Está en la página 1de 64

Panorama de la lingüística andina

Rodolfo Cerrón-Palomino

La presente reseña intenta ofrecer un balance de los estudios de lin-


güística andina tal como esta disciplina se ha venido desarrollando en los últi-
mos veinte años. Señalaremos que por lingüística andina , o simplemente
andinistica, comprendemos los estudios relacionados con las lenguas que se
hablan , o se hablaron , en el espacio andino , entendido éste en su acepción
geográfico-histórico-cultural, y que corresponde aproximadament~ al vasto
territorio que en la primera década del presente siglo Uhle definía como la
"esfera de influencia" del Imperio de los Incas. Aclaremos que el lapso que
buscamos reseñar constituye el momento culminante en el que los estudios
de lingüística andina alcanzan desarrollos inusitados, revolucionando comple-
tamente los conocimientos vigentes hasta entonces y, por ende , colocando a
la joven disciplina en condiciones equiparables de rigor y profundidad a las
de las otras ciencias sociales que se ocupan del área. Hagamos otra precisión
aún : sólo nos ocuparemos del desarrollo de los estudios de las dos familias
lingüísticas consideradas , juntamente con la guaraní, como las más importan-
tes de la América del Sur: la quechua y la aru, singularizadas, desde el con-
tacto inicial con la cultura occidental, como "lenguas mayores". De otro
lado, la reseña ofrecida se circunscribirá fundamentalmente a la situación
peruana , aunque será inevitable hacer breves referencias a lo acontecido en
los países andinos vecinos. El mismo hecho de que tanto el quechua como

No . 2, diciembre 1985 509


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

el aimara , aunque en mayor medida el primero que el segundo, hayan tras-


cendido los territorios ecuatoriano-peruano-bolivianos determina que la andi-
n ística escape, en términos de su abarque geográfico, el espacio andino deli-
mitado previamente. Finalmente , en la medida en que el "salto cualitativo"
de una disciplina no se da de súbito, sino que, por el contrario , es el resulta-
do de un largo proceso de fermentación motivado por la desazón frente a pa-
radigmas obsoletos, el espacio cronológico sugerido como objeto de refle-
xión tendrá que ser más elástico en cuanto a su inicio , pues serán inevitables
las referencias a etapas inmediatamente previas a la delimitada .
Una vez hechas las aclaraciones del caso , conviene ahora señalar los
aspectos que serán tratados en la presente reseña . Siendo el tema bastante
amplio, pareció más conveniente tratarlo abordándolo a través de sus distin-
tas facetas, las mismas que, en su conjunto, darán una idea cabal del tipo de
logros (e insatisfacciones) que caracteriza al desarrollo de la lingüística andi-
na en los últimos veinte años . Tales aspectos son: (a) dialectología. (b) clasi-
ficación, ( c) reconstrucción , (d) descripción y análisis, (e) sociolingü ística, y
(f) enseñanza. Las secciones siguientes estarán destinadas al abordaje de tales
facetas . Por Jo demás, un primer balance del desarrollo de los estudios que-
chu ísticos (1960-1972) lo realizó Hartmann (1972b), en un artículo que ha
tenido muy poca difusión porque, a diferencia de los trabajos posteriores de
la autora , apareció en alemán.

l. DIALECTOLOGIA
Hasta la década del sesenta, la idea generalizada respecto de la situa-
ción dialectal del quechua, no sólo en los círculos profanos , sino incluso en
los medios académicos, era que , al lado de una variedad considerada como la
más "pura" y "auténtica" , proliferaban otras formando un hacinamiento
incoherente y heterogéneo que delataba su carácter espúreo y envilecido .
Según dicha concepción, entronizada como parte del saber popular , la enti-
dad incuestionablemente pura e incontaminada era la cusqueña (-boliviana)
y el resto pasaba a formar parte de lo que se llamaba la variedad chinchai-
suya. De este modo, un deslinde formulado a fines del siglo XVI mantenía su
vigencia ininterrumpida. Otra manera de referirse a la misma distinción era la
que oponía al quechua por antonomasia (= el cusqueño-boliviano) y a los
dialectos a secas (= el resto de las hablas quechuas peruanas). Distinción se-
mejante asoma, a veces de manera explícita, en la monumental bibliografía
preparada por Rivet y Créqui-Montfort (1951-1956). Se trata en este caso ,
sin duda alguna, del empleo de los conceptos de lengua y dialecto definidos
socio-políticamente, uso que no responde, sin embargo . a una caracterización
lingüística de las entidades diferenciadas.
Consideradas como variedades chinchaisuyas o como meros dialectos ,
el hecho es que hasta la década del sesenta tales hablas permanecieron com-
pletamente relegadas, sucumbiendo unas veces y sobreviviendo en otras al

510 Revista Andina , año 3


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cerrón: Lingüística andina

fantasma de su propia extinción. En efecto , el conocimiento que se tenía de


ellas se reducía a una lista incompleta de isoglosas (rasgos fonológicos , gra-
maticales y léxicos que tipifican a una variedad frente a otras), que , habiendo
sido advertidas ya por los autores de la Doctrina Christiana del Tercer Conci-
lio Limense (1582-1584) y por el jesuita huancavelicano Juan de Figueredo
( 1770), entre otros, eran repetidas, a manera de clichés, por los quechuistas
posteriores. Tales rasgos, al ser atribuidos en bloque al conjunto denominado
chinchaisuyo , distaban lejos de ofrecernos un cuadro siquiera aproximado de
la distribución compleja de los dialectos quechuas . Se trataba, por lo demás ,
de una lista parcial en la medida en que atendía a los fenómenos observados
sólo en algunas áreas específicas del territorio quechua , cuyas hablas habían
llamado la atención especial de los doctrineros. El prestigio alcanzado por la
variante cusqueña al promediar el siglo XVII, en virtud de una campaña desa-
tada por sus cultores (adviértase, entre otros, el cambio del nombre mismo de
quichua a quechua). constituyó ciertamente una traba que impidió toda futu-
ra curiosidad por las variedades no cusqueñas. Consideradas como bastardiza-
ciones todas aquellas manifestaciones que se apartaban de la norma del dia-
lecto cusqueño , ellas fueron simplemente ignoradas e incluso denigradas co-
mo producto de un hablar " tosco" y deformado. Naturalmente que al hablar
del prestigio de la variante cusqueña nos estamos refiriendo a su estatuto so-
cio-cultural en relación con las demás variedades, pues a nadie escapa que , a
su turno, toda la lengua (o , mejor, familia) quechua, incluyendo la cusqueña ,
se nos ofrece, en el ámbito de la sociedad nacional , como una entidad venida
a menos, en desigual competencia con la castellana . De este modo , en otro
nivel , no sólo ya los llamados "dialectos" quechuas , sino incluso el propio
cusqueño devienen en manifestaciones lingüísticas estigmatizadas, frente a
las cuales la intelectualidad directriz de los grupos de poder guardará absolu-
to desinterés, cuando no un menosprecio apenas disimulado. Quienes se dedi-
carán entonces al estudio del quechua serán , por un lado, los extranjeros y ,
por el otro, los propiós hablantes de la lengua, quienes, a falta de una buena
preparación , estaban condenados a ejercer una práctica científica de segundo
orden. En tales condiciones no podía prosperar evidentemente ningún cam-
bio sustanciaren relación al panorama descrito.
Lo dicho en líneas precedentes se ilustra a cabalidad en la obra del
quechuista José María Benigno Farfán, cuyos estudios cubren las décadas del
cuarenta y cincuenta. La obra que interesa mencionar acá , fundamentalmen-
te, es la referida al estudio de los dialectos quechuas. En 1945 , como parte
de un equipo de etnólogos convocados .por el Museo Nacional de Historia y
la Smithsonian Institution , realiza la ardua tarea de recoger textos quechuas
de la sierra central y norteña peruanas . En virtud de tal empresa se consignan
por primera vez textos para variedades quechuas nunca antes registradas (por
ejemplo , Cajatambo, Huánuco, Cajamarca, etc.). Tales registros, transcritos y
publicados entre 194 7 y 1951 en números sucesivos de la Revista del Museo
Nacional y recogidos luego en tirada aparte (cf. Farfán 1952), adolecen , sin

No. 2, diciembre 1985 511


Crónicas B i b l i o g r á f i c a s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

embargo, de una cantidad de adulteraciones que desacreditan los esfuerzos


recopiladores del autor. No sólo dejan de desear en ellos las innumerables
erratas en su edición , hecho nada sorprendente tratándose de textos en una
lengua "exótica", sino sobre todo la manera en que fueron procesados por el
autor, quien ante el desconocimiento de la multiplicidad de formas que
adquieren las variedades en cuestión, opta muchas veces por ''normalizarlas"
de acuerdo al canon cusqueño, que era la variedad hablada por él. Falto de
un entrenamiento linguístico básico (su escaso adiestramiento fonético lo
lleva no solamente a no distinguir vocales largas y breves, sino incluso a en-
contrar oclusivas aspiradas en los dialectos norteños!) y ayuno de las técnicas
del trabajo de campo , Farfán no estaba en condiciones de proporcionarnos
materiales fidedignos ni mucho menos interpretarlos de modo de inferir las
configuraciones dialectales que se insinuaban en los propios datos. De allí
que las observaciones que ofrece , a manera de interpretación, no superan la
fase puramente taxonómica prevaleciente hasta entonces. en la que se listan
las diferencias sin el menor atisbo de posibles inferencias tanto areales como
evolutivas. No será injusto señalar por ello que Farfán no estaba preparado
ni científica ni emocionalmente como para iniciar los estudios dialectológi-
cos del quechua. Lo último, porque el autor comentado no había logrado
despojarse de la vieja actitud etnocentrista cusqueña: para él, el quechua era
la variante de Cusco y Bolivia y el resto formaba un hacinamiento indiferen-
ciado de "dialectos". No se discuten aquí. por lo demás , los valores intrínse-
cos que subyacen a los textos recopilados por Farfán. todos ellos manifesta-
ciones de una literatura oral variada y rica ; tampoco es momento de regatear-
le méritos por el esfuerzo desplegado en la tarea paciente y sacrificada de
recopilación y transcripción . Lo que ocurre es, simplemente, que dicha labor
suponía ya una buena preparación en una técnica por entonces desusada en
nuestro medio . ¿Significa todo esto que tales materiales , dialectológicamen-
te , resultan del todo inservibles? Afortunadamente no es así , siempre y cuan-
do sean depurados previamente por el dialectólogo. Como se dijo, la obra de
Farfán, considerada en su tiempo como la más sólida , ilustra perfectamente
el estado precario en el que se encontraba la dialectología quechua .
Tal situación cambia drásticamente a principios de la década del se-
senta. En efecto, en 1963 Gary Parker y en 1964 Alfredo Torero dan a cono-
cer los primeros resultados de sus investigaciones llevadas a cabo previamen-
te . De menor envergadura el del primero en comparación con el del segundo ,
ambos trabajos, sin embargo , llegan a ofrecernos un cuadro coincidente de la
situación dialectal del quechua. Sin restarle méritos a Parker. debemos reco-
nocer en este punto que el trabajo de Torero , titulado simplemente Los dia-
lectos quechuas, es , de lejos, el más completo , por el nivel de detalle alcan-
zado y por su abarque, aun admitiendo el carácter provisional que su propio
autor le atribuye.
En lo que toca al aspecto dialectológico , materia de la presente sec-
ción , Torero incorpora, por primera vez , dentro del panorama general de los

512 Revista Andina, año 3


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cerrón: Lingüística andina

dialectos quechuas variedades hasta entonces completamente ignoradas. algu-


nas de las cuales apenas eran mencionadas de oídas . Obviamente, una com-
prensión global de la dialectología de esta lengua exigía no solamente el estu-
dio de sus hablas circunscritas en el territorio peruano, sino también la incor-
poración de las variedades empleadas en los países vecinos: Ecuador, Colom-
bia , Bolivia y Argentina. Ante la dificultad de contar con materiales de pri-
mera mano para tales dialectos , Torero hace uso , previa interpretación , de los
datos disponibles hasta entonces. El resultado es doblemente meritorio pues-
to que gracias a dicho esfuerzo integrador la dialectología quechua cobra una
dimensión verdaderamente andina , rebasando los estrechos marcos fronteri-
zos que rompen engañosamente una misma continuidad geográfica , lingüísti-
ca y cultural.
Luego del cotejo minucioso de los dialectos estudiados , Torero abs-
trae las coordenadas (isoglosas) que le permitirán postular un ordenamiento ,
por debajo de una realidad lingüística multiforme y aparentemente caótica.
De este modo establece un primer deslinde entre , por un lado , aquellas hablas
que se distribuyen en la sierra central peruana (comprendiendo los departa-
mentos de Ancash , Huánuco , Paseo , Junín y algunas localidades de las serra-
nías de Lima) y, por el otro , el resto de las variedades, al norte y al sur de las
primeras, prolongándose más allá de las fronteras del territorio nacional.
Tales grupos , bautizados como Quechua I (QI) y Quechua JI (QII) , respecti-
vamente , constituyen las dos áreas dialectales fundamentales en que se divi-
den los dialectos quechuas. La isoglosa que permite tal deslinde , entrevista ya
como uno de los elementos tipificad ores del llamado "chinchaisuyo" por Fi-
gueredo ( 1770), pero cuyo carácter hilvanador permanecerá inadvertido por
considerárselo de la misma envergadura que otros ra·sgos de alcance cierta-
mente limitado , es la marca de la primera persona posesora-actora , que en el
QI se da como un simple alargamiento vocálico (así, por una parte , wasi-:
'mi casa' , chuku-: 'mí sombrero' y uma-: 'mí cabeza'; y puri-: '(yo) cami-
no' miku-: '(yo) como' y muna-: 'quiero' , por la otra), al par que en el QII
se ~anifiesta como -Y para la posesión (es decir , wasi-Y, chuku-y y uma-y)
y como -ni para la actancia (o sea , puri-ni, muku-ni y muna-ni). Al lado
de dicha isoglosa hay otras de menor cobertura que contribuyen a perfilar
con mayor nitidez las áreas mencionadas. La bipartición señalada , sin em bar-
go, no debe dar la falsa imagen de estar frente a dos zonas completamente
discretas y libres de interferencias mutuas: nada más ajeno a la naturaleza
compleja de toda realidad idiomática . Baste con señalar que hay por lo me-
nos un dialecto -el de Pacaraos (en la provincia de Huaral, Lima)- que no
comparte de ninguna de las alternativas referentes a la marcación de prime-
ra persona , pues registra para ambas marcas el morfema único -Y. Es natural ,
entonces, encontrar variedades que, perteneciendo a uno de los grupos , com-
partan ciertos rasgos del otro , estableciendo verdaderas zonas de transición.
Ello no quita , sin embargo, que el deslinde establecido tenga un sustento real
y, por ende , constituya el punto de partida que permite una mejor compren-

No . 2, diciembre 1985 513


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

sión del complejo dialectal quechua.


Aparte del primer deslinde establecido. Torero desL'111nad eja del con-
junto de rasgos fonológicos y gramaticales que subyacen a los dialectos
que integran los dos grandes grupos otras tantas isoglosas que permiten esta-
blecer una subclasificación de los mismos . Tales subagrupamientos. que serán
vistos en la sección siguiente. permiten divisar con claridad las relaciones e
in terin fluencias que u nas variedades presentan frente a otras. por debajo de
una aparente anarquía que a simple vista desorienta y confunde . Tal es. a
grandes rasgos . el valioso aporte de los estudios de Torero: la noción que se
tenía de los dialectos quechuas hasta antes de su aparición se nos presenta
ahora como una nebulosa en la que apenas se distinguía de manera grotesca.
al lado del cusqueiio-boliviano. y sin contornos territoriales precisos. el con-
junto indiferenciado de hablas que tradicionalmente eran consideradas como
variedades ·'chinchaisuyas" o . en términos más modernos . como simples dia-
lectos. en la acepción peyorativa del término. A la luz de los nuevos estudios
resulta claro ahora que el llamado "'chinchaisuyo" no constituyó nunca una
unidad dialectal. Si por él se entendió en una época a las hablas quechuas
comprendidas de Ayacucho al norte , según los conocimientos actuales dichas
variedades se agrupan tanto con el QI como con el QII: como se ve. la deno-
minación histórico-geográfica no corresponde a ninguna realidad lingüística-
mente discernible.
Como era de esperarse. pronto renació el interés por los estudios que-
chu ísticos tanto en el país como en e l extranjero. Por entonces se habían
inaugurado en el antiguo In stituto de Filología y de Lingüística de la Univer-
sidad de San Marcos cátedras destinadas. por primera vez. a la formación de
los alumnos en las técnicas del análisis lingüístico y en el trabajo de campo.
teniendo como su principal propulsor al filólogo y lingüista Alberto Escobar.
quien daba inicio de este modo a su fructífera e infatigable labor de maestro
e investigador. El Plan de Fomento Lingüístico (PFL). creado en virtud del
Convenio San Marcos-Cornell y dirigido por el propio Escobar. tenía como
una ele sus metas precisamente el equipamiento del Instituto con la dotación
de cátedras que permitieran un mejor adiestramiento tanto teórico como
práctico ele sus alumnos . Al amparo ele tal programa ele estudios llegaría al
Instituto otro estudioso del quechua que . trabajando independientemente .
había llegado a postulaciones similares a las ele Torero : nos referimos al lin-
güista norteamericano Gary .1. Parker ( cf. Parkcr 19(13 ). De otro lado . invitado
por el entonces Director del In stituto. el también distinguido lin güista Luis
Jaime Cisncros. Torero inauguró en los claustros sanmarquinos la cátedra de
dialectología quechua. De este modo convergían en San Marcos los verdade-
ros iniciadores ele la etapa científica de los estudios quechuísticos. quienes. a
través de la cátedra y del ejemplo de sus propias investigaciones. pronto des-
pertaron en los alumnos vocaciones que hasta entonces permanecían como
adormiladas por lo s programas ele estudio que incidían fundamentalmente en
la hispanística , cuando no en la filología clásica. pues la cátedra ele quechua

514 Revista Andina, año 3


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - C e r r ó n : Lingü(stica andina

que se ofrecía languidecía en la rutina de la enseñanza tradicional de la len-


gua y en el estudio de la gramática colonial.
Convertida San Marcos en un verdadero semillero de inquietudes
orientadas hacia el estudio de la realidad plurilingüe del país, pronto arrojó
una primera hornada de jóvenes entusiastas que iniciaron sus escarceos lin-
güísticos trabajando en el quechua , así como en algunas lenguas de la selva.
Impulsados primeramente por el PFL y luego por el Centro de Investigación
de Lingüística Aplicada (CILA), su entidad sucesora, los estudios del que-
chua alcanzaron su máximo desarrollo , contribuyendo de este modo a un co-
nocimiento más certero de la realidad lingüística peruana, especialmente del
área andina. Fruto de esa efervescencia son las investigaciones que a manera
de tesis , monografías y documentos de trabajo multiplicaron en breve tiempo
la incipiente bibliografía quechua contemporánea.
Conviene señalar que el énfasis de tales investigaciones recayó básica-
mente en el estudio y análisis de los dialectos centro-norteños del país. Se
iniciaba de este modo una verdadera revaloración , por lo menos a nivel pura-
mente lingüístico , de aquellas variedades que habían sido secularmente deni-
gradas como villanizaciones de un supuesto quechua imperial de origen cus-
queño. Concebido el término dialecto en su acepción científica como forma
de habla diferente de otra al interior de una misma lengua , todas las manifes-
taciones lingüísticas quechuas, incluida la cusqueño-boliviana, aparecían aho-
ra , a la luz de los estudios dialectológicos, como poseyendo un mismo rango,
libres de toda valoración subjetivo-cultural. Despojado el cusqueño de su pa-
ramento histórico-cultural, devenía, en tanto forma lingüística, un dialecto
como cualquiera de los otros en la medida en que todos no eran sino versio-
nes modernas desmembradas de un mismo antecesor común. No se quiere
negar con ello el evidente prestigio alcanzado por la variedad sureña desde los
tempranos años de la colonia : baste con señalar que , de todos los dialectos ,
aquélla fue la única que alguna vez logró alcanzar una dimensión literaria
altamente elaborada. Lo que ocurre es que desde una perspectiva inmanente;
es decir, vistos a partir de su propia estructuración interna, no hay dialectos
superiores ni inferiores, perfectos o imperfectos, adjetivos todos éstos de na-
turaleza extralingüística; por el contrario, todas las variedades son perfecta-
mente legítimas en tanto constituyen desarrollos paralelos surgidos a partir
de una misma matriz. Tales desarrollos se traducen en cambios inherentes a
todo sistema lingüístico en tanto entidad histórico-cultural vehiculizada (ma-
nejada) por sus propios usuarios: vistas las cosas de este modo , los cambios,
inevitables por lo demás, no corrompen ni avillanan, pues en última instancia
toda lengua contiene en sí los gérmenes de su propia evolución. Otra cosa es
que tales gérmenes permanezcan ocultos tras la ilusa perennidad del ideal
normativo.
El énfasis puesto en los dialectos centrales obedece al hecho , destaca-
do en los trabajos de Parker y Torero, de su mayor complejidad. Es en el te-
rritorio cubierto por ellos , particularmente en las serranías de Lima, donde se

No. 2, diciembre 1985 515


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

dan encuentro, formando un verdadero crucero idiomático , las hablas perte-


necientes a los grupos dialectales mayores dilucidados previamente. Frente a
dicho mosaico lingüístico, los dialectos sureños muestran una realidad mu-
cho más homogénea, delatando, como se verá después, una propagación rela-
tivamente mucho más reciente. Se imponían, pues, trabajos de microdialec-
tología que ayudaran a precisar mejor los ordenamientos generales inferidos
por Torero. Las investigaciones posteriores de éste, así como las de Parker.
que por un tiempo dirigió el equipo de lingüística andina del CILA, estuvie-
ron destinadas a cubrir zonas anteriormente no tocadas o apenas entrevistas.
Ya para entonces , el interés despertado por el quechua como área de estudio
había trascendido las fronteras, concitando vocaciones tanto en el hemisferio
norte como en Europa. Gracias al concurso de especialistas , así nacionales
como extranjeros , el panorama dialectal del quechua se nos ofrece hoy día
como uno de los campos mejor conocidos dentro de la compleja realidad lin-
güística peruana.
Quedan todavía, sm embargo, áreas apenas entrevistas en toda su
complejidad: la investigación dialectológica presente y futura está llamada a
cubrir tales espacios, pues de la comprensión plena de los mismos dependerá
el que se disponga de mejores aparejos que permitan el afinamiento, cuando
no la reformulación, de los ensayos de interpretación en materia no sólo dia-
lectológica , sino también clasificatoria y diacrónica. Señalemos , sin embargo.
que la atención de los estudios dialectológicos orientada hacia las variedades
centro-norteñas no debe relegar injustamente , a manera de "desquite", a las
variedades sureñas , principalmente la cusqueña. Si algo de esto ha ocurrido ,
contribuyó a ello, en cierta medida , la idea generalizada de su naturaleza rela-
tivamente uniforme . Como quiera que la noción de una variedad homogénea
es ciertamente engañosa , no debe asombrar que. por debajo de dicha aparien-
cia , se escondan diferenciaciones que no por menores dejan de ser importan-
tes para el conocimiento pleno de la dinámica cambiante de una lengua.
Afortunadamente, el cusqueño ha venido siendo objeto de estudios dialecto-
lógicos en los últimos años (cf. Mannheim 1985b), probando ser. como era
de esperarse, no tan simple ni uniforme como se pensaba. Trabajos similares
resultan urgentes no sólo en la zona puneña, particularmente sensible a inter-
ferencias provenientes del vecino aimara , sino también en la llamada variedad
ayacuchana , desde su frontera norte con el juninense hasta la orilla derecha
del río Pachachaca, límite que la separa del cusqueño. Y para concluir con las
hablas quechuas del territorio peruano, resta señalar que resulta satisfactorio
advertir que también se hayan hecho grandes avances en el estudio de los dia-
lectos quechuas hablados en la floresta amazónica , que hasta entonces seco-
nocían sólo por referencias, a menudo muy vagas (cf. sección 4 ).
Los estudios dialectológicos iniciados en el Perú pronto encontraron
eco en los demás países con presencia quechua, principalmente en el Ecua-
dor. Como se dijo, los trabajos macrodialectológicos de Torero y Parker se

516 Revista Andina , año 3


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cerrón: Lingüística andina

habían basado, para las variedades habladas fuera del país, en los escasos ma-
teriales disponibles hasta entonces. De allí que se hacía necesario y urgente
un trabajo de barbecho similar al realizado en el Perú . Las informaciones dis-
persas que se tenían de las variedades ecuatorianas acusaban una complejidad
por momentos reminiscente de la existente en la sierra central peruana, como
resultado de su propia configuración histórico-geográfica . A partir de la déca-
da del setenta , el panorama dialectal del quichua ecuatoriano ha venido sien-
do delimitado gracias a la labor de, entre otros, Stark (1975). Muysken
( 1975 , 1977). Orr ( 1978) y Carpen ter ( 1982). No ocurrió lo mismo con las
áreas quechuas de Colombia y la Argentina, pero aquí se está frente a varie-
dades de menor abarque geográfico , donde resulta mucho más urgente abo-
carse a la tarea de la descripción completa de por lo menos una variedad : las
diferenciaciones dialectales podrían ser indagadas después. Otro factor que
ha demorado el estudio en aquellos países es la impresión general , no contra-
dicha a falta precisamente de mayores datos, de que ambas variedades cons-
tituyen prolongaciones del quechua oriental ecuatoriano y del cusqueño-boli-
viano , respectivamente , al margen de sus peculiaridades locales de conjunto .
Por ello mismo resulta todavía desconocida la realidad dialectal del quechua
boliviano que , al igual que el cusqueño , presenta seguramente configuracio-
nes dialectales de menor envergadura, pero igualmente importantes para un
mejor conocimiento tanto de las tendencias evolutivas de la lengua como de
sus manifestaciones relativamente arcaicas o conservadoras .
En relación con el campo de la familia aru , nos encontramos frente a
un desarrollo que evoca en muchos aspectos el desenvolvimiento de los estu-
dios quechuísticos, aunque sin la trascendencia alcanzada en esta área por
tratarse de un tronco lingüístico menor, con apenas tres componentes idio-
máticos. En efecto, de acuerdo con los conocimientos vigentes hasta la déca-
da del sesenta , ni siquiera podía hablarse de una familia en este caso, puesto
que el aimara constituía el único especimen idiomático, cual si fuera una len-
gua aislada. La variedad llamada jacarn, que había despertado la atención de
historiadores y arqueólogos por su extraordinaria similitud con la aimara ,
pero cuya ubicación en las serranías limeñas resultaba intrigante , permaneció
prácticamente olvidada, luego de los intentos fallidos de Farfán (1955 , 1961)
por estudiarla sistemáticamente. Al lado del jacaru , hablado en el distrito de
Tupe (en la provincia limeña de Yauyos), se conocía la existencia de otra va-
riedad , referida como cauqui, localizada en el mismo distrito yauyino, anexo
de Cachuy. Tales variedades, a menudo confundidas entre sí (y consideradas
alguna vez como dialectos quechuas), no eran sino vestigios de otras tantas
hablas que habían sucumbido ante el quechua, primeramente, y frente al cas-
tellano, después. Y así, de las ocho localidades de habla similar encontradas
por el viajero Raimondi en 1862, apenas quedaban dos un siglo después, con
la agravante de que en una de ellas la variedad -en este caso el cauqui- se
encontraba en vías de franca extinción. Como se ve, la situación descrita no
permitía superar el nivel de sospecha en relación con las afinidades entre el

No . 2, diciembre 1985 517


Crónicas B i b l i o g r á f i c a s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

jacaru-cauqui y el aimara. Hacía falta estudiar en forma sistemática las varie-


dades yauyinas antes de emitir algún pronunciamiento definitivo en tal direc-
ción. Dicha tarea fue llevada a cabo por la lingüista norteamericana Martha
Hardman, quien, alentada por José Matos Mar, que por entonces emprendía
un estudio en la región de Yauyos (cf. Matos 1956), tomó a su cargo el estu-
. dio del jacaru , dando a conocer los resultados de su investigación en I 966
(cf. , para un adelanto , Hardman 1963). En trabajos posteriores , la menciona-
da lingüista probará definitivamente la situación de lenguas "hermanas" del
jacaru y del cauqui en relación con la aimara ( cf. Hardman 1966b ). En ade-
lante cabía entonces hablar de una familia lingüística, llamada jaqui por
Hardman (1978) y aru por Torero (1970) , de la cual el aimara venía a ser un
miembro más, dejando su condición de supuesta lengua aislada .
Como ocurrió con los dialectos quechuas centrales , las variedades del
aru yauyino surgieron a la palestra de los estudios de lingüística andina tras
siglos de completo desconocimiento durante los cuales fueron extinguiéndo-
se hasta quedar, cual verdaderas islas , sólo dos de sus especímenes. La impor-
tancia de éstos para el conocimiento no sólo del propio aimara , sino de la fa-
milia en su totalidad , probó ser definitiva, como a su turno lo fue el "descu-
brimiento " de los dialectos quechuas centrales en relación con las variedades
sureñas; en ambos casos se trata de manifestaciones arcaizantes que, gracias a
su grado de conservación, permiten iluminar la historia de ambas familias.
El para1elo con la situación descrita para el quechua no termina allí,
sin embargo , pues así como la variedad cusqueña tardó en ser objeto de un
rastreo dialectológico , del mismo modo el aimara peruano-boliviano (pues
también se lo habla en Chile), estudiado desde 1584 (año en que aparece la
Doctrina Christiana), no será objeto de investigaciones dialectológicas sino en
la década del setenta. Se hacía necesario emprender un trabajo de campo ten-
dente a sondear el panorama. Dicha labor, estimulada por la propia Hardman ,
fue llevada a cabo por una de sus colaboradoras más dedicadas, la lingüista
Lucy Briggs. Trabajando a un lado y otro de la frontera peruano-boliviana , la
mencionada investigadora logró recoger abundante material , el mismo que le
permitió formular una primera zonificación de las principales áreas dialecta-
les al interior del aimara. Su formulación está contenida en una tesis susten-
tada en 1976 (cf. Briggs 1976a) , de la cual se dieron a conocer dos breves re-
súmenes (cf. Briggs 1976b, 1980). De los datos proporcionados por la autora
se desprende que el aimara presenta distintos grados de diversificación , fun-
damentalmente en sus niveles morfofonémico y léxico, pudiendo divisarse
diferentes áreas tanto en dirección norte-sur como en formas nuclearizadas
que van del centro a la periferia. Una de las notas interesantes mostradas por
Briggs es la existencia de isoglosas comunes no sólo a un lado y a otro de la
frontera altiplánica, sino también entre algunas variedades aimaras y el jaca-
ru. Como habrá podido apreciarse , los logros alcanzados en el campo de la
lingüística aru en los últimos veinte años no dejan de ser en parte equipara-
bles a los conseguidos en el de su vecina quechua . Una apreciación final:

518 Revista Andina, año 3


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cerrón: Lingüística andina

como en el caso del quechua , aquí tarr.bién deberá verse en las "Annotacio-
nes" de la Doctrina Christiana la fuente que proporciona por vez primera las
variaciones dialectales del aimara , aunque sin las zonificaciones respectivas.

2. CLAS/F/CAC/ON

A falta de datos dialectológico-comparativos, los intentos de clasifica-


ción general de las variedades quechuas tenían , hasta la década del sesenta , el
común denominador de estar basados en criterios geográfico-regionales y
político-étnicos. De este modo , los dialectos eran agrupados por países y, al
interior de éstos, por antiguas divisiones étnicas , regionales , cuando no por
demarcaciones políticas modernas (cf., por ejemplo, Masan 1950 y McQuown
1955). La situación no era diferente , por cierto , en relación con otras fami-
lias lingüísticas sudamericanas. La ocasión de ensayar agrupamientos y filia-
ciones basados en criterios lingüístico-estructurales sólo se presentó en la dé-
cada del sesenta , acorde con el desarrollo de los estudios dialectológicos y
comparativos reseñados en la sección precedente. El manejo de coordenadas
estrictamente lingüísticas echó por tierra , como era de esperarse , las clasifi-
caciones previas, develando áreas dialectales que nada tenían que ver, en par-
te o en su totalidad, con las demarcaciones políticas internas de los países o
con los hitos fronterizos internacionales , de manera tal que, por un lado , al
interior de una misma unidad política podían existir diversas configuraciones
dialectales , mientras que , por el otro , una misma variedad aparecía de manera
continua al margen de cualquier división fronteriza . Una verdad tan antigua
como ésta -la de la no-coincidencia entre las fronteras dialectales y las de-
marcaciones políticas- tardó en ser confirmada en el área quechua a falta ,
como se dijo, de informaciones lingüísticas precisas.
Lo dicho no quita , sin embargo , el que existan coincidencias parciales
entre, por ejemplo , ciertas áreas dialectales y antiguas demarcaciones étnico-
territoriales; tampoco debe olvidarse el hecho de que los centros administra-
tivos y los polos de desarrollo económico juegan un rol decisivo en los proce-
sos de difusión y nivelación idiomáticas. Sin desatender tales aspectos, impor-
tantes para comprender la historia y evolución de una lengua, la clasificación
sincrónica deberá inspirarse, fundamentalmente , en las propias evidencias dia-
lectales que , en la forma de isoglosas, configuran de por sí áreas de confluen-
cia y de diferenciación. Tal es , precisamente, la aproximación seguida por los
iniciadores de la etapa científica del quechua: tanto Parker (1963) como To-
rero ( 1964) nos ofrecen, por primera vez, una clasificación estrictamente
lingüística de dicho idioma.
En efecto, manejando isoglosas fonológicas y morfológicas, comparti-
das por unos dialectos y ausentes en otros, tales estudiosos bosquejan agru-
pamientos y subagrupamientos que constituyen ordenamientos dentro
de la realidad multiforme y compleja de las variedades que confonnan
la familia quechua. En la medida en que los criterios cla.sificatorios surgieron

No. 2, diciembre 1985 519


Crónicas B i b l i o g r á f i c a s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

de la observación misma de la realidad, los entroncamientos postulados en


ambos casos no podían ser sino coincidentes, en términos generales. Cierta-
mente, en tanto que Torero había tenido acceso a un número mucho mayor
de dialectos, su clasificación resultaba no solamente más abarcante , sino que
también alcanzaba un nivel de detalle verdaderamente remarcable. El propio
Parker, en un trabajo posterior (cf. Parker 1969a), se verá precisado no sólo
a incorporar los nuevos datos aportados por Torero , sino incluso a modificar
en parte su esquema originario. Después de todo , no debe olvidarse que las
fórmulas clasificatorias postuladas no son de ningún modo esquemas acaba-
dos e inmutables: a medida que el conocimiento de la realidad alcance nive-
les de precisión más refinados, siempre habrá la necesidad de volver sobre los
planteamientos originales a fin de enriquecerlos , ampliarlos y hasta reformu-
larlos. El mismo Torero dará prueba de ello en trabajos posteriores (cf. Tore-
ro 1968 , 1974). En los párrafos siguientes se ofrecerá, de manera muy some-
ra, la clasificación ofrecida por Torero, sin entrar en mayores detalles , puesto
que para ello se requeriría el manejo de nociones y de variables que suponen
un mínimum de entrenamiento lingüístico tanto general como específica-
mente quechua .
Como se dijo en la sección precedente, los dialectos quechuas se divi-
den en dos grandes grupos, denominados QI y QII, los mismos que habían
sido membretados por Parker como Quechua B (QB) y Quechua A (QA) , res-
pectivamente. El primer grupo constituye un área continua y compacta , ro-
deada al norte y al oeste por el castellano y al este por las lenguas aborígenes
de la selva. Geográficamente cubre casi la integridad de los departamentos de
Ancash , Huánuco, Paseo y Junín y, en el departamento de Lima , la provincia
de Cajatambo, el este de la de Chancay, así como algunas localidades de la
provincia de Yauyos. El segundo grupo, o sea QII o QA, se extiende , de ma-
nera discontinua, al norte del territorio de QI , incorporando las variedades de
Ferreñafe (Lambayeque), Cajamarca y Amazonas, cruzando el callejón inter-
andino ecuatoriano y rebasando la floresta tropical hasta alcanzar el suroeste
de Colombia , para descender hasta la selva baja y alta peruanas (departamen-
tos de Loreto, San Martín y Ucayali); y al sur de QI, desde el noreste de la
provincia de Huaral y el noreste y sureste de la de Yauyos (ambas en Lima),
y a partir del departamento de Huancavelica, cubriendo los de Ayacucho ,
Apurímac , Cusco, las provincias altas de Arequipa y la mitad norte del depar-
tamento de Puno, hasta llegar, luego de saltar el territorio aimara , a Bolivia y
el noroeste argentino. A este mismo grupo pertenecen los dialectos hablados
en el Brasil (región del Acre) y Chile ( en el departamento de Antofagasta) .
Como se puede apreciar, los dialectos de QII ocupan un área mucho más
extensa que los de QI y en verdad es dicho grupo el que tiene una dimensión
internacional andina. Encerrados dentro del territorio peruano , los dialectos
de QI no tuvieron la fortuna de adquirir una personalidad lingüística al inte-
rior de los países de habla quechua, hecho que estuvo reservado en cambio a
las variedades de QII en razón de su distribución internacional.

520 Revista Andina, año 3


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón: Lingüística andina

Frente a la división establecida, resulta inútil insistir cuán inapropia-


das se nos ofrecen las demarcaciones políticas como criterios de pa,tición
dialectal. De allí los membretes cuasi algebraicos empleados por Torero y
Parker, aunque por razones de simple referencia quizás convendría hacer alu-
sión a un quechua central (=Ql o QB) y a otro norteño-sureño (=QII o QA).
Como se dijo, la isoglosa que separa a ambos grupos es la estrategia seguida
en el mareamiento de la primera persona tanto posesora como actora. Hay,
concomitan temen te a este rasgo, otros índices que , sin embargo , no tienen la
misma capacidad deslindadora. Considerados éstos, resulta patente hasta qué
punto las fronteras dialectales no están dadas por líneas divisorias de carácter
discreto , sino que por el contrario se entrecruzan y superponen, configuran-
do zonas de transición que se resuelven en haces de rasgos compartidos por
los miembros de uno y otro grupo dialectal. Lejos de estar frente a comparti-
mientos estancos, aquí se está ciertamente ante un continuum en el que
insensiblemente se traspasa de una rama a otra, corno ocurre por ejemplo en
el complejo dialectal de la provincia de Yauyos. De este modo , la inteligibili-
dad entre los puntos extremos de área quechua, afectada en mayor o menor
medida (pudiendo llegar al nivel cero de intercomprensión) en proporción di-
recta a su mayor o menor acercamiento o alejamiento entre sí, alcanza su
grado positivo allí donde los grupos fronterizos comparten un número mayor
de isoglosas. Lo propio puede decirse en relación con el carácter continuo de
los dialectos al interior de cada grupo .
En relación a los subgrupos, Torero distingue ocho variedades dialec-
tales pertenecientes al Ql: (a) Huailas , (b) Conchucos, (c) Huáihuash Occi-
dental , (d) Huáihuash Medio , (e) Huáihuash Oriental , (f} Valle del Mantaro ,
(g) Huánuco-Marañón , y (h) Huánuco-Huallaga. Estas denominaciones, de
naturaleza étnico-geográfica , corresponden a realidades dialectales de contor-
nos sumamente elusivos, pe,o que se caracterizan por compartir un determi-
nado número de rasgos de naturaleza diagnóstica tanto fonológicos como gra-
maticales. Es aquí, como ya se adelantó, donde el quechua se encuentra alta-
mente diversificado , acusando una fragmentación reacia a toda clasificación
de contornos relativamente precisos, por lo que la zonificación ofrecida por
Torero no pretende ser sino aproximativa. El QII, a su turno, se divide en tres
subgrupos : (a) QIIA , que comprende los dialectos discontinuos de Pacaraos
(Huaral) , Laraos y Lincha (Ya~'.yos), Ferreñafe (Lambayeque) y Cajamarca ;
(b) QIIB, formado por los dialectos de Amazonas, San Martín, Loreto y
Ucayali, en el Perú , y los de Ecuador y Colombia; y (c) QIIC, que comprende
los dialectos sureños; es decir, los hablados al sur de J unín y Lima hasta Boli-
via y la Argentina. De estas subramas, la de QIIA es la que presenta mayores
afinidades con el QI, aspecto que delata una fuerte relación entre sí, nada
asombrosa en lo que toca a los dialectos limeños , pero sí sorprendente en el
caso de Ferreñafe y Cajamarca , dada la discontinuidad existente entre tales
hablas y las de QI. Aquí, a diferencia de lo que ocurre en el QI , nos encontra-
mos frente a configuraciones dialectales más o menos precisas , fácilmente

No. 2, diciembre 1985 521


Crónicas B i b l i o g r á f i c a s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

discernibles a través de isoglosas relativamente coincidentes . Sobra decir que


al interior de cada subgrupo cabe todavía establecer otros deslindes, de modo
que , por ejemplo, la referencia al Ecuador no debe sugerir la idea de que allí
se habla una variedad uniform e, pues se trata a su turno de una realidad com-
pleja ; lo propio puede decirse del llamado "sureño", que, si bien sus integran-
tes compartén rasgos que los diferencian de los "norteños", presenta diversi-
ficaciones internas que separan por lo menos a tres subvariedades : una del
tipo "ayacuchano", otra cusqueño-boliviana y finalmente una última , corres-
pondiente a la argentina , todas ellas con sus rasgos definidores precisos.
En relación con las denominaciones mencionadas , es de señalarse que
Torero , en trabajos posteriores (cf. Torero 1970, 1974), acuña nuevos mem-
bretes que , sin contradecir los deslindes lingüísticos previos y atendiendo a
consideraciones geográficas e históricas, buscan superar la naturaleza "alge-
braica " de sus rótulos primigenios . De este modo , QI y QII reciben las nuevas
designaciones de Huáihuash y Huámpuy, respectivamente. La motivación de
la primera es de orden geográfico , ya que corresponde al nombre de una sec-
ción de la cordillera occidental , en la parte céntrica del t erritorio de QI ; la de
la segunda responde a la intención de evocar el foco de irradiación del QII
qu~ , conforme se verá Juego , habría estado localizado en la costa central pe-
ruana y cuyos habitantes eran reputados como expertos navegantes (wam-
pu-y significa en quechu a 'navegar' o 'embarcación'). Dentro del primer gru-
po distingue , por encima de su intrincada complejidad , dos grandes subgru-
pos : Huái/ay al norte y Huáncay al sur, cuyas variedades más representativas
se ubican, respectivamente , en la cuenca serrana del río Santa y en la del río
Mantaro. Los membretes propuestos tienen , como se ve , clara motivación
étnico-histórica, toda vez que hacen alusión a las antiguas provincias de los
huailas y de los huancas , respectivamente . De otra parte , las nuevas designa-
ciones al interior del QII o huámpuy , comprenden , por un lado , la de Yún-
gay para el QIIA y la de Chinchay para el QIIB - C, que a su vez se subdivide
en norteño (QIIB) y sureño (QIIC). En este caso, las motivaciones para el
acuñamiento de las nuevas designaciones tienen que ver con los flujos de di-
fusión que Torero postula para las variedades involucradas : en el primer caso ,
por haber ocupado originariamente la costa centro-norteña y sus serranías

--7~
HUAIHUASH HUAMPUY

A~
Huáilay Huáncay Yúngay
(QIIA)
Chínchay
(QIIB-C)

522 Revista Andina, año 3


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cerrón: Lingüística andina

ad yacen tes (zona yunka) ; en el segundo , por haber tenido como foco origina-
rio de partida el antiguo reino de Chincha . A manera de resumen , se ofrece a
continuación el esquema clasificatorio que representa las divisiones de primer
y segundo orden , con sus rotulaciones respectivas.
El diagrama precedente constituye , sin duda alguna , una simplifica-
ción gruesa de la realidad. En primer lugar, porque. contrariamente a lo que
se dijo líneas arriba, da la idea de que los grupos lingüísticos involucrados tie-
nen contornos nítidos; en segundo lugar, porque sugiere que un dialecto cual-
quiera se afilia unívocamente a una rama u otra; y , finalmente , porque impli-
ca que los miembros de tales grupos , al haberse escindido , ya no guardan - o.
por lo menos, guardaron - relaciones entre sí. En verdad, la naturaleza de los
hechos es extraordinariamente más compleja , sobre todo en relación con el
panorama ofrecido por los dialectos de Ql. Ni siquiera hay común acuerdo
respecto de los criterios manejados para establecer la primera división : de
hecho. como se dijo, hay un dialecto que , en razón de la isoglosa escogida a
tal efecto. no es cubierto por ella. Se trata de la variedad de Pacaraos . que ,
aparte del empleo idiosincrático de -Y c'omo marca única de primera persona
posesora-actora (cf. umá-Y 'mi cabeza' versus muná-Y 'quiero'), se revela
como dialecto de 01. Su adscripción a QII en base a la coincidencia parcial
que existe con los miembros de este grupo en el empleo de -Y como marca
de la posesión , resulta hasta cierto punto arbitraria. Lo propio puede decirse
de las variedades correspondientes al complejo dialectal de Yauyos, cuya fi-
liación tanto con Ql como con QII plantea una serie de problemas apenas
entrevistos.
Como se dijo , las clasificaciones no son sino hipótesis sobre realida-
des siempre complejas y huidizas. A medida que se tornen más finas las redes
que nos permitan captar isoglosas no advertidas previamente, siempre habrá
terreno para formular revisiones o afinar criterios. Es en esta dirección que
vienen orientándose trabajos posteriores como los de Landerman ( 1978),
Adelaar (1984) y Taylor (1984 ), ql!e tienen que ver con los problemas que
encierra la clasificación general propuesta ; pero también otfo tanto ocurre
con las subdivisiones postuladas, sin contar las áreas que aún no han sido lo
suficientemente exploradas y que, como la boliviana, aparecen engañosamen-
te como si fueran una unidad homogénea.
En relación con la familia aru. ya se dijo que ésta contiene en la
actualidad sólo tres exponentes modernos, de los cuales únicamente el aima-
ra cubre un territorio relativamente amplio, alcanzando una distribución in-
ternacional que involucra fundamentalmente al Perú y Bolivia y en menor
escala a Chile ; a diferencia de éste , los otros dos tienen un carácter verdadera-
mente insular, al estar enmarcados dentro de un territorio quechua. Circuns-
critos estos últimos a una sola localidad y estando el cauqui en vías de extin-
ción total , la investigación dialectológica de estas variedades resulta no sola-
mente impracticable (sobre todo en el segundo caso), sino poco fructífera a
los efectos de sus respectivas subclasificaciones. No ocurre así. por el contra-

No . 2, diciembre 1985 523


Crónicas B i b l i o g r á f i c a s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

rio , en el caso del aimara, donde , como se dijo , las investigaciones llevadas a
cabo por Briggs arrojan resultados sorprendentes. De los estudios comparati-
vos preliminares efectuados por Hardman (1966b) se desprende la siguiente
clasificación, esquematizada (con las salvedades del caso) como sigue:

El diagrama ofrecido busca destacar el hecho. advertido por Hardman ,


de que el jacaru y el cauqui se semejan mucho más entre sí (comparten un
mayor número de isoglosas) que entre ambos y el aimara; al mismo tiempo.
sin embargo , hay mayor afinidad entre el cauqui y el aimara que entre éste y
el jacaru. Como se sabe, en este caso , como en el del quechua. las cercanías o
alejamientos entre las variedades de una lengua son el producto de contactos
y dispersiones ocurridos en la historia de la misma .

3. RECONSTRUCCION

Los trabajos de reconstrucción tendentes a postular la lengua ances-


tral a partir de la cual derivaron las variedades modernas del quechua corres-
ponden igualmente a la década del sesenta. En efecto , hasta entonces se tenía
la opinión , convertida en saber popular, de que los dialectos actuales deriva-
ban , como producto de una supuesta "corrupción" , de la lengua imperial
difundida por los incas . Tal fue , como se dijo, la idea de Farfán (1952), quien
pretendía explicar las innovaciones registradas por las variedades norteñas a
partir de las formas del cusqueño. El empleo sistemático del método compa-
rativo , que había revolucionado los trabajos de reconstrucción de lenguas
aborígenes en el hemisferio norte , tardaría aún en ponerse en práctica en
nuestro medio. Por aquellos mismos años, sin embargo , Rowe ( 1950) demos-
traba, por ejemplo, que el ayacuchano moderno no podía ser explicado en
base a las características actuales del cusqueño, ya que , en todo caso, ambas
variedades modernas derivaban de una forma ancestral común . que él deno-
minó "inca clásico" . Para llegar a tal conclusión , Rowe había introducido ,
por primera vez , el empleo del método comparativo : cotejando las dos varie-
dades, arribaba a un estadio anterior a partir del cual podían explicarse las
diferencias actuales. Del cotejo resultaba claro también que, contrariamente

524 Revista Andina , año 3


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cerrón: Lingüística andina

a la opinión generalizada, el cusqueño actual manifestaba más innovaciones


que el ayacuchano , por lo que su pretendido carácter "puro" y conservador
quedaba descartado . Tales innovaciones podían ser también advertidas de
manera singularmente clara , como lo recuerda Rowe , a través de la fuente
documental escrita de la colonia (hecho inusitado en el caso de la mayoría de
las lenguas indígenas de América, entrampadas por el lastre de su carácter
ágrafo) . De la producción literaria de los siglos XVI y XVII emerge cierta-
mente un quechua semejante al ayacuchano actual , con un consonantismo
firme.
En la segunda mitad de la década del cincuenta igualmente aparecía
el trabajo precursor de Ferrario ( 1956), quien , aun cuando se encontraba
huérfano de mayores datos , sentaba la idea de que los dialectos centrales po-
seían la clave para la reconstrucción de la protolengua. Conocedor del méto-
do comparativo , le bastaban algunos pocos ejemplos de las variedades llama-
das "chinchaisuyo" para afirmar que tales formas no podían explicarse a tra-
vés del cusqueño , sino a partir de un estadio anterior a los mismos. La inexis-
tencia de consonantes laringalizadas (aspiradas y glotalizadas) en las varieda-
des no cusqueñas , que constituía uno de los atributos de su pretendido ca-
rácter "impuro", es interpretada de manera diametralmente opuesta por
Ferraría, pues éste sostiene que tales rasgos fueron adquiridos por el cusque-
ño en virtud de su contacto secular con el aimara.
Pero los cultores del mito de la "pureza" del cusqueño no podían ad-
mitir demostraciones tan patentes como las de Rowe ni hipótesis coherentes
como las de Ferraría. Por lo demás, no solamente resultaban inaccesibles los
trabajos mencionados, sino que, académicamente, los quechuistas de enton-
ces no estaban preparados como para poder evaluarlos. De allí que dichos es-
tudios, en verdad precursores de la moderna quechuística , permanecieron
completamente ignorados . No ocurría así, sin embargo, entre quienes , al fina-
lizar la década, compulsaban ya sus datos en procura de la reconstrucción del
protoidioma: Parker (1963) y Torero (1964) iniciarán una nueva etapa en el
desarrollo de la lingüística histórica quechua. La década del sesenta constitu-
ye, pues, el paso definitivo de lo precientífico a lo científico.
Como se dijo, tanto Rowe como Ferraría habían creado ya el clima
propicio en el que se desarrollarían los trabajos de reconstrucción. Hacía fal-
ta una exploración dialectológica en gran escala, sobre todo de las variedades
hasta entonces relegadas. La monumental bibliografía recopilada por Rivet
y Créqui-Montfort (1951-1956) distaba lejos de constituir una alternativa en
la búsqueda de los derroteros que condujeran a tal efecto, pues entre otros
defectos sólo recogía el material producido hasta entonces y que, como se
mencionó; giraba abrumadoramente en torno a los dialectos sureños . Se
imponía, pues, un trabajo de campo urgente , que, al par que recogiera datos
sobre variedades nunca antes registradas, sirviera al mismo tiempo de cotejo
y verificación de los materiales pertenecientes a los dialectos consignados con
anterioridad. Tal labor será acometida en una escala insospechada hasta en-

No. 2, diciembre 1985 525


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

tonces por Torero y, en menor medida , por Parker. Cotejando las variedades
estudiadas, ambos arribarán a postulaciones similares , aunque era predecible
que las del segundo se detuvieran en un estadio intermedio dada la inaccesibi-
a
lidad ciertos datos de naturaleza definitivamente más arcaica. Con posterio-
ridad, Parker (1969b, 1969c , 1969d , 1971) reformulará sus planteamientos
originarios , incorporando los materiales aportados por Torero y agregando
otros de su propia cosecha. De esta manera se llegaba a postular la fonología
y algunos aspectos de la morfología y del léxico del protoquechua (PQ) .
No estará de más se ñalar en este punto que la reconstrucción de una
protolengua procede primeramente , por razones metodológicas, con la postu-
lación de su sistema fonológico . La historia del desarrollo de los estudios dia-
crónicos del quechua no escapa a esta regla , y es así como se ha logrado un
gran avance en la comprensión del componente fonológico del PQ . No ocurre
lo mismo en relación con los otros componentes de la gramática: si algo se ha
avanzado en la morfología, la sintaxis es asunto que aún no se ha encarado
decididamente. La reconstrucción del léxico ha sido acometida por Parker
( 1969c) en un trabajo que requiere ser revisado ya, y ampliado , en base a los
nuevos materiales que han venido acumulándose en los últimos años. En lo
que sigue se hará una breve presentación del sistema fonológico del PQ tal
como aparece postulado en Torero ( 1964 ).
En el trabajo mencionado, Torero propone el siguiente inventario fo-
nológico (donde el asterisco indica que el fonema entre barras es una entidad
reconstruida, al par que los dos puntos tras las vocales buscan simbolizar la
cantidad larga de aquéllas en oposición a las breves respectivas) :

* /t/ *lél * /e/ *l kl *lq l


{ ' /p/ * i si * l~I * /h/
CONSONANTES * /mi */ ni * lñ l
* 1I1
*/r /
* lw/ */y/

* /i/ * /i: / *lul */u : I


VOCALES
*/al * /a : /

Como se ve , el inventario contiene dieciséis fonemas consonánticos y


seis vocálicos. Fácil es advertir que, comparada con la del cusqueño actual ,
dicha lista resulta "pobre" en su consonantismo , pero "rica" en vocalismo .
La pobreza relativa en el primero está dada por el simple hecho de que allí
no aparecen consignadas las dos series de laringalizadas que tipifican al cus-
queño-boliviano. La razón para ello es sencilla: no hay evidencia, en los de-
más dialectos modernos , de su presencia en la lengua ancestral. No habiéndo-
la (o por lo menos no habiéndose encontrado indicios de ella), tales rasgo s

526 Revista Andina , año 3


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - C e r r ó n : Lingü1stica andina

pueden explicarse como un desarrollo propio de la variedad en cuestión: tal


fue , como se recordará . la hipótesis avanzada por Ferrario y que ahora es
afianzada por el trabajo co mparativo. De otro lado, la riqueza del sistema vo-
cálico propuesto para el PO obedece al hecho de que. según Torero. la lengua
ancestral hacía la distinción entre vocales largas y breves del mismo timbre.
Tal distinción , de naturaleza muy limitada. servía. sin embargo. como hasta
ahora en los dialectos de OL para marcar la primera persona posesora-actora .
Como se dijo . uno de los rasgos que separan a los dialectos de 01 de los de
011 es precisamente dicha marca .
Consideradas como intrusivas las laringalizadas del cusquefio-bolivia-
no. resulta ahora que el protosiste ma postulado se semeja al de buena parte
de los dialectos modernos de 01. No sólo se proponen vocales largas y breves .
sino tambi én la distinción entre dos africadas (una simple y otra retrofl eja) y
dos sibilantes (una alveolar y la otra palatal) : */e/ versus */e/ y '''/s/ frente a
*/si. oposición perdid a en los dialectos surefios. en época antigua. en el pri-
mer caso. y en la colonia, en e l segundo. Tales distinciones. preservadas en
forma in tac ta en unos casos y con algunas sustituciones en otros en las varie-
dades de 01 (e incluso e n las de OIIA), no podían ser explicadas a partir del
cusquei'lo, mientras que la no distinción de las mismas en este último se ave-
nía mejor como producto de un a fusión (de este modo , por ejemplo. *caki
'seco' versus *caki 'pie' se fusionaban en caki, con ambas significaciones. en
el ayacuchano: la forma cusquefia c'aki 'seco' se explica por contaminación
aimara) . Aquí también Ferrario tenía la razón de su parte : los dialectos de
01 resultaban siendo mucho más arcaicos. Después de todo, su extremada
fragmentación, como se dijo, denunciaba ya una mayor antigüedad.
Como toda reconstrucción, la propuesta para el PO no está libre de
problem as. En efecto, si bien hay consenso en relación con el mayor número
de segmentos postulados, no ocurre lo propio en lo que concierne por lo me-
nos a tres aspectos de ella. Dichos puntos tienen que ver con las sibilantes
*/s/ y */s/. con la lateral *(I¡ y con la atribución de la posesión de vocales
largas para el PO. En relación con el primer asunto, la cuestión surgida obe-
dece no tanto al hecho de que se hayan postulado dos segmentos (aunque no
faltan quienes sugieren la existencia de una sola sibilante), sino más bien a la
naturaleza fónica de las mismas. Lo interesante de la objeción proviene fun-
damentalmente del análisis filológico de los documentos coloniales de los
siglos XVI y XVII. La compulsa rigurosa de tales fuentes parece apuntar que
la distinción se resolvía más bien entre una * /s/ alveolar y otra * /~/ apical.
como la que se da en forma subfonémica en la variedad huanca (cf. Rowe
1950 , Landernian 1982 y Mannheim 1983). En lo tocante al segundo aspec-
to , la revisión involucrada obedece más bien a consideraciones teóricas y dia-
lectales : el sistema fonológico propuesto contiene una sola lateral. lo cual no
tendría nada de anómalo si es que ella no fuera precisamente una palatal.
Porque la tendencia general observada es que una lengua tiene /1/ siempre y
cuando contenga también una /1/. pero no al revés: la reconstrucción de una

No. 2, diciembre 1985 527


Crónicas B i b l i o g r á f i c a s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

palatal lateral sin su correspondiente par implicado deriva e ntonces en la pos-


tulación de un sistema anormal. Por lo demás. la propuesta de Parker de una
*/1/ resultaba a todas luces poco convincente . pudiendo explicarse mejor los
segmentos que contienen dicha lateral (que en los dialectos no sobrepasan de
la docena) como resultado de una influencia sustratística muy antigua. La
evidencia dialectal muestra , de otro lado. alternancias muy frecuentes entre
JI/. /1/ y aun /r/. además del hecho de que no faltan variedades en las que la
lateral no es. fonéticamente, ni una ni otra, sino más bien /JY /: es decir. una
lateral palatalizada. Estos hechos parecerían sugerir que tal vez la protolen-
gua registraba no una palatal lateral, sino una alveolar lateral palatalizada. es
decir */JY /. con lo cual se superaría el impase sefíalado. devolviéndole al siste-
ma postulado su carácter normal (para estos puntos. ver Quesada 1984 ). Fi-
nalmente. en relación con el tema de las vocales largas atribuidas al PQ. la
objeción surgió por la insatisfacción de los cambios propuestos para explicar
el reemplazo de la marca isomórfica de la primera persona posesora-actora
- que en la protolengua se daba como un simple alargamiento vocálico- en
los dialectos de QII por medio de -Y y de -ni en cada caso. El conocimiento
más detallado de los procesos fonológicos que afectaron a los dialectos de QI
hace dudar ciertamente del carácter primigenio del empleo de la cantidad
como rasgo distintivo en el PQ : dicho rasgo no sería un elemento heredado
de éste , sino surgido en el seno de lo que vendría a ser el pre-PQI. Siendo la
marca personal la única distinción hecha por las vocales largas, al ser explica-
das éstas como producto de una evolución posterior. el PQ queda libre de la
distinción cuantitativa , por Jo que sus vocales sólo habrían sido tres y no seis.
Fácil es adivinar, pues , la trascendencia del debate suscitado en torno a este
punto , toda vez que , como se vio , la primera partición de los dialectos que-
chuas está directamente relacionada con este álgido problema. No es éste. por
lo demás. un lugar apropiado para ahondar los temas tratados aquí somera-
mente (para ello remitimos a Cerrón-Palomino 1984a) . Agreguemos. sin em-
bargo. que, en un trabajo de reciente aparición , Torero ( 1983) parece haber.
finalmente , abandonado su hipótesis de la postulación de vocales largas para
el PQ.
Como se podrá inferir, es a partir del sistema propuesto que se expli-
can las configuraciones fonológicas modernas de los dialectos quechuas. El
tratamiento de tales segmentos, en distintas etapas de evolución , fue dibujan-
do diferentes áreas de unidad y dispersión , y son justamente la preservación
y los cambios manifestados por aquél los que permiten establecer las clasifi-
caciones mencionadas en la sección precedente. Sería absurdo pretender. sin
embargo . que la fisonomía actual de las distintas variedades obedezca única-
mente a razones de naturaleza puramente interna. Ello porque en la forma-
ción del actual mosaico quechua intervinieron también fuerzas extrafías , pro-
venientes de otras lenguas. muchas de las cuales desaparecieron dejando ape-
nas huellas que el trabajo histórico trata de precisar. En algunos casos. tales
rastros son atribuibles a la acción de lenguas que constituyeron el sustrato

528 Revista Andina, año 3


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cerrón : Lingü{stica andina

sobre el cual se asentó la capa lingüística quechua (en verdad , pueblos de


habla quechua sobre otros de lengua diferente); en otros , se trata de la in-
flu enci a que ejercieron determinadas variedades quechuas sobre otras prev ia-
me nte existentes . Señalaremos aquí sólo dos ejemplos ilustrativos de uno y
otro tipo de influ encia ; es decir , sustrat ística y su perestratística. Arn bos ti e-
ne n qu e ver directamente con las laringalizadas.
El primer caso incide en la suerte del cusqueño-boliviano , única varie-
dad que registra consonantes aspiradas y glotalizadas. Como se dijo , de acuer-
do con el estado actual de los conocimientos , todo conduce a pensar que ta-
les segmentos fueron adquiridos por el dial ec to en mención vía influencia
aimara. No sólo no hay eviden cias que amparen su postulación como modali-
dades nativas al PQ. sino que tambi én la historiografía parece demostrar de
man era convincente qu e los predecesores de los cusqueño-hablantes (inclui-
dos los primeros incas) fueron una vez usuarios de una variedad ancestral del
aimara actual. Es en el proceso de adquisición del quechua como segunda
lengua qu e dichas modalidades articulatorias se habrían deslizado en labios
de los bilingües, co nsiguiendo ca rt a de ciudadanía , luego de algunas genera-
ciones. en la lengua adquirida. T al es la opin ió n unánimemente asumida por
los quechuistas, que no descartan del todo, sin embargo, una explicación
"nativista" para el mismo fenómeno. Hasta el presente. los pocos esfuerzos
orientados e n esta dirección no han tenido éxito (cf. Proulx 1972 , por eje m-
plo , y Parker 1973a, para su refutación). El segundo caso ilustrativo concier-
ne a los dialectos de la sierra ecuato riana . Estos, aparte del cusqueño-bolivia-
no , son los únicos qu e registran consonantes aspiradas, si bien es cierto co n
una capacidad de incidencia altamente defectiva en relación con la de lasco-
rrespondientes sureñas (que , a su turno , resulta igualmente defectiva en com-
paración con la del aimara). Como puede adivinarse, los sostenedores del ca-
rácter nat ivo de las laringalizadas creen ver, en el caso ecuatoriano , un a evi-
dencia más en su favor . Sin embargo , hay razon es de peso , que no es del caso
mencion ar aquí, que inclinan la balanza en favor de una explicación superes-
tratística : los dialectos ec uatorianos, de base chínchay norteño, que posible-
mente ya estabar. ase ntados en la sierra, recibieron tras la conquista incaica
grandes flujos de contingentes sureños cuya h abla se constituyó en norma del
buen decir. Es mu y posible que , como lo sugiere Torero en artículo rec iente ,
la composición de tales contingentes fuera de naturaleza pluriétnica , com-
prendiendo tanto a aimaras como a puquinas quechuizados (cf. Torero 1984 ).
La probada falta de correlación entre las consonantes aspiradas del ecuato-
riano con las del cusqueño estaría sugiriendo entonces su origen imitativo e
inconsistente. Como se habrá podido apreciar a través de estos dos ejemplos,
los dialectos modernos del quechua son el resultado del juego de los cambios
internos inherentes a toda lengua y de la acción ejercida por sistemas lingüís-
ticos ajenos e incluso por variedades diferentes de la misma lengua.
La reconstrucción del PQ, como se vio , toma como fuente de partida
el testimonio de los dialectos actuales del quechua, en su manifestación emi-

No. 2, diciembre 1985 529


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

nentemente oral. En muy pocos casos. tratándose de variedades desapareci-


das o difícilmente accesibles (caso del dialecto costeño-central o del cata-
marqueño , en la primera instancia , y del ucayalino, en la segunda) podía
echarse mano de los testimonios escritos de qu e se disponía . De todos mo-
dos. como se vio, la naturaleza de los mismos requería de un exa men herme-
néutico previo. A falta de ello , y en vista de la abrumadora presencia de los
di alectos actuales , los trabajos de reconstrucción optaron por centrar su inte-
rés en éstos , salvo en los casos de las variedades completamente ex tinguida s,
para las que no había otro acceso que el de su registro fortuito. De este mo-
do , la lingüística históri ca quechua devino en una práctica eminentemente
descriptiva, teniendo como su materia prima de análisis únicamente las mani-
festaciones orales de la lengu a: tendencia ciertamente obligada en la mayor
parte del ámbito de la lingüística amerindia. Pero la situación del quechua.
así como la del náhuatl , es diferent e en relación con ia del resto de las len-
guas indígenas de América . Si bien no es muy rica la producción auténtica-
mente indígena , como en el caso de la lengua mesoame ricana. de todos mo-
dos hay un caudal apreciable de monumentos escritos correspondientes a la
época colonial. No solamente son valiosos, por la información temprana que
proporcionan , los trabajos de los gramáticos y lexicógrafos de los siglos XVI
y XVII (recuérdese que algunas lenguas europeas, como el vasco o el lituano .
fu ero n registradas por escrito sólo a partir del siglo XVI) ; también son de
gran servicio las obras de orientación religiosa y la producción literaria pro-
fana. Tales documentos , debidamente sopesados, constituyen fuente invalo-
rable para el estudio diacrónico del quechua en general , y en particular de
la variante cusqueña.
Hasta hace poco , sin embargo, la atención prestada por los estudiosos
a tan importante vetero de informaciones fu e escasa o nula , no obstante que
ya en 1950 Rowe había tocado el asunto a propósito del "enigma" de las si-
bilantes del cusqueño colonial. Afortunadamente, dicha desatención está
siendo superada a partir de la segunda mitad de los años setenta . El estudio
crítico de la fuente escrita surge no solamente a raíz de los trabajos de trans-
cripción, adaptación y edición de algunos documentos coloniales (como, por
ejemplo, el manuscrito de Huarochirí) , sino también de la necesidad de escla-
recer problemas para los cuales el solo testimonio de la fuente oral y compa-
ratística no es suficiente. Ejemplos recientes de este tipo de trabajos son los
de Taylor (1980) , Landerman (1982) y Mannheim ( 1983), que constituyen
sin duda alguna el fundamento de lo que será una auténtica filología quechua ,
que promete ser fructífera en los años venideros. De paso , la edición reciente
de la crónica de Guamán Poma ( 1980) ilustra indirectamente lo que acaba-
mos de decir, no tanto por el tratamiento filológico-lingüístico de que fue
objeto, que ciertamente constituye un servicio bastante flaco a la memoria
del cronista indio , sino por demostrar que trabajos como éste exigen un co-
nocimiento a fondo del quechua no sólo como lengua materna o primera
lengua , sino desde una perspectiva dialectológica e histórica , aspectos estos

530 Revista Andina, año 3


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - C e r r ó n : Lingüística andina

últimos que se echan de menos en la intepretación de Urioste.


En el campo de la lingüística histórica aru , los trabajos de reconstruc-
ción apenas si han comenzado. Hay , en este punto, diferencias sustanciales
en relación con el lado quechua, comenzando porque los especímenes aru
existentes (y uno de ellos en franca extinción) son reducidos en número, he-
cho que de por sí determina una frustración al no encontrarse "eslabones
perdidos" . En segundo lugar, la fuerte influencia de que fueron objeto las
islas aru yauyinas por parte de los dialectos quechuas circundantes hace difí-
cil el establecimiento de cognados que permitan formular correspondencias
libres de todo préstamo. problema del cual tampoco se libra el aimara respec-
to de la variante cusqueña: los préstamos iban en ambas direcciones, del que-
chua al aru y viceversa , y en distintas épocas (arcaica e histórica). En tercer
Jugar, hay que considerar la ausencia de una verdadera competencia fecunda
entre estudiosos del mismo campo, pues , como se sabe, Martha Hardman es
la especialista solitaria en el área. Es de lamentar, en tal sentido , que los pro-
yectos de investigación en el campo no hayan contemplado seriamente la
formación de lingüistas nacionales. Estos factores determinaron , sin duda al-
guna, la relativa demora en el trabajo diacrónico, pues los problemas involu-
crados superan el esfuerzo de una sola persona. Con todo, el hecho de haber
demostrado la relación genética entre el jacaru, el cauqui y el aimara (cf.
Hardman 1966b, 1978) constituye de por sí , como se dijo , un gran avance.
Es gracias a dicha correlación que la estudiosa mencionada puede sostener
que el protoaru tenía un sistema fonológico similar al del jacaru, que en com-
paración al del aimara resulta mucho más complejo. En efecto , la variedad
central distingue tres órdenes más de consonantes oclusivas con sus respecti-
vas series laringalizadas (los puntos y modos son alveopalatal, alveolar africa-
do y palatal retroflejo ), además de poseer también dos sibilantes y una nasal
velar.
Como puede apreciarse, los trabajos en materia de reconstrucción fo-
nológica apenas se encuentran en su fase inicial, constituyendo una de las
preocupaciones fundamentales de la labor de investigación de la Hardman,
según lo anuncia en diversos trabajos . La sugerencia de que los protofonemas
del aru coincidían con los segmentos actuales del jacaru ciertamente requeri-
rá de algunas revisiones, pues tal parece que el carácter "poblado" del conso-
nantismo de la lengua tupina es el resultado de innovaciones al interior de di-
cha rama y no tanto del carácter hereditario de los mismos: Ta sola ocurren-
cia de algunos de ellos en contextos transparentemente condicionantes y res-
tringidos, cuando no en préstamos del quechua, parece apoyar dicho aserto.
Para todo ello se hace urgente la descripción del cauqui, hasta ahora conoci-
do únicamente por las informaciones parciales que del mismo nos ofrece la
autora: la urgencia es doblemente acicatean te por tratarse el cauq ui, como se
dijo, de una lengua que va anquilosándose en la memoria de unos pocos adul-
tos de más de sesenta años de edad . Por lo demás, volviendo al tema del pro-
toaru, son desde todo punto de vista encomiables las entregas que viene ha-

No. 2, diciembre 1985 531


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

ciendo Martha Hardman en relación con la reconstrucción de algunos aspec-


tos de la flexión verbal, particularmente de las de persona (cf. Hardman
1975). Como se habrá advertido, aquí también el carácter iluminador de los
dialectos centrales, por su extraordinario grado de conservación, resulta fuera
de toda duda.
Asunto aparte es el problema de la relación, genética o no, del que-
chua y del aru. Como es fácil suponer, en la etapa que podríamos llamar pre-
comparativista de ambas familias idiomáticas, la cuestión se planteaba en tér-
minos de la relación genética o exógena, según el caso, de sólo dos lenguas,
las más conocidas hasta entonces: el quechua cusqueño-boliviano y el aimara.
Planteado de este modo el problema, las similaridades aparentes entre ambos
sistemas adquirían mayor relieve, toda vez que, por lo menos en lo que a
inventario fonológico se refiere, se estaba frente a cuadros prácticamente
idénticos (donde el único fonema sobrante lo registraba el aimara: el segmen-
to postvelar fricativo /x/). Los trabajos dialectológicos y comparativos em-
prendidos a partir de la década del sesenta demostraron, sin embargo, la fra-
gilidad de tales intentos comparatísticos. No sólo resultaba unilateral seguir
refiriéndose al cusqueño como si fuera el quechua; también el solo empleo
del aimara como elemento de comparación devenía anacrónico, por lo que
toda empresa seria en pos de la reconstrucción de un antecesor común a am-
bas lenguas tendría que partir, en lo posible , de las protoformas propuestas
para cada familia. Se ve, entonces, que el panorama cambia radicalmente: ni
el PQ tiene consonantes aspiradas ni glotalizadas, ni el aimara constituye la
versión más conservada de la familia aru. En esa dimensión, las similaridades
aparentes entre el quechua cusqueño y el aimara se diluyen considerablemen-
te, al ser explicadas como producto de una fase evolutiva posterior. Si a ello
se añade la dificultad encontrada hasta ahora de establecer cognadas libres
del fantasma del préstamo, entonces surge la hipótesis de las relaciones exó-
genas como otra alternativa, contemplada a la luz de la historia cultural y so-
cial que ambas familias lingüísticas compartieron por espacio de por lo me-
nos dos milenios. Este último es el punto de vista sostenido tanto por que-
chuistas como por especialistas del lado aru, quienes oponen a la hipótesis
del origen común la tesis de la difusión. .,
El único esfuerzo serio por tratar de demostrar la existencia de un
quechumara ancestral fue el emprendido por Orr y Longacre (1968). Sin em-
bargo, dicho trabajo adolece de una serie de defectos teórico-metodológicos,
comenzando porque se inscribe, al menos en lo tocante al material aru, en la
etapa precomparativista, pese a existir ya para entonces materiales disponi-
bles del jacaru. Bastará con señalar aquí que de 53 l juegos de supuestos cog-
nados proporcionados por los autores mencionados a los efectos de probar la
relación genética pretendida, sólo cuatro resisten, al decir de Hardman
( 1979), un escrutinio riguroso. Con tan escaso material, la probanza queda a
fojas cero. No se entrará aquí en mayores detalles respecto de semejante en-
tronque, pues para ello hay por lo menos dos reseñas que buscan ofrecer el

532 Revista Andina, año 3


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón: Lingüística andina

estado de la cuestión: Cerrón-Palomino ( 1982) y Mannheim ( 1985a). Asom-


bra constatar, sin embargo , el impacto causado por el trabajo de Orr y Lon-
gacre , que , no obstante su descalificación , todavía es tenido por los especia-
listas en lenguas amerindias como un aporte, si no definitivo, al menos plausi-
ble. Ello obedece, sin duda alguna , a la poca difusión de que fueron objeto
los estudios tendentes a demolerlo. Con todo , sería ingenuo pretender que el
problema se encuentra del todo zanjado. En un trabajo reciente , por ejemplo,
Büttner ( 1983 : Caps . 4-6) vuelve a postular la existencia de un stock. que ,
siguiendo la designación de Mason , llama quechumara, basándose en la com-
binación de los cotejos léxico y tipológico. Al margen de las listas léxicas ma-
nejadas. cuya selección no es precisamente una muestra de tigor, pero cuya
sola presentación es ya loable (acostumbrados como estamos a que las listas
se qu eden en las gavetas del escritorio) , creemos que el cotejo tipológico sólo
demuestra lo obvio : qu e las familias lingüísticas estudiadas comparten rasgos
estructurales comunes , lo que no invalida por sí la hipótesis de la convergen-
cia. La reconstrucción esperada del protoaru y el conocimiento más exhausti-
vo de las variedades del QI (e incluso del QIIA) podrán , tal vez , proporcionar
mayores datos que permitan un nuevo acercamiento al problema , sin necesi-
dad de recurrir a criterios de orden tipológico . Un estudio más profundo de
los morfemas y raíces del aru contrastados con los del quechua, sobre todo
central -que es el grupo que más arcaísmos posee- , podrá depararnos en el
futuro grandes sorpresas (cf. Albó 1984). Mientras tanto se impone recono-
cer una gran verdad , así entre los aimaristas como entre los quechuistas : en
tanto los primeros desconozcan el quechua (sobre todo central, repitámoslo)
y los segundos ignoren el aru no habrá mayores progresos en este campo .
En lo que se refiere a la protohistoria social del quechua y del aru,
Torero (1970), combinando los datos arqueológicos con el cálculo glotocro-
nológico logrado en base al cotejo léxico de los dialectos al interior de dÍchas
familias (basándose , para el aru , en el trabajo realizado por Hardman-l 966b-) ,
traza las diversas fases de expansión de ambos grupos idiomáticos a partir de
sus centros iniciales de irradiación. En fecha reciente , sin embargo, el mismo
autor ( cf. Torero 1984) ha reformulado su propuesta original , esbozando una
nueva cronología de los tiempos de dispersión del PQ y demostrando , inci-
dentalmente , cómo los fechados glotocronológicos no se avienen dócilmente
con la terca realidad de los hechos . Según la nueva propuesta , el panorama
habría sido el siguiente. Por lo que toca al PQ, ubicado en la zona de suma-
yor fragmentación actual (la costa y sierra centrales del Perú , particularmen-
te en las serranías de Lima), se habría expandido a principios de la era cris-
tiana, cubriendo aproximadamente ·el área ocupada por los dialectos de QI;
la segunda expansión debió realizarse a partir del siglo VII, bajo la forma de
dos oleadas en dirección opuesta: una de ellas, por la costa y sierra norteñas
(alcanzando Ferreñafe y Cajamarca), se trataría del yúngay, localizable en el
litoral centro-norteño ; la otra, la del chínchay, se habría expandido por la cos -
ta y sierra sureñas , a partir de su foco localizable en Chincha; finalmente , la

No . 2, diciembre 1985 533


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

tercera expansión, ya en el siglo XV, correspondería a la del chinchay stan-


dard (la llamada "lengua general"), que, adquirida por los incas, habría sido
propagada al resto del territorio del Tahuantinsuyo . En relación con la expan-
sión del aru, en el artículo de 1970 se postulaban, asimismo, tres fases expan-
sivas, a partir de su foco inicial localizable en Nasca: una primera, la del pro-
toaru; una segunda , bajo la forma del protocauqui-aimara; y, finalmente, una
tercera , la del protoaimara, pocos siglos antes del surgimiento del Imperio
Incaico. Las cronologizaciones propuestas para cada fase , que antecedían en
algunos siglos a los desplazamientos del quechua , tendrán que retrotraerse
ahora , por lo menos en lo que toca a la primera expansión , a una etapa ante-
rior a la era cristiana , pues de hecho el QI se superpuso a territorios de habla
aru. Obviamente , cada una de tales fases expansivas, que implican fragmenta-
ciones y dispersiones , corresponde al auge y decadencia de centros de poder
surgidos antes del advenimiento del llamado Horizonte Medio o Huari, así
como durante el desarrollo y decadencia del mismo. Las limitaciones de espa-
cio impiden desarrollar este punto con más detalle (para ello puede consultar-
se el propio trabajo de Torero 1984 ). Señalemos únicamente tres aspectos de
suma importancia para la comprensión de la historia socio-cultural de ambas
familias idiomáticas: (a) la difusión del quechua se realizó de la costa y sierra
central hacia la sierra sur y no al revés, como lo sostenía la historiografía tra-
dicional ; (b) la lengua originaria de los primeros incas fue probablemente, si
no la puquina, una variante antecesora delaimara actual ; y (c) el quechua , en
su expansión por la sierra centro-sur, fue desplazando al aru hasta confinarlo
finalmente al territorio que ocupa el aimara actual (quedando todavía , sin
embargo , los islotes aru de la serranía de Lima). Cabe destacar que la hipóte-
sis del origen costeño del quechua, si bien sugerida ya por autores como Gon-
zález de la Rosa ( l 911) en base a informaciones provenientes de la colonia,
constituye una de las revelaciones más trascendentales dentro de la historia
de las lenguas andinas. Si desde la óptica del etnohistoriador ( cf., por ejem-
plo, Espinoza Soriano 1982) ella no es ninguna novedad , nadie podrá negar
que sólo gracias a los trabajos de dialectología y reconstrucción la menciona-
da hipótesis cobra mayor fundamento; de lo contrario , ella no habría pasado
sino como una pura conjetura, como lo prueba su archivamiento total hasta
hace poco.

4. DESCRIPCION Y ANAL/SIS

Los estudios descriptivos del quechua se remontan a mediados del si-


glo XVI, fecha en que Domingo de Santo Tomás terminó de redactar su
Grammatica y su Lexicón, que serán publicados en Valladolid diez años des-
pués (cf. Santo Tomás [1560] 1951a, [1560] 1951b, respectivamente). Aun
cuando el dominico no lo mencione, tal parece que el quechua descrito por
él comprende la variedad que corría en la costa centro-sur del Perú , teniendo
como base al habla de Chincha. Como se ve, se trata de la descripción de una

534 Revista Andina, año 3


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cerrón: Lingü(stica andina

variedad no-cusqueña, más bien "chinchaisuya". 1\1 finalizar dicho siglo, sin
embargo , el quechua de los llanos decae (sus hablantes son diezmados por las
guerras civiles y las epidemias) , al par que se afianza el prestigio del cusque-
ño , codificado admirablemente por el jesuita González Holguín en su Gramá-
tica ([ 1607] J 842) y su Vocabvlario ([ 1608] 1952). Los tres siglos y medio
de tradición en los es tudios gramaticales (contados hasta la década del sesen-
ta del presente siglo) están jalonados por obras repetitivas y de menor enver-
gadura en relación con la del cacereño , hecho que se empobrece más aún con
la expulsión de les miembros de la orden de éste (l 767) y al desencadenarse
poco después, como resultado del "movimiento nacional inca" , la política de
represión cultural y lingüística dictada por Carlos 111. El advenimiento de la
etapa republicana no cambia la situación descrita, y es precisamente en esta
época qu e los estudios gramaticales devienen mucho más rudimentarios, inca-
paces de ofrecernos versiones frescas del cusqueño, que acababa de emerger,
con nu eva fisonomía, luego de la revolución consonántica que lo había afec-
tado en el tránsito del siglo XVII al XVJII. Hay una sola excepción que se
yergue en medio de semejante aridez: se trata de la obra del famoso médico
viajero alemán Ernst W. Middendorf, quien en 1890 publica su gramática ,
como parte de una serie de obras relativas a tres de las antiguas "lenguas ma-
,yores" del Perú : la aimara , la quechua y la mochica. El trabajo de dicho
autor, ignorado hasta la década del setenta por haber devenido en rareza bi-
bliográfica y, sobre todo, por la inaccesibilidad de la lengua en que fuera es-
crito, resulta ciertamente excepcional por la profundidad del análisis y el ca-
rácter sistemático de su presentación . Es de lamentar, sin embargo, que la
versión castellana del mismo (cf. Middendorf 1970) constituya , por la canti-
dad de errores de la traducción , un homenaj e deslucido a la memoria de tan
insigne quechuista (cf. Hartmann 1972a).
El panorama descrito persistió , como se dijo, hasta por lo merios fines
de la década del cincuenta. Si tal ocurría en relación con la variedad tenida
por la "única", la situación de los demás dialectos resultaba ciertamente de-
soladora y en no pocos casos la desatención se pagaba muy caro con la ex tin-
ción de algunos de ellos. Los aislados intentos por describirlos, notorios en
las primeras décadas del presente siglo , se reducen a pequeños bosquejos,
muchas veces presentados a manera de listas de peculiaridades , elaborados
con fines estrictamente religioso-pedagógicos. El carácter básicamente norma-
tivo de los mismos, heredado de la tradición latina, encubre en muchos casos
deliberadamente los aspectos más interesantes y genuinos de las variedades
involucradas. Como se sabe , son precisamente las formas "corruptas" o des-
viadas las que interesan al estudioso contemporáneo, por lo que , lejos de pa-
sarlas por alto o de ocultarlas, conviene sacarlas a luz. La corriente deslatini-
zante y antinormativista emanada de la lingüística moderna acabaría con di-
cha práctica, dando lugar a un verdadero desarrollo de los estudios descripti-
vos : ello ocurre en el Perú , y en el área andina en general, al finalizar la déca-
da del cincuenta.

No . 2, diciembre 1985 535


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

El empleo de las técnicas del análisis descriptivo en el área quechua es


el resultado del auge logrado por la llamada lingüística descriptiva norteame-
ricana, cuyo clímax se dio precisamente en los años cincuenta. Surgida en el
trato con las lenguas indígenas del hemisferio norte y endeudada de los pos-
tulados básicos de una antropología de corte positivista, el descriptivismo
norteamericano tenía en Sapir y en Bloomfield a sus dos exponentes más se-
ñeros, los mismos que le habían dado forma a una nueva corriente lingüística
que , en el terreno metodológico, tenía como postulado fundamental el que
toda lengua debía ser descrita dentro de sus propios cánones , libres de toda
valoración subjetiva . La demanda de la enseñanza de lenguas que asegurara el
aprendizaje de las mismas en un tiempo récord y en forma sistemática, urgida
por los avatares de la Segunda Guerra Mundial (que había trasladado su tea-
tro de operaciones a espacios cubiertos por lenguas "exóticas" para la per-
cepción de sus protagonistas occidentales), estimuló a los lingüistas norte-
americanos en el desarrollo de técnicas precisas de análisis gramatical. Estas
técnicas, en su versión más estrecha , se convirtieron en verdaderas recetas
que , seguidas a pie juntillas, podían garantizar la descripción de una lengua
hasta entonces desconocida. El resultado de todo ello fue , como era de espe-
rarse , no el surgimiento de un modelo teórico , sino más bien de una metodo-
logía o procedimiento de análisis lingüístico , en el que lo importante no era
tanto la explicación de los fenómenos , sino su catalogación taxonómica. Por
lo demás , los procedimientos analíticos elaborados habían alcanzado un alto
grado de refinamiento en los niveles fonológico y morfológico , no así en el
de la sintaxis , donde los principios de identificación y-distribución de las uni-
dades involucradas resultaban hasta cierto punto inoperantes, entrampados
como estaban en la observación de las estructuras de superficie de la lengua.
Sin el ánimo de restarle más méritos a dicha escuela , habrá que reconocer,
después de todo, que gracias a ella se inaugura en el área andina, y particular-
mente en la del quechua , una nueva etapa de estudios que , aun resultando
parciales, acaban con la práctica tradicional de corte latinizante.
Los primeros trabajos descriptivos sobre variedades quechuas diversas
comienzan a aparecer en la década del sesenta, si bien ya se habían dado
algunas muestras previas, como por ejemplo el análisis morfológico del dia-
lecto cusqueño emprendido por Yokoyama (1951) . De 1967 , aunque redac-
tada en 1958, es la gramática de Solá, que describe el quechua de Llata (Huá-
nuco) y que constituye el primer trabajo dedicado a una variedad de QI. En
1965 aparece la gramática del quechua ayacuchano de Parker, que le había
servido como disertación doctoral el año anterior (la versión inglesa es de
1969). También el estudio de Lastra (1968), sobre el quechua de Cochabam-
ba, había sido originariamente sustentado como tesis de doctorado en 1964.
Los tres últimos trabajos tienen la particularidad de haber sido elaborados
por estudiantes de la Universidad de Cornell, la que por entonces estaba a la
vanguardia de la lingüística descriptivo-estructural , contando entre los miem-
bros de su plana docente nada menos que a Hockett , discípulo aprovechado

536 Revista Andina, año 3


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cerrón: Lingü1stica andina

de Bloomfield. El propio Solá dirigía el "Quechua Language Program" de la


mencionada universidad , que fundado a principios del sesenta se convirtió en
un verdadero centro que impulsó, por más de una década , el desarrollo de los
estudios quechuísticos : de su seno saldrían justamente tanto Parker como
Lastra . El convenio San Marcos-Cornell , a que se hizo alusión en la primera
sección , se había firmado precisamente a través del Programa que dirigía
Solá. Dicho convenio hizo posible la creación del PFL, que promovió los es-
tudios quechuísticos modernos en San Marcos. El modelo descriptivo que se
impuso fue el mismo que subyacía a la gramática de Parker, que juntamente
con la de Solá acababan de ser publicadas en castellano. Ya se mencionó el
nuevo plan de estudios inaugurado en San Marcos en virtud del convenio
antedicho. El propio Parker tendrá a su cargo la formación de jóvenes investi-
gadores que orientarán su interés hacia el estudio de la realidad quechua . De
paso , conviene destacar que la labor de este investigador no descuidó jamás
el trabajo igualmente paciente y generoso de adiestramiento y tutoría: los
quechuistas peruanos de la primera hornada (prácticamente todos) estamos
en deuda con este tímido y silencioso profesor, ahora retirado de la que-
chuística.
Como se dijo , caracteriza a la nueva orientación la preferencia por el
estudio de las variedades de QI y de QIIA, y no sólo por el hecho de consti-
tuir un área prácticamente desconocida, sino también por la importancia que
dichas variedades revestían a los efectos de una mejor comprensión de la evo-
lución del quechua, tal como lo habían demostrado los trabajos de Parker y
Torero. Poco a poco fueron describiéndose las variedades de Ancash , Junín ,
Ferreñafe y Cajamarca. Más tarde , con el concurso de lingüistas extranjeros
(Swisshelm, Adelaar, Taylor), se ensancharían aún más los territorios estudia-
dos. En su mayor parte , tales trabajos versaban sobre la fonología de los dia-
lectos estudiados (cf. por ejemplo, Escobar et al, 1967). A excepción del es-
tudio global de Adelaar ( 1977), las descripciones de entonces se quedaban en
el nivel del análisis morfológico , siendo la sintaxis el terreno menos tocado.
Se trataba, indudablemente , de las repercusiones del modelo de análisis em-
pleado , el mismo que en el plano sintáctico no había alcanzado el grado de
desarrollo logrado en relación con los niveles fonológico y morfológico. Bas-
taba con echar un vistazo a las descripciones gramaticales de Solá , Parker y
Lastra: las suyas , especialmente la qel primero , eran prácticamente un análi-
sis morfológico con apenas unas cuantas páginas dedicadas a la sintaxis (cf.
también la gramática de Escribens y Proulx 1970). De este modo , las gramá-
ticas morfologizantes resultaban parciales y simplificadas . Con una visión tan
retaceada de la gramática , los mismos componentes fonológico y morfológi-
co distaban de ser comprendidos a cabalidad , pues muchos de sus aspectos
sólo pueden ser explicados a la luz de un enfoque sintáctico e incluso discur-
sivo. El carácter aglutinante de la lengua, con una extremada elaboración de
la palabra , contribuía sin duda alguna a crear la falsa imagen de que todo su
fijamiento obedecía a procesos de naturaleza eminentemente morfológica

No. 2 , diciembre 1985 537


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

(piénsese, por ejemplo, en el análisis de los sufijos marcadores de persona ob-


jeto o , mejor, en el de los llamados enclíticos). El análisis de una lengua lleva-
do a cabo sobre la base de sus manifestaciones de superficie . sin entrever pa-
trones comunes y principios generales de organización por debajo de realiza-
ciones aparentemente disímiles, conducía de esta manera, inevitablemente , a
descripciones insuficientes y muy poco explícitas . El desarrollo de la escuela
generativo-transformacional, con su concepción de la lengua como conte-
niendo dos niveles de representación -una de superficie y otra subyacente- ,
acabará , específicamente en el campo de la lingüística quechu a, con los análi -
sis morfologizantes , abriendo de esta manera un nuevo campo de interés: el
de la sintaxis .
En efecto, los estudios sintácticos comienzan a aparecer en la década
dei setenta. No se trata ciertamente de trabajos globales que abarcan todos
los aspectos de dicho componente ; son sólo fragmentos de gramática los que
se elaboran , acorde con el desarrollo de los modelos sintácticos postulados :
así, por ejemplo , terreno fecundo de estudio constituyen el sistema de casos
(Bilis 1972). los procesos de nominalización (Costa 1972 , Snow 1973), rela-
tivización (Muysken 1976, Weber 1978) y concordancia (Lefebvre 1975 ;
Lefebvre y Dubuisson 1977). Gracias a tales trabajos, el quechua concita un
mayor interés entre los lingüistas del hemisferio norte y de Europa. Es la épo-
ca en que. además, el transformacionalismo, escindido entre distintas vertien-
tes, requiere ser sometido a prueba con el mayor número de lenguas , particu-
larmente las no indoeuropeas, de modo de confirmar o descalificar hipótesis
asumidas como universales , pero postuladas únicamente en base a lenguas
indoeuropeas, sobre todo el inglés. Las lenguas indígenas, particularmente el
quechua , se constituyen entonces en el centro de atención de los estudiosos.
muchos de los cuales muestran un interés pasajero por él , es cierto; pero no
faltan quienes devienen especializados en la lengua. A este último grupo per-
tenecen Muysken , Lefebvre y Cole , cuyos trabajos se caracterizan por llevar
el quechua a la arena mist11a del debate en torno a las características formales
de una gramática (cf. , por ejemplo , Muysken 1980 ; Cole y Herman 1981 ;
Lefebvre y Muysken 1982; Cole, Harbert y Herman 1982). Por cierto que ta-
les estudios, por su misma naturaleza , son más bien de interés teórico antes
que descriptivo. De paso, Cole ( 1982) es autor de una descripción del que-
chua imbabureño, que constituye la primera de corte íntegramente generati-
vista . Aporte meritorio es también - en realidad el primero en materi a de sin-
taxis diacrónica- el trabajo de Muysken ( 1977), que versa sobre algunos as-
pectos de la frase verbal tal como se manifiestan en los dialectos ecuatorianos.
En el terreno estrictamente descriptivo , son dignos de mención los
trabajos destinados al estudió de uno de los aspectos más complicados de la
morfología quechua : el de la derivación verbal. Destacan en este punto los
análisis de Parker (1973 b) y Swisshelm ( 1974 ), para el quechua ancashino ; el
de Sayk ( 1974 ), sobre el juninense; y el de Chacón ( 1982), para el huanca .
Algunos de estos trabajos , como el de Parker, incorporan ya nociones básicas

538 Revista Andina , año 3


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón: Lingü1stica andina

del generativismo. Dentro de esta nueva tónica , aunque con fines diferentes.
se inscriben la serie de gramáticas referenciales redactadas como parte de los
esfuerzos de implementación de la ley de oficialización del quechua (ver sec-
ción siguiente). Los trabajos involucrados corresponden a los dialectos de
Ancash (Parker 1976), Ayacucho (Soto 1976a), Cajamarca (Quesada 1976a).
Cusco (Cusihuamán 1976a), Junín (Cerrón-Palomino l 976a) y San Martín
(Coombs et al 1976), todos ellos publicados bajo los auspicios del Ministerio
de Educación en convenio con el Instituto de Estudios Peruanos. Caracteriza
a la mayoría de estas gramáticas, dos de las cuales aparecían por primera vez
en la historia de los dialectos involucrados (Cajamarca y San Martín) , el cons-
tituir una suerte de compromiso entre el análisis tradicional-estructural y los
postulados básicos del generativismo, todo ello traducido en un lenguaje
accesible al público no especializado , dada la finalidad que se perseguía.
El trabajo descriptivo es parte del quehacer permanente de los que-
chuistas. Son todavía muchas las áreas dialectales que apenas han sido toca-
das. Como es fácil de imaginar, las investigaciones dialectológicas, al estar in-
teresadas en descubrir fundamentalmente los rasgos definidores que permiten
zonificar y clasificar los dialectos , no se detienen por lo general en el análisis
exhaustivo de las variedades involucradas. De allí que la descripción específi-
ca de un dialecto sirva para verificar, precisar o incluso revisar las generaliza-
ciones hechas en base al trabajo dialectológico. Constituyen por ello valiosos
aportes los trabajos de Taylor (197 5, 1982a , 1982b, 1 984 ), para los dialectos
de Amazonas, Ferreñafe y Yauyos; el de Adelaar ( 1982a), para la variedad
pacareña ; los de Weber (cf. Weber 1983 , que viene a ser una obra de conjun-
to) , para el quechua de Huallaga; el de Landerman (1973), para el dialecto de
Pastaza: y, en fin, el de Mercier (1983) , para el quechua del Napo.
Fuera del territorio peruano , la lingüística se ha enriquecido igual-
mente con nuevos aportes y , por lo menos en un caso , con la primera gramá-
tica para una variedad hasta entonces estudiada de manera fragmentaria : se
trata del trabajo de Levinsohn (1976), para el quechua colombiano. Ya se
mencionó la gramática de Cole ( 1982), para el imbabureño del Ecuador. En
el lado boliviano , son igualmente apreciables los esfuerzos en materia de des-
cripción , particularmente los emprendidos por los investigadores del Institu-
to Nacional de Estudios Lingüísticos (INEL), aunque, como se dijo , la inves-
tigación dialectológica todavía no ha sido acometida de lleno . El quechua
argentino , por su parte, espera aún un estudio más sistemático, pues las des-
cripciones tradicionales de Bravo ( 1956, 1965), hechas con una devoción y
un entusiasmo dignos de todo encomio, contienen una serie de lagunas que
requieren ser cubiertas de manera exhaustiva. En fin , faltan todavía descrip-
ciones de las variedades habladas en el Brasil y en Chile.
Los trabajos descriptivos mencionados han sido hechos tomando
como unidad de análisis, si no la palabra, la oración. Ya se indicó que tales
niveles resultan inapropiados, sobre todo el primero, para describir el funcio-
namiento de los sufijos independientes, así como el de algunos sufijos flexi-

No . 2, diciembre 1985 539


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

vos. El estudio de éstos, tomando como unidad de análisis el discurso , es de


reciente data. Son precursores , en tal sentido , el trabajo de Larsen (1972) ,
aplicado al ancashino; los de Levinsohn (197 5, 1979) , en base a datos del
colombiano; el de Orr ( 1981 ), referido al na peño del Ecuador; y el de Brauch
( 1981 ), para algunos aspectos de la flexión temporal en el quechua del Pas-
taza peruano. En esta misma dirección se orientan los trabajos de Weber
( 1980, 1981 ), aplicados al estudio de algunos de los sufijos enclíticos tal
como se los emplea en el dialecto del Huallaga. La mayoría de estas contribu-
ciones, si no todas, se inspiran en los postulados de la escuela tagmémica lide-
rada por Pike, siendo sus autores todos ellos miembros del Instituto Lingüís-
tico de Verano.
En lo que toca a la producción lexicográfica , son igualmente notables
los progresos alcanzados, particularmente en relación con las áreas quechuas
tradicionalmente ignoradas. De este modo, paralelamente a los estudios dia-
lectológicos y descriptivos , han venido recogiéndose materiales léxicos , mu-
chas veces para variedades nunca antes registradas. Tales recolecciones cubren
dialectos como los de Amazonas , Ancash , Cajamarca, Huánuco, Junín (Tar-
ma y Huancayo) , Pacaraos (Lima), Pastaza (Loreto) y San Martín. Algunas
de ellas sirvieron de base para la elaboración de los diccionarios bilingües de
consulta que acompañan, en volumen aparte , a las gramáticas referenciales
mencionadas en párrafos precedentes: figuran entre aquéllos los léxicos de
Ancash (Parker y Chávez 1976), Cajamarca (Quesada 1976b), Junín (Cerrón-
Palomino 1976b) y San Martín (Park et al 1976), a los que deben agregarse
los diccionarios abreviados de Soto (1976b) , para el ayacuchano , y Cusihua-
mán ( 1976b ), para el cusqueño. Al margen de sus diferencias en la cobertura
léxica y de las imprecisiones en las definiciones de muchas de sus entradas ,
dichos diccionarios no son estrictamente hablando simples léxicos que inte-
resen únicamente al especialista; son más bien codificaciones que buscan
constituirse en la obra de consulta de los no iniciados , por lo que muestran
entradas normalizadas, sin que por ello dejen de contener informaciones re-
lativas a la variación dialectal. Del mismo tenor son los léxicos de la varie-
dad de Amazonas (Taylor 1979) y de la de Pacaraos (Adelaar 1982b ).
De otro lado , la producción lexicográfica fuera del territorio peruano
también se ha incrementado notablemente. Para el colombiano se cuenta
ahora con el vocabulario de Levinsohn et al ( 1981 ); para el ecuatoriano de la
sierra se tiene el diccionario de Stark y Muysken ( 1977) y para el de la selva ,
el vocabulario de Orr y Wrisley ( 1965); el léxico boliviano aparece registrado,
entre otros, por Stark (1969) y Plaza y Quiroz (1979); en fin , el vocabulario
del quichua argentino está consignado gracias al trabajo solitario de Bravo
(1975 , 1977) . .
Una nota que debe ser destacada es el hecho de que en los últimos
años se viene imponiendo , sin dejar de lado el interés puramente dialectológi-
co, la necesidad de elaborar diccionarios y no ya simples glosarios, léxicos o
vocabularios. Tal tendencia está acorde , sin lugar a dudas, con los afanes de

540 Revista Andina, año 3


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón: Lingüi'stica andina

codificación y elaboración de las lenguas o dialectos estudiados. A diferencia


de los diccionarios tradicionales , aquéllos tienen el propósito ambicioso de
proporcionar informaciones dialectológicas precisas, de manera que puedan
ser empleados con igual provecho por especialistas y por el público en gene-
ral. Esto último es importante , toda vez que los diccionarios tradicionales,
como por ejemplo los del cusqueño (cf. Lira 1941) y el ayacuchano (cf. Pe-
rroud y Chouvenec 1970), con tratarse de dos variedades importantes, ado-
lecen de defectos tales como los de consignar de manera indiscriminada tér-
minos no sólo arcaicos, sino también correspondientes a variedades diferen-
tes. En tal sentido , paradójicamente, son estas dos variedades las que requie-
ren ser atendidas de inmediato (los diccionarios de Cusihuamán y Soto son
ciertamente escuetos; el léxico que trae la versión inglesa de la gramática de
Parker es igualmente reducido) .
En este campo son igualmente muchos los dialectos que no han sido
objeto de investigación léxica . Areas de fuerte densidad quechua como Huan-
cavelica , Apurímac y Puno no han sido tocadas. Si ello ocurre con variedades
pertenecientes a la zona llamada "mancha india" , no debe extrañar el que to-
davía permanezcan sin estudiar dialectos como los de Yauyos (cf. Taylor
1984 , para una primera aproximación) , verdadero mosaico idiomático , Caja-
tam bo , el sur y el oriente de Ancash , Paseo , el norte de Junín , así como la
mitad occidental de Huánuco , para no hablar del quechua del Napo .
Con todo , el material léxico disponible como para intentar la prepa-
ración de diccionarios pandialectales o generales del quechua (por lo menos
del quechua peruano) es ya variado y rico; lo propio puede decirse para la
elaboración de un diccionario etimológico . El trabajo de los próximos años
está llamado a cubrir esta necesidad, y, por lo pronto , el equipo de quechuis-
tas del CILA contempla , entre sus proyectos inmediatos, la preparación de
un diccionario general. Ocioso es señalar que un trabajo de esta magnitud ,
para el que se requiere de especialistas, es desde mucho tiempo atrás espera-
do por los estudiosos del área andina .
En relación con los estudios descriptivos en el campo de la lingüística
aru , el balance resulta deficitario , sobre todo para el aimara del lado peruano.
En efecto , luego de la obra de los jesuitas de Juli (Bertonio [1603] 1879,
Torres Rubio [ 1616] 1966), el aimara no ha sido estudiado más en el Perú,
con la excepción de algunos trabajos que a partir de la segunda mitad de la
década del setenta viene entregando Liliane Porterie-Gutiérrez (cf. por ejem-
plo , Porterie-Gutiérrez 1976, 1980). De hecho , la atención de los estudiosos
aficionados estuvo centrada siempre en el quechua, por obvias razones histó-
ricas y geográficas. Tampoco surgieron en Puno inquietudes como aparecie-
ron , a su turno , en el Cusco en relación con la variedad local , de manera que
ni siquiera se registran trabajos de corte tradicional. El único esfuerzo con-
creto de Mario Franco Inojosa , aparte de un pequeño diccionario castellano-
aimara , fue la reedición del Arte de Torres Rubio , que lamentablemente deja
mucho que desear : una vez más, no basta el entusiasmo. La situación en el

No. 2, diciembre 1985 541


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

lado boliviano, en cambio, es diferente. Estando La Paz en plena área aimara,


era de esperarse que la misma realidad creara las condiciones que permitieran
el estudio. de la lengua nativa. No es sorprendente entonces que las obras
posteriores a las de los jesuitas de J uli versen sobre el aimara boliviano , co-
menzando por la del mismo Middendorf ( 1891 ). que. aunque basada en la de
Bertonio. describe el dialecto de La Paz. Con todo. los trabajos estrictamente
descriptivos sólo datan de fines de la década del sesenta en adelante. figuran-
do entre ellos el bosquejo gramatical de Eusebia Martín ( 1969), la presenta-
ción morfológica de Carvajal (] 983) y el compendio de Hardman et al
(1975), constituyendo este último uno de los volúmenes de un conjunto de
trabajos de carácter pedagógico, cuya publicación en castellano ha sido anun-
ciada. Mención especial debe hacerse en este punto a la labor desplegada por
Martha Hardman: de hecho, los esfuerzos recientes por reiniciar el estudio
del aimara se deben a dicha investigadora y al equipo que colabora con ella,
el mismo que incluye a hablantes aimaras del lado peruano. Finalmente, en
lo que toca al aimara hablado en Chile, se cuenta por lo menos con la descrip-
ción fonológica de Clair-Vasiliadis ( 1976). Para un recuento crítico y exhaus-
tivo de la bibliografía aimara, puede consultarse a Briggs ( 1979).
Con respecto a las otras dos lenguas, el jacaru y el cauqui , ya semen-
cionó que, para la primera, se cuenta con la descripción de la propia Hardman
( 1966a), que constituye un compendio de la fonología y morfología de la
lengua . Su reciente publicación en castellano (] 983) hace de la obra un tra-
bajo más accesible, aunque, tras dos décadas de haber sido escrita. se impo-
nía una revisión mayor de la que la autora se propuso, pues no son pocos los
aspectos que requieren de una mayor explicitación. La segunda lengua , por
su parte, no ha sido abordada directamente hasta la fecha, conociéndose al-
gunos aspectos de ella sólo por las referencias indirectas proporcionadas por
la mencionada investigadora. Jorge Chacón, investigador del CILA , viene pre-
parando un esbozo gramatical de esta lengua, rescatándola de su virtual ex-
tinción.
En materia de lexicografía, el panorama no es menos desolador. Hasta
hace un par de años no existían vocabularios contemporáneos para el aimara,
siendo el de Bertonio (1612), que ha merecido dos reediciones (1956, l 984 ),
la única obra de consulta. El diccionario de de Lucca (1983), que incluye al-
gunas particularidades del aimara de Puno, ha venido a llenar parcialmente
dicho vacío. Pero, lo que es más dramático, tampoco hay léxicos de las varie-
dades jacaru y cauqui, siendo paradójicamente el de Farfán ( 1961 ), a falta de
otro, el más "copioso" hasta la fecha. Obviamente, se hace urgente cubrir di-
chos vacíos, sobre todo en relación con las dós últimas lenguas. La importan-
cia de tales trabajos para los efectos comparatísticos dentro de la familia
como en relación con el quechua , sobre todo central, resulta patente. Con
respecto al aimara, las diferencias léxicas advertidas por Briggs (] 976a) a am-
bos lados del Titicaca prueban hasta qué punto son necesarios los trabajos
lexicográficos en esta lengua. Es por ello alentador que el Programa de Edu-

542 Revista Andina, año 3


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - Cerrón: Lingüística andina

cac10n Bilingüe que opera en Puno haya tenido el feliz acierto de ofrecernos
la primera parte ( aimara-castellano) de lo que será el primer diccionario del
aimara peruano contemporáneo , luego de cerca de cuatrocientos años de
completo olvido .
Es de esperar que la situación descrita para el lado peruano cambie en
los próximos años. Ya es un buen paso el que se ha dado en el Departamento
de Lingüística de la Universidad de San Marcos al ofrecerse cursos y semina-
rios sobre lingüística aru . Ello es el resultado de la constatación de una reali-
dad simple : el quechuista interesado en estudiar la historia o la protohistoria
de la lengua no puede prescindir del conocimiento de esta otra familia lin-
güística. Como se mencionó , el desconocimiento de una de las familias por
parte de los especialistas en la otra ha sido una de las causas fundamentales
que han oscurecido el viejo debate en torno a la relación entre ambas.

5. SOCIO LINGUISTICA

Conforme se mencionó en las secciones anteriores, los estudios dia-


lectológicos , descriptivos y de reconstrucción que revolucionaron el campo
de la lingüística andina contribuyeron sin duda alguna al conocimiento de la
realidad idiomática presente y pasada. Dicho conocimiento, sin embargo,
incidía sólo en un aspecto de la problemática en la medida en que develaba
la naturaleza , distribución y evolución de las lenguas involucradas en tanto
sistemas contenidos en sí mismos. Pero las lenguas, como se sabe , no existen
en el vacío , al margen de sus usuarios ; por el contrario , son éstos los quepo-
sibilitan su existencia, sus cambios , en una palabra su historia. Concebida en
tales términos, una lengua no es solamente un código estructurado de acuer-
do a patrones de regulación interna, pues al mismo tiempo es una institución
cultural practicada y transmitida por los grupos humanos que tienen en ella,
tal vez , su mejor exponente creativo. El uso idiomático, que viabiliza la praxis
y la transmisión de la misma , constituye entonces el otro aspecto, igualmente
importante , del fenómeno lingüístico . De allí que el conocimiento pleno de
éste implique , además de la comprensión de los mecanismos psicológicos y
conceptuales que lo posibilitan , no solamente el análisis e inventario de sus
manifestaciones concretas (sociolectos , idiolectos; registros), sino también el
descubrimiento de las reglas que subyacen a dicho uso . Sobra decir que el
estudio societal de la conducta verbal adquiere mayor relevancia en los países
andinos atravesados por un conjunto de problemas que derivan de su condi-
ción de Estados plurilingües y pluriculturales, en los que, como producto de
una herencia colonial común, las lenguas aborígenes -y con 'ellas, sus hablan-
tes- han devenido en entidades de rango inferior en desigual competencia
con la castellana, que ostenta el carácter de lengua oficial.
Como se sabe, la sociolingüística, cuya configuración interdisciplina-
ria adquiere relevancia precisamente en los años sesenta , estudia las interrela-

No . 2, diciembre 1985 543


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

ciones estrechas que existen entre la estructura sociocultural y las variaciones


lingüísticas que se dan en el habla de los miembros de aquélla. Tales variacio-
nes pueden involucrar el empleo de diferentes lenguas (de ello se ocupará la
macrosociolingüística) o el uso de formas alternantes al interior de un mismo
idioma (objeto de la microsociolingüística). En cualquier caso, la estructura
social es una variable independiente al par que el fenómeno lingüístico , en la
medida en que está condicionado por aquélla, tiene rango de variable depen-
diente . De este modo, fenómenos tales como la selección idiomática (qué
lengua se habla con quién, en qué circunstancias y al tratar sobre qué temas),
la mudanza lingüística (reemplazo definitivo de una lengua por otra) o la
elección de una forma de expresión en lugar de otra sin salirse de una misma
lengua (alternantes), etc. se explican como resultado del impacto de factores
socioculturales sobre la lengua. Se ve , entonces , que la conducta verbal de los
hablantes, y los mecanismos actitudinales (orgullo-vergüenza idiomáticos ,
lealtad-deslealtad lingüísticas, etc.) que la condicionan, está pautada por fac-
tores no lingüísticos que emanan del entramado social que constituye el fun-
damento mismo de la convivencia humana. Es a la luz de dicha matriz que se
consigue un enfoque más abarcante del fenómeno lingüístico : de allí la natu-
raleza interdisciplinaria de la sociolingü ística.
Los estudios sociolingüísticos se inician en el país enmarcados dentro
de la puesta en marcha de programas de educación bilingüe en las poblacio-
nes de habla predominantemente quechua. Con el objeto de conocer las acti-
tudes y expectativas de los miembros de las comunidades en las que se esta-
blecieron centros pilotos, a fin de que los programas no resultaran arbitrarios
ni ajenos a la realidad (como los emprendidos por el sistema educativo tradi-
cional), se imponía la necesidad de realizar diagnósticos que permitieran cali-
brar la situación de modo de adecuar las metas perseguidas al contexto socio-
cultural específico. Tal el caso , por ejemplo , del censo etnolingüístico efec-
tuado por el PFL, que en 1964 inició un programa de educación bilingüe en
el distrito ayacuchano de Quinua. El objeto de dicho sondeo , según palabras
del entonces Director del mencionado programa (cf. Escobar 1968), era "co-
tejar la conducta verbal y no verbal de los individuos y la comunidad , con re-
ferencia al español y el quechua, lengua predominante en esa zona". Poste-
riormente , el mismo PFL. realiza una encuesta sociolingüística destinada a
evaluar las reacciones subjetivas de los hablantes bilingües y monolingües
quechuas en relación con aspectos tales como el papel del quechua en la es-
cuela y como lengua oficial , la interinfluencia entre ambos idiomas, la prefe-
rencia por las variedades tanto del quechua como del castellano en consonan-
cia con las características que les son atribuidas, etc. Tal encuesta debía lle-
varse a cabo tanto en el contexto rural como entre los migrantes del área en
la capital limeña. Los principios metodológicos que orientaron la primera
fase del proyecto fueron expuestos en Wolck ( l 970) , y los primeros resulta-
dos del análisis se dieron a conocer en Wolck ( 1972). La segunda parte del
estudio -la relacionada con las actitudes de los migrantes- quedó lamenta-

544 Revista Andina, año 3


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cerrón: Lingüística andina

blemente inconclusa. Hay un trabajo independiente , sin embargo , sobre esta


materia , aunque centrado sobre el problema de la mudanza lingüística (cf.
Myers 1973). ·
En 1979 comenzó a operar el Proyecto de Educación Bilingüe de
Puno , en virtud de un convenio firmado entre el Perú, a través de su Instituto
Nacional de Investigación y Desarrollo de la Educación (INIDE) , y la Repú-
blica Federal Alemana . Una de las primeras acciones de dicho Programa, que
comprende la experimentación de un modelo de educación bilingüe en nú-
cleos educativos con población tanto quechua como aimara , fue la ejecución
de diagnósticos sociolingüísticos. El primero en realizarse fue el referido al
área quechua , el mismo qu e consistió en la formulación de encuestas, entre
docentes y padres de familia , relacionadas, entre otros aspectos, con las ca-
racterísticas socioeconómicas y culturales de las áreas estudiadas, con las va-
loraciones subjetivas de los encuestados en relación con el uso del quechua y
del castellano tanto en la vida diaria como en el contexto educativo , así como
con su empleo en el proceso de enseñanza. Los resultados de dicha encuesta
se dieron a conocer en INIDE (1979).
Fuera de los diagnósticos realizados , existen por lo menos otros dos
que , a diferencia de los primeros, no han sido motivados por necesidades in-
mediatas surgidas de la conducción de programas de educación bilingüe y tie-
nen la particularidad de haber sido emprendidos por estudiosos ajenos a la
lingüística . El primero corresponde a una investigación realizada en el distri-
to cusq ueño de San Jerónimo por un equipo dirigido por el conocido sociólo-
go Pierre Van den Berghe. La encuesta respectiva se efectuó teniendo en cuen-
ta dos grupos, de los cuales una mitad aproximada estuvo formada por estu-
diantes secundarios (de ambos sexos) de los últimos tres años y la otra mitad
la integraban residentes adultos del mismo distrito , así como también ex co-
lonos de dos haciendas recientemente expropiadas. Las preguntas que busca-
ban indagar sobre el uso idiomático incidían sobre estos tres aspectos: (a) la
lengua o lenguas habladas, (b) la primera lengua aprendida , y (c) la lengua ha-
blada con más facilidad . Se buscaba, entre otras cosas , inquirir sobre el com-
portamiento lingüístico de tres generaciones : del entrevistado , de sus padres
y de sus abuelos , de modo de poder averiguar sobre la direccionalidad del
cambio idiomático. Los resultados aparecen en Van den Berghe et al ( 1976).
El segundo trabajo , realizado por Abilio Vergara, es un estudio referido tam-
bién al Cusco, tomando como casos dos localidades ·de diferente configura-
ción socioeconómica: la comunidad campesina de Ayllupongo (capital del
distrito de Chinche ro) y el pueblo joven de Zarzuela Alta, en la parte occi-
dental de la ciudad . Se trató de indagar, entre otros aspectos, sobre el uso
idiomátíco en dichas localidades, así como la valoración de los idiomas por
parte de los entrevistados. Los resultados de tal investigación están conteni-
dos en la tesis que el autor presentó en la Universidad Nacional de San Cris-
tóbal de Huamanga, resumen de la cual se puede ver en Vergara ( 1979).
Como se puede apreciar, los estudios realizados a la fecha son de cor-

No. 2, diciembre 1985 545


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

te macrosociolingüístico , pues tratan de medir el comportamiento verbal de


los e ncuestados e n relación con el uso, selección y valoración de los idiomas
en su conjunto y no d e variables lingüísti cas al interior de los mismos . No es
propósito del presente evaluar cada uno de tales est udios. que. au nque persi-
guen objetivos más o m enos afines. difieren en cuanto a los procedimientos
de control empleados. así como en relación a las ge neralizacion es tentativa-
mente inferidas. Sólo señalaremos que. en I íneas generales. ellos con firman.
sobre la base de datos empíricamente observados. algunas nociones que cir-
culaban en torno a la problemática estudiada y que. a falta de un res paldo
empírico. no pasaban d e ser puramente impresionistas: al mismo tiempo. sin
embargo , descartan ciertas preconcepciones que. como tales , distorsionaban ,
voluntaria o involuntariamente, la realidad. Simplificando. cabe sei'lalar, e ntre
los hechos co rroborados . la distribución desigual del uso idiomático en rela-
ción con el contexto. el status de los hablantes y el tema de la conversación.
Así. el castellano adquiere predominancia en contextos cada vez más impac-
tados por los procesos de urbanización : d el mismo modo. la hege monía del
c:.,tellano se advierte entre los individuos que tienen mayor capacidad eco-
nómica y mayor instrucc ión formal, hec ho que se acentúa de acuerdo a las
diferencias de generación y sexo: los más jóvenes acusan mayor uso del cas-
tellano en relación con sus mayores y los hombres más que las mujeres: final-
mente . el asunto sobre el cual se habla ti ene particular relevancia en la medi-
da en que cuanto más formal el tema . mayor uso se hará del castellano. El
empleo del quechua , por su parte , se correlaciona complementariamente con
el del castellano, ya que. a diferencia de éste. es la lengua de los sectores más
ligados al campo , de los grupos económicamente inactivos y en su may oría
analfabetos, así como el medio preferido para tratar asuntos de mayor inti-
midad. Se trata , en suma , de la condición de lengua dominante que ostenta
el castellano y la de lengua dominada que abruma al qu ec hua . Se es tá aquí
frente a una distribución funcional diferenciada que configura y define el ca-
rácter diglósico de la sociedad peruana. En tal contexto , que privilegia ins-
trumenta lm ente a la lengua " de arriba" , res ulta normal que el bilin güismo
quechua-castellano se oriente hacia un monolingüismo castellano. Lo que de-
be selialarse es. sin embargo. qu e. contrariamente a lo qu e se cree. la hege mo-
nización gradual del castellano no implica necesariamente el menosprecio o
la vergüenza idiomática respecto de l quechua. En ta l sentido, existe práctica-
mente un consenso. sobre todo e ntre los bilingües . no só lo en re lación con la
conservación del idioma , sino respecto el e su cultivo y hasta de su e mpleo
como medio de enselianza formal: actitud de orgu ll o y lea ltad que contradi-
ce ciertamente la idea ge neralizada de un supuesto menosprecio del hablante
por su propia lengua.
Los casos estudiados , c uyas generalizaciones podrían aplicarse a otros
contextos similares , tienen el común d enominador de habe r sido realizados
en zonas pertenecientes a la llamada " mancha india " . Fa lt an trabajos referi-
dos a otras zonas quechuas , como la sierra central y norte del país. La situa-

546 Revist a Andina, año 3


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - C e r r ó n: Lingüística andina

ción podría ser, tal vez , diferente ; sobre todo en lo que respecta a la actitud
de los hablantes frente a la lengua vernácula. No debe olvidarse que en estas
áreas la situación del quechua es diferente , pues sufre un doble discrimen: el
que se deriva del prestigio tanto del castellano como del quechua surefio.
considerado como el "más puro". Un primer sondeo realizado por Quesada
( 1982) en las localidades de habla quechua de Cajamarca acusa una actitud
ambigua en relación con la lengua: de orgullo intraétnico y de disfavor en las
relaciones interétnicas con el mundo de habla hispana: mecanismo de defen-
sa explicable en un contexto tradicionalmente hostil hacia los valores cultu-
rales autóctonos.
Ocioso es señalar la importancia qu e tales estudios revisten no sólo
para los efectos de una política de educación bilingüe , así como para las cam-
pañas de alfabetización , sino también para los programas de desarrollo y pro-
moción en general. Es de lamentar que, a diferencia de lo que ocurre en el
campo de la lingüística descriptiva , la sociolingüística no haya alcanzado aún
el nivel y la intensidad que se merece. A la carencia de entidades que patroci-
nen proyectos de tal naturaleza se une la ausencia·total de investigadores en-
trenados en la materia , pues las universidades apenas ofrecen cursos generales
que no garantizan la fonnación y el entrenamiento de futuros especialistas.
De allí que buena parte de los trabajos realizados haya partido de la iniciativa
de especialistas de otras áreas , mejor equipados en las técnicas de la encuesta
y la tabulación de sus resultados.
Por lo que toca a estudios de naturaleza microsociolingüística, el úni-
co trabajo realizado hasta la fecha es el de Lefebvre (197 5), que trata sobre el
uso de las referencias personales y el mareamiento de plural de los nombres y
pronombres, en el quechua del Cusco, y que la autora cree ver correlaciona-
do con variables tales como edad y estilo de habla . Para una discusión de la
metodología empleada, puede verse Lefebvre ( 1976).
De mayor envergadura que los trabajos mencionados, tanto por la ex-
plicitación detallada del método empleado, el manejo de un corpus variado
y amplio , como por el control refinado de las variables independientes (socio-
culturales) y dependientes (lingüísticas) aisladas en virtud de él, es el estudio
de Albó (1970) , cuya adaptación al castellano, con ligeras modificaciones,
apareció cuatro años después (cf. Albó 1974). En él, el autor no solamente
ofrece un análisis macrosociolingüístico de la situación encontrada en el valle
de Cochabamba (Bolivia) , escenario en que se dan cita dos de las lenguas ma-
yores de dicho país: la castellana y la quechua . También aborda el estudio,
siempre a partir de la configuración socioeconómica del contexto global , de
las correlaciones que se dan entre los grados de articulación de los hablantes
de quechua (monolingües y bilingües) con la sociedad envolvente y el manejo
de variables lingüísticas dentro de la lengua vernácula . Se trata, pues, de un
estudio totalizante en el que no escapan aspectos tales como los canales ex-
presivos (canto, poesía, cine , teatro, etc.) , el empleo de los medios de comu-
nicación (para el impacto de la radiofonía boliviana en manos de bilingües

No . 2, diciembre 1985 547


Crónicas Bibliográficas - - - - - - - - - - - - - - - - - -- - - - - - - -

tanto aimara como qu echua-castellanos , ver tambi én Albó 1977b), así como
el de la escritura. Las conclusiones a las que llega el autor en relación con el
uso idiomático son coincidentes. en términos generales. a las ofrecidas en los
trabajos previamente mencionados. A diferencia de éstps , sin embargo, Albó
extrae igualmente conclusiones respecto de la lengua en tanto organismo
contenido en sí mismo : debido a su condición de idioma oprimido (cf. Albó
1977a para una caracterización de este concepto) , de "resultas de ser la ex-
presión hablada de una cultura también oprimida y. por tanto. parcialmente
atrofiada y condicionada a la cultura minoritaria pero dominante" . la diná-
mica que se observa es "la de ir sustituyendo constantemente rasgos propios
del quechua por otros propios del castellano incluso en el quechua". El futu-
ro de la lengua en tal situación es nebuloso , pero si bien es verdad que sobre
ella se ciernen los peligros de una eventual mudanza en favor del castellano,
hay también otros indicios que garantizan su supervivencia y aun su afianza-
miento: tales son, por ejemplo , su empleo en el campo de la política , el uso
de la misma en la radio y a través de la letra impresa. y la emergencia de una
élite bilingüe que , lejos de abjurar de la lengua nativa. la preserva y cultiva.
El estudio de Albó es, en suma, una obra magi:,tral que sólo pudo haber sido
hecha por una persona que a su form ación de antropó logo versado en la cul-
tura andina une una sólida preparación de lingüista . El suyo es un trabajo que
servirá de pauta para las futuras investigaciones en el campo.
Como se mencionó , la tendencia observada en relación con la direc-
cionalidad en la mudanza lingüística es hacia un monolingüismo castellano
cada vez más creciente. Aun admitiendo el carácter "insensato" de los censos
nacionales. la comparación de los resultados periódicos de los mismos - que
no siempre ofrecen , sin embargo, datos prec isos referentes a los idiomas-
puede ilustrar las tendencias existen tes en el proceso del cambio idiomático .
Un trabajo reciente de Albó ( 1981) estudia precisamente la evolución lingüís-
tica de Bolivia en base al cotejo de los resultados de los dos últimos censos
genera les ( 1950-1976). Desglosando los datos censales atendiendo a variables
como edad y sexo , educación y ocupación , Albó rastrea e! proceso de caste-
llanización en el vecino país. llegando a formular , siguiendo las tend encias
manifiestas en el intervalo de ambos censos , una proyección hac ia el futuro
que. de mantenerse las co ndi ciones socioeconómicas vigentes, desembocaría
en la extinción total de las lenguas a borígenes, incluso en su "zona de refu-
gio" natural -el área rural -, hacia fin es del siglo XXH. Ya se sabe cuáles son
los factores que contribuyen a dicho efecto , pero también no debe olvidarse
que , de cambia r radicalmente las condiciones sociales y económicas que pre-
valecen , así como la política idiomática de corte asimilacionista , otra sería la
suerte de dichas lenguas , al menos de las mayores; es decir, la quechua y
aimara. Sobra decir que en este punto, como en el anterior, Albó opta por la
implementación de una política lingüística pluralista que . sin desconocer el
papel que desempeña el castellano en el seno de la sociedad envolvente, pro-
cure no solamente la revaloración de los idiomas autóctonos, sino también su

548 Revista Andina, año 3


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cerrón: Lingüística andina

desarrollo creativo.
En este aspecto de los cambios lingüísticos deben mencionarse igual-
mente los trabajos realizados por Hosokawa. investigador nipón asociado por
algún ti empo al INEL de La Paz , quien tuvo a su cargo el estudio de las situa-
ciones de trilin güismo aimara-quechua-castellano tanto en el norte de La Paz
(cf. Hosokawa 1979) como en el nort e de Potosí (ver Hosokawa 1980). Este
investigador encu entra una diferencia fundamental en el fenómeno de trilin-
güismo observado en ambas zonas: mientras que en el norte del departamen-
to capitalino se tiende hacia un trilingüismo estacionario (que no supone sus-
titución de lenguas a través de las generaciones) , no ocurre lo propio en el
norte de Potosí, pues aquí el fenómeno adquiere una modalidad sustitutoria:
el quechua reemplaza al aimara y el castellano a aquél , fenómeno este último ,
como lo demuestra e l trabajo de Albó , generalizado , aunque es verdad que se
da con mayor intensidad entre los quechuahablantes que entre los de habla
aimara. Incidentalmente debe mencionarse que las lenguas nativas involucra-
das no gozan de l mismo estatuto en las zonas estudiadas: en el norte de La
Paz es el aimara el que tiene más prestigio en relación con el quechua (de allí
que sean los quechuahablantes los que tengan que aprender el aimara), mien-
tras que en el norte de Potosí el quechua tiene preeminencia sobre el aimara
(ello explica la quechuización de los aimarahablantes).
La historia social del qu ec hua , lengua dominada luego de la pérdida
de autonomía del mundo andino , ha sido trazada por Torero (1974: 140-
214). Se estudia en él , dentro del contexto del ordenamiento colonial im-
puesto , la subordinación de la lengua en favor del castellano en virtud de la
política lingüística predominante de la metrópoli. Este mismo fenómeno ha
sido tratado últimamente por Mannheim (1984 ), en un trabajo que busca de-
mostrar hasta qué punto persisten en la actualidad dos posiciones claramente
definidas en materia de política idiomática . Se trata de dos opciones ya dise-
ñadas en los albores de la colonia: por una parte, una política asimilacionista
a ultranza y, de otro lado , una postura que el autor califica como la del "asi-
milacionismo ilustrado". De esta manera , la castellanización emprendida por
los gobernantes republicanos se entronca directamente con la corriente asimi-
lacionista , al par que las tendencias modernizadoras (piénsese , por ejemplo ,
en los programas de educación bilingüe de tipo transicional), fomentadas por
educadores y científicos sociales desarrollistas , tanto nacionales como extran-
jeros. vendrían a ser versiones modernas del asimilacionismo ilustrado o
"blando". Este asunto de la política idiomática de la colonia en relación con
el quechua , e incluyendo esta vez al aimara , ha sido tratado recientemente
por Heath y Laprade (1982) , quienes señalan el carácter zigzagueante de las
disposiciones metropolitanas referidas al tema.
Si los estudios sociolingüísticos aplicados al quechua no han alcanza-
do, sobre todo en el Perú , ni el nivel ni la intensidad deseables (proyectándo-
se más allá de los diagnósticos). la situación en el campo de la aimarística es
más incipiente aún. Es verdad que, también en este aspecto, Bolivia le lleva

No. 2, diciembre 1985 549


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

la delantera al Perú, gracias a la tesonera labor desplegada por Albó al frente


del CIPCA . Aparte de los trabajos ya mencionados de este autor ( cf., espe-
cialmente. Albó 1977b, 1981 ), se cuenta ahora con un estudio de la conduc-
ta verbal de los aimarahablantes residentes en La Paz , fenómeno que es estu-
diado paralelamente a los procesos de cambio cultural que supone el paso del
campo a la ciudad (cf. Albó et al. 1983: Cap . 13 ). De menor incidencia so-
ciolingüística , pese al título ambicioso que lleva , es el volumen editado por
Hardman ( 1979), el mismo que incluye trabajos de heterogéneo valor redac-
tados por los alumnos de la mencionada aimarista: destacan en él temas
como el de los dialectos sociales del aimara , así como el de la influencia de
esta lengua sobre la castellana. En lo que concierne al Perú , el único trabajo
que trata sobre la situación sociolingüística de un área específica del altipla-
no peruano , en el marco de un estudio sobre los criterios subjetivos y objeti-
vos que determinan la filiación étnica de los grupos quechuas, aimaras y mis-
tis, es el de Primov ( 1974 ). El autor describe la situación concreta del distrito
de Huatasani (provincia de Azángaro ), donde se dan casos de bilingüismo y
hasta trilingüismo de distinto tipo según las lenguas involucradas : castellano ,
quechua y aimara. El carácter difuso de los marcadores de filiación étnica
determina que, de entre ellos , sea el lingüístico el más conspicuo , el mismo
que, dentro de la dinámica de mudanza idiomática apuntada en líneas prece-
dentes , es hasta cierto punto transicional.
La década del setenta es particularmente importante en la historia so-
cial del quechua , pues a mediados de ella el gobierno militar de la llamada
primera fase (l 968-197 5) decretó la ley de oficialización de la lengua. Se tra-
ta, como se sabe, del Decreto-Ley 21156 , del 27 de mayo de 1975. La medi-
da , si bien sorprendió al grueso de la población , se había venido gestando al-
gunos años atrás (recuérdese, por ejemplo , la organización del Primer Semi-
nario Nacional de Educación Bilingüe y la publicación del texto de la " Polí-
tica Nacional de Educación Bilingüe") , dentro del marco de profundas re-
formas sociales emprendidas por el gobierno. No es éste el lugar adecuado
para emitir juicios en torno a los alcances y limitaciones de dicha ley . Para un
primer análisis de la misma , hecho dentro del clima de efervescencia creado
por dicho acontecimiento , puede consultarse el excelente trabajo conjunto
de Escobar, Matos y Alberti ( 197 5). Tampoco es el momento de evaluar di-
cha medida no sólo a la luz de los acontecimientos que se desencadenaron
luego , para dar paso a la segunda fase del gobierno militar, sino también en
su propia concepción como parte del conjunto de reformas estructurales aco-
metidas dentro de la primera fase. Dicha tarea está por hacerse aún (para una
crítica parcial , y parcializada hasta cierto punto , del dispositivo en mención,
véanse Chang-Rodríguez 1982 y Powers 1983). Lo que interesa en este punto
es señalar de qué manera la ley mencionada impulsó el desarrollo de lo que
podría denominarse sociolingüística aplicada.
Cabe destacar, en tal sentido , las acciones iniciadas por el gobierno, a
través del ramo educativo, en cumplimiento de algunos aspectos resolutivos

550 Revista Andina , año 3


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cerrón: Lingüística andina

del mencionado decreto-ley , particularmente el referente a "la preparación y


edición de diccionarios, textos, manuales y otros documentos", a fin de que
se posibilitara su implementación . Uno de los primeros pasos tendentes a tal
efecto fue la designación de una Comisión Implementadora encargada de es-
tudiar y formular recomendaciones conducentes a la puesta en ejecución del
mandato legal. Dicha comisión estuvo integrada por lingüistas, educadores ,
científicos sociales, representantes de instituciones dedicadas al fomento del
quechua. Uno de los puntos más debatidos en el seno de la misma fue sin du-
da el relacionado con la recomendación de un alfabeto general para el que-
chua , que Juego fue oficializado por R.M. No. 4023-75-ED , del 16 de octubre
de 197 5. Con la oficialización del alfabeto se dio término , por lo menos teó-
ricamente , a la vieja anarquía reinante en materia de escritura. Los alfabetos
previos, tanto los tradicionalmente empleados por los autodidactas como los
inspirados en el alfabeto fonético internacional , delataban un desconocimien-
to no solamente de las variaciones dialectales al interior del quechua, sino
también del sistema fonológico del dialecto al que se pretendía proveer de
escritura . No se olvide que hasta la década del sesenta hablar del quechua im-
plicaba referirse única y exclusivamente al quechua cusqueño y, en menor
medida , al ayacuchano . De manera que los intentos previos de uniformiza-
ción del alfabeto , y su respectiva oficialización (por ejemplo , la de 1946),
sólo atendían a las variedades sureñas , dejando de lado los demás dialectos.
Quedaban así éstos fuera de toda preocupación , librados a la iniciativa de
unos pocos aficionados que , frente a algunos fonemas completamente inusi-
tados tanto en el castellano como en las variedades quechuas más conocidas
(piénsese , por ejemplo , en la africada retrofleja /e/), desarrollaban una serie
de recursos ingeniosos, reñidos, sin embargo , con los más elementales princi-
pios de manuabilidad. Los símbolos empleados por los especialistas en la re-
presentación de tales segmentos tampoco eran de utilidad por su carácter
poco práctico. Para superar dichos problemas, la Comisión ideó un alfabeto
general que, buscando conciliar el criterio fonológico con el socio-cultural
(el determinado por la tradición escrituraría del castellano), ofreciera una lis-
ta de grafemas a partir de la cual pudieran entresacarse las grafías pertinentes
a cada variedad . Luego de su oficialización, el alfabeto comenzó a ser emplea-
do no sólo en las publicaciones de carácter oficial (por ejemplo, en las gra-
máticas y diccionarios elaborados por encargo del Ministerio de Educación),
sino también en el seno de las instituciones culturales y científicas empeña-
das en promover el desarrollo de una literatura quechua. Se daba de esta ma-
nera inicio a la unificación de la ortografía quechua, siendo este hecho uno
de los frutos más palpables dentro de la política implementadora de la ley
21156.
Con posterioridad a la labor de la Comisión mencionada, el Ministe-
rio de Educación estableció un convenio con el Instituto de Estudios Perua-
nos con el objeto de elaborar gramáticas referenciales y diccionarios de con-
sulta , para lo cual se designó un equipo de lingüistas conocedores de las dis-

No . 2, diciembre 1985 551


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

tintas variedades quechµas . Dicho equipo estuvo integrado por especialistas


de las seis variedades que se eligieron como representativas de los principa-
les dialectos quechuas hablados en el país: Ancash-Huailas, Ayacucho-Chan-
ca , Cajamarca-Cañaris, Cusco-Collao , Junín-Huanca y San Martín. Como ya
se mencionó en la sección 4 , tanto las gramáticas como los diccionarios fue-
ron elaborados atendiendo a criterios más bien normativos que puramente
descriptivos, dada la índole de su finalidad, que era la de pautar el uso idio-
mático tendiendo hacia su uniformización. Se trataba de codificar y no sola-
mente de describir. Naturalmente que la codificación se basaba en el análisis
lingüístico previo , superando de esta manera los criterios estrechos de las gra-
máticas tradicionales. En este aspecto , como en el relacionado con el alfabe-
to , la codificación implicó , en ciertos casos, la renuncia a ciertos postulados
lingüísticamente ortodoxos que no se avenían con las necesidades impuestas
por factores de índole sociocultural e histórica .
La preocupación por la unificación de los alfabetos quechuas ha sido
constante no sólo en el Perú , sino también en los países vecinos. Una evalua-
ción sociolingüística de los alfabetos empleados para el quechua boliviano la
ofrece Albó ( 1974: 125-132). Luis Montaluisa ( 1980), por su parte, propor-
ciona un recuento del problema en relación con la situación ecuatoriana. Por
lo que toca al alfabeto aimara, que adolecía de las mismas características
mencionadas para el quechua, ya la Comisión lmplementadora de la ley
21156 recomendaba que , con la sola adición de la grafía <.j > , la lista de gra-
femas propuesta podía servir también a los efectos de la escritura de aquella
lengua. Sin embargo, donde el problema de la uniformización ha originado
mayor debate es, como era de esperarse , en Bolivia. Para una reseña de con-
junto del desarrollo del alfabeto aimara en dicho país puede consultarse el
trabajo de Layme ( 1980). Una nota digna de mencionarse en este punto es la
relacionada con los intentos de aproximación que se vienen haciendo entre
los aimaristas de ambos lados del Titicaca con el objeto de unificar criterios
que conduzcan al empleo de un alfabeto común . En el caso peruano , sin em-
bargo , tal uniformización no debe excluir la búsqueda de armonizaciones en
relación con la lengua hermana jacaru, hasta ahora ignorada por los aimaris-
tas desconocedores de esta rama. Por lo demás , se entiende que la unificación
debe hacerse en función de los segmentos compartidos, pues los fonemas es-
pecíficos requerirán siempre de un trato separado , aunque, también en este
caso , el alfabeto general quechua ofrece ya alternativas para algunos de ellos.
De este y otros puntos (entre ellos el de formular reglas de ortografía, apenas
mencionadas en el informe de la Comisión lmplementadora) trató el Primer
Taller de Escritura en Quechua y Aimara organizado por el CILA, sede de
Ayacucho , y la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, entre el
12 y el 15 de octubre de 1983. El evento contó con la participación de diver-
sas instituciones y organismos interesados en promover el desarrollo escritu-
rario del quechua y del aimara. Los acuerdos logrados en él contienen suge-
rencias para incorporar algunas revisiones en el alfabeto general (por ejemplo ,

552 Revista Andina , año 3


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cerrón: Lingüística andina

la del empleo de tres vocales y no de cinco: reconsideración del criterio fono-


lógico), que se supone debe ser válido también para el aimara, así como la
formulación de reglas ortográficas básicas (como, por ejemplo, la escritura de
los nombres propios castellanos y los préstamos en general de la misma len-
gua). Para terminar con este punto, resta señalar que los intentos de unifica-
ción escrituraria encuentran aún resistencia en las tiendas de algunos especia-
listas, quienes no parecen advertir una diferencia tan elemental como la que
existe entre transcripción y sistema de escritura. Curiosamente, esta confu-
sión de planos parte de ciertos lingüistas extranjeros, desde cuya perspectiva
puede explicarse hasta cierto punto, mas no justificarse, la postulación de
alfabetos que "enseñen" a pronunciar.
La oficialización del quechua, si bien fallida a poco de haberse inicia-
do los primeros pasos en su implementación, tuvo efectos decisivos e irrever-
sibles en relación con el despertar de la conciencia idiomática de los grupos
afectados, así como de los círculos intelectuales de avanzada, principalmente
científicos sociales. Se advierte un cambio radical en las actitudes respecto
del rol que deben desempeñar las lenguas y las culturas nativas en el proceso
de la formación de la conciencia nacional. A la luz de dicho despertar, las len-
guas nativas, especialmente la quechua y la aimara, se conciben no como reli-
quias que deben ser preservadas durante cierto tiempo, sino como lenguas
dignificadas que se desarrollan creativamente como la castellana. Es en tal
contexto que los programas de educación bilingüe de tipo transicional han
quedado desenmascarados como tales: es decir, como iniciativas conducentes
a reforzar la política asimilacionista oficial de manera más sutil. Se ensayan
ahora nuevos diseños que, sin posponer la enseñanza del castellano como se-
gunda lengua, toman el quechua y el aimara como un instrumento de educa-
ción formal , desarrollando en los alumnos las habilidades en la lectura y escri-
tura en lengua nativa . La preparación de materiales en dichas lenguas, la ela-
boración de éstas a fin de que puedan dar el salto de la pura oralidad a la
expresión escrita, son algunos de los aspectos que la sociolingüística aplicada
está llamada a resolver en los próximos años.

6. ENSEÑANZA

Como es sabido, uno de los mecanismos en virtud del cual se buscó


asegurar la conquista espiritual y material de los naturales fue la imposición
de la fe católica. Para dicho efecto era necesario hablarle al indio en su propia
lengua. Se hacía urgente entonces aprender ésta, ya que al valerse de felipillos
y martinillos (imprescindibles en los primeros momentos de la invasión) o de
la pericia individual de los españoles (piénsese en Betanzos) que lograban po-
sesionarse de ella a través del trato con los naturales, se corría el riesgo de
distorsionar el mensaje evangélico, entrampándolo en las fórmulas hueras de
una media lengua. De allí que se crearan cátedras y catedrillas destinadas a la
preparación de los sacerdotes y ministros que tendrían a su cargo la prédica

No. 2, diciembre 1985 553


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

doctrinaria a los naturales: la Cátedra de la Lengua General de los Indios fue


instituida en 1551 y otra similar se estableció en San Marcos en 1579.
En tal contexto, la enseñanza de la lengua se hacía sobre la base de
los artes y artecillos de molde latino , y con el auxilio de cartillas preparadas
para tal efecto , los que, aparte de mostrar los paradigmas básicos de la gramá-
tica , confiaban el resto a la buena intuición del aprendiz y a sus posibilidades
de "perfeccionarse" en el trato directo con los propios hablantes . De este
modo , el aprendizaje de la lengua estaba librado fundamentalmente a lamo-
tivación del pupilo, la que a su vez no siempre estaba determinada porrazo-
nes angelicales : las parroquias, así como los corregimientos , eran un botín
muy preciado. Y aun cuando las cédulas reales estipulaban claramente la pro-
hibición del ordenamiento de sacerdotes que no aprobasen sus exámenes de
suficiencia en lengua índica, eran numerosas las denuncias (que a veces se
ventilaban a través de pleitos entre las diversas órdenes religiosas) de su in-
cumplimiento . Después de todo , el surgimiento cada vez más numeroso de
criollos y mestizos bilingües obviaba en cierta forma la necesidad ; por parte
de la clase gobernante, de administrar la cátedra con el mismo celo puesto en
los prim eros años de la conquista. Los colegios para caciques , de otro lado.
formaban indios ladinos que , a su turno, se constituyeron en buenos interme-
diarios entre los grupos de poder y la masa indígena .
Ahora bien , criollos y mestizos como Jerónimo de Oré , Juan Pérez
Bocanegra, Diego de Molina, Fernando de Avendaño y Francisco de Avila ,
todos reputados predicadores y algunos de ellos abanderados de la extirpa-
ción de idolatrías, aprendieron la lengua probablemente no a través de los
artes, sino en el trato cotidiano con los nativos , cuando no "de la leche ma-
terna" , según expresión corriente de la época . No es aventurado sostener en-
tonces que las cátedras de quechua no faeran del todo eficientes para la ense-
ñanza-aprendizaje de la lengua , sino que , más bien , se reducían al estudio de
la gramática. Es evidente que en la práctica - no es difícil deducirlo - tal tipo
de enseñanza distaba lejos de garantizar el aprendizaje de la lengua como para
poder hablarla , aunque tal vez podía proporcionar las bases rudimentarias
para ello. Para tener una idea del grado de pericia en el dominio de la lengua
por parte de los doctrineros ( claro , siempre hay excepciones: por ejemplo ,
Cristóbal de Molina) basta recordar las sátiras de Guamán Poma dirigidas a
los religiosos que hablaban un quechua fracturado. Como se ve, ni la "inmer-
sión" de los aprendices en el contexto quechua lograba consolidar los rudi-
mentos gramaticales aprendidos ni menos afianzar en ellos el dominio de la
lengua. Por lo demás, como se mencionó, el ímpetu por el aprendizaje del
quechua disminuye sensiblemente al finalizar el siglo XVII. La expulsión de
los jesuitas primeramente (l 767) y luego la represión cultural desatada por la
corona a raíz del levantamiento de Thupa Amaru y, como consecuencia de lo
último , la clausura de la Cátedra de Lengua Quechua en San Marcos (17 84 ).
hicieron tabla rasa de las ordenanzas que habían tenido cierta vigencia en los
siglos anteriores (cf. Meneses 1982).

554 Revista Andina, año 3


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - C e r r ó n: Lingüística andina

En 1936 , tras siglo y medio de completo olvido , se restituye en San


Marcos la cátedra de la lengua. La naturaleza de ésta no difería de la práctica
previa . Se trataba de una enseñanza elemental de la lengua que , al estar des-
provista de una metodología adecuada, no garantizaba en absoluto el apren-
dizaje de la misma. Podía servir, tal vez, para un conocimiento superficial de
las estructuras del idioma, sobre todo entre los bilingües interesados en com-
prenderlo analíticamente , pero resultaba incapaz para hacer de él una segun-
da lengua entre los siempre escasos hispanohablantes que quisieran aprender-
la. Es doloroso constatar que de entonces a la fecha los profesores empíricos
de quechua ni siquiera parecen haber comprendido una diferencia tan ele-
mental como la que existe entre la enseñanza de un idioma c&mo lengua ma-
terna y la enseñanza de una segunda lengua.
En parte debido a la orfandad metodológica mencionada, la intelec-
tualidad dominante tuvo siempre a su alcance una buena justificación como
para no hacer el menor esfuerzo por aprender la lengua : después de todo no
faltarían felipillos y lenguaraces modernos. Aquello, sin embargo , no es sino
una excusa encubridora , puesto que , en buena cuenta , cuando hay un interés
decidido por aprenderla , la ausencia de una metodología eficiente no es obs-
táculo infranqueable como para no intentar posesionarse de la lengua. Prueba
de esta posibilidad es el ejemplo de los viajeros y estudiosos del siglo pasado
(baste mencionar los nombres de Markham, Tschudi y Middendorf) y de al-
gunos científicos sociales del presente , en ambos casos extranjeros. Resulta ,
pues , explicable hasta cierto punto , mas no justificable, el poco empeño ,
cuando no el desinterés absoluto, demostrado por los científicos sociales pe-
ruanos, a lo largo de la historia, por el aprendizaje del quechua. También en
este aspecto se trasluce la actitud de menosprecio de los grupos de poder por
la lengua y cultura de los oprimidos, como ya lo señalaba en su tiempo el
jesuita Acosta.
La enseñanza del quechua como segunda lengua en términos efectivos
se inicia en el país en la década del sesenta. Se trataba de la puesta en prácti-
ca de una metodología desarrollada en el hemisferio norte , donde , a raíz de
la Segunda Guerra Mundial, se había logrado diseñar un modelo que , basado
en los postulados de la teoría del aprendizaje de cuño conductista, tenía en
la automatización de los hábitos lingüísticos (conseguida en base a la repeti-
ción) su piedra angular. La presentación de los contenidos , así como la dosi-
ficación gradual de los mismos, se elaboraban previo cotejo de las lenguas en
contacto : la del aprendiz y la lengua que se deseaba enseñar. La comparación
sistemática de ambos idiomas dejaba entrever qué tipos de estructuras consti-
tuirían fuente de mayores dificultades en el proceso de aprendizaje de la len-
gua meta. De este modo , la enseñanza, apoyada con medios audiovisuales ,
podía establecer una jerarquía entre los aspectos reacios a un aprendizaje in-
mediato (lo que requería una batería mayor de prácticas) y los que resulta-
ban relativamente fáciles de interiorizar (no era necesaria entonces una dosis
recargada de ejercicios). Fácil es comprender que la enseñanza tradicional,

No . 2, diciembre 1985 555


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

completamente "ciega" en relación con tales aspectos predictivos y despro-


vista de medios auxiliares , naufragase en medio de su propia inoperancia . La
nueva metodología, ciertamente revolucionaria , podía garantizar esta vez el
aprendizaje sistemático de la lengua estudiada.
Como es de suponer, la enseñanza idiomática en los términos descri-
tos se pone en práctica en los Estados Unidos. Concretamente , es el Progra-
ma de Quechua de la Universidad de Cornell , dirigido por Donald Solá , el
que inaugura la nueva modalidad. Con posterioridad surgen otros centros de-
dicados a dicha tarea, destinada a satisfacer la demanda de estudiantes y pro-
fesionales del área andina. Los dialectos que se enseñan son básicamente su-
reños, especialmente el cusqueño y el boliviano , a los que se suman más tarde
el ayacuchano , el ancashino y el ecuatoriano . En virtud del convenio San
Marcos-Cornell , el PFL inicia en 1966 un método audiovisual de enseñanza ,
empleando materiales preparados por Parker durante su estancia en Cornell ,
tomando como medio de enseñanza el dialecto ayacuchano, sin duda el más
viable (fonológicamente , al menos) para su aprendizaje por parte de los his-
panohablantes. Sobra decir que los cursos ofrecidos , en comparación con la
cátedra tradicional suministrada por la propia Universidad , resultaban a todas
luces más efectivos. Lamentablemente , dicho experimento sólo duró por es-
pacio de una década, siendo abandonado a raíz del surgimiento de una serie
de dificultades de carácter técnico, financiero e institucional. Luego de dicho
intento , tanto en San Marcos como en el resto de las universidades que ofre-
cían quechua continuaron dictándose los mismos cursos tradicionales que , al
no ser operativos, no sirven sino para perpetuar la vieja imagen de una asigna-
tura que se lleva como mero requisito curricular sin otro interés que el de
aprobarla a como dé lugar. Fuera del ámbito universitario , son contadísimas
las instituciones o centros particulares (algunos de ellos religiosos) que ofre-
cen en la actualidad cursos de quechua como segunda lengua , no obstante la
creciente demanda proveniente de sectores intelectuales tanto nacionales
como extranjeros. La crisis financiera por la que atraviesan las universidades
estatales hace que no puedan implementarse en ellas verdaderos laboratorios
para la enseñanza del idioma , a lo que hay que añadir la falta de especialistas
en la materia. No faltan , sin embargo , academias privadas, de las tradiciona-
les , que con gran desconocimiento de los avances logrados en el campo no
consiguen otra cosa que fomentar el engaño y la frustración.
Como se mencionó, la enseñanza sistemática del quechua se inició en
el país del Norte. Allí es donde aparecieron , por consiguiente , los primeros
textos de enseñanza y aprendizaje . Señalemos , entre los más conocidos , los
de Solá ( 1967b), para el cusqueño; Bilis et al. (1969) , para el cochabambino ;
Snow y Stark (1971 ), para el ancashino; y Ross (1963 ), para el ecuatoriano.
Todos estos trabajos están destinados fundamentalmente al aprendizaje del
quechua por parte de hablantes de inglés . Para una breve evaluación de los
tres primeros, ver Soto ( 1982). Por su parte , el esfuerzo nacional en la pro-
ducción de materiales ha sido notorio , sobre todo en Bolivia y en el Ecuador.

556 Revista Andina, año 3


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cerrón : Lingüística andina

Para el primer país , caben mencionarse los textos de Albó ( 1964 ), Herrero
et al. ( 1968) y Plaza ( 1981 ); para el Ecuador, se tienen los de Stark et al.
(1973) y Yáñez y Jara (l 976). Por lo que respecta al Perú , sólo contamos
con el manual de Soto ( 1979), que versa sobre el dialecto ayacuchano. Una
nota saltante que diferencia a este último de los demás es que en él el autor
persigue no solamente la enseñanza de la lengua en tanto código oral , sino
que , al mismo tiempo , busca desarrollar en el aprendiz las habilidades para
escribirla, optando de esta manera por una postura reivindicacionista, acorde
con las corrientes de defensa idiomática surgidas a partir de la oficialización
del qu echua: más allá del interés puramente pedagógico , importa igualmente
"la revaloración y el cultivo de la lengua" (cf. Soto 1982).
En relación con el aru, la única lengua que ha sido objeto de aten-
ción, por obvias razones, fue la aimara del lado boliviano . La preocupación
por la enseñanza de la lengua empleando métodos más adecuados se refleja
en los textos de Wexler (l 967) , Herrero et al. (1969),Tarifa (1969) y, sobre
todo , Hardman et al ( 1975). Para una evaluación de tales trabajos, ver Briggs
( 1979) .
Como se habrá podido apreciar, no obstante los grandes avances en
las técnicas de la enseñanza de segunda lengua , es muy poco lo que se ha he-
cho por implantarlas en el país. La falta de personas debidamente entrenadas
en la materia (no basta ser, ciertamente, quechua-hablante) y el alto costo de
los equipos que su dotación supone impiden su desarrollo , sobre todo en las
universidades estatales , las mismas que , con sus recursos financieros cada vez
más recortados. se ven imposibilitadas de asumir dicha tarea . no ohstante el
interés creciente de estudiantes y profesionales sensibles a la necesidad de en-
carar con mayor responsabilidad la comprensión de la realidad andina. Los
veinte años que cubre nuestra apretada reseña arrojan un balance negativo, al
menos para el Perú , en esta materia de la enseñanza del quechua y del aima-
ra . Contrasta esta situación con los extraordinarios avances logrados en el
campo de la lingüística sincrónica y diacrónica.

7. EPILOGO

A través de la reseña presentada se habrá podido apreciar el avance


paradigmático logrado en el campo de la andinística , especialmente en rela-
ción con el quechua y el aru, durante los últimos veinte años. En dicho lapso ,
la lingüística andina dio el paso decisivo de un estado precientífico, caracteri-
zado por el estancamiento de los conocimientos heredados de la etapa colo-
nial , al de una etapa verdaderamente científica, adquiriendo al mismo tiempo
una dimensión internacional. Ello es el resultado , sin duda alguna, del esfuer-
zo conjunto de lingüistas nacionales y extranjeros . En el campo vasto y fruc-
tífero de la andin ística, la comunidad internacional de especialistas cuenta
hoy día con su propio boletín informativo , el Correo de Lingüística Andina,

No . 2, diciembre 1985 557


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

editado , con algunos años de discontinuidad , en una primera etapa por Loui-
sa Stark y Gary Parker, luego por Peter Cole y últimamente por Garland D.
Bilis, etapa esta última en la que el Correo circula en castellano. No gozó de
la misma suerte la edición de la revista Papers in Andean Linguistics, dirigida
por Louisa Stark y Gary Parker, que lamentablemente tuvo una existencia
efím era (sólo se editaron 2 volúmenes , correspondientes a los años 1972-
1973 ). La madurez alcanzada por la disciplina puede medirse , asimismo , por
el número de reuniones internacionales convocadas a la fecha , que ya suman
cinco , eventos en los cuales se dan cita especialistas de distinta procedencia,
formación y subespecialización, todos ellos deseosos de contribuir a un mejor
conocimiento de la realidad lingüística andina.
La edición de un anuario en castellano , así como la organización de
las futuras reuniones teniendo como sede a los propios países andinos, son al-
gunas de las preocupaciones fundamentales de la comunidad de especialistas
del área. Es de esperar que tales anhelos puedan tornarse realidad en los pró-
ximos años.

Rodolfo Cerrón-Palomino
C.I.L.A .
Casona de la UNMSM
Nicolás de Piérola 1222
Lima 1, Perú

558 Revista Andina , año 3


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cerrón: Lingüística andina

REFERENCIAS

ADELAAR, Willem F.H.


1977 Tarma Quechua: Grammar, Texts, Dictionary. The Peter de
Ridder Press. Lisse.
1982a "Características del quechua de Pacaraos". En: CERRON-
PALOMINO, Rodolfo (Comp.). Aula Quechua, pp. 19-33.
1982b Léxico del quechua de Pacaraos. CILA, UNMSM. Documento
de Trabajo No. 45. Lima.
1984 "Grammatical Vowel Length and the Classification of Quechua
Dialects", IJAL, 50, l : 25-47.
ALBO, Xavier
1964 El quechua a su alcance. 2 Vols . "centro Audiovisual, USAID
Bolivia. La Paz .
1970 Social Constraints on Cochabamba Quechua. Disertación doc-
toral. Universidad de "Comell. Ithaca, N.Y.
1974 Los mil rostros del quechua. Instituto de Estudios Peruanos.
Lima.
1977a El futuro de los idiomas oprimidos en los Andes. CILA,
UNMSM. Documento de Trabajo No . 33. Lima.
l 977b Idiomas, escuelas y radios en Bolivia. CILA , UNMSM . Docu-
mento de trabajo No . 35 . Lima.
1981 Lengua y sociedad en Bolivia. Instituto Nacional de Estadísti-
ca. La Paz.
1984 "Comentarios" a Alfredo Torero, Revista Andina, 2,2 : 392-
394 .
ALBO, Xavier ; GREAVES, Tomás y SANDOVAL, Godofredo
1983 Chukiyawu: la cara aymara de La Paz. 111: Cabalgando entre
dos mundos. Cuaderno de Investigaciones del CIPCA, No . 24 .
La Paz .

No . 2, diciembre 1985 559


Crónicas B i b l i o g r á f i c a s - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -

BERTONIO[ Ludovico
1879 1603) Arte de la lengua aymara. Publicada de nuevo por Julio Platz-
mann en edición facsimilar. B.G. Teubner. Leipzig.

1956 (1612) Vocabvlario de la Iengva aymara. Edición facsimilar moderna.


La Paz.

BILLS, Garland D.
1972 "On Case in Quechua", Papers in Andean Línguístics, 2, 2 :
1-30.

BILLS, Garland D.; VALLEJO, Bernardo y TROIKE, Rudolph


1969 An Introduction to Spoken Bolivian Quechua. The University
of Texas Press. Austin.

BRAUCH, Christa
1981 "Tiempos pasado y presente en narraciones del quechua del
Pastaza ". En: WISE, Mary Ruth y STEWART,Anne (Comps.).
Cohesión y enfoque en textos y discursos. Ministerio de Educa-
ción e ILV. Yarinacocha. pp. 185-216. ·

BRAVO, Domingo A.
1956 El quichua santiagueño (reducto idiomático). Universidad Na-
cional de Tucumán . Tucumán.
1965 Estado actual del quichua santiagueño. Universidad Nacional
de Tucumán . Tucumán.

1975 Diccionario quichua santiagueño-castellano. EUDEBA. Buenos


Aires.

1977 Diccionario castellano-quichua santiagueño. EUDEBA. Buenos


Aires.
BRIGGS, Lucy Th.
1976a Dialectal Variation in the Aymara Language of Bolivia and
Perú. Disertación Doctoral. Universidad de Florida. Gainesville .

1976b "Dialectal Variation in Aymara", Latinoamericaníst, 12, 1.

1979 "A Critica! Survey of the Literature on the Aymara Langua-


ge", Latín American Research Review, 14 : 87-105.
1980 "Algunos rasgos dialectales del Aymara de Bolivia y del Perú",
Notas y Noticias Lingüísticas, 7-8: 1-19 .

BÜTINER, Thomas T.
1983 Las lenguas de los Andes Centrales. Ediciones Cultura Hispáni-
ca. Madrid.
CARPENTER, .Lawrence K.
1982 Ecuadorian Quichua: Descriptive Sketch and Variation. Diser-
tación Doctoral. Universidad de Florida. Gainesville.

560 Revista Andina, año 3


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cerrón: Lingüística andina

CARVAJAL, Juan
1983 Apuntes para una morfología aymara. Instituto Nacional de
Antropología e INEL. La Paz.

CERRON-PALOMINO, Rodolfo
1976a Gramática quechua: Junín-Huanca. Ministerio de Educación e
Instituto de Estudios Peruanos. Lima .
1976b Diccionario quechua: Junín-Huanca. Ministerio de Educación
e Instituto de Estudios Peruanos. Lima.

1982 "El problema de la relación quechua-aru: estado actual", Lexis,


6,2 : 213-242.
1984a "La reconstrucción del protoquechua", Revista Andina, 2, 1:
89-120.

1984b "lingüística quechua". Libro inédito.


CERRON-PALOMINO, Rodolfo (Comp.)
1982 Aula Quechua (Trabajos presentados en conmemoración del
Cuatricentenario de la creación de la Cátedra de Lengua Que-
chua en la Universidad de San Marcos) . Ediciones Signo Uni-
versitario. Lima.

CLAIR-V ASILIADIS, Christos


1976 "Esquisse phonologique de l'aymara parlé au Chili", La Lin-
guistique, 12,2: 143-152.

COLE , Peter
1982 lmbabura Quechua. North-Holland Publishing Company.
Amsterdam .
COLE, Peter y HERMON, Gabriela
1981 "Subjecthood and Islandhood: Evidence from Quechua",
Linguistic Inquiry, 12,1 : 1-30.
COLE, Peter; HARBERT, Wayne y HERMON, Gabriela
1982 "Cláusulas relativas acéfalas: evidencia del quechua". En :
CERRON-PALOMINO, Rodolfo (Comp.) . Aula Quechua, pp .
35-54 .
COOMBS, David; COOMBS, Heidi y WEBER, Robert
1976 Gramática quechua: San Martín. Ministerio de Educación e
Instituto de Estudios Peruanos. Lima.
COSTA, Rache!
1972 "A Study of the SQA, NA, Y, and Q Nominalizing Suffixes in
Quechua", Papers in Andean Linguistics, 1, 1: 29-77.
CUSIHUAMAN, Antonio
1976a Gramática quechua : Cuzco-Collao. Ministerio de Educación e
Instituto de Estudios Peruanos. Lima.

No . 2, diciembre 1985 561


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _~ - - - - -·

1976b Diccionario quechua: Cuzco-Collao. Ministerio de Educación e


Instituto de Estudios Peruanos. Lima .
CHACON SIHUAY, Jorge
1982 "Derivación verbal en el quechua huanca". Inédito.
CHANG-RODRIGUEZ, Eugenio
1982 "Problems for Language Planning in Perú". En: CHANG-
RODRIGUEZ, Eugenio (Comp.). Spanish in the Western He-
misphere in Contact with English, Portuguese, and the Ame-
rindian Languages. Word, 33, 1-2: 173-191.
DE LUCCA, Manuel
1983 Diccionario aymara-castellano, castellano-aymara. CALA. La
Paz.
ESCOBAR, Alberto
1968 "Lengua, cultura y desarrollo" . En: MATOS MAR, José y
otros. Perú Problema, No. 1. Francisco Moncloa Editores S.A.
Lima, pp. 83-117.
ESCOBAR, Alberto; PARKER, Gary; CREIDER, Chet y CERRON-PALOMINO, Rodolfo
1967 Cuatro fonologías quechuas. UNMSM, Plan de Fomento Lin-
güístico. Lima.
ESCOBAR, Alberto; MATOS MAR, José y ALBERTI , Giorgio
197 5 Perú: ¿país bilingüe? Instituto de Estudios Peruanos. Lima.
ESCRIBENS, Augusto
1977 Fonología del quechua de Ferreñafe. CILA , UNMSM. Docu-
mento de Trabajo No. 37. Lima.

ESCRIBENS, Augusto y PROULX, Paul


1970 Gramática del quechua de Huaylas . UNMSM, Plan de Fomento
Lingüístico. Lima.
ESPINOZA SORIANO, Waldemar
1982 "Los fundamentos lingüísticos de la etnohistoria andina y co-
mentarios en torno al Anónimo de Charcas". En : CERRON-
PALOMINO, Rodolfo (Comp.). Aula Quechua, pp . 163-202.

FARFAN, José María B.


1952 Colección de textos quechuas del Perú. Sobretiro de la Revista
del Museo Nacional, XVI-XX.
1955 "Estudio de un vocabulario de las lenguas quechuas, aymara y
haque-aru ", Revista del Museo Nacional, XXIV: 81-99.

1961 "Diccionario conciso castellano-haquearu-quechua", Revista


del Museo Nacional, XXX : 19-40.
FERRARIO, Benigno
1956 "La dialettologia ed i problemi interni della Runa-simi (vulgo
Quéchua), Orbis, 5: 131-140.

562 Revista Andina, año 3


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cerrón: Lingü1stica andina

FIGUEREDO, Juan de
1964 [1700] "Vocabulario de la lengua Chinchaisuyo". En: TORRES RU-
BIO, Diego de. Arte de la lengua quichua. Editorial H.G. Rozas
S.A. Cusco, pp. 112-120.
GONZALEZ DE LA ROSA, Manuel
1911 ''Origen costeño del quechua", Ilustración Peruana, 95: 1208-
1209.
GONZALEZ HOLGUIN, Diego
184 2 [ 1607] Gramática y arte nuevá de la lengua general de todo el Perú lla-
mada lengua qquichua o lengua del Inca. Nueva edición revista
y corregida. Sine loe.

1952 [1608] Vocabvlario de la lengva general de todo el Perv llamada lengua


qquichua o del Inca. Edición y prólogo de Raúl Porras Barre-
nechea. Imprenta Santa María. Lima.
GUAMAN POMA DE AYALA, Felipe
1980 [ 1614] El primer nueva corónica y buen gobierno. Edición crítica de
John V. Murra y Rolena Adorno. Siglo XXI. México.

HARDMAN, Martha
1963 "Sistema fonémico del jaqaru", Revista del Museo Nacional,
XXXII: 229-240.
1966a Jaqaru: Outline of Phonological and Morphological Structure.
Mouton. The Hague . Traducido al castellano como Jaqaru:
Compendio de estructura fonológica y morfológica. Instituto
de Estudios Peruanos e Instituto Indigenista Interamericano.
Lima, 1983.

1966b "El jaqaru, el kawki y el aymara". Actas del III Simposio del
PILEI (Montevideo, 1966). Editorial Galache . México, 197 5,
pp. 185-192.

1975 "Proto-Jaqui: Reconstrucción del sistema de personas gramati-


cales", Revista del Museo Nacional, XLI: 433-456.
1978 "Jaqui: The Linguistic Family", IJAL,44,2: 146-153.

1979 "Quechua y aymara: lengvas en contacto", Antropología, 1, 1:


69-84. La Paz.
HARDMAN, Martha et al.
1975 Aymar ar yatiqañataki. I: Aymar ar yatiqañataki, 11: Teachers
Manual to accompany Aymar ar yatiqañataki, 111: Outline of
Aymara Phonological and Grammatical Structure. University
Microfilm International. Ann Arbor.
HARDMAN, Martha (Comp.)
1979 The Aymara Language in Its Social and Cultural Context. Uni-
versity of Florida Press. Gainesville.

No . 2, diciembre 1985 563


Crónicas Bibliográficas_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

HARTMANN , Roswith
1972a "A propósito de la nueva edición de la Gramática Keshua, de
Ernst W. Middendorf" , Papers in Andean Linguistics, 1,2 :
229-273.

1972b "Linguistik im Andengebiet : Geschichte und Stand der Que-


chuafórschung", Zeitschrift für Latein-America Wein, 4 :97-1 3 1.

HEATH , Shirley B. y LAPRADE, R.


1982 "Castilian Colonization and lndigenous Languages : The Cases
of Quechua and Aimara" . En : COOPER , R.L. (ed .). Language
Spread: Studies in Diffusion and Social Changes. Indiana Uni-
versity Press. Bloomington, Indiana, pp . 118-147.
HERRERO , Joaquín ; SANCHEZ DE LOZADA, F . y MORATO, L. .
1968 Lecciones de quechua. 2 Vols . Instituto de Idiomas de los Pa-
dres Maryknoll . Cochabamba.
HERRERO, Joaquín ; COTARI, D. y MEJIA, J.
1969 Lecciones de Aymara. 2 Vols. Instituto de Idiomas de los Pa-
dres Maryknoll. Cochabamba.
HOSOKAWA, Koomei
1979 "Esbozo de la red de comunicación socioeconómica como fac-
tor de trilingüismo en Titicachi", Notas y Noticias Lingüísti-
cas, 2,4.
1980 Diagnóstico sociolingüístico de la región del norte de Potosí.
INEL. La Paz .
INIDE (Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo de la Educación)
1979 Diagnóstico sociolingüístico del departamento de Puno. Talle-
res Gráficos del INIDE. Lima.
LANDERMAN, Peter N.
1973 Vocabulario quechua del Pastaza. Instituto Lingüístico de Ve-
rano. Yarinacocha.
1978 "The Proto-Quechua First Person Marker and the Oassification
of Quechua Dialects". Trabajo presentado en la II Sesión de
Trabajo sobre Lingüística Andina. Universidad de Illinois .
Urbana-Charo paign.
1982 "Las sibilantes castellanas, quechuas y aimaras en el siglo XVI:
un enigma tridimensional". En : CERRON-PALOMINO, Rodol-
fo (Comp.). Aula Quechua, pp. 203-234;..
LARSEN , Heleo
1972 "Algunos rasgos distintivos de la narración tradicional en el
quechua de Ancash". Lingüística e indigenismo moderno de
América (Trabajos presentados al :XXXIX Congreso Interna-
cional de Americanistas), Vol. V. Instituto de Estudios Perua-
nos. Lima, pp. 29-51.

564 Revista Andina, año 3


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cerrón: Lingüística andina

LASTRA, Yolanda
1968 Cochabamba Quechua Syntax. Mouton. The Hague .
LA YME, Félix
1980 Desarrollo del alfabeto aymara. Instituto de Lengua y Cultura
Aymara. La Paz.

LEFEBVRE, Claire
1975 Person and Plural Agreement in Cuzco Quechua: Sorne Aspects
of Variation. Disertación doctoral. Universidad de California.
Berkeley .

1976 "Linguistic Survey of Cuzco Quechua : Sampling Procedures


and Data Collection", Anthropological Linguistics, 18, 7:
328-339.
LEFEBVRE, Claire y DUBUISSON, C.
1977 "Les regles d'accord dans la théorie transformationnelle :
l'accord en personne et en nombre en Quechua", Recherches
Linguistiques a Montréal, 9: 41-97.

LEFEBVRE , Claire y MUYSKEN, Pieter


1982 " Relative Clauses in Cuzco Quechua : Interactions between
Core and Periphery". Indiana University Linguistics Club.
Bloomington, Indiana.
LEVINSOHN , Stephen
1975 "Functional Sentence Perspective in lnga", Journal of Linguis-
tics, 11 : 13-3 7.
1976 The Inga Language. Mouton. The Hague.

1979 "Progression and Digression in lnga (Quechuan) Discourse" ,


Forum Linguisticum, l : 22-47 .
LEVINSOHN , Stephen ; MAFLA , Alonso y TANDIOY, Domingo
1981 Vocabulario Inga-español. Instituto Lingüístico de Verano.
Colombia.
LIRA , Jorge A.
1941 Diccionario kkechuwa-español. Universidad Nacional de Tucu-
mán. Tucumán.Reeditado en la Serie Cuadernos Culturales An-
dínos No . 5. Editora Guadalupe Ltda . Bogotá, 1982.

MANNHEIM, Bruce
1983 "New Evidence on the Sibilants of Colonial Southern Peruvian
Quechua : Toward Andean Philology". Texto mimeografiado.

1984 "Una nación acorralada: Southern Peruvian Quechua Language


Planning in Historical Perspective ", Language in Society, 13 . 3.
Por aparecer.

No . 2, diciembre 1985 565


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

1985a " Contact and Quechua-Externa! Genetic Relationships". En :


KLEIN Harriet y STARK, Louisa (eds .). South American
Indian languages: Retrospect and Prospect. Toe University of
Texas Press. Austin . Por aparecer.
1985b "Southern Peruvian Quechua". En : KLEIN , Harriet y STARK,
Louisa (eds .). South American Indian Languages: Retrospect
and Prospect. Por aparecer .

MARTIN, Eusebia
1969 Bosquejo de estructura de la lengua aymara . Universidad de
Buenos Aires. Buenos Aires . Reimpreso por el CILA como Do-
cumento de Trabajo No . 27 . Lima, 1974 .
MASON , John Alden
1950 "The Languages cf South American lndians ". Handbook of
South American lndians, 6: 157-317 .
MATOS MAR , José
1956 "Yauyos, Tupe y el idioma kauke" , Revista del Museo Nacio-
nal, XXV : 140-183.

McQUOWN , Norman A.
1955 "The lndigenous Languages of Latin America", American An-
thropologist , 57 : 501-570.
MENESES , Teodoro
1982 "Cuatricentenario de la Cátedra de Quechua en San Marcos" .
En : CERRON-PALOMINO , Rodolfo (Comp.) . Aula Quechua,
pp. 237-246.

MERCIER, Juan Marcos


1983 "El kichwa del Napo". En : CORBERA , Angel (Comp .). Edu-
cación y lingüística en la Amazonía peruana . CAAAP. Lima,
pp. 29-64 .

MIDDENDORF, Ernst W.
1890 Das Runa Simi oder die Keshua-Sprache. Leipzig. Traducido
como Gramática Keshua. Editorial Aguilar. Madrid, 1970.

1891 Die Aimará-Sprache. Leipzig.

MONTALUISA, Luis
1980 "Historia de la escritura quichua " , Revista de la Universidad
Católica, VIII, 28 : 121-145 . Quito.
MUYSKEN , Pieter
1975 " La fonología de los dialectos centrales del quichua ecuatoria-
no y el problema de la unificación de la lengua escrita" . Traba-
jo no publicado.

1976 "Relative Clause Formation in Ecuadorian Quechua". Trabajo


no publicado.

566 Revista Andina, año 3


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cerrón: Lingü1stica andina

1977 Syntactic Development in the Verb Phrase of Ecuadorian Que-


chua. The Peter de Ridder Press . Lisse .

1980 "Quechua Word Structure". En: HENY , F. (ed.). Filters and


Binding. Longmans . London, pp . 279-327.
MYERS , Sarah K.
1973 Language Shift among migrants to Lima, Perú. Disertación
doctoral. Universidad de Illinois . Chicago .

ORR, Carolyn
1978 Dialectos quichuas del Ecuador. Instituto Lingüístico de Ve-
rano . Quito.

1981 "Algunos rasgos característicos del discurso en el quichua de


Napo", Revista Latinoamericana de Estudios Etnolingüísticos,
1: 135-175 .

OR R, Carolyn y WRISLEY , Betsy


1965 Vocabulario quichua del oriente. Instituto Lingüístico de Ve-
rano. México.

ORR, Carolyn y LONGACRE, Robert E.


1968 "Proto-Quechumaran", Language, 44 : 528-555.

PARK , Marinell ; WEBER, Nancy y CENEPO, Víctor


1976 Diccionario quechua: San Martín. Ministerio de Educación e
Instituto de Estudios Peruanos. Lima.
PARKER, Gary J.
)963 "La clasificación genética de los dialectos quechuas" , Revista
del Museo Nacional, XXXII: 241-252.
1965 Gramática del quechua ayacuchano. Plan de Fomento Lingüís-
tico, UNMSM. Lima.
1969a "Comparative Quechua Phonology and Grammar, I: Classifi-
cation", Working Papers in Linguistics (WPinL) 1,1 : 65-87.

1969b "Comparative Quechua Phonology and Grammar, 11 : Proto-


Quechua Phonology and Morphology", WPinL, 1,2: 123-147 .
1969c "Comparative Quechua Phonology and Grammar, III : Proto-
Quechua Lexicon", WPinL, 1,4 : 1-61.

1969d "Comparative Quechua Phonology and Grammar, IV : The


Evolution of Quechua A". WPinL, 1,9: 149-204 .

1969e Ayacucho Quechua Grammar and Dictionary. Mouton. The


Hague.

1971 "Comparative Quechua Phonology and Grammar, V: The Evo-


Jution of Quechua B". WPínL, 3,3 : 45-109.

No. 2, diciembre 1985 567


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

1973a " On the Evidence far Complex Stops in Proto-Quechua",


IJAL, 39 ,2: 106-110.
1973b Derivación verbal en el quechua de Ancash . CILA , UNMSM.
Documento de Trabajo No . 25 , Lima.

1976 Gramática quechua: Ancash-Huailas. Ministerio de Educación


e Instituto de Estudios Peruanos. Lima.
PARKER, Gary y CHA VEZ, Amancio
1976 Diccionario quechua : Ancash-Huailas. Ministerio de Educación
e Instituto de Estudios Peruanos. Lima .
PERROUD, Pedro Clemente y CHOUVENEC, Juan María
1970 Diccionario castellano-kechwa-castellano. Talleres Gráficos de
Iberia S.A. Lima .

PLAZA MARTINEZ , Pedro


1981 Quechua I, 11. INEL. La Paz.

PLAZA MARTINEZ , Pedro y QUIROZ VILLAR , Alfredo


1979 Diccionario quechua-castellano. I NE L. La Pa z.

PORTERIE-GUTIERREZ , Liliane
1976 "Les transferts de classes en aymara". Amerindia . 1: 33-64.

1980 " Les relations actancielles en aymara" , Amerindia, 5: 7-29.

POWERS, Michael D.
1983 " Estudio sociolingüístico de la oficialización del quechua en el
Perú" , Thesaurus, 38 : 152-158.

PRIMOV, George
1974 "Aymara-Quechua Relations in Puno' , 'International Journal
of Comparative Sociology, 15 : 167-181.
PROULX, Paul
1972 "Proto-Quechua /ph/", IJAL, 38,2 : 142-145.
QUESADA CASTILLO, Félix
1976a Gramática quechua: Cajamarca-Cañaris. Ministerio de Educa-
ción e Instituto de Estudios Peruanos. Lima.
1976b Diccionario quechua: Cajamarca-Cañaris. Ministerio de Educa-
ción e Instituto de Estudios Peruanos. Lima.

1982 "Uso de la lengua y lealtad étnica de los bilingües quechuas en


la región de Cajamarca". En : CERRON-PALOMINO , Rodolfo
(Comp.). Aula Quechua, pp. 125-138.

1984 Phonological Processes and their Significance for Phonological


Theory. Disertación doctoral en preparación. Universidad Esta-
tal de Nueva York. Buffalo, N.Y.

568 Revista Andina, año 3


_ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ Cerrón : Lingüística andina

ROSS, Ellen M.
1963 Introduction to Ecuador Highland Quichua or Quichua in Ten
Easy Lessons. ILV. Quito.

ROWE, John Howland


1950 "Sound Patterns in Three Inca Dialects", IJAL, 16,3: 137-148.

SANTO TOMAS , Fray Domingo de .


19 51 a ( 1560] Grammatica o arte de la lengua general de los Indios de los
Reynos del Perú. Edición facsimilar, con prólogo de Raúl
Porras Barrenechea. Imprenta Santa María. Lima.
1951b (1560) Lexicón o vocabulario de la lengua general del Perv. Edición
facsimilar , con prólogo de Raúl Porras Barrenechea. Imprenta
Santa María. Lima .
SA YK CRUZ , Elfriede
1974 Derivación verbal en el quechua del norte del departamento de
Junín. CILA, UNMSM. Documento de Trabajo No. 28. Lima.

SNOW, Charles T.
1973 "Nominalizations in Ancash Quechua: 1". Papers in Andean
Linguistics, 2,1: 5-129.

SNOW, Charles T. y STARK, Louisa


1971 Ancash Quechua: A Pedagogical Grammar. Universidad de
Wisconsin . Wisconsin, Madison .
SOLA, Donald F.
1967a Gramática del quechua de Huánuco. Plan de Fomento Lingüís-
tico, UNMSM. Lima.
1967b Spoken Cuzco Quechua. Universidad de Cornell. lthaca , N.Y.
SOTO RUIZ, Clodoaldo
1976a Gramática quechua: Ayacucho-Chanca. Ministerio de Educa-
ción e Instituto de Estudios Peruanos. Lima.
1976b Diccionario quechua : Ayacucho-Chanca. Ministerio de Educa-
ción e Instituto de Estudios Peruanos. Lima .
1979 Quechua: Manual de enseñanza. Instituto de Estudios Perua-
nos. Lima.
1982 "La enseñanza del quechua : una nueva perspectiva". En:
CERRON-PALOMINO, Rodolfo (Comp.). Aula Quechua, pp.
247-255 .
STARK, Louisa
1969 Bolivian Quechua Dictionary. Universidad de Wisconsin. Wis-
consin, Madison.
1975 El quichua de la sierra ecuatoriana. Instituto Interandino de
Desarrollo. Otavalo.

No . 2, diciembre 1985 569


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

STARK, Louisa et al.


1973 El quichua de Imbabura: una gramática pedagógica. Instituto
Nacional de Antropología e Historia . Quito.

STARK , Louisa y MUYSKEN, Pieter


1977 Diccionario español-quichua, quichua-español. Publicaciones
de los Museos del Banco Central del Ecuador. Quito.

SWISSHELM , Germán
1974 "Los sufijos de derivación verbal en el quechua de Ancash " .
En: PANTOJA RAMOS, Santiago; RIPKENS, José y SWISS-
HELM, Germán. Cuentos y relatos en el quechua de Huaraz,
Vol. 11, pp. 4 71-577. Estudios Culturales Benedictinos. Huaraz .

TARIFA ASCARRUNS, Erasmo


1969 Gramática de la lengua aymara. Editorial Don Bosco. La Paz.
TAYLOR, Gérald
1975 Le parler quechua d'Olto, Amazonas (Pérou). Centre National
de la Recherche Scientifique. París .
1979 Diccionario normalizado y comparativo quechua : Chachapo-
yas-Lamas. L'Harmattan . Paris.

1982a "Aspectos de la dialectología quechua I: Introducción al que-


chua de Ferreñafe". Suplemento 1 de Amerindia, 7.
1982b "Breve presentación de la morfología del quechua de Ferreña-
fe", Lexis, 6,2: 243-270.

1984 "Yauyos: Un microcosmo dialectal quechua". Revista Andina,


2,1: 121-146 .
TA YLOR , Gérald (ed.)
1980 Rites et traditions de Huarochirí. Editions L1-larmattan. Paris.
TERCER CONCILIO LIMENSE
1584 Doctrina Christiana y catecismo para la instrvcción de los
Indios. Antonio Ricardo, Primer Impresor. Lima. Reeditada
facsimilarmente en 1984. Petroperú. Lima.
TORERO, Alfredo
1964 "Los dialectos quechuas", Anales Científicos de la Universidad
Agraria, 2: 446-478.
1968 "Procedencia geográfica de los dialectos quechuas de Ferreñafe
y Cajamarca", Anales Científicos de la Universidad Agraria, 3-
4: 291-316 .
1970 "Lingüística e historia de la sociedad andina", Anales Científi-
cos de la Universidad Agraria, 8, 3-4 : 231-264. Reimpreso,con
ligeras variantes, en : ESCOBAR, Alberto (Comp.) . El reto del
multilingüismo en el Perú. Instituto de Estudios Peruanos .
Lima, 1972, pp . 51-106 .

570 Revista Andina, año 3


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - C e r r ó n: Lingüística andina

1974 El quechua y la historia social andina. Universidad Ricardo


Palma. Lima.
1983 "La familia lingüística quechua", en POTTIER, Bernard (ed.) .
América Latina en sus lenguas indígenas. Monte Avila Edito-
res. Caracas, pp_ 61-92.
1984 "El comercio lejano y la difusión del quechua . El caso de Ecua-
dor" , Revista Andina, 2,2: 367-389 .

TORRES RUBIO, Diego de .


1966 [1616] Arte de la lengua aymara . Actualización de Mario Franco Ino-
josa. Empresa Editorial de Libros y Revistas S.A. Lima.
VAN DEN BERGHE, Pierre ; PRIMOV, George y BECERRA, Gladys
1976 "El uso del idioma en San Jerónimo del Cuzco". Antropología
Andina. 1-2: 50-57 .
VERGARA, Abilio
1977 Ideología y bilingüismo en dos zonas cuzqueñas. Universidad
Nacional de San Cristóbal de Huamanga. Departamento de
Ciencias Sociales. Tesis de Bachiller.

1979 "Bilingüismo y aspectos ideológicos", Ideología, 6: 29-36.

WEBER, David J.
1978 Relativization in Huallaga (Huánuco) Quechua. Tesis de Mas-
ter. Universidad de California. Los Angeles. Puede consultarse
ahora , en versión revisada y aumentada, Relativization and
Nominalized Clauses in Huallaga (Huánuco) Quechua. Univer-
sity of California Press. Los Angeles.

1980 "On the so-called 'Topic Marker' -qa in Huallaga (Huánuco)


Quechua". Trabajo presentado en la IV Reunión de Lingüísti-
ca Andina. Universidad de Nuevo México. Albuquerque.N .M.
1981 "Information Perspective, Profile, and Patterns in Quechua".
Trabajo presentado en la V Reunión de Lingüística Andina.
Universidad de Cornell. lthaca, N.Y.
1983 A Grammar of Huallaga (Huánuco) Quechua. Disertación doc-
toral. Universidad de California. Los Angeles .
WEXLER, Paul
1967 Beginning Aymara: A Course for English Speakers. Universi-
dad de Washington . Seattle.

WOLCK, Wolfgang
1970 "Metodología de una encuesta socio-lingüística sobre el bilin-
güismo quechua-castellano". Actas del XXXIX Congreso Inter-
nacional de Americanistas, Vol. IV. Instituto de Estudios Pe-
ruanos . Lima, 1975, pp . 337-359.

No . 2, diciembre 1985 571


Crónicas Bibliográficas _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ __

1972 "Las lenguas mayores del Perú y sus hablantes". En : ESCO-


BAR, Alberto (Comp.) . El reto del multilingüismo en el Perú.
Instituto de Estudios Peruanos. Lima, pp. 189-216 .

YA~EZ, Consuelo y JARA Fausto


1976 ~ukanchik Llaktapak Shimi. 3 Vols. Ediciones de la Universi-
dad Católica. Quito .

YOKOY AMA, Masako


1951 "Outline of Kechua Structure I: Morphology" , Language, 27 :
38-67.

572 Revista Andina, año 3

También podría gustarte