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Definición de actividad de lobby y justificación de su regulación

Mientras que, según el artículo 2° de la Ley 20.730 en Chile, el lobby


es definido como: aquella gestión o actividad remunerada ejercida por
personas naturales o jurídicas, chilenas o extranjeras, que tiene por
objeto promover, defender o representar cualquier interés particular,
para influir en las decisiones que, en el ejercicio de sus funciones,
deban adoptar los sujetos pasivos conforme a la ley, respecto de los
actos y decisiones reguladas en la misma.

En ambos casos, los lobbistas no se limitan a las personas que


realizan la actividad de manera estrictamente profesional, sino que
también incluye a representantes del sector privado desde las
empresas, consultores, Organizaciones no Gubernamentales,
corporaciones, sindicatos, organizaciones religiosas y académicas
entre otros.

En el caso español, al ser un modelo territorial federal se incluyen a


los representantes de los gobiernos regionales (Comunidades
Autónomas) y los locales (Ayuntamientos), o asociaciones como la
Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP).

Por su parte, Villoria define el astroturfing como “una técnica de


marketing que consiste en ocultar al verdadero emisor de un mensaje
publicitario o propagandístico, y hacerlo pasar por una expresión
popular y espontánea. A través de este controvertido método, se crea
popularidad y masividad ficticias, para que otras personas estén más
proclives a aceptar la idea, marca o producto que se desea promover.

Existen diversas formas de realizar astroturfing, la mayor parte de ellas


se sirve de las redes sociales. Una de las más comunes técnicas es la
compra de seguidores, que puede hacerse para Twitter, Facebook,
YouTube, Google Plus y todas las redes sociales más populares.”

Es por esto por lo que es tan relevante contar con una cultura cívica y
una legislación entorno a la regulación del lobby y de la transparencia
que sea precisa y adecuada al tiempo presente.

Para Villoria, la regulación del lobby tiene bases normativas,


constitucionales y estatutarias. Comenzando por el hecho de que la
democracia se basa en la soberanía popular, es decir, la existencia de
un gobierno de consentimiento popular que además trata de dar
respuesta a las demandas populares en el marco de la legislación
vigente.

Por ende, “facilitar la relación y la comunicación entre los


representantes de intereses y los poderes públicos es coherente con
dicho principio y por ello debe ser defendido.

Pero, por su propia naturaleza, cada grupo representa intereses o


visiones parciales de la realidad y la soberanía popular exige una
visión amplia y, a ser posible, integrada.

De ahí la importancia de evitar las relaciones privilegiadas, el acceso a


los poderes públicos de forma opaca e inequitativa.

La regulación de los grupos de interés consiste en promover la


soberanía popular mediante la facilitación de vías de participación y
acceso a los poderes públicos, al tiempo que se dificulta la influencia
indebida y la corrupción que deriva de la opacidad y el trato
discriminatorio.”

Otro elemento fundamental de la Democracia es la igualdad política,


en el cual todos los miembros de la comunidad política están
calificados para participar en el proceso de toma de decisiones
políticas (cada sufragio vale por igual).

Ya que se parte de la base de que cada individuo es el mejor juez de


sus propios intereses, que obedecerán a las leyes que ellos mismos
han elegido y que, por ende, la democracia debe maximizar sus
oportunidades de autogobierno.

Por ello, es importante conectar la regulación de los grupos de interés


con la defensa de este principio esencial en la democracia y evitar que
el régimen político se convierta en una oligarquía o una plutocracia -un
gobierno real de unos pocos grupos poderosos que, gracias a su
poder económico, deciden lo esencial del sistema y refuerzan,
además, su patrimonio con decisiones opacas y dañinas para el
interés de la inmensa mayoría

Finalmente, la democracia parte del principio de la dignidad de las


personas y su protección jurídica, lo que exige la defensa del sistema
de derechos civiles y “es obvio que la actividad de influencia y la
propia existencia de los grupos de interés no pueda ser prohibida y,
por ello, deba ser facilitada de manera que se inserte pacíficamente en
el marco de la convivencia democrática y coadyuve al interés común.

Por ello, es importante que la normativa que regule los grupos de


interés no atente contra derechos fundamentales y sepa conectarse
con la promoción de estos.”

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