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Chamanismo de Los Yagua de La Amazonía Peruana
Chamanismo de Los Yagua de La Amazonía Peruana
Jean-Pierre Chaumeil
Traductor: Mariella Villasante-de Beauvais
DOI: 10.4000/books.ifea.3321
Editor: Institut français d’études andines, Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica
CAAAP, Centro Argentino de Etnología Americana (CAEA)
Año de edición: 1998
Publicación en OpenEdition Books: 27 abril 2015
Colección: Travaux de l'IFEA
ISBN electrónico: 9782821845916
http://books.openedition.org
Edición impresa
ISBN: 9789972608056
Número de páginas: 361
Referencia electrónica
CHAUMEIL, Jean-Pierre. Ver, saber, poder: Chamanismo de los yagua de la Amazonía peruana. Nueva
edición [en línea]. Lima: Institut français d’études andines, 1998 (generado el 18 juillet 2019).
Disponible en Internet: <http://books.openedition.org/ifea/3321>. ISBN: 9782821845916. DOI:
10.4000/books.ifea.3321.
VER,
SABER,
PODER
CA EA
IF EA C O N I C E T
VER,
SABER, PODER
El chamanismo de los Yagua
de la Amazonia Peruana
JEAN-PIERRE CHAUMEIL
VER,
SABER, PODER
El chamanismo de los Yagua
de la Amazonia Peruana
CAEA
I F EA CONICET
Este libro corresponde al Tomo 110 de la sErie Travaux
De l'Institut Français d'Études Andines ( ISSN 0768424X )
La presente edición ha sido corregida y ampliada por el autor.
© Centro Argentino de Etnología Americana (CAEACONICET)
Av. De Mayo 1 "A". Capital Federal Argentina (1085)
Telefax. (541) 3811821.
ISBN: 9972608050
HECHO EL DEPOSITO LEGAL № 982594
Impreso en el Perú
Primera edición, setiembre 1998
A B onnie, a Ju lie y a Anais
A mis padres
INDICE
Pre se nt ac i ó n 11
T ransc ri pc i ó n 13
Pre f ac i o a la e di c i ó n e n c ast e llano 15
El chamanismo en movimiento 15
Las fortunas de u n libro 33
I nt ro duc c i ó n 39
El chamanismo en la literatura 42
Prob lemas de definición 45
Lo s Y ag ua y su m e di o 53
Ex pe ri e nc i a i ni c i at i c a 63
Co nc lusi ó n 327
A ne x o s 335
Principales informantes yagu a 337
G losario 338
Nos enorgu llece presentar al pú b lico lector, la edición en castellano del
reconocido trabajo de Jean Pierre Chau meil sobre el chamanismo yagu a de
la Amazonia Peru ana. Esta obra se editó originalmente en francés en 1983 y
actu almente se encu entra agotada. La presente edición ha sido corregida y
ampliada por el autor.
Esta obra permite acercarnos a esta tradición milenaria, accediendo de
este modo a una enseñanza que trasciende al fenómeno en sí mismo para
derramarse, infiltrando, coloreando con sus propias connotaciones al resto
de los ámb itos de la cultura, permitiéndole así escu driñar las hondu ras de lo
qu e Chau meil qu iso simbolizar en las tres palab ras de su título: Ver, Saber,
Poder.
El chamanismo se ha vu elto a poner de moda, originando con ello diver
sas interpretaciones, mu chas de ellas apropiadas y otras totalmente alejadas
de su contexto cultural. Por eso coincidimos con el au tor al afirmar qu e ha
b lar sobre el chamanismo es una cosa, pero establecer u n diálogo con estos
seres singu lares qu e son los chamanes es totalmente diferente y su mamente
complejo.
Esta ha sido la labor qu e ha realizado Chau meil du rante estos ú ltimos 27
años de acompañamiento a la cultura yagu a, permitiéndole con ello u na ca
bal penetración en la cosmovisión de esta sociedad. Esto se aprecia vividamente
en la palabra de los relatores, no como una mera constru cción teórica, ab s
tracta y alejada de la vida etnográfica, sino como experiencia cotidiana del
homb re amazónico.
Hemos adoptado el sistema fonético internacional para la transcripción de
1
Vocales
i anterior no redondeada con apertura mínima
i más central qu e la anterior
e (Î) anterior no redondeada con apertura superior
a anterior no redondeada abierta con apertura máxima
o posterior redondeada semiabierta
u posterior redondeada con apertura mínima
ë semicerrada central
Consonantes
b (mb) oclusiva bilabial (como en español bambú)
p oclu siva bilabial
d (nd) oclusiva ápicodental (como en español dandi)
t oclusiva ápicodental
m oclu siva nasal bilabial
n oclusiva nasal ápicodental
ñ oclu siva nasal palatal (como en español ñame)
k oclu siva velar (como en español casa)
s fricativa sibiliante dental
s fricativa palato alveolar (como en francés ch)
c fricativa (como en español muchacho)
h fricativa glotal en el interior de una palabra (entre la h aspirada del
inglés manhood y la jota española). En posición inicial (') entre la h
mu da y la h aspirada.
j (x) jota española
Semivocales
y (j) espirante ápico dorsal prepalatal (como en inglés yet)
w espirante velar/b ilab ial (como en inglés wa ter)
Signos diacríticos
indica la nasalización
vocal alargada (en el interior o al final de la palab ra)
vocal b reve (a')
1 The Principles of the International Phonetic Association, London. 1972 (2e ed.). p. 1 18.Tamb ién
con s u lta mos A. G . H a u dricou rt et J. Th oma s . La Notation des Langues: phonétique et
phonologie, Paris, 1967.
Prefacio a la edición en castellano
EL CHAMANISMO EN MOVIMIENTO
El libro Voir, sauoir, pouvoir (Ver, saber, poder) fue presentado en un primer
momento como tesis de doctorado en antropología social, en la Ecole des
Hautes Etudes en Sciences Sociales (EHESS, París, 1982) y fue pu b licado por
la editorial de este mismo centro universitario, la E HE SS, en 1983. A partir
de una perspectiva qu e contrastab a con las visiones parciales y marginales
u tilizadas en aquel tiempo, esta obra proponía u na lectura integrada del
chamanismo en u na cu ltu ra su d amerindia, los Yagu a. D e manera general,
los estu dios sobre el chamanismo en el mu ndo (sobre todo en el Asia) se han
mu ltiplicado considerab lemente en los ú ltimos años, sin emb argo deb emos
constatar qu e la produ cción de monografías sobre el chamanismo indígena
de las tierras bajas de América del Sur es poco conocida por los especialistas.
Esto aparece claramente cu ando ob servamos las reseñas bibliográficas re
cientes sobre el tema (así, en 1992, J. Atkinson indica 258 títulos sobre el
chamanismo de los cu ales solamente 30 conciernen a América del Sur; en
1993, sobre esta misma región, A. Hu ltkrantz señala tan solo 2 títulos sobre
u n total de 50).
Así, en el ámb ito del chamanismo comparado, el aporte amazónico qu eda
poco valorado o ignorado y a veces inclusive despreciado a los ojos de los
"pu ristas" tales como A. Hu ltkrantz que escribe: "Sou th American Indians
have, otherwise, a vagu e shamanic patter..." (op. cit: 11). Sin emb argo, no
faltan los estu dios qu e contradicen esta apreciación un tanto apresu rada de
la situación; además, la calidad de esos trabajos hace posible la comparación
con las investigaciones produ cidas en otras regiones del glob o. Así, desde
1990, una docena de obras y varios artículos sobre el chamanismo amazónico
han salido a la luz; lo cual implica, sin lugar a du das, el interés marcado por
el estu dio de este campo de los estu dios antropológicos (ver la bibliografía
temática al final del prefacio).
Esta versión castellana trata de contribuir al esfuerzo de valorización de
materiales originales en un momento en el qu e el chamanismo, de algú n
modo víctima de su gran éxito en Occidente, se presta a interpretaciones
su mamente diversas. Es tamb ién indu dab le que una tradu cción anterior,
más cercana de la fecha de aparición de la edición francesa (hoy en día ago
tada), no habría dado pie a la impostu ra imprimida en 1991 y sobre la cual el
lector encontrará u na relación al final de este prefacio.
Agradezco sob remanera al Centro Amazónico de Antropología y Aplicación
Práctica de Lima, centro especializado en la Amazonia peru ana, creado hace
PREFACIO
25 años, especialmente a su D irectora, la Dra. Fabiola Lu na y a Manu el
Cornejo qu ien tu vo a su cargo el cu idado de la edición, así como al Centro
Argentino de Etnología Americana de B u enos Aires, a su D irector, el Dr. Mario
Califano y a la Srta. Rosa María Torlaschi quien realizó la tradu cción caste
llana del libro, e igu almente al Institut Français d'Etudes Andines de Lima, a
su D irector G eorges Pratlong por el apoyo ofrecido a la presente edición y por
su pu esto, a los colegas y amigos qu e nos han ayu dado de diversos modos a
concretar este trabajo académico.
zas en el Nor este peru ano, participan directamente en el proceso de recom
posición de las pertenencias e identidades sociales ob servadas tamb ién en
diferentes zonas de la región; por todo ello el estu dio de este tema nos parece
actu almente prioritario.
Era necesario dar una visión general de este proceso retratando b reve
mente algu nas evolu ciones recientes del chamanismo yagu a en el marco de
su s relaciones con la sociedad regional. En ese marco, en el transcu rso de los
ú ltimos qu ince años, los chamanes yagu a han innovado y enriqu ecido su
arte sob re todo en relación con las nu evas tecnologías. Aparentemente, los
chamanes yagu a han ganado b astante prestigio (en el seno de su s comu ni
dades) y en renomb re (a nivel regional e internacional), ya que actu almente
se los viene a consu ltar desde Colombia y Brasil. Por ello se pu ede inclu so
pensar qu e dentro de u nos años, la referencia al chamanismo pu eda volverse
u no de los rasgos más importantes de la identidad social de este gru po étnico
amazónico.
Hab lar de cha ma nis mo es u na cosa, estab lecer un diálogo con los seres
singu lares qu e son los chamanes es algo b astante diferente y sob re todo
mu cho más complejo. Entre los antropólogos, todos aqu ellos qu e han podi
do entab lar un intercamb io de este tipo sab en, por experiencia, cu án difícil
y largo ha sido crear el contacto y cu án fuerte y profu nda es la relación qu e
se crea despu és entre las personas involu cradas. Son varios los cha ma nes
ya gu a qu e hemos conocido en todos estos años y qu e desgraciadamente
han desaparecido. La importancia de las reacciones cau sadas por la mu er
te de estas personas y los pesares expresados con frecu encia qu e se sien
ten mu cho más allá del círcu lo de los parientes próximos , confirma qu e se
trata de homb res eminentes. Así, Hu áscar, del río Atacu ari, ha fallecido en
1985, Antonio Sarko, del río Loreto yacu , en 1986, Patrocinio C ahu achi, de
G allinazo, en 1995. En fin, otros, de edad avanzada como José Mu rayari,
de la comu nidad de Edén, han dejado de ejercer el chamanismo.
En ese mismo lapso de tiempo, se han revelado nu evos talentos y varios se
han afirmado progresivamente más allá de las fronteras étnicas tradiciona
les. Algu nos han creído ver en este nu evo período de actividad chámanica
u na concesión a la "moda chamánica" de la época, sobre todo en un momen
to en el qu e esta institución reivindica el estatu to de "religión u niversal" a
través del mu ndo. Sin qu erer ocultar los efectos posibles, au nqu e poco pro
b ab les, de u n discu rso de esta natu raleza sobre el chamanismo indígena,
nos parece qu e su progreso actual debe ser redefinido en el contexto socio
político regional: en tanto forma de relación interétnica en perpetu a rees
tru ctu ración, testigo de la vitalidad excepcional de una cultura qu e extrae
constantemente de esta institución los elementos esenciales de su dinamis
mo social.
Paralelamente al "chamanismo de dardos" descrito en el libro y aú n prac
ticado en la alta Amazonia (Chaumeil, 1993), los chamanes yagu a han expe
rimentado nu evas formas de comu nicación y de terapia chamánica recu ¬
PREFACIO
rriendo a la tecnología occidental. U na tecnología que encarna para ellos el
poder y qu e les fascina profundamente; estos sentimientos han sido además
avivados por la frecuencia de contactos con los ribereños y por la relación
más cercana con las ciu dades vecinas. Serán examinadas ensegu ida tres de
estas innovaciones terapéu ticas (que llamaremos "quirúrgica", "su b acu ática"
y "telefónica").
El chamanismo "quirúrgico"
D esde hace u na década, ciertos chamanes han estab lecido una forma de
chamanismo directamente inspirada en las técnicas médicas occidentales.
Este chamanismo, qu e llamaremos por comodidad "qu irú rgico" (asociado a
esta especialización de la medicina moderna), consiste en la práctica de la
ab lación o de la restau ración de órganos por operación mental. C ha ma nismo
qu e no ab andona sin emb argo las técnicas tradicionales de cu ración. Los
chamanes comprometidos en esta vía consideran qu e este nu evo tipo de cu
ración es mu y difícil de realizar, siendo de competencia exclusiva de los gran
des chamanes haríe nëmara. Au nqu e en realidad se aplica de manera priori
taria, y no necesariamente exclusiva, a los pacientes no indígenas de los
chamanes yagu a. Por ello podríamos definirlo como u n chamanismo externo,
dirigido hacia u na clientela no indígena, más familiarizada con la medicina
de los "b lancos", en oposición al "chamanismo de dardos", más fiel a las
concepciones etnomédicas yagu a. Esta repartición de la práctica en dos cam
pos de aplicación distintos, el u no interno a la sociedad indígena y el otro
externo a ésta, invita a reflexionar sobre los procesos de sincretismo terapéu
tico. Proceso qu e no es por lo tanto propu esto en términos de mestizaje o de
fusión dualista, sino como resu ltado de estrategias y de "b ricolages" comple
jos qu e pu eden desemb ocar en formas "paralelas" de chamanismo, ob serva
das en otras regiones de la Amazonia.
Ademá s de los útiles clásicos (flechas mágicas, tab aco, etc.) este nu evo
arte terapéu tico necesita un "equ ipo" mu y sofisticado y un "personal médico"
especializado. El arsenal empleado comprende lo que los chamanes llaman
u n "qu irófano" y u n conjunto de instru mentos mágicos (invisibles a los no
chamanes), calcados sobre aqu ellos de los cirujanos, compu estos esencial
mente de b istu rís kisiramata (cuchillo, ab rir), de seringas istihitiá, de pinzas
para apretar las venas úyutamutia y de gasa llamada masa eterna, para cica
trizar y su tu rar las heridas. De todos estos instru mentos solamente la gasa
es representada concretamente, sea con pedazos de papel u hojas aplicadas
como pu ntos de sutura, sea con u na resina amarillenta y pegajosa extraída
segú n algu nos chamanes del árbol arena caspi y que ju ega el mismo rol de
sutura. La adqu isición de esta "gasa mágica" implica viajes lejanos, bajo el
agua, en dirección del río U cayali, y sobre los cuales hab laremos al momento
de ab ordar el "chamanismo su b acu ático".
PREFACIO
El b u en jefe de clínica, el chamán trabaja en equ ipo con personal perma
nente y con personal temporal: u n sanitario encargado de la limpieza (prepa
ración del cu erpo del paciente), un secretario responsab le del control de la
du ración de la operación ("cronometraje") y en fin las madres de ciertos vege
tales. A excepción de éstas ú ltimas, todos los otros elementos (instru mentos
y au xiliares médicos) son comprados a los médicos de las ciu dades (doctores)
a camb io de informaciones y de poderes mágicos (dardos, tab aco, cu rare).
Los Yagu a piensan en efecto qu e los médicos u tilizan esos ingredientes
chamánicos en su s cu raciones, del mismo modo en qu e ellos emplean los
su yos, en una especie de transferencia de conocimientos y de tecnología en
tre amb os tipos de especialistas.
La operación (el término utilizado es yaráramata "abrir el cu erpo") se de
sarrolla en tres tiempos. Comienza por una fase pre operatoria que consiste
en succiones (preparación del cuerpo del paciente por el sanitario o el chamán),
segu idas de la extracción de dardos mágicos en la más pura ortodoxia
chamánica, seguida de una serie de encantaciones dirigidas no solamente a
las madres vegetales, sino también a Jesu cristo, que es el ú nico qu e tiene el
poder de practicar esas intervenciones en tales casos. Se insiste en la necesi
dad de extraer todas las flechas patógenas antes de la cura, en caso contrario
se considera que la operación sería un fracaso. Si la extracción y la destru c
ción (o la devolu ción) de los dardos patógenos son elementos determinantes
en la cura tradicional, en esta operación ellas son la condición primera y
necesaria. Viene ensegu ida la operación propiamente dicha, "cronometrada"
por el secretario (que debe tener un reloj), a lo largo de la cual el chamán
procede a la extracción mental, al reemplazo o a la reparación del órgano
enfermo. El cronometraje es ju zga do crucial ya qu e la falta de respeto del
tiempo impartido para cada operación (sobre todo las del cerebro y del cora
zón qu e son las más largas), condu ce al fracaso de la intervención e incluso
a la mu erte del paciente. En la concepción yagu a cada órgano se compone de
un haz de nervios o venas (úyu) qu e hay que "resu dar" o camb iar según el
caso (así, el corazón está conectado a centenas de nervios, lo cual hace la
operación su mamente delicada). De otro lado, el cronometraje introdu ce un
carácter temporal en la cura que está totalmente au sente en la práctica tra
dicional, en la cual las sesiones pu eden durar varias horas.
U na vez terminada la operación, se procede al "cierre" del cu erpo a tra
vés de la aplicación de masa eterna (gasa ab sorb ente) qu e deb e cicatrizar y
su tu rar todas las heridas. D u rante esta fase final, post operatoria, los espí
ritu s au xiliares del cha má n intervienen soplando al paciente, para "norma
lizar" el cu erpo, técnica eminentemente chamánica ju nto con la su cción. A
veces esos mis mos espíritu s utilizan los televisores a manera de "scanner"
para "ver" (explorar, inspeccionar) mejor al interior del cu erpo. Ese nu evo
tipo de cu ra practicada por chamanes indígenas (aún minoritarios) ob tiene
b astante éxito con los ribereños; sin emb argo, en ningú n caso esta cu ra
implica el a b a ndono de prácticas tradicionales qu e perdu ran al interior de
la esfera indígena.
PREFACIO
Un chamanismo subacuático
La ob tención de la masa eterna (densidad o su bstancia eterna), u no de los
accesorios más apreciados en las operaciones mágicas, servirá de transición
en esta forma particular de chamanismo. Según los chamanes yagu a, la masa
eterna proviene de las agu as negras del lejano río U cayali, de u na ciu dad
su b acu ática celosamente protegida por tigres gigantes. Esta masa es produ
cida por dos grandes doctores (banca) llamados Da Silva y Ru rb ano, conver
tidos en grandes espíritus acu áticos, produ ctores de la masa eterna. Los
viajes su b acu áticos son así descritos para ir al encu entro de estos persona
jes . Por ejemplo, Alb erto Prohaño pretende emplear siete horas, bajo el agua,
desde la frontera colomb iana donde vive hasta el "hospital" de esos dos gran
des ciru janos espiritu ales del río U cayali.
Nos gu staría establecer aquí una asociación entre la fabricación de esta
masa eterna y la produ cción de grasa hu mana tal y como ésta se concib e en
el sistema ideológico del pishtako, el degollador o el chu pador de grasa hu
mana, de los indígenas andinos. Esta figura andina de la alteridad está tam
bién presente en ciertas regiones de la selva peruana. Segú n las creencias
locales, el pishtako asesina a los indígenas para extraerles su grasa, la cual
está destinada a la fabricación, entre otras cosas, de medicamentos. Es inte
resante notar qu e los Yagu a sitúan al río U cayali como u no de los centros de
producción de la grasa humana y como el centro del chamanismo subacuático.
Mu cho más interesante y sorprendente pu ede ser establecer un víncu lo en
tre la creencia de la masa eterna y el mito de Inkarri recogido en qu echu a por
R.L. C aparó en Qollana-wasak, cerca del Cu zco (en J. Ossio, 1973: 473 477).
En efecto, este mito relata como una "masa", perdida por un pastor, lo con
du ce a u na ciu dad perdida (Paititi), cu idada por un pu ma amaru. D e hecho,
la "ciu dad encantada" del U cayali de los chamanes yagu a, refugio de grandes
maestros de la masa eterna, evoca demasiado directamente esta versión del
mito de Inkarri para no establecer un lazo entre los dos relatos indígenas.
La escena narrada recuerda tamb ién el relato chamánico de la visita de
Alb erto Prohaño al "pu eb lo de serpientes del Yavarí" (cf. infra), pu eb lo su b te
rráneo perdido en medio de la selva y gob ernado por u n jefe protegido por
pu ma s gigantes y donde la comida es siempre ab u ndante. D e hecho, se trata
de dos variantes (una terrestre, la otra acu ática), recogidas con 20 años de
intervalo, de la misma leyenda de una "ciu dad perdida" o "encantada" llena
de riqu ezas accesib les solamente a los chamanes (en u n caso animales de
caza, en el otro masaeterna). Prob ab lemente se trata de avatares amazónicos
del mito de Inkarri, acompañados de la leyenda de El D orado o de la "aldea
su mergida" qu e aparece como un tema siempre presente en el pensamiento
de varios gru pos indígenas de la Amazonia peru ana y de los ribereños (ver
por ejemplo la leyenda del lago de Caballo cocha, donde los restos de una
ciu dad su mergida reaparecen a la superficie algu nas noches de luna llena
bajo el aspecto de u n caballo b lanco, especie de alma de la ciu dad y pru eb a
de su existencia pasada). Varios relatos andinos contemporáneos retoman
PREFACIO
tamb ién este tema (posible reminiscencia del reino perdido de la Atlántida
del mito griego), presente igu almente en tradiciones orales afro brasileñas
bajo la figura de Iemanjá (C. Slater, 1994: 110). En fin, si los mitos yagu a no
hablan mu cho de los Incas, frecu entemente asociados a la adqu isición de
hachas de piedra, los relatos chamánicos ab u ndan sin emb argo en referen
cias a fabulosas ciu dades perdidas en la selva o en el fondo de los ríos.
D e cu alqu ier modo, esta figura su b acu ática del chamanismo se ha exten
dido considerab lemente en estos últimos años en toda la región del Alto Ama
zonas; lo cual pu ede explicarse, prob ab lemente, como una consecu encia de
las migraciones de gru pos cada vez más importantes hacia los grandes ejes
fluviales; situación qu e implicaría la adaptación al u niverso acu ático de la
varzea. Para varios de estos gru pos los chamanes cocama simb olizan el ar
qu etipo del chamanismo su b acu ático. En la región estos chamanes son lla
mados sumé, el término vendría de la lengua cocama contemporánea en la
cual la palabra sumé/ sumí designa al chamán (notemos que el mismo térmi
no es empleado para nombrar al héroe cultural de los antiguos Tu pi G u araní).
Los Yagu a utilizan en modo indiferente sea el término sume o el de hanëmara
(que significa "agu a chamán" en su lengua) y consideran qu e los chamanes
coca ma se comu nican entre ellos, a larga distancia, gracias a u na red
su b acu ática que conecta la b oca del río Japu rá en el Brasil con las b ocas de
los ríos U cayali y Hu allaga en el Perú (es decir una distancia de más de 1,500
km). Además, para los Yagu a esta red permite mantener relaciones de tipo
chamánico con la mayoría de pu eblos ribereños del río Amazonas; lo cual
explica la repu tación proverbial que tienen en la región como "chamanes
amb u lantes". Ahora, si los Cocama encarnan del mejor modo posible las
virtu des del chamanismo su bacu ático, la técnica característica del sumé no
les es atribuida directamente, sino más b ien a los Shipib o Conib o del río
U cayali. Hasta hace poco, estos últimos obtenían por intermedio de los Cocama
precisamente cu rare y pu cu nas o cerb atanas produ cidas por los Ticu na y
los Yagu a (Chau meil, 1988: 118). Sin duda, se podría ver en estos intercam
b ios chamánicos contemporáneos entre los tres gru pos (Yagu a, Ticu na,
Shipib o Conib o), una referencia implícita a los antigu os circuitos comercia
les qu e asociab an el río Amazonas, Alto y Medio, y en los cu ales los Cocama
ocu pab an una posición de poderosos intermediarios.
Ab andonando las cab eceras de los ríos, donde otrora encontraron refugio
a las persecu ciones y a los booms económicos, los Yagu a se "conectan" de
nuevo, por asi decir, a esas antiguas redes, recentrando su práctica chamánica
en la figura del sumé. Envuelto en la piel de la anaconda, el sumé tiene la
facultad de acomodarse perfectamente al u niverso su b acu ático donde pu ede
viajar a gran velocidad sobre largas distancias y sobre todo sin mojarse:
como un su b marino moderno, emerge cu ando lo desea en cu alqu ier lugar
para desaparecer luego sin dejar rastro. Para los chamanes yagu a, el agua
pertenece al elemento gaseoso y forma el "cielo" de la gente que habita en el
mu ndo acu ático. El acceso al grado de sumé está ligado a la figura de la
anaconda hakondiy a la "gente del agu a" hahamwo que según las descripcio
PREFACIO 23
nes yagu a vive en inmensas casas de vidrio (representación yagu a de la ciu
dad encantada su b acu ática). En contraste, como hemos visto a lo largo de
este libro, el "chamanismo de dardos" está asociado a los espacios terrestre y
aéreo y se apoya en la figura predatriz del ja gu a r amonimbwiy de los du eños
del monte tohamwo. Este chamanismo sumé estaba poco desarrollado hace
20 años en la región, sin emb argo tiene un equ ivalente más antigu o en la
Amazonia brasileña: el pqjé-sacaca, chamán capaz de transformarse física
mente en seres acu áticos (sobre todo la anaconda y el delfín), para viajar bajo
el agu a en la "ciu dad encantada". Este personaje es percibido por lo general
como el más poderoso de los pajes (C. Slater, 1994).
La expansión del "chamanismo su b acu ático" descu b re b astante bien la
situ ación de apertu ra y de asociación creciente de los Yagu a con el sistema
de intercambio regional y con el universo simbólico de las poblaciones ribereñas
—donde los Cocama encarnan el medium privilegiado. Este tipo de chamanismo
da más importancia a la comu nicación interétnica a larga distancia, dejando
de lado las relaciones intercomu nales relativamente cercanas qu e caracteri
zan al "chamanismo de dardos". La proyección hacia horizontes lejanos de
los grandes ríos encu entra u n eco no solamente en la b ú squ eda de la masa
eterna (indispensable al chamanismo quirúrgico, suerte de "chamanismo de
afu era"), sino tamb ién, como veremos enseguida, en la elaboración de nu e
va s técnicas de comu nicación con los espíritus de la natu raleza.
(Alberto sopla el tabaco, silba y pone su oído en la olla)
¡Aló! 1973, ¡aló!, 1.2. 3,4. 5 (el número de teléfono)... Solitario ? ya... si..
(está escuchando), cambio... el Pepelucho (nombre del comerciante) ne-
cesita para el negocio. Lo apoyamos... cambio... Sí. para el negocio, tú
mismo sabes... aquí está, quiere conocerlo ? El grado necesitamos (de la
medicina), más o menos cuantos centímetros ? 2 centímetros ?, ya...
Notemos qu e los Yagu a tienen el sistema nu mérico sigu iente: los cinco
primeros nú meros tienen un término propio y representan la b ase del siste
ma. Las cifras 6, 7, 8 y 9 se componen a partir de las cifras 1 al 4, a las cu ales
se añade un morfema final. Por ejemplo, el 6 se forma así: 1 + morfema final;
7 = 2 + morfema final, etc. El 10 es un nú mero aparte, wuhayú. C omo vemos,
este sistema es algo complejo, lo cual explica segu ramente la preferencia de
los Yagu a por el u so del sistema de nu meración castellano, de empleo más
simple y rápido.
26 PREFACIO
Chamanismo telefónico
D esde este primer encu entro con el "chamanismo telefónico", he prose
gu ido las investigaciones con varios chamanes yagu a, de tal suerte qu e al
cab o de algu nos años, nu estras conversaciones retomab an a menu do este
tema. D os años má s tarde, en octu b re de 1994, Alb erto comenzó u na cu ra
espiritu al para sanar a su esposa "qu e había recib ido un corte en lo alto del
cráneo", resu ltado de un maleficio hecho por u n chamán enemigo, y qu e
sufría de dolores de cabeza mu y fuertes. Para cu rarla, Alb erto le aplicó pri
mero seis "pu ntos de su tu ra" (masa eterna), pero en la noche dos pu ntos se
ab rieron y su esposa se despertó con un fuertísimo dolor de cab eza. Por lo
cu al Alb erto debió organizar u na sesión especial. El asistir a esta ú ltima me
permitió ob servar má s de cerca la "ciencia telefónica" y los fenómenos de
"interferencia de línea". La consu lta comenzó en estos términos:
Al día sigu iente, Alb erto volvió a llamar de urgencia al secretario comuni-
catorio pu es su esposa estaba mu y enferma diciéndole:
1.2,3.4,5. 01. 03, 5
El secretario comunicalorio le dice que componga el número 22 para
llamar al espíritu de los Campa (etnónimo que designa una colectividad
más compleja que la de los Asháninka de la selva central).
Cuántos minutos puede demorar?pregunta... 15 minutos nomás?ya, es-
peramos
( A l b er to m e pidió q u e c o n tr o l e c o n mi reloj) y cor to la lín ea . . .
(15 minutos más tarde)
¡Aló! Solitario, ya están aquí (y empieza a cantar el canto de los Campa):
werewereri werewerere wereri riri / warare warari warari arare ...
(y luego el canto de los Cashibo):
tréné tréné tréne (llamadas) / achakapachbé / iñayubiché yaki / ikaiko
agayuchkin /aygo ogolen / ogolen ogolen / oyó okom oyó aikom / aykich
aikiri / cheke kop cha kopcha / kaiko kaiko chupa chupa tuk! / chupa
cham tcho kom / chak ba tuk tuto / Kashibo kashibo chama ...
Alb erto me dijo qu e no conocía el sentido de esas palab ras, qu e deb ía
estu diarlas, y me pregu ntó incluso si yo las conocía. Su esposa se restableció
ocho días má s tarde.
En el mes de diciemb re del mismo año de 1994, Alb erto recib ió un nu evo
enfermo, u n Ticu na del pu eb lo de Puerto B rillante. Lu ego de hab erlo exami
nado, decidió «telefonear» directamente al chamán responsab le de la enfer
medad para exigirle qu e retire inmediatamente su s maleficios contra su pa
ciente. Pero antes de proceder a esta acción, debió hab lar con el secretario
28 PREFACIO
comunicatorio para pedirle algu nas informaciones. Primero, la hora apropia
da para hacerlo, lu ego la ayuda de siete espíritus au xiliares para formar una
comisión con el objeto de convencer al chamán «malero» para qu e no haga
más daño a su paciente (este chamán era u n tal Ju an, de Palestina, lu gar
cercano a San Martín de Arawana). En fin, quería saber tamb ién cuál era su
nú mero de teléfono en caso que tuviera u no. El nú mero ob tenido, 70 01 05 1
no respondió porqu e era un «ab onado au sente». Alb erto decidió entonces lla
mar por intermedio de un íkaro (canto de llamada tradicional). Por esa vía, el
tal Ju a n respondió y Alb erto lo amonestó diciendo:
«Mira Juan, ¿porqué no me contestas cuando te llamo? todos los médi
cos deben tener su teléfono listo, ¿no es así? yo te hago la pregunta. Por
eso mandé una comisión con gente de mi propia persona para buscar
te...» (siguió un largo discurso de intimidación para evitar que el chamán
malero, promotor de disturbios, vuelva a reincidir).
En setiemb re de 1996, volví a ver a Alb erto en su comu nidad. C omo de
costu mb re, me informó su s últimos descu b rimientos en materia de «telefonía
sin hilo». Pero antes de nada me indicó qu e había logrado descifrar las pala
b ras del canto Campa; sería una «lengua de los animales» llamada Temo
(entidad espiritual de ciertos animales terrestres) que permite comu nicar con
ellos. Sin emb argo, como éstos ú ltimos no tenían aú n «teléfono», debía utili
zar el lenguaje «animal» para establecer el contacto...
Alb erto me dijo además que ahora poseía un gran nú mero de teléfonos y
sobre todo nú meros claves: el 12 IR le permite por ejemplo conocer inmedia
tamente el tipo de enfermedad del paciente; el 142 es la cifra del llamado
espiritu al, el nú mero del secretario comunicatorio que está en contacto con
los otros nú meros (suerte de central telefónica). Para «ver» el interior del
cu erpo hay qu e componer el 51; el nú mero 24 permite u na exploración más
precisa (tipo «escanear»); el nú mero 31 es el nú mero especial para las enfer
medades de los hu esos, etc. Cu ando cura u n enfermo qu e viene de u n lugar
aislado, o cu ando la enfermedad es enviada de mu y lejos, Alb erto utiliza un
«teléfono especial» llamado Choyach kanchka, propiedad de los Shipib o, es
pecialistas como lo hemos visto del chamanismo su b acu ático a larga dis
tancia.
Alb erto me precisó al fin que la mayoría de los chamanes qu e él conocía no
tenían todavía «teléfono»; por lo tanto conservab an los íkaro o cantos mágicos
en su s comu nicaciones con los espíritus.
Este sistema de comu nicación reticular es igu almente explícito en ciertas
técnicas patógenas amazónicas, sobre todo aquella de los «dardos mágicos»,
como fuente de enfermedades. Proyectados en el espacio, los dardos conser
van siempre un contacto con los qu e los enviaron por intermedio de mensa
jes , cantos o hilos invisibles. Sobre este pu nto, Pellizaro (1978: 46) escrib e
qu e entre los Shu ar del Ecu ador: «se piensa que las flechas están en contac
to con su «padre» por medio de un hilo plateado como el hilo de u na telara
ña. C u a ndo se alcanza a cortar ese hilo, el chamán qu eda desconecta do y
entonces su rival pu ede conqu istar y chu par la flecha». La compa ra ción
aqu í estab lecida con la telaraña es mu y interesante pu es evoca claramente
el sistema de comu nicación en «red» de los chamanes qu e tejen su s relacio
nes con las entida des invisib les del mis mo modo en qu e las a ra ña s tejen
su s telas.
Paralelamente, todos aqu ellos qu e han trabajado sobre los cantos cháma
meos entre los indígenas o los mestizos han su b rayado la increíble mezcla de
lengu as qu e son utilizadas. Y sin lugar a du das es en ese campo que las tenta
tivas de totalización han sido llevadas lo más lejos posible. En efecto, los
chamanes insisten en la necesidad imperiosa de poseer un repertorio de can
tos en varias «lengu as»; au nqu e en realidad más que de «lenguas» se trata de
diversas palab ras tomadas de diferentes idiomas a ma zónicos o a ndinos
(qu echu a sob retodo), o simplemente términos inventados expresamente para
las circu nstancias (cf. el «canto Cashib o»), donde sin emb argo ciertas entona
ciones imitan las de la lengua original (cf. la temática del pájaro pau car). En
ciertos casos, las enfermedades son enviadas por la simple proyección de u n
canto pronu nciado en diferentes lengu as indígenas. Así, antes de ob tener
u na cu ración es necesario identificar primero el canto y luego oponerse a él en
los mismos términos de la «lengua» empleada; como decía A. Vásquez, chamán
de Iquitos en 1985: «Sólo el que conoce todos los ikaros en todas las lenguas está
asegurado de poder curar todas las enfermedades». Estos conocimientos de va
rias lenguas buscan obtener la «síntesis de todas las lenguas conocidas», pero
tienen también como objetivo el de evitar los «cortocircuitos» entre los chamanes
rivales; es decir, siendo imposible toda imitación, los chamanes se protegen a sí
mismos en los conflictos inter chamánicos.
Lejos de ser una «novedad» para los chamanes, la «técnica del teléfono»
parece ser ab solu tamente compatible con u n conjunto de técnicas de comu
nicación chamánica cuya lógica es b astante cercana y cu yo objetivo general
es el de conectar entre ellos a través un lenguaje comú n y sintético , entida
des separadas y sab eres fragmentados. El tema de la palmera yarina entre
los Ya gu a es u n b u en ejemplo de conexión totalizante entre entida des
detentoras de sab eres dispersos. Es posible que este desvío hacia la «telefo
nía sin hilo» recu erde qu e aquello qu e nosotros llamamos «chamanismo» o
«lógica chamánica» es ante todo un modo particular de conocimiento y de
relación con el mu ndo, a través del dominio de un máximo de registros y de
redes de comu nicación (lingüísticas, terapéu ticas u otras), sin las cu ales la
cu ración de las enfermedades no seria posible. En ese sentido, los chamanes
PREFACIO 81
son u na especie de «internautas» en potencia, sensibles por su propia natu
raleza a toda innovación en materia de comu nicación a larga distancia.
Estas ob servaciones un tanto rápidas están destinadas a mostrar, por si
fuera aú n necesa rio, qu e los Ya gu a no han perdido nada de su sab er
chamánico y qu e por el contrario, actu almente están extendiendo las ramas
y el campo de acción de esta actividad mu cho más allá de la esfera estricta
mente tradicional. Más que ofrecernos una imagen completamente «mestizada»
o por el contrario completamente dicotomizada de su u niverso chamánico y
religioso, los Yagu a han optado por un upo de paralelismo que no es dicotómico
sino más bien plural en las relaciones establecidas. Así, desarrollando nu e
va s prácticas chamánicas (chamanismo «qu irú rgico»), y otras formas de co
mu nicación chamánica transversal (chamanismo «su bmarino» y «telefónico»),
los Yagu a contemporáneos asocian los mu ndos indígena y mestizo mante
niéndolos sin emb argo a distancia. Esta situación acentú a por un lado la
dimensión dinámica y socio política de los procesos de sincretismo religioso
como estrategia cultural, compleja y selectiva; y por otro lado resalta los
fenómenos de «bicu ltu ralismo», ampliamente ob servados en nu estros días
tanto en la Amazonia como en otros lu gares del mu ndo.
LAS FORTUNAS DE UN LIBRO
(objeto de u n estu dio especial), sino simplemente interrogarnos sob re las
lógicas qu e su b yacen a estos procesos de conocimiento.
En ese sentido, podemos precisar que la tradu cción de la biblia en lengu a
yagu a, efectu ada hace varios años por los miemb ros del Instituto Lingüístico
de Verano (ILV), según una fórmula comú n a la selva amazónica, no ha teni
do mu cho éxito entre los chamanes. En efecto, las «palabras» contenidas en
ese texto son consideradas como extrañas a las su yas, y ello a pesar de la
entrada progresiva de santos cristianos en el panteón yagu a (ver el ejemplo
del chamanismo de operación). Así, la tradu cción de la biblia que varias
familias yagu a tienen en casa, no es utilizada nunca en las cu ras chamánicas
y el nomb re de Jesu cristo es invocado solamente du rante las «cu ras qu irú r
gicas». La biblia condensa la palabra exclusiva de los «blancos» y es por ello
qu e se le atrib u ye u n poder de comu nicación limitado, orientado hacia la
forma chamánica qu e se sitúa como la más externa a la práctica tradicional.
Si, por razones totalmente extranjeras a la disciplina antropológica, nu es
tro lib ro ha ob tenido una cierta fortuna entre los chamanes yagu a, deb emos
decir qu e en el plano académico su suerte ha sido otra. Efectivamente, nu es
tro libro ha «inspirado» tanto y tan bien a u n u niversitario español, Carlos
Ju nqu era, qu e éste ha procedido simplemente a su tradu cción al castellano y
ha presentado este plagio patente como tesis de doctorado en antropología a
la U niversidad Complu tense de Madrid en 1989. En forma condensada y algo
camb iada, este «trabajo» ha sido además pu b licado en B arcelona, en 1991,
con el título su mamente genérico de El Chamanismo en el Amazonas. Pero
eso no es todo. Lo más interesante, si podemos decirlo así, es qu e el señor
Ju nqu era, qu e se dice gran defensor de la cau sa de las cu ltu ras amazónicas,
no aplica el contenido de nuestra obra a los Yagu a sino a los Harakmb u t del
D epartamento de Madre de D ios; sociedad indígena qu e, como sab emos, vive
a má s de 1000 kilómetros «a vu elo de pájaro» de los Yagu a, sin ningú n con
tacto con estos ú ltimos y cuya lengua pertenece, por su pu esto, a otra familia
lingüística...
Este hecho ha sido deb idamente denu nciado en varias revistas especiali
zadas de Eu ropa, de los Estados U nidos de América y del Perú , a pesar de las
protestas descaradas del señor Ju nqu era. Señalemos tamb ién qu e este se
ñor ha perdido u n proceso ju rídico por difamación contra la revista española
Antropología (n° 9 10, 1995), que había advertido a la comu nidad científica
sobre el caso. Por ello deseamos expresar aquí nu estro reconocimiento a los
responsab les de esta revista, por el profesionalismo y por el coraje demostra
do, así como a todos los colegas que nos han demostrado su apoyo solidario
en estas circu nstancias especiales. Conviene en efecto denu nciar enérgica
mente este tipo de actividades que si qu edasen inmu nes portarían u n grave
perjuicio a la deontología profesional de la antropología social; valga la pena
recordarlo, por si fuera necesario, una vez más.
Qu isiera pu es tranqu ilizar al lector y sobretodo evitar todo malentendido
cu yo efecto podría ser mu y perju dicial para las pob la ciones indígena s
involu cradas qu e desde hace décadas tratan de defender, de hacer reconocer
PREFACIO 35
y respetar su patrimonio social y cultural. Este libro trata sobre los Yagu a y
su chamanismo, y no sobre los Harakmb u t, cu yo chamanismo es totalmente
diferente al de los Yagu a, como lo subraya el antropólogo b ritánico A. G ray
(1997, vol. 2: 74, nota 6; vol. 3: XVII), que acaba de consagrar a este gru po
étnico la su ma etnográfica, la más completa qu e haya sido realizada hasta
hoy en día, publicada en 3 volú menes bajo el título The Arakmbut of Amazonian
Perú.
En fin, tratando de transplantar el chamanismo de una cu ltu ra a otra, el
señor Ju nqu era ha olvidado sin lugar a dudas algo esencial: si el chamanismo
permite a los que lo practican «viajar» bajo las agu as o por los aires, a través
del tiempo y del espacio, esta institución no ha realizado todavía, al menos
hasta donde sab emos, la «gran síntesis» que permitiría a las cu ltu ras indíge
nas el pensarse en modo semejante, ab andonando su s diferencias, y al otro
polo, a los antropólogos el no pensar más en términos de diversidad cultural,
diversidad qu e se sitúa sin emb argo en la b ase de nuestra disciplina.
Tra du cción al castellano de Mariella Villasante de B eau vais
D octora en antropología social, E H E S S
36 PREFACIO
BIBLIOGRAFIA
COLECCIONES
AMAD IO , E. & J. JU NCO SA, coords, 1991 Los Espíritus aliados. Chamanismo
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latinoamérica. Una revisión conceptual. México: Plaza y Valdés ed.
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America. Alb u rqu erqu e: U niversity of New Mexico Press.
MONOGRAFÍAS
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e das Terapéuticas entre os Marúbo. Beiern: Mu seu E. G oeldi.
A pesar de la ab u ndante bibliografía sobre los Ya gu a ningú n estu dio ha
1
tratado su práctica chamánica. Esto no es en sí sorprendente pu es hasta
hace poco el chamanismo se percibía y se trataba la mayoría de las veces
como u n a in s ta n cia ma rgin a l, relega da a la s s eccion es qu e figu ra n
tradicionalmente al final de una obra, un b u en ejemplo del poco crédito qu e
se le acordab a. En u na palabra, el chamanismo no era digno de ser tema de
u na reflexión seria y profunda.
En la actu alidad, el chamanismo está de moda y se lo ve en todas partes...
O cu pa la primera plana de la actu alidad científica; las revistas especializa
das le reconocen u n gran pú b lico y le dan cabida en su s secciones. En u n
contexto semejante, mi participación parecería un tanto redu ndante si, en
realidad, no me hu b iera inspirado otra cosa qu e este deseo de actu alidad.
D e hecho, no se trata de una concesión a la moda o de una elección: en
cierta forma el chamanismo se impu so por sí mismo. En efecto, la mayoría
de los temas ab ordados y de los prob lemas su rgidos a lo largo de los meses de
investigación remitían a una explicación de tipo chamánica, al menos ésta
era la explicación qu e dab an los indígenas. Nociones tan fu ndamentales
como la enfermedad, la mu erte, la venganza se interpretab an haciendo re
ferencia al chamanismo y ju stificab an en gran medida las relaciones de
h os tilid a d en tre cier tos gr u p os loca les . La imp or ta n cia cen tr a l del
chamanismo en el pensamiento y en la vida cotidiana de los Yagu a ya no
necesitab a demostraciones. D esde entonces fue cu estión de captar su na
tu raleza y fu ncionamiento, aprovechando mi experiencia compartida con
varios cha ma nes.
En lo qu e se refiere más particu larmente a los Yagu a, poco se sabe de su
chamanismo. Fejos y Powlison proporcionaron algu nos ru dimentos en su s
respectivos tra b a jos , esb ozando u na visión general del cha má n y de su
2
1
C omo docu menta ción genera l, tenemos la ob ra clásica de P. Fejos, Ethnography qf the
Yagua, N ew Yor k , 1943; u n b r eve es tu d io d e u n m is ion er o a g u s tin o, L. A lva r ez,
pu b lica do en va ria s entregas en la revista española España y América bajo el títu lo de
«C os tu mb res de u na trib u salvaje: los Ya hu a s ». Ma drid, 1913; dos relatos de viajes: el
primero de B. Flornoy, Iawa, le peuple libre, Paris. 1955, y el segu ndo de E. W u s tma n n .
Y'aliua, die Blasrohr-Indianer, Radeb eu l, 1960; un ensayo de W . Ra s mu s s en. Los Yaguas:
ensayo de interpretación estructuralista, B ogotá, 1968: u na tesis sob re su mitología por
P. Powlison, Yagua mythology and its epic tendencies, A n n Arb or M icrofilms , 1969; y,
por ú ltimo, u na monografía qu e escrib í sob re el tema (Lima, 1987).
E l r es to d e la d ocu m en ta ción con s is te en u n a vein ten a de a r tícu los d is p er s os en
revis ta s es pecia liza da s y referidos a ca mp os mu y va ria dos . Para má s deta lles ver J. y
J P. C ha u meil «B ib liografía de los Ya gu a del N or O este Ama zónico», Amazonia Peruana
1, (1), 1976.
2
P. Fejos , 1943: 89 93; P. Pow lis on , 1969: 54 57.
40 INTRODUCCIÓN
práctica qu e, por más superficial que sea, no deja de presentar una cierta
homogeneidad con mis propias ob servaciones. Pero es al padre L. Alvarez
(1913) a qu ien le deb emos los comenta rios má s pertinentes sob re los
chamanes yagu a. En mi opinión, el misionero supo medir perfectamente la
importancia y la envergadu ra de estos personajes qu e califica, no sin funda
mento de su parte, de «aristócratas». Logró comprender su rol eminente
mente político en el seno del gru po y, además, nos b rinda la clave: «su voz es
la voz del cielo». Pu so el acento en la alteridad del chamán demostrando qu e
nada lo distingu e a primera vista de los otros individu os. L. Alvarez es a mi
entender u no de los pocos que constitu yó al chamán yagu a en el personaje
clave de la sociedad y es esta imagen, como intentaré demostrar segu ida
mente, la qu e me parece restituir mejor su verdadera dimensión.
El objetivo de este libro es resaltar la importancia y la pertinencia del
cha ma nis mo en cu anto sistema, b u scando identificar su s componentes,
determinar su papel en el seno de la sociedad y la forma en qu e se articula
con las otras facetas de la vida social; en resu men, intentar un enfoqu e
«holístico» del fenómeno, au nqu e con una mayor atención pu esta en la ins
titu ción qu e en los chamanes . Quisiera en este sentido hacerle ju sticia al
3
chamanismo presentándolo en su dimensión más amplia, en cu anto siste
ma de representación, visión del mu ndo y reflexión sobre el mu ndo, como
ta mb ién en su d imen s ión social y cu ltu ra l. Si b ien he a b or d a d o al
chamanismo en esta totalidad, como u n sistema de pensamiento y de accio
nes orientado hacia la sociedad, quise igu almente mostrar qu e constitu ye
la vía de acceso a conocimientos fu ndamentales a la vida del gru po; en una
palab ra, qu e el chamanismo no pu ede reducirse a una simple práctica mar
ginal, como a menu do se lo ha descrito en la literatura etnográfica.
Por lo tanto, mi enfoque del chamanismo pretende ser antropológico y
deja volu ntariamente de lado el aspecto psicológico mediante el cual se ha
intentado caracterizarlo la mayoría de las veces, encontrándole además un
parentesco casi sistemático con la patología mental. Hacer del chamanismo
la «apología de la anormalidad» ya constitu ye para nosotros un rechazo por
qu erer comprenderlo. No pu ede definirse el fenómeno privilegiando u no de
su s aspectos, en este caso el más discutible. Au nqu e desde el pu nto de vista
de la teoría del conocimiento parezca totalmente estéril confundir al chamán
con u n «loco» o con una persona inestable, el estudio del chamanismo pare
ce en camb io indispensab le para comprender el sentido dado a la «locura» en
las cu ltu ras tradicionales.
H a b ien d o elegido res titu ir el conju nto del s is tema ch a má n ico ya gu a , cierta men te no
a proveché a fondo todo lo qu e podía ofrecerme un análisis má s fino y detallado de tales
o cu a les a s p ectos qu e, por otra pa rte, no fu eron a b or d a d os en su tota lida d con la
atención necesaria, como por ejemplo la forma en qu e el cha má n vive psicológicamente
su propia experiencia o inclu so la dimens ión política del cha má n, la rela ción entre el
ch a ma n is mo y lo político, etc.
INTRODUCCIÓN 41
A fin de u b icar mejor el contexto en el que se inserta mi investigación, me
pareció oportu no hacer una breve descripción de lo que hoy en día se entiende
por chamanismo y de los diferentes análisis e interpretaciones qu e se han
realizado al respecto.
El chamanismo en la literatura
Los primeros estu dios sobre chamanismo se remontan a la segu nda mitad
del siglo XIX , au nqu e el término «cha má n» ya se conociera desde fines del
4 5
siglo XV II . En u n principio limitado a la pob lación tu ngú , lu ego a la región
6
siberiana, su tierra de elección, el término se extendió a u na vasta zona
fuera de Siberia, qu e ab arcab a el continente americano, Oceanía, África, la
India, China, el su deste asiático y Au stralia.
Los primeros ob servadores ru sos creyeron descu brir en el chamán u n
simu lador al servicio del diablo o u n enfermo mental . Su rgió así una verda 7
dera «etiología» del chamanismo: fenómeno neu rótico para algu nos, histéri
co o epiléptico para otros; en esencia patológico . 8
La escu ela sociológica francesa, por su parte, se enmarañab a en va na s
especu laciones, intentando mal qu e b ien insertar al cha ma nis mo en la
cadena evolu cionista, pasando de la magia a la religión e identificando al
«totemismo» como su antecedente lógico . D u rante largo tiempo se impu so
9
la tesis patológica y suscitó el interés de mu chos médicos y ps iqu ia tra s . 10
N ota : E s te lib ro es u na vers ión algo modifica da de mi tes is doctora l s os tenida en la
Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales en 1982. La recopila ción de los da tos de
ca mp o fu e rea liza da gra cia s al a poyo financiero del M inis terio de las U n ivers ida des o
de la Fu n d a ción Fys s en y del C .N .R.S ..
4
Ya en 1932. Popov señalab a no menos de 650 trab ajos sob re el cha ma nis mo ú nica mente
en ru so (citado en G. Rànk, 1967: 15). Ima ginemos cu ál podría ser la cifra hoy en día,
medio siglo má s ta rde. S ólo para los Tu n gú y gru pos emp a ren ta d os L. D ela b y. 1976,
en u mera 354 títu los.
5
Términ o toma do de los Tu ngú (familia altaica del nordeste sib eriano). E timológica mente
liga do a la noción de movimiento (salto, agitación) (R. H a ma yon, 1978b : 55, n. 2).
6
E. Lot Fa lck, 1977: 7.
7
Para u n a ná lis is de las primera s teoría s s oviética s sob re ch a ma n is mo, ver Rá nk. op.
cit.: 15 22.
8
L. D elab y, op.cit: 17 20.
9
M. B ou teiller, 1950: 7 8.
10
G . D ever eu x, 1970: 15, p a s s im: «E s ta s con s ta ta cion es n os ob liga n a con s id er a r al
INTRODUCCIÓN 48
b a jo d iver s os a s p ectos , el ch a má n a pa recía como el p r ed eces or del
psicoanalista y ya no como el «psicótico en estado de remisión temporaria».
En gran parte hostil a la comparación entre chamanismo y psicoanálisis,
y sob re todo al redu ccionismo qu e sufrió éste ú ltimo, y frente al misticismo
de M. Eliade (1968), Lew is decide reu b icar el fenómeno en su contexto
13
social, es decir, hacer una sociología del chamanismo. Eso equivalía a res
ponder al pedido formulado unos veinte años antes por el mismo Eliade cuando
escribía: «Resta escribir la sociología del cha ma nis mo»' . Sin emb argo, al
4
hacer esto Lewis se aventu ra en u n terreno espinoso al establecer un para
lelo entre «formas» de religión (centrales/periféricas) y tipos de organiza
ción sociopolítica, entre formas de pensamiento y formas de sociedad. Seña
la qu e cu anto más grande y estable sea una sociedad menos intenso resulta
el éxtasis y más se institucionaliza el chamanismo para dar tarde o tempra
no nacimiento a u n dogma: «Lo carismático se diluye en lo institu ido» . 15
relación de equ ivalencia h omb re/ a n ima l . Segú n Fu rst, el cha ma nis mo
17
estaría fu ndado en la posibilidad simbólica de permu tación entre homb re y
animal. Esta concepción prevalece en las sociedades donde el mu ndo ani
mal no ha sido tota lmen te d omes tica d o, como la s de los ca za d ores
recolectores, de los cu ltivadores de qu ema y hasta en ciertos gru pos de agri
cu ltor es . La s s ocied a d es p a s toriles s ería n por op os ición s ocied a d es
«antichamánicas», donde tales prácticas están condenadas a desaparecer,
dado que allí la relación de equ ivalencia homb re animal no pu ede mante
nerse. Los hechos mismos parecen refutar en cierta forma esta teoría, tan
ch a má n como un ser gra vemen te neu rótico o inclu s o como u n ps icótico en es ta do de
remis ión tempora ria . Ad emá s , el ch a ma n is mo es a men u d o dís tono con res pecto a la
cu ltu ra mis ma ...».
C. Lévi S tra u s s . 1958a y 1958b .
J. Pou illon , 1970: 80.
l.M . Lew is . 1977: 209 210.
Eliade, op. cit.: 10.
C ita do en Lewis . op. cit.: 188.
Por ejemplo. H. N a chtiga ll, 1976; R. H a ma yon . 1978a: 40 42.
P. T. Fu rs t, 1976.
44 INTRODUCCIÓN
to en el continente asiático como americano, au nqu e hay qu e ser mu y pru
dente en este género de afirmaciones pu es sociedades qu e han ab andonado
la caza a menu do conservan la ideología " y siguen definiéndose con respec
1
interés desvía un poco la atención de la región siberiana. Esto ha llevado a
algu nos investigadores, como por ejemplo a W . La B arre, a postu lar qu e el
cha ma nismo está en cierta forma «programado» por la experiencia extática
en la qu e las su stancias psicodélicas constitu yen el poderoso vehícu lo . 21
Recordemos que M. Eliade ve en el hecho de recurrir a las drogas para indu
cir el éxta s is u na ma nifes ta ción de la degenera ción de las prá ctica s
c h a m á n i c a s , o r ig in a l m e n te fu n d a d a s en la e x p e r ie n c ia r elig ios a
«espontánea». Para Furst, las experiencias psicodélicas son, en camb io, «la
fuente de la vida mística, la raíz de la práctica religiosa, el origen del arte, la
experiencia fundadora de la cultura h u ma n a » . 22
mismo alu cinógeno en su contexto cultural, el autor indicaba que, si b ien la
experiencia alu cinógena es fuente de inspiración en la cu ltu ra, está sin
emb argo siempre codificada por ésta ú ltima . 24
18
V er al res pecto R. H a ma yon , 1978a: 40 41; M. Perrin, 1976: 14: W . La B a rre, 1975:
2 6 5 .
E. Lot Fa lck. 1973: 1.
2 0
Por ejemplo, sólo para la región su da merica na y con pocos a ños de intervalo tenemos
cu a tro recopila ciones de textos: P.T. Fu rst (ed.). La Chair des Dleux: Vusage rituel des
psychédéliques, P a r is . 1974 (1972 p a r a la ed ición a m er ica n a ) ; M .J. H a r n er ( ed . ) .
Haüucinogens and Shamanism. New York, 1973; V. Penteado C oelho (ed.). Os alucinógenos
e o mundo simbólico: O uso dos alucinógenos entre os indios da América do Sul, Sao Pau lo.
1976: D .L. B r ow ma n & R.A. Schvvarz (eds.), Spírits. Shamans. and Stars: Perspectives
from South America. Paris Th e Ha gu e. 1979.
2 1
W . La B a rre, 1974.
2 2
P.T. Fu rs t. 1974: 13 16.
" G . Reichel D olma toff. 1970: 32 33.
Recor d emos qu e el mis mo E lia de hab ía en ca u za d o la inves tiga ción en esta dirección
( a u n q u e n u n ca se refirió a los a lu cin ógen os en p a rticu la r) al h a b la r, en el ú ltimo
párrafo de su epílogo, de las crea ciones cu ltu rales posib ilitadas o es timu la da s por las
ex p er ien cia s ch a m á n ica s .
2 4
G . Reichel D olmatoff, 1974. M. E lia de. por su parte, se contenta b a con decir qu e la
experiencia a lu cin ógen a segu ia los «modelos tra diciona les coh eren tes » (1968: 29).
INTRODUCCIÓN 45
Yendo más lejos en este sentido, los defensores de la antropología cu ltu
ral n or tea mer ica n a piensan qu e existe u n «determinismo cu ltu ral» es
23
tricto en el comportamiento alucinatorio y en el contenido de la experiencia
alu cinógena («altered states of consciou sness»); las visiones serían enton
ces una simple proyección de temas y motivos cu ltu rales conocidos, lo que
D ob kin de Ríos llama «stereotypic visions» y Langdon, «culturally influenced
visions».
Si b ien es innegab le qu e hoy en día hay u n renovado interés por el
chamanismo en la literatura etnológica, podemos pregu ntarnos si se trata
de una moda tal como opina E. LotFalck. Es probable en parte, sobre todo por
el interés suscitado por los alucinógenos. Sin embargo, es posible que estemos
asistiendo a u na toma de conciencia de la importancia del fenómeno en su
totalidad, en especial por el hecho de que haya resu rgido en ciertas zonas
particularmente amenazadas o expuestas con demasiada brutalidad al cambio
cultural. Este renacimiento pu ede, por otro lado, permitir recu perar u n cierto
equ ilib rio en el seno de u na sociedad determinada. Citando a Nadel en
referencia al chamanismo nuba, C. Lévi Strau ss, en la introdu cción a la
obra de M. M a u s s , mostró bien este proceso:
26
«Parece, en efecto, que bajo la influencia del contacto con la civilización,
la frecuencia de psicosis y neurosis tiende a aumentar en grupos sin
chamanismo, mientras que en los otros es el chamanismo el que se
desarrolla sin que incrementen los problemas mentales.»
destina o esporá dica . En camb io, en América del Sur, el chamanismo con
28
Problemas de definición
chamanista «sino solamente una clase de homb res». Va n G ennep no veía en
los chamanes más qu e a «hommes-médecine» y no le otorgab a ningú n sentido
2 5
M. D ob kin de Ríos. 1975; La ngdon, J. 1979.
2 6
C. Lévi S tra u s s , 1968: XXI XXII.
2 7
E. Lot Fa lck. 1973.
2 8
R. H a ma yon , 1975 1976: 101.
2 9
A. V a n G en n ep , 1903.
46 INTRODUCCIÓN
b ien definido al término «chamanismo», salvo por el que designab a «un cier
to estado social, la forma de civilización en la qu e la religión es animista y el
chamán u n individu o poseedor de poderes sob renatu rales con la ayu da de la
magia» (p. 56) .
Resu lta mu y cu rioso que, setenta años más tarde, E. Lot Falck retome
los mismos argu mentos:
«Siempre será preferible hablar de chamán más que de chamanismo,
ya que las prácticas chamánicas pueden hallarse asociadas a cualquier
sistema religioso (animista, politeísta, monoteísta). Ser chamanista
no significa profesar ciertas creencias sino recurrir a una cierta forma
de comunicación con lo sobrenatural». (1974: 615).
Veremos, en efecto, qu e el autor ve al chamanismo como u n epifenómeno,
en mayor o menor medida compatib le con cu alqu ier tipo de religión, al qu e
le confiere sólo u na determinada coloración.
Paralelamente a las primeras tentativas por dar u na definición sociológica
del ch a ma n is mo , aparece la tesis patológica qu e «redu ce las manifesta
30
cha ma nismo no sólo es un conjunto de prácticas simb ólicas, u na su ma de
conceptos y de creencias, sino además u na práctica social. M. B ou teiller se
apoyará tamb ién en esta definición, insistiendo en particu lar tal como lo
indica el título de su libro en la cu ración mágica, rasgo qu e considera esen
cial en el cha ma nis mo . 35
A. Métrau x, cu ya posición sobre el chamanismo su damericano pu ede
compararse con la que tiene E. LotFalck respecto del chamanismo siberiano.
3 0
M. B ou teiller, 1950: 7 9.
3 1
L. D ela b y y R. H a ma yon «N otice su r E. Lot Fa lck», L' Ethnographie 74 75, 1977. n.
s p ec: Voyages chamaniques: 8.
3 2
A. O hlma rks , Studien zum problem des Schamanismus, 1939.
3 3
V er en p a rticu la r el ca pítu lo «La p os s es s ion et la p s ych ia trie», en I.M. Lew is . 1977:
193 223. y G . D evereu x. 1970: 183.
3 4
W . Pa rk. 1975: 10.
3 5
«La a cción d e cu r a r es , s in d u d a , la fu n ción ch a m á n ica m á s im p or ta n te: d efin e
es en cia lmen te el rol del ch a má n .» M. B ou teiller, 1950: 28.
INTRODUCCIÓN 47
s ob re tres p u n tos : la fu nción social del ch a má n , el hecho de qu e el
chamanismo constitu ya una «profesión» o una «clase profesional» y, final
mente, qu e el chamán pueda estar poseído por los espíritus. Este ú ltimo
pu nto, tal como veremos a continu ación, se ha convertido en el centro de u n
deb ate sobre las relaciones entre chamanismo y posesión.
En 1951 se pu blicó la obra que luego se convirtió en u n clásico de M.
Eliade sobre el chamanismo en el mu n d o . El fenómeno se registra casi en
37
ha sido fu ertemente criticada, la obra de M. E lia d e sigue a pesar de todo
39
siendo la referencia en materia chamánica, au nqu e sólo sea por la ampli
tu d de fuentes consu ltadas. A decir verdad, es hasta hoy el único intento de
s ín tes is de las p rá ctica s ch a má n ica s en el mu n d o. E lia de define al
chamanismo como «una técnica de éxtasis» y al chamán como «el especia
lista de u n trance, du rante el cual su alma sale del cu erpo para emprender
ascensiones celestes o descensos inferna les » . Aqu í tenemos la definición
40
«mínima», por así decirlo, del chamanismo, que lo redu ce a una simple téc
nica mística. El au tor queda, por otra parte, algo confundido respecto del
sentido que le otorga al término «éxtasis»; sin emb argo, lo asimila en cierto
grado a «trance» o al «viaje del a lma » . El éxtasis, señala, es el rasgo carac
41
terístico del chamanismo y es eso lo que lo distingu e de otro tipo de expe
riencias mágico religiosas. Eliade marca u n fuerte contraste entre «éxta
sis» y «posesión», al acordarle una primacía histórica al primero sobre la
segu nda. Segú n él, la «posesión» es a lo su mo un fenómeno «extrachamánico».
En oposición total con lo que sostiene M. Eliade, el chamán aparece definido
en la sexta edición revisada y corregida de Notes & Queries on Anthropology
como un poseído, «un sacerdote o un experto poseído por los espíritu s» . 42
3 6
A. Metrau x, «Le ch a ma n da ns les civilisations indigenes des G u ya nes et de l'Ama zonie».
1967: 100.
3 7
M. E lia de, 1968 (2a. ed .).
3 8
L. D ela b y et R. H a ma yon. 1977: 8.
3 9
Para u na critica glob al de su ob ra, ver E. Lot Falck, 1973: 12.
4 0
E lia d e, 1968: 23.
4 1
«W e... limit the term 's h a ma n ' to those a mong the va riou s 'specia lists of the sacred'...
w h o k n ow h ow to emp loy ecs ta s y for the b enefit of the commu n ity. E cs ta s y a lw a ys
involves a trance, w hether 's ymb olic' or pretended or real, and the tra nce is interpreted
a s a tempora ry a b a ndonment of the b ody b y the sou l of the shaman*. (M. E liade. 1961:
153 154.)
4 2
«Th e con d ition of p os s es s ion is typ ica l of th e m ed icin e m en of th e S ib er ia n a rctic
r eg ion s w h o a re ca lled s h a m a n s . Th e ter m h a s b een a p p lied g en er a lly for s p irit
pos s es s ion of priest, and the ma nifes ta tion ha ve come to b e called s ha ma nis m*. B .Z.
S eligma n (ed.). Notes & Queries on Anthropology, London, 1951, sixth ed.
48 INTRODUCCIÓN
No ob stante, el pensamiento de M. Eliade ha marcado profu ndamente el
espíritu de los investigadores en esta área, au nqu e tamb ién ha su scitado
vivas críticas por su redu ccionismo. El primero fue H. B aldu s qu ien hab la
del chamanismo como de una verdadera institución socia l . Sin du da hay 43
autor, el chamanismo al igual que la posesión son «dos modos de enfocar lo
sagrado», aparecen «acoplados en sentido contrario», «en posiciones simétri
cas e inversas»; el primero representa una ascensión del homb re hacia los
dioses; el segu ndo, el descenso de los dioses al homb re. El chamanismo se
ria u na «metafísica ascensional» y la posesión una «encarnación». Amb os
fenómenos son, por lo tanto, considerados como «procesos antitéticos», tesis
defendida por G. C ondomina s y por mu chos otros, entre ellos R. B astide
45
qu e expresa sin emb argo sus reservas en cu anto a la oposición adorcismo/
exorcis mo . A esto Lewis(1977) objeta que esta oposición no es tal dado que
46
los dos fenómenos se produ cen a menu do ju ntos. B asándose en el ejemplo
tu ngú , Lewis intenta demostrar que no pu ede llegarse a una definición del
chamanismo oponiéndolo a la posesión pu es amb os pu eden coexistir en u n
mismo gru po, tratándose simplemente de dos modalidades en la aceptación
del llamado místico y no «de experiencias totalmente opu estas qu e depen
den de dos tipos de cu ltu ras diferentes», y que por lo tanto no pertenecen
como señala M. Eliade a dos períodos históricos de evolu ción. Prefiere ha
4 3
«O xa ma n is mo é urna institu eao social cu jos representantes a través do éxta s e produ zido
s egu n do pa dróes trib ais, en tra m em conta cto com o sob renatu ral a fim de defender a
commu n id a d e de acordó com su a s respectiva s ideologías religiosas, seja por via gens a
mu n d os do Além, seja pela pos s es s á o por espiritos.» (H. B a ldu s , 1965 1966: 187).
4 4
L. D e H eu s ch , 1971: 227. La asimilación del ch a ma n is mo a u na «religión» fu e, segú n
vimos , r ech a za d a de lleno por E. Lot Fa lck. A. Lommel lo con s id era u n «comp lex of
r eligiou s n otion s a nd m od es of b eh a vior » ( 1967: 8) y A. H u ltk r a n tz, u n «comp lejo
religioso y má gico» centra do en lo «mágico extático», esto es. el ch a má n («Spirit Lodge,
a N orth America n S ha ma nistic S eance», en: C M . E ds ma n (ed.), Studies in Shamanism.
1967: 3 2 ) . Pa r a H. F in d eis en el ch a m a n is m o es u na «s p ir itu a lis tic r eligión » («D a s
S ch a ma n en tu m ais s piritis tis che Religión», Ethnos 3 4, I9 6 0 : 192). E n ca mb io, pa ra
R. H a ma yon, el ch a ma n is mo es má s (u otra cosa) qu e u na religión: «Inclu so el término
religión', d ema s ia d o ligado por la práctica occidental a la pres encia de u n dogma , de
u n cu lto, a u na cierta preocu pa ción por la salvación, no b asta para da r cu enta de todos
los a s pectos del ch a ma n is mo.» (1978a: 17, n. 1).
4 5
G . C on d omin a s , 1976.
4 H
R. B a s tid e, 1972: 101 102.
INTRODUCCIÓN 49
b lar en u n caso de «posesión controlada» o «solicitada» (chamanismo) y en el
otro de «posesión incontrolada» o «no solicitada». Llega así a definir al chamán
incorporando amb os fenómenos, tal como lo hab ían hecho Métrau x y B aldu s
con anterioridad. Por su parte, S chróder ya había adoptado el pu nto de vis
47
ta segú n el cual el viaje del alma y la posesión son dos aspectos de u na
misma realidad. En su diccionario de etnología, M. Panoff y M. Perrin retoman
los mismos argu mentos al precisar que el chamán es u n:
A veces se ha negado la conjunción de estos dos puntos en la defini
ción (Eliade, 1951), aunque sin motivo (Lewis, 1971)» . 48
Más recientemente, Reinhard (1976) recopiló e hizo una crítica de las
diferentes tentativas de definición del chamanismo para llegar, inspirándo
se en Shirokogoroff, a la conclu sión de qu e el chamán está tan ligado a la
posesión por parte de espíritu s como al viaje del a lma . El au tor insiste en 49
s entido qu e para a lgu nos a u tores , como por ejemplo A. L o m m e l , el 51
chamanismo sigue siendo ante todo un prob lema de orden psicológico.
J. Pou illon (1970), por su parte, le da la razón a Luc D e Heu sch por hab er
insistido en la oposición chamanismo/posesión, al tiempo qu e atinadamente
señala qu e «para qu e u na oposición tenga sentido es necesario qu e los
términos en oposición tengan algo en comú n». El hecho de qu e, du rante el
via je del a lma fu era del cu er p o, a lgu n os es p ír itu s p u ed a n ocu p a r
provisoriamente el cu erpo ab andonado ob edece, segú n el autor, más a u n
«intercamb io» (otros dirán de u na «incorporación») qu e a u na verdadera po
sesión.
G. Rou get (1980) es más radical. En su estu dio sob re las relaciones entre
la mú sica y la posesión, retoma a D e Heu sch y opone en forma categórica el
chamanismo a la posesión en b ase, esta vez, al «trance» (que distingu e, en
4 7
D . S chroder, «Zu r S tru ktu r des S ch a ma n is mu s », Anthropos 50, 1955: 848 881.
4 8
M . Pa noff y M. Perrin, 1973: 56.
4 9
«A s ha ma n is a pers on w h o at his will ca n enter into a non ordina ry psychic state (in
w h ich he either ha s his sou l u n d erta ke a jou r n ey to the spirit w orld or he b ecomes
p os s es s ed b y a s pirit) in ord er to m a k e con ta ct w ith th e s pirit w or ld on b eh a lf of
memb ers of his commu n ity, (bp. cit: 16).
5 0
«For ex a m p l e, if a p er s on fu lfilled all a s p ects ex cep t th e s ocia l on e, I w ou l d n ot
cons ider him a s h a ma n , b eca u s e the s h a ma n is mos t definitely a social fu nctionary*.
{op.cit: 18).
51
"S h a ma n is m... is first and foremost a ps ychologica l prob lem. N a tu ra lly s h a ma n is m is
a ls o a cu ltu ra l, h is torica l a n d eth n ologica l p h en omen on , b u t its p s ych ologica l s ide
mu s t not b e overlooked". (1967: 7).
50 INTRODUCCIÓN
mi opinión no con demasiada claridad, del «éxtasis»); cada u no de estos dos
fenómenos moviliza dos ideologías mu y diferentes del trance: por u n lado el
«trance chamánico» y por el otro el «trance de posesión», oposición qu e se
presenta en tres aspectos:
viaje de los homb res al viaje de u n espíritu (o de u na
mu ndo de los espíritu s divinidad) al mu ndo de los homb res
el chamán domina a los espíritus dominan al chamán
los espíritu s
trance volu ntario trance involu ntario
Pero Rou get ha tenido la preca u ción de señalar qu e existen forma s
híb ridas: «Qu e entre el chamanismo y la posesión existan todo tipo de formas
intermedias posibles no deb e hacer olvidar la diferencia qu e los separa; ésta
es fu ndamental». (1980: 53) .
D e mod o qu e el deb a te sigu e ab ierto. Pa rtida rios o no de las tes is
enu nciadas, algu nos consideran qu e conviene no ob stante marcar la dife
rencia .
R. Hamayon hizo un b alance crítico de los estu dios sobre el tema . La 52
viaje (exteriorización del alma del chamán) y el carácter volu ntario de la
acción del chamán (control del viaje) no han hecho más qu e distingu irlo de
la posesión «sin definirlo ni dar cu enta de la institución y de la práctica qu e
éste imp lica » . Para la autora, el chamanismo debe definirse «desde el in
54
terior», con lo qu e así pone fin al debate que intenta caracterizarlo en rela
ción con la posesión. Propone presentarlo como un conju nto ideológico 55
ideología en el sentido de «sistema de ideas y de va lor es » definido por 56
ciertos principios estru ctu rales o «ideas». Segú n la autora, es necesario tra
5 2
«La confu sión de la ima gen del cha má n ob edece a la au sencia de u na teoría a ntropológica
glob a l del ch a ma n is mo. La s in terpreta cion es ps icopa tológica s (entre otra s O h lma r ks )
son recu s a da s por los hechos mis mos : el misticismo de Eliade las mu tila y las deforma
y a n u la el a s p ecto s ociocu ltu r a l de la in s titu ción y d e la p r á ctica ch a m á n ica . E n
cu a nto a las pos tu ra s exces iva mente modes ta s no le hacen ju s ticia al ch a ma n is mo en
ta nto fen ómen o qu e orga niza glob a lmen te la vida y el p en s a mien to de u n a s ocieda d,
como ocu rre en S ib eria». (1978b : 55 n. 1).
5 3
«La n oción de ch a m a n is m o ha ten id o u n a s u er te m u y va r ia b le y s iem p r e ha s id o
fra gmen ta do, vincu la do en ma yor o menor gra do a los s is tema s má s divers os : qu e se
ha ya p od id o ver en el ch a ma n is mo ta n to u n conju nto va go de p rá ctica s ma r gin a les
como u na técnica mística, u na forma de psicoanálisis, u n cu lto tera péu tico, el reverso
o la franja má gica de cu a lqu ier religión... tiene algo de provoca tivo». (1978a : 17)
5 4
R. H a ma yon , 1978a: 18.
5 5
Ib id.: 17. El u s o del término «cha ma nis mo» resu lta entonces perfecta men te legítimo.
5 B
V er «D e l'idéologie». L'Homme XVIII, 3 4, 1978: 7 15. en especial la introdu cción de J.
P o u il l o n .
INTRODUCCIÓN 51
tar «de identificar a través de las realidades indígenas las 'ideas' fu ndamen
tales del sistema cuya existencia se p os tu la » . De este modo, se diferencia
57
de Lot Falck para qu ien, reiteramos, el chamanismo no es más qu e un
epifenómeno. Tendría mos aqu í, en cierta forma, u na visión máxima del
chamanismo frente a la visión mínima de M. Eliade. Esta visión tiene el
interés de presentar al chamanismo como u na instancia «fundadora» de la
sociedad en la qu e el chamán sería a la vez su «pivote ideal y funcional». El
estu dio del chamanismo parecería entonces determinante en el contexto
sib eriano en general y b u riato en particular. Pero, según precisa la autora,
resta saber si la institución, por sí sola, basta para dar cu enta de todo el
campo social b u riato.
Por lo tanto, está lejos establecer u nanimidad en materia de definiciones
del chamanismo. Esto prob ab lemente ob edezca a la diversidad de orienta
ciones en las investigaciones, pero también a la complejidad qu e rodea al
fenómeno y a la dificultad especial de investigar sobre este tema. Por otro
lado, quizá parezca vano o tal vez injustificado qu erer definir al chamanismo
a cu alqu ier precio. ¿Acaso se ha logrado definir la religión de u n modo satis
factorio? Lo qu e podemos decir por ahora es que con el chamanismo esta
mos frente a un fenómeno de gran complejidad qu e irriga cu ando funciona
lib remente a la totalidad del cuerpo social. Por este motivo, el chamanismo
no pu ede dejarse encerrar en estereotipos ya antigu os (enfermedad mental,
experiencia mística, etc.) o en definiciones demasiado estrechas, allí donde
precisamente logra plena expresión como fenómeno globalizante. Conjunto
de ideas y de prácticas sobre el mu ndo y su reprodu cción, visión del mu ndo
y reflexión sobre el mu ndo, el chamanismo funciona también en el plano
sociológico como una verdadera institución y debe, por lo tanto, estu diarse
como tal, en su doble dimensión: religiosa y social.
5 7
R. H a ma yon . 1978a: 18. La a u tora identifica en el a rtícu lo cin co «idea s motrices » a
partir del a ná lisis de u n mito b u ria to qu e narra el s u rgimiento del primer ch a má n .
LOS YAGUA Y SU MEDIO
Los Yagu a constitu yen una sociedad de aproximadamente 3,500 individu os
diseminados en el corazón de las hú medas selvas amazónicas, en el oriente
peru ano. El Ama zona s representa el eje medio de su territorio qu e se ex
tiende hacia el norte hasta el río Pu tu mayo (en la frontera con Colomb ia) y
hacia el sur hasta el río Yavarí (en la frontera con B rasil), con una superficie
total de u nos 70.000 km . Esta vasta región de tierras bajas y hú medas está
2
territorio por parte de individu os sin escrú pu los y sedientos de riqu ezas. Si
bien los Yagu a mantu vieron algu nos contactos esporádicos con los b lancos a
lo largo de los siglos XVI y XVII, su evangelización sistemática recién co
menzó en realidad a fines del siglo XVII con la fundación de las primeras
misiones jesu ítas en el cu rso medio del Amazonas. Hasta 1768, fecha de su
expu lsión, los jesu ítas intentaron «reducir» (convertir al catolicismo) el ma
yor nú mero posible de indígenas y someterlos a u n trabajo sistemático en
las aldeas misiones. En el caso de los Yagu a, todas las tentativas fracasaron
en mayor o menor medida. En primer lugar las enfermedades, lu ego los con
flictos entre gru pos y la irascibilidad de ciertos misioneros llevaron a los
1
Va ria s etimologías son posib les: del qu echu a, yaguar, «color de sangre», expresión qu e
pu ede tradu cir la cos tu mb re qu e tenían los Yagu a de u ntarse el cu erpo con achiote: del
taino, yagua, término qu e designa a va ria s es pecies de pa lmera s cu yos troncos están
recu b iertos de u na espesa capa vegetal qu e recu erda las faldas de fibras u s a da s por los
Ya gu a : o ta mb ién del gu a ra ní, yagua, qu e significa «p elu d o, a felpa do», s iemp re con
referencia a la ves timen ta .
2
La historia de los Ya gu a desde la conqu ista hasta nu estros días ha sido ob jeto de u na
p u b lica ción deta lla da (J. P. C h a u meil. 1981).
56 LOS YAGUA Y SU MEDIO
Peb a Yagu a a emprender la huida, a la rebelión o al asesinato. El éxito rela
tivo y efímero de algu nas misiones se explica sobre todo por el clima de
insegu ridad de la época: los ejércitos portu gu eses, en gu erra con la corona
española, saqu eab an las misiones y sometían las pob laciones a la esclavi
tud; las epidemias devastab an extensas regiones y la hamb ru na hacía es
tragos. Algu nos gru pos hostigados encontrab an refugio momentáneo en las
misiones qu e hab ían resu ltado ilesas, donde por lo general recibían protec
ción y alimento, para lu ego ab andonarlas una vez pasado el peligro. Lu ego de
la expu lsión de los jesu ítas, los indios de las misiones cayeron bajo la domi
nación de los primeros colonos. Otros misioneros se esforzaron por reactivar
los antigu os estab lecimientos pero al poco tiempo estalló la fiebre del cau
cho. Su extracción alcanzó su pu nto cu lminante entre 1880 y 1914, u no de
los periodos más somb ríos de la historia indígena del Perú. Los maltratos de
los cau cheros y las «correrías de indios» se mu ltiplicaron en todo el territorio
yagu a, lo qu e los obligó a refugiarse en zonas menos accesib les. U na vez
pasada la fiebre del cau cho, la explotación maderera y el comercio de cu eros
y pieles alcanzaron u n desarrollo prodigioso. Bajo la dura tutela de los colo
nos, los Yagu a se vieron obligados una vez más a emigrar hacia nu evos
territorios. En 1950, se estimab a qu e sólo el 10% de los Yagu a había escapa
do al control de los colonos.
Mujer Yagu a. Alto Ata cu a ri (1994)
El Viejo Vilca. Alto Ata cu a ri (1994)
Regreso de la Chacra. Río Cajocu ma (1973)
LOS YAGUA Y SU MEDIO 57
Hoy en día, la civilización occidental está más presente que nu nca. El
proceso de acu ltu ración iniciado desde hace más de cu atro siglos se está
acelerando peligrosamente. La nu eva política del gob ierno se ha fijado como
objetivo prioritario «conqu istar la Amazonia», con la implantación de indu s
trias privadas y la creación de una importante red vial. Se han llevado a
cab o reu niones mu ltisectoriales para decidir sobre una política fronteriza y
sobre las características de los nu evos proyectos microregionales de desa
rrollo. Es así que, para la zona qu e nos ocupa, se acaba de lanzar un vasto
plan de colonización para el período 1982 1985 que afecta a todos los secto
3
res de la economía regional. ¿Acaso los Yagu a, sometidos una vez más a
nu estra historia, podrán encontrar los mecanismos qu e les permitan adap
tarse a los nu evos constreñimientos preservando al mismo tiempo su pro
pia identidad? Sin emb argo, a pesar de estar amenazados cu ltu ralmente, la
pob lación yagu a se halla en au mento. La escasez de datos demográficos no
permiten evalu ar con precisión su índice de crecimiento pero los releva
mientos qu e efectu amos en varias comu nidades a lo largo de 10 años indi
can qu e éste continú a, en parte gracias a las campañas para erradicar la
malaria, au nqu e sobre todo por el marcado au mento de nacimientos en los
gru pos sedentarizados.
C omo introdu cción al tema de esta obra, presentaremos en las páginas que
sigu en un resu men de las principales características de la cultura yagu a.
La sociedad yagu a está organizada en clanes patrilineales riña asociados
a nomb res de animales o vegetales. Registramos qu ince pero en realidad su
nú mero es mayor. Si bien en otros tiempos estu vieron más localizados, hoy
en día se hallan dispersos en todo el territorio. De acu erdo con su importancia
nu mérica, cada clan ocu pab a u na o más «malocas», amplias casas plurifa
miliares a las que les dab an un nomb re; estaban las ricaturorejú, «las casas
del mu rciélago», las mékatiurorejú, «las casas de la ardilla», etc. D istantes
u nas de otras, las malocas se constru ían sobre altu ras en las proximidades
de u n arroyo que servía a veces de topónimo: tangaranahamwo, «la gente del
río Tangarana», corotuhamwo, «la gente del río Corotú », etc. Las relaciones
entre las malocas se b asab an en el parentesco (cu ando varias alb ergab an a
u n patrilinaje), en la alianza matrimonial o en la hostilidad. En la actu alidad,
las malocas prácticamente han desaparecido para dar lugar a las chozas
individu ales de estilo neocolonial, lo que ha provocado la ru ptu ra de los
patrilinajes. Las comu nidades actu ales se componen en la mayoría de los
casos de segmentos de linajes de origen diferente. De allí la tendencia a
una endogamia local.
3
Plan de desarrollo microregional Eje Yavarí-Caballo-cocha, O rga nis mo Regional de D esarrollo
de Loreto, Iqu itos. Ju lio de 1981, 49 p.
58 LOS YAGUA Y SU MEDIO
Los Ya gu a camb iab an de lugar de residencia cada dos o tres años, inter
valo por lo demás variab le si se tiene en cu enta la situ ación particu lar de
cada gru po y de la permanencia de gu erras, elemento constitu tivo de la vida
social indígena; sin emb a rgo, hoy se ob serva u na clara tendencia a la
sedentarización. Au nqu e, estrictamente hab lando, entre los Yagu a no exis
te ningú n sentimiento de propiedad territorial, la necesidad de poseer tie
rras y de fijar su s límites en el espacio surge a partir de la sedentarización.
Los Ya gu a siguen en teoría una regla de residencia patrilocal. Lu ego de
u n b reve período de u xorilocalidad correspondiente al servicio del yerno,
ndiayawa ráhaca, «trabajo del yerno», la joven pareja se establece definitiva
mente en el linaje del marido. No obstante, en las regiones mu y expu estas
al camb io económico, los Yagu a han adoptado la estrategia de u na residen
cia matrilocal. Al retener a sus hijas, los padres podrán así recu perar el
salario de su s yernos en reemplazo de sus servicios ya qu e, a comienzos de
la vida conyu gal, estos ú ltimos ofrecen su fuerza de trabajo en los mercados
mestizos. Frente a esto, una sociedad matrilocal está mejor provista qu e
u na sociedad patrilocal, donde la continu a partida de los homb res da lu gar a
la disgregación au tomática del gru po local.
Fu era de los gru pos locales, no existe ningu na institu ción qu e cu b ra el
conju nto de los sectores de actividad o que integre en u na estru ctu ra co
mú n a la totalidad de los miemb ros de la sociedad. En au sencia de u na jefa
tura tribal, cada comu nidad forma en principio u na entidad políticamente
independiente. El ú nico signo de jerarqu ía política es la del rorehamwo, «du e
ño de maloca», jefe de u n linaje o de u no de su s segmentos. La cohesión del
gru po en tanto entidad étnica se centra en el ju ego de relaciones entre las
u nidades de b ase, es decir entre los gru pos locales, que tejen u na compleja
red de intercamb ios (matrimoniales, económicos, rituales, etc.) y de presta
ciones mu tu as. Es esta red de relaciones entre las u nidades de b ase la qu e
de hecho constitu ye el esqu eleto de todo el edificio social ya gu a y los ci
mientos de la cohesión tribal.
Los Ya gu a se proclaman con insistencia cazadores y se definen en relación
con la caza, au nqu e recib an de la agricultura la mayor parte de su alimento,
en peso y calorías. La caza no es percibida por ellos como una simple actividad
de produ cción sino como una actividad altamente valorizada en el plano
simb ólico. D ado que se trata de una práctica mascu lina, es la actividad de
prestigio por excelencia. Ser b u en cazador es el ideal de todo homb re. El
tema de la caza es, por otra parte, recurrente en la mitología, donde los
héroes modelo mascu lino en su género son magníficos cazadores. Toda la
figu ración artística ya gu a (disfraces, máscaras, estatu illas, instru mentos
de mú sica) está directamente asociada con las actividades cinegéticas y las
pantomimas más representadas se inspiran en las escenas de caza. Asi
mismo, un b u en nú mero de desplazamientos son motivados por las migra
ciones de ciertas especies de mamíferos que, a excepción quizá de los cérvi
dos, son indispensab les para el ritual y constituyen el alimento más apre
ciado. A la importancia económica, simbólica y ritual de la carne se su ma
LOS YAGUA Y SU MEDIO 59
u n criterio de orden gu stativo. La carne es samaría micara, «b u en alimento»
por excelencia, y ocu pa la cú spide en la jerarqu ía de gu stos entre los Ya gu a
qu ienes no podrían apreciar u na comida sin ella. Los grandes mamíferos
herb ívoros (tapir, pécari), algu nos roedores (paca, agutí, capib ara) y diversas
especies de monos y pájaros constitu yen los principales animales de caza.
La caza pu ede ser individual cu ando se b u sca el alimento diario o colec
tiva, en ocasión de los grandes rituales qu e exigen carne en ab u ndancia.
Todo cazador posee de tres a seis añépujo, «lu gares de caza», a donde se diri
ge cada vez qu e sea necesario, rotando para limitar la frecuencia de visitas
a un mismo «lugar».
Segú n la importancia de las presas, la carne se reparte entre todos los
miemb ros del gru po local. U n homb re pasa de esta forma b u ena parte de su
vida cazando para los demás pero a camb io recibe al menos tanto como lo
qu e da. Este sistema de dones y contradones, generalizado para todo el aba
nico de produ ctos alimenticios, funciona como un mecanismo regu lador con
miras a redu cir las desigu aldades en el seno del gru po.
La recolección en la selva de frutos, miel, hu evos de tortu ga y de pájaros,
y de artrópodos es una tarea complementaria de la caza, au nqu e compartida
por amb os sexos. Esta parte de alimentos recolectados representa alrededor
del 15% del total de produ ctos cons u midos ; por lo tanto, no constitu ye, tal
4
como la literatura etnográfica se ha complacido en describir, una actividad
complementaria insignificante. La recolección pu ede ser ocasional, du ran
te las partidas de caza o los desplazamientos por la selva, u organizada, en el
período de madu ración de ciertos frutos y en la época en que ab u nda la miel.
Los primeros frutos aparecen en febrero con el pijuayo [Bactris gasipaes). Es
tamb ién el tiempo de la miel, despu és del "tiempo de las flores" y de los
hu evos de rana. La segu nda época de produ cción frutal comienza en ju lio,
período en el qu e las tortu gas desovan en las playas de los ríos. De noviemb re
a enero, los Ya gu a parten en b u sca de hu evos de pájaros.
Con los desplazamientos de los Yagu a hacia u n ecotipo ribereño, la pesca
actividad qu e en otra época era considerada secu ndaria desde un pu nto de
vista económico está en plena expa nsión. Tiende en a lgu na s zona s a
su plantar a la caza qu e a pesar de todo sigue investida de u n fuerte valor
simb ólico. De todas maneras aparecen mu taciones en las representacio
nes: si b ien los espíritu s tienen para el cazador u n carácter netamente sel
vático, su elen convertirse en acu áticos para el pescador.
En u n ecotipo rib ereño, la pesca es estacional pu es la selva permanece
inu ndada varios meses al año. En la época de las grandes crecidas se pesca
en las «tahu ampas» (extensiones redu cidas de tierras inu ndab les); el cau dal
de los ríos es demasiado fuerte como para poder pescar. N o ob stante, este
período se denomina «tiempo del pescado», kiwá répacionu, pu es es el «tiem
4
El con s u mo en el sitio de recolección de u na parte de los produ ctos recogidos torna a
veces difícil la eva lu a ción de este recu rs o dentro de la a limenta ción glob a l d a d o qu e
esca pa a todo tipo de control.
60 LOS YAGUA Y SU MEDIO
tiempo varias parcelas individu ales , cada una en una etapa diferente de
5
cu ltivo. A diferencia de la recolección efectuada en la selva en el transcu rso
de las marchas o de las visitas esporádicas y estacionales, la cosecha en las
chacras se practica en forma regu lar y cotidiana. La distancia qu e separa
estas chacras de la zona de viviendas varía de u nos minu tos a algu nas ho
ras de marcha. Si bien la du ración promedio de la explotación de las parce
las es en realidad de dos años en las tierras bajas, a menu do se redu ce a u n
año en las tierras altas, donde los suelos son más pob res. La tierra qu eda en
b arb echo por un lapso generalmente prolongado, en promedio de qu ince a
veinte años para u na explotación de u nos dos años. Sin emb argo, los gru pos
sedentarizados se ven ob ligados a dejar descansar las parcelas poco fértiles
dos o tres años solamente. Las parcelas pertenecen a los qu e las cu ltivan
por el tiempo de su explotación (la propiedad se aplica a los produ ctos, no a la
tierra desb rozada). La u bicación de una parcela desb rozada se determina en
función de las características topográficas y del suelo, de la natu raleza de la
vegetación (primaria/secu ndaria) y de la distancia qu e la separa de los
lu gares de vivienda. Los Yagu a eligen preferentemente u n sector de la selva
con «maderas b landas», wosarádinenu (selva secu ndaria), para iniciar el
desb rozo. Hay menos cantidad de raíces y su descomposición es rápida. El
momento más favorable para el desb rozo es a comienzos del «verano», ya
b ien entrada la bajante de las agu as y una vez disminu ida la intensidad de
las llu vias. D esbrozar, qu emar y plantar son tareas qu e conju gan el esfuerzo
de homb res y mu jeres pero la tala de árboles grandes es exclu sivamente
mascu lina. Las siemb ras se realizan de preferencia con lu na llena para
ob tener el mejor rendimiento de las especies cu ltivadas. La mandioca du lce
y el p lá ta n o son cu a n tita tiva men te los cu ltígen os má s imp or ta n tes ,
representando entre el 80 y el 90% de las plantas cu ltivadas. Los Ya gu a
tamb ién cultivan taro, maíz, batata, caña de azúcar, algu nos frutos como el
ananá, tab aco en pequ eñas cantidades y alu cinógenos. Las tentativas del
Ministerio de Agricu ltu ra de introdu cir un monocu ltivo de plátano, arroz o
caña de azú car han fracasado. Los Yagu a rápidamente percib ieron qu e su s
tierras no eran aptas en ab solu to para un sistema intensivo especializado,
qu e por otro lado resulta mu y productivo en las costas inu ndab les del Ama zo
nas. Los Ya gu a no realizan acopio de alimentos salvo por la «fariña», a b ase
de mandioca amarga. Este produ cto no pertenece a su patrimonio cu linario
ya qu e los Ya gu a cu ltivan tradicionalmente la yu ca du lce. Su elab oración
mediante u n proceso de enriamiento segu ido por u no de tostado permite
E s ta s p or lo gen era l comp r en d en u n a cha cra en p r od u cción , u na o va ria s p a r cela s
a b a ndona da s qu e no ob sta nte continú a n produ ciendo hasta qu e las invada la vegeta ción
nu eva (los árb oles fru tales longevos su b sistirán entre la selva s ecu nda ria ), u n terreno
en etapa de desb rozo qu e alcanzará pleno rendimiento al año sigu iente y u na hu erta de
es pecia s , p la n ta s medicin a les y fru tales, contigu a a las vivien d a s . E n p romed io, u na
familia con cinco miemb ros dispone de má s de 50 á rea s de tierra cu ltivada, sin conta r
los ca mp os en b a rb echo, las pa rcela s colectiva s y las hu erta s contigu a s a las choza s .
62 LOS YAGUA Y SU MEDIO
En ese entonces, mi padre era u n gran cu randero. A menu do lo llamab an
sandalia, «el qu e sabe», pu es salvó mu chas almas du rante su vida. Todo el
mu ndo lo estimaba y respetaba y su nombre era conocido más allá del Atacuari
y del Ama zona s.
Ya era viejo cu ando nos instalamos sobre el Yacarité, a u n día de viaje
agu as arriba de su desemb ocadu ra.
Es allí donde me legó la parte transmisible de su saber:
-¡pwü (hijo), qu iero que sepas, me anu nció u n día, voy a enseñarte adatara
(el conocimiento, la ciencia). Con ella, asistirás y gu iarás al qu e lo necesite,
tal como yo lo he hecho siempre...
Hizo una pau sa.
En realidad, yo mismo hab ía decidido emprender la b ú squ eda de los
«poderes» a pesar de los peligros que debería enfrentar, sab iendo que nadie
estaría mejor predispu esto que yo para lograrlo...
...ya había tenido u n su eño.
Antes qu e nada, continu ó, deb es tomar «piripiri» para iniciar el ciclo: es
el PRIME R VE G E TAL. Lu ego tomarás otros, en forma progresiva. Todo reside,
tal como te darás cu enta, en el espíritu de los vegetales: su «esencia», hamwo.
Es el ú nico camino del conocimiento.
La noche de la luna nueva, me dispu se a b eb er la decocción de piripiri.
Mi difunto padre había rallado los b u lb os y preparado el brebaje. Antes de
pasarme el kuwise, el pequ eño recipiente, me advirtió de las visiones a ve
ces aterradoras que podría ocasionar el espíritu de la planta, mientras ento
nab a el canto para «tomar la pu rga»...
G r a b a d o en 1976, es te rela to p erten ece a Alb erto Pr oh a ñ o, ch a má n ya gu a y a ctu a l
líder de la comu n id a d de E d én de la Frontera , s ob re el río M a rich ín . E n es te texto,
n eces a r ia m en te fr a gmen ta r io. Alb er to r ecu er d a los m om en tos fu ertes de su p rop ia
iniciación. En esa época, todavía no hab ía cu mplido los veinte años (en 1976 tenía 35).
Fu e iniciado en u n comienzo por su padre Xenón, qu e a su vez hab ía recib ido las b a s es
del sab er cha má nico de su pa dre. Lu ego, Alb erto practicó du ra nte mu ch os años con su
tío ma terno Jos é Mu rayari, qu ien se ocu pó de perfeccionar su s conocimientos media nte
la inges ta periódica de n u eva s d ecoccion es de pla nta s .
64 EXPERIENCIA INICIATICA
ella va a ofrecernos tabaco pu es se fuma mientras se b eb e la esencia sin
dejar caer la ceniza, la ceniza del tab aco... (varias veces)
va mos a tragarla sin escu pirla ni vomitarla
Viene lu ego una brasa ardiente. Se transforma en una lombriz cu ando
me aproximo demasiado... una enorme lombriz de varios metros...
Por ú ltimo, se perfila, inmensa, la serpiente jergón; su s escamas res
plandecen como miles de lu ces. De lejos me llega el ru mor de una voz, al
principio débilmente audible, luego más fuerte, como el ruido de una multitud
¡yeeeeee EEEEEE!
Esto es lo qu e uila primera vez, al principio de todo...
Al día sigu iente, cu a ndo las imá genes hab ían ces a do, mi padre me
pregu ntó:
¿Qu é viste?
Recu erdo qu e no le contesté nada. Me hizo ayu nar por u na semana
completa du rante la qu e sólo comí un plátano y un pescado b oqu ichico, con
chapu de plátanos madu ros. Al finalizar el ayuno me había debilitado mu cho.
En la segu nda luna, hánuhú wándüu, mi difunto padre me llamó:
-¡pwü ésta es la nueva bebida (decocción de piripiri con ju go de tab aco).
Va s a conocer el tabaco, es el «camino de las almas», mbayáíu répwiñu, el
alimento de los espíritu s, por eso es qu e nu nca hay que tirar las semillas,
sino má s b ien recogerlas y conservarlas para semb rar cu ando llegu e el
momento, antes de qu e se agoten las plantas. Es por eso tamb ién qu e el
tab aco deb e penetrarte el cu erpo. D eb es convertirlo en tu gente pu es te con
du cirá donde qu ieras, te hará ver.
66 EXPERIENCIA INICIATICA
Esta noche, me dio el kuwise varias veces. Mi cu erpo no resistió la pri
mera ingesta: los vómitos y las defecaciones se su cedieron. Con la segu nda
toma, todo se pu so en orden. Los efectos fueron más inmediatos. Al principio
b orrosas, las imágenes se fueron haciendo más precisas: Veo otra vez la
candela encendida; detrás, hay animales que desfilan, algu nos con cu ernos,
otros sin cab eza, transformándose por momentos en seres hu manos.
Los colores son vivos y camb iantes: verde azu l, rojo, b lanco, negro... se
oyen gritos por todas partes: ¡AAA! ¡AAA! ¡AAA! ¡AAA! ¡aaa! ¡aaa! ¡aaa! ¡aaa!,
q u e ta p a n p a r c ia l m e n te el zu m b id o c o n tin u o d e u n m otor
rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr...
D os criatu ras (mellizos) se presentan allá, pó! Las oigo cu chichear, tengo
miedo...
No temas, no te haremos ningú n mal, al contrario, estamos acá para
enseñarte, somos la madre del tab aco.
Lu ego se alzan cantos, agu dos y lentos... iiiiiiiiiiiiiiu u u u u u u u u u u u u .
Poco a poco las imágenes se van b orrando, pero los cantos permanecen...,
primero el canto del tab aco:
En cu anto a la madre del piripiri, se me apareció mu cho más tarde. Se
me presentó al principio en u no de mis su eños:
¿Qu é qu ieres?, me pregu ntó.
Qu iero que me enseñes.
Me dio u na pastilla blanca:
Toma, voy a enseñarte. Vas a tomar cu atro veces (cuatro pastillas) y
soñarás cu atro veces. D espu és ayu narás una semana, sin moverte de tu
hamaca. N o te mu evas... Cu ando te diga «deja de ayu nar», parte de inmediato
68 EXPERIENCIA INICIATICA
a la selva. Ahí te enseñaré mejor. Pu edo presentarme ante ti en cu alqu ier
momento y en cu alqu ier lugar. Pero recuerda bien el sitio.
El día indicado partí solo a la selva. Apenas había pasado la ú ltima chacra
cu ando \tchal un demonio con cuernos, gigantesco y amenazante, se apareció
delante de mí.
Siempre recu erdo las palab ras de mi difunto padre: «No temas, no corras,
en camb io saca tu cigarro y sopla el hu mo sob re la tierra, lentamente,
f u u u u u u u u u u u u u u u u u u . . . , l u eg o al a ir e, m u y l e n ta m e n te ,
fu u u u u u u u u u u u u u u u u u u u u ».
Con rapidez encendí mi cigarro y soplé; el demonio se calmó. Veía por
primera vez a la madre del piripiri. Me pregu ntó qu é necesitab a:
Qu iero qu e me enseñes todo y qu e me des ropas mágicas para defender
me. Acá tienes tabaco a camb io.
Y le entregu é u n mazo de tab aco, tal como me había indicado mi padre.
Aceptó de b u en grado.
A camb io, toma este cigarro y esta pastilla; trágala. Tendrá s el don de la
cu ración.
Entonces me sopló en la b oca y me depositó una ñechita invisible en el
estómago para qu e pu eda resistir a las enfermedades.
Me enseñó el canto del piripiri:
La ayahu asca me toma, me arrastra. Aparecen imágenes. Mi padre me
pregu nta, yo le respondo qu e no veo nada. Me da otra dosis qu e yo trago. Los
colores b ailan, aparece la candela encendida... en u n segu ndo plano desfilan
animales despedazados... mis hu esos se salen de su s articu laciones; las
criatu ras devoran mi carne... Pero una voz dulce resu ena en mi cab eza:
¡Ve! estudia, aprende sobre el vegetal. Fu ma pero no escu pas, traga todo
el hu mo, no dejes escapar ni una b ocanada.
C hu po el cigarro pe pe pe pe..., me invade u n extraño olor, du lce y
perfu mado, segu ido por la imagen de u n tronco de a ya hu a sca . S u rgen
cu chicheos de debajo de la liana, como si alguien hablara, o más b ien cantara:
Aspiro varias b ocanadas del enorme cigarro que me dan y trago todo el
hu mo.
u u u u u u u u u u u u u u u u u u u u u u
U n perfu me me penetra el cu erpo frío. Las imágenes se esfu man poco a
poco; estoy otra vez normal, los hu esos se me su eldan. Lu ego vu elven a
aparecer... tengo miedo... se calman nu evamente para regresar otra vez.
Ante mis ojos desfilan imágenes aterradoras, me estallan los hu esos... hay
monstru os desdentados que vu elan, saltan, caen, se cu elgan, se mu erden,
se devoran... Qu iero irme pero una voz se interpone:
Toma otro poco; verás todo.
Trago mi cu arta o qu inta dosis, ya no sé. Algu ien me sopla la cara.
fu fu u u u u u u u u u u u u u u u u
ab ro los ojos, es u n homb re. Me dice entonces:
Soy la madre de la ayahu asca; ¿qu ieres alcanzar el mu ndo de arrib a? ¿el
segu ndo piso?
S u b imos u na inmensa escalera qu e apu ntab a al cielo y a tra vesa mos
varias capas de nu b es. En u n segu ndo estu vimos allá arriba. Veo qu e aqu í y
allá hay vasijas con masato y máscaras.
Camb íate, taifa (vocativo de padre), antes de qu e te enfermes y qu e los
virotes te penetren el cu erpo.
Me pongo u na especie de ropa... lu ego descendemos nu evamente a la
tierra. El regreso es tan rápido como la ida. La madre de la ayahu asca se
transforma en u na hamaca y me hace sentar en ella. Me hace cantar:
yeee yeee yeee yeeeeeeee
yeee yeee yeee yeeeeeeee
es el canto de llamado de las b olsas mágicas.
El sol se levanta, a lo lejos, brilla. La madre me advierte:
Pronto va s a despertar; el día comienza.
Se acerca gente, mu jeres sedu ctoras... Tengo deseos de tocarlas pero la
madre me lo impide:
EXPERIENCIA INICIATICA 71
Extraña me pareció la primera vez pero, a medida qu e u no la conoce, es
como u n hijo. Pu edes hablarle, soplarle, y ella está contigo. Al principio, hay
qu e cantarle y soplarle tab aco hacia la raíz, haré; hacia las hojas, háwa; y
hacia el medio, táhasuwumu.
C u ando cu ras a algu ien, ella vela. Las madres de la ayahu asca se visitan
entre ellas con frecuencia, hasta más allá de la mitad del cielo. Cada vez
qu e cu ras, ellas están allá. Las que tu conoces les avisan a las otras para
qu e todas vengan a ayu dar y se tu rnan ju nto al enfermo, día y noche.
Los otros, los qu e no saben, piensan que cu ras solo, pero esto no es así; la
gente de las madres de la ayahu asca tamb ién están ahí, como si fuera tu
propia gente, tus propios hijos. Las madres te llaman rahe, «padre»; van y
vienen. Pero pu eden tamb ién hacer el mal.
En la cuarta luna, husáhanamo wándiiu, con mi difunto padre le agregamos
méyupa, el toé, a la mezcla. El toé es mu cho más potente qu e los otros
vegetales. Tengo qu e hacer un ayuno mu y estricto antes de tomarlo para
limitar los vómitos y, lu ego, para ayu dar al cu erpo.
Con el toé viajé mu cho; llegué hasta la gente sin ano (mu ndo su b terráneo)
y hasta la mitad del cielo (la mitad del mu ndo), arici táhasuwumu.
La madre del toé me enseñó primero su canto:
Mi difunto padre, qu e me asistía en mi primera cu ración, me ordenó
arrojarla como si fuera u na flecha. Cu ando me aprestaba a hacer eso, la
Jlema me saltó de las manos y \tchac\ penetró en el suelo...
Regresé ju nto a mi ab u elo y le saqu é otra Jlema de la garganta, b astante
dura, que desapareció como la primera, ¡fchoc!, pero todavía no se transformó.
Segu í con las cu raciones hasta el día en que vi la Jlema transformarse en
una flechita mágica, de diez dedos de largo.
Mi difunto padre dijo:
Ahora pu edes cu rar a la gente, ¡continúa!
Me convertí en pándra, «curandero», pero todavía no había visto a los virotes
transformarse en gente. Mi amb ición era ver a la madre de la flechita mágica,
es decir, a la gente del hechicero.
Mis aliados me visitaron de noche y me depositaron varios virotes en el
estómago.
Fu erte con mis poderes (pues cu antos más se tienen más poderoso se
vu elve u no), empecé a realizar cu raciones cada vez más frecu entes, cada
vez más difíciles, pero tamb ién cada vez más peligrosas. B ebí los vegetales
má s potentes, el naranjillo, sóñu, y el venado caspi, hándruwit'jú. Mi difunto
padre me hizo además conocer la gasolina, el kerosene y el alcanfor.
En el transcu rso de u na sesión de curación, se presentó la madre de la
flechita mágica despu és de haberle soplado tab aco. Fu e así que aprendí cuál
era el hechicero y fue así qu e me convertí en cu randero.
I
Las nociones acá presentadas son en su conjunto comunes a la mayoría de
los chamanes yagua, aunque no excluyen algunas contradicciones. Sin
embargo, esta aparente constatación no debe ocultar la existencia de
particularismos, a veces pronunciados, que a mi juicio son inherentes al
tipo de fenómenos de los que nos ocupamos. Esto sin duda obedece al hecho
de que la experiencia chamánica no está totalmente controlada sino que
hay en esta experiencia una parte individual, idiosincrásica, ligada a la
personalidad y a la sensibilidad de cada uno. Si bien la iniciación necesita
al principio de la presencia de un maestro chamán y, por lo tanto, de un
cierto marco cultural, ésta se transforma progresivamente en una especie
de autoiniciación. Si no existiera esta parte «individual», comprenderíamos
mal la heterogeneidad de la vivencia y del saber chamánicos, aunque parez
ca innegable que esta individualidad y las posibilidades de innovación (de
inspiración) que de allí se desprendan deban expresarse en el «lenguaje de
la cultura». Por lo tanto, estoy de acuerdo con R. Hamayon cuando dice que el
chamanismo permite el surgimiento de la individualidad, que individuos de
excepción encuentran en él su forma de realización . El carácter indivi
1
dualmente vivido de la experiencia chamánica implica que no existe la cons
titución de un «saber tipo», uniforme, para todos los chamanes sino niveles
diversos de conocimiento y de comprensión del mundo, en última instancia
de sí mismo. Lo que significa, por otra parte, que es imperativo basar nues
tro estudio en un número importante de informantes y de casos y confrontar
sistemáticamente cada información en función del interlocutor y del lugar
que ocupa en la jerarquía chamánica y del lugar donde ejerce.
TERMINOLOGIA
Los Yagua utilizan el término nowónu para referirse al complejo conjunto de
prácticas y de representaciones del chamán. El empleo del término está
singularmente extendido. Se dice, por ejemplo, que una enfermedad o una
mala cacería es nowónu, es decir, en el caso preciso, que es una «brujería» o
incluso que es ndusí, «embrujamiento». Pero, a la inversa, una curación o
una cacería exitosa puede muy bien ser también nowónu, que en este caso
significa la «buena fortuna». Un aullido nocturno, el crujido de una rama,
R. Hamayon, 1978a: 42.
1
76 LA PRÁCTICA CHAMANICA
Esta es básicamente la terminología yagua específica de la designación
del chamanismo y del chamán. Notemos desde ahora que existe un término
para referirse a la institución en su conjunto y un término propio para
«chamán» (con distinción de sexo). Este vocabulario básico puede resumirse
del siguiente modo:
2
dimara, según P. Fejos, 1943: 121; remara, según B. Flornoy. 1955: 127; nemara, para
R. Girard, 1963: 37; nemra para A. Villarejo, 1979: 197. La etimología del término no
se ha definido.
LA PRÁCTICA CHAMANICA 77
EL CHAMAN
Su or i gen mí ti co
El gran chamán primordial
El gran chamán, el primigenio, el que les enseñó a todos los demás es
cruzrimitiu' , «cruz vieja», wúpa, «nuestro antepasado». Vive más allá de
la boca del agua, tierra de los primeros ancestros... Es el gran chamán
del comienzo, el ancestro de todos los chamanes...
Al principio, nadie sabe exactamente cómo, súñohamwo, las madres de
los vegetales fuertes, de las medicinas pánta se presentaron y le ha
blaron en estos términos:
«-¡Papa! (¡abuelo!) haz un montículo moju («chonta») en tu chacra y
siémbranos a tu lado; guárdanos cerca de ti pues tendrás que ense
ñarles a los demás.»
Así le hablaron las madres a nuestro antepasado, en el comienzo.
Cruzrimitiu' cumplió el pedido y plantó cada vegetal fuerte en un lugar
especial de su chacra. Posee desde entonces todo tipo de vegetales;
es el dueño de los vegetales fuertes, del tabaco y de las medicinas
vegetales.
(Informante: A. Prohaño, 1978)
Tal como lo indica el mito, todos los chamanes yagua se reconocen de
pendientes del gran chamán primordial cruzrimitiu', guardián universal de
la tradición y de los valores chamánicos. Cuentan que la fuente del saber
chamánico emana como ciencia infusa de su propia persona. No obstante,
los Yagua admiten que ya casi no interviene como tal en los asuntos
humanos.
Según la tradición oral, dos ancianos, róntu y runako , «espina» y «tierra
colorada» respectivamente, recibieron este saber. Fueron, entonces, los pri
78 LA PRÁCTICA CHAMANICA
meros dos chamanes aprendices sobre la tierra, a semejanza de los mellizos
míticos en la tierra de los grandes ancestros:
róntu y runako
Hace mucho tiempo... dos ancianos oficiaban de curanderos. En esa
época, todavía nadie hacía daño porque nadie envidiaba; la «envidia»
aún no existía. De modo que los dos ancianos sólo eran curanderos.
Con eso alcanzaba. El primero, róntu, «espina», era cuñado del segun
do, runako, «tierra colorada»; ambos curanderos legítimos. Curaban a
la gente sólo con tres bocanadas de tabaco.
fu fu fuuuuuuuuuuuuuuu
Un día se enfrentaron para medir su fuerza. El primero le envió en
sueños a sus aliados al segundo quien, advertido de inmediato, en
cendió su cigarro y sopló tres veces
fu fu fuuuuuuuuuuuuuuu
Mi cuñado me está embrujando, murmuró, hagámosle una mala pa
sada para ver.
Enseguida mandó a sus aliados a que le seccionaran el pene. Los
aliados le tomaron el pene y tiraron y tiraron... el anciano se sobresal
tó:
- tiu' («jputcha!»), mi cuñado quiere arrancarme el pene pero no lo lo
grará pues yo sé tanto como él.
Al otro día runako le dijo a róntu:
¿Por qué empezaste primero? No me hiciste nada sino ¡hace tiempo
que estaríamos sin pene!
Y se echaron a reír...
(Informante: A. Prohaño, 1978)
Para la mayoría de los chamanes actuales, la transmisión del saber se
efectuó en el principio a través de los mellizos míticos, creadores o transfor
madores, según las versiones, de la humanidad. Para otros, se realizó por
intermedio de los primeros dos chamanes (róntu y runako), quienes, a su
vez, la transmitieron a sus descendientes, tal como hoy en día ocurre en la
iniciación. Una ínfima minoría dice estar directamente inspirada en el gran
chamán primordial y declara mantener con este relaciones personales, con
lo que justifica los casos muy raros de dispensa de enseñanza en presencia
de un iniciador (como el caso de Sarko del Loretoyacu).
*
Todos los Yagua coinciden en afirmar que la práctica del chamanismo es
libre, abierta a todos y a todas y que depende más de una búsqueda voluntaria
que de una herencia o de un «llamado celeste». Cualquiera que lo desee y
que tenga las capacidades (físicas y mentales) puede convertirse, luego de
LA PRÁCTICA CHAMANICA 79
un período de iniciación, en chamán, sin distinción de sexo (al menos en
teoría) . En la práctica, el chamanismo femenino está poco representado.
3
De los treinta y cuatro casos citados en la lista de chamanes actuales [cf.
más abajo) figuran solamente dos ancianas (2 y 23) y, además, no se las
reconoce como chamanes de pleno derecho sino más bien como «curande
ras asistentes», el escalón más bajo de la jerarquía chamánica. En teoría, al
menos, no existe ningún impedimento para que las mujeres sean iniciadas
en el ejercicio del arte, salvo por la condición expresa de no dar más a luz
(por lo tanto, en cierta forma, de no vivir más su condición de mujer plena
mente), pues se verían obligadas a interrumpir la práctica durante varios
años y perderían así una parte de los beneficios del aprendizaje continuo.
Los privilegios
La poligamia no es un rasgo característico del chamanismo, tal como lo se
ñalaba a principios de siglo el padre Alvarez ; en cambio, hasta hace poco lo
4
era del cacicazgo. Por lo tanto, cuando existe un cúmulo de funciones reli
giosas y políticas, tal como puede ocurrir, el chamán es bigamo (casos 3, 13,
y 15 de la lista de chamanes). En el transcurso de su vida, Antonio Sarko
(15) tuvo, incluso en forma simultánea, tres esposas. En cambio, el chamán
podía concederse ciertos privilegios, tales como compartir con su familia, a
semejanza del «dueño de maloca», un emplazamiento aislado por un tabique
de madera en el interior de la habitación colectiva tradicional, que por lo
demás está desprovista de otras divisiones . 5
Si bien el chamán percibe ciertas retribuciones en especies por los cui
dados prodigados a personas ajenas a la comunidad, no está mejor provisto
que los demás. Tampoco se le escatiman las tareas diarias que incumben a
los hombres. Al igual que cualquiera tiene que cubrir las necesidades de su
familia. Sin duda, las ventajas materiales que de allí obtiene son mínimas y
de ningún modo justifican su llegada a la función. De hecho, los bienes de
consumo (productos agrícolas y de recolección, carne, pescado) a veces
incrementados con artículos manufacturados (mantas, cuchillos, vajilla, etc.)
que recibe «en pago» apenas compensan el tiempo pasado junto al enfermo,
tiempo que no podrá dedicar ni a la caza ni a otras actividades productivas.
En una sociedad de cultivadores de quema, el reparto del tiempo de trabajo
cotidiano dentro del calendario de actividades de subsistencia, dividido en
períodos limitados, se planifica del mismo modo para todos los miembros del
grupo. En principio, el chamán tiene una sola exigencia con respecto al en
Contrariamente a la afirmación de Fejos (1943: 90): «Only men may qualify as shaman.»
3
«Excepto algunos doctores excesivamente desvergonzados, ninguno se permite el lujo
4
mirar al otro, también puede indicar un deseo de mantener al chamán apartado por
razones inherentes a sus funciones (contacto con espíritus nocturnos etc.).
80 LA PRÁCTICA CHAMANICA
fermo o a su familia: suministrar la provisión de tabaco indispensable para la
cura. El tabaco es en muchos casos la única retribución. Tan lejos como
puede remontarse la memoria, jamás hubo algún chamán que se hiciera
una fortuna ejerciendo su profesión. Los pocos privilegios de los que goza no le
procuran materialmente ningún estatus preferencial en el seno del grupo.
Edad
Si bien no hay una edad límite para acceder a la función de chamán, se
requiere una edad mínima para aspirar a la iniciación que exige una cierta
madurez física y espiritual . Los chamanes concuerdan en fijar el límite en
6
los 1618 años. A partir de esa edad, cualquiera que desee profundizar en el
arte chamánico puede perfectamente hacerlo. No existe en realidad ningún
límite de edad para el saber; todo lo contrario; cuanto más edad tenga un
chamán, más se dice que es versado en su arte. Se dice que «los grandes
chamanes surgen pasada una cierta edad». La «fuerza» chamánica, harie, se
adquiere y acumula en el transcurso de largos años de práctica y de re
flexión, y los escalones de la jerarquía chamánica se suben sólo con el tiem
po y la experiencia.
Al comienzo de su profesión, el aprendiz es consagrado pándra, «curande
ro», pues la única actividad que podrá realizar correctamente es la de curar;
luego de uno o dos años de práctica será reconocido como chamán y como
gran chamán luego de varias décadas. Pero sucede que la edad avanzada
inmoviliza físicamente al chamán, de modo que éste permitirá que asisten
tes más jóvenes se ocupen de las curaciones, reservándose las tareas me
nos seculares (adivinación, profecía) y aprovechando al máximo el cúmulo
de conocimientos que posee. El hecho de que al final de sus días el chamán
esté debilitado físicamente y ya no ejerza como terapeuta no disminuye de
ningún modo su condición de chamán, todo lo contrario. El chamanismo no
se reduce a una simple técnica sino que constituye un sistema de pensa
miento y de acciones que se afina con la experiencia.
Frecuencia
Hoy en día, no necesariamente cada comunidad alberga a un chamán; algu
nas cuentan con varios mientras que otras no poseen ninguno . Esta situa
7
ción es el resultado de dos factores principales: en primer lugar no hay su
cesión sistemática del cargo. En segundo lugar, es casi obligatorio pasar al
En la lista más abajo, los chamanes tienen una edad promedio de 5560 años, con
6
una mínima entre los 33 y los 35 años.
Por ejemplo, 5 chamanes en San José, del Loretoyacu, 3 en Gallinazo. 2 en Edén de
7
la Frontera, 1 en Libertad (Atacuari) y ninguno en Jeberillo (ver más abajo la lista de
chamanes actuales).
LA PRÁCTICA CHAMANICA 81
comienzo de la iniciación por un instructor, lo que pone en desventaja a los
grupos geográficamente aislados que no siempre tienen la posibilidad de
encontrar uno. En tales circunstancias, se hace todo lo posible para hallar
uno, aunque esté a varios días de marcha. Todos los Yagua reconocen que
los grupos sin chamán están en desventaja.
Por otro lado, los Yagua afirman que antes los chamanes eran menos
numerosos que en la actualidad, alegando que esto se debía a la multiplica
ción de afecciones graves, que por otra parte no siempre se percibían como
la consecuencia del contacto con los blancos sino como la multiplicación de
8
chamanes hechiceros. Sin duda, esta explicación no es ajena a la situa
ción de contacto en la que se hallan los Yagua, donde se acentúan las riva
lidades y las acusaciones de brujería entre los indígenas y los blancos.
En 1978 realizamos un censo de chamanes yagua en la zona más oriental
de su territorio. Se trata, por lo tanto, de una lista parcial en la que figuran
únicamente los chamanes más destacados de la región. En realidad su nú
mero es mucho más elevado.
REGION DE CABALLOCOCHA
Comunidad Gallinazo
1. Patrocinio Cahuachi (3840 años)
Patrocinio nació en los alrededores de Pevas. Después de residir varios
años en el río Mayoruna y luego en Pichana, se estableció en Gallinazo en
1975, cerca de su suegro Sebastián.
Su padre Pancho (Francisco Cahuachi) era chamán; murió ahogado, vícti
ma de un hechizo. Instruyó a su hijo, quien ahora busca vengar su muerte.
Patrocinio oficia en estos momentos en Gallinazo junto con su suegro
Sebastián.
2. Agripina (7580 años) madre de Patrocinio
Originaria del Cotuhé (grupo Sarko), emigró en repetidas oportunidades
al Atacuari, Mayoruna, Pichana y, finalmente, a Gallinazo con su hijo.
Agripina es una de las pocas mujeres terapeutas en la actualidad (tomó
ayahuasca varias veces); sin embargo, no se la reconoce como «chamán»
de pleno derecho. Su saber es limitado y su eficacia, puesta en duda. A
Los Yagua no poseen ningún término en particular para referirse a las eventuales
«enfermedades de los blancos», como ocurre a menudo en otros casos.
82 LA PRÁCTICA CHAMANICA
veces ofrece su colaboración en ciertas curaciones; «ayuda» como dicen los
Yagua.
3. Sebastián (70 años)
Antiguo curaca del río Loretoyacu, Sebastián aprendió el arte chamánico
«por necesidad» (enfermedad). Lo ejerce conjuntamente con Patrocinio pero
sus conocimientos son tenidos como inferiores a los de este último. Sebastián
es ante todo «tabaquero», fumador de tabaco, mientras que Patrocinio es
«ayahuasquero», bebedor de ayahuasca.
4. José Murayari (65 años)
Nacido en el río Boyahuasú, José vivió sucesivamente en el Atacuari, el
Yurara (afluente del Yavarí), el Yacarité, en la isla de Cacao, antes de insta
larse en los alrededores de Caballococha. Viajó hasta Requena, en el curso
inferior del Ucayali para recolectar «balata», goma del Manilkara bidentata.
Iniciado por tres chamanes, entre los que figura un cierto Burayara de San
Juan de Camuchero, José es en la actualidad chamán de Edén de la Frontera,
función que comparte con su yerno Alberto Prohaño. Ocupa un lugar muy hono
rable en la jerarquía chamánica. Recibe frecuentes visitas tanto de parte de los
mestizos como de los Ticuna y Cocama de la región, a veces incluso de Colom
bia (cf. más abajo «Calendario de actividades de José Murayari»).
5. Alberto Prohaño Rios (38 años)
Pertenece a una línea de al menos tres generaciones de chamanes. Aun
que inicialmente iniciado por su padre Xenon, que a su vez fue instruido en
parte por su padre Alejandro, Alberto accedió a la función por decisión perso
nal, en vista del recrudecimiento de las enfermedades en su pueblo.
Tuvo como maestros a Xenon (su padre), a Geraldo (el hermano de su padre)
y a José Murayari (el padre de su mujer). Alberto tiene en la actualidad los
cargos de chamán y líder político.
Comunidad Palo-seco
6. Sergento (60 años)
7. Marcial (65 años)
8. Globo (3540 años)
9. Claudio (40 años)
Salvo por Sergento, los otros tres son considerados solamente como «cu
randeros auxiliares».
10. Teniente (hijo del viejo Sarate) (35 años)
LA PRÁCTICA CHAMANICA 83
Proveniente del Yacarité (Atacuari). Fue instruido por su padre Sarate
que en esa época era chamán. Perseguido por varios chamanes, acusado de
ser responsable de una serie de decesos, Sarate perdió progresivamente su
fuerza y sus atributos. Fue «vaciado», según la expresión yagua. Hoy en día,
ya no se lo considera chamán. Su hijo Teniente parece seguir sus pasos
pues ya se le acusó de varias muertes.
RIO YAVARI
11. Aparicio (60 años)
Famoso por ser responsable de la muerte de varias personas.
12. Sesenta (45 años)
Comparte la misma reputación que el anterior.
RIO ATACUARI
Comunidad Libertad
13. Curaca Julián (5055 años)
Hijo del célebre chamán Felipe del Atacuari, uno de los más grandes
curanderos que conocieron los Yagua en este río. Sus conocimientos, según
dicen, son inferiores a los que antaño poseía su difunto padre.
Comunidad Castaña (actualmente El Sol)
14. Huáscar (6065 años)
Hijo del hermano del curaca Evarista del río Tangarana (Alto Atacuari),
Huáscar es un chamán de mediana envergadura, solicitado ante todo para
curaciones de segundo orden (enfermedades infantiles, afecciones benig
nas, etc.).
RIO LORETO YACU
Comunidad San José
15. Antonio Sarko, llamado «Sarko» (90 años o más; algunos lo creen cente
nario).
Originario del río Cetico (afluente derecho del río Yaguas), Sarko emigró
progresivamente hacia el sur (desde 19101915) en vista de las correrías de
los caucheros y de las guerras intertribales.
84 LA PRÁCTICA CHAMANICA
Sarko es una de las últimas grandes figuras de la sociedad yagua con
temporánea. Hijo de curaca, líder de los Yagua del Loretoyacu, lo fue hasta
hace poco de todos los Yagua orientales, del Yavarí al Putumayo. Personaje
de excepción, gran «bebedor de toé», Sarko se encuentra en la cima de la
jerarquía chamánica junto con José del Morona (24) y Fermín del Cotuhé
(22). Dice ser un autodidacta. Su aprendizaje solitario (el único caso conoci
do) habría tenido lugar en el curso superior del Cotuhé, hace más de cin
cuenta años. Sarko instruyó a todos los chamanes del Loretoyacu a excep
ción de Santiago (21).
En 1972, se quemó gravemente en un incendio que destruyó la maloca. Algu
nos vieron en eso la venganza de un chamán, en represalia por daños causados.
16. Américo Sarko (3335 años), hijo de Sarko.
Alumno chamán, Américo recibió su instrucción junto a su padre. Nor
malmente debería sucederlo como líder del grupo, aunque compita por el
poder con Yarico, hijo del difunto curaca Santos Reyes, cuñado de Sarko.
17. Jorge Palacio (5560 años)
Discípulo de Sarko, es el chamán oficial de San José. Originario de
Corotú, al norte de Pevas.
18. Alejandro Gerrero (5055 años), yerno de Sarko.
Instruido por Sarko, asiste a Palacio en las curas chamánicas o lo re
emplaza en su ausencia.
19. Seberino Lozano (60 años), yerno de Sarko.
Originario de Corotú como Palacio. Aunque Sarko fue su maestro, su
saber es limitado.
20. José Lozano (35 años), hermano de Seberino.
Se dice que aún es poco versado en el arte chamánico.
21. Santiago Ruiz (70 años?)
Vive aislado con su hijo Julio, en las cabeceras del río Loretoyacu.
RIO COTUHE
22. Fermín (90 años?)
Supuestamente sigue viviendo en las cabeceras del Cotuhé. Sus cono
cimientos igualarían a los del viejo Sarko. Le atribuyen la muerte de varios
chamanes. En 1982, lo encontramos en el curso superior del Yacarité.
LA PRÁCTICA CHAMANICA 85
MARGEN DEL RIO AMAZONAS
RIO MORONA
24. José (6570 años)
José es un importantísimo chamán, mëtia nëpuyíra. Cabe destacar que
hace poco "mató" al abuelo de Alberto (5), que ya en esa época era un reputa
do chamán, lo que es en sí una hazaña chamánica.
RIO MAYORUNA
25. Fernando (50 años)
26. Valdicho (70 años)
27. José (40 años), hermano de Valdicho
28. Américo (70 años)
29. Roberto (50 años)
30. Marcial (60 años)
RIO CAJOCUMA
31. Juanico (70 años)
Famoso por ser responsable de numerosas enfermedades en varias co
munidades.
32. Asunción (65 años) (quebrada Tigre)
RIO PICHANA
33. Mazino (70 años)
86 LA PRÁCTICA CHAMANICA
34. Marcelino (60 años)
Según Patrocinio (i), Marcelino es el responsable de la muerte de su
padre.
lugar
Nombre de los chamanes Motivos mencionados
Felipe Atacuari varios chamanes «acabaron»con él para
poner fin a sus actividades califica
das de maléficas.
Menduco Chimbote represalia: acusado de ser responsa
ble de maleficios.
Artemio Choroyacu represalia: dicen que es responsable,
entre otras cosas, de la muerte de la
suegra del chamán Alberto Prohaño.
Pancho Cahuachi Pichana represalia: corresponsable de la muer
te del chamán Xenon...
Alejandro Atacuari "matado" por el chamán José de
Morona
Xenon Prohaño Yacarité "matado" por el chamán Pancho
Cahuachi, del Pichana
Geraldo Yacarité represalia: mató a mucha gente «pero
jamás de su propia familia»; un chamán
cocama «acabó» con él
Chivirico Yacarité represalia: acusado de maleficios y de
hacerle abortar cinco veces a la espo
sa de Sabino Gómez (comunidad de
Edén de la Frontera)
«Quiero que sepas, voy a enseñarte ndatara, «la ciencia». Con ella, asis
tirás y guiarás al que lo necesite, tal como yo lo he hecho siempre...»
Pero Alberto continuó:
«En realidad, yo mismo había decidido emprender la búsqueda de los
poderes' a pesar de los peligros que deberia enfrentar, sabiendo que
nadie estaría mejor predispuesto que yo para lograrlo... ya había teni
do un sueño...»
Hay dos puntos en la respuesta de Alberto. Por un lado, el carácter decidi
do, voluntario de su búsqueda y, por el otro, el sueño. Alberto me confió más
tarde que fue por la serie de muertes acaecidas en su familia que decidió
88 LA PRÁCTICA CHAMANICA
someterse al aprendizaje. El deseo sincero de ayudar a los miembros de su
familia, al igual que la muerte de un padre o de un pariente, si afecta pro
fundamente, puede orientar al individuo hacia el chamanismo.
El sueño de Alberto sólo tuvo un papel premonitorio secundario pero en
otros casos puede dar origen a una carrera chamánica. El sueño ya es en sí
un signo de elección o de predicción; siempre tiene valor profético. El sueño
y el viaje del alma se traducen con el mismo término: hamëriésa. La expe
riencia onírica expresa los periplos del alma fuera del cuerpo. De una mane
ra general y cualquiera sea el modo de reclutamiento, el sueño está casi
siempre presente en todo proceso de acceso a la función.
Existen casos parece ser precisamente el de Sarko (15)- en los que el
solo deseo personal puede bastar para motivar una vocación:
«Quería convertirme en némara. Como nadie estaba en condiciones de
enseñarme ahí, en el Cotuhé... bebí por mi cuenta jugo de tabaco y
esencia de «toé» [Brugmansia). Aprendí solo, poco a poco; jamás nadi
me enseñó, pero igual aprendí...»
También puede tratarse de un deseo colectivo emanado del grupo que le
solicita a un individuo juzgado como el más apto que ocupe la función.
De hecho, entre los Yagua el surgimiento del chamán le debe poco o nada
a un «llamado celeste». La enfermedad en sí, bajo sus diversas formas, tam
poco constituye una de las condiciones requeridas para abrazar la función,
como ocurre en otras partes, pero a veces puede ser anticipada (como el
caso de Sebastián, (3). De todas formas, durante su iniciación el chamán
vivirá su propia «enfermedad» y su propia «muerte» para renacer de sus hue
sos descarnados y disecados (tema del «cuerpo despedazado»). La enferme
dad no es aquí causal, se la vive, se la experimenta desde adentro, desde el
interior. Está incluida en el cursus iniciático. El problema, si realmente lo
hubiera, sería saber en última instancia si la enfermedad iniciática no de
sempeña en este caso el mismo papel que en otros tiene la «enfermedad
vocación», es decir el de superar su propia afección para estar en condicio
nes de curar la de los demás.
En los casos infrecuentes de transmisión hereditaria (de padre a hijo)
que, recordemos, no tiene nada de sistemática, y cuando el padre reúne las
funciones políticas y religiosas, si este cúmulo no se repite en la generación
siguiente, la función política se reserva preferentemente al menor de los
hijos varones. En cuanto al mayor, mënatia, «el primero», tendrá reservada
la función religiosa. Pero si no quiere o no puede asumirla, entonces el
menor puede ocupar ambos cargos (tal como sucedió con Alberto, por ejemplo).
De modo que en el caso que acabamos de citar, podríamos arriesgar lo si
guiente:
campo religioso hijo mayor
campo político hijo menor.
LA PRÁCTICA CHAMANICA 89
Esta bipartición de los monopolios de lo religioso y lo político se ve refleja
da en el modelo mítico de los mellizos , en el que el hermano mayor de
9
muestra tener cualidades chamánicas superiores a las de su hermano
menor, que a veces goza del beneficio de un cargo más político.
En resumen, los diversos factores que pueden suscitar el aprendizaje o la
vocación chamánica son los siguientes: la voluntad del padre o de un parien
te; transmisión de padre a hijo (de preferencia al mayor); deseo personal,
sueño premonitorio; enfermedad; dolor extremo por la muerte de un pariente.
Entre estos factores, cabe destacar la importancia acordada a la búsque
da voluntaria en la modalidad de reclutamiento, lo que trastoca un poco los
presupuestos clásicos referidos al carácter esencialmente pasivo, sufrido y
«traumatizante» del proceso. Hasta ahora nos habían acostumbrado a ver en
el chamanismo una «religión del llamado». La parte que ocupan los
alucinógenos (presentes en toda iniciación) en el carácter voluntario de la
búsqueda no debe subestimarse pues éstos permiten el contacto «directo»
con los espíritus. Por otro lado, el carácter deliberado, voluntario de la bús
queda y la aparente libertad para acceder a la profesión invalidan, al menos
parcialmente, las interpretaciones psicopatológicas que con demasiada fre
cuencia tachan al chamán de enfermo mental. Por lo tanto, debería admitir
se que uno no se convierte en chamán porque es neurótico sino que a la
inversa: uno se hace neurótico porque es chamán, lo que resulta contrario
a las afirmaciones de los defensores de la tesis patológica, para quienes la
institución sirve sobre todo para integrar socialmente a los enfermos men
tales y, de este modo, para resolver en parte su neurosis.
Ciñéndonos a las modalidades para acceder a la función, son las motiva
ciones mismas de la búsqueda las que habrán de determinar la orientación
del chamán. En el transcurso de la iniciación, es el mismo aprendiz el que
orienta a sabiendas su formación; decide hasta cierto punto sobre su futuro
en vez de sufrirlo, como suele ocurrir cuando el supuesto llamado sobrena
tural dicta la conducta.
Ambivalencia y peligro
La práctica chamánica es ambivalente, como dijimos: se basa en una ideo
logía que establece en el origen de todo infortunio humano a un agente
responsable. El infortunio obedece siempre a represalias o a la infracción de
una regla, que exige a su vez una reparación. La cura y su contrario, el
maleficio, son dos aspectos de un mismo proceso. El axioma establece al
sortilegio como condición sine qua non de la enfermedad y de la cura. Toda
desgracia emana del otro y exige una reparación; en consecuencia, todo
chamán es necesariamente curandero y hechicero a la vez, orientado ha
cia uno u otro polo según las motivaciones de su propia búsqueda.
J. y J.P. Chaumeil. 1978: 159184.
9
90 LA PRÁCTICA CHAMANICA
Los Yagua experimentan esta ambivalencia en el primer nivel de la ter
minología al distinguir entre el chamán «bueno» y «malo», samaria nëmara/
ndura. Una vez más, la distinción no tiene nada de decisivo y expresa en
primer lugar un tipo de relación entre chamanes (competenciaadversidad/
complementariedadalianza). De esta manera, los chamanes siempre se
presentan como «buenos». En cambio, acusan de buena gana a sus peores
enemigos diciendo que son «malos». Esta terminología remite en primer lu
gar a criterios de parentesco, según la costumbre que coloca a los chamanes
emparentados (o aliados) en una relación de asistencia recíproca. Tomemos
por ejemplo el caso de Alberto Prohaño (5), chamán en Edén de la Frontera.
De una veintena de chamanes yagua que conoce sólo seis son considerados
«buenos»:
manecer siempre alerta para prevenir y presentir este género de agresión.
De allí su extrema desconfianza ante las invitaciones a las fiestas de bebi
das y su frecuente actitud de mantenerse al margen de los festejos. El padre
Alvarez cita, con alguna exageración, un ejemplo de este tipo de agresiones:
«He dicho que todas las enfermedades y todas las muertes se achacan
al brujo más enemigo del curandero. Pues bien, cuando van pesando
ya bastantes acusaciones sobre él, se convoca una fiesta, donde no
debe faltar el sentenciado. Recíbenlo con la más aparente cordialidad,
y al terminarse la fiesta, una vez que unos y otros se encuentran bien
bebidos, cometen el atentado de una manera que causa espanto.
Sácanle la lengua, que van cortando en pedazos, derraman sus entra
ñas por el suelo; ceban, en fin, su saña sin miramientos y con gritos
salvajes de alegría. Bien saben esto los doctores, a pesar del respeto
con que son mirados. Por eso es por lo que, cuando empiezan a cundir
voces subversivas, pronto se retiran donde nadie los encuentre.»
11
Ver más arriba la lista de chamanes difuntos.
10
L. Alvarez. 1913: 68.
11
LA PRÁCTICA CHAMANICA 91
El caso del chamán José Murayari (4), según lo contó su yerno Alberto,
muestra bien esta constante y penosa inseguridad en la que evolucionan
los chamanes y la necesidad que tienen de vivir en un permanente estado
de alerta:
«José cayó por primera vez enfermo en la masateada de Agusto (hijo de
su hermano). Esa noche estalló una tormenta. José salió a defecar
pero, como estaba totalmente borracho, olvidó ponerse su ropa invisi
ble para protegerse.
...una semana después cayó enfermo... pero el viejo resistió ese pri
mer ataque. Unos días más tarde, Babilonia lo invitó a la «minga» de
Jaba (criollo). Allí se dirigió con los otros miembros de la comunidad.
Al atardecer, Miguel (instalado en Gallinazo) le pidió que curara a su
hija enferma. Pero en lugar de curarla se pusieron a beber... por la
mañana, José vomitó todo lo que había ingerido la víspera... ¡cha!,
¡cha!, ¡cha!... su mujer le preparó un cigarro pero no tuvo fuerzas para
fumarlo... tenía el cuerpo frío, vacío, y el pulso muy débil...
Le saqué muchos dardos del cuerpo... primero los de Sarko del Loreto
yacu, luego los de Sarate de Nueva Jersualén y por último los de Se
senta del Yavari... ¡Venían de todas partes! Yo soplaba sin cesar, de
arriba hacia abajo, hasta que vi el mal. La gente de los brujos lo ha
bían envenenado con una pastilla de alcanfor...
...José se restableció lentamente pero no está a salvo de un nuevo
ataque...»
Estos ejemplos indican claramente el peligro de ser chamán: hoy es esti
mado, respetado; mañana cae en desgracia y se le condena. Responsables
del infortunio ajeno, los chamanes son víctimas privilegiadas en potencia.
Nada de lo que hacen queda librado al azar que pueda comprometerlos o
darles pie a sus adversarios. Ambigüedad de existencia en la que deben
responder lo mejor posible a las exigencias de la sociedad y, al mismo tiem
po, defenderse.
«A veces los niños tenían tanto miedo que corrían cuando el brujo se
trasladaba por la aldea. Mayor aún era su temor hacia los otros bru
jos, los de otras aldeas...»
(Palabras de José Murayari)
Estas palabras traducen el sentimiento general hacia los chamanes:
miedo, angustia... a algunos se los trata a la distancia y se les habla en voz
baja para no molestarlos. Sin embargo, si bien los sentimientos abrigados a
sus espaldas evocan el miedo, su presencia es indispensable y tranquilizan
te. Como regla general, los chamanes gozan de gran respeto. Según L. Alvarez,
el respeto hacia el personaje se extendía al conjunto de sus bienes. Es así
que, señala el autor, se cuidaban muy bien de sacar mandioca de sus cha
92 LA PRÁCTICA CHAMANICA
cras, comparadas con los «campos del Señor», por temor a represalias, inclu
so en casos de gran necesidad . Aunque no cabe ninguna duda de que, en
12
la inmensa mayoría de casos, el chamán goza de prestigio y de una cierta
notoriedad, en función del lugar que ocupa en la jerarquía chamánica, pue
de perder todo muy rápidamente.
La imagen del chamán es, por lo tanto, doble: invencible e inmortal en
su dimensión simbólica; vulnerable y precaria en su dimensión social. En
estas líneas se resume la dualidad que marca toda vida chamánica y que,
precisamente, le impide al chamán apropiarse de la esfera política y tener
un control absoluto sobre los hombres.
La alteridad del chamán
La experiencia iniciática por la que el chamán debe pasar antes de su con
sagración conlleva a una modificación profunda de su persona: ha llegado
hasta aquí investido de poderes sobrenaturales esto es un hecho pero tam
bién ha tenido una experiencia interior ejemplar: absorción periódica de
alucinógenos naturales, ayunos, «viajes», pruebas, «muerte ritual», soledad,
etc., tantas experiencias que ponen a prueba su constitución física y psíqui
ca inicial (disminución de peso, temblores, palidez, sueños, visiones). De
esto sale transformado . No obstante, la experiencia psíquica del chamán y
13
la manera en que la vive quedarán momentáneamente de lado. Lo que pode
mos decir por ahora es que el chamán debe experimentar en todo su ser una
serie de «pruebas» que lo transforma. Estas experiencias no son necesaria
mente traumatizantes y nada tienen que ver con la enfermedad mental.
La alteridad del chamán se basa pués en una profunda transformación de
su persona. Para dominar su arte con plenitud, le resulta decisivo también
heredar la fuerza haríe de un chamán vivo. Esta parte recibida se materiali
za a través de diversas sustancias viscosas, worapándi o «flemas», que vomi
ta el chamánmaestro y que hace administrar al aprendiz, inyectándole la
fuerza para afrontar los obstáculos futuros. La adquisición de esta fuerza,
que reside en el estómago, es considerada indispensable para la mayoría de
los chamanes. Sin embargo, algunos como Sarko del Loretoyacu (15) decla
ran que jamás la heredaron, lo cual no les impidió practicar su profesión.
Si la adquisición de poderes forma en parte la alteridad del chamán al
infligir un tratamiento especial a sus espíritus, su cuerpo también sufre una
profunda modificación que se traduce en una «muerte», («esqueletización» y
dislocación de los órganos, seguida por su reunificación), lo que algunos auto
L. Alvarez, 1913: 350.
12
«La iniciación, que es el descubrimiento de un nuevo estado de conciencia y el
13
aprendizaje de diversas formas de llegar a él y salir de él, es una experiencia única
que no se repetirá más y que desemboca en una modificación definitiva de la persona
en sus relaciones tanto con sí misma como con la divinidad y con la sociedad.» (G.
Rouget, 1980: 63)
LA PRÁCTICA CHAMANICA 93
res han calificado como «enfermedad iniciática» o como «muerte y resurrec
ción simbólicas» (o rituales). Esta experiencia es privativa del chamán y a los
ojos de los demás lo hace aparecer como «inmortal». Por otra parte, los Yagua
dicen que los grandes chamanes mueren envenenados pues ningún sorti
legio de este mundo puede afectarlos. Además, la duración de la vida póstu
ma de sus almas es muy superior a la del común de la gente (para un desa
rrollo más detallado de la alteridad póstuma del chamán, ver más abajo).
Hemos así enumerado brevemente los diferentes componentes que fun
dan la alteridad chamánica. ¿Cómo se expresa ésta? En primer lugar, a tra
vés del viaje que los espíritus del chamán tienen la facultad de emprender
14
a voluntad por las diversas capas del universo. El viaje en sí no le es privati
vo pero sólo él puede realizarlo a voluntad.
Por otro lado, el chamán puede ser poseído simultáneamente por uno o
varios espíritus capaces de hablar y de actuar en su lugar. En la práctica, el
chamán utiliza un registro de voz altísimo (hiperagudo), llamado justamen
te «voz de los espíritus», mbayátu nëkieta. El registro de voz tiene suma im
portancia entre los Yagua; imitar la sonoridad vocal de alguien significa
sustituirlo, lo que explica, por otra parte, el carácter secreto de los cantos
chamánicos, no tanto por su contenido que es casi idéntico en todos sino por
el tono de voz con que se entonan.
Si el chamán puede ser receptáculo de espíritus, puede a su vez poseer
temporalmente a otros cuerpos, en especial a animales (jaguar, venado). Se
dirá, entonces, que se colocó la «envoltura», la «vestimenta» de tal animal o
simplemente que él es tal o cual animal. El chamán es el único que puede
franquear libremente estos límites. Pero convertirse en animal no es una
imagen simple; es revivir una situación inicial en la que los animales y los
hombres se identificaban (cf. más abajo la conversación con José).
No tenemos conocimiento de ninguna terminología específica para calificar el «viaje
14
consumen poco; la parte principal de la producción se destina a los chamanes,
en «pago» por sus servicios. Su preparación se ciñe a las enseñanzas del mito:
Es el abuelo cruzrimitiu' quien entregó la planta de tabaco súndehin
los mellizos, él era el «dueño del tabaco», fue él quien distribuyó las
semillas y enseñó la manera de sembrarlas en la chacra, fue también
él quien preconizó a cada uno que lo cultivara pues se trataba de una
medicina muy importante.
Hasta ese momento los mellizos no conocían la planta. Sin embargo.
un día quisieron probarla. Sembraron entonces varias semillas según
las instrucciones del abuelo, a quien le avisaron cuando las plantas
estaban altas:
Abuelo, ¿cómo las preparamos ahora?
cruzrimítiu' les respondió:
Primero mezclen las hojas con miel para que resulten menos amar
gas; es lo que se denomina arlara, la «mezcla». Observen ahora esta
corteza, se llama tamiká ; pélenla y envuelvan con ella el tabaco para
15
conservarlo.
Pusieron a secar el tabaco envuelto sobre una barbacoa preparada por
el abuelo, quien les enseñó luego el modo de fumarlo y les mostró la
corteza de «tahuari» . 16
mable es de origen animal, de hueso de pájaro, preferiblemente de panguana
[Crypturellus undulatus). Tallada por el chamán en madera dura de palo san
gre (Brosimum), a veces de quinilla [Manilkara bidentata), la cazoleta a menu
do se graba con motivos que simbolizan a la madre de la pipa, sënëčihamwo.
La «chacapa» o sonajero de hojas, mborčatuwí «El principal instrumento
del chamán en Sudamérica era y es la maraca (sonajero de calabaza)», decía
hace unos años O. Zerries . 18
15
Trema macrantha.
16
Tabebuia.
M.A. Morinigo. 1966: 112.
17
O. Zerries, 1962.
18
LA PRÁCTICA CHAMANICA 95
Su empleo está efectivamente muy extendido en el continente sudame
ricano y figura en muchos lugares como símbolo de la función. Los sonidos
que produce son a menudo interpretados como la «voz» de los espíritus . 19
Aparentemente los chamanes yagua nunca emplearon la maraca; utili
zan los sonajeros de hojas o chacapa (Cerbera, peruviana) que se asemejan
20
a aquel por sus efectos sonoros aunque no poseen las mismas funciones. En
efecto, la chacapa se agita para favorecer y sobre todo para darle ritmo a la
experiencia alucinatoria cuya amplitud, según los Yagua, está en parte con
dicionada por la intensidad y el alejamiento del ruido de las hojas . En nin
21
gún caso se percibe a la chacapa como receptáculo de espíritus y el sonido
que emite nunca se asimila a una voz. Como mucho puede indicarle al
entorno que el chamán está en plena acción. Con este instrumento, el
chamán controla perfectamente las reacciones de sus aprendices o de los
asistentes y le da cadencia al «viaje» de éstos. De modo que se trata ante
todo de un instrumento rítmico que aparentemente no tiene nada en co
mún con el sonajero de los chamanes guyanos o brasileños.
Las vasijas para los alucinógenos, ramanumëtio. La cocción de la purga no
puede efectuarse en un utensilio de uso doméstico, cotidiano, principal
mente manipulado por las mujeres. Diferenciado de las demás vasijas de
cocción por su tamaño más modesto y también por su forma (cuello muy
ancho y fondo plano), la vasija para la purga es de uso exclusivo de los
chamanes. En efecto, éstos dicen que la calidad de los brebajes depende
estrechamente del recipiente en el que se los prepara, recomendándose
usar siempre el mismo. La vasija «se habitúa», se «cura»; el objeto toma
gusto y la purga será mucho mejor. Los chamanes dispensan especial cui
dado a sus vasijas antiguas, cuya ubicación guardan en secreto. Sin embar
go, hoy en día estas vasijas tan apreciadas se van reemplazando poco a poco
por uno de esos utensilios (la escudilla) que tiene la frialdad del metal y el
color de la hojalata. La calidad del producto obtenido en uno y otro caso no
puede compararse y el prestigio del chamán puede verse afectado.
Los recipientes dosificadores. súñohato', «recipientes alucinógenos», tam
bién llamados kuwise, surgirán del fruto seco, ahuecado y seccionado del
tutumo (Crescentia cujete), cuyo interior (el diámetro no supera en este caso
los 5 o 6 cm) se cubre de resina de cumaca (Licania ?), lo que da un acabado
uniforme, negro y brillante. Esta calabacita sirve exclusivamente para dosi
ficar las tomas y su utilización es minuciosa: «¡No se exceda de la dosis
prescrita!», sería su epígrafe. Vino a sustituir una práctica más antigua que
consistía en servir la purga en un cráneo de mono.
A. Métraux. 1949: 594.
19
Las hojas secas de Cerbera conservan su elasticidad y permanecen unidas al pecíolo,
20
incluso después de agitarlas con fuerza.
Encontramos aquí una de las funciones de la música, tal como la definió Rouget (1980:
21
435), que consiste «no tanto en suscitar el trance sino en crear las condiciones favorables
para su eclosión, en regularizarlo y de convertirlo en una conducta... dominada...».
Motivos grabados sobre la cazoleta de la pipa y que represen tan su espíritu
LA PRÁCTICA CHAMANICA 97
Tipos de cachimba
98 LA PRÁCTICA CHAMANICA
Tipos de cachimba
LA PRÁCTICA CHAMANICA 99
Si bien los accesorios mencionados componen la parafemalia actual, los
chamanes aparentemente tuvieron otros, como por ejemplo los «largos bas
tones pintados de rojo a su alrededor» que se mencionan en la literatura:
«Cuando su maestro estimó que estaba listo para convertirse en bru
jo, le confió el bastón simbólico que le permite abrirse camino a través
de las emboscadas y los misterios de la vida» .
22
Sin duda, estos «bastones simbólicos» han desaparecido por completo en
la actualidad y su recuerdo se ha esfumado totalmente . También se men
23
ciona que antes los chamanes llevaban alrededor del cuello cabezas dise
24
comparación se basa en una información del autor sobre el único caso del
chamán Unchi. En realidad, no existen pruebas de que llevar una cabeza
disecada haya sido una costumbre y menos aún de que haya existido una
relación con las cabezas humanas. Los Yagua antiguamente fueron «caza
dores de cabezas»; les sacaban los dientes a los enemigos muertos para con
feccionar collarescinturones que les ofrecían a su(s) esposa(s). La cabeza
es sin duda el centro de los principios vitales y, sobre todo, el lugar de salida
de las almas que son vomitadas por la boca a la hora de la muerte. No es
entonces imposible, un poco a la manera de los tsantsa jívaro , que al 26
seccionarles la cabeza a sus enemigos los guerreros yagua neutralizaran o
destruyeran a las «almas vengadoras». Pero esto no explica por qué los
chamanes, más que cualquier otro, habrían llevado cabezas de perezosos en
el cuello, aunque sepamos que desempeñaron un papel fundamental en las
guerras. Quizá haya entonces que considerar al animal en sí. Los ancestros
del perezoso tridáctilo son los dos perezosos míticos, «sostén del mundo» . 27
Cualquier movimiento en falso de su parte puede ocasionar un cataclismo
universal, un fin del mundo. De modo que el hecho de llevar la cabeza del
perezoso podría ser un símbolo, el de la estabilidad, el del equilibrio del mun
do, imagen que se supone el chamán debe encarnar. Al menos podemos
aventurar esta hipótesis, que nos parece más plausible que la de una posi
ble reminiscencia de la «caza de cabezas».
Por otra parte, los Yagua esculpían estatuillas antropomorfas, cuya fabri
cación prácticamente se ha interrumpido en la actualidad. Representaban
B. Flornoy, 1955: 130.
22
Recordemos que los «bastones», de uso infrecuente en la Amazonia, desempeñan un
23
papel fundamental sobre todo en el chamanismo siberiano, en especial por su función
de transporte.
P. Fejos. 1943: 90. y Handbook of South American Indians 3, 1948: 735.
24
M. Harner. 1974: 122.
25
Ibid.: 121.
26
27
Cf. más abajo: «La tierra de los primeros ancestros».
100 LA PRÁCTICA CHAMANICA
Cigarro
categoría para los chamanes y es posible que los chamanes mismos mani
pularan las estatuas en las sesiones de curación.
LAS MADRES
En términos generales, los chamanes reparten los elementos que compo
nen el universo en dos grandes categorías: los elementos animados y los
elementos inanimados. Todo lo que es animado, siskatia, «que vive», posee
una esencia, hamwo, o madre sobre la que el chamán puede actuar. En
29
cambio, todo aquello que está desprovisto de esa esencia es ne siskatia, "ina
nimado", "sin vida". Lo fundamental para los Yagua no es tanto lo dado, sim
ple receptáculo, como el principio que lo anima, su esencia, pues de ella
viene la vida: ne hamwo taranida hándiñima hátasa, "cuando una planta ya
no tiene madre, muere".
Generadoras de vida pero también poseedoras de grandes poderes, las
madres tienen un papel esencial en la existencia de los Yagua en general, y
más aún en la de los chamanes pues, según vimos, ellas les confieren el
saber. De todas las madres las más poderosas a los ojos de los Yagua son las
de los alucinógenos, súño, llamadas además por este motivo harie wačara,
«vegetales fuertes». Algunos otros vegetales y algunos animales (jaguar,
venado, nutria, etc.) tienen madres igualmente muy poderosas . 30
Veamos, por ejemplo, en qué términos nos habla Alberto de la madre del
tabaco:
«... Vive justo debajo de la raíz; es como un gusano que siempre va de
planta en planta. Se transforma y toma el aspecto de un par de niños.
Por la noche, el que sabe verá una especie de resplandor (o una luz)
sobre cada planta, sobre cada cima florida. Es ella, la madre del taba
co...».
28
Ver el capítulo «Representaciones y descripción del universo».
29
Término que nada tiene que ver con la madre generadora. Los Yagua bilingües traducen
hamwo por «madre». Su número por especie puede variar de un chamán al otro en
función de su propia experiencia del vegetal y de la calidad de su conocimiento.
Podría traducirse hamwo por «esencia de los seres y de las cosas animadas». Pero
hamwo también significa «la gente de...» (por ej.: tángaranahamwo, «la gente del río
Tangarana). Los Yagua además emplean hamwo para designar al «dueño», al «poseedor»
(por ej.: tohamwo. «dueño de los bosques»; kiwáhamwo, «dueño de los peces»).
30
Cf. más abajo: «Relación entre el mundo viviente y la enfermedad».
102 LA PRÀCTICA CHAMANICA
de estos factores determinan su empleo como auxiliares del chamán (ver
tabla más abajo).
Alberto Prohaño reprodujo las principales madres tal como se le aparecie
ron en su iniciación y tal como se le siguen apareciendo durante su prácti
ca diaria.
106 LA PRÁCTICA CHAMANICA
Los dibujos siguientes fueron hechos por Patrocinio Cahuachi, luego de
ingerir ayahuasca (Banisteriopsis caapi) mezclada con Toé (Brugmansia
suaveolens).
El primero representa la totalidad del lago de Caballococha con las apari
ciones percibidas por Patrocinio desde su casa (situada en la parte inferior
del gráfico) unos instantes después de la toma. Las criaturas dibujadas son
otras tantas manifestaciones de las madres de los vegetales absorbidos. Por
el momento, todas aparecen en el agua del lago, frente a la choza. Cada
representación se repite con un personaje en miniatura que simboliza su
esencia. Observemos que los animales representados, a excepción del caba
llo de tres cabezas , son acuáticos o semiacuáticos (garza, serpiente). Hace
31
varios años que Patrocinio vive a orillas del lago.
El segundo dibujo muestra una evolución con respecto al primero: los
seres representados se han ido del lago a las riberas y se dirigen hacia la
casa. La «vista» en este caso se tomó desde el lago. Patrocinio nos relataba:
«... las madres se acercan tanto que es posible tocarlas. Son
amenazantes al principio pero se hacen totalmente dóciles después
de unas bocanadas de tabaco...»
el verdeazul está asociado con los cuatro alucinógenos más poderosos,
especializados en el rapto de almas y/o en los sortilegios. Otro punto en
común: las madres color verdeazul evolucionan a gran velocidad en todos
los puntos del universo;
el negro (pero también el gris) se alia claramente a los sortilegios al
igual que el anterior, con la diferencia que las madres negras están anima
das por un poder de desplazamiento lento, a excepción del tabaco que acom
paña a todas las madres.
La experiencia tuvo lugar a orillas del «lago del caballo» (Caballococha) a propósito del
31
cual circula una leyenda (cf. prefacio). Esto puede explicar la presencia del caballo en
este lugar.
LA PRÁCTICA CHAMANICA 107
el blanco y el amarillo son sin lugar a dudas los colores de la curación, la
salud, la reincorporación de los principios vitales.
Este pasaje del «claro», mëtiándi, al «oscuro», pokéndi, se realiza mediante
cuatro colores intermediarios. Cuanto más oscuro sea el color de las madres
en sus apariciones a los chamanes tanto más cargadas están de poder ma
léfico. A la inversa, cuanto más se aclaran los tonos tanto más poder benéfi
co poseen las madres. De allí, las siguientes relaciones:
negrogris sortilegios, maleficios, muerte
verdeazul rapto de las almas
marrón ambivalencia: benéfico/maléfico
blancoamarillo curación, reincorporación de las almas
Por lo tanto, los colores constituyen un código simbólico que capta el im
pulso favorable o no de los fenómenos observados. Así, el negro simboliza la
muerte, (en el nivel de los sueños, el color negro es un mal presagio) en
oposición al blanco y al amarillo que expresan la vida o el retorno a ella. El
verdeazul encarna la «locura» y el marrón la ambivalencia (ver más abajo el
simbolismo de los colores).
108 LA PRÁCTICA CHAMANICA
LA PRÁCTICA CHAMANICA 109
110 LA PRÁCTICA CHAMANICA
la madre se desplaza en el bos esencialmente para cu
que, sobre la superficie de la tie raciones
rra
id., sacha ajo sobre todo para enseñar
id., ayahuasca especialidad: rapto de
almas y daño
la madre se desplaza sobre la especialidad: rapto de
superficie terrestre hasta el almas y daño
mukuhučanu, el mundo celeste del
cóndor
112 LA PRÁCTICA CHAMANICA
LAS ALMAS
Si bien las creencias yagua referidas a las almas sobrepasan en mucho su
propia esfera no por ello dejan de constituir un sistema autónomo. ¿Cuál es
entonces este sistema referido a las almas cuya existencia y autonomía se
postula? Los Yagua conciben varias instancias psíquicas o «almas» localiza
das en el cuerpo; son cinco, constituyen un componente fundamental del
ser humano y sobreviven a su muerte. El cuerpo físicohašuwe es pensado
como su «envoltura», ménasu, su «vestimenta». Las almas lo habitan, lo ani
man, siskatia, literalmente: «le dan vida». Por lo tanto, el cuerpo es una rea
lidad efímera, perecedera, sometida a la alteración temporal de aquellos que,
en los albores de la humanidad, rechazaron la «prueba del fuego», la prueba
de la inmortalidad corporal, tal como lo recuerda el mito:
LA PRÁCTICA CHAMANICA 115
Cómo el creador les ofreció la inmortalidad a los hombres y cómo éstos la
rechazaron.
Witáre witia... antes... bien al principio, mékündi, la tierra, estaba po
blada por gente desdentada... antes de proporcionarles una dentición
sólida, huñídanu, el creador, les ofreció la inmortalidad, el rejuveneci
miento proponiéndoles de mudar... para ello se apareció con una enorme
bola de fuego, un «sol», e invitó a la gente a que lo penetraran:
¡No tengan miedo!, exclamó, estas llamas no queman; basta con atra
vesarlas para ser inmortal. Así habló el creador, pero nadie osó avan
zar a excepción de una anciana que se introdujo en las llamas. A esta
mujer huñídanu le prometió la inmortalidad. Los hombres se asusta
ron y es por eso que mueren o caen enfermos. Es también por eso que
existe la brujería. En cambio, las serpientes y los «capirona» acepta
32
ron el desafío, ellos que anteriormente habían sido hombres... de ahí
que hoy en día sean inmortales, su cuero «rejuvenece» naturalmente,
se muda. Pero la piel de los hombres se deteriora con el paso del
tiempo.
Los Yagua clasifican a las cinco almas , localizadas en el «cuerpoenvol
33
tura», en dos grupos según su naturaleza, su destino, la duración de su vida
póstuma y su alejamiento del cadáver. Durante la existencia del individuo,
sólo se manifiestan dos de ellas; las otras tres recién se hacen activas luego
de la muerte. Las dos primeras se ubican en la parte superior del cuerpo (la
cabeza) y de hecho constituyen los principios vitales (o fuerza vital) que los
Yagua bilingües traducen por «espíritus». Nosotros adoptaremos esta termi
nología para distinguirlas de las almas propiamente dichas.
En el oriente peruano se designa con el nombre de «capirona» a varias espécies de
32
están provistos de cinco almas, en especial los grandes mamíferos herbívoros y los
félidos. Por otra parte e independientemente de las almas, todos los representantes
del mundo vegetal y animal tienen una misma esencia hamwo.
116 LA PRÁCTICA CHAMANICA
esencial en el proceso del desarrollo pleno del individuo y para su equilibrio
motriz (crecimiento, maduración, etc.), al tiempo que interviene en la inte
gridad de la persona. En este sentido, conviene señalar que al niño se le da
un nombre desde que camina, no antes, es decir a partir que se ha afirmado
su componente «motriz». La atrofia de huñítu, si llegara a producirse, se tra
duciría en ausencia de movimiento, en parálisis total o parcial según el
grado de deterioro del espíritu. A la inversa, su hipertrofia conduciría a un
exceso de movimientos, a una actividad motriz demasiado grande . Del 34
mismo modo, el abandono temporal del espíritu motriz en el sueño o en la
enfermedad se manifiesta por la inmovilidad corporal. huñítu está localizado
en la coronilla, en el sincipucio, huñi nëpanu, sitio de salida de los espíritus,
donde el chamán a menudo sopla el humo del tabaco, sobre todo en el caso
de los niños de pecho, más impresionables y, por lo tanto, más predispuestos
a que se les escape el espíritu motriz. huñítu se traduce también por sombra,
doble; es en resumen la «verdadera» persona, parecida en todo sentido a la
persona física pero contenida «dentro» de ésta. Aparece en las experiencias
alucinatorias o en los sueños para revelarles a los chamanes la verdadera
naturaleza de la gente.
El segundo principio vital, hunisétu, representa el entendimiento, la inte
ligencia, la visión. Se aloja en la pupila: «lo que se mueve en los ojos», es
«nuestra imagen invertida y reflejada en la pupila», dicen los Yagua, «allá
hay gente, se mueve...». A diferencia del espíritu motriz, hunisétu aparece
en el nacimiento, más exactamente cuando el niño abre los ojos, hunisétu,
el espíritu visión, le da al chamán esta facultad de ver, de aprehender el
sentido de las cosas y de los acontecimientos. Su ausencia prolongada fuera
del cuerpo conduce directamente a la «locura», definida como el estado pro
vocado por el confinamiento del espíritu luego del rapto, que terminará en la
muerte si no se intenta su reincorporación.
La destrucción de uno u otro principio vital resulta a la larga fatal para la
integridad del ser y define el estado de muerte como la ruptura entre las
35
instancias psíquicas y el cuerpo. No obstante, ambos espíritus pueden libe
rarse provisoriamente del cuerpo sin alterarlo. Es necesario que la ausen
cia sea breve y que concluya en su reincorporación, tal como ocurre en el
sueño o en el trance chamánico. Al sobrevenir la muerte, los espíritus al
canzan en compañía de espíritus psicopompos (espíritus de parientes falle
cidos) la «tierra de los muertos», ndeñu hučanu, situada en el límite superior
del universo (cf. más abajo). El camino del cielo que toman los espíritus es la
vía láctea, mbayátu rëpwiñu, la «vía de las almas», cuyo extremo desemboca
La agitación excesiva del chamán (saltos, brincos, gritos) durante ciertas fases de la
34
iniciación o de las curas se interpreta por lo general como la excitación extrema de su
huñítu.
Cualquier alteración de los sentidos o de la actividad física se imputa a hunisétu, así
35
como cualquier obstáculo en la motricidad se atribuye a huñítu.
LA PRÁCTICA CHAMANICA 117
en la tierra de los muertos. Los espíritus de los muertos, que gozan de una
existencia eterna, circulan libremente en el universo espaciotemporal y
visitan de tanto en tanto a los vivientes, a veces bajo su antigua apariencia
humana; se dirá entonces que es la «sombra del difunto», huñítu ndeñu. Se
preocupan muy especialmente de la suerte de aquellos cuyos espíritus co
rren algún peligro. En caso de deceso, estarán en el lugar para guiar a los
nuevos espíritus hasta la tierra de los muertos. Los espíritus de los «malos
muertos», ne samaría ndeñu, (que cometieron incesto, robos o crímenes),
son quemados en la casa del fuego celeste, híndarore. La asimilación de la
tierra de los muertos a una suerte de purgatorio parece ser de inspiración
cristiana.
Las almas mbayátu
A diferencia de los espíritus, las tres almas se manifiestan solamente des
pués de la muerte y gozan de una existencia póstuma de duración variable
según la «calidad» del muerto . Se las denomina globalmente ndeñu mbayátu,
36
«almas de los muertos».
Sin embargo, en su acepción más amplia, mbayátu abarca todo lo que es
invisible, teetáu ne renútara, «lo que no se ve». En este caso, el término puede
muy bien designar al «espíritu», a la «fuerza invisible» o al alma propiamente
dicha.
Las almas de un chamán gozan, por ejemplo, de una existencia póstuma superior a la
36
de las almas de un simple individuo.
118 LA PRÁCTICA CHAMANICA
Por lo tanto, todo hombre posee en estado latente en su cuerpo (entre el
pecho y el estómago) tres almas designadas del siguiente modo:
naríatu, contracción de naría mbayátu, «alma de día»,
noporatu, de nopora mbayátu, «alma de noche»,
wosahatu o wosawačitu, de wosaha mbayátu, «alma de mediodía» o «d
cénit».
En el momento de la muerte, las almas se desprenden del cuerpo por la
boca; son «vomitadas» y conocerán un destino radicalmente diferente del de
los espíritus huñítu/ hunisétu. En una primera etapa, merodean, agresivas,
alrededor del cadáver en busca de venganza y son calificadas como «almas
caníbales», nihamwo miria mbayátu. Pueden volverse contra los miembros de
su familia si no son vengadas, lo que explica la costumbre yagua de abando
nar el lugar de residencia luego de la muerte de un adulto y justifica, por
37
otra parte, el calificativo de almas vengadoras , pues exigen una venganza
38
de parte de los parientes de la víctima, so pena de castigarlos. La amenaza
de una venganza «vertical» por parte de las almas a los hombres implica ipso
Jacto una venganza «horizontal» entre los hombres: los agredidos se convier
ten en agresores y viceversa, lo que instaura una verdadera lógica de con
flicto. Si bien hoy en día los Yagua ya no practican incursiones armadas,
han mantenido el arma chamánica para vengar a sus muertos.
El alma de día, naríatu
Abandona el cuerpo en el instante de la muerte y se incorpora directamente
al mundo aéreo del cóndor, mukuhučanu. Si se trata de un alma «criminal»
(la que habría por ejemplo suscitado el cumplimiento de ciertos actos conde
nados por la sociedad, tal como matar a un miembro de su parentesco) se
transformará en cóndor (cƒ. más abajo Mito de origen del cóndor). Si se trata
de un alma asesinada por otra alma, irá a reposar con el arco iris, háwakóndi,
la «serpiente del cielo» (cf. más abajo Mito de origen de la serpiente del cie
lo). En el caso de muerte por incesto, el alma se encarnará en un murciéla
go (chupa la sangre de los vivientes), en rata (se alimenta de inmundicias) o
en zarigüeya (roba alimentos). Para los casos diferentes de los enunciados,
el alma anda errante por el espacio y atormenta a los vivientes bajo la apa
riencia de un pajarito dañino llamado wiča (genérico para pajarito) que emi
te al volar silbidos muy estridentes (semejantes a un «soplo»). Bajo esta for
ma el alma puede arrebatar fácilmente el espíritu hunisétu de un hombre y
Las almas se desarrollan paralelamente al crecimiento del individuo; por consiguiente,
37
las almas de un niño muerto son inofensivas y no implican necesariamente el abandono
del lugar de residencia.
Por otras características, podrían también acercarse al concepto de «almaanimal» de
38
disimularlo en el mundo del cóndor. Puede también transformarse en todo
tipo de animales diurnos (monos, pecaríes, jaguares, peces, aves, etc.).
Por lo tanto, según su naturaleza, el alma de día puede sufrir las siguien
tes transformaciones:
El alma de noche, noporatu
Se escapa cada noche de la sepultura (los Yagua colocan el cuerpo en posi
ción fetal dentro de una fosa) a la que regresa al despuntar el día. Mora cerca
del cadáver y vagabundea en los alrededores. Es una de las razones por la
que los Yagua evitan trasladarse solos durante la noche. En realidad, es esta
alma, más que las otras dos, la que obliga a los Yagua a cambiar de lugar de
residencia cuando uno de ellos muere. Su tenacidad para vengarse es tal
que, para impedir que cause daño, toda una serie de prácticas rituales se
lleva a cabo. La más eficaz consiste en quemar encima de la sepultura una
variedad apropiada de ciperáceas con pimiento (Capsicum). De igual modo,
cuando hay que pasar por antiguos enterratorios, se recomienda arrojar un
poco de este polvo de ciperáceas por el camino. La duración de la vida póstu
ma de esta alma puede superar varias generaciones; dado que su puerto de
amarre es el lugar mismo de sepultura, pasarán una o varias décadas antes
de que alguien vuelva a instalarse allí.
El alma de mediodía, wosawačitu
Es la más peligrosa y más poderosa de las tres, y la favorita de los chamanes.
Se manifiesta cuando el sol alcanza el cénit y puede engendrar todo tipo de
enfermedades. Además de su facultad de metamorfosearse en animales lla
mados «seminocturnos» (en especial serpientes y delfines) y en sirenas (cf.
más abajo el Mito de las sirenas), puede tomar apariencia humana y ase
mejarse a los vivientes. La duración de su vida póstuma es semejante a la
de las otras dos almas.
Al finalizar este capítulo, estamos en condiciones de presentar un cuadro
comparativo de los diferentes componentes psíquicos del ser humano:
120 LA PRÁCTICA CHAMANICA
Espíritus Almas
mas estatuillas nos fueron descritas como representaciones de antiguos
ancestros transformados en el momento de un gran diluvio. Sea cual fuese
su significación profunda, hoy en día no son objeto de ningún culto. No obs
tante, no debería verse aquí una señal de indiferencia hacia los muertos
sino la del pavor que inspiran sus almas caníbales. Los ritos funerarios,
siempre acompañados de abundantes sahumerios con ají y muy a menudo
concluidos con el abandono del sitio, no tienen otro objetivo que el de neu
tralizar temporalmente a las almas de los muertos. Que se ocupen ensegui
da de vengarlas no indica que busquen ganar su benevolencia, sino más
bien saciar su sed de sangre y de venganza para impedirles que causen
daño. La sangre representa para las almas de los muertos lo que el tabaco
para los espíritus: su alimento.
LA INICIACION
«Que el chamanismo es una profesión seria lo prueban ampliamente
los meses de iniciación, los años mismos, por los que los aprendices
deben pasar antes de ser reconocidos plenamente capaces de ejercer
su arte.»
(A. Butt, 1962: 1516)
P. Fejos, 1943: 80.
39
122 LA PRÁCTICA CHAMANICA
La instrucción le cuesta mucho al aprendiz, en el plano físico y mental,
pero no le cuesta nada en el plano material. La gratuidad de la instrucción
equilibra la inversión personal del iniciado: abstinencias, reglas de conduc
ta, aislamiento, sin contar los peligros ulteriores que habrá de enfrentar.
La primera llamada «de obtención de los poderes» constituye, según hemos
visto, la iniciación básica durante la que el candidato debe en primer lugar
encontrar un hatanu. Si no hay ninguno en su familia, tendrá que recorrer
grandes distancias para contactar al que quiera encargarse de su instruc
ción. El alejamiento no es forzosamente una desventaja dado que una moda
lidad de la iniciación incluye una reclusión del medio familiar. La perte
nencia ciánica no desempeña ningún papel; no existe ni jerarquía ni saber
ciánico en particular con respecto a los conocimientos chamánicos . El saber
41
chamánico es supraclánico.
Una vez completada esta primera formalidad, el candidato se instalará
con su hatanu durante todo el lapso de su instrucción en una pequeña habi
tación aislada, especialmente construida con ese fin, llamada sútá nëmara,
«retiro del chamán», o también ropopu huñúhatu súñohá, «retiro para beber
los alucinógenos». Es aquí que el aprendiz da sus primeros pasos en el arte
chamánico. La instrucción se concentra en principio en un solo aprendiz
por vez, aunque nada le impide al hatanu brindar una enseñanza colectiva.
Tampoco nada le impide al aprendiz tener varios maestros sucesivos, tal
como lo testimonia Patrocinio:
«Tomé por primera vez la purga a los doce años, sólo para probar no
más... mi difunto padre, que sabía un poco, nenehita, me la aconsejó
para vomitar las impurezas que cada uno acumula en el cuerpo. La
tomé, después vomité... eso me emborrachó... ayuné dos días, sin sal,
aceptando solamente un plátano asado con cáscara y algunos tazones
de mingado.
... pasó el tiempo... a los dieciséis años, volví a tomar la purga con otro
maestro, un tal «acho» del Ucayali. Fue la segunda vez...
... después de eso, a los dieciocho años, volví a tomar con el difunto
José Sandobar Arias (no Yagua).
... A los veinte, comencé mi iniciación con el difunto Ramón de la
quebrada Mayoruna (Yagua). Con él, tomé siete veces: era un gran
curandero. «Vi» todo gracias a él. Un día me dijo:
No todas las etapas tienen nombre; corresponden en realidad a los momentos destacados
40
de la iniciación.
Sucede algo muy diferente con los grandes rituales y el saber vinculado a éstos. Cada
41
clan tiene su manera de celebrarlos y posee su propio repertorio de cantos y pantomimas
que representan a los ancestros clánicos.
LA PRÁCTICA CHAMANICA 123
Hijo, voy a enseñarte.
y me sopló tabaco encima de todo el cuerpo, hasta en los más ínfimos
rincones. Me transmitió así su poder contenido en su «flema», que
hizo salir del fondo del estómago y que me hizo tragar. Dos veces la
vomité. Ramón volvió a empezar... hasta que cuatro flemas permane
cieron en mi barriga.
Con esto, hijo, podrás curar a cualquiera; vas a superarte poco a
poco.
Finalmente, con mi padre como último maestro, volví a tomar seis
veces, tomé toé mezclado con ayahuasca, que es más fuerte todavía. A
partir de allí pude concentrarme perfectamente. Mi difunto padre me
enseñó un poco más. Murió cuando yo ya sabía.
Hasta hoy tomé veintiocho veces ayahuasca, pura o mezclada. Tengo
treinta y seis años, atendí a dieciséis almas; todas sanaron».
La iniciación comienza realmente con la toma por lo general mensual
de decocciones de plantas alucinógenas bajo la conducción de un hatanu que
prepara los brebajes. Las tomas son nocturnas y espaciadas en general por
42
tro interroga a su aprendiz sobre sus visiones («¿qué ves?»), lo tranquiliza
(«no tengas miedo», «no corras»), lo guía en sus primeras interpretaciones.
Es una ciperácea, planta ritual por excelencia, la que tiene el privilegio
de inaugurar el ciclo de tomas; es el primer vegetal «para preparar el cuer
po», es decir acostumbrarlo a la aspereza de las drogas. A los bulbos finamen
te molidos se agregarán en forma gradual otras decocciones para hacer
mezclas cada vez más heterogéneas. El candidato tiene que absorber a tra
vés de las decocciones el mayor número posible de vegetales que posean
una madre poderosa, a fin de multiplicar y de diversificar las fuentes del
saber.
Los espíritus se trasladan más gustosamente de noche, lo que suscita por lo general
42
las tomas nocturnas. Además, de noche la gente duerme (sobre todo los niños), lo que
les asegura a los bebedores una cierta tranquilidad, en especial cuando el sitio de la
toma está próximo al lugar de vivienda.
La luna nueva es considerada favorable para la toma de alucinógenos, pues se supone
43
que la oscuridad acentúa las visiones; por otra parte, no se enciende ninguna luz.
Sesión del 17 de junio de 1976. Patrocinio recibía a dos candidatos.
44
124 LA PRÁCTICA CHAMANICA
mente a la pequeña habitación y se instalan frente al maestro que les en
trega una calabacita con esencia de ayahuasca. Cada uno traga el conteni
do de una vez. Apagan la lámpara para dejar que la oscuridad total invada el
lugar. Patrocinio le da a cada candidato un cigarro preparado por él (tabaco
liado en una hoja disecada de plátano) y les conversa sobre sus visiones...
pero nadie le responde. «Patrocinio decía que había que guardar todo en la
cabeza...». A continuación, entona un canto melodioso a invitación de las
madres de la ayahuasca. Los primeros efectos de la droga empiezan a hacer
se sentir y los dos participantes vomitan al unísono:
«Patrocinio decía... que había que beber hasta sentir el malestar pro
vocado por el fuerte olor de la purga... que, en ese caso los vómitos
hacían falta porque significaban la expulsión, fuera del cuerpo, del
mal y de las impurezas...».
Patrocinio sopla entonces una espesa nube de humo de tabaco sobre la
coronilla y el cuerpo de ambos candidatos que se extienden con calma en el
piso de la choza. Luego les agita cerca de la cabeza un ramillete de hojas de
chacapa llamadas mborčatuwí(c f.m
ás arriba). Blandiendo con una mano su
cigarro y moviendo el sonajero de hojas con la otra, prosigue con diversos
cantos de llamada que corean los candidatos. Patrocinio va a acompasar el
trance durante dos horas, hasta que uno de sus aprendices alcance un esta
do de fuerte mareo. Entonces le sopla humo de tabaco sobre la coronilla...
«pero poco, no demasiado...» y vuelve a agitar la chacapa con lentitud, luego
cada vez más rápido.
La sesión finaliza a las dos de la mañana, pero los candidatos permane
cerán recostados todo el día en el piso de la choza. Al segundo día, se asperjan
con agua fría antes de retomar sus actividades domésticas.
A medida que progresa el aprendizaje la presencia del hatanu se va eclip
sando frente a las madres que guiarán en calidad de auxiliares al aprendiz
en su accionar, le enseñarán cantos y le entregarán los poderes. De allí en
adelante, la función del hatanu se limitará a supervisar al aprendiz quien
preparará los brebajes por su cuenta. Pero antes el maestro le habrá trans
mitido una parte de su «fuerza», harie, la que le permitirá sobrellevar las
pruebas futuras. En orden cronológico, esta última operación es anterior a
la toma de alucinógenos muy poderosos que conllevan el riesgo de debilitar
demasiado al candidato. Esta fuerza que se adquiere de un hatanu no es
retransmisible, a la inversa de la que más tarde comunican los espíritus
auxiliares. Además, el maestro le entrega a su aprendiz un primer ejemplar
de todos sus poderes, que los auxiliares se encargarán enseguida de multi
plicar para su beneficio.
Sin embargo, este tiempo de iniciación impone muchas otras reglas
que deben respetarse al igual que la enseñanza del maestro y de los auxi
liares.
LA PRÁCTICA CHAMANICA 125
chamán tiene un conocimiento concreto del mundo exterior, cosa que no
hace más que fortalecer su saber a los ojos del grupo. El viaje más allá de las
fronteras tradicionales es parte integrante de la búsqueda del chamán, de
su deseo de sobrepasar los límites espaciales, del mismo modo en que atra
A. Butt señaló muy bien este fenómeno entre los Akawaio (1962: 2021).
45
126 LA PRÁCTICA CHAMANICA
viesa los niveles cósmicos durante su experiencia con la purga. De modo
que, en mi opinión, hay que considerar la reclusión fuera del medio fami
liar, a veces fuera del área tradicional, como la transposición en el plano
material del «viaje del alma»; ambos expresan, en diferentes niveles, la mis
ma voluntad de ir más allá de los límites categoriales y de sí mismo.
En resumen, la iniciación básica requiere: la ingestión por lo general
mensual de alucinógenos naturales en presencia de un hatanu, la absti
nencia sexual, períodos de ayuno según las tomas y una reclusión temporal
del medio familiar. Por otro lado, le permite al aprendiz: familiarizarse con
las madres de los vegetales y conseguir auxiliares, obtener poderes (dardos,
piedras, ropas, etc.), aprender los cantos de cada auxiliar, las técnicas ele
mentales de curación y la preparación de brebajes de alucinógenos, y here
dar la fuerza de un hatanu . Salvo por este último punto, todos los otros
46
elementos gravitan en torno a los alucinógenos que de hecho constituyen el
pivote de la experiencia iniciática en esta cultura.
Los alucinógenos
El mundo de los alucinógenos es un componente fundamental de la reali
47
dad yagua; la realidad inmediatamente visible, tal como es vivida en lo coti
diano, a menudo no es más que «apariencia»:
«En el comienzo de la humanidad, los animales eran personas. En
cada fin del mundo, arepa, «quema», una parte de los humanos se trans
formaba en animales. Pero para nosotros se trata siempre de perso
nas y no de animales.»
(Extracto de una conversación con José Murayari.)
Esta visión de las cosas es validada periódicamente por la experiencia
alucinatoria durante la cual el chamán «ve» a los animales transformarse
48
en seres humanos y viceversa y en la que él vive su propia transformación.
De allí esta pluralidad en el aspecto de los seres y de las cosas que el chamán,
más que ningún otro, es capaz de captar. Este universo de apariencias al
canza su plena expresión en el lenguaje alegórico propio de los grandes ri
Según Fejos (1943: 9), no se trata correctamente hablando de una «fuerza» que el
46
chamán transmite a su aprendiz sino de una provisión de dardos mágicos. Y recién
cuando éstos penetraron en el cuerpo del aprendiz éste es reconocido chamán. Fejos
agrega que el iniciado no podrá ejercer antes de la muerte de su maestro.
Tal como lo indica el mito del gran chamán, cruzrimitiu' es el dueño de los alucin
47
súñohamwo; fue él quien en los tiempos primigenios les indicó su uso a los hombres
Los Yagua emplean renuria para «ver», tanto habitualmente, por ejemplo, neno renú,
48
tuales, donde nada se designa ni se realiza como de costumbre. En el «tiem
po del ritual», las cosas retoman su aspecto primigenio, el que tienen en la
tierra de los grandes ancestros. Es así, por ejemplo, que a la tortuga terres
tre, notiu', se la llamará con el vocablo učótu, cuyo sentido literal es «banco»
(al que hoy en día se le da la forma del quelonio). En el mito, las tortugas son
los bancos de los ancestros y así permanecen para el que ve. El tapir, naca,
aún recibe el nombre de ričinu, «tambor»; es el tambor, la voztambor de los
dueños del bosque; los peces son árune, «piojos», los piojos de la gente del
agua... Detrás del lenguaje cotidiano existe entonces un lenguaje de los
orígenes que revela la esencia de las cosas más allá de su simple aparien
cia. Alcanzar o reencontrar el sentido de las cosas es sin duda la gestión del
chamán, cuya tarea es descifrar y restituir el sentido. Sin la intención de
querer reducir una teoría semejante del universo al solo hecho de ingerir
alucinógenos, parece no obstante que estos últimos desempeñan un papel
decisivo en su conceptualización y su validación. Los alucinógenos son in
dudablemente un medio entre otros de percibir este aspecto pluridimensional
de los seres y las cosas. Asimismo, propusimos la hipótesis de una correla
ción entre el uso de alucinógenos y el carácter voluntario del modo de reclu
tamiento chamánico entre los Yagua. Bajo el efecto de la purga, los Yagua
dicen identificarse con los espíritus y las entidades que visitan durante sus
viajes. Los alucinógenos cumplen, en mi opinión, con una función impor
tante en el chamanismo sudamericano , concediéndole su carácter activo,
49
voluntario, y consideraría, como segunda hipótesis, este último factor para
caracterizarlo y distinguirlo con respecto a otras formas de chamanismo.
En este sentido, es interesante constatar que los alucinógenos pierden
importancia entre los Yagua a medida que el chamán domina sus visiones;
a partir de que sabe «ver» mediante el pensamiento, mëtiaranëmu renuria,
«ver verdaderamente», casi no recurre a la purga. Esta es entonces reem
plazada por el tabaco que se confirma como el vegetal chamánico por exce
lencia. Si bien quedan relegados a un segundo plano, los alucinógenos nun
ca estarán totalmente ausentes de la práctica chamánica: el chamán siem
pre podrá retomar los vegetales para reaprovisionar su bagaje de poderes
mágicos sustraídos por sus rivales en el transcurso de los enfrentamientos
mágicos.
Por otra parte, la toma de alucinógenos no está reservada a los chamanes.
La mayoría de los Yagua, hombres o mujeres, pueden hacer la experiencia
bajo la guía de un terapeuta avezado, pero en ese caso las tomas están clara
mente orientadas hacia la autocuración o la busca de efectos telepáticos.
En términos generales, los alucinógenos se designan con el vocablo súño
que, en su acepción más amplia, significa «remedio vegetal» y entran en la
Cuando faltan los alucinógenos, en cuanto tales, queda al menos el tabaco. Sin embargo,
49
parece que en la parte meridional de Sudamérica, donde la toma de alucinógenos es
más reducida, la «vocación espontánea» bajo el impulso de los espíritus es más frecuente
que en el norte.
128 LA PRÁCTICA CHAMANICA
parte, este comentario sobrepasa el marco estrictamente indígena y se apli
ca a ciertos productos de origen mestizo considerados «fuertes», tales como
el kerosene, el alcanfor, el perfume, la gasolina que los chamanes yagua
pueden ingerir junto con la purga en cuanto tienen la oportunidad, sin olvi
dar el alcohol de caña de azúcar apreciado como una bebida fuerte y, por
consiguiente, un remedio...
Encontramos este mismo tipo de asociación entre los Aguaruna: «The association of
50
strong smells or tastes with medicinal or psychoactive properties is an important
element in Aguaruna plant use in general» (M.F. Brown, 1978: 121).
LA PRÁCTICA CHAMANICA 129
En efecto, los Yagua aprovechan su agudeza olfativa y gustativa para cla
sificar a los vegetales en «fuertes» y «débiles»; mientras se dice que los «ve
getales fuertes» son muy olorosos y de gusto amargo, los «vegetales débiles»
son considerados de olor suave y de sabor insulso.
Cabe también notar que los «vegetales fuertes» son esencialmente de
uso masculino , mientras que los «vegetales débiles» son claramente fe
51
meninos o están asociados a la actividad femenina. A la oposición olor fuer
te/olor suave, gusto amargo/gusto insulso, se agrega la oposición masculi
no/ femenino . 52
Los alucinógenos y las plantas que sirven para fabricar venenos son wanu'ntara, «plantas
51
de los hombres», mientras que la mayoría de los cultígenos (plantas «débiles» por
excelencia) son watoro'ntara, «plantas de las mujeres».
El criterio del olor como clasificación de los alimentos en «masculinos» y «femeninos»
52
fue explicitado por ReichelDolmatoff (1973: 268).
130 LA PRÁCTICA CHAMANICA
?
naranjillo sóñu
venado caspi hándruwit'jú ?
brebajes alucinógenos
Parte utilizada Observaciones
bulbo El empleo de ciperáceas está muy extendido entre los Yagua.
Registramos unas cincuenta variedades identificadas por los
Yagua y utilizadas con fines diversos (curaciones, envenena
mientos, iniciaciones, fenómenos metereológicos, ritos, etc.).
El piripiri se usa para abrir el ciclo de ingestas.
hojas Los Yagua lo emplean como un verdadero alucinógeno, puro o
diluido, según los casos.
liana Es el alucinógeno básico de los Yagua. Su utilización va mucho
más allá del ámbito estrictamente chamánico. Muchos Yagua lo
han experimentado durante las sesiones de ingestas colecti
vas.
hojas Empleado como aditivo.
hojas y ramas Unicamente algunos chamanes experimentados lo conocen y
cultivan.
hojas Según los Yagua, se trata de un alucinógeno extremadamente
poderoso que se encuentra en los bosques del alto Yavarí. De
hecho, pocos chamanes lo emplean.
liana Liana silvestre con virtudes alucinógenas.
hojas La presencia de la coca entre los Yagua presenta un problema
pues, si bien ya no se produce más, su utilización y cultivo
están comprobados históricamente**.
d) "... Si el enfermo es de familia grande y el doctor es de los más encopetados, se
previenen unas hojas machacadas, se reducen luego a polvo y se las entregan también
al brujo en un palo hueco o en una botella..." (L. Alvarez. 1913, vol. 37: 347).
e) "... Los Yagua no usan narcóticos ni plantas estupefacientes... La única excepción
observada fue en el caso de Unchi, chamán del clan "hormiga", quien habitualmente
mascaba coca en polvo..." (P. Fejos, 1943: 45).
f) .'.Hay referencias a alucinógenos y a medicinas. La cocaína, por ejemplo, (eso es, las
hojas de la coca) se toma. También se menciona cómo en el proceso de preparación es
tostada, machucada y cernida y cómo se usa una alfombra hecha del cuero de un tapir
como asiento especial, en que se sientan mientras mascan la coca. No conocemos a
nadie entre los Yaguas hoy en día que use la coca, pero mi ayudante me indicó que
estaba casi segura que anteriormente la masticaban..." (P. Powlison, 1959: 16).
132 LA PRÁCTICA CHAMANICA
Además de estos vegetales, los chamanes emplean un cierto número de
sustancias aditivas extraídas de las siguientes plantas:
Como ya lo hemos señalado, ciertos Yagua ribereños también ingieren
productos comercializados, tales como kerosene, gasolina, alcanfor , esen 53
cias vegetales o linimentos.
Según los Yagua, cada alucinógeno induce un tipo particular de visión,
modificable no obstante mediante el agregado de otras plantas o de los pro
ductos antes mencionados, lo que establece una correlación entre la compo
sición de los brebajes y la producción de visiones. Si nos referimos al relato
iniciático, Alberto obtiene tres visiones centrales con el piripiri (candela
ardiente/lisiado sin piernas, tizón/lombriz, serpiente); también logra otras
tres con este mismo producto mezclado con jugo de tabaco (candela ardien
te, animales, mellizos) y seis con la mezcla de piripiri, jugo de tabaco y
ayahuasca (candela, animales, hombre, escalera celeste, ropasmáscaras,
mujeres seductoras).
Por otra parte, los Yagua clasifican a los alucinógenos (al igual que a
todos los «vegetales fuertes» y a las madres) según criterios de velocidad y de
color. Cuanto más «fuerte» sea considerada una decocción, tanto más sus
madres y los atributos que éstas poseen estarán animados de un poder de
Según Lewin. el alcanfor se utilizó sobre todo en Sudamérica para prevenir la fiebre.
53
Pero el autor no oculta su acción fuertemente excitante sobre el sistema nervioso
central y el cerebro. (1970: 243245)
LA PRÁCTICA CHAMANICA 133
Productos Propiedades
enseña el arte de hacer daño y sobre todo de raptar almas
explica ciertas técnicas de autocura
ajusta y embellece la voz para entonar los cantos chamánicos
naranjillo ayuda al conocimiento íntimo del bosque
enseña el arte de hacer ciertos daños y de raptar las almas
aumenta la fuerza y la consistencia de los brebajes
alucinógenos
tabaco alimento de los espíritus en general
acompaña y guía a todas las madres asegurándoles la provi
sión de tabaco
enseña el arte de curar al expulsar los elementos patógenos
confiere la "fuerza" necesaria para permitir la extracción de
los dardos mágicos; calienta el cuerpo y ablanda la piel
permite la reincorporación de los principios vitales a través
de la coronilla
el principal objeto de intercambio con las madres y los espí
ritus
Sustancias aditivas
Productos Propiedades
venado caspi enseña ciertas técnicas de cura y de predicción
aumenta la fuerza de los brebajes alucinógenos
amacisa colabora en el conocimiento íntimo de las restingas y de
los seres invisibles que las habitan
participa de la enseñanza de ciertos artes chamánicos (en
especial la técnica de extracción de flemas)
incrementa la fuerza de los brebajes alucinógenos
mukura revela ciertos maleficios
incrementa la fuerza de los brebajes alucinógenos
hojas de guayaba enseña el arte de curar diarreas
incrementa la fuerza de los brebajes alucinógenos
corazón de huicungo enseña el arte de soplar maleficios y aumenta el potencial
chamánico en este sentido
LA PRÁCTICA CHAMANICA 135
Productos Propiedades
sananguilla enseña el arte del masaje
calienta el cuerpo durante las ingestas
kerosene incrementa la fuerza de los brebajes alucinógenos
gasolina educa en el arte de quemar almas
incrementa la fuerza de los brebajes alucinógenos
alcanfor enseña el arte de curar gracias a las pastillas mágicas que
la madre le entrega al aprendiz, luego de haberlo hecho
entrar al interior mismo del alcanfor, el depósito de las
pastillas
incrementa la fuerza de los brebajes alucinógenos
linimento inculca las técnicas de insuflaciones chamánicas para cal
mar los dolores corporales
enseña el arte de dosificar los brebajes alucinógenos y de
incrementar su fuerza
cicatriza las heridas ocasionadas por la introducción de
dardos mágicos
"agua de florida" forma la voz para entonar los cantos chamánicos
(esencia vegetal) detalla la técnica de reincorporación de los espíritus a tra
vés de la coronilla
incrementa la fuerza de los brebajes alucinógenos
desplazamiento rápido, lo que tiene implicancias evidentes en la práctica
del chamán, sobre todo en su rapidez de ejecución pues las madres son sus
auxiliares potenciales. Además, éstas se les aparecen a los chamanes bajo
colores diferentes en función precisamente de su velocidad de desplazamiento.
Los chamanes no emplean cualquier alucinógeno: se toma tal o cual ve
getal para aprender tal o cual cosa o para obtener tal o cual resultado. Existe
así toda una tipología de plantas; están en primer lugar aquellas que «hacen
ver» y aquellas que «hacen viajar», las que «enseñan» el arte de curar o de
embrujar, las que «calientan» el cuerpo o que «acompañan», las que «afinan
y embellecen la voz» para seducir, las que «dan la fuerza», las que «queman»
las almas o que «cicatrizan» las heridas, las que «perfeccionan» y las que
«reúnen», por último la que se intercambia: el tabaco.
136 LA PRÁCTICA CHAMANICA
dos para preparar los brebajes, no porque requieran conocimientos especia
les sino en razón de las fórmulas dedicadas a cada vegetal. Éstas no son
realmente efectivas a menos que salgan de la boca del chamán. Si bien
tanto el común de las mujeres como el de los hombres está excluido de la
preparación nada les impide, en cambio, ingerirlas. Pero igualmente en este
caso, como en el de cualquier iniciación, el chamán sigue siendo el maestro.
Cada planta alucinógena tiene su preparación: se rallan o se cocinan,
según las especies y las partes utilizadas (bulbos, raíces, corteza, tallos, ho
jas). Vemos, a modo de ejemplo, los pasos principales de una mezcla a base
de ayahuasca (Banisteriopsis caapi) y de toé (Brugmansia suaveolens):
«A la salida del sol (27 de junio de 1976), salgo con Patrocinio de la aldea
por el sendero que lleva a las chacras... caminamos durante unos quince
minutos, hasta el bosque. En el camino juntamos ramas secas y Patrocinio
recoge las lianas de ayahuasca que había escondido en la espesura la noche
anterior... rápidamente limpiamos el lugar escogido de malezas y arbustos.
9 hs : Patrocinio corta unos treinta trozos de ayahuasca del espesor de un
pulgar y de 2530 cm de largo cada uno, «una mano y cuatro dedos» (hay que
contar de cuatro a siete trozos por persona). También tiene en la mano un
ramillete de doce hojas de toé, que recogió al pasar por un rincón de su
chacra (las hojas fueron seleccionadas de la parte inferior de la planta). Pa
trocinio prevé dos hojas por persona (cuando el toé se toma solo, hay que
multiplicar por dos o tres el número de hojas).
9,50 hs : Patrocinio machaca los trozos de ayahuasca con una masa de
madera.
10,30 hs : Los trozos machacados son colocados con cuidado en un reci
piente lleno de agua hasta la mitad (unos 10 litros); luego Patrocinio ubica
todo sobre el fuego (de llamas pequeñas). Un trípode de madera mantiene el
recipiente a la altura adecuada pues el fondo no debe tocar el fuego. Patroci
nio señala que el fuego debe ser constante durante toda la cocción (de modo
que hay que cuidarlo y tener una provisión de ramas).
11 hs : Hierve el agua.
No parece haber excepción con las mujeres chamanes, lo que las coloca en desventaja
54
11,10 hs : Patrocinio agrega las doce hojas de toé y mezcla todo con un
pedazo de madera. Canta a media voz:
rongocito, rongocito...
así vienes a beber nuestra purga
así vienes a rondar alrededor de nuestras cabezas
así vienes a posarte encima de nuestras coronillas
Los ingredientes se cocinan a fuego lento, muy lento...
16 hs : El brebaje está listo. Patrocinio lo deja enfriar durante tres cuar
tos de hora.
16,45 hs : El líquido espeso (color té y consistencia de miel diluida) es
filtrado y luego trasvasado a una botella.
La toma se realizará a las nueve de la noche. Hay previstos cuatro parti
cipantes.»
La experiencia visual
Los Yagua utilizan indistintamente dos términos para calificar la experien
cia alucinatoria o «trance» : hamëriésa, el sueño, y atítuyanu, «transformar
55
se», o incluso «estar borracho».
La relación entre el trance y el sueño es inmediata en el sentido de que
en ambos casos se trata de un «viaje del alma» fuera del cuerpo. Además, la
El trance (en general o más específicamente chamánico) ha sido objeto de innumerables
55
escritos, todos contradictorios entre sí en mayor o menor grado.
Para Bastide, por ejemplo (1972: 96). "el trance es un lenguaje... que obedece al
determinismo del "inconsciente y de sus complejos".
Para Lapassade. en cambio, el trance es una "conducta del cuerpo y, como toda conducta,
está desde el inicio modelada por un lado por la cultura y por el otro por la historia" (de
modo que aquí tenemos un doble determinismo: cultural e histórico) (1976: 1516).
Rouget, por su parte, define el trance como un "estado de conciencia", una vivencia
que tiene dos componentes: uno psicofisiológico y otro cultural" (1980: 25): es una
experiencia vivida que fluctúa según las diposiciones individuales y la diversidad de
las culturas. Rouget define los fenómenos oponiéndolos. Así diferencia el trance del
éxtasis en base a una relación de exclusión con la música y en base al carácter
amnésico del primero. Por otro lado, el éxtasis está con frecuencia acompañado de
alucinaciones visuales o auditivas... mientras que éstas no aparecen en el trance" (op.
cit: 35).
Entre los Yagua, ambos fenómenos están superpuestos. Si bien la experiencia comienza
con una gran agitación corporal acompañada de vómitos, con "efectos sonoros" diversos
(en especial de los sonajeros de hojas) y con cantos, continúa con períodos de calma,
marcados de tanto en tanto por el rumor de los sonajeros de hojas. Las imagenes
visuales y auditivas están presentes durante toda la experiencia y nunca se produce
amnesia. Al contrario, el recuerdo de las primeras experiencias permanece siempre
muy vivo, incluso luego de varias décadas. Para ajustarse al análisis de Rouget podríamos
concluir que, entre los Yagua, la experiencia alucinatoria debuta con un trance y se
prolonga con un éxtasis, pero esto no es tan simple pues elementos propios de uno y
otro coinciden continuamente. Coincidimos en llamar "trance" a la totalidad de la
experiencia alucinógena del chamán yagua, sin preocuparnos demasiado en saber si
ésta depende más de un éxtasis que de un trance propiamente dicho.
138 LA PRÁCTICA CHAMANICA
experiencia del sueño cimenta la creencia del «viaje». Esta convergencia de
las experiencias alucinatorias y oníricas está confirmada por el empleo en
el lenguaje corriente de un mismo término: hamëriésa. Por otra parte, el
trance tiene un estrecho vínculo con la acción de transformarse: es el tran
ce mismo el que expresa los cambios sufridos por el chamán en el curso de
su viaje, transformaciones que designa el término atítuyanu. El otro sentido
del término es «locura», es decir, en su definición indígena, el estado patoló
gico provocado por la exteriorización prolongada de los principios vitales. Esto
no indica, sin embargo, que los Yagua confundan el trance con un estado
patológico sino que, tanto en un caso como en el otro, las apariencias se
entremezclan, el chamán «parece loco», reacciona «como un loco», atítuyanu
expresa un sentimiento vivido y compartido en los dos casos, pero
involuntariamente en la «locura» y voluntariamente en el trance. La expe
riencia alucinatoria significa literalmente «transformarse», provocar y vivir
la mutación, mientras que la «locura» significa sufrirla sin tener control.
Ligada por un lado al sueño y por el otro a una «locura controlada» y «volunta
ria», la experiencia alucinatoria se define entonces como un «viaje del alma»
acompañada de la idea de una transformación total de sí mismo.
Comportamiento
Para retomar la tipología existente, el trance entre los Yagua puede presen
tar dos aspectos: puede ser de tipo «cataléptico» o de tipo «dramático». En el
primer caso, el cuerpoenvoltura del chamán permanece inmóvil (el sujeto
está en estado de catalepsia); sólo el alma «viaja», según dicen los Yagua. El
chamán no se expresa durante el viaje (es el éxtasis de Rouget) pero una vez
que recobra el sentido lo describe. De modo que en este caso existe un desfase
entre lo vivido y lo dicho, lo que no altera de ningún modo el recuerdo de la
experiencia que, recordemos, es vivida, interiorizada, memorizada por el
chamán. En el segundo caso (que correspondería a lo que Rouget entiende
por trance), el sujeto vive y describe, expresa con gestos el viaje. No existe
ningún desfase entre lo vivido y lo dicho. La experiencia es en este caso
compartida en forma directa por el entorno del protagonista cuyo recuerdo
se conserva íntegro; no hay ninguna amnesia.
En el trance cataléptico, ambos espíritus viajan: el espíritu motriz, huñítu,
y el espírituvisión, hunisétu. El cuerpo se ve privado de toda sensibilidad,
reducido a una simple envoltura. Es entonces que puede ser poseído tempo
ralmente por ciertas categorías de espíritus capaces de expresarse en su
lugar. El trance puede así convertirse en parcialmente «dramático» (b). En el
trance dramático, sólo el espírituvisión viaja; el espíritu motriz permanece
en su envoltura y permite el movimiento corporal, lo que le da al viaje un
aspecto en cierto modo teatral.
LA PRÁCTICA CHAMANICA 139
candela ardiente/lisiado primera visión, parece común a todos los
sin piernas, estados del trance; la figura del lisiado sin
piernas representa a la madre de la candela
tezón/lombriz dos de las numerosas manifestaciones de
la madre del piripiri; la lombriz, híseñu
ntiónu, «gusano del piripiri» vive en la raíz
tuberosa de la planta
serpiente jergón una de las numerosas manifestaciones
de la madre del piripiri
animales (cornudos o acéfalos diferentes manifestaciones de las madres
desmembrados o desdentados) de los vegetales ingeridos o incluso sus
emisarios
mellizos madre del tabaco
tronco de ayahuasca/hombre madre de la ayahuasca. Luego de una cierta
cantidad de tomas, la madre de la ayahuasca
conserva su apariencia humana
140 LA PRÁCTICA CHAMANICA
escalera celeste camino invisible que une los mundos
ropasmáscaras protecciones mágicas ofrecidas a los
chamanes por las madres
mujeres seductoras esta visión indica la abstinencia sexual
a la que debe someterse el aprendiz; ex
presa el lado «seductor» de las madres
Si bien la experiencia alucinatoria le permite al aprendiz chamán «ver»
por primera vez a las madres de los mundos vegetal y animal y, por exten
sión, a los numerosos seres sobrenaturales que habitan el universo (a quie
nes enseguida convertirá en sus auxiliares), un terapeuta avezado podrá
comunicarse con ellos sin recurrir a la purga, sólo por intermedio de los
cantos y los sahumerios de tabaco.
Otro momento fuerte de la experiencia alucinatoria en el contexto
iniciático es el «despedazamiento del cuerpo», seguido de su reconstitución.
Escuchemos a Alberto:
«...los huesos se me salen de las articulaciones, criaturas devoran mi
carne... pero estoy de nuevo entero, se me vuelven a soldar los hue
sos, el cuerpo se me vuelve a unir...»
Al igual que las visiones, el tema del cuerpo «despedazado» y luego reuni
ficado es central en la experiencia iniciática en tanto victoria sobre la muerte,
pero también en todo el proceso de curación que exige la integridad corporal
(cf. más abajo). En términos psicoanalíticos, esta secuencia se interpretaría
como el símbolo de la desintegración y de la reconstitución del Ego; la frag
mentación del cuerpo, fenómeno a menudo mencionado, es una sensación
habitual en la experiencia alucinógena (cf. más abajo la reproducción de
esta sensación inducida por una toma de LSD 25). P. Allain cita un texto de
Théophile Gautier en el que el autor claramente experimentó una sensa
ción similar luego de ingerir marihuana (Cannabis) . 56
Los poder es
Es en el transcurso de esta primera etapa iniciática que el aprendiz adquie
re los poderes indispensables para su práctica futura. Estos últimos, limita
dos en número, consisten en auxiliares, dardos, vestimentas, cigarros y
piedras, invisibles o mágicos, cantos y humo de tabaco.
P. Allain. 1973: 5256.
56
LA PRÁCTICA CHAMANICA 141
Esta pintura, luego de ingerirse LSD 25, representa la sensación que tiene el
enfermo de perder la piel de los huesos y de sentir que el cuerpo se convierte en un
rompecabezas. El dibujo corriente en la psicoterapia describe simbólicamente la
desintegración del Ego.
Los auxiliares
Adqu isición de u n aliado: «el pu eb lo de serpientes del Ya va rí» 5 7
«... En el transcu rso de u na de mis caminatas solitarias en el espeso
b os qu e del Yavarí, llegu é a u n gran pa nta no qu e b ordea b a u na coli
na... me aprestab a a su b irla cu ando de pronto se oyó u n disparo al
aire, ¡pa!... me dirigí en su dirección, pensa ndo qu e hab ía algú n caza
dor perdido. G rande fue mi sorpresa al descu b rir u na pareja de pecaríes
agonizando en el fondo de u n hoyo. Ab ajo de la colina u n homb re me
mirab a, lu ego desapareció... o más b ien se transformó en serpiente:
D eb e ser la madre de los sitios, pensé; deb e hab er u na aldea deb ajo
de la colina.
...D e inmedia to tomé mi ta b a co y hice u n cigarro con u na hoja de
tahu ari, lo encendí y soplé u na espesa nu b e de h u mo en dirección de
la serpiente qu e, poco a poco, se levantó sob re la cola y tomó aparien
cia hu mana... me miró fijamente...
¿D e dónde vienes? ¿Estab as escu chá ndome?, me pregu ntó.
Vengo del Yavarí; fue el disparo el qu e me condu jo hasta acá, respon
dí.
El disparo qu e oíste fue mío; cazo pecaríes. ¡Ven! acércate, no tengas
miedo...
...Me acerqu é con pru dencia y le soplé a corta distancia varias b oca na
das de cigarro. La criatu ra me llevó por el «agu jero de la colina» ha sta
la aldea su b terránea de las serpientes... qu e parecía u na aldea cu al
qu iera, con casas, caminos, gente... el homb re me hizo entrar en su
casa y me invitó a comer pecari. C omo du dé, me a segu ró:
No tengas miedo, soy tu hijo.
Me hizo sentar y empezó a cortar el animal.
Vamos a esperar al jefe de la aldea, el qu e fundó lo qu e estás viendo;
él te va a contar la historia de nu estro pu eb lo.
...Al rato, apareció el jefe del pu eb lo rodeado de u na horda de pu ma s
gigantes qu e se precipitaron en mi dirección... Por su erte, yo tenía mi
tab aco. Tu ve tiempo de tirar varias b oca na da s antes qu e me alcanza
ran. El tab aco los calmó a todos y pu de acariciarlos tra nqu ila mente. El
Este relato fue vivido por Alberto (5) en el alto Yavarí hacia 1970, mientras trabajaba la
5 7
madera para un colono peruano. La tala de cedros a veces lo llevaba a sitios aislados,
lejos del campamento y de los otros leñadores. Alberto nunca se aventuraba en esas
regiones sin su provisión de tabaco que guardaba con sumo cuidado en una bolsita
atada al cuello. Este relato nos muestra cómo el narrador obtiene el favor de una cierta
categoría de espíritus, las «serpientes de las colinas del Yavarí», y cómo una de estas se
convierte en su aliado.
LA PRÁCTICA CHAMANICA 143
jefe me dio entonces u na calab aza con masato... la soplé tres veces
con hu mo de tab aco; el líqu ido no se transformó... sin du da era masato...
b eb imos toda la noche; tamb ién soplé encima de la carne qu e me sir
vieron para asegu rarme de qu e fuera pécari... no se transformó... co
mimos y b eb imos toda la noche. El jefe me explicó cómo su pu eb lo se
transformó en serpiente lu ego del gran dilu vio.
Al clarear el día, regresé al campamento en compañía del homb re qu e
me invitó a volver a visitarlo:
D e ahora en adelante eres mi padre, me dijo, y yo voy a a compa ña rte
hasta la mu erte. El día qu e regreses a tu casa, allá, llévame, así co
nozco el camino.
La serpiente de la colina del Yavarí es desde ese día mi hijo; nu nca
má s me ab andonó. Hace apenas u nos días estu ve enfermo y él estab a
ahí, a mi lado...»
El término genérico para designar a los au xiliares es idéntico al u tilizado
para las madres, hamwo. Al referirse a sus au xiliares personales, el chamán
dirá anihamwo, «mi gente». En la intimidad de su práctica, empleará para
cada u no el término de parentesco pwípwí, vocativo para «hijo»; a la inversa,
su s au xiliares lo llamarán rahe o taifa, «mi padre» o «papá». La relación del
chamán con su s au xiliares reprodu ce la relación ideal entre padre e hijo.
Este lazo de parentesco que u ne al chamán con su s au xiliares es además
mu y significativo en el contexto chamánico global en el sentido de qu e mani
fiesta las capacidades del chamán para controlar las potencias invisibles. Es
en cierta forma la expresión de su dominio de la sob renatu raleza.
El ab anico de au xiliares posibles su pera en mu cho a las madres de los
vegetales y animales solamente. Las almas de los mu ertos, los diversos es
píritu s del b osqu e o la «gente» de los diferentes mu ndos pu eden tamb ién
convertirse en aliados de primer orden y en armas chamánicas extremada
mente poderosas, tales como el tru eno, el relámpago, el viento, la lluvia y el
arco iris. El tru eno, por ejemplo, pu ede utilizarse a distancia para asustar;
el relámpago qu ema los espíritus de la gente y el viento los arrastra; en
cu anto al arco iris, castiga a los niños con enfermedades graves. En térmi
nos generales, cu antos más au xiliares posea un chamán, tanto má s podero
so resu lta ser. En primer lugar porqu e éstos lo protegen; además, le permi
ten actu ar a distancia y lo aprovisionan de da rdos má gicos (y de otra
parafernalia mágica) cuya trayectoria ellos controlan. Tamb ién le revelan
el origen de las enfermedades y averigu an sobre los espíritu s perdidos. Los
au xiliares tienen u na doble función: informar al chamán y servirle de emi
sarios para actu ar a distancia. En este sentido, los chamanes cu entan con
exactitu d el nú mero de au xiliares que tienen. Alb erto ya cu enta con «seten
ta y cu atro»;
«...Setenta y cu atro es el nú mero de mi gente, pero los cu ra nderos
mu y poderosos tienen mu chos más, a veces varios centenares. E s el
caso de Ju a n Ahima nia de Palo Seco; anoche cantó desde el crepú scu
lo hasta el amanecer sin cesar; por eso sé qu e tiene mu cha gente...»
144 LA PRÁCTICA CHAMANICA
Por otra parte, el chamán no utiliza cu alqu iera de su s au xiliares; para
cada caso deb e determinar el tipo de acción apropiada. Si el motivo de la
intervención no es demasiado serio, no hace falta que envíe au xiliares de
masiado poderosos; b asta con un aliado de segu nda categoría. En caso con
trario, deb e centu plicar sus medios y solicitar la ayu da de su s au xiliares
más poderosos. Si una intervención deb e desarrollarse en el agua, tiene
qu e elegir u n auxiliar acu ático (nutria, delfín, etc.); si tiene lu gar en tierra
firme, deb e entonces optar por un auxiliar terrestre. Por ú ltimo, si se trata
del rapto de u n espíritu, el poco tiempo con el que cu enta para asegu rar la
reincorporación le hará recurrir a una madre de mu cha velocidad (por ej.:
ayahu asca); si se trata en camb io de u n simple «viaje de ru tina», podrá con
formarse con una madre más lenta (por ej.; piripiri).
Ademá s de los au xiliares clásicos, los chamanes poseen a veces u n ani
mal asociado, un familiar, u n animal rápido o un pájaro, en algu nos casos
una mariposa, qu e pu eden utilizar como mensajero privilegiado. Se dirá,
por ejemplo, qu e u n pájaro tiene a tal o cual chamán como rahe, «padre», y se
conocerán las actu aciones de tal o cual chamán por la presencia o no de su
familiar. De igual manera, cada auxiliar vegetal dispone de u na serie de
animales (tapires, pecaríes, jagu ares) qu e el rahe pu ede gob ernar segú n su
conveniencia. C omo regla general, la mayoría de los animales, ya sean te
rres tres , a cu á ticos o s emia cu á ticos , son a u xilia res potencia les de los
chamanes, qu ienes pu eden «montarlos» a volu ntad en su s viajes a través
del tiempo y el es p a cio .
58
El tema de la «cabalgata celeste», presente en el chamanismo asiático y de América del
58
Norte, no se expresa con tanta claridad entre los Yagua. Estos sólo dicen que «viajan»,
a veces a lomo de algún animal. En una versión del mito del «calvo y la raya gigante»,
el protagonista se escapa del vientre de la raya montado en un ciervo que, de un solo
salto, alcanza la margen del río...
LA PRÁCTICA CHAMANICA 145
del chamán está en relación con el nú mero de mu ertes en su haber; su
poder se erige en cierta forma sobre las espaldas de su s víctimas. C omo
veremos a continu ación, las modalidades para adqu irir el poder chamánico
todavía generan conflictos entre los Yagu a.
Constitu yen el arma estratégica de los chamanes. Los Yagu a se refieren a
éstos con el término rimída, diferente de ramunu, «dardo de caza», con el qu e
se paraliza a la presa. El aprendiz obtiene su primer rimída de manos de su
instru ctor; los otros los recibe de las madres du rante la iniciación. En princi
pio, cada chamán conoce la cantidad variable para cada u no de dardos qu e
gu arda en el estómago, sede de los proyectiles. Cu ando se su pone que la
provisión es lo suficientemente importante, los dardos forman u n cintu rón
protector, rimídaha, «ropa de dardos», qu e envu elve casi todo el cu erpo del
chamán y cu ya trama mu y cerrada impedirá qu e penetre cu alqu ier otro
proyectil. La fuerza del chamán es proporcional a la cantidad de dardos qu e
tenga. Con el tiempo, éstos se alargan y resultan entonces difíciles de ex
traer del cu erpo de las víctimas. Se realizan enfrentamientos pú blicos entre
chamanes para medir su s fuerzas y la eficacia de sus armas. Es en el cu rso
de estos desafíos que se forja la repu tación de u nos y otros. Alb erto nos relató
qu e u na vez tu vo qu e medirse delante de testigos contra otro chamán, un tal
Ju lio, qu e él responsab ilizab a por la enfermedad de su hijo. Ju lio tomó mu y
a mal la acu sación y amb os intercamb iaron dardos pú b licamente: «Julio
mu rió de inmediato», conclu yó Alb erto; «todo el mu ndo fue testigo; él se lo
había b u scado.» Este comb ate fue célebre en la región y todos están conven
cidos de que el tal Ju lio fue su víctima.
Los dardos se gu ardan entonces en el estómago. Para exteriorizarlos, el
chamán realiza una serie de masajes en el b razo y el homb ro hacia la mano
hasta qu e «siente» el dardo. La extracción propiamente dicha se acompaña
con ab u ndantes sahu merios de tab aco. El dardo, simple proyectil, se coloca
en manos de los au xiliares que lo gu iarán hasta el objetivo. Más qu e por el
dardo, el efecto lo produ ce el veneno, rimídaráwá, con que está impregnado.
Este proviene del lago celeste; la igu ana sanomwá es su du eño:
En la actu alidad, los chamanes deb en emprender largos viajes a través
del espacio para alcanzar el lago celeste y negociar el veneno. El veneno
celeste, responsab le de la gran mayoría de males terrestres pu es es más
activo qu e el de este mu ndo es particu larmente codiciado por los chamanes.
G u iados por los auxiliares, los dardos son soplados por el chamán con el
hu mo del tab aco y propu lsados con la ayuda de gu antes mágicos. D e esta
forma, pu eden recorrer largas distancias, atravesar toda su erte de ob stácu
los excepto las ropas mágicas de los chamanes y penetrar en el cu erpo de
la víctima sin qu e ésta necesariamente se perca te . Si ningú n chamán los
59
retira, la persona morirá indefectiblemente algu nos días o meses más tar
de. Sólo un chamán más poderoso que el au tor del mal pu ede confiar en
ob tener un resu ltado positivo, la curación total; en caso contrario, inclu so si
el chamán pu ede extraer los dardos, no logrará impedir qu e su rival reitere
su s maleficios. Las posibilidades de cu ración dependen siempre de la rela
ción de fuerzas entre chamanes antagonistas. Al igual qu e para los au xilia
res, los dardos son por lo general recuperados o destruidos por el más podero
so de los dos chamanes lu ego de la mu erte de su rival más déb il . 60
parte enferma y mediante su cciones. A su vez, el chamán deb e vomitar el
dardo extraído para no convertirse en víctima. La expu lsión se realiza en un
lu gar semisagrado llamado pánjo, «lugar de cura». El chamán vomita un hilo
de saliva qu e, al endu recerse, toma la apariencia de u n dardo. Está ob ligado
a mostrárselo a los padres del enfermo que hab rán de respetar u na cierta
distancia con respecto al lugar de cura pu es se dice que los dardos están
cargados de «electricidad», como el relámpago. Se destru yen los proyectiles
arrojándolos contra el s u elo , donde su pu estamente alcanzan el mu ndo sub
62
59
Sin embargo, a veces los Yagua interpretan ciertos dolores agudos y muy localizados
como la herida de posibles dardos mágicos.
Según Fejos (1943: 90), «...When a shaman dies his magic darts are presumed to fly
6 0
out of his body and enter that of his successor. If the shaman has no trained successor,
the magic darts are presumed to fly through the air until they enter the body of some
other shaman». Por lo que sabemos, el aprendiz nunca hereda la totalidad de los
poderes de su maestro; sólo incorpora una ínfima parte durante la iniciación.
Mientras permanezcan enteros, la extracción es siempre posible pero, en cuanto los
6 1
extracted from the body of the patient, are then gathered in the banana leaf and
burned at the community fireplace to prevent their being used again by the evil magician
who caused the disease».
LA PRÁCTICA CHAMANICA 147
D u rante la experiencia iniciática, las madres tamb ién le entregan al
aprendiz un arsenal defensivo compu esto de ropas mágicas, mbayátu mënasu,
«alma vestimenta» o «vestimenta invisible», que tienen la propiedad de pro
tegerlo contra los posib les proyectiles enviados por los chamanes enemigos.
La vestimenta tiene el aspecto de un gran saco que el chamán se coloca en
cu anto se siente amenazado o du rante su su eño. Lo elegirá en función de
los sitios y de las circu nstancias de su accionar: si debe trasladarse por el
b osqu e, se colocará la vestimenta del ja gu a r o del venado; en camb io, si deb e
penetrar en u n medio acu ático, para u na mayor eficacia se pondrá la vesti
menta de la gran anaconda, luego de haber entonado el canto correspon
diente:
fu fu fu fu fu...
ra ra... (el cantor vomita un dardo qu e le entrega a la gran anaconda a
camb io de su ropa mágica).
El momento crítico para todo chamán es el instante preciso en el qu e
camb ia de ropa pu es, por una centésima de segu ndo, está expu esto a cual
qu ier agresión.
L a s piedras mágicas
Ademá s de los dardos, el chamán dispone de piedritas llamadas mbayátu
awočó, «almas piedras» o «piedras invisibles», que gu arda cu idadosamente
en el estómago. Son entregadas por la madre de las piedras, awočóhamwo, y
lu ego deglu tidas. Pero ocurre que el chamán se provee de piedras verdade
ras intercamb iándolas con gru pos vecinos. Mientras qu e las primeras se
conservan en el interior (del estómago), las segu ndas se colocan en el exte
rior en una bolsita atada al cuello. Ningú n chamán ha consentido ja má s en
mostrarlas, bajo el pretexto de qu e perderían su poder. Segú n las revelacio
nes de Alb erto, su ta ma ño, qu e no su pera los dos centímetros, pu ede
centu plicarse despu és de algu nos sahu merios. Cu ando son pequ eñas, se
las utiliza como armas (al igual que los dardos); cu ando son grandes, se con
vierten en receptácu los (de forma similar a las ropas mágicas). El chamán
penetra en su interior y, así, está perfectamente protegido.
El qu e sabe pu ede tamb ién emplear pedazos de vidrio, putiwúnariu, «pie
dras transparentes», qu e a menu do son cau sa de enfermedades. Las madres
reparten algu nos fragmentos de vidrio en los brebajes qu e ingieren los apren
dices para conservarlos en el estómago. Pu eden vomitarlos en los momen
tos indicados y diluirlos en las calab azas de masato de su s víctimas. Las
astillas cortan, lastiman el interior del cu erpo de las víctimas.
«...toma este cigarro... fuma pero no escupas, traga todo el humo, no
dejes escapar ni una bocanada...»
[Cf. el relato de Alberto)
En el transcu rso de la iniciación, las madres de los vegetales les confían
a los aprendices cigarros mágicos, mbayátu sándipu, « almas cigarros» o «ci
garros invisibles», qu e tienen la propiedad de no consu mirse en su totalidad.
Ademá s , cada vegetal posee su propio modelo de cigarro, por ejemplo:
150 LA PRÁCTICA CHAMANICA
de sacha ajo hojas liadas de la planta terminadas con
u n «tapón» (color marrón).
de lu pu na hecho a partir de la corteza liada del ár
bol (el color varía del b lanco al rojo segú n
las variedades de lu pu na).
de perfu me vegetal cigarrillo comú n con u na llamita perma
nentemente encendida en su extremo.
E s tos ciga rros tienen u na incidencia directa en la exp erien cia del
chamán. Mediante su s emanaciones su aves, éste podrá controlar perfecta
mente la su cesión de su s propias vis ion es . 63
«...chupo el cigarro... me invade un extraño olor, dulce y perfumado,
seguido por la imagen de un tronco de ayahuasca... largo varias boca
nadas... un perfume me penetra el cuerpo frío. Las imágenes se esfu
man poco a poco, estoy otra vez normal...»
Los cigarros, regu ladores de visiones, su pu estamente tamb ién ayu dan al
cha má n en su s cu ras mágicas. Son objeto de intercamb io entre las madres
y el chamán:
A la inversa de los sonajeros de hojas que utiliza el maestro de la sesión quien controla
6 3
«... a camb io de tu tab aco [habla la madre del toé], te daré algu nos de
mis cigarros mágicos...»
(Id.)
El humo de tabaco
«...de inmediato tomé mi tab aco y hice u n cigarro... lo encendí y soplé
u na espesa nu b e de hu mo en dirección de la serpiente qu e, poco a
poco, se levantó sob re la cola y tomó apariencia hu mana...»
(Cf. más arrib a «el pu eb lo de las serpientes del Yavarí»)
El hu mo de tab aco, súndehi nowači, es indispensab le para cu alqu iera
qu e desee a b oca rse plena mente a la práctica cha má nica y a las cu ras
mágicas; es el camino, la «vía», rëpwiñu, por la que se trasladan y se dirigen
los espíritu s, tal como la vía láctea es el camino de los espíritu s de los mu er
tos, por donde éstos transitan hasta su tierra de refugio. Al soplar el hu mo
de tab aco el chamán envía y orienta a sus au xiliares. Tamb ién, gracias a
este hu mo de tab aco, permitirá la reincoporación de los espíritu s perdidos y
facilitará la extracción de los dardos mágicos al calentarlos, como cu ando
madu ra u n ab sceso. Es inclu so con este mismo soplo que expu lsará el mal
al aspirarlo por la b oca del cu erpo de u n enfermo. Es siempre soplando en
su s manos u nidas qu e el chamán, antes de cada cura, convocará a su s au xi
liares para qu e lo asistan. Embrujar se dice, por ejemplo, sándu, literalmen
te «soplar», o ndus í «el soplo», ranëmaheta rándu, «voy a embrujarlo», es decir,
«voy a soplarle». Pero el «soplo» tamb ién connota la cu ración, la reparación,
la expu lsión del mal.
D u rante la experiencia alucinatoria, los sahu merios de tab aco son ab u n
dantes. Por u n lado, los chamanes le reconocen un activo papel en el proce
so alu cinatorio, la «mareación», y por el otro, el hu mo de tab aco tiene el
poder de seducir, «de amansar» las fuerzas hostiles en general y a las ma-
dres en particular, qu e al comienzo siempre son amenazantes:
«...al rato, apareció el jefe del pu eb lo rodeado de u na horda de pu ma s
gigantes qu e se precipitaron en mi dirección... por suerte, yo tenía mi
tabaco. Tu ve tiempo de tirar varias b ocanadas antes de qu e me alcanza
ran. El tab aco los calmó a todos y pu de acariciarlos tranqu ilamente...»
(Cf. más arriba «el pu eb lo de las serpientes del Yavarí»)
152 LA PRÁCTICA CHAMANICA
Aparte de su efecto calmante, el hu mo de tabaco tiene el poder de hacer
al chamán «liviano» y de facilitar el vu elo de su s espíritus. Posee tamb ién la
virtu d de transformar los seres y las cosas. Inclu so le permite al chamán
develar la verdadera natu raleza de los fenómenos que lo rodean. Si despu és
de varios sahu merios el objeto insuflado se transforma, se trata de u n espí
ritu disfrazado.
«...el jefe me dio entonces u na calab aza con ma sa to... la soplé tres
veces con hu mo de tab aco; el líqu ido no se transformó; sin du da era
masato... b eb imos toda la noche...»
(Id.)
Si b ien el hu mo de tab aco ofrece la posibilidad de matar a distancia, tam
bién pu ede resu citar «mu ertos» . La mitología ab u nda en ejemplos de este
tipo y el relato de Alb erto constitu ye un b u en ejemplo:
«... [si los espíritu s] te a mena za n, sóplales en la coronilla... ca erá n
mu ertos , pero si les soplas en los pies, volverá n a la vida. E n ese
momen to, les darás ta b a co. Podrá n a su vez soplarte, entonces tú
morirás pero sólo en apariencia pu es antes hab rás tenido la precau
ción de ponerte la ropa mágica.»
(Cf. el relato de Alb erto)
Por ú ltimo, el hu mo de tab aco se emplea como encanto para la caza. El
cha má n sopla hu mo de tab aco sobre el cu erpo de los cazadores antes de su
partida al b osqu e, en especial despu és de una serie de cazas infortu nadas.
El olor del tab aco su pu estamente atrae a las presas.
Los diversos poderes del hu mo de tab aco se resu men en los sigu ientes
puntos:
gu ía, orienta a los au xiliares camino, «vía» de los espíritu s en general
expu lsa a los malos espíritu s el olor del tab aco les echa
encanto para la caza el olor del tab aco atrae a las presas
sedu ce a las madres acción calmante y eu forizante del taba
co, alimento de los espíritu s
facilita la extracción de los calienta y su aviza la piel, «hace madu
dardos mágicos rar» el mal
ma ta
camino de los dardos mágicos
LA PRÁCTICA CHAMANICA 153
Los cantos
Todo aprendiz deb e memorizarlos du rante su iniciación pu es cada u na de
las madres, nu merosas y variadas, posee su canto, mëránu (maránu), por ejem
plo híseñu mëránu, «el canto del piripiri», súndehi mëránu, «el canto del taba
co». La función esencial de estos cantos es la de llamar a las madres au xilia
res, es decir, de comu nicarse con ellas sin recurrir ob ligatoriamente a los
alu cinógenos. Ante el menor peligro, el chamán de inmediato entonará el
canto de u n auxiliar antes de encender el cigarro que lleva permanente
mente consigo.
La fuerza del chamán se evalú a por la extensión de su repertorio de can
tos, indicación del nú mero de au xiliares que tiene. Los cantos chamánicos
son además considerados secretos, no tanto por su contenido qu e todos co
nocen en mayor o menor detalle sino por el tono de voz con el qu e hay que
entonarlos. Si u n chamán logra develar el registro con el que canta su rival,
pu ede su straerle su s auxiliares pu es éstos responderán siempre a un re
gistro determinado, sea cual fuera el emisor. Para ello, los aspirantes culti
van su voz; primero la «aclaran» con la ayuda de una conchilla llamada samatu.
La técnica consiste en raspar la lengu a con el filo de la conchilla para reti
rar la «flema», la «espu ma», qu e ju stamente enronqu ece la voz. El timb re
deb e ser perfectamente claro para que el canto surta todo su efecto. El toé
[Brugmansia suaveolens) y el agua florida (esencia vegetal) tamb ién tienen
fama de produ cir casi el mismo resu ltado que el raspado de lengu a. Lu ego el
aprendiz procede a realizar ejercicios vocales para mantener la voz el mayor
tiempo posib le en u n registro mu y alto, en el límite de lo au dib le. Cu anto
má s alto sea su registro, tanto más se asegu ra que nadie pu eda imitarlo
fácilmente y quitarle así su s au xiliares.
U n rep ertorio comp leto p u ed e tota liza r va ria s d ecen a s de ca n tos
chamánicos, distribu idos por lo general en tres gru pos: los cantos de llamada
para solicitar la venida de los a u xilia res , ya sea en el momento de la pre
64
paración o de la toma de los brebajes alu cinógenos, o para una acción mu y
pu ntu al (curación, rito, etc.); los cantos de envío qu e consisten en proyectar o
6 4
Los ca ntos se repiten ha sta qu e se pres enta n los a u xilia res .
154 LA PRÁCTICA CHAMANICA
Los inicios
Esta segu nda etapa de la iniciación se caracteriza por la puesta en práctica
de las nociones adqu iridas du rante el primer período de la instru cción. Se
trata aquí de probar, de experimentar lo adqu irido. En la práctica esta fase
se extiende por varios meses, hasta qu e el aprendiz sea oficialmente reco
nocido como cu randero, es decir hasta cu ando tenga en su hab er u na cu ra
ción pú b lica. Entretanto, no es más qu e un sándahitara, «aprendiz». Arma do
de u n sab er algo vacilante el aprendiz empezará por ejercer en casos benig
nos (heridas leves, fiebres b enignas, diarreas pasajeras). Su s principales
accesorios serán de allí en adelante el tabaco (el ciclo de tomas ha conclu ido
pero nada le impide repetirlo tantas veces como ju zgu e necesario o agregar
le nu evos vegetales si quiere ampliar su s conocimientos) y los cantos.
Ademá s de las aplicaciones y las pru eb as que deb e su perar, el futuro
chamán realiza su s ejercicios vocales y aprende los gestos qu e cu ran (ma
sajes, su cciones), se aboca a la interpretación de su eños y b u sca entrar en
contacto con su s au xiliares sin recurrir a la purga, memoriza el texto y la
melodía de cada canto, permitiéndose a veces improvisar cu ando tiene un
rapto de inspiración. En resu men, lu ego del aprendizaje teórico viene el
período de práctica del candidato, marcado por etapas qu e van haciendo del
aprendiz primero un cu randero y luego un chamán.
D espu és de cierto tiempo de práctica (de seis meses a un año, inclu so
dos), el candidato extrae del cu erpo del enfermo una «flema», worapándi (sus
6 5
J. S is kin d . 1973: 3 1 .
LA PRÁCTICA CHAMANICA 155
tancia viscosa) que vomita en lugar aparte. Estimu lado por este primer re
su ltado qu e le indica que está convirtiéndose en pándra, «cu randero», el
aprendiz se dedica a cu raciones cada vez más frecuentes au nqu e más y
más difíciles, hasta el día inolvidable en que vomita u n dardo mágico. A
partir de ese instante, pu ede curar cu alqu ier enfermedad mediante sim
ples sahu merios de tab aco. No obstante, recién se lo reconoce oficialmente
como pándra lu ego de su primera sesión pública donde debe, frente a todos y
en presencia de su ins tru ctor , probar su talento. El momento crucial de la
66
sesión es el instante en que exhibe, a la vista de todo el mu ndo, el dardo, la
cau sa del mal. Entonces lo proclaman pú b licamente cu randero. Pero si es
pándra; aú n no es nëmara, «chamán», pu es para ello debe ser no sólo capaz
de extraer los dardos sino tamb ién de identificar a los au xiliares del agresor,
sin lo cual no podrá lograr u na cu ración definitiva. Más que calmar momen
táneamente a su paciente, el chamán tiene qu e estar en condiciones de
neu tralizar al adversario para impedir que reincida. La cu ración consiste
tanto en la expu lsión del mal como en la aniqu ilación de las cau sas de éste.
Por lo tanto, es. con un criterio estrictamente médico que el chamán es
reconocido como tal. Sin emb argo, si b ien la función terapéu tica del chamán
es esencial, está lejos de ser la única, tal como lo mostraremos en el Capítu
lo III.
Qu e el candidato sea promovido como nëmara no indica por ello que haya
llegado al final de su aprendizaje; necesitará todavía más de un año de prác
tica y de éxito en las cu ras para confirmar su talento, a cu yo término se le
llamará «b u en chamán» (competente).
Lu ego de dos o tres años de práctica continua, el chamán recibe la «visita
de los au xiliares», hamwo setímaremo, con el fin de completar su formación.
Los au xiliares se presentan ante el chamán sin qu e éste los haya llamado,
por lo general bajo la apariencia de un niño y proponiéndole diversos b reb a
jes destinados a perfeccionar sus conocimientos sobre las técnicas de cura
ción. El chamán, en tanto cu randero, alcanza el apogeo de su formación. Sin
emb argo, le harán falta largos años de práctica para dominar plenamente su
arte. Esta visita de los au xiliares es en realidad la ú ltima pu esta a pu nto
antes de la práctica propiamente dicha.
Su perada esta etapa, ya no hay límites para el conocimiento. El chamán
necesita tiempo y experiencia para subir los escalones de la jerarqu ía y
acceder a los pu estos más altos. Entonces lo llamarán sándatia, «el qu e sabe».
Los momentos fuertes de la iniciación chamánica son entonces los si
gu ien tes :
6 6
El instru ctor deb e norma lmente asistir a la primera presenta ción pú b lica de cada u no
de s u s a prendices en la qu e a demá s le reconocen pa rte de res pons a b ilida d.
156 LA PRÁCTICA CHAMANICA
LA PRACTICA
La cu ración chamánica, espectacu lar en su s diversos aspectos, a menu do
ha sido percib ida como la actividad esencial del chamán, al pu nto de apare
cer como la piedra angu lar del chamanismo. Sin emb argo, desde nu estro
pu nto de vista, la actividad terapéutica no es más que una manifestación,
sin du da privilegiada, de la actividad chamánica; ésta no deb e ocu ltar los
otros aspectos de la práctica y los nu merosos dominios en los qu e se desa
rrolla (ver el capítu lo III).
La práctica del chamán yagu a se ejerce con igual intensidad en la cura
ción de enfermedades como en su inocu lación. D eterminar la identidad del
agresor y neu tralizarlo, ya sea destru yendo a su s au xiliares o inocu lándoles
u na enfermedad, es una de las misiones confiadas al chamán. Así, para
curar, el terapeu ta debe devolver la enfermedad. La salud podrá sólo resti
tu irse al término de violentos enfrentamientos entre el agresor y el cu ran
dero. D e la victoria del segu ndo dependerá la cu ración.
Por lo tanto, en su calidad de cu randero, el chamán deb e b u scar las cau
sas de los estados patológicos. No se concib e ningú n tratamiento válido, nin
gu na cu ración seria sin su intervención. El chamán se ve así ob ligado por el
gru po a dispensar cu idados a cualquier persona cuyo estado de salud requ ie
ra un tratamiento apropiado fuera de la administración de remedios o la
simple aplicación de h ier b a s . A pesar de los tipos de cu idados b rindados
67
67
S e dice qu e u n in d ivid u o es tá «enfermo» a pa rtir del in s ta n te en qu e se p r od u ce la
intervención del cha má n. E n otras pa la b ra s, la presencia física del ch a má n define los
límites con cep tu a les de la en fermed a d .
LA PRÁCTICA CHAMANICA 157
que varían de u n chamán al otro, las cu raciones siguen en general el mis
mo proceso: descu b rir el origen del mal, neutralizar al agente responsab le y
su ministrar los cu idados necesarios para la cura. La administración stricto
sensu de remedios no es competencia del chamán sino del herborista.
A modo de ejemplo, veremos el tratamiento de un joven enfermo en el
qu e aparecen las dos grandes opciones nosológicas: la incorporación de obje
tos patógenos y la pérdida de las instancias vitales. La cu ra en cu estión
tiene lugar en Edén de la Frontera (quebrada Marichín) donde se desempeña
Alb erto Prohaño. El 28 de ju nio de 1978 fue solicitado por una pareja ticu na
de Naranjal (pueblo colomb iano) porqu e su hijito de tres años estaba grave
mente enfermo. Alb erto los recibe (la comu nicación se hace en español) y
acepta realizar la cura, previa entrega de una b u ena provisión de tab aco y
u na su ma de dinero por alojarlos. Se cierra el trato. Alb erto llena su «ca
chimb a» y procede a calentarse las manos. Para ello, aspira u na gran canti
dad de hu mo qu e sopla en sus manos ju ntas, frotándolas con energía para
«calentárselas». Tamb ién sopla alrededor del enfermo para «purificar» la at
mósfera. Lu ego palpa algu nas partes del cu erpo del niño qu e se agita y llora.
«Tiene el cu erpo frío», comenta. D ecide entonces calentarlo. Lu ego de u n
enérgico masaje, del extremo de los miemb ros al pecho, Alb erto sopla una
espesa nu b e de hu mo que envu elve el cu erpo del niño, hiwa ráwanonu
apananu hijú, «voy a calentarte el cu erpo para cu rarte», exclama, y comienza
a entonar un canto:
te re re re re re re re re RA RA !!
va mos a sacarle del cu erpo la ropa de dardos
qu e le ha transformado [traspasado] el cu erpo
es por eso qu e agoniza
pero [por su erte] voy a extraérselo del cu erpo
para mí es mu y poca cosa
porqu e la gente de la yarina, mi gente, es mu y poderosa
voy a vomitar el dardo dentro de poco
lo vomito por la boca...
te re RA !...
Lu ego aspira profu ndamente u na gran cantidad de hu mo de tab aco qu e
conserva en los pu lmones, apoya la b oca en la parte «caliente» y su cciona
con energía haciendo ventosa con los labios. D u rante la su cción, el cu ran
6 8
La pa lmera ya rina (Phytelephas sp.) tiene el poder de llevarse b ien con todos los árb oles
y a nima les del b os qu e; es el gu a rdiá n del b os qu e.
LA PRÁCTICA CHAMANICA 1 5 9
dero recibe el apodo de muči, el nomb re del colibrí, por el paralelo qu e existe
entre su modo de «su ccionar» (el chamán succiona el cu erpo de los enfer
mos al igual qu e el colibrí su cciona el centro de las flores). Alb erto aspira
ru idosamente el sector su ccionado y se pone de pie con lentitud. Con la
misma lentitud se dirige hacia el extremo de la plaza, hacia el sitio de cura,
pánjo, donde vomitará el dardo qu e acaba de extraer del cu erpo del niño. Los
padres ticu na lo siguen con mirada ansiosa pu es ese es u n momento crucial
en la cu ración: la posible identificación del agresor. Al llegar al final de la
plaza, se coloca en cuclillas y comienza a carraspear haciendo mu cho ru ido
hasta qu e, con un ronqu ido desmesu rado, expulsa una su stancia del estó
mago. Nos hace comprender qu e acaba de vomitar el dardo. Lu ego de este
evidente esfuerzo, permanece un instante agachado, silencioso, fu mando
tranqu ilamente su pipa. D espu és se levanta, se vu elve hacia la asamb lea
(compu esta por la pareja ticuna y algu nos Yagu a) y exhibe entre las manos,
con los b razos extendidos, un filamento flexible de 1520 cm de largo que
acaricia con su avidad. Se oyen comentarios entre los asistentes: «ahí está
el mal» (dirigido a los Ticu na), «¿quién pu do haberlo mandado?», «¿hay otros
todavía?»... la pareja ticuna parece bastante tranquilizada. Alberto se da vuelta
y sopla una espesa nu b e de hu mo encima del dardo para qu e se transforme
y tome la apariencia del agresor:
En cuclillas, Alb erto b lande el dardo y, con un violento movimiento del
b razo, lo arroja contra el piso a fin de destruirlo. Se pone de pie y regresa
lentamente hacia la choza donde llena otra pipa. Repite cu atro veces la mis
ma operación y logra extraer cu atro dardos. La sesión finaliza con u na insu
flación general para «normalizar» el cu erpo del enfermo. Al conclu ir esta
primera cu ración, qu e du ró casi una hora y media (lo qu e significa u n tér
mino medio respecto del total de cu raciones a las que asistimos), permane
ce en silencio. Evidentemente aú n no ha descu b ierto al cau sante del pro
b lema.
Alb erto repetirá su tratamiento tres veces: esa misma tarde, por la no
che y a la mañana siguiente. En total vomitará diez dardos. Al finalizar las
cu atro sesiones, consigu e ver al au tor del problema y, así, descu b re el origen
160 LA PRÁCTICA CHAMANICA
de la enfermedad. Manda de inmediato una serie de represalias contra el
su pu esto agresor:
anihamwo rápá
a niha mwora ránu tánu
fui fui fui fui... [sopla para propu lsar a su s auxiliares]
raaaaaaaAAA !! [carraspeo qu e indica qu e Alb erto vomita u n dardo qu e
entrega a su s au xiliares]
yiiiii... yu yuyuu yuyuuu... [reúne a su s au xiliares a su alrededor]
setí ma yu pa ha mwo
na ríma ne rídiu hitiananu
narímane ndíhú tara hu ñahú tasewitara
tetanu ariénoniwe su sara
tetanu sáwáta ray'jo
rahita rápó nu wáyu
hasënejo ta nowónu remu
tiwitádatia re m i š ë ratédia
fu fu fu fu fuuuu...
Alb erto permanece inmóvil, en el medio de la choza, impermeab le a su
entorno; despu és se anima nu evamente y va a informarle a los padres del
enfermo:
«U n tal C ariwari qu iere ma ta r al niño. Primero le lanzó los dardos,
despu és le ma ndó u na ca ma lu n ga para degollarlo. Era hora de qu e
69
mi gente interviniera y decapitara al animal, sin lo cu al el niño hu b ie
ra mu erto. La gente de Cariwari me confesó qu e su du eño hab ía pelea
do con el padre del niño y qu ería vengarse con su hijo..., pero les corté
la cab eza a todos; ya no dañarán más a nadie...».
La salud del niño mejoró ostensib lemente en los días sigu ientes. Salvo
por u nos sahu merios con tabaco y una dieta a base de potajes, no se le
administró ningú n remedio vegetal al enfermo. Confiados en la salud de su
hijo, la pareja ticu na partió del lugar pero tuvo que regresar al cabo de u nos
días porqu e el niño se había agravado. El pronóstico de Alb erto no se hizo
esperar: «Cariwari le qu itó sus espíritus». De inmediato se pu so a b u scar a
los espíritus perdidos pu es su du ración de vida au tónoma nu nca excede los
pocos días. Enciende la pipa y llama a sus au xiliares de «gran velocidad»:
ramanu jú hamwo
hiyáwatia sónočó
mëkamo haría yáwata sónočó
hahamo haría yáwata sónočó
ne tena ráčé mu ñádatása yanu titi
s a m á yanu titi ru wa
yáterëtië hasëni yákiwóhase sayanujú
yáhatu hatse titihase ware
yáta titi ru wáte wu níhariu wa nëmaheta
wu níha riu wa ya mës ta nëmës ini
sú nu pánu yamb awíhasëni
ririririririririririri...
6 9
E specie de igu ana con es ca ma s mu y filosas.
162 LA PRÁCTICA CHAMANICA
ririri... [canto para que el enfermo resista mientras los au xiliares b u s
can su espíritu]
Curación localización del mal imposición de ma nos even tu a lmen te
fricciones cantos de cu ra
pa lpa ciones ción
a n iq u il a c ió n d e los s a h u merios
a u x ilia r es del a u tor ca n to d e d es
del daño por parte de tru cción de los
los au xiliares del cu a u x il ia r e s d el
randero au tor del daño
Venganza idéntica a I
EL CHAMAN Y LA MUERTE
Para los Yagu a, el chamán es inmortal en cu anto ha vivido su propia mu erte
al resucitar de su s propios hu esos descarnados du rante la iniciación. No
ob stante, los chamanes mu eren; su profesión es inclu so calificada como
peligrosa y su existencia se ve a menu do amenazada. A primera vista, ha
bría allí una contradicción si no fuera que los Yagu a responden qu e toda
mu erte de un chamán interviene en u na relación interchamánica, de la
ma no de un rival más poderoso. En otras palab ras, el chamán sería sola
mente vu lnerab le a las agresiones de su s adversarios. Recordemos, sin
emb argo, qu e los grandes chamanes, insensibles a la malevolencia de su s
rivales, son vu lnerab les a los venenos: awatianëmase sándehi harie nëmara,
«los grandes chamanes sólo mu eren envenenados". Si b ien el destino final
del chamán es su cu mb ir a su propia ciencia, víctima del daño de un rival, el
de los altos dignatarios de la función es paradójicamente mu cho más prosai
ca pu es resulta de un acto, pu diendo ser el obrar de cu alqu iera. La forma
más comú n de envenenamiento consiste en diluir el veneno vegetal en los
166 LA PRÁCTICA CHAMANICA
b reb ajes ofrecidos a los chamanes durante las fiestas. C omo no existe nin
gú n antídoto eficaz contra el envenenamiento, los chamanes tienen mu
chas reservas en participar de esas celeb raciones.
La mu erte de u n chamán, inscrita en una relación interchamánica, no
se percibe pu es como una mu erte corriente, en el sentido de que ésta inter
viene en otra dimensión espacio temporal lo qu e confirma así la idea de
una alteridad ligada al personaje. Esta alteridad del chamán frente a la mu erte
se refleja lu ego de ésta en las almas mbayátu que, si b ien comparten un
destino má s o menos idéntico a las de cu alqu ier individu o, gozan de u na
du ración de vida superior y son temidas por su agresividad. En la mayoría de
los casos se transforman en predadores (felinos, b u itres), mientras qu e las
de los profanos toman sobre todo la apariencia de animales más pacíficos
como el agu tí o el coatí.
En la práctica, la mu erte del chamán provoca el ab andono del sitio y la
dispersión del gru po con el objeto de despistar a sus «almas vengadoras».
Su scita desplazamientos de gran envergadu ra, en tanto la mu erte de u n
simple individu o no da necesariamente lugar a un real alejamiento de la
nu eva residencia, ni tampoco en algu nos casos a la qu ema de la casa. Por
otro lado, la mu erte del chamán representa u n prob lema grave en el seno
del gru po pu es exige a camb io el sacrificio de u n chamán con u n poder al
menos igual al suyo. Así, más de la mitad de los chamanes no son vengados
despu és de morir, lo que no deja de preocu par al gru po local ya qu e, una vez
vomitadas, su s almas acecharán de continu o a los vivos. Esta situ ación se
agrava en caso de no celebrar sus funerales, por temor a permanecer en los
sitios o porqu e no hay otro chamán en función para presidir los ritos funera
rios (se piensa qu e los grandes chamanes eran sometidos antaño a funera
les dobles).
La parafernalia del chamán se destru ye ju nto con todos los objetos qu e le
hayan pertenecido y se colocan dentro de la sepu ltu ra (cu ando la hay). Por
los motivos ya mencionados sobre la relación entre la persona y el nomb re,
pondrán b u en cu idado de no pronu nciar ja má s su nomb re, al menos hasta
qu e su s almas hayan sido vengadas.
II
EL CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
Los chamanes, grandes exploradores de las zonas cósmicas, son los verdade
ros detentores del saber cosmológico; sólo ellos poseen una percepción global
y precisa del u niverso qu e han recorrido individu almente du rante su s viajes
a través del tiempo y el espacio, gracias a su facultad de pasar con libertad
de u na región cósmica a la otra . Cada chamán tendrá pu es una visión más
1
o menos personal del u niverso en función de su propia experiencia. Cada
u no personaliza u na cierta visión del mu ndo, organiza y piensa el su strato
comú n para ofrecer un enfoque individu alizado.
Los conocimientos cosmológicos son en su conjunto interdependientes
del sab er y de la acción chamánicos. Estos definen además el marco espacio
2
temporal en el que el chamán evoluciona. A grandes rasgos, todos conocen
la cosmología por el importante corpus mítico, pero ésta sólo es vivida de
manera íntima por el chamán du rante sus viajes su b terráneos o celestia
les. Insistimos mu cho en el carácter vivido, inmediato, de la experiencia
chamánica con respecto a lo divino. Los chamanes son los ú nicos en tener
u n conocimiento sensorial, directo, del u niverso. No ob stante, el saber que
de allí ob tienen no les es exclusivo ya que se encargan de divu lgarlo ellos
mismos, y los mitos hab lan. En este sentido, es interesante constatar qu e el
contenido de los mitos corresponde mu y a menu do al contenido de las visio
nes transcriptas por los chamanes. Podríamos pregu ntarnos en este caso
sobre el ju ego de influencias entre los mitos y la experiencia chamánica ya
qu e, en el plano de las representaciones, el chamán y el héroe mítico están
en una relación análoga.
Si b ien existe un víncu lo entre la experiencia chamánica y el mito, el
chamán no es mitológico, incluso au nqu e viva continu amente los mitos y
los mitos vivan en él. El saber mítico está de hecho transmitido por especia
listas llamados túčú , «los qu e cu entan», y que representan para el gru po la
rememoración colectiva y constante de los mitos. D e igual modo, los cantos
de las grandes ceremonias donde se retoman ciertos temas míticos en for
ma cantada están en manos de los maranu, «los que cantan», cantores pro
fes ion a les cu yo títu lo se tr a n s mite p a tr ilin ea lmen te. S on ellos los
verdaderos intérpretes de la tradición oral y no los chamanes que ante todo
son cosmólogos.
1
R ecor d em os qu e p a r a M. E lia d e (1968: 211) es te pa s a je con s titu ye la técn ica p or
excelen cia del ch a m á n .
2
V er emos má s a dela nte qu e a cada nivel cós mico le corres ponde u n sab er particu lar.
168 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
mëkándi mbahačëra
«Al principio, a ntes de qu e na ciera la tierra, esta tierra, n u es tros
ancestros más lejanos vivían en otra tierra, en el pie de u n árb ol gi
gante, allá, más allá de la b oca del agu a [estuario del Ama zona s ), todo
crecía sin trabajo... b astab a con agacharse para comer...», nos relata
b a u n día el viejo Sarko.
Sitio de la creación, de la felicidad, de la ab u ndancia, donde todo crece
sin qu e nada mu era, la tierra de los ancestros es una especie de paraíso
inaccesib le, donde cada especie animal o vegetal, cada mineral está repre
sentado para qu e sobreviva a los dilu vios y pueda regenerarse conforme al
modelo inicial. La tierra de los ancestros es el reservorio de la hu manidad y
de la vida en general. Tierra eterna, del origen, se asemeja, segú n dicen los
Yagu a, a nu estra tierra con b osqu es, ríos y pu eb los.
3
Fueron ellos los que inauguraron el ciclo de los grandes rituales y compusieron los
primeros cantos, e incluso los que levantaron la primera maloca y difundieron los
recursos energéticos.
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 169
jes centrales en el pensamiento cosmogónico yagu a. Por este motivo, se les
ha consagrado u n extenso ciclo mítico . Los Yagu a mu y a menu do asocian
4
al mayor de los mellizos, ndano más poderoso que el menor qu e le hace las
veces de emisario con una divinidad creadora, huñídanu. Si bien ésta de
sempeña u n papel fu ndamental en el destino de la hu manidad (pues gobier
na los diluvios) y se invoca su nomb re en diversas circu nstancias, no se le
rinde ningú n culto.
Antes del su rgimiento de la hu manidad, el abuelo de los mellizos, krora, el
ancestro yagu a más lejano , poseía y gu ardab a celosamente el secreto de
5
las principales fuentes de energía: el agua y las semillas. Se lo describ e
como u n avaro miserable que distribuía a regañadientes y al día las necesi
dades vitales de su s nietos. El único intercamb io se hacía con el veneno
para la caza; krora fabricaba el curare para los mellizos qu ienes, a camb io, le
su ministrab an las presas. En el panteón yagu a, risio, el «dios de los b lancos»,
a veces reemplaza a krora. Sin duda, éste se prestaba mejor qu e ningú n otro
para una sustitución semejante pues no tiene ningu na función en la sociedad
yagu a. De todos los ancestros es el de menor importancia.
Ju nto a krora reside cruzrimitiu' ', el gran chamán primordial, el ancestro
de los chamanes actu ales. Es también el du eño de las agu as y el responsab le
de las crecidas: su pervisa y controla el reparto del agu a. As imis mo, es
responsab le de la fauna acuática; despu és de cada descenso en el nivel de
las agu as, abre la reserva de agua del lago celeste para llenar nu evamente
los ríos y asegurar la perennidad del mu ndo acuático. En su calidad de du eño
de las agu as, también es padre de las sirenas (cf. más abajo). Cu ando los
mu ndos se tocab an (antes del ascenso del sol), cruzrimitiu' recorría el espacio
con una antorcha en la mano y todas las noches encendía las estrellas.
Los soportes del mu ndo
El u niverso en su conjunto se mantiene en equilibrio gracias a dos perezo
sos tridáctiles con cab eza hu mana, hatë munati, los «ancestros del perezoso»,
qu e lo sostienen desde abajo, tal como el perezoso sostendría la rama que en
realidad le sirve de apoyo. Son los sostenes del mu ndo; no pu eden moverse
sin voltear peligrosamente al mu ndo o, peor, provocar u n cataclismo si lo
su eltan. Al primer movimiento en falso qu e hagan sob revendría u n terre
moto.
Segú n la tradición oral, los dos ancestros del perezoso nacieron de la sangre
menstru al y engendraron las diferentes especies de perezoso qu e pu eb lan
4
Cf. P. Pow lis on , 1969: 108 114, 176 195, 243 255; J. y J. P. C h a u meil, 1978.
5
S egú n Pow lis on (1969: 256), ciertos Ya gu a lo identifica n con el crea dor.
170 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
la selva. Si b ien está claramente enu nciado en la tradición qu e viven desde
siempre con los ancestros míticos, hoy en día algu nos chamanes tienden a
situarlos en lo alto celeste [cf. más abajo), sin du da para dar u na b ase mejor
al mu ndo y conjurar tamb ién la idea de u n próximo cataclismo.
... y las mu jeres ríen a carcajadas ante una b roma tan jocosa, conscien
tes de qu e ni u no ni otro podrán satisfacer a la su pu esta «hermana».
Estrechamente ligados a las actividades cinegéticas, por lo tanto mascu
linos, los espíritu s desempeñan u na función determinante en toda inicia
ción mascu lina que, según se dice, presidían antaño en persona. Algu nos
ancianos hasta recordab an hab erlos visto en su ju ventu d...
6
Pa ra má s deta lles sob re estos ins tru mentos , ver nu es tro es tu dio, 1977.
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 171
172 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
Esta anciana, figura simbólica asociada al incendio del mu ndo y a la su per
vivencia de la hu manidad, comparte desde entonces la suerte de los dioses
por hab er penetrado en el fuego de la inmortalidad (cf. el mito: «cómo el
creador les ofrece la inmortalidad a los homb res...»). U na de su s fu nciones
es la de anu nciar los cataclismos. La historia cósmica de los Ya gu a está
marcada por u na serie de incendios que, a intervalos irregu lares, arrasan
la superficie de la tierra. Cada incendio, arepa («qu ema»), va de inmediato
segu ido por la emergencia de una nu eva hu manidad conforme a la prece
dente, pu es cada ser viviente tiene un «original» en la tierra de los ancestros
qu e le sirve de modelo. El segu ndo papel de la anciana (a veces acompañada
por u n esposo de avanzada edad) reside en su posición de intermediaria
entre las dos hu manidades, en especial para transmitir las plantas cultiva
das. Encontramos a este personaje en todos los mitos donde figura la discon
tinu idad de la especie hu mana o u na ru ptu ra cósmica, sobre todo en el de
los mellizos donde la abu ela crió a los dos héroes y les transmitió las armas
y el sab er de su s padres ma s a cra dos . 7
Las ancianas tienen un estatu s amb ivalente entre los Yagu a: incapaces
de procrear, ya no son del todo mujeres; no iniciadas en el sab er de los
homb res, tampoco son homb res. De hecho, escapan a toda tentativa de
categorización, u n poco a semejanza de los chamanes, lo qu e les permite
com o a es tos tr a n s g r ed ir sin d em a s ia d o p er ju icio la s ca teg or ía s
sociocu ltu rales y acu mu lar saberes y atributos propios a cada sexo. En todos
los grandes ritu ales yagu a, las ancianas mantienen una posición intermedia
entre el campo de los homb res y el de las mujeres.
«U na anciana decía qu e el mu ndo iba a acab arse en menos de u na
lu na. No cesab a de advertir a la gente de la tierra: «¡El mu n d o en el
qu e vivimos va a qu emarse; hay qu e cavar refugios!», les decía. Pero la
gente no tomó en serio su s presagios: «¿U n incendio, qu é incendio?».
N o la creían. «Está b ien», respondió, «voy a cavar mi refugio...» Nadie se
lo impidió ni le ayu dó. A decir verdad, nadie creía realmente en el fin
del mu ndo. La anciana empezó a cavar al pie de u na colina; cavó y cavó
hasta qu e consideró qu e el refugio era segu ro. Lo arregló como si fuera
su propia casa y aprovisionó alimentos, semillas y retoños. C u a ndo se
acercó la hora, el refugio estab a listo. Entonces le dijo a su anciano
esposo: «¡Entremos! Es el fin.» La entrada fue cu idadosamente tapada.
Así pasaron el año del dilu vio.
Al año sigu iente, la anciana hizo primero desde el interior u n orificio
para verificar si qu edab an sob revivientes... vio u na extensa su perficie
arrasada, u na inmensa zona qu emada sin árb oles ni tocones. Al salir
7
Cf. el mito de los mellizos en J. y J.P. Chaumeil, 1978.
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 173
de su reclu sión, los dos ancianos ni siqu iera percib ieron las cenizas
de los mu ertos; en camb io, el su elo estab a ma rca do con hu ellas gi
gantes, idénticas a las de los demonios del lago celeste. Fu e así qu e
su pieron qu e los demonios del lago celeste descienden en cada dilu
vio para devorar las cenizas de los mu ertos... los dos ancianos saca
ron de inmediato las estacas de mandioca, lu ego los vástagos de plá
tano y todas las plantas qu e antes crecían sob re la tierra. C omenza
ron a plantar pero como la tierra había camb iado, se pregu ntab an cómo
iban a crecer. Sólo semb raron u na pequ eña cantidad de mu estra de
cada planta para ob servar su crecimiento. Pu esto qu e hab ía mu cha
ceniza, ensegu ida b rotaron... pero du rante todo ese tiempo no encon
traron gente... la primera tarde, se pregu ntaron si se haría de noche;
hab ía sol pero lu na... hab ía qu e esperar el atardecer. Llegó la noche y
apareció la lu na.
«B ien», se dijeron, «hay somb ra». Agu a rda ron hasta la lu na llena y en
tonces semb raron todas las plantas. U na vez más la lu na se hizo grande.
E speraron así tres lu nas llenas antes de prob ar la mandioca. Los plá
tanos estab an en flor. Los dos ancianos qu erían iniciar u na planta
ción pero su soledad los preocu pab a. Para qu é plantar si nadie podía
aprovechar la cosecha con ellos. Sin emb argo, una ma ña na descu b rie
ron casas a su alrededor, somb ras qu e se distingu ían en el horizonte;
u n gru po de homb res se acercó... «¡Hola! ab u ela, ¿de dónde vienes?
¿dónde está tu casa?». «Nosotros somos de la época anterior al incen
dio; por eso nu estra casa es su b terránea...»
La gente se invitó y les pregu ntó si las plantaciones les pertenecían...
E ntonces la anciana les contó: «U stedes son otra gente, como noso
tros antes del incendio; estaríamos mu ertos de no hab er cavado u n
refu gio; los otros fu eron qu ema dos por la gran candela; s omos los
ú nicos sob revivientes; los otros no creyeron en el incendio... así fue
qu e desaparecieron... huñídanu nos protegió de la destru cción para
qu e se lo contemos a la gente... y para darles las plantas cu ltivadas».
Panteón yagu a
D emiu rgo
G u a rdia n es
(recu rsos energéticos
y sab er chamánico)
S oportes del mu n d o
LA TIERRA DE LA GENT E
La lu pu na
«Los dos mellizos acarreab an a diario enormes ja rra s llenas de agu a,
tramuhú tramuhú... pu es el ab u elo krora les distrib u ía el agu a por cu en
ta gotas. Pronto se cansaron y decidieron ob tener el agu a sin tener
qu e mendigarla. Le pregu ntaron primero a krora: «Ab u elo, ¿a dónde va s
a b u scar agu a?» «Ju nto el agu a celeste; cu ando llu eve coloco un reci
piente; es todo», respondió. «Segu ro qu e nos enga ña », dijo el ma yor
ndanoa su herma no menor mena, «placenta»: «Transfórmate en picaflor
mu...i para ir a espiarlo.» Mena se posó sob re el tocón de u n árb ol mu y
cerca de krora qu e ab rió la llave del agu a sob re el tronco de la lu pu na
para darse u n b año, ¡tra! el agu a b rotó to to to to... y se b añó. Fu e así
qu e vio al picaflor: ¿Q u é tienes, mu...i, por qu é te acercas tanto?». El
pájaro tamb ién aprovechó del b año twru twru twru ... krora tomó u na
rama y qu iso pegarle pero mu...i se gu ardó u n poco de agu a en el pico y
salió vola ndo rápidamente a reu nirse con ndano, tchic tchic tchic... y
le contó: «El tronco de la lu pu na está lleno de agu a pero el a b u elo
tiene la llave».
«Entonces hay qu e derrib ar el árb ol», su girió el mayor.
Al día sigu iente, fueron a cortar la lu pu na. Invitaron a su a migo, el
pájaro carpintero, a qu e los ayu dara con su pico du ro. Trab ajaron todo
el día pero hacia la noche el árbol segu ía en pie. Regresaron al otro
día: el árb ol estab a intacto, como si nadie lo hu b iera estado cortando.
Ndano sospechó qu e krora les estab a ju ga ndo u na mala pasada y notó
qu e en la cima del árbol hab ía una liana gigante qu e el ab u elo ma nte
nía tens a con el dedo gordo del pie; por es o el á rb ol no se ca ía .
«Transfórmate en escorpión, norëtiu'», dijo ndano a su herma no menor.
Mena se transformó y fue por debajo de la tierra a morderle el pie a
krora sic! «¡Ayaooo!», gritó el ab u elo; la liana se aflojó pero no la largó;
la lu pu na estab a inclinada a medias. Mena volvió ju n to a su herma no
mayor qu ien volvió a ordenarle: «¡Transfórmate en gran escorpión watátu
y mu érdelo b ien fuerte!», y le sopló su aliento para qu e se transforme.
Mena se precipitó bajo tierra y mordió por segu nda vez al a b u elo en el
pie SIC!! «¡¡Ayaooooo!!...», vociferó levantando el pie dolorido; tchu tchu
tchu ... la lu pu na empezó a caerse... u u u U U U U pU ! y se estrelló con u n
ru ido tremendo. «¡Nawa! ¡nawa!» (¡Amazonas! ¡Amazonas!), gritab an los
mellizos. El agu a se extendió por todas partes; se formaron los aflu en
tes; nació la tierra de la gente, nu estra tierra...».
delimitó el extremo, la zona de las «agu as arriba». El pu nto donde se taló el
árbol señala el lugar de ru ptu ra cósmica entre la tierra de los ancestros y la
tierra de la gente, así como el origen de la división de agu as:
tiempo mítico
de los Ya gu a ). Sigu iendo con su impu lso creador, los mellizos engendraron
8
J. y J.P. Chaumeil, 1978: 164165.
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 177
las demás trib u s modelando estatu as de b arro oscu ro qu e fueron golpeando
varias veces: aparecieron los Ticu na, los Cocama, los Jeb ero y los Chama.
D espu és llegó el tu rno de la «gente tamiz» (los Matsés); los mellizos tomaron
u n tamiz y lo golpearon contra el suelo. Con cada golpe fue su rgiendo gente
del tamiz que saltaba al piso. Por eso los mellizos los llamaron kándamunuñu,
los «coto salvajes», pu es eran b ru jos. De hecho, los tamices son filtros
semisagrados cuya fabricación incu mb e tradicionalmente a los chamanes
o a su s aprendices. El tamiz posee además una fuerte connotación simbóli
ca [cf. más abajo): por su función mediadora y su calidad de filtro, está aso
ciado al chamán; por este motivo los kándamunuñu son «brujos».
A continu ación, los ancianos relatan el nacimiento de la «gente piraña» o
gente caníbal, mwitioiowanu. Hace mu cho tiempo, los mellizos dibujaron en
la arena un enorme pez piraña y le pronu nciaron el sigu iente discu rso:
«U stedes son gente piraña, comerán la carne cruda al igual que la piraña», y
amb os soplaron su aliento. La piraña se transformó en gente caníbal (bajo
esta apelación los Yagu a agrupan a los W itoto y Bora del Pu tu mayo, a qu ienes
contab an entre sus peores enemigos y contra quienes confiesan haber librado
u na gu erra sin cuartel du rante largo tiempo).
Finalmente, los últimos en ser creados fueron los b lancos, que los mellizos
modelaron con tierra blanca. Al hacerlo, les advirtieron: «Sus hijos deb erán
cu b rirse el cuerpo para evitar qu emadu ras de sol»; por este motivo los b lancos
u san ropa. Pero para aqu ellos que sufrieron la influencia de las misiones,
los b lancos tienen su propio dios celestial, risio. Los mellizos le pregu ntaron
entonces cómo hizo para crear a los b lancos, ya que ellos lo hab ían intentado
mu chas veces sin resu ltado. En lugar de hu manos ob tenían animales como
el tapir y los cerdos salvajes. Risio utilizó el corazón de la arcilla, allí donde
es más b lanca, pero se cu idó mu cho de decírselo...
La serie de creaciones que acab amos de enu nciar permite establecer la
siguiente cadena de transformaciones:
178 E L C HAMANIS MO Y LA V IS IÓN DE L MUNDO
m el l i z os
k utumunuñu M a t s és ? n a c i en t e del
C oc h i qu i n a s
ntídira ? n a c i en t es del
"c la n de Y avarí- mirím
h or m i ga "
9
P. Powlison (1969: 38 39) cita otros nomb res: yari, kumunde y Silaracuy (pigmeos).
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 179
10
L os Y a g u a for ma n tod a vía en la a ctu a lid a d u n g r u p o con u n a fu erte ten d en cia
endogá mica . S ob re u na mu es tra de ciento cu arenta ma trimonios , regis tra mos en 1978
ú n ica men te siete u n ion es fu era del gru p o, de las cu a les seis fu eron con mes tizos y
u na con un W i o to . No ob stante, du ra nte nu estro ú ltimo trabajo de ca mpo en 1981. los
ma trimon ios fu era del gru p o tendía n a in cremen ta rs e, en pa rticu la r por el h ech o de
qu e a lgu na s jóven es ya gu a ingresaron al merca do mestizo como emplea da s domés tica s .
180 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
mellizos
Ju sto despu és de la tala del árbol mítico y de la creación de la gente se
produ jo el pob lamiento de la tierra. Se realizó por oleadas su cesivas a partir
del mismo lu gar de origen (la tierra de los ancestros) en dirección agu as
arrib a (hacia el oeste), pu es la vía trazada para las migraciones sería el
Ama zona s .
Los N egros fueron los primeros en emprender el viaje ya qu e nacieron
antes qu e los demás. Atravesaron la «boca del agua» y remontaron la corriente
en emb arcaciones de corteza que ab andonaron ensegu ida pu es la corriente
era demasiado fuerte. Se instalaron en las rib eras próximas donde cons
tru yeron su s viviendas. La segu nda oleada fue la de los Ya gu a qu e prefirieron
seguir a pie la orilla del gran río antes qu e arriesgarse en emb arcaciones
imp rovis a d a s . Al cab o de u n largo viaje, alcanzaron el «centro del mu n
11
d o» : es el lu gar donde viven en la actu alidad. Cu ando los antigu os decidie
12
En realidad, los Yagua aprendieron a navegar en forma muy tardía; ellos mismos se
11
denominan de buen grado «gente de la tierra», por oposición a los ribereños que ellos
llaman «gente del agua».
Los Yagu a tienen la impresión (compartida por un buen número de sociedades
12
amazónicas) de ocupar el «centro del mundo» y de considerar a los grupos que los
rodean como «periféricos» en mayor o menor grado.
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 181
Dibujo 1
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 183
El gr an vi aj e pr i mor di al
184 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
permanecer ju nto a las inmediaciones del gran río sino instalarse en el
interior del territorio, lejos, donde estarían mu cho más segu ros. Los Ya gu a
ob edecieron. Lu ego vino la tercera oleada, la de los kokóm'wanu (Cocama) y
de los tikú'wanu (Ticu na), qu e se detu vieron un poco agu as abajo. Fu eron los
primeros gru pos con los qu e los Yagu a dicen haber tenido contacto a orillas
del gran río. La cuarta oleada llevó a las otras tribus a los afluentes secundarios
donde pelearon pu es los primeros en llegar ocu pab an natu ralmente las
mejores tierras. La ú ltima oleada fue la de los b lancos, la ú ltima migración
que los condujo al otro extremo de la tierra, a los confines de la corteza
terrestre pu es el espacio intermedio estaba ocu pado. Este lugar sigue siendo
«tierra incógnita» para la casi totalidad de los Yagu a.
Existe una serie de correlaciones entre el orden de creación de la gente,
el encadenamiento de su s migraciones y la ocu pación espacial: cu anto más
tardía la creación mayor es la distancia con respecto al lugar de origen. Los
Yagu a interpretan de u n modo muy sentido la invasión masiva de su territorio
por parte de los b lancos como una venganza de éstos por haber qu edado rele
gados al otro extremo de la tierra en el momento del gran viaje, con el obje
tivo manifiesto de reconqu istar tierras mejores.
A pesar de la existencia de pequ eñas variaciones, la inmensa mayoría de
chamanes concib e el u niverso como un complejo conju nto de elementos
solidarios entre sí, parecido a una gran maloca, mokómrore, a veces a dos
malocas dispu estas una en dirección opu esta a la otra (simbolizando el es
pacio aéreo y el espacio su b terráneo). Los chamanes descu b ren allí varios
niveles su perpu estos qu e corresponden, según precisan, a igual cantidad de
mu ndos pob lados hucanu, cada u no separado por un cielo ariči. El nú mero, el
orden y la complejidad de los niveles cósmicos varían de un chamán al otro
y su scitan, en este sentido, las discu siones más espinosas. La composición
má s acab ada qu e registramos se reprodu ce en forma esqu emática más aba
jo. Hay once niveles repres enta dos , a saber: 13
Mu ndos su b terráneos
M u ndo intermedio
mëkándi, «tierra de la gente»; al este se encu entra la «boca del agu a», más
allá de la cu al se extiende la tierra de los gra ndes ancestros mëkándi
mbahačéra «comienzo de la tierra».
13
D e h ech o, pocos ch a ma n es tienen u na vis ión tan ela b ora da del u nivers o; la ma yoría
sólo en u mera seis u ocho niveles cós micos .
186 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 187
llas con institu ción chamánica, con u n mu ndo superior, u no intermedio y
u no inferior . Pero esta tripartición según u n eje vertical no es necesaria
14
mente percib ida como tal por todos los chamanes. Es así qu e algu nos tien
den más b ien a conceb ir el mu ndo horizontalmente, al igual qu e el sentido de
las fuerzas actu antes. En términos generales, para los Yagu a, el «abajo» es
aruwáwa, allí donde se levanta el sol (al este), tamb ién es agu as abajo,
mbahačëra, la «fuente», la «boca del a gu a » ; el «arriba» es árowa, allí donde
15
se pone el sol (al oeste), agu as arriba. Podríamos entonces pregu ntarnos si
la posición celeste de la tierra de los mu ertos no revela cierta influencia
cristiana y si antes los elementos no estaban más bien dispu estos segú n u n
eje agu as arrib a/agu as abajo, arriba/abajo, levante/poniente:
arrib a abajo
agu as arriba agu as abajo
poniente leva nte
Es interesante notar que, para los Yagua, el origen de un río se concibe al revés como
15
su fin, siendo la desembocadura su comienzo. Esta concepción se basa en la comparación
hecha entre el agua de los ríos y la savia de los árboles. En los tiempos primordiales,
el agua estaba contenida en el tronco del árbol mítico; era su savia. Tal como lo saben
todos los Yagua, la savia proviene de las raíces, del pie del árbol, y sube hacia la cima,
considerada como la «punta» de los ríos. Lo mismo ocurre con el agua.
188 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
Estos caminos, que facilitan la comu nicación entre las regiones cósmi
cas, son de u so exclusivo de los espíritu s y de los chamanes en sus periplos
1B
Los caminos de los espíritus también están constituidos por lianas salidas de su
16
fuego. Por ú ltimo, arriba de todo, en el «gran cielo», ariči, se extiende la tierra
de los mu ertos donde viven los espíritus de los mu ertos huñítu/ hunisétuy el
dios de los b lancos risio (probable deformación de Jesú s) cuyo camino b ordea
el canal celeste hasta llegar a lo de cruzrimitiu' , el gran chamán. A los costa
dos de risio está la madre del fuego. De cada lado del gran cielo vigilan, inmó
viles, los dos ancestros del perezoso qu e sostienen al mu ndo.
Lo qu e llama la atención en primer lugar con respecto al esqu ema ante
rior es la horizontalidad del dibujo; el único mu ndo celeste qu e aparece es el
de la lu na y del sol. El mu ndo de la gente sin ano aparece en este caso
reclu ido a un extremo del mu ndo, agu as arriba (al oeste) y ya no más debajo
de la tierra. El cu rso del Ama zona s está marcado por representaciones
míticas, tales como la raya gigante, la canoa de los tres Yagu a y la gran
playa, tres temas qu e remiten a la epopeya del calvo (ciclo mítico). Por enci
ma aparecen dibu jadas las dos plantas del chamán (la ayahu asca y el toé) y
la chacapa (sonajero de hojas), instru mento chamánico qu e favorece el tran
ce. Hacia la izqu ierda del esqu ema, agu as abajo, hay u n bosqu ejo estilizado
de la lu pu na con los mellizos míticos encaramados a una b arb acoa para pro
ceder a cortar el árbol (las dos posiciones del árbol, de pie y acostado, se
repres enta n s imu ltá nea mente).
Para Patrocinio y quizá en mayor medida para su madre actu almente
octogenaria, el u niverso de desarrolla segú n el eje del Amazonas. La exis
tencia de mu ndos su b terráneos se ignora totalmente. Si b ien Patrocinio
conoce la mayoría de los mu ndos celestes enu merados en el esqu ema 1, no
concib e que pu edan representarse u no sobre otro.
Volvemos a encontrar en este esqu ema la estru ctu ra escalonada del di
bujo 1, pero con u na separación mu cho más radical de los niveles cósmicos.
El mu ndo se concibe en este caso «a lo occidental»; ya no pensado como u n
b loqu e, solidario, sino como una su perposición ordenada de estratos inde
pendientes entre sí. César quiso representar la mayor cantidad de elemen
tos en cada nivel (vegetación, casas, animales, gente) u tilizando una técni
ca gráfica aprendida en la escu ela e inspirándose en la configuración visi
b le de las cosas (recordemos qu e César no es chamán). A este exceso de celo
c o r r e s p o n d e u n e m p o b r e c im ie n to g en er a l de los c o n o c im ie n to s
cosmográficos; sólo figuran cinco mu ndos, de los cu ales u no es su b terráneo
192 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
dibujo 3
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 193
Conceb ido como u na maraña de mu ndos qu e sólo la mirada del chamán
pu ede ab arcar en su totalidad, el u niverso está pob lado de seres fabulosos,
poseedores de gran saber y fuente de conocimiento para el chamán. En este
párrafo, intentaremos esclarecer la relaciones qu e se establecen entre es
tos seres y los cha ma nes . 18
Ki ni t ónu y s u casa d e t i e r r a
1 8
E n la s pá gina s qu e sigu en h emos reprodu cido a lgu nos dib u jos significativos de Alb erto
qu e ilu stran su s idea s sob re el cos mos y s u s ocu pa ntes .
19
Para Pa trocinio, segú n vimos , se u b ica en la «pu nta de la tierra».
194 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
déb ilmente algu nas horas al día. Cu ando los ríos y lagos se desb ordan sobre
la tierra, el agu a penetra en la tierra y fluye hasta éstos. Es su lluvia, tal
como nu estra lluvia proviene del lago celeste. La gente sin ano está organi
zada en u na sociedad idéntica a la sociedad hu mana. Su s casas son de ma
dera, b arro o piedra. Emergen sobre la tierra gracias a u na liana qu e ex
traen del omb ligo y pegan a la tierra. Los kinitónu son temidos pu es, segú n
dicen, pu eden matar y cocinar a su s víctimas para devorárselas. Es u na
réplica a los maleficios lanzados por los chamanes de aquí cu ando destru yen
los proyectiles mágicos en el momento de las cu raciones.
Por lo tanto, las relaciones entre los hab itantes de la tierra y los kinitónu
se expresan en la mayoría de los casos a través de acu saciones de brujería
entre chamanes de «arriba» y chamanes de «abajo».
En el mu ndo de la gente de la tierra todo es tierra: las constru cciones
parecen hornos de b arro y la gente se alimenta exclu sivamente de tierra y
de animales enterrados. Forman una sociedad jerarqu izada con jefes y brujos
qu e son considerados responsab les de ciertas enfermedades. Alcanzan la
superficie terrestre por senderos invisibles, «agujeros», qu e comu nican a
amb os mu ndos. Poseen llaves mágicas con las que se encierran en el inte
rior de sus hab itaciones para escapar a las agresiones de su s enemigos.
Para los chamanes yagu a resulta crucial apropiarse de una copia de estas
llaves para poder liberar a los espíritus de los enfermos a menu do encerra
dos en las casas de la gente de la tierra.
mito a continu ación, éstas tienen el poder de atraer a los homb res debajo
del agua para convertirlos en sus esposos:
2 0
Se trata qu izá de u n préstamo del folklore mestizo donde la leyenda de las sirenas (que
tiene ta mb ién su origen en el viejo mu n d o) está mu y extendida .
196 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
«C omo de costu mb re B ardal salió a pescar. En el camino no dejab a de
repetirse: 'N o voy a a cerca rme; si me acerco ella va a a tra erme; es
preferib le entonces qu e no me acerqu e...' pero la sirena lo segu ía per
sigu iendo... B ardal regresó con las ma nos va cía s. U nos días má s tar
de, volvió a aventu rarse al río y ocu rrió lo mis mo: la sirena estab a allí,
en el mis mo lu gar, y lo llamab a: Ven, no tengas miedo, qu iero qu e
seas mi esposo.' 'C ómo haré para llegar a tu casa; voy a a hoga rme
mu cho antes', contestó B ardal. 'N o, el agu a qu e estás viendo en rea
lidad es hu mo. Ven, voy a raspar u n b u lb o de piripiri y empolvarte la
cara para qu e te des cu enta de qu e no es agu a sino h u mo. Allá, dentro
del hu mo está mi pu eb lo, ven...'
B ardal y la sirena desaparecieron bajo el agu a. Él apareció tres
días despu és con mu chos pescados qu e le hab ía regalado la sirena.
Regresó tranqu ilamente a su casa. Su ma dre le pregu ntó: '¿En dónde
es ta b a s ?' 'E stab a allá con gente.' 'Creí qu e te ha b ía s a hoga do.' 'No,
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 1 9 7
Su parentesco con los gallinazos (sus «sobrinos») les permite a las sire
nas vivir a veces en el u niverso celeste. Se hacen chiquititas y los gallinazos
vienen a recogerlas. El padre de las sirenas es cruzrímitiu' ', el gran chamán
du eño de las agu as, y ellas son las esposas de la gran anaconda. Antes las
sirenas vivían en la tierra pero la anaconda las llevó debajo del agu a cu ando
tu vieron su primera men s tru a ción ; se transformaron entonces en sire-
21
Ademá s de la gente enu merada en el párrafo relativo a la creación de la
hu manidad, la tierra está poblada de seres invisibles conocidos con el tér
mino genérico tohamwo, «dueño de los b osqu es» qu e en el panteón yagu a
ocu pan un lugar intermedio entre las divinidades y los homb res. Poseedores
de recu rsos energéticos, ya que la flora y la fauna les pertenecen, la mayo
ría de los du eños de los b osqu es tienen intenciones caníbales con respecto a
los homb res (tema del b osqu e devorador) qu ienes intentarán protegerse lle
va ndo a cab o ciertos ritos pu ntu ales (soplo de hu mo de tab aco, u nción con
aceite de ciperáceas, etc.).
De todos los hab itantes del b osqu e el más temido es sin du da noró
(«chu llachaqu i» en el folklore mestizo), ser demoníaco con un pene desme
su rado a la inversa de los espíritus de la caza con u n pene atrofiado e
identificable por un pie (a veces amb os) deformado, y al revés como el del oso
hormigu ero. Noró vive en los troncos de árboles hu ecos, cerca de lo qu e los
Yagu a denominan noró nane, las «chacras de noró»: zonas natu rales poco
arb oladas, cu b iertas de una vegetación baja e uniforme. Cu ando los Yagu a
se desplazan por el b osqu e rodean estas zonas asociadas a noró. A semejan
za de los seres sob renatu rales, noró pu ede transformase a volu ntad y tomar
diferentes apariencias. Le gusta desviar la ruta de los viajantes solitarios
para devorarlos de inmediato. Con tal fin, utiliza por u n lado un gavilán
wawitiu' cu yos silbidos estridentes ensordecen a las víctimas; por otro lado,
2 1
Los Ya gu a realizan a demá s diversos ritos cerca del pu erto (especialmente el de raspar
diferentes va rieda des de b u lb os de ciperáceas) para impedir qu e en el periodo menstru al
la a na conda o el delfín, su emis a rio, se lleve a su s mu jeres . E s cu ch emos el relato de
Alb erto sob re este tema: «Hace u n tiempo, yo estab a en la minga de Alfaro a orillas del
Ama zon a s . La mu jer del du eño de la minga nos sirvió la comida y lu ego se fue a lavar.
Allá, en el pu erto, se leva ntó u na ola enorme qu e le cayó encima... ¡tchac!... la mu jer
se ech ó a grita r p u es s a n gra b a ; le salía s a n gre de tod a s pa rtes ... la tr a n s p or ta mos
hasta su casa y mi compa dre le sopló hu mo de ta b a co. En su su eño apareció la gran
a n a con d a qu e lo hab ía emb ru ja d o por completo. Su ma rido b ajó al pu erto a ra s pa r
piripiri para qu e la a na conda a b a ndona ra el cu erpo de su mu jer.»
198 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
u na tortu ga terrestre notiu' qu e golpea contra los contrafu ertes ta b u la res de
los á rb oles para d es orien ta rla s . Pu ede recorrer distancias en or m es ; la
22 23
ú nica forma de escaparle es va dea r u n b razo de agu a. Los Ya gu a son ina go
tab les en su s relatos sob re noró; circu lan incontab les leyenda s al respecto.
A continu a ción reprodu cimos u na de las más evocadoras:
«En el transcu rso de u na travesía solitaria, u n cazador se percató de
repente qu e lo segu ian. Au n qu e sorprendido, continu ó la ma rcha ...
caminó... caminó largo rato... el homb re siempre lo segu ía a la mis ma
distancia. Pero cu ando el cazador atravesó el primer b razo de agu a, su
segu idor dio la vu elta y tomó otra dirección. El cazador comprendió
entonces qu e el homb re no era otro qu e noró: C ortemos u na liana
rápido... porqu e las lianas son serpientes para el demonio de los b os
qu es.' Tomó u na liana, la cortó y enroscó u n b u en peda zo qu e dejó en
el lu gar (simu lando u na serpiente), se colocó el resto en la espalda y
salió corriendo en la dirección por donde hab ía venido. Pero noró lo
sigu ió... el ca za dor a corra la do qu iso gritar pero la s orejas le silb a
b an... fi, fi, fi, fi... (el gavilán de noró): "¡Estoy loco!', gritó.
Al cab o de dos días de correr locamente, llegó agotado al sitio exacto
donde hab ía cortado la liana. ¡Había dado vu eltas en redondo du rante
dos días!... decidió entonces cortar u n árb ol; se sentó sob re el pie y
comenzó a golpea r las ra íces con la intención de qu e los s u yos lo
oigan ¡ta! ¡ta! ¡ta! ¡ta!... gu iada por los golpes, su familia (qu e hab ía
salido a b u scarlo) lo encontró al otro día... al verlos, el homb re saltó
de la b ase del árbol para hu ir, creyendo qu e era u na nu eva artimaña
de noró para b u rlarse de él, esta vez bajo la apariencia de su s parien
tes. Estos comprendieron entonces qu e noró lo hab ía emb ru jado; lo
rodearon, lo captu raron y lo llevaron de regreso a la choza. El homb re
hab ía adelgazado, estab a agotado, comenzó a vomitar... no podía co
mer nada. S u s parientes entib iaron agu a para b añarlo, para qu e la
flema (brujería de noró) saliera de su cu erpo, pu es hacía tres días qu e
cohab itab a con el demonio. Le pidieron al cu randero qu e le soplara
hu mo de tab aco. Le salieron las espinas del cu erpo. Si el tratamiento
no resu ltab a, hab ría qu e devolverlo al b osqu e para qu e noró lo devo
re... pero por su erte el homb re se cu ró...»
Noró no es el ú nico qu e frecu enta los b osqu es. A su lado viven otros demo
nios como mëndawú, «el de u na sola pierna», qu e se traslada colgado de la
espalda de su compa ñero, el «peón». Mu chos afirman qu e es u na de su s
tretas favoritas para acercarse a la gente, pu es en el momento requ erido,
a s egu ra n, méndawú pu ede tener dos, tres y hasta cu atro piernas. Los Ya gu a
lo llaman tamb ién notiu' mënati, «el ancestro de las tortu gas terrestres». Vive
en los pantanos, allí donde nadie se atreve a ir. D icen qu e su corazón está
sostenido por u n minú scu lo filamento qu e hasta el momento nadie ha lo
grado cor ta r ; por eso sigu e existiendo. A la inversa de noró, es b lanco de
24
b u rla s, tal como lo expresa este relato del «homb re qu e desafió a mëndawú»:
«Hab ía u na vez u n homb re qu e no le tenía miedo a nada. U n día al
regresar de la caza fue sorprendido por u n au llido qu e provenía de su
huaihuashichupa (refugio de caza): Mi difu nto su egro está gritando',
dijo, voy a captu rarlo para llevárselo a mi su egra'. Se acercó al refugio
con u n garrote en la mano. En el momento del golpe, el alma del su e
gro se transformó en u na zarigü eya. El homb re no sintió ningú n temor
y le contó la aventu ra a su su egra, qu e hab ía encontrado el alma del
su egro...
24
El cora zón d e la tortu ga la te ha s ta qu e s e s ecciona el nervio motor. A los Ya gu a les
gu sta cortarlo sin du da por la semejanza con el cora zón de mëndawú. el a ncestro de las
tortu ga s .
200 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
U nos días despu és, volvió a cazar y esta vez se tropezó con mëndawú
en persona. Advertido por los golpes (cu ando mëndawú se traslada,
golpea los árb oles con la caparazón de u na tortu ga), el homb re se echó
al su elo atravesando el camino, cu rioso de sab er si el demonio con
u na sola pierna ib a a devorarlo. Los au llidos se a cerca b a n. El homb re
no se movió. El «peón» lo vio primero: ¡Mira, patrón!'... éste se bajó de
las espaldas de su compañero y le ordenó: Hijo, vete a b u s ca r agu a,
va mos a empezar a comerlo por el ano', y el patrón se pu so a hu smea r.
'H u m, todavía no está podrido, vete a b u scar agu a, de prisa.'... el pa
trón se qu edó solo para cu idar la presa... entonces el homb re decidió
levantarse de u n salto ¡A! ¡AAA! y hu yó a toda velocidad, ¡peón! ¡es u n
vivo qu e se hacía el mu erto!...', gritó mëndawú, perdiendo el equ ilib rio
sob re su ú nica pierna...».
En la ca b ecera s de los ríos, allí donde segú n los Ya gu a finaliza el agu a,
vive la madre de la «pu nta de los ríos», mohamwo, cu yo cu erpo está completa
mente cu b ierto de largos pelos. Tiene la repu tación de desenterrar por la
noche los ca dá veres de las sepu ltu ras y de comer los hu esos de los mu ertos.
Su nomb re está asociado a los de noró y de los du eños de los b os qu es . Por
este motivo es especialmente temida por los Ya gu a qu e viven a gu a s arrib a
de los cu rsos menores .
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 201
A semejanza de los demonios devoradores de homb res, los verdaderos
du eños de los b osqu es tohamwo son descriptos por los chamanes como seres
simiescos que se alimentan de carne hu mana y de hu esos de mu ertos. Las
colinas son percib idas como su s casas. Esos seres tienen u na importancia
capital para los Yagu a dado que poseen los frutos silvestre [tohamworájo] y los
animales (tohamwohasé) , los que constitu yen su ganado. Para poder cazar,
los Yagu a deben pedir au torización a tohamwohase, pero como su contacto es
peligroso hacen intervenir como mediadores a los cinco espíritus de la caza
qu e son favorables a los homb res con u na ofrenda ritual de masato; éstos,
además, tienen poder sobre los du eños de los animales.
202 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
Tohamwó y su casa d e s og as
La recolección de frutos silvestres no requ iere ningu na mediación, siem
pre y cu ando los du eños de los frutos estén bien dispu estos hacia los hom
b res qu ienes, por esto, se dirigen directamente a ellos mediante cantos apro
piados. Sin emb argo, ciertos árboles frutales, tales como el aguaje y el pijuayo
silvestre, poseen madres mu y poderosas; por eso les dedican cantos especia
les (en la mayoría de los casos entonados por chamanes) antes de cada reco
lección, por ejemplo:
Pero la recolección no pu ede hacerse el mismo día en qu e se realiza el
pedido sino al otro día para no tropezar con tohamworájo.
Si tohamwo representa el conjunto de du eños del monte, ndanihamwo y
ratuhamwo, respectivamente la madre del aguajal y la madre de la colp a , 25
encarnan má s específicamente a los du eños de dos grandes zonas de caza
(el aguajal y la colpa) y del mu ndo viviente qu e allí se encu entra. El aguajal,
palmar de Mauritia flexuosa, es un sitio de caza y de recolección privilegiado.
Reserva ab u ndante de frutos, lianas, madera de palmera, palmeras, zona de
paso de nu merosos mamíferos herbívoros, como por ejemplo el tapir, y hábitat
noctu rno de monos y loros, ocu pa u n lugar central en la economía y en el
25
Cf. más abajo el glosario.
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 203
«Antes del gran dilu vio, la gente del aguajal vivía con nosotros, como
nosotros. Ahora, sólo aqu el qu e sab e los ve...»
Algu nos Yagu a sigu en escu lpiendo en su memoria estatu as en madera
b landa llamadas ndanihamwo mbayátu, «el alma de la gente del aguajal», cu yo
significado y u tilización están prácticamente perdidos en la actu alidad. Con
cib en de b u en grado qu e la gente del aguajal está gob ernada por grandes
chamanes. Para ciertos Yagu a, las estatu as de madera serían la réplica de
los au xiliares de los chamanes del aguajal y así estarían asociadas a la prác
tica chamánica. Es inclu so prob ab le que los chamanes yagu a los hayan uti
lizado en el pasado como sus propios au xiliares. Los animales que viven en
el aguajal constitu yen el ganado de ndanihamwo : el tapir es su vaca, el ve
nado su cab allo y los pájaros su s aves. Como para todo lo referente a la caza,
los Ya gu a están ob ligados a solicitar a los poseedores (por intermedio de los
espíritu s de la caza, segú n vimos) la au torización de tomar, sin mayor ries
go, algu nas cab ezas de su ganado. Pero si la persona es chamán, pu ede esta
b lecer directamente u n intercamb io con los du eños del lugar, tal como lo
su giere el viaje de José Mu rayari a la ciudad de la gente del aguajal:
«... U n día de caza, al aproximarme al gran aguajal, u nos ladridos de
perro llamaron mi atención, lu ego su rgieron u nos ru idos extraños ró
róno ró óóó... tomé de inmediato mi pipa y me dirigí en esa dirección.
Apena s tu ve tiempo de soplar algu nas b ocanadas de hu mo cu a ndo se
presentó la madre del agu ajal. «¿D e dónde vienes?», me pregu ntó. «Es
toy cazando», le respondí. «Pu edo darte cu atro chanchos, continu ó, si
me das siete dardos mágicos de dos metros de largo». C omo acepté, la
madre me condu jo a su casa para elegirlos. «¿Cu ál prefieres, el pashna
o el vera co ?» «El pashna porqu e está más gordo», y tomé cu atro. La
ma dre agregó : «cada vez qu e venga s a cazar por acá, ven a compra rme
animales : pu edo darte tapires, chanchos y todo tipo de a ves. Ahora
pu edes visitar la ciu da d si tienes ga n a s . ¿C u á nta gente tienes ? Si
tienes ciento cincu enta... pu edes llegar hasta la mitad de la ciu dad».
Encendí mi pipa y fui a visitar la ciu dad. Encontré todo tipo de gente,
b otes, negocios, motores... compré u n b ote con cu atro dardos mágicos
de dos metros de largo. Ava ncé hasta donde me lo permitió mi gente,
es decir, hasta la mitad de la ciu dad, más allá hu b iera sido arriesgado.
Por otro lado la madre me hab ía prevenido: «detente ahí, má s lejos es
peligroso.» Di media vu elta, rodeado (protegido) por mi gente y, al re
g r es a r , vis ité la s ca s a s . Im p r ovis é u n a m och il a con h oja s de
hu ngu rahu i. Antes de partir, le avisé a la madre del aguajal :
204 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
La segu nda gra n zona de caza se extiende alrededor de las colpas. El mito
a continu a ción describ e qu ién es ratuhamwo, el du eño de los sitios, y cu á les
son su s atrib u ciones.
El cazador y la colpa
«Hace mu cho tiempo u n cazador descu b rió rastros frescos de hu a nga na
(pecarí)... preparó s u s dardos para el día sigu iente y le dijo a s u espo
sa : «Prepárate, ma ña na parto tras la hu a nga na ». Al a ma necer, calentó
su s dardos con el kapok y partió sigu iendo los rastros de la ma na da .
E stos lo condu jeron a la colpa. Allí se a ca b a b a n todas las hu ella s . El
homb re b u s có en los alrededores de la colpa las posib les salidas pero
en va no. Fu e entonces qu e sorprendió a dos niños qu e cha potea b a n
en la colpa. U no el niño le dijo al otro la niña ¡núñunútapu !... y se
tiró al agu a. Su hermana tamb ién se tiró al agu a ¡núñunútapu !... el
cazador sospechó ; las dos criatu ras podían ju ga rle u na ma la pasada
(...).
Los niños lo lleva ron por el a gu jero de la colpa . As í llegó a lo de
ratuhamwo. D elante de él se extendía u n amplio recinto lleno de tapires,
p eca r íes , ven a d os y tod os los a n im a les qu e b eb en en la colp a .
Ratuhamwo, el du eño de la ma na da , estab a recostado en su ha ma ca .
«¿Q u é qu ieres ?», le pregu ntó. «N ada», dijo el homb re, «estoy cazando
pero hace tiempo qu e no ma to nada». «Acércate, voy a cu rarte ; cada vez
qu e qu ieras u na hu angana, lávate con estas hojas de nduréw í y gol 26
2 6
«Sacha ajo» {Pseudocalymma alliaceum) utilizado como amuleto de caza. Los Yagua emplean
también las hojas grandes de esta planta silvestre para curar reumatismos, gripes,
bronquitis y enfermedades nerviosas.
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 205
pea sob re esta colina ¡tu m! ¡tu m! ¡tum!... mis chanchos saldrán. Tíra
les flechas porqu e me pertenecen. A veces los retengo acá porqu e
mu chos vu elven heridos por la torpeza de u n cazador. Voy a ayu darte
pero deb erás gu ardar el secreto».
Satisfecho por su descu b rimiento, el homb re regresó a su casa. Cada
vez qu e qu ería u na hu angana, iba a pisotear la colina de la colpa. Pero
su s compañeros lo envidiab an y sospechab an qu e tenía u na talla (un
encanto de caza). Intentaron emb orracharlo para hacerlo hab lar, y lle
gó el día. A partir de entonces el anciano ya no tu vo éxito en la caza...»
En resu men, tendríamos entonces, en forma mu y simplificada, la si
gu iente distrib u ción :
Las intenciones caníbales de los dueños de los b osqu es con respecto a los
homb res obligan a estos últimos a tomar múltiples precauciones en sus des
plazamientos noctu rnos y viajes solitarios a la selva. Los cazadores siempre
llevan u na provisión de tabaco, cuyo olor rechaza a los malos espíritus, au n
qu e atrae a las presas. Asimismo, se u ntan con frecuencia el cu erpo con
huito (Genipa), que tiene la virtu d de hacer a la persona invisible, y también
con aceite de ciperáceas que posee las mismas propiedades del tab aco.
206 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
A la altu ra de la primera capa de nu b es se extiende pánčore hučanu, el mu n
do de los gallinazos. A veces se hace mención a otro mu ndo situ ado ju s to por
debajo, el de los b u itres siwanga sirimihučanu , au nqu e mu y pocos detalles
27
«Al principio, los b u itres b u sca b a n u n ab rigo para dormir. Le pidieron a
su ab u elo, el cóndor, qu e les b u scara u no. Este les propu so el «cedro
ma cha » porqu e de noche parece u na casa. Así todas las noches las
enormes raíces del árb ol se convertían para los b u itres en cu a rtos
ha b ita b les ».
Los b u itres a menu do bajan a la tierra por senderos invisibles qu e comu
nican los mu ndos, en b u sca de alimento podrido. Ju nto con los cóndores, los
b u itres son los especialistas de lo podrido, puria. Cu ando algú n alimento se
descompone en la tierra, la avispa nokówanu, llamada «sobrino» de pánčore,
les avisa con su zu mb ido sordo a los gallinazos.
«La ma dre de rínahui envió u n día a su hijo a cazar. Este trajo u n apetitoso
b otín. La ma dre preparó la carne pero no qu iso comer. El hijo se encoleri
zó y su ma dre le dijo : «No pu edo comer de esta carne porqu e le falta olor.
Hay qu e dejarla qu e se pase. A partir de hoy, nos alimentaremos de carne
podrida y de excrementos...». Se pasó el festín para otro momento y pu
sieron a podrir la carne. Al tercer día le aparecieron gu s a nos . La ma dre
llamó a la gente hamb rienta qu e devoró la carne en descomposición y se
transformó al instante en gallinazos o comedores de lo podrido».
La relación de «sobrino» en el pensamiento yagu a está asociada a una
relación de su b ordinación. Así, el bu itre y la avispa ocu pan respectivamente
la posición de sob rino (hijo de hermano o hermana), primero el b u itre con
respecto a la sirena (como ya vimos anteriormente) y lu ego la avispa con
2 7
Los Yagua identifican tres especies de buitres : los «rinahui», páncore (Cathartes aura)
de cabeza roja y pecho blanco ; los «gallinazos», pánčore [Coragyps atratus) de cabeza
negra ; y los «siwanga», sirimi (Falconidae ?), idénticos según los Yagua a los «rinahui»,
aunque de menor tamaño.
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 207
respecto al b u itre: el b u itre condu ce a la sirena y la avispa le avisa al bu itre
(en cierto sentido ésta lo condu ce hacia lo podrido). Amb os están su b ordina
dos a su s respectivos «tío» y «tía». La relación avu ncu lar está fu ertemente
marcada entre los Yagu a, donde el casamiento con la prima cru zada bilate
ral sigu e siendo preferencial y donde el sobrino se convierte en marido po
tencial para la hija del tío y debe por ello prestar servicios, qu e a menu do le
significan asistencia y su b ordinación. De modo qu e no habrá qu e sorpren
derse de encontrar u n «sobrino» en cu alqu ier individu o qu e tenga la función
de emisario o asistente (ver por ejemplo la relación entre la estrella polar y
la lu na).
mu ndo donde las almas de los criminales se transforman en cóndores :
«C u ando mu ere u n criminal en algu na parte de la tierra, los cóndores
captu ran y qu ema n su s almas sob re u na gran candela. Así, la carne
viva de las almas se recu b re con carb ón de leña ; los anteb razos son
seccionados y devorados de inmediato, su s b razos mu tilados son esti
rados para convertirlos en alas... se opera la lenta y dolorosa transfor
mación en cóndor».
Los dos mundos a veces se conciben en un mismo plano cf. dibujo 1.
208 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
Los cóndores, metamorfosis de almas de mu ertos, tienen u na connota
ción maléfica. No ob stante, su vu elo majestu oso a menu do resu lta u n ejem
plo y se dice qu e son capaces de alcanzar tanto las cimas más altas como las
profu ndidades de la tierra. Representan un instru mento de conocimiento
incomparab le para los chamanes y sus casas llenas de dardos mágicos cons
titu yen u n centro de aprovisionamiento. Es la fuente inagotable de dardos
mágicos.
C ón d or coha b ita con su h erma n o, el pájaro p es ca d or ma ch a n d oa ,
ntënëmatu y su sobrino la avispa ronsapa, ríntiu', qu e le hace las veces de
emisario. En el mismo mu ndo viven los loros pihu icho, kasitiu' (Brotogeris
jugularis), qu e poseen inmensas plantaciones de maíz. Son los du eños del
maíz y de la chicha de maíz, así como los chamanes son los du eños de la
b eb ida de mandioca du lce. Al lado de pihu icho está la rana motu, du eño de
las tortu gas acu áticas y de las serpientes jergón. En la época del pijuayo (es
decir en febrero), cu ando llueve, los Yagu a dicen qu e las ranas motu van a
desovar en tierra, en el bajial (sitio inu ndado). Bajan a la noche por el cami
no de las ranas, motunú, y llegan hasta el bajial donde permanecen tres
meses para cu idar a su s crías. Lu ego, a partir de las primeras noches de
mayo, emprenden el largo viaje de regreso a mukuhučanu.
Ju sto debajo del medio cielo se extiende, irisada, la serpiente celeste,
háwakóndi, o el gran arco ir is . Se formó en su origen con la sangre de u n
29
homb re qu e mataron por su pasado du doso. Le b rotó sangre del corte qu e le
practicaron y se coagu ló en el espacio, por encima de la primera capa de
nu b es. La sangre aparece cada vez qu e llueve; es por eso qu e los Yagu a lo
llaman háwakóndi, la «serpiente de arriba».
U na segu nda capa de nu b es, espesa y blanca, cu bre el espacio hasta la
mitad celeste o la mitad del mu ndo, ñándahučanu, lugar del rayo, del tru eno,
húwatara, y del relámpago, ránduyara, asimilados a un soplo cósmico. El re
lámpago es el ca m in o, la «vía », por el q u e la gente d e la mitad del m u n d o ,
descienden a la tierra. El tru eno anu ncia su llegada aquí abajo; es su voz,
su s primeras «palabras» al contacto con la tierra. En términos generales, el
tru eno tradu ce la voz de las divinidades y de los intermediarios divinos.
Cortando el espacio entre el cielo y la tierra, el rayo es u n arma mortal
para qu ien lo recibe :
2 9
Los Yagua distinguen dos arco iris: uno pequeño que toca la tierra jimóhamwo, «madre
de las cerámicas», y háwakóndi o el gran arco iris. Éste último tiene básicamente tres
colores: rojo, amarillo y verdeazul. Los Yagua clasifican cuatro colores como puros: el
blanco, el negro, el rojo y el verdeazul. El amarillo es un color compuesto cf. más
abajo, (el simbolismo de los colores).
210 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
tante. E ntonces b eb ió ayahu asca varias veces segu idas. U na ma ña na
se pu s o a tronar trananá...! El viejo tomó su cigarro y sopló h u mo
mientras recitab a el canto del tru eno. En medio de la noche pa s ó u n
viento tsi i i i... y se detu vo; de él su rgieron dos enanos. '¿Q u é qu ie
res?', pregu nta ron. "Qu iero conocer lo qu e resu ena en el cielo', res
pondió el viejo. Los dos enanos instalaron al viejo b ru jo encima de dos
peda zos de madera y salieron volando treee!... llegaron a la mitad del
mu n d o y entraron en la casa del tru eno: u na casa inmensa, larga como
u na pista de aterrizaje. E n el interior el viejo b ru jo vio qu e dos indivi
du os, u b icados en cada extremo, se precipitab an u no hacia el otro con
u n objeto b rillante en las ma nos . En el momento del choqu e se produ
jo u na explosión ensordecedora, amplificada por el ha nga r y a compa
ñada de u n increíb le rayo lu minoso. El viejo b ru jo qu edó estu pefacto.
La madre del rayo se apresu ró a tranqu ilizarlo: N o tengas miedo por
qu e con esta arma podrás qu ema r a cu alqu ier b ru jo; nadie podrá opo
n ers e...'
A partir de ese día el viejo brujo se convirtió en u n b ru jo mu y poderoso».
El mito de ru nda'
«D espu és de la creación, la gente hab itab a u n mu ndo situ ado a mitad
de camino entre el cielo y la tier r a , pero en esa época el cielo estab a
30
La preexistencia en el cielo de la gente no se atestigua en ningún otro mito. Hemos
visto que todos los ancestros de los humanos provienen de una tierra situada en el
levante. Sin embargo, Fejos también ha registrado un mito sobre el origen celeste de
los Yagua (1943 : 98).
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 211
encolerizó y la empa ló en la pu nta de u na pa lmera . D es pu és hu yó
gritando ¡hou ! ¡hou ! ¡hou !... y alcanzó, arrepentido, el mu ndo de arrib a
extrayendo u na liana de su omb ligo qu e lanzó y pegó al cielo; fue asi
qu e emprendió su larga ascensión hacia la tierra del cóndor.
Para su primera gran fiesta, la gente lo invitó pero se vieron ob ligados
a constru ir una gran choza cerrada pu es a partir de allí ningu na mu jer
podía verlo sin exponers e a u na mu erte s egu ra . N o ob s ta nte, u na
joven logró escaparse de la choza para intentar sedu cirlo. Inqu ieta por
la au sencia de su hija, la madre qu iso a su vez salir de la choza, pero
el du eño de la fiesta se lo impidió... al finalizar la fiesta, encontraron
el cu erpo de la joven empalado en u n tronco de chamb ira. D esde en
tonces ya ningu na mu jer se atreve...
Ahora qu e los mu ndos están alejados, hay qu e trepar a la cima de u n
árbol para llamar a rú da', qu e responde a través del tru eno y descien
de al atardecer con el relámpago ayu dado por u na liana qu e extrae del
omb ligo».
En la práctica actual, rúnda' es representado por un par de trompas de
corteza manipu ladas por los homb res iniciados que encarnan momentánea
mente al espíritu . N otemos qu e las trompas, así como los tu b os y las flautas,
qu e simb olizan a los espíritu s de la caza (cf. más arriba) tienen u na clara
connotación sexu al. Algu nos de los que tocan las trompas se deslizan entre
las piernas el extremo del instru mento; otros inclu so exhib en un pene de
madera, sostenido entre los mu slos mediante correas de corteza. Ta mb ién
las mu jeres encerradas manifiestan su deseo y simu lan el coito frotando su
vientre contra las caderas de las más jóvenes . Situ ación inversa respecto
del mito; parodia del mito en la qu e se cu estiona la virilidad de los espíritu s.
Segú n la tradición oral, los instru mentos sagrados cayeron u n día en manos
de las mu jeres qu e aprovecharon la situ ación para someter a los homb res.
Pero nada de lo que ellas hicieron estu vo bien; todo fue al revés, el orden
social se vio amenazado. Los homb res se vieron ob ligados a restab lecer el
orden qu itándoles los instru mentos. Confeccionaron en secreto u nos nu e
vos a fin de que ellas ya no pu dieran reconocerlos. Powlison da la sigu iente
versión del mito (1976 : 40) :
«... D os mu jeres pretendían traer a los espíritu s, con carne de cacería
proporcionada por ellos, pero cu ando los homb res las espiaron, vieron
qu e las mu jeres sólo tenían ollitas de b arro con las qu e soplab an para
produ cir el sonido de los espíritu s. En lu gar de carne de animales de
caza, traían carne de ranas, y las ranas para los Ya gu a no son comida
aceptab le. Los homb res declararon qu e todo era u na farsa. Lu ego u n
joven dijo qu e él realmente traería a los espíritu s pero no logró hacer
lo. E ntonces los homb res hicieron trompetas para imitar los sonidos
de los espíritu s y desde entonces aparentan qu e los espíritu s están
físicamente con ellos».
212 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
«Al principio... la sequ ía hacía estragos en toda la tierra y las plantas
de los antigu os no crecían. Viendo esto, el tru eno desafió a la llu via y
le hizo la sigu iente apu esta : "¿Qu ién de nosotros hará correr a la gen
te ; tú la llu via o yo el tru eno ?' Apos ta ron. El tru eno ru gió primero
treee!... la gente se asu stó pero ni se movió. La ma d re de la llu via
ab rió entonces el desagü e del lago celeste pu u u u !...; la llu via se ab a
tió s ob re la tierra. La gente se precipitó dentro de su s ca s a s pa ra
protegerse. Sin du da, la llu via hab ía ganado pero los antigu os le agra
decieron al tru eno porqu e desde ese momento crecieron las plantas...».
El hijo trepó por la liana chata qu e le tendió Lu na. La gente levantó la
vista: la lu na b rillab a, el sob rino estab a a su la do. E ra la primera
estrella, tamb ién la má s grande, la estrella del norte, la qu e indica el
camino...»
E l or ig en d e la m e n s tr u a c ió n
«Todo comenzó con Lu na... él copu ló en su eños con las mu jeres y les
pa teó el vientre... ellas no se dieron cu enta ensegu ida pero, cu a ndo
31
Algunos informantes sitúan a la Luna y al Sol en el mismo plano.
El modo de ascensión de Luna varía según las versiones (escalera de piedra, flecha
3 2
lanzada al cielo, estípites de palmera encastrados unos sobre otros, etc.). En una
versión, Luna es el padre del hermano incestuoso; éste se convierte en el sol y su hijo
en estrella polar.
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 215
Los chamanes explican las fases de la luna del siguiente modo: desde
su ascensión Lu na habita en una casa de vidrio (transparente) qu e ja má s
ab andona. Su rostro se asemeja a un espejo su cio con manchas oscu ras en
algu nas partes. Cu ando oculta la faz, hay luna nueva, wánditu arimane, o
«tiempo de tomar alu cinógenos»; poco a poco la deja aparecer: hay luna cre
ciente, amat'oki arimane, hasta que aparece por completo, amo arimane, «gran
lu na» o «tiempo de siemb ra». D espu és se produ ce el fenómeno inverso. Lu na
se aparta de la apertu ra, el astro declina, sëpëriéma, para finalmente desa
parecer de nu evo. Tres lu nas, múmre arimane, se denominan niya, qu e los
Yagu a b ilingü es tradu cen por «un año». U no de nu estros años equ ivale en
tonces a cu atro niya, cu atro veces tres lu nas. Instru mento mnemotécnico,
la lu na marca así el tiempo, lo divide en fases a las qu e corresponden activi
dades específicas (caza/pesca noctu rna, siembra, ingesta de alu cinógenos,
etc.), al tiempo que determina la fecu ndidad femenina. La sangre menstru al
es el instante en qu e Lu na fecunda a la mujer.
D os términos sirven para designar a la estrella polar: dereči, «estrella», o
noporatu, «alma de noche». Orientador universal, al ser inmu tab le, los Ya
gu a la consu ltan en su s desplazamientos noctu rnos.
Pob lado de miles de estrellas, el espacio interestelar llena el cielo entre
el mu ndo de la lu na y el del sol.
Los Ya gu a dicen b romeando que las estrellas fugaces son los cigarros de
las estrellas. Los ancianos cu entan que las neb u losas, conju ntos de multi
216 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
tu des de estrellas, se aglu tinan como la «hu ama» (planta lacu stre) sobre los
lagos para descender a la tierra donde se transforman en una variedad de
hormigas feroces y carnívoras llamadas dereči, «estrellas», cu yas colonias a
veces se encuentran en los troncos podridos. Respecto de la vía láctea, mbayátu
répwiñu, los chamanes dicen que es el camino celeste de los mu ertos. Su
extremo desemb oca en la tierra de los mu ertos y se u ne a la b óveda celeste
qu e b ordea el límite superior del u niverso. Pero la vía láctea tamb ién es
némara mbayátu nú, el «camino de los au xiliares de los chamanes», y repre
senta la vía tomada por su s aliados en b u sca de una víctima o de u n espíritu
perdido; es ndusí répwiñu, «camino de la brujería», pero en este caso se sitúa
en el cielo de los b u itres.
Más arriba del cielo estrellado se extiende ñihučanu, el mu ndo del sol.
«... la fiesta tocaba su fin; la gente estaba borracha... Como castigo,
habían exiliado a la hermana incestuosa a una chacra, para que arran
que las hierbas malas... borrachos como estaban, se mojaron el cuer
po con el resto del masato, se introdujeron en las vasijas, luego, aver
gonzados, se rasparon la cara hasta que les quedó en carne viva. Len
tamente, progresivamente, se transformaron en «huanchaco», garzas
gigantes, e iniciaron su torpe vuelo po, po, po, po... se dirigieron en
grupos hacia la chacra donde la hermana de Luna purgaba su pena.
Dieron varias vueltas encima de ella pwru pwru pwru... para avisarle,
luego desaparecieron en el horizonte. Ella tuvo entonces la idea de ir
donde sus tíos para refugiarse...
El camino era largo... en eso unos ruidos po po po... la detuvieron...
'son los ancestros de la garza gigante', murmuró. Les preguntó el ca
mino. Como toda respuesta los ancestros de la garza la violaron, pero
la hermana de Luna, de apetito insaciable, reclamó más... furioso el
ancestro le hizo un corte en la vagina. Cayó muerta y los ancestros se
retiraron, satisfechos. Pero el compañero de la hermana de Luna, el
agutí, le lamió la herida y le devolvió la vida. El agutí le indicó el cami
no: 'Sigue en esta dirección hasta la bifurcación de los caminos. Uno
está señalado con una cáscara de piña; el otro con una pluma de loro.
Toma el de la cascara; te conducirá donde tu tío'.
Hermana de Luna entendió mal y tomó el camino de la pluma de loro.
Desembocó así en lo del jaguar. La recibió una anciana: 'Sube rápido a
esconderte en el catre porque uno de mis hijos busca esposa.' Pero
llegó el que comía carne humana hu hu hu... sacó un muerto... des
pués de devorarlo, se adormeció en su hamaca... desde lo alto de su
escondite, la hermana de Luna dejó escapar una fina corteza de pona
que llegó hasta el jaguar, éste se sobresaltó. '¡Hay alguien ahí arriba!'
incluso antes de que la anciana tuviera tiempo de disuadirlo, el jaguar
descubrió a la hermana de Luna y copuló con ella, una vez, dos veces,
tres veces... la hermana de Luna quería más. Jaguar, extenuado, le
Este mito es una continuación del mito del origen de Luna.
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 217
ab rió el cu ello para acab ar con ella y la arrojó por tierra. Llegó el otro
herma no ti ti ti..., el qu e comía carne de animal. Amb os lu charon por
la hermana de Lu na, u no para comerla y el otro para casarse con ella.
Mientras tanto, la anciana destripó a la hermana degollada cerca del
arroyo para lavarle las entrañas. En ese mis mo instante su rgió el feto
(la difu nta estab a encinta de Lu na) qu e cayó al agu a. La corriente se lo
llevó. El feto entró en la cáscara hu eca del fruto 'cedro ma cho' y se
deslizó sob re el agu a. Arrastrada por la corriente, la cáscara fue inter
ceptada por los hijos del tío de la hermana de Lu na qu e se estab an
dando u n b a ño. La pu sieron a secar mientras se b a ña b a n. C u a ndo
fueron a mirarla por primera vez, el niño ya estab a grande; la segu nda
vez, hab ló y, a la tercera vez, les ordenó qu e ju nta ra n hojas secas de
cetico para hacer u n fuego... los niños ob edecieron, apilaron las hojas
y las encendieron: salió u n rayo lu minoso qu e alcanzó el cielo (...) . 34
N a cido de u na relación incestu osa (de Lu na con su herma na ), Sol es la
principal fu ente de energía del u niverso. Antes de la ascensión de los a s
tros, los mu ndos eran fríos y oscu ros, la tierra no estab a cu ltivada y las
mu jeres eran estériles. Sólo una media lu na opaca aferrada al cielo de pánčore
ilu minab a déb ilmente la tierra; la alternancia de días (sol)/noches (lu na) no
existía a ú n. La tierra y las mu jeres fu eron entonces fecu nda da s por el
demiu rgo.
Aquí se intercala el pasaje del mito sobre la ascensión de Sol y el alejamiento de los
34
mundos.
218 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
Al igual qu e Lu na, Sol ocu pa una casa de vidrio en un mu ndo ab rasado
por el calor. Se ubica cerca de la abertura y lleva en la cara u na máscara de
fuego. Por la mañana, está acostado con la cara hacia el levante aruwáwa,
«abajo», lu ego se levanta lentamente hasta la posición vertical wosaha,
«mediodía» (mitad del día), el pu nto má s caliente, antes de extenders e
progresivamente de cara al poniente árowa, «arriba». A imagen del u niverso
entero, Sol permanece inmóvil, sólo su faz ilu minada describ e una trayecto
ria. Sin emb argo, algu nos informantes sostienen que cada mañana el sol se
levanta de debajo del mu ndo, su lugar noctu rno, para alcanzar a mediodía el
cénit, antes de volver a bajar cada noche.
«... Sol emerge de debajo de la tierra, de la b oca del río su b terráneo
situ ado en el mu ndo de la gente sin ano. Lu ego se eleva lentamente
sob re la tierra, pasa por el cénit, despu és cae, llega a las fu entes, al
extremo de la corteza terrestre, antes de precipitarse nu eva mente en
el rio su b terráneo por el qu e desciende en su totalidad. D u rante todo
este tiempo sob re la tierra es de noche...»
(Cf. Inf. C esar Prohaño)
La interpretación más extendida respecto a la alternancia del día y de la
noche es la sigu iente: Lu na y Sol se ponen de acu erdo para tomar su cesiva
mente su guardia; u no du erme mientras el otro vigila. A veces su cede qu e
Lu na le dispu ta a Sol su tu rno o, con más frecuencia, qu e Lu na está celoso
del poder calorífico de Sol; se produ ce entonces una lu cha en la qu e Lu na
intenta reemplazar a Sol: es el eclipse de Sol.
El «gran cielo», amo ariči, representa el último espacio celestial en la cosmo
grafía yagu a (más arriba es el «vacío» wenëwikë). Sus habitantes son los espí
ritus de los mu ertos huñítu/ hunisétu. De hecho, este lugar estaría totalmente
a oscu ras si no fuera por la fuente de luz y de calor del fuego celeste, hínda,
anterior al fuego solar y ancestro del fuego terrestre. Es el fuego de la inmor
talidad au nqu e también el fuego destructor, el de los incendios del mu ndo.
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 219
Es inclu so en este mu ndo que algu nos Yagu a cristianizados sitúan a
35
risio, el dios de los b lancos, el qu e detenta la «palabra ju sta», tal como nos lo
relató el viejo Sarko:
'Voy a cazar para traer presas y comerlas'; éste regresó cargado de
carne...
Una mujer se cruzó varias veces con risio en el camino, luego se dirigió
a su chacra. Voy a pasear por mi huerta', se dijo. En realidad no hizo
nada porque no había precisado: 'Voy a mi huerta para escardar'. Risio
no le dio la fuerza para trabajar. De igual forma, el pescador omitió
añadir: Voy a pescar al río para sacar pescado y comerlo'; su flecha no
capturó nada ese día. Otro quiso traer cogollos de aguaje para fabricarse
una falda, pero cuando se cruzó con risio no le dijo nada. Tampoco éste
trajo nada porque debería haberle dicho: 'Voy al aguajal a juntar cogo
llos de aguaje para confeccionarme una champa.' Al salir del aguajal,
alguien le murmuró al oído: '¡Mira! allá arriba nu nu nu...' Risio se
balanceaba indolentemente en una hamaca extendida en la punta del
árbol... .
36
Desde hace varias decadas, los Yagua están en contacto intermitente con las misiones
3 5
Va cío kinitónu hučanu, mu n pu nto de impacto gente sin a no
do de la gente sin ano de los dardos má
gicos provenientes
de la tierra
gran a na conda
s ir en a s
Cielo de h u mo mekándi, la tierra lu gar donde mero espíritu s de la
(para los ha b i deán las almas de na tu ra leza
tantes del mu n los mu ertos
do a cu á tico el
agu a es hu mo) du eños del
mon te
demonios del
mon te
hu ma nida d
B oca del a gu a mëkándi mbahačëra sitio de la inmor demiu rgo y
tierra de los primeros talidad mellizos
a n ces tros míticos
krora
cruzrimitiu'
enseñan el arte de ver debajo del agu a se desplazan tanto sob re tierra firme
como sobre el agu a
du eño de los peces, lleva a las mu jeres nada cerca de los pu ertos frecu enta
du rante la menstru ación y las transfor dos por las mu jeres
ma en sirenas
esposas de la gran anaconda, llevan a con la ayu da de los gallinazos, pu eden
los homb res debajo del agu a para con volar hasta pánčore hučanu
vertirlos en su s esposos
esencia de los seres y de las cosas circu lan por todos los pu ntos del es
a nima da s , generadora de vida pacio hasta el mu n d o del lago del cielo
ab u elo de los mellizos míticos (no de tierra de los ancestros
sempeña ningu na función en la vida de
los Ya gu a )
ancestro de los cha ma nes , du eño del alcanza el mu ndo del lago del cielo
agu a, controla la llu via y las crecidas para hacer llover
anciana in
morta l
Cielo de la media pánčorehučanu mu ndo sitio donde los b u itres (dos
lu na de los b u itres cha ma nes ob tie es p ecies )
nen las ves timen
tas de plu ma s y
las alas mágicas
Cielo donde se mukuhučanu, mu ndo mina de dardos cóndores (dos
mu eve la primera de los cóndores mágicos, sitio de es p ecies )
capa de nu b es las a lma s ma ta do
ras
pájaros pesca
dores
ma cha ndoa
a vis pa s
rons a pa
loro
pihu icho
ranas motu'
Cielo donde se ñándahuča nu, medio sitio del rayo gente de la
mu eve la segu n mu n d o o medio cielo mitad del
da capa de nu b es mu ndo
rú nda'
rumarahamwo
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 223
espíritu s qu e regu lan la fau na silvestre a semejanza de rú nda , se dirigen a la
y acu ática tierra para participar a los grandes ri
tu a les
anu ncia los fines del mu n d o y transmi aparece sob re la tierra antes y despu és
te las plantas cu ltivadas a las nu evas de cada fin de mu ndo
h u ma n id a d es
devora dores de lo podrido, emisario de des cienden a la tierra y a lca nza n los
las s irena s mu ndos inferiores en b u sca de alimen
to podrido
devoradores de lo podrido, qu eman las con su majestu oso vu elo los cóndores
a lma s ma ta dora s sob re u na gran can alcanzan los límites inferior y su perior
dela y las transforman en cóndores del u niverso
du eños del maíz vienen a la tierra para sacar los granos
de maíz
du eños de las tortu gas acu áticas y de vienen a la tierra para desovar en el mes
las serpientes jergón de feb rero o "tiempo del piju ayo"
principal espíritu de la caza, regu la la desciende a la tierra para participar de
produ cción animal los grandes ritu ales o cu a ndo los Ya gu a
lo invitan
madre de la llu via, la hace caer con la
ayu da del gran cha má n cruzrimitiu'
224 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
estrella polar
lu cero de la
tarde
risio ''
En el cu rso de su s viajes a través de las regiones cósmicas, los cha ma nes
aprenden de los hab itantes del u niverso u na gran cantidad de informacio
nes relativas a la creación del mu ndo, al origen de los seres y las cosas, a su
propio origen y al tratamiento de ciertas enfermedades, en particu lar las
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 225
madre del viento; b u rb u ja de aire pro el viento sopla en el cielo y sob re la
vista de u n orificio de donde sale el su perficie de la tierra
soplo cósmico (el viento)
(hijo de Lu na) calienta y fecu nda la segú n las versiones: inmóvil o emerge
tierra con el día de abajo de la tierra, de la
naciente del río su b terráneo a donde
desciende por la noche
ancestro del fu ego terrestre, fuego de b ola de fuego qu e devasta la su perficie
la inmortalidad y de los incendios del de la tierra du rante los incendios del
mu ndo mu ndo
dios de los b lancos detentor de la "pa residencia en el cielo
lab ra ju s ta "
qu e implican la pérdida de las instancias vitales. E stos hab itantes, al igu al
qu e las madres de los animales y vegetales, pu eden en su mayoría conver
tirse en au xiliares de los cha ma nes . Algu nos son especialmente b u s ca dos
por estar dotados del poder de atravesar casi todas las zona s cósmicas, por lo
ta nto, de facilitar los viajes cha má nicos . N o ha y mejor vehícu lo pa ra el
cha má n qu e el cóndor qu e es el ú nico capaz de alcanzar el límite su perior e
inferior del u niverso. La gente de la tierra y los b u itres recib en igu almente
226 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
el calificativo de grandes vehícu los; en camb io la gente del agu a y las sire
nas son pequ eños vehícu los. Si b ien en su conjunto los pu eb los su b terrá
neos son viajeros de poco valor comparados con los hab itantes celestes,
detentan tantos atribu tos como éstos. En principio, cada nivel cósmico es el
lugar de u n sab er específico, de allí la necesidad de los viajes iniciáticos. Por
ejemplo, el mu ndo de la gente sin ano es la sede de la enfermedad denomi
nada mëkándi mëria, «comer tierra» (geofagia), y es allí más qu e en cu alqu ier
otra parte qu e se aprenderá a curarla. El mu ndo de la gente de la tierra es
u n sitio importante para los chamanes qu ienes intentarán ob tener u n ju e
go completo de llaves mágicas, rorehú matátá, con las que los du eños del sitio
cierran su s pu ertas y aislan a los espíritus perdidos. A camb io de tab aco, el
chamán obtendrá de mëkándihamwo dardos y cigarros mágicos, así como
vestimentas mágicas, mu y eficaces contra la brujería. D e la gente del agua,
el chamán recibirá sobre todo ropa mágica para moverse lib remente bajo el
agu a y se familiarizará con el mu ndo acu ático, con sus hab itantes y con el
agua qu e se transformará entonces en hu mo. Aprenderá de la gran anacon
da todos los secretos de la pesca y la forma de seducir a las mu jeres. Las
sirenas le enseñarán el arte de ver bajo el agua empolvándose los ojos con
u n b u lb o de ciperáceas. Los du eños del monte le revelarán, por su lado, todos
los secretos del b osqu e y lo condu cirán hasta los pantanales más alejados,
allí donde nadie va. Algu nos de estos du eños le divu lgarán los amu letos de
caza qu e lo convertirán en u n batidor infatigable y le proveerán los gu antes
mágicos para mejorar la puntería. En pánčorehučanu el chamán recibirá u na
ropa de plu mas contra la brujería celeste y alas mágicas para volar. A cam
b io de ta b a c o , los b u itr es le ofr ecer á n d a r d o s y cig a r r os m á g ico s . El c h a m á n
irá especialmente donde el cóndor para negociar los dardos mágicos pu es
mukuhučanu es su mina inagotable. Con su vu elo majestuoso, el cóndor tam
b ién le hará conocer el espacio cósmico hasta el mu ndo del lago celestial, y
desempeñará una función importante en las cu raciones mágicas, en espe
cial en la b u squ eda de las almas perdidas. La gente del medio mu ndo le
hará descu b rir al chamán el rayo que éste adoptará como arma mortal. En el
lago celestial, el chamán aprenderá el mecanismo de la lluvia y podrá así
controlar este fenómeno sobre la tierra. Pero es sobre todo el veneno celeste
lo qu e irá a negociar, veneno sin el cual sus dardos mágicos perderían toda
eficacia.
Para concluir este b reve párrafo, es interesante señalar qu e el chamán
tiene poder y control sobre la mayoría de los fenómenos meteorológicos (llu
via, viento, rayo, etc.) por haber penetrado los secretos du rante su s viajes
interespaciales. El grado de conocimiento que se tiene de una cosa determi
na el grado de acción que pu ede desplegarse al respecto.
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 227
sol ñihučanu
lu na arimanehučanu
medio mu n d o ñándahučanu
cóndores mukuhučanu
b u itres pánčorehučanu
tierra mëkándi
Para los Yagu a, segú n hemos dicho, la natu raleza entera está investida de
u n fuerte valor simb ólico. Más qu e cu alqu ier otro, el chamán va a interpre
tar los signos y símbolos en función de u n código b asado en u na serie de
asociaciones o criterios de selección tales como la forma, el comportamien
to, el color, el olor, la velocidad de desplazamiento, la fuerza, etc. Este código
b ase del «lenguaje» chamánico, tiene una función esencial en la vida coti
diana de los Yagu a pu es permite interpretar acontecimientos y fenómenos
en función de cadenas de asociaciones e incorporarlos al sistema de refe
rencia del gru po. Señalaremos aqu í los símbolos más importantes.
Simbolismo de la naturaleza
Est re lla po lar Sob rino de Luna, tamb ién su emisario. Los Ya gu a la
consultan para orientarse y la llaman noporatu, «alma
de noche».
L uc e ro de la t arde Sob rino de Sol. Esta estrella es visible cerca del sol a
partir de las cinco de la tarde hasta la caída de la
noche cu ando desaparece. Los Yagu a la denominan
nariatu, «alma de día».
R ay o El relámpago u ne la mitad celeste a la tierra; es el
camino por el que las almas y los espíritu s del me
diocielo y de los mu ndos intermedios descienden a
la tierra. El tru eno anu ncia su llegada aquí abajo; es
la voz de la gente de la mitad del cielo y de las
divinida des . Por otra pa rte, el ra yo es u n a rma
chamánica de primer orden.
Vi e nt o El viento se forma a la izquierda del lago del cielo.
Tiene un carácter amb ivalente: si b ien es vehícu lo
de enfermedades y lleva al espíritu de la gente, es
tamb ién un instru mento de anticipación. El viento
anticipa al tiempo; va más rápido que el tiempo y pu e
de presagiar algu nos hechos futuros. Está asociado
al soplo del chamán.
Aguje ro s, c av i dade s Símb olo de la sepultura (matriz protectora), asocia
dos a los caminos que comu nican los mu ndos su b te
rráneos.
A g ua Elemento mascu lino. Asociada al hu mo; es el cami
no de la gente del agua, así como el hu mo es el cami
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 231
no de las almas. Viene de abajo (del este), donde tie
ne su nacimiento. Se la asocia también al diluvio.
A rbo l e s hue c o s Morada de ciertos espíritus de los b osqu es, símbolo
de matriz protectora.
P o bre dum bre Olor de la mu erte y de las almas de los mu ertos.
L upuna Arbol del agua (Amazonas), símbolo del eje de la tie
rra.
M a s a to (Bebida de mandioca dulce) bebida de los dioses, sím
b olo de la ab u ndancia (fiestas de b eb ida).
J ag uar «D u eño del monte», au nqu e en la mitología es objeto
de los peores infortunios. Su ru gido está asociado al
tru eno y a la voz profunda del principal espíritu de la
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
Boca Orificio de expulsión del soplo y de la palabra, por donde
se vomitan las almas a la hora de la mu erte.
Vasi ja para el m asat o Símb olo de la ab u ndancia (tiempo de fiestas) y de se
gu ridad: el interior de las vasijas se compara con u na
matriz. Por otra parte, es probable qu e los Yagu a ha
yan u tilizado u rnas funerarias en el pasado. En la
mitología, los sob revivientes de la matanza primor
dial deb en mu y a menu do su salvación a una vasija
volteada, gracias a la cual escaparon de su s verdu
gos.
F l aut a de P an Por los sonidos su aves que emite, este instru mento
tiene una fuerte connotación sexual.
Los espacios acondicionados
En términos generales, los espacios acondicionados por el homb re (cha
cras, senderos forestales, pu ertos, plazas, etc.) son espacios protectores, por
EL CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 235
de colores
Categorías
236 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
oposición al espacio natu ral, el b osqu e. Las chacras y los pu ertos en espe
cial son los sitios de refugio de las mujeres, los niños y ancianos cu ando
algú n peligro acecha a la comu nidad (conflictos, llegada de extraños, etc.).
Asociadas al crecimiento de las plantas, las chacras son tamb ién u n símb o
lo de fecu ndidad, lugar donde se realiza por lo general el acto sexu al, prohibi
do en las zonas de caza y de recolección.
Segú n su lu miniscencia y brillo, los colores constitu yen u n código qu e reve
la la natu raleza de las fuerzas impu lsivas. De manera glob al, los Ya gu a los
clasifican en dos grandes categorías: en primer lugar, distingu en los colores
pu ros, nëmbase, de los colores compu estos, mëtia nëmbase, «medio colores».
Los colores pu ros son cu atro: el b lanco, popaséndi, el negro, wanakanándi, el
rojo, rúndándi y el verde azu l, wusënúndi (no distingu en el verde del azu l).
D e esta gama de cu atro colores pu ros deriva u na serie de compu estos: el
amarillo se denomina mëtiá wusënúndi nëmbase, «medio verde azu l», el gris
mëtiá popaséndi nëmbase, «medio b lanco», el rosa «medio rojo», etc. El marrón
y el color malva, qu e no entran en las dos categorías anteriores, son por lo
general designados del siguiente modo: marrón, mëkándi nëmbase, «color
tierra», y el color malva, awiča ndutuho nëmbase, «color del pecho del ara». E n
términos generales, los chamanes asocian los colores claros, mëtiándi, «me
dios tintes», a la b enevolencia, la fertilidad y la vida, mientras qu e los colo
res oscu ros, pokëndi, están claramente ligados al infortu nio, a la malevo
lencia bajo todas su s formas y a la mu erte. Por ello, el b lanco y el amarillo
son por definición los dos colores de la vida o del regreso a la vida. N o ob stan
te, se dirá qu e u na persona de cu tis pálido, macilento, va a morir. En este
caso preciso, la palidez se asocia con la mu erte y la pérdida de las instancias
vitales. El b lanco y el amarillo son tamb ién colores rápidos, aliados a la velo
cidad.
La tra n s p a ren cia , «color del vidrio», es por excelencia el color de la s
divinidades, al igual qu e la lu miniscencia, wonátÿa, a imagen de los astros.
Con frecu encia se dice qu e el reflejo resplandeciente del sol o de la lu na
sob re la superficie del agu a es u n signo de los dioses. Los colores de las
plu ma s qu e los Ya gu a portan en forma de corona du rante los rituales van del
b lanco al rojo, pasando con insistencia por el amarillo, y simb olizan el res
plandor divino, la inmortalidad. Lo claro, lo lu minoso se asocia tamb ién a la
b oca del agu a, al este, tierra de los primeros ancestros, mientras qu e lo
oscu ro remite al oeste, al poniente. Los Yagu a orientan su s viviendas hacia
el este, de forma qu e la entrada principal se abra hacia el levante y qu e la
lu z penetre desde el amanecer en el interior.
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 237
Tanto el verde azul como el gris están asociados a la «locura» (rapto de las
instancias vitales). El verdeazul es un color «rápido», el de los alucinógenos
poderosos, mientras que el gris es un tinte "lento" El verde azul también es el
color del lago celeste y, por consiguiente, de la lluvia. El rojo es sin duda el
color de la sangre; es un tinte «caliente», asociado al calor hu mano, por lo
tanto a la vida (los Yagu a se untan el cuerpo con achiote) y al aspecto visible
de las cosas (para tener dominio sobre las almas, es decir para hacerlas tan
gibles, los chamanes se emb adu rnan las manos con achiote). El rojo, color de
lo visible, se opone al negro, color de lo invisible (cuando los Yagu a quieren
desbaratar a u n adversario haciéndose invisibles, se cubren el cuerpo de huito
(Genipa). El marrón es el color de la ambivalencia; pu ede ser b u eno o malo
según las circunstancias. El negro, por último, indica el infortunio, lo invisi
ble, el poniente, el oeste. Todo lo que para los Yagu a posee un valor negativo
es negro, pero paradójicamente es el color del tabaco que, au nqu e fundamen
talmente benéfico (asociado a la cura), es la planta más polivalente del uni
verso vegetal yagu a. El negro es un color «lento» y se opone al rojo.
Los olores ta mb ién son mu y s ignifica tivos , en pa rticu la r pa ra los
chamanes. Ya hemos dicho qu e existe una relación mu y clara entre la in
tensidad del olor y las propiedades (curativas, alu cinatorias, venenosas, etc.)
de las plantas (ver más arriba la tabla de correspondencias). El olor fuerte se
asocia genéricamente al poder, a la fuerza (remedios, alu cinógenos, vene
nos, alcoholes, excrementos, etc.) y se ab sorb en vegetales fuertes bajo el
control del chamán, en oposición a los vegetales débiles que son cu ltígenos
por excelencia. Todo lo qu e posee u n olor fuerte pertenece a los homb res. El
olor del hu mano se asocia con el rojo (al achiote); es el olor de la vida. En
camb io, lo podrido es el olor de la mu erte o de la enfermedad. El olor fuerte
qu e desprende u n animal, por ejemplo, lo convertirá en u n «hacedor de en
fermedad».
El sabor a menu do va a la par del olor: lo «amargo», hiwera, es el sabor
característico de las plantas medicinales y de los alu cinógenos; es el sabor
de la cu ra y de la alu cinación. Lo «salado», tiwihú ra, es el sab or de la
transpiración, por lo tanto de la actividad corporal, mientras qu e lo «insulso»,
tënídiera, y lo «du lce», waréndi, son los sabores de la abstinencia, por lo tanto
del descanso corporal. Lo «azu carado», sëmbora, es el sabor de la miel y lo
«ácido», nádra, de la sangre.
A su manera, los sonidos son altamente significativos. C omo ya hemos
visto, los chamanes trabajan su voz hasta el límite de sus posib ilidades vo
cales para imitar la voz de los espíritus. Segú n la idea general, los sonidos
agu dísimos están asociados con los espíritus. Imitar vocalmente y sobre todo
«tonalmente» a algu ien equivale a reemplazarlo o inclu so, cu ando se trata
má s particu larmente de espíritu s, a invitarlos (ver función de los cantos
chamánicos). El sonido agu do, por ejemplo el silbido, connota la invitación.
Así, la flauta de pan, nunumata, por los sonidos su aves y melodiosos qu e
emite, connota la invitación sexual. Por otra parte, los jóvenes ponen mu
cha dedicación en su confección. No obstante, algu nos silbidos estridentes,
238 E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO
Agudo Grave
Silbido ronquido
u n e disocia
Los sueños
Más qu e a cu alqu ier otra cosa, los chamanes le otorgan u na gran importan
cia al su eño qu e interpretan con fines divinatorios o propiciatorios. Añadi
remos qu e la experiencia onírica, asociada a la experiencia alu cinógena, se
halla de una manera u otra, de forma explícita o no, en el comienzo de toda
carrera chamánica. En efecto, hemos señalado que el su eño hamëriésa es
definido por los Yagu a como el viaje de las instancias fuera del cu erpo, de allí
su asociación con el estado de trance. Entre los Yagu a, el su eño es u n ins
tru mento de conocimiento, de predicción. Su interpretación le compete en
tonces a aqu ellos qu e tienen como función primordial la comu nicación con
lo invisible.
E L CHAMANISMO Y LA VISIÓN DEL MUNDO 239
D e manera global, se su pone que el chamán responde a los prob lemas de los
otros. La sociedad espera esto de él y le expresa sus quejas, al tiempo qu e
ejerce su control sobre él. En la práctica cotidiana, el chamán nu nca es
totalmente libre: rara vez obra solo. B asta con qu e actú e por cu enta propia
para qu e los su yos lo dejen de lado, o qu e a menu do resulte ineficaz para qu e
rápidamente lo desprecien, o que ponga de manifiesto su debilidad para qu e
su s adversarios ensegu ida lo despojen de sus atribu tos. La sociedad está
constantemente detrás de él.
Así, para comprender el chamanismo no b asta con interesarse solamen
te en los chamanes; tamb ién hay qu e considerar la sociedad en la que se
manifiestan su s condu ctas. Por lo tanto, en este capítulo, se irá más allá de
la institu ción para ver en qué medida ésta es «fundadora» de la sociedad,
hasta dónde condiciona la vida social, cultural y ritual de los homb res. Por
ú ltimo, hab rá qu e estu diar las relaciones entre el chamanismo y los cam
b ios sociales.
Si b ien no influye directamente sobre el tamaño y la composición de los
gru pos locales, el chamanismo a veces determina su movilidad y orienta en
gran medida las relaciones entre personas, entre gru pos, en especial por la
práctica de las acu saciones de brujería.
Anteriormente los Yagu a se trasladab an luego de conflictos o del deceso
de u n miemb ro del gru po local, para responder a las necesidades de la caza o
inclu so para huir de las epidemias. Pero si se le da credito a los mismos
indígenas, y hasta cierto pu nto a los docu mentos antigu os, las acu saciones
de brujería constitu ían y todavía constitu yen la razón principal de las migra
ciones, au nqu e hoy en día los Yagu a hayan perdido gran parte de su au tono
mía frente a la sociedad dominante. En una obra dedicada a la etnohistoria
de este gr u p o , mostré que en la actu alidad cuatro grandes factores deter
1
minan el proceso migratorio de los Yagu a. Ligados por u n lado a una econo
mía local (sistema de patronato, incentivo del comercio mestizo) y por el otro
1
J.P. Chaumeil, 1981.
2 4 4 E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO
a la política de integración del país (implantación de centros escolares, crea
ción de comu nidades nativas), estos factores aceleran el proceso de sedenta
rización de los gru pos contactados. En este contexto, el sitio reservado a la
brujería podría parecer mu y aleatoria; sin emb argo, no lo es. Inclu so allí
donde los motivos económicos y políticos de migraciones son perfectamente
identificab les, los Ya gu a continú an atrib u yéndoles cau sas mágico religio
sas. E s a la brujería, a la qu e siempre se refieren para ju stificar su s despla
zamientos, tal como lo atestigu an los sigu ientes ejemplos:
Grupo de Rasma
H a cia 1964 M ig r a c ió n d el r ío M u er te del pa Represalia de las almas
1965 Mu ena hacia la qu e trón L. Agu irre del patrón
b rada Castaña (am
b os a flu en tes d el
Ata cu a ri)
1971 Migración a la b oca El ganado daña B ru jería de los mesti
d e la q u e b r a d a b a las plantacio zos por intermedio del
Marichín n es , con flictos ganado
con los mestizos
Pu eden surgir dos actitu des: o bien la explicación mágico religiosa no es
tal, por lo tanto no explica nada salvo el rechazo o la transposición de u na
cierta realidad, o b ien es constitutiva y explica todo. A veces su cede como
fue el caso del gru po de Evarista en el río Tangarana que, a la mu erte de
u no de su s miemb ros, los Yagu a destru yen o ab andonan todo lo qu e poseen,
inclu so las viviendas nu evas y las chacras en produ cción a las que no regre
sarán ja má s , inclu so en caso de necesidad. Algu nos gru pos qu e gozan de u n
total equilibrio económico y demográfico se han fragmentado de esta forma.
En este caso la respu esta mágica (huir de las almas de los mu ertos) no
responde a ningú n apremio material; sin emb argo, moviliza a la totalidad
del cu erpo social.
Los conflictos
«Los conflictos en qu e toman parte el mayor nú mero son los originados por
los b ru jos.» 2
D u rante su apostolado entre los gru pos del alto Yagu as, el padre Alvarez se
dio cu enta que los chamanes se hallaban en el centro de las hostilidades, la
2
L. Alvarez, 1913: 255.
246 E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO
mayoría de las veces como protagonistas, au nqu e en otras ocasiones como
víctima s.
Siempre ligados a la acción del chamán, los conflictos son pensados y
realizados en u n contexto de agresión y venganza. La concepción segú n la
cu al todo infortu nio hu mano es la consecu encia de agresiones mágicas,
cu yo ú nico remedio es la venganza, domina de forma casi permanente la
vida de los Yagu a. Estos se encu entran bajo la amenaza de una venganza
vertical qu e hace pesar las almas de los mu ertos sobre los vivos. Hay qu e
vengar a los mu ertos para evitar u n desqu ite de su s almas. Los Ya gu a con
cib en su equ ilibrio físico, social, cósmico como la ju sta medida entre estas
agresiones mágicas y su capacidad para responder. Es u na lu cha perma
nente emprendida esencialmente por los chamanes.
La venganza se lleva a cabo de acu erdo con la agresión qu e deb e repri
mir, ya sea por la acción violenta, la agresión física, o por el envenenamien
to o la brujería. En este ú ltimo caso, el chamán en persona ejecuta las re
presalias mientras que en los dos primeros se limita a legitimar la agresión
designando u n cu lpable; corresponde a los agredidos cu mplir con la senten
cia. U na epidemia, por lo general conceb ida como u na agresión colectiva,
implica en consecu encia una venganza colectiva qu e pu eda eventu almente
desemb ocar en u n conflicto generalizado. U na simple afección será má s
b ien percib ida como u na agresión aislada, pu ntu al, y exigirá medidas de
represalia individu al, a menos que se repita, en cu yo caso implicará la res
pu esta del gru po. Los conflictos individu ales se resolverán en el peor de los
casos con la mu erte o el envenenamiento del o de los su pu estos agresores o
de u n miemb ro de su familia. El envenenamiento awatianu sigu e siendo el
método de venganza individu al más comú n y eficaz.
El ciclo de la venganza da lugar a hostilidades crecientes entre agresores
y agredidos. Esta escalada de violencia sólo llegará a su fin con la rendición
o la hu ida de u no de los antagonistas. Es así qu e las masateadas pu eden
su scitar migraciones o enfrentamientos pú b licos . 3
Ta l como menciona mos anteriormente, la posición jerá rqu ica de los
chamanes se logra en parte gracias a sus víctimas cu yos atrib u tos ob tienen
(proyectiles y cantos mágicos, almas), para así acu mu lar poder y prestigio.
Es gran chamán el que sabe, s ándatia pero tamb ién el qu e ha "matado" a
mu chos enemigos, mëtia nëpuyíra; lo llamarán a semejanza del antigu o gran
gu errero qu e ob tu vo nu merosas victorias. P. Clastres hab lab a de:
«la volu nta d de poder del cha má n, poder qu e qu iere ejercer no sob re
los homb res sino sob re los enemigos de los h omb res , la nu meros a
Justo antes de mi partida en 1978, Alberto y Patrocinio (respectivamente números 5 y
1 en la lista) se enfrentaron violentamente con motivo de una brujería en el transcurso
de una borrachera nocturna. Las familias presentes participaron del altercado y el
conflicto degeneró con rapidez... estas escenas tienden a repetirse aparentemente sin
otro motivo que el de las acusaciones de brujería.
E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO 247
mu ch edu mb re de poderes invisib les, espíritu s, almas, demonios . Es
en su calidad de gu errero qu e el cha má n los enfrenta...» 4
4
P. Clastres, 1980: 72.
5
Actualmente los Yagua superan apenas las 3,500 personas. Si se tiene en cuenta la
serie de masacres de las que fueron victimas y las epidemias que los diezmaron de un
modo dramático, su número, a la llegada de los blancos a la región, debió ser el
doble.
2 4 8 E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO
hab erlos emb ru jado y los a ta ca ron . Los Cau mares (prob ab lemente u n clan
6
peb a) no se solidarizaron con los agresores, a qu ienes u nos meses má s tar
de atacaron para vengar a los Ticu na mu ertos. D e no ser por la intervención
de la escolta del padre Zarate, el conflicto sin du da se habría extendido al
conju nto de los Peb a Yagu a y Ticu na, lo que quizá habría involu crado a otras
tribus.
P. Clastres quiso demostrar el alcance político de la actividad gu errera
haciendo de ella el principio de au tonomía de las sociedades primitivas; le
atrib u ye u na función constitutiva fu ndamental del ser social primitivo: «No
se pu ede concebir la sociedad primitiva sin concebir al mismo tiempo la
gu erra», es crib ió , y ésta no pu ede conceb irse como una simple réplica a las
7
CHA MA N Y CA ZA DOR
El deb ate sobre las relaciones entre el chamanismo y la caza, iniciado hace
varias décadas, sigue siendo a ctu a l . Hay dos corrientes encontradas: liga
8
do para algu nos a un modo de vida agrícola (ciertos rasgos constitu tivos del
chamanismo se originarían en antigu os ritos hortícolas), está, segú n otros
6
«Luego sobrebino á los Pebas una epidemia de catarro, de que se enfermaron casi todos
y murieron alguno otro, y se persuadieron bárbaramente que los Ticunas los havian
echizado y querian matar, y sin mas consejo determinaron la venganza. Combidáronlos
á un bebezon, baliéndose de el único adulto bauptizado que ai entre ellos, á quien los
demas ocultaron el intento: y despojando artifiziosamente de sus armas á los Ticunas
en la borrachera, dieron despues sobre ellos y mataron á cosa de veinte y cinco ó
treinta, reservando bivas á dos mujeres, de las quales mataron tambien a poco tiempo
la una, porque haviendo muerto de enfermedad el Peva que la tomó por muger, un
hermano de el muerto d i ó en que esta muger le havia quitado la vida con echizo, y la
atrabesó con una lanza. Los Caumares desaprobaron estas maldades de los Pevas y se
desabrieron con ellos...» (A. de Zarate. 1904: 372).
7
P. Clastres, 1977: 153 y 169.
8
Ver al respecto el artículo de J. Nachtigall, 1976.
E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO 249
Por lo tanto, si bien el chamanismo no implica necesariamente una eco
nomía de caza, parece en camb io fuertemente ligado al aspecto simbólico de
la caza. El hecho de encontrar chamanismo o u n sustrato chamánico en los
más variados sistemas sociales, a veces asociado a religiones constitu idas
(b u dismo, lamaísmo, catolicismo, por ejemplo) no debe ocultar su s estre
chas relaciones con un modo de vida en el qu e el mu ndo animal aún no
estab a domesticado y donde prevalecía la caza. En relación con los B u riato
del B a ïka l , R. Hamayon demostró que, a medida qu e au menta el lugar qu e
12
ocu pa la cría de animales en la economía, disminu ye la esfera de acción del
chamán que ya no goza de una posición central en la sociedad. Su posición
se margina al pu nto de qu edar relegado a u n segu ndo plano. Este ejemplo
mu estra qu e, a pesar de su fuerte capacidad de adaptación, el cha ma nis mo
no es insensib le a los camb ios socioeconómicos qu e lo empu jan progresi
va mente hacia la periferia. La demostración del au tor confirmaría la hipó
tesis de una asociación mu y estrecha entre el chamanismo y la caza. Más
r a d ica l , P. F u r s t s os p ech a qu e las s ocied a d es p a s tor iles s on
1 3
«antichamánicas» pu es desvirtú an la relación de «equ ivalencia» homb re
9
M. Perrìn, 1976: 14. El autor señala (p. 226) que, al recorrer la mitología guajiro, se
tiene la impresión de que la caza sigue siendo la actividad económica esencial de los
indígenas.
10
R. Hamayon. 1978a: 40.
11
W. La Barre. 1974: 265.
12
R. Hamayon. op. cit: 4041.
13
P. Furst, 1976.
2 5 0 E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO
animal (en especial con el su rgimiento del sacrificio animal) qu e, a ju icio
del autor, es central dentro del chamanismo.
En este deb ate, el ejemplo yagu a viene a reforzar la hipótesis de una
asociación entre el chamanismo y la caza. Todo en la condu cta individu al
del chamán yagu a, en el espacio imaginario donde se manifiesta así como
en la totalidad de su práctica, b asada en un intercamb io continu o con la
sob renatu raleza, evoca una estrecha relación con la caza y las técnicas de
la caza.
En primer lugar, los animales en los qu e el chamán pu ede encarnarse
son todos predadores (felinos y rapaces) que se encu entran, por consigu ien
te, respecto de su s presas, del mismo lado que el cazador y qu e utilizan mu y
a menu do su s mismas técnicas. En otras palab ras, el chamán está del lado
del animal cazador y no del animal cazado, au nqu e pu eda a su vez ser cazado
por los au xiliares de u n rival más poderoso, tal como lo ilustra la sigu iente
narración:
«...fue al regresar del Ama zona s qu e mi difunto padre cayó enfermo.
Llegó b orracho a la aldea y se lastimó la pierna con el filo de u na rama.
Imposib ilitado de ir a cazar, le pidió a su h erma n o G era ldo qu e lo
acompañara a la antigu a pu rma para ju nta r plátanos. El viejo Pancho
aprovechó la oportu nidad para hacerle daño; salió hacia él bajo la apa
riencia de un perro salvaje. Entretanto, mi difunto padre se hab ía trans
formado en majaz (paca). El perro salvaje descu b rió el rastro del majaz
y lo persigu ió. Este ú ltimo se refugió en u na madrigu era pero el perro
escarb ó la tierra a su alrededor para desalojarlo. C u a nto má s cavab a
el perro más sufría mi padre. Cada movimiento qu e hacía el perro con
las patas al hu rgar le arrancab a u n pedazo de corazón. Apena s tu vo
fuerzas para llamar a su herma no qu e lo encontró agonizando en el
su elo...»
«... despu és de cu rar a mi cu ña do C elestino, salí a «escu char» a la
perdiz. En el camino, me senté al pie de u na lu pu na para fu mar u n
cigarro y cantarles a los espíritu s. D e repente me llegó u n estertor
des de lo alto del árb ol, aa... aa... aa... el estertor de la mu erte. Vi
Xenon Prohaño (ver lista de chamanes difuntos). Relato de su hijo Alberto.
14
E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO 2 5 1
pasar por encima de la copa del árbol el espíritu de Celestino, al qu e la
gente tiraba con correas como se hace con los chanchos salvajes para
captu rarlos... de inmediato encendí otro ciga rro...» 1 5
Por otra parte, amb os están poderosamente armados. El cazador con fre
cuencia se unta el cuerpo con huito (Genipa o aceite de ciperáceas para
protegerse de los espíritu s malvados. Si no tiene fusil, se arma con su cer
b atana y dos o tres lanzas arrojadizas para las presas grandes. Ja má s olvida
el machete y el cu chillo qu e se coloca en el cintu rón del pantalón o de su
«champa» (falda tradicional de fibras). Antes de la adquisición del fusil, el
cazador nu nca se aventu rab a sin la pesada «macana» (garrote de gu erra)
con la qu e acab ab a con las presas grandes, tal como en el pasado lo hacía en
la gu erra con su s enemigos. Así va el chamán, con el cu erpo protegido por
una coraza mágica y armado con estacas envenenadas, pu es du rante su s
viajes se expone a innu merab les peligros. D ebe comb atir a distancia o cuer
po a cu erpo contra los espíritus hostiles, tal como el cazador enfrenta a su s
presas y desafia a los espíritus del b osqu e. El siguiente relato nos informa
sob re el tipo de comb ate que debe librar el chamán en su práctica corriente,
en este caso para cu rar a un niño enfermo.
Ataque de almas
«... en el medio de la noche vinieron a b u scarme porqu e el niño estab a
enfermo. Primero lo atendí por la boca... despu és me volví a acostar.
Ensegu ida tuve un su eño. D os desconocidos me acechab an debajo del
piso de corteza para matarme. Veía como se agrandab a la rendija del
piso y cómo salían dos hojas b rillantes. «¡Sal ensegu ida!», le grité a mi
mujer y desarmé a u na de las dos almas. La otra me pinchó con su
cu chillo pero la hoja no penetró. Me soplé el cu erpo y la hoja no pene
tró. El alma insistió pero la hoja nu nca penetró. El alma volvió con u n
sab le pero, con mayor rapidez, le corté la pierna con mi propia arma.
Estab a cortándole la cab eza cu ando me desperté... aterrado, llamé a
mi mujer. El niño enfermo ya respirab a mejor; me pu se a cantar y vi
qu e las dos almas hu ían, con las tripas colgando del tajo qu e yo les
hab ía hecho... recién pu de dormir tranqu ilo...»
Tal como lo señalamos a lo largo de este trabajo, el campo de acción del
chamán está orientado hacia el b osqu e, rara vez hacia las zonas cu ltivadas
o a los espacios hab itados (salvo por el texto anterior). Los temas centrales
de las visiones chamánicas gravitan alrededor de apariciones de animales
o de silu etas hu manas. Las plantas mismas se le aparecen al chamán bajo
estas dos formas. Tanto el chamanismo como la caza son percib idos como
15
Extracto de un relato de curación en el rio Yavari. narrado por A. Prohaño. 1978.
2 5 2 E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO
u n gigantesco intercamb io con la naturaleza. Esta noción de intercamb io es
fu ndamental y constitu ye ese rasgo esencial de la relación cha ma nis mo/
caza. C u ando un cazador abate a u na presa, es u n «don» de los du eños de los
a n ima les qu e implica una «retribución»; se instau ra una negociación en
16
tre el cazador y los du eños de las presas o, más a menu do, entre éstos y el
chamán qu e deb e lograr qu e los du eños largu en algu nos animales. Esta ope
ración se denomina tañó, «la compra», pu es requiere, en el caso del chamán,
u n pago en hojas secas de tabaco, en masato o en dardos mágicos. Del mis
mo modo, el chamán negociará para ob tener de los espíritu s su s accesorios
mágicos e informaciones, a camb io de tabaco o de dardos mágicos. Para libe
rar u n alma hu mana cautiva, el chamán debe negociarla a mu y alto precio
con su s raptores.
Por lo tanto, no sólo el chamán alimenta respecto de su s víctimas los
mismos sentimientos qu e el cazador hacia sus presas sino qu e mantiene
con los espíritu s el mismo tipo de relación qu e el cazador con los du eños de
los animales. La condu cta del chamán es la de un cazador. Entre los Yagu a
no podemos evocar el chamanismo sin evocar la caza, y viceversa. La acción
chamánica qu e consiste en enviar a su s au xiliares en b u sca de espíritu s
perdidos pu ede decirse ránëpu, «parto»... o «mando cazar»; «chamanizar» po
dría perfectamente expresarse con el verb o uriánëpu, «cazar».
La asociación del chamanismo con la caza, fuertemente marcada en el
discu rso indígena, se confirma en varios niveles: por el carácter predador,
gu errero, ligado a los personajes del chamán y del cazador, por la capacidad
qu e tiene el chamán de metamorfosearse en animales predadores para aco
rralar como cazador a sus víctimas, por la permanencia dentro de u n ámb ito
forestal en la actividad chamánica, con una presencia animal sostenida, si
no constante, por la semejanza entre las acciones de cazar y de chamanizar,
confirmada por la utilización en el habla corriente de expresiones simila
res, por el empleo de un arsenal ofensivo comú n (proyectiles mortíferos), por
ú ltimo y sobre todo por la relación de intercamb io qu e se instau ra entre el
chamán y el cazador por u n lado y las instancias tutelares e invisib les por el
otro. En mi opinión, estas características sólo se hallan en las sociedades
con u na fuerte ideología de caza. Parece ser qu e el chamanismo no pu ede
encontrar los elementos de su supervivencia sin esta valorización de la caza,
pu es de ella extrae toda su consistencia. Su declinación comienza quizá a
partir del momento en qu e la caza deja de dominar la economía in d ígen a . 17
El renacimiento del fenómeno, tal como podemos observar en numerosas sociedades
17
culturalmente amenazadas, corresponde muy a menudo a la búsqueda de nuevas vías
de expresión del grupo en busca de identidad, poniendo de relieve las características
esenciales de la cultura tradicional. De modo que es por sus cualidades de equilibrio y
de cohesión étnica y no en tanto institución social que se recurre al chamanismo.
Puede entonces reaparecer en los más diversos contextos, a veces bajo formas nuevas
(en asociación o no con movimientos de tipo mesiánico). pero todos con el rasgo común
de oponerse a ciertas formas de agresión externa.
E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO 253
La caza
E n el ámb ito de las actividades cinegéticas, el chamán comparte esta fun
ción con los cinco espíritu s de la caza que están, con respecto a él, en u na
relación de equ ivalencia, au nqu e siempre con u na diferencia en cu anto a
los resu ltados de su s acciones. Ante el pedido general, el chamán se dirige a
los du eños de los animales para que la temporada de caza sea b u ena. Cu an
do se invocan los espíritu s de la caza, quiere decir qu e hay escasez de carne
y qu e es u rgente remediar la situación. Si bien la acción del chamán no es
neces a ria mente inmediata, es du rab le: «para u na mejor tempora da de
ca za » , mientras qu e la de los espíritus de la caza debe ser más pu ntu al e
18
inmediata; su cooperación se tradu cirá en una b ru sca ab u ndancia de car
ne.
El rito chamánico de la caza tiene por lo general lugar al comienzo del «tiempo de la
18
caza», nëpuyarénda, que se inaugura con la estación seca en juniojulio y consiste en
una serie de invocaciones públicas dirigidas a los dueños de los animales.
254 E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO
La intervención directa del chamán ante los du eños de los animales no
implica ningú n gasto por parte del gru po; es totalmente «gratuita»; en cam
bio, acu dir a los espíritu s exige un ritual complejo acompañado por u na caza
colectiva y u na ab u ndante produ cción de masato. Así se la considerará má s
eficaz. Pero au nqu e nada impida que los cazadores invoqu en a los espíritu s
de la caza cu ando lo ju zgen necesario, sus pedidos tendrán mu chas má s
posib ilidades de éxito si son pronu nciados por u n chamán. D e allí la sigu ien
te oración:
awánu ramera
rú nda' wá ndi rátariótianu
rátarió wá ndimës e
hanasa teetaú awánu
ane ra mera
rayanëma towa
rayanëmaheta towa ránëpu
nëmës ens i ráretiase wa re né
hanahatú ñu hita mb u ya mu nëmase
sándi wá ndi yatóñu roremu ...
a riorëmu
va n a venir mu chos
porqu e [rú nda'] en persona va a comprar la carne [ante los du eños de los
a n ima les ]
y va a empezar a distribuirla
E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO 2 5 5
voy a comprársela
porqu e va a distribuir todo tipo de carne
es por eso qu e canto
Condu cido por la letra del canto, el espíritu del chamán parte a encon
trarse con rú nda' y le pide que negocie algu nos animales ante su s du eños, a
camb io de masato. La ofrenda de esta bebida, es en este caso, el acto simb ó
lico con el qu e deb e cu mplir para «pagar» los servicios del espíritu y asegu rar
su colab oración. El canto pone en relación la cooperación de rú nda' y la del
chamán. Amb os contrib u yen, cada u no a su manera, a qu e haya ab u ndan
cia de carne: rú nda' «compra» los animales que le «revende» al chamán para
la comu nidad. El chamán participa igu almente en el transporte de la carne:
va al b osqu e, negocia y trae el b otín en compañía de runda'. No sólo tiene u n
activo rol en el proceso de produ cción sino qu e reú ne las condiciones de
reprodu cción del sistema al invitar al espíritu dador a tomar ma s a to . En 19
contramos aquí la figura volu ntaria, decidida y produ ctiva del chamán.
Los peces
yu rihó ramera
rátarió tianu áru ne
19
El chamán extiende en el suelo varias calabazas de masato que representan los vómitos
del espíritu saciado.
De los cinco espíritus de la caza, el más importante, rú nda', está asociado a los animales
2 0
Por otro lado, hemos planteado la hipótesis del u so, en otros tiempos, de
estatu as de madera por parte del chamán qu e simb olizan a la gente del
aguajal. Si existía u na práctica de esa natu raleza, entonces el chamán dis
ponía de los medios simb ólicos necesarios para controlar de u n modo directo
a la flora y fauna salvajes de ese biotipo privilegiado qu e es el aguajal.
Hasta ahora hemos insistido sobre todo en el aspecto produ ctivo del
cha má n en el proceso de produ cción animal, pasando por alto en cierta me
dida su rol de reparador y protector de la fauna. Tanto como la de produ cir,
u na de su s fu nciones principales es equ ilibrar los recu rsos energéticos y
asegu rar su continu idad, su du ración. D e hecho, les advierte a los jóvenes
qu e alcanzaron la madu rez contra los ab u sos de la caza qu e podrían cometer
y les informa sobre las sanciones a las que se exponen (la repetida falta de
éxito en la caza se interpreta como una enfermedad de los du eños de las
presas). Tres tipos de infracciones mayores son sancionadas por los espíri
tu s del b osqu e: 1) abatir u n animal sin su permiso o sin hab er efectu ado la
totalidad del ritual de caza (acompañado de u n leve ayu no y de ab stinencia
sexu al); 2) matar más animales de los necesarios o «matarlos mal», es decir
herirlos, pru eb a de qu e se trata de un mal cazador; 3) transgredir las prohi
b iciones alimentarias respecto de la carne. C omo podemos observar, este
sistema de sanciones actú a como protección de la fauna (podría decirse lo
mismo para la flora salvaje) y favorece gracias a los frecu entes períodos de
Para los espíritus de la pesca y la gente del agua, los peces son sus «piojos», árune.
E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO 2 5 7
Tal como lo hemos dicho, la recolección de frutos salvajes está estrecha
mente ligada a la caza. Siendo amb as actividades su stentadas por el mismo
medio (el b osqu e), a menu do son simu ltáneas y complementarias e impli
can por parte del homb re una aproximación simbólica análoga. Pero a dife
rencia de la caza, la recolección no requiere necesariamente la mediación
del chamán en el sentido en que los du eños de los frutos, tohamworájo, son
casi inofensivos para el homb re, a excepción de las palmeras aguaje y pijuayo
qu e poseen madres poderosas. La recolección en el b osqu e de hojas de pal
mera, de leña o de madera para la constru cción está sometida a las mismas
condiciones qu e la recolección de frutos. De modo que el rol del chamán se
limitará en este caso a invocar, con cantos propiciatorios, el favor de las
madres de las plantas en cu estión, sobre todo las del aguaje y del pijuayo
(cu yos frutos representan en ciertas regiones casi la mitad del total de lo
recolectado), antes de cada operación de recolección, o a apacigu arlas cu an
do están ofendidas:
ramera ndasehamwo
ndanihamwo rátóči mënatia
ndanihamwo ndanihamwo...
rátarió ware pú re
pe pú re watie retačara
hú tio ndianikí riwase
2 5 8 E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO
La madre del aguajal denomina «pijuayo» al «aguaje» y viceversa. Al comienzo de la
humanidad los «pijuayos» eran «aguajes» y estos últimos «pijuayos» pero en uno de los
fines de mundo se convirtieron respectivamente en «pijuayo» y «aguaje». Las madres, a
semejanza de los espíritus y los chamanes, siempre se refieren al aspecto primero de
las cosas.
La «compra» se efectúa entregándole a la madre la cantidad de dardos que ésta desea.
Pero antes el chamán habrá obtenido sus primeros favores a través del canto; luego
podrá intercambiar los frutos por los proyectiles mágicos.
E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO 259
La acción del chamán varía según las etapas de los trabajos hortícolas.
D u rante todo el período de preparación de la tierra (desmonte, tala, qu ema)
su función será fundamental; secu ndaria y compartida du rante la siembra
y totalmente nula en la cosecha (de hecho ésta es continu a). Las tres pri
meras actividades de preparación de la tierra dan lugar a ritos de fertilidad
efectu ados sobre el conjunto del terreno, para obtener una mejor produ cción
de todos los cu ltígenos. Estos ritos están dirigidos a la madre de la chacra
nane hamwo, responsab le de la fertilidad de las tierras cu ltivadas.
A partir de la etapa de desmonte, el chamán llevará a cab o al lado del
propietario de la futura chacra un rito para facilitar una b u ena qu ema ra
llando los b u lb os de u na variedad de Cyperus llamada arepa híseñu «piripiri
para la qu ema».
La qu ema es u na operación delicada y decisiva a la vez pu es las cenizas
ab onan la tierra y au mentan su produ ctividad. De modo qu e hay qu e antici
par las etapas y preparar de allí en adelante las más importantes.
Precedida por un ritual de crecimiento de las plantas en el qu e el chamán
reparte ralladu ra de una variedad de piripiri, la tala (operación de fuerza
exclu sivamente mascu lina) se acompaña con ab u ndantes sahu merios de
tab aco para alejar cu alqu ier incidente. D e todos los trabajos de desb rozo, la
tala es sin du da el más peligroso, tanto para el que trabaja como para su
entorno (caída de árboles en serie, mal control de la caída, qu e se interpreta
rá como u n emb ru jamiento de otro chamán).
A continu ación, para asegu rar un b u en secado de la vegetación cortada,
el chamán esparce el fino polvo de una variedad de Cyperus, wídihíseñu,
«piripiri para el sol»; lu ego para «hacer soplar el viento», distrib u ye una nu e
va variedad de piripiri, ričohiseñu, a fin de favorecer la propagación de llamas
y el mantenimiento de los fogones.
La siemb ra se efectúa despu és de la qu ema y da lugar a la celeb ración de
ritos de fecu ndidad realizados esencialmente por las mu jeres mayores del
gru po, la madre o esposa del propietario, con la asistencia (optativa) del
chamán. Estos ritos, qu e resu ltan eficaces gracias a una serie de cantos
(éstos, en camb io, entonados la mayoría de las veces por el cha má n), se
dirigen a la madre de cada especie vegeta l , por ejemplo:
24
Canto del plátano
Para los detalles de los ritos agrícolas que no implican la presencia del chamán, ver J.
2 4
FraysseChaumeil, 1981.
E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO 261
[se sob reentiende: canto para que los plátanos sean tan hermosos y b ro
ten tan rápido como los de los antigu os]
asájihamwo asájihamwo
hanipátiti ananewa
hu ninu hita hatatámëse hándiwa
hañéndiwatia asáji ware
25
El chamán entona este canto justo antes del transplante de los palos de yuca para
proteger las plantas y asegurar una buena cosecha.
262 E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO
A menu do la chacra es objeto de maleficios por parte de chamanes ene
migos o vecinos demasiado envidiosos. Se dirá entonces qu e el cha má n
«cu ra», npënanu, a la chacra, como si asistiera a un enfermo, mediante ab u n
dantes sahu merios de tabaco y cantos apropiados. Asegu ra de igual manera
la protección mágica contra los predadores cu yos destrozos son interpreta
dos como u na brujería de otro, en especial en el caso de los pecaríes qu e
escarb an la tierra para desenterrar los tu b ércu los y los venados qu e piso
tean la chacra por todas partes para comer las hojas de yu ca. Con los cantos
y los sahu merios, el chamán también será el reparador de los castigos infli
gidos a la comu nidad por las divinidades (las madres de los cu ltígenos son
inofensivas para el homb re) como resu ltado de las transgresiones a las pro
hib iciones alimentarias referidas a las plantas cu ltivadas, transgresiones
qu e pondrán en peligro inmediato al conjunto de la produ cción vegetal.
La contrib u ción activa del chamán yagu a a la fertilidad del su elo, al b u en
rendimiento de las chacras, a la protección de las especies cu ltivadas, con
firma su papel en la produ cción y reprodu cción simbólica de los recu rsos del
grupo.
Segú n lo señalamos en la introdu cción, la sociedad yagu a está dividida en
clanes patrilineales riria qu e llevan nomb res de animales o vegetales, como
por ejemplo:
E s tos a nima les / vegeta les ciá nicos están en relación de pa rentes co
hatianu con los homb res. Así un miemb ro del clan ardilla mokaturia dirá qu e
este pequ eño roedor es su sobrino. A la inversa, la ardilla llamará «tío» o «tía»
a los miemb ros del clan. La pertenencia se manifiesta por el u so de pintu ras
faciales: cada clan posee las su yas en relación con el animal o vegetal epó
n imo . Cada clan dispone también de u n conjunto de mitos y de ritos
26 27
para él el clan corresponde de hecho con el gru po loca l . Por otra parte, la
29
sociedad yagua.
P. Fejos, 1943: 91.
2 8
«The localised patrilineal clan (was) the equivalent of the localized community» (Ibid.:
2 9
82).
264 E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO
afirmación del autor: «in each clan there is a shaman» corresponde más a
un ideal qu e a u na realidad observable. Podría sugerirse qu e la solidaridad
del chamán con su clan se rompió con la fragmentación del clan como u ni
dad de residencia.
Las relaciones de solidaridad y asistencia entre chamanes se entablan
dentro del marco del parentesco y la localidad. Cu anto má s cercano es el
parentesco entre chamanes, más solidarios son, cu alqu iera sea su perte
nencia ciánica. Los chamanes de una misma localidad se deb en ayuda y
asistencia mu tu as, sus relaciones son solidarias y recíprocas, mientras qu e
entre chamanes no emparentados de localidades diferentes a menu do exis
te hostilidad y rivalidad . 30
Si, ante la falta total de una organización a escala tribal, es en el nivel
ciánico qu e se expresa del modo más amplio la cohesión social del gru po, en
momentos de conflicto y rituales, es en el nivel local qu e ésta se expresa
con mayor frecuencia, de allí la importancia local del chamán, sostén incon
dicional de su gru po de residencia, indispensable para su b ienestar y su
reprodu cción.
La gran independencia del chamán respecto de su clan au toriza el ejerci
cio libre del chamanismo femenino en una sociedad patrilineal y patrilocal.
31
Si los chamanes estu vieran ligados a su clan, las mu jeres qu edarían ex
clu idas de la práctica dado que existiría una discordancia entre los intere
ses de los linajes aliados (los de los maridos) y los su yos (los de su linaje de
origen). La su premacía del chamanismo mascu lino, tal como pu ede obser
varse entre los Yagu a, pu ede explicarse en parte por la patrilocalidad qu e
convierte a los homb res en los elementos estables del sistema. Extranjeras
y con u na mayor movilidad, las mu jeres quizá estén menos pertrechadas
para defender los intereses del gru po local.
CHAMÁN Y JEFE
«Antes hab ía un cu randero en cada casa comu nal. Ta mb ién hab ía u n
cu raca. Eran dos personas diferentes pero qu e actu ab an en conju n
to...».
Lo que acabamos de decir respecto de los chamanes no excluye de ninguna manera la
3 0
existencia de una solidaridad ciánica. Esta solidaridad se expresa en el plano simbólico
mediante la asociación clan/excrementos. Los excrementos están vinculados a la
persona que los ha deyectado en tanto parte de su fuerza vital. Defecar es distribuir en
el suelo una parte de su fuerza vital; hacer un daño a los excrementos de un individuo
significa afectar a todo el clan. Este se halla así asociado a la fuerza vital del hombre.
Pertenecer al mismo clan es compartir la misma fuerza, la misma «carne».
31
Aunque entre los Yagua es muy minoritario: aparecen dos mujeres entre los treinta y
cuatro chamanes censados.
E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO 265
Estas palab ras de la vieja Agripina nos indican en primer lugar qu e no se
debe, como lo hacen algu nos a u tores , asimilar el chamán al jefe por la sola
32
razón de qu e ciertos individu os acu mu lan amb as funciones. Los dos perso
najes están netamente diferenciados y el cú mu lo no tiene nada de sistemá
tico . Sin emb argo, existe una estrecha complicidad entre amb os qu e se
33
tradu ce en una complementariedad en su s funciones. Si lo religioso y lo
político interfieren en este pu nto, podría concluirse en forma algo apresu ra
da qu e el chamán y el jefe, en su condición de colíderes, comparten el poder
político, pero qu eda por determinar la naturaleza y el lugar mismo de ese
poder.
El chamán tiene medios para actu ar sobre el gru po; su saber le confiere
u n poder tanto sobre las potencias invisibles como sobre los homb res. Si
b ien goza de res peto en fu nción del lu gar qu e ocu pa en la jera rqu ía
chamánica, su condu cta siempre se inscribe en u n marco social que no le
permite ejercer lib remente sus amb iciones. Lo propio del chamán es estar
de continu o en u n estado de alerta pu es en cu alqu ier instante pu ede per
derlo todo. La precariedad de su posición social le impide apropiarse definiti
vamente del poder y control sobre los homb res. No ob stante, algu nos perso
najes tales como Sarko, que gozan de una gran consideración, se encu en
tran en cierta forma fuera de la esfera de control de la sociedad. Insensib les
a las bru jerías de los otros y poco pertu rb ados por el discu rso popular, mani
fiestan una au toridad cierta en el plano político. Ademá s fue entre ellos qu e
se reclu taron los grandes líderes indígenas.
La función del jefe o «cu ra ra » no es tan importante como parece en u n
34
primer momento. A la inversa del chamán, no cu enta con los medios de
Por ejemplo. J. Montoya Sánchez. 1967: 125. cuando escribe: «la jefatura única
corresponde al curaca y brujo a la vez».
Conocemos sólo cuatro casos: Sarko, Alberto. Sebastián y Julián del Atacuari.
Resulta interesante constatar que en la actualidad no existe ningún término indígena
para calificar al personaje: «curaca», con el que comúnmente se lo designa, viene del
quechua. El vocablo propuesto por Fejos (1943: 120) para "jefe tribal", norehamwö.
significa en realidad «dueño de maloca» [rorehamwo) y para «jefe ciánico», hapué. quiere
decir «pene». Los Yagua no encontraron ningún otro sentido a este término fuera del
órgano que designa. La expresión hánujú watroónti. «el que tiene dos mujeres», con la
que a veces se hace referencia al jefe no es muy significativa en tanto que la práctica
de la poligamia está muy extendida entre los Yagua. El único término indígena que
connota la idea de una jerarquía política es rorehamwo, «dueño de maloca», es decir el
jefe de un linaje o de un segmento de linaje, pero hoy en día este término ha caído en
desuso con el abandono de la gran choza colectiva y la atomización de las unidades
residenciales.
Debemos precisar que el «curaca» actual no corresponde necesariamente al antiguo
rorehamwo. En efecto, a partir de fines del siglo pasado, el universo político de los
Yagua se vio fuertemente perturbado por el arribo masivo de colonos a su territorio
quienes no dudaron en destituir a los jefes tradicionales recalcitrantes para nombrar
jefes que. a su juicio, estaban mejor dispuestos. Fue así que un buen día algunos
individuos se vieron convertidos en «jefes» sin tener legitimidad.
266 E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO
actu ar sobre el gru po; además carece totalmente de a u torid a d , pero goza 35
en camb io de u na permanencia que el chamán no posee. Entre los Yagu a, la
jefatu ra se hereda patrilinealmente; teniendo en cu enta las aptitu des indi
vidu ales, es de preferencia el hijo menor del jefe el qu e recibe el título. El
jefe no tiene ningú n control sobre la sociedad. La gente es libre de escu
charlo o no. En el seno del gru po local, su rol es el de asegu rar el manteni
miento de la paz por las solas virtu des de su prestigio y de su palab ra. Media
dor entre los homb res, tiene una función de arbitro y de pacificador. Se ju z
ga n las a p titu d es del líder segú n la frecu encia de la s d is p u ta s y de
malentendidos dentro de la comu nidad.
En au sencia de u na jefatu ra tribal, la zona de influencia del jefe excede
rara vez los límites de su comu nidad, de manera que en principio cada loca
lidad o gru po de localidades forma una entidad políticamente independiente.
Su prestigio se apoya en la facilidad con la que satisface las exigencias de
cada u no y pone su s b ienes a disposición de todos. En el nivel su pralocal, es
el principal representante de su gru po ante las sociedades vecinas; por su
intermedio se efectúa la mayoría de las transacciones económicas con el
exterior. Es el portavoz del gru po cu yos intereses deb e preservar. U n jefe qu e
hace, o persiste en hacer, malos negocios con socios comerciales perderá
su p res tigio . Por su función mediadora, el jefe se encu entra en cierta re
36
lación de analogía con el chamán, intermediario con lo invisible. D e modo
qu e no sorprende qu e anden ju ntos.
Por lo tanto, tenemos por un lado individu os (los chamanes) qu e, según
pensamos, detentan u n poder real pero qu e no pu eden ejercer lib remente
(control social), y por el otro personajes que no lo tienen pero qu e gozan de
u na «legitimidad» social (los jefes). Es claro qu e el verdadero poder permane
ce en ma nos de la sociedad. El chamán y el jefe (au nqu e este ú ltimo goza de
u n estatu s más estable) pueden ser destitu idos si no responden a las exi
gencias del gru po. N o tienen más poder qu e el qu e la sociedad qu iera otor
garles. Sin emb argo, pu ede suceder que, por el cú mu lo de a mb a s fu nciones,
surjan chamanes mu y poderosos que escapen al control de la sociedad y qu e
ejerzan así u n verdadero poder sobre ella. Pero son casos extremos, limita
dos a dos o tres individu os, como por ejemplo Sarko del Loreto yacu qu e en
otros tiempos extendía su influencia sobre más de qu inientos ya gu a (un
sexto de la pob lación total).
El hecho de qu e el ejercicio potencial del poder esté del lado de los
chamanes y no de los jefes nos lleva a pensar qu e la esencia misma del
3 5
Sobre este punto como sobre muchos otros, el «curaca» yagua actual corresponde en
todo sentido con la figura del jefe indio tal como P. Clastres lo puso de manifiesto en
sus trabajos (1974: 2542. 161186; 1980: 103109). No obstante, conviene subrayar
que los Yagua sin duda conocieron en el pasado una organización sociopolitica mucho
más compleja que la actual, supuestamente con la presencia de clases (guerreros,
«nobles») y una forma de gobierno tribal.
36
Existe un remedio para el «mal comercio». Se untan las manos con el polvo de una
variedad de Cyperus, híseñu táriútiá, «piripiri para el comercio» y se estrecha la mano
del comerciante. Así se asegura realizar buenos negocios.
E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO 267
poder político es religiosa y que quizá sea la única forma posible de poder en
u na sociedad desprovista de un órgano político efectivo. Los chamanes se
rían entonces los mejor u b icados para sacar provecho. La idea de la religión
como condición para la aparición del poder de Estado se ha abierto ca min o . 37
S. D reyfu s demostró qu e fue sobre una legitimidad religiosa, qu e se asentó
la jefatu ra taino de Haití, captando para su provecho u na parte del campo
má gico religios o . Las hipótesis de la autora su gieren además que la prác
38
tica chamánica es compatib le con una forma de jefatu ra «vertical», donde «el
caciqu e mismo, su s ancestros, su s espíritu s personales eran objeto de cul
tos pú b licos de los qu e dependían el b u en fu ncionamiento de las cosas, la
renovación de la vid a » . Au nqu e siga conservando algu nas de su s atribu
39
ciones, el chamán ya no detenta solamente el privilegio de los dioses. Lo
carismático en cierto modo se ha institu cionalizado, cristalizado en una
línea sagrada: la de los jefes.
El chamán, en su condición de mediador interviene en los rituales cuya
eficacia, por otra parte, asegura. Las etapas de la vida social (nacimiento,
iniciación mascu lina, pu bertad femenina, mu erte) marcan para el indivi
du o u na serie de «nacimientos» sucesivos, sarëpome. La iniciación mascu li
na, por ejemplo, se realiza a través de la experiencia de una mu erte simb ó
lica segu ida de un renacimiento (descrito como una "cocción"). En los ritos
fu nerarios, el cu erpo se coloca en posición fetal en una fosa en el centro de
la choza. El cadáver se envuelve en su hamaca que pasa a llamarse mena,
"placenta", con lo qu e se expresa el retorno del mu erto a la matriz, otra
forma para él de renacer. Pero entre estos dos extremos del rito el tiempo
pasa el tiempo precisamente qu e dura el rito, du rante el cual los indivi
du os se enfrentan con la incertidu mb re de la vida y de la mu erte. La presen
cia protectora del chamán les es tan necesaria para «renacer» y atravesar
vencedores las etapas de su nu eva vida qu e no podrían sobrevivir a los peli
gros que para ellos representa la cercanía de los poderes invisibles.
Es así qu e, en el transcu rso de todo el período de gestación, el chamán
se esforzará por proteger al n iñ o mediante cantos mágicos y sahu merios
40
de tab aco (la aplicación de hierb as o la administración de pociones para
facilitar el parto no le competen al chamán). Si bien no asiste directamente
al parto, interviene lu ego del nacimiento al soplar sobre el cu erpo del recién
nacido y de la madre una importante cantidad de hu mo de tab aco, con objeto
de protegerlos contra los espíritus malvados. El padre del niño observa por su
Si se trata de u n varón, será iniciado con otros niños de su clan, aproxi
madamente de la misma edad, con ocasión de u na gran fies ta . La inicia 42
ción propiamente dicha consiste en poner por primera vez a los fu tu ros ini
ciados en contacto con los cinco espíritus de la caza simb olizados por instru
mentos de mú sica. Este primer contacto se efectúa segú n u n rito b ien pre
ciso segu ido de u na rigu rosa ab stinencia a limenta ria . D u rante la cere
43
monia, se encierra a las mujeres y no iniciados en una gran ma loca , cuya 44
ú nica ab ertu ra el chamán mantiene cerrada. Los iniciados qu e encarnan a
los espíritu s de la caza se mu even fuera de la hab itación tocando instru
mentos sagrados por tu rno. Antes de la iniciación, los jóvenes aprendices
están cerca de su madre en la maloca. La pintura negra a b ase de hu ito
(Genipa americana) con la que se u ntarán el cu erpo es preparada por los
homb res afuera (la Genipa es una planta mascu lina) para lu ego ser llevada
adentro por el chamán. Este, asistido por el du eño de fiesta, les recu b re el
cu erpo y las a rticu la ciones a los niños. El fino polvo de u na variedad de
45
Cyperus, ndara wanuyanu hiseñu, «piripiri para que el niño sea fuerte», se
agrega al tinte para evitar qu e los cu erpos expu estos se resqu ebrajen al ver
a los espíritu s. Tamb ién les extienden u na gru esa capa de achiote alrededor
de la b oca para impedir qu e hablen (que les revelen a las mu jeres el secreto
de los espíritu s). Pintados de esta forma, los jóvenes serán iniciados. El
chamán toma a cada u no por el b razo y se los presenta por u n b reve instante
a los espíritu s para lu ego reintrodu cirlos en la maloca. Hace esto varias
veces segu idas hasta qu e los niños se hab itú an a su presencia. Lu ego se los
deja con los homb res espíritu s qu e los llevan sobre su s espaldas soplando
su s instru mentos alrededor de la maloca. Los iniciados sólo vu elven a en
trar para recibir su s pintu ras ciánicas a b ase de achiote y motivos pintados
con hu ito. El achiote es el color de la vida y se opone al negro u niforme del
hu ito, asociado al peligro y a la mu erte. El regreso de los iniciados al mu ndo
de los hu ma nos (simbolizado por el interior de la maloca) es celeb rado con
gran alb orozo por el clan que, a partir de ese momento cu enta con nu evos
miemb ros. Este regreso equivale en gran medida a u n doble nacimiento,
tanto en el nivel social (inserción de nu evos miemb ros) como individu al, ya
41
Todo contacto del padre con un espíritu cualquiera, ya sea por tocar un objeto o comer
un alimento, podría ser fatal para el niño.
El objetivo de la iniciación es, a través de la captación de un saber, adquirir la fuerza
4 2
y el coraje del cazadorguerrero e inmunidad contra las enfermedades. Parece también
que la visión de los espíritus es fundamental en la iniciación. Por ejemplo se dice que
un aprendiz ha «visto», tárëma hidisiwánda.
43
Para mayores detalles sobre la ceremonia, ver nuestro estudio Ñihamwo, 1983.
44
A las mujeres y no iniciados se les tiene estrictamente prohibido ver los espíritus
instrumentos.
Las articulaciones son los puntos vulnerables del cuerpo, por donde penetran con
4 5
qu e los Iniciados reciben al poco tiempo su nomb re definitivo, asociado a su
persona. El chamán, eslabón entre el «adentro» y el «afuera», hab rá sido el
principal artífice de esta ceremonia.
Si bien la iniciación mascu lina constitu ye el rito más notorio en la vida
de u n homb re, la pu bertad femenina, no menos importante en la vida de
una mujer, se celeb ra con igual intensidad, au nqu e la participación del
chamán sea más secu ndaria. A partir de sus primeras pérdidas de sangre,
stačume, la joven es aislada en una constru cción cerrada en el medio del
b osqu e por un lapso de seis a diez días. Se refieren a ella como stačutiu', «la
encerrada». A partir de ese instante, ya no pu ede ver a ningú n homb re. Su
madre prepara una bebida a base de bulbos molidos de un Cyperus, stačuyanu
híseñu, «piripiri para la primera sangre», que administra a todos los homb res
de la comu nidad y a su hija cu yo cu erpo, a semejanza de los futuros inicia
dos homb res, es u ntado con huito. Este rito tiene como objeto impedir que la
primera alma, atraída por la sangre menstru al, penetre en el estómago de la
reclu sa y le hinche el vientre. Pero el peligro acecha también a los homb res
qu e pu eden verse «emb arazados» como las mujeres, es decir convertirse en
mu jeres. Interviene entonces el chamán que sopla tabaco sobre los hom
b res agru pados en la choza (situación inversa con respecto a la iniciación
mascu lina en la qu e son las mujeres las que están encerradas). En el mo
mento de salir de la reclusión, a los homb res y a la joven les u ntan todo el
cu erpo con cenizas de topa (Ochroma lagopus) diluida en agua y b eb en varios
tragos de una poción a b ase de hu ito y piripiri. Cu ando la nubil llega a la
aldea condu cida por su abuela, los homb res huyen en dirección inversa al
b osqu e, ingieren otra decocción de piripiri y le piden al chamán que sople
tab aco hacia la aldea. D esignan entonces al de edad más avanzada (si no
hay ningú n anciano se recurre al chamán) para qu e conclu ya el rito pre
sentándose ante la joven. El regreso de la joven se festeja con una fiesta de
masato ofrecida por la familia, du rante la cual la interesada es reconocida
pú b licamente como watara, «mujer».
Pero es sobre todo en los ritos funerarios que se afirma el rol del chamán
pu es las almas de los mu ertos, dotadas de una existencia postu ma, ator
mentan a los vivos por largos años. El chamán debe neu tralizarlas o, mejor
aú n, au nqu e la operación es más delicada, captu rarlas para convertirlas en
au xiliares. A la mu erte de u no de los s u yos , los Yagu a entierran el cadáver
46
en el centro de la habitación y destru yen todos los objetos personales del
difunto. Antes de completar la inhu mación, el chamán sopla tab aco sobre el
cu erpo para impedir su regreso bajo el aspecto de un espectro. La tu mb a se
cu b re con hojas de palmera y se incendia la vivienda. El chamán parte en
tonces en b u sca de las almas del mu erto qu e, lib eradas de su envoltura,
rondan alrededor de la sepultura. Le ordena a su s au xiliares qu e las captu
4 6
Si bien la muerte de niños pequeños suscita una gran tristeza, ésta no da lugar a
ningún rito pues sus almas imperfectamente constituidas no ocasionan inquietud
alguna.
270 E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO
el cu al, segú n vimos, se inicia a los niños pertenecientes al clan del du eño
de fiesta y se les da u n nomb re. Pero el ña es mu cho más qu e u n simple
ritual de iniciación; es la b ase de la cohesión ciánica, la ocasión para qu e
los miemb ros del clan revivan colectivamente su s mitos de origen. Allí se
exaltan los valores y los símbolos del clan, al tiempo qu e se realizan, entre
clanes, alianzas matrimoniales y políticas du rab les. La celebración del ñá
tamb ién es la expresión de cierto discu rso colectivo e interrogatorio sob re el
mu ndo y su s componentes. En realidad, la ceremonia va más allá del clan al
cual está asociada (el clan del du eño de fiesta) para ab arcar a la sociedad y al
cosmos en su totalidad. La casa de fiesta, ñárore, representa ella misma u n
microcosmos: su techo en forma de cúpula se compara con la b óveda celeste
y el poste qu e sostiene a la gran candela (símbolo del fuego celeste) materia
liza el eje qu e comu nica las capas del u niverso entre sí.
La responsab ilidad del chamán en el ñá está en función de su compromi
so. Ademá s de su participación en los ritos de iniciación mascu lina, su per
visa con el du eño de fiesta todos los preparativos y en particu lar la fabrica
ción del masato del cual es responsab le. Esta bebida, preparada exclu siva
mente por las mu jeres, será ofrecida a los espíritu s de la caza a camb io de
su colab oración, cada vez que éstos manifiesten su ayuda en la adqu isición
de elementos indispensab les para la preparación de la fiesta, ya se trate de
agu a para disolver la pasta de yu ca, de copal para la confección de la gran
candela, de palmeras y vigas para el techo y el armazón de la maloca, de
leña para ahu mar la carne o inclu so de frutos de donde extraer las tintu ras.
Para una descripción detallada de la ceremonia, ver E. y P. Powlison. 1976, J. Fraysse,
4 7
1975. Lamentablemente hemos constatado el abandono progresivo del ña debido al
deterioro del modo de vida de los indígenas y a su dificultad material para afrontar
todos los gastos incurridos en el ritual que exige largos preparativos y una abundante
reserva de alimentos, en especial de yuca dulce.
E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO 2 7 1
Todos los intercamb ios con los espíritu s se realizan por intermedio del
chamán qu e se mantiene cerca de la puerta de la ñárore, pu nto de u nión
entre el mu ndo de los espíritus y el de los homb res:
de la celebración del ñá se desarrolla un rito denominado toti «lu chas de
cintu rón», en el cual se b u sca robar el fuego ciánico. Los gu ardianes de la
candela lu chan para repeler a los agresores. El chamán está allí, a fin de
proteger simb ólicamente el fuego en caso de qu e los gu ardianes sean derro
tados. Este rito se relaciona con el mito de origen del fuego qu e narra cómo
el colibrí, m u č i robó el fuego del cielo y se lo transmitió a los homb res. Los
lu chadores, llamados a su vez mud, «colibrí», intentan en esta ocasión volver
a rob arlo. Lu ego de destruir o de ocultar las flautas sagradas qu e indica el
retorno de los espíritu s a su lugar de origen, el chamán coloca entre los
lab ios de cada cazador (es decir de aqu ellos qu e encarnaron los espíritu s) un
cigarro de su preparación cu yas virtu des los inmu nizan contra los efectos
nocivos de un contacto prolongado con los espíritus. Este rito marca además
el fin de las prohib iciones y el comienzo de las festividades donde homb res y
Es probable que los Yagua hayan utilizado hasta hace poco estas señales sonoras para
4 8
comunicarse a la distancia. Los mensajes sonoros estaban codificados por el número y
la cadencia de los golpes.
49
En el centro de la choza se coloca una candela de varios metros de alto para iluminar
el interior. Su tamaño depende de la duración del ñá. El dueño de fiesta designa a
varios guardianes nonosa para cuidarla (por lo general son sus yernos pues deben
pertenecer a otro clan). Provistos de largas varas, atizan continuamente el fogón para
impedir que se apague porque, de suceder esto, la desgracia se abatiría sobre el clan.
272 E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO
mu jeres se reencu entran para ju ntos participar de los festejos, pantomi
mas y danzas, qu e cierran la ceremonia.
CREACIONES CULTURALES
La influencia de la experiencia alu cinógena en la cultura y las creaciones
cu ltu ra les (arte, mú s ica , literatu ra oral, etc.) sigu e siendo u no de las
interrogantes en los estu dios referidos al chamanismo.
N u merosos au tores han tratado el tema. M. Eliade creyó ver en la expe
riencia chamánica la fuente probable de toda creación cu ltu ral y una con
trib u ción decisiva al conocimiento sobre la mu er te . Fu rst y W . La B a rre
50 5 1
cu ltu ra hu mana. La hipótesis de los orígenes psicodélicos de la cu ltu ra es
discu tida por los antropólogos cu ltu rales norteamericanos qu e no le confie
ren ningu na especificidad a la experiencia alu cinógena, simple proyección
de formas cu ltu rales. Se habla entonces de visiones «estereotipadas» o «cul
tu rales». Reichel D olmatoff presenta mayores matices, cu ando manifiesta
qu e las visiones, cu alesqu iera sean, entran siempre en una «grille culturelle»
y qu e, en particu lar entre los Tu cano amazónicos, existe u na verdadera
codificación de motivos y símbolos vincu lados a la experiencia del ya g é . 53
En cu anto a los Yagu a, ya hemos señalado la existencia de estrechas
relaciones entre el contenido de los relatos chamánicos y el de los mitos, en
el sentido en qu e el chamán vive las situ aciones del mito du rante su s via
jes extá ticos y qu e los mitos sigu en en su conju nto u n a «es tru ctu ra
chamánica», para retomar la expresión de M. E lia d e . 54
Los Yagu a plantean al etnólogo un prob lema interesante cu ando sostie
nen qu e todos los motivos pintados sobre corteza o tallados en madera son
inspirados por visiones ch a má n ica s . Es así qu e afirman qu e su s pintu ras
55
ciánicas son idénticas a las que llevan algu nas categorías de espíritu s (las
madres de los vegetales y de los animales) y qu e su vestimenta tradicional,
compu esta por u na falda de fibras, constitu ye la vestimenta cotidiana de los
espíritu s de la caza y de la madre del aguajal, representada por estatu as
51
P.T. Furst, (ed.) 1974.
Contrariamente a Eliade que ve en el recurso a las drogas la manifestación de la
5 2
degeneración del chamanismo. Recordemos que los alucinógenos no están presentes
en todas las sociedades con institución chamánica; algunas las ignoran totalmente.
G. ReichelDolmatoff. 1974: 83 y ss.
5 3
54
M. Eliade. 1968: 177. Ver por ejemplo el ciclo de los Mellizos en J. y J.P. Chaumeil,
1978: 162168, 177181; y P. Powlison. 1969: 107122.
55
Según las informaciones de ReichelDolmatoff (op. cit: 80), los Tucano presentan el
mismo problema al afirmar que todo lo que el antropólogo consideraría como arte está
inspirado en el viaje psicodélico, basado en la experiencia alucinógena.
E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO 273
antropomorfas, tal como el chamán las ve en sus viajes. Por ese motivo los
Yagu a se pintan la cara y vu elven a usar la vestimenta tradicional (pu es la
mayoría ha adoptado la vestimenta occidental) cada vez qu e encarnan a los
espíritu s.
La fab ricación de estatu as parecía reservada en otros tiempos a los
chamanes qu e las manipu lab an como si fueran sus propios au xiliares. Su
realización de acu erdo con la experiencia visionaria es un acto propiciato
rio en el sentido de que el aguajal es el sitio por excelencia de la caza y la
recolección.
Mientras el chamán trabaja su voz du rante largos meses para entonar
los cantos mágicos, descu b re según los azares de su inspiración tonalidades
y ritmos nu evos qu e no son los mismos que los de su s rivales y qu e ciertos
miemb ros del gru po pu eden tomar luego de hab erlos escu chado en las sesio
nes pú b licas.
Para el gran ritual ña, los Yagu a confeccionan disfraces máscaras qu e
repres enta n ciertos a nima les del b os qu e (jagu ares, vena dos , ra pa ces ),
reencarnaciones posibles de almas de chamanes. Hacia el final de la cere
monia, se celebra un baile, mbayátatsu', «baile de almas disfrazadas», du
rante el cual los homb res se disfrazan y se identifican con los animales
representados. Los Yagu a afirman qu e la forma y los motivos de los trajes
han sido copiados de las vestimentas mágicas, mbayátu mënasu, qu e los
chamanes reciben de las madres du rante su iniciación para protegerse de
maleficios ejenos.
274 E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO
Hace má s de tres siglos que los Yagu a vienen sufriendo la presencia conti
nua de los b lancos en su territorio, tres siglos de dependencia y opresión.
Esta presencia, particu larmente sentida en el momento de los booms econó
E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO 275
Desde hace varios años, diversos movimientos más o menos mesiánicos surgieron en
5 6
diferentes partes bajo el impulso de chamanes yagua en momentos en que presiones
demasiado fuertes amenazaban la existencia de los grupos (problemas de tierra,
enfermedades, conflictos locales). En la mayoría de los casos estos movimientos no
tuvieron el éxito esperado, pues se producían en forma aislada.
276 E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO
Calendario de las actividades de José M uray ari entre abril y junio de 1978 57
1° de abril m u j er ticu n a de ? "espinas en el vientre", en
C u s hillo cocha fermedad de la madre del
agua
2 de ab ril m u j er c o c a m a d e 20 tu mor en la pierna, "mal de
Santa Rosa gen te"
10 de abril m u j er ticu n a de 12 dolor de pecho (brujería de
C u s hillo cocha Ju a n A. de la isla C acao)
30 de mayo niño ticu na de Na 12 tos, vómitos (brujería)
ranjal (Colomb ia)
57
Nota: En el calendario se mencionan únicamente los pacientes no yagua externos al
grupo. Si se desea tener una idea aproximada del tiempo consagrado a las curas durante
2 7 8 E L CHAMANISMO Y LA VIDA DEL GRUPO
el período indicado, hay que agregar la lista de enfermos de la comunidad que José
comparte con su yerno Alberto. Según nuestros datos, calcularnos que. durante el
trimestre. José dedicó más de 200 horas a sus enfermos, es decir ¡más de dos horas
por día!, promedio probablemente superior a la norma teniendo en cuenta la buena
reputación del chamán, las facilidades para acceder a la comunidad y la proximidad a
poblaciones mestizas. De acuerdo con nuestras observaciones efectuadas sobre una
decena de chamanes, se comprueba que cada uno consagra un promedio de una hora
diaria a sus enfermos.
I V
Si, tal como pensamos, el chamán yagua es mucho más que un simple cu
randero, sus actividades terapéuticas no dejan de ser muy importantes, do
minando a menudo su práctica . Por otra parte, a fin de comprender la en
1
fermedad y sus representaciones en el pensamiento indígena, necesaria
mente hay que introducirse en el discurso del chamán que es el único ca
paz de «ver» la enfermedad y de descubrir el sentido de los trastornos indica
dos por el paciente, trastornos que deberá interpretar y explicar en términos
comprensibles para su entorno y para el mismo enfermo . En efecto, los
2
fenómenos patológicos no pueden definirse en sí mismos, se determinan en
su relación con el conjunto de actividades sociales y de representaciones
del grupo. Por ello la acción del chamán habrá de situarse tanto en el plano
de la representación del mal como en el mal mismo y en sus repercusiones
sociales.
Si nos ceñimos únicamente al aspecto lingüístico, la enfermedad, en el sen
tido genérico del término, se designa mediante el vocablo sánduyanu, de
sándu, «soplar», yyanu,q ue marca la acción realizada. El estado de enferme
dad podría así traducirse según los términos de la lengua indígena por «ha
ber sido soplado». En efecto, la concepción de la enfermedad que prevalece
entre los Yagua es la de la patogenia exógena; «la enfermedad siempre vie
ne del exterior», siempre es «soplada» desde afuera. En la base de esta con
cepción exógena de la enfermedad se encuentra la idea según la cual todos
los males se imputan a la malevolencia ajena. La cura pasa en primer lugar
por descubrir y examinar los orígenes del mal antes del tratamiento de la
enfermedad en sí; ésta es sin duda la función primaria del terapeuta.
Por otro lado, los Yagua no distinguen lo somático de lo mental como
oposición: se considera que la enfermedad afecta al mismo tiempo al cuerpo
y al espíritu. Estar enfermo, sánduyanu, significa que todo el ser está afecta
La introducción de nuevas enfermedades por parte de los blancos no ha hecho más
1
que acentuar el rol terapéutico del chamán.
Hemos visto más arriba cómo Alberto utiliza el relato del padre ticuna para explicar y
2
justificar la enfermedad del hijo.
280 EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD
do. La enfermedad, por más benigna y localizada que sea, siempre se conci
be como algo que influye sobre la totalidad del ser.
Si bien el término sánduyanu abarca toda la categoría de enfermedad, el
vocablo rídiwá indica un cierto grado de gravedad en la afección, capaz de
provocar rápidamente la muerte, ndeñu. Así, las enfermedades infecciosas
(que cada año producen verdaderos estragos) y ciertas afecciones juzgadas
importantes como la «locura» sonrídiwá,« enfermedades graves», y requie
ren un tratamiento urgente. Por otra parte, la mayoría de las enfermedades
entran en subcategorías más o menos establecidas o definidas según los
conocimientos de cada uno, por ejemplo ačándu, «las fiebres»; wáwaria, «las
diarreas»; nowañu, «los dolores»; kikase, «las afecciones de la piel», etc. Ade
más, cada enfermedad es designada por uno o más términos (cf. la lista más
abajo).
Como toda cosa animada, dotada de vida, cada enfermedad contiene una
madre, sánduyanuhamwo, que ocupa al mismo tiempo un sitio de importanc
en la enfermedad misma, pues constituye su esencia y le indica al terapeuta
el proceso de formación y los componentes de cada afección (cf. las represen
taciones gráficas más abajo). Es en este sentido que el chamán «ve» la enfer
medad en el transcurso de su iniciación o durante su sueño dado que en esos
momentos las madres se le hacen visibles. No obstante, la sola visión de las
enfermedades no le otorga ningún poder especial de curación: las madres no
inducen por sí mismas las enfermedades; por lo tanto, no poseen ningún valor
terapéutico. Hay que buscar en otro lado a los verdaderos responsables de los
males, los «sopladores de enfermedades», que los Yagua agrupan en dos con
juntos principales, definen dos grandes clases de enfermedades: nowónu
sánduyanu, «enfermedades por embrujamiento» y huñídanu sánduyanu, «en
fermedades del creador».
Las nowónu sánduyanu abarcan la mayor parte de las enfermedades im
putadas a la malevolencia ajena o a la de los espíritus del bosque; por defini
ción son curables.
Las huñídanu sánduyanu son infligidas por el creador luego de la trans
gresión de ciertas reglas (incesto, actividades sexuales descontroladas, crí
menes, etc.) y son por definición incurables.
De hecho, a primera vista nada diferencia a los dos tipos de enfermeda
des: la sintomatología es la misma en ambos casos y el enfermo nunca co
noce con precisión el origen de sus trastornos (es por eso que recurre al
chamán). Le corresponde entonces al chamán decidir durante la curación
si la enfermedad es curable o no y, por lo tanto, determinar la calidad del
enfermo y sus posibilidades de cura. Si el objeto del mal, en este caso el
dardo extraído del cuerpo del enfermo , designa a un responsable al tomar la
3
apariencia del agresor, la enfermedad es nowónu. Si por el contrario el dardo
o cualquier otro objeto que se haya extraído no se transforma, la enferme
3
La enfermedad penetra con el dardo.
Chamán Huáscar de la Comunidad "El Sol" (1976)
Curación Chamánica: succión (1975)
Sarko de Loreto Yacu,
cubierto de cenizas para la
celebración de un rito de
Menarquia (1978)
El Chamán Asunción ofrece masato a los espiritus de la caza.
(1973)
Baile de máscaras
representando a los
animales del Monte.
Río Cajocuma (1973)
Curandero Yagua
sanando a niños
enfermos.
Rio Cajocuma (1973)
Manu ngo preparando cu rare. Río Ata cu a ri (1987)
EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD 281
dad corresponde al segundo tipo. En otras palabras, la determinación de la
clase de enfermedad depende de las capacidades del chamán en identificar
al autor del trastorno. Si es incapaz de darles a los asistentes el nombre de
un culpable, es una forma de admitir su impotencia para vencer a la enfer
medad y de postular su incurabilidad.
Para completar la nosotaxia indígena, mencionemos otros dos grupos de
enfermedades que no entran en las dos categorías enunciadas: las enfer
medades del cielo, háwá sánduyanu, «enfermedades de arriba», y los enve
nenamientos, awatianu.
El primer grupo comprende cuatro enfermedades: wánditu sánduyanu,
«enfermedad de la luna nueva» (que se traduce en flemón cuando se apunta
con el dedo la presunta ubicación del astro), háwa kóndi sánduyanu, «enfer
medad del arco iris» (que suscita una gran comezón, en el que se deja mojar
por la llovizna que a menudo acompaña la aparición del arco iris), ričohamwo
sánduyanu, «enfermedad del viento», cuyo soplo puede llevarle instancias
vitales al hombre, y, por último, ñándahamwo sánduyanu, «enfermedad de la
gente del medio mundo» que, por estar asociada con el rayo, ocasiona nume
rosos trastornos emocionales, sobre todo en los niños (cf. más arriba el
simbolismo del rayo). En general, estas enfermedades no provocan ninguna
complicación grave siempre y cuando la intervención del chamán sea in
mediata. La curación se efectúa mediante invocaciones dirigidas directa
mente a las instancias responsables.
El caso de los envenenamientos es muy diferente ya que pueden estar
provocados por un veneno vegetal, papándi (término genérico), o por un
embrujamiento. En el primero caso el veneno se diluye secretamente en la
bebida de la víctima, mientras que en el segundo la técnica de envenena
miento es más sofisticada. El envenenador debe observar con atención las
idas y venidas de su víctima a fin de obligarla a pisotear una hierba mágica
o, mejor aún, de envenenarle los excrementos (cf. más arriba el simbolismo
de los excrementos).
A continuación vemos algunos ejemplos comunes de envenenamiento
por brujería:
282 EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD
En un lugar frecuentado por la víctima se esconde una variedad de
ciperácea, awatianu híseñu, «piripiri para envenenar». Una vez pisado
por la víctima, el piripiri se siembra en un lugar secreto de la chacra.
La enfermedad se agrava a medida que crece la hierba.
Se procede con las hojas del naranjillo (no identificado) de la misma
forma que la anterior, pero en lugar de sembrar se hace una bolita con
las hojas a la que se le agregan progresivamente otras hojas. El enve
nenamiento se incrementa a medida que se agranda la bolita.
Envenenamiento de excrementos: se vacía el fruto de la papaya y lue
go se lo rellena con los excrementos de la víctima. A continuación, se
vuelve a cerrar el fruto y se deja podrir. La descomposición es casi
instantánea. El cuerpo de la víctima sufrirá las mismas alteraciones.
Si bien la farmacopea contiene algunas plantas eméticas, no existe nin
gún remedio eficaz contra el envenenamiento y los chamanes se ven parti
cularmente impotentes ante este tipo de enfermedad. Ellos mismos son las
primeras víctimas del veneno vegetal (el envenenamiento por embrujamiento
es menos usado contra los chamanes). Esta clase de enfermedad se distin
gue fundamentalmente de las otras por el hecho de que depende de un modo
exclusivo de la acción humana; el que posea los secretos puede practicar el
envenenamiento . 4
Vemos entonces que la diferencia entre las diversas clases de enferme
dades enumeradas más arriba obedece más a sus presuntas causas que a
sus efectos. No sirve de nada tratar los efectos del mal aplicando remedios si
de antemano no se han determinado y combatido sus causas.
T EORÍA DE LA ENFERMEDAD
Al igual que muchas sociedades amerindias, los Yagua profesan dos teorías
inversas de la enfermedad; ésta resulta de la presencia en el organismo de
un cuerpo extraño que hay que extraer o de la «desposesión» de las instan
cias vitales que deben reintroducirse en el cuerpo. En el primer caso, el
chamán pone en marcha técnicas de extracción ; en el segundo, efectúa la
reincorporación de los espíritus.
Las enfermedades del primer grupo se identifican por los siguientes sín
tomas: la enfermedad persiste a pesar de la aplicación o la absorción de
remedios adecuados, los dolores, en la mayoría de los casos localizados, per
miten circunscribir el lugar del impacto del mal, y si sobreviene la muerte
cuerpo marca la desunificación irreversible de las instancias vitales y del
cuerpo.
Las técnicas terapéuticas varían según las dos grandes opciones
nosológicas. Consisten en un caso en masajes e insuflaciones repetidas de
humo de tabaco sobre el cuerpo o las zonas afectadas, seguidas por la su
cción de las partes insufladas. En el otro caso, el chamán envía a sus auxi
liares a los diferentes mundos en busca de los espíritus perdidos. Su rein
corporación se efectúa mediante masajes e insuflaciones en la coronilla.
El concepto de curación es particularmente ambiguo en el sentido de
que la desaparición de los síntomas y el retorno del enfermo a una vida
«normal» no marcan en absoluto el fin de la enfermedad sino que simple
mente indican un cierto retroceso del mal. En la medida en que todo fenó
meno patológico resulta de un desorden que emana de otro, la curación no
podría limitarse a la reparación de este desorden sino que implica la neu
tralización del autor de los trastornos. De este modo, son raros los casos
en los que el enfermo puede esperar una curación total y rápida. Desde esta
óptica, el hecho de retomar las actividades domésticas, que anuncia el re
greso a la vida social, y la desaparición de los trastornos orgánicos no po
drían considerarse más que una cura parcial. Al igual que la enfermedad, la
curación no puede ser definida en sí misma. Para retomar la fórmula de Ph.
Mitrani , es coextensiva a los marcos nosológicos que definen la enferme
5
dad misma.
Ph. Mitrani, 1976: 199.
5
EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD 285
grupo vele por el respeto de las reglas de buena vida so pena de ver amena
zada su propia existencia.
El «triángulo terapéutico» propuesto por J. Pouillon y que relaciona el
6
mal, el chamán y el paciente merecería en mi opinión extenderse para con
formar un «cuadrángulo», en el que uno de sus vértices debe incluir al grupo
local:
J. Pouillon, 1970.
6
286 EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD
• ríndiwá, «enfermedades
graves»
enfermedades infecciosas
sarampión sanánse
quitamora towarimuro
paludismo mëčutiamu «temblores»
tuberculosis nanaha stoči «vómito de sangre»
bronquitis arisanahita
gripe hísúdehí
tos ferina tátano/ «tos»
piwanowaria
embrujamiento nowónu
ndusí
sándu «soplar»
• ačándu, «fiebres»
fiebre ačándu
fiebre amarilla wosádundinu
• wáwaria, «diarreas» 7
diarrea simple wáwaria
diarrea con sangre nanaha skina «sangre defecada»
• nara' / nowañu,« dolores corporales»
Asociadas a numerosas enfermedades. Se agrega el morfema waria al final de la palabra
7
Asociado a la lombriz. Los Yagua nunca hacen sentar a un recién nacido en el piso
9
pues la lombriz puede introducirse en el ano y provocar parálisis.
288 EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD
fractura húwatapu
luxación ntádiria
calvicie nohose rëma «cabellos caen»
caspa wirjo'
ira anëkié
susto yátamara
temblores mëčutianu (ver paludismo)
insomnio nehamërió «sueño difícil»
• Parásitos
infección cutánea kikase
«caracha» (hongos përuyanu
cutáneos)
«ticti» (verruga) ruwánëse
forúnculo poria «podrido»
kakúria
lepra wat'jóni de wat'jó, «herida»
peste mëtianayanu
comezón wara'
• Picaduras, mordeduras
Las siguientes representaciones han sido realizadas por Alberto Prohaño,
en ellas figuran las madres de las enfermedades tal como las «ve» durante
sus sesiones de curación.
Dolores cardíacos:hehečinowañu
La madre es un bulto que rodea el corazón y
lo comprime. Los dolores se asocian al pája
ro carpintero y al árbol ruwito que rechina
ante el menor balanceo (los chirridos provo
can los dolores cardíacos).
EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD 291
Delgadez: samarikó
La madre es esquelética, descarnada. La
causa de esta enfermedad proviene de la lom
briz ntióno que succiona la carne durante el
sueño.
Caspa: wirjo
La madre es un insecto microscópico que se
aloja en el cuero cabelludo luego de la trans
gresión de una prohibición alimentaria que
concierne sobre todo a la yuca.
EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD 293
Fractura: húwatapu
La madre tiene las piernas deformes.
Herida: wat'jó
La madre presenta en el cuerpo tres heridas
purulentas, representadas por las tres man
chas negras. Está asociada a la madre de la
tierra y al ronsoco (Hidrochœrus hidrochaeris)
que puede ocasionar heridas e incluso la
lepra.
294 EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD
Diarrea: wáwaria
El curandero extrae una lombriz de gran ta
maño succionando el ano del enfermo. La
enfermedad está asociada a la madre del
agua y a ciertos peces, en especial al peje
torre (Practocephalus hemiliopterus) que in
troduce la lombriz en el vientre de los re
cién nacidos. Los padres deben además abs
tenerse de consumirlo hasta que el niño
empiece a caminar.
Fiebre: ačándu
La madre se representa con una jeringa en
una mano con la que hinca a sus víctimas
(la fiebre está contenida en el cuerpo de la
jeringa). La fiebre se asocia con la lluvia, la
tierra, la arena, los dueños de los bosques,
los grandes mamíferos herbívoros cuyo con
sumo está, por otra parte, proscrito a toda
persona en estado febril.
Gripe: hísúdehí
La madre es una sanguijuela «callocallo»,
péčítu, que muerde violentamente y provoca
la gripe. Su extracción del cuerpo es la con
dición para la cura. La gripe está asociada
al frío y al calor, también a la caña de azú
car.
298 EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD
Enfriamiento: sonorawañi
La madre proyecta el «frío» (asociado al palu
dismo).
Bronquitis: arisanahita
Los bronquios de la madre están reducidos a
filamentos negruzcos. La enfermedad se
asocia con varias especies de coleópteros
«papaso» que perforan los bronquios.
EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD 299
Sarampión: towarimuro
La madre se desplaza con un maletín lleno de
pústulas y contamina a la gente mientras
duermen.
Peste: mëtianayanu
La madre está asociada con el roedor anfibio
Hidrochœrus hidrochaeris (capibara).
Paludismo: mécutianu
El «frío» está contenido en las medias que
lleva la madre. Para vencer la enfermedad,
el curandero tiene que lograr sacárselas de
los pies del paciente.
Asma: apíwúsará
El cuerpo de la madre es un magma de flema
que provoca los ataques de asma. La enfer
medad se asocia a la caña de azúcar.
Ira: anëkié
El dibujo muestra a la madre de la ira que
envía un dardo mágico al cráneo de la vícti
ma a quien intenta calmar mediante el so
plo de humo de tabaco.
Insomnio: nehamërió
La madre de aspecto aterrador aparece en
sueños y provoca insomnio. Los Yagua in
terpretan el insomnio como un mal presa
gio, como la proximidad de un infortunio.
302 EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD
Locura: ariatayane
Algunos Yagua todavía siguen utilizando el
término títuyane, cercano al vocablo
atítuyanu, «visión, alucinación». La "locura"
es el estado provocado por la reclusión, lue
go del rapto, del espíritu hunisétu fuera del
cuerpo. En este sentido, se diferencia del
sueño, definido como el simple viaje del es
píritu fuera del cuerpo. El individuo ataca
do de «locura» está metafóricamente muer
to. Su cura recién se produce después de la
reincorporación del espíritu raptado. De no
regresar el espíritu sobreviene la muerte
definitiva. Por lo tanto, no hay una diferen
cia de naturaleza entre los sueños, la «lo
cura» y la muerte; los tres se hallan en una
situación de continuidad. La madre de la «lo
cura» practica el rapto de los espíritus
hunisétu. La ingestión de excrementos tam
bién se considera como un factor que indu
ce a la «locura». La mayoría de los monos,
venados, jaguares, nutrias, cóndores, del
fines, anacondas y demonios de los bosques
están asociados a la «locura».
brió que la madre del palo
rosa era responsable de la
afección . El tumor se
reabsorbió unos días más
tarde.
Capinuri, matamata x maleficios los chamanes utilizan a la
madre para hacer daño
Gramalote (graminea) heridas, lastimadu ver el roedor capibara
ras, fiebre
Huama ídem la madre es un gusano que
(vegetación lacustre) devora inexorablemente
los contornos de las heri
das y ocasiona fiebre
Comentarios
Esta lista no es completa; sólo figuran aquellos elementos de la flora y fauna,
así como algunos elementos minerales y ciertos fenómenos naturales que
resultan más esclarecedores para nuestro objetivo que es el de delimitar su
relación con la enfermedad.
A primera vista, un determinado número de características determinan
la relación entre una especie (o un fenómeno) y la enfermedad. En el caso
de los animales, por ejemplo, predomina la característica de predadorcarni
cero (chupador de sangre, devorador de carne humana), aunque también el
hecho de consumir alimentos podridos (cóndor, perro del monte, etc.) o de
beber orina (mariposa). La característica anfibia de algunos animales (capi
bara, nutria, serpiente) los predispone a engendrar la enfermedad. Por últi
mo, la característica de «loco» (mono capuchino, etc.) favorece por analogía
la «locura», es decir la pérdida del espíritu hunisétu. El olor, la forma particu
lar o incluso el hábitat específico de un animal los convertirá en un «hace
dor de enfermedad». En el caso de los árboles, los criterios se refieren a la
textura misma de la madera, a su olor (podrido), a su sabor (amargo/ácido), a
su color (blanco), a la morfología del árbol (corteza peluda, árbol gigante, árbol
«estrangulador», etc.) y a la presencia de sustancias venenosas en la resina,
el látex o el carozo. Es a la naturaleza o a la consistencia de los minerales
que se debe su asociación con la enfermedad.
Estas características distintivas el olor, el sabor, la forma son otros
tantos criterios que evocan directamente la enfermedad o que sirven de
indicadores para determinar un cierto tipo de relación con ésta. Sería por
EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD 311
cierto interesante profundizar en el estudio de este sistema de relaciones
asociando las enfermedades a ciertas especies vegetales o animales, a ciertos
minerales, a fin de descubrir los grandes principios clasifícatorios de las
enfermedades entre los Yagua y de proceder a su comparación con aquellos
que se presentan en otras sociedades en el mundo.
FARMACOPEA TRADICIONAL
Tal como lo hemos visto, la función terapéutica del chamán es la de buscar
las causas de los estados patológicos y no de tratar directamente sus efec
tos. A excepción del tabaco, el chamán no emplea ninguna sustancia medi
cinal durante la curación. La administración de medicinas es complemen
taria y posterior a la cura chamánica; prolonga y concluye la obra del chamán.
Si bien la preparación y la aplicación de las sustancias medicinales tie
nen que ver con el saber colectivo, algunos individuos llamados súñotá, «los
que utilizan los remedios», están mucho más familiarizados con su manipu
lación y gozan de reputación local. Se los consulta con frecuencia respecto
de tal o cual medicación o tratamiento que haya que seguir; son súño hatanu,
«los que enseñan los remedios». Aunque son avezados herboristas, los cono
cimientos empíricos, a menudo considerables, que poseen no les procuran
ningún tipo de estatus social.
Los remedios constituyen una materia médica que comprende esencial
mente a plantas y algunas sustancias animales y minerales. Los Yagua
contraponen dos categorías de plantas: tohowačara, las plantas silvestres
(matádiwaria, «que crecen por sí solas»), y las plantas cultivadas, hátasara.
Por lo que sabemos, no existe ningún término que abarque al conjunto de
plantas. Los remedios vegetales pertenecen al ámbito de lo silvestre y al de
lo cultivado.
Los Yagua utilizan el vocablo pánta para referirse al conjunto de medici
nas (sin distinción de origen); súño comprende únicamente a las plantas
medicinales:
312 EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD
Aunque a veces los chamanes resulten herboristas de poca monta, inter
vienen casi siempre en la preparación de los remedios a fin de acrecentar
sus virtudes curativas.
Icaro de un remedio para la tos
La preparación consiste en pulverizar los granos de la flor de mariposa (no
identificada) y en disolver el polvo obtenido en esencia de caña agria (Costus
sp.) en orina. La preparación se agita enérgicamente para hacerla unifor
me. Mientras hace esto, el chamán entona un icaro, dirigido a sus auxilia
res a fin de conferirle fuerza al remedio:
rámatëra kóndiháseha
fu fu fu...
yanëmátí yanëmátí
supijúwa yáwa
hatikánu yáwa supijúwa
yátínëmase yátínëmase
yápú supijúwa
hatikánu satónojú
apënënu hijú hatikándara
hasáyata irioremu húra
hane hanahaténí hádruhú sara
spiwanëmujú hanahaténí
sororëmu hanahaténí
Voy a icarar el líquido de la
flor de mariposa
[primera fórmula seguida de varias insuflaciones para «limpiar» la tos]
vengan, vengan... [dirigiéndose a los auxiliares]
masajéenle la garganta
mientras que yo icaro, masajéenle la garganta
vengan, vengan,...
límpienle la garganta
icaro para que él [el enfermo] beba
para curarlo yo icaro
para que mi gente lo lleve a su casa
dos gotas le darás [le hablo a mi gente]
para la tos le darás de beber
le darás en su casa
EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD 313
ayahuasca macho ?
wánúñú La poción a base de corteza, tomada en repetidas dosis,
es un poderoso abortivo.
bacaba Oenocarpus bacaba
tóči El jugo que se obtiene moliendo el cogollo de la palmera
se utiliza como antídoto (neutraliza los efectos del vene
no del escorpión y de la araña). El espeso jugo se aplica
directamente sobre la picadura, dos o tres veces al día.
plátano «maduro» Musa paradisiaca
súndujo La cáscara del fruto se aplica directamente sobre las
picaduras de hormigas isula; calma el dolor.
plátano Musa paradisiaca
samjo El agua que se extrae del tronco se pasa en repetidas
aplicaciones sobre el cuerpo y cura las pápulas de la
rubeola. Los frutos aplastados en chapu alivian las úl
ceras de estómago.
bellacocaspi Thevetia?
rečatano Antídoto contra el veneno de la serpiente jergón. La re
sina extraída de una incisión en el tronco se aplica so
bre las mordeduras y alrededor de todo el miembro. Este
emplasto sirve para cortar las inflamaciones del tejido.
Una vez seca, la resina se desprende sola. Este trata
miento se completa con la toma de una poción a base de
ciperáceas.
madera podrida (cualquier madera)
nenopuría Remedio para la picadura de raya. Se cocinan en agua
varios trozos de madera podrida. El caldo obtenido se bebe
para neutralizar el veneno.
palo rosa Aniba rosaedora
La esencia perfumada de este árbol se inhala para tra
tar la «locura».
breacaspi Rheedia
w ú senu Se quema la brea obtenida. El humo negruzco calma el
dolor ocasionado por las picaduras de escorpión.
camote Ipomea batatas
atase Para quemaduras. Se pican y mezclan las hojas con agua
hasta obtener un emplasto que se aplica directamente
sobre la quemadura.
EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD 315
cumalilla ?
pëčihíči La corteza rallada y cocida en agua cura las picazones
mediante repetidas aplicaciones.
flor de mariposa y
kóndihase Remedio para la tos: los granos se aplastan y mezclan
con jugo de caña agria y orina de niño. Se administran
algunas gotas de esta preparación varias veces al día,
hasta calmar la tos.
gallinazo podrido y
páčore nenu El jugo extraído de las hojas machacadas es un remedio
para el envenenamiento. El jugo se aplica sobre la ca
beza de la víctima. Si se abre el cuero cabelludo, la per
sona está desahuciada.
grama chilicua Setaria geniculata
pëtá Remedio para el asma: se hace hervir el centro rallado
de esta planta y se administra diariamente hasta que
cesen los ataques.
guayaba Psidium
kumjo Se muelen las raíces en agua tibia. Esta bebida se utili
za como anticonceptivo. Las hojas de este mismo árbol,
aplicadas en cataplasma, son eficaces para las inflama
ciones de los genitales. El centro de la guayaba, cocido
en agua, cura las afecciones genitourinarias y las
disurias.
huacapu de altura Vouacapoua americana ?
wakapu Macerada en agua, la corteza es un remedio para las
diarreas, los parásitos intestinales, y tonifica la sangre.
Su ingestión en forma de tisana se complementa con
un estricto ayuno que excluye todo tipo de alimento sa
lado, dulce o con pimienta.
huacapurana del Campiandra?
bajo La corteza molida cicatriza las heridas y lastimaduras.
wakapurana El polvo se espolvorea directamente sobre las lastima
duras.
EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD 317
locotora caspi ?
këmbatu Se prepara una infusión con la corteza rallada. La bebi
da se administra tres veces por día para cortar las
diarreas con sangre.
muela ?
ána Se pican finamente algunas hojas muy perfumadas. Las
inhalaciones repetidas calman las cefaleas y favorecen
el sueño.
mukura Peíiveria alliacea
nëkatu Las hojas trituradas se calientan y se aplican sobre el
pecho para calmar los dolores cardíacos. Las hojas de
mukura entran también en la composición de bebidas
alucinógenas.
murure Brosimum acutifolium
uwiči La corteza pulverizada y conservada en alcohol es un
tónico y afrodisíaco. La resina obtenida mediante una
incisión en el tronco posee las mismas virtudes.
ojé blanco Ficus anthelmintica
witu' La resina blanca extraída del tronco es un medicamen
to polivalente utilizado sobre todo como purgante, en caso
de parásitos intestinales y anemia. Se ingieren peque
ñas dosis de resina mezclada con jugo de caña o de li
món. Durante el tratamiento se debe suprimir todo tipo
de alimento salado o dulce, pues existen riesgos de pro
blemas orgánicos (inflamaciones, hinchazones de vien
tre).
paico Chenopodium ambrosioides
hítewí Hierba empleada para limpiar heridas, en caso de hin
chazones, como antiemético, también se usa para cor
tar diarreas y hemorragias nasales. La preparación del
remedio varía según la aplicación deseada. Para las
diarreas y vómitos, se ingiere un brebaje tibio de hier
bas varias veces al día. La misma bebida, caliente y sa
lada, sirve para lavar heridas. En el caso de hinchazo
nes y hemorragias, se amasa la hierba con las manos
hasta obtener una bolita y se la calienta dentro de una
hoja de plátano. El conjunto de hojas se aplica directa
mente en las partes afectadas.
palo (árbol) (no identificado)
sëróñu La corteza molida e ingerida en forma de decocción se
utiliza como anticonceptivo.
palo sangre Genipa ablongifolia
nëtonu Con la corteza que se hace hervir se obtiene una bebi
da de grandes propiedades hemostáticas.
EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD 319
piripiri
1
Cyperus sp.
híseñu (genérico) «piripiri para el dolor de muelas»
hahéndanowádanu El bulbo pulverizado se envuelve con un kapok y se apli
ca directamente sobre el diente dolorido.
tóyunowádanu «piripiri para el dolor de oídos»
híseñu Igual preparación que la anterior. El kapok se introdu
ce en el oído enfermo.
ahumonowádanu«piripiri para el dolor de estómago»
híseñu El bulbo rallado se hierve en agua. La poción se admi
nistra cada hora hasta que desaparezca el dolor.
tátano híseñu «piripiri para la tos ferina»
El bulbo rallado se diluye en un fondo de agua tibia. La
preparación se bebe varias veces al día y se fricciona
sobre la garganta del enfermo.
wáwaria híseñu «piripiri para las diarreas»
Igual preparación y posología que la anterior (sin las fric
ciones).
Según la clasificación indígena, existen más de cincuenta «variedades» de Piripiri, de
1
las cuales casi la mitad se utilizan con fines curativos. Esta planta entra en la composición
de brebajes alucinógenos (ver: J. y J.P. Chaumeil. «Utilización de plantas Ciperaceae
entre los Yagua del bajo Amazonas», manuscrito, Caballococha, 1976, 16 p.).
320 EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD
towarimuro híseñu/
«piripiri para la rubeola»
sanáse híseñu Igual preparación y posología que la del tátano híseñu.
Este líquido puede beberse, también se utiliza para ha
cer aspersiones sobre el cuerpo.
méčutiano híseñu«piripiri para el paludismo»
Igual preparación y posología que la anterior. Esta va
riedad de piripiri es la más desarrollada (la planta pue
de alcanzar 1,50 m de altura).
soróhuni híseñu «piripiri para la esterilidad femenina»
La poción (hecha con el bulbo rallado y diluido en agua)
se bebe en pequeñas dosis a intervalos regulares hasta
la concepción.
nowónu híseñu «piripiri para la brujería»
La preparación del remedio (idéntica a la anterior) le
incumbe al chamán que rocía el cuerpo de la víctima.
stačuyanu híseñu«piripiri para la primera sangre»
Se administra una bebida a base de bulbos rallados en
el momento de las primeras menstruaciones para cal
mar los dolores y proteger al organismo de «el alma de la
EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD 321
primera sangre». El cuerpo se unta con una solución de
jugo de piripiri y de huito.
mbayátu híseñu «piripiri para las almas»
(cf. suprar itos funerarios)
El fuerte olor de los bulbos quemados posee la virtud de
alejar las almas de los muertos. La eficacia del remedio
se refuerza agregando corteza calcinada de «arambaza»
(no identificado) y de pimientos rojos.
wanuyana híseñu«piripiri para dar fuerzas»
Se trata de una mezcla de varias clases de piripiri y de
la resina de árboles (especies no precisadas). El líquido
obtenido se bebe durante varias semanas antes de la
celebración de los grandes rituales para adquirir fuerza
y coraje en las luchas de cinturones llevadas a cabo al
final de las ceremonias. La misma mezcla con el agre
gado de jugo de huito se administra a los jóvenes apren
dices para que soporten mejor la visión de los espíritus.
En ambos casos la ingestión se acompaña con un rigu
roso ayuno.
hiséndro «piripiri para las enfermedades graves»
Se sopla polvo de un bulbo con humo de tabaco sobre el
cuerpo del enfermo (la utilización de este remedio está
reservada al chamán).
siyahú híseñu «piripiri para fortificar a los recién nacidos»
El padre aplasta varios bulbos y los mezcla con polvo de
huito, se calienta en una hoja y luego se pasa sobre el
cuerpo del niño con luna en cuarto creciente. Al igual
que ésta, el cuerpo del niño se desarrollará con rapidez.
Dicho procedimiento se lleva a cabo con bebés de tres
meses.
rëpaco híseñu «piripiri para facilitar los partos»
Se fricciona el cuerpo de la parturienta con polvo de va
rios bulbos con el fin de calmar los dolores de parto.
planta silvestre ?
mëcanu Las hojas masticadas producen un jugo negruzco utili
zado para la higiene dental. Los Yagua tenían por cos
tumbre teñirse los dientes con esta planta, (aún se
emplea como tintura).
322 EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD
planta cultivada ?
piwanopró Remedio para la tos: se disuelven las semillas de los
frutos en agua y luego se bebe el preparado.
planta cultivada ?
tóno El tubérculo reducido a polvo se aplica para eliminar la
filaria.
renaquillo Ficus
wuhit'jú La savia de la liana se emplea por sus propiedades
hemostáticas y cicatrizantes.
sacha ajo Pseudocalymma alliaceum
nduréwí Las grandes hojas, aplicadas en forma de cataplasma o
trituradas para ser ingeridas (decocción), se usan en
caso de gripe, tos convulsa, bronquitis, reumatismo,
hernia, problemas intestinales y enfermedades nervio
sas. También sirven de amuleto para la caza.
sacha caracha ?
mananu Las hojas machacadas y diluidas en agua dan un jugo
eficaz para las afecciones cutáneas («caracha»).
sanango Brunfelsia sp
hanayása Remedio para el paludismo. La corteza triturada y mez
clada con agua se administra varias veces al día o se
frota sobre el cuerpo. Es posible (aunque no está com
probado) que este arbusto sea un ingrediente secunda
rio en la preparación de brebajes alucinógenos.
sangre de drago Croton erythrochilus
Directamente aplicada sobre las heridas, la resina ob
tenida mediante la incisión del tronco posee virtudes
hemostáticas y astringentes.
soga tablacha ?
péñijó Antihistamínico. Se unta el cuerpo con una solución
hecha de corteza triturada y agua. La savia amarga a
veces entra en la composición del veneno para la caza.
tabaco Nicotiana tabacum
súndehina Presente en toda cura, el humo del tabaco es la pana
cea de la medicina tradicional yagua. Además la nicoti
na se emplea para eliminar la filaria. El jugo del tabaco
se bebe (en forma natural o mezclado con otras sustan
cias alucinógenas) para producir (o modificar) las aluci
naciones.
tamara Crataeva
tëmara Se coloca la corteza rallada dentro de una hoja y luego
se la calienta en el fogón. Aplicada directamente sobre
la piel, este remedio cura los abscesos y forúnculos.
tutumo (calabaza) Crescentia cujete
kuyu Las raíces aplastadas y diluidas en agua tibia se utili
zan como anticonceptivo. El fruto vaciado y lleno de agua
hirviendo de la calabaza).
veneno caspillo ?
sóñopañihú La corteza aplastada de la liana se diluye en agua tibia.
Esta preparación se usa en aspersiones y baños (elimi
na los parásitos de la piel).
witino Colocasia
pore Las hojas de esta planta tienen efecto calmante.
yuquilla Euphorbia cotinoides
ánaratase Remedio para la conjuntivitis y las enfermedades ocu
lares. Se aplican algunas gotas exprimidas de las raíces
en el ojo enfermo varias veces al día.
Sust anci as medicinales de origen animal
venado Mazama
ánarí Se extrae la grasa y luego se calienta para untarla so
bre la piel. Sirve para curar la peste.
324 EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD
murciélago Desmodus
ričatu Se fricciona el cuero cabelludo con sangre de murcié
lago para evitar la caída del pelo.
pelo carbonizado Se queman algunos mechones de pelo. El polvo que se
obtiene es utilizado por sus virtudes cicatrizantes.
coatí (achuni) Nasua nasua
anuí/ anwí Secado y pulverizado, el órgano sexual del animal se em
plea como afrodisíaco.
Ot r os r emedi os
barro líquido Vomitivo
nándiha
ceniza tibia Utilizada para hacer masajes repetidos en caso de luxa
irju ción.
restos de cerámica Se orina sobre los restos. Los vapores producidos curan
las enfermedades en los genitales.
MEDICINA OCCIDENTAL
La medicina occidental es de reciente aparición entre los Yagua. El gobier
no instaló algunos puestos sanitarios, generalmente mal provisionados, en
las riberas de los principales afluentes del Amazonas que reciben, cuando
funcionan, una clientela en la mayoría de los casos, moribunda y sin plata.
En efecto, es raro que un paciente, ya sea indígena o mestizo, concurra al
puesto a partir de los primeros síntomas de su enfermedad. Primero buscará
aislar las causas confiando en el chamán, luego intentará disminuir los
efectos ingiriendo o aplicando sustancias medicinales naturales. Sólo cuando
la medicina tradicional haya resultado ineficaz solicitará la ayuda de los
enfermeros. Por otra parte, el hecho de tener que pagar los medicamentos
limita considerablemente su empleo entre los Yagua que prefieren recurrir
a la farmacopea tradicional, mucho menos costosa. Además, la multiplica
ción de las campañas de vacunación no ha hecho más que aumentar la
desconfianza de los nativos hacia la medicina moderna. Es en parte para
intentar reducir estas diferencias y para favorecer la difusión de la medici
na oficial que el gobierno se vio obligado a promover, con el auspicio del
Ministerio de Salud y de las misiones canadienses, la formación de promo
tores de salud indígenas. Pero los resultados son decepcionantes por la insu
326 EL CHAMANISMO Y LA ENFERMEDAD
ficiencia de conocimientos transmitidos, reducidos a algunas nociones ele
mentales de primeros auxilios, por las malas condiciones de aprendizaje o
los procedimientos inadecuados utilizados y la dificultad de encontrar una
nomenclatura común a ambas medicinas.
Si bien hasta el momento la medicina oficial ha fracasado, y con ella
la mayoría de los proyectos de asistencia médica, ésta no se opone a la me
dicina tradicional. Los Yagua se han dado cuenta de la eficacia de ciertos
remedios y sólo desean poder adquirirlos. Los chamanes y los médicos no
compiten necesariamente, pudiendo muy bien colaborar entre sí. Al salir de
una sesión chamánica, nada le impide a un enfermo hacerse auscultar por
un médico o viceversa. El médico parte de signos clínicos para establecer su
diagnóstico (cosa que no hace el chamán únicamente sobre la base de los
síntomas) y prescribir una receta a la que el paciente deberá acomodarse.
En cambio, es totalmente incapaz de aislar y de mostrarle al enfermo el
origen de sus trastornos, de vomitar un dardo mágico o de partir en busca de
un espíritu perdido. Por consiguiente, no puede ser un rival del chamán
cuya importancia en materia médica jamás se niega. Este se dedica a la
causa sobrenatural de las enfermedades (único origen posible del mal entre
los Yagua), mientras que aquel se desvela por combatir las causas biológicas
a fin de vencer los efectos. Lo que se les pide tanto a uno como al otro depen
de de dos concepciones diferentes de la patogénesis. Si bien la acción del
médico debería incluirse en la práctica indígena, ésta sería posterior a la
cura chamánica, al igual que la del herborista. Por lo tanto, no hay que ver
necesariamente en la medicina occidental un sustituto del chamanismo
sino un complemento terapéutico que sí está, en cambio, en competencia
con la farmacopea tradicional.
CONCL USI ON
saber, la verdadera «visión» está ligada al saber como consecuencia. Aun
que a menudo se designe al chamán con la locución sándatia, «el que sabe»,
esta apelación no le es específica y se aplica a otros personajes, tal como al
cantor profesional y al relator quienes, por definición, detentan el saber de
los ancianos, humunati tuhúčonu sándiaténda, «los que saben cómo los ancia
nos relataban»: cómo se constituyó la tierra, cómo se transformaron las co
sas de este mundo. No obstante, hay que destacar que, si bien en la sociedad
yagua el chamán no tiene la exclusividad del saber, es el único en poseer la
facultad de «ver» verdaderamente.
Cuanto más sabe un chamán, más poder tiene y más se eleva en la je
rarquía chamánica. Su poder, sándahetaránda, se mide por el alcance de su
saber; es coextensivo con el saber. Ambos términos están en estrecha rela
ción: «el que sabe» forzosamente tiene poder, comenzando por el de «ver»
aunque los dos términos están muy próximos y pertenecen quizá al mismo
complejo semántico («poder», hándiatetanu estaría en efecto construido a partir
del vocablo hándahatia, «saber», seguido del morfema tanu, no identificado),
su relación no es de equivalencia: el poder emana del saber; es su corolario.
Sin embargo, el poder que el chamán acumula durante el ejercicio de su
profesión es de naturaleza diversa según emane de las madres o del maestro
chamán. En efecto, las madres le entregan al aprendiz la parafernalia com
pleta de sus «poderes» (dardos, vestimentas, cigarros mágicos). Por su parte,
el maestro chamán le hace ingerir varias «flemas» que le dan la fuerza para
resistir las pruebas que jalonarán su iniciación y le suministra un primer
ejemplar de todos sus poderes que las madres multiplicarán de inmediato;
así estará en condiciones de adquirir más poderes. El saberpoder transmi
tido por las madres es activo, de «intervención», mientras que el legado por el
maestro chamán es más pasivo, de «resistencia». De modo que es posible
comparar las madres con el maestro chamán en base al poder:
El poder del chamán descansa, tal como acabamos de ver, sobre su saber
y se expresa en su capacidad de actuar sobre los seres y las cosas que lo
rodean. Pero para tener los medios de su poder, el chamán necesita la po
tencia, la «fuerza», harie, que depende directamente de la cantidad de armas
o de poderes que guarda en su interior, en el estómago. Estos poderes son en
primer lugar los auxiliares, las flemas que le hace ingerir el maestro chamán
CONCLUSION 329
y los dardos, cigarros y ropas mágicas que le entregaron las madres durante
su iniciación. Cuantos más posee, más poderoso es y más medios tiene
para ejercer su poder. Un chamán despojado de sus poderes es designado
con el vocablo ndeñu, «muerto», pues es vulnerable al menor ataque por par
te de sus rivales. Además, el temor que suscita el chamán debido a sus
contactos prolongados con los espíritus, y al que nos hemos referido en di
versas oportunidades, le confiere a su poder una cierta autoridad. No obs
tante, la autoridad del chamán no es una autoridad de derecho (no es otorga
da al principio y no es constitutiva de la institución) sino de hecho.
Sin embargo, no deberíamos confundir el poder del chamán con el hipoté
tico poder del jefe. A diferencia del chamán, el jefe no ejerce ningún control
sobre la sociedad y carece de autoridad. El escaso poder del que goza surge de
hecho más de sus dones personales (talento para la oratoria, fuerza física)
que de su saber propiamente dicho . Por lo demás, entre los Yagua la jefatu
1
ra se transmite del padre al hijo menor, independientemente del saber del
candidato. El poder del jefe depende entonces de sus cualidades personales
mientras que el del chamán se constituye a partir de un saber.
Ver, saber, poder... son por consiguiente tres nociones esenciales al
chamanismo yagua y al sistema simbólico que lo sustenta. Reconstruyen a
nuestro modo de ver la trayectoria a partir de la cual se ordena todo el accio
nar del chamán en esta sociedad.
Al término de este trabajo intentaremos destacar un cierto número de ras
gos característicos del chamanismo yagua que deberían brindar, mediante
la confrontación de datos, elementos para una comparación a nivel
amazónico, incluso más allá.
Tal como lo señalamos en las páginas anteriores, el chamanismo yagua
se basa en gran medida en la utilización de alucinógenos que representan
la vía de acceso a conocimientos sobre los que descansa el sistema de pen
samiento indígena. Al develar el sentido oculto de las cosas, los alucinógenos
se hallan en el centro de la experiencia chamánica, pero pierden su impor
tancia una vez que se ha adquirido el saber. De modo que figuran como uno
de los elementos constitutivos del universo intelectual de esta sociedad.
Por otra parte, parece posible sostener la hipótesis de una correlación
entre el empleo de alucinógenos y el carácter voluntario, decidido, del fenó
meno chamánico entre los Yagua. En efecto, hemos mostrado la parte im
portante acordada a la búsqueda voluntaria en el modo de reclutamiento. Es
muy probable que la ingesta en cantidades controladas de psicotropos natu
rales tenga una función decisiva en la búsqueda individual. Y postularé,
A falta de poder, el jefe detenta prestigio, que depende de la frecuencia con la que
1
organiza las fiestas de bebida.
330 CONCLUSION
como segunda hipótesis, este último factor para caracterizar a un cierto tipo
de chamanismo sudamerindio y distinguirlo de otras formas de chamanismo,
como por ejemplo del chamanismo siberiano, más pasivo y sometido a la
elección de los dioses.
Además me resulta de especial interés destacar entre los Yagua el carácter
activo de la institución y el aspecto aparentemente libre del reclutamiento de
chamanes, lo que invalida al mismo tiempo las interpretaciones psicopatológicas
que por lo general se basan en ejemplos asiáticos o norteamericanos, en pue
blos donde los fenómenos chamanicos son más bien «impuestos» (imposibilidad
de rechazar el llamado del cielo) y anunciados por la «enfermedad». Entre los
Yagua, no existe la enfermedad preiniciática, ni el llamado sino la voluntad, el
deseo personal de convertirse en chamán. Estamos muy lejos del chamanismo
como «religión de llamado». A pesar del carácter voluntario y libre de las motiva
ciones del candidato, podemos pensar que en la práctica estará sometido, como
todo individuo, a la influencia de su ámbito social. Si bien entre los Yagua el
surgimiento del chamán no le debe nada a un «llamado del cielo», parece más
bien responder a un «llamado social».
Según se señaló anteriormente, el chamanismo yagua, como cualquier
otro chamanismo, se apoya también en la utilización de espíritus auxilia
res. Cada chamán cuenta con un número variable de espíritus y de almas
que le brindan protección y asistencia en caso de peligro y sobre los que se
funda lo esencial de su fuerza. Tomada en un contexto más global, la pre
sencia de los auxiliares, como asistentes del chamán, puede revelar el as
pecto difícil y limitante de la práctica chamánica, o al menos indicar que
ésta excede las capacidades de un individuo por más poderoso que éste sea.
No obstante, la relación del chamán con sus auxiliares se inscribe en una
relación de parentesco: el chamán llama «hijos» a sus auxiliares que se
dirigen a él como a un «padre». Este vínculo entre el chamán y sus auxilia
res, idéntico al que une a un padre con sus hijos, debe interpretarse en mi
opinión como la manifestación de la capacidad del chamán para controlar
las fuerzas invisibles, como la expresión de su dominio sobre la naturaleza.
A lo largo de este trabajo hemos insistido en el carácter ambivalente del
chamanismo yagua. En efecto, la idea central sobre la que reposa el fenó
meno instituye un agente responsable en el origen de todo infortunio. El
sortilegio se convierte así en la condición sine qua non de la enfermedad y de
la cura. Por consiguiente, todo chamán es necesariamente curandero y agre
sor a la vez, con una tendencia hacia uno u otro polo en los diferentes mo
mentos de su práctica. Este aspecto se ubica en una representación general
del mundo donde nada es a priori benéfico o malévolo, donde el bien y el mal
no se conciben separadamente y jamás se oponen, sino que se dosifican en
mayor o menor grado. Son las circunstancias y el contexto los que habrán de
determinar la naturaleza de la acción, los que le conferirán al aconteci
miento su coloración benéfica o maléfica.
Si bien la ambivalencia del chamanismo yagua está en el origen del pe
ligro que corren los terapeutas (susceptibles de ser tenidos por responsables
CONCLUSION 331
de los males ajenos y agredidos por los parientes de las víctimas), en ésta
también radica la lógica ascensional del poder chamánico. Cuanto más ri
vales elimine un chamán, más poderoso habrá de ser pues recupera los
poderes de éstos; su posición jerárquica se consolida en forma proporcional
al número de víctimas. Tenemos aquí un paralelo entre el chamanismo y la
guerra, en el sentido en que no sólo la ambivalencia del chamanismo y las
modalidades de la adquisición del poder chamánico generan el conflicto sino
que el chamán, al igual que el guerrero, acumula poder y prestigio a expen
sas de sus víctimas. Tal como en otros tiempos el guerrero se apropiaba de
la fuerza de su enemigo muerto en combate arrancándole los dientes, el
chamán se arroga la fuerza de su víctima al arrebatarle sus poderes mági
cos.
Al paralelo entre el chamanismo y la guerra se agrega otro paralelo: el del
chamanismo y la caza. Si bien en el lenguaje corriente los Yagua utilizan el
término nowónu para referirse al conjunto de prácticas y representaciones
del chamán, a veces emplean el verbo uríánëpu, «cazar», para calificar de
manera más precisa la actividad del chamán. Este acercamiento entre las
ideas de cazar y de «chamanizar» se confirma por una serie de actitudes y
rasgos comunes a ambas prácticas, tal como lo hemos demostrado anterior
mente. Al término de esa comparación, llegamos a la conclusión de que las
dos actividades no pueden concebirse en forma separada entre los Yagua: no
puede evocarse el chamanismo sin evocarse al mismo tiempo a la caza y
viceversa. Los Yagua explican el origen de la mayoría de sus enfermedades
por la introducción en el cuerpo de proyectiles mágicos que en todo sentido
se asemejan a los dardos de caza usados en las cerbatanas. Tanto en un
caso como en el otro se trata de «arrojar dardos»; se realiza el mismo tipo de
acción y en ambas instancias se dirá ránëpu, «envío a cazar». Estas
constataciones me llevan a confirmar la hipótesis compartida por muchos
investigadores según la cual el chamanismo está estrechamente ligado a
la valorización de la caza.
En varias ocasiones a lo largo del texto hemos presentado el chamanismo
como el sitio por excelencia de la transgresión de límites, mostrando en
especial que el chamán escapa a toda tentativa de categorización. En efecto,
los numerosos viajes que emprende a través del espacio y del tiempo no
deben reducirse a simples experiencias individuales sino que deben consi
derarse como otras tantas inmersiones en mundos diferentes y multiples.
Hemos visto al chamán franquear los límites entre los vivos y los muertos y
renacer de sus huesos descarnados en el momento de su iniciación. Me
diante el consumo periódico de poderosos vegetales, intenta traspasar sus
propios límites para alcanzar el sentido oculto de las cosas y a menudo suce
de que se aventura más allá de los límites de su territorio tradicional con
vistas a extender sus conocimientos. Para dominar sus cantos, el chamán
debe aprender el lenguaje secreto de los espíritus yendo más allá de los
límites del lenguaje humano. A veces se dice que el chamán es capaz de
lograr una transmutación sexual. También se supone que es capaz de
332 CONCLUSION
metamorfosearse a voluntad en animales. Por otro lado, el chamán está
poco identificado socialmente; su práctica sobrepasa en gran medida los lí
mites del clan. Su dimensión supraclánica atestigua su capacidad de atra
vesar las categorías sociales. Es además insensible a las enfermedades de
los hombres (exceptuando los envenenamientos) y su muerte se inscribe en
una relación interchamánica. Su posición central en todos los grandes ri
tuales y en los principales actos de la vida cotidiana le hacen desempeñar
un rol primordial como actor social. Estos diversos argumentos confirman
en mi opinión la dimensión transcategorial del chamanismo y corroboran
por otra parte este carácter de alteridad del chamán. Es una de las prerroga
tivas esenciales del chamán, que no comparte con ningún otro miembro de
la sociedad.
Acabamos de decir que el chamán está socialmente poco diferenciado:
su estatus no le procura ventaja material alguna y nada lo distingue exte
riormente de los demás miembros del grupo. Sin embargo, goza de cierta
forma de autoridad en el seno de su grupo de residencia con quien se solida
riza y cuya continuidad asegura en diversos niveles. Un grupo sin chamán
es particularmente vulnerable a las agresiones de los demás y, para prote
gerse, se verá obligado a multiplicar sus desplazamientos. Si bien existe
además por parte del grupo un cierto deseo de mantener al chamán aparta
do por razones inherentes a su función y a su persona, éste se siente forza
do a automarginarse pues con frecuencia es acusado de provocar trastor
nos: se convierte entonces en el blanco preferido de sus rivales. En este
sentido, existe una solidaridad muy fuerte entre chamanes parientes que
se deben asistencia en caso de peligro. Aunque la función principal del
chamán es la de reparar los desórdenes en un sentido amplio, no se debe
minimizar su rol de terapeuta que constituye la base mínima de su profe
sión. En efecto, es según un criterio médico, al concluir su iniciación con
una sesión de curación pública, que es plenamente reconocido nëmara. La
enumeración parcial de las funciones chamánicas (comunicarse con el
mundo no humano, vencer las enfermedades, asegurar la abundancia de
caza y de cosechas, controlar los fenómenos meteorológicos, presidir los gran
des rituales, etc.) bastan para mostrar la variedad de campos cubiertos por
el chamán yagua y, en cierta forma, lo presenta como la «piedra angular» de
la sociedad.
Sin embargo, para abarcar el chamanismo en su totalidad, en toda su
extensión y complejidad, no habría de limitarse a una lectura sincrónica del
fenómeno; también hay que considerar su dimensión diacrónica. El
chamanismo, por definición no hostil al cambio al que se acomoda, se pre
senta sin duda como un sistema en perpetua adaptación a la realidad vivi
da; las inflexiones que toma aquí y allá están ligadas a la situación particu
lar y a la historia íntima de cada grupo. Si bien los Yagua eran antiguamen
te un pueblo guerrero, en la actualidad ya no lo son. El chamanismo se vio
amputado de una de sus funciones determinantes como motor abierto de
guerra. Los Yagua todavía son cazadores pero cada vez menos. En las zonas
CONCLUSION 333
de contacto, el número de chamanes aumenta y la profesión se encuentra
reducida a menudo a su sola dimensión terapéutica. Por su carácter no
dogmático e integrador, y gracias a su dinamismo, el chamanismo es, no
obstante, un elemento de equilibrio para grupos confrontados con profundas
perturbaciones culturales o sometidos a fuertes presiones sociales. Esto ex
plica, por otra parte, el hecho de que haya tenido una repercusión tan am
plia entre los sectores menos favorecidos de la sociedad mestiza, represen
tados por la inmensa mayoría de los ribereños del Amazonas. El ejercicio de
una cierta forma de chamanismo por parte de los mestizos se ha convertido
en un mecanismo de defensa y de identidad particularmente eficaz en el
universo ciudadano. Asimismo, sería interesante analizar esta transforma
ción en una sociedad regional donde la actividad chamánica ya no es cen
tral sino periférica (en el sentido de I. Lewis). Añadamos para concluir que
actualmente se considera que el estudio del chamanismo es necesario para
comprender la génesis de muchos movimientos de resistencia o de recupe
ración cultural en Sudamérica.
ANEXOS
ANEXOS 337
GL OSA R I O 1
Chacapa mborčatuwísonajero de hojas para darle ritmo al trance; utili
zado por el chamán
Chicha bebida de maíz fermentado
Curaca líder político indígena (nivel de la comunidad local)
Fariña mandioca amarga granulada obtenida por tostado
Tierras altas zonas interfluviales (por oposición a tierras bajas:
zonas ribereñas)
1
A continuación del término vernáculo figura el vocablo yagua y la definición usual en
la región.
ANEXOS 339
Trocha nú sendero de bosque
ANEXOS
VOCABULAR I O CHAMANICO
arepa «quema» (incendio del mundo); la historia cósmica de los
Yagua es una sucesión de fines de mundo provocados por
gigantescos incendios.
ariara la «mezcla», mezcla alucinógena.
atituyanu «transformarse»; designa al viaje chamánico.
awatianu envenenamiento: medida de venganza individual emplea
da contra los chamanes.
haa' «boca del agua»: punto de ruptura del árbol mítico, pasaje
mbáhačëra entre, este mundo y el mundo de los orígenes, el de los
primeros ancestros.
sqjačira «cambiar de ropa»: expresión empleada por el chamán
cuando se coloca sus vestimentas mágicas para prote
gerse de la brujería de los demás.
hamëriésa "sueño" descrito como un viaje de las instancias vitales:
asociado al viaje chamánico.
hamwo «madre»: esencia de los seres y de las cosas animadas,
designa también a los espíritus auxiliares del chamán:
anihamwo «mi gente» (mis auxiliares), hamwo significa
además «la gente de...» (tangaranahamwo, «la gente del río
Tangarana»). Asimismo, los Yagua usan hamwo para de
signar al «dueño», al «detentor» de los seres y de las cosas
del mundo (tohamwo, «dueño de los bosques»).
harie «fuerza»; idea de una «fuerza» o «energía» que el chamán
acumula en el transcurso de su profesión, luego de haber
heredado una parte de su maestro bajo forma de «flema»,
worapándi, y que le permite afrontar los obstáculos y con
ANEXOS 341
trolar ciertos fenómenos (hariepándra:« fuerza del curan
dero»; harte nëpuyíra, «fuerza del brujo»).
haštëmara «extraer/sacar»; rástia siwaserimínda:« saco de mi cuerpo
un dardo mágico» (acción de extraer el mal).
hašuwe «cuerpo»: envoltura o «vestimenta» de las instancias vita
les; mbayátu mënasu.
hatanu «el que enseña»; el maestro chamán.
hučanu (mundos, niveles cósmicos): háwa hučanu: «mundo de arri
ba»; hare hučanu: «mundo de abajo», universo del viaje
chamánico.
huñawatia «buscar»: utilizado por el chamán cuando parte en busca
de un espíritu perdido, por ejemplo ráwatia newane'ntu:
«busco el espíritu del enfermo».
huñi nëpanu (coronilla, sincipucio): lugar de partida de los espíritus.
mëránu nëmara«canto chamánico»; existen principalmente los cantos de
llamado, los cantos para enviar daños; mëránu sándu («can
tosoplo»), los cantos de curación: mëránu npënanu, y los
cantos para calentar el cuerpo.
mbayátu «almas» en general o toda cosa invisible a los ojos de los
profanos: nariatu, «alma de día»; noporatu, «alma de noche»;
wosawačitu, «alma de mediodía»; ndeñu mbayátu, «alma
de un muerto»; woči mbayátu, «alma matadora», etc.
mbayátu matátá«llaves mágicas»: todo chamán debe adquirir al menos un
juego negociándolas con sus dueños en el mundo de la
gente de la tierra, para estar en condiciones de liberar en
el momento requerido a los espíritus de los enfermos a
menudo cautivos en las habitaciones subterráneas.
«ropa mágica»: capas mágicas que el chamán se coloca
mbayátu mënasu
en cuanto se siente amenazado (protección).
342 ANEXOS
mbayátu nëkieta
«voz de los espíritus»: registro de voces agudísimas en base
al cual el chamán entona sus cantos (semejante a la voz
de los espíritus).
mbayátu nú «camino de las almas»: vía láctea, también ndusí rëpwiñu,
«camino del embrujamiento».
mbayátu sándipu
«cigarro mágico» del chamán que lo acompaña en todos
sus viajes.
mborčatuwí (sonajero de hojas): instrumento para dar ritmo al viaje
chamánico.
mëkándi sitio de los orígenes, tierra de los primeros ancestros.
mbahačëra
ndeñu «muerto» (un muerto); este término también se aplica al
chamán despojado de sus auxiliares o a un enfermo des
poseído de sus espíritus.
ndusí «embrujamiento»/«soplo».
ne renútara «lo que no se ve», lo invisible (lo que la gente no ve).
nowónu (chamanismo): designa al conjunto de prácticas y de re
presentaciones del chamán.
ANEXOS 343
pwípwí «hijo»: término de parentesco para hijo (vocativo) con el
que el chamán se dirige a sus auxiliares.
ránduyara (relámpago), semejante a un «soplo», rándu; camino de la
gente de la mitad del mundo; arma chamánica poderosa.
renuria «ver», empleado por el chamán durante sus sueños:
hamëriósanëma renú, «veo en mi sueño», en sus alucina
ciones: atítuyanëmu renú, «veo las cosas transformarse», o
también cuando ve realmente: mëtiaranëmu renú, «veo ver
daderamente».
riminda dardo mágico que el chamán conserva en el estómago.
rimíndaha «ropa de dardos mágicos» que protege permanentemente
el cuerpo del chamán.
riminda ráwa veneno mágico originario del lago celeste.
sándahetaránda«el poder» del chamán (de hándiatetanu «poder»)
sándahitara «aprendiz de chamán» (de hándahatia, «saber», «aprender»)
nëmara,
sándatia «el que sabe», el sabio, aplicado a toda persona que posee
un saber.
sándihimia «muerte» (la muerte): simbolizada por el cuerpo fragmen
tado o por la pérdida definitiva de las instancias vitales.
344 ANEXOS
súñoha «esencia de alucinógenos», brebaje alucinógeno (purga).
«vamos a beber la esencia de purga», ingesta colectiva de
súñoha huñahatu
alucinógenos.
súñohato' (o kuwisé), recipiente para dosificar la purga.
worapándi masa viscosa que el chamán extrae de su estómago y que
representa una parte de su fuerza; además constituye el
origen de numerosas enfermedades.
yátamara «susto», miedo que puede provocar la huida de los espíri
tus huñitu/ hunisétu.
345
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Tabla de mitos
El gran chamán primordial, 77
Róntu y runako, 78
La adquisición del tabaco, 94
Cómo el creador les ofreció la inmortalidad a los hombres y cómo éstos la
rechazaron, 115
La iguana y el veneno celeste, 145
Mëkándi mbahačëra (tierra de los primeros antepasados), 168
El incendio del mundo, 172
La lupuna, 175
El ascenso del sol, 184
La gente de la tierra, 195
Bardal y la sirena, 196
Los infortunios de un cazador (historia de noró, demonio del monte), 198
El hombre que desafió a mëndawú, "el de una sola pierna", 200
El cazador y la colpa, 204
La casa de los buitres, 206
Cómo la gentebuitre se transformó y adoptó lo podrido como alimento, 206
Origen de los cóndores, 207
Origen del rayo, 209
Mito de runda' (espíritu de la caza), 210
Cuando las mujeres hicieron volver a los espíritus de la caza, 211
Cómo el trueno desafió a la lluvia para que broten las plantas, 212
Origen de la Luna y de la estrella polar, 214
Origen de la menstruación, 214
Origen de las estrellas, 215
Origen del sol, 216
El camino del sol, 218
rusio, el que detenta la palabra justa, 219
índice de nombres de plantas
Indi ce de m a t e r i a s
Estatua antropomorfa, 99101, 121, 271,344.
203,256,273. Jefatura, 58, 79, 84, 88, 264267, 329.
Estómago (depósito de los dardos y Jerarquía chamánica, 18, 21, 41, 76,
poderes), 6869, 7273, 92, 123, 7980, 155,246,328,331.
145, 149, 159, 233, 268, 270271, Jesucristo, 19, 34.
273274, 328, 343. Jugo de tabaco, 69, 88, 121, 130, 132.
Excrementos, 233, 241, 264, 281283, Llaves mágicas, 72, 194195,226, 341.
302. Locura, 40, 107, 113, 116, 138, 233,
Experiencia alucinógena, 6373, 95, 237, 280, 283, 286, 302, 304310,
116, 137139,272. 344.
Fiestas de bebida, 62, 90, 231, 246. Luna, 184, 214215, 217218, 229, 281.
Flautas sagradas, 170171, 211 212, Madre(s) (de los animales, vegeta
234,238,268, 271,274. les y minerales), 19,64,6671,77,
Flema, 69, 7273, 92, 123, 153154, 101114, 124, 132, 139, 143, 147, 153,
156, 194, 291, 328, 340, 344. 202, 225, 257259. 272, 283, 327328,
Fuego, 110, 114115, 117, 191,217219, 340.
231232,269271,294. Maestro chamán, 75, 92, 121124,
Fuerza (energía), 80, 92, 124, 126, 126,327328,341.
233234, 328, 330, 340. Masa eterna, 1820, 23, 27.
Funerales dobles, 166, 234. Medio cielo (medio mundo), 7071,
Gente sin ano, 71, 111, 146, 187, 191, 189, 209, 226, 270, 281, 343.
193194,226,287,295. Mellizos míticos, 78, 89, 94, 168169,
Guerra, 58, 83, 99, 118, 180, 232, 241, 175179.
245248,251,331332. Mundo subacuático, 18, 21, 23.
Herborista, 157, 311. Olor, 70, 111112, 124125, 128129,
Hermano mayor/menor, 89, 170, 152, 231, 236237, 310.
175. Oeste/Este, 180, 187, 235236.
Huesos, 70, 88, 140, 165, 170, 200 Piedras mágicas, 149, 283.
201,234, 274, 293,331. Pishtaco, 20.
Humo de tabaco, 2527, 6870, 72, Plantas medicinales, 77, 128, 237,
123124, 142, 146, 151153, 157, 311323,343.
197, 231, 233, 267, 284, 342. Poder(es), 69, 73, 122126, 140154,
Incendio del mundo (diluvio), 99, 121, 327329, 343.
126, 169, 172173, 203, 212, 219, Principios vitales (huñitu/ hunisètu),
231232,340. 115120, 138139, 163, 165, 191,
Iniciación chamánica, 6373, 121 218, 228, 270, 302, 305, 341, 344.
156. Rayo, 133, 189, 193,209210,226,230,
Inkarri (mito de), 20. 281,310.
Inmortalidad, 93, 114115, 165, 172, Relator de cuentos, 167, 263, 328.
219,229,231,236. Ritual (funerario), 119, 121, 239, 267,
Intercambio ("compra" con los espí 269,321.
ritus), 72, 146, 150151, 203204, (Iniciación), 170, 212, 267270.
212, 231, 252, 254255, 258, 270 (ñá), 62, 127, 270271, 273, 327.
INDICE 361