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ambiental
Autor: Diego Mauricio Rojas1
Introducción
1
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Problematización
Entendamos que el hombre es un animal social por naturaleza que, por fuerza de
las circunstancias en las cuales se vio obligado a subsistir, tuvo la necesidad de
socializar con sus semejantes con el fin de protegerse de las inclemencias, de sus
enemigos naturales y facilitar su supervivencia.
Por otra parte, Castoriadis define la política como una actividad colectiva cuyo
objeto es la institución de la sociedad como tal; así, la “dominación de unos por
otros y la legitimación de ese dominio es propia a toda forma de política humana
porque es un hecho aceptado por todos los hombres” (1988, p. 103), pero, sobre
la base de esa relación, se establece legítimamente un todo que es mucho más
que la suma de las partes; en otras palabras: “la sociedad”.
Para Celeste, Max Weber entiende la política como “toda clase de actividad
humana, directiva autónoma […] que trae de suyo la aspiración a participar del
poder y/o influir en el reparto del poder” (2003, p. 4). Es decir, desde Weber, la
política se define estrictamente en función del poder, y es sobre esta perspectiva
de análisis político que se desarrolla la hipótesis planteada al interior de esta
investigación.
Así pues, podemos entender, entonces, que la “Política” no plantea una definición
específica, delimitada o determinada por un concepto o noción espacio temporal
inamovible, sino que, por el contrario, se presenta como asintótica, polisémica,
Por lo anterior, conviene analizar la perspectiva política weberiana, toda vez que,
sobre esta, se estructuran las perspectivas contemporáneas de las ciencias
políticas. El fundamento para analizar el discurso desde la visión de Weber
corresponde a que es precisamente él quien, desde el enfoque político y en
palabras de Giddens (1997), analiza las condiciones que rigieron la expansión del
capitalismo industrial en Alemania, el cual se replicó después al sistema
económico global dada la relación política entre el Estado y el mercado; enfatiza
Giddens en la influencia independiente de lo “político” como algo opuesto a lo
“económico” extractada del pensamiento de Weber.
Según Weber, “La Política” se define estrictamente en función del poder, y este
poder surge, como afirma Balandier (1967, p. 155), de las “disimetrías que afectan
las relaciones sociales”; para Balandier, el poder político estructura y jerarquiza las
Estas referidas disimetrías son capitalizadas por aquellos con mayor rango
jerárquico, mayores niveles de ingreso o mayor capacidad de intervención, por
intermedio de una relación que define Weber (1964) como un “Estado de cosas
por el cual una voluntad manifiesta del dominador o de los dominadores influye
sobre los actos de otros, de tal suerte que en un grado socialmente relevante
estos actos tienen lugar como si los dominados hubieran adoptado por si solos y
como máxima de su obrar el contenido del mandato” (p. 699), esto es, por el
ejercicio del poder.
Según Foucault, “El sujeto está atravesado por relaciones de poder, no puede ser
considerado independientemente de ellas”. Para este autor, entonces, lo
importante es determinar cómo se desarrollan y estructuran esas relaciones de
poder y cómo afectan la vida del sujeto como individuo y como conjunto social; las
relaciones de poder se establecen mediante el ejercicio de poder, toda vez que,
para él: “El Poder existe solamente cuando es puesto en acción” y, en ese sentido,
el ejercicio de poder es “un conjunto de acciones sobre otras acciones” (Foucault,
1982, p. 15).
En ese sentido, para Foucault (2007, p. 76), “el poder es ejercido desde
superestructuras que organizan las mentes (en sistemas de comunicaciones,
redes de información, etc.) y los cuerpos (en sistemas de bienestar, actividades
monitoreadas, etc.)”.
Para Giraldo, “La más alta función de este poder es infiltrar cada vez más la vida,
y su objetivo primario es administrarla” (2006, p. 115); bajo este supuesto, el
Discurso del Desarrollo Sustentable recoge, aglutina, aglomera, armoniza, articula
y sintetiza los diferentes ideales de un nuevo discurso de especie que,
necesariamente, debe ser agenciado desde la individualidad de los sujetos pero
determinado y direccionado por “máquinas” y/o “superestructuras” que, como se
enuncio anteriormente, organizan las mentes en sistemas.
Resalta Herrero (2002) que la idea de cultura “se refiere a los comportamientos
específicos e ideas dadas que emergen de estos comportamientos, y Sociedad se
refiere a un grupo de gente que “tienen, poseen” una cultura”. A partir de esta
reflexión, rescata la propuesta de Clifford Geertz (1957), según lo cual podríamos
definir la cultura vinculada a la sociedad como aquella “trama de significados en
función de la cual los seres humanos interpretan su existencia y experiencia, así
mismo como conducen sus acciones; la estructura social (sociedad) es la forma
que asume la acción, la red de relaciones sociales realmente existentes. La cultura
y la estructura social (sociedad) no son, entonces, sino diferentes abstracciones
de los mismos fenómenos”.
Respecto a las ideologías políticas, plantea Althusser la tesis según la cual Marx
se ve obligado a desarrollar una teoría de las ideologías y que, por lo tanto, en sus
obras: “Se verá entonces que una teoría de las Ideologías se basa en última
instancia en la historia de las formaciones sociales, por lo tanto de los modos de
producción combinados en ésta y de las luchas de clases que en ellas se
desarrollan (Althusser, 1988, p. 27)”.
En el marco del proyecto Ágora, Domínguez & Piedrahita (2008) resumen las
ideologías políticas en cuatro líneas de tiempo relacionadas directamente con las
edades históricas de la humanidad, a saber: Antigua, Media, Moderna y
Contemporánea, para las cuales se destacan, entre otros, el Budismo,
Cristianismo, el Islamismo Religioso, el Hinduismo, el Anarquismo, el Comunismo,
el Conservatismo, el Fascismo, el Islamismo Político, el Liberalismo, el
Nacionalismo, el Nazismo y el Socialismo.
Para distinguir varios grandes grupos desde los cuales pueden comprenderse las
ideologías, los invitamos a revisar el siguiente vínculo:
Texto: Ideología política
El hombre, tal como lo conocemos, vive en relación con otros hombres. No hay
sociedad sin individuos ni individuos sin sociedad. Al reflexionar sobre esta mutua
relación, algunos autores asignan mayor importancia a uno de los dos términos y
colocan al otro a su servicio. Según este criterio, las cuatro ideologías políticas
fundamentales pueden ser divididas en dos grupos: las totalistas, socialismo y
nacionalismo, que priorizan al grupo; y las individualistas, liberalismo y
anarquismo, que dan prioridad al individuo.
Según este criterio, las cuatro ideologías políticas fundamentales pueden ser
divididas en dos grupos: las contrarias a la propiedad privada, socialismo y
anarquismo; y las que están a favor de la propiedad privada, liberalismo y
nacionalismo.
¿Es la Historia un camino gobernado por un sentido, por una ley racional que la
rige y orienta más allá de las decisiones de los individuos y los grupos hacia un
destino de perfección? Muchos lo creen así y piensan y actúan convencidos de
colaborar con el desarrollo que la Historia impone al hombre en cuanto camino de
paulatino perfeccionamiento.
Así mismo ocurre con el pensamiento político, el cual es generado a partir de las
experiencias de vida propias, concepciones culturales, espacios de interacción
social, territorios socialmente apropiados, etc. Dos personas que hacen parte de
una comunidad, de edades similares, condiciones similares y experiencias
similares seguramente podrán compartir una tendencia de pensamiento, pero no
compartirán totalmente una ideología o posición política, dado que su equipaje
sociocultural difiere por la medicación de sujetos, representaciones, imaginarios e
interpretaciones diferentes.
Para el siglo XX, desde perspectivas complejas más elaboradas, diversos autores
promueven la concepción del capitalismo como sistema social histórico,
determinado por características políticas propias, en el marco de condiciones
económicas específicas.
Lo anterior está muy en acuerdo con lo planteado por Werner Sombart rescatado
por Dobb (2005), quien expone cómo en diferentes épocas reinan diferentes
actitudes económicas y cada una de ellas crea su propia organización, en un
esfuerzo por relacionar las diferentes dimensiones que interactúan en el sistema.
Así pues, la primera cuestión que salta a la vista al intentar delimitar el marco de
análisis al hablar de democracia y desarrollo sustentable es que, precisamente, al
hablar de desarrollo sustentable, debemos referirnos al sistema económico de
mercado o sistema económico capitalista, toda vez que, como se detalló
Según Gabaldón, A. (2002, p. 1), “no cabría concebir una democracia liberal sin
una economía de mercado”. Como se plantea a lo largo de este curso, no es
posible concebir un desarrollo sostenible, y menos aún una sociedad, en el marco
de la sostenibilidad sin una democracia plena.
Por un lado, ofrece la oportunidad para que las fuerzas sociales puedan movilizarse
en defensa de la calidad de vida, abogando por un desarrollo sustentable y
emplazando al estado a cumplir sus responsabilidades. Por otro, permite que a
través del debate se tome conciencia y se promuevan cambios de diferente
naturaleza requeridos para alcanzar un desarrollo con tales características (p. 1).
En una breve revisión histórica, los estudiantes pueden comprender cómo la lógica
del mercado en el marco del sistema capitalista está atada necesariamente al
crecimiento económico y a la acumulación constante, teniendo en cuenta que los
mercados son finitos y en algún momento deben saturarse. También, debemos
echar mano de un nuevo concepto: la expansión; para el crecimiento económico
se requiere producción y acumulación, las cuales no podrían existir en un sistema
finito, por lo cual, ante la saturación de un mercado, la lógica capitalista obliga a la
expansión.
En palabras de Guzmán (2010, p. 320), este “texto reconoce que la actual crisis
reviste aspectos económicos, sociales, ambientales, geopolíticos e ideológicos
que se afectan y fortalecen mutuamente”; estos aspectos desbordan la receta de
desarrollo sustentable.
Este nuevo desarrollo deberá trascender la cerca que lo impone como teoría
económica y establecerse como un nuevo paradigma de pensamiento de la
humanidad en su conjunto. Así lo argumentan Max Neef, Elizalde, & Hopenhayn
(1986), quienes invitan a “reconocer la incompletitud e insuficiencia de las teorías
económicas y sociales que han servido de sustento y orientación a los procesos
de desarrollo hasta el presente”.
Así pues, el “Desarrollo” debe ser sustentable para que pueda denominarse como
tal. Cualquier forma de desarrollo que no garantice la sustentabilidad no podrá
entenderse como desarrollo; por ello, la sustentabilidad, como principio, debe estar
implícita en el proceso.
Si bien es cierto que este puede descansar en tres pilares fundamentales, a saber,
lo Ambiental, lo Social y lo Económico, también lo es que deberá establecerse
como base ineludible para la sustentabilidad del proceso de desarrollo la
Dimensión Cultural. Esta dimensión fue aprobada como cuarto pilar del desarrollo
sostenible por la organización mundial de ciudades (CGLU) mediante declaración
de 2010, junto con la Política y la Ética.
Según este marco de reflexión, se infiere que, así como la “Justicia” contempló, en
su tiempo, grandes inconvenientes para su materialización, dada la profunda
subjetividad tanto individual como colectiva que encierra, así mismo, la Ética
deberá establecer acuerdos mínimos que permitan normalizarla y generalizarla en
alguna medida. En palabras de Honneth (2009, p. 113), se trata del “intento de
proceduralizar la Ética”.
Ecopacifismo
Anarcoecologismo
Ecologismo Político
Ecosocialismo
Se trata de una corriente de pensamiento y de acción ecologista que hace suyos los
principios fundamentales del marxismo —debidamente desembarazados de los
residuos productivistas. Para los ecosocialistas, la lógica del mercado y la ganancia,
del mismo modo que el autoritarismo burocrático del supuesto «socialismo real», es
incompatible con las exigencias de la salvaguardia del medio ambiente natural.
Las luchas sociales de finales del siglo XX, de la mano del papel radical ejercido
por las mujeres en la economía de la guerra y de la posguerra, aunado a las
revoluciones político-culturales posteriores a la década de los sesentas, el mayo
francés y los movimientos antirracistas, consolidaron el feminismo como
movimiento social que promovía la reivindicación de los derechos de la mujer.
Para la época, se rescata a nivel mundial la labor desarrollada por Rachel Carson
y su libro “La primavera silenciosa”, en el cual expone magistralmente los efectos
de la industrialización sobre la naturaleza. Gracias a su popularización, permitió la
consolidación de conciencia ambiental y la proliferación de diferentes grupos de
gestión social que procuraban, si bien no disminuir, por lo menos alertar sobre los
efectos ambientales de la industrialización.
Pero fue a partir de la publicación del informe del Club de Roma “Limites del
crecimiento humano” o informe Meadows, en 1972, en que se populariza la
denominada alerta ambiental. Este informe, estrechamente ligado a la posición de
Robert Malthus expuesta en su ensayo “El principio de la población” en 1798 y su
teoría del crecimiento cero, expone la alerta en razón al agotamiento de los
En concordancia con este marco de reflexión, debe contemplarse que así como la
“Justicia” contempló en su tiempo, grandes inconvenientes para su materialización
dada la profunda subjetividad tanto individual como colectiva que encierra; así
mismo la Ética, deberá establecer acuerdos mínimos que permitan normalizarla y
generalizarla en alguna medida, en palabras de (Honneth, 2009, pág. 113) el
“intento de proceduralizar la Ética”.
Así mismo ocurre con bienes naturales específicos, por ejemplo, la tierra. Como
territorio o terreno es un bien cuantificable, pero su utilización es determinada en
función de la utilidad económica que brinda; aunado a ello, no se ha ocupado
totalmente el recurso y permite aun todo tipo de uso.
Este autor considera, respecto del tema del espacio y su relación con el imaginario
del territorio que…
El espacio, como categoría que en una de sus acepciones puede ser sinónimo de
territorio, se construye socialmente y es transformado cotidianamente en los
procesos de vida y de producción y reproducción social. Es construido a partir de los
procesos económicos, sociales, políticos y culturales que lo configuran y desde
donde se co-produce (Sosa, 2012).
Desde la perspectiva política y articulando con los conceptos de poder que hemos
analizado previamente, el territorio se convierte en ese escenario de puja
permanente por la posesión del espacio físico, que, a la postre, contiene recursos
humanos, naturales o de capital y que, tal como propone Mosca, generan poder
político. Por lo tanto, el territorio, como espacio social, está atravesado por
relaciones de poder que lo delimitan y lo estructuran; en concordancia con Sosa
Velázquez (2012):
Desde este supuesto, entonces, podemos afirmar que todos los elementos del
ambiente natural pertenecen al sistema social y, en ese sentido, a partir de ellos
se estructuran sus relaciones de manera que se consolida el entramado entre
naturaleza y cultura. Lo anterior se entiende a partir de la reflexión propuesta por
Galafassi (2000):
Resumen de la unidad
Glosario
Capitalismo: Weber, citado por Dobb (2005, p. 19), define el capitalismo como
aquello “existente donde quiera que se realiza la satisfacción de necesidades de
un grupo humano con carácter lucrativo y por medio de empresas”.
Lecturas complementarias
Bibliografía de la unidad
Bruner, J. (1998). La teoria del desarrollo como cultura. Realidad mental y mundos
posibles, 17.
Castoriadis, C. (1988). Los dominios del Hombre: Las encrucijadas del laberinto.
Barcelona: Gedisa.
González, F., & Valencia, J. (2012). Ecosistema y cultura. Cambio global, gestion
ambiental, desarrollo local y sostenibilidad. Bogota: Pontificia Universidad
Javeriana.
Honneth, A. (2009). Critica del agravio moral. Buenos Aires, Argentina: Fondo de
Cultura Ecinomica de Argentina
Max Neef, M., Elizalde, A., & Hopenhayn, M. (Otoño de 1986). Desarrollo a escala
humana: una opción para el futuro. Recuperado el 26 de marzo de 2010, de
Rodriguez, M., & Herreo, Y. (2010). Ecofeminismo, una propuesta para repensar el
Futuro. CIP- Ecosocial.
Entre sus publicación se encuentra la formulación ambiental del Plan de Desarrollo del
Municipio de Belén de los Andaquies – Caquetá; Cartilla, Programa de educación
sanitaria dirigida a las comunidades indígenas de Alitanen, Courrerow, Samutpanau y
Caraipana de la etnia Wayuu – Alcaldía Municipal de Uribia –Guajira. Artículo de
investigación, Aproximación al análisis de la dimensión política del Desarrollo Sustentable.
Segundo Congreso Internacional de Medio Ambiente. Construido y Desarrollo
Sustentable, M.AC.D.E.S. -2011. Aproximación al análisis político de la sustentabilidad y
breve acercamiento a una teoría alternativa de desarrollo, ponencia presentada en el
quinto congreso Internacional del medio ambiente de desarrollo sostenible. Y, el artículo
Preparatorios para la paz – breve aproximación a las implicaciones del conflicto armado y
del proceso de paz, sobre los recursos naturales, en revista Conección Ambiental, número
3, (2013).