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CRITICA A LA INTERCULTURALIDAD

Este trabajo representa una reflexión en torno a las implicaciones de la


interculturalidad y la educación, también un alto reflexivo interpersonal. Una
autocrítica para la construcción de una renovada plataforma de sentido y
poder seguir actuando en la línea de la educación superior intercultural en que
nos encontramos actualmente. Al menos los últimos, la práctica intercultural
desde la educación superior. Ha tomado en serio la idea de que se puede
construir una nueva sociedad desde la plataforma de la diversidad cultural.
Esto motiva a escribir estas líneas críticas a la interculturalidad porque se
observa que todos los actores sociales del mundo están manoseando el
concepto (la pregunto es ¿qué tan en serio lo están tomando los distintos
actores sociales?).
Es por eso que estas líneas representan un alto, una nueva reflexión, una
autocrítica, una toma de postura y un nuevo respiro para seguir andando en
este camino ya abierto y en el que se creó. Partimos de un reconocimiento
explícito. La interculturalidad no es un Fin en sí mismo si a ésta la
entendemos como la búsqueda del diálogo y el entendimiento cultural entre
los diferentes, por el contrario, es un medio de búsqueda y construcción, de
confrontación permanente para el entendimiento cultural pero cuyo Fin último
es la redistribución social de los poderes y las representatividades
democráticas.
Se trata en suma de un medio para posicionar políticamente a los grupos
dominados y entonces sí generar nuevas relaciones sociales y de poder. En
medio de este planteamiento se encuentra la autonomía de los pueblos
indígenas, condición necesaria para generar relaciones sociales más
incluyentes en las que los grupos diferentes tengan voz e incidan en el
proceso histórico de las naciones con diferencias culturales. En este sentido,
la educación intercultural es una necesidad en la medida que sirve para
cimentar las identidades culturales de los diferentes. Y me queda claro que
estos diferentes son en muchos casos los mismos dominados. En el trabajo me
concentró en los grupos originarios, pero debe entenderse que la
interculturalidad refiere a situaciones relacionales más amplias de las que
estos grupos establecen con otros. Entonces, la construcción intercultural no
es suficiente, pero es necesaria. Es necesario cimentar las identidades
culturales de los pueblos originarios, la conciencia étnica y de clase y el
despliegue de la actitud crítica para generar procesos de redistribución del
poder y el acceso a los bienes colectivos de manera más equivalente. Esta es
la postura de la que parto en este ensayo de autocrítica y paro reflexivo.
Sinopsis: Aportar a la reflexión sobre la interculturalidad hoy, pero, sobre todo,
hacerlo desde una posición crítica a partir de las diferentes experiencias de
investigación que este libro recoge. Así, desde el trabajo práctico, teórico y/o
empírico, en los distintos ámbitos disciplinares, los y las especialistas
convocados, escriben desde sus lugares enunciativos muy particulares y con la
mirada aguda sobre lo que la interculturalidad ha aportado y, muchas veces,
soslayado en campos tan significativos como lo son el de la pedagogía, la
comunicación, el derecho y la antropología.

La intención de este ejercicio ha sido, sin lugar a dudas, la de ofrecer una


mirada revisora sobre los hiatos y aperturas que la interculturalidad conlleva
como propuesta teórica y praxis, a partir de algunos casos ejemplificadores que
dirigen la mira hacia el punto de partida de nuestra convocatoria: la
interculturalidad, discursivamente hablando, es una apuesta que se precisa como
alternativa posible a la solución de conflictos y se circunscribe como una
propuesta paradigmática que potencia por sí sola la buena convivencia entre las
culturas en su idea más abstracta a partir de subsumir las diferencias en la sola
voluntad de los sujetos. Esta idea que, si bien podría ser una mirada
reduccionista, es el detonante que conlleva a una realidad: en la práctica, la
interculturalidad no logra rebasar la barrera de las diferencias y por ello, su
realización es más una idealización que un hecho.

El ser humano parte de algo maravilloso que es una identidad propia de


acuerdo a su cultura teniendo valores y conocimientos diferentes sobre lo que
es la vida y como hacer parte de ella. El valorar y respetar cada cultura de
acuerdo a sus características, estilos de vida y formas de pensar es de gran
interés para la sociedad actual, donde podemos aprender sus habilidades,
compromisos por su comunidad, el trabajo en equipo, compañerismo y
solidaridad donde solo se busca el bien común.

Crítica de El protegido
Por otro lado, ‘El protegido’ no es sólo una inteligentísima película de “superhéroes”. Ahondando
en la misma también encontramos una sentida historia familiar. Esta parte se plasma en las
relaciones entre David, su mujer Audrey y su hijo Joseph. David es un hombre enamorado de su
esposa a la que está a punto de perder. Por ella sacrificó su carrera deportiva y ahora su relación
raya en la timidez. Por su parte, Joseph lo idolatra y no quiere que sus padres se separen.

Finalmente, Audrey está sumida en un mar de dudas. Todo esto queda resumido por Shyamalan en
una genial secuencia de apenas unos segundos. Me refiero a cuando Joseph y Audrey van a
recogerlo después del mortal accidente de tren.

Además de esa escena que acabo de comentar, Shyamalan también nos deja muchas escenas
icónicas en este film. Entre ellas: el genial empleo de la cámara en las escenas del tren, la figura de
David Dunn vestido con el chubasquero, la caída por las escaleras de Elijah Price que duele sólo
con verla, el incidente en la tienda de cómics, la famosa escena del press de banca, o la portada del
periódico al desayunar. Se hace muy complicado elegir una en favor de otra. Resaltar que casi
todas las escenas de la película se rodaron en una sola toma. La banda sonora está en total sintonía
con el metraje.

Y esto no fue cosa del azar, ya que James Newton Howard la elaboró partiendo de la lectura del
guion. Así pues, en el film escucharemos composiciones dramáticas, intrigantes y un tema central
que con sólo escucharlo ya identifica claramente a la película.

“Sólo soy un hombre normal”. Irrompible.

El primer protagonista a destacar del actor Bruce Willis. Willis lleva a cabo una interpretación muy
introvertida a causa de su personaje, David Dunn. Esta introversión se debe a la triste relación que
lleva actualmente con su esposa y por la que sacrificó su gran carrera deportiva. Ahora ejerce como
mero vigilante de seguridad en el estadio de Filadelfia. Allí él debía haber sido la estrella, pero
cambió los trofeos por el amor… Para valorar bien este rol de Willis, basta con decir que David
Dunn es todo lo contrario a John McClane y sus ingeniosos chascarrillos.

El segundo en importancia es Samuel L. Jackson en una de sus mejores y más inolvidables


performances. Jackson dota de una atrayente, inquietante y firme personalidad a su personaje de
Elijah Price. Elijah es todo un erudito y estudioso del mundo del cómic que maneja teorías muy
peculiares que pueden sonar a demencia. Además, está aquejado de una terrible enfermedad que
hace que sus huesos se rompan con enorme facilidad. De ahí el mote que le pusieron de
pequeño, “Don Cristal”. Así pues, al carecer de un cuerpo sano cultivó su mente centrada en el
fenómeno superheróico en busca de respuestas a su propia existencia.

También importante es la labor de los secundarios, especialmente las familias de David y Elijah. La
actriz Robin Wright interpreta a Audrey, la esposa de David Dunn. Robin lleva a cabo una
interpretación puramente sentimental y cercana a la tristeza. Esto es así por el punto en el que se
encuentra su matrimonio. Atención a su monólogo de pie con Willis de espaldas a la cámara
escuchando sin decir nada. Por su parte, el jovencito Spencer Treat Clark interpreta a Joseph, el
hijo adolescente del matrimonio. La suya es una interpretación muy tierna que realmente te llega
por el cariño y admiración que siente hacia su padre.

Finalmente, un breve papel es el que tiene Charlayne Woodard como la madre de Elijah. En sus


pocas escenas demuestra su talento recreando a una mujer valiente que quiere sacar adelante a su
hijo. ¡Ah! y si nos fijamos bien pueden identificar al actor Michael Kelly como el médico que
atiende a David Dunn después del accidente. Y, claro, también el oportuno cameo del
propio Shyamalan.

“Los chicos me llaman Don Cristal porque soy así de frágil”. -Elijah Price.

En conclusión.
Finalizo esta crítica de El protegido. Esta es, probablemente, la mejor película de Shyamalan. Un
gran, inteligente y realista film sobre los superhéroes por así decir que también esconde una sentida
historia familiar. No haberla visto todavía a estas alturas casi puede ser considerado un
«irrompible» pecado cinematográfico.
“Hay dos razones por las que le miro así: Una porque parece que ha sido usted el único
superviviente del tren. La otra… usted no tiene ni un solo rasguño”

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