresión.

En 1877 las autoridades de prensa del Ministerio d e Asuntos Internos


le ofrecieron a Dostoievski la posibilidad de imprimir sin censura previa ,
pero él prefirió continuar con el sistema establecido porque "tenía en mu-
cho la paz del espíritu de la que podía gozar plenamente" .10
Un vivido cuadro d e lo que ocurrió en más de una ocasión aparece en
una carta enviada a Khristina Alchevskaia , dama dedicada a la causa de
educar al pueblo , quien también sostuvo correspondencia y conoció a Tur-
gu eniev y Tolstoi. Gran admiradora de los primeros números del Diario,
Alchevskaia le escribió a Dostoievski y después llegó desde Jarkov con su
marido a visitar a su ídolo . Dostoievski había tratado de visitar a la pareja
con Anna Grigórievna pero n os explica por qué no se materializó el rendez-
vous en su hotel:

El sábado habíamos decidido definitivamente ir a visitarlos, pero me acosté a


las siete de la mañana y me despertaron a las once ... ¡una dificultad! Había
que quitar ciento sesenta y cinco renglones superfluos o añadir doscientos
renglones extra del texto original. . . Me puse en pie de un salto, me vestí, co-
rrí a la imprenta, me quedé allí hasta las cinco de la tarde, aguardé las impre-
siones y finalmente, cortando en carne viva, me fue posible quitar ciento se-
senta y cinco renglones. Me fui. a casa, pensé que entonces cenaríamos y luego
iríamos a verlos. Y entonces, ¡una noti.ci.al ... mi. censor había desaparecido, se
había ido de San Petersburgo, y entonces ¿qué hacer' Sin haber cenado ni.
descansado, llevé las impresiones a otro censor .. y no lo encontré.

º Ibid. , pp
1
277-2 79.

UNA NUEVA AVENTURA ~ 263


Dostoievski dejó una carta con las pruebas y corrió de vuelta a la im-
prenta , "calculando a cada momento cuánto sufriría la publicación por el
retraso ... ; gracias a Dios hay esperanzas de que aparezca el lunes". Y luego
añade: "Pero así es como ocurre siempre a finales del mes"n
Acaso haya cierta exageración en este cuadro desconsolador, pero pro-
bablemente no mucha. Había que resolver interminables problemas, como
podemos juzgar por sus numerosas cartas a Aleksandrov mientras el Dialio
entraba en prensa. Y el propio Dostoievski confiesa , en la misma carta , que
se mantenía en constante incertidumbre sobre lo que debía incluir y lo
que había que eliminar. "No me creería usted - reconoce- que aún no he
logrado decidirme por la forma del Dialio, y ni siquiera sé si podré sacarlo
bien, de modo que aun si continúa el Diaiio, por ejemplo dos años , seguirá
adelante, pero sin éxito ." 12 Quienes lo rodeaban estaban bien conscientes
de la exhaustiva presión física y mental impuesta por su Diario , y Aleksan-
drov observa que "si es justificada la expresión de algunos escritores de
que esoiben sus obras con su sangre, entonces esta expresión no conviene
mej or a nadie que a Fiódor Mijaílovich Dostoievski .... No sé si escribió
con facilidad sus novelas y cuentos, pero sé que sus artículos del Diaiio de
un esoitor fueron escritos con gran tensión y en general le costaron gran
esfuerzo". En realidad, por haber trabajado tan cerca de él durante dos
años , Aleksandrov cree que el Dialio "abrevió su vida" y que "derrochó en
él su salud física , que así fue afectada mucho más, incluso, que por sus
años en katorga". 13

Los Dostoievski habían vivido en Staraya Rusa la mayor parte de 1875 ,


pero el plan de publicar el Diaii o requirió , una vez más , que residieran en
San Petersburgo , y a mediados de septiembre retornaron a la capital. Inca-
paces de permitirse costosos aposentos en edificios nuevos, los Dostoievski
ocuparon cinco habitaciones de una vieja casa de departamentos . Aleksan-
drov se sorprendió ante la pobreza del estudio , que le hizo pensar en la
celda de un monj e. Un diván turco cubierto de tela ahulada servía también
de cama, y aparte había dos mesas . Una estaba cubierta por una pila de
11
PSS, vol 29 , lib ro 2, pp 82-83; 29 de mayo de 1876.
12
ldcm.
11
DVS, \·oL 2, p. 286.

264 ... UN PERIÓ DICO PE RSO N AL


revistas y periódicos cuidadosamente dispuestos; sobre la otra, más gran-
de, veíanse un tintero, una pluma y un grueso cuaderno de notas, "en que
Fiódor Mijaílovich anotaba ideas y hechos sueltos para sus obras futuras".
Sobre esta mesa había asimismo una pila de papel de cartas, una caja con
tabaco y otra con papel para liar cigarrillos y una manta de algodón. Todo
lo demás que fuera necesario para escribir estaba contenido en un cajón
deslizante, bajo la mesa, lo que a Aleksandrov le pareció bastante anticua-
do. Sobre la mesa colgaba una fotografía de Dostoievski, y ante ella había
un sillón no acojinado. En un rincón había un pequeño estante para libros,
y ante las ventanas colgaban sencillas cortinas transparentes. Inconfundi-
blemente, éste era el lugar de trabajo de un escritor, y su misma falta de
pretensiones inspiró en Aleksandrov "un gran respeto". "Sostengo que la
simplicidad estricta y casi pobre de este mobiliario reflejaba más fielmente
y mejor el carácter de su ocupante que los muebles apropiados para todas
esas oficinas en general." 14
La íntima relación de trabajo de Aleksandrov con Dostoievski por en-
tonces le permitió darnos una vívida impresión de su rutina diaria. Escri-
bía por la noche y hasta llegada la mañana, dormía hasta las dos de la tarde
y a veces aún después. Una vez levantado y habiéndose puesto sobre sus
ropas una suelta y larga chaqueta de paño oscuro, en lugar de bata o pan-
tuflas, iba inmediatamente al samovar que le aguardaba en el comedor,
donde se servía una taza de té muy fuerte y dulce. Al volver con su taza al
estudio, se bebía varias tazas que él mismo se servía mientras leía los pe-
riódicos y enrollaba cigarrillos de un grueso papel amarillo. "Fumaba bas-
tante -observa Aleksandrov-, incrementando así la actividad ya muy
intensa de su sistema nervioso." 15 Después del té, recibía a los visitantes
que pudieran estar aguardándolo, y a las tres en punto tomaba unos lige-
ros alimentos en el comedor. Dostoievski bebía un vaso de vodka con la
comida, sorbiéndolo mientras masticaba una rebanada de pan negro: una
vez le explicó a Aleksandrov que ésta era la manera más saludable de beber
vodka. Habiendo terminado, se iba a dar un paseo, durante el cual apare-
cía en la imprenta, y volvía a las seis de la tarde para cenar con la familia y
poner a los niños en la cama antes de ponerse a trabajar.
Tales eran su programa y su conducta normales que, si no ocurría nada
inesperado, transcurrían sin sobresaltos. Pero si por alguna razón habían
14
Ibid., pp. 282 -283.
15
Ibid, p. 284.

UNA NUEVA AVENTURA ~ 265


perturbado su sueño y lo había despertado algún ruido o si, habiendo tra-
bajado más tarde de lo habitual, lo despertaban antes de la hora acostum-
brada , se mostraba "sombríamente serio y silencioso". En tales ocasiones
no recibía a visitantes, con excepción de Aleksandrov, llamado a informar
sobre el Diario. "De ese humor lo vi dos o tres veces -escribe-, y cada
vez me produjo una impresión opresiva." 16 En tales casos, lo mejor era no
ser el primero en hablar, como lo aprendió Aleksandrov, y esperar que
Dostoievski iniciara la conversación, lo que a veces hacía ofreciendo té o
un cigarrillo. Cuando estaba de ese talante, podía estallar de pronto en un
arranque de irritabilidad: "Fácilmente se enfurecía, y entonces hablaba con
brusquedad", pareciendo ser "rudo y despótico hasta con sus más ínti-
mos". Pero Aleksandrov se apresura a añadir que, aunque tal rudeza y pa-
labras hirientes pudieran parecer intolerables a un observador ajeno, quie-
nes lo conocían mejor sabían bien que sólo representaban una momentánea
alteración de sus nervios.17 Desde luego, todos estaban enterados de su
epilepsia, y aunque Aleksandrov nunca presenció un ataque, sí le habló de
ellos -al parecer con cierto detalle-, Anna Grigórievna, quien debió ha-
ber explicado los súbitos cambios de humor como resultado de su enfer-
medad.
Durante los dos años en que publicó su Diario Dostoievski estuvo en-
teramente absorto por su producción, y la mayor parte de los hechos regis-
trados por entonces de su vida estuvieron unidos al Dimio o se reflejan en
sus páginas. Por ejemplo, a finales de septiembre contribuyó con cinco
rublos a un fondo organizado por El Ciudadano a beneficio de los habitan-
tes de Herzegovina, que entonces iniciaban su rebelión contra el Imperio
turco. A comienzo de octubre, la rama de San Petersburgo del Comité Es-
lavo de Beneficencia eligió a Dostoievski, junto con otros tres escritores y
eruditos, para publicar una antología de cuentos de autores rusos destaca-
dos, cuyas ganancias serían donadas a la causa de los eslavos balcánicos.
Aunque Dostoievski había expresado antes cierta desconfianza de los esla-
vos occidentales, cuya intelligentsia estaba demasiado dominada (para su
gusto) por la influencia europea y desconfiaba demasiado de la domina-
ción rusa, su Diario pronto lo mostraría como un apasionado partidario
del nacionalismo paneslavo que condujo a la guerra ruso-turca de 1877-
1878.
16
Idem.
17
Ibid. , p. 285.

266 ... UN PER IÓDICO PERSONAL


5

Cualquiera que fuese la presión de sus compromisos literarios, Dostoievski


siempre se alegró de mantener unas relaciones cordiales con su difundida
familia. Durante toda la parte final de los sesenta (tras la quiebra de Época)
había sufrido por la enemistad de la familia de su hermano Mijaíl, aun
cuando él hubiese compartido, concienzudamente, sus magros recursos con
ella. Más recientemente, le entristeció la hostilidad de sus hermanas, quie-
nes miraban con desconfianza su conducta respecto a la posesión de su
rica tía Kumanina. Así , tanto más encantado quedó al renovar contacto
con el más joven de sus hermanos, Andréi, quien le escribió para infor-
marle que su hija mayor y su marido , Mijaíl Rikachev, físico del instituto
científico de San Petersburgo (después llegaría a miembro de la Academia
Imperial de Ciencias), deseaban ir a visitarlo. Dostoievski recibió muy cor-
dialmente a la joven pareja; intercambiaron visitas y siguieron siendo ami-
gos durante el resto de su vida.
Al escribirle a su hermano disculpándose por no haber contestado an-
tes , le explica que ha estado "inundado de trabajo" (por entonces estaba
leyendo las pruebas de los últimos capítulos de El adolescente) y expresa su
gran placer de reanudar relaciones con los miembros de su familia. Dos
sobrinos suyos , hijos de su hermana Vera lvánovna, llevaban algún tiempo
viviendo en San Petersburgo (uno de ellos un año , el otro tres), pero nunca
se habían molestado en ir a verlo. Dostoievski le asegura a su hermano
que, contra lo que dicen los rumores, no le guardaba mala voluntad en re-
lación con la herencia de Kumanina, uno de cuyos albaceas había sido
nombrado Andréi. Por el contrario, le insiste que, al firmar la demanda para
excluir a unos parientes colaterales de su tía de toda participación, estaba
"velando por los propios intereses de ellos''. Después de recibir el dinero ,
"inmediatamente lo dividiré entre ellos y sólo tomaré para mí lo suficiente
para cubrir los gastos del proceso y ni un kopek más''. Dostoievski añade
que , "al entregarles a ellas [sus hermanas] lo que por ley me tocaría a mí",
estaba "quitándoles a mis hijos lo que es legalmente suyo".18 Sin embargo,
la demanda no prosperó porque la ley rusa reconoció los derechos de esos
parientes colaterales.
Un mes después , Dostoievski le envió una respu esta a su hijastro, Pável

1
~ PSS, vol. 29 , libro 2, pp . 66-67 ; 10 de noviembre de 1875.

UNA NUEVA AVE NTURA ... 267


lsaev, que por entonces vivía en Moscú con su familia de dos hijos , quien
le había pedido urgentemente un préstamo de treinta rublos. Esta suma
era necesaria para pagar los gastos de una enfermedad, que, como irónica-
mente observa Dostoievski, "describiste ... con tal detalle que ahora supon-
go, desde luego, que ya estás bien". Pese a sus quejas contra Pável, muy
justificadas, su padrastro le envió los treinta rublos, aunque advirtiéndole
que ésa bien podía ser la última vez que acudiera en su ayuda . "Al enviarte
los treinta rublos estoy privando a mis infortunados hijos. Sé que moriré
pronto , y que cuando se queden sin mí, ni un alma les ofrecerá un solo ho-
pek. "19 (Su predicción resultó absolutamente falsa, aunque no habría podi-
do saberlo por entonces.)
Esta referencia a lo inminente de su muerte dista mucho de ser la úni-
ca que aparece en las cartas de Dostoievski por ese periodo. Pocos meses
después, le escribe a Andréi que quiere "vivir al menos otros siete años"
con el objeto de establecer un fundamento firme para el futuro de sus hi-
jos. Además, "la idea de que mis hijos recordarán mi rostro después de
que muera sería muy agradable para mí".2º Durante largo tiempo , le había
rondado el temor a la muerte por causa de su epilepsia, pero el temor a
una muerte súbita había sido remplazado ahora por la convicción de que
estaba sucumbiendo lentamente a los efectos destructivos que tiene su en-
fisema.
Reminiscencias del pasado aparecen a finales de 1876 cuando , al felici-
tar a Andréi por el compromiso matrimonial de su segunda hija, se deja
llevar por el tono elegiaco mientras lo induce el temor de que

mi vida ahora será muy breve [... ] Pero qué extraño es todo esto , mi querido
Andréi Mijaílovich [exclama]. ¿Hace tanto tiempo que tú y yo éramos tan pe-
queños' Recuerdo muy, muy bien el momento, entre las cuatro y las cinco de
la mañana, en que nuestro padre, gozoso, nos despertó a nuestro difunto her-
mano y a mí. .. y nos anunció a todos que nos había nacido un hermano,
Andriushenka .. Nuestro tiempo se ha ido como un sueño.

Pero luego Dostoievski reafirma su insaciable sed de vivir. "No sólo no


quiero morir, sino que, por el contrario, siento como si sólo estuviera em-

19
!bid. , pp. 71 -72 ; 7 de enero de 1876.
w Ibid., pp. 75-76; 10 de marzo de 1876.

268 .. UN PERIÓDICO PERSONAL


pezando a vivir. No estoy fatigado en absoluto, y mientras tanto, ya tengo
cincuenta y cinco años, ¡uf!" 21
Muchos años antes, regresando de la falsa ejecución durante la cual
creyó que su vida acabaría dentro de breves momentos, le había escrito
Dostoievski a su hermano Mijaíl: "La vida es un don, la vida es felicidad,
cada minuto puede ser una eternidad de felicidad''. 22 Esta extática sensa-
ción de la vida como un don incomparable -ante el cual no debe uno
dejar de maravillarse y de asombrarse- lo acompañó hasta el fin de sus
días, y pronto la incorporaría en la celebración rapsódica que hace el padre
Zósima de las maravillas del mundo de Dios.

Varios meses después de haber empezado a publicar su Diario, Dostoievski


se enteró por una carta de Khristina Alchevskaia que algunos (aunque no
ella) consideraban que estaba perdiendo su tiempo en semejante empresa.
¿Por qué no continuaba creando obras maestras de la literatura, en lugar
de preocuparse "por minucias, por una revisión de los hechos del momen-
to, por habladurías y similares"7 Al parecer, habiendo oído ya el mismo
reproche de otras fuentes, tomó muy en serio esta pregunta y le contestó:
"He llegado a la irresistible conclusión de que además de la originalidad de
la inspiración artística, un escritor de belles lettres también debe conocer la
realidad retratada hasta en su menor detalle (histórica y actual). Entre nos-
otros creo que sólo una persona representa eso: el conde León Tolstoi''.
Lejos de considerar queél Diario era una desviación de su tarea artística,
explicó que era un preliminar indispensable para sus obras futuras: "Por
eso, al prepararme para escribir una novela muy larga, de hecho decidí
sumergirme específicamente en el estudio ... no de la realidad, propiamen-
te dicha -la conozco tal cual es-, sino en los detalles de la vida contem-
poránea''. Entre esos detalles "uno de los problemas más importantes de
esta contemporaneidad es para mí, por ejemplo, la generación más joven
y, con ella, la familia rusa contemporánea". 23
Dostoievski continúa justificándose y recuerda un reciente encuentro
21
Ibid., pp. 124-125; 6 de septiembre de 1876.
22
PSS, vol. 28, libro 1, p 164; 23 de diciembre de 1849.
23
PSS, vol. 29, libro 2, p. 78; 9 de abril de 1876.

UNA NUEVA AVENTURA ~ 269


casual con lván Goncharov mientras daba un paseo. Los dos escritores se
detuvieron a charlar mientras veían la tumultuosa corriente de los pasean-
tes, y Dostoievski, volviéndose a su colega literato (cuyo Oblomov siempre
había admirado), planteó la "sincera pregunta sobre si él [Goncharov]
comprendía algo de la realidad del momento, o ¿había dejado de compren-
der tales cosas?" Como lo sabemos por su correspondencia de dos años
antes, Goncharov había expresado la opinión de que un "artista objetivo"
(eso se consideraba él) sólo podía pintar bien aquellos caracteres que ya
habían sido fijados y establecidos por el tiempo , mientras que los que ape-
nas estaban formándose quedaban fuera del alcance artístico de toda pre-
sentación objetiva. Su respuesta a la pregunta de Dostoievski confirmó esta
convicción: "Mis ideales y lo que he llegado a amar en la vida me son muy
queridos ... y deseo pasar con ellos los pocos años de vida que me queden.
Estudiar, pues, a esa gente (y señaló la romería que pasaba por la Perspec-
tiva Nevski) es un fastidio para mí, porque le dedicaría mi valioso tiempo''.
En cambio, Dostoievski se negó a deponer las armas ante el desafío del
presente, y vio que su Diario, lejos de ser una desviación de su vocación
creadora era un medio necesario para mantenerse al tanto de la escena pa-
sajera, una garantía "de que la multitud de impresiones" que continua-
mente iba acumulando "no se desperdiciaría" para su futuro empleo artís-
tico. 24
Para él, esas impresiones se adquirían mediante la intensa lectura de la
prensa diaria, tanto de la capital como de las provincias, cuya información
anotaba en los cuadernos que eran la etapa preliminar de los artículos de
su Diario. Pero las impresiones también le llegaban de un conocimiento
más personal y directo de lugares y personas que despertaran su interés y
acerca de los cuales deseara escribir. El primer número (enero de 1876) de
su nuevo Diario estuvo dedicado al tema de los niños, y como preparación
le pidió a su amigo el jurista A. F Koni que organizara una visita a una co-
lonia de delincuentes juveniles. Ambos hicieron el viaje a finales de di-
ciembre de 1875 , y Koni narró el viaje en un número de su serie de "retra-
tos literarios" de escritores destacados (Tolstoi, Turgueniev, Goncharov,
Pisemski y otros).
Koni menciona el apasionado interés de Dostoievski por lo que obser-
vaba: estaba "mirando a su alrededor y escuchándolo todo, haciendo pre-

24
Idem.

270 ... UN PERIÓ DICO PERSON AL


guntas e inquiriendo hasta por los menores detalles de los muchachos". En
particular, le llamó la atención la capacidad de Dostoievski para establecer
contacto personal con el grupo -nada dócil- de jóvenes, a quienes logró
reunir en una de las salas más amplias para dialogar con ellos: "Él respon-
día a sus preguntas, algunas penetrantes y algunas ingenuas, pero poco a
poco esta conversación se convirtió en una lección de su parte, profunda
pero plenamente accesible en su contenido, y llena del auténtico amor a
los niños que brilla en cada página de sus creaciones". Hubo algunas inte-
rrupciones y objeciones, pero lo escucharon con gran atención aunque su
público no tuviese la menor idea de quién era, y el grupo pronto acalló a
todo el que tratara de crear desorden. Cuando los dos salieron de la habita-
ción para visitar la iglesia contigua, los muchachos los rodearon y siguie-
ron hablándole a él acerca de incidentes de sus vidas y de sus reacciones a
la colonia. "Se sentía que entre el autor de tristes relatos acerca de la vida y
de los jóvenes, víctimas inconscientes [de la vida], se había creado un nexo
espiritual, y ellos percibían que él no era un visitante curioso sino un ape-
sadumbrado amigo". 25
En el viaje de regreso, tras un largo periodo de silencio, Dostoievski le
transmitió algunas de sus reacciones a Koni, no tanto con respecto a los
muchachos sino a la iglesia que habían visitado . Estaba llena de iconos,
algunos de ellos muy antiguos, confiscados a los Viejos Creyentes por la
policía (el patrono de la colonia, un senador influyente, había logrado que
los devolvieran); otros, particularmente los del iconostasio que guardaba el
santuario, estaban pintados en un estilo nuevo, italianizado. "No me gusta
esa iglesia -murmuró-. Es una especie de museo." La profusión de ico-
nos le pareció un error; contar con menos habría sido mejor: "Para actuar
sobre las almas de quienes entran [en la iglesia] sólo se necesitan unas
cuantas imágenes, pero serias y hasta severas, así como la fe y el deber del
cristiano deben ser serios y severos". Tales imágenes acompañarían a los
muchachos cuando volvieran al torbellino urbano del que casi todos ellos
habían llegado, y les .recordarían los días lejanos de su pura y limpia niñez
de aldea. Aunque los nuevos iconos estaban en conformidad con la tradi-
ción ortodoxa, a Dostoievski le disgustaba su "falso italianismo"; presumi-
blemente, no tendrían el mismo efecto edificante. También objetó la prác-
tica de dirigirse a los muchachos con el cortés pronombre plural vy y no

25
DVS, vol. 2, pp. 242-243.

UNA NU EVA AVENTURA "'" 271


con el más familiar (y supuestamente desdeñoso) singular de la segunda
persona ty. Estaban acostumbrados a este último , empleado habitualmente
para inferiores sociales y para niños; la forma cortés era más respetuosa y
civilizada, pero era "más fría, mucho más fría [... ] ¿Qué objeto tenía esa
pretensión, en todo caso 7 Sí, y aún están libres de pretensiones. . . para
bien y para mal". 26
En el Diario se presta gran atención a los procesos penales de una ín-
dole u otra, que Dostoievski siempre consideró como un barómetro indis-
pensable del clima moral de los tiempos. Como había escrito en 1861,
cuando publicó una serie de artículos acerca de procesos franceses por ase-
sinato en su revista Vremia (El Tiempo), tales crímenes de violencia "ilumi-
nan lados oscuros del alma humana a los que el arte no gusta acercarse, o a
los que se aproxima sólo oblicuamente y de pasada" (v 19, p. 89) . Aunque
no estuvo en el tribunal de todos los casos analizados en su Diario (se da~ -
ban crónicas de ellos en la prensa rusa) , sí estuvo presente en algunos y
tomó parte activa al menos en uno, en que una joven madre fue condena-
da a dos años y ocho meses de servidumbre penal en Siberia y luego exi-
liada allí de por vida.
El nombre de la joven madre era Ekaterina Kornilova, y su delito había
sido empujar a su hijastra , de seis años, por la ventana de su departamen-
to. Asombrosamente, la niña salió ilesa, y la madrastra fue inmediatamente
a la policía a confesar. Por la época del crimen, Kornilova estaba en estado
de embarazo avanzado, y las circunstancias peculiares del caso - su ins-
tintiva autodenuncia, sin vacilar un solo momento- convencieron a Dos-
toievski de que allí había algo más que una asesina insensible que, en un
arranque de rabia , hubiera cedido a sus peores instintos . De ordinario ,
como hemos visto , Dostoievski sentía que los jurados rusos , embaucados
por defensores hábiles , se mostraban demasiado benévolos en sus decisio-
nes, pero en este caso arguyó que la sentencia era indebidamente severa. El
embarazo de la madre , creía Dostoievski, bien podía constituir una cir-
cunstancia atenuante porque creaba una compulsión irresistible y anormal
que ella no podía controlar y que la llevó a ceder a una hostilidad latente
hacia su hijastra (así como hacia su marido , el padre, con quien había teni-
do una disputa y que la había golpeado esa misma mañana) .
Era bien sabido - arguyó Dostoievski- que las mujeres embarazadas

z¡, Idem.

272 ~ UN PERIÓDICO PERSONAL


a veces se comportan de una manera sumamente peculiar (se refiere a una
respetable dama de Moscú que, estando embarazada, se había vuelto clep-
tómana). Por estos motivos, planteó la posibilidad de cambiar el veredicto.
Dostoievski había retratado brillantemente la manera en que Raskólnikov
era víctima de esa compulsión, pareciendo actuar como con plena con-
ciencia, y sin embargo inmerso en lo que parecía ser un trance hipnótico
producido por una "monomanía"; tal vez Kornilova hubiese sido víctima
de algo similar. Un lector del Diario, un jurista familiarizado con el proceso de
obtener perdones para delincuentes convictos, le escribió a Dostoievski
que lo había persuadido su análisis. A la vez que le pedía ir a visitar a Kor-
nilova, le sugirió aconsejarle que pidiera ese perdón y se ofreciera a guiar
su petición a través del laberinto burocrático.
Como respuesta, Dostoievski informa que una visita que hizo a Korni-
lova fue enteramente satisfactoria, pues confirmó "que en mi artículo yo
había adivinado literalmente casi todo". Las palabras de ella confirmaban
su teoría acerca de una conducta compulsiva; tampoco podía haber ningu-
na sospecha de que la joven costurera, cuya mente describe Dostoievski
como "firme y clara, pero rusa y simple, hasta ingenua", 27 no estuviese di-
ciendo la pura verdad. También quedó impresionado por el testimonio de
la guardiana de la prisión, en el sentido de que la conducta de Kornilova
había mejorado considerablemente desde que dio a luz a su hijo. Los ar-
tículos de Dostoievski indiscutiblemente desempeñaron un papel en el
cambio de sentencia por apelación, y luego en la conclusión del caso, aun-
que a los jurados se les había advertido que no prestaran demasiado peso a
las opiniones de "ciertos escritores talentosos". 28

Las visitas a una colonia penal para jóvenes y a la celda de la prisión de


Kornilova no fueron las únicas ocasiones en que Dostoievski consideró ne-
cesario verificar personalmente las "impresiones" que estaba recabando
para su Diario. Uno de sus artículos más brillantes de 1876 trató de la
moda del espiritismo, de la creencia -por entonces de considerable po-
27
PSS, vol. 29 , libro 2, p. 130; 5 de noviembre de 1876.
28
Citado en el comentario a la carta de Maslannikov, el abogado que ofreció su ayuda, en
Dostoievshi i Ego Vremya, Leningrado, 1971 , p. 277.

UNA NUEVA AVENTURA ~ 273


pularidad en Rusia- en que era posible comunicarse, a través de médiums
inspirados, con el mundo sobrenatural en que residían los muertos. Un
ferviente defensor de la realidad de esos fenómenos parapsíquicos era
Nikolái Wagner, profesor de zoología en la Universidad de San Petersburgo
y vecino de Dostoievski durante los veranos en Staraya Rusa. Se conocie-
ron en el verano de 1875, cuando Wagner ya se había hecho notar por dos
ensayos sobre el espiritismo publicados en el invíerno de ese año. También
era escritor de cuentos fantásticos y de cuentos de hadas alegóricos, bajo el
seudónimo de Kot Murlyika ("el Gatito", repitiendo el título de la célebre
novela de E. T. A. Hoffmann, supuestamente escrita por un gato, Opiniones
del gato Murr). Anna Grigórievna lo describe como una persona bastante
pintoresca, que hablaba con una aguda voz femenina y llevaba el sombrero
de paja de un pastor y un chal a cuadros, en pleno verano. Pidió ayuda a
Dostoievski para publicar uno de sus cuentos, pero una vez que el manus-
crito fue cumplidamente entregado en la casa de Nekrásov, fue devuelto al
día siguiente. "La razón -explicó Dostoievski- es que ha surgido cierto
escándalo contra usted por su artículo sobre el espiritismo ... No sería libe-
ral, quiere decir él [Nekrásov], si lo imprimiéramos."29
En una carta envíada a Wagner en 1875 lamenta tener que rechazar una
invítación a vísitarlo porque los niños habían caído con escarlatina y la
propia Anna estaba en cama, con la garganta irritada. Pero se había desper-
tado la curiosidad de Dostoievski por el espiritismo , y le pregunta a Wag-
ner: "¿Qué está ocurriendo donde Aksakov?" A. N. Aksakov, medio hermano
de los célebres eslavófilos Konstantin e Iván, era un periodista y populari-
zador de las ideas del teósofo sueco Emanuel Swedenborg. Organizaba se-
siones espiritistas en su casa , invitando a médiums famosos (en particular
ingleses y norteamericanos) a demostrar las proezas que podía realizar al
establecer contacto con el mundo de los seres inmateriales. "¿Habrá final-
mente sesiones? -preguntó-. Estoy dispuesto a preguntarme a mí mis-
mo (cuando toda mi familia esté curada, desde luego) si no me admitirá al
menos en una de sus sesiones. Yo estoy en contra del artículo de Butlerov,
y esto ha despertado en mí más interés." 3º A. M. Butlerov, químico muy
respetado que por entonces enseñaba en la Universidad de Kazán, había
escrito un artículo en que intentaba explicar los fenómenos espiritistas
como resultado de una "cerebración inconsciente", que luego se transfor-
N PSS, vol. 29 , libro 2, p. 65; 4 de diciembre de 1875.
ll' Ibid., p. 68 ; 2 1 de diciembre de 1875.

274 ... UN PERIÓDICO PERSONAL


maba en hecho físico s. "Después de todo, no puedo en absoluto sentir in-
diferencia acerca del espiritismo", concluye Dostoievski.31
Dos semanas después expresó gran interés por la llegada de una mé-
dium inglesa, una tal miss Claire, de quien el crédulo Wagner le había di-
cho que "no era profesional. Es una dama muy rica, que ha aceptado venir
aquí a causa de la actual comisión científica". 32 El interés público en el es-
piritismo se había vuelto tan grande en Rusia que , en la primavera de 1875
la Sociedad Física de la Universidad de San Petersburgo, presidida por el
mundialmente célebre químico D. l. Mendeleiev, estableció una comisión
para investigar las afirmaciones de los espiritistas (precediendo en siete
años la fundación de la Sociedad Inglesa para la Investigación Psíquica , del
mismo propósito). Los creyentes como Wagner se sintieron encantados de
aceptar el reto, y el 2 de febrero de 1876, Wagner invitó a Vsevolod Soloviev
a una sesión espiritista en su casa, añadiendo que Dostoievski había pro-
metido estar presente; empero, no es claro si éste asistió. Sin embargo, in-
negablemente estuvo presente en una sesión organizada por A. N. Aksakov
el 14 de febrero, en compañía de otros literatos, entre ellos N. S. Leskov y
P N. Boborikin, junto con Butlerov, Wagner y otros. Una entrada en su
cuaderno de notas también indica que Dostoievski tomó parte , asimismo,
en otras sesiones. "Estuve donde Wagner siete veces - anotó- ; no , no me
dej é ganar, no uní mis manos con las de ellos. "33
La sesión de Aksakov fue descrita en un artículo que escribió Nikolái
Leskov. "Un acordeón (al que le habían quitado la correa) fu e puesto bajo
la mesa por el profesor Butlerov, y produjo varios sonidos . Butlerov lo sos-
tuvo con una mano por el teclado inferior. Apretar y mover el acordeón con
una mano es imposible, así como es imposible oprimir las válvulas del otro
lado con los dedos de otra mano. En la mano de F M. Dostoievski, el acor-
deón no produjo un solo sonido".34 Cómo reaccionó Dostoievski a estos he-
chos quedó expresado en otra entrada de su cuaderno de notas: "Cuando
fui a lo de Aksakov, una fuerte sensación de no querer creer [en el espiritis-
mo]. La cortesía me aburrió ... El acordeón bajo la mesa". 35 Y después es-

11
ldcm.
n Ibid , p. 71, 7 de enero de 1876; también la ca rta de Wagner, citada en el comentario , p. 231.
11
PSS, mi 24 , p 199.
H /bici., p. 462. El artículo de Lesko\' aparece citado en el comentario a los cuadernos de

notas de Dostoie\'ski.
35
PSS, \'ül. 24 , p. 199.

UNA NUEVA AVE NTURA ~ 275


crihió en el Diario: "Después de esa notable sesión [con miss Claire, de
quien se sospechaba que hacía trampa] , de pronto barrunté - o, más bien,
descubrí- no sólo que no creía yo en el espiritismo sino que no tengo el
menor deseo de creer en él, de modo que no hay prueba que jamás me
haga cambiar de opinión" Dostoievski sintió que había descubierto "algu-
na ley especial de la naturaleza humana" en este punto, "común a todos y
que pertenece específicamente a la fe y a la incredulidad en general".36 Se
creía o no se creía porque se deseaba hacerlo, no por alguna otra razón; y
este elemento volitivo (que WilliamJames llamó "la voluntad de creer") era
más poderoso que ninguna posible prueba "objetiva", en favor o en contra.
Tal como pronto escribiría acerca del incrédulo apóstol Tomás en Los her-
manos Karamázov, "qui.en dijo que no creería hasta que viera", lo más pro-
bable era que "sólo haya creído porque deseó creer, y posiblemente haya
creído plenamente, en lo más hondo de su corazón, hasta cuando dij o: 'No
creeré si no veo"' (\' 14, pp. 24-25).
En realidad, la actitud de Dostoievski hacia el espiritismo es muy simi-
lar a la de William James, quien aplaudió los esfuerzos de la Sociedad para
la Investigación Psíquica por evaluar las afirmaciones de los médiums y
pidió las más estrictas normas científicas al efectuar investigaciones sobre
todos los acontecimientos llamados parapsíquicos. Pero aunque aplaudiera
el trabajo de la sociedad al exponer trampas , James descubrió que no po-
día negar la posibilidad de la existencia real de lo que aún era inexplicable
dentro del marco científico aceptado. También Dostoievski estuvo en favor
de denunciar a los falsarios, pero asimismo escribió: "Nunca fui capaz de
rechazar por completo los fenómenos espiritistas, de los que tuve algún co-
nocimiento aun antes de la sesión con la médium". Y tampoco pudo acep-
tar trucos como la ünica interpretación posible.
Dejando aparte sus sentimientos personales , se enteró por otros - en-
tre ellos Vsevolod Soloviev, de quien no podía sospecharse ningún subter-
fugio- de que estaban ocurriendo hechos extraños ante sus propios ojos.
El cuñado de Soloviev, joven de dieciséis años a quien inicialmente habían
enseñado darwinismo en la escuela y que se burlaba del espiritismo, de
pronto se había vuelto un converso, y se estaban celebrando sesiones espi-
ritistas semanalmente en la casa de los Soloviev. "A veces llegué al colmo
del asombro - le escribió a Dostoievski en enero de 1876-. A mi alrede-

36
PSS, vol. 22, p. 127.

276 ... UN PERIÓDICO PERSONAL


dor, las mesas y las sillas positivamente bailaban una danza demoniaca. " El
muchacho, con todo y silla , había sido violentamente arrojado de su lugar
ante la mesa por alguna fuerza desconocida, y cuando se le pidió que se
sentara con las piernas plegadas bajo la silla, aun así "[ésta] rodó a su alre-
dedor, sin tener siquiera ruedecillas".37 En el capitulo x 1v volveremos a la
reacción de Dostoievski ante el espiritismo, pero tanto su cautelosa des-
confianza ante esos fenómenos como su defensa parcial de ellos pueden
quedar bien aclaradas por una frase de los cuadernos de notas: "Acerca del
espiritismo .. . Ésta es la búsqueda de confort moral después de la pérdida
de la religión - y allí es donde está la verdadera profundidad-".38 La renuen-
cia a simpatizar con el espiritismo que Dostoievski detectó en sí mismo
puede atribuirse a esta sensación de que era un sustituto un tanto turbio
de la auténtica fe religiosa. Pero no podía condenar la necesidad humana
que esas experiencias expresaban, o su propia convicción, que pronto sería
predicada por el padre Zósima, de que el hombre en efecto estaba vincula-
do con otros mundos por medio de la fe en Cristo y en Dios.

37
Ibid., p. 335. La carta de Soloviev aparece citada en el comentario.
38 PSS, vol. 24, pp. 158-1 59 .

UNA NU EVA AVENTU RA ~ 277


XII . Una figura pública

S1 EL Diario de un escritor de Dostoievski lo puso en una relación nueva y


mucho más íntima con el público, una razón de ello fue, ciertamente, la
calidad de su estilo. Dostoievski se dirigía a sus lectores como si estuviese
hablándoles personalmente, cual si estuviese entablando una conversa-
ción privada en lugar de estar exponiendo una doctrina o desarrollando
una tesis. Su lenguaje era siempre lúcido y expresivo, nunca elaborado ni
pedante, y producía una sensación insólita de familiaridad con sus lecto-
res. Una respuesta típica puede encontrarse en las memorias de Khristina
Alchevskaia , que siempre había considerado a Dostoievski uno de sus au-
tores predilectos, "pero cuando hizo su aparición el diario de pronto se
volvió especialmente querido para mí". Antes , nunca había pensado
en tratar de comunicarse con él, pero el Diario de pronto lo transformó en
alguien mucho menos lejano. "Además de ser el talentoso autor de obras
artísticas, ante mis ojos apareció un hombre con un corazón sensible, con
un alma capaz de responder ... un hombre que reaccionaba apasionada-
mente a todas las cuestiones del día; y le escribí una carta impetuosa. "1
Muchos otros lectores, en lugar de limitarse a admirarlo desde lejos, fue-
ron arrastrados por el mismo deseo de entrar en contacto personal con el
hombre que ahora les estaba hablando tan directa y persuasivamente.

1
DVS, vol. 2 , p. 235.

278 ...
2

La necesidad experimentada de comunicarse con el autor del Diario de un


escritor condujo, ocasionalmente, a encuentros inesperados , como el que
aparece registrado en la carta de Dostoievski a Alchevskaia del 9 de abril
de 1876. "De pronto -le dice- , anteayer por la mañana, dos muchachas de
unos veinte años vinieron a verme. Entraron y dijeron que habían querido
conocerme desde la Cuaresma. Todos se rieron de nosotras y dij eron que
usted no nos recibiría , y aun si nos recibiera , no nos hablaría . Pero decidi-
mos intentarlo, y así, ahora hemos venido'. "2 Difícil es imaginar que un
incidente así ocurriera antes , cuando su imagen pública había sido forjada
por los temibles presos que había retratado en La casa de los muertos, o por
los protagonistas de sus novelas, devorados por la culpa y atormentados.
En cambio, el Dostoievski del Diario era un amigo y consejero, visitantes
inesperados como las dos muchachas, que le parecieron extremadamente
simpáticas, ya no fueron una rareza . "Dijeron que eran estudiantes de la
academia de medicina, que allí había ahora unas quinientas mujeres y que
'se inscribieron en la academia para obtener una educación superior y
luego hacer algún bien' ."
Los objetivos humanitarios de estas futuras médicas eran sumamente
atractivos, y Dostoievski los tomó como una señal inmensamente alenta-
dora de una nueva mentalidad entre la generación de mujeres jóvenes, a la
que contrasta muy favorablemente con ejemplos anteriores de la "nueva
muj er". "No había yo conocido este nuevo tipo de mujer (conocí muchas
de las antiguas nihilistas, las conocí personalmente y las había estudiado
bien). No me creerán que rara vez he pasado un rato mejor que esas dos
horas con las muchachas. ¡Qué sencillez, naturalidad, frescura de sentimien-
tos, pureza de corazón y de cerebro, la más sincera seriedad, y la más since-
ra alegría!"3 Confiesa que le resulta imposible (sin duda, por causa de la
censura) expresar públicamente todo lo que siente acerca de esta visita,
pero los dos números siguientes del Diario (de mayo y junio) contienen
enérgicas afirmaciones de apoyo a la política de dar a las mujeres los me-
dios para obtener una educación superior.
La espontaneidad de las muchachas de la academia de medicina no se
volvió a mostrar en la conducta de otros admiradores y admiradoras que
2
PSS, vol. 29 , libro 2, p. 79; 9 de abril de 1876.
1
Idem.

UNA FIGURA PÚB LIC A ~ 279


deseaban conocerlo. Khristina Alchevskaia aguardó hasta recibir dos res-
puestas a sus cartas antes de decidirse a acompañar a su marido, un ban-
quero que con frecuencia iba a San Petersburgo, en uno de sus viajes de
negocios . Las epístolas de ella habían estado llenas no sólo de expresiones
de admiración y elogio sino también de información acerca de las opinio-
nes de su círculo literario en jarkov, que se reunía regularmente para leer
en voz alta el Dimio y episodios de Ana Karenina. Describiéndose a sí mis-
ma como descendiente de una moldovanha (suponíase que su madre era la
nieta de un príncipe gobernante de Moldavia, una mujer de "temperamento
colérico" que se había casado con alguien por debajo de su rango), se de-
claraba producto de una "familia accidental" como Arkadi Dolgoruki: cali-
ficativo que estira considerablemente el uso dado por Dostoievski a este
término . Evidentemente orgullosa de haber heredado todos los que llama
"rasgos negativos" de semejante patrimonio, dice que éste le dio un carác-
ter impresionable, excitable y tempestuoso que "le impide a una persona
mirar al mundo de Dios calmada y desapasionadamente''.-+ Alchevskaia lle-
vaba un diario y sus memorias incluyen relatos de sus visitas a Dostoievski
que nos ofrecen una imagen vívida de él en esa época, tanto en lo físico
como en lo espiritual.
Sus propias emociones antes de su primer encuentro pueden inferirse
por la anotación de que "sólo tenía yo que pensar en esta reunión, e inme-
diatamente empezaba a llorar". Una nota que le envió desde su hotel sólo
pudo ser entregada a las tres de la tarde, y ella estuvo en ascuas, aguardan-
do todo el día una respuesta . Llegó la hora de comer, y Alchevskaia se
sentó con su esposo y un invitado, un viejo amigo a quien, pese a su "men-
talidad brillante, vivaz y de vastos alcances", apenas le dirigió la palabra.
Por último , llegó un botones para anunciar que un "señor Dostoievski pre-
guntaba por ella''. Como un relámpago, ella se levantó de la mesa, bajó
desalada las escaleras, sin cuidarse del decoro, y se encontró cara a cara
con Dostoievski a la puerta de su suite.

Ante mí estaba un hombre de estatura mediana, delgado, vestido con cierto


descuido . No podría yo decir que era viejo; ni calvo ni canoso, estas habitua-
les muestras de la vejez no se le notaban; incluso, sería difícil decir su edad.
Pero al contemplar su rostro lleno de sufrimiento, sus ojos hundidos y opa-

4
DVS, vol 2, p 333.

280 .. UN PERIÓDICO PERSONAL


cos, las profundas arrugas, como si cada una tuviese su propia biografía, po-
día decirse con certidumbre que allí estaba un hombre que había pensado
mucho, sufrido mucho , soportado mucho. 5

Una vez sentado en la suite, Dostoievski dejó escapar todo un torrente


de observaciones que revelan las preocupaciones temáticas de su Diario.
Habló de la falta de convicciones firmes e independientes en la sociedad
rusa; de las sectas existentes en San Petersburgo que se reunían supuesta-
mente para elucidar los Evangelios (alusión a la moda del aristocrático
evangelista inglés lord Radstock); de la estupidez del espiritismo y de los
círculos de la inteliigentsia; de su temor a quedarse atrás de los tiempos y
dejar de comprender a la generación joven que, como él se le oponía dia-
metralmente en algunos asuntos, lo rechazaría por completo. Sin embargo,
por el momento había recibido cartas anónimas con la firma "Nihilistas",
que declaraban: "Si bien es cierto que usted se ha descarriado, que comete
errores y faltas contra nosotros, de todos modos lo contamos como uno de
los nuestros y no queremos excluirlo de nuestro bando''. 6 Dostoievski expre-
só todos esos sentimientos con tan absoluta falta de pretensiones, con tal
falta de seguridad y casi timidez, que su admiradora casi no podía creer
que estuviera en presencia de un célebre autor, psicólogo y creador. "Un
alma incomprensible e invisible" parecía emanar de su personalidad, y ella
sintió "un deseo de caer de rodillas ante él, de prosternarme y de orar". Lo
que se lo impidió fue la mirada penetrante de sus ojos, los ojos de "un ana-
tomista del alma. . . acostumbrado a mirar a la gente como material útil
para su estudio". 7
Entre sus otras observaciones, Alchevskaia nota agudamente que "más
claramente que todo ha quedado en mi memoria el siguiente rasgo, muy
sobresaliente en Dostoievski ... : su temor de dejar de comprender a la ge-
neración joven, de romper con ella. Muy sencillamente, al parecer esto se
había convertido en su idée fixe. En esta idée fixe no había en absoluto un
temor de dejar de ser un escritor amado o de reducir el número de sus se-
guidores y lectores; no, obviamente consideraba un desacuerdo con la joven
generación como una caída humana, como una muerte moral. Audaz y
honorablemente defiende sus convicciones íntimas, y al mismo tiempo, de
5
Ibid, p. 334 .
6
Ibid, p 335.
7
Iclem.

UNA FIGURA PÚBLICA ~ 281


algún modo, teme no cumplir con la misión que se le ha confiado e, inad-
vertidamente, extraviarse". 8 No se ha hecho nunca una observación más
penetrante acerca de él en esta etapa de su carrera. Pues Dostoievski sí sen-
tía que se le había confiado una misión: la misión de guiar a la generación
joven de vuelta al sendero de la verdad del pueblo ruso, lo que para él sig-
nificaba, básicamente, la fe del pueblo en Dios. Y por esta razón él consi-
deraba que una separación definitiva de sus lectores jóvenes sería el equi-
valente de una caída humana y de una muerte moral.
Cuando Dostoievski le preguntó por el círculo literario en jarkov, ella
observó que cualquiera "que critique [a Ana Karenina] me parece casi un
enemigo personal". A lo que él replicó: "En ese caso, guardo silencio". 9 Po-
cas semanas después, cuando ella volvió a la carga, él se mostró más com-
placiente.

De veras, vacilo antes de hablar -dijo-. Cada personaje es tan estúpido,


común y trivial que realmente no se puede comprender cómo el conde Tols-
toi puede dirigir hacia ellos nuestra atención. Hay entre nosotros tantas cues-
tiones vitales y sustanciales que nos amenazan a gritos, y de las que depende
la vida o la muerte, y de pronto se nos pide dedicar nuestro tiempo a la obse-
sión del oficial Vronski por una dama de sociedad y lo que viene como re-
sultado. Estamos tan habituados a sofocarnos en esta atmósfera de salón, y
encontramos tan incesantemente trivialidad y mediocridad, ¡y entonces to-
mamos una novela de nuestro mejor novelista ruso y encontramos lo mis-
mísimo'

La admiradora de Tolstoi objetó que los novelistas tienen el derecho de


pintar el mundo tal como lo ven y también les permiten a sus lectores sa-
car sus propias conclusiones; Dostoievski rechazó inmediatamente esta
actitud. En su opinión, "si nuestra vida sólo fuese representada por los
Vronskis y los Karenins, seguramente no valdría la pena vivir". Alchevskaia
añade que, pese a toda su vehemencia, no había nada ofensivo en sus pala-
bras porque "se sentía que no eran resultado de la presunción, sino de una
genuina fe en las ideas que estaba expresando" .10
En apoyo de su opinión favorable de la novela, Alchevskaia mencionó
8
Ibid. , p 337.
9
Ibid, p. 336.
10
Ibid., p. 228.

282 ... UN PERIÓD ICO PERSONA L


el personaje de Levin, quien ciertamente estaba preocupado por las cues-
tiones que por entonces agitaban a la sociedad rusa , pero Dostoievski se
mantuvo firme en su desaprobación. "¿Levin? En mi opinión, él y Kitty son
más estúpidos que ningún otro personaje de la novela. Él es una especie de
mezquino tirano, que no hace absolutamente nada en la vida, más que es-
tupideces. ¡Vaya tipol Cinco minutos antes de casarse va a renunciar a su
novia, y sin la menor razón". Sólo una escena le pareció "plenamente articu-
lada y verídica: la muerte de Anna" (aunque ella no muere en esta escena
particular) . "Digo muerte -explicó- porque considero que en realidad
murió , y no comprendo por qué la novela se prolongó más. Ésta es la única
escena que voy a tomar en mi Diario de un escritor, y la pondré por los cie-
los; pero criticar es imposible , por más que yo quisiera. Yo mismo soy no-
velista ... ¡sería algo indecente! "11 En realidad, cuando escribió un año des-
pués acerca de Ana Karenina, encontró mucho más que elogiar y no sólo la
escena de reconciliación durante el roce de Anna con la muerte ; no obs-
tante , sus sentimientos siempre siguieron siendo mucho más ambivalentes
acerca de este libro que de La guerra y la paz.
Durante esas conversaciones también se tocaron otros temas , entre
ellos la cuestión extremadamente espinosa del nacionalismo , tema sobre el
cual, como lo descubrió Alchevskaia, Dostoievski era sumamente exaltado ,
intolerante y dogmático. Como ella tenía simpatías proucranianas, había
elogiado el carácter de los ucranianos por su independencia y su actitud
hacia las mujeres ("no miran a las mujeres como ganado"). Sin embargo ,
Dostoievski sólo veía el lado negativo de dicha independencia, que condu-
cía a la desunión de la familia comunal, institución aún prevaleciente entre
los verdaderos rusos. Además , insistió en que pueblos eslavos como los
serbios y los ucranianos estaban causando "un positivo daño" al cultivar
sus propias lenguas y literaturas indígenas; ese espíritu de clan sólo obsta-
culizaba la labor de ilustración universal fomentada por la verdadera li-
teratura rusa, "en la que se encontraba toda la salvación, toda la esperanza".
Luego, en la cúspide de su fervor nacionalista, le dijo a su silenciosa
interlocutora que sólo el verdadero pueblo ruso , que había construido un
Estado poderoso, podía impulsar el curso de la civilización. Pues "sólo los
verdaderos rusos -le aseguró- , contemplan magnánima y honradamente
a todas las nacionalidades , sin malicia ni prejuicio , mientras que los ucra-

11
!bid. , p . 138.

UNA FI GURA PÚBLICA ... 283


nianos, por ejemplo, albergan eternamente un rencor y no pueden relacio-
narse con los verdaderos rusos".12 Desde 1863, en sus bocetos de viaje
Notas de invierno, había escrito Dostoievski que la psique social rusa poseía
como rasgo nacional el sentimiento de fraternité enseñado como uno de
los grandes lemas de la Revolución francesa; así, sólo en Rusia podría vol-
verse una realidad social el sueño de fraternité. Esta ilusoria convicción se
había desarrollado hasta ser una identificación del carácter del verdadero
ruso con su valor supremo, a saber, un amor cristiano absolutamente libre
de egoísmo; esta ilusión le permitió a Dostoievski proclamar el imperialis-
mo ruso mientras seguía creyendo que estaba impulsando , y no traicio-
nando, su ideal de armonía y reconciliación universales.
Para entonces, se había puesto en tal estado de irascibilidad que la pru-
dente Alchevskaia consideró lo más pertinente no poner objeciones, y en-
tonces el tema pasó a la religión. En opinión de ella, "Dostoievski sincera-
mente creía en Dios ... , tan sinceramente que se negaba a reconocer, por
decirlo así, una falta de fe como algo auténtico". En el pasado, le dijo , esa
falta de fe "era considerada como indicación de intelecto", pero esto ya no
era así; sin embargo, ese cambio de opinión parecía no establecer ninguna
diferencia, aunque "tal vez con un poco de suerte ellos [los ateos] dejarán
de decir tales estupideces". Dostoievski le preguntó entonces a Alchevskaia
si creía en Dios, lo que provocó la respuesta de que ella había decidido no
responder nunca, en ninguna circunstancia, a tal pregunta "Eso significa
que usted no cree -replicó él al cabo de unos minutos-. Lástima. Debo
tener una seria charla con usted acerca de eso. "13

Otra escritora y pedagoga L. X. Simonova-jojriakova, algunos de cuyos


rasgos probablemente sirvieron para madame jojlakova en Los hermanos
Karamázov, también se presentó por este tiempo ante Dostoievski, y nos ha
transmitido sus observaciones y sus conversaciones.

Fiódor Mijaílovich [escribe] era una persona notablemente impresionable ,


nerviosa y terriblemente irritable, pero bondadosa , de corazón puro y capaz
12
Ide111.
13
Ibid. , p 340.

284 ... UN PERIÓDICO PERSON A L


de responder a todo sentimiento auténtico. Sus súbitas transiciones de ex-
traordinaria ternura y amabilidad a explosiones de ira pueden explicarse por
un organismo minado por la enfermedad (como resultado de sus años de pri-
sión y sus ataques de epilepsia). Pero si en esos momentos de irascibilidad
aparecía alguien verdaderamente devoto a él y pronunciaba palabras de amis-
tad y simpatía, aun si esa persona aparecía por vez primera ante Dostoievski,
no había ninguna diferencia. Inmediatamente se volvía su amigo , en quien
Dostoievski vertía todas las profundidades de su amor a la humanidad , y a
quien expresaba toda la amargura que se había acumulado en su alma.

Tal fue, evidentemente, la experiencia de la propia Simonova-Jojriako-


va, cuando llegó a tocar a su puerta en abril de 1876, "con el corazón la-
tiéndome fuertemente y clara conciencia de toda la estupidez de mi con-
ducta''. 14
En esa ocasión, Dostoievski interrumpió las tímidas explicaciones de
su inesperada visitante, le tomó las dos manos y la hizo sentarse a su lado
en un diván. La conversación se centró inmediatamente en el Diario, del
cual era ella una ávida lectora, y la amargura que ella menciona probable-
mente se refiere a la queja de que no hubiera críticos rusos "que tomaran
su tarea de jueces seriamente y con imparcialidad". En lugar de leer con
cuidado, lamentó, pasaban a toda prisa por encima de aquello sobre lo que,
supuestamente, estarían escribiendo, y luego "presentaban sus opiniones
ya sea en forma de broma o en forma de insulto, concentrándose en la per-
sonalidad del autor más que en su obra. 'Y mis novelas El idiota y El adoles-
cente también hasta ahora no han sido comprendidas', dijo entre muchas
otras cosas". 15
Su interlocutora llevó entonces la conversación hacia El adolescente. El
monólogo de Versílov en que describe el mundo después de la desapari-
ción de Dios la había afectado hasta lo más hondo, y observó agudamente
que "los ateos le recuerdan a uno a los cristianos más ideales", citando el
pasaje acerca del amor con que hombres y mujeres se cubren unos a otros
en ausencia de Dios. A lo que él replicó: "Sí, yo también quisiera que así
fuese, pero es un sueño. Sin Dios, se degollarán unos a otros, y nada más". 16
Lo que aquí llama la atención es tanto su aceptación de la comparación, lo
14
Ibid., p. 343.
15
Ibid., p. 344.
16
Ibid, p. 345.

UNA FIGURA PÚBLICA ~ 285


que implica un reconocimiento del idealismo implícito en el "sueño" ateo,
como también la nota casi de lamento cuando habla de la imposibilidad
de su realización. Sin Dios (y Cristo), tal idealismo, estaba persuadido, no
podría por sí sólo someter las poderosas fuerzas del egoísmo que habita en
los pechos humanos.
Otra visita de Simonova-Jojriakova ocurrió tras la aparición del núme-
ro de octubre de 1876 del Diario, que contenía uno de los artículos más
célebres de Dostoievski: "La sentencia". El texto era, supuestamente, la no-
ta de suicidio dejada por un ateo y materialista, que se había quitado la
vida por lo que podría llamarse indignación metafísica (gran parte de
la diatriba de Iván Karamázov contra la inhumanidad de Dios para con el
hombre está ya prefigurada en esta poderosa acusación). Simonova-Jo-
jriakova observa, exagerando un poco, que Dostoievski era la única perso-
na que por entonces estaba prestando atención al suicidio. Por el contra-
rio, mucho se discutía sobre la epidemia de suicidios que por entonces
azotaba a Rusia; sólo que mientras que otros lo veían únicamente como un
grave problema social, él lo enfocaba en sus propios términos religioso-
metafísicos.17 Negándose a aceptar el habitual veredicto médico de que ta-
les acciones eran prueba de trastorno mental, él insistía en que personas
perfectamente capaces de pensar razonablemente bien podían dejarse lle-
var por su razón hasta un estado de desesperación que condujera al suici-
dio. Y "La sentencia" presentaba tan persuasivos argumentos sobre la auto-
destrucción, con muy poco que contrarrestara su efecto, que muchos
lectores, como su visitante, se sintieron gravemente perturbados. Desde
luego, el objetivo de Dostoievski había sido mostrar que, sin una fe en
Dios y en la inmortalidad del alma, la vida humana no tiene sentido y bien
puede terminar, así, en un suicidio "racional". Pero como había dejado que
la necesidad de una fe religiosa fuese inferida a partir de la carta del suici-
da, en lugar de expresarla de alguna manera abierta, bastantes lectores le
habían escrito desconcertados. Dostoievski reconoció ante Simonova-Jo-
jriakova que esta reacción generalizada le había preocupado.
La primera pregunta de Simonova-Jojriakova fue si él había inventado
la nota del suicida o si se había basado en el documento dejado por un
auténtico suicida. Dostoievski respondió, sin vacilar:

17
Para un análisis bien documentado del suicidio en Rusia, véase Irina Paperno, Suicide as
a Cultural Institution in Dostoievshí~ Russía, Ithaca, 1997.

286 ... UN PERIÓDICO PERSONAL


- Es mía, la escribí yo mismo.
-¿Es usted ateo?
-Soy deísta, deísta filosófico -respondió, y luego me preguntó-: pero ¿por
qué?
-Su "Sentencia" está escrita de tal modo que yo creí que estaba usted expo-
niendo algo que había vivido.

Ella habló entonces de la "terrible impresión" que el artículo podía


producir en los lectores, llevando a algunos que nunca habían pensado en
el suicidio, a considerarlo o incluso a matar a otros para sacarlos de su do-
lor. Él se alteró terriblemente ante estas palabras, saltó de su asiento y des-
ahogó su anonadamiento. "'No me comprenden, no me comprenden -re-
pitió desesperado; luego, súbitamente se sentó a mi lado , me tomó de las
manos y cuchicheó rápidamente-: Quise mostrar que es imposible vivir
sin cristianismo. Propuse la palabrita ergo: significa que sin cristianismo es
imposible vivir. ¿Cómo es posible que ni usted ni los otros notaran esta
palabra, y no comprendieran lo que significaba?'" Luego se puso en pie, se
irguió y pronunció con voz firme: "Ahora le prometo a usted que hasta el
fin de mis días expiaré el mal causado por mi 'Sentencia'." 18
Simonova-Jojriakova atribuye a este incidente el pronunciado "carácter
religioso" de la última obra de Dostoievski, y aunque sin duda le concede
excesiva importancia al episodio, éste sí pudo haber contribuido al deseo
del autor de expresar su propio y positivo punto de vista menos indirecta-
mente que en el pasado. Sin embargo, ella no se equivocó al suponer que,
al menos en su imaginación, Dostoievski había pasado por el proceso men-
tal tan aterradoramente descrito en la ficticia nota de suicidio. Muchos
años antes, en La casa de los muertos, había imaginado Dostoievski a algu-
nos sádicos comandantes de la prisión asignando a los presos la tarea abso-
lutamente sin sentido, día tras día y sin ningún fin a la vista , de llevar cu-
betas de arena de ida y vuelta, de un extremo al otro del campamento.
Había predicho que, en tales condiciones, "el reo se ahorcaría en unos
cuantos días o cometería mil crímenes, prefiriendo morir antes que sopor-
tar semejante humillación, vergüenza y tortura" (v. 4 , p. 20). Para Dostoiev-
ski, vivir en un mundo sin Dios ni inmortalidad era el equivalente moral-
psicológico de los presos que transportaban arena interminablemente sin

18
DVS, vol 2, p 345.

UNA FIGURA PÚBLICA ~ 287


propósito alguno ; estaba profundamente persuadido de que la psique hu-
mana no toleraría tan insensata indignidad. Casi no puede dudarse de que
el escritor capaz de imaginar los tormentos de sus compañeros de prisión
así tratados debe haber conocido sentimientos similarmente aterradores.
Sin embargo , es curioso que a su propia fe la llame "deísmo filosófico'', pen-
sando tal vez en la mentalidad con que había compuesto "La sentencia" .
Pues aquí aparece una clara contradicción entre su propio cristocentrismo y
un deísmo filosófico que, históricamente , había aceptado a Dios pero cuya
actitud hacia el Cristo sobrenatural era , en el mejor de los casos, dudosa .*
Queda por mencionar otra muchacha que visitó al autor del Diario, So-
fía Lurie. Hija de un banquero de Minsk , de dieciocho años, estudiante en
San Petersburgo, Sofía quiso recibir guía y consejo de Dostoievski para pro-
seguir su educación. Él replicó que "es difícil para mí enviar, en una carta ,
varios títulos de libros", y sugirió que ella fuese a visitarlo "entre las tres y
las cuatro de la tarde ... Se debe escoger un libro de acuerdo con la mentali-
dad de una persona, por tanto lo mejor es que nos conozcamos más".19
Dostoievski no sólo se hizo amigo de Sofía Lurie, cuyo nombre indica
su origen judío, sino que también escribió acerca de ella , muy cariñosa
aunque anónimamente en el Diario. Habla allí de una muchacha que "vino
a buscar mi consejo sobre qué leer y a qué prestar atención particular. Ha
estado visitándome mensualmente , no quedándose cada vez más que diez
minutos; sólo habla de sus propios asuntos , pero brevemente , con modes-
tia y casi con timidez, m ostrando una notable confianza en mí. Y sin em-
bargo, puedo ver que tiene un carácter muy resuelto" . En esta ocasión ha-
bía llegado a hablarle de su intención de inscribirse como enfermera para

'' Puesto que Dostoievski casi no dij o nada directamente acerca de sus convicciones religio-
sas personales , este testimonio plantea muchas preguntas y puede justifica r ciertas suposicio-
nes . ¿Pudo Dostoievski haber estado hablando acerca del narrador ficticio de "La sentencia" y
no de sí mismo como persona? Tal vez quiso decir que, como autor de "La sentencia'', había
adop tado la posición del narrador, quien es ciertamente un "deísta filosófico" que al menos
acepta a Dios como una hipótesis contra la que protesta, pero qu e no cree en las promesas de
la fe cristiana. Obsérvese también que Versílov en El adolescente se llama a sí mismo "deísta fi-
losófico" (v 13 , p. 379)
Por otra parte, Dostoievski emplea en otro lugar el término "deísmo" con un significado
mucho más lato del habitual. Al escribir sobre George Sand en su Dia1io de un esoito1; dij o que
ella "murió siendo deísta, creyendo firmemente en Dios y en la inmortalidad del alma" (v. 23,
p 37) El deísmo, aquí , se adaptaría, por tanto, a gran parte del sentido del propio Dostoievski
sobre la esencia del cristianismo .
19
PSS, vol. 29 , libro 2, p. 81; 16 de abril de 1876.

288 .. U N PERIÓDICO PERSO N AL


servir en Serbia, obviamente buscando su aprobación. Aunque simpatizara
de corazón con este "caso puro de anhelo de sacrificio, de alguna buena
acción, de algún hecho noble", trató de advertirle de los peligros y dificul-
tades que podría encontrar. "¿No te desmayarás a la vista de un muerto, de
alguna herida o de una operación? Esto ocurre pese a nuestra voluntad,
inconscientemente". Pero "fue imposible disuadirla", y cuando finalmente
le dio su bendición, "ella se fue radiante y, desde luego , llegará allí en una
semana" (v. 23, pp. 51-53). En realidad, Sofía Lurie nunca fue a Serbia
porque cedió a los ruegos de su padre, pero continuó escribiéndose con
Dostoievski y después le aportó cierto material esencial para sus reflexio-
nes , notoriamente ambivalentes, acerca de la Cuestión judía.

En el verano de 1876 Dostoievski hizo otro viaje a Bad Ems, donde duran-
te un mes estuvo tomando las aguas. Esa ausencia, desde luego, causó pro-
blemas especiales a la publicación de su Diario mensual, y sólo publicó un
número combinado de julio-agosto. El viaje resultó mucho menos agota-
dor que los anteriores , y aunque los vagones rusos tanto como los alema-
nes iban atestados, "se podía sobrellevar a la gente". Al aproximarse el tren
a la frontera alemana, a Dostoievski lo "fastidió un yid" [judío], a quien
llama "uno de los yids superiores", rico y educado, quien le dio "informa-
ción acerca de sus dos hijos, profesionales, en San Petersburgo (un aboga-
do y un médico), así como de su propio problema médico de hemorroides"
(de las cuales también sufría Dostoievski) . "Por pura cortesía", le dice a
Anna , tuvo que soportar a este parlanchín caballero durante cuatro horas.
Por otra parte, observa con cierta sorpresa , sus compañeros de viaje alema-
nes "simplemente me atendían, contemplándome casi con respeto". Lo que
le deprimió, sin embargo , fue la conversación general, "todo acerca de ne-
gocios e intereses y el precio de los artículos, de bienes, acerca de la vida
alegre con camelias [prostitutas elegantes] y oficiales ... y eso era todo. Ni
educación ni intereses superiores ... ¡Nada! No puedo comprender quién
puede leer ahora, ni por qué el Diario de un escritor tiene aún varios miles
de compradores. "2º

20
Ibid. , pp. 89-92 ; 7-1 9 de julio de 1876.

UNA FIGURA PÚBLICA ~ 289


En el trecho del viaje de Berlín a Ems, conversando con un ruso y su
hija , Dostoievski descubrió que eran "el ejemplo mismo de la vulgaridad,
la trivialidad y la altivez entre los que andan por el extranjero, y la hija era
una nulidad y una estúpida". Dostoievski no toleraba a los rusos que ha-
bían elegido vivir en Europa, pues le parecían renuentes a adaptarse a las
transformaciones de la vida rusa que había causado la liberación de los
siervos. Otro incidente, registrado para deleite de Anna, le recordó una
ilustración de Cham (célebre caricaturista francés) . Durante una parada,
mientras él y los otros estaban en los sanitarios de hombres, "entró corrien-
do [adonde estaban] una dama bien vestida, según todas las apariencias
una inglesa", quien llegó al centro de los mingitorios antes de darse cuenta
de su error. "De pronto dio un grito agudo, o más bien un chillido", y le-
vantó las manos "en un movimiento giratorio". Dostoievski nota cuidado-
samente los movimientos de esta mortificada señora y hasta intuye lo que
estaba pensando. "De pronto se cubrió el rostro con ambas manos y, des-
pués de girar un tanto lentamente (todo estaba perdido , todo había termi-
nado , ya no había razón para apresurarse), con toda la figura inclinada
hacia delante, salió de la habitación deliberadamente, y no sin dignidad".
Lo que le llamó la atención a Dostoievski fue el contraste de psicología na-
cional que pudo observar. "Los alemanes se quedaron sombríos y silencio-
sos, mientras que en Rusia la gente seguramente se habría desternillado
de risa ." 21
Para entonces, Dostoievski ya era una figura familiar en Ems, y "en el
correo y en todas partes de Ems (tenderos, porteros, fruteras , propietarios
de las tiendas) todos me reconocen y todos me saludan, sonrientes". La
impresión de extrañeza que antes sintiera con tanta fuerza y desagrado ,
ahora se había disipado; empero, "Ems me pareció horriblemente aburri-
do". Su médico de cabecera , el doctor Orth, de quien ahora tenía mucho
mejor opinión, tras un minucioso examen inicial le dio un diagnóstico en
que se mezclaban lo positivo y lo negativo. Había habido cierta mejora
en una parte de sus pulmones, y un deterioro en otra. "Luego, como respues-
ta a mi insistente pregunta, dijo que la muerte aún está muy lejos y que
todavía tengo largo tiempo por delante pero que, desde luego, hay que con-
tar con el clima de San Petersburgo ... que yo necesitaba tomar precaucio-
nes , etc., etc." 22 Dostoievski encontró acomodo en un hotel en el que ya
21
/bid., p. 93; 9-21 de julio de 1876.
22
ldem.

290 ... UN PERI ÓD ICO PERSO N AL


había estado antes (la Ville d'Alger, cuya administradora hablaba francés ,
pero luego se quejó de que sus vecinas, una madre y su hija , de Grecia)
nunca dejaban de charlar. Por último tomó una habitación menos agrada-
ble en un piso superior, para poder leer y escribir con calma.
Sus cartas de Ems no difieren esencialmente de las anteriores, y contie-
nen las mismas quejas acerca de su soledad y sus constantes preocupacio-
nes por la salud y el bienestar de Anna y de sus hijos. El hecho de no reci-
bir una carta cuando la esperaba lo sumía en el pánico, e imaginaba toda
clase de catástrofes que le estuvieran ocurriendo a su familia. Asimismo el
tratamiento estaba afectándole , muy poderosamente, más que en el pasa-
do , "y de pronto sufrí un desmayo, pero no duró más que un segundo ... y
me apoyé en un árbol. Entonces sentí palpitaciones, que duraron hasta la
noche, y la sangre se me subió a la cabeza". Todos estos síntomas (tranqui-
liza a Anna) están descritos en un libro acerca de los efectos de beber las
aguas de Ems, y por tanto, no se alarmó; su apetito era bueno, aunque los
alimentos le parecían apenas ingeribles. Sin embargo, la presión del Diario
empezaba a pesar sobre él: "No tengo ningunas ideas, y no sé cuando em-
pezaré, y cuando pregunto por mis actividades literarias, Orth absoluta-
mente me las prohíbe. No lo obedeceré, desde luego , pero ya han transcu-
rrido cinco días y aún no tengo nada hecho". 23
Las cartas de Dostoievski desde Ems siempre habían estado llenas de
expresiones de ternura hacia Anna, así como de recordatorios de la pasión
física que unía a la pareja. Lo mismo continúa siendo el caso ahora; y, le-
yéndolas muchos años después , Anna Grigórievna consideró prudente
tachar cierto número de pasajes demasiado explícitos para su sentido del
decoro. Estas cartas están entre las más mutiladas del canon de Dostoiev-
ski , aunque aún puede leerse su confesión de que se ha enamorado de ella
cuatro o cinco veces desde su matrimonio, y que esto ha vuelto a ocurrirle.
"Anechka - escribe- , sólo puedo pensar en ti. Pienso en ti en toda clase
de imágenes y representaciones ... Te amo hasta el punto de ser un tor-
mento. "24 Este arranque de pasión tal vez pueda relacionarse con un episo-
dio ocurrido poco antes de su partida, cuando él y Anna habían disputado
por un curioso incidente que ella narra en sus memorias.
Un amigo de ellos había escrito una novela que ambos leyeron, uno de
cuyos personajes recibe una carta anónima en que se le informa que su
23 Ibid , pp 95-98 ; 13-25 de julio de 1876.
24
Idem.

UNA FIGURA PÚBLICA ... 291


esposa le había sido infiel; la prueba podía encontrarse en un relicario que
ella llevaba. Anna decidió , como "broma", enviar esa carta a Dostoievski,
suponiendo que él reconocería la imitación del texto y que ambos iban a
reírse mucho. En cambio, él le arrancó el relicario del cuello, sacándole
sangre, y se mostró furioso por la supuesta "chanza". "'Tú sigue bromean-
do , Anechka -dijo-... pero piensa en las cosas terribles que habrían po-
dido suceder. ¡Habría podido estrangularte en mi furia!'" Sin embargo, una
vez calmada su ira, la velada "transcurrió en disculpas, lamentos , y lama-
yor ternura" -que, podemos sospechar, fue el propósito a que iba desti-
nada toda la travesura-. 25 Un intercambio de cartas acerca de la reapari-
ción de uno de los antiguos pretendientes de Anna también indica que ella
estaba intentando de nuevo provocar sus celos, posiblemente como medio
de precaverse de posibles atracciones en el extranjero.

Dostoievski compró un registro de los visitantes de Ems pero no pudo en-


contrar nombres de alguien que conociera entre los importantes, y no te-
nía ningún deseo de conocer a los demás. Todos ellos eran "yids rusos y
alemanes: banqueros y prestamistas. Ni un solo conocido". Se encontró con
un cierto barón Gans, general de artillería retirado, a quien había conocido
durante sus tratamientos de aire comprimido en San Petersburgo, y escri-
bió acerca de él a una conocida común, una dama de sociedad a la que
había encontrado en las mismas circunstancias. El barón le confió que ha-
bía recibido una virtual sentencia de muerte de un renombrado especialista
de Berlín, pero que había ido entonces a Múnich a ser tratado por alguien
a quien llamaban la Wunderfrau (puede suponerse que era una curandera
heterodoxa), y "ella me ayudó grandemente". Dostoievski le dijo que "yo
también estuve sentenciado como uno de los incurables, y hasta lamenta-
mos un poco nuestro destino, y de pronto nos echamos a reír". Luego se
pone irónico ante el consejo de los médicos, quienes le aseguran que si
lleva una existencia imposiblemente tranquila podrá aumentar su longevi-
dad. "Eso me ha tranquilizado absolutamente, desde luego", añade con un
toque de sarcasmo. 26
25
Anna Dostoevsky, Reminiscences, trad. y ed_ de Beatrice Stillman, Nueva York, 1973 , p. 264.
26
PSS, vol 29 , libro 2, p 105; 18-30 de julio de 1876.

292 ~ UN PERIÓD ICO PERSONAL


Aunque Dostoievski no hiciera ningún esfuerzo por buscar a otros ru-
sos, casualmente se encontró con el conocido publicista radical G. Z. Eliseev,
quien también estaba tomando la cura y con quien se había rozado en San
Petersburgo. A pesar de sus opiniones marcadamente distintas en cuestio-
nes sociopolíticas y religiosas, Dostoievski y los Eliseev (iba acompañado
de su esposa) no dejaron de hablarse, aunque a cada encuentro se apresu-
raban a separarse. Importante personaje del periodismo radical de su épo-
ca, Eliseev, como muchos otros, procedía de una familia de sacerdotes y se
había educado en seminarios teológicos. En su caso, se mantuvo en ellos el
tiempo suficiente para llegar a profesor de la Academia Eclesiástica de Ka-
zán y labrarse una reputación por sus aportaciones a la historia de la Iglesia.
Habiendo perdido la fe, Eliseev dejó la docencia por una carrera perio-
dística en San Petersburgo y se volvió una figura activa en el fermento inte-
lectual de los sesenta, escribiendo para Sovremennik (El Contemporáneo), de
Chernishevski, poco antes de su supresión; para el periódico satírico radi-
cal Iskra (La Chispa), y para otros de la misma tendencia. Fue él quien,
como ya hemos observado, escribió una crítica sumamente hostil a los pri-
meros capítulos de Crimen y castigo, acusando a Dostoievski de mostrar
calumniosamente a toda la población estudiantil como si estuviera forma-
da de asesinos. Sin embargo, al llegar los setenta los tiempos habían cam-
biado, y los adversarios tenían más cosas en común de lo que pudiera
creerse a primera vista. Eliseev se había destacado entre los radicales de los
sesenta por su actitud tan positiva hacia las instituciones originarias del
pueblo ruso, como la obshchina (comuna) , que otros veían tan sólo como el
embrión de un futuro orden socialista. Y sostenía, como Dostoievski y los
esla.vófilós habían riiátl.teriidó siempre, que la historia de Rusia difería de la
de Europa porque nunca había conocido el feudalismo ni la guerra de cla-
ses. Los historiadores en general convienen en que las ideas y la personali-
dad de Eliseev ejercieron una influencia importante sobre el joven Nikolái
K. Mijaílovski, y en que fue uno de los precursores del populismo ruso n
La primera impresión que Eliseev le dejó a Dostoievski en Ems no fue
muy favorable. "Ante las aguas, ayer me encontré con Eliseev. Está aquí
con su esposa, lo están tratando, y se me acercó. Sin embargo, no creo que
me vaya yo a llevar muy bien con él; el viejo 'negador' no cree en nada . . . y,
lo que es más importante, tiene una altivez de seminarista." Dostoievski
27 Véase el análisis de Eliseev en james H. Billington , Mijailovski and Russian Populism,

Oxford, 1958, pp. 46-49 y passim.

UNA FIGURA PÚBLICA ~ 293


pensó (erróneamente) que la esposa de Eliseev provenía del mismo am-
biente clerical: "Viene de las filas de las nuevas mujeres 'progresistas', las
'negadoras"'. De manera un tanto paradójica, el incrédulo Eliseev, al ente-
rarse de una victoria de los montenegrinos en su rebelión contra los tur-
cos, quería organizar un solemne servicio de agradecimiento, y le pidió
a Dostoievski que contratara los servicios del párroco ortodoxo local. Para
gran satisfacción de Dostoievski, el sacerdote "sensatamente rechazó [la
idea] con el pretexto de que no se habían confirmado aún las noticias de
la victoria (lo que era cierto) , pero yo lo convencí de que les pidiera a los
rusos una contribución financiera a la causa eslava". Él y el sacerdote die-
ron quince marcos, y Dostoievski socarronamente preguntó si Eliseev ha-
ría lo mismo, "porque a los seminaristas ... les gustan las manifestaciones,
pero les disgusta mucho donar algo". Al no encontrarse con Eliseev al día
siguiente, se preguntó "si no estaría enojado por lo que les dije ayer a los
seminaristas. Su esposa está definitivamente furiosa contra mí: empezó a
discutir conmigo sobre la existencia de Dios, y yo le dije , entre otras cosas,
que ella sólo estaba repitiendo las ideas de su marido. Eso la enfureció". 28
A pesar de tales altercados, no se rompieron las relaciones, aunque
cada vez se caldeaban más los ánimos. "Esos vulgares liberalillos -dice
indignado, nueve días después- han acabado con mis nervios. Se me im-
ponen y me saludan constantemente, pero me tratan como si tuvieran cui-
dado de 'no contagiarse de mi reaccionarismo'. Son archivanidosos, espe-
cialmente ella, parece un trivial librillo con reglas liberales. '¡Oh lo que él
dice, oh lo que defiende!' Los dos creen que van a enseñarle algo a alguien
como yo." Dostoievski se encontró, asimismo, con una amiga de la pareja,
una escritora y publicista activa en el movimiento feminista, Elena Lijache-
va, quien acababa de regresar de Belgrado, "y todo lo que hace es hablar de
compasión humana hacia los serbios, pero creo que no es más que una
chismosa". Los populistas y los nacionalistas paneslavos como Dostoievski
estaban apoyando la causa eslava contra Turquía, pero esta unión no redu-
jo el desagrado que le inspiraban estos nuevos aliados. Lijacheva tenía un
hijo de dieciséis años que le pareció simpático a Dostoievski, y "lo tuve en
mi lugar durante un cuarto de hora y empecé a instruirlo en el no-liberalis-
mo, mencionando el hecho de que los seminaristas nos habían causado
mucho daño, sin insinuar para nada a Eliseev" . Este tibio intento de hacer

2
s PSS, vol. 29 , libro 2, p. 104; 21 deiulio-2 de agosto de 1876.

294 .... UN PERIÓDICO PERSONAL


pensar no tuvo, desde luego, ningún éxito, "y esa noche cuando los vi ...
noté su frialdad , y supongo que el muchacho le transmitió mi conversa-
ción a la madre , y ella a ellos". 29 No obstante, pocos días antes de irse le
informa a Anna que "los Eliseev han vuelto a buscarme, y están más cor-
diales que nunca. Pero no me importa". Lo que le preocupaba era poder
verse obligado a "regresar con ellos en el mismo vagón del tren". 3º Por for-
tuna se salvó, y en adelante se desvanecieron de su correspondencia ... pero
no de su esfera literaria. Pues hay buenas razones para creer que el cínico
Rakitin de Los hermanos Karamázov, siempre en busca de buenas oportuni-
dades, y quien, según predice Dimitri, fundará un periódico radical y ad-
quirirá una casa elegante con sus ganancias, se basa en una caricatura de la
carrera de Grigori Eliseev.

Durante todo este periodo Dostoievski continuó preocupado por el Diario,


obsesionado por el temor de no poder publicarlo. "La posibilidad de un
ataque me aterra - le escribió a Anna a mediados de julio, desde Ems-.
¿Qué ocurrirá entonces al Diario, en que no he podido ponerme a trabajar?"
Pero , empecinado , continuó haciendo preparativos para escribir y, en la
misma carta, le informa que

he estado releyendo toda la correspondencia [de sus lectores] que traje aquí.
Me inscribí en la biblioteca de préstamos (una biblioteca patética), y saqué un
libro de Zola porque he descuidado terriblemente la literatura europea en
años recientes; ¡imagínate!, apenas puedo tolerarla , es algo repugnante.
Y en Rusia la gente habla de Zola como de una celebridad , como de un faro
del realismo 31

Émile Zola estaba escribiendo por entonces una carta periódica desde
París en el liberal Vestnik Evropy (El Mensajero Europeo), habiendo sido re-
comendado por su amigo Turgueniev, y se le saludaba como el principal
paladín y practicante de un naturalismo literario por entonces considera-
blemente de moda. Varias traducciones de una sola novela - El vientre de
29
!bid., p. 117; 30 de julio-11 de agosto de 1876.
30
!bid., pp. 119-120; 2-14 de agosto de 1876.
11
!bid., pp 99-100; 15-27 de julio de 1876.

UNA FIGURA PÚBLICA ~ 295


París, el libro que Dostoievski tomó prestado de la biblioteca de Ems- se
habían publicado en 1873 , y en la prensa rusa se discutían extensamente
las obras y teorías de Zola .
Dostoievski anotó en su cuaderno sus primeras reacciones: éstas, aun-
que contenían severas críticas, no dejaban de ser perceptivas . Páginas y
páginas de la novela están dedicadas a describir el aluvión de productos
que entran en el recién construido mercado de Les Halles, y Dostoievski
anota: "El vientre de París, p. 30 sobre coles y zanahorias (un éxtasis forza-
do)". Un personaje , un pintor, se fascina con las vistas de las calles del
viejo París , que por entonces eran demolidas por los esbirros del barón
Haussmann, y con las formas y colores apilados en tan abigarrada profu-
sión en la zona del mercado. De él escribe Dostoievski: "El pintor Claude.
No es un hombre. El éxtasis eterno es ridículo". Recuerda entonces los per-
sonajes creados por un dramaturgo romántico ruso ya totalmente desacre-
ditado por ser excesivamente bombástico, Néstor Kukolnik: "Allí tenemos
las figuras estáticas de los dramas de Kukolnik. . . Sólo que hablaban de
Rafael, y éste habla de las coles". Según Dostoievski , "todo esto es erróneo,
todo es exagerado , y por ello mismo está lejos de la réalité, y por esa razón
no se puede (no se debe) escupir sobre George Sand", cuyo "idealismo" a
menudo fue utilizado como contrapeso para sacar a luz los más prosaicos
méritos de Zola.
Observando sagazmente el intento de Zola por crear efectos impresio-
nistas en su prosa, le parece que los resultados son sumamente tediosos:
"Describirá cada pezuña de caballo , y un cuarto de hora después, cuando
sale el sol, volverá a describir la pezuña bajo una luz diferente. Eso no es
arte. Denme a mí una sola palabra (Pushkin), pero que sea la palabra nece-
saria. De otro modo , se corre en todas direcciones y todo se vuelve de diez
mil palabras , y no puede aún expresarse, y esto con la más completa auto-
satisfacción, pero a mí perdónenme". Tampoco puede aceptar la moral que
Zola contrastó con las ambiciones y satisfacciones puramente materialísti-
cas de sus figuras de tenderos y comerciantes. "Florent [un ex revoluciona-
rio que retorna de la prisión y del exilio] muere de hambre y orgullosa-
mente rechaza la ayuda de una buena mujer. Zola considera esto un hecho
heroico, pero en su corazón no hay fraternidad , y ¿qué clase de republica-
no es éste? Acepta la ayuda de ella y auxilia a otros movido por la plenitud
de un corazón noble: esto será el paraíso en la tierra" (v. 24, pp. 238-2 39).
Poco sabía Dostoievski, mientras garabateaba estas líneas, que diez años

296 ~ UN PERIÓDICO PERSONAL


después sus propias novelas ayudarían a quebrantar el dominio del natura-
lismo de Zola sobre una nueva generación literaria francesa.
Entre constantes lamentos sobre lo que debe incluirse en el Diario
("Sólo estoy compilando ... y no he comenzado aún, y me preocupa terri-
blemente"), uno de los pocos puntos brillantes es una entusiasta reacción a
Beethoven. "Ángel mío, esta mañana escuché la obertura Fidelio de Beetho-
ven. Nada más elevado se ha escrito nunca. Está en una vena ligera y gra-
ciosa, pero con pasión. En Beethoven siempre hay pasión y amor. Es el
poeta del amor, la felicidad y el anhelo apasionado." 32 Dostoievski siempre
había sido un devoto amante de la música, y fielmente asistía a los concier-
tos diarios en Ems, como una de sus pocas distracciones.
Su mal humor de estos días fue considerablemente aliviado por una
carta de Vsevolod Soloviev, quien también le envió la copia de un entusias-
ta artículo que había escrito acerca del número de junio del Diario. Este
fascículo contenía un sincero obituario de George Sand, uno de los ídolos
de su juventud, así como una declaración, en términos inequívocos, de su
exaltada concepción de la misión histórica universal de Rusia. La tarea de
Rusia, proclamaba, era producir la unión de todos los eslavos y así resolver
la Cuestión de Oriente, y esta unificación sería el preludio de una reconci-
liación universal de los pueblos bajo el estandarte del verdadero Cristo,
conservado tan sólo en la ortodoxia rusa. Dostoievski quedó muy compla-
cido con los elogios de Soloviev porque sintió que en ese número de la re-
vista, por primera vez, se había atrevido finalmente a permitirse "llevar al-
gunas de mis convicciones a sus conclusiones, a decir la última palabra ...
de mis sueños con respecto al papel y la misión de Rusia entre la humani-
dad, y expresé la idea de que esto no sólo ocurriría en el futuro próximo,
sino que ya comenzaba a hacerse cierto". El resultado había sido que "has-
ta los periódicos y publicaciones favorables a mí empezaron a gritar, allí
mismo, que yo había acumulado paradoja sobre paradoja". Al dar las gra-
cias a Soloviev, le dice: "juzga por ti mismo si, después de esto, tus amables
palabras respecto al número de junio me serán caras". 33
Pese a todos los elogios de Soloviev, concluye Dostoievski que tal vez
el haber sido explícito resultó contraproducente, y aplica un ejemplo reli-
gioso para ilustrar su argumento: "Si dice usted, por ejemplo, y de pronto,
'tal y tal es, de hecho, el Mesías', directamente, y no insinuándolo ... nadie
32
Ibid, pp. 104-106; 18-30 de julio de 1876.
33
Ibid, pp 101-103; 16-28 deiulio de 1876.

UNA FIGURA PÚBLICA ~ 297


le creerá, precisamente por causa de su candidez". En realidad, había anun-
ciado algo análogo al declarar que Rusia sería un Mesías de la historia uni-
versal, y esto había sido recibido con enorme escepticismo; pero sostiene
que ese mismo escepticismo saludaría cualquier declaración abierta de los
ideales últimos de quienes se burlan de su mesianismo ruso-cristiano. "Si
cualquiera de los más famosos ingenios, por ejemplo Voltaire, en lugar de
pullas, bromas, sugestiones e insinuaciones de pronto se hubiese aventura-
do a plantear todo lo que creía, si hubiese mostrado todos sus fundamen-
tos a la vez, su esencia , entonces, créanme, no habría logrado ni la décima
parte del efecto anterior. Más aún, la gente simplemente se habría reído ."34
En realidad, la insólita franqueza de la expresión de las ideas de Dostoiev-
ski, estuviesen de acuerdo o no con él sus lectores, los impresionó muy
favorablemente por su marcado contraste con las habituales circunlocucio-
nes y evasivas de la prensa rusa.
Tales respuestas hicieron que Dostoievski se resolviera más todavía a
sostener la calidad de su Diario, y termina su carta a Soloviev expresando
el temor de que no le sea posible hacerlo desde Ems: "Prometí un Diario de
agosto, con un doble número de firmas, pero mientras tanto no he comen-
zado siquiera, y además hay tanto hastío y tanta apatía que veo los próxi-
mos escritos con repulsión, como un infortunio que me acecha. Tengo el
presentimiento de que resultará un número muy malo".35 Ocho días des-
pués le dice a Anna que el Diario "está resultando tan miserable, tan patéti-
co , mientras que, con suerte, tendría que ser tan llamativo como fuera po-
sible , de otra manera estará kaput. En pocas palabras, Anna, estoy bajo una
depresión, una depresión literaria".36 La vida en Ems estaba volviéndose tan
opresiva para él que no podía soportar mucho más, y la perspectiva de un
número mediocre -o la falta total del Diario en la fecha prometida- era
algo que él se negaba a tolerar. Así pues , decidió abreviar el periodo de su
tratamiento y regresar al rico ambiente hogareño que ahora se había vuelto
indispensable para su bienestar, tanto psíquico como literario.
Al anunciarle a Anna que sólo se quedaría en Ems cuatro semanas en
lugar de las seis habituales, trata de poner buena cara a esta abreviación
asegurándole que el doctor Orth "dice que no necesito más". El doctor,
desde luego, sabía que su paciente de todas maneras había decidido irse.
14
Idem.
35
Ibid, p. 103.
36
Ibid, p. 11 4; 24 dejulio-5 de agosto de 1876.

298 """ U N PER IÓDICO PERSO N AL


Las cartas de Dostoievski son ambiguas sobre este punto , pues responden
a las angustias de Anna y tratan de tranquilizarla con informes sobre lo
mucho que había mejorado su salud. La verdad, sin embargo, como él
lo reconoce, es que "el curso de mi tratamiento debiera ser de seis semanas
en lugar de cuatro ... , pero debido al Diario no puedo pasar seis sema-
nas aquí". 37 Poco después de regresar, le dijo a Anna Simonova-Jojriakova
que su salud era "mala, muy mala. En el extranjero no mejoró , antes bien,
empeoró".38 A mediados de agosto estaba de vuelta en Rusia , lo que le dio
dos semanas para dar forma, a toda velocidad, al número de julio-agosto
del Dimio.

El Diario de Dostoievski fue el más leído de todo ese tipo de publicaciones


durante su vida de dos años, pues llegó a públicos no sólo de las más re-
motas provincias rusas sino también a los más altos círculos cortesanos. En
el otoño de 1876, Konstantin P Pobedonostsev solicitó que se le enviara
regularmente un ejemplar al zarevich Alejandro. "Sé - escribió el precep-
tor del príncipe heredero- que ayer, en presencia de sus hermanos , habló
de varios de sus artículos y los recomendó a su atención. "39 Desde luego,
Dostoievski se regocijó ante esta muestra de interés de tan elevado perso-
naje, y aunque Pobedonostsev sólo sugiriera enviar ejemplares por el
correo o por medio de él si se incluía una nota, Dostoievski decidió que lo
procedente era dar alguna explicación. Le escribió directamente a Alejan-
dro , a quien tres años antes había presentado un ejemplar dedicado de Los
demonios, explicando por qué no le había enviado ejemplares desde su co-
mienzo: "Yo mismo no estaba seguro de que tuviera que interrumpirlo
desde el principio por si me fallaran la energía y la salud para una obra de
tan definitiva urgencia. Y, por tanto, no me atreví a ofrecer a vuestra Alteza
Imperial una obra tan incierta aún". Ahora, en cambio,

las grandes energías actuales de la historia de Rusia han elevado los ánimos y
los corazones del pueblo ruso con un poder inimaginable hasta una altura de
comprensión de mucho de lo que antes no se comprendía , y han iluminado
7
' Ibid., p 118; 2-14 de agosto de 1876.
8
' DVS, vol. 2, p. 346.
39 PSS, vol. 29, libro 2, p . 271; 13 ele noviembre ele 1876.

UNA FI GURA PÚBLICA ~ 299


en nuestra conciencia la santidad de la idea rusa más vivamente que nunca.
Tampoco podía yo dejar de responder de corazón a todo lo que ha comenza-
do y aparecido en nuestra patria, en nuestro justo y maravilloso pueblo .. [y]
desde hace tiempo he pensado y soñado con la felicidad de ofrecer mi mo-
desto trabajo a vuestra alteza imperial.

Luego se excusa de su "audacia" y pide que el príncipe heredero "no


condene a alguien que lo ama ilimitadamente". 4 º
Aunque esta carta puede parecer excesivamente obsequiosa , debemos
recordar que Dostoievski tenía buenas razones para estar agradecido a la
casa imperial de los Romanov. Nicolás 1 había reducido su sentencia de
prisión, permitiéndole conservar sus derechos civiles; Alejandro 11 había
atendido su solicitud de ser ascendido a oficial, y, apenas tres años antes, el
zarevich había acudido en su ayuda con una asignación monetaria que le
permitió salir de un periodo difícil. Además, la pacífica liberación de los
siervos por Alejandro 11 había sido, según él, la realización milagrosa de
los ideales que lo habían enviado a Siberia, y este acontecimiento es men-
cionado una y otra vez en el Diario como la base simbólica de su propia y
extravagante glorificación de "la santidad de la idea rusa". Fue, para él, la
prueba histórica de que Rusia podía resolver sus problemas sociales sin
la violencia que era endémica en Occidente.
Dostoievski sabía perfectamente que su veneración al zarismo no era
compartida por los miembros con mayor conciencia social de la genera-
ción joven, sobre la que él estaba tratando de influir. En realidad, había
señales inquietantes de que la actividad radical ya no estaba limitada a "ir
al pueblo". Desalentados por no haber logrado que se rebelaran los campe-
sinos, en 1876 los populistas estaban en el proceso de reflexionar sobre su
posición y dedicarse a la agitación política, en un esfuerzo por alcanzar sus
fines. Una de las primeras muestras abiertas de este cambio de táctica fue
una manifestación, en la plaza que conduce a la iglesia de Nuestra Señora
de Kazán en San Petersburgo. En diciembre de 1876 , un grupo reducido ,
encabezado por G. V Plejánov (que después sería el fundador del Partido
Comunista Ruso , y mentor de Lenin), se reunió para escuchar un discurso
de su líder, y desplegó una bandera roja con las palabras "Zemlia i Volia"
(Tierra y Libertad), el nombre de su nueva organización revolucionaria . La

40
/bid ., pp. 132-1 33; 16 de noviembre de 1876.

300 ... UN PERIÓDICO PERSONAL


policía, junto con obreros y tenderos del lugar, atacó al grupo, y muchos
de los manifestantes fueron severamente agredidos antes de que los detu-
vieran. El arresto de un espectador supuestamente inocente, de nombre
Bogoliubov (amante de Dios) , tendría trascendentales consecuencias dos
años después.
Para Dostoievski, esa manifestación no fue más que otro ejemplo de lo
fácilmente que se podía desencaminar a la juventud rusa aprovechando la
pureza de su idealismo moral.

Los jóvenes del 6 de diciembre en la plaza de Kazán [escribió en el Diario] no


eran, indudablemente, más que un "rebaño" empujado por las manos de al-
gunos hábiles canallas ... Sin duda hubo allí mucho engaño malicioso e inmo-
ral, unos tipos simiescos imitando los hechos de otros; sin embargo, habría
sido posible convocarlos simplemente asegurándoles que iban a reunirse en
nombre de algo sublime y bello, en nombre de algún notable sacrificio propio
con el más grande de los propósitos [v. 24, p. 52].

Uno de los objetivos del Diario de Dostoievski era alentar ese autosa-
crificio juvenil, por causas que él consideraba muy superiores a las procla-
madas en la plaza de Kazán.

UNA FIGURA PÚB LI CA ~ 301


XIII. Indicios de mortalidad

EL AÑO de 1877 no trajo cambios notables a la laboriosa vida de Dostoiev-


ski. La rigurosa rutina del Diario le dejaba poco tiempo para otras cosas, y
todas sus energías estaban completamente dedicadas a cumplir los plazos
y enfrentarse al creciente número de lectores que buscaban su ayuda y
consejo sobre todo tema concebible. No podía responder a todos esos lla-
mados, pero es sorprendente el número de los que sí respondió. Mientras
tanto , su vida familiar proseguía su curso habitual, que incluía la adminis-
tración de lo que ya era una pequeña editorial, cuyas operaciones seguían
aumentando debido al éxito del Diario. Anna Grigórievna estaba a cargo de
este negocio familiar, pero también Dostoievski tomaba parte activa cuan-
do así lo exigía la necesidad.
La creciente circulación del Diario era, pues, tanto una carga como una
bendición, y el esfuerzo por cumplir los plazos se volvía cada vez más one-
roso. Sus cartas se refieren a un aumento del número y de la gravedad
de sus ataques de epilepsia, lo que él atribuye directamente a la presión de
publicar el Diario. No sólo redactarlo era una labor formidable, sino que
continuamente se veía enredado en batallas con la censura. Además, en su
cerebro estaba gestándose una novela, como un pollito en su cascarón (para
emplear una de sus propias imágenes); así, al final del año tomó la deci-
sión de suspender el Diario temporalmente (como, con optimismo, creía)
para darse tiempo de escribir Los hermanos Karamázov.

302 ...
2

Durante 1877, Dostoievski a menudo fue a visitar a Nikolái Nekrásov en


su lecho de enfermo. Durante los últimos dos años de su vida (falleció a
comienzos de 1878), Nekrásov, prácticamente inmóvil, padecía constantes
dolores, aliviados sólo con opio y otras drogas. Un célebre cuadro de l. N.
Kramskoi muestra al poeta como seguramente Dostoievski debió de verlo,
tendido en un diván, sostenido con almohadas, envuelto su agotado cuer-
po sólo por una camisa de noche semejante a un sudario, mirando a lo le-
jos mientras componía sus Poslednie Pesni (últimas canciones). Una herma-
na suya que llevó un diario durante las últimas etapas de la enfermedad
del poeta cuenta que Nekrásov tenía en mucho estas visitas: "Llegó Dos-
toievski; mi hermano está unido a él por recuerdos de su juventud (son de
la misma edad) y lo quiere mucho. 'No puedo hablar pero dile que venga
para [falta una palabra]; me hace bien verlo"' .1 En esta ocasión, para ani-
mar al moribundo Nekrásov, le dijo Dostoievski que, en una visita reciente
a la prisión, había visto en este inesperado lugar un ejemplar de La fisiolo-
gía de Petersburgo (importante antología de escenas de la vida urbana, una
de las obras pioneras de la Escuela Natural), que el poeta había editado en
1845.
Las conversaciones entre estos dos viejos y enfermos veteranos de las
guerras de la cultura rusa naturalmente trataban a menudo de los días del
apogeo de su juventud, y fueron utilizadas por Dostoievski en su número
del Diario de enero de 1877, en algunas de las páginas autobiográficas más
conmovedoramente evocadoras de toda la literatura rusa. Nekrásov había
hablado con nostalgia del decenio de 1840, cuando, como dice Dostoiev-
ski, "ocurrió algo tan característico de la juventud, tan fresco y tan bello . . .
que ha quedado para siempre en los corazones de quienes participaron" .
Por entonces , Nekrásov estaba compartiendo un departamento con otro
joven escritor, D. V Griegoróvich, a quien Dostoievski le habló de que aca-
baba de terminar Pobres gentes. Ya había aparecido La fisiología de Petersburgo,
y Griegoróvich sabía que Nekrásov estaba planeando editar una serie com-
puesta de cuentos y anécdotas. La novela de Dostoievski acaso pudiera
hacer una contribución, y Griegoróvich pidió un ejemplar. Cuando él y
Nekrásov lo leyeron en voz alta esa misma noche , quedaron tan profunda-
1 Citado en N F. Budanova y G. M. Fridlender, Letopis Zhi z ni i Tv orch estvo F M.

Dostoievshishogo, vol. 3, San Petersburgo, 1995, 3 vols., p. 187.

IN D ICIOS DE MORTALIDAD ~ 303


mente conmovidos que, a las cuatro de la mañana, corrieron al departa-
mento de Dostoievski a felicitarlo por una obra maestra. Al día siguiente le
llevaron el manuscrito a Belinski, proclamando: "Ha nacido un nuevo Gó-
gol". Belinski, escéptico al principio, pronto se mostró igualmente entu-
siasta, y así, Dostoievski fue lanzado por el camino de la fama, si no el de
la fortuna. 2
El encuentro con el moribundo Nekrásov liberó así un torrente de re-
cuerdos de los momentos emocionantes que, de manera inolvidable, unían
a ambos. Pero también se hace mención de las "cosas extrañas que le ocu-
rren a la gente; rara vez nos vimos el uno al otro, y también hubo equívo-
cos entre nosotros" (v. 25 , p . 28). justo al año del triunfo de Pobres gentes,
la vanidad y el egoísmo desusados de Dostoievski, que éste tristemente re-
conoció en una carta, hicieron que circulara un poema satírico de Nekrá-
sov y Turgueniev, que lo describía como un "grano" en el rostro de la litera-
tura rusa. El propio Nekrásov escribió un cuento, inconcluso, intitulado
"¡Qué grande soy!", el cual contiene un retrato demoledor de Dostoievski.
Aunque esta sátira permaneció inédita hasta 1905, sin duda fue leída en
privado por miembros del anterior círculo literario de Dostoievski, y ru-
mores de ella seguramente llegaron a sus oídos.
Más tarde , cuando Dostoievski volvió de Siberia, Nekrásov, como di-
rector de Sovremennik (El Contemporáneo), rechazó uno de sus cuentos e
hizo saber que, a su parecer, se había agotado su talento. Una divergencia
de opiniones socioculturales también los separó cuando las diferencias se
intensificaron entre la intelligentsia rusa de los sesenta, y Nekrásov cedió su
publicación a portavoces de la nueva generación como N. G. Chernishev-
ski y Nikolái Dobroliubov, portavoces del materialismo y el utilitarismo
que Dostoievski había llegado a aborrecer. De todos modos, cuando Ne-
krásov publicó un volumen de poemas en 1863, entregó un ejemplar a su
viejo amigo y, señalando uno, intitulado "Nechastnie" ("El desdichado"), le
dijo: "Pensé en ti al escribir esto". El poema pinta el triste destino de un
culto preso político arrojado (exactamente como lo había sido Dostoiev-
ski) al centro de una chusma turbulenta e incontenible de delincuentes de
derecho común en Siberia (v. 25, p. 31) . Más recientemente, el populismo
de los setenta había permitido que la vieja amistad se reanudara después de
muchos años de alejamiento.
2 Para más detalles, véase mi obra Dostoievski. Las semillas de la rebelión, 1821-1849, FCE ,
México, 2010 , pp. 26-31.

304 ... UN PERIÓD ICO PERSONAL


3

Estas páginas autobiográficas del Diario constituyen una inapreciable fuen-


te de información acerca de la temprana vida de Dostoievski y son de gran
interés por derecho propio; empero, hay otras señales de que deseaba re-
cobrar su pasado conforme aumentaba su fama, y se convertía, por decirlo
así, en una figura histórica durante su propia vida. Una noticia biográfica
acerca de él había aparecido en la edición de 1875 de un Diccionario enci-
clopédico ruso, escrito por el periodista, dramaturgo y factótum literario
Vladimir Zotov. El artículo estaba plagado de imprecisiones y, para empeo-
rar las cosas, la crítica de sus obras era muy poco halagüeña. Así, Dostoiev-
ski se tomó la molestia de precisar las cosas en el primerísimo número del
Diario de 1876. Sus notas para "Unas palabras a propósito de mi biografía"
contienen comentarios mucho más duros de los que solía permitirse poner
en letras de molde , y él atribuye la manifiesta mala voluntad de Zotov a
envidia por el gran triunfo de Pobres gentes en 1845. El propio Zotov, co-
menta mordazmente , escribió innumerables dramas que "pasaron sin dejar
huella , refluyeron como aguas de primavera, aunque sin la utilidad de és-
tas, pues no regaron las yermas llanuras de nuestras bellas letras".3
En el Diario, Dostoievski limita sus observaciones en gran parte a co-
rregir errores de facto, pero también objeta la vaguedad de la referencia a sí
mismo como "delincuente del Estado", sin ninguna explicación sobre la
naturaleza de su "delito". Zotov, observa, simplemente había dicho que "se vio
envuelto en el caso Petrashevski, es decir, en Dios sabe qué tipo de asunto,
ya que nadie está obligado a conocer y a recordar el caso de Petrashevski:
la gente podría creer que fui exiliado por un robo". También le molesta la
afirmación de que fue "deportado" a Siberia, lo que implicaría ser enviado
como colono al exilio permanente. En realidad, después de completar su
sentencia de trabajos forzados sirvió en el ejército ruso y llegó al grado de
oficial. Además, Zotov revolvió la cronología de las obras de Dostoievski, y
declaró erróneamente que había sido el director de un periódico llamado
Russkii Mir (Mundo Ruso) . Se hacen notar todos estos errores aunque sin
entrar en detalles que, temía Dostoievski, pudieran aburrir a sus lectores;
empero, ofrece especificar con más precisión los errores si se le pide esa
información (v. 22 , pp. 37-38).

3 Literaturnoe Nasleds tvo, 83 (Moscú , 1971), p. 409.

INDICIOS DE MORTALIDAD ~ 305


Dostoievski no sólo estaba interesado en corregir errores acerca de su
propia vida sino también en proteger la reputación de su difunto herma-
no mayor, Mtjaíl, quien había sido codirector y encargado de las finanzas
de sus dos revistas, El Tiempo y La Época. Un obituario reciente del histo-
riador A. P Shchapov, colaborador de El Tiempo, daba a entender que
Mijaíl había estafado al muy menesteroso Shchapov, no pagándole lo
convenido por sus artículos. Éstos habían desarrollado una teoría -por
cierto influyente- de que el religioso Raskol del siglo xvn tenía una sig-
nificación sociopolítica, además de teológica . Dostoievski se enfureció
por esta calumnia contra su hermano y con vehemencia negó la acusa-
ción. Más probable era, dijo, que Mijaíl hubiese dado anticipos por ar-
tículos que nunca se escribieron, en lugar de estafar a un colaborador.
(Hay pruebas en apoyo de esta afirmación, en los libros de cuentas de
ambas publicaciones.)
Dostoievski también subrayó la incongruencia de atribuir semejante
conducta a un hombre de la cultura y las realizaciones de su hermano.
"Era muy culto, un escritor talentoso, un experto en literaturas europeas,
un poeta y un conocido traductor de Schiller y Goethe." Y, lo más impor-
tante de todo , en la defensa de su hermano levanta por un momento el
velo del secreto que rodeaba su propio papel en el círculo de Petrashevski.
Mijaíl, devoto fourierista, se había negado a unirse a los activistas de
Speshnev, pero "aunque no tomó parte en nada, sí supo mucho", es decir,
supo de los planes revolucionarios del grupo de Speshnev pero no dijo
una palabra que pudiese traicionarlos. Por entonces , Mijaíl ya tenía tres
hijos y bien habría podido ceder ante la posibilidad de un exilio perpetuo.
"Y ahora hay quien desea mostrar a ese hombre como coludido con algún
sastre judío para estafar a Shchapov ... ¡y meterse unos cuantos rublos en
el bolsillo! ¡Qué basural" (v. 22, pp. 132-135). Aunque sólo fuese por eso,
semejante episodio convenció a Dostoievski de la importancia de tratar de
aclarar las cosas en lo tocante a su propia vida.

La oferta de Dostoievski de dar más información acerca de sí mismo fue


aceptada en marzo de 1876 por P V Bikov, periodista y escritor que lo
había tratado ligeramente durante los sesenta. Siendo muy joven, Bikov

306 .. UN PERI Ó DICO PERSO NA L


había frecuentado el círculo de colaboradores de Dostoievski y de su pe-
riódico El Tiempo. Deseaba conseguir una biografía y una bibliografía dig-
nas de confianza para un volumen de ensayos sobre escritores rusos que
estaba planeando publicar, y, un mes después, Dostoievski respondió muy
positivamente a la petición. Pero después de agradecer a Bikov algunas
amables palabras sobre sus escritos, confiesa:

En cuanto a su sugerencia de que yo le envíe una biografía exacta, desde aho-


ra le digo que, de momento, soy incapaz de hacerla. Eso requeriría mucho
tiempo y esfuerzo, y no es tan fácil para mí como usted cree. A consecuencia
de mi epilepsia ... hasta cierto punto he perdido la memoria y -¿lo creería
usted?- he olvidado (literalmente olvidado, sin la menor exageración) tra-
mas de mis novelas y a los personajes retratados, incluso en Crimen y castigo.
No obstante, sí recuerdo los lineamientos generales de mi vida.

Le prometió a Bikov que tal vez "hiciera, para usted, mi biografía" en


Ems, donde planeaba pasar el verano, y añade, en obvia alusión a Zotov:
"La escribiré a mi manera, no a la manera en que escriben las biografías de
escritores en los lexicones". 4
Bikov volvió a escribir en octubre de 1876, recordándole que casi ha-
bía hecho un compromiso, y Dostoievski contestó en enero de 1877, ex-
plicando que no había logrado cumplir su palabra principalmente por ra-
zones de salud: "El hecho es que desde el verano y prácticamente hasta
este momento he estado más enfermo , incluso, que antes. Y... , cuánto más
hago, más me resulta excesivo (físicamente) el trabajo necesario para el
Diario (es decir, no sólo escribirlo, sino también publicarlo)". Además, ha-
bía obstáculos internos que le impedían el esfuerzo de hacer un relato fiel
y coherente de su propia vida. Había intentado trabajar en él "a ratos y por
fragmentos", pero le había resultado imposible escribir acerca de sí mismo
de manera tan fragmentaria. "Sentí que la obra estaba exigiendo demasiada
energía de mi alma, estaba levantando ante mí la vida que he vivido, y re-
quería gran amor de mi corazón para llevar adelante una obra aún desco-
nocida de él". Dostoievski renovó su promesa de escribir esa autobiografía,
que para entonces no se había vuelto una tarea pesada sino una necesidad
interior. "Definitivamente, la escribiré - le confía a Bikov-, porque ahora

4
PSS, vol 29, libro 2, p. 80; 15 de abril de 1876.

INDICIOS DE MORTALIDAD ~ 307


quiero escribirla para mí mismo, y siento la necesidad de escribirla no sólo
por la promesa, sino también para mí, pero ¿cuándo la tendré escrita ... 7
Eso no lo sé. "5 En un aleccionador volumen de memorias publicado al
cabo de muchos años, Bikov afirma que Dostoievski lo visitó poco después
y le dejó ciertos fragmentos de un esbozo de su vida; sin embargo, ese tex-
to jamás ha salido a la luz.
Aun cuando, hasta donde puede saberse, Dostoievski nunca encontró
tiempo para anotar este registro de su vida, sí existe una breve vita, dictada
a Anna Grigórievna en respuesta a la petición de un periodista francés. La
fecha de este documento es incierta. Fue impreso por primera vez en 1906,
mucho tiempo después de su muerte, como prólogo a la séptima edición
de sus obras completas, pero la edición autorizada de la Academia de Cien-
cias lo coloca poco después de la carta a Bikov de enero de 1877. El texto
contiene un relato objetivo de su carrera y de los hechos más importantes
de su vida (tales como su arresto y sentencia a trabajos forzados en Sibe-
ria), intercalados con algunas interesantes observaciones hechas de paso.
Por ejemplo, subraya su mencionada creencia en que Nicolás I hizo una
excepción en su favor al permitirle servir en el ejército ruso y, así, recupe-
rar sus derechos civiles. La casa de los muertos, como también explica en
tercera persona, "bajo nombres supuestos narra su vida en la prisión y des-
cribe a sus compañeros presidiarios de entonces"; no se hace ninguna
mención de un narrador (como en el texto) supuestamente sentenciado
por el asesinato de su esposa. Tiene buen cuidado de notar, asimismo, que
"el régimen y las costumbres descritas en La casa de los muertos han cam-
biado desde hace largo tiempo en Rusia". 6
Enumerando las tres novelas que escribió durante los sesenta -Cri-
men y castigo, El idiota y Los demonios- comenta que "fueron muy aprecia-
dos por el público, aunque Dostoievski, tal vez, pintara en ellos un cuadro
demasiado severo de la sociedad rusa contemporánea". Muy probablemen-
te, esa autocrítica fue incluida porque, al escribir para un público francés,
deseaba suavizar la imagen de Rusia que los lectores extranjeros pudieran
derivar de sus obras. "En general -concluye acerca de sí mismo-, fue
querido por el público ruso. Mereció hasta de sus adversarios literarios la
reputación de ser un escritor honorable y sincero. Sus convicciones fueron

5
Ibid, vol. 29, libro 2, p. 135; 13 de enero de 1877.
6
PSS, vol. 27, pp. 120-121.

308 ... UN PERIÓDICO PERSONAL


las de un profesado eslavófilo que había alterado muy profundamente sus
anteriores convicciones socialistas".7

Muchas personas, en especial mujeres jóvenes, le pidieron a Dostoievski


su parecer y sus consejos . Dos de sus cartas fueron dirigidas a una tal A. F
Gerasimova , h~a de una familia de comerciantes de Kronstadt , recién gra-
duada en un gymnasium. Le escribió a Dostoievski acerca de los sofocantes
confines de su vida y de su deseo de estudiar medicina y ser útil a la hu-
manidad. Sin embargo , él le aconsejó que no corriera a asistir a los cursos
de la facultad de medicina de San Petersburgo: "N o ofrecen ni la menor
educación y, más aún, ocurre algo peor''. Lo que probablemente quiere decir
es que la escuela de medicina era un semillero de materialismo y de ateís-
mo. Habitualmente tan desdeñoso de Europa, declara aquí que los científi-
cos rusos son inferiores a los europeos en cultura general. "La mayoría
de nuestros especialistas son gente profundamente inculta", a diferencia de
"Humboldt y Claude Bernard y personas similares de vastos pensamien-
tos". Del célebre fisiólogo ruso lván Sechenov dice que es "un hombre in-
culto , que sabe muy poco fuera de su propio campo ... y por tanto es nocivo
con sus conclusiones científicas, en lugar de hacer el bien''. 8 La especiali-
dad de Sechenov eran las funciones del cerebro , y había ejercido una po-
derosa influencia sobre la intelligentsia radical por su interpretación de la
psique humana exclusivamente en términos de respuestas nerviosas y
fisiológicas. Dostoievski le aconseja a Gerasimova que si planea irse a Pe-
tersburgo se inscriba en los nuevos cursos para mujeres de nivel universi-
tario, organizados por su amiga Anna Pávlovna Filosofova , a quien él ya le
había hablado acerca de sus deseos de obtener una educación superior.
No se sabe si Gerasimova aceptó su consejo, pero la mujer menciona-
da , Anna Pávlovna Filosofova, merece cierta atención. Hija del más alto
funcionario jurídico del Ministerio de Guerra, era miembro de la familia
Diaghilev, y tía de Serguéi Diaghilev, después famoso como director de la
importante publicación Mir Iskusstva (El Mundo del Arte) y como empresa-
rio de los ballets rusos . Y, más importante aún, era bien conocida tanto por
sus actividades filantrópicas como por sus sólidas simpatías radicales. Dos-
7 Idem.
8 PSS, vol. 29, libro 2, pp. 143- 145; 7 de marzo de 1877.

IN DIC IOS DE MORTALI DA D .. 309


toievski acaso la conociera a comienzos de los sesenta, cuando ambos fre-
cuentaban el salón de Elena Shtakenshneider, con quien Filosofova se ha-
bía comprometido a fundar un lucrativo artel para mujeres. Una carta de
febrero de 1873 invita a Dostoievski y a su esposa a una cena en la que ella
estaba reuniendo a todos los amigos que simpatizaran con sus esfuerzos (al
final, triunfales) por organizar cursos superiores para mujeres. En sus me-
morias, ella fecha el inicio de su amistad en los inicios de los setenta, cuan-
do lo encontró en una de las veladas literarias organizadas con objeto de
recabar fondos para sus empresas de caridad (también fundó una sociedad
para dar alojamiento barato a los que no lo tuvieran y los menesterosos).
"¡Me encantó volver a verlo!", recuerda. Evidentemente, puesto que él fue
a visitarla al día siguiente; al punto simpatizaron, "y desde entonces nos
vimos a menudo". 9
Sus opiniones políticas, si no sus simpatías sociales, no podían haber
sido más opuestas, y Anna Pávlovna no era persona que ocultara sus ideas
ni siquiera al formidable Dostoievski. "Muy a menudo me comporté para
con él de la manera más indecente -reconoce-. Le grité y batallé con
él con la ira más indecorosa y él, tan buen hombre, con paciencia soportó
todos mis exabruptos. Por entonces yo simplemente no pude digerir su
novela Los demonios. Le dije que era una abierta denuncia." Las actividades
benéficas de Filosofova probablemente compensaban los que Dostoievski
tal vez considerara sus errores políticos, y no sólo siguió siendo su leal
amigo sino que llegó a ser su confidente espiritual. "¡Qué profunda deuda
tengo con él, mi querido confesor moral! -reconoce ella con gratitud-.
Le dije todo, le confié hasta mis más profundos secretos, y en los momen-
tos más difíciles de mi vida me confortó y me guió por la buena senda." 10
Esa senda no incluyó ninguna modificación de su apasionado compromiso
con la causa radical; y esa independencia, al parecer, tampoco le enajenó
en lo más mínimo la amistad de Dostoievski.
Dostoievski también le contestó a una muchacha de diecisiete años,
Olga Antipova, que había sido reprobada en algunos de sus exámenes de
admisión al gymnasium, y le escribió cinco cartas. El tono desesperado
de éstas evidentemente le hizo pensar que estaba al borde de un ataque de
nervios y, tal vez (siendo el suicidio de los jóvenes un fenómeno tan fre-
cuente) en peligro de quitarse la vida. Le escribe en tono consolador: "¿Por
9
DVS, vol. 2, p. 377.
10
Idem.

310 <111 UN PERIÓDICO PERSONA L


qué tantas lágrimas y desesperación? Veo que usted simplemente se ha
atormentado y, de la manera más indecente, se ha agotado los nervios". Le
da el consejo paternal de cuidar su salud, de tomarse unas vacaciones en el
campo y de llevar adelante el plan que ella había mencionado de trabajar
con niños. 11
Algunas reminiscencias están contenidas en una carta a Aleksandr Na-
limov, joven que le había pedido su consejo sobre si debía embarcarse en
una carrera literaria. Dostoievski reconoce que más temprano en su vida él
mismo había tenido ciertas dudas similares, "pero de algún modo estuve
seguro de que, tarde o temprano, definitivamente entraría por el camino
escogido por mí, y por esa razón (lo recuerdo perfectamente) no me pre-
ocupé mucho ... en mi alma había una especie de fuego en que yo también
creí, y lo que saliera de ello no me preocupó mucho". Tampoco sintió por
entonces -o al menos eso dice, sin duda exagerando para beneficio de su
corresponsal- ningún conflicto interno entre sus ambiciones literarias,
sus estudios de ingeniería militar y su servicio en el ejército tras graduarse.
En realidad, en el momento en que se sintió económicamente capaz de
hacerlo renunció a su comisión del ejército para dedicarse por entero a la
literatura. Pero le recomienda a Nalimov: "Si, por ejemplo, el empleo en el
servicio no obstaculiza sus esfuerzos literarios, ¿por qué no había usted de
aceptar un puesto?" 12 Aleksandr Nalimov después tuvo una buena -aun-
que no particularmente destacada- carrera de periodista literario.

Como miembro de la Sociedad Eslava de Beneficencia, organización de


vanguardia de apoyo a los eslavos de los Balcanes, Dostoievski participó
con toda diligencia en sus actividades. El 20 de abril de 1877 se quejó ante
Vladimir Lamanski, su amigo íntimo y profesor de historia y civilización
eslavas en la Universidad de San Petersburgo, de que no había recibido
aviso de la reunión anterior de la sociedad. Al mismo tiempo, rechaza
la invitación de Lamanski para escribir un "saludo" al zar en nombre de la
sociedad, celebrando la declaración de guerra de Rusia contra Turquía,
diez días antes. Estaba abrumado de trabajo en el Diario; además, como
11
PSS, vol 29, libro 2, pp. 153-154; 21 de abril de 1877.
12
Ibid., pp 156-1 57; 19 ck mayo de 1877.

INDICIOS DE MORTALIDAD ~ 311


estaría "escribiendo para muchos", no podría expresar abiertamente sus
opiniones. Otros "quedarían insatisfechos, empezarían a criticar infalible-
mente, a corregir ... y habría perdido mi tiempo". El propio Lamanski ha-
bía sugerido algunas ideas para ese saludo, y en una posdata Dostoievski
añade que "el esbozo de lo que me propone . . . muestra que usted sería el
primero en escribirlo diez veces mejor que muchos otros". 13
Muchos artículos escritos para el Diario en 1877 tratan de la guerra
ruso-turca, cuyo estallido había estado él esperando con impaciencia como
la inauguración de la nueva época rusa de historia universal que tan a me-
nudo había proclamado y profetizado . El anuncio de la declaración de
guerra sorprendió a los Dostoievski caminando por la Perspectiva Nevski,
rumbo al banco. Metiéndose en uno de los grupos reunidos en torno del
quiosco de vendedores de periódicos, se detuvieron a leer el manifiesto
imperial. Luego le ordenó él a un cochero dirigirse inmediatamente a la
catedral de Kazán, donde se estaba celebrando un servicio continuo ante el
icono de la Virgen de Kazán. Se deslizó entre la congregación, y cuando
Anna Grigórievna volvió a verlo media hora después, estaba "tan absorto
en su éxtasis y sus plegarias que de momento no me reconoció".14
Un mes después, Dostoievski asistió a la reunión de otra sociedad, los
Amantes de la Ilustración Espiritual. Iba a celebrarse en la casa de Alekséi
Suvorin, conocido periodista y director del periódico Novoie Vremia (Tiem-
po Nuevo), que había evolucionado de una posición liberal a una firme-
mente progubernamental y apoyaba la intervención en los Balcanes. Era
un escritor ameno y hábil, cuyo talento admiraba Dostoievski aunque (en
la intimidad de sus cuadernos de notas) lo acusara de oportunismo y falta
de probidad ("manchaba cada una de sus columnas, y era terriblemente
aficionado a leerlas"). Creyendo que se había programado la reunión para
las tres de una tarde de domingo , Dostoievski se presentó en la casa de
Suvorin a la hora señalada. En cambio, despertó a Suvorin y se mostró de-
bidamente contrito. "Yo mismo duermo hasta las dos cuando estoy traba-
jando -escribió en su disculpa-, y sé lo irritante que es que lo despierten
a uno." 15 La recepción, evidentemente, no había sido muy amable.
En efecto, la visita fue interrumpida tan pronto que no le dejó tiempo
de transmitirle a Suvorin su opinión acerca de un reciente artículo suyo ,
13 Ibid. , pp. 152-153; 20 de abril de 1877.
14
Anna Dostoevsky, op. cit. , p. 282.
15
PSS, vol 29 , libro 2 , pp. 155-156; 15 de mayo de 1877 .

3 12 ... UN PER IÓDICO PERSO NA L


con lo que tal vez habría aplacado al irritado durmiente. Una semana an-
tes , Suvorin había escrito sobre Ana Karenina que "el verdadero artista
[Tolstoi] ha sido fiel a las leyes de la pasión y, despojándola de su aureola
poética , la ha presentado en su forma auténtica. Si valía la pena demostrar
esto, ya es otra cosa; pero es indiscutible la significación 'social' de Ana
Karenina''. Cualesquiera que fuesen sus propias reservas acerca de la nove-
la , Dostoievski quedó complacido de que, según le escribió a Suvorin, "en
nuestros difíciles tiempos proclame usted la importancia de un hecho lite-
rario como hecho social, sin temor a la grandeza de la guerra y similares".16
Efectivamente, Suvorin estaba defendiendo la importancia de la literatura,
que los críticos radicales solían denigrar o negar a menos que hablara por
alguna sobresaliente causa social.
A mediados de mayo de 1877, Dostoievski salió de San Petersburgo
para pasar fuera los meses de primavera y de verano; pero no iba, como
de costumbre , a Staraya Rusa ni en otra excursión a Bad Ems. La familia
había decidido pasar estos meses en Mali Prikol, la casa de campo de lván
Snitkin, hermano de Anna Grigórievna situada en la provincia más meri-
dional de Kursk. La salud de Anna había empezado a flaquear bajo sus
responsabilidades combinadas de madre, ama de casa y administradora de
empresa , y Dostoievski insistió en que ella tomara un descanso completo
durante el verano. Además, su última visita a Bad Ems no le había produ-
cido, en su opinión, gran beneficio, y estuvo perfectamente satisfecho con
evitar las fatigas del viaj e, la soledad y los problemas causados al calenda-
rio del Diario.
Una estadía en Mali Prikol también le permitiría a Anna llevar a los
niños a visitar Kiev, cuna de la civilización de la antigua Rusia, peregrina-
ción que ella deseaba hacer de tiempo atrás. Como el Diario exigiría que
Dostoievski regresara a San Petersburgo para los meses de verano , planeó
detenerse en Moscú y desde allí dirigirse a Darovoe , la propiedad campes-
tre de sus padres, que no había vuelto a visitar desde la niñez. El viaje a
Mali Prikol fue obstaculizado por los trenes de tropas que ocupaban las
vías férreas, y Anna recuerda los largos retrasos en varias estaciones , "don-
de nuestro tren tenía que estar parado durante horas por el movimiento de
las tropas que iban a la guerra. En cada parada , Fiódor Mijaílovich iba al
bufet y compraba grandes cantidades de roscas , pasteles de miel, cigarrillos

16
/dem; véase tam bién p. 29 1.

INDIC IOS DE MORTA LIDAD .... 313


y fósforos y los llevaba a los vagones, en donde se los daba a los soldados y
charlaba largo rato con ellos" .17

A finales de junio, la familia reunida se fue de Mali Prikol y se separó en el


cruce de trenes; Anna y los dos niños mayores se fueron a Kiev y Dostoiev-
ski a San Petersburgo. Estando en la capital, en dos semanas recibió él
sólo una carta de su esposa (desde Kiev) y se puso angustiadísimo por falta
de noticias. Las cuatro cartas que escribió muestran también su exaspera-
ción por los problemas con que tropezó para sacar a tiempo el Diaiio (en
realidad, su publicación se atrasó), además de supervisar su impresión,
encuadernación y el envío a los diversos distribuidores . El censor se había
ido de vacaciones, y así, Dostoievski pasó mucho tiempo yendo desde la
planta impresora, donde leía las pruebas, a la oficina del censor, donde
ahora había un sustituto. La hermana de Anna, que había quedado encar-
gada de los asuntos, también se estaba comportando mal. Cuando Dos-
toievski pidió unas cuentas , ella le contestó secamente que ya había envia-
do un informe completo a su esposa. El indispensable Aleksandrov se había
enfermado , y si duraba apartado del trabajo, no podría hacerse nada. Al
mismo tiempo , Dostoievski había emprendido una lucha épica contra las
cucarachas de su departamento, utilizando "polvos comprados en una
tienda" y manteniendo a Anna al tanto de los resultados, lamentablemente
indecisos. 18
El origen personal de algunas de sus escenas más obsesivas queda ilus-
trado en un pasaje en que describe los efectos de un grave ataque de epi-
lepsia.

A las 6:30 de esta mañana [le informa a Anna] , acabando de pasar un ataque
[solían ocurrir en estas tempranas horas], fui a tu habitación, y de pronto Pro-
jorovna [la sirvienta de la casa] me dijo en la sala que la señora no estaba en
casa. "¿Dónde está7" "Vaya, está en el campo, en una casa de verano." "¿Cómo
es posible7 Debiera estar aquí. ¿Cuándo se fue7" Projorovna me convenció de
que yo mismo solo había llegado el día anterior. 19
17
Anna Dostoevsky, op. cit. , p. 283.
18
PSS, vol 29 , libro 2 , pp. 161-162; 7 de julio de 1877.
19
Ibid , p. 163.

314 .... UN PERIÓD ICO PERSONA L


La notable capacidad de Dostoievski para pintar esos estados de dis-
cernimiento a medias y de semiconciencia (cuando un personaje , habien-
do perdido el sentido de lo que lo rodea, se comporta de acuerdo con im-
pulsos subliminales mientras aún parece estar lúcido) evidentemente se
deriva de tales episodios de su propia vida. Le escribió a su hermano me-
nor Nikolái que el ataque "me ha dejado temblando", y aunque lo veía
muy rara vez en circunstancias ordinarias, le pidió que fuera a visitarlo.
Su amigo Pobedonostsev, preocupado porque el número de mayo-junio no
había salido a tiempo , escribió desde Oranienbaum , lugar de recreo de
la familia real en el golfo de Finlandia, para preguntar si Dostoievski había
caído enfermo. "Yo le escribiré -le dice a Anna-, pero dudo de que pue-
da ir a visitarlo yo mismo ... no tenemos tiempo." 2º
El tormento de no recibir ninguna respuesta a sus misivas casi diarias
fue más de lo que pudo soportar (en realidad, Anna había escrito dos car-
tas, que se tardaron en entregar), y Dostoievski envió dos telegramas a
Mali Prikol, preguntando por su paradero y su bienestar. Cuando final-
mente llegó una carta, el 16 de julio, él escribió al día siguiente para justi-
ficar su preocupación.

No he podido dormir, me preocupo , pienso en las posibilidades [de un acci-


dente], me paseo por la habitación, tengo visiones de los niños, me preocupo
por ti, me late fu ertemente el corazón (he tenido palpitaciones en estos últi-
mos tres días) ... Y finalmente empieza a amanecer y yo sollozo, me paseo por
la habitación y lloro , con una especie de temblor (yo mismo no lo entiendo),
nunca me había ocurrido esto y simplemente trato de que la anciana [Projo-
rovna] no me oiga.

Este pasaje puede describir también muchos otros en que describe ha-
ber perdido el control de sus nervios mientras su fértil imaginación conju-
raba todo desastre que hubiera podido ocurrir a su familia, especialmente
a los niños. 21
Pese a su ferviente deseo de volver a gozar del calor protector del
círculo familiar, Dostoievski consideró imperativo hacer su propuesto viaje
a Darovoe . "¡El maldito viaje a Darovoe l -escribe-. ¡Cuánto me hubiera
gustado no ir! Pero no puedo dejar de hacerlo: si me niego a mí mismo
20
ldcm.
21
lbid , pp. 170-1 73; 17 de julio de 1877.

INDI CIOS DE MORTALIDAD ~ 315


estas impresiones , ¿cómo puedo ser escritor después de eso , y de qué ha
de escribir un escritor7"22 De hecho, pasó cuarenta y ocho horas en Daro-
voe , ocupado ahora por la familia de su hermana Varvara lvánovna , quien
había heredado la propiedad. En sus memorias, escribe Anna que "su fa-
milia me dijo después que durante su estancia mi esposo había revisitado
todos los diferentes lugares del parque y los alrededores que eran caros a
su memoria, y hasta fu e al bosquecillo que había querido cuando niño ,
Chermashnaia, a unas dos verstas de la propiedad". (Después , Dostoievski
daría ese nombre a un bosquecillo en Los hermanos Karamázov .) Muchos
de los campesinos , que lo recordaban de muchacho , "se alegraron mucho
al verlo y lo invitaron a tomar té".23
Dostoievski se refirió a este viaje en su número de julio-agosto de 1877
del Diario, en que narra una conversación sostenida "con uno de mis viejos
conocidos de Moscú" (probablemente el conocido eslavófilo lván Aksakov) .
"Este lugar pequeño y olvidado - le dijo a su amigo- me dejó una impre-
sión poderosa y profunda para toda mi vida ... y lo que hay allí está lleno
de mis más gratos recuerdos ." Dostoievski subraya la importancia de que
los niños guarden "recuerdos sagrados" (argumento que ilustrará por me-
dio de Aliosha Karamázov) , y escribe que "una persona no puede ni si-
quiera vivir sin algo sacro y precioso de su niñez que lleve consigo en su
existencia" (v. 25 , p. 172). Gran parte del artículo está dedicado a lamentar
la situación de los niños rusos actuales, especialmente los de "familias acci-
dentales", cuyos padres no les transmiten algún sustento moral o, lo que es
peor, han socavado la poca sustancia moral que quedara en su ambiente.
Para esos niños sería difícil, si no imposible, acumular algunos de esos "re-
cuerdos sagrados" que les permitieran navegar, más adelante, entre los pe-
ligrosos escollos de las tentaciones de la vida.
Es evidente que la visita de Dostoievski le había traído recuerdos de
su propio padre, quien , aun si no fue el monstruo pintado en algunas bio-
grafías , sí había sido un hombre duro , severo , un maestro exigente y dado
a la censura, incapaz de perdonar cualquier flaqueza y error humanos.
Siendo , además, propietario de siervos , después de la muerte de su espo-
sa había hecho su amante a una muchacha sierva, y tal vez haya sido ase-
sinado por sus campesinos. Sin embargo, cualesquiera que fu eran sus
fallas , Mijaíl Andréievich Dostoievski había sido un hombre profunda-
22 /bid' p. 171.
21
Anna Dostoevsky, op. cil., p. 284.

3 16 ... U N PERIÓDIC O PERS ON A L


mente religioso , dedicado sin cortapisas al bienestar de sus hijos. Nunca
había levantado un dedo para castigarlos, los había enviado a las mejores
escuelas posibles y hasta su muerte siguió preocupándose por su bienes-
tar. Todos estos rasgos dan una significación particular a un pasaje del
texto de Dostoievski que bien puede interpretarse como una confesión de
cómo pudo haber juzgado (y perdonado) a su propio progenitor.
"Los padres de hoy", escribe, no poseen ninguna "gran idea" que pue-
dan transmitir a sus htjos , y "en el fondo de sus corazones" no tienen mu-
cha fe en semejante idea. Y sin embargo ,

sólo una gran fe de esta índole es capaz de hacer nacer algo hermoso en las
memorias de los niños , como en realidad puede hacerlo , aun a pesar del más
duro ambiente de la niñez, de la pobreza y a pesar, incluso, de esa misma su-
ciedad moral que rodeó sus cunas. Oh, hay casos en que hasta el más caído
de los padres, pero que aún logró conservar en su alma tal vez sólo una ima-
gen oscura de su anterior gran idea y su fe en ella, ha podido trasplantar la
semilla de esta gran idea y este gran sentimiento a las almas impresionables y
sedientas de sus pobres hijos, y ha sido después perdonado por ellos de corazón
a causa de esta buena acción, a pesar de otras cosas [v. 25 , pp. 180-1 8 1; las
cursivas son mías.]

Dostoievski emplea a menudo la expresión "gran idea" para significar


la idea de la moral cristiana de amor y de la promesa cristiana de eternidad.
Acaso sintiera, después de su visita a Darovoe, que su padre, aun estando
lejos de ser intachable, sin embargo había logrado plantar estas semillas en
los corazones de sus hijos.

Durante los meses de otoño e invierno de 1877, Dostoievski siguió bata-


llando en el Diario, aun cuando, como le escribió a Anna Filosofova, "estu-
ve enfermo este mes [noviembre] y en cama, por dos semanas, con fiebre".
Su nota fue una respuesta a la noticia de que ella había estado peligrosa-
mente enferma , y le prometió "tratar de ir a verte en cuanto tenga oportu-
nidad de entregar las galeras y las pruebas".24 En octubre de 1877 , les avi-

24
PSS, vol. 29 , libro 2, p. 176; 28 de noviembre de 1877.

IN DICIOS DE MORTALIDAD ... 317


só a los lectores del Diario que se proponía terminar su publicación al
final del año. Como le dijo a su hijastro, Pável Isaev, que una vez más es-
taba pidiéndole ayuda financiera: "No pudiste acudir a mí en un momen-
to más inoportuno ... que ahora [comienzos de diciembre]. Estoy descon-
tinuando mi publicación, y la liquidación de este negocio ha requerido
mucho más dinero del que yo esperaba". Dostoievski censura a Pável su
despreocupada actitud ante la cuestión de conservar su empleo (estaba
planeando dejar su trabajo en Moscú y trasladarse a San Petersburgo) y le
dice que , siendo un hombre de más de treinta años con esposa y dos hi-
jos, tiene que mostrar más responsabilidad. No sólo rechaza la petición de
dinero sino que declara que nunca volverá a rebajarse , como lo había he-
cho en el pasado , a rogarle a sus amigos influyentes que le encontraran un
puesto a Pasha. 25
Un viejo confidente suyo, el doctor Stepan Yanovski, le escribió des-
de Vevey, en Suiza, para expresar su gratitud en nombre del círculo ruso de
allí por el patriótico apoyo dado a su patria en el Diario. Dostoievski con-
testó muy cordialmente a este compañero de su juventud, que también
había sido su médico , y cariñosamente recuerda a Yanovski "como una
de las pocas personas que me quisieron y me perdonaron, y a quienes
estuve franca y simplemente dedicado , con todo mi corazón y sin ningu-
na reserva". Como muchos otros, Yanovski había expresado su pesar por
el cese del Diario, y Dostoievski le explica que, además de que su epilep-
sia había empeorado, él había decidido suspender la publicación porque
"tengo en la cabeza y en el corazón una novela que está pidiéndome ser
escrita". Además , en el futuro "deseo probar una nueva publicación de la
que el Diaiio formará parte". 26 Desde comienzos de 1878 había esbozado
los planes para esa nueva revista mensual, que ya no sería escrita exclu-
sivamente por él. Un índice propuesto incluye más material literario
(cuentos y novelas) , ensayos críticos sobre escritores pasados y presentes
y un comentario somero sobre los hechos, que incorporaría al Diaiio
(v 26, p. 175).
Lejos de lamentar el trabajo realizado durante estos últimos dos años,
Dostoievski le escribe alegremente a Yanovski acerca de los muchos otros
corresponsales que le habían rogado continuar la publicación. "No creerías

25
/bid. , pp 176- 177; 7 de diciembre de 1877.
1
" /bid., pp. 178-1 79; 17 de diciembre de 1877.

3 18 ..,.¡ UN PER IÓD ICO PERSONAL


hasta qué punto he gozado de la simpatía de los rusos durante estos dos
años de publicación", le informa, exultante , al doctor. Lo había animado
enormemente descubrir que "aquí en Rusia ha resultado que hay gente
que es de forma incomparable más auténticamente rusa -no los que tie-
nen las opiniones de la corrompida intelligentsia de San Petersburgo- ...
de lo que yo hubiera creído hace dos años". Todas estas cartas "son testi-
monio de la sed de una vida nueva y recta, una fe profunda en un cambio
inminente de la mentalidad de nuestra intelligentsia, que ha perdido con-
tacto con el pueblo y ni siquiera lo comprende en absoluto". Yanovski ha-
bía escrito desdeñosamente del periódico de Andréi Kraevski, La Voz, que
criticaba acerbamente la guerra ruso-turca, y Dostoievski dice cortante:
"Estos caballeros desaparecerán . Los que no comprenden al pueblo ahora
tendrán, indudablemente, que unirse a los accionistas y a los yids, y ése es
el fin de los representantes de nuestro pensamiento 'progresista"'n Los
"yids" quedan así automáticamente asociados con todos aquellos rusos no
judíos que se mantienen escépticos ante la guerra, y cuyos motivos, ante la
mirada extremadamente prejuiciada de Dostoievski, sólo pueden ser crasa
y sórdidamente materiales.
Su plan para refundir el Diario indica lo seriamente que estaba pen-
sando en su futuro literario. En el reverso de la página del cuaderno que
contiene el plan de su nueva publicación, ya había garabateado antes
otra nota:

1. Escribir un Cándido ruso.


2. Escribir un libro acerca de j esucristo .
3. Escribir mis memorias.
4. Escribir una obra (poema) sobre la sorokovina [celebración de una misa cua-
renta años después de la muerte ]. N. B. (Todo esto, además de mi novela final y
la propuesta publicación del Diario, es decir, al menos diez años de trabaj o,
y ahora tengo cincuenta y seis años [v. 17, p. 14] .)

Dostoievski no vivió para completar ninguno de estos proyectos, aun-


que "El sueño de un hombre ridículo", uno de los cuentos incluidos en el
Diario, bien puede considerarse como su versión de un Cándido ruso. Tam-
bién , como lo ha sostenido L. P Grossman, puede ser considerado así Los

27
Idem.

INDIC IOS DE MORTALI DAD ~ 319


hermanos Karamázov, con sus numerosas referencias a Voltaire y una al
propio Cándido, y su tema de la incapacidad de la razón para explicarse las
injusticias e iniquidades del mundo de Dios. El libro acerca de jesucristo
puede vincularse con Su aparición en la Leyenda del Gran Inquisidor, y
muchas de las páginas autobiográficas del Diario pueden servir como sus-
tituto de las memorias nunca escritas.
La sorokovina se remonta a un proyecto del verano de 1875 de "un li-
bro de vagabundeos" (puede suponerse, en el más allá) que describiría una
serie de "ordalías 1 (2, 3, 4, 5, 6, etc. )''. Una de las más importantes de es-
tas ordalías habría sido una conversación entre un muchacho y Satanás,
que sería anterior a la conversación entre Iván Karamázov y el demonio
(v. 17, p. 6). Esta idea de una serie de "ordalías" fue tomada para los títulos
de los capítulos del Libro 9 de Los hermanos Karamázov, en que se nos mues-
tra a Dimitri pasando por "los tormentos de un alma", enumerados como
el primero, el segundo y el tercero , en el curso de la "investigación prelimi-
nar" de su supuesto crimen. Esta referencia a la sorokovina, además de ser
una idea literaria , muy probablemente poseía, asimismo, una significación
más personal. Dostoievski pensaba mucho ahora en la muerte, y sus con-
tinuas visitas al moribundo Nekrásov constantemente la ponían frente a
sus ojos.
A Dimitri Averkiev, dramaturgo conservador que había pedido la ayu-
da de Dostoievski para publicar en Notas de la Patria, le escribió: "Nekrá-
sov sigue en cama y parece un cadáver, que habla de cuando en cuando y
pronto morirá, pero muestra interés en Notas de la Patria''. 28 Nekrásov fa-
lleció un mes después , en diciembre de 1877, y Dostoievski asistió a los
servicios fúnebres , aunque Anna lo convenció de evitar la caminata de dos
horas, siguiendo el ataúd por la ciudad. Él y Anna salieron de los concurri-
dos servicios de la atestada iglesia del convento de Novodeichi, y fu eron al
cementerio , a tomar una bocanada de aire fresco. El silencio de los alrede-
dores, al ejercer una influencia calmante sobre él, inevitablemente le trajo
indicios de su propia mortalidad, y se volvió hacia Anna pidiéndole no
"enterrarme en la sección de escritores del cementerio de Volkov. No quie-
ro yacer entre mis enemigos ... ¡Ya sufrí bastante con ellos en vida!" Ese
tema fue naturalmente penoso para Anna, quien trató de mejorar su hu-
mor "urdiendo una fantasía acerca del futuro funeral, mientras le rogaba

28
Ibid., p. 175; 18 de noviembre de 1877.

320 ... UN PERIÓDICO PERSONA L


vivir el mayor tiempo posible" . Si él cumplía su parte del trato, prometió
Anna, sería enterrado cerca del poeta V A. Zhukovski en el lavra Nevski, y
"no sólo la enorme muchedumbre de jóvenes seguirán tu féretro, sino todo
San Petersburgo", mientras que el coro y los servicios de la iglesia serían
aún más fastuosos y espléndidos. Al oír esto, Dostoievski "sonrió y dijo:
'Muy bien. Trataré de vivir un poco más"'. 29 Por desgracia, la "fantasía" de
Anna Grigórievna, como tristemente lo comenta , se hizo realidad sólo tres
años después.

El entierro de Nekrásov resultó, en efecto, una verdadera manifestación


radical. Hordas de estudiantes y de admiradores acudieron a rendir sus úl-
timos respetos al poeta que había dado tan profunda expresión a los temas
sociohumanitarios de los cuarenta, y que después había escrito tan con-
movedoramente sobre los infinitos pesares de la vida del campesino ruso
en su gran ciclo de poemas, ¿Quién es feliz en Rusia? Varias personas habla-
ron al lado de la tumba, entre ellas Dostoievski, quien llevado por la inspi-
ración del momento, improvisó algunas observaciones , como respuesta a
una petición de "la multitud de jóvenes que lo rodeaban". 3º El Diaiio de
diciembre contiene un extenso obituario que prolonga las reflexiones im-
provisadas de Dostoievski. Aquí sólo mencionaremos un incidente, ocurri-
do mientras él estaba hablando y que dejó su huella en los anales de la lite-
ratura rusa.
En el curso de su homenaje dijo Dostoievski que Nekrásov "fue el últi-
mo de esa serie de poetas que vino a nosotros con su 'palabra nueva'", y
que "entre esos poetas se le debe colocar inmediatamente después de Push-
kin y de Lermontov" . Ante esto , la voz de un "disidente, entre el gentío ,
gritó que Nekrásov era más grande que Pushkin y Lérmontov, y que estos
últimos sólo eran 'byronistas"' (v. 26, pp . 112-113). Varias voces se hicie-
ron entonces oír, gritando: "¡Sí, más grande! " Estas voces procedían de un
reducido grupo encabezado por G. V Plejánov, quien asistía al funeral con
unos pocos miembros de la clandestina organización revolucionaria Zem-
lia i Volia (Tierra y Libertad). Si hemos de creer al relato de Plejánov, escrito

29
Anna Dostoevs ky, op. cil., pp . 287-288.
30
Ibid., p. 288.

INDICIOS DE MORTALIDAD .. 321


treinta años después, Dostoievski pareció asombrado por esta inesperada
intervención, pero se negó a ceder. "Colocar a Nekrásov al mismo nivel de
Pushkin - comenta Plejánov-, fue el último límite de su concesión a la
'generación joven'. 'No más alto, pero no más bajo que Pushkin', contestó
con cierta irritación, volviéndose a nosotros, y luego continuó, pese a reite-
rados gritos de 'más alto, más alto"' .31 El crítico populista A.M. Skabichev-
ski, que no estuvo presente , escribió que un "coro de mil voces" gritó con-
tra él, pero esta versión fue negada por Dostoievski y por un observador
más imparcial , el joven V G. Korolenko, que después sería un importante
escritor populista.32
Este breve episodio, en que los radicales levantaron públicamente sus
voces para elevar a un escritor que había expresado su angustia por la vida
rusa, puede destacar como una indicación simbólica de la creciente agresi-
vidad de los hasta entonces pacíficos populistas. Durante 1877, el gobier-
no procesó a tres grupos de ellos: quienes habían hecho manifestaciones
ante la catedral de Kazán y los dos grupos detenidos por haber "ido al pue-
blo" tres años antes. El segundo juicio, conocido como el de "los cincuen-
ta", dejó una impresión particularmente profunda y duradera sobre la inte-
lligentsia radical. Los acusados rindieron testimonio con gran dignidad
acerca de las condiciones intolerables que habían sido obligados a soportar,
y pusieron a los miembros más humanitarios y educados del público cara a
cara ante las terribles realidades de un régimen represivo . Este público se
escandalizó por el periodo inexplicablemente largo en que estos jóvenes
estuvieron detenidos antes del juicio y por las severas sentencias dictadas
contra sus "delitos", perfectamente pacíficos y a menudo caritativos.
Existen numerosos relatos contemporáneos de la atmósfera - religio-
samente cargada- que rodeó al juicio de "los cincuenta", durante el cual,
según el escritor radical populista S.M. Stepniak-Kravchinski, a menudo se
oyó a miembros del público congregados en el tribunal articular la palabra
"santos" refiriéndose a los acusados. 33 Otro observador radical, Andréi Mi-
jaílov -después, uno de los principales organizadores de Narodnaia Vo-
lia (La Voluntad del Pueblo), el grupo que perpetró el asesinato de Alejan-
dro 11-, escribió que
31
PSS, vol. 26 , p. 416.
32
Idem.
33 Véase Franco Ve nturi , Th e Roots aj Revolution, trad. de Francis Haskell, Nueva York, 1966,

p 586.

322 ... UN PERIÓDICO PERSONAL


el juicio de "los cincuenta" ejerció sobre la sociedad una influencia aún mayor
que el de la manifestación en la plaza de Kazán. Hubo personas que pudieron
ser comparadas con los primeros mártires del cristianismo; eran propagandis-
tas de un socialismo puro , paladines del amor, la igualdad y la fraternidad ,
principios fundamentales de la obshchina [comuna] cristiana. Pero el gobierno
no los perdonó. 34

Una vívida descripción del impacto de este juicio sobre el público cul-
to aparece en la aún indispensable Histo1ia de la intelligentsia rusa, del aca-
démico liberal D. N. Ovsianiko-Kulikovski. Estuvo lo bastante cerca de
estos hechos para poder comunicar cómo afectaron la sensibilidad de ob-
servadores decentes y bondadosos .

No todos, tal vez, pero sí muchos de quienes fueron al pueblo estuvieron ins-
pirados - algunos conscientemente, otros inconscientemente- por el ideal
evangélico de amar al prójimo y de sacrificar los bienes mundanos y la felici-
dad personal. Cuando el llamado "juicio de los cincuenta" reveló la actividad
de muchachas que se sacrificaron propagando la "buena nueva" del socialis-
mo , involuntariamente nos vinieron a la memoria frases del Evangelio , para-
lelas al Sermón de la Montaña. Estas jóvenes podían haber llevado una vida
de felicidad y satisfacción; entre ellas había algunas considerablemente ricas,
todas eran educadas, todas eran cultas, y todas tenían un derecho moral no
sólo externo sino interno a ocupar un lugar importante en la sociedad. Pero a
todo esto prefirieron la vida de la santa, cambiaron su felicidad por un hecho
heroico y se sacrificaron en aras de un ideal elevado, que sólo les pareció una
nueva expresión de este mismo ideal evangélico. 35

Durante el juicio, en un discurso que pronto se hizo famoso , una de


las acusadas, Sofía Bardini, declaró: "En lo tocante a la religión [cuyos pre-
ceptos había sido acusada de violar], sólo puedo decir que siempre me h e
mantenido fiel a sus principios existentes, en esa forma pura en que fue
predicada por el fundador del cristianismo". 36

34
ldcin.
35 D. N. Ovsyaniko-Kulikovski , "lsroria Russkoi lntelligentsia", en Sobra nie Socl1i11enii, vol. 8,
2ª parte, San Petersburgo , 1910-1911 , pp. 193-1 94.
3
° Ci tado en V Bogucharski i, Alitivnoe Na rodnichcslvo Semidesyatililt Godov, Moscú , 1912 ,
p. 298.

IN DICIOS DE MORTALIDAD ~ 323


Uno de los últimos poemas que escribió Nekrásov en su lecho de
muerte fue inspirado por este juicio, y otros sintieron esa misma inspira-
ción. El poeta Y. P Polonski, amigo de Dostoievski, que distaba mucho de
alimentar veleidades radicales, escribió un poema intitulado "Uznitsa" ("La
Prisionera"), que empieza así:

¿Qué es ella para mí7 No esposa ni amante


Y no es hija de mi sangre.
¿Por qué, entonces, su destino maldito
No me deja de día ni de noche? 37

Nada similar puede encontrarse en Dostoievski, pero hay buenas razo-


nes para creer que el aura de santidad cristiana que rodeó este juicio de
"los cincuenta" también encontró eco en su obra.
justamente un año después, Dostoievski empezó a redactar Los herma-
nos Karamázov, y cuando llegó a describir a su joven héroe, Aliosha , cuya
vida constituiría el segundo volumen (nunca escrito) , escribió : "Si él hu-
biese decidido que Dios y la inmortalidad no existen, al punto se habría
vuelto ateo y socialista (pues el socialismo no sólo es la cuestión del traba-
jo ni del llamado cuarto Estado , es ante todo la cuestión atea, la cuestión
de la forma adoptada hoy por el ateísmo, la cuestión de la Torre de Babel
construida sin Dios, no para subir al Cielo desde la Tierra, sino para esta-
blecer el Cielo en la Tierra" (v. 14, p. 25). Los socialistas, al menos en su
encarnación rusa, están así inspirados por el mismo ideal que Aliosha,
cuya innata bondad y sed de justicia lo llevan a meterse de novicio en un
convento en cuanto se ha decidido en favor de Dios y de la inmortalidad.
Tanto él como los socialistas aguardan el reinado de la bondad, la caridad
y el amor; sólo difieren sobre si se alcanzará bajo la guía de un Cristo secu-
lar o de un Cristo sobrenatural. Y la ambición suprema de Dostoievski, en
estos últimos años de su vida, era influir sobre los jóvenes populistas, quie-
nes tan a menudo evocaban comparaciones con los primeros mártires del
cristianismo, para que siguieran el camino de Aliosha, y no el de ellos
mismos.
Con todo, no sólo por medio de su siguiente novela esperaba ejercer
Dostoievski una influencia sobre los jóvenes radicales inspirados por el

37
Ibid., p . 30 l.

324 ~ UN PERIÓDICO PERSONA L


ideal socialista revolucionario. Durante más de dos años había intentado
hacerlo , mes tras mes, en el Diario ele un esc1itor. Volvámonos ahora a exa-
minar más de cerca esta enorme publicación, que no resulta exagerado
decir que dominó la opinión pública rusa como ninguna otra lo había
hecho antes.

IN DICIOS DE MORTA LID AD .... 325


XIV. El Diario de un escritor,
1876-1877

L A APARICIÓN del Diario de un escritor en su nueva forma de publicación in-


dependiente constituyó un momento importante no sólo en la carrera lite-
raria de Dostoievski sino también en la historia del periodismo ruso . Nin-
guna publicación similar se había lanzado en Rusia , aunque no hubieran
faltado revistas escritas por una sola persona , a imitación de un precursor
como The Spectator de joseph Addison. Una de ellas, en realidad, tuvo por
autora nada menos que a la propia Catalina la Grande. Habían consistido
en artículos, ensayos familiares y retratos satíricos a la manera cortés del
siglo xvm, destinados a divertir y a entretener más que a hacer un comenta-
rio serio sobre cuestiones morales y sociales importantes. En cambio, el
Diario de Dostoievski abordó todos los temas sociopolíticos relevantes de
su época, y él se lanzó a cada uno con una intensidad y una gravedad hasta
entonces nunca vistas.
Una buena descripción general del Diario nos la da el comentador
de la edición autorizada que hizo la Academia de Ciencias de las obras de
Dostoievski:

Sus páginas dieron expresión a las impresiones de la vida personal de un es-


critor desde fines de 18 75 hasta [18 76-18 77], sus reminiscencias de años
anteriores, una relación de sus proyectos literarios y reflexiones sobre todos
los temas importantes concernientes a la Rusia de la época -literarios, cultu-
rales , sociopolíticos- que agitaban a Dostoievski.. Conversando con sus
lectores, el autor constantemente pasa de un tema a otro, y la transición a
cada uno lleva consigo una corriente de reminiscencias y asociaciones ... Pero
entre toda esta variedad de temas y episodios, distintos entre sí y en constante

326 ..
cambio, el autor dirige su propia mirada y la del lector a las mismas "cuestio-
nes malditas": las que forman el contenido filosófico y artístico, una especie
de básico haz, nerviosamente sensitivo, de los pensamientos del autor. Estas
cuestiones son las de las relaciones en Rusia entre los de "arriba" y los de
"abajo", la clase culta y el pueblo; la de la profunda crisis por la que por enton-
ces atravesaban, cada cual a su propia manera, tanto la Rusia contemporánea
como Europa, y la de su pasado, presente y futuro. 1

Tales palabras captan con precisión tanto el polifacetismo del Diario


como la unidad de la personalidad del autor, que une todas sus entradas
en una expresión única de sus propias preocupaciones.*
Otro rasgo original del Diario fue el diálogo que el autor entabló
con sus lectores quienes lo abrumaban con cartas a las que Dostoievski con
frecuencia respondía personalmente y en sus páginas. Empero, entablar
semejante conversación también era algo inaudito, y las cartas que le llo-
vieron pueden atribuirse no sólo a lo provocativo de sus ideas sino tam-
bién a la calidad del estilo, claramente humano y personal. Una de sus
lectoras, una bibliotecaria de provincia, explicó elocuentemente por qué le
encantaba el Diario pues, como dice a su autor:

Usted escribe directamente , sin ninguna forma literaria de aparato o ceremo-


nia, como dirigiendo una carta a un amigo. Usted escribe lo que piensa, y eso
es raro, eso es bueno ... Usted se hace visible en sus frases; lo conocemos, por
decirlo así , nos relacionamos con usted leyendo el Diario. Y además, muy
sencillamente y sin la apariencia de ser hombre culto, usted penetra en las
cuestiones más profundas, las que son tan dolorosas para cada uno de nos-
otros, y trata esas cuestiones directa y francamente, sin una huella de afecta-
ción o de cultura libresca. 2

No sólo era extremadamente variado el contenido de los artículos, con


continuos cambios de tema y de perspectiva, sino que Dostoievski también
1
PSS, vol. 22, pp 279-280.
·:· El Diario de un escritor será analizado aquí, primeramente, en relación con su contenido
sustantivo e ideológico. Para un intento original y fascinante de considerarlo en términos esté-
ticos, como esfuerzo por crear una nueva forma literaria que combinara aspectos divergentes
de la cosmovisión de Dostoievski, véase Gary Saul Morson, Th e Boundai·ies of Genre, Austin ,
Texas, 1981.
2
Citado en l. L Volgin, Dostoevshii Zlrnm,1/ist, Moscú, 1982 , pp. 45-46.

EL DIARIO DE UN ESCRITOR, 1876-1877 ~ 327


intentaba dar al público lector algo más que un comentario de sucesos
contemporáneos. Cuentos y bocetos aparecían en sus páginas , ofreciendo
a sus lectores el equivalente de un "grueso diario" ruso (que invariable-
mente incluía episodios de una novela) en un formato reducido . Dos de
sus más breves obras maestras, "La mansa" y "El sueño de un hombre ri-
dículo", aparecieron por primera vez en el Diario, junto con buen número
de bocetos más ligeros, y hasta los que más acerbamente criticaban sus
opiniones las saludaron con unánime aplauso.
El Diario de un escritor también fue notable porque logró ocupar
una posición absolutamente independiente en el mundo tan sectario
del periodismo ruso. La aparición de El adolescente en la publicación
populista Notas de la Patria ya había mostrado que Dostoievski no se
adheriría estrictamente a líneas de partido. Además de continuar por
ese sendero no conformista, el Diario también fue inspirado por su am-
bición de servir como punto de reunión para la gente de buena volun-
tad que estuviera extraviada entre los brutales antagonismos que des-
garraban la vida de Rusia. Cierta valiosa investigación recientemente
efectu ada en los archivos del Diario ha arrojado una luz nueva sobre las
complejidades de la posición sociopolítica de Dostoievski tal como
aparecieron a los ojos de sus primeros lectores . Aunque su programa
"positivo" habitualmente ha sido considerado "reaccionario" por su
apoyo al zarismo, la correspondencia que recibió revela que ese apoyo ,
combinado con sus severas denuncias de los males sociales existentes,
no fue considerado tan políticamente servil como ha parecido a la pos-
teridad.
Justamente quince años antes, Alejandro II había iniciado una vasta
serie de reformas que inaugurarían una nueva era en la historia de Rusia.
Dostoievski supuso (para citar a I. L. Volgin), "no sólo que el régimen za-
rista distaba mucho de haber agotado sus ideas reformistas", sino también
que este continuado programa de "radical transformación histórica" podría
llevarse adelante, como lo había sido la pacífica liberación de los siervos,
"dentro de los límites de una conducta no revolucionaria". Semejante posi-
ción resultó sumamente atractiva para el segmento más educado de la po-
blación, que anhelaba un cambio en una dirección liberal pero no tenía
ningunos deseos de una revolución violenta. Durante los setenta (volvien-
do a citar a Volgin), "el gobierno que había logrado la abolición de la servi-
dumbre, así como las reformas legales , urbanas y militares, no había perdí-

328 ... UN PERIÓDICO PERSO N AL


do aún cierto crédito de confianza", aunque esta confianza se agotara en
los últimos años de la década. 3
La publicación de Los demonios y el trabajo de Dostoievski como direc-
tor de El Ciudadano habían parecido aliarlo irrevocablemente a quienes se
oponían a las agitaciones y esperanzas de la intelligentsia radical. Sin em-
bargo, hay abundantes pruebas de que miembros de este grupo se encon-
traban entre sus más ávidos lectores y que hallaban expresados en sus pá-
ginas muchos de sus propios ideales y aspiraciones (aunque puestos en
términos que tendían a socavar sus implicaciones revolucionarias). ¿Cómo
pudo ocurrir esta anomalía, notada por todos los comentadores de la épo-
ca 7 Parte de la respuesta puede encontrarse en el notable ingenio con que
Dostoievski aprovechó la reverencia por "el pueblo" que él compartía con
los populistas radicales y que, de hecho, trascendía las líneas sociopolíticas
ordinarias entre los partidos.
La popularidad del Diario entre la juventud radical ha sido persuasiva-
mente explicada en estos términos por D. N. Ovsianiko-Kulikovski. Aun-
que, escribe, "el punto de vista eslavófilo [de Dostoievski], las conclusio-
nes de su 'programa' [el abandono de toda intención revolucionaria] no
pudieran ... ser aceptadas por la intelligentsia progresista" , ésta fue incapaz
de resistir a su "dogma acerca de las exaltadas cualidades del pueblo ruso y
su sublime misión en la futura regeneración de la humanidad''. Sobre esta
creencia "basaron ... la posibilidad de sus esfuerzos de propagar las ideas
socialistas entre el pueblo ... [y] este dogma fue expresado por Dostoievski
con tan profunda fe , con una sinceridad imbuida de tal fuerza, que su pré-
dica fue involuntariamente como echar aceite al fuego''. Pues si bien recha-
zaba el socialismo europeo, "enérgicamente ... fomentó entre los jóvenes
ese sistema de ideas y de sentimientos que fue el fundamento psicológico
de las ilusiones revolucionarias de nuestros socialistas". 4
El Diario de un escritor es tan enorme fárrago de materiales heteróclitos
que es difícil presentar una noción tolerable de su contenido. Las ideas del
Diario, debidamente llamado así, ya nos eran familiares por sus anteriores
obras de periodismo, así como por los vuelos ideológicos de sus novelas.
Pero reciben nueva vida y color por el constante desfile de nuevos ejem-
plos e ilustraciones tomados de sus omnívoras lecturas de la prensa de la
3
lbid, p 17.
4
D.N. Ovsianiko-Kulikovski , "Istoria Russkoi lntelligentsia", en Sobraníe Sochinenii, vol. 8,
2ª parte, San Petersburgo, 1910-1911, p. 205.

EL DIARIO DE UN ESCRITOR, 1876-1877 ~ 329


época, de su vasto conocimiento de la historia y de la literatura tanto rusas
como europeas y, muy frecuentemente, de los hechos de su propia vida.
Esas revelaciones autobiográficas fueron, sin duda, uno de los principales
atractivos del Diario y contribuyeron grandemente a su difusión; los lecto-
res sentían que en verdad estaban siendo admitidos a la intimidad de uno
de sus grandes hombres. Esta constante interrelación entre lo personal y lo
público (el incesante cambo de nivel entre los problemas sociales del día,
las "cuestiones malditas" que siempre han plagado la vida humana, y los
atisbos en los rincones de la propia vida y la sensibilidad de Dostoievski)
resultó una combinación irresistible, que le dio al Diario su incomparable
sello literario.
Por añadidura, el Diario sirvió de estímulo no sólo para los cuentos
cortos y los bocetos ya mencionados sino también, como lo había él pre-
visto desde el principio, para la gran novela que estaba planeando. Una y
otra vez aparecen motivos que pronto serán utilizados en Los hermanos Ka-
ramázov y una de las fascinaciones de este vasto corpus periodístico, espe-
cialmente para los lectores actuales, consiste en observar la cristalización
de tales motivos mientras surgen espontáneamente al tratar uno u otro
tema. Aun si no es literalmente un cuaderno de notas, el Diario puede reci-
bir este nombre en el sentido exacto de la palabra. Es auténticamente la
herramienta de trabajo de un escritor en las tempranas etapas de creación,
de un escritor que busca (y encuentra) la inspiración para su obra mien-
tras, pluma en mano, observa la escena que se desarrolla ante sus ojos e
intenta sondear su significado más profundo.
En este capítulo resumiremos las principales tesis sociopolíticas del
Diario. Lo que sigue tratará de los artículos sobre cuestiones religiosas y
jurídicas que anticipan a Los hermanos Karamázov, de la opinión de Dos-
toievski sobre la Cuestión judía, de los comentarios literarios del Diario, y
por último, de sus bocetos y cuentos.

El pueblo ruso

Pese a la adoración que Dostoievski sentía por el pueblo ruso, el cuadro


que pinta de éste dista mucho de ser idílico o romántico. Ya en su Diario
de 1873 había criticado acremente los vicios del pueblo, y tampoco tuvo
escrúpulos para presentar un retrato sin afeites de él en La casa de los

330 ... UN PERIÓDICO PERSONAL


muertos. De hecho, en el primerísimo número del Diario de un escritor
(enero de 1876) escribió que "el pueblo ruso es burdo e ignorante, dedi-
cado a las tinieblas y la depravación, 'son bárbaros aguardando la luz'"
(v. 22, pp. 42-43). Sin embargo, su descripción siempre estuvo dominada
por lo que podemos llamar el paradigma de Vlas. Así como Vlas, después
de cometer los más espantosos crímenes pasó por una conversión religio-
sa con la misma pasión que había mostrado en sus fechorías, así el pueblo
ruso poseía una fe religiosa que no sólo lo rescataría del desastre sino que
le permitiría señalar el camino hacia una nueva era cristiana de una hu-
manidad regenerada.
Bien consciente de que podrían acusarlo de calumniar al pueblo al
mismo tiempo que estaba ofreciendo su homenaje eslavófilo-populista a
sus virtudes incomparables, trató de enfrentarse a este problema en febrero
de 1876. En un artículo publicado póstumamente, el eslavófilo Konstantín
Aksakov escribió que el pueblo ruso había sido, de tiempo atrás, "ilustrado
y educado", y Dostoievski observa que "para mi asombro, otros creen que
estas dos nociones [la suya, acerbamente crítica, y la de Aksakov] son irre-
conciliables". Pero no vio ninguna contradicción entre ellas, y nada era
más fácil de reconciliar. "Se debe saber cómo segregar la hermosura del
campesino ruso de las capas de barbarie que se han acumulado sobre él.
Por las circunstancias de casi toda la historia rusa, nuestro pueblo ha sido
tan entregado a la depravación, tan corrompido, tan desencaminado y con-
tinuamente atormentado, que es un verdadero milagro que haya sobrevivi-
do manteniendo su imagen humana, ya no digamos su belleza". Hay que
mirar al pueblo, insiste, a la luz de los ideales históricos a los que se ha
aferrado, ideales encarnados en sus santos: "Sergio, Teodosio de Pechersk,
y hasta Ticón de Zadonski ... y quedaréis asombrados ante las bellas cosas
que aprenderéis" (v. 22, p. 43).
En realidad, Dostoievski sostiene que no es el único -lejos de ello-
en haber percibido esta interna belleza espiritual del pueblo ruso, que ya
se encuentra consagrada en su literatura. Todos los "tipos malvados" que se
localizan allí fueron tomados de Europa, pero "todo lo que puede verse
allí de verdadera belleza ha sido tomado del pueblo", empezando por
"el tipo manso y simple, Belkin, creado por Pushkin", y continuando con el
Oblomov y el Nido de hidalgos de Turgueniev. Estos escritores, aunque no
estaban retratando al pueblo como tal, "tomaron la simplicidad, la pureza,
la mansedumbre, la amplitud de criterio y la falta de malicia del pueblo, en

EL DIARIO DE UN ESCRITOR , 1876 - 1877 ~ 331


oposición a todo lo que era retorcido, falso, extrínseco y servilmente imita-
do" (v. 22, pp. 43-44). En otra parte, basándose en su propia vida, recuer-
da cómo su institutriz campesina le había ofrecido impulsivamente los
ahorros de toda su vida a su familia cuando ésta estuvo en aprietos. Tam-
bién narra un episodio ilustrativo de la Crónica de familia , de Serguéi
Aksakov, en que los campesinos llevaron a su patrona, atendiendo a sus
súplicas, a través del hielo peligrosamente delgado del Valga para visitar a
su hijo enfermo. "Y cuando todo terminó, los campesinos ni siquiera acep-
taron algún dinero, comprendiendo que todo lo habían hecho por las lá-
grimas de la madre y por Cristo y nuestro Dios. ¡Y esto ocurrió en el más
negro periodo de la servidumbre!" (v. 22, pp. 112-113)*
Dostoievski estaba convencido, pues, de que el cristianismo heredado
de los campesinos rusos había penetrado en sus almas, y de que el pueblo
poseía instintivamente todas las virtudes cristianas enseñadas por su fe. El
contraste entre esta creencia y la conducta ordinaria del pueblo era, sin
embargo, tan manifiesto que movió a un crítico a preguntar si no sería pre-
ferible que el pueblo ruso tuviese unas ideas menos exaltadas y una con-
ducta mejor. Y cómo , en todo caso, podría su esencia interna, como la
percibía Dostoievski, volverse "conocimiento público". Dice Dostoievski:
"¿Quién tiene el don de profecía o un conocimiento del corazón humano
capaz de penetrarlo y descifrarlo si la realidad contradice y es indigna de
estos ideales?" A la primera objeción responde que "sin ideales -es decir,
sin al menos alguna esperanza parcialmente definida de algo mejor-
nuestra realidad nunca será mejor". Para la segunda no tiene réplica direc-
ta, limitándose a afirmar que "por mucho que el Sr. Gamma [seudónimo
del crítico] y yo nos pusiéramos a discutir sobre este tema, nunca llegaría-
mos a un acuerdo" (v. 22 , p. 74) En otras palabras, la sensibilidad del se-
ñor Gamma sería incapaz de penetrar bajo la superficie hasta las riquezas
del carácter ruso ocultas bajo su poco edificante exterior.

· Con frecuencia, Dostoievski modificaba los pasaies que citaba para serúr a sus propósi-
tos . En este ejemplo , se remitió erróneamente a otro libro (la anécdota no aparece en Crónica
ele.familia sino en las Reminiscencias de Aksakov), aunque ambas obras estaban unidas en el
ejemplar que él tenía , por lo que el erro r es fácilmente explicable. Sin embargo, también alteró
algun os detalles importantes. El río en cuestión no era el anchuroso Volga sin o uno más pe-
queño, y los campesinos aceptaron cinco rublos cada uno corno recompensa, aunque rechazaran
una suma much o mayor. Corno lo observa Robe n Belknap , "cada uno de estos cambios au-
menta el riesgo o la nobleza de los campesinos , apoyando así los argumentos de Dostoievski"
Véase Roben L Belknap , The Genesis o[ The Brothers Karamázov, Evanston, Ill. , 1990, pp. 97-98.

332 ... UN PER IÓDICO PERSONA L


Aun cuando se levantaron voces escépticas contra lo que algunos cre-
yeron que eran sus exageraciones de las virtudes del pueblo, la esfera so-
ciocultural en su mayor parte no promovió ningún ataque directo contra la
veracidad de tales ideas. Uno de los pocos fue obra de un intransigente
occidentalista, el novelista, crítico y dramaturgo V G. Avseienko, que Dos-
toievski tenía sobradas razones personales para detestar. Avseienko había
publicado violentas críticas contra Los demonios y contra El adolescente, y
ahora , escribiendo en el Mensajero Ruso, de Kátkov, cuestionó la obligación
de inclinarse ante la sabiduría del pueblo y de aprender a reverenciar sus
ideales (cristianos). Aunque reconocía que el pueblo "ha conservado para
nosotros la pureza del ideal cristiano , mostrando un heroísmo que es a la
vez elevado y humilde en su grandeza", Avseienko no podía discernir en él
"ningún ideal de una personalidad dinámica". El pueblo , escribió , vive "al
nivel de los seres elementales", hundido en "un modo de vida de existencia
pasiva"; y si en medio de él surge una "personalidad activa, enérgica, [... ]
adopta la repugnante forma del parásito, del kulak, del tirano estúpido y
mezquino" (v. 22 , pp. 103-104). Hablar de esa manera del pueblo ruso era
profanar el sanctasanctórum de Dostoievski, quien, en abril de 1876 se
volvió contra Avseienko con insólita vehemencia.
Para empezar, muestra la contradicción del argumento de Avseienko ,
quien elogia al pueblo por haber sostenido sobre sus hombros la "misión
histórica" de Rusia, mientras al mismo tiempo lo acusa de inactividad y de
pasividad. ¿No hizo el pueblo nada durante todos esos siglos? Y continúa
con una refutación más elocuente: la esclavización definitiva del campesi-
nado ruso había sido instituida por Pedro el Grande , quien abrió las com-
puertas de la cultura occidental para la clase superior, y esa esclavización
fue un requisito económico para el bienestar de dicha clase , cuya conforta-
ble existencia estaba basada en el trabajo de los siervos. "¿Es posible que
nuestro pueblo, que fue sometido específicamente para bien de esa cultura
de ustedes ... , ahora, después de más de doscientos años de esclavitud,
sólo merezca de ustedes . .. este brutal insulto acerca de kulaks y timadores ,
en lugar de gratitud y compasión?" (v. 22 , p. 104). Tales palabras bien ha-
brían podido ser escritas por Piotr Lavrov para ilustrar la "deuda" que la
clase educada tenía para con el campesinado, el deber de esforzarse por
mejorar su suerte. Tratando las despectivas opiniones de Avseienko sobre
el pueblo con quemante desprecio, Dostoievski les asegura a sus lectores
que no se habría molestado en refutar tales absurdos de no ser porque

EL DIARIO DE UN ESCRITOR , 1876-1877 ~ 333


"como escritor [Avseienko] representa a un tipo cultural menor que ... tie-
ne un cierto significado más amplio" (v. 22 , p. 105).
Dostoievski se lanza entonces a un análisis devastadoramente satírico
de Avseienko como escritor, cuya reciente novela

de pronto me aclaró toda la naturaleza de Avseienko como "tipo de escritor"


[ ... ] Lo que mu estra la n ovela [escribe cáusticamente] es que el señor Av-
seienko ... representa una figura que ha perdido su presencia de ánimo en la
adoración de la alta sociedad . Dicho en pocas palabras, se ha postrado y está
adorando los guantes, los carruajes , los perfumes, las pomadas, los vestidos
de seda (especialmente el momento en que una dama se sienta en un sillón y
su vestido susurra en torno de sus pies y de su cu erp o) , y finalmente, los sir-
vientes que saludan a su ama cuando ella retorna de la ópera italiana. Escribe
acerca de todo esto constantemente, con reverencia, piadosa y devotamente,
en suma, como si estuviera celebrando algún tipo de misa [v. 22, p. 107].

Así, Avseienko, que critica al pueblo, "ve todo el punto de nuestra cultura
-toda su realización, toda la culminación del periodo de doscientos años de
nuestro desenfreno y nuestros sufrimientos- en los carruajes, en la pomada.
Y admira estas cosas sin el menor asomo de burla" (v. 22 , p. 107).
Dostoievski juega de la manera más cáustica con esa obsesión por los
oropeles de la civilización occidental venerados por la clase superior rusa.
"He oído decir (tal vez se dijera en broma) - dice, como un aparte- que
[Avseienko] comenzó la novela con el fin de corregir a León Tolstoi, quien
pintó demasiado obj etivamente [es decir, críticamente] a la alta sociedad
en su Ana Karenina" (v. 22 , p. 107). En realidad, tal rumor sí estaba circu-
lando , y es probable que Dostoievski lo oyera de la misma fuente , Nikolái
Strájov, quien se lo había dicho a Tolstoi (v. 22 , p . 376). Sin embargo , pese
a todo su sarcasmo , insiste en que "no sólo debemos ver esto desde un
punto de vista cómico", pues el asunto es mucho más serio: "esta debili-
dad, esta manía por los encantos de la alta sociedad ... , ha hecho surgir un
tipo especial de confirmado paladín de la servidumbre entre aquellos que
nunca poseyeron un siervo en sus vidas". Ese culto a la indumentaria ex-
terna de la alta sociedad occidental conduce al mismo desprecio al pueblo
que había existido en los días de la servidumbre, y quienes comparten la
obsesión de Avseienko "pueden escupir abiertamente sobre el pueblo , y
con el aire de tener el más completo derecho cultural" (v. 22 , p . 108).

334 ... UN PER IÓDICO PERSON AL


Si Dostoievski pudo tan brillantemente refutar esa denigración del
pueblo , que criticaba no sólo sus obvios vicios y defectos sino también la
esencia misma de su naturaleza moral-espiritual, todavía le era difícil mos-
trar pruebas en apoyo de sus intuiciones absolutamente opuestas. A este
respecto, la declaración de guerra de Serbia y Montenegro contra Turquía
de mediados de junio de 1876 le resultó providencial. El movimiento de
voluntarios rusos, organizado para apoyar a los eslavos en su lucha, pro-
dujo un verdadero diluvío no sólo de ayuda material sino también de hom-
bres que de buen grado se ofrecían a unirse al ejército serbio , y de mu-
jeres deseosas de servir de enfermeras (como había intentado hacerlo
Sofía Lurie) . Pronto diremos más acerca de los artículos de Dostoievski
sobre la cuestión de los Balcanes; de momento enfoquemos su entusiasmo
ante la respuesta que estos acontecimientos habían provocado entre el pue-
blo ruso.
"Habíamos pensado -dijo Dostoievski- que el pueblo ya había olvi-
dado sus principios espirituales y ya no estaba observándolos en sus cora-
zones", pero el brote del movimiento voluntario había disipado esas des-
alentadoras dudas. El pueblo se había lanzado "a una nueva cruzada" al oír
decir que "sus hermanos eslavos estaban siendo torturados y oprimidos".
Nada similar se había esperado de esta "masa supuestamente homogénea y
aletargada". Certificaba, para Dostoievski, que el pueblo ruso aún valuaba
la virtud del propio sacrificio y seguía admirando a alguien "que continua-
mente trabaja por la causa de Dios, que ama la verdad y que, cuando es
necesario , se levanta para servir a esa verdad, dejando su hogar y su familia
y sacrificando su vida". Según veía las cosas Dostoievski, el movimiento
voluntario le ofreció providencialmente la prueba viviente de su imagen
sublime del pueblo ruso; por ello, como informa a sus lectores, "podemos
permitirnos albergar nuevas esperanzas, nuestro horizonte se ha aclarado y
nuestro nuevo sol se levanta con cegador brillo" (v. 23 , pp. 161-162).
La etapa final de la apoteosis del pueblo ruso según Dostoievski llegó
después de la declaración de guerra contra Turquía, en abril de 1877.
Ahora puede argüir que el pueblo ruso posee no sólo todas las virtudes ya
antes atribuidas a él sino también la capacidad de crear en el futuro un
nuevo orden mundial cristiano. De hecho, ésta fue la base sobre la cual
Dostoievski creyó que el pueblo y la clase educada finalmente podrían
unirse. Todos los rusos cultos creen - y se cita a sí mismo , como ejem-
plo-:

EL DIA RIO DE UN ESCRI TO R. 1876- 1877 ~ 335


en una humanidad común.. [y] en que, en algún momento, las barreras y
los prejuicios nacionales que hasta hoy han impedido la libre comunión de
naciones por enci ma del egoísmo de las aspiraciones nacionales caerán algún
día ante la luz de la razón y de la conciencia , y ... que entonces los que inte-
gran el pueblo empezarán a vivir en un solo espíritu y en acuerdo, como
hermanos , racionalmente y esforzándose con amor por una armonía general.

Éste es el obj etivo último del "cosmopolitismo" del cual se jacta la cla-
se educada y del que hace gala para justificar su sentido de superioridad
hacia el pueblo. Según Dostoievski, semejante fe casi no existe ya en Euro-
pa o, de existir, es tan sólo como "una percepción metafísica", algo pura-
mente académico y no un sentimiento profundo y difundido. Pero, ¡mi-
rad', esa convicción florece en Rusia, no sólo como "una creencia en el
mundo de los intelectuales", sino - lo que es aún más importante- "como
un sentimiento instintivo viviente entre el pueblo común, a quien la religión le
manda creer precisamente en esto" (v 25, pp. 19-20; las cursivas son mías).
Así como el "viandante" filosófico ruso por Europa , Versílov, y el "vian-
dante" campesino, Makar lvánovich, en El adolescente estaban subliminal-
mente unidos en la misma búsqueda de una Edad de Oro de amorosa fra-
ternidad , así los europeizados intelectuales rusos y el pueblo quedan
unidos, sin tener conciencia de su acuerdo, pero en la misma fe. Y es con
esta fe con la que Rusia "pronunciará la palabra más grande que el mundo
haya oído", y esta palabra será el mandato para la unidad de toda la huma-
nidad en un espíritu que trascienda todo "egoísmo personal" y "la lucha
por la existencia" que "hoy une artificial y antinaturalmente al pueblo y a
las naciones" (v 25 , pp . 19-20) . No hay ninguna razón para dudar de que
Dostoievski creyera en todo esto; pero al no hacer distinción alguna entre
el Estado ruso y el pueblo ruso, tan elevadas afirmaciones también sirvie-
ron para dar una fachada moralmente atractiva al imperialismo ruso en los
Balcanes y en el Asia central. Fue, como lo ha llamado josef Bohatec, un
"imperialismo del amor", 5 pero, de todos modos, imperialismo . Bien sabía
Dostoievski que esta visión extática de ese futuro orden mundial sería reci-
bida con incredulidad, y con cierta melancolía pregunta en su conclusión:
"¿pude realmente pensar que convencería a alguien? ... Tal vez un 'joven
imberbe', algún miembro de la nueva generación leerá esto" (v 25, p. 23).

5
Josef Bohatec , Der I111pelialis111usgedanl1e und die Lebensphi losophis Dostojewslnjs, Graz, 195 1.

336 ... UN PERIÓD ICO PERSONAL


Muchos de ellos lo leyeron, y ya fuese que compartieran o no tan exaltados
sueños, sus palabras no dejaron de fomentar su devoción al pueblo ruso.

La intelligentsia y el pueblo

Ningún aspecto de la cultura rusa era más importante para Dostoievski


que la relación entre la intelligentsia y el pueblo. Desde las reformas de
Pedro el Grande, una enorme brecha había escindido a la sociedad rusa en
dos mundos diferentes. Por una parte estaba la clase superior, educada a la
manera occidental, que había absorbido los idiomas, gustos, modales e
ideas de la cultura europea moderna; por la otra estaba el campesinado,
arraigado en su modo de vida tradicional, orientado hacia la religión y casi
intocado por las influencias secularizadoras de la modernidad. Dostoievski
distaba mucho de ser el único escritor ruso preocupado por esta cuestión,
mas para él esta brecha no sólo era una cuestión teórica. Dolorosamente
había cobrado conciencia de ella como candente experiencia personal du-
rante sus años de prisión en Siberia. En los sesenta, sus revistas habían
planteado una doctrina que pedía el retorno de la intelligentsia a su propia
tierra natal, a un nuevo respeto por su propia cultura y sus raíces y valores
moral-religiosos. La intelligentsia, por su parte, llevaría consigo toda la ri-
queza de la cultura occidental que había adquirido, y de su fusión con el
pueblo surgiría una nueva y reconstituida síntesis de la vida sociocultural
rusa. Este concepto de la relación ideal entre la intelligentsia y el pueblo
forma el trasfondo del trato dado a esta cuestión en su Diario.
Tal como la veía Dostoievski, la relación de la intelligentsia tanto con su
cultura nativa como con su formación europea, era extremadamente com-
pleja y ambigua. De tiempo atrás, ya había él decidido que el carácter na-
cional ruso se resistía (o al menos se resentía) ante la medida de ser remo-
delado de acuerdo con un prototipo extranjero. Un artículo aparecido en el
número de junio de 1876, intitulado "Mi paradoja", enfoca diestramente
el hecho peculiar de que los más fervorosos occidentalistas rusos -los que
estaban más en favor de recomponer a Rusia de acuerdo con algún modelo
europeo- eran también los mismísimos que se alineaban teóricamente
(como Belinski) o prácticamente (como Herzen y Bakunin, aunque no los
nombra) con la extrema izquierda europea. En otros términos, estos rusos
occidentalistas se unían a los europeos que estaban rechazando sus propias

EL DIARIO DE UN ESCRITOR. 1876 -1877 ~ 337


instituciones y cultura, y que deseaban destruir la base (la propiedad pri-
vada) en que se había fundamentado la civilización occidental. Dostoievski
interpreta esta anomalía como una instintiva revuelta rusa contra la cultura
europea , tan brutalmente impuesta por Pedro el Grande . Ya desde 1863
había argüido que el barniz de la cultura y los modelos europeos seguían
siendo muy superficiales; hasta fanáticos occidentalistas, como el drama-
turgo Denis Fonvizin, habían albergado un antagonismo apenas disimula-
do contra los ejemplos socioculturales que supuestamente admiraban y
querían emular. Volviendo a este mismo punto , Dostoievski ve ahora que
estos occidentalistas rusos están exhibiendo su propio carácter ruso al
unirse a los europeos decididos a destruir su propio orden social. Los ru-
sos estaban manifestando su oposición primordial a una cultura europea
ajena y demostrando así que, en realidad, eran rusos patriotas y hasta con-
servadores.
Su paradoja , arguye hábilmente Dostoievski, surge porque han con-
fundido a Rusia con Europa, "y al rechazar a Europa y su orden creían es-
tar aplicando este rechazo a Rusia". Pero Rusia no era Europa , y "todas las
cosas que los occidentalistas deseaban en Europa [un orden socioeconó-
mico más justo y equitativo] ya existían, de tiempo atrás , en Rusia , en em-
brión o al menos potencialmente". Está refiriéndose aquí a las instituciones
protosocialistas del campesinado ruso, cuya existencia atribuía al efecto de
los ideales morales cristianos sobre el carácter del pueblo. Esa potenciali-
dad existe, pues, en la esencia de Rusia, "no en un sentido revolucionario
sino en el sentido en que deben aparecer las nociones de una renovación
humana universal: en el sentido de una Verdad divina, la Verdad de Cristo
que, pluga a Dios, algún día se realizará en la Tierra , y que se conserva ín-
tegra en la Ortodoxia" (v. 23 , pp. 40-41). Al volver a su tierra natal, los
occidentalistas rusos corregirían así, puede presumirse , su error de con-
fundir a Rusia con Europa , pero sin abandonar los ideales que, como erró-
neamente habían creído, sólo podían realizarse en términos europeos.
Un ejemplo de semejante error, según Dostoievski, era la noción que
cita de Avseienko, quien había escrito que "este inclinarse ante las ideas
populares fue un producto de la cultura europea que asimilamos , y que sin
ella el campesino seguiría siendo hasta el día de hoy como un perro y un
villano" (v. 22 , p. 114). Avseienko tenía toda la razón al atribuir esta ro-
mantización del "pueblo" a la influencia de la cultura europea , pero Dos-
toievski se enfurece ante la suposición de que "hay que ir a París para

338 ... UN PERIÓDICO PERSONAL


comprender los ideales de nuestro pueblo , o al menos ir a ver alguna farsa
de tercer orden al Teatro Mijaílovski" (v. 22, p. 117). Señala entonces a los
eslavófilos, "ya completamente a sus anchas en la civilización europea",
cuyas ideas, no obstante, brotaron "de la inagotable e incesante labor edu-
cativa de inculcar los principios del pueblo sobre [su] desarrollo indivi-
dual" (v. 22, p. 116). Era el ejemplo del pueblo (cristiano), no de la cultura
europea, el que había movido a los eslavófilos a revaluar positivamente las
virtudes de la vida del campesino ruso.
En el número de febrero de 1876, que trató de Konstaniín Aksakov,
reafirma Dostoievski la idea clave de pochvennichestvo . Planteando seca-
mente la pregunta , dice: "¿Quién es mejor, nosotros [la intelligentsia] o el
pueblo"?" Y responde: "Hemos de inclinarnos ante la verdad del pueblo y
reconocerla como la verdad, aun en el terrible hecho de que parte de ella
proviene de las Vidas de los santos" . Sin embargo, después de esta orden
añade una condición: "Sólo debemos inclinarnos con una condición, y ésta
es sine qua non: el pueblo debe aceptar mucho de lo que llevamos con no-
sotros. No podemos aniquilarnos íntegramente ante él y su verdad, cual-
quiera que pueda ser esa verdad". Dostoievski llega a declarar que , como
miembro de la intelligentsia, "no abandonará [los valores de su clase] por
nada del mundo, ni siquiera, en el peor de los casos, por la alegría de unir-
se al pueblo" (v. 22 , pp . 44-45). Pero pronto surge cierta duda sobre si en
realidad cree él que estos valores de la intelligentsia sean de tan inestimable
mérito.
Al principio, parece convenir en que "nosotros, comparados con el
pueblo, nos hemos desarrollado moral y espiritualmente, nos hemos hu-
manizado y al hacerlo , para nuestro crédito , nos hemos vuelto totalmente
distintos del pueblo". Pero después de esa concesión, inmediatamente so-
cava su significado: no se asimiló de Europa ninguna "influencia humani-
zadora y humana", sino tan sólo se adquirió "ciencia" (la cual se vuelve ,
simplemente, las habilidades necesarias para el desarrollo técnico, por
ejemplo para la construcción de barcos). ¿Por qué no desarrolló Rusia an-
tes su propia "ciencia""? Con una pulla a Turgueniev, quien en Humo había
deshonrado "al pueblo, burlándose de que los rusos no hubiesen inventa-
do nada más que el samovar", Dostoievski apela a las "conocidas leyes de
la naturaleza y de la historia" para una explicación de "la causa de nuestra
escasa contribución a la ciencia y la industria". Mientras Europa estaba ad-
quiriendo ciencia, los rusos estaban edificando una gran nación y recha-

El DIARIO DE UN ESCRITOR . 1876-1877 ~ 339


zando a "enemigos crueles, que hubiesen caído sobre Europa de no haber
sido por los rusos". Y mientras Rusia estaba esforzándose y logrando crear
"un reino y una entidad política sin paralelo en el mundo", la ciencia sur-
gió en Europa "en circunstancias políticas y geográficas diferentes", que,
por implicación, eran, en parte, resultado de la protección rusa. Pero, ¿cuá-
les habían sido los resultados de la "ciencia" en Europa? Según Dostoiev-
ski, "al desarrollarse la ciencia, el espíritu y la salud política de Europa se
debilitaron casi por doquier". Y así, la pregunta no era acerca de la ciencia
y de la industria, sino de algo totalmente distinto: "¿En qué sentido nos-
otros, la gente culta, nos volvimos moral y esencialmente superiores al pue-
blo cuando retornamos de Europa?" (v. 22 , p. 110) . La respuesta que da es
inequívoca: absolutamente en nada, y de hecho, es todo lo contrario.
Dostoievski establece el mismo punto al analizar el ejemplo de Forna
Danilov en el número de enero de 1877. Este soldado ruso, capturado
en el Turkestán, se negó bajo tortura a convertirse al islam (Smerdiakov, en
Los hermanos Karamázov, lo considera un tonto) . Recientemente, el zar le
había concedido una pensión a su empobrecida familia , y para Dostoievski
él se vuelve "lo que equivale al retrato , al cuadro completo del pueblo
ruso". Ya es tiempo de que la intelligentsia se pregunte a sí misma si hay
algo que pueda enseñar a semejante pueblo. Desde luego, le vienen a la
cabeza "la tecnología y el conocimiento matemático", aunque "éstos pue-
den enseñarlos los alemanes que hemos traído, si no lo hacemos nosotros".
Pero "¿hay algo moral, algo sublime que podamos transmitirles, explicar-
les, llevando así la luz a sus almas en tinieblas?" Nada de eso. El pueblo ya
posee un respeto propio, un sentido de su propia dignidad y un respeto
por las convicciones de los demás (mientras que la intelligentsia está dividi-
da por sus luchas internas). "El pueblo tiene Forna Danilovs por millares,
mientras que nosotros no tenemos ninguna fe en la fuerza de Rusia" (v. 25,
pp. 12-17)
En vano buscaríamos en el Diario algún reconocimiento de que la inte-
lligentsia, habiéndose "humanizado y vuelto más humana", ayudara a des-
arrollar al pueblo en esa dirección. Sin embargo , en junio de 1876 un ar-
tículo intitulado "La concepción utópica de la historia" atribuye un valor
positivo a la influencia de la intelligentsia sobre el pueblo , aunque sólo en
los términos históricos más generales y más vagos. Antes de Pedro el Gran-
de , explica Dostoievski, Rusia se había guardado instintivamente de todo
contacto con otros países porque estaba "encargada de mantener la verdad

340 ~ UN PERIÓDICO PERSON AL


de Cristo, que había sido oscurecida en todas las demás religiones y en to-
das las otras naciones". Con la llegada de Pedro, Rusia rompió su aisla-
miento y se embarcó "en un enorme ensanchamiento de su visión''. Éste es
"un don precioso ... que nosotros [la intelligentsia] ... estamos llevando al
pueblo después de una ausencia de siglo y medio de nuestra patria''. Este
don es un sine qua non que el pueblo debe aceptar, así como la intelligentsia
debe aceptar la verdad religiosa del pueblo. Pues este "ensanchamiento de
la visión" trajo al pueblo la capacidad de desarrollar "nuestro amor casi
fraternal a otras naciones" y ponerse "al servicio de la reconciliación uni-
versal''. He aquí la misión histórica mesiánica de Rusia, aunque Dostoiev-
ski añade: "Así es como yo comprendo el destino de Rusia en su forma
ideal". La frase en cursivas parece reconocer al menos que su forma real
-que en este ejemplo se reduce a "unir a todos los eslavos, por decirlo así,
bajo el ala de Rusia'', con Constantinopla como capital de esta nueva
unión- pueda ser vista por otros en términos un tanto menos honoríficos
(v. 23, pp. 46-47). Dostoievski temía, como escribió a Vsevolod Soloviev
en julio de 1876 (en una carta citada en el capítulo xn) , que este arranque
de exaltación nacionalista pudiese provocar un considerable escándalo . . . ,
lo que efectivamente provocó.

El estado de la sociedad rusa

Durante los setenta, la sociedad rusa experimentó un periodo de transición


de una economía que había estado esencialmente basada en los campesi-
nos a otra en que la expansión industrial empezó a desempeñar un papel
importantísimo. Dostoievski ya había comentado en su Diario en 1873 los
efectos destructores que en el ámbito moral-social este desarrollo traería
consigo; tres años después vuelve a abordar el mismo tema.
No es que Dostoievski deseara pintar una imagen pastoral de filiación
eslavófila de la sociedad rusa en el pasado . Un vívido pasaje autobiográfico
aparecido en el número de enero de 1876 recuerda el viaje que hizo a San
Petersburgo con su padre y su hermano mayor en la primavera de 1837.
Durante una parada vio llegar y partir a un empleado de correo del gobier-
no golpeando en la nuca, como de rutina, a su joven cochero campesino.
El cochero, a su vez , golpeaba a sus caballos al ritmo de los golpes que iba
recibiendo (el artículo estaba dedicado nominalmente a un aniversario de

EL DIAR IO DE UN ESCRITOR. 1876-1877 ~ 34 1


la Sociedad para la Protección de los Animales). "Esta escena repugnante
- escribe- se me ha quedado en la memoria para toda la vida", y esa re-
presentación se volvió emblemática de la acostumbrada crueldad y bruta-
lidad del orden social ruso. "A finales de los cuarenta, en la época de mis
sueños más nobles y apasionados, de pronto tuve la noción de que si al-
gún día fundara yo una sociedad filantrópica, ciertamente haría que gra-
baran esta troika en el escudo de la sociedad, como emblema y adverten-
cia" (v. 22 , pp. 27-29). Los lectores de Dostoievski sabrían que "sociedad
filantrópica" era una expresión cifrada para círculos como el grupo So-
cialista Utópico de Petrashevski, al que se afilió precisamente a finales de
los cuarenta.
Aunque este tipo de abuso ya no se tolera ("los correos no apalean a la
gente"), ahora otros males han ocupado su lugar. Uno es el "demonio vod-
ka" (ya denunciado en 1873), que produce infinitos crímenes y está soca-
vando no sólo la salud del pueblo sino también su fibra moral. "Un incen-
dio estalló en una aldea. Había allí una iglesia, pero el tabernero salió de su
antro y gritó que si los aldeanos abandonaban la iglesia y salvaban su ta-
berna , él les daría un barril de vodka. La iglesia ardió hasta sus cimientos ,
pero la taberna se salvó" (v. 22, p. 29). Además de este tradicional vicio
ruso, Dostoievski ahora discierne uno nuevo , inconfundiblemente vincu-
lado con los cambios que están ocurriendo en la economía rusa: "Entre la
gente ha surgido una distorsión sin precedente de las ideas, junto con un
culto general al materialismo ... ; lo que quiero decir con materialismo es la
adoración del dinero y del poder de la talega de oro". Como resultado de
ello, "el pueblo ha empezado a creer que ahora una talega de oro lo es
todo ... y que todo lo que sus padres les habían dicho y enseñado [la ética
cristiana del amor y de la benevolencia mutua] es puro sinsentido" (v. 22,
p. 30).
Y no sólo el pueblo se ha contagiado con el virus del materialismo que
disuelve todos los nexos de solidaridad mutua que Dostoievski asocia con
la fe cristiana. En marzo de 1876 habla de la actualidad como de una épo-
ca de "disociación universal", en que "todo el mundo deja de lado todas
esas cosas que solían ser comunes a nuestros pensamientos y sentimientos,
y comienza con sus propios pensamientos y sentimientos" (v. 22 , p. 80).
Ya una vez, en su epílogo a Crimen y castigo, había pintado una imagen de
pesadilla de semejante disolución de todos los nexos sociales debido a un
individualismo desenfrenado, y ahora ve en acción ese proceso que socava

342 ... UN PERIÓDICO PERSONAL


la unidad del espíritu ruso. Y esa unidad no puede ser remplazada artifi-
cialmente, como creen algunos occidentalistas, por "los bancos, sociedades
y asociaciones [que] están entrando en escena", y cuya mención indica las
tendencias modernizantes que son la fuente misma de la aprensión de
Dostoievski. Cita entonces un artículo enviado por un lector que arguye
que la relativa escasez de tales instituciones en Rusia debe verse como una
ventaja y no como una falta; su falta de frecuencia demuestra que "el senti-
miento de unidad, sin el cual no puede existir la sociedad humana, sigue
siendo activo entre nosotros" (v. 22, pp. 81-82).
Dostoievski vuelve a un extenso análisis del "materialismo" en octubre
de 1876, cuando aborda la cuestión de quiénes deben ser considerados
"los mejores" de la sociedad rusa -las personas que merecen el mayor
respeto- y esboza una breve historia de los cambios que han ocurrido en
esta designación. En el pasado, esas personas eran siempre aquellos que,
de una manera u otra, servían al Estado y por ello, podía suponerse, al
bien común. Más adelante, fueron la clase educada, que al menos estable-
ció "la virtual obligación de adquirir algo de educación". Pero luego, con la
liberación de los siervos ("una de las revoluciones más colosales que haya
experimentado Rusia"), "todo cambió profundamente" (v. 23, p . 155). El
antiguo mercader millonario, cuya riqueza nunca le había dado derecho a
ocupar un rango de influencia en la sociedad rusa, ahora podía aspirar
a un lugar entre los dirigentes de la sociedad. "Lo principal es que él [el
mercader-millonario ruso] de pronto se ha encontrado en uno de los más
altos puestos de la sociedad, el mismo lugar que toda Europa -oficial y
auténticamente- le ha asignado al millonario". Como resultado, "la talega
de dinero es considerada hoy, por una mayoría terrible, como lo mejor de
todo. . . pero hasta hoy nunca en Rusia había sido considerada la talega
de dinero como lo más digno en toda la Tierra" (v. 23, p. 157).
Mientras tales tendencias iban abriéndose paso , y Dostoievski estaba
advirtiendo contra su acelerado avance, su objetivo también era tranquili-
zar a sus lectores, diciéndoles que la situación distaba mucho de ser deses-
perada. La sociedad rusa aún se sostenía tan firmemente sobre sus princi-
pios morales que podía resistir a las tentaciones de "disociación" que
acompañan al "actual afán de desenfreno", y a "la tendencia popular de
hoy: el lucro gratuito" (v. 22, p. 31). Pues Rusia aún está unida, y Dostoiev-
ski insiste en que hasta las querellas que parecen estallar no son irreconci-
liables. Una de sus convicciones más profundas era que "con la abolición

EL DIARIO DE UN ESCRITOR, 1876-1877 ~ 343


de la servidumbre , se han completado las reformas de Pedro l"; Rusia ha
entrado en una nueva fase de su historia en que han perdido importancia
los antiguos antagonismos (v. 22 , p. 40) A comienzos de los sesenta había
sostenido una creencia muy similar, sin notable éxito, pero el ascenso del
populismo lo había convencido más que nunca de que había escudriñado
con precisión el futuro: "Y ahora tenemos a los eslavófilos y los occidenta-
listas en súbito acuerdo sobre la misma idea: que debemos esperarlo todo
del pueblo .. . y que él y sólo él dirá nuestra última palabra". Los dos ban-
dos , aunque de acuerdo en principio, siguen luchando , no obstante, por
todos los problemas prácticos que de súbito han surgido. Los rusos no tu-
vieron experiencia para enfrentarse a tales problemas durante los doscien-
tos años anteriores , y Dostoievski compara sus disputas con las riñas de
niños, "que pelean precisamente en una época en que aún no han aprendi-
do a expresar sus ideas". Pese a todas las desavenencias, "entre nosotros
existe, por doquier, una expectativa honrada y radiante del bien, un anhe-
lo de la causa común y del bien común , y esto toma precedencia sobre
cualquier egoísmo" (v. 22 , p. 41).
Esa imagen conciliadora de la sociedad rusa queda amplificada en la
creencia de que, si sus lectores miran con atención, observarán que "ante
todo ponemos nuestra fe en una idea , en un ideal, mientras que sólo des-
pués vienen los beneficios personales y prosaicos". Desde luego , "gentes
aviesas ... se las arreglan, incluso entre nosotros , para llevar adelante sus
negocios, [pero] estas gentes inútiles nunca forjan nuestra opinión pública
y no son nuestros dirigentes". A este respecto , la clase superior y educada
de Rusia se asemeja al pueblo, que está "oprimido por el vicio" pero , como
Dostoievski lo asegura una y otra vez, siempre "supo que había algo mu-
cho mejor que sus fechorías" y nunca trató de justificarlas. El mismo idea-
lismo existe entre "nuestros jóvenes", que desean "hacer hazañas heroicas y
sacrificios". Ahora , pueden creer en la "más ingenua de las paradojas"
(puede suponerse , que los ciudadanos rusos son instintivamente socialis-
tas, aguardando a ser ilustrados), pero un día "las paradojas desaparece-
rán" . Lo que quedará es "la pureza de corazón ... no morirá el deseo de sa-
crificios y de hazañas heroicas que hoy arde tan radiantemente en [ellos]
(v. 22, pp . 41 -42) . Dostoievski ofrece así esta pintura consoladora de una
sociedad fundamentalmente unida por los mismos valores idealistas, y cu-
yas divisiones sólo se basan en equívocos temporales. Es indudable que de
corazón deseaba creer que estas imágenes optimistas se apegaban a la rea-

3++ ... U N PERIÓDICO PERSONAL


lidad, y uno de los objetivos del Diaiio fue , ciertamente, que se difundiera
su aceptación.

La cuestión social

Esa imagen soñadora de la sociedad rusa era crucial si Dostoievski quería


convencer a sus lectores de que su patria se libraría del nefasto destino que
él ritualmente predecía para la Europa occidental. La cuestión social en
Rusia era sin duda preocupante, pero no era nada comparada con la que
confrontaban las tan alabadas civilizaciones del Occidente. Allí, particular-
mente en Francia, el proceso de "disociación" y, por tanto, de desintegra-
ción social ya había alcanzado sus últimos límites.
Comparada con Francia, todavía era Rusia un refugio de la estabilidad.
En efecto, Dostoievski consuela a sus lectores con la idea de que , aun cuan-
do la sociedad pueda parecer tan desunida en su patria como en Europa ,
esto en realidad no es así. En Francia, cuna de la revolución y del socialis-
mo , la desintegración ha llegado ahora al punto del que no hay regreso .
Dostoievski contempla el reciente establecimiento de una República fran-
cesa, que muchos observadores tomaban como garantía de la paz, antes
como el preludio de lo que bien puede ser una nueva y aún más feroz gue-
rra de clases. Considera que la República fue instalada , después del aplas-
tamiento de la Comuna de París, exclusivamente con el propósito de hacer
la guerra "contra un rival y enemigo de toda Europa: el comunismo''. Bos-
quejando los antecedentes de la Revolución francesa, Dostoievski escribe
-en una vena muy similar a los socialistas a los que había leído ya de
tiempo atrás- que el resultado sólo fue la creación de una gran clase
de propietarios, la burguesía , que "paralizó las aspiraciones democráticas
durante años y más años", y que era "el primer enemigo de las masas"
(v. 22 , pp . 84-85) .
Como resultado de ello, "la disociación de los partidos políticos ha lle-
gado al punto en que todo el organismo del Estado ha sido completamente
arruinado, de modo que ya no existe ni siquiera la posibilidad de restau-
rarlo''. Menciona de paso a algunos "socialistas soñadores" y "positivistas
soñadores" que creen que la "ciencia aportará un nuevo sentido de unidad
al organismo social"; pero la ciencia aún no es capaz (¿lo será algún día? ,
pregunta) de emprender semejante tarea . En cambio, ha aparecido "una

El D IARIO DE UN ESCRITOR. 1876-1877 ~ 345


crudelísima e inhumana tendencia" que es, sin duda , la oleada del futuro:
"El populacho , por millones ... tiene como su primer objetivo y principal
aspiración el saqueo de los propietarios". Y tampoco lo censura por esta
ambición: "los oligarcas" lo han mantenido en tal ignorancia que "todos
estos millones de gentes infelices y ciegas" creen "que este es todo el con-
tenido de las ideas sociales que sus líderes les han predicado" (v. 22,
pp . 84-87).
Invocando su vieja obsesión por el catolicismo romano, Dostoievski
reitera que la Iglesia , "habiendo perdido a sus aliados los reyes ... segura-
mente recurrirá a la chusma". Para él , el socialismo es simplemente una
versión secularizada de la aspiración católica a la dominación universal
del orbe , recién reafirmada (1870) en la proclamación de la infalibilidad del
papa como dogma obligatorio . Ahora, se imagina a una horda de propagan-
distas católicos predicando a las masas laborantes, en nombre del papa, que
aun cuando "antes la principal fuerza de la religión estaba en la humildad",
ese tiempo ha pasado. El propio Cristo os mandó a todos ser hermanos [y]
si vuestros hermanos mayores no desean aceptaros, entonces empuñad
palos y entrad en sus casas y obligadlos por la fuerza a ser vuestros herma-
nos" (v. 22, p. 89). Los objetivos puramente materiales de los líderes socia-
listas de la chusma recibirían así una sanción moral, y las masas "una vez
más recibirán una fe , y con ello los corazones de muchos se aquietarán,
pues demasiados de ellos están enfermos sin Dios" (v. 22, p. 90).
La cuestión social de Europa podía resolverse , pues, sólo por la fuerza
y la violencia, por una implacable guerra de clases, que Dostoievski consi-
deraba inevitable y que , también podemos sospechar, preveía con una
cierta mezcla de Schaderifreude (alegría maliciosa) . Nada de eso ocurriría en
Rusia, porque ya se había establecido la pauta de una solución a la cues-
tión social. ¿Por qué, pregunta , fueron liberados en paz los campesinos
rusos y la clase gobernante les dejó una parcela de tierra, mientras que la
"liberación en Europa no llegó de los propietarios, los barones y los terra-
tenientes, sino del levantamiento y la rebelión , del fuego y la espada, y de
los ríos de sangre?" (v. 22, pp. 117-118). La civilización europea, había
creído desde hacía tiempo , sería destruida por su inveterada guerra de cla-
ses, mientras que Rusia se salvaría de tal destino gracias a los principios
cristianos que aun vivían incluso entre la clase gobernante. La liberación
relativamente pacífica de los siervos con tierras le pareció una confirma-
ción triunfal de esta creencia, y la invoca en apoyo de sus predicciones

346 ... UN PERIÓDICO PERSONAL


optimistas. Es "un hecho... aún tan poco comprendido entre nosotros
como medida de la manifestación de la fuerza espiritual de Rusia" (v. 25,
p. 197).
Mas aún, "si alguien fue liberado en Europa sin hacer correr ríos de
sangre, entonces siempre se hizo por principios proletarios, de modo que
los recién liberados se volvieron esclavos absolutos". Sin tierras, quedaron
enteramente dependientes del trabajo asalariado, y a merced de sus patro-
nos. Dostoievski, desde luego, pasaba por alto la situación auténtica del
campesino ruso liberado, cuya tierra habitualmente no bastaba para su
subsistencia y a quien se aplicaron pesados impuestos para compensar a
los terratenientes; la superioridad moral de Rusia sobre Europa le parecía,
no obstante, irrefutablemente demostrada. El pueblo había sido liberado
con tierra "porque nos veíamos a nosotros mismos como rusos, con el zar
a la cabeza, exactamente como el terrateniente Pushkin lo soñó hace cua-
renta años, cuando ... maldijo su educación europea y se volvió a los prin-
cipios del pueblo".* Estos principios prevalecieron "no porque Europa
nos enseñara ... por el contrario, fue precisamente porque de pronto, por
primera vez, resolvimos inclinarnos ante la verdad del pueblo", y éste, aña-
de Dostoievski, "fue un momento profético en la vida rusa" (v. 22, pp.
117-119).
"Nuestro pueblo está contento -anuncia con asombrosa complacen-
cia-, y cuanto más avanzamos, más satisfecho queda, pues todo va avan-
zando hacia ese fin por la vía del sentir común o, mejor dicho, por el con-
senso general" (v. 22, p. 122). Dostoievski estaba firmemente persuadido,
o al menos deseaba persuadirse a sí mismo y a sus lectores, de que la cues-
tión social en Rusia iba en camino a una solución pacífica por la misma
razón por la que a los campesinos los habían liberado con tierras: porque
la clase gobernante continuaría actuando en nombre de los ideales supues-
tamente cristianos del propio pueblo. Cuando muchos lectores objetaron
ruidosamente diciendo que el pueblo ruso distaba mucho de estar satisfe-
cho, él tomó sus críticas tan sólo como prueba adicional de la buena vo-
* El comentador de la edición de la Academia, buscando alguna base a la asombrosa afir-
mación de Dostoievski, sólo pudo encontrar una cita de una carta de Pushkin escrita en 1824.
Viviendo en el campo, el poeta describe sus actividades durante el día, y observa que por la
noche escucha cuentos de skazki (campesinos). "Con éstos -dice- compenso las insuficien-
cias de mi condenada educación." Podemos preguntarnos cuánta importancia debe darse a esta
última observación; pero si ésta es la fuente de Dostoievski, vemos que la tomó realmente muy
en serio (v 22, p 380)

EL DIARIO DE UN ESCRITOR , 1876-1877 ~ 347


luntad de la clase educada y como nueva corroboración de su punto
de vista.
Esta liberación de los campesinos con tierras se volvió , pues , emble-
mática de la preocupación de la sociedad rusa educada por el bienestar del
pueblo, y Dostoievski insistió en que dicha atención también se mostra-
ría en el futuro. "Hasta creo - declara-, que el reino del pensamiento y de
la luz puede realizarse aquí, en nuestra Rusia , tal vez antes que en ninguna
otra parte, pues desde ahora nadie sostiene aquí la idea de que debemos
maltratar a un grupo del pueblo para el bienestar de otro grupo que repre-
senta a la civilización, como ocurre por toda Europa" (v. 22 , p. 31; las cursi-
vas son mías). Tiempo atrás, en su serie de bosquejos de viaje Notas de in-
vierno, Dostoievski había sostenido que el ideal revolucionario francés de
frate mité, o fraternidad, existía como un instinto moral-psicológico innato
en el pueblo ruso. Sólo era necesario devolver a este ideal su significación
cristiana original, conservada entre el pueblo ruso , para que el Reino de
Dios (o su equivalente social) fuese alcanzado en Rusia sin la sangrienta
lucha de clases que inevitablemente destruiría el tan decantado edificio de
la civilización europea .

La cuestión de los Balcanes

El acontecimiento político más importante que afectó al Diario de w1 escri-


tor fue el estallido de una rebelión contra el gobierno turco en la provincia
eslava de Herzegovina durante el verano de 1875. Al comienzo de julio de
1876, los entonces independientes principados eslavos de Serbia y Monte-
negro también le declararon la guerra a Turquía. Con el tiempo , en abril de
1877, Rusia se unió al conflicto en la guerra ruso-turca de 1877-1878 , cuya
causa inmediata fue la negativa turca a acceder a las demandas rusas de
acordar mayores derechos a los cristianos balcánicos que vivian bajo domi-
nio turco . Dostoievski era miembro de la Sociedad Eslava de Beneficencia ,
que había estado en la primera línea de la agitación paneslava , y había
dado ferviente apoyo tan to a la rebelión como a la guerra. Cada vez más
artículos del Diario, especialmente de 1877, se dedicaron a proclamar las
trascendentales consecuencias moral-espirituales, no sólo para Rusia sino
también para la historia universal, de lo que a otros les parecía sólo otra
lucha más por territorio y por poder Estos artículos son la parte menos

348 ... UN PER IÓDICO PERSONAL


grata del Diario para un lector moderno y, como lo ha observado Gary Saul
Morson, son "eminentemente olvidables".6 Su llamado inflamatorio , que
justificaba la guerra por los más elevados principios moral-religiosos, ayu-
dó, sin embargo, a encender un fervor patriótico, y encontró una respuesta
muy difundida.
La primera reacción de Dostoievski a la crisis de los Balcanes, en el
número de abril de 1876, fue escrita entre rumores de una guerra inmi-
nente entre Rusia y las potencias europeas - Inglaterra y Austria-Hun-
gría- que apoyaban a Turquía. "Rusia demostrará ser más fu erte que na-
die en Europa", declaró confiado Los grandes países europeos, pese a las
apariencias, vacilarán a la postre por una muy sencilla razón: quedarán
impotentes y serán socavados por las insatisfechas aspiraciones democrá-
ticas de sus ciudadanos de las clases bajas: su proletariado y sus pobres
(v. 22 , p. 122). En el mismo número del Diario también introduce un diá-
logo entre él mismo como autor y su interlocutor, quien, según resulta ,
también sostiene y elogia las virtudes de la guerra. Este "paradojista", tam-
bién caracterizado como soñado1: es descrito como "un civil, la persona
más apacible y afable que pueda encontrarse sobre la Tierra", lo que desde
luego, hace aún más picante su belicismo (id.). Se han expresado ciertas
dudas sobre si este personaje expresa el punto de vista del propio Dostoiev-
ski, pero como se limita a repetir de una manera más viva y más elaborada
mucho de lo que puede leerse en las cartas de Dostoievski a su sobrina
Sofía Ivánovna durante la guerra franco -prusiana, casi no puede haber du-
das al respecto .7
Desde luego , el diarista simula tomar el bando opuesto , el "cristiano",
al deplorar la crueldad y el derramamiento de sangre que inevitablemente
entraña la guerra , pero sus argumentos son tan débiles que no ocurre un
verdadero diálogo (a diferencia de lo que sucede en Desde la otra orilla, de
Herzen, obra con la que a menudo se han comparado las páginas "dialógi-
cas" del Diario). Sin embargo, el paradojista - para darle su debido crédi-
to- se opone irresistiblemente a cierto tipo de guerra, a la que considera
siempre perniciosa: "una guerra civil, fratricida". Semejante guerra "parali-
za y estremece al Estado . .. y brutaliza al pueblo durante siglos intermina-
6 Fyodor Dostoevsky, A \Vritcr's Dicu y, Lrad. de Kenn eLh Lantz , EvansLon , 111. , 1993 , p. 31

La cita fue tornada de la penetrante introducción de Gary Saul Morson , un peque!l o tratado en
sí misma.
7 PSS, \ ' Ol. 29 , libro 1, pp. 137-138; 17-29 de agosto de 1870.

EL DIARIO DE UN ESCRITOR , 1876- 1877 ~ 349


bles. Pero una guerra política, internacional, sólo trae beneficios en todos
aspectos, y por ello es absolutamente esencial" (v. 22, p. 123). Sabe que su
defensa de la guerra hará que lo consideren "una bestia" y "un reacciona-
rio" , pero defiende resueltamente su discutible opinión.
La guerra, según este inofensivo y pacífico caballero, no surge porque
los hombres deseen matarse unos a otros, sino por un impulso más exalta-
do. Actúan básicamente por una "idea noble": "se proponen sacrificar sus
propias vidas; ése debe ser su principal interés". La humanidad no podría
"vivir sin ideas nobles, y hasta sospecho que la humanidad ama la guerra
precisamente para tomar parte en alguna idea noble". Un extenso periodo
de paz ininterrumpida conduce inevitablemente a la decadencia social
porque "el equilibrio social siempre se inclinará del lado de todo lo que es
estúpido y vulgar en la humanidad, principalmente hacia la riqueza y el
capital". Así pues, la paz fomenta todos los vicios, y sólo mediante la gue-
rra se recuperan las artes del "ultrarrefinamiento de los sentimientos" que
se desarrolla durante un prolongado periodo de paz: "Todas las mejores
ideas del arte se deben a la guerra y la lucha. Piénsese en la tragedia , mí-
rense las estatuas; allí está el Horacio de Corneille; allí está el Apolo de
Belvedere dominando a un monstruo". Cuando el diarista protesta débil-
mente en nombre de "las Madonnas" y del "cristianismo", le contesta el
paradojista: "El propio cristianismo reconoce el hecho de la guerra y profe-
tiza que la espada no descansará hasta el fin del mundo" (v. 22, p. 122-124).
Lejos de aceptar el lugar común según el cual la guerra fomenta una
mayor enemistad entre los pueblos , el paradojista sostiene que crea "un
espíritu de caballerosidad" entre ellos (como supuestamente ocurrió du-
rante la campaña de Crimea). De estas afirmaciones tan poco convincen-
tes, Dostoievski se vuelve al que es indiscutiblemente un argumento so-
ciopsicológico en favor de la guerra que le era mucho más caro. La guerra
tiene "las consecuencias más nobles y más sublimes" para el propio pue-
blo , porque en un mundo gobernado por el dinero y el poder el pueblo no
puede dejar de ser abrumado "por alguna sensación opresiva de desigual-
dad moral. .. con la que le es sumamente penoso vivir a la persona común".
La guerra es un remedio para esta sensación de inferioridad moral "Hace
que todos sean iguales en tiempos de batalla y reconcilia al amo y el escla-
vo en la manifestación más sublime de la dignidad humana: el sacrificio de
la vida por la causa común. El terrateniente y el campesino estuvieron más
cerca el uno del otro en el campo de batalla de 1812 que cuando vivían en

350 ... UN PERIÓDICO PERSO N A L


alguna pacífica propiedad en los campos" (v. 22, pp. 125-126). Así, la gue-
rra produce esa unión de clases que Dostoievski veía como la única espe-
ranza para resolver los males sociales de Rusia, y el surgimiento de la pers-
pectiva de esa unión (y el hecho de que hubiera surgido ya) mediante el
apoyo de Rusia a los eslavos de los Balcanes se volvió un leitmotiv en todos
sus artículos sobre este tema.
Al surgir la posibilidad de que su país se viera arrastrado al conflicto,
Dostoievski especula en junio de 1876 sobre el papel que Rusia desempe-
ñará si, como supone, el "hombre enfermo" de Europa, el Imperio turco,
cayera en ruinas. Dando libre rienda a sus ilusiones más extravagantes
acerca de la noble rectitud de su patria, proclama paladinamente que la
conducta de Rusia en el escenario político mundial siempre ha estado go-
bernada por los principios morales más elevados. Tiene clara conciencia
de que semejante afirmación será recibida con incredulidad por quienes
están demasiado corrompidos para creer que algún país pueda comportar-
se sin egoísmo y tan sólo con la mira del bien general. "Rusia -insiste-
actuará honorablemente: ésa es toda la respuesta" a quienes cuestionen sus
intenciones. De hecho , durante "todo el periodo petersburgués de su his-
toria, ¿no sirvió las más de las veces, abnegadamente, a los intereses de
otros7" (v. 23, pp. 44-45).
Lanzándose a una discusión sobre el papel de Rusia en el mundo mo-
derno, esboza una imagen asombrosamente sublime del destino mesiáni-
co de su patria. Aun cuando imagina que el primer paso de la nueva política
de Rusia será la unificación de "todos los eslavos ... bajo el ala de Rusia",
especifica que esta unión no es "para adueñarse de territorios ... ni para
aplastar a las otras personalidades eslavas bajo el coloso ruso". No: su úni-
co propósito será devolver a estos siempre sufridos eslavos su lugar en la
humanidad, "capacitándolos [así] para poner su propio grano de arena en
el tesoro del espíritu humano". Tarde o temprano, afirma audazmente,
Constantinopla (a la que también llama Zargrado) inevitablemente caerá
en manos rusas y se convertirá en la capital de todos los eslavos unidos.
Invocando la ideología de la "Tercera Roma" del nacionalismo ruso -que
veía a Rusia como la sucesora nombrada y consagrada por Dios como la
sucesora del Imperio bizantino (la segunda Roma) y como heredera de
la toga de la guía universal cristiana-, Dostoievski arguye, con increíble
aplomo, que el "derecho moral" de Rusia a Constantinopla será "claro e
inofensivo" para los otros eslavos, e incluso para los griegos (v. 23, p. 49).

EL O/ARIO DE UN ESCRITOR, 1876-1 877 ~ 351


En su número de enero de 1877, desde antes de que Rusia entrara en
el conflicto, Dostoievski consideraba los acontecimientos de los Balcanes
en términos apocalípticos. "Es evidente -escribe- que se acerca el mo-
mento de la realización de algo eterno, de algo milenario , de algo que ha
estado en preparación desde el comienzo mismo de la civilización" (v. 25,
p. 6). Y describe este clímax de la historia universal como una lucha entre
las tres ideas predominantes que contendían por la supremacía sobre el
destino del mundo. Una de ellas era "la idea católica" , encarnada ahora en
Francia y aun en el corazón del socialismo francés. "Pues el socialismo
francés no es otra cosa que la unidad coercitiva de la humanidad, idea deri-
vada de la antigua Roma y que después fue conservada en el catolicismo".
Refutando esta aspiración católico-socialista a la hegemonía, ha surgido "el
antiquísimo protestantismo, que lln·a ya diecinueve siglos protestando
contra Roma y su idea . .. , protestando desde los tiempos de Arminio y del
Bosque de Teutoburg". La idea protestante, que es en esencia la encarna-
ción del espíritu germánico , apareció mucho antes de Lutero y ha adquiri-
do nuevas fu erzas y poder desde la unificación de Alemania en 1870.
Como los eslavófilos , Dostoievski considera el protestantismo alemán fun-
damentalmente como una protesta contra la civilización católico-latina, y,
por tanto , no contiene nada positivo propio y, a la postre, sólo conduce al
ateísmo y el nihilismo (v. 25, pp . 5-9).
Hasta hacía poco , estas dos ideas universales habían luchado por la
dominación, pero ahora aparecía una tercera en el horizonte: "la idea esla-
va", contenida en la Ortodoxia Oriental y que encarnaba la verdadera ima-
gen de Cristo. Lo que surgirá del choque de estas tres ideas universales no
lo sabe nadie todavía, "aunque no hay duda de que traerá consigo el fin de
todas las historias previas de la humanidad europea, el comienzo de la re-
solución de sus destinos al cabo del tiempo , que se encuentran en las ma-
nos de Dios y que los seres humanos difícilmente pueden prever, aunque
sí pueden tener presentimientos al respecto". Uno de esos observadores
prescientes era , sin duda, Dostoievski. Y a las burlonas críticas que ya ha-
bía previsto -y que no dejaron de llegar- contestó, de antemano, que
"ideas de tales dimensiones [no pueden] quedar subordinadas a considera-
ciones mezquinas, judaizantes de tercer orden". Rusia, pronunció Dostoiev-
ski , tenía "dos temibles poderes que valen por todos los otros que hay en el
mundo: la intacta y espiritual indivisibilidad de los millones de nuestro
pueblo , y su nexo íntimo con el monarca". Todos aquellos que duden de

352 ... U N PERIÓDICO PERSON AL


estas dos verdades incontrovertibles "no sólo no comprenden las ideas del
pueblo, sino que ni siquiera desean comprenderlas" (v. 25, p. 9).
Para el mes de octubre de 1876 el ejército serbio, dirigido por el bra-
vucón general ruso Chernaiev, había sido derrotado; y éste , que antes se
había distinguido en el Asia central, fue víctima de duras críticas por preci-
pitación e incompetencia. Aunque combatieron valerosamente, los volun-
tarios rusos recibieron la orden de salir del país, habiendo provocado la ira
de los serbios (a quienes habían llegado a ayudar) por su conducta vanido-
sa, dominante y ofensiva. Saltando inmediatamente a la defensa de sus
paisanos , Dostoievski elogió a Chernaiev por haberse colocado a la cabeza
de la gran causa serbia sin pensar en su riesgo personal (v. 23 , p. 151).
Además, consideraba que el general había sido traicionado porque "de al-
gún modo había ofendido la vanidad de los oficiales serbios" y porque los
serbios temían (erróneamente, desde luego) ser anexados por Rusia, en
lugar de ser ayudados a establecer su propio reino eslavo (v. 23, p. 152).
Pero ¿qué importa? ¡Todos estos infortunios eran el resultado de las
intrigas de la clase dirigente serbia! Dostoievski estaba convencido de que
"la Serbia del pueblo ... considera sólo a los rusos como sus salvadores y
sus hermanos, y al zar de Rusia como su sol". Recordando los hechos del
año pasado, también lo anima la actitud que cree haber visto desplegada
por el propio pueblo ruso , dando así a Rusia el aura de un Cristo entre las
naciones. Pues afirma que el movimiento de ayuda a los eslavos del sur,
"en su naturaleza de autosacrificio y desinterés, en su piadosa sed religiosa
de sufrir por una causa justa, casi no tiene precedente entre otras naciones"
(v. 23, p. 150). Desde luego , los anales del nacionalismo están llenos de
similares adulaciones de las virtudes supremas de uno u otro pueblo (véa-
se Fichte sobre los alemanes y Michelet sobre los franceses).
Dostoievski muestra especial rencor hacia las naciones europeas , en
particular hacia Inglaterra, que apoyó a Turquía por temor al expansionis-
mo ruso. Dice que le hablaron de una niña de los eslavos del sur, de ocho
años, que sufría desmayos porque vio cómo a su padre lo desollaban vi-
vo ante sus ojos. Tal barbarie era la que Rusia estaba intentando combatir,
aunque sus esfuerzos fuesen obstaculizados por esos países europeos que
supuestamente representaban los valores de la "civilización". "¡Oh, civili-
zación! -exclama-. ¡Oh, Europa , cuyos intereses sufrirían si se prohibie-
ra a los turcos desollar a los padres ante la mirada de sus hijos! Estos inte-
reses superiores de la civilización europea son, desde luego , el comercio , la

EL DIARIO DE UN ESCRITOR, 1876 -1877 .... 353


navegación marítima, los mercados y las fábricas ; ¿qué puede haber más
elevado que estas cosas a ojos europeos?" Pero "malditos sean estos intere-
ses de la civilización y maldita sea la civilización misma -grita Dostoiev-
ski-, si su conservación depende de arrancarles la piel a personas vivas"
(v. 25, p. 44) .
Una vez que Rusia entró en la guerra, Dostoievski bombardeó con sus
burlas a "los hombres sabios" -esos rusos que dudaron de la prudencia
de entrar en semejante conflicto- y los acusó del tradicional desprecio al
pueblo ruso inspirado por sus ideas europeas. Todos ellos "han pasado por
alto a todo el pueblo ruso como fuerza viva y ... un hecho colosal: la unión
del zar con el pueblo". En una carta escrita diez años antes a Apollon
Maikov, afirmó que su reconocimiento de esta unión había sido un factor
importante para convertirlo al zarismo. 8 Nada como esa unidad -estaba
firmemente convencido- existía en Europa, "que depende por completo
de las bolsas de valores de la burguesía y de la 'placidez del proletariado' ",
lo que difícilmente continuaría mucho tiempo. Rusia no puede "ser con-
quistada por todos los judíos de Europa unidos , ni por su oro en millones,
ni por los millones de sus ejércitos" (v. 25 , pp. 97-98) . El fanatismo de
Dostoievski ha llegado a tal punto que Europa en general se ha vuelto aho-
ra "judía" (gob ernada tan sólo por las más crasas consideraciones materia-
les), así como lo han hecho todos esos liberales y occidentalistas rusos que,
escribiendo en varios periódicos importantes, expresaron algunas dudas
acerca de la sagacidad del curso adoptado por Rusia.
El ejército ruso avanzó con rapidez en los primeros días de la campa-
ña , pero fue inesperadamente detenido por cuatro meses durante el sitio
de la ciudad de Plevna , en el norte de Bulgaria, donde sufrió grandes pér-
didas. En el número de julio-agosto de 1877 , Dostoievski describe un inci-
dente ocurrido en una parada del tren , donde oyó gritar a alguien que
"diecisiete mil de nuestros hombres han muerto" ese mismo día. Se sintió
obligado a intervenir y dijo que "todo esto es absurdo , rumores estúpidos"
(aunque pudo haber sido una versión alterada de la noticia de que más de
siete mil habían muerto el día anterior). Observa , desconfiado, "que Rusia
en este verano ha producido una gran cantidad de propaladores de rumo-
res falsos y desde luego maliciosos acerca de derrotas e infortunios", y
llega a sugerir que "tienen en mente un objetivo definido" (v 25 , pp . 176-

8
PSS, m i 28, libro 2, p. 281; 21-22 de marzo-2-3 de abril de 1868.

354 ... UN PERIÓDICO PERSON AL


177). Tres meses después , al aumentar las pérdidas rusas, Dostoievski
aprovechó su preparación de ingeniero militar para explicar que los tur-
cos estaban equipados con nuevos fusiles, cuyo mayor poder de fuego les
daba a los defensores una ventaja hasta entonces desconocida contra la
táctica rusa de asaltos frontales en masa. Hasta los alemanes, dijo Dostoiev-
ski a sus lectores, habrían sido detenidos en seco. Así, hace todo lo que
está en su poder por mantener en alto la moral de sus compatriotas . e in-
siste en que "el pueblo ruso (quiero decir, el pueblo) todo, como un solo
hombre, desea alcanzar la gran meta de la guerra por el cristianismo ..
(v. 26, p . 44) .
Las lucubraciones de Dostoievski sobre la Cuestión de los Balcanes se
encuentran entre las más tediosas y deplorables de sus páginas, y simple-
mente repiten el mismo panegírico nacionalista en diversos contextos. De
cuando en cuando, sin embargo, un chispazo del novelista alivia la seque-
dad del propagandista. En respuesta a una observación de Disraeli, quien
había implicado que los voluntarios rusos que acudían a Serbia eran prin-
cipalmente radicales y revolucionarios dispuestos a causar disturbios , Dos-
toievski hace este afectuoso retrato:

Y todos esos capitanes y comandantes nuestros , viejos veteranos de Sebasto-


pol y del Cáucaso , en sus arrugados y raídos uniformes con cruces blancas en
los ojales .. ¡todos ellos son socialistas! Hay entre ellos algunos que se toma-
rían un trago, desde luego; ya hemos oído hablar de eso . . . pero ciertamente
esto no es socialismo ... Y este viejo guerrero con una familia de hijos varones,
¿realmente lo que quiere es incendiar las Iullerías7 Estos viejos soldados, es-
tos cosacos del Don, estas partidas de rusos que llegan con destacamentos
médicos y capillas de campaña, ¿realmente duermen soñando sólo con fusilar
a un arzobispo ... son todos ellos nuestros elementos destructivos que harán
retemblar toda Europa en sus botas? [v. 23, p. 111 ].

Otro pasaje acerca de Disraeli lo pinta intentando olvidar las atrocida-


des cometidas por los turcos contra los búlgaros, que habían aparecido
ampliamente en la prensa europea y rusa. Fuera de sí, furioso, Dostoievski
acusa a Disraeli de ser directamente responsable de la matanza: "Fue algo
que él permitió, después de todo ... y no sólo lo permitió: lo urdió él mis-
mo ; es un novelista y éste es su chef d'oeuvre" (v. 23 , p. 110). Con queman-
te sarcasmo, imagina a Disrareli siendo súbitamente perturbado por la

El DIARIO DE UN ESCR ITOR, 1876-1877 .,.. 355


imagen de uno de esos crímenes -la crucifixión de dos sacerdotes, que
fueron implacablemente torturados y quedaron colgando de sus cruces-
justo en el momento "en que Beaconsfield está preparándose a dormir la
siesta en su rico y lujoso dormitorio, sonriendo complacido al recordar
la brillante velada por la que ha pasado, el baile y todas las encantadoras
cosas ingeniosas que les dijo a este caballero y a aquella dama". Pero "los
cadáveres ennegrecidos" de pronto se introducen en la complacencia del
estadista , y Disraeli calma su inquietud pensando que "el Estado no es un
individuo privado", y también con otras consideraciones de menor peso.
"Es su culpa por meterse aquí; en todo caso, debían haberse quedado ocul-
tos en alguna parte ... bajo un sofá" (v 23 , p. 111).
Habiendo tomado Plevna, el ejército ruso reanudó su avance y pronto
estuvo a la vista de Constantinopla. Pero cuando los turcos pidieron paz,
Alejandro 11, cansado de la guerra, aceptó. El tratado inicial de San Stefano
les había concedido a los rusos una cantidad considerable de territorio e
influencia en el sudeste de Europa -tanta, en realidad- , que las potencias
europeas unidas exigieron (y obtuvieron) una revisión del tratado que privó
a Rusia de muchos de los frutos de su victoria. Así , la guerra terminó para
Rusia con una sensación general de desencanto y frustración, y la nueva
era de la historia universal que Dostoievski había profetizado resultó no ser
más que un espejismo.

Coda

En el Dimio ninguna figura literaria es más frecuentemente mencionada


que Don Quijote, quien en la mente de Dostoievski quedó asociado con la
propia Rusia en la supuesta pureza y desinterés de su política exterior, y en
su constante esfuerzo por encarnar un ideal de justicia en el escenario
mundial. Dostoievski también se vio a sí mismo como el profeta de un
ideal ruso-cristiano de armonía mundial que a menudo fue considerado
estrafalario y demencial por sus contemporáneos; por ello , pudo fácilmen-
te identificarse con el tan burlado Caballero de la Triste Figura. Una de las
mejores entradas en el Dimio, de septiembre de 1877 , escrita mientras se
desarrollaba la batalla por Plevna, contiene algunas reflexiones sobre Don
Quijote que no sólo interpretan el libro sino que le añaden una escena ínte-
gramente ideada por el propio Dostoievski. Este artículo , intitulado "Una

356 .... UN PERIÓDICO PERSONAL


mentira es salvada por una mentira", ''' contiene comentarios notablemente
perceptivos que bien pueden interpretarse , considerando el momento de
su composición, como un secreto autocuestionamiento acerca del glorioso
futuro histórico de Rusia que con tal estridencia estaba proclamando
"Una mentira es salvada por una mentira" se refiere a un problema que
de pronto surgió en la mente del desconcertado Caballero al contemplar
las formidables hazañas registradas en las novelas de caballerías. Decíase
allí que sus héroes, los caballeros andantes, sus paradigmas, eran capaces de
aniquilar "ejércitos enteros hasta de cien mil guerreros enviados contra
ellos por alguna potencia maligna". Cuanto más meditaba Don Quijote,
menos podía comprender cómo un solo caballero, por valeroso que fuese ,
podía despachar a tan enorme masa de enemigos. Y sin embargo , no podía
dudarse de la veracidad de "estos libros absolutamente fidedignos", y, así,
el ingenioso Caballero - en una conversación con Sancho Panza, supues-
tamente tomada de la novela- expone su propia solución al acertijo. La
respuesta es muy sencilla: esos ejércitos estaban formados por hombres
"cuyos cuerpos no son como los nuestros sino más similares a los de babo-
sas, gusanos y arañas, por ejemplo". Así , era posible pasar entre ellos en un
abrir y cerrar de OJO S , y se podía disponer de enormes números de una
manera congruente con las maravillosas hazañas registradas en los famosos
romances.
Semejante conversación no aparece en la obra maestra de Cervantes,
pero es enteramente fiel al espíritu del texto. Don Quijote aplica el mismo
tipo de razonamiento para salvaguardar su ilusión acerca de la incompara-
ble belleza de Dulcinea. Y en este incesante esfuerzo humano por superar
la discrepancia entre algún tipo de ideal y su refutación por la realidad ,
percibe Dostoievski "uno de los aspectos más profundos y misteriosos del
espíritu humano", aspecto sacado a la luz por Cervantes, "el gran poeta y
visionario del corazón humano". Ahora no se escriben ya libros que con-
tengan tanta sabiduría , y en opinión de Dostoievski, "un libro semejante
sólo es enviado a la humanidad cada varios cientos de años". El hecho de
que Sancho, con su prosaica astucia y sensatez, se dejara fascinar por las
fantasías de su amo (aunque , al mismo tiempo, mirando a través de ellas)
es otro ejemplo de la profunda penetración de Cervantes en las profundi-
"'Aunque parezca mentira, fu e sólo en 1953 cua ndo un estudioso espal'i ol, Malclo naclo
ele Gueva ra , señaló que este episod io no está incluido en Don Qtlijote. Véase PSS, \'. 26, pp
363-364.

EL DIARIO DE UN ESCRITOR. 1876-1 877 ... 357


dades ilimitadas de la psique humana. Profesa su ignorancia de "lo que
hoy se está enseñando en los cursos de literatura", pero cree que "un cono-
cimiento de éste, el más espléndido y el más triste de todos los libros crea-
dos por el genio humano, ciertamente elevaría el alma de una persona joven
con una gran idea. y ayudaría a desviar su mente del culto al eterno y
necio ídolo de la mediocridad, la vanidad satisfecha y la prudencia barata".
Don Quijote revela tristemente cómo "la más sublime belleza de la hu-
manidad, su más excelsa pureza , castidad, rectitud, gentileza , valentía y,
finalmente, su intelecto más prodigioso. todos éstos a menudo (¡ay, de-
masiado a menudo!) quedan en nada, pasan sin dejar ningún beneficio a la
humanidad''. La razón es que falta "genio [... ] para poner todo este poder
en acción ... a lo largo de un sendero de acción que sea verdadero, no fan-
tástico y demencial''. Aunque considera la posibilidad de tal logro, al mis-
mo tiempo reconoce su rareza: "El genio, ay, se entrega a tribus y pueblos ...
en pequeñas cantidades y muy raras veces''. Casi siempre, en cambio, ve-
mos en acción "la maliciosa ironía del destino" que también con excesiva
frecuencia "condena los esfuerzos de algunos de los más nobles y más ar-
dientes amigos de la humanidad a la burla y la befa y la lapidación''. Tales
ejemplos, escribe , "pueden reducir a la desesperación a un amigo de la
humanidad, no provocar risa sino lágrimas amargas y manchar su corazón,
hasta entonces puro y crédulo, con la duda" (v. 26 , pp. 24-27).
Es en este punto donde Dostoievski retorna a la resolución de las du-
das de Don Quijote acerca de las novelas de caballerías. Lejos de abando-
nar su ideal, que es en sí mismo un ridículo engaño, lo rescata mediante
una noción aún más absurda: una mentira es salvada por una mentira. La
primera mentira era tan bella que abandonarla "habría sido el equivalente
de traicionar su ideal , su deber, su amor a Dulcinea y a la humanidad''.
Dostoievski encara entonces a sus lectores y les pregunta si han pasado por
una experiencia similar durante sus propias vidas. ¿No habían acariciado
también ellos "un cierto sueño, una idea, una teoría o convicción ... o, al
menos, una mujer que os haya encantado?" Y, ¿no los había acosado el te-
mor de que su ideal pudiese ser "una mentira , una ilusión, algo que habían
exagerado y deformado7" Y, "¿no habían inventado algún sueño, una nue-
va mentira ... que se apresuraron a abrazar con amor tan sólo porque resol-
vía su duda inicial?" (id.). Si esto puede ser cierto para los lectores de Dos-
toievski , puede ser no menos cierto para él. Es imposible no preguntarse si
aquí, en estas melancólicas reflexiones , no estaba también Dostoievski

358 ... UN PERIÓDICO PERSO NAL


dando voz a alguna incertidumbre interna acerca de sus más caras convic-
ciones concernientes al pueblo ruso y al glorioso papel futuro que éste
desempeñaría en la historia universal. ¿No habrá sentido asimismo él , que
tan bien comprendía la capacidad humana de autoengaño, que sus gran-
diosas predicciones eran un medio de rescatarse a sí mismo de la desespe-
ración, mientras contemplaba a su Dulcinea rusa:>

EL DIARIO DE UN ESCRITOR, 1876 -1877 ~ 35


XV Hacia Los hermanos Karamázov

cualidades más sobresalientes de Dostoievski como novelista


Ü N...\ DE L..\S
es su capacidad no sólo de pintar caracteres con un escrupuloso realismo
social y psicológico sino también de vincular sus conflictos y dilemas con
una exploración de los problemas últimos de la existencia humana: las
"preguntas malditas", que tradicionalmente han sido planteadas (y con-
testadas) por la religión. Esta misma combinación única puede encontrar-
se en el Diario de un esc1itor. Aunque trata los temas sociopolíticos de la
escena transitoria , constantemente los coloca en una perspectiva moral-
religiosa. Dostoievski, como lo sabemos , consideraba su Diario como pre-
paración para su siguiente novela, y fue en los textos que tocaban "esas
preguntas malditas" donde empezaron a surgir los lineamientos temáticos
de Los hermanos Karamázov.

Lejos de comenzar su Diario con alguna declaración de principios políti-


cos, el número de enero de 1876 se abre , cual si fuera en medio de una
conversación , con observaciones acerca de la oleada de suicidios entre
los jóvenes que por entonces inquietaba a la opinión pública rusa. Lo
que le preocupa a Dostoievski, además de esas muertes, es la patente tri-
vialidad de sus causas: un muchacho se mató porque no tenía dinero
para tener una amante. "Y no hay un momento -comenta tristemente
Dostoievski- para la cavilación de Hamlet 'sobre el temor de algo des-
pués de la muerte ... '" (v. 22 , p. 6). Por tanto , indirectamente se toca la
cuestión de la inmortalidad , uniendo de esta manera , como será típico

360 ...
en él, una eterna "pregunta maldita" con las desalentadoras noticias de
que informa.
Ahora, como pasa a explicar, no se trata de la difusión del ateísmo:
"nuestro suicida no tiene ni la sombra de una sospecha de que lo llaman Yo
y es un ser inmortal". El ateísmo, a fin de cuentas, sugiere la existencia de
tal conciencia. "Recordemos a los ateos de antaño: cuando perdían la fe en
algo, al punto empezaban a creer apasionadamente en otra cosa. Recorde-
mos la apasionada fe de Diderot , de Voltaire. " O la del Werther de Goethe,
"que lamenta , en sus últimos renglones , que nunca volverá a ver 'la her-
mosa constelación de la Osa Mayor' y se despide de ella". Werther tiene un
sentimiento tan profundo de las constelaciones porque "cada vez que las
contemplaba se daba cuenta de que él no era sólo un átomo o una nulidad
comparado con ellas , y de que toda la infinitud de maravillas divinas y
misteriosas no estaba más allá de sus pensamientos ni de su conciencia, ni
más allá del ideal de belleza que había en su alma". Werther puede haberse
matado, pero no de manera estúpida e innoble, y no destruyó "su imagen
de ser humano" (v. 22 , p. 6). Pronto , Aliosha Karamázov será salvado de la
desesperación causada por la rápida descomposición del cuerpo del padre
Zósima cuando él, como Werther, contemple el cielo nocturno (y "fue
como si hilos de todos los incontables mundos de Dios hubiesen convergi-
do en su alma, que se estremeció al contacto de estos mundos distantes")
(v. 14, p. 328).
En octubre de 1876 Dostoievski volvió al tema del suicidio, movido
por una carta de un lector supuestamente desconocido (en realidad, era K.
P Pobedonostsev) , quien le había enviado cierta información acerca del
reciente suicidio de la hija , de diecisiete años, de "un muy conocido emi-
grado ruso". Elizaveta Aleksándrovna (Liza), hija de Aleksandr Herzen, se
había quitado la vida en diciembre de 1875 , y Dostoievski citó su nota de
despedida , escrita en francés, que mostraba un cierto brío , típico de ado-
lescente. La nota pedía que , si no lograba suicidarse , su familia y sus ami-
gos se reunieran "a celebrar mi resurrección brindando con Clicquot" (un
champaña) . De lo contrario, pedía que se aseguraran curiosamente de su
muerte antes de enterrarla , "porque es sumamente desagradable despertar
enterrada en un ataúd. Eso no tendría nada de chic". Cuando joven, Dostoiev-
ski había dejado similares instrucciones acerca de sí mismo cuando pa-
deció un sueño letárgico , y había imaginado en La casa de los muertos el
horror de tan espantoso despertar. No obstante , sin hacer aquí ningún co-

HACIA LOS HERMANOS KARAMÁZOV ... 361


mentario, contrasta tales palabras con las de una segunda suicida, una po-
bre costurera de San Petersburgo que "saltó y cayó al suelo , sosteniendo un
icono en las manos. Este icono en las manos es un rasgo extraño y sin prece-
dente en los suicidas" (v. 23, pp. 144-146).
Estas dos muertes obsesionaron su imaginación, y la segunda le inspi-
ró uno de sus más bellos cuentos, "La mansa". El suicidio de Liza Herzen,
a quien él erróneamente creía haber conocido en 1863 junto con su padre
(en realidad era su hermana mayor, Olga),* motivó la composición de una
nota imaginaria de suicidio , la cual , como ya hemos visto , le causó a Dos-
toievski considerable embarazo y depresión. Al dedicar unos cuantos pá-
rrafos a Liza Herzen, percibe compasivamente -bajo la forzada frivolidad
del tono que ella empleó- una protesta contra la "estupidez" de la apari-
ción de la humanidad sobre la Tierra, lo fortuito y absurdo de semejante
creación, y la opresiva tiranía de una causalidad sin sentido con la cual la
humanidad , habiendo llegado a cierto nivel de conciencia, nunca puede
reconciliarse. Puede suponerse que, sin tener ninguna verdadera concien-
cia de tales cosas , la muchacha , sin embargo, había sido afectada por la
"linealidad" de las ideas "transmitidas a ella , desde su niñez , en casa de su
padre" (v. 23, p. 145). Estas ideas -obviamente, las de ateísmo y materia-
lismo- a la postre la impelen a quitarse la vida. Para expresar ese desas-
troso efecto en su más poderosa forma , Dostoievski imprime entonces la
nota ficticia de suicidio intitulada "La sentencia", que supuestamente con-
tiene las reflexiones "de un suicidio por tedio -desde luego- [escritas
por] un materialista" (v. 23, p. 146).
El escritor de la nota se niega a aceptar, en nombre de algún hipotético
goce paradisiaco, el sufrimiento necesariamente impuesto por el hecho de
haber nacido como un ser humano consciente que , como ateo , no cree en
la inmortalidad. Un pasaje clave del texto dice: "La naturaleza me dice que
-aunque sé muy bien que no puedo participar ni participaré jamás en
esta 'armonía del todo', y que además, nunca comprenderé lo que signifi-
ca- , sin embargo, debo someterme a este mensaje, rebajarme a mí mis-
mo, aceptar el sufrimiento a causa de la armonía del todo y consentir en
vivir". Categóricamente se niega a sobrevivir para tan incomprensible pro-
pósito; tampoco puede aceptar la vida pensando en la perspectiva de un
''' Para el encuentro de Dostoie\·ski con la fa milia Herzen , en un \·ia.Je en barco de Nápoles
a Lirnrno , \"éase m i Dostoicvslú . La secuela de la libernción , 1860-1865, FCE, México, 201 0,
pp. 374-378.

362 ~ UN PER IÓ DICO PERSON AL


orden mucho más perfecto en el futuro. "Muy bien, si yo fuera a morir
pero la humanidad, en cambio, fuera a persistir para siempre , entonces tal
vez podría yo consolarme. [Sin embargo] por muy racional , feliz, justa y
sagradamente que pueda la humanidad humanizar la vida en la tierra ... ma-
ñana todo esto sería igual. . . a cero" (puede presumirse que debido al inevi-
table enfriamiento del universo , según la segunda ley de la termodinámica ,
ya evocada en El adolescente). Este inconsolable pensamiento impele al escri-
tor a ver en la creación de los seres humanos, y en particular de sí mismo ,
"una especie de la más profunda falta de respeto a la humanidad, que, para
mí, es sumamente insultante, y tanto más insoportable cuanto que no hay,
aquí, nadie que sea culpable" (v. 23, pp. 146-147). En lugar de soportar
la humillación de existir en un universo sin sentido, en que la humanidad
es tan sólo el juguete de una cruel y sádica Naturaleza , elige el suicidio como
la única protesta honorable contra la indignidad de haber nacido.
El efecto de este artículo permite prever mucho de la historia posterior
de la interpretación de Dostoievski. Con tal fu erza había presentado el
punto de vista al que él mismo se oponía, con tal penetración había entra-
do en una conciencia cuyos peligros deseaba exponer, que inmediatamen-
te fue acusado de apoyar lo que estaba esforzándose por combatir. "En el
momento en que mi artículo fue impreso - escribió en diciembre de
1876-, fui agobiado -por cartas y llamadas personales- con preguntas
sobre el significado de 'La sentencia'. '¿Qué quiere usted decir, y es posible
que esté usted justificando el suicidio?"' Ya se ha relatado, a este respecto ,
un encuentro cara a cara, tomado de las memorias de madame Simonova-
Jojriakova. Abordando la cuestión en público , Dostoievski reconoce que
"tuvo ciertos remordimientos" por haber añadido una moraleja explícita a
su artículo original. Pero , en palabras sobre las cuales sus intérpretes ha-
rían bien en reflexionar, explica que "de algún modo me sentí avergonzado
de escribirlo, me sentí avergonzado de suponer, así fuera en un lector muy
ingenuo, tanta simplicidad que no pudiera adivinar el motivo subyacente del
artículo, su objeto y su moral. Supuse que era igualmente claro para todos .
Me equivoqué" (v. 24 , pp. 45-46).
Ahora , Dostoievski no deja duda de que había tratado de expresar
"la fórmula de un suicidio lógico": la única conclusión posible acerca de la
vida en conjunto que, en su opinión, podía sacar un ateo y materialista.
"He expresado esta 'última palabra de la ciencia' en términos breves, claros
y populares, con el único propósito de refutarla: no por razonamiento o lógi-

HAC IA LOS HERMANO S KARAMÁ ZOV ~ 363


ca, ya que no puede ser refutado por lógica ... sino por la fe , por la deducción
de la necesidad de la fe en la inmortalidad del alma" (v. 24 , p. 53; las cur-
sivas son mías). Empleando su habitual método artístico de combatir ideas
peligrosas y nocivas, muestra en acción las desastrosas consecuencias a las
que puede conducir la falta de fe.
Volviendo con esfuerzo al mismo terreno, Dostoievski subraya ahora
explícitamente su intención positiva, y establece un punto con mucho ma-
yor energía. Es imposible dar a la vida un significado sustituyendo la fe
religiosa por la acción benéfica social. Pues insiste en que donde falta la
fe religiosa no sólo es imposible un verdadero "amor a la humanidad", sino
que éste corre el riesgo de ser transformado en su opuesto. La idea de todo
el sufrimiento no redimido que ha padecido la humanidad y la imposibili-
dad de aliviar ese sufrimiento no pueden evitar que el amor inicial se true-
que en odio. A fin de mostrar este punto, ofrece un vívido ejemplo de su
genio para encontrar equivalentes moral-psicológicos capaces de dramati-
zar ideas religioso-filosóficas de naturaleza abstracta. Compara la situación
de un ateo compasivo , que considere tanto su deseo de ayudar a la huma-
nidad doliente como su incapacidad de hacerlo , con la desgarradora situa-
ción de unos padres obligados a presenciar el sufrimiento irremediable de
sus hijos en estado de inanición. Se ha sabido que el amor de estos padres
se convierte en odio "precisamente por causa de lo intolerable de su sufri-
miento ... Yo afirmo que la percatación de la propia impotencia para ayu-
dar, prestar servicio o dar alivio a la humanidad doliente, junto con la ab-
soluta convicción de que existe ese sufrimiento , aun puede transformar el
amor a la humanidad que reside en el corazón en odio a Ia humanidad" (v. 24,
p. 49).
Dostoievski estaba apuntando esas palabras directamente al compro-
miso de los populistas con esta misma combinación de idealismo moral no
apoyado por una fe religiosa. En otro pasaje, se dirige a ellos directamente:
"Aquellos que, habiendo privado al hombre de su fe en la inmortalidad,
están tratando de sustituirla - como el más alto objetivo de la vida- por
el 'amor a la humanidad', ésos, sostengo , están apuntando sus armas con-
tra sí mismos , ya que en lugar de amor a la humanidad están plantando en
el corazón del que ha perdido su fe unas semillas de odio a la humanidad"
(v. 24 , p. 49). lván Karamázov es precisamente este tipo de idealista deses-
perado, en quien se ha desarrollado esa relación de amor-odio a la huma-
nidad que describe Dostoievski.

364 ~ UN PER IÓ DICO PERSO N AL


3

Otro artículo sobre el suicidio introduce una etapa gestatoria de su siguien-


te novela. Meditando sobre lo que hizo que una joven que luchaba por
subsistir se quitara la vida , lamenta el horizonte estrecho y utilitario de sus
ideas , su creencia, como él dice, en "el principal prejuicio de toda su vida:
'que estas piedras se conviertan en pan'" (v. 23, p. 25). Interrogado por un
corresponsal acerca de la significación de esta última frase, Dostoievski
contestó con una larga misiva personal (no incluida en el Diario) que prefi-
gura la Leyenda del Gran Inquisidor tanto temática como estilísticamente .
Después de informarle a su corresponsal que "las piedras y el pan ... sim-
bolizan la actual cuestión social, el ambiente", cambia al tono litúrgico de
la propia Leyenda. Aquí, el Demonio tentador se dirige directamente a Cris-
to: "En lugar de acudir a los pobres y arruinados , que por tanta hambre y
opresión más parecen bestias que hombres , antes de ir y empezar a predi-
car a los hambrientos acerca de abstenerse de pecar, de practicar la humil-
dad y la castidad , ¿no será mejor alimentarlos antes? Eres el Hijo de Dios
-por tanto , puedes hacerlo todo ... - , sólo tienes que ordenarlo y las pie-
dras se convertirán en pan". Volviendo aquí a su propio estilo epistolar,
Dostoievski continúa : "He aquí la primera idea que el espíritu del mal le
propuso a Cristo", el ideal del socialismo contemporáneo , el cual "declara
que la causa de todas las miserias del hombre es únicamente la pobreza , la
lucha por la existencia , 'el ambiente [que] se ha viciado'". A esto opone
Dostoievski la declaración de Cristo: "No sólo de pan vive el hombre".1
Semejante tentación, arguye Dostoievski, sólo sería irresistible a un
"hombre-bestia". Pero "si ... no hubiera vida espiritual, si no hubiera ideal
de belleza, entonces el hombre caería en la angustia , moriría , enloquecería ,
se mataría , o sucumbiría a fantasías paganas" Por tanto , Cristo decidió que
"es mejor inspirar el alma del hombre con el ideal de belleza; al poseerlo
en sus almas, todos se volverán hermanos y entonces , desde luego, traba-
jando unos para otros, también serán ricos". Sin embargo, queda la pre-
gunta de por qué Dios no le ha dado al hombre "Belleza y Pan juntos". La
respuesta es: "Entonces el hombre se vería privado de trabajo, individuali-
dad, saoificio del propio bien por el prójimo - en una palabra-, privado de
toda vida, del ideal de vida".2 Así, son sólo las imperfecciones del mundo
1
PSS, vol. 29 , libro 2, pp. 84-86; 7 de junio de 1876.
2
Ibid.

HACIA LOS HERMANOS KARAMÁZOV .. 365


de Dios las que aportan el incentivo para la actividad moral y la autonomía
moral del ego. Así como Dostoievski había creído siempre que la humani-
dad se negaría a aceptar las artificiales utopías socialistas del decenio de
1840, que no dejaban lugar a la libertad y a la iniciativa del hombre , así
mantiene ahora que Dios, en Su infinita sabiduría, supo que era mejor no
crear un mundo en que ocurriría la pérdida humanamente intolerable de
la libertad de la personalidad.

Una de las cualidades del genio de Dostoievski fu e su capacidad de traspo-


ner sus temas de un registro o una clave a otro , de tratar el mismo material
a veces como tragedia y a veces como comedia. Por ejemplo , el conflicto
entre la razón y la fe será presentado en Los hermanos Karamázov con la
más profunda reverencia en la Leyenda del Gran Inquisidor y con deslum-
brante jocosidad irónica y satírica en la conversación de Iván con su demo-
nio . Algo similar ocurre cuando pasamos de la carta que acabamos de citar
al juguetón y vivaz artículo del número de enero de 1876 del Diaiio, dedi-
cado al espiritismo. Presentado como "un tema muy divertido y de moda",
Dostoievski había tenido con él cierta experiencia personal
Empieza , en un tono de buen humor, describiendo algunos de los ex-
traordinarios fenómenos de que recientemente se había hablado (incluyen-
do una referencia a los médiums norteamericanos Horace y William Eddy,
cuya granja en Vermont había sido el escenario de hechos insólitos, deta-
llados por N. P Wagner). Dostoievski informa solemnemente que "Gógol
escribe a Moscú desde el otro mundo y asevera que sin duda el demonio
existe. Yo leí la carta , y el estilo sí es el suyo". Pero los clérigos estaban tro-
nando contra el espiritismo , y hasta se había advertido a los científicos que
no lo investigaran con tanto celo; no obstante , tal vez -añade en tono
tranquilizador- el Comité de Investigación de Mendeleiev resolverá la
cuestión de saber si los demonios realmente existen o si tan sólo son "algu-
na manifestación nueva de la energía universal". En este último caso, en-
tonces la gente sólo dirá: "qué aburrido", y "volverá a sus asuntos como
de costumbre". Lo malo , empero, es que ningún miembro del comité de
Mendeleiev realmente cree en demonios , y por ello, "la cuestión está fuera
de la competencia del comité". Tal como resultan las cosas, Dostoievski
tiene su propio problema, el cual -dice- "es que simplemente no puedo

366 ... UN PER IÓDI CO PERSO NA L


creer yo mismo en demonios", y sin embargo, "he desarrollado una teoría
muy clara y asombrosa del espiritismo , enteramente fundada en la existen-
cia de demonios" (v. 22 , pp. 32-33).
Esta teoría , expuesta de la misma manera jocosa, es, sin duda , otra de
las fuentes de su próxima novela. El periodista A. S. Suvorin, en uno
de sus populares feuill etons, había ridiculizado los mediocres mensajes que
supuestamente estaban enviando los espíritus, y declaró que no tenía de-
seos de pasarse toda la eternidad en compañía de esos mentecatos; por su
parte , Dostoievski dice que la manifiesta estupidez de los demonios es una
estrategia cuidadosamente planeada. ¿Qué pasaría si, en lugar de violar las
reglas de la gramática rusa en sus comunicaciones, ofreciendo "respuestas
estúpidas" a las preguntas a ellos planteadas , y sin exponer nunca "una
idea nueva o transmitir un nuevo descubrimiento" los demonios hubiesen
hecho llover sobre la humanidad todas las bendiciones materiales posi-
bles? ¿Qué pasaría si hubiesen enseñado a la humanidad a "caminar ovo-
lar por los aires, cubriendo distancias inmensas, diez veces más pronto de
lo que se hace por ferrocarril?" ¿Qué pasaría si "extrajeran fabulosas cose-
chas de la Tierra, crearan nuevos organismos por medio de la química ... y
entonces habría carne suficiente para dar tres libras por persona, exacta-
mente como sueñan nuestros especialistas? ¿Produciría esto un mundo en
que, por fin , cada cual se volvería 'hermoso y justo ... y cada cual se ocupa-
ría en pensamientos sublimes y profundos y en preocupaciones universa-
les'?" (v. 22, pp. 33-34).
Mucho tiempo atrás, en Memorias del subsuelo, Dostoievski había ima-
ginado semejante mundo, en que la especie humana "tenía tal prosperidad
con que se le había bendecido" que no había "nada que hacer más que
dormir, comer pasteles y sólo preocuparse por mantener en marcha la his-
toria universal" (v. 5, p. 116). El resultado , ay, inevitablemente sería de
hastío y de una desintegración moral que conduciría a los peores excesos
sensuales. Para Dostoievski, el símbolo histórico de ese mundo había sido
siempre el Imperio romano tardío (el mundo en que Cristo apareció) , en
que Cleopatra había reinado suprema. Citemos de nuevo al hombre del
subsuelo: "Dicen que Cleopatra (perdón por este trozo de historia de
Roma) se divertía encajando alfileres de oro en los pechos de sus esclavas,
y gozaba con sus gritos y contorsiones" (v. 5, p. 112). Cleopatra no aparece
en el Diario, pero si los demonios hubiesen sido tan imprudentes que reve-
laran todos los misterios de la naturaleza, trayendo así la prosperidad uni-

HACIA LOS HERMANOS KARAMÁZOV


versal, el resultado habría sido el mismo deseo de sensaciones perversas y
antinaturales , seguido por la desesperación. Durante un breve periodo de
arrobamiento (tal vez de una generación) , se elevarían voces en un himno
común: "¿Quién puede compararse a esta bestia? ¡Loado sea el que ha traí-
do el fuego de los cielos! " (Éstas son citas del Apocalipsis que serán utiliza-
das en la Leyenda.) Pero entonces, "la humanidad empezaría a decaer; la
gente se cubriría de llagas y todos empezarían a morderse las lenguas ator-
mentadas , viendo que les habían quitado la vida sólo por pan, por piedras
convertidas en pan ... La gente vería de pronto que no le quedaba más
vida , que no le quedaba libertad de espíritu ni de voluntad , que no le que-
daba personalidad". Y sobrevendría una epidemia de suicidios: "Masas de
gentes se reunirían tomándose de las manos y de pronto se destruirían por
millares mediante algún nuevo método descubierto junto con todos sus
otros descubrimientos" (v. 22, pp . 33-34).
Así , la situación de la humanidad se volvería intolerable, "y entonces ,
tal vez , los que quedaran gritarían a Dios: '¡Tú eres justo, oh, Señor, ¡no
sólo de pan vive el hombre'"' La humanidad entonces "se levantaría con-
tra los demonios y abandonaría la hechicería" ; pero los demonios eran
demasiado astutos para correr ese riesgo . En cambio , mediante engaños,
propagarían la discordia y la disensión entre la humanidad , de acuerdo
con el antiquísimo adagio de los políticos astutos: ¡divide y vencerás'
Dostoievski muestra la separación entre católicos y protestantes como
ejemplo de esa iniquidad (recientemente había estallado nuevamente en
el intento de Bismarck por subordinar el clero católico alemán a la autori-
dad del Estado). "Ellos [los protestantes alemanes] protestaron incluso el
año pasado , y ¡qué protesta ... hasta contra el mismo papal " Otro ejemplo
de esa discordia es la lucha entre los partidarios del espiritismo y sus ad-
versarios del Comité de Mendeleiev; ninguno de los dos bandos puede
convencer al otro . Lo que más teme Dostoievski es que la querella con-
duzca a una persecución, ·'y las ideas místicas aman la persecución"; nada
les da mayor fuerza (probablemente estaba pensando en el Raslwl ruso).
Sea como fuere, finalmente reconoce que "he estado , definitivamente,
bromeando y divirtiéndome, de la primera palabra a la última''. Pero es-
pera que "el libre estudio de la cuestión" logre "erradicar el maligno espí-
ritu que ésta está difundiendo", y que "es el comienzo de la intolerancia y
la persecución" (v. 22, pp. 34-37).

368 ... UN PERIÓDICO PERSONAL


5

Convencido de tiempo atrás , como los eslavófilos , de que el único cristia-


nismo auténtico podía encontrarse en la ortodoxia rusa, Dostoievski estaba
ávido por recibir cualquier prueba que corroborara esta idea y demostrara
la decadencia de la fe en Occidente. Aunque Francia pudiera estar destro-
zándose políticamente, Inglaterra aparecía inmutablemente segura, sólida
como una roca en su coherencia y estabilidad interna . Pero "las cosas \·an
allí como en cualquier otro lugar de Europa: hay un apasionado deseo de
vivir y una pérdida de altos propósitos". Como prueba , presenta un pasaje
del hoy olvidado escritor inglés Sidney Dobell , quien había observado
que aun cuando el protestantismo sea "estrecho , feo, impúdico , irrazonable
e incongruente", es "educativo" y por tanto lo debe uno defender y conservar.
Dostoievski objeta esta "visión utilitaria" sobre este asunto, aunque le pare-
ce que la idea de Dobell contiene "una profunda sinceridad ... pero ¿no es
verdad que esta sinceridad parece bordear en la desesperación?" Esa deses-
peración queda ilustrada en un documento que le había entregado K. P
Pobedonostsev y que describe el ritual de una "iglesia de ateos" inglesa
(v. 22 , pp. 95-96)
Todas las ceremonias en esta iglesia se celebran con profunda solem-
nidad, "se lee la Biblia y todos se acercan y besan el libro sagrado , con
lágrimas y amor". Pero "todos los que así oran no creen en Dios: su abso-
luto dogma y absoluta condición para ingresar es el ateísmo. Sin embargo ,
reverencian la Biblia, porque ha significado tanto para la humanidad du-
rante los siglos" y "porque una vez que han rechazado a Dios , han empe-
zado a adorar a la Humanidad". Dostoievski se queda atónito, como es
natural , por la semejanza entre esta "Iglesia de los Ateos" y la descripción
que había hecho en El adolescente de un mundo en que se ha desvanecido
la fe en Dios. Éste es el mundo de la visión de Versílov, el sueño de alguien
que "ha perdido completamente la fe y entonces adora a la humanidad
'como correspon de a una persona progresista rusa" '. Cita luego el pasaj e
de su novela en que describe el apesadumbrado mundo del amor mutuo
que existiría si se hubiesen perdido la fe en Dios y en la inmortalidad .
Omitiendo la referencia final de la novela al poema de Heine y la reapari-
ción de Cristo , pregunta Dostoievski: "¿No es verdad que esta fantasía [la
suya propia] ya existe en la 'Iglesia de los Ateos'?" (v. 22 , pp. 96-98) . En
realidad, si existía semejante iglesia , él estaba perfectamente justificado en

HACIA LOS HERMANOS KARAMÁ ZOV ~ 369


arrogarse el crédito por haber previsto su carácter de reverente me-
lancolía.
Después de tocar este tema religioso, Dostoievski dedica unos cuantos
párrafos en el número de marzo de 1876 a lord Radstock. El evangelista in-
glés había vuelto a visitar Rusia en 1875 y estaba atrayendo un número con-
siderable de seguidores: otro ejemplo más, para Dostoievski, de la "disocia-
ción" que por doquier veíase en la cultura moderna, y especialmente en
Rusia entre las clases educadas. "Resulta que nosotros, es decir, la intelligen-
tsia de nuestra sociedad, ahora abarcamos una especie de pequeña nación
extranj era pero nuestra: muy pequeña, insignificante, pero con sus propias
costumbres y sus propios prejuicios que son tomados por originalidad." Le-
jos de mostrarse hostil a Radstock, comenta que mueve a muchos "a buscar
a los pobres con obj eto de hacer buenas obras para ellos, y casi llegan al
punto de donar sus posesiones". Pero lamenta el atractivo de una secta nue-
va, que sólo revela nuestra "lamentable disociación mutua, nuestra ignoran-
cia de nuestro propio pueblo , nuestra ruptura con la nacionalidad .. . nuestro
débil, casi imperceptible conocimiento de la Ortodoxia" (v. 22 , p. 98).
Aunque lamentando el surgimiento de tales sectas, Dostoievski tam-
bién exhibe su propia fascinación por estos movimientos heréticos. Se re-
fiere a toda una gama de tales grupos que existen en Rusia y en cualquier
otra parte: "los saltadores, los tembladores, los convulsionarios , los cuá-
queros que aguardan el milenio, y, por último, los flagelantes, secta univer-
sal y muy antigua". Tampoco hay nada peyorativo en su comparación de
lord Rodstock y sus aristocráticos seguidores con tales grupos y movimien-
tos plebeyos. Por el contrario, "estos tembladores y flagelantes a veces lle-
van en sí ideas notablemente profundas y poderosas" -ideas que obvia-
mente ejercen un profundo atractivo sobre su propio temperamento
escatológico-. Una de tales sectas se había reunido en el castillo de Mijaí-
lovski en el decenio de 1820, donde él residió veinte años después , cuan-
do estudiaba la carrera de ingeniero militar, y oyó relatos de sus sesiones
espiritistas. Evocando ahora dichas reuniones, escribe que altos funciona-
rios del gobierno "solían girar y decir profecías, junto con sus servidores,
ya esclavizados. De modo que debía de haber algún poder de pensamiento
y de sentimiento si podía crear una unión de creyentes tan 'antinatural'
[sin clases] ". La superación de las barreras entre las clases era uno de los
más caros objetivos sociopolíticos de Dostoievski, que trató de fomentarla
por todos los medios posibles (hasta una guerra extranjera).

370 ... UN PERIÓD ICO PERSONAL


6

Dostoievski había empezado a analizar juicios penales en su Diario de


1873, y continuó la práctica en el Dimio de un escritor. En realidad, dichos
artículos, de continua aparición, eran una de las características más popu-
lares de sus revistas, y despertaron grandes comentarios en la prensa. Tam-
bién sirvieron como borradores de los alegatos jurídicos tan brillantemente
reproducidos en la última parte de Los hermanos Karamázov. El número de
febrero de 1876 contiene el primero de los cinco casos penales que fueron
tratados extensamente, no tanto para mostrar puntos de derecho cuanto
para criticar las deficiencias existentes en el código legal ruso , y, particular-
mente, para examinar las implicaciones morales de los argumentos em-
pleados por los juristas (especialmente por la defensa) en favor de sus clien-
tes. No se hace objeción a ninguno de los veredictos, sino tan sólo a los
desmedidos esfuerzos de los abogados por manipular la verdad al defender
sus casos. "Así pues, díganme - observa para evitar equívocos- , ¿estoy
tratando de desacreditar la profesión jurídica y los nuevos tribunales? Dios
no lo permita ; sólo quiero que todos seamos un poco mejores de lo que
somos" (v. 22, p. 73).
En el primer caso, un culto caballero polaco de nombre Kroneberg
(había estudiado en las universidades de Bruselas y de Varsovia) reconoció
sin ambages haber golpeado severamente a su hija de siete años con un
pesado haz de palos. "Le pegué durante largo rato, estaba fuera de mí, sin
saber lo que hacía, con lo que encontré a mano" (v. 22, p. 66). Semejante
crueldad para con una niña indignó a Dostoievski al leer el relato del pe-
riódico, y corrió a la casa de A S. Suvorin , a las diez de la noche , a pedirle
más detalles. Al enterarse por él de que el acusado había quedado libre , le
pareció tan interesante el caso que de todos modos decidió dedicarle un
artículo. Para empezar, la denuncia había sido presentada por la criada
anterior de la familia y por la esposa del portero , incapaces de soportar los
gritos de la niña y sus súplicas de piedad (habían llegado a conocerla, aun-
que sólo hablaba francés). El propio Dostoievski observa "cuán renuente
es el pueblo común a los procesos de ley, y cuánto teme verse envuelto en
ellos" (v. 22, p . 62) . Asimismo , V D. Spasovich, el jurista asignado por el
tribunal para defender al padre, gozaba de una reputación de liberal, ha-
biendo renunciado a su cátedra en la Universidad de San Petersburgo en
1861 como protesta contra la represión de los disturbios estudiantiles. Por

HACIA LOS HERMANOS KARAMÁZOV


último, uno de los expertos médicos llamados a declarar fue una persona
que había sido íntima amiga de Dostoievski, la doctora Nadezhda Suslova,
primera muj er rusa en graduarse en medicina y hermana de su ex amante
Apollinaria Suslova.
Pese a su horror ante el sadismo de Kroneberg, Dostoievski aprobó su
liberación porque, de haber quedado convicto de la acusación ("tortura"),
lo habrían enviado a Siberia , quedando destruida la familia. Lo que provo-
có su ira no fue el veredicto sino los argumentos empleados para lograrlo.
Conviene en que la alocución final de Spasovich fue "una obra maestra del
arte"; sin embargo, añade: "me dejó un mal sabor de boca" (v. 22, p. 565).
Pues el "abogado , notablemente talentoso", se propuso demostrar no sólo
que no había habido "tortura", sino que en realidad no había pasado nada:
"[Se estaba] juzgando a un padre por pegarle un poco fuertemente a su
hija". Spasovich "lo negó todo: los 'spitzrutens' [varazos], los moretones,
los golpes, la sangre, la probidad de los testigos de cargo ... absolutamente
todo" (v. 22 , p. 57). Al publicar con detalle el alegato , Dostoievski hace ver
todos los giros y trucos de retórica , las sugestiones y cambios de termino-
logía que hicieron desvanecerse en el aire las pruebas. Esto le sirvió de
mucho cuando llegó a componer el discurso de defensa del célebre aboga-
do Fetiukóvich (puede suponerse que basado , en parte, en Spasovich) en
Los hermanos Karamázov .
Aunque admiraba la habilidad del defensor (y Dostoievski reconoció
que había salvado de una sentencia injusta a su cliente) , insistió en que el
jurista había rebasado los límites de lo moralmente permisible. Le escan-
dalizó que hubiesen llevado a la niña a declarar para que confesara las tra-
vesuras que habían provocado la ira de su padre, y que se hubiese hecho
un intento por minimizar las pruebas físicas de la golpiza. (Dostoievski
invoca sus propias observaciones de los reos que habían sido cruelmente
azotados en la prisión para desacreditar este esfuerzo. ) Lo que más le enfu-
reció fue que Spasovich no se hubiese contentado con argüir que no había
habido "tortura" según su definición legal; "desea probar que no hubo nin-
guna tortura , legal ni ilegal, y ningún sufrimiento en absoluto". Este último
objetivo, realmente innecesario para absolver a Kroneberg, es el que de-
nuncia Dostoievski . "La táctica consiste en disipar toda compasión [hacia
la niña] .. . El señor Spasovich teme más que nada a la compasión ... si se
apiada uno de ella , se le puede echar la culpa al padre" (v. 22 , p. 61).
Nadie podía pensar que el abogado liberal sintiera alguna simpatía ha-

372 .... UN PERI ÓDIC O PERSO N AL


cia su cliente, lo que lleva a Dostoievski a concluir con "la más absurda
paradoja ... que un abogado nunca puede actuar de acuerdo con su con-
ciencia ... , que está condenado a ser embustero" (v. 22 , pp. 53-54) . Atribu-
ye, así, el "arte" de la defensa de Spasovich simplemente al deseo irresisti-
ble que tiene toda la gente talentosa (Dostoievski cita toda una lista de
escritores) de mostrar su destreza. Pero al no contener su exhibicionismo ,
el propio Spasovich se hizo culpable de un delito: el de socavar la ternura
hacia los niños que todos deben sentir: "Humanizan nuestras almas con su
simple presencia entre nosotros. Y así, debemos tratarlos a ellos y a sus
angélicas imágenes con respeto" (v. 22 , pp . 68-69). En conclusión, le pide
a Spasovich "dejarnos , por lo menos , nuestra piedad hacia esa niña ... Esta
piedad es nuestro tesoro y es algo terrible arrancarla de nuestra sociedad.
Cuando una sociedad deje de compadecerse de sus débiles y oprimidos, a
su vez será dañada; se encanallará y se marchitará; se volverá depravada y
estéril" (v. 22, p. 71). El crítico populista A. M. Skabichevski, que había
criticado muy severamente otros artículos del Diario, escribió que aunque
el caso pronto quedaría olvidado, las palabras de Dostoievski lo inmortali-
zarían para edificación de la posteridad (v. 22 , p. 299).
En el número de mayo de 1876 revisó Dostoievski el caso de una mu-
jer llamada Anastasia Kairova. La esposa del hombre con quien ella había
estado viviendo reapareció un día , penetró en su dacha y se llevó a su
amante. Kairova se presentó una noche mientras la pareja estaba en cama ,
sacó una navaja y sobrevino una lucha durante la cual cortó varias veces la
piel de su rival , sin infligirle ninguna herida mortal. Quedó libre por causa
de demencia , pues el historial de su familia reveló una pauta de anomalías
psíquicas.
Una vez más, Dostoievski indica que está completamente satisfecho
con la decisión del jurado, "aunque no creo ni por un momento que esté
loca , digan lo que digan algunos expertos". En efecto , expresa más lástima
hacia ella precisamente porque , si no está loca , "¿cómo podrá seguir ade-
lante, soportando la carga de ese tormento 7" Imagina el estado mental de
Kairova cuando la esposa legítima retornó después de una larga ausencia,
"su resentimiento , que se hizo mayor a cada hora . .. y finalmente, la última
hora antes del 'hecho' por la noche, en las escaleras, llevando la navaj a que
había comprado la víspera ... digan lo que quieran , pero todo esto es difícil
de soportar, ¡especialmente para un alma tan desordenada e inestable como
la de Kairova' " (v. 23, pp . 7-8).

HACIA LOS HERMANOS KARAMÁZOV ~ 373


La objeción de Dostoievski en este caso se dirige a su "absolución", la
cual implica que no había sido culpable de nada por no ser enteramente
responsable. Semejante veredicto cede demasiado , en su opinión, a la doc-
trina del determinismo material (en este caso, psicofisiológico). Y en reali-
dad, ese veredicto no había sido necesario. La acusación había sido de ase-
sinato premeditado, y ningún jurado, en opinión de Dostoievski, podría
haberla condenado por semejante cargo . "Sólo se puede dar una respuesta
afirmativa a una pregunta planteada de esa manera si se tiene una omnis-
ciencia divina y sobrenatural." Es imposible decir si al comprar la navaja se
proponía Kairova cometer un asesinato o si tenía una idea precisa de lo
que iba a hacer. Dostoievski llega a asegurar que durante el ataque acaso
decidiera deliberadamente no matar (v. 23, p. 9). Si el jurado la hubiese
encontrado culpable de premeditación, "la habría arruinado, quedando
condenada a trabajos forzados. ¿Cómo puede un jurado echarse semejante
cargo sobre la conciencia?" (v. 23, pp. 8-9). Dostoievski habría preferido
que la hubiesen declarado culpable de un delito menor, con una sentencia
más ligera, pero , tal como se redactó la acusación, él estuvo de acuerdo
con la decisión del jurado. La psicología de la indecisión esbozada allí , lo
erróneo de suponer premeditación, es exactamente lo que Dostoievski
pondrá en juego al retratar pronto a Dimitri Karamázov.
Asimismo , critica al defensor E. l. Utin - periodista liberal, además de
abogado- por llevar demasiado lejos sus argumentos. Su enorme grandilo-
cuencia convirtió una sórdida relación de adulterio en una elevada tragedia
romántica y Utin "casi cantó loas al crimen" al defender a su clienta. "Todo en
ella es ideal, hasta su modo de andar es extraordinario, noble, gracioso,
mientras su amor es algo ardiente, un poema de proporciones épicas." En
particular, Dostoievski objeta el argumento de que sólo una mujer con cora-
zón de piedra no habría sentido los mismos celos quemantes y no se habría
comportado de esa manera. "Piense usted, señor -interpola-, que ... usted
estuviera , por decirlo así, negándose a admitir. .. un desenlace más noble y
magnánimo [y] si alguien hubiese arrojado la navaja, usted habría dicho que
no era una mujer sino una piedra ... Y así, casi cantó usted loas al delito,
como ya lo dije antes" (v. 23, pp. 13-15). Expresando su comprensión de
Kairova, cita uno de sus pasajes favoritos de san juan acerca de la mujer
adúltera y perdonada por Cristo (había utilizado ese pasaje desde su tempra-
na novela inconclusa Netotchka Nezvánova). Pero le recuerda a Utin que Cris-
to también dijo: "'Ve y no peques más [. .. ] Eso quiere decir que Él también

374 .. UN PERIÓDICO PERSONAL


llamó pecado al pecado: lo perdonó, pero no lo justificó". El mal, insiste
Dostoievski, "debe ser llamado mal, pese a todos los sentimientos humanita-
rios, y no se lo debe elevar al nivel de un hecho heroico" (v. 23, p. 16).
También rechazó el esfuerzo de Utin por denigrar a la esposa y por
"negarle. hasta su condición de víctima de un delito". Sermoneando al
liberal y humanitario defensor, lo acusa de insensibilidad al pasar por alto
el sufrimiento de la esposa, que despertó para encontrarse ante una muerte
inminente. "Soportó varios minutos (demasiados minutos) de miedo mor-
tal. ¿Sabe usted lo que es el miedo mortalt" Y aquí Dostoievski habla de su
propio pasado: "Es casi lo mismo que una sentencia de muerte leída a al-
guien atado a un poste para que lo ejecuten, mientras le ponen el capuchón
en la cabeza" (v. 23 , pp . 18-19) . Dostoievski había oído leerle a él la sen-
tencia de muerte, y nunca olvidó el miedo mortal de ese momento.
El propio Utin había citado los Evangelios, y Dostoievski consideró
ofensiva su lectura del pasaje de san Lucas acerca de una mujer acusada de
adulterio: "Sus pecados , que son muchos , le quedan perdonados , pues ha
amado mucho". Al citar este texto por referencia a Kairova, el jurista estaba
deformando burdamente el significado del Nuevo Testamento. "El señor
Utin sabe muy bien que Cristo no estaba pensando en ese tipo de amor
cuando perdonó a la mujer adúltera. Creo que es un sacrilegio referirse
aquí a ese grande y conmovedor pasaje de los Evangelios." (Fiódor Pávlo-
vich Karamázov, dicho sea de paso, emplea la misma cita y le da el mismo
sentido que Utin.) Recordando sus propios días de cadete, Dostoievski ob-
serva a cuántos "rudos adolescentes ... se les ha instilado la noción, desde
sus días de escuela, de que Cristo perdonó a la mujer por ese tipo de amor,
es decir, precisamente, por su exceso de pasión física" (v. 23 , p. 20). Pero
aunque hay obvias razones "fisiológicas" para la popularidad de esta inter-
pretación entre saludables muchachos rusos, él declara no entender por
qué el señor Utin, que , puede suponerse, sabía más, la utilizó en favor de
Anastasia Kairova. El propio Dostoievski, debe recordarse, había distingui-
do muy cuidadosamente en El idiota estos dos tipos de amor, el carnal y el
cristiano.

En el caso de Ekaterina Kornilova, ya mencionado en el capítulo XI, las


observaciones de Dostoievski sobre la cuestión del "ambiente" indican una

HACIA LOS HERMANOS KARAMÁZOV


cierta flexibilidad. Aunque era implacable adversario de la idea "de que el
crimen ... sólo es una enfermedad causada por el estado anormal de la so-
ciedad", no era ningún fanático cuando se trataba de otros tipos de anor-
malidad. Estaba perfectamente dispuesto a conceder "que en algunos ejem-
plos y en ciertas categorías" la idea de que podía mitigarse la responsabilidad
moral "es perturbadora". Pero cuando esta idea se toma como ley general y
se aplica sin ningún criterio (como demasiado a menudo ha ocurrido en
recientes decisiones de los tribunales), el resultado es privar "a la gente de
su propia identidad y reducirla al nivel de una minúscula pelusa cuyo des-
tino depende de la primera ráfaga de viento" (v. 23 , pp. 137-138) El em-
barazo de Kornilova la había perturbado emocionalmente, y aquí "sin duda
un error del lado de la piedad es mejor que un error del lado del castigo"
(p. 23, p. 139). También le preocupaba que, una vez anulada su primera
convicción , ella pudiese ser nuevamente juzgada y ahora declarada culpa-
ble. Y aquí, una vez más, recuerda la agonía de su propio pasado, compa-
rando esta posibilidad con la situación de un hombre salvado de su ejecu-
ción ("vuelve a ver el sol"), sólo para "volver a ser atado al poste , cinco
minutos después". Gracias en gran parte a la intervención de Dostoievski,
Kornilova se salvó de la tortura que él tan bien había logrado revivir en su
propia sensibilidad (v. 24 , p. 42) .
Aunque los esfuerzos de Dostoievski en favor de Kornilova encontra-
ron la aprobación general, en diciembre de 1877 él respondió a una refuta-
ción insultante, hecha ocho meses antes. Según su crítico, el caso de Kor-
nilova no era más que otro ejemplo de abuso contra un niño , tan frecuente
en Rusia , donde los golpes se daban por sentados. No podía encontrar ra-
zón para declararla inocente por motivo de trastorno mental debido al em-
barazo. "El señor Dostoievski es demasiado impresionable - escribió con
desdén-, y además , 'las manifestaciones patológicas de la voluntad' están
en su propio ámbito como autor de Los demonios, El idiota, etc.; se le puede
excusar el que tenga una debilidad por tales cosas." Sin embargo, el efecto
de su influencia sería reducir la posibilidad de obtener condenas en los
muy pocos casos en que tales abusos fueran llevados a los tribunales
(v. 26 , pp. 94-95).
Dostoievski contesta enérgicamente que la descripción de los hechos
que hace su crítico es deliberadamente deformada y falsa, y que su suposi-
ción de premeditación por parte de Kornilova es totalmente gratuita. El
crítico también se había apiadado de la pobre niña que sería devuelta al

376 ~ UN PERIÓDICO PERSONAL


cuidado de semejante madrastra, pero en realidad estaba viviendo en un
hospicio, del que regularmente salía a visitar a sus padres durante las vaca-
ciones (v. 26 , p.105). Contraatacando ahora en cuanto a lo personal, dice:
'Todo el artículo fue escrito directamente para demostrar que a causa de
mis predilecciones por 'las manifestaciones patológicas de la voluntad', mi
sentido común está tan deformado que ahora resulta que me apiado más
de la torturadora de una niña , de la bestial madrastra y asesina, que de la
víctima torturada, la débil e indefensa niña que fue golpeada, insultada y,
finalmente, casi asesinada . Eso me parece ofensivo". Él no estaba "condo-
nando el abuso físico contra los niños, ¡terrible acusación! " Aun sin tomar
en cuenta "los pasados treinta años de mi labor literaria", aduce todos los
ejemplos publicados en el Diaiio en que había salido a la defensa de niños.
¿Había su crítico alguna vez dicho una palabra acerca de esos casos? En
cuanto a "su debilidad por las manifestaciones patológicas de la volun-
tad . . . , sólo diré que me parece que realmente logré, a veces, en mis nove-
las y cuentos, revelar a ciertas personas que se consideraban sanas , y de-
mostrarles que estaban enfermas", o que "su excesiva confianza en su
propia normalidad provoca en ellas una terrible soberbia, un desvergonza-
do narcisismo que a veces llega al punto de virtual convicción de su propia
infalibilidad" (v. 26, p. 107).
Continuando con su examen del nuevo sistema jurídico ruso en julio-
agosto de 1877, Dostoievski selecciona una familia llamada Dzhunkovski,
una pareja próspera que ha sido acusada y exonerada de maltratar a tres de
sus hijos. Plantea el caso en el contexto de su viaje al hogar de su niñez ,
Darovoe, y de la importancia de que los sujetos tengan bellos e inaprecia-
bles recuerdos de su infancia que los sostengan más avanzada la vida. Hace
una cita extensa de la acusación, que denunciaba a los padres de descuidar
físicamente a los h~os , de no darles "alojamiento , vestido , lecho y alimen-
tos", de encerrarlos en un sanitario como castigo por travesuras triviales
(detalle utilizado en Los hermanos Karamázov) , y de golpearlos sin piedad
(v. 25, p. 182) .
A Dostoievski no le sorprendió que la pareja quedara libre porque
"en la ley escrita no existe un artículo que declare delito penal la pereza ,
incompetencia y dureza de corazón que muestra un padre en la crianza de
sus hijos". Si existiera esa ley, comenta sarcásticamente, "tendríamos que
condenar a la mitad de Rusia ... de hecho , a mucho más de la mitad". Lo
que le preocupa, recordando el caso de Kroneberg, es que las definiciones

HACIA LOS HERMANOS KARAMÁZOV


de crueldad y de brutalidad establecidas en las nuevas leyes "eran, a su
vez, tan crueles que positivamente se asemejaban a la tortura de los búlga-
ros a manos de los bashibazouks". (Los bashibazouks eran soldados turcos,
célebres por su crueldad.) A menos que se perpetraran actos espantosos
similares a los suyos, no se había cometido ningún delito. "Ellos [los ni-
ños] fueron golpeados con palmetas . .. Bueno, ¿quién no golpea a los niños
con palmetas? Nueve de cada diez rusos lo hacen" (v. 25, pp. 183-184).
En este ejemplo, el maltrato a los niños fue resultado de negligencia, y
no de crueldad deliberada: el deseo de la madre de no intervenir y la ira
del padre por la conducta de los niños , acerca de la cual se quejó amarga-
mente en la corte. Notando que los niños habían estado de pie junto a su
padre en el tribunal y que estuvieron muy inhibidos en su testimonio ,
Dostoievski se siente conmocionado de que el padre hablara "sin ninguna
consideración por el futuro y el tipo de sentimientos que este día dejará en
los corazones de esos niños , sin siquiera sospechar que este día los dejará
compungidos" (v. 25 , p. 186). Luego ofrece un largo análisis de la posible
psicología de los niños, sosteniendo que algo que puede parecer "escanda-
loso y odioso" a los padres es , las más de las veces , "tan sólo una travesura
infantil, y especialmente, 'fantasías' de los niños", debidas a "la imagina-
ción de un niño, no a un corazón depravado" (v. 25 , pp. 186-187).
Esta vez Dostoievski no critica a los abogados defensores, pero imagi-
na cómo el juez que presidía el tribunal , al rechazar los cargos, debió diri-
girse a los padres. Pudo decirles que aunque exonerados, "hay otra corte:
la corte de su conciencia" , ante la cual quedan condenados ; y es el juicio
de esta corte no legal, sino moral. .. el que el juez está dictando ahora.
Ante esta corte quedan convictos, porque el cruel castigo que infligieron
sólo logró hacer que "el niño [quedara] amargado", lo que significa que
"los pensamientos más fantásticos , deformados y cínicos pueden pasar
por su cabeza". Habrá perdido el amor a sus padres porque "ustedes no
evalúan en nada sus sentimientos y su dignidad humana, mientras que un
niño, hasta el más pequeño , también tiene un sentido completamente for-
mado de la dignidad humana: tengan eso en cuenta". El juez, como Dos-
toievski imagina la escena , continúa sus advertencias al subrayar que el
futuro mismo de Rusia se ve afectado por lo que sólo parece una cuestión
privada y familiar. "¿Qué le pasará a Rusia si los padres rusos no cumplen
su deber cívico y empiezan a buscar ... apartarse en una secesión perezosa
y cínica , de la sociedad , de su pueblo y de sus deberes más básicos para

37 8 ~ UN PERIÓDICO PERSONAL
con ellos?" Y concluye el juez: "A los niños y a sus doradas cabecitas les
prometió el Salvador abreviar 'los tiempos y las estaciones' para nosotros.
Por ellos, se abreviarán los tormentos por los que habrá de pasar la rege-
neración de la sociedad humana en camino a otra más perfecta" (v. 25,
pp. 188-193).
Un último caso, de octubre de 1877 , fue el de un tal general Hartung,
quien se suicidó en el propio tribunal inmediatamente al oír que se le de-
claraba culpable de fraude. El acontecimiento creó una verdadera sensa-
ción y produjo un escándalo contra el veredicto , considerado demasiado
severo. Hartung sostuvo durante todo el juicio que no había actuado
de mala fe, que involuntariamente se había visto enredado en una serie de
actos dudosos sin ninguna intención de engañar o defraudar. El despreve-
nido general había aceptado , como amigo, quedar como albacea del testa-
mento de "un ex sastre , que después se metió a prestamista y especulador",
y de pronto se encontró atrapado en una disputa entre los herederos. Él
favoreció a una de las partes, actuó de manera técnicamente ilegal, sin sa-
berlo, y luego tuvo que soportar la humillación de un juicio. En su cadáver
se encontró una nota de suicidio en que juraba por el Todopoderoso que
"no había robado nada en el asunto y que perdonaba a sus enemigos"
(v. 26 , p. 45).
Sin explayarse en los hechos, Dostoievski intenta discernir las condi-
ciones de la vida rusa que habían llevado a semejante situación a un hom-
bre honorable . "Aquí todos son culpables: las costumbres y los hábitos de
nuestra sociedad educada; los caracteres que allí se han forma do y creado;
y por último , las costumbres y los hábitos de nuestros jóvenes tribunales,
que hemos tomado de otras partes y no suficientemente rusificado" (v. 26,
p. 46). "La mayoría de los rusos decentes", asegura, padecen el mal de la
complacencia, rasgo bien conocido del carácter ruso . No son malas perso-
nas , pero en ellos "prevalece específicamente esta disposición a ceder, la
necesidad de conceder, de entrar en tratos" (v. 26 , pp. 46-4 7). Hartung
probablemente quedó como albacea del testamento bajo presión de su te-
nebroso amigo. También existe otro tipo de rusos: el de quienes pueden
"entrar en la vida con los míseros restos de antiguas posesiones", y "son
inocentes, virtuales Schillers", cuyo desconocimiento de la "bajeza" es con-
movedor. Esas personas tienen un sólido sentido de la dignidad y se suici-
darán si creen que se ha dudado de su honor. Concluye Dostoievski que
"no hubo error. .. no hubo falla de la justicia. Fue el destino ; aquí hubo

HACI A LOS HERMANOS KARAMÁZOV ~ 379


una tragedia; una fuerza ciega por alguna razón escogió a Hartung y lo cas-
tigó por vicios muy difundidos en nuestra sociedad" (v. 26, p. 50) .
De todas maneras, Dostoievski no se ahorra su habitual crítica a la for-
ma en que los casos jurídicos son juzgados en los tribunales rusos, cuyas
deficiencias atribuye a la adopción acrítica del modelo europeo. Lo que
más le indigna es la evidente disposición tanto de la acusación como de la
defensa a decir cualquier cosa -a hacer las acusaciones más exageradas de
un lado o del otro- para ganar el caso. Redacta entonces una serie de di-
vertidas parodias de una acusación imaginaria contra un incendiario. El
fiscal declara que "no estoy haciendo ninguna acusación directa de incen-
dio deliberado" contra el acusado, pero pocas frases después pide a los ju-
rados que condenen "a este incendiario, a este inveterado y confirmado
incendiario". Por su parte, el defensor insiste, "desde luego , con la más
absoluta cortesía", en que "el fiscal es estúpido, necio, bastante desprecia-
ble", y que si alguien fue culpable de incendio fue el acusador porque en la
hora misma del incendio se encontraba en una fiesta del día del santo de
un amigo, en ese mismo vecindario (v. 26 , pp. 51-52).
Bromeando a lo largo de varias páginas más, nuevamente Dostoic:vski
vuelve a culpar de gran parte de lo que lamentablemente ocurre en los tri-
bunales a la vanidad de los abogados, a quienes les encanta dar un espec-
táculo para goce del público. El público debiera "salir de allí con una im-
presión elevada , poderosa y edificante", pero en cambio "todos están
sentados allí , viendo que las cosas se basan en un tipo de mentira" : una
mentira derivada de "ciertas prácticas tomadas de Europa con una exube-
rante falta de discriminación, y que han echado raíces en los responsables
de la defensa y la acusación". Espera que "la nacionalidad rusa, el espíritu
ruso, algún día ... eliminen la falsedad", y que ambos lados se unan en la
busca de la verdad . ¿Podría realmente ocurrir esto7 "Todas esas utopías
-contesta con ánimo de desengañar al lector- tal vez serán posibles sólo
cuando nos broten alas y nos transformemos en ángeles. Pero entonces, ya
no habrá ningunos tribunales" (v. 26 , pp. 53-54). Vemos aquí el lado San-
cho Panza de Dostoievski , cuando sus visiones utópicas son aplacadas por
las prosaicas realidades de la existencia humana. Y sin duda una razón de
que tan a menudo apele a Don Quijote es el eterno sube y baja entre utopía
e ironía tan omnipresente en su propia obra y tan soberbiamente ejemplifi-
cado en la creación de Cervantes.
Así pues , concluyamos con otro pasaje acerca de Cervantes que apare-

380 ... UN PERIÓD ICO PERSONAL


ció en el Diario de marzo de 1876 , comentando esta vez un episodio au-
téntico del libro.

Fue Heine, ¿verdad? - pregunta Dostoievski-, quien nos dijo cómo leyendo
Don Quijote, cuando era niño, rompió a llorar en el pasaje en que el héroe fue
alcanzado por el barbero Sansón Carrasco , hombre mezquino y lleno de sen-
tido común. No hay nada más profundo ni más poderoso en todo el mundo
que esa obra de ficción Sigue siendo la expresión final y más grande del pen-
samiento humano, la ironía más amarga que el hombre es capaz de expresar,
y si se acabara el mundo y a la gente se le preguntara entonces: "Bueno, ¿en-
tendió usted algo de su vida en la Tierra, y sacó de ella alguna conclusión?",
una persona podría entregar silenciosamente el Don QuUote: "He aquí mi con-
clusión acerca de la vida; ¿podéis condenarme por ella?" [.. ] Yo no digo
-prosigue Dostoievski- que una persona tuviera razón al decir eso, pero ... "
[v. 22, p. 92].

Muchos años antes, en una entrada al cuaderno de notas hecha ante el


ataúd de su primera esposa, Dostoievski había escrito que era imposible
para nadie realizar el ideal de Cristo en la Tierra porque se lo impedía el
ego humano, y sin embargo, éste era el ideal al cual eternamente debía as-
pirar la humanidad (v. 20, p. 172). El lamentable destino del príncipe Mish-
kin en El idiota, al que Aglaia Epanchina y otros comparan con Don Qui-
jote, nos permite creer que , al menos en ciertos momentos, estuvo muy
cerca de aceptar como final la "conclusión" de Cervantes. Empero, en Los
hermanos Karamázov retrataría Dostoievski en escala grandiosa la capaci-
dad de la personalidad humana para liberarse de las cadenas del egoísmo y
de transformarse a sí misma, si no al mundo , en una realización personal de
la ley del amor, la ley de Cristo.

HACIA LOS HER MA NOS KARAMÁZOV


XVI. La Cuestión Ju día

EL DIARIO DE UN ESCR ITOR contiene , a la vez, los aspectos más atractivos y los
más objetables de Dostoievski. Sus cuentos expresan , en su más pura for-
ma, su auténtico idealismo y su dolor por los sufrimientos de la condición
humana. Pero el Diario también está deplorablemente viciado por su pro-
funda xenofobia , que se extiende a todos los pueblos que no sean de ori-
gen ruso y que se manifiesta aquí, sobre todo, en relación con los judíos.
Una y otra vez Dostoievski lanza las más terribles acusaciones contra ellos
como implacables explotadores de la miseria de los demás, motivados por
un ávido afán de lucro , y los describe desplegando su influencia interna-
cional contra los intereses del Estado ruso .
Muchos de sus lectores judíos habían creído encontrar en la doctrina
de amor, perdón y reconciliación que tan elocuentemente predicaba Dos-
toievski una respuesta a sus más profundos anhelos con respecto a su lu-
gar en la sociedad rusa, y se sintieron profundamente desconcertados por
sus tiradas antijudías. Le llegaron cartas con sus quejas y réplicas, y él se
sintió llamado a contestarlas en un artículo especial del Diaiio de marzo de
1877 , dedicado a "La Cuestión Judía" . La mayor parte de los asuntos so-
ciopolíticos que Dostoievski aborda en el Diario han perdido todo interés
actual, pero la Cuestión Judía ciertamente no es uno de ellos.

Las ocasionales referencias a los judíos que aparecen en los primeros escri-
tos de Dostoievski, aunque muestran los prejuicios prevalecientes en la

382 .,..¡
sociedad rusa, son por completo incidentales y no particularmente insul-
tantes, si se juzgan por las normas de su tiempo y lugar. A comienzos de
los cuarenta había estado trabajando en una obra de teatro que se intitula-
ría El judío Yankel, aunque no se sabe con certeza cuánto llegó a escribir.
Un judío del mismo apellido aparece en el Taras Bulba, de Gógol, y fijó la
pauta de cómo este personaje grotescamente cómico sería retratado duran-
te largo tiempo en la literatura rusa. El judío de Gógol es ridículo , traicio-
nero y obsequioso, pero en una escena, cuando se le pide ayudar a un co-
saco que le había salvado la vida y a cuya cabeza habían puesto ahora
precio, su rostro se ruborizó "por su propia avidez, y luchó por sofocar en
su corazón la eterna obsesión por el dinero que, como un gusano, corroe
el alma de un judío".1
En La casa de los muertos, quince años después , Dostoievski retrató a
un preso judío a quien sus compañeros de cárcel fastidian y hacen blanco
de sus bromas crueles e insultantes. Aunque tiene desagradables rasgos
caricaturescos, y se le compara con el judío Yankel de Gógol, Dostoievski
no lo trata con hostilidad. Por el contrario -como lo ha escrito incluso
David Goldstein, el más severo crítico del antisemitismo de Dostoievski-,
"con simpatía, si no con afecto, evoca 'la gozosa apariencia de mi compa-
ñero de prisión y de barraca, el inolvidable Isai Fómich' ". 2 Como lo ha
observado otro comentador, Isai Fómich es la primera figura judía que en
la novela rusa recibe un nombre personal (y no simplemente tipológico,
como "Yankel"), y aparece como un individuo con marcados rasgos dis-
tintivos. 3
Precisamente en la época (1861-1862) en que se estaban publicando
entregas de La casa de los muertos, la revista de Dostoievski, Vremia (El Tiem-
po), se vio envuelta en una controversia con la publicación eslavófila Den
(El Día) concerniente a los judíos. Éste fue el periodo , justo después de la
liberación de los siervos en 1861 , en que las reformas estaban afectando
todos los aspectos de la vida rusa , y se había promulgado un decreto esti-
pulando que los judíos con grados universitarios eran elegibles para pues-
tos en todas las ramas del servicio civil. Cuando El Día se opuso a abrir
puestos administrativos a individuos "que abiertamente niegan las ense-
ñanzas cristianas, los ideales y la ética cristianos", El Tiempo replicó: "No es
1
N. V Gogol, Polnoe Sobra nie Soch inenii, vol. 2. Moscú , 1940- 1952, p . 130
2 David Goldstein , Dostoievshi and th e j ews (Austin, 198 1), p. 21.
3 Felix Philipp Ingold , Dostojewshi irnd das ju dentwn, Fráncfort del Meno 1982, p. 57.

LA CUESTIÓN JUDÍA ... 3 3


este espíritu, nos parece, el que inspiró las enseñanzas de Él en cuyo nom-
bre, al parecer, está hablando El Día. Las enseñanzas de paz, amor y con-
cordia debieran inspirar otros pensamientos y otras palabras". No se ha
establecido a ciencia cierta si Dostoievski escribió este artículo , pero como
director de la revista ciertamente aprobó su publicación, y aunque tenía la
costumbre de poner notas a pie de página a los artículos con que estaba en
desacuerdo , no se ha encontrado nada en este caso . Además, tras otro ar-
tículo de El Día que atacaba el Talmud, El Tiempo publicó la respuesta de
un periodista judío, Piotr Liakub. También debe notarse que en una co-
lumna que mensualmente publicaba El Tiempo , con la crónica y asuntos
internos, siempre se defendió a los judíos. -+
Pocos años después, en Crimen y castigo, el villano Svidrigailov se sui-
cida ante los aterrados ojos de un bombero judío que, inexplicablemente,
lleva "un casco de Aquiles". Este personaje no sólo habla un pésimo ruso ,
sino que su rostro "mostraba la eterna expresión de aflicción resentida que
tan marcadamente puede verse en todo rostro judío, sin excepción" (v. 6,
pp. 394-395). Mucha tinta ha corrido acerca de esta yuxtaposición y esta
observación, pero difícilmente parecen justificar la enorme atención que
han recibido. El bombero queda dignificado por estar cumpliendo un de-
ber cívico , y tanto su presencia como su momentánea evocación añaden
un toque grotesco al siniestro fin de Svidrigailov.
En El idiota y en El adolescente, basándose en Herzen y en Heine , Dos-
toievski se refiere a "la idea de Rothschild" que encarna el poder del dinero
tradicionalmente asociado con la judería, pero ninguno de los personajes
poseídos por esta idea es judío. Liamshin, en Los demonios, miembro del
grupo de cinco conspiradores organizado por Piotr Verjovenski, es llama-
do judío , pero no hay nada en su modo de hablar, su atuendo o su com-
portamiento que lo caracterice como tal. Se le tolera en sociedad (aunque
se le muestra como un hombre tortuoso y cobarde, y es prestamista) por-
que tiene el don de hacer divertidas improvisaciones al piano. Se sospecha que
profanó un icono sagrado en compañía de un ex presidiario campesino
cristiano , pero no está presente en el asesinato y se abate histéricamente al
llegar a la escena. Es el primero en confesar - lo que puede considerarse
un acto positivo, dadas las circunstancias- pero lo hace de una manera
tan degradante, comparado con los demás , y hasta ofreciéndose a servir de
4
Véase Gol dstein , Dostoievshi and thc )cws, pp. 39 --+0; también Y S. l'\echaeYa . Zlrn mal M.
lvf. i F M. Dostocvshild1, "Vremya", 1861-1 863 , Moscú, 1973, p. 29 .

384 ... UN PER IÓD ICO PERSON AL


soplón, que sobresalen ante todo su perfidia y su duplicidad. Pese a su
asimilación superficial a la vida rusa , Liamshin sigue encarnando los des-
agradables rasgos infaliblemente atribuidos al carácter judío en la literatura
rusa hasta el último cuarto del siglo x1x . 5
Al llegar la década de 1870, la liberación de los siervos había inaugura-
do un periodo de transformación económica en que el capital de financie-
ros rusos desempeñó un papel cada vez más importante, sobre todo en el
intensivo gasto de construcción de los ferrocarriles. Fue entonces cuando
Dostoievski empezó a atacar a los judíos en su Diario, con el lenguaje más
insultante, representándolos como responsables (o al menos, como desver-
gonzadamente ávidos de sacar ganancia) de la creciente industrialización y
comercialización de Rusia y de la vida rusa , que él aborrecía hasta con la
última fibra de su ser. Desde entonces, nunca perdió una oportunidad de
fustigar a "la chusma de judíos y hebreos triunfantes que se ha dejado caer
sobre Rusia ... , judíos ... tanto de la persuasión hebraica como ortodoxa"
para chupar la sangre de los campesinos, liberados pero con deudas impa-
gables (v. 22, p. 81). Es muy evidente que se inclinó a aceptar la eterna
demonización de los judíos como implacables explotadores de la miseria
de otros y como cerebros ocultos y manipuladores de la política mundial.
A pesar de todo, Dostoievski no se consideró antisemita por una ani-
mosidad religiosa o por un prejuicio irrazonable, e intentó justificar su
abierta hostilidad ante sus lectores judíos. Y el Dostoievski que defendió
la extensión de los derechos a los judíos en 1861 no se había desvanecido
por completo; aún quedan ciertas trazas de un esfuerzo por reconciliar su
versión del ideal cristiano de amor tanto con su arraigada xenofobia como
con su intenso odio a la nueva forma que la sociedad rusa estaba adop-
tando en esos últimos años de su vida.

El artículo de Dostoievski sobre la Cuestión Judía contiene citas de dos


cartas de correspondientes judíos (los dos únicos a los que contestó). Una
de ellas, de Sofía Lurie, ya se ha mencionado y volveremos a ella. La otra
es de una misiva enviada desde la prisión de Butiurki, en Moscú , el 26 de

5 Véase el análisis de Liamshin en Goldstein, op. cit. , pp. 67-85.

LA CUESTIÓ N JUDÍA ~ 3 5
enero de 1877 , por un reo llamado Arkadi Kovner. Dos días después llegó
otra carta, del mismo y sorprendente lugar, y Dostoievski respondió a am-
bas el 14 de febrero. "Rara vez he leído - escribió- algo más inteligente
que la primera carta que usted me envió (la segunda es un caso especial) ." 6
En su primera carta, Kovner había abordado la vilificación de los judíos;
en la segunda, trataba de la convicción de que sin fe en la inmortalidad del
alma no es posible ninguna moral, y la vida humana queda privada de su
significado último.
¿Quién fue este preso-correspondiente, cuya primera carta le impresio-
nó tan favorablemente a Dostoievski? Era un periodista judío, nacido en
Vilna, que había recibido inicialmente la tradicional educación hebrea. Es-
cribiendo al principio en hebreo, publicó dos libros en que atacaba la es-
trechez y el provincianismo de la cultura y la literatura hebrea contempo-
ráneas, y pedía que ambas se abrieran al mundo moderno. Siguiendo su
propio consejo , dominó la lengua rusa, se trasladó a San Petersburgo y co-
laboró con varios periódicos liberales y progresistas. Escribió regularmente
una columna en La Voz, "Curiosidades literarias y sociales" , en que hacía
un continuo comentario de la escena sociocultural; muchas de las más hi-
rientes pullas contra Los demonios, así como contra Dostoievski por haber
aceptado la dirección de El Ciudadano, se han atribuido a su pluma. Como
observa Kovner en su carta: "Antes fui uno de esos publicistas a quienes
usted desprecia, que violenta y maliciosamente lo maldijeron (es decir, a
sus artículos)". Admitiendo que había hecho "todo lo posible por entablar
una polémica personal con usted , por desafiarlo a combatir", reconoce su
fracaso, porque "usted pasó en silencio todos mis exabruptos y no gratificó
mi egoísmo".7
Sin embargo , el periodismo era una profesión muy mal pagada, y Kov-
ner aceptó un empleo en el Banco de Préstamos y Descuentos de San Pe-
tersburgo. Con un salario de hambre e incapaz de obtener un avance, dio
el mal paso que lo condujo a la prisión. Como escribió a Dostoievski, des-
pués de

6
PSS, vol. 29 , libro 2, p. 139; 14 de febrero de 1877.
7
Leonid Grossman, Confessio n of a]ew, trad. de Roanne Moab, Nueva York , 1975, p. 76.
Ésta es la versión inglesa de la principal obra dedicada a Arkadi Kovner: Leonid Grossman ,
Ispoved odnogo evreya, Moscú/ Leningrado , 1924. Para un análisis más reciente de Kovner, véase
lrina Paperno , Suicide as a Culttiral Institution in Dostoievski's Russia, cap. 5, Ithaca, 1997.

386 ... UN PERIÓDICO PERSONAL


observar cuidadosamente las operaciones del banco durante dos años, decidí
que todos los bancos están basados en principios de engaño y de estafa. Vien-
do cómo algunos adquirían millones, me sentí tentado y decidí robar la canti-
dad de dinero que constituye el tres por ciento de las ganancias anuales de los
accionistas del banco más rico de Rusia. Este tres por ciento ascendía a 168 000
rublos ... Con este tres por ciento habría podido cuidar de mis ancianos pa-
dres, de mi numerosa y pobre familia, de los hijos pequeños de mi primera
esposa [se había casado , siendo adolescente, contra su voluntad], de mi amada
novia, su familia y muchos otros más de los "humillados y ofendidos", virtual-
mente sin dañar a nadie. Éstos fueron los verdaderos motivos de mi delito. 8

Dostoievski, sin duda, reconoció en esas palabras el impacto de su


propia obra sobre el muchacho que invoca la situación del "humillado y
ofendido" (el título emblemático de su primera novela después de regresar
de Siberia) para defender su crimen. Como lo ha dicho Leonid Grossman
en su indispensable libro acerca de Kovner, "la astuta casuística de Raskól-
nikov", quien sostiene que hasta un delito más grave (el asesinato) puede
justificarse por motivos humanitarios, "había captado el alma [de Kov-
ner]".9 La estafa de Kovner fue descubierta y lo detuvieron antes de que
pudiera huir a los Estados Unidos con su amante, con quien se casó en
una improvisada ceremonia en una parada del ferrocarril.
En su respuesta escribió Dostoievski: "Se expresó usted tan clara y
comprensiblemente (al menos para mí) acerca de su delito que yo, que no
supe de su caso con detalle lo veo del mismo modo que usted lo juzga" rn
Aceptó, pues, las razones de Kovner: su delito fue inspirado por un objeti-
vo meritorio, y el preso quedó así absuelto de la acusación de haber come-
tido un delito sórdido, exclusivamente penal. Pero en cambio, refutó la
declaración de Kovner de que "yo ... declaro abiertamente, incluso ante
usted, que no sentí entonces, ni siento ahora, ningún remordimiento de
conciencia con respecto a este delito. Lo mío fue sólo un paso dado contra
la moral teórica y social" .11
A esto respondió Dostoievski: "No me gustan, para nada, los dos ren-
glones de su carta en que usted dice que no siente ningún arrepentimiento
8 Grossman, op. cit., p. 76.
9
Ibid., p. 59.
10 PSS, vol 29, libro 2, p. 139; 14 de febrero de 1877.
11
Grossman, op. cit., p. 81.

LA CUESTIÓN JUDÍA ~ 3 ¡
por lo que hizo en el banco. Existe algo más alto que las conclusiones del
intelecto y todas las posibles circunstancias que a ellas conduzcan: algo a
lo cual todos están obligados a someterse (es decir, una vez más, algo como
una norma)" . Evidentemente, Dostoievski siente que Kovner se está absol-
viendo con excesiva facilidad, aunque propone esta idea con sumo cuida-
do y toma precauciones para no herir las sensibilidades de alguien que es-
tuviera leyendo sus palabras tras las rejas de la prisión.

Tal vez sea usted lo bastante inteligente [escribe] para no sentirse insultado
por la franqueza y la gratuidad de mi observación. En primer lugar, yo no soy
mejor que usted o que nadie más (y esto no es falsa humildad, y además,
¿qué objeto tendría para mm,
y en segundo lugar, aun si yo de hecho lo ab-
suelvo a usted en mi corazón y a mi manera (como lo invito a absolverme a
mí), entonces es mejor, en resumen, que yo lo absuelva a usted a que usted se
absuelva a sí mismo. 12

Dostoievski ilustra este punto comparando a un cristiano "completo,


superior", que dice: "Debo compartir mis posesiones con mi hermano y
servirlo en todas las formas que pueda", con un hombre común que dice:
"Debes compartir tus posesiones conmigo, una persona similar y un vaga-
bundo, y debes servirme"D El primero, inspirado por el amor cristiano,
tendría razón; el segundo, inspirado por la envidia y el deseo de venganza,
no la tendría. Dostoievski implica que la autojustificación de Kovner es en
realidad la del hombre común, que desea vengarse de la sociedad mientras
afirma que aspira a metas superiores.
Además de los informes acerca de su situación personal, la carta de
Kovner también contiene comentarios sobre sus reacciones a las obras
de Dostoievski. Elige como su favorita El idiota, la más íntimamente auto-
biográfica de sus novelas, y el autor responde que "todo el que habla de [El
idiota] como de mi mejor obra tiene en su mentalidad algo especial que
siempre me ha sorprendido gratamente. Y si también usted tiene esa men-
talidad, entonces tanto mejor para mí". 14 Kovner también habla de la capa-
cidad de Dostoievski "para mantener al lector (es decir, a mí) en un estado
de constante tensión y expectación", en lugar de entrar "en nimios detalles
12
PSS, vol. 29, libro 2, p. 139 ; 1-+ de febrero de 1877.
13
Ibi d., p. 140.
14
Ibid., p. 139.

388 ... UN PERIÓDICO PERSONAL


al describir la apariencia externa de los personajes"; a la vez, lo elogia por
no exhibir "su don para describir la naturaleza como lo hacen nuestros
novelistas aristocráticos , empezando por Turgueniev, Goncharov y Tolstoi,
y terminando con Boborikin, quien lleva estas cosas hasta extremos repe-
lentes" . 15 Nada habría podido complacer más a Dostoievski que semejante
comparación y semejante cumplido.
Estando en prisión , Kovner había escrito una novela que fue aprobada
por la censura y una comedia en cinco actos que obtuvo el segundo pre-
mio en una competencia. Pidió ayuda para colocar estas obras, y Dostoiev-
ski prometió llevarlas a Notas de la Patria, aunque sin muchas esperanzas
(nada de Kovner apareció en la revista). También prometió informar de
ello a Nekrásov y a Saltikov, recordándoles que cuando él había sido direc-
tor de El Tiempo se habría aceptado un manuscrito llegado de una prisión
si "coincidía, así fuera en lo mínimo, con la orientación de la revista''. 16
La primera carta de Kovner también incluye un amargo fragmento de
su propio diario -escrito después de haber leído La mansa, en el número
de noviembre de 1876 del Diario-, que Dostoievski bien pudo haber to-
mado como un desafío personal.

Estoy seguro [escribe Kovner] de que los grandes novelistas-psicólogos que


pintan los tipos más auténticos de defectos y de instintos bajos, que analizan
todos los hechos de sus personajes , sus movimientos del alma, que encuen-
tran en ellos la chispa divina , que simpatizan con ellos y desean su renaci-
miento, que los elevan al nivel del Hijo Pródigo del Evangelio, estoy seguro
de que esos mismos grandes escritores, si se encontraran con un verdadero
delincuente , vivo, en prisión, se apartarían de él, aunque semejante tipo les
pidiera ayuda, consejo , consuelo, aun si no fuera un inveterado criminal del
tipo pintado en muchas de las obras de estos escritores H

Sin embargo, después de enterarse de la visita de Dostoievski a Korni-


lova, Kovner expresa en su segunda carta su arrepentimiento por haber
incluido este pasaje.18

15
Grossman, op. cit., p. 78.
16 PSS, vol. 29, libro 2, p . 139; 14 de febrero de 1877.
17
Grossman, op. cit., p. 85.
18 PSS, vol. 29 , libro 2, pp. 279-280. La segunda carta de Kovner aparece publicada en el

comentario a la respuesta de Dostoievski en PSS.

LA CUESTIÓN JUDÍA ~ 3 9
4

Si las observaciones de Kovner acerca de las obras de Dostoievski agrada-


ron e impresionaron a su autor, no puede decirse lo mismo de su encona-
do ataque contra el antisemitismo de Dostoievski. Kovner declara abierta-
mente que no comparte muchas de las opiniones planteadas en el Diario
sobre "patriotismo, nacionalismo en general, el espíritu del pueblo ruso en
particular, eslavofilia y cristianismo", pero se abstiene de exponer argu-
mentos contra ellos. Sin embargo , hay "una cosa que absolutamente no
puedo explicarme. Es el odio de usted al zhid, que aparece en casi cada
número de su Diario" .19 Kovner sencillamente n o puede comprender cómo
una "persona tan sincera" y "un hombre absolutamente probo" pudiera
exhibir un intenso humanitarismo en tan diversas circunstancias y, al mis-
mo tiempo , acumular tantos insultos contra una pisoteada minoría dentro
del imperio ruso. "Yo , no menos que usted - escribe- , no puedo tolerar
los prejuicios de mi pueblo. He sufrido no poco como resultado de ellos.
Pero jamás concederé que una explotación sin escrúpulos esté en la sangre
misma del pueblo judío. "2º
Kovner acusa a Dostoievski de negarse "a contemporizar con la ley bá-
sica de toda vida social", a saber, que todos los ciudadanos de un país de-
ben tener los mismos derechos y obligaciones . Y pregunta si "el kulak orto-
doxo ruso , campesino explotador, tabernero o chupasangre" es mejor "que
tipos similares entre los judíos" . En particular le enfurece que esa condena-
ción integral abarque a toda "la masa terriblemente miserable de tres mi-
llones de judíos, dos millones novecientos mil de los cuales están en deses-
perada lucha por la existencia , y que son moralmente más puros no sólo
que otras nacionalidades, sino que ese pueblo ruso al que usted idolatra".
Tampoco toma en cuenta Dostoievski a los judíos que han recibido una
educación superior, "y que se han distinguido en cada aspecto de la vida
rusa" (enumera algunos nombres, incluyendo a un tal Goldstein, que pa-
deció la muerte del héroe como voluntario en Serbia) . Las denuncias de
Dostoievski pondrán en peligro a "una enorme multitud de pobres", mien-
tras que los judíos influyentes no tienen nada que temer de la prensa ni de
"la ira impotente de los explotados".21
19
Grossman , op. cit., p. 82.
20
ldem.
21
lbid., p 84 .

390 ... UN PER IÓDICO PERSONAL


Al responder a esas acusaciones, Dostoievski ya muestra las oscilacio-
nes que se notarían en su artículo . Por una parte, declara inequívocamen-
te: "No soy, en absoluto , enemigo de los judíos, y nunca lo he sido". Habla
de tener "conocidos judíos" (aunque, con la excepción de Sofía Lurie , no
se sabe de nadie más) "que vienen a verme en busca de consejo sobre va-
rios asuntos ... y aunque son muy sensibles, como lo son todos los judíos
acerca del judaísmo , no son mis enemigos". 22 Como Dostoievski no quería
considerarse un prejuiciado antisemita, busca algunas razones en apoyo de
sus ataques a los judíos como fuerza socavadora de la vida rusa. Kovner
había hecho notar la historia de cuatro mil años del pueblo judío, y Dos-
toievski conviene en que "esta [tribu] tiene una extraordinaria fuerza vital";
empero, inmediatamente aprovecha esa longevidad para argüir que esta
fuerza vital "se ha formulado naturalmente en varios status in statu [Estado
dentro de un Estado] . .. Y, siendo así, ¿cómo no se les puede probar [a los
judíos] que, al menos parcialmente, están reñidos con la raíz de la nación,
la tribu rusa?"
El empleo del término status in statu revela la influencia de una obra
tristemente célebre, El Libro del kahal, escrito por Yakob Brafman, judío
convertido a la ortodoxia que fue instructor de hebreo en un seminario
ortodoxo. El libro de Brafman reproduce algunas de las minutas oficiales
del kahal (la organización legal aprobada por el gobierno para administrar
los asuntos internos de las comunidades judías) de la ciudad de Minsk,
acompañadas por un espeluznante comentario. Insistía en que los kahals,
que habían sido oficialmente abolidos en 1844, nunca habían dejado de
existir, y afirmaba, citando a Simón Dubnow, el gran historiador de la ju-
dería ruso-polaca , que "constituían una especie de organización secreta y
misteriosa que ejercía un poder despótico sobre las comunidades .. . , inci-
taba a las masas judías contra el Estado, el gobierno y la religión cristiana,
e infundía fanatismo y un peligroso separatismo nacional en estas masas" n
Las autoridades rusas quedaron muy impresionadas por el libro de Braf-
man y lo distribuyeron a todas las oficinas de gobierno que trataran asun-
tos rusos. La biblioteca de Dostoievski contenía tres ediciones, una de ellas
con una dedicatoria del autor, "como muestra de profunda estima".24
Continuando con su argumento, observa Dostoievski que "en mis cin-
22
PSS, vol. 29, libro 2, p. 140; 14 de febrero de 1877 .
23 Simon Dubnow, Hist01y of the ]ews in Russia and Poland, Filadelfia, 1918, 3 vols. p. 188 .
24
Goldstein, op. cit., pp. 96-97 .

LA CUESTIÓN JUDÍA ~ 391


cuenta años de vida he visto que judíos, buenos o malos, se niegan a sen-
tarse a una mesa con rusos, mientras que un ruso no desdeñaría sentarse
con ellos. ¿Quién odia a quién? ¿Quién es intolerante con quién?" Hasta
la intelligentsia judía asimilada, de la cual es un buen ejemplo el propio
Kovner, sigue odiando al pueblo ruso; Dostoievski encuentra pruebas de
esta acusación en ciertas palabras condescendientes de la segunda carta
de Kovner en que alegaba que sesenta millones de los ochenta millones de
rusos carecían de un verdadero conocimiento de Dios o de Cristo. Dostoiev-
ski vuelve estas despectivas palabras contra su autor: "Usted odia a los ru-
sos, y sólo porque usted es judío". Además, Kovner debía comprender que
"en la cuestión del grado en que la persona rusa común es cristiana ... n o
es usted competente, en lo más mínimo , para juzgar. Nunca diré acerca de
los judíos lo que usted dice acerca de los rusos". Procede entonces a ne-
gar que los judíos sean "una nación insultada y menospreciada" e insiste
en que "son los rusos quienes son menospreciados, en todos aspectos, por
los judíos". Los judíos gozan de "una igualdad legal casi completa" (lo que
distaba mucho de ser verdad), mientras que "además tienen su propia ley,
su propia religión y su propio statu qua, que, de hecho , las leyes rusas pro-
tegen".25
Pasando del antisemitismo a la teología , Kovner había afirmado clara-
mente que no estaba de acuerdo con la insistencia de Dostoievski en la
importancia de la inmortalidad del alma, pues le resultaba imposible acep-
tar la idea de un Dios que personalmente intervenía en los asuntos huma-
nos. Sin embargo, no era ateo, sino una especie de deísta. "Absolutamente
reconozco -escribe- que existe alguna clase de 'poder' (llámelo Dios, si
usted quiere) que creó el universo, que eternamente crea y que nunca podrá
ser captado por la mente humana. " Pero Kovner se niega a creer que este
"poder" se preocupe por "la vida y las acciones de sus creaciones y cons-
cientemente las guíe, quienesquiera y cualesquiera que puedan ser estas
creaciones". 26
Esa demostración de sensibilidad religiosa que asoma a través de una
pila de datos científicos bien pudo haberle recordado a Dostoievski una car-
ta que él había escrito mucho tiempo atrás. Allí se había llamado "un hijo
del siglo, un hijo de la incredulidad y de la duda", pero alguien que tenía

25
PSS, vol 29 , libro 2, p. 140; 14 de febrero de 1877.
26
/bid., p 280; 28 de enero de 1877.

392 ... UN PERIÓDICO PERSONAL


sed de fe como "la hierba seca" tiene sed de agua. 27 Acaso no sea incidental
que, al replicar a Kovner, hubiese evocado esos años anteriores de su pro-
pia lucha con la fe . "No le hablaré siquiera - escribe- de sus ideas acerca
de Dios y la inmortalidad. ¡Le juro que ya a la edad de veinte años conocía to-
das esas objeciones (es decir; todas las de usted!). No se ofenda: me sorpren-
dieron por lo elementales que son" (las cursivas son mías) . Pero luego ani-
ma a Kovner "a elevar su espíritu y formular su ideal. Después de todo, ¿ha
estado usted buscándolo hasta ahora , o no7"28
En una tercera carta , después de recibir esta inesperada respuesta a las
dos primeras , Kovner se disculpa por la brusquedad y aspereza de algunas
de sus observaciones. Expresa su inmensa gratitud por la disposición de
Dostoievski a aceptar su explicación de su propio delito , lo que significa
que "no estoy moralmente corrompido". Otros, aun cuando él era perso-
nalmente conocido como periodista, habían hablado de él como de un
canalla sin circunstancias atenuantes . El aliento de Dostoievski y su voluntad
de ayudar eran mucho mayores de lo que él había previsto, y se excusa,
"con remordimientos de conciencia" por quitarle el tiempo en medio de
sus obligaciones más importantes. En realidad, le parece "blasfemo" de su
parte haber dicho que "no es mejor que [Kovner] o que ningún otro'', ya
que como escritor Dostoievski "siempre ha tenido ante mis ojos los más
altos ideales (si reales o fantásticos , ése es otro problema)".29
· Esta desbordante gratitud, sin embargo, no le impidió a Kovner seguir
expresando sus desacuerdos con abierta franqueza. Refiriéndose a la com-
paración entre la posición de un cristiano y la de un comunista ante la
cuestión social, dice que comprende plenamente el punto; pero dado que
"el ideal del uno así como el del otro tiene igualmente pocas posibilidades
de realizarse, no tiene ninguna importancia cuál de ellos tenga razón o
no". También le informa a Dostoievski que "usted exagera grandemente el
status in statu judío. Casi no existe ya, y si aquí y allá pueden encontrarse
todavía algunas huellas de él, esto es sólo el resultado de [que los judíos]
involuntariamente hayan sido apiñados en un lugar y de su desesperada
lucha por ganarse una existencia así sea empobrecida". Y Kovner, como le

27
PSS, vol. 28 , libro 1, p. 176; enero-20 de febrero de 1854.
28
PSS, vol. 29 , libro 2, p 14 1; 14 de febrero de 1877 .
29 Leonid Grossman , Beichte ei nes }Llde n, René Fülop-Miller y Friedrich Eckstein (eds.),

Múnich , 1927, pp. 122-123 . Cito la traducción alemana del libro de Grossman porque con-
tiene cartas que no aparecen en la edición original.

LA CUESTI Ó N JUD ÍA ... 39.>


asegura a Dostoievski, no aborrece al pueblo ruso. Llega hasta a decir:
"Amo a la humillada y abrumada masa del pueblo ruso incomparablemen-
te más que a los judíos". Su referencia a los "sesenta millones" fue inspira-
da no por el odio sino por la piedad, porque "tan enorme masa ... es man-
tenida en tal ignorancia ... y no tiene la más tenue concepción de la
doctrina de Cristo y del verdadero cristianismo", que Kovner se declara
absolutamente capaz de comprender tan bien como el que más. 30
No se sabe con certeza cuándo decidió Dostoievski escribir sobre la
Cuestión Judía, pero probablemente estas cartas fueron un incentivo para
hacerlo. Menos de un mes después de recibir la tercera carta de Kovner, le
contestó a Sofía Lurie y en particular le dio las gracias por haberle enviado
información acerca del funeral de un muy querido médico protestante ale-
mán en Minsk, un obstetra apellidado Hindenburg, quien había servido a
la comunidad judía con la misma devoción con que había atendido a todas
las otras nacionalidades. Después de leer la crónica de Lurie -que, como
veremos, le permitió a Dostoievski ofrecer una respuesta "cristiana" a la
Cuestión Judía- le escribió: "Definitivamente, utilizaré a su Dr. Hinden-
burg y su carta.. para el Diario. Tengo algunas cosas que decirle al res-
pecto".31

Quienes leen las obras de Dostoievski están acostumbrados a unos perso-


najes que, bajo la influencia de ideas "avanzadas", cometen espantosos crí-
menes (como Raskólnikov) o se hunden en las últimas profundidades de la
degradación (como Stavroguin). Sin embargo, invariablemente, en cierto
punto de sus atormentadas vidas encuentran o experimentan la visión de
una redención posible por los efectos moralmente purificadores del amor
cristiano. Al leer el artículo de Dostoievski sobre "La Cuestión Judía", es
imposible no recordar esta ley estructural interna de su universo artístico.
Pues aunque las primeras secciones contengan una lamentable exposición
de sus prejuicios antisemitas, el final , sin retirar ni suavizar ninguna de
estas acusaciones, aún mantiene la esperanza de resolución a la Cuestión
Judía , derivada de los ejemplos de caridad y benevolencia desbordantes.
No poco se ha discutido sobre si se debe aceptar esta última sección
30
Idem.
31
PSS, vol. 29 , libro 2, p. 147; 11 de marzo de 1877.

394 ... UN PERIÓDICO PERSO NAL


del artículo como expresión de las auténticas ideas de Dostoievski; y no
hay manera infalible de resolver este problema. Pero dado que esta conclu-
sión conmovedora embona tan bien con la invariable composición de la
obra de Dostoievski, supongamos que es legítima, y que acaso sugiera una
división interna en sí mismo: un conflicto entre las pasiones más bajas del
egoísmo (en este caso , el egoísmo de la identidad nacional-religiosa , con
su heredado exclusivismo) y los anhelos más elevados , universalmente al-
truistas del amor cristiano que Dostoievski consideraba privativo del ca-
rácter nacional ruso . Sin duda, no sería incongruente con su concepto de
la naturaleza humana creer que él sentía en su fuero interno ambas alter-
nativas: si no con igual fuerza , entonces al menos con suficiente tensión
para perturbar su sensibilidad.
Como preludio , Dostoievski explica que no pretende analizar el pro-
blema judío en todas sus ramificaciones: "Esa cuestión está más allá de mis
límites". Pero sí desea contestar a sus correspondientes judíos, que "me
reprochan severa y amargamente 'atacar' y 'odiar a los Yids', odiándolos no
por sus defectos , 'no como a un explotador' , sino específicamente como
raza, supuestamente porque Judas traicionó a Cristo'" (v. 25 , p. 74). Esa
acusación no se había hecho en la carta de Kovner, aunque tal vez la hicie-
ran otros, y Dostoievski la rechaza como totalmente infundada e injustifi-
cada. Irónicamente , observa que fue hecha por judíos "educados", quienes
le confiaron que ya no participaban en los ritos religiosos de su fe, "porque
eso está por debajo del nivel de 'su ilustración'". Semejante actitud no era
la más indicada para ganarse la simpatía de Dostoievski, quien comenta
que "un judío sin Dios es algo impensable; no es posible imaginar siquiera
a un judío sin Dios". Sin embargo, decide que "éste es uno de esos temas
inmensos" que más valdría dejar en paz, y pasa a expresar su "sorpresa" de
que "hubieran podido colocarlo entre los que odian a los judíos como pue-
blo" (v. 25, p . 75).
Sus correspondientes se niegan a "permitirme ... condenar al judío por
algunas de sus fallas y por ser un explotador", y éste es el único cargo con-
tra ellos. Otro motivo de acusación ha sido su empleo de la palabra "Yid"
(zhíd), "que nunca pensé . .. que fuera tan ofensiva", aunque inmediata-
mente revela todo lo contrario. Pues niega aplicar ese término a indivi-
duos, reservándolo tan sólo "para denotar una idea bien conocida : 'yid',
'yidismo', 'el reino de los yids' , etc. Éstos designaban tan sólo un concepto
bien conocido, una tendencia , una característica de la época". Si el término

LA CUESTIÓN JUDÍA ... 395


era tan inofensivo, ¿por qué limitar así su empleo? ¿Y realmente había olvi-
dado Dostoievski las consecuencias nocivas de identificar a los judíos en
conjunto con todo lo que le parecía aborrecible en el presente? Eso dice, al
menos por el momento, y atribuye las críticas lanzadas contra él exclusiva-
mente a la susceptibilidad judía: "Es difícil encontrar algo más irritable y
puntilloso que un judío culto, y más propenso a ofenderse ... como judío"
(v. 25 , p. 75).
Dostoievski continúa con varios pasajes de la carta de Kovner, entre-
verados con sus propios comentarios. Como respuesta a la acusación de
que sólo culpa al yid y no ... al explotador en general", replica Dostoiev-
ski: "No nos jactamos de nuestros hulahs ... estamos completamente de
acuerdo en que ambos tipos son malos". Sin embargo, en el Diario las de-
nuncias de los hulahs rusos invariablemente van compensadas con him-
nos a la gran masa del pueblo ruso, instintivamente virtuoso, mientras
que los explotadores judíos no son la excepción sino la regla . Dostoievski
también cita el pasaje en que Kovner lo acusa de calumniar a "la terrible-
mente empobrecida masa de los tres millones de la población judía ... que
son moralmente más puros ... que el pueblo ruso al que usted deifica", y
de no mencionar "al honorable número de judíos que han servido al Esta-
do ruso" (v. 25, p . 76).
Dostoievski no da una respuesta directa a esta acusación, sino que aho-
ra adopta el papel del ofendido. Nada de lo que ha escrito en el Diario,
afirma, podría justificar "un ataque de tal vehemencia", y les pide a sus
lectores "notar la intemperancia del ataque y el grado de susceptibilidad"
(v. 25, p. 76) . Al parecer, ¡sus continuos ataques contra los judíos debieron
haber sido aceptados por éstos con la más plácida ecuanimidad! Con poco
mayor justificación, indica que "su honorable correspondiente, al tocar
al pueblo ruso .. . no pudo contenerse y no pudo dejar de tratar a este pobre
pueblo ruso con un desdén bastante excesivo". Por esta conducta concluye
que "cuando se trata de los motivos de nuestra enajenación del judío, tal
vez no sea sólo el pueblo ruso el que tiene la culpa". Tales motivos, conti-
núa Dostoievski, "se han acumulado, naturalmente, en ambos bandos, y
aún no sabemos cuál de ellos tiene más motivos" (v. 25, p. 77). Pese a este
intento de ecuanimidad, muy pronto se vuelve claro que los rusos tienen
mucha mayor justificación de sentirse alienados que los judíos.
"Ningún otro pueblo en todo el mundo -afirma Dostoievski acerca de
los judíos- se ha quejado tanto de su destino ... de su opresión , de sus

39 6 ... UN PERIÓDICO PERSONAL


sufrimientos, de su martirio. " De hecho, todas esas lamentaciones le pare-
cen fuera de lugar.

Diríase que no son ellos quienes gobiernan en Europa, que no tienen ni el


menor control sobre las bolsas de valores de allí y, por consiguiente, de la
policía, los asuntos internos y la moral de los Estados. El noble Goldstein
puede morir por la idea eslava. Pero , aun así, si la idea judía no fuese tan po-
derosa en todo el mundo , esa misma Cuestión "Eslava" ... bien podría haberse
disuelto hace mucho tiempo en favor de los eslavos, y no de los turcos
(v. 25 , p. 77) .

Disraeli, descendiente de "yids españoles", había dirigido la política


exterior inglesa en parte desde el punto de vista de un yid, y la gran misión
de Rusia había sido obstaculizada por el descarado comercialismo que
ahora dominaba la "moral" de los Estados europeos. No puede caber duda
de que las frustraciones y los fracasos que ha encontrado Rusia en los Bal-
canes contribuyeron considerablemente a avivar las llamas del antisemitis-
mo de Dostoievski.
En cuanto a los judíos en Rusia, le parece que sus protestas son gran-
demente exageradas. Dostoievski los acusa de haber explotado sin piedad
a los campesinos rusos en las provincias occidentales aun durante la servi-
dumbre, y en el momento de la liberación "fueron los primeros en caer
sobre [los siervos liberados], sus víctimas . ¿Quiénes fueron los que más
aprovecharon su debilidad? ¿Quiénes, en su eterna búsqueda de oro, se
dedicaron a engañarlos?" (v. 25, p . 78) . Sarcásticamente se refiere a la acu-
sación de Kovner de que él ignora los "cuarenta siglos de historia de estos
inmaculados ángeles que son 'incomparablemente más puros moralmente'
no sólo que otras nacionalidades , sino incluso también más puros que 'el
pueblo ruso al que yo deifico'". Obviamente herido por estas palabras ,
Dostoievski contraataca con extensas referencias a varios artículos que ha-
bía leído recientemente, tomados de periódicos de tendencias antisemitas,
acerca de prestamistas judíos que se habían aprovechado de los recién li-
berados esclavos en los Estados Unidos y sobre situaciones similares que
habían ocurrido entre la población lituana (v. 25 , pp. 78-79).
Dostoievski había negado antes tener algún odio preconcebido contra
los judíos por motivos religiosos, y ahora extiende esta tolerancia al pueblo
ruso en conjunto: tampoco éste tiene "ningún odio obtuso, a pri01i canee-

LA CUEST IÓN JUDÍA ~ 397


bido contra el judío". Como muestra , se basa en sus propias experiencias
en la prisión y como soldado común. Los rusos aceptaban y respetaban las
peculiaridades de los judíos, que los separaban de los demás, como parte
de su religión, "y habiendo comprendido esta gran razón" , el pueblo ruso
perdonaba al judío de todo corazón (v. 25 , p. 80). Al mencionar la imagen
que había puesto en La casa de los muertos de los reos reunidos apacible-
mente para contemplar el espectáculo de Isai Fomich diciendo sus plega-
rias de una manera dramáticamente agitada, Dostoievski se pregunta si , de
invertirse la situación, los judíos habrían sido tan tolerantes como el pue-
blo ruso. La respuesta es muy obvia: "¿No los habrían masacrado , extermi-
nado por completo, como antaño lo hicieron más de una vez con pueblos
ajenos7" (id.). Dostoievski estaba resuelto , a toda costa, a vindicar la supe-
rioridad moral de los rusos contra la denigración de Kovner y a demostrar
que "no es el pueblo originario sino el judío mismo el responsable" si exis-
te una poderosa antipatía en ciertas partes de Rusia.
En la tercera sección del artículo, "Status in statu", da rienda suelta a su
imaginación escatológica para amplificar este concepto hasta ser una terri-
ble acusación de la judería a través de su historia de cuatro mil años. Ba-
sándose, en gran parte , en los tendenciosos saqueos que hizo Brafman de
pasajes del Antiguo Testamento , Dostoievski atribuye la increíble y miste-
riosa sobrevivencia de los judíos, que sobrepasa incluso "la de las más
grandes civilizaciones del mundo", al poder de la idea integrada en su sta-
tus in statu. ¿Cuál es esta idea? "Enajenación y desavenencia al nivel del
dogma religioso; nada de mezclarse; la creencia en que no existe más que
una individualidad nacional en el mundo: los judíos", a quienes se ordena
"tener fe en su victoria sobre el mundo , tener fe en que todos se someterán
a ellos" (v. 25 , p . 81). Empleando los acentos litúrgicos que pronto em-
plearía en la Leyenda del Gran Inquisidor, presenta esta supuesta preten-
sión judía de dominación del mundo en el mismo estilo bíblico de la afir-
mación del papa de su poder temporal sobre los reinos de la Tierra. Ambos
eran los rivales imaginarios de la visión de Dostoievski de una nueva era
de la historia universal que sería inaugurada por Rusia.
Rechaza la explicación de que el status in statu de los judíos había bro-
tado a causa de su persecución a lo largo de los siglos, pues juzga este fe-
nómeno, antes bien, como una expresión de la idea religiosa que los inspi-
raba. "Que su Providencia , bajo el antiguo y original nombre de Jehová,
con su ideal y su pacto continúa guiando a su pueblo hacia una meta ya

398 ... UN PERIÓD ICO PERSO N AL


fijada: eso, ciertamente, está fuera de toda duda". Y esta meta es nada menos
que "el Mesías volverá a reunirlos a ellos en jerusalén y empleará su espada
para obligar a todos los demás pueblos a sentarse a los pies de ellos". Esta
visión de amenaza apocalíptica es entonces reforzada por una cita del dra-
maturgo romántico Néstor Kukolnik (bien olvidado , por ser demasiado
bombástico), en que la hija de un rico mercader judío, varios siglos atrás,
evoca en una canción el retorno a Palestina llevando "el címbalo, la flauta y
el tamboril/La plata , el oro y el sagrado relicario" (v. 25, p. 82).
Así, los judíos trepan inmutablemente , y por la esencia misma de su
religión, a su status in statu; Dostoievski emplea esta premisa con sofística
habilidad para argüir que el otorgar igualdad de derechos a los judíos equi-
valdría, en efecto , a darles más que los que posee la población rusa. Refi-
riéndose de nuevo a las provincias occidentales, habla de la actitud "impla-
cable" del judío hacia la población nativa, lo que sólo es consecuencia de su
imputada "falta de respeto a toda tribu y nación y a todo ser humano que
no sea judío". Retractándose un poco de esta implacable condena, recono-
ce que "los seres humanos siempre y en todos los tiempos han idolatrado
el materialismo y tendido a ver y comprender la libertad tan sólo como
salvaguardia de la propia riqueza. Pero estos esfuerzos nunca antes se ha-
bían elevado tan abiertamente y sostenido como principio superior como
en el siglo x1x". El cristianismo ha declinado en Europa, y aunque Dostoiev-
ski no puede condenar a este respecto a los judíos, ese debilitamiento ha
allanado el camino a la victoria de lo que ellos representan. "El fu turo ... es
materialismo, un ciego y carnívoro anhelo de seguridad material personal,
una sed de acumulación personal de dinero por cualquier medio ... y es
esto, y no la idea cristiana de salvación tan sólo por la más íntima unidad
moral y fraternal del pueblo, lo que es reconocido como la meta suprema,
como algo racional que representa la libertad" (v. 25, pp. 84-85).
Toda la cultura europea se ha rendido, así, al Dios de la carne, Baal, al
que Dostoievski había denunciado en 1863 cuando escribió acerca de la
Exposición Universal de Londres. Lo que ha triunfado es el materialismo
que los judíos encaman (y "no podemos dejar de concluir que los judíos
también han ejercido su influencia"). Desde luego , reconoce que "sólo el
estrato superior de los judíos es rico -los banqueros y los reyes de la bol-
sa de valores-, mientras que casi nueve décimas partes del resto ... son,
literalmente, vagabundos que corren en busca de un mendrugo de pan". No
sin pasar por alto el gran número de artesanos judíos de todas clases , cruel-

LA CUESTIÓN JUDÍA ~ 399


mente atribuye su pobreza a un castigo de Dios por comerciar con el traba-
jo de los demás. Tampoco le preocupa a Dostoievski saber si los judíos son
o no son personas buenas o malas. Está seguro de que entre ellos hay bue-
nas personas, pero : "¡Oh', cielos, ¿es éste realmente nuestro punto7 . .. Es-
tamos hablando acerca del conjunto y de la idea; estamos hablando de
yiddismo y acerca de la idea de los yids, que va reptando por todo el mundo
en lugar de un 'fracasado' cristianismo" (v. 25 , p. 85). Para entonces, toda
realidad individual e histórica se ha disuelto en las fantasías pesadillescas
de Dostoievski acerca de un materialismo judío-europeo que va adueñán-
dose del mundo , de la misma manera en que toda la realidad nacional y
política se disuelve cuando imagina los nebulosos panoramas de "la idea
cristiana de salvación", bajo la égida de la Santa Rusia, conduciendo a una
nueva era de la historia universal de amor y reconciliación fraternales.
En la última sección, "¡Pero viva la fraternidad! ", Dostoievski de pron-
to se interrumpe, como si se hubiese dejado llevar subconscientemente
por esta diatriba antijudía. "Pero ¿de qué estoy hablando, y por qué7 ¿O
soy, también yo, enemigo de los judíos7" De nuevo niega esta acusación,
aunque inmediatamente renueva todos sus cargos anteriores. Afirma que,
"a pesar de todas las consideraciones que he planteado , a la postre estoy en
pro de una plena extensión de derechos a los judíos en la legislación for-
mal y, si eso es posible, también la más plena igualdad de derech os con
respecto a la población nativa". Pero sigue insistiendo en que, "en algunos
casos", los judíos ya tienen derechos , "o tienen más posibilidad de ejercerlos
que la población nativa". Y entonces traza una "pintura fantástica" de
lo que ocurriría si la obshchina (comuna rusa) se desplomara y "los judíos
cayeran como una horda" sobre el pobre e inocente campesino ruso, "poco
capaz de resistir a la tentación". Todas sus posesiones pasarían a manos de
los judíos, "y comenzaría una era que no podría compararse con la servi-
dumbre, y ni siquiera con el yugo tártaro" (v. 25 , p . 86).
A pesar de todo, pese a esta "pintura fantástica" -otro ejemplo de la
imaginación escatológica de Dostoievski, tan brillantemente empleada con
propósitos más dignos en sus obras de fic ción- , insiste en que "sigo en
pro de una igualdad de derechos completa y concluyente ... porque ésta es
la ley de Cristo , porque éste es un principio cristiano. Pero de ser así, pre-
gunta Dostoievski, "entonces, ¿por qué llené tantas páginas de mi puño y
letra y qué punto quería establecer si iba a contradecirme de esta manera7"
Deseaba demostrarles a sus lectores judíos , explica, que los rusos son mu-

400 ~ UN PERIÓDI CO PERSONAL


cho menos culpables que los propios judíos por sus infortunios. Así como
él había fustigado continuamente a la clase superior rusa por mirar desde-
ñosamente al "pueblo", así ahora incluye a los judíos, sobre la base de las
cartas de Kovner, diciendo que se han permitido ese mismo menosprecio
condescendiente. "Oh, me gritan que aman al pueblo ruso . Uno de ellos
hasta me escribió esas líneas, diciendo que le apesadumbraba ver que el
pueblo ruso no tenía religión y no comprendía nada de su propio cristia-
nismo." Estas palabras de Kovner lo escocieron, causando resentimiento;
Dostoievski se refiere a la "presunción y arrogancia" como "rasgos del ca-
rácter judío que son muy penosos para nosotros los rusos". Y los judíos
tampoco toman en cuenta "los muchos siglos de opresión y de persecución
que el pueblo ruso ha soportado", aunque Kovner había expresado su sim-
patía por los siglos de tribulación que lo habían mantenido en la ignoran-
cia (v. 25, pp. 88-89).
Esta sección concluye con la misma irritante oscilación entre defensa y
ataque. Dostoievski afirma su deseo de "una unión completa y espiritual
entre las tribus, sin disparidad de derechos", pero luego insinúa que tal vez
"la resentida aflicción" de los judíos contra los rusos pueda estar "enterrada
entre algunos misterios mucho más profundos de su ley y su constitución'', que
no sea posible erradicar. Y si no existen esos "misterios más profundos",
entonces "unámonos todos con un solo espíritu , en completa fraternida d ,
para ayuda mutua y por la gran causa del servicio a nuestra tierra , a nues-
tro Estado, a nuestra patria". Pero el pro y el contra continúan cuando
vuelve a condicionar este llamado a la unidad fraternal aprobando la ex-
tensión de derechos a los judíos sólo "mientras sea posible ... , mientras el
mismo pueblo judío demuestre su capacidad de aceptar y de valerse de
estos derechos sin perjudicar los intereses de la población nativa" (v. 25,
pp. 87-88). Considerando lo que ya se ha dicho, uno se pregunta cómo
sería posible semejante "demostración". Así, Dostoievski termina con lo
que acaso sea una profunda indecisión a la hora de elegir entre su antise-
mitismo y su deseo de promover "una unión completa y espiritual entre las
tribus".

Algunos de los críticos más hostiles al Diario de un escritor, conforme éste


aparecía mes tras mes, trazaron una firme distinción entre Dostoievski el

LA CUESTIÓN JUDÍA ... 401


publicista y Dostoievski el novelista, prefiriendo, con mucho, a este últi-
mo . Y es el artista, con su intensa empatía por los pobres y los humildes y
su fe en el poder redentor de la moral cristiana del amor, quien ahora ocu-
pa el lugar del publicista de pocas luces. Este capítulo final de "La Cues-
tión Judía" contiene una larga cita de la carta de Sofía Lurie, que, como
Dostoievski le explica a sus lectores, "embona en todo el capítulo que he
escrito sobre los judíos" pero "muestra, por decirlo así, un lado enteramen-
te distinto y hasta opuesto de la cuestión, y hasta algo que podría llevar a
una solución" (las cursivas son mías) . Subraya, además , "que no quise ocul-
tar el hecho de que esto fue escrito por una judía y de que esos sentimien-
tos son los sentimientos de una judía" ... y son totalmente distintos de los
sentimientos que él, hasta entonces, ha atribuido a los judíos (v. 25, p. 89).
Sofía Lurie describe el desbordante sentimiento de gratitud, comparti-
do por toda la comunidad, por la devoción continua del buen médico por
los pobres de todos los credos, a los que ayudó no sólo con sus servicios
de obstetra sino también con dinero y presentes siempre que se encontró
ante la miseria. Minsk contaba con una numerosa población judía, y "en
particular -escribió Lurie-, las pobres judías a quienes ayudó tanto llo-
raron y oraron por él para que se vaya derecho al cielo". Luego narra varios
ejemplos de la ayuda del médico a familias judías menesterosas. En un
caso, "vio que [la madre embarazada] no tenía nada con que vestir al niño,
él se quitó la camisa y el pañuelo (llevaba un pañuelo atado a la cabeza),
los desgarró y los entregó a la mujer". A la familia de un pobre leñador ju-
dío, que había vendido su cabra para pagarle sus honorarios de cuatro ru-
blos, le envió una vaca, mucho más costosa, con la explicación de que la
leche de cabra no era saludable. Un coro de niños judíos cantaron salmos
en su funeral, aunque "esté prohibido cantar tales salmos en el funeral de
un no-judío". Músicos judíos le pidieron autorización a su hijo para el ho-
nor de tocar en su entierro. "Todos los pobres donaron algo -de cinco a
diez kopeks-, mientras que los judíos prósperos aportaron una magnífica
y enorme corona de flores frescas ... Se rezaron plegarias por su alma en
todas las sinagogas, y las campanas de todas las iglesias tocaron incesan-
temente durante la procesión. " Tanto el pastor como un rabino hablaron
al lado de su tumba , y ambos lloraron junto con todos los demás (v. 25 ,
pp. 89-90).
Dostoievski comenta esta carta en la siguiente sección, "Un caso aisla-
do", en que, cordialmente, hace broma de lo que llama el Witz alemán del

402 ... UN PERIÓDICO PERSONAL


doctor Hindenburg en el episodio de la vaca. (El doctor Hindenburg sin
duda fue el modelo del doctor Herzenstube en Los hermanos Karamázov.)
Pero la historia del doctor Hindenburg también le trajo a la memoria una
controversia que por entonces había estallado en San Petersburgo sobre el
realismo y el idealismo en el arte, controversia provocada por una visión
de la quema de Roma por Nerón, pintada con elaborado detalle por G. l.
Semiradski. En una conversación, "un poderoso poeta y refinado artista"
(probablemente Apollon Maikov, muchos de cuyos poemas trataban de la
antigua Roma) había criticado el cuadro de Semiradski por carecer de "un
centro moral". Pensando en el doctor Hindenburg, imagina Dostoievski
un cuadro pintado de su propia vida, que sin duda tendría un "centro moral".
El trasfondo sería "la absoluta, increíble y apestosa miseria de una po-
bre cabaña judía", y el artista podría hacer mucho simplemente "reasig-
nando los papeles de todos esos míseros objetos y artículos del hogar en la
pobre choza" de modo que "pueda llegar profundamente, y al momento, al
corazón de todos".* Un especial efecto de luz podría lograrse con "una
vela de sebo chorreante .. . ardiendo sobre una mesa coja , mientras a través
de una sola, minúscula ventana cubierta de hielo y de escarcha , brilla la
luz de un nuevo día, un nuevo día de duro trabajo para los pobres". Sugie-
re que "el torso del doctor, de ochenta años, desnudo y tembloroso por la
niebla matutina, podría ocupar un lugar prominente, así como ... el rostro
de la desmedrada madre que está contemplando a su recién nacido y ve lo
que el médico está haciéndole". Con su ojo de novelista, también visualiza
"a una cansada anciana judía que viste harapos, madre de la que dio a
luz ... , ajetreándose junto a la estufa. Un judío que había ido a recoger leña
abre la puerta de la choza, y una nube de vapor helado invade por un mo-
mento la habitación. Dos niños están dormidos sobre el suelo en una col-
cha de fieltro". El cuadro debía tratar de expresar los pensamientos que
Dostoievski le atribuye al doctor y que pueden ser, al menos en este mo-
mento, también los suyos.
En el centro del cuadro estaría el "virtuoso anciano", que "se ha quita-

* Dostoievski emplea la palabra "humor" para caracterizar el efecto de esta disposición de


los objetos, pero no es probable que quisiera decir un humor cómico; define el término , antes
bien, como "el ingenio del sentimiento profundo". Bien pudo tener en mente lo grotesco-patéti-
co, algo similar a la magnífica escena de Crimen y castigo en que Katerina Marmeládova obliga a
sus hijos, que lloran, a cantar canciones francesas para mostrar su ascendencia aristocrática
mientras mendigan por las calles.

LA CUESTIÓN JUDÍA ~ 403


do la vieja y raída chaqueta de su uniforme, se ha quitado su propia cami-
sa, y la está desgarrando para hacer vendas ... El pobre niño judío recién
nacido está retorciéndose en la cama, frente a él; el cristiano toma en sus
brazos al pequeño judío y lo envuelve con la camisa que se ha quitado de
su propio cuerpo. ¡La solución al problema judío, caballeros!" Dostoievski
se introduce entonces en la conciencia del doctor Hindenburg como lo
hace con tantos de sus personajes. "Cristo ve esto desde lo alto, y el médi-
co lo sabe: 'Este pobre pequeño yid crecerá y, tal vez, algún día se quitará
la camisa y la entregará a un cristiano cuando recuerde la historia de su
nacimiento', piensa el anciano con noble e ingenua fe. ¿Llegará a ocurrir
esto? Lo más probable es que no, y sin embargo, podría ocurrir; y en la
Tierra no podemos hacer nada mejor que creer que esto puede pasar y lle-
gará a pasar" (v. 25, pp. 90-92). Un mes después, en el número de abril de
1877, publicó Dostoievski su magistral cuento "El sueño de un hombre
ridículo", en que un desilusionado progresista, después de atisbar el ideal
de una sociedad de amor durante un sueño, dedica el resto de su día a co-
municar su visión a un mundo irónico y burlón. Ya podemos oír los acen-
tos de este hombre ridículo, resonando en las palabras acerca del doctor
Hindenburg y sus pacientes judíos.
Aunque sean abiertamente sensibleros, estos pasajes al menos expre-
san cierta comprensión de la miseria judía, y es difícil reconciliar al admi-
rador del santo doctor Hindenburg con el escritor que sólo ve a los judíos
como explotadores y chupasangre dedicados a una conspiración secreta
contra la población ruso-cristiana y, en escala mundial, contra la propia
Rusia. ¿Debemos verlo tan sólo como un manipulador maquiavélico del
sentimiento cristiano, para ocultar su antipatía interna a los judíos? David
Goldstein, justamente indignado ante la repetición de una calumnia anti-
semita tras otra, considera que este llamado de último minuto, es una sim-
ple e hipócrita duplicidad para consumo público. 32 O acaso debamos ver a
Dostoievski internamente atrapado entre los ideales filantrópico-cristianos
que siempre habían alimentado su obra, y su necesidad de encontrar un
chivo expiatorio para las decepciones, frustraciones y disturbios socioeco-
nómicos que habían hundido la vida rusa en un torbellino desde la libera-
ción de los siervos (una liberación que él había anhelado con toda su alma,
y por la cual lo habían enviado a Siberia bajo el cargo de conspirar en favor

32
Goldstein, op. cit., pp. 139-140.

404 ... UN PER IÓDICO PERSONAL


de ella). Todo lo que se puede decir es que , por un momento , en el retrato
imaginario del doctor Hindenburg, el sentimiento cristiano triunfó sobre
la enemistad fanática .
¡Ayl, es difícil no cuestionar la sinceridad incluso de esta solitaria chis-
pa de sentimiento fraternal, porque resulta tan efímera. La corresponden-
cia de Dostoievski revela que su encono antijudío aumentó en lugar de re-
ducirse , y él aun estuvo dispuesto a aceptar la infame acusación de sangre
hecha contra judíos (el asesinato de niños cristianos para obtener su san-
gre). Pero permítaseme ofrecer la última palabra enviada a Arkadi Kovner,
que se vio directamente implicado , y quien le escribió a Dostoievski el 3
de junio de 1877 , habiendo leído el número del Diario dedicado a sus car-
tas. Una vez más, su principal propósito era pedir ayuda para publicar sus
escritos, pero se negó a buscar su simpatía ocultando sus objeciones.

Naturalmente, no estoy en completo acuerdo con usted; sobre todo, es usted


demasiado severo en su suposición de que si en Rusia (o en cualquier otra
parte) hubiera ochenta millones de judíos y sólo tres millones de cristianos,
los judíos, en el sentido más literal de la palabra, los esquilmarían vivos ..
A mi parecer, es mucho peor expresar semej ante opinión (o , mejor dicho,
convicción) públicamente acerca de un pueblo , que afirmar que la gran masa
del pueblo ruso es , hasta el día de hoy, idólatra y pagana .. ¿Cómo puede el
pueblo ruso no odiar a los judíos cuando sus mejores representantes hablan
de ellos públicamente como de bestias salvajes? Espero que se le perdone , mi
muy estimado Fiódor Mijaílovich, esta irreflexiva paradoja. Y digo "irrefl exi-
va" porque usted , en el fondo, es el más bondadoso de los hombres (como lo
ha demostrado por milésima vez en su soberbio capítulo sobre "El hombre
universal" en el mismo número de su Dialio). 33

Dostoievski nunca respondió a esta carta enviada desde Siberia, tan


impresionante por su dignidad y generosidad; no obstante, la rescatamos
del olvido como digna respuesta a sus tortuosos esfuerzos por ponerse de
acuerdo consigo mismo acerca de "La Cuestiónjudía".

33 Grossman , Beichte eines juden, op. cit. , pp. 161-162.

LA CUESTIÓN JUDÍA
XVII. Turgueniev, Tolstoi y otros

EL DIARIO DE UN ESCRITOR de Dostoievski contiene un verdadero tesoro de ma-


terial acerca de su propio pasado literario y de la atmósfera sociocultural
de los decenios de 1840 y 1860, para no mencionar el de 1870, durante el
cual lo estaba escribiendo. En lo tocante a crítica literaria, sin embargo, los
números de 1876 son notablemente distintos de los de 1877. En el primer
año, encontramos dispersas observaciones literarias en artículos dedicados
a otros temas, pero después enfocó más directamente las obras recientes.
Sin embargo , no lo hace "en un sentido puramente literario o crítico", sino
a propósito de lo que revelan acerca del estado actual de la sociedad rusa
(v. 25 , p. 51 ).
Siendo novelista él mismo, le resultaba incómodo criticar a quienes
competían con él por la atención pública, y explica que ha tratado "de
decir lo menos posible acerca de las cosas actuales de la literatura rusa". Si
se permitió "de cuando en cuando algunas palabras sobre este tema, fueron
expresadas siempre en un tono exaltadamente laudatorio" (cuya autentici-
dad , a juzgar por su elección de las palabras , está en serias dudas). En
1877, sin embargo, descubrió que esta voluntaria renuncia pesaba mucho
sobre él. "Yo soy escritor - observa tristemente- y publiqué un Diario de
un escritor y, en realidad, yo, más que nadie , tomé un interés, en el curso
de este año, en las cosas que aparecían en la literatura; así pues, ¿cómo
puedo ocultar las que bien pueden ser mis más poderosas impresiones"?"
(v. 25, p. 51). Por tanto , resolvió hablar acerca de tales obras , a pesar de
sus escrúpulos. Vemos así que el Diario de 1877 contiene mucho de lo que
puede considerarse crítica literaria en su sentido más lato , no sólo reflexio-
nes sobre las obras más recientes , como Tierra virgen de Turgueniev y Ana

406 ...
Karenina de Tolstoi, sino también un brillante y agudo retrato de Nekrásov
(v. 25 , p. 51).

A pesar de todo, antes de enfocar el Diario de 1877, debe tomarse nota de


ciertas observaciones literarias de importancia, inspiradas por la polémica
de Dostoievski con V G. Avseienko. Varios años antes, en un artículo escri-
to sobre las obras teatrales de Alekséi F Pisemski, el crítico había hablado
en tono desaprobador de la literatura rusa por haber quedado exclusiva-
mente bajo la influencia de Gógol y de sus seguidores. Los escritores rusos
de los cuarenta (grupo que incluía a Dostoievski) carecían de "contenido
interno" y dependían "demasiado exclusivamente del elemento artístico".
Dostoievski apenas pudo contenerse ante semejante idea. "Nunca en mi
vida -escribe- esperé oír semejante noticia. " En cuanto a la idea de que
Las almas muertas carecía de "contenido interno", explota Dostoievski:
"Vaya, ese hombre pudo haber dicho cualquier otra cosa, incluso lo prime-
ro que se le viniera a la cabeza , ¡y habría tenido mucho más sentido que
estol " ¿Y qué decir de Memorias de un cazador de Turgueniev, del Oblomov
de Goncharov y de las obras de Ostrovski7 (v. 22 , pp. 105-106). (Bien ha-
bría podido añadir sus propias Pobres gentes a esta lista .)
Avseienko también objeta la preferencia de escritores como Ostrovski
por figuras de la clase baja y por "la mera imitación de los bárbaros moda-
les de personajes y tipos groseros y ofensivos" . En Humillados y ofendidos,
una objeción similar la hace el villano príncipe Valkovski, quien le exige al
narrador (obviamente , representante del autor) que se mueva "en círculos
más altos" porque "en las novelas tenemos siempre condes , príncipes y
boudoirs" (v. 3, p. 355). Según Dostoievski, el esnob deprecio de Avseienko
por los tipos y temas de las clases inferiores fue un ataque directo a su pro-
pia obra, y contrataca vigorosamente. En su opinión, los personajes "grose-
ros y sucios" de Ostrovski son mucho más puros, en lo moral, que los ha-
bitantes de las farsas francesas que Avseienko estaba poniendo como
modelos de elegancia literaria, y que Dostoievski, como Herzen, había ri-
diculizado a comienzos de los sesenta (v. 22, p. 10).
A mayor abundamiento, Dostoievski se niega a aceptar la distinción de
Avseienko entre "contenido interno'', por una parte , y "arte", por la otra.
En observaciones que iluminan su propia poética , insiste en que el cante-

TURGUENIEV. TOLSTOI Y OTROS ~ 407


nido interno y el arte van de la mano, que unos "personajes artísticamente
presentados" son "los más ricos en contenido interno". Por "artísticamen-
te presentados" quiere decir una congruencia interna en la presentación;
un personaje no debe ser simplemente un portavoz del autor. Si un perso-
naje sólo expresa las ideas del propio autor - el ejemplo que pone Dostoiev-
ski es la figura de Chatski en Ay de aquel que tenga ingenio, de Griboiedov-
entonces el autor "al momento se hunde hasta un nivel muy poco
envidiable" (v. 22 , p . 106). * Dostoievski permite que sus personajes expre-
sen las ideas propias de ellos, para mantener su congruencia interna , y ha-
ciéndolo alcanza su propio tipo de autoexpresión dramatizada, al retratar
las consecuencias que tales ideas tienen sobre las vidas de sus personaj es.

El Diaiio de enero de 1877 contiene las observaciones de Dostoievski acer-


ca de Tierra virgen, precedidas por un sagaz comentario sobre la literatura
rusa tomado del crítico francés Ferdinand Brunetiere. En un comentario a
¿Qué hacer?, de Chernishevski , había observado Brunetiere que "la sátira
rusa parece tener miedo de encontrar un hecho bueno en la sociedad rusa" .
Por su parte , Dostoievski observa, irónicamente divertido , que desde que
comenzó su carrera literaria cuarenta años antes no había oído nada más
que la perenne queja de que la literatura rusa nunca se había encontrado
en peor estado. Y, sin embargo , esos años habían producido a Pushkin ,
Gógol, Lérmontov, Ostrovski, Turgueniev y Goncharov (para no mencio-
nar a Tolstoi y a sí mismo, nombres que omite). Con una justificación con-
siderable, observa que "positivamente puede decirse que casi en ninguna
otra literatura, en tan breve periodo , han aparecido tantos escritores talen-
tosos como entre nosotros" (v. 25 , pp . 26-27).
En lo tocante a Tierra virgen, sólo toca Dostoievski la primera parte de
la novela, la única publicada. Sus relaciones personales con Turgueniev
* Aquí Dostoievski probablemente está siguiendo una carta de Pushkin , quien escribió en
1825: "En la comedia Ay de aquel que tenga ingenio [Gore ut Uma], ¿quién es el personaJe con
ingenio' Respuesta: Griboiedov. ¿Y saben ustedes quién es Chatski7 Un tipo orgulloso , noble,
elegante que ha pasado algún tiempo con un hombre muy inteligente (a saber, Griboiedov) y
que ha quedado empapado en sus ideas, frases ingeniosas y observaciones satíricas". A. S. Push-
kin, Sobmnie Sochinenii, ecl. ele l. Semenko , Moscú , 1977 , 10 vols., pp. 126-127. Deseo dar las
gracias a Caryl Emerson por llamar mi atención hacia esta can a.

408 ... UN PERIÓDICO PERSONA L


eran muy tensas, especialmente después de la feroz caricatura de él que
había hecho como el famoso (y fatuo) autor Karmazinov en Los demonios,
pero tales sentimientos no le impidieron reconocer que "el valor artístico
de las creaciones de Turgueniev está fuera de toda duda". Como quiera que
sea, selecciona un comentario del autor sobre un personaje llamado Solo-
min, "que parece expresar toda la opinión del autor sobre su tema. Por
desgracia, esta opinión es enteramente errónea, y yo estoy en profundo
desacuerdo" (v. 25 , pp. 27-28).
Solomin es un joven de una humilde familia de sacerdotes que se niega
a continuar la tradición familiar y entrar en un seminario. En cambio, estu-
dió matemáticas y, trabajando varios años en Inglaterra, conoció los bene-
ficios de la industria y de la eficiencia. De regreso en Rusia se vuelve admi-
nistrador de una fábrica muy lucrativa, en la zona en que se desarrolla la
novela . Aquí, Solomin entra en contacto con los personajes populistas,
quienes llegan para estimular la conciencia supuestamente revolucionaria
del campesinado local. El pasaje al que objeta Dostoievski dice:

Parecía que Solomin no creía en la inminente llegada de una revolución a


Rusia , pero , no deseando imponer su opinión a otros, no les impidió hacer
sus esfu erzos , y se limitó a ver, no desde lejos sino desde un lado. Conocía
bien a los revolucionarios de Petersburgo - y hasta cierto punto, simpatizaba
con ellos-, pues él mismo era hombre del pueblo; empero , comprendía la
involuntaria ausencia de ese mismo pueblo, sin el cual "no podrán ustedes
hacer nada" .. . Por tanto , se mantuvo al margen, no como hombre taimado ni
intrigante, sino como un joven con buen sentido , que no deseaba arruinarse a
él o a otros por nada. 1

Podría esperarse que Dostoievski, firmemente opuesto a la revolución,


hubiera expresado cierta aprobación por Solomin, en especial porque éste
también había establecido una escuela y un hospital en beneficio de los
obreros; empero, ocurre todo lo contrario. Aunque es amigo de los revolu-
cionarios, Solomin se niega a comprometerse ayudándolos; convencido de
la futilidad de sus actividades, ni dijo ni hizo nada que pudiera salvarlos
de la inevitable catástrofe. Solomin no estaba "ni frío ni caliente", y exhibía
todo lo contrario de ese apasionado compromiso que Dostoievski tanto

1 l. S. Turgenev, Sobranie Socl1ineníi , vol. 4 , Moscú, 1954-1 958 , p. 393.

TURGU ENIEV, TOLSTOI Y OTROS ... 409


admiró en la generación joven. Además, Solomin era el ideal del invetera-
do occidentalista Turgueniev, y exhibía las poco inspiradoras virtudes bur-
guesas que este semiexpatriado consideraba necesarias si se quería que
Rusia hiciera algún progreso. Para Dostoievski, la obvia admiración de Tur-
gueniev por Solomin era otro ejemplo más de su reciente y lamentable in-
capacidad de apreciar la sublimidad moral del alma del pueblo ruso, cuya
belleza había celebrado antes tan líricamente en las Memorias de un caza-
dor. El propio Dostoievski sentía mucha más simpatía por los populistas,
quienes al menos estaban intentando acercarse a las creencias del pueblo
ruso, aun cuando alimentaran expectativas totalmente descarriadas acerca
de su potencial revolucionario.
Dostoievski no sólo analiza la obra de otros escritores sino que tam-
bién aborda algunos de los problemas de la suya propia, en observaciones
acerca de su temprana novela corta El doble. Primero se refiere a ella afir-
mando que introdujo una nueva palabra en el lenguaje literario ruso,
stushevatsia, que significa "desaparecer, perecer, quedar reducido a la nada,
por así decirlo". La emplea para describir el carácter del señor Goliadkin
en esta obra, que fue severamente criticada por Belinski. Ahora reconoce
Dostoievski que "este cuento mío no resultó demasiado bien, pero su idea
impulsora fue clara y lógica, y yo nunca expresé en mis escritos nada más
serio que esta idea. Pero no acerté con la forma del cuento''. Aun después
de revisarlo quince años después, dice, "llegué a la conclusión de que
aquello era un total fracaso; y si hoy tomara yo la misma idea y volviera
a elaborarla, escogería una forma enteramente distinta" (v. 26, p. 65).
Nunca explicó cuál era la falla de su "forma", pero podemos suponer que
fue el haber tratado al doble a la vez como emanación del subconscien-
te de Goliadkin -directa manifestación de sus deseos reprimidos- y
como una persona que en realidad existía, y cuya realidad es confirmada
por otros.
Sin embargo, pese a esta insatisfacción, Dostoievski también sintió
que nunca había aportado nada más "serio" a la literatura rusa, y huellas
de esta obra pueden encontrarse en todos sus escritos posteriores. La con-
ciencia del señor Goliadkin en El doble se vuelve, por así decirlo, una caja
de resonancia para la influencia de otros personajes sobre su personali-
dad. Y la aparición del doble revela todas las ambiciones ocultas que cons-
tituyen una tímida rebelión contra las injusticias del orden social por el
que se ve confinado. Fue en El doble donde Dostoievski descubrió esa in-

410 ... UN PERIÓD ICO PERSONAL


terpenetración de la conciencia de sus personaj es, tan bien definida por
Mijaíl Bajtín. Cada personaje que Raskólnikov encuentra , observó Bajtín,
"en seguida llega a ser personificación viva de la solución de su propio
problema personal, solución que no concuerda con la suya; es por eso que
cada persona llega a perturbarlo y adquiere un papel definido en su dis-
curso interno". 2 Los personajes en una novela de Dostoievski están uni-
dos no sólo porque participan en una acción común sino también porque
reflejan aspectos subliminales de las personalidades de los demás, de modo
muy similar a como aspectos ocultos de Goliadkin salen a la luz por me-
dio de su doble. Cada personaje existe de forma independiente, como in-
dividuo claramente definido , y sin embargo , en conjunto, todos funcionan
como "cuasi dobles", unidos internamente por esta especie de ilumina-
ción mutua. Un doble más interno se le aparece a Stavroguin en Los demo-
nios, pero este motiv fue eliminado del texto final. En Los hermanos Kara-
mázov, comenzado un año después, el diálogo entre lván Karamázov y su
doble (el demonio) hará soberbia justicia a la "forma" que Dostoievski
sintió que lamentablemente había arruinado una vez.

Las referencias a Tolstoi aparecen en el Diario en artículos correspon-


dientes a otros temas , y existen dos piezas importantes dedicadas por
entero a Ana Karenina. Un pasaj e elogioso sobre Infancia y Adolescencia,
en el número de enero de 1877, fue escrito debido al suicidio de un es-
colar, de doce o trece años, que se mató en un aula después de ser dete-
nido por no completar su lección del día; un día de particular importan-
cia en su vida. Era el día de su santo , el equivalente del cumpleaños en
Rusia , que él había estado planeando celebrar esa noche con su padre.
Dostoievski compara la conducta de este infortunado muchacho con la
de un niño del cuento de Tolstoi, hij o de una familia noble, que es ence-
rrado en un almacén como castigo por alguna travesura sin importancia.
Estando encarcelado, se pone a soñar en la gloria militar, presupone que
debe de ser hijo expósito ya que su familia lo trata con tanta rudeza, y
finalmente enferma de fiebre y delirio. "Es -escribe Dostoievski- , un

2
Mipíl Bajtín, Probl emas de la poética de Dosloievski, FCE, México, 2005 , p. 35 1.

TURGUEN IEV, TOLSTOI Y OTROS ~ .L


estudio psicológico de notable importancia del alma de un niño , bella-
mente escrito" (v. 25 , p. 32).
·A pesar de sus tormentos, el niño de Tolstoi no se quita la vida llevado
por la desesperación, y Dostoievski explica su voluntad de vivir en los tér-
minos socioculturales que ya conocemos por El adolescente. "El conde León
Tolstoi ... apareció justo en el momento [los cincuenta] en que las antiguas
estructuras de la nobleza rusa, establecidas sobre la base del antiguo modo
de vida de los terratenientes , habían llegado a una nueva crisis, aún desco-
nocida pero radical. " De todos modos , el aristocrático muchacho de Tols-
toi "puede soñar con matarse , pero sólo soñar: el estricto orden de una fa-
milia noble históricamente configurada ... no habría permitido que su sueño
se convirtiera en realidad". Pero ahora este "nivel alto-mediano de nuestra
nobleza ... es ya un rincón insignificante y 'disociado' de la vida rusa gene-
ral", y lo que lo ha remplazado es, literalmente, un caos moral. Ni siquiera
un artista de "proporciones shakespeareanas" podría "encontrar una ley
normativa y un hilo conductor". Y plantea esta pregunta: "¿Quién será el
historiador de estos otros rincones [de la vida rusaP" (v. 25 , p. 35) . Como
ya sabemos, Dostoievski consideraba haber emprendido esta poco envidia-
ble tarea artística, y su búsqueda de un "hilo conductor" pronto lo condu-
ciría al padre Zósima.
Volviendo a Ana Karenina, informa que acaba de leer "asombrado" el
episodio más reciente. Pero antes de responder al texto en cuestión -una
conversación entre Stiva Oblonski, el hermano de Anna, y el joven terrate-
niente Levin, quien busca la verdad y la justicia-, Dostoievski ofrece al-
gunos comentarios críticos sobre partes anteriores del libro. Aunque "al
principio me causó muy buena impresión", confiesa que le fue pareciendo
menos interesante al desenvolverse el relato. "No dejaba de pensar que ya
había leído esto , en algún lugar, antes", y desde luego , así había sido, en las
anteriores obras de Tolstoi, "y en esas otras obras era más fresco ". Dostoiev-
ski no oculta su tedio ante Vronski y sus iguales en sociedad, "que, entre
sí, sólo pueden hablar de caballos". Sugiere que "el lío amoroso de este
'garañón en uniforme' acaso hubiera debido ser presentado irónicamente";
pero Tolstoi tomó a Vronski "en serio y sin ironía", y cuando el autor em-
pezó "a permitirme entrar en el mundo interior de su héroe, lo encontré
bastante aburrido" (v. 25, p . 52).
Sin embargo , reconoce que todos sus "prejuicios" de pronto se disipa-
ron cuando llegó a la escena del lecho de muerte de Ana (aunque en reali-

412 ... UN PERIÓDICO PE.RSONAL


dad, ella no muere) en que el marido engañado y el amante arrepentido se
unen al lado de la cama de la esposa infiel. Y sus comentarios sobre este
encuentro iluminan marcadamente el contraste entre las poéticas de los
dos grandes rivales. Súbitamente, la tranquila epopeya y el ritmo calmado
de Tolstoi fueron remplazados por una escena climática de transformación
y regeneración mucho más cercana a la preferencia de Dostoievski por las
confrontaciones morales dramáticas. Aquí, al fin -le pareció-, "estos
personajes mezquinos, insignificantes y deshonestos se volvieron de pron-
to auténticos y honestos, dignos del nombre de seres humanos, tan sólo
gracias al poder de la ley natural , la ley de la mortalidad humana''. Todas
las minúsculas y artificiales convenciones de la vida social fueron así barri-
das, y en su lugar "apareció tan sólo un amor a la humanidad. Cada quien
perdonó y apoyó a los demás''. Así, Tolstoi había mostrado , como Dostoiev-
ski siempre había tratado de hacerlo, que tales momentos son "la verdad
de la vida" frente a la cual todo lo demás inmediatamente queda reducido
a "la mezquina y fantástica rebatiña de vida que se disipa y se desvanece
sin lucha''. Dostoievski quedó agradecido a Tolstoi por revelar a los lecto-
res rusos que "esta verdad existe en realidad, no sólo como cuestión de fe ,
no sólo como ideal, sino ... a plena vista" (v. 25, pp. 52-53). O, en efecto , que
la verdad de la vida podría traspasar incluso un mundo tan artificial y co-
rrompido como el de los personajes de Tolstoi.
Esta escena al lado del lecho de Ana siguió siendo, según Dostoievski,
el punto culminante de la novela hasta la publicación de la sexta entrega.
Aquí, encontró otra escena que le impidió seguir mostrando lo que era, en
el mejor de los casos, una tibia tolerancia hacia los personajes de Tolstoi.
De hecho, sin este nuevo diálogo, para él "la novela habría tenido un obje-
tivo indeterminado que distaría mucho de corresponder a los intereses ru-
sos inmediatos y sustantivos; se habría retratado un pequeño rincón de la
vida, con deliberada desatención a lo que en ella es más importante y per-
turbador". Pero inmediatamente se contiene al llegar aquí, "porque parece
que estoy entrando específicamente en la crítica literaria". Así pues , se
vuelve a la conversación entre Oblonski y Levin, en que "la candente cues-
tión del día" en Rusia finalmente aparece en primer plano, entre las trivia-
lidades de los amoríos y las intrigas de la clase superior (v. 25 , p. 53).
¿Cuál es esta "cuestión candente"? Nada menos que la justicia de todo
el orden social ruso, que estos dos "nobles hereditarios y antiguos terrate-
nientes" discuten con una notable libertad de juicio. Cada cual representa

T URGUENI EV, TOLSTO I Y OTROS .... 413


un tipo especial de la clase educada rusa. Oblonski es "un egoísta, un epi~
cúreo urbano", un personaje culto, afable y relativamente inofensivo que
sólo desea gozar plenamente de la vida y lo hace sin pensar para nada en el
futuro de su esposa y sus hijos. Como terrateniente empobre~ido, que ya
no puede pagarse sus placeres después de la liberación de los siervos, bus-
ca obsequiosamente el favor de la nueva clase de financieros, y no le pare-
ce nada mal hacerlo. En cambio Levin, que vive de los rendimientos de
una propiedad heredada que él mismo administra , considera que el des-
vergonzado servilismo de Oblonski ante los magnates de los ferrocarriles
y los corredores de bolsa , con "sus argucias , sus ganancias inmediatas , sus
subterfugios para obtener concesiones del ferrocarril y su especulación" es
degradante en lo personal e innoble en lo social ev. 25) pp. 53-54).
Ambos han pasado la noche en un granero, durante una excursión de
caza, y Oblonski se defiende de los reproches de Levin, reconociendo lo
injusto del sistema actual, pero no deja que ese reconocimiento le impida
gozar de sus privilegios. ¿Por qué, pregunta, no entrega Levin simplemente
su propiedad a los campesinos , si considera que el ingreso que de allí deri-
va es terriblemente injusto7 Levin no tiene respuesta, pero expresa suma-
lestar ante su propio desconcierto. Oblonski le dice abiertamente que debe
elegir entre alternativas: "O considerar justo el orden actual de la sociedad
e insistir en tus derechos, o reconocer que estás disfrutando de privilegios
que son injustos , como yo, y que encuentras un verdadero placer en ellos''. Sin
embargo, para Levin no existe dicho goce: "Para mí, lo más importante es
sentir que no se me puede culpar" (v. 25, pp. 54-55).
A Dostoievski le parece notable que semejante conversación pudiese
ser entablada por dos terratenientes rusos ordinarios, que distan mucho
de ser "profesores o especialistas", que discuten "el sinsentido idealista sobre
la justicia o injusticia de un orden social basado en el derecho de la propie-
dad privada. Como él dice: "Hace unos cuarenta años, todas estas ideas
estaban apenas surgiendo, incluso en Europa; aun allí, sólo unos cuantos
sabían algo de Saint-Simon y de Fourier, los primeros exponentes 'idealis-
tas' de semejantes ideas''. Pero ahora juzga "una de las peculiaridades más
características de la actual mentalidad rusa" que tales consideraciones de-
ban preocupar a gente como Oblonski y Levin, quienes cuestionan los
fundamentos morales del mismísimo orden social en que viven: Oblonski
con tranquila indiferencia, Levin con un naciente sentido de culpa y ver-
güenza . Los Oblonskis de este mundo expresan, para Dostoievski, todo "el

414 ... UN PERIÓDICO PERSONAL


cinismo que hemos visto en estos últimos veinte años", cuando la gente ha
cambiado sus convicciones de la mañana a la noche para obtener alguna
ventaja personal. Y es en los Levins de Rusia en los que fundamenta sus
esperanzas para el futuro (v. 25, pp. 55-56) .
Ningún lector ruso habrá dejado de sentir la conexión entre el abru-
mado autocuestionamiento moral de Levin y el de los jóvenes populistas
"que van hacia el pueblo". Dostoievski sin duda tenía en mente este nexo
cuando afirmó que "existe hoy una multitud de estas nuevas personas, de
este nuevo núcleo del pueblo ruso que quiere tener la verdad, y que , para
obtenerla, dará todo lo que tenga". Está convencido de que los Levins aca-
baran comportándose como el Vlas de Nekrásov, "cuyo corazón se fundió
en un arranque de temor reverencial y que entregó su dinero ... Y si no re-
coge limosnas para construir una iglesia, entonces hará algo de la misma
escala y con el mismo celo". Pero Dostoievski elige como "el rasgo más ruso"
de Levin el hecho de que "no sabe cómo resolver la pregunta que le preocu-
pa" porque, siendo un noble ruso, sólo puede enfocar el problema dentro
de la perspectiva europea que le dio su educación (v. 25, pp. 56-57).
Para ilustrar su argumento, esboza una breve historia del desarrollo
social de Europa, en términos ya ampliamente conocidos por sus artículos
políticos: no fue nada sino la historia de una implacable lucha de clases
(v. 25, pp. 57-58). Los europeos han perdido de vista toda solución moral
al problema de la justicia social, y Levin, como todos los rusos de clase
superior empapados en ideas europeas, se encuentra desconcertado ante
su propio dilema. Sin embargo, para Dostoievski existe "la solución rusa al
problema ... la solución moral, el enfoque cristiano", que ya no es viable
para una Europa condenada a la destrucción por sus propios pecados. Este
enfoque cristiano vuelve a quedar simbolizado por la conversión del anti-
guo réprobo Vlas, quien "Con todo el poder de su gran alma/Está dedica-
do a su causa divina". Pero no es necesario volverse literalmente un Vlas,
sino sólo figurativamente: "Lo obligatorio no es entregar la propiedad y
ponerse el atuendo del campesino". Lo necesario "es simplemente la deter-
minación de hacer todo en aras del amor activo, todo lo que posiblemente
pueda hacerse, y todo lo que sinceramente se crea posible hacer".
La existencia de personajes como Levin demuestra que "los puros de
corazón" como Vlas pueden encontrarse no sólo entre los campesinos. Es-
tán "surgiendo también en nuestro propio medio", y éste es el augurio de
un futuro en que "la culpa" de la injusticia social que oprime a toda la so-

TURGUEN IEV, TOLSTOI Y OTROS ~ 415


ciedad rusa será erradicada total y voluntariamente , así como los siervos
habían sido liberados, para citar un famoso verso de Pushkin, "por la mano
del zar". Sabe que lo acusarán de haberse dejado engañar por una fantasía
y de predicar el advenimiento del "Reino de los Cielos", pero está conven-
cido de ser más "realista" que quienes le lanzan tales críticas. En Rusia
existen, en realidad, Vlases "entre todas nuestras clases sociales . . . pero al
'hombre del futuro ' de Europa no lo hemos visto en ninguna parte, y él
mismo ha jurado sólo volver después de vadear ríos de sangre". El genio
de Tolstoi consistió en haber comprendido esta fermentación moral que
está ocurriendo en la sociedad rusa , aunque Dostoievski tiene buen cuida-
do de no proponer ninguna doctrina de "simplificación" literal de parte de
la clase educada. "Sois demasiado 'complejos' -les dice a sus lectores-
para simplificaros a vosotros mismos ... Mejor haríais en levantar al cam-
pesino a vuestro nivel de 'complejidad'" (v. 25, pp . 59-63).

Si la reacción a la sexta entrega de Ana Karenina fue cálidamente favorable ,


su respuesta a la octava fue acerbamente hostil. Como la "confesión" de Sta-
vroguin en Los demonios, que había sido rechazada por Kátkov tildándola de
inmoral, esta sección había sido rechazada por el editor porque estuvo en
desacuerdo con la opinión peyorativa de Tolstoi sobre los voluntarios rusos
que fueron a luchar en Serbia (entre ellos el conde Vronski). Dostoievski,
siempre pobre, había tenido que someterse a esas órdenes editoriales, pero
el próspero terrateniente Tolstoi publicó las páginas rechazadas en forma de
folleto. Compartiendo absolutamente la antipatía de Kátkov por el modo en
que Tolstoi denigraba a los voluntarios rusos, Dostoievski reafirma muy
enérgicamente su propia posición. Pero se le ve claramente preocupado por
tener que retractarse , o al menos por modificar su anterior elogio de Levin.
Dostoievski reconoce que se encuentra ahora "en una situación penosa", la
cual trata de resolver separando a Tolstoi como autor de las ahora desagra-
dables opiniones de Levin como personaje. Empero , confiesa que "no espe-
raba esto de semejante autor" (v. 25 , pp . 193-194).
Su candente ataque va precedido -tal vez para aminorar el golpe-
con un grandioso encomio del principal tema de Ana Karenina. Empieza
narrando una conversación casual, sostenida con "un querido amigo nove-

416 ... UN PERIÓDICO PERSONA L


lista" con quien siempre le agrada encontrarse mientras da un paseo. "Me
gusta mostrarle, entre otras cosas, que creo yo que se equivoca por com-
pleto al decir que se ha vuelto anticuado y que ya no escribirá más." El
novelista era Iván Goncharov, nada dado, como observa Dostoievski, "a
grandes entusiasmos"; sin embargo, había hablado de Ana Karenina con
desacostumbrado fervor. Ningún escritor ruso podría equipararse a eso,
dijo, "y tampoco se le podía comparar con nada de la literatura europea
del pasado reciente y hasta de mucho antes". Dostoievski expresa su abso-
luto acuerdo con este juicio y lo lleva aún más lejos: la novela se convierte
en una prueba de la capacidad rusa de crear "algo propio", algo que, según
lo ve él, presagia "la nueva palabra" que Rusia , a la postre, anunciará al mun-
do . Esta "nueva palabra" ya había sido prevista por Pushkin, y Dostoievski
se lanza a hacer un anticipo de su célebre discurso sobre Pushkin al subra-
yar la "universalidad" del poeta, su intuición artística de la "futura misión
de Rusia para comprehender y para unificar todas las diversas nacionalida-
des y eliminar todas sus contradicciones". Al "acudir al pueblo", Pushkin
había señalado el camino para que escritores ulteriores vieran "en el pue-
blo y sólo en el pueblo ... todo nuestro genio ruso y nuestra conciencia de
su misión" (v. 25, pp. 198-200).
Ana Karenina es un producto de esta inspiración pushkiniana, y Dos-
toievski considera "la idea de la novela" como "algo verdaderamente nues-
tro ... , algo que constituye nuestra 'nueva palabra' o al menos sus comien-
zos". La novela trata de "culpa y transgresión humanas", y retrata personajes
que "viven en condiciones anormales" y se ven "atrapados en un mundo
de falsedades". El tema es antiquísimo en la literatura europea, que siempre
lo había tratado de una de dos maneras: por la condenación absoluta de
los pecadores , porque "el bien y el mal ya están definidos y sopesados"
de una vez por todas, o, más recientemente, culpando a la sociedad y no a los
individuos y declarando que "el crimen en la actualidad no existe", porque
reina la más flagrante injusticia. Los defensores del estado de cosas exis-
tente exigen ciega obediencia pese a toda la crueldad que consigo trae en
su secuela esa sumisión; los que culpan a la sociedad suprimen por entero
la culpa personal y buscan un orden nuevo, basado en la "ciencia", en que
ya no exista la culpa. En opinión de Dostoievski, que, huelga decirlo , no
hace mucha justicia a los ricos matices de la reflexión moral europea, "el
mundo de la Europa occidental no ofrece otras soluciones para la culpa y
la transgresión humanas" (v. 25 , pp. 200-202).

TU RGUEN IEV, TOLSTOI Y OTROS ~ 417


Pero así como había una "solución rusa" a la sangrienta inevitabilidad
de la guerra de clases europea, así Ana Karenina ofrece una solución rusa a
este problema del pecado y la culpa personales. Dostoievski empieza por
enfocar a los partidarios de esta segunda alternativa europea, quienes creen
que no hay culpa humana porque la falta se encuentra en una defectuosa
disposición social. Como respuesta, lanza uno de sus pasajes más frecuen-
temente citados:

Es claro e inteligible, hasta el punto de ser obvio, que el mal se encuentra más
profundamente en los seres humanos de lo que suponen nuestros médicos-
socialistas; que ninguna estructura social eliminará el mal; que el alma huma-
na seguirá siendo como siempre ha sido ; que la anormalidad y el pecado
brotan de la propia alma; y, finalmente, que las leyes del alma humana son
tan poco conocidas, tan oscuras para la ciencia, tan indefinidas y tan miste-
riosas, que no hay y no puede haber médicos ni jueces finales.

Aquí, no sólo se critica a los "médicos-socialistas", sino a todos aque-


llos que creen que ya se ha dicho la última palabra acerca del misterio de la
culpa y la transgresión humanas, palabra dictada para todo el tiempo y
que puede encontrarse en las normas moral-sociales establecidas "histó-
ricamente por los sabios de la humanidad". Pero sólo "Aquel que dice: 'La
venganza es mía, yo pagaré'" ... , sólo "Él conoce todo el misterio de este
mundo y el destino final del hombre. Los propios seres humanos no pue-
den aventurarse a decidir nada sintiendo orgullo de su infalibilidad" (v. 25 ,
pp. 201-202).
Así, los seres humanos no tienen ninguna garantía para arrogarse el
derecho de hacer declaraciones finales , pues al hacerlo están adoptando
el papel de Dios. El juez humano debe saber que también él es un pecador y
así "debe volverse hacia la solución única: la Misericordia y el Amor". Dos-
toievski vuelve a referirse a la escena de la enfermedad de Ana, en que "los
transgresores y enemigos se transforman de pronto en seres superiores, en
hermanos que se han perdonado todo los unos a los otros, en seres que,
por medio del perdón mutuo, se han desprendido de mentiras, culpa y
crimen". Aunque el resto de la novela ofrece "un cuadro sombrío y terrible
de la completa degeneración de un espíritu humano ... , en este cuadro hay
una lección tan profunda para el juez humano ... que naturalmente ex-
clamará, lleno de miedo y de perplejidad: 'No, la venganza no siempre es

418 <11 UN PERIÓDICO PERSON AL


mía, y no siempre me toca a mí pagar' ... Al menos no se aferrará a la
letra de la ley". Dostoievski concluye diciendo que las realizaciones de
la literatura rusa, reafirmada de manera tan impresionante en la novela
de Tolstoi, son una profecía de que algún día Rusia afirmará su creatividad
también en otros dominios. Los rusos "con el tiempo tendremos nuestra pro-
pia ciencia, y nuestras soluciones económicas y sociales ... Absurdo sería
suponer que la naturaleza sólo nos ha dotado de talento literario" (v. 25,
p. 202).
Sólo después de redactar ese elogio a Ana Karenina en conjunto pudo
Dostoievski, con cierto embarazo, criticar muy enérgicamente a Levin y
a su creador. Por entonces, ninguna cuestión agitaba más visceralmente a
Rusia que el movimiento por liberar a los eslavos de los Balcanes, y Dos-
toievski acusa con vehemencia a Tolstoi - quien ya daba trazas de su futu-
ro pacifismo y su doctrina de la no resistencia al mal- por haber denigra-
do al movimiento voluntario ruso. Levin ridiculiza esta iniciativa militar,
tildándola de artificial y de insincera, activada más por propaganda que
por algún sentimiento espontáneo y verdadero de simpatía hacia los her-
manos eslavos. Dostoievski tomó esas palabras , con buenas razones, como
un directo desafío a las ideas que él tan apasionadamente había expresado
en su Diario. Y, por ello, destroza despiadadamente este nuevo aspecto de
Levin, al que ahora acusa, pese a su anterior afirmación, de no ser en reali-
dad parte del "pueblo" en absoluto. Por tanto, este personaje no puede
comprender auténticamente ni simpatizar con el impulso nacional que tan
espontáneamente había surgido en favor de los eslavos de los Balcanes.
Levin es "el principal héroe de la novela" y pretende expresar "el ele-
mento positivo" del retrato de la vida rusa hecho por Tolstoi. Se invita al
lector a aceptarlo como el buscador de la "verdad", que finalmente descu-
bre cuando, instruido por las observaciones casuales de un campesino , de
pronto comprende que durante toda su vida ha sido desencaminado por
sus raciocinios culteranos. Sólo una fe directa e instintiva en la ley de amor
de Cristo le ha dado alguna paz espiritual, y así, Levin cree que finalmente
ha encontrado la fe y se ha vuelto un hombre del "pueblo". Pero Dostoievski,
empleando casi las mismas palabras que Shatov había dirigido a Stavro-
guin en Los demonios, escribe: "Hombres como Levin difícilmente pueden
poseer la fe final. A Levin le gusta decir que es hombre 'del pueblo', pero es
hijo de un noble , de un noble de Moscú , del estrato de clase media supe-
rior, cuyo historiador ha sido , preeminentemente, el conde Tolstoi". Por

TURGUENIEV, TOLSTOI Y OTROS ~ 419


muy fervientemente que esos hombres traten de asimilarse al pueblo - y
aquí, manifiestamente , está hablando del propio Tolstoi- , "no sólo se tra-
ta de creerse hombre del pueblo o tratar de convertirse en tal por un acto
de voluntad, y, por cierto, un acto muy excéntrico". De hecho , retrata de
manera divertida el proceso -parodiando el didactismo de Tolstoi- por
el cual, en el futuro, Levin perderá su fe .

Kitty empezó a caminar y tropezó. Ahora bien, ¿por qué tropezó? Si tropezó
esto significa que no debiera haber tropezado por esta o aquella razón. Es
claro que en este caso todo depende de unas leyes que pueden ser estricta-
mente determinadas. Y, si esto es así, todo significa que la ciencia lo gobierna
todo. ¿Dónde, entonces, está la Providencia? ¿Cuál es su papel? ¿Cuál es la
responsabilidad del hombre? Y, si no hay Providencia, ¿cómo puedo yo creer
en Dios7 Tracen una línea recta y extiéndanla hasta el infinito [v. 25, pp.
205-206].

Todas estas pullas, tal vez, no son sino preludios a la quemante ofensi-
va principal, destinada a la declaración de Levin de que los voluntarios
rusos fueron el habitual grupo de aventureros y de saqueadores "que siem-
pre estaban dispuestos a integrarse a la banda de Pugachev". De hecho ,
Levin declara que entre el pueblo ruso "no existe ni puede existir tan in-
mediato sentimiento por la opresión de los eslavos" . Tales palabras, a ojos
de Dostoievski, son prueba de la total enajenación de Levin ante el pueblo
ruso, de su incapacidad de comprender su larga historia de preocupación
por la causa de Cristo y de sus dolientes hermanos eslavos (v. 25, p. 213).
En particular, le enfureció a Dostoievski el argumento de que el pueblo
ruso , ignorante de la historia y de la geografía , no podía tener ninguna opi-
nión acerca de los hechos de los Balcanes. Esos conceptos revelaban el ha-
bitual desprecio que los miembros de la clase superior occidentalista sen-
tían por la gente común, así como la total ignorancia de sus ideales. Por el
contrario, la imaginación del pueblo estaba llena de relatos entresacados
de las vidas de los santos acerca de la Tierra Santa, y sabía muy bien que
ahora ésta estaba en manos de los infieles. Uno de los "rasgos históricos"
del pueblo ruso era precisamente su pasión por lanzarse a semejantes pe-
regrinaciones a los santos lugares como un "acto de contrición", y Dostoiev-
ski vincula ese brote de sentimiento por sus hermanos cristianos con esta
búsqueda interna de la salvación (v. 25, pp. 214-217).

420 ... UN PERIÓDICO PERSONAL


Lo que las gentes comúnes habían experimentado en años recientes
-es decir, desde la liberación de los siervos- era, como honradamente lo
reconocieron, muy poco inspirador o alentador. "Entre otras cosas , han
visto la difusión de la embriaguez, el número creciente de kulaks sólida-
mente establecidos, la miseria por doquier y, a menudo, la marca de la
bestialidad sobre sí mismas. Muchos -oh, tal vez demasiados- se han vis-
to afligidos en el corazón por una especie de angustia, una angustia peniten-
cial, una angustia de autoacusación, y la búsqueda de algo mejor, de algo
sagrado". Esta búsqueda recibió un objetivo cuando oyeron hablar de las
torturas que les infligían a sus correligionarios cristianos los musulmanes,
enemigos hereditarios de Rusia , y abrazaron la causa "como un llamado al
arrepentimiento, como la preparación para un sacramento" (v. 25 , pp. 215-216).
Sin embargo, ninguno de estos sentimientos pudo ser comprendido por
Levin ni por el viejo príncipe, su suegro , quienes se refieren al movimiento
voluntario con la mirada divertida y con un sarcasmo aristocrático.
Dostoievski se sintió ofendido por la declaración de Levin, de que él
mismo no poseía "ningún sentimiento inmediato con respecto a la opre-
sión de los eslavos". Lívido de indignación, Dostoievski desenvuelve un
horripilante panorama de las atrocidades de los turcos en los Balcanes, en
donde "se está exterminando a personas por miles y por decenas de miles",
y "se arroja a niños por los aires para pescarlos con la punta de una bayo-
neta mientras sus madres lo contemplan", detalle similar a uno que apare-
ce en Los hermanos Karamázov. El aparente "humanitarismo" de Levin,
quien retrocede ante la perspectiva de matar turcos para poner fin a tales
barbaridades, es en realidad una indiferencia cruel por todo excepto sus
intereses personales y sus preocupaciones egoístas. Imaginemos a Levin,
escribe, leyendo sobre

una matanza indiscriminada, acerca de niños con las cabezas aplastadas ga-
teando en torno de sus madres, que, asesinadas, yacen con los senos corta-
dos ... y aquí aparece él, meditando: "Kitty está alegre; hoy comió con apetito ;
el niño fue bañado en la tina y empieza a reconocerme: ¿qué me importan las
cosas que transpiran de otro hemisferio 7 ... Ningún sentimiento inmediato por la
opresión de los eslavos existe ni puede existir .. . porque yo no siento nada".

Dostoievski no puede comprender cómo Tolstoi pudo esperar que sus


lectores siguieran tomando a Levin "como ejemplo de hombre justo y ho-

T URGUENIEV. TOLSTOI Y OTROS ~ 421


norable". Gente como el autor de Ana Karenina, concluye tristemente, "son
los maestros de nuestra sociedad ... Entonces, ¿qué nos están enseñando?"
(v. 25, pp. 218-223).

El último número del Diaiio incluye un capítulo sobre Nekrásov que ya se


ha citado al narrar el incidente ocurrido al lado de la tumba del poeta (ca-
pítulo xm). Debido al escándalo causado por este incidente, Dostoievski
desea elucidar más minuciosamente lo que había querido decir al compa-
rar a Nekrásov con Pushkin y Lérmontov. No había estado hablando en
términos puramente literarios , ni tratando de catalogar a los poetas por
orden de mérito. Simplemente había estado hablando acerca de la línea de
poetas que habían proferido una "palabra nueva" en la literatura rusa , y
Nekrásov había sido el último de esa línea. Un gran poeta como Fiódor
Tiutchev, "de mayor alcance y más artista que Nekrásov", no perteneció a
este grupo y, por tanto, en su opinión, no recibiría el "lugar prominente y
memorable en nuestra literatura" que el futuro le destinaría a Nekrásov
(v. 26, p. 112). Por ello, no era de "arte" de lo que Dostoievski había estado
hablando; era de la relación del arte (en este caso, la literatura) con los
problemas más profundos a los que se enfrentaba la sociedad rusa en el
siglo XIX.
Dostoievski reprende a quienes, levantando sus voces contra él, habían
empleado "el término 'byronista' como insulto". El byronismo, replica, ha-
bía sido un enorme acontecimiento espiritual, pues apareció en un mo-
mento "en que la gente estaba padeciendo terrible angustia, desilusión y
casi desesperación". Había sido una respuesta ofrecida "en la secuela de los
frenéticos raptos de la nueva fe y de las nuevas ideas proclamadas al térmi-
no del último siglo en Francia", raptos que terminaron en la derrota y la
desesperación. Byron había dado voz a "la angustia de la gente de su épo-
ca , al sombrío desencanto ante su misión, a sus ideales traicionados". El
espíritu del byronismo se había extendido así entre toda la humanidad, y
era inevitable que "un espíritu tan grande, tan brillante guía como Pushkin"
hubiese sido igualmente influido - aunque no, como se apresura Dos-
toievski a añadir-, para imitar las modas europeas sino porque también
Rusia se encontraba "ante tantas preguntas nuevas, irresueltas y atormen-
tadoras" (v. 26 , pp. 113-114).

422 ... UN PERIÓD ICO PERSONAL


Una vez más , Dostoievski se lanza a una celebración ditirámbica de
Pushkin que ya se anticipa a su sensacional discurso de dos años después, y
que tiene poco o nada que ver con el auténtico Pushkin conocido por las
fuentes históricas. Pushkin, según lo ve Dostoievski, encontró en la narodnost
("nacionalidad") una respuesta a los problemas que abrumaban a Rusia ,
"volviéndose hacia el pueblo e inclinándose ante la verdad del pueblo ruso".
En esta interpretación tan personal, las palabras de Pushkin "son testimo-
nio de la universalidad y de la naturaleza envolvente del espíritu ruso, con
lo que se diviniza la misión futura del genio ruso dentro de la humanidad
en conjunto como principio unificador, reconciliador y absolutamente re-
generador". Aquí, Dostoievski atribuye a Pushkin su propio ideal , un ideal,
que supuestamente había conducido al poeta a aceptar al pueblo ruso con
un amor absolutamente universalista, un amor como nunca se había manifes-
tado antes. Pushkin amó a las gentes comunes, no con la piedad sentimental
de un noble "humanista e ilustrado", sino "por ellas mismas", es decir, aman-
do lo que ellas amaban y queriendo lo que ellas querían. "De ninguna otra
manera sabrá [el pueblo] reconocer en vosotros a alguien que forma parte
de él, por muchas lágrimas que hayáis vertido por él" (v. 26, p. 115).
Tan sólo en ese sentido dijo Dostoievski que Nekrásov venía después
que Pushkin y Lérmontov y que proclamaba "en parte la misma palabra"
de ellos . Acaso Nekrásov fuese aún más notable a este respecto, porque
"durante toda su vida estuvo bajo la influencia de personas que , aunque tal
vez hubieran amado al pueblo, nunca reconocieron la verdad del pueblo y
siempre colocaron la ilustración europea inconmensurablemente por enci-
ma de la realidad del espíritu del pueblo". No obstante, su amor al pueblo
capacitó a Nekrásov, en su mejor poesía, a pasar por encima de sus opinio-
nes conscientes y a "comprender la belleza del pueblo , su poder, su inte-
lecto, su doliente humildad". Dostoievski no oculta sus propias diferencias
sociopolíticas con Nekrásov, y observa que la solución ofrecida por Ne-
krásov a los problemas del pueblo "acaso fueran un gran error, tal vez fa-
tal" . Pero no se debe censurar al poeta ya que "el sentido político es una
verdadera rareza entre nosotros" . Pese a sus errores, "la gran intuición de
su corazón sugirió un sentido de los grandes pesares del pueblo", y es esta
empatía lo que permea - y salva- a su mejor poesía (v. 26 , pp. 118-119)
Y este mismo amor al pueblo fue el que también salvó a Nekrásov como
hombre, o lo que al menos debiera eximirlo de ser juzgado demasiado pre-
cipitadamente en el nivel personal.

TURGUEN IEV, TOLSTOI Y OTROS ~ 423


La reputación privada de Nekrásov en sus propios días no había sido
muy edificante, y hubo difundidos rumores de su poco escrupulosa mane-
ra de llevar adelante sus asuntos financieros. Dostoievski se niega a hablar
de tales rumores en su nivel "anecdótico", aunque considera que al menos
"tres cuartas partes" de tales murmullos fueron "mentiras, absurdos y chis-
morreos". Sin embargo, quedaba lo suficiente para requerir una explica-
ción, y él nos da una interpretación psicológico-moral de Nekrásov, citan-
do un poema autobiográfico. El joven poeta pobre llega a San Petersburgo
con "Mis bienes terrenos: un cayado de viajero/Con un morral vacío en el
extremo I . . . Y quince kopeks para gastar". Los versos finales narran una
historia distinta: "En cuarenta años me labré mi fama: I Ahora tengo un mi-
llón en el bolsillo". Y comenta Dostoievski: "Un millón: ¡Ése fue el sueño
de Nekrásov! " Así, no vacila ante las acusaciones contra el poeta, sino que
las interpreta en los términos de la psicología de la avaricia que había em-
pleado desde el decenio de 1840. La acumulación de riqueza no es un fin
en sí mismo, sino un baluarte contra una paralizante sensación de insegu-
ridad. "El suyo era el demonio del orgullo - escribe hablando de Nekrá-
sov- , un anhelo de seguridad una necesidad de aislarse de los demás tras
una sólida muralla y poderlos ver, y contemplar sus amenazas con sereni-
dad" (v. 26, pp. 121-123).
Todas estas flaquezas fueron ciertas del hombre Nekrásov; no obstante,
su poesía está llena de remordimiento y de arrepentimiento por sus pro-
pias fallas, llena de "esos lamentos, esos gritos, esas lágrimas, esas admisio-
nes de que había 'fallado', esa apasionada confesión ante la sombra de su
madre". ¿Cómo se había de tomar todo esto 7 ¿Eran todas estas angustiosas
locuciones las indicaciones de un auténtico arrepentimiento, o bien se
consolaba el propio Nekrásov "en la belleza de su poesía, y nada más"7
Dostoievski sugiere que la primera explicación es la verdadera. Aunque
Nekrásov nunca logró superar su "demonio", es sólo a partir de su poesía
como conocemos sus fallas , y "el poeta lloraba, tal vez por unos hechos
que no nos darían un momento de respiro si los hubiésemos cometido
nosotros". Pero sigue en pie la pregunta: ¿capacitaron a Nekrásov sus pro-
pios poemas para enfrentarse demasiado fácilmente a sí mismo y "lograr la
paz del alma que le permitiera, una vez más, emprender sus 'tratos prácti-
cos' con ligereza de corazón"?
Al plantear abiertamente la pregunta sobre la "sinceridad" de las confe-
siones públicas de culpabilidad de Nekrásov, Dostoievski reconoce lo difí-

424 ... UN PER IÓDICO PERSONAL


cil que es resolver semejante cuestión. Pero en su obra queda un aspecto ,
el culto al pueblo , que puede servir como testimonio objetivo de la auten-
ticidad de sus tormentos morales. El "amor al pueblo en Nekrásov -escri-
be Dostoievski- fue una salida de su propio pesar por sí mismo". Una vez
acep tada esta idea se puede resolver la cuestión de su sinceridad.

[Pues] cuando se vio abrumado por esta repugnancia de esa vida a la que él
sucumbió en momentos de debilidad y de perversión, rompió a correr .. y
acudió a aquellos que estaban deshonrados y que también sufrían , a los hu-
mildes de corazón y a los humillados; acudió y se golpeó contra el suelo de
piedra de su propia y humilde iglesia de aldea, y se sintió restaurado . No ha-
bría buscado esa salida si no hubiese creído en ella.

La reverencia de toda la vida de Nekrásov por el pueblo y por su ver-


dad es testimonio "de una angustia que nunca cesó ... y, ¿quiénes somos
nosotros para juzgarlo por ello/ Y si nosotros somos los jueces, no somos los
acusadores" (v. 26 , pp. 123-125). La falibilidad de Nekrásov queda así re-
conocida y a la vez poéticamente trascendida , y en todo el canon crítico de
Rusia no existe homenaje más elevado.

El Diarío de Dostoievski no sólo contiene este afectuoso homenaje al ami-


go y camarada literario de su juventud, sino que también incluye el obi-
tuario de una escritora que había inspirado a ambos . George Sand había
desempeñado un papel importante en el desarrollo literario y sociopolítico
de Dostoievski y de Rusia. En realidad, como escribió Mijaíl Saltikov-
Shchedrin en un célebre ensayo, los escritores rusos de la generación de
los cuarenta vivieron sólo físicamente en Rusia; espiritualmente, existieron
en Francia: "la Francia de Saint-Simon, Cabet, Fourier, Louis Blanc y parti-
cularmente George Sand. Desde allí nos llegó la fe en la humanidad; desde
allí nos llegó la certidumbre de que 'la edad de oro' no había quedado
atrás , sino que estaba ante nosotros".3 El elogio que hace Dostoievski de
George Sand en junio de 1876 nos ofrece, así, un atisbo sumamente ins-

3 Citado en james H. Billington, Mijailovski and Russian Populism, Oxford , 1958, p. 70.

TU RG UENIEV. TOLSTOI Y OTROS ~ 425


tructivo sobre su propia formación, así como sobre las ideas y valores de la
generación literaria a la cual perteneció. También constituye un grato ali-
vio del antieuropeísmo de sus ensayos políticos. Pues al expresar su amor
y admiración por escritores europeos como Sand y Friedrich Schiller, nos
ofrece una imagen mucho más precisa históricamente de la deuda de la
cultura rusa con la inspiración moral-espiritual de esos mentores literarios.
"Nosotros los rusos tenemos dos patrias: nuestra propia Rusia y Europa
-reconoce ahora-, aun si nos llamamos eslavófi.los (y espero que los es-
lavófi.los no me guarden rencor por decirlo)." Desde luego, aquí no hay una
contradicción porque la esencia de ser ruso es, para él, precisamente una ca-
pacidad de "universalidad", una capacidad que es "la característica perso-
nal y el propósito más importantes del ruso". De ahí la extremadamente
dudosa jactancia de que "todo poeta , pensador y humanitario europeo es
más clara y más íntimamente comprendido y recibido en Rusia que .. . en
cualquier país del mundo excepto en el suyo" (v. 23, pp. 30-31).
En su elocuente valoración de Sand, quien falleció en mayo de 1875,
Dostoievski señala con razón que sus novelas habían sido de las principa-
les fuentes a través de las cuales, y pese a la censura , se habían filtrado
ideas socialistas en Rusia durante los treinta y cuarenta. Fue en las páginas
de novelas "venecianas" como [Uscoque y La derniere Aldini, que él leyó a
los dieciséis años, donde el propio Dostoievski se inició en el mundo de las
ideas europeas "avanzadas". George Sand, escribe Dostoievski, fue uno de
los "representantes más brillantes, más congruentes y más rectos" del mo-
vimiento que comenzó como reacción al mundo establecido después de la
caída de Napoleón. "Fue precisamente en esa época -continúa dicien-
do- cuando de pronto se pronunció una palabra nueva y surgieron nue-
vas esperanzas; los hombres proclamaron audazmente que la causa [la Re-
volución francesa] había sido interrumpida en vano e injustamente, que
nada se había realizado por el giro político de los conquistadores ... , que la
renovación de la humanidad debía ser radical y social". Como de costum-
bre , Dostoievski considera la secuela de la Revolución francesa exactamen-
te en los mismos términos que los primeros socialistas, y elogia a Sand por
haber representado la "palabra nueva'', a saber, que "la renovación de la
humanidad" no se había detenido con la burguesía sino que debía volverse
más "radical y social" (v. 23 , p. 34).
Pese a las acusaciones de inmoralidad tan a menudo lanzadas contra
las heroínas de Sand, Dostoievski celebra su conducta en palabras que

426 .. UN PERIÓDICO PERSONAL


ciertamente hicieron vibrar una cuerda en los pechos de sus lectoras popu-
listas . Pocos años antes, en el movimiento de "ir al pueblo", las muchachas
habían ocupado un sitio prominente; y ahora, graduadas como enferme-
ras, éstas acudían en tropel a los Balcanes. Dostoievski señala cómo, en los
personajes femeninos de Sand, "la necesidad de un sacrificio magnánimo
(puede suponerse, especialmente de ella) causa un sobresalto en el cora-
zón de la muchacha; y sin vacilar, sin pensar en sí misma, desinteresada-
mente, sacrificada y valerosa, de pronto da el paso más peligroso y fatal"
(v. 23, p. 36). Tales son las jóvenes de las novelas de Sand que él expone a
la admiración mientras evita por completo el tema sexual y observa caute-
losamente que Sand "no estaba predicando sólo acerca de las mujeres y
nunca inventó el concepto de una 'esposa libre"'. Así, "las mujeres del
mundo entero deben guardar luto por su memoria, porque ha fallecido
una de las más elevadas y bellas de sus representantes" (v. 23, p. 35).
Basándose en relatos de la prensa rusa sobre los últimos días de Sand,
Dostoievski subraya su inconmovible fe en "un futuro más feliz que aguar-
da a la humanidad", y atribuye tan radiante visión a su fe religiosa. "George
Sand murió como déiste, creyendo firmemente en Dios y en su propia vida
inmortal, pero no basta decir sólo eso: fue , tal vez, la más cristiana de to-
dos los contemporáneos", pese a su rechazo del catolicismo (que para Dos-
toievski no era el verdadero cristianismo). "Fundamentó su socialismo ..
en el sentido moral humano , en la sed espiritual de la humanidad , en su
anhelo de perfección y de pureza, y no en la 'necesidad' del hormiguero ...
Creía incondicionalmente en la personalidad humana (hasta el punto de
sostener su inmortalidad) .. . Así, sus pensamientos y sentimientos coinci-
dieron con una de las ideas más básicas del cristianismo". Aunque obser-
vaba, no con mucha justicia, que George Sand pintó principalmente per-
sonajes de la clase alta, no "el acomodadizo , el excéntrico y el pisoteado, a
los que encontramos casi en cada novela del gran cristiano Dickens", con-
sideró que esto sólo era un pecado venial que fácilmente podía perdonarse
y que no reducía la estatura moral de sus abundantes creaciones (v. 22 ,
p. 37). Socialismo, cristianismo e inmortalidad del alma aparecen así uni-
dos en este homenaje, que Dostoievski ciertamente esperó que convence-
ría a sus lectores populistas de su ineluctable interpenetración.

TURGUEN IEV, TOLSTOI Y OTROS ~ 427


XVIII. Cuentos y esbozos

Los ESBOZOS y cuentos que aparecieron en el Diario de un escritor constitu-


yeron algunas de sus secciones más gustadas. También son algunas de las
expresiones más puras y conmovedoras del genio de Dostoievski, feliz-
mente libres de los dudosos elementos de su ideología , que tan a menudo
vician sus artículos . Hasta aquellos críticos y lectores que estaban en mar-
cado desacuerdo con una u otra de sus opiniones tan enérgicamente soste-
nidas - y no menos enérgicamente declaradas- fueron unánimes en elo-
giar cálidamente obras maestras tales como "Krotkaia" ("La mansa") y "Son
Smeshnogo Cheloveka" ("El sueño de un hombre ridículo"). Poco después
de ser publicado el primero de estos cuentos , Mijaíl Saltikov-Shchedrin
invitó a Dostoievski a colaborar con un cuento de longitud similar en No-
tas de la Patria. Como escribió a un amigo: "Al leer, se sienten deseos de
llorar; hay muy pocas de estas joyas en toda la literatura europea''. 1 Estos
cuentos en realidad contienen, en forma concentrada, la esencia de los as-
pectos más simpáticos de la visión de Dostoievski: su aguda identificación
con el sufrimiento humano tanto material como espiritual, y su compro-
miso inmutable con un ideal de la felicidad humana alcanzada mediante el
cumplimiento del mandamiento cristiano del amor mutuo.
La obra creadora de Dostoievski siempre se había alimentado de su
infatigable lectura de los periódicos, cuya diaria "dieta" de crímenes siem-
pre había considerado como depósito inapreciable y sumamente relegado
de los conflictos y dilemas que agobiaban a su sociedad. Una y otra vez, en
sus cartas y notas , Dostoievski vincula los orígenes de sus novelas con ar-

1
PSS, vol 24, p. 390.

428 ...
tículos que había encontrado en la prensa, aunque para cuando su imagi-
nación los había transformado sólo remotamente se asemejaban a su fuente
original. Sin embargo , en el Diario, especialmente en los bocetos, podemos
observar el proceso por el cual pasa del contexto periodístico al de una
obra de ficción. Hasta en los cuentos más largos, donde la conexión es más
distante que en los bocetos, se puede seguir un nexo con los temas tratados
en el Diario. Y este contexto nos permite seguir, aquí más de cerca que en
ninguna otra parte, tanto la relación del periodismo con su ficción como las
metamorfosis del uno en la otra.

El primer número del Diario contiene un boceto breve y sumamente con-


movedor: "Malchik u Christa na Elke" ("Un niño en una fiesta de Navi-
dad"), que no podría ilustrar más claramente la relación orgánica entre su
periodismo y su arte. justamente un mes antes, el 26 de diciembre de 1875,
Dostoievski había llevado a su hija al baile anual de Navidad para niños , en
el Club de los Artistas en San Petersburgo, fiesta famosa por el tamaño del
árbol de Navidad que había en la pista y por el lujo de sus decoraciones. Al
día siguiente visitó , como ya lo hemos descrito, la colonia de delincuentes
juveniles. Yendo y viniendo por las calles de San Petersburgo, y mientras
cavilaba sobre lo que incluiría en su primer fascículo , vio a un pobre niño
que pedía limosna . Estas impresiones, escribió pocas semanas después a
Vsevolod Soloviev, resolvieron su problema: decidió dedicar una buena par-
te del número de enero "a los niños, a los niños en general, a niños con pa-
dres, niños sin padres ... bajo árboles de Navidad, sin árboles de Navidad,
niños delincuentes''. 2 Y así, comienza con el baile de Navidad y termina con
la visita a la colonia de delincuentes ; entre ellos, inserta su boceto ficticio.
La primera mención del boceto en sus notas, fechada el 30 de diciem-
bre, dice: "El árbol de Navidad. El niño en Rückert. Cristo, preguntarle a
Vladimir Rafaelovich Zotov" (v. 23, p . 322). Vladimir Zotov, mencionado
antes en relación con un artículo que escribió sobre la biografía de Dos-
toievski, también era un traductor con un vasto conocimiento de las litera-
turas europeas . Evidentemente, Dostoievski pensó en él en conexión con
el otro nombre mencionado, Friedrich Rückert, poeta menor alemán que

2
PSS, vol. 29 , libro 2, p. 72; 11 de enero de 1876.

CU ENTOS Y ESBOZOS ~ 429


había compuesto un poema en prosa, "Des Fremden Kindes Heiliger
Christ" ("El Santo Cristo del niño huérfano"). El poema nunca fue traduci-
do al ruso , pero Dostoievski había vivido en Alemania, donde recitarlo era
parte habitual de las fiestas de Navidad (así como el Cuento de Navidad de
Dickens en países de habla inglesa). Sin duda , Dostoievski esperaba que
Zotov lo ayudara a localizar una copia del texto.
Los cuadernos que contienen esta nota no se publicaron hasta 1935, y
nadie prestó la menor atención a Rückert hasta que G. M. Fridlender des-
cubrió la clave treinta años después, e indicó la similitud temática del
cuento de Dostoievski y el poema. 3 Un niño huérfano vaga por las calles
durante la Navidad, contemplando con tristeza las ventanas brillantemente
iluminadas de las casas en que niños felices, en contraste con él mismo ,
tienen sus árboles de Navidad. "El corazón del niño se llenó de enorme
pesar." Toca a las puertas, las rejas y las ventanas de las casas, esperando
que alguien se apiade de su soledad y su miseria , pero todo sigue ensilen-
cio . Abrumado por su tristeza, se echa a llorar y pide a Cristo que lo resca-
te de su desolación; de pronto aparece otro niño vestido de blanco llevan-
do una antorcha. Es el propio niño-Dios quien señala un enorme árbol de
Navidad que brilla entre las estrellas, mucho más deslumbrante que los
de las casas. Fue encendido para todos los huérfanos del mundo y, como
en un sueño, del árbol refulgente descienden los ángeles . El huérfano es
llevado hacia la luz, y en la celestial eternidad olvida todos los pesares de
su vida en la tierra (v. 22, pp . 322-323) .
El poema sentimental y edificante de Rückert disuelve , de manera con-
movedora, las miserias del pobre huérfano en toda una eternidad de dicha
celeste. Dostoievski , como podía esperarse, da al mismo tema un trato mu-
cho más sombrío y penetra mucho más profundamente en las miserias del
pequeño mendigo. La colocación misma del boceto en el Diario indica el
patetismo de su soledad , por contraste; y como se encuentra entre descrip-
ciones de hechos que en realidad ocurrieron, esto le da una semblanza de
verosimilitud a la milagrosa intervención del niño-Dios. Dostoievski juega
muy efectivamente con la categoría ambigua del boceto como "arte" e "in-
vención", pero su invención se asemeja tanto a la "realidad" que es difícil
precisar la diferencia. "Pero yo soy novelista - empieza el boceto- , y pa-
rece que yo mismo inventé un 'cuento'. No se por qué dije 'parece' pues sé

3
G. M. Fridlender, Realizm Dostoevshogo, Moscú-Leningrado, 1964, pp. 290-308.

430 ..,.¡ UN PERIÓDICO PERSO N AL


perfectamente que en realidad lo inventé; y sin embargo, sigo imaginándo-
me que esto ocurrió en algún lugar, en algún momento, precisamente en la
noche de Navidad, en una cierta ciudad enorme, durante una terrible ne-
vada" (v. 22, p. 14).
La ausencia general de especificidad en los detalles del trasfondo ex-
tiende la anécdota, convirtiéndola en una especie de parábola. Nos encon-
tramos en un arquetípico ambiente dostoievskiano , característico de casi
cualquiera de sus obras desde la primerísima: una oscura, helada y misera-
ble cabaña de San Petersburgo, una mujer moribunda, sola y olvidada en
un camastro, un niño hambriento, vestido de harapos, que está tiritando y
mirándola , sin comprender su agonía mortal. "¿Cómo llegó ella a estar
aquí? Puede haber venido con su hijo desde un poblado lejano, y haber
enfermado súbitamente." Todo se deja en esta atmósfera de vaguedad y
conjetura, y, así, la situación adopta la calidad universal de un ejemplar
mítico . Ésta no es una mujer individual que está muriendo, sino una cuyo
destino simboliza el de otras miles. Por contraste, mientras el pequeño tiri-
tando mira vagamente por toda la habitación buscando algo que comer,
hay una gran agudeza de detalle sensual que pone en relieve lo terrible de
la situación. "Por el momento se quedó inmóvil, poniendo la mano en el
hombro de la difunta. Luego empezó a soplar sobre sus minúsculos dedos
en un intento por calentarlos, y, de súbito, tomando su minúscula gorra,
que yacía sobre la cabecera, echó a andar a tientas , cautelosamente, y sin
ruido salió del sótano" (v. 22, pp. 14-15).
El resto del cuento narra las reacciones del niño mientras vagabundea
por las calles de la amenazadora ciudad, de noche, contemplando las casas
llenas de niños felices que se agrupan en tomo de suntuosos árboles de Na-
vidad (esto es lo que más se parece a Rückert), y se detiene con fascinación y
deleite ante los juguetes mecánicos que ve en un escaparate. Atemorizado
por algunos rudos pilluelos mayores que él, se refugia en un patio tras una
pila de leña (escenario familiar en Dostoievski). Se queda dormido allí, y a la
mañana siguiente encuentran su cadáver congelado. Pero antes de su triste
defunción, había tenido un sueño maravilloso: "¿Dónde está ahora? Todo
brilla y resplandece y fulgura, y dispersas por doquier se ven pequeñas mu-
ñecas ... no , son niños y niñas pequeños, sólo que son luminosos y todos
vuelan a su alrededor". Éstos son los niños que estaban en la fiesta del Árbol
de Navidad de Cristo, fiesta para todos los niños que son victimas del peca-
do humano y de la injusticia social. Algunos de estos niños

CUENTOS Y ESBOZOS ~ 431


habían muerto congelados en esas canastas en que los habían dejado a las
puertas de las casas de funcionarios de Petersburgo; otros habían perecido en
miserables pabellones de hospital; otros más habían muerto ante los pechos
secos de sus madres hambrientas (durante la hambruna de Samara) ; éstos,
asimismo, habían muerto asfixiados por el hedor en vagones de ferrocarril de
tercera clase. Ahora están todos aquí, todos como angelitos, y todos están con
Cristo, y Él está en medio , tendiéndoles las manos a ellos y a sus madres pe-
cadoras . .. Allá abajo, a la mañana siguiente, los porteros descubrieron el mi-
núsculo cadáver del niño que había muerto congelado tras la pila de leña;
también encontraron a su madre ... Había muerto congelada, antes que él; se
encontraron en el Cielo de Dios. [v. 22 , pp. 16-17].

En el último párrafo, Dostoievski vuelve a sí mismo como narrador y


al aspecto "imaginario" de su narración. "Pero la idea es que sigo figurán-
dome que todo esto pudo ocurrir en realidad . .. , quiero decir, las cosas que
ocurrieron en el sótano y detrás de las pilas de leña. Bueno , en lo tocante al
Árbol de Navidad de Cristo ... realmente no sé qué decirles , y tampoco sé
si esto pudo haber ocurrido o no" (v. 22 , p . 17). Si alguno de estos hechos
pudo suceder o no suceder, el objeto de este esbozo es, manifiestamente,
hacer que en la Tierra suceda algo que se aproxime a la fiesta de Navidad
de Cristo.

Un esbozo en el Diario de marzo de 1876 , aún más breve que el de Navi-


dad , también cobra una nueva significación cuando se lo lee en su con-
texto general. Justo un mes antes, en su largo artículo dedicado al caso de
Kroneberg, se había explayado Dostoievski sobre la desaparición entre las
clases superiores de todo sentimiento de la santidad de la familia ; en cam-
bio , en el artículo que precedió al esbozo defendió vigorosamente la reali-
dad y la existencia de ideales morales elevados entre la gente común. Y es
en este marco en el que , sin mayor explicación, pinta el apacible falleci-
miento de una anciana -el capítulo se titula "La centenaria" , y la mujer
tiene ciento cuatro años- a la que se ve, al principio, avanzando trabajo-
samente por las calles de San Petersburgo para visitar a su nieta en un día
soleado . Pese a su vejez y a sus achaques, sigue teniendo vitalidad , sigue
mostrando un vivo interés en otras personas y responde alegremente a la

432 ... UN PERIÓ DICO PERSON AL


cariñosa pregunta de un transeúnte. "Y siguió riéndose y mirándome
- informa su interlocutor- . Sus ojos eran opacos, casi sin vida, y, sin em-
bargo, de ellos brotaba lo que podría llamarse un cálido rayo" (v. 22 , p. 76).
Supuestamente , este encuentro de la vida real le fue narrado a Dos-
toievski por una conocida suya, pero en realidad lo oyó de labios de Anna
Grigórievna, y el resto del cuento consiste en su propia recreación ficticia
de la llegada de la anciana a su destino. Su nieta está casada con un arte-
sano independiente, barbero de profesión, que lleva "un traje tan grasien-
to como un hojaldre -¿será por causa de la pomada7- y, como todos los
barberos, un collar tan blanco como si lo hubiesen metido en harina". La
familia saluda cálidamente a la recién llegada, los niños acuden en tropel
a ver a la "abuela", un invitado que está allí bromea con ella afectu osa-
mente y su nieta empieza a hablar de inmediato sobre los puntos finos de
una nueva chaqueta recién comprada para el m ayor de los niños . La esce-
na es de calma, serenidad, calor familiar y estabilidad, y es en medio de
este grupo reconfortante donde la anciana -mortalmente exhausta por el
esfuerzo de su caminata- fallece apaciblemente, dejando la mano cari-
ñosamente sobre el hombro de su joven sobrino nieto (v. 22, pp. 78-79).
Semejante muerte no es aterradora ni inquietante , escribe Dostoievski;
por el contrario , hay en ella algo "apacible , hasta solemne y tranquilizador
[. .. ]Desde luego, sobre ella no se derrama ninguna lágrima. Ciento cuatro
años. . . 'y falleció sin dolor ni vergüenza' ". La nieta inmediatamente les
pide ayuda a las vecinas, y éstas llegan corriendo y escuchan casi con pla-
cer la narración del hecho, suspirando y gritando: "¡Dios bendiga las vidas
y muertes de las personas sencillas y buenas! " Dostoievski se disculpa ante
sus lectores por haberles dado "tan intranscendente escenita sin una histo-
ria" en lugar de escribir acerca de "algo que tenga cierto interés" (v. 22 ,
p . 72). Pero la escena, desde luego, es tan oportuna como pueda pedirse
para ofrecer un contraste apaciguador con los síntomas de disolución mo-
ral que tan ampliamente se muestran por todo el Diario.

Si "La centenaria" tendió a contrarrestar la imagen deprimente del pueblo


ruso que con tanta frecuencia se encontraba en el Diario, otro boceto , "El
campesino Marei", sirve al mismo propósito pero se ubica en un medio

CU ENTOS Y ESBOZOS .. 433


enteramente distinto. En las primeras páginas del número de febrero, Dos-
toievski exalta al pueblo ruso , y sostiene que todo lo valioso que hay en la
literatura rusa se origina en la asimilación por sus autores de los ideales
cristianos del pueblo. Sin embargo, expresando un cierto cansancio con
todas estas "professions de foi", decide relatar una reminiscencia que, "por
alguna razón, estoy impaciente por narrar precisamente aquí y ahora, en la
conclusión de nuestro tratado sobre el pueblo" (v. 22 , p. 46). La reminis-
cencia es "El campesino Marei" y su significación trasciende, con mucho,
su propósito inmediato en el Diario. En un nivel, es un suplemento -por
cierto, extremadamente valioso- de La casa de los muertos; en otro , es la
única evocación directa de su niñez que saliera de su pluma.
Este esbozo también es de primera importancia como clave en la evo-
lución ideológica de Dostoievski durante sus años en Siberia, es decir, su
transformación de un radical filantrópico con marcadas inclinaciones cris-
tianas socialistas, aunque no comprometido con ninguna panacea socialis-
ta en particular, a un resuelto creyente en el pueblo ruso como la incompa-
rable encarnación nacional de los ideales morales que había encontrado
tan atractivos en el socialismo utópico. Bien podemos preguntarnos por
qué no incluyó estas páginas en La casa de los muertos, y por qué aguardó
diecisiete años antes de ponerlas en letras de imprenta. Una posible res-
puesta es que son demasiado directamente autobiográficas y confesionales
para haber servido a sus recuerdos semificcionalizados de Siberia, cuyo
narrador, además, se supone que no era el propio Dostoievski. Allí, su ob-
jetivo artístico era pintar el mundo del campamento-prisión y de sus com-
pañeros los reos, y el episodio habría destacado de modo demasiado pro-
minente. En esas memorias , sólo indirectamente pinta la evolución de su
actitud hacia sus compañeros de miseria, que comenzó con repulsión y fu e
modulándose hasta una apreciación mucho más positiva de sus cualidades
humanas. 4 El episodio de Marei revela este giro, pero en los términos de
un encuentro personal que habría chocado con la objetividad que predo-
mina en La casa de los muertos.
El episodio comienza con una aguda y rápida evocación de la celebra-
ción de la semana de Pascua dentro de la empalizada siberiana .. . "cele-
bración" durante la cual los presos podían beber, alborotar y reñir hasta
saciarse. Dostoievski se limitaba a contemplarlos, con un sentimiento de
4 Para más sobre este punto, véase mi Dostoievshi. Los mios de prueba, 1850-1859, caps. \ '1-x1 ,
FCE, México , 2010.

434 .... UN PER IÓDICO PERSONAL


profundo desagrado contra la bronca turbulencia y brutalidad del espec-
táculo que se desarrollaba ante sus ojos. "Nunca - confiesa- pude sopor-
tar sin repugnancia el libertinaje y la embriaguez populares, sobre todo en
este lugar." Otro preso político, un culto patriota polaco, expresó la que
pareció ser la reacción común cuando ambos se encontraron fuera de las
barracas, adonde habían ido para escapar de los gritos y el desorden. "Me
miró sombríamente, con ojos brillantes; sus labios empezaron a temblar:
'je hais ces brigands!', me dijo en voz baja, rechinando los dientes, y se fue"
(v. 22, p. 46). Desde luego , el empleo de la lengua francesa separó a los
dos de los ignorantes presos campesinos.
Dostoievski se recuesta entonces sobre las tablas en que duermen to-
dos los reos y empieza -como continuamente lo hizo , en busca de con-
suelo- a conjurar su pasado en la memoria. Y de pronto recuerda cómo
una vez, a los nueve años, había estado alegremente explorando el bosque
de la propiedad de su familia durante unas vacaciones de verano. Una o
dos frases dedicadas al bosque están tan llenas de sentimiento, son tan in-
sólitas, que vale la pena citarlas como prueba de una sensibilidad rara vez
mostrada en otra parte: "Y en toda mi vida nunca he sentido tanto amor
por nadie como por el bosque, con sus setas y sus fresas, sus insectos y
aves y sus pequeños erizos y ardillas; el húmedo olor de las hojas muertas,
que tanto adoré" (v. 22, p. 47). Su madre le había advertido que cerca de
allí había lobos, y de pronto, en medio de su bucólico paseo, oyó clara-
mente (aunque después resultó ser una alucinación auditiva) el grito de
que habían divisado a un lobo. Aterrorizado, el niño corrió hacia un cam-
pesino que estaba arando en un campo cercano .
"Era nuestro campesino Marei .. . Tenía casi cincuenta años; robusto ,
bastante alto, con muchas canas en su hirsuta barba rubia. " El campesino
tranquiliza al niño y lo bendice. "Extendió la mano y me dio un golpecito
en la mejilla. '¡No tengas miedo! Cristo sea contigo. Persígnate'" (v. 22 ,
p. 48). Las palabras consoladoras del bondadoso campesino calmaron al
agitado muchacho Dostoievski, convenciéndolo de que no había habido
ningún lobo. El incidente se borró durante veinte años de su memoria,
pero quedó allí latente, como una semilla plantada en la tierra, dispuesta a
brotar y a dar flores en el momento en que su reaparición cobrara la natu-
raleza de una revelación. Aquí, en esta experiencia de su niñez, en un ins-
tante simbólico y que nunca olvidaría , había entrevisto Dostoievski toda la
belleza espiritual contenida en el carácter del campesino ruso.

C UENTOS Y ESBOZOS ~ 435


Era nuestro campesino siervo, mientras que yo era el hijo de su amo ; nadie se
enteraría de su bondad para conmigo y nadie lo recompensaría . .. La reunión
fue solitaria, en un campo vacío, y sólo Dios , acaso , percibió desde arriba
cuán profundo e ilustrado sentimiento humano, qué ternura delicada, casi
femenina , puede llenar el corazón de algún tosco siervo campesino ruso , bes-
tialmente ignorante, quien en aquellos días no había tenido ni siquiera indi-
cios de su libertad [v. 22 , p. 49]

La resurrección de este incidente de su niñez en su memoria - tan lar-


go tiempo olvidado- produjo una transformación completa en la relación
de Dostoievski con el entorno que tanto había aborrecido. Ya no ve a los
presos ebrios y ruidosos como bestias broncas y encallecidas, completa-
mente incapaces de albergar algún sentimiento humano y generoso; ahora,
todos ellos se han convertido en potenciales Mareis, cuya natural pureza
de alma había sido recubierta por la suciedad y la implacable opresión de
sus vidas. "Seguí adelante , contemplando atentamente los rostros que en-
contraba. Este campesino ebrio , rapado y marcado al fuego , con señales en
el rostro, berreando su ronca canción báquica ... ¡Podía ser el mismísimo
Mareil Pues no tengo manera de penetrar en su corazón" (v. 22 , pp. 49-50).
Este incidente aporta un válido paradigma para ver cómo Dostoievski se
persuadió de la validez de sus propias creencias acerca del pueblo ruso.
E ilustra, una vez más, su genio para tomar un incidente personal aislado y
común y dotarlo de una vasta significación social y simbólica.

Una obra mucho más ambiciosa , "Krotkaia" ("La mansa"), ocupó todo el
número de noviembre de 1876. Este cuento fue inspirado por un relato de
periódico de comienzos de octubre , ya mencionado, de una joven que se
había matado tirándose desde lo alto de un edificio, mientras apretaba un
icono de la Virgen María, la Madre de Dios. Este hecho quedó incluido en
las notas del cuaderno para el artículo acerca de Liza Herzen, que subraya-
ba el contraste entre las dos. "¡Pero qué seres tan diferentes sonl - escribió
en este artículo-, ¡como de dos planetas distintos! ¡Y cuán diferentes las
dos muertes! " (v. 23, p. 146). La imagen de lo que las notas de Dostoievski
llaman "el suicidio humilde [smirennoe]" siguió rondando su imaginación,

436 ~ UN PERIÓDICO PERSONAL


y a finales de octubre decidió emplearla como tema de un cuento. "Exami-
na el viejo material de temas para cuentos ... ", se aconseja. "La muchacha
del icono" (v. 24 , p. 381 ).
Al principio, pensó en transformar "la muchacha del icono", un episo-
dio un tanto parecido al relato de Olia en El adolescente, en una novela (al
cabo nunca escrita) que se titularía Mechtatel (El soñador). Algunos rasgos
de este temprano borrador se conservaron en el relato final, entre ellos la
forma de monólogo y un personaje principal que se había negado a batirse
en duelo y estaba convencido de estar buscando la verdad desnuda. Sin
embargo , el trabajo en el Diario no le dejaba tiempo para desarrollar este
nuevo proyecto. Decidiendo, aun así , que el tema era tan rico que merecía
un tratamiento independiente, Dostoievski volvió a sus antiguas notas. Lo
que encontró allí fue una fascinación perenne por la figura de un "usure-
ro": la personificación del egoísmo absoluto , con exclusión de toda consi-
deración por los demás.
Con todo, como el conjunto de los personajes de Dostoievski, hasta un
usurero es capaz de mostrar inesperadas cualidades humanas. En el plan
para una novela de comienzos de los sesenta, aparecen notas para seme-
jante figura, que fueron recuperadas en 1869 como idea para un cuento ,
después de terminado El idiota. Aquí el personaje es descrito como "un
auténtico tipo del subsuelo; lo han insultado. Se amarga. Inconmensurable
vanidad . . . Su mujer no pudo dejar de notar que era un hombre culto , pero
luego comprendió que no lo era tanto; cada pulla (y todo lo toma como
una pulla) lo enfurece , es un hombre desconfiado ... Durante un tiempo se
esfuerza por establecer una relación amorosa con su mujer. Pero a ella le
había roto ya el corazón" (v. 24, p . 382). Esta situación contiene los linea-
mientos del cuento posterior.
Otro plan para un cuento , anotado por la misma época pero nunca
escrito , ofrece una descripción más extensa de la psicología asociada al
usurero.

Un avaro, vengativo , usurero . .. y de pronto rumores totalmente opuestos [a


éstos] ... Un rumor acerca de cobardía .. . En general , éste es un tipo. El rasgo
más importante: un misántropo , pero del subsuelo. Ésta es la esencia, pero
el rasgo más importante: una necesidad de confiarse [a otros] que brota de la
terrible misantropía y de ironía e insultante desconfianza ... Esta necesidad es
convulsiva e incontrolable, de modo que, con aterradora ingenuidad (una in-

CUE NTOS Y ESBOZOS .... 437


genuidad amarga, hasta conmovedora, digna de piedad) , se arroja de pronto
sobre la gente y, desde luego, es rechazado ; pero , una vez rechazado , no per-
dona , no olvida nada, sufre, lo convierte todo en una tragedia [v. 24 , p. 382].

Éstos son los contornos del personaje cuya voz se escuchará como na-
rrador de "La mansa" .
Los rasgos moral-psicológicos de los personajes de Dostoievski siem-
pre son reforzados por reminiscencias literarias y culturales, y "La mansa"
no es excepción. Contiene alusiones al Fausto de Goethe , una observación
de John Stuart Mill acerca de las muj eres y un encomio de uno de los li-
bros favoritos de Dostoievski: la novela picaresca de Alain-René Lesage, Gil
Bias. Las notas también revelan la influencia de una novela poco conocida,
Pugachevtsi, de la condesa E. A. Salias de Tournemire, literata rusa extre-
madamente prolífica cuya noble heroína también se suicida pero no antes
de mostrar la misma indiferencia por su tiránico marido que la que muestra
la dulce criatura. Sin embargo, la influencia más importante de todas es la
de Victor Hugo , cuya novela corta El último día de un condenado se sabía de
memoria Dostoievski, y que había entrado en su propia vida en uno de sus
momentos decisivos. Durante el breve rato en que creyó que sería el si-
guiente en enfrentarse al pelotón de fusilamiento, fue un pasaje de esta
obra de Victor Hugo el que le vino a la mente. 5
El cuento de Hugo es el diario imaginario de un hombre que está
aguardando a ser llevado a la guillotina y anota sus pensamientos y senti-
mientos hasta el momento mismo en que sube al cadalso. En el prefacio
del autor a su propio relato , Dostoievski nota que hay algo "fantástico" en
la suposición de que un condenado pudiera llevar un diario en esas cir-
cunstancias, pero esta infracción de la verosimilitud no reduce en absoluto
el terrible impacto de la pequeña obra maestra de Hugo, una de las acusa-
ciones más poderosas contra la pena capital que jamás se hayan escrito.
Dostoievski subtitula su propio texto "Un cuento fantástico" porque repro-
duce el solitario monólogo del marido de la suicida ante su féretro , utili-
zando una técnica de corriente de conciencia parcial; y también esto exige
mucha credibilidad. ¿Quién registró las palabras7 Dostoievski le pide a su
lector suponer que el monólogo del marido aturdido y apesadumbrado lo
tomó en taquigrafía un estenógrafo , quien se lo entregó (al autor) para que

5
Ibid , p. 58.

438 ... UN PERIÓDICO PERSONAL


le hiciera algunas correcciones. "Es esta sugestión ... la que considero como
el elemento fantástico del cuento", escribe. Pero , como observa de Hugo, si
"no hubiese adoptado esta caprichosa manera de narrar el cuento, su no-
vela -una de las más realistas y más verídicas que jamás escribió- no
hubiera existido" (v. 24, p . 6). La evaluación puede aplicarse también a su
propio relato, que sirve como otra ilustración más de la inalterable convic-
ción de Dostoievski de que la "verdad" de la realidad no podía transmitirse
sin cierta mezcla de "lo fantástico'', ya fuese en el plano formal (como en
este ejemplo) o en el temático, en algún atisbo visionario de un ideal tras-
cendente.
Aunque la idea de "La mansa" surgió inicialmente de las cavilaciones de
Dostoievski acerca de "la muchacha del icono", para cuando el relato tomó
su forma final ella había pasado a segundo plano. En cambio, su marido es
el narrador: una variante del hombre del subsuelo, consumido por la amar-
gura y el resentimiento contra el mundo, y afecto a oprimir y a aplastar a
otros porque él mismo se siente oprimido y aplastado. Lo que le da aquí
a este tipo de personaje su cariz especial es el carácter de su autoimagen
interna. Se ve a sí mismo como una especie de héroe incomprendido y olvi-
dado , cuya vida es una protesta personal contra una sociedad injusta, y esta
autoimagen lo sostiene emocionalmente y motiva su conducta. Es lo que ha
hecho que la vida sea posible para él, ya que - en una situación bastante
típica del repertorio del romanticismo ruso- fue expulsado de su regi-
miento por no haber defendido su honor en una ocasión pública.
Sin embargo, antes de enteramos de los detalles de su pasado se nos
muestra al narrador simplemente como propietario de una casa de empe-
ños; este papel una vez más toca una nota dostoievskiana ya familiar. Una
preocupación por el dinero es, habitualmente -como en el caso de Gania
Ivolguin en El idiota, o del joven Arkadi- , el síntoma de una sed de poder
que brota del afán de compensar una condición de inferioridad y de su-
bordinación. Y aquí la tenemos de nuevo; pero la situación se complica
por la necesidad del personaje de persuadirse a sí mismo, al mismo tiem-
po, de sus propias rectitud y virtud . "Dicen ustedes 'prestamista'; todos lo
dicen. Y, ¿qué tiene de malo 7 Esto significa que debe de haber, en realidad,
razones por las que uno de los más magnánimos de todos los hombres se
haya metido a prestamista" (v. 24, p . 16). Así, el narrador se niega a mirar-
se como sabe que lo ven los demás ... y hasta como , a regañadientes, lo ve
una parte suya que no puede suprimir por completo. Esta discrepancia es

C UENTOS Y ESBOZOS ... 439


la causa de la tragedia narrada en el cuento , que surge del despiadado in-
tento que el narrador, en su desesperanzada búsqueda de amor y com-
prensión, hace por imponerle a otro su idea de sí mismo. Pero como busca
el amor sin estar dispuesto a amar él (hasta que es demasiado tarde), como
desea obtener el amor mediante una especie de violación psíquica a tra-
vés de la dominación de otra conciencia, el resultado es justamente el opues-
to del que buscaba. "Pero aquí -piensa, contemplando el cadáver de su
esposa- había algo que olvidé o que no supe ver. Había algo que adminis-
tré mal. Pero , ¡basta, basta!" (v. 24, p. 17).
El relato sigue el curso de una relación desdichada que lleva a la novia-
niña (¡tenía apenas dieciséis años!) a su final gesto de desesperación. Cuan-
do por vez primera llega ella a empeñar sus míseras posesiones, lo que atrae
de la niña al narrador es la combinación de orgullo y de pobreza, de inteli-
gencia y de indigencia. Él mismo es hijo de un noble hereditario "un capitán
ya retirado, de un regimiento brillante" (v. 24, p. 10) mientras que ella, cuyo
padre ya difunto había obtenido la condición de noble en el servicio civil
(como el padre del propio Dostoievski), ha quedado reducida a los bajos
fondos de San Petersburgo. La muerte de sus padres la lanzó a vivir con dos
tías para quienes el término "desordenadas" sería casi un cumplido , y la con-
virtieron en una virtual esclava. Pero ella, de todos modos, tiene un carácter
independiente y ha colocado anuncios en los periódicos en busca de un em-
pleo (inútilmente), y ha absorbido parte de la cultura y de los ideales huma-
nitarios de su generación. Dista mucho de ser una persona dispuesta a des-
empeñar un papel completamente subordinado y sumiso.
El narrador la rescata, salvándola de ser vendida a un pretendiente
mucho más viejo. La inesperada propuesta de matrimonio es cuidadosa-
mente planeada para ponerlo en el papel de salvador romántico; empero ,
su motivo no es una auténtica magnanimidad y ni siquiera la atracción
sexual (aunque ésta no se halla ausente por completo). Antes bien, deses-
peradamente necesita de alguien que reconozca que su vida, en apariencia
miserable, ha sido inspirada por una "idea", alguien que conozca la recti-
tud y la dignidad inherentes del camino que ha elegido , alguien que mire
más allá de su ignominiosa profesión y de su deshonroso pasado , hasta
contemplar los tormentos de su alma herida. "Al admitirla en mi casa, exi-
gí pleno respeto. Deseé que me mirara con adoración, por todos mis sufri-
mientos ... ¡Y yo lo merecía! Siempre fui orgulloso , y siempre quise o todo
o nada" (v. 24 , p. 14).

440 ... UN PER IÓ DICO PERSO N AL


Este orgullo abrumador determina el curso nefasto que adopta después
de su boda. Cualquier signo de ternura o afecto , por su parte , podría ser
interpretado como un humillante llamado, como una indicación de remor-
dimiento o de duda de sí mismo, y así, el calor natural del sentimiento de
la muchacha, expresado espontáneamente en los primeros días de su ma-
trimonio, es sistemáticamente asfixiado por la política de frialdad y de apa-
rente indiferencia que él sigue. "Lo principal fue que desde el principio,
por mucho que ella tratara de contenerse, se arrojó hacia mí con amor ...
pero al momento yo echaba agua fría sobre todo este éxtasis. Precisamente
ésa era mi idea. Yo reaccionaba a esos arrebatos con silencio ... un silencio
benévolo , desde luego ... " (v. 12, p. 13).
Este trato produce lo opuesto de lo que el narrador había previsto. En
lugar de que ella aceptara la sublimidad interna (como él la ve) del modo
de vida de su marido, y se inclinara ante él con idolátrica admiración, am-
bos quedaron trabados en una secreta pugna de voluntades. "Al principio ,
ella discutió, ¡y con qué ardorl Pero después dejó de hablar y, por último,
se volvió totalmente silenciosa. Sólo al escuchar abría sus ojos enorme-
mente grandes .. . tan grandes , grandes ojos, tan atentos ... Y... y, además, de
pronto notaba yo una sonrisa ... una sonrisa desconfiada, silenciosa , malig-
na. Bueno, con esa sonrisa la traje a mi casa" (v. 12, p. 14). La supuesta-
mente "dulce criatura" de pronto estalla en abierta rebelión, y tenemos un
atisbo de sus valores en sus esfuerzos, pronto reprimidos, por conducirse
caritativamente con algunos de los clientes de la casa de empeño . Además,
impulsada por odio y rabia contra su opresor, hace una cita con un oficial
del antiguo regimiento de su marido y se entera del vergonzoso secreto de
su pasado. Con el inevitable toque de melodrama dostoievskiano , el mari-
do lo oye todo y se llena de admiración por la manifiesta pureza y bondad
de su esposa cuando ella rechaza , llena de desprecio , los avances del infor-
mante . Lo irónico de la situación, desde luego, es que estas mismas cuali-
dades que movieron al marido a elegirla por esposa hacen imposible que
ella se rinda completamente a su voluntad.
El clímax de la batalla secreta ocurre justo después de que él ha irrum-
pido en la reunión, revelando así que está enterado de la indiscreción de
su esposa. Al despertar un día, pero sin dar señales de estar ya consciente ,
la ve de pie junto a él con una pistola cargada que él le había enseñado a
usar, y aguarda, en agonía, que ella apriete el gatillo , preguntándose si lo
vio abrir momentáneamente los ojos. Sin embargo, pese a su odio , final-

CUENTOS Y ES BOZ OS ~ 441


mente ella es incapaz de quitarle la vida: ésa es su última e irreparable de-
rrota. Al revelar más tarde que él estuvo consciente de este incidente, pue-
de, de un plumazo , disipar la nube que colgaba sobre su nombre por la
imputación de cobardía y, asimismo, invertir la situación moral. Ya no será
él quien subrepticiamente pida perdón; ahora, será el magnánimo perdo-
nador. Pero la alegría privada de este futuro triunfo es tan grande que de
propósito aplaza su llegada. Desea saborear la quebrantada mortificación
de su esposa, que cae enferma con "fiebre cerebral" después del incidente de
la pistola y nunca recupera por completo la salud. "Sí, por entonces me
ocurrió algo extraño y peculiar . .. no sé cómo llamarlo. Quedé triunfante,
y el conocimiento mismo de esto me bastó. Pasó este invierno . Oh, me sen-
tí contento como nunca ... y esto, durante todo el invierno" (v. 24 , p. 23).
El desenlace ocurre durante la primavera, después de todo un invierno
en que silenciosamente compartieron el mismo departamento pero ya no
el lecho conyugal, y se mantuvieron totalmente separados uno del otro.
"Desde luego , fue extraño que ni una vez - dice el marido- se me ocu-
rriera la idea de que aunque me gustaba contemplarla fijamente , nunca
durante todo el invierno vi que me mirara a mí siquiera una vez. Creí que
era por pura timidez de su parte" (v. 24, p. 25). Lejos de ser timidez , era
una profunda e invencible aversión .. . como lo descubre él cuando , sin-
tiéndose súbitamente movido a piedad por ella y arrebatado por su propia
y abrumadora necesidad de amor, finalmente se arroja a sus pies. "Ella se
estremeció y se apartó de mí con gran temor, mirándome a la cara. Pero,
de pronto, sus ojos expresaron una severa sorpresa ... '¡Así, lo que quieres
es amor' ': tal fue la pregunta que vi en ese asombro de su parte , aunque
guardara silencio" (v. 24, p. 28). El incontenible fervor del narrador, quien
ahora expresa, en un balbuceo desordenado, todo el tormento psíquico
que había estado reprimiendo y ocultando a los demás durante tantos
años, simplemente hace caer a la infortunada muchacha presa de convul-
siones histéricas.
Su súbito desplome y la inversión de la situación precipitan la catástro-
fe. Ahora, el narrador está dispuesto a abandonarlo todo , a olvidarse de su
casa de empeño y de su venganza contra la sociedad, si logra tan sólo reco-
brar el amor que en un tiempo estuvo a su alcance . Pero es demasiado tar-
de para deshacer el pasado. El espíritu dulce y amable de su esposa ha sido
irremediablemente suprimido, y ahora ella se siente consumida de culpa
por su propia incapacidad de responder, salvo con profunda lástima, a los

442 ... UN PERIÓDICO PERSONAL


ruegos de su marido de comenzar una nueva vida de amor pleno y com-
partido. Lo único que le queda es saltar desde la ventana, apretando contra
su pecho el icono de la Madre de Dios, símbolo de la promesa de amor
eterno. Nada que Dostoievski haya escrito nunca es más conmovedor que
la escena en que grita de desesperación el narrador, al final, paseándose
ante el féretro de la "dulce criatura", en un momento en que todo el mun-
do se ha vuelto para él una imagen de su desolación. "¡Oh, naturaleza! El
hombre está solo en la Tierra ... ¡ésta es la calamidad! ... Todo está muerto ,
y por todas partes: no hay más que cadáveres. Sólo hombres, y a su alrede-
dor, silencio ... tal es la Tierra. '¡Amaos los unos a los otrosl ' ¿Quién dijo
esto? ¿De quién es este acuerdo?" (v. 24, p. 35) .
Tales son algunas de las últimas palabras de una de las creaciones
más bellas y puras que salieran de la pluma de Dostoievski. La sutileza y
delicadeza de la descripción de la conciencia del narrador (con su mez-
cla de conmoción, culpa, incredulidad y algunos últimos girones de au-
tojustificación), el brillante retrato de la esposa vista a través de los ojos
del narrador, que trata de comprender lo ocurrido superan fácilmente los
ya muy conocidos ingredientes de la trama y el toque de melodrama. "La
mansa" también es el retrato mejor redondeado y más finamente mo-
dulado de su tipo del "hombre del subsuelo". En ninguna otra parte se le
presenta tan plenamente como un ser humano sensible y doliente, cuya
inhumanidad se deriva de una necesidad de amor que ha sido pervertida
y distorsionada por el egoísmo y la vanidad. Lo que se presentó sólo em-
briónicamente en el último episodio de Memorias del subsuelo, cuando el
hombre del subsuelo rechaza egoístamente la oferta de amor que le hace
la sufriente joven prostituta Liza , es desarrollado aquí con una maestría
que plenamente justifica el entusiasmo de Saltikov-Shchedrin.

También "El sueño de un hombre ridículo" brota de la preocupación de


Dostoievski por el tema del suicidio. En realidad, la mejor manera de apre-
ciar el cuento es como la segunda parte de un díptico cuya primera parte
es la imaginaria carta de suicidio, "La sentencia". Estas dos obras no sólo se
hacen eco sino que se responden la una a la otra: partiendo del mismo
punto sin regreso que la carta, este cuento no termina en desesperación y

C UENTO S Y ESBOZOS ~ 443


suicidio, sino en una afirmación extática del deseo de vivir. Esta afirmación
brota de la creencia del propio Dostoievski en la posibilidad de una trans-
figuración apocalíptica de la humanidad, de una regeneración moral de
toda la humanidad, que penetró por primera vez en su obra durante los
años sesenta. La imagen de una Edad de Oro de felicidad humana, que en
la literatura occidental se remonta a Hesíodo, surge continuamente en las
notas de las novelas de Dostoievski, aunque rara vez aparezca como tal
(excepto en Los demonios, en que el capítulo que la contenía fue suprimi-
do, y en El adolescente).
Desde luego, semejante imagen no puede encontrarse en Memorias del
subsuelo, pero aun allí el hombre del subsuelo desafía a su despectivo lector
a presentarle un ideal más exaltado que un utilitario Palacio de Cristal.
"Enséñenme algo más atractivo -desafía-, denme otro ideal" (v. 5, p. 120).
En las notas para Crimen y castigo, exclama Raskólnikov: "¡Oh! , ¿por qué
no son felices todos? Un cuadro de la Edad de Oro . Se lleva en las mentes
y en los corazones. ¿Cómo puede no realizarse?" (v. 7, p. 280). Y en las
notas para El idiota se hace referencia a "un inspirado discurso del príncipe
(Don Quijote y la bellota)", en que Mishkin hubiese hablado , improvisan-
do , sobre la visión de Don Quijote de una Edad de Oro, cuando "los que
vivían en ese tiempo desconocían las palabras tuyo y mío" (v. 25 , p. 404).
La Edad de Oro vuelve a ser evocada en Los demonios, con imágenes inspi-
radas por Acis y Galatea, de Claude Lorrain, y el sueño de este mundo de
inocencia y dicha primigenias provoca una crisis de conciencia moral en
Stavroguin. Las mismas imágenes recurren en El adolescente, coronadas por
la aparición de Cristo.
La Edad de Oro también aparece , un tanto en broma , en el primer nú-
mero del Diario, cuando Dostoievski describe a los invitados al baile de
Navidad, que laboriosamente están tratando de divertirse. No saben "cuán
hermosos son", y que "si sólo lo desearan, al punto podrían hacer felices ...
a todos ... y cautivar a todo el mundo . Y esta capacidad está dentro de cada
uno de ustedes [sus lectores], pero tan profundamente escondida que hace
mucho tiempo empezó a parecer increíble. Y, ¿es realmente posible que la
Edad de Oro sólo exista en tazas de porcelana'?" (v. 22, p . 13). Dostoievski
no lo creyó, y en "El sueño de un hombre ridículo" expresa tanto la inspi-
ración moral aportada por la imagen radiante de la Edad de Oro como la
pérdida de la instintiva armonía humana que era la fuente de su felicidad.
Pero también creía - o esperaba- que esa armonía instintiva acaso pudiera

444 ... UN PERIÓDICO PERSONAL


restaurarse, aunque sólo parcialmente, por la inspiración del espíritu com-
pasivo y el amor a la humanidad doliente , que pregonó el cristianismo .
También este cuento lleva el subtítulo "fantástico" y lo es mucho más
obviamente que el relato de "La mansa". Allí, era la técnica narrativa la que
justificaba el término; aquí, es el contenido mismo, un viaje en sueños a
otra tierra, donde el hombre ridículo encuentra una sociedad que vive en
una verdadera Edad de Oro, antes de la Caída y la existencia del pecado.
El relato es un cante philosophic¡ue, basado en la "fantasía" en el sentido lite-
ral del término , y a menudo lo han comparado con Micromegas de Voltaire.
Pero la fantasía está enmarcada por un entorno tomado directamente de la
iconografía de la sordidez y la miseria urbanas que favoreció la Escuela
Natural de Escritores Rusos del decenio de 1840. La figura central es
uno de esos personajes aislados y misantrópicos, alejados de todos, que, si
su aislamiento degenera en amargura y resentimiento, se convierte en un
"hombre del subsuelo". Pero aunque el "hombre ridículo" sufre por causa
de su "extrañeza", Dostoievski no lo estudia fundándose en la psicología;
el horizonte del hombre ridículo es mucho más vasto y abarca una dimen-
sión metafísico-religiosa . "De pronto sentí que no habría para mí ninguna
diferencia si el mundo existiera o si no existiera absolutamente nada .. .
Poco a poco me convencí de que no habría nada tampoco en el futuro .. .
Fue entonces cuando de pronto cesé de estar airado con la gente y casi
dejé de notar su existencia" (v. 25, p. 105).
Esta convicción induce un sentido de total apatía e indiferencia hacia
todo el mundo exterior. El hombre ridículo vive en medio de la miseria de
San Petersburgo , pero no presta ninguna atención a sus pendencieros y
miserables vecinos. Por el contrario , él está obsesionado por el pensamien-
to del suicidio, y una noche - tras un día particularmente húmedo , som-
brío y deprimente , cuando hasta la lluvia parecía "llena de una obvia ani-
mosidad contra los hombres" (v. 25 , p. 105)- decide volarse los sesos. En
camino a su casa para cumplir su resolución, lo detiene una niña que des-
esperadamente le pide ayudar a su madre , moribunda. Desentendiéndose
al parecer de su situación, él patea el piso y grita que lo dej e en paz, pero
más tarde , sentado en su habitación, con la pistola lista sobre la mesa , lo
invade y altera una sensación nueva. Teóricamente , no debía sentir ver-
güenza por haber rechazado a la niña; sería totalmente incongruente que
un hombre al borde del suicidio, para quien todo en el mundo ha perdido
sentido , ahora experimentara piedad. Y sin embargo , como en el caso del

CUENTOS Y ESBOZOS ... 445


hombre del subsuelo, su corazón y su cabeza se niegan a actuar al uníso-
no. "Recuerdo que sentí hacia ella una gran lástima ... hasta el punto de
cierto extraño dolor, que era totalmente increíble en mi situación" (v. 25 ,
p. 107).
Esta discrepancia irrita al hombre ridículo hasta enfurecerlo, y mien-
tras está d.iscurriendo sobre este perturbador lapso en las conclusiones que
había sacado acerca de la vida, de pronto se queda dormido y sueña. "En
una palabra, esa niña me salvó porque, debido a las preguntas , aplacé el
disparo" (v. 25 , p. 108). Pero la pequeña también salva al hombre ridículo
en un sentido más profundo: los sentimientos despertados en él por este
encuentro se proyectan en su sueño, y, al despertar, descubre que ha que-
dado liberado para siempre de la tentación del suicidio. "Diríase -supone
Dostoievski- que los sueños no son generados por el intelecto sino por
los deseos, no por el cerebro sino por el corazón" (v. 25 , p. 108). En su
sueño, el hombre ridículo revela los deseos de un corazón que conjura el
panorama de la Edad de Oro, y en el cuento de Dostoievski esta oposición
entre el cerebro y la cabeza, entre la razón y el sentimiento, se vuelve el
centro de toda la historia espiritual de la humanidad.
El sueño comienza con la idea de suicidio , pero existe una diferencia
significativa en un detalle subrayado en el sueño. Inicialmente, el narrador
había intentado volarse los sesos, pero en el sueño se mata disparándose al
corazón, como tratando de suprimir la facultad por la que había persistido
en sentir piedad pese todas las conclusiones de su mente. Pero luego es
rescatado de la tumba y transportado a otro planeta que , en todos los as-
pectos salvo en sus habitantes, es una réplica de la tierra. El entorno físico
de este Paraíso es el mismo que el de esos paraísos descritos en la ensoña-
ción de Stavroguin y en El adolescente, pero hay ciertas variaciones de acen-
to , que resultan importantes.
Una vez más, Dostoievski visualiza una isla del archipiélago griego,
radiante de belleza mediterránea bañada de sol; sin embargo , nunca había
tocado esta nota particular de una armonía absoluta entre el hombre y la
naturaleza.

El apacible mar de color esmeralda bañaba suavemente la costa , abrazándola


con un amor manifiesto , obvio y casi consciente. Hermosos y altos árboles
había allí en toda la exuberancia de su florecimiento , y sus hojas incontables
- estoy seguro- me dieron la bienvenida con su suave benigno murmullo,

446 ... UN PERIÓD ICO PERSO NAL


musitando por decirlo así palabras de amor ... pajarillos, en bandadas, vola-
ban por los aires y, sin sentir temor, se posaban sobre mis hombros y manos,
acariciándome alegremente con sus minúsculas alas trepidantes [v. 25,
p 112].

Este último detalle trae irresistiblemente a la memoria las leyendas de


san Francisco o la tradición rusa de santos y ermitaños (que pronto será
evocada por el padre Zósima) cuyo espíritu de amor cristiano brillaba con
tal fuerza que amansó hasta las fieras del bosque.
El mismo espíritu de amor irradian los habitantes de este Paraíso, los
inocentes y bellos pobladores del Jardín del Edén. "Estos hombres, riendo
alegremente, me rodearon para acariciarme. Me llevaron a sus casas, y cada
uno trató de confortarme" (v. 25 , p. 112). El amor era el medio natural en
que existían o, al menos , el aspecto de sus vidas que era más accesible a la
comprensión de un terrícola como el hombre ridículo. Pues éste compren-
dió que era imposible para él - "un horrible residente petersburgués, con-
temporáneo y progresista" (v. 25, p. 113)- comprenderlos realmente,
pues vivían por entero al nivel de un sentimiento intuitivo que era , a la
vez, una forma superior de conocimiento. No tenían nada comparable a
lo que en la Tierra se le llama ciencia -el acmé y el epítome de la razón-
y, "sin embargo, su conocimiento era más profundo y superior al de nues-
tra ciencia, ya que ésta intenta explicar lo que es la vida . .. Ellos, en cam-
bio, sabían cómo vivir incluso sin ciencia, y esto lo comprendo; pero en
cambio fui incapaz de captar su conocimiento" (v. 25, p. 113). Ese conoci-
miento superior es, puede suponerse, su comunión absolutamente desin-
teresada y amorosa entre sí y con todo.
Las vidas de estos afortunados residentes de la Edad de Oro carecían ,
así, por completo de todo tipo de turbación derivada de su conciencia,
siendo libres de toda manifestación de egoísmo o de vanidad. Vivían jun-
tos como una familia grande, unida y armoniosa, libre de todo tipo de
disensión o de desunión. "Estaban dotados de amor, tenían hijos, pero
nunca observé en ellos esos impulsos de cruel voluptuosidad que afectan
virtualmente a cada cual en nuestra Tierra - a cada cual- y que son la
fuente única de casi todo pecado de nuestra especie humana. " No tenían
ninguna religión específica ni doctrinas religiosas acerca de Dios y de la
vida eterna, pero saludaban serenamente a la muerte , y "se podía imaginar
que continuaban comunicándose con sus difuntos aun después de la

CUENTOS Y ESBOZOS .... 447


muerte, y que la comunión terrenal entre ellos no era interrumpida por
la muerte". Componían canciones de alabanzas de unos a otros y vivían en
"una especie de enamoramiento mutuo, completo y universal". Con esta
condición de amor sin impurezas, que refleja al mundo antes de la Caída
de la humanidad en el pecado, el hombre ridículo compara los torcidos
sentimientos de amor-odio que tiene hacia sus prójimos, los seres huma-
nos, y que brotaron del choque entre su egoísmo y su anhelo de comunión
(v. 25, pp. 113-114).

Lo siguiente que ocurre es que, de alguna manera misteriosa, el hombre


ridículo introduce este mismo principio de autoconciencia reflexiva -la
última raíz psicológica del egoísmo- en el inocente Paraíso de la Edad de
Oro. El catastrófico resultado es la corrupción y la caída de sus habitantes.
El sombrío cuadro que Dostoievski esboza aquí recuerda el terrible sueño
de Raskólnikov en el epílogo de Crimen y castigo; de hecho, emplea las
mismas imágenes de la propagación de una enfermedad infecciosa. "Como
una horrible triquina , como el germen de la peste que infectaba reinos en-
teros, así contagié yo toda esa tierra dichosa que antes de mí no había co-
nocido el pecado" (v. 25, p. 115). Pero el énfasis ya no se hace en el horror
autodestructivo de un mundo carente de nexos instintivos de mutualidad
entre ser humano y ser humano; antes bien, se hace en el movimiento dia-
léctico por el cual la conciencia de sí mismo engendra el egoísmo, y el
egoísmo hace surgir un mundo cuyas instituciones expresan la pérdida en
el plano real de aquello de que el hombre se percata en su pensamiento. El
primer paso es que la conciencia ya no viva en amorosa armonía con los
demás, sino que se retraiga de una manera que escinde la inconsciente
e instintiva aceptación e identificación con los demás. "Han aprendido a
mentir, les ha gustado mentir, y han percibido su belleza." De este retiro
surge una conciencia del ego como algo que se halla en oposición con el
otro, y comienza así la lucha psicológica y sexual. "Poco después nació la
voluptuosidad; la voluptuosidad a su vez generó los celos, y los celos ...
la crueldad" (v. 25 , pp. 115-116).
El proceso , comenzado en el nivel personal, continúa inexorablemente
hasta infectar, asimismo , la vida en grupo y la vida social: "Aparecieron
uniones, pero uniones unas contra otras ... Conocieron lo que es la vergüen-

448 '4 UN PERIÓDICO PERSONAL


za, que alabaron corno virtud. Nació el concepto del honor, y cada unión
levantó su propia bandera ... Se inició una lucha por el aislamiento, por la
disfunción, por la individualidad, por 'lo mío y lo tuyo' ". El resultado fue
una creciente conciencia de lo que se había perdido y el intento de recrear-
lo artificialmente, por medios bien conscientes. "Al volverse perversos,
empezaron a hablar de fraternidad y de humanidad y captaron la significa-
ción de estas ideas. Al volverse criminales, inventaron la justicia y emplea-
ron códigos para mantenerla, y para la aplicación de estos códigos levan-
taron la guillotina" (v. 25 , p. 116).
No es necesario revisar cada detalle del catálogo de males que surgen
de esta manera, y que componen una letanía de todos los males de la civi-
lización. La esclavitud, el martirio de los santos, la guerra fratricida, el cul-
to y la doctrina del poder: todo ello procedió de la idea de que "la ciencia
dará ... sabiduría; la sabiduría revelará las leyes ... y el conocimiento de las
leyes de la felicidad es superior a la felicidad misma". Pero la situación,
como podía esperarse, sigue yendo de mal en peor y culmina en el brote
de un culto del sufrimiento. Es un tanto sorprendente encontrar el "su-
frimiento" -uno de los valores clave del propio Dostoievski- enumerado
entre los síntomas de la caída de la humanidad , pero el sufrimiento en
cuestión no brota de ningún tipo de conflicto interno o sentimiento de
contrición y de remordimiento . En lugar de ello, es el perverso goce del
sufrimiento como placer estético o como indicación de cierta índole
de superioridad intelectual: "Entonces proclamaron que el sufrimiento era
belleza, porque sólo en el sufrimiento había pensamiento" (v. 25 , pp . 116-
117). La glorificación del sufrimiento por el sufrimiento mismo , divorcia-
do de toda relación con la piedad, la compasión o el autoexamen, es para
Dostoievski una de las corrupciones últimas de la personalidad humana.
Muy distinto es el sufrimiento del hombre ridículo ante el terrible es-
pectáculo que se ve obligado a presenciar y del que se siente responsable .
"Ay, yo siempre amé el dolor y el pesar, pero sólo para mí, para mí, mientras
yo me estaba apiadando de ellos" (las cursivas son mías). Abrumado por su
sentido de culpa, trata de introducir entre sus pervertidos inocentes el cris-
tianismo con sus valores de autosacrificio y sufrimiento por los demás ("les
imploré que me crucificaran; les enseñé cómo hacer una cruz"). Pero todo
es en vano : simplemente se rieron ante lo que no podían entender. "Por
último, me anunciaron que yo empezaba a parecerles peligroso y que me
llevarían a un manicomio si no guardaba silencio ." Este resultado aflige y

CUENTO S Y ESBOZOS ~ 449


oprime de tal modo al hombre ridículo, su corazón se llena de tanto pesar
y tristeza, que en ese punto sus sensaciones se vuelven demasiado fuertes
para poder soportarlas ... ¡y despierta! (v. 25, p. 117).
Este extraordinario sueño es una revelación, y su vida queda transfor-
mada desde ese momento. Se han desvanecido todas las ideas de suicidio
-"éxtasis, un éxtasis inconmensurable elevó todo mi ser"- e instantá-
neamente decide, como Vlas, si no volverse viandante y reunir dinero para
construir iglesias, al menos convertirse en predicador itinerante de la Ver-
dad entrevista en su sueño. "La razón es que vi la Verdad, y sé cómo los
hombres pueden ser hermosos y felices sin perder su facultad de vivir en la
Tierra. Me niego a creer y no puedo creer que el mal sea una condición
normal en los hombres." Lo que el hombre ridículo predicará es una muy
antigua Verdad, pero él tiene fe en ella porque ha visto y sentido toda la
belleza del mundo en que esa Verdad había reinado suprema. "Lo principal
es: ama a tus prójimos como a ti mismo." Y también ha visto y sentido la
fuerza del enemigo. "La conciencia de vida es superior a la vida; el conoci-
miento de las leyes de la felicidad es superior a la felicidad: ¡esto es contra
lo que tenemos que luchar! " En el mundo al cual ha retornado, todo mun-
do se burla y hace mofa de sus palabras y lo considera loco , tal como en la
fase final de su sueño, pero su fe ya es inconmovible o irrefutable , porque
"yo vi, la vi (la Verdad), y su viva imagen llenó mi alma para siempre". Su
primer paso sobre el nuevo camino es buscar a la niña a la que había re-
chazado tan brutalmente: "Y ... finalmente encontré a esa niña ... ¡Y seguiré
adelante! ¡Seguiré adelante!" (v. 25, pp . 117-118).

La crítica literaria rusa ha hecho notar a menudo que muchos de los deta-
lles de la visión de Dostoievski de la Edad de Oro, aparte de su ubicación
en el pasado clásico, se asemejan a los de las utopías socialistas francesas
del decenio de 1840. Y esta similitud ha hecho surgir la pregunta de si
Dostoievski en realidad había roto con esta fascinación de su juventud por
aquello por lo cual, diríase, aún albergaba un persistente afecto. La res-
puesta es que Dostoievski siempre había seguido simpatizando con los ob-
jetivos morales de los socialistas utópicos, aunque después creyera que si
algún día se alcanzaran estas metas sólo podría ser bajo la inspiración del

450 .,. UN PERIÓDICO PERSONAL


hombre-Dios Cristo , cuyas enseñanzas habían quedado incorporadas en el
pueblo ruso. Aun cuando, como lo ha observado N. l. Prutskov, en "El
sueño de un hombre ridículo" pueden encontrarse similitudes con el Viaje
a Icaria de Cabet y con La Destinée sociale de Victor Considérant (para no
mencionar a otros), el "método de buscar paralelos entre palabras y frases ,
imágenes y motivos aislados" nos revela poco acerca de "las raíces ideoló-
gicas" del cuento. En realidad, la versión de Dostoievski fue escrita como
respuesta a las utopías racionales de los socialistas. Por ello , el cuento de
Dostoievski no es antiutópico; antes bien, como acertadamente dice Prut-
skov, "su fundamento es anti-Ilustración (la primacía de los sentimientos
del corazón y su oposición a las verdades de la cabeza, la precedencia de
las acciones morales impulsadas por la conciencia en oposición a esas ac-
ciones motivadas por convicciones)" .6
Si hemos de buscar en alguna parte una "fuente" no necesitamos ir
más allá de las notas, poco conocidas, para un artículo no escrito sobre
"socialismo y cristianismo" que Dostoievski hizo poco tiempo después de
completar Memorias del subsuelo, y que han sido sorprendentemente pasa-
das por alto en esta conexión. Allí esboza el curso de la historia humana
comenzando por el periodo "en que el hombre vive en masas (en las pri-
mitivas comunidades patriarcales acerca de las que han quedado leyen-
das) ... y luego el hombre vive espontáneamente". La Edad de Oro fue ,
manifiestamente, ese periodo, luego remplazado por la "civilización", es
decir, por "el desarrollo de la conciencia personal y la negación de ideas y
leyes espontáneas". Como resultado de ello , "el hombre siempre pierde la fe
en Dios" y "se siente mal, entristece , pierde la fuente de la vida viviente, no
conoce sensaciones espontáneas y está consciente de todo". Sin duda , el
hombre ridículo ha llegado a esta etapa de desintegración personal resul-
tante del individualismo y, "estando consciente de todo", ha perdido la fe
en Dios y decide poner fin a su vida. Pero, según Dostoievski, el adveni-
miento de Cristo en la Tierra le da a los seres humanos un ideal nuevo , que
consiste en "el regreso a la espontaneidad , a las masas, pero libremente . . .
en el máximo grado, voluntaria y conscientemente ... y esta voluntariedad
superior es ... una renuncia de la voluntad de clase superior" (v. 20, pp.
189-194). Así, al despertar de su sueño, el hombre ridículo se dedica a
predicar este retorno a una "espontaneidad superior" mediante la realiza-
6 Véase N. l. Prutskov, "Utopia ili anti-utopia", en Dostoevshii i Ego Vre mya, Leningrado,
1971, p. 352. Éste es un ensayo excelente sobre la pregunta planteada en el título.

CUENTOS Y ESBOZOS ~ 451


ción en la Tierra de la ley cristiana del amor. "El sueño de un hombre ri-
dículo" da una soberbia expresión artística a este esquema histórico, que es
condensado en la extraordinaria trayectoria de la vida personal y pública
del hombre ridículo.
Ya se ha mencionado antes que este cuento también puede ponerse en
relación con otra idea de Dostoievski, anotada cinco meses después de ter-
minado el cuento, a saber, la de crear "un Cándido ruso''. Ese cuento nun-
ca fue escrito, pero podemos preguntarnos si en realidad no lo compuso e
introdujo -o al menos una primera versión- en el que estamos analizan-
do. El Cándido de Voltaire es un optimista incorregible a quien una triste
experiencia le enseña que la vida en la Tierra dista mucho de ser el mejor
de todos los mundos posibles, y habiendo perdido toda fe y esperanza, se
retira de la liza para cultivar su jardín. El Cándido de Dostoievski segura-
mente habría sido alguien parecido al hombre ridículo, que comienza don-
de el Cándido de Voltaire termina, y sale del otro lado de la desesperación.
Continuaría siendo optimista pero, por decirlo así, un optimista trágico,
ruso, que le predicará a un mundo incrédulo y burlón que él ha visto las
glorias de la Edad de Oro, y que éstas pueden volver a hacerse reales por
medio de Cristo. Sea como fuere, "El sueño de un hombre ridículo" contie-
ne la descripción más vibrante y conmovedora del positivo ideal moral-
religioso de Dostoievski, expresado en esta forma rapsódica y "fantástica"
de manera mucho más convincente que en ninguna otra parte de su obra.

452 ~ UN PERIÓDICO PERSONAL


TERCERA PARTE

" CON PALABRAS QUE QUEMEN


LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES "
XIX. Resurrección y rebelión

EL DIARIO DE UN ESCRITOR de octubre de 1877 contenía el siguiente anuncio:


"Por razón de enfermedad, que me impide publicar el Diario en fechas es-
trictamente determinadas, he decidido suspender su publicación durante
dos años" (v. 26, p. 34). En realidad, casi ninguna carta de esta época deja
de referirse a los males de Dostoievski, que incluían, desde luego, su epi-
lepsia congénita. Cuando esta decisión provocó un diluvio de cartas en
que se le rogaba continuar, aun con un programa más reducido, Dostoiev-
ski se sintió obligado a ofrecer otra justificación. En el número final (de
diciembre) , les dijo a sus lectores que "en el año próximo de descanso
de la publicación periódica, espero , en efecto , dedicarme a un trabajo de
belles lettres, que imperceptible e involuntariamente ha ido cobrando for-
ma dentro de mí durante los dos años de publicación del Diario" (v. 26, p.
126). Ambas razones ciertamente desempeñaron una parte, pero tal vez lo
más poderoso fue el irresistible llamado de la creación artística.
Así, durante los tres años siguientes Dostoievski estuvo absorto básica-
mente en la tarea de preparar y de escribir Los hermanos Karamázov, cuya
primera entrega apareció en El Mensajero Ruso a comienzos de 1879. Pero
a pesar de la incesante presión de la creación, nunca estuvo más ajetreado
ni fue más socialmente activo. Desde luego, había conocido un breve pe-
riodo de temprana celebridad allá en los cuarenta, pero la mayor parte de
su vida después de Siberia había sido relativamente solitaria, aliviada tan
sólo por su familia inmediata, por unos cuantos amigos íntimos, por el
círculo literario formado alrededor de sus revistas El Tiempo y La Época, y
por la ocasional atención provocada por el éxito de una novela como Cri-
men y castigo. Sin embargo , todo esto fue modificado por el notable triunfo

... 455
del Diario de un escritor; que estimuló decisivamente la reverencia pública
que Dostoievski recibió en estos últimos años de su vida.

Testimonios de la importancia del Diario abundan en la literatura de me-


morias del periodo. Podemos formarnos una idea de su importancia por la
iniciativa de un suscriptor que deseaba reunir un fondo especial que ani-
mara a Dostoievski a continuar su publicación. Envió un rublo a un perió-
dico llamado Niva (El Campo), con una carta en que les pedía a otros sus-
criptores hacer lo mismo , "de modo que el respetado, célebre y laborioso
[Dostoievski] no se desentienda de nuestros deseos y nos haga este año,
sin especificar una fecha particular, la promesa de al menos un número del
Diario, para enviarlo a todas las direcciones anteriores".1 Esta propuesta sin
precedente no recibió ningún apoyo público, y así Dostoievski se ahorró el
problema de hacer frente a tan halagüeño testimonio. Sin embargo , este sus-
criptor habló por muchos otros, y Dostoievski recibió más de cien cartas
en que se lamentaba su decisión. Como lo observa Anna Grigórievna, confir-
maron así su convicción de que "había personas que compartían sus ideas ,
y que la sociedad sabía evaluar su voz objetiva y tenía confianza en él".2
Vemos aquí que la vida de Dostoievski tomó los rasgos de lo que hoy
se llama una figura de culto, de alguien visto con reverencia y con abierta
admiración. Una indicación simbólica de este nuevo estatus fue su elección,
en 1878, como miembro de la Academia Imperial de Ciencias, División de
Lengua y Literatura Rusa , honor señalado por el envío de un impresionan-
te diploma en latín. Dostoievski quedó sumamente complacido por ese
reconocimiento oficial, aunque le dijera a su esposa que , en comparación
con algunos de sus contemporáneos, sus treinta y tres años de actividad
literaria le hacían considerar un poco tardía esa distinción. 3
Otro testimonio de su creciente celebridad fue una invitación de la So-
ciété des Gens de Lettres de France (Sociedad de Escritores Franceses) a

1
Letopis Zhizhni i Tvo ,-chestvo F M. Dostoevslwgo, ed. de N. F Budanova y G. M. Fridlender,
vol. 13, San Petersburgo, 1995, 3 vols. , p. 250.
2
Anna Dostoevsky, Reminiscences, trad. y ed. de Beatrice Stillman , Nueva York, 1973 ,
p. 296.
3
Ibid , p. 297.

456 ... "CON PALABRAS QUE QUEM EN LOS CO RAZONES DE LOS HOMBRES"
tomar parte, como delegado, en un congreso internacional que se celebraría
en París, presidido por Victor Hugo. El objetivo del congreso era establecer
leyes internacionales sobre el derecho de autor, y Dostoievski contestó en
abril con una aceptación provisional. "Existe -escribió- un atractivo es-
pecial para mí en esta gran ocasión literaria que se inaugura bajo la presi-
dencia de Victor Hugo, el gran poeta cuyo genio ha ejercido tan poderosa
influencia sobre mí desde mi niñez." Pero añadió que "debo tomar en
cuenta la posibilidad de que mi salud vaya a crearme dificultades". 4 Tenía
previsto otro viaje a Bad Ems, y no podía asegurar su presencia. No es pro-
bable que considerara seriamente asistir, y la muerte súbita de su hijo
Aliosha, el 16 de mayo de 1878, excluyó por completo esa posibilidad.
Su respuesta a la invitación fue escrita en francés, y aunque hablaba
ese idioma con fluidez desconfiaba de su capacidad de escribirlo correc-
tamente. De hecho, la carta fue escrita por Anna jaclard (antes Korvin-
Krukovskaia), a quien había conocido en una reunión en casa de Anna
Filosofova poco después de recibir la invitación. Dostoievski había publi-
cado cuentos de Anna Korvin-Krukovskaia en su revista La Época en 1864;
además, la cortejó asiduamente cuando ella llegó a Petersburgo, y pronto
le propuso matrimonio. Ella rechazó la oferta amablemente, y ambos si-
guieron en buenas relaciones hasta que sus vidas se separaron. 5 Ya en ca-
mino de convertirse en apasionada radical en la época en que conoció a
Dostoievski, Anna se casó con un estudiante francés de medicina, Charles
Victor jaclard, y ambos participaron muy activamente en los círculos radi-
cales socialistas franceses. jaclard acabaría por mandar una brigada de
Communards en el levantamiento de París que ocurrió tras la derrota en la
guerra franco-prusiana: el levantamiento que tanto horrorizó a Dostoievski,
como a muchos otros, por la destrucción creada en la ciudad que había
llegado a ser el símbolo de la civilización occidental. Anna organizó clases
para mujeres durante la breve vida de la autoproclamada Comuna de Pa-
rís, sirvió como enfermera y fue la directora y una de las principales cola-
boradoras del mejor periódico publicado mientras la Comuna ocupó el
poder. 6

4 PSS, vol. 30, libro 1, pp. 26-27; 2-14 de abril de 1878.


5
Para más información, véase mi Dostoievski. Los ahos milagrosos, 1865-1871, FCE, México,
2010, pp 35-48.
6 l. S. Knizhnik-Vetrov, RLisskie Deyatelnitsi Pervogo Internatsionala i Parizh koi Kommuni, Le-

ningrado, 1964, pp. 185-190.

RESURRECCIÓN Y REBELIÓN ~ 457


Los Jaclard lograron escapar de la implacable represión que siguió al
levantamiento, con la ayuda del padre de Anna, el general Korvin-Krukov-
ski, quien fue a París con este propósito. Cuando Anna llegó a Londres
también recibió la ayuda de otro amigo, Carlos Marx (partes de cuyo El
Capital había traducido ella al francés); él la albergó y dispuso su viaje a
Heidelberg. Más adelante, los Jaclard volvieron a Rusia bajo la protección
de la acaudalada e influyente familia de Anna. Charles Víctor obtuvo un
puesto de profesor de lengua y literatura francesa en un gymnasíum para
mujeres, y colaboró regularmente con artículos sobre asuntos franceses y
extranjeros en el periódico radical Slovo (La Palabra). El dominio del fran-
cés de Anna Jaclard era perfecto, y como viejo amigo suyo, Dostoievski le
pidió escribir su respuesta, sobre la base de un borrador. Este incidente
señaló una renovación de relaciones cordiales entre Dostoievski y su ante-
rior fiancée, y en realidad , de una amistad entre las dos familias, lo que, si
no otra cosa, ilustra la capacidad de Dostoievski de pasar por encima de
diferencias sociopolíticas, cuando lo movía una simpatía personal. Las dis-
cusiones de política probablemente quedaron atrás , pero , aun así, resulta
intrigante imaginarlo tratando en los términos más amistosos con ex co-
muneros y con amigos personales de Carlos Marx. Versílov, en El adolescen-
te, había dicho que él podía comprender por qué los communards habían
incendiado las Tullerías, aun cuando él se opusiera personalmente a tal
destrucción, y tal vez Dostoievski estuviera hablando a través de su perso-
naje ficticio más directamente de lo que haya podido sospecharse.

El periodo transcurrido entre el cese del Diario y el trabajo intensivo en la


novela le permitió a Dostoievski ponerse al día con parte de la correspon-
dencia de sus lectores. A él le disgustaba escribir cartas, como lo dice una y
otra vez, porque fácilmente podían ocurrir equívocos sobre lo que quería
decir, y no era posible, como en una conversación cara a cara, aclarar in-
mediatamente dichas confusiones. Como le confía a uno de sus admirado-
res, "si yo voy a dar al infierno, entonces por mis pecados seré condenado
a escribir una docena de cartas diarias, y no menos". 7 Pese a esta declarada

7
PSS, vol. 30 , libro 1, p. 11 , 16 de marzo de 1878.

458 ~ "CO N PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"


renuencia , continuó contestando a sus lectores y pareció encontrar un gus-
to al hacerlo.
Una entusiasta suscriptora, Liudmilla Aleksándrovna Ozhighina , vivia
en jarkov y le había escrito a Dostoievski en octubre de 1877 para expre-
sarle su admiración. Uno de sus domicilios postales era el de un viejo ami-
go de él desde el decenio de 1840, Nikolái N. Beketov, ahora profesor de
química en la Universidad de Jarkov. En días de antaño , Beketov, como el
propio Dostoievski, había sido admirador de los socialistas utópicos fran-
ceses, y ambos consideraban tales doctrinas socialistas como un intento
práctico por realizar los ideales de Cristo en la Tierra. Dostoievski elogió la
carta de Ozhighina , "bondadosa, buena, halagüeña e inapreciable en el más
alto grado", y, al enviarle su respuesta por medio de Beketov, también pi-
dió más información acerca de su correspondiente.8 La dama, le informó
Beketov, era una sobreviviente extremadamente digna, aún luchadora pero
ya de mediana edad, del movimiento por la liberación femenina del dece-
nio de 1860, que había tratado de estudiar medicina, enseñado en un gym-
nasium femenino y hasta publicado una novela, Svoim Putiom (Siguiendo mi
propio camino), en Notas de la Patria.
A finales de febrero de 1878, Dostoievski le aseguró a la dama que "us-
ted me interesa, y me encantaría conocerla". Las cartas de ella se han per-
dido , pero cierta noción de su tono puede colegirse por la respuesta de
Dostoievski: "¿Cree usted que soy el tipo de persona que salva corazones,
tranquiliza almas y expulsa los pesares? Muchas personas me escriben
eso. . . pero yo sé con certeza que soy más capaz de inspirar decepción y
disgusto. No soy bueno para cantar arrullos, aunque algunas veces lo he
intentado. En realidad , todo lo que muchas personas necesitan es que les
canten arrullos". Bien sabía que al negarse a cantar canciones de cuna esta-
ba corriendo un riesgo , y cautelosamente le da las gracias a su correspon-
diente "por sus amables sentimientos hacia mí", esperando "que [ese] sen-
timiento no se cambie pronto en hostilidad". 9
Ozhighina continuó desnudando su alma ante él en entregas de lo que
llamó ella "un diario en carta", aunque sin recibir ninguna respuesta. Sin
embargo, a mediados de abril ocurrió un extraño incidente en el hogar de
Dostoievski, y hay buenas razones para creer en una intervención de la in-

8 PSS, vol. 29, libro 2, p 177; 17 de diciembre de 1877.


9
PSS, vol. 30, libro 1, pp. 9-10; 28 de febrero de 1878.

RESURRECC IÓN Y REBELIÓN ~ 459


fatigable correspondiente. La familia estaba sentada disponiéndose a co-
mer un día cuando sonó la campanilla, y se oyó la voz de una mujer pre-
guntándole a la sirvienta si aún vivía Dostoievski. Cuando el supuesto
cadáver se levantó a informarse de esa macabra pregunta, "una señora de
edad mediana", llena de alegría al verlo con vida, le dijo que por jarkov
había estado circulando un rumor: que su esposa lo había abandonado,
que él había caído gravemente enfermo a causa de su infidelidad, y que
yacía indefenso y abandonado. "Y yo vine inmediatamente a cuidarlo -le
dijo, y añadió-. Vengo directamente de la estación del tren. "10
El nombre de la dama no nos lo da Anna Dostoievski, pero había llegado
de jarkov y con toda probabilidad era Liudmilla Ozhighina , cuya conducta
parece coincidir con la determinación un tanto caprichosa de su carácter.
Para calmar la ira de Dostoievski, Anna le aconsejó escribir inmediatamen-
te a Beketov y obtener más información sobre las hablillas que circulaban
por esa ciudad. Indignado por la sugerencia de que su esposa lo hubiese
abandonado , atribuyó semejante rumor a sus "enemigos", seguramente de-
seó que la inoportuna visitante se desvaneciera de su umbral, si no de la faz
de la Tierra. Más considerada, Anna

sostuvo una conversación con la desconocida , que resultó ser una maestra de
escuela, persona muy amable y, probablemente, no muy brillante. Sin duda le
había fascinado la idea de cuidar de un célebre escritor que había sido aban-
donado por su inútil mujer, y, probablemente, también la idea de verlo irse al
otro mundo , y luego poder enorgullecerse el resto de su vida diciendo que él
había muerto en sus brazos.

La bondadosa Anna invitó a la dama a quedarse a comer, aunque Dos-


toievski desapareció al momento, después de haberla aceptado de mala
gana . Pero la oferta fue rechazada, la señora se fue del lugar y a la mañana
siguiente retornó a] arkov. 11
A un tal Leonid Grigoriev, quien afirmaba haberlo conocido durante
los cuarenta y al cual no recordaba, Dostoievski le contestó con esta confe-
sión: "Este invierno leí una novela mía, Ciimen y castigo, que escribí hace
diez años [en realidad, doce], y leí más de dos terceras partes como si me

10
Anna Dostoevsky, op. cil. , pp. 301 -302.
11 Idcm.

460 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZON ES DE LOS HOMBRES"
fuera totalmente desconocida, como si no hubiese sido yo quien la había
escrito". Por algunos detalles de la carta de Grigoriev, conviene en que "us-
ted, sin embargo, está familiarizado conmigo y me conoce". Aunque con-
movido por "la cordialidad y el amistoso recordatorio [de Grigoriev] de su
anterior vida en Petersburgo", Dostoievski declara que el presente es "una
época colosal para Rusia", y le parece "indiscutible que nuevas personas
están en marcha (y pronto llegarán), por lo que no hay ninguna razón para
preocuparse y lamentarse" .12
Mucho menos grata a nuestros ojos es una carta enviada a un maestro
de escuela, Nikolái Grishchenko, quien le había escrito aprobando el anti-
semitismo de Dostoievski, y le ofrecía más información en apoyo de sus
cargos.

Se queja usted de los judíos de la provincia de Chernigov [le responde], pero


en nuestra literatura de aquí ya tenemos una multitud de publicaciones, pe-
riódicos y revistas, publicados con dinero yid por yids (de los cuales cada vez
hay más que están dedicándose a la literatura), lo que ocurre es sencillamente
que los directores, contratados por yids, firman el periódico o la revista con
nombres rusos: y eso es lo único ruso que hay en ellos.

Predice que "los yids conquistarán adicionalmente mucha mayor in-


fluencia en la literatura" y descaradamente declara que "el yid y su hahal
equivalen a lo mismo que un complot contra los rusos" .13
Grishchenko había criticado con saña la nueva publicación radical La
Palabra porque había publicado un artículo que defendía los derechos de
los judíos a vivir en cualquier parte de Rusia. Para Dostoievski, los directo-
res de esta publicación se transforman inmediatamente en "esos canosos
liberales que nunca quisieron a Rusia, que hasta la odian por su 'barbarie',
y que están convencidos en lo profundo de sus corazones de que aman a
Rusia y al pueblo". Tales especímenes "han sobrevivido a su tiempo", y no
comprenden nada de "la nueva corriente y del futuro''. Simplemente por-
que había sido "generoso y necesario" defender a los judíos en el siglo xvm,
continúan haciéndolo , aun cuando "ahora los yids están triunfantes, opri-
miendo a los rusos". Acusa a tales amigos de los judíos de que en realidad

12
PSS, vol. 30, libro 1, pp. 16-18; 27 de marzo de 1878.
13 Ibid., p. 19; 27 de marzo de 1878. Véase también ibid., p 270.

RESURRECCIÓN Y REBELIÓN ~ 461


están alimentando "un odio al cristianismo'', aunque no ofrece razones de
dicha conclusión. Pero cree que quienes son amigos de los judíos están
reaccionando contra "un brote nacionalista y de odio a los yids", lo que
significa reaccionar contra los sentimientos del pueblo cristiano ruso (aun-
que Dostoievski había negado que éste fuera antisemita). 14

Otras cartas ayudan a arrojar luz sobre los fundamentos de las conviccio-
nes moral-religiosas de Dostoievski. Un tal Nikolái Osmidov le había escri-
to en enero de 1878 tanto para deplorar el cese del Diario como para ex-
presar su perplejidad por la insistencia en que la única base de la moral
humana era la suposición de inmortalidad. Sin el Diario, se lamenta, "no
podré oír sus ideas acerca de la necesidad de concebir la inmortalidad del
alma para el progreso de la humanidad. Yo tengo mi propia concepción
de la necesidad del amor al prójimo y del progreso, basados en otros fun-
damentos y atributos del hombre". Ningún asunto era más caro al corazón
de Dostoievski, e intenta, lo mejor que puede, enfrentarse a lo que llama la
"pregunta decisiva y eterna" de Osmidov, a la que difícilmente se puede
contestar "en un par de renglones de una carta". Como primer paso, le re-
comienda a Osmidov "leer cuidadosamente todas las epístolas del apóstol
Pablo", en que "mucho se habla de la fe ... y no se puede decir nada me-
jor". También le aconseja "leer toda la Biblia", pues "ese libro produce una
impresión asombrosa en su conjunto". Ya sea que uno crea o no, "no hay
otro libro tal en toda la historia de la humanidad ni puede haberlo" .15
Luego observa Dostoievski que "la inmortalidad del alma y Dios son lo
mismo, una y la misma idea". Sin esa creencia no habría motivo para adhe-
rirse a ninguna clase de moral: "Dígame usted por qué debo yo entonces
vivir bien y hacer el bien, si voy a morir completamente en la Tierra". Tam-
bién arguye que "la humanidad en conjunto es ... un organismo ... que in-
discutiblemente tiene sus propias leyes de existencia", y estas leyes traba-
jan para "su conservación y el alimento de sí misma". Pero sin fe en la
inmortalidad del alma, el organismo humano en conjunto sólo "estaría vi-

14
PSS, vol. 30, libro 1, pp. 8-9; 28 de febrero de 1878.
15
Idem.

462 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
viendo para su propia destrucción", ya que el caos social resultaría de un
mundo en que "no existieran Dios y la inmortalidad del alma". Así, la hu-
manidad sería la gran excepción a la regla, establecida por la ciencia, de
que "cada organismo existe en la Tierra para vivir, no para destruirse a sí
mismo". 16
Otro argumento pone en forma conceptual lo que había sido dramati-
zado de manera tan punzante en "La sentencia". El ego humano , el yo , se
ha elevado por encima de la naturaleza y, por ello, está "más alto que todo
esto, al menos no embona justamente en esto, sino que permanece, por
decirlo así, a un lado, por encima de todo esto, lo juzga y lo reconoce". De
lo cual infiere que "el yo no sólo no está sujeto al axioma terrenal, a las le-
yes terrenales, sino que va más allá de ellas y tiene una ley superior a ellas".
Esa ley "no está en la Tierra, donde todo está terminado y donde todo
muere sin dejar rastros y sin resurrección. ¿No hay una insinuación [en la
existencia del yo] de la inmortalidad del alma?" En realidad, el hecho mis-
mo de que su correspondiente se preocupe por el problema ilustra su pun-
to . "Eso significa que usted no puede enfrentarse a su propio yo: no embo-
na en la órbita terrestre sino que busca algo más, fuera de la Tierra, a lo
cual también pertenece." Termina deseándole lo mejor a Osmidov y apre-
miándolo a "buscar, y tal vez encontrará". 17 Osmidov evidentemente siguió
el consejo de Dostoievski y continuó su búsqueda, y lo que encontró fue a
Tolstoi, de quien fue luego discípulo fiel.
Una carta de un estudiante llamado Aleksandr Voevodin, quien des-
pués sería periodista, desafió directamente la posición de Dostoievski ante
el suicidio. Voevodin escribió que cada persona tiene el derecho de suici-
darse, aun con "una fe en la vida futura [y] en Dios", y anexó dos manus-
critos, supuestamente ficticios pero obviamente autobiográficos, en apoyo
de su posición. Dostoievski replicó con cierta impaciencia que "aun cuan-
do he leído más de la mitad de sus notas, hay tal desorden en ellas y están
escritas tan íntimamente (es decir, sólo para usted) que confieso que me
dio mucho trabajo, pero pocas explicaciones". Voevodin le había pedido a
Dostoievski que le "diera una respuesta categórica: sí o no", y él responde
que si su correspondiente está hablando del suicidio, "es imposible escri-
bir cartas sobre tales temas, tanto más cuanto que yo no lo conozco a usted

16
Ibid., pp. 10-11; febrero de 1878.
17
Idem.

RESURRECCIÓN Y REBELIÓN ... 463


personalmente ni conozco sus pensamientos". Invi.ta a Voevodin a visitarlo
y, en un libro publicado en 1901 que contiene versiones ulteriores de sus
dos manuscritos, Voevodin se refiere a tal visita , de la que no se sabe nada
más. 18
Con mucho , la carta más importante sobre el tema llegó en forma de
manuscrito de un escritor que no dio su nombre pero que ahora ha sido
identificado como el filósofo Nikolái F Fiódorov. Éste fue una figura extra-
ña y enigmática, hijo ilegítimo de una familia noble y bibliotecario del Mu-
seo Rumiantsev de San Petersburgo. Gozó durante su vi.da de una conside-
rable reputación clandestina, aunque nunca publicara nada bajo su propio
nombre, creyendo que toda propiedad privada (en cuya categoría incluía
las ideas) era un pecado. Dostoievski ya había recibido de él en 1876 un
manuscrito anónimo, parte del cual fue citado en el Diario. Esta cita soste-
nía que la falta de organizaciones y de asociaciones privadas en Rusia (in-
cluyendo sindicatos laborales) no debía considerarse como una deficiencia
social. Todos esos grupos enfrentan una parte de la sociedad contra otra ,
mientras que en Rusia "aún subsiste, con cierto vigor, esa sensación de uni-
dad sin la cual no pueden existir las sociedades humanas ... Sin este senti-
miento de unidad , de afecto mutuo , de interrelación entre los hombres,
nada grande es concebible , ya que la sociedad misma es inconcebible"
(v. 22 , p. 82). El autor que había compuesto el sueño final de Raskólnikov
en Ciimen y castigo, en que esa desintegración social es pintada con aterra-
dora viveza, consideraba que los pensamientos de Fiódorov al respecto
eran una bienvenida confirmación de su propia visión artística.
Esta nueva carta trataba de la cuestión de la resurrección de los muer-
tos y de la inmortalidad del alma. Las doctrinas de Fiódorov, que han sido
llamadas "positivismo místico", gozaron de extraordinaria circulación du-
rante los setenta, atrayendo la admiración no sólo de Dostoievski sino tam-
bién de Tolstoi y de Vladimir Soloviev. En el meollo de sus especulaciones
se hallaba la misma esperanza escatológica que inspiraba a Dostoievski y a
Soloviev: la visión de una transformación total de la vida terrenal en el Rei-
no de Dios. Soloviev creía que Cristo había aparecido no simplemente para
prometer la resurrección y el triunfo sobre la muerte en algún mundo mi-
lagrosamente transformado con la Segunda Venida , sino también con obje-

18
!bid., pp. 25-26; 24 de abril de 1878. La carta y la info rmación acerca de Voevodin procede
de N. l. Galitskii, Na beregahh Nevi, San Petersburgo, 1901.

464 .. "CO N PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZON ES DE LOS HOMBRES"


to de indicar el camino que la humanidad debía seguir para realizar la obra
de la Resurrección misma. Afirmaba que esta meta podía alcanzarse me-
diante la aplicación de la voluntad colectiva de la humanidad, decidida a
convertir la revelación cristiana en una realidad empírica.
Las ideas de Fiódorov son una extraña mezcla de ciencia-ficción y de
lo que él llamó "supra-moralismo". Como Charles Fourier, quien había in-
fluido sobre él en su juventud, dio rienda suelta a unas fantasías cosmoló-
gicas que auspiciarían el desarrollo de órganos nuevos y que harían que la
naturaleza, de ser una fuerza ciega, hostil y opresiva , se transmutara en
una realización del deseo humano. El objetivo último de este desarrollo
sería un estado de "unidad múltiple", en que todo (incluso la naturaleza)
existiría como parte de un enorme organismo vivo. Una vez alcanzada esta
condición, se invertiría el curso natural de la vida humana; en lugar de pro-
ducir hijos, la humanidad empezaría a resucitar a sus antepasados, vol-
viendo a reunir los átomos y moléculas de que habían estado compuestos
y que permanecían dispersos por todo el universo. Según él, la reverencia
de la humanidad por sus padres es la raíz de ese sentimiento familiar que ,
empíricamente, señala el camino al estado futuro de la humanidad como
un organismo universal, un futuro en que la fuente de todos los males del
mundo - el egoísmo y el individualismo- se desvanecería porque queda-
ría privada de la base física necesaria para su perpetuación.19
Dostoievski respondió a este documento -enviado por uno de los
discípulos de Fiódorov, un ex revolucionario llamado Peterson- con una
larga y emocionada carta. "Debo decir que estoy, esencialmente, en com-
pleto acuerdo con las opiniones de [Fiódorov] -declaró- . Leyéndolas,
sentí que habría podido escribirlas yo mismo. " Tan fascinado quedó por
las ideas de Fiódorov que a la primera oportunidad las comunicó a Vladimir
Soloviev. "Se las leí hoy (anónimamente) a V S. Soloviev -le informa a
Peterson-, nuestro joven filósofo, quien está dando conferencias sobre
religión, conferencias a las que asiste un público de casi mil personas ... Él
simpatiza profundamente con su pensador y está planeando decir casi
exactamente lo mismo en su próxima conferencia." 2º
De hecho, tiempo atrás Dostoievski había escrito algo muy similar, en
unas notas de cuaderno, mientras velaba el cadáver de su primera esposa.
19
Puede encontrarse una introducción al pensamiento de Fiódorov en George M. Young Jr. ,
Nikolai Fiódorov, Belmont, Mass, 1979.
20
PSS, vol. 30, libro 1, pp. 13-1 5; 24 de marzo de 1878.

RESURRECCIÓN Y REBELIÓN ~ 465


También él había considerado que la meta última de la humanidad era al-
canzar un estado en que cesaría la procreación, en que resucitarían los
muertos, y en que toda la humanidad quedaría literalmente unida en un
nuevo cuerpo físico con cualidades y atributos hasta entonces desconoci-
dos.21 Sin embargo, de acuerdo con las concepciones de Dostoievski, esta
transformación final de la humanidad sólo ocurriría al fin de los tiempos, y
no en la vida terrenal; tampoco consideraba que fuera a lograrse empírica-
mente por medio del esfuerzo humano. De ahí que exprese cierta preocu-
pación por el riesgo de que las fantasías científicas de Fiódorov hubieran
conducido a un cierto secularismo utópico . "En su relato de las ideas de
este pensador lo más esencial, sin la menor duda, es el deber de resucitar a
nuestros antepasados, aquellos que vivieron antes que nosotros, deber que,
de ser cumplido , llevaría a su fin el nacimiento de hijos y establecería lo
que en los Evangelios y en el Apocalipsis es llamado la primera Resurrec-
ción. Pero en su relación no da usted ninguna indicación de cómo com-
prende esta resurrección de nuestros antepasados , ni de la forma en que se
la representa y cree en ella ." 22
Dostoievski temía que Fiódorov estuviera concibiendo la resurrección
tan sólo en un "sentido ideacional o alegórico", similar a la idea de Ernest
Renan de que la cognición humana se desarrollaría a tal grado que todo el
pasado se volvería presente y quedaría reencarnado en la conciencia inten-
sificada de los futuros seres humanos. "Le advierto que aquí nosotros
-afirma- es decir, al menos Soloviev y yo, creemos en la resurrección
auténtica, literal, personal, y en que ocurrirá en la Tierra." Para Dostoiev-
ski y Soloviev, esto significaba que "los muertos resucitarán ... realmente,
personalmente, auténticamente, en cuerpo". Pero estos cuerpos no serían
"como son ahora ... sino tal vez como el cuerpo de Cristo después de su re-
surrección, antes de su ascensión en Pentecostés". 23 Después, Soloviev en-
tró en correspondencia con Fiódorov, y este último comenzó a escribir una
respuesta a Dostoievski, que quedó inconclusa a la muerte del novelista.
Las relaciones epistolares de Dostoievski con Fiódorov, que enfocan
la suprema importancia metafísica del tema de la paternidad, ocurrieron
exactamente en el momento en que estaba meditando sobre sus primeras

21
Véase mi Dostoievski. La secuela de la liberación, 1860-1865, cap. xx, FCE, México, 20 10.
22
PSS, vol. 30, libro 1, pp. 13-15; 24 de marzo de 1878.
23
Idem.

466 ... "CON PALABRAS QUE QU EM EN LOS CO RA ZO NES DE LOS HOMBRES"


notas para Los hermanos Karamázov. Al parecer, pensó en introducir una
discusión de las ideas de Fiódorov en la escena de la celda del padre Zósi-
ma (libro 2, capítulo 5). Una nota aislada dice : "La Resurrección de (nues-
tros) antepasados depende de nosotros" (v. 15 , p . 204). También existe el
fragmento de una conversación: "Ilinski [Dimitri Karamázov] contra sus
padres ... El terrateniente 'este no hará resucitar a sus padres'" (v. 15,
p. 203). Esta línea probablemente sea una observación que en las notas
hace acerca de Dimitri, el liberal terrateniente que , por matrimonio, está
emparentado con los Karamázov. Otra reflexión de Fiódorov bien puede
verse en la siguiente entrada: "La familia aumentará: hasta personas no em-
parentadas ingresarán en ella, y así quedará entretejido un nuevo organis-
mo" (v. 15, p. 249). Esta última nota aparece entre los planes para las con-
versaciones y exhortaciones del padre Zósima (libro 6, capítulo 3), y acaso
pueda encontrarse aquí la influencia de mayor importancia. Pues aunque
las obras de Dostoievski están imbuidas de un sentido de la importancia
de la responsabilidad moral mutua, en ninguna otra parte está planteado
este tema más extensamente que en Los hermanos Karamázov, en que cada
persona es declarada responsable de todos los demás. La audaz concep-
ción de una humanidad futura que literalmente sería un organismo enor-
me, unido e interdependiente -una humanidad en que no será ni física-
mente concebible una separación entre los individuos- bien pudo haber
guiado a Dostoievski hacia su formulación trascendental.

Pese al empeoramiento de su enfisema , a su epilepsia recurrente y a su in-


tensa concentración en formar el argumento de su nueva novela , Dos-
toievski asistía regularmente a los "Miércoles" del príncipe Meshcherski; a
menudo iba a la casa de K. P Pobedonostsev los sábados por la noche y
frecuentaba el salón de Elena Shtakenshneider. También asistió a la famosa
serie de conferencias de Vladimir Soloviev sobre el sacerdocio, que duró el
inverno y la primavera de 1878, y, además de recibir a invitados como
Nikolái Strájov, que acudía a comer los domingos, intercambiaba visitas con
un numeroso círculo familiar. También asistía una vez al mes a una comida
organizada por la Sociedad de Escritores , que incluía todas las facciones
literarias y donde, como observa Anna Dostoievski, "Fiódor Mijaílovich se

RESURRECCIÓN Y REBELIÓN ... 467


codeaba con sus jurados enemigos literarios". 24 Nunca se organizaba una
colecta para los menesterosos -especialmente para estudiantes pobres-
sin que lo invitaran a leer. Tales invitaciones rara vez eran rechazadas, por-
que nada era más importante para él que mantener su contacto con la ge-
neración ascendente de la juventud rusa.
En noviembre de 1878 le presentó a la condesa Sofía Andreievna Tols-
taia -por apremiante petición de ella- su amigo común Vladimir Solo-
viev. La condesa era la viuda del poeta y dramaturgo Alekséi K. Tolstoi y, si
hemos de creer a Anna Dostoievski, era una mujer "de gran intelecto, su-
mamente educada y muy leída", a quien le gustaba rodearse de escritores e
intelectuales y que había establecido su propio salón. Dostoievski, según
su esposa , "nunca dejó de asombrarse por la capacidad de la condesa para
comprender y responder a las muchas sutilezas del pensamiento filosófico,
apenas accesibles a ninguna mujer", y la visitó regularmente. Allí se encon-
traba no sólo con otras luminarias de la cultura sino también con damas de
la alta sociedad, con quienes le gustaba conversar porque su charla no era
combativa, como la de los hombres, sino siempre "delicada y comedida". 25
La guerra rusa-turca, en que Dostoievski se había visto emocionalmen-
te envuelto, también motivó una reunión con algunos de sus viejos com-
pañeros de sus días en la Academia de Ingenieros Militares . Al encontrarse
con uno de sus antiguos maestros, A. I. Saveliev, Dostoievski expresó su
admiración hacia un ex condiscípulo suyo, el general F F Radetski, uno de
los héroes rusos del momento, quien había aplastado la última resistencia
turca. Saveliev le transmitió a éste "el ardiente saludo ruso y una profunda
reverencia [de Dostoievski] ... Ojalá la gran tribu eslava, sufrida y abruma-
da, pueda volver a la vida gracias a los esfuerzos de personas como usted,
mediante el cumplimiento de la grande y universal causa rusa". 26 En octu-
bre, una vez concluida la guerra, la Academia de Ingenieros Militares orga-
nizó un gran banquete en honor de Radetski en un lujoso restaurante en
San Petersburgo. Se apartaron ciento cincuenta lugares, y Dostoievski ofre-
ció el brindis de bienvenida "a la salud del soldado ruso", cuyas mejores
cualidades estaban encarnadas en el célebre general.
El ardiente patriotismo de Dostoievski, tan apasionadamente exhibido
en el Diario, también produjo un contratiempo un tanto cómico que le
24
Anna Dostoevsky, op. cit., p. 297.
25
Ibid, p 325.
26
PSS, vol. 30, libro 1, p 20; 6 de abril de 1878. Véase también ibid., p. 271.

468 ..,.¡ "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES''
causó mucha irritación. Todo empezó con una carta que él escribió en
marzo de 1878 al periódico Novoie Vremia (Tiempo Nuevo), preguntando
por qué los editores no habían dado mayor publicidad a los esfuerzos de
un profesor de mecánica llamado Osip Livchak por exhibir una "cuarta
dimensión". Livchak había logrado unir tres nudos en una cuerda que es-
taba asegurada en ambos extremos, y esto fue tomado por los partidarios
del espiritismo como prueba de una misteriosa fuerza de la naturaleza, que
sólo era accesible a quienes tuviesen poderes psíquicos (después, Livchak
revelaría que la hazaña no había sido más que un hábil truco). Por consi-
guiente, Livchak fue invitado a mostrar su proeza en el hogar de D. I. Men-
deleiev, y allí repitió su número en presencia de defensores del espiritismo
como A.M. Butlerov, N. P Wagner y A. N. Aksakov, así como Dostoievski.
Obviamente intrigado por tan misterioso fenómeno , éste escribió una carta
entusiasta criticando el hecho de no haber llamado mayor atención del
público hacia la cuarta dimensión. 27 Pero pronto tendría razones para la-
mentar su intervención.
Un mes y medio después recibió una carta del ingenioso caballero,
quien le explicaba que no estaba interesado en absoluto en la cuarta di-
mensión. Su verdadero objetivo había sido allanar el camino a un nuevo
invento: un aparato que garantizaría la superioridad naval de Rusia sobre
Inglaterra en el futuro conflicto que ya era inevitable. Dostoievski era la
única persona a quien le confiaría este terrible secreto, y le decía: "Estoy
seguro de que en el momento presente es usted el más apropiado para el
papel que el destino mismo parece asignarle". Se le había enviado un paquete
que sólo él podría abrir, y después de estudiar minuciosamente su conteni-
do , debía pensar en la mejor manera de presentarlo en la forma más acce-
sible. Luego , su tarea consistiría en llevarlo ante el gran duque Konstantin
Nikoláevich, comandante en jefe de la armada rusa. En otras palabras, como
dice Dostoievski, "se supone que debo abandonar a mis hijos, mi trabajo ,
olvidarme de mi salud, ponerme una levita y buscar una audiencia con Su
Alteza en Kronstadt, en Sveaborg, petición, exposición, informe''. 28
Desde luego, Dostoievski comprendería muy bien por qué Livchak es-
taba convencido de que la mano del destino había elegido al escritor para
tan descomunal tarea . "Sin duda - escribe- , el patriotismo podía mover-
me a mí , persona débil y enferma, eternamente abrumada por enfermeda-
27 /bici., p 16; 27 de marzo de 1878.
28
/b ici., pp 28-30; 16 de mayo de 1878.

RESURRECC IÓN Y REBELIÓN ~ 469


des y obligaciones, y podía instarme a tener la disposición para tan enor-
mes labores". Pero, ¿cómo podía saber él, de cierto, que "Inglaterra será
derrotada por él (y sólo por él)"? Era imposible que comprendiera todos
los datos técnicos, y por tanto, rechazó la responsabilidad de hacer algo de
lo que era totalmente ignorante. Si algo salía mal, sólo a él se le culparía.
Todo el incidente fue tan extraño que Dostoievski no pudo dejar de sospe-
char que detrás estaba la blanca mano de una dama, Varvara Ivánovna
Pribitkova, quien gozaba de cierta reputación de médium en San Peters-
burgo. Tres días antes de llegar la carta de Livchak, ella le había hablado de
manera incomprensible acerca de cierto paquete que recibiría y que sólo
él, supuestamente, debía abrir, y que le haría testigo de una cosa u otra.
Dostoievski quedó convencido de que ella le había asegurado de antemano
al inventor que él aceptaría, pero ella "nunca me dijo nada de los asuntos
de usted" y su relación con ella era de las más superficiales. "A muchas
mujeres - observa- les gusta prometer y ofrecer patrocinio y hacer peti-
ciones", y se sintió seguro de que éste era el caso, "aunque nunca le prometí
nada. . . de modo que todo esto ha caído sobre mí como un rayo del cie-
lo". 29 Dostoievski rechazó rotundamente este intento de explotar sus senti-
mientos patrióticos, y el invento de Livchak, cualquiera que fuese , nunca
acudió en ayuda de la marina rusa.
El episodio de Livchak no fue la única ocasión en que perfectos desco-
nocidos pidieron ayuda a Dostoievski. En una carta a Mijaíl Yazikov, que
había sido su compañero en el círculo de Belinski en los cuarenta, se queja:

No necesito señalar. .. como característico de nuestro actual modo de vida


ruso , el hecho de que desde que empecé a publicar el Dimio he recibido, de
toda Rusia, un gran número de cartas de personas que me son absolutos des-
conocidos, con peticiones de ayudarlos en sus negocios, de hacer mandados
(de una diversidad asombrosa), pero principalmente de encontrarles un em-
pleo, un servicio y hasta servicio del Estado ... Lo más característico de todo
es que consideran que yo tengo nexos con todos aquellos de quienes depende
otorgar empleos.30

Sin embargo, la razón de esta carta resulta ser precisamente la respues-


ta a una de esas peticiones de ayuda. Yazikov era ahora el jefe de un de-
29 Idem.
30
Ibid., pp. 38-40; 14 de julio de 1878.

470 ... "CO N PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZO NES DE LOS HOMBRES"
partamento del gobierno en Novgorod, y Dostoievski pregunta si podría
encontrarle un puesto al marido de una amiga de Anna Grigórievna. Se en-
contraba ahora trabajando en Perm, pero su esposa deseaba que se acerca-
ran más a la capital. Yazikov contestó que por el momento no tenía vacantes,
pero le pidió al candidato acudir a visitarlo. Dostoievski también recibió
una petición de su hermana Varvara M. Karepina de ayudar en su carrera a
su sobrino , un médico del ejército que se hallaba en el frente, utilizando su
influencia ante el general Radetski para que lo ascendieran, y que lo reco-
mendara para una condecoración. No se sabe si atendió a esta solicitud de
familia , pero todas estas peticiones confirman la nueva estatura que Dos-
toievski había adquirido en la sociedad rusa.

La celebración en honor del general Radetski, en octubre de 1878, dio tes-


timonio de la fuerza y el poderío de las armas rusas y del Estado ruso.
Pero, a principios del año, Dostoievski también había estado presente en un
suceso, el juicio de Vera Zasulich, que puso al descubierto las profundas
fisuras que dividían a la sociedad rusa y que seguramente lo llenó de ne-
gros presentimientos.
Vera Zasulich era una resuelta joven de veintiocho años que se había
desenvuelto en los círculos revolucionarios estudiantiles, y fue detenida en
conexión con el asunto de Nechaev en 1871. En cierto momento, Nechaev
aun le propuso matrimonio, aunque no se sabe si sólo lo hizo para unirla
más a su causa. En todo caso, ella actuó como uno de sus correos después
de su ida al extranjero, pero no tuvo conexión alguna con el grupo que
asesinó a lván lvanov.
Recluida durante dos años , aunque no se hicieran cargos contra ella,
fue declarada inocente y salió de prisión como una endurecida revolucio-
naria. Al enterarse de que el general Fiódor Trepov, gobernador de San
Petersburgo, había ordenado ilegalmente que azotaran a un preso político
populista por no quitarse la gorra en su presencia, ella entró con toda cal-
ma en su oficina, so pretexto de una petición oficial, y disparó contra él,
aunque sólo lo hirió ligeramente. Su juicio público , presidido por A. F
Koni, amigo de Dostoievski, se efectuó con escrupulosa (y notable) impar-
cialidad , pese a cierta presión de los círculos oficiales. Koni, cuya carrera

RESURRECC IÓ N Y REBELIÓN ~ 471


ulterior sufrió como consecuencia de ello , permitió que la defensa introdu-
jera un testimonio detallado acerca de los crueles latigazos. El resultado
fue la triunfal liberación de la acusada , bajo entusiastas aplausos de la sala,
llena de altos funcionarios y de notables de lo más selecto de la sociedad
de San Petersburgo. La admisión al tribunal era limitada, pero Dostoievski
estuvo presente , gracias a una tarjeta que falsamente lo declaraba miembro
de la profesión jurídica .
En el curso del proceso, otros presos populistas , llamados como testi-
gos por la defensa , declararon unánimemente las constantes indignidades
y brutalidades que se les obligaba a soportar. Y estos aterradores atisbos de
la realidad del mundo de las prisiones produjeron un efecto demoledor.
Elizabeth Narishkin-Kurakina, dama de honor de una de las grandes du-
quesas (y conocida de Dostoievski), no podía ser sospechosa de simpatías
revolucionarias. Pero escribió en sus Memoirs: "La apariencia de cierto nú-
mero de jóvenes presos políticos creó toda una sensación. Los habían lle-
vado al tribunal desde la Fortaleza de Pedro y Pablo tan sólo como testigos
del incidente ocurrido en la prisión. Sus rostros pálidos, sus voces que
temblaban de lágrima e indignación, los detalles de sus deposiciones ...
todas estas declaraciones me hicieron bajar los ojos , avergonzada".31 G. K.
Gradovski, a quien Dostoievski había remplazado en 1873 como director
de El Ciudadano, recordó haber sentido que , al avanzar el testimonio de
estos jóvenes testigos de la defensa, no sólo Vera Zasulich sino él mismo y
toda la sociedad rusa eran acusados y sometidos a juicio. 32
El tenso drama del juicio de Zasulich , que palpablemente sacó a la luz
las continuas injusticias de todo el sistema jurídico y social ruso , se des-
arrolló ante un público de la más exclusiva sociedad y sirvió de modelo
para la atmósfera que Dostoievski crearía dos años después en las escenas
de juicio en su novela. También debe notarse la complejidad de su actitud
hacia el propio delito , que le pareció pura y simplemente imposible de
condenar. Durante su testimonio , Zasulich había dicho: "Es terrible levan-
tar la mano contra un prójimo ... Pero decidí que eso era lo que tenía yo
que hacer". Estas palabras, que expresaban el choque entre la conciencia
moral de Zasulich y sus convicciones sociopolíticas, evidentemente produ-
jeron una profunda impresión en Dostoievski. Dos años después las recor-
31
Citado en Samuel Kucherov, Coti rts, Lawyers, and Tl'ials w1dcr the Last Three Tsars, Nueva
York, 1953 , p. 21 7.
32
G. K. Gradm·ski, Itogi. 1862-1 907, Kiev, 1908 .

472 .. "CO N PALABRAS QU E QU EMEN LOS CORAZON ES DE LO S HOMBRES"


dó en una entrada de su cuaderno de notas: "Zasulich: 'Es difícil levantar
la mano para derramar sangre': esta vacilación es más moral que el propio
derramamiento de sangre".33
Dostoievski aborrecía los azotes y los había denunciado con vehemen-
cia en La casa de los muertos; tal vez la orden del general Trepov le recor-
dara las terribles brutalidades del sádico comandante Krivtsov en sus años
de prisión. Como muchos otros en el tribunal, no pudo suprimir una cierta
simpatía hacia la vengativa Zasulich, y dijo a otras personas, una vez antes
del juicio y luego poco antes de la absolución, que declarar culpable a
Zasulich sería un grave error. La primera vez observó que lo que el jurado
debía decirle a la detenida era: "Usted pecó, usted quiso matar a un hombre,
pero ya ha expiado su culpa. Váyase, y no vuelva a cometer transgresio-
nes". La segunda vez afirmó: "Es imposible declararla culpable, no proce-
de ningún castigo , sería superfluo; pero díganle algo como esto: 'Váyase,
pero no vuelva a hacerlo'. Pero semejante fórmula jurídica -añadió-
parece que no la poseemos y, lo peor de todo , ahora la presentarán como
heroína". 34 Ya sea que haya creído que la declararían culpable o inocente,
el hecho es que sintió que ningún juicio jurídico en toda forma sería la
mejor solución. Si la declaraban culpable , quedaría como mártir; si ino-
cente, su acto recibiría una sanción legal, dejando así socavada la autori-
dad del Estado ruso .
Su predicción de que Vera Zasulich se volvería una heroína pronto
quedó dramáticamente confirmada. Al salir del tribunal la levantó en hom-
bros una multitud entregada a la celebración, y este regocijo militante pro-
dujo una manifestación que terminó con disparos y un muerto. Cuando la
policía trató de volver a detener a Zasulich, ella desapareció entre el gentío
y después fue sacada clandestinamente del país. Continuó una notable ca-
rrera revolucionaria en Suiza, y al cabo del tiempo se alió con G. V Pleja-
nov y los mencheviques contra Lenin y la revolución bolchevique. Sin em-
bargo, antes de atravesar la frontera, fue albergada en varias casas , siendo
una de ellas, de acuerdo con un rumor muy creíble, la de Anna Pávlovna
Filosofova. Buen número de cartas de Dostoievski a Anna, enviadas preci-
samente por entonces, revelan su colaboración en varias empresas caritati-
vas (una de las cuales fue encontrarle un lugar en un asilo a la anciana

33
Litera turnoe Nasledtsvo, 83 (Moscú , 1971), p. 676.
34 Ibid , vol. 3 , p. 262. Véase también PSS, vol. 27, p. 341.

RES UR RECCI Ó N Y REBE LI Ó N ~ 473


institutriz de los hijos de Dostoievski) . La íntima amistad de Anna Pávlova
con el autor, así como las observaciones de éste acerca del juicio, revelan la
complejidad de la situación sociopolítica en que ahora se encontraban mu-
chos rusos, atrapados entre un régimen cada vez más intolerable y el recur-
so a la resistencia armada como respuesta.
El tiro disparado por Vera Zasulich hizo eco por toda Rusia, y su ejem-
plo animó a otros, por vez primera , a empuñar las armas contra los oficiales
zaristas. De hecho, en los meses que siguieron a su juicio, sus hasta enton-
ces pacíficos camaradas dedicados antes tan sólo a la propaganda entre el
pueblo lanzaron una oleada de ataques terroristas. Altos funcionarios del
régimen fueron asesinados en Kiev y en Odesa, y el general Mezentsev, jefe
de la temible policía secreta, fue apuñalado a plena luz del día en el corazón
mismo de San Petersburgo, en venganza por la muerte de un preso populis-
ta. Su asesino fue S. M. Stepniak-Kravchinski, joven populista que había
luchado con los serbios en su batalla contra los turcos y que, después del
asesinato, huyó al extranjero. Llegó a ser un notable escritor, cuya Rusia
clandestina sigue siendo fuente indispensable sobre el movimiento populis-
ta, y que, estando exiliado en Londres , ayudó a Constance Gamett a mejo-
rar su dominio del ruso. A menudo se le considera uno de los prototipos de
Razumov en Bajo la mirada de Occidente, de Conrad.
Dostoievski comenta este acontecimiento con Victor F Putsikovich,
viejo periodista amigo suyo que había trabajado con él durante los sesenta
y luego en El Ciudadano, y que ahora estaba intentando publicar una revis-
ta del mismo nombre en Alemania. "Escribes que no se ha encontrado a
los asesinos de Mezentsev y que probablemente es un grupo de nihilistas.
¿Qué más podría ser? Eso es seguro. Pero , ¿nos curaremos alguna vez del
estancamiento y de los viejos métodos rutinarios? ... Dímelo , por favor." El
propio Putsikovich había recibido advertencias de "socialistas de Odesa",
que lo amenazaban de muerte si no dejaba de publicar artículos contra los
nihilistas, y él le envió esas cartas a Mezentsev, sin recibir respuesta.
Además de revelar la incompetencia de la policía secreta, la referencia
a Odesa también ocasiona otra muestra de la obsesión antisemita de Dos-
toievski.

Odesa , ciudad de yids, resulta ser el centro de nuestro socialismo militante.


El mismo fenómeno ocurre en Europa: los yids están terriblemente activos en
el socialismo, y ni siquiera mencionaré a los Lassalles y Carlos Marxes. Y eso es

474 ... "CON PALABRAS QUE QU EMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
comprensible: los yids se benefician de toda clase de choque radical o de con-
vulsión que sufra el Estado porque ellos mismos son un status in statu, e inte-
gran su propia comunidad, que nunca será trastornada sino que sólo ganará
con cualquier tipo de debilitamiento de algo que no sea los yids. 35

De hecho, muy pocos de los populistas eran de origen judío (los jóve-
nes judíos sólo se agruparían en torno de la bandera radical más avanzado
el siglo), pero Dostoievski prefirió no acusar a los muchachos de pura san-
gre rusa cuyo deseo de autosacrificio esperaba él guiar hacia otros canales.

35
PSS, vol. 30, libro 1, pp. 42-44 ; 29 de agosto de 1878.

RESURRECCIÓN Y REBELIÓN ... 475


XX. El hombre en el punto medio

LA NUEVA eminencia que había alcanzado Dostoievski gracias al Diario de un


escritor; así como la posición incomparable que ahora ocupaba en la vida
sociocultural de Rusia , quedan ampliamente demostradas por dos sucesos.
Por una parte , fue elevado a la categoría de guía moral, según lo indica una
carta colectiva de un grupo de estudiantes "progresistas"; por la otra, fue
invitado a ser el preceptor extraoficial de varios de los grandes duques del
reino, los hijos de miembros de la familia real. En Rusia, nadie más había
gozado de tan extraordinaria posición.
Y sin embargo, su vida se vio ensombrecida por una tragedia personal:
la súbita e inesperada muerte de su hijo Alexséi (Aliosha) , de tres años. Un
viaje al célebre monasterio de Optina Pustin ayudó a aminorar los terribles
efectos de este golpe, y también le ofreció material para las escenas monás-
ticas de los primeros capítulos de Los hermanos Karamázov .

Entre los homenajes al Diario de un escritor de Dostoievski, ya hemos cita-


do la observación de Elena Shtakenshneider de que la revista lo había he-
cho "el maestro e ídolo de la juventud", y casi no hay comentario de la
época que no refuerce esta observación. Vsevolod Soloviev también dijo
que el Diaiio "tenía tan poderoso efecto sobre la generación joven", y un
comentador en La Voz, hablando del Diario, lamentó su desaparición, "par-
ticularmente en relación con la generación joven, entre la cual, como pue-
do dar testimonio, gozó de tan difundida popularidad y para la cual, sin

476 ~
duda, podía ser de gran beneficio". El mismo escritor observó que Dos-
toievski no había tratado de ganarse al público con halagos, "pero la mayo-
ría de los jóvenes, con su virginal intuición, podían descifrar su profunda
autenticidad y sinceridad y las tuvieron en alta estima" .1 Si quedara alguna
duda acerca de su notable posición a este respecto y de la condición de
oráculo que había alcanzado, fácilmente quedará disipada por una carta
que le envió el 8 de abril de 1878 un grupo de estudiantes de la Universi-
dad de Moscú.
"Querido Fiódor Mijaílovich -escribieron los estudiantes-, durante
dos años nos hemos acostumbrado a buscar en su Diario la manera de re-
solver, o de plantear debidamente las cuestiones que asomaban ante nos-
otros. Nos hemos acostumbrado a consultar sus decisiones para establecer
nuestras propias ideas, y a honrarlas aun cuando no estuviésemos de acuer-
do".2 Uno de los seis signatarios fue Pável N. Miliukov, que luego sería un
célebre historiador de la cultura rusa, jefe del Partido Democrático Consti-
tucional en la Duma rusa después de 1905, y más tarde ministro del exte-
rior en un gobierno provisional antes de la toma del poder por los bolche-
viques. La ocasión directa de esta misiva conjunta fue una manifestación
de ira popular (por decirlo discretamente) dirigida contra las actividades de
los jóvenes disidentes que había entre la intelligentsia.
Un buen número de estudiantes de Moscú había ido a recibir y saludar
un convoy de homólogos de la Universidad de Kiev, que habían sido dete-
nidos por cargos insignificantes y estaban siendo enviados a las provincias
bajo la custodia de la policía. Mientras avanzaban pacíficamente por las
calles, de pronto surgieron algunos carniceros y tenderos de un mercado
de alimentos y, al grito de "¡Contra ellos'" , maltrataron severamente a algu-
nos de los jóvenes. Este ataque físico fue uno de los primeros de su índole
en esa escala, indicación reveladora de que la población de la clase baja no
aprobaba la conducta ilegal. Esta toma de conciencia causó una crisis de
cuestionamiento y de consternación en las filas estudiantiles. "Lo más im-
portante para nosotros -le dijeron a Dostoievski- es resolver esta pre-
gunta: ¿hasta qué punto somos culpables nosotros, los estudiantes, y qué
conclusiones acerca de nosotros deberíamos sacar la sociedad y nosotros
mismos después de este hecho?"
1
Letopis Zhizhni i Tvo rchestvo F M. Dostoevs1wgo, ed. de N. F. Budanova y G. M. Fridlender, 3
vols., San Petersburgo, 1995, vol. 3, pp. 243 y 247.
2 PSS, vol. 30 , libro 1, pp. 21-25; 18 de abril de 1878.

EL HOMBRE EN EL PUNTO MEDIO ~ 477


A la primera parte de esta pregunta, Dostoievski dio una respuesta in-
equívoca: "Ésta es mi respuesta: a mi parecer, no sois culpables de nada.
Sólo sois hijos de esa misma 'sociedad' que estáis abandonando y que es
'una mentira en todos sentidos'". Así, Dostoievski se niega categóricamen-
te a considerar el descontento de la generación joven bajo una luz negati-
va. En cambio , elogia a la juventud en términos entusiastas y efusivos:

Nunca habíamos tenido , en nuestra vida rusa , semejante época, cuando la


juventud (como teniendo un presentimiento de que toda Rusia se encuentra
en un momento decisivo, vacilando al borde del abismo) en su enorme ma-
yoría nunca fue más sincera que ahora, de alma más pura, más sedienta de
verdad y de justicia, más dispuesta a sacrificarlo todo, hasta la vida misma,
en aras de la verdad y de la palabra de verdad. ¡En realidad, la gran esperanza de
Rusia! Esto lo sentí hace ya tiempo y también empecé a escribir sobre ello
hace ya tiempo. 3

Como hijos de una sociedad corrompida, los jóvenes no podían dejar


de reflejar la continua influencia de los falsos valores que habían ab-
sorbido.

Esta palabra de verdad, de la que tiene sed la juventud, la busca sólo Dios
sabe dónde , en lugares inesperados (una vez más, de esta manera, coincidien-
do con la podrida sociedad rusa-europea que la engendró) y no en el pueblo,
en la tierra. El resultado final es que, hasta ahora, ni la juventud ni la socie-
dad conocen al pueblo. En lugar de acudir al pueblo para vivir su vida, los jó-
venes, no sabiendo nada de él sino , por el contrario, despreciando sus funda-
mentos (por ejemplo, la fe religiosa) no fueron a aprender del pueblo sino a
instruirlo , a instruirlo con arrogancia, con desprecio ... ¡Un pasatiempo pura-
mente aristocrático de la clase ociosa!4

Dostoievski se refiere entonces a toda la experiencia decepcionante que


significó el movimiento de "ir al pueblo" , cuyos "lamentables y torturantes
hechos" eran ya manifiestos . Los estudiantes habían deseado "aliviar los
sufrimientos del pueblo", pero el pueblo "se negó a reconocer sus honra-
dos esfuerzos". Y este fenómeno no era nuevo: databa "de los sesenta", con
3
Idem.
4
Idem.

478 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
lo que probablemente se refiere a los incendios de San Petersburgo por ese
tiempo, cuando los estudiantes fueron atacados en las calles como incen-
diarios. Otro ejemplo de esta voluntaria alienación del pueblo fue la mani-
festación encabezada por Plejanov frente a la iglesia de Nuestra Señora de
Kazán en San Petersburgo. "Ustedes no creen en Dios, pero , ¿por qué in-
sultan al pueblo profanando su templo?" Afirma haber criticado a "estos
kazanskies ... en su propia cara", pero no existe ninguna constancia de tal
encuentro. Así, el panorama del futuro era muy negro si los hechos conti-
nuaban su curso actual. Aunque Dostoievski deplora las palizas "porque
nunca se arregla nada con los puños", esa violencia era de esperarse; el
pueblo "es rudo, son mujiks" . Sin embargo, concluye reiterando que los
estudiantes no fueron culpables: nunca ha sido la juventud más honrada y
sincera ... pero lo malo es que lleváis la huella de dos siglos de nuestra histo-
ria". Y aun cuando los jóvenes creen ahora en "el evangelio del revólver" ,5
sólo son el producto abortado de una sociedad totalmente deformada por
los falsos valores europeos contra los cuales con justicia se levantan ... aun-
que desgraciadamente tan sólo de una manera europea (es decir, socialis-
ta), que los enajena del pueblo.
Pese a la oleada de asesinatos ocurridos durante la primavera y el vera-
no de 1878 que estaba causando pánico en el país, Dostoievski, sin des-
alentarse , continuó reafirmando su fe inconmovible en que Rusia estaba a
punto de entrar en una gloriosa época nueva. Volviendo a contestarle a su
conocido Leonid Grigoriev, con quien había perdido contacto ya de tiempo
atrás, declara : "No soy en absoluto un hombre de los sesenta y ni siquiera
de los cuarenta. Son, antes bien, los años más recientes los que prefiero,
por lo que ya claramente puede verse que han realizado, en lugar de lo que
antes sólo era conjetural e idealista". Nada es más fácil para un ruso, conti-
núa, que caer en el error acerca del estado de su propio país. "Ha pasado
tiempo desde la liberación de los campesinos ... y qué es lo que vemos: lo
horrible de la administración y de la moral de los distritos rurales, grandes
cantidades de vodka, incipiente pauperismo y una clase hulah, es decir, un
proletariado y una burguesía europeos, etc., etc." Así, Dostoievski no se
hacía ilusiones acerca de la verdadera situación social, pero también pensa-
ba que si se queda uno allí -por así decirlo , en la superficie-, "inmediata-
mente se cae en el error". 6
5
Idem.
6
Ibid, pp. 40-41; 21 de julio de 1878.

EL HOMBRE EN EL PUNTO MEDIO ~ 479


Lo que veía (o ciertamente , lo que quería ver) para contrapesar esta
dura y amenazante realidad era una nueva conciencia que se había propa-
gado entre el pueblo, y que había salido a la luz con la guerra ruso-turca :
"Se ha establecido en ellos ... una conciencia política, una comprensión
precisa del significado y de la misión de Rusia". Pero imputar tan "precisa"
idea al pueblo era excesivo incluso para él, y por ello añade (entre parénte-
sis) que esta idea estaba al menos "volviéndose constantemente precisa ... En
resumen, se ha establecido una idea superior.. y ... mientras existan al
menos . . . los comienzos de ideas superiores , entonces el resto no dejará de
venir". Debemos penetrar bajo la superficie del pueblo para descubrir la
realidad ; lo mismo ocurre "con nuestros jóvenes de la intelligentsia", acerca
de quienes no se debe creer que "los horribles hechos" revelan la esencia de
sus ideales. 7
En un banquete recien te para honrar la memoria de Timofei Granovski
(uno de los originales del inmortal Stepan Trofímovich en Los demonios),
Nikolái Ketcher, figura bien conocida de los cuarenta, había llamado "po-
drida" a la juventud; Dostoievski categóricamente lo niega. "Están bLtscan-
do la verdad, con la audacia del corazón y del espíritu rusos , y sólo han
perdido SLLS guías."8 Estaba absolutamente convencido de que el retorno de
los populistas a los ideales morales de un cristianismo secular sólo era el
primer paso en su final aceptación de la verdad de un Cristo sobrenatural ,
y consideraba que su propia misión era aportar ese liderazgo en esa direc-
ción que tan lamentablemente faltaba.

Durante estos mismos meses, mientras a Dostoievski lo consultaban unos


estudiantes que , si no estaban recorriendo las calles con revólveres, indu-
dablemente simpatizaban con quienes sí lo hacían, también se le pidió re-
unirse regularmente con algunos jóvenes que fácilmente podían convertir-
se en los blancos de aquéllos. En algún momento de la primera semana de
febrero de 1878, Dostoievski recibió la visita de D. S. Arseniev, preceptor
de los grandes duques Serguéi y Pável , los hijos menores de Alejandro II.
El propósito de la visita, hecha en nombre del propio zar, era invitarlo a
7
Idem.
8 Idem.

480 .. "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZON ES DE LOS HOMBRES"


Dostoievski en 1872, por V G. Perov
Konstantín P Pobedonostsev

Vsevolod Soloviev, un ioven escritor amigo de Dostoievski

Casa de campo de los DostoieYski en Staraya Rusa


Vladimir Soloviev, hermano menor de Vsevolod,
también amigo de Dostoievski y un importante filósofo ruso

Nikolái K. M~aílovski, populista crítico y publicista


-
Una velada miste1iosa, por N. N. Ge

Boteros del Valga , por l. E. Repin
Tolstoi en 1877, por l. N. Kramskoi
Dostoievski en 1876
Nikolái A. Nekrásov en 1877 , enfermo, por l. N. Kramskoi
Anna Grigorievna Dostoievskaia en 1878

Mijaíl E. Saltikov-Shched rin, escritor radical
Estatua de Pushki n

Develación del monumento


de Pushkin , en junio de 1880
EsLUdio de Doswie\'ski en San Pe tersbu rgo
en donde trabajó en Los hcrmwws l<aramá;:ov
Págma del manuscnto de Los J1e1 ma nos Karamázov
Dosloie,·ski en su fé re tro , por l. N. l<ramskoi
conocer a los discípulos de Arseniev, de modo que (citando a Anna
Dostoievski) "por medio de sus conversaciones Fiódor Mijaílovich pudiera
ejercer una influencia benéfica sobre los juveniles grandes duques". Aun
cuando Dostoievski estaba justamente entonces empezando a esbozar las
primeras notas para Los hermanos Karamázov, no podía rechazar esa peti-
ción real. "El deseo del zar liberador -para citar nuevamente a Anna-
desde luego era ley para él. Le agradó saber que estaba a su alcance cum-
plir con un deseo, así fuera pequeño, de un personaje al que siempre había
reverenciado por el gran logro de emancipar a los siervos, por realizar un
sueño que había sido caro para él en su juventud, y por el cual él mismo
había sufrido tanto en su momento ."9
Bien puede imaginarse lo que Dostoievski debió de sentir en tal mo-
mento. Él, ¡que había quedado convicto de un delito contra el Estado! Él,
¡que había cumplido una sentencia de trabajos forzados en Siberia, y que
había llevado las cadenas y la ropa a rayas de un reo durante cuatro dolo-
rosos años! Él, ¡que se había hundido hasta las mayores profundidades de
la sociedad rusa y compartido el destino de los más encallecidos crimina-
les! Él, ¡invitado ahora a entrar como huésped de honor en los más augus-
tos y exclusivos círculos cortesanos , y a servir como guía y consejero de
aquellos a cuyas manos se confiaría el futuro de Rusia! Sin embargo, sus
reuniones con los grandes duques no comenzaron inmediatamente, por-
que Arseniev consideró que era necesario un cierto periodo de prepara-
ción. "Después de mi conversación con usted -le escribió a Dostoievski el
15 de marzo- , me sentí más seguro que nunca de que lo mejor será dispo-
ner las cosas de modo que su presentación a los grandes duques no parez-
ca organizada por consejo de los padres o por decreto del preceptor, sino
que resulte de la propia voluntad de ellos." Arseniev explica que ese deseo
había sido despertado "por conversaciones (aparentemente) al azar", que ,
habiendo producido el efecto deseado, condujeron a la presente invitación
a cenar.10
Su primera aparición en la corte quedó registrada en el diario del gran
duque Konstantin Konstantinovich, primo de Serguéi y Pável e hijo del
comandante de la armada rusa.* "Comí con Serguéi - escribió-. Sus in-
9Anna Dostoevsky, Reminiscences, trad. y ed. de Beatrice Stillman, Nueva York, 1973 , pp .
297-298.
w Citado en ibid., p. 298.
* Las relaciones de Dostoievski con el gran duque Konstantin Konstantinovich, quien tenía

EL HOMB RE EN EL PUNTO MEDIO ~ 481


vitados fueron K. N. Bestuzhev-Riumin y Fiódor Mijaílovich Dostoievski.
Yo estaba muy interesado en este último , y había leído sus libros. Es un
hombre delgado , de apariencia un tanto enfermiza, con una barba larga y
rala y una expresión particularmente triste y pensativa en su pálido rostro.
Habla sumamente bien, así como escribe ."11 Esta visita a sus interlocutores
de la realeza fue un éxito, y en adelante le llegaron regularmente invitacio-
nes a cenar con ellos. Por desdicha, no tenemos información alguna acerca
del contenido de estas conversaciones en apariencia sociales pero en reali-
dad pedagógicas, aunque bien puede suponerse que las ideas y actitudes
expresadas en el Diario también se manifestaron ante la mesa .
Se encontró así Dostoievski en la extraordinaria posición de estimado
consejero no sólo de la joven generación radical, sino también de los
miembros más jóvenes de la familia reinante. Y si sintió que el destino (o
Dios) le había confiado una misión en aquel momento crucial de la histo-
ria de Rusia, ciertamente tenía razones objetivas para creer que tan ingente
tarea era de su incumbencia. En efecto , una rápida ojeada a su carrera re-
vela con inconfundible claridad que, desde su retorno de Siberia en 1860,
se había esforzado por desempeñar precisamente el papel en que ahora se
encontraba: el de árbitro y conciliador entre la intelligentsia disidente y la
sociedad rusa en conjunto.
Su programa de pochvennichestvo, o "retorno a la tierra" pedía la re-
unión de la intelligentsia con los ideales cristianos del pueblo ruso, y por
ello con el zar, a quien el pueblo reverenciaba como la encarnación de
Dios en la Tierra. En dos de sus grandes novelas - Crimen y castigo y Los
demonios- había retratado la tragedia de aquellos miembros de la intelli-
gentsia que se habían enaj enado de sus raíces cristianas y, por tanto , de su
pueblo. Pero Dostoievski no se confinó exclusivamente a esos esfuerzos
literarios; en momentos de aguda crisis social había intentado intervenir
activamente cuando pensó que con ello podía hacer algún bien. Personal-
mente visitó a Nikolái G. Chernishevski en 1862, cuando San Petersburgo
ardía en una serie de misteriosos incendios atribuidos por el pueblo a estu-

serios intereses literarios, se vo lvieron con el paso del tiempo muy cordiales, y Dostoievski le
dijo al vástago real, según Anna Grigórievna, que era lamentable que estuviera destinado a la
carrera naval en lugar de dedicarse a la literatura. Más adelante , el gran duque publicó poesía y
obras de teatro con un seudónimo , y a muchos de sus poemas les puso música Piotr Chaikov-
ski, con quien también trabó amistad y que admiraba su talento.
11
Literaturnoe Nasledtsvo, 86 (Moscú , 1973), p. 135.

482 .... "CO N PALA BRAS QUE QU EMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
diantes subversivos, y apremió al connotado portavoz de los radicales a
que contribuyera a disipar dichos rumores. El mismo impulso lo inspiró
a escribir su valerosa carta a su editor, el poderoso Mijaíl Kátkov, justo des-
pués del atentado contra la vida del zar por Dimitri Karakozov en 1866.
Kátkov había denunciado este hecho aterrador como resultado de una
conspiración polaca, pero Dostoievski, aunque su subsistencia dependiera
por completo de los anticipos de Kátkov mientras estaba escribiendo Cri-
men y castigo, afirmó que el mal estaba en la propia Rusia. Tan sólo una
mayor libertad de expresión y de la prensa podría ayudar a reducir el des-
contento de la intelligentsia.
Desde entonces, la ideología populista del decenio de 1870 le había
dado un terreno común en el cual apelar a los instintos morales hasta de
los más enajenados y refractarios. Nunca, en realidad, pudo Dostoievski
haberse sentido en mejor posición para influir sobre la opinión pública.
¿No había dado el Diario de un escritor pruebas suficientes de la capacidad
de sus palabras para llegar a las mentes y los corazones de sus lectores?
Y nunca pudo considerar más esencial hacerlo que a finales de ese decenio,
cuando las crisis anteriores de la sociedad rusa decimonónica parecían in-
significantes junto a la amenaza actual. Pues una fracción de los popu-
listas, llevada a la desesperación por las persecuciones implacables del
gobierno y la falta de respuesta a su propaganda pacífica entre los campesi-
nos, había lanzado una sistemática campaña de terror contra los funciona-
rios zaristas y, por último, contra el propio zar. Tanto la novela que Dos-
toievski estaba comenzando, Los hermanos Karamázov como su sensacional
discurso en las ceremonias con que se inauguró el monumento a Pushkin,
dos años después, caracterizarían sus intentos de mediar en el letal conflicto
que estaba desgarrando a la sociedad rusa.

Desde su retorno en 1871 de su estadía de cuatro años en Europa, Dos-


toievski había llevado una vida familiar relativamente pacífica y libre de
preocupaciones. Anna Grigórievna, sagaz , eficiente y laboriosa, se encarga-
ba del hogar y de los niños (para no mencionar siquiera el negocio edito-
rial de la familia) con ojo vigilante. La vida procedía en la rutina cuidado-
samente organizada que le había permitido cumplir con el exigente

EL HOMBRE EN EL PU N TO MEDIO ~ 483


programa de su Diario de un escritor. Las cartas intercambiadas por la pareja
expresan sus nexos, cada vez más profundos, de mutua devoción y apoyo
espiritual, y en el caso de Dostoievski su preocupación casi dolorosa por
sus hijos. Antes, algunas de sus cartas más angustiosas las había enviado
desde Ginebra tras la muerte de su primera hija, una niña de seis años
bautizada como Sofía. Ese recuerdo bien puede explicar el tono febril que
caracteriza el rebosante amor que prodigó a su siguiente vástago, y lamo-
rosa inquietud que siempre expresó acerca de su bienestar.
Sus continuos presentimientos resultaron, por desgracia, demasiado
bien fundados. El 30 de abril de 1878, su hijo de tres años Alekséi (Aliosha)
sufrió una primera convulsión epiléptica de cuatro minutos que fue inter-
pretada tan sólo como síntoma de alguna enfermedad infantil. Sin embar-
go, el 16 de mayo sufrió un fuerte ataque epiléptico que duró doce horas y
cuarenta minutos, y que culminó en su muerte. En sus Reminiscences, Anna
explica que un primer médico les había asegurado que los síntomas con-
vulsivos pasarían; para cuando llegó un especialista en trastornos nerviosos,
era demasiado tarde. "Mi esposo -escribe- quedó abrumado por esta
muerte. Había querido a Aliosha de una manera un tanto especial, con un
cariño casi mórbido ... Lo que en particular lo desgarró fue el hecho de
que el niño hubiese muerto de epilepsia, enfermedad heredada de él." 12
Anna Filosofova , quien al oír las noticias se apresuró a ir a casa de los Dos-
toievski, quedó anonadada ante su aislamiento, su postración y su impo-
tencia. Compró para ellos un pequeño ataúd, y Anna Grigórievna, llorando
inconsolablemente, le dijo que Dostoievski había pasado toda la noche an-
terior de rodillas al lado del lecho de Aliosha. 13
La súbita e inesperada muerte del pequeño Aliosha, que había estado
jugando alegremente y parloteando la mañana misma del día de su muer-
te, fue un golpe demoledor para la familia, y Anna Grigórievna confirma la
triste imagen de su estado descrita por madame Filosofova. "En cuanto a
mí -escribe-, la muerte de nuestro querido niño me aniquiló. Perdí
la razón, lloré y grité tanto que quedé irreconocible. Mi habitual alegría se
desvaneció junto con mi energía normal, que cedió ante la apatía." Suma-
rido, tras la primera conmoción, "en apariencia ... se mostró calmado y
soportó con valor el golpe; pero yo temí mucho que esta represión de su

12
Anna Dostoevsky, op. cit., p. 292.
13
Letopis .. ., op. cit., vol. 3, p. 273.

484 ~ "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"


profundo pesar pudiese tener una reacción fatal sobre su ya precaria sa-
lud".1 4 El esfuerzo de Dostoievski por mantener la compostura es evidente
en el laconismo de las invitaciones al funeral que envió a su hermano
Nikolái y a su hijastro Pável lsaev. Pero le confesó a su hermano que "estoy
más triste que nunca".15 Anna Grigórievna pronto se recuperó de su apatía,
respondiendo a sus ruegos "de someterse a la voluntad de Dios" y de "apia-
darse de él y de los niños, para quienes me había vuelto, en sus palabras ,
'indiferente'". Algunos de los tormentos de Anna y hasta sus palabras mis-
mas fueron empleados "en el capítulo de Los hermanos Karamázov llamado
'Mujeres con fe ', en que una mujer que ha perdido a su hijo desahoga su
pesar ante el padre Zósima".16
Tras haber recuperado cierta estabilidad, Anna consideró imperativo
distraer a Dostoievski de su silencioso pesar, alentándolo a realizar un plan
deseado desde hacía tiempo: el de ir al célebre convento de Optina Pustin.
Vladimir Soloviev los había visitado regularmente en el periodo que siguió
a la muerte de Aliosha, y Anna lo persuadió de que convenciera a su mari-
do de emprender el viaj e, bastante arduo , en su compañía. Dostoievski
había planeado ir a Moscú a mediados de junio a ofrecer su nueva novela a
Kátkov para EI Mensajero Ruso, y desde allí, sería muy factible un viaje al
convento. El 10 de junio, Dostoievski le escribió a Soloviev que estaría en
Moscú el día 12 , y le preguntó si por entonces podrían hacer el viajen
Una vez que llegó a Moscú después del funeral de Aliosha, y aunque
pescó una mala tos durante el viaje en tren, inmediatamente fue a ver a
Kátkov, cuyo "rostro se iluminó" al oír hablar de la nueva novela. "Pero en
cuanto mencioné trescientos rublos por pliego [dieciséis páginas] y unan-
ticipo, pareció encogerse." Kátkov explicó que a causa de su propia mala
salud no estaba seguro de poder seguir publicando su "gruesa" revista
mensual y no podía comprometerse a hacer semejante erogación allí mis-
mo. Después de esta primera entrevista, Dostoievski le escribió a Anna que
"estoy sentado pensando que mañana indudablemente me rechazará" .18 Sin
embargo, Kátkov era un editor demasiado sagaz para eso, y al día siguiente
aceptó las condiciones de Dostoievski, ofreciendo un anticipo inmediato, y

14 Anna Dostoevsky, op. cit., p. 292.


15
PSS, vol. 30 , libro 1, p. 31; 16 de mayo de 1878.
16 Anna Dostoevsky, op. cit., p. 293.

17 Letopis .. . , op. cit. , vol. 3, pp. 275-276.


18
PSS, vol. 30, libro 1, p. 32; 20 de junio de 1878.

EL HOMBRE EN EL PUNTO MEDIO ~ 485


más por venir dentro de unos cuantos meses. "Estoy en mejores relaciones
que nunca con Kátkov -le informó aliviado a Anna-, especialmente me
pidió enviarte sus saludos. "19 Además de visitar a unos parientes y al eslavó-
filo Iván Aksakov, hizo una ronda por las librerías para cobrar regalías,
bastante míseras, de la venta de sus obras.
Al día siguiente, él y Soloviev se lanzaron al viaje a Optina Pustin, el
cual resultó mucho más lleno de peripecias de lo esperado. Se les había
aconsejado tomar el tren desde Moscú hasta una estación llamada Sergie-
vo, y desde allí seguir a Kozelsk, pero no pudieron descubrir hasta dónde
tendrían que viajar desde Sergievo para llegar a su destino. "Lo principal es
que nadie lo sabe, por lo que fue imposible encontrarlo antes de tiempo",
le escribe a Anna, con cierta sorpresa, a su regreso a Moscú. Por último , se
lanzaron por unos caminos llenos de surcos en que no pudieron cambiar
de caballos, "y necesitamos exactamente dos días para llegar a Kozelsk, es
decir, a Optina Pustin. Pasamos las noches en aldeas, y fuimos traquetea-
dos en un horrible carruaje". 2 º
A pesar de todo, Dostoievski no se arrepintió en absoluto de haber em-
prendido tan fatigosa peregrinación. "Mi esposo regresó de Optina al pare-
cer en paz y mucho más calmado - escribe Anna- , y me habló mucho de
las costumbres de la ermita, donde pasó dos días. Tres veces se reunió con
un renombrado anciano [starets], el padre Ambrose: una vez en presencia
de otros, y dos veces a solas. Estas conversaciones tuvieron un efecto pro-
fundo y duradero en él". 21 Dostoievski no fue el único ruso eminente que
encontrara solaz en la compañía del padre Ambrose. Entre muchos otros,
podemos citar las palabras de Tolstoi, quien había visitado el año anterior
Optina Pustin en compañía de N. N. Strajov. "Este padre Ambrose es un
verdadero santo - escribió- . Sólo tuve que hablar con él e inmediatamen-
te sentí un alivio en el alma. Cuando se habla con hombres como él es
cuando se siente la cercanía de Dios. "22
El padre Ambrose era reverenciado no sólo como consejero espiritual
sino también como persona de formidables conocimientos y erudición,
que dirigía la labor de traducir y editar los textos de los Padres Griegos que
habían dado su reputación al claustro de Optina como centro de cultura
19
!bid., pp. 34-35; 22 de junio de 1878.
20
!bid., pp. 35-36; 29 de junio de 1878 .
21
Anna Dostoevsky, op. cit., p. 294.
22
Citado enJohn B. Dunlop , StaretzAmvrosy, Belmont , ':v1.ass., 1972 , pp. 60-61.

486 ~ "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZON ES DE LOS HOMBRES"


teológica. Era famoso por poseer el mismo don de adivinación moral-psi-
cológica que pronto se le atribuiría al padre Zósima , y la escena de Los
hermanos Karamázov en que Zósima recibe y reconforta a unas campesinas
que buscan su ayuda se basa en observaciones reunidas durante esta visita
a Optina. En realidad, las palabras que Zósima emplea para calmar el pesar
de la madre campesina que llora a su pequeño Alekséi son las que el padre
Ambrose le dijo a Dostoievski que le transmitiera a su esposa. Probable-
mente constituyen el pasaje en que el anciano le dice a la madre que "llore
y no se consuele , sino que llore. Sólo que cada vez que llore, asegúrese de
recordar que su pequeño es uno de los ángeles de Dios, que la está miran-
do desde allí y la ve, y se reconforta al ver sus lágrimas, y se las señala al
Señor Dios ... Pero [su llanto] al final se convertirá en una alegría apacible,
y sus amargas lágrimas sólo serán lágrimas de tierno pesar, que purifica el
corazón y lo libra de pecado" (v. 14, p. 46).
Dostoievski no dejó ningún relato presencial de sus reuniones con el
padre Ambrose, pero Soloviev informó que estuvo "muy excitado durante
toda la visita". Existe, sin embargo, un relato , recién descubierto , de un
testigo , escrito por un íntimo amigo de N. N. Strájov. Escribe que Dostoiev-
ski, en lugar de "prestar atención con obediencia y con la debida humildad
a los discursos edificantes del anciano y monje , habló más que él, se exci-
tó , presentó calurosas objeciones, desarrolló y explicó el significado de las
palabras pronunciadas por el anciano y, sin darse cuenta, dejó de ser alguien
deseoso de escuchar un discurso edificante, y se transformó en un maes-
tro ... "23 Sea como fuere, no hay duda de que de esta visita al monasterio
obtuvo una gran inspiración para su próxima novela. En efecto, Soloviev le
escribió pocos meses después a Konstantin Leontiiev que Dostoievski "fue
expresamente a Optina Pustin . .. para los primeros capítulos de su nove-
la",24 aunque en esta observación probablemente subestime su necesidad
de superar su pena.
Además del posible aprovechamiento de la figura del padre Ambrose,
prototipo para el padre Zósima (aunque Dostoievski nunca modeló un
personaje precisamente sólo a partir de una figura de la vida real), parte de
su información acerca de la institución monástica de los starchestvo (ancia-
nos) y los incidentes relacionados con su historia se han rastreado hasta

23
Letopis .. , op. cit. , vol. 3, p. 279
24
Idem.

EL HOMBRE EN EL PUNTO MEDIO ~ 487


una vida del padre Leonid, predecesor y maestro del padre Ambrose, pu-
blicada por la prensa del propio monasterio. El esbozo del resurgimiento
de la institución de starchestvo que nos ofrece Dostoievski es el refrito de
un pasaje de ese libro , como lo es también el texto acerca del ataúd del
santo ermitaño, que pretende ilustrar el poder que un starets ejerce sobre
su discípulo. Uno de tales discípulos, que desobedeció una orden de su
anciano, no pudo ser enterrado, pues su ataúd fue expulsado tres veces de
la iglesia por alguna fuerza sobrenatural. Sólo cuando se le eximió de esta
orden pudieron sus restos descansar en paz.
En el pasaje de sus memorias acerca del viaje a Optina Pustin, dice
Anna: "Yo sentí que Soloviev, aunque 'no era un hombre de este mundo',
podría atender a Fiódor Mijaílovich si sufría un ataque epiléptico" .25 La
inusual expresión empleada acerca de este hombre inmensamente talento-
so - el filósofo ruso más importante del cambio de siglo- indica la sensa-
ción de extrañeza y de inmaterialidad que transmitía su personalidad -y
no sólo a Anna Dostoievski- . Su amistad con el novelista era de nuevo
muy íntima, y por ello era natural esperar que Dostoievski asistiera fiel-
mente a la célebre serie de Conferencias sobre el sacerdocio que dio en San
Petersburgo durante todo el invierno y el inicio de la primavera de 1878.
Esas conferencias fueron un gran suceso público así como cultural, y la
sala estuvo llena no sólo de estudiantes normalmente adversos a todo lo
que sonara a religioso o teológico, sino también de la crema de la sociedad
culta petersburguesa. Allí estuvo Nikolái Strájov, y también los Dostoiev-
ski, y una vez , en lugar de la habitual conversación e intercambio de corte-
sías , notaron en él una cierta renuencia. Dostoievski pensó que la causa
podría haber sido algún involuntario desaire al "amor propio de su quis-
quilloso amigo", pero Strájov explicó más tarde que su conducta en aque-
lla ocasión "era un caso especial". "Vino conmigo a la conferencia el conde
León Tolstoi. Me pidió no presentarlo a nadie, y por eso me mantuve aleja-
do de todos ustedes. " Dostoievski quedó sorprendido y decepcionado al
no haber tenido al menos la oportunidad de ver en carne y hueso a Tolstoi:
"Pero ¿por qué no me dijiste, aunque susurrando , quién estaba contigo?
- le preguntó a Strájov en tono de reproche-. ¡Al menos habría podido
echarle una ojeada' " Los dos gigantes de la literatura rusa, que por única
vez durante sus vidas estuvieron a la vez en un mismo lugar, fueron, así,

25
Anna Dostoevsky, op. cit. , p. 293.

488 ... "CO N PALABRAS QUE QUEM EN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
mantenidos deliberadamente aparte. Podemos preguntarnos si Strájov se
volvió hacia Tolstoi y señaló a Dostoievski, de quien el autor de Ana Kare-
nina habría podido, así, tener una impresión personal. Anna escribe que
"en años posteriores Fiódor Mijaílovich expresó más de una vez su pesar
por no haber conocido a Tolstoi en persona". 26
La asistencia regular de Dostoievski a las conferencias de Soloviev fue
mucho más que un alentador gesto de cortesía para con un querido amigo
más joven. Además, estuvo íntimamente ligada a su propia labor y a las
ideas que por entonces estaba sopesando para su próxima novela. Nadie
que haya leído las Conferencias sobre el sacerdocio dejará de notar los repeti-
dos ecos de temas y preocupaciones dostoievskianos en el texto de Solo-
viev; si éste ejerció alguna influencia sobre Dostoievski es pregunta de mu-
cho más difícil respuesta. Sin embargo, es probable que el bien ejercitado
cerebro filosófico del joven estimulara a Dostoievski y a la vez agudizara su
conciencia de algunas implicaciones de sus propias convicciones. (Strájov,
no menos conocedor de la tradición filosófica, había desempeñado una
función muy similar durante los sesenta.) Una cuestión que preocupaba a
ambos era la posibilidad del establecimiento del Reino de Dios en la Tie-
rra, visión que Dostoievski siempre había expresado en extáticas aproxi-
maciones apocalípticas. Para él esta idea, puede suponerse, seguía siendo
especulativa y trascendente; sólo en una nueva y transfigurada apariencia
podía imaginarse tan gloriosa realización. Soloviev, en cambio, creía genui-
namente en la posibilidad de una libre teocracia cristiana, en que la ley
cristiana del amor penetrara por completo y espiritualizara las labores de la
vida en la tierra. Sus Conferencias esbozan la arrobadora visión de una hu-
manidad que gradualmente se aproxima a tan bendito estado de sacerdo-
cio: una sociedad en que, bajo la guía del Cristo ortodoxo y de Su Iglesia,
lo divino y lo humano se fundirían, y seguirían el ejemplo del propio Cris-
to, el hombre-Dios, hasta donde esto fuera posible. De hecho, Soloviev es-
cribió después que, durante su viaje a Optina Pustin, le había dicho Dos-
toievski que "la Iglesia como ideal social positivo debía ser la idea central
de [su] nueva novela o nueva serie de novelas, de la que sólo había escrito
la primera de ellas: Los hermanos Karamázov". 27
Existe una indiscutible semejanza entre la utopía de Soloviev y las es-

26
Ibid, pp 291-292.
27 V S. Soloviev, Sobranie Sochinenii, vol. 3, San Petersburgo, 1911-1914, 10 vols., p. 197.

EL HOMBRE EN EL PUNTO MEDIO ~ 489


peranzas de Dostoievski, pero el concepto de esa libre teocracia cristiana
del amor, bajo la hegemonía exclusiva de la Iglesia ortodoxa como institu-
ción social y a la vez religiosa, no es tomado con la misma literalidad en
ambos casos. Es Iván Karamázov quien expresa precisamente semejante
idea, y sostiene la validez de la concepción de que "la Iglesia debe incluir
todo el Estado, y no sólo ocupar uno de sus rincones, y si esto, por alguna
razón, es imposible de momento, entonces en realidad debe ser juzgado el
objetivo principal y directo del desarrollo futuro de la sociedad cristiana"
(v. 14, pp. 56-57). Iván es calurosamente apoyado por el erudito padre
Paissi, y es acusado por el liberal occidental Miusov de estar fomentando el
ultramontanismo , es decir, la doctrina católica de la subordinación política
del Estado a la Iglesia , que no es lo mismo que la transformación moral-
espiritual del Estado en una Iglesia.
Pero el padre Zósima, aunque conviene en que el objetivo de la socie-
dad humana debe ser esa transformación, saca de la historia esta meta y la
coloca en una perspectiva escatológica. La sociedad cristiana, afirma, aun-
que aún no está dispuesta , "continuará inconmovible en la esperanza de su
transformación completa de ser una sociedad de carácter casi pagano en
una sola Iglesia universal y todopoderosa. ¡Así sea! ¡Así sea! Aunque ocu-
rra al final de los siglos, ¡pues está ordenado que así ocurrirá!" (v. 14,
p . 61). Desde luego , Dostoievski utiliza este argumento del Estado y la
Iglesia para revelar la escisión interna que hay en Iván, entre su razón y su
sensibilidad moral. Sin embargo, sus contemporáneos inmediatamente lo
asociaron con Soloviev. El connotado historiador Bestuzhev-Riumin, a me-
nudo compañero de mesa de los grandes duques, observó en su diario:
"Estoy leyendo ... Los hermanos Karamázov (¡qué personaje tan maravilloso
es el anciano! Y qué gran acuerdo con Soloviev, V). Aquí veo una influen-
cia mutua".28
Otro punto de contacto entre las filosofías de ambos puede verse en el
análisis de las tres tentaciones de Cristo, que aparece tanto en las Conferen-
cias sobre el sacerdocio como, un año después, en la Leyenda del Gran In-
quisidor. Sin embargo, para Soloviev el que Cristo sea sometido a estas
tentaciones forma parte del gradual proceso cosmológico por el cual Dios
se realiza a Sí mismo dentro de los confines del tiempo y de la vida terrena,
y afirma Su disposición a aceptar las limitaciones humanas a Sus poderes

28
Letopis ... , op. cit., vol. 3, p. 301.

490 .. "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORA ZONES DE LOS HOMBRES"
divinos. No hay ningún atisbo del intenso patetismo de la libertad expre-
sado en el tratamiento que Dostoievski le da al mismo gran tema, nada si-
milar a la sublimidad de su énfasis en el rechazo de Cristo a las tentaciones
para salvaguardar la libertad de la conciencia humana y salvar a la humani-
dad de quedar esclavizada a fuerzas externas y materiales. En la versión de
Soloviev tampoco hay nadie como el Gran Inquisidor, es decir, un antiguo
creyente cuyo corazón se ha desgarrado ante los sufrimientos de la huma-
nidad, dispuesto a valerse de cualquier medio para calmar su angustia.
Hasta qué punto la forma final de la Leyenda pudo haber surgido de
los coloquios íntimos del novelista y el filósofo es algo que quedará sujeto
a conjetura; no debemos olvidar las muchas anticipaciones de la Leyenda
que ya habían aparecido en el Diario de un escritor. No obstante, en Solo-
viev hay un pasaje tan pertinente que se lo debe citar:

Hace varios años en París [escribe] oí de un jesuita francés el siguiente razo-


namiento: "Desde luego, en la actualidad nadie puede creer en la mayor parte
del dogma cristiano, por ejemplo, en la Divinidad de Cristo. Pero convendrán
ustedes en que no puede existir una sociedad civilizada sin una poderosa au-
toridad y una jerarquía firmemente organizada; sólo la Iglesia católica posee
semejante autoridad y semejante jerarquía; por tanto, todo hombre ilustrado
que sepa valorar el interés de la humanidad debe estar del lado de la Iglesia
católica, es decir, debe ser católico". 29

Semejante pasaje no habría enseñado a Dostoievski nada que no hu-


biese creído desde tiempo atrás y sobre lo que no hubiese escrito del ca-
tolicismo romano, pero la franca afirmación de ateísmo en dicha fuente,
encontrada precisamente en ese momento, bien puede haber ayudado a
moldear la forma final en que quedó la Leyenda.
Dostoievski estaba empezando a tomar notas para los primeros capí-
tulos de Los hermanos Karamázov en los mismos meses en que Vladimir
Soloviev estaba dando sus conferencias. Por tanto, ya es tiempo de seguir la
creación de esta gran obra tal como surgió.

29
Véase Vladimir Soloviev, Chtenia o Bogochelovechestve, San Petersburgo, 1994, pp. 195-196.

EL HOMBRE EN EL PUNTO MEDIO ~ 491


XXI. Una novela nueva ... y un folletón

DosTOIEVSKI escribió las primeras notas para Los hermanos Karamázov a


mediados de abril de 1878, pero había estado pensando en esta novela
nueva durante toda la primavera. Las dos primeras partes (designadas
como libros 1 y 2) fueron escritas con gran rapidez, y parece haberse lan-
zado a la última y más grande de sus obras con mucho menos dificultad
que en las anteriores. No hay pruebas de una pugna por definir los linea-
mientos de la acción, por concretar los rasgos de personalidad de los per-
sonajes principales, ni por darles una biografía y establecer sus relaciones
mutuas. No hay un súbito cambio de perspectiva o esa brusca aparición
de nuevos personajes que, en el pasado, había exigido extensos replantea-
mientos y reescritura y, a veces, incluso, volver a empezar desde cero. En
una etapa posterior añadió lo que hoy es el libro 9, pero éste embonó lim-
piamente en la secuencia de la acción y no requirió grandes revisiones,
aunque la obra se extendió más de lo que él había previsto . Sin embargo,
en general, parece haber sabido desde el principio mismo a dónde se di-
rigía.
Dado que un aspecto importante de Los hermanos Karamázov es su re-
lación con la tradición literaria, aquí examinaremos sus fuentes más ex-
tensamente de lo que fue necesario para las novelas anteriores. Mucha
información nos dan las referencias que hay en sus notas, así como su co-
rrespondencia, gran parte de la cual constituye un continuado comentario
sobre la novela.

492 ...
2

Según se desprende de una carta de marzo de 1878 enviada a un maestro


de escuela llamado Vladimir Mijaílov, está claro que Dostoievski había es-
tado pensando en su libro desde antes de las primeras notas fechadas. Le
pide a Mijaílov, como alguien profundamente interesado en los problemas
de la educación en Rusia , que le dé cierta información sobre los niños y
que comparta con él algunas de sus observaciones. Dostoievski había que-
dado muy impresionado "por el hecho de que usted [Mijaílov] quiere a los
niños , ha vivido mucho tiempo con ellos y aun ahora pasa su tiempo con
ellos". Según explica, "he concebido y pronto comenzaré una novela larga"
en que "mucho participarán unos niños".1 Pero Mijaílov lo decepcionó al
expresar en abril que estaba tan terriblemente deprimido , tanto porrazo-
nes personales como por el estado de la sociedad rusa , que simplemente
"era incapaz de escribir".2
De este modo, Dostoievski no logró obtener de Mtjaílov ninguna infor-
mación, y lo mismo ocurre para nosotros en relación con las primeras eta-
pas de su novela. Una de las anomalías del canon de Dostoievski es que las
notas para la más extensa de sus novelas , Los hermanos Karamázov, sean
las más escasas de todas. Citaremos a Edward Wasiolek, quien editó en su
totalidad los cuadernos de notas para su traducción al inglés:

Las notas para Los hermanos Karamázov no son las de germinación, búsqueda
y descubrimiento. Dostoievski sabe qué está escribiendo; el tema es firme,
están fijadas las identidades de los principales personaj es, y es clara la situa-
ción dramática básica . Algunas de las escenas esbozadas en los cuadernos de
notas son casi idénticas, incluso en el plano lingüístico, a las de la versión fi-
nal. Las diferencias entre las notas y la novela son diferencias entre la repre-
sentación esquemática y la encarnación, el resumen y la amplificación dramá-
ticas, entre las ideas y la dramatización de la idea. 3

¿Cómo explicarnos esta marcada diferencia entre las notas para Los
hermanos Karamázov y las de libros anteriores? Las notas existentes se ase-
1
PSS, vol. 30, libro 1, pp. 11-12 ; 16 de marzo de 1878.
2
Idem.
3 The Noteboohs far "The Brothers Karamazov", ed. y trad. de Edward Wasiolek, Chicago,

1971, pp. 12-13.

UNA NOVELA NUEVA . . Y UN FOLLETÓN ~ 493


mejan a las que habitualmente había hecho en una etapa relativamente
tardía de su composición; una posibilidad es que los cuadernos de notas
que contenían las primeras búsquedas a tientas de los personajes, de la in-
triga y tema subyacente hayan, sencillamente, desaparecido. Anna Dos-
toievski depositó un cuaderno especialmente encuadernado para su con-
servación en el Banco del Estado Ruso, el 14 de junio de 1899, y en su
testamento declaró que el libro "contenía material para la novela Los her-
manos Karamázov". Ella retiró del banco este depósito y se lo llevó con ella
a Sochi y luego a Crimea en 1917 , y su paradero, desde entonces , nunca se
ha descubierto.* Sin embargo, contuviera este volumen lo que contuviera ,
acaso no haya incluido cuadernos anteriores. Anna también declaró que
los borradores del manuscrito y las galeras de Los hermanos Karamázov
"casi no contienen variantes del texto impreso".4
Existe otra posibilidad que hay que tomar en cuenta. Tal vez no fuera
necesario para Dostoievski, al sentarse a escribir Los hermanos Karamázov,
pasar por el habitual proceso preliminar de encontrar su tema, personaj es
y leitmotivs ideológicos. Los cuadernos de notas para El adolescente ya ha-
bían esbozado ciertos elementos esenciales de esta futura novela: los tres
hermanos , uno de ellos ateo y egoísta, otro socialista y fanático y el tercero
representante de la generación joven. En cuanto a la acción principal del
tema -la acusación y convicción de Dimitri Karamázov- , ya estaba esbo-
zada en la nota "drama en Tobolsk", en que se recordaba al inocente com-
pañero de prisión de Dostoievski, D. l. Ilinski, falsamente acusado de pa-
rricidio. Esta nota también contiene la rivalidad amorosa de los dos
hermanos por una misma mujer, anticipándose a la de lván y Dimitri por
Katerina lvánovna; y la rivalidad por Katerina Ajmakova entre padre e hijo

* En 1992 se hicieron ciertos esfuerzos por rastrear la historia de estos manuscritos. Según
documentos y relatos de prensa de 1920, se encontraban en posesión de un tal teniente Vron-
ski, que fue detenido cuando trató de entrar en Sochi sin los documentos necesarios. Luego
aparecieron en custodia de un tal l. A. Kandeli, pero se les perdió el rastro durante otros dos
años, cuando surgieron rumores de que estaban en Tiflis a la venta . Pero entonces se volvieron
a desvanecer. Hay persistentes sugerencias de que cayeron en posesión de Stefan Zweig, notorio
colector dostoievskiano , por medio de sus amigos rusos influyentes, como Máximo Gorki; em-
pero, no existen verdaderas pruebas de ello. La biblioteca de Zweig fue dispersada cuando él
salió de Austria en 1934, y T. A. Ornatskaya sugiere que pueden resultar útiles los esfuerzos
que se hagan por encontrarla . T. A. Ornatskaya, "K Istorii Utrati Rukopis Romana Bratya Kara-
mazovi", Dostoevskii; Materiali i Issledovaniya, 10 (1992), pp. 181 -1 93.
4
PSS, vol 15 , p 605.

494 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
en El adolescente se vuelve la de Dimitri y Fiódor Karamázov por Grú-
shenka. El personaje de Ilinski, el joven oficial que despilfarró su dinero
en bebida y desenfreno sin mostrar ningunas propensiones verdaderamen-
te malas, ofreció un esquema para la creación de Dimitri Karamázov. En
cuanto a Iván, es el "ateo y egoísta" cuya rebelión contra la palabra de Dios
había pintado ya Dostoievski en el tuberculoso Ippolit Terentiev de El idio-
ta, condenado por la enfermedad a una muerte prematura, y cuya indigna-
ción ya había sido agudizada y refinada en la carta de suicidio de "La sen-
tencia". Por ello , es enteramente posible que Dostoievski dependiera de
ese material, ya contenido en sus notas o en obras anteriores, sin sentir la
necesidad de comenzar desde cero.
A mayor abundamiento, otro componente esencial de lo que llegó a
ser Los hermanos Karamázov había existido de tiempo atrás. Cuando estaba
completando El idiota a finales de 1868, Dostoievski le informó a Apollon
Maikov del plan de una importante novela nueva que se llamaría Ateísmo.
Su protagonista sería un ruso de mediana edad y de sociedad respetable
que, después de perder súbitamente la fe en Dios , se pone a buscar un sus-
tituto entre los diversos grupos y sectas en competencia (incluyendo a fa-
náticos católicos polacos y a los jlisti, la secta de los flagelantes), y final-
mente "encuentra a Cristo y al Dios ruso". Habla de esta obra en los términos
más exaltados como su "última novela", cuya terminación le permitiría
morir en paz. 5 Un año después, al ponerse a trabajar en Los demonios, este
plan evolucionó, convirtiéndose en una novela que se llamaría La vida de
un gran pecador, y aunque el proyecto nunca fue emprendido como tal,
partes de él entraron, de manera significativa, en cada una de las tres últimas
obras de Dostoievski.
Éste había concebido La vida como una obra en varios volúmenes,
cuyo segundo libro se desarrollaría en un monasterio . El "gran pecador"
adolescente entraría en contacto allí con un monje basado en la figura his-
tórica de san Ticón Zadonski, personaje de mediados del siglo xvm que,
como escribió Dostoievski a Maikov, le permitiría finalmente aportar "una
figura santa , majestuosa y positiva" a la literatura rusa. 6 Ticón ejerce
una gran influencia espiritual sobre el gran pecador -que va maduran-
5
PSS, vol. 28, libro 2, p. 329; 11-23 de diciembre de 1868.
6 PSS, vol. 29, libro 1, p. 118; 25 de marzo-6 de abril de 1870. Para más acerca de san Ticón,
véase mi Dostoievshi. Los años milagrosos, 1865-1871, FCE, México , 2010 , pp. 479-485; también,
Nadejda Gorodetzky, St. Ticón Zadonski, Londres, 1951.

UNA NOVELA NUEVA .. Y UN FO LLETÓN ~ 495


do- de una manera que se anticipa a la del padre Zósima sobre su joven
acólito Aliosha Karamázov: "Las límpidas historias de Ticón acerca de la
vida y la alegría en la tierra. De la familia, padres y hermanos. Extremada-
mente ingenuas , y a causa de ello, conmovedoras historias de Ticón , de
sus pecados cometidos contra quienes lo rodean, vanidad y burla ('¡Cuán-
to me gustaría cambiar todo estol', dice Ticón)" (v. 9, p. 138). Esta nota
constituye el núcleo de lo que más tarde se convertirá en las enseñanzas
del padre Zósima , anotadas por Aliosha.
También la técnica narrativa de Los hermanos Karamázov ya había sido
prefigurada en las notas de Dostoievski para el "Gran Pecador" sobre una
novela que sería escrita en forma de una zhitie, es decir, la vida hagiográfi-
ca de un santo : "N . B. Tono (la narración es una zhitie, es decir, aunque
viene de la pluma del autor, es concisa, no se pierde en explicaciones, y sin
embargo está presentada en formas escénicas)". Muchas de estas vidas,
como la del propio san Ticón Zadonski, fueron escritas por discípulos y
asistentes de los clérigos a quienes reverenciaban, y la pequeña biografía
del padre Zósima , compuesta por Aliosha Karamázov, sigue esta pauta tra-
dicional. Asimismo , las observaciones de Dostoievski no sólo se refieren a
Ticón sino también al gran pecador, cuya vida debería ser, asimismo , una
zhitie, sin presentarse realmente , como tal.

También tiene importancia que la idea principal del resumen biográfico sea
palpable , es decir, aun cuando toda la idea dominante nunca se explique en
otras palabras .. . Aun así, el lector deberá saber en todo momento que la idea
completa es piadosa .. . La selección del terna del relato deberá transmitir con-
tinuamente un cierto algo... y el hombre del futuro [que es exactamente como
Dostoievski ve a Aliosha] debe quedar exhibido para que todos lo vean, y
colocado en un pedestal [v. 9, pp . 132-133].

Esta tonalidad de una implícita vida de santo es traspuesta del gran


pecador a la carrera de Aliosha Karamázov y, en realidad, al estilo y la acti-
tud del narrador del libro . Al ponerse a realizar su ambición tanto tiempo
deseada de crear una novela que enfocara la pérdida y la recuperación de
la fe religiosa, Dostoievski pudo así basarse en lo que ya había esbozado en
forma preliminar y en lo que había reflexionado durante muchos años. 7

; Algunos comentadores han notado muchas otras anticipaciones y paralelos de obras ante-

496 .... "CON PALAB RAS Q UE QUEMEN LOS CORAZO NES DE LOS HOMBRES"
Las notas para los libros 1 y 2 de Los hermanos Karamázov no sólo re-
velan un claro dominio de las acciones y los personajes retratados, sino
que también se refieren a incidentes y detalles que ocurrirán mucho des-
pués. Por ejemplo, en la mismísima primera nota, Dostoievski se recuerda
a sí mismo que debe "descubrir si es posible tenderse entre los rieles bajo
un vagón de ferrocarril que pasa por encima a toda velocidad". El chico de
escuela Kolia Krasotkin se jacta de semejante hazaña en el libro 10, publi-
cado dos años después, y también hay una referencia a "Philaret, cuyo
cuerpo empezó a heder", lo que se anticipa al escándalo causado por la
putrefacción maloliente del cadáver del padre Zósima en capítulos tam-
bién publicados considerablemente después (v. 15, p . 199). La mayor par-
te de las anotaciones son simples recordatorios sugestivos o abreviados de
lo que Dostoievski desarrollará más completamente en el texto, pero algu-
nos pasajes que tratan de milagros, y de la actitud de Aliosha hacia ellos,
tocan grandes temas.
"Él [Aliosha] comprendió que el conocimiento y la fe son diferentes y
contradictorios, que si existen otros mundos y si es verdad que el hombre
es inmortal, es decir, si el hombre mismo proviene de otros mundos, en-
tonces existe un nexo con estos otros mundos. Existe algo como el mila-
gro. Y él tenía sed de un milagro. Pero aquí el Anciano [Zósima] y su santi-
dad, la santa reliquia" (v. 15, p. 201). El propio padre Zósima asegurará
más adelante que la humanidad posee "un precioso sentido místico de
nuestro nexo vivo con .. . el más alto mundo celestial" (v. 14, p. 290), pero
este nexo ya no es relacionado por él con la cuestión de los milagros. En
realidad, puesto que los milagros aportan, por decirlo así, una prueba ma-
terial y tangible de la existencia de lo sobrenatural, Dostoievski trata esta
"sed" de milagros como señal de que esa fe todavía no es pura y perfecta.
Sin negar la posibilidad de milagros, que habría sido incongruente con la
fe, Dostoievski como escritor siempre tiene sumo cuidado en mantenerse
dentro de las convenciones del realismo. O bien se refiere a los milagros
diciendo que ocurrieron en un tiempo y un lugar tan remotos que obvian
la cuestión de la verosimilitud, o bien deja abierta la posibilidad de una
explicación prosaica de lo que algunos pueden considerar "milagroso".

riores que han sido integrados en Los hermanos Karamázov, así como motivs del Diario de un es-
critor. Para más detalles, véase el comentario en PSS, vol. 15 , pp. 401-410.

UNA NOVELA NUEVA .. Y UN FOLLETÓN ~ 497


3

Estas notas iniciales también documentan la poderosa influencia de Frie-


drich Schiller sobre la concepción de Los hermanos Karamázov. 8 Schiller
había producido una enorme impresión sobre Dostoievski durante su ni-
ñez y juventud, y el dramaturgo, poeta y ensayista filosófico alemán había
tenido esa misma importancia en Rusia para toda la generación de Dos-
toievski. Desde luego, el nombre de Schiller se pronuncia a menudo en las
obras de Dostoievski con un tono irónico o satírico, y la acusación de
"schillerismo" o el empleo de una frase schilleriana como "lo sublime y lo
bello" denotaban un idealismo impráctico o puramente abstracto , reflejo o
bien de una auténtica candidez o bien de una especie de autoengaño o au-
toevasión moral. Aunque esta animadversión al "schillerismo" a veces se
ha tomado como expresión de una falta de admiración por el propio escri-
tor, resulta erróneo interpretar un recurso literario como un rechazo ideo-
lógico.
En 1861 Dostoievski escribió que "los rusos deben ver a Schiller de
una manera muy especial, pues no sólo fue un gran escritor universal, sino
-que ante todo- fue nuestro poeta nacional" (v. 19 , p. 17). Quince años
después, repite que Schiller, "empapado en el alma rusa, dejó en ella una
impresión, y casi marcó una época en la historia de nuestro desarrollo"
(v. 23, p. 31). Esta convicción ayuda a explicar por qué retrata la influencia
de Schiller como inconfundiblemente "empapada" en las almas de todos
los personajes principales de Los hermanos Karamázov. Dimitri, lván y has-
ta el lujurioso viejo Fiódor Pávlovich son capaces de citar de memoria a
Schiller. Aliosha se refiere indirectamente a la idea del juego en la teoría
del arte de Schiller, y unos cuantos versos de éste aparecen intercalados en
el discurso del abogado defensor Fetiukóvich. Una atmósfera schilleriana
imbuye Los hermanos Karamázov de la primera a la última página, y contri-
buye mucho a intensificar su calidad poética.
Este ambiente schilleriano está indicado en las notas tan sólo por una
frase lacónica: "Karl Moor, Franz Moor, Regierender Graf von Moor" (v. 15,
p. 209). Estas palabras vinculan la novela con la primera y sensacional pie-
za de Schiller, Die Rauber (Los bandidos), que Mijaíl Andreevich Dostoievski
8
Para un estudio clásico de la influencia de Schiller, particularmente sobre Los hermanos
Karamázov, véase Dimitri Tschizhevskii, "Schiller und Die Brüder Karamazov'', Zeitschrift für sla-
vische Philologie, vol. 4, 1929, pp. 1-42.

498 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
llevó a ver a su hijo cuando éste tenía diez años. Este primer contacto con
Schiller, como Dostoievski escribió en el último año de su vida, "afectó
muy favorablemente mi desarrollo espiritual". 9 A comienzos de los cuaren-
ta había colaborado con su hermano mayor Mijaíl en una traducción al
ruso de Los bandidos, y así puede verse que poseía un conocimiento muy
completo del texto. Su importancia para la novela es puesta en relieve por
una burlona ocurrencia del viejo Karamázov. "Ése es mi hijo -dice de
Iván-, carne de mi carne, ¡y lo más preciado de mi carne! Es mi muy res-
petuoso Karl Moor, por decirlo así, mientras que éste que acaba de entrar,
Dimitri Fiódorovich, contra quien estoy pidiéndole justicia a usted [el pa-
dre Zósima], es el irrespetuoso Franz Moor: ambos salieron de Los bandidos
de Schiller, y yo soy el Regierender Graf von Moor. ¡júzguenos y sálvenos!"
(v. 14, p. 66).
Las irónicas distorsiones contenidas en esta tirada ilustran la manera
en que Dostoievski toca sus propias variaciones sobre temas de Schiller.
Nadie podría parecerse menos al tierno, débil y pisoteado Graf von Moor
que el cínico, dominante y rapaz Fiódor Pávlovich; empero, quedan es-
tructuralmente relacionados como padres envueltos en disputas con sus
hijos. Karl Moor se rebela contra el orden legal y el moral porque cree
(erróneamente) que su padre le negó su amor y perdón; y aunque temáti-
camente se asemeja a lván por su rebelión contra el universo de Dios en
nombre de una humanidad doliente, su temperamento fogoso y explosivo
lo acerca mucho más a Dimitri, como tipo de carácter. El frío intelectual
lván, incapaz de amar a la humanidad salvo en abstracto y desde lejos, es
similar a Franz Moor, el villano maquiavélico de Schiller, cuyo racionalis-
mo lo hace dudar de Dios y de la inmortalidad, y ordenar implacablemen-
te el asesinato de su padre.
Los bandidos no sólo pinta la tragedia de una familia dividida por una
mortal rivalidad entre padre e hijos, así como entre los hijos mismos (Karl
y Franz Moor desean a Amalia, de la misma manera que Dimitri e Iván son
rivales en pos de Katerina Ivánovna), sino que también plantea el tema del
parricidio en términos aún más estremecedores. Para Schiller, como para
Dostoievski, lo sagrado de los nexos familiares y el sentimiento familiar es
el reflejo temporal del orden moral eterno del universo. Es el modelo de la
relación de Dios con su creación, y dado que la negación del primero in-

9
PSS, vol. 30, libro 1, p. 212; 18 de agosto de 1880.

UNA NOVELA NUEVA .. Y UN FOLLETÓN ~ 499


cluye la destrucción del segundo, es el ateo blasfemo Franz Moor el que se
burla de la idea de que los nexos familiares crean mutuas obligaciones de
amor. "He oído tanta cháchara acerca de un así llamado amor basado en
los nexos de sangre que bastaría para que a cualquier hombre ordenado
que atienda a sus asuntos le dé vueltas la cabeza. Pero aún más ... ¡Es tu
padre! Te dio la vida, eres su carne, su sangre .. . ¡Así, para ti debe ser sa-
grado!"10
El racionalismo de Franz, como el de lván, disuelve estos nexos y obli-
gaciones primordiales de amor familiar en palabras que encuentran eco en
la escena del juicio: "Debo preguntarle, ¿por qué me creó a mí? ¿Segura-
mente no por amor a mí, que antes tenía que convertirme en un yo7" 11 El
resto de este discurso y otro posterior sobre los mismos lineamientos son
traspuestos por el abogado defensor Fetiukóvich al argumento de que "un
padre como el viejo Karamázov no puede ser llamado padre y no merece
ese nombre. El amor filial a un padre indigno es algo absurdo e imposi-
ble". Un padre indigno mueve inevitablemente a su hijo a plantearse estas
preguntas: "¿Me quiso realmente cuando me engendró"? ¿Me engendró por
amor a mí? No me conocía, no conocía mi sexo en ese momento, en el
momento de pasión, tal vez intensificado por el vino" (v. 15, p. 171).
Si Los bandidos muestra los efectos moralmente desintegradores de ese
racionalismo sobre las raíces morales instintivas de la vida humana, tam-
bién revela, como Los hermanos Karamázov, la fuerza de estas raíces en el
espíritu humano y la inevitabilidad de su triunfo o su venganza. El cinismo
de Franz Moor a la postre cede ante un frenético temor a la condenación
eterna por sus múltiples crímenes, y él muere en un espasmo de terror,
pidiéndole a su viejo sirviente que eleve una plegaria. Karl Moor, aterrado
por las consecuencias desastrosamente inhumanas de su rebelión contra
las iniquidades sociales de su época -rebelión que sólo desencadena las
peores pasiones entre su banda de bandoleros e incluye el asesinato de un
niño-, al final se rinde voluntariamente, como sacrificio al eterno orden
moral cuyo instrumento vengador había deseado ser él. También lván se
aterra ante las consecuencias de su propia rebelión intelectual cuando ve
sus ideas puestas en práctica por Smerdiakov; y, como a Franz Moor, le
atormenta la imposibilidad de resolver el conflicto interno entre su racio-

°Friedrich Schiller, Samtliche Werke, 16 vols., Stuttgart y Berlín , s. f., vol. 3 , p. 15.
1

11
Ibid., p. 16.

500 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
nalismo escéptico y la fe religiosa que soporta a un orden moral. Dimitri
sigue a Karl Moor al ser llevado por el sufrimiento a un sentimiento de
piedad y compasión hacia los demás, y a una aceptación de la injusticia
técnica de su condena como sacrificio por la tentación de parricidio que
voluntariamente había albergado en su pecho.
Los bandidos no es la única obra de Schiller que ejerció una influencia
importante sobre Los hermanos Karamázov. Más adelante volveremos al dis-
curso de Don Carlos, también traducido por Mijaíl Dostoievski con ayuda
de su hermano . Por el texto se encuentran dispersas muchas referencias a
la poesía de Schiller, empleadas para profundizar y ensanchar su gama te-
mática. Una dimensión cósmica e histórico-filosófica para apreciar el con-
flicto interno de Dimitri entre el ideal de la Madonna y el de Sodoma nos
la dan fragmentos de "Das eleusische Fest" ("La fiesta eléusica") y el célebre
"An die Freude" ("A la Alegría") de Schiller, que también inspiró a Beetho-
ven en su triunfal Novena Sinfonía. Menos abiertamente, la rebelión de
lván también ocurre dentro de la órbita de la lírica schilleriana. Cuando
devuelve su "billete de entrada" a la promesa de una armonía eterna y últi-
ma del mundo de Dios porque el precio que se debe pagar por él es excesi-
vo en sufrimiento humano , lván repite el gesto y emplea los mismos térmi-
nos del protagonista del poema de Schiller "Resignación":

Empfange meinen Vollmachtsbrief zum


Glüche!
Ich bring' ihm unerbrochen dir zuruche;
Ich weiss nichts van Giüchseligheit. *

De importancia aún mayor son los dos versos de "Sehnsucht" ("Nostal-


gia") de Schiller, que, colocados al comienzo de su Leyenda del Gran In-
quisidor, condensan un aspecto importante del tema religioso. La versión
rusa , del poeta V A. Zhukovski, es una traducción libre de Schiller que
embona mejor en el contexto de Dostoievski que el original. El sentido li-
teral del ruso es:
Cree lo que el corazón te dice,
El cielo no da ninguna prenda.

* Traducido literalmente, esto dice: "¡Devuelvo mi licencia para la felicidadl/Os la devuelvo


sin abrirla/No conozco nada de la dicha".

UNA N OVELA NUEVA .. Y UN FOLLETÓN .... 501


4

Las notas de Dostoievski también contienen huellas adicionales de sus lec-


turas. En el mes de mayo, Anna Filosofova le había prestado dos libros,
uno de ellos obra del publicista radical V V Bervi-Flerovski, ya mencio-
nado en conexión con los dolgushintsi, y el otro un ejemplar de L'.Ancien
Régime de Hippolite Taine, primera parte de su obra, en múltiples volúme-
nes Les origines de la France contemporaine. "El idiota [Aliosha] explica a los
niños la posición de la humanidad en el siglo x (Taine)." Esta anotación
nunca se utilizó, como tampoco otra referencia interesante: "Él [el idiota]
explica el socialismo que está surgiendo, el pueblo nuevo. Maxime du
Camp, el negativo, no el positivo. Rusia es el positivo: los cristianos"
(v. 15, p. 202). Maxime du Camp, hoy olvidado como escritor y más cono-
cido como amigo de Flaubert, había escrito una denuncia, en dos volúme-
nes, de la Comuna de París, Les Convulsions de Paris, que, al parecer, cono-
cía Dostoievski.
Aparte de tales referencias literarias, otras dos obras acaso estén vincu-
ladas con Los hermanos Karamázov. Ambas son de George Sand, escritora a
quien, como a Schiller, adoró Dostoievski en su juventud y acerca de quien
había escrito recientemente con admiración en el Diario de un escrito1'. Vol-
vió a leer bastante a Sand en el verano de 1876, junto con su esposa, quien
observa que "gradualmente leí todas sus novelas [de Balzac y de Sand]
como parte de un curso improvisado por hacerme conocer la literatura
francesa". 12 Durante sus paseos, la pareja discutía sobre sus lecturas; Dos-
toievski explicaba los puntos más finos. Por entonces también estaba tra-
bajando en un artículo (hoy perdido) sobre Belinski, y resucitando sus re-
cuerdos de la atmósfera literario-cultural de comienzos de los cuarenta,
cuando las novelas de George Sand ocupaban el centro de todas las discu-
siones ideológicas en los círculos de la intelligentsia.
Las investigaciones de V L. Komarovich han sacado a la luz semejan-
zas absolutamente convincentes entre la novela Mauprat (1837) de George
Sand y la acción de la trama de Los hermanos Karamázov. 13 Desde luego, las

12
Anna Dostoevsky, Reminiscences, trad. y ed. de Beatrice Stillman, Nueva York, 1973,
p. 135.
13
V L. Komarovich, "Dostoiewski und George Sand", en Die Urgestalt des Brnder Karnmasoft,
Múnich, 1928 , pp. 167-235. Incidentalmente, el célebre artículo de Freud sobre "Dostoievski y
el parricidio" fue escrito como introducción a este volumen.

502 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
novelas son totalmente distintas en su tonalidad -Sand combina una
historia de amor típicamente sentimental con atuendos góticos y varios per-
sonajes rústicos anticuadamente idílicos- y no puede pensarse en compa-
rar su nivel artístico; empero, de todas maneras existen similitudes notables.
Ambas contienen una escena crucial en que una joven está a punto de verse
obligada a sacrificar su honor pero en el último momento su presunto se-
ductor renuncia a sus malignas intenciones, y esto conduce a una relación
emocional entre ambos en el futuro. En ambas obras, el joven es falsamente
acusado de un asesinato, juzgado y condenado, con pruebas circunstancia-
les que parecen irreprochables. La heroína de Sand, Edmée, como Katerina
lvánovna, invierte su testimonio ... pero para exonerar, y no para condenar.
La inesperada presentación de una carta escrita por el acusado a la heroína,
y que prefigura el crimen, también desempeña un papel importante en la
condena. Una comparación de pasajes paralelos de las escenas de juicio
pone muy claro que algunos de los elementos de la trama de Mauprat ha-
bían dejado huellas imborrables en la memoria de Dostoievski. 14
Otra obra de George Sand, su novela religioso-filosófica sin preceden-
tes, Spiridion (1839), se anticipa a Los hermanos Karamázov en un nivel te-
mático más profundo. Spiridion ocurre íntegramente en un monasterio y
consiste, en gran parte, en conversaciones entre un monje moribundo ,
Alexis -el heredero de una tradición religiosa semiherética que le trans-
mitió su mentor, ya muerto, Spiridion- y un joven novicio llamado Án-
gel. Aliosha Karamázov es constantemente llamado "ángel", y su idolátrica
relación con el padre Zósima es muy similar a la del joven discípulo de
Sand con su santo maestro, también mirado con gran desconfianza por
monjes de una persuasión más ortodoxa. Alexis, como el padre Zósima,
está al borde de la muerte, y transmite sus últimas palabras a Ángel, a
quien llama "el hijo de mi inteligencia", exactamente como Zósima le con-
fía la historia de su vida y sus enseñanzas a Aliosha, al que considera la
reencarnación de su hermano Markel. Desde luego, Dostoievski había ali-
mentado durante largo tiempo el proyecto de escribir una obra que se des-
arrollara en un monasterio, y bien pudo ocurrir que Spiridion, que había
leído recién publicado, despertara tal intención al comienzo mismo de su
carrera literaria. 15
H Ibid., pp. 214-219.
15Véase el excelente libro de Isabelle Hoog Naginski, George Sand, New Brunswick, 1991 ,
p. 260. Un análisis apreciativo del poco conocido Spiridion aparece en el capítulo 6.

UNA NOVELA NUEVA .. Y UN FOLLETÓN ~ 503


Hay muy poca acción en Spiridion, pero en el clímax de la novela el
monasterio , situado vagamente en algún lugar de Italia junto a la costa del
Mediterráneo, es invadido por los ejércitos de la Revolución francesa. Dan
muerte a Alexis, pero él perdona a los violentos soldados en sus últimas
palabras porque los ve actuando "en el nombre del sans-culotte jesús", en
nombre de quien "están profanando el santuario de la Iglesia". Así, Cristo
fue para él una figura revolucionaria, un sans-culotte, cuyos ideales de li-
bertad, igualdad y fraternidad fueron realizados , en la práctica, aunque de
manera enteramente inconsciente, por los soldados saqueadores. 16 Tene-
mos aquí al Cristo socialista utópico de la temprana madurez de Dostoiev-
ski: el semisecularizado Cristo a cuyos ideales sociales nunca había renun-
ciado, pero cuyos fines, particularmente en Rusia, hacía mucho tiempo
que había dejado de creer que pudiesen alcanzarse por medio de la violen-
cia revolucionaria.
Al abrir la tumba de Spiridion después de la muerte de Alexis, Ángel
encuentra enterrado con él el Evangelio de san juan (el favorito de Dos-
toievski, del que tomó el epígrafe para Los hermanos Karamázov), la Intro-
ducción al Evangelio eterno, de juan de Parma (libro escrito por un discípulo
de Joaquín de Fiore, denunciado como hereje y quemado en 1260), y el
comentario del propio Spiridion sobre este último texto. Lo había interpre-
tado como profecía anunciadora de la llegada del reino del Espíritu Santo,
el reino de los principios representados por los soldados franceses, quienes
estaban así realizando la voluntad de Dios. Su guía espiritual le transmite es-
ta doctrina a Ángel, quien la llevará al mundo: así como el padre Zósima
pasa sus enseñanzas a Aliosha. Ambos mentores albergan la esperanza
igualmente mesiánica (¡aunque sólo sea, para el padre Zósima, al fin de los
tiempos!) de una transformación total de la vida terrena en un reino de fe-
licidad cristiana.
Aparte de tales similitudes, es imposible leer Spiridion sin que nos lla-
me la atención la concordancia entre algunas de las declaraciones de Alexis
y las más queridas convicciones de Dostoievski. Durante los setenta, nin-
gún tema fue más importante para él que el de la primera tentación de
Cristo, la conversión de las piedras en pan. Ceder a esta tentación habría
hecho inevitablemente que la humanidad renunciara a su libertad de con-
ciencia, y Sand expresó la misma idea cuarenta años antes.

16
Ibid., p 146.

504 "' "CO N PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
Esta gigantesca tarea de la Revolución francesa no fue, no pudo ser [declara
Alexis] tan sólo cuestión de pan y albergue para los pobres; fue algo mucho
más elevado [ .. ] tenía que y aún tiene que [ ... ] realizar por completo la tarea
de dar libertad de conciencia a toda la especie humana. Esta alma que me
atormenta, esta sed de infinito que me devora, ¿se satisfarán y se aplacarán por-
que el cuerpo quede libre de carencias7 17

Tampoco había para Dostoievski nada de mayor importancia que sub-


rayar la significación suprema para la vida humana de la perspectiva de la
eternidad, y combatir el confinamiento ateo de la existencia a los límites
de la vida en la Tierra. También aquí vemos a Alexis expresar elocuente-
mente ese mismo anhelo, esa misma necesidad humana innata de trascen-
der los límites terrestres. "Y. . . cuando todos los deberes de los hombres
entre ellos queden establecidos por un sistema de interés mutuo, ¿bastará
esto para la felicidad humana7 ... Por muy apacible, por muy dulce que
creamos que será la vida en la Tierra, ¿bastará para los deseos de la hu-
manidad, y será el mundo lo bastante vasto para abarcar el pensamiento
humano?" Alexis proclama, asimismo, uno de los principios morales más
sublimes del padre Zósima: la responsabilidad de cada quien para con to-
dos. 18 Bien podemos comprender por qué Dostoievski no vaciló en estirar
la verdad literal e histórica cuando en el obituario de George Sand en el
Diario habló de ella como de "una de las más perfectas confesoras de
Cristo".

Aunque estaba dedicado a escribir los primeros capítulos de Los hermanos


Karamázov, Dostoievski encontró tiempo para responder a una petición de
Victor Putsikovich de que hiciera una colaboración, aunque fuese peque-
ña, para El Ciudadano. Lo que le envió fue un folletón intitulado "De los
paseos de Kuzma Prutkov y su amigo en el verano", su último intento de
sátira chusca, basado en un incidente sin duda fantástico, similar a lo que
había intentado hacer en "El cocodrilo" en 1864. Como allí, ridiculiza algu-
nos de los caprichos intelectuales del momento; podemos considerar esta
obrita sin pretensiones como la repetición juguetona de uno de sus temas
17
Citado en ibid, pp 149-150.
18
Ibid., pp. 143 y 150.

UNA NOVELA NUEVA .. Y UN FOLLETÓN ~ 505


favoritos: la incapacidad de la "ciencia" y de la razón para enfrentarse a los
misterios del universo y de la vida humana.
El título se refiere a un personaje cómico creado por otros dos escrito-
res, Alekséi Tolstoi y Alekséi Zhemchuzhnikov. Kuzmá Prutkov encarna la
esencia de la estupidez y la mediocridad burocráticas, y algunas de sus
majestuosas perogrulladas han pasado a ser parte de la lengua rusa. Dos-
toievski compartía una difundida apreciación de la encarnación de la bu-
rocracia autocomplaciente y miope en Kuzmá Prutkov, e invocó su nombre
para caracterizar "a todos los paseantes de la alta sociedad" que presencia-
ron un hecho extraordinario en la noche del 27 de julio.
Mientras este público deambulaba pacíficamente alrededor de la isla
de Elagin, paseo favorito de los petersburgueses deseosos de gozar de un
poco de aire fresco , los asombrados peatones de pronto vieron a un Tritón
emerger de un estanque (aunque en ese lugar no existía ningún estanque).
¡No importa! Un Tritón salió a la superficie , "un duende ruso de las aguas ,
con húmedo cabello verde en la cabeza y una barba". Hizo cabriolas, su-
biendo y bajando , dando gritos, riendo y chapoteando en el agua , "y pro-
dujo la impresión habitual en tales ocasiones". Las damas corrieron a ati-
borrarlo de bombones , pero este "personaj e mitológico , fiel a su naturaleza
antigua", inmediatamente se permitió hacer tales "movimientos del cuer-
po" que las damas se alejaron a toda prisa riendo en tono agudo y prote-
giendo a sus hijas casi núbiles de la vista de semejante espectáculo . Enton-
ces el Tritón les dirigió a gritos algunas "expresiones poco ceremoniosas"
que sólo intensificaron la hilaridad general (v. 21, p. 248).
Inmediatamente empezaron a circular suposiciones sobre la apari-
ción y la conducta del Tritón (id.). Una de ellas era la teoría de que el
Tritón en realidad era ese "gran yid". Disraeli, actuando en favor de los
intereses ingleses y tratando mediante esta divertida actuación de reducir
el ardor bélico de los rusos contra los turcos. Sin embargo, se sabía que
lord Beaconsfield estaba en Londres y en realidad era exagerar la impor-
tancia del oso ruso suponer que el majestuoso dignatario jugueteara de
esa manera en un estanque ruso, así fuese con semejante propósito polí-
tico (v. 21 , p. 249). Otra teoría se le atribuyó a Mijaíl Saltikov-Shchedrin,
de quien se dijo que trataba de incluir el incidente en su columna men-
sual de las Notas de la Patria: creía que el Tritón era un policía en función
especial, sin uniforme , asignado para acechar en el estanque "después de
nuestro disturbio de la primavera en San Petersburgo" (referencia al jui-

506 ... "CON PALABRAS Q U E QUEMEN LOS CO RAZONES DE LOS HOMBRES"


cio de Vera Zasulich), e informar sobre cualesquiera conversaciones sos-
pechosas.
El artículo termina con cierta información seudohistórica sobre el Tri-
tón, parodiando la obra de un historiador reciente. El Tritón en realidad
llegó de Alemania a Rusia en tiempos de Pedro el Grande, junto con unos
pigmeos y un célebre bufón de la corte, y desde entonces vivía en el estan-
que. Por qué había salido a la superficie el 2 7 de julio era un misterio, y
todos los eminentes científicos rusos que acudieron en tropel al estanque
para investigar -y se da toda una lista de nombres-, se negaron a creer
que el Tritón hubiese aparecido jamás, no viendo más que círculos en el
agua. Inútiles fueron todos los esfuerzos por volver a atraerlo de las pro-
fundidades. Sin embargo , el amigo de Kuzmá Prutkov que firmó el artícu-
lo creía que la aparición del Tritón, aunque efímera y única, al menos ha-
bía animado la opinión pública, y consideró que esto, en general, era algo
muy bueno (v. 21, pp. 248-251).
Además de divertirse así, a mediados de julio Dostoievski también en-
contró tiempo para visitar a un adolescente en Staraya Rusa, quien dejó
un conmovedor relato de su único encuentro con el famoso novelista. Dos-
toievski había oído hablar de A. A. Aleksandrov nada menos que a Mijaíl
Kátkov, quien, como le había dicho a Anna en una carta enviada desde
Moscú, patrocinaba un liceo que "mantiene a huérfanos de las clases más
pobres y les da educación". 19 Aleksandrov, uno de los estudiantes, había
caído enfermo y lo enviaron a Staraya Rusa para los baños curativos. Lo
pusieron a cargo de un médico a quien Dostoievski conocía bien, y Kátkov
pidió que vieran si lo estaban atendiendo debidamente.
Aleksandrov, quien después llegaría a ser un connotado periodista, re-
cuerda: "Yo era un muchacho completamente desconocido, enfermizo, tí-
mido, retraído, amante apasionado de la literatura y que escribía poemas
en secreto. Ya conocía yo a Dostoievski como escritor, habiendo tenido
tiempo de leer varias de sus novelas y de admirarlo ardientemente". Dos-
toievski inmediatamente hizo sentir a sus anchas al embarazado mucha-
cho, y Aleksandrov recuerda que "a la primera mirada, al primer sonido de
su voz, no quedó ni un ápice de mi timidez y mi agitación. En dos minu-
tos, hasta me pareció que él y yo éramos viejos y buenos amigos, y hasta
que éramos muy íntimos". A diferencia de otros, a Aleksandrov la mirada

19 PSS, v. 30, libro 1, p. 35; 22 de abril de 1878.

UN A NOVELA NU EVA .. . Y UN FOLLETÓN ~ 507


de Dostoievski no le pareció inquietante ni turbadora; aunque su mirada
era muy penetrante, lo que sus ojos transmitían "no era un juicio severo ni
una burla fría y maligna, sino algo alentador y afectuoso, cordial y amable,
que inspiraba franqueza y confianza". 20
Dostoievski inició la conversación culpando de lo tardío de su visita a
un reciente ataque de epilepsia del cual se estaba recuperando.

¿Tenía yo algún conocimiento de la enfermedad? [preguntó]. Al oír que yo


sabía bastante de ella por su propia descripción en El idiota, cambió de tema,
pasando a la actividad literaria, y dijo que ahora estaba absorto escribiendo
Los hermanos Karamázov, en que deseaba retratar a varios personajes nuevos.
Aún no estaba seguro de que lograría hacerles plena justicia. Su conversación
al respecto fue muy breve y sorprendentemente discreta y directa, sin ningu-
na sombra de afectación, sin ningún esfuerzo por colocarse en un pedestal y
mostrarse en pose.

También le preguntó al joven por él, y "me consoló y me alentó gran-


demente, prediciéndome una pronta recuperación y buena salud en el fu-
turo". Aleksandrov nunca volvió a verlo, pero esta única reunión ejerció
una influencia formativa sobre su vida. Fue uno de esos acontecimientos,
escribe , que "penetran profundamente en el alma, tomando posesión de
ella por el resto de nuestros días" y forjando la propia cosmovisión. 21

Al regresar a San Petersburgo el 3 de octubre, los Dostoievski se mudaron


a un nuevo departamento por razones que Anna Grigórievna explica de
manera conmovedora. "Cuando volvimos a Petersburgo en ese otoño, no
pudimos decidirnos a vivir en ese departamento, lleno de recuerdos de
nuestro hijo muerto, y nos mudamos al [nuevo] en que mi esposo estaba
destinado a morir dos años y medio después. " Anna también se explaya
acerca de la sombra que continuó sobre sus vidas por la muerte de Aliosha.

° F M. Dostoevskii v zabitikh i neizvestnikh vospominaniy ahh sovremennilwv, ed. de S. V Belov,


2

San Petersburgo, 1993, pp. 241-242. Ésta es una colección muy útil de literatura de memorias
poco conocida acerca de Dostoievski.
21
Ibid , pp. 241y243.

508 .... "CON PALABRAS QUE QUEM EN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
Por mucho que mi esposo y yo nos esforzáramos por someternos a la voluntad
de Dios y no entristecernos, no podíamos olvidar a nuestro querido Aliosha.
Todo ese otoño y el siguiente invierno estuvieron ensombrecidos por recuer-
dos de desolación. Nuestra pérdida tuvo sobre mi esposo (que siempre había
sido apasionadamente apegado a sus htjos) el efecto de hacerle quererlos aún
más intensamente, y temer más por ellos. 22

Todo este tiempo Dostoievski estaba trabajando en Los hermanos Kara-


mázov, y los problemas mismos planteados en la apasionada declamación
de lván -el sufrimiento no merecido de niños y la dificultad de reconci-
liarse con la voluntad de Dios por causa de sus tormentos- se encontra-
ron así en el centro mismo de su propia vida y sus sentimientos. Cualquie-
ra que fuese el material necesario y periodístico en que se basaba, el poder
conmovedor de estas páginas ciertamente se deriva de su propio e incon-
solable duelo.
A comienzos de noviembre de 1878, una vez completos los dos prime-
ros libros de Los hermanos Karamázov, Dostoievski fue a Moscú a hacer los
arreglos finales para su publicación. Aunque había recibido un anticipo de
El Mensajero Ruso, le informaron que se dudaba de la continuada existencia
de la publicación y que nada podría quedar definitivamente fijado al me-
nos hasta octubre. En efecto, cuando recibió en el verano la proposición de
otro editor de publicar su nueva novela, de la cual ya se murmuraba en los
círculos literarios, él no rechazó directamente esa posibilidad. La oferta le
llegó de Serguéi Yuriev, conocido publicista y editor de tendencias eslavófi-
las y amigo de Vladimir Soloviev, a quien se le había dicho (erróneamente)
que la nueva novela de Dostoievski estaba ya casi completa. Yuriev estaba
planeando iniciar su propia revista, y desde luego, una novela de Dostoiev-
ski sería un gran triunfo. Como respuesta, Dostoievski explicó que, aunque
estaba comprometido en principio con Kátkov, "él y yo no hemos llegado a
una decisión final acerca de mi novela por razones[ ... ] que en esencia con-
sisten en condiciones ajenas, que no conciernen a la esencia literaria de la
novela". Prometió responderle a Yuriev en un sentido u otro en el otoñon
Al llegar, Dostoievski corrió a ver a Kátkov y, no encontrándolo en su
casa, le dejó el mensaje de que volvería a las ocho. En una reacción que
nos trae a la memoria a personajes como Devushkin en Pobres gentes y par-
22 Anna Dostoevsky, op. cit., p. 294.
23
PSS, vol 30, libro 1, 28; 11 de julio de 1878.

UNA NOVELA NUEVA .. Y UN FOLLETÓN ~ 509


ticularmente el señor Goliadkin en El doble, continuamente temerosos de
lo que pudiera considerarse su descaro, Dostoievski empezó a preocuparse
de haber cometido un faux pas. "Puesto que yo soy el que fijó la hora y dije
que llegaría -le confía preocupado a Anna-, y él no me estaba invitan-
do, temo que se niegue a recibirme ... Eso sería para mí muy humillante, y
a esta hora (6:00 p.m.) estoy de pésimo humor." Pero cuando llegó pun-
tualmente a las ocho, fue recibido "con maravillosa cortesía" aunque el
editor "obviamente estaba ocupado". 24
Ambos charlaron durante una hora acerca de la novela, cuya primera
entrega no había tenido tiempo Kátkov de leer; empero, éste supuso que
Dostoievski seguramente "estaría aquí [en Moscú] cinco días, poco más o
menos, o una semana", y le prometió ponerse en contacto con él en ese
tiempo. Sin embargo, esta suposición colocó a Dostoievski ante un dilema.
No había planeado estar lejos de casa durante tan largo periodo, pero le
pareció que sería falto de tacto y un tanto deshonroso tratar de acelerar las
cosas. Si visitaba a Kátkov cada día para informarse (le confió a Anna), "se-
ría como si yo estuviese apremiándolo y muriéndome de impaciencia por
saber qué diría de mi trabajo". Así pues, resentido, se resignó a aguardar,
aunque su sensibilidad fue un tanto aplacada por la llegada de la familia de
Kátkov, quien, aunque supuestamente había llegado sólo para decir bue-
nas noches, "obviamente deseaba verme a mí". Al despedirse, Dostoievski
sugirió un nuevo anticipo de dos mil rublos, pero esta vez Kátkov sólo
pudo darle mil; el resto le llegaría "en unas tres semanas". 25
Dostoievski, sin embargo, siguió resentido por el hecho de que Kátkov
no se informara de cómo tenía programado su tiempo, y también por el
hecho de que no lo invitara a comer al día siguiente. Todos sabían que el 8
de noviembre era el día del santo de Kátkov, y Dostoievski supuso que lo
celebraría invitando a muchos. "Puesto que no sólo no me invitó, sino que
él mismo mencionó los dos o tres días de espera, sin preocuparse por lo
que yo hiciera en el ínterin, he decidido definitivamente no mandarle hoy
mis felicitaciones. Eso sería, simplemente, servilismo." Parte del resenti-
miento de Dostoievski puede explicarse por otro pasaje de la misma carta.
"Sea como fuere, tengo que esperar aquí inútilmente ... y estoy terrible-
mente solo, Arria, tan solo que los echo de menos a todos." 26
24
Ibid., pp. 45-46; 7 de noviembre de 1878.
25
Ibid., pp. 46-47; 8 de noviembre de 1878.
26
Idem.

510 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
Dostoievski se ocupó visitando las librerías que distribuían los libros
de su editorial, y recogió las regalías que hubiesen dejado sus ventas. Una
conversación con uno de estos libreros le impidió, afortunadamente, dar
un verdadero faux pas. Este intermediario, descrito como "muy cortés y, a
su manera habitual, hábil y confundido [puede suponerse que acerca de
las cifras de ventas]", le preguntó a Dostoievski si había ido ya a presentar
sus respetos a Kátkov. "Y cuando le dije que no, él añadió: '¿Cómo pudo
usted no haber ido? Había allí una gran reunión, un servicio religioso,
etc.'" Evidentemente, sus palabras hicieron que Dostoievski pensara dos
veces en su precipitada decisión. Decidiendo presentarse, después de todo,
fue recibido con gran cortesía como huésped distinguido e inmediatamen-
te fue acaparado por madame Kátkova, quien sostuvo con él una larga con-
versación antes de introducirlo en el estudio de su marido. Y allí, al cabo
de pocos momentos, "entró el propio gobernador general, príncipe Dolgo-
ruki, llevando cuatro estrellas y la orden de esmeralda de san Andrés"n
A Dostoievski le divirtió el estilo patriarcal del príncipe, quien, al serle
presentado, se aclaró la garganta exactamente como un dignatario del anti-
guo régimen: "'Desde luego, semejante celebridad, hm, hm, hm', absoluta-
mente como hace cuarenta años, en los viejos buenos tiempos". Aunque
estaba colocado junto a una ventana detrás de Kátkov, el editor tuvo cuida-
do de incluirlo en una conversación con el príncipe, y así "demostró ser
una persona muy decente". Kátkov acompañó personalmente a Dostoiev-
ski a la puerta al retirarse, y éste notó con alivio que la mesa del comedor
sólo estaba puesta para la familia y sus parientes inmediatos. Esa tarde
también visitó a N. A. Liubímov, ex profesor de física, que era el coeditor y
el encargado de publicar Los hermanos Karamázov. Dostoievski una vez más
fue recibido con gran hospitalidad, y Liubímov le dijo que trataría de "ase-
diar" a Kátkov para que apresurara su lectura. Invitado a quedarse a comer,
le sorprendió lo costoso de los manjares. "Si eso es lo que comen cada día
-le dijo a Anna-, deben de vivir muy bien." 28
Para entretenerse, Dostoievski fue al estreno de una nueva obra de Os-
trovski, Bespridannitsa (La muchacha sin dote). Por lo demás, "por las no-
ches me quedo en mi habitación y leo los juicios" (es decir, los veredictos
dados en los tribunales, por delitos de mayor o menor gravedad). 29 Esos
27
Ibid., pp. 48-49; 9 de noviembre de 1878.
28
Idem.
29
Idem.

UNA NOVELA NUEVA .. Y UN FOLLETÓN ~ 511


juicios a menudo sirvieron de fuentes a su inspiración, y, en concreto, un
caso probablemente le sugirió un detalle importante de Los hermanos Kara-
mázov. Se trataba de un terrateniente que según la acusación, en una disputa
sacó de la sala de reuniones de un club a su adversario tirándolo de la barba,
acto considerado muy insultante y deshonroso. Dostoievski lo utilizó en el
altercado entre Dimitri Karamázov y el capitán Sneguiriov, que termina
cuando también el capitán es sacado por la barba de una taberna y humi-
llado ante los ojos de su angustiado hijo lliusha.
Al día siguiente, Dostoievski se enteró por Liubimov de que Kátkov
sólo había hojeado su manuscrito y lo entregó a su coeditor, quien había
"leído la tercera parte y la había encontrado muy original". Impaciente por
recibir su anticipo y volver a casa, se enteró de que sólo podía recibir el
dinero de manos del cajero, "que da órdenes a todos acerca de cualquier
pago de dinero, y hasta el propio Kátkov depende enteramente de él". Para
empeorar las cosas, Kátkov se había enfermado y al día siguiente no pudo
recibir a Dostoievski. "Me envió a un empleado a decirme que fuera a verlo
dentro de un par de días." Esto significó otro retraso, y Dostoievski le ase-
gura a Anna (quien podía desconfiar) que "desde luego, no está inventan-
do excusas. Realmente está enfermo". Él mismo estaba sufriendo de estre-
ñimiento y, quisquilloso, declara que "todo es vil" , incluso la obra de
Ostrovski. "Estoy aquí terriblemente solitario" , vuelve a quejarse, "intole-
rablemente", y también había tenido "el más infame clima". Las visitas a
sus parientes le depararon los únicos momentos buenos en un intermina-
ble catálogo de quejas , aunque también con ellos giró la charla en tomo a
la muerte de Aliosha (acerca de la cual no estaba enterada su familia de
Moscú). Tampoco mejoró su humor con las visitas a los abogados que es-
taban en el pleito por los detalles del interminable litigio concerniente a las
propiedades de Kumanina. El cajero de Kátkov por fin llegó al hotel con el
anticipo y Dostoievski pudo salir de Moscú dos días después, habiendo li-
quidado sus otros asuntos. 30
Es probable que la tensión del viaje afectara la salud de Dostoievski. Al
fin del mes consideró necesario visitar a su médico , el doctor Von Bretsall,
y, en unas hojas de papel que también contienen notas para el libro 3 de
Los hermanos Karamázov, garabateó una carta para un grupo de estudiantes
del Instituto de Ingeniería Civil que lo habían invitado a asistir a una vela-

30
Ibid. , pp. 51-52 ; 11 de noviembre de 1878.

512 ~ "CON PALABRAS Q UE QU EMEN LOS CO RAZONES DE LOS HOMBRES"


da literario-musical de beneficencia. Él rara vez rechazaba tales invitacio-
nes, pero ahora se vio obligado a hacerlo. "El doctor, como resultaron las
cosas -les escribió-, me ha aconsejado no salir de casa durante varios
días. Les ruego transmitir mis disculpas más sinceras a sus camaradas . ..
Verdaderamente no quiero que duden de la alta estima en que tengo su
amable atención. "31 Esta nota nunca fue enviada, porque el periódico
La Voz anunció que la reunión se había cancelado "por razones imprevis-
tas" (eufemismo muy frecuentemente empleado por alguna prohibición
oficial.) Pero el tono amable de la disculpa de Dostoievski indica la alta
estima en que tenía su reputación de ser alguien que simpatizaba con las
aspiraciones de la generación joven.

31
Ibid., p. 52; 26 de noviembre de 1878.

UNA NOVELA NUEVA .. Y UN FOLLETÓN ~ 513


XXII. El gran debate

LAPRIMERA. entrega de Los hermanos Karamázov fue publicada el 1º de febre-


ro de 1879. Pocos días después fue asesinado el gobernador general de
jarkov -primo del revolucionario anarquista Piotr Kropotkin-y en mar-
zo se hizo un intento fallido contra la vida del nuevo jefe de la policía se-
creta, el sucesor del general Mezentsev, mientras iba en su carruaj e por
el centro de San Petersburgo. En abril un revolucionario , actuando por su
cuenta pero con el conocimiento del grupo populista Zemlia i Volia , inten-
tó asesinar al zar mientras daba su paseo matutino por los jardines del Pa-
lacio de Invierno . El frustrado asesino, Aleksandr Soloviev, era mal tirador,
falló y fue ahorcado públicamente en el mes de mayo.
En esta atmósfera de asesinato y desorden se estaba leyendo la novela
de Dostoievski. También fu e la atmósfera en que él y Turgueniev aparecie-
ron juntos en unas lecturas y banquetes de beneficencia , para representar
los dos extremos del gran debate que estaba desarrollándose en la mente
y los corazones de todos los rusos educados: el debate entre un zarismo des-
pótico , renuente a ceder una pulgada de su autoridad, y el anhelo de una
constitución liberal, al estilo de Occidente, que permitiera una mayor par-
ticipación del público en los asuntos del gobierno.

El Año Nuevo de 1879 fue celebrado por los Dostoievski con una fiesta de
familia. Su hermano menor Andréi, por entonces en Petersburgo , fue invi-
tado junto con sus cuatro hijos ya crecidos y sus familias , que vivían en la

514 ...
capital. Dostoievski tampoco olvidó enviar sus saludos al menor de sus
hermanos, Nikolái, junto con el mensual estipendio de siete rublos que ha-
bía empezado a darle en 1878. Andréi le escribe a un amigo que a menudo
ve a su hermano, quien "está sumamente ocupado con la publicación en El
Mensajero Ruso de su nueva novela". 1 Acababan de llegar las galeras de los
dos primeros capítulos, y Dostoievski contrató la ayuda de Elena Shtaken-
shneider para la lectura de pruebas. Ella las devolvió junto con la petición
de que le regresaran un ejemplar prestado de La taberna de Zola. Como
sabemos , Dostoievski conocía bien otras novelas de Zola y evidentemente
deseaba mantenerse al día; Los hermanos Karamázov contiene referencias
irónicas al fisiólogo Claude Bernard, principal inspirador de las teorías de
Zola sobre la herencia y el entorno, y al escribir su propia novela sobre una
familia para comprender la defensa de la libertad de la personalidad huma-
na, Dostoievski estaba en abierta competencia con la serie determinista de
los Rougon-Macquart, de Zola.
Podemos juzgar lo intensamente que por entonces estaba trabajando
gracias a un envío de la siguiente sección de Los hermanos Karamázov
(libro 3, capítulos 6-11), el 31 de enero, desde antes de que se publicara la
primera entrega. Las notas (sumamente escasas) para esta parte consisten
principalmente en un párrafo en que se esboza el razonamiento sofístico
de Smerdiakov cuando se burla de Forna Danilov y justifica una renuncia a
la fe cristiana estando bajo el tormento infligido por unos captores musul-
manes. En su carta a N. A. Liubímov, explica Dostoievski que este material
concluye "toda la primera parte de la novela", que consistirá en tres libros.
Los dos primeros de la parte 1 ya se habían impreso en enero, y pidió que
el tercero apareciera "en el número de febrero . . . íntegro , sin interrupción,
sin ofrecer la continuación [en el de marzo] ... quedará destruida por com-
pleto la armonía de la proporción artística si se lo divide en dos". Se excusa
por no haber podido enviar nada nuevo para el número de marzo ("está
más allá de mis fuerzas") pero promete enviar una nueva entrega para abril,
que solicita que se publique completa.2
Dostoievski rara vez expresó satisfacción por lo que acababa de escri-
bir (por lo general, transmite una sensación de desencanto) , pero en este
caso se permite un momento de triunfo. "No considero en absoluto malo
1 Letopis Zhizhni i Tvorchestvo F M. Dostoevshogo, ed. de N. F Budanova y G. M. Fridlender,

3 vols. , San Petersburgo , 1995, vol. 3, p. 299.


2
PSS, vol. , 30, libro 1, pp. 54-55; 30 de enero de 1879.

EL GRAN DEBATE ~ 515


este tercer libro que ahora estoy enviando -le confía a Liubimov- . Por el
contrario. Creo que es un éxito. " Como si estuviera sorprendido por su
propia reacción, añade: "(Por favor, perdóname la ligera jactancia. Recuer-
da al apóstol Pablo: 'La gente no me elogia, por eso empezaré a elogiarme
yo mismo')". 3 Los lectores pueden compartir parte de la satisfacción de
Dostoievski por los capítulos que contienen las "Confesiones de un cora-
zón apasionado" de Dimitri Karamázov, en que el bronco libertino y eterno
camorrista se revela, de pronto, como una persona de mayor sensibilidad
moral-espiritual de lo que habría podido imaginarse. También incluyen la
espléndida escena en que la tentadora Grúshenka, mujer deshonrada pero
animosa, logra que se inviertan los papeles en su relación con su condes-
cendiente "benefactora" Katerina lvánovna. Los hermanos Karamázov se
elevará a mayores alturas al avanzar, pero estas páginas bastan para expli-
car la insólita sensación de logro de su autor.

Por entonces, en el invierno de 1878-1879, una joven llamada E. P Letko-


va-Sultanova (que tenía aspiraciones a una carrera literaria , luego realiza-
das, pero que por entonces sólo era una hursistha en los cursos de educa-
ción superior para mujeres) escribió en su diario acerca de un encuentro
con Dostoievski en uno de los famosos "viernes" del poeta Yakov P Polon-
ski. Éste la había invitado a asistir justamente esa semana, y le prometió
que "esta vez habría algo de especial interés". Al llegar, la sorprendió la
cantidad de abrigos y de chanclos que había en la entrada, así como el ex-
traño silencio que prevalecía, pese a tal testimonio de que había una canti-
dad considerable de personas. Al avanzar al salón, vio a todos, dignos ca-
balleros y elegantes damas, en torno a una de las tres ventanas y escuchando
atentamente a alguien que hablaba. De pronto pudo ver al orador y supo
que la voz era la de Dostoievski, a quien reconoció aunque nunca lo hu-
biese visto. Su primera impresión no correspondió en absoluto con la ima-
gen dominadora e imperiosa que ella se había formado mentalmente; era
un hombre enteco, más bien de baja estatura, y le pareció vinovatii, es de-
cir, como si se sintiera culpable de algo. La ventana contigua daba a la

3
Idem.

516 .... ""CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES""
Plaza Semenovski, donde en 1849 los habían llevado a él y a otros miem-
bros del círculo de Petrashevski para sufrir el tormento de una falsa ejecu-
ción antes de ser sentenciados. Y tenía fascinados a los otros huéspedes
reviviendo así el pasado. Polonski era quien lo había llevado a la ventana,
preguntándole si reconocía esa vista. "¡Sí! ... ¡Sí! ... ¡De verasl . .. ¿Cómo po-
dría yo no reconocerla?", había replicado. 4
Letkova pasa entonces a ofrecer sus recuerdos de las palabras de Dos-
toievski, que salían en desorden, en una corriente de frases espasmódicas.
Dostoievski evocó el frío glacial de aquella mañana mientras él y sus com-
pañeros permanecían de pie, sin abrigos, así como el horror que de ellos se
adueñó al oír que pronunciaban la sentencia de muerte. "¡Eso no puede
ser! ¡No puede ser! ... No podía ser que yo, entre todos los miles que vivía-
mos ... ¡dentro de cinco o seis minutos dejara de existir!" La aparición de
un sacerdote con una cruz, que todos ellos besaron (aunque rechazando la
confesión) los convenció de que la muerte era inevitable. "¡No podían bro-
mear con la cruz! ... ¡No podían organizar semejante tragicomedia!" Dos-
toievski recordó que en cierto momento se apoderó de él una sensación de
aturdimiento y de torpor: "Todo pareció insignificante en comparación con
ese terrible último minuto de transición a algún lado ... a lo desconocido, a
las tinieblas"; este embotamiento no cesó ni aun después de que se enteró
de que les habían perdonado la vida tanto a él como a los otros. Empezó a
hablar de Nikolái Grigoriev, quien se volvió loco bajo la tortura de estos
momentos ... ¡y luego guardó silencio! Polonski se le acercó para romper la
tensión y le dijo, en tono consolador: "Bueno, todo eso ya pasó", y luego lo
invitó a tomar un poco de té con la anfitriona. "¿Ya pasó?", preguntó Dos-
toievski misteriosamente. 5 Letkova y Polonski interpretaron esta pregunta,
dicha entre dientes, como referencia a su epilepsia, pero se le puede atri-
buir un sentido más general. Acaso estuviese aludiendo Dostoievski al im-
pacto indeleble de ese encuentro con la muerte, que ejerció tan decisivo
efecto de transformación sobre el resto de sus días.
Letkova quedó profundamente conmovida por las palabras de Dos-
toievski, pronunciadas por rachas sin aliento que revelaban toda su agita-
ción interna mientras lo invadían una imagen tras otra, y lo describió, al
haber terminado , de pie "como una figura de cera: cetrino y pálido, los

4
DVS, vol. 2, pp. 444-445.
5
Idem.

EL GRAN DEBATE ~ 517


ojos hundidos, los labios sin sangre, sonriente pero con un aspecto de su-
frimiento".6 Su opinión de Dostoievski no había sido hasta entonces nada
favorable, y habla de las caldeadas discusiones en su grupo de estudiantes
causadas por cada número del Diario de un escritor. En general se convenía
en que su antisemitismo era intolerable; tampoco podían aprobar el beli-
coso chovinismo de sus artículos acerca de la guerra ruso-turca, cuyo sa-
crificio en vidas humanas ahora parecía vano y fútil. Letkova y sus compa-
ñeros habían detestado unánimemente Los demonios, y se sentían apartados
por años luz de las tendencias e ideas políticas de Dostoievski.
Sin embargo, todo esto quedó olvidado después de lo que ella acababa
de oír. Lo que surgió entonces ante los ojos de su imaginación fue "todo el
camino de sus sacrificios: la tortura de aguardar la muerte , el remplazo de
ésta por un campamento de prisión [katorga] , la 'casa de los muertos' con
todos sus horrores: los grilletes que nunca se quitaban (ni siquiera en los
baños), la suciedad y el hedor de las barracas, los guardias implacables; y
todo esto lo había soportado este hombre pequeño que de pronto me pare-
ció más grande que los que lo rodeaban". Todo lo demás cayó en el olvido
ante esta visión, y "una sensación de increíble felicidad , la felicidad que
sólo se puede sentir cuando se es joven, se apoderó de mí. Y sentí deseos
de arrojarme de rodillas y de prosternarme ante sus sufrimientos".7
Letkova, desde luego, acababa de oír al propio Dostoievski hacer re-
membranzas de su pasado , pero todos habían leído La casa de los muertos,
y la emoción que ella experimentó fue compartida por todos aquellos que,
en un acto público o en otro, lo habían escuchado leer (habitualmente de
sus propias obras). La reacción de Letkova ayuda, así, a explicar algunas
de las asombrosas respuestas provocadas por la presencia de Dostoievski
en el foro ante un público de masas: público que, en su mayoría y en mo-
mentos de mayor tranquilidad, bien habría podido ser antagónico a su
política. Si era verdad, como infatigablemente lo sostuvo , que los campesi-
nos rusos reverenciaban particularmente el sufrimiento de sus santos cris-
tianos, que habían padecido el martirio por su fe, entonces parte de esta
reverencia parece haber sido transferida -por la nueva generación que
una vez más aceptaba el valor del sufrimiento y del propio sacrificio-
ª una figura como el propio Dostoievski.
Poco después , Letkova volvió a encontrarse con Dostoievski en un ani-
6 DVS, vol. 2, p . 445.
7
Ibid. , p. 446.

518 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
versario de la fundación de la Universidad de San Petersburgo. En la cele-
bración tomaron parte muchos escritores sobresalientes, y Letkova sintió
curiosidad por ver cómo se desempeñaba Dostoievski como lector. Lo que
escuchó fue superior a todas sus expectativas. "Ante mí - escribió- , esta-
ba de nuevo un gran escritor, padeciendo en sus palabras no sólo por mí,
por nosotros, sino por todos. Cuando leyó 'El profeta', de Pushkin, pareció
como si Pushkin hubiese pensado en alguien como él cuando escribió:
'Con mi palabra, quemo los corazones de los hombres'. "8 Siendo la juvenil
cuñada de L. S. Makov, ministro de Asuntos Internos , Letkova había trata-
do en su ciudad a muchos escritores conocidos, y a la salida se encontró
con lván Goncharov y D. V Griegorovich (el papel de este último en la vida
de Dostoievski ya era bien conocido desde el Diario de un escritor). P l.
Weinberg, siempre activo en organizar tales festividades , se acercó enton-
ces al grupo e invitó a la muchacha a pasar atrás, donde los literatos parti-
cipantes se habían reunido para una colación.
Entre ellos estaba Dostoievski, y ella se aproximó tímidamente, pre-
guntándose si él recordaría su encuentro anterior. Al levantarse de su silla,
sus primeras palabras, dichas "con una sonrisa particular, irónicamente
amable", fueron: "'He oído por Yakov Petrovich [Polonski] que usted escri-
be ... ' 'Estoy preparándome para hacerlo , Fiódor Mijaílovich . . .''¿Con ayu-
nos y oraciones?', dijo , en el mismo tono irónico. 'Casi' [replicó ella]". Él,
un tanto inesperadamente, siguió hablando con seriedad: "Eso es bueno ...
eso es lo necesario". En este punto fueron interrumpidos por Weinberg,
quien llegó apresurado y, tomando del brazo a Dostoievski, dijo jovialmen-
te: "Es hora de mojarse el gaznate, Fiódor Mijaílovich". Atrás, donde esta-
ban reunidos todos los invitados eminentes, la conversación giraba casi
exclusivamente en torno a la crisis de los Balcanes, a la situación de los "her-
manos" eslavos y a la guerra ruso-turca. Casi todos los comentarios acerca
de la guerra eran hostiles o de desengaño, pero Dostoievski no dijo nada.
Cuando Grigorovich, en lo que podía considerarse como una directa pulla
contra Dostoievski, le preguntó en voz alta con airada ironía: "¿La Cruz de
santa Sofía?", Dostoievski simplemente se levantó y se fue al otro lado de la
habitación. 9
Todos empezaron a desfilar para escuchar a una cantante, pero Dos-
toievski y Letkova se pusieron sus abrigos para partir; al acercársele ella
8 Ibid , p 448.
9
Idem.

EL GRAN DEBATE ~ 519


para despedirse, él de pronto continuó su conversación con este consejo:
"Nunca venda su alma ... nunca trabaje bajo presión ... por un anticipo ...
Créame ... he sufrido de esto durante toda mi vida , toda mi vida he escrito
de prisa .. . ¡y cuánto sufrimiento me ha costado! " Durante un rato conti-
nuó en esta dolorosa vena confesional (para gran sorpresa de Letkova) , así
como lo había hecho con Vsevolod Soloviev algunos años antes al compa-
rar sus condiciones de trabajo con las de Tolstoi. Letkova observa que Dos-
toievski estaba sin duda en un estado de gran excitación , causado proba-
blemente a la vez por la lectura de Pushkin y por su congoja ante lo que
acababa de oír decir acerca de la guerra. No hay duda de que volvió a sen-
tirse completamente aislado, como cuando había sido expuesto a la censu-
ra de sus viejos amigos , y esta hostilidad liberó todas sus emociones hasta
entonces reprimidas acerca de las adversas condiciones económicas en que
únicamente él, comparado con los demás, había tenido que trabajar du-
rante toda su vida. Letkova percibió atinadamente que sólo un estado in-
sólito de agitación interna podía explicar por qué "podía hablarle con tal
pasión y sinceridad a una joven completamente desconocida para él, y que
acudió a él como a un amigo, a un hermano". 1 º

El trabajo de Los hermanos Karamázov continuaba a buen ritmo, y Dostoiev-


ski no sólo estaba escribiendo sino también recabando datos para futuros
capítulos. Una carta de K. P Pobedonostsev habla de una visita del archi-
mandrita Simeón (un archimandrita es el jefe de un monasterio o de un
grupo de monasterios), que le había llevado información acerca del ritual
de un entierro monástico para que se la transmitiera a Dostoievski. Este
material sería empleado en el capítulo 1 del libro 7, donde se cita un libro
del ritual de la Iglesia y en que se describe minuciosamente, con todos sus
detalles, el procedimiento para preparar un cadáver. Dostoievski siempre
fue muy minucioso en tales cosas, y le parecía de primera importancia no
dejarse atrapar en errores que les permitieran a sus críticos tildarlo de igno-
rante del mundo que estaba describiendo.
A comienzos de marzo fue víctima de lo que Anna Dostoievski llamó

'º Idem.

520 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
"una experiencia desagradable".11 Caminando rumbo a casa una noche , en
su paseo acostumbrado y pasando por una sección tenebrosa de la ciudad,
se le acercó una persona obviamente embriagada, quien le pidió limosna
para saciar su hambre. Tal vez absorto en sus pensamientos, Dostoievski
no le prestó atención, y recibió en la cabeza un golpe que lo dejó tendido
en el suelo, mientras el mendigo gritaba: "Los bien alimentados no les
creen a los hambrientos". Un policía acudió corriendo a ayudar a Dostoiev-
ski, y el culpable fue detenido pocas cuadras más lej os mientras trataba de
perderse entre el gentío. Negándose a presentar cargos , uno o dos días des-
pués Dostoievski intentó, por medio de K. P Pobedonostsev, impedir que
el asunto llegara a un tribunal. Pero como se había cometido un delito y
hubo una acusación inmediata, varias semanas después se le llamó a decla-
rar. Afirmando que no podía reconocer a la persona que lo había golpeado,
dijo que muy bien podía comprender por qué un hombre hambriento,
cuya petición de ayuda había sido desatendida, se enfureciera y golpeara a
alguien que había mostrado absoluta indiferencia a su situación. El juez,
bien conocido en el distrito por su lengua mordaz, comentó que si todo el
mundo se comportara como Dostoievski, "resultaría imposible dar un pa-
seo por San Petersburgo"u
Aunque Dostoievski no presentara cargos, el juez sentenció al preso a
un mes en la cárcel; Dostoievski dtjo que era cuestión de conciencia del
juez y dejó tres rublos para que se los entregaran a su agresor al liberarlo.
Volviéndose al acusado tras la partida de la víctima, le gritó el juez: "¿Sabe
usted , miserable, contra quién levantó su insolente puño' Derribó usted al
más grande de los escritores rusos y al más bondadoso de todo el pueblo
ruso". 13
Una invitación a cenar del gran duque Serguéi para el 5 de marzo, lle-
gó dos días después de la "desagradable experiencia" y no podía ser recha-
zada , desde luego. Transmitida por medio de D. S. Arseniev, la carta le in-
formaba que para entonces el gran duque había hojeado La casa de los
muertos, Crimen y castigo y la primera parte de Los hermanos Karamázov.

11
Anna Dostoevsky, Reminiscences, trad. y ed. de Beatrice Stillman, Nueva York, 1973,
p. 303.
12 Este incidente está descrito en una memoria poco conocida, publicada en F M. Dostoevshii

v zabitihh i neizvestnihh vospominaniyahh sovremennihov, ed. de S. V Belov, San Petersburgo, 1993,


pp. 236-238 .
n Idem.

El GRAN DEBATE ... 521


Por ello estaba aún más ávido, mejor preparado, para gozar de la conversa-
ción de Dostoievski, de la que conservaba "una grata memoria". A la mesa
estaban también K. P Pobedonostsev y el gran duque Konstantin Konstan-
tinovich, quien hizo algunos comentarios sobre la velada en su propio dia-
rio: "Fiódor Mijaílovich me agrada mucho, no sólo por sus escritos sino
también simplemente por su persona. Le pregunté por un pasaje de El idio-
ta en que describe los sentimientos de un condenado a muerte; no puedo
comprender cómo, no habiendo experimentado esto . . . tan terribles senti-
mientos pudieron ser tan clara y vívidamente descritos. El propio Dostoiev-
ski fue condenado y llevado al cadalso". Varios días después, una vez más
anota en su diario: "He recibido El idiota de Dostoievski. Cuando se leen
sus obras , eso basta para volverse loco" H
Aunque lo invitaran a cenar con los miembros jóvenes de la familia
real con el propósito de ensanchar los horizontes y agudizar las sensibili-
dades de éstos, eran tales las anomalías de la sociedad rusa que Dostoiev-
ski, como ex presidiario, seguía bajo vigilancia de la policía secreta. Para
poner fin a tan exasperante situación, decidió valerse de la considerable
influencia con que ahora podía contar. El 1O de marzo recibió una carta
del teniente general A. A. Kireiev, edecán del gran duque Konstantin Niko-
láevich, el hermano del zar, obviamente como respuesta a sus esfuerzos
por informar de su situación a algunos personajes importantes. Kireiev le
informó a Dostoievski que había hablado de su problema con L. S. Makov,
y que ya no existía ningún obstáculo para atender a su solicitud; pero sería
necesario que él mismo hiciera la demanda ante las autoridades apropia-
das. (Resulta divertido notar que también se le advirtió que no olvidara
anexar una estampilla de sesenta kopeks.) El documento necesario, escrito
ese mismo día, objetivamente narra los hechos de su ascenso a oficial en
1856 y la restauración de sus derechos civiles. Concluye Dostoievski: "En
centenares de páginas he hablado y aún continúo hablando de mis convic-
ciones políticas y religiosas . Espero que estas convicciones sean tales que
no sean causa para sospechar de mi moral política".15 Así, su nombre final-
mente fue borrado de la lista de aquellos sobre quienes la Tercera Sección
mantenía un ojo vigilante, pero Dostoievski estaba destinado a gozar de
esta libertad, ay, tan sólo durante dos años.

14
Letopis .. . , op. cit. , vol. 3, pp. 303-306.
15
PSS, vol. 30, libro 1, p. 24 7.

522 ... "CON PALABRAS QU E Q UE M EN LOS CORA ZO N ES DE LOS HOMBRES"


Siguieron acumulándose obligaciones sociales. El 8 de marzo recibió
Dostoievski una visita de Anna Pávlovna Filosofova, siempre ajetreada en
esfuerzos de caridad y que ahora estaba organizando una lectura para el
Fondo Literario. Turgueniev, de reciente regreso a Rusia, había sido invita-
do el día anterior, y ahora Anna solicitaba la participación de Dostoievski
en el mismo acto. El Fondo Literario ayudaba a escritores y artistas necesi-
tados, y Dostoievski no sólo había disfrutado de su generosidad durante
los sesenta sino que también había sido uno de sus funcionarios. Tal acon-
tecimiento, que lo exhibiría con muchas otras celebridades literarias y ar-
tísticas, probablemente contaría con una considerable asistencia del públi-
co culto (en especial, estudiantes) y, desde luego, él se apresuró a aceptar.
Filosofova le pidió leer el monólogo confesional de Marmeladov de las
primeras páginas de Crimen y castigo, en que el abyecto bebedor detalla
dolorosamente todas sus iniquidades pero también apela, en todo un mo-
saico de citas de los Evangelios, al perdón de Cristo para los pecadores
arrepentidos. Pero él "hizo un gesto muy socarrón" y dijo: "'Les leeré algo
mejor'. '¿Qué, qué7', le preguntó [Filosofova]. 'No lo diré"'. Así, con "inex-
presable impaciencia", la organizadora aguardó el acto de la noche siguien-
te, no sólo por curiosidad acerca de la elección de Dostoievski sino porque
la lectura anunciaría el reingreso de Turgueniev al escenario público ruso. 16
El retorno de Turgueniev a Rusia por entonces se convirtió en un im-
portante acontecimiento público, que en efecto equivalía a una rehabilita-
ción de su reputación entre los radicales, quienes implacablemente lo ha-
bían rechazado después de sus Padres e hijos. Su siguiente novela, Humo,
provocó aún más hostilidad entre todas las secciones del público lector
debido a los discursos de un personaje que cáusticamente negaba que Ru-
sia hubiese aportado algo de valor a la cultura mundial, excepto el samo-
var. Tierra virgen, su obra más reciente, presentaba una visión no hostil
pero sí incrédula del movimiento populista de "ir al pueblo", y en general
se la consideró como un patético fracaso. Muy pocos se habían presentado
a defender estas últimas novelas, como lo había hecho Dimitri Pisarev con
Padres e hijos, y el exilio autoimpuesto de Turgueniev, motivado en parte
por su deseo de vivir cerca de su amada, la diva Pauline García-Viardot,
también fue un medio de escapar de la implacable hostilidad de la vida li-
teraria rusa. Esta ausencia de Rusia también había dañado su reputación.

16
DVS, vol. 2, p. 378.

EL GRAN DEBATE ~ 523


Hasta Anna Filosofova, sin duda más favorable a su liberalismo reformis-
ta que al intransigente zarismo de Dostoievski, observó: "Lo respeto menos
que a Dostoievski. Fiódor Mijaílovich lleva en la piel las huellas de todas
las miserias de Rusia, ha sufrido por ellas y fue torturado por todas sus
convicciones, mientras que lván Serguéievich huyó atemorizado y toda su
vida nos ha criticado desde hermosas lej arrías''. 17
Sin embargo, al llegar la primavera de 1879 la situación sociopolítica
de Rusia se había vuelto intolerablemente tortuosa debido a los continuos
asesinatos. Por consiguiente, el retorno del europeizado liberal Turgueniev,
que ocasionó banquetes públicos y celebraciones en su honor, adquirió
una significación especial. Las fiestas en que tomó parte se volvieron sím-
bolos del anhelo (que no podía expresarse abiertamente) de algunas con-
cesiones de parte del gobierno despótico de "puño de hierro" a la juventud
radical, cada vez más desesperada. P V Annenkov, el alter ego de Turgue-
niev, comentando el entusiasmo despertado por su aparición en Rusia, es-
cribió en abril que

ha estado ocurriendo una rehabilitación completa de los representantes del


decenio de 1840, un reconocimiento público a sus servicios, y ante ellos to-
dos se inclinan, de manera profunda, sin distinción de clase, de manera típi-
camente rusa , hasta la tierra y hasta el punto de postración Bien puede ser
que las hazañas de Nechaev, Tkachev y tutti quanti hayan hecho pasar a la
sociedad al lado de la antigua tendencia que comenzaba bajo la bandera del
arte, la filosofía y la moral; pero sea como fuere, el actual momento de Rusia
bien puede ser el más importante de todos los que se han vivido durante
estos últimos veinticinco años. 18

Lo que nos dice Anna Filosofova acerca de la recepción a Turgueniev


por el público de la lectura a beneficio del Fondo Literario confirma am-
pliamente las palabras de Annenkov.

La sala estaba llena hasta los topes. El público aguardaba a Turgueniev. Cada
quien, con impaciencia, no apartaba la vista de la entrada [al escenario]. De
súbito apareció Turgueniev ... Es notable lo que realmente nos conmovió ...
todo el mundo se puso de pie, como un solo hombre, y se inclinó ante el rey
17
Ibid , p. 377.
18
Ibid, p 553.

524 .... "CON PA LABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
del espíritu [ilustrado]. Recordé el episodio de Victor Hugo cuando volvió del
exilio a París [al término de la guerra franco-prusiana] y toda la ciudad se
lanzó a las calles para saludarlo. 19

Otros escritores también participaron, pero todas las miradas estaban


fijas en Turgueniev y en Dostoievski. Su presencia yuxtapuesta en el esce-
nario unía así los polos opuestos de la cultura rusa. Como dijo el escritor
B. M. Markevich: "¿Qué hay en común, me pregunté ... , entre tan 'incura-
ble occidentalista', en palabras del propio Turgueniev sobre sí mismo , y ese
eterno buscador de la auténtica verdad rusa ... cuyo nombre es Dostoiev-
ski?"2º Ambos competían, en estas ocasiones supuestamente apolíticas, por
las mentes y los corazones del público de quien dependía el futuro, y cada
cual sintió, como Annenkov, que su patria estaba enfrentándose a la más
grande crisis sociopolítica desde la guerra de Crimea.

Dostoievski y Turgueniev habían alimentado una larga hostilidad personal.


Si hemos de creer a un relato de su reunión entre bambalinas, en esta fun-
ción de caridad -relato basado en hablillas, dejado por un partidario de
Turgueniev-, éste conservó la compostura. Siempre procediendo como
correcto caballero, le tendió la mano a Dostoievski ... , quien se negó a co-
rresponder y se dio vuelta. Este desaire bien pudo ocurrir (Dostoievski
podía ser imperdonablemente rudo), pero si el incidente ocurrió, fue fuera
de la vista del público. 21 Turgueniev leyó al comienzo del programa, y es-
cogiÓ su C:uel1tü. "El adminístrador", de sus clásicas Memorias de un cazador.
Dostoievski prefirió siempre leer en la segunda parte, después del interme-
dio, y entonces produjo ese "algo distinto" de lo que había hablado. Lo que
leyó fue la aún inédita "Confesión de un corazón apasionado", que provo-
có una respuesta sensacional. Como escribió Anna Filosofova,

leyó esa parte en que Katerina Ivánovna le lleva el dinero a Mitia Karamázov, a
un bárbaro que desea mostrarle su superioridad y deshonrarla por su candi-
19
Ibid, pp. 377-378.
20
Letopis .. , op. cit., vol. 3, p. 306.
21
l. Volgin, Poslednie God Dostoevshogo, Moscú , 1986, p. 67.

EL GRAN DEBATE .... 525


ción de mujer orgullosa. Pero entonces el bárbaro se calmó, y el que triunfó
fue el ser humano ... ¡Gran Diosl ¡Cómo me latía el corazón ... 1 ¿Es posible
transmitir la impresión que nos había dejado la lectura de Fiódor Mijaílovich? .
Todos sollozábamos, cada quien rebosaba en una especie de éxtasis moral [... ]
Para mí, esa noche, Turgueniev en cierto modo se desvaneció, y casi no lo
escuchén

Entre el público también estaba presente Varvara Timofeieva, que ha-


bía sido ayudante y confidente de Dostoievski cuando él era el director de
El Ciudadano. No habían vuelto a encontrarse, y en realidad sólo acudió
"para ver y oír a Turgueniev", pero salió de la sala "con la impresión dejada
tan sólo por Dostoievski". De hecho, su relación de los hechos no mencio-
na siquiera la lectura de Turgueniev, aunque sí describe la "voz biliosa, pe-
rezosa, tajante y monótona" de Saltikov-Shchedrin, cuando leyó su cuento
satírico. La aparición de Dostoievski la conmovió profundamente, y al vol-
ver a oír su voz, surgieron recuerdos de las muchas horas que habían pasa-
do juntos. "Leyó un capítulo de Los hermanos Karamázov", y para ella -así
como, en su opinión, para muchos otros- fue "algo así como la revelación
de nuestro destino ... , fue la disección anatómica de nuestro cadáver putre-
facto y gangrenado ... , una disección de los abscesos y enfermedades de
nuestra conciencia embrutecida, de nuestra vida enfermiza, podrida y aún
esclavizada". 23
No sólo Timofeieva sino todo el público se sintió conmovido hasta lo
más hondo, y ella describe a un joven desconocido , sentado a su lado, que
"temblaba y suspiraba" y "se ruborizaba y palidecía, sacudiendo convulsi-
vamente la cabeza y apretando los puños, como conteniéndose con difi-
cultad de estallar en aplausos". Cuando finalmente llegó el aplauso, fue
ensordecedor, duró quince minutos y Dostoievski fue llamado cinco veces
a escena. Las emociones que Dostoievski había logrado comunicar pueden
expresarse en las palabras de Timofeieva: "De pronto sentimos que no sólo
era innecesario 'esperar' [referencia al cuento de Saltikov-Shchedrin] sino
que en realidad era imposible dudar por un solo momento ... Era imposi-
ble porque cada momento nos lleva más cerca de las tinieblas eternas o de
la luz eterna ... a los ideales evangélicos o a la bestialidad". 24 La sensibili-
22
DVS, vol. 2 , p. 178.
23
Ibid., pp. 192-193 .
24
Ibid., p. 193.

526 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES'"
dad apocalíptica de Dostoievski no pudo armonizar mejor con el tenso
temperamento de su público, desgarrado por emociones conflictivas por el
desesperado duelo entre el régimen cada vez más opresivo del zar liberador
(que ahora luchaba por su vida) y los revolucionarios que habían empeza-
do por invocar el ejemplo de Cristo y ahora estaban cometiendo asesina-
tos. No es de sorprender que Turgueniev dejara de ocupar el centro del
escenario. Nikolái Strájov le escribió a Tolstoi: "Me gustó mucho que el
público saludara a Dostoievski con el mismo entusiasmo que a Turgue-
niev". Al poeta A. A. Fet también le escribió: "Dostoievski por primera vez
recibió una ovación que lo igualó a Turgueniev. Quedó muy feliz". 25 Cuan-
do Dostoievski visitó a Filosofova al día siguiente, aun desde antes de que
pudiera preguntarle, con voz temblorosa, si la velada "había salido bien",
ella le echó los brazos al cuello y empezó a llorar con el más profundo sen-
timiento. 26

La hostilidad entre los dos escritores salió a la luz el 13 de marzo, en un


banquete organizado en honor de Turgueniev por el grupo de literatos
de San Petersburgo, al que pertenecía Dostoievski. Algunos de los más de
doce discursos pronunciados en su honor resultaron embarazosamente al-
mibarados. Por ejemplo, D. V Griegoróvich dijo que si se colocara a Tur-
gueniev contra una ventana,_la luz brillaría a través de él como a través de
un cristal, "tan puro es él moralmente entre nosotros". El célebre abogado
V D. Spasovich, a quien Dostoievski había censurado tan severamente en
el Diario de un escritor, saludó al huésped de honor en términos igualmente
elogiosos, pero también habló de la "medianoche" de la vida social rusa en
que todos estaban viviendo. Sin embargo, Turgueniev intervino con la ob-
servación de que "no hay noche donde se puede encontrar a León Tolstoi,
Goncharov, Dostoievski, Pisemski". 27 Dostoievski también fue mencionado
en otro discurso, en que se pidió a los reunidos levantar sus copas "en ho-
nor de todos los notables creadores del decenio de 1840".
Por último, Turgueniev se levantó, y saludó lo que veía como la nueva
reconciliación de las generaciones, cuya separación había pintado una vez
25
Citado en Volgin, op. cit., p. 72.
26
DVS, vol. 2, p. 378.
27
Citado en Volgin, op. cit., pp. 74-75.

EL GRAN DEBATE ... 527


en Padres e Hijos. Había llegado el momento, afirmó, en que la escisión
podía cerrarse porque ambas generaciones aceptaban ahora "un ideal que
no es remoto ni turbio sino bien definido, que puede realizarse, que tal vez
esté ya cerca y en que todos están unánimemente unidos". 28 Ese lenguaje
esópico era necesario, desde luego, dadas las circunstancias, pero todos
sabían que estaba refiriéndose a la posibilidad de "coronar el edificio"
(como les gustaba llamarlo a los rusos), es decir, al otorgamiento de una
constitución al estilo occidental por Alejandro ll que, al crear una demo-
cracia representativa, completaría el proceso iniciado con la liberación de
los siervos.
Este discurso provocó una ensordecedora ovación, y cuando otros co-
rrieron a felicitar al orador, Dostoievski eligió el momento para precipitar
un escándalo que ha quedado consagrado en los anales de la historia lite-
raria rusa, escándalo que bien pudo ser causado por su consternación ante
la noticia del último intento de asesinato, ocurrido ese mismo día. Tam-
bién él se acercó a Turgueniev, pero en lugar de palabras de aprobación, le
gritó esta pregunta: "Dígame ahora, ¿cuál es su ideal? ¡Hable!" En lugar de
contestar, Turgueniev simplemente bajó la cabeza y agitó los brazos en un
gesto de impotencia pero otros de los presentes dijeron en voz alta: "¡No
hable! ¡Ya sabemos!" Al parecer, otras voces apoyaron la petición, pero fue-
ron ahogadas por las de los partidarios de Turgueniev. Según una relación
de los sucesos, no siguió el consejo de sus admiradores de guardar silen-
cio, sino que replicó que "el asunto concernía a una constitución". La con-
ducta incorrecta de Dostoievski, que, según un periódico, rompió "el tono
general de veneración acordado a Turgueniev", fue desde luego mucho más
que un arranque de mal humor o, tal vez, de envidian Era , como siempre
había sido, un implacable adversario del concepto de una constitución
rusa, por el motivo de que sólo beneficiaría a la parte educada de la pobla-
ción, y no al campesinado. Mijaílovski había planteado una idea muy simi-
lar en su notable artículo sobre Los demonios.
Si Dostoievski intentó colocar a Turgueniev contra la pared con su in-
oportuna pregunta, en esa misma ocasión él se enfrentó a un dilema simi-
lar. Dos jóvenes periodistas de Nedelia (La Semana), publicación de pro-
nunciadas simpatías populistas, aprovecharon la ocasión para preguntarle
28
PSS, vol 25 , p. 60.
29
Los informes de este incidente proceden de Volgin, op. cit., pp. 75-76; también, Letopis ..
op. cit., vol 3, p 308.

528 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
a Dostoievski por qué su nueva novela estaba apareciendo en el periódico
de Mijaíl Kátkov, con cuyas represivas políticas derechistas suponían ellos
que él no podía estar de acuerdo. Esta conversación fue oída por otro de
los invitados, L. E. Obolenski, así como por el viejo amigo de Dostoievski,
Apollon Maikov, quien se fue furioso a su casa a escribir una carta que
nunca envió. Pero se ha conservado un borrador, el cual nos permite com-
prender por qué las respuestas de Dostoievski pudieron provocar tanta in-
dignación en el pecho de alguien que, pese a alguna fricción ocasional,
había demostrado ser un amigo fiel.
Como respuesta al desafío de los periodistas, nos informa Obolen-
ski, "Dostoievski empezó a justificarse acaloradamente explicando que
él tenía que mantener y alimentar a su familia, y que otras publicaciones
de tendencias más favorables no lo publicaban". 3º Lo que enfureció a
Maikov fue que parecía estar disculpándose por publicar en las páginas
de Kátkov.
Con toda la elocuencia poética de que pudo disponer, Maikov empezó
a protestar expresando su consternación por los testimonios ofrecidos a
Turgueniev. "Falsedad y mentira, presunción y estupidez, un tema y sólo
uno, en pocas palabras, todo el manicomio de la prensa de San Petersbur-
go, con Spasovich a la cabeza . . . Las últimas palabras de Turgueniev me
sorprendieron y me alarmaron ... algo como eso, en mi opinión, es el prin-
cipio del fin." (Existe la posibilidad de que Turgueniev hubiese hablado
más abiertamente de "coronar el edificio" en su discurso pero que luego
hubiese modificado sus palabras para la versión impresa aquí citada.) Mas
a pesar de su indignación por el ambiente de reformismo liberal que im-
peraba en el banquete, Maikov confirma que el mayor golpe que le asestaron
ese día, y que le detuvo el corazón, fue obra de ningún otro que Dostoiev-
ski ... un golpe dado en el "sanctasanctórum de mi alma [y que] hizo vaci-
lar mi fe en una persona". 31
Resumiendo en tres puntos lo que Dostoievski les había dicho a los
periodistas, Maikov ofrece un testimonio más completo que Obolenski:
1) Kátkov pagaba mejor que otras publicaciones y daba mayores anticipos;
2) era más fácil enfrentarse a la censura oficial, casi inexistente; 3) y ningún
periódico de San Petersburgo tocaría su obra. "Hasta llegué a esperar una

30
Volgin, op. cit., p. 242.
31
Ibid, pp. 243-244.

EL GRAN DEBATE ~ 529


cuarta parte -escribió Maikov-, y estaba dispuesto e impaciente por
apoyarlo ... pero usted evadió el asunto. "32
Lo que Maikov había esperado era que "usted, como persona indepen-
diente", hubiese proclamado "su simpatía y respeto a Kátkov, y hasta su
acuerdo en muchos puntos importantes, aunque sólo fuesen los que se
mencionaron en el banquete ... [pero] usted se apartó y no dijo nada''.
Maikov se sintió traicionado porque Dostoievski, que acababa de crear un
alboroto público planteándole a Turgueniev una pregunta que implicaba
su propio alineamiento con los adversarios de la reforma, como Kátkov, en
conversación privada con simpatizantes populistas se negara a reconocer
esta adhesión. "¿Qué7 -exclamó Maikov-. ¿Por simple dinero publica
usted con Kátkov7 En realidad, eso no es serio, eso no es así. ¿Qué es esto?
¿Una retractación? ¿Así como Pedro negó? ¿Por qué razón? ¿Por miedo a
los judíos? ¿Por popularidad? ¡Esto tal vez me haya dado un ejemplo de
cómo se ganó usted la confianza de los jóvenes! ¡Ocultándoles lo más im-
portante, halagándolosl" 33 Esas palabras acusadoras sin duda habrían
puesto fin a su amistad, pero nunca fueron enviadas , y las relaciones entre
ambos al parecer no se alteraron.
Y sin embargo, las preguntas así planteadas requieren alguna respues-
ta. ¿Estaba Dostoievski ocultando la verdad de sus convicciones , como lo
acusa Maikov? De hecho, Dostoievski nunca había estado de acuerdo con
la defensa que hacía Kátkov de una política rudamente represiva. Así se lo
había dicho, aunque muy diplomáticamente , desde finales de los sesenta,
tras el atentado de Dimitri Karakozov contra la vida del zar. Tanto Dos-
toievski como Kátkov eran antirradicales y leales partidarios del zarismo,
pero su oposición al concepto mismo de revolución no significaba que
estuviesen de acuerdo políticamente sobre cómo se había de combatir. El
reformismo liberal de Turgueniev que había provocado la ira de Dostoiev-
ski era, desde luego, anatema para Kátkov, pero igualmente lo rechazaban,
aunque por distintas razones, los populistas radicales. Como Dostoievski,
éstos estaban principalmente interesados en el bienestar de los campesi-
nos, y sus dos interrogadores obviamente sintieron que a este respecto él
estaba más cerca de ellos que de Kátkov. Además , al negarse abiertamente
a aliarse por completo con Kátkov, quien había pedido que el gobierno
tomara las medidas más drásticas para suprimir a los radicales, simple-
32
Idem.
33
Idem.

530 ... "CON PA LABRAS QU E Q UEMEN LOS CORAZON ES DE LOS HOMBRES"


mente se estaba man teniendo fiel a su propia creencia en que tan impla-
cable política no daba ninguna respuesta a los agobiantes problemas a los
que se enfrentaba la sociedad rusa. Sin embargo, al negarse a reconocer
cualquier acuerdo con Kátkov, sin duda sus respuestas fueron un tanto
evasivas.

La velada a beneficio del Fondo Literario había obtenido tan enorme éxito
que Anna Filosofova decidió repetirla una semana después, y logró que
ambos escritores aceptaran volver a presentarse. Lo importantes que eran
tales actos para Dostoievski en general, y en aquel momen to en particular,
puede juzgarse por lo que ocurrió dos días después del banquete en honor
a Turgueniev. El 15 de marzo, Dostoievski recibió una invitación a cenar
del gran duque Konstantin Konstantinovich, quien le escribió amablemen-
te que "encontrará usted a personas que ya conoce y para quienes, como
para mí, su presencia causará una gran satisfacción''. 34 No era fácil rechazar
una invitación de la familia real, pero Dostoievski no vaciló en informarle al
gran duque que le resultaba "absolutamente imposible cumplir con su de-
seo y aprovechar su tan halagüeña invitación''. 35 Le explicó que, como su
nombre ya había aparecido en el programa de la función benéfica, su can-
celación obligaría a los organizadores a devolver su dinero al público. Como
Turgueniev y otros notables también estaban en el programa, esta excusa
no estaba muy bien fundada; sin embargo, nadie se ofendió por ella.
La segunda velada para el Fondo Literario sólo hizo que continuara la
competencia entre los dos escritores. Dostoievski había elegido leer nueva-
mente "La confesión de un corazón apasionado"; Turgueniev seleccionó
otro cuento, "El lobo", pero también apareció en un número especial como
fin de fiesta: él y la fascinante y joven actriz M. G. Savina, por quien él había
llegado a concebir una pasión senil, representarían escenas de su obra Pro-
vintsialka (Una dama provinciana) La lectura de Dostoievski fue electrizante,
como siempre, y S. A Vengerov nos ha dejado una relación del efecto que,
como siempre, produjo. Todos los demás escritores, observa Vengerov, leye-
ron muy bien (excepto Saltikov-Shchedrin y Polonski) , y, sin embargo,

34
PSS, vol 30, libro 1, p. 289.
35 Ibid., p. 57; 15 de marzo de 1879.

EL GRAN DEBATE ... 53 1


los que escuchaban no perdieron el sentido de su propio ego; reaccionaron
a lo que oían de una manera u otra. Pero cuando leyó Dostoievski, todo el
que lo escuchara -así como el lector de sus novelas de genio de pesadilla-
perdió completamente su "yo" y quedó totalmente bajo el poder hipnótico de
aquel hombre de avanzada edad, demacrado y de aspecto común, con su pe-
netrante mirada fija en algún lugar lejano y ardiendo con un fuego místico:
ese mismo fuego, tal vez, que una vez ardió en los ojos del arcipreste Avvakum
[guía de los Viejos Creyentes, que fue quemado en la hoguera]. 36

Al término hubo un atronador aplauso; veinte veces fue llamado a sa-


ludar por el fascinado público; subieron al pódium un ramo de frescas ro-
sas, que le presentó "una joven belleza" (la hija de Anna Filosofova). María
Savina, quien treinta años después escribiría acerca de este acto, recordó
que Dostoievski parecía nervioso por el homenaje y no sabía qué hacer
con las flores. Desacostumbrado a semejantes homenajes, jugó con ellas
nerviosamente durante un rato y luego las depositó detrás del telón. Tur-
gueniev, quien también recibió un ramo (pero, al parecer, no de flores fres-
cas), se inclinó elegantemente a quienes se lo presentaron y pareció mucho
más desenvuelto. El clímax de la velada ocurrió cuando, después de la ac-
tuación de Turgueniev y de su encantadora compañera, el público insistió
en que tanto Turgueniev como Dostoievski volvieran a la escena. Los dos
no sólo se presentaron sino que, para estruendoso deleite del público, se
dieron firmemente la mano. Fue como si, ante la amenaza que se cernía
sobre el futuro del país, el público intelectual deseara ver unidas y no divi-
didas a sus autoridades espirituales. Fue como si quisieran curar la herida
constituida por el roce público en el banquete -que, desde luego, pronto
había sido del dominio público- y hubiesen logrado hacerlo, al menos en
lo exterior. Pero el pacto se rompería al año siguiente, cuando ambos parti-
ciparon en la develación de un monumento a Pushkin en Moscú.

Poco después salió Turgueniev de Rusia, movido a hacerlo por una solici-
tud de las autoridades, que se habían preocupado por las implicaciones

36
Vengerov aparece citado en Literaturnoe Nasledtsvo, 86 (Moscú, 1973), p. 4 78.

532 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
sociopolíticas de las manifestaciones públicas en su honor. Sin embargo, él
y Dostoievski volvieron a encontrarse al día siguiente de la segunda velada
del Fondo Literario, en el salón de la condesa Sofía Tolstaia . No se sabe si
intercambiaron algo más que unas cuantas palabras como era de rigor;
pero también estaba presente el vizconde Eugene Melchior de Vogüé, am-
bicioso y joven homme de lettres francés, por entonces en el servicio diplo-
mático y miembro de la embajada francesa en San Petersburgo . Laboriosa-
mente había adquirido un buen dominio de la lengua rusa durante sus dos
primeros años allí , había emparentado con la influyente familia Annenkov
(su esposa era dama de compañía de la zarina) y se movía con desenvoltura
en los círculos cultos de la capital. Habiéndose empapado de la literatura
rusa , el vizconde conocía, desde luego, las obras de Dostoievski, y nos ha
dejado algunas observaciones sobre su encuentro, especialmente valiosas
por proceder de un observador neutral extranjero. El rostro de Dostoievski

era el de un campesino ruso , de un verdadero mujik de Moscú: la nariz chata,


los ojos pequeños parpadeando bajo unas cejas arqueadas , ardiendo con un
fuego a veces sombrío , a veces amable; una frente amplia , llena de hendidu-
ras y de protuberancias; las sienes desvanecidas hacia atrás , como forjadas a
golpes de martillo; y todas estas facciones tensas , torcidas, terminaban en una
boca dolorosa. Nunca he visto en un rostro humano semejante expresión de
sufrimiento acumulado . .. Sus párpados, sus labios, todas las fibras de su ros-
tro temblaban con tics nerviosos. 37

Parte de su conversación la ha conservado de Vogüé en su seminal es-


tudio Le Roman russe, que reveló a los grandes escritores rusos al mundo
occidental. "Las discusiones literarias con Dostoievski - observa con ama-
ble ironía- terminaron muy pronto . Me interrumpió con una palabra de
orgullosa compasión: 'Poseemos el genio de todos los pueblos y también el
nuestro propio; así, podemos comprenderlos a ustedes y ustedes no pue-
den comprendernos a nosotros"'. Casi la misma opinión, aunque menos
lacónicamente, la había expresado ya en el Diario de un escritor. Después
de esta reminiscencia, el muy cortés de Vogüé pide perdón a la sombra del
finado Dostoievski, porque "hoy estoy intentando 38 [en su libro sobre la
literatura rusa] demostrar lo contrario". El mundano francés también se
17
E.M. de Vogüé, Le Roman russe, París, 1910, p 269.
38
Ibid., p. 2 70.

EL GRAN DEBATE ~ 533


divirtió con sus opiniones acerca de la Europa occidental, que le parecie-
ron "de una encantadora ingenuidad". Una noche habló de París "como
jonás debió de hablar de Nínive, con fuego bíblico". Lo que dijo fue: '"un
profeta aparecerá una noche en el Café Anglais y escribirá tres palabras
llameantes en la pared; y ésa será la señal del fin del viejo mundo, y París
se hundirá en sangre y fuego con todo aquello de que se enorgullece, con
sus teatros y sus Cafés Anglais' ". De Vogüé sólo pudo enarcar las cejas ante
esta tirada contra el Café Anglais, "ese establecimiento inofensivo", que
Dostoievski parecía considerar "el cordón umbilical de Sodoma". 39 Poco
sabía Dostoievski que el elegante diplomático francés al que estaba sermo-
neando sería, seis años después , el primer responsable de dar a conocer su
nombre entre los lectores cultos de Europa.
En una carta a Victor F Putsikovich, quien recientemente había dejado
la dirección de El Ciudadano y deseaba ser corresponsal extranjero del pe-
riódico de Kátkov, escribe alegremente Dostoievski que "Los hermanos Ka-
ramázov está produciendo aquí una sensación: en el palacio, entre el pú-
blico lector y en lecturas públicas, de lo que sin embargo sabrá usted por
los periódicos". 40 Pocos días después, escribiendo desde Moscú, contestó
Putsikovich: "Su novela está creando aquí la misma sensación que en Pe-
tersburgo". Su carta, de la que sólo se conserva un extracto, contiene asi-
mismo cierta referencia a una crítica de los capítulos publicados hecha por
Kátkov en una conversación. "La observación de Kátkov -escribe- se
refirió tan sólo al realismo extremo: de dos o tres capítulos. No niega en
absoluto la importancia artística de estos capítulos, pero sólo dijo que us-
ted los desarrolló innecesariamente de tal modo que, a causa de ellos, él
tuvo que ocultar a sus hijas toda la segunda parte." 41 En el pasado, había
insistido Kátkov en que Dostoievski reescribiera la versión inicial del capí-
tulo de Crimen y castigo en que Sonia le lee a Raskóhükov las páginas del
Nuevo Testamento que describen la resurrección de Lázaro; empero, nin-
guna admonición editorial se le hizo al autor que ahora se había converti-
do en figura tan dominante de la vida cultural rusa.
A mediados de marzo, La Voz publicó un relato del juicio de dos ex-
tranjeros, una pareja de apellido Brunst, acusados de monstruosos maltra-
tos a su hija de cinco años, y Dostoievski empleó algunos de sus detalles
39
Ibid., pp. 270-271.
40
PSS, vol. 30, libro 1, p. 57; 12 de marzo de 1879.
41
Letopis .. , op cit, vol. 3, p. 309.

534 .... "CO N PA LABRAS QU E Q U EM EN LOS COR AZ ON ES DE LOS HOMBRES"


(el embadurnar el rostro de un niño con excremento) en el rebelde vitupe-
rio de lván Karamázov contra Dios por haber creado un mundo en que
eran posibles semejantes horrores. Por desgracia, otro juicio, simultáneo,
también atrajo su atención: el de nueve judíos georgianos acusados de ase-
sinar a una muchacha en el distrito de Kutais de esa región. La niña des-
apareció la víspera de la Pascua de los hebreos, y aunque en la acusación
no se mencionaron cosas tradicionales, en la prensa rusa, incluso en El
Ciudadano, mucho se habló sobre si, de hecho, "fanáticos sectarios [ju-
díos]" secuestraban y asesinaban a niños cristianos con el fin de obtener su
sangre para propósitos rituales en esa época del año. Así, todos supieron
cuál era la acusación, y dice mucho en favor del reformado sistema jurídi-
co ruso el que los judíos de Kutais, contra quienes no se presentó ninguna
prueba, quedaron libres el 17 de marzo. Una apelación al tribunal supre-
mo, un año después, dio el mismo resultado.
Por desdicha, basándose exclusivamente en los relatos de periódico,
Dostoievski llegó a la conclusión opuesta. Al escribirle a Olga Novikova,
cuyas colaboraciones en la prensa inglesa le valieron el título de "la Miem-
bro del Parlamento desde Rusia", dijo: "¡Qué repugnante que los judíos de
Kutais hayan quedado libres! No hay duda de que son culpables. Estoy
convencido de ello por el juicio y por todo, incluso por la vil defensa de
Aleksandrov, quien aquí es un connotado pillo ... 'un abogado es una con-
ciencia alquilada"'. 42 P A. Aleksandrov había defendido a Vera Zasulich,
de cuya culpabilidad nunca se dudó, y esto pudo influir sobre el juicio de
Dostoievski. Pero resulta escandaloso e imperdonable verle aceptar la posi-
bilidad de un delito de sangre sin tomar en cuenta, para nada, la falta de
pruebas contra los acusados. También esta noticia, por desgracia, pasó a
formar parte de Los hermanos Karamázov.

No es de sorprender que Los hermanos Karamázov estuvíese causando sen-


sación entre el público lector ruso. No sólo el dominio artístico de Dos-
toievski se mostraba de la manera más triunfante, sino que la cuestión te-
mática del libro -si podía justificarse moralmente el asesinato para

42
PSS, vol. 30, libro 1, p. 59; 28 de marzo de 1879.

EL GRAN DEBATE ~ 535


destruir un mal monstruoso- era planteada ante los mismos lectores
prácticamente cada vez que abrían sus periódicos. Un funcionario tras otro
cayeron víctimas de las venganzas de los populistas, que de hecho habían
declarado la guerra al régimen zarista, y el 2 de abril, como ya se observó,
hubo un atentado contra la vida del propio zar. En 1866, cuando Alejan-
dro se libró de ser asesinado, hubo una enorme efusión de apoyo nacional
al gobierno, y un difundido regocijo por la buena fortuna del zar. Esta vez
no ocurrió nada remotamente similar. Como lo observó dos meses después
una comisión del gobierno, "especialmente digna de atención es la casi
completa falta de apoyo de las clases educadas al gobierno en su lucha
contra una relativamente pequeña banda de malhechores ... Ellos [las cla-
ses educadas] hasta cierto punto están esperando los resultados de la bata-
lla".43 Dostoievski casi se había puesto histérico al oír del fallido asesinato
en 1866, y bien podemos presuponer que también se alteró esta vez, pero
no hay ningún relato testimonial de alguna reacción. Sin embargo, un epi-
sodio que aparece en la literatura de memorias ha sido verosímilmente li-
gado a este acontecimiento.
M. V Kametskaia, la hija de Anna Filosofova, recuerda que un día oyó
sonar la campanilla de su departamento , y cuando fue a saludar al visitan-
te, allí estaba Dostoievski,

[quien] avergonzado, dando disculpas, de pronto comprendió que nada de


eso era necesario. Estaba allí ante mí, con el rostro blanco, limpiándose el
sudor de la frente y respirando con trabajo por haber subido corriendo las
escaleras. "¿Está tu mamá en casa7 Bueno, ¡alabado sea Dios! " Luego, me
tomó la cara entre las manos y me besó en la frente: "Bueno , ¡alabado sea
Dios! ¡Acababan de decirme que las habían arrestado a las dosl "44

Por la ciudad había cundido el rumor de que madre e hija estaban de-
tenidas. Aunque Kametskaia no específíca la fecha de esta visita, se la ha
situado, creíblemente, en el día del intento de asesinato. 45 En realidad, no
pasaría mucho tiempo sin que las autoridades decidieran poner alto a las
actividades de Anna Filosofova. En noviembre de 1879 se le pidió , cortés
pero firmemente , que se fuera a Wiesbaden, donde a menudo había pasa-
3
.¡ Franco Venturi , Roots of Revolution, trad. de Francis Haskell, Nueva York, 1966, p 633.
H DVS, vol 2, p 380 .

5 Letopis ... , op. cit. , vol. 3, p. 312.

536 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZON ES DE LOS HOMBRES"
do vacaciones, y que no retornara. Alejandro II le dij o a su esposa que sólo
por gratitud a sus servicios no la habían enviado a un exilio mucho menos
agradable.
El trabajo de Los hermanos Karamázov continuaba, desde luego , sin
pausa, y sin embargo , Dostoievski aceptó dos nuevas invitaciones a dar
lecturas a comienzos de abril. Una de ellas, que le causó particular placer,
le llegó de la Sociedad Froebel, grupo dedicado a promover las teorías
educativas de Friedrich Froebel, el inventor alemán del sistema de Kinder-
garten. Como el público sería principalmente infantil , Dostoievski leyó su
"Niño en la fiesta de Navidad", y Anna Grigórievna llevó a sus hijos para
que escucharan a su padre. La velada fue un gran éxito y, como después
escribió su esposa , "él se quedó hasta el término de la festiva ocasión, ca-
minando por los salones con sus hijos, observando los juegos y gozando
al ver la alegría de los niños ante lugares que nunca habían visto''. 46
Pocos días después, el 5 de abril, Dostoievski volvió a leer, a beneficio
de las estudiantes menesterosas de los Cursos de Educación Superior de
Bestuzhev para Mujeres. También leyeron muchos otros pero, como ya era
costumbre, él recibió la mayor atención y aprobación. El acto fu e mencio-
nado en el periódico Tiempo Nuevo, el cual comentó que "la habitual cor-
dialidad y entusiasmo con que la juventud femenina en general recibe a
escritores y artistas se transformó en una ovación triunfal cuando F M.
Dostoievski se adelantó al podio''. Leyó de Los hermanos Karamázov, esta
vez de lo que parece haber sido el capítulo 2 de la segunda parte, libro 4 ,
en que Iliusha Snegiriov es atacado por los otros alumnos y le muerde el
dedo a Aliosha Karamázov.
Según el periódico, "el personaje principal era un niño de nueve años
que sufría profundamente por su padre , un capitán del ejército, ya retira-
do , quien había sido gravemente insultado por uno de los Karamázov. El
tema profundamente dramático , el fino análisis de las pulsaciones psíqui-
cas, la gran verdad artística en general: todo esto destacó, en la magistral
lectura de Fiódor Mijaílovich, con insólito relieve". El público escuchó con
tal atención que no podía oírse más que su voz; cada quien se esforzaba
por captar cada palabra, "y cuando terminó la lectura, las paredes del salón
se estremecieron por las ensordecedoras muestras de entusiasmo''. 47 Lleva-


6 Anna Dostoevsky, op. ci t., p 304 .
7
.¡ Letopis .. ., op. cit, vol. 3, pp . 313-3 14.

EL GRAN DEBATE ~ 537


ron al escenario una gran corona de flores frescas, y el periodista añade
que este homenaje fue sólo una tenue sombra de la corona entretejida para
Dostoievski en los corazones de la juventud estudiosa femenina.
Doce días después, se fue a su rústico retiro en Staraya Rusa para po-
der seguir escribiendo con relativa tranquilidad. El inmenso éxito de lo
que ya había publicado lo convenció aún más firmemente, de ser necesaria
esta confirmación, de que su libro estaba tocando un nervio sumamente
doloroso del público. No sólo era un suceso literario sino una inspirada
respuesta a las complejidades morales de la situación crítica por la que es-
taban pasando todos los rusos cultos. Y si Dostoievski tuviese alguna duda
al respecto, ésta se habría disipado por una carta que recibió del influyente
editor Serguéi Yuriev, quien acababa de recibir autorización para lanzar su
nueva revista, Russhaia Misl (El Pensamiento Ruso). Al animar a Dostoievski
a colaborar una vez más con una novela, escribió que no sólo "embellece-
ría sus páginas" sino que también serviría para drenar "el absceso moral
que está devorando nuestra vida". 48

48
Ibid., p. 31 4.

538 ... "CO N PALA BRAS QU E Q UEM EN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
XXIII. La rebelión y el Gran Inquisidor

DosTOIEVSKI salió de San Petersburgo el 1 7 de abril rumbo a Staraya


Rusa, donde se quedaría hasta el 17 de julio, trabajando arduamente en
la continuación de su novela. Estaba escribiendo por entonces el libro 5
de la segunda parte, "El pro y el contra", que contiene algunas de las
partes más poderosas de la obra: la rebelión de Iván contra el mundo de
Dios y la Leyenda del Gran Inquisidor. Durante este periodo, no se apar-
tó de su escritorio, redactando capítulo tras capítulo de su última obra
maestra.
Para evitar equívocos que pudieran dar lugar a objeciones, y, tal vez , a
la censura, cada sección que envió fue acompañada por una carta de expli-
cación. Éstas ofrecen un comentario continuo sobre los objetivos ideológi-
cos y artísticos de Dostoievski, que son extremadamente valiosos y absolu-
tamente únicos en el corpus de su obra. Sobre otras obras tenemos notas y
cartas, pero nada que, de esta manera, elucide el texto terminado.

Esbozándole sus planes futuros a N.A. Liubímov el 30 de abril, se discul-


pa por no poder enviar sus siguientes capítulos, como lo había prometido,
para comienzos de mayo; pero garantiza su envío antes del día 15 . "El pro-
blema es -explica- que éste es ahora, para mí, el punto culminante de la
novela. Debo hacer bien las cosas, y para ello no debo apresurarlas". Aña-
de que "todo lo que sigue desde aquí estará en su forma final para cada li-
bro. Es decir, por pequeño o grande que sea el fragmento, contendrá algo

~ 539
completo y terminado''. 1 Así, cada sección que tratara de un personaje es-
pecífico o un motivo temático estaría completa en sí misma.
Dostoievski también incluye ciertas observaciones acerca de su amigo
Victor Putsikovich, quien se había ido de Rusia a Berlín para librarse de la
prisión por deudas. Éste ahora estaba intentando publicar una edición del
diario en Alemania, y Dostoievski trató (infructuosamente) de conseguir el
apoyo de Kátkov para ese proyecto. Pocos días después , le hace una pro-
mesa muy tentativa a Putsikovich de una colaboración para la propuesta
revista. Escribe también: "Te pediré muy seriamente no responder a La Voz
y otros, con respecto a los Karamázov y similares en los primeros números.
Porque me parece indecente tener una pieza mía y criticar a otros en mi
defensa en el mismo número. Yo responderé a La Voz, pero no antes del
otoño, cuando descubra exactamente quién la escribió. Eso me es muy
necesario para el carácter de la réplica". 2
Dostoievski también ofrece algunos otros consejos que arrojan una luz
indirecta sobre su novela. Al animar a Putsikovich a incluir una rúbrica
intitulada "De la vida de rusos en el extranjero", le asegura que los lectores
se interesarán por saber de tales expatriados, de su "actitud apática hacia
Rusia, su pereza , nihilismo , indiferencia , etc. , y, lo más importante, sus vi-
das privadas". Pero también le dice que "si escribes acerca de nihilistas ru-
sos, entonces no debes criticarlos tanto a ellos como a sus padres. Desarro-
lla esa idea, porque la raíz del nihilismo no sólo está en los padres, sino
que los padres son aún peores nihilistas que los hijos . Nuestros villanos
clandestinos tienen una especie de ardor vil, mientras que los padres tie-
nen los mismos sentimientos, pero con cinismo e indiferencia, lo cual es
aún más vil".3 Tales observaciones concuerdan bien con la manera en que
son presentados lván Karamázov y su padre.
Siete días después, Dostoievski envió la primera mitad del libro 5, "El
pro y el contra", título sugestivo de que acaso se hubiese propuesto origi-
nalmente que esta sección incluyera no sólo la apasionada rebelión de lván
contra el mundo de Dios sino también su refutación por el padre Zósima.
Una discusión entre lván y Aliosha hallada en las notas sugiere que la pre-
sentación de la revuelta de lván habría podido ser inmediatamente seguida
por la respuesta del padre Zósima. "¿Está vivo tu Padre Seráfico? -le pre-
' PSS, vol. 30, libro 1, p 60; 30 de abril de 1879.
2
Ibid. , pp. 61-62; 3 de mayo de 1879.
3
Idem.

540 <11 "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZON ES DE LOS HOMBRES"
gunta lván a su hermano-. * Está vivo, y ha escrito su última palabra'',
responde Aliosha , respuesta que sugiere que esta "última palabra" llegaría
muy pronto (v. 15 , p. 230). Pero Dostoievski decidió reservar un libro se-
parado a las prédicas del padre Zósima , que aparecen en la forma de una
zhitie tradicional escrita por Aliosha. Así, "El pro y el contra" sólo se refiere
al debate interno del propio lván entre su reconocimiento de la sublimidad
moral del ideal cristiano y su indignación ante un universo de pena y sufri-
miento. Y en la escala histórica universal , por su cuestionamiento de los
fundamentos morales tanto del cristianismo como del socialismo en la Le-
yenda del Gran Inquisidor.
Dostoievski sabía que la poderosa acusación de lván Karamázov ofen-
dería no sólo la piedad religiosa de muchos de sus lectores sino también la
de sus editores. Por ello, le pareció prudente acompañar sus capítulos con
cierto comentario explicativo. Llamando al libro 5 "el punto culminante de
la novela" (designación que también les daría a secciones posteriores), des-
cribe sus intenciones como "el retrato de la más grande blasfemia y la se-
milla de la idea de la destrucción en nuestro tiempo en Rusia entre los jó-
venes desarraigados de la realidad, y, junto con la blasfemia y la anarquía ,
su refutación, que ahora estoy preparando en las últimas palabras del mo-
ribundo anciano Zósima, uno de los personajes de la novela''. Caracteriza
estas convicciones de lván "como una síntesis de lo que es actualmente el
anarquismo ruso. El rechazo no sólo de Dios, sino del significado de Su
creación. Todo el socialismo ha brotado y comenzó con la negativa del sig-
nificado de la realidad histórica y terminó en un programa de destrucción
y anarquismo".4
Durante los sesenta , la negación de la existencia de Dios había ido de
la mano con un rechazo de la propia moral cristiana; empero, el esfuerzo
por establecer la vida humana sobre unos fundamentos morales-sociales
alterados, derivados de la filosofía y la ciencia , ahora había sido abandona-
do . Los populistas habían restaurado la moral del Dios cristiano (cuales-
quiera que fuesen sus opiniones acerca de la divinidad) y ahora estaban
aplicándola a Su propia creación. En efecto, estaban rechazando "el signifi-
cado de la realidad histórica" que Él supuestamente había establecido para
corregir Su obra a la luz de los mismos principios cristianos que había pro-
* lván utiliza irónicamente esta denominación, tomada de la escena fin al de la segunda par-
te del Fausto de Goethe, para designar al padre Zósima.
4
Ibid., p 63 ; 10 de mayo de 1879.

LA REBELI ÓN Y EL GRAN IN QU ISIDOR ~ 541


clamado. Así, la protesta de lván contra el mundo de Dios está redactada
en términos del valor cristiano de la compasión: el mismo valor que el pro-
pio Dostoievski (o el príncipe Mishkin en El idiota) había llamado una vez
"la principal y tal vez la única ley de toda existencia humana" (v. 8, p. 192).
"Mis héroes toman el tema -continúa Dostoievski- que yo creo irrefuta-
ble -el sinsentido del sufrimiento de los niños- y de él derivan el absur-
do de toda realidad histórica." 5 La razón o la racionalidad no pueden hacer
frente a lo insensato de tales sufrimientos, y el padre Zósima responderá
sólo con un salto de fe en la bondad y la misericordia últimas de Dios.
Invocando la considerable autoridad de K. P Pobedonostsev, intenta
Dostoievski contrarrestar de antemano las habituales acusaciones que se
hacían contra él. Le informa a Liubimov que, aunque algunos de los perso-
najes de Los demonios habían sido tildados de fantasías patológicas, "eran
vindicados por la realidad y por tanto habían sido bien discernidos. Me ha
hablado [Pobedonostsev] de dos o tres casos de anarquistas detenidos que
fueron asombrosamente similares a los que yo pinté". Para reforzar esta
pretensión de impecable "realismo", pese al clamor de la crítica, añade que
"todo lo que el protagonista dice en el texto que le he enviado a usted se
basa en la realidad". Todas las torturas que Dostoievski pinta en las pala-
bras febriles de lván fueron tomadas de relatos de periódicos o de fuentes
históricas, de las que podía dar la referencia exacta. También le asegura al
editor que sus páginas no contienen "una sola palabra indecente", pero le
preocupa que algunos de esos detalles puedan ser suavizados. "Ruega e
implora" que se retenga la expresión utilizada al escribir el castigo infligido
a una niña: "Los atormentadores que la están criando la embarran con ex-
cremento por no haber pedido que la llevaran al excusado por la noche. No
debe usted suavizarlo . . . ¡eso sería triste, muy triste! No estamos escribien-
do para niños de diez años" . (La terminología no fue modificada.) Y luego,
enfocando un tema más general, le asegura Dostoievski al editor que "la
blasfemia de mi protagonista será solemnemente refutada en el próximo
número (de junio) , en lo cual estoy trabajando ahora con temor, trepida-
ción y reverencia, pues considero que mi tarea (la derrota del anarquismo)
es un deber cívico". 6
En la obra de Dostoievski había sobrados precedentes de su enfoque
temático del problema de la teodicea planteado por Iván: el problema de la
5
Idem.
6
Ibid, p. 64.

542 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
existencia del mal y el sufrimiento en un mundo supuestamente creado
por un Dios de amor. Ningún lector judeocristiano puede dejar de pensar
a este respecto en el Libro de Job, y la creación de Dostoievski es una de las
pocas cuya voz resuena con igual elocuencia e igual angustia. Aunque en
las notas para esos capítulos no se hace referencia explícita a Job, su nom-
bre aparece tres veces en otras secciones, y el padre Zósima narrará la
historia de Job, subrayando su conclusión consoladora, en sus últimas
palabras. En una carta de Dostoievski a su esposa ya citada , pero que vale
la pena volver a mencionar, había escrito en 1875 que "estoy leyendo a
Job y me deja en un estado de doloroso éxtasis; dejo la lectura y me paseo
por la habitación casi llorando ... Este libro , querida Anna, es extraño , fue
uno de los primeros que me impresionaron en mi vida . Yo era práctica-
mente un infante".7 Este recuerdo es atribuido ahora al padre Zósima,
quien recuerda haber oído leer en voz alta en la iglesia el Libro de Job a la
edad de 'ocho años , "y siento como sentí entonces , pavor reverencial y
maravilla y alegría . Desde entonces ... nunca he podido leer ese sagrado
relato sin lágrimas" (v. 14 , pp. 264-265). Alimentado por el propio pesar
de Dostoievski ante la pérdida de su hijo Alekséi, este magnífico capítulo
también se basó en sentimientos que habían estado conmoviéndolo du-
rante toda su vida.*

7
PSS, vol. 29, libro 2, p. 43; 10-22 de junio de 1875.
··· Los estudios rusos han localizado una fuente más contemporánea que acaso eierciera al-
gún efecto sobre el texto de Dostoievski, aunque su influencia sólo sea una posibilidad. Involu-
cra la figura de Belinski, quien desempeñó un papel tan importante en la vida de Dostoievski y
quien , como veremos, también está vinculada con los orígenes de la Leyenda del Gran Inquisi-
dor. A N. Pipin publicó en 1875 una biografía de Belinski que incluía extensos fragmentos de
sus cartas de comienzos de la década de 1840. Por entonces, Belinski estaba liberándose de una
errónea interpretación de Hegel propagada por Bakunin, que de momento era un celoso propa-
gandista del hegelianismo de derecha. Bakunin insistía en que Hegel estaba pidiendo "una re-
conciliación con la realidad" (¡la terrible realidad de la Rusia de Nicolás 11) porque el filósofo
había proclamado que "lo real es lo racional". ·Cuando Belinski empezó a encontrar intolerable
esa doctrina, explotó en cartas que denunciaban, casi como lo hace lván , la apología del mal
contenida en la idea de que la inmolación de algo es necesaria para la armonía del todo. "Aun si
yo alcanzara lo más alto de la escala del desarrollo humano -escribió- , en ese punto tendría
que pedir cuentas [a Hegel] por todas las víctimas de la vida y de la historia, todas las víctimas
del accidente y de la superstición , de la Inquisición y de Felipe 11, etc., etc.; de otra manera, me
arrojaría de cabeza" (citado en PSS, vol. 15, p. 470). Podemos bien suponer que Dostoievski
había leído el libro de Pi pin, y esta carta también fue citada en un artículo de N. K. Mijaílovski
sobre "Proudhon y Belinski", en el número de noviembre de 1875 de las Notas de la Patria.

LA REBELIÓN Y EL GRAN INQUISIDOR ~ 543


3

A mediados de mayo, Dostoievski envió a K. P Pobedonostsev otra expli-


cación de por qué produjo tan extremadamente insólita y poderosa conde-
nación de Dios. Repitiendo que el libro 5 "de mi novela es el culminante",
define "el punto del libro" como la "blasfemia y la refutación de la blas-
femia".

La blasfemia la he tomado como yo mismo la sentí y la comprendí, en su for-


ma más poderosa, es decir, precisamente como ocurre entre nosotros hoy en
Rusia con (casi) todo el estrato superior, y básicamente con los jóvenes, es
decir, hoy ha sido abandonado el rechazo científico y filosófico de la existen-
cia de Dios, los socialistas prácticos de hoy no se molestan con eso para nada
(como lo hacía la gente en el siglo pasado y la primera mitad del presente).
Pero, por otra parte, la creación de Dios, el mundo de Dios y su significado
son negados con la mayor fuerza posible. Eso es lo único que la civilización
contemporánea considera absurdo. 8

Dostoievski siempre había sostenido que personajes como Stavroguin


y Kirillov, a quienes sería difícil llamar "realistas" en el sentido de ser reco-
nociblemente típicos , revelaban, sin embargo , más de la esencia de la vida
rusa que sus contendientes literarios menos "fantásticos"; y ahora sostiene
que su presentación de lván Karamázov dista mucho de ser sólo una in-
vención artística.

Así, puedo jactarme [insiste] de que hasta en un tema tan abstracto [el recha-
zo del mundo de Dios antes esbozado] no he traicionado el realismo. La refu -
tación de esto (no directa , es decir, no de una persona a otra) aparecerá en las
últimas palabras del anciano moribundo. Muchos críticos me han reprochado
abordar en mis novelas unos temas supuestamente erróneos , irreales, etc. Yo,
por lo contrario, no conozco nada más real , precisamente, que estos temas.

Su técnica siempre había consistido en refutar las ideas que estaba


combatiendo "indirectamente", es decir, no por un argumento explícito sino
mediante la dramatización de sus consecuencias sobre el destino de sus

8
PSS, vol. 30 , libro 1, p. 66; 19 de mayo de 1879.

544 .... "CON PALABRAS Q UE QUE M EN LOS CORAZONES DE LOS HO MBRES"


personajes. En efecto, sentía que todo enfrentamiento directo bien podía
resultar contraproducente. "Hace poco leí en Tiempo Nuevo -le señala a
su correspondiente-, acerca de una directiva del Ministerio de Ilustración
Pública que ordena a los maestros refutar el socialismo en sus aulas (y por
lo tanto, discutir con sus estudiantes). No podemos ni siquiera imaginar
cuán peligrosa es semejante idea". 9
Para mostrar la impotencia de la racionalidad en ese dominio, Dostoiev-
ski se refiere a la reciente ejecución de un oficial llamado V D. Dubrovin,
cuyo regimiento había estado acantonado en Staraya Rusa y que era bien
conocido de la población local. Dubrovin había estado en correspondencia
con un miembro de la organización clandestina Zemlia i Volia, y fue con-
denado a muerte por haber ofrecido resistencia armada al ser arrestado.
Dostoievski lo llama "indiscutiblemente un loco", en cuyas ideas, si se les
compara con las del resto de su regimiento, "verá usted tal diferencia como
si [ellos fueran] gente de distintos planetas, pero mientras tanto Dubrovin
vivió y actuó con la firme convicción de que todos y todo su regimiento se
volverían como él, y razonarían como él en cada detalle". Esa gente "tiene
su propia lógica, sus enseñanzas, su código de derechos, hasta su propio dios,
y sus convicciones no podrían ser más firmes". Desechar las convicciones
de Dubrovin simplemente como "locura" es, por tanto, un absoluto error;
Dostoievski las atribuye a una causa mucho más profundamente arraigada.

Carecemos de cultura (que existe en cualquier otra parte), mi estimado Kons-


tantin Petrovich, y carecemos de ella por causa del nihilista Pedro el Grande.
Fue arrancada de raíz. Y como no sólo de pan vive el hombre, nuestra pobre
persona sin cultura no puede dejar de inventar algo enteramente fantástico y
absurdo, que no sea como algo que haya sido visto antes (porque aunque lo
haya tomado todo, íntegro, del socialismo europeo, lo ha retocado de talma-
nera que no se parece a nada visto antes). 1º

En su retrato del padre Zósima y del mundo del monasterio en que


vivia, una de las más antiguas instituciones de Rusia, Dostoievski sin duda
estaba intentando restaurar parte de la continuidad de la cultura rusa des-
truida por Pedro el Grande.

9
Ibid., p. 67.
10
Idem.

LA REBELIÓN Y EL GRAN INQUISIDOR ~ 545


Pese a sus súplicas premonitorias , se vio obligado a tomar en cuenta
las objeciones editoriales al trabajar con las pruebas de la arenga de lván
Karamázov. Según parece , el editor había hablado de los "deprimentes co-
lores" mostrados en la "azotaina de la niña de siete años", y Dostoievski
responde que , aun cuando "no ahorré colorido, tampoco lo engrosé por
entero porque, en su forma pura, esto era imposible de retratar''. "Sencilla-
mente había repetido lo que escribió acerca del caso Kroneberg en el Dia-
rio de un escritor, "y si usted supiera de qué personajes, de qué damas, de
qué direcciones recibí una lluvia de cartas de agradecimiento, con cumpli-
dos y palabras de aliento .. . Estos 'colores deprimentes' no causaron ningu-
na repulsión, pues fueron empleados en una causa sagrada". De todas ma-
neras, "para no contradecirlo - escribe en tono conciliador-, los he
bajado de tono".11
Dostoievski también ofrece algunas instrucciones claras sobre cómo
leer debidamente sus obras, e indica lo muy cuidadosamente que había
creado la densa textura de sus personajes. En el Diario estaba escribiendo
en su propio nombre y con su propia voz, mientras que

ahora, aquí, en la novela no soy yo el que está hablando con colores depri-
mentes, exageraciones e hipérboles (aunque no hay ninguna exageración
concerniente a la realidad), sino un personaje de mi novela: lván Karamázov.
Éste es su lenguaje, su estilo, su patetismo, y no los míos. Es una persona
sombría e irritable que guarda silencio acerca de muchas cosas. No habría
hablado por nada del mundo de no ser por la accidental simpatía hacia su
hermano Alekséi que de pronto brota en él. Además, es un hombre muy jo-
ven. ¿Cómo podría hablar sobre aquello de lo que tanto tiempo había guar-
dado silencio sin este particular arranque de sentimiento , sin echar espuma
por la boca? Había esforzado hasta lo máximo su corazón para no rendirse.
Pero yo quise precisamente que este personaje sobresaliera, y que el lector
notara esta pasión particular, este salto , esta conducta literaria impulsivamen-
te súbita. 12

11
Esta carta, hasta entonces desconocida, publicada por primera vez en 1990, está incluida
en los volúmenes de la edición que hizo la Academia de Ciencias de la correspondencia tan sólo
como posdata. Véase PSS, vol. 30, libro 2 , pp. 45-46.
12
Idem.

546 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
Por consiguiente, estas impulsivas locuciones de lván son cuidadosa-
mente armonizadas con aquel aspecto de su personaje que Dostoievski te-
nía especial interés en que captara el lector. Liubímov n o debe suponer
- como, podemos añadir, a menudo lo hacen otros intérpretes- que el
autor estaba hablando en su propia voz.
Cuán minuciosamente Dostoievski pensaba en sus personajes lo ilus-
tra por la respuesta que dio a otra crítica. El editor objetó un detalle, di-
ciendo que era "una particularidad innecesaria", eufemismo para ocultar
su verdadera razón, a saber, que el detalle le parecía indecente. La frase en
disputa decía que de una niña de cuatro años , a quien habían embarrado
de excremento la cara, difícilmente podría esperarse que pidiera que por la
noche la llevaran al retrete. Dostoievski convino en que "tal vez [ese deta-
lle] pudiera ser superfluo si saliera de mí como autor". Pero insiste en que
esta observación de Iván es decisiva para comunicar la complejidad que de-
sea transmitir acerca de su carácter, y su análisis revela lo atentamente que
se le debe leer si se quieren apreciar todos los matices de su arte.

¡Oh , cuántos de tales detalles pueden parecer superfluos! [Exclama .]


Pero esos detalles, ¡cuán necesarios son para la tarea artística! Sí, sencilla-
mente el hecho de que un joven de veintitrés años note esto revela que había
reflexionado y se había preocupado por ello más seriamente que muchos jó-
venes de su edad Habitualmente son compasivos en general. No prestan aten-
ción a esos detalles menores, y si un hombre de veintitrés años los nota, eso
significa que los tomó a pecho. Significa que les dio vueltas en el magín, que
fue un defensor de los niños, y que por muy despiadado que se le presente
más adelante [en el libro], en él subsisten la compasión y el más sincero amor
a los niños.

La observación de lván revela un rasgo de carácter profundamente


arraigado y debiera influir el modo en que el lector lo considere conforme
avanza el libro. "Este Iván comete entonces oblicuamente un crimen, pero
no por cálculo, no por avidez de la herencia sino , dicho de otro modo, por
principio, en nombre de una idea que por entonces no pudo encarar; y se
entrega precisamente porque pudo ser que, una vez, en algún momento,
su corazón, rebosante por el sufrimiento de los niños , no pasara por alto
una circunstancia en apariencia insignificante ." Dostoievski retorna enton-
ces a lo que sabía que estaba irritando a Liubímov, asegurándole que "ese

LA REBELIÓN Y EL GRA N IN QUIS IDOR .... 547


detalle no es asqueroso porque todo lo que se relaciona con los niños es
puro , radiante y bello. Hasta eso"u
Con referencia al episodio en que un general suelta una manada de
perros que destrozan a un niño campesino ante los ojos de su madre, Dos-
toievski reconoce que esta primera versión tal vez fuese demasiado genera-
lizada -"la relacioné con todos los generales"- y los cambios se hicieron,
obviamente, para acatar la exigencia de moderación hecha por Liubímov.
El episodio de "los ladrones matando niños" tampoco era, reconoce Dos-
toievski, "enteramente claro", y revisó asimismo esta escena. Empero , repi-
te que en el futuro Liubímov debiera prestar atención, "en todos los casos
dudosos (si llegaran a ocurrir), a qué personaje está hablando. Pues algún
personaje, dada precisamente su personalidad , a veces no puede hablar de
ninguna otra manera".H
A pesar de estas revisiones, su amigo K. P Pobedonostsev encontró
demasiado fuertes para su gusto los tormentos sufridos por niños. "Aguar-
do ahora la aparición del próximo número de El Mensajero Ruso - le escri-
bió- para conocer la conclusión de la conversación de Los hermanos Ka-
ramázov acerca de la fe. Éste es un capítulo muy fuerte ... pero ¿por qué
pintaste de este modo la tortura de los niños7"15

A mediados de junio , Dostoievski le envió a Liubímov otro capítulo del li-


bro 5, "El Gran Inquisidor", acompañado, una vez más , de un comentario.
"Esto termina - explicó- lo que dice la boca que habla grandes cosas y pro-
fiere blasfemias. "* "Un negador contemporáneo", continúa Dostoievski ,

uno de los más ardientes, se presenta y se declara en favor de lo que defiende


el diablo , y asegura que esto es más cierto para la felicidad del pueblo que
Cristo. Para nuestro socialismo ruso, que es tan estúpido (pero también peli-
groso, porque la generación Joven está con él), esta lección, al parecer, es muy

13
Idein.
1
Idein.
"'
1
' Literaturnoe Nas ledstvo, 15 (Moscú, 1934), p. 138.

' La frase en cursivas es la de la traducción de la Biblia Kingjames del pasaje del Apocalipsis
que cita Dostoievski. La versión rusa del mismo texto dice: "La boca orgullosa y blasfema".

548 ... "'CON PALABRAS QUE QUEM EN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
convincente: el pan cotidiano, la Torre de Babel (es decir, el futuro reino del
socialismo), y la completa esclavización de la libertad de conciencia .... ¡Tal es
la meta última de este desesperado negador y ateo!
La diferencia es que nuestros socialistas (y no sólo son una chusma nihi-
lista del subsuelo ... , eso ya lo sabes) son jesuitas de conciencia y embusteros
que no reconocen que su ídolo consiste en hacer violencia a la conciencia del
hombre y en reducir a la humanidad a un rebaño de ganado, mientras que mi
socialista (Iván Karamázov) es una persona sincera que se presenta y recono-
ce que está de acuerdo con la visión de la humanidad que tiene el Inquisidor,
y que la fe de Cristo (supuestamente) elevó al hombre a un nivel muy supe-
rior a aquel en que ahora se encuentra. La pregunta se plantea en su forma
más audaz: "¿Desprecian a la humanidad o la admiran ustedes, sus futuros
salvadores?" Y todo esto, para ellos, supuestamente, en nombre del amor a la
humanidad: la ley de Cristo, afirman, es opresiva y abstracta, y demasiado
pesada para que la soporten los hombres débiles ... y en lugar de la ley de la
Libertad y la Ilustración, les ofrecen la ley de las cadenas y de la esclavización
por medio del pan. 16

Una vez más, Dostoievski hace todo lo que está en su poder por disi-
par los temores que, como ciertamente tenía buenas razones para creerlo ,
surgirían en el pecho de sus editores.

En el próximo libro fallecerá el anciano Zósima, y aparecerán sus conversa-


ciones con sus amigos en su lecho de muerte. Esto no es prédica, sino un tipo
de historia, la historia de su vida. Si lo logro, habré hecho algo bueno. Habré
obligado a la gente a reconocer que un cristiano puro e ideal no es una cosa
abstracta, sino algo gráficamente real , posible, de pie ante nuestros ojos, y
que el cristianismo es el único refugio de la patria rusa contra sus males. Rue-
go a Dios que yo lo consiga; la pieza será conmovedora, si logro conservar mi
inspiración. Y, lo más importante: es el tipo de tema que no se le ocurre a
ninguno de nuestros actuales escritores y poetas, y eso significa que es abso-
lutamente original. Toda la novela está siendo escrita para ello, pero que logre
imponerse, ¡eso es lo que ahora me preocupal 17

16
PSS, vol. 30, libro 1, p. 68; 11 de junio de 1879.
17
Idem.

LA REBELIÓN Y EL GRAN INQUISIDOR ~ 549


Dostoievski estaba totalmente justificado en su convicción de que tan-
to en "El Gran Inquisidor" como en la historia de la vida del padre Zósima
estaría creando algo absolutamente sin precedentes en la novela rusa .
Al escribirle nuevamente a Putsikovich el mismo día, Dostoievski ex-
presa todo su temor por la recepción que se dé a sus capítulos recientes.
Mientras lo alienta a no desanimarse , y detalla el trato poco cortés que a
veces le daban sus editores, observa que

en mi novela he tenido que presentar varias ideas y posiciones que , según


temí, no serían muy de su agrado , ya que hasta la conclusión de la novela estas
ideas y posiciones realmente pueden se r malinterpretadas; y ahora , ha ocurrido
justamente lo que yo temía; me están poniendo reparos; Liubímov envía las
pruebas y toma notas y pone signos de interrogación al margen. Hasta ahora,
he logrado prevalecer con dificultad, pero mucho me temo , por el envío que
ayer les hice para junio [El Gran Inquisidor], que respingarán y me dirán
que eso no pueden imprimirlo (las cursivas son mías). 18

Las notas para el libro 5, de manera decepcionante , tratan en gran par-


te de los primeros capítulos de esta sección, los dedicados a Aliosha y a
Liza Jojlakova y a la relación de Smerdiakov con la anciana y su hija que
viven en el huerto contiguo a la casa de los Karamázov. Sin embargo , hay
ciertas notas concernientes a la decepción de la vida que siente Iván que
contienen pasajes más fuertes que los empleados en el texto . Por ejemplo,
cuando el texto se refiere a la posibilidad de vivir después de los treinta
años , dice Iván que su padre está "firme como una roca ... se yergue en su
sensualidad" (v. 14, p. 210). En las notas , este pasaje se refiere a una "vo-
luptuosidad bestial , con todas sus consecuencias, voluptuosidad hasta el
punto de crueldad, crimen, hasta llegar al nivel del Marqués de Sade ...
Sólo que para hacerlo , hay que desarrollar dentro de uno mismo durante
toda la vida un fuego en la sangre , pero aun si se pudiera, esto es propio de
los reptiles , y por eso tiene uno que matarse". En un intercambio de ideas
que sigue a este pasaje, Iván supuestamente reflexiona: "Voluptuosidad,
pero tal vez será imposible". Y Aliosha le responde: " ... Para ti , será imposi-
ble. Voluptuosidad. Empápate en éxtasis bestiales , como mi padre" (v. 15,
pp. 228-229).

18
Ibid , p. 70; 11 de junio de 1879.

550 .... '"CON PALABRAS QUE QUEM EN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES'"
Las notas sobre "El Gran Inquisidor" también contienen afirmaciones
mucho más provocativas que las finalmente empleadas. Por ejemplo, el
Inquisidor le pregunta a Cristo "¿Por qué necesitamos el más allá? Somos
más humanos que tú. Amamos la tierra: Schiller canta de alegría, juan de
Damasco [teólogo del siglo vu] ". Otra aseveración es la siguiente: "Inquisi-
dor: Dios como mercader: Yo amo a la humanidad más que tú" (v. 15, p .
230). La referencia ha quedado sin explicación, pero acaso indique que
Dios elige y escoge a aquellos a los que Él aceptará , mientras que el Gran
Inquisidor acepta a todos. Una de las acusaciones más violentas contra
Cristo es la del Inquisidor: "Yo sólo tengo una palabra que decirte: que tú
has salido del Infierno y eres un hereje" (v. 15 , p . 232). Una vez más , el
Inquisidor predice que "una plaga de langostas brotará de la tierra y gritará
que estamos esclavizando al hombre, que estamos desflorando a las vírge-
nes ... pero esos infortunados se someterán" (v. 15, p. 233). Ninguna de
estas imágenes fue conservada, como tampoco la acusación específica:
"Cantan de ti [de Cristo] como el único sin Pecado , pero yo te digo que
sólo tú eres culpable", aunque esta acusación de la culpa de Cristo por el
desorden de la humanidad aparece claramente en el texto final (id.). Como
lo ha escrito Edward Wasiolek, estas notas contienen una afirmación mu-
cho más clara de que "Cristo es el culpable y el cruel, y el Gran Inquisidor
es el bondadoso e inocente. Es Cristo el que exige que los hombres sufran
por Él, mientras que el Gran Inquisidor sufre por los hombres". 19 Anticipos
de la Leyenda también pueden encontrarse en las notas tomadas para el
Diario de un escritor: "El Gran Inquisidor y Pablo. El Gran Inquisidor con
Cristo; en Barcelona fue atrapado el diablo" (v. 15 , p. 407).
Aun cuando las notas de Dostoievski no contienen referencias a las
fuentes de la Leyenda , esto no ha desalentado a los estudiosos (antes bien,
al contrario) de buscarlas aquí y allá. Fundamentales son, desde luego , los
relatos del Nuevo Testamento de las tres tentaciones de Cristo por el Dia-
blo , y hemos visto que estos motivos artísticos -particularmente la prime-
ra y la tercera tentaciones ("ordena que estas piedras se conviertan en pa-
nes"; gobernar engañosamente en nombre de Cristo con un poder terrenal
y temporal)- gradualmente cristalizaron en la imaginación de Dostoiev-
ski a lo largo del Diario de un escritor: En cuanto al personaje del Gran In-

19 The Notebooks far "The Brothers Karamazov'', ed. y trad. de Edward Wasiolek, Chicago,
1971 , p. 63.

LA REBELIÓN Y EL GRAN INQUISIDOR ~ 551


quisidor, la encamación del despotismo espiritual y la tiranía sobre la con-
ciencia de la humanidad, su prototipo puede encontrarse en otra obra de
Schiller, Don Carlos, traducida por Mijaíl Dostoievski en el decenio de 1840.
A pesar de todo, el Gran Inquisidor de Dostoievski está humanizado
en mucho más alto grado que el de Schiller. En la obra de éste no hay ni la
menor traza de compasión por la humanidad que da tan grande patetismo
al personaje de Dostoievski; en Schiller no es el Inquisidor sino el ilustrado
aristócrata, el marqués de Posa , quien muestra tales emociones. Sin embar-
go, la obra comparte la misma justificación de la existencia del mal en el
mundo , la misma respuesta al problema de la teodicea que está en el cora-
zón mismo de la Leyenda de Dostoievski ... y en realidad , en el corazón de
su cosmovisión religiosa .
Esta respuesta se da en la gran escena en que el marqués de Posa inten-
ta persuadir al rey Felipe de España de que conceda libertad de conciencia
a sus súbditos protestantes en los Países Bajos. Mencionando los ejemplos
de la naturaleza y del mundo en favor de su argumento , el marqués apre-
mia a Felipe a reconocer que Dios mismo le permite al demonio existir en
lugar de coartar la libertad moral-espiritual de la humanidad: la libertad de
elegir entre el bien y el mal:

... ¡Mirad a vuestro alrededor


Los esplendores de la Natura! Sobre la libertad
Se funda ... y mirad cuán rica es
Por la Libertad ... Él, el gran Creador ..
. . Él. .. Para no perturbar la encantadora
Visión de la Libertad
Deja que el terrible ejército de los males
Azote su universo . Él, el artista,
Permanece invisible, púdicamente
Se esconde en leyes eternas. 20

Ésta es la idea fundamental que Dostoievski ya había expresado (en la


carta citada en el capítulo xv) al interpretar la primera tentación, "convertir
las piedras en pan", y al explicar por qué Dios no le había dado a la huma-
nidad a la vez Belleza y Pan.

2
°Friedrich Schiller, Séimtliche Werhe, vol. 4 , Stuttgart y Berlín, s. f., 16 vals. , p. 161.

552 ~ "CON PALABRAS QUE QU EMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"


El motivo artístico del retorno de Cristo , que no debe confundirse con
la Segunda Venida , también ha despertado gran atención. La esporádica
reaparición de Cristo se ha rastreado hasta escritos de los primeros años
del cristianismo, y durante la Edad Media continuaron apareciendo textos
similares. Florecieron con particular exuberancia durante el periodo de la
Guerra de los Treinta Años, cuando protestantes y católicos estaban ani-
quilándose furiosamente en Su nombre. Esos textos siempre surgieron
como protesta contra la deplorable adherencia de la Iglesia (en cualquier
periodo que fuesen escritos) tan sólo a los fastos externos de una fe cristia-
na que había quedado en posesión del poder temporal. Al hacerlo , perdió
de vista su original mensaje de amor, caridad y compasión ilimitada hacia
los que sufren. Más recientemente, este motivo apareció en varias compo-
siciones de socialistas utópicos del decenio de 1840, como Theodore Dé-
zamy y Étienne Cabet ("Cristo ante un tribunal militar" , etc .,) y en poemas
como "Cristo en el Vaticano" de Víctor Hugo. El historiador de las religio-
nes Ernst Benz también ha indicado que los guías de sectas rusas como los
Jlisti y los Skoptsi fueron considerados auténticas reencarnaciones de Cris-
to , que sufrirían el mismo destino de persecución y crucifixión. Vemos así
que la imagen de Cristo retornante imbuyó el mundo espiritual de las sectas
rusas que tanto fascinaron a Dostoievski, quien no sólo estudió sus doctri-
nas sino que tomó de ellas algunos de los pasajes más obsesionantes y líri-
cos de sus novelas. También hay obras de arte visual incluidas entre algunas
de las fuentes sugeridas de la Leyenda.21
Aunque no hay pruebas de que algunas de estas obras afectaran direc-
tamente la creación de Dostoievski, en general se acepta que no hay duda
de la pertinencia de un texto. Es el artículo "Los viejos" ("Starie Liudi", ya
mencionado en el capítulo 1v), en que Dostoievski registró uno de los mo-
mentos más cruciales de su formación espiritual-ideológica. Al narrar una
conversación acerca de Cristo con Belinski, quien por entonces también
estaba en transición entre un socialismo utópico de inspiración religiosa y
otro basado en el ateísmo, pinta al crítico sosteniendo que las condiciones
existentes de la sociedad hacían imposible evitar el "pecado". A la humani-
dad no se le pueden "cargar obligaciones y pedir que ponga la otra meji-
lla", dice Dostoievski que afirmó Belinski, "cuando la sociedad se ha erigi-
21
Para una revisión de las investigaciones sobre este motiv, véase PSS, vol. 15, pp. 463-465 ;
también Ernst Benz , "Der wiederkehrende Christus", Zeitschrift für Religions und Geistesgeschich-
te, vol. 6, 1954 , pp. 305-323.

LA REBELIÓN Y EL GRAN INQUISIDOR ~ 553


do de una manera tan execrable que el hombre no puede dejar de hacer el
mal". Como también lo sostendría el Gran Inquisidor, los seres humanos
son demasiado débiles para soportar la carga de responsabilidad moral que
les impuso Cristo. Cuando surgió la cuestión de cómo actuaría Cristo, "si
naciera en nuestra época", Belinski respondió, primero, que "quedaría to-
talmente eclipsado por la ciencia de hoy y por esas fuerzas que hoy hacen
avanzar la humanidad", pero luego convino con otro interlocutor en que,
en el mundo moderno, Cristo "ciertamente se uniría a los socialistas y los
seguiría". Durante toda esta descripción, aunque repite las palabras de Be-
linski y de los otros presentes y comenta como narrador, Dostoievski no
cita una sola palabra suya; como el Cristo de la Leyenda , guarda silencio.
Sin embargo, Belinski observó que cada vez que él mencionaba el nombre
de Cristo, cambiaba la expresión del rostro de Dostoievski, "como si estu-
viera a punto de llorar" (v. 21, p. 11).
La importancia de este encuentro para la Leyenda se puede apoyar, por
inferencia, en algunas observaciones hechas a Putsikovich en Berlín poco
después de haber sido escrita. Con la composición de la Leyenda, Dostoiev-
ski le dijo al editor, "había alcanzado el punto culminante de su actividad
literaria". Cuando Putsikovich le preguntó por qué atribuía tanta impor-
tancia a la Leyenda y no al sensacional éxito de su novela todavía inconclu-
sa, Dostoievski replicó que "había llevado el tema de la Leyenda en su
alma, por decirlo así, durante toda su vida, y ahora deseaba particularmen-
te ponerla en circulación, pues no estaba seguro de que algún día le sería
posible volver a publicar algo importante". También explicó que la Leyen-
da iba dirigida "contra el catolicismo y el papado, y particularmente contra
el periodo más pavoroso del catolicismo , es decir, el periodo de la Inquisi-
ción, que tuvo tan terribles efectos sobre el cristianismo y sobre toda la
humanidad".22 Aun cuando Dostoievski no dijo nada del socialismo en es-
tas observaciones , para él socialismo y catolicismo se habían vuelto idénti-
cos, como encarnaciones de la primera y de la tercera tentaciones de Cris-
to, la traición al mensaje de Cristo de libertad espiritual a cambio de pan y
la aspiración al poderío terrenal.
Otro testimonio puede aducirse apoyando la afirmación de Dostoiev-
ski de que había llevado la Leyenda consigo "durante toda su vida". Du-

22
Letopis Zhizhni i Tvorchestvo F M. Dostoevslwgo, ed. de N. F Budanova y G. M. Fridlender,
3 vols, San Petersburgo , 1995, vol. 3, p. 332.

554 ~ "CON PALABRAS QUE QUEM EN LOS CORAZON ES DE LOS HOMBRES"


rante los cuarenta, había escrito una novela corta intitulada La patrona,
abandonando el naturalismo sentimental de sus cuentos de San Petersbur-
go para probar suerte, como Gógol, con una obra al estilo gótico, de cuen-
to popular, influido por el romanticismo alemán. El experimento no tuvo
éxito artístico, y Belinski escribió cáusticamente que los ojos de uno de los
personajes, un viejo imponente, misterioso y gruñón llamado Murin, con-
tenían "tanta electricidad, galvanismo y magnetismo, que él habría obteni-
do un buen precio de un fisiólogo por abastecerlo . .. con .. . miradas carga-
das de electricidad para la observación y el experimento científicos''. 23
Aunque el cuento contribuyó a dañar la reputación artística de Dostoiev-
ski, Murin tiene cierto parecido físico con el posterior Gran Inquisidor,
y también lo encontramos expresando lo que , en el fondo, es la esencia
del concepto mismo de la personalidad humana que caracterizaba al In-
quisidor.
Un elemento clave del cuento es la esclavización espiritual de la heroí-
na, Katerina, al poder ejercido sobre ella por la hechicería psíquica de Mu-
rin, quien aprovecha su temor religioso para mantenerla sometida; y como
el Gran Inquisidor, Murin generaliza el secreto de su autoridad, convirtién-
dolo en ley universal. "Permítame decirle , señor - le explica al indefenso
héroe del cuento-, un hombre débil no puede sostenerse por sí solo. Dele
usted todo, y él, por su cuenta lo devolverá todo .. . Dele a un hombre débil
su libertad ... el se atará a sí mismo y se la devolverá a usted. ¡A un corazón
necio no le sirve la libertad! " (v. 1, p. 317). Aquí en embrión, y todavía
envuelto en el oropel de algunos de los cuentos ucranianos de Gógol, ve-
mos la doctrina que el Gran Inquisidor proclamará con aterradora majes-
tad treinta años después.

El programa de Dostoievski requería que enviase un texto el día 1O de


cada mes y él trataba de robarse algún tiempo entre entregas para man-
tenerse en contacto con sus amigos. El 15 de junio le escribió a Elena
Shtakenshneider, que estaba relajándose durante unos cuantos días, pero
que muy pronto tendría que volver al trabajo. El clima de Staraya Rusa
había sido particularmente inclemente ("frío, fuertes vientos y una lluvia

21 V G. Belinski, Selected Philosophical Works, Moscú, 1948, p. 478.

LA REBELIÓN Y EL GRAN IN QU ISIDOR ~ 555


terrible") y, además, los niños habían caído con resfriados que podrían con-
vertirse en tos ferina. Su propia salud "no es del todo satisfactoria", y aun-
que estaba pensando en un viaje a Ems, todavía no llegaba a una decisión
final. Como de costumbre , mantenía ojo avizor a lo que pudiese atisbar,
por los periódicos, del estado actual de la sociedad rusa, y sus observacio-
nes sobre dos hechos sensacionales de fecha reciente revelan su agudo sen-
tido (tan evidente, asimismo, en el Diario de un escritor) de la creciente
desintegración de la urdimbre social. "¿Y cómo estarán las cosas cuando
nos encontremos en este invierno? -le pregunta pensativo a su amigo-,
¿de qué hablaremos, cuáles serán las cuestiones vítales? Siento que todos
estaremos cada vez más absortos en nuestras ideas, que unos irán en un
sentido y algunos en otro. "24
Uno de los hechos que captaron la atención de Dostoievski fue el robo
de más de un millón de rublos de un banco de Kherson por una banda de
revolucionarios, que por un túnel llegaron a la bóveda. Otro fue el asesinato
de una anciana prestamista y de su sirvienta (¡otra vez Crimen y castigo!) por
un funcionario y aristócrata, K E. Landsberg, para recuperar un pagaré
por cinco mil rublos que iba a vencerse. "Bueno -comenta-, sólo trata de
describir, por ejemplo, a Landsberg, cuyo crimen es considerado tan increíble
que se atribuye a locura . .. la gente empezará a gritar que es increíble, que es
una calumnia, que es un estado morboso ... La enfermedad y el estado mor-
boso se encuentran en la raíz misma de nuestra sociedad, y hay una general
indignación contra quienes son capaces de advertirlo y lo señalan." 25
Desde luego, Dostoievski estaba refiriéndose a la "indignación" provo-
cada por él en sus críticos. Shtakenshneider había señalado la diferencia
entre el "público lector", que aguardaba con impaciencia cada una de sus
palabras, y el "público escritor", que aspiraba a ser "más sagaz" que Dos-
toievski y constantemente lo censuraba. Como ejemplo , ella señaló un ar-
tículo serializado de un crítico de nombre Evgeni Markov, a quien llama
"el consentido del San Petersburgo liberal, su profeta y el proclamador de
sus verdades". Su artículo, intitulado "Novelista-psiquiatra", repetía la ya
muy sobada acusación contra la naturaleza -tildada de "patológica"-, de
los personajes de Dostoievski, en cuyas novelas importantes de la última
década "las vidas de la gente son representadas como mucho peores, mu-

2+ PSS, vol. 30, libro 1, p. 72 ; 15 de junio de 1879.


25
Idem.

556 ... "CON PAL ABRAS QU E Q UEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
cho más negras y mucho más insensatas que en la realidad". 26 Los artículos
de marras estaban de hecho sobre el escritorio de Dostoievski, aún no leí-
dos, aunque él ya tenía cierta idea de su contenido, así fuera sólo por su
título. "Mi mejor respuesta -sostiene-, consistirá en hacer un trabajo
decente por terminar la novela [Los hermanos Karamazov]; después de
completarla el año próximo , responderé a todos los críticos de un solo gol-
pe. Al cabo de una carrera literaria de treinta y tres años, finalmente, toda-
vía necesitaré explicarme "27 Por desgracia, la muerte le impidió cumplir
con esta intención de redactar una apología pro vita sua.
Dostoievski recuerda entonces su imprudente observación, de poco
más de un año antes, cuando, interrogado acerca de la capacidad del críti-
co , respondió "que Evgeni Markov era como un viejo vestido de calicó, de-
masiadas veces lavado , y que ya se había desteñido". Esta ofensiva opinión
ciertamente había rebotado; y además, Markov también era un novelista
competidor. "Ha estado publicando una novela este año [Bereg M01ial (El
Litoral)], con la pretensión especial de refutar a los pesimistas y encontrar
gente sana y felicidad sana en nuestra sociedad." El personaje principal se
establece en un pequeño viñedo de Crimea, lo cultiva con sus propias ma-
nos y lleva una vida idílica contemplando las majestuosas bellezas de la
naturaleza que lo rodean y en las que encuentra contentamiento. "Bueno,
dej émoslo -exclama Dostoievski- . La simple idea muestra que es un ne-
cio. Significa que no comprende nada de nuestra sociedad si habla así." 28
justo por entonces (el 21 de junio) Dostoievski recibió la noticia de
que , junto con Tolstoi y Turgueniev, había sido elegido miembro del Comi-
té Hono.r:ario de la Alianza Literaria Internacional, que acababa de celebrar
su congreso en Londres (9 -14 de junio) . Víctor Hugo había sido el presi-
dente honorario , y su propósito , como el del año anterior, era promover la
agitación en favor de la protección legal de la propiedad literaria. En su
respuesta, escrita en francés por Anna j aclard (por entonces de vacaciones
en Sta raya Rusa con su familia), Dostoievski agradeció al congreso el ho-
nor y añadió : "¡Cómo no estar orgulloso de ocupar un lugar entre tantos
nombres ilustres, en las filas de los notables más gloriosos de nuestra lite-
ratura contemporánea! "29 Además de esta carta, sabemos que Annajaclard
26
Ibid., pp. 198, 297-299.
27
Ibid., p. 72; 15 de junio de 1879.
28
Ibid., pp. 72-73.
29
Ibid., pp. 74-75; comienzo de julio de 1879.

LA REBELIÓN Y EL GRAN INQUISIDOR ~ 557


era una de sus compañías favoritas; su esposa escribe que "casi cada día
después de trabajar, mi esposo iba a charlar con esta mujer, fina e inteli-
º
gente , que había sido tan importante en su vida".3 Por desgracia, no tene-
mos mayor información acerca del intercambio cotidiano de ideas entre
esta experimentada revolucionaria, ex comunera e íntima amiga de Carlos
Marx, y el autor que acababa de escribir la Leyenda del Gran Inquisidor y
estaba batallando con los capítulos que contenían las enseñanzas del pa-
dre Zósima.
Una consoladora carta a Anna Filosofova , aún no en el exilio , responde
a sus "amargos renglones acerca de la crueldad humana y la desvergüenza
de los mismos a quienes, por amor a ellos, acaso haya usted sacrificado
toda su vida y su actividad (eso puede decirse de usted)".31 Algunas notas
que se han publicado ayudan a ilustrar la situación verdaderamente aterra-
dora en que ella se hallaba. "Yo estaba - escribió- entre dos fuegos: por
una parte, mi esposo recibía amenazas de muerte de los nihilistas, procla-
mando que su nombre estaba en la lista de sus futuras víctimas; por la
otra, el gobierno envió a mi hijo al exilio, y hoy me amenaza con lo mis-
mo. " Sus ideas sociopolíticas pueden apreciarse en una carta enviada a su
marido en ese mismo año: "Sabes muy bien que odio a nuestro actual go-
bierno ... esa banda de malhechores que están llevando a Rusia a la ruina".32
Aunque tratara de levantarle el ánimo, la carta del propio Dostoievski
dista mucho de ser de tono ameno: por el contrario, confiesa que él mismo
está muy "deprimido". "Lo principal es que mi salud ha empeorado, los
niños han estado enfermos ... el clima es horrible, imposible, llueve a cán-
taros de la mañana a la noche ... todo es frío, húmedo , de modo que es fá-
cil resfriarse ... En ese estado de ánimo ... estuve escribiendo todo el tiempo ,
trabajando por las noches, y oyendo al viento aullar y derribar árboles cen-
tenarios. " Filosofova estaba planeando someterse a una cura en el Cáucaso,
y Dostoievski le recomienda, humorísticamente "que escoja un médico
promedio , un modesto alemán" y no un ruso de gran fama, añadiendo
que, aun cuando semejante consejo pueda ser contrario a sus convicciones
eslavófilas, está firmemente convencido de que es buen consejo. En agosto
ella vería a sus hijos, y esto le permite a Dostoievski explayarse sobre la
30
Anna Dostoevsky, Remi11 iscc 11 ces, trad. y ed. de Beatrice Stillman, Nueva York, 1973,
p. 305.
11
PSS, vol. 30, libro 1, pp . 77-79; 11 de julio de 1879.
32
/b id. , p. 301.

558 ... "CON PALABRAS Q UE Q UEM EN LOS CO RA ZO NES DE LOS HOMBRES"


importancia de una prole que "humanice la existencia en el más alto senti-
do . Los hijos son un tormento , pero son esenciales, pues sin ellos no hay
ningún objetivo en la vida". Insiste en que hasta "personas espléndidas"
sin hijos "siempre carecen de algo y (lo juro ante Dios) en los problemas y
cuestiones superiores de la vida parecen débiles".33
Para entonces, Dostoievski había decidido ir una vez más a Bad Ems , y
le pide a Filosofova que le escriba allí porque "es horrible tener que sopor-
tar tanto tedio en mi solitario tratamiento" .34 Dostoievski también le anun-
ció esta decisión a Liubímov, pidiéndole liberarlo de la obligación de en-
viar una nueva entrega de su novela para el número de julio. "Ya casi está
lista - le aseguró a su correspondiente- , y con un poco de esfuerzo po-
dré enviártela desde este mes. Mas para mí lo importante es que considero
el siguiente libro , el libro 6 ('Pater Seraphicus,' 'La muerte del anciano'), el
punto culminante de la novela, y por tanto deseo pulirlo todo lo posible,
examinarlo y limpiarlo una vez más." Prometió enviarlo desde Ems para el
número de agosto y cumplió su palabra. Luego bosquejó su plan para
el libro 7, que aparecería en septiembre y octubre y concluiría la segunda
parte de la novela; lo seguiría la parte 3, que Dostoievski pensaba que no
sería tan larga como la parte 2.35 De hecho , la novela resultó más larga de
lo planeado por entonces y finalmente creció hasta contener una parte 4 .
Aun con este reducido plan original, Dostoievski le dijo a sus editores
que le era imposible completar todo el trabajo en un año como inicialmen-
te se lo había propuesto:

Al emprender la novela no tomé en cuenta el estado de mi salud. Además , he


empezado a trabajar con mucha mayor lentitud y, por último , juzgo esta obra
mía más severamente que ninguna de las anteriores. Quiero que quede bien
terminada, y en ella hay una idea que desearía yo expresar lo más claramente
posible. Contiene el juicio y el castigo y la presentación de uno de los perso-
najes más importantes, lván Karamázov. 36

Desde luego, el juicio y el castigo de Iván Karamázov no son legales


como el de Dimitri, sino moral-psicológicos, y Dostoievski les atribuye
33
PSS , vol. 30, libro 1, pp. 77-79 ; 11 de julio de 1879.
34
ldem.
35
PSS , vol. 30, libro 1, pp. 75-77 ; 8 de julio 1879.
36
ldem.

LA REBELIÓN Y EL GRAN INQUISIDOR ~ 559


tanta importancia porque , mediante su descripción de los tormentos inter-
nos de lván, estaba tratando de socavar desde dentro el intenso patetismo
humanitario de la ética populista.
Procede entonces Dostoievski a sugerir las fechas tentativas de publi-
cación que en esa coyuntura consideraba factibles, aunque todo resultaría
excesivamente optimista. Aun así, ya está preocupado porque se va a reba-
sar el periodo del año, y pide que se le permita publicar una carta en que
explique sus razones. Menciona el escándalo que había surgido por Ana
Karenina, también aparecida en El Mensajero Ruso, cuya publicación se ha-
bía prolongado de 1875 a 1877, con largos lapsos entre los capítulos. Al-
gunos suscriptores se habían quejado, y los críticos sugirieron que la razón
de tan excesivos retrasos era poner a prueba la fidelidad del público lector.
"Mas para que no haya sugerencias de periódicos (columnistas satíricos)
contra El Mensajero Ruso ... en el sentido de que la revista está aplazando
de propósito la novela durante varios años ... , en el número de octubre de
este año ... le enviaré una carta mía ... en que ofrezca disculpas por no ha-
ber podido terminar la obra en este año a causa de mala salud, diciendo
que el único a quien hay que culpar ante el público soy yo." 37 El 17 de ju-
lio, Dostoievski salió de Staraya Rusa rumbo a San Petersburgo, Berlín y
Bad Ems.

37
Idem.

560 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
XXIV Una última visita

LA ÚLTIMA estadía de Dostoievski en Bad Ems se caracterizó por la soledad y


el aislamiento que él había previsto desde antes de partir, y su reacción al
ambiente del elegante manantial de aguas termales, de por sí bastante atra-
biliaria, llegó a un nuevo clímax de irascibilidad. También entró en acción
su antisemitismo , aunque mostrara cierta imparcialidad al dispersar sus
quejas a diestra y siniestra. Resulta un tanto cuanto irónico que, al mismo
tiempo, estuviese trabajando para comple_tar sus capítulos sobre las ense-
ñanzas del padre Zósima , cuyo mensaje de amor y de reconciliación uni-
versal esperaba que diera respuesta a los anatemas de lván Karamázov. Di-
fícilmente podemos imaginar a un escritor cuyos sentimientos y emociones
cotidianos estuviesen más encontrados con los sentimientos que estaba de-
rramando en su obra artística.

Dostoievski llegó a Petersburgo de regreso de Staraya Rusa el 18 de julio ,


después de un agotador viaje que lo dejó, como escribiera a Anna, "desplo-
mándose, exhausto ... la cabeza me da vueltas, y veo puntos ante los ojos".
Aunque se sentía "tan débil como un niño de cinco años", tenazmente si-
guió completando los preparativos necesarios para su viaje. Después de
empezar por cobrar el dinero de los capítulos recientes de su novela, fue a
la embajada de los zopencos (como llamaba a los alemanes) para obtener
una visa. Tras visitar el departamento de su familia, informó que todo esta-
ba bien, aun cuando sus inquilinos se habían quejado de ver cucarachas
(contra las cuales había emprendido una decidida pero , al parecer, no re-

... 561
suelta campaña). Observa, un tanto divertido , que los insectos se habían
desvanecido ahora de su estudio , tal vez porque había estado trabajando
en los Karamázov, y en cuanto se fue , también se fueron las cucarachas
negras (Izara significa blach en la lengua tártaro-turca) . Su barbero y otros
se sorprendieron ante su desmejorada apariencia (había perdido peso), y
le preguntaron si estaba enfermo. "No, Ania, estoy en mala condición
-concluye- , y si Ems no ayuda, entonces realmente no sé qué vaya a
ocurrir. "1
El viaje a Berlín fue no menos agotador, y aunque Dostoievski afirma
haber llegado "en buena condición", añade que "hasta he perdido la cos-
tumbre de dormir". Recordando la parte petersburguesa de sus viajes, ex-
clama: "No me creerías lo triste que es para mí, especialmente por las no-
ches , pensar todo el tiempo en los niños y en ti . . . Necesitamos ahorrar,
Ania, necesitamos dejar algo a los niños. Esa idea siempre me atormenta
sobre todo cuando estoy personalmente cerca de una variedad de personas
y las veo con todo su egoísmo, por ejemplo , en el camino". 2 Ya había ex-
presado antes esos pensamientos acerca de su carencia de ahorros , pero el
agravamiento de su enfermedad le daba una nueva sensación de apremio .
Cuando el tren atravesó la frontera rusa y los pasajeros fueron transfe-
ridos a la línea férrea alemana , escribe Dostoievski, "un pequeño yid, un
médico de Petersburgo , de unos cincuenta años'', que iba en camino a
Wiesbaden para tratarse el reumatismo , "se presentó y me tuvo muy diver-
tido en el viaj e, sirviéndome además de intérprete con los alemanes". Tam-
bién había "un viejo alemán gigantesco [que] especialmente nos atendió,
me puso en la cama y me salvó de que los camareros me estafaran en las
estaciones''. Dostoievski se horrorizó, no sólo por las estafas ("los estafado-
res son inimaginables", y cada comerciante, judío o no , era un estafador)
sino también por los precios, que "se han triplicado desde que estuvimos
aquí hace ocho años". 3
El polvo del ferrocarril alemán había arruinado sus ropas , y fue necesa-
rio ordenar una nueva chaqueta (lo que significó pasar un día extra en la
capital alemana). Tampoco tenía grandes deseos de ver a Victor Putsiko-
vich, quien lo aguardaba. "Le tengo un miedo terrible: en primer lugar, se
me va a pegar y luego no suelta, se sentará frente a mí con su larga (noble)
1
PSS, vol. 30, libro 1, pp. 79-80; 19 de julio de 1879.
2
Ibid , p. 81 ; 22 dejulio-3 de agosto de 1879.
3
Idem.

562 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZON ES DE LOS HOMBRES"
nariz y me mirará por el rabillo del ojo, y luego, querrá pedirme prestado
dinero, y yo me he vuelto como un yid: terriblemente desearé no darle
nada. " Al encontrarse con él, Dostoievski descubrió que el editor supuesta-
mente menesteroso había estado recibiendo fondos de Iván Aksakov y del
príncipe Golitsin, así como de su hermano y de la venta de sus posesiones
en San Petersburgo. "Hasta donde yo sé, puede haber más gente enviándo-
le dinero. " Lejos de estar en la miseria, Putsikovich "ya no vive en el mis-
mo lugar, está pagando con descuentos, tiene una buena habitación, alimen-
tos y crédito".4
Ambos fueron a visitar el acuario, el museo y el Tiergarten, y Dos-
toievski, pese a su anterior determinación, se encontró "pagando su cerve-
za, en el restaurante, el cabriolé, y similares''. Además "me pidió prestados
cuarenta y cinco marcos para papel y estampillas (el correo) del primer
número, que saldrá dentro de una semana''. La generosidad de Dostoiev-
ski , podemos suponer, fue movida por su deseo de apoyar la digna inten-
ción de establecer en tierra alemana otra versión de El Ciudadano. El im-
portuno Putsikovich apremió a Dostoievski a comprometerse a colaborar
con la nueva publicación, pero él se negó a ir más allá de lo que había sido
sugerido en Staraya Rusa. "Para el primer número - le explica a Anna-
me está pidiendo no una pieza sino sólo una carta en que declare que no
me opongo a colaborar en alguna ocasión, aunque estoy ocupado con los
Karamázov. Bueno, eso no es mucho." 5
Dostoievski llegó a Ems el 2 4 de julio y tomó una habitación en el ho-
tel Ville d'Alger. Inmediatamente fue a ver al doctor Orth, e informó de su
diagnóstico al dí(l sigui.ente . "Descubrió que una parte de mi pulmón se
había movido y cambiado de posición, así como mi corazón, también ha
cambiado de su posición anterior y ahora está localizado en otra: todo ello
como consecuencia del enfisema , aunque añadió , como para consolarme ,
[que] el corazón está absolutamente sano, y que todos esos cambios tam-
poco significan mucho y no son una amenaza especial." Lejos de tranquili-
zarse, añade que "desde luego, como médico está obligado a decir cosas
reconfortantes, pero si el enfisema ha producido desde el principio tales
efectos, ¿qué ocurrirá después?" Le fue prescrito un programa de gárgaras
y tomar los dos tipos de aguas curativas (Kranchen y Kesselbrunnen), y

4
Ibid., pp 83 -84; 24 de julio-5 de agosto de 1879.
5
Idem.

UNA ÚLTIMA VISITA .... 563


escribe, esperanzado, que "estoy dependiendo mucho de las aguas y em-
pecé a tomarlas hoy".6
Como respuesta a su petición de cien rublos extra, Anna le explicó que
no había logrado obtener el último pago de El Mensajero Ruso, aunque ha-
bía sido enviado a Staraya Rusa; la orden del banco se había hecho a nom-
bre de él y, por tanto , no podía cobrarla su esposa. Una carta a Liubímov,
escrita "cortés pero insistentemente", explicó el problema y pidió que se
rectificara. Luego le confió a Anna su sospecha de que los editores "están
actuando así de propósito para que yo no me olvide": es decir, Dostoievski
debía tener cuidado de cumplir con el plazo prometido para los envíos de
su novela, lo que no siempre había hecho en el pasado .7
No pudiendo encontrar en el registro de huéspedes del balneario nin-
gún apellido que conociera, Dostoievski comenta desdeñosamente que "la
mayoría de los apellidos rusos son de yids rusos que son ricos". Quiso
la mala suerte que los vecinos de Dostoievski en el hotel, una madre y su
hijo de veinticinco años, fueran judíos, y se queja de ellos con Anna, como
lo había hecho en años anteriores acerca de otros vecinos en habitaciones
contiguas. Habituado a trabajar en la quietud absoluta de las horas de la
noche , le perturbaban constantemente las voces de los huéspedes. Una vez
más , se queja diciendo que la madre judía y el hijo "hablan de la mañana a
la noche en voz alta, extensa e incesantemente, y me impiden leer y escri-
bir"; hablaban "páginas enteras sin fin (en alemán y en yiddish) ... [y] casi
gritan al hablar, como si estuvieran solos en el hotel" .8
Al cabo de cuatro días, "como eran ya casi las diez y hora de dormir, de
hecho grité al acostarme: '¡Oh, esos malditos yids! ¿Cuándo dejarán final-
mente dormir a una persona<'" Los vecinos de Dostoievski se quejaron con
la hostelera de ese lenguaje insultante, y ambos bandos amenazaron
con mudarse. Pero ninguno lo hizo, y Dostoievski escribió que "esto es
soportable para mí, de momento", porque sus vecinos, aunque siguieron
hablando incesantemente, ahora mantenían bajas las voces . Sin embargo,
él aceptó la propuesta de la casera de mudarse un piso arriba a una habita-
ción más tranquila cuando quede vacante, al cabo de una semana. 9

6
Ibid. , pp 85-87; 25 de julio-6 de agosto de 1879.
7 Idem.
8
Ibid. , p. 89; 28 de julio-9 de agosto de 1879.
9
Ibid. , p 93 ; 30 dejulio-11 de agosto de 1879.

564 ... "CO N PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES'"
3

Si alguna virtud tenía Putsikovich era la de la persistencia , y bien sabía que


el nombre de Dostoievski le daría un muy necesario prestigio a su publica-
ción propuesta. Recordándole a Dostoievski su promesa , recibió el 28 de
julio la siguiente carta para que la publicara:

Me alegra la reanudación de El Ciudadano . Prometió usted hablar en ella con


firmeza aún mayor que antes; tanto mejor. En todo caso, su orientación es
sincera e incorruptible: hasta los enemigos de su orientación lo saben y lo
han reconocido. En nuestros días, en nuestros días enfermos y cínicos, ¿qué
es más importante y qué es más impresionante que el pensamiento sincero
e incorruptible [... ] y lo más importante, incorruptible [... ] y no sólo con el
dinero7

Continúa explicando que "todas mis energías y todo mi tiempo" están


siendo devorados por "la novela que estoy ahora escribiendo (Los hermanos
Karamázov)", y por tanto me es imposible prometerle "una colaboración
significativa o definida". Pero dado que "nuestra época es tan feroz y tan
estimulante" , si llega a ocurrir algún nuevo fenómeno que lo impresione
profundamente "y acerca del cual definitivamente desee yo decir al punto
algunas palabras, desde luego le escribiré algo".10
Esta carta oficial fue acompañada por otra, privada, en que Dostoievski
una vez más da rienda a su desagrado ante "la multitud políglota, casi la
mitad de la cual es de yids ricos llegados de todo el orbe". A este respecto,
llama la atención de Putsikovich hacia un artículo que había leído en un
periódico de Kátkov, Moskovski Vedomosti (Noticias de Moscú), el cual resu-
mía "un folleto alemán que acababa de aparecer: ¿Dónde está ahora el judío?
De manera interesante , coincide con mis propias ideas en cuanto entré en
Alemania: que los alemanes quedarán completamente judaizados y están
perdiendo su viejo espíritu nacional". 11 El folleto mencionado en este ar-
tículo era una respuesta a otro, de la pluma de un ex socialista convertido
en antisemita, que había atacado la creciente influencia de los judíos en la
vida alemana. Como le escribió Dostoievski a K. P Pobedonostsev, tomó

10
Ibid., p. 91; 28 dejulio-9 de agosto de 1879.
11
lbid., pp. 90-91; 28 de julio-9 de agosto de 1879.

UNA ÚLTIMA VISITA ~ 565


esta controversia como confirmación de su propia opinión de que en Ale-
mania "por todas partes existe la influencia de los judíos". 12
La nueva revista de Putsikovich llegó a Dostoievski poco más de dos
semanas después de comenzar su estadía allí, y él de ningún modo quedó
satisfecho completamente con su contenido. Aunque pensó "que él núme-
ro es bastante bueno , y realmente atraerá suscriptores", verdaderamente lo
horrorizó la violencia de sus críticas a importantes diplomáticos rusos.
"¿Y cómo logró usted cometer tantos errores de cálculo:> -pregunta asom-
brado Dostoievski- . No puedo imaginar que la censura permite insultos
personales y burlas contra funcionarios bien conocidos. " Después de citar
algunos cuantos ejemplos de expresiones inadmisibles, le aconseja al com-
bativo editor que "mire cómo nuestros periódicos, bajo tal censura, se las
arreglan para hablar acerca de esto: en las Noticias de Moscú leí algo diez
veces más fuerte que esa exposición de usted", pero sin ninguna de las fra-
ses objetables que Putsikovich había dejado pasar. "No se enoje -añade
Dostoievski en tono conciliador-, éstas no son advertencias ... son invo-
luntarias frustraciones por el hecho de ver que una persona esté arruinan-
do su propia empresa ."13
Nueve días después, rechazó otro pedido de una colaboración del in-
fatigable Putsikovich , y categóricamente se negó a pedirle a una dama
acaudalada , Yulia Zasetskaia, que diera al Ciudadano Ruso cierta ayuda fi-
nanciera. Una crítica del primer número de El Ciudadano Ruso ya había
aparecido en La Voz, y Dostoievski comenta la reacción, sumamente ad-
versa . "El artículo es estúpido -le dice a Putsikovich, pero- todo lo que
dice acerca de quemar incienso ante Bismarck [de parte de Putsikovich]
es cierto. Me dejó también a mí una impresión desagradable ... Con sólo
una vez que publique usted otro número con tales zalemas ante Bismarck
-le advierte-, en Rusia todos se apartarán de usted. " Dostoievski tam-
bién temía que si se le hacían más zalamerías al Canciller de Hierro , "ha-
bré quedado en ridículo con mi carta acerca de la incorruptible orienta-
ción de El Ciudadano". Le aconsejó a Putsikovich responder a La Voz "con
rayos y truenos" y "en un editorial, no en la última página". Y hasta le hace
al editor "una sugestión" de cómo convencer. "Hay dos frases preciosas allí
[en el artículo hostil]: 'El Ciudadano está atacando nuevamente todo lo be-
llo y noble que tenemos'. Y todo lo que hizo usted fu e escribir acerca de
12
Ibid. , pp . 104-115 ; 9-21 de agosto de 1879.
13
Ibid , pp 112-113 ; 14-26 de agosto de 1879.

566 ... ··coN PA LABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
nihilistas y de sus padres. Así, pues, según La Voz los nihilistas son
nobles." 14
Las reacciones de Dostoievski al escenario sociocultural de la actuali-
dad también quedaron registradas en una carta a K. P Pobedonostsev,
en que se describe a sí mismo como "enfermo y angustiado en el alma", en
parte, desde luego , por estar "sentado aquí en el más completo y triste ais-
lamiento". Pero también atribuye su lamentable estado de ánimo "a la im-
presión deprimente que me deja observar lo que ha estado ocurriendo en
el 'manicomio' de la prensa rusa y también [entre] la intelligentsia". Pobe-
donostsev había expresado sus objeciones a un reciente artículo de A. D.
Gradovski, profesor de la Universidad de Moscú, y Dostoievski indica su
absoluto acuerdo con la reacción adversa de su amigo , comentando que
"ahora todos tienen miedo, hasta los que tienen algo que decir. ¿A qué le
tienen miedo7 Definitivamente , a un fantasma. Las ideas 'paneuropeas'
de aprendizaje e ilustración pesan despóticamente sobre todos, y nadie se
atreve a dar su opinión". Nadie tenía el valor de entrar en la liza contra
Gradovski, quien "ve toda la medicina para todos los horrores contempo-
ráneos de nuestro desorden en esa misma Europa, solamente en Europa".
Todas estas cuestiones habían sido elaboradas por Dostoievski hasta el
punto de "verse atormentado por el deseo de continuar con el Diario, ya
que realmente sí tengo cosas que decir -y precisamente como usted qui-
siera- sin una inútil y sucia polémica sino, en cambio, con palabras fir-
mes y sin temor".15
Dostoievski aborda ahora un pasaje que define con precisión el sitio
incomparable que había logrado conquistar entre las mortales rivalidades
de la vida sociocultural rusa, posición que le permitía sólo a él hablar "con
palabras firmes y sin temor":

Considero mi posición literaria (nunca le había hablado yo de esto) casi feno-


menal: ¿cómo puede una persona que escribe al mismo tiempo contra los
principios europeos, que se ha puesto en una situación comprometida para
siempre con Los demonios, es decir, con la reacción y el oscurantismo , cómo
es posible que esta persona, sin ayuda de todas las revistas, periódicos y críti-
cos europeizantes, haya, empero , logrado hacerse reconocer por nuestros jó-

1-+ !bid., pp. 117-119; 23 de agosto-1° de septiembre de 1879 .


10
/bid., pp. 120-122 ; 24 ele agosto-5 ele septiembre de 1879 .

UNA ÚLTIMA VISITA ~ 567


venes, por esos mismos nihilistas jóvenes que han quedado al garete, etcéte-
ra7 Esto me lo han demostrado en muchos lugares, tanto en manifestaciones
individuales como en grupos enteros. Me han anunciado que aguardan una
palabra sincera y favorable tan sólo de mí, y sólo a mí me consideran un escri-
tor guía. Estas declaraciones de los jóvenes son conocidas de los jefes de nues-
tra literatura, pillos de la pluma y estafadores de la imprenta, y han quedado
anonadados: ¡de otra manera no me permitirían escribir libremente! Me co-
merían vivo, como perros pero tienen miedo y están aguardando, perplejos, a
ver qué ocurre ahora .16

Aunque sólo fuera eso, tales palabras revelan un ardiente sentido de


misión que inspiraba a Dostoievski y le hacía creer que podía ayudar a sal-
var su patria de la catástrofe que tan claramente amenazaba. Era una catás-
trofe que podía resultar (y resultó), en su opinión, de la total enajenación
de la generación joven ante las tradiciones de su patria, y particularmente de
Dios.

Las cartas de Dostoievski están en gran parte ocupadas con detalles de su


salud y de su tratamiento , acerca de cuyos efectos expresa diversas opinio-
nes en distintos momentos. "Mi tos espasmódica sigue como antes -le
dice a Anna-, pero tal vez habrá en realidad cierta ayuda. Empiezo a te-
ner esperanzas. Mi respiración parece más fácil, puedo hacer más movi-
mientos, la expectoración es buena, aunque la tos en realidad no cesa. "17
Pero el médico veía esto como señal prometedora; las aguas estaban lim-
piando los pulmones, dejándolos más irritables. "¿Quién sabe? -dice
Dostoievski, dudoso-, tal vez haya en realidad, en esto , una gota de ver-
dad y, por torpe que pueda ser un médico , su práctica incalculablemente
larga le ha dado cierta experiencia." 18 Poco antes de terminar allí su estadía
decidió que "por mi parte diré que el tratamiento no parece haberme he-
cho ningún bien. Tengo tanta tos como cuando llegué", aunque posible-
mente, reconoce , los beneficios de la cura se manifiesten más adelante. 19
16
Idem.
17
Ibid , p. 92; 30 de julio-11 de agosto de 1879.
18
Ibid. , p. 97; 4- 16 de agosto de 1879.
19
Ibid. , p. 124; 27 [25] de agosto-26 de septiembre de 1879.

568 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
También abundan las lamentaciones sobre su terrible soledad y aisla-
miento. A su hija Liubov le confía que "aquí no tengo amigos, de modo que
estoy silencioso todo el tiempo y temo que se me llegue a olvidar hablar".
Una de sus pocas diversiones era asistir a los conciertos locales, pero "la
música aquí, aunque buena, rara vez es de Beethoven o Mozart. En cambio ,
es puro Wagner (aburridísimo pillo alemán, a pesar de toda su fama), y
toda clase de basura".20 Anna hizo todo lo que pudo por aliviar su soledad
ofreciéndole relaciones detalladas de las actividades de su grupo de íntimos
en Staraya Rusa , entre quienes ocupaba lugar predominante la familia ja-
clard. Fiel a la reputación de todos los franceses , Charles Jaclard andaba
persiguiendo a la esposa del médico del lugar, y Anna no dej ó de informarle
a Dostoievski de este chisme local. 21 Cuando se confirmó el acoso a la dama
(sin que se sepa de su resultado), Dostoievski comentó semiirónicamente:
"¡Vaya con el amigo jaclardl Pero es un buen tipo. Así es como una persona
debe ser: trata de cortar las flores del placer, y no es como nosotros, gente
pisoteada y atemorizada". 22 En todo caso, los jaclard estaban haciendo todo
lo que podían por animar la vida en Staraya Rusa , y organizaron en su casa
una recitación de fábulas de Krilov, en la que tomaron parte los hijos de Dos-
toievski. Anna le envió un cartel en que orgullosamente anunciaba la fun-
ción, con sus nombres en lugar sobresaliente del reparto .
A Dostoievski siempre le encantaba recibir noticias de sus hijos, a quie-
nes echaba de menos terriblemente . "Hay muchos niños por aquí -le es-
cribe a Anna-, y no puedo pasar junto a ellos sin sentir dolor de cora-
zón."23 Muy preocupado porque su hijo Fedia todavía no sabía leer, trató
de estimular su deseo de hacerlo mediante el ejemplo . "Trata de aprender a
leer - lo apremia, y observa- . Aquí hay muchos niños pequeños. Van a la
escuela. Hasta los encuentro cada día. Algunos de ellos tienen sólo cinco
años, pero ya van a la escuela. "2-+ A Anna , quien le había dicho que a Fedia
le había dado por "salir para estar con los niños", le comenta que su hijo ya
ha alcanzado la edad "en que ocurre la crisis de la primera infancia a la
cognición consciente . . . ; pronto empezará a buscar otros consuelos peores
si no tiene un libro". 25
20
Ibid. , pp 100-101 ; 7-1 9 de agosto de 1879.
21
/bid. , pp. 96-98; 4-1 6 agosto de 1879.
22
Ibid, pp. 11 4- 11 5; 16-28 de agosto de 1879 .
23
/bi d, p. 86; 25 de JUlio-6 de agosto de 1879 .
2
• Ibid. , pp 101-102 ; 7-1 9 de agosto de 1879 .
25
/bid , p 110; 13-2 5 de agosto de 1879.

UNA ÚLT IMA VISITA ~ 569


Dostoievski también comenta la noticia de la muerte de su cuñada ,
esposa de su muy querido hermano Mijaíl, fallecido hacía ya mucho tiem-
po. "La noticia acerca de Emilia Fiódorovna me entristeció mucho ... Cier-
to, las cosas ya iban en esa dirección .. . Pero con su muerte es como si todo
lo que aún me quedaba del recuerdo de mi hermano en la Tierra hubiera
llegado a su fin. " La víspera de la muerte (6 de agosto) Dostoievski había
soñado con su hermano Mijaíl "tendido en su cama, en el cuello le habían
cortado una arteria y sangraba, y yo, horrorizado , estaba pensando en co-
rrer a buscar al médico pero me contuvo la idea de que , después de todo ,
moriría desangrado antes de que llegara allí el doctor". Creyendo en la ca-
pacidad profética de los sueños, tomó éste como predicción de un desastre
-el fin de Emilia Fiódorovna- que ocurriría en la familia de su hermano.
Su fallecimiento evocó en él, asimismo, la responsabilidad que siempre
había sentido hacia ella, considerando que la debía a la memoria de su
hermano . "No me considero culpable hacia ella: la ayudé cuando pude, y
gradualmente dejé de ayudarla cuando ya tenía quien la apoyara muy de
cerca, sus hijos y su yerno ... Ni siquiera mi finado hermano podrá hacer-
me reproches desde el otro mundo. "26
Aunque Dostoievski no tenía gustos de mujeriego como Charles Ja-
clard, su ausencia de casa siempre inflamaba su pasión erótica por su espo-
sa , mucho más joven; y estas cartas expresan esa pasión de manera más
ferviente , ardorosa y explícita que en el pasado. Muchos años después,
Anna Grigórievna pasó mucho tiempo tachando los pasajes que consideró
abiertamente lúbricos , en que su esposo expresaba sin inhibiciones su an-
helo por sus caricias y cómo soñaba con sus deleites . Cuando Anna escri-
bió que tendría que contenerse porque sus cartas eran leídas por la censu-
ra , él replicó que no tenía la menor intención de hacerlo y que los censores
sólo le envidiarían su pasión amatoria por su esposa n Al crear la intensi-
dad de la intoxicación sensual de Dimitri Karamázov por Grúshenka, no
tuvo que inventar tales sentimientos, y ahora , por primera vez en su obra ,
retrata la mutación de tan tempestuosa sensualidad en la compleja unión
del amor auténtico y la devoción sacrificial que celebra en la felicidad de
su propio matrimonio.
Al escribirle sobre su intención de hacer un viaje con los niños a un
convento cercano, que tenía el nombre de un monje del siglo xv1, Nil Sto-
20 /bid ' p 109
17
Ibid , p 94 ; l º-1 3 de agosto de 1879 .

570 .... "CON PALAB RAS QUE QUEMEN LOS CORAZO NES DE LOS HOMBRES"
lobenski, Anna añadió que una conocida suya , de nombre Grúshenka
Menshova , había pernoctado una noche en su casa. Como la señorita Men-
shova procedía de una familia clerical y, puede suponerse, conocía bien el
convento en cuestión, observa Dostoievski que "considero la visita de
Grúshenka Menshova como un preludio al monasterio de Nílov". 28 Otra
información (su nombre de pila era Agrippina , y había sido abandonada
por su prometido, un teniente del ejército que por allí anduvo) hace pro-
bable que le inspirara algunos detalles para la Grúshenka de la novela. El
viaj e al convento nunca se hizo , pues Anna se enteró de que los herederos
de la propiedad de Kumanina habían aceptado reunirse en ésta, cerca de
Ryazán, para las disposiciones finales.
Anna decidió entonces ir con los niños a esta localidad, mucho más
distante, y reveló su cambio de plan sólo cuando ya había hecho todos los
preparativos . Dostoievski se horrorizó ante la noticia, e imaginó que el via-
je se haría en las peores condiciones posibles. "¿Dónde pararás, pues7 ¿En
una choza , donde probablemente llegarán asaltantes a robarte/ ¿Y dónde
estarán los niños mientras tú y los demás estén contemplando los bos-
ques ?"29 Una semana después , sigue pensando en el desastre: "Vas a viajar
en tercera clase con niños pequeños . Los Ases de Corazones [banda de de-
lincuentes de la que por entonces se hablaba mucho] tienen tales almas y
tales nociones que tu pobre y humilde apariencia (en tercera clase) desper-
tará su desprecio . Los Sher y Stavroski [otros herederos] son la misma cla-
se de gente, estafadores, pillos y ladrones". 30 Pese a todas sus quejas, Anna
siguió adelante con sus planes mostrando su habitual calma y serenidad , y
logró conseguir un terreno mejor del que de otra manera habrían obtenido
ambos .

Lo que más ocupó a Dostoievski durante su permanencia en Bad Ems fue ,


desde luego, su novela . A comienzos de agosto, le escribió a Anna: "He
comenzado a escribir, y voy bien hasta el momento". 31 Seis días después ,
observa: "Finalmente le envié a Liubímov un tercer paquete , es decir, la

w !bid , p 87; 25 de julio-6 de agosto de 1879.


24
!bid , p. 116; 19-31 de agosto de 1879.
'º /bid. , p. 120; 24 de agosto-5 de septiembre de 1879.
11 !bid , p 95; 1º-13 agosto de 1879.

UNA ÚLT IMA VISITA ~ 571


novela para agosto".32 Como de costumbre, anexó al manuscrito una carta
explicativa , en que ya salía al paso de algunas de las críticas que recibirían
estos capítulos.

He titulado a este libro El Monje Ruso - título valiente y provocativo-, ya


que todos los críticos que no gustan de nosotros gritarán: "¿Es así un monj e
ruso? ¿Cómo se atreve usted a ponerlo en semejante pedestal?" Pero tanto
mejor si gritan , ¿verdad? (Y sé que no serán capaces de contenerse.) Conside-
ro , sin embargo , que no he pecado contra la realidad; eso es correcto , no sólo
como ideal sino también como realidad.

Una vez más, cual en el caso de lván Karamázov, le pide al editor recordar
que el que está hablando es un personaje de la novela, y no el propio autor.

Es obvio [escribe], que muchas de las enseñanzas del anciano Zósima (o, me-
jor dicho, su modo de expresión) corresponden a su personaje, es decir, a su
descripción artística. Aunque comparto en gran medida las ideas que expre-
sa, si yo personalmente estuviera expresándolas a mi nombre, las expresaría de
una manera diferente y en otro lenguaje. Sin embargo, él no pudo expresarse
en un lenguaje o en un espíritu distinto del que yo le he dado. De otra mane-
ra, no estaría creando un personaje artístico .33

Dostoievski hace particular referencia a

las discusiones del anciano acerca de lo que es un monje, o acerca de sirvientes y


amos o acerca de si se pLtede ser el juez de otra persona, etcétera. Tomé el perso-
naje y la figura de antiguos monj es y santos rusos: junto con su profunda
humildad . .. , ilimitadas e ingenuas esperanzas acerca del futuro de Rusia,
acerca de su moral y hasta de su misión política. ¿No tuvieron si.empre a Ru-
sia en mente san Sergio y los metropolitanos Piotr y Alekséi, en ese sentido?

Le ruega a Liubímov que asigne a un corrector de pruebas confiable


este texto , porque el idioma no es el ruso ordinario , y él no podrá corregir
personalmente las galeras . Del capítulo intitulado "Acerca de las Sagradas
Escrituras en la vida de padre Zósima", escribe: "Ese capítulo es exaltado y
32
Ibid., p 99 ; 7-19 de agosto de 1879.
33
Ibid., pp. 102-103; 7-19 agosto de 1879 .

572 .... "CO N PALABR AS QU E QU EME N LOS CO RAZO NES DE LO S HO MBRES"


poético: el prototipo lo tomé de algunas de las enseñanzas de Ticón Za-
donski, y la ingenuidad del estilo, del libro de las caminatas del monje
Parfeni. ¡Échales una ojeada tú mismo , querido Nikolái Alekséievich, sé
como un padre! " A esta súplica anexa "una renuente nota bene". En el últi-
mo número de la revista, en que iba "El Gran Inquisidor", se queja de que
"no sólo fueron violados mis títulos, sino que fue impreso todo junto, diez
páginas de corrido , sin un solo cambio a otro renglón [puede suponerse
que sin separar los párrafos]". 34
Así nos indica Dostoievski los modelos estilísticos que estaba imitan-
do, y que difieren considerablemente del registro tonal del resto de la no-
vela. V L. Komaróvich nos ha dado una útil descripción del estilo que
Dostoievski tomó de La historia del monje Parfeni acerca del sagrado monte
Athos, de su peregrinación y sus viajes por Rusia, Moldavia, Turquía y la Tierra
Santa.35 Esta obra, durante largo tiempo una de las favoritas de Dostoievski
(fue uno de los pocos libros que se llevó en sus viajes europeos entre 1866
y 1870), también era apreciada grandemente por occidentalistas como Sal-
tikov-Shchedrin y Turgueniev por sus conmovedoras imágenes de la piedad
en la antigua Rusia. El monje Parfeni había nacido en una familia de viejos
creyentes y se le educó en sus doctrinas, pero retornó a la Iglesia ortodoxa,
habiendo quedado insatisfecho con el intransigente fanatismo de los ras-
kolniki. Su propio libro está lleno de tan enternecedor espíritu de bondad y
benevolencia, aun hacia aquellos con quienes discutió sobre cuestiones de
fe , que atrajo no sólo a un lector como Dostoievski sino también a muchos
cuya relación con el cristianismo era más cultural que religiosa.
Como lo observa Komaróvich, en los cuentos y las prédicas del padre
Zósima encontramos, hasta en la distribución de sus partes, y en toda su
sintaxis , un ritmo absolutamente ajeno al habla literaria rusa. Aparece
como una desviación de todas las normas de la sintaxis moderna, y al mis-
mo tiempo provee a todo el relato de un colorido de ceremonial verdade-
ramente emocionante, y de una tranquilidad ideal. La frecuente repetición
de las mismas palabras y hasta de las mismas combinaciones de palabras
en secuencias sucesivas (manera estilística perfectamente apropiada a la
inspiración y la emoción del narrador); la alternación entre frases largas
rítmicamente unidas y sentencias introductorias en habla indirecta; por úl-
timo , los pleonasmos, la tendencia a apilar epítetos que describen uno y el
34
Idcm.
35 V L. Komaróvich (ed.), Die Urgestalt der Brüder Karamasoff, Múnich, 1928, pp. 127-128.

UNA ÚLTIMA VISITA ~ 573


mismo cuadro como si al narrador le faltaran palabras para alcanzar la de-
seada riqueza de expresión: todo esto le da al sentido de las enseñanzas un
cierto matiz de inexpresibilidad. "El título mismo del libro de Parfeni, por
sí solo, exhibe todos los rasgos estilísticos que hemos notado en las ense-
ñanzas del padre Zósima". 36
La influencia del libro del monje Parfeni no sólo es estilística sino que
se extiende, asimismo, a muchos aspectos de la descripción de la vida mo-
nástica. Dostoievski se había propuesto emplear algunos detalles de este
texto para su (nunca escrita) Vida de un gran pecado1; y le escribió a Apollon
Maikov que "en el monasterio ... también está el monje Parfeni".37 Estas
tempranas notas contienen una referencia a "un grande, ascético en ayunas
y formidable derramador de lágrimas, el monje Ankitia", cuya historia ha-
bía sido detallada por Parfeni con considerable sentimiento. En realidad,
fue un importante noble ruso que abandonó el mundo, se metió de monje
en el monte Athos y se dedicó a restaurar la parte rusa del monasterio, des-
cuidada por los griegos y que estaba cayendo en ruinas. En las notas para
Los demonios también se hace referencia a un monje que tenía "el don de
las lágrimas", y otro personaje, sin nombre , observa: "Leí [esto] una vez en
un libro del monje Parfeni acerca de su viaje al monte Athos". Muchos de
estos detalles de Parfeni los emplea Dostoievski cuando vuelve a la ubica-
ción del monasterio en Los hermanos Karamázov. También el padre Zósima
llora en momentos de gran emoción, cuando está transmitiendo lo que
considera que es la verdad de la palabra de Dios y el esplendor y la reful-
gencia del universo que es Su creación. Parfeni tiene, asimismo, buen nú-
mero de referencias a caer en tierra y besarla , y el padre Zósima aconseja:
"Gusta de arrojarte a la tierra y besarla ... Riega la tierra con las lágrimas de
tu alegría y ama esas mismas lágrimas" (v. 15, p. 292).

La influencia de san Ticón Zadonski, monje ruso de mediados del siglo


xvm, canonizado en 1860, ocupa un lugar predominante en la evolución
moral-espiritual de Dostoievski. Bien puede haber encontrado el abundan-
te legado literario de san Ticón (quince volúmenes que claramente revelan
36
Idem.
37
PSS, vol 29 , libro 1, p. 118; 25 de marzo-6 de abril de 1870.

574 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZO NES DE LOS HOMBRES"
la influencia del pietismo alemán) a comienzos del decenio de 1860, cuan-
do era director de El Tiempo y empezaba a elaborar su propio ideal socio-
político de pochvennichestvo. Por muchas razones debió sentirse atraído por
la figura de san Ticón, quien fue, como lo ha señalado el padre Georgii
Florovski en su gran historia de la teología rusa, un escritor de considera-
ble poder y elocuencia; tan sólo sus méritos literarios pudieron haber atraí-
do la admiración de Dostoievski. Florovski también observa que san Ticón
fue uno de los pocos santos rusos que pasó por una intensa lucha interna
antes de alcanzar su ideal religioso: la conquista del "orgullo por la humil-
dad, de la ira por la suavidad y la paciencia, del odio por el amor".38 Este
aspecto de su carácter aparece en las memorias que sobre él dejaron quie-
nes lo sirvieron en el convento: así como Alekséi Karamázov reúne todos
sus recuerdos del padre Zósima en la zhitie que aparece en la novela.
Como lo ha sugerido Komaróvich, Dostoievski bien puede haber visto
una relación entre su carácter personal, su propia lucha con su tempera-
mento tan frecuentemente difícil, y el de Ticón. "El obispo siempre mostró
una tendencia a las enfermedades nerviosas y los ataques de hipocondria",
escribió uno de sus servidores en la celda. Estos episodios incluían accesos
de ira y de disgusto , y al final de su vida "cayó en un estado completamente
hipocondriaco".39 Difícil le era alcanzar un estado que le permitiera dominar
sus reacciones a menudo hostiles contra los demás. A mayor abundamien-
to, con frecuencia fue el blanco de burlas y sarcasmos en el monasterio , y
aquí, una vez más, Dostoievski pudo sentir cierta similitud con su propia
situación de escritor. ¿No se habían burlado constantemente de él por crear
personajes psicológicamente desequilibrados y patológicos , y no era este
aspecto de su obra frecuentemente atribuido a su conocida epilepsia?
Sea como fuere , hubo otros aspectos de san Ticón que habrán provo-
cado la profunda admiración de Dostoievski. Pueden encontrarse paralelos
en Ticón de la adoración que siente el padre Zósima por la belleza de la
naturaleza como revelación de la bondad y la majestad de Dios. Ticón tam-
bién hablaba de haber experimentado, durante una "hermosa, apacible y
luminosa noche", una visión que él consideró un atisbo del cielo. "De
pronto -le dijo a su memorialista-, el cielo se abrió y en él vi tal brillo y
tal esplendor que ningún habla humana puede transmitirlo o ningún en-

38
Georgii Florovski, Puti Russlwgo Bogosloviya, París, 1983 , pp. 123-12 5.
39
Citado en Komaróvich, Die Urges talt. .., op. cit., p. 78.

UNA ÚLTIM A VISITA ~ 575


tendimiento humano comprenderlo." 4 º En un nivel más profano, el clérigo
intervino siempre que pudo en favor de los campesinos que eran maltrata-
dos -¡y esto durante el periodo más negro de la servidumbre!- intentan-
do poner en práctica, en el nivel de la vida social, las ideas de amor cristia-
no que iba predicando. Varias veces lo golpearon terratenientes enfurecidos,
influidos por el prevaleciente volterianismo antirreligioso por entonces en
su fase más estragada (y que aun se refleja en los discursos del padre sin
principios de la familia Karamázov). En cada caso, aunque no sin pasar por
un conflicto interno , Ticón finalmente pidió perdón a sus atacantes por ha-
ber provocado su ira, y tanta humildad produjo un completo cambio de
actitud de parte de sus ofensores. Es probable que Dostoievski viese en ta-
les episodios no sólo el choque de dos principios moral-religiosos en pug-
na - la antigua piedad rusa y el nuevo y destructivo espíritu del ateísmo-
sino también el poder de la humildad para producir una transformación
moral aun en aquellos que, bajo la influencia del racionalismo, se conside-
raban inmunes a los efectos de su fuerza redentora.
La cuestión de la inmortalidad, como lo sabemos, se había vuelto el
fundamento mismo de las convicciones moral-religiosas de Dostoievski, y
esta esperanza cristiana, incluyendo la Resurrección, fue asimismo preocu-
pación recurrente para Ticón. "Es con esta doctrina de la Iglesia -escribe
Komaróvich-, con la que su oído espiritual está especialmente sintoniza-
do, y como Dostoievski, el santo atribuyó la propagación de la increduli-
dad en su propia época al olvido en que había caído esta convicción." Sin
embargo, debe notarse que san Ticón casi nunca menciona el juicio Final
cuando evoca la Resurrección (tampoco Dostoievski); este acontecimiento
"nunca estuvo conectado con la idea de retribución y castigo por los peca-
dos, sino siempre con la gloria y el gozo infinito de los 'hijos de Dios"'. 41
La Resurrección es casi siempre vinculada por Ticón con la imagen de la
gloria del "Hijo de Dios'', y él celebra en palabras extáticas que al cabo de
los tiempos la humanidad alcance esa gloria: "La carne de nuestra bajeza se
transformará [... ] Los elegidos de Dios quedarán envueltos en tan exaltada
y tan portentosa gloria que brillarán como el sol [... ] Puesto que los cris-
tianos son hijos de Dios: ¡en qué gloria estarán envueltos, cuando se reve-
len como tales1" 42
40
Ibid., p. 111.
41
Ibid. , p 107.
42
Ibid. , p 108.

576 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
Dostoievski también habría encontrado en la obra de Ticón descripcio-
nes rapsódicas, muy similares a las que él mismo escribiría, de la utopía
cristiana del amor que brillaba ante sus ojos extasiados, como su último
ideal en la Tierra.

¡Oh, qué maravilloso sería [escribió Ticón] si todos se amaran los unos a los
otros! Entonces no habría robos, no habría asaltos , ni engaño, ni asesinato, ni
mentira .... los tribunales no estarían llenos de quejas, estas gentes avariciosas
no estarían rondando por las calles y plazas de la ciudad ... las cárceles no re-
bosarían de presos, encerrados por causa de sus delitos, préstamos usurarios,
deudas no finiquitadas; por último, no habría ya pobres ni necesitados, sino
que todos serían iguales. 43

Sus propios atisbos apocalípticos del paraíso terrenal no habrían podido


expresarse más vívídamente.

El nombre de san Ticón como personaje literario aparece por primera


vez en las notas para La vida de un gran pecador a comienzos de 1870. Algunas
de las notas tomadas por entonces, como ya se ha dicho , le sirvíeron des-
pués a Dostoievski para su retrato del padre Zósima. "Los límpidos cuentos
de Ticón acerca de la vida y la alegría en la Tierra. De la familia, de padres
y hermanos. Extremadamente ingenuos, pero, por esto, encantadores, los
cuentos de Ticón, de sus pecados contra quienes lo rodeaban, de vanidad,
de burla (cuánto me gustaría cambiar hoy todo esto, dice Ticón)" (v. 9,
p . 138). La esencia de la enseñanza de Ticón está condensada en una frase
sucinta: Ticón. De la Humildad (cuán poderosa es la humildad). Todo
en la humildad y el libre albedrío" (id.). Ticón también había enseñado -en
lo que Dostoievski bien pudo sentir que constituía una respuesta a job-
que la humanidad debía sentir gratitud por la existencia de la tentación, el
infortunio y el sufrimiento porque sólo por medio de ellos pueden los
seres humanos llegar a un conocimiento de todo el mal que hay en sus
almas. Ticón también declaró , como lo haría después el padre Zósima,
que "no hay un tipo de pecado, y que no puede haber ninguno en la

43
Ibid. , p 114.

UN A ÚLTIMA VISITA ~ 577


Tierra, que Dios no perdone al que sinceramente se arrepiente" (v. 9, pp.
511-514).
Por una carta a Apollon Maikov, sabemos que Dostoievski estaba bus-
cando crear para la literatura rusa "una figura majestuosa, positiva y san-
ta", y que creyó que podría hacerlo poniéndose como prototipo a san Ti-
cón. Ya había presentado semejante "figura santa" en el príncipe Mishkin,
pero difícil sería considerar al príncipe como "majestuoso" o "positivo"
(en un sentido mundano). Al comparar su propia concepción con toda
una serie de tipos seudopositivos (tal como los veía Dostoievski) en nove-
las de Gógol, Goncharov, Turgueniev y Chernishevski, explica que desea
mantenerse lo más cerca posible del original: "Cierto, no estaré creando
nada; simplemente retrataré al auténtico Ticón".44 Partes de este proyecto
del "gran pecador" finalmente quedarían incorporadas a Los demonios. Ticón
aparece como un personaje en el capítulo, después suprimido, que conte-
nía la confesión de Stavroguin, pintado a la vez como una personalidad
excéntrica, afligida por un mal nervioso, y a la vez como un lector clarivi-
dente de las almas. Pero este capítulo no se publicó durante la vida de
Dostoievski , y las referencias premonitorias a Ticón fueron eliminadas del
texto final.
La ambición de representar a san Ticón parece desvanecerse en El ado-
lescente, pero de hecho se está creando una nueva "imagen positiva":
la del peregrino ruso de origen campesino, Makar lvánovich, que inspira al
joven Arkadi. Este personaje puede verse como una figura de transición
entre el primer intento de retratar a Ticón y el ulterior padre Zósima; y las
conversaciones entre Makar y Arkadi, como versiones preliminares de los
sermones del padre Zósima anotados por Aliosha. 45 Sin embargo, la des-
cripción de Makar ya no guarda ninguna semejanza con el Ticón enfermo
y emocionalmente perturbado de Los demonios.46 En cambio, es un hom-
bre imponente , ancho de hombros, con ojos muy azules y radiantes, cuya
tranquila serenidad va acompañada por una risa cálida y tranquilizadora;
ya no existe ningún conflicto entre su belleza moral-espiritual interna y su
apariencia y conducta exterior. Makar lvánovich, como lo ha sugerido Ko-
maróvich, bien pudo servir como modelo para el Ticón que, a la postre, se
convirtió en el padre Zósima. Sea como fuere , Dostoievski se dio cuenta de
H PSS, vol 29 , libro 1, p . 118; 25 de marzo-6 de abril de 1870.
45
Komaróvich, op. cit. , pp . 93-95.
46
/bi d' p. 9 1.

578 ... "CON PALABRAS Q UE QUEM EN LOS CORAZONES DE LOS HOMBR ES"
que "el verdadero Ticón" no era una encarnación apropiada para la imagen
"majestuosa y positiva" que deseaba crear.
Acabando de enviar esos capítulos, Dostoievski le escribió a su esposa:
"Creo que estoy satisfecho con lo que mandé ... el resultado será algo muy
bueno ... ese anciano ha estado en mis manos durante mucho tiempo; me
he estado atormentado por él desde el comienzo del verano". 47 Dostoievski
está hablando, obviamente, del contexto inmediato de la redacción de su
novela, pero ya hemos visto que "el anciano" (o al menos, su prototipo)
había estado "en sus manos" durante un periodo mucho más largo. En una
carta a su confidente Pobedonostsev dos días después, parece haber dismi-
nuido su satisfacción. "Espero una paliza de los críticos - reconoce-,
aunque yo bien sé que no he efectuado ni la décima parte de lo que desea-
ba realizar; por favor presta tu atención a este fragmento ya que mucho me
interesa conocer tu opinión . .. Escribí el libro para los pocos y lo considero
el punto culminante de mi obra. "48
Dostoievski estaba contestando a una carta en que Pobedonostsev ha-
bía observado que "tu 'Gran Inquisidor' me produjo una poderosa impre-
sión. Raras veces he leído algo tan fuerte. Sólo he estado aguardando -de
dónde llegará el rechazo, la respuesta y la elucidación- y hasta ahora no
ha llegado".49 Según Dostoievski, su libro 6, "Un monje ruso", había sido
concebido como respuesta a lo que Pobedonostsev (y tal vez otros como
él) había estado aguardando. Más avanzado el mes, responde más directa-
mente: "Tu opinión de lo que has leído de Los Karamázov me ha halagado
mucho (con respecto a la fuerza y energía de lo que se ha escrito), pero
ahora me planteas una cuestión esencialísima: que hasta hora no he dado
respuestas a todas estas proposiciones ateas, y que son necesarias". Dos-
toievski le dice que la respuesta a este "lado negativo" de su obra vendrá en
el libro 6, aunque al mismo tiempo expresa ansiedad por no saber si sea
"una respuesta suficiente".50
"Tanto más -prosigue- , cuanto que la respuesta , después de todo ,
no es directa, no a las proposiciones previamente expresadas (en 'El Gran
Inquisidor' y antes), sino tan sólo indirecta. Aquí se ofrece algo directa-
mente opuesto a la ya mencionada cosmovisión, pero nuevamente. . . en
47
PSS, vol. 30, libro 1, p. 100; 7- 19 de agosto de 1879 .
48
Ibid. , p. 105; 9-21 de agosto de 1879 .
49
Lite raturnoc Nasledtsvo, 15 (Moscú, 1934), p. 139.
so PSS , vol. 30 , lib ro 1, pp. 121-122 ; 24 de agosto-5 de septiembre de 1879 .

UNA ÚLTIMA VISITA ~ 579


un cuadro artístico." También le preocupa que, aun cuando en efecto haya
compuesto un retrato hagiográfico , las demandas del "realismo" le ex~an
entrar en detalles cotidianos habitualmente evitados en tan elevados enco-
mios.

Ha sido necesario presentar una figura modesta y sublime, aunque su vida


está llena de cosas cómicas y es sublime sólo en su sentido interno, de modo
que , por requerimientos artísticos, me vi obligado a tocar los aspectos más
triviales de la biografía de mi monje , para no violar el realismo artístico. Lue-
go, hay una serie de preceptos del monj e en respuesta a los cuales la gente
gritará que son absurdos en todos sentidos, pero en otro sentido , el interno,
creo que son correctos. 51

Es claro que hasta entonces Pobedonostsev no tenía conocimiento del


texto aún no publicado de Dostoievski, y bien podemos desechar su pre-
suntuosa afirmación, hecha poco después de la muerte de Dostoievski, de
que la imagen del padre Zósima había sido creada de acuerdo con sus
"instrucciones".52
Las notas para esta sección son muy escasas; en su mayor parte, son
entradas desarrolladas en el texto, pero algunas observaciones fueron eli-
minadas en la redacción final. Las referencias acerbamente críticas a ciertos
párrocos (no al clero monástico) repiten en términos mucho más fuertes
ciertas observaciones que también se pueden encontrar en el Diario. "Na-
die está tan lleno de materialismo como el clero. Tenemos el misterio , ha-
cemos el misterio. Los niños, el ateísmo y en adelante el materialismo
(el sacerdote en sus vestimentas es respetado , pero sin sus vestimentas es
un avariento y un saqueador)" (v. 15 , p. 240). El mismo tema aparece po-
cas páginas después: "Los clérigos gritan que no ganan lo suficiente. Y otros
llegan y se apoderan de la grey ... Tú [del clero] gritas que tienes demasiado
pocos ingresos; pero debieras tener menos, ir en ayunas y descalzo , y verás
cómo tu amor aumentará y también tus recursos" (v. 15, p. 253). Tales re-
flexiones parecieron, sin duda, inapropiadas procediendo del padre Zósima
y habrían chocado con la yuxtaposición de Zósima y del ignaro "ascetis-
mo" del padre Ferapont.
Una y otra vez, Dostoievski toca variaciones sobre su principal motivo
01
Idem.
52
Véase el comentario a la nota 6 en PSS, vol. 30, libro 1, p. 315.

580 ... "CO N PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZON ES DE LOS HOMBRES"
artístic~: todos son responsables de todos, y "cada quien es culpable ante
todos y por todo , y por consiguiente, cada cual es lo bastante fu erte, asimis-
mo , para perdonarlo todo a los demás, y todos se volverán entonces la
obra de Cristo, y Él mismo aparecerá entre ellos y lo verán y quedarán
unidos a Él''. En realidad , llega tan lejos que añade : "Y Él perdonará tam-
bién al sumo sacerdote Caifás porque amó a su pueblo [lo amó a su ma-
nera] , y también perdonará al hábil Pilatos que había pensado dos veces
sobre la verdad , porque no supo lo que estaba creando. ¿Qué es la Ver-
dad? Ésta estuvo ante él, la Verdad Misma" (v. 15, p. 249). En el texto no
pueden encontrarse ninguna de estas reflexiones , que difícilmente ha-
brían sido permitidas por la censura.
Tampoco encontramos lo que sólo puede considerarse una referencia
a Chernishevski: "Sueñan con columnas de aluminio , la muj er-reina pros-
tituida" (v. 15, p. 250), observación que , si hubiese aparecido entre las
frases del padre Zósima, lo habría convertido, de la manera menos verosí-
mil, en lector del cuarto sueño de Vera Pávlovna en ¿Qué hacer? También
parece haber una huella de Fiódorov en cierta nota: "La familia se vuelve
más numerosa: no sólo los parientes entran en ella y comienzan a desarro-
llarse los principios de un organismo nuevo" (v. 15, p. 249).
Después de completar el libro 6, Dostoievski inmediatamente empezó
a trabajar en la siguiente entrega, prometida para el número de septiembre.
Como le escribió a Anna:

Tengo que ponerme a trabajar en la novela, pero estoy escribiendo poco. Lite-
ralmente no hay tiempo, ¿puedes creerme7 Pluga a Dios que para la fecha de mi
llegada (el tres o el cuatro de septiembre) lleve conmigo la mitad para el nú-
mero de septiembre, y me pondré a terminar la otra mitad al día siguiente de
mi llegada, sin tomarme un descanso. Y mientras tanto, la obra tiene que ser
limpia, elegante , como una joya tallada. Éstos son los capítulos más impor-
tantes, y deben determinar la opinión pública de la novela.53

Nueve días después, Dostoievski le dijo a Putsikovich que , obligado


para mediados de septiembre a enviar a El Mensajero Ruso "todo para el
número de septiembre ... no llevo ni la mitad". También se queja de que
"ahora he empezado a escribir con tanto esfuerzo , tan lentamente , que es-

53 Ibid., p 114; 14-26 de agosto de 1879.

UN A ÚLTIMA VISITA ~ 581


cribir tres renglones es un verdadero tormento para mí".54 Esta queja no
puede tomarse literalmente si se considera la cantidad (y la calidad) del
manuscrito que Dostoievski estaba forjando constantemente; bien puede
haber tenido el único propósito de rechazar las repetidas solicitudes
de una colaboración para El Ciudadano. Pero su salida de Ems entre el 29 de
agosto y el 10 de septiembre, así como la siguiente interrupción de los
seis días que duraba el viaje, hicieron más lento su trabajo para la siguien-
te entrega.

54
Ibid., p. 11 7; 23 de agosto-4 de septiembre de 1879.

582 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CO RAZONES DE LOS HOMBRES"
XXV Un lector impaciente

DURANTE el otoño y el invierno de 1879, Dostoievski dedicó la mayor parte


de su tiempo a tratar de cumplir con el programa autoimpuesto para la
publicación de Los hermanos Karamázov. Sin embargo, como hemos visto,
comprendió que no podría terminar el libro en un año. Una razón era que
los libros 8 y 9 requerían mucho más desarrollo del previsto, y la obra se
extendió para incluir una cuarta parte. Otra razón fue que Dostoievski
tuvo que dejar de escribir en la primavera de 1880 para participar en las
ceremonias correspondientes a la inauguración de un monumento a Push-
kin en Moscú. El discurso que pronunció allí creó una verdadera sensación
y se convirtió en un importante suceso histórico-cultural.
Pese a la carga de su trabajo en la novela, continuó aceptando invita-
ciones a leer en festejos de caridad donde, como bien lo sabía , la sala sería
colmada por la importantísima juventud estudiantil. Varias de estas lectu-
ras fueron de fragmentos de su novela , incluida "La leyenda del Gran In-
quisidor". Las veladas en la casa de Elena Shtakenshneider, los "Viernes"
del muy hospitalario poeta Yakov P Polonski y el salón de la condesa Sofía
A. Tolstaia también lo aliviaban de su relativa soledad.

Dostoievski no pudo ponerse a trabajar al llegar a Staraya Rusa, como lo


había esperado. El viaje desde Bad Ems había sido tan agotador que nece-
sitó casi una semana para recuperarse . Le informó entonces a Nikolái
Liubímov que "se tardaría mucho" en enviar la siguiente entrega , y le pre-

~ 583
ocupó que acaso no fu era capaz de completar toda la sección a tiempo
para cumplir con el plazo. 1 El 16 de septiembre envió los tres primeros
capítulos del libro 7; el cuarto, "Caná de Galilea", se retrasaría porque "un
ataque de epilepsia me ha obligado a aplazar mi trabajo dos días". De este
capítulo, que señala una fase decisiva del desarrollo espiritual de Aliosha,
observa Dostoievski que "es el más vital de toda la entrega, y tal vez hasta
de la novela". 2 Originalmente, el libro 7 se había intitulado "Grúshenka", y
también habría contenido algunos de los episodios que ahora implicaban a
Dimitri en el libro 8. Pero el título fue cambiado a "Aliosha" cuando Dos-
toievski decidió terminar esta sección con la secuencia del sueño en que su
futuro héroe somete su propia rebelión contra Dios.
Previendo posibles obj eciones , intentó Dostoievski, como de costum-
bre, contrarrestarlas de antemano. El libro 7, que narra el entierro del pa-
dre Zósima y el escándalo causado por el olor deletéreo que emanaba de
su cadáver, contenía una expresión que Dostoievski temió que sería ofensi-
va . "Hay sólo una palabrita (acerca del cuerpo de un difunto): smerdit [em-
pezó a heder) . Pero lo dice el padre Ferapont, que no puede hablar de otra
manera, y aun si pudiera decir empezó a ole1; no lo haría ." También se hacía
mención de un laxante, "pero está escrito con propiedad" (es decir, sin un
lenguaje indebidamente vulgar) , y el detalle "también es vital , como una
acusación importante".3 Sin embargo , lo más importante de todo es lo que
incluye en una posdata a estas peticiones.
Dada la santidad de la vida del padre Zósima, la comunidad había pre-
visto que sus restos estarían mucho menos sujetos que los de los simples
mortales a las leyes ordinarias de la descomposición. En cambio, fu e insó-
litamente rápida la descomposición de su cadáver, y el hedor causó , así, un
escándalo . A Dostoievski le preocupó que su descripción fuese considera-
da blasfema , y por ello incluye en su posdata

una pequeña nota bene: por favor no imaginen que yo me permitiría,


en una obra mía , ni la menor duda acerca del poder milagroso de las reli-
quias. La cuestión concierne tan sólo a las reliquias del finado padre Zósi-
ma , y es una cosa enteramente distinta. -Una conmoción como la descrita
por mí en el monasterio ocurrió una vez en el Monte Athos, y es narrada
1
PSS, vol 30, libro 1, p 125; 8 de septiembre de 1879.
2
/bid. , pp. 125-126; 16 de septiembre de 1879.
3
ldem.

584 ~ .. CON PA LABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZON ES DE LOS HOMBRES ..


brevemente y con ingenuidad conmovedora en Las caminatas del monje
Parfeni.

Dostoievski también le pide a Liubímov "que haga un buen trabajo"


con las pruebas de la leyenda acerca de la "cebolla", narrada por Grúshenka
y empleada como símbolo de los conmovedores arranques de bondad y de
compasión aun entre los más poderosos arrebatos de egoísmo. "Es una
gema", declara Dostoievski. Fue "escrita por mí tomándola de las palabras
de una campesina y, desde luego, se la registra por primera vez".4 Aquí, Dos-
toievski está en un error. Un folclorista ruso había impreso una leyenda
muy similar en 1859; pero esto sólo muestra la autenticidad de su empleo
de las creaciones moral-religiosas de la tradición popular.
Las notas para el libro 7 están principalmente dedicadas a la visita de
Aliosha, guiado por Rakitin, a la casa de Grúshenka. Como lo indica el
cambio de título, el enfoque original de esa sección probablemente había
sido la intención de ella de seducir a Aliosha y su mutuo autodescubri-
miento moral. Sin embargo, una nota muestra la ansiedad de Dostoievski
por narrar con precisión la ceremonia del entierro del padre Zósima. "Agua,
aceite. Ropas sacras. Pantuflas. Cogulla con una cruz. En las alas del queru-
bín, una capa de pintura. Una cubierta negra, y la capa abierta ... ¿Cuánto
tiempo en la celda, antes de llevar el cadáver a la iglesia? ¿Quién lee ante el
cadáver7 El monje-sacerdote. La Biblia. Los monjes-sacerdotes y los mon-
jes-diáconos" (v. 15, p. 254). También hay afirmaciones abiertas sobre cru-
ciales asuntos temáticos: "Cuando el cadáver empieza a heder, Aliosha em-
pieza a dudar por las razones que Iván tan claramente había hecho: 'El
Anciano es santo, pero no hay ningún Dios"' (v. 15, p. 255) . Aliosha tam-
bién es sexualmente perturbado por Grúshenka; desde antes de ir a visitar-
la, "lo asaltan la noche anterior sensaciones sensuales por Grúshenka". Tales
incitaciones no se mencionan en el texto aunque sí se las sugiere cuando
ella se sienta sobre sus rodillas. En las notas , ella le dice brutalmente: "Yo
quise corromperte" (v. 15 , pp. 254 y 261).
El 8 de octubre, Dostoievski le informó a Liubímov que "una vez más
me veo obligado a retrasarme" con la próxima entrega, pero que trataría de
hacerla llegar dentro de una semana, poco más o menos. 5 Los cuatro pri-
meros capítulos contienen la escena en que Dimitri, acechando en el jardín
4
Idem.
5
Ibid. , p. 127; 8 de octubre de 1879.

UN LECTOR IMPACIENTE ... 585


de su padre, da la señal que hace asomarse a la ventana al viejo. Su apa-
riencia llena a Dimitri de un abrumador sentido de repulsión personal, y
"de pronto sacó de su bolsillo el mortero de cobre", que se había robado
pocas páginas atrás. Dostoievski detiene en este punto la acción insertando
una línea punteada y dejando a sus lectores en suspenso, pero la frase que
inmediatamente sigue al hiato pretende sugerir lo que no había ocurrido:
"'Dios me estaba mirando en ese momento', se dij o Mi tia después" (v. 14,
p. 355). La escena continúa cuando Dimitri huye del jardín, y su huida es
interrumpida por la aparición del sirviente Grigori, quien intenta detener-
lo, y a quien él golpea en la cabeza con el mortero de cobre. Sin embargo,
como en el caso de "La sentencia", Dostoievski acaso confiara demasiado
aquí en la perspicacia de sus lectores para descifrar su significado.
Esos capítulos aparecieron el 1º de noviembre, y el 8 de noviembre
contestó Dostoievski a una carta de una lectora preocupada, incapaz de
contener su impaciencia y aguardar la ulterior clarificación. Tal parece que
la exculpación indirecta, a través de una sola frase, de Dimitri no disipó
todas sus dudas. Dostoievski le contestó categóricamente:

El viejo Karamázov fue asesinado por su sirviente Smerdiakov. Todos los de-
talles se aclararán conforme progrese la novela .. Iván Karamázov sólo obli-
cua y remotamente participó en el asesinato, tan sólo al rehusarse (intencio-
nalmente) a hacer esfuerzos por que Smerdiakov recobrara el sentido durante
la conversación con él, antes de irse a Moscú, y a declararle clara y categórica-
mente su repugnancia por el crimen concebido por él (que Iván Fiódorovich
claramente vio y del que tuvo una premonición), y así pareció permitirle a
Smerdiakov cometer el crimen. El permiso era esencial para Smerdiakov ...
Dimitri Fiódorovich es completamente inocente del asesinato de su padre. 6

Aunque todavía no estaban plenamente elaborados muchos detalles de


la novela, Dostoievski sin duda tenía una clara concepción de la trama del
asesinato y de su significación temática. También incluye en su respuesta
una leccioncilla sobre cómo se le debe leer: "Para el lector no sólo es im-
portante la trama -le dice a su lectora-, sino, además, un cierto conoci-
miento del alma humana (psicología), que un autor tiene el derecho de
esperar de un lector". Pasa luego a explicar los elementos del texto que

6
Ibid., p. 129; 8 de noviembre de 1879.

586 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
habrían debido servir para reforzar el efecto de la referencia de Dimitri a
Dios. Cuando Dimitri , en vez de continuar su huida, salta de la barda para
examinar la herida de Grigori y le limpia la sangre de la frente, "pareció ya
decirle al lector que él 110 era el parricida''. Su conducta muestra compa-
sión, no la crueldad de un asesino, y "si hubiese matado a su padre no se
habría detenido ante el cuerpo del sirviente, diciéndole palabras de pie-
dad".7 Razumijin había argüido algo muy similar en su defensa de Nikolái,
el pintor de casas sospechoso del asesinato en Crimen y Castigo. Había esta-
do forcejeando en broma con su compañero de trabajo cerca de la hora en
que se cometió el crimen: ciertos tipos de conducta son simplemente in-
compatibles con el de asesinar a otro ser humano. En realidad, semejante
convicción está íntimamente vinculada con una figura de la vida real: el ex
presidiario D. l. Ilinski, que fuera compañero de prisión de Dostoievski, y
cuya historia sirvió inicialmente para generar la trama del asesinato en la
novela. Era difícil creer en los testimonios circunstanciales en su contra ,
dada la impresión de desenvoltura y jovialidad que transmitía su carácter.

El 30 de octubre Dostoievski cumplió cincuenta y ocho años , y recibió un


presente de su esposa , obtenido con la ayuda de la condesa Tolstaia. Él
siempre había expresado su admiración por la Madonna Sixtina, de Rafael,
pintura que le había fascinado durante sus visitas a la Gemaldegalerie
mientras residió en Dresde. La condesa mandó hacer una gran reproducción
fotográfica , que le fue entregada a Anna por Vladimir Soloviev. Cuando
Dostoievski entró ese día en su estudio , para su gran sorpresa y alegría en-
contró el cuadro enmarcado en madera por Anna , colgado sobre el diván
en su estudio. Recuerda Anna: "¡Cuántas veces [lo he] encontrado en su
estudio enfrente de ese gran cuadro, absorto en tan profunda contempla-
ción que no me oía entrar! "8 En tales momentos , ella salía sin perturbarlo.
La reverencia de Dostoievski por esta pintura queda ilustrada en una
divertida anécdota, que también es interesante desde el punto de vista lite-
rario. Ocurrió durante una velada en casa de Sofía Kivalevskaia, antes Kor-
vin-Krukovskaia , a quien Dostoievski conoció desde adolescente a comien-
7 Idem.
8 Anna Dostoevsky, Reminiscences, trad. y ed. de Beatrice Stillman, Nueva York, 1973, p. 32 6.

UN LECTO R IMPACIENTE ~ 587


zos de los sesenta, mientras le hacía la corte a su hermana mayor, ahora
AnnaJaclard. Después, Sofía fue la primera mujer en toda Europa que ocu-
pó una cátedra de matemáticas. La conversación giró en torno a la aporta-
ción de diversos pueblos al mundo del arte, y Dostoievski insistió en que
los italianos eran los más grandes creadores; a sus ojos, los alemanes no
habían hecho otra cosa que copiar. "Los griegos -dijo- expresaron todo
el poder de su representación de lo sacro como una mujer bella en la Ve-
nus de Milo, [pero] los italianos representaron a la auténtica Madre de
Dios: la Madonna Sixtina. ¿Qué es la Madonna del mejor pintor alemán,
Holbein? ¡La esposa de un panadero! ¡Una pequeña burguesa! ¡Nada más1 "9
Tampoco quiso alterar este juicio cuando la conversación se volvió ha-
cia la literatura y se observó que, después de todo, el Fausto de Goethe era
una creación original que en forma concentrada expresaba la profunda
creatividad del alma alemana. Nada de eso, replicó Dostoievski: "¿El Fausto
de Goethe? No es más que la experiencia del Libro de Job; lean el Libro de
Job, y encontrarán allí lo que es importante y valioso en Fausto". Otro de los
invitados, el conocido pintor Pável Briullov, aprovechó este punto para ar-
güir que la Madonna Sixtina también era "la experiencia de la Antigüedad,
la representación de la belleza en la Antigüedad". Objetando bruscamente,
Dostoievski le pidió ilustrar más el punto, y el artista , sin sospechar nada,
replicó: "En todo, en todo el tratamiento , en cada pliegue del ropaje". Y en-
tonces Dostoievski se puso en pie de un salto y corrió por la habitación,
agarrándose la cabeza con las manos y repitiendo con voz de indignación y
de horror: "¡Ropaje! ¡Ropaje! ¡Ropaje!" 10 El artista, alarmado, le dijo a su
hijo, quien incluyó la anécdota en sus memorias, que temió que Dostoiev-
ski estuviese sufriendo un ataque epiléptico; pero éste se aquietó , buscó
una silla, guardó silencio, y pronto se fue . La sugerencia de que semejante
detalle técnico pudiese disminuir la esplendente majestad cristiana y origi-
nalidad de la Madonna Sixtina era más de lo que él podía tolerar.
El 16 de noviembre, Dostoievski envió los capítulos que faltaban del
libro 8. En el capítulo 3, las "Minas de oro" , pinta satíricamente a la veleido-
sa madame Jojlakova poniendo frenético a Dimitri al prometerle, al parecer,
el dinero que necesitaba, pero luego apremiarlo a que lo obtenga (¡y aún más
metálico!) yéndose a las minas de oro de Siberia. Parloteando a su frívola
9
Tomado de F M. Dostoevslúi v zabitikh i neizestnikh vospominaniyahh sovremennihov, ed. de
S. V Belov, San Petersburgo , 1993 , pp. 250-25 1.
10
Idem.

588 ~ "CO N PA LABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"


manera, de pronto ella, para exhibir su profunda preocupación por los
asuntos sociales del momento, declara: "No me opongo en absoluto almo-
vimiento actual. .. El desarrollo de la mujer, y hasta la emancipación políti-
ca de la mujer en el futuro cercano ... ¡Ése es mi ideal! " En realidad, "le es-
cribí al respecto una carta al autor, Shchedrin", y la firmó anónimamente ,
como "una madre", y no como "una madre contemporánea" porque "la
palabra 'contemporánea' podía haberle traído recuerdos de El Contemporá-
neo, recuerdo doloroso debido a la actual censura" (v. 15, p. 359).
Al recordar aquí la supresión de la revista radical El Contemporáneo en
1866, Dostoievski estaba reviviendo una vieja querella política con el sati-
rista Mijaíl Saltikov-Shchedrin. Éste, que no era hombre que se dejara des-
afiar a la ligera, inmediatamente publicó una respuesta en la posdata de su
columna regular, en las Notas de la Patria. Llamando salopnitsa (divulgado-
ra de chismes) a Jojlakova e imitando a Dostoievski al mezclar la ficción
con los hechos, declara que nunca recibió dicha carta y que el personaje
debió de inventarlo sólo para sugerir que El Contemporáneo seguía hablan-
do a través de su voz . En un folleto mucho más extenso, un mes después ,
despliega toda su fuerza satírica, caracterizándola como una embustera
congénita, como todas esas damas de sociedad pintadas antes por Gógol, y
como una persona en realidad tan tonta que lo revuelve todo , y que con-
fundió El Contemporáneo con El Tiempo y La Época (publicaciones del propio
Dostoievski). El señor Dostoievski, continúa con una burlona exhibición
de camaradería literaria, "la obligó a murmurar [acerca de El Contemporá-
neo] en total contradicción con la auténtica sensibilidad artística que cons-
tituye la sobresaliente calidad artística de las producciones de éste, el más
talentoso de los seguidores de Gógol".11 Por otra parte, sigue diciendo,
Fiódor Pávlovich Karamázov es un tipo maligno, libertino y traicionero ,
pero nada obtuso, que es capaz de cualquier traición. Tal observación vi-
niendo de él no habría sido nada ofensiva, y sí mucho más verosímil. Dos-
toievski, desde luego, había sido acusado de traición, tanto por los radicales
desde mediados de los sesenta como por sus amigos conservadores, por la
publicación de El adolescente en la revista del propio Saltikov-Shchedrin.
El peso de esta observación supuestamente literaria -que también identi-
ficaba, implícitamente, a Dostoievski con su personaje más despreciable-
no se les perdería de vista a los lectores populistas del satirista.
11
M. E. Saltykov-Shchedrin, Sobranie Socl1inenii, vol. 13, Moscú , 1972, 20 vo ls. , pp 774
y 779.

UN LECTOR IMPACIENTE .... 589


4

En la carta enviada junto con la segunda entrega del libro 8, Dostoievski


le anunció a Liubímov una importante alteración de su plan inicial. El li-
bro 8 había resultado más largo de lo previsto porque "de pronto aparecie-
ron muchos personajes completamente nuevos . . . y había que delinear a
cada quien lo más completamente posible, así fu era de manera sumaria".
La apariencia y la caracterización de todos esos funcionarios que llegaron a
detener a Dimitri en Mókroie produjo , así, la adición de toda una sección
nueva. Dostoievski había intentado dejar de publicar después de la entrega
en noviembre del libro 8, y reanudar la publicación sólo a comienzos del
Año Nuevo; pero ahora declara: "Te mandaré un nuevo libro adicional, un
noveno, para el número de diciembre, para así terminar esta parte".12 Esta
decisión probablemente fu e resultado de conversaciones sostenidas con
A. A. Shtakenshneider, el hermano de Elena, que había sido fiscal del go-
bierno y al que consultó acerca de "todos esos ejemplos concernientes al
proceso jurídico", para asegurarse de su exactitud . En una carta a Elena
llamó a su hermano "mi valioso colaborador".13 Este experto probablemen-
te le informó a Dostoievski de los importantes cambios que habían ocurri-
do en los procedimientos jurídicos rusos, y que inspiraron una imprevista
adición a la novela.
"Originalmente quise limitarme justo a la investigación judicial en el tri-
bunal", le dice a Liubímov.

Pero conferenciando con un fiscal (alguien con enorme experiencia), de pron-


to vi que toda una parte extremadamente interesante y extremadamente clau-
dicante de nuestros procesos penales (el punto neurálgico de nuestro proce-
dimiento penal) desaparecería, así , de mi novela sin dejar huella. Esa parte
del procedimiento se titula "la investigación preliminar", con la vieja rutina y la
más moderna y abstracta impersonalidad encamada en los jóvenes abogados,
investigadores, etcétera . H

Todo este material constituiría el nuevo libro 9, prometido para el nú-


mero de diciembre.
12
PSS, vol. 30, libro 1, p. 130; 16 de no\·iembre de 1879.
13
Anna Dostoevsky, op. cit. , p. 325; PSS, vol. 30, libro 1, p. 199; 17 julio de 1880.
i-1 PSS, vol. 30, libro 1, p. 130; 16 de noviembre de 1879.

590 ~ '"CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES'"


Además de permitirle dramatizar de nuevo y en más grande escala las
insuficiencias de las nociones abstractas del derecho importadas de Occi-
dente , de cuyas limitaciones humanas ya se había burlado por boca de
Razumijin en Crimen y castigo, la investigación preliminar también le ofre-
ció a Dostoievski la posibilidad de implicar su retrato de Dimitri. En este
libro nuevo, le informa a Liubímov,

esbozaré aún más fuertemente el carácter de Mitia Karamázov: él experimenta


una purificación de su corazón y de su conciencia, bajo la tormenta del infor-
tunio y de las falsas acusaciones. Acepta en el alma el castigo no por lo qLLe hizo
sino por el hecho de qLLe él JL!e tan honible que pLLdo desear y deseó cometer el ni-
men del cual será falsamente acusado por un error judicial [las cursivas son
mías]. Es una personalidad absolutamente rusa: si no truena el rayo, el cam-
pesino no se santigua. Su purificación moral comienza durante las varias ho-
ras de la investigación preliminar a la que intento dedicar este libro 9 L5

Luego repite su intención de escribir una carta abierta acusándose de


no haber logrado terminar la novela en un año e informando a sus lecto-
res que la estructura externa de la novela se ha extendido , de tres partes a
cuatro . Además, pide a Liubímov que tenga especial cuidado con la lectu-
ra de pruebas de los capítulos que acaba de enviar: "He retratado a dos
polacos, que o bien hablan exclusivamente en polaco , o en una mezcla de
ruso y polaco. Mis frases puramente polacas son correctas, pero en el ha-
bla mixta las palabras polacas deberán sonar un tanto ridículas, y creo
que asimismo están bien". También se preocupó de que el cuento acerca
de Podvisotski en estos capítulos - "un cuento legendario de todos los
tahúres polacos", que afirma haber oído tres veces con sus propios oí-
dos- pudiera ser erróneamente tomado como alusión directa por indivi-
duos de la vida real con el mismo apellido; pero dado que no se dice nada
ofensivo, vergonzoso, o siquiera cómico .. ., he dej ado el verdadero nombre''.
No obstante, da permiso de cambiar su deletreo si Liubímov lo considera
preferible. También le informa al editor "que la canción [un tanto grosera]
que canta el coro" de muchachas campesinas en las fiestas de Mókroie
"fu e registrada por mí en el lugar y, en realidad , es un espécimen del más
reciente arte campesino''. 16
13
Idem.
16
Ibid., pp. 131-132.

UN LECTOR IMPACIEN TE ~ 591


Sin embargo, a Dostoievski le resultó imposible cumplir su promesa de
terminar el libro 9 para el número de diciembre. El 8 de diciembre escribió
a Liubímov: "Trabajé tan arduamente que caí enfermo [y] el tema del libro
(la investigación preliminar) se ha vuelto más largo y más complicado".
Como en cada sección sucesiva, ahora siente que "este libro resulta, para
mí, uno de los más importantes de la novela", y "si yo me apresurara e hi-
ciera un embrollo, me dañaría a mí mismo como escritor, ahora y para
siempre". Además de su propio deseo de producir una obra lo más pulida
posible, su novela, como también lo subraya, se ha vuelto un aconteci-
miento que está galvanizando la opinión pública. "En todas partes leen la
novela, me escriben cartas, la leen los jóvenes, la leen en la alta sociedad,
la critican o la elogian en la prensa, y nunca antes, con respecto a la impre-
sión producida en general, había yo tenido tanto éxito." 17 Dostoievski le
asegura a Liubímov que el libro 9 le será enviado sin falta para el número
de enero, pero desea reanudar la publicación con la cuarta parte tan sólo
en marzo.
Su carta oficial a Kátkov, absolviendo a la revista de la acusación de
prolongar indebidamente la publicación de la novela, apareció en el núme-
ro de diciembre. Si de algo se pudiera criticar a la revista, escribió, "enton-
ces, tal vez sólo sería por la excesiva consideración que me ha tenido como
escritor y por su constante y paciente indulgencia hacia mi quebrantada
salud"rn Al escribirle personalmente a Liubímov, menciona haber abando-
nado la idea de incluir en la carta abierta "unas cuantas explicaciones de la
idea de la novela [y] una respuesta indirecta a ciertos críticos, sin nombrar
a nadie" . Dostoievski había decidido que tales explicaciones podían aguar-
dar hasta que estuviese completa la novela, pero le pidió al personal de la
revista reservarle espacio en el futuro "para estas explicaciones y respuestas
que en realidad puedo escribir si para entonces no he cambiado de opi-
nión" .19 Ese artículo acerca del libro en general nunca se escribió, aunque
Dostoievski sí incluyó una breve explicación de la Leyenda del Gran Inqui-
sidor a finales de diciembre.
Sus arduos esfuerzos con la novela no le impidieron participar en vela-
das literarias para obras de caridad, y el 14 de diciembre leyó a beneficio
de los cursos de educación superior establecidos para mujeres. Escogió
17 Ibid, p. 132; 8 de diciembre de 1879.
18
Ibid., p. 134; 12 de diciembre de 1879.
19
Ibid., p. 135; 12 de diciembre de 1879.

592 ~ .. CON PALAB RAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES ..
como texto el monólogo de Nellie, la niña de doce años en Humillados y
aj endidos, que crece en una terrible miseria y cuyo enorme orgullo se vuelve
contra ella, en un castigo masoquista llamado "el egoísmo del sufrimiento".
En su galería artística de personajes, es como un primer esbozo de Nasta-
sia Filippovna, la ultrajada y vengativamente autohumillada en El idiota.
Como de costumbre, Dostoievski mantuvo fascinado a su público, y el pe-
riodista que cubrió el suceso para Tiempo Nuevo escribió que "lo auténtico ,
lo directo, lo natural del habla , el grado de vivacidad con que se presentó
el punto de vista de la niña, hizo que muchos de los presentes derramaran
lágrimas. Hay que hacerle justicia al autor, que supo cómo representar ple-
namente la realidad, y bastaba cerrar los ojos para creer que ante uno esta-
ba parloteando una adolescente".20
Dos días después, Dostoievski leyó "Un niño en la fiesta de Navidad de
Cristo" (después de todo , era la temporada de Navidad) a beneficio de los
estudiantes menesterosos del gymnasium Larinski. Entre otros notables que
participaron se encontraban A l. Palm y Alekséi Pleshcheev, quienes ha-
bían sido miembros del círculo de Petrashevski a mediados de los cuaren-
ta. Dostoievski había estado particularmente cerca del último , quien sien-
do muy joven había publicado un volumen de poesía "cívica" que recibió
cierta aprobación. Pero no había logrado sostener tan temprano éxito , y
ahora, formando parte del personal de las Notas de la Patria, había seguido
una carrera periodística poco distinguida. Probablemente este encuentro, y
tal vez alguna conversación, le recordaron a Dostoievski su ya vieja deuda
para con Pleshcheev, quien le había prestado mil rublos en 1858 para ha-
- _cer _el_y iaj_e de regreso _de_Siberia _a _la Rusia europea . _Pocos días _después ,
Dostoievski subió trabajosamente la escalera del departamento de Plesh-
cheev (no vivían demasiado lejos uno de otro), y le dejó a su hijo una parte
del pago , pidiéndole particularmente al muchacho decirle a su padre que
él había ido en persona. Dostoievski también dej ó una nota que decía , en
parte: "Aquí hay otros doscientos rublos como pago de mi interminable
deuda (para mi vergüenza) para contigo ... Por favor no me juzgues dema-
siado severamente por esta deuda, que en parte está pendiente. Me aver-
güenzo de mí mismo"n Después de la muerte de Dostoievski, la minucio-
sa Anna Grigórievna pagó la cantidad restante .
20
Letopis Zhizhni i Tvorchestvo f M. Dostoevskogo, ed. de N_F. Budanova y G. M. Fridlender,
3 vols., San Petersburgo, 1995, vol_ 3, p . 35 7.
21
PSS, voL 30 , libro 1, p. 136; 21 de diciembre de 1879.

UN LECTOR IMPAC IENTE ~ 593


A Dostoievski también le recordó su pasado, aunque en forma mucho
más grata, una carta del gran actor Vasili Samoilov, cuyo talento había
apreciado durante los cuarenta cuando Samoilov estaba comenzado su ca-
rrera en el teatro Alexandrinski de San Petersburgo. Su estilo, marcado por
la inteligencia y la naturalidad, lo convirtió en el ídolo de la generación
joven, y fue elogiado por Belinski. El actor le escribió a Dostoievski que,
leyendo sus obras, le había asombrado la "precisión" de la descripción no-
velística del carácter humano , "con sus flaquezas y virtudes", y lamentó
que nunca hubiese escrito nada para el escenario. Dostoievski contestó,
agradecido, que "su opinión me es más cara que todas las opiniones y críti-
cas de mis obras que he podido leer". Elogió a Samoilov como "gran psicó-
logo, que ya en mi juventud y mi adolescencia me había tenido extasia-
do ... [y] ciertamente ejerció una gran influencia sobre mi corazón y mi
espíritu". 22 A finales del mes, Dostoievski tomó parte en una función de
beneficencia organizada en favor de los estudiantes de la Universidad
de San Petersburgo , y en esta ocasión fue Samoilov quien leyó "Un niño en
la fiesta de Navidad de Cristo".
Lo que Dostoievski escogió para leer fu e la Leyenda del Gran Inquisi-
dor. Pocos días antes de la velada , le informó a los organizadores que había
seleccionado este texto, y a ellos les pareció prudente someter la propuesta
a las autoridades teológicas, en demanda de permiso. Como respuesta , el
archimandrita lósif declaró que no se podían aprobar ciertos pasajes. Estas
secciones, que se referían a "ciertos monumentos de la literatura religiosa y
aun a las vidas de santos ortodoxos", carecían "del respeto que [tales refe-
rencias] merecían". 23 No se ha dado mayor información, pero es probable
que el archimandrita tuviera en mente las observaciones iniciales de Iván,
en que se refiere de pasada a Dante , a las obras-misterios que aparecen en
No tre Dame de Pmis, de Victor Hugo y a "obras similares .. . que ocasional-
mente se presentaban también en Moscú hasta la época de Pedro el Gran-
de. Pero además de las obras había toda clase de leyendas y de 'versos'
dispersos por el mundo, en que tomaban parte santos y ángeles y todos los
poderes celestiales cuando se necesitaba" (v. 14, p. 225). El piadoso clérigo
bien puede haberse escandalizado por alusiones tan desenfadadas al em-
pleo de la narrativa sacra y de vidas de santos con propósitos de entreteni-
22
lbid., pp 135-136; 17 de diciembre de 1879. Véase el comentario a esta carta para la nota
de SamoilO\'.
23
Letopis . . , op. cit, mi. 3, p. 360.

594 ... "CO N PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZO NES DE LOS HOMBRES"
miento mundano. Así, Dostoievski recibió autorización para leer la Leyen-
da, pero puede suponerse que omitió la sección introductoria que había
sido obj etada.
Sin embargo , esta prohibición clerical probablemente lo movió a poner
ciertas observaciones iniciales para remplazar las que habían sido prohi-
bidas. Sea como fuere , empezó la lectura con su propia explicación de la
Leyenda :

Un ateo, enfermo de incredulidad , compone en un m omento de tortura un


p oema fantástico en que pone a Cristo en conversación con uno de los digna-
tarios más importantes de la Iglesia católica: el Gran Inquisidor. El sufrim ien-
to del creador del poema tiene su fuente inmediata en el hech o de que él, en
la forma de fantasía del Gran Inquisidor y su cosm ovisión católica, tan apar-
tada de la antigua ortodoxia apostólica, ve a un verdadero siervo de Cristo.
Sin embargo , su Gran Inquisidor es, en el fondo , un ateo . La idea fundamen-
tal es que si se defor ma la verdad de Cristo identificándola con las metas de
este mundo , instantáneamente se pierde el significado del cristianismo ; la ra-
zón indudablemente caerá víctima de la incredulidad ; en lugar del verdadero
ideal de Cristo, se construye una nueva Torre de Babel. La sublime visión
cristiana de la humanidad se reduce a considerar a ésta [a la humanidad] como
si fu ese una h orda de animales, y so capa de un am or social a la humanidad
aparece un apenas di simulado desprecio por ella. La exposición está en forma
de una conversación entre dos hermanos. Uno de ellos, un ateo, le narra el
terna de su poema al otro .24

Por desdicha , no tenemos ninguna crónica periodística de la reacción


del público en esa velada , pero podemos colegirla indirectamente por una
carta que Dostoievski escribió un mes y medio más tarde, como respuesta
a una invitación del Fondo Literario . Cuando se le preguntó si aceptaría
presentar nuevamente la Leyenda del Gran Inquisidor, replicó, lamentán-
dolo, que le era imposible. "El supervisor [de las escuelas de San Peters-
burgo, el príncipe M. S. Volkonski] me permitió leer 'El Gran Inquisidor'
[... ] en una velada literaria [... ] El propio supervisor estuvo presente . Pero
después de la lectura me dijo que, a juzgar por la impresión que había pro-
ducido, no me permitiría volver a leerlo. "25 Evidentemente, había afectado
24
PSS, vol. 15 , p . 198.
25
PSS, vol. 30, lib ro 1, p . 143 ; 21 de marzo de 1880 .

UN LECTO R IMPACIENTE ~ 595


a tal grado al público que el desconfiado príncipe consideró imprudente
permitir que se volviera a producir tan grande excitación. Tal vez el Gran
Inquisidor, pese a su distancia histórica, pudiera ser demasiado fácilmente
identificado con el espíritu represivo de las autoridades rusas , que precisa-
mente en ese momento, aun si no estaban quemando herejes en la hogue-
ra, sí estaban intentando sofocar la inquietud de la armada revolucionaria
mediante ejecuciones sumarias.
En tales apariciones públicas, Dostoievski iba siempre acompañado de
Anna Grigórievna, a quien ciertamente le gustaban "esas tumultuosas ova-
ciones" que su marido recibía constantemente de "los admirados públicos
de San Petersburgo". Además, ella le servía de "escudero'', llevando "el li-
bro del que mi esposo iba a leer, su medicina para la tos (pastillas de Ems),
un pañuelo extra por si él hubiera extraviado el suyo, una capa para envol-
verse el cuello cuando salía al frío , etc ."26 Pero tales ocasiones también
eran para ella causas de irritación y de exasperación, especialmente si uno
u otro de los caballeros presentes le besaba la mano con lo que, a la mirada
desconfiada de su siempre celoso marido , parecía demasiada asiduidad.
Tales sospechas le parecían a Anna no sólo insultantes sino hasta ridículas,
ya que los supuestos seductores potenciales eran , invariablemente, de edad
tan avanzada que no era concebible ningún súbito arranque de pasión. Su
relato nos ofrece un divertido atisbo de estas lecturas vistas desde bambali-
nas, y también muestra que, al describir los frenéticos celos de Dimitri
Karamázov por Grúshenka, Dostoievski simplemente tenía que ver en su
propio pecho y escribir.

Varios libros de memorias también nos permiten observar a Dostoievski


apartado de su mesa de trabajo , batallando con Los hermanos Karamázov.
Un muchacho llamado Evgeni Nikoláievich Opochinin, quien trabajaba
en la biblioteca y museo de la Sociedad de Amantes de la Antigua Litera-
tura (rusa), también era conocido de Aleksandr P Miliukov, viejo amigo
de Dostoievski, y por medio de él lo conoció en 1879. A Dostoievski evi-
dentemente le simpatizó el doncel de veintiún años, y sus conversacio-
nes están registradas en un libro de notas de Opochinin , publicado por

26
Anna Dostoevsky, op. cit. , pp. 3 11-3 12.

596 ... "CON PALABRAS QUE QU EMEN LOS CORAZO NES DE LOS HOMBRES"
vez primera en 1936. Describe de la manera siguiente al hombre de edad
mayor:

Un exterior poco prometedor ; un tanto encorvado; cabello y barba de un co-


lor marrón rojizo; rostro de enfermo; una verruga en la mejilla derecha. Ojos
sombríos , que de cuando en cuando brillan con desconfianza y sospecha ,
pero en general se ve que está pensativo, con un toque de tristeza. En conver-
sación , ocasionalmente su mirada se anima , y a veces se vuelve amenazadora
(la conversación acerca de Turgueniev). "Toda mi vida [dijo Dostoievski] me
concedió su desdeñosa condescendencia , y a mis espaldas murmuraba y di-
fundía calumnias y escándalos."27

Su extensa diatriaba contra Turgueniev, obviamente debida a sus re-


cientes encuentros hostiles , diagnostica bien la sociología de la clase noble
terrateniente a la cual, por nacimiento, pertenecía el novelista rival. "Sabe
usted - le d~o a Opochinin- , así es siempre en esos círculos de hidalgos:
fueron criados entre las hablillas de obsequiosos lacayos y dependientes
parásitos, y aprendieron a mirar hostil y maliciosamente a todos los que no
se asemejan a ellos. Bastaba que alguien fuera superior a la persona que los
juzgaba para que sobre él cayera toda una muralla de calumnias ." Además
de heredar tales rasgos, Turgueniev era terriblemente pusilánime y deseaba
complacer a todo el mundo "de modo que cada quien lo aplaudiera y elo-
giara, tanto en su patria como en el extranj ero. Por eso se prosternó ante
Flaubert y muchos otros". Dostoievski despreciaba estas zalemas dirigidas
a las celebridades extranjeras , que habían servido para agrandar la repu-
tación de Turgueniev en su patria: "'Yo soy -dice- un escritor europeo ,
no como mis otros compatriotas . soy amigo , vean ustedes, del propio
Flaubert"'. Pone luego en la picota a Turgueniev como "cosmopolita" y
"ciudadano del mundo", cuyo retrato supuestamente afectuoso de la vida
rusa era simple fingimiento y falsedad. "Se siente que no ama en absoluto
lo que está pintando de manera tan conmovedora ... con suspiros, con lá-
grimas." Todos esos campesinos rusos a los que Turgueniev trata tan poéti-
camente fueron azotados por su madre, y Dostoievski añade, con saña ,
que Turgueniev "no renunciaría a ese placer" si aún estuviera permitido. 28
Esta observación calumniosa y totalmente injustificada muestra el peor as-
27 DVS, vol. 2, pp. 381-382.
28
ldem.

UN LECTO R IMPACIENTE ~ 597


pecto de Dostoievski, en un momento en que su rencor a Turgueniev se
había vuelto causa de hablillas en los círculos literarios rusos ... hasta tal
grado, en realidad, que su viejo amigo Polonski temía invitar a ambas no-
tabilidades a las mismas reuniones de los viernes.
Paseando por las calles con Opochinin el 23 de diciembre, entre el
gentío de compradores y de niños fascinados ante los escaparates de las
jugueterías en tiempos de Navidad (como en el cuento de Dostoievski "Un
niño en la fiesta de Navidad de Cristo") , el novelista le dijo a su compañero
que le encantaban tales paseos en esa época del año. "La Navidad es esen-
cialmente una fiesta para los niños. Así es como debiera ser. Los niños , aun
los más pequeños, deben gozar en todas formas durante estos días: que se
reúnan en la alegría, por haber nacido Cristo para el mundo. " Luego , des-
viando su atención hacia algunos niños pobremente vestidos, demacrados
y pálidos, fascinados ante uno de los escaparates, exclamó: "Simplemente,
mírelos ... ¿qué están pensando ahora 7 ¿Qué castillos están formando 7 Y si se
les pregunta ... ¡No dirán nadal Y las preguntas serán tomadas a mal. .. por
eso todo lo que se ha escrito acerca de los niños es absurdo y mentira".29
Pasa luego Dostoievski a ridiculizar a quienes "balbucean" al hablar de
los niños con sentimentalismo (el ruso es muy onomatopéyico: syusyuhat)
y a esto lo llama podlost (que aquí probablemente significa falsedad o afec-
tación). "Hay una gran profundidad en las almas de los niños; [tienen] su
propio mundo, distinto del de los adultos , a veces con tales tragedias que
hasta un genio se desorientaría." Dostoievski intentaría pronto retratar este
mundo de los niños en su libro 10, y aquí parece estarse preparando inter-
namente para ello. Y también el espíritu de la Navidad pudo tener su efec-
to. Cuando Opochinin intentó volver la conversación hacia Turgueniev,
Dostoievski cerró el tema con una evaluación mucho más justa: "Hay muy
pocos como [Turgueniev] ... Un talento grande y brillante. Lástima, en rea-
lidad , que esté alojado en semejante egoísta y disimulador; pero, al fin y al
cabo, hasta el sol tiene sus manchas''. 30
Otra conversación ocurrió cuando Dostoievski no estaba de humor re-
ceptivo. Opochinin pensaba que su rostro mostraba "agotamiento y enfer-
medad", y al principio Dostoievski casi no habló. Pero de pronto empezó a
hablar de un poema que satirizaba a Rusia , poema escrito a comienzos del
siglo y publicado en el extranjero a causa de su contenido sacrílego. Citó
29
Ibid, pp. 383-384.
30 Idem.

598 ... "CON PALABRAS QUE QU EMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
dos versos de él y quedó muy impresionado cuando su interlocutor (que
había encontrad o el poema en un cuaderno d e notas de su padre) recitó de
memoria el resto. Dos versos del poema hablan irónicamente de Rusia:
"Donde Dios está sólo en las imágenes/No en las convicciones de los hom-
bres" . Dostoievski prorrumpió entonces en vituperios contra el poeta, cuya
ironía atribuyó a no haber

vivido entre la gente común y penetrado mentalmente en sus almas.. No


podía saber que Dios debe estar en el alma y en el corazón (y es donde está
aquí entre nuestro pueblo), que los hombres deben estar unidos con él , y no
sólo convencidos de la existencia de Dios, pues semejante convicción no es
fe. Nadie puede no estar convencido de la existencia de Dios [las cursivas son
mías]. Creo yo que hasta los ateos conservan esta convicción, aunque no la
reconozcan, tal vez por vergüenza. Yo realmente no lo sé .3 1

Pronunciadas por el escritor que pronto retrataría el desplome moral-


psíquico de lván Karamázov, tales palabras cobran una significación extra.
En cuanto al verso según el cual "Dios está sólo en las imágen es", Dos-
toievski replica que el poeta

no comprendió esto , que si el pueblo - fíjese bien , todo el pueblo- puede


reverenciar la imagen de Dios, es decir, débiles y a veces hasta monstruosas re-
presentaciones de Dios, de Cristo y de la Madre de Dios, ¡cuánto más debe
reverenciar y amar a Dios rni smol Entre el pueblo, Dios ocupa siempre el pri-
mer lugar .. . -El -pueblo necesita-tener a su lado, objetos sacros visibles, con
reflejos de la Divinidad ... Se debe creer, se debe aspirar al Dios invisible, pero
reverenciarlo en la Tierra con simples costumbres que están relacionadas [con
Él] . Si me dice usted que esa fe es ciega e ingenua, yo replicaré que así es
como debe ser la fe. No todos podemos ser teólogos .3 2

Tales ideas llevaron entonces a Dostoievski a una extensa diatriba con-


tra los "seminaristas", de cuyas filas habían salido muchos de los más im-
portantes radicales rusos, y cuyo supuesto oportunismo y falta de escrúpu-
los estaba por entonces caricaturizando en su novela. El personaje de
Rakitin, un novicio que se está preparando para hacer una gran carrera en
JI fbic/ , p. 387.
32 ldcm.

UN LECTOR IMPACIENTE ~ 599


el periodismo radical, sería el último esfuerzo de Dostoievski por ajustar
cuentas con este prominente tipo sociocultural. Como Rakitin (aunque en
la conversación no se hace ninguna referencia a este personaje), los semi-
naristas habían leído a todos los Padres de la Iglesia, con análogo resulta-
do: "Producen a los más viciosos ateos , para no mencionar a algunos sim-
plemente blasfemos. Nadie sabe blasfemar tan profunda y hábilmente
como un seminarista". 33
Dostoievski recordó entonces unas conversaciones de comienzos de
los sesenta con Nikolái Pomialovski, cuyos Bocetos del Seminario eran una
exposición, a menudo comparada con el Nicholas Nickleby de Dickens , de
las condiciones opresivas y tiránicas que existían en esos establecimientos
educativos. Pomialovski le contó unas historias tales "que se me pusieron
los pelos de punta", y "conocía toda clase de oraciones blasfemas , muchas
exclamaciones, repugnantes parodias de los servicios eclesiásticos". Siendo
radical él mismo, Pomialovski había narrado esas enormidades tan asom-
brosamente bien que Dostoievski se quedó pasmado al ver lo poco que lo
habían ofendido: "La repulsión simplemente desapareció, quedó, por de-
cirlo así, olvidada , de tan inspirado que él estaba".3-t Así, el arte puede tra-
tar el material más controvertible de tal manera que lo que puede ser mo-
ralmente repugnante queda olvidado o es pasado por alto. Acaso tuviera
Dostoievski la esperanza de que lo mismo pudiera decirse de los muchos
pasajes de su propio libro que, si no precisamente blasfemos, ciertamente
ponían en duda las devociones de la fe cristiana tradicional.
Hacia finales de los setenta, Dostoievski visitó regularmente los salones
de Elena Shtakenshneider, Polonski (cuando no estaba Turgueniev en San
Petersburgo) y la condesa Tolstaia. Bien consciente de su reputación de
invitado misántropo , del que no siempre podía contarse que observaría las
reglas de cortesía sociales, ocasionalmente bromeó acerca de sí mismo a
este respecto. Una vez , tras un intercambio de cortesías con Shtakenshnei-
der, escribió ella que "se iluminó de pronto. 'Mire, simplemente mire cómo
es la gente de mundo"', dijo, refiriéndose a sí mismo, '" y Polonski tiene
miedo de admitirme en un mismo cuarto con Turgueniev' ".35 Dostoievski
no siempre era gruñón y abrumador en sociedad, y en particular respondía
a aquellos jóvenes en quienes podía detectar una chispa de simpatía. Una
33 Ibid , pp 387-388.
34
Idem.
35
!bid., p. 359 .

600 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
muchacha, también invitada a este salón , era Lidia Veselitskaia , que le lla-
mó la atención y acerca de la cual habló con Anna Grigórievna.
"Después de dos o tres charlas ... -escribió Anna-, adivinó en ella
(pese a su juventud y a su comprensible timidez) a una joven poco común
con la promesa de algo más alto: aspiraciones hacia un ideal y, muy proba-
blemente, olfato literario." 36 Escribiendo con el nombre de pluma de V
Mikulich, ella produj o después un volumen de cuentos cortos, Mimochka,
que atrajo bastante atención por su aguda crítica a la educación frívola que
se impartía a las muchachas de la clase alta. Veselitskaia también dejó sus
impresiones de esos "martes" de Shtakenshneider incluyendo su opinión
de Dostoievski.

Involuntariamente [escribió], pasó mi mirada de la fisonomía sencilla e ino-


cente de Strájov al rostro espasmódicamente excitable y torturado de Dos-
toievski, con sus ojos quemantes, y pensé: "¿Cómo pueden tener las mismas
ideas' . .. Uno de ellos ama lo que es, el otro lo que debiera ser; uno se aferra a
lo que es y lo que fu e, el otro se crucifica por lo que va a venir o al menos lo
que debiera venir. Y si aguarda esto , si anhela tanto lo que debiera venir ..
¿no significa esto que no puede estar satisfecho con lo que es7"37

Estas palabras expresan la actitud que generalmente se tenía ante Dos-


toievski y que una vez más ayuda a explicar por qué, incluso quienes se
oponían a sus particulares opiniones sociopolíticas, nunca lo colocaron en
el bando de los reaccionarios empedernidos.

36 Anna Dostoevsky, op. cit., p. 324.


37
Letopis .. ., op, cit. , vol. 3 , p. 363 .

UN LECTOR IMPACIENTE ~ 601


XXVI. El terror y la ley marcial

EL AÑO DE 1880 comenzó bajo buenos auspicios para los Dostoievski.

La salud de Fiódor Mijaílovich [escribió Anna Grigórievna], pareció mucho


más fuerte después ele su viaje del año anterior a Ems, y sus ataques ele epi-
lepsia fu eron mucho menos frecuentes. Nuestros hij os estaban perfectamen-
te. Los hermanos Karamázov era un indudable éxito , y Fiódor Mijaílovich,
siempre tan severo para consigo mismo , quedó muy complacido con ciertos
capítulos. l

Pese a tan optimista informe, era claro que el vigor de Dostoievski iba
debilitándose , incluso con temporales mejoras ; nadie podría saber cuánto
tiempo más podría contar con todas sus capacidades literarias. Empero ,
regularmente producía nuevas entregas de la novela de la que estaba pen-
diente toda Rusia , y llevaba una vida social y pública que habría sido ago-
tadora hasta para un hombre mucho más joven
Mientras tanto , la situación sociopolítica iba de mal en peor. En el re-
cinto mismo del propio Palacio de Invierno pocos días antes de la celebra-
ción oficial del aniversario vigesimoquinto del reinado de Alejando 11, ocu-
rrió una explosión. Entonces, el país quedó bajo la ley marcial. Escribiendo
en nombre de la Sociedad Eslava de Beneficencia , Dostoievski redactó una
de las declaraciones ceremoniales de lealtad al zar, pero su texto no oculta
toda la incertidumbre interna que Rusia estaba experimentando en ese
momento aterrador.
1
Anna Dostoe\·sky, Rcm iniscenccs, trad. y ed. de Beatrice Stillman, Nue\'a York, 1973,
p. 321.

602 ...
2

Los Dostoievski gozaban ahora de relativa prosperidad en comparación con


su situación económica del pasado, pero no habían logrado amasar ningún
capital y mucho les preocupaba el futuro de sus hijos. La siempre empren-
dedora Anna Grigórievna añadió, así, un nuevo negocio a la editorial ya
establecida de Dostoievski, a saber, un nuevo servicio de libros para la gen-
te de las provincias que deseara recibir con prontitud y regularidad las úl-
timas publicaciones. Contó con que los antiguos suscriptores del Diario de
un escritor y los admiradores de Dostoievski responderían a su anuncio del
nuevo servicio; y sus esperanzas no fueron frustradas.
El propio Dostoievski ya estaba haciendo planes para algunas activida-
des después de terminada su novela. Le habían hecho una invitación a una
fiesta de Navidad en un hospital para enfermos mentales, a cierta distancia
del centro de San Petersburgo , y él aceptó, tentativamente, el 22 de diciem-
bre, pero el 2 7 tuvo que declinarla por los dilatados efectos de un ataque
de epilepsia. "Tengo unas impresiones mentales extremadamente deforma-
das ... - escribió- [y] temo aumentar su número [de pacientes con enfer-
medades mentales] con mi propia persona. " Pero espera poder visitar el
hospital en alguna otra ocasión, explica que "puedo comenzar de nuevo
el Diario de un escritor durante el otoño. Un texto acerca de la visita a los
pacientes .. podría resultar muy interesante y apropiado para mi Diario".2
Durante esta temporada de vacaciones le llegaron invitaciones no sólo del
médico encargado del hospital para enfermos mentales sino también de los
más altos círculos de la sociedad rusa. En una carta enviada a Sofía Jitrovo,
sobrina de la condesa Sofía Tolstaia y esposa de un importante diplomáti-
co, con un salón literario propio (asimismo fue la grande y frustrada pa-
sión amorosa en la vida de Vladimir Soloviev) , Dostoievski, lamentándolo ,
rechazó una invitación a cenar en el hogar de la condesa, para él y Anna,
porque ella estaba enferma. 3
El 8 de enero, Dostoievski anunció a Nikolái Liubímov que el libro 9
estaba ya completo y se lo enviaría dentro de pocos días . La enfermedad de
Anna había retrasado la copia del texto , y "este libro 9 ha resultado incom-
parablemente más largo de lo que yo había supuesto". Pero se apresuró a
añadir que el inesperado aumento no alargaría la novela: "La parte 4 que-
2 PSS, vol 30, libro 1, p. 137; 27 de diciembre de 1879 .

' Ibid. , p. 139; 9 de enero de 1880.

EL TE RRO R Y LA LEY MARCIAL ~ 603


dará proporcionalmente abreviada, pues lo que se dijo en la 'Investigación
preliminar' puede quedar ahora comunicado , naturalmente, en la parte 4
sin detalles''. Así, la escena posterior del juicio podía ser abreviada (y lo
fue), porque muchos de los hechos en cuestión (aunque no, desde luego ,
su interpretación) ya serían conocidos. Dostoievski también se había atra-
sado porque "necesito leerle todo a un ex fiscal público de provincia [A. A.
Shtakenshneider] de modo que no haya ningún error o absurdo importan-
te ... aun cuando lo escribí consultando todo el tiempo a este mismo fis-
cal''.4 Aunque no cometiera ningún error "importante" o absurdo jurídico,
sí se han localizado dos leves errores en su descripción de los procedi-
mientos del tribunal.
Aunque estaba ajetreado con la preparación de su manuscrito , Dos-
toievski encontró tiempo para responder a una carta de una correspon-
diente absolutamente desconocida, una joven kursistka inscrita en los Cur-
sos de Educación Superior para Mujeres. La estudiante comenzaba con
profusas disculpas por interrumpirlo y luego describía la lucha interna que
había sostenido antes de atreverse a aplicar la pluma al papel. Pero "yo sé
que usted, mejor que nadie, puede aclararme todas mis preguntas tocantes
a la vida espiritual de la humanidad", y como estaba a punto de perder la
fe en Dios, ahora recurría a él en busca de auxilio espiritual. "Gente cuyas
almas eran eternamente sombrías - explica-, me han quitado y destrui-
do la fe en Cristo ... como Dios." En cambio, han "ofrecido otra cosa: 'el
inalcanzable ideal de la humanidad'. Pero en esta exaltada abstracción suya
-pese a todo deseo- no tengo fuerzas para creer''. Si empieza a hablar
con ellos acerca de "Cristo , acerca de la verdad", ellos responden: "una
buena comida, un estómago satisfecho, la satisfacción de todas las necesi-
dades [... ] Aquí - continúa- , resuena una voz tan aterradora como la
que se oyó en el 'Gran Inquisidor'" .5
Lamentando no haber contestado antes, Dostoievski invita a su corres-
pondiente a visitarlo , porque tales preguntas "no se pueden contestar por
escrito''. La carta de ella, continúa, "es apasionada y sincera. Usted real-
mente está sufriendo y no puede dejar de padecer". La apremia a no des-
alentarse: "No es usted la primera en haber perdido la fe pero después en
salvarse''. En cuanto a las personas de las que ella habla , le recomienda que
pregunte quiénes son en realidad: "No si son buenas o malas, sino si cono-
4 Ibid., pp . 138-139; 8 de enero de 1880.
5
Citado en Igo r Volgi n , Poslednie God Dostoevslwgo, Moscú, 1986 , p. 108.

604 .... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HO MBRES"
cen a Cristo, en esencia". Le asegura que evidentemente no , y están ha-
blando por ignorancia de lo que niegan. "Todos están contagiados con un
rasgo general enfermizo de todos los miembros de la intelligentsia rusa: es
decir, una actitud frívola hacia el tema, una vanidad extraordinaria que
sobrepasa lo que los grandes espíritus de Europa pudieran pensar y una
fenomenal ignorancia de lo que están juzgando." Alentándola a mantener
el ánimo, le asegura que "yo conozco a muchos negadores que a la postre
se han pasado a Cristo , con todo su ser". 6
Seis días después, Dostoievski le escribió al persistente Víctor Putsiko-
vich, quien le había enviado varios números recientes de El Ciudadano Ruso
sin recibir acuse de recibo. "No te he escrito durante un tiempo -recono-
ce Dostoievski, quien pasa a explicar-: En los últimos tres meses he escri-
to y entregado diecinueve rúbricas. He arruinado mi salud, y lo he descui-
dado todo: visitas, llamadas, cartas." Pero ahora podría gozar de "una semana
o hasta diez días de descanso" antes de lanzarse a la nueva entrega. Dos-
toievski le recomienda tratar de arreglar las cosas con Kátkov, cuyo perió-
dico había elogiado los sentimientos patrióticos del El Ciudadano Ruso
en relación con el atentado más reciente contra la vida del zar. 7 Recibe con
sentimientos encontrados el rumor de que estaban a punto de lanzar un
nuevo semanario conservador ("eso sería bueno si tuviera éxito" , comen-
ta). También se hace referencia a una cuestión directamente relacionada
con el propio Dostoievski y con el tema de Los hermanos Karamázov.
Un número reciente del Diario de Varsovia contenía un editorial que,
en opinión de Dostoievski, "defiende el abuso contra los niños''. El escritor
se había mofado de la idea de fundar una sociedad para la protección de
los niños y, refiriéndose al caso de Koneberg, había objetado que tales
asuntos recibieran tanta publicidad. "Nadie -declaraba el editorial- , in-
formó a la sociedad de que semejante discusión pública de la cuestión en-
tre padres e hijos [el juicio y, puede presumirse, el artículo de Dostoievski
en el Diario] destruye los fundamentos de la familia ... La familia ... es sa-
grada, y nuestras leyes protegen su inviolabilidad. " El capítulo ya publica-
do de su novela, "Rebelión", en el cual lván Karamázov detalla de manera
tan aterradora la tortura de niños pequeños por sus padres, bien podría
considerarse como incluido en esta condena. 8
6 PSS, vol. 30, libro 1, pp. 139-140; 15 de enero de 1880.
7
Ibid., p. 14 1; 21 de enero de 1880.
8 Idem. Véase también ibid., p 323.

EL TERROR Y LA LEY MARCIAL ~ 605


Se burlan de la idea de una sociedad para la protección de los niños, - excla-
ma Dostoievski, acalorado, ante Putsikovich- . En su opinión, defender a los
niños contra los que se ha abusado significa destruir a la familia. ¡Valiente
absurdo! Pero la familia en que los padres embarran con excremento la cara
de una niña de cuatro años, la alimentan con mierda y la encierran en un re-
trete durante una noche helada ... ¿Es algo sagrado esa familia, no ha sido ya
destruida7 ¡Vaya un absurdo de su parte! 9

El ejemplo de Dostoievski, tomado del juicio de Brunst, lo utilizó Iván


en su tirada contra Dios; y lo sacrosanto de una familia en que el padre es
indigno , negligente e intolerablemente tiránico se encuentra en el meollo
mismo de la novela de Dostoievski.

El 3 de febrero, los miembros de la Sociedad Eslava de Beneficencia selec-


cionaron a Dostoievski para escribir una felicitación que sería presentada a
Alejandro II el 19 de febrero, aniversario número veinticinco de su ascenso
al trono. Lo habían elegido miembro de esta organización profundamente
patriótica y paneslava en 1873 , y desde hacía poco era miembro de su con-
sejo directivo. El texto de este documento , leído al zar en la fecha señalada,
se analizará más adelante. Pero dos semanas antes de las festividades pla-
neadas toda Rusia fue sacudida por un hecho que proyectó una sombra
fúnebre sobre las celebraciones proyectadas.
El 5 de febrero , veintidós minutos después de la seis de un temprano
atardecer, explotó una bomba en el Palacio de Invierno justo bajo el come-
dor del zar. Para esa hora se había programado una cena diplomática en
honor del príncipe Alejandro von Battenburg, el recién elegido gobernante
de Bulgaria, y los invitados estaban a punto de entrar en la sala de banque-
tes cuando ocurrió la explosión. Ni el zar ni sus invitados sufrieron lesio-
nes, pero el estallido mató a diez soldados que estaban de guardia, e hirió a
otros cincuenta y seis. El responsable de la matanza fue Narodnaia Volia
(La Voluntad del Pueblo), grupo de radicales ex populistas que habían de-
cidido que el asesinato de Alejandro II era un primer paso indispensable
hacia la esperanza de alguna mejora socioeconómica. Uno de sus miem-

9
lbid., p. 141.

606 ... "CON PALABRAS QUE QUEM EN LOS CORAZO NES DE LOS HOMBRES"
bros , Stepan jalturin, ebanista y carpintero especializado, había obtenido
empleo en el palacio bajo un seudónimo y vivía en una habitación del só-
tano. Gradualmente había introducido pequeñas cantidades de dinamita,
que almacenó bajo su cama hasta que consideró tener suficiente para lograr
su propósito; sin embargo , la explosión, aunque poderosa, no fue lobas-
tante para derribar el piso del salón de banquetes.
Éste fue el cuarto intento fallido de Narodnaia Volia por matar al zar ..
desde lejos, por decirlo así. Previamente, habían hecho esfuerzos elabora-
dos y minuciosamente planeados por hacer estallar el vagón de ferrocarril
en que viajaba. Pero fueron frustrados por toda una serie de accidentes,
aunque en un caso, un vagón que llevaba el equipaje, confundido con el
vagón real, fue volado en pedazos. A pesar de este nuevo fracaso , la desafian-
te invasión por jalturin de la propia residencia del zar logró crear una es-
pantosa imagen del poder de los revolucionarios ocultos que, al parecer,
podían penetrar donde lo desearan. Las autoridades eran impotentes para
enfrentarse a sus actividades , y el terror que invadió a los círculos gober-
nantes puede apreciarse en el diario del admirador de Dostoievski, el gran
duque Konstantín Konstantínovich. "Estamos viviendo un tiempo de te-
rror -escribió el 7 de febrero- , con esta diferencia. Los parisienses du-
rante la revolución veían a sus enemigos cara a cara, y nosotros no sólo no
los vemos ni los conocemos , sino que no tenemos ni la más tenue idea de
su número ... un pánico general. "1 º
No existe ninguna constancia de alguna reacción inmediata de parte
de Dostoievski a este acontecimiento aterrador y sensacional, pero algunas
alusiones a él pueden encontrarse en su discurso ceremonial ante el trono.
También habló al respecto el 20 de febrero con el periodista Alekséi S. Su-
vorin, quien registró en su diario la conversación. Sin embargo, antes de
enfocar esos documentos debemos evocar con mayor detalle la ominosa
atmósfera de esos días de tensión y de crisis. El 7 de febrero , Narodnaia
Volia publicó una declaración arrogándose toda la responsabilidad por la
explosión y expresando su "profundo dolor" por la muerte de los solda-
dos, pero no sin declarar que tales esfuerzos continuarían a menos que el
zar delegara sus poderes a una asamblea constituyente. Para calibrar el es-
tado de la opinión pública, podemos volver a citar el informe de la comi-
sión nombrada después del anterior intento de asesinato , obra de Aleksan-
10 Citado en P Zaionchkovskii , Krisis Samoderzhaviya na rnbezlie 1870-1 880-x godov, Moscú,

1964, p. 148.

EL TERROR Y LA LEY MA RCIAL ... 607


dr Soloviov, quien había dicho que "las clases educadas casi no han dado
ningún apoyo al gobierno en su lucha contra una banda relativamente re-
ducida de malhechores .. . Hasta cierto punto , están aguardando el resulta-
do de la batalla"n Los historiadores convienen en que esa apatía estuvo
extremadamente difundida durante los años finales del reinado de Alejan-
dro. Había, en cambio, una simpatía general hacia los jóvenes radicales del
movimiento de "ir al pueblo", cuyos procesos habían revelado el maltrato
inconsciente de que habían sido víctimas esos (en el peor de los casos) pa-
cíficos propagandistas. La sensacional absolución de Vera Zasulich, ante el
aplauso de un tribunal lleno de notables de la sociedad, había revelado de
la manera más palpable ese desapego por el trono que se había extendido
incluso entre aquellos de quienes habría podido esperarse que corrieran a
darle su apoyo.
Como respuesta a esta nueva amenaza, que surgió en el momento mis-
mo en que se había programado que los súbditos leales al zar le ofrecieran
sus expresiones de fidelidad y de devoción, Alejandro lI decidió que había
que tomar medidas drásticas . El conde Mijaíl T. Loris-Melikov, oficial de
ascendencia armenia que había sido ennoblecido en reconocimiento a su
heroísmo y a sus victorias en la guerra ruso-turca , siendo gobernador de
jarkov, había logrado suprimir a los radicales terroristas, aunque compren-
día la necesidad de aplacar moderadamente a la opinión liberal. Ahora, el
zar lo nombró dictador encargado de todo el país, con poderes "de tomar
todas las disposiciones y todas las medidas" necesarias para asegurar la
tranquilidad pública no sólo en San Petersburgo sino también en cualquier
parte del imperio. El periodo de su régimen, que comenzó el 12 de febre-
ro , ha sido llamado "la dictadura del corazón" por un ligero relajamiento
de los controles del gobierno. Dostoievski reaccionó favorablemente a la
toma del poder de Loris-Melikov y preguntó por su capacidad a Suvorin,
quien estaba cerca de quienes rodeaban al conde. "¿Se está rodeando Loris
de gente capaz , está enviando buenos hombres a las provincias? -inqui-
rió- . Esto es de una importancia terrible; y hay gentes buenas, muchas
entre las cuales elegir. "12 Una de las primeras medidas de Loris-Melikov
fue emitir dos declaraciones haciendo un llamado a la sociedad rusa (lo
11
Citado en Franco Venturi , Roots of Revolution, trad . de Francis Haskell, Nueva York, 1966,
p. 633.
12
Letopis Zh i:;: hn i i Tvo rchestvo F M. Dostoevslwgo, ed. de N. F Budanova y G. M. Fridlend er,
3 vals., San Petersburgo , 1995, rnl. 3, p. 378 .

608 ... "CON PALABRAS Q UE Q UEMEN LOS COR AZONES DE LOS HO MBRES"
que, desde luego, significaba su clase superior y educada) para que coope-
rara en restablecer una base necesaria para el orden cívico. Dostoievski,
aunque ciertamente estaba de acuerdo con esta petición, se quejó de que
tales llamados estaban "mal escritos". El memorialista también informa que
"apiló invectivas contra Pedro [el Grande], que había visto a toda Rusia
como su propiedad personal". 13

El 14 de febrero, Dostoievski presentó un borrador de su discurso de jubi-


leo a los miembros reunidos de la Sociedad Eslava de Beneficencia y, según
K. N. Bestuzhev-Riumin, "electrizó a los presentes al leer su confesión de
fe". En realidad, el documento fue mucho más una confesión que la invo-
cación para una celebración. 14 El discurso fue sometido al ministro del in-
terior, L. S. Makov, quien hizo algunas sugerencias de cambios, que fueron
aceptadas. El primer párrafo contiene las obligadas frases convencionales
sobre la devoción de los miembros de la Sociedad Eslava de Beneficencia,
junto con todo el pueblo ruso (narod), a su benéfico y amante soberano;
luego, Dostoievski elogia el reinado de un zar que, después de todo, había
liberado a los siervos e instituido una serie trascendental de otras reformas
absolutamente dignas de elogio. 15 De todos modos, otros pasajes transfor-
man este texto en uno de los documentos más insólitos jamás escritos para
tales ocasiones.
Acompañando su homenaje, el documento también le informa al zar
-¡como si él no lo supiera demasiado bien!- que, entre la gran mayoría
de sus fervientes y devotos servidores de la patria, de tiempo atrás había
aparecido, en el "estrato cultivado [intelligentny] de la sociedad", gente "que
no creía ni en el pueblo ruso ni en su verdad ni siquiera en Dios". Tras esa
gente llegaron "impacientes destructores, ignorantes hasta de sus propias
convicciones ... malhechores sinceros, que proclaman la idea de destruc-
ción total y de anarquía" pero que auténticamente creen que lo que quede
después de que la destrucción haya cumplido su obra será preferible a lo
que ya existe. Ahora "las energías de los jóvenes rusos, ay, que tan sincera-
mente se engañan a sí mismos, finalmente han caído bajo el poder de fuer-
13
Ibid., p. 379.
14
Idem.
15
El texto de este discurso puede encontrarse en PSS, vol. 30, libro 2, pp. 47-48.

EL TERROR Y LA LEY MARCIA L ... 609


zas oscuras y clandestinas, bajo el poder de enemigos de la tierra rusa y
por consiguiente de toda la cristiandad" (las cursivas son mías). Éstas eran
las fuerzas que , "con una audacia sin paralelo", no hace mucho "habían
cometido inauditas maldades en nuestra patria que causaron estremeci-
mientos de indignación en nuestro pueblo justo y poderoso y en el mundo
entero". (Se podría cuestionar si fue diplomático haberse referido , así fuera
oblicuamente, a la explosión del Palacio de Invierno o a los atentados ante-
riores contra la vida del zar.)
Dostoievski tampoco denuncia a los perpetradores de estos delitos con
alguno de los epítetos fuertemente condenatorios que habrían podido es-
perarse. Para él, son "energías de jóvenes rusos" cuyos motivos, cualesquie-
ra que sean sus "maldades", difícilmente pueden considerarse como ente-
ramente criminales o malignos porque habían sido mal aconsejados en su
sinceridad y se habían descarriado. Además , lo nefario de sus actos empieza
a disolverse cuando se considera a estos jóvenes como los productos de
todo el curso del desarrollo sociocultural ruso , el resultado final de lo que
había comenzado con quienes no creyeron en el pueblo ruso , en su verdad
y en Dios (puede suponerse que es la generación de los cuarenta). Dostoiev-
ski le asegura al zar que la Sociedad Eslava de Beneficencia "se opone fir-
memente , en cuanto a sus convicciones , tanto a la pusilanimidad de tantos
padres como a la destructora locura de sus hijos, quienes creen en la villanía
y sinceramente se inclinan ante ella". Este repetido hincapié en la "sinceridad"
de los radicales no era precisamente el lenguaj e que el zar estaba acostum-
brado a oír acerca de quienes intentaban destruirlo a él y acabar con su
régimen.
Luego , Dostoievski pone de relieve las convicciones contrastantes que
supuestamente sostenía la Sociedad Eslava de Beneficencia -pero, desde
luego , expresando sus propias opiniones- con respecto a las relaciones
entre el zar y su pueblo. Esta relación es puramente patriarcal y proviene
de "la antigua verdad, que desde tiempo inmemorial ha penetrado en el
alma del pueblo ruso: que su zar es también su padre, y que los hijos siem-
pre se acercarán a su padre sin temor para que él, con amor, se entere por
labios de ellos de sus necesidades y sus deseos; que los hijos aman a su
padre y que el padre confía en su amor; y que la relación del pueblo ruso
con su zar-padre es amorosamente libre y sin temo1; y no una relación iner-
te , formal y contractual" (las cursivas son mías). Esta última frase es una
crítica a la idea de "coronar el edificio" mediante una constitución al estilo

610 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
occidental. Habían estado circulando rumores de que, para celebrar el ani-
versario, en esa misma fecha se anunciaría la concesión de semejante cons-
titución.
Muy bien sabía Dostoievski que esta imagen familiar de la relación en-
tre el zar y su pueblo era mucho más un ideal anhelado que una realidad.
Sintiere lo que sintiere el pueblo acerca de su zar-padre , su acercamiento a
él, si es que llegaba a darse, sólo ocurriría por medio de un ritual rigurosa-
mente controlado , y no podía decirse que fuera de libre y fácil acceso. Al
subrayar dos veces la importancia de ser capaces de apelar al zar "sin te-
mor", claramente implica la falta de tan deseable estado de cosas. De he-
cho, en una entrada de su cuaderno, tomada durante el último año de su
vida, muestra su opinión actual sobre la situación: "Soy un servidor del zar
como Pushkin, porque sus hijos , el pueblo, no desdeñan ser servidores del
zar. Serán, más aún, sus servidores cuando él realmente crea que el pueblo
son sus hijos. Algo que, durante muy largo tiempo, no ha creído" (las cursivas son
mías) .16
Como los radicales que habían pedido una asamblea constituyente,
también Dostoievski estaba aconsejando al zar que se permitiera consultar
al pueblo. Además, en lugar de subrayar la inmutabilidad del reino que,
supuestamente, estaba glorificando, mira hacia delante (aunque , desde
luego, muy discretamente) a su eventual modificación en el interés públi-
co. Pues es sobre el "inconmovible" fundamento de esta relación entre pa-
dre e hijos, afirma, "como tal vez se realizará y completará la estructura de
toda futura transformación de nuestro estado, en la medida en que se la
considere necesaria". Él también esperaba una ''coronación del edificio",
pero no mediante el otorgamiento de una constitución; lo que deseaba era
la distribución de más tierras a los campesinos, por voluntad del zar.
Ese documento, presentado al zar el 19 de febrero por el ministro del
interior Makov, fue leído con gran atención por su destinatario, quien tal
vez comprendiera su tendencia más claramente que sus patrocinadores
oficiales. Pues el zar le dijo a su ministro (sus palabras fueron repetidas a
Anna Grigórievna, tras la muerte de Dostoievski) que "nunca sospeché que
la Sociedad Eslava de Beneficencia tuviera solidaridad con los nihilistas". 17
El zar sólo pudo haber hablado irónicamente, lo que significa que había
16
Orest Miller y N. N. Strakhov, Biografía, Pisma, iz Zapisnoi Knizhki, San Petersburgo, 1883 ,
p. 366; citado en Volgin, Poslednie... , op. cit., p. 84.
17
Letopis .. ., op. cit. , vol. 3, p. 381.

EL TERROR Y LA LEY MARC IAL ~ 611


captado aquellos aspectos del discurso que no sólo revelaban una simpatía
latente hacia los radicales sinceros, sino también un deseo de que el zar
permitiera al pueblo dar a conocer sus deseos "sin temor".
Dostoievski visitó a Suvorin el mismo día en que su discurso fue entre-
gado al zar, y en una conversación de dos horas el periodista encontró a
Dostoievski de excelente humor, "muy vivaz" y lleno de esperanzas en un
cambio para bien, gracias a Loris-Melikov. Estaba "feliz por la pacificación".
(Se había sospechado que los revolucionarios estaban planeando algo es-
pectacular para el aniversario , pero nada había ocurrido ) "Ya verá usted
-le dijo a Suvorin- , algo nuevo está comenzando. Yo no soy profeta, pero
ya lo verá. Ahora, todo parece distinto. "18

Al día siguiente de la celebración del aniversario del zar, ocurrió una con-
versación extraordinaria entre Dostoievski y Alekséi Suvorin. El primero
acababa de sufrir otro ataque epiléptico , y Suvorin lo encontró, como era
habitual en tales momentos, deprimido y de humor sombrío. La conversa-
ción enfocó inmediatamente la oleada de crímenes políticos, y en particu-
lar la explosión en el Palacio de Invierno. "Discutiendo sobre estos aconte-
cimientos - recordaría después Suvorin-, Dostoievski se explayó sobre la
extraña relación de la sociedad con estos delitos. La sociedad de hecho los
aprobaba, por decirlo así, o, tal vez estando más cerca de la verdad, real-
mente no sabía qué pensar al respecto. " Luego , inventó una situación dra-
mática , como tan a menudo lo había hecho con los personajes de sus no-
velas, en que él mismo tenía que escoger un curso de acción que definiera
su actitud moral:

-Imagine que estuviéramos ante el escaparate de [una tienda], contemplan-


do algunas pinturas. Cerca de nosotros se detenía una persona, simulando
contemplar también. Estaba aguardando a alguien y no dejaba de mirar a su
alrededor. De pronto, otra persona se le acercaba corriendo y le decía: "Pron-
to estallará el Palacio de Invierno. He colocado la máquina". Imagine que
oyéramos esto, y que los hombres estuviesen tan agitados que no tomaran en

18
Idem.

612 .. "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"


cuenta las circunstancias ni sus voces. ¿Iríamos al Palacio de Invierno a ad-
vertir de la explosión, o acudiríamos a la policía , o al policía de guardia para
arrestarlos? ¿Iría usted?
- No -replicó Suvorin- , yo no iría.
-Ni yo tampoco -dij o Dostoievski-. ¿Por qué7 Pero esto es terrible.
Es un crimen. Tal vez pudiéramos ir a dar aviso. Estaba pensando en eso jus-
tamente cuando llegó usted. Di vueltas a todas las razones que me moverían a
hacerlo. Razones bien fundadas, razones sólidas, y luego consideré todas las
razones que me contendrían. Estas razones son ... simplemente insignifican-
tes. Sencillamente el miedo de ser tildado de soplón. 19

En El adolescente, como se recordará, la delación del grupo perfecta-


mente inofensivo de Dergachev a las autoridades por el joven príncipe Só-
kolski había sido presentada como otro síntoma de su total desplome mo-
ral. Y aun cuando Narodnaia Volia había demostrado que distaba mucho
de ser inofensiva, Dostoievski y Suvorin, ambos leales patriotas y fervien-
tes nacionalistas rusos, no podían decidirse a poner a los radicales en las
manos de las autoridades. Una razón, ciertamente, era que estas autorida-
des nunca habían logrado distinguir entre propagandistas pacíficos como
el grupo de Dergachev y terroristas activos. Pero nada muestra más clara-
mente el descrédito moral en que para entonces había caído el régimen
zarista y el torturante dilema moral-político al que se enfrentaban todos los
rusos pensantes al observar pasivamente los atentados de matar al zar-pa-
dre. No es de sorprender que cada entrega de Los hermanos Karamázov
fuese arrebatada y leída con tan apasionada intensidad, como si las clases
cultas estuviesen esperando que la novela les ayudara a encontrar alguna
respuesta a su conflicto.
Igor Volgin, sagazmente, ha comparado esta imaginaria opción de Dos-
toievski con la decisiva de lván Karamázov: acepta ir a Chermashnaia a
instancias de Smerdiakov, luego huye a Moscú, aunque está subliminal-
mente consciente de la intención del lacayo de dejar libre el camino para el
asesinato. No podemos dejar de preguntarnos si los ulteriores tormentos
de la conciencia de Iván, escritos después de esta conversación, no repro-
ducen algunos del propio Dostoievski. Sea como fuere, sin duda el autor
sintió que la situación que estaban considerando él y Suvorin tenía la más

19
Ibid., vol. 3, pp. 38 1-382.

EL TERROR Y LA LEY MARCIAL ~ 613


íntima conexión con la temática de su novela. Pues fue en la conclusión de
este diálogo , y bajo su estímulo, cuando le describió a su compañero una
de las posibles continuaciones consideradas para su segundo volumen (en
diversas memorias se mencionan otras varias). En esta versión, Aliosha Ka-
ramázov se preparaba "a pasar por el monasterio y volverse revolucionario.
Cometería un crimen político. Sería ejecutado. Habría estado en busca de
la verdad, y en estas búsquedas , naturalmente, se habría vuelto revolucio-
nario".2º Aunque tales palabras tienen que quedar como simplemente hi-
potéticas, indudablemente indican la íntima afinidad entre su héroe moral-
mente positivo , Aliosha, y los radicales. También nos ayudan a comprender
por qué a pesar de todas las razones "sólidas" que indudablemente podría
alegar para hacerlo , retrocedía ante la perspectiva de entregar a los terroris-
tas a la policía.
El mismo día de esta conversación se perpetró un atentado contra la
vida del conde Loris-Melikov. Un joven radical judío , Ippolit Mlodetskii, al
parecer actuando por su cuenta y no como mortal emisario de Narodnaia
Volia , disparó a boca de jarro contra el recién nombrado plenipotenciario,
pero falló. Mlodetskii fu e capturado , juzgado por un tribunal militar y
condenado a muerte. Poco después , Suvorin y Dostoievski hablaron sobre
este nuevo acto de violencia , y aquél escribe que "el atentado contra el
conde Loris-Melikov agitó a Dostoievski, [quien] se mostró temeroso de
una reacción''. "¡No permita Dios que volvamos al viejo camino", se afirma
que exclamó. En general, como nota Suvorin, "durante el periodo de nues-
tros crímenes políticos él sentía un terrible miedo de una matanza , una
masacre de la clase educada a manos del pueblo , que se presentaría como
vengador. 'Usted no ha visto lo que yo vi -dij o- , no sabe usted de lo que
es capaz el pueblo cuando se enfurece . Yo he visto ejemplos terribles, terri-
bles"'.21 Así, Dostoievski temía, a la vez, la reacción del gobierno , que so-
focaría los primeros y débiles visos de reforma iniciados por Loris-Melikov,
y la ira del pueblo contra las clases educadas, a quienes confusamente
identificaría con la juventud revolucionaria.
Mlodetskii fu e ahorcado el 22 de febrero, en la misma Plaza Semenov-
ski en la que, treinta años antes, el propio Dostoievski había estado de pie ,
condenado . Ahora , éste ocupó su lugar entre los mirones, que calculó en
cerca de cincuenta mil. De manera un tanto intrigante, Volgin sugiere que
20
Idem.
21
Citado del Dia1y de A. S. Sm'orin en Volgin , op. cit., p. 141.

6 14 .. "CON PALABR AS QUE QUEM EN LOS CORAZONES DE LOS HOMBR ES"


tal vez estuvo presente porque esperaba presenciar lo que había ocurrido
en su propio caso, y que se había repetido en el de Nikolái lshutin, impli-
cado en el intento de Dimitri Karamázov de asesinar al zar en 1866, es de-
cir, una conmutación de último minuto de la sentencia de muerte. ¿Pudo
estar esperando una espectacular intervención del zar, en que un correo
llegara a toda prisa para salvar la vida de Mlodetskii? En el estado semihis-
térico de la opinión pública, entre las esperanzas ya despertadas por las
pocas e insignificantes medidas liberales concedidas por Loris-Melikov, se
puede dar cierto crédito a una especulación de esta índole. El joven escri-
tor Vsevolod Garshin, conocido por sus cuentos brutalmente realistas acer-
ca de la guerra ruso-turca , había ido a rogarle a Loris-Melikov que perdo-
nara la vida de Mlodetskii, y fue recibido por el astuto funcionario para
una conversación privada. Ya fuese que Dostoievski estuviera enterado o no
de esta apelación personal, bien revela ésta la atmósfera de la época y el
desesperado anhelo de alguna señal de clemencia.
¡Ay, ese gesto no llegó! La noche de la ejecución, Dostoievski estuvo
presente en uno de los Viernes de Polonski. Otro invitado notó que "Dos-
toievski no estaba de buen humor ... tal vez bajo la impresión de algo que
acababa de ocurrir": sin duda, el juicio sumario y su secuencia. Interroga-
do sobre un rumor de que en el sitio de ejecución se había realizado otro
atentado contra la vida de Loris-Melikov, replicó que , como testigo presen-
cial, él podía asegurar que eso era simple habladuría y que estaban circu-
lando otros rumores igualmente gratuitos. 22
Dostoievski seguía bajo el efecto abrumador de este deprimente suceso
dos días después , cuando recibió la visita de la condesa A. l. Tolstaia, quien
lo describió en una carta a su hija Ekaterina Yunge como "perturbado, en-
fermizo , terriblemente pálido"; conociéndolo perfectamente, atribuyó su
estado a la ejecución de Mlodetskii. 23 Para alentarlo, la condesa le pidió a
Anna Grigórievna que leyera una carta elogiosa escrita por madame Yunge,
la cual contiene algunas observaciones sumamente sagaces acerca de las
partes publicadas de Los hermanos Karamázov.

Involuntariamente [le dice a su madre], comparas a Dostoievski con los nove-


listas europeos ... yo sólo voy a escoger a los mejores ... los franceses: Zola,
Goncourt, Daudet.. todos ellos son honorables, desean mejorar las cosas;
22
Letopis ... , op. cit., vol. 3, p. 383.
23
!bid , p. 384.

EL TERRO R Y LA LEY MARCIAL ~ 615


pero, ¡por Dios' ¡En qué aguas tan bajas chapotean! Pero él. .. [es] también un
realista, un realista como no lo es ninguno de ellos ... y, junto con este extre-
mo realismo, ¿puedes encontrar en todo el mundo semejante poeta e idealis-
ta? [alguien] que [sea] un realista, un investigador preciso, un psicólogo,
un idealista, un filósofo. 2-+

Madame Yunge también comparó el efecto producido por "todo el des-


envolvimiento de la novela" con la precipitación con que se cierne una
tormenta esperada. En conclusión , expresando un sentimiento que tam-
bién había despertado en muchos otros , escribió que, después de leer acer-
ca del sufrimiento de los niños y luego la Leyenda del Gran Inquisidor, no
fue capaz de continuar y sintió un deseo "de hacer su confesión ante [Dos-
toievski] y oír de él alguna clase de palabra ... necesaria, de ayuda ... "25 Mien-
tras Dostoievski escuchaba el encomio de la JOVen, su rostro gradualmente
"se iluminó, adquirió cierto color vivo, sus ojos brillaron de satisfacción, a
menudo con lágrimas ... me pareció que de pronto se volvía más joven". Le
dijo a la condesa que su hija, a juzgar por la carta , también podía llegar a
ser escritora , y le pidió transmitirle su agradecimiento por tan grande com-
prensión de su novela, que "nadie ha leído hasta ahora con tanta clarivi-
dencia".26
A Dostoievski tampoco le pareció inadmisible hablar de cosas tan ate-
rradoras como el ahorcamiento en las ocasiones sociales en que participa-
ban miembros de la familia real. El 23 de febrero pasó una velada en el
Salón Carmesí del Palacio de Mármol en compañía del gran duque Kons-
tantín Konstantínovich , la condesa Anna Komarovskaia (dama de honor
de la madre del gran duque), y otros notables, incluyendo a la cantante y
compositora Yulia F Abaza (esposa del ministro de Finanzas, quien tenía
reputación de liberal). Parte de la conversación se centró en la ejecución
de Mlodetskii, y Dostoievski se explayó sobre lo que había observado de
su conducta al ser llevado al cadalso, interpretándola a la luz de sus pro-
pias emociones antes de ser perdonado. Para sus elegantes interlocutores,
describió cómo Mlodetskii había "mirado a su alrededor, de un lado a otro,
y pareció ser indiferente", siendo la razón "que en estos últimos minutos
una persona trata de disipar la imagen de la muerte, las más de las veces
24
Literatumoe Nasledts vo, 86 (Moscú, 1973), p. 496.
25
Idem.
26
Letopis .. ., op. cit., vol. 3, p. 384.

616 ~ "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZON ES DE LOS HOMBRES"


recuerda imágenes consoladoras, se transporta a una especie de jardín flo-
rido lleno de aire primaveral y de luz del sol''. Pero cuanto más se acerca el
fin, más ineluctable y atormentadora se vuelve la imagen de la muerte in-
evitable. "El dolor a la vista, el sufrimiento poco antes de la muerte, no es
aterrador; lo pavoroso es la transición a otra forma desconocida. "27 Estas
palabras reproducen, poco más o menos, el célebre pasaje de El idiota en
que guillotinan a un criminal ante los ojos del príncipe Mishkin, pero ad-
quieren una resonancia muy inmediata que acaso hiciera pasar a sus ilus-
tres acompañantes algunos momentos un tanto incómodos.
Que el asunto de Mlodetskii no dejó de preocupar a Dostoievski queda
indicado por una entrada de otro diario, el de la novelista S. l. Smirnova-
Sazonova, cuyo trabajo apreciaba él y de la que se había hecho amigo. El
29 de febrero anotó Sazonova, en su estilo telegráfico: "Vino Dostoievski.
Dijo que, a la hora de la ejecución de Mlodetskii, la gente gritaba y hacía
bromas ... Gran efecto produjo el que besara la cruz. Por todas partes em-
pezaron a decir: '¡La besó! Besó la cruz'". Esa misma noche, Smirnova fue
a una función de teatro de aficionados en casa de Alekséi Suvorin, cuyos
otros invitados incluían a D. V Griegóróvich, Nikolái Leskov y Dostoievski.
Durante la cena, oyó a éste susurrar al oído de Suvorin "que él [Dostoiev-
ski] era un socialista ruso y que esto había sido erróneamente pasado por
alto en la primera parte de Los hermanos Karamázov en que había hablado
claramente, explicando en qué consistía el socialismo ruso: en compartir el
Estado con la Iglesia". 28 Aquí, Dostoievski está aludiendo a la conversa-
ción, en el libro 2, capítulo v, en que se esboza y se discute la perspectiva
apocalíptica de transformar el Estado enteramente en Iglesia. El "socialismo
ruso" (término empleado por primera vez por Herzen en un sentido ente-
ramente secular y radical) significaba la aplicación del principio cristiano
del amor a las desigualdades e injusticias de la vida social.
La carta de Ekaterina Yunge a su madre, que había ayudado a levantar-
le el ánimo a Dostoievski, fue seguida por otra, ahora dirigida directamen-
te a él. Un mes después, él escribió una respuesta que revela bastante acer-
ca de su propia personalidad y de su obra. Se queja de que hubiera deseado
contestar antes a sus inteligentes misivas, pero, "por Dios, mi vida va en
tan desordenado tumulto y con tal prisa que rara vez me pertenezco a mí
mismo". Aun ahora, teme Dostoievski, tal vez no "sea capaz de escribir así
27
Ibid, pp. 384-385.
28
Ibid, pp. 385-386.

EL TERROR Y LA LEY MARCIAL ~ 617


fuera una minúscula fracción de lo que mi corazón quisiera comunicarle a
usted"; y generaliza esta duda aplicándola en conjunto a sus propios escri-
tos: "¿Puede usted imaginar que en ciertos momentos deprimentes de au-
to-examen a menudo reconozco con dolor que no he expresado literal-
mente ni una vigésima parte de lo que habría querido y acaso podido
decir?" Pocos días antes, había asistido a la defensa de la tesis doctoral de
Vladimir Soloviev, y ahora cita un pensamiento que surgió durante esa cul-
ta disputa. "La humanidad, según mi profunda convicción -había decla-
rado Soloviev- sabe mucho más de lo que ha logrado hasta ahora expresar
en su ciencia y en su arte". Aplicándose esta idea a sí mismo , sigue Dos-
toievski: "Siento que hay oculto en mí mucho más de lo que hasta ahora
he logrado expresar".29
Luego le da las gracias a madame Yunge por haber escrito "tan sutil, tan
profunda evaluación de mí como escritor", y encuentra que sus palabras
son superiores a casi todas las críticas publicadas en los periódicos. Dos-
toievski sabía que ella era pintora y (por su madre) que era personalmente
desdichada, y estaba "viviendo en la soledad y amargando [su] alma con
recuerdos". La apremia a recurrir "a una sola medicina: el arte y el trabajo
creador". Ella le había descrito a Dostoievski la perturbadora "dualidad"
que sentía en su personalidad; y los comentarios de él sobre este problema
tocan uno de los principales leitmotivs de su propia obra. Ese rasgo de per-
sonalidad, le dice, "es peculiar de la naturaleza humana en general", pero
no todos lo sufren en el mismo grado que madame Yunge ... o que él. "Pre-
cisamente por eso es usted tan afín a mí, porque esa escisión que hay en
usted es exactamente como la mía y como lo ha sido toda mi vida. Es un
gran tormento, pero al mismo tiempo un gran deleite. Es una conciencia
poderosa, una necesidad de autoevaluación, y la presencia , en la naturale-
za de usted, de la necesidad de una obligación moral para con usted y para
con toda la humanidad. Eso es lo que significa esa dualidad. "30
Tales palabras ofrecen un valioso atisbo de su propia psique, y también
de la significación moral de todos los personajes llamados "esquizofréni-
cos" que retrata. "Si el intelecto de usted estuviese menos desarrollado
-escribe- , si fuera usted limitada, tendría menos remordimientos de
conciencia y no existiría esa dualidad. Por el contrario, de ello resultaría
una gran vanidad . Y sin embargo, la dualidad es un gran tormento. " El va-
N PSS, vol. 30 , libro 1, pp. 147-149; 11 de abril de 1880.
30
Idem.

618 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
lor moral positivo atribuido al "sufrimiento" en la obra de Dostoievski con-
siste siempre en esa lucha interna con el ego , y la única fuente de consuelo
es volverse hacia Cristo. Y, le recomienda a madame Yunge: "Si usted cree
(o desea mucho creer) , entonces entréguese usted a Él completamente, y el
tormento de esa escisión quedará grandemente aplacado y usted recibirá
una respuesta emocionalmente espiritual, y eso es lo principal''. 31 Junto
con esta carta, a instancias de la madre de madame Yunge , y como prenda
de su estimación, Dostoievski le envió un juego de pruebas del libro 10
para que lo leyera el día de su cumpleaños.

Continuaron lloviendo las invitaciones a añadir su nombre ilustre a obras


de beneficencia para causas dignas, y Dostoievski aceptó todas las que
pudo. El 20 de marzo leyó a beneficio de un orfanato, eligiendo el episo-
dio de su novela en que el padre Zósima habla con una campesina apesa-
dumbrada que iba en busca de consuelo. A la noche siguiente apareció
en favor de estu diantes menesterosas de los Cursos Pedagógicos Superio-
res para Mujeres , y esta vez escogió el monólogo de El adolescente en que
la madre de Olia narra por qué su hija se ahorcó impelida por la desespe-
ración. Una crónica periodística de esta velada criticó la elección de ese
fragmento por ser inapropiada para tal público. ¿Era ésta la clase de
ejemplo que había que poner ante las muchachas que estudiaban en los
Cursos Superiores? Olia había sido una magnífica estudiante en su gym-
nasium, y había obtenido una medalla de oro por excelencia , pero luego
le resultó imposible conseguir empleo y, en cambio , se le propuso entrar
en una casa de prostitución. Muchas de las que escuchaban a Dostoiev-
ski estarían luchando por abrirse paso en el mundo , exactamente como
Olia , y el periodista se preguntó por qué se les había mostrado tan des-
alentadora perspectiva. 32 En esa misma velada también estuvo en el pro-
grama Turgueniev, quien leyó su encantador cuento "Los cantores" de las
Memorias de un cazador. Ambos se dieron la mano entre bambalinas, pero
sin pronunciar una sola palabra. Turgueniev se sentó entre el público y
se unió al clamoroso aplauso que siguió a la lectura de Dostoievski; éste
31
Idem.
32 Literaturnoe Naslecltsvo, 86 (Moscú, 1973), p. 318.

EL TERROR Y LA LEY MARCIAL ~ 619


también estuvo entre el público de Turgueniev, pero no se sabe si se unió
a la aclamación.
Por razones que no han quedado claras, tal vez por el clima político ,
que era verdaderamente agitado, Dostoievski empezó a temer que la poli-
cía secreta hubiese vuelto a vigilarlo como ex presidiario . A consecuencia
de una pregunta hecha por A. A. Kireiev al ministro del interior, la maqui-
naria burocrática volvió a ponerse en marcha y la pregunta fue enviada a la
policía secreta , la cual replicó que no se había reanudado dicha vigilancia.
Mientras se intercambiaban estos documentos, Dostoievski tomó parte en
otra velada exclusiva, el 22 de marzo , en el Salón Carmesí del Palacio de
Mármol, donde se encontró con la princesa Evgeniia Maximilianovna 01-
denburgskaia, quien, según el gran duque Konstantín, tenía verdadero in-
terés en conocerlo. La princesa era una de las benefactoras del hospicio
para el cual había leído Dostoievski, y acaso deseara expresarle su gratitud
personalmente, además del agradecimiento oficial. El gran duque notó que
"Evgeniia quedó muy complacida con Dostoievski, y conversó con él du-
rante toda la velada".33
Ese mismo día , Dostoievski recibe una carta que revela la extraordina-
ria posición conquistada por él en la sociedad rusa. La ha escrito una es-
tudiante de los Cursos Superiores, en nombre de todas sus condiscípulas ,
en respuesta a una misiva de Dostoievski , quien preguntaba si no les ha-
bía ofendido que él hubiese rechazado una de sus invitaciones, y ella le
contestó :

No podemos desear que nada en el mundo perturbe su tranquilidad o dañe


su salud. l o queremos profundamente y sabemos cómo llevarlo en nuestros
corazones; sabemos que sólo hay un Fiódor Mijaílovich ... y que nunca habrá
otro ... Separarlo a usted [de su trabajo] es algo que nunca nos pasó por la
cabeza. Usted le pertenece a todos ... mejor será que no aparezca usted nunca
entre nosotras, y que conserve su fuerza y su salud. 34

Con semejante carta, por una parte, y con sus visitas a miembros de la
familia real y sus amigos, por la otra, bien podemos perdonarle a Dostoiev-
ski la hybris de haberse creído capaz de desempeñar un papel de pacifica-
dor y reconciliador en aquella conflictiva coyuntura de la sociedad rusa.
11
Letopis .. , op. cit., vol. 3, p. 393.
34
Idem.

620 ... "CO N PALABRAS Q UE Q UEMEN LOS CO RA ZONES DE LOS HO M BRES"


Mientras tanto , el trabajo de Los hermanos Karamázov proseguía a buen
paso, y Dostoievski envió el libro 10 a Liubímov en algún momento entre
finales de marzo y comienzos de abril. Desde El idiota, Dostoievski había
deseado presentar la relación entre un grupo de niños y un personaje idea-
lista como el príncipe Mishkin (o sus diversos sustitutos en planos poste-
riores), que los lleva a la aceptación de una moral de amor y de autosacrifi-
cio, y finalmente logró realizar esta ya vieja ambición en Los hermanos
Karamázov. Los niños que aparecen en la novela son bastante inocentes ,
aunque en las notas aparecen otras posibilidades serias y hasta horrendas:
la "tortura de un niño de cuatro años"; "los niños se roban un cofre con
dinero . Krasotkin: 'Detesto eso"'; "el suicidio de un niño" (v. 15, p. 306).
Por fortuna, Dostoievski no siguió ninguna de estas sugerencias porque
habrían chocado demasiado marcadamente con la tonalidad de inocencia
infantil que él deseaba mantener.
Asimismo, algunas observaciones ideológicas hechas por el inmaduro
adolescente Kolia, quien, presumiendo , se declara "un terrible socialista",
no aparecen en el texto final. "Según nuestro zodiaco -dice-, todo cam-
bia y por consiguiente no existe nada que pueda llamarse el bien, y desea
matarse" (íd.). También hay una nota , no asignada, que probablemente iba
a decir Kolia para manifestar su audacia política: "Y establecer una comuna
social sobre principios racionales" (id.). Varias notas se refieren a la afirma-
ción de Kolia empleada en el texto: "No estoy contra Cristo, era un hom-
bre humanitario [individualidad] y si viviera en nuestros tiempos y hubie-
se recibido una educación moderna, inmediatamente se habría unido a los
revolucionarios . Miren, eso es claro" (v. 15 , p. 309). Kolia le atribuye esta
afirmación a Belinski, pero al ser interrogado ("¿Dónde dijo eso?") no pue-
de mencionar la fuente de su cita del gran hombre. ¡Y no es de sorprender!
Esta afirmación fue Dostoievski quien la puso en circulación en sus remi-
niscencias de Belinski, en el Diario de 1873 .
En su carta anexa a estos capítulos del libro 10, preguntó por un deta-
lle circunstancial que, según temía, podría haber sido pasado por alto. No
estaba seguro de si, en el periodo en que la novela se desarrollaba (1863),
a los muchachos de la edad que estaba describiendo se les exigía llevar
uniformes escolares; en el texto van vestidos con ropas ordinarias. Liubí-
mov lo tranquilizó diciéndole que los muchachos de esa edad no habían
sido obligados a llevar uniformes, y también felicitó a Dostoievski por la
excelencia de estos capítulos que, estaba seguro, tendrían gran éxito. No

EL TERROR Y LA LEY MARCIAL ... 621


obstante , le pareció que tal vez Kolia Krasotkin fuese demasiado precoz y
sugirió que le aumentara un año a su edad (catorce en lugar de trece). Dos-
toievski estuvo de acuerdo, y observó que Anna Grigórievna había plan-
teado la misma objeción. 35 (Era demasiado tarde para hacer este cambio en
el texto de la revista, y sólo fue añadido cuando la novela apareció como
volumen separado.)

Por muy grande que fuese la estatura adquirida ahora por Dostoievski en
la vida literaria rusa , las viejas pugnas socioculturales se negaban a morir, y
algunas de las vergüenzas y decepciones de sus juveniles comienzos litera-
rios le fueron recordados por una referencia aparecida en el número de
abril del periódico liberal occidentalizante Vestnik Evropi (El Mensajero Eu-
ropeo). Esta influyente publicación había estado presentando una serie de
reminiscencias del decenio de 1840 por Pável V Annenkov, después publi-
cadas como Una década notable -libro que ocupa el lugar inmediatamente
siguiente a Mi pasado y mis ideas, de Herzen, como el retrato más penetran-
te y clarividente del periodo-. Muchas de las páginas de Annenkov están
dedicadas a Belinski, la principal figura cultural de esta época, y la entu-
siasta recepción que el crítico le dio a la primera novela de Dostoievski,
Pobres gentes, nos ofrece una parte de la historia. Pero Annenkov, quien era
el más íntimo confidente ruso de Turgueniev y le servía de factótum litera-
rio, no pudo resistir la tentación de desquitarse de Dostoievski por la mor-
tífera caricatura de Turgueniev aparecida en Los demonios, así como por el
incidente más reciente del banquete. Según los recuerdos de Annenkov,
el joven Dostoievski se envaneció tanto con su recién adquirida fama que
impuso condiciones especiales a la manera en que había de publicarse su
primera novela. Afirma que le exigió a Nikolái A. Nekrásov, director del
Almanaque de San Petersburgo, "que la distinguiera de todas las demás obras
mediante un especial signo tipográfico, por ejemplo, una orla. La novela
realmente apareció rodeada por tales orlas en el almanaque".36
Enfurecido por esta acusación, Dostoievski se apresuró a enviarle una
carta a Suvorin , quien pocos días después publicó su refutación en Tiempo
Nuevo. "Hemos buscado el Almanaque de San Petersburgo de 1846 -escri-
" PSS, mi 30 , libro 1, pp. 146-14 7 y 149-1 50; 9 y 13 de abril ele 1880 .
16
Ibid., p 335 .

622 ~ "CON PALABRAS QUE QU EMEN LOS CORAZO NES DE LOS HOMBRES"
bió-, y hemos visto ... que Pobres gentes fue publicado sin festones , exac-
tamente en el mismo tipo y formato que todas las demás colaboraciones
del almanaque. "37 Es probable que Annenkov, sin comprobar este detalle,
simplemente estuviera relatando de memoria, treinta y cinco años después,
una de las muchas anécdotas burlescas acerca de Dostoievski que habían
circulado entre los miembros de la Pléyade de Belinski de escritores jóve-
nes, durante 1845-1846. El éxito de Pobres gentes sí se le había subido a la
cabeza, como lo reconoció por entonces en una carta a su hermano Mijaíl,
y la extraordinaria vanidad que mostró , junto con su exagerada susceptibi-
lidad, lo habían hecho absolutamente intolerable para otros . Un poema
satírico acerca de él, escrito en conjunto por Turgueniev y Nekrásov, había
circulado de mano en mano. Contiene una burlona referencia a un cuento
suyo que había sido enmarcado "con cenefas", y la anécdota resucitada por
Annenkov convirtió la broma en hecho. 38
Después de que otros varios publicistas entraron en la liza, Dostoievski
puso fin a la controversia pidiéndole a Suvorin que publicara el siguiente
mentís: "Hemos recibido una declaración formal de F M. Dostoievski de
que nunca ocurrió ni pudo ocurrir nada similar a lo que se dijo en El Men-
sajero Europeo".39 Pero Dostoievski "estaba tan indignado por la calumnia
de Annenkov -escribe Anna Grigórievna- , que resolvió hacer como que
no lo reconocía si lo encontraba en las festividades de Pushkin, y si An-
nenkov se le acercaba , él se negaría a darle la mano" .-+ 0 Dentro de un mo-
mento volveremos a las festividades en honor a Pushkin, pero sigamos un
poco más con el incidente. Dostoievski no dejó allí las cosas , al menos en
su cabeza , y se propuso contestar personal y extensamente en su Diario de
un esc1itor de 1881. Los murmullos acerca de las "cenefas" habían arrojado
dudas sobre su propia versión de sus relaciones con Belinski, y "no quiero
que sobre mi narración quede ni la sombra de una mentira. Si no pongo ob-
jeciones, dirán que [la versión de Annenkov] fue la cierta".-+ 1
En la función del 2 7 de abril a beneficio de la Sociedad Eslava de Bene-
ficencia, Dostoievski leyó parte de sus últimos capítulos acerca de los ni-
ños, con el habitual enorme éxito. Su viejo tipógrafo Mijaíl A. Aleksandrov,

37
ldon.
38 Véase mi Dostoievshi. Las semillas de la rebelión, 1821 -1849, cap . x11, FCE, México , 20 10.
39
PSS, vol. 30 , libro 1, p. 155; 14 de mayo de 1880 .
40
Anna Dostoevsky, op. cit., p. 330.
41
PSS, vol. 27 , p. 198.

EL TER ROR Y LA LE Y MARC IA L ~ 623


presente entre el público , lo describe gozando de la calidez de su recep-
ción. "Entre el numeroso público [la sala contenía más de mil asientos , to-
dos ocupados] se sintió tan a sus anchas y se mostró tan desenvuelto como
entre amigos ... y la ovación dada por el público a Fiódor Mijaílovich difi-
rió en su volumen de la que suele darse a cualquier celebridad artística que
esté de paso por aquí." Llamado para un encare, leyó el poema de Nekrá-
sov, "Vlas", que tan a menudo citaba, y como prólogo a su recital dijo lo
siguiente: "Leeré los versos de un poeta ruso , de un verdadero poeta ruso ,
quien, desdichadamente, a veces se alimentó de ideas no rusas, pero cuando
habló , siempre habló realmente como ruso". La concurrencia seguía pi-
diendo más y, "poderosamente galvanizado por el entusiasmo del público",
Dostoievski también leyó el poema de Alekséi K. Tolstoi, Ilia Murom ets. 42

El festival en honor de Pushkin mencionado por Anna Grigórievna se re-


fiere a los planes de develar un monumento al bardo Pushkin en Moscú y
a una serie de recepciones públicas, discursos y banquetes en que se cele-
braría al poeta nacional de Rusia. El prestigio del romántico y aristocrático
Pushkin había sido considerablemente dañado por la campaña emprendi-
da contra él , y contra el arte en general, por los publicistas radicales del
decenio de 1860. En particular, Dimitri Pisarev había lamentado la canti-
dad de tiempo y de energía desperdiciada en diversiones triviales cuando
quedaban en pie problemas sociales mucho más apremiantes. Dostoievski
inmediatamente había tomado posición contra esta denigración utilitaria
del arte , y su portavoz a este respecto en Los demonios, Stepan Trofímovich
Verjovenski, denuncia "el cambio de enfoque" ocurrido con la generación
nihilista, "la sustitución de una belleza por otra". "Todo el equívoco se en-
cuentra solamente en esta pregunta: ¿Qué es más hermoso, Shakespeare o
unas botas, Rafael o el petróleo'" (v. 10 , p. 372). La hostilidad contra Push-
kin y el arte se había aplacado un tanto al llegar los setenta, pero Nikolái
Mijaílovski todavía menospreciaba las obras literarias que no enfocaran di-
rectamente las cuestiones sociales del momento.
A pesar de todo , una gran mayoría de los rusos cultos habían leído y

42
DVS, mi. 2, p. 309.

624 ~ "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORA ZONES DE LOS HOMBRES"
admirado a Pushkin, cuyos poemas formaban parte del programa escolar,
y durante largo tiempo se había hablado de levantarle un monumento en
Moscú. Ya desde los sesenta se hizo una ocasional suscripción para recabar
fondos, pero esta campaña cobró fuerza en 1871. Después de varias com-
petencias, se eligió al escultor A. M. Opekushin para crear la estatua, de
pie, de tamaño natural , a la que dio una pose napoleónica: el brazo dobla-
do de Pushkin se apoya en su saco. Su develación, junto con los otros ac-
tos planeados, finalmente se programó para los días 5-9 de junio de 1880.
Desde luego, Dostoievski había estado hablando con sus amigos acerca de
la inminente celebración, y hasta anotó unas cuantas ideas para un artículo
acerca de Pushkin cuando , el 5 de abril , recibió una carta de Serguéi Yu-
riev, presidente de la Sociedad de Amantes de la Literatura Rusa (encarga-
da de los preparativos de las fiestas). También era el director de un perió-
dico nuevo, Russkaia Misl (El Pensamiento Ruso), y desde antes le había
pedido a Dostoievski una novela para su publicación ; esta vez, se le acercó
pidiéndole una colaboración acerca de Pushkin.

Ya he dicho aquí, en voz alta [replicó Dostoievski el 9 de abril] , que para el


día de la inauguración del monumento a Pushkin se necesita tener impreso
un artículo serio acerca de él. Y hasta he soñado con que me fuera posible ir a
Moscú para el día de la inauguración, y decir unas cuantas palabras acerca de
él, pero oralmente, en forma de discurso, pues supongo que el día de la inau-
guración se pronunciarán, ciertamente, discursos en Moscú.

De momento , sin embargo, "con mi interminable trabajo en la nove-


la .. ., dudo de tener tiempo para escribir algo''. Pero si encontraba tiempo ,
Dostoievski prometía tener en cuenta a El Pensamiento Ruso, porque "leo su
periódico con gran curiosidad y sinceramente le deseo el mayor de los éxi-
tos''.43 Parece claro que hasta entonces no tenía la intención específica de
asistir al festival, o de tomarse tiempo para desarrollar sus notas en lo que
llegaría a ser su célebre discurso sobre Pushkin.
El mes de abril estuvo tan lleno de compromisos y obligaciones socia-
les que a Dostoievski le resultó imposible hacer una nueva entrega a El
Mensajero Ruso. El 6 de abril, Vladimir Soloviev hizo una brillante defensa
de su tesis doctoral Kritika otvlechenniikh nachal (Critica de los principios

43
PSS, vol. 30, libro 1, p 147; 9 de abril de 1880.

EL TERROR Y LA LEY MARCIAL ~ 625


abstractos), y tanto Dostoievski como su esposa se encontraban entre el
público. (Una de las observaciones del filósofo fue citada en la carta a ma-
dame Yunge del 11 de abril. ) El 14 del mismo mes, Dostoievski fue elegido
vicepresidente de la Sociedad Eslava de Beneficencia, y pasó la velada del
24 en una "lectura literaria" en compañía de los grandes duques Konstan-
tín y Serguéi y de la princesa Oldenburgskaia y su hermana. 44 El día 27 ,
como ya se mencionó , fu e el beneficio de la Sociedad Eslava de Beneficen-
cia. Al escribirle a Liubímov el 29 de abril, y disculpándose por no haber
podido hacer ninguna entrega para el número de mayo , se queja de que
"aquí realmente me impiden escribir, y necesito huir lo antes posible de
San Petersburgo. Los Karamázov tienen nuevamente la culpa. Tantas perso-
nas vienen a verme cada día a propósito de ellos, tantas personas quieren
conocerme, me invitan a sus casas ... ¡que ya no se me ocurre absoluta-
mente nada y estoy huyendo de San Petersburgo! 45
Dostoievski planeaba irse a Staraya Rusa

dentro de una semana, y dentro de tres semanas habré terminado toda la nove-
la Así, la continuación podrá empezar (si usted lo aprueba) en el número de
junio. La parte 4 terminará en el número de agosto, y luego habrá una con-
clusión para el de septiembre ... (unas cuantas palabras acerca del destino de
los personajes y una escena totalmente separada: el funeral de Iliusha y la
oración fúnebre de Alekséi Karamázov a los niños , en que hasta cierto punto
se reflejará el significado de toda la novela) .

Como tantas veces en el pasado, o bien fue sinceramente demasiado


optimista en sus previsiones, o tal vez exageró las cosas para disipar la des-
confianza de sus editores. Esta última hipótesis recibe cierta plausibilidad
por su solicitud de que Liubímov le escribiera "sobre si está usted enojado
conmigo o no". También consuela al editor observando que la sección sobre
"Los niños" está "tan separada y [es tan] episódica ... [que] el lector no se
sorprenderá tanto como si se hubiese interrumpido, dejando incompleto
el punto y luego dij era: Continuará". Comentando el éxito de su lectura de
esa sección en la velada de beneficencia, dice que "el efecto, puedo decirlo
sin exageración ni jactancia, fue muy poderoso". 46 Pero su éxito mismo
44
Letopis... , op. cit. , vol. 3, p. 402.
45
PSS, vol. 30, libro 1, pp 151-152; 29 de abril de 1880.
46
Idem.

626 .... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZO NES DE LOS HOMBRES"
como lector fascinante en el podio le impidió irse de la ciudad y dedicarse
a su novela tan pronto como lo deseaba.
Más temprano, la misma tarde en que escribió a Liubímov, Dostoievski
había leído a beneficio de la Sociedad de las Hermanas de la Merced de san
jorge. Para ellas eligió la escena entre las campesinas y el padre Zósima, en
particular el lamento -tan cercano al corazón de Dostoievski- de la ma-
dre que había perdido a su hijo pequeño. El efecto sobre su público fue
abrumador, y entre el auditorio se encontraba la futura emperatriz de to-
das las Rusias, la princesa danesa que ahora era la esposa del zarevich Ale-
jandro. Se conmovió tanto que expresó el deseo de conocer a Dostoievski,
y pocos días después , el 4 de mayo , éste recibió una invitación del gran
duque Konstantín para otra velada en la Sala Carmesí , el 8 de mayo. La
zarevna, se le dijo, deseaba particularmente que le fuera presentado, y él ya
conocía a los otros asistentes. "Si no se niega usted a leer algo de su obra,
desde luego de su propia elección, quedaremos muy agradecidos." 47 Ce-
diendo a esta petición real, Dostoievski aplazó su partida.
Su carta a Liubímov pone en claro que había estado trabajando en el
libro 11 y que , aun cuando no pudiera todavía mandar un texto termina-
do, tenía ya completo en la mente el resto de la novela . Si hubiera podido
trabajar ininterrumpidamente en Staraya Rusa , como lo había esperado, tal
vez hubiese podido cumplir con el programa optimista que le había pre-
sentado a su editor. Sin embargo, el 1º de mayo recibió otra carta de Yuriev,
escribiendo en su nombre y en el de la Sociedad de Amantes de la Literatu-
ra Rusa, para invitar a Dostoievski a honrar a la Sociedad en las festivida-
des en honor de Pushkin con su presencia y sus palabras. Yuriev expresaba
el sentimiento "de todos los moscovitas, de quienes él [Yuriev] a menudo
había oído esta pregunta: ¿Hablará Dostoievski .. . en nuestra sesión7"48
A esto siguió, al día siguiente, una invitación oficial de la misma cor-
poración, en que se le pedía a Dostoievski "honrar la memoria del gran poe-
ta" hablando en una de las sesiones públicas que se celebrarían después de
la develación del monumento. En una carta privada, Yuriev le sugería pre-
ferir la celebración de Moscú sobre la que también tendría lugar en San
Petersburgo (se estaban organizando simultáneamente, por toda Rusia,
manifestaciones en honor de Pushkin), y enumera los nombres de otros
participantes: 1. S. Aksakov, A. F Pisemski, A. N. Ostrovski, l. S. Turgueniev.
47
Letopis ... op. cit., vol. 2, p . 409 .
48
Literaturnoe Nasledtsvo, 86 (Moscu , 1973), p. 509.

EL TERRO R Y LA LEY MARCIAL ~ 627


Tampoco olvida pedirle a Dostoievski que reserve lo que escriba acerca de
Pushkin para ser publicado en su revista. El 4 de mayo, en una reunión
de la Sociedad Eslava de Beneficencia, su presidente , K. N. Bestuzhev-Riu-
min, se enteró por labios de Dostoievski de que lo habían invitado a Mos-
cú. "Con el ferviente acuerdo de todos" fue nombrado representante de la
Sociedad en las festividades de Moscú, y al día siguiente Dostoievski acep-
tó la invitación de Yuriev. 49
El 8 de mayo , Dostoievski volvió a ser el invitado del gran duque Kons-
tantín y leyó fragmentos de Los hermanos Karamázov , incluyendo , a peti-
ción especial del anfitrión, la confesión del padre Zósima (no es claro lo
que esto incluye), que el gran duque consideró una de las mejores piezas que
Dostoievski hubiese escrito. Durante toda la velada, la zarevna "escuchó
muy atentamente, y como en éxtasis"; una de las damas presentes lloró sin
poderse contener, y los ojos de la propia zarevna se llenaron de lágrimas
después de que Dostoievski leyó también "Un niño en la fiesta de Navidad
de Cristo''. 50
Una vez cumplida esta halagüeña obligación, la familia partió rumbo a
Staraya Rusa , en algún momento entre el 9 y el 11 de mayo . Allí Dostoiev-
ski, para citar a Anna Grigórievna , tenía la esperanza de poder "reflexionar
y escribir con tranquilidad y libertad su discurso en honor de Pushkin, y
luego, dejando de lado todo lo demás, trabajar en la terminación de Los
hermanos Karamázov". 51

49
PSS, vol 30 , libro 1, pp. 153- 154; 5 de mayo de 1880.
50
Literntumoe Nas1edtsvo, 86 (Moscú, 1973), p. 137.
51
Citado en Letopis .. ., op. cit., vol. 3, p. 4 11 .

628 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CO RAZONES DE LOS HOMBRES"
XXVII. El homenaje a Pushkin

EL HOMENAJE a Pushkin celebrado en Moscú ha quedado para la posteridad,


en gran parte debido a la sensación creada por Dostoievski en su apasiona-
da apoteosis del gran poeta. Sin embargo , en aquel momento la celebra-
ción adquirió considerable importancia por otras razones muy diversas.
Una de ellas es el tenso y ominoso ambiente sociopolítico que reinaba en
la nación, dando un matiz político a toda gran manifestación de la opinión
pública , por muy inocente que pareciese. En este caso , la crema de la inte-
lligentsia rusa se reunió en la vieja capital (así como en otras grandes ciuda-
des) para homenajear a un poeta que, habiendo incurrido en el disfavor de
icolás 1, fue enviado al exilio y del que se sabía que tuvo íntimos amigos
entre los revolucionarios decembristas de 1825. Semejante celebración era ,
en sí misma, algo sin precedentes y, de hecho, se la vivió como la demanda
implícita de una libertad de expresión de la que todavía , tristemente, care-
cían la literatura y la sociedad rusas.
A mayor abundamiento , la iniciativa de la empresa no había procedido
del gobierno sino de personas privadas (de un grupo de los sobrevivientes
ex condiscípulos de Pushkin del liceo de Tsarskoe Selo aún vivos), y los
fondos para la estatua se reunieron por suscripción privada. A la postre, el
proyecto fue aprobado y hasta patrocinado por la corona, y la Duma de
Moscú aceptó pagar los gastos de todos los invitados; aun así, los partici-
pantes no sentían que estuviesen tomando parte en una función oficial. En
cambio , como lo dijo un observador, aquí "por primera vez desplegamos
un anhelo social con tan vasta libertad. Los asistentes se sintieron ciudada-
nos que gozaran de una plenitud de derechos".1
1
PSS, vol. 26 , p. 442.

~ 629
Asimismo, la aceptación oficial de este acto independiente fue vista
esperanzadoramente como augurio de una nueva época de las relaciones
entre el zar y la intelligentsia; de hecho , como testimonio de la influencia
que la clase culta había empezado a ejercer. Nada más tomar posesión de
su cargo, el conde Loris-Melikov había buscado atraer a ésta al relajar lige-
ramente la censura de la prensa, como gesto de buena voluntad. Ahora le
dio instrucciones al gobernador general de Moscú de no exigir la apro-
bación previa de los discursos que se pronunciarían después de la devela-
ción. Esto creó , pues, una atmósfera expectante: tal vez sobrevendrían aún
más concesiones del gobierno. Lo que parecía ser un acto puramente cul-
tural adquirió - como solía ocurrir en Rusia, donde no era posible una li-
bre discusión política de ninguna clase- un importante subtexto sociopo-
lítico. En un nivel más personal, fue dramatizado por la culminación del
duelo ideológico que Turgueniev y Dostoievski habían entablado desde
mediados de los sesenta.

Al aceptar la invitación de Serguéi Yuriev el 5 de mayo , Dostoievski le ase-


guró que "aun cuando estoy muy ocupado con mi trabajo ... sólo alguna
enfermedad súbita o algo por el estilo podría impedirme" emprender el
viaje. Se proponía llegar el 25 de mayo, y entonces hablaría con Yuriev so-
bre la duración de su discurso. Tenía miedo de "decir demasiado poco" en
elogio del gran poeta, pero, ¿habría tiempo para algo más extenso después
de todos los otros discursos de nombres eminentes que estaban programa-
dos? "Aquí en San Petersburgo, en la más inocente lectura literaria ... cada
renglón, así sea escrito hace veinte años, [tiene que] someterse ... a la auto-
rización previa ... ¿Nos dejarán realmente [en Moscú] leer algo recién es-
crito sin la previa censura de alguien7"2 En caso contrario, ¿habría tiempo
para presentar el texto y esperar la aprobación? Pocos días después , se en-
teró de que se habían levantado los requerimientos de censura, y de que
sus temores no tenían base.
Alekséi Suvorin, sin saber que Dostoievski había recibido una invita-
ción , le ofreció procurarle un billete para el tren especial de San Petersbur-
go fletado para la ocasión, pero él, contestando que ya lo habían invitado,

2
Ibid. , vol. 30, libro 1, pp. 153- 154; 5 de mayo de 1880.

630 ... "CO N PALABRAS QUE QUEMEN LOS CO RA ZONES DE LOS HOMBRES""
decidió partir directamente desde su retiro rural. Lamentó que el propio
Suvorin no estuviera presente , porque "nosotros los invitados petersbur-
gueses lo pasaríamos mejor si fuésemos en un grupo numeroso". 3 Cinco días
después, Dostoievski le mandó sus felicitaciones a K. P Pobedonostsev por
el día de su santo, y también para desearle "el más maravilloso éxito en sus
nuevas labores" como procurador en jefe del Santo Sínodo, el consejo
supervisor de la Iglesia ortodoxa rusa. Al informarle de su inminente viaje
a Moscú, Dostoievski revela algunas de las disensiones ideológicas que ha-
bían empezado a manifestarse en los preparativos para el gran acto. Como
están las cosas, escribió:

no iré por placer sino, tal vez, esperando incluso cosas abiertamente desagra-
dables ... Ya he oído de paso, aun en San Petersburgo, que hay una camarilla
allá en Moscú que está tratando de prohibir ciertas palabras en la ceremonia
de inauguración, y que tienen miedo a determinadas palabras reaccionarias
que podrían ser pronunciadas por ciertas personas en las sesiones de los
Amantes de la Literatura Rusa ... Hasta los periódicos han publicado ya cosas
acerca de algunas intrigas. -+

A pesar de ello, firmemente declara Dostoievski:

He preparado mi discurso acerca de Pushkin precisamente con el más extremo


espíritu de mis convicciones (es decir de las nuestras, me atrevo a expresarme
así), y por lo tanto espero , tal vez, ciertos insultos ... Pero no los temo, y siem-
pre se debe servir a la propia causa, y hablaré sin miedo. Allá , los profesores le
están haciendo la corte a Turgueniev, que se está convirtiendo, absolutamente,
en enemigo personal mío. (En el Mensajero Europeo inventó un mezquino cuen-
to acerca de mí con respecto a cierto incidente de hace treinta y cinco años que
nunca ocurrió.) Pero yo no puedo elogiar a Pushkin y predicar a "Verochka''. 5

Esta última observación se refiere a Vera Zasulich, quien había sido


identificada casi inmediatamente como el prototipo de la heroína Marian-
na en Tierra virgen de Turgueniev; asimismo Dostoievski consideraba a
Turgueniev responsable de revivir el viejo infundio acerca de las "cenefas".
3 lbid., p. 155; 14 de mayo de 1880.
4
lbid., pp. 155-156; 19 de mayo de 1880.
5
ldem.

EL HOMENAJE A PUSHK IN ~ 631


En el fondo de estas observaciones se encuentra el intento de la Socie-
dad de Amantes de la Literatura Rusa (a la que en adelante nos referiremos
como SALR) de prohibir que hablara Mijaíl Kátkov. La junta de la SALR encar-
gada de organizar el festival estaba coaligada en lo ideológico con la orien-
tación moderadamente liberal y occidentalista de influyentes profesores
de la Universidad de Moscú, que se sentían reforzados por la presencia de
Turgueniev. Éste había regresado a Rusia para la celebración, y fue nom-
brado miembro honorario de la SALR y del comité. Turgueniev y Kátkov ha-
bían sido enemigos ya de tiempo atrás, y éste había atacado recientemente
al novelista por simpatizar con los revolucionarios. Además, Kátkov había
ofendido a los miembros de la intelligentsia en general por objetar la solici-
tud de Loris-Melikov de instarlos a colaborar, lo que él consideraba que
sería un primer paso hacia un debilitamiento del poder del autócrata. "No
hay necesidad de buscar apoyo y ayuda de la sociedad", había escrito Kát-
kov tras la explosión en el Palacio de Invierno . "Sólo la disciplina en las fi-
las estatales, que hará que todos sus miembros teman desviarse de su de-
ber y engañar al poder supremo, así como el patriotismo en las esferas
cultas de la sociedad: eso es lo que se necesita ... Es menester que empece-
mos por la disciplina ." 6 Por ello , fue fácil para Turgueniev convencer al
comité de que pusiese a Kátkov en la lista negra, aun cuando éste era
miembro de la SALR y, de hecho, durante los sesenta había defendido la va-
lidez del arte de Pushkin contra los ataques de los críticos radicales. Tam-
bién se hizo un intento por poner en la lista negra a Dostoievski (no hay
pruebas de que él se enterara, aunque no se excluye la posibilidad) a causa
del incidente en el banquete en honor de Turgueniev de marzo de 1879;
sin embargo , Dostoievski tenía demasiados admiradores, incluso el presi-
dente Yuriev, para que esto fuera posible. Habían empezado a cundir ru-
mores sobre la intención de excluir a Kátkov, y un texto de El Tiempo Nue-
vo del 17 de mayo puso a Dostoievski al tanto de lo que acaso no hubiese
oído aún de palabra.

Dostoievski salió de Staraya Rusa el 22 de mayo , y a despedirlo fueron


Anna Grigórievna, los niños y su suegra. Anna había deseado ir a Moscú
6 Citado en Marcus C. Levitt, Russian Litermy Politics and the Pushkin Celebration of 1880, lthaca,

1989, p . 62. Mi descripción de la celebración a Pushkin le debe mucho a este excelente libro.

632 .. "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CO RA ZONES DE LOS HOMBRES"


con sus hijos , pero semejante gasto estaba fuera de sus posibilidades. "En
años posteriores -escribió- consideré mi incapacidad de estar presente
en el gran triunfo obtenido por mi querido esposo en ocasión de las festi-
vidades en honor de Pushkin como la mayor privación de mi vida. "7 Pre-
ocupada por la salud de Dostoievski, dada la presión que se podía prever,
Anna le hizo prometer escribirle cada día, y él cumplió fielmente su pala-
bra ... escribiendo, en ocasiones, no una vez sino dos. Por ello, tenemos un
relato completo y testimonial del torbellino de actividades en que se vio
envuelto durante una estadía que , según había esperado , no sería de más
de una semana, pero que en realidad duró veintidós días.
Una razón de esta prolongación fue la muerte de la zarina María Alek-
sándrovna, la esposa (separada) de Alejandro II, el mismo día de la partida
de Dostoievski. Se enteró de ella por sus compañeros de viaje y, suponien-
do que se cancelaría el festival, su primera idea fue retornar a casa; sin
embargo, decidió continuar el viaje. Aun si se eliminara la inauguración
pública del monumento, acaso se celebrara una especie de consagración pu-
ramente literaria. Al llegar a Moscú y enterarse de que el zar había ordena-
do un aplazamiento de la develación, le escribió a Anna que había llegado
"ahora sin ningún propósito".8
También planeó regresar el día 28, y aprovechar el intervalo para visi-
tar a Liubímov y a Kátkov "y hablar de lo más importante" (la continua-
ción de su novela). Asimismo haría el recorrido de las librerías para cobrar
las regalías de sus ventas y visitaría a sus parientes; tal vez, "finalmente me
enteraré de toda esa historia acerca de las intrigas literarias". Lo recibió al
bajar del tren su anfitrión Yuriev, con todo el personal de El Pensamiento
Ruso, pero él estaba demasiado fatigado para aceptar una invitación a ce-
nar. El cochero que lo llevó a un hotel, recomendado como el mejor y más
confortable , al principio no quiso aceptar ningún pago , "pero lo obligué a
aceptar setenta kopeks". Dostoievski había esperado cubrir al menos una
parte de los gastos de viaje con la publicación de su discurso sobre Push-
kin, pero ahora escribe: "Preveo que mi pieza no será publicada de mo-
mento, porque sería extraño publicarla ahora". 9
Al día siguiente perdió la mañana pagando visitas de varios notables,
7
Anna Dostoevsky, Reminiscences, trad. y ed. de Beatrice Stillrnan , Nueva York, 1973 ,
p. 329 .
8 PSS, vol 30 , libro 1, pp. 157-1 58 ; 23-24 de mayo de 1880.
9
Idem.

EL HOMENAJE A PUSHKIN ~ 633


entre ellos Iván Aksakov, y luego fue a ver a Yuriev. "Reunión entusiasta,
con besos", informa con un toque de ironía. No quedó nada impresionado
por el editor, a quien compara con el desmemoriado personaje Repetilov,
de la clásica comedia de Griboiedov, Ay del que tenga ingenio: "Yuriev no
pudo decirme nada de cómo van aquí las cosas; es un chismoso impeni-
tente, un Repetilov en forma nueva. Sin embargo, es listo. (Empero, indis-
cutiblemente ha habido intrigas)." Yuriev no recordó haber solicitado pu-
blicar el discurso de Dostoievski sobre Pushkin, pero dijo que lo aceptaría
en el otoño, "'y para entonces usted lo habrá pulido cuidadosamente'
(como si supiera con certeza que no ha sido cuidadosamente pulido desde
ahora)". Esta afrenta a la escrupulosidad literaria de Dostoievski distó mu-
cho de ser prudente, y cuando esa noche Dostoievski fue a ver a Liubímov
y a Kátkov, quienes lo recibieron muy cordialmente, él mencionó el discur-
so en honor a Pushkin. Ellos estaban principalmente interesados en su
novela, y deseaban una nueva entrega para junio ("Cuando vuelva a casa
tendré que trabajar como demonio"), pero estuvieron perfectamente dis-
puestos a aceptar asimismo el ensayo. "Furioso contra Yuriev, casi lo pro-
metí. De modo que si El Pensamiento Ruso quiere la pieza, le cobraré una
fortuna; de otra manera, será para Kátkov." 1º
Se había organizado una cena en honor de Dostoievski en el renom-
brado hotel-restaurante La Ermita a las 5 de la tarde del día 25, porque
"todos los jóvenes escritores de Moscú están tremendamente ansiosos de
conocerme". Asistieron veintidós invitados, entre ellos Iván Aksakov y
Nikolái Rubinstein, fundador y director del Conservatorio de Moscú, a
quien se le habían encargado las disposiciones musicales del festival; tam-
bién estuvieron allí cuatro (innominados) profesores de la universidad.
Después hubo quejas de que muchos otros se habían enterado de la cena
sólo cuando ya era demasiado tarde. Dostoievski quedó impresionado por
lo suculento del banquete: "Codornices, unos espárragos asombrosos, he-
lados, un río de buenos vinos y de champaña .. . Después de la cena, ante
el café y los licores, aparecieron doscientos magníficos y costosos cigarros
puros. Aquí no organizan las cosas a la manera de San Petersburgo". Se
pronunciaron seis discursos laudatorios, y "se hizo mención de mi 'gran
significación como artista de sensibilidad universal', como periodista y
como ruso ... Todos se mostraron entusiasmados ... y contesté a cada quien

10
Ibid., pp 158-159; 25 de mayo de 1880.

634 .. "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"


con un buen discurso que produjo un gran efecto; además, hice de Push-
kin el tema del discurso" n
Durante la cena, Dostoievski anunció que estaba planeando irse el día
27, y "se armó un verdadero clamor: 'No lo dejaremos ir"'. Durante el día, el
príncipe Dolgoruki les había dicho a los representantes de la SALR que los
festejos sí se celebrarían entre el 1ºy el 5 de junio, y ellos le advirtieron a
Dostoievski: 'Todo Moscú se sentirá ofendido e indignado si usted se va".
Cuando él alegó que tenía que trabajar en Los Karamázov, al instante sus
interlocutores se propusieron enviar una diputación a Kátkov exigiéndole
aplazar la fecha de publicación. Cuando dijo que su familia aguardaba con
impaciencia su regreso, se habló de enviar un telegrama explicativo a Anna
Grigórievna, y hasta de enviar una diputación a Staraya Rusa. Bajo esta
presión, Dostoievski cedió diciendo que llegaría a una decisión firme al día
siguiente. La misma carta expresa su dilema sobre dónde publicar el dis-
curso acerca de Pushkin: tenía que elegir entre Yuriev y Kátkov, y no de-
seaba echarse encima la enemistad de ninguno. Su ansiedad se intensificó
porque desde su salida de Staraya Rusa no había recibido ni una sola carta
de Anna. 12
En una posdata Dostoievski habla de una visita de lván Aksakov, quien

vino a verme para pedirme de la manera más insistente que me quede para la
ceremonia, ya que se celebrará, como todos esperan, cerca del día S. Dice que
no puedo irme, que no tengo el derecho de hacerlo, que gozo de influencia en
Moscú y, lo que es más importante, sobre los estudiantes y los jóvenes en ge-
neral, que [esto] iría contra el triunfo de nuestras convicciones, que después
de oír anoche en la cena un esbozo de mi discurso quedó convencido de que
yo tengo que hablar, etcétera.

Asimismo, le informó a Dostoievski que, como representante de la So-


ciedad Eslava de Beneficencia, estaba oficialmente obligado a quedarse y
depositar una corona ante la estatua de Pushkin. Dostoievski pensó que
esta tarea podía confiarse al otro delegado, un funcionario del ministerio
del interior llamado Zolotariov, pero, ay, nadie conocía el paradero de este
digno señor. 13
11
Ibid., pp. 160-161; 26 de mayo de 1880.
12
Idem.
13
Ibid., p. 163; 25 de mayo de 1880.

EL HOMENAJE A PUSHKIN ~ 635


También Yuriev llegó a suplicarle que se quedara , y a pedirle el artículo
sobre Pushkin: "Se mostró terriblemente alterado y deprimido, ofreció dis-
culpas, afirmó que yo lo había comprendido mal". Cuando Dostoievski
mencionó el pago, Yuriev "gritó" que Lavrov (el director de El Pensamiento
Ruso, un comerciante rico que era "[su] apasionado y extático admirador")
llegaría hasta los quinientos rublos. Kátkov estaba pagando sólo trescien-
tos por la entrega de Los hermanos Karamázov, y Dostoievski se vio tentado:
el dinero extra de Yuriev "pagaría mi estancia aquí hasta la inauguración
del monumento". También le cuenta a Anna que "Yuriev tenía una pieza de
teatro , de lván Aksakov, acerca de Pushkin. Por eso me estuvo esquivando
antes de ayer". Pero había cambiado de opinión después de las observacio-
nes de Dostoievski acerca de Pushkin durante la cena. 14
El 2 7 de mayo Dostoievski se enteró de que la Duma de Moscú paga-
ría sus gastos. Le había sorprendido que le hubiesen dado una habitación
mucho mejor en el hotel sin mencionar ningún cambio de precio (la ven-
tana de la primera habitación, la más barata, daba a una pared), y enton-
ces descubrió que Yuriev se había enterado de su cambio de habitación en
la Duma de Moscú. Sorprendido de que la Duma se interesara por su alo-
jamiento, se le dijo entonces que la asamblea estaba pagando el hospedaje
y los alimentos de todos los delegados a los que había invitado. En lugar
de mostrarse complacido, puso serias objeciones , pero se le respondió
que si persistía en su rechazo insultaría a todo Moscú. ¡Vaya!, hasta los
miembros sobrevivientes de la familia de Pushkin, todos los cuales esta-
ban en el mismo hotel, habían aceptado la hospitalidad de la Duma. En
vista de la preocupación de Dostoievski por los gastos, podría pensarse
que su resistencia fue fingida , pero había buenas razones de que quisiera
pagar a su modo. Suponíase que un escritor que hubiese aceptado cual-
quier tipo de apoyo oficial había perdido su independencia , y Dostoievski
deseaba evitar, a toda costa, semejante imputación. Así, le dice a Anna
que "de propósito iré a cenar a restaurantes para reducir en todo lo posi-
ble la cuenta que el hotel le presentará a la Duma".15 No quería que cun-
dieran chismes acerca de que estaba explotando indebidamente la situa-
ción en ventaja propia.

14
Idem.
15
!bid., p. 165 ; 27 de mayo de 1880.

636 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LO S CORAZONES DE LOS HOMBRES"


4

En la tarde del 26 de mayo se supo que , definitivamente, las ceremonias


tendrían lugar el S de junio, y la mayor parte de las diputaciones, llegadas
de todas partes de Rusia, decidieron quedarse. "Reina la mayor animación
-escribe Dostoievski y agrega-: absolutamente se niegan a dejarme ir.
Ahora he decidido que creo que me quedaré". Tanto Yuriev como D. V
Griegoróvich, viejo amigo de Dostoievski, habían estado planteándole las
funestas consecuencias de una temprana partida. "La gente diría que me
faltó el suficiente sentido cívico para descuidar mis asuntos personales por
tan elevado ideal, porque en la restauración de la importancia de Pushkin
para toda Rusia cada quien ve el medio para dar un nuevo giro a conviccio-
nes, espíritus, direcciones. " Lo que continuaba preocupándole era la entre-
ga de su novela para junio, pero este fragmento podía no ser necesario si
B. M. Markevich, cuya novela Perelom (El punto crítico) estaba alternando
con Los hermanos Karamázov en El Mensajero Ruso, enviaba algunos capítu-
los para junio. Aún no se sabía si Markevich cumpliría con su plazo, y
Dostoievski llegó a pensar (aunque pronto abandonó la idea) en tratar de
trabajar en su novela en Moscú, pese al torbellino de la vida social. 16
A Turgueniev se le había asignado la delicada y muy poco envidiable
tarea de ir hasta Yasnaya Polyana a convencer a Tolstoi de que asistiera a la
celebración en honor de Pushkin, aunque para entonces Tolstoi ya había
renunciado a la literatura por razones comparables -aunque no idénti-
cas- a las de los críticos radicales que habían denunciado a Pushkin du-
rante los sesenta. No se conoce con detalle lo que ocurrió durante su re-
unión de los días 2 y 3 de mayo, pero Griegoróvich, incorregible enredador,
le dijo a Dostoievski "que Turgueniev, que ha regresado después de ver a
León Tolstoi , está enfermo, mientras que Tolstoi casi ha perdido el juicio , o
tal vez lo ha perdido por completo".17 Al escribirle a Nikolái Strájov un día
después, dijo Tolstoi:

Sostuve muchas conversaciones interesantes con Turgueniev. Hasta ahora, si


se me perdona la presunción, afortunadamente he tenido siempre la expe-
riencia de que la gente diga: "¿Qué está haciendo Tolstoi , trabajando en una u
otra clase de disparate? Debieran decirle que pare ese desatino''. Y cada vez se
16
lbid., p. 168; 27-28 de mayo de 1880.
17
/bid., p. 165 ; 27 de mayo de 1880.

EL HOMENAJE A PUSHKIN ~ 637


ha dado el caso de que quienes daban ese consejo han quedado ridiculizados
y temerosos. Creo que lo mismo ocurrió ahora con Turgueniev. Me resultó pe-
noso y a la vez reconfortante estar con él. Y nos despedimos amistosamente.

Sin embargo, otro informe dice que Turgueniev salió "dolido y ofendi-
do" del encuentro. 18 En una carta posterior, escribe Dostoievski: "También
Kátkov confirmó que León Tolstoi ha perdido por completo la razón. Yu-
riev ha estado tratando de hacer que yo vaya a verlo [... ] Pero no iré, aun
cuando eso resultaría muy interesante".19
El 28 de mayo se anunció oficialmente que la develación del monu-
mento tendría lugar el 4 de junio. Dostoievski volvió a explicarle a Anna
que "debo quedarme. No sólo es [la SALR] la que me necesita, sino todo nues-
tro grupo, toda nuestra idea, por la que hemos estado luchando treinta
años porque los miembros del bando hostil (Turgueniev, Kovalevski y casi
toda la universidad) definitivamente desean rebajar la significación de
Pushkin como portavoz del carácter nacional ruso , negando el mismísimo
carácter nacional". Aunque también hablaría lván Aksakov, "se puede decir
que ha pasado de moda , y Moscú está harto de él"; en cuanto a Yuriev y
compañía, "no tienen el menor peso. Mi voz sí tendrá peso y, por consi-
guiente, también triunfará nuestro bando. Por esto he luchado toda mi
vida y no puedo abandonar ahora el campo de batalla".20 Además, como
ya le había dicho la víspera a Anna, más práctica que él, "si mi discurso en
la reunión de gala tiene éxito, entonces en Moscú (y por consiguiente,
en toda Rusia) seré en adelante más conocido como escritor (es decir, en el
sentido de la eminencia ya alcanzada por Turgueniev y Tolstoi. Por ejem-
plo , Goncharov, que no sale de San Petersburgo [aunque en realidad , había
hecho un viaj e alrededor del mundo con la armada rusa], es conocido
aquí, pero desde lejos y fríamente) ".21
En medio de todos estos encuentros y actividades, se acercó a Dostoiev-
ski una dama a pedirle que la autorizara a publicar una selección de sus
escritos para niños, pero él no accedió a la petición, porque, como le dijo a
Anna, ellos mismos "debieron haber realizado esa idea hace ya tiempo".
¿Por qué hacerle a la emprendedora editora "un regalo de dos mil rublos"7
18
Las citas son de Levitt, Russian Lilera1y Poli tics, p. 1Ol.
19
PSS, vol 30, libro 1, p. 168; 27-28 de mayo de 1880.
20
!bid., p. 169; 28-29 de mayo de 1880.
21
!bid , p. 168; 27-28 de mayo de 1880.

638 .. "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"


Otra admiradora, que "había llegado para expresarle su infinita admira-
ción, asombro y gratitud por todo lo que le había yo dado en mis obras", le
dijo todo esto a Yuriev y pronto se fue, sin haber echado siquiera una mira-
da a su ídolo. Griegoróvich se aferraba a Dostoievski todo el día , y en un
restaurante se encontraron con el dramaturgo Dimitri Averkiev y su espo-
sa, así como con dos sobrinos de Pushkin, quienes preguntaron si podrían
ir a visitar a Dostoievski. En pleno estaban los preparativos para el gran
acontecimiento , y "las ventanas de los edificios que rodeaban la plaza se
alquilaban a cincuenta rublos cada una''. Habría toda una serie de lecturas
de obras de Pushkin por escritores bien conocidos, y a Dostoievski se le
había asignado el monólogo de una vieja obra favorita suya, El caballero
codicioso (un discurso del propio avaro), el monólogo del monje Pimen de
Borís Godunov (a quien mencionaría en su discurso como la encamación
del espíritu popular ruso), y un poema de Tiutchev acerca de la muerte de
Pushkin. 22
Al día siguiente, Dostoievski estuvo ajetreado informándose de los de-
talles prácticos de su participación , y P S. Viskovatov, profesor visitante y
admirador suyo , le dijo que A. D. Savurov (el supuestamente ilustrado mi-
nistro de Educación, recién nombrado por Loris-Melikov) "había leído
ciertos pasaj es de Los Karamázov, y literalmente había llorado de emoción".
El propio Viskovatov, observa Dostoievski, con un toque de sarcasmo , "me
declaró su amor, preguntó por qué yo no lo quería, etc. Con todo, estuvo
mejor que de costumbre" (designación que sólo podemos considerar di-
vertidamente despectiva).* Después de cenar, ambos fueron a visitar a
Anna Nikoláievna Engelgardt, que había llegado a Moscú a visitar a un
pariente enfermo, pero que, a su vez, padecía de una dolencia en una pierna.
Veterana del movimiento por la liberaciók femenina del decenio de 1860,
casada con un profesor universitario que había sido expulsado de San Pe-
tersburgo por difundir ideas "revolucionarias" entre sus discípulos , la in-
trépida dama había pasado medio mes en la fortaleza Pedro y Pablo. Como
periodista y traductora del francés (tenía en su haber varias novelas de
22
Ibid., pp. 169-171 ; 28-29 de mayo de 1880.
' ' Vale la pena notar esta actitud condescendiente hacia Viskovatov porque, en la tristemente
célebre carta que Nikolái StráJOV le escribió a Tolstoi acusando a Dostoievski de haber seducido
(como su personaje Stavroguin) a una adolescente, Strájov cita a Viskovatov como testigo direc-
to a quien Dostoievski, supuestamente, le hizo una "confesión". Es intrínsecamente inverosímil
que jamás se hiciera dicha confesión , y aún más inverosímil es que Dostoievski la hiciera a al-
guien de cuyas pretensiones de amigo íntimo habla con tan poco respeLO.

EL HOMENAJE A PUSHKIN ~ 639


Zola), frecuentaba, asimismo, el salón de la Shtakenshneider, donde, como
lo observó la anfitriona, Dostoievski parecía encontrar muy agradable su
compañía. Anna Nikoláievna ya se había retirado cuando llegaron ambos
-eran las diez de la noche- "pero se alegró mucho de vernos, y nos que-
damos una hora hablando acerca de lo bello y de lo sublime". 23 Esta expre-
sión discretamente irónica indica su afecto hacia la fogueada radical, y es
otro ejemplo de su capacidad de pasar por encima de la política cuando
prevalecía su simpatía personal.
El 31 de mayo, finalmente Dostoievski recibió una carta de Anna Gri-
górievna, y se sintió grandemente aliviado: "Me alegra mucho que todos
estén perfectamente, me alegro por los niños, y parece habérseme quitado
del corazón una opresión". Anna coleccionaba autógrafos de rusos im-
portantes, y "Aksakov me ha prometido un autógrafo de Gógol", pero Dos-
toievski temía no tener tiempo para ir a recogerlo. La previsora Anna tam-
bién le había encargado la tarea de inscribir el nombre de su hijo Fiódor en
el registro de la nobleza, en Moscú, pero después de varios recordatorios él
replicó que "en primer lugar, aun si eso fuera posible, yo no tengo tiempo
y, lo más importante de todo, es que eso debe hacerse desde Petersburgo
por medio del pueblo". Como cosa curiosa, observa que "un matemático (he
olvidado su nombre) vino a verme hoy y estuvo sentado largo rato en un
restaurante, esperando a que yo despertara ... Había venido a declararme
su profunda admiración, asombro por mi talento, devoción, gratitud, etc.
Todo eso lo declaró ardientemente y se fue. Es un hombre de cabello entre-
cano, con rostro muy simpático".* Dostoievski también menciona a un jo-
ven encargado de guiarlo durante las ceremonias: "Para mi grata sorpresa
descubrí que es una persona en °xtremo brillante, sensata y decente, que
también comparte cabalmente rrll.s convicciones". 24 Este joven, L. M. Lopa-
tin, después llegó a ser un conocido filósofo y profesor de la Universidad
de Moscú.
Se había concertado una cita en los aposentos de Turgueniev, el 31 de
mayo, para tomar las disposiciones finales, y dos días después Dostoievski

23
Ibid, p. 171; 30-31 de mayo de 1880.
* Se han hecho suposiciones de que este "matemático" podría ser N. V Bugaev, profesor de
matemáticas en la Universidad de Moscú y padre del célebre novelista y poeta ruso del siglo xx
Andréi Beli. Éste escribe en sus memorias que su padre tenía muy variados intereses literarios.
Véase el comentario en PSS, vol. 30, libro 1, pp. 346-347.
24
· Ibid, pp. 173-174; 31 de mayo de 1880.

640 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
se queja con Anna de que lo habían excluido. Para consolarlo, Griegoróvich
atribuyó a la casualidad este aparente desaire, pero a Yuriev "se le escapó
hace tres días que se reunirían donde Turgueniev, y Viskovatov vino y me
dijo que había recibido la invitación tres días antes". En la mañana del 1° de
julio se enteró, así, Dostoievski de que el monólogo de El caballero codicioso
se le había reasignado a un conocido actor y que, en lugar del poema de
Tiutchev ("era precisamente ese poema el que yo deseaba leer"), le habían
dado "El profeta" de Pushkin, que desde luego se sabía de memoria. "Pro-
bablemente no rechazaré 'El Profeta', pero, ¿cómo no pudieron notificarme
oficialmente?" Entonces llegó Lopatin y, como mensajero del comité, le
dijo a Dostoievski que lo habían programado para leer, junto con los otros,
en un ensayo general para los estudiantes de un gymnasium. "Así, me po-
nen en una situación muy embarazosa: se ha tomado la decisión sin con-
sultarme, nadie me pidió mi consentimiento para leer las obras que me
han asignado, y mientras tanto, no puedo negarme a ir al ensayo general. ..
La gente dirá que Dostoievski no quiso leer para los jóvenes." 25 Sin embar-
go, esta lectura para estudiantes a la postre fue cancelada.
Tan desconsiderado trato no fue nada en comparación con el golpe
asestado a Kátkov el mismo día. Al visitarlo esa tarde, Dostoievski se en-
contró con Liubímov, quien le dijo que Markevich "de hecho promete ha-
cer una entrega de la novela para junio", y que entonces ya no tenía que
preocuparse por la entrega de junio de su novela. Sin embargo, su alivio ante
esta buena noticia fue empañado por la indignante información de que
Yuriev, en nombre de la SALR, había retirado la invitación a Kátkov como
director del periódico Moskovskie Vedomosti (Noticias de Moscú), diciéndole
que había sido enviada por error. Dostoievski se sintió ofendido ante esta
insultante muestra de partidarismo ideológico, tanto más cuando fue in-
formado por el incontenible enredador Griegoróvich "que Yuriev fue obli-
gado a firmarla, sobre todo por Kovalevski, pero también por Turgueniev"
(sin embargo, hay pruebas de que Yuriev participó voluntariamente en esta
afrenta). "Es una vileza -dijo encolerizado Dostoievski-, y si no estuvie-
se yo tan metido en este festival, tal vez rompería relaciones con ellos". 26
Noticias de Moscú publicó un breve artículo refiriéndose a este incidente, y
añadiendo que también el boleto de entrada enviado a Kátkov como direc-
tor de El Mensajero Ruso (su publicación mensual) también había sido de-
25 Ibid., pp. 175-176; 2-3 de junio de 1880.
26
Ibid., p. 179; 3-4 de junio de 1880.

EL HOMENAJE A PUSHKIN ~ 641


vuelto. Continúa el misterio sobre por qué la invitación a las Noticias de
Moscú, donde habían aparecido los ataques de Kátkov a la intelligentsia, fue
enviada sin la aprobación oficial; no obstante era sabido que el presidente
del comité organizador, L. l. Polivanov, era un decidido partidario del pro-
grama escolar clásico instituido en gran parte por influencia de Kátkov (y
al cual Kolia Krasotkin, aunque primero en latín, se había referido desde-
ñosamente en el libro 1O de Los hermanos Karamázov).
Después de visitar a Kátkov, Dostoievski, Griegoróvich y Viskovatov
comieron en La Ermita y luego fueron al teatro que formaba parte de los
atractivos de este conjunto de hotel y restaurante. Llegaron durante el se-
gundo acto de Paul et Virginie, ópera de Víctor Massé, pero se fueron antes
del final. "El teatro, la orquesta y los cantores eran muy presentables - re-
lata Dostoievski-. Pero la música es muy mala (fue representada varios
cientos de veces en París). Hay bellas escenas en el tercer acto." También le
informa a Anna que ha visitado al "obispo Alekséi y a Nikolái [llamado
Yaponskii, 'el japonés']. Mucho me alegró conocerlos ... ambos me habla-
ron muy sinceramente. Dijeron que mi visita los honraba mucho y los ha-
cía felices. Han leído mis obras. Así, reconocen a quien se pronunciaba en
favor de Dios. Alekséi me dijo con muy profundo sentimiento. Y me dio el
pan de la comunión". 27
Nikolái Yaponskii, denominación sacerdotal de l. D. Kasatkin, era el
clérigo ruso que había encabezado una misión a japón para convertir pa-
ganos. Su presencia en Moscú, donde residía en la casa del obispo Alekséi,
había despertado un vivo interés y había sido reportada en los periódicos.
La visita de Dostoievski, en medio del torbellino social, sin duda brotó de
un auténtico interés en los destinos de la Iglesia rusa en el extranjero, pero
también fue una oportunidad de recabar más material para la reaparición
proyectada del Diario de un escritor. Un artículo sobre la ortodoxia rusa en
japón, narrado por un testigo presencial, habría podido despertar gran in-
terés. Este artículo nunca se escribió, pero la reunión sí fue registrada por
Nikolái Yaponskii en su propio diario, inédito , y desenterrado en 1990
por un eslavista japonés. Dostoievski mostró mucha curiosidad por japón
y los japoneses; deseaba particularmente saber si "había algo especial en su
recepción del cristianismo". Nikolái también observó que "el conocido es-
critor" habló de los "nihilistas", asegurándole que "pronto se convertirían por

27
Ibid., p. 177.

642 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS COR AZO NES DE LOS HOMBRES"
completo en personas religiosas .. y desde ahora , al parecer, están rebasan-
do los límites de su [orientación] económica hacia un fundamento moral".
Desde luego, ésta era la más cara esperanza de Dostoievski .28
En la mañana del 3 de junio aparecieron Griegoróvich, Viskovatov y
Yuriev "Todos atacamos ferozmente a Yuriev por su carta a Kátkov y le di-
mos una terrible reprimenda." Después de la comida, Dostoievski se en-
contró con el actor que recitaría el monologo de El caballero codicioso ("un
viejecillo de sesenta y cuatro años, que no dejaba de echarme discursos"),
y todos fueron a una reunión del comité ejecutivo de la SALR, donde -a
pesar de las dudas que tenía antes Dostoievski - se tomaron las disposi-
ciones finales. "Todo quedó organizado para la satisfacción general -le dice
a Anna, complacido-. Turgueniev estuvo muy cortés para conmigo, mien-
tras que Kovalevski (un gordo enorme, enemigo de nuestra tendencia) no
dejaba de mirarme fijamente. "Dostoievski leería su discurso sobre Push-
kin el 8 de junio, segundo día de la reunión matutina , y por la tarde del
día 6 leeré la escena de Pimen de Boris Godunov ... En la segunda velada,
el día 8 , leeré tres poemas de Pushkin (dos de los Cantares de los eslavos
occidentales) y, al final, para la conclusión de las celebraciones, 'El profeta' de
Pushkin". Sus declamaciones públicas de este poema habían creado toda
una sensación y se habían vuelto justamente célebres. "De propósito -ob-
servó-, me dejaron al final , para producir un efecto. "29
Al regresar a las diez, encontró una tarjeta de Suvorin y se apresuró a ir
al hotel donde, con su esposa, paraba este aliado suyo de San Petersburgo.
"Me alegré terriblemente. A causa de sus artículos ha caído en desgracia de
los 'Amantes' [sALR], exactamente como Kátkov. " Suvorin había escrito va-
rios artículos atacando El Pensamiento Ruso de Yuriev, aunque sin defender
directamente a Kátkov, sí había fustigado a sus enemigos. Estas opiniones
habían bastado para que cayera de la gracia de la SALR "Ni siquiera le dieron
una entrada para una función matutina", pero , afortunadamente, lograron
adquirir la de Varvara , hermana de Dostoievski , quien no podía asistir.
Dostoievski, Griegoróvich y Viskovatov planearon visitar al día siguiente el
Museo de Antigüedades del Kremlin, y Suvorin les rogó que "los llevaran a
él y también a su esposa", deseoso de estar con ellos, asimismo , a la hora
de comer. "Pobre tipo - observa Dostoievski-, parece aburrido de su es-
28 Letopis Zhizhni i Tvorchestvo F. M. Dostoevskogo, ed. de N. F Budanova y G. M. Fridlender,

3 vols., San Petersburgo, 1995, vol. 3 p. 423


29 PSS, vol. 30, libro 1, pp. 177-179; 3-4 de junio de 1880.

EL HOMENAJE A PUSHKIN ... 643


posa": actitud muy distinta de sus propios sentimientos. En respuesta a la
acusación, en broma, de Anna de que "no te amo", confiesa que "estoy te-
niendo terribles sueños, pesadillas cada noche , acerca de que me traicionas
con otros". 3º También fija la fecha definitiva de su partida: todo habrá ter-
minado para el día 8, hará unas visitas el 9, tomará el tren el 10 y estará en
casa el 11.

Las ceremonias oficiales de "los días de Pushkin" comenzaron el 5 de ju-


nio. A las dos de la tarde, las ciento seis delegaciones fueron recibidas en el
salón de la Duma por el príncipe Oldenburgski, jefe de la comisión encar-
gada del monumento a Pushkin, y por el gobernador general Dolgoruki.
"No puedo describir la ceremonia -escribe Dostoievski-, la agitación, el
caos ... algo imposible de describir." Cada delegación avanzó por turnos
hasta un estrado cubierto de plantas exuberantes y dominadas por un gran
busto de Pushkin, al pie del cual depositaron sus coronas. (A Dostoievski
le había preocupado el problema de adquirir semejante corona y pagarla
de sus propios bolsillos.) Luego , los delegados leyeron sus discursos; los
comentarios de la prensa sobre los méritos de estos esfuerzos oratorios no
fueron muy halagüeños. El escritor populista Gleb Uspenski, quien cubrió
el festival para Notas de la Patria -y a cuyo comentario volveremos-, ob-
servó que "hubo discursos tan extraños que, aun si lo hubiésemos intenta-
do , no habríamos podido localizar precisamente dónde estaba situada la
cláusula principal". 31 Dostoievski no dice nada acerca de la oratoria pero sí
menciona que logró hablar a la hija de Pushkin mientras estaba formado
en línea , y que 'Turgueniev se acercó corriendo , cortésmente", así como el
dramaturgo A. N. Ostrovski, "eljúpiter local". 32
Pese a todas las apariencias de fraternidad y buena voluntad, Dostoiev-
ski estaba bien consciente de las hostilidades latentes en el fondo:

Los otros tipos liberales, entre ellos Pleshcheev y hasta el cojo Yazikov [funcio-
nario que había formado parte del círculo de Belinski durante los cuarenta] ,
me miran con reserva y hasta con altivez: "Usted es un reaccionario, mientras
30
Idem.
31
DVS, vol. 2, p. 396.
32
PSS, vol. 30, libro 1, p. 180; 5 de junio de 1880.

644 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZO NES DE LOS HOMBRES"
que nosotros somos liberales" ... Temo que por culpa de las tendencias se lle-
gue a los golpes uno de estos días. El asunto de la exclusión de Kátkov de las
ceremonias ha enfurecido terriblemente a muchos.

Había regresado temprano a su hotel con la esperanza de encontrar


una carta de Anna, así como la intención de contestarla "y entonces [mi-
rar] a Pimen y mi pieza [sobre Pushkin]". Pero de pronto llegó su viejo
amigo Apollon Maikov, junto con el omnipresente Viskovatov. Dostoievski
charló un buen rato con ellos pero, resuelto a tener tiempo libre, pronto
los despidió. Seguía preocupado por la publicación de su discurso sobre
Pushkin porque "Yuriev vuelve a mostrarse evasivo, por alguna razón", y
Kátkov podía ahora lavarse las manos ante todo lo relacionado con la festi-
vidad. Suvorin, en su primer encuentro en Moscú, le había preguntado al
respecto para su Tiempo Nuevo pero no había vuelto a mencionarlo, "y ni
siquiera ha repetido su deseo. Entonces, todo saldrá mal". 33
El 7 de junio, Dostoievski comienza su carta a Anna con un relato de
los hechos de la víspera, cuando se develó y se dedicó el monumento a
Pushkin. Sin embargo, la pluma le falló en la descripción de un aconteci-
miento tan trascendental: "¿Qué objeto tiene tratar de describirlo? No se le
podría describir ni siquiera en veinte páginas, y además, no tengo ni un
momento libre. Durante tres noches seguidas sólo he dormido cinco ho-
ras, y también así será esta noche". 34 Como preludio a la develación, se
había reunido un gentío en el monasterio de Strastnoi, del otro lado de la
plaza, y el metropolitano Makarii -miembro de la SALR- solemnemente
deseó "eterna memoria" a la sombra de Pushkin. Si hemos de creer a las
memorias de Suvorin, Dostoievski se acercó a él y a su esposa durante el
servicio y le pidió a madame Suvorina que orara en su propio funeral como
había estado orando por Pushkin. "He estado observándola todo este tiem-
po. ¿Estará usted allí? ¿Lo promete?" 35
Según el plan inicial, Makarii encabezaría una procesión solemne des-
de la iglesia hasta la estatua, a la que rociaría con agua bendita; empero, el
clero se quedó dentro de la iglesia y la estatua no recibió la bendición espe-
rada. Se habían elevado protestas de que esa bendición sería sacrílega, aun-
que todas las estatuas anteriores -incluso las de generales rusos pertene-
33
Ibid., p. 181
34
Ibid., p. 182; 7 de junio de 1880.
35
Letopis .. , op. cit., vol. 2, p. 428.

EL HOMENAJE A PUSHKIN ~ 645


cientes a la fe luterana- habían recibido esa consagración. De este modo,
sin la presencia del clero, las procesiones marcharon al compás de "cuatro
orquestas y varios coros y grupos de niños" dirigidos por Nikolái Rubin-
stein. "Los delegados llevaban insignias y sostenían coronas de flores; algu-
nos agitaban banderas de rojo, blanco y azul, con el nombre de su dele-
gación en letras de oro." Otros estandartes llevaban los nombres de los
poemas de Pushkin, y uno de ellos, que decía "Los hermanos ladrones",
atrajo bastante atención y provocó algunas risas. 36
La revelación produjo una verdadera explosión de gozosa histeria , y
todas las crónicas convienen en que "la gente 'enloqueció de felicidad';
muchos lloraron, y hasta los más endurecidos periodistas reconocieron
después haber derramado unas lágrimas". Un columnista de La Voz escribió
sobre "cuántos pensamientos buenos, cálidos y gozosos se expresaron en
grupos separados ... ¡Cuántos sinceros apretones de manos, cuántos bue-
nos y honestos besos intercambió la gente ... a menudo gente que ni si-
quiera se conocía! "37 Se debe tener en cuenta este ambiente en general ex-
tático al leer lo que nos dice Dostoievski acerca de los fervientes testimonios
de admiración con que lo cubrieron desde antes de su discurso. Una vez
terminada la develación, las delegaciones, marchando al compás de la mú-
sica de "El profeta'', de Meyerbeer, desfilaron hasta llegar al monumento y
colocaron coronas de flores a sus pies. No mucho quedaría de estas coro-
nas una vez terminadas las ceremonias: la gente las hizo pedazos, deseosa
de llevarse a casa una o dos ramas como recuerdos.
Ese anochecer, una cena celebrada bajo los auspicios de la Duma de
Moscú fue seguida por la primera de las lecturas por importantes autores
allí presentes. Asimismo , pese a las maniobras de la SALR, Kátkov había sido
invitado a hablar como miembro de la Duma , y en su carta Dostoievski
menciona brevemente su discurso: "Ayer, en la cena de la Duma , Kátkov se
atrevió a pronunciar un discurso largo, y sin embargo produjo efecto , al
men os entre una parte de los presentes". 38 Esta lacónica observación no
refleja su agitación, notada por P A Gaideburov, director de la semipopu-
lista Semana, quien lo visitó en la noche del 6, justo antes de la cena: "Fui
donde Dostoievski, y vi que se encuentra en un estado horrible; todo él se
sacude, en sus ojos hay angustia , en sus movimientos hay irritación y alar-
36 Le,·itt , RllSsian Li tem 1y Poli ti cs ... , op. cit., pp. 83-85.
37
Ibid., p. 85.
38
PSS, vol. 30, libro 1, p. 183; 7 de junio de 1880.

646 .. "CO N PA LABRAS QUE Q UEMEN LOS CO RAZ ONES DE LOS HOMBR ES"
ma. Yo sabía que era una persona sumamente nerviosa e impresionable,
que se entregaba apasionadamente a cada emoción, pero nunca lo había
visto en semejante estado". Gaideburov le preguntó qué estaba mal. '"Ah,
¿qué ocurrirá, qué ocurrirá?', exclamó como respuesta, con verdadera des-
esperación. "39 Gaideburov comprendió que se refería a la inminente cena y
al discurso de Kátkov. El paria podría ahora hablar con franqueza, y el re-
sultado acaso fuera, como lo había temido Dostoievski el día anterior, que
la gente llegara a las manos.
Cuando le tocó el turno a Kátkov, tras los discursos de diversos nota-
bles, sus palabras fueron de reconciliación, que él había considerado apro-
piadas para las circunstancias. Habló de la celebración como de un "festi-
val de paz" y dijo que "por mucho que podamos diferir en otras cosas, en
este día, en esta celebración, espero que todos estemos unánimes, que to-
dos seamos aliados". También tenía la esperanza de que "tal vez este acer-
camiento pasajero nos servirá como prenda de una unidad más duradera
en el futuro, que conduzca al fin o, al menos, a la mitigación de las hostili-
dades". Concluyó con el célebre brindis poético de Pushkin: "¡Que brille el
sol, que cesen las tinieblas! " Estas palabras pacificadoras fueron en general
bien recibidas y recibieron ciertos aplausos (¿cuántos? Eso depende del
periódico que se lea) Tanto lván Aksakov (como buen eslavófilo, durante
largo tiempo enemigo ideológico de Kátkov por su énfasis en el poder del
Estado) como Gaideburov se levantaron para felicitar al orador; no obstan-
te , cuando Kátkov extendió el brazo para chocar su copa con la de Turgue-
niev, éste se dio vuelta. Al día siguiente, para general indignación, La Voz
erróneamente publicó que nadie había respondido favorablemente al dis-
curso de Kátkov y que todos lo habían dejado aislado. Dostoievski no hace
ninguna mención de este episodio, pero , según M. M. Kovalevski , Dostoiev-
ski y Turgueniev hablaron acerca de ello, más avanzada la velada. Se dice
que Turgueniev contestó , podemos suponer que como respuesta a alguna
expresión de pesar de Dostoievski por el desaire a Kátkov: "Bueno, hay al-
gunas cosas que es imposible olvidar. ¿Cómo podía yo darle la mano a
alguien a quien considero un renegado?" 4 º
Durante el banquete del 6 de junio, que comenzó a las cinco de la tar-
de, "dos damas -como le dice Dostoievski a Anna-, me trajeron flores"
(las reconoció como la esposa de P M. Tretiakov, fundador de la célebre
39
Citado en Levitt, RLlssian Litera1y Politics .. , op. cit., p. 86.
40
Letopis... , op. cit., vol. 2, p. 429.

EL HOMENAJE A PUSHKIN ~ 647


galería de arte de Moscú en que colgaba el retrato de Dostoievski, y Olga
Golojvastova, escritora y dramaturga). Pero este homenaje no pudo com-
pensar su decepción por lo ocurrido esa tarde , cuando él leyó las piezas
que le habían asignado, junto con Pisemski, Ostrovski, Griegoróvich y, des-
de luego, el único otro participante que a él le interesaba: Turgueniev. "Leí
la escena de Pimen - le escribió al día siguiente a Anna-. Pese a la difi-
cultad de esa selección (porque Pimen no puede gritar para que lo oigan
en toda la sala) y al hecho de que la lectura se hizo en la menos resonante
de las salas, dicen que lo leí soberbiamente, pero también dicen que no
pudieron oírme muy bien. " Aunque fue "aplaudido maravillosamente" y se
le llamó tres veces a saludar, sintió que lo habían superado: "Turgueniev,
quien leyó muy mal, fue llamado a saludar más veces que yo".41
Turgueniev había sido recibido clamorosamente por el público, y uno
de los poemas que leyó, "De Nuevo en la Patria", tuvo una resonancia par-
ticular, debido a su exilio autoimpuesto. Cuando empezó a recitar de me-
moria otro poema , fue obvio que no podía recordar el texto. "Abriendo
mucho los brazos en un gesto de renuncia - según A. F Koni, amigo de
Dostoievski-, se detuvo. Luego, de varias partes [del auditorio] el público
empezó a ayudarlo , en voz cada vez más alta. Él sonrió y recitó el fin de la
poesía al unísono con todo el público. Este gracioso episodio sólo aumen-
tó la simpatía general hacia él".42 Dostoievski, sin embargo , persistió en su
sospecha de que Kovalevski había plantado una claque ("cien muchachos
gritaron con verdadero frenesí al aparecer Turgueniev") y de que su propó-
sito, además de aplaudir a Turgueniev, "era humillarnos [a los no liberales]
si hablábamos contra ellos". A pesar de todo , no pudo quejarse de falta de
respeto por parte del público . "La recepción que me dieron ayer fue asom-
brosa. Durante el intermedio pase por la sala y una verdadera horda dejó-
venes , personas de edad madura y damas corrieron hacia mí diciendo: 'Us-
ted es nuestro profeta. Usted nos ha hecho mejores desde que leímos Los
Karamázov'. En suma, estoy convencido de que Los Karamázov ha tenido
una significación colosal".43 Todas estas alabanzas no serían más que un
anticipo de lo que iba a ocurrir al día siguiente.

41
PSS, vol 30, libro 1, p. 182; 7 de junio de 1880.
42
Ibid., p. 354.
43
Ibid., p. 182 ; 7 de junio de 1880.

648 .... "CO N PALABRAS QUE QUEMEN LOS CO RA ZONES DE LOS HOMBRES"
XXVIII. Pushkin: dos lecturas

LAS oos figuras literarias más importantes que participaron en el festival


de Pushkin fueron Turgueniev y Dostoievski y su rivalidad, apenas disi-
mulada, estuvo subyacente en todos los solemnes ritos de la ocasión. Los
días 7 y 8 de junio, con Turgueniev hablando en la primera fecha y Dos-
toievski en la segunda , esta rivalidad finalmente surgió a la luz, no de un
modo que alterara la gravedad y el decoro de los procedimientos sino ,
antes bien, en las interpretaciones que ofrecieron de la importancia y la ca-
tegoría de Pushkin.
Cada quien dio interpretaciones enteramente distintas de Pushkin:
Turgueniev lo consideró en el marco de la literatura europea, Dostoievski
proclamó que su genio era igual si no superior a todo lo que el genio euro-
peo hubiese sido capaz de producir. Cada cual presentó no sólo un punto
de vista crítico-literario de Pushkin sino también, implícitamente, una eva-
luación de los logros de Rusia en relación con Europa. La controversia,
como bien lo comprendió el público, sólo nominalmente fue acerca de una
figura literaria; fue , asimismo , una repetición del eterno debate entre occi-
dentalistas y eslavófilos desarrollado en la cultura rusa durante todo el si-
glo x1x. En esta ocasión , la constancia histórica es perfectamente clara:
¡Dostoievski se llevó la victoria! Ya se han citado numerosos testimonios de
su poder arrebatador como orador público, pero su triunfo no sólo puede
atribuirse a sus dones para la oratoria. Le ofreció al público lo que éste ha-
bía estado aguardando oír, y obtuvo una victoria que lo asombró incluso a
él mismo.

~ 649
2

El 7 de junio se celebró la primera sesión de las festividades de Pushkin


patrocinadas por la Sociedad de Amantes de la Literatura Rusa (SALR), y la
función comenzó con algunas palabras acerca de Pushkin, vertidas por el
único delegado extranjero que había hecho el viaje, el eslavista francés
Louis Léger. Se leyeron telegramas de Victor Hugo, Berthold Auerbach y
Alfred Tennyson; con todo, el episodio estelar, aguardado por todos con
impaciencia -aunque por diferentes razones-, fue el discurso de Tur-
gueniev. Al componerlo, Turgueniev se basó en dos conferencias que había
pronunciado sobre Pushkin durante los sesenta y en su célebre artículo
"Recuerdos de Belinski", en que había rendido homenaje al gran crítico, el
primero en definir el lugar ocupado por Pushkin en la literatura rusa. En
realidad, mucho de lo que Turgueniev dijo acerca de la posición histórica
de Pushkin, comparada con la de Lérmontov y Gógol, se deriva de la céle-
bre serie de ensayos de Belinski sobre el poeta.
Turgueniev comienza declarando que Pushkin es "el primer poeta-ar-
tista ruso", y lo elogia profusamente como padre fundador de la literatura
rusa moderna. Tras declarar que el arte es "la encarnación de los ideales
subyacentes en el fundamento de la vida de un pueblo [narodnoi], defi-
niendo [así] su fisonomía espiritual y moral", prontamente pasa a algunos
de los hechos conocidos de la carrera artística de Pushkin. 1 Después de
imitar al principio a modelos extranjeros (se menciona a Voltaire y a Byron),
Pushkin pronto se liberó de esa tutela y encontró su propia voz. Pero en-
tonces, ante un público inflamado de fervor patriótico, Turgueniev, un tan-
to torpemente, equipara el rechazo de modelos extranjeros en la poesía de
Pushkin con uno idéntico de la propia poesía folclórica rusa: "El genio in-
dependiente de Pushkin pronto ... se liberó tanto de la imitación de formas
extranjeras como de la tentación de falsificar una tonalidad folclórica [na-
rodnoi)". Cuando cedió a esta tentación, como en Ruslan y Ludmilla (1820),
produjo "la más débil de todas sus obras". En Rusia, "la gente sencilla"
(prostoi narod) no lee a Pushkin, así como el pueblo alemán no lee a Goethe,
el francés a Moliere o el inglés a Shakespeare. Pues "todo arte es una eleva-
ción de la vida basado en un ideal, [y] quienes se quedan al nivel de la vida
ordinaria y cotidiana se quedan por debajo del nivel de este ideal". 2
1
l. S Turguenev, Polnoe Sobranie Sochinenii i Pisem, 28 vols., Moscú Leningrado, 1968, vol. 15, p. 66.
2
Ibid, p. 68.

650 .... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
De todas maneras , Goethe , Moliere y Shakespeare eran poetas narod-
noi, poetas del pueblo en el sentido auténtico de la palabra , que Turgueniev
define a su propio modo. Según él, significa impartir a los valores de la
propia cultura una significación nacional (natsionalnie), alcanzando así un
nivel de universalidad que trasciende los simples límites de clase o de re-
gión. Dichos poetas representan indiscutiblemente a su pueblo, pero han
absorbido hasta tal punto sus valores que elevan a éstos al nivel universal
de lo ideal. Para aclarar más el punto , Turgueniev menoscaba el lema del
"carácter popular [narodnost] en el arte" como señal de pueblos débiles,
inferiores y esclavizados , en lucha por mantener su existencia y su identi-
dad .3 Rusia , afortunadamente , no es tal país y por ello no hay razón para
recurrir a ese paliativo. En el momento en que el populismo (Narodnichest-
vo), en una u otra forma , era el ideal sociopolítico así como artístico que
predominaba entre la intellligentsia rusa, tanto de derecha como de izquier-
da, Turgueniev se encontró en completo desacuerdo con las ideas disemi-
nadas de la vasta mayoría de su público.
Luego, Turgueniev plantea la crucial pregunta de si se puede conside-
rar a Pushkin un poeta "nacional" en este sentido , igual a Shakespeare,
Moliere y Goethe , y contesta evasivamente: "Por el momento , dejaremos
esto abierto". Sin embargo, no cabe duda de que Pushkin "nos dio nuestro
lenguaje poético, nuestro lenguaje literario , aun cuando algunos sostienen
que no existe tal lenguaje , precisamente porque éste sólo puede proceder
del 'pueblo común', junto con otras instituciones que sirven para conser-
var la tradición" (una pulla , de pasada, a las virtudes atribuidas a la comuna
campesina rusa). Sea como fuere, el lenguaje de Pushkin expresa los mejo-
res elementos del carácter ruso: su "encanto viril, fuerza y claridad, su ver-
dad directa, su falta de todo engaño y pose, [su] simplicidad, la apertura y
probidad de sus sentimientos".4 Pero entonces, en apoyo de sus afirmacio-
nes, Turgueniev invoca observaciones que le habían hecho Victor Hugo y
Prosper Merimée , como si su público ruso debiera quedar impresionado
por la aprobación de tan eminentes autoridades extranjeras.
Merimée, desde luego, al menos sabía ruso y había traducido algunas
obras de Pushkin, comparando incluso "el equilibrio de forma y conteni-
do , de imagen e idea" en la poesía de Pushkin con la de los antiguos grie-
gos. Pero también se menciona que Merimée quedó favorablemente impre-
' Ibid., p. 69.
+ Ibid., pp 69-70.

PU SHKIN : DOS LECTURAS ~ 65 1


sionado por "la falta de conclusiones explicativas y morales" en su poesía. 5
Lo que Turgueniev ofrecía como elogio artístico bien pudo ser visto por su
público como una negación de que la poesía de Pushkin tuviese algún
significado moral. Siguiendo a Belinski, Turgueniev elogia la capacidad
de Pushkin de entrar poéticamente en las formas artísticas en el espíritu de
culturas y pueblos extranjeros, pero inmediatamente añade la observación
peyorativa de que los extranjeros a menudo hablan con desdén de esta ca-
pacidad rusa de "asimilación".6 Sin embargo, no pone el menor reparo a la
eminencia de Pushkin, por haber dotado a la literatura rusa con toda una
gama de modelos y tipos que después fueron desarrollados por otros es-
critores.
Pese a todo su genio y sus inmensos servicios a la literatura rusa , Push-
kin no se libró del destino de otros escritores que también habían sido
iniciadores literarios. Aun durante su vida, sus últimas obras fueron recibi-
das con frialdad , y "las generaciones siguientes se distanciaron todavía más
de él. .. Sólo recientemente se ha manifestado un retorno a su poesía". 7
Como muestra de la desdeñosa reacción de Pushkin a sus críticos , Turgue-
niev leyó íntegro un soneto que expresaba el desprecio del poeta por el
"juicio de los necios"; empero , luego pasa a justificar tales ataques como
históricamente perdonables. En cuanto a la tendencia radical a rechazar a
Pushkin durante los sesenta, corriente que simplemente desarrolló la críti-
ca iniciada por Belinski a finales de los cuarenta, lo explica como resultado
del "desarrollo histórico de la sociedad en condiciones que hicieron surgir
una vida nueva, que pasó de una época literaria a otra política" . Cesó la
adoración al arte y a Pushkin, que fue remplazado por el iracundo Lér-
montov, el satírico Gógol y "el poeta de la venganza y el pesar" (Nekrásov).
Éstos se ganaron la adherencia de sucesivas generaciones y crearon un tipo
diferente de literatura, más sensible a las necesidades moral-sociales de los
tiempos. 8
Vemos así que Turgueniev se niega a condenar el ataque de los radicales
a Pushkin, que reflejó las nuevas realidades de la vida rusa, pero se regoci-
ja de que este periodo de iconoclasia artística parezca estar llegando a su
fin. En los días de Pushkin, las belles lettres habían servido como la expre-

o /bid, p 70.
6
lbid ' p. 71.
7
/bid' p 72.
8
/bid , pp. 73-74.

65 2 ... "CO N PALABRAS QUE Q UEMEN LOS CO RAZONES DE LOS HOMBRES"


sión exclusiva de la sociedad rusa, pero luego llegó un tiempo en que los
objetivos del arte como tal fueron enteramente dejados de lado. "La esfera
anterior era excesivamente grande; la segunda se contrajo hasta la nada; al
encontrar sus límites naturales, la poesía quedará firmemente establecida
para siempre." Y entonces, tal vez, aparecerá un poeta "que merezca plena-
mente el título de poeta nacional-universal, que no podemos resolvernos a
dar a Pushkin, aunque tampoco nos atrevemos a privarlo de él" .9
A esto siguió un párrafo final de panegírico , pero el daño ya estaba he-
cho . Como inmediatamente le escribió Dostoievski a Anna, Turgueniev "ha
denigrado a Pushkin al negarle el título de poeta nacional" .10 Y ésta fue ,
asimismo , la impresión de una gran parte del público. Turgueniev final-
mente había retrocedido, aunque fuese dudando y con renuencia, ante la
idea de colocar al ruso en la primerísima fila de los poetas europeos con
quienes lo había comparado . La animación de la ceremonia fue gravemen-
te menoscabada por esta embarazosa negativa, la cual parecía indicar la
continuada inferioridad de la cultura rusa (que supuestamente se estaba
celebrando) ante Europa.
El discurso de Turgueniev dejó a su público con una sensación general
de desilusión, "insatisfacción e indudable vejación", para citar a Nikolái Strá-
jov.11 Sus consideraciones, tan sutilmente equilibradas , trataron de unir un
elogio a Pushkin con una disculpa por la actitud de rechazo que mantuvie-
ron los críticos radicales de los sesenta; y también había expresado su pro-
pia oposición, como occidentalista liberal, a la adoración "del pueblo" por
los eslavófilos y populistas. Todas estas opiniones no estaban en armonía
con la caldeada temperatura emocional del momento, y Turgueniev bien se
dio cuenta de que no había logrado enardecer a su público. Pocos días
después, al enviar una copia de su discurso a la actriz M. G. Savina, escri-
bió: "No sé cuánto te interesará esto (no produjo una gran impresión en el
público)".12

9
ldem.
1º PSS, vol. 30, libro 1, p 182 ; 7 de junio de 1880.
11
Citado en Turguenev, op. cit., vol. 15, p . 827.
12
lclem.

PU SHKIN : DOS LECTURAS ~ 65 3


3

Pronunciado a tempranas horas de la mañana , el discurso de Turgueniev


fue seguido por una cena esa noche . "Los jóvenes -le cuenta Dostoievski
a Anna-, me saludaron al llegar, me obsequiaron, me atendieron, me de-
dicaron discursos frenéticos ... y eso desde antes de la cena ." Se hicieron
brindis, uno de ellos del dramaturgo A. N. Ostrovski, por la literatura rusa,
y Dostoievski fue obligado a hablar. "Sólo dije unas cuantas palabras ... y
hubo un rugido de entusiasmo , literalmente un rugido". Propuso un brin-
dis por Pushkin como uno de los más grandes poetas , "el más puro , el más
honorable y el más inteligente de todos los rusos, dando así un anticipo de
lo que proclamaría a la tarde siguiente.13 Al disolverse la reunión, lo rodea-
ron los que un memorialista llamó "los shakespeareanos", grupo de jóvenes
que habían formado una sociedad para estudiar y presentar obras de
Shakespeare. En conversación con ellos, Dostoievski se quejó de su propia
enfermedad, que le impedía trabajar, y luego , tras una pausa momentánea ,
continuó: "Escribiré mis Niños y moriré. La novela Niños, según él, sería la
continuación de Los hermanos Karamázov. En ella, los Niños de la novela
precedente aparecerían como personajes principales".14
Por supuesto , se hicieron muchas suposiciones sobre cómo continua-
ría él las carreras de sus hermanos Karamázov, y ya hemos citado su con-
versación con Suvorin sobre este punto . Otros también estaban discutien-
do al respecto , y el 26 de mayo, en la columna literaria del Novorossiskii
Telegraf (El Nuevo Telégrafo Ruso), apareció la siguiente información: "Por
varios rumores acerca del futuro contenido de la novela [Los hermanos
Karamázov] , rumores muy difundidos entre los círculos literarios peters-
burgueses , puedo decir. .. que , al correr del tiempo , Alekséi se volverá un
maestro rural , y bajo la influencia de algunos peculiares procesos psí-
quicos de su alma , llegará incluso a la idea de asesinar al zar". 15 No se es-
pecificaba si estaba proyectado que Alekséi intentara poner en práctica
esta idea.

13
PSS, \'OL 30 , libro 1, p. 183 ; 7 de junio de 1880. Véase también ibid. , p. 354.
14
Letopis Zhizlmi i Tvo rchestvo F M. Dostoevslwgo, ed. N. de F Budanova y G. M. Fridlender,
vol. 3, p. 430.
15
Idcm. El autor de esta columna , publicada bajo el seudónimo "Z", nunca ha sido identifi-
cado. Puede suponerse por la fecha de su publicación que el escriLOr fu e uno de los correspon-
sales que cubrían el festi\'a l de Pushkin.

654 ... "CO N PALA BRAS QU E QU EMEN LOS CORAZON ES DE LOS HOMB RES"
Dostoievski continúa describiendo la adulación que recibió la noche
anterior a su discurso:

A las 9:30, cuando me levanté para irme a casa, ellos [l os invitados que aún
quedaban] lanzaron un ¡Hurra l, por mí , en que tuvieron que participar hasta
aquellos que no simpatizan conmigo. Luego, todo este grupo se lanzó escale-
ras abajo conmigo, y sin abrigos, sin sombreros, me siguió hasta la calle y me
dejó en un cabriolé. Y luego, de pronto , empezaron a besarme las manos .. y
n o uno , sino decenas de personas, y n o sólo much ach os, sino también viejos
canosos. No, Turgueniev sólo cuen ta con los miembros de una camarilla,
mientras que los míos sienten verdadero entusiasmo .

Turgueniev, naturalmente , también tenía seguidores devotos, que eran


mucho más que una camarilla o claque, pero Dostoievski no se equivocaba
al creer que la pasión despertada por él era absolutamente genuina. "Ma-
ñana, el 8 , es mi día más decisivo -prosigue- . Por la mañana leeré mi
pieza." Hasta entonces el discurso no había "recibido el toque final", y es
probable que tomara en cuenta las palabras de Turgueniev al hacer sus úl-
timas revisiones. Algunas personas ajenas a su grupo le habían advertido
que en la lectura de la mañana habrá mucha porquería contra mí y contra
Aksakov", pero hasta entonces no podía discernirse nada. "Kovalevski está ,
superficialmente, muy cortés conmigo", y había mencionado su nombre
en un brindis. "También Turgueniev. Annenkov trató de acercárseme, pero
yo me di vuelta. "16

La sesión del 8 de junio comenzó con algunas observaciones de introduc-


ción y con un poema: "A la memoria de Pushkin", escrito y leído por Alekséi
Pleshcheev, viejo compañero de Dostoievski en el círculo de Petrashevski.
Tocó entonces el turno a Dostoievski, quien, en las palabras de Marcus
Levitt, avanzó hacia el pódium "para robarse el festival".17 Aunque existen
muchas versiones de lo que se convirtió en un acontecimiento de los que
hacen época , no sólo en la vida de Dostoievski sino en la de la cultura rusa
1
" PSS, vol 30, libro 1, p. 183: 7 de junio de 1880.
17
Marcus C. Levi.tt , Russian Litern1y Politics and the Pushkin Celebrati.on of 1880, lthaca, 1989,
p. 122.

PU SHKIN : DOS LECTURAS ~ 655


de finales del siglo x1x, ninguna nos lleva tan directamente al meollo como
su propia versión, escrita en la noche de su asombroso triunfo.

No, Ania, no [escribe], ¡jamás podrás concebir e imaginar el efecto que [su
discurso] produjo' ¡Qué valen mis éxitos de Petersburgo! ¡Nada, cero, compa-
rados con esto' Cuando aparecí, la sala resonó con aplausos y pasó un largo
rato antes de que me dejaran leer. Yo agitaba los brazos, hacía ademanes,
rogando que me permitieran leer .. . de nada valía ... arrebatos, entusiasmo
(y todo por causa de Los Karamázov). Finalmente, empecé a leer: me inte-
rrumpían con atronadores aplausos absolutamente en cada página, y a veces
a cada frase. Yo leí en voz alta, con fuego .18

Gracias a Gleb Uspenski, tenemos la versión de un observador ajeno a


todo aquello, quien al comienzo de la sesión notó a Dostoievski sentado
"tan quieto como un ratón" (smirnekhonko) al fondo de la sala, como es-
condiéndose y "garabateando algo en un cuaderno".

Cuando le llegó el turno , el smimehhonlw avanzó hacia el pódium, y no ha-


bían transcurrido cinco minutos antes de que todos los presentes, sin excep-
ción, todos los corazones, todos los pensamientos, todas las almas, estuvieran
en su poder. Les habló con sencillez, absolutamente como si estuviese con-
versando con un conocido, no declamando frases sonoras en voz alta ni ir-
guiendo la cabeza . Sencilla y claramente, sin la menor digresión ni adornos
innecesarios, le dijo al público lo que pensaba de Pushkin como de alguien
que había expresado los esfuerzos , las esperanzas y los deseos de ese mismo
público , el que estaba escuchándolo en ese momento y en esa sala . Le fu e
posible, por decirlo así, traer a Pushkin a la sala , y con sus palabras aclaró
para todos los allí reunidos algo acerca de la ansiedad que actualmente pade-
cían , de su presente angustia. Hasta Dostoievski, nadie había hecho eso, y
ésta fue la principal razón del extraordinario éxito de su discurso. 19

¿Cómo logró Dostoievski realizar esta notable hazaña? Así como Tur-
gueniev se había basado en sus conferencias anteriores sobre Pushkin du-
rante los sesenta, así Dostoievski se basó en observaciones de toda su vida

18
PSS, vol. 30, libro 1, p. 184; 8 de junio de 1880.
19
DVS, vol. 2, p 398.

656 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZO NES DE LOS HOMB RES"
acerca de Pushkin, dispersas en su obra desde el principio mismo y conti-
nuando en el Diario de un escritor. Todas sus principales ideas pueden en-
contrarse en escritos anteriores, y éstos han sido minuciosamente anotados
en las investigaciones al respecto.* Lo más importante es que, empleando
su más brillante estilo crítico, unió estas ideas como nunca lo había hecho
en una poderosa síntesis, saludando a Pushkin como el heraldo poético de
la gloriosa misión que Rusia había sido llamada a cumplir en nombre de la
humanidad. Dostoievski habitualmente interpreta las obras literarias no en
función de la personalidad cotidiana del autor ni de los problemas históri-
cos y socioculturales que éste haya estado enfocando en concreto, sino
siempre a la luz de algún tema más vasto. Por ello, su crítica es un ejemplo
de lo que Nietzsche llamó el estilo "monumental" de escritura histórica, en
que la materia se convierte en expresión simbólica de un tema mucho más
grande, ya sea psicológico, moral-metafísico o religioso. En este ejemplo,
Dostoievski convirtió a Pushkin en un símbolo de su propio mesianismo
ruso y de su exaltada concepción del "pueblo", que ahora, como no había
ocurrido en el pasado, armonizaba tan perfectamente con las emociones
de la gran mayoría de su público.
Dostoievski comienza citando una frase de Gógol, escrita en 1835
-"Pushkin es una manifestación extraordinaria y acaso única del espíritu
ruso"-, cita que anula desde el comienzo mismo la referencia de Turgue-
niev al remplazo del artístico Pushkin por el satírico Gógol. Para Dostoiev-
ski, Pushkin no sólo fue "extraordinario" sino ante todo "profético", y es la
esencia de esta profecía lo que se propone ilustrar. Divide la obra de Push-
kin en tres periodos, aunque subrayando que no pueden trazarse límites
claros y definidos porque sus creaciones, como un organismo vivo, no
pueden dividirse en partes totalmente separadas. "La idea generalmente
aceptada es que durante este periodo de su obra Pushkin imitó a los poetas
europeos .. . particularmente a Byron." No se niega esa inspiración extran-
jera, pero de nuevo, en contra de Turgueniev, Dostoievski insiste en que
"hasta [sus imitaciones] expresaron la extraordinaria independencia de su
genio. Las imitaciones nunca contienen el tipo de sufrimiento personal y la
profunda conciencia de sí mismo que mostró Pushkin".
Como ejemplo, Dostoievski toma la temprana obra de Pushkin Los gi-
tanos (1824), en que un noble ruso llamado Aleko abandona la civilización
* Una relación excelente aparece en el comentario al discurso contenido en PSS, vol. 26,
pp. 445-451.

PUSHKIN: DOS LECTURAS ~ 657


para vivir con su amante gitana y se une a su tribu nómada. Dostoievski
sostiene que este argumento ya es emblemático de un dilema ruso, que es
fundamental y que dio vida a un nuevo tipo de personaje. "En Aleko,
Pushkin ya había encontrado y retratado brillantemente a ese desdichado
viandante por su propia patria , ese legendario ruso doliente que con tan
histórica inevitabilidad apareció en nuestra sociedad educada después de
apartarse del pueblo. Éste es un personaje auténtico e impecablemente
concebido , un tipo que desde hace ya tiempo se ha convertido en un rasgo
permanente de nuestra tierra rusa" (v. 26, pp. 136-137).
Cuando Dostoievski se explaya sobre la creación de este tipo por Push-
kin, logra, en palabras de Uspenski, traer a Pushkin a la misma sala. El
"viandante ruso" se ha convertido en "rasgo permanente" de la cultura, y
Dostoievski imagina ahora a sus sucesores "corriendo a unirse al socialis-
mo, que aún no existía en tiempos de Aleko".* Así, el "viandante" de Push-
kin se vuelve idéntico a los jóvenes socialistas que estaban colgados de las
vigas del auditorio, bebiendo cada palabra de Dostoievski ... para nomen-
cionar siquiera a un socialista populista como el propio Uspenski. Y luego,
al aludir a quienes ahora "llevan esta nueva fe a un campo distinto y traba-
jan en ella celosamente" (los que "fueron al pueblo", en otras palabras) ,
Dostoievski ve que están añadiendo un rasgo adicional al personaje del
"viandante ruso'' . Lo que necesita ya no es algo puramente personal sino
algo universal: necesita "la dicha del mundo entero para encontrar su pro-
pia paz de espíritu" (v. 26, p. 137).
Dostoievski toma perspectiva ahora para contemplar las raíces históri-
cas de este personaje, rastreándolas hasta "los comienzos del segundo siglo
después de las grandes reformas petrinas"; fue entonces cuando la socie-
dad culta rusa se "apartó totalmente del pueblo y de la fuerza del pueblo".
Desde luego, una conciencia de este desapego no afectó a la gran mayoría
de los rusos, pero "basta que les ocurra tan sólo a 'los pocos elegidos' .. . ya
que, por medio de ellos, la gran mayoría restante quedará privada de su
paz espiritual". Aleko estaba buscando algo, aunque realmente no sabía
'' En una temprana variante del discurso sobre Pushkin, Dostoievski introdujo una nota
personal que después eliminó. A propósito de Aleko, escribió: "Si le hubieseis enseñado enton-
ces el sistema de Fourier, que por entonces aún era desconocido , con gozo lo habría aceptado y
habría corrido a trabajar en él. Y si lo hubiesen enviado a alguna parte por esta causa , se habría
considerado feliz .. Pero entonces no había sistema de Fourier". Dostoievski, sin ser fourierista,
había pertenecido al círculo de Petrashevski dominado por seguidores de Fourier, que cierta-
mente lo habían enviado "a alguna parte" por esta razón (PSS, vol. 26, p 454).

658 ... '"CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES'"
qué ("hay aquí un poco dejean-jacques Rousseau"), pero de hecho él y sus
similares estaban en busca de "la verdad que alguien en alguna parte había
perdido, y que simplemente no podía encontrar". Generaciones ulteriores
de rusos, en lugar de volverse a la naturaleza, se iban al "estable orden his-
tórico [de Europa] y su bien establecida vida cívica y social" en busca de
esta verdad perdida. Sin embargo , esta búsqueda era un autoengaño, por-
que "el viandante" debe encontrar la verdad, "ante todo, en él mismo".
Pero imposible era que comprendiese esta necesidad cuando se había vuel-
to un extranjero en su propia patria, cuando era "no más que una brizna
de hierba, arrancada de su tallo y llevada por el viento. ¡Y puede percibirlo
y sufrir por ello, y a menudo sufrir intensamente!" (v. 26, p . 138). No po-
demos leer tales palabras sin recordar la penosa enajenación del propio
Dostoievski cuando se encontró como "extranjero" entre los reos campesi-
nos de su prisión, que implacablemente los aborrecían a él y a quienes
eran como él tan sólo porque eran educados y miembros de la clase supe-
rior. "Ellos [los presos campesinos] nos habrían devorado vivos, si hubie-
sen podido", le había escrito a su hermano. 20
Aleko fue llamado "hombre desdeñoso" por los gitanos, que finalmen-
te lo expulsaron después de que cometió un asesinato por celos; y aunque
Dostoievski reconoce que este clímax romántico es "desmedido", no obstan-
te acepta la caracterización de Aleko como "real, y como acertada su per-
cepción por Pushkin". Aleko sigue siendo un noble ruso que se aprovecha
de su posición y que "furiosamente ataca a su adversario y lo castiga" cuando
se siente ofendido. Pero Dostoievski también detecta en el poema una su-
gerencia de "la solución rusa" a la ira de Aleko, solución que "está de acuer-
do con la fe y la verdad del pueblo". Esta solución es: "¡Humíllate, oh,
hombre soberbio; primero quebranta tu orgullo; humíllate, oh, hombre
ocioso; empieza por trabajar tu tierra natal!"* Ésta es la afirmación del
ideal positivo de Dostoievski, que identifica con la "verdad" del pueblo.
Apremiando al "viandante ruso" -y a todos los que son como él, entre el
público- a realizar esa conquista de sí mismo, Dostoievski les asegura:
"Os lanzaréis a una gran tarea y liberaréis a otros ... encontraréis la dicha ...

20
PSS, vol. 28 , libro 1, p. 169; 30 de enero-22 de febrero de 1854.
* Aquí, Dostoievski no está tanto citando a Pushkin cuanto reescribiéndolo. En el poema, el
anciano de la tribu de gitanos simplemente le dice a Aleko después del asesinato: "Ostav nas, gordi
chelovek" ("Déjanos, hombre orgulloso"). No hay nada acerca de humillarse a sí mismo ni de traba-
jar la tierra natal. A S. Pushkin, Polnoe Sobranie Sochinenii, vol. 2, Moscú, 1949, 6 vols. , p. 240.

PUSHKIN: DOS LECTURAS ~ 659


y por fin comprenderéis a vuestro pueblo y su sagrada verdad" (v. 26, pp.
138-139). Ningún pasaje del discurso provocó más comentarios, tanto po-
sitivos como negativos, que este llamado a la humildad y a la sumisión.
Si "esta solución ... ya está enérgicamente sugerida" en Los gitanos, Dos-
toievski la encuentra aún más claramente expresada en Eugenio Oneguin
(1833). El protagonista es, nuevamente, un personaje que "vagabundea
angustiado por su tierra natal y por partes ajenas" y dondequiera es un ex-
traño. "Cierto es que ama a su patria, pero no tiene fe en ella" y mira "con
triste burla" a quienes sí tienen esa fe. Oneguin mata a Lenski "simplemen-
te llevado por el hastío", y ese hastío "pudo ser causado por su anhelo de
algún ideal universal". Compara a Oneguin con Tatiana, en quien ve la en-
carnación del ideal ruso, y lamenta que el poeta no le diera su nombre al
título del libro; al fin y al cabo, ella es la protagonista positiva de la obra.
"Hasta podríamos decir que un tipo positivo de mujer rusa de tal belleza
casi nunca se ha repetido en nuestra literatura excepto, tal vez, en el perso-
naje de Liza en Nido de hidalgos de Turgueniev" (v 26 , p. 140). Este home-
naje a Turgueniev fue inesperado y muy aplaudido; Turgueniev estaba sen-
tado en el escenario, y todos pudieron ver que envió un beso en dirección
a Dostoievski al oír esta referencia halagüeña .*
Al comparar a Oneguin con Tatiana, Dostoievski la convierte en al-
guien "que se yergue sólidamente sobre su propia tierra" y es la encarna-
ción de los auténticos valores del pueblo ruso (aunque, en realidad, no es
más miembro del "pueblo" que el propio Oneguin). El rechazo de Oneguin
al amor que ella le ofrece al comienzo de esta novela en verso es transfor-
mado en un ejemplo de su desprecio a los tesoros que pueden encontrarse
en su patria. Aunque Dostoievski reconoce que "la trató honorablemen-
te ... el desdén de Oneguin por el pueblo lo hizo desairar por completo a
Tatiana cuando la vio por vez primera , en un aislado poblado de provincia,
y en la imagen humilde de una muchacha pura e inocente, tan tímida ante
él". No supo apreciar sus sólidas cualidades morales porque "es un hom-
bre de abstracciones , es un inquieto soñador y así lo ha sido toda su vida".
Sin duda respondiendo a la invocación de Hugo y de Merimée hecha por
Turgueniev, Dostoievski imagina irónicamente que si Childe Harold o "in-

* La referencia a Liza fue seguida por una a Natasha Rostov, de La guerra y la paz. Esta adi-
ción aparece en el margen de una de las variantes del discurso, y N. N. Strájov menciona haber
oído pronunciar el nombre, pero fue ahogado por la tempestad de aplausos para Liza. Dostoiev-
ski no la incluyó en el texto escrito (PSS, vol. 26, p. 496).

660 ... "CO N PALABRAS QUE QU EMEN LOS CORAZON ES DE LOS HOMBRES"
cluso el propio Lord Byron" hubiesen llegado de Inglaterra para señalar "el
tímido y humilde encanto [de ella] oh, Oneguin al punto habría quedado
asombrado y atónito, pues en estas personas afligidas con los padecimien-
tos del mundo a veces hay un gran servilismo espiritual". Oneguin no
comprendió a Tatiana pero, tras las célebres estrofas que describen la visita
de ella a su habitación (Dostoievski habla de "su incomparable hermosura
y profundidad"), donde examina sus libros extranjeros y sus baratijas , fi-
nalmente Tatiana comprende su esencial esterilidad: "Uzh ne parodiia li?"
("¿No es él una parodia?") (v. 26 , pp. 140-141).
Sólo más adelante , cuando Oneguin vuelve a encontrarla como reina
de la sociedad petersburguesa, "casada con un digno y viejo general a quien
ella no puede amar, porque en realidad ama a Oneguin", súbitamente que-
da él fascinado por sus encantos. Pero cuando se arroja a sus pies en un
arranque idolátrico, ella lo rechaza: "No ia drugomu otdana/Ya budu vek emu
verna" ("Pero he sido dada a otro/Y le seré fiel toda mi vida"). Dostoievski
exalta esta decisión como la "apoteosis" de Tatiana; aquí, ella habla especí-
ficamente "como una mujer rusa" y como la encarnación de los valores
morales de Rusia ... al menos , como los entendía Dostoievski (v. 26 ,
p. 141). Y también aquí , como lo sabía todo el público, estaba oponiéndo-
se a un célebre pasaje de Belinski en que el crítico, bajo la influencia del
socialismo utópico francés y de George Sand, se había negado a reconocer
toda dignidad moral a la conducta de Tatiana. Ella había consentido en ser
"dada" en matrimonio (otdana) por las súplicas de su madre, no porque
ella hubiese hecho una libre elección, y Belinski consideró que su lealtad al
nexo matrimonial, no basada en el amor, era inmoral e indigna de elogio.
Kolia Krasotkin, inspirado por Belinski, muy recientemente había repetido
(como un loro) esta despectiva crítica de Tatiana, exhibiendo su fanfarro-
nería de adolescente en las páginas de Los hermanos Karamázov.
Para Dostoievski, en cambio, la fidelidad de Tatiana brota de su pro-
fundo arraigo en los valores del alma popular rusa. Desecha desdeñosa-
mente la idea de que rechazó a Oneguin a causa de "su posición de dama
de sociedad" (como lo había sugerido Belinski y, más agudamente, Pisarev)
o por carecer de la audacia de "una meridional o una francesa" (un memo-
rialista tomó esto como alusión a la sempiterna relación de Turgueniev con
Pauline García-Viardot). "No, la mujer rusa seguirá audazmente a aquel en
quien cree, y ella lo ha demostrado. " (Todos recordaron la descripción he-
cha por Dostoievski de las esposas decembristas que había conocido en

PUSHKIN: DOS LECTURAS ~ 661


Siberia.) El verdadero motivo de la decisión de Tatiana es totalmente dis-
tinto: se negó a evadir la responsabilidad moral de su propia decisión ante-
rior. Sabía que el abandono de su marido "reflejaría vergüenza y deshonor
sobre él, y significaría su muerte. Y, ¿puede alguien encontrar la felicidad
en la infelicidad de otro?" Aquí, Dostoievski habla con los mismos acentos
de lván Karamázov cuando plantea la pregunta de si un "edificio" de felici-
dad puede construirse "si sus cimientos se basan en el sufrimiento de, di-
gamos, una sola criatura insignificante, pero que ha sido implacable e in-
justamente torturada".* Esta pregunta demuestra la imposibilidad para
Tatiana, "como alma rusa llena de pureza", de llegar a ninguna otra deci-
sión que la de sacrificarse ella misma, en lugar de edificar su dicha sobre la
destrucción de su inocente esposo. Lo que sorprende a Dostoievski "es que
durante tan largo tiempo hayamos proyectado dudas sobre la solución mo-
ral a esta pregunta" (v. 26, p. 142).
Llevando su análisis de este embrollo un paso más adelante, Dostoievski
insiste en que Tatiana, aun si fuera libre, habría rechazado a Oneguin y se
habría negado a unir su vida con la suya. Habría comprendido que el carác-
ter de Oneguin carecía de sustancia, que se había deslumbrado por la posi-
ción de ella en sociedad; su encaprichamiento no es prueba de que haya lle-
gado a una comprensión mejor de los valores de su alma, de "la Tatiana que
era tan humilde como antes". Lo que ama es "su fantasía; en realidad, él mis-
mo es una fantasía". Pero ella, en cambio, "aún cuenta con algo sólido e in-
conmovible de lo que puede depender su alma. Son sus recuerdos de la ni-
ñez, sus memorias de su tierra natal, en lo profundo de las provincias en que
comenzó su vida pura y humilde; es 'la cruz y la sombra de las ramas sobre
la tumba de su pobre niñera."' Todas estas evocaciones "representan un con-
tacto con su tierra natal, su pueblo natal y sus valores sagrados". Oneguin
carece por completo de tal sostén: "No siente la tierra bajo sus pies, esta briz-
na de hierba mecida por el viento'', y ni siquiera una "compasión infinita"
hacia él le permitiría a Tatiana "ofrecerle ... una ilusión de felicidad, sabiendo
perfectamente que al siguiente día él ridiculizaría esa felicidad" (v. 26, p. 143).

' En la versión manuscrita del discurso, esta pregunta va seguida por un resumen de la con-
versación entre Rastignac y Bianchon en Papá Goriot, de Balzac. Se recordará que Rastignac le
pregunta a su amigo si podría aprobar el asesinato de un vieJO mandarín en China que asegura-
ra la felicidad de alguien a quien amara en Francia (PSS, vol. 26, p. 288). Acerca de la influencia
de la novela de Balzac sobre Ciimen y castigo, véase mi Dostoievski. Los años milagrosos, 1865-
1871, FCE, México, 2010, p. 108.

662 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
Oneguin, en este punto, toma algunos de los lineamientos de Versílov en El
adolescente, y Dostoievski está extrapolando, obviamente, de su propio des-
arrollo de este tipo de "viandante" al estilo de Oneguin.
Concluye así Dostoievski que, con Oneguin, Pushkin demostró ser "un
gran escritor nacional [narodnyi]" que había "identificado la esencia más
íntima de la clase alta de nuestra sociedad que se colocaba por encima del
pueblo" y también "identificado el tipo del viandante ruso, que continúa
sus vagabundeos aún en nuestros días". Pero además de describir esos ras-
gos negativos de la vida rusa, Pushkin también "nos mostró toda una serie
de tipos rusos positivamente hermosos que encontró en el pueblo ruso".
Además del ejemplo de Tatiana, Dostoievski señala "el tipo del monje-cro-
nista ruso" (Pimen en Boris Godunov [1831]) y, un tanto después, El cuento
del oso y una canción báquica de campesinos. A diferencia de otros escrito-
res, llegados de un mundo diferente y cuya obra "muestra un deseo de
elevar al pueblo a su propio nivel y hacerlo feliz con ello", había algo en
Pushkin "que verdaderamente lo hace afín al pueblo, algo que llega al nivel
de la más ingenua ternura". De Pushkin, como resultado , los rusos derivan
una "fe en nuestra individualidad rusa , nuestra confianza en la fuerza de
nuestro pueblo y con ello nuestra fe en nuestra futura misión indepen-
diente en la familia de los pueblos europeos" (v. 26 , p . 144).
La última parte del discurso está dedicada al "tercer periodo" de la
obra de Pushkin, etapa en que "nuestro poeta se destaca como un fenóme-
no casi milagroso y sin precedentes", con una universalidad que sobrepasa
incluso a la de los más grandes creadores de la literatura europea: Shake-
speare, Cervantes, Schiller. En este periodo, Pushkin empezó a escribir obras
que "reflejan las imágenes poéticas de otras naciones y que encarnan el
genio de éstas". Breve y expresivamente , Dostoievski caracteriza una serie
de dichos poemas pero , a diferencia de Turgueniev, que había elogiado un
tanto tibiamente esas obras, les atribuye una importancia fundamental. Las
toma no sólo como un homenaje a la versatilidad de Pushkin, sino tam-
bién como ejemplos reveladores de la "capacidad principal de nuestra in-
dividualidad que comparte con nuestro pueblo y es esto, ante todo, lo que
lo señala como poeta nacional". Ningún otro poeta o escritor de la literatu-
ra universal tiene esta capacidad de introducirse en el espíritu de otras
culturas y de reproducirlo hasta el mismo grado , porque ningún pueblo
salvo el ruso posee tan universal empatía. "Esto lo encontramos sólo en
Pushkin, y en este sentido, lo repito, no tiene precedentes y es, a mi pare-

PUS HKIN: DOS LECTURAS ~ 663


cer, profético." Era "profético" porque este rasgo de su obra, "su capacidad
de infundir su espíritu al espíritu de otras naciones", es precisamente reve-
lador de la gran misión futura del pueblo ruso (v. 26, p. 145).
Dostoievski equipara esta capacidad de Pushkin con las reformas de
Pedro el Grande, la adopción de "el atuendo, las costumbres, las invencio-
nes y las ciencias de Europa" iniciadas durante el reinado de Pedro. Esa
adopción acaso empezara por razones "utilitarias" (la explicación habitual),
pero en realidad "Pedro indudablemente siguió un cierto instinto secreto
que lo guió a trabajar en pro de metas futuras que, sin duda, eran inmen-
samente superiores al simple utilitarismo". Estas metas, también aceptadas
por el pueblo ruso, equivalieron nada menos que a consumar "la fraterni-
dad universal de los pueblos" que Rusia estaba destinada a realizar en el
futuro. El mesianismo de Dostoievski recibe aquí un nuevo poder y una
nueva resonancia al estar prefigurado en Pushkin, y este nexo respondió
perfectamente a la necesidad de alguna visión inspiradora que sentía su
agitado público expectante. La misión de Rusia, proclamó Dostoievski, era
"la unificación general de todo el pueblo de todas las tribus de la gran raza
aria". (Ésta fue la primera vez que empleó la palabra "aria", lo que revela la
influencia de la literatura antisemita de la época, y que provocó grandes
críticas.) Declaró entonces que "todo nuestro eslavofilismo y nuestro occi-
dentalismo" no habían sido nada más que un enorme equívoco, porque
"ser un verdadero ruso, ser completamente ruso, tal vez, significa tan sólo
(en el último análisis, por favor tengan esto en mente) volverse un herma-
no de todos los pueblos, un ser panhumano, si así gustáis". Dostoievski re-
pite entonces su aseveración de que la política exterior rusa, incluso en el
pasado, había servido a Europa mucho más que a la propia Rusia, y "no
sólo por la ineptitud de nuestros políticos" (v. 26, p. 147).
Reconociendo que "mis palabras pueden parecer extáticas, exageradas
y fantásticas", Dostoievski, empero, está dispuesto a sostenerlas. Y en este
punto hace su jugada más magistral identificando a Pushkin y a Rusia con
la esencia quenótica * del sentimiento religioso ruso, la reverencia al Cristo
doliente y humillado. Las funciones que le había atribuido a Rusia podían
parecer, al fin y al cabo, simplemente pretensiosas; de hecho, ¿cómo po-
dría una "tierra empobrecida y atrasada" como Rusia aspirar a tan exaltado
destino? "¿Es posible que seamos nosotros los predestinados a pronunciar
* Kenosis: En teología, la doctrina según la cual Cristo abandonó sus prerrogativas divinas
al encarnarse. [T.]

664 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
una palabra nueva para la humanidad?" Pero les recuerda a sus oyentes
que no está reclamando ninguna "prominencia económica ... la gloria de la
espada o de la ciencia". Parafraseando y citando un hermoso poema de
Tiutchev, entona: "'Nuestra Patria puede estar empobrecida, pero el propio
Cristo en atuendo de eslavo atravesó esta tierra empobrecida y le dio Su
bendición.' ¿Por qué no hemos de contener nosotros Su palabra última?
¿No nació Él mismo en un pesebre?" Tras este clímax, Dostoievski baja la
nota y vuelve a Pushkin como prueba de sus afirmaciones. "Si mi idea es
una fantasía -concede-, entonces en Pushkin, al menos, hay algo en lo
cual puede fundarse esta fantasía." Pero Pushkin murió joven, en un due-
lo, "e indiscutiblemente se llevó consigo algún gran secreto a la tumba.
Y así, hemos de barruntar su secreto sin él" ... Secreto que, como sin duda
lo creyó Dostoievski, su discurso había hecho mucho por revelar (v. 26,
pp. 148-149).

El efecto de este discurso sobre el público fue absolutamente asombroso, y


las emociones que desencadenó pueden compararse con las efusiones his-
téricas características de los revivals religiosos. Las memorias de la época
están llenas de su descripción, y podemos empezar por la imagen dada por
D. A. Liubímov -hijo del editor de Dostoievski, que por entonces era un
joven estudiante- de su final.

Dostoievski pronunció las últimas palabras de su discurso en una especie de


murmullo inspirado, bajó la cabeza y, entre un silencio mortal, empezó, un
tanto apresurado, a bajar del pódium. Toda la sala parecía contener el aliento,
como en espera de algo más. De improviso, de las últimas filas surgió un grito
histérico: "¡Lo has resuelto!" [el secreto de Pushkin], fue repetido por varias
voces femeninas en coro. Todo el auditorio empezó a agitarse. Podían oírse
los gritos: "¡Lo has resuelto! ¡Lo has resuelto!", una tempestad de aplausos,
una especie de retumbo, de pateo, chillidos femeninos. No creo que las pare-
des de la Sala de la Nobleza de Moscú, antes ni después, hayan resonado con
semejante tempestad de éxtasisn

21
DVS, vol 2, p 418.

PUSHKIN: DOS LECTURAS ~ 665


La descripción que le hace Dostoievski a Anna de su espectacular
triunfo es inigualable en su capacidad de comunicar la emoción del mo-
mento:

Todo lo que dije acerca de Tatiana fue recibido con entusiasmo. (Éste es el
gran triunfo de nuestra idea sobre veinticinco años de engaño.) Sin embargo,
cuando hablé al final de la unidad universal del pueblo, toda la sala parecía
histérica Cuando concluí. . . no te hablaré del rugido , del grito de embeleso,
entre el público seres desconocidos lloraban, sollozaban, se abrazaban y se
juraban ser mejores, no odiarse desde ahora, sino en cambio amarse unos a otros.
Se alteró el orden de la reunión ; todo el mundo corría a la plataforma a ver-
me, damas linajudas, muchachas estudiantes , secretarios de Estado, estudian-
tes ... todos me abrazaban y me besaban. Todos los miembros de nuestra so-
ciedad [la SALR] que estaban en la plataforma me abrazaban y me besaban.
Todos ellos, literalmente todos lloraban de emoción. Continuaron llamándo-
me durante media hora; muchos agitaban pañuelos; de pronto , por ejemplo,
dos ancianos a quienes no conocía yo me detuvieron: "Hemos sido enemigos
durante veinte años, no nos hemos hablado, pero ahora nos hemos abrazado
y reconciliado. ¡Es usted quien nos ha reconciliado, usted, nuestro santo , us-
ted , nuestro profeta !" "¡Profeta, profeta! ", gritaba parte del gentío.
Turgueniev, de quien dij e algo bueno en mi discurso, corrió a abrazarme
derramando lágrimas. Annenkov se levantó a darme la mano y me dio un
beso en el hombro . "¡Es usted un genio, es usted más que un genio!", me di-
jeron ambos. Aksakov (Iván) corrió al pódium y declaró al público que mi
discurso no sólo era w1 diswrso, ¡sino un acontecimiento histórico! Una nube de
tormenta había estado cubriendo el horizonte, y ahora el discurso de Dostoiev-
ski , como el sol que asoma, lo había disipado todo, iluminado todo. Ahora la
fraternidad había llegado , y no habría ya ninguna perplejidad. "¡Sí, sí! ", grita-
ban todos , y volvían a abrazarse y de nuevo derramaron lágrimas. La reunión
se terminó. Yo corrí a las bambalinas para escapar, pero muchos irrumpieron
allí desde la sala, principalmente mujeres. Me besaban las manos, me abru-
maban. Entraron corriendo estudiantes. Uno de ellos, con los ojos llenos de
lágrimas , cayó al suelo ante mí, con convulsiones y perdió la conciencia . ¡Una
victoria completa, absolutamente completa !22

22
PSS, vol. 30, libro 1, pp. 184-1 85; 8 de junio de 1880.

666 .. "CON PALA BRAS Q U E QU EME N LOS CORAZON ES DE LOS HOMB RES"
Si se exceptúa la reconciliación de los dos viejos enemigos, todos los
demás detalles de este relato pueden confirmarse en fuentes independien-
tes. El joven que cayó a sus pies fue el más notorio de los así impresiona-
dos, pero E. P Letkova-Sultanova también se refiere a una amiga suya que,
al terminar, perdió el sentido. 23 En cuanto a Annenkov, además de abrazar
a Dostoievski, acorraló a Nikolái Strájov y le dijo, agitado: "¡Mire, ése es un
ejemplo de caracterización literaria hecha por un genio! ¡Resuelve el pro-
blema de un solo golpe!" 24
Se necesitó una hora completa para que la sesión se reanudara. Aun-
que Aksakov no quería tomar la palabra, lo convencieron de hacerlo el
propio Dostoievski y todos los demás. Sin embargo, no pronunció su dis-
curso preparado sino que improvisó algunas observaciones, enfocando en
particular su aprobación de las palabras de Dostoievski, manifestada tanto
por un representante de los eslavófilos, él mismo, cuanto por el más desta-
cado de los occidentalistas, Turgueniev. Todo equívoco había sido elimina-
do, y estaba alboreando una nueva era de armonía en la cultura rusa. Para
entonces, Dostoievski "parecía haberse debilitado, y deseaba irse, pero por
la fuerza se lo impidieron". 25
Durante la hora transcurrida después de su discurso, los miembros de
un grupo de kursistki invadieron el foro (Dostoievski dijo que eran más
de cien) tras haber conseguido una gran corona de laurel, y lo coronaron
con este digno homenaje. Tenía, en letras de oro, la siguiente inscripción:
"En nombre de las mujeres rusas, acerca de quienes dijo usted tantas cosas
buenas''. De nuevo "todos lloraron, de nuevo brotó el entusiasmo''. El jefe
de la Duma de Moscú le dio las gracias a Dostoievski en nombre de la ciu-
dad, y entonces llegó a su fin la sesión. Dostoievski escribió su carta a las
ocho de la noche, pero el día no había terminado aún para él. "Dentro de
una hora -le dice a Anna-, iré a leer en la segunda celebración literaria.
Leeré 'El profeta'. "26
En esta última sesión, en la primera parte del programa Dostoievski
leyó de los Cantares de los eslavos del Occidente y El cuento del oso; en la se-
gunda, declamó "El profeta''. Nikolái Strájov recordó esta última interven-
ción como "la más notable" de la velada, que también incluyó lecturas de
23
DVS, vol. 2, p 453.
24
PSS, vol 26, p. 461.
25
PSS, vol. 30, libro 1, p. 185; 8 de JUnio de 1880.
26
Idem.

PUSHKIN: DOS LECTURAS ~ 667


Turgueniev. "Dostoievski lo recitó dos veces [fue obligado a repetir por el
público], cada vez con una pasión tan intensa que sus escuchas sintieron
algo sobrenatural. .. Su mano derecha, que temblorosamente acusaba todo
lo culpable, se refrenaba claramente de todo gesto exagerado; su voz era
tensa, hasta llegar al grito ." Strájov considero que el efecto "fue demasiado
rudo, si bien la articulación de los versos fue perfecta". 27 Aunque Letkova-
Sultanova estuviera en desacuerdo con su discurso , la actuación de Dos-
toievski en la velada volvió a impresionarla profundamente. 28 Dostoievski
siempre tenía gran cuidado con sus lecturas, y una copia del poema fue
descubierta en el cuaderno de notas de Anna Grigórievna , subrayadas las
palabras que había deseado enfatizar.
Estos hechos no pusieron fin a la velada, la cual continuó por una repe-
tición de la "apoteosis" pública del gusto de Pushkin con que habían co-
menzado las ceremonias. Todos los escritores allí presentes colocaron coro-
nas de flores, y esta vez fue Dostoievski, no Turgueniev, el que coronó la
cabeza de Pushkin; Turgueniev depositó la suya al pie del pedestal. Este or-
den bien pudo haber sido dispuesto desde el comienzo, para dar a los dos
escritores más destacados estos papeles alternativos, pero ahora pareció ser
un gesto simbólico que objetivara lo que gran parte del público había llega-
do a sentir: que Dostoievski había salido victorioso, y que era él, y no Tur-
gueniev, el que había heredado el manto de Pushkin. Por fin se le permitió
luego volver a su hotel y entregarse a un muy necesario descanso, pero esta-
ba demasiado emocionado y feliz para quedarse mucho tiempo tranquilo.
Como lo narra Anna Grigórievna, "ya avanzada la noche volvió al monu-
mento de Pushkin. La noche era cálida, pero no había casi nadie en la calle.
Al llegar a la Plaza Strastnaia, con dificultad levantó una enorme corona de
laurel que le habían entregado en la sesión de la mañana, después de su
discurso, la depositó al pie del monumento a su 'gran maestro', y se proster-
nó hasta el suelo ante el".29

Dostoievski se quedó en Moscú dos días más, tomándose un respiro de la


ajetreada ronda de actividades en que, desde su llegada , había estado atra-
27
Ibid. , p. 358.
28
Idem.
29
Anna Dostoevsky, Re111i11isce11ces, trad. y ed. de Beatrice Stillman , Nueva York, 1973, pp. 235.

668 .... "'CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
pado. El éxito de su discurso sobre Pushkin hacia más importante la deci-
sión sobre dónde sería publicado. "Necesito encontrarle un lugar -le dice
a Anna-, pero , ¿a quién dárselo . ..? Todos se lo están arrebatando. "3º En
la mañana del día 9, se dejó retratar, a petición del mejor fotógrafo de
Moscú, M. M. Panov. En un almuerzo literario "íntimo", que incluyó a
A. N. Ostrovski, Griegoróvich y los Suvorin, Dostoievski estaba obviamente
de humor muy comunicativo. Según madame Suvorina, habló con entu-
siasmo de Dickens: "Cuando estoy muy cansado y me siento insatisfecho
conmigo mismo , nada me calma y me entretiene más que ese escritor de
primerísima fila".3 1 Para entonces, ya había decidido entregar el discurso
sobre Pushkin a Kátkov, para que lo publicara no en su revista mensual
sino en su periódico , Noticias de Moscú, donde aparecería más pronto y
llegaría a un público lector más numeroso.
Más avanzada la tarde, mientras Dostoievski estaba haciendo su ronda
de visitas obligatorias antes de partir, se encontró casualmente con un co-
nocido de San Petersburgo, Evgeni N. Opochinin, y ambos pasearon jun-
tos hasta que Dostoievski se cansó. Sentándose en una banca para conti-
nuar su conversación, de pronto oyeron tras ellos "una voz alegre" que
saludaba a Dostoievski: voz que resultó ser la de Turgueniev. Uniéndose a
ellos , Turgueniev entabló con Dostoievski una conversación a la que la-
mentablemente (aunque resulte difícil creerlo) Opochinin no prestó aten-
ción. Sus propios pensamientos fueron interrumpidos cuando Dostoievski
súbitamente se levantó de la banca , "con el rostro pálido y los labios tem-
blando . 'Moscú es muy grande' ", profirió furiosamente ante su interlocu-
tor, "' ¡Pero en él no hay dónde ocultarse de usted' ' y, agitando los brazos,
se alejó por el bulevar".32
A Turgueniev lo habían dejado muy enojado las noticias sobre el dis-
curso de Dostoievski que aparecieron en los periódicos, mencionando su
generoso gesto de nombrar a Liza, y su participación en el entusiasmo ge-
neral. Las palabras de Aksakov acerca de la reconciliación entre occidenta-
listas y eslavófilos, vertidos por Dostoievski, también lo alteraron profun-
damente . Y, puesto que no había dicho nada , de momento , que enturbiara
el júbilo general, temió que su silencio fuese tomado por aquiescencia. El
11 de junio le escribió a M. M. Stasiulevich , director de El Mensajero Euro-
30
PSS, vol. 30, libro 1, p. 185; 8 de junio de 1880.
31
Letopis .. , op. cit. , vol. 3, p . 433.
32
Citado en lgor Volgin, Posledni God Dostoevskogo, Moscú , 1986, pp. 300-30 1.

PUSHK IN : DOS LECTURAS ~ 669


peo, pidiéndole que incluyera en un artículo acerca de la celebración a
Pushkin una refutación de que "él [Turgueniev] había quedado completa-
mente subyugado" por el discurso de Dostoievski y lo había aceptado por
completo. "No, no es así - insistió Turgueniev- . Fue un discurso muy
astuto, brillante y hábilmente pensado, [y] aunque lleno de pasión, su fun-
damento fue enteramente falso . Pero fue de una falsedad que fue extrema-
damente atractiva para el amor propio de los rusos. "33
Al anochecer del día 9, Dostoievski estaba empacando sus cosas para
regresar cuando de pronto apareció de visita María A. Polivanova, la espo-
sa de L. A. Polivanov, presidenta del comité de la SALR encargado del festi-
val, y activo participante en los preparativos del mismo. Polivanova era
una conocida pedagoga, autora de numerosos libros de texto que trataban
de la lengua y la literatura rusas, y fundadora y directora de un gymnasium
para estudiantes varones en Moscú. Vladimir Soloviev, uno de sus ex alum-
nos, escribió, con admiración, acerca de sus "incesantes vibraciones de la
mente y del corazón". 34 Estas vibraciones obviamente se reanudaron cuan-
do se enteró de que Dostoievski iba a irse al día siguiente, y decidió visitar-
lo , pese a lo tardío de la hora . Su razón, como lo explica en una entrada a
su libro de notas hecha por entonces, era que después de todo el rebullicio
y la excitación, "tras las poderosas hondas de su maravilloso discurso ...
me sentí movida a verlo nuevamente, a oír su voz , a escuchar sus pala-
bras". 35
Cuando Dostoievski abrió la puerta llevaba unas pantuflas de fieltro,
una especie de sobretodo viejo y una camisa de noche. A pesar de su sor-
presa, saludó a la inesperada visitante, a quien ya conocía, con considera-
ble amabilidad y cortesía. El pretexto de ella para ir a verlo fue que deseaba
sacar una copia de su discurso antes de que él se fuera , y preguntó si po-
dría tomar el manuscrito. El contestó que eso era imposible: ya lo había
dado a los directores de las Noticias de Moscú. Después de que él sirvió un
poco de té, ella le habló del efecto purificador y reconciliador creado por
su discurso, y de los felices resultados que, estaba segura, tendría sobre
muchas personas. Él, desde luego, quedó muy complacido, y repitió para
su visitante la anécdota de los dos viejos enemigos reconciliados por su
influencia.
33
Turguenev, Polnoe Sobranie Sochinenii i Pisem, voL 12, libro 2, p. 272.
34
DVS, voL 2, p. 569.
35
Ibid., p. 433.

670 <111 "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZO NES DE LOS HOMBRES"
En eso estaban cuando volvieron a llamar a la puerta , y en la habita-
ción irrumpió Yuriev, quien había llegado a pedir el discurso , prometido a
su periódico. Negando haber hecho ninguna promesa explícita, Dos-
toievski se esforzó por aligerar la atmósfera, bromeando con él, amable-
mente , acerca de su florida respuesta al delegado franc és , quien le había
concedido una de las numerosas condecoraciones de su gobierno para ta-
les ocasiones. "El francés se portó debidamente hacia un gran poeta ruso , y
nos sorprendió, hicimos un escándalo de esto , y casi convertimos al repre-
sentante francés en el héroe del día ." La conversación pasó entonces al
propio Pushkin, y Dostoievski exclamó: "¡Noso tros somos pigmeos com-
parados con Pushkin, no hay un genio semejante entre nosotros! " Recien-
temente había releído La dama de pique y estaba lleno de admiración: "¡Eso
es fantasía' A mí también me gustaría escribir un cuento fantástico . Todos
mis personajes están ya listos. Pero sólo tengo que terminar Los hermanos
Karamázov". 36 Estas palabras hicieron saltar a Yuriev, quien le arrancó a
Dostoievski la promesa de que si un día escribiera ese cuento lo reservaría
para El Pensamiento Ruso. Dostoievski accedió, pero insistió en que su pro-
mesa estaba condicionada; sólo el futuro podría decir si tendría tiempo
para cumplir su deseo .
Dostoievski volvió entonces a La dama de pique porque , al despedirse,
Yuriev mencionó una vez más "el cuento fantástico ", y el tentativo com-
promiso de Dostoievski. "Entonces Dostoievski volvió a estallar -escribe
Polivanova-. Exactamente como arrebatado por una fiebre, con OJOS lla-
meantes, empezó a hablar de La dama de pique. Sutilmente siguió todos
los movimientos del alma de Hermann, todos sus tormentos, todas sus
esperanzas y, por último , su terrible y súbita derrota, como si fuese el pro-
pio Hermann. " Volviéndose a ella , le preguntó si había leído el cuento.
Cuando ella confesó que no desde los diecisiete años , Dostoievski le indi-
có que se fuera a casa, lo leyera inmediatamente, y le enviara sus impre-
siones a Staraya Rusa. 37 El interés de Dostoievski por "lo fantástico" no era
nada nuevo (aparte de su magistral novela corta El doble [1846], en 1861
había escrito un brillante artículo comparando a Edgar Allan Poe con
E. T. A. Hoffmann) , pero su enfoque en lo fantástico en 1880 no fue acci-
dental. Estaba preparándose a escribir (y ciertamente ya había comenzado
a pensarlo) el libro 11 de Los hermanos Karamázov, en que el diálogo de
36
Ibid., pp. 436-437.
17
Ibid, pp. 437-438.

PUS HKIN : DOS LECTURAS ... 671


lván con el demonio alcanzaba alturas de "lo fantástico" que no han sido
sobrepasadas.
A la mañana siguiente, mientras aguardaba el tren en la estación de fe-
rrocarriles, Dostoievski escribió a Noticias de Moscú pidiendo que su dis-
curso fuese impreso "lo antes posible" y que los directores no hicieran "co-
rrecciones editoriales (es decir, de sentido y de contenido)''. 38 Con ello,
salió de Moscú rumbo a su casa, a Los hermanos Karamázov, y al número
especial del Diario de un escritor que, como habría podido esperarse, se
volvió mucho más voluminoso de lo planeado.

38
PSS, vol. 30, libro 1, p. 186; 10 de junio de 1880.

672 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
XXIX. El Diario de un escritor, 1880

DosTOIEVSKI volvió de su viaje a Moscú lleno de la euforia y la emoción de


su gran triunfo. Sinceramente creía haber iniciado lo que podría llegar a
ser una nueva era de la vida sociocultural rusa, una era en que dejarían de
existir las antiguas rivalidades ideológicas (¿no había echado él una base
para dicha reconciliación?) y en que los jóvenes, que tanto anhelaban iden-
tificarse con "el pueblo", abandonarían las ideologías extranjeras que los
habían descarriado.
Pronto comprendió que tales esperanzas eran ilusorias, sin embargo
continuó exultante por el entusiasmo y el respeto que le había manifestado
el gentío durante el festival. Ese testimonio vivo de su influencia lo con-
venció de que, cualquier oposición que pudiesen encontrar (y que pronto
encontraron) sus ideas -en gran parte de la intelligentsia liberal y radical,
pero no exclusivamente en ella-, su efecto sobre el público sólo aumenta-
ría en importancia. En los meses siguientes, últimos que le quedaban de
vida, se lanzaría así con renovado vigor a completar Los hermanos Karamá-
zov y luego a resucitar su Diario de un escritor.

Lo primero que le preocupó a Dostoievski fue la publicación de su discurso


sobre Pushkin. Había pedido a las Noticias de Moscú que le enviaran las
pruebas a Staraya Rusa, pero al llegar allí no las encontró. En cambio , reci-
bió un telegrama informándole que, si deseaba su publicación inmediata,
el texto tendría que ser impreso sin correcciones. Se apresuró a enviar una

~ 673
carta dando su venia, pero lamentó no poder pulir por última vez el artículo.
"Por mucho que haya yo corregido la pieza en mi casa, cuando empecé a
leerla [durante el viaje en tren] vi que dos o tres frases resultaban simples e
innecesarias repeticiones de cosas ya dichas antes. También hay algunas
dificultades mayores ... en un pasaje, en unos seis renglones las palabras
'sin duda' ... aparecen tres o cuatro veces." Dostoievski pidió que las páginas
de su manuscrito, "así las hayan dividido a la mitad los cajistas", se le en-
viaran junto con el periódico en que aparecían impresas. 1 Había programa-
do para fines de julio un número del Diario, y esto ayudaría a producirlo.
Mientras tanto, al día siguiente le envió una carta a la condesa Sofía
Tolstaia, quien, junto con Yulia Abaza y Vladimir Soloviev, había firmado
un telegrama colectivo felicitándolo por su éxito en el festival de Pushkin.
Allí repite, resumiéndolo, mucho de lo que ya conocemos: el relato de los
dos eternos enemigos reconciliados, y el del estudiante "que cayó desma-
yado ante mí, en éxtasis". También incluye entusiastas respuestas de Tur-
gueniev y Annenkov ("este último, absolutamente enemigo mío"), y añade
otro detalle: '"No estoy diciendo eso porque elogió usted a mi Liza', me dijo
Turgueniev". Disculpándose por "hablar tanto de mí mismo", insiste Dos-
toievski, "juro que no es por vanidad: se vive para tales momentos, es para
ellos por lo que se viene a este mundo. Tengo rebosante el corazón ... ¿Cómo
no decirlo a mis amigos7 Aún estoy asombrado". 2
Como veterano militante en las guerras socioculturales rusas, Dostoiev-
ski no se hacía ilusiones de salir ileso, o de que pronto no se entablaría una
batalla. "No se preocupe: pronto oiré 'la risa de la muchedumbre'" (cita de
Pushkin), le asegura a la condesa. "No me perdonarán esto en varios oscu-
ros callejones y tendencias literarias." En los sumarios de su discurso apa-
recidos en los periódicos, ya había visto omitidos dos de sus puntos prin-
cipales. Uno de ellos es la "respuesta universal" de Pushkin, que "no ha
tenido ninguno de los poetas más grandes del mundo", y que "procede
completamente de nuestro espíritu nacional". Por tanto , Pushkin "es, de
hecho, nuestro poeta más nacional'', aunque Turgueniev le hubiese negado
ese título. Dostoievski también afirmó, erróneamente, que "hasta ahora ab-
solutamente ninguno" había subrayado este aspecto del genio de Pushkin,
aunque es cierto que ninguno le había atribuido tan inmensa importancia.
El segundo punto era que "yo di una fórmula, una palabra de reconcilia-
1 PSS, vol 30, libro 1, pp 186-187; 12 de junio de 1880.
2
Ibid., pp. 187-188; 13 deiunio de 1880.

674 .... "CO N PALABRAS QUE Q UEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
ción para todos nuestros partidos, y enseñé el camino de una nueva era.
Eso fue lo que en realidad sintieron todos, pero los corresponsales de los
periódicos o no lo comprendieron o bien lo negaron". 3 Estaba convencido
de que el público sí lo había comprendido, dijesen lo que dijesen los pe-
riódicos o lo que imprimiesen las revistas mensuales en sus próximos nú-
meros.
Luego, Dostoievski promete enviarle a la condesa una copia de su dis-
curso cuando lo haya publicado en su Diario, "sin cortes y con la más mi-
nuciosa lectura de pruebas. Entonces es cuando se lo enviaré a usted, que-
rida Sofía Andréievna, para su severa y aguda crítica, a la que no temo y
que siempre me gusta, aun cuando me es desfavorable". Al enviar sus salu-
dos a Yulia Abaza, que había estado visitándola, añade Dostoievski que
"doy un beso ardiente a Vladimir Serguevich. Recibí en Moscú tres fotogra-
fías de él -añade en broma-, en sus primeros años, en su juventud y el
último, en su vejez" (Soloviev tenía entonces treinta años). También pre-
gunta si ella frecuentaba a una "nueva conocida" que le habían presentado
en Moscú, Vera Mijaílovna Tretiakova, esposa del propietario de la Galería
Tretiakov. 4
Dostoievski la había conocido en el banquete de la Duma el 6 de junio,
en el que había hablado Kátkov, y ambos simpatizaron inmediatamente. Él
le escribió a Tretiakova el mismo día que a la condesa, disculpándose por
no haber ido a verla antes de partir. Le asegura "lo mucho en que tengo la
amistad y el bondadoso interés en mí de una persona tan maravillosa como
usted". 5 Al día siguiente le envió a su marido una carta similar, expresando
nuevamente su convicción de que el festival de Pushkin, "con su general
elevación de espíritu e inminentes expectativas de algo mejor para el futu-
ro ... , tuvo (y aún tendrá) la más noble influencia sobre nuestra anhelante
sociedad, y que la semilla sembrada, en lugar de perecer, crecerá". 6 Al mes
siguiente, Tretiakova anotó sus recuerdos de su encuentro con Dostoiev-
ski, cuyas palabras (y en particular las entregas de Los hermanos Karamá-
zov) habían causado gran impresión en ella y en su marido.
Tretiakova había felicitado a Dostoievski por la influencia edificante de
su obra; y "él me creyó -escribe-, porque yo tenía rostro y ojos bonda-
3
Idem.
+ Ibid., pp. 188-189.
5
Ibid., pp. 189-190; 13 de junio de 1880.
6
Ibid., pp. 190-191; 14 de iunio de 1880.

EL DIARIO DE UN ESCRITOR, 1880 ~ 675


dosos, y [dijo] que todo lo que yo le estuviese diciendo siempre era grato
oírlo de una mujer". Dostoievski invitó entonces a Tretiakova a sentarse a
su lado ante la mesa, pero como "yo tenía ya un acompañante asignado,
Turgueniev, se alejó malhumorado y durante un buen rato no pudo cal-
marse". Deseosa de consolar a Dostoievski, al final de la sesión Tretiakova
le llevó un ramillete de lirios, lirios del valle y laureles, "que me lo recorda-
rían. Soy admiradora de esas ideas puras que él plantea en sus obras y que
ayudan a la gente a volverse mejor". El ramo "le alegró porque yo había
estado pensando en él durante el banquete, mientras estaba sentada al lado
de su enemigo literario, Turgueniev". Al despedirse, Dostoievski vaciló an-
tes de besarle la mano porque, explicó, ese gesto no era apropiado en una
reunión numerosa. Pero, de todos modos, lo hizo "con gratitud" no sólo
por las flores sino también por su afirmación de que las obras de él le ha-
bían dado inspiración moral a su familia. 7
El 15 de junio, Dostoievski le escribió a Yulia Abaza, para responder
no tanto a su telegrama de felicitación cuanto a una carta seis meses ante-
rior (según sus cálculos), la cual incluía un cuento que ella le había pedido
comentar. No contenta con ser cantante y compositora, Abaza también ha-
bía incursionado en la literatura, y la crítica de Dostoievski a su cuento,
que al parecer contenía un elemento de lo sobrenatural o fantástico (el tex-
to se ha perdido), lo llevó a hacer unas reflexiones sobre La dama de pique
que desarrollan las que ya había expresado en Moscú. Por desgracia, tam-
bién aprovechó la ocasión para desahogar su antisemitismo, que ahora,
cada vez más, dominaba sus pensamientos.
La idea del cuento de Abaza, tal como la define Dostoievski, es "que las
razas humanas que han recibido de sus fundadores su idea original y que
se subordinan a ella en el curso de varias generaciones, después inevitable-
mente degenerarán en algo separado de la humanidad en general, y hasta,
en las condiciones más favorables, en algo adverso a la humanidad en con-
junto: esa idea es verdadera y profunda". No está claro si Abaza presentó
explícitamente esta idea como encarnada en el pueblo judío (su protago-
nista es un monje), pero Dostoievski interpreta la historia judía como
ejemplo de esta ley general.

7
La memoria de Tretiakova aparece citada en el comentario a la carta que le envió Dostoiev-
ski, ibid , pp 190-191; 14 de junio de 1880. Véase también ibid., p 360.

676 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
Tales, por ejemplo, son los judíos [evrei], empezando con Abraham y conti-
nuando hasta la actualidad cuando se han convertido en yids [zhidi]. Cristo
(además del resto de su significación) fue la corrección de esta idea, al exten-
derla a una panhumanidad [vsechelovechnost: término clave en el discurso so-
bre Pushkin]. Pero los judíos rechazaron la corrección y se quedaron en toda
su anterior mezquindad e inflexibilidad, y por tanto, en lugar de volverse
panhumanos se han convertido en enemigos de la humanidad, negándolos a
todos salvo a sí mismos, y ahora han quedado como los portadores del Anti-
cristo y, desde luego, durante un tiempo triunfarán. 8

Sólo dos años antes, Dostoievski había afirmado que ni él ni el pueblo


ruso albergaban hostilidad alguna hacia la religión judía; sin embargo, su
previa identificación del "yiddismo" con el materialismo del mundo mo-
derno se había endurecido convirtiéndose en dogma, y había triunfado
sobre la realidad humana que él había sido capaz de intuir por medio de la
historia del doctor Hindenburg. Los judíos se habían convertido en los
agentes del Anticristo que dominarían el mundo durante un tiempo ...
como estaba predicho en el libro favorito de Dostoievski, el Apocalipsis,
antes de que el mundo fuese redimido por el Cristo ruso y la vsechelovech-
nost del pueblo ruso. Pero, mientras tanto, el reino de las tinieblas se acer-
caba, y los judíos "ya vienen, han llenado toda Europa, todo lo egoísta,
todo lo adverso a la humanidad, todas las malas pasiones del hombre son
para ellos ... ¡cómo no iban a triunfar, para ruina del mundo!" 9 Este pasaje
muestra lo peor de su animosidad antisemita.
Continuando su análisis, descubre que Abaza tiene "la misma idea" (la
cual ya ha definido), "pero su descendiente de tan horrible y pecaminosa
cepa está pintado de manera imposible". Al parecer, el personaje central del
cuento es un monje ascético que carece de corazón, no metafórica sino fí-
sicamente; este órgano ha sido remplazado por un bloque de hielo. A Dos-
toievski, este detalle le parece totalmente censurable: "¿Cómo puede vivir
una persona sin un órgano físico? Aun si se trata de un cuento fantástico ,
en el arte lo fantástico también tiene sus límites y sus reglas. Lo fantástico
debe estar tan cerca de lo real que casi nos obligue a creer en él". En La
dama de pique, "la cima del arte fantástico [.. . ] , creemos que Hermann real-
mente tuvo una visión, y precisamente, una visión de conformidad con su
8
Ibid., p. 191; 15 de junio de 1880.
9
Ibid, p. 192.

EL DIARIO DE UN ESCRITOR, 1880 ~ 677


cosmovisión, pero mientras tanto, al final del cuento ... no sabemos ... si la
visión fue resultado de la naturaleza de Hermann o si en realidad es él una
de esas personas que han entrado en contacto con otro mundo, un mundo de
espíritus malignos enemigos de la humanidad (N. B., el espiritismo y sus
enseñanzas)" .10
Como el personaje de Abaza carece de corazón, ella no puede darle lo
que Dostoievski considera esencial: "Debió usted darle sólo sufrimiento
moral, conciencia, y terminar con él, habiéndole hecho alguien a imagen
de Alekséi, el Hombre de Dios, o María Egipciaca [ambos santos son men-
cionados en Los hermanos Karamázov], que triunfaron sobre su propia san-
gre y linaje mediante sufrimientos inauditos. Pero usted, por el contrario,
compone algo burdamente físico, un bloque de hielo, en lugar de un cora-
zón". De todos modos, le recomienda a la dama no abandonar su "maravi-
llosa (y útil) idea", pero sí reescribir el cuento, de principio a fin . "Dele
sufrimiento espiritual, dele la comprensión de su pecado como el de toda
una generación, pero asegúrese de poner ante él a una mujer, aun si se tra-
ta de un monje ascético, y hágale aceptar conscientemente el sufrimiento
por todos sus antepasados, y por todos y por todo, para así expiar los pe-
cados del hombre." 11 Aquí, Dostoievski está pensando, obviamente, más
en Iván y en Dimitri Karamázov que en el ascético monje de Abaza, o, an-
tes bien, está aconsejándole a la autora recrearlo a imagen de sus propios
personajes. Iba a empezar a retratar las oscilaciones de la angustiada sensi-
bilidad de Iván y la aceptación de Dimitri de su culpa por "todos y por
todo" (sus primeras notas para esta sección fueron escritas al día siguiente
de esta carta).
Al llegar el 20 de junio, Dostoievski no había recibido ni el manuscrito
de su discurso ni un ejemplar de las Noticias de Moscú, y esta tardanza lo
puso furioso. Las hojas de su manuscrito, como airadamente le escribió al
director del periódico, contenían pasajes "que no aparecieron en las Noti-
cias de Moscú. Recuerde que ésta es propiedad literaria y no se debe per-
der ... no entiendo cómo he merecido semejante negligencia". A menos
que reciba las hojas antes del 24, "será demasiado tarde para publicar el
Diario, y además, será imposible, a causa de mi trabajo para El Mensajero
Ruso, y usted me habrá ocasionado un grave daño". 12 Una carta a Kátkov,
JO Idem.
11
Idem.
12
Ibid, pp 194-195; 20 de junio de 1880.

678 .... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES''
de tono más moderado pero aún bastante firme, vuelve a exponer la situa-
ción y añade: "Esto me ha causado una profunda depresión" .13
El 6 de julio llegó una carta de Liubímov acompañada por los cinco
primeros capítulos del libro 11 de Los hermanos Karamázov, y además pro-
metía el resto para el número de agosto . Para entonces , Dostoievski sentía
tener ya en la mano el resto de la novela , y podía poner una fecha a su ter-
minación. "El último libro, el duodécimo'', sería publicado en septiembre ,
y luego "para el número de octubre seguirá (y definitivamente sin interrup-
ción) un breve 'Epílogo' . . . con el que concluirá toda la novela". Precisa
que "estoy trabajando con bastante facilidad, porque todo estaba ya anota-
do desde hace tiempo y sólo tengo que reconstruirlo". Sin embargo, mien-
tras tanto, "ha sido interrumpido un poco por la publicación del Diario",
que ahora, además de su discurso, incluirá "un prólogo bastante largo y,
creo yo, también un epílogo, en el cual deseo decir unas cuantas palabras
como respuesta a mis queridos críticos. No creo que esto me interrumpa
más de cinco días". 14

Al escribirle a Elena Shtakenshneider, Dostoievski ofrece más información


acerca del Diario de 1880. Después de enviar una nueva entrega de su no-
vela, explica, "me puse a leer en los periódicos todo lo escrito acerca de mí
y de mi discurso de Moscú ... Y decidí contestar a Gradovski, es decir, no
tanto a Gradovski sino escribir toda nuestra profession de foi [profesión de
fe] para toda Rusia". A. D. Gradovski, profesor de derecho civil en la Uni-
versidad de Moscú, había publicado un artículo muy respetuoso (pero en
que criticaba agudamente el discurso de Dostoievski) intitulado "Sueños y
realidad," en La Voz del 25 de junio. La prensa rusa estaba llena de comen-
tarios sobre el tema, así como de reproducciones del discurso, en todo o
en parte, y es probable que Dostoievski escogiera el artículo de Gradovski
para darle respuesta, puesto que constituía una declaración convincente y
bien razonada de la posición liberal occidentalista, libre del encono de crí-
ticos más influidos por las ideas radicales. Dostoievski consideró esencial
entrar en la liza polémica porque, según dijo a su correspondiente, "el por-
tentoso y espléndido momento , absolutamente nuevo, en la vida de nuestra
13
Ibid., pp. 195-196; 20 de junio de 1880.
14 Ibid., pp. 196-197; 6 de julio de 1880.

EL DIARIO DE UN ESCRITOR, 1880 ~ 679


sociedad educada que se manifestó en Moscú en el festival de Pushkin ha
sido profanado y destruido con intención maligna". 15
Vemos así que Dostoievski seguía inspirado por su experiencia de Mos-
cú y persuadido de haber iniciado una importante renovación social. Lo
que había significado la respuesta a su discurso, insistió, era que "la socie-
dad no sólo desea reírse solapadamente de Rusia y dedicarle insultos, como
ha ocurrido hasta ahora". Pero este surgimiento de una actitud más positi-
va hacia Rusia había perturbado a la prensa petersburguesa y por ello "hay
que ensuciarlo, destruirlo, deformarlo , y todo el mundo tiene que ser di-
suadido: a la postre, nada nuevo ha ocurrido , dicen, simplemente fue el
buen humor de corazones benévolos después de una buena cena en Mos-
cú". Pero algo nuevo sí había sucedido, y él consideraba tan importante la
tarea de reafirmarlo que escribió su posdata acerca de Gradovski el día del
cumpleaños de su hijo: "Llegaban invitados, pero yo me mantuve aparta-
do, y terminé el trabajo".16
La ira de sus palabras realmente no hace justicia al tono moderado del
artículo de Gradovski, el cual comienza con un considerable cumplido:
"Nadie ha logrado penetrar tan profundamente en la esencia de la poesía
de Pushkin como F M. Dostoievski". Pero , aunque elogiaba su compren-
sión de Pushkin como poeta, Gradovski se negaba a aceptar las implicacio-
nes sociohistóricas que sacaba de la obra de Pushkin. Por ejemplo, Dos-
toievski no había dado una explicación adecuada de la aparición en Rusia
de "los viandantes" a los que tan bien describía, y que habían sido des-
arraigados de su tierra natal. "¿Por qué la parte ilustrada de la sociedad
rusa tiene un sentimiento negativo acerca de los fenómenos de la vida rusa,
y como resultado se crea, para sí, el tipo negativo del 'viandante'7" Para un
lector ruso , acostumbrado a descifrar el lenguaje esópico de la discusión
sociopolítica, la respuesta era evidente: por la servidumbre y el despotismo
político. Pero como no se podía poner en letras de molde ese argumento,
Gradovski se vale de la literatura, como era habitual, para establecer sus
argumentos. "Pushkin, desde luego, describió a los primeros viandantes
rusos, mas por la naturaleza misma de su talento no reflejó ese mundo de-
primente que ellos negaban. Fue Gógol quien lo hizo [y así retrató] el lado
inverso y turbio de la vida rusa". Gradovski cita los nombres de varios per-

15 Ibid , pp 197-198; 17 de julio de 1880.


16
Idem.

680 .. "CO N PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZO NES DE LOS HOMBRES"
sonajes gogolianos que fueron monstruos morales y de cuyo mundo ha-
bían tratado de escapar los sucesores de Aleko, las "personas superfluas"
creadas por Herzen y por Turgueniev.17
Tampoco pudo aceptar Gradovski que "los viandantes" se hubiesen se-
parado "de la esencia misma del pueblo ruso, y por ello hubiesen dejado
de ser rusos ... Aun menos atinado era llamarlos gente 'soberbia' y atribuir
su alienación del pueblo ruso a este pecado satánico ... Tampoco da res-
puesta [Dostoievski] a la pregunta de qué constituye el 'orgullo' de 'los
viandantes', y aún queda otra [pregunta] sin respuesta: ¿ante qué se supo-
ne que deben ellos 'humillarse'?" 18 Gradovski atina así, infaliblemente, a
revelar las implicaciones sociopolíticas del discurso de Dostoievski, que
tan hábilmente había jugado con la reverencia patriótica y populista hacia
"el pueblo", pero que había dejado tan fascinantemente vago lo que signifi-
caba, concretamente, aceptar sus ideales.
En términos más generales, Gradovski señala la flaqueza fundamental
del exclusivo llamado de Dostoievski al cultivo de la moral personal como
remedio de males sociales en gran escala.

El mejoramiento del pueblo en un sentido social [escribe], no sólo puede lo-


grarse trabajando "en sí mismo" y "humillándose". Puede uno trabajar sobre
sí mismo y doblegar todas sus pasiones en un desierto o en una isla deshabi-
tada. Pero como seres sociales, la gente mejora trabajando al lado de otros, y
con otros. Por eso, la mejora social del pueblo depende en tan gran escala del
mejoramiento de las instituciones sociales que desarrolla, si no sus virtudes
cristianas, entonces sus virtudes cívicas.

E ilustra este punto tomando un ejemplo de la historia rusa muy cerca-


no a la biografía del propio Dostoievski. No cabe duda, dice, de que hubo
muchos excelentes cristianos entre los terratenientes rusos en tiempos de
la servidumbre, "y sin embargo la servidumbre siguió siendo una abomi-
nación a ojos del Señor, y el zar liberador ruso apareció como alguien que
expresaba las exigencias no sólo de una moral personal sino también de
una moral social, siendo esta última algo de lo que antaño no había las
concepciones adecuadas, pese al hecho de que no había entonces menos
'gente buena', que ahora". Además, Gradovski indica que "al pedir humil-
17 Las citas del artículo de Gradovski fueron tomadas del comentario en PSS, vol. 26, pp. 476-478.
18
Idem.

EL DIARIO DE UN ESCRITOR, 1880 ~ 681


dad ante la verdad del pueblo y sus ideales [Dostoievski] acepta la 'verdad'
y estos ideales como algo ya dado, inconmovible y eterno"; empero , en
realidad "los ideales sociales de nuestro pueblo están aún en proceso de
formación y desarrollo". Tomando el punto de vista opuesto del de Dostoiev-
ski, también dice categóricamente que "cada persona rusa que desea ilus-
trarse necesariamente adquiere su ilustración de la fuente de la Europa oc-
cidental, debido a la completa falta de fuentes rusas" .19
Enfurecido por estas palabras, Dostoievski contraatacó con todos sus
considerables recursos retóricos.

Escrita como posdata a una introducción explicativa y a la reproducción


de su discurso , la respuesta de Dostoievski es en realidad una profession de
foi, una declaración de principios, más que un intento de razonar con su
oponente para convencerlo de modificar sus ideas. "Usted y yo jamás lle-
garemos a un acuerdo - dice, con razón-, y por ello no tengo ninguna
intención de persuadirlo a usted o de disuadirlo. " En realidad, afirma Dos-
toievski que no está dirigiéndose en absoluto a Gradovski sino , antes bien,
a sus propios lectores. "Oigo, siento y hasta veo el surgimiento de nuevos
elementos que están anhelantes de una palabra nueva, que se han cansado
de las viejas burlas liberales acerca de toda palabra de esperanza para Ru-
sia" (v. 26, p. 149). Su articulo contiene un resumen de sus creencias y
convicciones, ya expresadas en el Diario de un escritor; pero estas ideas ha-
bían sido expresadas antes con referencia a uno u otro tema del momento.
Aquí se las plantea audaz e inequívocamente, afirmadas por derecho pro-
pio , y a menudo apoyadas en las mismas anécdotas autobiográficas ya em-
pleadas para mostrar las raíces personales de sus convicciones.
Empieza por enfrentarse a la acusación de que, si los rusos desean
"ilustrarse" a si mismos, deben buscar esa "ilustración" en fuentes de la
Europa occidental. Pero, ¿qué quiere decir Gradovski, pregunta Dostoiev-
ski, cuando habla de ilustración? ¿Habla de "las ciencias del Occidente, el
conocimiento práctico , el comercio, o bien de ilustración espiritual"? En
el primero de los casos, entonces todas esas ideas pueden llegar de Europa,
"y en realidad no tenemos manera de librarnos de ellas , ni razones para

19
Idem.

682 ... "CON PALABRAS QUE QUEM EN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
intentarlo". Pero si habla de "ilustración espiritual que ilumine el alma,
ilustre el corazón, guíe la mente y muestre un sendero en la vida", enton-
ces los rusos no necesitan acudir a fuentes de la Europa occidental en bus-
ca de tal guía. "Sostengo que nuestro pueblo fue ilustrado hace mucho
tiempo, cuando adoptó a Cristo y a Sus Enseñanzas como su esencia mis-
ma." Luego esboza en vívídas imágenes los interminables sufrimientos so-
portados por el pueblo ruso durante toda su historia: años durante los
cuales no tenía más que a Cristo para aferrarse a Él como consuelo. Pero
muy bien sabe que "mis palabras parecerán un parloteo infantil" a todos
los de la misma persuasión que Gradovski; en realidad, parecerán "casi in-
decentes" (v. 26, pp. 150-151).
Previendo la objeción "de que toda la gama de la ilustración dista mu-
cho de estar confinada tan sólo al cristianismo y al culto de Cristo", Dos-
toievski reconoce la verdad de este argumento. Pero se vuelve contra sus
críticos por negarse a conceder "que el cristianismo del pueblo es, y siempre
seguirá siendo, el fundamento principal y vital de su ilustración". A quienes
lo acusan de pasar por alto "las transgresiones" del pueblo ruso, supuesta-
mente amante de Cristo, implicando así que él ignora su auténtica natura-
leza, los contraataca con una referencia a su propio pasado.

Yo viví con ellos durante algunos años, compartí mis alimentos con ellos,
dormí a su lado y a mí mismo "se me contó entre el número de los transgre-
sores"; laboré con ellos en un verdadero y deslomante trabajo y en un mo-
mento en que otros ... estaban jugando al liberalismo y burlándose del pue-
blo ... Así pues, ¡no me digan que no conozco al pueblo' Yo lo conozco: por
su mediación volví a recibir a Cristo, en mi alma, a Cristo a quien yo había
conocido de niño en el hogar de mis padres y a quien estuve a punto de perder
cuando, a mi vez, me transformé en un "liberal europeo" [v. 26, pp. 151-152].

Esta no es una descripción muy precisa de la evolución moral-espiri-


tual e ideológica, tan compleja, de Dostoievski, pero sí subraya debida-
mente el papel crucial desempeñado por sus cuatro años en el campamen-
to de prisión de Siberia. *
Dostoievski siempre había reconocido abiertamente los muchos y ma-
nifiestos defectos del pueblo ruso, pero ahora se burla de los liberales que
* Para mayor información, véase mi Dostoievski. Los aiíos de prueba, 1850-1859, FCE, México,
2010, pp 111-236.

EL DIARIO DE UN ESCRITOR, 1880 ~ 683


lo comparan desfavorablemente con las clases bajas de las naciones occi-
dentales. "¿Cree usted que en el Occidente ... hay menos embriaguez y
menos robos, que no hay la misma brutalidad -y verdadera crueldad-
(que no es el caso entre nuestro pueblo), y una auténtica y franca ignoran-
cia?" Pero también había insistido siempre en que el pueblo ruso "nunca
ha aceptado , jamás aceptará y no tiene ningún deseo de aceptar su pecado
como verdad. Cometerá pecados, pero siempre dirá, tarde o temprano: 'he
hecho mal' ". En el Occidente, en cambio , existe "tal desorden que la gente
ya no lo considera pecado, sino que ha empezado a aceptarlo como ver-
dad''. Hasta la guerra ruso-turca, sostiene, fue "aceptada [por el pueblo]
como sacrificio expiatorio por sus pecados y sus injusticias; mandó a sus
hijos a morir por una causa sagrada y no se quejó de que el rublo estuviera
devaluándose y de que hubiera aumentado el precio de la carne" (v. 26,
pp. 152-153).
Esta denuncia del Occidente, con toda su "ilustración", reduce toda la
situación sociopolítica de allí a una muestra de los dos lemas que, puede
suponerse, definen el horizonte moral europeo: Chacun pour soi et Dieu
pour taus ("Cada quien para sí mismo, y Dios para todos"), y Apres moi, le
déluge! ("¡Después de mí, el diluvio!") . Éstos son los lemas del más egoísta
y redomado individualismo, y son los que rigen toda la vida sociopolítica
occidental. Lemas similares también pueden encontrarse en el idioma ruso,
pero, según la opinión (bastante prejuiciada) de Dostoievski, no se los
toma en serio y sólo se mencionan en broma. Pero en el Occidente, "¿se
atrevería usted a informar que 'Chacun pour soi et Dieu pour taus' es sólo un
dicho y no un lema social. .. ante el que todos se inclinan y en el que todos
creen? Al menos todos los que están por encima del pueblo , quienes lo
tienen frenado, que poseen la tierra y el proletariado y están en guardia por
la 'ilustración europea'. ¿Para qué necesitamos ese tipo de ilustración? En-
contraremos otra aquí, en casa''. A sus ojos, "en Occidente no hay en realidad
cristianismo ... aunque todavía quedan muchos cristianos". El catolicismo
es simple "idolatría" y el "protestantismo está dando pasos de gigante hacia
el ateísmo y hacia una moral inconstante, de moda, cambiante (y no eter-
na)" (v. 26, pp. 151-153).
Los "viandantes" rusos, sostenía Gradovski, estaban huyendo de las
intolerables realidades de la vida social rusa, como la había representado
Gógol en sus personajes. "Son el trasfondo -había escrito-, sin el cual
los ['viandantes' de Pushkin y sus descendientes] no se pueden compren-

684 ... "CON PALABRAS QUE Q UEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
der. Y sin embargo, estos personajes gogolianos eran rusos, y, oh, ¡qué ru-
sos tan reales!" Así pues, el pueblo ruso no sólo contiene los exaltados atri-
butos que Dostoievski discierne en él, y que garantizan su futuro y glorioso
destino. Dostoievski acepta el reto arguyendo que esos tipos gogolianos,
aunque aparentemente arraigados en la vida rusa, en realidad habían que-
dado tan alienados del pueblo como "los viandantes". Conocían la vida del
pueblo sobre una base cotidiana, pero "ni siquiera sospechaban la existen-
cia del alma del pueblo, las cosas que el pueblo anhelaba y por las que
oraba; ni siquiera las sospechaban porque sentían un terrible desdén hacia
el pueblo" (v. 26, p. 155).
Una vez más, evoca el incidente epifánico de su adolescencia, cuando
vio a un correo del gobierno "que llevaba la levita del uniforme y el tricor-
nio [el atuendo de una 'civilización' occidental que le era ajena] ... dando
un brutal puñetazo en la espalda a su cochero campesino, mientras éste
furiosamente fustigaba a los caballos de la troika, que ya galopaban a toda
velocidad". Para él, esa escena se había vuelto una imagen simbólica, cons-
tantemente invocada, de la relación entre la clase alta rusa y el pueblo; el
superficial brillo del europeísmo no le impedía a esta clase superior tratar a
los campesinos como ese correo había tratado a su cochero: con un puñe-
tazo y un puntapié de "sus bien pulidas botas petersburguesas". "El hijo de
ese correo -escribe deleitándose en su sarcasmo- puede ser un profesor,
tal vez ... un europeo patentado." Tales actitudes no empezaron a cambiar
hasta el surgimiento de los eslavófilos, quienes emularon a Pushkin en su
comprensión del pueblo; y aun entonces "todos miraban a [los eslavófilos]
como si fuesen epilépticos e idiotas cuyo ideal fuera 'comer rábanos y es-
cribir denuncias"' (cita de un poema de Turgueniev, publicado en 1846)
(v. 26, pp. 155-156). Pero entonces llega a lo que considera su punto prin-
cipal: la defensa que hace Gradovski de los "viandantes", a los que justifica
por huir de las repugnantes realidades de la vida rusa.
En realidad, acusa Dostoievski, Aleko, Oneguin y otros como ellos
"eran Derzhimordas [un policía en El inspector general de Gógol] asuma-
nera, y en algunos aspectos, aun peores". Aunque afirma que no está "ha-
ciendo acusaciones contra ['los viandantes'] en absoluto", y está "reco-
nociendo por completo la naturaleza trágica de sus destinos", se niega a
establecer ninguna distinción entre su conducta para con el pueblo y la de
los personajes de Gógol. También los "viandantes" eran producto de una
educación europea, y "su relación con el pueblo era la del amo con un sier-

EL DIARIO DE UN ESCRITOR. 1880 ~ 685


vo". Ya desde comienzos de los sesenta, Dostoievski había censurado a los
rusos educados que huían de su país con la excusa de que no podían en-
contrar allí nada útil que hacer. ¿No podían, preguntaba en son de burla,
enseñar al menos a leer a un solo niño campesino? Sosteniendo el mismo
tema, mantiene la acusación de "altivez" lanzada contra ellos en su discur-
so, y que Gradovski se había negado a aceptar.
Si no hubiesen sido tan altivos, según Dostoievski, "si no hubiesen em-
pezado a maravillarse de su propia nobleza y superioridad, habrían visto
que ellos mismos también eran Derzhimordas ... [y] entonces acaso hubie-
sen encontrado un camino hacia la reconciliación". Especialmente le enfu-
reció que Gradovski hubiese olvidado el aspecto más general de las ideas
expresadas en su discurso, particularmente su afirmación de que '"los vian-
dantes' son los productos del proceso histórico de nuestra sociedad". No
es verdad, se queja, que "esté yo acusando a Aleko sólo de fallas personales
y pasando por alto la raíz del problema", que es, precisamente, "el proceso
histórico" en cuestión (v. 26 , pp. 156-157). Pero aunque Dostoievski reco-
noce implícitamente la génesis sociohistórica que produjo a "los viandan-
tes" como tipo ruso (es decir, las reformas de Pedro el Grande, que también
dieron por resultado el establecimiento de la servidumbre), la única solu-
ción que ofrece, como atinadamente lo ve Gradovski, está puesta en térmi-
nos puramente personales ... o, antes bien, en términos cuya tácita dimen-
sión social implicaba someterse al orden social existente, estando atento a
los indicios vagamente esperanzadores de alguna muestra de benevolencia
zarista.
Por último, Gradovski es atacado por lo que Dostoievski llama "todo el
contenido implícito de su artículo, el cual, al parecer, desea usted ocultar".
Pues Gradovski consideraba a "los viandantes" como "normales y admira-
bles , admirables por el hecho mismo de que huyeron de los Derzhimor-
das''. En efecto, Gradovski los había elogiado "por su odio a la esclavitud
que oprimía al pueblo", añadiendo que "amaban al pueblo a su manera,
'a la manera europea', si usted quiere. Pero, ¿quién, si no ellos, prepararon
a nuestra sociedad para la abolición de la servidumbre?" Dostoievski re-
chaza categóricamente esa afirmación, replicando que quienes huyeron de
Rusia llenos de "pesar cívico" no odiaban la servidumbre "pensando en el
campesino ruso que trabajaba para ellos y los alimentaba y que , por consi-
guiente, era oprimido por ellos, así como por otros". Por qué si "los vian-
dantes" estaban "tan llenos de pesar cívico que tuvieron que huir para

686 ... "CO N PALABRAS QUE QUEMEN LO S CO RAZ ONES DE LOS HOMBRES"
juntarse con los gitanos o integrar las barricadas de París" (alusión a Ru-
din, personaje de Turgueniev basado en Bakunin), no "simplemente libera-
ron a los siervos con tierras". Desde luego, no habrían tenido ningún in-
greso, pues "se necesita dinero para vivir en el 'gay Paree"' (v. 26 , pp.
157-158).
Con una alusión a Herzen que todos sus lectores comprenderían, Dos-
toievski habla de aquellos que "hipotecaron, vendieron o cambiaron (¿hay
alguna diferencia?) a sus campesinos y, llevándose el dinero así reunido , se
fueron a París a patrocinar la publicación de periódicos y revistas radicales
franceses para la salvación de la humanidad, y no sólo del campesino
ruso". (Herzen había ayudado a Proudhon a financiar la publicación de su
periódico.) Dostoievski acusa a "los viandantes'', en una indigna burla, de
tener tan baja opinión de los campesinos rusos que aún les parecía necesa-
rio azotarlos; a la vez, se refiere a todas las escabrosas anécdotas que circu-
laban acerca de la vida de las familias campesinas entre "aquellos cuyas
propias vidas familiares eran, frecuentemente , casas de mala reputación", y
que aceptaban "las últimas ideas europeas a la manera de Lucrezia Floria-
ni" (v. 26 , p. 159) (Lucrezia Floriani, una célebre diva de la ópera, es la
protagonista de una novela de George Sand, y da buen número de hijos
ilegítimos a varios amantes, mientras está en busca de su pareja ideal.) Esta
pulla también va dirigida a Herzen, quien había escrito acerca de los amo-
ríos de su propia esposa con el poeta radical alemán Georg Herwegh, y que
a su vez, engendró varios hijos con la esposa de su mejor amigo, Nikolái
Ogarev.
Para mostrar el desprecio con que esos "ilustrados" rusos miraban al
pueblo , Dostoievski entonces , sin precisar su fuente informativa, narra un
incidente recién publicado en Una década notable, de Annenkov. Después
de cenar "en una encantadora dacha de Moscú" en 1845, un grupo de "hu-
manísimos profesores, célebres amantes y conocedores de las artes ... , re-
nombrados demócratas que después se volvieron notables figuras de im-
portancia universal, críticos, escritores y damas de encantadora cultura",
se fueron a dar un paseo por los campos circundantes. Allí descubrieron a
un grupo de campesinos, hombres y mujeres, que habían estado trabajan-
do todo el día recogiendo la cosecha, vestidos con lo que Annenkov llama
un "atuendo casi primitivo". Dostoievski altera ligeramente el texto , refi-
riéndose sólo a una mujer que trabajaba en un cercano campo de centeno
sin darse cuenta de que la estaban observando. Su semidesnudez, causada

EL DIARIO DE UN ESCRITOR, 1880 .... 687


por la fatiga de trabajar todo el día bajo un sol quemante, movió a uno de
los rapaces a observar que "¡la mujer rusa es la única en el mundo que no
se avergüenza ante nadie!" Otro añadió que "¡sólo ante la [mujer] rusa na-
die se siente avergonzado por nada!" Otros pusieron objeciones, y estalló
una controversia; empero, Dostoievski estaba convencido de que aun los
que se negaban a aceptar tan desdeñosas observaciones no habían visto el
punto principal. "¡Vaya, era para ustedes, para los viandantes universales,
para los que ella estaba trabajando; era su trabajo el que les permitía comer
hasta hartarse!" (v. 26, pp. 159-160).
Una vez más, de manera totalmente injustificada, Dostoievski se niega
a dar a "los viandantes" algún crédito por haber ayudado a allanar el cami-
no para la abolición de la servidumbre, "aunque naturalmente, todo esto
entró en el total general y les resultó útil". De mucho más peso, en su opi-
nión, fue la labor de alguien como el eslavófilo Yuri Samarin, quien tomó
parte activa en los preparativos de la reforma y fue miembro de la comi-
sión que redactó los estatutos finales. Gradovski, observa, no hace referen-
cia alguna a tales personas, "que eran totalmente distintas de los viandan-
tes". Estos últimos "pronto se aburrieron ... y una vez más empezaron a
enfurruñarse y a dar de gritos". Al recibir los pagos por "redención" de sus
antiguos siervos, "empezaron a vender sus tierras y bosques a mercaderes
y kulaks para que los cortaran y destruyeran; los viandantes se establecie-
ron en el exterior, dando así comienzo a nuestra práctica de ausentismo".
Como resultado , Dostoievski "simplemente no puede consentir en aceptar
esta imagen, tan querida de usted [Gradovski], de la persona superior y li-
beral como el ideal del verdadero ruso normal" (v. 26, pp. 160-161).
Formidable polemista cuando se basaba en tan concretos ejemplos de
la vida rusa, Dostoievski lo es mucho menos cuando tiene que enfrentarse
a ideas más generales, como, por ejemplo, el argumento de Gradovski de
que "el mejoramiento personal en el espíritu del amor cristiano" no basta
para producir un fundamental mejoramiento moral de la sociedad. Aun si
terratenientes como Korobochka y Sobakevich en Las almas muertas hu-
biesen sido "perfectos cristianos", su fe, según Gradovski, no habría aboli-
do la servidumbre. Dostoievski hábilmente toma este concepto de "perfec-
ción" en su favor, pues "si Korobochka hubiese sido, o hubiese podido
llegar a ser, una auténtica y perfecta cristiana, la servidumbre en sus pose-
siones habría desaparecido por completo, de modo que no habría habido
nada de que preocuparse, pese al hecho de que todas las escrituras de pro-

688 ... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES""
piedad y las cuentas se habrían quedado en el cofre, como antes" . En reali-
dad, "el ama y la esclava anteriores se habrían desvanecido como la bruma
ante el sol, y habría aparecido todo un pueblo nuevo y todas unas relacio-
nes enteramente nuevas y sin precedentes entre sus miembros". En otras
palabras, la transformación del sentimiento moral causada por un cristia-
nismo perfecto habría triunfado sobre el egoísmo de las relaciones sociales
ordinarias. Dostoievski reconoce que ésta es "una proposición fantástica .. .
[y] una fantasía asombrosa", pero insiste en que simplemente está siguien-
do la lógica del propio Gradovski hasta su fin (v. 26 , pp. 162-163). De he-
cho, está describiendo su propio mundo ideal de amor cristiano, el ideal
que se encuentra en las raíces de todas sus especulaciones y profecías su-
puestamente sociopolíticas.
Aunque reconoce que el cristianismo en tiempos de san Pablo no ha-
bía abolido la esclavítud, arguye que la razón "fue simplemente que las
Iglesias que habían surgido por entonces no eran perfeetas aún (lo que es
evidente en las epístolas de Pablo)". Pero los que critican al cristianismo
por "su supuesta consagración de la esclavítud ... no comprenden la esen-
cia del asunto". Ningún cristiano auténtico y perfecto podía poseer escla-
vos, aun cuando continuara habiendo amos y servidores. Y Dostoievski
cita las epístolas de Pablo a su sirviente Timoteo (a quien el apóstol llama
su "hijo en la fe") para demostrar que con un perfecto amor cristiano "ya
no habrá amos, ni los servidores serán esclavos". El padre Zósima ya había
predicado que el cristianismo promueve una transformación interna de
la relación entre amo y servídor, logrando que de una relación de dominio se
pase a otra de afecto mutuo, y Dostoievski ahora levanta la imagen de "una
futura sociedad perfecta" en que hombres como Kepler, Kant y Shake-
speare serían libremente atendidos por personas que reconocieran su im-
portancia para la humanidad. Al servir voluntariamente a tales genios, la
persona que lo hiciera demostraría que "no estoy por debajo de ti en nin-
gún valor moral, y que, como persona, soy igual a ti" (v. 26, pp. 163-164).
Uno de los primeros atisbos -conmovedoramente ingenuos- que hay en
la obra de Dostoievski de esa aceptación voluntaria y de respeto propio
ante una valía superior puede encontrarse en La casa de los muertos, cuan-
do los reos campesinos de la prisión le hicieron pasar a la primera fila en
las funciones de teatro navídeñas, porque él poseía un mayor conocimien-
to de la escena (v. 4, pp. 121-122).
Dostoievski sabe, desde luego, que todas esas creencias visionarias se-

EL O/AR/O DE UN ESCRITOR. 1880 ~ 689


rán recibidas con escarnio, y que la gente preguntará: ¿de qué sirve seme-
jante ideal "cuando parece que el cristianismo auténtico no existe en la
tierra, o sólo existe en pequeña medida?" Responde preguntando: "¿Cuán-
tos ciudadanos auténticos se necesitan para mantener vivo el ideal de vir-
tud cívica?" (¡Como si ser buen ciudadano y llegar a ser perfecto cristiano
requirieran el mismo grado de autodisciplina moral!) Pero, tal vez cons-
ciente de lo frágil de este razonamiento, afirma entonces su creencia en el
ideal cristiano como un acto de fe . "Si yo creo que la verdad está aquí, en
estas mismas cosas en que pongo mi fe , entonces , ¿qué me importa si todo
el mundo rechaza mi fe , si se burla de mí y recorre otro camino 7" Habla
aquí la voz de su "hombre ridículo" cuyo sueño del ideal no puede ser di-
sipado por el escepticismo y la incredulidad de quienes se ríen de sus pré-
dicas. El valor de semejante ideal no puede "medirse en función del bene-
ficio inmediato, sino que va dirigido al futuro , hacia los fines eternos y la
alegría absoluta" (v. 26, p. 164). Ésta es la visión que Dostoievski sostiene
como la respuesta rusa a la "ilustración" occidental.

690 ... "CON PALA BRAS QUE QUEMEN LOS CO RAZONES DE LOS HOMBRES"
XXX. Controversias y conclusiones

EL úNICO número del Diario de un escritor de 1880 se publicó el 1ºde agos-


to, y tanto el discurso sobre Pushkin como el artículo de Dostoievski cau-
saron una nueva lluvia de comentarios. La reacción de los periódicos libe-
rales y radicales fue, como podía esperarse, implacablemente hostil, y el
artículo de Gradovski fue un ejemplo relativamente moderado de su res-
puesta; la prensa rabiosamente radical mostró un tono mucho más agresi-
vo. Otro artículo más, escrito por K. D. Kavelin, también despertó el inte-
rés de Dostoievski, y muchas entradas en su cuaderno de notas responden
a esta crítica, pero la muerte le impidió hacer una refutación más comple-
ta. (Kavelin fue otro académico de nota, célebre por sus estudios antiesla-
vófilos de historia rusa, que había sido discípulo de Belinski.)
Turgueniev continuó extremadamente disgustado por todo el asunto.
V V Stasov, quien lo encontró en París a mediados de julio, cuenta que se
refirió al discurso sobre Pushkin como "aborrecible", aunque "casi toda la
intelligentsia y miles de personas se hayan vuelto locas por él". Le parecían
"intolerables todas las mentiras y falsificaciones de la prédica [de Dostoiev-
ski], su "verborrea mística" acerca del "hombre íntegro ruso" la "íntegra
rusa Tatiana", se sentía "terriblemente vejado, terriblemente indignado" .1
Con todo, no sólo fueron los occidentalistas los que encontraron mu-
cho que objetar en la irresistible oratoria de Dostoievski: hasta algunos de
sus admiradores y amigos fueron incapaces de aceptar todas las implica-
ciones de sus ideas. Y lo mismo podría decirse de aquellos que, si no sus
partidarios, sí podían considerarse sus aliados políticos. Al escribirle a
1
Letopis Zhizlmi i Tvorchestvo E M. Dostoevskogo, ed. de N. F Budanova y G. M. Fridlender,
3 vols., San Petersburgo, 1995, v. 2, p 449.

~ 691
O. F Miller, que por entonces estaba redactando un artículo sobre el festi-
val para El Pensamiento Ruso, Serguéi Yuriev observó irónicamente que "es
necesario cancelar todas las cuestiones acerca de la libertad política porque
[el padre] Zósima se siente libre en sus cadenas". El artículo de Miller,
que en general defendió a Dostoievski, sin embargo concedió con tiento que
"querellarse con Dostoievski (y hasta tener cierto éxito) , desde luego, es
muy posible si la querella se entabla sobre puntos particulares; su fuerza
no está en ellos, sino en ... su pensamiento en general. Como puntos parti-
culares podría yo enumerar las caracterizaciones de Tatiana , Oneguin y
Aleko''. 2 La crítica más penetrante de esta índole , que planteó preguntas
fundamentales acerca de sus ideas socioreligiosas, procedió de la pluma
intransigente y reaccionaria de Konstantín Leontiev.

A mediados de julio , Dostoievski le escribió a su viej o amigo Victor Putsi-


kovich, en Berlín, quien por entonces había abandonado El Ciudadano Ruso
por falta de fondos y estaba planeando inaugurar un salón de lectura que
contuviese publicaciones extranjeras y, particularmente, rusas. Dostoievski
le asegura a Putsikovich que la falta de respuesta a cartas anteriores tan
sólo subrayaba la carga de su trabajo en la novela y de la réplica a Gradov-
ski. Esta última había sido necesaria no por vanidad personal, sino en nom-
bre de "una idea. Un nuevo momento inesperado se manifestó en nuestra
sociedad educada en la celebración de Pushkin, y corrieron a mancharla y
profanarla, atemorizados por la nueva palabra en la sociedad , que en su
opinión es reaccionaria en extremo ... y yo escribí una pieza tan feroz que
rompe todos los nexos con ellos, y ahora todos me maldecirán". Tan ar-
duamente había trabajado en el último mes, se queja, "que ahora estoy ex-
hausto y casi enfermo"; mas a pesar de su frágil salud, "no irá a Ems" este
año, y anuncia categóricamente que "sin duda reanudaré el Diario el año
próximo". 3
Una carta acerca de la propiedad Kumanina muestra que aún no se
había llegado a un acuerdo sobre todos los detalles, y este desagradable
pleito jurídico continuó hasta la víspera de la muerte de Dostoievski; bien
2
PSS, vol. 26, p. 487.
3
PSS, vol. 30, libro 1, pp. 199-200; 18 de julio de 1880.

692 ... "CON PA LABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZO NES DE LOS HOMBRES"
pudo contribuir a agravar su enfermedad final. Él también contestó a una
averiguación de K. P Pobedonostsev, quien como jefe secular de la Iglesia
ortodoxa le había preguntado por un sacerdote que por entonces vivía en
Staraya Rusa en casa del padre Rumiantsev. El clérigo había pedido autori-
zación para dejar el sacerdocio por causa de enfermedad, y Dostoievski
confirmó que realmente padecía una dolencia, aunque "su enfermedad es
muy extraña". Dostoievski atestigua sobre la realidad de su estado porque
"yo padecí la misma enfermedad en 1847, 1848 y 1849. También tengo un
hermano afligido exactamente por el mismo mal". Un resultado de esta
enfermedad es que "en ciertos temperamentos los ataques de esta enferme-
dad producen trastornos psíquicos, mentales. Una persona se llena de una
angustia ilimitada y hacia el fin se imagina acosada por todas las enferme-
dades y continuamente busca tratamiento de un médico, o trata de curarse
por sí sola". 4 Dostoievski estaba convencido de que sus años en el campa-
mento-prisión, aunque culpables de su epilepsia, lo habían liberado de
este temprano mal.
Dostoievski le pide a su amigo que lea el Diario y le informe de sus re-
acciones, felicitándolo , a su vez, por un discurso "maravilloso" que Pobe-
donostsev recién había pronunciado ante las estudiantes que iban a gra-
duarse en una escuela para hijas de clérigos. Cuando Dostoievski se queja
de su asediada situación - "creo que todos están arrojándome piedras"-
su confidente lo consuela de una manera curiosamente ambigua. "Cuánto
me alegro -contesta Pobedonostsev-, por la noticia que me das acerca
de la aparición inminente del Diario . Si tu pensamiento está anclado clara
y firmemente en ti mismo, en la fe, y no en vacilaciones ... entonces no hay
necesidad de prestar atención al modo en que se refleja en espejos rotos ...
como lo son nuestros periódicos y revistas". 5 Tan insidiosa observación
sugiere que , al menos a ojos de Pobedonostsev, tal vez la propia fe de Dos-
toievski manifestaba demasiada "vacilación" para ser inconmovible. Lo que
Pobedonostsev quiere significar aquí con "fe" no está muy claro; podría
estarse refiriendo a la fe de Dostoievski en sus propias convicciones, pero
más probablemente está aludiendo a la "fe" religiosa, con las particulares
connotaciones moral-sociales que le dio a esa creencia Dostoievski.
Una interpretación de esta índole encuentra apoyo indirecto en la si-
guiente carta de Pobedonostsev, diez días después, en la que agradece a
4
Ibid. , pp. 202-203 ; 25 de julio de 1880.
5
Literaturnoe Nasledtsvo, 15 (Moscú, 1934), p. 145.

CONTROVERSIAS Y CONCLUSIONES ~ 693


Dostoievski haberle enviado el Diario. "Te doy las gracias -dice- por
haber proferido la verdad rusa." 6 Al mismo tiempo, preguntando si suco-
rrespondiente ha visto el artículo acerca del discurso sobre Pushkin publi-
cado por Konstantín Leontiev en tres números del Diario de Varsovia, se los
envía para que los hojee. Dostoievski contestó dando las gracias por la
aprobación a su Diario y por el envío de los artículos, pero la remisión
ciertamente le habrá hecho preguntarse varias cosas. Pues Leontiev trata
con espíritu crítico, y con suma agudeza, las cuestiones socioreligiosas
planteadas por el discurso sobre Pushkin, contrastando sus juicios equívo-
cos con la firmeza expresada por el propio Pobedonostsev en el discurso
de graduación que Dostoievski había elogiado. ¿Por qué habría de llamar
Pobedonostsev la atención hacia el artículo de Leontiev sino para indicar
lo que le parecía dudoso en las convicciones de Dostoievski7
El artículo de Leontiev, "Sobre la fraternidad universal", contiene un
penetrante análisis de las implicaciones más vastas de las opiniones de
Dostoievski, así como de su obra literaria en general. Leontiev, frecuente-
mente llamado el Nietzsche ruso, ocupa un lugar único en la gama socio-
cultural de su patria. Educado como médico y habiendo servido como ci-
rujano militar durante la guerra de Crimea, era novelista, además de ser un
ensayista brillante, mordaz y sumamente original, que escribía desde una
posición archirreaccionaria. Odiaba la civilización occidental burguesa en
todos sus aspectos, prefiriendo, con mucho, la del imperio otomano, en el
que había servido como diplomático; a la vez, predicaba un reinado de ti-
ranía y despotismo en Rusia como defensa contra la infiltración de los
ideales occidentales de progreso y mejora humana universal. Durante sus
últimos años, pasó por una fase intensamente religiosa, y vivió un año
(1871) en el ambiente severamente ascético del monasterio ortodoxo grie-
go situado en el Monte Athos. Más adelante, vivió en el santuario de Optina
Pustin, y poco antes de su muerte hizo votos monásticos. Leontiev escri-
bía, así, desde un punto de vista que era hostil no sólo al liberalismo de
Gradovski sino también a la inconsistencia de Dostoievski -al menos,
de eso lo acusaba- al ofrecer unos ideales esencialmente occidentales
como la realización de los del cristianismo ortodoxo. 7
6
Ibid., p. 146.
7
Para una breve pero cornincente introducción a las ideas de Leontiev, véase Andrzej \,Yalic-
ki, A Histo1y of Russian ThOLLght from the Enlightenment to Marxism, trad. de Hilda Andrews-Ru-
siecka, Stanford, 1979 , pp. 300-308.

694 ~ "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"


Bien comprendió Leontiev por qué los que escucharon la apasionada
declamación de Dostoievski en el festival de Pushkin se dejaran arrastrar
por su elocuencia. Sin embargo, leyendo sus palabras impresas, y a una
distancia que permitía darles una consideración sobria, la encuentra in-
compatible con el cristianismo tal como él lo entendía. Cierto, reconoce
que Dostoievski es uno de los pocos escritores rusos que "no ha perdido la
fe en el hombre mismo", ya que continúa atribuyendo responsabilidad
moral al individuo, en vez de cargarla sobre la sociedad. A este respecto, se
ha mantenido fiel a una exigencia verdaderamente cristiana hecha a la per-
sonalidad. Empero , el cristianismo no cree "incondicionalmente ... ni en
una mejor moral personal autónoma ni en la sabiduría de la humanidad
en conjunto, que tarde o temprano deberá crear un paraíso terrenal". Es
esta última esperanza, que ocupa lugar central en la sensibilidad de Dos-
toievski, la que Leontiev rechaza como opuesta al cristianismo ortodoxo;
la equipara, antes bien, con "las doctrinas del eudemonismo antinacional
en que no hay nada nuevo en lo tocante a Europa. Todas estas esperanzas
de amor y paz terrenales pueden encontrarse en los versos de Béranger, y
aún más en George Sand y muchos otros". 8 Aquí, Leontiev discierne muy
agudamente la continuada influencia del cristianismo socialista utópico
de la juventud de Dostoievski: el cristianismo que se define a sí mismo como
la aplicación de la ética del amor de Cristo a la vida social en la Tierra.
La posición del propio Leontiev, por el contrario, es la de un "pesimis-
mo cristiano'', que confronta la "irremediable tragedia de la vida terrena"
con un implacable realismo. "El sufrimiento, la pérdida y la desilusión por
la injusticia tienen que ser -escribió-. Hasta nos son útiles para nuestro
arrepentimiento y la salvación de nuestras almas más allá de la tumba."
Identifica su propia posición con la del discurso de Pobedonostsev, que no
había propuesto ningún amor incondicional a la humanidad. El amor más
importante, había proclamado el procurador, era el amor a la Iglesia orto-
doxa, y una adherencia estricta e incondicional a sus dogmas. "Cristo -como
declaró Leontiev-, no es conocido más que a través de la Iglesia"; pero
en el discurso de Dostoievski el Salvador "está, hasta tal punto, al alcance
de todos nosotros fuera de la Iglesia [que] nos arrogamos el derecho de
atribuirle una promesa que nunca hizo" (es decir, el paraíso terrenal). 9
8
Konstantin Leontiyev, Sobranie Sochinenii, 9 vals, San Petersburgo , 19 12, vol. 8, pp. 188-
189 y 199.
9
Ibid' pp. 203 y 207.

CONTROVERSIAS Y CONCLUSIONES ~ 695


La respuesta inmediata de Dostoievski a Pobedonostsev consistió en
observar que "en último análisis, Leontiev es un poco hereje ... [aun cuan-
do] hay mucho de interés en sus opiniones" .10 Pero dado que Pobedo-
nostsev, como jefe oficial de la Iglesia ortodoxa, claramente aprobaba el
artículo de Leontiev (que citaba sus propias palabras), Dostoievski en rea-
lidad estaba imputándole también a él un poco de "herejía". Agudamente
consciente de haber sido acusado de posible infidelidad a sus propios prin-
cipios, contestó Dostoievski: "No es que yo no crea en lo que yo mismo he
escrito , pero siempre me ha atormentado la cuestión de cómo esto será re-
cibido, de si el pueblo decidirá comprender la esencia de la cuestión, y si
el resultado no será más probablemente malo que bueno por haber publi-
cado yo mis más caras convicciones". 11 Podemos preguntarnos lo que ha-
bría pensado el procurador del Santo Sínodo de la entrada que Dostoievski
anotó en su cuaderno para una respuesta futura (pero nunca escrita) a su
crítico. "Leontiev (no vale la pena hacer el bien en el mundo, pues está dicho que
será destruido). En esta idea hay algo temerario y deshonesto. Sobre todo,
es una idea muy conveniente para una conducta convencional: puesto que
todo está condenado, ¿para qué esforzarse, para qué tratar de hacer el bien?
Hay que vivir para la barriga ... " (v. 27, pp. 51-52) . Así, por motivos socio-
morales, Dostoievski se negó a adaptarse a la perspectiva extremadamente
fatalista y exclusivamente ultramundana de su crítico, quien veía la exis-
tencia del mal como algo necesario para la salvación y creía que, por tanto,
casi no había razón para combatirlo u oponérsele. Para Dostoievski, en
cambio, la humanidad estaba dotada de la libertad de luchar contra el mal,
y el amor cristiano acabaría por triunfar. Sin embargo, nunca queda claro
si en sus predicciones apocalípticas de una transformación futura de la
humanidad y de la vida humana, esto ocurriría en la tierra que conocemos
o si quedaba reservado a alguna maravillosa metamorfosis celestial.

El 10 de agosto, Dostoievski envió los últimos capítulos (6-10) del libro


11, y dijo a Liubímov que estaba satisfecho con los capítulos 6, 7 y 8. És-
tos muestran las tres visitas de Iván a Smerdiakov, y Dostoievski consideró
10
PSS, vol 30, libro 1, p. 210; 16 de agosto de 1880.
11
Ibid. , p 209.

696 ... "CON PALABRAS QU E QUEMEN LOS CO RAZONES DE LOS HOMBRES"


que "han salido bien". "Pero no sé -añade- cómo verás tú el capí-
tulo 9". A Dostoievski le preocupaba que su descripción magistral de la aluci-
nación de Iván y su encuentro con el demonio no fuese aceptada tal como
estaba escrita, y le asegura a Liubímov que sus detalles han sido "compul-
sados con la opinión de médicos (y más de uno) desde hace tiempo. Ellos
sostuvieron que no sólo era posible tener pesadillas similares sino hasta
alucinaciones poco antes de una 'fiebre cerebral'. Mi héroe, desde luego ,
también tiene alucinaciones, pero las confunde con sus pesadillas". En
otras palabras , Iván toma sus "pesadillas", producto exclusivo de su propia
psique y reconocidas como tales, por "alucinaciones" que acepta, al menos
momentáneamente como en realidad existentes en el mundo. Pasa enton-
ces Dostoievski a explicar que

aquí no sólo se trata de un rasgo físico (enfermizo), cuando una persona em-
pieza a veces a confundir lo real con lo irreal (lo que le ha ocurrido casi a
cualquiera , al menos una vez en su vida), sino también de un rasgo espiritual,
que coincide con el carácter del personaje: al negar la realidad del fantasma,
defiende su realidad cuando el fantasma desaparece. Atormentado por falta de
fe, desea (inconscientemente) al mismo tiempo que el fanta sma no fuera imagina-
rio, sino algo real. 12

Sin duda teniendo en mente a Dante y a Milton, Dostoievski se dis-


culpa humorísticamente por haber retratado al diablo en tan poco glorio-
sa guisa: "Sólo es un demonio, un pequeño demonio, y no Satanás 'el de
las alas quemadas"'. También pide que no le cambien la frase "los histéri-
cos chillidos del querubín", temiendo seguramente que a sus editores les
pareciera esto demasiado irreverente para los habitantes de los ámbitos
angélicos. "Les imploro dejar pasar eso: después de todo, el que está ha-
blando es el Diablo, y no puede hablar de otra manera . Si eso resulta abso-
lutamente imposible , entonces en lugar de chillidos histéricos pongan gritos
de alegría". Pero esta alternativa "en realidad sería muy prosaica y fuera de
tono". Por fortuna, en el texto no se hizo tal sustitución. Otros elementos
discutibles, como las referencias a los incidentes ocurridos en los confe-
sionarios católicos, "son frívolos, pero no me parecen obscenos para
nada". Pregunta luego: "¿No dice Mefistófeles, a veces , tonterías en las dos

12
Ibid. , p . 205; 10 de agosto de 1880.

CONTROVERS IAS Y CONCLUSIONES ~ 697


partes de Fausto?"13 Si se les juzga por las normas de la Walpurgis-Nacht de
Goethe, los pocos pasajes alusivos de Dostoievski son en verdad inocen-
tes, y no requerían ningún cambio.
Las notas tomadas para el libro 11 también aclaran ciertos aspectos del
texto final. El inesperado interés amoroso de Iván por Liza Jojlakova fue
introducido para vincular a éste, el más intelectual de los hermanos, con la
plotoiadnost (lujuria o sensualidad) karamazoviana que los une como rasgo
familiar. También confirma la afirmación de Smerdiakov de que, de los
tres, era Iván el que más se asemejaba a su padre. Una nota dice: '"Me gus-
ta esa muchacha"', [dice Iván]. '" ¿Estás hablando de Liza?', pregunta Alio-
sha, mirándolo fijamente. Sin responder: 'Temo estar siguiendo directa-
mente las huellas de Fiódor Pávlovich. Al menos en cierto respecto' (ríe)"
(v. 15 , p. 324). Las notas también contienen varios cambios en la secuencia
de los capítulos, especialmente los que incluyen las tres visitas de Iván a
Smerdiakov. En uno de los planes iniciales, la primera y la segunda visita
estaban separadas de la tercera por toda una serie de acontecimientos. Asi-
mismo , varias notas indican que Smerdiakov, después de la segunda visita,
llamaría a Iván para la tercera; pero este programa habría socavado el avan-
ce unificado del sentido de culpa que brota en Iván. Dostoievski narró
finalmente las tres visitas en retrospectiva para obtener una progresión
continua de la creciente conciencia de Iván de su responsabilidad moral.
Diversas notas mencionan a "Bemard", obviamente el célebre fisiólogo y
psicólogo francés Claude Bemard, cuyas ideas caricaturiza Dimitri en una
extensa invectiva. Bemard había fallecido en 1878, y la pila de obituarios
en la prensa rusa acaso moviera a Dostoievski a elegirlo como representan-
te de la "ciencia". Pero de tiempo atrás conocía las ideas de Bemard. Su
obra principal, Introduction a l'étude de la médecine expérimentale (1865),
había sido traducida por Nikolái Strájov, y la importancia literaria atribui-
da por Zola a las teorías deterministas de Bemard sobre el carácter huma-
no, como ya se ha observado, le dio a esta selección un significado literario
además de ideológico.
En brillantez imaginativa y maestría artística, la escena entre Iván y el
demonio puede rivalizar indiscutiblemente con otras partes del libro; em-
pero, Dostoievski dudó hasta el último momento de si debía escribirla.
Como le dijo a Liubímov: "Aunque yo mismo creo que este capítulo no

13
Idem.

698 ""' "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORA ZONES DE LOS HOMBRES"
debió entrar, me encantó escribirlo, y no me voy a retractar de él, en abso-
luto".14 Ya hemos visto que Dostoievski había estado pensando mucho en
el problema de presentar "lo fantástico"; otra razón para aceptar este reto
pudo ser un deseo de compensar lo que, en el Diario de un escritor, recien-
temente había reconocido como la causa del fracaso de El doble. La obra lo
había dejado insatisfecho, tal vez porque, aun cuando contenía una magis-
tral descripción de un personaje llevado a la esquizofrenia por un conflicto
interno, el doble a veces es tratado como una aparición puramente psico-
lógica y subjetiva, y a veces como alguien con existencia objetiva, que es
visto por los otros personajes. Esta incertidumbre acerca del estatus del
doble, recurso que a veces es empleado para causar un efecto puramente
cómico, socava la seriedad del conflicto sociopsicológico encarnado en la
apariencia de su personaje El propio Dostoievski había dicho, en un pasa-
je ya citado, que aun cuando nada que hubiese escrito fuera más serio que
la idea artística encarnada en El doble, la "forma" dada a esta idea había
sido errónea, y su ejecución fallida. El "goce" que sintió al describir al de-
monio de Iván bien pudo brotar de sentirse capaz, finalmente, de rectificar
el error literario cometido como principiante.
Para Dostoievski, "lo fantástico" fue creado por la oscilación entre lo
real y lo sobrenatural y la dificultad de decidir entre ambos. En sus notas
para el encuentro de Iván con el demonio, varias veces se recuerda a sí
mismo, que debe describir la materialidad un tanto burda del visitante so-
brenatural de Iván. "Entra Satanás y se sienta (un hombre canoso y arru-
gado)" (v. 15, p. 320) . Poco después, Dostoievski anota la frase francesa
empleada después en el texto (qui frisait la cinquantaine ["frisando los cin-
cuenta años"]), y anota otra imagen: "Satanás toserá de cuando en cuando
(realismo, una verruga)" (v. 15, p. 334). Satanás está asimismo muy pre-
ocupado por su salud, temiendo haber pescado un fuerte resfriado en su
viaje a la Tierra desde las esferas celestes, pasando por los ámbitos glaciales
del espacio interestelar; y se hacen varias referencias al "extracto de malta
de Hoffmann" como remedio, así como a "miel y sal" (v. 15, p. 336). Todo
esto arraiga a Satanás firmemente en la realidad cotidiana de la existencia
ordinaria, mientras al mismo tiempo sigue siendo un Satanás sobrenatural.
Sin embargo, en una nota los poderes ultraterrestres del demonio parecen
ser manifiestos: "Iván lo golpea [al demonio], pero éste aparece en varias

14
Ibid, p. 205; 10 de agosto de 1880.

CONTROVERSIAS Y CONCLUSIONES ~ 699


sillas", evadiendo así cada vez, puede suponerse, los golpes de lván (v. 15 ,
p. 321). Pero esta demostración de las capacidades mágicas del demonio ,
que habrían menoscabado su materialización, no fue incluida en el texto.
El toque de genio de Dostoievski consistió en dar a este topos temático
una dimensión religioso-filosófica, al transformar las dudas de lván acerca
de la realidad del demonio en la pregunta de saber si cree o no en la exis-
tencia de un ámbito sobrenatural, y, por tanto, de Dios. Él desea creer para
convencerse a sí mismo , en el nivel puramente psicológico , de que no está
perdiendo la razón, pero también desea que Satanás sea sólo una alucina-
ción para poder conservar su convicción de que Dios no existe. "Satanás a
lván: 'Y sin embargo , sabes que existo' . lván: 'Ni por un momento (me
gustaría que existieras)'. Satanás: '¡Eh!'" (v. 15 , p. 320). La razón de lván
habla en la primera parte de esta segunda frase; su deseo subconsciente de
creer, en la frase entre paréntesis. De este modo, la oscilación de "lo fantás-
tico" recibe aquí tal vez su mayor expresión literaria cuando Dostoievski
convierte sus ambigüedades en un tanteo de la cuestión de la fe religiosa.

A mediados de agosto , Anna Grigórievna fue a San Petersburgo a cuidar la


distribución del Diario de un escritor de 1880, que ahora tenía gran deman-
da. "Has dejado muchos ejemplares [en manos de los distribuidores] pero
¿cómo se venderán"?", le escribe Dostoievski a su esposa, un tanto escépti-
co. 15 Él se había quedado a cargo de los niños , desde luego con una insti-
tutriz , y mucho le ayudaban el padre Rumiantsev y su familia . Su informe
desde el hogar fue muy tranquilizador ("los niños se están portando bien y
quieren así portarse"), pero le irritaba la falta de publicidad dada a la apari-
ción del Diario: "Si Goncharov tuviese hipo, todos los periódicos inmedia-
tamente empezarían a gritar: '¡Nuestro venerable novelista tiene hipo! ',
mientras a mí me pasan por alto como si se hubiesen puesto de acuerdo".16
Sin embargo, el 16 de agosto dtjo a Pobedonostsev que "se vendieron unos
tres mil ejemplares tan sólo en San Petersburgo ... Creo que tendré que sa-
car una segunda edición". También le pide a su amigo que lea el número
de septiembre de El Mensajero Ruso, "donde concluirá la parte cuarta y úl-
15 /bi d, p 207; 12 de agosto de 1880.
16
!bid, pp. 206-20 7; 11 de agosto de 1880.

700 ... '"CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CO RA ZO NES DE LOS HOMBRES'"
tima de Los Karamázov. Ese número de septiembre contendrá el proceso:
nuestros fiscales públicos y defensores ... todo esto aparecerá bajo una luz
un tanto especial". 17
Durante las mismas semanas de agosto en que estaba escribiendo estos
capítulos, Dostoievski entabló una correspondencia con María Polivanova,
quien le había pedido consejo en una crisis personal. Las relaciones con su
marido eran muy tensas, y ella le había preguntado a Dostoievski si seme-
jante situación podría continuar indefinidamente, sin resolverse nunca. Él
contestó: "Me hace usted una pregunta muy difícil y que, por desdicha, es
universal. ¿Hay en nuestro tiempo un ser humano que no se vea ante di-
cho problema/ Una persona puede verse escindida en dos para siempre, y
desde luego , como resultado, sufrirá". Le recomienda, como remedio, "al-
guna nueva actividad externa, capaz de dar alimento al espíritu, de saciar
su sed"; no obstante, luego se describe a sí mismo como la última persona
a quien se debe pedir ese tipo de consejo . La razón es que "yo tengo para
mí actividad de escribir siempre a mi disposición, a la que me dedico con
gran entusiasmo , en la que pongo todos mis esfuerzos, todas mis alegrías y
esperanzas ... Yo siempre encontraré esa actividad espiritual, que me lleva
de la deprimente realidad a otro mundo". Así, su vocación de escritor
siempre le sirvió de salvaguarda, pero se percata de "lo difícil que es para
las personas que no tienen esa resolución, esa actividad a la mano", hallar
rescate de las "desesperantes cuestiones" que las abruman. 18
Otro correspondiente que le había escrito antes, Nikolái Ozmidov, le
pregunta ahora qué tipo de lectura será apropiada para la educación de su
hija pequeña. Hasta entonces, la había apartado de las obras literarias, te-
miendo que su imaginación se desarrollase de manera enfermiza, pero
Dostoievski le advirtió en contra de esta privación, que podría conducir al
resultado mismo que él temía . "La imaginación - explicó- es una fuerza
innata en una persona , y tanto más en cualquier niño, en quien se desarro-
lla desde los primeros años, por encima de todas las demás capacidades , y
que exige satisfacción." Había que tener cuidado , pues, en no sofocar una
imaginación infantil, sino que debía cultivársela con "impresiones de lo
bello ... [las cuales] son específicamente necesarias en la niñez". Además,
una parte de la inspiración de su novela más reciente, como ya se dijo,
procedía del encuentro de Dostoievski en su niñez con el teatro de Schiller.
17
Ibid. , pp. 209-210 ; 16 de agosto de 1880.
18
Ibid., pp. 210-211 ; 16 de agosto de 1880.

CONTROVERS IAS Y CONCLUSIONES ~ 701


A los diez años [escribe], vi una representación de Los bandidos de Schiller,
con Mochalov, y le aseguro que la poderosísima impresión con la que salí
afectó de manera muy fructífe ra mi lado espiritual. A los doce años ... leí todo
\Valter Scott, y aunque en mí se desarrollaron naturalmente la imaginación y
la sensibilidad.. de esa lectura saqué a la vida tantas impresiones bellas
y elevadas que, desde luego, formaron en mi alma una gran fuerza para lu-
char contra impresiones seductoras, apasionadas y corruptoras .

Hacía mucho tiempo que Walter Scott había pasado de moda, pero
Dostoievski sigue llamándolo "un gran escritor" que "tiene una alta signifi-
cación educativa".19
Pasa luego a enumerar a otros novelistas y otras novelas que reco-
mienda: todo Dickens, Don Quijote, Gil Bias y, entre los rusos, todo Push-
kin, Gógol, Turgueniev y Goncharov. En cuanto a sus propias obras , "no
creo que todas sean apropiadas para ella", pero "hay que leer completo a
León Tolstoi"; y Shakespeare, Schiller y Goethe estaban traducidos al ruso.
Aparecen varios historiadores, siendo los más conocidos Karamzin y el
americano William Prescott , cuyos libros sobre la conquista de México y
del Perú menciona , a menudo , entre sus favoritos. "Hay que eliminar en lo
posible la literatura de periódicos", advierte, añadiendo, empero, que está
hablando en lo personal, sin pretender para nada ser una autoridad sobre
°
las lecturas que hay que dar a los niños. 2 Cuando Dostoievski, por enton-
ces, les releyó Los bandidos a sus propios hijos , esto, desgraciadamente,
distó mucho de tener éxito.
Por lo demás , estaba totalmente absorto escribiendo los últimos capí-
tulos de Los hermanos Karamázov. Orest Miller, en nombre de la Sociedad
Eslava de Beneficencia, a finales de agosto lo invitó a leer en una función
de gala organizada como celebración del aniversario número 500 de la Ba-
talla de Kulikovo, en que los rusos por primera vez derrotaron a un ejérci-
to mongol. Dostoievski se sintió obligado a rehusar porque "no podría yo
regresar a San Petersburgo para el 8 de septiembre". Había esperado termi-
nar su novela a fines de ese mes , en la relativa calma de Staraya Rusa , aun-
que lamentó haber tenido que tomar esa decisión porque la celebración
era "una idea maravillosa. Necesitamos resucitar la impresión de grandes
acontecimientos en nuestra sociedad culta , que ha olvídado nuestra histo-
19 !bid., pp 211-212 ; 18 de agosto de 1880.
20
ldem.

702 ... "CON PALABRAS QUE QUEME N LOS CO RA ZON ES DE LOS HOMBRES"
ria y escupe sobre ella". Un héroe ruso de esa batalla, Dimitri Donskoi,
había sido presentado bajo una luz desfavorable por un escritor importan-
te con quien Dostoievski había estado en desacuerdo de tiempo atrás, y le
complació la noticia de que K. N. Bestuzhev-Riumin estuviera planeando
reivindicar la reputación de Donskoi. "Necesitamos urgentemente restau-
rar esta imagen maravillosa y borrar la miríada de ideas viles que se han
escrito acerca de nuestra historia en los últimos veinticinco años. " En cuan-
to a él , "puede usted ver cómo me han puesto , por doquier, en nuestra
prensa ... Por mi discurso. Es como si yo hubiese cometido un fraude o
una falsificación en un banco". Ni siquiera un reciente y notorio estafador
"ha recibido tanto lodo como el que me han lanzado a mí".21
A finales de agosto Dostoievski le contestó a Iván Aksakov, quien había
hecho ciertas críticas a su ataque contra Gradovski. Aunque estaba en total
acuerdo con el punto de vista de Dostoievski, Aksakov consideraba que
éste tendía a oscurecer o a perder de vista su punto principal porque (como
había ocurrido a Tolstoi), como artista , más que como publicista, no había
podido resistir a la tentación de apartarse del tema principal, metiéndose
en asuntos secundarios. También había objetado una cierta disonancia
causada por lo destemplado del tono de Dostoievski, que constantemente
recurría a la figura de Cristo mientras adoptaba una manera deliberada-
mente insultante de polemizar con su adversario . Asimismo, la energía es-
tilística con que Dostoievski fustigaba los excesos de la inmoralidad occi-
dental había dejado la impresión de que se regodeaba escribiendo acerca
de ellos. Dostoievski no se encrespó por tales críticas, porque estaba con-
vencido de la comprensión y la buena voluntad de Aksakov. Hasta le dio
las gracias por sus observaciones , ya que estaba pensando en la futura re-
publicación de su Dialio y "precisamente en cómo hablar, en qué tono ha-
blar, y de qué no hablar en absoluto". Sin embargo , discutir sobre estas
cuestiones con Aksakov requeriría una carta mucho más extensa de la que
por el momento tenía tiempo de escribir. "Estoy terminando Los Karamá-
zov y por consiguiente estoy resumiendo una obra que yo, al menos, apre-
cio porque en ella he puesto mucho de lo que soy ... he estado trabajando
muy nerviosamente, con angustia y preocupación. Cuando trabajo mucho
me enfermo , hasta físicamente ." Pese a la acumulación de notas escritas en
los últimos tres años, "no me creería usted que ... a veces escribo un capí-

21 Ibid , p. 213 ; 26 de agosto de 1880.

CONTROVERSIAS Y CONCLUSIONES ~ 703


tulo u otro, lo desecho, lo escribo de nuevo, y de nuevo. Sólo los pasajes
inspirados salen completos, de un solo tirón, mientras que todo el resto
requiere un trabajo muy arduo" . Dándole profusas disculpas a Aksakov
por no haber podido contestarle con mayor detalle, promete hacerlo a me-
diados de septiembre, "cuando quede libre". 22

Pese a tan firmes intenciones, Dostoievski le confiesa a Liubímov el 8 de


septiembre que, sencillamente, no ha podido aún completar la novela. "Por
mucho que he tratado de terminar y de enviar todo el duodécimo y último
libro de los Karamázov para que lo impriman todo junto, he llegado a ver
que me resulta imposible". En cambio, envió los cinco primeros capítulos
del libro 12, que termina justo antes de que el fiscal y el defensor hagan
sus discursos finales. Estos cinco capítulos formaban una unidad ("la his-
toria realmente puede representar algo integral"), y en todo caso, "por un
tiempo he interrumpido la acción", es decir, debido a los dos largos discur-
sos planeados para los últimos capítulos. "Y aquí [en los discursos] es ne-
cesario hacer las cosas lo mejor posible ... tanto más cuanto que el defen-
sor y el fiscal, como los presento, son tipos parcialmente representativos
de nuestro actual sistema judicial (aunque no son copias de ninguna per-
sona), con sus costumbres, su liberalismo y el concepto de su papel." 23 El
resto de la parte 4, así como el epílogo, fueron prometidos para el número
de octubre.
Al llegar el 30 de septiembre, Dostoievski había completado los capí-
tulos 6-14 del libro 12, el cual termina con la condena de Dimitri Karamá-
zov por el asesinato de su padre. El trabajo en esos capítulos fue interrum-
pido el 2 de septiembre por "un terrible ataque de epilepsia" que lo dejó
incapacitado durante ocho días, pero el día 11 reanudó el trabajo y estas
páginas fueron enviadas a Liubímov el 6 de octubre, mismo día en que la
familia Dostoievski volvió de Staraya Rusa a San Petersburgo. Sólo faltaba
el epílogo, que contiene el funeral del pequeño Iliusha y de la alocución de
Aliosha junto a la tumba, ante los niños reunidos.

22
Ibid., pp. 213-214; 28 de agosto de 1880.
23
Ibid, p. 215; 8 de septiembre de 1880.

704 -<11 "CON PALA BRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
Mientras tanto, el 15 de octubre le escribió Dostoievski una larga carta
a Pelagaia Guseva, dama hasta entonces desconocida en los anales de su
vida, a quien él había conocido en Bad Ems en 1875. Guseva era novelista
y traductora, y lo había regañado en varias cartas por no contestar a sus
misivas, en que le pedía no sólo recuperar un manuscrito suyo de una re-
vista intitulada Ogonka (La Luz) sino también ayudarla a colocar el escrito
en otra parte. Dostoievski accedió a su petición, aun cuando "no movería
un dedo por nadie mas", porque "esto lo hago por usted, en memoria de
Ems; la recuerdo a usted demasiado bien".24 Podemos encontrar cierta luz
sobre estas desconcertantes palabras en una de las cartas de Guseva en la
que confiesa que, aunque no le fuera "indiferente" a Dostoievski en Bad
Ems, "heroicamente le había ocultado sus sentimientos pecaminosos". Tal
vez no lo consiguió tan bien como lo imaginaba y por ello Dostoievski acaso
sintiera una cierta obligación para con una dama que lo había encontrado
tan poderosamente atractivo.
Sin embargo , antes de acceder a su petición, Dostoievski detalla todos
los males que de momento lo afligen. Había trabajado tan intensamente
para terminar su novela que "si hay alguien en trabajos forzados , soy yo.
También estuve en trabajos forzados en Siberia durante cuatro años, pero
el trabajo y la vida de allí eran más tolerables que los actuales". No tiene
tiempo de leer un solo libro , y ni siquiera de hablar con sus hijos ("y no lo
hago"). Su enfisema va tan mal que "tengo los días contados. Y, por causa
del trabajo tan arduo, también mi epilepsia ha empeorado". Además, lo
abordan personas pidiéndole soluciones a todos sus problemas personales,
y a menos que "yo resuelva alguna incurable y 'maldita' cuestión", el peti-
cionario dice que "tendrá que darse un tiro (y yo lo estoy viendo por pri-
mera vez)". Abrumado por invitaciones a participar en todas las lecturas
de beneficencia, se queja Dostoievski: "¿Cuándo podré pensar, cuándo po-
dré trabajar, cuándo podré leer, cuándo podré vivir7"25
Cuatro días después se sintió lo bastante libre para asistir a uno de los
martes habituales del salón de Elena Shtakenshneider. La reunión duró
hasta las tres de la mañana, mucho más de lo habitual, y la velada estuvo
tan insólitamente animada que inspiró a Elena a escribir una entrada espe-
cialmente extensa en su diario. Se leyeron poemas, talentosos invitados

24
Ibid, pp 21 6-21 8; 15 de octubre de 1880 .
25 Idein.

CONTRO VERSIAS Y CONCLUSIONES .... 705


cantaron acompañados al piano por músicos consumados, y "nadie notó
cómo pasaba el tiempo". Dostoievski leyó nuevamente "El profeta" (desde
el festival de Pushkin había quedado identificado cada vez más con su pro-
pia personalidad), así como otros poemas de Pushkin, de Dante y uno del
Pilgrim's Progress de john Bunyan. Como de costumbre, produjo un efecto
asombroso con "El profeta", salvo sobre el dramaturgo Dimitri Averkiev,
quien por alguna razón "se volvió en contra de todo lo dostoievskiano".
En cuanto a ella, escribe Elena: "¡Qué viejo tan fantástico y tortuoso! [Dos-
toievski] es, en sí mismo, un cuento mágico, con sus milagros, sus asom-
brosas sorpresas, sus transformaciones, con sus enormes terrores y sus
bagatelas". 26
Para demostrar su caracterización, Elena lo describe a menudo sentado
en su sala, huraño y callado, cavilando sobre algún desaire imaginario, con
los ojos hundidos, la cabeza colgando, el labio inferior torcido en una se-
misonrisa. En tales momentos no hablaba con nadie, o sólo en súbitos
arranques; pero si se las arreglaba para decir algo "con un toque de mali-
cia", entonces su mal humor se desvanecía, "como si se hubiese disipado
un conjuro", y sonreía y participaba en la conversación general. "Para quie-
nes lo conocen -añade Elena-, es muy bondadoso, auténticamente bon-
dadoso, pese a toda su malicia; puede ceder a la mala disposición de alma,
pero luego se arrepiente y desea compensarlo todo con amabilidad"n
Treinta y tres años antes, Dostoievski le había escrito disculpándose, acerca
de este aspecto de su carácter a su hermano mayor Mijaíl, quien le había
hecho reproches: "Pero yo tengo un carácter tan terrible, tan repulsivo ...
Estoy dispuesto a dar mi vida por ti y por los tuyos, pero a veces, cuando
tengo el corazón lleno de amor, no se me puede sacar una sola palabra
bondadosa ... Soy ridículo y repugnante, y siempre sufro por las injustas
conclusiones que hacen sobre mí". 28
En esa velada, otro de los invitados habló del nuevo pero aún no pu-
blicado libro de N. Ya Danilevski acerca del darwinismo, que había empe-
zado a circular entre los cognoscenti. Este ex fourierista, a quien Dostoievski
conoció en el círculo de Petrashevski durante los cuarenta, había sostenido
en 1869 que Rusia crearía una civilización eslava independiente que ini-
ciaría la siguiente fase de la historia universal; por su parte Dostoievski
26 DVS, vol 2 , p 360.
27
Idem.
28
PSS, vol 28, libro 1, p 139; enero-febrero de 1847.

706 .. "CON PA LABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"


había empleado algunas de las ideas de Danilevski en el personaje de Sha-
tov en Los demonios. 29 Sin embargo, Danilevski era naturalista de profesión,
y la tesis de su nueva obra antidarwiniana (como la expuso esa noche) era
que "toda la creación posee el don de la conciencia, no sólo los seres hu-
manos sino también los animales y las plantas. Por ejemplo, un pino tam-
bién dice: '¡Existo'', pero el pino no puede hablar a cada momento, a cada
hora y cada minuto, como nosotros, sino tan sólo en el curso de un siglo,
de cien años". Sin estar en desacuerdo, Dostoievski intervino entonces para
observar que "estar consciente de la propia existencia, tener la capacidad
de decir '¡Existo!' es un gran don, pero decir 'No existo', destruirse a sí
mismo para los demás, tener esa fuerza, si ustedes gustan, es algo aún su-
perior". Al oír esto, Averkiev saltó de su asiento y declaró: "Desde luego,
ése es un gran don, pero no existe y nunca ha existido, con una sola excep-
ción, y ésa es Dios". Dostoievski puso objeciones y otros se le unieron,
pero Averkiev acaloradamente insistió a voces "que, con excepción de Cris-
to, nadie se destruye a sí mismo por otros" (concepto cercano a la herejía
de negar la humanidad de Cristo). Dándose cuenta de que su marido había
llegado demasiado lejos, la muy atractiva madame Averkieva se acercó a
Dostoievski y le pidió leer algo, pero él, sombríamente, se negó. Por últi-
mo, otro de los invitados disipó la tensión tocando el piano.30
La bondad de Dostoievski que Elena Shtakenshneider fue capaz de
discernir se demuestra en una carta enviada a Vladimir Kachenovski, ex
condiscípulo del autor en el internado Chermak de Moscú durante 1834-
1839. Dostoievski había pintado un cuadro tétrico de este establecimiento
en El adolescente, pero sus referencias a él en la carta sugieren que su ver-
sión literaria tal vez fuese más determinada por su tema (los sufrimientos
de su narrador, el abandonado e ilegítimo Arkadi Dolgoruki) que por sus
experiencias reales. "Cuando estoy en Moscú -le dice a Kachenovski-,
cada vez que paso frente al edificio de Basmannaia me emociono. Te re-
cuerdo muy bien. Eras el pequeñito de maravillosos ojos grandes y ne-
gros." En realidad, observa tristemente que "ya no quedan muchos de nos-
otros los chermakovitas", y enumera los nombres de algunos a quienes le
había alegrado encontrar en años ulteriores. 31 Kachenovski había pasado

29 Véase mi Dostoievski. Los años milagrosos, 1865-1871, FCE, México, 2010, pp. 453-454.
30
DVS, vol. 2, p. 36 1.
31
PSS, vol. 30, libro 1, pp. 218-219; 16 de octubre de 1880.

CONTROVERSIAS Y CONCLUSIONES ~ 707


por malas épocas, y Dostoievski intervino en persona ante el Fondo Litera-
rio para que le otorgara una pensión.
Una ilustración más íntimamente personal de este aspecto del carácter
de Dostoievski aparece en otra entrada del diario de Elena Shtakenshnei-
der. Dostoievski estaba programado para leer en una velada a beneficio del
Fondo Literario, dedicada a las obras de Pushkin, y Anna Grigórievna
y sus hijos visitaron antes, ese mismo día, a los Shtakenshneider. "De veras,
su esposo es un hombre sorprendente, a juzgar por las palabras de Anna
-escribe Elena-. Él no duerme de noche, buscando maneras de proveer
a sus hijos, trabaja como un forzado, se niega todo a sí mismo , nunca toma
un carruaje para ir a alguna parte y luego, sin decir una sola palabra al res-
pecto, mantiene a su hermano y a su hijastro [lo cual es un tanto exagera-
do] .. . [y] aun se preocupa por el bienestar del primero que encuentra, si
se lo pide." Anna Grigórievna siguió hablando en esta vena, con ejemplos
de las obras de caridad de Dostoievski, y se quejó de que no podía ir a nin-
guna parte, fuese de paseo o de viaje, sin la billetera abierta, dispuesto a
socorrer a todo el que apelase a su generosidad. "Así es como vivimos
-concluyó Anna-. Y si algo ocurre, ¿a quién recurriremos? ¿Cómo vivi-
remos? ¡Somos pobres! No se nos otorgará ninguna pensión." 32 (En reali-
dad, tras la muerte de Dostoievski, Alejandro 11 le concedió una pensión a
la familia.)
La lectura de Dostoievski para el Fondo Literario, que incluyó "El pro-
feta'', una vez más tuvo enorme éxito. Aun cuando el público, como obser-
va Elena, no estaba integrado por estudiantes, el aplauso fue entusiasta y
sostenido. Esta lectura se celebró en un salón tan grande que a menudo era
difícil oír a quienes recitaban allí, lo que hizo maravillarse a Elena de que
Dostoievski, "enfermo, padeciendo del pecho y de enfisema", pudiera ha-
cerse oír tan claramente. Pareció "aumentar de estatura y recobrar la salud"
mientras leía. En la conversación ordinaria tosía continuamente, pero la
tos desaparecía cuando él declamaba, "como si no se atreviera" a manifes-
tarse.33
No cabe duda de que tales triunfos en el podio le producían un placer
inmenso y que sirvieron para reafirmar su fe en su misión "profética", pero
es muy probable que por entonces nada le produjera mayor satisfacción
que unos cuantos renglones de una carta que Tolstoi le escribió a su fiel
32
DVS, vol 2, p. 363.
33
Idem.

708 .... "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"
correspondiente Nikolái Strájov el 26 de septiembre: "Muy recientemente
estaba yo sintiéndome mal y leí La casa de los muertos. Había olvidado bas-
tante, la releí, y no conozco un libro mejor en toda nuestra literatura, in-
cluyendo a Pushkin. No es el tono sino el maravilloso punto de vista: au-
téntico, natural y cristiano. Un libro espléndido, instructivo. Gocé durante
todo el día como no había gozado desde hacía largo tiempo. Si ve usted a
Dostoievski, dígale que lo quiero". 34 Dostoievski estaba viviendo por en-
tonces en Staraya Rusa, y fue sólo el 2 de noviembre, aproximadamente,
cuando Strájov le transmitió el elogio de Tolstoi. Fácil es imaginar su in-
tensa satisfacción ante tales palabras.

Vi a Dostoievski [le informa Strájov al recluso de Yasnaia Poliana], y le trans-


mití su elogio y su simpatía. Él se llenó de gozo y tuve que dejarle la hoja de
la carta de usted que contiene tan inapreciables palabras. Un poco le irritó el
menosprecio a Pushkin expresado allí. .. "¿Cómo incluso [Pushkin]7", pregun-
tó. Le dije que usted había sido antes (y que ahora particularmente era) un
librepensador empedernido. 35

Lo que es divertido y a la vez notable de este incidente es la defensa de


Pushkin por Dostoievski, aun a expensas de su propia obra, y, asimismo, la
admiración de Tolstoi al menos característico de todos los grandes libros
de Dostoievski, el que, en su descripción detallada y objetiva de un am-
biente, está más cerca de su propio estilo literario.
Como Dostoievski estaba planeando reanudar su Diario de un escritor;
le encantó renovar contacto con el tipógrafo Mijaíl A. Aleksandrov, quien
lealmente había supervisado la producción anterior de dicha publicación.
El puesto de jefe de tipógrafos había quedado vacante en las prensas del
periódico izquierdista Delo (El Hecho), dirigido por G. E. Blagosvetlov, un
publicista e irredento radical de los años sesenta, y Aleksandrov visitó a
Dostoievski para pedirle una recomendación. Percatándose pronto de que
su ex cliente "sentía una fuerte antipatía hacia el bando literario al que per-
tenecía G. E. Blagosvetlov", Aleksandrov oyó a Dostoievski decir que su
recomendación no lo ayudaría en realidad; tampoco deseaba escribirle una
nota personal a Blagosvetlov. Deseoso de ayudar de todos modos a Alek-
sandrov, dictó unos cuantos renglones sin dirigirlos a nadie en particular,
34
Letopis ... , op. cit., vol. 3, p. 478.
35
lbid., p. 493.

CONTROVERSIAS Y CONCLUSIONES ~ 709


pero elogiando "la diligencia, responsabilidad y, me atrevo a decir, el talen-
to" de su ex colaborador, quien "también era escritor". La junta de editores
escogió a Aleksandrov por encima de una veintena de otros solicitantes,
"en primer lugar, desde luego", quedó convencido, "como resultado de la
recomendación escrita por Fiódor Mijaílovich". 36 El resultado, sin embar-
go, fue que a Dostoievski le resultó imposible contratar a Aleksandrov para
su renovado Diario de un escritor, porque se negó a ver asociado su nombre
con la planta de la revista radical.

A comienzos de noviembre, finalmente logró Dostoievski contestarle a


lván Aksakov. Al comentar el anuncio publicado del nuevo semanario de
Aksakov, Rus, dijo que le pareció "soberbio", pero "aquí hay quienes ...
(e imagínate, gente que en muchas cosas comparte nuestro modo de pen-
sar) consideran que tu anuncio es insolente, vago e impúdico". En cuanto a
la cuestión de su propio tono polémico, afirma: "No me puedo sacar de la
cabeza tu argumento acerca del tono en que se debe hablar de cosas sagra-
das en sociedad, es decir, sin frenesí ni grosería. La grosería no es necesaria,
desde luego, pero, ¿se puede no ser uno mismo, no ser sincero? Acépten-
me como soy: así es como querría yo que me vieran mis lectores. Envol-
verse en nubes de magnificencia (por ejemplo, el tono de Gógol en Una
correspondencia con amigos) es faltar a la sinceridad, y hasta el menos ex-
perimentado de los lectores siente la insinceridad. Es lo primero que nos
delata". 37 Las prédicas del padre Zósima habían sido comparadas inme-
diatamente con las de Gógol en la obra (de mala fama) mencionada, y si
Dostoievski había tenido cuidado de evitar todo rastro de pomposidad en
el tono de su starets, era porque estaba bien consciente de la oposición
contra Gógol por no haberlo hecho. Buenas razones tenía para recordar el
texto de Gógol, que había movido a Belinski a escribir una furiosa respues-
ta que Dostoievski leyó en voz alta en unas reuniones del círculo de Petra-
shevski: y estas lecturas del incendiario artículo constituyeron uno de los
cargos que lo enviaron a Siberia.
El mismo día en que le escribió a Aksakov, anotó Dostoievski ciertas
observaciones en su cuaderno acerca de la ejecución de dos radicales,
36
DVS, vol. 2, p. 378.
37
PSS, vol. 30, libro 1, pp 225-227; 4 de noviembre de 1880.

710 .. "CON PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZONES DE LOS HOMBRES"


miembros de Narodnaia Volia, detenidos en una reciente redada. No cabe
duda de que se propuso emplear las notas para un número futuro de su
Diario, pero sus comentarios también hacen eco a la visión apocalíptica del
padre Zósima de una época en que la sociedad será regida exclusivamente
por la ley del amor, encarnada en la Iglesia (ortodoxa). Escribe: "La ejecu-
ción de Kviatkovski y Presniakov y el perdón otorgado a los demás [fueron
condenados a cadena perpetua]. ¡NB! Cómo el gobierno ... -no pudo per-
donarlos (excepto la voluntad del monarca). ¿Qué es ejecución? ... - en el
gobierno: el sacrificio por una idea. Pero si la Iglesia: no hay ejecución. La
Iglesia y el gobierno, no hay que confundirlos". Luego añade Dostoievski
que "si se les confunde [eso es] una buena señal", supuestamente porque
"significa que el [gobierno] se inclina ante la Iglesia". Tan duro, de ordina-
rio, en sus críticas al Occidente, Dostoievski observa que "en Inglaterra y
en Francia no habrían pensado siquiera en colgarlos ... la Iglesia yelmo-
narca a la cabeza" (v. 27, p. 31). Estas notas elípticas parecen reflejar la re-
pulsión general de la sociedad rusa también notada por Elena Shtaken-
shneider) contra estos ahorcamientos recientes. Hasta el Tiempo Nuevo,
periódico generalmente conservador, escribió que "si Dios lo quiere, ésta
será la última ejecución. Si Dios lo quiere, que el arma misma de la ejecución
retroceda hasta ser cosa del pasado". 38
El 7 de noviembre, Dostoievski completó su trabajo en Los hermanos
Karamázov y le envió la sección final a Liubímov. "Bueno, y así ha termina-
do la novela -escribió en tono elegiaco-. He trabajado tres años en ella y
he pasado dos publicándola: éste es un momento importante para mí. ..
Permíteme no despedirme de ti. Después de todo, pretendo vivir y escribir
durante otros veinte años." 39 Como vemos, la relación de Dostoievski con
la perspectiva de su propia longevidad podía pasar de la depresión al más
exuberante optimismo. La terminación del manuscrito de su obra más gran-
de le había llenado, indudablemente, de un sentido eufórico de renovado
vigor, pasando por encima de sus comentarios anteriores sobre el peligroso
estado de su salud. ¡Ay!, la predicción más pesimista que aparece en mu-
chas de sus cartas resultó la más acertada. Pero antes de continuar con los
últimos tres meses de su vida, hagamos ahora un examen más detallado de
la gran novela que acababa de completar.

38
Letopis ... , op. cit., vol. 3, p. 495.
39
PSS, vol. 30, libro 1, pp. 227-228; 8 de noviembre de 1880.

CONTROVERSIAS Y CONCLUSIONES .... 711


CUARTA PARTE

LOS HERMANOS KARAMÁZOV


XXXI. Los hermanos Karamázov:
libros 1 y 2

CoN Los hermanos Karamázov, Dostoievski recobró por completo sus facul-
tades artísticas y reafirmó la maestría que no había manifestado en El ado-
lescente. En realidad, esta obra se eleva por encima, incluso, de sus anterio-
res obras maestras, y logra ser una expresión clásica del gran tema que le
había preocupado desde las Memorias del subsuelo: el conflicto entre la ra-
zón y la fe cristiana. Nunca antes había Dostoievski expresado este choque
con tan poético poder, tan simbólica elevación y en el marco de una des-
cripción tan vasta de tipos sociales rusos y de la vida rusa. Ninguna obra
previa le da al lector tal impresión de grandeza contenida y mesurada,
grandeza que espontáneamente evoca comparaciones con las más grandes
creaciones de la literatura occidental. La Divina Comedia, El Paraíso perdido,
El rey Lear, Fausto ... éstos son los títulos que con toda naturalidad nos vie-
nen a la mente cuando tratamos de medir la estatura de Los hermanos Ka-
ramázov. Pues también ellos tienen que medir fuerzas en la pugna inacaba-
da e inacabable que despiertan las "malditas cuestiones" del destino de la
humanidad.

Tan sólo por sus proporciones, que aspiran a tener parte de la amplitud de
La guerra y la paz, la novela Los hermanos Karamázov aspira, obviamente, a
la grandeza, pero Dostoievski sabía bien que no debía tratar de competir
con Tolstoi en alguna otra manera. Retiene su habitual enfoque en una ac-
ción que presenta una situación crítica en su más alto punto de tensión y
de intensidad; su habitual parquedad de descripción y de narración expo-

~ 715
sitiva; su habitual presentación de los personajes por medio del monólogo
dramático, como conciencia autorreveladora y autorrefleja. Al ensanchar
considerablemente la escala de su poética habitual de la subjetividad y el
conflicto dramático, Dostoievski les confiere un monumental poder de ex-
presión a sus personajes , que rivaliza con el de los pecadores y los santos
de Dante, de los titánicos héroes y villanos de Shakespeare y de los dioses
y arcángeles de Milton. Los personajes de Dostoievski parecen empeque-
ñecer todo lo que los rodea, con la misma sobrehumana majestad de las
figuras de la Capilla Sixtina de Miguel Ángel; esta monumentalidad proba-
blemente pueda explicar la tan repetida afirmación (errónea si se la toma
literalmente) de que sus personajes están colocados en algún lugar inmate-
rial, apenas descrito.
Con todo , si los personajes de Los hermanos Karamázov ocupan un lu-
gar con tan exaltada compañía, la razón no es sencillamente la mayor am-
plitud de sus dimensiones. Existe, además, el despliegue de un rasgo esti-
lístico que en obras anteriores aparece esporádicamente pero que aquí es
empleado con mayor consistencia y propósito. Cuando Raskólnikov se
compara con la figura de Napoleón en sus frenéticas cogitaciones, su mez-
quino y sórdido crimen cobra de pronto una dimensión simbólica que ex-
cede, con mucho , su importancia naturalista; no obstante, el objetivo de
Dostoievski era precisamente mostrar la incongruencia entre esta ambición
napoleónica y las circunstancias reales de su personaje. En Los hermanos
Karamázov, cada uno de los personajes principales recibe una dimensión
simbólica similar, pero apropiada a su respectiva situación y personalidad.
Por ello, no sólo son individuos privados , no sólo tipos sociales contempo-
ráneos, sino que están vinculados con vastas y antiquísimas fuerzas cultu-
ral-históricas y conflictos moral-espirituales.
Por ejemplo, la lucha interna en la psique de Iván Karamázov queda
expresada por medio de las leyendas y las obras medievales europeas lla-
madas misterios (imitadas un poco más tarde en Rusia), los autos de fe de
la Inquisición española, el mito escatológico de la vuelta de Cristo y la na-
rración, que aparece en el Nuevo Testamento , de las tentaciones de Cristo
por Satanás. Dimitri se ve rodeado por la atmósfera del helenismo de Schi-
ller y por la lucha entre los dioses olímpicos y las fuerzas bestiales y oscu-
ras que habían subyugado a la humanidad antes de su venida . El padre
Zósima es el heredero directo de los ritos y tradiciones milenarios de la
Iglesia de Oriente , y el representante de la recién resucitada institución de

716 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


starchestvo, evocados todos ellos tan solemnemente en los primeros capítu-
los. Aliosha es situado en este mismo contexto religioso y su crisis de duda,
que, como las del rey Lear y de Hamlet, desconfía de todo el orden del
universo, sólo se resuelve por una intuición cósmica de la armonía secreta
que vincula la Tierra con los cielos estrellados y con otros mundos.
Las anécdotas de Fiódor Pávlovich acerca de Diderot y de Catalina la
Grande , así como sus citas de Voltaire, dan a su vulgaridad y su cinismo
un toque claramente del siglo xv111. También se coloca mucho más lejos en
el tiempo cuando se enorgullece de poseer "la apariencia de un antiguo
patricio romano de la época de la decadencia" (v. 14, p. 22). Dostoievski
siempre asoció esos últimos años del decadente Imperio romano con el
más desenfrenado libertinaje y la mayor descomposición moral, y en 1861
escribió que este periodo, simbolizado para él por Cleopatra, fue el mundo
"al que descendió nuestro divino redentor. Y ustedes [sus lectores] com-
prenden mucho más claramente el significado de la palabra redentor"
(v. 19 , p. 137) Tampoco debemos olvidar la densa red de alusiones bíblicas
y literarias que se entrelazan con la acción a lo largo de todo el libro (deta-
lles que , lamentablemente, sólo podremos ver de pasada) .1 Esta amplifica-
ción simbólica le da densidad y riqueza a la textura de la obra , prestándole
a sus conflictos la gama y la resonancia que estamos acostumbrados a en-
contrar en la tragedia poética, más que en los dominios más cotidianos de
la novela. Como tan notablemente ha escrito E. M. Forster, en Dostoievski,
y particularmente en Los hermanos Karamázov, "los personajes y las situa-
ciones siempre representan más que ellos solos; la infinitud los acompaña;
aunque sí, siguen siendo individuos , pero se extienden para abrazarla y la
llaman para que los abrace".2
Los hermanos Karamázov también difiere de otras novelas de Dostoiev-
ski, particularmente de su predecesora inmediata , por la claridad y simpli-
cidad de su construcción. En Los hermanos Karamázov no hay una figura
central, sino cinco; es la historia de una familia y de una comunidad, y no
básicamente de un individuo. Esta estructura le permitió a Dostoievski na-
rrar acontecimientos con una relativa falta de intriga, en contraste con su
habitual dependencia de una trama llena de sorpresas y de coincidencias.
1 Pa ra una impresionante interp retación "poética" de la no1·ela, que tra ta de hace r justicia a
esta densa red de referencias, paralelos y an ticipaciones de figuras , 1·éase Diane O. Thompson,
The Broth ers Ka rnmazov and the Poetics of Mc11101y, Cambridge, 199 1.
2
E. M. Forster, Aspects of th e Novel, Nueva York, 1954, p. 192

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS 1 Y 2 ~ 717


Aquí, simplemente alterna las historias de sus protagonistas en secciones
sucesivas, a veces con una imbricación de tiempo de una a otra que crea
suspenso sin necesidad de intriga. Todas ellas están laxa pero naturalmente
unidas por la querella entre Dimitri y su padre por cuestiones de dinero y
por Grúshenka, así como por los hechos que culminan en el asesinato y el
JUlClO.
La construcción de Los hermanos Karamázov no sólo es menos densa y
complicada que la de otras novelas de Dostoievski, sino que su tonalidad
también es relativamente menos dura y disonante. El mundo que evoca
asimismo está desgarrado por todas las pasiones humanas hasta el punto
más extremo, pero el libro no termina en tragedia hasta el mismo grado
que, por ejemplo, El idiota o Los demonios. Existe también por primera vez
una extensiva presentación de otro mundo de verdadera fe, amor y espe-
ranza en el monasterio, así como en la evolución de las relaciones entre
Dimitri y Grúshenka y entre los niños. También se esboza una aguda mise-
ria social; pero aunque el destino de los Sneguiriov no sea muy envidiable,
tampoco puede compararse con la miseria y la desesperación de los Mar-
meládov en Crimen y castigo. Aunque haya un asesinato y un suicidio, ocu-
rren "fuera de la escena" y no se los pinta con los aterradores detalles del
acto homicida de Raskólnikov ni de la aterradora muerte de Kirillov. Los
peores momentos acaso estén contenidos en el relato que hace lván de las
torturas sufridas por niños inocentes, pero son suavizados por la piedad y
por la angustia que siente su cronista. La relativa falta de personajes trata-
dos puramente como satíricos grotescos (la única excepción, Maxímov, es
tratada muy suavemente) contribuye más a paliar el agudo choque y con-
traste tonal hasta entonces asociado al arte de Dostoievski. Existen, desde
luego, parodias abundantes y una brillante sátira en la conversación de
lván con el demonio; pero no sobresalen muy marcadamente y son asimi-
ladas con cuidado a la línea principal de la trama.
Todas estas razones contribuyen a la impresión de grandeza clásica que
deja el libro, pero lo más importante de todo es el peso y la dignidad de su
tema. Con Los hermanos Karamázov, Dostoievski aborda el tema de la des-
composición de la familia rusa, que había empezado a preocuparlo desde
comienzos de los setenta y que había sido el punto de partida de El adoles-
cente. Pero si esa novela le había enseñado algo, era que él no podía hacer-
se justicia como artista si limitaba este tema a un nivel sociopsicológico.
Para Dostoievski, la descomposición de la familia era sólo el síntoma de un

718 ... LOS HERM A NOS KARAMÁ Z OV


malestar subyacente más profundo: el abandono de unos valores morales
firmemente arraigados entre los rusos cultos, debido a su pérdida de fe en
Cristo y en Dios. Esta pérdida de fe ya había sido antes el tema de sus
grandes novelas, pero la había presentado explorando todas las desastrosas
consecuencias psicológicas y sociales debidas al abandono de los valores
morales cristianos. Ahora, estos valores vuelven a ser aceptados ... pero no
su nexo con las presuposiciones sobrenaturales de la fe cristiana, que para
Dostoievski ofrecían el único apoyo seguro.
Según lo vio Dostoievski, el conflicto entre la razón y la fe -una fe
comprendida ahora muy agudamente como el núcleo irracional del com-
promiso cristiano- fue, así, colocado en un lugar de la cultura rusa de su
época que era más central de como se había planteado durante los sesenta.
Y su nueva prominencia le dio su tan añorada oportunidad de colocar este
problema , captado en su más alto nivel moral-filosófico , en el núcleo de una
obra importante. En esta última novela puso, así, todos los recursos de su
sensibilidad, su inteligencia, su cultura y su arte para enfrentarse a esta nue-
va versión de las ideas radicales, así como lo había hecho antes con el ma-
terialismo de Chernishevski y con el utilitarismo en Memorias del subsuelo,
con el nihilismo de Pisarev en Crimen y castigo, y con la amoralidad revolu-
cionaria de la ideología de Bakunin-Nechaev en Los demonios.
Esta oposición queda dramatizada con incomparables fuerza y subli-
midad en el célebre centro ideológico de Los hermanos Karamázov (libros
5 y 6 de la parte 2) . Contiene la rebelión de lván contra un Dios judeo-
cristiano en nombre de una angustiada piedad por una humanidad do-
liente, y la acusación esgrimida contra el propio Cristo en la Leyenda del
Gran Inquisidor por haber impuesto a la humanidad una carga de libre
albedrío excesivamente pesada para ella. Como respuesta, allí está la pré-
dica del padre Zósima sobre la necesidad de una fe en Dios y en la inmor-
talidad como única garantía del amor activo al prójimo exigido por Cris-
to. Aquí, este conflicto se expresa en términos abiertamente religiosos y
en relación con el antiquísimo problema de la teodicea, que, desde el Li-
bro de Job, ha sido la inspiración de tan gran parte de la problemática re-
ligiosa en la tradición occidental. Pero , si hemos de hacer justicia a la gran
obra maestra de Dostoievski, no bastará enfocar nuestra atención tan sólo
en estas magníficas piezas aisladas. Pues el mismo tema de la razón y la fe
aparece en toda la multiplicidad de la acción que hay en el libro , y su for-
ma específicamente religiosa sirve de centro simbólico desde el cual irra-

LOS HERMANOS KARAMÁZOV. LIBROS l Y 2 ~ 719


dia analógicamente a través de todas las situaciones en que se ven envuel-
tos sus protagonistas.
Dostoievski, como lo hemos visto, un tanto imprudentemente dijo que
las declaraciones del padre Zósima en el libro 6 habían sido específicamen-
te planeadas para responder a las acusaciones de lván contra Dios; sin em-
bargo, lo hizo en parte para calmar los temores de K. P Pobedonostsev de
que la respuesta no fuese tan poderosa como el ataque. Más adelante, em-
pero, en una entrada en su cuaderno de notas escrita después de completa-
da la obra, escribió que "todo el libro" era una réplica a la Leyenda del
Gran Inquisidor (v. 27, p. 48). Esto indica con mucha mayor precisión los
nexos que existen entre las diversas partes y niveles, nexos basados en la
analogía entre la situación humana reflejada en el poema de lván y los con-
flictos de todos los personajes, salvo los más accesorios y secundarios. Para
un intelectual como lván, su angustia ante los sufrimientos de la humani-
dad opone a todo rendimiento la esperanza cristiana -una esperanza tan
sólo justificada por lo que Kierkegaard llamó un "salto de fe" en la imagen
radiante de Cristo, el hombre-Dios-. De manera similar, todos los demás
personajes importantes se enfrentan a la misma necesidad de dar un salto
de fe en algo o en alguien fuera de sí mismos, de trascender los límites del
egoísmo personal en un acto de autoentrega espiritual. Para estos persona-
jes, el conflicto no se presenta en la forma de una elección religiosa especí-
fica sino, antes bien, en relación con sus afanes e impulsos predominantes,
sus propias y particulares formas de egoísmo. También ellos son llamados
a trascenderse a sí mismos, en un acto "irracional" en el sentido de que
niega o sobrepasa todo interés egoísta inmediato. La identificación entre la
"razón" (que en el nivel moral equivalía al utilitarismo) y el egocentrismo
está profundamente arraigada en el pensamiento ruso radical de la época,
y esta convergencia le permite a Dostoievski presentar todos estos conflic-
tos como parte de una pauta general que todo lo entrelaza. En efecto, el
continuado poder de la novela se deriva de su soberbia descripción de la
lucha moral-psicológica de cada uno de los protagonistas para atender a
la voz de su propia conciencia, lucha que siempre permanecerá siendo hu-
manamente válida y artísticamente persuasiva, ya sea que aceptemos o no
las premisas teológicas sin las cuales, como creía Dostoievski, la conciencia
moral simplemente dejaría de existir.
Dicha pauta, en realidad, puede encontrarse no sólo en las complica-
ciones temáticas del libro, sino asimismo en la organización de la acción

720 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


de la trama. La trama central está cuidadosamente construida para que
conduzca , con una lógica irresistible , a la conclusión de la culpa de Dimi-
tri; la acumulada masa de pruebas circunstanciales que lo señalan como el
asesino es, literalmente, abrumadora. Sin embargo, queda en pie el hecho
de que Dimitri es técnicamente inocente del crimen (aunque esté implica-
do en él por sus impulsos parricidas), y, así, el lector se enfrenta constante-
mente a la discrepancia entre lo que la razón puede concluir y el misterio
intangible de la personalidad humana, capaz, incluso en el último instante ,
de dominar los impulsos del odio y del aborrecimiento. Toda la disposi-
ción de la acción de la trama obliga así al lector a participar en la experien-
cia de descubrir las limitaciones de la razón. A mayor abundamiento , sólo
aquellos personajes que están dispuestos a creer contra toda evidencia
-sólo aquellos cuyo amor por Dimitri y cuya fe derivada de este amor son
más fuertes que la concatenación de los hechos- , sólo ellos son capaces
de pasar a través de toda esta concatenación, hasta llegar a la realidad de la
verdad moral-espiritual, además de jurídica, en su sentido más literal. La
importancia dada por el propio Dimitri a esas declaraciones de fe en su
inocencia tan sólo acentúa la relevancia de este motiv, e ilustra por qué
Dostoievski pudo sostener legítimamente que "todo el libro" es una réplica
a la "interpretación euclidiana" que creó la Leyenda del Gran Inquisidor.

Los hermanos Karamázov comienza con un prólogo llamado "Ot Avtora"


("Del autor"), y algunos se han preguntado si este "autor" es el propio Dos-
toievski o el narrador ficticio del relato. Esta pregunta plantea la cuestión
más general de su narrador ficticio como tal, quien determina la perspecti-
va desde la cual debe leerse una buena parte de la novela. La limitación
"una buena parte" es necesaria porque , de hecho, existen dos narradores .
Hay uno que se pone al frente y que es caracterizado indirectamente de
varias maneras; hay otro que permite a los personajes expresarse en exten-
sos monólogos o en enfrentamientos dramáticos, casi sin ningún comenta-
rio. Dostoievski, como lo sabemos, estaba bien consciente de este proble-
ma de la perspectiva del narrador, y la solución que adopta aquí es similar
a su anterior elección para Los demonios. Encontramos allí los mismos dos
tipos de narración, expositora una de ellas y dramática la otra. Pero mien-

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS 1 Y 2 ... 721


tras que el narrador expositor en esa novela participó en la acción dramáti-
ca, aunque fuese mínimamente, en Los hermanos Karamázov es totalmente
ajeno a los acontecimientos. Como éstos ocurrieron en el pasado , él sirve
tan sólo de historiador o de cronista, pero es quien indica cierta familiari-
dad personal con los hechos en el tiempo en que ocurrieron. Aunque pue-
de desaparecer como presencia en las escenas dramáticas, en otros aspectos
es muy importante y exhibe una clara y distinta fisonomía . Para caracteri-
zarlo, nos dejaremos guiar por la crítica y erudita rusa V E. Vetlovskaia,
cuyo cuidadoso libro sobre la poética de Los hermanos Karamázov contiene
un estudio iluminador de su narrador ficticio .3
Escribe Vetlovskaia que Dostoievski borró deliberadamente las lí-
n eas entre él mismo como autor y su narrador ficticio porque esta indis-
tinción le permitiría expresar sus propias opiniones de una manera vela-
da y, en apariencia, ingenua e inocente. Estaba escribiendo lo que llama
ella (correctamente, en mi opinión) una obra "filosófico-publicitaria" ,
que planteaba una tendencia definida y propugnaba un punto de vista
moral-religioso específico ... y un punto al que , como bien lo sabía , se
opondrían much os de sus lectores. Intentó así salir al paso de reaccio-
n es negativas creando una figura que evoca una versión "modernizada"
del tono y de la actitud típicos de los piadosos narradores de las vidas
hagiográficas de santos rusos. Su lenguaj e constantemente juega con
asociaciones que le recordarán al lector las vidas de esos santos, y mu-
chos otros atributos del estilo del narrador, como las inversiones sintác-
ticas que parecerían arcaísmos, sólo pueden atribuirse a esa intención.
(Muchos de estos recursos estilísticos se pierden, desde luego, en las
traducciones.) La calidad tentativa y torpe de sus afirmaciones, su incer-
tidumbre acerca de los detalles, sus juicios y evaluaciones de moralista ,
su participación emocional en las vidas de los personajes (especialmen-
te de Aliosha), su relativa falta de refinamiento literario y el despliegue
de fuerza inherente a su técnica expositora: todo esto puede verse como
una versión modernizada del piadoso , reverente, vacilante estilo hagio-
gráfico de la tradición religiosa rusa. Semejante narrador produciría una
sensación de confianza en el lector, por su misma torpeza y simplicidad,
y su constante llamado a la opinión de la comunidad también da una
calidad como de coro al testimonio que ofrece. Así , Dostoievski se vale

3 V E. Vetlovskaia, Poetika Romana "Bratya Karamazovi", Leningrado, 1977 , capítulo l.

722 .. LOS HERMANOS KARAMÁ ZOV


de él para insinuar su propio punto de vista sin despertar una respuesta
inmediatamente hostil. 4
El estilo del prólogo no difiere notablemente del intruso narrador ficti-
cio y, puede suponerse, es distinto del de Dostoievski como autor; pero
estas páginas también contienen observaciones acerca de la crítica y de los
críticos rusos que vendrían más naturalmente de la pluma de un escritor
profesional que de la del oscuro cronista provinciano de la historia de la
familia Karamázov. A mayor abundamiento, es más el autor que el cronista
quien explica que desde el principio deseó enfocar la atención en Aliosha,
aun cuando sea todavía "un protagonista vago e indefinido" (v. 14, p. 5). El
narrador explica que este personaje se volverá más importante en un se-
gundo volumen (que, lamentablemente, Dostoievski no vivió ni siquiera
para comenzar) . El libro nos narra, así, acontecimientos que supuestamen-
te ocurrieron trece años antes, aunque no se hace ningún intento por con-
servar una coloración histórica estricta (como puede verse por la referencia
a Forna Danilov, de quien Dostoievski escribió en el Diaiio de 1877). Pero
como también deseaba indicar la importancia futura de Aliosha , consideró
necesario decir unas cuantas palabras acerca de él fuera del marco de esta
primera historia.
Así como en su elección de un narrador ficticio, Dostoievski inmedia-
tamente se dedica a combatir los prejuicios que, como bien lo sabía, iban a
provocar el compromiso cristiano de Aliosha y las otras peculiaridades de
su carácter. Aliosha, escribe, es "un original" (chudak), pero esta singulari-
dad no significa que su extrañeza y excentricidad no tengan nada que en-
señar a otros . "Pues no sólo 'no siempre' es un excéntrico una particulari-
dad y un elemento separado , sino que por el contrario, a veces ocurre que
semejante persona lleve dentro de ella el corazón del conjunto, y el resto
de los hombres de su época por alguna razón hayan sido temporalmente
apartados de él, como por una ráfaga de viento. " Aliosha y su maestro, el
padre Zósima, eran ciertamente el corazón del "todo" ruso para Dostoiev-
ski, y uno de los objetivos del libro fue aclarar bien este punto para aque-
llos que rechazaban la divinidad de Cristo mientras reverenciaban los valo-
res del pueblo ruso que llegó a adorarlo en la persona del padre Zósima.
Dostoievski también sabía que su insistencia en colocar el mundo de
Aliosha y del padre Zósima en el "centro" de la vida rusa provocaría gran

4
Idem.

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS 1 Y 2 .... 723


hostilidad, y respondió de antemano con una disculpa, irónicamente fingi-
da, por su decisión de escribir dos novelas acerca de tan "insignificante"
protagonista. La falta de importancia de Aliosha pudo constituir una excu-
sa para que los lectores se olvidaran del plan de una segunda novela, o in-
cluso para que abandonaran la primera: "el libro puede ser abandonado en
la segunda página del primer cuento, para no volver a ser abierto nunca".
Pero, desde luego, como lo proclama con sorna, todos los críticos rusos
"absolutamente deben leer hasta el fin, para no equivocarse en sus juicios
imparciales", y Dostoievski siente más ligero su corazón porque sus pala-
bras acerca de Aliosha les darán "un pretexto perfectamente legítimo para
abandonar el cuento en el primer episodio de la novela" (v. 14, p. 6). Como
Dostoievski sentía que nada había sido menos imparcial que los juicios
habitualmente hechos a sus obras, en realidad estaba desafiando a sus críti-
cos, si continuaban leyendo, para que mostraran algo de la imparcialidad que
pretendían ejemplificar.

El libro comienza con una serie de breves capítulos retrospectivos, dedica-


dos a la historia de la familia Karamázov .. ., como si dijéramos , una ober-
tura para toda la obra. Aunque el narrador ficticio nunca se presenta direc-
tamente, sin duda es un residente local del poblado (cuyo poco atractivo
nombre, Skotoprigonievsk, que significa "corral de ganado", menciona,
con renuencia, sólo en las últimas páginas), y escribe como alguien que
conoce personalmente la historia de los Karamázov y fue testigo presencial
del juicio de Dimitri. En estos primeros capítulos, Dostoievski toca en for-
ma breve y condensada todos los principales personajes y motivos temáti-
cos que después desarrollará con tanta exuberancia. Una técnica similar de
prefigurar sugestivamente ya había sido empleada para personajes como
Stavroguin en Los demonios y Versílov en El adolescente, pero ahora se vale
del mismo recurso para todos los protagonistas.
Desde luego, estos personajes se desarrollarán en el curso de la novela,
pero lo hacen de una manera totalmente distinta de los de Tolstoi o de
George Eliot, los cuales evolucionan y cambian a lo largo de un extenso
periodo. Los personajes de Dostoievski, retratados siempre en un lapso
relativamente breve , desde luego no pueden pasar por ese proceso de ma-
duración. En cambio, parecen, antes bien, crecer en tamaño y en estatura.

724 .... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


Su técnica hace que cada cual se extienda verticalmente, por decirlo así,
como un farolillo de papel japonés, el cual al ser humedecido se metamor-
fosea , pasando de ser una minúscula bola a una flor plenamente desarro-
llada; aun si ocurre un cambio, se logra mediante el desarrollo de aspectos
latentes de la personalidad que ya estaban presentes desde el comienzo. El
núcleo esencial de los personajes de Dostoievski sigue siendo , por ello, el
mismo , pero se agranda al continuar creciendo sus dimensiones; es proba-
ble que por ello , al amplificarse visiblemente los personajes ante nuestros
ojos, el lector reciba una impresión tan fuerte de su monumentalidad.
Los cuatro personajes centrales son presentados en esta primera sec-
ción, así como la augusta figura del padre Zósima. Fiódor Pávlovich, el
sensual progenitor de la camada Karamázov, es un tipo dostoievskiano que
ya nos es familiar: el bufón vengativo , como Forna Fómich Opiskin en La
aldea de Stepanchihovo, que comienza en la vida como un nauseabundo
adulador y parásito y que, habiendo alcanzado después riqueza y poder,
venga implacablemente en otros sus humillaciones. A este tipo se añade
ahora una sensualidad incontenible , así como una rapacidad sin escrúpu-
los en los negocios, que lo coloca firmemente en el grupo de aquellos que ,
en la opinión de los populistas y del propio Dostoievski, estaban saquean-
do y destruyendo la vida tradicional de los campos de Rusia. También en-
tra en juego el antisemitismo cuando el narrador dice que Fiódor Pávlo-
vich pasó varios años en Odesa, donde "conoció de primera mano, en sus
propias palabras, 'un grupo de bajos judíos, judías y pequeños judíos' ...
Puede presumirse que en este periodo desarrolló una peculiar facultad
para ganar y amasar dinero". A su retomo a la ciudad, "abrió un gran nú-
mero de tabernas nuevas en el distrito" y "muchos de los habitantes del
pueblo en el distrito estuvieron pronto endeudados con él" (v. 14, p. 21).
El viejo Karamázov encarna, así, el epítome mismo del vicio personal
y social, habiendo abandonado a los tres hijos que tuvo con sus dos espo-
sas, los cuales crecen como miembros del tipo de "familia accidental" que
Dostoievski percibió , cada vez más intensamente, como típico de la socie-
dad culta rusa. Su supuesto bastardo , Smerdiakov (aunque esta paternidad
nunca se confirma), es tratado con un poco más de consideración, pero
con un desprecio que tan sólo incrementa su resentimiento y su ocultara-
bia. Sin embargo, Fiódor Pávlovich no es simplemente un monstruo de
perversidad que tan sólo exista en el nivel de sus insaciables apetitos: es
astuto y cínico, lo bastante culto para salpicar su charla con frases france-

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LI BROS 1 Y 2 ~ 725


sas, para conocer Los bandidos de Schiller; a la vez, demuestra que tiene
extrañas veleidades, las cuales sugieren un poco de oculta vida interior. Al
recibir la noticia de la muerte de su primera esposa, de tipo dominante
-la madre de Dimitri, el cual ha heredado su turbulento carácter-, grita
de alegría y llora al mismo tiempo. Años después, aunque sigue bebiendo
furiosamente y no deja de insultar a los monjes, dona mil rublos al monas-
terio para pagar réquiems por su alma. Este leitmotiv de la naturaleza "vas-
ta" u "oceánica" del ruso, que oscila entre extremos moral-psicológicos en
competencia, caracteriza tanto a Fiódor Pávlovich como a su hijo mayor, y
su significado simbólico se intensificará hacia el final del libro.
Dimitri Karamázov y su hermano Iván están retratados mucho más
brevemente que su padre o que su hermano menor, Aliosha. A primera vis-
ta, Dimitri parece ser poco más que el típico joven oficial camorrista, tan
conocido en la literatura rusa. Ha heredado tanto las inclinaciones comba-
tivas de su madre (de quien se dice que golpeaba a Fiódor Pávlovich, y no
al revés) como la tempestuosa sensualidad de los Karamázov. El narrador
esboza su carrera de disipación en el ejército y sus esperanzas de heredar
dinero de su madre cuando llegue a la mayoría de edad. En realidad, sin
embargo, su padre ha despilfarrado sus bienes, de modo que Dimitri se
encuentra ahora insolvente. No tenemos ningún atisbo de sus ideas y sen-
timientos hasta llegar al libro 3, cuando empieza a desarrollarse toda la
"amplitud" de su carácter.
Iván posee los rasgos familiares de los jóvenes intelectuales de Dostoiev-
ski: es reservado y un tanto huraño, ensimismado; siempre está cavilando
sobre los agravios que le han hecho, así como sobre las injusticias del mun-
do. Esos personajes son los más receptivos a las ideas "progresistas", e Iván
no es la excepción, pero las ideas que lo absorben ahora expresan el meollo
de la problemática populista, tal como la veía Dostoievski. ¿Es posible
transformar al mundo en una realización del ideal cristiano sin tener fe en
Cristo? El conflicto interno de lván queda inmediatamente sugerido por la
ambigüedad que rodea su artículo sobre los tribunales eclesiásticos, que
fue aplaudido por el partido clerical y por los secularistas. Lo que estaba
en juego era si dichos tribunales debían quedar subordinados a las autori-
dades del Estado (y, por tanto, ser seculares), o si, por lo contrario, los tri-
bunales del Estado debían acabar por ser absorbidos por los eclesiásticos,
cuyas decisiones se tomarían de acuerdo con la ley de Cristo. Iván había
presentado ambas posiciones extremas con idéntica fuerza, y cada bando

726 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


creyó que lo podía poner como su portavoz. En realidad, su aparente ne-
gativa a escoger entre una y otra presenta ya el conflicto interno que, a la
postre, conducirá a su colapso mental. Los rasgos predominantes de su per-
sonalidad quedan indicados en las suposiciones que hace el narrador acer-
ca de su actitud para con su padre: "Debe notarse que ni siquiera intentó
comunicarse con su padre, tal vez por orgullo, por desprecio a él, o tal vez
por su frío sentido común, que le indicó que de semejante padre no obten-
dría ayuda ninguna" (v. 14, p. 15). Un tipo de motivo se debe a sus emocio-
nes (orgullo, desprecio), el otro, a su intelecto; y aunque aquí coinciden
ambos, le veremos luchar desesperadamente por dar a sus sentimientos y a
su razón alguna clase de unidad, cuando, más adelante, diverjan.
Es a Aliosha a quien, después de Fiódor Pávlovich, dedica la mayor
atención el narrador, y Dostoievski se esfuerza por convencer al lector de
que, a diferencia de la encarnación anterior de su ideal moral en el prínci-
pe Mishkin, semejante figura no es "patológica" ni anormal en algún senti-
do obvio. No era "un fanático ... y ni siquiera un místico" (v. 14, p. 17); por
el contrario, era "un muchacho de diecinueve años bien desarrollado, ru-
bicundo, de ojos claros, radiante de salud" (v. 14, p. 24). Inmediatamente
se ve asociado con valores cristianos por sus primeros recuerdos, los de su
madre, un tanto trastornada por sus sufrimientos a manos de Fiódor Pávlo-
vich, la cual rezaba con él y por él, ante la imagen de la Madre de Dios.
"Recordaba un apacible atardecer de verano, una ventana abierta, los rayos
inclinados del sol poniente ... y, de rodillas ante la imagen, su madre, sollo-
zando histéricamente, con gritos y aullidos, estrechándolo con ambos bra-
zos, hasta causarle dolor y. .. luego, deshaciendo el abrazo, poniéndolo ante
la imagen con ambos brazos extendidos, como para ponerlo bajo la pro-
tección de la Madre" (v. 14, p. 18). Dostoievski había hablado a menudo de
la importancia de tales recuerdos de la niñez para el desarrollo ulterior del
carácter; y así, la sensibilidad moral de Aliosha es forjada por el amor y el
perdón absoluto tradicionalmente asociados a la Madre de Dios en la orto-
doxia rusa. "Había algo [en Aliosha] que hacía sentir, al punto (y así fue
durante toda su vida posterior) que no le importaba ser juez de los otros;
que nunca se dedicaría a criticar y nunca condenaría a nadie por nada" (id).
La descripción del carácter y la conducta de Aliosha, cuya psicología
no intenta explicar el narrador, se apega directamente a la pauta hagiográ-
fica; la pureza moral de su naturaleza y el amor que inspira a todos a pesar
de su "excentricidad" son atributos tradicionalmente beatíficos. Las fuerzas

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS l Y 2 ~ 727


que lo impelen, que se insinúan de manera deliberadamente vaga para su-
gerir una posible inspiración de otro mundo , vienen de las impresiones de
su niñez recién mencionadas, y de la naturaleza de la vocación religiosa
que han inspirado en él. Desde luego, no es casualidad que su santo pa-
trón, san Alejo, el Hombre de Dios, sea mencionado muy pronto, en el li-
bro 2. Aliosha fue, pues, instintivamente religioso y devoto. Hasta que su
fe es puesta a prueba, más avanzado el libro, no había tenido duda alguna
sobre Dios o sobre la inmortalidad, o, incluso, sobre la verdad de las leyen-
das milagrosas relacionadas con la institución de los (startsy) ancianos, la
clase especial de monjes a la que pertenecía el padre Zósima. El narrador
esboza brevemente el renacimiento de esta institución en ciertos monaste-
rios rusos y la oposición que encontró, que ya deja prever la rivalidad en-
tre el padre Ferapont y el padre Zósima. Los novicios que decidían confiar-
se voluntariamente a un anciano entregaban su voluntad por completo a
su guía con "la esperanza de conquistarse a sí mismos, de dominarse a sí
mismos", y Aliosha había decidido someterse de esta manera al padre Zósi-
ma. Compartía sin vacilar la adoración del campesino ruso por los ideales
de santidad y de justicia encarnados en el santo monje, de quien creía fir-
memente que poseía el don de una fuerza espiritual - la fuerza del amor
cristiano- capaz de redimir al mundo. El narrador observa que "los mon-
jes solían decir que [el padre Zósima] se sentía más atraído hacia quienes
eran más pecadores, y cuanto mayor fuese el pecador, más lo quería"
(v. 14, p. 28).
Con todo, esta sumisión al padre Zósima no significa que Aliosha se
mantenga apartado de las cuestiones planteadas por el mundo moderno.
En realidad, Dostoievski coloca al personaje de Aliosha en una relación
inmediata con la situación sociopolítica, al describirlo como "un temprano
amante de la humanidad", como "un joven de nuestra última época" que
apasionadamente buscaba la verdad y la justicia, dispuesto a sacrificarse,
allí mismo, por esos ideales (v. 14, p. 17). Estas frases asocian inconfundi-
blemente a Aliosha con el descontento y el idealismo moral de la genera-
ción de los setenta; claramente se intenta, al menos en este volumen inicial,
presentarlo para ofrecer una forma alternativa de "acción" y de "sacrificio"
a la que prevalecía entre la juventud radical. Pues si Aliosha, se nos dice ,
"hubiese decidido que no existen Dios y la inmortalidad, al momento se
habría vuelto ateo y socialista (pues el socialismo no es tan sólo la cuestión
laboral o la del cuarto Estado; es la cuestión del ateísmo en su encarnación

728 ... LOS HERMANOS KARAMÁ Z OV


contemporánea, la cuestión de la Torre de Babel construida sin Dios, no
para subir al Cielo desde la Tierra sino para traer el Cielo a la Tierra)"
(v. 14, p. 25). Los mismos ideales y sentimientos que atrajeron a Aliosha
hacia Zósima habrían podido llevarlo al ateísmo y al socialismo, ya que
ambos ofrecen caminos divergentes pero que conducen a la misma meta:
la transformación de la vida terrenal en una sociedad más semejante al Rei-
no de Dios; pero el primero habría sido guiado por Cristo, mientras que el
segundo está privado del ámbito moral que Él ofrece.
También está en relación con Aliosha el hecho de que el tema princi-
pal de la novela - el conflicto entre la razón y la fe- reciba su primera
ejemplificación. Cuando el narrador toca la fe de Aliosha en los milagros ,
explica inmediatamente que esto no le impedía ser "más realista que na-
die" (v. 14, p . 24). El "realismo" de Aliosha no contrarresta su fe , porque
ésta queda definida como un estado interno o disposición anterior a (o al
menos independiente de) cualquier cosa externa, visible, tangible, empí-
rica. Así, la fe de Aliosha colorea y condiciona toda su aprehensión del
mundo empírico; no es una evidencia de ese mundo la que inspira o com-
bate la fe. Un incrédulo "antes negaría la evidencia de sus propios sen-
tidos" que reconocer un milagro; o, si no pudiera negar la evidencia, in-
terpretaría el milagro como un hecho de la naturaleza hasta entonces
desconocido (el padre Zósima habitualmente deja la elección colgando en
el aire) . Pero si "el realista cree una vez, entonces se ve obligado por su
mismo realismo a admitir también lo milagroso". El apóstol Tomás, que
dudó, dijo que no creería hasta ver a Cristo transfigurado y resucitado.
"¿Fue el milagro el que lo obligó a creer? Muy probablemente no, pero
creyó tan sólo porque deseó creer y posiblemente en el fondo de su cora-
zón creía, incluso cuando dijo: 'No creeré hasta que vea'" (v. 14, pp. 24-
25). Este pasaje se anticipa a la crisis espiritual de Aliosha causada por la
descomposición del cadáver del padre Zósima, crisis que es tan sólo un
ejemplo del tema principal de Dostoievski: que la verdadera fe debe apar-
tarse de todo lo externo, de toda búsqueda o toda dependencia de una
confirmación o justificación de lo que debiera ser una pura afirmación
interna de la voluntad emotiva.
Dostoievski juega con interminables variaciones de esta oposición irre-
conciliable entre la fe, por una parte, y lo empírico y racional, por la otra:
oposición dramatizada por vez primera en un breve diálogo entre Aliosha
y su padre . Las palabras burlonas de Fiódor Pávlovich se anticipan a las

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS 1 Y 2 ~ 729


elevadas especulaciones de Iván, y unen a los dos no sólo en lo que es más
que una relación entre padre e hijo; pero lo que será noble y elevado en
Iván se vuelve vulgar y baratamente cínico en el corrompido y viejo bri-
bón. Al autorizar a Aliosha a entrar en el monasterio, Fiódor Pávlovich,
semibeodo, explica la razón: "Rezarás por nosotros los pecadores; aquí he-
mos pecado demasiado. Siempre he pensado en quién rezará por mí, y si
habrá alguien en el mundo que vaya a hacerlo". Pero esta implícita admi-
sión de conciencia moral y de fe en una vida posterior queda inmediata-
mente cancelada por una socarrona incapacidad de imaginarse los instru-
mentos físicos del Infierno. Si en el Infierno hay unos ganchos de los que
colgará Fiódor Pávlovich, ¿de dónde salieron? ¿Estaban sujetos a un cielo-
raso7 "Y si no hay cielo raso no puede haber ganchos y si no hay ganchos,
todo falla, lo que también es improbable, pues entonces no habría nadie
para arrastrarme al Infierno, y si no me arrastran, ¿qué clase de justicia hay
en el mundo? Il faudrait les inventer, esos ganchos, de propósito, tan sólo
para mí" (v. 14, pp. 23-24). Ésta es una forma degradada y chusca de "rea-
lismo" -una parodia de volterianismo ruso- en que la "interpretación
euclidiana" de Iván se manifiesta en su padre, en madame Jojlakova, en
Smerdiakov y, finalmente, en el demonio de la alucinación, a quien Iván
acusará de representar "los más sucios y estúpidos" de sus blasfemos pen-
samientos y sentimientos.

La acción de la novela per se comienza en el libro 2, después de la previa


exposición del libro 1, con la reunión del clan Karamázov en el monasterio
para dirimir la disputa entre Dimitri y su padre; puede suponerse que to-
dos muestran su mejor comportamiento en presencia del padre Zósima.
No se ha dado ninguna indicación previa de que esta disputa trate más que
de lo que Dimitri debía heredar de su madre, pero ambos están exaltados
por la irresistible tentadora Grúshenka, y la cuestión del dinero se entrela-
za ahora con la rivalidad por sus favores . De hecho, todos los hilos de la
principal trama y de las subtramas quedan hábilmente expuestos mientras
padre e hijo se gritan furiosos insultos, lo que saca a luz las tortuosas rela-
ciones de Dimitri con su prometida Katerina lvánovna, la equívoca situa-
ción de Grúshenka como concubina del comerciante Samsonov y el ataque
contra el indefenso capitán Sneguiriov por el enfurecido Dimitri, quien ti-

730 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


rándole de la barba lo sacó de una taberna, ante los ojos horrorizados de
su hijo Iliusha y sus condiscípulos.
Esta sección también sirve para introducir al lector en el recogido
mundo del monasterio, que Dostoievski nunca antes había pintado, y para
contrastar la dignidad y serenidad de sus habitantes (al menos, los que ro-
dean al padre Zósima) con los diversos tipos de intereses egoístas que
muestran los personajes seculares. Fiódor Pávlovich desempeña por com-
pleto su papel de bufón, a menudo con una chusca erudición, y responde
al desprecio implícito que, internamente, teme de sus interlocutores con
todo un despliegue de observaciones escabrosas sobre la vida monástica y
de anécdotas sacrílegas, tendientes a turbar y deprimir a sus interlocutores.
Sin embargo, el que más se escandaliza no es el padre Zósima sino el digno
occidentalista y liberal Miúsov, pariente materno lejano de Dimitri, cuya
descripción indudablemente habría llevado a los lectores de la época a re-
cordar a Aleksandr Herzen. Miúsov encuentra intolerable la presencia de
Fiódor Pávlovich precisamente porque sus escandalosas frases y su ofensiva
conducta no difieren, en esencia, del propio antagonismo ilustrado y fari-
saico de Miúsov a "la clerigalla". Bien consciente de esta repugnancia, Fió-
dor Pávlovich fastidia alegremente a Miúsov, exponiendo sus ideas "avan-
zadas" y "progresistas" en su forma más vulgar y ridícula. La relación entre
ambos es una versión cómicamente exagerada de la que hay entre Fiódor
Pávlovich e Iván, salvo que Miúsov, pomposo y pagado de sí mismo, caff-
ce enteramente de la dimensión de conciencia espiritual que hace de Iván
una figura tan trágicamente impresionante. El personaje secundario Maxí-
mov, ejemplo triste y patético del tipo de bufón, "dobla" a Fiódor Pávlo-
vich en ciertas escenas; y cuando , al término del libro 2, Iván sádicamente
saca a puntapiés a Maxímov del carruaje , su acción dramatiza todo el odio
reprimido a su padre que Iván no se permite expresar directamente.
El agrupamiento y la sucesión de los capítulos es parte importante de
la técnica de Dostoievski de transmitir motivos temáticos sin intervención
directa del autor, como vemos claramente que funciona en el libro 2. Des-
pués de que "el viejo bufón" (título del capítulo) ha comenzado sus ofensi-
vas y sacrílegas payasadas en la celda del padre Zósima, la narración cam-
bia hacia la fe profundamente conmovedora de los campesinos reunidos
para recibir el consejo espiritual y la bendición del anciano. El padre Zósi-
ma cura a una "poseída" tocándola con su estola , y el narrador explica el
efecto de su gesto "por la expectación del milagro de curar y por la fe im-

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS 1 Y 2 ~ 731


plícita en que ocurriría; y ocurrió , aunque sólo por un momento" (v. 14,
p. 44) Lo que parece ser un milagro puede así ocurrir si la fe es lo bastante
fuerte para creer que ocurrirá; es la fe la que realiza el milagro, no el poder
supuestamente milagroso de la estola sacerdotal.
El segundo episodio, uno de los más emotivos del libro, está vinculado
con la muerte reciente del hijo de Dostoievski, de tres años. Una campesi-
na llora la muerte de su hijo de tres años llamado Alekséi, el último de sus
cuatro hijos . Al principio, el padre Zósima intenta consolarla con la idea
de que el niño muerto se encuentra , de acuerdo con una creencia muy di-
fundida, entre los ángeles del Cielo y más cerca de Dios; empero, este con-
suelo convencional no ofrece ningún alivio. La madre apesadumbrada ya
ha oído de su marido las mismas palabras, y no le dan sosiego . La imagen
de su pequeño desaparecido , cuya voz y pasos desea oír por última vez,
siguen llenando su alma de inconsolable pesar. Entonces , el padre Zósima
le dice a la madre algunas de las palabras que el padre Ambrose de Optina
Pustin le pidió a Dostoievski que le transmitiera a Anna Grigórievna: "No
te consueles. No es consuelo lo que necesitas. Llora y no te consueles". Pero
aún recuerda "que tu pequeño es uno de los ángeles de Dios". Su pena no
se desvanecerá jamás y continuará llorando: "Pero [tu llanto] se transfor-
mará, al fin , en una apacible alegría, y tus amargas lágrimas sólo serán lá-
grimas de tierno pesar que purifica el corazón y lo libra de pecado" (v. 14,
p. 46). Le aconseja que vuelva a casa y consuele a su marido , quien se ha
dado a la bebida, y que vuelva su amor hacia él, sin dejar de recordar nun-
ca que su pequeño "está vivo, pues el alma vive para siempre, y aunque no
esté en la casa, está cerca de ti , sin ser visto" (v. 14, p . 47) . Las palabras del
padre Zósima acerca de que la pena se convertirá en una apacible alegría
serán pronto parodiadas por lván en una situación absolutamente distinta ,
y el sufrimiento de niños inocentes en el mundo de Dios será la principal
razón de que rechace el "billete de entrada" a una "armonía eterna" en que
se perdone ese sufrimiento.
Los "ojos brillantes" de otra campesina atraen la atención del padre
Zósima, y sus palabras renuentes y azoradas dan a entender que, probable-
mente, ella mató a su marido, mucho más viejo, cruel y sádico , o que, al
menos , apresuró su fin cuando él enfermó. El pecado, que ocurrió tres
años antes, había empezado a obsesionarla. "Tengo miedo de morir", se
lamenta, aunque ya se había confesado dos veces y había recibido la co-
munión. Sus tormentos de conciencia se anticipan claramente a los del

732 .. LOS HERMANOS KARAMÁZOV


"misterioso desconocido" del padre Zósima, y después, a los de lván y de
Smerdiakov. El padre Zósima la apremia "a no temer nada" y le asegura que
"si tu arrepentimiento no flaquea, Dios lo perdonará todo ... El hombre no
puede cometer un pecado tan grande que agote el infinito amor de Dios".
Repite este pasaje de san Lucas declarando que hay más alegría en el Cielo
por un pecador que se arrepiente que por diez hombres justos (v. 14,
p. 48).
Otra de las peticionarias del padre Zósima recibió el consejo de orar
por su hijo como si hubiese muerto, basándose en la teoría de que esto lo
perturbaría , moviéndole a escribir una carta. (Semejante idea en realidad
se la sugirió alguien a la institutriz de los hijos de Dostoievski, y él le había
dicho que no lo hiciera.) El padre Zósima reprende a la mujer por haber
pensado siquiera en "este gran pecado , similar a la hechicería", es decir,
tratar de manipular lo sobrenatural para obtener un fin práctico, específico;
sin embargo, predice que su hijo volverá pronto, o que llegará una carta.
Cuando esto ocurre al día siguiente, se le considera un "milagro", aunque
su estatus se queda ambiguo (v. 14, p. 47). Por último , aparece una "salu-
dable campesina" que ha recorrido cuatro millas llevando a su hija peque-
ña porque había oído decir que el padre Zósima estaba enfermo, y quería
verlo por última vez. Después de observar al padre Zósima atendiendo a su
grey, alegre pero erróneamente concluye que no está gravemente enfermo,
y le deja sesenta kopeks para distribuirlos entre los más pobres que ella.
Así, el capítulo termina con esta reconfortante nota de amor cristiano y de
solidaridad actuando entre el pueblo ruso en el nivel más terrenal.
Esta tonalidad de soledad reverencial es remplazada por una divertida
comedia satírica. El padre Zósima deja a las pobres campesinas para en-
frentarse a la acaudalada y consentida madame Jojlakova y su hip inválida ,
Liza , que lo aguardan en una antecámara especial de su celda. Esta dama,
aturdida y coqueta, es el divertido retrato que hace Dostoievski de una
ociosa y próspera matrona de sociedad con pretensiones intelectuales, que
gira como una veleta en respuesta a cada viento ideológico de moda. Ese
tipo ya había sido presentado, con toques satíricos mucho más agudos, en
Yulia von Lembke, la esposa del gobernador general en Los demonios, pero
madame Jojlakova, tal vez por no estar en posición de causar daño alguno ,
es tratada con afectuosa condescendencia, y no con quemante befa. El tono
lo pone la respuesta del padre Zósima cuando ella afirma su rebosante
"amor a la humanidad" y sus ocasionales sueños de volverse hermana de la

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS 1 Y 2 ~ 733


caridad. "A veces , sin darse cuenta -observa Zósima-, puede hacer us-
ted una buena acción en realidad" (v. 14, p. 52). No sólo las ostentosas lu-
cubraciones de madame Jojlakova constituyen una obvia antítesis de las
campesinas, sino que la conversación entre Zósima y la locuaz señora tam-
bién prefigura uno de los motivos artísticos más profundos del libro.
Pues el parloteo de madame Jojlakova se anticipa, en una versión se-
riocómica, a las dudas y vacilaciones de Iván Karamázov concernientes a
Dios y la inmortalidad, y la respuesta del padre Zósima condensa la esen-
cia misma de lo que pronto quedará dramatizado en forma mucho más
seria y poderosa. Madame Jojlakova se ha contagiado de algo del ateísmo
que estaba de moda en la época y se pregunta si la fe no viene simplemen-
te del terror. Qué pasa, pregunta con encantadora falta de lógica, si descu-
bre al morir que "no hay nada más que las lapas que crecen sobre mi tum-
ba" (como había escrito Turgueniev al final de Padres e hijos). "¿Cómo,
cómo -pregunta desesperadamente- vamos a probarlo?", a lo que el Pa-
dre Zósima replica que no es posible prueba alguna, pero que podemos
convencernos "por la experiencia del amor activo. . . Si usted alcanza el
perfecto olvido de sí misma en el amor a su prójimo, entonces creerá usted
sin vacilar y ninguna duda podrá entrar en su alma" (id.). La diferencia en-
tre ese amor cristiano y un "amor racional a la humanidad", que deja intac-
tas las raíces emotivas del egoísmo, queda subrayada en el relato que hace
el padre Zósima del médico que confesó -como muy pronto lo hará
Iván- que "cuanto más detesto individualmente a los hombres, más ar-
diente se vuelve mi amor a la humanidad" (v. 14, p. 53).

No hay novelista que pueda rivalizar con Dostoievski en la capacidad de


desarrollar sus temas y de revelar la sensibilidad moral-psicológica de sus
personajes mediante discusiones de ideas aparentemente abstractas. Su
maestría en ese dominio queda demostrada cuando el padre Zósima vuel-
ve a la escandalosa reunión de los Karamázov en su propia celda. Aquí se
da lugar importante a la discusión causada por el artículo de Iván sobre la
jurisdicción de la Iglesia, que prolonga las sugestiones ya dadas acerca de
su carácter. Iván había sostenido que la Iglesia cristiana debiera aspirar a
transformar y a absorber en sí al Estado, y no darse por satisfecha con un

734 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


ámbito limitado de poder; empero, esto no significa que la Iglesia deba adop-
tar las prerrogativas de un Estado. El catolicismo romano , según la teología
eslavófila, había traicionado al cristianismo mil años antes cuando se vol-
vió un imperio pagano en tiempos de Constantino, reclamando un poder
temporal sobre toda la humanidad. Antes bien, la ley del amor cristiano
que rige en la Iglesia debe penetrar en cada área de la existencia secular y
social, y los principios que gobiernan las relaciones entre los hombres de-
ben estar basados, no en la fuerza externa y la imposición, sino en la libre
y voluntaria operación de la conciencia moral cristiana. Semejante mundo
sería en verdad el establecimiento del Reino de Dios en la Tierra, el triunfo
total de la fe religiosa sobre la razón secular, la elocuente exposición que
hace Iván de esta meta indica cuán profundamente responde él al ideal
cristiano en su más elevada forma.
Cuando el padre Zósima interviene en la discusión apoyando la visión
apocalíptica de Iván de semejante futuro, el anciano observa con una son-
risa que aun cuando "la sociedad cristiana de hoy no está aún dispuesta" a
semejante transformación, "continuará inconmovible en sus expectativas"
porque el reino vendrá, sin duda, "aunque al fin de los tiempos" ... que
puede estar más cerca de lo que nadie prevé. "¡Así sea! ¡Así sea! ", proclama
(v. 14, p. 61). El liberal europeizado Miúsov replica que esa visión está
"aún más allá de los sueños del papa Gregario VII" (quien exigió la autori-
dad secular sobre los reinos terrenales en el siglo xi), pero el docto padre
Paísi lo reconviene por confundir el ideal ortodoxo ruso con el del catoli-
cismo. La pretensión del papa Gregario "es la tercera tentación del demo-
nio", declara severamente, anticipándose al poema de Iván sobre el Gran
Inquisidor (v. 14, p . 62). Y cuando Miúsov, en una anécdota que puede
parecer fuera de lugar, relata su historia del policía francés que le dijo que
"el socialista que es cristiano es más de temer que el socialista que es ateo",
el padre Paísi le pregunta, con rudeza, si "nos aplica [tales palabras], y si
nos mira como socialistas" (id.). No se recibe respuesta porque de pronto
aparece Dimitri; pero Dostoievski, una vez más, como con Aliosha, desea
yuxtaponer el cristianismo y el socialismo como senderos alternos hacia la
misma meta: aplicar los ideales cristianos a la sociedad terrenal.
La emotiva receptividad de Iván a este ideal cristiano ortodoxo-esla-
vófilo no es más que un aspecto de su carácter; otro - no menos absoluto,
riguroso e intransigente- se muestra en la conversación de la que malicio-
samente informa Miúsov. Iván había declarado públicamente que la ley

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIB ROS 1 Y 2 ~ 735


cristiana del amor no podía separarse de la fe cristiana, y que, sin fe en
Dios y en la inmortalidad, "la ley moral de la naturaleza debe cambiarse
precisamente en lo contrario de la antigua ley religiosa, y que el egoísmo,
llegando incluso al crimen, debe volverse no sólo legal sino reconocerse
como el resultado inevitable, el más racional y hasta honorable de [esta]
posición" (v. 14, pp. 64-65). Sólo la fe cristiana sostiene la aplicación de la
ley del amor en el mundo; de otra manera, no hay nada que se oponga al
egoísmo y a las depredaciones de la vanagloria. Iván se niega a quedarse
aquí a medio camino, como también lo había hecho en la cuestión de la
Iglesia y el Estado , y su propio conflicto interno se refleja en la absoluta
incompatibilidad entre estas opciones. Su racionalismo le impide creer en
Cristo y en la inmortalidad, pero su sensibilidad moral hará imposible que
acepte las terribles consecuencias que lógicamente se derivan de esa falta
de fe .
El padre Zósima, experimentado lector de almas, directamente pe-
netra en la angustia del estado espiritual de Iván, y el diálogo entre ambos
pone en relieve la autenticidad y la terrible incertidumbre de la situación
de Iván. Cuando Zósima lo acusa de no creer ni en la inmortalidad ni en lo
que él mismo había escrito en defensa de la supremacía de la Iglesia, Iván
reconoce la acusación de diletantismo. Pero , habiendo perdido su altiva
seguridad, añade: "No estaba yo bromeando". Zósima una vez más llega
hasta lo más hondo , al decirle a Iván que está jugando con el martirio de
su propia indecisión y desesperación. Completamente desconcertado,
Iván se expone por completo al preguntarle a Zósima "extrañamente, mi-
rando al anciano con [una] sonrisa inexplicable", si a la pregunta de Dios
"le puede responder en la afirmativa". La respuesta del padre Zósima, aquí,
puede tomarse como expresión de la actitud del propio Dostoievski hacia
toda la generación de jóvenes rusos que Iván, pretendidamente, repre-
sentaba:

Si no se la puede decidir en la afirmativa, jamás se la decidirá en la negativa.


Usted sabe que es la peculiaridad de su corazón, y todo su sufrimiento se
debe a ella. Pero dé gracias al Creador porque le haya dado un corazón noble
capaz de tal sufrimiento, "de pensar y buscar cosas superiores, pues nuestra
morada está en los cielos". Pluga a Dios que su corazón alcance la respuesta
en la tierra, y Dios bendiga su camino.

736 ~ LOS HERMANOS KARAMÁ ZO V


lván sólo había hecho una inclinación formal ante Zósima al entrar en
su celda; ahora, se acerca al anciano , recibe su bendición y, con toda reve-
rencia, le besa la mano (v. 14, pp. 65-66).
La presentación de Dimitri en el libro 2 es mucho menos directamente
reveladora, pero los lineamientos de su carácter aparecen, sin embargo,
claramente. Su descripción física ya indica sus futuras oscilaciones: "Sus
ojos oscuros, bastante grandes y saltones, tenían una expresión de firme
determinación, y sin embargo había en ellos, asimismo, una mirada vaga ...
sus ojos de algún modo no revelaban su estado de ánimo, sino que revela-
ban otra cosa, a veces totalmente incongruente con lo que estaba ocurrien-
do" (v. 14, p. 63). Estos detalles sugieren la inestabilidad de su tempera-
mento , el cual, al nivel de la conducta social, corresponde a las fluctuaciones
religioso-filosóficas de Iván. "La gente que veía algo pensativo y adusto en
sus ojos -se nos dice- se sorprendía por su súbita risa, testimonio de
pensamientos divertidos y frívolos en el mismo momento en que su mira-
da era sombría" (id.) Pese a toda su rudeza y disipación, en Dimitri había el
anhelo de "decoro" ya sugerido en el libro 1 por la observación del narra-
dor de que Dimitri había aceptado acudir a la reunión de la familia en la
celda del padre Zósima porque "en secreto se había culpado de sus arran-
ques de mal humor con su padre , en varias ocasiones" (v. 14, p. 30). Es el
único personaje "educado" que besa la mano del padre Zósima como cosa
natural, y es capaz, aun en medio de un furioso altercado con su padre, de
reconocer sinceramente su culpa. "Padre, no justifico mi acción -dice,
hablando de su ataque al capitán Sneguiriov-. Sí, lo confieso pública-
mente, me porté como un bárbaro con el capitán y ahora lo lamento, y es-
toy asqueado de mí mismo por ese brutal arranque de rabia" (v. 14, p. 67).
Espoleado, sin embargo, por los retos y reproches falsamente patéticos de
su padre acerca de Katerina lvánovna y de Grúshenka , la ira de Dimitri se
vuelve incontenible. "¡Díganme! -truena ante todos los reunidos-, ¿se le
puede permitir [a Fiódor Pávlovich] estar mancillando la tierra?" (v. 14,
p . 69). Es inmediatamente después de esta sugestión de parricidio cuando
el padre Zósima -habiendo notado la terrible violencia de la naturaleza
de Dimitri y sus ocasionales muestras de conciencia- se inclina a sus pies.
Aliosha casi no es desarrollado en esta sección y, después de las prime-
ras páginas, se queda en segundo plano hasta una etapa ulterior del libro.
Como lo ha observado Robin Feuer Miller, funciona más o menos como lo
que Henry James llamó una ficell e, es decir, un hilo que une la acción de

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS l Y 2 ~ 737


los otros personajes, conforme pasa del uno al otro. 5 De todos modos, nos
enteramos aquí de su incipiente ternura por Liza Jojlakova, a quien cono-
ció de niño, y es aquí también donde recibe la orden del padre Zósima de
abandonar el monasterio tras la muerte del padre y servir a la causa de la
verdad en el mundo. Ambos motivs probablemente apuntan al segundo
volumen de la obra, y por esta razón quedan relativamente poco desarro-
llados. La inválida Liza es un personaje que recuerda a lppolit Terentiev en
El idiota; como él, combina una conmovedora inocencia juvenil y precoci-
dad con una ferocidad egoísta debida a su enfermedad (Ippolit estaba mu-
riendo de tuberculosis). Ambos pueden verse como ejemplos de lo patéti-
co-demoniaco, aunque Liza es, con mucho, el ejemplar más patológico de
este tipo que Dostoievski jamás creara. Se vale de ella como ejemplo de la
perversidad emocional engendrada hasta en los más puros y sencillos por
una vida de total indulgencia para consigo y una atmósfera de vacío moral
y futilidad.
Estos capítulos quedan redondeados temáticamente por uno dedicado
a Aliosha y a su antípoda negativo, el envidioso y egoísta Rakitin, joven
novicio del monasterio que en secreto y sin dolor se ha convertido al ateís-
mo, la ciencia y el positivismo. Rakitin es "un joven decidido a hacer carre-
ra", dispuesto a vender su alma -en la cual no cree- por el éxito material
y el ascenso social (v. 14, p. 71). Si Iván representa el aspecto de la juven-
tud populista que Dostoievski consideraba auténticamente inspirada por
ideales cristianos, Rakitin muestra cuán fácilmente estos ideales, cuando se
divorcian de un cierto sentimiento de su fuente original, se pueden con-
vertir en una máscara que oculte la bajeza y la mendacidad. Rakitin es un
cínico absoluto, que cree que la reverencia del padre Zósima ante Dimitri
fue "sólo la habitual mojiganga sagrada''. La ira de Dimitri y su tempera-
mento explosivo le han mostrado que muy probablemente se gestaba un
asesinato, y que por ello el padre había "probado el terreno para estar listo
para lo que viniera" y así fomentar su reputación de profeta (v. 14, p. 73).
Rakitin también hace un análisis fríamente desilusionado de la situación
de la familia Karamázov que ayuda a aclarar la acción de la trama, especial-
mente la situación entre lván y Katerina lvánovna. Incluye, asimismo, una
denuncia de la "estúpida teoría" de lván de que "si no hay inmortalidad del
alma, entonces no hay virtud, y todo es lícito" (v. 14, p. 76).

5
Robin Feuer Miller, The Brothers Karamazov, Nueva York, 1992, p. 23.

738 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


Planteándose como adversario intelectual de lván, declara Rakitin que
"la humanidad encontrará en ella el poder de vivir para la virtud aun sin
creer en la inmortalidad. Lo encontrará en el amor a la libertad, a la igual-
dad, a la fraternidad". Pero Rakitin es incapaz de imaginar que alguien
realmente pueda "vivir para la virtud" o actuar, salvo por los motivos más
desvergonzadamente egoístas (id.). lván predice el camino que seguirá Ra-
kitin hacia el éxito como propietario de un periódico "del lado liberal y
ateo , con un tinte socialista, con una pequeña gota de socialismo", y con
"una gran casa en San Petersburgo" cuyos pisos superiores alquilará (v. 14,
p. 77). Tales palabras bien pueden indicar un plausible esquema para el
desarrollo de Rakitin en el segundo volumen previsto. Sin embargo, aquí
Dostoievski se vale de la desengañada perspectiva de Rakitin como contra-
peso que sirva para contrastar el craso y vulgar materialismo de su "pro-
gresista" punto de vista con la verdadera complejidad humana y moral de
la situación en que se han enredado sus personajes.

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS 1 Y 2 ~ 739


XXXII. Los hermanos Karamázov:
libros 3 y 4

CoN EL FIN del libro 2, Dostoievski ha completado su introducción, ha


puesto al lector en contacto con todos los protagonistas excepto Smer-
diakov, y ha comenzado todas las acciones de la trama que se entrelazarán
en lo que sigue del texto. Los dos libros siguientes consisten, externamen-
te, en una serie de visitas que hace Aliosha a diversos personajes. Este re-
curso permite a Dostoievski desarrollar más personajes como Grúshenka,
Katerina Ivánovna y el capitán Sneguiriov, hasta entonces vistos sólo en las
imágenes deformadas y parciales que aparecieron en las furiosas discusio-
nes entre Dimitri y su padre. Asimismo, al colocar a Aliosha como pivote
de estas secciones, Dostoievski enmarca la multiplicidad de los aconteci-
mientos, con su abundante exhibición de locura humana, pasión y sufrimien-
to, dentro del conjunto de la sombra del monasterio y la muerte inminente
del padre Zósima.

Sin embargo, antes de esta secuencia de escenas se nos introduce breve-


mente en la historia de Smerdiakov, quien, según un rumor muy difundi-
do en la comunidad, puede ser el hijo ilegítimo de Fiódor Pávlovich. Su
madre fue una idiota de pueblo, "la apestosa Lizaveta", que rondaba por el
poblado como una especie de "loca santa", y que siempre fue tratada con
gran bondad , de acuerdo con la tradición religiosa rusa. Dio a luz a Smer-
diakov en el jardín de la casa de los Karamázov, al que se había metido esa
noche saltando la barda, y su elección de este lugar fu e tomado como su-
gerencia indirecta de la paternidad de Fiódor Pávlovich. (Cuando Fiódor

740 ...
Pávlovich se jacta ante Aliosha de que "en mi vida nunca me pareció fea
una mujer: ése es mi lema", parece estar haciendo una confesión implícita
[v. 14, p. 125] .) Sea como fuere, comenta el narrador: "¿Cómo, en su esta-
do, logró trepar sobre la barda alta y sólida? Esto ha seguido siendo un
misterio . Algunos sostenían que debió de haberla 'levantado' alguien, otros
hablaban de algo más misterioso" (v. 14, p. 92) .
La cuestión de cómo logró Lizaveta trepar sobre la barda se menciona
dos veces en la crucial escena de la noche del asesinato y aunque el narra-
dor la desecha , prefiriendo una explicación más sencilla ("Lizaveta [estaba]
acostumbrada a salvar obstáculos para dormir en jardines"), la sugerencia
de una dimensión "misteriosa" imparte, sin embargo , un tono simbólico a
este detalle. (Tanto le impresionó a Marcel Proust que interpretó todo el
libro como una clásica tragedia de crimen, venganza y expiación. El asesi-
nato de Fiódor Pávlovich fue un castigo por haber violado a una sagrada
inocente , una venganza infligida por el hijo ilegítimo que fue fruto de esta
transgresión; y luego fue expiado por los sufrimientos del inocente Dimitri.) 1
Además de estos pasajes acerca de Smerdiakov, se nos informa del modo
de vida del viejo , descrito como de pasada. Pero Dostoievski rara vez intro-
duce detalles naturalistas simplemente por ellos mismos, y aquí se analiza
la topografía de la morada de los Karamázov porque después desempeñará
un papel importante en el proceso de Dimitri.
Además, esta descripción acompaña la presentación de la relación de
Fiódor Pávlovich con su fiel servidor, Grigori, y este apego ofrece la prime-
ra analogía dramática del conflicto temático central entre la razón y la fe.
El objetivo de Dostoievski es sugerir la dificultad moral-psicológica de una
razón totalmente amoral para sostenerse a sí misma , no sólo en el nivel de
los sutiles raciocinios de lván, sino, incluso, en el plano más bajo y primi-
tivo de la psique subconsciente. "Corrompido y a menudo cruel cuando lo
impulsaba la lujuria, como algún insecto nocivo , Fiódor Pávlovich, a ve-
ces, estando ebrio, era invadido por un terror supersticioso y una convul-
sión moral que por decirlo así, sacudía su alma casi físicamente." En tales
momentos, "no habría podido entender el extraordinario anhelo que a ve-
ces , inexplicablemente, lo invadía en un momento , de tener a su lado a al-
guien fiel y devoto" (v. 14, p. 86). En busca de socorro en tales instantes, se
volvía hacia Grigori, empecinado y taciturno , intensamente religioso a la

1
Véase Victor Terras, A Karamazov Companion, Madison, 1981, pp. 119-120.

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS 3 Y 4 ~ 741


manera fanática de un campesino casi analfabeto, sumisamente leal a su
amo, aunque desaprobara profundamente sus escandalosas violaciones a
las leyes de Dios y del hombre. La simple presencia de Grigori, a quien
Fiódor Pávlovich a veces despertaba por la noche con el más trivial de los
pretextos y lo llamaba a su habitación, bastaba para calmar sus temores. El
efecto pacificador de la arisca solicitud de Grigori es comparado con el de
Aliosha sobre su padre , y esta similitud indica su significación cristiana. El
viejo pillastre, en la tranquilidad que le da la presencia de Grigori, hace un
irracional salto de fe en su lealtad y su devoción. La relación entre ambos
imita, de manera semiparódica, el desafío al que todos los personajes ten-
drán que enfrentarse.

Estos capítulos sobre los dudosos orígenes de Smerdiakov van seguidos


por el encuentro accidental de Aliosha con su hermano Dimitri, quien ha
estado acechando en los jardines cercanos a la casa de su padre, para inter-
ceptar a Grúshenka si ella se tratara de introducir allí por la noche. Y este
encuentro es la ocasión para la "Confesión de un corazón apasionado" de
Dimitri, tres memorables capítulos de febril monólogo, estimulado en par-
te por el coñac y en parte por la decisión de Dimitri de romper de una vez
por todas con Katerina lvánovna. Aquí Dimitri revela, de súbito, una pro-
fundidad inesperada y una estatura impresionante; el rudo y joven oficial
jactancioso y bravucón se metamorfosea en una figura de una dimensión
nueva, cada una de cuyas palabras vibra con una poesía turbulenta y apa-
sionada. Es este tipo de transformación el que explica el ya mencionado y
súbito aumento de estatura de los protagonistas.
Hasta ahora, se ha visto a Dimitri como un personaje que combina una
naturaleza desenfrenada y tempestuosa y una vida disoluta con un oculto
sentido de culpa por haber dado rienda suelta a su sensualidad y a sus ra-
bias incontenibles. Ahora, Dostoievski eleva poéticamente estos dos aspec-
tos de su personalidad hasta una estatura mítica. Los trozos de poesía que
cita de Nekrásov, Goethe y Schiller se entretejen con su narrativa febril y
extienden y amplifican constantemente su alcance. El irresistible impulso
de su pasión, así como la profunda repugnancia ante su propia degrada-
ción se elevan ahora por encima de lo puramente privado y personal; se
convierten en la lucha de la humanidad desde las primeras edades por su-

742 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


blimar y purificar sus pasiones e instintos animales. Dimitri se ve a sí mis-
mo en la apariencia del "troglodita desnudo" de "Das eleusische Fest" ("El
festival eléusico"), de Schiller, quien a ojos de la diosa olímpica Ceres pare-
ce estar viviendo en un estado de horrible salvajismo:

De los campos, de las viñas


No llegó fruto alguno a la fiesta,
Sólo carne de víctimas sangrientas
Ardió en los fu egos del altar,
Y hacia donde la ofendida Diosa
Volviera su triste mirada,
El hombre , en la más vil degradación ,
Exhibía su podredumbre [v. 14, p. 98].

Las fuerzas que impelen a Dimitri son las del hombre natural, que de-
masiado fácilmente puede caer esclavo de sus instintos y sus pasiones. Pero
Dimitri tiene un oscuro sentido de la naturaleza como obra de Dios, que
no puede ser enteramente maligna e irredimible, y en su propia e incontro-
lable exuberancia siente algo de la rebosante alegría que Schiller llamó "el
alma de toda creación''. Dimitri es incapaz de someter y suprimir la ele-
mental sensualidad que ha hecho de él lo que es. Sin embargo, a diferencia
de su irredimible padre, que se gloria en su depravación, Dimitri anhela
alguna alteración dentro de su propia naturaleza que le permita alcanzar el
respeto propio. Su anhelo y su dilema vuelven a ser resumidos por Schiller:

Para que purgue su alma de toda vileza


Y alcance luz y dignidad,
Debe volverse y aferrarse siempre
A la vieja madre Tierra.

"Pero la dificultad está - exclama Dimitri quejumbroso- en cómo he


de aferrarme para siempre a la Madre Tierra. No puedo besarla . No puedo
adherirme a su seno . .. sigo y no sé si voy hacia la vergüenza o hacia la luz
y la alegría. " Variando las imágenes conforme continúa el pasaje y pasando
del helenismo de Schiller al cristianismo y a la Biblia, Dimitri se eleva hasta
alturas de inspirada elocuencia en el célebre y muy citado pasaje sobre la
inquietante capacidad de la humanidad para albergar en su pecho tanto el

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIB ROS 3 Y 4 ~ 743


ideal de la Madona como el ideal de Sodoma. "La belleza es una cosa terri-
ble ... aquí se unen todos los límites, y existen lado a lado todas las contra-
dicciones ... Lo aterrador es que la belleza es misteriosa además de terrible.
Dios y el demonio están luchando aquí, y el campo de batalla es el corazón
del hombre" (v. 14, p. 100).
Teniendo este vasto trasfondo cultural-histórico, y encarando la eterna
lucha de la humanidad con las contradicciones de su propia naturaleza se
desenvuelve la historia de la relación de Dimitri con Katerina lvánovna. Sólo
cuando se ve a Dimitri como esta especie de Anteo, irrevocablemente uni-
do a la Tierra, puede comprenderse debidamente la calamidad de su com-
promiso. Dimitri se había propuesto seducir a Katerina tan sólo por pique
y vanidad herida ante su desdeñosa indiferencia, no porque ella atrajera
sus sentidos. El recurso mismo que eligió para someterla a su voluntad, ofre-
ciéndose a salvar de la desgracia a su padre al precio de su rendimiento,
fue un grave insulto; su negativa a aprovecharse de Katerina cuando ella
aceptó fue un golpe aún más mortal al orgullo de ésta, dando a Dimitri la
ventaja psicológica en sus relaciones. En esta pugna de voluntades, la úni-
ca arma de Katerina era una magnanimidad que, al recordarle constante-
mente a Dimitri su inferioridad moral, le daba a ella la superioridad. Así, la
vida se ha vuelto intolerable para Dimitri bajo la carga de la "gratitud" de
Katerina, que al mismo tiempo lo priva de todo motivo de queja. La sen-
sual y tentadora Grúshenka no incita a su orgullo ni su vanidad sino sus
pasiones más profundamente arraigadas; y por el momento, Dimitri sólo
piensa en este fatal encaprichamiento como una recaída en la degradación
de la que había estado tratando de escapar.

La atención pasa entonces a Smerdiakov en los cuatros capítulos siguien-


tes, los cuales enfocan este tenebroso y enigmático personaje que inspira
piedad y repulsión al mismo tiempo. Veinte años antes, en La aldea de Ste-
panchikovo, Dostoievski había esbozado el perfil de un tipo similar, un ma-
yordomo campesino que laboriosamente trataba de imitar la elegancia del
barniz afrancesado de la clase superior. Por entonces, este personaje era
básicamente cómico, pero ahora adopta unos tonos más complicados. Hay
algo ridículo en la afectación de Smerdiakov de seudoelegancia, pero el

744 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


efecto que transmite es, al mismo tiempo , más siniestro y amenazador. En-
tre las notas de Dostoievski encontramos una cita en francés del Ruy Bias
de Hugo : ''Lame d'un conspirateur et l'ame d'un laquais [el alma de un cons-
pirador y el alma de un lacayo] " (v. 15, p. 205). Aunque esta descripción no
va dirigida a ningún personaje, encaja perfectamente en el lado sombrío y
aparentemente servil de Smerdiakov.
Smerdiakov es descrito como alguien que ha sido malvado , sádico y
que se ha burlado sacrílegamente de la religión desde su niñez , como al-
guien totalmente despojado de todo natural sentimiento de gratitud o de
obligación. Estos rasgos personales son traspuestos ideológicamente en la
discusión que entabla con Fiódor Pávlovich, lván y Grigori. Aquí, se revela
como otro de los "racionalistas" del tipo de Fiódor Pávlovich que abundan en
el libro; y al igual que los obscenos chistes y sacrílegas bromas de éste, el
"racionalismo" de Smerdiakov es otra caricatura, en forma de una hábil
sofistería lógica, de los torturados raciocinios morales de lván. Alegando
sobre el heroísmo de Forna Danilov, el soldado ruso que fue torturado y
muerto por enemigos musulmanes por negarse a renunciar a su fe cristia-
na , Smerdiakov sostiene que el heroico mártir en realidad fue un loco. El
simple pensamiento de renunciar al cristianismo para salvar la vida lo ha-
bría separado inmediatamente de Dios y de Cristo , y así no habría cometi-
do ningún pecado como cristiano. La flaqueza de la fe es, en todo caso , el
tipo más ordinario y venial de pecado , puesto que nadie puede ya ordenar
a la naturaleza efectuar milagros tales como mover montañas ... salvo , tal
vez, como lo reconoce (para deleite de Fiódor Pávlovich) uno o dos ermi-
taños en el desierto. Y, ¿no prometen las Escrituras, pregunta Smerdiakov
triunfante, tales poderes a todos aquellos que tienen fe 7
Tales argumentos son los de una naturaleza mezquina y calculadora,
que intenta racionalizar y justificar sus propias inclinaciones a la traición y
la mentira , y emplea el término "razón" para socavar y disolver todo com-
promiso moral firme. Al mismo tiempo, empero , Smerdiakov no deja de
ser un campesino ruso y cree en los poderes milagrosos de uno o dos ermi-
taños del desierto. La importancia de este punto queda subrayada cuando
Fiódor Pávlovich le dice a Aliosha: "Ésa es la fe rusa entera, ¿verdad?", y
Aliosha está de acuerdo: "Eso es muy ruso" (v. 14, pp . 120-121). El espíri-
tu casuístico de Smerdiakov no puede destruir por completo su fe en la
santidad de esos dos ermitaños.
Su función en el libro consiste en servir de álter ego de lván, así como

LOS HER M ANOS KARAMÁZO V: LIBROS 3 Y 4 ... 745


Svidrigailov lo había hecho para Raskólnikov; lleva las teorías de Iván a su
lógico y repugnante extremo, y exhibe su deformada y peligrosa refracción
sobre una naturaleza más burda y de menos altos ideales. Pero Smerdiakov
también debe transmitir más que una simple extrapolación temática, pues
es un tipo social definido y bien marcado: el campesino que ha sido des-
arraigado de los valores de su comunidad y de su grupo, que ha adquirido
un barniz de cultura y modales urbanos, y que se siente inmensamente
superior a sus embrutecidos compañeros campesinos, y resiente su infe-
rior posición social. Es entre tales campesinos (está sugiriendo Dostoiev-
ski) donde la destrucción de la fe cristiana por el "racionalismo" de los
Ivanes más probablemente será recibida con pavor reverencial y con admi-
ración y donde tendrá las consecuencias más explosivas.
De hecho , Dostoievski evoca tales posibilidades en imágenes esópicas
cuando su narrador ficticio compara a Smerdiakov con cierto tipo de cam-
pesino "contemplativo" que aparece en una pintura de l. N. Kramskoi. "Un
bosque en invierno, y en un camino que pasa por el bosque , en absoluta
soledad va caminando un campesino con un caftán roto y zapatos de cor-
teza. " No está pensando sino cavilando internamente , "contemplando". Si
se le preguntara qué le pasa por la mente , no podría responder, pero "pro-
bablemente ocultaba dentro de sí la impresión que lo había dominado du-
rante el periodo de contemplación". Y entonces "puede súbitamente .. .
abandonarlo todo e irse a jerusalén en una peregrinación por la salvación
de su alma, o tal vez prender fuego a su aldea, o tal vez las dos cosas" (otro
ejemplo de la "vasta" naturaleza rusa) (v. 14, pp. 116-117).
Cualquier lector contemporáneo sabría que semejante tipo "contem-
plativo" contenía una amenaza de revolución, o al menos de una jacquerie;
esta sugerencia es reforzada unas cuantas páginas más adelante en la con-
versación acerca de Smerdiakov entre Fiódor Pávlovich e Iván. Al observar
que el lacayo está fascinado por Iván, su padre pregunta: "¿Qué has hecho
para fascinarlo? " Responde lván: "Nada, en absoluto", pero luego añade:
"Es un lacayo y un alma baja. Sin embargo , un primer candidato, cuando
llegue el momento".* Por el contexto, se comprende que esto significa "un

' Aquí, el "primer candidato" (t rad. de Garnett-Ma tlaw) dice peredovoe miaso en el texto
ruso , lo que Víctor Terras traduce literalmente como "carne progresista" en su comentario in-
dispensable, casi renglón por renglón, de Los hermanos Karamá zov. Terras también ofrece como
alternativa "carne de cañón del progreso". Pevear y Voljonski traducen la frase como "primera
carne de cañón". El adjetivo peredovoe (progresista) es el que le da a la frase un significado

746 ... LOS HERMANOS KARAMÁ ZOV


primer candidato" para algún tipo de levantamiento , aunque lván también
añade: "Habrá otros, y mejores ... Los de su calaña son los primeros, y los
mejores vienen después". Pero también es posible, continúa, que "el cohe-
te se encienda y luego se apague, tal vez. A los campesinos no les gusta
mucho , hasta ahora, escuchar a estos pinches de cocina" (v. 14, p. 22).
(Smerdiakov había sido enviado a Petersburgo para aprender a cocinar.)
En otra parte , lván directamente dice que Smerdiakov es "materia prima
para la revolución", y la relación entre ellos contiene, así, un claro subtexto
sociopolítico.
Así como Smerdiakov, al ridiculizar a Danilov, aparece pidiendo que se
traicione el principio moral, así en la siguiente escena también vemos a
Iván justificando esa traición, aunque con mucha menos complacencia. La
discusión con Smerdiakov termina cuando Dimitri, en frenética búsqueda
de Grúshenka, y creyendo que ella está con su padre, irrumpe súbitamente
en la habitación en que los tres han estado charlando. Tras arrojar a su pa-
dre al suelo, "le da dos o tres golpes con el tacón en la cara". lván logra
apartar a Dimitri, ayudado por Aliosha, y después observa que "si no lo
hubiese yo apartado, tal vez lo habría matado". Esto lleva a Aliosha a excla-
mar: "¡Ni lo permita Dios' ", a lo cual replica Iván, "con una sonrisa malig-
na: 'Una víbora devorará a otra. Y ambos lo tienen merecido"'. Cuando la
conversación se renueva, Iván declara que aun cuando siempre actuaría
como acaba de hacerlo para defender al padre al que odia, "en este caso me
reservo plena libertad en mis deseos" (v. 14, pp . 128-129 y 132). Se com-
portó, instintivamente, de acuerdo con el código moral aceptado, pero
nada en sus pensamientos ("deseos") lo haría oponerse a ese asesinato; su
sensibilidad moral y sus convicciones están, pues, en absoluto desacuerdo.
Esta escisión de su personalidad se hará más profunda e intensa conforme
avance el libro, y su afirmación acerca de "las víboras" volverá para obse-
sionarlo.

Las figuras de Katerina Ivánovna y de Grúshenka son desarrolladas en el


capítulo siguiente, y la escena entre ambas hace eco , en ciertos aspectos, a
las relaciones de Katerina con Dimitri. Como con él, Katerina intenta pre-
sociopolítico específico. Véase Víctor Terras , A Karamazov Companion, Madison , 1984,
p. 18 1.

LOS HERMANOS KARAMÁZOV.· LIBROS 3 Y 4 ~ 747


dominar sobre Grúshenka con su condescendiente "magnanimidad". Kate-
rina cree que ha impresionado a Grúshenka y ha triunfado sobre ella por
su aceptación indulgente y su superior simpatía, pero luego es ella la hu-
millada en presencia de Aliosha, pues Grúshenka se niega a dejarse domi-
nar. Cuando Grúshenka vuelve las tornas, claramente revela las raíces
egoístas de la "bondad" y la "generosidad" de Katerina; éstas no son sino
los medios de que se vale para alcanzar un dominio moral-psicológico so-
bre los otros. En cuanto a Grúshenka , su seductora atracción sexual es
muy poderosamente subrayada , y hasta Aliosha es subliminalmente afecta-
do por lo sugestivo de su modo de andar: "Esa suavidad, esa voluptuosi-
dad de sus movimientos corporales, ese silencio felino " (v. 14, p. 136). Su
carácter se nos presenta aquí extravagante, caprichoso, traicionero y con
una desafiante independencia; no nos ha parecido más que una obstinada
tentadora, aun cuando, por Katerina, nos enteramos de que antes fue trai-
cionada por un policía. Sólo más adelante aparecerá bajo una luz diferente
y más favorable.
La escena entre las dos mujeres va seguida por el súbito e inesperado
encuentro al final del libro 3 entre Dimitri y Aliosha, cuando aquél surge ,
de pronto, de las tinieblas, mientras éste va de regreso al monasterio. Du-
rante su conversación acerca de Katerina y Grúshenka, en que Dimitri se
denuncia a sí mismo como "un perfecto canalla" por la forma en que trató
a la primera , hay un pasaje de gran importancia para la acción de la trama,
pero que Dostoievski, deliberadamente, deja impreciso. Dimitri le pide a
Aliosha "mirarlo bien" y luego declara: "mira , mira, aquí una infamia exe-
crable se prepara para mí". Y, al hablar, "Dimitri Fiódorovich se golpeaba el
pecho con un aire extraño , como si la infamia se encontrara y guardara ahí
en su pecho, tal vez en un bolsillo , o suspendida de su cuello" (v. 14, pp.
143-144). En realidad, Dimitri lleva algo colgando del cuello , una bolsa
pequeña en que había depositado la mitad del dinero que le entregara Ka-
terina, supuestamente para enviarlo a sus parientes; la otra mitad la había
dilapidado en sus intentos de seducir a Grúshenka. Y este gesto, que Aliosha
recordará súbitamente en el juicio, es el único hilo de "evidencia", exclusi-
vamente de oídas, contra la acusación de que Dimitri había conseguido de
pronto una gran suma de dinero asesinando y robando a su padre.
En el libro 4 , Dostoievski conserva en primer plano a Katerina lvánov-
na, y le dedica otro capítulo - "Desgarramiento en el salón"- en el cual
lván, quien en el pasado había estado muy encaprichado por ella, decidido

748 ... LOS HERMANOS KARAMÁ ZOV


rompe con Katerina como poco antes lo había hecho Dimitri. Iván, inteli-
gentemente, analiza su conducta con ejemplar precisión, y explica por qué
es ella incapaz de todo amor que no sea "lacerado". "Lo necesitas [a Dimi-
tri] para poder contemplar continuamente tu heroica fidelidad y repro-
charle su infidelidad. Y todo viene de tu orgullo. Oh, sí, en ello hay mucho
abatimiento y deshonra, pero todo viene del orgullo" (v. 14, p. 75). Esta
peroración de Iván indudablemente fue avivada por la intensidad de su
propia pasión frustrada, pero su penetración también brota de una fuente
más profunda y más temáticamente pertinente. No sólo se trata de que Iván
y Katerina se asemejan en educación, gustos y sensibilidad, y de que, como
sigue insistiendo madame jojlakova, mucho más apropiado sería que Kate-
rina fuese la novia de Iván que de Dimitri. Más profundamente, los rasgos
de carácter de ambos son fundamentalmente los mismos: Iván solamente
tiene que mirarse a sí mismo para comprender los motivos de su ator-
mentadora.
En realidad, los paralelos entre los dos constituyen un ejemplo exce-
lente de la textura temática cuidadosamente formada por Dostoievski. To-
das las actitudes que exhibe Katerina frente a los otros personajes son la
réplica exacta, en el nivel moral-psicológico , del dilema ideológico de Iván.
Así, Katerina extiende y redondea las cualidades humanas del carácter de
Iván, presentadas sobre todo en la forma traspuesta de argumento teológi-
co y símbolo poético. La arrogancia intelectual y el egoísmo espiritual de
Iván le impedirán rendirse al misterio de la fe y de la realidad del amor
de Dios; la incapacidad de Katerina de amar más que a sí misma exhibe las
mismas cualidades en términos que son sociales y personales . Así como
Katerina necesita las traiciones de Dimitri para reforzar su propia virtud ,
así también Iván se tortura con los horrores de los sufrimientos del inocen-
te para alimentar el orgullo de su propio rechazo del mundo de Dios y sus
habitantes. La distante y altiva caridad de Katerina para con los Sneguiriov
-consigue que Aliosha sea su agente , y visita la cabaña de ellos sólo al fi-
nal del libro- puede tomarse como un anticipo de la aprobación dada por
Iván al programa compasivo del Gran Inquisidor para ayudar a una huma-
nidad débil y descarriada. Más aún: cuando Katerina grita histéricamente,
en pleno frenesí , "¡seré un dios a quien [Dimitri] podrá orar!" (v. 14,
p . 172), está revelando el más profundo significado simbólico de la Leyenda
de Iván.
También debe notarse , en relación con Katerina , la inversión del con-

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS 3 Y 4 .... 749


sejo del padre Zósima a la campesina que había perdido a su hijo pequeño.
Le había dicho que llorara sin consuelo, que su pesar "a la postre se con-
vertirá en una apacible alegría . . . que purifique el corazón y lo libre de pe-
cado". Cuando Katerina declara que dedicará toda su vida a Dimitri, y así
se sacrificará pese a ser rechazada, lván predice que "tu vida, Katerina lvá-
novna, en adelante transcurrirá en penosas cavilaciones sobre tus propios
sentimientos, tu propio heroísmo y tu propio sufrimiento, pero al final ese
sufrimiento se apaciguará, convirtiéndose en una dulce contemplación de
la realización de un designio orgulloso y personal" (v. 14, p. 173). A dife-
rencia del desgarrador pesar de la madre campesina que vuelve a su casa
para consolar a su esposo , la "penosa cavilación" de Katerina sólo servirá para
reforzar el desmedido egoísmo oculto bajo la elegante superficie de sus
refinados modales.

Otros dos motivs temáticos del Libro 4 también requieren algunos comen-
tarios. Uno de ellos es el capítulo dedicado al fanático y viejo asceta padre
Ferapont, que forma parte de una secuencia de puente que vincula los li-
bros 3 y 4. Aliosha regresa al monasterio en el último capítulo del libro 3 y,
antes de volver a salir en el segundo capítulo del libro 4, visita al moribun-
do padre Zósima. Este capítulo le permite a Dostoievski colocar la acción
de estos dos libros dentro de la perspectiva moral que le ofrece la muerte
inminente del santo monje, y también dirigir la atención hacia el enemigo
de Zósima, el padre Ferapont. Ya se habían hecho varias referencias de paso
a la oposición contra Zósima y contra toda la institución de los ancianos.
En realidad, el taimado Fiódor Pávlovich ya había mencionado algunos de
estos argumentos en el arrebato de la escandalosa escena transcurrida en el
aposento del padre superior. La descripción de este conflicto monástico
interno se basó tanto en la hostilidad con que tropezó san Ticón durante
su vida como en tensiones contemporáneas en la vida monástica rusa, que
Dostoievski aprovechó para sus propios fines.
Uno de tales fines fue precaverse contra la acusación de estar propug-
nando una posición retrógrada y oscurantista , al retratar a un monje ruso
no sólo como la principal figura positiva entre todos sus personajes sino ,
posiblemente, como inspiración para toda la vida de Rusia. El desequili-
brado fanatismo del padre Ferapont le permitió a Dostoievski disociarse de

750 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


las formas más puras y repugnantes del ascetismo ruso, y subrayar, por el
contrario, los rasgos humanos e ilustrados del cristianismo de Zósima, que
no temió abrirse a las influencias del mundo moderno. Dostoievski allana
el camino a la aparición de Ferapont haciendo resaltar la naturaleza uni-
versal del amor cristiano de Zósima, que una o dos páginas después forma-
rá un agudo contraste con la insistencia demencial de Ferapont en la rígida
observancia de dogmas. "No odies a quienes te rechazan -dice Aliosha
citando a Zósima-, a quienes te insultan, a quienes te calumnian. No
odies a los ateos, a los que enseñan el mal, a los materialistas ... y no sólo
quiero decir a los buenos -pues hay muchos buenos entre ellos, especial-
mente en nuestros días-; no odies ni siquiera a los malos" (v. 14, p. 149).
Este reconocimiento de que ateos y materialistas pueden, asimismo, ser
"buenos" y "especialmente en nuestros días", ciertamente fue dedicado a
los lectores influidos por los populistas, a quienes Dostoievski deseaba
ganarse.
Con todo, Ferapont es mucho más que una figura caricaturesca, pla-
neada para poner en mayor relieve las virtudes de Zósima; también cobra
una importancia simbólica como parte del gran tema de la razón y la fe.
Pues el ascético y visionario Ferapont, a su propia manera, también es un
literalista de lo sobrenatural, como Fiódor Pávlovich. Hay un oculto "ra-
cionalismo" en su reducción de la vida espiritual a la observancia de reglas
externas acerca del ayuno y en la forma ingenuamente materialista en que,
concretando los misterios de la fe, afirma ver demonios con sus propios
ojos y haber matado a uno atrapándole la cola con la puerta. Tanto para el
cínico volteriano Fiódor Pávlovich como para el supersticiosamente piado-
so padre Ferapont, la fe religiosa depende de esa prueba física de su reali-
dad; quedan así temáticamente unidos, pese a sus evidentes divergencias.
Tampoco debemos pasar por alto el feroz orgullo del padre Ferapont -está
convencido de que Cristo vendrá a llevárselo como al profeta Elías-, afir-
mación que también es contrastada con la profunda mansedumbre y hu-
mildad de Zósima. La manera de presentar al padre Ferapont muestra la
sutileza y delicadeza con que Dostoievski trata su tema de la fe, y la pro-
fundidad de su intuición (que puede rivalizar con la de Kierkegaard) sobre
su total irracionalidad y subjetividad.

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LI BROS 3 Y 4 .... 751


7

Dos capítulos del libro 4 están dedicados a los Sneguiriov, familia que , des-
pués de que todo el mundo del monasterio desapareció de la novela con la
muerte del padre Zósima, le dará a Dostoievski su mayor contraste con el
mundo de los Karamázov. La familia Sneguiriov ya es conocida de todos
los lectores de Dostoievski. Es el equivalente de los Marmeládov de Crimen
y castigo y de todos los humillados y ofendidos que había descrito desde el
comienzo de su carrera literaria. En este caso , los Sneguiriov fueron cuida-
dosamente concebidos como contrapeso a los odios autodestructivos de la
"accidental" familia Karamázov. El capitán Sneguiriov es un tipo de bufón
como Fiódor Pávlovich, pero un bufón cuyas masoquistas ironías ocultan
una sensibilidad profundamente herida que no abriga resentimientos ni
deseos de venganza. Lejos de haber descuidado a su familia, el retirado
capitán ha hecho lo mejor, en condiciones imposibles , por dar a su familia
cuidado y amor. Su pequeño hijo Iliusha quien le muerde el dedo a Alio-
sha en venganza por la humillación pública de su padre a manos de Dimi-
tri, también defiende resueltamente a su padre contra los insultos y las
burlas de sus condiscípulos ; y hasta la hermana de lliusha , Varvara - "es-
tudiante progresista" con ideas "racionalistas" en vacaciones de sus estu-
dios en San Petersburgo- , se sacrifica con abnegación , aunque con resen-
timiento, para ayudar a su desventurada familia. El hermoso monólogo del
capitán acerca de la pesadumbre de Iliusha por la humillación de su padre
y acerca de sus pueriles sueños de venganza y escape ocupan lugar de ho-
nor entre otros conmovedores pasajes "filantrópicos" de la pluma de Dos-
toievski.
De todas maneras, parece un poco excesivo haber cargado al infortu-
nado capitán no sólo con una esposa inválida, quien mentalmente está en
su segunda infancia, sino también con una hija jorobada y tullida. Ésta,
que lleva sus sufrimientos sin quejarse y con heroica abnegación (Dostoiev-
ski tal vez estuviera pensando en su amiga Elena Shtakenshneider), es, sin
duda, el reverso de la también inválida pero mimada y ferozmente egoísta
Lizajojlakova. La madre , deficiente mental, acaso pretenda ser un comen-
tario indirecto sobre los desvaríos y caprichos apenas menos absurdos de
madame Jojlakova. Sin embargo, Dostoievski sabiamente deja a las dos en
el trasfondo y se concentra en el adolescente lliusha, quien después, junto
con sus condiscípulos le permitirá realizar su ya viejo deseo de pintar la

752 ... LOS HERMANOS KARAMÁ ZOV


relación entre una carismática figura cristiana y un grupo de niños. La es-
cena en que Aliosha visita la miserable cabaña de los Sneguiriov, intitulada
"Desgarramiento en una cabaña", está colocada inmediatamente después
de la "Desgarramiento en el salón" de que es objeto Katerina Ivánovna.
Dostoievski obtiene aquí el mismo efecto de contraste que en el cambio
del padre Zósima y los campesinos a madame Jojlakova. El desgarramiento
en el salón es el resultado del egoísmo y el orgullo , que pervierten el su-
frimiento convirtiéndolo en un instrumento de dominación; el desgarra-
miento en la cabaña , cuando el capitán histéricamente pisotea el muy ne-
cesario dinero que le ofrece Aliosha , es un esfuerzo patético por conservar
un último vestigio de respeto propio y por justificar la desesperada fe de
Iliusha en el honor y la dignidad de su padre.
Al haber completado ya el libro 4, Dostoievski había presentado a to-
dos sus personajes, indicado claramente el curso futuro de la acción de la
trama y planteado su fundamental cuestión ideológica de la razón y de
la fe en una fascinante variedad de escenas y personajes. En los libros 5, 6
y 7, este tema pasa al primer plano y es tratado directamente en algunas de
las páginas más grandes en la historia de la novela.

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS 3 Y 4 ~ 753


XXXIII. Los hermanos Karamázov:
Libro S

LAs DOS piezas aisladas del libro 5, la "rebelión" de lván y la Leyenda del
Gran Inquisidor, alcanzan alturas que rara vez han sido igualadas y cierta-
mente nunca superadas. De hecho, pocas otras novelas llegan a tales altitu-
des ideológicas, y en el siglo XIX sólo puede pensarse, tal vez, en Serafita y
en Louís Lambert de Balzac, en Spírídíon, de George Sand o posiblemente en
La tentación de San Antonio (más un poema en prosa que una novela), de
Flaubert. Estas inspiradas páginas también ocupan lugar en una tradición
literaria occidental que comienza con el Prometeo encadenado de Esquilo, y
el Libro de Job (que Dostoievski pronto invocará por medio del padre
Zósima). También continúan el titanismo romántico de la primera mitad
del siglo XIX, representado por escritores como Goethe, Leopardi, Byron y
Shelley El crítico checo Vaclav Cerni, en un libro penetrante y muy poco
conocido, vio a Dostoievski Uunto con Nietzsche) como el culminador de
la tradición romántica de protesta contra Dios en nombre de una humani-
dad doliente. 1

El libro 5 comienza con una escena conmovedora en la que Aliosha, a


quien el padre Zósima le ordenó enfrentarse a las tentaciones del mundo,
da palabra de matrimonio a Liza, quien alterna entre una provocativa burla
y un afecto combinado con tierna admiración. Aliosha también observa la
situación de su propia familia con creciente pesimismo. "Mis hermanos se
1
Vaclav Cerny, Essai sur le titanisme dans la poésie romantique occidentale entre 1815 et 1850,
Praga, 1935.

754 ...
están destruyendo", dice, y cita la observación del padre Paísi acerca de "la
fuerza primitiva de los Karamázov ... una fuerza brutal y desenfrenada".
Más aún, se pregunta si "el espíritu de Dios impele tal fuerza", que también
siente agitarse dentro de él: "Sólo sé que yo también soy un Karamázov".
Tales palabras indican toda la inquietud y la duda de sí mismo que ha em-
pezado a sentir desde antes de someterse a la "rebelión" de lván, dudas que
de pronto llegan a su clímax cuando balbucea delante de Liza: "Y tal vez ni
siquiera creo en Dios" (v. 14, p. 201). El narrador comenta que "había algo
demasiado misterioso , demasiado subjetivo en estas últimas palabras su-
yas, tal vez oscuras para él mismo , y que sin embargo lo torturaban" (id.).
Esta duda inesperada puede vincularse con la muerte inminente del padre
Zósima, que se cierne sobre Aliosha y que precipitará su tímida y muda
"rebelión".
El enfoque pasa entonces a Smerdiakov que coquetea con la hija del
vecino en una parodia de Aliosha cortejando a Liza. Aunque esta última
pareja entrelaza sus tímidas ternezas con una conversación acerca de la tris-
te situación de la familia Sneguiriov, los miembros de aquélla sólo pueden
pensar en sí mismos. Smerdiakov le lleva serenata a su amada con una gui-
tarra, imitando ridículamente a un trovador romántico , mientras que ella
-que antes fue la criada de una familia aristocrática, y es otra campesina
corrompida por las actitudes de la clase alta europea- se deleita imagi-
nando a unos jóvenes oficiales en duelo a muerte por alguna codiciada
damisela. Aquí, Smerdiakov es abierta y conscientemente antirruso, y llega a
afirmar que "habría sido bueno que [Napoleón y los franceses] nos hubie-
sen conquistado", y no se muerde la lengua para expresar un enconado
resentimiento contra la desgracia de su cuna humilde y su posición inferior
(v. 14, p. 205). La diatriba y la denuncia de Iván, que pronto siguen, cons-
tituyen una asimilación de la cultura europea mucho más elevada que las
disparatadas pretensiones de Smerdiakov. Pero en ambos casos -sea al
nivel de lo satíricamente ridículo o de lo serio y moralmente elevado-
se entiende que tal influencia ha emponzoñado y escindido la psique mo-
ral rusa.
En lo formal, los tres capítulos dedicados a lván son similares a la
"Confesión de un corazón apasionado" de Dimitri. También aquí encontra-
mos esa súbita expansión vertical de un personaje que tanto engrandece su
estatus simbólico y su fuerza poética. Desde luego , este cambio de escala
es menos inesperado en el intelectual lván que en el relativamente rudo

LOS H ERMA NOS KARAMÁZOV. LIBRO 5 ~ 755


Dimitri, pero empieza revelando un aspecto hasta aquí insospechado de la
personalidad de Iván. Así como ya se mostró que el apasionado y tempes-
tuoso Dimitri (quien parecía existir tan sólo al nivel del instinto) tenía as-
piraciones moral-espirituales , así ahora el fríamente conceptual y distante
lván se muestra consumido por la misma apasionada sed de vivir que su
hermano mayor. En efecto, como le dice afectuosamente Aliosha al co-
mienzo de su conversación en la taberna: "Tú eres tan joven como cual-
quier otro muchacho de veintitrés años ... ¡eres joven y fresco, en realidad
todavía estas verde! " (v. 14, p . 209).
lván, "de buen humor", confirma el juicio de Aliosha y confiesa ese
amor puramente instintivo a la vida. "Es una característica de los Karamá-
zov, realmente - dice- , esa sed de vivir sin consideración de nada, tú
también la tienes , sin duda pero ¿por qué es algo bajo?" Desde luego, pue-
de llegar a serlo, como en las escapadas de Fiódor Pávlovich o de Dimitri,
pero también puede ser una fuerza dadora de vida . Como lo reconoce Iván,
"aun si yo no creyera en la vida, si yo perdiera la fe en el orden de las co-
sas , si me convenciera , en realidad, de que todo es un caos desordenado,
condenable y tal vez causado por el diablo , si cayera sobre mí todo el ho-
rror de la desilusión del hombre ... aun así desearía vivir y, habiendo pro-
bado de la copa, no la apartaría hasta haberla vaciado" (id. ) . Esta falta de fe
es exactamente lo que atormenta a lván, pero su primordial amor a la vida es
tan poderoso que contrarresta las desalentadoras conclusiones de su razón:
"Tengo anhelo de vivir, y seguiré viviendo a pesar de la lógica".
Al enumerar todos los atractivos que aún lo vinculan con la vida, lván
menciona no sólo la naturaleza ("me encantan las pequeñas hojas pegajo-
sas que se abren en la primavera, me encanta el cielo azul") sino también
"el precioso cementerio" de la civilización europea , lleno de las glorias del
pasado , ante el cual "yo caería al suelo y besaría esas piedras y lloraría so-
bre ellas". Semejantes pensamientos y acciones pueden ser totalmente irra-
cionales, pero "no es cuestión de intelecto ni de lógica , es amar nuestro
interior, con nuestros redaños". Esta capacidad de un amor irracional, sea
a la naturaleza o a los monumentos de la cultura, es el primer paso hacia
una comprensión del significado de la vida, pues esa comprensión sólo es
posible cuando el ego es llevado fuera de sí mismo. A la pregunta de lván
sobre si debemos "amar la vida más que su significado", replica Aliosha:
"Ciertamente, amarla sin pensar en la lógica como tú dices , debe ser a pe-
sar de la lógica, y sólo entonces es cuando podemos comprender su signi-

756 ... LOS H ER MAN OS KA RAMÁZ OV


ficado". Pero dado que la "lógica" de lván ya ha concluido que la vida no
tiene significado , declara que cuando "tenga sed .. . empezaré a apartarme
de la copa , aun si no la haya vaciado y entonces me volveré a otra parte ...
¿Hacia dónde? No lo sé" (v. 14, pp. 209-210). Esas palabras levantan el
fantasma de un suicidio por desesperación, pero el énfasis en la juventud
de lván y en su "anhelo de vivir" mantiene la esperanza de otras posibilidades.
Este cordial encuentro de los dos hermanos , quienes por vez primera
se conocen uno a otro un poco más íntimamente, aparece en primer plano
en el capítulo 3; empero, en el trasfondo acecha la sombra de un asesinato
arquetípico , como ya se ha sugerido. Interrogado acerca del paradero de
Dimitri, contesta Smerdiakov "desdeñosamente": "¿Cómo voy a saberlo ... ::>
Yo no soy su guardián". Pocas páginas más adelante , habiéndose enterado
de la partida inminente de lván, hace Aliosha unas ansiosas preguntas acer-
ca de la querella de Dimitri con su padre: "¿Cómo terminará eso?" E lván,
irritado, le contesta, cortante: "¿Qué tengo yo que ver con eso/ ¿Soy el guar-
dián de mi hermano DimitrP" Luego , de pronto , sonríe "amargamente": "Es
la respuesta de Caín a Dios acerca de su hermano asesinado, ¿no es así/ Tal
vez eso sea en lo que estás pensando en este momento" (v. 14, pp. 206 ,
211). Tanto lván como Smerdiakov, quienes hacen eco a los pensamientos
uno de otro, quedan así vinculados con el motiv del asesinato por esta refe-
rencia bíblica, que también sugiere su conexión secreta.
La conversación entre los dos hermanos continúa en "una maloliente
taberna", lugar habitual en que Dostoievski coloca los diálogos que explo-
ran las implicaciones moral-filosóficas más profundas de las creencias y los
valores de sus personajes. Aquí se sostiene esta misma pauta cuando lván
desafía , con inaudita vehemencia y patetismo moral, la devoción de Alio-
sha por el mundo de perdón universal y amor rebosante sin egoísmos que
predica el padre Zósima. El encuentro entre los dos hermanos es más com-
plejo que antes, porque figuras tan siniestras como el príncipe Valkovski
(en Humillados y ofendidos) y Svidrigailov (en Crimen y castigo) habían sido
total o en gran medida negativas. En cambio, lván está luchando en su in-
terior contra su propio anhelo de aceptar esa misma cosmovisión que tan
apasionadamente está atacando. En realidad, reconoce a medias "como un
niño bueno", que no "deseo corromperte [Aliosha] o sacarte de tu fortale-
za , tal vez hasta deseo que tú me cures". Aliosha "nunca había visto en su
rostro esa sonrisa" , pero este momento de tranquilizadora ternura pasa
pronto (v. 14, p. 215).

LOS HERM ANOS KARAMÁZOV: LIBRO 5 .... 757


Las alusiones sociopolíticas de la conversación siguiente quedan suge-
ridas al punto por la observación de Iván acerca de la propensión de los
"muchachos rusos'', cuando se reúnen en una taberna, "a hablar de nada
más que de las cuestiones eternas". De lo que hablan es de "la existencia de
Dios y la inmortalidad. Y quienes no creen en Dios hablan de socialismo o
de anarquismo, o de la transformación de toda la humanidad siguiendo un
nuevo modelo , de modo que todo viene a ser lo mismo, son las mismas
preguntas planteadas al revés" (v. 14, p. 213). Se muestra así que Aliosha e
Iván comparten la idea de que el radicalismo contemporáneo es una forma
secularizada de la fe cristiana y su moral del amor, pero el menor de los
hermanos ha decidido retornar a la fuente religiosa original, mientras que
el mayor se niega a ir más allá de su avatar moderno. Iván introduce en-
tonces su célebre distinción entre la comprensión "euclidiana" (terrenal) y
"no euclidiana" (sobrenatural), insistiendo en que, aun cuando él está per-
fectamente dispuesto a aceptar la existencia de este mundo no euclidiano
(y, por tanto , de Dios), su inteligencia euclidiana se niega a reconciliarla
con todos los horrores morales del mundo creado por esa divinidad.
Puesto que Iván no cree en Dios más que como una posible hipótesis,
su opinión al respecto refleja la misma ambigüedad que caracterizó su ar-
tículo sobre la jurisdicción de la Iglesia. "En cuanto a mí -dice, negándo-
se a decidirse en favor o en contra de Feuerbach-, hace mucho resolví no
pensar si el hombre creó a Dios o Dios al hombre." Semejante pregunta es
"absolutamente inapropiada para una mente creada con una idea sólo de
tres dimensiones" (y, por tanto, euclidiana). Iván se mantiene neutral a este
respecto, aunque perfectamente dispuesto a aceptar todas las consecuen-
cias sublimes que brotan de postular la existencia de Dios. Parafraseando
el Evangelio de san juan declara con profundo sentimiento pero no sin
un toque de ironía: "Creo en el orden subyacente y en el significado de la
vida; creo en la armonía eterna en que, según dicen, algún día nos fundire-
mos . Creo en la Palabra hacia La que está esforzándose todo el universo, y
La Cual 'estaba con Dios', y La Cual a su vez, es Dios, etc., etc., hasta el
infinito" (v. 14, p. 214). Pero profesar realmente estas creencias como algo
más que hipótesis significaría poseer una fe que trascendiera la razón, una
fe de la que Iván no sólo es incapaz sino que también moralmente se niega
a tener, aun si pudiese tenerla. Lo que desea es que esas extáticas expecta-
tivas se justifiquen ante el tribunal de su entendimiento euclidiano, de su
razón terrenal. .. y esto, obviamente, no puede ser.

758 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


lván se niega a dar el salto de fe que le permitiría creer que el mundo
terrenal que existe en realidad pudiera ser un día transformado en otro que
realizara íntegramente los ideales de Cristo . Además , aun si "en el momen-
to de la armonía eterna llegara a pasar algo tan maravilloso que bastara
para todos los corazones , para disipar todos los resentimientos, para ex-
piar todos los crímenes de la humanidad ... [aun entonces], aunque todo
eso llegara a pasar, yo no lo acepto, yo no lo aceptaría" (v. 14, p. 215) . lván
se encuentra ahora en la misma posición que esos incrédulos , menciona-
dos antes por el narrador, que no aceptarían milagros ni aunque éstos se
realizaran ante sus propios ojos. Mientras el conflicto entre lo euclidiano y
lo no euclidiano está desarrollándose en el cerebro y el corazón de lván, él
también le transmite a Aliosha todas las angustias de esta indecisión.

Este diálogo entre lván y Aliosha sirve de preludio al capítulo intitulado


"Rebelión" (libro 5, capítulo 4) , un ataque a Dios y al mundo creado por
Él , tan poderoso que muchos críticos han dudado que el libro en conjunto
haya logrado superar su impacto subversivo y perturbador. Sin embargo ,
Dostoievski hizo algún esfuerzo por moderar los efectos inquietantes de su
profundamente conmovedora jeremiada desde antes de componer la que,
según esperaba, sería su "refutación" en el libro 6. Pues lván comienza por
mostrar su incapacidad emocional para experimentar el acto fundamental
de la hermandad cristiana, el de amar al prójimo. "Nunca pude comprender
- dice-, cómo se puede amar a nuestros prójimos ... aunque se les puede
amar desde lejos. " Citando un ejemplo extremo y algo repugnante de amor
y sacrificio cristiano , de La leyenda de San ]ulián el Hospitalario (el abrazo
que le da el santo a un rígido mendigo afligido de una enfermedad repulsi-
va), de Flaubert, lván sólo lo ve como "un amor impuesto por deber, como
penitencia", similar al "amor" de Katerina lvánovna por Dimitri. Es un acto
realizado "por el desgarramiento de la falsedad", y no por una respuesta
sinceramente espontánea al sufrimiento humano. Para lván, los preceptos
del cristianismo quedan transformados, así, en un deber y una obligación
contrarios a la naturaleza humana . Aliosha, en cambio, insiste en que "hay
mucho amor en la humanidad, un amor casi como el de Cristo" (v. 14, pp.
215-216). La compasión febrilmente forzada que lván siente hacia la hu-

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 5 ~ 759


manidad queda así socavada por la sospecha de que acaso esté experimen-
tando sólo "un desgarramiento de la falsedad".
Los detalles de la acusación candente de lván contra Dios despliegan
un verdadero catálogo de atrocidades que Dostoievski tomó de muchas
fuentes: los casos jurídicos que había visto, algunas de las barbaridades
acerca de la guerra ruso-turca, un folleto distribuido por una secta cristiana
de origen aristocrático que describía la edificante conversión de un crimi-
nal en Ginebra justo antes de su ejecución, lo que no impidió que se le
diera muerte. lván se explaya particularmente en la tortura deliberadamen-
te infligida a niños indefensos e inocentes, y lo hace con una morbosa de-
lectación que manifiestamente causa embarazo a Aliosha; hay indicaciones
definidas de que la fascinación de lván por el mal humano ha comenzado
a desequilibrar su mente (habla "como delirando"). Para lván, la humanidad
se ha convertido tan sólo en un ser de destrucción y tinieblas, una imagen
no de Dios, sino del demonio. "Creo que si el demonio no existe -le dice
a Aliosha-, y por tanto fue creado por el hombre, éste lo ha creado a su
imagen y semejanza." Cuando Aliosha responde: "¿Exactamente como a
Dios?", lván, sonriente, comenta, citando a Polonio en Hamlet, que su her-
manito sabe cómo dar vuelta a las palabras.
La existencia de todo este sufrimiento y miseria en el mundo es lo que
lván encuentra emocionalmente intolerable e intelectualmente incompren-
sible. El sufrimiento de los adultos puede ser terrible, pero ellos han comi-
do del árbol del conocimiento del bien y del mal; han pecado y, así, se les
puede considerar responsables y tienen que pagar un precio. Pero, ¿cómo
vamos a aceptar la idea del pecado original, la idea de que los niños deben
sufrir por los pecados de sus padres (doctrina que en la Ortodoxia de
Oriente, sobre la que san Agustín ha tenido poca o ninguna influencia, es
mucho menos importante que en el cristianismo occidental)? Para lván,
"esa verdad no es de este mundo y es incomprensible para el corazón del
hombre aquí en la Tierra. ¡Los inocentes no deben sufrir por los pecados
de otros, y en especial esos inocentes!" Dostoievski incluso le permite a
lván rechazar de antemano la posición desde la que será rebatido. "¿En-
tiendes por qué debe permitirse esta infamia? -le grita a Aliosha-. Sin
ella, me dicen, el hombre no podría haber existido en la Tierra pues no
habría conocido el bien y el mal. ¿Por qué tuvo que conocer estos diabóli-
cos bien y mal, cuando cuestan tanto?" (v. 14, pp . 215-220). La fuerza del
argumento de lván es diestramente contrarrestada por el adjetivo "diabóli-

760 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


co", el cual revela la premisa implícitamente maniquea de su indignación,
su convicción de que los seres humanos sólo pueden valerse de la libertad
para realizar el mal.
Las torturadas cogitaciones de lván rechazan la idea misma de "una
armonía universal" en el futuro como algo monstruoso e injusto. Con amar-
ga ironía, declara que él bien puede imaginarse cuán glorioso sería ver
"cuando la madre abrace al malvado que arrojó a su hijo a los perros, y los
tres proclamen, derramando lágrimas: '¡Tú eres justo, oh, Señorl "' Puede
comprender esta sublime apoteosis, pero no puede aceptarla: "No vale las
lágrimas de esa niña torturada que se golpeó el pecho con sus minúsculos
puños y que rezó en la asquerosa accesoria, con sus lágrimas sin expiar, al
'querido, buen Dios'". Las lágrimas de la niña desgarran el corazón de lván,
y nadie, sostiene, tiene el derecho de perdonar a su torturador. "¿Hay en
todo el mundo un ser que tuviera el derecho de perdonar y que pudiera
perdonar? -grita-. Yo no quiero armonía. Por amor a la humanidad, no
la quiero. Preferiría quedarme con el sufrimiento sin venganza. . . aun sí es-
tuviera yo equivocado" (v. 14, p. 223). La intensidad del conflicto interno de
Iván -el conflicto entre su deseo de una justicia retributiva "racional", por
una parte, y la sublimidad del perdón universal, por la otra- queda reve-
lada en las cursivas que pone Dostoievski. No obstante, se muestra inflexi-
ble en su rechazo, que culmina en su famosa declaración: "Y así me apre-
suro a devolver mi boleto de entrada, y si soy hombre honrado debo
devolverlo lo antes posible ... No es a Dios al que no acepto, Aliosha, sólo
debo devolverle respetuosamente mi entrada" (la entrada a un mundo de
armonía interna no euclidiana que redimiría todo sufrimiento que hubiese
habido en el ámbito euclidiano).
Aparte de esta cuestión, lván en este punto se ha propuesto conmover
la fe no euclidiana de Aliosha, y momentáneamente lo logra. Cuando le
pregunta a Aliosha si un general que había lanzado sus perros contra un
niño campesino debiera ser fusilado "para satisfacción de nuestros senti-
mientos morales", Aliosha no puede dejar de replicar: '"¡Fusilado'', levan-
tando la mirada hacia Iván, con una sonrisa triste y contraída: '¡Sí, fusilado! '"
Encantado con esta respuesta, exclama lván: "¡Bravo'··· ¡Así pues, hay un
diablillo en el fondo de tu corazón, Aliosha Karamázovl" (lo que confirma
que estar de acuerdo con l ván es ceder a la tentación del demonio) (v. 14,
p. 221). Iván desafía entonces a Aliosha a responder si él consentiría en
fundamentar la urdimbre del destino humano -"la urdimbre que traería

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 5 ~ 761


la felicidad futura a la humanidad"- sobre la tortura no vengada de una
niña inocente. Aliosha vuelve a contestar en sentido negativo , tanto por él
como por la humanidad; ambos se negarían "a aceptar su felicidad sobre la
base de la sangre no expiada de una pequeña víctima" . Pero entonces, re-
cuperándose, Aliosha recuerda que la urdimbre del destino humano (al
menos en su universo moral) se encuentra fundada sobre otro principio: el
del amor cristiano con autosacrificio. Como respuesta a la otra pregunta de
lván - si hay "en todo el mundo un ser que tendría el derecho de perdo-
nar y que pudiera perdonar" la terrible gama de sufrimiento humano que
acaba de desarrollar- , Aliosha responde con una afirmación apasionada.
"Pero hay un Ser y Él puede perdonarlo todo , todo y para todos, porque Él
dio su sangre inocente para todos y para todo. Lo has olvidado y en Él se
ha levantado el edificio, y es a Él al que todos gritan: '¡Tú eres justo, Oh,
Señor, pues Tus caminos se han revelado! "' (v 14, pp . 223-224).
Estas páginas se encuentran entre las más justamente célebres de toda
la obra de Dostoievski, y revelan, una vez más , su admirable audacia al
dar la más poderosa expresión a las actitudes mismas que estaba tratando
de combatir. Dejando aparte la final invocación de Cristo por Aliosha , no
se ha hecho ningún intento hasta este punto por refutar el implacable ata-
que de lván al mundo de Dios. Y ese esfu erzo no habría sido congruente
con la estrategia artística de Dostoievski. Las ideas que opone son invaria-
blemente combatidas mediante el recurso de mostrar sus efectos sobre las
vidas de sus personaj es, y no intentando demostrar su falta de persuasivi-
dad teórica o de coherencia racional. El sentido de desesperación y deso-
lación interna de lván, su desencantado cinismo acerca de su propio amor
juvenil a la vida , el desprecio a la humanidad que ha corrompido sus pro-
pios sentimientos a pesar de todo su supuesto "amor a la humanidad" ..
todo esto pretende iluminar en forma indirecta la naturaleza irremedia-
blemente autodestructiva de sus convicciones. Tampoco debemos subes-
timar la fuerza del súbito acudimiento de Aliosha a la imagen del Dios-
hombre que vertió Su sangre inocente por todos, imagen que ilumina
como un rayo la estrechez y vengatividad del "amor a la humanidad" de
Iván . Su insistencia en la justicia - y, por tanto, en el castigo y la vengan-
za- contrasta crasamente con el evangelio de Cristo de absoluta reconci-
liación y absoluto perdón y la esperanza de una clemencia infinita para el
pecador que se arrepiente
Muchos comentadores han subrayado , muy comprensiblemente, el

762 ~ LOS HERMANOS KARAMÁZOV


patetismo que impele el humanitarismo de lván y la fuerza irresistible de
su abocación; hasta se ha sugerido, como Blake lo dijo de Milton, que Dos-
toievski en realidad era del bando del Demonio y no pudo suprimir su
acuerdo emocional con Iván. No cabe duda de que el Dostoievski que es-
cribió estas páginas vertió en ellas toda su propia angustia, tanto personal
como social, por las abominaciones que estaba registrando. Pero sería una
grave subestimación de la integridad de su talento y de la profundidad y la
audacia de su irracionalismo cristiano el suponer que dio a la voz de lván
tan arrolladora resonancia sólo por falta de control artístico. lván represen-
ta, en el más elevado nivel de sensibilidad intelectual y moral, la dramati-
zación suprema y más punzante del conflicto entre la razón y la fe que se
encuentra en el meollo del libro, y sería incongruente con su objetivo te-
mático el haber suavizado o debilitado sus locuciones. La fe, como Dos-
toievski desea que sea sentida en Los hermanos Karamázov, debe ser total-
mente pura, un compromiso soportado exclusivamente por una devoción
a la imagen y al ejemplo de Cristo; y los argumentos de la razón en su con-
tra debían ser presentados, pues, con toda su fuerza.

Lo que da al abrumador monólogo de Iván su poder (que no ha disminui-


do con el paso de los años) es el implacable rechazo del mundo de Dios en
nombre de la moral misma de amor y de compasión que el propio Cristo
había traído. lván está expresando aquí lo que Dostoievski consideró como
el desafío más profundo de la mentalidad populista a una auténtica acepta-
ción de la fe cristiana del pueblo ruso. En contra de este desafío, Aliosha
había llamado en su ayuda la imagen de Cristo, la imagen de la verdadera
fuente de la propia moral de lván. Acusa a su hermano de haber "olvida-
do" a Cristo, y, como respuesta, Iván narra un poema en prosa de su propia
composición, nunca escrito pero que aún tiene fresco en la memoria. Ésta
es la justamente célebre Leyenda del Gran Inquisidor (aunque la palabra
"Leyenda" no aparece en el texto). Creación narrativa extremadamente com-
pleja, abarca tres niveles: el de Dostoievski el autor, el del narrador ficticio
de su novela y el del propio lván, su supuesto creador, cuya psicología
moral-social queda simbólicamente dramatizada en toda la maraña de sus
oposiciones. Para su interpretación, los más importantes son los niveles

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 5 ~ 763


primero y tercero ; el narrador ficticio se desvanece durante el majestuoso
monólogo de Iván.
Como prólogo , el erudito Iván se permite hacer una breve revisión de
la popularidad universal de poemas y obras teatrales similares en el pasa-
do, cuando "era habitual. . . traer potencias celestiales a la Tierra". Se refiere
a Dante, a los llamados misterios y moralidades de la Edad Media, a la imi-
tación de este género en el teatro ruso hasta la época de Pedro el Grande, a
Victor Hugo (quien presentó una de esas obras como parte de Nuestra se-
ñora de Paiis) , y, lo más importante de todo , a un cuento apócrifo bizantino
del siglo xu, "Las Peregrinaciones de Nuestra Señora en el Infierno", que
Iván considera "tan audaz como Dante". Presenta a la Madre de Dios sien-
do guiada a través del infierno por el arcángel Miguel. Horrorizada por los
sufrimientos de los condenados, "aterrada y llorando", cae de rodillas ante
Dios "y le ruega merced para todos los que están en el Infierno , para todos
los que ha visto allí, todos, indiscriminadamente". Dios señala a Cristo
crucificado y pregunta cómo puede perdonarse a "sus atormentadores",
pero se aplaca cuando Nuestra Señora convoca "a todos los santos, todos
los mártires , todos los ángeles y arcángeles" para que se le unan rogando
misericordia. Cuando Dios finalmente acepta dar "un respiro de sufrimien-
to" a quienes están en el infierno, cada año , del Viernes Santo hasta el Día
de la Trinidad (ocho semanas después de Pascua), los pecadores "dan un
grito de agradecimiento" y cantan: "Tú eres justo , Oh Señor, en este juicio"
(v. 14, pp. 224-225).
La evidente admiración de Iván por este cuento, en tan marcado con-
traste con su airado grito de venganza, revela todas las contradicciones de
la lucha interna entre su razón y la esperanza cristiana simbolizada por la
Madre de Dios. Otros aspectos de su preludio, en que Iván cita versos de
Schiller, Tiutchev y el menos conocido A. l. Polezhaev, también tienen im-
portancia. La estrofa de Fiódor Tiutchev, una de las favoritas de Dostoievski,
proclama una vez más la santidad de la tierra rusa, entre cuyas pobres
izbas un día caminó el rey de los cielos, el propio Cristo, llevando a cuestas
la cruz, con la apariencia de un humilde esclavo campesino. "Y eso cierta-
mente fue así, te lo aseguro", le dice Iván a Aliosha, afirmando la verdad de
este regreso de Cristo y Su santificación de la tierra rusa. El poema del pro-
pio Iván aparece en un marco totalmente distinto , la España del siglo xv1,
donde vuelve a aparecer Cristo. "Han transcurrido quince siglos desde que
Él prometió volver en toda Su gloria", y la humanidad lo aguardó con "ma-

764 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


yor fe" que nunca porque "hacía quince siglos que el hombre había dejado
de ver señales del Cielo". Y entonces Iván cita los dos versos de Schiller
que anuncian el meollo de lo que sigue: "Ten fe en los dictados del cora-
zón/Pues los cielos no dan prenda". Para entonces, según lván, "no queda-
ba nada más que fe en lo que el corazón dicta". En el norte de Europa había
estallado una nueva herejía, la Reforma alemana, "que, blasfemando, em-
pezó a negar los milagros. Pero quienes se mantuvieron fieles estaban más
ardientes que nunca en su fe", que procedía "del corazón" y no necesitaba
justificación. En un mundo lleno de ese anhelo y de esa fe imagina Iván el
retorno de Cristo ... no a Alemania, sino al sur de España, en los días más
negros de la Inquisición.
Iván pinta entonces la escena en unos cuantos toques sugerentes, pres-
tándose ayuda de la poesía y, más extensamente, del Nuevo Testamento
(Dostoievski hace citas, a veces en forma alterada, y se apropia de pasajes
para ciertos detalles). El lector es llevado a Sevilla al día siguiente de que
cien herejes fueron quemados en un formidable auto de fe "en presencia del
rey, la corte, los caballeros, los cardenales, las damas más encantadoras de
la corte y toda la numerosa población de Sevilla". En esa coyuntura, "Cris-
to aparece de pronto, calladamente, sin ser observado y, sin embargo, por
extraño que parezca, todos lo reconocen ... Avanza silenciosamente entre
ellos con una dulce sonrisa de infinita compasión. El sol del amor arde en
Su corazón. Luz, Ilustración y Poder brillan en Sus ojos, y su resplandor,
que a todos ilumina, conmueve sus corazones, que responden con amor".
Llevado por la plenitud de Su amor rebosante, le devuelve la vista a un
ciego y rescata de la muerte, en las escaleras de la catedral, a una niña pe-
queña; "el gentío llora y besa la tierra ... Se oyen gritos , sollozos, confusión
entre la gente".
Justo en ese momento, pasa por allí el Gran Inquisidor, y estos mila-
gros, causados por el "amor mutuo" entre Cristo y el pueblo que lo adora,
despiertan su hostil atención, porque amenazan la base de su propia auto-
ridad (v. 14, pp. 226-227). "Es un anciano, de casi noventa años, alto y
erguido, de rostro apergaminado y ojos hundidos en que todavía hay un
rayo de luz, como una chispa ardiente." Y no lleva "su soberbio atuendo
cardenalicio", sino una "tosca y vieja sotana de monje. Frunce sus tupidas
cejas grises, y sus ojos brillan con un fuego siniestro". Ordena a los guar-
dias que detengan a Cristo, y el gentío, aterrorizado , retrocede mientras el
Dios-hombre es llevado "a un estrecho calabozo , sombrío y abovedado,

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 5 ~ 765


dentro del viejo palacio de la Santa Inquisición''. El día llega a su fin y cae
la noche, una "noche oscura, pesada, sin viento", en que "el aire lleva la
fragancia de laurel y limón" (cita de Pushkin). "En las tinieblas absolutas,
de pronto se abre la puerta de hierro de la prisión, y el propio Gran Inqui-
sidor entra , llevando una luz en la mano" (v. 14, pp. 227-228). Toda esta
escena, particularmente el arresto y la visita nocturna, recuerda aquellas
novelas góticas que tanto habían gustado a Dostoievski de joven, y las pri-
meras de las cuales , escritas por autores anglicanos ingleses, también ha-
bían sido ferozmente anticatólicas.
El Gran Inquisidor y Cristo se encuentran ahora cara a cara. Cristo no
dice palabra; pero Su silencio, con los ojos fijos en su carcelero , es más fuer-
te y preñado de significado que ningún discurso. Pues Su muda presencia
sirve de aguijón a la conciencia del Gran Inquisidor, quien, mientras simu-
la cumplir los deseos de Cristo en la Tierra, sabe bien que está haciendo
todo lo contrario. El monólogo del Inquisidor, que fluctúa entre sus acusa-
ciones a Cristo y su autoexculpación, traiciona todo el nerviosismo y la
inquietud que asoman tras la imponente fachada de su poder. Esta tensión
esta trayéndole remordimientos de conciencia, una conciencia que lo ha
llevado , movido por piedad ante los sufrimientos de una humanidad débil
e infeliz, a decidirse a "corregir" la obra de Cristo, liberando a la humani-
dad de la causa principal de su miseria: la carga de la libre voluntad. En el
capítulo anterior, Iván se había negado a aceptar el mundo de Dios, y ahora
indica cómo lo reconstruiría de acuerdo con unas especificaciones más
"humanas".
Su narración es una variación libre de la versión evangélica de las ten-
taciones de Cristo, incluidas en san Marcos, san Mateo y san Lucas. Según
el texto sagrado , Cristo pasó cuarenta días en el desierto, y fue tentado
por el Demonio antes de lanzarse a su misión entre la humanidad. Como
Milton en El Paraíso recobrado, aunque en forma mucho más breve, Iván
elabora este relato, haciéndolo un magnífico panorama historiosófico del
curso futuro de la historia humana, que ve como prefigurada en este episo-
dio de la tentación, del Nuevo Testamento. En realidad, el Gran Inquisidor
sin duda está hablando por Dostoievski cuando alaba con arrobamiento las
tres preguntas planteadas a Cristo en el desierto por "el espíritu sabio y te-
mido , el espíritu de autodestrucción e inexistencia". Está seguro de que
estas preguntas tienen que ser producto no de "la pasajera inteligencia hu-
mana ... smo [de] la absoluta y eterna", pues la mente del hombre no ha-

766 ... LOS H ER MAN OS KA RAMÁZOV


bría podido inventar por sí sola la grandeza de esta visión profética (v. 14,
pp. 229-230).
¿Por qué, pregunta el Gran Inquisidor a Cristo, vino al hombre "con
las manos vacías, con alguna promesa de libertad", cuando habría podido
efectuar el milagro de convertir "estas piedras de este ardiente y yermo de-
sierto" en pan7 "Conviértelas en pan", había recomendado el Demonio en
la primera tentación, "y la humanidad correrá tras de Ti como un rebaño ,
agradecida y obediente, aunque siempre temerosa de que retires Tu mano
y les niegues Tu pan" . Cristo se negó porque "no privarías de libertad al
hombre ... pensando, ¿qué vale esa libertad si la obediencia se compra con
pan?" (v. 14, p. 230). La fe en Cristo debe surgir como una libre elección
de amor, no a cambio de los medios de subsistencia. Pero el Gran Inquisi-
dor, profetizando la victoria de lo que, por la terminología, sólo puede lla-
marse socialismo, prevé que "transcurrirán épocas, y la humanidad procla-
mará por boca de sus sabios que no hay crimen, que no hay pecado, que
solamente hay hambre". Y entonces, "por ese simple pan terrenal, el espíri-
tu de la Tierra se levantará contra Ti y luchará contigo y Te superará, y to-
dos lo seguirán gritando: '¿Quién puede compararse con esa bestia? ¡Nos
ha dado el fuego del cielo!"' (cita que combina el Apocalipsis con el mito
de Prometeo) (id.).
Como sabemos por el Diario de un escritor; Dostoievski creía en la posi-
bilidad de que el catolicismo romano uniera sus fuerzas con las de los so-
cialistas para encabezar una inminente revolución que destruiría al Occi-
dente. A sus ojos, ambos se habían rendido a la primera tentación de
Cristo , subordinando Su mensaje - la libertad de conciencia- a objetivos
y ambiciones terrenales, y estaban así unidos en su imaginación. Al incor-
porar esta visión a la Leyenda, también presenta a ambos, más verosímil-
mente, compitiendo a la postre por el dominio de toda la humanidad. "El
espíritu de la Tierra" obtendrá así una victoria temporal, porque Cristo
decidió conservar la libertad humana para escoger entre el bien y el mal,
en lugar de transformar las piedras en pan. Esta decisión había causado
mil años de sufrimiento para la especie humana, la cual se hundió en el
caos que, finalmente, condujo al ateísmo y al socialismo. "Donde se erguía
Tu templo se levantará un edificio nuevo , la terrible Torre de Babel será
reconstruida y aun cuando, como la antigua, n o sea terminada, Tú habrías
podido prevenir la construcción de la nueva torre y habrías ahorrado los
sufrimientos de los hombres durante mil años" (id.).

LOS HER MANOS KARAMÁZOV. LIBRO 5 ~ 767


Durante este periodo de socialismo ateo, el Gran Inquisidor y sus cóm-
plices volverían a "ocultarse bajo tierra, en las catacumbas, pues volveremos
a ser perseguidos y torturados"; empero, la humanidad finalmente llega-
rá a poner a sus pies su desastrosa libertad. Pues "ninguna ciencia le dará [a
la humanidad] pan mientras permanezca libre ... [porque] la libertad y pan
suficiente para todos son inconcebibles juntos, pues nunca, jamás, podrán
compartirlos entre ellos" (v. 14, pp. 230-231). El principio moral de "com-
partir" no puede originarse en otra fuente que la del verdadero Cristo,
quien pide el libre sacrificio por los demás impulsado por el amor. Y la
humanidad finalmente se verá obligada a volver a Él como única fuente de
la moral. Sin embargo, en este ejemplo , retornará a un falso Cristo, el cató-
lico romano del Gran Inquisidor, quien cree que "nada ha sido nunca más
insoportable para el hombre y para la sociedad humana que la libertad", y
que la humanidad "jamás podrá ser libre", pues es "débil, viciosa, indigna
y rebelde" (v. 14, p. 231).
Pese a esta triste opinión de la naturaleza humana, el Gran Inquisidor
de Iván hace el mismo llamado a la piedad que ya se había oído en el capí-
tulo sobre la "rebelión". Reconoce que aun cuando la doctrina del "pan del
Cielo", la libertad de la conciencia humana, puede atraer a "miles y dece-
nas de miles [que] Te seguirán", millones más "no tendrán la fuerza de
abandonar el pan terrenal por el celestial"; y es por estos millones, "que
son débiles, pero que aman", por los que está hablando el Gran Inquisidor.
"No, también cuidamos de los débiles. Son pecadores y rebeldes, pero, al
final, también ellos se mostrarán obedientes" (id.). Este "cuidado", sin em-
bargo, no será aceptado a menos que se oculten su falsía y engaño, a me-
nos que sea ofrecido en nombre del verdadero Cristo predicando la libertad
y el amor mientras Su ideal estará siendo deformado y traicionado. Piotr
Verjovenski, en Los demonios, había deseado presentar a Stavroguin como
Iván el zarevich, el heredero hasta entonces desconocido del trono de los
zares, recurriendo así implícitamente a la devoción del pueblo por su zar,
ungido de Dios, como arma revolucionaria para destruir su propio régi-
men. De manera similar, el Gran Inquisidor se ve obligado a hablar en
nombre del verdadero Cristo para falsificar Su mensaje y subvertir y des-
truir Su influencia. "Pero les diremos que somos Tus servidores y que go-
bernamos en Tu nombre. Volveremos a engañarlos, pues no Te dejaremos
volver a nosotros. Ese engaño será nuestro sufrimiento, pues seremos obli-
gados a mentir" (id.).

768 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


Un importante giro ocurre ahora cuando el Gran Inquisidor pasa de
la primera tentación, la del "pan terrenal", a la cuestión más propiamente
religiosa de si la humanidad posee la fuerza moral necesaria para soportar
la libertad proclamada por Cristo. Pues el Gran Inquisidor está dispuesto a
convenir con Cristo -¡por única vez!- "en que si alguien se apodera de
la conciencia [de la humanidad] ... ¡oh! ésta arrojará Tu pan y seguirá a
aquel que se ha adueñado de su conciencia. En eso, tienes razón. Pues el
secreto de la existencia del hombre no sólo es vivir sino también tener algo
por qué vivir''. En otras palabras, no sólo de pan vive el hombre ; empero ,
Cristo se negó a apoderarse de la conciencia de la humanidad, privándola
así de la tranquilidad de la certidumbre y de la obediencia. "¿Olvidaste que
el hombre prefiere la paz , y hasta la muerte , a la libertad de elección en el
conocimiento del bien y del maP" (v. 14, p. 232).
Lejos de aportar Cristo una nueva e inmutable guía para la conciencia
humana , lo acusa el Gran Inquisidor, tan sólo agravó su situación. "Para el
hombre, nada es más seductor que su libertad de conciencia, pero nada es
mayor fuente de sufrimiento. " Cristo vino a dar Su vida por la humanidad ,
movido por el amor, pero al negarse "a tomar posesión de la libertad del
hombre , Tú aumentaste [su libertad] y cargaste el reino espiritual de la hu-
manidad con sus sufrimientos, para siempre . . En lugar de la rígida ley
antigua , el hombre, con el corazón libre, ahora deberá decidir por sí mis-
mo lo que es bueno y lo que es malo, teniendo sólo Tu imagen ante él
como guía" (id.).
Para garantizar esa libertad, Cristo había rechazado la segunda tenta-
ción: la de ofrecer una prueba de Su divinidad. Se negó a saltar del pinácu-
lo del Templo con el conocimiento seguro de que, como Hijo de Dios ,
unos ángeles lo sostendrían. Tampoco descendió de la Cruz cuando "te
gritaron, burlándose de Ti y escarneciéndote: 'Baja de la cruz , y creeremos
que Tú eres Él'. No quisiste esclavizar al hombre mediante un milagro, y le
diste una fe dada libremente , no basada en un milagro". Y por último, re-
chazó la tercera tentación que le ofreció el Demonio, la de asumir el poder
sobre "todos los reinos de la Tierra", no deseando , como el Gran Inquisi-
dor, imponer la fe con el poder temporal simbolizado por el auto de fe.
Así, Cristo había repudiado lo que el Gran Inquisidor declara que son "los
tres poderes .. . capaces de conquistar y de mantener cautiva para siempre
la conciencia de los impotentes rebeldes, para su propia felicidad ... estas
fuerzas son: el milagro , el misterio y la autoridad" (id.) . Una página des-

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LI BRO 5 ~ 769


pués, poco más o menos, el Gran Inquisidor repite el mismo cargo aún
más categóricamente: "Hemos corregido Tu obra y la hemos fundado sobre
el milagro, el mistelio y la autolidad" (v. 14, p. 234).
Ningún fragmento de la Leyenda plantea un problema más intrincado
o más difícil de resolver que esta acusación lanzada contra Cristo. Intér-
pretes de los tamaños de Nikolái Berdiaev lo han tomado como la declara-
ción definitiva del propio Dostoievski -hecha a contrario por medio de
Iván- de que la libertad de conciencia de la humanidad, la libertad defen-
dida por Cristo en la Leyenda, es absolutamente incompatible con la ma-
gia, el misterio y la autoridad. Sin embargo , es difícil reconciliar tal lectura
con la descripción antes dada de la reaparición de Cristo . ¿Qué es esta
reencarnación, sino un misterio divino7 ¿No hace milagros al devolver la
vista al ciego y resucitar al muerto? ¿No obtiene inmediata autoridad sobre
quienes lo rodean y experimentan lo radiante de Su amor? Como lo ha se-
ñalado Roger Cox, cuando el Gran Inquisidor acusa a Cristo de haber
abandonado todo milagro, misterio y autoridad, "el lenguaje más caracte-
rístico y las imágenes del Inquisidor vienen directamente del Apocalipsis,
donde se les asocia con el 'falso profeta"'. 2 No puede saberse hasta qué
punto esperaba Dostoievski que sus lectores captaran semejante alusión,
pero sin duda no debemos olvidar esta imagen anterior al esforzarnos por
captar su meta temática.
Más temprano en la novela, cuando Aliosha se había sometido al sta-
rets padre Zósima, el narrador advierte con verdadera presciencia "que este
instrumento ... puede ser un arma de dos filos ... puede llevar a algunos no
a la humildad y al completo dominio de sí mismos sino al orgullo más sa-
tánico, es decir, a la esclavitud y no a la libertad" (v. 14, p. 27). Las fuerzas
del milagro, el misterio y la autoridad, legitimadas , quedan así expuestas a
la perversión, como lo vemos en el caso del Gran Inquisidor, pero el texto
indica con toda claridad que distan mucho de haber sido repudiadas por
Cristo cuando se manifiestan auténticamente. Sin embargo, para Él deri-
van su poder legítimo tan sólo de una fe auténticamente incondicional, tan
sólo en la interpenetración de lo terrenal y lo celestial proclamada por el
padre Zósima. Cuando el Gran Inquisidor censura a Cristo por haber aban-
donado tan poderosos instrumentos de control, el imperioso prelado está
hablando de ellos únicamente como armas de cohesión y de dominio. Pero

2
Roger L. Cox , Between Eanh and Heaw1, Nue,·a York, 1969 , p. 194 .

770 ... LOS HERMANOS KARAMÁ ZOV


también pueden ejercer su influencia por medio de un "amor responsable"
y Dostoievski no deseaba que todos fuesen vistos a través de los cristales
deformantes que ofrece el Gran Inquisidor. Como lo ha dicho Cox de ma-
nera convincente, el Gran Inquisidor ha convertido las auténticas formas
de milagro, misterio y autoridad en magia, mistificación y tiranía.

El resto de la Leyenda elabora los motivs ya establecidos. De nuevo, el Gran


Inquisidor afirma su propio amor a los hombres, un amor que , "de modo
tan humilde reconoce sus flaquezas, que tan amorosamente alivia su carga,
y permite que su flaca naturaleza peque sin nuestra sanción". Refiriéndose
a la "primera resurrección" profetizada en el Apocalipsis, la resurrección de
todos aquellos que "habían soportado Tu cruz ... [y] soportado veintenas
de años en el yermo y hambriento desierto, viviendo de langostas y de raí-
ces", observa el Inquisidor: "Sólo eran algunos miles, y aparte dioses; y,
¿qué hay de los demás?. .. ¿Puedes haber venido Tú realmente sólo a los
elegidos y para los elegidos?" Y vuelve a reconvenir a Cristo: "¿Para qué has
venido Tú ahora , a obstaculizar nuestra labor?" Pero aunque Cristo conti-
núa guardando silencio, Su mirada fija perturba claramente a Su acusador.
"¿Y por qué me miras en silencio, como escudriñándome con Tu mirada
mansa? -pregunta-. ¡Enójate, no quiero Tu amor, pues no te amo!" Ante
el desafío de esta mirada fija , el Inquisidor finalmente confiesa el secreto
que aún no había declarado abiertamente, aun cuando hubiese exaltado la
sabiduría del "espíritu sabio y temido, el espíritu de autodestrucción y de
inexistencia" . Ahora desafía a Cristo con esta admisión: "No estamos conti-
go , sino con él: tal es nuestro misterio. Ya hace tiempo - ocho siglos- que
estamos de su lado y no del Tuyo" (v. 14, p. 234).*
Cristo había rechazado la tercera tentación del Demonio -el poder
sobre todos los reinos de la tierra-, pero la Iglesia romana la había acepta-
do traidoramente, en nombre de Cristo. Al hacerlo, explica ahora el Gran
Inquisidor, "logró lo que todo hombre busca en la tierra: es decir, alguien a
quien adorar, alguien que cargue con su conciencia, y algunos medios de
unirlos a todos en un unánime y armonioso hormiguero" (v. 14, pp . 234-325).
' ' La fec ha es el año 756, cuando Pipino el Bre\'e concedió la soberanía de Ravena al papa
Esteban lll , reconociendo así el derecho del papa a asumir el poder temporal.

LOS HER M ANOS KARAMÁZOV: LIBRO 5 ~ 771


(La palabra "hormiguero" es empleada frecuentemente por Dostoievski para
caracterizar un orden social en que no existe el libre albedrío .) Habiendo
empuñado la espada de los Césares, el Inquisidor está seguro de que "noso-
tros [la Iglesia romana] triunfaremos y seremos Césares, y luego planearemos
la felicidad universal del hombre". Pero este estado último no se alcanzará
antes del interregno , mencionado antes, de "las épocas ... que aún vendrán,
de la confusión del libre pensamiento, de su ciencia y canibalismo", en que
los seres humanos tratarán de construir la Torre de Babel tan sólo sobre la
base de la razón y de la ciencia , y terminarán devorándose en una lucha
darwiniana por la vida. Sólo entonces, prevé el Inquisidor, en otra imagen
tomada del Apocalipsis, "la bestia reptará hacia nosotros y nos lamerá los
pies y los regará con lágrimas de sangre ... Y nosotros nos sentaremos so-
bre la bestia y levantaremos la copa, y en ella estará escrito: 'Misterio'" (v. 14,
p.235)
Será entonces cuando el Gran Inquisidor y sus verdugos aprovecharán
la oportunidad de engañar por completo a la humanidad. Pues para enton-
ces , aun aquellos que inicialmente habían servido al verdadero Cristo ("los
elegidos") se habrán "cansado de aguardarte", y "transferirán las fuerzas de
su espíritu y el calor de su corazón al otro bando , y terminarán por levan-
tar su libre estandarte contra Ti". El estandarte mismo del propio Cristo
quedará entonces transformado en su engañoso opuesto. "Oh, los conven-
ceremos de que sólo quedarán libres cuando nos entreguen su libertad y se
sometan a nosotros." La humanidad quedará entonces reducida al nivel de
niños y recibirá "la apacible y humilde felicidad de los seres débiles , como
lo son por naturaleza". Como niños , "temblarán, impotentes, ante nuestra
ira", y también estarán dispuestos , a una señal nuestra , a pasar a la risa y el
regocijo, a la alegría y a los cánticos de niños". Hasta el pecado se les per-
mitirá a estos seres sin voluntad, "porque los amamos , y el castigo por esos
pecados lo tomamos sobre nosotros". Cada detalle de su existencia, inclu-
so las más íntimas cuestiones sexuales y familiares , "los secretos más pode-
rosos de su conciencia", estarán bajo el dominio del Gran Inquisidor. * He
aquí el paraíso terrenal del Gran Inquisidor supuestamente surgido de la

·· Ninguna parte de la Leyenda ha influido tanto y es más importante que esta predicción de
lo que, en efecto , es el mundo del totalitarismo del siglo :\.\, ya sea comunista o fascista. La vi-
sión de pesadilla que presenta Dostoievski de la ent rega de la libertad interior para obtener una
seguridad absoluta también fue predecesora del género li terario de la distopía, representado por
obras como Nosotros, de Eugene Zamiatin, Un nwndo.fcliz de Aldous Huxley, y 1984 de George

772 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


libertad proclamada por Cristo pero que es, de hecho , su fraudulento fac-
símil. "En paz morirán, en paz expirarán en Tu nombre , pero más allá de la
tumba no encontrarán nada sino la muerte. " La inmortalidad no existe,
mas "para hacerlos felices los engañaremos con la recompensa del cielo y
de la eternidad" (v. 14, pp. 235-236).
La Leyenda, no lo olvidemos, es creación de Iván, y por tanto, preten-
de objetivar dramáticamente la lucha entablada entre la razón y la fe en su
propia conciencia. Esta lucha pasa de pronto al primer plano cuando
el Gran Inquisidor revela ser alguien que sólo con renuencia abandonó al
verdadero Cristo, y que aún siente la elevada hermosura de la fe cristiana y
su imagen de la humanidad como libre y moralmente responsable. Hasta
este punto, el Inquisidor había aparecido básicamente como la implacable
encarnación del poder al que representa, pero ahora le confiesa a Cristo que,
asimismo, él había sido un verdadero creyente: "También yo he estado en
el desierto, también yo viví de raíces y langostas, también yo aprecié la li-
bertad con que Tú nos has bendecido , también yo me esforcé por estar
entre Tus elegidos, entre los fuertes y poderosos .. . Pero desperté y no servi-
ré a ninguna locura". Si Cristo volviere un día , afirma el Inquisidor des-
afiante , no en silencio y casi secretamente como en Sevilla, sino entre los
truenos y enormes cataclismos de la Segunda Venida, entonces el Gran In-
quisidor y los suyos podrían decir, "señalándote a los miles de millones de
niños felices que no han conocido el pecado. . 'júzganos si puedes y Te
atreves' ". Más aún: concluye su arenga declarando que ordenará que, al
día siguiente, Cristo sea quemado en la hoguera , como hereje, "por haber
venido a estorbarnos. Pues si alguien mereció jamás nuestros fuegos , ése
eres Tú ... Dixit" (v. 14, pp. 236-237).
En este punto , interviene Aliosha: "Tu poema es un elogio de jesús, no
una censura contra Él. .. como pretendes que sea". Y sin duda , la interpre-
tación de Aliosha puede tomarse por la del propio Dostoievski. Censurar a
Cristo por proclamar la libre voluntad de la humanidad, por insistir en el
derecho de los seres humanos a elegir entre el bien y el mal de acuerdo
exclusivamente con los dictados de sus corazones, era, en efecto, alabar a
Dios por proteger el fundamento mismo de la humanidad del hombre tal
como la concebía Dostoievski. Iván no contesta a esta primera exclama-
ción de Aliosha , pero responde extensamente cuando se ve acusado de
Orwell. El moti v del engaño -la pretensión del Gran Inquisidor de hablar en nombre del \·er-
dadero Cristo- está más cerca del modelo comunista.

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 5 .... 773


haber dotado al Gran Inquisidor de mayor dignidad moral de la que me-
rece. Pues Aliosha afirma, acaloradamente, que el Gran Inquisidor y su
ejército romano de jesuitas representan "una simple sed de poder, de sucia
ganancia terrenal, de dominio ... algo así como una esclavitud universal,
con ellos como amos" (v. 14, pp . 237-239).
Negándose a aceptar tan reductora acusación, Iván se explaya sobre la
imagen del Gran Inquisidor como un creyente desilusionado que se volvió
hacia el ateísmo y se unió a "los hombres inteligentes" (designación simbó-
lica) cuando se convenció de que los seres humanos "habían sido creados
como una burla [y] que jamás serían capaces de aprovechar su libertad".
Iván retrata así al Gran Inquisidor como una figura trágica, que auténtica-
mente sufre porque "ha perdido toda su vida en el desierto, y sin embargo
no pudo sacudirse su incurable amor a la humanidad". Y su tragedia se
vuelve más profunda porque se ve obligado a "conducir a los hombres
conscientemente a la muerte y a la destrucción, y sin embargo a engañarlos
todo el camino .. . en nombre de Aquel en cuyo ideal tan fervientemente
había creído el anciano durante toda su vida" (id.). Iván rechaza la opinión
despectiva de Aliosha sobre el Gran Inquisidor, quien es una grandiosa
extrapolación de su propio conflicto interno; y la naturaleza trágica del di-
lema del Inquisidor - la tragedia de haber aceptado la moral de Cristo el
Hijo y de actuar en Su nombre mientras ya no creía en Dios Padre- tam-
bién prepara el desenlace de la Leyenda.
Cuando Aliosha le pregunta a su hermano si ha terminado su narra-
ción, Iván le propone la conclusión siguiente . El Preso , que todo el tiempo
había estado "mirando dulcemente" el rostro del Gran Inquisidor, sigue
guardando silencio, y este continuado mutismo "pesa" sobre su carcelero.
"El anciano deseaba que le dijese algo, por muy amargo y terrible que fue-
se. Pero Él se acercó de pronto al anciano , en silencio, y lo besó dulcemen-
te en sus viejos labios sin vida." El Gran Inquisidor se estremeció e invir-
tiendo su anterior sentencia de muerte, abrió la puerta de la celda: '"Vete',
le dijo, 'y no vuelvas más . .. no vuelvas, jamás, jamás'. Y lo dejó salir a las
oscuras plazas de la ciudad" . En cuanto al Gran Inquisidor, ahora solitario,
dice Iván que "el beso arde en su corazón, pero el anciano se adhiere a su
idea". Aliosha reconoce inmediatamente que esta última frase es aplicable
al propio Iván , desgarrado entre su sensibilidad ante el ideal cristiano y su
"idea" de que "todo es lícito" una vez que se ha perdido la fe en Dios y en
la inmortalidad. A la angustiada pregunta de Aliosha: "¿Cómo viviremos7 ...

774 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


Con semejante infierno en tu corazón y en tu cabeza, ¿cómo puedes tú?"
Iván reafirma la declaración "rebelde" hecha antes: la "bajeza de los Kara-
mázov" lo llevará adelante hasta que cumpla treinta años, y entonces bebe-
rá la copa hasta las heces. Sin embargo, promete ir a visitar a Aliosha antes
de hacerlo (tal vez otra anticipación del segundo volumen) (v. 14, p. 240).
En estos dos capítulos, el carácter de lván oscila entre el joven solitario
que a tientas trata de expresar un anhelo de amistad y de intimidad, y el
altivo joven intelectual que intenta quebrantar la fe ingenuamente confiada
de Aliosha. Al término de su conversación, cuando Aliosha lo contempla
en silencio, Iván expresa , "con inesperado sentimiento", una cierta tristeza
porque "ahora veo que no hay lugar para mí en tu corazón, mi querido
ermitaño". Este sentimiento motiva el conmovedor gesto de Aliosha que
besa a lván en los labios y es acusado , en broma, de "plagio" por lván, "de-
leitado" por esta repetición cargada de simbolismo. Presentado aquí en su
lado más humanamente atractivo, lván aparece con plena conciencia del
pesar que en ese momento invade el corazón de su hermano. Le dice a
Aliosha: "Vuelve ahora a tu Pater Seraphicus [el padre Zósima , en un térmi-
no tomado del Fausto de Goethe], se está muriendo. Si muere sin ti, te lle-
narás de irá contra mí por haberte detenido" (v. 14, p. 241).
Sin embargo, Dostoievski no quiso terminar con una imagen tan ente-
ramente favorable de lván, quien había logrado provocar a Aliosha a que
aprobara un acto de venganza. Y entonces el narrador introduce una nota
sutilmente discordante en los últimos párrafos, cuando lván se aleja des-
pués de haberle indicado a su hermano: "Y ahora tú te vas a la derecha y
yo a la izquierda". Aliosha "notó de pronto que lván vacilaba al caminar,
y que su hombro derecho parecía más bajo que el izquierdo". Queda por
saber si ésta es una ilusión de óptica, pero, tradicionalmente , el Demonio
es asociado al lado izquierdo, 3 y como cojea al caminar, el hombro izquier-
do parece más alto que el derecho (id.). El narrador se vale, así, de creen-
cias populares para asociar a lván con el temido espíritu que éste acababa
de evocar con tanta aprobación en su Leyenda; y cuando Aliosha entra en
el bosquecillo de la ermita en que "los viejos pinos susurraban sombría-
mente a su alrededor", se muestra que la influencia de lván fue nociva
hasta en el nivel de la acción de la trama. El padre Zósima le había encar-
gado a Aliosha la tarea de buscar a Dimitri y de quedarse a su lado para

3 Victor Terras, A Karamazov Companion, Madison, 1981 , p. 239 .

LOS HER MA N O S KA RAM ÁZO V: LIBRO 5 ~ 775


impedir que ocurriera una catástrofe, y él había resuelto hacerlo aun si eso
significaba no retornar al monasterio. Pero "varias veces se preguntó des-
pués cómo , al dejar a lván, había podido olvidar tan completamente a su
hermano Dimitri" , mientras se apresuraba a volver al lado del lecho del
padre Zósima (id.).

Los capítulos que contienen la rebelión de lván y su Leyenda están enmar-


cados entre sus dos encuentros con Smerdiakov. Al despedirse de Aliosha,
lván retorna a su casa para encontrarse ante la presencia obsequiosamente
insinuante pero también vagamente siniestra del cocinero y sirviente de su
padre. La expectativa subconsciente de encontrarse con Smerdiakov lo
hunde en un estado de intensa depresión, aunque no tenga plena concien-
cia de ello. La relación entre los dos -tan sólo insinuada antes- se des-
arrolla ahora más plenamente.
lván había tomado inicialmente "un interés en Smerdiakov, y hasta ha-
bía pensado que era muy original". Habían discutido sobre cuestiones
como la precisión literal y la veracidad de algunas de las frases del Antiguo
Testamento, y Smerdiakov había empezado a considerase discípulo de lván.
En efecto , cuando Smerdiakov estaba ridiculizando el heroísmo de Forna
Danilov al negarse a renunciar a su fe , Fiódor Pávlovich le comentó a lván:
"Ha dicho todo esto para ti. Quiere que lo elogies" (v. 14, p . 118). lván y
Smerdiakov también habían hablado de todos los "escándalos" causados
por la conducta de su hermano Dimitri, "pero aunque Smerdiakov siempre
hablaba de eso con gran excitación, era imposible descubrir a qué deseaba
llegar". No se explica por qué el lacayo Smerdiakov hubiese tenido algún
"deseo" a este respecto , pero tan misterioso interés sugiere que no se que-
dará como pasivo espectador.
lván pronto llega a sentir una "aversión" hacia Smerdiakov que rem-
plaza su anterior interés; el lacayo "empezó a revelar una ilimitada vanidad
y una vanidad herida", que a lván le resultan intolerables. La ironía de esta
observación es evidente: la "vanidad" de Smerdiakov es una parodia de su
admirado modelo , quien en la persona del Gran Inquisidor se había imagi-
nado capaz de "corregir" la obra de Dios. Y, lo peor de todo , desde el pun-
to de vista de lván, es que Smerdiakov actúa ahora como si "tuviesen una
especie de pacto , algún secreto entre ellos", desconocido de todos los de-

776 ... LO S HERMA NOS KA RA MÁZOV


más, que creara un nexo (v. 14, pp. 242-243). Ese nexo existe, lo desee
lván o no, porque Smerdiakov ha sido adoctrinado por el nihilismo amoral
de las ideas de lván, que ahora han comenzado a fermentar en una mente
y un corazón que carecen por completo de sensibilidad a los sufrimientos
humanos. El diálogo que sigue aparece en dos niveles: el auténtico inter-
cambio de palabras entre ellos, acompañado por el diálogo de lván consi-
go mismo. En este segundo diálogo, el odio que lván ha llegado a sentir
hacia Smerdiakov es dominado por su sentido subconsciente de que am-
bos están unidos por un pacto secreto, subliminal, pacto que lo abochorna
pero que no puede resistir ni sacudirse de encima. El choque de senti-
mientos en lván con respecto a Smerdiakov dramatiza en el nivel moral-
psicológico el mismo conflicto entre la razón y la fe (fuente de la conciencia
moral para Dostoievski) que forma la base del carácter de lván.
Aun cuando al aproximarse a la casa lván no desea hablarle a Smer-
diakov, diciéndose a sí mismo en silencio: "¿Qué tengo yo que ver contigo,
estúpido?'', se encuentra dirigiéndose involuntariamente a Smerdiakov en
un tono que parece invitar al diálogo. De hecho, lván actuó bajo una com-
pulsión, casi diríase una fascinación, que sólo puede surgir de la atormen-
tadora parálisis resultante de su conflicto interno. En el curso del diálogo,
Smerdiakov insinúa en términos velados todos los acontecimientos que
dejarán despejado el camino -si lván va a Chermashnaia- para que Di-
mitri invada nuevamente la casa y cumpla la amenaza de matar a su padre.
Mientras escucha, lván se enfurece cada vez más por las palabras alusivas
de Smerdiakov, que al parecer le dan una información sin propósito algu-
no pero que en realidad insinúan la probabilidad de un asesinato. A punto
de lanzarse sobre el sirviente en un súbito paroxismo de rabia, en cambio
lván anuncia quietamente que al otro día se irá a Moscú. La conducta con-
tradictoria de lván ya ha sido anunciada por sus palabras a Aliosha des-
pués de que ambos arrancaron de las manos de Dimitri a su padre ensan-
grentado. "Una víbora devorará a la otra -había dicho-. Y ambas se lo
tendrán merecido." No obstante, mientras insistía ante Aliosha en que
siempre defendería a su padre, había añadido lván: "Pero en este caso, en
mis deseos me reservo absoluta libertad".
Los "deseos" de lván resultan más poderosos que su decantada obe-
diencia al código moral, y decide irse, aun después de ver que su ausencia
puede provocar el crimen. Esa noche no pudo dormir, lleno de sentimien-
tos e impulsos que fue incapaz de comprender: "Sintió que había perdido

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 5 ~ 777


la razón". Sin embargo , el narrador conscientemente se niega a entrar en
un análisis más extenso: "Éste no es el lugar para mirar en esa alma ... ya
llegará el momento". En cambio, nos informa objetivamente del torbellino
desatado en el espíritu de lván, "agitado por toda clase de deseos extraños
y casi sorprendentes", como desear dirigirse a la cabaña y apalear a Smer-
diakov. No habría podido explicar por qué, "salvo, tal vez, porque odiaba
al lacayo como a alguien que lo hubiese insultado más gravemente que
nadie en el mundo" (v. 14, p. 251). El "insulto" de Smerdiakov consistió
en su suposición, perfectamente justificada, de que lván no tenía ninguna
objeción profunda al asesinato de su odioso padre , aunque él mismo se
negara a enfrentarse a la verdad. Durante esa noche , al oír a su padre agi-
tarse en el piso de abajo , aguardando esperanzado la llegada de Grúshenka,
Iván se asomó a la escalera y escuchó durante cinco minutos "por una es-
pecie de extraña curiosidad, conteniendo el aliento mientras su corazón
palpitaba con fuerza". Y nunca olvidó el recuerdo de ese breve rato. "Esa
'acción', a la que el resto de su vida llamó 'infame', y que en el fondo de su
corazón le pareció la acción más baja de su vida" (id.). Fue el momento en
que decidió dejar que las dos víboras se devoraran una a la otra ... o, al
menos, eso creyó.
A la mañana siguiente, lván le dice a su padre que se irá a Chermash-
naia, como lo había pedido el viejo, para ver un bosquecillo. Fiódor Pávlo-
vich queda encantado, "porque eres hombre sagaz," pero lván evita besarlo
al despedirse (v. 14, p . 253). Smerdiakov salta al carruaje para envolver a
lván con su abrigo y le dice confidencialmente: "Siempre vale la pena ha-
blar con un hombre inteligente" (v. 14, p. 254). Esta repetida designación
hace un eco a la observación de lván a Aliosha de que el Gran Inquisidor,
después de perder la fe en Cristo, se había unido a "los hombres inteligen-
tes". Mientras lván avanza por los campos, al principio siente un alivio,
pero luego recuerda las últimas palabras del lacayo, cuyas implicaciones
trata de no comprender. '"¿Qué quiso decir con eso:>' El pensamiento pare-
ció de pronto cortarle la respiración." Cambiando de planes, Iván avanza
hacia Moscú , "¡hacia una nueva vida , nuevos lugares, sin mirar atrásl" Pero
su congoja y su angustia no se desvanecen y, al llegar a Moscú , durante un
momento ve la verdad: '"Soy un canalla', se dijo a sí mismo" (v. 14, p.
255). Sin embargo , sólo mucho después experimentará todas las implica-
ciones de semejante reconocimiento.

778 ... LOS HERMANOS KA RAMÁZOV


XXXIV Los hermanos Karamázov:
libro 6

LA "RÉPLICA" a lván Karamázov que Dostoievski había prometido a K. P


Pobedonostsev aparece en el libro 6, "El monje ruso". Estas páginas, que
contienen un relato de la vida y las enseñanzas del padre Zósima, tal vez
constituyan la sección más artísticamente audaz de la obra: audaz en el
sentido de que casi no tenía precedente el hecho de incluir en una novela
-excepto, tal vez, con fines de parodia- un ejemplo extenso de un texto
imitativo de un género puramente religioso . Acaso haya otros ejemplos
que se puedan aducir -el único que nos viene a la memoria es el sermón
del padre Mapple en Moby Dick, sobre jonás y la ballena-, pero la obra
maestra de Melville está escrita en un estilo tan ricamente retórico que el
sermón no disuena de su contexto novelístico. No es éste el caso del libro
6 de Dostoievski, puesto en forma de una zhitie, es decir, la biografía ha-
giográfica de la vida de un santo, compuesta por su discípulo, Alekséi Ka-
ramázov.
Esta sección muestra un registro estilístico en marcado contraste con el
resto de la obra . Mientras que Los hermanos Karamázov está lleno de un
violento movimiento, de poderosas pasiones y de intenso dramatismo psi-
cológico, la zhitie carece (intencionalmente) de la poderosa vehemencia a
la que, supuestamente, debe responder. La mayor parte de los lectores mo-
dernos la han considerado una decepción, incapaz de contrarrestar el cho-
que del desenfrenado ataque de lván. Sea como fuere , no cabe duda
de que el padre Zósima transmite la esencia de las opiniones moral-socia-
les del propio Dostoievski, expresadas en una forma y una manera perfec-
tamente apropiadas para su portavoz ficticio . Estos capítulos a veces han
sido considerados una excrecencia más bien tediosa, justificada (si acaso)

~ 779
tan sólo por sus laxos vínculos con el curso de la acción que estaba en des-
arrollo. Sin embargo, en realidad, el relato de la vida del padre Zósima
desempeña una parte más importante de la estructura de la novela de lo
que en general se ha sabido apreciar.
Dostoievski estaba tratando de presentar aquí una actitud distinta ha-
cia la vida y hacia el problema del sufrimiento humano, distinta de la que
se había mostrado en las feroces denuncias de Iván. Era una actitud de
aceptación serena (si no necesariamente pasiva) del destino humano, con
todos sus sufrimientos e infortunios, una aceptación derivada de una fe
inalterable en la infinita misericordia de un Dios amante y compasivo. Pre-
sentar a un personaje como portavoz de semejante punto de vista crea un
problema artístico especial ; bien se sabe que resulta mucho más difícil ha-
cer interesantes y convincentes a las figuras que encarnan estados de vir-
tuosa beatitud (especialmente en la novela , pero no sólo allí) que las que
luchan consigo mismas o con otras para enfrentarse a los problemas de la
existencia humana. Como una vez observó Chateaubriand, "[un] cielo en
que impera una felicidad ilimitada está demasiado por encima de la condi-
ción humana para que el alma se conmueva grandemente por la felicidad
de los elegidos ... ésa es la razón de que los poetas hayan tenido mucho
más éxito en las descripciones del infierno ... donde los tormentos de los
condenados nos recuerdan los pesares de nuestra vida" .1
A pesar de todo , Dostoievski corrió el riesgo de ajustar la respuesta a
Iván en un género habitualmente reservado a las vidas de santos. A menu-
do les había pedido a los lectores de su Diario de un escritor ponerse en
conocimiento de dichos textos , y deploraba la ignorancia , entre el público
culto, de esta parte tan importante de su herencia cultural. Por consiguien-
te, bien pudo haber decidido tomar la cosa en sus propias manos presen-
tando su versión de una zhitie a quienes acaso no hubiesen entrado nunca
en contacto con tales composiciones desde la niñez. Fuese cual fu ere la
razón, tenemos aquí un texto en un estilo sumamente poético, lleno de
expresiones de la Iglesia eslava y del piadoso lenguaje del sentimentalismo
clerical de san Ticón Zadonski, del siglo >.Ym .
La vida de ese santo fue "una especie de sermón dramático, el género
más popular en la literatura de la antigua Rusia", y fue "habitualmente
idealizada con detalles estandarizados y selectos para hacer que la lección

1
Citado de S\'en Linnér, Starcts Zosima in "Tli e Brothcrs Karama:::ov", EsLOcolrno, 1975, p. 120.

780 ~ LOS HERMANOS KARAMÁZOV


moral fuese lo más edificante posible''. 2 Como no se hace ningún intento
por fundamentar semejante narración en detalles realistas o en análisis psi-
cológicos verosímiles, está totalmente opuesta a la forma de la novela como
tal. Los hechos ocurren según las leyes de la lección moral que se va a dar,
y no de la causalidad de una existencia mundana. Tales narraciones tienen
cierta calidad intemporal precisamente porque se relacionan con el mundo
real sólo de una manera indirecta , y la moral que ejemplifican debe seguir
siendo válida en cualquier tiempo y lugar. Se las puede ver, así, como el
equivalente literario del "inapreciable y consagrado icono de una vieja igle-
sia" ,3 y, muy sugestivamente, la celda del padre Zósima contiene, colgando
de la pared, uno de tales iconos (que databa de antes del raskol, la escisión
por las reformas de la Iglesia, ocurrida en el siglo xvu).
Además, la supuesta insuficiencia del libro 6 sobresale muy agudamen-
te, según la opinión crítica, porque, como ya se ha notado, se lo considera
básicamente como una respuesta directa a la Leyenda del Gran Inquisidor.
Sus comentadores no han prestado atención suficiente a la observación de
Dostoievski de que "toda la novela es una respuesta" a Iván y a su Leyenda.
Aun si, para lectores poco inclinados en su favor, este cambio de enfoque
no hace más persuasivas las prédicas del padre Zósima en sí mismas, sí nos
hace conscientes de que Dostoievski no sólo estaba dependiendo de estas
historias y locuciones para realizar su tarea artística. Esto se logrará median-
te el entrelazamiento de las experiencias del padre Zósima con el resto de la
acción de la trama. Dicha interacción revelará el efecto salutífero de su pro-
pia vida, así como de los valores que proclamó y que practicó , sobre la de
otros, y asimismo mostrará que es engañosa y funesta la imagen delineada
por el Gran Inquisidor de una humanidad degenerada , incapaz de cumplir
con la ley del amor de Cristo .

Comenzando con el regreso de Aliosha al lado del lecho del anciano mori-
bundo, el libro 6 consiste en gran parte en las últimas palabras del monje a

2
Nathan Rosen, "Style and Structure in The Brothers Karamazov", en The Brothers Karama zov
in the Norton Critica! Editíon, Nueva York, 1976, p. 845. Éste es un ensayo excelente, que debi-
damente llama la atención a la importante afirmación de Dostoievski de que toda la novela es
una refutación de la Leyenda.
3
Ibid , p. 849 .

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 6 ~ 78 1


sus amigos y discípulos allí reunidos, sus recuerdos y reflexiones de despedi-
da tales como fueron anotados por Alekséi Fiódorovich Karamázov (el na-
rrador pone el nombre completo de Aliosha para señalar la solemnidad del
documento). El mismo narrador plantea la pregunta de si también incluye
las conversaciones de Zósima en otras ocasiones, y finalmente concluye:
"Debo repetirlo, Aliosha tomó mucho de conversaciones anteriores y las aña-
dió [a la registrada al lado del lecho de Zósima]" (v. 14, p . 260). Semejante
consideración muestra lo concienzudamente que estableció los hechos, pero
también se enfrenta a un problema de verosimilitud. La historia del padre
Zósima es presentada "sin interrupción, como si hubiese narrado su vida a
sus amigos en forma de un cuento", aun cuando estaba tan débil que "a ve-
ces se esforzaba por tomar aire" y se veía obligado a tenderse y descansar
(id.). Un lector bien puede preguntarse si Zósima fue físicamente capaz de
relatar tan extensa redacción, aun cuando nos enteramos de que "tras su
profundo sueño del día, pareció de pronto haber encontrado nuevas fuerzas,
que lo mantuvieron alerta durante una larga conversación" (id.). Enfrentán-
dose a la pregunta presentada por el texto de Aliosha , el narrador finalmente
decide que aun cuando Zósima estaba haciendo "un último esfuerzo de
amor, que le dio una energía increíble", durante estos últimos momentos
(id.) , las "Notas sobre la vida del padre y monje Zósima muerto en Dios, to-
madas según sus propias palabras" son una mezcla de declaraciones hechas
en distintos momentos durante el tiempo en que Aliosha fue su discípulo.
La primera parte consiste en tres narraciones que tratan de la temprana
vida del padre Zósima; la segunda contiene reflexiones más generales, en
forma de sermones breves. Los relatos están narrados, como en una zhitie,
en un estilo que pretende despertar respuestas piadosas y reverentes, y co-
municar un sentido de serenidad , opuesto a la agitación y a las pasiones
descritas en otras partes. Comienza con la breve vida de Markel, el herma-
no ocho años mayor de Zósima, que dejó una impresión indeleble sobre el
futuro monje cuando niño, impresión que , a la postre, despertó su voca-
ción sacerdotal. El rostro de Aliosha le recordaba a su mentor el de Markel,
no tanto en su apariencia cuanto en su carácter espiritual, y no pudo dejar
de preferirlo por encima del otro novicio que también lo atendía. Esta se-
mejanza de Aliosha con Markel, que a ojos profanos puede parecer sólo
una coincidencia, le sugiere a Zósima una reencarnación , algo "misterioso ...
que ha vuelto a mí al final de mi peregrinación , como recuerdo y como
inspiración" (v. 14, p. 259).

782 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


Markel fue un joven de un "temperamento precipitado e irritable'', reser-
vado y antisociable, que murió de tuberculosis a los diecisiete años. Un doc-
to librepensador lo había convertido al ateísmo, y él escandalizaba a todos
no sólo por negarse a ayunar durante la Cuaresma, sino también por expli-
car desdeñosamente que todo ese hablar de Dios no era más que "tontos
disparates". Pero entonces, habiendo caído gravemente enfermo, compren-
dió que su muerte se acercaba y "por él pasó un cambio maravilloso, y su
espíritu se transformó" (v. 14, p. 261). La inminencia de la muerte no aterra
a Markel, sino que lo hace despertar al sentido de la belleza y el valor de la
vida, e intenta contener las lágrimas de su madre diciéndole que "la vida es
el paraíso, y todos estamos en el paraíso, pero no lo logramos ver; si lo viéra-
mos, al día siguiente tendríamos el cielo en la Tierra" (v. 14, p. 262).
El príncipe Mishkin, en El idiota, le había aconsejado una vez al tísico
lppolit, amargado porque su joven vida acabaría pronto, que "pase por alto
y nos perdone [a los otros, que aún estaban sanos] nuestra felicidad" (v. 8 ,
p. 433). lppolit fue incapaz de hacerlo, pero Markel logra esta hazaña de
autotrascendencia. Se siente indigno del amor que le demuestran sus ami-
gos, y desea cambiar de lugar con los sirvientes; "así, seré el sirviente de
mis sirvientes , como ellos lo son para mí". Y le dice a su madre que "cada
uno de nosotros ha pecado contra todos los hombres, y yo más que ningu-
no". Como san Francisco , pide perdón a las aves y a la naturaleza porque
"había grande gloria de Dios a mi alrededor, aves, árboles, praderas, el cie-
lo, sólo yo viví en la vergüenza y lo deshonré todo y no noté la belleza y la
gloria" (v. 14, p. 263).
El médico de la familia, un hombre de ciencia , reacciona a tales pala-
bras declarando que "la enfermedad [de Markel] le está afectando el cere-
bro" (v. 14, p. 262), pero el joven enfermo sólo está gozando en esa extática
aprehensión de la vida como un bien máximo , que aun lván había conoci-
do ... y que el propio Dostoievski había expresado una vez , bajo la sombra
de la muerte. Poco después de retornar a la cárcel después de su falsa eje-
cución, y aún bajo sus efectos, le había escrito a su hermano Mijaíl: "La
vida es un don, la vida es felicidad, cada minuto puede ser una eternidad
de gozo", y había deseado "amar y abrazar a cualquiera de los que conocí".
Markel obviamente encarna este crucial sentimiento de epifanía, que pasa
a través de él al padre Zósima y después a Aliosha. 4

4
PSS, vol. 28 , libro 1, p 164; 22 de diciembre de 1849.

LOS HERMANOS KARAMÁZOV. LIBRO 6 ~ 783


El padre Zósima también confía algunos detalles más de sus primeros
años, que ayudan a completar el cuadro de su formación espiritual; y aquí,
una vez más, Dostoievski toma particularidades de su propia vida. El pa-
dre habla de haber aprendido a leer en un manual alemán, religioso, pie-
tista, "con excelentes imágenes", y recuerda la profunda impresión que le
causó el Libro de Job durante una misa , antes de Pascua, mientras "el in-
cienso salía del incensario y lentamente flotaba, arriba en la cúpula, mez-
claba sus nubes ascendientes con la luz del sol que entraba por una mi-
núscula ventana" (v. 14, p. 264). El Libro de Job, el viejo grito bíblico de
angustia contra un Dios supuestamente misericordioso que somete a Su
fiel servidor a los peores tormentos para poner a prueba su lealtad, es el
que tiene más directa conexión con la temática de Dostoievski, y el padre
Zósima aún sigue conmovido por él: "Ayer lo tomé ... nunca he podido leer
ese libro sagrado sin derramar lágrimas". Algunos han sido movidos por él
a hablar de Dios "con palabras de burla y de censura" en virtud del terrible
destino tan injustamente decretado al justo Job , a quien Dios entrega al
poder de Satanás; empero, la grandeza de la obra "yace precisamente en el
hech o de que es un misterio ... en que la pasajera escena terrenal y la ver-
dad eterna se unen en ella" (v. 14, p. 265). Desde luego, el padre Zósima
no dice nada de los gritos de angustia , las lamentaciones y acusaciones de
Job. El "misterio" del relato consiste , para el padre, en que a pesar de sus
sufrimientos "terrenales", Job sigue proclamando su fe en Dios y en la bon-
dad de la creación de Dios. Citando a san Ticón, el padre Zósima también
declara que, a la postre , Job llegará a amar a sus nuevos hijos tanto como a
los que había perdido , porque "es el gran misterio de la vida humana que
el antiguo pesar se convierta en tierna alegría" (id.).
El resto de esta sección consiste en una súplica a los sacerdotes de la
aldea de que propaguen el Evangelio entre el pueblo, en lugar de confinar-
se a cumplir con sus deberes rutinarios. Tomando un tema que Dostoiev-
ski ya había esbozado en el Diario de un escrito1; el padre Zósima apremia a
los sacerdotes a establecer clases en sus casas donde se lea la Biblia. Las
historias de Abraham y Sara, de Isaac y Rebeca, de José y sus hermanos:
todas estas narraciones y otras conmoverán el corazón del campesino y
plantarán una semilla que "vivirá en su alma toda su existencia . .. oculta en
mitad de su miseria, en mitad de lo horrible de su pecado, como un punto
brillante, como un gran recordatorio" (v. 14, p . 266). El padre Zósima tam-
bién recomienda leer las vidas legendarias de santos especialmente reve-

784 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


renciados en Rusia , como Alejo, el Hombre de Dios, y santa María Egipcia-
ca , quien abandonó una vida de pecado para morar en el desierto.
En conclusión , Zósima narra un incidente de su propia época de sacer-
dote peregrinante , en que vuelve a tocar la nota franciscana, líricamente
tierna . Él y un joven campesino conversan mientras la noche cae en la ri-
bera de un río, y el Padre se explaya sobre la extática visión que su hermano
Markel tuvo de la naturaleza , en que "cada brizna de hierba, cada insecto,
hormiga y abeja ... todos . . . dan testimonio de la maj estad de Dios y conti-
nuamente la realizan ellos mismos". El joven campesino era un pajarero
que conocía todos los cantos de las aves, y se sintió especialmente conmo-
vido por la leyenda de san Sergio de Radonezh, quien ofreció un pan a un
oso que entonces se alejó mansamente. "Cristo sea contigo", había dicho el
santo, y estas palabras aplacaron la ferocidad del animal (v. 14, pp. 267-
268) .*
Si la primera narración del padre Zósima se asocia con Aliosha , enton-
ces la segunda, que trata de su vida cuando joven, se relaciona con Dimi-
tri. Enviado por su madre a una escuela para cadetes en San Petersburgo,
Zinovi (su nombre secular) para cuando se graduó habíase "transformado
en un ser cruel, absurdo y casi salvaje". Él y los otros cadetes veían "com o
ganado a los soldados que tenían a su servicio", y de lo que más se jacta-
ban era de "embriaguez , desenfreno y maldad". No es que aquellos mucha-
chos fu esen malos por naturaleza, pero "se comportaban mal, y yo peor
que ninguno" (v. 14, p. 268). No obstante, a Zinovi le gustaba leer y llevaba
consigo una Biblia, aunque sin abrir nunca sus páginas. Lo que aquí revela
el padre Zósima acerca de sí mismo es una imagen especular de Dimitri,
ante quien , como ahora queda claro, se había inclinado porque su propio
pasado lo capacitó para comprender la naturaleza de Dimitri y el peligro
que lo amenazaba.
Zinovi (que aún no es el padre Zósima) empieza a galantear a una bella
muchacha, que parece recibir con agrado sus requiebros, pero él vacila
sobre si abandonar su vida licenciosa, y va aplazando la petición de su
* Esta relación reverencial con la naturaleza se remonta muy atrás en la sensibilidad de
Dostoievski. Un cuento intitulado "Un pequeño héroe", escrito entre 1849 y 1850, cuando es-
taba preso en la Fortaleza de Pedro y Pablo, contiene el pasaje siguiente: "Nos rodeaba el inter-
minable concierto de aquellos que 'no siembran, y tampoco cosechan' y que son tan libres como
ese aire que surcan con sus activas alas. Parecía como si en aquel momento cada flor, hasta la
última brizna de hierba, exhalando su aroma sacrificial, estuviese diciéndole a su creador: '¡Pa-
dre! ¡Soy bendita y dichosa!'" (v. 2, pp. 292-293).

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 6 ... 785


mano. Al regresar tras una ausencia de dos meses, encuentra a la mucha-
cha casada con un marido mucho más apropiado para ella, y descubre que
todo el tiempo había estado ella comprometida con ese pretendiente. En-
furecido por este golpe a su vanidad y orgullo, .provoca a duelo al marido,
pero la víspera del duelo, "de un humor bárbaro y brutal", golpea feroz-
mente a su ordenanza Afanasi, haciéndole sangrar el rostro. Al despertar, la
belleza del sol matutino lo llena de vergüenza ("las hojas brillaban regoci-
jadas, las aves entonaban el himno de Dios"), e implícitamente, las leccio-
nes de Mar kel empiezan a penetrar en su alma (v. 14, p. 2 7O). Lleno de
remordimientos, se inclina ante Afanasi y le pide perdón, lo que hace que
el soldado, estupefacto, derrame lágrimas. Transformado internamente por
esta conquista de sí mismo, Zinovi concede a su adversario el primer dis-
paro, que no atina, luego se niega a tirar él mismo, y ofrece disculpas por
sus palabras insultantes. Esta acción causó un escándalo en el regimiento,
pero como Zinovi había hecho frente al disparo de su rival, no se le podía
imputar cobardía. Y cuando renunció a su comisión, anunciando que en-
traría en un monasterio , todo quedó perdonado. He aquí un augurio del
futuro autodescubrimiento y transformación moral de Dimitri.

El tercero de los relatos del padre Zósima , "El visitante misterioso", está
claramente conectado con lván. Un respetado ciudadano de la comunidad,
de edad mediana y padre de familia , bien conocido por sus actividades
caritativas, llega a visitar inesperadamente al joven e iconoclasta oficial.
Zinovi se ha dado a conocer por su valor al enfrentarse al oprobio de la
sociedad y actuar de acuerdo con su conciencia moral, en lugar de some-
terse al código -totalmente no cristiano- de su posición y su rango. El
visitante quiere informarse de los motivos que impelieron al joven a tomar
tan penosa decisión. Su propio interés no fue inspirado por una curiosidad
ociosa, sino porque tenía "un motivo secreto, muy personal, que tal vez le
explique más adelante" (v. 14, p. 2 74). El secreto resulta ser que él es un
asesino. Siendo joven, movido por los celos, había matado a una mucha-
cha que rechazó su cortejo. El crimen fue cometido hábilmente pese a la
tempestad de sus emociones , y desde entonces había logrado hacerlo pare-
cer el crimen de un ladrón. Nadie sospechó de él, y un siervo descontento

786 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


que en estado de ebriedad profirió amenazas contra la dama fue detenido y
murió en prisión, dando fin, así, al caso. Al principio, el asesino no se pre-
ocupó, tomó parte en empresas filantrópicas y finalmente se casó. Había
esperado que la vida familiar le ayudara a dejar de cavilar sobre su pasado;
pero la presencia de su esposa y sus hijos sólo hizo más opresivamente
doloroso el recuerdo de su crimen, y llegó a obsesionarse por la idea de
poner fin a sus tormentos con una confesión completa. Por eso había ido
a visitar al joven que había tenido el valor de seguir los dictados de su con-
ciencia en lugar de arriesgarse a cometer un asesinato tolerado por la
sociedad.
A mayor abundamiento, el visitante no sólo estaba preocupado por sus
problemas personales sino también, como Iván, por la situación moral de
la sociedad en general y de la vida humana. Conviene con la afirmación
de Zinovi, que había hecho reír con indulgencia a todos, de que "la vida es
un paraíso'', y añade que "el paraíso está oculto en cada uno de nosotros".
Si la gente comprendiera que "todos los hombres son responsables de todo
y por todos, aparte de nuestros pecados ... el Reino de los Cielos no sería
para ellos un sueño, sino una realidad" (v. 14, p. 275). El visitante reitera,
asimismo, una de las ideas predilectas, expresada una y otra vez en el Dia-
rio, a saber, que el mundo moderno está pasando por un periodo de "aisla-
miento" en que la solidaridad de los seres humanos entre sí ha sido rem-
plazada por la separación y la división. El cambio positivo sólo puede llegar
por medio de "un proceso espiritual, psicológico. . . Mientras cada quien
no se convierta, realmente, en hermano de todos los demás, no tendremos
fraternidad. Ninguna clase de enseñanza científica, ningún tipo de interés
común nos enseñará jamás a compartir la propiedad y los privilegios con
igual consideración para todos". Pero, a la postre, "este terrible individua-
lismo indudablemente llegará a su fin ... Y entonces el signo del Hijo del
Hombre aparecerá en los cielos", signo que, puede suponerse, anunciaría
la Segunda Venida de Cristo (id.).
La lucha del "misterioso visitante" consigo mismo se resuelve cuando,
pese a todos los tormentos que sabe que le esperan a él y a los que ama,
sigue el consejo de Zinovi de confesarse. Nadie cree en la confesión de este
ciudadano modelo, que ha llevado una vida tan ejemplar (como tampoco
le creerán a Iván, más adelante, en la escena del tribunal). Y cuando el "vi-
sitante", mostrando pruebas de su crimen, es declarado demente, no po-
dría ser más claro el paralelo con lván. Pocos días después, el homicida

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 6 ~ 787


penitente enferma y fallece; antes de morir, reconoce ante Zinovi que en su
última visita había vuelto para matarlo . Pero "el Señor venció al demonio
en mi corazón" y contuvo su mano (exactamente como le ocurrirá a Dimi-
tri) (v. 14, p. 283). Los tres relatos son lo que los críticos franceses llaman
una mise en abime, es decir, un elemento narrativo relativamente subordi-
nado que o bien reproduce in nuce el tema principal de la obra, o bien lo
presenta aquí en forma un tanto alterada, pero todavía reconocible. Así, la
zhitie del padre Zósima no es exclusivamente suya sino, asimismo, la de los
tres hermanos Karamázov. Cada relato indica los caminos que todos (inclu-
yendo a lván) tomarán en el resto del libro para refutar su Leyenda del Gran
Inquisidor.

Las narraciones del padre Zósima van seguidas por un capítulo de sus
"conversaciones y exhortaciones" en que Dostoievski, sin preocuparse por
su didactismo, se permite desarrollar algunas de sus propias ideas más
queridas. Se defiende al monasticismo y a los monjes rusos contra sus mu-
chos críticos, entre ellos Fiódor Pávlovich, quien verdaderamente había
voceado la acusación, muy difundida entre los impíos, de que los monjes
son "perezosos" y "glotones", para no mencionar nada más odioso. El pa-
dre Zósima replica en términos del mesianismo religioso de Dostoievski:
son los monjes rusos quienes "mantienen pura e inmaculada la imagen de
Cristo ... Y cuando llegue el momento, la mostrarán a los vacilantes credos
del mundo. Tal es una gran idea. Esa estrella se levantará en el Este" (v. 14,
p. 284). Por contraste, esos individuos mundanos que critican a los mon-
jes "tienen la ciencia; pero en la ciencia no hay nada sino lo que es objeto
de los sentidos. El mundo espiritual, la parte superior del ser del hombre,
es rechazado por completo, repudiado en son de triunfo, hasta con odio"
(id.). El mundo moderno ha proclamado "el reino de la libertad" y la "mul-
tiplicación de los deseos", pero una existencia tan poco regulada sólo pue-
de conducir entre los ricos al "aislamiento y al suicidio espiritual; en los
pobres, [a la] envidia y al asesinato; pues han recibido derechos, pero no
se les han mostrado los medios de satisfacer sus necesidades" (id.).
El padre Zósima continúa haciendo variaciones sobre este contraste de
la vida de la gente mundana, que lo sacrifica todo a sus deseos insaciables
(a veces suicidándose si no pueden satisfacerlos), y el régimen de los man-

788 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


jes, que consiste en "obediencia , ayuno y oración". Para Dostoievski, "li-
bertad" significa dominio y supresión de los propios deseos, y no libera-
ción de todos los frenos puestos a su satisfacción; esa vida de dominio de
sí mismo era, según él, el único "camino a la verdadera y auténtica libertad".
Más adelante , el padre Zósima refuta la acusación de que los monjes sólo
se preocupan por su propia salvación y replica que, en el pasado , "guías
del pueblo brotaron de entre nosotros, y, ¿por qué no habrían de volver a
hacerlo?" (La referencia es a la Época de las Dificultades de comienzos del
siglo 11.'V JI, cuando los monj es desempeñaron un papel importante en la re-
sistencia contra los invasores polacos. ) Así como habían trabajado para sal-
var a Rusia en el pasado , "esos mismos mansos y humildes ascetas" lo harán
en el futuro , porque "la salvación de Rusia brotó del pueblo ... Y el monje
ruso siempre ha estado del lado del pueblo ... El pueblo cree como nos-
otros, y un reformador incrédulo nunca hará nada en Rusia, aun si es sincero
de corazón y hombre de genio" (v. 14, pp. 284-285). Esto era indiscutible-
mente cierto durante la vida de Dostoievski, pero la esperanza de Zósima
de que "el pueblo se enfrentará al ateo y lo superará" no resultó igualmente
acertada.
Pero ni siquiera el pueblo ruso resultó inmune a las nuevas fuerzas de
desintegración que estaban socavando la sociedad, y el padre Zósima lanza
una horrorizada reprimenda contra el "fuego de la corrupción" que está
cundiendo en el propio campesinado; aquí se acerca a tocar los problemas
reales de la sociedad rusa. Como los populistas, el padre Zósima observa
con desaliento que "el espíritu del aislamiento también está brotando del
pueblo. Prestamistas y devoradores de la comuna van en ascenso". Y, lo
peor de todo, "los campesinos se están enviciando en la embriaguez y no
pueden librarse de ese hábito. ¡Y qué crueldad para con sus esposas y has-
ta con sus hijosl " La mención de los hijos conduce a una enconada denun-
cia del trabajo infantil: "Yo mismo he visto en las fábricas a niños de diez
años, frágiles, enfermizos, torcidos y ya depravados ... ¡No debe haber más
de esto, monjes, no más torturas a los niños , levantaos y predicad eso ,
apresuraos, apresuraos !" (v. 14, p. 286). Pero lo que en último término
salvará a los rusos, afirma el padre Zósima , es la conciencia de su propia
iniquidad: uno de los baluartes extremadamente dudosos de la ideología
de Dostoievski desde comienzos de los sesenta.
El padre Zósima se lanza entonces a un encomio de los campesinos
rusos , quienes , "a pesar de la degradación de sus pecados y de su misera-

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 6 ~ 789


ble apariencia , no son serviles, y aun después de dos siglos de esclavitud,
son libres en sus modales y en su porte, pero sin insolencia, libres de toda
sed de venganza y de envidia" . Y sueña con un dorado futuro social, que
"llegará cuando hasta el más corrompido de nuestros ricos termine aver-
gonzado de sus riquezas ante el pobre , y el pobre, viendo su humildad,
comprenda y ceda ante él, y responda gozosa y bondadosamente a su ho-
norable vergüenza" (id.). Aquí, indiscutiblemente, vemos el gran sueño de
Dostoievski sobre el futuro ruso , expresado con todo el candor apropiado
para el padre Zósima.
Amos y siervos ya no existen en este ideal del mundo cristiano en el
futuro porque todos se han vuelto "hermanos en espíritu", y Zósima ilustra
semejante posibilidad narrando un incidente de su propia vida. Recuerda
una reunión accidental con su viejo ordenanza, Afanasi, durante sus días
de monje itinerante, cuando sus papeles se habían invertido por completo.
Afanasi invita a su ex superior a comer en su casa, y al despedirse le pone
en la mano una pequeña contribución para su monasterio . Habiendo deja-
do de ser amo y sirviente, entre ellos se ha creado "un nexo humano", y el
padre Zósima pregunta si "¿es tan inconcebible que una unidad tan buena
y simple pueda, a su debido tiempo , volverse universal entre el pueblo
ruso7" Nunca lo duden, afirma el padre, quien cree "que llegará a ocurrir, y
que ese tiempo se aproxima".
Desde luego, todas estas ingenuas expectativas serán recibidas con bur-
la y escarnio , pero el padre Zósima cree que quienes se basan exclusiva-
mente en la razón para llegar a alcanzar el mismo objetivo de un mundo
de unidad y de solidaridad (es decir, los socialistas) "tienen sueños más
fantásticos que nosotros. Aspiran a la justicia pero, al negar a Cristo, aca-
barán inundando de sangre la Tierra". En realidad, "de no ser por el pacto
con Cristo , se matarían unos a otros, hasta no quedar más que dos hom-
bres sobre la Tierra", y aun estos dos se matarían "por orgullo". Para disi-
par esta sombría visión, y para contrarrestar el escepticismo de sus críticos,
Dostoievski hace que el padre Zósima termine con una nota de buen hu-
mor, recordando que la gente le había preguntado, cuando todavía era un
oficial, si se debía invitar a los sirvientes a tomar el té. "¿Por qué no?, al
menos a veces", había contestado, aunque reconociendo que "su respuesta
no era clara ... [y sin embargo] la idea era correcta hasta cierto punto"
(v. 14, pp. 287-288).
La prédica más abiertamente teológica de todas parece ir directamente

790 ... LOS HERMA NOS KARA M ÁZOV


dirigida a Aliosha (las palabras van dirigidas a "un joven"), pero el padre
Zósima opta después por decir "hermanos". Les dice que "no olviden la
oración", que deben orar cada día por aquellos cuyas almas estaban com-
pareciendo en ese momento ante Dios. Muchas no tenían quien orara por
ellas, y dicha plegaria no es más que una expresión de la universalidad del
amor que es el leitmotiv de las admoniciones del padre Zósima. "Pues todo
es como un océano, todo fluye, todo se funde; un toque en un lugar causa
un movimiento en el otro extremo de la Tierra. " También insiste en que es
necesario "amar a un hombre aun en su pecado , pues tal es la semejanza del
amor divino y es el amor más alto que hay en la Tierra". Y no sólo debemos
amar al hombre en su pecado sino "toda la creación de Dios, el todo y cada
grano de arena que hay en ella. Amad cada hoja, cada rayo de la luz del
sol, amad los animales, amad las plantas, amadlo todo". Vuelve a hacerse
mención de los niños, las víctimas de esos abusos que tanto habían enfure-
cido a Iván: "Amad especialmente a los niños, pues también ellos son sin
pecado como los ángeles , viven para ablandar y purificar nuestros corazo-
nes y, por decirlo así , para guiarnos. ¡Ay de aquel que ofenda a un niño! "
Aliosha había convenido con Iván en que se habría debido fusilar al sádico
general que había lanzado sus perros contra el niño campesino; no obstan-
te , el padre Zósima , preguntando si la "fuerza del amor humilde" debía ser
una respuesta a los pecados del hombre, responde: "Decidid siempre vale-
ros del amor humilde". Según él, "amar la humildad es algo maravillosa-
mente fuerte, lo más fuerte de todas las cosas, y no hay nada como ello"
(v. 14, pp. 288-289).
Muchos de los críticos contemporáneos de Dostoievski se negaron a
considerar suficiente esa respuesta, y aunque tal escepticismo podía haber-
se esperado de sus adversarios occidentalistas, no fueron los únicos en
considerarla insatisfactoria. Aun entre quienes simpatizaban con él, encon-
tramos a Serguéi Yuriev escribiéndole a Orest Miller que "el ideal cristiano ,
el ideal del padre Zósima ... es terriblemente unilateral, y debiera comple-
tarse con el apremio de un amor activo ... que condujera a rehacer toda la
vida nacional y social que nos rodea". 5
El padre Zósima también apremia a quienes lo escuchan a "que pidan
alegría a Dios" y no dejar que "el pecado de los hombres ... os confunda en
vuestra obra". Dado que el pecado es omnipresente, se necesita bastante

5 Citado en PSS, vol. 15 , p. 500.

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 6 ... 791


esfuerzo para llegar al estado mental que él recomienda. Como remedio ,
"sólo hay un medio de salvación: haceos responsables de los pecados de to-
dos los hombres ... pues en cuanto os hagáis sinceramente responsables de
todo y de todos los hombres, veréis al punto que en realidad es así, y que
vosotros sois dignos de censura por cada cual y por todas las cosas" (v. 14,
p. 290). Echarse a cuestas, pues, la carga de la culpa universal se vuelve el
antídoto único a la desesperación por la existencia del mal (aunque también
debemos recordar que el padre Zósima estaba dirigiéndose a otros sacerdo-
tes, quienes sí aceptaban los pecados de todos aquellos que acudían a ellos
para confesarse). Sea como fuere, sólo asumiendo la responsabilidad por to-
dos los pecados podían evitar "compartir la soberbia de Satanás y murmurar
contra Dios" (como , desde luego , lo había hecho lván, aunque su rebelión
fuese mucho más estridente que un simple "murmullo") (id.).
Todos estos preceptos eran de muy difícil entendimiento para la razón
humana, como bien lo sabía Dostoievski, y, como último recurso , el padre
Zósima vuelve al misterio de toda la vida humana . En efecto, "la soberbia
de Satanás" es precisamente ese misterio: "Es difícil para nosotros en la
Tierra comprenderla , y por ello es fácil caer en ese error y compartirlo, y
hasta imaginar que estamos haciendo algo bueno y sutil" (otra pulla contra
lván y su Leyenda). En la vida terrenal de la humanidad hay grandes cosas
ocultas, y "muchos de los sentimientos y movimientos más fuertes de
nuestra naturaleza no podemos comprenderlos ... En la Tierra, en realidad,
estamos como extraviados, y de no ser por la preciosa imagen de Cristo
ante nosotros , nos perderíamos por completo , como lo estaba la especie
humana antes del diluvio''. Aquí, Dostoievski pone las palabras frecuente-
mente citadas del padre Zósima sobre el nexo entre la vida terrenal y otros
mundos: "Dios tomó semillas de diferentes mundos y las plantó en la Tie-
rra , y Su huerto creció y, brotó todo lo que podía brotar, pero lo que crece
y vive sólo se conserva con vida por la sensación de su contacto con otros
mundos misteriosos''. Una vez que "se pierde ese contacto , el hombre se
vuelve indiferente a la vida y hasta llega a aborrecerla" (v. 14, pp . 290-291).

En un mundo en que todos son culpables por todos , ¿cómo es posible ,


pregunta el padre Zósima , que alguien juzgue a otro por haber cometido

792 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


un crimen? La respuesta es que se debe evitar hacerlo: "Si es posible echar-
se a cuestas el crimen del criminal al que se está juzgando, échesele a cues-
tas al momento, súfrase por él, y déjesele ir sin reproche". El padre recono-
ce que aun cuando esta conducta "pueda sonar absurda, es verdadera".
Hasta un juez nombrado por la ley debe "actuar con el mismo espíritu ,
hasta donde sea posible, para que [el criminal] se vaya libre , y se condene
él mismo más severamente de lo que se le habría condenado" (v. 14, p. 291).
Ésa sería la situación ideal, ya mencionada por el padre Zósima al hablar
sobre el artículo de Iván, cuando el Estado se transformaría en una Iglesia,
y el castigo del criminal sería, exclusivamente, obra de su propia concien-
cia moral. Empero, si el criminal no se redimiera, "burlándose de nosotros",
si no en ese momento entonces en otro, pero a la postre le llegaría ese casti-
go infligido por sí mismo. Nada de lo que en realidad ocurre puede con-
mover esa fe. "Creedme -exhorta el padre a quienes lo escuchan-, creed
eso sin duda; pues en ello se encuentran toda la esperanza y la fe de los
santos" (id.).
La fe no necesita confirmación por medio de milagros y la incapacidad
de combatir el mal no debe producir desaliento. El padre Zósima apremia
a quienes lo escuchan a someter todo "deseo de venganza contra los mal-
hechores" buscando el sufrimiento y censurándose sólo a sí mismos. "Si
vosotros hubieseis sido luz, habríais alumbrado el camino también para
otros ... y aun si vuestra luz estaba brillando y veis a hombres que no fue-
ron salvados por ella, manteneos firmes y no dudéis del poder de la luz
celestial. .. El hombre justo se va, pero la luz permanece. Los hombres
siempre son salvados tras la muerte de su liberador" (v. 14, p. 292). Esta
redención posterior es la que ocurrió en el caso de Cristo, y pronto la vere-
mos repetida, asimismo, tras la muerte del padre Zósima. Entonces retorna
el padre a la nota franciscana de misticismo cósmico, al afirmar la hermo-
sura y bondad de toda la creación de Dios: "Gustad de arrojaros a la tierra
y besarla. Besad la tierra y amadla con un amor consumidor e incesante.
Amad a todos los hombres, amadlo todo ... Regad la tierra con las lágrimas
de vuestra alegría, y amad esas mismas lágrimas" (id.).
Después de tan extático precepto, el padre Zósima vuelve, una vez
más, al problema de la condición humana en la última sección de sus ex-
hortaciones: "Del Infierno y del fuego eterno, consideración mística". No
está lleno el Infierno de ganchos y de grilletes, como decía Fiódor Pávlo-
vich, y el padre Zósima inicia, en cambio, una meditación sobre la creación

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 6 ~ 793


de la humanidad. "Solamente una vez en la existencia infinita, inconcebi-
ble en el tiempo y en el espacio , un ser espiritual hizo su aparición en la
Tierra , recibió el don de decir: 'Yo soy y yo amo'." El atributo primario de
la existencia humana no es el poder del pensamiento (referencia a Descar-
tes) sino el del amor: "Sólo una vez le fue acordado un momento de activo
amor viviente, y con ese fin le fue dada la vida en la Tierra" . Pero "este ser
feliz rechazó el don inapreciable , no lo valoró ni lo amó , y permaneció in-
sensible". Tan sólo en la otra vida , en la eternidad, este ser espiritual com-
prende , con irremediable angustia , lo precioso que había sido ese don, y
que ya es imposible "calmar la sed insaciable de amor espiritual que ahora
arde en mí, aunque lo desprecié en la Tierra". El Infierno , según el padre
Zósima , es este tormento eterno , "el sufrimiento de ya no ser capaz de amar".
En cuanto al "fuego del Infierno en el sentido material", declara "que no
penetraré en ese misterio, y lo evitaré" (v. 14, pp . 292-293) . El Infierno es
exclusivamente un tormento espiritual, que no se debe pintar en imágenes
físicas (que lo perdonen Dante y Milton). Así, Dostoievski se mantiene fiel
a su poética de la subjetividad, transformando hasta el Infierno en un atri-
buto de la psique humana. Milton lo había precedido cuando Satanás dice
en El Paraíso perdido: "El espíritu es su propio lugar, y en sí mismo/Puede
Hacer del Cielo un Infierno, del Infierno un Cielo", pero esto no se logra
mediante un rechazo de las imágenes tradicionales. 6
También es típico de Dostoievski que ni siquiera los condenados en el
Infierno pierdan toda esperanza de consuelo. Aunque "no se les puede li-
brar de su agonía espiritual , pues su sufrimiento no es externo sino que
está dentro de ellos", todavía es posible cierto alivio de su condición. Si "los
justos en el Paraíso los perdonaran ... y los llamaran al cielo , en su infinito
amor", su angustia , al principio , sólo se intensificaría, porque el perdón y
el llamado despertarían "en ellos una sed aún más aguda de un amor sensi-
ble , activo y agradecido , que ahora es imposible". Pero el padre Zósima
imagina que si, con el tiempo , aceptan su estado con sumisión y humildad,
podrán alcanzar "una cierta semejanza con ese amor activo del que se bur-
laron en vida". El padre Zósima también ruega por los suicidas, aun cuan-
do la Iglesia oficial "nos diga que es pecado orar por ellos". Sólo quienes
"se conservan orgullosos y altivos aun en el Infierno , a pesar de su conoci-
miento cierto y de su contemplación del espíritu absoluto'', aquellos "que
6
j ohn Milton , Paradise Lost, ed. de Merritt Y. Hughes, ue\'a York , 1935, p. 235. Estoy en
deuda con mi amigo y colega Theodore Weiss por haber localizado para mí este pasaje .

794 ... LOS HERMANOS KA RAMÁZOV


se han entregado por entero a Satanás y a su espíritu soberbio", estarán
condenados a sufrimientos sin alivio . "Anhelarán la muerte y la aniquila-
ción ... Pero no recibirán la muerte" (v. 14, p. 293) . Es claro que lván se ha
metido por este peligroso camino, pero no seguirá "conservándose orgu-
lloso y altivo".
Así termina la descripción que hace Aliosha de la zhitie del padre Zósi-
ma, y el hilo de la historia es retomado por el narrador. Volvemos a la celda
en que Zósima está hablándoles a sus íntimos, "tan alegre y parlanchín"
que parece haber experimentado una recuperación temporal. Sin embargo,
ese mismo día fallece. "De pronto pareció sentir un dolor agudo en el pe-
cho, se puso pálido y se llevó la mano al corazón. Pero, aunque sufriendo,
siguió mirándolos con una sonrisa, lentamente se fue resbalando de la silla
hasta arrodillarse, luego se prosternó hasta el piso, estiró los brazos como
en gozoso éxtasis, y orando y besando la tierra (como lo enseñaba), plácida
y alegremente entregó el alma a Dios" (v. 14, p. 294). Esta muerte apaci-
blemente solemne del padre Zósima está en pleno acuerdo con la santidad
de su vida desde que se ordenó sacerdote y con las enseñanzas que Aliosha
había registrado. Pero el narrador también nos informa que su tranquila
muerte pronto hizo surgir "algo ... tan inesperado, tan extraño, tan pertur-
bador y desconcertante" que su efecto se quedó vívidamente en la memo-
ria de los monjes y de los lugareños, aun después de muchos años (v. 14,
p. 295). Este acontecimiento desconcertante e inolvidable se abordará en
el próximo capítulo.

Esta zhitie del padre Zósima y toda la descripción que hace Dostoievski del
ambiente monástico fueron recibidas con muy distintas reacciones. Varios
periódicos clericales publicaron artículos favorables, halagados por los as-
pectos positivos de su retrato, pero en cambio fueron sometidas a la severa
censura de Konstantin Leontiyev, quien también observó que habían de-
sagradado a la comunidad de Optina Pustin. Sin dejar de reconocer que
Dostoievski "se relaciona con [los monjes rusos] con gran respeto", objetó,
empero, su caracterización en términos ya conocidos por sus críticas al
discurso sobre Pushkin. Encontró que "un sentimiento auténticamente mís-
tico ... fue ... expresado en forma bastante débil, pero la sensación de idea-
lización humanitaria hasta en los discursos de los monjes fue expresada en

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 6 ~ 795


forma muy ardiente y extensa". Los monj es de Dostoievski nunca se dedi-
caban a las acostumbradas actividades monásticas , como los servicios de la
iglesia, oraciones o penitencias , y Leontiyev también objetó que el padre
Ferapont, "ermitaño y estricto asceta", fuese presentado en forma tan "des-
favorable y grotesca". 7 Una evaluación similar y mucho más detallada ha
sido hecha, recientemente, por Serguéi Hackel, quien examinó cuidadosa-
mente los viajes de Parfeni, los escritos de san Ticón Zadonski y los discursos
de san Isaac de Siria (mencionados en la novela) , entre otros. Dostoievski
se basa en todo este material pero, como lo ha mostrado Hackel, siempre
lo hace de manera congruente con "su corriente de pensamiento , humani-
taria y humanista" (esta observación en particular concierne a la concepción
del Infierno del padre Zósima , totalmente psicológica). 8
No es mi objetivo , ni cae dentro de mi competencia, decidir si las opinio-
nes religiosas de Dostoievski quedaban dentro de los límites de los princi-
pios de la teología ortodoxa, los cuales, en todo caso, por falta de una au-
toridad dogmática central, poseen una gran amplitud. Sin embargo, dos
puntos establecidos por Hackel requieren mayor consideración. Uno de
ellos es un comentario a la afirmación, hecha inicialmente por Markel y
luego por "el misterioso visitante", de que el secreto de transformar la vida
en un paraíso terrenal está oculto en cada uno de nosotros, que depende
enteramente de la voluntad del hombre materializar el paraíso. No se dice
nada acerca de alguna cooperación del hombre con Dios a fin de efectuar
esa transmutación, y así parece ser un acontecimiento enteramente secular
y mundano , que tan sólo requiere, como lo habían predicado los socialis-
tas utópicos, la aplicación incondicional de la ley cristiana del amor a la
vida terrenal (aunque el propio Hackel no establece esta comparación).
Y, puede añadirse, ese misticismo cósmico , originario de la ortodoxia del
Este , tal como lo expresa el padre Zósima , para ser experimentado tampo-
co necesita de ninguna gracia sobrenatural.
Hackel también indica que el mesianismo ruso de Dostoievski, que
indirectamente asocia la concepción de Dios con el pueblo ruso como "por-
tador de Dios", se acerca peligrosamente a reducir a Dios , como una vez
había acusado ya Stavroguin a Shatov de hacerlo , a ser "un atributo de la
nacionalidad". Dostoievski había distinguido cuidadosamente entre reli-
~ Citado
en PSS, ,·ol. 15. p. -+97.
8
Serguéi Hackel, "The Religious Dimension: Vision or Ernsion7'', en Malcolm V Jones y
Garth M. Terry (eds.), Ncw Essays 011 Dostoevshy, Cambridge, 1983, pp. 154-156.

796 .. LOS HERMAN OS KARAMÁZOV


gión y nacionalidad en Los demonios, pero el padre Zósima parece mucho
menos cauteloso cuando declara que "todo el que no cree en Dios no va a
creer en el pueblo de Dios". ¿Significa esto que todo el que no cree en el
pueblo de Dios no cree (o no puede creer) en Dios? Por Hackel, también
nos enteramos de que un concilio de la Iglesia Ortodoxa de Oriente, en
1872 , había denunciado como herética "una enseñanza en la cual los con-
ceptos nacionalistas deforman y desafían la misión universal de la Iglesia". 9
Es muy posible que las pasiones desatadas por la guerra ruso -turca hubie-
sen inclinado a Dostoievski más en esta dirección que en el pasado.

9
Ibid , pp. 156-158.

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 6 .. 797


XXXV Los hermanos Karamázov:
libro 7

CoN LA terminación del libro 6, Dostoievski había establecido el marco del


resto de la novela. La Leyenda de lván y la zhitie del padre Zósima han es-
tablecido las polaridades del conflicto entre la razón y la fe, y cada uno de
los personajes principales se enfrenta a una crisis que requerirá elegir entre
ellas. Una fe, de alguna índole, prevalecerá en todos estos momentos cli-
máticos: no necesariamente la fe en una forma específicamente moral-reli-
giosa, como le ocurrirá a Aliosha , sino una fe que encarne algún aspecto de
la moral de amor y trascendencia del egoísmo que representa y predica el
padre Zósima.
En el nivel de la acción de la trama, ya se ha descrito el choque edípico
de Dimitri y su padre por Grúshenka , así como la secreta complicidad de
lván y de Smerdiakov ... pero hasta ahora, tan sólo en relación con la posi-
bilidad de un asesinato que cometiera Dimitri. La fisonomía moral de lván,
desgarrado entre un nihilismo moral-intelectual y una conciencia a la que
no puede acallar, también ha quedado claramente delineada. De los tres
hermanos, Aliosha parece ser el menos abrumado por conflictos , aunque
la escena con Liza ha mostrado, momentáneamente , profundidades ocul-
tas . Sin embargo, también es el primero de los tres hermanos cuyas expe-
riencias de vida han sido anticipadas por las del padre Zósima, y existe un
paralelo estructural entre el desenvolvimiento de las situaciones críticas y
el orden de vinculación de los hermanos con la vida de Zósima. Es, así, a
través de Aliosha como se plantea y resuelve el primer conflicto entre la
razón y la fe.

798 ....
2

Como es debido para el devoto discípulo del padre Zósima, el desacuerdo


de Aliosha ocurre en el nivel moral-religioso que ambos encarnan. Surge
como resultado de la muerte del padre Zósima y de las concomitantes ex-
pectativas alimentadas por toda la comunidad, de que Dios traería alguna
recompensa externa por la santidad de su vida. Algunos de los lugareños
inmediatamente empezaron a llevar al monasterio a sus enfermos, en espe-
cial niños, creyendo, "de acuerdo con su fe", que los restos del padre Zósi-
ma efectuarían alguna cura milagrosa. Y no sólo fue la gente común la que
esperó tan maravilloso acontecimiento: también los monjes se llenaron de
emoción y de expectativa ... hasta tal punto que el docto padre Paísi, versa-
do en la doctrina y la historia de la Iglesia, consideró aquello como algo
"indecente" y "una tentación maligna". Y así fue: una versión de la segunda
tentación de Cristo, quien se había negado a demostrar Su inmunidad a las
leyes de la naturaleza saltando desde el pináculo del templo y quedando
indemne. Y sin embargo, el propio padre Paísi, aunque censurara a los de-
más, "secretamente, en el fondo del corazón, abrigaba casi las mismas es-
peranzas y no podía dejar de estar consciente de ellas" (v. 14, p. 296).
El cadáver del padre Zósima fue cuidadosamente preparado para ente-
rrarlo según los ritos que el narrador describe con todo detalle, y luego
llevado de vuelta a su celda, a pasar un día allí antes de su entierro. Se ha-
bría considerado casi sacrílego pensar siquiera en abrir las ventanas, aun
cuando se estuviera a finales de agosto, porque la santidad de la vida de
Zósima parecía garantizar una excepción a las leyes normales de la des-
composición terrenal. Pero "el olor deletéreo" emitido por el cadáver pron-
to les llegó a todos, causando un escándalo aún mayor por el rebullicio
despertado por la esperanza de alguna manifestación de la gracia de Dios.
Estos hechos conducen a una extensa intervención del narrador, quien ex-
presa su cólera ante toda la agitación causada por un proceso tan natural,
especialmente porque lo mismo había ocurrido en el pasado a "monjes de
vida muy santa ... Ancianos temerosos de Dios, cuya santidad era recono-
cida por todos" (v. 14, p. 298).
Sin embargo, según otros informes, "había habido, antaño, santos en el
monasterio cuya memoria era cuidadosamente conservada y cuyas reliquias,
de acuerdo con la tradición, no daban señales de corrupción" (id., las cursivas
son mías). Tales informes eran, pues, tradiciones, que podían ser o no ser

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 7 ~ 799


aceptadas , y eran "consideradas conmovedoras y milagrosas por los mon-
jes, como promesa de la gracia de Dios". El narrador también transmite las
observaciones del "benévolo" bibliotecario, el padre lósif, acerca de otra
tradición. Los monjes del Monte Athos, al parecer, no consideraban muy
importante la corruptibilidad del cuerpo; el favor o el disfavor de Dios
quedaba indicado por el color de los huesos después de que el cuerpo lle-
vase enterrado varios años. Pero el narrador observa que hasta
el padre lósif se sintió perturbado , "pues no había estado enteramente con-
vencido de la veracidad de su propia opinión". Aunque relata estas creencias
con gran respeto , como era apropiado y necesario , evita cuidadosamente
expresar algún juicio sobre si se las debía tomar como algo más que leyen-
das devotas.
En lugar de explayarse sobre asuntos tan espinosos, el padre atribuye
lo ocurrido después a la oposición mucho más humana y comprensible, ya
existente en el monasterio, contra la institución de starchestvo en general y
del padre Zósima en particular. Pues "el olor deletéreo" fue inmediatamen-
te interpretado por quienes eran hostiles a él como señal de la desaproba-
ción del cielo , y se desencadenó un malévolo coro de críticas. '"La ense-
ñanza [del padre Zósima] era falsa , enseñó que la vida es una gran alegría y
no un valle de lágrimas', dijeron algunos de los más irrazonables" de sus
adversarios. (La idea de que "la vida es una gran alegría" cobrará enorme
significado en el libro 7.) También se hicieron objeciones, porque el padre
Zósima "siguió la creencia de moda, y no reconoció el fuego material en el
infierno" (perfectamente cierto); otros más concluyeron que el padre Fera-
pont había estado perfectamente justificado en su oposición a la absoluta
tolerancia de Zósima al pecado (v. 14, p . 30 1).
En este momento es cuando Ferapont, seguido por el habitual gentío
de curiosos, crea una de las típicas escenas de escándalo de Dostoievski al
irrumpir en la celda en que estaban leyendo el Evangelio al lado del féretro
de Zósima. Ruidosamente expulsa a los demonios, como era su costumbre,
y cuando el padre Paísi lo censura por crear desorden, grita, "como un
loco santo" , que Zósima no creía en los demonios. Como prueba, exclama
que Zósima una vez había aconsejado a un sacerdote, acosado por visiones
de espíritus malignos, que tomara un purgante además de seguir con su
"continua plegaria y rígidos ayunos". También repite algunas de las acusa-
ciones que el brutal Fiódor Pávlovich había lanzado alegremente contra los
monj es en los primeros capítulos. El padre Zósima "no observaba el ayuno

800 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


de acuerdo con las reglas .. . lo seducían las golosinas que las damas le lleva-
ban en sus bolsillos, bebía té, rendía culto a su barriga , llenándola de cosas
dulces, y a su mente con pensamientos soberbios ... y por esto ha sido hu-
millado" (v. 14, pp. 302-303). Fuesen sagrados o profanos, estos dos lite-
ralistas de lo sobrenatural vuelven a unirse así, haciéndose eco uno al otro
en sus motivs; y el narrador de Dostoievski no nos deja la menor duda de
su opinión de Ferapont , caracterizándolo como "un fanático arrastrado por
un celo que le había borrado la razón" (id.).
El padre Ferapont finalmente se retira, pero no antes de revelar la envi-
dia puramente personal en que se basan sus acusaciones de herejía . Como
sacerdote y como monje , Zósima tiene derecho a que se cante un himno
especial durante la ceremonia del entierro, pero Ferapont, que tan sólo es
monje, recibirá honores menores: sólo "un breve cántico", como él dice,
"apoyando de pronto la mejilla en la mano, con aire de tristeza . . . [y] con-
templando el ataúd del anciano". Ferapont también se prosterna como Zó-
sima , pero no hay nada franciscano en este supuesto gesto de respeto. '"¡Mi
Dios ha vencido! ¡Cristo ha vencido al ponerse el Sol!', gritó frenéticamen-
te, estirando los brazos hacia el sol, y cayendo de bruces a tierra, sollozó
como un niño , sacudido por sus sollozos, extendiendo los brazos en tie-
rra" (v. 14, pp. 303-304). A diferencia de Zósima, no está regando la tierra
con lágrimas de alegría y de perdón a todos; antes bien, está dando rienda
suelta a su resentimiento y a su ira, y el narrador emplea un lenguaje enér-
gico ("los frenéticos gritos de fanáticos") para describir lo que el padre Paí-
si sintió acerca de la interrupción del servicio funerario por Ferapont y sus
palabras de ataque al difunto.
Muy similar es la actitud del propio narrador. "Casi me repugna relatar
ese suceso", y no lo habría hecho "de no haber ejercido una muy poderosa
influencia sobre el corazón y el alma del principal, aunque futuro, héroe de
mi historia" (v. 14, p. 297). En efecto, la muerte de Zósima y el "olor dele-
téreo" hacen dar un giro no sólo a la vida de Aliosha sino también a la de
Grúshenka . A diferencia de ellos, muchos que oficialmente habían dedica-
do sus vidas al servicio de Dios muestran poco del verdadero espíritu del
amor cristiano, y revelan, antes bien, la mezquindad de sus naturalezas y
el oscurantismo de sus convicciones. Resulta irónico que sean el inexperi-
mentado novicio Aliosha y la arrepentida pecadora Grúshenka los que
muestren la verdad de las palabras de Zósima de que "los hombres siempre
se salvan tras la muerte de su liberador".

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 7 ~ 801


3

El libro 7 presenta la tentación de Aliosha, comenzada en el libro 5 duran-


te su conversación con lván en la taberna. Desde entonces, el poderoso
ataque de lván contra Dios por haber creado un mundo de sufrimiento y
de angustia ha continuado socavando la fe de Aliosha, antes firme e indis-
cutida; por añadidura, la muerte del padre Zósima , aunada a su aparente
desgracia , había asestado un golpe terrible a la tranquila estabilidad de sus
convicciones. Pero su fe resurgirá fortalecida de la prueba, y esta reafirma-
ción ya es barruntada por el encuentro con Grúshenka. Dos de los cuatro
capítulos tratan del encuentro de Grúshenka y Aliosha y de la similitud de
sus situaciones. Grúshenka está luchando entre su resentimiento y su ira
contra el oficial polaco que la sedujo y la abandonó cuando era una chiqui-
lla y un deseo de perdonar, con la esperanza de comenzar una vida nueva
y honorable. Aliosha está luchando entre su fe inicial e ingenua en un Dios
amante y un resentimiento hasta entonces desconocido contra Él por ha-
ber expuesto a Su fiel servidor, el padre Zósima, a una humillación póstuma.
La muerte del padre Zósima había hundido a Aliosha en el más pro-
fundo duelo. Cuando el padre Paísi lo ve alejándose subrepticiamente del
monasterio en lugar de asistir a la plegaria vespertina y le pregunta , "¿Vas a
estar con los de poca fe 7", no recibe respuesta , tan sólo "una seca sonrisa"
y "una mirada extraña, muy extraña" (v. 14, p. 305). La conducta evasiva
de Aliosha hace que el narrador haga un relato insólitamente detallado de
su estado mental. De hecho, Dostoievski como autor se encontró aquí ante
un problema particular, pues no quiso equiparar la reacción de Aliosha
con la que habían mostrado los monjes hostiles a Zósima. Aún así, a Alio-
sha le había resultado imposible mantener el mismo equilibrio de los pa-
dres Paísi y lósif, quienes, aunque preocupados, o bien se niegan a atribuir
alguna significación oracular al hedor deletéreo o bien invocan otras tradi-
ciones para establecer la santidad. En apariencia , Aliosha se une, así, a los
monjes hostiles , aun cuando se sienta consternado , más que complacido
(como muchos de ellos) por el aparente repudio a su reverenciado mentor.
Y así, el narrador considera necesario distinguir su respuesta de la de ellos.
"La gente razonable", conviene Aliosha, podría considerar la conmoción
por Zósima como simple "superstición": sin duda , una admisión significa-
tiva para Dostoievski de que sus lectores podrían, en el mejor de los casos,
sonreír con tolerancia ante el oscurantismo de esas creencias monjiles.

802 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


Y así, plantea la pregunta de si a un joven como Aliosha, tan poderosamen-
te afectado por tales creencias, se le puede tratar como al futuro héroe de
una narración situada en el mundo moderno. El narrador insiste en que no
quiere "ofrecer disculpas" por Aliosha, pero de hecho lo hace al subrayar
su juventud y explicar que su reacción no había brotado de "alguna frívola
e impaciente expectativa de milagros" (presumiblemente, como la de mu-
chos de los monjes) o porque deseara "el triunfo de alguna idea preconce-
bida" (podía suponerse que la santidad del padre Zósima recibiría una re-
compensa celestial). No , su depresión fue causada exclusivamente por su
amor rebosante al padre Zósima , y el narrador arguye que "más crédito da
dejarse arrastrar por una emoción, por irrazonable que sea, que brote de un
gran amor, que no dejarse conmover" (v. 14, pp. 305-306; las cursivas son
mías)
Era este "gran amor" por el padre Zósima el que había hecho que Alio-
sha cuestionara la Providencia y preguntara por qué había ocultado Dios
Su rostro. ¿Por qué había deshonrado, con la indignidad de la prematura
descomposición, "al más santo de los santos . . . como sometiéndose invo-
luntariamente a las ciegas, bárbaras e implacables leyes de la naturaleza"?
El narrador insiste en que "no eran milagros los que necesitaba [Aliosha]
sino tan sólo la 'justicia superior' que, a su parecer, había sido ultrajada por
el golpe que tan súbita y cruelmente había herido su corazón". Como po-
día suponerse que esa "justicia superior" habría mostrado una cierta inmu-
nidad a "las leyes implacables de la naturaleza", Aliosha estaba esperando
la confirmación de su fe en la santidad del padre Zósima. Todas las discul-
pas del narrador no pueden ocultar el hecho de que, aun inspirado por la
grandeza de su amor, Aliosha había cedido, como los demás, a la segunda
tentación del Demonio. Y en este momento , muy apropiadamente , Aliosha
también recuerda la "vaga pero atormentadora impresión que le había de-
jado su conversación de la víspera con Iván", quien también había consi-
derado intolerable esta falta de alguna "justicia superior" en una creación
que permitía el sufrimiento de niños inocentes (v. 14, pp. 306-307).
Muy probablemente sea ésta la razón de que , por primera y única vez ,
el narrador se permita criticar al personaje al que había tomado bajo su
protección: "Todo el amor que yacía oculto en su corazón joven y puro
hacia 'todos y todo' se había concentrado , durante el año anterior -y tal
vez erróneamente- sobre todo ... en su amado anciano , ahora muerto"
(v. 14, p. 306; las cursivas son mías). Como resultado , la impresión del

LOS HER MANOS KA RA MÁ ZO V: LIB RO 7 ~ 803


acontecimiento lo llevó a descuidar sus obligaciones "para con todo y con
todos", por ejemplo para con su hermano Dimitri, a quien le habían pedi-
do que vigilara, y para con la familia Sneguiriov, para la cual Katerina lvá-
novna le había confiado doscientos rublos. La situación de Aliosha es simi-
lar, aunque de menos magnitud, a la de Iván, cuya "rebelión" le permitió
sofocar toda resistencia a un posible asesinato. El paralelo aparece clara-
mente trazado en su conversación con el cínico y desencantado Rakitin.
Observando la desilusión de Aliosha, éste se burla de su tristeza "a que tu
anciano haya empezado a apestar" , acusándolo, divertido , de "estar enoja-
do con tu Dios , estar rebelándote contra él". La respuesta de Aliosha - "no
estoy rebelándome contra mi Dios; simplemente, 'no acepto su mundo'"-,
cita las mismísimas palabras de Iván (v. 14, p. 308).

Una característica de la técnica madura de Dostoievski consiste en refrac-


tar un motivo temático mediante una sucesión de personajes, cada uno de
los cuales expresa un diferente aspecto o nivel de su significado. Rakitin,
hombre totalmente sin principios, es, así, otra versión de lván , carente por
entero de esos anhelos morales-religiosos que el padre Zocima había de-
tectado instantáneamente en el ]Oven y discutido publicista. El narrador
no muestra ninguna piedad hacia Rakitin , quien ahora aparece tratando de
tentar al debilitado Aliosha en otro nivel. Al principio, se limita a pregun-
tarle si violará las reglas de las dietas del convento, y cuando éste inespera-
damente acepta esta infracción menor, su supuesto amigo decide llevar al
inocente al hogar de Grúshenka. Ya antes, ella le había pedido que llevara
a Aliosha a visitarla, creyendo que, por ser el más puro de los puros, él la
miraba con desprecio; y ella quería vengarse de ese desprecio seduciéndo-
lo. Sin embargo , ahora este objetivo fue remplazado por una emoción más
digna, pues en este momento crítico de su vida Grúshenka estaba aguar-
dando que su ex amante polaco le pidiera ir a reunirse con él. Así, sus in-
tenciones habían cambiado por completo , y Aliosha, quien sólo la había
visto antes cuando ella humilló a Katerina lvánovna, observó que "sus ojos
brillaban, sus labios reían, pero con una risa alegre , de buena ley. Aliosha
no había esperado encontrar en su rostro tan bondadosa expresión" (v. 14,
p. 314) .

804 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


Sea como fuere , urgida por Rakitin , Grúshenka se sienta en las piernas
de Aliosha, "como un gatito", aunque "el gran pesar que había en su cora-
zón [de Aliosha] borraba toda sensación que hubiese podido experimen-
tar" (v. 14, p . 315) Pero cuando Grúshenka se entera de la muerte del pa-
dre Zósima, "instantáneamente se bajó de sus rodillas", se santiguó y dio
disculpas a Aliosha por su frivolidad en semejante momento. La piedad
auténtica de su reacción lo conmueve profundamente , "y en su rostro pa-
reció brotar una luz". Aliosha le dice a Rakitin que "he encontrado una
verdadera hermana , he encontrado un tesoro . .. un corazón amante. Acaba
de apiadarse de mí" (v. 14, p. 318). Las palabras de Aliosha provocan una
respuesta similar en Grúshenka, quien expresa su arrepentimiento por su
maligna intención de "poner [a Aliosha] en sus garras" como lo había hecho
con Dimitri y su padre; luego confiesa haber ofrecido veinticinco rublos a
Rakintin, que le paga allí mismo , por llevar a Aliosha a su casa (es obvio el
simbolismo de judas). Pero ahora todo se ha transformado , y resurgen re-
cuerdos de su inocente niñez mientras narra el cuento popular de la cebo-
lla, que había oído tiempo atrás, de una campesina que trabajaba para ella.
Este cuento encarna esa condenación de un egoísmo absoluto, que ,
según Dostoievski era típica de la moralidad del personaj e del folclor ruso ,
y es narrado por Grúshenka en un estilo imitativo de la poesía folclórica.
Una perversa anciana, sumergida en el llameante lago del Infierno, había
dado una vez una cebolla a una mendiga, y su ángel de la guardia se es-
fuerza por salvarla gracias a esta única buena acción. El ángel baja una ce-
bolla para levantarla; empero, cuando otros pecadores se cuelgan de ella al
ascender, ella les grita: "Es mi cebolla , no es vuestra". Ante esta expresión
de egoísmo , el tallo se rompe , la anciana vuelve a caer al Infierno, y el án-
gel, tristemente , se va (v. 14, p. 319).
Este recuerdo de la niñez provoca una crisis de conciencia aún más
fuerte en Grúshenka, y toda la historia de su lamentable pasado acude es-
truendosamente cuando ella se acusa a sí misma de ser "un ser violento y
resentido" cuya conducta había sido inspirada por la sed de venganza .
Aliosha se conmueve tanto por su confesión y arrepentimiento, así como
por la fuerza de su deseo de perdonar a su burlador polaco, que le dice a
Rakitin: "Ella tiene más amor que yo" (v. 14, p. 321). Cuando el malhumo-
rado cínico pregunta qué ha dicho Aliosha que la conmoviera tan profun-
damente , ella cae de rodillas ante su "querubín" y responde: "He estado
aguardando toda mi vida a alguien como tú. Sabía que alguien como tú

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 7 ~ 805


vendría y me perdonaría ... Me amaría en realidad, no sólo con un amor
vergonzoso" (v. 14, p. 323) . La escena recuerda el primer encuentro entre
el príncipe Mishkin y Nastasia Philippovna en El idiota, cuando el príncipe
reconoce la pureza de espíritu de Nastasia a pesar de su pasada degra-
dación.
También como en El idiota, en que Nastasia le pide al príncipe Mishkin
decidir si ella debe casarse, Grúshenka le pide a Aliosha tomar la trascen-
dental decisión de si ella debe perdonar a su seductor. Contesta Aliosha
"Ya lo has perdonado" (v. 14, p. 322). Aunque ella parece estar de acuerdo,
un momento después, "con una especie de amenaza en la voz", se pregun-
ta si las palabras de Aliosha son ciertas, y su indignación vuelve a estallar
cuando se imagina estar vengándose al tentar a su ex seductor con su
belleza, ahora más madura y luego despreciarlo en el momento siguiente.
A punto de partir, le grita a Aliosha un mensaje para repetírselo a Dimitri:
"Grúshenka se ha decidido por un canalla, y no por ti, de corazón tan no-
ble", y no se olvida de añadir que amó a Dimitri "sólo una hora" pero que
él debe "recordar esa hora durante toda su vida" (v. 14, p. 324). Este men-
saje hace presagiar su futura unión, y el significado simbólico de esta esce-
na queda revelado por el comentario del decepcionado Rakitin. Éste, ha-
biendo esperado corromper a Aliosha, ahora, lleno de rencor, se refiere a
su supuesta víctima diciendo que "puso a Magdalena en el camino recto".
A pesar del sarcasmo de sus amargas palabras , reconoce con renuencia la
verdad: "Así, puedes ver que los milagros que estabas esperando acaban de
ocurrir" (id.). Milagros auténticos ocurren cuando la fe logra ayudar a la
moral del amor a vencer el resentimiento egoísta , el odio y la sed de ven-
ganza.

De esta manera, el segundo encuentro de Aliosha con Grúshenka le de-


vuelve el equilibrio, y revela las profundidades de amor desinteresado
ocultas en la conciencia humana . Hombres y mujeres no son tan débiles y
egoístas como había afirmado el Gran Inquisidor de lván; son perfecta-
mente capaces de poner en práctica la moral del amor que brota de una fe
en Cristo. Así, este encuentro sirve de transición a la resolución de la crisis
de Aliosha. Ésta comienza cuando él vuelve a la celda en que el padre Paí-
si, de guardia al lado del cadáver del padre Zósima , está leyendo en voz

806 ... LOS HERMANOS KARAMÁ ZO V


alta el Evangelio de San Juan. La agitación del día ha hecho mella en Alio-
sha que está exhausto; pero a diferencia del otro novicio, dormido en tierra
con "el profundo y sano sueño de la juventud", Aliosha cae de rodillas y
empieza a orar. Su estado de ánimo ha cambiado por completo , y "el hedor
deletéreo ... ya no lo hace sentir miserable e indignado". En cambio, "había
una dulzura en su corazón . . . y gozo, el gozo brotaba en su mente y en su
corazón" (v. 14, p. 325).
Semejante gozo , un leitmotiv de este capítulo, indica el primer efecto
del encuentro con Grúshenka, y continúa dominando su subconsciente.
Después de dormitar, sus pensamientos se mezclan con lo que oye que es-
tán leyendo: el relato de las bodas en "Canaán de Galilea". Aquí, el narra-
dor de Dostoievski emplea una técnica de corriente de conciencia que fun-
de lo externo con lo interno. Pensamientos acerca de Grúshenka ("también
para ella habrá felicidad") y acerca de Rakitin ("siempre se irá por el cami-
no de atrás") se funden con la narración del Evangelio. El pasaje de san
juan es uno que siempre le ha gustado a Aliosha: "Es en Canaán de Galilea",
se dice a sí mismo, "el primer milagro": el milagro en que Cristo transformó
el agua en vino, en las bodas de una pareja pobre y humilde.
La idea de que "efectuó Su primer milagro para ayudar a la alegría del
hombre" pasa por la mente de Aliosha y también recuerda que el padre
Zósima había dicho: "El que ama a los hombres ama también su alegría".
La Madre de Cristo estuvo presente en la fiesta, y Aliosha piensa que "ella
sabía que Él había venido no sólo para hacer Su grande y terrible sacrifi-
cio" sino también para traer alegría a la humanidad. Ahora dormido y en
sueños , Aliosha ve de pronto al padre Zósima, ya no tendido en su ataúd
sino caminando entre los invitados y acercándose a su joven discípulo que
tanto lo venera . Levantando a Aliosha de sus rodillas, Zósima lo invita a
unirse a la fiesta, y explica su presencia en la gozosa ocasión diciendo: "Yo
le di una cebolla a un mendigo. Y muchos que están aquí sólo le han dado
una cebolla a cada uno ... Sólo una pequeña cebolla ... " También Aliosha
había "sabido darle una cebolla a una mujer hambrienta", y el padre le dice:
"Comienza tu obra, querido amigo , comiénzala, hombre apacible", instru-
yendo de hecho a Aliosha para continuar la "obra" que ya había comenza-
do instintivamente con Grúshenka. Cristo , también entre los invitados, no
se menciona de nombre sino como "nuestro Sol", y cuando Aliosha se sien-
te demasiado sobrecogido para mirar siquiera en Su dirección, Zósima lo
apremia a hacerlo. "Es terrible en Su grandeza, aterrador en Su sublimi-

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIB RO 7 ~ 807


dad, pero infinitamente misericordioso"; se "ha hecho a Sí mismo como
nosotros por amor, y se regocija con nosotros". Los adversarios del padre
Zósima habían tenido razón, pues, al acusarlo de que su Cristo no veía la
vida terrenal sólo como "un valle de lágrimas"; en contraste con ellos, el
santo monje la ve como el camino que conduce a la felicidad y el gozo del
amor y el perdón mutuos. Teniendo ante sus ojos esta imagen del padre
Zósima resucitado, mientras "lágrimas de éxtasis brotaban de su alma",
Aliosha "profirió un grito y despertó" (v. 14, pp. 325-327).
El despertar de Aliosha sirve de preludio a la gran escena en que, sim-
bólicamente, el espíritu del padre Zósima reencarna en el joven novicio.
Después de contemplar el cadáver en la cámara mortuoria, cuya voz aca-
baba de oír en su sueño, Aliosha sale a la noche, donde "la bóveda del cie-
lo, llena de suaves y brillantes estrellas, se extendía, vasta e insondable por
encima de él". Dostoievski ejerce todos sus poderes poéticos para evocar la
belleza del espectáculo y para infundirle un sentido de pavor reverencial
de signo religioso. "Las torres blancas y las cúpulas doradas de la catedral
brillaban contra el cielo color zafiro" , y Aliosha, invadido por una sensa-
ción de que "el misterio de la Tierra era uno mismo con el misterio de las
estrellas", se prosterna, siguiendo los consejos de su maestro, para abrazar
la tierra y regarla con sus lágrimas. "Parecía como si unos hilos que colga-
ran de todos esos innumerables mundos de Dios convergieran de golpe
con su alma, y toda ella le temblaba al entrar 'en contacto con otros mun-
dos'. Anheló perdonar a todos y por todo, y pedir, asimismo, perdón"
(v. 14, p. 328).
El clímax de esta escena es un pasaje célebre, frecuentemente citado:

A cada instante [Aliosha] sentía con claridad y, por decirlo así, palpablemen-
te, que en su alma había entrado algo tan firme e inconmovible como esa bó-
veda del cielo. Era como si alguna idea se hubiese adueñado de su mente .. . y
para toda su vida, para siempre. Había caído a tierra siendo un muchacho
endeble, pero se levantó como un resuelto paladín ... "Alguien visitó mi alma
en ese momento", diría después, con firme fe en sus palabras [id.].

Lo que Dostoievski transmite aquí -la confluencia de lo terrenal y lo


celestial que había proclamado el padre Zósima- no puede confundirse, y
es reforzado por la decisión de Aliosha de abandonar el monasterio tres
días después, obedeciendo la orden del padre Zósima de "morar en el

808 .... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


mundo". No obstante, algunos comentadores han observado la impreci-
sión y la vaguedad del lenguaje empleado - "algo firme e inconmovible";
"algo visitó mi alma"- , y se han preguntado si lo que Aliosha sintió no
podría considerarse un ejemplo de misticismo de la naturaleza, más que
como "el fundamento de un compromiso cristiano ortodoxo". 1 Así, ha sur-
gido la pregunta de por qué en este pasaje crucial no se hace ninguna
mención específica de Cristo.
Debe tenerse presente que Dostoievski sabía bien que estaba escribien-
do para un público escéptico (recuérdense los comentarios del narrador
acerca de Aliosha), y que, razonablemente, puede haber pensado que la
reverencia religiosa inspirada por la naturaleza -que el padre Zósima ya
había expresado, y a la cual sus lectores ofrecerían poca resistencia inter-
na- , combinada con el ambiente monástico, bastaría para comunicar el
contenido cristiano de la escena. En efecto, Cristo, aunque aquí no nom-
brado, está presente en toda Su majestad y es loado tres veces durante el
sueño de Aliosha. A mayor abundamiento, ya se había expresado el signifi-
cado sublime de la Encarnación: "Se hizo como nosotros por amor". Los
comentadores modernos demasiado a menudo olvidan que Dostoievski
estaba escribiendo bajo una triple censura: de sus editores , del gobierno y
de las autoridades religiosas. No había olvidado, en absoluto, la objeción de
Kátkov a su primera versión de la lectura que hace Sonia de la resurrección
de Lázaro en Crimen y castigo, cuando se le pidió reescribir todo el capítu-
lo. Desde antes, en una carta a su hermano se había quejado de los censo-
res oficiales que habían mutilado la primera parte de sus Mem01ias del sub-
suelo, eliminando los pasajes "en que concluí con la necesidad de la fe y de
Cristo" .2 En este ejemplo, bien pudo decidir no correr riesgos y haber pre-
ferido depender de la imagen de Cristo antes evocada , fortalecida por el
misticismo cósmico que también es elemento importante de la teología
ortodoxa.

1 Una vez más, véase Serguéi Hackel, "The Religious Dimension: Vision or Evasion7", en

Malcolm V Jones y Garth M. Terry (eds.), New Essays 011 Dostoevslzy, Cambridge, 1983, pp. 162-
164. El ensayo de Hackel también contiene una comparación iluminadora entre el padre Zósima
y monseigneur Bienvenu de Victor Hugo en Los 11úserables.
2 Véase mi Dostoievslzi. La secuela de la liberación, 1860-1865, FCE , México, 2010 , p. 398.

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 7 ~ 809


XXXVI. Los hermanos Karamázov:
libros 8 y 9

EN EL LIBRO 8, Dostoievski vira el enfoque de Aliosha hacia Dimitri, y hay


un cambio de tonalidad, así como de carácter. Estos capítulos contienen
mucha más acción externa, y el horizonte se amplía para incluir no sólo el
mundo del monasterio y el poblado circundante. Esta perspectiva más vas-
ta ofrece la oportunidad de delinear figuras nuevas: el próspero comercian-
te Kuzmá Samsónov, anciano protector de Grúshenka, que vive en una
opulencia anticuada; el cochero campesino Andréi, caritativo y tolerante; y
el bribón tabernero Trifón Borísovich, un 1rnlah que desprecia y explota a
los campesinos. Al menos un crítico contemporáneo elogió la novela por
ofrecer tan variada imagen de la sociedad rusa. Los libros 7 y 8 coinciden
cronológicamente, ya que la muerte del padre Zósima, como nos lo ha re-
cordado el narrador, hizo que Aliosha perdiera de vista a su hermano Di-
mitri, y el libro 8 vuelve para mostrarnos a Dimitri en ese mismo intervalo.
Durante estas horas, Aliosha recobró no tanto la fe en Dios (que nunca
había perdido) cuanto la fe en la belleza y bondad últimas del universo de
Dios. Dimitri, por su parte , estaba acechando frenéticamente, para ver si
Grúshenka iría a visitar a su padre , y buscando desesperadamente los me-
dios de conseguir el dinero que le permitiera comenzar con ella una vida
nueva.

El narrador se toma grandes trabajos para explicar todos los giros y vueltas
de las agitadas emociones de Dimitri, concentradas en la rivalidad con su
padre más que con el ex amante polaco de Grúshenka . Dimitri había oído

810 ...
hablar vagamente de la posible llegada de éste, pero no lo consideró una
amenaza inmediata; la competencia que temía era la de su propio padre.
Tampoco estaba buscando el dinero para competir con el viejo lujurioso
por los favores de Grúshenka. Mezclada con su pasión sexual estaba tam-
bién la esperanza de alguna clase de regeneración moral, aunque el narra-
dor trata este anhelo con un toque de ironía. "Oh, entonces [si consiguiera
el dinero] al punto se la llevaría ... al más remoto fin de Rusia, si no de la
Tierra ... se casaría con ella de incógnito ... y luego , oh, luego, ¡inmediata-
mente comenzaría una vida nueval En cada momento soñaba febrilmente
con esta otra vida, reformada y 'virtuosa' ('debe ser, debe ser, virtuosa')"
(v. 14, p. 330). Pese al escepticismo del narrador, el anhelo de Dimitri de
una vida reformada y virtuosa prepara ya el camino a la resolución de su
crisis interna .
Toda clase de ideas frenéticas corren por su mente, pero tiene cuida-
do de especificar que Dimitri no tenía planes para el futuro. "Mitia no
sabía lo que pudiese ocurrir [si Grúshenka no lo escogiera]. Hay que de-
cir eso, para hacerle justicia. No tenía intenciones definidas , no había
planeado ningún crimen" (id.). Para no debilitar el suspenso ya creado , el
narrador cita a Dimitri diciendo que "m ás valdría asesinar y robar a al-
guien que no pagar mi deuda a Katia". Es decir, el dinero que le había
confiado Katerina Ivánovna y que él, suponíase, había despilfarrado con
Grúshenka en Mókroie (v. 14, p. 331). Así, la acción de los tres primeros
capítulos del libro 8 enfoca la vana y desesperada búsqueda de apoyo fi-
nanciero por Dimitri. Esta búsqueda le permite a Dostoievski hacer más
lento el ritmo de la acción, incluir un poco de realismo de color local y
comedia satírica, y subrayar la importancia para Dimitri de su sentido
del honor -tiene que pagar su deuda- además de mostrar su espontá-
nea simplicidad.
Al principio , Dimitri intenta obtener el dinero de Kuzmá Samsónov, el
viejo protector de Grúshenka, ofreciéndole a cambio unas dudosas escri-
turas de una propiedad de Fiódor Pávlovich, a la que Dimitri creía tener
derecho legal. El pobre Dimitri imaginaba que podría recibir cierta ayuda
porque el viejo, debilitado y cerca de la muerte , tal vez sintiera algún re-
mordimiento por sus relaciones con Grúshenka; no obstante, esta esperanza
simplemente es prueba de pesadumbre por su propio pasado , y pone en
claro que "a pesar de todos sus vicios, era un hombre de corazón muy sen-
cillo" (v. 14, p. 332). El lector puede sentir ironía y a la vez apiadarse de

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS 8 Y 9 ~ 811


Dimitri cuando es timado por el avaro mercader, quien antes le había acon-
sejado a Grúshenka no tener que ver nada con Dimitri y, en cambio, casar-
se con su padre , hombre rico .
Dostoievski ya había retratado el hogar de un comerciante en El idiota,
pero allí había deseado retratar una atmósfera sombría, condenatoria,
como gótica; aquí combina una grandeza vacía y decrépita con el tiránico
y caprichoso poder, ya conocido por la descripción que de ese mismo am-
biente hiciera el dramaturgo Aleksandr Ostrovski. Samsónov rechaza la
oferta de Dimitri, pero no puede resistir aprovecharse sádicamente de su
ingenuidad mandándolo a la absurda búsqueda de un posible comprador.
El patetismo del episodio se intensifica por la rebosante gratitud de Dimitri
al recibir este pérfido consejo: "¡Es un ruso el que lo dice, Kuzmá Samsó-
nov, un r+ruso' " (v 14, p . 336). Tras precipitarse a buscar a mitad de la
noche al supuesto comprador (quien resulta ser ebrio perdido), que vive
en una cabaña del bosque, Dimitri lo salva de morir asfixiado por humo de
carbón , pero no puede arrancar una sola palabra sensata al beodo , capri-
choso y desconfiado campesino .
Estos episodios semicómicos tienen su clímax en una visita a madame
Jojlakova , cuando Dimitri de pronto recuerda que ella siempre se había
opuesto a su compromiso con Katerina lvánovna. La escena entre ambos , en
la mejor vena dostoievkiana de burla satírica , es la más abiertamente cómi-
ca de estos capítulos. La atolondrada señora despierta, al principio, las ma-
yores esperanzas de Dimitri. "Usted me pide una cierta suma, tres mil,
pero yo puedo darle más, incomparablemente más, yo lo salvaré", le ase-
gura (v 14, p. 348). Dimitri , jubiloso , casi no puede dar crédito a sus oí-
dos , pero luego se percata de que todo lo que ella tiene que ofrecer es el
consejo de irse a las minas de oro de Siberia, donde está segura de que Di-
mitri ganará una fortuna. Siempre dispuesta a girar como veleta a todo
cambio del clima ideológico, la que antes fuera devota admiradora del pa-
dre Zósima sostiene ahora que, "después de todo ese asunto con el padre
Zósima , que tanto me trastornó , desde este mismo día soy realista de cabo
a rabo y quiero dedicarme a una utilidad práctica. Estoy curada. '¡Basta'',
como dice Turgueniev" (idJ (Ya sea cuestionando al padre Zósima acerca
de la inmortalidad o pasándose ahora a la bandera del "realismo", la locuaz
señora siempre termina con una cita de Turgueniev.) Sin embargo , pone al
cuello de Dimitri un collar con la imagen de un santo milagroso de Kiev
Comprendiendo al fin que de ella no obtendrá ni un kopek, Dimitri se en-

812 ... LOS HERMANOS KARAM ÁZOV


furece hasta tal grado que le da un terrible susto; empero, al llegar a la ca-
lle , "se echó a llorar como un niño pequeño" (v. 14, p. 351).

La continuidad temporal es hábilmente restaurada cuando Dimitri se entera


de unos hechos de que el lector ya sabe. Creyendo que Grúshenka ha ido a
la casa de Fiódor Pávlovich y que sus peores temores se han realizado, corre
a la casa de su padre y salta la barda en el lugar mismo "en que, según la tra-
dición, sabía que la Apestosa Lizaveta había saltado" para dar a luz a Smer-
diakov (v. 14, p. 353). Una vez dentro deljardín, no puede ver a Grúshenka
en la habitación en que Fiódor Pávlovich está aguardándola con impacien-
cia; para asegurarse, y dado que está cerrada la puerta de la casa que da al
jardín , toca en la ventana, con la señal (que le enseñó Smerdiakov) que anun-
ciaría la llegada de Grúshenka . Su padre se acerca a la ventana , y el narrador
describe los sentimientos de Dimitri al verlo: "El perfil del hombre al que
tanto odiaba, su colgante manzana de Adán, su nariz ganchuda , sus labios
que sonreían en ávida voluptuosidad, todo era brillantemente iluminado por
la luz inclinada de la lámpara. Una terrible oleada de odio surgió de pronto
en el corazón de Mitia". Y el propio Mitia recuerda haberle dicho a Aliosha
que él podría matar a su padre en un exceso de ira, porque "temo que de pron-
to llegue a serme tan odioso en ese momento, con esa cara que tiene". Parece
haber llegado el momento decisivo: "Mitia estaba fuera de sí. De pronto sacó
el mortero de cobre" (había arrancado este instrumento, al pasar). ¡y en-
tonces cesa la acción! (v. 14, pp. 354-355).
Una línea punteada señala el misterioso hiato dej ado por el narrador
en este punto , y el lector se queda a oscuras ante el siguiente paso de Di-
mitri. La narración se reanuda con esta frase: '"Dios', como después dijo el
propio Mitia, 'velaba entonces por mí'" (id.). Esta frase, interrumpida por
un punto y coma en ruso, continúa luego con un giro hacia el sirviente
Grigori, quien despierta y trata de contener a Dimitri cuando éste corría
para volver a saltar la barda. Victor Terras, en su muy valioso comentario a
la novela, escribe que esta semisentencia "pone perfectamente en claro que
Dimitri no mató a su padre".1 Pero la carta a Dostoievski , enviada por una

1 Victor Terras, A Karamazov Co111pa11 io11, Madiso n, 198 1, p. 290.

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS 8 Y 9 ~ 8 13


lectora preocupada (que hemos visto en el capítulo xxv) revela una conti-
nua incertidumbre sobre si Dimitri fue o no fu e el asesino. Diríase que
Dostoievski había pintado tan poderosamente la motivación de su perso-
naje que esa media frase, combinada con el hiato en la narración, no había
bastado para aclararle las cosas a la lectora (y, tal vez , también, a otros).
Una razón de esa laguna y del laconismo de Dostoievski fue, sin duda , evi-
tar en lo posible debilitar la cadena de los acontecimientos que designaban
a Dimitri como el asesino. Otra, también, es sugerir acaso que no se había
narrado todo lo que ocurría en ese lugar en la noche fatal. Sólo mucho más
tarde , durante la última entrevista de Iván con Smerdiakov (libro 11 , capí-
tulo 8) , descubre el lector lo que antes se había omitido .
Aunque Dimitri no atacó a su padre , sí golpeó brutalmente a Grigori ,
pegándole al anciano con el mortero de cobre que aún llevaba, y luego
volvió a saltar al jardín para ver si lo había matado. Manos y ropas de Di-
mitri quedan cubiertas de la sangre que chorrea de la cabeza del anciano ,
y Dimitri teme que esté muerto. Corre entonces a la casa de Grúshenka ,
aterrorizando a los sirvientes con su apariencia ensangrentada y su furor,
sólo para descubrir que ella ha ido a encontrarse con su oficial polaco. De
pronto , Dimitri comprende que fue un error considerar a su padre como
su rival más importante Entonces ocurre en él un cambio completo, al
desaparecer el antagonismo edípico, remplazado ahora por una oleada de
ternura hacia Grúshenka, que ha ido a encontrarse con su primer amor,
nunca olvidado. Dimitri es hombre de honor (o al menos desea conside-
rarse así), e instantáneamente siente que no tiene derecho de tratar de
oponerse a la oportunidad de Grúshenka de conquistar la dicha y la res-
petabilidad .
Antes, Dimitri había declarado que el ideal de la Madonna y el ideal de
Sodoma batallaban en el corazón del hombre, y su propio carácter es una
encarnación de este conflicto . Pese a sus tumultuosas pasiones , el ideal de
la Madonna había triunfado cuando él se contuvo de violar a Katerina Ivá-
novna; el ideal de la Madonna , la misericordiosa Madre de Dios, acaba de
volver a ejercer su poder, conteniendo la mano que iba a levantar contra su
padre . Es el mismo ideal el que ahora afecta sus sentimientos hacia Grú-
shenka, cuando , hablándoles a los aterrados sirvientes "tan amable yapa-
ciblemente como un niño cariñoso y educado", se entera de las tiernas pa-
labras de despedida que Grúshenka le había dicho a gritos a Aliosha: que
Dimitri "debiera recordar siempre que ella lo había amado durante una

814 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


hora". Cuando se le pregunta por la sangre que lo cubre , responde: "Es
sangre humana, y, ¡Dios mío!, ¿por qué fue derramada?"
Creyendo que ha matado a Grigori , quien había sido como un padre
sustituto para él, y que ya no tiene ningún derecho de perseguir a Grú-
shenka , Dimitri se decide por un romántico y wertheriano suicidio, con-
gruente con sus citas de Schiller. La barda que acaba de saltar se vuelve
ahora emblemática de su vida y, ante los asombrados sirvientes, aunque en
realidad dirigiéndose a la imagen de Grúshenka que lleva en el corazón,
declama : "Al volver mañana, al salir el sol , Mitia saltará sobre la barda ...
yo me apartaré, sé cómo apartarme .. . Vive, amor mío ... me amaste durante
una hora , recuerda para siempre a Mitienka Karamázov" (v. 14, pp. 357-
358). Tales palabras sirven de preludio al brote de una relación amorosa
auténticamente apasionada y "normal" con Grúshenka , que trae a la luz los
mejores sentimientos de ambos : único ejemplo en las novelas de Dostoiev-
ski de esa relación recíproca tratada en tan extensa escala. El amor entre
Dunia Raskólnikov y Razumijin en Crimen y castigo se mantiene, en gran
parte , en el trasfondo y carece del elemento que ahora retrata Dostoievski:
el de la atracción sexual madurando hasta volverse una en una devoción
íntegra.
Pensando en el suicidio, Dimitri parte en busca del par de pistolas de
duelo que había empeñado con el muy propio y concienzudo oficial Dimi-
tri llich Perjotin; pero Dimitri, antes sin un centavo, ahora está mostrando
torpemente un fajo de billetes , como sorprendido él mismo de verlos apa-
recer en sus manos. Sobreexcitado y a la vez deprimido , alterna entre el
desconcierto y la exaltación, e impulsivamente, al oír de manera accidental
el nombre de la tienda más elegante de la ciudad, decide repetir las turbu-
lentas festividades de su primera visita con Grúshenka a Mókroie: la noche
en que ella lo amó durante una hora. Sorprendido ante la súbita riqueza de
Dimitri, Perjotin no puede dej ar de preguntarle si descubrió "una mina
de oro", provocando una gran carcajada y el consejo de ir a visitar a madame
Jojlakova, "que le procurará tres mil con sólo que usted vaya" (v. 14, p. 362).
Dimitri deja la impresión, sin decirlo explícitamente, de que ella fue la
fuente de su dinero .
Durante toda esta conversación , Dimitri alterna entre sugestiones de
intento de suicidio e invocaciones extáticas de su amor a la vida. Mientras
carga una de sus pistolas , examina muy minuciosamente la bala , explicán-
dole a su curioso compañero: "Va a entrar en mi cerebro , por lo que estoy

LOS HERMANOS KARAMÁ ZO V: LIBROS 8 Y 9 ... 8 15


interesado en ver cómo es" (v. 14 , pp. 363 y 367). Pasando de un extremo
al otro, responde a una "incómoda" pregunta de su compañero: "Estaba
diciendo tonterías acerca de la bala. Quiero vivir. Amo la vida ... amo al
rubicundo Febo y su cálida luz" (v. 14, p. 367) . Su resolución de "apartar-
se" ha llevado también a Dimitri, en las que cree que serán sus últimas
horas, a hacer un inventario de su vida, y el remordimiento antes expresa-
do acerca de su conducta llega ahora a su apogeo. Cuando Dimitri observa
que "nunca me gustó todo este desorden", Perjotin cree que se está refi-
riendo al bullicio de la tienda (ambos habían entrado en un establecimien-
to). "No es eso lo que quiero decir - afirma Dimitri-. Estoy hablando de
un orden superior. No hay orden en mí , no hay un orden superior Toda
mi vida ha sido un desorden, y hay que ponerla en orden" (v. 14, p. 366).
Los acontecimientos de esa noche han determinado a Dimitri, pues , a po-
ner fin a su vida con una última orgía y, a la vez, con una autocondena
moral. "Bebamos por la vida, estimado amigo - invita al desconcertado
Perjotin- . Voy a proponer el brindis. Estoy dispuesto a bendecir directa-
mente a Dios y Su creación, pero ... debo matar a un nocivo insecto por te-
mor de que repte y estropee la vida de otros" (id.).
Su partida de Mókroie deja sin respuesta todas las preguntas que ha-
bían surgido en la mente del juicioso Piotr llich, quien al principio las
desecha como , simplemente, otro producto de la mala reputación de Di-
mitri de provocar pendencias, embriagarse y proferir amenazas incoheren-
tes . Pero cuando les menciona a otros la misteriosa riqueza de Dimitri
mientras jugaba al billar en una taberna, "la historia del regalo de madame
jojlakova fu e recibida con cierto escepticismo", y alguien pregunta: "¿No
ha robado a su viejo padre/ ¡Ésa es la pregunta! " (\'. 14, p. 369). Todas es-
tas sugerencias perturban al ya preocupado joven oficial, quien, en públi-
co , guarda silencio acerca de la sangre que él había ayudado a Dimitri a
limpiarse del rostro y de las manos. Un súbito impulso lo mueve , aunque
esté terriblemente irritado contra sí mismo, a dirigirse a la casa de Grú-
shenka a interrogar a su sirvienta, Fenia. Ésta había aparecido justo en el
momento en que el carruaje partía rumbo a Mókroie y le había rogado a
Dimitri, en presencia de Perjotin, no hacer daño a su señora. El capítulo 5
termina con Perjotin tocando a la puerta y, al no obtener respuesta, tocan-
do con mayor fuerza . En este punto el narrador lo deja congelado como un
personaje de Tristram Shandy; sólo tres capítulos después se responderá a
sus llamados .

816 ... LOS HERMANOS KARAlvfÁ ZOV


4

Los tres capítulos dedicados al viaje de Dimitri a Mókroie y a los aconteci-


mientos que siguen a su llegada ofrecen a Dostoievski otra oportunidad de
diversificar su narración con un poco de realismo de color local. Mientras
Dimitri galopa hacia su última cita (o, al menos, eso cree) con la mujer que
ahora estará para siempre fuera de su alcance, se siente inspirado por un
"sentimiento nuevo y desconocido , sorprendente incluso para él, un senti-
miento eterno, de devoción, un deseo de borrarse ante ella" (v. 14, p. 370).
En el camino su cochero, el campesino Andréi, habiendo oído la súplica
de Fenia a Dimitri de no hacer daño a Grúshenka, se preocupa por estar
llevándolo a cometer una mala acción, pero Dimitri replica , en términos
que Andréi puede comprender, que "un cochero no debe atropellar a la
gente" y que no tiene la intención de hacerlo. Andréi responde, entonces, de
una manera que ilustra las elevadas palabras del padre Zósima acerca
de las creencias del pueblo ruso: "Tiene usted razón, no se debe atropellar ni
atormentar a un hombre , o a ninguna clase de criatura, pues cada criatura
fue creada por Dios" (v. 14, p. 311). Dimitri le pregunta, además, a "An-
dréi, alma simple'', si "Dimitri Fiódorovich Karamázov se irá al Infierno''.
Andréi replica con una variante de la leyenda de Iván acerca de la pertur-
bación del Infierno por la Madre de Dios. "Cuando el Hijo de Dios fue
clavado en la Cruz y murió, se fue derecho de la Cruz al Infierno , y liberó
a todos los pecadores que estaban en agonía." El Demonio gruñó , temero-
so de que el Infierno se quedara despoblado, pero Dios lo tranquilizó di-
ciendo que quedaría lleno , rebosante con los ricos y los poderosos de la
tierra, todos "los gobernantes, los grandes jueces", hasta que Él volviera.
En cuanto al juicio de todos acerca de Dimitri, creen que "usted es un
niño . . . así es como lo miran . .. y aunque es usted demasiado violento, señor,
Dios lo perdonará por su buen corazón" (v. 14, p. 372).
Esperando que Dimitri llegue a la posada se encuentra con Trifón Borí-
sovich, un Smerdiakov con éxito, carente de tonos religiosamente diabóli-
cos. Campesino que se ha elevado por encima de sus humildes orígenes y
ahora es un kulak, está "soñando siempre con mejorar su posición". "Más
de la mitad de los campesinos estaban en sus garras, y en el vecindario
todos estaban en deuda con él", y él habla de ellos con el mayor desprecio
(v. 14, p. 373). Cuando Dimitri ordena que se organice una costosa fiesta
con música y danza, el posadero piensa que esa prodigalidad es un terrible

LOS HERMANOS KARAMÁ ZOV: LIBROS 8 Y 9 ~ 8 17


despilfarro . "¡Gastar semejante suma en forma tan ruda y vulgar! ¿De qué
sirve dar a fumar un habano a un campesino [mujik]; a un apestoso ru-
fián? Y todas las muchachas están llenas de piojos" (v. 14, p. 374). Trifón,
como lo especifica el narrador, también "gusta mucho de vaciar los bolsillos
de un huésped que se haya embriagado", y un mes antes había despojado
precisamente a Dimitri de doscientos o trescientos rublos (v. 14, p. 373).
Entre los presentes en la taberna se hallan dos polacos que han llegado
a ver a Grúshenka. Con la única excepción de sus compañeros de prisión
polacos en La casa de los muertos, escrita antes del levantamiento polaco de
1863-1865 contra Rusia, el retrato que hace Dostoievski de los personajes
polacos es invariablemente caricaturesco. En El jugador, los obsequiosos
parásitos polacos que rondan por las mesas de juego son, todos ellos, pe-
queños granujas; en El idiota, Aglaia Epanchina se casa con un brillante y
supuestamente patriota conde polaco, que profesa los más altos ideales,
pero que resulta ser un perfecto impostor. No tienen mejor suerte los per-
sonajes polacos de Los hermanos Karamázov. Dostoievski se mantiene fiel a
su xenofobia, y los dos polacos adoptan un aire de indiscutible dignidad y
nobleza, para compensar la obvia inferioridad de su posición social.
Dimitri había resuelto comportarse decorosamente en sus últimas ho-
ras, aunque pierde todo dominio y llora al ver a Grúshenka; sin embargo,
pronto se recupera y pide champaña, intentando lo mejor que puede mos-
trar su decisión de "apartarse" en bien de la supuesta felicidad de ella.
Maxímov, bufón patéticamente cómico que ha aparecido por casualidad en
la posada, provoca a los polacos con sus anécdotas subidas de color acerca
de unas "damas polacas", y ellos insultan a Dimitri, negándose a brindar
por Rusia (excepto "como era antes de 1772", es decir, antes de la primera
partición de Polonia). Para aliviar el ambiente , Dimitri propone un juego
de cartas, en que sufre considerables pérdidas hasta que resulta que los
pomposos polacos hacían trampa.
Desde el comienzo mismo de estas escenas, es claro que Grúshenka se
ha desilusionado totalmente del polaco que fue objeto de su juvenil enca-
prichamiento , y que ha regresado -como ahora lo comprende ella- por
razones exclusivamente mercenarias. "He sido una loca, una loca -decla-
ra-, por haber pasado miserablemente estos cinco años. Pero no ha sido
por él por quien yo me he atormentado , fue mi ira contra mí misma la que
me hizo miserable ... Además éste no era él ... Podría ser su padre" (v. 14,
p. 388). Después de que los polacos son expulsados, en desgracia, del salón

818 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


principal, comienza una auténtica fiesta cuando las muchachas de la aldea
llegan a bailar y cantar, acompañadas por una orquesta de judíos. Dimitri y
Grúshenka se embriagan, y ella confiesa finalmente que lo ha amado desde
su primera noche, en Mókroie. Le ruega a Dimitri: "Bésame, bésame con
fuerza ... ahora seré tu esclava, tu esclava por el resto de mi vida" (v. 15,
pp. 395-396). Sin embargo, nota que él está preocupado por razones que
ella no puede comprender. El propio Dimitri ha llegado ahora a la culmi-
nación de sus deseos, pero le angustia la idea de que probablemente mató
a Grigori y de que tendrá que pagar el precio. Citando a Cristo en los
Evangelios, en silencio implora a Dios "devolver la vida al hombre al que
derribé junto a la barda. ¡Que este cáliz terrible pase de mis labios!" (v. 14,
p. 394) . Olvidando este tormento en brazos de Grúshenka, sus caricias
demasiado ardientes son rechazadas cuando ella le dice que aguarde al
momento apropiado; no obstante la acción del trasfondo saca a relucir el
apasionado erotismo de su encuentro. La pantomima y las canciones de las
muchachas campesinas hacen que el joven y puro Kalgánov, versión pálida
de Aliosha, sienta que lo han "cubierto de lodo", y las payasadas de Maxí-
mov, quien espera obtener algunos favores sexuales de una u otra de las
chicas, parodian la insaciable lujuria de Fiódor Pávlovich (v. 14, p. 392).
En medio de tanto gozo, la transformación moral que Grúshenka ya ha
sufrido con Aliosha continúa ejerciendo su influencia. Recordando las ins-
piradoras palabras de Aliosha, Grúshenka le ordena a Dimitri dar algún
dinero a Maxímov, quien sigue haciendo piruetas ("dale un presente, es
pobre, ¿sabes?"). La juerga desenfrenada es la orden del día, pero el ardor
de la alegría inspira a la nueva Grúshenka a declarar que Dios no miraría
con malos ojos ese jolgorio: "Dios nos perdonará; si yo fuera Dios, lo per-
donaría todo: 'mis queridos pecadores, desde el día de hoy os perdono'"
(v. 14, p. 397). Una vez más, como en el caso del cochero Andréi, la voz
del pueblo ruso habla en acentos que hacen eco a los del padre Zósima.
Grúshenka perdona ahora a su ex amante polaco -como lo había predi-
cho Aliosha- y le dice a Dimitri que los invite a él y a su compañero a
verla bailar; con todo, ella se ha embriagado demasiado para poder hacer-
lo. Dimitri lleva a Grúshenka, inerte, a un dormitorio contiguo mientras
continúa el festín, y ambos dormitan juntos, pero no antes de que volva-
mos a ver la metamorfosis que ha elevado su mutuo amor por encima de la
sensualidad hasta un nivel que Kierkegaard habría llamado "ético". "Esto
debe ser honorable ... Habrá de ser honorable para el futuro", dice Grú-

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS 8 Y 9 ... 819


shenka , y Dimitri conviene fervientemente en ello . Entonces Grúshenka
añade un matiz populista, con raíces campesinas, a su decisión de co-
menzar juntos una vida nueva: "Pero mejor será que nos vayamos a traba-
jar la tierra. Yo deseo excavar la tierra con mis propias manos" (v. 14, pp.
398-399).
Utilizando de nuevo una magistral técnica de corriente de conciencia,
el narrador evoca las imágenes que pasan por la somnolencia de Grú-
shenka. Dimitri, obsesionado por la culpa a causa de Grigori, había dicho:
"Te amaré en Siberia", y Grúshenka entrelaza esta declaración con sus pro-
pios pensamientos y los sonidos que se infiltran en su sensibilidad. "¿Por
qué Siberia .. .? En Siberia hay nieve ... me encanta conducir por la nieve ... y
debe haber campanas ... ¿oyes sonar una campana7 ¿Dónde está sonando la
campana7 Viene gente ... ahora, se ha detenido" (v. 14, p. 399). Las campa-
nas que se introducen en sus ensueños fu eron las del carruaje que llevaba
a un grupo desde la ciudad : el capitán de policía, el ayudante del fiscal, el
defensor, el inspector de policía, que han llegado a arrestar a Dimitri. Al
mirarlos, grita Dimitri: "¡El viejo! ... ¡El viejo y su sangre!... Ahora lo com-
prendo". Sus palabras se refieren, desde luego , a Grigori, pero todos creen
que se trata de Fiódor Pávlovich , y el anciano capitán de policía ruge: "¡La
sangre de tu padre clame contra ti! " (v. 14, p. 400). Es sólo este anticuado
funcionario el que expresa indignación moral, lo que escandaliza a los re-
presentantes más jóvenes del nuevo sistema legal - quienes se comportan
con fria y controlada formalidad- ante esta transgresión del decoro juridico.

Una vez más, en la narración se emplea un traslape en el tiempo para crear


el sorpresivo efecto de la súbita aparición de las autoridades legales . Como
ya se observó, Dostoievski no se había propuesto incluir un capítulo que
tratara de la investigación preliminar en Mókroie. Sin embargo, habiendo
decidido hacerlo , vio inmediatamente que podría emplearlo con gran ven-
taja para dos propósitos . Uno de ellos sería retratar el que consideraba un
"punto neurálgico" en los procedimientos penales del nuevo sistema jurí-
dico establecido a mediados de los sesenta. Fue entonces cuando se insti-
tuyó la "investigación preliminar", que, como veía las cosas Dostoievski,
combinaba "con la antigua rutina ... la más abstracta impersonalidad encar-

820 <111 LOS HERMANOS KARAMÁ ZOV


nada en los jóvenes abogados, investigadores judiciales y similares". Otro
sería desarrollar el crecimiento moral y la estatura de Dimitri, proceso que
ya había empezado con su abnegada decisión "de apartarse" y con el flore-
cimiento de su auténtico amor a Grúshenka. También Dimitri pasa por
una transformación moral decisiva, y su "purificación espiritual" se com-
pleta durante las varias horas del interrogatorio al que está dedicado el
libro 9.
Explicando lo que había ocurrido simultáneamente a la historia narra-
da en los capítulos de Mókroie, el narrador retorna a Perjotin que, preocu-
pado , toca a la puerta de la casa de Grúshenka y por último despierta a
Fenia; atemorizada , ésta le habla de la anterior visita de Dimitri, de cómo
arrancó el mortero de bronce y de su regreso con "la sangre corriendo, go-
teando de él, ¡goteando! " "Este horrible detalle", observa críticamente el
narrador, anticipándose a muchas exageraciones tan crasas en el futuro ,
"simplemente fue producto de su desordenada imaginación" (v. 14, p. 401).
El pobre Piotr Ilich vuelve a encontrarse ante un dilema, pues no desea ir a
la casa de Fiódor Pávlovich pero lo asalta "una obsesionante inquietud .. .,
que se hace cada vez más dolorosa y lo impele contra su voluntad". Dado que
Dimitri había hablado de madame jojlakova, Perjotin decide visitarla para
descubrir la verdad acerca del dinero. La escena entre ambos vuelve a
constituir un alivio cómico a la tensión, ya que la dama se muestra com-
prensiblemente indignada de que la despierten, y luego se convence de
que sólo un "milagro" la ha salvado de ser asesinada por Dimitri, a quien
no le había dado ningún dinero. Para cuando termina la entrevista, la im-
presionable viuda ha quedado fascinada por el buen sentido y la eficiencia
de "aquel joven bastante bien parecido", mientras él considera que la rica
dama en su negligée "no es ninguna vieja''. Esa reunión, en realidad, "resultó
el fundamento de toda la carrera de ese muchacho tan práctico y preciso"
(v. 14, pp. 402, 406). La pasión cada vez más profunda de Dimitri y de Grú-
shenka queda así yuxtapuesta a esta sugerencia del comienzo de otra rela-
ción amorosa ... relación a la cual, como el narrador tentadoramente esbo-
za, se podrá retornar después de terminar la historia de los Karamázov.
La atención pasa entonces al capitán de policía , Mijaíl Makárovich, a
quien acude Piotr llich para darle su información, y cuya casa encuentra
llena de invitados. El narrador pasa algún tiempo describiendo a dos
miembros de esta reunión -los que dirigirán la investigación prelimi-
nar- y, al hacerlo , pone en relieve todos los mezquinos atributos persona-

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS 8 Y 9 ... 821


les que afectarán el interrogatorio del sospechoso. Al fiscal público Ippolit
Kirílovich le gusta que se dirijan a él por un título que está por encima de
su verdadero rango, y era "vanidoso e irritable, aunque tuviese buen inte-
lecto"; también tiene "inclinaciones artísticas", que le dan un interés espe-
cial en la "psicología ... un estudio especial del corazón humano, un cono-
cimiento especial del criminal y de su crimen". (Podemos recordar aquí
que los "psicólogos" que examinaron a Raskólnikov consideraron imposi-
ble comprender por qué, si su objetivo era obtener dinero, nunca había
mirado siquiera su botín.) El abogado, que era "de baja estatura y débil y
de apariencia delicada", llevaba "un gran número de enormes anillos bri-
llantes en los dedos" , y gustaba de inquietar a las damas afirmando que
conocía todos sus "secretos". Sin embargo, se "ponía extraordinariamente
grave" cuando cumplía con sus deberes oficiales, pues era "muy conscien-
te de su posición y de la santidad de sus obligaciones", derivando obvia-
mente un sentido de la importancia de su posición legal (v. 14, p. 408). La
"psicología" del uno y la necesidad de brillar del otro les dan pocos incen-
tivos para tratar de descifrar la complejidad de la conducta de Dimitri.
Para su sorpresa , Piotr Ilich encontró a todos los reunidos hablando ya
del asesinato de Fiódor Pávlovich. Un grito de Smerdiakov, tal vez vícti-
ma de un ataque de epilepsia, había despertado a la mujer de Grigori,
quien después oyó los quejidos de su esposo en el jardín. Lo encontró allí
aún postrado y murmurando: "Ha asesinado ... su padre asesinado" (v. 14,
p. 409). (Lo que pasa por la mente de ella es el recuerdo de sonidos simila-
res llegados del jardín, muchos años antes, cuando Lizaveta dio a luz a
Smerdiakov, evocando así, una vez más, el delito sádicamente inmoral e
implícitamente sacrílego que se le atribuiría a Fiódor Pávlovich.) Asomán-
dose a la ventana de la casa, vio el cadáver ensangrentado del viejo tendido
en el suelo, y al retornar a la cabaña encontró a Smerdiakov "retorciéndose en
convulsiones, con los ojos bizqueando, y. .. la espuma ... la espuma brotan-
do de sus labios" (v. 14, p. 410). La puerta de la casa al jardín estaba abier-
ta de par en par, y Grigori le indicó que acudiera al capitán de la policía.
La noticia había llegado exactamente cinco minutos antes que Piotr Ilich, y
las autoridades locales inmediatamente entraron en acción, organizando
un viaje a Mókroie para aprehender a Dimitri, indiscutible culpable a los
ojos de todos ellos.
Los títulos de los capítulos (3, 4 y S del libro 9) dedicados al interroga-
torio de Dimitri son "el viaje de un alma a través de tormentos", y se enu-

822 ... LOS HERMANOS KARAMÁZO V


meran tres de tales tormentos (mitarstva). Un lector ruso reconocería esta
estructura como una alusión a la creencia de la Iglesia ortodoxa de que,
después de la muerte, al ascender de la Tierra al cielo , el alma se ve some-
tida a pruebas por varios espíritus malignos. En una entrada del cuaderno
de 1877 ya citada, Dostoievski menciona su deseo de escribir acerca de
la sorokovina (servicio conmemorativo celebrado catorce días después de la
muerte) en forma de "un libro de peregrinaciones" que describiría las prue-
bas por las que había de pasar el alma . Ahora, esta idea es secularizada, y
se la aplica a los "tormentos" que experimenta Dimitri cuando, en efecto ,
desnuda su alma bajo la presión de un implacable interrogatorio. Pero la
ordalía lo lleva a hacer un autoexamen mucho más severo de lo que jamás
se le hubiese hecho, y culmina no sólo en un abrumador sentimiento de
piedad por todo padecimiento humano, sino también en un deseo de su-
frir por todas sus pasadas fechorías.
La investigación preliminar expone lo que Dostoievski veía como las
deficiencias del nuevo sistema jurídico, en que un motivo personal, como
la vanidad atribuida a lppolit Kirílovich , puede impedir que un fiscal bus-
que imparcialmente la verdad . Dostoievski criticaba acremente la "abstrac-
ción" fomentada por la adopción de normas occidentales, que consistían,
en gran parte, en la acumulación de pruebas materiales. En el caso de Di-
mitri, el depender exclusivamente de tales pruebas impediría discernir la
verdad, que sólo habría podido ser revelada mediante una percepción más
directa del carácter humano . Dimitri nunca había ocultado sus verdaderos
sentimientos hacia todo, hasta su odio y aborrecimiento a su padre, pero
nadie cree en su palabra cuando niega haber cometido el asesinato. Los
investigadores, que simplemente presuponen su culpa , están mucho más
interesados en establecer una secuencia de los hechos que señale el móvil,
lo que , según creen, establecerá su culpa. En estos capítulos podemos ver
una reducida duplicación legal del tema principal de la novela: el conflicto
entre la razón y la fe. Las presuposiciones "racionales" de los investigado-
res eliminan toda posibilidad de considerar siquiera el atribuir algún peso
a la palabra de Dimitri como "hombre de honor".
En el momento de su detención, Dimitri cree haber matado al sirviente
Grigori y que por esta razón lo aprehenden. Al enterarse de que Grigori
aún vive , naturalmente se llena de alegría ; y como sabe que no mató a su
padre, supone al principio que todo podrá aclararse con facilidad. Sin em-
bargo , una y otra vez reconoce francamente todos los poderosos impulsos

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS 8 Y 9 ~ 823


que habrían podido llevarlo a cometer semejante asesinato y, bajo la calcu-
lada presión de los investigadores, involuntariamente forma el caso legal
contra sí mismo. Por su parte, ellos no hacen ningún caso a su deseo de
obtener datos acerca del crimen, ni de su reacción al ser informado de los
detalles. '" ¡Eso es horrible!', exclamó Mitia, estremeciéndose, y, colocando
los codos sobre la mesa, ocultó el rostro con su mano derecha" (v. 14,
p. 416). Y aunque reitera todas las razones de que odie a su padre (para
gran satisfacción de sus interrogadores), añade: "Pero ahora que está muer-
to, siento otra cosa ... quisiera no haberlo odiado tanto" (v. 14, p. 417). Di-
mitri ha comenzado ahora ese proceso de autoescrutinio y de juicio de sí
mismo que conducirá a su metamorfosis moral. "Yo no soy muy bello
-dice-, por tanto , no tenía yo derecho de considerarlo repugnante" (id.).
Ninguna de estas respuestas es tomada en cuenta, como tampoco su afir-
mación de ser "un hombre que ha hecho muchas cosas malas, pero que en
el fondo, en su ser interno , siempre ha sido y sigue siendo honorable"
(v. 14, p . 416).
El único funcionario que trata con humanidad a Dimitri es el capitán
de policía Mijaíl Makárovich, quien representa la antigua sensibilidad rusa
ante el infortunio humano inmediato que, según creía Dostoievski, estaba
siendo sofocada por las nuevas reformas jurídicas. Cuando al capitán se le
ordena escoltar escaleras abajo a la tempestuosa Grúshenka, él llega a com-
prender de qué modo el amor entre la pareja se ha transformado en una
auténtica devoción. Cuando regresa a tranquilizar a Dimitri, "en su rostro
había una mirada de sentimiento cálido , casi fraternal, hacia el infortuna-
do preso" . Su mensaje a Dimitri es que debe guardar la calma, de modo
que pueda aclarar las cosas, y no preocuparse por ella . El digno funciona-
rio le dice a Dimitri que las hermanas del casero están cuidándola , y el na-
rrador comenta, con una pulla discreta: "El buen capitán de policía dijo
muchas superficialidades, pero el sufrimiento de Grúshenka, la pena de un
ser humano , había llegado a su bondadoso corazón, y las lágrimas acudie-
ron a sus ojos" (v. 14, p. 418; las cursivas son mías).
Mientras los investigadores tejen la red de circunstancias acriminado-
ras en que se va enredando Dimitri, vuelve a presentarse mucho de lo que
el lector ya sabía; sin embargo, lo que antes se había visto desde la pers-
pectiva del agitado e impremeditado frenesí de celos y de rabia de Dimitri
ahora se ve - anticipándose a muchos de tales efectos de perspectiva múl-
tiple en la novela moderna- a través de los ojos resueltamente prejuicia-

824 ... LOS HERMANOS KARAMÁZO V


dos de los investigadores. En realidad, el propio narrador señala la diferen-
cia cuando Dimitri describe haber saltado de la barda para examinar el
cuerpo postrado de Grigori. "Ay, nunca le pasó por la cabeza a Mitia -co-
menta-, decirles, aunque lo recordaba, que había regresado por piedad, y
sobre la figura postrada hasta había proferido palabras de arrepentimien-
to" . El fiscal, por su parte, "sólo podía sacar una conclusión: que el hom-
bre había regresado 'en tal momento y con tal excitación' simplemente con
objeto de asegurarse de que estaba muerto el único testigo de su crimen"
(v. 14, p. 4 30). Aunque se repiten hechos conocidos, Dostoievski nunca
permite que flaquee el interés del lector, porque el narrador, con excepción
del comentario ya citado, ahora los presenta exclusivamente desde el pun-
to de vista de la acusación.
Sólo se introducen dos "hechos" nuevos, y uno de ellos no es, en modo
alguno , un hecho sino un obstinado engaño . Cuando se llega a la pregunta
de si Dimitri consiguió el dinero para su segunda noche de juerga con
Grúshenka en Mókroie (los investigadores presuponen que eran los tres mil
rublos adquiridos por el asesinato de su padre), él explica, ante sus oídos
incrédulos, que era la segunda mitad de la cantidad confiada antes a él por
Katerina lvánovna, que él había llevado todo el tiempo colgando de una
bolsa, alrededor de su cuello. Un atisbo de la existencia de esa bolsa había
aparecido antes en la conversación de Dimitri con Aliosha, pero tan vaga-
mente que ahora aparece como un informe nuevo. El otro detalle, que el
lector sabe que es erróneo , es que la puerta que conduce de la casa al jar-
dín había quedado abierta. Grigori afirmó haber visto abierta la puerta
cuando salió de la casa persiguiendo a Dimitri, y así pareció confirmar que
Dimitri había entrado en la casa , cometido el crimen y luego huido por la
puerta abierta.
Cuando las pruebas circunstanciales se acumulan contra Dimitri y se
le echa en cara la precipitación e imprudencia de sus anteriores declaracio-
nes y hechos, su humor se vuelve cada vez más sombrío. Al fin , puede
mirarse por los ojos de aquellos a quienes él llama "topos ciegos y burlo-
nes", y se esfuerza por definirse a sí mismo contra la imagen que ellos han
estado formando. "Si yo fuese culpable - les dice- , juro que no habría
aguardado a que ustedes llegaran , o a la aurora, como lo había planeado al
principio , sino que me habría destruido a mí mismo antes, sin aguardar la
aurora. Ahora, sé eso de mí. En veinte años n o habría podido aprender
tanto como he aprendido en esta noche maldita" (v. 14, pp . 437-438).

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LI BROS 8 Y 9 ~ 825


Ahora, Dimitri ha descubierto que en el meollo de su carácter existen pre-
ocupación y angustia por otros: por Grúshenka , desde luego, pero también
un sentido de remordimiento por Grigori. Es esta percatación la que ahora
penetra en él, aun mientras protesta violentamente contra sus interrogado-
res y muestra todo lo tempestuoso e irascible de su temperamento. El he-
cho de que Dostoievski logre hacerlo creíble en ambos niveles es otra prue-
ba de su genio para el retrato moral-psicológico complejo.

El clímax de este desarrollo llega después de que Dimitri ha sido más hu-
millado cuando se le ordena desnudarse por completo (algunas ropas que
le quedan mal le son entregadas por el bondadoso Kalgánov) y después de
que todos los testigos han confirmado casi todas las pruebas en su contra.
Para entonces , se ve reducido a la desesperación y ha llegado al fin de sus
considerables fuerzas físicas: "Los ojos se le cerraban de fatiga". Le había
declarado públicamente a Grúshenka , una vez más , que era inocente, y
ella había aceptado su palabra después de persignarse ante el icono. Vol-
viéndose hacia sus interrogadores, afirma ella que "nunca los engañará
contra su conciencia. Les está diciendo toda la verdad, pueden creerme"
(v. 14, p. 455). Pero tales profesiones de fe son fútiles, y Dimitri finalmente
se hunde en un profundo sueño sobre un baúl en el salón. Como Aliosha,
entonces tiene un sueño en que se cristaliza la conversión moral ocurrida
en su interior, como resultado de todos sus "tormentos".
El sueño de Dimitri, "absolutamente ajeno al lugar y el tiempo", le hace
figurarse conduciendo un trineo por algún lugar de las estepas durante
una tormenta de nieve de comienzos del invierno. A lo lejos, podía ver las
ruinas de una aldea quemada , y al aproximarse su carruaje se encuentra
con toda una hilera de mujeres , de pie a lo largo del camino, "todas ellas
delgadas y pálidas", y especialmente una "mujer alta y huesuda", que pare-
ce mucho más vieja de lo que es y lleva en brazos a un bebé que llora . "Sus
senos debían de estar tan secos que no quedaba en ellos una gota de le-
che." Dimitri le pregunta a su cochero por qué llora el bebé, y el campesi-
no supone que se está refiriendo a la situación inmediata: "Son gente po-
bre. No tienen pan". Pero en realidad , Dimitri está haciendo la misma pre-
gunta que lván había planteado con tal vehemencia , y que lo había

826 ... LOS HERMANOS KARA M ÁZOV


conducido a su ataque contra Dios. "¿Por qué es pobre la gente? -pregun-
ta Dimitri-. ¿Por qué es pobre el niño? ¿Por qué está yerma la estepa? ...
¿Por qué no cantan canciones de alegría? ¿Por qué padecen esa negra mise-
ria? ¿Por qué no alimentan al bebé?" (v. 14, pp. 455-456).
Ninguna respuesta reciben estas preguntas, que el propio Dimitri sien-
te que "eran irrazonables e insensatas", pero su respuesta es un súbito brote
de emoción que señala el apogeo de su transformación moral-espiritual.
"Y sintió que una pasión de piedad, como nunca había conocido, brotaba
en su corazón, y quiso gritar que deseaba hacer algo para todos ... que des-
de ese momento nadie debía derramar lágrimas, y quiso hacerlo al mo-
mento, sin que importaran todos los obstáculos, con toda la precipitación
típica de los Karamázov." Muy apropiadamente, también oye "la voz de
Grúshenka", llena de emoción, diciendo: "No te dejaré por el resto de tu vida".
Al despertar, descubre que alguien había puesto una almohada bajo su ca-
beza, y se conmueve "con una especie de gratitud extática" por este mi-
núsculo gesto de atención (v. 14, pp. 456-457).
El sueño de Dimitri objetiva la transformación que ha ocurrido en su
conciencia como resultado de su propio sufrimiento, haciéndole darse
cuenta de la miseria de otros. Ese padecimiento humano, aunque de una
naturaleza distinta, había causado la rebelión de lván contra Dios, pero en
Dimitri produce un deseo apasionado de lanzarse a aliviar las miserias del
mundo en lugar de, como en el pasado, aumentarlas dando rienda suelta a
todos sus impulsos y apetitos. justo antes de partir escoltado, de vuelta al
pueblo, describe la nueva comprensión a la que ha llegado. Antes, "había
jurado enmendar cada día de mi vida, dándome golpes de pecho, y cada
día hacía las mismas cosas atroces''. Pero ahora, bajo los embates del desti-
no, ha pasado por un cambio decisivo: "Acepto el tormento de la acusa-
ción y mi pública ignominia, y deseo sufrir, y por el sufrimiento seré puri-
ficado''. Una vez más, se declara inocente de la sangre de su padre, pero
añade: "Acepto mi castigo, no porque lo haya matado sino porque pensé
en matarlo, y tal vez en realidad lo haya matado" (v. 14, p. 458).
Después de abrazar a Grúshenka y pedirle perdón "por arruinarte tam-
bién a ti, amor mío", le tiende la mano al procurador del distrito (antes,
uno de sus compañeros de juerga), que ahora se niega a tomarla. El posa-
dero ladrón tampoco le devuelve su saludo de despedida. Sólo el joven
Kalgánov, de corazón puro, corre a apretarle la mano , y luego estalla en
llanto. Así, la tercera parte termina con Dimitri reconociendo su culpa mo-

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS 8 Y 9 ... 827


ral pero insistiendo , en lo tocante a su culpabilidad legal, que "lucharé con
ustedes hasta el fin, y entonces Dios decidirá" (id.). Tanto Aliosha como
Dimitri han elegido seguir el camino del amor y de la fe cristiana del padre
Zósima, cada uno a su manera. Tocará el turno a Iván de seguir la misma
ruta, que en su caso conduce, sin embargo, a una lucha interior atormen-
tadora , brillantemente descrita , mucho más severa, y al absoluto colapso
mental.

828 ... LOS HER MANOS KARAMÁZOV


XXXVII. Los hermanos Karamázov:
libros 10 y 11

PODRÍAMOS imaginar, después de todos los incomparables puntos supremos


ya alcanzados en Los hermanos Karamázov -las "confesiones" de Dimitri,
la "rebelión" de lván, la Leyenda del Gran Inquisidor, el "olor deletéreo"
del padre Zósima y su secuela, la noche en que Dimitri casi comete el ase-
sinato- que el resto de la novela contendría poco que fuese comparable con
ese nivel. Pero ahora Dostoievski estaba escribiendo en su mejor condición,
animado por el entusiasmo del público y estimulado en vez de deprimido
por la reacción de la prensa. Ni siquiera los críticos más hostiles, que ata-
caron furiosamente las implicaciones ideológicas de la novela, pudieron
negarse a reconocer el poder de su talento. El público aguardaba el desenla-
ce de la novela con verdadera impaciencia, y Dostoievski estaba dispuesto
a no frustrar sus expectativas.

El libro 10, intitulado "Los niños", se desarrolla dos meses después de la


acción de las secciones anteriores. Así, Dostoievski interrumpe el curso
narrativo del destino de Dimitri después de su arresto, y pasa, en cambio ,
a un motivo temático introducido mucho antes. Al hacerlo, cumple una de
sus más antiguas ambiciones literarias: presentar, en una pintura más vasta
que en El idiota, la interacción entre un personaje cristiano, idealista, y un
grupo de niños. Aquí, Aliosha se convierte en el guía espiritual de la pan-
dilla de chiquillos presentados en el libro 4, capítulo 2, como condiscípu-
los de Iliusha Sneguiriov y que se habían vuelto sus enemigos cuando él
peleó con ellos en defensa de su padre.

~ 829
Ahora Iliusha yace gravemente enfermo de tuberculosis , tal vez agrava-
da por la pedrada que recibió en el pecho durante la escaramuza. Aliosha,
en atuendo secular -ha abandonado el monasterio, obedeciendo la orden
del padre Zósima-, ha logrado que todos los muchachos hagan
la paz con su compañero moribundo. A Iliusha le ha atormentado una sá-
dica broma que le enseñó Smerdiakov, el incitador del mal: la de meter un
alfiler en un pedazo de pan y arrojárselo a unos perros hambrientos. Le
había hecho precisamente eso a un perro llamado Zhuchka, que se había
ido corriendo , y el pobre niño se siente abrumado por la posibilidad de
que el perro haya muerto. Como le dice Iliusha a su padre: "Es porque
maté a Zhuchka, papá, por lo que hoy estoy enfermo. Dios me castiga por
eso" (v. 14, p. 482) . Todos los muchachos , así como Aliosha han estado
buscando a Zhuchka con la esperanza de aliviar la culpa de Iliusha.
Los capítulos del libro 10 se centran en las relaciones de Iliusha, Alio-
sha y el grupo de muchachos, en particular uno llamado Nikolái (Kolia)
Krasotkin. Kolia es el más audaz e independiente de todos ellos, obvia-
mente un futuro líder, quien en el pasado había tomado bajo su protección
a Iliusha. El enfermito lo había considerado su amigo y protector, y cuan-
do Kolia no se puso de su lado en la lucha por su padre, el enfurecido
Iliusha lo hirió con un cortaplumas. Sin embargo, Kolia comprendió que
se había sentido traicionado, y ya de tiempo atrás se olvidó del incidente.
Empero, mientras que los otros niños han estado acudiendo en grupo al
lado del lecho de Iliusha, Kolia se mantuvo apartado hasta la mañana en
que comienza la acción del libro 10.
Kolia es presentado como un muchacho orgulloso que insiste en ser
independiente de los demás, inteligente y seguro de sí mismo, dispuesto a
correr riesgos extraordinarios para demostrar su superioridad - se tiende
entre las vías del tren, y un ferrocarril pasa sobre él - y desafecto a toda
clase de "tonto sentimentalismo". Su pobre madre, viuda, que como una
esclava le dedica toda su vida, con lágrimas en los ojos "le reprocha su
frialdad"; sin embargo, Kolia no es frío de corazón, sino que tan sólo se re-
siste a mostrar cualquier emoción que pudiera sugerir algún tipo de debi-
lidad, alguna falta de dominio de sí mismo (v. 14, p. 463) . Pese a su facha-
da de juvenil egoísmo , pierde toda resistencia cuando su madre se pone
histérica al enterarse del episodio del tren; entonces "sollozó como un niño
de seis años" (v. 14, p. 465). En el delicioso capítulo "Chiquillos", Kolia,
con todo cariño y ternura , cuida de "los chicos", una niña de ocho años y

830 ... LOS HERMANOS KARAMÁ Z O V


un niño de siete, quienes sostienen una conversación maravillosamente
solemne acerca de lo que han oído decir de sus niñeras campesinas, sobre
cómo vienen los bebés al mundo.
El egoísmo juvenil y aún relativamente inofensivo de Kolia, quien tuvo
acceso a la biblioteca que le dejó su padre y "leyó algunas cosas inapropia-
das para su edad", se demuestra de diversas maneras (v. 14, p. 463). Una
de ellas es el tono de condescendencia y superioridad que adopta ante los
campesinos, mientras insiste en que "siempre le alegra hacerles justicia"
(v. 14, p. 474). Al mismo tiempo , como le dice a su admirado discípulo
Smúrov, un poco menor, "me gusta provocar a los tontos en toda clase de
sociedades" (v. 14, p. 4 77), y se comporta ante los campesinos como si to-
dos ellos fueran esos tontos. Rakitin también ha estado muy atareado entre
los escolares, compitiendo con Aliosha, y Kolia lo cita como una autoridad
que lo ha convertido en "socialista". Rakitin lo ha convencido de que "las
relaciones sociales de los hombres" son más ridículas que las de los perros,
y de que "todo es costumbre en los hombres, todo , hasta sus relaciones
sociales y políticas" (v. 14, p. 474).
Desde hace ya tiempo , los críticos han reconocido a Kolia como un
Iván embriónico, por medio del cual Dostoievski traspone brillantemente
algunos de los motivs dominantes de su libro a un registro adolescente. Por
ejemplo, Kolia le dice a Aliosha que "Dios es sólo una hipótesis" (exacta-
mente la posición de Iván) y que "es posible que alguien que no cree en
Dios ame a la humanidad" (como, a su manera perversamente compasiva,
lo hace el Gran Inquisidor de Iván) (v. 14, pp. 499-500). Dostoievski se
divierte cuando Kolia repite lo que le ha oído decir a Rakitin: "Yo no me
opongo a Cristo ... -declara Kolia magnánimo-. Fue una persona muy
humana, y si viviera hoy, se le encontraría en las filas de los revoluciona-
rios, y tal vez desempeñaría un papel conspicuo" (v. 14, p. 500). Cuando
se le pregunta cuál es la fuente de estas frases (puede suponerse que es la
opinión de Belinski) , Kolia sólo puede contestar que "ellos dijeron que él
lo dijo" ... y desde luego, era el propio Dostoievski quien había publicado
esta frase de Belinski en su Diario de un escritor:
Kolia sabe que ha adquirido todas estas opiniones "de segunda mano",
y le preocupa terriblemente que Aliosha, a quien desea impresionar, pueda
considerarlo ridículamente presumido y pretencioso. Además, Dostoievski
se vale de Kolia no sólo para parodiar la imagen ya familiar de Iván sino
también para prevenir el drama que pronto se desarrollará. Una de las es-

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO S 10 Y 11 ~ 831


capadas de Kolia, que lo ha metido en dificultades con las autoridades, fue
inducir a "un estúpido carirredondo de veinte años" a ver qué ocurría si
empujaba una carreta justo cuando un ganso estaba picoteando una bolsa
de avena con el pescuezo bajo una rueda. Entonces, un ligero desplaza-
miento de la carreta le rompió el cuello al ganso (v. 14, p. 495). Cuando
ambos fueron llevados a la policía por el enfurecido propietario del ani-
mal, "el mandadero" dijo, llorando , que Kolia lo había obligado. Pero "yo
contesté -le explica éste a Aliosha-, con la máxima compostura que yo no
lo había obligado , que simplemente había hecho una proposición general,
había hablado hipotéticamente" (v. 14 , pp. 495-496). Iván había adoptado
exactamente el mismo papel con Smerdiakov, planteando la proposición
general de que "todo era permitido" y, al menos por el momento , negán-
dose como Aliosha a asumir alguna responsabilidad por lo que pudiese
ocurrir como resultado. El juez de paz, divertido por la sofistería de Kolia ,
lo deja libre tan sólo con una advertencia; en cambio, a Iván su conciencia
no le permitirá escapar tan fácilmente.
Kolia no dañó a nadie más que al ganso con esta particular travesura
egoísta, pero no fue así como trató al pobre y doliente Iliusha. Aun cuando
Kolia sabía que Iliusha deseaba verlo a él por encima de todo , no fue con
los otros muchachos a visitarlo en su lecho de enfermo. Una razón fue que
su orgullo no dejaría que pareciese actuar bajo la influencia de Aliosha;
otra, que había encontrado a Zhuchka vivo y sano, al que ahora le había
dado el nombre de Perezvón ("carillón", o repique de campanas). Kolia
había pasado algún tiempo enseñando al perro toda clase de suertes, y no
lo mostró hasta haber completado ese periodo de entrenamiento. Iliusha
se llena de sorpresa y de gozo cuando Kolia pone al animal a hacer sus
gracias: sus "grandes ojos casi se le salen de las órbitas". Pero el narrador
observa tristemente que "si Krasotkin, quien no tenía la menor sospecha,
hubiese sabido del efecto desastroso y fatal que ese momento podía tener
sobre la salud del enfermo, nada lo habría inducido a hacer eso" (v. 14,
p. 491). "Con involuntario reproche en su voz, pregunta Aliosha: '¿Pudiste
tardarte tanto en venir simplemente por entrenar al perro7'" (v. 14,
p. 492).
La necesidad de Kolia de dominar a otros y de controlar cada situación
en que participa es una imitación del objetivo del Gran Inquisidor (crea-
ción de Iván) de liberar a la humanidad de la carga de la libertad. De he-
cho , la relación de Kolia con Iliusha en el pasado bien puede verse como

832 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


un facsímil inexperto de la invención poética de lván. "Iliusha era orgullo-
so -le dice Kolia a Aliosha-, pero me era servilmente devoto, y sin em-
bargo , sus ojos llameaban, y no quería ni siquiera llegar a un acuerdo con-
migo; o discutía, estallaba en rabia." Iliusha parecía estar desarrollando,
como dice Kolia , "un pequeño espíritu libre propio". La razón era que "yo
respondía con frialdad a su cariño", y "cuanto más cariñoso se mostraba,
más frío me mostraba yo" (v. 14, pp. 480-482). La aversión de Kolia al
"tonto sentimentalismo" excluye toda reciprocidad de sentimiento, así
como el racionalismo de lván excluye (o reprime) todas las emociones que
broten de su conciencia moral. Pero cuando Kolia se encuentra frente al
rostro demacrado y febril del agonizante Iliusha , "le falló la voz ... su rostro
súbitamente se contrajo y le temblaron las comisuras de la boca" (v. 14, p.
488). Como le había ocurrido con su madre , la pose de Kolia de absoluto
dominio de sí mismo se desploma, y cede a sus sentimientos de piedad
y de compasión.

Dostoievski se vale de la sufrida familia Sneguiriov, así como del profundo


amor que existe entre Iliusha y su padre, como contrapeso a los enconados
odios de los Karamázov. La situación de la familia ha mejorado porque el
capitán aceptó la caridad de Katerina lvánovna. Pero nada puede aliviar su
desgarrador pesar al ver a su hijo, ya condenado, expirar ante sus ojos.
(Las cosas empeoran más por la visita de una despiadada "luminaria" mé-
dica de Moscú, pagada por Katerina, quien cruelmente habla de una leve
esperanza de mejoría si la familia pudiese irse a otros climas ... posibilidad
completamente fuera de su alcance.) Kolia había llamado desdeñosamente
al capitán "charlatán, bufón", pero el análisis de Aliosha presenta la com-
prensión que Dostoievski tenía de este tipo de carácter en particular. "Éstas
son personas de sentimientos profundos -dice Aliosha- , que de algún
modo han sido aplastadas. En ellas, la bufonería es una especie de ironía
resentida contra aquellos a quienes no se atreven a decirles la verdad de
frente por haber sido durante años humillados e intimidados por ellos.
Créeme, Krasotkin, esa clase de bufonería es a veces trágica en extremo"
(v. 14, p. 483). Mediante esas observaciones, Aliosha logra hacer que el
muchacho cobre conciencia de lo mucho que su orgullo lo ha orientado en
su manera de tratar a Iliusha y su desprecio al capitán.

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS 10 Y 11 ~ 833


El padre Zósima había enviado a Aliosha al mundo para hacer allí su
labor, y la escena con Kolia y los muchachos es la primera ilustración de
cómo se realizará esa tarea. Aliosha escucha pacientemente toda la charla
de Kolia acerca de "socialismo" y de varias otras nociones "subversivas"
que ha tomado de Rakitin, acerca de Voltaire, de Dios, etc., en todo lo cual
imita a lván. Aliosha le responde "amable, suave y muy naturalmente,
como si estuviese hablando con alguien de su edad, o aún mayor". Kolia
quedó particularmente impresionado por la aparente inseguridad de Alio-
sha en lo referente a su opinión de Voltaire. "Parecía estar dejando la cues-
tión para que él, el pequeño Kolia, la resolviera" (v. 14, p . 500). Dispuesto
a respingar al menor desafío, pero inseguro en lo interno y temeroso de
quedar en ridículo, ahora Kolia baja completamente la guardia y expresa
todas las emociones que hasta entonces había tenido cuidadosamente re-
primidas.
Pasa así por una experiencia de conversión en miniatura, similar a la
de Aliosha y Dimitri, y confiesa que "soy profundamente infeliz, a veces me
figuro todo tipo de cosas, que todos se ríen de mí, el mundo entero, y
me siento dispuesto a derribar todo el orden de las cosas". Comprende
ahora que "lo que me impidió venir [a ver antes a Iliusha] fue mi presun-
ción, mi egoísta vanidad, y mi estúpida testarudez, de la que nunca puedo
librarme, aunque he estado batallando con ella toda mi vida". Después de
esta confesión, le pregunta a Aliosha si no lo encuentra "ridículo", y Alio-
sha le aconseja superar todo temor de confesar sus faltas y sus fallas. En
realidad semejante vanidad es ahora '"casi una especie de locura', declara
Aliosha. 'El Demonio ha tomado la forma de esa vanidad y entrado en toda
una generación. Es simplemente el demonio', añadió Aliosha, sin la menor
sonrisa que Kolia, mirándolo fijamente, había esperado ver" (v. 14, p. 503).
Aliosha toma en serio al Demonio , negándose a desdeñar divertidamente
tan anticuada superstición. Pronto, lván también se encontrará oscilando
entre la incredulidad de Kolia y la gravedad de Aliosha mientras lucha por
determinar si el diablo al que ve es (o no es) una alucinación.
El libro 10 termina con una variación del motiv de Job que corre por
toda la novela, y ahora Dostoievski no hace ningún esfuerzo por suavizar o
mitigar su impacto , emocionalmente devastador. El capitán se entrega a
una abyecta desesperación cuando el médico de la capital no puede darle
ninguna esperanza, e Iliusha abraza a su padre y a Kolia, "a los que unió en
el mismo abrazo , estrechándolos con todas sus fuerzas". "El capitán empe-

834 .. LOS HERMANOS KARAMÁZO V


zó de pronto a sollozar", y tampoco Kolia puede contener las lágrimas al
despedirse, y promete volver. "Oh, cuánto me maldigo por no haber veni-
do antes", murmura. Iliusha, conmovido, le dice a su padre que "se consi-
ga a un buen niño" cuando él muera y que lo "quiera en mi lugar''. Pero el
padre, apesadumbrado, al salir de la habitación le dice a Kolia y a
Aliosha "en un susurro incontenible: 'No quiero un buen muchacho, no
quiero a otro [... ] Si te olvido, Jerusalén, que mi lengua ... "', alusión bíbli-
ca que Kolia no comprende, y le pide a Aliosha que se la explique (v. 14,
p. 507). Semejante escena bien podrá haber sido excesiva, pero en la pluma
de Dostoievski transmite una abrumadora pureza e intensidad de emoción.
La muerte de su hijo Alekséi, justo dos años antes, ciertamente contribuyó
al patetismo conmovedor de estas páginas. Y él mismo había escrito una
carta angustiada, en 1868, en ocasión de la muerte de su hija de dos meses,
Sofía, para expresar el mismo pesar inconsolable que el capitán. "Y ahora
me dicen, para consolarme, que tendré otros hijos. Pero ¿dónde está Sofía?
¿Dónde está esa personita por quien, me atrevo a decirlo , yo habría acepta-
do la crucifixión para que ella pudiera vivir7" 1

Aunque existen importantes correspondencias temáticas entre el libro 10


y el resto de la novela, estos capítulos sólo contienen una mención pasa-
jera de la línea principal de la trama: la observación de Kolia a Smúrov de
que le resulta difícil comprender a Aliosha. "Van a procesar a su hermano
mañana o al día siguiente por semejante crimen, y sin embargo él tiene
tanto tiempo que dedicar a sentimentalismos con los niños" (v. 14,
p. 4 72). En el libro 11 se vuelve a dedicar a los principales personajes y
acontecimientos en el intervalo de dos meses transcurrido desde la deten-
ción de Dimitri.
Cuando Aliosha visita a Grúshenka, que había sido aquejada por una
grave enfermedad tras el arresto de Dimitri, observa Aliosha un cambio
decisivo en su carácter. "Una mirada de firmeza y de propósito inteligente
se había formado en su rostro. En ella había señales de una transformación
espiritual, y se podía discernir una determinación firme, fina y humilde,
1 PSS, vol. 28 , libro 2, p. 297; 18-30 de mayo de 1868. Véase mi Dostoievski. Los años mila-

grosos, 1865-1871, FCE, México, 2010, p. 377.

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS 10 Y 11 ~ 835


que nada podía quebrantar" (v. 15, p. 5). Grúshenka había dado refugio al
lastimoso Maxímov, y hasta había enviado alimento y unos cuantos rublos
a los dos polacos menesterosos, a pesar de su "arrogante dignidad" y alti-
vez. Ella y Dimitri pelean con furia, sin dejar por ello de amarse profunda-
mente, porque Dimitri se pone celoso de la bondad de Grúshenka para
con su ex amante polaco, y ella teme a su gratitud para con Katerina, quien
ha llevado a un médico de Moscú como testigo en favor de Dimitri y ha
contribuido , junto con lván y Aliosha , a contratar a un célebre abogado
defensor. Se dice que el asesinato , por alguna razón no explicada , se había
hech o célebre por toda Rusia, y el eminente abogado defensor Fetiukóvich
ha aceptado venir a las provincias por una paga nominal: "más por la glo-
ria" que por ningún otro propósito (v. 15 , p. 10). Grúshenka le informa a
Aliosha que lván también ha visto en secreto a Dimitri en la prisión, y am-
bos parecen estar fraguando algún plan. El misterio de la conducta y la
motivación de lván empieza a pasar, así, al primer plano.
Como bien lo sabemos, Dostoievski a menudo introduce un tema serio
dándole, para empezar, una forma cómica o escandalosa. Después de que
Aliosha deja a Grúshenka para visitar a Lizajojlakova, como de costumbre
es abordado por su parlanchina madre , quien desde que "el joven oficial
Perjotin se había vuelto un visitante habitual a su casa", ha empezado a
vestirse de manera más llamativa (v. 15 , p. 13) . La señora hace algunas di-
vagaciones sobre el juicio inminente y sobre el hecho de que se hicieron
alusiones a ella en un relato sobre el caso , en un periódico llamado Chis-
mes . Tal como lo había hecho en El idiota, parodia entonces Dostoievski las
que considera exageraciones , distorsiones y abiertas calumnias de la pren-
sa radical. En una versión propagada por el resentido y decepcionado pre-
tendiente Rakitin , quien ha sido remplazado ahora por Perjotin, se dice
que madame j ojlakova ofreció tres mil rublos a Dimitri si se fugaba con ella
a las minas de oro , pero que él, en cambio, prefirió asesinar a su padre.
La sátira se vuelve más seria cuando la locuaz señora sigue parloteando
sobre la posibilidad de alegar demencia temporal, lo que Dimitri había di-
cho que no iba a aceptar porque implicaría que era culpable. Pero madame
jojlakova queda encantada con la idea de que el crimen pueda ser pronun-
ciado una "aberración" de la que Dimitri no fuese en realidad responsable.
"Descubrieron aberraciones -le dice alegremente a Aliosha- , en cuan-
to se reformaron los tribunales. " Cuando Aliosha la interrumpe, "un tanto
cortante'', para insistir en que su hermano no es el asesino, ella inmediata-

836 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


mente se pone a hablar de Grigori, que también había sufrido una "aberra-
ción" por el golpe en la cabeza. De hecho , según ella, nadie puede ser cul-
pable de nada, porque "¿quién no está sufriendo hoy ya de aberraciones'?
Tú , yo, todos nos encontramos en un estado de aberración, y siempre hay
muchos ejemplos de ella" (v. 15, pp. 18-19). Esta enfermedad universal se
convierte, así, en una inversión paródica de la culpa universal del padre
Zósima, en que todos son responsables de todo. La descocada volubilidad
de madame Jojlakova también saca a la luz el motiv de inestabilidad mental
y locura que pronto será ilustrado por Iván.
El trastorno mental , específicamente vinculado con el Demonio , apa-
rece aterrador y a la vez patético en el próximo capítulo. Al visitar a Liza,
que ahora puede ya caminar, Aliosha nota un cambio para mal, y no para
bien, en su estado mental. "No había ni sombra de humorismo ni de albo-
rozo en su rostro, mientras que anteriormente la alegría y la animación
nunca la abandonaban, ni siquiera en sus momentos más 'serios"' (v. 15,
p. 22). En lugar de alegría, ha empezado a soñar con fantasías sadomaso-
quistas de destruir a otros y destruirse a sí misma . . . y, por ello, se ha con-
vertido en "el diablillo" del título del capítulo. "Sí, quiero desorden - le
dice a Aliosha, afirmando su deseo de que- todo quede destruido". Alio-
sha le advierte que está "tomando el mal por bien", aunque no puede negar
simplemente una de sus provocaciones: "Mira, están juzgando a tu herma-
no por asesinar a su padre, y a todo mundo le encantó que hubiera asesi-
nado a su padre''. Luego le habla de un sueño en que unos demonios que
la atacaban se retiraron cuando ella se persignó. Pero luego volvieron,
cuando ella empezó a blasfemar. "Es terriblemente divertido -dice-,
hasta te quita el aliento" (v. 15, pp. 22-23) . Aliosha, de pronto, confiesa
haber tenido exactamente el mismo sueño , reconociendo así que también
él en su subconsciente había estado jugando con la fe. Es posible conside-
rar tales palabras como un esfuerzo por calmar y tranquilizar a Liza, pero
acaso prefiguren unos aspectos no desarrollados del carácter de Aliosha,
que surgirían en la continuación, no escrita , de la historia de su vida. En
realidad, toda la relación de Aliosha y Liza se queda en embrión y señalan-
do al futuro, así como otras situaciones no resueltas que surgen en estas
últimas páginas.
A Liza también la había visitado lván , quien fomentó sus peores incli-
naciones. En lugar de tratar, como Aliosha, de contrarrestar sus propencio-
nes sadomasoquistas , las había reforzado con su complicidad. Cuando ella

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LI BROS 10 Y 11 ~ 837


le dice lo "grato" que sería comer compota de piña (un lujo extremo en la
Rusia de la época) contemplando la prolongada agonía de un niño crucifi-
cado, "él rió y le dijo que eso sería realmente agradable" (v. 15, p. 24). Por
su parte, lván, como pronto lo sabremos, está siendo visitado por un de-
monio, y la implicación es que ha llevado consigo su propia enfermedad
para agravar la de Liza. Pero ella no está aún completamente poseída por el
espíritu maligno, y busca a Aliosha como su único posible salvador. "'¡Alio-
sha, sálvame!', dijo, saltando súbitamente del diván, y corrió hacia él y lo
tomó entre sus manos. '¡Sálvame!', casi gimió" (v. 15, p. 25). Liza todavía
lucha contra sus peores impulsos, y en la conclusión de esta escena mete el
dedo en el hueco de la jamba de la puerta, la cierra violentamente y se mu-
tila a sí misma como castigo. "¡Soy vil, vil, vil, vill", murmura (id), repi-
tiendo así la autocondena de lván cuando se declaró "un canalla" después
de partir, el día del asesinato.
En esta escena hay otro aspecto que (por desgracia) no se puede pasar
por alto . La fantasía de Liza acerca de un niño crucificado procede de un
libro que había leído acerca del proceso a un judío acusado de ese crimen,
y le pregunta a Aliosha: "¿Es verdad que durante la Pascua los judíos se-
cuestran a un niño [cristiano] y lo matan"?" La monstruosidad en cuestión
viene de un difundido libelo contra los judíos, al cual, como hemos visto,
Dostoievski le había dado crédito en una carta. Y la respuesta de Aliosha
-ejemplo de virtud cristiana, heredero de la doctrina del padre Zósima,
sobre el amor que todo lo perdona- se limita a una confesión de ignoran-
cia: "No lo sé". Podrá decirse que esa respuesta es muy verosímil, dadas las
limitaciones intelectuales de la formación de Aliosha, y el hecho de que
éste no se limite a afirmar la verdad de esta acusación puede ser considera-
da como una pequeña concesión a la decencia. Pero que Dostoievski intro-
dujera semejante material, por mucho que por entonces fuera un asunto
sometido a discusión, deja en su reputación una mancha permanente que
nada puede borrar (id.). El vaivén interno de sus emociones acerca de los
judíos, todavia perceptible en su artículo sobre "La Cuestión judía", parece
haberse desvanecido por completo. Ahora da la mayor circulación posible
a esta Antigua calumnia, usada inicialmente en la antigüedad clásica con-
tra los propios cristianos primitivos.

838 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


5

El efecto revelador que tiene el sueño de Dimitri acerca de la aldea incen-


diada y del niño que llora ha alterado permanentemente su carácter y su
sentido de los valores. Grúshenka, un tanto desconcertada, le dice a Alio-
sha que siempre está hablando "de algún niño", declarando que "por el
niño es por quien ahora voy a Siberia. No soy un asesino, pero debo ir a
Siberia" (v. 15, p. 10). Cuando Aliosha lo visita en la prisión, encuentra a su
hermano sumamente alterado porque Rakitin ha estado tratando de soca-
var su fe en Dios. El futuro periodista intentaba escribir un artículo acerca
del crimen "para demostrar alguna teoría", a saber, que Dimitri "no pudo
dejar de asesinar a su padre, fue corrompido por su ambiente, etc." (v. 15,
p. 28). Como la "aberración" de madamejojlakova, también la doctrina del
"ambiente" elimina toda responsabilidad moral, y Dostoievski ya la había
satirizado antes en Crimen y castigo. Ahora, su blanco son las ideas de Claude
Bernard, el fisiólogo francés cuyas doctrinas deterministas habían ejercido
una influencia considerable sobre el muy popular e influyente Zola.
En una jocoseria declamación acerca de lo que ha aprendido de Raki-
tin, Dimitri expresa su consternación: "Lamento perder a Dios -dice. Dios
ha sido remplazado por- una especie de fibras, las pequeñas fibras de
esos nervios y en cuanto empiezan a vibrar ... se forma una imagen, no in-
mediatamente, pero al cabo de un instante, de un segundo, y forma una
imagen ... Por eso yo veo y pienso, a causa de esas fibras, y no porque ten-
ga un alma y yo haya sido hecho a imagen y semejanza [es decir, de Dios]"
(id.). Cuando Dimitri objetó esta explicación, parafraseando la tesis de Iván
de que "sin Dios y sin vida inmortal todas las cosas son lícitas", Rakitin con-
vino, riendo, en que "a un hombre inteligente todo le está permitido"
(v. 15, p. 29). Esta reiteración de la doctrina de lván por el inescrupuloso
Rakitin echa las bases de la inmediata descripción de la lucha de Iván con
su conciencia en los capítulos siguientes. Sea como fuere, como lo pone en
claro Dostoievski, el despreciable Rakitin y el atormentado lván no son
comparables. Aunque Dimitri aún no puede sondear a Iván debido a su
silencio, declara explícitamente: "Mi hermano lván no es Rakitin. En él hay
una idea".
La primera parte del título del capítulo, "Un himno y un secreto", se
refiere al himno que canta Dimitri al "hombre nuevo" en que se ha trans-
formado, cuya fe no es quebrantada por las desdeñosas bromas de Rakitin.

LOS HERMANOS KARAMÁZOV.· LI BROS 10 Y 11 ~ 839


Aunque bien sabe que es inocente , Dimitri está dispuesto a ir a Siberia
"por todos los niños ... [y] porque todos somos responsables de todo", ha-
ciendo eco, nuevamente, a la doctrina del padre Zósima e implicando la
analogía con Cristo ("Yo voy por todos") (v 15, p. 10). Dostoievski, entonces,
probablemente se basa en recuerdos de su propia prisión cuando Dimitri
exclama: "No se puede existir en prisión sin Dios, es aún más imposible
que fuera de la prisión. Y entonces nosotros , los hombres del subsuelo,
cantamos desde las entrañas de la tierra un himno trágico a Dios, con quien
está la alegría. ¡Vivan Dios y Su alegría! ¡Yo Lo amol " La extática afirmación
de Dimitri llega a un clímax cuando declara: "Creo que podría soportar
cualquier sufrimiento tan sólo para poder decir y repetirme a mí mismo a
cada momento: 'Yo existo"' (v 15, p. 31).
Sin embargo, la extática exaltación de Dimitri es moderada por "el se-
creto", que él e lván han estado compartiendo. Éste es un plan para que
Dimitri escape después de que, como ahora parece seguro, lo declaren cul-
pable. Con la necesaria cantidad de dinero, fácil sería arreglar que él y
Grúshenka huyesen a América. Surge así un nuevo conflicto entre la nece-
sidad de expiación de Dimitri y su amor purificador por Grúshenka, de
quien estaría separado si lo enviaran a Siberia. Aliosha le aconseja aplazar
toda decisión hasta pasado el juicio, y Dimitri súbitamente hace una pre-
gunta que lo ha estado torturando largo tiempo: ¿Lo cree culpable Aliosha?
Su rostro se ilumina cuando Aliosha responde: "¡Ni por un instante he
creído que fueras el asesino!" (v. 15, p . 36). ¿Cómo decidirá el inocente
Dimitri la cuestión del escape si es legalmente condenado? Esto queda sin
resolverse hasta el fin.

Todos los cinco capítulos restantes del libro 11 enfocan a lván. Se le ha


estado aludiendo constantemente en los cuatro anteriores, ya sea indirecta-
mente (por medio del paralelo con Kolia) o más explícitamente, conforme
avanza la acción. Por último, aparece en persona cuando Aliosha va a visi-
tar a Katerina lvánovna. Al irse lván, Katerina le implora a Aliosha que lo
siga "porque está loco ... es víctima de una fiebre, de una fiebre nerviosa.
Eso me dijo el doctor" (v 15 , p . 38) El propio lván se da cuenta de su
agravada inestabilidad mental, oscilando como está entre estados de luci-
dez y lo que teme que sean alucinaciones (como el verse acosado por el

840 ... LOS HERMANOS KARAMÁ ZOV


Demonio) . Su estado mental se revela cuando le pregunta a Aliosha si es
posible saber que uno se está volviendo loco.
Aparentemente, Iván se niega a aceptar "el mito de que ese loco idiota,
el epiléptico Smerdiakov" (v. 15 , p. 39), haya cometido el asesinato. En
efecto , Katerina le había enseñado la carta escrita por Dimitri, que parece
confirmar la culpabilidad de éste. No obstante, Aliosha posee el mismo
don intuitivo de penetración moral-psicológica del padre Zósima, y com-
prende que Iván ha estado cavilando estos últimos dos meses sobre su po-
sible responsabilidad. Cuando Iván llama "asesino" y "monstruo" a Dimitri,
Aliosha pone objeciones, y cuando lo desafían a nombrar a algún otro , res-
ponde: "Sólo sé una cosa ... no fuiste tú quien mató a nuestro padre". Alio-
sha siente que ahora n o está hablando "por sí mismo, no por su propia
voluntad, sino obedeciendo a alguna orden irresistible"; Iván queda tan
asombrado por esta respuesta que toca todos sus temores ocultos, que cree
que Aliosha debe de estar enterado de sus conversaciones con el demonio
(o con su alucinación) sobre el mismo tema (v. 15, p. 40). El orgulloso
Iván se enfurece tanto por esta adivinación de su encubierta confusión
mental que rompe toda relación con su hermano "desde este momento , y
probablemente para siempre" (v. 15 , pp. 40-41). Pero entonces, Iván , de
improviso, decide ir a visitar a Smerdiakov: no por primera sino por terce-
ra vez, habiéndolo conducido los dos primeros encuentros al estado de-
mencial en que lo encontramos en este punto .
El narrador retrocede entonces en el tiempo , no sólo para describir las
visitas de lván sino también para resumir los sentimientos de éste hacia su
hermano Dimitri en general. "Positivamente le disgustaba; si acaso, a veces
sentía cierta compasión por él, pero estaba siempre mezclada con un gran
desprecio y hasta con repugnancia". lván también amaba a Katerina lvánov-
na, cuya devoción por Dimitri, nacida de orgullo y vanidad más que de
amor, lo llenaba de "indignación". De todos modos , cinco días después del
asesinato había ido a ver a su hermano a la prisión ... y salió de allí conven-
cido de su culpa. Dimitri había acusado a Smerdiakov, pero continuaba,
asimismo, vituperando a su padre. Todo lo que decía era "horriblemente
confuso ... Casi no parecía desear defenderse ante lván o ante cualquiera".
Además, ofendió a lván hasta lo más hondo "al decirle brutalmente que no
le correspondía a gente que declaraba que 'todo era lícito' sospechar de él e
interrogarlo" (v. 15 , p. 42).
En este estado mental va Iván por primera vez a visitar a Smerdiakov,

LOS HER MA N OS KA RAMÁZO V: LI BROS 10 Y 11 ~ 84 1


que sigue en el hospital debilitado por prolongados ataques epilépticos.
Lo que le preocupa a lván es el recuerdo de la conversación sostenida entre
ambos la víspera del asesinato. Cuando la menciona, Smerdiakov insiste,
con el ingenio dialéctico que ya había demostrado, en que cuando apremió
a Iván a ir a Chermashnaia y así quedarse cerca, en lugar de partir rumbo
al lejano Moscú, en realidad estaba diciéndole que se quedara por lo que
pudiera ocurrir en su casa debido a la furia de Dimitri. Pese a su inquie-
tud, Iván se deja persuadir por el argumento de Smerdiakov de que, si
él hubiese estado planeando algún crimen, no le habría dicho a lván que él
podía imitar un ataque de epilepsia, "dando así testimonio contra mí mis-
mo de antemano" (v. 15, p. 47). Esta sensata consideración pone fin al
alegato, aunque se basa en una premisa que lván sabe, subconscientemente,
que es falsa; a saber, que Iván se habría opuesto a un crimen contra Fiódor
Pávlovich. Pero aprovecha gustoso esta racionalización de Smerdiakov como
medio de exculparlos a ambos de toda sospecha.
Después de alejarse del lecho del enfermo, Iván aún siente que había
algo "insultante" en el acuerdo de mantener oculta su conversación ante-
rior. Pero estaba resuelto a creer en la inocencia de Smerdiakov, o sea, tam-
bién en la suya propia, y así "no quiso analizar la razón de este sentimien-
to, y hasta sintió una positiva repugnancia por profundizar en su sensación"
(id.). Al pasar el tiempo, Iván se entera del peso abrumador de pruebas
circunstanciales contra Dimitri y se convence más aún de la culpa de su
hermano. Sin embargo, no puede librarse de la firme insistencia de Aliosha
en que Dimitri es inocente, lo que deja a Smerdiakov como el único posi-
ble sospechoso. Asimismo, rondan por él ciertos recuerdos: de lo que sin-
tió durante el ataque de Dimitri a Fiódor Pávlovich ("una víbora devorará a
la otra"), de haberse escondido en la escalera para escuchar a su padre, que
abajo se movía; de haber dicho al llegar a Moscú: "¡Soy un canalla!" Cuan-
do ahora le pregunta a Aliosha si había pensado que él deseaba que Dimi-
tri matara al viejo, y que "yo mismo estaba dispuesto a hacerlo", replica
Aliosha: "Perdóname, también eso pensé yo entonces" (v. 15, p. 49). Este
reconocimiento acusador conmueve tanto la relativa compostura de lván
que lo empuja a ir a visitar a Smerdiakov por segunda vez.
Smerdiakov ha recobrado ya la salud y lleva "una bata de colores, acol-
chada, aunque sucia y deshilachada". También su actitud es distinta, como
si resintiera la intrusión en un asunto que él consideraba resuelto; Iván
notó la mirada "positivamente maliciosa, dura y altanera" de sus ojos

842 .... LOS HERMANOS KARAMÁZO V


(v. 15, p. 50). Esta vez, a Smerdiakov no le cuesta ningún trabajo hablar
claro , y le dice a lván que "también tú probablemente estabas muy deseoso
de la muerte de tu padre" (v. 15 , p. 51). Explica entonces que su conversa-
ción con lván antes de su partida fue un medio de descubrir "si deseabas
que tu padre fuese asesinado, o no"; pero cuando lván lo acusa del asesina-
to, contesta ambiguamente que "no fui yo quien lo asesinó . Y habría yo
creído que no había necesidad de hablar de eso con un hombre inteligente"
(v. 15 , pp. 51-52). Esta pulla refuerza la acusación contra Dimitri pero , al
mismo tiempo , alimenta los temores de lván de que quedaba mucho más
que decir.
Smerdiakov disipa, así, los últimos restos del autoengaño de lván y re-
vela el verdadero significado de su conducta. En efecto, añade el insulto a
la herida al atribuir la motivación de lván a un sórdido asunto de dinero: el
deseo de impedir que Fiódor Pávlovich se casara con Grúshenka y deshe-
redara a sus hijos. Ahora, casi enteramente convencido de que Smerdiakov
es el asesino , lván se ve a sí mismo como participante en el crimen. Corre
a ver a Katerina , a quien le habla acerca de este encuentro, y luego declara:
"Si el asesino no es Dimitri sino Smerdiakov, yo comparto su culpa ... si él
es el asesino ... también lo soy yo" (v. 15 , p. 54) . Es entonces cuando Kate-
rina vuelve a enseñar la carta que parece demostrar la culpa de Dimitri.
Escribiendo en una taberna, ya ebrio, al comienzo mismo de los aconte-
cimientos, dos meses antes, había declarado Dimitri: "Hoy trataré de
conseguirlo [el dinero que debía a Katerina] de alguien , y si nadie me lo
presta, les doy mi palabra de honor de que acudiré a mi padre y le rompe-
ré el cráneo y sacaré el dinero debajo de su almohada , con sólo que se haya
ido lván " (v. 15 , p . 55). Nada parece ser más claro que el hecho de que
Dimitri había cumplido su amenaza, y que la supuesta influencia de Iván
sobre Smerdiakov no fue la causa del crimen.
Aunque el narrador afirma ahora que "lván quedó completamente
tranquilizado" y "resolvió despreciarlo [a Smerdiakov] y olvidarlo" (v. 15 ,
p . 56), sobran indicaciones de que la resolución de lván no se puede llevar
a cabo. Cae enfermo y va a consultar al médico visitante, el de Moscú ,
quien le había advertido a Katerina lvánovna que lván estaba sufriendo de
una "fiebre nerviosa" y que en realidad estaba "loco". Durante este periodo
es cuando lván le propone a Dimitri su plan de escape, aun cuando "odia-
ba a Mitia , más y más cada día". Pero se ofrece a financiar el escape porque
Smerdiakov había indicado que si Dimitri quedaba convicto aumentaría la

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIB ROS 10 Y 11 .... 843


parte de Iván en las propiedades, y retrocede ante la idea de beneficiarse
económicamente por el asesinato. También se pregunta si está tan dispues-
to a ayudar a escapar a Dimitri "porque yo soy tan asesino como él en mi
corazón" (v. 15, p. 56). Todas estas vacilaciones indican que las dudas de
lván acerca de Smerdiakov distan mucho de verse disipadas, y se renuevan
con las palabras de Aliosha y con Katerina , quien poco después le dice a
lván que "¡Yo misma he ido a ver a Smerdiakov!" (v. 15, p. 57). Su visita
sólo podía significar que también ella , a pesar de la carta, tenía ciertas du-
das acerca de la culpabilidad de Dimitri, e intentaba enterarse de la verdad .
Ésta es la causa inmediata del regreso de lván para enfrentarse a Smerdiakov
por tercera y última vez.
Dostoievski adapta ahora a la naturaleza para ponerla de acuerdo con
el torbellino de las agitadas emociones de lván, y el episodio es colocado
dentro de un marco narrativo que muestra dramáticamente las consecuen-
cias moral-espirituales de este último diálogo. Comienza una violenta tem-
pestad de nieve mientras lván camina por las calles oscuras, en camino a la
cabaña de Smerdiakov, y tropieza con un campesino ebrio que va cantan-
do los primeros versos de una cantinela popular: "Ach, Vanka se fu e a Pe-
tersburgo /No esperaré hasta que regrese". Esta canción le recuerda a lván
su propia partida a Moscú y lo que había ocurrido antes de que él retornara.
y aunque tal conexión no se hace explícita, no cabe duda de que por esto
"lván sintió un intenso odio [al campesino] antes de haber pensado siquie-
ra en él" (id.). Cuando el campesino, vacilante, se le acerca, lván lo derriba
y lo deja tendido en la nieve, al parecer inconsciente. Mientras continúa su
camino, por la cabeza le pasa la idea de que "allí se congelará".
Como ya se había enterado lván por las hablillas del pueblo, Smer-
diakov ha vuelto a enfermar, y cada cual nota inmediatamente lo enfermo
que el otro parece; ambos están siendo minados por la misma angustia
moral-psíquica. Antes , lván había sido el superior por su posición social y
su intelecto, pero ahora es Smerdiakov el que predomina. Tal como ha lle-
gado a entenderlo, lván teme que exponga su implícito consentimiento al
crimen, y el lacayo le dice a su antiguo amo, "no sólo con desprecio, sino
casi con repulsión", que no tiene nada que temer (v. 15, p. 59). Pero en-
tonces, disgustado por la renuencia de lván a enfrentarse a la verdad.
Smerdiakov reconoce su propia culpa, aunque negándose a asumirla é
solo. "Tú lo mataste - le dice a lván- , tú eres el verdadero asesino.
yo sólo fui tu instrumento, tu fiel sirviente ... y siguiendo tus palabras, fue

844 ... LOS HERMANOS KARAMÁZO


como lo hice" (id.). Continúa entonces Smerdiakov, bajo el persistente in-
terrogatorio de lván - está ávido por enterarse de todos los detalles-,
explicando exactamente cómo se había cometido el crimen inmediatamen-
te después de que Dimitri golpeó a Grigori y saltó sobre la barda. Al oír el
ruido, Smerdiakov despertó, vio que Dimitri no había entrado, y "decidió
allí mismo poner fin a todo" (v. 15 , p. 64). Cuando Fiódor Pávlovich abrió
la puerta en respuesta a la señal de Smerdiakov, éste tomo un pisapapeles
de hierro, lo golpeó en el cráneo y ocultó el dinero que había tomado de-
trás de los iconos. De vuelta a su habitación, "empezó a quejarse, impa-
ciente, para despertar lo antes posible a Marfa Ignátievna" (v. 15 , p. 65).
Existe, sin embargo, otro aspecto de este diálogo que no se debe pasar
por alto . Justo después de que Smerdiakov ha hecho su confesión, y su
interlocutor "ha sentido un estremecimiento helado", lván murmura que
"temo que seas un sueño, un fantasma sentado delante de mí". Smerdiakov
replica que "sólo estamos nosotros dos, y nadie más", y añade inmediata-
mente: "No hay duda de que él está aquí, el tercero, entre nosotros". Esta
referencia a "un tercero" aterroriza a lván , que la interpreta como una men-
ción del Demonio y mira a su alrededor, con "ojos que buscaban ávida-
mente a alguien en todos los rincones". Sin embargo, Smerdiakov explica
que "este tercero es Dios, señor, la Providencia misma, señor, está aquí con
nosotros ahora, señor, sólo que no la busque, no la encontrará" (v. 15 , p. 60).
Mientras que el Demonio ha estado apareciendo a la conciencia atormen-
tada y demencial de lván, Smerdiakov, al parecer, ha estado regresando a
las fuentes de su propia fe desde que perdió su respeto a las ideas de lván.
El hecho de que haya estado buscando consuelo moral en ese retorno que-
da indicado por un pequeño detalle: cubre el dinero que obtuvo mediante
el asesinato , y que ahora muestra a lván , con un ejemplar de Los sermones
del Santo Padre Isaac el süio, colección de textos religiosos populares de un
asceta del siglo v1. El padre Isaac h a quedado en lugar de la gramática fran-
cesa que Smerdiakov había estado estudiando durante la segunda visita, y
podemos recordar que incluso cuando más fascinado estaba por lván y sus
ideas, había reconocido de todos modos la existencia de los dos o tres er-
mitaños en el desierto que eran capaces de mover montañas.
Smerdiakov se llena de desprecio al ver la consternación de lván ante
la perspectiva de tener que reconocer su parte de culpa y su lucha por re-
ducirla en lo posible. '"Dios ve', dijo lván , levantando la mano , 'tal vez yo,
también, fui culpable, tal vez yo , en realidad, deseaba en secreto la ... muer-

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIB ROS 10 Y 11 ~ 845


te de mi padre, pero juro que no fui tan culpable como tú crees, y no te
empujé, en absoluto"' (v. 15, pp. 66-67). Sin embargo le dice a SmerdiakoY
que mañana revelará la verdad en el juicio, incluso su propia parte de res-
ponsabilidad; aun así Smerdiakov se niega a creer que tendrá el valor de
hacer el que, de todos modos, sería un gesto vano. Smerdiakov simplemen-
te negará el testimonio de lván y sostendrá que él estaba tratando de ayu-
dar a su hermano "sacrificándose usted mismo para salvarlo ... e inventan-
do todo en contra mía" (v. 15, p. 67). Y, lo más hiriente de todo, provoca a
lván mostrándole la incongruencia entre sus sentimientos y sus ideas: "Us-
ted mismo solía decir que todo esto es lícito, entonces, ¿por qué se altera
tanto? Hasta quiere usted ir a dar testimonio contra sí mismo". Sin embar-
go, Smerdiakov está atrapado en un conflicto interno similar: aunque nie-
ga que ahora ha vuelto a creer en Dios, ya no tiene ninguna fe en lo que.
para él, había remplazado a Dios, a saber, las ideas de lván. Su conciencia
de campesino lo ha enfermado, así como el educado sentido de culpa de
lván lo ha estado minando a él; y el suicidio de Smerdiakov coincidirá
exactamente con el colapso mental de lván en el próximo capítulo.
La escena termina con lván caminando bajo la tormenta de nieve, fir-
memente decidido a aceptar el reto de Smerdiakov. "Estaba consciente de
tener una ilimitada resolución; pondría fin a las vacilaciones que tanto le
habían torturado últimamente." Al tropezar con el cuerpo inerte del cam-
pesino "aún inmóvil y sin sentido", lván lo lleva ahora a una estación de
policía, llama a un médico y le salva la vida (v. 15, pp. 68-69). Éste es el
primer efecto de su nueva resolución, que se sobrepone a todo su anterior
desprecio a la errática y pecadora humanidad, y que tal vez fuese un anun-
cio del papel que desempeñaría en el segundo volumen proyectado. Sea
como fuere, aunque ahora sea capaz de tan espontáneo gesto de solidari-
dad humana, otra cosa es cuando piensa ir a ver inmediatamente al fiscal
para denunciar a Smerdiakov como el asesino y revelarle su parte de res-
ponsabilidad. Al decidir aplazar esta ordalía hasta la mañana, flaquea así
su determinación de actuar de manera decisiva; una vez más, se ve atrapa-
do en las garras de su dilema moral-psicológico: el dilema de tratar de se-
guir los dictados de una conciencia cuyos preceptos es incapaz de justificar
su razón. Al entrar en su habitación, "sintió como un toque de hielo en el
corazón" y, tratando de no quedarse dormido, "se levantó, inquieto, y ca-
minó por la habitación para sacudirse el sopor" (v. 15 , p. 69). Esta última
frase, que transmite la conciencia del propio lván, resulta ser enteramente

846 ... LOS HERMANOS KARAMÁZ O


ilusoria; en realidad, está dormido y sólo en sueños recorrió el cuarto.
"Ahora tengo sueños ... ", le cuenta lván a Aliosha en el siguiente capítulo,
"y sin embargo, no son sueños, sino realidad. Yo camino, hablo y veo"
(v. 15, p. 86). Así, lván es incapaz ahora de distinguir entre sus sueños y el
mundo objetivo, y cuando mira con inquietud un sofá en su habitación, ve
sentado allí a alguien "que no había estado en el cuarto cuando en él entró
lván Fiódorovich, después de hablar con Smerdiakov" (v. 15, p.70).

Los hermanos Karamázov está lleno de escenas notables, pero ninguna de-
muestra con tal plenitud el brillo y la mordacidad del talento satírico de
Dostoievski como el capítulo dedicado al diálogo de lván con el Demonio.
Es habitual mencionar la inspiración del Fausto de Goethe, y varias refe-
rencias a él aparecen en esta escena, así como en otras partes del texto;
emperó, la relación entre lván (que ha sido llamado "el Fausto ruso") y su
demonio es totalmente distinta de la de Fausto y Mefistófeles. En Goethe
no hay duda alguna de la realidad de la existencia de Mefistófeles ni del
mundo sobrenatural del que brota. En cambio, ésta es precisamente la pre-
gunta que le plantea a lván con su afectuosa y obsequiosa labia el amable
visitante. En ninguna parte aparece el tema de Dostoievski -el antagonis-
mo entre la razón y la fe- dramatizado con mayor sutileza y finura que en
estas burlonas páginas, que ilustran la extraordinaria capacidad de Dos-
toievski para jugar con sus propias convicciones más íntimas.
El retrato del Demonio, como lo ha observado Victor Tenas, tiene más
detalles descriptivos que el de ningún otro de los personajes. 2 Así, Dostoiev-
ski se toma grandes trabajos para presentarlo en términos enteramente te-
rrenales, cual un tipo social de Rusia. Como lván sigue insistiendo en que
el demonio es tan sólo un fruto de su imaginación, Dostoievski, irónica-
mente, le da una encarnación muy sólida. Aparece como un miembro de la
nobleza terrateniente, bastante venido a menos, como un caballero que ya
no es capaz de mantenerse a sí mismo porque los ingresos de sus propie-
dades se han desvanecido desde la abolición de la esclavitud; empero to-
davía muestra toda la elegancia social de su antigua posición, por ejemplo,

2
Victor Tenas, A Karamazov Companion, Madison, 1981, p. 385.

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS 10 Y 11 ~ 847


al intercalar en su conversación (como Fiódor Pávlovich) frases en francés.
Sus ropas habían sido finas, pero ahora ya están un tanto pasadas de moda:
"en pocas palabras , tenía toda la apariencia de un aristócrata con pocos
recursos" (v. 15 , p. 70). Vive como lo que los rusos llaman un prizhivalchik,
un parásito de parientes y amigos más prósperos, que siguen ofreciéndole
hospitalidad porque, después de todo, él es un caballero; sus modales son
correctos , se le puede presentar en sociedad, y es agradable, servicial y a
veces hasta divertido. Tenas ha sugerido que semejante imagen se deriva de
que el propio Iván consideró que había sido un gorrón, viviendo en casas
de otros cuando joven; no obstante, sin duda aquí también hay un significado
simbólico más general. 3 La religión misma , desde el punto de vista de Dos-
toievski, se había convertido en parásito de la sociedad culta rusa, aceptada
como respetable reliquia del pasado, pero sin ejercer ya su antiguo poder e
influencia. Como lo observa el propio Demonio, "es un axioma general-
mente aceptado en sociedad que yo soy un ángel caído ... si acaso lo fui ,
debió de ser hace tanto tiempo que bien podemos olvidarlo" (v. 15, p. 73).
El diálogo de Iván con el Demonio juega con la continua fluctuación
entre los remordimientos de su conciencia y las conclusiones amoralmente
nihilistas que han brotado de su negativa a aceptar a Dios y la inmortalidad.
El Demonio se había aparecido por primera vez a Iván cuando éste co-
menzó a cavilar sobre su posible parte en el asesinato, y en éste sentido el
Demonio representa, paradójicamente (a diferencia de cualquier otro trato
de este topos que yo conozca), la voz de la conciencia de Iván rebelándose
contra su razón. Sin embargo , el demonio de Dostoievski no predica ser-
mones morales sino que ridiculiza la incongruencia que hay entre los re-
mordimientos de conciencia de Iván y las ideas que ha aceptado y expuesto.
"Todo está permitido" para quienes no creen en Dios y la inmortalidad,
e Iván ha rechazado ambos. ¿Por qué , entonces, ha de verse atormentado
por sentimientos de culpa moral derivados de tales principios? El Demonio
llega a personificar las burlas que hace Iván de sus propias contradicciones
moral-psíquicas , que lo han llevado a lo que Dostoievski llamó fiebre cere-
bral y nosotros , hoy, diagnosticamos como esquizofrenia. Iván, finalmente ,
sufre un completo colapso ... pero no antes de que el Demonio haya exhibi-
do el anhelo de fe de Iván y a la vez la dificultad que tiene para alcanzarla
alguien que se niegue a aceptar todo mundo no euclidiano.

3
Ibid., p. 387.

848 ... LOS HER M ANOS KAR A MAZO V


Las involuciones de la conversación de lván con el Demonio son tan
intrincadas que es imposible hacer, en términos breves, un relato adecuado
de sus complejidades. Sin embargo, esencialmente, su objetivo es dramati-
zar las antinomias en que lván queda atrapado en cuanto su conciencia
choca en oposición con esas convicciones racionales que han hecho surgir
su rebelión contra Dios y Cristo. Desde luego, la ironía suprema es que sea
el Demonio el que, aparentemente, lo guía por el camino a la fe, e lván (que
desde luego, está hablándose a sí mismo por medio del Demonio) com-
prende toda la incongruencia de semejante situación. Como observa el De-
monio, "si vamos a eso, ¿probar que hay un Demonio es prueba de que
hay un Dios?" (v. 15, pp. 71-72). Iván sigue insistiendo durante todo el
diálogo en que el Demonio es sólo una alucinación suya y no tiene una
realidad independiente. "Eres una mentira, eres mi enfermedad, eres un fan-
tasma ... eres mi alucinación", grita "con una especie de furia" (v. 15, p. 72).
Mientras Iván crea esto, no tendrá que aceptar que el Demonio emana
de algún mundo irracional, no euclidiano, de fe cristiana, pero el brote de
conciencia moral del que ha empezado a sufrir le hace imposible desdeñar
por completo esa posibilidad.
El propio Demonio afirma su realidad ontológica, que lván niega con
vehemencia, y luego ayuda a Iván a reforzar esa misma negativa. Cuando
lván acusa al demonio de mentir('), éste, amablemente, accede: "Precisa-
mente. Pero la duda, el suspenso, el conflicto entre la fe y la increduli-
dad ... a veces es tal tortura para un hombre concienzudo, como lo eres tú,
que más vale ahorcarse de una vez". A beneficio de Iván, explica el Demo-
nio, está valiéndose de un "método nuevo", ya no el antiguo en que la fe y
la falta de fe eran presentadas como opuestos polares; ahora está emplean-
do una medicina homeopática, en que dosis minúsculas de una droga que
agrava la enfermedad pueden dar por resultado su cura. "Te conduzco en-
tre la fe y la falta de fe, por turnos ... -dice el Demonio- en cuanto dejes
de creer por completo en mí, empezarás a asegurar, en mi propia cara, que
no puedo ser un sueño, sino una realidad." La razón puede impedir a lván
creer, pero en el momento en que se niegue, su conciencia moral lo impe-
lerá al polo opuesto, a pesar de todas las conclusiones de su lógica. Me-
diante este método, el Demonio sembrará en Iván "tan sólo un pequeño
grano de fe, que crecerá hasta ser un roble ... , y un roble tal que , sentado
en él, tratarás de ingresar en las filas de 'los sacerdotes ermitaños y las mu-
jeres castas' [cita de Pushkin], pues eso es lo que secretamente estás anhe-

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS 10 Y 11 ... 849


landa. Comerás saltamontes y vagarás por el desierto para salvar tu alma"
(v. 15 , p. 80). El demonio de Iván lo conoce muy bien: ése es precisamente
el camino que había seguido el Gran Inquisidor antes de perder la fe.
El Demonio está a la altura de su reputación de conversador amable y
ameno, y varias de sus divertidas anécdotas picarescas tienen, incluso, una
connotación sexual (dirigidas, naturalmente, al confesionario de los católi-
cos). Otras, aunque no menos divertidas, tienen un propósito más serio y
contienen esa combinación de burlón escepticismo con un ardiente deseo
de fe que caracteriza a Iván , aunque a éste le enfurece verse enfrentado a sí
mismo de esta guisa por las salidas ingeniosas del Demonio. Muchas de las
ocurrencias de éste incluyen parodias de una u otra idea expresadas antes
por Iván , ya sea en el capítulo "Rebelión" o en su Leyenda del Gran Inqui-
sidor; por cierto, están escritas con un brío satírico que sería difícil de
igualar desde Swift. En realidad, Dostoievski no se hace realmente justicia
cuando Iván le dice al Demonio: "Todas mis estúpidas ideas, todo lo que
desde hace tiempo he digerido y eliminado como basura, tú me lo presen-
tas como novedad". Esto puede ser cierto de Iván como personaje, pero
tan despectivos términos no se aplican a Dostoievski como satírico.
Una de las más expresivas de estas parodias empieza manifiestamente
cuando Iván, indignado, se niega a unirse a los "hosannas" de la armonía
universal, de la reconciliación final ("cuando todo en los cielos y en la Tie-
rra se une en un himno de loa" al Señor). La parodia está contenida en una
leyenda que el diablo narra aun cuando ya esté obsoleta en su mundo (que
él no desea que Iván confunda con el de la Tierra, aunque inmediatamente
añade que no hay una verdadera diferencia entre ambos) . Esta leyenda no
podría ser más explícita para exhibir el dilema de Iván, y su resolución
termina con una nota irónica que podemos tomar como una alusión auto-
rreflexiva al propio Dostoievski. Incluye a "un pensador y filósofo" que en
la Tierra "lo rechazaba todo, 'leyes, conciencia, fe' [cita de Griboiedov] y,
ante todo, la vida futura". Indignado al encontrarse él mismo viviendo se-
mejante vida futura después de su muerte , protestó y fue castigado, orde-
nándosele tener que caminar un cuatrillón de kilómetros antes de llegar a
las puertas del cielo y ser perdonado.
Combinando "el alma de un ateo ruso ilustrado ... con el alma del pro-
feta jonás, quien permaneció tres días con sus noches en el vientre de la
ballena", se tendió allí y permaneció mil anos, pero finalmente se recuperó
y siguió adelante. Iván entonces lo interrumpe, diciendo que el filósofo se

850 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


comportó estúpidamente al aceptar moverse siquiera, porque, según la
cuenta euclidiana, necesitaría mil millones de años para alcanzar su meta.
Pero en realidad, como lo explica el Demonio, "llegó allí hace mucho tiem-
po", porque toda esa cuenta matemática se refiere a la Tierra presente, y
"nuestra Tierra presente puede haberse repetido mil millones de veces ...
[desintegrándose] en sus elementos, una vez más 'el agua por encima del
firmamento ' [cita del Génesis eslavo], y luego, nuevamente un cometa", y así
sucesivamente. Aquí Dostoievski recurre a la misma idea del eterno retorno,
lugar común en la Antigüedad clásica, que Nietzsche emplearía para sus pro-
pios fines; y como a su contemporáneo alemán, a lván también la perspec-
tiva le parece "insufriblemente tediosa". La mezcla lexical de la terminología
científica de la época con referencias bíblicas es típica del estilo narrativo
del Demonio y muestra el aprieto en que se encuentra atrapado Iván.
Habiendo alcanzado por fin su meta, el filósofo no llevaba allí ni si-
quiera dos segundos (aunque el Demonio duda de que aún tuviera reloj)
cuando "gritó que esos dos segundos habían valido la pena de caminar no
un cuatrillón de kilómetros sino un cuatrillón de cuatrillones, elevados a la
cuatrillonésima potencia". En realidad, se exaltó tanto que "cantó 'hosan-
na', exagerando tanto que algunas personas que había allí, de nobles idea-
les, al principio no quisieron darle la mano .. . dijeron que se había vuelto
reaccionario demasiado pronto" (v. 15, pp. 78-79). ¿No estará refiriéndose
sarcásticamente Dostoievski a las críticas que tan a menudo se le habían
hecho, de haber chaqueteado? Y aunque Iván recuerda entonces que cuan-
do tenía diecisiete años, estando en la escuela, había escrito esta anécdota
para ridiculizar la religión, también revela por debajo de la burla su anhelo
subliminal de fe, anhelo también expresado en el deseo del Demonio de
abandonar el ámbito de las "ecuaciones indeterminadas" no-euclidianas , y
encarnar "de una vez por todas e irrevocablemente en forma de la mujer
de algún mercader, que pese más de cien kilos ... y creer todo lo que ella
cree" (v. 15, pp. 73-74). Este anhelo es directamente revelado por lván
cuando, habiendo afirmado que "ni por un minuto" creyó en la realidad
del Demonio, añade "extrañamente": "Pero me gustaría creer en ti" (v. 15,
p. 19).
Todas las implicaciones de las ideas de lván quedan en claro cuando el
demonio le recuerda una de sus primeras composiciones: no el "Gran In-
quisidor", cuya sola mención hace que lván se ponga "rojo de vergüenza",
sino una obra llamada "El cataclismo geológico" (v. 15, p . 83). Este título

LOS HERM A NOS KARAMÁ Z OV: LIBROS 10 Y 11 .. 851


se refiere a un futuro en que los hombres habrán perdido toda noción de
Dios y toda la vida humana se habrá transformado tanto como si la Tierra
hubiese sufrido una mutación geológica. Aquí, Dostoievski emplea su ha-
bitual simbolismo de la Edad de Oro, cuando "los hombres se unirán para
tomar de la vida todo lo que pueda dar, pero tan sólo para gozo y felicidad
en el mundo presente". Éste, asimismo, sería un universo feuerbachiano, en
que "el amor sólo bastará para un momento de la vida, pero la conciencia
misma de su transitoriedad intensificará su fuego, que hoy se disipa en
sueños de un amor eterno más allá de la tumba ... etc. y etc. en el mismo es-
tilo". Éste sería un mundo en que "el hombre será elevado con un espíritu
de divino orgullo titánico y en que aparecerá el Dios-hombre". Y "al exten-
der su conquista de la naturaleza infinitamente por medio de su voluntad y
su ciencia, el hombre sentirá tan elevada alegría ... que esto compensará
todos sus antiguos sueños de los goces del cielo" (id.).
Tal había sido la visión de lván, basada en imágenes que recuerdan a
Kirilov en Los demonios (quien creía que su suicidio iniciaría el reinado del
hombre-Dios), así como las de la Edad de Oro. Pero dada la "inherente es-
tupidez del hombre", de la cual tiene clara conciencia lván, el Demonio
comprende que se pueden necesitar mil años o más antes de que pueda
surgir tal mundo, y acaso no nacerá nunca. lván y quienes comparten sus
ideas se impacientarán, por tanto, como esos "elegidos" que finalmente se
unieron al Gran Inquisidor, y decidirán que "todo el que reconoce la ver-
dad aun ahora puede legítimamente ordenar su vida como le plazca, de
acuerdo con los principios nuevos. En ese sentido 'todas las cosas son líci-
tas para él' ... y puesto que de todos modos no hay Dios ni inmortalidad, el
hombre nuevo bien puede convertirse en el hombre-Dios ... que podrá, a la
ligera , superar todas las barreras de la antigua moralidad del antiguo hom-
bre-esclavo, de ser necesario". (El término protonietzscheano "hombre-es-
clavo", rab-chelovek, es absolutamente literal. ) Como cínicamente comenta
el Demonio , todo este teorizar "es encantador, pero si quiere usted hacer
trampa, ¿por qué necesita una sanción moral para hacerlo?" (v. 15, pp. 83-
84). Los sueños idealistas de una humanidad transformada pueden condu-
cir no sólo a hacer trampa sino también, como ahora lo comprende lván, a
una justificación del asesinato. Aquí, es imposible no volver a pensar en la
genuina situación sociopolítica de Dostoievski , en que aquellos a quienes
estaba dispuesto a aceptar como "idealistas" descarriados se inclinaban a
asesinar al zar-padre.

852 .. LOS HERMANOS KARAMÁZO V


Durante todo este diálogo , la violencia de las reacciones de lván a las
palabras del Demonio se vuelve contra sí mismo. Pues si el Demonio no es
más que su alucinación, ¿por qué responder con tanta furia? Cuando lván
amenaza con echar a puntapiés al Demonio, éste responde: "Eso no me
disgustará, pues habré alcanzado mi objetivo . Si usted me patea, será por-
que cree en mi realidad, pues la gente no patea fantasmas" (v. 15, p. 73).En
el clímax de la escena , mientras el Demonio sigue hablando del "cataclismo
geológico", "lván de pronto tomó un vaso de la mesa y lo arrojó con toda
el alma contra el orador", quien da un salto, se sacude las gotas de té y co-
menta: "¡Se acuerda del tintero de Lutero [que Lutero había arrojado con-
tra el Demonio]! Me toma por un sueño, ¡y arroja vasos contra un sueño! "
(v. 15 , p. 84). Así, el Demonio ha logrado convencer a lván de que es "real",
aunque éste sigue insistiendo en que la visita sólo es una parte de sí mis-
mo. Pero lván ya no puede negarse a comprender lo que se ha estado di-
ciendo a sí mismo por medio del demonio : que la razón no puede erradi-
car los tormentos de su conciencia moral.
En este punto , el mundo exterior empieza a introducirse en el dur-
miente lván, cuando oye "un toque fuerte , persistente ... en la ventana".
Este toque también se incorpora en su sueño porque el Demonio lo apre-
mia a responder: "Es tu hermano Aliosha con la novedad más notable y
sorprendente" (id.). Aquí se funden sueño y realidad, y sólo se separan, fi-
nalmente, cuando lván logra librarse del sueño. Al despertar, descubre que
nunca ocurrieron los hechos físicos soñados . No se había llevado una toa-
lla húmeda a su frente afiebrada, no faltaba ningún vaso de té de su lugar
en la mesa, ni había ningún visitante importuno sentado en el sofá ante él.
Entonces, la primera reacción de lván consiste en afirmar la "realidad" de
aquello que, había insistido antes, únicamente había sido una aparición.
"¡No fue un sueño! No , juro que no fue un sueño, ¡todo acaba de suce-
der! ", se gritó a sí mismo , tratando de salvaguardar su cordura. Cuando
abre la ventana, Aliosha le informa que "hace una hora , Smerdiakov se
ahorcó" (v. 15, p. 85).
Aliosha se alarma por la apariencia y el confuso estado mental de lván,
especialmente cuando éste insiste en que "yo sabía que Smerdiakov se ha-
bía colgado", afirmando que él [el Demonio] me lo acababa de decir". Esto
no es literalmente cierto , pero eL Demonio sí le había advertido a lván que
el conflicto entre el creer y el no creer era tal tortura que "podría bastar
para hacer que usted se ahorcara" (v. 15 , p. 80) Y en el desordenado esta-

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS 10 Y 11 ~ 853


do mental de lván, tales palabras aplicadas a sí mismo bien podían haberse
aplicado a Smerdiakov, similarmente atormentado por las mismas dudas.
La llegada de Aliosha hace que el Demonio se desvanezca de la psique de
Iván, si no como recuerdo al menos como presencia, y continúa el debate
interno de Iván. Absolutamente confundido, insiste en que el Demonio
había estado en sus habitaciones, pero luego reconoce, que "él soy yo mis-
mo ... Todo lo que es bajo en mí, todo lo que es vil y despreciable". Sin
embargo, lván reconoce que "me dijo mucho que era cierto acerca de mí. ..
nunca me lo habría yo confesado a mí mismo" (v. 15, p. 87). Sobre todo, el
Demonio comprendió la fuente de la mortificación de lván: "Va usted a
efectuar un acto de virtud heroica -le había dicho- y no cree usted en la
virtud; eso es lo que lo tortura y lo que le enfurece, por eso es usted tan
vengativo" (id.). Ahora que Smerdiakov ha muerto, se desvanece toda es-
peranza de salvar a Dimitri, y sin embargo, dice el Demonio burlonamen-
te, lván seguirá adelante. "Y estaría muy bien si usted creyera en la virtud ...
pero es usted un pequeño cerdo como Fiódor Pávlovich, y ¿qué quiere us-
ted de la virtud?" (v. 15, p. 88).
Aliosha intenta calmar a su hermano, quien hace eco a Dimitri llamán-
dolo "querubín". El empleo de esta palabra, con su connotación celestial,
evoca en lván una serie de asociaciones de libre fluir de la conciencia ...
como la referencia irreverente del Demonio al "estrepitoso clamor de los
serafines que hacían temblar el universo", junto con la idea de que el sera-
fín puede no ser más que una formación astronómica ("tal vez, toda una
constelación") o el concepto de que "tal vez esa constelación no sea más
que una molécula química" (v. 15, pp. 85-86). Aquí, vuelve a aparecer el
torbellino de la mente de Iván, pero el Demonio no había tenido ninguna
duda sobre cómo actuaría: "Sin importar que no le crean [ahora que Smer-
diakov ha muerto], irá usted por cuestión de principios .. ., oh, ¿no daría
usted mucho por saber por qué irá< Y, ¿puede usted haber ya tomado su
decisión?" Nada de eso, sino que "irá usted porque no se atreve a no ir" ,
aun cuando por qué será así "es para usted un enigma" (v. 15, p. 88). Pero
no es un enigma para Aliosha, quien finalmente acuesta a lván, cuando
pierde el sentido.
Aliosha "comenzó a comprender la enfermedad de lván. La angustia
de una determinación orgullosa. ¡Una conciencia profunda! Dios, en
quien él no creía, y Su Verdad se estaban adueñando de su corazón".
Aliosha imagina, naturalmente, que "Dios vencerá", y pronto veremos

854 .... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


que lván obedecerá realmente la voz de su conciencia. Pero los temores
de Aliosha también dejan abierta la posibilidad , no resuelta al terminar
la novela, de que Iván "perezca lleno de odio, vengándose contra sí
mismo y contra todos por haber servido a la causa en que no creía"
(v. 15, p . 89).

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBROS 10 Y 11 ~ 855


XXXVIII. Los hermanos Karamázov:
libro 12

L,i.ú LTIMA sección de Los hermanos Karamázov trata del proceso de Dimitri,
seguido por un breve epílogo. Esta sección difiere de todas las demás por-
que el narrador deja de ser el observador o comentador objetivo cuyo pun-
to de vista es retrospectivo y omnisciente. Ahora, avanza para convertirse
en testigo presencial de los hechos, explicando, en tono de disculpa, que
sólo se limitará "a lo que me conmovió personalmente y a lo que en espe-
cial recordé" (v. 15 , p . 89). Una razón de tan limitada perspectiva es evi-
dente. Dostoievski estará recapitulando mucho de lo que el lector ya cono-
ce , y desea abreviar su relato. Asimismo , la descripción de la atmósfera del
tribunal se basa en impresiones personalmente recabadas durante el juicio
de Vera Zasulich, y esta experiencia bien pudo influir sobre su elección de
una actitud narrativa.
Estos capítulos también contienen los extensos discursos tanto del fis-
cal como del defensor, y aunque tales discursos son más habituales en no-
velas que en la vida hagiográfica de un santo , rara vez se los ha presentado
tan extensamente. Dostoievski se vale de ellos no sólo para llegar al clímax
apropiado de la trama en que intervienen Dimitri e lván, sino también
como una especie de comentario interno sobre la novela misma. Los dos
juristas discuten acerca de un particular caso de homicidio , pero sus frases
también iluminan los más grandes problemas moral-espirituales (y por
ello , implícitamente, sociales y políticos) que la novela ha presentado con
tan majestuosa amplitud.

856 ....
2

Como el caso Karamázov ha atraído la atención de todo el país, los visitan-


tes acudieron en tropel a la pequeña comunidad provinciana desde "la ca-
pital de nuestra provincia [y] ... desde Moscú y Petersburgo ... Entre ellos
había abogados, damas y hasta varios personajes distinguidos" (v. 15, pp.
89-90). Los abogados, en espera de un duelo oratorio entre el fiscal del
lugar, lppolit Kirílovich, y el célebre defensor Fetiukóvich, eran tantos que
para que pudiesen estar allí, de pie, hubo que apartar toda una sección es-
pecial. El narrador comenta ácidamente que, aun cuando todos los demás
estaban interesados en el veredicto , los abogados "estaban más interesados
en el aspecto jurídico que en el aspecto moral del caso" (v. 15 , p. 91).
A ojos de Dostoievski, la nueva camada de juristas estaban tan preocupa-
dos por cuestiones legales y tácticas que perdían completamente de vista
los aspectos "morales" de los casos en que intervenían.
En el tribunal, las opiniones estaban divididas a lo largo de la línea
de los sexos, pero , una vez más, no se muestra que ningún sexo esté es-
pecialmente preocupado por cuestiones morales. Las damas creen que
Dimitri es culpable pero que debe quedar libre , como dice el narrador
con ironía, "tal vez principalmente en virtud de su reputación como con-
quistador de corazones femeninos" (v. 15, p . 90). Además, aguardaban
con impaciencia el espectáculo del testimonio de sus dos conquistas: la
altiva, aristocrática y bella Katerina Ivánovna, y la "hetaira" Grúshenka,
aunque no pudiesen comprender cómo el padre y el hijo se hubiesen
dejado hechizar por esa "común y ordinaria rusa" (id.). A los hombres no
les simpatizaba el turbulento y bravucón Dimitri, y tenían "un enconado
prejuicio contra él"; había , incluso , caldeadas disputas en las familias por
esta diferencia de opinión (i d.). Los jurados, un mediocre grupo de cam-
pesinos y funcionarios insignificantes , eran considerados , especialmente
por las damas, incapaces de resolver "un caso tan delicado, complejo
y psicológico", y el narrador está de acuerdo con ellas: "Bien podía uno
preguntarse, como me pregunté yo en cuanto los vi, qué podían entender
hombres como esos de semejante caso" (v. 15 , p. 93; las cursivas son
mías). Dostoievski, hasta donde se sabe, en principio no era adversario
del sistema de jurados, pero había criticado ciertas decisiones específicas
de los jurados desde 1873. En realidad, si suponemos que su ideal de
justicia fue el expresado por el padre Zósima, resulta difícil ver cómo al-

LOS HERMANOS KARAMÁZO V: LI BRO 12 ... 857


gún sistema secular de justicia habría podido estar a la altura de seme-
jantes aspiraciones.
Durante el interrogatorio de los testigos , Fetiukóvich logra socavar la
credibilidad de todos menos de uno de los testigos de cargo. En el caso de
Rakitin, quien pronuncia un tronante discurso de denuncia, lleno de frases
"progresistas", el abogado llama la atención de todos hacia el empalagoso
panfleto que había escrito en honor del padre Zósima (y que había publi-
cado la prensa clerical), cuyas ideas diferían de las que tan elocuentemente
expresaba ahora en el tribunal. Pero Fetiukóvich no puede hacer nada con
Grigori , quien no sólo se muestra inconmovible y se apega a su versión
acerca de la puerta abierta , sino que también defiende su dignidad , protes-
tando contra el abogado defensor por ridiculizar en público a una persona
socialmente inferior. Cierto alivio cómico nos da el testimonio médico , el
cual revela un conflicto entre el especialista llegado de Moscú y el médico
local, doctor Varvinski. El primero declara demente a Dimitri por haber
empleado palabras como "ética" y "Bernard"; el doctor Varvinski considera
perfectamente cuerdo a Dimitri , aunque estuviera "en un estado nervioso y
excesivamente excitado antes de ser detenido" (v. 15, pp. 104-105). El tes-
timonio médico más importante es el del anciano y bondadoso alemán, el
doctor Herzenstube, quien, aunque también está convencido de que la .
facultades mentales de Dimitri se hallaban en un estado anormal, recuerda
un incidente que, por primera vez, coloca al acusado bajo una luz favorable.
Una vez, apiadándose del pequeño Dimitri, niño totalmente descuida-
do que corría con sus ropas desgarradas, el magnánimo Herzenstube le
compró una libra de nueces y le enseñó las palabras de la Santísima Trini-
dad en alemán. Ahora , recientemente, veintitrés años después, Dimitri le
había dado las gracias por el regalo , y había repetido la fórmula religiosa:
ambos se habían abrazado y lloraron juntos, aunque Dimitri también rió
durante este encuentro. La anécdota muestra tanto la gratitud de Dimitri
por un pequeño acto de bondad como el hecho de que su padre lo había
abandonado por completo: punto al que Fetiukóvich regresará, elocuente-
mente, en su alegato por la defensa. El incidente también ejemplifica un
leitmotiv que encuentra eco por todo el libro: la importancia de los recuer-
dos sagrados y moralmente radiantes de la niñez al forjar el carácter y la
conducta ulterior. Este leitmotiv aparecerá , en el epílogo , como medio para
echar las bases de un futuro más alentador.
El testimonio de los médicos va seguido por el de Aliosha , quien de

858 ... LOS HERMANOS l<ARAMÁ ZO ·


pronto recuerda la conversación en que Dimitri había hablado del "desho-
nor" que llevaba consigo, y "se dio golpes de pecho, con un aire extraño,
como si el deshonor estuviese precisamente en su pecho, en algún punto,
tal vez en un bolsillo, o colgando alrededor de su cuello". Este recuerdo
confirma la afirmación de Dimitri de que llevaba la mitad de la suma que
le había confiado Katerina Ivánovna en una pequeña bolsa alrededor del
cuello, y que el dinero gastado durante su segunda visita a Mókroie no lo
obtuvo mediante el asesinato de su padre. Aliosha también sigue insistien-
do en que Dimitri es inocente, aun cuando su hermano hubiese odiado a
Fiódor Pávlovich. Declara que Smerdiakov es el homicida, aunque no pue-
da dar "ninguna prueba [salvo la] palabra de su hermano y la expresión de
su rostro" (v. 15, p. 108).
La aparición de Katerina Ivánovna creó una considerable sensación;
"las damas echaron mano a sus gemelos de teatro y de ópera", y "algunos
hombres se levantaron para ver mejor". Luciendo particularmente bella,
parecía tranquila y reposada, "pero había un aire de resolución en sus ojos
oscuros y melancólicos" (v. 15 , p. 112). Habló mesuradamente de su com-
promiso con Dimitri y, poniendo su conducta hacia ella bajo la mejor luz
posible, no hizo ningún esfuerzo por proteger su propia reputación. Ocul-
tando deliberadamente que había sido Dimitri quien sugiriera su primera
reunión, describió su honorable conducta de entonces en un tono respe-
tuoso que sólo podía redundar en favor de Dimitri. El narrador se maravi-
lla del valor de Katerina al exhibirse así, y confiesa que "¡fue algo enorme!
Sentí frío y temblé al escuchar". Mientras narra Katerina su aparición en el
cuarto de Dimitri, mostrando absoluto desdén por su propia reputación,
añade el narrador: "¡Tuve un presentimiento penoso! [... ] Sentí que esto
podría despertar calumnias (¡y así fue, en realidad, así fue!)" (id.).
Cuando tocó el turno a Grúshenka, le resultó imposible imitar la com-
postura de Katerina, y a las damas su expresión les pareció "concentrada y
malévola". El narrador la defiende contra tales impresiones, aunque se la
veía "irritada y penosamente desconfiada de las miradas desdeñosas e in-
quisitivas de un público amante del escándalo" (v. 15, p. 113). Culpándose
a sí misma por la rivalidad entre Dimitri y su padre ("Los traje a ambos a
esto"), también afirma que Smerdiakov fue el asesino, pero , una vez más,
tan sólo sobre la base de lo que había dicho el propio Dimitri. Rakitin reci-
be aquí un último tiro de gracia cuando Grúshenka explica que ella le en-
tregó dinero porque era su primo (aunque él le había pedido mantener en

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 12 ~ 859


secreto su relación porque "está terriblemente avergonzado de mí"). "Todo
el efecto del discurso de Rakitin , de sus nobles sentimientos, de sus ata-
ques a la esclavitud y al desorden político de Rusia, todo quedó ahora
completamente en ruinas, en la opinión general" (v. 15, p . 115).
Súbitos cambios de perspectiva son rasgo común de la técnica novelís-
tica de Dostoievski; así, justo cuando el público y el jurado empiezan a ver
a Dimitri bajo una luz un tanto más favorable, "una catástrofe súbita" sella
su destino. Esta catástrofe ocurre cuando Iván, aunque se había excusado
por enfermedad , aparece en el tribunal e insiste en dar declaración. "Iba
irreprochablemente vestido -informa el narrador- , pero su rostro causó
una impresión penosa, al menos a mí; era de color terroso , el rostro de un
moribundo." Comportándose como perturbado , riendo de pronto ante las
instrucciones que le dirigía el presidente del tribunal, su comportamiento
les da a todos "la sensación de algo extraño". Al principio respondió muy
correctamente a las preguntas , aunque "con una especie de disgusto que se
hizo cada vez más marcado". En cierto momento , tras quejarse de estar en-
fermo , pareció que saldría de la sala, pero luego regresó a enseñar el dinero
que le había dado Smerdiakov. "Él [Smerdiakov] lo asesinó, y yo lo incité a
hacerlo. ¿Quién no desea la muerte de su padre/" (v. 15, pp. 115-117).
Todo el desprecio de Iván por la humanidad - el desprecio subyacente
en la Leyenda del Gran Inquisidor, pese a su patetismo humanitario- sur-
ge en él ahora , cuando se vuelve hacia los jueces y todos los espectadores .
Cuando el presidente del tribunal, sobresaltado , le pregunta a Iván si está
en su juicio , éste replica: "Claro que estoy en mi juicio . .. un juicio vil
como el de usted, como el de todos esos ... rostros viles". Ahora, la huma-
nidad queda identificada con él mismo : "Todos ellos desean la muerte de
sus padres. Un reptil devora a otro". Aliosha grita entonces que Iván pade-
ce de "fiebre cerebral'', pero Iván continúa: "No estoy loco , sólo soy un
asesino". Cuando se le piden pruebas de su acusación contra Smerdiakov,
replica que no tiene testigos - excepto , posiblemente , el Demonio-y lue-
go continúa disertando, como confiando un secreto, en un monólogo de
corriente de conciencia compuesto por fragmentos tomados de escenas
anteriores . "Le dij e que no quería quedarme callado, y él habló acerca del
cataclismo geológico ... ¡qué idiotez! Vamos ... liberen al monstruo [Dimi-
tri] ... ha empezado a cantar un himno ... y eso porque tiene ligero el cora-
zón ... es como un borracho en la calle berreando que 'Vanka se fue a Pe-
tersburgo', y yo daría un cuatrillón de cuatrillones por dos segundos de

860 ~ LOS HERMANOS KARAMÁZOV


alegría" (v. 15, pp. 117-118). La intensidad de estas últimas palabras no
requiere comentario, aunque tal vez la referencia a la anécdota del sueño
señale hacia el futuro. Pero ahora, Iván reacciona violentamente cuando
un alguacil lo toma del brazo, y lo aprehende mientras él "gritaba palabras
incoherentes" (id.).
La locura de Iván es más de lo que Katerina Ivánovna puede soportar y,
sollozando y gritando histéricamente exige que el tribunal la escuche. Mos-
trando la carta de Dimitri en que se prevé ya su supuesta comisión del cri-
men, refuta su propio testimonio anterior. Ambos habían comprendido
que ella le dio el dinero a Dimitri para ver si era capaz de deshonrarse des-
pilfarrándolo con Grúshenka, y Dimitri confirma sus palabras: "¡Despre-
cien todos a un miserable!", grita. Katerina, hablando "como una loca", re-
conoce ahora el fundamento deformado de su pretendido "amor" a Dimitri,
en realidad basado en su orgullo herido. "Siempre me ha despreciado, me
despreció desde el momento mismo en que me incliné ante él por causa de
ese dinero" (v. 15 , pp. 119-121). El narrador indica el error de Katerina
Ivánovna: "Había estado firmemente convencida, tal vez desde aquella in-
clinación, de que el ingenuo Mitia, quien aun entonces la adoraba, se reía
de ella y la despreciaba. Katerina lo había amado con un amor casi histéri-
co, lacerado ... que ... no era como amor sino, antes bien, como venganza".
Tras el arranque de Katerina, grita Grúshenka con toda razón, "¡Mitia ... tu
serpiente te ha destruido!", y a ambos los sacan del tribunal, mientras lu-
chan por acercarse uno al otro (v. 15, pp. 121-122). El narrador comenta
cáusticamente que "las damas que acudieron a ver el espectáculo debieron
de quedar satisfechas" (id.).

Los dos discursos en que los abogados resumen el caso le permiten a Dos-
toievski no sólo mostrar su dominio de la retórica jurídica de la época,
sino también ofrecer algunas claves sobre cómo deseaba que se interpreta-
se el libro. El narrador empieza subrayando que Ippolit Kirílovich, pese a
su pasión por la "psicología", "inesperadamente reveló que en él yacía, es-
condido, cierto sentimiento por el bienestar público y por las 'cuestiones
eternas'. Auténticamente creía en la culpa del acusado ... y al pedir ven-
ganza temblaba con una verdadera pasión por la 'seguridad de la socie-
dad'" (v. 15, p. 123). Tales comentarios sin duda pretendían hacer que el

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 12 ~ 86 1


lector tomara muy en serio lo que lppolit Kirílovich inicialmente tenía que
decir acerca del significado más general del caso . Tan sólo en la segunda
mitad de su alocución, cuando se pone a analizar más específicamente la
conducta de Dimitri, es cuando su insistencia en una interpretación pura-
mente "psicológica" de los motivos lo hace desatinar.
Al comenzar con una vasta generalización moral-social, lppolit Kirílo-
vich sostiene que los rusos ya no se horrorizan por el delito de asesinato
(en este caso, un parricidio), y plantea la cuestión de "las causas de nuestra
indiferencia, de nuestra tibia actitud hacia tales hechos, hacia tales señales
de los tiempos, ominosas de un futuro nada envidiable". No podría exage-
rarse la resonancia de tales palabras entre todos los actos de terrorismo y
atentados contra la vida del zar. Sin tratar de responder a su propia pre-
gunta, el acusador detalla ejemplos de la frecuencia de tales crímenes co-
metidos por miembros de la clase alta, y luego, en una referencia que los
lectores de Dostoievski ciertamente no aplicarían tan sólo a lván sino tam-
bién a ellos mismos, añade: "Otro hombre no cometerá el asesinato, pero
sentirá y pensará exactamente como [el asesino] y es tan vil como él en su
alma. En silencio, a solas con su conciencia, acaso se pregunte: '¿Qué es el
honor, y no es un prejuicio la condena por derramar sangre7"' (v. 15, pp.
123-124). En el marco de la época, esta acusación sin duda habrá sido leí-
da como una condenación de todos aquellos que, si no simpatizaban con
el terrorismo, al menos se quedaban neutralmente indiferentes a sus estra-
gos . Y tal vez, recordando la conversación de Dostoievski con Suvorin, se
la pueda tomar, también, como un castigo infligido a uno mismo.
lppolit Kirílovich se explaya entonces sobre la epidemia de suicidios
entre los jóvenes, repitiendo lo que Dostoievski había escrito al respecto en
el Diario de un escritor. Los jóvenes ya no muestran ninguna preocupación
por la "cuestión de Hamlet", y por ello, como el público reunido en el tri-
bunal que describe con sorna el narrador, "en realidad gozamos con el es-
pectáculo [del asesinato] y nos encantan las sensaciones fuertes y excéntri-
cas que halagan nuestra cínica y consentida ociosidad" (v. 15, p. 125).
Luego se hace referencia al célebre pasaje de Las almas muertas de Gógol
en que se compara a Rusia con una troika que galopa furiosamente hacia
algún destino lejano, y de la cual todas las naciones se apartan. Pero si,
prosigue el orador, la troika fuese guiada por los personaJeS principales de
la novela de Gógol -un grupo indigno y sin escrúpulos-, entonces la
glorificación de Rusia contenida en esta imagen constituiría un "optimis-

862 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


mo pueril y cándido. Y éstos fueron los héroes de una generación anterior",
declara. "Los nuestros son aún peores especímenes" (id.).
La familia Karamázov, sostiene Kirílovich, presenta en una miniatura
simbólica "ciertos rasgos fundamentales de nuestra actual clase educada".
En un borrador del artículo no terminado que iba a ser dirigido a El Men-
sajero Ruso, pretendiendo dar una respuesta a sus críticos, Dostoievski ha-
bía afirmado ya la misma idea: "Reúnan a estos cuatro personajes [Fiódor
Pávlovich, Aliosha, Iván y Dimitri] y obtendrán, aunque reducida en mil
grados, una pintura de nuestra realidad contemporánea , de nuestra actual
Rusia educada" .1 Lo que dice lppolit Kirílovich acerca de Fiódor Pávlovich
ciertamente corresponde a la propia concepción de Dostoievski. Era un
"viejo desdichado, vicioso , sin freno" que "en la vida no veía más que pla-
cer sensual". Y aun siendo jefe de familia, "no tenía ningún sentido de sus
deberes de padre" y, de hecho, "ridiculizaba esos deberes. Era un ejemplo
de todo lo que se opone al deber cívico, del más completo y maligno indi-
vidualismo". En una escala mayor, podría considerársele como "uno de los
padres típicos de estos días", porque "muchos padres modernos sólo difie-
ren de él en no profesar ese cinismo , pues están mejor educados y son más
cultos , pero su mentalidad es esencialmente la misma" (v. 15 , pp. 125-
126). Así, Fiódor Pávlovich representa -en la forma extrema y simbólica-
mente expresiva que sólo Dostoievski sabía crear- la vieja generación de
rusos entre quienes habían desaparecido por completo las normas moral-
sociales estables.
La descripción de Iván que hace Ippolit Kirílovich también coincide
con el punto de vista del autor. Iván es "uno de esos jóvenes modernos,
de educación brillante e intelecto vigoroso que, sin embargo, han perdido
la fe en todo", y, como resultado , concluyen que "en este mundo todo es
lícito ... y nada se debe prohibir en el futuro". Esta cita fue tomada del tes-
timonio de Smerdiakov al ser interrogado, y el fiscal dice en tono acusa-
dor: "Creo que ese idiota [Smerdiakov] perdió la razón por esta teoría"
(v. 15, pp. 126-127). Esta conclusión, aunque no literalmente exacta, es,
empero, simbólicamente cierta y expresa un importante motiv sociopolíti-
co: la posibilidad de que el ateísmo de la intelligentsia vaya a emponzoñar
al pueblo ruso, que aún sigue siendo devoto. Pero la aparición de Iván en
el tribunal, por deprimente que pudiera ser, todavía indicaba "que la fuer-

1 Véase la cita de este texto en PSS, vol. 15, p. 435.

LO S HERMA NOS KARAMÁZOV: LIBRO 12 ~ 863


za directa de la verdad vive en su joven corazón, que el sentimiento de fa-
milia no ha sido destruido en él por la falta de fe y por el cinismo" (v. 15 ,
p. 127). Pero lppolit Kirílovich es incapaz de apreciar la fuente más profun-
da del colapso mental de Iván, y habla de su nihilismo moral casi discul-
pándolo, como algo que "le llegó más por herencia que por el auténtico
esfuerzo de un pensamiento independiente" (id.). Empero, si la imagen de
Fiódor Pávlovich ha conducido al "pesimismo" acerca de los "padres", la
de Iván, sin un optimismo indebido, sugiere que no se ha perdido toda
esperanza para los "hijos".
Las observaciones del fiscal acerca de Aliosha ofrecen un ejemplo exce-
lente de la capacidad de Dostoievski para colocarse en un punto de vista
antitético al suyo propio y darle una expresión poderosa y convincente.
lppolit Kirílovich, como buen occidentalista, sólo puede hablar en tono de
condescendencia acerca del novicio religioso Aliosha, que casi se había
metido a monje. Aliosha es "un joven excelente y talentoso", que "trata de
aferrarse a las 'ideas del pueblo', o a lo que pasa por ese bonito nombre en
algunos círculos teóricos". Temerosos del "cinismo y de su influencia co-
rruptora" , jóvenes como Aliosha "erróneamente atribuyen todo el mal a la
ilustración europea" y huyen a un convento o desean retornar a su "'tierra
natal' ... como niños atemorizados" (id.).
La alusión a la "tierra natal" se refiere al programa del propio Dostoiev-
ski, de pochvennichestvo, tratado aquí desde el punto de vista de los occi-
dentalistas, condescendiente si no por completo hostil. Sea como fuere ,
Ippolit Kirílovich le desea "toda clase de éxitos a este joven talentoso", pero
espera que el "idealismo juvenil [de Aliosha] no vaya a degenerar, como
ocurre con frecuencia, por el lado moral en un sombrío misticismo y, en el
lado político, en ciego chovinismo" (id.). Ambas acusaciones se habían lan-
zado contra Dostoievski después de su discurso sobre Pushkin, y se reno-
varon desde el momento en que aparecieron capítulos de la novela. Al per-
mitirle a su fiscal caracterizar la orientación religiosa de Aliosha como
atraso y oscurantismo, Dostoievski estaba dándoles su merecido a sus ad-
versarios, y todo el propósito de la novela era convencer a sus lectores de
que tales juicios eran erróneos y descarriados.
La mayor parte del discurso del fiscal está dedicada a Dimitri, de quien
pinta un retrato muy parecido al del propio Dostoievski ... pero con una
diferencia crucial. En contraste con lván, que abrazó el "europeísmo", y
con Aliosha, que supuestamente se retiró atemorizado al convento y a "los

864 ... LOS HERMANOS KARAMÁZO


principios del pueblo", Dimitri es presentado como símbolo de la propia
Rusia. "Representa directamente a Rusia ... Sí, aquí está, nuestra Madre Ru-
sia, su aroma y su fragancia misma. Oh, somos espontáneos, somos una
mezcla maravillosa de bien y de mal, somos amantes de la cultura y de
Schiller, y sin embargo, escandalizamos en tabernas y tiramos de las barbas
a nuestros compañeros de juerga" (v. 15, p. 128). Dostoievski ciertamente
pretendía que Dimitri fuese interpretado como un representante de la na-
turaleza "vasta" u "oceánica" del ruso y al menos un crítico de periódico lo
reconoció inmediatamente como un tipo nuevo en la literatura rusa, así
como en la obra de Dostoievski.
Pero Ippolit Kirílovich añade entonces, sacando una conclusión total-
mente errónea de todo lo que se ha mostrado al lector: "Oh, también nos-
otros podemos ser buenos y nobles, pero sólo cuando en todo nos va bien"
(id.; las cursivas son mías). Cuando el fiscal plantea la pregunta de cuál
versión del relato de Katerina Ivánovna debe ser aceptada por el jurado
-la imagen del noble Dimitri presentada en la primera, o la del innoble
libertino y homicida sin conciencia, presentado en la segunda-, decide
que no es necesario elegir, porque ambas son ciertas. Ambas forman parte
del carácter de los Karamázov, que es "capaz de contener las más incon-
gruentes contradicciones y de contemplar simultáneamente ambos abis-
mos, el abismo de arriba, el abismo de los más altos ideales, y el abismo de
abajo, el abismo de las más viles y repugnantes degradaciones" (v. 15,
p. 129). Estas palabras hacen eco a las de Dimitri acerca del conflicto ince-
sante entre el ideal de Sodoma y el de Madonna; empero todo el libro ha
mostrado la lucha por librarse de las tentaciones de Sodoma y de compro-
meterse con la Madre de Dios. lppolit Kirílovich niega que Dimitri sea ca-
paz de semejante lucha, citando en su apoyo a Rakitin: "El sentido de su
propia degradación -éste ha dicho- es tan esencial para estas natura-
lezas disolutas y desenfrenadas [los Karamázov] como el sentido de su ele-
vada generosidad" (id.). El hecho de que el fiscal se haya aliado a Rakitin
indica, sin duda, que semejante imagen de Dimitri es totalmente errónea.
Ippolit Kirílovich se lanza entonces a hacer un detallado análisis "psi-
cológico" de Dimitri, basado en estas suposiciones. Para Dostoievski, "psico-
logía" significa no sólo un estudio del fluir de la vida interior sino un enfo-
que del carácter humano basado en ciertas suposiciones extremadamente
limitadas y simplistamente "racionales" acerca de la motivación. En la lla-
mada "psicología científica" no se deja ningún espacio a las fluctuaciones

LOS HERMANOS KARAMÁZOV. LIBRO 12 ~ 865


de la emoción ni a la influencia de las ideas y los valores sobre la forma en
que dichas emociones impelen (o en el caso de Dimitri no impelen) a la
acción; no queda espacio para la posibilidad de una elección o decisión
moral. La existencia de una entidad como la del libre albedrío nunca apa-
rece en la acusación de lppolit Kirílovich contra el infortunado Dimitri,
presentado como ya predestinado por su naturaleza "disoluta y desenfre-
nada" de Karamázov a cometer un homicidio premeditado; al analizar mi-
nuciosamente todo el curso de su conducta, no se toma en cuenta ninguna
otra posibilidad.
En conclusión, el fiscal vuelve a la imagen de la troika rusa , de la que
ahora se vale para recordar a los jurados la importancia de su tarea. Los
jurados representan, les dice , todo "lo de nuestra santa Rusia . .. ¡sus prin-
cipios, su familia, todo lo que ella considera sagrado! " Toda la nación
aguarda su veredicto, como "nuestra fatal troika se lanza precipitadamente
tal vez hacia su destrucción, y durante largo tiempo, muchos hombres han
tendido sus manos implorantes, pidiendo hacer alto a su carrera furiosa y
sin sentido". Otras naciones se apartan, "no por respeto . . sino simple-
mente por horror", y advierte que algún día podrán "formar una sólida
muralla frente a esta alocada aparición . . . para su propia seguridad, ilustra-
ción y civilización". Los jurados, advierte Ippolit Kirílovich, "no deben in-
tensificar su ya creciente odio por una sentencia que justifique el asesinato
de un padre por su hijo" (v. 15, p . 150).

El célebre abogado defensor Fetiukóvich, lumbrera de la barra petersbur-


guesa , hace ahora su alegato, con tal efecto y tal visión que , al menos a mi
parecer, su discurso plantea algunas preguntas intrigantes. Dostoievski ha-
bía negado ser adversario del nuevo sistema de los tribunales, y no hay
ninguna prueba de que quisiera verlo abolido , o de que deseara un regreso
a los abusos del fiat administrativo del pasado. Aun así, sus artículos del
Diario de un escritor habían expresado una opinión sumamente desfavora-
ble de la nueva camada de abogados defensores de la que era ejemplo Fe-
tiukóvich. Dostoievski negó haber escogido a alguien como prototipo , pero
se ha supuesto que uno de sus modelos fue V D. Spasovich.
Fetiukóvich no es extensamente descrito , aunque su nombre tiene

866 """ LO S HERMA N OS KA RAM ÁZO V


connotaciones peyorativas,* pero el narrador se centra en uno de sus ma-
nierismos físicos que, como la descripción de Piotr Verjovenski en Los de-
monios, parece sugerir un reptil. "Se inclinaba, sobre todo al comienzo de
su discurso , no precisamente para saludar sino como si estuviese a punto
de lanzarse sobre su auditorio, doblando a la mitad su largo dorso , como si
hubiese a la mitad de ese fino y largo lomo una bisagra que le permitiera
doblarse casi en ángulo recto" (v. 15 , p. 153). Pero habló sin ningunas pre-
tensiones , "no hizo ningún intento de usar la elocuencia , ni el patetismo ,
ni las frases emocionales" (en contraste con lppolit Kirílovich), y "había
algo auténtico y sencillo" en el sonido de su voz (id.). No se hace ningún
esfuerzo por caricaturizarlo con hostilidad; más aún, Fetiukóvich ofrece
una magistral defensa de Dimitri en unos términos que el lector reconoce
como precisos. Su defensa no sólo desacredita las inferencias psicológicas
que había sacado lppolit Kirílovich, sino que también comprende, o al me-
nos está dispuesto a reconocer, que Dimitri pudo actuar bajo la influencia
de su amor, su honor y su compasión, así como por la ira y los celos que
consideró su acusador como las únicas motivaciones . Si Dostoievski hu-
biese deseado desacreditar a los abogados defensores, no habría podido
encontrar una manera más ineficaz de hacerlo. Sin embargo, su principal
crítica había sido que los defensores, dejándose llevar por su tarea , a me-
nudo pierden de vista las implicaciones morales más importantes de sus
argumentos, y eso es precisamente lo que ocurre aquí. Fetiukóvich va de-
masiado lejos, dejándose llevar más allá de los límites de lo moralmente
legítimo por su deseo de defender a su cliente (quien en este caso, al me-
nos, era inocente).
El principal objetivo de Fetiukóvich es destruir los fundamentos psico-
lógicos de lppolit Kirílovich. Y lo hace demostrando que, como lo dice en
una de las frases más frecuentemente citadas de Dostoievski, "la psicolo-
gía ... [es] un arma de dos filos" (v. 15, p . 154). El abogado defensor, aun-
que viene de fuera, se ha enterado de que Dimitri es "un hombre de carác-
ter difícil y violento" que "ha insultado tal vez a centenares de personas en
este pueblo", predeterminando así el caso en su contra. De hecho, aun

* El nombre del abogado se deriva de fetyuk, "latoso, entrometido, aguafies tas'', término de
jerga que Dostoievski acaso aprendiera leyendo Las almas muertas, de Gógol, cap . 4, en que una
no ta de pie de página del autor lo define: "Fetyuk, término insultante para un hombre, prove-
niente de la letra th eta [en el alfabe to ruso], considerada por algunos como una letra obscena",
Victor Terras, A Karamazov Companion, Madison , 198 1, p. 357.

LOS HER M ANOS KARAMÁZO V: LI BRO 12 ~ 867


cuando haya "una abrumadora cadena de pruebas contra el acusado", Fe-
tiukóvich arguye que "ni un solo hecho resistiría a una crítica" si se lo mi-
rara en particular y no como parte de una pauta interpretada según las su-
posiciones condenatorias del fiscal. Por ejemplo, el hecho de que Dimitri
saltara de la barda para revisar a Grigori después de haberlo golpeado ha-
bía sido presentado como un esfuerzo, hecho a sangre fría , de asegurarse
de que había muerto un testigo de su crimen. Sin embargo, la acusación
también había pintado a Dimitri tan agitado pocos momentos antes, justo
después de haber cometido su supuesto asesinato , que descuidadamente
había dejado en el suelo el sobre con el dinero . En cierto momento , es "tan
sanguinario y de tan larga vista como un águila del Cáucaso, mientras que
al momento siguiente [es] tan tímido y ciego como un topo" (v. 15, pp.
153-155). El acusador nunca consideró que Dimitri hubiese podido regre-
sar y enjugar la sangre de Grigori por simple remordimiento; semejante
motivo habría sido incongruente con su "psicología".
Se ha supuesto que Dimitri mató para robar, pero no se ha mostrado
como prueba el dinero supuestamente robado. Asimismo, en su segundo
viaje a Mókroie, Dimitri sólo se había gastado la mitad de los tres mil ru-
blos supuestamente robados a Fiódor Pávlovich la noche del asesinato; se
ha conjeturado que el resto del dinero, aún no descubierto, quedó oculto
en algún lugar de Mókroie . "¿Por qué no en las mazmorras del castillo de
Udolfo?", pregunta burlón Fetiukóvich, refiriéndose a la famosa novela gó-
tica de Anne Radcliffe que había deleitado a los jóvenes de la generación
de Dostoievski (v. 15, p . 158). El testimonio de Aliosha no fue aceptado
porque alguien del carácter de Dimitri, según el fiscal, no habría sido capaz
de contenerse tanto. La "naturaleza de los Karamázov" oscila entre extre-
mos; pero en este caso, como lo señala Fetiukóvich, del lado de la Madon-
na había , ahora, amor, "el nuevo amor que había brotado en su corazón"
(v. 15, pp . 159-160). La carta por él escrita, presentada como prueba de
que había planeado su crimen, era obra de "un hombre ebrio", cuyas pala-
bras no probaban nada sino su embriaguez. Una y otra vez en el Diario de
un escritor había insistido Dostoievski en que la intención de cometer un
crimen no necesariamente significa que se llevara a cabo; siempre existe
un margen de libertad que, como en el caso de Dimitri, podría conducir
a un cambio de ideas. Fetiukóvich aplica entonces su propia "psicología" a
Katerina lvánovna, en cuyo segundo testimonio "sólo hemos oído gritos
de resentimiento y de venganza, gritos de un odio largamente ocultado"

868 .... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


(v. 15 , p. 159). Todas las demás pruebas circunstanciales son examinadas
de igual manera , y puestas en duda. Fetiukóvich también ofrece una apre-
ciación mucho más precisa del carácter de Smerdiakov, concluyendo que,
bajo "una máscara de ingenuidad", era "un ser claramente rencoroso, exce-
sivamente ávido, vengativo e intensamente envidioso" (v. 15, p. 164).
Hasta este punto, la actuación de Fetiukóvich es impecable. Pero pisa
terreno peligroso cuando pregunta si el asesinato de un padre tan censura-
ble y tan irresponsable como Fiódor Pávlovich puede , en realidad, ser con-
denado. Aunque sigue insistiendo en la inocencia de Dimitri, arguye que
semejante crimen bien podría justificarse, insistiendo en el punto con
ejemplos tomados de un discurso del villano Karl Moor en Los bandidos de
Schiller. El indignado narrador lo llama ahora "adulterador del pensamien-
to" (título del capítulo); y es aquí donde el alegato de la defensa interseca
con los más profundos motivs moral-filosóficos de la novela . "El amor filial
a un padre indigno -insiste Fetiukóvich-, es un absurdo, una imposibi-
lidad. El amor no puede crearse de la nada: sólo Dios puede crear algo de
la nada" (v. 15, p. 169). Si los padres desean ser queridos por sus hijos,
deben ganarse ese amor con sus hechos. El amor a un padre no debe ba-
sarse "en un prejuicio místico , sino en un fundamento racional, responsa-
ble y estrictamente humanitario"; no debe derivarse de un "significado
místico que no puedo abarcar con mi intelecto , sino tan sólo aceptar por
fe , o, mejor aún, como un acto de fe , como muchas otras cosas que no
comprendo pero en las cuales la religión me hace creer" (v. 15, p. 170). El
público del tribunal, como observa sarcásticamente el narrador, se volvió
loco de entusiasmo ante esta denuncia de un amor filial basado exclusiva-
mente en la fe. "Hasta personas de alto rango, ancianos con estrellas en el
pecho, sentados en asientos especialmente reservados detrás de los jueces,
aplaudieron al orador y agitaron sus pañuelos" (v. 15 , p. 171). La amarga
ironía de este comentario nos recuerda, sin duda , lo ocurrido durante el
juicio de Vera Zasulich, cuando altos funcionarios del gobierno aplaudieron
frenéticamente su liberación.
Fetiukóvich está estableciendo aquí el mismo argumento en contra del
amor filial incondicional, basado exclusivamente en la fe, que lván había
hecho contra un Dios-Padre que, incomprensiblemente, permite el sufri-
miento inmerecido de Sus hijos. Pero el abogado va todavía más lejos
cuando sugiere que, aun si Dimitri hubiese entrado en la casa -lo que,
desde luego, él negó haber hecho- sin intención de matar, pudo haber

LOS HERMANOS KAR A M ÁZOV: LIBRO 12 ~ 869


atacado a Fiódor Pávlovich precisamente porque era su padre , "no un ene-
migo ordinario ... Bastó la simple vista del padre que lo había odiado des-
de su niñez, que había sido su enemigo, su perseguidor, y ahora su rival
antinatural" (v. 15, p. 172). Su odio pudo hacerse tan poderoso que le
asestara un golpe "sin saber que lo mataría" y sin intención, en absoluto, de
hacerlo. Pero si lo había matado, "el asesinato de semejante padre -insiste
Fetiukóvich-, no puede considerarse parricidio ... [y] eso sólo puede lla-
marse parricidio por prejuicio" (id.).
Al estirar la defensa de Dimitri hasta el punto de justificar un posible
parricidio , Fetiukóvich socavó su propio argumento planteando dudas so-
bre si él mismo creía en la inocencia de su cliente. Además, los términos
del argumento de Fetiukóvich recuerdan los que había usado lván contra
el Dios-Padre. Pero al pedir al lector que acepte el ataque de lván contra Dios
y el odio de Dimitri a Fiódor Pávlovich como ataques igualmente inadmi-
sibles e impíos contra el sacrosanto principio de la paternidad, Dostoievski
está corriendo un considerable riesgo artístico-ideológico. "Por muy gro-
tesca que pueda parecer la analogía -ha escrito atinadamente W ] . Lea-
therbarrow-, tanto Fiódor Pávlovich como Dios sirven para ilustrar [el]
rechazo de un padre indigno de amor." 2 En efecto, si entre algunos de sus
intérpretes queda alguna duda sobre si Dostoievski en realidad logró qui-
tar la fuerza de la rebelión de lván, surge una duda aún mayor sobre su
esfuerzo de fundir los niveles de este mismo motiv temático. Dios, después
de todo , otorgó al hombre el don inmenso de la libertad, por muy mal que
se haya usado y se haya abusado de este don; y aunque se le puede hacer
implícitamente responsable de todos los horrores que han sucedido, ocu-
rrieron, como el propio lván lo concedió en su Leyenda, porque Él se negó
a esclavizar la dignidad de la conciencia humana.
Es algo enteramente distinto, desde luego, sustituir a Dios por Fiódor
Pávlovich, y pedirles a los lectores que acepten la negativa a amarlo a él
incondicionalmente como violación equivalente del sagrado principio de
paternidad. El crudo realismo con que se muestran su cinismo y libertina-
je, y su absoluta falta de rasgos positivos , socavan el paralelo que Dostoiev-
ski estaba intentado establecer. Los lectores, en este caso, probablemente
aprobarán la insistencia de Fetiukóvich en que un amor mundano, filial-
paternal, debe conllevar reciprocidad y mutua responsabilidad. Sin embar-

2
W J Leatherbarrow, The Bmthers Karanwzov, Cambridge , 1992 , p. 35.

870 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


go, así como Dostoievski no había suavizado las asperezas del ataque de
lván a las insuficiencias de Dios y de Cristo , también aquí se atreve a pro-
poner la protección del sagrado principio de paternidad, inatacable por la
razón y justificado tan sólo por la fe, hasta para con un espécimen tan
odioso e irresponsable como Fiódor Pávlovich. No podemos dejar de pre-
guntarnos si lo extremo de este esfuerzo no era una desesperada respuesta
a la crispante situación por la que toda Rusia estaba pasando, cuando se
efectuaban atentados, uno tras otro, contra la vida del zar-padre.
Tras apelar a la razón para defender un crimen que Dimitri no había
cometido , Fetiukóvich concluye entonces evocando un principio absoluta-
mente opuesto: el de la compasión cristiana. Empero , lo hace de un modo
totalmente inapropiado a la posición y el estatus social de Dimitri. Pues ha-
bla como si Dimitri fuese un criminal común, de ínfima calaña, quien, de
ser condenado, odiaría a la sociedad porque "esta gente no ha hecho nada
por criarme, por mi educación, nada que mejorara mi suerte, nada que me
hiciera progresar, nada que hiciera de mí un hombre". Nada de esto es per-
tinente en el caso de Dimitri, quien se había educado en una academia
militar, era oficial del ejército ruso y había vivido la vida desenfrenada y
derrochadora tradicional en su clase. Y, al pedir piedad , Fetiukóvich sigue
dando la impresión de que Dimitri probablemente es culpable, aunque de
cuando en cuando reafirme su inocencia. Por una parte, el abogado cita a
Pedro el Grande (sin mencionar su nombre), quien había dicho que "más
vale dejar libres a diez culpables que castigar a un inocente". Por la otra,
recuerda al jurado que "el tribunal ruso no sólo existe para el castigo, sino
también para la salvación del hombre caído". Pero si Dimitri es inocente ,
¿por qué habría de preocuparse el jurado por su salvación? Mientras prosi-
gue, las elocuentes palabras de Fetiukóvich siguen pidiendo piedad de un
modo que implica la culpa de Dimitri. "Que otras naciones piensen en el
castigo y en la letra de la ley, nosotros nos aferraremos al espíritu y al signi-
ficado: la salvación y reforma de los perdidos" (v. 15, pp. 172-173). El ar-
gumento es, así, un tejido de contradicciones, más una justificación del
crimen que una clara defensa de la inocencia de Dimitri.
Estas últimas palabras provocaron una reacción del público que fue
como "una tormenta irresistible". Todo el mundo lloraba y hasta "dos im-
portantes personajes derramaron lágrimas" ante esta combinación de ra-
cionalismo y llamado a un humanitarismo sentimental derivado de los
principios cristianos. Cuando lppolit Kirílovich se levantó para protestar,

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 12 ~ 871


"temblando de emoción ... , la gente lo miró con positivo odio". En sus ar-
tículos , Dostoievski había criticado frecuentemente el uso o lo que él con-
sideraba el abuso de los Evangelios por abogados defensores , e Ippolit Ki-
rílovich acusa a Fetiukóvich de esa práctica por su referencia a Cristo como
"el crucificado amante de la humanidad.. en oposición a toda la Rusia
ortodoxa, que Lo llama 'pues tú eres nuestro Dios'". También objeta el ha-
berse servido de una cita trunca "con la vara que midas serás medido"
como expresión de las enseñanzas de Cristo. "La religión y los Evangelios
-grita lppolit Kirílovich-, resultan así corregidos: eso es misticismo, se
nos dice , y el nuestro es el único cristianismo auténtico que se ha sometido
al análisis de la razón y el sentido común". Contestando a este ataque "a la
ligera, e irónicamente", Fetiukóvich sólo se puso serio cuando replicó que
su "reputación de ciudadano y de súbdito leal había sido impugnada por la
acusación de haber proferido opiniones 'heterodoxas'" (v. 15, pp. 173-
175). El presidente del tribunal ya había impedido que lppolit Kirílovich
prosiguiera con tan peligrosa acusación, y ahora también interrumpe a
Fetiukóvich.
Dimitri, a quien se le permitió declarar, se levantó para negar una vez
más haber matado a su padre, y añadió que Fetiukóvich "no necesitaba
haberlo supuesto". También pide clemencia, pero no en los mismos térmi-
nos de su defensor, quien lo había pintado como una victima de la sociedad.
Antes bien, indica su arrepentimiento y su remordimiento por los pecados
de su vida pasada. "Cometí errores - reconoce- , pero amé lo que era
bueno. A cada instante me esforcé por reformarme, pero viví como una
bestia salvaje ." De ser perdonado, "seré un hombre mejor, os doy mi pala-
bra ante Dios". De ser condenado, "me conozco a mí mismo, y me rebelaré".
Así, no es probable que cambie el tempestuoso carácter de Dimitri, aun
cuando ahora habla "con voz débil'', en que "había un nuevo tono de hu-
mildad, de derrota y sumisión" (v. 15 , pp. 175-176).
Entonces se retira el jurado, y mientras toda la sala aguarda su deci-
sión, el narrador anota algunos fragmentos de conversación entre el público.
Todo el mundo, al parecer, estaba convencido de una absolución, a pesar
del peso de las pruebas. Las damas veían todo el asunto como un crimen
de pasión, perfectamente perdonable dadas las circunstancias; otros creían
que Dimitri quedaría libre porque, como dijo un funcionario, "suponga-
mos que lo hubiera matado. ¡pero hay padres y padres! ... Si yo hubiera
estado en lugar de Fetiukóvich, simplemente habría dicho: 'Lo asesinó ,

872 .. LOS HERMANOS KARAMÁZO V


¡pero no es culpable, qué demonios!'" (v. 15, p. 177). Todas estas voces
parecen justificar la afirmación inicial de Ippolit Kirílovich de que el asesi-
nato se toma ahora en Rusia como algo natural. Como el público, también
Fetiukóvich estaba convencido de haber ganado el caso, pero al cabo de
una hora de deliberación el jurado regresó para declarar a Dimitri culpable
en todos los puntos y, lo que es peor, no recomendó que se tuviera clemen-
cia. Esta decisión creó un indescriptible alboroto en la sala, durante el cual
gritó Dimitri: "¡Katya, yo te perdono!", y les pidió a todos "apiadarse de la
otra". Su voz entonces "se quebró en un terrible sonido sollozante", mien-
tras Grúshenka profería "un grito agudo". El narrador se interrumpe en
medio de este pandemónium y antes de que la sesión quede oficialmente
clausurada, pero recuerda una exclamación que oyó mientras iba descen-
diendo las escaleras: "Bueno, nuestros campesinos se han mantenido fir-
mes" (v. 15, p. 178).
La culminación de esta acción central de la trama deja, así, una impre-
sión ambigua: negativa y positiva, al mismo tiempo. En el nivel legal, ha
ocurrido un obvio "error de la justicia" (el título de todo el libro 12) aun-
que Dimitri ha aceptado, en su fuero interno, la justicia de sufrir por sus
impulsos parricidas. Pero "los campesinos se han mantenido firmes" con-
tra el hecho de justificar el asesinato de un padre, por cualquier razón
que sea, manteniendo, así, la santidad "mística" de la ley moral-religiosa que
Dimitri había violado, en pensamiento si no en obra.

El epílogo se compone de dos episodios, uno de los cuales detalla las rela-
ciones entre Iván, Katerina y Dimitri, y el otro entre Aliosha y el grupo de
niños que se habían reunido en torno del lecho del enfermo Iliusha. Kate-
rina, desatendiendo una vez más toda convención, está ahora atendiendo a
Iván en su propio departamento, donde él yace "inconsciente y con fiebre
alta", con su vida pendiendo en la balanza; los médicos "aún no podían
dar [ningunas] esperanzas positivas de recuperación" (v. 15, p. 179). Ve-
mos así que el futuro de Iván sigue siendo desconocido, y esta incertidum-
bre es creada, sin duda, para mantener el interés en el próximo volumen.
Empero, su conciencia moral ha triunfado sobre la resistencia de su razón,
dando de este modo una resolución más o menos satisfactoria a esta (pre-

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 12 ~ 873


sumiblemente) primera etapa de su vida. Dimitri, que también ha caído
enfermo con "fiebre nerviosa", está aguardando ser enviado a Siberia; está
por saberse si en el camino logrará escapar. Iván ha confiado las instruc-
ciones para este escape a Katerina, llegando incluso a aportar el dinero ne-
cesario para lograrlo , y ella ha aceptado llevar a cabo el plan para el caso
de que el propio lván no fuese capaz (previendo la posibilidad de su enfer-
medad). El mayor obstáculo para el plan era Aliosha: "De ti es de quien
[Dimitri] más teme - le dice Katerina-. Teme que no apruebes su escape,
por razones morales" (v. 15 , p. 181).
Katerina aparece aquí con toda la complejidad de su orgullosa vani-
dad. Ha disputado con lván, el hombre a quien ama de todo corazón, por-
que su odio a Grúshenka ha producido una expresión de resentimiento
contra el plan de escape que , en caso de tener éxito, permitiría reunirse
a Grúshenka con Dimitri. La animosidad de Katerina ha llevado a Iván a
sospechar que en realidad amaba a Dimitri, y esta sospecha la ha herido
tanto que le impide expresar directamente su amor a lván. Temió, como lo
confiesa a Aliosha , que lván considerara toda declaración de amor simple-
mente como gratitud por haber ayudado a Dimitri, y "estaba yo tan exas-
perada por la posibilidad de tan injusto pensamiento de su parte que .. .
¡volvi a enfurecerme! ... ¡Es mi carácter, mi horrible, desdichado carácter!
Oh, ya verás, terminaré haciendo que también él me abandone por otra
con quien pueda llevarse mejor, como a Dimitri" (id.) . Esta confesión de
Katerina, tan sin precedentes (sospecha Aliosha), en realidad fue inspirada
por su propia "traición durante el juicio", que "su conciencia la obligaba a
confesar .. . con llantos y gritos y retorcimientos histéricos en el piso" .. .
que afortunadamente no ocurrieron (id.). Pero su arrepentimiento indirec-
to facilita transmitir el mensaje que Dimitri le había pedido. Sencillamente,
Dimitri desea que ella lo visite en su celda, y finalmente Katerina consiente
ante la insistencia de Aliosha en que "en nombre de sus infinitos sufri-
mientos en el futuro , visítalo ahora" (v. 15 , p. 182) .
El propio Dimitri "estaba terriblemente preocupado desde su juicio";
silencioso y absorto en sí mismo, "a veces miraba a su hermano con un
rostro de sufrimiento" (v. 15 , p. 184). No sólo le atormenta su deseo de ha-
cer las paces con Katerina , sino también la angustia por las dificultades de
su posible escape. Se da cuenta, como lo había dicho en el tribunal, de que
podía resultar incapaz de soportar un trato brutal: "Si me golpean en camino
o allá ... mataré a alguno, y entonces me fusilarán" (v. 15, p. 185). Dimitri

874 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


concluye, así, como lo había previsto el narrador, que es demasiado débil
para soportar la carga que, en un rapto, había creído que podría sobrellevar.
"No soy capaz de resignarme. Quise cantar un 'himno', pero si un guardia
me habla, no tendré la fuerza de soportarlo." Sin embargo, con Grúshenka
a su lado, "lo soportaría todo ... todo excepto golpes ... Pero no le permiti-
rán a ella ir allí" (id.). Con tales palabras está solicitando que Aliosha aprue-
be el plan de escape, aunque en realidad Dimitri ya se ha decidido a po-
nerlo en acción.
Aliosha conviene en que "no estás listo, y semejante cruz no es para ti",
es decir, la cruz de una imitatio Christi, la aceptación del castigo por un
inocente como expiación por los pecados y las injusticias de otros. "Si hu-
bieses matado a nuestro padre -sigue diciendo Aliosha-, me pesaría que
rechazaras tu cruz, pero eres inocente, y esa cruz es excesiva para ti ." Di-
mitri había deseado volverse "otro hombre por el sufrimiento" y de hecho
había avanzado mucho espiritualmente hacia ese "otro hombre". Aliosha le
asegura que "con sólo que recuerdes siempre a ese otro hombre, toda tu
vida y adonde quiera que escapes ... eso te bastará" (id.). Nadie será casti-
gado por permitirle escapar a Dimitri, y aunque el soborno sea inmoral en
todas las circunstancias, Aliosha reconoce que en este caso, él mismo po-
dría cometerlo. El discípulo del padre Zósima está dispuesto a quebrantar
la letra de la ley para evitar una injusticia obvia y una tragedia humana.
Esta escena, muy posiblemente, podría ser una preparación para una más
grave violación de la ley en el futuro (como lo sugieren los diversos rumo-
res ya citados acerca de la continuación de la novela). 3 Ambos hermanos
convienen en que están razonando como "jesuitas", y cuando Aliosha dice
que él no "condenará" a Dimitri, éste responde: "Pero yo me condenaré a
mí mismo, y no dejaré de orar por mis pecados" (v. 15, p. 186).
Dimitri, entonces, imagina su vida después del escape, y, extrañamen-
te, lo encontramos duplicando algunos de los detalles de la novela de
Chernishevski ¿Qué hacer?, una de las principales fo entes del radicalismo
ruso desde el decenio de 1860. Dimitri planea huir a América con Grúshenka,
como lo había hecho uno de los héroes radicales de Chernishevski, aun-
que semejante exilio será "tan malo, tal vez, como Siberia", lo que le per-
3
En un artículo cuidadosamente razonado, D. D. Blagoi hace un buen argumento para
aceptar el testimonio de Suvorin de que Aliosha podría entregarse después a una actividad re -
volucionaria. Véase Blagoi, "Put Alyeshi Karamazova", Seriya Literatwi i Yazhika (Izvestiya Aka-
demii Nauk SSSR), vol 33 , núm. 1 (enero-febrero, 1974) , pp. 8-26.

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIB RO 12 ~ 875


mite así aplacar su conciencia. La vida en América sería realmente terrible
(Dostoievski ya se había referido a ella como tal en Los demonios): "Yo odio
a esa América. Y aunque puedan ser maravillosos con las máquinas .. no
son mi pueblo , no son parte de mi alma. Yo amo Rusia, Aliosha, amo
al Dios ruso''. Dimitri planea entonces irse con Grúshenka a algún lugar "al
país de El ültimo de los mohicanos", donde estarían aislados ("Me han dicho
que allí todavía quedan pieles rojas"), trabajarían y estudiarían gramática;
después de tres años regresarían a Rusia, como ciudadanos americanos,
para vivir en algún rincón remoto de las provincias rusas. De ser necesario,
Dimitri cambiaría su apariencia por medio de cirugía y, en caso de ser de-
tenido, entonces "que nos manden a Siberia ... no me importa" (id.). El per-
sonaje de Chernishevski había hecho exactamente lo mismo: regresar a
Rusia con otra apariencia y con un pasaporte americano, casarse y estable-
cerse para aguardar la revolución que, como estaba seguro, estallaría en
cualquier momento. Dostoievski tal vez haya deseado ofrecer una imagen
alternativa de lo que inspiraría semejante deseo de repatriación.
La escena climática de este capítulo le da su título: "Durante un mo-
mento, la mentira se vuelve verdad''. Cuando por fin aparece Katerina, el
antiguo "amor" entre ella y Dimitri vuelve a brotar momentáneamente, en
palabras apasionadas. "Tú amas a otra mujer y yo amo a otro hombre
-dice Katerina-, y sin embargo, te amaré siempre, y tú me amarás, ¿lo
sabes7" Aliosha casi no da crédito a sus ojos y a sus oídos, y permanece allí
"sin habla y confuso" mientras Katerina declara: "Ahora , por un instante ,
supongamos como cierto lo que habría podido ser" (v. 15, pp. 187-1 88).
Katerina le confiesa a Dimitri que, aun mientras estaba declarando contra
él, no lo había creído culpable. "Cuando estaba yo declarando me conven-
cí a mí misma y lo creí, pero en cuanto terminé de hablar, al punto dejé de
creerlo" (v. 15, p. 188). Entonces , inesperadamente, aparece Grúshenka, y
Katerina, en un supremo acto de humillación, le pide perdón, "poniéndose
blanca como la tiza". Pero Grúshenka sabe que "ambas estamos llenas de
odio, tú y yo," y no es posible ningún perdón entre ellas. Sin embargo ,
añade: "Sálvalo, y yo te perdonaré todo" (id.). Dimitri le reprocha el negar-
se a perdonar, pero Aliosha lo reconviene, diciéndole que no tiene derecho
a hacerlo. Grúshenka no desea tener nada que ver con una mentira que se
volviese verdad: "Hablaron sus labios orgullosos, no su corazón", dijo dis-
gustada Grúshenka. Estas palabras se confirman un momento después
cuando Katerina habla en la calle con Aliosha. "'Ella [Grúshenka] no me

876 .. LOS HERMANOS KARAMÁZOV


ha perdonado ... ¡Me gusta por eso!', añadió, con voz alterada, y sus ojos
brillaron con un odio feroz" (v. 15 , p . 189).
El libro no termina con esta nota de hostilidad sino con el funeral del
pequeño Iliusha. Sólo Dickens puede rivalizar con el conocido estilo "fi-
lantrópico" de Dostoievski, cuando pinta aquí la angustia y desesperación
del desolado capitán Sneguiriov y de su familia. A los doce condiscípulos
de Iliusha, reunidos en torno a su féretro, se les une pronto Aliosha, y este
número simbólico da una aureola cristológica al patetismo de la escena.
Kolia Krasotkin, que, como siempre , sobresale entre los niños, le pregunta
a Aliosha si Dimitri realmente era culpable, y, al contestársele que no , ex-
clama: "Entonces, perecerá siendo víctima inocente por la verdad .. . ¡Aun-
que arruinado, es feliz! " Asombrado por esa reacción, Aliosha pone obje-
ciones, "pero no en semejante causa, y con tal desgracia y tal horror". Kolia
está de acuerdo, pero luego continúa: "Me gustaría morir por toda la hu-
manidad, y en cuanto al deshonor, no me preocupa ... ¡Respeto a tu herma-
no! " (v. 15, p. 190). Dostoievski había subrayado este deseo de "morir por
la humanidad" , de sacrificarse por "la verdad", como algo típico de la nue-
va generación, la del decenio de 1870, y tal vez tengamos aquí un atisbo de
lo que él planeaba que el futuro reservara a ambos, Kolia y Aliosha.
El ataúd de Iliusha yace en el centro de la barraca de Sneguiriov, cu-
bierto de flores enviadas por Liza Jojlakova y Katerina; "por extraño que
parezca - comenta lacónicamente el narrador-, prácticamente ningún
olor brotaba del cuerpo" (id.) El capitán está patéticamente abrumado, y
corre "como desorientado" tras el ataúd que los niños llevan a su última
morada (v. 15, p. 191) . Los lectores de Dostoievski recordarán una escena
final en su primera novela, Pobres gentes, en que un pobre bufón también
corre lastimosamente tras el ataúd de su hijastro. Resuena una vez más el
eco franciscano , cuando el capitán saca de su bolsillo un trozo de pan, ex-
plicando que Iliusha había deseado que lo desmigajara sobre su tumba
para que los pájaros fuesen allí a alimentarse. Tras el servicio religioso, el
padre, semiconsciente, está a punto de caer en la tumba abierta, y "no pa-
recía comprender por completo lo que estaba ocurriendo" (v. 15, p . 192).
Abrumado de pesar al volver a casa, donde la madre loca y la hija tullida
están llorando, convulsivamente arrebata y besa los minúsculos botines de
Iliusha. Esta imagen de desesperación familiar es tan desgarradora que los
niños y Aliosha se van temporalmente , aunque conviniendo en volver por
la noche para la tradicional cena funeral con hojuelas (blinis). 'Todo es tan

LOS HERMANOS KARAMÁZOV: LIBRO 12 ~ 877


extraño, Karamázov -observa Kolia-, tanto pesar, y después las hojue-
las, todo parece tan poco natural en nuestra religión" (v. 15, p. 194).
El grupo de niños pasa entonces junto a la piedra bajo la cual había
deseado ser enterrado Iliusha, y adonde él y su padre a menudo habían ido
a consolarse y a soñar con un futuro mejor. El recuerdo de la humillación
del capitán a manos de Dimitri y la congoja que causó a Iliusha la degrada-
ción de su padre invade de pronto a Aliosha, y llama a los niños para hacer
una breve alocución. Dirigiéndose a ellos como "caballeros" para subrayar
la solemnidad de sus palabras, aunque cambia después a "mis queridos,
queridos niños", explica que pronto se alejará de ellos, "tal vez por largo
tiempo". Pero luego, allí mismo, les pide hacer el pacto de nunca olvidar a
Iliusha ni de olvidarse unos a otros, "nos ocurra lo que nos ocurra después
en la vida". Los insta a recordar al niño a quien alguna vez le habían arroja-
do piedras "y al que después quisimos tanto" , y a recordar "lo bien que es-
tábamos aquí, en un tiempo, unidos por un sentimiento cálido y amoro-
so". Proclama entonces Aliosha que "no hay nada más elevado y más fuerte
y más sano y bueno para la vida en el futuro que un buen recuerdo, espe-
cialmente un recuerdo de la niñez y el hogar" (v. 15, p. 195). Un "recuerdo
bueno y sagrado" será la mejor protección contra los males que puedan
ocurrir, y así seguirá, por mucho que algunos de ellos puedan descarriarse.
Las palabras de Aliosha llegan a los corazones de los niños, todos los
cuales se conmueven y se sienten inspirados por su encargo de recordar a
Iliusha, "su rostro y sus ropas, sus pobres botines y su padre, infeliz peca-
dor, y lo valerosamente que él lo defendió contra toda la escuela". Y cuan-
do los niños prometen recordar, gritando al mismo tiempo "Karamázov, te
queremos", añade Aliosha: "¡Y que viva eternamente el recuerdo de nues-
tro querido niño!" La mención de la eternidad mueve a Kolia a preguntar
si "es verdad lo que nos enseñan en religión", que habrá una resurrección
de los cuerpos y que "viviremos y volveremos a vernos todos, y también a
Ilyushechka". Responde Aliosha, "mitad riendo, mitad encantado": "Cier-
tamente, todos resucitaremos, ciertamente todos volveremos a vernos" .
Y entonces, "tomados de la mano", van todos a la cena funeral a comer
hojuelas. "Es una costumbre antiquísima -explica Aliosha-, y en ella
hay algo bueno." Una vez más, Kolia grita: "¡Viva Karamázov!" y, "una vez
más, todos los niños hicieron eco".
Así, la tragedia de los Sneguiriov se desvanece en un "recuerdo sagra-
do" que los preservará contra todo mal en el futuro, y la muerte es supera-

878 ... LOS HERMANOS KARAMÁZOV


da por la cristiana esperanza de la resurrección, cuando, como promete
Aliosha, "nos contaremos unos a otros , con gozo y alegría, todo lo que nos
haya ocurrido" (v. 15 , pp . 196-197). El libro termina con esta nota infantil
de inocencia y optimismo, dando un bienvenido alivio , similar a los epílo-
gos de las obras de teatro o las óperas del siglo xvm, contra todas las trágicas
tensiones anteriores. Y así como esos ejemplos anteriores revelaban lamo-
raleja de su historia , así Dostoievski reafirma, en una forma candorosamen-
te aceptable y conmovedora, el núcleo básico de creencias y convicciones
moral-religiosas que había tratado de propugnar, tan incomparablemente,
a lo largo de la más grande de sus novelas.

LOS HERMANOS KA RAMÁZO V: LI BRO 12 ~ 879


QUINTA PARTE

MUERTE Y TRANSFIGURACIÓN
XXXIX. No tas para un futuro fantasmal

DESPUÉS de la intensa presión bajo la cual había estado laborando durante


los tres años anteriores, Dostoievski bien puede haber sentido que necesi-
taba relajarse, reposar y recuperar sus fuerzas. Pero ahora, completado ya
el primer volumen de Los hermanos Karamázov, se lanzó con su habitual
asiduidad a la tarea de recabar material para su resurgido Diario de un escri-
tor. Bien consciente de las grandes exigencias que esta renovación haría a
su salud ya en continuo deterioro , se vio impulsado por la necesidad eco-
nómica -pues sus otras fuentes de ingreso eran insuficientes- y también
por la misión que había asumido de hablar contra las fuerzas que estaban
desintegrando la urdimbre de la sociedad rusa.

El 21 de noviembre de 1880, Dostoievski se unió a otros escritores en una


lectura a beneficio del Fondo Literario. Se hallaba presente V A. Posse,
quien después sería un destacado periodista, director de periódicos y edi-
tor, y luego amigo y admirador de Máximo Gorki. La relación de los he-
chos que ha dejado es testimonio, una vez más, del poder hipnótico de la
elocución de Dostoievski, pero también nos ofrece un atisbo de toda una
variedad de respuestas a su novela más reciente. El propio Posse expresa
una verdadera repugnancia por el periódico de Kátkov, obviamente dema-
siado reaccionario para su gusto; pero como había estado publicando en
serie la novela de Dostoievski, confiesa haber aguardado cada número "con
una grata emoción". Uno de sus amigos, que en la novela había encontra-

~ 883
do refuerzo a su "cristianismo, su ortodoxia y [su respeto a] la vida monás-
tica", fue a visitar a Dostoievski, con quien habló largamente. "En mí -es-
cribe Posse- , fortaleció el ateísmo, e hizo nacer mi anarquismo".1
En esta ocasión Dostoievski leyó un célebre poema de Nekrásov, "Al
salir de las tinieblas del engaño". Escrito durante los cuarenta, es una ex-
presión notable de la ideología sociohumanitaria de ese periodo , abando-
nada ya de tiempo atrás por Dostoievski ("Nekrásov pertenecía a un bando
que era hostil a Dostoievski", observa Posse) El poema es un monólogo
dirigido por un miembro de la intelligentsia a una joven a quien ha redimi-
do de una vida de prostitución ("las tinieblas del engaño"), y la apremia a
olvidar este vergonzoso pasado y ser su esposa. El poema se había vuelto
clásico, junto con la primera novela de Dostoievski Pobres gentes, entre la
literatura "filantrópica" de los cuarenta. Más de veinte años después, en
Memorias del subsuelo, Dostoievski empleó, irónicamente, un fragmento del
poema para exhibir la vanidad egoísta del narrador protagonista , en vez
de su supuesta benevolencia. En el clímax, la prostituta Liza resulta moral-
mente superior al hombre del subsuelo , que ha tomado el lugar del prota-
gonista de Nekrásov.
Ahora, en cambio , Dostoievski se lanzó a leer los mismos versos con
tan ferviente simpatía que Posee pudo escribir: "Nunca he vuelto a escu-
char semejante modo de leer. En los nerviosos cambios de su pálido rostro
había sufrimiento y exaltación, la voz era suave, ligeramente cantarina. Pa-
labras tiernas y devotas salían desde las profundidades del alma, desde las
profundidades del corazón. El público ya no existía. Dostoievski hacía un
llamamiento directamente al alma doliente ... al alma de la mujer, caída
pero al mismo tiempo sagrada".2 Pudo así , fácilmente, recrear el estilo "fi-
lantrópico" de su juventud, que en realidad nunca había dejado de em-
plear como topos temático de tipo subordinado durante todos aquellos
años intermedios. Recientemente lo había restaurado para la familia Sne-
guiriov.
En una carta que acompañaba el epílogo de su novela , Dostoievski le
había pedido a N. A. Liubímov que le enviara dos copias de las pruebas en
preparación para una lectura pública a finales de noviembre. "He leído de
todas mis cosas - explicó- , pero esto es algo nuevo, y leeré el último ca-
pítulo: el funeral de lliushechka y la alocución de Aliosha a los niños . Sé
1
DVS, vol 2, p. 439.
2
Jbid , p.441.

884 ... MUERTE Y TRANSFIGURACIÓN


por experiencia que en una lectura tales pasajes producen una cierta im-
presión".3 Su experiencia era un barómetro excelente , y cuando leyó , el 30
de noviembre, recordó después Anna Grigórievna verse rodeada por "ros-
tros deprimidos y llorosos , y no sólo de mujeres".4 Un relato de periódico
describió su lectura: "Ora gemidos y gritos, ora lágrimas de alegría, ora te-
rrible odio y humildad cristiana, ora, por último , un sincero remordimien-
to sonaron en la voz del lector, quien supo comunicar, de manera inimita-
ble, todos los movimientos psicológicos del alma humana".5
Pocos días antes, el 2 7 de noviembre, Tiempo Nuevo y otros periódicos
habían publicado un anuncio de la reaparición del Diario de un escritor. Al
día siguiente, Dostoievski le escribió a su hermano menor, Andréi, con
quien tenía las mejores relaciones , felicitándolo por el día de su santo y
dándole las gracias por felicitaciones similares recibidas por él un mes an-
tes. Pese a su exuberante promesa a Liubímov de que seguiría escribiendo
otros veinte años, su humor, en respuesta a los mejores deseos de su her-
mano , de continuada salud y longevidad, es ahora mucho más sombrío.
"Dudo de que vaya yo a vivir mucho más -contesta, tristemente-, es
muy difícil para mí, por mi enfisema, pasar el invierno de Petersburgo. "
Envidia la felicidad de su hermano de ver ya crecidos a sus hijos, perpe-
tuando una "amable, maravillosa y amante familia". Teme que "vaya yo a·
dejar adolescentes a mis hijos, y esa idea a veces me resulta muy depri-
mente". Pidiéndole a su hermano que cuide su salud, añade Dostoievski:
"En cuanto a mí, me es imposible cuidarla aquí. .. el trabajo me resulta casi
excesivo". Lo que le preocupa del Diario de un escritor "es que aparece en
días.fijos. Con mi salud, eso es muy difícil. Pero .. . si no publico, no habrá
dinero". Espera poder resistir hasta la primavera , para irse entonces a Ems:
"el tratamiento de allí siempre me revive". 6
Dos memorialistas retrataron a Dostoievski por entonces, mostrándolo
muy envejecido , débil y enfermo. Uno de ellos fue l. l. Popov, por enton-
ces estudiante del Instituto Pedagógico de Petersburgo, y después miem-
bro de Narodnaia Volia. Vivía muy cerca de la residencia de Dostoievski y a
menudo veía al escritor sentado en el parque de la iglesia cercana, mirando

3
PSS, vol. 30, libro 1, p. 227; 8 de noviembre de 1880.
-+ Citado en ibid , p 384.
5
Letopis Zhizhni i Tvorchestvo F M. DostoevsJwgo, ed. de N. F Budanova y G. 1! Fridlender
vol. 3, p 502.
6 PSS, vol. 30, libro 1, pp. 229-230 ; 28 de noviembre de 1880.

NOTAS PARA UN FUTURO FANTASMAL -.. 885


jugar a sus hijos. "A veces iba yo al parque y siempre me incliné hacia él.
Encorvado, demacrado, con rostro amarillento, hundidas las mejillas y los
ojos ... daba la impresión de una persona gravemente enferma." 7 Popov lo
vio una vez caminando con su viejo amigo y colega, el escritor D. V Grie-
goróvich, arrastrándose penosamente y apoyándose en un paraguas. Le
pasó por la mente que Griegoróvich sin duda sobreviviría a su compañero
(como ocurrió).
Una imagen similar nos dejó E. P Letkova-Sultanova, la joven cuyos
recuerdos de Dostoievski ya hemos citado varias veces. Lo vio en la casa
del marqués Paulucci, donde tomó parte en una velada benéfica junto con
otros notables de la literatura y el arte (acaso haya leído algo de las últimas
secciones de Los hermanos Karamázov). Cuando se lo encontró en el majes-
tuoso salón de recepciones, brillantemente iluminado y lleno de personas
elegantes, vestidas a la última moda, Dostoievski llevaba un traje de eti-
queta que le quedaba mal, demasiado grande para él, y parecía completa-
mente fuera de lugar. Le pareció "aún más encogido, más demacrado, más
pálido que nunca", y le impresionó su "mirada de sufrimiento".8

Mientras se ajetreaba con los preparativos para publicar una edición en


dos volúmenes de Los hermanos Karamázov, Dostoievski también estaba
acumulando notas para el Diario de un escritor. Una de ellas trataba de la
reciente negativa de la Academia Rusa de Ciencias a aceptar al mundial-
mente célebre químico D. l. Mendeleiev entre sus miembros. Un indigna-
do artículo en Tiempo Nuevo que trataba acerca de esta escandalosa afrenta
la comparaba con rechazar a Shakespeare y a Pushkin en academias de
teatro y de poesía. "En lo tocante al rechazo de Mendeleiev -comenta
Dostoievski-, ¿por qué no establecer para nuestros propios sabios una
Academia de Ciencias Rusa Libre?" Los miembros de la academia existente
eran en gran parte alemanes, y Dostoievski hace eco al sesgo nacionalista
del titular del periódico : "¡Han triunfado los alemanes!" (v. 27, pp. 54
y 336).
Otra nota (2 de diciembre) se explaya sobre un incidente sensacional
7
DVS, vol 2, p. 475.
8
Letopis .. ., op. cit. , vol 3, p. 503.

886 ~ MUERTE Y TRANSFIGURACIÓN


del que se supo desde París, ocurrido durante la representación de una
obra acerca de Garibaldi. "Telegrama de París de que en el Théatre des Na-
tions, socialistas en las galerías [ ... ] contra el público. Como diciendo, so-
mos pobres, ustedes son ricos, ¡chúpense ésa! Lo importante no sólo es
que dos mil personas escuchan a Rochefort y a Felix Pyat [destacados pe-
riodistas radicales] sino que el humor del cuarto Estado de la nación está
contra los ricos ... ése es el elemento del que surgirá todo" (v. 2 7, p. 55).
Semejante noticia confirmó la ya vieja convicción de Dostoievski de que la
sociedad y la civilización europeas serían destruidas por una implacable
lucha de clases. Rusia, con su campesinado supuestamente contento, se li-
braría felizmente de tan desastroso destino. "Los campesinos no los masa-
craron [a los de la clase alta] en la emancipación", sigue diciendo, "y ahora
se llevan bien con ustedes , pero en Francia los pobres [... ] contra los ricos,
desde el palco".
Muchas entradas en el cuaderno de notas refutan a K. D. Kavelin,
destacado occidentalista liberal y profesor universitario que, siendo un
joven estudiante, fue adoctrinado por Belinski. Kavelin se había enfure-
cido contra el discurso sobre Pushkin, negando que el pueblo ruso tuvie-
se esas características nacionales únicas que le había atribuido Dostoiev-
ski, y que , según este autor estaba predestinado a poseer. La supuesta
receptividad y sensibilidad de los rusos a las ideas y los valores extranje-
ros, así como su capacidad de asimilarlos, también podían encontrarse
en la infancia de cualquier "pueblo especialmente bien dotado e inteli-
gente" y distaban mucho de ser dones exclusivamente rusos. A lo cual
responde Dostoievski: "Todas las personas en su juventud son así: atolon-
dradas, estúpidas. Eso significa que usted [Kavelin] ni siquiera entiende
aquello de lo que está hablando. Todos los elementos son idénticos, pero
la distribución es distinta. De allí brotan diferentes cosas, objetos , perso-
nalidades" (id.). Su exasperación puede notarse en la observación si-
guiente: "A Kavelin. Pero ¿cuándo pararán, finalmente , estos señores del
pueblo (desde arriba)? Usted mismo dice que ésta es una vieja historia
[el debate entre occidentalistas y eslavófilos acerca del pueblo ruso] ...
y ... vuelve a comenzar la misma historia , es decir, niega la naturaleza
espiritual del pueblo ruso" (id.). Para Dostoievski la actitud de los occi-
dentalistas era un vestigio de la servidumbre: "La desdeñosa actitud ha-
cia el pueblo que se encuentra en nuestros liberales (en todos ellos), y los
elogios a la capa de intelligentsia son consecuencias y vestigios de la servi-

NOTAS PAR A UN FUTURO FANTASMAL ... 887


<lumbre (en Kavelin, por ejemplo) , incluso entre aquellos que no tuvie-
ron siervos" (v. 27 , p. 59).
Otra nota se refiere a la comparación hecha por Kavelin de la ortodoxia
rusa con el cristianismo occidental, en detrimento de la primera. Sobre los
cristianos occidentales había escrito Kavelin: "El cristianismo fue llamado a
mejorar, perfeccionar y renovar no sólo a los ermitaños, sino también a la
gente que vive en el mundo y en medio de los cotidianos disgustos y tentacio-
nes". Sin embargo , el énfasis del cristianismo oriental era ascético, de otro
mundo , y Dostoievski deplora los efectos prácticos de esta tendencia. "El re-
nunciar al mundo, la mortificación de la carne, la contemplación espiritual
como el bien supremo y la máxima perfección" eran considerados como el
único remedio al "infortunio , el desastre, y las preocupaciones de la vida te-
rrenal" (v. 27, p. 339). Dostoievski había reaccionado contra los excesos de
esta misma inclinación en su caricatura del padre Ferapont, y su respuesta al
respecto es bastante débil. "Los santos se separan del mundo, no por aborre-
cimiento sino para alcanzar la perfección moral. De hecho, los antiguos ermi-
taños vivían en la plaza pública. El monje Parfeni" (v. 27, p. 55). Parfeni fue
un monje itinerante que no se retiró físicamente del mundo, así como el pa-
dre Zósima había sido un monje semejante en cierta etapa de su vida; empero ,
este ejemplo único no resuelve la cuestión general que se había planteado.
Muchas otras entradas logran contrarrestar mejor las críticas al discur-
so sobre Pushkin y la respuesta de Dostoievski a A. D. Gradovski. Kavelin
ataca la idea de Dostoievski de que el mejoramiento moral personal podría
echar las bases para una sociedad avanzada (de hecho, una sociedad
"ideal"). Casi como Gradovski, trazó una distinción entre la moral -un
sentido interno puramente privado del bien y del mal- y las reglas y obli-
gaciones impuestas desde el exterior, que son necesarias para que se cons-
tituya una sociedad y para que funcione. La sociedad sólo puede mejorarse
por medio de una acción sociopolítica, y no por ese autoperfeccionamien-
to cristiano de las personas propuesto por Dostoievski como remedio infa-
lible para los males sociales de Rusia. Sin embargo , al definir la moral como
un sentido puramente personal del bien y del mal, Kavelin dejó una aper-
tura que fue inmediatamente explotada.
"La conciencia sin Dios es un horror -escribe Dostoievski, como ad-
vertencia-, puede desviarse hacia las cosas más inmorales. No basta defi-
nir la moral com o ser fiel a las propias convicciones. También hay que
plantearse continuamente esta pregunta: ¿son ciertas mis convicciones"?

888 .. MU ERTE Y TRANSF IGURACIÓ N


Y sólo hay una manera de ponerlas a prueba: Cristo. Eso no es filosofía
sino fe , y la fe es la flor roja. " Luego desarrolla esta observación preguntan-
do si "el estar en armonía con las convicciones internas" es algo que puede
ser visto como moral. "Esto es sólo probidad (la lengua rusa es rica), pero
no moral. A mi parecer, sólo existe un modelo e ideal moral: Cristo. Y pre-
gunto: ¿Habría Él quemado a los herejes? No. Eso significa que el quemar
a los herejes es un acto inmoral." Ofrece luego una ilustración planeada
para poner bajo la peor luz posible la posición de Kavelin: "La conciencia
del marqués de Sade ... eso es absurdo". Se vuelve ahora hacia su propia
Leyenda del Gran Inquisidor: "El Inquisidor es tan singularmente inmoral
que en su corazón, en su conciencia, pudo dar acomodo a la idea de la
necesidad de quemar gente" (v. 27, p. 56).
Al elaborar la distinción entre probidad y moral, Dostoievski aclara no
sólo sus objeciones a Kavelin sino también, de paso , su retrato de figuras
como Dimitri e Iván Karamázov (particularmente este último).

Lo que es moral no queda completamente decidido por el simple concepto de


congruencia con las propias convicciones, y la personalidad convencida, que
mantiene intactas sus propias convicciones, se detiene por causa de algún
sentimiento y no completa el acto. Se maldice y se desprecia en su fuero in-
terno, pero en su sentimiento (lo que significa su conciencia) no puede com-
pletarlo y se detiene ... Reconoció que el detenerse y no seguir sus conviccio-
nes fue un acto más moral que si las hubiese seguido.

Ilustra el punto citando algunas palabras de Vera Zasulich, quien había


dicho al ser juzgada que "es difícil levantar una mano para derramar san-
gre". Tal prueba de la existencia de una conciencia moral en la empedernida
radical movió a Dostoievski a observar que "su vacilación fue más moral
de lo que habría podido ser el derramamiento de sangre" (v. 27 , p. 57).
Estas notas reafirman asimismo, en el último mes de su vida, una de
las creencias básicas que habían sostenido a Dostoievski desde que salió
de la prisión siberiana en 1854. Por entonces, había escrito la célebre carta
en que declaraba que, "si alguien me demostrara que Cristo está fuera de la
verdad, y que en realidad la verdad estuviese fuera de Cristo , entonces yo
preferiría seguir con Cristo, y no con la verdad".9 El mismo tipo de elec-

9 PSS, vol. 28, libro 1, p 176; 20 de febrero de 1854.

NOTAS PARA UN FUTU RO FANTASMAL ... 889


ción aparecería más de veinte años después con referencia al mandamien-
to cristiano del amor no egoísta: "Poner la otra mejilla, amar más que a
uno mismo, no porque sea útil, sino porque es grato, hasta el punto de
ser un sentimiento ardiente , hasta el punto de la pasión. Cristo cometió
errores: ¡se ha demostrado! Ese sentimiento ardiente dice: Es mejor para
mí quedarme en el error, con Cristo, que contigo" (id.). Así, Cristo ya no
es colocado en oposición a "la verdad", sino que, más bien se dice: Él
cometió "errores". Éstos no se especifican, pero podemos suponer que
corresponden a las acusaciones hechas por lván en la Leyenda del Gran
Inquisidor.
Otro pasaje recuerda una entrada convencida en el cuaderno, mientras
Dostoievski estaba velando toda la noche el cadáver de su primera esposa.
También entonces había subrayado la naturaleza extrema de las exigencias
hechas por Cristo a la personalidad humana : "Sólo Cristo pudo amar al
hombre como a sí mismo, pero Cristo fue un ideal eterno , perpetuo , hacia
el cual se esfuerza el hombre y, de acuerdo con la ley de la naturaleza, debe
esforzarse" (v. 20 , p. 172). Ahora modifica esta idea, y subraya su oposi-
ción al razonamiento utilitario , según el cual "lo bueno es lo que es útil, lo
malo es lo que no es útil". "No, [el bien es] lo que amamos -escribe-.
Todas las ideas de Cristo pueden ser debatidas por la mente humana y pa-
recen imposibles de realizar Poner la otra mejilla, amar más que a sí mismo.
Pero díganme, ¿por qué habría de ser así? Estoy aquí por un instante, y no
hay inmortalidad. Yo viviré en mi [obscenidad] " (v. 27, p. 56; las cursivas
son mías).
Pese a su convicción de que la "ciencia" no ofrecía respuestas a las
"preguntas malditas" de la existencia humana , Dostoievski no vio razón
por la cual estos temas debieran ser enteramente excluidos del ámbito
científico. "El hecho enorme de la aparición de jesús en la Tierra , y todo lo
que vino después, en mi opinión exige una elaboración científica. Pero al
mismo tiempo , la ciencia no puede rechazar el significado que tiene la reli-
gión para la humanidad , aunque sólo fuera como un hecho histórico que
es pasmoso en su continuidad y su tenacidad . La convicción que tiene la
humanidad acerca de entrar en contacto con otro mundo también es muy
significativa y no se la puede resolver de un plumazo, como usted [Kave-
lin] resolvió la cuestión acerca de Rusia, es decir, que todos los pueblos
infantiles la tienen ... etcétera , etcétera" (v. 27 , p. 85) .
El tono de Kavelin, de gran seguridad profesional también provocó en

890 ... MUERTE Y TRANSFIGURAC IÓN


Dostoievski un arranque sumamente raro de elogio a sí mismo . Sobre "el
Inquisidor y el capítulo sobre los niños", confía a su cuaderno de notas:

En vista de estos capítulos, usted [Kavelin] podría mirarme desde un punto


de vista científico, pero no con tal arrogancia cuando concierne a la filoso-
fía, aunque la filosofía no sea mi especialidad. Ni siquiera en Europa existe
tal fuerza de expresión atea, ni existió jamás. Por tanto , no es como un niño
como yo creo en Cristo y profeso mi fe en él , sino que, antes bien, mi hosan-
na ha pasado por el gran crisol de la duda, como dice el demonio en esa
misma novela mía. Ahora bien, tal vez usted no ha leído "Karamázov"... eso
es algo totalmente distinto , y en tal caso , le ruego que me perdone" [v. 27 ,
p. 86]

Las críticas de Kavelin movieron a Dostoievski a sondear y a aclarar


muy minuciosamente sus propias convicciones, y es lamentable que su
respuesta se quedara a medias.
Otra nota está tan directamente relacionada con la anterior que se la
puede citar en este contexto.

Los canallas [sus críticos] me provocan con una fe ignorante y retrógrada en


Dios. Estos asnos no podrían ni siquiera soñar con una negación de Dios tan
poderosa como la planteada en el Inquisidor y en el capítulo anterior, a la
cual sirve de respuesta toda la novela. No es como un loco o como un fanático
como creo yo en Dios. ¡Y quieren enseñarme a mí, y burlarse de mi atraso' Sí,
su estupidez no podría soñar con una negación tan poderosa como aquella
por la que yo pasé. ¡Y quieren enseñarme! ... lván Fiódorovich es profundo,
no es uno de los ateos contemporáneos que en su falta de fe sólo muestran la
mísera mezquindad de sus estúpidas habilidades [v. 27 , p. 48; las cursivas
son mías].

El 3 de diciembre, Dostoievski finalmente contestó a una carta que lván


Aksakov le había enviado un mes antes . "La principal razón del retraso
- escribe- ha sido un haz de cosas tontas, pequeñas , que había que ha-
cer, como lecturas públicas y similares que no se pueden evitar, pero sobre
todo mi muy mala salud ... mi enfisema ha empeorado , me cuesta trabajo

NOTAS PARA UN FUTURO FANTASMA L ~ 891


respirar y esto ha reducido mis fuerzas". 10 Sin embargo, Dostoievski había
estado escudriñando la prensa diaria con el mismo cuidado e intensidad
que en el pasado , incluyendo los tres números del nuevo semanario , Rus.
Como experimentado director de periódicos, encuentra cosas buenas y co-
sas malas en la nueva publicación eslavófila, con cuya orientación, desde
luego, simpatizaba. Elogiando los artículos editoriales de Aksakov, observa
preocupado que "el personal de su publicación es mediocre. Además de
usted , ¿a quién tiene allí?" Espera que su amigo goce de larga vida para que
pueda llevar adelante su batalla. Un texto que comenta favorablemente es
el de una conversación entre tres personas, entrelazada con fragmentos de
un periódico cuyo contenido era ridiculizado. Pero, al mismo tiempo , en-
cuentra que esta colaboración tiene demasiado poco "aguUón" y explica
que con ello no quiere decir "crítica insultante ... un aguijón es simplemente
el ingenio de un sentimiento profundo, y por tanto, debe usted , definitiva-
mente, introducirlo''. 11 Como se recordará, Aksakov había criticado la res-
puesta de Dostoievski a Gradovski por lo estridente de su tono polémico, y
aquí Dostoievski contesta diplomáticamente , que un poco más de estri-
dencia le vendría bien a la publicación del propio Aksakov.
La mayor parte de la carta está dedicada a las cuestiones culturales-
ideológicas que eran de la mayor importancia tanto para Dostoievski como
para su correspondiente. Como sabemos, la exigencia de los occidentalis-
tas, de una constitución según el modelo europeo se menciona eufemísti-
camente como "remate del edificio" (frase tomada del francés), y gran parte
de la polémica que rodeó la cuestión fue puesta, por ello , en metáforas ar-
quitectónicas. Aksakov había ridiculizado la frase porque, según sostuvo,
no se podía "rematar un edificio" que no existiera; primero era necesario
edificar uno desde los cimientos. Sugería que los reformadores comenza-
ran con los zemstvos locales, los consejos provinciales en gran parte inde-
pendientes, elegidos democráticamente, que pudieran servir como los ci-
mientos sobre los cuales construir un edificio. A. D. Gradovski entró una
vez en la liza con un artículo intitulado "Nada de arquitectura, sino vida''.
El problema real, insistió, no era saber si el edificio se construiría desde
arriba o desde abajo, sino si podía organizarse una forma de vida social
para gente viva (otra alusión esópica a una constitución) . Dostoievski,
quien había leído citas del texto de Gradovski en los periódicos, le dice a
10
Ibid., YOL 30, libro 1, p. 232; 3 de diciembre de 1880.
11
!bid., pp . 233-234.

892 ... MUERTE Y TRANSFIGURACIÓN


Aksakov que "planteas una idea acerca de los zemstvos que es sumamente
clara y tan comprensible como dos más dos", y supone que "seguirás eluci-
dando tu idea en los próximos números". Sin embargo, le advierte que no
espere ningún éxito; los aplausos serán para Gradovski y no para un pun-
to de vista eslavófilo, y luego parafrasea lo que, está seguro, será la reacción
pública: "Él [Gradovski] tiene una solución, él señala el camino, y tú sólo
haces paradojas" 12
Un rasgo notable de esta carta es la no disimulada hostilidad de Dos-
toievski al legado histórico de Pedro el Grande. Los eslavófilos siempre ha-
bían visto a Pedro con ojo crítico, pero Dostoievski nunca había comparti-
do su total rechazo . Ahora, en cambio, descubre que Aksakov, habiendo
escrito que Pedro "nos llevó a Europa y nos dio la civilización europea", no
había subrayado debidamente las consecuencias lamentables de este hecho,
presuntamente benéfico. Las reformas de Pedro, insiste Dostoievski, ha-
bían dividido en capas a la sociedad rusa: "las autoridades, las masas escla-
vizadas y los moradores de las ciudades, con catorce clases entre todos.
Ésa es la obra de Pedro. Liberad al pueblo [como se había hecho] y parece-
ría que la obra de Pedro quedaba deshecha. Pero el cinturón, la zona entre
las autoridades y las masas no se retirará por nada ni abandonará su privi-
legio de gobernar a las grandes masas". La transformación social, iniciada
con la liberación de los siervos, se había detenido, y Aksakov habría debi-
do poner en claro que, como resultado de la "seudosimilitud" de la civili-
zación europea importada por Pedro, "en realidad lo que yace entre las
autoridades y el pueblo como un cinturón fatal está integrado por la 'mejor
gente' de las catorce clases". 13 En el único número del Diario que Dostoiev-
ski logró completar antes de su muerte, propone hacer desaparecer por
completo este "cinturón fatal".
Para terminar, Dostoievski expresa su gratitud por una nota editorial
anexa a una crítica de Los hermanos Karamázov publicada en Rus. Un críti-
co, llamado l. Pávlov había hecho la acusación , habitual tanto en la dere-
cha como en la izquierda, de que Dostoievski estaba demasiado preocupa-
do por "fenómenos patológicos", a lo que añadió que "no se muestra a la
virtud como una necesidad de la naturaleza humana, como una ley natural
y general. .. sino como algo alcanzado tan sólo al costo de penitencias y de
una ardua lucha". Aksakov había considerado prudente moderar tales crí-
12 Ibicl., p. 232.
13
Ibicl., p. 233.

NOTAS PARA UN FUTURO FANTASMAL ~ 893


ticas escribiendo que la novela requería un estudio mucho más exhaustivo ,
tanto artístico como psicológico, del que había hecho Pávlov. Merecía un
análisis que tomara más en cuenta la "riqueza, importancia y profundidad
de las preguntas que plantea, [de] lo vívido de sus méritos artísticos y sus
insuficiencias, [de] la fuerza sin precedentes del talento que aparece aquí
con mayor brillantez que en todas las obras anteriores de Dostoievski". Su
publicación, les dijo a sus lectores, esperaba aportar en el futuro semejante
estudio , y así Dostoievski se tranquilizó sabiendo que la publicación a la
que probablemente se sentía más cercano no adoptaba una actitud negati-
va ante su última creación. "Sólo puedo darle las gracias -escribe-, por
su nota editorial y por la promesa de decir algo más. Hágalo." 14
Las notas escritas por entonces hacen eco al mismo antagonismo a Pe-
dro el Grande que encontramos en esta carta. Toda la sociedad educada
rusa -creía Dostoievski- había sido corrompida por la pauta sociocultu-
ral europea impuesta forzosamente por Pedro, y por las ideas que acompa-
ñaron la imitación de esas instituciones europeas. Una nota dice: "El nihi-
lismo apareció en nuestro país porque somos todos nihilistas. Lo que nos
atemorizó fue, tan sólo, la nueva y original forma [rusa] de su manifesta-
ción (todos son Fiódor Pávloviches, hasta el último hombre)". Dostoievski
ridiculiza a "los sabios" que se preguntan de dónde llegaron los nihilistas ,
y responde: "Todos estaban entre nosotros aquí, y eran parte de nosotros
(Los demonios). No, cómo puede ser, razonan los sabios, no somos nihilis-
tas, simplemente deseamos salvar a Rusia rechazándola (es decir, forman-
do un estrato de aristócratas por encima del pueblo, elevando al pueblo
hasta nuestra propia nada)" (v. 27 , p . 54) . En números anteriores del Dia-
rio de un escritor, Dostoievski había encontrado difícil especificar lo que el
pueblo pudiera aprender de la clase superior, educada a la europea; ahora
había llegado a ver la "ilustración" de esta clase como algo enteramente
deletéreo. Sólo podría emponzoñar al pueblo , y la solución única para el
actual estado del desorden ruso era que la clase superior aceptara la fe reli-
giosa del pueblo.
Otra nota plantea el problema muy explícitamente: "El pueblo ruso
está, enteramente, dentro de la Ortodoxia y su idea. No hay nada más en él
ni para él: y, de hecho , no necesita nada más, porque la Ortodoxia lo es
todo . La Ortodoxia es la Iglesia , y la Iglesia es el toque final , y para siem-

14
lbid. , p. 234. Véase también ibid. , p. 388.

894 ~ MUERT E Y TRANSF IGURACIÓN


pre". Sólo quienes comprenden la ortodoxia, sigue diciendo, pueden com-
prender al pueblo; todo el que no la comprenda "no puede amar al pueblo
ruso, sino que lo amaría tan sólo como quisiera que fuese". Además, el
pueblo no "aceptará a esa persona como suya propia ... si tú no amas lo que
yo amo, no crees en lo que yo creo y no honras lo que yo honro como sa-
grado, entonces no te honro como si fueras uno de nosotros" . Pero "nues-
tra intelligentsia de los pantanos finlandeses [San Petersburgo]" no com-
prende esto, y "se enfurece cuando se le dice que no conoce al pueblo".
Por desgracia, añade Dostoievski, hasta "la Iglesia está en una especie de
parálisis, y lo ha estado durante algún tiempo"; por tanto, no ve otra ma-
nera de salir del estancamiento actual sino "llamar [al pueblo], unirlo y
preguntarle directamente", y esperar alguna solución milagrosa (v. 27, pp.
64-65). Éste es precisamente el curso que propugnará en el Diario.

Al llegar el 9 de diciembre estaba lista la edición, en dos volúmenes, de Los


hermanos Karamázov. La mitad de los tres mil ejemplares se vendió en po-
cos días, como orgullosamente lo declaró Anna Grigórievna, y fue necesa-
rio imprimir inmediatamente otros mil. Dostoievski comenzó por distri-
buir ejemplares de obsequio entre sus amigos y su familia, y uno de ellos
fue enviado a K. P Pobedonostsev, quien le recomendó presentarle el libro
personalmente al zarevich Alejandro . El heredero del trono estaba absolu-
tamente impaciente por recibir un ejemplar, le dijo a Dostoievski, porque
no le gustaba leer por trozos y episodios, y por ello había aguardado la ter-
minación de toda la obra. Dostoievski contestó inmediatamente que no
podía ir al Palacio de Anichkov en ninguno de los días propuestos por
Pobedonostsev porque había mandado encuadernar un volumen especial
para la ocasión. Se fijó una fecha una semana después, y luego Dostoievski
fue recibido por el zarevich y su consorte, María Fiódorovna. El único rela-
to de esta presentación nos lo dejó Liubov Dostoevskaia, por entonces una
niña, quien probablemente nos transmite lo que Pobedonostsev le dtjo a
su madre. Dice que su padre, en presencia de la realeza, se comportó exac-
tamente "como estaba habituado a comportarse en los salones de sus ami-
gos. Fue el primero en hablar, se puso en pie cuando consideró que la
conversación había durado lo suficiente y, despidiéndose del zarevich y de

NOTAS PARA UN FUTURO FANTASMAL ... 895


su esposa, salió de la habitación como siempre lo había hecho , dando la
espalda" a sus anfitriones. El zarevich "no se ofendió por esto , y después
habló con gran estima de mi padre".15
La correspondencia de Dostoievski por este tiempo contiene numero-
sas cartas de sus entusiastas lectores a propósito de un aspecto u otro de su
última novela; empero, ya no pudo contestarlas , como explica a un corres-
pondiente no identificado, tan abundantemente como en el pasado: "La
publicación [del Diario de un esciitor] es tal carga, y me quedan tan pocas
fuerzas y salud, que si contesto todas estas cartas y preguntas ... no tendré
absolutamente ningún tiempo para escribir y atender a mis propios asun-
tos". No obstante , el correspondiente en este caso había preguntado qué
lecturas dar a su hijo , y dado que Dostoievski se enfrentaba al mismo pro-
blema como padre (para no mencionar que los libros ciertamente se ven-
derían en la librería del propio Dostoievski) , tomó su pluma para ofrecer
cierto consejo: "Sólo diré en general: elija y dele sólo lo que produzca be-
llas impresiones y haga surgir pensamientos elevados". No conociendo la edad
del hijo, Dostoievski sugiere que si tiene dieciséis años o más, le dé clási-
cos europeos en traducción (Schiller, Goethe , Shakespeare), así como una
numerosa selección de poetas y novelistas rusos , "especialmente Tolstoi ...
todo Gógol... en resumen, los clásicos rusos. También puede darle a Belin-
ski -añade-. Pero espérese" para los otros críticos (puede suponerse, los
de los sesenta). Si es menor de dieciséis años , "Dickens y Walter Scott se
les pueden dar a muchachos de trece años". Pero recomienda, "ante todo,
desde luego, el Evangelio, el Nuevo Testamento en traducción", aunque "si
puede leerlo en el... eslavo de la Iglesia , eso sería lo mejor". 16
El mismo día le contestó a un tal doctor Aleksander Blagonravov, cuya
carta tocaba cuestiones ideológicas y artísticas que le preocupaban mucho.
Sin duda , se sintió complacido al enterarse por el doctor de que , hasta en
una provincia tan atrasada como la suya , jóvenes que se habían alimentado
con novelas frívolas empezaban ahora a leer Los hermanos Karamázov bajo
la guía de quienes eran capaces de comprenderla (puede suponerse, gente
de mayor edad). Sin embargo, de más importancia era que el doctor mos-
trara un conocimiento penetrante de la posición sociorreligiosa de Dos-
toievski . Había escrito que mientras que Aksakov veía las raíces de los ma-
les de la sociedad contemporánea en la negación de narodnost (una fe en
15
Letopis .. ., op. cit., mi. 3, p. 513.
16
PSS, vol. 30, libro 1, pp. 237-238 ; 19 de diciembre de 1880.

896 .... MUERTE Y TRANSFIGURAC IÓN


las virtudes e ideales del pueblo), Dostoievski los atribuía a una pérdida de
la fe religiosa. Convencido de que este último diagnóstico era el más pro-
fundo, el médico convenía, de todos modos, en que "quienes niegan narod-
nost también niegan la fe". 17
"Tiene usted razón -contesta Dostoievski-, en que yo veo la causa
del mal en la falta de fe, pero una persona que rechaza las raíces nacionales
[narodnost] rechaza también la fe ... porque entre nosotros, todas nuestras
raíces nacionales están fundadas en el cristianismo." Al declarar que "ahora
lo más importante es hacer que nuestra intelligentsia convenga en esto",
añade desalentado: "Simplemente, trate de empezar a hablar de eso. O se
lo comerán vivo o lo considerarán traidor". En realidad, parece haber dado
por perdida a toda la clase educada, "porque sólo del [pueblo] se puede
esperar algo, no de la intelligentsia rusa". Sin embargo, con esperanza, prevé
el surgimiento de "una nueva intelligentsia ... ya en marcha, y que desea es-
tar con el pueblo". 18 La aclamación con que fue recibida su novela y los ho-
menajes y la reverencia con que a él se le recibía cada vez que aparecía en
público bien podían llevarlo a alimentar tales esperanzas.
La carta del doctor Blagonravov también es testimonio de la verdad
artística de la visita del Demonio a lván Karamázov. Como médico, el doc-
tor sentía tener una competencia especial para hablar de enfermedades
mentales, y elogió al novelista por haber "presentado la forma del padeci-
miento mental conocido como alucinaciones por la ciencia tan natural y
artísticamente que casi ninguno de todos nuestros psiquiatras podría igua-
larla". Encantado, Dostoievski responde que "por el capítulo de Los Kara-
mázov (acerca de las alucinaciones) con que, usted, como médico, está tan
satisfecho, ya me han tildado de reaccionario y de fanático que ha empeza-
do a escribir acerca de 'sabrá Dios qué demonios'". Da las gracias al autor
por confirmar la exactitud de su retrato -"una opinión experta me apoya-
rá"- y explica que "deseo elucidar ese capítulo más adelante, en un futuro
Diario". 19
Las interminables negociaciones por las propiedades de Kumanina se-
guían prolongándose, y una carta de su hermano menor, Nikolái, indica lo
lejos que estaban de concluirse. Aleksandra, hermana de Dostoievski, había
demandado a sus hermanos por el proyectado acuerdo, y Nikolái deseaba
17
Ibid., p. 390.
18
Ibid., pp. 236-237; 19 de diciembre de 1880.
19
Idem.

NOTAS PARA UN FUTURO FANTASMA L ~ 897


vender una parte de lo que le correspondía para pagarle una deuda a
Aleksandra. Los Dostoievski estuvieron de acuerdo en principio, pero tan
sólo si su parte (una porción de bosque llamada los Bosques Shiriaev) que-
daba garantizada por todos los demás herederos en un contrato escrito; sin
embargo, nada se había concluido definitivamente cuando murió Dos-
toieski .
El 22 de diciembre tomó parte en otra lectura más, junto con viejos
amigos como Apollon Maikov y Ya P Polonski, a beneficio de un asilo para
gente sin hogar patrocinado por la condesa A. F Megden. Esta ocasión fue
marcada por un hecho muy especial: durante el intermedio, Dostoievski
fue llevado a una sala interior de la mansión de la condesa y se encontró
allí, esperándolo, nada menos que a la gran duquesa María Fiódorovna,
quien "quería entablar con él una conversación privada, y le habló muy
extensamente". 2º Por desdicha, no se sabe lo que se dijo en este tete a tete.
Más informativa es una crónica dejada por Lidia l. Veselitskaia, joven con
ambiciones literarias (su nombre de pluma era Vera S. Mikulich), de una
velada en casa de los Shtakenshneider, durante la temporada de Navidad a
finales de diciembre.
En su libro de memorias , Veselitskaia habla de haberse atrevido a pre-
guntarle a Dostoievski por sus opiniones sobre otros escritores, tanto rusos
como europeos. Al enterarse de que ella no había leído Papá Goriot, se
negó a hablar más de Balzac hasta que lo hubiese leído , pero cuando se le
preguntó si colocaba a Balzac por encima o por debajo de él mismo, con-
testó: "Cada uno de nosotros sólo es valioso en la medida en que aporta
algo propio a la literatura , algo original. Eso es lo más importante. Y no
puedo hacer una comparación. Creo que en cada uno de nosotros está
nuestro propio mérito''. Cuando Veselitskaia, practicante del culto al héroe
típico de una muchacha, lamentó que Gógol no hubiese vivido para leer
Los hermanos Karamázov, que le habría encantado como espléndida conti-
nuación de su propia obra, su observación fue recibida con bastante frial-
dad. "Parece ser que esto no le gustó mucho a Fiódor Mtjaílovich, quien me
dijo: 'Realmente, ¿eso cree usted?'" Tal vez estaba aburrido de esta ya trilla-
da comparación, o tal vez su interlocutora había olvidado que Gógol era el
autor no sólo de Las almas muertas sino también de Correspondencia con
amigos A Dostoievski siempre le había disgustado este último libro , tanto

2
'' Lctopis ., op cit., vol. 3, p S 16.

898 .. MUERTE Y TR AN SF IGU RACIÓN


por su tono pomposo como porque su autor no había encontrado por qué
criticar la esclavitud. Además, unos críticos hostiles habían encontrado re-
cientemente (para gran disgusto de Dostoievski) similitudes entre las pré-
dicas del padre Zósima y las contenidas en las obsequiosas cartas de Gógol.
Acerca de Turgueniev no dijo una palabra, pero de Tolstoi declaró: "Sí,
Tolstoi, es una ... fuerza. Y un talento notable . Aún no lo ha dicho todo". 21
También le habló a la muchacha, orgullosamente, de la carta de Tolstoi a
Strájov en que elogiaba La casa de los muertos.
La juvenil Lidia Veselitskaia no fue la única entre los jóvenes que recor-
daba haber visto por entonces a Dostoievski. En el caso de Dimitri Me-
rezhkovski, de quince años , que después se volvería uno de los novelistas
y críticos rusos más importantes del siglo xx (su estudio en dos volúmenes
Tolstoi y Dostoievski hizo mucho por forjar la opinión ulterior de la crítica
acerca de ambos autores) , fue su padre el que tomó la iniciativa después de
haberse encontrado por pura casualidad con Dostoievski en el salón de la
condesa Sofía Tolstaia. El joven Dimitri había empezado a escribir poesía,
y su padre aprovechó la oportunidad de obtener una opinión profesional
acerca de los intentos de su hijo adolescente.

Recuerdo [escribió Merezhkovski en un fragmento autobiográfico], el dimi-


nuto departamento en el callej ón de Kuznechni, con su bajo techo y su sala
atestada, llena de ejemplares de Los hermanos Karamázov, y el estudio, casi
igualmente estrecho , en que Fiódor Mijaílovich estaba sentado ante unas ga-
leras . Ruborizándome, pálido y tartamudeando, leí mis pobres y pueriles ver-
sos. Él escuchó en silencio , con impaciente irritación. Seguramente estába-
mos perturbándolo. "Débil, malo , no vale nada -dijo finalmente- . ¡Para
escribir bien hay que sufrir, sufrir! " "No -dijo mi padre- , que no escriba
mejor, pero que no sufra." Recuerdo la mirada clara y penetrante de los páli-
dos ojos azules cuando Dostoievski me dio la mano . Nunca volví a verlo, y
muy poco después me enteré de que había muerto n

El 2 7 de diciembre, Dostoievski le escribió una nota a la condesa Anna


Komarovskaia, aceptando su invitación de ir al Palacio de Invierno a las
cinco de la tarde del 30 de diciembre. Esta linajuda señora era miembro
21
lbid., p. 519; también L Volgin , Posledni c God Dostoevslwgo, Moscú , 1986, pp. 374-375.
22 El pasaje aparece citado en G. M. Fridlender. "D. S. Merezhkovii i Dostoevskii", en Dos-
toevshii, Matniali i Issledova nia , \ ' OI. 10, San Petersburgo , 1992 , p. 4.

N OTAS PARA UN FUTURO FANTASMAL ~ 899


del círculo íntimo de la corte, que él ya conocía, y a petición suya leyó dos
de sus obras ante los invitados que ella había reunido. Allí se encontraba la
condesa Aleksandra Andréievna Tolstaia, pariente lejana del novelista, quien
se había pasado la vida como dama de honor de una u otra de las grandes
duquesas, pero cuya cultura e inteligencia eran tan apreciadas por Tolstoi
que la hizo una de sus confidentes epistolares. Dostoievski estaba impa-
ciente por verla y hablarle acerca del enigmático sabio de Yasnaia Poliana,
y ella, en quien Crimen y castigo había producido una impresión imborra-
ble ("ninguna otra novela me ha conmovido tanto"), había estado esperan-
do con impaciencia conocerlo. Pasada la presentación, Dostoievski inme-
diatamente hizo una pregunta acerca de Tolstoi, por quien, como lo notó
su interlocutora, tenía "un interés apasionado. '¿Puede usted explicarme su
nueva tendencia?' -preguntó y añadió-. Veo en esto algo especial, para
mí aún desconocido". La condesa reconoció que eso también era "miste-
rioso" para ella, pero prometió enseñar la carta más reciente que le había
enviado Tolstoi, en que hablaba de todo eso ... sólo a condición, desde lue-
go , de que Dostoievski fuese a visitarla para entregársela. 23
Dostoievski fijó como fecha el 11 de enero, y ahora abandonaremos un
poco la cronología para redondear bien este episodio. "Esta velada encan-
tadora y única se ha quedado fija para siempre en mi memoria -continúa
escribiendo la condesa-. Yo escuché con reverencia a Dostoievski: habló,
como verdadero cristiano, acerca del destino de Rusia y de todo el mundo;
sus ojos ardían, y sentí que en él había un profeta." La condesa, devota
cristiana, se había echado a llorar cuando su primo León le anunció , en
1878, que ya no aceptaba la divinidad de Cristo ni Lo consideraba como el
Salvador, y la carta que le leyó a Dostoievski contenía muchas de las mis-
mas ideas:

Aún puedo ver ahora a Dostoievski, delante de mí, llevándose las manos a la
cabeza, y repitiendo , con desesperación en la voz: "¡Eso nol ¡Eso no!" No le
agradó ni uno solo de los pensamientos de León Nikoláevich, pese a lo cual
recogió todos los escritos que yacían sobre la mesa: el original y la copia de la
carta de León . Por algunas de sus palabras, concluí que en él ardía el deseo de
refutar las falsas ideas de León Nikoláevich. 24

23
DVS, vol 2, pp. 363-364.
24
Idem.

900 <11 MUERTE Y TRANSF IGURAC IÓN


La intuición de la condesa Tolstaia fue muy atinada, y aunque Dostoiev-
ski no vivió para cumplir esta intención, su último cuaderno de notas con-
tiene esta entrada: "¡Hasta qué punto el hombre se ha adorado a sí mismo
(León Tolstoi)! " (v. 27 , p. 43).

NOTAS PARA UN FUT URO FANTASMAL ... 901


XL. Un símbolo nacional

EL AÑO NU EVO de 1881 encontró a Dostoievski de humor relativamente


boyante, pese a las predicciones ocasionalmente sombrías que aparecen en
sus cartas y en sus conversaciones. A D. V Griegoróvich, en la primera mi-
tad de enero, le dij o que dudaba de que pudiese sobrevivir a los meses de
invierno, 1 pero Anna escribió que "en la primera mitad de enero , Fiódor
Mijaílovich estuvo de excelente ánimo. Frecuentó a sus amigos y hasta acep-
tó tomar parte en ciertas funciones teatrales que la condesa S. A. Tolstaia se
proponía organizar, a comienzos del mes próximo . Quería desempeñar el
papel del ascético recluso en la obra La muerte de Iván el Terrible, de A. K
Tolstoi, el finado esposo de la condesa". 2 Sus emociones probablemente
fluctuaban mucho dependiendo de su humor; y como comprendía muy bien
la importancia de tener esperanzas para combatir la desesperación , habrá
luchado contra los ocasionales ataques de abatimiento causados por su de-
bilidad física, cada vez mayor.

El día 1º de enero, él y Anna se encontraron entre el público del Teatro


Aleksandrinski, donde presenciaron una mediocre comedia de su conoci-
do y ocasionalmente pendenciero D. V Averkiev, El caso Sidorenko. La obra
fue salvada, según los críticos, por la brillante actuación de la protagonista,
María Savina, ya mencionada como compañera de Turgueniev en Una dama
1
Lctopis Zlii:::/111i i T' w chcscrn f /\1 . Dostocvslwgo, ecl. ele :\. F BuclanO\a y G. :. L Fricllcncler
,·ol 3. p. 529.
2
Anna Dostoe,·sky, Rcminisccnccs, trad. y ecl . ele Beatrice Stillman. :\ue,·a York. 19/3. p 3-tl.

902 ...
provinciana. Una cariñosa carta de la hermana de Dostoievski, Varvara, le
llevó sus saludos de Año Nuevo , y lo puso al corriente de las noticias de
la familia . Un texto curioso de estos tiempos, incluido en el anuncio de la
aparición de un nuevo periódico, Semeinie Vechera (Veladas familiares), ha
causado ciertas suposiciones. Entre las obras futuras que prometía presen-
tar en sus páginas estaba "un cuento de F M. Dostoievski", del que no se
sabe nada más. Es posible que él les hubiese mencionado alguna de sus
ideas a los directores de esta revista para niños , quienes se encontraban
entre sus amigos íntimos, y que ellos hayan aprovechado esa vaga promesa
para tener algo suyo en el futuro .
Podemos tener un atisbo de Dostoievski en las memorias de su correc-
tora de pruebas anterior, Varvara V Timofeieva, en quien ya nos hemos
basado extensamente. Cuando se lo encontró en la calle, a comienzos de
1881, él no la reconoció y ella era demasiado tímida para abordarlo; empe-
ro, sus palabras indican el cambio de sentimientos acerca de Dostoievski
de parte de toda su generación: "¡Tanto quise acercarme a él, volver a oír
su voz , decirle cuán profundamente lo comprendía h oy, y cuánto de lo
bueno me había dado ... ¡Me sentí su discípula , en deuda con él por mi
mundo moral, mi libertad espiritual... Pero la timidez y el orgullo me en-
cadenaron. Y pasé junto a él sin decir palabra".3
Tales sentimientos no sólo eran el resultado de un conocimiento per-
sonal, como puede verse en una anécdota contenida en las memorias de
un escritor que hoy ha caído en el olvido, A. V Kruglov. "Iba yo paseando
por la Perspectiva Nevski con un estudiante de medicina - recuerda-.
Dostoievski nos pasó , casualmente, en un carruaje. Inmediatamente, el es-
tudiante de medicina , antes de que pudiera yo hacer lo mismo, se quitó el
sombrero. '¿Conoces a Dostoievski7', le pregunté. 'No, pero ¿qué importa7
No me incliné ante él, sino que me descubrí, como lo hice en Moscú al pa-
sar junto a la estatua de Pushkin"'.4
Dostoievski se había convertido en una figura simbólica, reverenciada
por encima de la implacable batalla de las ideologías. Aun cuando sus
obras abarcaran todas las cuestiones candentes del día, las había elevado
muy por encima de los límites del simple partidarismo. De hecho, a sus
contemporáneos les pareció pasmoso que hubiese alcanzado tan notable
estatus, y su amigo Orest Miller planteó esta pregunta en el número de
1
DVS, l'oL 2, p. 195.
4
Citado en l. Volgin, Poslcdnic God Dostocvslwgo, Moscú . 1986, p. 38 7.

UN SÍMBOLO NACIONA L ... 903


enero de la revista populista-eslavófila La Semana. Aunque a Dostoievski lo
estuviese hostigando la prensa liberal y radical , los estudiantes supuesta-
mente izquierdistas , lo recibían con los brazos abiertos , y la razón - escri-
bió Miller- era que siempre hablaba "abierta y audazmente en todas di-
recciones, sin preocuparse por lo que se dijera sobre él. Los jóvenes dan la
bienvenida, con el discernimiento del corazón, a todo lo que es directo, no
servil, y evitan desdeñosamente todo lo evasivo y lo interesado". 5 Podría
añadirse lo que Miller no pudo decir abiertamente: que , pese a todo su
apoyo al statu qua político existente , siempre mantuvo la esperanza en que
pudiera efectuarse un cambio social radical (como todo lo que había sido
siempre en Rusia) por voluntad del zar.
El 6 de enero, Dostoievski tomó nota de un artículo aparecido en Tiem-
po Nuevo sobre un discurso pronunciado en Berlín por un profesor alemán,
que trataba de las relaciones entre la Iglesia y el Estado. Este problema ha-
bía constituido un motivo artístico importante para Los hermanos Karamá-
zov, y era algo que continuaba preocupándolo asimismo en el nivel prácti-
co. El orador, un progresista, había propugnado un Estado liberal en que
las diferentes creencias religiosas de sus habitantes no afectaran en absolu-
to sus derechos ni su estatus. Soñando con un Estado que se convirtiera en
una Iglesia de acuerdo con su concepción del cristianismo , Dostoievski
anotó sus objeciones. "Es nuestra diferencia de Europa -escribe-. El go-
bierno es básicamente una sociedad cristiana que se esfuerza por conver-
tirse en una Iglesia. Es lo opuesto de Europa. " Sin embargo , Dostoievski
comprende lo que temía el erudito europeo:

Si los cristianos predominan, empezarán inmediatamente a masacrar a los no


cristianos. Por el contrario , la completa libertad de fe y libertad de conciencia
es el alma del cristianismo verdadero. Creed libremente: tal es nuestra fó rmula.
El Señor no descendió de la cruz para inculcar la fe por la fuerza de un mila-
gro externo, sino que precisamente deseó que hubiera libertad de conciencia.
Tal es el alma de nuestro pueblo y del cristianismo [v. 27 , pp . 80-81].

Nada ilustra mejor que ese pasaje la desconcertante mezcla que encon-
tramos en Dostoievski de defensa de las estructuras sociales más reaccio-
narias en nombre de los principios más liberales .

' Letopis , op. cit., vol. 3, pp. 526-527.

904 .. M UERTE Y TRANS FIGUR ACIÓN


Mientras Dostoievski estaba organizando las notas para el número de
enero de su Diario, continuaban apilándose otras notas, para febrero y
marzo. Algunas tratan del programa escolar clásico , obligatorio , de los
gymnasiums, que se había convertido en causa de desavenencia y al que
Kolia Krasotkin se había referido desdeñosamente. "El latín y el griego
- había proclamado, repitiendo una opinión radical-, fu eron introduci-
dos porque son una lata y porque idiotizan al intelecto" (v. 14, p . 498). En
realidad, el estudio de esas lenguas había sido promulgado como medio de
contrarrestar la influencia subversiva del racionalismo científico. Dostoiev-
ski había estado en favor de esta reforma, aunque fu ese sumamente impo-
pular, aduciendo que una educación liberal beneficiaría incluso a quienes
después se dedicaran a la ciencia; con todo, pensaba que las lenguas clási-
cas debían introducirse más gradualmente, y no "por la fuerza". Asimismo ,
se había cometido un grave error al importar profesores checos , que eran
"fríos, indiferentes , hostiles a los jóvenes, ignorantes de la lengua rusa a la
que despreciaban" (v. 27, p . 67).
Las notas indican, asimismo, que Dostoievski se proponía continuar
con uno de los rasgos más populares y agradables de su Dimio: las reminis-
cencias literarias que siempre habían dado a su publicación un carácter per-
sonal , íntimo e históricamente significativo. justo diez días antes de su
muerte, Dostoievski le dijo a su amigo Alekséi Suvorin que deseaba "comen-
zar a escribir sus memorias literarias", y bien pudo haber planeado presen-
tarlas como serie en números futuros. 6 Por el momento , deseaba responder
personalmente a la anécdota acerca de las "fronteras" que una vez más P V
Annenkov había puesto en circulación. "Todo esto - escribió en el borra-
dor de una respuesta- puede ser un sinsentido , lo repito , y desde luego ,
no vale la pena molestarse con ello. Pero yo mismo he escrito acerca de
Belinski y de mi encuentro con él. Y no deseo que sobre mi relato flote ni
siquiera la sombra de una mentira. Si no respondo , se dirá que [la versión
de Annenkov] es cierta" (v. 27 , p . 198). Muy probablemente se proponía
añadir nuevos toques al retrato de Belinski ya presentado: "Belinski. Insóli-
to esfu erzo por la asimilación de nuevas ideas con un deseo insólito , cada
vez, junto con la asimilación de lo nuevo, de pisotear todo lo antiguo con
odio , denuestos, desprecio. Como si una sed de venganza contra lo anti-
guo ... 'y quemé todo aquello ante lo que me inclinaba"' (v. 27 , p. 50) .

6
DVS, vol. 2, p. 469.

UN SÍM BO LO NACIO N AL ~ 905


En el mismo borrador encontramos otra referencia a un ataque perso-
nal contra Dostoievski cuya fuente no es identificada, pero cuyas implica-
ciones también deseaba refutar. "No quiero que se diga -escribe-, que
me jacto de mis años en prisión. Me enferma que mis buenos amigos (y
tengo algunos) o después mis hijos, que hoy son pequeños, sospechen que
es cierto que yo me jacté, me glorifiqué; porque il en reste, il en reste [algo
queda]." Temió que se le hiciera esta acusación, y tres frases desconectadas
tal vez nos indiquen cómo planeaba contestar. "Sí, si yo quisiese glorificar-
me. Inventé otro personaje en La casa de los muertos. Mató a su esposa"
(v. 20 , p. 197). Aquí, Dostoievski está refiriéndose al narrador ficticio de
sus memorias de la prisión, el uxoricida Gorianchikov, quien oculta la
identidad del propio autor como preso.
Otros escritores -Tolstoi, Saltikov-Shchedrin, Goncharov- también
serían comentados en el renovado Dimio. Las polémicas con Shchedrin ya
habían comenzado a propósito de madame Jojlakova, y Dostoievski se pro-
ponía volver a cruzar su espada con la de este viejo antagonista, quien le
había infligido ciertas heridas dolorosas durante los sesenta . Llamándolo
"el viejo satírico", escribe Dostoievski: "Nadie se atrevería a enfrentársele:
un liberal, dirían ... liberal hasta la médula ... No, estás jugando al liberal,
cuando no resulta ventajoso ... es decir, cuando yo te eche una mirada"
(v. 27, p. 46).
Shchedrin estaba publicando por entonces una serie de bocetos de via-
je, Za Rubezhom (A través de la frontera), en uno de los cuales satirizaba el
excesivo celo de la policía alemana. Dostoievski piensa que el verdadero
blanco de su sátira era la negligencia de los gendarmes rusos. "Insultó a
una mujer en Palkin's [un restaurante elegante]. Robo e insulto personal,
disparos contra Loris-Melikov, pero simplemente se saludan. Una vez, hace
cuarenta años, llevaron a Shchedrin a la comandancia de policía, y él se
aterró. Pero fue para hacerlo acusador público." (Shchedrin había sido exi-
liado, pero ocupó ese puesto por entonces.) "Estuvo a punto de escribir
'Prisión y exilio' ", se burla Dostoievski, ciertamente pensando en sus pro-
pios años en prisión (v. 27, pp. 48-49).
Otro escritor seleccionado como blanco de sarcasmos es Iván Goncha-
rov. Las relaciones de Dostoievski con él eran aparentemente cordiales ,
pero nunca le había simpatizado (aun cuando admirara Oblomov). La pren-
sa prestaba tanta atención a Goncharov que fastidió e irritó a su colega , y
cuando Goncharov publicó una carta en que lamentaba que, pese a la im-

906 ... M UERTE Y TRANSFIGURACIÓN


portancia de Pushkin en el marco de su propia obra, no había podido asis-
tir al festival Pushkin, Dostoievski consideró esto como autopropaganda .
Cualquiera sabía, anotó, que en el festival se había dicho todo lo que se
pudiera decir acerca de Pushkin; "y sin embargo, habían olvidado una vir-
tud, casi la más importante: que fue el maestro de nuestro Goncharov .. .
Y si lván Aleksandrovich no nos lo hubiese recordado en su carta, no ha-
bríamos recordado esta virtud de Pushkin" (v. 27, p. 55).
Goncharov también había vuelto a republicar un ensayo sobre la co-
media clásica de Griboiedov La desgracia de tener demasiado espíritu, en que
apilaba elogios sobre el protagonista , Chatski, un occidentalista que vuelve
de Europa a Moscú y encuentra sofocante e intolerable la atmósfera de su
patria. Goncharov había declarado que Chatski era superior incluso a figu-
ras tan consagradas como Oneguin y Pechorin, pero Dostoievski, desde
sus Notas de invierno (1863) , había expresado sus reservas acerca del occi-
dentalismo de Chatski, y también lo utilizó como uno de los prototipos de
Versílov, interiormente desgarrado, en El adolescente. Suvorin había elogia-
do la interpretación de Goncharov como superior a todas las otras que co-
nocía, y esta apreciación probablemente motivó a Dostoievski a ofrecer su
propia opinión, mucho menos halagüeña. Citando un renglón del último
monólogo de Chatski, en que dice, "Iré a buscar en el mundo ... ", pregunta
Dostoievski: "pero , ¿a dónde? Para él, sólo existe el mundo que ve por su
ventana, la de la mejor sociedad moscovita , y no va a ir al pueblo. Y puesto
que los moscovitas lo rechazaron, esto significa que 'el mundo' quiere de-
cir Europa. Desea huir, a través de la frontera" (v. 27, p. 87). En su relato
de esta conversación, escribe Suvorin: "Él [Dostoievski] no encontró
simpático a Chatski. Era demasiado altivo, demasiado egoísta. Carecía de
bondad".7

Una importante fuente informativa acerca de estos últimos días la constitu-


yen varios artículos escritos por Alekséi Suvorin poco después de fallecer
Dostoievski.8 Éste había hablado muy libremente con su perspicaz interlo-
cutor, y lo que anotó Suvorin nos ofrece un valioso atisbo de las ideas de
Dostoievski y de lo que podría haber contenido el futuro Diario de un escri-
7
Idcin.
" Idcm .

UN SÍMBO LO NACIONA L ... 907


tor. Un comentario revela la asombrosa paradoja, ya observada, de la posi-
ción sociopolítica de Dostoievski: el sueño de una Rusia ideal que naciera
en un Estado que encarnaba lo precisamente opuesto de lo que semejante
sueño estaba tratando de alcanzar. Escribe Suvorin:

En su opinión, es posible que alcancemos la libertad completa, una libertad


como no existe en ninguna otra parte, y todo esto sin ninguna revolución, sin
restricciones, sin controles. Completa libertad de conciencia, de prensa, de
reunión; y añadió: "Completa. Una ley para la prensa ... ¿puede ser esto liber-
tad de prensa? Esto sigue siendo su humillación ... Que diga lo que quiera.
Necesitamos libertad, más que todos los demás ... porque tenemos más traba-
jo que hacer; necesitamos una sinceridad completa, de modo que nada quede
sin expresarse". 9

Tales ideas les fueron confiadas no sólo a amigos como Suvorin, perio-
dista y director de periódico, sino también a personas que ocupaban im-
portantes puestos gubernamentales. Tiempo después de haber publicado
un obituario de Dostoievski que contiene las reflexiones anteriores acerca
de la libertad de prensa, Suvorin escribió otro artículo, con información
adicional: "Pocos días antes de la muerte de Dostoievski, éste le dijo al au-
tor de estas líneas que 'he hablado de todo esto con personas muy bien
colocadas. Convinieron con mucho de lo que les dije, pero no pudieron
siquiera comprender la noción de una ilimitada libertad de prensa. Y sin
comprender esto, es imposible comprender nada"'. 1º Al parecer, esa reac-
ción no desanimó a Dostoievski, quien siguió esperando que fuera posible
lograr progresos a ese respecto. El 10 de enero pronunció un fogoso dis-
curso ante la Sociedad Eslava de Beneficencia, proponiendo que esa orga-
nización publicara una revista destinada a propagar "la idea de Rusia", y
prometiendo dedicar su propio Diario de un escritor a la misma causa.
A pesar de todo, el Diario no fue el único tema que Dostoievski tocó
con Suvorin. Cuando se le preguntó por qué, mientras que sus novelas es-
taban tan llenas de monólogos y de intensas escenas dramáticas, nunca
había escrito para el teatro, replicó: "Yo tengo un cierto prejuicio respecto
al teatro". Y entonces se refirió a una observación de Belinski "de que un
verdadero dramaturgo debe empezar a escribir a los veinte años. Eso se me
9
Ibid, pp. 469-470.
10
Letopis .. , op. cit., vol. 3, p. 535 .

908 .... MUERTE Y TRANSFIG U RACIÓN


quedó en la cabeza. Simplemente, no me atreví. Sin embargo, en este vera-
no pensé en convertir un episodio de los 'Karamázov' en obra de teatro". 11
Puede suponerse que Dostoievski también les habló a otros de esta inten-
ción. Un periodista de nombre Petersen dice que era un hecho bien cono-
cido que Dostoievski deseaba "dramatizar el crimen de la persona desco-
nocida que visita al padre Zósima mientras aún es funcionario" .12
En una charla acerca de la continuación de Los hermanos Karamázov,
Suvorin resume lo que oyó de boca del autor. "Aliosha Karamázov resulta-
ría el héroe de la continuación de la novela, héroe en quien [Dostoievski]
deseaba crear un tipo de socialista ruso, no el tipo habitual que ya conoce-
mos y que brotó íntegramente en tierra europea." El gran duque Aleksan-
der Mijaílovich recuerda que Suvorin citó, asimismo, estas palabras: "A ti
te pareció que en mi última novela, Los hermanos Karamázov, había mucho
que era profético. Pero aguarda la continuación. En ella, Aliosha abando-
nará el monasterio y se volverá anarquista. Y mi Aliosha, tan puro, matará
al zar" .13 Dostoievski habló a Suvorin un mes, poco más o menos, antes de
que fuera asesinado Alejandro ll, lo que lleva al comentador a suponer que
el gran duque se refería a un atentado contra la vida del zar; de cualquier
modo, Dostoievski bien pudo imaginar su realización. Si hay algún error
en el testimonio del gran duque, lo sería el caracterizar a Aliosha como
"anarquista", y no como el mucho más verosímil "socialista ruso", término
que encuentra cierto apoyo en el Diario.
Según cuenta Orest Miller, quien visitó a Dostoievski el 17 de enero, el
autor se encontraba tan absorto escribiendo el Diario que de plano rechazó
una invitación a participar en una velada en honor de Pushkin, el 29 de
enero. De lo único que deseaba hablar era de su temor a que la censura no
aceptara "varias de las frases, cuya sustancia se sentía llamado a desarrollar
en futuros números del Diario" M Él y Anna asistieron esa noche a un con-
cierto del pianista francés Louis Brassena, y su presencia fue notada por un
columnista especializado en chismes que llevaba el seudónimo de Amicus
(P A. Monteverdi). Dos días después de la muerte de Dostoievski, escribió
que el novelista "parecía más animado y sano que de costumbre, y habló
abundantemente y con entusiasmo del Diario de un escritor y de sus planes
11
DVS, vol. 2, p 469 .
12
Letopis .. ., op. cit., vol. 3, p. 536.
13
Ibid., pp. 535-536; DVS, vol. 2, p. 473.
14
Letopis .. ., op. cit., vol. 3, p. 534.

UN SÍMBOLO NACIONAL ... 909


y proyectos, expresando su sólida esperanza de que muy pronto seríamos
capaces de hablar más directa y libremente acerca de 'todo lo que nos mue-
ve el alma'" .15 Esas palabras reflejan las excesivas expectativas despertadas
por las pequeñas concesiones de Loris-Melikov al relajar la supervisión de
la prensa.
El 20 de enero, el propio Dostoievski acudió a la oficina de la censura
y pidió que se cambiara al censor asignado a su Diario, aunque no se sabe
por qué. El recién nombrado jefe de la censura, N. S. Abaza (sin ningún
parentesco con el ministro de Finanzas) , ofreció suspender por completo
la censura preliminar a su distinguido peticionario, pero Dostoievski con-
testó: "No ... , sabe usted ... , es mucho mejor, mucho más pacífico" hacer
que un censor lea las cosas de antemano. 16 El amable funcionario se ofre-
ció a leer él mismo el manuscrito , y lo devolvió al día siguiente, sin ningún
cambio, disculpándose por el retraso . Asimismo, el día 20, Dostoievski cam-
bió de opinión acerca de la velada de Pushkin, pues sentía evidentemente
ciertos remordimientos por haber despedido con brusquedad a un amigo
devoto. "Aquí , tal vez, he perdido a otra persona", dijo a su esposa, e ins-
truyó a Anna que le dij era a Miller que él aceptaba leer del último capítulo
de Eugenio Oneguin. 17 Una carta de D. V Griegoróvich , de la misma fecha,
pide autorización - que le fue concedida- para que un escultor llamado
L. Bernshtam lo visitara y le hiciera un busto .
Dos días después, Anna Dostoievski registra en su cuaderno de notas
que, al hablar de sus planes para el verano, habían mencionado su ya vieja
ambición de comprarse una quinta campestre . "Por la noche - escribe-
charlamos acerca de a dónde iríamos , y él me habló de sus sueños. "18 Con
el dinero que aún les debía El Mensajero Ruso y con las suscripciones que
seguían lloviéndole para el nuevo Diario, Dostoievski consideró posible
realizar este sueño. El día 24 fue invitado a cenar por la condesa Tolstaia y
pidió prestado un ejemplar de la obra de su difunto marido acerca de lván
el Terrible para adap tarla al teatro . Al parecer, ese mismo día hizo las últi-
mas correcciones al Diario. Al día siguiente , 25 de enero, fue en persona a
la imprenta con estas páginas y pidió que le mandaran las galeras al otro
día. También le escribió a la condesa Komarovskaia aceptando su invita-
15
Citado en Volgin, Poslednie.. , op. cit., p . 395.
16 Letopis .. ., op. cit., Yo l. 3, p. 537.
17 Citado en Volgin , Poslednie... , op. cit. , p. 412.
18
Letopis .. ., op. cit. , \'Ol. 3, p. 539.

910 ~ MUERTE Y TRA NSFIGURACIÓN


ción para el Palacio de Invierno el primer día en que estuviera libre , el 29
de enero.

El último número del Diario de un escritor (enero de 1881) fue completa-


do el último día de la vida laboral de Dostoievski, y publicado mientras
sus restos eran llevados a la tumba. Estos hechos son accidentales , resulta-
dos del azar, pero no podemos dejar de atribuirles una significación mayor
e inherente. Es como si las circunstancias mismas conspiraran para asegu-
rarse de que la voz de Dostoievski seguiría hablándole al mundo desde
más allá de la tumba , y su voz ha continuado resonando hasta nuestros
días. Lamentablemente lo que Dostoievski tiene que decir aquí no se pue-
de incluir entre sus alocuciones más impresionantes y atractivas. Pero sus
últimas palabras impresas deben leerse teniendo siempre en mente el tras-
fondo de sus grandes creaciones: las obras maestras que con mucho supe-
ran y opacan sus ilusiones sociopolíticas y sus autoengaños.
El primer artículo del Diario, intitulado "Las finanzas", expresa el asom-
bro del propio autor por abordar semejante tema: "¡Dios míol ¿Es posible
que después de tres años de silencio reanude hoy mi Diario con un artícu-
lo sobre economía7" La respuesta, como tan a menudo encontramos en
Dostoievski, es, a la vez, sí y no. Tras empezar con semejante tema , inme-
diatamente hace una digresión para adaptarlo a sus propios intereses. "¡La
caída del rublo! ¡El déficit! " Estas calamidades estaban en boca de todos ,
pero quienes se preocupaban por esos problemas fiscales eran, probable-
mente, los mismos que se habían opuesto a la guerra ruso-turca por moti-
vos económicos: "El dinero en efectivo era mejor que las hazañas nobles".
Estos individuos evidentemente habían pasado por alto el gran "brote de
sentimiento popular" que, en opinión de Dostoievski, había justificado
tanto la guerra como su fe en el desarrollo de la conciencia nacional del
pueblo (v. 27, p. 5) .
Los adversarios de la guerra se habían negado a creer que el pueblo
fuese más que "una masa inerte, sorda y muda, organizada para pagar im-
puestos y mantener a la intelligentsia, masa que , si bien contribuía [para la
guerra] con peniques canalizados por la Iglesia, lo hacía porque el sacerdo-
te y las autoridades le ordenaban hacerlo". Replica , como muy a menudo ,
con una anécdota personal acerca de una campesina que administraba una

UN SÍMBOLO NACIONAL ... 911


minúscula posada "en una remota zona de las provincias". Ella le había
preguntado, por la época del Congreso de Berlín, posterior a la guerra (en
que Rusia había sido privada de casi todos los frutos de su victoria): "¿Pue-
de usted decirme, buen señor, cómo decidieron nuestro caso allá en Euro-
pa?" (v. 27, p. 6). Él le promete escribir más en el futuro acerca de esta
germinación de conciencia patriótica entre el pueblo.
Cierto, la economía rusa tiene un enorme déficit, mas para Dostoievski
la verdadera pregunta es por qué Rusia está siendo comparada siempre
desfavorablemente con Europa. "En Europa, el florín es fuerte por doquier,
mientras que nuestro rublo es débil. Entonces , ¿por qué no somos Euro-
pa?" (id.). Ahora, Dostoievski intenta responder a esta pregunta, y transfor-
mar la idiosincrasia rusa en algo positivo , en lugar de negativo. Sus impli-
caciones sociopolíticas se hacen claras cuando, en una imagen esópica ya
familiar, escribe que "todos empezaron a gritar acerca de 'coronar nuestro
edificio' " como solución o, mejor dicho , no todos sino "sólo algunos seño-
res con chaleco blanco". Si se va a hacer semejante coronación, sigue di-
ciendo, "mucho mejor sería empezar desde abajo, desde el abrigo y los za-
patos del campesino y no desde los chalecos blancos" (id.).
Jugando con la metáfora arquitectónica, conviene en que "coronar al
edificio desde abajo" es algo que parece absurdo , pero lo ha decidido por-
que "todo en Rusia es distintivo, absolutamente distinto de Europa", y esta
imagen bien puede describir la situación de Rusia , "para asombro e indig-
nación de nuestros pensadores rusos europeos". De hecho, ya existe en
Rusia una estructura compuesta por el campesinado, "sólida e inconmovi-
ble, levantada a lo largo de siglos . .. aunque aún no plenamente desarrolla-
da", y es este fundamento el que algún día será "nuestro edificio futuro,
arquitectónicamente completo" (id.). Es sólo la "mentalidad del rebaño" de
los rusos europeos la que los hace imaginar que una constitución "mecáni-
camente tranquilizadora", a imitación del estilo occidental, será la respues-
ta a todos los problemas de Rusia (id.).
Pero Dostoievski no se hacía ilusiones acerca del estado de los campos,
cuya economía se había esperado que floreciera tras la liberación de los
siervos. En cambio , "los campesinos cayeron hasta el mínimo de lo que la
tierra era capaz de producir", y "todo el anterior sistema de tenencia de
la tierra por la nobleza se había desplomado" (v. 27 , pp. 9-10). En este pun-
to , se acerca peligrosamente no sólo a criticar la política del gobierno sino
también a impugnar su base misma . "Creo, en cuestión de economía -es-

9 12 ... MU ERTE Y TRANSFIG URACIÓ N


cribe en un pasaje que bien podría considerarse subversivo-, que la tierra
es poseída, no por magnates de los ferrocarriles, no por los industriales,
no por los millonarios, no por los bancos y no por los judíos, sino tan sólo
por quienes la cultivan ... los propios labradores de la tierra son el Estado,
su núcleo, su corazón vital." Pero el financiamiento de los ferrocarriles,
que se construyeron a una velocidad mucho mayor que en Europa, se hizo
"al costo de destruir nuestra agricultura": "Los ferrocarriles atrajeron todo
el capital en el momento mismo en que más lo necesitaba la tierra" (v. 27,
p. 10).
Obviamente, no puede explayarse sobre este tema sin atacar aún más
abierta y directamente la política del gobierno. (No es de sorprender que
tanto le interesara pasar este número del Diario a través de la censura.) Era
imposible para él extenderse más sobre la cuestión de la "posesión" sin dar
a entender que no debía exigirse a los campesinos comprar de vuelta sus
propias tierras a quienes no tenían ningún derecho a su propiedad. Pasajes
como éstos conservaron el buen nombre de Dostoievski entre los estudian-
tes, en gran parte radicalizados, por mucho que difirieran de él en cuestio-
nes más estrictamente políticas. Dostoievski concluye admirándose no de
la falta de un sano sistema económico europeo en Rusia, sino ante el hecho
de que "hayamos logrado siquiera mantenernos en pie". Tan sólo "la fuerza
sólida y unificadora del pueblo" ha mantenido financieramente a flote a
Rusia (id.).
Sin embargo, los resultados de la peculiar historia de Rusia han sido
desastrosos. "No ha habido propiamente cultura durante un siglo y medio:
acaso ninguna cultura", lo que ha producido una absoluta falta de "sereni-
dad espiritual". Dostoievski pinta entonces un cuadro de los miembros de
la clase alta como una larga serie de réplicas del capitán Kopeikin, perso-
naje de un cuento insertado en Las almas muertas, de Gógol, veterano que
fue herido en la guerra y que intentó obtener cierta compensación por sus
heridas. Cuando no recibió ningún pago justo, se dedicó al asalto en des-
poblado. Ahora ha aparecido "una nueva camada" de Kopeikins, y "desde
luego, serán prontamente transformados, si no en asaltantes de caminos
como el capitán Kopeikin, entonces en carteristas industriales". Y también
hay aquellos a quienes Dostoievski llama los "liberales a la Kopeikin", que
supuestamente están en favor de la reforma pero que no desvían la mirada
de la principal oportunidad. "¿Quién no los ha visto? El liberal cosmopoli-
ta, el ateo barato que alardea, ante todos, de su educación de cinco ko-

UN SÍMBOLO NACIONAL ~ 913


peks" (v. 27, p. 12). lván Karamázov había hecho eso precisamente con
Smerdiakov, pero los tormentos de su conciencia sin duda lo distinguie-
ron, a ojos de Dostoievski, de la variedad más vulgar.
Ofreciendo sus propias recomendaciones para un posible remedio a
los ya reconocidos males de la sociedad rusa, Dostoievski declara que el
mejor modo "de establecer unas finanzas sanas en un Estado que ha expe-
rimentado ciertos trastornos" es ... no pensar para nada en las finanzas, o,
si acaso, lo menos posible. De mucho mayor importancia es "pensar tan
sólo en restaurar las raíces" (v. 27 , pp. 12-13). Los campesinos son, desde
luego, las "raíces" de Rusia y se debe pensar principalmente en ellos, y no
en las cuestiones económicas y monetarias que ocupan a todos los demás.
Naturalmente, el gobierno siempre se ha preocupado por los campesinos.
A lo largo de los años se han nombrado incontables comisiones para estu-
diar su "salud económica" y cada aspecto de su modo de vida. Muy recien-
temente, el ministerio de Finanzas había "abolido el impuesto a la sal" y
"se esperan más reformas : extraordinarias, fundamentales, 'radicales'"
(v. 27, p. 13). Loris-Melikov había despertado, en efecto, mayores esperan-
zas , haciendo correr toda clase de rumores, como la inminente concesión
de una constitución (como lo deseaba la clase culta) o una redistribución de
la tierra (como lo deseaban los campesinos).
Toda esta preocupación por cuestiones inmediatas y apremiantes tiene,
desde luego, importancia, y aunque Dostoievski recomiende olvidarse de
ellas, confiesa: "Pensé que si yo comenzaba con un absurdo podría poner
las cosas más claras" (técnica retórica que se debe tener en cuenta antes de
tomar demasiado literalmente a Dostoievski) (v. 27, p . 14). Pero sigue man-
teniendo, al menos en principio, que no hay buena razón para prestar tan-
ta atención a cuestiones prácticas aunque sólo fuera porque, en todo caso,
serían atendidas de todos modos. Mucho más importante es dedicarse a
"sanear las raíces". Este proceso podría comenzar si la burocracia se perca-
tara de que "Petersburgo no es Rusia, en absoluto". En realidad, "con cada
generación que pasa, nuestra intelligentsia petersburguesa comprende me-
nos y menos a Rusia, simplemente porque se ha aislado de Rusia en su
pantano finlandés ". La intelligentsia no tiene una verdadera comprensión
del "vasto océano" de la vida rusa que constituye el resto del país, y consi-
dera a este vasto océano en términos apenas apropiados para "las micros-
cópicas dimensiones de Karlsruhe" (bofetada a Turgueniev, quien vivía allí)
(v. 2 7, pp. 14-15) . Dostoievski sabe muy bien que le dirán: "Todo esto son

914 .... MUERTE Y TRANSF IGURACIÓN


las ya desgastadas insensateces eslavófilas", y que, lejos de decir algo sus-
tancial, "es algo incluso espiritual''. Conviniendo en que "sí interviene algo
espiritual", se pone a explicar lo que quiere decir con "sanear las raíces"
(v. 27, pp. 15-16).

Según Dostoievski, el verdadero problema al que se enfrentaba Rusia no


era práctico, sino moral-espiritual. Aunque rinde el debido homenaje a
todo lo que el actual régimen había hecho por los campesinos, "comenzan-
do con la liberación", insiste en que, esta enorme clase está "espiritualmen-
te enferma", aunque, por fortuna, no de muerte. "Un mar de embriaguez
ha invadido a Rusia" , y, sin embargo, "lo que el pueblo está buscando con-
tinuamente es la verdad, algún paso hacia ella, pero no puede encontrar-
lo". Esta verdad sólo puede ser religiosa, ya que la única base de su vida es
la ortodoxia. Y en un pasaje que indiscutiblemente se debe a su propio
pasado, escribe: "Estoy convencido de que si aún no se le ha permitido a la
propaganda nihilista avanzar entre el pueblo, ello se debe enteramente a
la falta de capacidad, a la estupidez y a la falta de preparación de los pro-
pagandistas, que ni siquiera saben cómo acercarse al pueblo" (v. 27, pp.
16-17). (La propaganda planeada por el grupo clandestino al que había
pertenecido Dostoievski en 1849 predicaba un igualitarismo cristiano, en
vez de nociones sociales modernas, y estaba escrita en un eslavo eclesiásti-
co, cuyo vocabulario evocaría asociaciones religiosas.)
Citando un pasaje de san Mateo en que Cristo advierte del riesgo de
aceptar la palabra de falsos profetas, Dostoievski se refiere entonces a "los
diversos y extraños rumores de reparto de la tierra y asignaciones de tie-
rras ... y algunas nuevas cartas de oro" (v. 27, p . 17). Durante el periodo de
la liberación ya habían circulado murmullos de unas "cartas de oro", por
las cuales el zar supuestamente les concedería a los campesinos más tierras
de las que les habían cedido las autoridades locales, y esto fue mencionado
irónicamente en Los demonios. Dichas versiones se habían vuelto ahora tan
persistentes que en 1879 se habían leído en las iglesias ciertas declaracio-
nes hechas para denunciarlas; sin embargo , esta negativa sólo había servi-
do para fortalecer la convicción de los campesinos de que era inminente
una nueva reasignación. Dostoievski narra una anécdota, tal vez inventada
para la ocasión, de unos campesinos que se habían negado a hacer una

UN SÍMBOLO NACIONAL ~ 915


compra de tierras ventajosa, suponiendo que la parcela pronto sería suya
sin costo alguno; este incidente muestra la total desconfianza que sentían
los campesinos hacia todo lo que oían de "las autoridades" . El pueblo se ha
enajenado por completo de todas las instituciones sociales de Rusia por-
que los zemstvos y los tribunales están totalmente en manos de la burocra-
cia. Hasta la obshchina, ese bastión de la democracia campesina rusa, "pare-
ce estar volviéndose una especie de autoridad" porque sus elecciones ahora
son supervisadas por "uno u otro funcionario del gobierno" (id.).
Efectivamente, cuanto más intentaban las autoridades ayudar al pue-
blo, más empeoraba la situación. "Ahora hay cerca de veinte funcionarios
del gobierno por encima [del pueblo], protegiéndolo y cuidándolo ... El
campesino tiene tanta libertad de movimiento como una mosca atrapada
en un plato de melaza" (id.). Para agravar más las cosas, estas autoridades
no tienen ninguna comprensión del pueblo, mucho menos alguna simpa-
tía por sus ideas o sus valores (v. 27, p. 18). Su total incomprensión se de-
riva de que no son capaces de captar la importancia de la ortodoxia, que
de hecho constituye la esencia misma de nuestro ser. Una vez más, Dos-
toievski reconoce, como tantas veces antes, que el pueblo ruso es capaz de
cometer actos "que son sucios, viles, criminales, bárbaros y pecaminosos".
Pero también insiste, de nuevo, en que "el criminal y el bárbaro ... aun le
piden a Dios, en los momentos superiores de su vida espiritual, que sus
pecados y abominaciones cesen y que todo pueda derivarse, una vez más,
de su amada 'idea'". Esta "idea" que se encuentra en el corazón de la vida
del campesino ruso es nada menos que esa "salvación que, en último tér-
mino se encuentra en una unión universal en el nombre de Cristo".
En un asombroso pasaje sigue diciendo Dostoievski: "Hoy no estoy
hablando de construir iglesias ni de sermones; estoy hablando de nuestro
socialismo ruso (y .. estoy empleando esta palabra, que es totalmente opues-
ta a todo lo que representa la Iglesia, para explicar mi idea)" (las cursivas
son mías). Al atreverse a aplicar la expresión "socialismo ruso" a su propia
esperanza mesiánica, Dostoievski emplea un término acuñado por Herzen.
Éste lo había empleado para predecir que las instituciones sociales coope-
rativas con base campesina , como la obshchina y el artel, características de
Rusia, se pondrían a la cabeza de toda Europa, creando el mundo socialista
del futuro. Dostoievski subraya así, como lo había hecho con Aliosha Ka-
ramázov, la similitud entre sus propios objetivos últimos y los de los radi-
cales rusos. Mas para él esta meta se había identificado ahora con "el esta-

916 ... MUERTE Y TRANSFIGURACIÓN


blecimiento de la Iglesia Universal en la Tierra , en la medida en que la
Tierra sea capaz de contenerla"; a la vez creía que ese objetivo era compar-
tido, aun cuando fuese en forma rudimentaria e inconsciente, por la vasta
multitud del campesinado ruso (v. 27, pp. 18-19).
El pueblo sólo confía en Dios y en el zar, y según Dostoievski el primer
paso para aliviar su malestar consiste en barrer todo lo que se interpone
entre él y su reverenciado gobernante. "Reunid a los campesinos -reco-
mienda-, y preguntadles qué les falta y qué necesitan, y ellos dirán la
verdad, y todos nosotros , ¡acaso por vez primera , escucharemos la auténti-
ca verdad! " (v. 27 , p. 21). Hoy, nos resulta difícil imaginar lo audaz que era
semejante sugerencia populista en un Estado totalmente despótico , cuyas
decisiones y política eran determinadas en secreto por el zar y sus conseje-
ros, y en el que el concepto democrático de consultar al pueblo era consi-
derado nada menos que lesa majestad. Tampoco estaba sugiriendo Dos-
toievski lo que los rusos llaman un zemskii sabor, una asamblea de todas las
clases en el país, que había sido convocada durante el Tiempo de las Difi-
cultades y había establecido a la familia Romanov como la casa gobernan-
te. No, sólo hay que consultar al campesinado. "Y nosotros, 'la intelligentsia
del pueblo', nos apartaremos humildemente por el momento y humilde-
mente miraremos mientras ellos hablan y nosotros escuchamos" (v. 2 7,
p. 24). Y, dado que sólo de los campesinos puede la intelligentsia conocer la
verdad, Dostoievski explica que está pidiéndole a ésta apartarse no por ra-
zones "políticas" sino por razones pedagógicas. Esta imagen del pueblo es
tan ennoblecedora y sublime que podemos comprender por qué fue o bien
despectivamente rechazada , o bien más caritativamente, considerada como
otro más de los vuelos de la imaginación artístico-poética de Dostoievski.
En cuanto a cosas más prácticas, Dostoievski prefirió dejarlas a quie-
nes estaban capacitados para organizar esta consulta. A los campesinos se
les podía interrogar en sus aldeas e izbas, uno por uno ; porque "son sólo
uno" en espíritu, y no habría discrepancia entre la opinión individual y la
del grupo. En realidad, se debía consultar hasta "al kulak y al chupasan-
gre", porque, siendo campesinos, inevitablemente dirían la verdad (v. 27,
p. 21). (¿Puede ser este autor el mismo que creó al tabernero Trifón Borí-
sovich?) Lo que mueve a Dostoievski a tal extravagancia es su suposición,
largamente sostenida, de que existía una relación verdaderamente patriar-
cal entre los campesinos y el zar. ("¿Quién no los ha visto alrededor del zar,
cerca del zar, en su presencia?") Para ellos, "el zar no era una potencia ex-

UN SÍMBO LO N ACIONAL ~ 9 17
terna", un conquistador como los reyes franceses, sino "la encarnación de
ellos mismos", de quien habían esperado (y recientemente habían recibi-
do , "de manera monumental") "la liberación de la tierra de Egipto" (id).
Semejante idea nos es ya familiar por el documento presentado al zar; sin
embargo, si éste era el sentimiento del pueblo, Dostoievski bien sabía , por
un pasaje ya citado, que el zar "durante largo tiempo ... no ha estado muy
convencido" de que el pueblo era su hijo (v. 27 , p. 86).
En conclusión , Dostoievski dedica varias páginas extáticas a describir
las maravillas que se seguirían si en realidad ocurriera esa "vinculación es-
piritual de toda nuestra clase culta" con el pueblo. Para empezar, la altiva
intelligentsia podría aprender algo de "la unidad del pueblo, su enfoque
objetivo, la seriedad y la naturaleza práctica de su mundo". Con esta reve-
lación, sólo unos cuantos "viejos creyentes y doctrinarios de los cuarenta y
los cincuenta , niños viejos, incorregibles" dejarían de convertirse. Más aún:
una vez terminado el periodo de "seudoeuropeísmo", "podría establecerse
en Rusia la libertad cívica en la escala más extensa , más extensa que en
ningún otro lugar del mundo"; esta libertad no se fundamentaría "en algún
escrito sobre un papel" (una constitución), sino "exclusivamente en el
amor infantil del pueblo al zar, su padre". Una vez más, Dostoievski espera
el establecimiento de una sociedad progresivamente liberal, mientras de-
pende de la forma más primitiva y arcaica de régimen social para alcanzar-
la (v. 27, pp. 22-24) .
Uno de los mayores obstáculos a tan feliz resultado era la antiquísima
y atrincherada burocracia rusa , y Dostoievski presenta a "un burócrata in-
genioso" que hable en su nombre. Este caballero es una típica creación
dostoievskiana: alguien que provocativamente lleva las ideas hasta su últi-
mo extremo . "Durante casi doscientos años -declara- , desde la época
del propio Pedro el Grande, nosotros los burócratas hemos constituido todo
dentro del Estado; en esencia, el Estado somos nosotros y nosotros lo so-
mos todo; el resto es simple exceso de equipaje". Compara la burocracia
con "el esqueleto de un organismo vivo ... si se le quita el esqueleto, el
cuerpo vivo también perecerá" (v. 27, pp. 28-29). En realidad, la burocra-
cia no sólo sostiene al Estado, por decirlo así, sino a todo lo demás ... "to-
dos los gobiernos autónomos y zemstvos de ustedes" (sus interlocutores,
supuestamente liberales), pues todos llegarán a reproducir los rasgos do-
minantes de la burocracia, "tomando nuestro espíritu y nuestra imagen, y
copiándolo todo de nosotros".

918 ... MUERTE Y TRANSFIGURACIÓ N


Y este dominio no es resultado de algún esfuerzo especial de la buro-
cracia por perpetuar sus propias características: ocurre naturalmente
porque "es difícil librarse de costumbres ya centenarias". Desde luego , el
sagaz burócrata se percata de que él y sus compañeros en realidad "no
son todo, de hecho"; existe otro mundo fuera de los "pantanos finlande-
ses" en que ellos florecen. Ahí está, después de todo, "el vasto océano"
del pueblo; pero , ¿en realidad representa la gente común un principio
nuevo y diferente , que pueda sostener a un Estado? Como los críticos de
Dostoievski, el taimado burócrata lo duda mucho, y cree que la reforma
es simplemente "un espej ismo", tan sólo "un pájaro volando" que no
debe cambiarse por el pájaro en mano: él mismo y sus compañeros. Aun
aquellos que en apariencia se oponen a la burocracia, como los liberales
europeos rusos, son en realidad sus aliados inconscientes, porque la bu-
rocracia es la "encarnación de toda la fórmula del europeísmo ruso". Por
ende, tanto los burócratas como los liberales están unidos en su oposi-
ción a "los zemstvos y, en realidad, a todas las cosas nuevas creadas con el
espíritu del populismo". Los liberales hablan en favor de tales innovacio-
nes, pero de hecho , como europeos rusos, únicamente son juguetes en
las manos de los burócratas, y se les debieran otorgar medallas "por su
europeísmo". Se funden perfectamente bien con la burocracia, "aunque
nos insultan ... tan sólo es un caso de deudos y amigos que no se recono-
cen" (v. 27 , pp. 29-30).
Habiendo identificado así a sus críticos liberales con la generalmente
odiada burocracia, Dostoievski comenta su irónica creación. Reconoce
que "en realidad sí parecía haber 'algo' en las palabras [del burócrata], una
especie de verdad melancólica que realmente existe". Desde luego , se con-
suela pensando que "sólo quienes van de salida hablan en ese tono", pero
la "melancolía" persiste de todos modos , y en realidad nunca se disuelve.
Termina citando una fábula de Krilov acerca de un jabalí que estaba des-
enterrando bellotas entre las raíces de un viejo roble, sin darse cuenta de
que, al hacerlo , también podía destruir las raíces. Y es el propio roble
el que le dice al glotón animal: "Si pudieras levantar la cabeza/ Por encima
de la tierra verías/ Que las bellotas sólo crecen hasta ser robles como yo"
(v. 27 , p. 31).

UN SÍMBO LO NACIONAL ... 919


6

Las enigmáticas palabras "Geok Tepe" aparecen en el título de la siguiente


y última sección del Diario junto con esta pregunta: "¿Qué significa Asia
para nosotros?" Dostoievski concluye este número con algunas reflexiones
sobre la política exterior rusa, motivadas por el avance de una fuerza expe-
dicionaria rusa por el Asia central. Un intento ruso por apoderarse del
oasis de Geok Tepe había sido rechazado en 1879, y se hizo otro en 1880.
Nada de estas campañas apareció directamente en la prensa rusa, pero sí se
imprimieron informes del corresponsal del Daily News de Londres. Por úl-
timo, el 1º de enero se autorizó a los periódicos rusos a escribir acerca del
asedio, que terminó con el asalto y la toma del oasis el 12 de enero. Los
periódicos liberales de San Petersburgo criticaron acerbamente esta aven-
tura imperialista y plantearon serias dudas acerca de su justificación, par-
ticularmente en vista de las dificultades financieras con las que estaba
luchando el país. Dostoievski entró en la liza no sólo para elogiar al
victorioso general Skobelev y sus tropas, sino también para volver a expo-
ner el leitmotiv temático de este primer número de su resucitado Diario: a
saber, que Rusia no era Europa, y que por tanto no debía determinar su
política exterior teniendo en mente los intereses y las preocupaciones de
Europa.
Según Dostoievski, el Asia rusa (que incluye Siberia) era de primera
importancia porque "es Asia, tal vez, la que constituye la senda principal
hacia nuestro futuro destino". La extensión del poder ruso por el Asia cen-
tral quebrantaría el prestigio de Inglaterra y convencería a todos los pue-
blos "hasta los límites mismos de la India ... de la invencibilidad del zar
blanco y de la omnipotencia de su espada". Desde luego, ya prevé la indig-
nación que causará esta "reaccionaria proposición mía", pero la desdeña
atribuyéndola al complejo de inferioridad ruso ante Europa. De hecho,
"este error nuestro nos ha costado caro", y entonces repite su ya trillado
refrán de que la política exterior rusa ha sacrificado continuamente sus
propios intereses en aras de los de las potencias europeas. ¿Por qué, des-
pués de expulsar de Rusia a Napoleón, no dieron los rusos mano libre al
emperador en Europa, a cambio de tenerla en el Cercano Oriente y en
Asia? (Tiene cierta base histórica la afirmación de Dostoievski de que se-
mejante idea al menos se discutió.) Pero Rusia se creyó obligada a salvar a
Europa, y ahora "cada grupo y cada tribu de allá ha estado incubando en

920 .... M UERTE Y TRAN SFI GURACIÓN


secreto, durante largo tiempo , la malicia contra nosotros, dispuesta a salir
a la luz al primer conflicto". Siguiendo en esta vena, Dostoievski presenta
más y más ejemplos de cómo Europa "no nos reconocerá como parte suya,
en secreto nos desprecia y abiertamente nos considera como un pueblo in-
ferior". Por eso, "Asia bien podría servir como guía a nuestro futuro ...
¡Y esto es lo que grito, una vez más!" (v. 27, pp. 32-36).
El artículo se convierte entonces en un diálogo, con voces que plan-
tean objeciones y que, como de costumbre, lo hacen moderar la estriden-
cia de sus afirmaciones. Rusia, desde luego, "no dará siempre las espaldas
a Europa'', sino sólo "temporalmente"; Europa es, al fin y al cabo , "la tierra
de los sagrados milagros" (frase tomada de un poema del eslavófilo Alekséi
Jomiakov, empleada mucho tiempo antes en las Notas de invierno) . Dos-
toievski habla ahora de Europa como de "una segunda madre" de la cultu-
ra rusa, con la que "no debemos ser ingratos". Refiriéndose a su propio
discurso sobre Pushkin, en que había hablado de la misión cristiana y uni-
versal a la que estaba destinada Rusia de reconciliar todos los antagonis-
mos nacionales, observa que "me cubrieron de lodo y de ludibrio incluso
algunos de los que en el momento me abrazaron por lo que había yo di-
cho" (v. 27 , p. 36). Turgueniev y Annenkov distaban mucho de haber sido
olvidados (o perdonados).
Pero aun cuando Europa sería incluida a la postre en el glorioso mun-
do del futuro, que sería inaugurado bajo auspicios rusos, había llegado el
momento de que Rusia pensara en Asia, que podría desempeñar para ella
el mismo papel que el descubrimiento de América había tenido para Euro-
pa. Toda Rusia quedaría rejuvenecida por esta adquisición, el país quedaría
libre de su inercia y de su sentido de depender de Europa, y así nacería un
hermoso mundo nuevo. "En Europa fuimos satélites y esclavos, mientras
que en Asia seremos los amos. " Como otros paladines del imperialismo,
Dostoievski arguye que Rusia cumplirá "una misión civilizadora" en Asia,
pero tal vez sea más sincero al señalar todas las riquezas que allí podría
explotar: "Los metales, los minerales, los incontables campos carbonífe-
ros". Y la expansión asiática no sólo "civilizaría" a los pueblos extraños sino
que remozaría a los propios rusos. "Nuestra misión elevará nuestros áni-
mos, ayudará a darnos dignidad y conciencia propia: y éstas son cosas de
las que hoy carecemos por completo, o por lo menos las tenemos en pe-
queñísima cantidad" (v. 27, pp. 36-37). No es posible leer tales palabras
sin recordar El corazón de las tinieblas de Conrad, con sus aterradoras imá-

UN SÍMBO LO NAC IONAL .. 921


genes de la espantosa realidad humana a la que probablemente conduci-
rían tan tremendas y ambiciosas ideas.
A Dostoievski siempre le había encantado predecir la caída de la civili-
zación europea , cuya gloria pertenecía al pasado , y ahora añade algunos
nuevos toques a su habitual evocación de una implacable guerra de clases.

Entiendan todos que cuando Europa, a causa tan sólo de su sobrepoblación,


establezca el inevitable y humillante comunismo , que ella misma detestará ,
cuando verdaderos gentíos se apiñen en tomo de una sola chimenea y, poco a
poco, se vayan destruyendo casas individuales, y las familias abandonen sus
propios hogares y empiecen a vivir colectivamente en comunas, cuando los
niños (huérfanos tres cuartas partes de ellos) sean criados en instituciones,
entonces ... entonces nosotros aún tendremos vastas expansiones, campos y
bosques, y nuestros hijos crecerán con sus propios padres, no en atestadas
prisiones ele piedra , sino entre huertos y campos cultivados, viendo, sobre
sus cabezas, el cielo puro y azul [v. 27 , p 38]

Hemos de suponer que la expansión asiática atraería tan grande parte


de la población rusa que se pudiese evitar ese "apiñamiento" que asfixiaría
a Europa.
Dostoievski vuelve a las "finanzas", sugiriendo una vez más que, si hay
que crear economías , tal vez Rusia debiera reducir sus gastos en Europa, al
dejar de mantener "tantas embajadas ... con todo su costoso oropel, su in-
genio sutil y sus banquetes, y ese personal tan soberbio pero tan costoso"
(id.). Cree que esta manera de apretarse el cinturón le valdrá el respeto de
los propios europeos como afirmación de la independencia rusa. La políti-
ca europea, sea como fuere , está atrapada en interminables pugnas locales,
y Dostoievski cree que con el tiempo el conflicto se agravará mucho más ,
especialmente si Rusia niega su apoyo a un bando o a otro . "Y ahora parece
que el socialismo europeo no sólo no ha muerto, sino que sigue siendo
una muy seria amenaza" (v. 27, p. 39). Rusia no debe entremeterse en los
asuntos europeos, sino aprovechar cualquier crisis para favorecer sus pro-
pios intereses y proteger a los eslavos occidentales, recién anexados por
Austria-Hungría con el apoyo de Bismarck. En cuanto a Constantinopla,
ya nadie piensa que pueda volverse inmediatamente parte de Rusia; el
asunto puede aguardar un futuro remoto. Inglaterra es, hoy, el principal
adversario de Rusia en el Asia central, y "si temen ustedes a Inglaterra

922 ... MUERTE Y TRANSFIGUR AC IÓN


- escribe Dostoievski-, entonces , no salgan de su casa". Y así, concluye:
"¡Vivan Skobelev y sus valientes muchachos, y el eterno recuerdo de los
héroes que 'fueron borrados de las listas de los vivosl "' (v. 27, p. 40) Tres
días después de redactar esta elegía, el nombre del propio Dostoievski fue
borrado de las listas de los vivos .

Es lamentable que las últimas palabras de la pluma de Dostoievski fuesen


esta glorificación de la conquista imperial, y tal vez podamos paliar este
efecto deprimente citando otras palabras, escritas por la misma época , que
nos ofrecen un cuadro más adecuado de todo el alcance de su compleja
personalidad, devorada por conflictos internos. En sus últimos cuadernos
de notas, Dostoievski escribió: "Con total realismo, descubrir al hombre en la
humanidad. Éste es, básicamente, un rasgo ruso , y en este sentido soy real-
mente, en último análisis, parte del pueblo [naroden] (pues mi tendencia
fluye de las profundidades del alma cristiana del pueblo ruso) ... aunque
en el presente soy desconocido del pueblo ruso , me conocerá en el futuro "
(las cursivas son mías). En la misma página, encontramos otro intento de
definición de sí mismo: "Me llaman psicólogo: eso no es verdad . Soy realis-
ta en el más alto sentido , es decir, pinto todas las profundidades del alma
humana" (v. 27, p. 65). Éste es el Dostoievski que ha pasado a ser parte
importante del patrimonio de la cultura universal, y no el descarriado pa-
triota que agitaba el estandarte de la dominación imperial , aun cuando una
parte del misterio de la personalidad humana con la cual luchó sea que
ambos pudieran coexistir en su pecho.

UN SÍMBOLO NACIONAL ~ 923


XLI. Final

S1 LA VlDA le había impuesto severas penurias a Dostoievski, entonces pue-


de decirse que la muerte lo trató con mayor benevolencia y magnanimi-
dad. Falleció al cabo de tres días de su última enfermedad, el 28 de enero
de 1881, suave y apaciblemente, sin dolores ni una prolongada agonía,
casi como si hubiese muerto en su sueño . Durante todo el tiempo mantu-
vo plena conciencia, con ocasionales recaídas por pérdida de sangre; yaca-
so , casi hasta el fin esperó contra toda esperanza, pues sus médicos le ase-
guraban que aún podría recuperarse.
Sin embargo , desde el principio mismo Dostoievski hizo sus preparativos
para morir como buen cristiano. ¿Deben ser interpretadas su aparente calma
y serenidad como prueba de una arraigada fe religiosa y una creencia en la
inmortalidad? No puede darse una respuesta apropiada a esta pregunta; con
todo, al verse enfrentado a la muerte por ejecución treinta años antes, había
dicho: "Estaremos con Cristo".1 Además, no le era ajena la perspectiva de una
muerte inminente, habiendo temido durante casi toda su vida que sería resul-
tado de sus impredecibles y recurrentes ataques de epilepsia.
Lo que no pudo prever fue que su muerte le daría su más grande triun-
fo. Aunque había disfrutado de una inigualada aclamación pública durante
su vida, nada pudo equipararse a la inmensa manifestación pública de do-
lor producida por su fin. En cuanto se supo la noticia, una enorme proce-
sión fúnebre, sin precedentes, compuesta por cada rama del pueblo culto
ruso , se organizó espontáneamente en San Petersburgo para acompañar
sus restos a su última morada.

1 Véase mi Dostoievski. Los a iios de prueba, 1850-1859, FCE, México , 2010 , p. 97.

924 ...
2

El 25 de enero, Dostoievski estaba sumamente ajetreado con las activida-


des que por entonces ocupaban su atención. Ya se ha mencionado la carta
a la condesa Komarovskaia en que aceptaba su invitación al Palacio de In-
vierno, y a primeras horas de la tarde lo visitaron dos de sus más viejos
amigos, Apollon Maikov y Nikolái Strájov. La conversación giró en torno
del número de enero del Diario, así como de sus planes para el número de
febrero, y Strájov sintió gran curiosidad por la carta que Tolstoi le había
enviado a su prima la condesa. Dostoievski le entregó la copia que había re-
cibido de ella, para que la ojeara su viejo compañero y aliado, que también
era uno de los fieles correspondientes de Tolstoi, y entonces llegó Orest
Miller.
Miller tenía sus propios asuntos que tratar acerca de la organización de
la velada en honor de Pushkin. Los carteles que se habían impreso para el
acontecimiento, anunciando que Dostoievski aceptaba leer de una obra
maestra de Pushkin, ya estaban a la vista del público. Sin embargo, ha sur-
gido cierta disputa sobre si, como escribió Anna, Miller le pidió entonces a
su marido que leyera otra cosa o si, como recordaba Miller, Dostoievski se
decidió contra su primera elección y prefirió leer algunos de los poemas
breves de Pushkin. Dado que Anna Dostoievski nunca se mostró adversa a
alterar los hechos históricos para colocar a su marido bajo la mejor luz po-
sible, puede considerarse más digna de fe la versión de Miller. Tampoco es
difícil comprender su considerable exasperación por el cambio de opinión
de Dostoievski. Además del problema de los carteles, esto podía producir
interminables dificultades con la censura y con las otras autoridades cuyo
consentimiento era obligatorio para cualquier alteración.
Escribe Anna que "Fiódor Mijaílovich se irritó un tanto" y declaró ,
abiertamente, que o leería los poemas breves o nada. Miller también se
exasperó e "imprudentemente" acusó a Dostoievski de tratarlo con desdén.
Ante esas palabras, la irritación de Dostoievski se convirtió en auténtica
ira, y replicó: "¿Y no es un pecado decir algo como eso, después de todas
las veces que yo he leído para estudiantes a petición de usted7" 2 Las cosas
finalmente se calmaron cuando Miller aceptó el cambio, pero no hay duda

2
l. Volgin, Posledníe God Dostoevs1wgo, Moscú, 1986, p. 4 13. Mi capítulo sobre los últimos
días de Dostoievski debe mucho al libro de Volgin.

FINAL ... 925


de que, al anochecer del 25 de enero , Dostoievski se había alterado seria-
mente y sometido a una severa tensión nerviosa y física.
Después de este lamentable desacuerdo, Dostoievski se fue a la im-
prenta a entregar sus correcciones finales a las últimas páginas del Diario.
Al volver a casa a las 7:30, hora habitual de la cena de la familia, se reunió
con Anna y con los niños, que habían ido al teatro a ver una obra adapta-
da de Los papeles póstumos del club Pickwick. "Y durante toda la cena -es-
cribe Anna-, hablamos del club Pickwick, recordando cada detalle , ha-
blándole de ellos, y entonces yo pregunté quién era ese actor [es decir, el
personaje]. 'El señor Jingle', respondió Fiódor Mijaílovich".3 Hay algo su-
mamente conmovedor en esta imagen de Dostoievski en uno de sus últi-
mos días de vida , hablando a la ligera con su esposa y sus htjos acerca de
Dickens, autor a quien él amaba, tanto por su alegría cuanto por su com-
pasión cristiana ... una compasión mucho menos torturada y atormentada
que la suya propia.
Una vez terminada la cena, Dostoievski fue a su escritorio a escribir la
última carta que saldría de su mano. Fue para su editor de El Mensajero Ruso,
N. A Liubímov, para preguntarle si sería posible que le pagaran inmediata-
mente los últimos capítulos de su novela, una suma que, según sus cálcu-
los, sería de cuatro mil rublos. Se disculpa por no aguardar la fecha de pa-
gos de la revista y explica que "resulta que estoy incurriendo en ciertos
gastos y estoy terriblemente necesitado de dinero; de otra manera, las co-
sas se me irán de las manos". 4 Ésta es, puede suponerse, una referencia a
la casa de campo en que estaban pensando los Dostoievski, y acerca de la
cual le había hablado Anna, asimismo, a Elena Shtakenshneider. Otra frase
de la carta, en la que habla de "tal vez [mi] última petición'', a veces se ha
considerado como presentimiento de su propio fin. Pero mientras Dostoiev-
ski escribía , observó Anna en tono de broma: "Mira , volverás a escribir los
'Karamázov' y volverás a pedir un anticipo", indicando así que sólo se tra-
taba de una referencia a cuestiones editoriales. 5 Entonces, Dostoievski se
fue a dar un breve paseo antes de ponerse a trabajar.

1
Ibid., p. 414 .
PSS, rnl 30 , libro 1, p. 24 1; 26 de enero de 1881.
.+
5
Letopis Zhizhni i Tvorcli cstvo F M. Dostoevslwgo, ed . de N. F Budano\·a y G. 1vL Fridlender,
3 \'O l s . , San Petersburgo 1995, \'O L 3, pp. 541 -542.

926 <11 MUERTE Y TRANSFIGURACIÓN


3

En la noche del 25 al 26 de enero, Dostoievski sufrió una ligera hemorra-


gia nasal, a la que no prestó atención, pero que fue el primer síntoma de
una fatal ruptura de una arteria pulmonar. Al despertar a la mañana si-
guiente, ya tarde, puede suponerse que habló con Anna de los aconteci-
mientos de la noche, explicando, según dijo ella después, que un pequeño
soporte que había sobre su escritorio, con sus plumas y material para enro-
llar sus cigarrillos, se había caído y quedado bajo un estante. Para recupe-
rarlo, él empujó el pesado mueble, y este esfuerzo había causado la insig-
nificante hemorragia, que cesó casi inmediatamente. Comenzando su
rutina habitual, revisó el correo de la mañana y anotó en su cuaderno las
cifras del número de suscriptores del Diario -hasta entonces, 909 en to-
tal-, así como las ventas recientes de sus novelas. Pese a su tranquilizado-
ra versión de la hemorragia, Anna se alarmó y en secreto mandó llamar al
médico de la familia, el doctor Von Bretzell, pero éste estaba ocupado con
otros pacientes y no pudo llegar antes de las cinco. Mientras tanto, Dos-
toievski estaba completamente tranquilo; habló y bromeó con sus hijos y
empezó a leer el periódico Tiempo Nuevo .
Lo que ocurrió en el curso de la tarde se supo sólo mucho después,
con la publicación de una carta de Anna, y en 1922, en las memorias de
Liubov, la hija de Dostoievski, obra que debe leerse con gran cautela pero
que, en este caso, parece digna de fe. Según Anna, a las tres de la tarde
apareció un visitante (al que no se nombra), un viejo amigo muy cordial
pero cuyo carácter, por desgracia, tenía una falla: le encantaba discutir, y
"siempre disputaba violentamente". Al punto , él y Dostoievski se enzarza-
ron en un debate, pese a los intentos de Anna por aplacarlos, y el invitado
se fue a las cinco. La familia estaba entonces preparándose a cenar cuando
Dostoievski, de súbito, se desplomó en su sofá, y Anna vio, con horror,
que tenía el mentón cubierto de sangre; un hilo de sangre también le co-
rría por la barba. Sin embargo, en la primera biografía de Dostoievski, de
1883, no se dice nada acerca de este visitante tan afecto a discutir, y por
muy buena razón ... ¡No existió!
En una carta escrita en 1883 a Nikolái Strájov, quien compartió con
Orest Miller la tarea de redactar esta primera biografía , Anna abandona al
"visitante" ficticio y dice la verdad. "Durante el día -escribió Anna-,
[Dostoievski] tuvo una airada discusión y casi una riña con su hermana

FINAL ~ 927
Vera Mijaílovna, quien había llegado de Moscú (desde luego , esto no debe
mencionarse en letras de imprenta)". La disputa, cuyos detalles conocemos
por Liubov Dostoievski, fue acerca de las propiedades de Kumanina, y
ocurrió ante la mesa del comedor; sin embargo , no comenzó de inmediato.
Dostoievski llevaba muy buenas relaciones con esta hermana, y la conver-
sación consistió al principio en gratos recuerdos de los juegos de su niñez
y su juventud . Pero entonces surgió la cuestión de la quinta, y el hecho de
que, pese a haber renunciado a su derecho a una parte en 1844, Dostoiev-
ski había logrado recuperarlo, y ahora les debía dinero a sus hermanas .
Vera Mijaílovna, hablando también en nombre de las otras, consideró que
esa recuperación había sido muy injusta. Los ánimos se caldearon al tocar-
se estos asuntos, hasta que Vera, finalmente, se echó a llorar. "Dostoievski
perdió la paciencia -escribe su hija-, y para acabar con estas penosas
recriminaciones, se levantó de la mesa antes de terminar la cena. Al mismo
tiempo, mientras mi madre trataba de calmar a su cuñada , que seguía llo-
rando y estaba preparándose para volver a casa, mi padre se encerró en su
habitación. " Salió después de esta desagradable querella y, sentándose ante
su escritorio , se pasó la mano por la boca y los bigotes, y luego la retiró,
espantado: ¡la mano estaba cubierta de sangre! Existen algunas discrepan-
cias de detalle en estas dos versiones ("durante el día", en la cena), pero los
hechos principales son claros, y el relato de Liubov es, con mucho , el más
extenso. 6
A las seis de la tarde, Anna le envió una carta implorante al doctor Von
Bretzell, quien finalmente llegó . Pero después de auscultar al paciente, co-
menzó una nueva y fuerte hemorragia que le hizo perder el sentido a Dos-
toievski durante breve rato. Al doctor Von Bretzell le pareció prudente
buscar a un célebre especialista, el profesor Koshlakov, quien no quiso mo-
lestar al paciente con otro examen. Dado que la hemorragia había dismi-
nuido , el profesor supuso que se había desarrollado un "coágulo", y que
"el paciente parecía estar recuperándose". Después de recomendar que Dos-
toievski hablara y se moviera lo menos posible, el especialista partió; em-
pero, Von Bretzell, menos optimista, le recomendó a Anna que mandase
buscar a un sacerdote. Acudió uno de la cercana iglesia de Vladimirski para
administrar la comunión a Dostoievski y escuchar su confesión.

6 Volgin , Poslednie .. , op. cit., pp. 416-418.

928 ... MUERTE Y TRANS FIG URACIÓN


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En este punto, nos desviaremos por un momento hacia un asunto dife-


rente, pero relacionado con el tema. Como hemos visto, Anna Dostoievski
quiso ocultar la discusión de Dostoievski con su hermana para no tener
que revelar una embarazosa disputa familiar. ¿Hay otras partes de su rela-
ción de los hechos de las que pueda dudarse? La pregunta surge porque en
la noche del día 25 -la noche de la hemorragia nasal- estaban ocurrien-
do otros acontecimientos en el mismo edificio en que los Dostoievski ocu-
paban el departamento número 1O. El 11 era en realidad una minúscula
casa de huéspedes, en que se hospedaban personas aisladas. En algún mo-
mento antes de la medianoche del 25, la policía entró en ese departamento
y efectuó una minuciosa búsqueda a través de una de las habitaciones, en
presencia de testigos. Su inquilino había sido detenido en otra parte, ese
mismo día, y, aunque tenía un pasaporte falso, había bien fundadas sospe-
chas de que era miembro del comité ejecutivo de la organización terrorista
Narodnaia Volia. Su nombre era Aleksandr Ivánovich Barannikov y, entre
la policía, tenía una considerable reputación de ser uno de sus más peli-
grosos y audaces adversarios. Apuesto, moreno (su madre era georgiana) ,
siempre correctamente vestido, dueño de enorme valor e insólitas fuerzas
físicas (aunque era miembro de la nobleza menor y se educó en una acade-
mia militar, había trabajado como herrero), Barannikov había participado
en todos los atentados contra la vida de Alejandro II. Se le conocía, sobre
todo, como cómplice de Kravchinski en el asesinato del general Mezentsev,
pues en el momento del asesinato distrajo la atención de todos disparando
un tiro, y luego condujo el carruaje en que ambos escaparon. El que Dos-
toievski hubiese estado viviendo durante dos meses y medio al lado de uno
de los terroristas más buscados en el país fue notado por Victor Shklovski,
quien hizo de esa cercanía el tema de uno de sus cuentos en 1933. Embe-
lleció los hechos diciendo que Barannikov había estado viviendo en el de-
partamento de Dostoievski, y también analizó el incidente, años después,
en un libro breve sobre Dostoievski. 7 El tema ha sido investigado más re._

7
Véase Victor Shklovski, Za I Protiv, Moscú, 1957, pp. 254-255. Aun cuando los docu-
mentos oficiales dicen que el número del departamento de Barannikov era el 11, Shklovski
sigue sosteniendo que el departamento de Dostoievski (núm. 10) fue el registrado y que el
número se cambió en los documentos oficiales. No ofrece ninguna prueba de esta afir-
mación.

FINAL ~ 929
cientemente por Igor Volgin, quien examinó con mayor detalle las
circunstancias que rodearon este intrigante asunto.
En ninguno de los informes de la policía se menciona el nombre de
Dostoievski, pero en las memorias de otro revolucionario, M. E Frolenko,
uno de los camaradas de Barannikov, existe una curiosa observación.
Recuerda la asombrosa calma de Barannikov ante la posibilidad de ser
capturado, y lo atribuye tanto a lo apacible de su vecindario como al
hecho de que vivía en "el departamento" de Dostoievski (puede
suponerse que quiso decir "el edificio de departamentos"). 8 Así pues, la
presencia del escritor no era desconocida de su vecino, y la consideraba
como una protección adicional contra toda sospecha. Sólo se puede
conjeturar sí Dostoievski, a quien le agradaba charlar con la gente en la
calle, especialmente con los jóvenes, habrá intercambiado palabras con el
muy correcto y cortés Barannikov. Aparte de su interés como sensacional
detalle informativo, el hecho del cateo policiaco al lado hace surgir
también una pregunta acerca de la versión de Anna sobre la conducta de
Dostoievski en la noche del 25. Como sabemos por los desagradables
incidentes ocurridos en Bad Ems, Dostoievski necesitaba silencio absoluto
mientras escribía, y no vacilaría en tratar de poner fin a toda conmoción
perturbadora. ¿Es posible que lo interrumpieran los ruidos de al lado y, al
ir a investigar, quedara aterrado al descubrir lo que estaba ocurriendo? ¿O
habrá la policía, tratando aún de establecer la identidad del detenido,
entrado en su departamento y le habrá interrogado acerca de su vecino
directo? Ninguna de estas suposiciones está fuera del ámbito de la
posibilidad: con todo, a falta de mayores pruebas, sólo podemos estar
seguros de una cosa: si hubiese ocurrido tal incidente, la misma Anna, que
había inventado un cuento para ocultar un pleito de familia, no habría
vacilado ni por un momento en inventar otro para ocultar una búsqueda
policiaca. Permitir que el nombre de Dostoievski fuera asociado al de
alguien como Barannikov, conocido terrorista, podía producir toda clase
de rumores comprometedores, que había que evitar a toda costa. ¿Hay
alguna razón, entonces, para dudar de la versión de Anna sobre los
acontecimientos de esa noche? No se puede establecer nada definitivo,
pero de la inspección hecha por Volgin al borrador original de las Remi-

8
Volgin, Poslednie .. , op. cit, pp. 436.

930 .... MUERTE Y TRANSFIGURACIÓN


niscences de Anna surgen ciertos hechos sugerentes. La primera referencia al
incidente de esa noche dice que Dostoievski había levantado "una pesada silla",
rompiéndose una arteria: no se dice nada acerca de haber perdido un objeto de
su escritorio. La siguiente versión está más cerca de la última ("empuja un
pesado estante"), pero aún no hay referencia alguna a tratar de recuperar un
objeto que se había caído. La anotación "su pluma rodó debajo", luego "rodó
bajo el estante" está escrita sobre una frase en que están tachadas otras palabras,
y el detalle acerca de los cigarrillos fue añadido tan sólo en la versión final, para
dar una motivación adicional. Es obvio que Arma no comenzó con una imagen
clara de lo que había ocurrido, aunque dice que sólo está informando de lo que le
había dicho su marido: y aunque ninguna de estas alteraciones permite llegar a
conclusiones firmes, no podemos dejar de preguntarnos por qué han de existir
todas estas discrepancias. 9

Al anochecer del 26 de enero, Dostoievski se había confesado y comulgado de


manos del sacerdote de la iglesia cercana. A las dos de la mañana del 27 de
enero, le escribió Arma una nota a Orest Miller explicándole que su marido
"había enfermado gravemente" la noche anterior y no podía cumplir con su
obligación de leer en la velada sobre Pushkin. Solicitaba quitar su nombre de los
carteles porque el médico "había insistido tenazmente en que F. M. no debía
moverse ni hablar al menos durante una semana". Arma también le escribió a la
condesa Komarovskaia, casi en las mismas palabras, que su marido no podía
cumplir su promesa de aceptar su ivitación para el Palacio de Mármol, el 29 de
enero. 10

En la mañana del 27, después de dormir profundamente Dostoievski despertó


sintiéndose "animado y saludable". La hemorragia había cesado, no se renovó
durante todo el día, y así resurgió la esperanza de que hubiese pasado lo peor. A
S. Suvorin lo describe como "jovial y apacible, bromeando, hablando del futuro,
de su obra, de sus hijos, tranquilizando a quienes lo rodeaban. "¿Por qué están
leyendo mis funerales? Los enterraré a todos ustedes". 11

Miller y Elena Shtakenshneider llegaron de visita, y luego em-

9
lbid., p. 444. Volgin volvió a examinar el manuscrito de las memorias de Anna.
10
Letopis ... , op. cit., vol. 3, p. 543
11
Véanse las citas en Volgin, Poslednie ... , op. cit., p. 420

FINAL .... 931


pezaron a apilarse cartas y telegramas de amigos y conocidos que se habían
enterado de su enfermedad. Como respuesta a una "amable carta" (no
identificada), Dostoievski decidió dictarle a Anna un "boletín" acerca de su
salud. Aunque ese documento se ha perdido , el borrador de otro similar,
dirigido a la condesa Elizaveta Geiden, aparece como última carta de su
correspondencia.
Está escrito en tercera persona, como si procediera de Anna, pero la
copia encontrada entre los papeles de ella especifica que fue un dictado , en
que Dostoievski, impasible , describe lo que ha ocurrido y su mejoría tem-
poral. "Pero dado que la vena rota no se ha cerrado , puede volver una he-
morragia. Y entonces, desde luego , es probable la muerte. Ahora , sin em-
bargo, está plenamente consciente y vigoroso, pero teme que la arteria
vuelva a romperse. "12 Dostoievski en realidad estaba "plenamente conscien-
te", y cuando llegó el tipógrafo con las galeras del Diario para su aproba-
ción final, tuvo las fuerzas suficientes para participar en una corrección
necesaria. Sobraban siete renglones para el formato , y Anna sugirió abre-
viar algunas frases anteriores para resolver el problema , pero esto no se
hizo hasta que él dio su consentimiento.
El profesor Koshlakov, al volver cerca de las siete de la noche , encontró
mucho mejor al paciente, y predijo que dentro de una semana podría
reanudar su vida normal. También aparecieron Vera Mijaílovna y el hijo
adoptivo de Dostoievski, Pável lsaev, aunque Anna, quien durante años
había alimentado una sólida y muy justificada antipatía hacia él, no se ha-
brá alegrado de su presencia. Dostoievski durmió muy profundamente du-
rante casi toda la noche, pero cuando Anna despertó a las siete y volteó a
verlo , descubrió que sus ojos la miraban fijamente . Casi en un susurro , le
dijo Dostoievski: "Sabes , Anna , no he dormido ni siquiera tres horas, y he
estado pensando todo el tiempo , y sólo ahora me doy cuenta clara de que
moriré hoy" .
No haciendo caso a lo que ella le respondió precipitadamente, conti-
nuó Dostoievski: "Enciende una vela, Anna , y pásame el Nuevo Testamen-
to". Éste era el ejemplar que le habían entregado las esposas de los decem-
bristas en Siberia, con diez rublos ocultos en la cubierta. Él había leído una
y otra vez este ejemplar del Nuevo Testamento en la prisión, y durante
toda su vida nunca lo había abandonado . Abriendo sus páginas al azar,

12
PSS, rnl. 30, libro 1, pp. 242 -2 43 ; 28 de enero de 1881.

932 ... MUERTE Y TRA N SFIGURACIÓN


como tan a menudo en el pasado para adivinar lo que pudiese depararle el
futuro, le dijo a Anna que le leyera el primer pasaje que había encontrado.
Era de san Mateo, capítulo 3, versículos 14-15, en que Cristo le pide a
Juan el Bautista que lo bautice y Juan responde: "Soy yo el que necesita ser
bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?" La versión King James de la Biblia dice
entonces: "Déjalo ahora como está, pues conviene que así cumplamos toda
justicia" . El texto ruso, traducido literalmente, dice: "Y Jesús le dijo: 'No lo
retardes, pues así nos toca a nosotros cumplir la gran verdad'". Mientras
Anna estaba recitando este pasaje con voz temblorosa y lágrimas en los ojos,
su marido le dijo: "Ya lo oíste -no te tardes-, eso significa que moriré". 13
Anna nunca olvidó las horas siguientes, durante las cuales su marido
intentó consolarla "pronunciando palabras tiernas y afectuosas, agrade-
ciéndome la vida feliz que había compartido conmigo. Confió los niños a
mi cuidado, dijo que creía en mi y esperaba que siempre los querría y los
protegería''. Una frase , ante todo, fue la preferida, la cual, como escribe
Anna, no muchos otros esposos pueden decirles a sus mujeres después de
catorce años de matrimonio: "Recuerda, Ania, siempre te he amado apa-
sionadamente, y no te traicioné nunca , ni siquiera en pensamiento''. 14 To-
mándola de la mano, se quedó dormido a eso de las diez , pero despertó de
improviso a las once, volvió a hundirse en la almohada y nuevamente em-
pezó a brotarle sangre. Si hemos de creer a Suvorin, Dostoievski se había
sentido tan bien esa mañana que insistió en tratar de ponerse los zapatos , y
ese inoportuno esfuerzo pudo haber causado el nuevo espasmo. Se recu-
peró un tanto de ese ataque , pero cuando Anna intentó consolarlo, "él sólo
meneó tristemente la cabeza, como plenamente convencido de que no se
podría contradecir la predicción de su muerte en ese día". 15
Sin embargo , Dostoievski permaneció plenamente alerta , y hasta le dio
instrucciones a Anna -repitiéndolas varias veces- de que , en caso de su
muerte , habría que reembolsar el pago a suscriptores del Diario. Durante
la mañana habían llegado pruebas de páginas, y cuando él fue incapaz de
firmar la necesaria aprobación, Anna le dijo al mensajero: "Venga mañana;
él estará mejor y firmará''. Al parecer, Dostoievski reunió fuerzas suficien-
tes para firmar más avanzado el día. El Tiempo Nuevo publicó el primer
13
Anna Dostoevsky, Reminiscences, trad. y ed. de Beatrice Stillman , Nueva York, 1973 , pp.
345-346.
14
/bid ., p. 346.
15
Citado en Vo lgin, Poslednie . ., op. cil., p. 422.

FINAL ~ 933
anuncio de la enfermedad de Dostoievski el 28 de enero, e inmediatamente,
una verdadera romería de visitantes empezó a rodear a la apesadumbrada
Anna. E. A. Rikacheva, hija del hermano menor de Dostoievski, Andréi, estuvo
en su casa a las dos de la tarde y le escribió a su padre; "Mi tío está tranquilo y
no admiten a nadie a verlo; pero le hablaron de todos los que llegaron a
visitarlo: ciertamente, quiso saber quiénes eran".16 Sólo Apollon Maikov, a
petición especial de Dostoievski, fue autorizado a acercarse a su lecho, aunque
no se sabe si hablaron o si obedecieron a la orden del médico de guardar
silencio.

El periódico anunció que su nombre no aparecería en los nuevos carteles para


la velada de Pushkin porque cayó gravemente enfermo el 26 de enero y
/1

(estaba) en cama". Prosiguió entonces, con una mezcla de sarcasmo y de elogio:


"Ahora podrán aquietarse los que no hace mucho le reprochaban buscar muy a
menudo ovaciones en las lecturas públicas: el público no volverá a escucharlo
muy pronto. Ojalá se conserve para el pueblo ruso la vida inapreciable del más
profundo de nuestros escritores contemporáneos, el heredero directo de
nuestros genios literarios!".17 Cuando le leyeron este pasaje a Dostoievski,
quien sentía curiosidad ("Qué están diciendo de mí?"), le pidió a Arma volver a
leerlo. Así, en sus últimas horas tuvo la satisfacción de oír cómo sus enemigos
quedaban burlados y su propio genio era celebrado como el continuador de la
gran tradición literaria rusa. Es posible que volviera a comulgar y a confesarse,
y a las cinco de la tarde dictó el ya mencionado boletín a la condesa Geiden.
Según las notas de Anna, nuestra principal fuente de información, Pável Isaev
guardó la compostura, y pidió convocar a un notario para que su padre
adoptivo pudiese hacer la disposición final de sus propiedades. Dostoievski
había hecho su testamento en 1873, dejándole inequívocamente todo a su
esposa, y, por tanto, nadie hizo caso a las palabras de Pasha. Anna describe a
Dostoievski, al acercarse Pasha, retirando la mano cuando su hijo adoptivo se
arrodilló para besarla. Luego, Dostoievski pidió que llamaran a sus hijos, y
ellos lo besaron en la mejilla mientras él les daba la última bendición,
encomendándoles amar y obedecer siempre a su madre. Solicitó que su
ejemplar del Nuevo Testamento se le entregara a su hijo Fedia y que a los niños
les leyeran la parábola del Hijo Pródigo. Liubov lo recordó después
diciéndoles que, si algún día llegaran a cometer un delito

16 '
ldem.
17 Letopis ... , op. cit., vol. 3, pp. 545-546.

934 ~ MUERTE Y TRANSFIGURACIÓN


(prestuplenie, palabra que tiene un significado más general que una simple
desobediencia a la ley), confiaran en Dios como su padre, le rogaran perdón y
estuvieran seguros de que Él se regocijaría por su arrepentimiento, así como se
había regocijado el padre al retorno del Hijo Pródigo. Era esta parábola de
transgresión, de arrepentimiento y de perdón lo que él deseaba dejar como
última herencia a sus hijos, y bien se la puede ver como su última interpretación
del significado de su vida y el mensaje de su obra.

A eso de las 6:30 brotó una copiosa hemorragia, y Dostoievski entró en un coma
del que ya no despertó. Durante la agonía final, que duró cerca de dos horas, por
fortuna estuvo inconsciente. Todo ese tiempo, Anna y los niños estuvieron
arrodillados, llorando", pero trataban de contener sus sollozos porque les
11

habían dicho que el sentido del oído era lo último que se perdía y que cualquier
sonido podía prolongar los sufrimientos del agonizante. "Yo tenía la mano de mi
esposo en la mía -escribe Anna-, y sentí cómo el pulso iba haciéndose más y
más débil. 18 Apollon Maikov había enviado a llamar a otro médico, y cuando el
escritor Boleslav Markevich llegó a la puerta (enviado por la condesa Tolstaia
para enterarse del estado de Dostoievski), lo confundieron con este personaje.
Con un grito desgarrador", Liubov, de once años, corrió a su encuentro,
/1

gritando: "Doctor, doctor, por Dios, salve a mi padre (papashi), está jadeando".19
Este fue el último estertor, y cuando pocos momentos después llegó el médico,
no pudo hacer más que certificar la defunción. Markevich, quien era conocido
por sus efectos melodramáticos, describe a Anna y a Liubov en plena histeria, y a
Arma exclamando: "Oh, a quién he perdido! A quién he perdido!", mientras se
hundía en una silla. A quién ha perdido Rusia", se nos escapó
/1

involuntariamente, al mismo tiempo, a Maikov y a mí."20 Esta última frase no


podría expresar más sinceramente el sentimiento de toda la Rusia letrada.

Esa noche, dos horas después de la muerte de Dostoievskí, llegó el hermano de


Arma, y gracias a él, quedé liberada de todos los problemas prácticos, y me
/1

salvé de mucho de lo que fue difícil y desagradable en esos días

18 Anna Dostoevsky, op. cit., p. 348.

19 Volgin, Poslednie ... , op. cit., pp. 429-430.

2 º lbid., p. 430.

FINAL .... 935


de dolor''. 21 A la mañana siguiente , día 29 , Suvorin apareció temprano en
el departamento , y en un artículo que apareció al día siguiente, describió
estremeciéndose cómo habían lavado el cadáver y lo habían preparado
para el entierro. A toda prisa le envío una nota al pintor I. N. Kramskoi,
informándole del fallecimiento y pidiéndole acudir inmediatamente por-
que Anna había hablado de "fotografías y máscaras" que estaban tomando.
"Podrías hacer su retrato - le dijo- , aun cuando fu ese un esbozo. "22
Kramskoi sí hizo un dibujo, hoy célebre , de Dostoievski muerto , con la
cabeza apoyada en una almohada y con lo que parece el comienzo de
una tenue sonrisa en el rostro. Ningún otro retrato o fotografía muestra una
expresión similar, pero no se lo puede atribuir a la imaginación del artista.
Todos los muchos memorialistas confirman que Kramskoi captó la insólita
expresión que ellos mismos habían visto. También llegó el fotógrafo K. A.
Shapiro e intentó tomar algunas fotografías , pero ninguna salió bien debi-
do a la mala luz de la atestada habitación. El escultor L. Bernshtam, en lu-
gar de comenzar el busto de Dostoievski que tenía planeado , llevó un mol-
de de yeso para una mascarilla mortuoria .
Los amigos de Dostoievski bien situados en la sociedad, también em-
pezaron a hacer lo que estuviera a su alcance en favor de la familia. Kons-
tantin Pobedonostsev le informó al conde Loris-Melikov del fallecimiento
y le solicitó dar la noticia a Alejandro Il. También escribió al zarevich para
obtener su ayuda y algún auxilio financiero a la familia , y le pidió hablar
con Loris-Melikov. Pronto llegó un funcionario del Ministerio del Interior
para informarle a Anna que los gastos del funeral correrían por cuenta del
gobierno, pero Anna afirma que, orgullosamente, ella rehusó: "Consideré
mi obligación moral enterrar a mi esposo con el dinero que él se había ga-
nado".23 En el informe oficial no se menciona ese rechazo , y en cambio se
dice que Anna expresó su gratitud por la ayuda.
El primer servicio de difuntos (panikhida) comenzó a la una de la tarde.
Se había anunciado en los periódicos , y Anna observó que "llegaron [visi-
tantes] conocidos y desconocidos para orar ante su ataúd , y fueron tantos
que muy pronto las cinco habitaciones estuvieron ocupadas por un verda-
dero gentío, y cuando se recitó el oficio de difuntos , los niños y yo tuvimos

21
Anna Dostoevsky, op. cit. , p. 351.
22
Letopis .. , op. cit., vo l 3 , pp. 547-548.
n Anna Dostoie1·ski , op. cit., p. 352.

936 .. MUERTE Y TRANSFIGURACIÓN


que empujar para mantenernos cerca del ataúd".24 Ese mismo día, Pobedo-
nostsev le escribió a Kátkov con la solicitud de que el dinero debido a Dos-
toievski se le enviara lo antes posible a Anna, junto con la au torización de
cobrarlo él en su nombre. "Hoy fue la primera panikhida - añadió- , Dos-
toievski parece aún con vida, con un rostro de absoluta quietud, como en
los mejores momentos de su vida". 25 Entonces, el hermano de Anna fue al
monasterio de Novodeichi, lugar donde, por la época del funeral de Ne-
krásov, había expresado Dostoievski su deseo de ser enterrado. Pero el pre-
cio exigido por una tumba pareció tan exorbitante que se decidió buscar
en otra parte. Anna sugirió el convento de Ojtinski, que contenía las tum-
bas de su hijo Aliosha y del padre de Anna, y decidieron ir allí, a la maña-
na siguiente, a comprar un lote.
Sin embargo, otros se habían enterado, mientras tanto, de las dificulta-
des económicas de Dostoievski, y un director de periódicos y editor de
importancia, apremiado por la esposa de un general, se acercó al metropo-
litano Isidor de la lavra Aleksandr Nevski (un recinto religioso que conte-
nía un cementerio) para sugerir como lo apropiado que allí fuese enterrado
gratuitamente Dostoievski. Su petición fue recibida con un categórico re-
chazo: el digno y culto metropolitano dijo que no era más que un "simple
novelista , que nunca escribió nada en serio", y que , además, su funeral
podía causar un "desorden indeseable dentro de las paredes de la lavra".26
Cuando Pobedonostsev, ahora el más alto funcionario secular encargado
de la Iglesia rusa , se enteró de esta respuesta en la panikhida vespertina,
respondió : "Reuniremos el dinero para el entierro de Dostoievski". Indu-
dablemente, al metropolitano Isodor se le dio una buena lección en priva-
do , y al día siguiente los periódicos anunciaron que el lugar del entierro
sería la lavra Aleksandr Nevski.
En la panikhida de la noche, el departamento de Dostoievski, que no
era nada espacioso, se llenó más aún; un corresponsal de periódico escri-
bió que los que llegaban a las ocho no lograban acercarse al ataúd antes de
las diez. La sobrina de Dostoievski le dijo a su padre que el departamento
estaba "literalmente atestado de gente, jóvenes en su mayor parte, que sólo
a las once empezaron a dispersarse" n Allí estaba Saltikov-Shchedrin, así
24
Idem.
25
Letopis .. ., op. cit., vol 3, p. 550.
26
Ibid., p. 551.
27
Idem.

FINAL ~ 937
como la condesa Komarovskaia, acompañada por la baronesa Feleisen. En
una carta al gran duque Konstantín Konstantínovich, la condesa describió
cómo las dos linajudas damas no pudieron acercarse siquiera al féretro
durante todo el servicio religioso: sin duda, una experiencia nueva para
aquellas a quienes todo el mundo cedía el paso. Cuando la condesa
finalmente vio a Dostoievski, también ella quedó asombrada por su
expresión: "Como si estuviera vivo, un rostro brillante, apacible ... como el
de un hombre que ha cumplido con su deber, que ha soportado todo sin
ninguna amargura". Los niños se ajetreaban alrededor del ataúd,
encendiendo las velas que se habían apagado por la falta de aire y
"rogando a los visitantes no besar la frente (del cadáver) sino el icono" .28
Desde su retorno de Siberia, en 1860, Dostoievski había soñado con unir la
sociedad rusa en un conjunto armonioso, vinculado por la fe y el amor. Lo
más cerca de realizarse que estuvo esta sublime quimera fue durante los
días en que su cuerpo yació en su féretro. Todos - literalmente todos -
los que integraban la vida cultural-política de San Petersburgo, centro
nervioso del imperio ruso, acudieron a rendirle homenaje. Saltikov-
Shchedrin se codeó con la condesa Komarovskaia; N. K. Mijaílovski, que
acababa de empezar a escribir con un seudónimo para la publicación
clandestina de Narodnaia Volia, se encontró en las mismas habitaciones
con K. P Pobedonostsev y con el gran duque Dimitri Konstantínovich, que
llegó allí acompañado por su preceptor. Sus contemporáneos mismos no
pudieron dejar de maravillarse ante la unanimidad del pesar y de la
reverencia súbitamente mostrados por todas las secciones de una sociedad
que, por lo demás, estaba dividida por un conflicto incesante, conflicto
que, justo un mes después, culminaría en el asesinato de Alejandro II.
Anna Dostoievski observó más adelante que si su esposo no hubiese
fallecido el 28 de enero, sólo le habría quedado un mes más de vida: la
noticia acerca de Alejandro sin duda le habría causado la ruptura de una
arteria.

No es de sorprender que quienes lo habían conocido personalmente o que


habían tomado parte (en pro o en contra de él) en las polémicas literarias
del día se sintieran obligados a participar en las ceremonias fúnebres. Más
notable fue la respuesta asombrosamente difundida que la noticia de su
muerte provocó en la comunidad en conjunto, en especial (aunque no
exclusivamente) entre la juventud estudiosa. A. F. Koni recuerda a uno de

28
ldem

938 .. MUERTE Y TRANSFIGURACIÓN


sus 1ovenes abogados, a quien le había pedido que leyera en voz alta un
documento legal, haciendo la lectura de modo vacilante y trastabillante.
Cuando le preguntó si estaba enfermo, él, tartamudeando, le dio la nueva (que
Koni aún no había oído) de la muerte de Dostoievski, y entonces rompió a
llorar. 29 Al cundir la noticia por los gymnasiums y las escuelas de educación
superior de la capital, inmediatamente empezaron a organizar grupos, a
asignar delegados para asistir a la panilzhida, y a recabar fondos con objeto de
comprar coronas de flores para poder así participar, en masa, en las ceremonias
del entierro.

El atractivo de Dostoievski entre la juventud estudiosa nunca fue más manifiesto


que en esta ocasión última. l. l. Popov -el joven estudiante del instituto
Pedagógico que lo había observado en el parque de la iglesia- explica que este
atractivo había aumentado considerablemente desde hacía uno o dos años. Los
izquierdistas, como Popov nunca le habían perdonado Los demonios ni
pudieron aceptar la orden del discurso sobre Pushkin:

"¡Humíllate, oh, hombre soberbio!" Y, sin embargo, el discurso, reconoce, les


había dado a todos ellos "rico material para la controversia" ante su té de las
noches; y entonces, "arrastrados por el movimiento general", empezaron a
encontrar en el Diario unas ideas que no sólo eran aceptables, sino hasta
atractivas. Las observaciones de Dostoievski acerca de la Rusia "pobremente
vestida" (los campesinos), a la que había que reconocer que contenía la
posibilidad de crear un mundo mejor, "las consideramos como una tendencia
populista, democrática. Se ganó la simpatía de casi todos nosotros, y lo
saludábamos con entusiasmo cada vez que aparecía en veladas literarias. Este
cambio de la relación de la juventud con Dostoievski surgió en el último año de
su vida". 30

Una observación similar puede encontrarse en los diarios de l. F. Tiumenev


estudiante de la Academia de Bellas Artes, quien nos ha dejado un relato ya
clásico del funeral y de la procesión en que tomaron parte él y sus compañeros.
Observó que si Turgueniev, Goncharov u Ostrovski hubiesen muerto, su pérdida
no habría sido tan "dolorosa" como la de Dostoievski, "quien había empezado a
atraer la atención de la sociedad, a interesar a todo el mundo con sus
'Karamázov', y estaba preparándose a seguir narrando el destino de
Aliosha, este (según su intención) nuevo socialista

29
PSS, vol 2, p. 246

30
lbid., p. 474

FINAL ..... 939


evangélico ruso"3 1 Tiumenev obviamente simpatiza con lo que muy atina-
damente llama el "socialismo evangélico" de Aliosha, y también habla como
si su obra acabase de llamar la atención pública y hubiese conquistado un
abundante círculo de lectores . Aunque diste mucho de ser verdad, este
error nos ayuda a comprender por qué una nueva generación se había
mostrado tan receptiva a su influencia; sus miembros habían crecido ab-
sorbiendo ideas populistas (no nihilistas) , y así, no se habían de apartar de
las implicaciones cristianas del ideal moral de Dostoievski. El resto de esta
entrada describe la decisión instantánea de los estudiantes de la Academia
de colectar fondos. Y cuando a los encargados de esta tarea se les hacía la
pregunta "¿Y quién es este Dostoievski7", no se les daba respuesta; algunos
de los colectores hasta escupían para demostrar su desprecio a semejante
ignorancia
En la tarde del 30 de enero, el jefe de la censura, N. S. Abaza , quien
había tenido tantas consideraciones con el Diario, le presentó a Anna una
carta del Ministerio de Finanzas en que le informaba que el zar se había
dignado concederle una pensión vitalicia de dos mil rublos anuales "por
los servicios de [su marido] a la literatura rusa''. 32 Ésta fue , al parecer, la
primera pensión de esa índole concedida en Rusia a un escritor, como tal.
(Las otorgadas a Pushkin y Karamzin , que habían ocupado puestos oficia-
les más o menos como sinecuras, fueron por sus servicios al Estado.) Dos
puestos vacantes, uno de ellos en el prestigiado Cuerpo de Pajes, y el otro
en el Instituto Smolni (escuela para hijas de la nobleza), también les fueron
reservados a los hijos de Dostoievski; por cierto, aunque Anna aceptó agra-
decida todas estas ofertas , más adelante mandó a sus hijos a otras institu-
ciones educativas.
Mientras tanto , al anochecer del mismo día , D. V Griegoróvich consi-
deró indicado organizar la procesión fúnebre. Hizo una lista de todos los
grupos que habían manifestado su deseo de marchar (luego resultó que
había muchos más de los que él anotó) y estableció un mapa de los lugares
en que debían reunirse las diversas delegaciones, para que no se convirtie-
ran en un gentío desordenado. A los representantes estudiantiles se les pi-
dió que ayudaran a mantener el orden, y ellos asumieron , con gran serie-
dad, esta responsabilidad; también a los amigos de Dostoievski más
entrados en años se les encargó supervisar varias agrupaciones. La pro-
11 !bid., p. 4 79.
32
Lclopis .. ., op. cit., vol. 3, p. 554.

940 ~ MUERTE Y TRANSFIGURACIÓN


cesión comenzaría a las 10:30 de la mañana siguiente (en realidad, partió
a las 11) y procedió desde su departamento hasta la lavra Aleksandr Nev-
ski, a lo largo de la Perspectiva Nevski.

El 31 de enero , un sábado, el día amaneció brillante y claro. Como ya se ha


dicho, el Diario de un escritor apareció ese mismo día, y un artículo de O. F
Miller en Tiempo Nuevo le pedía a sus suscriptores olvidarse de la devolu-
ción de fondos en que Dostoievski había insistido y, en cambio, contribuir
con ese dinero a un fondo para la publicación de una edición completa de
sus obras. A las nueve de esa mañana, una multitud se había reunido en
torno del departamento, en el callejón de Kuznechni, llevando todos coro-
nas de flores o estandartes inscritos con los nombres de sus instituciones y
sociedades, entre ellas periódicos y revistas . Un conteo efectuado en la lí-
nea de marcha llegó a sesenta y siete de tales grupos , aunque después el
número fue calculado en setenta y cuatro, con quince coros acompañando
al cortejo. La ópera estaba plenamente representada, junto con todas las
otras artes dramáticas , y un célebre barítono del Teatro Mariinski recibió
una reprimenda de la administración del teatro porque , al arriesgarse a
contraer un resfriado, habría puesto en peligro el repertorio.
Las palabras con que I. F Tiumenev describió el momento en que el
ataúd salió de la casa y apareció ante la multitud son particularmente ex-
presivas: "Desde el campanario de la iglesia de Vladimirski sonó la campa-
na, y justo después del primer impacto brotó un solemne 'Santo Dios'. ..
A la primera sílaba de la plegaria, todos se descubrieron ... y a muchos de
nosotros nos subieron sollozos a la garganta. En ese momento cada cual,
fuese creyente o no , sintió algo como el aliento de la divinidad".33 La pro-
cesión emprendió el camino por las calles, mientras los portadores del
ataúd se turnaban; entre los primeros estuvieron A. I. Palm y A. N. Plesh-
cheev, compañeros de Dostoievski sobrevivientes de los petrashevtsi. Fue-
ron seguidos por dolientes que se extendían casi una milla , con estandartes
y coronas , llevando algunos sólo su nombre , otros los de sus obras (aun-
que ninguna llevaba Los demonios) , otros más una frase u oración que ca-

13
DVS, vol. 2, p. 480.

FINA L ~ 941
racterizara algún aspecto de su vida o su pensamiento. Su número fue
calculado en treinta mil. "El funeral de Dostoievski - escribió Nikolái
Stráov-, representó una manifestación que asombró a todos ... Puedo
decir, audazmente que, hasta entonces, nunca había habido semejante
funeral en Rusia."34

Considerando las dimensiones de la multitud, a los observadores les


sorprendieron su buen comportamiento y su orden. La policía se mantuvo
a distancia, salvo en un episodio que no apareció en los periódicos pero sí
en dos memorias privadas. Una delegación de muchachas estudiantes, en
lugar de una corona de flores, exhibía un par de grilletes como los que
Dostoievski había llevado y sobre los que había escrito en La casa de los
muertos. Cuando la policía llegó a apropiárselos, hubo un ligero forcejeo,
pero pronto los entregaron pacíficamente para no perturbar la solemnidad
de la ocasión. El pasado de Dostoievski en prisión era uno de sus
distintivos de honor, y cuando un viejo transeúnte le preguntó a un
miembro de la delegación de artistas dramáticos quién estaba recibiendo
tan majestuoso funeral, la respuesta fue: "un katorzhnik" (un presidiario
en el exilio). La masa de la población supuso que tan imponente cortejo
debía de ser de algún importante general, porque sólo tales personajes
habían sido siempre considerados lo bastante distinguidos para recibir tan
grandioso homenaje. El féretro tardó dos horas en llegar a los portales de
la lavra Aleksandr Nevski, ante cuyo arco fue recibido por los estudiantes
de la Escuela Teológica y Seminario y el clero, en sus ropajes
ceremoniales, encabezado por el superior de la lavra, el archimandrita
Simeón, y el rector del seminario teológico, el padre Yanishev. Este había
sido un viejo amigo de Dostoievski desde los días de Wiesbaden, un
teólogo distinguido cuya concepción del cristianismo ejerció cierta
influencia sobre las ideas de Dostoievski, y cuyo intelecto y carácter había
él admirado. 35 Después de que el ataúd entró en la iglesia del Espíritu
Santo, dentro de la lavra, se cerraron sus puertas, y sólo se admitió allí a
las delegaciones que llevaban coronas de flores. Se le dijo al gentío que en
la iglesia sólo cabían, a lo sumo, mil quinientos dolientes, y la procesión
no empezó a dispersarse hasta cerca de las cuatro del día siguiente,
cuando tendría lugar el entierro. A las ocho de esa noche comenzó el
servicio nocturno de difuntos, al que asistieron Anna y los ni-

34
Citado en Volgin, Poslednie ... , op. cit., p. 495.
35
Véase mi Dostoievski. Los años milagrosos, 1865-1871, FCE México 2010, pp. 63-64.

942 .... MUERTE Y TRANSFIGURACIÓN


ños (Liubov había estado a punto de ser aplastada entre la multitud, cerca de las
puertas). 'La iglesia -escribió Anna-, estaba llena de gente que oraba; muchos
eran jóvenes, estudiantes de diversas instituciones de educación superior, de la
Academia Teológica y kursistolz (muchachas estudiantes). En su mayoría, se
quedaron toda la noche en la iglesia, relevándose para leer los salmos ante el
ataúd de Dostoievski." 36

El 10 de febrero, día del entierro, se publicó una segunda edición del Diario de
un escritor, con la portada enmarcada por un cintillo negro. A las diez de la
mañana se celebró una misa en la iglesia, en presencia de K. P. Pobedonostsev y
otros altos funcionarios del gobierno. Esto fue seguido por el otpevanie, el
servicio de difuntos. Entonces, el padre Yanishev pronunció algunas palabras
solemnes y penetrantes acerca de su amigo, toda cuya obra de novelista, dijo con
gran agudeza, era un eco del Sermón de la Montaña de Cristo. El ataúd, que
permaneció cerrado por órdenes de Pobedonostsev, para no angustiar a Arma y
los niños, fue llevado entonces a un lote del cementerio cerca de la tumba del
poeta V A Zhukovski. Liubov profirió un grito desgarrador, que llegó a lo más
hondo de todos los presentes, al exclamar: "Adiós (proshchai, que también
puede significar 'perdona'), querido, bueno, bondadoso papá, adiós". 37 Varias
personas hablaron ante la tumba, e I. I. Popov quien había trepado a un árbol
para ver mejor por encima de la multitud, recordó "la figura apostólica de V S.
Soloviev, (con sus) rizos cayéndole sobre la frente", y "que habló con gran
patetismo y expresividad" .3s

Terminemos con algunas de las palabras de Soloviev, no pronunciadas ante la


tumba sino algunos días antes (el 30 de enero), en las conferencias que estaba
dando tanto en la Universidad de San Petersburgo como en los Cursos
Superiores Bestuzhev para Mujeres, cuyas estudiantes se encontraban entre los
más fervientes admiradores de Dostoievski. En la primera, dijo que "el año
pasado, en el festival Pushkin, Dostoievski llamó profeta a Pushkin, pero aún en
mayor grado merece este título el propio Dostoievski". Ante las estudiantes,
declaró:

Así como la más alta potencia terrenal de una u otra manera queda concentrada
en una persona, que representa a un Estado, así también la más alta

36
Anna Dostoievsky, op. sit., p. 359.
37
Letopis ... , op. cit., vol. 3, p. 561.
38
PSS, vol. 2, p. 478.

FINAL ..... 943


potencia espiritual de cada pueblo suele recaer en un hombre, quien con
más claridad que los demás capta los ideales espirituales de la humanidad, más
conscientemente que los demás se esfuerza por alcanzarlos, con más fuerza
que los demás afecta a los otros con su prédica. Ese dirigente espiritual del
pueblo ruso en tiempos recientes fue Dostoievski. 39

39
Letopis . , op cit, vol. 3, pp. 548 y 553.

944 ... MUERTE Y TRANSFIGURACIÓN


Índice analítico

Abaza, Yulia: 674-678 Aleksandrov, Mijaíl A.: 67-71, 261-266,


abogados: véase sistema jurídico y abo- 314, 709-710
gados Alianza Literaria Internacional: 557
Aksakov, A. N.: 27 4-27 5 Almanaque de San Petersburgo: 622
Aksakov, Iván: 44, 634-636, 703, 710, Amantes de la Ilustración Espiritual: 312
891-894 amor cristiano: asociado con el carácter de
Aksakov, Konstantin: 331, 339 los grandes rusos: 284, 394; del socia-
Aksakov, S.: lismo ruso: 61 7; moral del: 31 7
- Crónica de familia: 332 Annenkov, Pável V: 524, 622-623, 666-667
Alchevskaia, Khristina 263, 278-279, -Una década notable: 622, 687
280-284 Antipova, Oiga: 310
Alejandro (zarevich) [después Alejandro antisemitismo: en Los hermanos Karamázov:
Ill] · FMD presenta el Diario de un es- 725; ataque de Kovner a FMD: 388-
critor a: 299-300; FMD presenta Los 394; de FMD: 146, 384-385, 461-462,
hermanos Karamázov a: 895-896; y 474-475, 518, 561, 676-677; negativa
ayuda financiera a FMD: 45, 300 de FMD 390-391
Alejandro II (zar) , abolición de la servi- Arseniev, D. S.: 480-481
dumbre por: 31, 300, 328; asesinato ateísmo: propugnado por el socialismo:
de: 24; campaña contra el terror popu- 82-83, 323-324; de la intelectualidad
lista: 482-483; discurso de jubileo es- rusa: 863; de Strauss: 142; del Gran
crito por FMD y presentado a: 606, Inquisidor: 595, 772-774 ; en El ado-
609-612; FMD como consejero de la lescente: 201, 202, 209, 211, 212,
familia real de: 480-482; intentos de 246-248; en Los hermanos Karamá-
asesinato de (1866, 1879, 1980): 514, zov 203, 599, 600, 734 , 737-739;en
536, 606-608; nombra dictador para Humillados y ofendidos: 107-108; ver-
Rusia (1880): 608; reformas de: 328- sión de FMD 148, 149
329; véase también familia del zar; za- Averkiev, Dimitri: 44, 320, 902
rismo de FMD -El caso Sidorenko: 902
Aleksandrov, A. A.: 507-508 Avseienko, V G.: 333, 334, 407

~ 945
Bajtín, Mijaíl: 125, 160, 411 en Los hermanos Karamázov: 744-747;
Bakunin, Mijaíl: 115, 122, 123 sueño de FMD sobre el futuro de: 789,
Barannikov, Aleksandr: 929 790
Beketov, Nikolái: 459 Catecismo de un revolucionaría: 38, 98
Belinski, Vissarión: 26 , 27, 117, 126-132 , catolicismo: traición al cristianismo por:
553,554 735; como sustituto de la fe cristiana:
Bentham,Jeremy: 31, 107 163; doctrina del ultramontanismo de:
Benz, Ernst: 553 490; en El adolescente: 208; en la Le-
Berdiaev, Nikolái: 770 yenda del Gran Inquisidor: 554, 595;
Bernard, Claude: 515, 698, 839 posición de FMD sobre: 346; socialis-
Bervi-Flerovski, V V: 178, 502 mo del: 549, 554
Bestuzhev-Riumin, K. N.: 482, 490, 609, Cerny, Vaclav: 754
628 Cervantes Saavedra, Miguel de:
Biblia: el Libro dejob de Los hermanos Kara- -Don Quijote: 356-359, 380, 381
mázav: 54 3, 834-835; interpretación ciencia: crítica de la rusa por FMD: 309;
del Libro dejob por FMD: 195 materialismo de la: 105; vinculada al
Bikov, P V: 306, 307 nihilismo: 104
Billington, james: 11 O círculo de Meshcherski: 62
Blagosvetlov, G. E.: 709 círculo de Petrashevski: 27, 28, 31, 47,
Bohatec, josef: 336-337 139, 306
Brafman, Yakob: 391, 398 comedia: en Los hermanos Karamázov: 811-813,
-El libro del kahal 391 821, 836, 858; en El adolescente: 209
Butlerov, A.M.: 274, 275 Comité de Investigación de Mendeleiev:
366,368
campesinos rusos: carácter de los: 148; Conrad, joseph:
comprensión de, por FMD: 30; des- -Bajo la mirada de Occidente: 474
pués de su liberación de la servidum- -El corazón de las tinieblas: 921
bre: 479; "El campesino Marei": 30, Conversación: 46
433-436; en el artículo "El medio" Cox, Roger: 770-771
para el Diario: 135; en la ideología po- cristianismo: de Aliosha en Los hermanos
pulista: 145; enfoque de Mijaílovski: Karamázov: 723-730, 759-763; como
103-105, 113; esclavización de los: base de las raíces nacionales: 897; con-
333; fe de FMD en el cristianismo de: cepto de FMD sobre las relaciones en-
30, 331, 332; instituciones protosocia- tre Iglesia y Estado en: 904; de la Igle-
listas de: 112; liberación de la servi- sia ortodoxa de Oriente: 297, 369;
dumbre: 347, 385; pintados en El ado- ejemplos en el Diarío de la importan-
lescente: 215-217, 240-246; problemas cia de: 287; opinión de FMD sobre el,
de Nekrásov acerca de: 321; reformas de Sand: 426 , 427, 505
agrarias y derechos de propiedad: 913- Cristo: como modelo moral e ideal de FMD:
916; retrato de Makar lvanovich como: 889; enfrentamiento con el Gran In-
215-217, 578; retrato en Los hermanos quisidor: 763- 771; FMD sobre el amor
Karamázav: 731-733; sirviendo de ju- de 889; idea de la reaparición de : 553,
rados en Rusia: 132-136; Smerdiakov 554; tentaciones de: 504

946 .... ÍNDICE ANALÍT ICO


cuestiones filosófico-morales: en El adoles- 674 ; de los occidentalizantes rusos:
cente: 225-239; en Los hermanos Kara- 338; participación de FMD en la rusa:
mázov: 24; diálogo en Los hermanos 4 76; posición de FMD ante: 90
Karamázov para explorar: 757-759; cuestiones sociopolíticas: del populismo
véase también cuestiones filosófico-so- ruso: 111 ; diálogo de lván y Aliosha
ciales en Los hermanos Karamázov: 758; en
cuestiones ideológico-morales: en El adoles- celebración del Festival de Pushkin:
cente: 218 629-632 ; en el Diario: 326, 327; en Los
cuestiones moral-psicológicas: de vivir sin demonios: 11 7-121; en Los hermanos
Dios: 287; en El adolescente: 200 , 201 , Karamázov: 728 ; en Rusia (1860): 31;
207; en el retrato del padre Zósima: genuina situación de FMD sobre: 852;
487; en Los hermanos Karamázov: 734- ideal de FMD: 116; ideal de pochvenni-
739, 741, 748-750 , 841, 844-848; in- chestvo: 31, 32, 80, 111 , 337, 482,
terpretación de Nekrásov por FMD: 575 ,864
424, 425; juicio de lván Karamázov: cuestiones sociopsicológicas: asociadas a la
559; libre albedrío: 107; reforzadas guerra: 350; en El adolescente: 225; en
por referencias literarias y culturales: El doble: 699; en Los hermanos Karamá-
4 38, 4 39; retrato de las complejas, zov: 718-720
por FMD: 826; véase también cuestio- cuestiones sociorreligiosas: en el artículo de
nes sociopsicológicas Leontiyev sobre las opiniones de FMD:
cuestiones moral-religioso: en Los hermanos 694, 695 ; en Los hermanos Karamázov:
Karamázov: 716, 722, 879; FMD so- 24 ; en respuesta de FMD a las críticas
bre: 462-467; inmortalidad como con- de Gradovski: 682-690; planteadas en
vicción de FMD: 576; como obra de el discurso de FMD sobre Pushkin:
san Ticón: 574-577; transformación 694; posición de FMD ante: 896
de Dimitri en Los hermanos Karamázov: Cursos Pedagógicos Superiores para Muje-
82 7; véase también cuestiones sociorre- res: 619
ligiosas
cuestiones moral-social: en Los hffmanos Chaadaev. P J.: 208
Karamázov: 862-864; retratadas por el Chernaiev, Mijaíl: 353
padre Zósima: 779 Chernishevski, Nikolái: 31, 100, 102 , 105-
cuestiones político-morales: en los atenta- 11 1, 122 , 136-138, 408 ,875-876
dos contra la vida del zar: 612-613; -El principio antropológico en filosofía:
véase también cuestiones sociopolíticas 102
cuestiones social-filosóficas: 102, 104 -¿Qué hacer?: 106, 136, 408, 581, 875
cuestiones socioculturales: comentarios de
FMD sobre: 567-568; de Mijaílovski: Danilevski, Nikolái G.: 47
103, 104; en el Diario como periódico: -Rusia y Eumpa: 4 7
406; en el Diario para El Ciudadano: Danilevski, N. Ya.: 706-707
155; en el socialismo populista: 109; Darwin, Charles: 104, 142
en la idea de pochvennichestvo: 3 1, 80, De Vogüé, Eugene Melchior (vizconde):
111 , 482, 575, 864; en Notas de la Pa- 533-534
tria: 224; FMD en las guerras de Rusia: Di Fiore, Joaquín: 216

ÍNDICE ANALÍTICO .. 947


Diaghilev, Serguéi: 309 tismo de: 146, 385, 461, 462, 474,
Diario de Varsovia: artículo de Leontiev "So- 518, 561, 676-677; artículos sobre
bre la fraternidad universal": 694, 695; asuntos extranjeros para El Ciudadano:
editorial acerca del abuso a los niños: 162; bondades de: 707, 708; celos de:
605 60, 596, 644; como asesor de la fami-
Dickens, Charles: lia real rusa: 480-482; como director
-David Copperfield: 219 de El Ciudadano: 63-75, 77-93, 97,
-La tienda de antigüedades: 219 117; como editor: 61, 62; como miem-
Disraeli, Benjamin: 397, 506 bro del círculo de Petrashevski: 28-29,
Dobev, Sidney: 369 4 7; consejo y recomendaciones de:
Dobroliubov, Nikolái: 31, 100, 117 701, 702; crítica de Avseienko: 333,
-Pueblo pisoteado: 11 7 334; crítica de Disraeli: 355-356; críti-
Dolgushin grupo: 177-179 ca del modo en que el gobierno se en-
Dolgushin, Aleksandr: 177 frentó a la hambruna: 91; descripcio-
Dolinin, A. S.: 189 nes de: 65-67, 75, 76, 265, 266,
Dostoievski, Alekséi [Aliosha] (segundo 280-285, 482, 516-520, 533, 596-
hijo de FMD) muerte de: 484, 485, 601, 705-707; deudas de: 44, 45; edu-
508, 835; nacimiento de: 257 cación de: 25; en Bad Ems (1876):
Dostoievski, Andréi MiJaílovich (hermano 165-175, 193-196 ,289-299,559-582;
de FMD): 267, 268, 514, 885 en Darovoe: 315-31 7; elogio de Geor-
Dostoievski, Anna Grigorievna (Snitkina) ge Sand: 425, 426; enfisema de: 94,
(segunda esposa de FMD): administra- 165, 467, 563, 885, 891; en Optina
dora de los asuntos familiares: 39-42, Pustin: 485-488; ensayo sobre la obra
56-61; asistencia a las lecturas de de Kishenski: 88; en Staraya Rusa: 51-
FMD: 596; ayuda con el Diario. 260; 55, 83, 84, 176, 189-192, 538, 539,
como compañera de FMD: 34; des- 555-560, 583, 628; entrega la direc-
cripción de N. Wagner por: 274; edi- ción de El Ciudadano: 94; epilepsia de:
torial establecida por: 164, 302; enfer- 46, 55, 173, 295, 302, 314, 455, 467
medades de: 56; papel de en la 584, 603, 612, 704; estrategia para
publicación de Los demonios: 59-61; comprender la vida contemporánea:
pensión para: 940; relación con FMD: 269-271; experiencia en el campo de
173, 174, 291, 292, 570; servicio de concentración: 92, 93, 105; falsa eje-
libros establecido por: 603; sobre la cución y sentencia experimentadas
calumnia de Annenkov: 622; sobre por: 28, 29, 93, 517; función profética
la muerte de Alekséi: 484; sobre la vis- de: 24; funeral y entierro de: 940-944;
ta de Novgorod: 52; sobre las bondades homenaje hablado a Nekrásov: 321,
de FMD: 708; sobre Perov y su obra: 322; interés en y amor a los niños:
50, 51; supervisión de la publicación 270, 271; interés en y actitud hacia el
de La casa de los muertos: 180 espiritismo: 2 73-2 77; ira e irritabilidad
- Reminiscences: 56, 61, 190-192 de: 67-70, 94, 95, 266, 925; lecturas
Dostoievski, Emilia Fiódorovna (cuñada de públicas por: 24, 468, 523-527, 531,
FMD): 570 532, 583, 592-596, 619, 623, 627,
Dostoievski, Fiódor Mijaílovich: antisemi- 706, 708, 884, 885, 898-900; Madon-

948 ... ÍNDIC E ANALÍTICO


na Sixtina reverenciada por: 587-588; -"De los paseos de Kuzma Prutkov y
observaciones acerca de Tierra Virgen: su amigo en el verano": 505
408 , 409; opinión sobre El vientre de -Diario de un escritor (en El Ciudada-
París: 295, 296; participación en la no): 23 , 24 , 27, 29, 62, 63; antítesis
editorial de su familia: 302; participa- de socialismo y cristianismo en: 82;
ción en el Festival Pushkin: 632-648, "A propósito de una nueva obra ..
668; petición de dinero al zarevich: 145-150; "A propósito de la expo-
45; prisión de dos días (1874): 92, 93; sición": 150-152; "Bobok" 159-
relaciones con AGD: 53-56, 59 , 167, 162; "El impostor": 152 ; "El me-
168, 173, 291, 292, 570; relaciones dio": 131 -136; ensayo sobre la obra
con sus hijos: 180-181; relaciones con de Kishenski en: 88; esbozos , anéc-
la familia extendida: 267-269 ; relacio- dotas y reminiscencias en: 125- 131 ,
nes con Meshcherski: 83-86, 90 , 91, "La gente viep": 117, 127, 553;
94; relaciones con Turgueniev: 197, "Media carta de 'una cierta perso-
524-532, 597, 598, 620, 630-632 , na"': 155, 156; "Pequeños cuadros":
647-649, 669-670 ; relaciones con V 156-158; popularidad de: 125;
Soloviev: 78-81; respuesta a la crítica "Vlas": 147
de Los demonios por Mijaílovski: 120- - Diario de un escritor (periódico): 71;
122; retrato de, por Perov: 49-51 , 95; análisis de la guerra ruso-turca:
retrato de Raskólnikov: 2 73; sobre 311, 312, 348-356; análisis de un
cómo la gente se enfrenta a la pena: juicio en: 371; censura de: 263,
55; sobre el materialismo: 342; sobre 264, 909; crisis de los Balcanes en:
la importancia de memorias y recuer- 348-356; crítica a los judíos en:
dos: 316; sobre la influencia de los ju- 384, 385; crítica literaria en: 407-
díos en Alemania: 565; sobre la necesi- 4 2 7; cuestiones sociales de Rusia y
dad de soledad: 51; sobre producir Europa en: 345-34 7; diálogo con
novelas y obras de teatro: 49; última lectores: 327, 458-467; doctrina de
enfermedad y muerte de: 924-935; vi- pochvennichestvo en: 337-340; "El
gilancia por la policía: 63, 173, 522; campesino Marei": 30, 433-436;
visión del protestantismo alemán: 352; "El Centenario": 432, 433; elogio a
xenofobia de: 382, 385; "Yid" como George Sand: 425-427, 502 , 505;
término empleado por: 39, 144, 289, el pueblo ruso en: 330-337; esbo-
292, 319 , 395-397, 400, 461, 462, zos y cuentos cortos: 428-452; es-
474-475,562-566,677 piritismo como tema en: 273-277;
-"Bobok": 159-162 independencia política de: 328; in-
-"Confesión de un corazón apasiona- formación autobiográfica en: 303-
do": 525, 742-744 305 , 330; juicio de Kornilova: 272-
- Crimen y castigo: 33; crítica de: 47, 273; juicios penales que aparecen
48; crítica de Eliseev de una parte en: 272, 273; "La concepción utó-
de: 293; el bombero judío en: 384; pica de la historia": 340; "La Cues-
elogio de: 49; enajenación de la inte- tión judía": 382-385, 405; "La
lectualidad de sus raíces cristianas mansa": 436-443; "La sentencia":
en: 482; Svidrigailov: 239 286, 287, 362-364, 443, 495; la

ÍNDICE ANALÍTICO ~ 949


sociedad rusa analizada en: 341 - príncipe Sokolski , el viejo , en : 208-
345; "Mi paradoja": 337-338; notas 209 , 227-228; referencias a la obra
para reanudar (1880-1881) : 886 , de Tolstoi: 253; relación padre-hijo
905-907; niños como tema en: 270, en 143 , 206-208, 230-236; rela-
271 ; número único (1880): 69 1, ciones de Arkadi con Makar Dolgo-
700; obituario de Nekrásov: 321, ruki: 240-244; serializado en las
422; objetivos del: 30 1, 345 ; obser- Notas de la Patria: 96; trama prin-
vaciones acerca de Tiura virgen: cipal de: 226, 227; Trishatov: 243,
408-410; popularidad e importan- 244
cia de: 23 , 24 , 259 , 260 , 278 , 299 , - "El cocodrilo": 102, 136-138
302 , 329, 456; preparativos para la - El doble: 27 , 410 , 699
siguiente novela: 269, 270, 360; re- - El eterno maiido: 34
ferencias a Don Quijote en : 356-359, - El idiota: 29 , 34; crítica de Leskov a:
380-381 ; referencias a Tolstoi en: 150; distinción entre el amor carnal
411 , 412; suspensión temporal de y el cristiano en: 375; motivo de la
(1877): 302; último número de riqueza en: 384
(1861): 9 11-923; "Una mentira sal- -El jugador. 34, 41
vada por una mentira": 356, 357; - "El señor Projarchin": 207
"Un niño en una fiesta de Navidad": - "El sueño de un hombre ridículo":
429-432 , 537 319,328, 404 , 428 , 443-452
- El adolescente: 45; alusiones a escri- - "El sueño del tío": 208
tores célebres en: 219 , 220 ; An- -Humillados y ofendidos: 37, 108, 407 ,
dreev: 243; Arkadi Dolgoruki como 593
protagonista: 226-23 6; ateísmo en: -La aldea de Stepanchikovo: 744
201-203 , 209 , 211 , 247; carácter - La casa de los muertos: 32 , 37; preso
de Makar lvánovich Dolgoruki en: judío retratado en: 383; respuesta
215-218 , 240-244 , 578; carácter de FMD a la idea ele egoísmo en:
de Versílov 201-21 2, 230-235, 108; y características del pueblo co-
458; crítica de Soloviev ele: 186; mún: 11 1; y expresiones ele libre vo-
desarrollo del carácter de l Adoles- luntad de los reos: 106
cente en: 214-217 ; falta de fe en - "La mansa": 328, 362, 428, 436- 443
Dios en: 369; grupo de Dergachaev - "La patrona": 555
en: 613; Katerina: 237-239 , 244; - La vida de un gran pecador: 34, 35,
Kraft: 234 , 235 ; Lamben: 242-244, 182, 199; concepción de: 495 , 496;
250; motiv de la riqueza en: 206, motiv de la riqueza en: 207; san Ti-
210, 213, 217 , 384; mundo de la cón en notas para: 577
Rusia campesina en: 215-217; Niko- -Leyenda del Gran Inquisidor: acen-
lái Semienovich en: 223 , 252-254; tos litúrgicos empleados en: 398;
notas de La vida de wi gran pecador: análisis de las tres tentaciones de
199; notas y cuadernos para: 1 71, Cristo: 491 , 763-776 ; anticipación
494; personaje Kolosov en : 21 8, del tema de: 202-204 , 211 , 55 1,
219; príncipe Sokolski , el joven , 552; defensa de la libertad por Cris-
en 209 , 219 , 227, 228 , 236, 237; to: 769 , 773; dirigida contra el cato-

95 0 .. ÍN DIC E ANA LÍTICO


licismo: 554; en Los hermanos Kara- pruebas en: 320; influencia de Don
mázov: 548-555, 719, 720, 779-797; Carlos en: 501; influencia de Los
fragmento del poema de Schiller bandidos en: 498-501; influencia
en: 50 1; Iglesia católica representa- de, sobre el estilo del monje Parfe-
da por el Inquisidor: 771- 77 4; in- ni: 573, 574; lineamientos temáti-
moralidad del Inquisidor: 889; Iván cos para: 360; lucha psicológico-
Karamázov como inventor del: 763, moral de los personajes en: 720,
764, 773, 774; lectura de FMD del: 721; narradores en: 721 -730 , 781-
594-595; narrativa con tres niveles: 809, 863, 864; notas para: 203 ,
763- 77 1; predicción del totalitaris- 204 , 493-495, 515, 550-552, 580,
mo en: 771 -773; sus fuentes y nú- 58 1, 584-586, 698; oratoria forense
cleo: 27, 163, 55 1-555 en : 371-375; primera versión de su
-Los demonios: 28, 34, 35; caricatura trama: 204; propuesta continuación
de Turgueniev en. 622; crítica de: de: 909; Pro y Contra: 541 -548 ; re-
47, 60; crítica de, por Mijaílovski: lato de la vida del padre Zósima en:
117-123; FMD pide opiniones de 779- 797; ritos de encierro monás-
otros escritores acerca de: 56-57; tico en: 520; tema de descompo-
enajenación de la intelectualidad de sición de la familia en: 718; "Un
las raíces cristianas en: 482; entre- monje ruso": 579
gas a El Mensajero Ruso: 57-59; FMD -Mem01ias del subsuelo: 32, 33; expre-
publica: 60, 61; grupo de Necháiev sión de libre albedrío de los presos:
en: 38, 47 , 118; idea de la Edad de 106; hombre del subsuelo: 32 , 106,
Oro en: 444; proyecto del gran pe- 443, 444 , 884; un imaginario mun-
cador en: 552; nacionalismo en: 47; do próspero en: 367
retrato de un judío en: 384-385; sá- - "Notas de invierno sobre impresio-
tira en: 45; textos variantes de: 59 nes de verano": 104, 111, 112, 284 ,
-Los hermanos Karamázov: 24, 29, 348,907
36; "Aliosha": 583-587; castigo a - "Pequeños cuadros" : 157-159
los niños en : 377; "Confesión de un -Pobres gentes: 26, 27, 303-305 , 622,
corazón apasionado" en: 525 , 742- 623 , 877
744; conflicto entre la razón y la fe -"Un pequeño héroe": 785
en: 366-368 , 719, 720, 729, 730, Dostoievski, Fiódor (hijo de FMD): 39, 18 1,
735, 736, 74 1, 742, 759-763,847- 640
852; construcción y tonalidad de: Dostoievski, Liubov Fiódorovna (segunda
717, 718; cuestiones histórico-cul- hija de FMD): 38, 52, 53, 18 1, 895 ,
turales en: 74 2- 744; dimensión 927 ,928,935
simbólica de principales personajes Dostoievski, María Dimitrievna (primera
en: 716-71 8; el dr. Herzenstube en: esposa de FMD): 74
402, 403; "El Gran Inquisidor": Dostoievski , Mijaíl (hermano de FMD): 25,
548-555, 719; epílogo: 873 -879; 38, 4 1; como traductor de Don Carlos:
historia del padre Zósima en: 78 1- 501; como traductor de Los bandidos:
795; idea de responsabilidad en: 499; FMD paga deudas de 87; FMD
467 ; idea para serie de difíciles protege reputación de: 306

ÍND ICE ANALÍTICO ~ 951


Dostoievski, Mijaíl Andreievích (padre de El Mensajero Ruso: entregas de Los demonios
FMD): 24-26, 3 16 en: 38, 46, 56-59; entregas de Los her-
Dostoievski, Nikolái (hermano de FMD): manos Karamázov en : 509-516, 700,
515 701, 704 , 883; Kátkov como director
Dostoievski, Sofía Fiódorovna (primera hija del: 39, 56-58, 165, 172 , 529-53 1,
de FMD) 175, 484, 835 641 , 883; publica Ana Karenina: 560
Dubnow, Simon: 391 El Mundo del Arte: 309
Dubrovin, V D.: 545 El Mundo Ruso: 151
El Pensamiento Ruso: 538, 625; Yuriev como
Edad de Oro: en El adolescente: 245; en el director de: 633 , 634, 671
primer número del Diario: 444; en Los El Tiempo: 3 1, 383, 384
demonios: 444 , 852; "El sueño de un Engelgardt, Anna Nikolaevna: 639, 640
hombre ridículo": 444-448; simbolis- escatología: de Dostoievski: 225 , 254 , 398,
mo de, en Los hermanos Karamázov: 400 , 464-467; de Fiódorov: 464-467;
852; visión de FMD 449-451 de Soloviev: 464-467
egoísmo de: FMD: 304; de lván en Los her- Escuela Natural: 26
manos Karamázov: 749; de Katerina en eslavófilos: acuerdo de FMD con: 113; crí-
Los hermanos Karamázov: 748- 7 50; de tica de, por FMD: 339; educación reli-
Kolia en Los hermanos Karamázov: 830, giosa de: 25 ; influencia de: 79 ; opinión
834; doctrina del "egoísmo racional": de Pedro el Grande: 893
3 1, 32, 107, 108; en El adolescente: espiritismo: interés de FMD en : 273-277;
20 1, 202 , 230 , 235; en fo que de FMD interés del pueblo ruso en: 273-275
en el desenfrenado: 80 ; en la moral del Europa: predicción de su futuro: 245, 246 ,
carácter popular ruso: 805-806; doc- 345-349; de la intelectualidad rusa:
trina del "egoísmo racional": 31, 32, 337-341
107, 108 europeos : ataques de FMD a sus intelectua-
El Ciudadano, censura de: 83-84 , 90-92; les: 14 1; falta de comprensión de la
controversia con Noticias de San Peters- cultura rusa: 152-153; véase también
burgo: 90; FMD como director en jefe occidentalizantes
de : 63-75 , 79-94 , 97 , 117; folletón de
FMD para: 505 ; obra de Kishenski pu- familia del zar: eventos sociales a los que
blicada en: 88; Putsikovích como di- asistió FMD 6 16, 620, 627, 628;
rector de: 565-567; véase también FMD como consejeros de los hijo de:
Dimio de un esc1itor (en El Ciudadano) 480-483 , 522; muerte de la zarina:
El Ciudadano Ruso: 563-566 , 605 633
El Contemporáneo: 137, 589 familias: en El adolescente: 217; familia Ka-
el Demonio: en Los hermanos Karamázov: ramázov: 49 8-501, 718, 724-727 ,
158-159, 699, 700 , 83 7, 838; retrato 752, 863; familia Sneguiriov en Los
de, por FMD 697-700, 84 7-854 hermanos Karamázov. 752, 753 , 833,
El Día 383 878,879
El Hecho. 709 fe religiosa: a falta de amor a la humanidad:
Eliseev, G. Z.: 96, 13 7, 293-295 364; conflicto entre razón y: 366-368,
El Mensajero Europeo: 295 , 622 719 , 720 , 729 , 730, 74 1, 742 , 759-

952 ... ÍND ICE ANA LÍT ICO


763, 847-852; del pueblo ruso 150, Goncharov, Iván: 26, 158-159, 270, 906,
331-335; en Los hermanos Karamázov: 907
719 , 728-730; expresado en El adoles- - Oblomov: 270, 407, 906
cente: 234, 235; necesidad de FMD de Gradovski, A. D.: crítica del discurso de
guiar a la nueva generación hacia: 282; FMD sobre Pushkin: 679-682; res-
problema de la falta de: 222 puesta de FMD a la crítica de: 682-
Festival Pushkin: crítica del discurso de 690, 692, 703
FMD por Gradovski 679-682, 888; Gradovski, G. K.: 62, 472
discurso de FMD acerca de la obra de Griboiedov, A. S.: 220
Pushkin en: 655-668 , 675; discurso - Ay de aquel que tenga ingenio: 220,
de Turgueniev acerca de la obra de 408,907
Pushkin: 650-653; respuesta de FMD Griegorovich, D. V: 303, 527, 637-639 ,
a la crítica de su discurso por Grado- 641-643
vski 682-690, 888, 892 Grossman, Leonid: 319, 387
Feuerbach, Ludwig: 31, 122 grupo Chaikovski: 99
Figner, Vera: 99 grupo de Nechaev: acusación de: 98-1 00;
Filosofova, Anna Pavlovna: 309, 310, 473, retratado en Los demonios: 38, 4 7, 140 ,
474,523,524,527,536,558,559 141
Fiódorov, Nikolái F: 464, 467 guerra ruso-turca (1877-1878): artículos
Florovski, Georgii: 575 en el Diario acerca de: 348, 518; con-
Fondo Literario; Lectura de FMD ante el ciencia política resultante de: 480 ; inte-
(1880): 708; lectura de FMD del poe- rés de FMD en: 468; tratado de San
ma de Nekrásov: 883-884; lectura de Stefano: 356
Turgueniev ante el: 524, 525; lecturas
de FMD de Los hermanos Karamázov: Hackel , Serguéi: 796, 797
523-527, 531, 532 Herzegovina: 348
Freud, Sigmund: 26 Herzen, Aleksandr: 73, 112, 122 , 127-129,
-"Dostoievski y el parricidio": 26 208
Froebel Sociedad: 537 - Cartas sobre el estudio de la naturale-
za: 73
Gaideburov, P A.: 646, 647 -Desde la otra orilla: 349
Ge, N. N. 71 , 154 -Mi pasado y mis ideas: 126, 129
Gerisimova, A. F: 309 hombre del subsuelo: creación de por FMD:
gobierno ruso: acusación del grupo de Ne- 222; en "El sueño de un hombre ri-
chaev por: 98, 99; como instrumento dículo": 445 , 446; en "La mansa": 439-
para el cambio: 123; crítica de por 443; en Los hermanos Karamázov: 840;
FMD: 91, 145 en "Media carta de 'una cierta perso-
Gógol, Nikolái: 26, 898 na"': 155, 156; idea de en El adolescen-
- Correspondencia con amigos: 898 te: 234 , 235; en Memorias del subsuelo:
- El capote: 26 32 ,33, 106,443,444,884
- Las almas muertas: 26, 407, 862, 898 Hugo, Victor: 438, 439, 457, 557
-Taras Bulba: 383 -El último día de w1 condenado: 438,
GoldsLein, David: 383 439

ÍNDICE ANALÍTICO ~ 953


humanitarismo: a partir de los principios jaclard, Anna 457-458, 557, 588
cristianos: 871; en ideas ginebrinas: jaclard, Charles Victor: 457-458
211, 212 jalturin, Stepan: 607
james, William: 276
ideal de teología ortodoxa-eslavófila: 734, jomiakov, Alekséi: 79
735; interpretación de la ortodoxia de judíos: descripción por Gógol: 383; en Cri-
Oriente por Leontiiev: 694-696 ; del men y Castigo: 384; lenguaje insultante
príncipe Mishkin en El idiota: 33; en la de FMD contra los: 385; pintados en
psique social-moral rusa: 32; enfoque artículo del Diario: 394-400; pintados
del socialismo populista en: 109, 112- en La casa de los muertos: 383, 398; uso
11 4, 541; el socialismo como antítesis por FMD del mito del libelo de sangre
de:82 , 129-131 , 211 , 212 contra los: 535
ideología radical: alternativas de FMD a la: juventud rusa: consejos de FMD a las mu-
114; ataque de FMD a la 32-36, 75; jeres: 288-289, 309-311; enajenación
FMD se suaviza hacia la: 89, 96; mate- de Dios temida por FMD: 568; FMD
rialismo monástico de: 105 ; pintada como consejero de los hijos de los Ro-
en Los demonios: 37, 38; rusa: 35, 97; manov: 481 , 482, 522; FMD y cruzada
véase también socialismo; juventud moral (1870) 115 , 116; objetivo de
rusa FMD de influir sobre la, radical: 300,
Iglesia Ortodoxa de Oriente: cristianismo 301, 324, 325; opinión de su radica-
de: 297, 369; descripción en El ángel lismo por: 75- 78; percepción de: 4 77-
sellado: 150, 151 ; interpretación del 480; popularidad del Diario entre la,
cristianismo por Leontiev: 694-695; radical: 329; reacción al juicio de Ne-
"la idea eslava" en la: 352; misticismo chaev: 98, 99, 111 ; respuesta de la, a
de la: 809; pueblo ruso en la: 894 FMD: 654; respuesta de la, a las Cartas
Ilinski, D. l. 204, 587 históricas de Lavrov: 100-103; socialis-
inmortalidad del alma: en los escritos de mo como atractivo para la: 140; temor
san Ticón: 574-577; preguntas acerca de FMD de no comprenderla: 79, 281
de: 462-467 Kant , Immanuel: 104
intelectualidad rusa: FMD como árbitro en- Karamzin, Nikolái M.: 42
tre la sociedad y: 482; FMD pide un Kátkov, Mijaíl N. : anticipos a FMD: 44 , 59 ,
regreso a las raíces nativas: 111-116; 483 , 510-513; como director del Men-
participación de la, en el Festival de sajero Ruso: 39, 56-58,165, 172 , 641,
Pushkin: 630-632; percepción de FMD 646, 647; como enemigo de Turgue-
como europeizada: 31, 336; populista: niev: 632; relaciones con FMD: 44 , 45 ,
100; relación entre el pueblo y la , 33 7- 509-513; véase también El Mensajero
341 Ruso
Isaev, Pável [Pasha] (hijastro de FMD) 39, Kavelin , K D.: 691, 887-891
40, 179, 180, 196 , 267 , 268,3 18, 934 Kireievski, Iván: 79
Ivanova, Elena Pavlovna: 196 Kishenski, Dimitri: 88, 89, 146
lvanova, Sofía (sobrina de FMD): 196 Kishenski , Dimitri:
lvanova , Varvara (hermana de FMD): 3 16, -Beber cada día mantiene lejos la fortu-
903 na: 146

954 ... ÍNDICE ANALÍTICO


Komarovich, V L: 502, 573-575, 578 libertad del individuo: 27-29, 106
Koni, A F: 83, 92, 270-271, 471 Lijacheva, Elena: 294
Korolenko, V G.: 322 Liubimov, N.A: 57-59, 511
Korvin-Krukovskaia, Anna: véase Jaclard Lopatin, L. M.: 640-641
Anna Loris-Melikov, Mijaíl T.: 608, 614, 615,
Kovalevskaia, Sofía: 587 630,914
Kovner, Arkadi: circunstancias de su apri- Los vagabundeos del monje Parfeni: 191, 5 73,
sionamiento: 386-389; corresponden- 574,585
cia con FMD: 386-389, 392-396, 401, Lurie, Sofía: 288, 289, 394, 402
405; y el ataque al antisemitismo de
FMD: 388-394 Maikov, Apollon: 42, 92, 528, 898, 925
Kramskoi, L M.: 50, 936 Maikov, Valerian: 2 7
Kravchinski, S.M.: 116 Markevich, B. M.: 525, 637
Kropotkin, Piotr (príncipe): 99, 100, 115 Markov, Evgeni: 556, 557
Kruglov, A. V: 903 -El litoral: 557
Kumanina, quinta de: cuestiones no resueltas Marx, Carlos: 101, 113, 458
acerca de: 692, 897, 928; disposiciones memorias de niñez: en Los hermanos Kara-
finales de: 571; FMD impugna el testa- mázov: 858, 878; importancia de, para
mento de la tía: 166, 189, 267 los niños: 316, 317, 377, 436
Mendeleiev, D. l.: 273, 886
La Aurora: 178, 262 Merezhkovski, Dimitri: 899
La Época: 31 -Tolstoi y Dostoievski: 899
Lamanski, Vladimir: 311, 312 Meshcherski, V P. (príncipe): 42, 43, 46,
La Palabra: 458 , 461 62-63; "Miércoles" de: 467; relación
La Semana: 528 con FMD: 64, 65, 83-86, 90, 91, 94,
La Voz: 61; crítica de la guerra ruso-turca: 182
319; "Sueños y realidad" (Gradovski): Mijaílov, Andréi: 322
679; la columna de Kovner en: 386 Mijaílovski, Nikolái: crítica de Los demonios:
Lavrov, Piotr L: 100-105, 107, 636 117-121, 142; respuesta de FMD a la
-Bocetos en el domino de la filosofía crítica de Los demonios: 120-124, 142;
práctica: 102 sobre el valor del campesino ruso:
-Cartas históricas: 100-103 103 , 104, 107-110
Leatherbarrow, W J.: 870 -¿Qué es el progreso?: 103
Leontiev, Konstantín: censura de la defensa Miliukov, Pável N.: 477
del monasticismo por FMD: 795; críti- Mili, John Stuart: 142
ca del discurso de FMD sobre Pushkin: Miller, Orest: 91, 166, 702, 910, 925
692,694,695 Miller, Robin Feuer: 737
Leontiev, Pável: 45 Mimochka (Mikulich): 601
Lesage, Ala in-René: Mlodetskii, Ippolit: 614-617
-Gil Blas de Santillana: 89 monasticismo: defensa por FMD: 788-789;
Leskov, Nikolái: 150, 275 observaciones de FMD en Optina Pus-
-El ángel sellado 150, 151 tin: 485-488; del padre Zósima en el
Letkova-Sultanova, E. P.: 516-520 , 667 Sexto Libro de Los hermanos Karamá-

ÍNDICE ANALÍTICO ~ 955


zov: 779-797; influencia del Libro del 80 , 540 , 545; del grupo de Nechaev:
mon¡e Parfeni sobre la interpretación 98-100; egoísmo racional de: 31 , 32,
de FMD: 573 , 574; pintado en Los her- 107 , 108; falta de libre albedrío en:
manos Karamázov: 572-582, 730 , 750, 107; forma rusa del: 894
751, 798-801 niños de las "familias accidentales": 315,
moral: de los populistas: 54 1; distinción 3 16 ; denuncia del trabajo infantil por
entre probidad y: 889; en la suposi- FMD 789; descripción del tipo de
ción de inmortalidad: 462, 463; inten- depredador en contacto con: 200-203;
to nihilista por construir: 107 en Los hermanos Karamázov: 199, 3 77 ,
Morson, Gary Saul: 349 621, 654, 718; El adolescente como no-
mujeres: apoyo en el Dialio para la educación vela acerca de: 198-201 , 203 -205;
su pe1ior de: 279; consejos de FMD a: FMD sobre las almas de: 598; preocu-
288-289 , 309-311 , 604, 605 , 615-619, paciones de FMD por sus hijos: 44 ,
675-678, 701, 702, 705; descripción de 53, 54, 86, 168, 291 , 315 , 483, 484 ,
las, de Sand por FMD: 426, 427 569; lectura recomendada por FMD
para: 70 1, 702; relación de FMD con:
nacionalismo de FMD: 85, 266, 283, 294, 191; trato abusivo a: 376-378
341,347 Notas de la Patric1: 35; crítica de Los demo-
Nadein , M. P 166-167 nios por Nikolái Mijaílovski 117-121;
Nalimov, Aleksandr 3 11 El adolescente publicado en 96, 181-
Narishkin-Kurakina, Elizabeth: 4 72 189, 21 8, 257 , 328; mensaje popu-
Narodnaia Volia: asesinato de Alejandro II lista de: 164 , 18 1, 188, 224-22 6
por: 322 ; ejecución de radicales aso- Noticias de Moscú: Kátkov como director de:
ciados con: 710- 711 ; filosofía revolu- 565 , 641 , 646, 647; publica el discur-
cionaria de: 613; terrorismo de: 99; so de FMD sobre Pushkin: 669, 672,
intento de asesinato del zar: 606, 607 673, 678
Narodnichestvo: 97 , 110-116
narración: en El adolescente: 206 , 207 , 214, Obolenskaia, V D. (princesa): 49
215 , 226 , 227 , 22 9, 231 ; en El doble: Obolenski, L E. 529
27; en Los herm anos Karamázov: 546- occidentalizantes: Ay de aquel que tenga in-
548; estilo asociado con el padre Zósi- genio: 907; como abogado en Los her-
ma: 573 manos Karamázov: 863-866; crítica del
Nechaev, Serguéi 34, 35 , 138-140 discurso sobre Pushkin de FMD , por
Nekrásov, Nikolái A: 97; anticipos a FMD: Gradoski: 679-682; crítica negativa en
185, 190; muerte de: 320; como direc- las notas para el renovado Diario: 887-
tor de las Notas de la Pat1ia: 165, 181 - 891; El Mensajero Europeo como: 622;
185 ; relaciones de FMD con: 137, en El adolescente: 208, 209 ; en la Uni-
18 1-1 85; visitas de FMD al moribun- versidad de Moscú: 632; objeciones al
do 303, 304 , 320 discurso de FMD sobre Pushkin: 691;
-¿Quién es feliz en RLtsia?.· 321 rechazo de las instituciones rusas por:
- "Vlas" : 147 , 148 , 624 337, 338; respuesta de FMD a crítica
Nicolás 1 (zar) 300, 308 de Gradü\·ski: 682-690, 703; Turgueniev
nihilismo: ateísmo de: 78; crítica por FMD: como: 410 , 632, 649-653; Versílov en

956 ~ ÍNDIC E ANALÍTICO


El adolescente: 220; véase también eu- Pogoclin, Mijaíl 82
ropeos Polezhaev, A. l.: 764
Occidente: antioccidentalismo de FMD: 75, Polivanova, María A.: 670 , 671
76; denuncia de FMD: 682-684; re- Polonski, Yakov P: 324, 516 , 517, 615
presentado por Miusov en Los herma- Pomialovski, Nikolái: 600
nos Karamázov: 731, 735; véase tam- -Bocetos del seminario: 600
bién Europa; europeos Popov, l. l.: 885, 886, 939
Offenbach, jacques: 104 populismo: campesinos en la ideología del:
Opekushin, A.M. : 625 146; como instrumento para FMD:
Opochinin, Evgeni Nikoláievich: 596-598, 483 ; de Notas de la Patria: 164, 181 ,
669 188, 224-226; El adolescente como ins-
Optina Pustin: 485-488 , 732 trumento para exponer el: 226 , 235 ,
Ovsianiko-Kulikovski , D.N.: 109 , 329 236; Eliseev como precursor del ruso:
- Hist01ia de la intelectualidad n,¡sa: 323 293; en Rusia (1870) 100-103 , 109 ,
Ozhighina, Liudmilla Aleksandrovna: 459, 110; falta de fe religiosa en: 123; ideal
460 político de FMD en: 116; objetivos e
ideales del: 115, 116; ruso (narodni-
Palm, A. l.: 593 chestvo): 97, 110-116; Varvara Timo-
paradigma de Vlas: 217 , 331 feieva: 71-78 , 95 , 96
parodia: de la imaginaria acusación de in- populistas: agitación política (1876): 300 ;
cendiarios: 380; en "De los paseos de apoyo a la guerra ruso-turca: 294; ata-
verano ... ": 506; en Los hermanos Ka- que al régimen zarista: 536; campaña
ramázov: 718, 755, 776 , 836, 850 terrorista de: 483; juicios (1877): 322 ,
patriotismo de FMD. Véase nacionalismo de 323; oposición a la idea de la revolu-
FMD ción: 530; preocupación por las insti-
Pavlov, l.: 893, 894 tuciones campesinas: 112
Pedro el Grande: antagonismo de FMD a: Poretski, Aleksanclr: 195
893, 894; como occidentalizante: 333; positivismo místico: 464
influencia de: 340 , 341; reformas de: Posse, V A.: 883 , 884
337 , 893 protestantes alemanes: 352 , 368
Perov, V G.: 49-51 , 95 Proudhon , Pierre-j oseph: 110
personajes polacos: 818 -La Célébration du Dimanche: 110
Pisarev, Dimitri: 33 , 100 pueblo ruso: comparado con los pueblos de
Plejánov, G. V 100, 321-322, 473, 479 Occidente: 683 , 684; concepción de
Pleshcheev, Alekséi: 593, 655 su papel y misión por FMD: 297, 329,
Pobedonostsev, Konstantin: 43, 45, 87, 351; Dimitri Karamázov como símbolo
299, 542, 567, 693; descripción de la de: 865; psique moral-cultural de: 149;
Iglesia inglesa de ateos: 369-3 70; so- relación entre intelectualidad y: 33 7-
bre el Gran Inquisidor de FMD: 579; 34 1; retratado en el Dia1io: 330-33 7
sobre la descripción de FMD ele tortu- Pushkin , Aleksanclr S.: brindis de FMD
ra de niños: 548 por: 654; interpretación de su obra
pochvennichestvo, doctrina de: 31, 80, 111- por FMD: 423; monumento en Moscú
11 3 , 482 , 575 , 864 a: 624 , 625, 644-646

ÍN DICE AN A LÍTICO ~ 957


-Cantares de los eslavos occidentales: pesinos rusos; populismo; socialismo,
643 , 663 , 667 sociedad rusa; juventud rusa
-El caballero codicioso: 207, 228, 641, Saltikov-Shchedrin, Mijaíl E.: 37, 97, 182,
643 188, 589,906
-El cuento del oso: 66 7 Saltikov-Schedrin, Mijaíl, E.:
-"El profeta": 23 , 519, 641, 643, 706 -A través de la frontera: 906
-Eugenio Oneguin 660-663 Samoilov, Vasili: 594
-La dama de pique: 671, 677 Sand, George: elogio de FMD a: 425-427;
-Los gitanos: 657-660 posible influencia sobre Los hermanos
Putsikovich, Víctor: 177, 540, 554, 562- Karamázov: 502-505
566, 692 -Mauprat: 502, 503
- Spiridion: 503, 504
Radetski, f f: 468 sátira: en El adolescente: 231; en Los demo-
Radstock , Grenville (lord): 195 , 370 nios: 35, 45 , 231; en Los hermanos Ka-
relaciones entre Iglesia y Estado: en el con- ramázov: 718, 811, 812, 836, 847
cepto de cristianismo de FMD: 904; en Savina, María: 531, 532, 902
Los hermanos Karamázov: 490, 734- Schelling, Friedrich: 80
736, 904 Schiller, Friedrich: 426, 498-501, 743, 765
Repin, l. R.: -Don Carlos: 501, 552
-Boteros del Valga: 153 - "El festival eléusico": 743
riqueza, motiv (idea de Rothschild): en El ado- -Los bandidos: 178, 498-501, 702,
lescente: 206 , 210, 212 , 217 , 218, 384; 726 , 869
en El idiota: 384; en La vida de un gran Semiradski, G. l.: 403
pecador: 207; en El señor Projarchin: 207 Shalikova (princesa): 171
Rosenblyum, L. M.: 142 Shchapov, A. P: 306
Rubinshtein, Nikolái: 634 Shidlovski, lván Nikolaevich: 80
Rückert, Friedrich: 429-431 Shklovski, Victor: 929
Rus: 710 , 892, 893 Shtakenshneider, Andréi: 101, 590
Rusanov, N.S.: 102 Shtakenshneider, Elena: 101, 171, 260 ,
Rusia: burocracia en: 918, 919; consejo de 310, 467 , 476 , 515, 555, 556, 600,
FMD para mejorar la: 914; cuentos y 601, 705-708
esbozos en el Diario acerca de: 428- simbolismo: en Los hermanos Karamázov:
452; cuestiones político-sociales en 716-720 , 808; intensificación median-
(1860): 31; efecto del industrialismo te técnicas literarias: 755, 756
(1870) en: 218; ideología radical en Simonova-jojriakova, L. X.: 284-287
(1871): 35, 75-78; imperialismo en el sistema jurídico y abogados: atención al, en
Asia central: 920, 921; papel de la cri- el Diario: 272 , 273; casos analizados
sis de los Balcanes (1875): 348-356; por FMD: 371-381; casos que apare-
populismo en: 117-124; problema mo- cieron en los periódicos: 534; en el ar-
ral-espiritual de: 915-919; socialismo tículo "El medio" para el Diario: 131-
populista en: 144; véase también inte- 133, 136; en el Diario de un escritor:
lectualidad rusa ; sistema jurídico de 866; juicio de Vera Zasulich: 471 ; lec-
abogados; nacionalismo de FMD; cam- tura acerca de juicios y procesos jurí-

958 ... ÍNDICE ANALÍTICO


dicos: 511; retratado en Los hermanos en: 467-471,476, 52 1-523, 603,909-
Karamázov: 590, 820-826, 856-873; 911; percepción de ella unida por
retrato del, por FMD: 820-825, 835, FMD: 341-345, 354; pintada en "Bo-
836, 856-858, 861-873; visión de bok": 161, 162; prejuicio contra los
FMD del sistema ruso de jurados: 131- judíos en: 382; recomendaciones de
136 FMD para: 914
Skabichevski, A M.: 184, 322, 373 Sokolov, N. V: 110
Skladchina: 157-159 - Los herejes: 110
Sluchevski, K K: 171 Soloviev, Vladimir: 79-81, 467, 468 , 485-
Smirnova-Sazonova, S. l.: 617 491
Snitkin, lván (cuñado de FMD): 313, 935 - La crisis de la filosofía occidental: 79,
Snitkina, Anna (suegra de FMD): 55 80
socialismo utópico: véase socialismo - Conferencias sobre el sacerdocio: 488-
socialismo: ateísmo propugnado por: 83, 490
324; atractivo de: 140; como antítesis Soloviev, Vsevolod: 78, 79, 92 , 95, 186,
del cristianismo: 82, 83, 129-131, 212; 187,275 ,276,297,476
comentarios de FMD sobre el s. ruso: Soloviov, Aleksandr: 607, 608
329, 365, 366, 548, 549; como sustitu- sorokovina (misa de difuntos): 319
to de la fe cristiana: 163; contra el so- Spasovich, V D.: 527
cialismo utópico: 140; de George Spencer, Herbert: 104
Sand: 426 , 505; de lván en Los herma- Speshnev, Nikolái: 28 , 29
nos Karamázov: 549; del círculo de Pe- Stasov, V V: 691
trashevski: 139; el catolicismo une Stellovski, Fiódor: 41
fuerzas con: 767; en El adolescente: Stepniak-Kravchinski, S.M.: 322
202 , 210 , 216; enseñado a FMD: 28; - Rusia clandestina: 474
ideales cristianos en : 14 3; profetizado Strájov, Nikolái A: 43, 182-188, 925 ; críti-
por el Gran Inquisidor: 763-771; utópi- ca de La guerra y la paz: 183; crítica de
co: 26, 27, 31, 47, 136-138, 140, 144, Los demonios: 48, 174; ensayos sobre
553 Herzen: 208; opinión de El adolescente:
Sociedad de Amantes de la Literatura Rusa 183-186; relaciones con FMD: 183-
(SARL): 632 188
Sociedad Eslava de Beneficencia: FMD es- Strauss, David: 14 2
cribe discurso presentado a Alejandro suicidio: como tema en el Diario de un escri-
ll: 606, 609-612; lecturas de FMD tor: 286, 287 , 360-365, 862 ; de Kraft
ante la: 623; participación de FMD en: en El adolescente: 234; de Olia en El
311, 626, 628, 635; sentimientos pa- adolescente: 619; en "El sueño de un
neslavos de: 311, 348 hombre ridículo": 443-446 , 450 ; en
sociedad rusa: caos moral pintado en El Los demonios: 44 , 852; en Los hermanos
adolescente: 22 7; desintegración y co- Karamázov: 718, 815, 816, 862; en
rrupción moral de: 161 , 162; dividida "La sentencia": 286, 287, 362, 363,
entre la intelectualidad y los campesi- 443, 444 ,495
nos en: 337-341; lugar de FMD en: Suvorin, Alekséi: 312, 313, 367, 612, 613,
24, 522, 620; participación de FMD 614,630,643,907,908

ÍNDICE ANALÍTICO ... 959


Taine, Hippolyte: 502 por Kátkov: 181; éxito de: 220; ob-
técnicas literarias: cambios de perspectiva servaciones de Suvorin acerca de :
como: 860; corriente de la conciencia: 313; trozos en el Diaiio dedicados
27,438,439,807,820,854,860;de- a 411-422
sarrollo de un pensamiento: 125, 126; - Infancia y juventud: 22 0, 411
desarrollo de personajes en Los herma- -Laguerray la paz: 183, 253
nos Karamázov: 724-753; encuentros totalitarismo: 772-774, 859, 860
escénicos y diálogo: 49; expansión de Tretiakov, Pável M.: 49
personajes como: 755, 756; narración Tretiakova , Vera M.: 675 , 676
en El adolescente: 215; narración en Los Turgueniev, lván: 26, 112; caricatura de, en
hermanos Karamázov: 573, 574, 72 1- Los demonios: 167; como enemigo de
724; para desarrollar temas: 734-739, Kátkov: 632; discurso ante el Festival
749- 751; papel de la trama central en de Pushkin: 649-653; reformismo li-
Los hermanos Karamázov: 720, 721 ; re- beral de: 527-531; relaciones con FMD:
fracción del motiv temático por medio 197, 525-532, 597, 598, 619, 620,
de los personajes: 804-806 630-632, 647-649, 669 , 670; relacio-
teodicea : problema planteado en Los her- nes con Tolstoi: 637, 638; retorno a
manos Karamázov: 542-548, 719; valo- Rusia (1879) 523-525
res de FMD: 74-76 - Humo: 339
Terras , Victor: 813 , 84 7 -Memoiias de un cazador: 407 , 410 ,
Tiempo Nuevo: 312, 711 525,619
Timofeieva, Varvara V: relación con FMD: - Padres e hijos: 35, 523, 528
65-78, 903; sobre la conferencia de -Tierra virgen: 167, 408-410 , 523, 631
FMD para el Fondo Literario: 526; so-
bre Memolias del subsuelo: 95, 96 Una velada misteliosa (pintura por Ge): 71,
tipo depredador 199-201, 205, 21 2 154
Tiumenev, l. F: 940, 941 Uspenski, Gleb 644, 656
Tiutchev, Fiódor: 43, 85, 764
Tolstaia , Aleksandra Andreievna (condesa): Veladas familiares : 903
900-902 Venturi, Franco: 100
Tolstaia, Sofía Andreievna (condesa): 468 , Veselitskaia , Lidia: 898, 899
533 Vetlovskaia , V E.: 722
Tolstoi, Alekséi K.: 624, 902 Viskovatov, P S.: 639-643
Tolstoi, León: 32, 48, 220 , 221, 637, 638, Vladislavev, M.S.: 46, 51
900 , 901; admira La casa de los muertos: Volgin, Igor 328, 613, 614
32, 709; comentarios de FMD sobre Ana
Karenina: 184, 282, 283, 412-422 ; en Wagner, Nikolái: 274, 275
las notas para El adolescente: 220-223; Walicki, Andrzej: 178
reclusión de: 488, 489; relaciones con Wallace, D. W MacKenzie: 132
Turgueniev: 637, 638; rivalidad de FMD Wasiolek, Edward: 493, 551
con: 181-187, 221
-Ana Karenina: comentario de FMD Yanovski, Stepan D.: 46, 318
sobre: 184, 282, 4 12-422 ; compra Yaponskii, Nikolái: 642

960 ... ÍNDICE ANALÍTICO


Yunge , Ekaterina: 615-619 zarismo de FMD: 609-612
Yuriev, Serguéi 509, 538, 630 , 633-636 , Zasulich , Vera : 471-4 74 , 507, 608 , 63 1,
671 , 692 869 , 889
Zola , Émile: 295-297
Zadonski, Ticón (santo) : 495, 496, 574- - El vientre de París: 295, 296
579 Zotov, Vladimir: 305, 42 9, 430

ÍNDICE A N ALÍT ICO ~ 961


Índice general

Sumario . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11
Abreviaturas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
Fuentes de los textos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18

Primera parte
UN NUEVO COMIENZO [21]

l. Introducción . . .. .. .. .. . .. .. . .. . .. .. .. .. . .. . . . .. . . . .. .. .. . .. .. . .. . 23
II. Un retorno apacible . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
III. Grazhdanin: El Ciudadano.. .. ........... .. . .. ..... .... ...... .. .. . 64
IV Narodnichestvo: El populismo ruso .. .. .. .. .. .. .. .. .. . .. .. .. . .. . . 97
V El Diario de un escritor; 1873: I .. .. .. . .. .. . .. .. .. .. .. . .. .. .. .. .. . 125
VI. El Diario de un escritor; 1873: II . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 144
VII. En Bad Ems . .. .. . .. .. .. .. . .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. . .. . .. .. .. .. . .. .. .. 164
VIII. Un proletario de la literatura .. .. .. . . .. .. .. . .. . . .. .. . . .. .. .. .. .. . 176
IX. Notas para El adolescente .. .. .. .. .. .. . .. .. . . .. .. . .. .. . .. .. .. . .. . . 198
X. El adolescente: El caballo de Troya de Dostoievski . . . . . . . . . . . . . . 224

Segunda parte
UN PERIÓDICO PERSONAL [255]

XI. Una nueva aventura . . . . .. . . . . . . . . .. . . . .. . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . .. . . 257


XII. Una figura pública .. .. . .. .. . .. .. . .. .. . .. . .. .. .. . .. .. .. .. .. .. . .. .. 278

~ 963
Xlll . Indicios de mortalidad . . . . .. .. . .. .. .. .. .. .. . .. .. .. . . 302
XIV El Diario de un escrito1: 1876-1877 . . . . . . . . . . . . . . . . . 326
XV Hacia Los hermanos Karamázov . . . . . . . . .. . . . . .. . . .. . . .. .. . . 360
XVI. La Cuestión judía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 382
XVII. Turgueniev, Tolstoi y otros . . . .. .. .. .. .. .. .. . . . .. .. . . .. .. .. . 406
XVlll. Cuentos y esbozos . . .. . . .. .. . . .. .. .. . .. . . .. .. . .. . . . .. . .. . .. . 428

Tercera parte
" C O N PALABRAS QUE QUEMEN LOS CORAZO NES DE LOS HOMBRES" [453]

XIX. Resurrección y rebelión .. .. . . . .. .. .. .. . . .. . .. .. .. . . .. .. .. .. 455


XX. El hombre en el punto medio . .. . . . .. .. . .. . .. .. .. .. .. .. . .. . 4 76
XXI. Una novela nueva ... y un folletón . .. .. . .. . .. .. .. .. .. .. .. .. 492
XXII. El gran debate . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 514
XXlll. La rebelión y el Gran Inquisidor . .. .. .. .. . . .. .. . . .. . . .. .. . . 539
XXIV Una última visita . . . .. . . .. . . . .. . . . .. .. .. .. . . .. .. .. .. . . 561
XXV Un lector impaciente .. . .. .. . . .. .. . . .. .. .. . .. . .. . .. .. . 583
XXVI. El terror y la ley marcial . .. . .. . .. .. .. . .. . .. .. .. . . .. .. .. .. . .. 602
XXVII. El homenaje a Pushkin . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 629
XXVIII. Pushkin dos lecturas . .. . . . .. . . .. . .. . .. . . .. . . . . .. .. .. . .. . .. . 649
XXIX. El Diario de un escritor, 1880 .. .. . .. . .. . .. .. .. . .. .. .. . .. . .. . 673
XXX. Controversias y conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 691

Cuarta parte
Los HERMANOS MRA MÁZO\I [7 13]

XXXI. Los hermanos Karamázov: libros 1 y 2 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 715


XXXII. Los hermanos Karamázov: libros 3 y 4 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 740
XXXIII. Los hermanos Karamázov: libro 5 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 754
XXXIV Los hermanos Karamázov: libro 6 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 779
XXXV Los hermanos Karamázov: libro 7 . .. . . .. .. .. .. . .. .. . .. .. .. . 798
XXXVI. Los hermanos Karamázov: libros 8 y 9 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 810
XXXVII. Los hermanos Karamázov: libros 10 y 11 . . . . . . . . . . . . . . . . . . 829
XXXVIII. Los hermanos Karamázov: libro 12 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 856

964 ... ÍNDICE


Quinta parte
M UERT E Y TRANSF IGURACIÓN (881]

XXXIX. Notas para un futuro fantasmal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 883


XL Un simbolo nacional . . . . .. . . . .. . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 902
XLI . Final .. .. .. .. .. .. .. .. . .. .. .. .. . .. .. . . .. .. . .. . .. .. .. . . . .. .. 92 4

Índice analítico .. . .. . ......... . . . .... . . .. .. . ... . ..... . ...... ..... . .. .. .. . 945

ÍND ICE ~ 965


Dostoievski. El manto del profeta, 1871-1881, de joseph Frank,
se terminó de imprimir y encuadernar en marzo de 2010
en Impresora y Encuadernadora Progreso, S. A. de e V (!EPSA),
Calz. San Lorenzo 244; 09830 México, D. F
La edición consta de 1 500 ejemplares en rústica
y 500 empastados.
En este quinto y último volumen de la biografía literaria
y cultural de Dostoievski, Joseph Frank plasma con su ca-
racterística prosa ágil la última década de la vida del gran
escritor ruso.
Se describen aquí los años en que escribió El adoles-
cente, Diario de un escritory su obra cumbre: Los hermanos
Karamázov, la novela que a lo largo de las décadas ha si-
do considerada por lectores, estudiosos y personalidades
una de las obras cumbres de la literatura universal.
Más allá de una biografía, éste es un análisis sutil y ligero
pero profundamente exhaustivo de la mente de Dostoievski
que, apoyado en una cantidad apabullante de datos histó-
iicos, biográficos y sociales, da nueva luz y construye una
imagen del autor de Crimen y castigo.
Los volúmenes que integran esta biografía de Dostoievski
han recibido numerosos reconocimientos, incluyendo el
del Círculo de Crítica de los Estados Unidos a la mejor
biografía, y han sido traducidos a varias lenguas con gran
éxito. Con la publicación de este volumen, el Fondo de
Cultura Económica pone a disposición del público de ha-
bla hispana la totalidad de la obra.

JosEPH FRANKes profesor emérito de literatura comparada


en la Universidad de Princeton y profesor emérito de lite-
ratura comparada y de lenguas eslavas en la Universidad
de Stanford.

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