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Rodolfo Cerrón-Palomino
l. DIALECTOLOGIA
Hasta la década del sesenta, la idea generalizada respecto de la situa-
ción dialectal del quechua, no sólo en los círculos profanos , sino incluso en
los medios académicos, era que , al lado de una variedad considerada como la
más "pura" y "auténtica" , proliferaban otras formando un hacinamiento
incoherente y heterogéneo que delataba su carácter espúreo y envilecido .
Según dicha concepción, entronizada como parte del saber popular , la enti-
dad incuestionablemente pura e incontaminada era la cusqueña (-boliviana)
y el resto pasaba a formar parte de lo que se llamaba la variedad chinchai-
suya. De este modo, un deslinde formulado a fines del siglo XVI mantenía su
vigencia ininterrumpida. Otra manera de referirse a la misma distinción era la
que oponía al quechua por antonomasia (= el cusqueño-boliviano) y a los
dialectos a secas (= el resto de las hablas quechuas peruanas). Distinción se-
mejante asoma, a veces de manera explícita, en la monumental bibliografía
preparada por Rivet y Créqui-Montfort (1951-1956). Se trata en este caso ,
sin duda alguna, del empleo de los conceptos de lengua y dialecto definidos
socio-políticamente, uso que no responde, sin embargo . a una caracterización
lingüística de las entidades diferenciadas.
Consideradas como variedades chinchaisuyas o como meros dialectos ,
el hecho es que hasta la década del sesenta tales hablas permanecieron com-
pletamente relegadas, sucumbiendo unas veces y sobreviviendo en otras al
habían basado, para las variedades habladas fuera del país, en los escasos ma-
teriales disponibles hasta entonces. De allí que se hacía necesario y urgente
un trabajo de barbecho similar al realizado en el Perú . Las informaciones dis-
persas que se tenían de las variedades ecuatorianas acusaban una complejidad
por momentos reminiscente de la existente en la sierra central peruana, como
resultado de su propia configuración histórico-geográfica . A partir de la déca-
da del setenta , el panorama dialectal del quichua ecuatoriano ha venido sien-
do delimitado gracias a la labor de, entre otros, Stark (1975). Muysken
( 1975 , 1977). Orr ( 1978) y Carpen ter ( 1982). No ocurrió lo mismo con las
áreas quechuas de Colombia y la Argentina, pero aquí se está frente a varie-
dades de menor abarque geográfico , donde resulta mucho más urgente abo-
carse a la tarea de la descripción completa de por lo menos una variedad : las
diferenciaciones dialectales podrían ser indagadas después. Otro factor que
ha demorado el estudio en aquellos países es la impresión general , no contra-
dicha a falta precisamente de mayores datos, de que ambas variedades cons-
tituyen prolongaciones del quechua oriental ecuatoriano y del cusqueño-boli-
viano , respectivamente , al margen de sus peculiaridades locales de conjunto .
Por ello mismo resulta todavía desconocida la realidad dialectal del quechua
boliviano que , al igual que el cusqueño , presenta seguramente configuracio-
nes dialectales de menor envergadura, pero igualmente importantes para un
mejor conocimiento tanto de las tendencias evolutivas de la lengua como de
sus manifestaciones relativamente arcaicas o conservadoras .
En relación con el campo de la familia aru , nos encontramos frente a
un desarrollo que evoca en muchos aspectos el desenvolvimiento de los estu-
dios quechuísticos, aunque sin la trascendencia alcanzada en esta área por
tratarse de un tronco lingüístico menor, con apenas tres componentes idio-
máticos. En efecto, de acuerdo con los conocimientos vigentes hasta la déca-
da del sesenta , ni siquiera podía hablarse de una familia en este caso, puesto
que el aimara constituía el único especimen idiomático, cual si fuera una len-
gua aislada. La variedad llamada jacarn, que había despertado la atención de
historiadores y arqueólogos por su extraordinaria similitud con la aimara ,
pero cuya ubicación en las serranías limeñas resultaba intrigante , permaneció
prácticamente olvidada, luego de los intentos fallidos de Farfán (1955 , 1961)
por estudiarla sistemáticamente. Al lado del jacaru , hablado en el distrito de
Tupe (en la provincia limeña de Yauyos), se conocía la existencia de otra va-
riedad , referida como cauqui, localizada en el mismo distrito yauyino, anexo
de Cachuy. Tales variedades, a menudo confundidas entre sí (y consideradas
alguna vez como dialectos quechuas), no eran sino vestigios de otras tantas
hablas que habían sucumbido ante el quechua, primeramente, y frente al cas-
tellano, después. Y así, de las ocho localidades de habla similar encontradas
por el viajero Raimondi en 1862, apenas quedaban dos un siglo después, con
la agravante de que en una de ellas la variedad -en este caso el cauqui- se
encontraba en vías de franca extinción. Como se ve, la situación descrita no
permitía superar el nivel de sospecha en relación con las afinidades entre el
como en el caso del quechua , aquí tarr.bién deberá verse en las "Annotacio-
nes" de la Doctrina Christiana la fuente que proporciona por vez primera las
variaciones dialectales del aimara , aunque sin las zonificaciones respectivas.
2. CLAS/F/CAC/ON
--7~
HUAIHUASH HUAMPUY
A~
Huáilay Huáncay Yúngay
(QIIA)
Chínchay
(QIIB-C)
ad yacen tes (zona yunka) ; en el segundo , por haber tenido como foco origina-
rio de partida el antiguo reino de Chincha . A manera de resumen , se ofrece a
continuación el esquema clasificatorio que representa las divisiones de primer
y segundo orden , con sus rotulaciones respectivas.
El diagrama precedente constituye , sin duda alguna , una simplifica-
ción gruesa de la realidad. En primer lugar, porque. contrariamente a lo que
se dijo líneas arriba, da la idea de que los grupos lingüísticos involucrados tie-
nen contornos nítidos; en segundo lugar, porque sugiere que un dialecto cual-
quiera se afilia unívocamente a una rama u otra; y , finalmente , porque impli-
ca que los miembros de tales grupos , al haberse escindido , ya no guardan - o.
por lo menos, guardaron - relaciones entre sí. En verdad, la naturaleza de los
hechos es extraordinariamente más compleja , sobre todo en relación con el
panorama ofrecido por los dialectos de Ql. Ni siquiera hay común acuerdo
respecto de los criterios manejados para establecer la primera división : de
hecho. como se dijo, hay un dialecto que , en razón de la isoglosa escogida a
tal efecto. no es cubierto por ella. Se trata de la variedad de Pacaraos . que ,
aparte del empleo idiosincrático de -Y c'omo marca única de primera persona
posesora-actora (cf. umá-Y 'mi cabeza' versus muná-Y 'quiero'), se revela
como dialecto de 01. Su adscripción a QII en base a la coincidencia parcial
que existe con los miembros de este grupo en el empleo de -Y como marca
de la posesión , resulta hasta cierto punto arbitraria. Lo propio puede decirse
de las variedades correspondientes al complejo dialectal de Yauyos, cuya fi-
liación tanto con Ql como con QII plantea una serie de problemas apenas
entrevistos.
Como se dijo , las clasificaciones no son sino hipótesis sobre realida-
des siempre complejas y huidizas. A medida que se tornen más finas las redes
que nos permitan captar isoglosas no advertidas previamente, siempre habrá
terreno para formular revisiones o afinar criterios. Es en esta dirección que
vienen orientándose trabajos posteriores como los de Landerman ( 1978),
Adelaar (1984) y Taylor (1984 ), ql!e tienen que ver con los problemas que
encierra la clasificación general propuesta ; pero también otfo tanto ocurre
con las subdivisiones postuladas, sin contar las áreas que aún no han sido lo
suficientemente exploradas y que, como la boliviana, aparecen engañosamen-
te como si fueran una unidad homogénea.
En relación con la familia aru. ya se dijo que ésta contiene en la
actualidad sólo tres exponentes modernos, de los cuales únicamente el aima-
ra cubre un territorio relativamente amplio, alcanzando una distribución in-
ternacional que involucra fundamentalmente al Perú y Bolivia y en menor
escala a Chile ; a diferencia de éste , los otros dos tienen un carácter verdadera-
mente insular, al estar enmarcados dentro de un territorio quechua. Circuns-
critos estos últimos a una sola localidad y estando el cauqui en vías de extin-
ción total , la investigación dialectológica de estas variedades resulta no sola-
mente impracticable (sobre todo en el segundo caso), sino poco fructífera a
los efectos de sus respectivas subclasificaciones. No ocurre así. por el contra-
rio , en el caso del aimara, donde , como se dijo , las investigaciones llevadas a
cabo por Briggs arrojan resultados sorprendentes. De los estudios comparati-
vos preliminares efectuados por Hardman (1966b) se desprende la siguiente
clasificación, esquematizada (con las salvedades del caso) como sigue:
3. RECONSTRUCCION
tonces por Torero y, en menor medida , por Parker. Cotejando las variedades
estudiadas, ambos arribarán a postulaciones similares , aunque era predecible
que las del segundo se detuvieran en un estadio intermedio dada la inaccesibi-
a
lidad ciertos datos de naturaleza definitivamente más arcaica. Con posterio-
ridad, Parker (1969b, 1969c , 1969d , 1971) reformulará sus planteamientos
originarios , incorporando los materiales aportados por Torero y agregando
otros de su propia cosecha. De esta manera se llegaba a postular la fonología
y algunos aspectos de la morfología y del léxico del protoquechua (PQ) .
No estará de más se ñalar en este punto que la reconstrucción de una
protolengua procede primeramente , por razones metodológicas, con la postu-
lación de su sistema fonológico . La historia del desarrollo de los estudios dia-
crónicos del quechua no escapa a esta regla , y es así como se ha logrado un
gran avance en la comprensión del componente fonológico del PQ . No ocurre
lo mismo en relación con los otros componentes de la gramática: si algo se ha
avanzado en la morfología, la sintaxis es asunto que aún no se ha encarado
decididamente. La reconstrucción del léxico ha sido acometida por Parker
( 1969c) en un trabajo que requiere ser revisado ya, y ampliado , en base a los
nuevos materiales que han venido acumulándose en los últimos años. En lo
que sigue se hará una breve presentación del sistema fonológico del PQ tal
como aparece postulado en Torero ( 1964 ).
En el trabajo mencionado, Torero propone el siguiente inventario fo-
nológico (donde el asterisco indica que el fonema entre barras es una entidad
reconstruida, al par que los dos puntos tras las vocales buscan simbolizar la
cantidad larga de aquéllas en oposición a las breves respectivas) :
4. DESCRIPCION Y ANAL/SIS
variedad no-cusqueña, más bien "chinchaisuya". 1\1 finalizar dicho siglo, sin
embargo , el quechua de los llanos decae (sus hablantes son diezmados por las
guerras civiles y las epidemias) , al par que se afianza el prestigio del cusque-
ño , codificado admirablemente por el jesuita González Holguín en su Gramá-
tica ([ 1607] J 842) y su Vocabvlario ([ 1608] 1952). Los tres siglos y medio
de tradición en los es tudios gramaticales (contados hasta la década del sesen-
ta del presente siglo) están jalonados por obras repetitivas y de menor enver-
gadura en relación con la del cacereño , hecho que se empobrece más aún con
la expulsión de les miembros de la orden de éste (l 767) y al desencadenarse
poco después, como resultado del "movimiento nacional inca" , la política de
represión cultural y lingüística dictada por Carlos 111. El advenimiento de la
etapa republicana no cambia la situación descrita, y es precisamente en esta
época qu e los estudios gramaticales devienen mucho más rudimentarios, inca-
paces de ofrecernos versiones frescas del cusqueño, que acababa de emerger,
con nu eva fisonomía, luego de la revolución consonántica que lo había afec-
tado en el tránsito del siglo XVII al XVJII. Hay una sola excepción que se
yergue en medio de semejante aridez: se trata de la obra del famoso médico
viajero alemán Ernst W. Middendorf, quien en 1890 publica su gramática ,
como parte de una serie de obras relativas a tres de las antiguas "lenguas ma-
,yores" del Perú : la aimara , la quechua y la mochica. El trabajo de dicho
autor, ignorado hasta la década del setenta por haber devenido en rareza bi-
bliográfica y, sobre todo, por la inaccesibilidad de la lengua en que fuera es-
crito, resulta ciertamente excepcional por la profundidad del análisis y el ca-
rácter sistemático de su presentación . Es de lamentar, sin embargo, que la
versión castellana del mismo (cf. Middendorf 1970) constituya , por la canti-
dad de errores de la traducción , un homenaj e deslucido a la memoria de tan
insigne quechuista (cf. Hartmann 1972a).
El panorama descrito persistió , como se dijo, hasta por lo merios fines
de la década del cincuenta. Si tal ocurría en relación con la variedad tenida
por la "única", la situación de los demás dialectos resultaba ciertamente de-
soladora y en no pocos casos la desatención se pagaba muy caro con la ex tin-
ción de algunos de ellos. Los aislados intentos por describirlos, notorios en
las primeras décadas del presente siglo , se reducen a pequeños bosquejos,
muchas veces presentados a manera de listas de peculiaridades , elaborados
con fines estrictamente religioso-pedagógicos. El carácter básicamente norma-
tivo de los mismos, heredado de la tradición latina, encubre en muchos casos
deliberadamente los aspectos más interesantes y genuinos de las variedades
involucradas. Como se sabe , son precisamente las formas "corruptas" o des-
viadas las que interesan al estudioso contemporáneo, por lo que , lejos de pa-
sarlas por alto o de ocultarlas, conviene sacarlas a luz. La corriente deslatini-
zante y antinormativista emanada de la lingüística moderna acabaría con di-
cha práctica, dando lugar a un verdadero desarrollo de los estudios descripti-
vos : ello ocurre en el Perú , y en el área andina en general, al finalizar la déca-
da del cincuenta.
del generativismo. Dentro de esta nueva tónica , aunque con fines diferentes.
se inscriben la serie de gramáticas referenciales redactadas como parte de los
esfuerzos de implementación de la ley de oficialización del quechua (ver sec-
ción siguiente). Los trabajos involucrados corresponden a los dialectos de
Ancash (Parker 1976), Ayacucho (Soto 1976a), Cajamarca (Quesada 1976a).
Cusco (Cusihuamán 1976a), Junín (Cerrón-Palomino l 976a) y San Martín
(Coombs et al 1976), todos ellos publicados bajo los auspicios del Ministerio
de Educación en convenio con el Instituto de Estudios Peruanos. Caracteriza
a la mayoría de estas gramáticas, dos de las cuales aparecían por primera vez
en la historia de los dialectos involucrados (Cajamarca y San Martín) , el cons-
tituir una suerte de compromiso entre el análisis tradicional-estructural y los
postulados básicos del generativismo, todo ello traducido en un lenguaje
accesible al público no especializado , dada la finalidad que se perseguía.
El trabajo descriptivo es parte del quehacer permanente de los que-
chuistas. Son todavía muchas las áreas dialectales que apenas han sido toca-
das. Como es fácil de imaginar, las investigaciones dialectológicas, al estar in-
teresadas en descubrir fundamentalmente los rasgos definidores que permiten
zonificar y clasificar los dialectos , no se detienen por lo general en el análisis
exhaustivo de las variedades involucradas. De allí que la descripción específi-
ca de un dialecto sirva para verificar, precisar o incluso revisar las generaliza-
ciones hechas en base al trabajo dialectológico. Constituyen por ello valiosos
aportes los trabajos de Taylor (197 5, 1982a , 1982b, 1 984 ), para los dialectos
de Amazonas, Ferreñafe y Yauyos; el de Adelaar ( 1982a), para la variedad
pacareña ; los de Weber (cf. Weber 1983 , que viene a ser una obra de conjun-
to) , para el quechua de Huallaga; el de Landerman (1973), para el dialecto de
Pastaza: y, en fin, el de Mercier (1983) , para el quechua del Napo.
Fuera del territorio peruano , la lingüística se ha enriquecido igual-
mente con nuevos aportes y , por lo menos en un caso , con la primera gramá-
tica para una variedad hasta entonces estudiada de manera fragmentaria : se
trata del trabajo de Levinsohn (1976), para el quechua colombiano. Ya se
mencionó la gramática de Cole ( 1982), para el imbabureño del Ecuador. En
el lado boliviano , son igualmente apreciables los esfuerzos en materia de des-
cripción , particularmente los emprendidos por los investigadores del Institu-
to Nacional de Estudios Lingüísticos (INEL), aunque, como se dijo , la inves-
tigación dialectológica todavía no ha sido acometida de lleno . El quechua
argentino , por su parte, espera aún un estudio más sistemático, pues las des-
cripciones tradicionales de Bravo ( 1956, 1965), hechas con una devoción y
un entusiasmo dignos de todo encomio, contienen una serie de lagunas que
requieren ser cubiertas de manera exhaustiva. En fin , faltan todavía descrip-
ciones de las variedades habladas en el Brasil y en Chile.
Los trabajos descriptivos mencionados han sido hechos tomando
como unidad de análisis, si no la palabra, la oración. Ya se indicó que tales
niveles resultan inapropiados, sobre todo el primero, para describir el funcio-
namiento de los sufijos independientes, así como el de algunos sufijos flexi-
cac10n Bilingüe que opera en Puno haya tenido el feliz acierto de ofrecernos
la primera parte ( aimara-castellano) de lo que será el primer diccionario del
aimara peruano contemporáneo , luego de cerca de cuatrocientos años de
completo olvido .
Es de esperar que la situación descrita para el lado peruano cambie en
los próximos años. Ya es un buen paso el que se ha dado en el Departamento
de Lingüística de la Universidad de San Marcos al ofrecerse cursos y semina-
rios sobre lingüística aru . Ello es el resultado de la constatación de una reali-
dad simple : el quechuista interesado en estudiar la historia o la protohistoria
de la lengua no puede prescindir del conocimiento de esta otra familia lin-
güística. Como se mencionó , el desconocimiento de una de las familias por
parte de los especialistas en la otra ha sido una de las causas fundamentales
que han oscurecido el viejo debate en torno a la relación entre ambas.
5. SOCIO LINGUISTICA
ción podría ser, tal vez , diferente ; sobre todo en lo que respecta a la actitud
de los hablantes frente a la lengua vernácula. No debe olvidarse que en estas
áreas la situación del quechua es diferente , pues sufre un doble discrimen: el
que se deriva del prestigio tanto del castellano como del quechua surefio.
considerado como el "más puro". Un primer sondeo realizado por Quesada
( 1982) en las localidades de habla quechua de Cajamarca acusa una actitud
ambigua en relación con la lengua: de orgullo intraétnico y de disfavor en las
relaciones interétnicas con el mundo de habla hispana: mecanismo de defen-
sa explicable en un contexto tradicionalmente hostil hacia los valores cultu-
rales autóctonos.
Ocioso es señalar la importancia qu e tales estudios revisten no sólo
para los efectos de una política de educación bilingüe , así como para las cam-
pañas de alfabetización , sino también para los programas de desarrollo y pro-
moción en general. Es de lamentar que, a diferencia de lo que ocurre en el
campo de la lingüística descriptiva , la sociolingüística no haya alcanzado aún
el nivel y la intensidad que se merece. A la carencia de entidades que patroci-
nen proyectos de tal naturaleza se une la ausencia·total de investigadores en-
trenados en la materia , pues las universidades apenas ofrecen cursos generales
que no garantizan la fonnación y el entrenamiento de futuros especialistas.
De allí que buena parte de los trabajos realizados haya partido de la iniciativa
de especialistas de otras áreas , mejor equipados en las técnicas de la encuesta
y la tabulación de sus resultados.
Por lo que toca a estudios de naturaleza microsociolingüística, el úni-
co trabajo realizado hasta la fecha es el de Lefebvre (197 5), que trata sobre el
uso de las referencias personales y el mareamiento de plural de los nombres y
pronombres, en el quechua del Cusco, y que la autora cree ver correlaciona-
do con variables tales como edad y estilo de habla . Para una discusión de la
metodología empleada, puede verse Lefebvre ( 1976).
De mayor envergadura que los trabajos mencionados, tanto por la ex-
plicitación detallada del método empleado, el manejo de un corpus variado
y amplio , como por el control refinado de las variables independientes (socio-
culturales) y dependientes (lingüísticas) aisladas en virtud de él, es el estudio
de Albó (1970) , cuya adaptación al castellano, con ligeras modificaciones,
apareció cuatro años después (cf. Albó 1974). En él, el autor no solamente
ofrece un análisis macrosociolingüístico de la situación encontrada en el valle
de Cochabamba (Bolivia) , escenario en que se dan cita dos de las lenguas ma-
yores de dicho país: la castellana y la quechua . También aborda el estudio,
siempre a partir de la configuración socioeconómica del contexto global , de
las correlaciones que se dan entre los grados de articulación de los hablantes
de quechua (monolingües y bilingües) con la sociedad envolvente y el manejo
de variables lingüísticas dentro de la lengua vernácula . Se trata, pues, de un
estudio totalizante en el que no escapan aspectos tales como los canales ex-
presivos (canto, poesía, cine , teatro, etc.) , el empleo de los medios de comu-
nicación (para el impacto de la radiofonía boliviana en manos de bilingües
tanto aimara como qu echua-castellanos , ver tambi én Albó 1977b), así como
el de la escritura. Las conclusiones a las que llega el autor en relación con el
uso idiomático son coincidentes. en términos generales. a las ofrecidas en los
trabajos previamente mencionados. A diferencia de éstps , sin embargo, Albó
extrae igualmente conclusiones respecto de la lengua en tanto organismo
contenido en sí mismo : debido a su condición de idioma oprimido (cf. Albó
1977a para una caracterización de este concepto) , de "resultas de ser la ex-
presión hablada de una cultura también oprimida y. por tanto. parcialmente
atrofiada y condicionada a la cultura minoritaria pero dominante" . la diná-
mica que se observa es "la de ir sustituyendo constantemente rasgos propios
del quechua por otros propios del castellano incluso en el quechua". El futu-
ro de la lengua en tal situación es nebuloso , pero si bien es verdad que sobre
ella se ciernen los peligros de una eventual mudanza en favor del castellano,
hay también otros indicios que garantizan su supervivencia y aun su afianza-
miento: tales son, por ejemplo , su empleo en el campo de la política , el uso
de la misma en la radio y a través de la letra impresa. y la emergencia de una
élite bilingüe que , lejos de abjurar de la lengua nativa. la preserva y cultiva.
El estudio de Albó es, en suma, una obra magi:,tral que sólo pudo haber sido
hecha por una persona que a su form ación de antropó logo versado en la cul-
tura andina une una sólida preparación de lingüista . El suyo es un trabajo que
servirá de pauta para las futuras investigaciones en el campo.
Como se mencionó , la tendencia observada en relación con la direc-
cionalidad en la mudanza lingüística es hacia un monolingüismo castellano
cada vez más creciente. Aun admitiendo el carácter "insensato" de los censos
nacionales. la comparación de los resultados periódicos de los mismos - que
no siempre ofrecen , sin embargo, datos prec isos referentes a los idiomas-
puede ilustrar las tendencias existen tes en el proceso del cambio idiomático .
Un trabajo reciente de Albó ( 1981) estudia precisamente la evolución lingüís-
tica de Bolivia en base al cotejo de los resultados de los dos últimos censos
genera les ( 1950-1976). Desglosando los datos censales atendiendo a variables
como edad y sexo , educación y ocupación , Albó rastrea e! proceso de caste-
llanización en el vecino país. llegando a formular , siguiendo las tend encias
manifiestas en el intervalo de ambos censos , una proyección hac ia el futuro
que. de mantenerse las co ndi ciones socioeconómicas vigentes, desembocaría
en la extinción total de las lenguas a borígenes, incluso en su "zona de refu-
gio" natural -el área rural -, hacia fin es del siglo XXH. Ya se sabe cuáles son
los factores que contribuyen a dicho efecto , pero también no debe olvidarse
que , de cambia r radicalmente las condiciones sociales y económicas que pre-
valecen , así como la política idiomática de corte asimilacionista , otra sería la
suerte de dichas lenguas , al menos de las mayores; es decir, la quechua y
aimara. Sobra decir que en este punto, como en el anterior, Albó opta por la
implementación de una política lingüística pluralista que . sin desconocer el
papel que desempeña el castellano en el seno de la sociedad envolvente, pro-
cure no solamente la revaloración de los idiomas autóctonos, sino también su
desarrollo creativo.
En este aspecto de los cambios lingüísticos deben mencionarse igual-
mente los trabajos realizados por Hosokawa. investigador nipón asociado por
algún ti empo al INEL de La Paz , quien tuvo a su cargo el estudio de las situa-
ciones de trilin güismo aimara-quechua-castellano tanto en el norte de La Paz
(cf. Hosokawa 1979) como en el nort e de Potosí (ver Hosokawa 1980). Este
investigador encu entra una diferencia fundamental en el fenómeno de trilin-
güismo observado en ambas zonas: mientras que en el norte del departamen-
to capitalino se tiende hacia un trilingüismo estacionario (que no supone sus-
titución de lenguas a través de las generaciones) , no ocurre lo propio en el
norte de Potosí, pues aquí el fenómeno adquiere una modalidad sustitutoria:
el quechua reemplaza al aimara y el castellano a aquél , fenómeno este último ,
como lo demuestra e l trabajo de Albó , generalizado , aunque es verdad que se
da con mayor intensidad entre los quechuahablantes que entre los de habla
aimara. Incidentalmente debe mencionarse que las lenguas nativas involucra-
das no gozan de l mismo estatuto en las zonas estudiadas: en el norte de La
Paz es el aimara el que tiene más prestigio en relación con el quechua (de allí
que sean los quechuahablantes los que tengan que aprender el aimara), mien-
tras que en el norte de Potosí el quechua tiene preeminencia sobre el aimara
(ello explica la quechuización de los aimarahablantes).
La historia social del qu ec hua , lengua dominada luego de la pérdida
de autonomía del mundo andino , ha sido trazada por Torero (1974: 140-
214). Se estudia en él , dentro del contexto del ordenamiento colonial im-
puesto , la subordinación de la lengua en favor del castellano en virtud de la
política lingüística predominante de la metrópoli. Este mismo fenómeno ha
sido tratado últimamente por Mannheim (1984 ), en un trabajo que busca de-
mostrar hasta qué punto persisten en la actualidad dos posiciones claramente
definidas en materia de política idiomática . Se trata de dos opciones ya dise-
ñadas en los albores de la colonia: por una parte, una política asimilacionista
a ultranza y, de otro lado , una postura que el autor califica como la del "asi-
milacionismo ilustrado". De esta manera , la castellanización emprendida por
los gobernantes republicanos se entronca directamente con la corriente asimi-
lacionista , al par que las tendencias modernizadoras (piénsese , por ejemplo ,
en los programas de educación bilingüe de tipo transicional), fomentadas por
educadores y científicos sociales desarrollistas , tanto nacionales como extran-
jeros. vendrían a ser versiones modernas del asimilacionismo ilustrado o
"blando". Este asunto de la política idiomática de la colonia en relación con
el quechua , e incluyendo esta vez al aimara , ha sido tratado recientemente
por Heath y Laprade (1982) , quienes señalan el carácter zigzagueante de las
disposiciones metropolitanas referidas al tema.
Si los estudios sociolingüísticos aplicados al quechua no han alcanza-
do, sobre todo en el Perú , ni el nivel ni la intensidad deseables (proyectándo-
se más allá de los diagnósticos). la situación en el campo de la aimarística es
más incipiente aún. Es verdad que, también en este aspecto, Bolivia le lleva
6. ENSEÑANZA
Para el primer país , caben mencionarse los textos de Albó ( 1964 ), Herrero
et al. ( 1968) y Plaza ( 1981 ); para el Ecuador, se tienen los de Stark et al.
(1973) y Yáñez y Jara (l 976). Por lo que respecta al Perú , sólo contamos
con el manual de Soto ( 1979), que versa sobre el dialecto ayacuchano. Una
nota saltante que diferencia a este último de los demás es que en él el autor
persigue no solamente la enseñanza de la lengua en tanto código oral , sino
que , al mismo tiempo , busca desarrollar en el aprendiz las habilidades para
escribirla, optando de esta manera por una postura reivindicacionista, acorde
con las corrientes de defensa idiomática surgidas a partir de la oficialización
del qu echua: más allá del interés puramente pedagógico , importa igualmente
"la revaloración y el cultivo de la lengua" (cf. Soto 1982).
En relación con el aru, la única lengua que ha sido objeto de aten-
ción, por obvias razones, fue la aimara del lado boliviano . La preocupación
por la enseñanza de la lengua empleando métodos más adecuados se refleja
en los textos de Wexler (l 967) , Herrero et al. (1969),Tarifa (1969) y, sobre
todo , Hardman et al ( 1975). Para una evaluación de tales trabajos, ver Briggs
( 1979) .
Como se habrá podido apreciar, no obstante los grandes avances en
las técnicas de la enseñanza de segunda lengua , es muy poco lo que se ha he-
cho por implantarlas en el país. La falta de personas debidamente entrenadas
en la materia (no basta ser, ciertamente, quechua-hablante) y el alto costo de
los equipos que su dotación supone impiden su desarrollo , sobre todo en las
universidades estatales , las mismas que , con sus recursos financieros cada vez
más recortados. se ven imposibilitadas de asumir dicha tarea . no ohstante el
interés creciente de estudiantes y profesionales sensibles a la necesidad de en-
carar con mayor responsabilidad la comprensión de la realidad andina. Los
veinte años que cubre nuestra apretada reseña arrojan un balance negativo, al
menos para el Perú , en esta materia de la enseñanza del quechua y del aima-
ra . Contrasta esta situación con los extraordinarios avances logrados en el
campo de la lingüística sincrónica y diacrónica.
7. EPILOGO
editado , con algunos años de discontinuidad , en una primera etapa por Loui-
sa Stark y Gary Parker, luego por Peter Cole y últimamente por Garland D.
Bilis, etapa esta última en la que el Correo circula en castellano. No gozó de
la misma suerte la edición de la revista Papers in Andean Linguistics, dirigida
por Louisa Stark y Gary Parker, que lamentablemente tuvo una existencia
efím era (sólo se editaron 2 volúmenes , correspondientes a los años 1972-
1973 ). La madurez alcanzada por la disciplina puede medirse , asimismo , por
el número de reuniones internacionales convocadas a la fecha , que ya suman
cinco , eventos en los cuales se dan cita especialistas de distinta procedencia,
formación y subespecialización, todos ellos deseosos de contribuir a un mejor
conocimiento de la realidad lingüística andina.
La edición de un anuario en castellano , así como la organización de
las futuras reuniones teniendo como sede a los propios países andinos, son al-
gunas de las preocupaciones fundamentales de la comunidad de especialistas
del área. Es de esperar que tales anhelos puedan tornarse realidad en los pró-
ximos años.
Rodolfo Cerrón-Palomino
C.I.L.A .
Casona de la UNMSM
Nicolás de Piérola 1222
Lima 1, Perú
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