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FACULTAD DE DERECHO
Abogado
Asesor(es):
Mgtr. Guillermo Andrés Chang Chuyes
Aprobación
Tesis titulada “Renuncia al cobro de los mayores gastos generales variables del contrato
de obra pública”, presentada por la bachiller en Derecho Claudia Yanina Arrunátegui Reyes,
en cumplimiento con los requisitos para optar el título de Abogado, fue aprobada por el
Director Mgtr. Guillermo Andrés Chang Chuyes.
______________________________
Director de Tesis
iv
v
Dedicatoria
Resumen Analítico-Informativo
Título de tesis: Renuncia al cobro de los mayores gastos generales variables del contrato
de obra pública.
Autor de la tesis: Claudia Yanina Arrunátegui Reyes.
Asesor de la tesis: Mgtr. Guillermo Andrés Chang Chuyes.
Tipo de tesis: Tesis.
Título que opta: Abogado.
Institución. Facultad: Universidad de Piura. Facultad de Derecho.
Fecha de sustentación: Piura, septiembre de 2019
Introducción: La presente tesis desarrolla la figura de los mayores gastos generales variables
dentro de la normativa de contrataciones del Estado como una consecuencia derivada de una
ampliación de plazo en el contrato de obra pública. No obstante, el OSCE ha considerado la
posibilidad de la renuncia a los mayores gastos generales variables, lo que nos permite
cuestionar si efectivamente estamos ante una renuncia como acto jurídico unilateral, o si
debemos equipararla a alguna otra figura de materia civil que resulte aplicable, teniendo como
referencia la necesidad de mantener el equilibrio económico del contrato de obra pública.
Resultados: Una vez realizado el trabajo de investigación se logró ubicar la figura de los
mayores gastos generales dentro de la normativa de contrataciones del Estado, lo que permitió
formular una crítica a la carente regulación existente y otorgada por el Organismo Supervisor
de las Contrataciones del Estado respecto al contenido de la renuncia; determinándose que la
renuncia al cobro de los gastos generales variables debe ser considerado como una
condonación.
Analytical-Informative Summary
Thesis Title: Waiver of collection of further general variable expenses of the public
works contract.
Thesis author: Claudia Yanina Arrunátegui Reyes.
Thesis advisor: Mgtr. Guillermo Andrés Chang Chuyes.
Thesis type: Thesis
Degree to Gain: Lawyer
Institution. School: Universidad de Piura. Law School
Thesis defense Date: Piura, september 2019
Keywords: Public works contract / contract deadlines /deadline extension/ further general
variable expenses / waiver / release or remission.
Introduction: This thesis develops the figure of further variable general expenses within the
State’s contracting regulations as a result of an extension of the deadline in the public works
contract. However, the OSCE has assessed the possible waiving of further general variable
expenses, which allows us to question whether we are actually in front of a waiver as a
unilateral legal act, or if we should equate it with any other civil matter figure which may be
applicable, having as reference the need to maintain the economic balance of the public works
contract.
Results: Once the research work was carried out, it was possible to find the figure of the
higher general expenses within the State’s contracting regulations, which allowed providing a
critique of the existing lack of regulation and granted by the Supervisory Agency of the State
Contracting regarding the content of the waiver; finding that the waiver of the collection of
variable general expenses should be considered as a release.
Conclusions: The possibility of the contractor to waive the collection of further general
variable expenses should be considered as a release, having as its main characteristic: the
bilateralism of the parties and consequently the need for the pronouncement of the Entity to
take effect. Only in this way can the impact of the resignation on the construction contract be
assessed, safeguarding public interest, equity and balance.
Tabla de contenidos
Introducción .............................................................................................................................. 1
Conclusiones ........................................................................................................................... 53
Referencias bibliográficas...................................................................................................... 57
Opiniones del OSCE............................................................................................................... 61
x
1
Introducción
Las contrataciones del Estado son una política pública que a través de procedimientos de
selección busca contratar bienes, servicios o ejecutar obras, que pretenden beneficiar a todos
los ciudadanos prevaleciendo el bien común de la sociedad.
La normativa de contrataciones del Estado, específicamente la Ley de Contrataciones del
Estado y su Reglamento, se orienta a maximizar el valor de los recursos públicos que se
invierten y a promover la actuación bajo el enfoque de gestión por resultado.
Estas contrataciones se desarrollan como un medio en donde las partes (Administración
Pública y administrados) pueden desarrollarse como miembros de una relación contractual, en
donde participan de manera activa en los procedimientos de selección. En ese contexto, la Ley
N° 30225, Ley de Contrataciones del Estado, presenta una serie de pautas y directivas
dirigidas a un régimen de contratación pública eficiente y orientado hacia la gestión por
resultados, buscando se efectúe de la manera más idónea la contratación estatal.
Para ÁLVAREZ ILLANES y ÁLVAREZ LLOSA, es un proceso sistemático e
instrumental, que tiene como actividad principal la contratación de bienes, servicios y obras a
través del desarrollo de los procedimientos de selección, que se inicia con su planificación y
actos preparatorios y concluye con la formalización del contrato y la conformidad y
liquidación de la prestación contratada1.
El artículo 1 de la Ley 30225, contempla como finalidad establecer normas orientadas a
maximizar el valor de los recursos públicos que se invierten a promover la actuación bajo el
enfoque de gestión por resultados en las contrataciones de bienes, servicios y obras, de tal
manera que estas se efectúen en forma oportuna y bajo las mejores condiciones de precio y
calidad, permitiendo el cumplimiento de fines públicos y logrando una repercusión positiva
en las condiciones de vida de los ciudadanos, en el marco de los principios que se enuncian en
la normativa de Contrataciones del Estado y los principios generales del Derecho Público.
Los contratos de obra adquieren especial relevancia dentro de los contratos del Estado,
toda vez que representan una inversión que tiene finalidad pública y que debe seguir los
parámetros y directivas establecidas en la normativa de contrataciones del Estado. No
obstante, si bien el contrato de ejecución de obra debe contar con un calendario de obra
valorizado y de estricto cumplimiento, los tiempos durante la ejecución de obra pueden no ser
perfectos resultando necesario solicitar una ampliación de plazo.
1
Cfr. ÁLVAREZ ILLANES, J. y ÁLVAREZ LLOSA, R. Manual Operativo de las Contrataciones del Estado.
Primera edición. Álvarez & Llosa Editores Consultores. Lima, 2017, p 13.
2
Capítulo 1
Cuestiones preliminares
2
Cfr. GARCÍA DE ENTERRÍA, E y RAMÓN FERNÁNDEZ, T. Curso de Derecho Administrativo I.
Quinceava edición. Thomson Reuters. Navarra, 2011, p. 766.
3
Cfr. HERNÁNDEZ DIEZ, S. Apuntes sobre la reforma en materia de Contratación Pública. Recuperado de
http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/derechoysociedad/article/view/14392 (consultado 17/11/18).
4
Trigésimo Octava definición del Anexo N° 1 del Reglamento de la Ley de Contrataciones del Estado.
5
Se entiende la Gestión por Resultados como un enfoque de gestión del sector público cuya función es facilitar a
las organizaciones públicas, la dirección efectiva e integrada de su proceso de creación de valor público a fin de
optimizarlo, asegurando la máxima eficacia, eficiencia y efectividad de su desempeño, la consecución de los
objetos de gobierno y la mejora continua de sus instituciones.
6
La Ley de Contrataciones del Estado y su Reglamento, han dado especial desarrollo a los
contratos de obras, pues a diferencia de otros contratos, implica una mayor inversión,
complejidad e individualización de elementos fundamentales para la obtención de la obra
como resultado per se. Es así, que dentro de aquellas particularidades que la caracterizan,
existen ciertas obligaciones cuyo cumplimiento se llevan a cabo de manera posterior a la
culminación del plazo de ejecución de la obra pública, surgiendo la necesidad de distinguir
entre el plazo de ejecución y el plazo de vigencia.
El plazo de ejecución del contrato de obra se encuentra vinculado con el periodo en el que
el contratista se obliga a ejecutar las obligaciones pendientes a su cargo una vez cumplidos los
requisitos establecidos en el numeral 1 del artículo 176 del RLCE6, hasta la conclusión de la
prestación pactada.
En el plazo de vigencia no basta con la conclusión de la prestación, sino que, en el marco
de lo señalado por el numeral 1 del artículo 2107 del precepto normativo antes descrito, esta
se extiende hasta la liquidación y pago correspondiente.
Entonces, si bien el plazo de ejecución se encuentra comprendido dentro del plazo de
vigencia del contrato de obra, la modificación del primero, inevitablemente traerá de manera
posterior la modificación del segundo. Así lo ha manifestado la Dirección Técnico Normativa
del OSCE, quien a través de su Opinión N° 045 – 2014/DTN, concluye: “Cuando la Entidad
otorga una ampliación de plazo al contratista, debe entender que esta se encuentra referida al
plazo de ejecución contractual, y que, en tanto el plazo de ejecución contractual está
comprendido dentro del plazo de vigencia del contrato, este último también resultará
ampliado”8.
La ejecución de una obra pública no tiene tiempos perfectos, pueden darse casos en los
que el plazo puede verse afectado por alcances propios al contrato, toda vez que, como señala
GARCÍA LAMAS: “(…) a medida que se realiza la obra, el plazo original de ejecución
establecido en las bases de licitación necesita ser prorrogado por factores que el proyecto
6
Artículo 176. Inicio del plazo de ejecución de obra: “Art. 176.1. El inicio del plazo de ejecución de obra rige
desde el día siguiente de que se cumplan las siguientes condiciones: a) Que la Entidad notifique al contratista
quién es el inspector o el supervisor, según corresponda; b) Que la Entidad haya hecho entrega total o parcial
del terreno o lugar donde se ejecuta la obra, según corresponda; c) Que la Entidad provea el calendario de
entrega de los materiales e insumos que, de acuerdo con las bases, hubiera asumido como obligación; d) Que la
Entidad haya hecho entrega del Expediente Técnico de Obra completo, en caso este haya sido modificado con
ocasión de la absolución de consultas y observaciones; e) Que la Entidad haya otorgado al contratista el
adelanto directo, en las condiciones y oportunidad establecidas en el artículo 181.”
7
Artículo 210. Efectos de la liquidación: “210.1. Luego de consentida la liquidación y efectuado el pago que
corresponda, culmina definitivamente el contrato y se cierra el expediente respectivo”.
8
Numeral 3.1. de la Opinión N° 045 – 2014/DTN.
7
original no pudo prever, y que aparecen con posterioridad (…)”9, ya sea por responsabilidad
de las partes o de manera extraordinaria.
En el caso que la ampliación se origine por causas extraordinarias, de conformidad con lo
establecido en el artículo 197 del RLCE10, para RETAMOZO LINARES el contratista podrá
solicitar una ampliación de plazo cuya procedencia estará condicionada a que el retraso se
deba a causas no atribuibles al contratista, caso contrario estaríamos ante la figura de
responsabilidad contractual por incumplimiento de obligaciones, la cual puede terminar en
aplicación de penalidades, intervención económica, o resolución del contrato11.
El procedimiento establecido por la normativa de contrataciones del Estado para la
ampliación de plazo obliga a la Entidad a emitir un pronunciamiento formal dentro de los
veinte días hábiles de presentada la solicitud de ampliación de plazo. La no atención oportuna
de la Entidad dentro del plazo señalado por el Reglamento, genera una aprobación automática
a la solicitud y consecuentemente todos los efectos derivados de la aprobación.
La modificación del plazo contractual debe ser vista desde una perspectiva teleológica,
toda vez que el contrato de obra busca obtener como resultado la obra en sí misma y no obras
abandonadas o paralizadas.
Las disposiciones contenidas en la normativa de contrataciones del Estado no pretenden
hacer imposible lograr el resultado querido, pues esto carecería de lógica e iría en contra del
interés público, lo que busca es seguir un procedimiento adecuado y transparente, evitando
irregularidades o arbitrariedades por parte del contratista o de la Entidad, permitiendo un
mejor manejo de los fondos, maximizando el dinero del contribuyente e implementando una
verdadera gestión por resultados.
El legislador faculta al contratista a solicitar una ampliación del plazo de ejecución del
contrato de obra cuando se produzcan determinados eventos, ajenos a su voluntad, que
9
GARCÍA LAMAS, G. El Plazo en los Contratos de Obras Públicas. Recuperado de
http://revistafiscalia.mop.cl/EnsayosJuridicos/Documents/El_plazo_en_los_contratos_de_obras_publicas.pdf
(Consultado el 18/01/18).
10
A diferencia del Decreto Supremo N° 184 – 2008 – EF, Reglamento de la Ley de Contrataciones del Estado
derogado, que contemplaba cuatro causales para solicitar la ampliación de plazo: (1. Atrasos y/o paralizaciones
por causas no atribuibles al contratista. 2. Atrasos y/o paralizaciones en el cumplimiento de sus prestaciones por
causas atribuibles a la Entidad. 3. Caso fortuito o fuerza mayor debidamente comprobado. 4. Cuando se aprueba
la prestación adicional de obra. En este caso, el contratista ampliará el plazo de las garantías que hubiere
otorgado). El Decreto Supremo N° 350 – 2015 – EF, y posteriormente el Decreto Supremo N° 344 – 2018 – EF,
no contemplan de manera taxativa los atrasos en el cumplimiento de sus prestaciones por causas atribuibles a la
Entidad, así como tampoco la figura del Caso fortuito o fuerza mayor (debidamente comprobado), pues se
considera que la primera causal (“Atrasos y/o paralizaciones por causales no atribuibles al contratista”) recoge
los supuestos de caso fortuito y fuerza mayor, así como los atrasos y/o paralizaciones por causas atribuibles a la
Entidad, pues éstos – en sí mismos – configuran situaciones no imputables al contratista.
11
Cfr. RETAMOZO LINARES, A. Contrataciones y Adquisiciones del Estado y normas de control, Análisis y
comentarios. Tomo II. Onceava edición. Gaceta Jurídica. Lima, 2016, p. 275.
8
generen la variación de la ruta crítica del programa de ejecución de obra, y cuyas causales y
procedimiento se encuentren contempladas dentro del artículo 197 y 198, respectivamente,
del RLCE.
Como consecuencia de una ampliación de plazo, surge la necesidad de la modificación y
actualización del contrato de obra respecto al cual se pretende variar el aludido plazo. De tal
forma que, el Reglamento de la Ley de Contrataciones del Estado, a través de su Anexo N° 1
– Definiciones, ha considero pertinente diferenciar entre los conceptos del contrato, el
contrato original y el contrato actualizado o vigente. El primero “es el acuerdo para crear,
regular, modificar o extinguir una relación jurídica dentro de los alcances de la Ley de
Contrataciones del Estado y su Reglamento”12. El segundo “es el contrato suscrito como
consecuencia del otorgamiento de la buena pro en las condiciones establecidas en las Bases y
la oferta ganadora”13. El tercero es “el contrato original afectado por las variaciones realizadas
por los reajustes, prestaciones adicionales, reducción de prestaciones, o por ampliación o
reducción de plazo, u otras modificaciones del contrato”14.
La normativa de contrataciones del Estado no establece como tal un mecanismo para la
actualización del contrato original, sin embargo, resulta coherente que tal modificación se
formalice mediante una Adenda que permita contemplar el nuevo plazo de ejecución del
contrato de obra y consecuentemente su nueva fecha de culminación. La Adenda no otorga el
derecho o el reconocimiento a la ampliación de plazo como tal, pues esta se otorgó mediante
un acto administrativo (o automáticamente en los casos en que la Entidad no emitió
pronunciamiento y se consintió la solicitud de ampliación de plazo); sino por el contrario, es
simplemente una formalización de la modificación contractual, a causa de la ampliación de
plazo reconocida al contratista, a fin de tener un contrato actualizado y vigente acorde a los
reajustes realizados al contrato original.
La palabra adenda proviene del latín “adenda”, que significa “lo que ha de añadirse”. Se
puede considerar a la adenda como un apéndice que agrega información a un contrato sin que
exista la necesidad de redactar uno nuevo o dejar sin efecto el anterior. Permite hacer algún
cambio o agregar alguna precisión, adecuando el contrato a la realidad de la obra durante su
etapa de ejecución. La adenda nos permite fijar de manera formal un cambio que ha existido
respecto al contrato de obra original, como es en este caso en concreto, la nueva fecha de
término del plazo de ejecución del contrato de obra como consecuencia de una ampliación de
12
Décimo cuarta definición del Anexo N° 1 del Reglamento de la Ley de Contrataciones del Estado.
13
Décimo quinta definición del Anexo N° 1 del Reglamento de la Ley de Contrataciones del Estado.
14
Décimo sexta definición del Anexo N° 1 del Reglamento de la Ley de Contrataciones del Estado.
9
plazo aprobada en favor del contratista. No es una renegociación del contrato. De tal forma
que, si bien la normativa de contrataciones del Estado no contempla de manera taxativa la
regularización del contrato original a través de una adenda, se entiende que esta figura es la
más acertada a fin de actualizar el contrato vigente, y a su vez, mantener actualizado el
expediente de obra.
El contrato es la principal forma de manifestación de libertad de las personas. Su
suscripción nos remite a la premisa de que existen promesas hechas por cada una de las partes
intervinientes del contrato, las cuales adoptan el carácter de cumplimiento obligatorio entre
ellas. Por un lado, el contratista se obliga a realizar una serie de prestaciones en favor de la
Entidad, mientras que la Entidad se obliga a cancelar la contraprestación pactada en favor del
contratista. Sin embargo, en los contratos bajo la observancia de la normativa de
contrataciones del Estado, las partes no son simples particulares. Por el contrario, una de ellas
es el Estado en sí mismo; el cual, en el ejercicio normal de sus funciones cuenta con
autoridad, soberanía y fuerza para imponer a los particulares dictados imperativos cuya
observancia resulta de carácter obligatorio (siempre en búsqueda del bienestar común).
En ese contexto, el numeral 9 del artículo 34 de la LCE, de manera general establece que
el contratista puede solicitar la ampliación del plazo pactado por atrasos y paralizaciones
ajenas a su voluntad debidamente comprobados y que modifiquen el plazo contractual de
acuerdo a lo que establezca el reglamento. Tal disposición resulta concordante con lo
establecido en el numeral 1 del artículo 199 del RLCE, que de manera expresa señala: “Las
ampliaciones de plazo en los contratos de obra dan lugar al pago de mayores costos directos y
mayores gastos generales variables, ambos directamente vinculados con dichas
ampliaciones”, surgiendo de esta manera, la necesidad de diferenciar concretamente los
mayores costos directos de los mayores gastos generales variables.
VELÁSQUEZ VELA advierte que los mayores costos directos son aquellos que se pueden
asignar y relacionar con una actividad específica que forman de alguna manera parte de la
obra física que se entrega al propietario, por ejemplo, excavación, concreto, encofrado, muro
de ladrillo, etc.15. A diferencia de los gastos generales variables, que han sido definidos por el
Anexo N° 1 – Definiciones del Reglamento de la Ley de Contrataciones del Estado, como
“aquellos gastos que están directamente relacionados con el tiempo de ejecución de la obra y,
15
Cfr. VELÁSQUEZ VELA, V. Variación de Precio en los Contratos de Ejecución de Obra Pública.
Recuperado de http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/derechoysociedad/issue/view/1156. p. 31 (Consultado
30/01/18).
10
por lo tanto, pueden incurrirse a lo largo de todo el plazo de ejecución de la prestación a cargo
del contratista”16.
En otras palabras, VÁSQUEZ MATILLA manifiesta que los costos directos se encuentran
íntimamente relacionados con la actividad misma de la ejecución de la obra o con la
realización del trabajo contratado (en el caso de una obra, hablaríamos de las partidas de que
se compone el proyecto de obra)17; motivo por cual el Reglamento de la Ley de
Contrataciones del Estado, advierte que estos deben encontrarse debidamente acreditados y
formar parte de aquellos conceptos que integren la estructura de costos de la oferta económica
del contratista o del valor referencia, según sea el caso. Mientras que, en el caso de los gastos
generales variables, guardan relación con el tiempo de ejecución de la obra, y cuyo cálculo se
determinará en función al número de días correspondientes a la ampliación, multiplicado por
el gasto general variable diario que deberá ser presentada por el residente al inspector o
supervisor según el trámite de pago establecido en el artículo 201 del RLCE, salvo en los
casos de prestaciones adicionales que se aprueban para la ejecución de prestaciones
adicionales de obra y que tienen calculados en su presupuesto sus propios gastos generales.
Las disposiciones contempladas en la normativa de contrataciones del Estado han ligado
el concepto de los gastos generales variables casi de manera accesoria al tiempo de la
ejecución del contrato de obra, debiendo recalcarse que, tal como agrega VELÁSQUEZ
VELA, estos gastos “no forman parte del precio que el contratista oferta”18, pues el contratista
adquiere el derecho a su reconocimiento y cobro sólo cuando se presentan situaciones que lo
determinen. Es decir, no solo basta que cumpla con una de las causales señaladas por el
Reglamento de la Ley de Contrataciones del Estado, sino que además resulta necesario que
estos eventos modifiquen la ruta crítica del programa de ejecución de obra vigente al
momento de la solicitud de ampliación, las cuales son sobrevinientes a la celebración del
contrato de obra pública, y que formará parte del precio final de la obra.
El pago de los mayores costos directos y gastos generales variables, ha sido contemplado a
su vez por la Dirección Técnico Normativa del OSCE mediante Opinión N° 244 – 2017/DTN,
quien advierte tal pago tiene como propósito reconocer el incremento en los costos y gastos
que debe asumir el contratista como consecuencia del incremento del plazo de ejecución de
obra por causas ajenas a su voluntad19.
16
Vigésimo Novena definición del Anexo N° 1 del Reglamento de la Ley de Contrataciones del Estado.
17
Cfr. VÁSQUEZ MATILLA, F.J. La Modificación de los Contratos Públicos. Thomson Reuters Aranzadi.
Navarra, 2015. p.252.
18
VELÁSQUEZ VELA, V. op.cit., p. 33.
19
Cfr. Cuarto párrafo del numeral 2.2 de la Opinión N° 244 – 2017/DTN.
11
20
Presentación al inspector o supervisor un calendario de avance de obra valorizado actualizado y la
programación CMP correspondiente, la lista de hitos no cumplidos, el detalle del riesgo acaecido, su asignación
así como su impacto considerando para ello solo las partidas que se han visto afectadas, en armonía con la
ampliación de plazo concedida.
21
Conclusión 3.1. de la Opinión N° 244 – 2017/DTN.
12
22
GARCÍA DE ENTERRÍA, E y RAMÓN FERNÁNDEZ, T. op. cit., p.57.
23
Cfr. MONEDERO GIL, J. op. cit., p. 87.
24
Ibid, p.91.
15
25
Cfr. MONEDERO GIL, J. op.cit., p. 196.
16
sí mismo una incompatibilidad entre la idea de Estado – Contrato, sino que requiere la
necesidad de buscar un equilibrio que equipare a ambas partes.
Así, a través del equilibrio económico contractual, se busca que la correspondencia entre
las prestaciones se mantenga hasta la culminación del contrato, o que en su defecto, de existir
algún quebrantamiento del equilibrio natural establecido en el contrato a lo largo de su
ejecución, se compense mediante soluciones (muchas veces consistentes en indemnizaciones)
que resulten aceptables por el contratista y proporcionales respecto a lo dejado de percibir y/o
a la afectación sufrida.
Ha quedado establecido que la normativa de contrataciones del Estado contempla la
posibilidad de que el contratista solicite la ampliación del plazo de ejecución del contrato de
obra cuando se produzcan determinados eventos, ajenos a su voluntad, que generen la
variación de la ruta crítica del programa de ejecución. Como consecuencia de ello, uno de los
efectos derivados de la ampliación de plazo es el reconocimiento al contratista de los mayores
gastos generales variables, que son aquellos gastos directamente relacionados con el tiempo
de la ejecución y que por lo tanto pueden incurrirse a lo largo de éste.
Existe una accesoriedad entre los mayores gastos generales variables y el plazo del
contrato de obra, pues la variación de uno (plazo), influye en el otro (gastos). En ese contexto,
mediante Opinión N° 082 – 2014/DTN, la Dirección Técnico Normativa del OSCE señala que
el pago de los gastos generales variables al contratista responde a una consecuencia
económica de la aprobación de la ampliación del plazo de ejecución de un contrato de obra,
con el objeto de reconocer los mayores costos indirectos que debe asumir el contratista,
derivados del incremento económico del plazo de ejecución de obra por causas ajenas a su
voluntad, evitándose, de esta manera, la afectación del equilibrio económico de las
prestaciones asumidas por las partes, en aplicación de lo dispuesto por el Principio de
Equidad.
GUZMÁN NAPURÍ contempla que el principio de equidad preceptúa las prestaciones y
derechos de las partes que deberán guardar una razonable relación de equivalencia y
proporcionalidad, sin perjuicio de las facultades que corresponden al Estado en la gestión del
interés general. La existencia de determinadas prerrogativas a favor de la Administración no
puede afectar el beneficio esperable del contratista, el que debería obtener por lo menos
similares beneficios a los que obtendría contratando con sujetos provenientes de la actividad
privada26.
26
Cfr. GUZMÁN NAPURI, C. Las Contrataciones del Estado: Función del contrato administrativo, principios
y entes rectores en la Ley de Contrataciones y su Reglamento. Gaceta Jurídica. Lima, 2017, p. 86.
17
La idea del legislador al reconocer el pago de los gastos generales variables, responde a la
búsqueda del equilibrio económico entre las partes que se han obligado al momento de la
celebración del contrato y que debe permanecer equivalente hasta la culminación del mismo.
Ampliado el plazo de ejecución del contrato, sólo resulta sensato que el contratista que
deberá trabajar mayores días a los contemplados en el contrato original, reciba el pago de los
gastos directamente relacionados con el tiempo de ejecución de la obra, máxime si la
ampliación de plazo contractual se deriva de causas no imputables a éste.
Lo antes descrito, responde a su vez, a que el Estado busca satisfacer las necesidades del
interés público, de tal manera que su actuar y las decisiones que toma no las realiza para un
bienestar en sí mismo a costa de la otra parte, sino que lo hace en pro de la sociedad.
Teniendo en consideración el concepto de la gestión por resultados que envuelve la actual
normativa de contrataciones del Estado, buscando formalizar y garantizar el efectivo
cumplimiento de los contratos de obra, desde su proceso de selección hasta la liquidación de
la prestación contratada, y cuyo resultado no es otro que una manifestación tangible del
Estado como benefactor de la sociedad.
18
19
Capítulo 2
Descripción del problema
otorgados en favor del contratista a raíz de una ampliación de plazo de ejecución contractual.
Figura que no se encuentra expresamente regulada en la Ley de Contrataciones del Estado y/o
su Reglamento, precisando sólo la necesidad que esta manifestación sea libre y voluntaria sin
que exista coerción o vicio en la manifestación de la voluntad del contratista que renuncia a su
derecho, sin otorgar mayor detalle respecto a las condiciones que debe cumplir o a la forma en
la cual se podrá medir o probar tales vicios.
La normativa de contrataciones del Estado señala que uno de los efectos de la
modificación del plazo contractual es el pago de mayores gastos generales variables 29, mas no
regula de manera expresa la posibilidad y/o procedimiento a seguir para la renuncia a este
concepto, dejando un gran vacío jurídico respecto al ‘cómo’, ‘cuándo’ y ‘dónde’ de esta
figura. No obstante, independientemente de que no se encuentre expresamente recogido en la
Ley de Contrataciones del Estado y/o su Reglamento, bajo la premisa jurídica de que lo que
no está prohibido está permitido; aunado a los diversos pronunciamientos de la Dirección
Técnico Normativa del OSCE, el contratista a raíz de su libre disposición puede renunciar a
su derecho de cobrar los mayores gastos generales variables, en tanto se haga de manera libre
y voluntariamente, sin que exista coerción o algún vicio en la manifestación de su voluntad.
A fin de que la renuncia sea válida y eficaz para todos sus efectos, resulta fundamental
identificar el momento idóneo que tiene el contratista para la renuncia al reconocimiento y
pago de los mayores gastos generales variables producto de una ampliación de plazo de
ejecución de obra, y así brindar seguridad jurídica a la Entidad ante posibles controversias
futuras.
Si bien es cierto la renuncia debe ser libre y voluntaria, sin que exista coerción o algún
vicio de manifestación de la voluntad (conceptos que desarrollaré más adelante), esta renuncia
se da a un derecho de crédito del contratista que se origina con la aprobación de la ampliación
de plazo de ejecución de obra y, por tanto, sólo puede efectuarse con posterioridad a la
obtención de dicho derecho.
Tal postura ha sido contemplada por la Dirección Técnico Normativa del OSCE, a través
de las Opinión N° 012 – 2014/DTN (22/01/14), Opinión N° 014 – 2014/DTN (23/01/14) y
Opinión N° 082 – 2014/DTN (28/10/14). De manera puntual, esta última opinión advierte:
29
La Dirección Técnico Normativa del OSCE ha señalado mediante Opinión N° 028 – 2015/DT (09/02/15), que
el reconocimiento de mayores gastos generales variables es una figura que se encuentra prevista para los
contratos de ejecución de obra, más no, para el caso de los contratos de bienes, en los que la Entidad únicamente
deberá pagar los gastos generales en los que el contratista hubiese incurrido como consecuencia de la ampliación
del plazo y que se encuentren debidamente acreditados.
21
“En este orden de ideas, aun cuando la Entidad está obligada a pagar al contratista los mayores
gastos generales variables al aprobarse una ampliación del plazo de ejecución de una obra, el
contratista podría renunciar a este derecho con posterioridad a la aprobación de la ampliación
de plazo, pues constituye un derecho patrimonial de libre disposición.
Finalmente, es importante precisar que establecer que la renuncia a los mayores gastos
generales variables debe realizarse con posterioridad a la aprobación de la ampliación del plazo
tiene por finalidad: (i) permitir que el contratista calcule el monto de gastos generales que serán
objeto de renuncia −pues los mismos solo pueden valorarse una vez aprobada la ampliación del
plazo− y (ii) asegurarse que el contratista renuncie a los gastos generales de manera libre y
voluntaria, sin la intervención de agentes externos que influyan en su decisión.
En consecuencia, no es posible que el contratista renuncie a los mayores gastos generales
variables con anterioridad a la aprobación de la ampliación del plazo que los origina”.
En efecto, toda vez que el contratista no sabe de manera cierta la existencia y las
características en las que se le otorgará (o no) la ampliación de plazo solicitada, es que se
encuentra imposibilitado de calcular el monto de los gastos generales variables que serán
objeto de la renuncia, así como tampoco se puede asegurar que esa renuncia responda a la
libre voluntariedad del contratista, y no – por ejemplo – por temor a perder el derecho de la
ampliación de plazo y los efectos de la modificación contractual. Cómo podría el contratista
renunciar a un monto el cual no puede calcular sino hasta después de que obtenga una
respuesta por la Entidad, o incluso, en el supuesto que la Entidad no considere procedente la
solicitud del contratista, cómo éste podría renunciar a un derecho que no tiene.
Ante la falta de pronunciamiento de la Ley de Contrataciones del Estado y su Reglamento
respecto a un procedimiento, o a la identificación del momento oportuno para la renuncia de
los mayores gastos, sin que implique una vulneración a la voluntad del contratista o a los
derechos e intereses de la Entidad, la Dirección Técnico Normativa del OSCE, sí advierte de
manera expresa que la renuncia a los mayores gastos generales variables debe realizarse con
posterioridad a la aprobación de la ampliación del plazo, a fin de permitir que el contratista
calcule el monto de gastos generales que serán objeto de renuncia y asegurarse que la misma
sea realizada de manera libre y voluntaria, sin que su decisión se deba a coerción o vicios en
la manifestación de su voluntad.
La renuncia a los mayores gastos generales variables con posterioridad al reconocimiento
de la ampliación de plazo de ejecución de obra, puede ser contemplada en la Adenda al
Contrato original o en la Liquidación final del contrato de obra.
22
Respecto al primero, se asume que el contratista decide renunciar a los gastos generales
variables de manera posterior a la aprobación de ampliación de plazo, pero previo a la firma
de la adenda que contempla el nuevo plazo de ejecución del contrato, otorgando de esta forma
una mayor seguridad jurídica30 a la Entidad, y constatando que se debe a una decisión
voluntaria del contratista, sin que se haya visto vulnerada su libertad o voluntariedad. La
adenda no otorga en sí misma el derecho de la ampliación de plazo, es un simple medio de
regularización que permitirá modificar el contrato de obra original, y mantenerlo actualizado,
facultando la posibilidad de incluir la renuncia formulada por el contratista, respecto a los
mayores gastos generales variables.
Respecto al segundo, el RLCE ha considerado de manera general, la liquidación del
contrato como el “cálculo técnico efectuado, bajo las condiciones normativas y contractuales
aplicables al contrato, que tiene como finalidad determinar el costo total del contrato y su
saldo económico”31. De manera concreta, en el caso de la liquidación de un contrato de obra,
la Dirección Técnico Normativa del OSCE, mediante Opinión N° 100 – 2017/DTN, ha
señalado que ésta debe contener “todas las valorizaciones, los reajustes, los mayores gastos
generales, la utilidad y los impuestos que afectan la prestación, conceptos que siempre forman
parte del costo total de la obra”. Es decir, la liquidación del contrato de obra, contempla y
recopila todas las valorizaciones, reajustes, ampliaciones, adicionales, penalidades, etc. que
hayan surgido a lo largo del desarrollo de la ejecución contractual, dejando además plasmado
el estado situacional con el que se está culminando la obra, el costo total del contrato y la
existencia de saldo económico a favor de la Entidad o del contratista. Entonces, asumiendo
que el contratista decide renunciar a los gastos generales variables de manera posterior a la
adenda del contrato, tal renuncia debería ser contemplada en la liquidación del contrato de
obra, otorgando no sólo una mayor seguridad jurídica a la Entidad, sino que además podrá ser
deducido del costo total del contrato y su saldo económico.
En ese sentido, el momento idóneo para la renuncia al cobro de los gastos generales
variables, es la que se manifiesta con posterioridad al reconocimiento de la ampliación de
plazo solicitada por este. Lo antes descrito permitirá que el contratista sepa de manera cierta
el nuevo plazo reconocido y el monto de los mayores gastos generales variables a los que
30
Seguridad jurídica, en su doble función; por una parte como pronóstico de conductas estables y por otra como
neutralización de riesgos. De tal forma que, al ser la Entidad parte del sector público que participa en procesos de
contrataciones de obras, es deber primordial de la Entidad asegurar los derechos e intereses que resguarda ante
posibles controversias futuras que puedan poner en vacilación la voluntad con la que el contratista renuncia al
reconocimiento de mayores gastos generales variables, alegando maliciosamente la existencia de coerción o
vicio en la manifestación de su voluntad.
31
Vigésimo Tercera definición del Anexo N° 1 del Reglamento de la Ley de Contrataciones del Estado.
23
32
Las partes se encuentran facultadas de interponer un proceso de conciliación y/o arbitraje, no siendo
necesarios o excluyentes entre ellos; toda vez que la conciliación no es un requisito previo al procedimiento de
arbitraje, salvo las partes así lo hubieran establecido en el contrato suscrito entre ellas. Así, en el caso no se
hubiera establecido acuerdo alguno, y una de las partes hubiera sometido a conciliación una controversia sin
llegar a acuerdo alguno o ante un acuerdo parcial, ésta tiene la posibilidad de acudir a un proceso arbitral dentro
del plazo de caducidad contemplado por la Ley de Contrataciones del Estado desde el día siguiente de notificada
el acta de falta de acuerdo conciliatorio total o parcial. La normativa de contrataciones del Estado no ha
considerado un orden de prelación para interponer un mecanismo de solución de controversia, sino que por el
contrario la normativa especial que regula tanto la conciliación, como el arbitraje permiten que las partes puedan
24
llegar a un acuerdo el cual será ingresado en cualquiera de los procesos (conciliatorios y/o arbitrales) que se
hayan interpuesto, teniéndose como un acuerdo válido y eficaz y dando por concluida la controversia de forma
total o parcial, según sea el caso.
33
Artículo 198. Procedimiento de ampliación de plazo: “198.8. Cualquier controversia relacionada con las
solicitudes de ampliación de plazo puede ser sometida al respectivo medio de solución de controversias dentro
de los treinta (30) días hábiles posteriores a la fecha en que la Entidad debió notificar su decisión o de la
notificación de la denegatoria, total o parcial, de la solicitud formulada”.
25
respecto a las solicitudes de ampliación de plazos podrá ser sometida a conciliación y/o
arbitraje dentro de los (30) días hábiles posteriores a la notificación.
El plazo de caducidad se caracteriza por extinguir el derecho material ante la inactividad
del titular del derecho, quitándole de tal facultad una vez transcurrido el plazo establecido por
la ley. Trascurrido el plazo dispuesto y teniendo en cuenta que el contratista no manifiesta
disconformidad, así como tampoco ha sometido ninguna controversia relacionada con la
ampliación de plazo por parte de la Entidad a conciliación y/o arbitraje, se entiende que la
consecuencia de guardar silencio cuando se debe hablar (para manifestar su disconformidad
por la supuesta coerción y vicio de voluntad) no puede ser otra que el reconocimiento de lo
afirmado contra el que se calla, es decir, se entiende su manifestación tácita de conformidad, y
por tanto, deberá declararse infundada la pretensión del contratista.
El plazo de caducidad contemplado por la normativa de contrataciones del Estado puede
llevar a una serie de cuestionamientos frente a los supuestos en donde exista una clara
vulneración de derechos, pero que no fueron sometidos a controversia en el plazo oportuno ya
sea por negligencia, error o mala fe. Por ejemplo, el contratista que renuncia voluntariamente
antes del pronunciamiento de la Entidad respecto a la solicitud de ampliación de plazo; o, la
Entidad que de manera unilateral decide establecer la renuncia al cobro de los mayores gastos
generales del contratista, sin que este último someta tal decisión a mecanismos de solución de
controversia.
No obstante ello, bajo los alcances otorgados a la figura de la caducidad, en el marco de la
normativa de contrataciones del Estado y los pronunciamientos emitidos por el organismo
supervisor, las partes se encuentran facultadas a someter cualquier controversia que surja en la
ejecución contractual a conciliación y/o arbitraje, siempre que sean realizadas dentro de los
plazos otorgados por el legislador, caso contrario, se extingue el derecho material por la
inactividad del titular del derecho y se entenderán aprobados los actos conforme fueron
emitidos.
Los mayores gastos generales variables han sido considerados por el OSCE como un
derecho de crédito adquirido por el contratista a quien se le ha concedido una ampliación de
plazo de ejecución de obra. Es un derecho que sólo el acreedor (contratista) puede reclamar al
deudor (Entidad) como consecuencia de un hecho concreto (ampliación de plazo) al que la
Ley le ha otorgado una obligación sucesiva (pago de los gastos generales variables), razón por
la cual se encuentra a la entera discrecionalidad del contratista la renuncia o no de ellos.
Partiendo de una definición general otorgada por la Real Academia Española, se entiende
por “renuncia” como la dimisión o dejación voluntaria de algo que se posee, o el derecho a
ello34. Aplicado de manera más concreta, la renuncia de un derecho se puede entender como
aquel acto jurídico a través del cual una persona natural o jurídica se desiste de manera
unilateral y voluntaria, respecto a una facultad adquirida y correspondida, siempre que sea
pasible de renuncia. Cabe recalcar que la renuncia sólo se puede dar respecto a los derechos
susceptibles de renuncia como tal, y no de aquellos que por disposición legal el legislador ha
considerado como irrenunciables. Por ejemplo, no resulta pasible de renuncia, los derechos
reconocidos por la Constitución y la Ley respecto a las relaciones laborales, prohibición que
se encuentra expresamente regulada en el Artículo 26 de la Constitución Política del Perú.
El Organismo Supervisor de las Contrataciones del Estado ha contemplado la renuncia al
cobro de los gastos generales variables como un acto jurídico voluntario y unilateral a través
del cual el contratista, a quien se le ha reconocido el derecho al cobro de los mayores gastos
generales variables derivados de una ampliación de plazo de ejecución de obra, se encuentra
facultado a desistir de dicho derecho, sin que para ello sea necesario la manifestación de
voluntad o aceptación de la otra parte, pues el derecho al que como tal se está renunciando, se
encuentra dentro de su esfera patrimonial y responde a un derecho de crédito, de tal manera
que la única persona que puede disponer de ellos es el contratista en su calidad de acreedor,
más aún si no se requiere justificar o sustentar las causales que lo llevaron a tal decisión,
decisión que buscará conseguir efectos jurídicos.
En ese sentido, a efectos de comprender de manera eficiente la naturaleza otorgada por la
Dirección Técnico Normativa del OSCE de la renuncia como acto jurídico, es necesario
entender los componentes inherentes a este concepto.
Para VIDAL RAMÍREZ el acto jurídico “es un hecho jurídico, voluntario, lícito, con
manifestación de la voluntad y efectos queridos que respondan a la intención del sujeto, de
34
Véase Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, tercera acepción. Recuperado de
https://dle.rae.es/?id=Vyqz9zm (Consultado 19/10/18).
27
conformidad con el derecho objetivo”35. Al respecto, el artículo 140 del Código Civil ha
definido al acto jurídico como “(…) la manifestación de voluntad destinada a crear, regular,
modificar o extinguir relaciones jurídicas (…)”, requiriéndose para su validez de un agente
capaz, un objeto físico y jurídicamente posible, un fin lícito y una observancia de la forma
prescrita bajo sanción de nulidad. El concepto de acto jurídico recogido en el artículo 140 del
Código Civil, supone reconocer imperio a la autonomía de la voluntad en la medida en que no
colisione con el orden público, siendo necesario dejar establecido, que la voluntad requiere
del amparo legal en la misma medida en que el ordenamiento jurídico. De tal forma que según
el autor, para tomar en cuenta el efecto jurídico producido; requiere de la voluntad, pues no
puede concebirse el reconocimiento y tutela de actos jurídicos con finalidad contraria al
ordenamiento legal36.
VIDAL RAMÍREZ agrega que “la voluntad que genera el acto jurídico es la voluntad
privada declarada por un sujeto que, con plena conciencia, la destina a producir un efecto
jurídico sobre toda clase de relaciones, sean patrimoniales o no patrimoniales, tratándose de
derechos creditorios o reales, etc.”37.
Por su parte, ÁLVAREZ CAPEROCHIPI considera que el principio de la autonomía de la
voluntad significa en primer lugar que las partes pueden concertar lo que quieran y como
quieran sobre su patrimonio (consensualismo), fijando libremente el contenido de los
contratos, esto es, creando obligaciones patrimoniales sin necesidad de ajustarse a los
módulos tipificados por la ley, bastando para el nacimiento de la obligación la exteriorización
de la voluntad con ánimo de obligarse; y en segundo lugar, la autonomía de la voluntad
significa que también lo pueden concertar entre los propios sujetos contratantes, sin
necesidad de intervención de ninguna autoridad pública y sin ajustarse a ninguna exigencia de
forma pública38.
Si bien no estamos hablando como tal de un contrato, sino de la premisa general de un
acto jurídico, toda vez que el derecho a los gastos generales variables recaen bajo el
patrimonio del contratista, podríamos aplicar el mismo juicio, y establecer que con la sola
exteriorización de la voluntad con ánimo de obligarse (voluntad que como ha sido
desarrollado líneas arriba ha sido emitida sin ningún tipo de coerción o vicios) y sin necesidad
de la intervención de ninguna autoridad o forma pública, el contratista en calidad de acreedor,
puede manifestar su “compromiso” voluntario a la renuncia de los mayores gastos generales
35
VIDAL RAMÍREZ, F. op. cit., 2016, p.69.
36
Ibid, p.72.
37
Ibid, p.71.
38
Cfr. ÁLVAREZ CAPEROCHIPI, J. op. cit., p.51.
28
39
NOVAK TALAVERA, F. La Teoría de Los Actos Unilaterales de los Estados. Recuperado de
http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/agendainternacional/article/view/7125. pp. 151 (Consultado 16/10/18).
40
Ibid, p. 153.
29
Reglamento de Contrataciones del Estado, toda vez que, el pago de estos conceptos es una
consecuencia económica que tiene como fin mantener el equilibrio y la proporcionalidad que
debe existir entre las prestaciones y los derechos de las partes. La no presentación de los
documentos contemplados en la ley no extingue propiamente el derecho del contratista al
cobro de los mayores gastos generales, y, consecuentemente, el no actuar del contratista no
puede ser contemplado como una renuncia tácita al cobro de los gastos generales variables.
Parece quedar establecido que el órgano supervisor ha considerado el acto jurídico de la
renuncia como un acto expreso, a través del cual, el contratista en su calidad de beneficiario
del derecho al cobro de los mayores gastos generales variables, deja constancia de su voluntad
de renuncia al aludido concepto, lo cual no sólo le otorgará seguridad jurídica a la Entidad,
sino que además permitirá neutralizar los riesgos que puedan producirse a lo largo de la
ejecución del contrato de obra pública y ante futuras controversias sometidas a mecanismos
de resolución de conflictos. No es necesario hablar de una “forma” de la renuncia, en el
sentido estricto de la palabra, pues no existe una disposición o precepto normativo que
establezca a ciencia cierta el documento a través del cual debe emitirse tal voluntariedad de
renuncia. Las dos únicas consideraciones que sí parecen importantes son que, por una parte,
esta renuncia sea a través de medio escrito (documento), el cual formará parte del expediente
de contratación y posteriormente permitirá se tome como referencia para los posteriores actos
administrativos formulados por la Entidad; así como que esta renuncia sea formulada por la
persona (natural o jurídica) a quien propiamente se le ha otorgado el derecho.
30
31
Capítulo 3
Naturaleza de la renuncia a los mayores gastos generales variables
41
Véase Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, primera acepción. Recuperado de
https://dle.rae.es/?id=c2gSOgP (Consultado 11/11/18).
32
En el caso de la renuncia al cobro de los gastos generales variables, esta deriva de una
manifestación de voluntad del contratista que decide dejar de percibir un derecho otorgado a
raíz de una ampliación de plazo. El pronunciamiento que ha sido emitido bajo coerción o
42
Cfr. VIDAL RAMÍREZ, F. El Acto Jurídico. Décima edición. Instituto Pacífico. Lima, 2016, p.130.
43
Ibid, p. 131.
44
Ibid, p. 132.
45
Ibid, p. 133.
46
BACA ONETO, V. La Invalidez de los Contratos Públicos. Thomson Civitas. Navarra, 2016, pp. 229 – 230.
47
Ibid, p. 239.
33
vicio en la manifestación de su voluntad abarcará en una invalidez del contenido de ese acto
administrativo, pues teniendo en cuenta las disposiciones contenidas en el derecho civil,
específicamente respecto a los vicios que afectan la voluntad del contratista, no se puede
considerar que tal manifestación se ha dado de manera válida y eficaz.
1.1. Coerción. La coerción puede ser definida como la presión ejercida sobre alguien para
forzar su voluntad o su conducta48. Es la acción a través del cual una parte condiciona o
impone el comportamiento y/o voluntad de la otra parte a efectos de conseguir un resultado
deseado por el primero.
La renuncia del contratista al cobro de los mayores gastos generales variables que es
emitida bajo coerción no refleja de manera real la causalidad entre el deseo del titular y la
consecuencia jurídica obtenida. Todo lo contrario, esa manifestación se obtiene bajo una
presión ejercida por una parte más fuerte que se ve beneficiada de los resultados obtenidos de
la misma.
De tal forma que, la renuncia formulada por el contratista bajo coerción de la Entidad que
actúa con autoridad, soberanía y fuerza, no puede ser considerada como una renuncia válida y
eficaz, toda vez que ésta manifestación no ha sido emitida de manera libre y voluntaria.
48
Véase Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, primera acepción. Recuperado de
https://dle.rae.es/?id=9eG7FU2 (Consultado 11/11/18).
49
Cfr. DE CASTRO Y BRAVO, F. El Negocio Jurídico. Madrid, España: Thomson Ruters. Madrid, 2002, p. 65.
50
Cfr. ÁLVAREZ CAPEROCHIPI, J. El derecho de las obligaciones y de los contratos. Primera edición.
Instituto Pacífico. Lima, 2017, p. 247.
34
a) El error
Se puede definir el error como la ausencia de conocimiento o conocimiento equivocado
respecto a una realidad, la cual debe ser fundamental por recaer en la esencia o cualidad del
objeto y siempre que éstas sean determinantes de la voluntad y conocida por la otra parte. Es
decir, cuando en relación al contenido, a las circunstancias del acto o a la calidad de las
partes, una persona de normal diligencia hubiese podido advertirlo.
Desde el punto de vista de los conceptos, ALPA advierte que el error es obstativo cuando
recae sobre la declaración (al momento en el cual se exteriorizaba la voluntad) y es vicio
cuando se origina en la formación de la misma voluntad51. Sin embargo, ÁLVAREZ
CAPEROCHIPI agrega que para que tenga trascendencia anulatoria el error ha de ser
originario (no sobrevenido), inexcusable (no haber podido ser prevenido observando una
mínima diligencia), y sustancial (que impida la obtención del propósito practico o fin jurídico
que se perseguía por medio del contrato)52.
El error no está referido a cualquier creencia equivocada individual, sino a aquella que
atañe a la misma motivación del contrato53. Los criterios de valoración del error señalado por
ALPA y adoptado por el Código Civil se pueden dividir en tres grupos:
a) Error relevante – La esencialidad: No todos los errores pueden ser considerados
jurídicamente relevantes. El error es esencial cuando: (i) recae sobre la naturaleza u objeto
del negocio. (ii) Recae sobre la identidad o cualidad de la persona del otro contratante,
siempre que una o las otras sean determinantes para el consentimiento. (iii) Cuando,
tratándose de error de derecho, fue la razón única o principal del negocio54.
b) Error relevante – La cognoscibilidad: Cuando las circunstancias del contrato, o la cualidad
de los contratantes, habrían podido ser advertidos por una persona de normal diligencia55.
c) Error irrelevante: El error sobre el valor de la cosa, que no afecta al objeto o, el error en el
motivo56.
El Código Civil contempla que no cualquier error puede configurarse como un vicio en la
manifestación de voluntad de las partes, sino que éste debe contar con un mínimo de
características y criterios, como lo es la esencialidad y la cognoscibilidad, que efectivamente
51
Cfr. ALPA, G. op. cit., p. 242.
52
Cfr. ÁLVAREZ CAPEROCHIPI, J. op. cit., pp. 279 – 281.
53
DE CASTRO Y BRAVO, F. op. cit., p. 109.
54
ALPA, G. op. cit., pp. 243 – 244.
55
Ibid, p. 244.
56
Ibid, p. 245.
35
b) El dolo
El dolo es el concepto por el cual una parte provoca de manera intencional un error
(actuación maliciosa y malintencionada por parte de una de las partes) o que ante su silencio
contribuya a mantenerse el error, deformando la voluntad de quien de buena fe toma una
decisión o realiza un acto jurídico.
A diferencia del error, de la violencia y de la intimidación, el dolo no resulta sólo de la
falta de conocimiento o libertad. Por el contrario, DE CASTRO Y BRAVO señala que se
mira primero lo malicioso o insidioso de la conducta de quien induce a contratar utilizando
engaños, imposiciones o la captación de la voluntad57. El autor agrega que para hablar de dolo
se requiere básicamente de cuatro situaciones: en primer lugar, que una conducta sea
insidiosa, es decir, una actuación intencionada y dirigida a provocar la declaración negocial,
utilizando para ello las palabras o maquinación adecuada. En segundo lugar, que la voluntad
del declarante quede viciada; o sea, que la declaración no se haya emitido con la natural
libertad y conocimiento, sino que se ha producido a causa de un engaño, coacción u otra
insidiosa influencia. En tercer lugar, que dicha conducta insidiosa sea la determinante de la
declaración. En cuarto y último lugar, que el dolo sea grave58.
Por su parte, el legislador ha diferenciado tres clases de dolo. El dolo causal, el cual
origina la anulación del acto jurídico, toda vez que el engaño usado por una de las partes ha
sido tal que sin él la otra parte no hubiera celebrado el acto. El dolo incidental, cuando no es
de tal naturaleza que haya determinado la voluntad, aunque sin él se hubiese concluido en
condiciones distintas. El dolo omisivo, el cual consiste en el silencio malicioso que busca la
otra parte incurra en error o se mantenga éste (tiene los mismos efectos que la acción dolosa).
Para que se pueda hablar de una intención de engañar, ALPA recalca que es necesario el
conocimiento de parte del agente de las falsas representaciones que se producen en la víctima,
y el convencimiento de que es posible determinar con artificio, mentiras e inducciones a error,
la voluntad de otros59. Se requiere que exista una intención dañina o malintencionada, y basta
para tenerlo en cuenta con que la maquinación insidiosa ejerza tal influencia sobre quien
57
Cfr. DE CASTRO Y BRAVO, F. op. cit., p. 150.
58
Ibid, p. 151.
59
Cfr. ALPA, G. op. cit., p. 247.
36
declara, que su declaración no pueda considerarse como decisión propia de una persona libre
y no engañada.
c) La violencia o la intimidación
La violencia o la intimidación consiste en aquella actuación ejercida sobre la otra parte a
fin de obligarla a que realice un acto que no quiere o desea. ÁLVAREZ CAPEROCHIPI
señala que existe violencia cuando para arrancar el consentimiento se emplea una fuerza
irresistible y que se encuentra estrechamente ligada a la intimidación, como consentimiento
prestado en virtud del temor ante un mal injusto, grave e inminente60.
La violencia e intimidación usualmente van de la mano, entendiendo a la violencia como
determinante de la intimidación. Sin embargo, si se entienden por separado, habrá que admitir
la existencia de una violencia en sentido estricto. En otras palabras, una violencia que será
tenida en cuenta sin necesidad de que reúnan las notas propias del temor61.
Se puede entender a la violencia como aquella fuerza física que doblega a un sujeto y
anula su voluntad, pues la fuerza que se ejerce sobre el puede más que lo que realmente desea
manifestar. La intimidación, por su parte, consiste en infundir temor a un sujeto para que
manifieste una voluntad que no desea manifestar, de tal forma que ante esta violencia moral o
intimidación infundida en el sujeto, declara una voluntad que no corresponde a su voluntad
interna por no ser una decisión libre y espontánea62.
El artículo 214 del Código Civil, da un mismo tratamiento a la violencia y a la
intimidación, señalándolas como causas de anulación del acto jurídico, aunque hayan sido
empleadas por un tercero que no intervenga en él. Sin embargo, el artículo 215 del aludido
precepto normativo, hace una precisión respecto a los elementos de la intimidación,
advirtiendo que hay intimidación cuando se inspira al agente el fundado temor de sufrir un
mal inminente y grave en su persona, su cónyuge, o sus parientes dentro del cuarto grado de
consanguinidad o segundo de afinidad o en los bienes de unos u otros.
Ahora, para que el temor sufrido sea apreciado como vicio de la voluntad, existen ciertas
premisas que pueden tener naturaleza objetiva y otra subjetivas.
En las premisas objetivas, encontramos: (a) El temor ha de ser: “racional y fundado de
sufrir un mal inminente y grave en su persona o bienes, o en la persona o bienes de su
60
Cfr. ÁLVAREZ CAPEROCHIPI, J. op. cit, p. 278.
61
Cfr. DE CASTRO Y BRAVO, F. op. cit., p. 134.
62
Cfr. VIDAL RAMÍREZ, F. op. cit., pp.284-293.
37
63
Ibid, p. 140.
64
Ibid, p. 141.
65
Nuestro ordenamiento civil ha contemplado cuatro formas de extinción de las obligaciones: El pago, la
novación, la compensación, la condonación, la consolidación, la transacción y el mutuo disenso.
38
66
Cfr. ÁLVAREZ CAPEROCHIPI, J. op. cit., p. 141.
67
El autor Álvarez Caperochipi, considera a la condonación un acto lucrativo por darse un enriquecimiento
efectivo del deudor a costa del acreedor.
68
Cfr. ÁLVAREZ CAPEROCHIPI, J. op. cit., p. 143.
39
69
Ibid, p. 384.
41
efectos de otorgárselo a otra persona, concediéndole de esta manera una ventaja económica a
expensas de una disminución propia. Aunado a ello, el concepto de la especificación y la
valorización también parecen ser determinantes para la figura de la donación, pues por una
parte el primero permitirá advertir de manera precisa el bien “cierto” que será objeto de la
donación; mientras que por el segundo permitirá identificar el valor de bien donado, y que
para el caso de los bienes muebles, permitirá determinar si excede o no el 25% de la UIT
vigente al momento del contrato, para consecuentemente determinar las formalidades o no
que deberán realizarse; o que para el caso de los bienes inmuebles permitirá realizar los
trámites posteriores respecto al pago de las cargas a satisfacer por el donatario.
La forma garantiza la fehaciencia del momento exacto del perfeccionamiento de la
donación, lo que es determinante de su régimen jurídico, pues del momento de la donación
depende la calificación de la capacidad y el poder de disposición del donante. Es decir, la
exigencia de forma sustancial comprende también la exigencia exacta de identificación y
delimitación del objeto donado, que no puede extenderse más allá de lo expresamente
determinado en la escritura de donación70.
El Código Civil no precisa de manera taxativa si para la figura de la donación se requiere
como requisito formal la aceptación del donatario, sin embargo, los autores CASTILLO
FREYRE y TORRES MALDONADO 71 han considerado que de ninguna manera se
puede interpretar la donación como un acto unilateral, básicamente por dos razones
fundamentales para ello. La primera de ellas consiste en que no podríamos, por elemental
sistemática, llegar a otra conclusión, en virtud de que la donación está regulada entre los
artículos 1621 y 1647 del Código Civil y constituye el Título IV de la Sección Segunda,
Contratos Nominados del Libro VII, relativo a las Fuentes de las Obligaciones (es decir,
hablamos propiamente de un contrato). La segunda razón en la cual se sostiene el carácter
contractual de la donación es que, en nuestro ordenamiento jurídico, cualquier acto de
liberalidad, para poder surtir efectos, debe contar con el asentimiento del eventual
beneficiario; de tal forma que se puede precisar que la donación es un contrato simple, pues
da lugar a una sola relación jurídica, complementándose que un contrato de disposición,
implicando una disminución en el patrimonio del donante a favor del donatario, sin que se vea
compensada por ninguna.
70
Ibid, p. 387.
71
Cfr. CASTILLO FREYRE, M., TORRES MALDONADO, M. La forma en la donación Propter
Nuptias: ¿Una excepción que se convierte en regla? . Recuperado de http://revistas.pucp.edu.pe/
index.php/derechoysociedad/article/view/12776. P.262. (Consultado el 23/11/18).
42
72
Ibid, p.263.
73
Ibid, p.263.
43
favor, así como la posibilidad del cobro de una indemnización por los mayores daños
irrogados a favor de la Entidad.
Por último, existe la figura de la intervención económica de la obra, a través de la cual,
según lo estipulado en el artículo 204 del Reglamento, la Entidad puede, de oficio o a
solicitud de parte, intervenir económicamente la obra en caso fortuito, fuerza mayor o por
incumplimiento de las estipulaciones contractuales que a su juicio no permitan la terminación
de los trabajos. La intervención económica no deja al contratista al margen de su participación
contractual, y sus obligaciones correspondientes, perdiendo el derecho al reconocimiento de
mayores gastos generales, indemnización o cualquier otro reclamo, cuando la intervención sea
consecuencia del incumplimiento del contratista. Si el contratista rechaza la intervención
económica, el contrato es resuelto por incumplimiento.
Las tres alternativas antes desarrolladas no favorecen en absoluto al contratista que
incumple con sus obligaciones contractuales, máxime si está en juego la devolución de la
carta fianza de fiel cumplimiento. Garantía que justamente busca asegurar el cumplimiento de
las obligaciones contractuales que han sido asumidas a cargo del contratista en pro del interés
público surgido a raíz de la suscripción del contrato. Entonces, no podemos descartar la
posibilidad de que la solicitud de una ampliación de plazo sea una manera de encubrir un
incumplimiento contractual por parte del contratista, el cual busca negociar tal procedencia
con la renuncia a los mayores gastos generales variables, y de esta manera evitar un mayor
perjuicio económico, que en el supuesto que la Entidad adopte las sanciones correspondientes
al contratista que incumplió.
Hablar de esta especie de simulación inevitablemente trae de la mano el tema de la
corrupción y la necesidad de luchar contra ella. Para el caso de las contrataciones del Estado,
las partes se encuentran bajo supervisión directa del Organismo Supervisor de las
Contrataciones del Estado – OSCE, de la Contraloría General de la República – CGR, e
incluso del Ministerio Público. Sin embargo, en muchas ocasiones parece no ser suficiente
pues vivimos en una sociedad en donde parece que la corrupción es la regla general y no la
excepción.
Así, a fin de lograr un verdadero cambio en la sociedad y en el Estado Peruano,
actualmente se ha venido desarrollando una política nacional de integridad y lucha contra la
corrupción, la cual ha sido formalmente aprobada mediante Decreto Supremo N° 092 – 2017
– PCM, y cuyo Plan Nacional de Integridad y Lucha Contra la Corrupción 2018 – 2021 ha
sido aprobado mediante Decreto Supremo N° 044 – 2018 – PCM. Sobre este último, me
permito citar el Primer párrafo del Preámbulo, el cual considero engloba de manera perfecta la
45
4. Crítica y propuesta
A lo largo del presente trabajo, he venido desarrollando el reconocimiento de los mayores
gastos generales variables como un efecto derivado de la ampliación de plazo de un contrato
de obra pública. Sin embargo, el verdadero núcleo de la problemática de esta investigación
recae en la posibilidad o no de la renuncia del contratista al cobro de estos mayores gastos, y
las condiciones en las que debería otorgarse.
Ni la Ley de Contrataciones del Estado, ni su Reglamento, han contemplado la posibilidad
o prohibición de la renuncia a los mayores gastos generales variables reconocidos al
contratista. Por el contrario, en el marco del principio del derecho de que lo que no está
prohibido está permitido, es el Órgano Supervisor de las Contrataciones del Estado – OSCE,
quien a través de su Dirección Técnica Normativa, en diversas oportunidades ha emitido
pronunciamiento respecto a la posibilidad que tiene el contratista de renunciar al concepto
antes descrito. No obstante, el OSCE simplemente se limita a introducir la posibilidad de la
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renuncia, indicando únicamente que esta debe ser emitida de manera posterior a la aprobación
de ampliación de plazo, y siempre que no haya sido bajo coerción o vicios en la manifestación
de su voluntad.
De tal forma que, la naturaleza jurídica que ha sido otorgada por esta institución respecto a
la renuncia a los mayores gastos generales, es de un acto jurídico unilateral, a través del cual
el contratista con su sola manifestación renuncia al cobro de los mayores gastos otorgados a
su favor, diferenciándolo concretamente de la condonación.
En ese orden de ideas, resulta necesario cuestionarnos si es o no correcto hablar de la
renuncia al cobro de mayores gastos generales variables como un acto jurídico unilateral en
donde el contratista, con su sola manifestación de voluntad y sin requerir respuesta de la
Entidad, puede ocasionar el efecto jurídico deseado (el desprendimiento de ese derecho que
ha sido reconocido como consecuencia de una ampliación de plazo).
74
GARCÍA DE ENTERRÍA, E y RAMÓN FERNÁNDEZ, T. Curso de Derecho Administrativo II. Doceava
edición. Thomson Reuters. Navarra, 2011, p.100.
47
A primera vista parece que nos encontramos ante una contraposición de normativas. Por
una parte, tenemos la premisa del interés general como característica fundamental e inherente
del Derecho Administrativo y que a grandes rasgos podemos decir regula las contrataciones
del Estado. Mientras que, por otra parte, hemos señalado que ante la ausencia de
pronunciamiento en la Ley de Contrataciones del Estado, resulta aplicable de manera
supletoria las disposiciones contenidas en el Código Civil, en donde tiene como característica
fundamental la producción de efectos como consecuencia de la manifestación y voluntariedad
de las partes.
La aplicación del Código Civil como norma supletoria a las contrataciones del Estado
debe ser entendida cuidadosamente, pues, la aplicación de una norma supletoria, se debe
realizar en tanto no contravenga las disposiciones contenidas en la norma específica. Bajo la
idea del contrato de obra como una forma de satisfacción de las necesidades del interés
público, el Estado no responde a intereses propios, sino que es el instrumento jurídico a través
del cual la Administración realiza una obra en pro de la sociedad y el interés público, teniendo
como marco normativo las contrataciones del Estado, que a su vez busca maximizar el dinero
del contribuyente; sin que esto signifique sobreponerse frente a los derechos e intereses
reconocidos al contratista como parte contratada para la ejecución.
Lo antes descrito, se encuentra íntimamente relacionado con la idea del equilibrio
económico y el principio de equidad, pues, el Estado no hace ejercicio de sus facultades a
dispensa de otros. GARCÍA DE ENTERRÍA y RAMÓN FERNÁNDEZ, concuerdan en que
el Estado busca equiparar las prestaciones y los derechos de las partes, sin perjuicio de las
facultades propias en la gestión del interés general que busca proteger. Consecuentemente, si
la Administración Pública modifica el objeto del contrato de toda lógica que deba compensar
al contratista todas las consecuencias de la modificación75.
Más allá de ver la figura de la renuncia como una simple manifestación de voluntad
discrecional del contratista, debemos considerar los motivos que responden a tal renuncia y si
efectivamente basta su sola manifestación de voluntad para generar efectos. No debemos
olvidar que la renuncia a estos gastos generales variables, es tácitamente una renuncia a ese
equilibrio económico que se busca garantizar como consecuencia de la modificación del
contrato. ¿Podríamos decir que nos encontramos ante una petición graciable?, ¿Debería la
Entidad emitir pronunciamiento respecto a la procedencia o no de la renuncia?
75
Cfr. GARCÍA DE ENTERRÍA, E y RAMÓN FERNÁNDEZ, T. Curso de Derecho Administrativo I. Doceava
edición. Thomson Reuters. Navarra, 2011, p.707.
48
76
Cfr. VÁSQUEZ MATILLA, F.J. op. cit., p. 30.
49
En toda norma jurídica existe un presupuesto de hecho al cual la ley le enlaza efectos
jurídicos. El supuesto de hecho y la norma que le confiere efectos son indispensables para que
aquellos se produzcan. Sin embargo, conforme lo advierte TORRES VÁSQUEZ, también es
cierto que no existe legislación alguna en el mundo que haya previsto todos los hechos
presentes y futuros, muchos de ellos imprevisibles pues son producto de la rapidez del
crecimiento material, del progreso técnico, científico y humanístico77.
Ante la falta de disposiciones contenidas en la Ley de Contrataciones del Estado y su
Reglamento (norma especial previa), se deberá aplicar de manera obligatoria al hecho o
relación jurídica que se dé a lugar, la norma supletoria, siempre que no sea incompatible con
la norma suplida. Para el caso concreto de la Ley de Contrataciones del Estado y su
reglamento, la Dirección Técnico Normativa del OSCE mediante Opinión N° 107 –
2012/DTN, ha considerado que ante la ausencia de regulación de algún hecho o situación en
la normativa de contrataciones del Estado que se ocupa de la ejecución contractual, será
necesario recurrir, supletoriamente, a las disposiciones del Código Civil que resulten
compatibles.
Al ser el Código Civil la normativa de aplicación supletoria a la Ley de Contrataciones del
Estado y su Reglamento, se puede analizar las figuras que contempla ésta y ver la posibilidad
y compatibilidad de aplicación a la controversia formulada a raíz de la renuncia de los
mayores gastos generales variables.
Una problemática constante que se ha venido desarrollando, es el superficial y casi carente
desarrollo del Organismo Supervisor de las Contrataciones del Estado respecto a la naturaleza
jurídica de la aludida figura. Así, el OSCE considera la renuncia a los mayores gastos
generales como un acto jurídico por el cual el contratista, con su sola manifestación logra el
efecto deseado. Es decir, el desistimiento al cobro de un derecho reconocido a raíz de una
ampliación de plazo. Sin embargo, tal supuesto contraviene propiamente la naturaleza de la
Administración Pública y su innata necesidad de buscar el interés general. En otras palabras,
la renuncia del contratista al cobro de los mayores gastos generales variables, es una
manifestación expresa de rechazo a un concepto que busca el equilibrio económico
contractual de las partes, y que no es otra cosa que una especie de reparación a la parte
afectada por la modificación del plazo del contrato de obra y que por circunstancias no
imputables a éste, deberá trabajar un mayor periodo al contemplado de manera primigenia.
77
Cfr. TORRES VÁSQUEZ, A. Introducción al Derecho, Teoría General del Derecho. Segunda edición. Temis
S.A. Lima, 2001. pp. 607 - 608.
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contractual al que las partes decidan someterse, las reglas previstas son definitivas para
ambas.
La figura de la condonación conlleva a una manifestación armoniosa del Derecho Civil
como norma aplicable de manera supletoria, y el Derecho Administrativo (Ley de
Contrataciones del Estado y su Reglamento) como norma específica. Toda vez que, la
renuncia al cobro de los mayores gastos generales variables es una manifestación clara y
directa del deseo del contratista en su calidad de acreedor, la cual requiere la aceptación de la
Entidad en su calidad de deudor, quien evaluará que aquella renuncia no signifique un
perjuicio desproporcionado del contratista, sino que por el contrario, se otorga en mérito al
principio de equidad y al equilibrio económico del contrato de obra suscrito entre las partes,
evitándose, además, una excesiva onerosidad de la prestación
Sin perjuicio de lo antes descrito, una vez más considero importante recalcar la falta de
regulación por parte de la Ley de Contrataciones del Estado y su Reglamento respecto a la
renuncia del contratista al cobro de los mayores gastos generales variables derivados del
reconocimiento de una ampliación de plazo del contrato obra. Tal ausencia de
pronunciamiento ha traído una serie de irregularidades causando que en muchas ocasiones la
Entidad se vea excesivamente perjudicada, ya sea por la mala fe del contratista o por la
negligencia de su actuar. Entonces, a pesar de que se ha considerado las disposiciones del
Código Civil como regulación supletoria ante la ausencia de pronunciamiento en la normativa
de contrataciones del Estado, en tanto sean compatibles; lo cierto es que tanto la Ley de
Contrataciones del Estado como su Reglamento, adolecen de desarrollar figuras
fundamentales para la efectiva ejecución de un contrato de obra, como lo es, la renuncia al
reconocimiento de los mayores gastos generales variables, su naturaleza, su procedimiento, su
oportunidad, o incluso los criterios que se tomarán en cuenta para acreditar de manera
objetiva la existencia de coerción o vicio en la manifestación de voluntad del contratista
renunciante.
Las contrataciones del Estado están tomando mayor importancia en el ordenamiento
peruano, buscando un enfoque de Gestión Pública por resultados a fin de maximizar el valor
de los recursos públicos en los procesos de contrataciones, motivo por el cual resulta
necesario que la norma y la realidad crezcan de la mano. No basta con una “aplicación
supletoria del Código Civil en lo que no sea incompatible”, pues existen figuras que por su
naturaleza necesitan ser desarrolladas a mayor profundidad, como lo es la renuncia al cobro
de los mayores gastos generales variables. Esto permitirá velar por los intereses, no solo de la
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Entidad como una de las partes, sino del Estado como medio del ciudadano, que busca que el
bien común y la prevalencia del desarrollo sobre todas las cosas.
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Conclusiones
Primera. La obra pública es una de las manifestaciones del Estado que tiene como
finalidad satisfacer de la mejor manera el interés público en condiciones que respondan a las
necesidades de la sociedad.
Tercera. Bajo el parámetro de equidad y equilibrio que deben existir en las contrataciones
del Estado, el legislador reconoce en favor del contratista los gastos generales variables como
un efecto derivado de una ampliación de plazo del contrato de obra que se debió a causas no
imputables al contratista.
Quinta. La renuncia no oportuna o que vulnera la voluntad del contratista, trae una serie
de controversias futuras, que deberán ser sometidas a los mecanismos de solución de
controversias y cuya decisión podría originar contingencias a la Entidad, pues tal eventualidad
generaría el pago del monto que ya consideraba no exigible, así como el pago de una
indemnización e intereses por las valorizaciones correspondientes a los gastos generales
variables no cancelados en su oportunidad y los costos y las costas del proceso extrajudicial.
Sexta. Desde una perspectiva otorgada por la Dirección Técnico Normativa del OSCE, la
renuncia es aquel acto jurídico unilateral por medio del cual una de las partes (contratista)
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Octava. Teniendo en cuenta que la renuncia a los mayores gastos generales variables es
tácitamente una renuncia a ese equilibrio económico que se busca garantizar como
consecuencia de la modificación del contrato de obra, la facultad del contratista de renunciar a
los gastos generales variables no debe ser aprovechada por la Entidad si es que esta significa
una vulneración de los principios fundamentales de las contrataciones del Estado.
Novena. El análisis propuesto por la Dirección Técnica Normativa del OSCE no responde
realmente a los conceptos matrices de la Administración Pública, pues no ha identificado de
manera completa y concreta la renuncia en el ordenamiento. En ese sentido, es fundamental la
necesidad del pronunciamiento de la Entidad al deseo del contratista de renunciar al cobro de
los gastos generales variables, pues solo así la Entidad podrá evaluar la incidencia de la
renuncia en el contrato suscrito entre las partes, configurándose un correcto procedimiento
que respete el principio de equidad, equilibrio económico y fin público.
Décima. El deseo del contratista de renunciar al cobro de los gastos generales variables
debe ser considerado como una condonación, siendo su principal característica la bilateralidad
de las partes y consecuentemente la necesidad de pronunciamiento de la Entidad respecto a lo
solicitado por el contratista para surtir efectos. Solo así hay un verdadero procedimiento en
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donde la Entidad, en su calidad de representante del Estado, analiza y evalúa el impacto que
tiene la renuncia en el contrato de obra suscrito entre las partes, velar por el interés de la
sociedad, e incluso del particular que por diversos motivos se encuentra susceptible a ver
vulnerados sus derechos ante el estatus de inferioridad que la misma naturaleza le otorga
frente al Estado que busca mantener la equidad y el equilibrio en las contrataciones.
Referencias bibliográficas
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Recursos Virtuales
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contratos de concesiones de obras y servicios públicos. Recuperado de
http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/derechoadministrativo/issue/view/1178
(Consultado el 03/10/18).