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Guerra de los Diez Años (1868-1878)
Guerras de independencia de Cuba
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Guerra de los Diez Años (1868-1878)


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Guerra de los Diez AñosInformación sobre la plantilla
Tropas-mambisascubanas.jpg
Batallón de caballería de las tropas mambisas durante el conflicto de la Guerra de
los Diez Años.
Fecha 10 de octubre de 1868 - 10 de febrero de 1878
Lugar Bandera de Cuba Cuba
Beligerantes
República de Cuba en Armas
Ejército Libertador
Imperio español
Ejército de Operaciones de España en Cuba
Comandantes
Carlos Manuel de Céspedes
Manuel de Quesada
Ignacio Agramonte
Máximo Gómez
Antonio Maceo
José Maceo
Calixto García
Vicente García González Arsenio Martínez Campos
Fuerzas en combate
Cifras inexactas 181.000 (movilizados en toda la guerra)[1]
Guerra de los Diez Años o como se le conoce también Guerra Grande o Guerra del 68
(1868-1878). Fue la primera de las tres guerras de independencia ocurridas en Cuba
en la segunda mitad del siglo XIX con el objetivo de lograr la independencia de la
colonia sobre la metrópoli española. La guerra comenzó con el Grito de Yara, en la
noche del 9 al 10 de octubre de 1868, en la Finca La Demajagua, que pertenecía a
Carlos Manuel de Céspedes, quien reúne a los independentistas cubanos listos a
sublevarse, y libera a sus esclavos invitándolos a unirse a su lucha, pronunciando
el Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba[2]. Con esta primera
acción se iniciaba el periodo revolucionario de Guerras de Independencia de Cuba.

Durante la primera mitad del Siglo XIX la clase esclavista de los terratenientes
cubanos, trató de resolver sus problemas económicos, políticos y sociales a través
de diferentes vías: unas veces fue anexionista y otras muchas reformista; además se
produjeron manifestaciones independentistas, cuyo máximo exponente fue Félix
Varela.

Diferente a las acciones de primera mitad del siglo, esta guerra tuvo un carácter
anticolonialista, antiesclavista y de liberación nacional. Además desde el punto de
vista cultural ayudó a que el sentimiento de nacionalismo se afianzara. Se luchó
por el progreso de la economía y sociedad, por lo que tuvo un carácter
contracultural (procedió de una subcultura que se convirtió en un movimiento
contracultural que trataba de derribar a una cultura hegemónica que representaba
una traba para el desarrollo de Cuba y del mundo).

Durante la Guerra de los Diez Años surgieron grandes jefes revolucionarios, que
jugaron un gran papel histórico en las posteriores guerras y en la definitiva
independencia de Cuba, como José Martí, Antonio Maceo, Máximo Gómez, José Maceo,
Ignacio Agramonte, Calixto García, Vicente García González, entre otros.

Las acciones combativas terminaron diez años más tarde con la Paz de Zanjón o Pacto
del Zanjón[3]. Este acuerdo no garantizaba ninguno de los dos objetivos
fundamentales de dicha guerra: la independencia de Cuba, y la abolición de la
esclavitud.

Sumario
1 Antecedentes
1.1 Movimientos antiesclavistas
1.2 Movimientos reformistas y anexionistas
1.3 Movimientos independentistas
1.4 Cuba en 1868
2 Causas
2.1 Políticas
2.2 Económicas
2.3 Sociales
2.4 Condiciones subjetivas
3 Conflicto armado
3.1 Inicio de la Guerra
3.2 Década de 1870
3.3 Años finales
4 Campañas militares
5 Cronología
6 Véase también
7 Fuentes
Antecedentes
Movimientos antiesclavistas

José Antonio Aponte dirigió la primera conspiración de carácter nacional que


registra la historia de Cuba
Con una población que en 1841 superaba ya el millón y medio de habitantes, la Isla
de Cuba albergaba una sociedad sumamente polarizada; entre una oligarquía de
terratenientes criollos y grandes comerciantes españoles y la gran masa esclava,
subsistían las disímiles capas medias, integradas por negros y mulatos libres y los
blancos humildes del campo y las ciudades, estos últimos cada vez más remisos a
realizar trabajos manuales considerados vejaminosos y propios de esclavos. La
esclavitud constituyó una importante fuente de inestabilidad social, no sólo por
las frecuentes manifestaciones de rebeldía de los esclavos ―tanto individuales como
en grupos― sino porque el repudio a dicha institución dio lugar a conspiraciones de
propósitos abolicionistas.

Entre estas se encuentran la encabezada por el negro libre José Antonio Aponte,
abortada en La Habana en 1812, y la conocida Conspiración de la Escalera (1844),
que originó una cruenta represión. En esta última perdieron la vida numerosos
esclavos, negros y mulatos libres, entre quienes figuraba el poeta Gabriel de la
Concepción Valdés (Plácido). El desarrollo de la colonia acentuó las diferencias de
intereses con la metrópoli.

Movimientos reformistas y anexionistas


Desde finales del siglo XVIII, por primera vez en Cuba, un grupo de hombres nacidos
en tierra cubana se preocuparon por el desarrollo económico del país. Unos
consideraron que para lograrlo era necesario hacer una serie de reformas en la
política que seguía España en la colonia, por lo que se les conoce como
reformistas. El primero que logró que se concedieran estas reformas fue el rico
terrateniente habanero Francisco de Arango y Parreño[4]. Arango convenció al rey y
a sus consejeros de que con el aumento de las riquezas de la colonia también
crecerían los beneficios de España y logró que estos concedieran a Cuba las
siguientes reformas:

Permitir la libre entrada de negros esclavos a Cuba durante dos años.


Autorizar el libre comercio con algunos países.
Autorizar el desestanco del tabaco.

Narciso López era partidario de la anexión de Cuba a EE.UU. Encargó el diseño de la


Bandera y el Escudo Nacional de Cuba.
Estas reformas beneficiaban considerablemente a los ricos terratenientes criollos,
pues podrían producir grandes cantidades de azúcar al contar con suficiente mano de
obra esclava para sus ingenios y podrían vender este producto a otros países. El
desestanco del tabaco beneficiaba, además, a los productores pequeños. El cauto
reformismo promovido por Arango y los criollos acaudalados encontró continuidad en
un liberalismo de corte igualmente reformista encarnado por José Antonio Saco, José
de la Luz y Caballero y otros prestigiosos intelectuales vinculados al sector
cubano de los grandes hacendados.

La rapaz y discriminatoria política colonial de España en Cuba tras la pérdida de


sus posesiones en el Continente, habría de frustrar en reiteradas ocasiones las
expectativas reformistas. Esto favoreció el desarrollo de otra corriente política
que cifraba sus esperanzas de solución de los problemas cubanos en la anexión a
Estados Unidos. En esta actitud convergía tanto un sector de los hacendados
esclavistas que veía en la incorporación de Cuba a Estados Unidos una garantía para
la supervivencia de la esclavitud ―dado el apoyo que encontrarían en los estados
sureños―, como individuos animados por las posibilidades que ofrecía la democracia
estadounidense en comparación con el despotismo hispano. Los primeros, agrupados en
el «Club de La Habana» favorecieron las gestiones de compra de la Isla por parte
del Gobierno de Washington, así como las posibilidades de una invasión «liberadora»
encabezada por algún general estadounidense.

En esta última dirección encaminó sus esfuerzos Narciso López, general de origen
venezolano que, tras haber servido largos años en el ejército español, se involucró
en los trajines conspirativos anexionistas. López condujo a Cuba dos fracasadas
expediciones, y en la última fue capturado y ejecutado por las autoridades
coloniales en 1851.

Movimientos independentistas
Otra corriente separatista más radical aspiraba a conquistar la independencia de
Cuba. De temprana aparición ―en 1810 se descubre la primera conspiración
independentista lidereada por Román de la Luz―, este separatismo alcanza un momento
de auge en los primeros años de la década de 1820. Bajo el influjo coincidente de
la gesta emancipadora en el continente y el trienio constitucional en España,
proliferaron en la Isla logias masónicas y sociedades secretas. Dos importantes
conspiraciones fueron abortadas en esta etapa, la de los Soles y Rayos de Bolívar
(1823), en la que participaba el poeta José María Heredia ―cumbre del romanticismo
literario cubano― y más adelante la de la Gran Legión del Aguila Negra alentada
desde México[5].

Félix Varela, quien nos enseñó primero en pensar, uno de los primeros ideólogos del
independentismo cubano.
También por estos años, el independentismo encontraba su plena fundamentación
ideológica en la obra del presbítero Félix Varela[6]. Profesor de filosofía en el
Seminario San Carlos en La Habana, Varela fue electo diputado a Cortes en 1821 y
tuvo que huir de España cuando la invasión de los «cien mil hijos de San Luis»
restauró el absolutismo. Radicado en Estados Unidos, comenzó a publicar allí el
periódico El Habanero, dedicado a la divulgación del ideario independentista. Su
esfuerzo, sin embargo, tardaría largos años en fructificar pues las circunstancias,
tanto internas como externas, no resultaban favorables al independentismo cubano.

En los años posteriores, la situación económica cubana experimentó cambios


significativos. La producción cafetalera se derrumbó abatida por la torpe política
arancelaria española, la competencia del grano brasileño y la superior rentabilidad
de la caña.

La propia producción azucarera se vio impelida a la modernización de sus


manufacturas ante el empuje mercantil del azúcar de remolacha europeo. Cada vez más
dependiente de un solo producto ―el azúcar― y del mercado estadounidense, Cuba
estaba urgida de profundas transformaciones socioeconómicas a las cuales la
esclavitud y la expoliación colonial española interponían grandes obstáculos.

El fracaso de la Junta de Información convocada en 1867 por el Gobierno


metropolitano para revisar su política colonial en Cuba, supuso un golpe demoledor
para las esperanzas reformistas frustradas en reiteradas ocasiones. Tales
circunstancias favorecieron el independentismo latente entre los sectores más
avanzados de la sociedad cubana, propiciando la articulación de un vasto movimiento
conspirativo en las regiones centro orientales del país.

Cuba en 1868
Hacia 1868 la agudización de las contradicciones existentes en el país hace que el
sector más revolucionario de los terratenientes cubanos se plantee la búsqueda de
una salida por la vía independentista.

El país se encontraba ante una posible crisis sin solución bajo la dominación
española. Por un lado, la existencia de la esclavitud en la industria azucarera se
había convertido en un freno; además, la crisis económica mundial de 1857 y
posteriormente la de 1866, habían dejado de sentir con fuerza sus efectos en la
economía del país al provocar la caída de los precios del azúcar. También afectó a
la economía la supresión casi total de los créditos, en momentos en que se exigía
un intenso proceso inversionista para modernizar técnicamente la producción
azucarera. Sin embargo, España no hacía caso de estas necesidades económicas de la
Isla. Sacudida también por los efectos de la crisis económica, trató de resolver
sus dificultades a costa de sus colonias.

En aquella época, el gobierno español se encontraba enfrascado en algunas aventuras


bélicas con el objetivo de reconquistar territorios latinoamericanos y el costo de
ellas recaía, en gran medida, sobre Cuba. La utilización del presupuesto cubano en
asuntos de interés para la corona española, pero completamente ajenos a las
necesidades de los criollos, era otro de los males emanados de la dominación
española. Las circunstancias de explotación económica en que España mantenía sumida
a la Isla evidencian un agravamiento superior al habitual, que se hacía
particularmente crítico en la zona oriental y central del país.

Las diferencias entre la situación económica de las regiones de Cuba desempeñaron


un papel determinante en la lucha independentista. Las zonas Oriental y del Centro,
con menos ingenios y un reducido número de esclavos, atravesaban por una situación
crítica de endeudamiento y ruina de la mayoría de sus terratenientes, que se
convirtieron rápidamente en partidarios decididos de lucha contra España; no
obstante, esta no era una situación uniforme para todo el territorio, en regiones
como Guantánamo con gran concentración de ingenios y esclavos, del mismo modo que
los ricos terratenientes occidentales asumieron una postura reaccionaria por temor
a que la guerra les hiciera perder sus riquezas.

Otros sectores sociales como los profesionales, pequeños propietarios y


trabajadores libres: artesanos y campesinos, eran más afectados por las condiciones
de explotación colonial y discriminados por ser pobres, criollos y además, por el
color de su piel.

La masa esclava, que hacia 1868 constituía la tercera parte de la población,


soportaba el mayor rigor y carecía de todos los derechos.

La colonia era mantenida como una mera fuente de de ingresos fiscales y los cubanos
estaban desprovistos de todo tipo de derechos políticos. La contradicción entre la
colonia y la metrópoli se hacía cada vez más aguda, colocándose en un primer plano.
El sistema colonial español se había convertido en una insalvable traba para el
desenvolvimiento de Cuba, haciendo imposible que los cubanos vieran otra salida a
los problemas de la colonia que no fuera la lucha abierta por la independencia.

Carlos Manuel de Céspedes fue el iniciador de las guerras independentistas de Cuba.


El Manifiesto proclamado por Carlos Manuel de Céspedes el 10 de octubre de 1868,
permitió comprobar cómo los cubanos de esa época valoraban la situación y porqué se
lanzaron a la lucha.

Cuando un pueblo llega al extremo de degradación y miseria en que nosotros nos


vemos, nadie puede reprobarle que eche mano a las armas para salir de un estado tan
lleno de oprobio (...).
Céspedes y los hombres que lo secundaron declararon su inquebrantable decisión de
transformar la situación existente a través de las armas, como única vía de
alcanzar las libertades económicas, políticas y sociales a que tenían derecho como
pueblo que comenzaba a forjarse como nación. La grave situación que vivía Cuba,
condujo a la decisión de luchar contra la dominación española, y ambos factores
anunciaron el surgimiento de una situación revolucionaria.

El sector más radical y revolucionario de los terratenientes cubanos había


comprendido que para luchar exitosamente contra España por la independencia de Cuba
debía antes darle la libertad a los esclavos y estaba dispuesto a hacerlo. Al
estallar la guerra arrastró tras si a campesinos, artesanos y esclavos, y despertó
el patriotismo fervoroso de estudiantes, profesionales e intelectuales y del pueblo
cubano en general, cuyo sentimiento nacional se hizo realidad concreta e
irreversible en el propio fragor de la lucha contra el dominio de España.

Causas
Políticas
España no permitía a los cubanos ocupar cargos públicos y negaba a los cubanos el
derecho de reunión como no fuera bajo la supervisión de un jefe militar.
Era ilegal formar partidos políticos.
Fracaso de la junta de información de 1887 y con esto la agudización de las
contradicciones colonia-metrópoli unida a la maduración de un pensamiento
independentista con figuras como Félix Varela, José Antonio Saco y otros.
Económicas
Existía la esclavitud, que además de ser cruel era un freno para el desarrollo
económico de la isla, pues el desarrollo de la tecnología hacia imprescindible el
uso de obreros calificados.
Cuba estaba siendo afectada por las crisis económicas de los años 1857 y 1866.
Las regiones occidentales y oriental tenían diferente situación económica. La
región occidental era más desarrollada, tenía más esclavos, mayor producción y más
facilidades de comercio que la zona oriental. Esto hacía que muchos hacendados
orientales se arruinaran.
España imponía altos impuestos y tributos a su antojo, sostenía un rígido control
comercial que afectaba enormemente la economía nacional y utilizaba los fondos
extraídos de la isla para asuntos completamente ajenos al interés de los criollos
como financiar guerras en el continente (más de la tercera parte del presupuesto
nacional).
La comprensión de la necesidad de introducir el trabajo asalariado como única vía
para hacer avanzar la industria azucarera, y esto nunca se lograría bajo el dominio
español.
La economía cubana estaba en crisis, solo algunos avances en la industria
azucarera, el resto de las ramas estaban estancadas. Grandes contradicciones entre
Occidente y Oriente.
Sociales
Marcada división de clases.
La existencia de prejuicios raciales.
No existía la libertad de prensa.
Los esclavos, campesinos, pequeños productores, negros y mulatos libres y otros
sectores son sometidos a una doble explotación: funcionarios españoles y
terratenientes criollos.
Condiciones subjetivas
Los cubanos agrupados en las logias masónicas (única posibilidad permitida a los
cubanos para reunirse), ven la necesidad de enfrentar a España, por lo que inician
el movimiento conspirativo, que agrupan a todos los interesados en lograr la
independencia de Cuba (Oriente, Camaguey y Las Villas). Integran este movimiento
conspirativo: Francisco Vicente Aguilera, Carlos Manuel de Céspedes, Perucho
Figueredo, Ignacio Agramonte, Salvador Cisneros Betancourt, Vicente García, Antonio
Lorda, Eduardo Machado, Miguel Jerónimo Gutiérrez entre otros.

Estas personalidades cuentan con posibilidades económicas, pero se ven afectados


políticamente ya que no tenían derechos y buscan como salida la guerra. De esto se
comprende que no los mueve el factor económico, sino su conciencia patriótica.
Estas personalidades son los llamados terratenientes radicales que fueron los que
iniciaron la lucha a través del movimiento conspirativo, llegando a diferentes
acuerdos en varias reuniones. Aunque están de acuerdo en iniciar la guerra, unos la
querían rápido (Céspedes y orientales) y otros prefieren esperar a que termine la
zafra.

Conflicto armado
Inicio de la Guerra
El movimiento estalló el 10 de octubre de 1868[7], al levantarse en armas el
abogado bayamés Carlos Manuel de Céspedes, uno de los principales conspiradores,
quien en su ingenio La Demajagua proclamó la independencia y dio la libertad a sus
esclavos a través de un manifiesto histórico, en el cual quedaron reflejadas la
decisión, firmeza e ideas del ala más radical de los orientales, que optaron por el
único camino posible para lograr sus aspiraciones, derrotar la metrópoli mediante
la lucha armada. Ese día se pronunció el grito de ¡Viva Cuba Libre!, se enarboló la
bandera y se juró fidelidad a la misma.

Sr. D. Adolfo Castro, Comandante del Batallón de Voluntarios de Puerto Príncipe en


la Guerra de los Diez Años.
Esta acción contó con la participación de 36 patriotas, entre los que figuraron
Manuel Calvar, Bartolomé Masó, Ángel Maestre, Juan Fernández Ruz, Emiliano García
Pavón, Miguel García Pavón, Juan Hall, Luis Marcano, Manuel Codina, Jaime
Santiestéban Garcíni, Francisco Marcano, Félix Marcano, Agustín Valerino, José
Pérez, Rafael Caymari, Francisco Javier de Céspedes, Enrique Céspedes y otros.

El movimiento se conoce como Grito de Yara, debido a que así fue dado a conocer por
las autoridades españolas, pues el 11 de octubre, las fuerzas independentistas se
dirigieron al poblado de Yara, con el objetivo de tomarlo y así demostrar su
decisión de luchar con las armas contra España. Al aproximarse a Yara, al oscurecer
del propio día, Céspedes envió algunos hombres para comunicarle a los españoles sus
propósitos y pedirles que se rindieran sin ofrecer resistencia.

Las autoridades españolas estaban en disposición de aceptar la propuesta. Mientras


Céspedes esperaba la rendición, entraron por el rumbo opuesto algunos refuerzos
españoles procedentes de Bayamo y se atrincheraron en el cuartel, los techos de las
casas y la iglesia. Cuando los patriotas, —que eran unos 200 hombres, de los cuales
solo unos pocos tenían armas de fuego— entraron confiados en el poblado y llegaron
al centro de la plaza, fueron sorprendidos en la oscuridad por las descargas de la
fusilería enemiga.

La tropa cubana se dispersó, y con Carlos Manuel de Céspedes quedaron unos pocos
hombres. Alguien, desalentado por este primer revés, exclamó[8]:

— ¡Todo se ha perdido!
A lo que Céspedes con gran entereza respondió:
— ¡Aún quedan doce hombres: bastan para hacer la independencia de Cuba!
La primera acción de guerra había sido un revés, pero Céspedes con su actitud la
había salvado. Por el encuentro de Yara entre cubanos y españoles se supo en el
mundo que la Revolución en Cuba había comenzado.

La insurrección inicial fue el motor impulsor que transmitió la suficiente energía


a los posteriores levantamientos de Oriente, Camagüey y Las Villas, que trataron de
dar carácter nacional a la lucha armada. El alzamiento de la Demajagua posibilitó,
por primera vez, que blancos y negros compartieran ideales y sacrificios, que
cientos y miles de esclavos fueran liberados por sus propios amos o por los
patriotas insurrectos, que gente de pueblo compartiera honores y responsabilidades
en un plano de igualdad con los hombres de la clase rica.
Mientras los españoles de las ciudades, agrupados en los cuerpos de voluntarios,
sembraban el terror entre las familias cubanas convirtiéndose en un influyente
factor de las decisiones políticas, el ejército colonial avanzaba sobre Bayamo -la
capital insurrecta-, que los cubanos tendrían que abandonar, no sin antes reducirla
a cenizas como expresión de su inclaudicable voluntad revolucionaria. En tan
difíciles condiciones, el movimiento independentista logró unificarse, aprobando en
Guáimaro la constitución que daba lugar a la República de Cuba en Armas.

Década de 1870
El Ejército Libertador Cubano, tras meses de duro aprendizaje militar, alcanzó una
capacidad ofensiva que se pondría de manifiesto en la invasión de la rica región de
Guantánamo por el general Máximo Gómez y las brillantes acciones libradas en las
sabanas camagüeyanas por la caballería al mando de Ignacio Agramonte. Pero este
avance militar se vio lastrado por las diferencias políticas en el campo
revolucionario, las cuales condujeron a la deposición de Céspedes de su cargo de
Presidente de la República (1873) e impidieron el tan necesario apoyo en armas y
medios de los patriotas emigrados.

Una influencia igualmente negativa ejerció la política de hostilidad hacia los


revolucionarios cubanos adoptada por el gobierno de Estados Unidos que, frente a la
gesta independentista, prefirió atenerse a su vieja política confiado en que el
destino de Cuba gravitaría indefectiblemente hacia el dominio norteamericano.

El empuje militar cubano alcanzó su cenit entre 1874 y 1875, primero con la campaña
de Máximo Gómez en Camagüey, jalonada por los victoriosos combates de La Sacra y
Palo Seco y la Batalla de Las Guásimas -donde el ejército cubano derrotó una fuerza
española de más de 4 000 hombres- y la posterior Invasión a Las Villas por las
tropas mambisas al mando del genial general dominicano. Pero el trascendental
avance estratégico resultó desvirtuado nuevamente por las disensiones intestinas
que, al entorpecer la llegada de vitales refuerzos, posibilitaron que la invasión
se empantanase sin conseguir su objetivo de llevar la guerra al rico territorio
occidental de la Isla.

Durante el curso de la Guerra de los Diez Años muchas atrocidades fueron cometidas
por el gobierno español y por los simpatizadores de España. Entre los incidentes
repugnantes perpetrados durante la contienda figuran:

El fusilamiento el 27 de noviembre de 1871 de ocho estudiantes de Medicina por


supuestamente haber rayado la tumba de un periodista español.
La captura en aguas internacionales el 31 de octubre de 1873 y la ejecución en
serie, empezando el 4 de noviembre, de 53 personas, incluyendo el capitán, la mayor
parte de la tripulación y casi todos los insurgentes cubanos, a bordo del Vapor
Virginius.
Años finales
El debilitamiento del esfuerzo independentista coincidió con la recuperación de la
capacidad político-militar española, cuando la restauración monárquica de 1876 puso
fin a las violentas conmociones que habían caracterizado la vida de la península
tras la "revolución gloriosa" (1868) y con la posterior proclamación de la
república.

Como resultado de los sucesivos desastres, el 8 de febrero de 1878 los organismos


constitucionales del Gobierno de Cuba fueron disueltos y las negociaciones para la
paz fueron comenzadas en Zanjón, Puerto Príncipe. El 10 de febrero de 1878, los
términos de paz fueron aceptados por los gobiernos de Cuba y España y la Guerra de
los Diez Años llegó a su fin. Pero un grupo de decididos patriotas, encabezados por
Antonio Maceo, no aceptó tan oneroso pacto, y el aguerrido Lugarteniente General
protagonizó entonces la famosa Protesta de Baraguá, una de las más gloriosas
páginas de la historia de Cuba. Terminó diez años más tarde con la Paz de Zanjón o
Pacto del Zanjón. Este acuerdo no garantizaba ninguno de los dos objetivos
fundamentales de dicha guerra: la independencia de Cuba, y la abolición de la
esclavitud.

Después de esta fallida pero muy importante guerra, hubo otros conflictos menores
como la llamada Guerra Chiquita, que tampoco tuvieron éxito. Finalmente, el 24 de
febrero del 1895, con el Grito de Baire, comenzó la Guerra del 95, que concluyó con
la entrada de los Estados Unidos de América en la guerra en 1898. A esta última
parte de la guerra se le conoce como la Guerra Hispano - Cubano - Norteamericana.

La Guerra de los Diez Años no tuvo un final feliz, influyó en ello un incontrolable
caudillismo y regionalismo desatado entre los cubanos que hicieron fracasar la
unidad y por ende, la independencia.

Campañas militares
Invasión a Guantánamo: era el único territorio oriental que no se había incorporado
a la lucha debido a sus riquezas económicas, por lo que Máximo Gómez decide iniciar
la invasión al territorio en julio de 1871, en esta se destaca la tea incendiaria y
el combate del Cafetal de Indiana en los cuales se destacan los hermanos José y
Antonio Maceo.
Campaña de Gómez en Camagüey: Después de la muerte de Ignacio Agramonte, en el
período de 1873–1874, designaron a Gómez para hacerse cargo de las tropas
camagüeyanas, donde dirigió importantes batallas como la Sacra, Palo Seco, el
Naranjo, Mojacasabe y las Guásimas, causándole en todas ellas grandes bajas al
enemigo. Fue el inicio de la invasión a Occidente.
Invasión a Las Villas: En enero de 1875 Máximo Gómez decide iniciar la campaña a
Las Villas para extender la lucha y consolidar la revolución en la región. A pesar
de los éxitos que obtiene y la labor de Henry Reeve (el Inglesito) se presentan
dificultades, especialmente el regionalismo de los villareños que frenaba el avance
de las fuerzas, provocando el fracaso de la invasión y la renuncia de Gómez.
Cronología
10 de octubre de 1868, Levantamiento de la Demajagua y el Manifiesto del 10 de
Octubre.
11 de octubre de 1868, Ataque a Yara.
20 de octubre de 1868, Ataque y Toma de Bayamo, Letra del Himno Nacional en Bayamo.
4 de noviembre de 1868,Primera carga al machete en Pinos de Baire.
4 de noviembre de 1868, Alzamiento de Las Clavellinas.
26 de noviembre de 1868, Reunión de Minas.
Enero de 1869, Acciones de los voluntarios en La Habana.
11 de enero de 1869, Incendio de Bayamo.
10 de abril de 1869, Asamblea de Guáimaro.
15 de enero de 1871, Deportación de Martí hacia España.
Julio de 1871, Inicio de la Invasión a Guantánamo.
12 de agosto de 1871, Combate del Cafetal La Indiana.
8 de octubre de 1871, Rescate de Sanguily.
1871, Se publica la obra El Presidio Político en Cuba de José Martí.
27 de noviembre de 1871, Fusilamiento de los Estudiantes de Medicina.
1873, Se publica “La República Española ante la Revolución Cubana” de José Martí.
11 de mayo de 1873, Muerte de Ignacio Agramonte en Jimaguayú.
27 de octubre de 1873, Destitución de Carlos Manuel de Céspedes en Bijagual.
9 de noviembre de 1873, Combate de La Sacra.
2 de diciembre de 1873, Combate de Palo Seco.
10 de noviembre de 1874, Combate del Naranjo.
27 de febrero de 1874, Muerte de Céspedes en San Lorenzo.
15 al 19 de marzo de 1874, Batalla de las Guásimas.
6 de mayo de 1875, Cruce de la Trocha.
17 de abril de 1875, Sedición de Lagunas de Varona.
4 de agosto de 1876, Muerte de Henry Reeve en Yaguaramas.
10 de mayo de 1876, Máximo Gómez se retira del territorio.
11 de mayo de 1877, Sedición de Santa Rita.
5 de julio de 1877, Carta de Maceo a Vicente García.
4 de febrero de 1878, Combate de Juan Mulato.
7 de septiembre de 1878, Combate de San Ulpiano.
10 de febrero de 1878, Firma del Pacto del Zanjón.
15 de marzo de 1878, Protesta de Baraguá.
Véase también
Mensaje a las futuras generaciones. El 8 de octubre de 2018 es extraída en el
Cacahual la cápsula con el mensaje a las futuras generaciones, conservado en el
sitio durante 28 años, desde la muerte de Juan Fajardo Vega, el último mambí,
ocurrida el 2 de agosto de 1990. El documento fue leído en La Demajagua el 10 de
octubre de 2018 en la conmemoración nacional por el aniversario 150 del inicio de
las guerras de independencia.
Guerra de los Diez Años en Sancti Spíritus
Guerra de los Diez Años en Placetas
Fuentes
Ramiro Guerra Sánchez (1972). Guerra de los 10[i.e. Diez] años. Tomo II. La
Habana: Editorial Ciencias Sociales, pp. 377
El viaje sin fin de un precioso cascabel. Artículo publicado en el Diario La
Demajagua. Consultado el 19 de diciembre de 2018.
10 de Febrero de 1878 - Pacto de El Zanjón. Efeméride consultada en Radio Cadena
Agramonte el 20 de diciembre de 2018.
Lic. Regla Ma. Albelo Ginnart, Lic. Marta Ma. Valdés López, Prof. Gisela Gallo
González, Mirta Molina Martínez: Historia de Cuba Quinto Grado. Segunda Edición,
2011, p. 77. La Habana: Editorial Pueblo y Educación. ISBN:978-959-13-0343-1
Lic. Regla Ma. Albelo Ginnart, Lic. Marta Ma. Valdés López, Prof. Gisela Gallo
González, Mirta Molina Martínez: Los que deseaban ver a Cuba independiente,
artículo publicado en el libro de texto escolar Historia de Cuba Quinto Grado.
Segunda Edición, 2011, pp. 80-82. La Habana: Editorial Pueblo y Educación.
ISBN:978-959-13-0343-1
Lic. Regla Ma. Albelo Ginnart, Lic. Marta Ma. Valdés López, Prof. Gisela Gallo
González, Mirta Molina Martínez: Los que deseaban ver a Cuba independiente,
artículo publicado en el libro de texto escolar Historia de Cuba Quinto Grado.
Segunda Edición, 2011, pp. 78-80. La Habana: Editorial Pueblo y Educación.
ISBN:978-959-13-0343-1
Lic. Regla Ma. Albelo Ginnart, Lic. Marta Ma. Valdés López, Prof. Gisela Gallo
González, Mirta Molina Martínez: Historia de Cuba. Quinto Grado. Segunda Edición,
2011, p. 90. La Habana: Editorial Pueblo y Educación. ISBN:978-959-13-0343-1
Lic. Regla Ma. Albelo Ginnart, Lic. Marta Ma. Valdés López, Prof. Gisela Gallo
González, Mirta Molina Martínez: Historia de Cuba. Quinto Grado. Segunda Edición,
2011, p. 92. La Habana: Editorial Pueblo y Educación. ISBN:978-959-13-0343-1
Colectivo de autores (2000): Historia de Cuba. La Habana: Pueblo y Educación, 2000.
Colectivo de autores: Enciclopedia digital «Historia militar de Cuba (1510-1868)».
La Habana: Centro de Información para la Defensa. MINFAR, sin año.
Torres Cuevas, Eduardo; y Vega Loyola, Oscar (2001): Historia de Cuba (1492-1898).
Formación y liberación de la Nación. La Habana: Pueblo y Educación, 2001.
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