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FACULTAD DE DERECHO
LEVIATAN Thomas Hobbes
Docente : Oswaldo Pablo Lara Rivera

Alumnos : Cruzado Ayay, Jhon.


Chirinos Yacavilca, Mauro.
Hinostroza Huallanca, Jorge.
Leon Cervantes, Raul Jose.
Rivera Pintado, Manuel.
Violeta Prada, Mickeoll Vladimir

Ciclo : I

Lima – Perú
2021
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INDICE

I. INTRODUCCION………………………………………………………………2

II. ¿QUIEN FUE HOBBIES?.................................................................................3

III. ¿ES POSIBLE VIVIR SIN HOBBIES?...........................................................4

IV.ANALISIS DEL LEVIATAN…………………………………………………5

V.CONCLUSIONES………………………………………………………..……18

BIBLIOGRFIA…………………………………………………………………...19
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I. INTRODUCCIÓN

El pensamiento de Thomas Hobbes se puede resumir en una frase: “el hombre es el lobo del

hombre” (HOMO HOMINIS LUPUS), una singular reflexión que hace referencia a conflictos,

pasiones y un deseo de poder insaciable del ser humano; una naturaleza tan compleja, que, de no ser

controlada y canalizada, provocaría que el hombre desborde sus límites, por lo cual surge la

necesidad de buscar a “alguien o algo” que pueda encauzar dicha naturaleza.

Hobbes, a través de su propuesta filosófica, propone que la única forma de canalizar la conducta del

hombre es establecer una sociedad donde un soberano - a quien se transmite este poder mediante el

contrato social - regule la conducta de los hombres y de esta manera cada individuo renuncie a la

condición de guerra de todos contra todos conforme lo establece en su obra el Leviatán.

El Leviatán contiene la teoría del Estado de Thomas Hobbes, que lleva el nombre de la gran bestia

bíblica, y monstruo devorador de los individuos. El Estado lo decide todo bajo un sistema de

concepción autoritaria y absolutista, basada tanto en el principio de la igualdad como en un

pesimismo total ante la naturaleza humana. Para Hobbes, el Estado nace, no para salvaguardar la

libertad del individuo, sino para salvaguardar al individuo de la libertad, que mal encausada lo

llevaría a la ruina... ".

De esta manera, este trabajo pretende analizar, desde la perspectiva de las ciencias de la

comunicación, las ideas de Hobbes (tomando como punto de partida la obra el Leviatán) y plantea el

cuestionamiento ante la premisa de si es posible vivir sin un Estado en donde no haya un sistema de

reglas, dejando al absoluto criterio de los hombres sus acciones en sociedad.

II. ¿QUIÉN FUE HOBBES?

Thomas Hobbes (1588-1679), ateo de convicción, fue uno de los pensadores políticos más

importantes de la historia; reconocido por su obra el “Leviatán”, donde describe los orígenes del

Estado moderno.

Hobbes sostiene que los seres humanos se destruirían si no existiese un poder superior que organice
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y ordene sus conductas en la sociedad, de ahí, su célebre frase "homo homini lupus" (el hombre es el

lobo del hombre) – que lo inscriben claramente en la corriente del "pesimismo antropológico"; - es

decir, en el ámbito de quienes no creen en la "innata bondad" del ser humano y sostienen, por el

contrario, que el hombre librado a su propia voluntad es peligroso incluso para sus semejantes.

En este orden de cosas, es muy probable que, más allá de aciertos y desaciertos, más allá de

argumentos certeros u opinables, lo que menos se le ha querido perdonar a Hobbes es su sinceridad.

De hecho, fue un observador despiadadamente crítico de los acontecimientos de su tiempo y algunas

de las sus descripciones que hace de la realidad de la época son casi brutalmente objetivas.

Hobbes vivió una época de enfrentamientos entre quienes decían que la monarquía era un tipo de

gobierno absoluto aduciendo que la legitimidad de ésta venía directamente de Dios, y los

Parlamentarios, que afirmaban que la soberanía debía estar compartida entre el rey y el pueblo.

Hobbes se mantuvo en una postura neutral.

Su pensamiento filosófico pertenece a la corriente del racionalismo materialista que tiende a explicar

todos los fenómenos observables mediante elementos - o causas - accesibles a los sentidos y a la

razón.

Hobbes sustentaba que el hombre está gobernado por las leyes del Universo y éste se mueve

continuamente para alcanzar sus deseos. Este movimiento se clasifica en dos tipos: de acercamiento

(el hombre siempre se acerca a las cosas que desea) y de alejamiento (el hombre se aleja de las cosas

que ponen en peligro su vida).

Hobbes, plasma todo su pensamiento filosófico en su obra cumbre: “Leviatán” (1651) donde un nos

habla de la naturaleza humana y la forma de organizarse en la sociedad. En el libro explica la

aparición del derecho y de los distintos tipos de gobierno que son necesarios para la convivencia en

la sociedad donde se da un contrato social - acuerdo natural - para reconocer al Estado como un ente

poderoso capaz de gobernar y la sujeción a esos gobiernos de los llamados súbditos.


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III. ¿ES POSIBLE VIVIR SIN HOBBES?

Ante la sinceridad del pensamiento de Thomas Hobbes, nos atrevemos a cuestionarnos sobre la

posibilidad de no vivir con este paradigma en la sociedad, y llegamos a la finalidad de que no es

posible, que es necesario.

A través de la filosofía de Thomas Hobbes (en su libro Leviatán) se explica la necesidad de vivir

sometidos bajo las leyes (civiles); de otra manera no habría sociedad. Es así porque la naturaleza del

hombre cuando se relaciona con otros tiene como finalidad alcanzar sus objetivos en la vida, y no

siempre es una relación pacífica: somos hombres de guerras.

Si no somos capaces de llevar nuestras relaciones entre los miembros de la sociedad (las mismas que

se basan en un proceso de comunicación) de manera pacífica, ¿Cómo podríamos sobrevivir en una

sociedad de conflictos? Por ello, fuimos enfáticos al sostener el “no” como respuesta a nuestra

pregunta.

Si no somos capaces de auto regularnos, ¿Cómo podríamos hacer para alcanzar nuestros objetivos

sin llegar a la autodestrucción?; es ahí que nos apoyamos en el pensamiento hobbsiano: sin ley no

hay organización social.

Pero para que haya leyes debe haber alguien que las dé; aparece el concepto del Estado como

generador y promotor de leyes. El Estado tiene el poder de regular y controlar mediante las leyes la

conducta de los hombres en sociedad.

No hablaremos del Estado ni de su estructura, ni de su organización, sino de esa facultad para

organizar la vida de los hombres en sociedad, y a esa facultad de poder que le hemos dado

renunciando a nuestra libertad de autogobernarnos. En ese sentido, a pesar de reconocer el poder de

dirigir la conducta de los hombres en sociedad, a pesar del Ius Punendi del Estado nos preguntamos:

¿Por qué el hombre por más que mantenga un contrato social con el Estado, sigue quebrantando

dicho pacto e incumpliendo el mandato civil? (hablando en términos de Hobbes cuando menciona a
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las leyes).

Bajo la mirada de Hobbes se puede responder la pregunta: “El hombre, es un ser sediento de poder,

siempre quiere tener más y más y no quiere perder nada de lo que posee. Claro está, que “la

naturaleza hizo a los hombres iguales en cuerpo y espíritu”.

Esta afirmación de Hobbes es cierta. Los hombres siempre queremos más porque somos

individualistas y no pensamos en el colectivo. La filosofía hobbsiana nos orientaría a romper ese

individualismo a través de la “razón” lo que nos hará pensar que no vivimos en un mundo “sólo de

nosotros” sino más bien en un mundo de “todos”, donde la convivencia social es fundamental para el

desarrollo del propio hombre, la misma que se dará a través de normas consensuadas.

Hobbes, trabaja sus reflexiones a partir de la guerra civil inglesa donde observa la brutalidad de la

misma y de cómo sería la vida sin gobierno, en el estado de naturaleza. Por lo tanto, vivir sin

gobierno ocasionaría que cada persona “sospechara de los demás” pasando a vivir un estado de

guerra.

Por ello, renunciamos a nuestro estado natural y a la condición de defendernos (autocomposición de

conflictos) traspasando ese derecho a una autoridad estatal que en consecuencia adquiere el poder de

gobernar.

IV. ANÁLISIS DEL LEVIATAN

El hombre, el gran protagonista de la naturaleza, desarrolla su papel en este contexto a través de una

perspicaz labor que consiste en conocer, investigar, analizar y adaptar este ambiente imaginario a su

entorno.

De esta manera, el hombre refleja su sentido de razón e intuición y es capaz de crear a un ser

artificial, una obra de arte que no es más que la imitación de la propia realidad natural imaginada y

construida con la finalidad de satisfacer los anhelos y vacíos del ser humano.
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En este sentido, este hombre artificial recoge un nombre: Leviatán -que muy a parte de graficar a la

gran bestia que causaba terror y desespero en las historias bíblicas- se presenta como la organización

creada para impartir leyes en el Gobierno, para administrar el equilibrio social y asegurar la unidad y

soberanía nacional, el Estado.

Y es de este modo, que el Leviatán se hace tangible en la vida diaria, acciones y reacciones fomentan

su forma y estructura. Sin embargo, este largo proceso de crecimiento y evolución no se forja en

base sólo a lo que imagina el hombre, sino a la experiencia, avances y tropiezos generados por el

hombre y para el hombre.

DE LAS SENSACIONES

La actuación e intervención del hombre en la realidad se basa en una serie de factores que

previamente son interceptados por sus propios sentidos. Al considerar un accionar nos referimos a un

cambio en la línea singular del camino, un sobresalto, un énfasis fundamentado.

Aunque las sensaciones pueden ser y no son, como pueden no ser, pero son. Una sensación en el

hombre es una pista de múltiples aristas que se ve alterada por la experiencia, la tendencia, la

coyuntura y hasta el clima. De ahí que, en lo posterior, la conformación de un Estado asuma estas

fallas y/o aciertos, sin haber pasado por un efecto directo, sino tan sólo, por una sensación causada

en un momento determinado que tal vez pareció ser y no era.

DE LA IMAGINACIÓN

El poder de la mente, de la recordación y la creación se mantienen presentes en el hombre a pesar de

las diversas influencias que pueden promover su estancamiento o distracción.

Todo sin excepciones en este mundo cumple un papel desde el momento de su creación, y es de este

modo, que su máxima expresión se ve en el movimiento, en su ‘existencia’. Y ya sea por un asunto

de razón o defecto de pensamiento, este movimiento causa un efecto determinante en la memoria

humana, su imaginación y posterior grabación mental.


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De este modo, esta imaginación que hila diversos pensamientos, realidades y situaciones sigue en

constante movimiento y se sumerge hacia su finalidad.

Para la definición de una memoria humana se puede considerar diversos puntos relevantes como:

 Realidad universal, la razón de la vida se ve en el movimiento.

 La memoria, reflejo fiel simple o también complejo, de un recuerdo.

 Los ensueños, es el estado de profundidad onírica en donde la imaginación de aquello


hombres duermen y se hacen visibles las alteraciones y efectos externos.
 Las apariciones y visiones, se crean y confunden dependiendo del estado de ánimo de la
persona. Cada orientación o percepción puede confundir la fantasía con la realidad.
 El entendimiento, consiste en la utilización de un grupo de símbolos y signos con la finalidad
de demostrar comprensión y apoyo intangible hacia un hecho singular.

DE LA CONSECUENCIA O SERIE DE IMAGINACIONES

La imaginación del hombre es constante, no hay un punto inicial o un punto de llegada limitativo,

todo sigue un curso indefinido, aunque en el camino y en el proceso, la orientación y la

determinación juegan un papel importante para la selección de estos pensamientos.

De esta manera, así como existe un discurso valorado debido a la combinación de palabras y

argumentos orales, Hobbes hace énfasis a una práctica particular que es definida como discurso

mental.

Por medio de este enunciado, se rescata la confluencia de ideas y la simbiosis de imaginaciones y

sensaciones que fluyen en nuestro consciente e inconsciente, y que, en conjunto, nos remiten a una

posición acerca de nuestra realidad. Este discurso mental se hace presente en cada momento de

nuestra vida, en asuntos prioritarios como irrelevantes, la mente sigue en movimiento, y con ella, las

ideas y nociones de lo que absorbemos y creamos en nuestro entorno.

Es así que se pueden delimitar dos tipos de discursos mentales:


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 Los discursos sin orientación; que se manifiestan a través de la secuencia desencadenada de


una idea tras otra sin seguir un patrón estricto. Y que en su máxima expresión refleja la
inquietante labor de un Estado que se basa en sus impulsos momentáneos y en el azar.
 Los discursos regulados; que destacan la usanza de proseguir con el ritmo acelerado de
pensar, razonar y analizar como un proceso conjunto, pero que selecciona y jerarquiza antes
de su proceder en la realidad.

Si bien la mente no tiene limitantes en los extremos de nuestra imaginación, da al hombre la

labor de utilizarla fundamentando sus creaciones y diferenciando sus acciones en pro de su

finalidad. El discurso mental sigue en movimiento, pero es finito, el hombre decide en base a

remembranzas (pensamientos anteriores), prudencia (previsiones) y signos (ideas y/o detalles

aprendidos por la experiencia).

DEL LENGUAJE

El hombre perpetúa su marca en la naturaleza a través de sus acciones y emprendimientos, pero en

la sociedad existe una práctica que va más allá del aspecto físico - tangible y se posiciona en el

plano mental, en donde la memoria y la imaginación confluyen para hacer de fantasías y realidades

asuntos eternos lenguaje es considerado por Hobbes como uno de los elementos “más nobles y

provechosos de la invención”, pues es a partir de esta práctica que data desde la creación, que el

hombre ha sabido dar nombre a su imaginación en la realidad, y a la realidad que se ve a través de

su imaginación.

Por medio del lenguaje el hombre perpetuo su pensamiento en el tiempo, se comunica, se diferencia

y refuerza tendencias. A esto último se suma el poder del lenguaje, que no sólo está basado en la

construcción verbal de un ‘qué’, sino a la interpretación y reacción causada mediante el ‘cómo’.

Y es a través del poder del lenguaje que se da razón de los abusos cometidos a través de su práctica.

En el hombre una palabra puede estar sujeta a malinterpretación y puede ser aclarada como también

olvidada. En las cuestiones políticas de toma de decisiones del Estado, una palabra mal usada, o mal

interpretado, no sólo es signo de error, sino que puede ser causante de guerras, conflictos y
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depresiones sociales.

Debido a esto es que es deber del hombre natural recrear en su ambiente natural y en su reflejo del

hombre artificial un sabio uso de definiciones verbales que apoyen el sostenimiento social y

conlleven hacia el fortalecimiento de las relaciones interpersonales.

DE LA RAZÓN Y LA CIENCIA

Desde que el hombre concibe en su mente la multiplicidad de imágenes de situaciones, desde que su

pensamiento se basa en la abstracción, el hombre emprende el camino del raciocinio.

Razonar no sólo es idear y determinar diversas situaciones en la mente, sino que es sumar y

evolucionar a través de la adhesión de conceptos hacia un paradigma mayor. En la realidad, la razón

no se determina con la práctica del pensamiento, sino con la ejecución de acciones o emisión de

opiniones construidos a partir de la suma de diversos estímulos. Como dice Hobbes: “Ni la razón de

un hombre ni la razón de un número cualquiera de hombres constituye la certeza”, y es que la certeza

no se define con la palabra que puede llevar al error (afirmación que no coincide con la finalidad) o al

absurdo (finalidad sin criterio), sino que se hace efectiva a través de la sumatoria de fundamentos, de

bases verbales que se pregonan en base a la profundización del pensamiento.

En tanto, al referirse al término ciencia se designa no sólo a la concepción de una razón

evolucionada. Sino a la efectividad lograda a través del complemento de las definiciones de la

palabra con la utilización de la razón en su máxima expresión.

Es así que la ciencia no sólo se basa en la prudencia (experiencia), sino en la sapiencia (sabiduría), lo

cual sirven de apoyo al hombre para advertir las consecuencias y dependencias de un hecho con

respecto a otro.

La razón es la herramienta, la ciencia es el camino, y la finalidad es la consagración final del hombre

en la sociedad a través del sabio accionar para y con su entorno.


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MOCIONES VOLUNTARIAS CONSIDERADAS “PASIONES” Y TÉRMINOS POR EL

CUAL SE EXPRESAN

La vida del hombre desde que nace está marcada por mociones o accionares, estas mismas determinan

la evolución del ser humano y su convivencia en su realidad. De esta manera las mociones pueden ser

vitales, y están determinadas por el ejercicio de respirar, oler, mirar, etc, que son prácticas que no

implican un adiestramiento o el uso de la imaginación. Y así también, están las mociones animales – o

también denominadas mociones voluntarias, que están compuestas por una serie de registros

conseguidos por medio del aprendizaje y del acto como el habla, comer, caminar, conversar, etc.

Las mociones voluntarias están sujetadas a una serie de efectos externos que delimitan su expresión.

Como definición de las mociones voluntarias hechas por Hobbes, se pueden ubicar a las mociones

como placeres de los sentidos (motivados por el otro), de la mente (expectativas por las

consecuencias), y simples (básicos, inevitables: hambre, amor, alegría).

Por este motivo, se puede enunciar que las mociones se inician con la palabra y siguen hasta su

expresión sujeta a las distintas aversiones provocadas, y a una infinidad de sensaciones extensas que

motivan una deliberación, hasta posicionar un pensamiento en la realidad.

Así también, dentro de este apartado se refiere a la intensidad y al valor de los diversos componentes

abstractos de nuestra mente como admiración, terror, pánico, lástima, vergüenza, crueldad,

confianza, desesperación, los cuales, en mayor o menor medida, delimitarán la regular práctica de

una moción.

La moción nace como esfuerzo, se fortalece a través del apetito o el deseo, y se construye y define a

través de la aversión.

DE LOS FINES O RESOLUCIONES DEL DISCURSO


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En este capítulo Hobbes establece un paralelismo entre juicio y voluntad y entre duda y deliberación.

Se analiza estos componentes determinantes en el discurso mental. Este filósofo sigue una línea

explicativa de los conceptos que preceden al discurso y sus consecuencias.

La opinión, conciencia, creencia y fe son sólo algunos términos que circundan al discurso. Hobbes

también aclara que el mensajero puede diferir del mensaje, pero la fe en la autoridad es más grande

que los cuestiones a un discurso.

DE LAS “VIRTUDES” COMÚNMENTE LLAMADAS “INTELECTUALES” Y DE SUS

“DEFECTOS” OPUESTOS

El autor en este capítulo aborda el término inteligencia y sus implicancias. Hobbes clasifica a las

virtudes en dos clases: naturales o adquiridas. La primera se refiere a la adquisición de talento de

manera empírica. Y en la segunda, el hombre adquiere talento, pero de manera metódica y hasta

científica.

Las pasiones como el poder diferencian a estas virtudes. El talento natural requiere de la celeridad de

la imaginación y la sucesión rápida de un pensamiento. Todo nos lleva a un fin propuesto. El

opuesto de inteligencia se denomina pesadez otros términos como la discreción y su opuesto la

locura son “la cara y sello” del juicio. Agregó que en todo discurso se debe respetar la discreción. Y

es el juicio sin imaginación es talento, pero la fantasía sin juicio no lo es.

Conceptualiza y relaciona las otras virtudes como: prudencia, astucia, y talento adquirido; con sus

defectos como la disipación, rabia, melancolía, palabras sin sentido (discurso) y locura. Sobre este

último punto se tiene dos visiones: las que deriva de las pasiones y los demoníacos.
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DE LAS DISTINTAS “MATERIAS” DEL “CONOCIMIENTO”

Dos clases de conocimiento: de hecho y de consecuencia. El primero se basa en la sensación y en la

memoria (historia natural). Mientras que el segundo es también conocido como ciencia, es decir, un

hecho comprobable y contrastable (historia civil).

DEL “PODER” DE LA “ESTIMACIÓN”, DE LA “DIGNIDAD”, DEL “HONOR” Y DEL

“TÍTULO A LAS COSAS”

El poder es uno de los temas que Hobbes expone con originalidad, aunque luego muchos regímenes

totalitaristas distorsionen su pensamiento para lograr sus objetivos perversos.

Siendo un realista, este filósofo señala que “el mayor de los poderes humanos es el que se integra

con los poderes de varios hombres”. Una premisa idealista que sienta las bases conceptuales del

Estado.

Así la fuente del honor civil está en el Estado. Los hombres deben honrar hasta obedecer a quienes

poseen títulos o poder. De esta idea se desprende la necesidad de un gobierno autoritario porque

los seres humanos serían tan indignos de confianza que únicamente un poder político amenazante los

haría confiables.

Carl Schmitt en su obra “Leviatán en la doctrina del estado de Thomas Hobbes” se parcializa sobre

este pensamiento para argumentar su propia defensa del totalitarismo nazi.

En este capítulo también se justifica a la fuerza y violencia como cosas honorables para lograr el

dominio y la victoria.

DE LA DIFERENCIA DE “MANERAS”

No se refiere a conductas sino a cualidades del género humano para vivir en paz. Hobbes señala que

“la pugna por el poder genera lucha, enemistad y guerra” pero ahí nacen las maneras para reconocer a
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“alguien” superior con el poder suficiente como para ordenar las cosas.

Por manera, el autor se refiere a las cualidades colectivas que aseguran la paz y la armonía en la

convivencia. Pero esta situación de orden o felicidad, no existe de manera estática, sino que una vez

que se consigue se mantiene el movimiento de manera de asegurarla.

"En el afán de saber, y las artes de la paz inclinan a los hombres a obedecer un poder común, porque

tal deseo lleva consigo un deseo de ocio, y, por consiguiente, de tener la protección de algún otro

poder distinto del propio."

Existen quienes buscan poder para considerarse ellos mismo dignos de éste. Y están aquellos que

no pueden tomar decisiones en el poder por no tener suficiente determinación al valorar demasiado

las pequeñas cosas.

Hay personas que obedecen porque desarrollan una especie de dependencia que radica en sus propias

incapacidades.

La ignorancia lleva al saber y este lleva a la ciencia y esta permite a las personas capacitarse para

saber distinguir a quienes se debe obedecer así no ser engañadas.

DE LA “RELIGIÓN”

Hobbes deja en claro que sólo en el hombre existe la semilla de la religión. Todo nace con el deseo

de conocer las causas, la ansiedad del tiempo venidero.

Cuando no podemos explicar las causas de nuestra diferente suerte, apelamos a formas o razones

sobrenaturales. Pero esta búsqueda es más fuerte cuando se trata de cosas relacionadas con las causas

primeras de cuerpos naturales. Esta causa primera es la que denominamos Dios. Pero el concepto de

Dios omnipresente y omnipotente es impensable, y es por esto que a Dios le damos diferentes

formas. Cada religión le adjudica una forma material imaginaria, incluso el catolicismo, que utiliza

la imagen de Jesús para materializar a Dios.


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La religión se ha utilizado como base para la formación de las repúblicas, al usa a la misma como

un punto de unió y a la vez como bien y fin común.

La religión es una razón natural, es la búsqueda de la última causa y está implícita real o

tácitamente en todos los seres humanos.

"En primer término es peculiar a la naturaleza del hombre conocer las causas de los acontecimientos

por él contemplados: unos buscan más, otros menos, pero todos sienten la curiosidad de conocer las

causas de su propia fortuna, buena o mala."

El ser humano por naturaleza desarrolla un aspecto de constante descubrimiento ya que, como se nos

dice en este párrafo, el hombre presenta una curiosidad única dado su interés por entender todo lo

que le rodea asignándole un valor místico o un valor real.

DE LA "CONDICIÓN NATURAL" DEL GÉNERO HUMANO, EN LO QUE

CONCIERNE A SU FELICIDAD Y A SU MISERIA.

En este capítulo Hobbes habla de las condiciones previas para el estado de naturaleza, siendo la

primera y más importante condición, desde el punto de vista lógico, la escrita en las primeras líneas

del capítulo: “La Naturaleza ha hecho a los hombres tan iguales en las facultades del cuerpo y del

espíritu que, si bien un hombre es, a veces, evidentemente, más fuerte de cuerpo o más sagaz de

entendimiento que otro, cuando se considera en conjunto, la diferencia entre hombre y hombre no es

tan importante que uno pueda reclamar, a base de ella, para sí mismo, un beneficio cualquiera al que

otro no pueda aspirar como él”.

En el estado de naturaleza, manifiesta Hobbes, los hombres se encuentran en un estado de igualdad

con respecto a la competencia entre sí, independientemente de la fuerza de algunos frente al ingenio

de otros, una puede cancelar a la otra, de modo que, considerado en conjunto las diferencia no son

tan importantes.

Por esta razón, no es extraño que esta condición de igualdad general conduzca a situaciones de
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conflicto, dado que si dos personas (en condición de igualdad) quieren la misma cosa, se vuelven

enemigos y tratan de aniquilarse o dominarse uno a otro.

Hobbes describe a su vez en el estado de naturaleza del hombre tres causas principales de discordia.

Primera, la competencia: que impulsa a los hombres a atacarse para lograr un beneficio; segunda, la

desconfianza: que impulsa a los hombres a atacarse para lograr la seguridad y la tercera, la gloria:

que impulsa a los hombres a atacarse para ganar reputación.

Mientras los hombres se encuentren en una situación de vivencia natural, sin un poder común que los

intimide a todos, se hallan en una condición de guerra de todos contra todos, situación que

provocaría solo inseguridad y miedo.

Dice Hobbes: “En una situación semejante no existe oportunidad para la industria, ya que su fruto es

incierto; por consiguiente no hay cultivo de la tierra, ni navegación, ni uso de los artículos que

pueden ser importados por mar, ni construcciones confortables, ni instrumentos para mover y

remover las cosas que requieren mucha fuerza, ni conocimiento de la faz de la tierra, ni cómputo del

tiempo, ni artes, ni letras, ni sociedad; y lo que es peor de todo, existe continuo temor y peligro de

muerte violenta; y LA VIDA DEL HOMBRE ES SOLITARIA, POBRE, TOSCA, EMBRUTECIDA

Y BREVE”.

Hobbes hace un análisis descriptivo de las pasiones del hombre y su situación en la que se encuentra

el hombre basado en deducciones, independientes de la experiencia, que ayudan a graficar la

condición de miseria de la vida del hombre en su estado de naturaleza.

DE LA PRIMERA Y DE LA SEGUNDA "LEYES NATURALES" Y DE LOS

"CONTRATOS"

En este capítulo sugiere Hobbes que, de las pasiones de los hombres, existen aquellas que los

inclinan a la paz; al saber su temor a la muerte y el deseo de tener una vida confortable; es por ello
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que el autor menciona a la razón como el camino hacia la paz.

Hobbes hace la distinción entre derecho de naturaleza (libertad que tiene el hombre para hacer lo que

sea necesario para la conservación de su propia vida) y ley de naturaleza (dictados condicionales de

la razón que toman la forma de la suma de esfuerzos para un conseguir un bien común).

Dice Hobbes: “La condición del hombre es una condición de guerra de todos contra todos, en la cual

cada uno está gobernado por su propia razón, no existiendo nada, de lo que pueda hacer uso, que no

le sirva de instrumento para proteger su vida contra sus enemigos”. Y continua con la siguiente regla

general de la razón: “Cada hombre debe esforzarse por la paz, mientras tiene la esperanza de

lograrla; y cuando no puede obtenerla, debe buscar y utilizar todas las ayudas y ventajas de la

guerra”. Se plantea con esto un primer paso, que es obvio, pero poco eficaz ya que mientras todos

sostengan su derecho a todo lo que sus deseos les dicten la disposición a luchar sigue.

Por esta razón Hobbes plantea una segunda ley de naturaleza: “Que uno acceda, si los demás

consienten también, y mientras se considere necesario para la paz y defensa de sí mismo, a renunciar

este derecho a todas las cosas y a satisfacerse con la misma libertad, frente a los demás hombres, que

les sea concedida a los demás con respecto a él mismo”. Con este planteamiento, Hobbes llega a la

raíz del problema y de lo que constituye el estado natural de guerra entre los hombres. Mientras cada

hombre no decline de realizar su derecho de hacer lo que le parezca la posibilidad de conflicto estará

siempre latente; por lo que es necesario un acuerdo general que los lleve a renunciar a sus derechos y

por ende deponer su actitud de guerra constante, lo que da como punto de partida el nacimiento de

un pacto (el famoso Contrato Social) y un poder común que obligue el cumplimiento irrestricto de

este pacto.

Nuestra conducta está determinada, no tanto por la razón, sino por el miedo a ser castigado (pasión)

El poder causativo es el que hace real este miedo y determina el cumplimiento del pacto.

DE OTRAS LEYES DE NATURALEZA


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Dice Hobbes: “Que los hombres cumplan los pactos que han celebrado, sin ellos los pactos son

vanos y no contienen sino palabras vacías; y substituyendo el derecho de todos los hombres a todas

las cosas, seguimos hallándonos en condición de guerra”.

La justicia se da cuando hay leyes que se cumplan. Sin un poder común no existen leyes y sin leyes

no podría existir justicia, algo parecido a las concepciones de lo Verdadero y de lo Falso, en esencia

ambos son intangibles, y no existen en el mundo como tal sino en función de un lenguaje. Las

proposiciones pueden ser verdaderas o falsas, pero no las cosas en sí mismas.

Hobbes muestra que el Estado es un fenómeno artificial que necesita de una serie de leyes para que

este pueda lograrse como tal. Es aquí en donde manifiesta la importancia de la Justicia como una ley

elemental sobre todo en medio de la condición natural de guerra en la que el hombre se encuentra y

por lo que le es necesario el cumplimiento de pactos que logren el equilibro.

La justicia no es ajena a la razón, y siendo así se deberá empezar con la constitución de un estado

civil (Monarquía) como ente regulador y que obligue a los hombres a cumplir con los pactos

establecidos.

Además de ello, Hobbes hace una relación de doce leyes adicionales y que complementan a la

justicia. En ellas se revelan las pasiones del hombre que permiten su permanente estado de guerra y

la forma en que estas pueden ser tomadas desde su aspecto positivo para dar paso a verdaderos

estatutos de ley que regulen el estado natural del hombre (todos contra todos) frente a la búsqueda de

la paz, renunciando a nuestro derecho.

DE LAS "PERSONAS", "AUTORES" Y COSAS PERSONIFICADAS.

Se menciona la necesidad de un pacto para establecer ciertos cánones de convivencia en un estado

natural de constante conflicto entre los hombres. El convenio que se hace no es en función entre

soberanos y gobernados, sino solo entre los gobernados; el soberano no es uno de los contratantes ya

que se queda fuera del pacto y permanece dentro del estado de naturaleza.
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“La causa final, fin o designio de los hombres (que naturalmente aman la libertad y el dominio sobre

los demás) al introducir esta restricción sobre sí mismos (en la que los vemos vivir formando

Estados) es el cuidado de su propia conservación y, por añadidura, el logro de una vida más

armónica; es decir, el deseo de abandonar esa miserable condición de guerra que, tal como hemos

manifestado, es consecuencia necesaria de las pasiones naturales de los hombres, cuando no existe

poder visible que los tenga a raya y los sujete, por temor al castigo, a la realización de sus pactos y a

la observancia de las leyes de naturaleza”.

La función del soberano lo marca como el poder común entre los hombres. Este tendrá a su cargo

hacer cumplir el convenio o pacto suscrito.

Justamente el soberano queda fuera de este pacto para poder ejercerse como poder coercitivo ya que

si el soberano fuera parte del convenio se requeriría de un tercer ente dominador para hacer efectivo

y obligar el cumplimiento de este contrato para que no termine rompiéndose. Para evitar este

problema, el soberano queda fuera del convenio en el estado de naturaleza y son las personas las que

van a decidir renunciar a su derecho natural para darle la AUTORIZACIÓN al estado para que pueda

tomar decisiones que permitan brindar la estabilidad en un ambiente de guerra latente.

Así pues, de la suma de derechos asignados por cada persona, para transferirlos a una

AUTORIDAD, esta adición de poderes se funda en uno solo, el que le permitirá establecer un orden,

sin que sus determinaciones sean tomadas como justas e injustas, ya que esta entidad se encuentra

fuera del estado de naturaleza.

DE LAS CAUSAS, GENERACIÓN Y DEFINICIÓN DE UN "ESTADO"

Es aquí donde el gran Leviatán nace como un fenómeno extraño, basado en la adición de las

pasiones humanas sumadas, abriéndose paso a la constitución de un Estado (Monarquía).

El Leviatán, por ende, es un fenómeno artificial y necesita de una explicación. Hay ciertas

condiciones previas a su existencia que posibilitan su creación, estas condiciones existen con lo que
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los teóricos del Contrato Social llaman el Estado de Naturaleza, en esta teoría existe una relación

entre el estado de naturaleza y el estado civil el mismo que se encuentra mediado por un contrato

social.

Hobbes dice: “El soberano puede cometer inequidad, pero no injusticia”. Existe un contrato que

deberá ser cumplido a cabalidad ya que el Estado está en la obligación de velar porque así sea, ya

que los hombres le han dado esa posibilidad, pero si la autoridad realiza acciones que no terminen

por ceñirse al cumplimiento del contrato y realiza lo que la propia voluntad del soberano manda, las

personas serán quienes revoquen a ese mando, designando y colocando a otro en su lugar.

El Estado representa la defensa y la seguridad de los hombres ante las amenazas que estos tienen

frente a sus propias pasiones en la búsqueda de la paz.

DE LOS "DERECHOS" DE LOS SOBERANOS POR INSTITUCIÓN

El soberano puede hacer todo lo que le plazca, siempre y cuando cumpla su función (hacer que el

contrato se efectúe). “Dícese que un Estado ha sido instituido cuando una multitud de hombres

convienen y pactan, cada uno con cada uno, que a un cierto hombre o asamblea de hombres se le

otorgará, por mayoría, el derecho de representar a la persona de todos (es decir, de ser su

representante). Cada uno de ellos, tanto los que han votado en pro como los que han votado en

contra, debe autorizar todas las acciones y juicios de ese hombre o asamblea de hombres, lo mismo

que si fueran suyos propios, al objeto de vivir apaciblemente entre sí y ser protegidos contra otros

hombres”.

El soberano es, en resumen, juez y verdugo, pacificador y conquistador. Una especie de ente

integrador siempre enfocado a mantener la paz conseguida, deponiendo el estado de naturaleza de

los hombres. El monarca posee derechos indivisibles dados por los hombres; sin embargo, si bajo su

mando, el estado civil se tornara peor que la guerra en el estado de naturaleza, entonces los súbditos
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podrían, legítimamente velar para instaurar un nuevo soberano; sometiéndose siempre al mando del

nuevo estado.

DE LAS DIVERSAS ESPECIES DE GOBIERNO POR INSTITUCIÓN Y DE LA

SUCESIÓN EN EL PODER SOBERANO

Tomas Hobbes considera que sólo hay 3 formas de gobierno y que la diferencia de ésta la hace el

soberano o la persona representativa de una población, así como también la aptitud para producir la

paz y seguridad de sus habitantes.

En ese sentido, refiere que, cuando el representante es una sola persona, se le denomina al gobierno

MONARQUIA; cuando es una asamblea de todos cuanto quieren concurrir a ella, se llama

DEMOCRACIA o gobierno popular (donde reside la asamblea general de los súbditos); y cuando lo

es de una sola parte se llama ARISTOCRACIA (detentada por una asamblea nombrada por personas

determinadas).

Refiere además a la tiranía (monarquía o poder por fuerza y no por derecho) y oligarquía

(aristocracia), y quienes se encuentran agraviados bajo una democracia, la llaman anarquía que

significa falta de gobierno, no como otras formas de gobierno, sino son las mismas formas, pero mal

interpretadas.

Asimismo, menciona a un grupo de riesgo, que los denomina representantes subordinados o

peligrosos, y son los que estando en absoluta libertad pueden dar autoridad o a una asamblea de

varios hombres y pueden someterse a un monarca.

En ese contexto hace diferencias entre la monarquía y las asambleas soberanas, en tanto en la

democracia la prosperidad pública no se conlleva tanto con la fortuna particular de quien es un ser

corrupto o ambicioso. Es un inconveniente que el poder soberano pueda caer sobre un niño o a

quien no tenga capacidad discernimiento,

Hobbes, cita en otro momento el dicho, “ningún rey puede ser rico, ni glorioso, ni hallarse asegurado
22

cuando sus súbditos son pobres”; esto llevado a nuestra coyuntura se podría interpretar, que no

podríamos considerar que vivimos en un país en vías de desarrollo, si aún tenemos un grueso de la

población, que vive en condiciones de abandono, y que las brechas de desigualdades con el sector

urbano son aún vastas.

DEL DOMINIO “PATERNAL” Y DEL DESPÓTICO

En este capítulo, Hobbes, hace una diferenciación entre la soberanía por adquisición y la soberanía

por institución. En la primera refiere que un Estado por adquisición es aquel en que el poder

soberano se adquiere por la fuerza, mientras que, en la segunda, sostiene que los hombres escogen a

su soberano; sin embargo, los derechos de soberanía son los mismos en ambos casos. Refiere que el

dominio se adquiere por dos procedimientos:

Generación o llamado también “Paternal”, que es el dominio que tienen los padres sobre sus hijos; y

contempla que no se deriva de la generación en el sentido de que el padre tenga dominio sobre su

hijo por haberlo procreado sino por consentimiento del hijo. Esto quiere decir que necesitará el

consentimiento del hijo para adquirir el dominio hacia éste.

Despótico: Es conquistado por una victoria en una afrenta y es el dominio del dueño sobre su criado;

y se entiende que no es la victoria la que da el derecho de dominio sobre el vencido, sino el pacto

que realizan. Aquí se necesitaría del consentimiento del vencido para pertenecer al vencedor.

En ambos casos, sea por adquisición o por institución, es lo mismo debido a sus consecuencias hacia

un soberano, que es la de someterse a las acciones y reglas de éste. En ninguna soberanía su poder

debe ser transferido a otra, porque ésta se corrompería, y lo que se busca es que exista un orden dado

hacia la sociedad por un ente soberano.

DE LA LIBERTAD DE LOS SÚBDITOS

Para Hobbes, un hombre libre, es aquel capaz que por su fuerza e ingenio no está obstaculizado para
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hacer lo que desea. La Libertad entonces es la ausencia de oposición.

Hace referencia a las acciones que voluntariamente realizan los hombres y que proceden de su

voluntad. Se pude decir que proceden también de la libertad ejercida sobre sí.

Libre albedrío no puede deducirse libertad de la voluntad, deseo o inclinación sino libertad del

hombre, la cual consiste en que no encuentra obstáculo para hacer lo que tiene voluntad, deseo o

inclinación de llevar a cabo.

La libertad natural es la única que puede llamarse apropiadamente libertad. Mientras que l a

máxima libertad de los súbditos depende del silencio de la ley. En ese contexto, se refiere que la

libertad de un súbdito radica solamente en aquellas cosas que en la regulación de sus acciones ha

predeterminado el soberano: por ejemplo, la libertad de comprar y vender y hacer, entre sí,

contratos de otro género. En efecto, el acto de sumisión implica obligación y libertad la vez.

DE LOS SISTEMA DE SUJECIÓN POLÍTICA Y PRIVADA

Hobbes, se refiere con el término SISTEMAS a un número de hombres unidos por un interés o

negocio en común. Éstos se subdividen en sistemas regulares, que vienen a ser los independientes y,

está representado por el hombre o asamblea. De los sistemas subordinados unos son políticos y otros

privados. Son políticos (de otra manera llamados cuerpos políticos y personas legales) aquellos que

están constituidos por la autoridad del poder soberano del estado. “En los cuerpos políticos el poder

de los representantes es siempre limitado, y quien prescribe los límites del mismo es el poder

soberano”.

Mientras que los sistemas privados son aquellos que están constituidos por los súbditos, entre sí

mismos, o con autorización de un extranjero. En efecto, ninguna autoridad derivada del poder

extranjero, dentro del dominio de otro, no es considerada pública, sino privada.

Entre los sistemas privados, unos son legales y otros ilegales. Sistemas irregulares. En los cuerpos

políticos el poder de los representantes es siempre limitado, y quien prescribe los límites del mismo
24

es el poder soberano.

En suma, Hobbes, sostiene que el Estado está conformado por diversos grupos y sectores, los cuales

convergen para formar así un Estado soberano.

DE LOS MINISTROS PÚBLICOS DEL PODER SOBERANO

Tomas Hobbes, denomina Ministro Público a “quien es empleado por el soberano en algunos

negocios, con autorización para representar en ese empleo la personalidad del estado. En este

capítulo, Hobbes hace referencia a las autoridades que el soberano elige para ejercer determinadas

funciones públicas.

Esto en la actualidad representa a los funcionarios que ostentan cargos públicos en los ministerios

del Estado, así como demás autoridades, que son elegidos como personas de confianza con

determinados perfiles que tendrán a su cargo la dirección de diversos sectores del Estado.

Y como sostiene Hobbes, “de una parte o provincia, como cuando un monarca o una asamblea

soberana dan el encargo general de la misma a un gobernador, teniente, prefecto o virrey. En este

caso, también, cada uno de los habitantes de la provincia está obligado por todo aquello que el

representante haga en nombre del soberano, y que no sea incompatible con el derecho de éste”, es en

efecto, tales protectores, virreyes y gobernadores no tienen otro derecho sino el que deriva de la

voluntad del soberano; ninguna comisión que se les confiera puede ser interpretada como

declaración de la voluntad de transferir la soberanía, sin palabras manifiestas y expresas que

entrañen tal propósito.

Son también ministros públicos quienes tienen autoridad para enseñar al pueblo su deber, con

respecto al poder soberano, y para instruirlo en el conocimiento de lo que es justo e injusto,

haciendo, por ello, a los súbditos, más aptos para vivir en paz y buena armonía entre sí mismos, y

para resistir a los enemigos públicos: son ministros en cuanto no proceden por su propia autoridad,

sino por la de otros; y públicos porque lo que hacen no lo realizan en virtud de ninguna otra
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autoridad sino la del soberano.

DE LA NUTRICIÓN Y PREPARACIÓN DE UN ESTADO

Hobbes refiere el término de “Nutrición de un estado”, en razón a la abundancia y distribución que

se haga de los materiales que conducen a la vida, y supone que Dios nos lo ha puesto ante nosotros

para acceder libremente a él. Esta abundancia se manifiesta a través de los animales, vegetales y

minerales.

En ese sentido, sostiene que la abundancia estará a nuestra disposición gracias a nuestro trabajo. Tal

distribución de los materiales aptos para esa nutrición da lugar al uso del término de propiedad, y

compete, en todos los géneros de gobierno, al poder soberano.

Cada cosa pertenece a quien la tiene y la conserva por la fuerza. Antiguamente, los antiguos lo

denominaban distribución, a lo que nosotros ahora lo llamamos ley; y definían la justicia como el

acto de distribuir a cada uno lo que es suyo.

En esta distribución, la primera ley se refiere a la división del país mismo: en ella el soberano asigna

a cada uno una porción, según lo que él mismo, y no un súbdito cualquiera o un cierto número de

ellos, juzgue conforme a la equidad y al bien común.

DE LAS LEYES CIVILES, DE LAS PENAS

Las leyes civiles son aquellas normas de carácter obligatorio emanadas por el Estado a los

ciudadanos (civiatatis) con la finalidad de regir sus comportamientos en sociedad. Cuando aún no

se daban las leyes civiles, Hobbes habla del estado natural, es decir, el estado en el que se

encontraba el ser hombre antes de la organización de la vida social a pesar de vivir bajo las leyes de

la naturaleza, donde es un precepto o regla general encontrada por la razón, por la cual se le prohíbe

al hombre hacer aquello que sea destructivo para su vida, o que le arrebate los medios de preservar

la misma, y omitir aquello con lo que cree puede mejor preservarla.


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El inconveniente de vivir en este estado natural es la no existencia de parámetros de

comportamiento de carácter obligatorio entre los miembros de la sociedad, provocando un estado

permanente de guerra de todos contra todos, en el que cada cual se guía exclusivamente por la

obtención de su propio beneficio.

Hobbes considera oscura la forma de vivir sin leyes civiles o sólo bajo las leyes de la naturaleza (El

estado de naturaleza es un estado pre-político) en sociedad pues el hombre se dejaba llevar por la

fuerza de las pasiones para conseguir sus fines, convirtiéndose en un “lobo” para su prójimo. Por lo

tanto, el actuar sin reglas civiles y sólo por las pasiones, resulta un elemento negativo de la

conducta humana.

La transgresión de las leyes civiles, descritas en el punto anterior, ocasiona, en palabras de Hobbes

“un pecado”. El quebrantar la ley (civil) es una falta de reconocimiento a quien las da, originando la

comisión de un delito, la misma que se sanciona con la pena, es decir, un castigo aplicado por el

Estado, y sólo por él, con la finalidad de resarcir los daños que haya provocado el delito. Por lo

tanto, Hobbes considera a aquel que quebranta la norma como “enemigo” de la sociedad.

Las penas o sanciones para Hobbes, se dividen en penas corporales o pecuniarias y consistentes en la

deshonra, en la prisión o el destierro. Las penas corporales consisten en dañar físicamente el cuerpo

del inculpado, a veces hasta la muerte (lo que hoy sería la pena de muerte); y las pecuniarias, en la

privación de una suma de dinero o de bienes materiales, lo que común y actualmente es conocido

bajo el nombre de multa. La deshonra trata de un castigo público; la prisión, en la privación de la

libertad, como actualmente se hace en cárceles y centros de rehabilitación social; y el destierro, en la

expulsión de un determinado territorio. No obstante, así como se sanciona, también se recompensa al

ciudadano.

Por otro lado, Hobbes nos habla, en el capítulo XXIX sobre las causas que debilitan al Estado y de

su desintegración.
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El autor sostiene que los estados se enferman por conflictos internos igual que los hombres porque

son ellos los que lo constituyen. Entre las razones para dicho debilitamiento o desintegración

tenemos:

a. La falta de poder absoluto, es decir, el Soberano muchas veces, con tal de acceder al poder,

se conforma con no tener el poder absoluto del reino, no obstante, al no gozar de éste poder

magnánimo, cuando ocurren situaciones de crisis y el Soberano pretende dotarse de todo el

poder, la sociedad lo ve como un acto injusto, pasando a darse un quiebre entre ambas

partes: soberano y sociedad.

b. Cuando habla del juicio privado del bien y del mal, el autor sostiene que cada hombre sea

juez cuando se trata de tomar decisiones sobre acciones buenas y malas, no obstante, esas

decisiones no pueden estar al margen de la ley civil pues la bondad o no de las mismas

serán calificadas por la ley.

c. La conciencia errónea es otro de los puntos tratados por Hobbes, donde se le da al hombre

la facultad de actuar bajo su conciencia y no la del Estado, sin embargo, al vivir en una

sociedad organizada y que donde se reconoce la superioridad jerárquica del Estado, esa

“conciencia” es pública pues se encuentra condicionada a los parámetros dados en la ley.

d. Que el Estado no contemple la dirección de la religión y la fe.

e. Someter el poder de las leyes civiles al Soberano. Es decir, si bien es cierto, el Estado es

dador de leyes por naturaleza, no puede ser todo poderoso y omnipotente cuando se trate de

administrarlas pues existirán casos donde las leyes también le sean aplicadas. Por lo tanto,

las leyes deben estar por sobre el soberano, y no al revés.

f. La atribución de propiedad de los súbditos sobre sus bienes es trascendental, pues los

bienes de éstos deben ser excluidos del poder del soberano.

g. La división de poderes como doctrina fundamental que no es otra cosa que disolver al
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Estado, porque los poderes divididos se destruyen mutuamente uno al otro.

h. La lectura de libros de política de griegos y romanos, que causen una revolución.

i. El gobierno mixto, es decir, la separación entre poder civil y eclesiástico, lo que permite no

una división de poderes sino la representación de facciones donde se divide el poder.

j. La falta de dinero para los usos necesarios y subsistencia del Estado.

k. La popularidad de un súbdito poderoso, es peligroso.

l. Cuando el tesoro del Estado fluye más allá de lo debido, y se reúne en excesiva abundancia

en uno o pocos particulares, mediante monopolios o extracciones correspondientes a las

rentas públicas, la sociedad percibe un enriquecimiento indebido perdiéndole fe al Estado.

m. La grandeza inmoderada de una ciudad es peligrosa.

n. El apetito insaciable de ensanchar los dominios.

o. Cuando se da una guerra (interna o externa) y los enemigos logran una victoria total, el

Estado queda disuelto. Hobbes sostiene que el soberano es el alma que da vida al Estado: se

disuelve la soberanía.

Finalmente, Thomas Hobbes habla de dos temas trascendentales: de la misión del soberano, del reino

de Dios por naturaleza, de la significación de la Vida Eterna, Infierno, Salvación mundo venidero y

redención en la Escritura, de los Derechos del Reino de Dios en Abraham, Moisés, los Sumos

Sacerdotes y los reyes de Judá, de la Misión de nuestro Bendito Salvador y del poder eclesiástico.

Culminaremos este resumen de la obra de Hobbes sólo enfocándonos en los dos primeros puntos

descritos en el párrafo anterior.

La misión del soberano es reflejar su “poder” en su administración, es decir, procurar la seguridad

del pueblo donde se le da al hombre las herramientas necesarias para desempeñarse en sociedad por

medio de una actividad legal, sin peligro de daño para el Estado.

La justicia es otro factor determinarte del poder del Estado, administrarla bajo el principio de la
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igualdad resulta necesario pues la ley civil ha sido concebida no para alguno sino para la colectividad

sin hacer distinciones.

El Estado debe informar a sus gobernados sobre sus derechos y no dejarlos en la ignorancia, ser

administrados con justicia, igualdad de impuestos, no desear la forma de gobierno de otros puebles

ni prestar atención a hombres y escoger buenos consejeros para su gobierno.

SOBRE EL REINO DE DIOS POR NATURALEZA.

Hobbes sostiene que la libertad absoluta es peligrosa pues caeríamos en una anarquía y condición de

guerra; por ello, es necesario un poder soberano que dirija la conducta en sociedad de los súbditos.

Estos, al reconocer la superioridad de Estado le deben obediencia siempre que su obediencia no está

en contradicción con las leyes divinas. Esta obediencia se ve reflejada a través del cumplimiento de

las leyes civiles.

Antes de las leyes civiles, como reguladores de conductas humanas, Hobbes nos habla de las leyes

por naturaleza donde aboga por la total sumisión de la Iglesia al soberano (tengamos en cuenta que el

autor fue ateo).

Bajo la premisa de sumisión de la iglesia al soberano, Hobbes reconoce la naturaleza de las leyes

dadas por Dios, no obstante, sostiene y hace la siguiente pregunta: ¿Qué autoridad tiene la ley de la

naturaleza en sociedad si nadie sabe a ciencia cierta si es Dios quien las ha dado?; no hay una forma

certera de saberlo si no es por medio del poder civil. Por tanto, sólo, hay obligación de obedecer al

soberano el cual sólo tiene poder legislativo para dar leyes civiles.
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V. CONCLUSIONES

 PRIMERA CONCLUSIÓN: El paradigma de Hobbes, crudo, directo y sincero, sentencia


al hombre como un ser capaz de irse contra su propia naturaleza con tal de alcanzar su
propio beneficio. Esto lo hace efectivo a través de su frase “El hombre es el lobo del
hombre”.

 SEGUNDA CONCLUSIÓN: Thomas Hobbes manifiesta la necesidad del ser humano de


crear una entidad artificial – denominada Estado – a través de la cual pueda extender sus
expectativas y necesidades con la finalidad de conseguir un beneficio social.

 TERCERA CONCLUSIÓN: La sociedad, como organización jurídica, es una etapa que


refleja la evolución del estado natural del individuo (basado en las pasiones). Las leyes se
hacen necesarias para la convivencia, y la salvaguarda de los derechos de cada individuo.

 CUARTA CONCLUSIÓN: Para Hobbes, el lenguaje es imprescindible en la construcción


de un orden civil. Éste representa un instrumento o vehículo para construir un modelo de
sociedad. A la fecha, continua vigente su legado.

 QUINTA CONCLUSIÓN: Leviatán es un contrato social que conduce a una monarquía


absoluta en vez que una democracia, dado que el estado de naturaleza que describe Hobbes,
es sumamente violento y que generaría la debacle de los hombres y del entorno en el que se
desarrollan.

 SEXTA CONCUSIÓN: El Leviatán es el resultado de la creación de los hombres que


buscan convivencia y bienestar, y para tales fines requieren de un orden civil, y usan como
medio un “procedimiento que contiene cuerdos a través del lenguaje”.
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BIBLIOGRAFÍA

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estado eclesiástico y civil / traducción, prólogo y notas de Carlos Madrid: Alianza

Editorial, 580 páginas.

2. MARTÍNEZ Maximiliano (2007) Hobbes Y La Moral Egoísta En El Estado De

Naturaleza “Hobbes And Selfsh Morality In The State O Nature” en revista electrónica

ideas y valores, número 136, abril 2008, Bogotá – Colombia, páginas 5 – 25.

3. RAMÍREZ ECHEVERRI, Juan David (2010) Thomas Hobbes Y El Estado Absoluto:

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Derecho Y Ciencias Políticas, colección de mejor trabajo de grado, número 2, Medellín

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publicado bajo el mismo título en Gonzalo Javier molina (coord.), derecho penal y

estado de derecho, libro homenaje al Prof. Ramón c. Leguizamón, UNNE, corrientes,

2005

5. FRÈRE Tomás (2011) Súbditos soberanos: La obediencia al soberano en el Leviatán de

Hobbes. Leviathan – Cadernos de Pesquisa Política, n. 3, pp. 69-82.

6. PAPINEAU, Davis (2011) Filosofía: mundo, mente y cuerpo, conocimiento, Fe, ética y

estética, Sociedad. Editorial BLUME, Barcelona – España, página 184.

7. CARL SCHMITT (1990). El Leviathan en la Teoría del Estado de Thomas Hobbes.

Buenos Aires. Editorial Struhart & Cia.

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