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Herodes quiso matar a Jesús recién nacido (Mt. 2, 16).

Investiga y sustenta tu
respuesta: ¿Cuáles son los criterios naturales y morales respecto al aborto que
defiende la Iglesia católica?

Antes de explicar la postura de la Iglesia Católica ante la temática del aborto, considero
importante tener un concepto básico y por ende claro de lo que se refiere este término.

En conceptos generales “aborto” no es más que la interrupción voluntaria o involuntaria


del embarazo antes de que el embrión o el feto estén en condiciones de vivir fuera del
vientre materno. Ya desde épocas antiguas ésto existía y era visto de diferentes maneras.

El aborto era al parecer una práctica común y socialmente aceptada como método de
limitación familiar en el mundo Grecorromano; y aunque teólogos cristianos
vehementemente condenaron el aborto, la aplicación de sanciones severas para detener
su práctica recién comenzaron en el siglo XIX.

Personajes importantes, pertenecientes a la Iglesia Católica también opinaban acerca del


acto de abortar: Pío XI , Pío XII en varios discursos, como el que se impartió a la
Sociedad de Médicos Italianos de San Lucas (12 de noviembre de 1944), o Juan XXIII,
condenaban el aborto como homicidio. Asimismo, el Papa Juan Pablo II en la encíclica
Evangelium Vitae, señalaba que “quienes a sabiendas de la pena incurren o
colaboran en un aborto (padres y cómplices sin cuyo apoyo el aborto no se hubiera
realizado) incurren en excomunión inmediata” (llamada en el Código de Derecho
Canónico latae sententiae).

Ya desde el siglo primero, la Iglesia afirmaba la malicia moral de todo aborto provocado.
Así pues, esta enseñanza no ha cambiado; permanece invariable.El aborto directo, es
decir, querido como un fin o como un medio, es gravemente contrario a la ley moral.
Con esto la Iglesia no pretende restringir el ámbito de la misericordia; lo que hace es
manifestar la gravedad del crimen cometido, el daño irreparable causado al inocente a
quien se da muerte, a sus padres y a toda la sociedad. De esta manera, tratado como una
persona desde la concepción, el embrión deberá ser defendido en su integridad, así como
cuidado y atendido médicamente en la medida de lo posible, como todo otro ser humano.

Por su parte, la Escritura precisa lo que el quinto mandamiento prohíbe: “No quites la
vida del inocente y justo” (Ex 23, 7). El homicidio voluntario de un inocente es
gravemente contrario a la dignidad del ser humano, a la regla de oro y a la santidad del
Creador. La ley que lo proscribe posee una validez universal: obliga a todos y a cada uno,
siempre y en todas partes. Incluso, el Concilio Vaticano señala: "Dios, Señor de la vida,
ha confiado a los hombres la insigne misión de proteger la vida, que se ha de llevar
a cabo de un modo digno del hombre. Por ello, la vida ya concebida ha de ser
salvaguardada con extremados cuidados; el aborto y el infanticidio son crímenes
abominables" (Const. "Gaudium et Spes)

En la Declaración sobre el Aborto Procurado de la Congregación para la Doctrina de la


Fe, se comienza por decir que el respeto del don de la vida no se impone sólo a los
cristianos, sino a toda persona razonable y de buena voluntad. Por ello, cabe destacar
destacar que la oposición al aborto no es un tema de religión o impuesto por verdades de
Fe, sino que es un tema biológico, social, político, moral y jurídico. Los católicos, si
vivimos nuestra fe, valoramos en toda su dimensión el drama terrible del aborto como un
atentado contra esta dignidad sagrada.

Esto además es posible corroborar con la ciencia, quien muestra que el feto por más que
dependa transitoriamente, aunque de un modo decisivo del organismo de la mujer para
sobrevivir, es una nueva vida humana, con identidad genética propia. Pero, esta
“dependencia” de supervivencia que tiene la vida humana en el estadio inicial de
desarrollo debe ser interpretada, en realidad, como interdependencia, y no como una
forma de dependencia literalmente, y así evitar caer en la idea errónea al considerar al
aborto como un derecho absoluto de la mujer para decidir sobre la vida o la muerte del
feto.

Finalmente, pese a que algunos intentan justificar el aborto sosteniendo que el fruto de la
concepción, al menos hasta cierto número de días, no puede ser considerado como vida
humana; en realidad, desde el momento en que el óvulo es fecundado se inaugura una
nueva vida que no es la del padre ni la de la madre, sino la del nuevo ser que se
desarrolla por sí mismo. En consecuencia el ser humano debe ser respetado como
persona desde el instante de la concepción, y desde este momento se le deben reconocer
los derechos de la persona y en particular, el derecho inviolable de todo ser humano
inocente a la vida” (E.V., 60)

https://www.aciprensa.com/recursos/los-catolicos-ante-el-aborto-61

http://es.catholic.net/op/articulos/40216/cat/604/aborto-eutanasia-y-religion.html

http://www.unesco.org.uy/shs/red-bioetica/fileadmin/shs/redbioetica/Revista_12/Art7-Michelini-
Revista12.pdf

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