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BATERIA DE POEMAS

Profesor: Rodrigo Córdova Valdés


Asignatura: Taller de Literatura

Tentativa de celos
Marina Tsvetaeva

¿Cómo te va la vida con otra?


Más fácil, ¿verdad? Golpe de remo.
¿Cuándo -¿pronto?-
por un puente seguro
se alejó de ti el recuerdo

de mí, una isla que flota?


(En el cielo, no en el agua.)
Almas. No amantes,
sino hermanas son nuestras almas.

¿Cómo te va junto a una simple mujer?


¿Sin divinidad alguna?
Tras haber derrocado a tu reina
(tú mismo privado del trono),

¿cómo vives?, ¿te preocupas?,


¿te enfadas? ¿Cómo estás al levantarte?
Con ésa que te ha atado al cuello
su tributo inmortal, el tedio, ¿cómo te va,
pobrecito mío?

«-Estoy harto de convulsiones, de dolor:


voy a agenciarme un hogar.»
¿Cómo te va con cualquiera,
a ti, que fuiste elegido por mí?

¿Es la comida más comestible?


y si te cansa, mala suerte.
¿Cómo puedes vivir con un idolillo,
tú, digno antes del Sinaí?
¿Cómo vives con ésa, tan distinta a nosotros?
¿Una extranjera, costilla de tu pecho?
¿La vergüenza, ese azote de Zeus,
aún no te ha herido la frente?

¿Cómo te va la vida? ¿Estás sano?


Y las musas, ¿te llaman aún a veces?
Y la dicha, ¿se hace ver? ¿Alguna vez?
¿Y esa llaga inmortal -la conciencia-
qué, mi pobre?

¿Cómo vives con un producto


del mercado? ¿Pesa mucho?
Tras el mármol de Carrara,
¿cómo te va con una prótesis de yeso?

Del mismo bloque tallamos a Dios,


para romperlo acto seguido.
¿Va bien una cienmilésima,
para ti, que conociste a Lilit?

¿Estás ya harto de esa mercadería novedosa?


Cansado de mi magia,
¿cómo te va con una mujer terrestre
que carece de sextos sentidos?

Venga, con franqueza, ¿son felices? ¿No?


¿Cómo se vive en un abismo
sin profundidad amor mío?
Cuesta, ¿verdad?
¿Te cuesta tanto como a mí con otro?

EL AMOR DESPUÉS DEL AMOR


Derek Walcott

El tiempo vendrá cuando,


con gran alegría,
te saludarás a ti mismo llegando
a tu puerta, en tu espejo,
y cada uno sonreirá a la bienvenida del otro,
y dirá, siéntate aquí. Come.

Volverás a amar al extraño que fuiste tú


Mismo.
Ofrece vino. Ofrece pan. Devuelve tu amor
a ti mismo, al extraño que te amó
toda tu vida, a quien has ignorado
Por otro, que te conoce de memoria.

Recoge las cartas de amor del escritorio,


las fotografías, las desesperadas líneas,
despega tu imagen del espejo.
Siéntate. Celebra tu vida.

Halcón posado
Ted Hughes
 
Estoy en la cima del bosque, cerrados los ojos.
Inacción, ningún sueño falsario
Entre mi corva cabeza y corvas patas;
O dormido ensayo capturas perfectas y como.

¡Que convenientes los árboles altos!


La elasticidad del aire y el rayo del sol.
Me son ventajosos;
Y el rostro de la tierra alzado a mi inspección.

Mis patas están fijas en la áspera corteza.


Se requirió toda la Creación.
Para producir mi pata, cada pluma mía:
Ahora sostengo la Creación en mi pata.

O me remonto, y le doy vueltas despacio –


Mato donde me place porque todo es mío.
No hay sofistería en mi cuerpo;
Mis modales son arrancar cabezas –

La asignación de la muerte.
Pues la sola ruta de mi vuelo es directa.
Y atraviesa los huesos de los vivos.
Ningún argumento postula mi derecho:

El sol esta atrás de mi.


Nada ha cambiado desde que empecé.
Mi ojo no ha permitido ningún cambio.
Voy a mantener las cosas de este modo.
El miedo
Alejandra Pizarnik

En el eco de mis muertes


aún hay miedo.
¿Sabes tú del miedo?
Sé del miedo cuando digo mi nombre.
Es el miedo,
el miedo con sombrero negro
escondiendo ratas en mi sangre,
o el miedo con labio muertos
bebiendo mis deseos.
Sí. En el eco de mis muertes
aún hay miedo.

¿Qué se ama cuando se ama?


Gonzalo Rojas

¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida


o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus
[volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?
 
¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces
de eternidad visible?
 
Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.

Adiós
Gabriela Mistral

En costa lejana
y en mar de Pasión,
dijimos adioses
sin decir adiós.
Y no fue verdad
la alucinación.
Ni tú la creíste
ni la creo yo,
«y es cierto y no es cierto»
como en la canción.
Que yendo hacia el Sur
diciendo iba yo:
«Vamos hacia el mar
que devora al Sol».
Y yendo hacia el Norte
decía tu voz:
«Vamos a ver juntos
donde se hace el Sol».
Ni por juego digas
o exageración
que nos separaron
tierra y mar, que son
ella, sueño y el
alucinación.
No te digas solo
ni pida tu voz
albergue para uno
al albergador.
Echarás la sombra
que siempre se echó,
morderás la duna
con paso de dos...
Para que ninguno,
ni hombre ni dios,
nos llame partidos
como luna y sol;
para que ni roca
ni viento errador,
ni río con vado
ni árbol sombreador,
aprendan y digan
mentira o error
del Sur y del Norte,
del uno y del dos!

Autorretrato
Nicanor Parra
Considerad, muchachos,
Este gabán de fraile mendicante:
Soy profesor en un liceo obscuro,
He perdido la voz haciendo clases.
(Después de todo o nada
Hago cuarenta horas semanales).
¿Qué les dice mi cara abofeteada?
¡Verdad que inspira lástima mirarme!
Y qué les sugieren estos zapatos de cura
Que envejecieron sin arte ni parte.

En materia de ojos, a tres metros


No reconozco ni a mi propia madre.
¿Qué me sucede? -¡Nada!
Me los he arruinado haciendo clases:
La mala luz, el sol,
La venenosa luna miserable.
Y todo ¡para qué!
Para ganar un pan imperdonable
Duro como la cara del burgués
Y con olor y con sabor a sangre.
¡Para qué hemos nacido como hombres
Si nos dan una muerte de animales!

Por el exceso de trabajo, a veces


Veo formas extrañas en el aire,
Oigo carreras locas,
Risas, conversaciones criminales.
Observad estas manos
Y estas mejillas blancas de cadáver,
Estos escasos pelos que me quedan.
¡Estas negras arrugas infernales!
Sin embargo yo fui tal como ustedes,
Joven, lleno de bellos ideales
Soñé fundiendo el cobre
Y limando las caras del diamante:
Aquí me tienen hoy
Detrás de este mesón inconfortable
Embrutecido por el sonsonete
De las quinientas horas semanales.

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