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Revista Internacional de Ciencias

Sociales y Humanidades, SOCIOTAM


ISSN: 1405-3543
hmcappello@yahoo.com
Universidad Autónoma de Tamaulipas
México

ÁLVAREZ BERMÚDEZ, Javier; JUÁREZ ROMERO, Juana


ANÁLISIS PSICOSOCIAL DE LOS FACTORES CONSTITUYENTES DE LA VIOLENCIA
URBANA
Revista Internacional de Ciencias Sociales y Humanidades, SOCIOTAM, vol. XXIII, núm.
1-2, 2013, pp. 199-221
Universidad Autónoma de Tamaulipas
Ciudad Victoria, México

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=65452530009

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Vol. XXIII, N. 1 y 2 (2013) pp. 199-221.

ANÁLISIS PSICOSOCIAL DE LOS FACTORES


CONSTITUYENTES DE LA VIOLENCIA
URBANA
Javier ÁLVAREZ BERMÚDEZ
Universidad Autónoma de Nuevo León, México
Juana JUÁREZ ROMERO
Universidad Autónoma Metropolitana, Iztapalapa, México

RESUMEN
La violencia social es más que la expresión de patologías
individuales; es más bien el resultado de una compleja red de
fuerzas sociales y estructurales. Es también producto del conjunto
de habilidades cognitivas, sociales y evaluativas que aprendemos en
sociedad, y a partir de la cuales hacemos frente a las situaciones que
generan algún tipo de riesgo.
Como afirmara Rouquette, un fenómeno como éste "toma su
sentido dentro una teoría general de la sociedad y de la acción".
Ello supone reconocer los aspectos estructurales y socio-históricos
que posibiliten identificar los factores y conductas de riesgo con el
fin, en nuestro caso, de promover estilos de vida sanos. Es en esta
perspectiva represen tacional que proponemos considerar ejes clave
para el desarrollo de programas de salud comunitaria.
Palabras clave: comunidad, problemas sociales, represen-
tación social, pensamiento social, salud.

PSYCHOSOCIAL FACTORS ANALYSIS


OF CONSTITUENTS OF URBAN VIOLENCE
ABSTRACT
Social violence is more than the expression of individual
pathologies; it is rather the result of a complex web of social and
structural forres. It is also a product of the set of cognitive, social and
evaluative skills that we learn in society and from which we face the
situations that create some kind of risk.
As Rouquette affirms, such a phenomenon "cakes its meaning
wifhin a general theory of society and action". This means
recognizing aspects socio-structural and historical facfors that

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ÁLVARF.7 B., J. y JUÁREZ R., J.

facilitate idenhfication of risk behaviors in arder to, in our case,


promote healthy lifestyles. It is in this represen tational perspectiva
that we propose to consider key axes for the development of
community health programs.
Keywords: Community, social problems, social represen-
tation, social thought, health.

INTRODUCCIÓN

U n reconocimiento que desde siempre hiciera el Dr. Rou-


quette, a los psicólogos sociales mexicanos, es el de su compromiso
con la sociedad, tradición que a diferencia de lo que ocurre en otras
latitudes no hace del desarrollo teórico el centro de su evolución, sino
que centra su atención en los problemas sociales.

En ese sentido, el Dr_ Rouquette valoraba fuertemente el tra-


bajo que se realiza en el ámbito de la psicología social comunitaria. Es
por ello que decidimos realizar nuestra contribución a este número
especial, recuperando nuestra experiencia en comunidad así como
las nociones de pensamiento social y de representación social. Ello
nos permite presentar elementos para un modelo de atención a la
salud.

LA COMUNIDAD. UN ABORDAJE PSICOSOCIAL


E n la psicología social, vista como una ciencia que busca la
compresión científica de los fenómenos humanos, la investigación/
intervención con comunidades plantea una serie de exigencias me-
todológicas que van más allá de las dificultades propias de cualquier
trabajo en entornos naturales o de laboratorio.

Para el científico abocado a la intervención comunitaria, el co-


nocimiento y empleo de una adecuada metodología y técnicas de inves-
tigación es el instrumento de análisis y reflexión que le permite identifi-
car lo que está en juego en su práctica, y a través de ambas: la reflexión
y la práctica de desarrollar una ética y eficaz intervención.

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Análisis psicosocial de los factores...

Así, en el diseño de una investigación psicosocial, el científico a


cargo debe poseer una fundamentada y continua asesoría metodológica
que le guíe tanto en su jornada de investigación como en su práctica
comunitaria (Singelis, 1994). Un atinado diagnóstico del problema, pero
sobre todo una buena aproximación a las formas que adquiere el pen-
samiento social en una comunidad, el conocimiento de sus creencias
y valores, sus normas, aspiraciones y hasta sus miedos, constituye un
inmejorable medio de acceder a las formas de organización de las repre-
sentaciones sociales que modelan y guían sus acciones.

De modo que, la intervención en comunidades debe concebir-


se como un proceso continuo de intervención/evaluación, donde cada
fase se convierte en una intervención en si misma, destinada a alcanzar
cada uno de los objetivos intermedios que preceden a la consecución
del objetivo global que anima la elaboración de los proyectos.' Para ello
es necesario conocer y manejar una serie de técnicas y métodos que
abarcan, desde la intuición, la observación sistemática participativa y
no participativa, la revisión bibliográfica, el meta-análisis, entre otros,
con la finalidad inicial de contar con un diagnóstico. Esta primera ac-
ción de diagnóstico nos posibilitará no sólo para documentar lo refe-
rente al tema o problema a abordar, sino sobre todo, para acceder a la
manera en la cual "se piensa" o se representa -por parte de los actores
involucrados- el problema. Nos permite, además, conocer el nivel de
implicación2 de la población en relación con los temas que emergen.
Asimismo, nos brinda la posibilidad de reconocer las representaciones
sociales, estereotipos, normas, etc., que sirven de ejes de interpretación
y acción en relación con un terna u objeto social dado.
Por otro lado, para acceder al estudio y atención de la salud,
recuperamos la noción de pensamiento social, definido como una
forma del conocimiento social de sentido común, producto de aque-
llo que interesa a b gente, de su memoria colectiva, de sus anhelos
y, también, de sus preocupaciones más profundas.3 El pensamiento
social, el "sentido común", es también definido como el pensamien-
to de lo cotidiano, del cual nos proponemos comprender su lógica-
articulación y al cual reconocemos como un producto social.4 Esto
es resultado de las formas propias de la sociabilidad, de su contexto
socio-cultural.

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ÁLVAREZ B., J. y JUÁREZ R., J.

Así, el pensamiento social pone eI énfasis en la construcción


social del conocimiento, establece que en su interior es posible iden-
tificar componentes lógicos y/o contradictorios, ambos funcionales
cuando se identifican opiniones, actitudes o creencias, cuyo sostén
es la funcionalidad social más que la lógica racional. Dicha aproxi-
mación postula también que las opiniones, actitudes, creencias, re-
presentaciones colectivas, representaciones sociales y la ideología
funcionan como un sistema (Rouquette, 1996; Juárez Romero y Rou-
quette, 2007).
De manera que, reconocer las maneras de pensar o represen-
tarse un problema de salud (violencia, alcoholismo, anomia, droga-
dicción, depresión, estrés, etc.) constituye un factor importante, no
sólo en el diagnóstico, sino también en la construcción de su solución
(Álvarez, 2002, 2004).

Se hace necesario, además, señalar que las instituciones de


salud pública consideran a las problemáticas sociales como fenó-
menos capaces de generar daños físicos, discapacidades, muerte, y
enfermedades. En suma, la disminución de la calidad de vida de la
población. Por lo cual han orientado sus estrategias a identificar per-
sonas, grupos y comunidades de alto riesgo, así como al desarrollo
de programas y estrategias de prevención comunitarias (Jencks y Pe-
terson, 1991).

Así las cosas, y dado el dinámico proceso de las problemáti-


cas sociales que viven las comunidades, se requiere de una atención
continua, y es que en muchos casos la ausencia de estrategias insti-
tucionales de atención a éstas y a sus consecuencias, ha dejado a las
comunidades solas en la prevención y atención a sus problemas.

Así, problemas como la desintegración familiar, el desem-


pleo, la drogadicción, etc., que generan consecuencias en la salud,
hacen que la identificación de los factores de riesgo constituya una
tarea importante para guiar las intervenciones que ayuden a su so-
lución (Singelis, 1994). Desde nuestra perspectiva, dichas consecuen-
cias deben ser interpretadas como fenómenos predecibles y, por lo
tanto, prevenibles.

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Análisis psicosocial de los factures...

Entre los factores de riesgo a identificar, destacamos los si-


guientes:

• Identificación de los escenarios prototípicos y los comporta-


mientos específicos de las personas en situaciones de inseguri-
dad, violencia social o familiar, consumo de alcohol y drogas,
suicidio, entre otros. Dicha identificación requiere la obser-
vación y registro de los contextos en los cuales interac-
túan las personas que viven en este tipo de situación, con
la finalidad de reconocer los momentos, temas o tipos de
interacción que hacen vulnerable a las personas, y que
las colocan en una condición de riesgo (Alvarez y López,
1998).

• Identificación de factores de riesgo y áreas de oportunidad para


el mejoramiento de las condiciones de seguridad en el entor-
no social, en colaboración con la comunidad. Igualmente, se
hace necesario el registro e identificación en las comuni-
dades, dada su geografía o diseño estructural, así como
de los sectores propicios para los asaltos o las violaciones.
Dichos espacios geográficos pueden ser identificados y
analizados por los interesados para plantear alternativas
de solución factibles.

• Identificación de los grupos de alto riesgo y las diversas ins-


tituciones sociales que se abocan a su apoyo. Es el caso de
los niños o jóvenes, por ejemplo, que trabajan en la calle,
ante lo cual es importante conocer, para poderlos ayudar,
cuáles son las instituciones públicas y privadas que Ios
pueden apoyar en aspectos puntuales como vestimenta,
pago de estudios, residencia, apoyo económico, etc. Esto
es importante dado que algunas comunidades descono-
cen que existen instituciones con posibilidad de atender
sus problemas.

• Identificación de las ideas, estereotipos, representaciones que


potencian o limitan las áreas de oportunidad para el mejora-
miento de las comunidades. Resulta indispensable conocer
los valores, las normas y las explicaciones que tiene una

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ÁLVAREZ B., J. y JUÁREZ R., J.

comunidad en relación con la problemática social, a sus


adores, a las instituciones encargadas de resolverlo, así
como acceder a su concepción de salud, enfermedad, fa-
milia y comunidad (Álvarez, 1999).
La identificación de estos factores permite coordinar de me-
jor forma los objetivos y recursos con los que se cuenta, para poner en
marcha programas educativos, preventivos y de intervención especí-
ficos. Además, ello nos permite tener un mejor conocimiento de las
causas y los determinantes de los problemas sociales, sus consecuen-
cias en términos de costo social, incidencia patológica, muerte, etc.,
en los distintos grupos sociales.

PROBLEMÁTICAS SOCIALES
Y DESARROLLO URBANO
L os modos de vida social, la accesibilidad a la paz y/o a la
violencia, los riesgos ambientales, los alimentos que consumimos, el
tipo de vida productiva, la distribución de los recursos socioeconó-
micos, el espacio público en el cual se vive y cómo se relacionan las
personas, tienen una influencia nodal en sus comportamientos y ca-
lidad de vida.
En efecto, por más raro que parezca la violencia, también es
resultado de la formas sociales que norman y regulan las relaciones
en sociedad. No es- resultado solamente de la pobreza o de la falta
de acceso a la educación, al empleo, a la salud o la vivienda, sino es
además resultado de las formas socioculturales que definen nuestra
interacción con la realidad (Yunes, 1993).

Es en dichas interacciones donde se construyen relaciones de


dependencia, conformidad y sumisión, o bien de independencia, con-
fianza y respeto a los demás. Interacciones que son modeladas por el
sistema de creencias, normas y valores de la comunidad. Así, la vio-
lencia aparece como resultado de la dinámica social vigente y debe
ser reconocida como tal, y no como expresión individual o de dase.

El contexto sociocultural, el contexto estructural, más el desa-


rrollo urbano, se conjugan y hacen de la violencia expresión y signo

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Análisis psicosocial de los factores...

que caracteriza lo cotidiano, potenciando los comportamientos que


ponen en riesgo la salud de la población.

Ahora bien, aun cuando es necesario reconocer que el desa-


rrollo urbano y las transformaciones económicas han generado diver-
sos cambios y han permitido la evolución positiva de ciertos sectores
y ámbitos de la vida social, también es cierto que han generado zonas
degradadas o pobres (Katz, 1993), frente a las cuales ha imperado una
explicación que deposita en el individuo (perspectiva de clase) toda
la responsabilidad, sin que el sector empresarial o el gobierno desa-
rrollen estrategias de atención eficaces para atender los problemas
derivados de las transformaciones a las cuales ellos han apostado
(VVilson, 1997).

La creación y difusión de herramientas que van, desde las


formas de pensar los problemas sociales, hasta la generación de habi-
lidades cognitivas y prácticas que les permitan enfrentar sus desafíos
no desde la fatalidad producto de la perspectiva de dase, sino desde
un lugar más propositivo, resulta indispensable en este escenario. El
trabajo realizado hasta ahora al interior de comunidades en Monte-
rrey, nos permite identificar tres condiciones que inciden en el estu-
dio, atención y solución a los problemas de salud:
1. La transformación urbana y pobreza. El crecimiento urbano
en las grandes ciudades ha ampliado de manera progresiva
las áreas degradadas, las cuales se definen dásicamente por
niveles de renta más bajas, carentes de servidos públicos
e infraestructura. Es en dichas zonas donde la pobreza ha
encontrado condiciones para permanecer.
2. Una perspectiva de clase. En efecto, en la dinámica
cotidiana de las ciudades, es posible reconocer la existencia
de una perspectiva de clase en sus habitantes, que explica
principalmente las situaciones de pobreza como producto
de la división de clases. Esto genera la convicción de que
las mayores dificultades y los principales problemas se
concentran en las clases bajas. Perspectiva que se alimenta
de las ideas, valoraciones, estereotipos que en torno a la
pobreza, sus características y origen, mantiene la sociedad
y sus instituciones en su conjunto. Desde ella se establece un
esquema de relación entre los que menos tienen y los "otros".

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ÁLVAREZ B., J. y JUÁREZ R., J.

Ideas que son compartidas, tanto por las clases favorecidas


como por las desfavorecidas, y se constituyen en limitantes
para la atención y solución de las problemáticas sociales.

3. Las transformaciones en el mercado de trabajo, los espacios


geográficos, las condiciones económicas y de uso de los
espacios en los últimos tiempos. El desarrollo urbano ha
traído consigo todo este tipo de cambios. Fundamentalmente
destaca en este contexto la pérdida de puestos de trabajo de
baja cualificación en la industria, y su desplazamiento, de los
centros urbanos, a las periferias metropolitanas. Todos estos
cambios de orden estructural tienen un enorme impacto en
las formas cotidianas de interacción y de comunicación, y
trastocan directamente los sistemas de valores y normas de
los habitantes de una ciudad.

Dada la identificación de esta dinámica social, de los saldos


positivos, pero sobre todo de las consecuencias negativas de la trans-
formación urbana, se impone la necesidad de plantear objetivos in-
termedios y operativos para el desarrollo de un modelo de atención
comunitaria de la salud.

De ahí que se proponen tres principios que deben ser consi-


derados en todo programa de salud comunitaria:

1. El clínico-comunitario y salud mental comunitaria. Se


hace necesario, de inicio, desarrollar una perspectiva de
estudio que tenga como objetivo la identificación de las
problemáticas sociales de una comunidad, así como de
Ios factores de riesgo que se desprenden de ellas, para
diseñar programas de atención en salud que proporcionen
elementos y herramientas a la comunidad para enfrentarlas
y resolverlas.

2. El desarrollo del "sentido" de comunidad y de sistemas


sociales; énfasis en el cambio social. Se debe generar un
sentimiento, o bien lograr el reconocimiento de pertenencia
a la comunidad, que posibilite además relacionarse de
manera eficaz (contando con mayores herramientas), con los
diferentes ámbitos (legales, educativos, etc.), vinculados a la
comunidad. Con el objetivo de mejorar la calidad de vida,
aumentando la competencia de los individuos y grupos a

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Análisis psicosocial de los factores...

través de la intervención a nivel comunitario y organizacional,


haciendo énfasis en la importancia de la prevención. Ello
supone identificar el tipo de conocimientos requeridos
de tipo político y legal y las estrategias de intervención
socio-políticas por la comunidad.

3. La ecología social. Se debe también considerar, de manera


responsable, comprometida y ética, los principios derivados
de la ecología y su aplicación (junto con la demografía),
así como la intervención socio-ambiental, con la finalidad
de incrementar la responsabilidad, el sentido de poder y
la percepción sobre la efectividad que tiene cada miembro
de la comunidad en la interacción con su entorno. Se trata
de generar comportamientos responsables con el medio
ambiente pero, sobre todo, incidir en la manera o maneras en
las cuales se "piensa" y conciben las problemáticas sociales y
los factores de riesgo, su atención y su solución. Se apunta al
empoderamiento de las comunidades

Consideramos de primer orden adecuar los programas co-


munitarios a los escenarios específicos en los que son aplicados, lo
cual constituye otra de las características que pueden garantizar su
éxito. Desde este punto de vista, familia, escuela y, en general, todas
las instituciones sociales, son consideradas ámbitos privilegiados de
prevención e intervención social.

En este contexto, la psicología de carácter comunitario parte


del hecho de que el modelo clásico de atención a la salud mental,
caracterizado por la lista de espera y la atención de consultorio, debe
transformarse en un modelo activo de identificación de problemáti-
cas en la comunidad, enfocado a estudiar de forma activa problemas
psicosociales de gran envergadura, como la violencia social, la vio-
lencia familiar y/o el suicidio. Se busca, en síntesis, que Ias transfor-
maciones se den, no sólo en la mente de las personas, sino también en
los roles sociales y en las condiciones de vida de la comunidad.

Para esto se parte de tres dimensiones básicas, que debe aten-


der un programa de salud comunitaria:

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ÁLVAREZ B, J. y JUÁREZ R., J.

1. Dimensión ecológica. Una parte importante en el estudio-


diagnóstico de la comunidad consiste en reconocer las
características de la relación que tienen las personas con
el ambiente físico-químico, biológico y sociocultural de
su entorno, así como de los problemas derivados de dicha
relación. Es decir, las personas construyen casas de block
o ladrillo porque son baratas o porque es lo culturalmente
usado, sin considerar las propiedades térmicas de dichos
materiales y los efectos que puedan tener en su salud. Las
personas de las grandes ciudades siembran árboles, lo cual
implica un costo para ellos; sin embargo, por qué no hacerlo
con árboles frutales, lo cual tendría otros beneficios.
2. Dimensión de participación. Otro aspecto esencial de un
programa comunitario es lograr la participación activa
de quienes integran una comunidad en la construcción,
no sólo de los diagnósticos, sino en la elaboración de las
soluciones. Ello supone incidir en la percepción que tienen
sobre su capacidad de tomar parte en el diagnóstico, diseño
y solución de sus problemas.5 El principio es simple, aunque
no fácil de lograr, se trata de involucrar a las personas, de
brindarles herramientas para que jueguen un papel activo
en la consecución de la salud, y generar en ellos la idea o
convicción de que todas las personas tienen el potencial de
actuar en pro de la salud. Se trata de mediar en la "posibilidad
percibida de acción" de las comunidades.
3. Dimensión de prevención y promoción de la salud. Es
necesario contemplar también, no sólo la atención a ciertas
problemáticas, sino avanzar y planificar para el futuro, de
manera que se haga posible la prevención y, aún más, la
promoción de comportamientos saludables en la comunidad.
Para ello se debe dotar a los individuos de diferentes tipos
de herramientas cognitivas, valorativas y de acción, con el
fin de promover acciones de prevención para evitar que
se produzcan comportamientos que generen problemas
de salud, anticipándose a ellos, a través del estudio de los
factores de riesgo. Aquí, la consideración de factores culturales
en las intervenciones comunitarias es indispensable. Ello
posibilita acceder a los aspectos de orden simbólico y relacional
que atraviesan a una comunidad.

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Análisis psicosocial de los factores...

PENSAMIENTO SOCIAL Y FAMILIA: IDEOLOGÍA,


REPRESENTACIONES, ESTEREOTIPOS
L os cambios sociales y parentales nos han mostrado cómo
la familia no es un fenómeno pasivo en las mutaciones sociales. Por
el contrario, es un actor dinámico que contribuye a definir las formas,
direcciones y detalles del cambio social. En efecto, la familia tiene una
gran capacidad para transformarse, se adapta a las circunstancias. Un
elemento importante a considerar dentro de esto es el referido a los
cambios en el interés que las personas demuestran por los ahora di-
ferentes o no tan homogéneos tipos de vida familiar, y las represen-
taciones que tienen acerca de ello (Álvarez, Castilla y Landero, 2001).
Y es que, junto con las transformaciones de la vida moderna,
también se ha modificado la idea tradicional de la familia, de manera
que hoy contamos con varios modelos de familias. En este contexto,
vale la pena preguntarse qué tanto se ha modificado la representa-
ción de la familia tradicional y si los nuevos tipos de familia consti-
tuyen o pueden constituirse en representaciones. Y es que, a través
de las representaciones que las personas construyen acerca de la vida
familiar, podemos abordar la cuestión como un problema de fraterni-
dad, es decir, de cómo se organizan los vínculos entre las personas y
en función de qué (Álvarez, 1998).

Así, podemos señalar la aparición de conflictos como produc-


to de la situación social que cada familia atraviesa y de las diferentes
representaciones que cada miembro de la familia tiene de la situación
doméstica. Todo ello introduce un cúmulo de presiones que pueden
conducir a cambios que van, desde la disolución de la unidad fami-
liar, hasta un incremento en la cohesión y bienestar de sus miembros.
Las relaciones familiares se ven expuestas a cambios producidos por
el tipo de interacción y los conflictos derivados de ellas, así como las
formas en que las personas lo interpretan y las estrategias que ponen
en juego para afrontar el estrés que de esto se deriva.

Por otro lado, la familia se encuentra enmarcada y es depen-


diente de un contexto social. La familia existe en un particular punto
en la historia de su propia cultura y es la cultura la cual establece va-

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ÁLVAREZ B., J. y JUÁREZ R., J.

lores, recursos y normas de comportamiento (Rouquette, 2002). Estos


valores y roles de comportamiento se encuentran asociados, a la vez,
a aspectos como la clase social, la edad, entre otros. De ahí que tam-
bién factores como el ciclo de vida del individuo, de la familia y los
efectos relacionados con el desarrollo, sean esenciales para compren-
der la forma en que la familia responde ante el conflicto, su patrón y
formas de ajuste (Alvarez, 2003).
En este contexto, pensamos en líneas de investigación que
orienten soluciones para los problemas prácticos que ayuden a las
familias en general y, sobre todo, a aquéllas que están en riesgo. Se
propone un sistema de referencia sobre el cual se puedan generar
interrogaciones y desarrollar métodos para el estudio de familias en
fraternidad y en aquéllas que estén enfrentando conflictos entre sus
miembros. Elementos que sirvan como dispositivo para describir las
relaciones entre diferentes niveles sociales, familiares y psicosociales,
respecto a los tipos de conflicto y soluciones que se generan.

SOCIALIZACIÓN Y SOCIABILIDAD
En el estudio de los "elementos" sociales necesarios a con-
siderar, es pertinente referir al proceso de socialización en la confi-
guración de las funciones asignadas a las personas al interior de la
comunidad, y de la sociedad misma.
La socialización se relaciona con la ideología de una socie-
dad; esto es, con eI conjunto de ideas que sustentan al sistema, que lo
justifican. La socialización se refiere a todos y cada uno de los medios
y elementos a través de los cuales una persona integra e incorpora los
modelos establecidos (Juárez Romero, 2006).

Sin embargo, es necesario precisar, que a la par del proceso


de socialización en el cual el sistema intenta establecer su ideología
en las personas, está el proceso de cómo los grupos sociales que con-
forman la sociedad ven o asimilan esta ideología. No resulta ocioso
decir que ésta no es vista igual en todos Ios grupos sociales; éstos
la interpretan a su manera, objetivándola en prácticas y conductas
sociales específicas. En cuanto a las interpretaciones que hacen los
diversos grupos sociales de las ideas que sustenta la ideología respec-

210
Análisis psicosocial de los factores...

to a la familia, éstas pueden ser "tan diversas" u homogéneas como


lo son las ideas religiosas, políticas, deportivas o artísticas (Jodelet,
1991).

Aquí se hace necesario el reconocimiento de la sociabilidad


como proceso que complementa, alterna o sirve como espacio de
cuestionamiento o refrendo de las ideas o normas establecidas. La
sociabilidad se refiere a todos aquellos espacios de relación e inte-
racción cotidiana, donde el sentido común se discute y se modela,
donde las explicaciones y definiciones que se otorgan a la realidad
son discutidas para ser redimensionadas, confrontadas o discutidas
(Rouquette, 1998).

De forma que no existe un solo un tipo de familia, es decir,


un solo tipo de discurso, simbolismo y conducta familiar, sino que
existirán tantos tipos e ideas de familia como grupos sociales vivan.
Lo que trae como consecuencia que las concepciones respecto a la fa-
milia muden conforme cambia la sociedad y, pese a ello, se preserven
ciertos modelos o características primordiales que tienen un carácter
colectivo, adquirido a través de los roles, valores y normas que regu-
lan a la sociedad.

PERSONALIDAD:
PROTOTIPOS, NORMAS Y VALORES
Está también el componente de la personalidad del indivi-
duo, la cual se forma desde que nace, a través de una relación activa
con el medio material y/o social. Dicha relación se basa en una in-
ternalización de prototipos de normas, valores y creencias sociales
históricamente determinados, los cuales eI individuo asimila, depen-
diendo de sus experiencias y la reconstrucción interna psíquica per-
sonal del mundo que lo rodea.

Las personas se relacionan con su medio procesando constante-


mente los estímulos sociales disponibles en el ambiente. Seleccionando
e interpretando la información disponible, en un proceso de elaboración
de categorías básicas y complejas, cuya función principal es ordenar la
información y hacerla más accesible, a través de condensarla cognitiva-
mente y anclarla socialmente (Moscovici, 1961; Rouquette, 1998). Así, se

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ÁLVAREZ B., J. y JUÁREZ R., J.

construyen complejas formas de organización cognitiva que permiten


construir generalizaciones de clases, planos y rutinas, utilizadas para
orientar sus comportamientos cotidianos.

Dilucidar los comportamientos, así como los razonamientos en


los que las personas sostienen sus acciones, debe incluir la explicación
de cómo el contexto ideológico cultural marca determinados estilos de
vida a las personas y a Ios grupos, así como conocer los niveles de in-
fluencia de los comportamientos alentados por la cultura, los medios de
comunicación y las normas morales.

En este sentido, un factor que ejerce un papel influyente es lo


que se denomina socialmente como caracteres femenino y masculino;
de ahí se derivan, forman y mantienen los estereotipos y prototipos
de los roles sexuales. A nivel social, todo esto repercute sobre los "ob-
jetivos" referidos a las funciones y aptitudes de hombres y mujeres,
influyendo en todas las evaluaciones y expectativas de sus acciones,
de los "otros", de "sí mismos", de "la familia".

El conjunto de normas, valores, prototipos y estereotipos


conforma un sistema de pensamiento, que configura una ideología
que otorga valor, jerarquías y un orden determinado, e indica aquellas
conductas reconocidas como "buenas" versus aquellas reconocidas
como "malas". De ahí derivan ideas como aquélla que indica que ser
un buen padre o una buena madre es algo natural.

LA VIOLENCIA Y EL MALTRATO NO SON


"NORMALES", "NI ADECUADOS"
En efecto, es común considerar que la conducta parental
competente y la motivación para interactuar positivamente con los
hijos, es un fenómeno natural y universal, basado en el mejor interés
de los niños. A aquéllos que no poseen esta habilidad o deseo, se les
podría ubicar en la categoría de abusivos o negligentes, e identificar y
etiquetar como anormales. Una perspectiva alternativa, que evita esta
dicotomía, se basa en un modelo que considera la conducta parental
como un continuo.

En un extremo de ese continuo se encontrarían aquellas prác-


ticas más severas y abusivas hacia el niño; en el otro extremo se en-

212
Análisis psicosocial de los factores...

contrarían los métodos que promocionan su desarrollo social emocio-


nal e intelectual.

De acuerdo con este modelo, el maltrato infantil puede consi-


derarse en términos del grado en que un padre utiliza estrategias de
control negativas e inapropiadas con sus hijos. En ese sentido, algu-
nas formas de maltrato infantil pueden entenderse como el extremo
al que un padre puede llegar en la disciplina que emplea con sus
hijos.

Las revisiones realizadas en relación con las prácticas de so-


cialización en la familia permiten concluir que la educación parental
se encuentra determinada por dos fuentes principales de variabili-
dad: el afecto parental (cariño versus hostilidad) y el control parental
(permisividad versus rigidez).
Se concibe el problema del maltrato físico como la conjun-
ción de una serie de factores. Como factor de riesgo se identifica una
estructura de esquema de rigidez con la disciplina y la conveniencia
del castigo para corregir la conducta, así como habilidades sociales
pobres que llevan a la persona a frecuentes problemas interpersona-
les. Como variables de estado que desencadenan el maltrato estaría
un estado de ánimo deprimido y sobrecarga de problemas consigo
mismo, los demás, la pareja y el niño.
Así, la alta irritabilidad y baja tolerancia al estrés, acompaña-
da de creencias rígidas sobre disciplina, respeto a los padres y necesi-
dad de castigo físico, puede desencadenar la violencia y una pérdida
de control, donde la manifestación llegue a extremos importantes
(Álvarez y Hartog, 2002).

El uso de la racionalización con base en esas creencias dis-


ciplinarias y de desvalorización del niño frente al adulto, junto con
la pobre conciencia emocional, evita la culpa y provoca la repetición
frecuente del maltrato, teniendo ante nosotros, ya no un maltratador
potencial, sino un maltratador de hecho. Además, es probable que ese
tipo de esquemas o creencias rígidas y patrones de reacción se haya
adquirido de la situación de haber sido víctima de algún grado de
violencia familiar.

213
ÁLVAREZ B., J. y JUÁREZ R., J.

CONCEPCIONES EN TORNO AL HOMBRE


Y A LA MUJER
Dentro de la perspectiva representacional, la concepción
prototípica de los estereotipos permite dar cuenta del carácter relati-
vo, no absoluto, de la generalización y diferencia de los atributos de
las representaciones grupales del hombre y de la mujer. Las repre-
sentaciones de éstos constan de aspectos abstractos, generales y de
información sobre el grupo como categoría, así como de información
sobre los individuos que son miembros del grupo.

Por ello, tales representaciones, aun cuando se expresan indi-


vidualmente, en realidad constituyen representaciones ampliamente
compartidas por un grupo o comunidad. Se trata de representaciones
sociales o, incluso, de orden colectivo.

En efecto, la distinción sociocultural entre el hombre y la mujer


que se hace en nuestra sociedad, y que sin duda con algunos matices
ha sido heredada y reproducida en esta región norte del país, cobra
forma a través de un sistema de creencias, valores y normas que se ob-
jetiva en forma de representaciones sociales del hombre y de la mujer,
y que define, o busca hacerlo, cómo debe ser y comportarse un hombre,
y cómo debe ser y comportarse una mujer.

Estas representaciones fungen, entonces, como guías para la


acción al interior de una comunidad (lvloscovici, 1961; Jodelet, 1989;
Álvarez, 1998). En unos casos tales guías serán o buscarán ser segui-
das "al pie de la letra"; en otras serán puestas a discusión mediante la
acción misma; se adecuarán al entorno, recuperando aquello que se
considera como esencial, que es valorado con fuerza o que constituye
realmente el papel del hombre o de la mujer, flexibilizando aquello
que el entorno o una situación particular exige sea adecuado (Alvarez,
Castilla y Landero, 2001). Ello es posible, dada la naturaleza dinámica
de las representaciones sociales.

En suma, una representación no es una simple lista de atri-


butos diagnósticos o medias prototípicas y colecciones de datos indi-
viduales. Una representación da cuenta de los valores, aspiraciones y
objetivos del grupo, al tiempo que brinda alguna relación explicativa,
por sencilla y contradictoria que sea, de sus atributos. Ahora bien, el

214
Análisis psicosocial de los factores...

que un sistema de creencias sea consensual, generalizable, dominante


y distintivo de un grupo cultural, no implica que sea determinante de
la interacción y la percepción social, ni que los sujetos apliquen las re-
presentaciones de la identidad social a su identidad personal de modo
absoluto. Sin embargo, forman parte esencial de todo el fenómeno, mo-
dulan e inciden en alguna medida en las interacciones.

En cuanto al género, si partimos del hecho que en nuestra


cultura las mujeres hacen más uso de las redes sociales, se les "permi-
te" más expresar y compartir su malestar con los otros, y es aceptado
que soliciten ayuda, podríamos suponer que las mujeres tenderían
más a ventilar verbalmente sus problemas. Mientras que en el caso
de los hombres, no es bien visto que expresen debilidad, lo cual lleva
a una conducta centrada en ellos; por consiguiente, tienden a resolver
las situaciones por sí mismos, sin solicitar ayuda.

Lo que se corresponde con los estereotipos de género, donde


se espera del hombre que sea individualista, auto-suficiente, activo,
competitivo, seguro de sí mismo, con mayor motivación al logro y al
éxito, y que la mujer sea expresiva, afectiva, aglutinadora, dependien-
te, etc. Frente a este escenario, resulta una tarea primordial incidir en
la concepción y definición de los estilos de vida del hombre y de la
mujer, los cuales sabemos que culturalmente están determinados a
que las mujeres tiendan más al uso de las diversas instituciones socia-
les, mientras que los hombres tienden a evitarlas.

Estas concepciones se deben transformar, para que ambos


empleen los recursos sociales de que disponen, evitando, al mismo
tiempo, generar una actitud de dependencia de las instituciones y
de sus servidos en las mujeres, y la restricción para que los hombres
acudan a ellas.

PROMOCIÓN DE UN ESTILO DE VIDA SANO


Pensamos que los jóvenes, quienes no poseen las capaci-
dades para afrontar los conflictos en familia, tienden a la atribución
externa para no sentir afectada su auto-estima, y tienden más a la
evitación y eI rechazo de esa situación. Por lo cual es necesario tra-
bajar a nivel comunitario con los jóvenes los temas relacionados con

215
ÁLVAREZ B., J. y JUÁREZ R., J.

la familia, haciendo énfasis en la educación para la resolución de los


conflictos en familia, haciéndoles ver que éstos son inevitables, pero
que el aprender a resolverlos es parte del desarrollo de una educación
integral para la vida en familia.

Hacer ver que se requiere educarse para tener una vida fami-
liar sana; que es esencial, para salir adelante en la vida, mostrarles los
diversos aspectos de Ios estilos de vida sanos, porque en mucho éstos
determinan la calidad de vida.

En un contexto de alta problemática social, podremos trans-


mitir a los jóvenes cuestiones que ellos viven cotidianamente, lo que
hace más factible que los entiendan y los eviten. El conocer cómo se
resuelven los conflictos que se dan en las familias les ayudará a enfocar
su atención a comportamientos amenazantes o agresivos, los cuales
deben ser tomados como indicadores del grado de integración o de-
terioro de las relaciones familiares.

Con referencia a los hábitos familiares, los roles de género de-


ben ser reorientados para romper con los estereotipos fosilizados del
hombre y de la mujer, asir como las consecuencias de esas prácticas,
las cuales están determinadas culturalmente. La gente común funcio-
na con una reducida gama de explicaciones de los fenómenos sociales
(casi siempre intra-individuales), que aplica en función de cómo se
vive una situación de conflicto, Io que determinará la atribución que
elija como su causa explicativa. Es contra esa estrechez "ingenua" de
la interpretación de los fenómenos familiares que debemos educar a
Ios sexos.

Se hace necesario también identificar en qué medida se depo-


sita la autoridad en las familias en personas con problemas de alco-
holismo o drogadicción, lo cual tiene efectos en la toma de posición
y conducta de los otros miembros de la familia ante la autoridad.
Autoridad que es simbolizada en las características de quién la ejerce.
Estamos aludiendo e identificando el tipo de "juez" que tiene cada
familia, a su idiosincrasia, y al efecto que ello tiene en la familia, así
como a la forma en la cual los integrantes acatan, confrontan o trans-
forman la autoridad.

216
Análisis psicosocial de los factores...

Los fines, a mediano y largo plazo, de las políticas de preven-


ción de conflictos familiares que desencadenen en violencia deben re-
sultar de los conocimientos de las implicaciones de la convivencia fami-
liar. Pensamos que una nueva política social en el área de la familia sería
el hacer llegar conocimientos básicos sobre la familia, convivencia, ética
y derechos humanos a toda la población, como un conocimiento edu-
cativo de igual o más importancia que la gramática o las matemáticas.

En suma, es necesario incrementar las estrategias institucio-


nales (educativas, de salud, comunitarias, etc.) y sociales de entrena-
miento para el reconocimiento de los factores de riesgo para la vio-
lencia social.

Asimismo, incrementar las estrategias que tengan como obje-


tivo facilitar el acceso a la salud mental, sobre todo en comunidades
desfavorecidas; revertir el fenómeno de que la mayoría de los profe-
sionales de la salud mental se ubican en Ios núcleos urbanos, en de-
traimiento de la periferia y las zonas rurales, lo que arroja que el ac-
ceso a la salud mental en estas comunidades sea complicado y/o nulo.

Para concluir, recuperamos una frase de Michel-Louis Rou-


quette, sobre la manera en la cual los países desarrollados suelen
conceptuali zar a la violencia y que sintetiza, desde nuestro punto de
vista, lo que intentamos hacer en esta contribución:

"Tratamos a la violencia como si fuera simple y puramente


una cuestión moral. Esa es la mejor manera de no entender nada.
La violencia tiene tanto que ver con la moral, como los microbios o
los huracanes. Estos últimos también son indeseables y desastrosos
y permanecen perfectamente insensibles a la denuncia virtuosa. La
tarea de las ciencias sociales, en este punto, es determinar en primer
lugar las condiciones de aparición de la violencia...

Pero también es necesario unir estos fenómenos, porque to-


dos toman su sentido dentro de una teoría general de la sociedad y de
la acción" (Rouquette, 2005:97).

217
ÁLVAREZ B., J. y JUÁREZ R., J.

NOTAS
1. En la intervención comunitaria podemos diferenciar dos tipos:
la intervención indirecta y la intervención directa. La prime-
ra hace referencia a las actuaciones de los profesionales en el
entorno institucional con el que la comunidad se relaciona,
de las entidades que pueden apoyar la intervención que se ha
planteado. La intervención directa seria la que se lleva cabo en
y con la comunidad, ya que persistentemente tendremos que
buscar la mayor participación posible de la gente para lograr la
puesta en marcha y progreso del programa a través del tiem-
po, en función de las necesidades a resolver y los objetivos tra-
zados. Para lo cual un objetivo fundamental con las personas
de la comunidad es formarlos como agentes de intervención.
Además, toda intervención involucra una forma de evaluación
de acuerdo con las necesidades de la población objetivo: eva-
luación de necesidades, evaluación conceptual, evaluación de
viabilidad, accesibilidad, pertinencia, lógica. Una vez admitida
la funcionalidad de los objetivos y del procedimiento a seguir,
pasaremos a la evaluación de la implementación, cobertura,
transcurso y resultados finales a que da lugar la intervención.
2. Según Rouquette (1998), es posible reconocer el nivel de im-
plicación de los participantes con respecto a un tema u obje-
to a partir de la identificación que hacen del problema o tema
como importante o no, la valorización que hacen del tema u
objeto, y la posibilidad percibida de acción que el o los partici-
pantes "piensan" que tienen con respecto al objeto (Rouquette,
1998:18-20).
3. Ver Rouquette (2009). "Introduction. Qu'est ce que la pensée
sociale?", en Rouquete, M-L., La pensée sociale, Eres, Hors
Collection, pp. 5-10. Ver también Rateau, Ernest-Vintila y De-
louvée (2012) en este mismo número.
4. Por mucho tiempo, la psicología social asumió la tarea de identi-
ficar y validar aquellos comportamientos e ideas sostenidas por
el pensamiento denominado racional y fundado en la "lógica"
positivista, asumiendo que este tipo de pensamiento era "ver-
dadero" y "bueno", y que se oponía al pensamiento resultado
del sentido común. Lo cierto es que más recientemente, de ma-
nera más clara a partir de los años ochenta, se ha reconocido
al pensamiento social, al sentido común como un tipo de pen-
samiento fundado en la lógica social, que más que oponerse
al pensamiento racional lo complementa, y que se caracteriza
por su "pertinencia", que es un pensamiento tan correcto y
válido para la dinámica grupal y social como lo puede ser el
pensamiento racional.

218
Análisis psicosocial de los factores...

5. Recordemos que la tercera dimensión del modelo de implicación


identifica justamente "la posibilidad percibida de acción", la
cual nos permite reconocer en qué medida o grado un actor se
auto-percibe con capacidad de incidir de manera –más o me-
nos– definitiva en la solución de problemas que juzga como
vitales.

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Javier ÁLVAREZ BERMÚDEZ


Doctor en Psicología Social por el Departamento de Psicología
Social y Metodología de las Ciencias del Comportamiento de
la Universidad del País Vasco, España. Profesor-investigador
de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de
Nuevo León.
Líneas de investigación: Efectos psicosociales del modelo so-
cial, hábitos de salud, comportamientos de riesgo, transforma-
ción de las identidades y valores sociales y familiares.
Correo Elec.: jabnl@hotmail.com

Juana JUÁREZ ROMERO


Doctora en Psicología Social por la Universidad Rene Des-
cartes, Paris V, Francia. Profesora-investigadora de la Licen-
ciatura en Psicología Social de la Universidad Autónoma
Metropolitana-Lztapalapa, México, D.F. Integrante del Área
de Investigación y del Cuerpo Académico Psicología Política e
Identidades y de la Red de Memoria Colectiva y Construcción
de Identidades Sociales.
Líneas de investigación: pensamiento social, orígenes de la na-
ción y de la identidad nacional, justicia e injusticia.
Correo Elec.: juarezromero@hotmail.com

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