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Los afectos en psicoanálisis

LOS “TRASTORNOS DEL ÁNIMO”,


¿TIENEN UN SENTIDO?
›Colette Soler

Conferencia dictada en el Hospital Gene- Creo que el problema es de actua-


ral de Agudos Dr. T. Álvarez, 20 de abril lidad, como saben, puesto que con el
de 2009. éxito de la medicación, con los pro-
gresos de la neuropsiquiatría hay una
hipótesis inversa que se desarrolla y
que piensa más bien que estos tras-
Presentación: Agradecemos a tornos lejos de ser trastornos del su-
Gabriel Lombardi, y al Foro Analítico jeto son -voy a decir- una disfuncio-
del Río de la Plata que nos permite nalidad, un desorden del cuerpo y es-
que Colette Soler esté con nosotros. pecíficamente, del cerebro. Y es ver-
Colette Soler, en este momento, per- dad que aquí hay dos hipótesis que
tenece a la Escuela de Psicoanálisis se enfrentan y para nosotros en el Psi-
de los Foros del Campo Lacaniano. coanálisis, desde Freud hasta aho-
ra, consideramos, intentamos mos-
Los afectos en psicoanálisis
Bien, ustedes no vienen a escuchar-
me a mí sino que vienen a escuchar trar que los síntomas, cualquiera que
a Colette Soler entonces, me parece sea, incluso los trastornos del ánimo
que le voy a dar la palabra. son fenómenos del sujeto. Conside-
ramos siempre que el síntoma, de-
Colette Soler: Buen día. Titulé mi finido como perturbación cualquie-
charla de hoy con una pregunta, se ra del sujeto, tiene una dimensión de
trata de saber si podemos afirmar que verdad. Por eso decimos que se tra-
los trastornos del humor, del ánimo, ta de un fenómeno del sujeto. Lacan
de los afectos tienen un sentido; no lo tradujo diciendo que no era solo
por hablar del sentido sino para re- una per-turbación sino un mensaje,
cordar de entrada que los trastornos ya que la verdad se expresa.
del ánimo son fenómenos del sujeto. En el debate entre Psicoanálisis
Y sabemos que no hay sentido sino y partidarios del organicismo o del
por el sujeto. hombre neuronal o del cognitivismo,
en este debate, el problema refiere a castellano igual, creía que no. Bien,
la causalidad. No se trata de negar la perfecto. Freud decía esta frase in-
implicación del organismo, del cere- creíble, decía “desde el momento en
bro en todo funcionamiento o activi- que un sujeto se interroga sobre el
dad humana, por supuesto. El proble- sentido de la vida está enfermo”. Lo
ma es a nivel de la causalidad. Esta que quería decir, es no cualquier en-
semana en Francia, en el periódico El fermedad, por supuesto, pero enfer-
mundo había una página, gran pági- mo al nivel de lo que él llamaba la li-
na, que mostraba una foto tomada bido y que llamamos, después de La-
con las imágenes de una resonancia can, el deseo. Enfermedad del deseo.
magnética que mostraba la diferen- Y efectiva-mente, en la tesis de La-
cia de una zona aquí en rojo entre un can no se trata de decir que la vida
cerebro de sujetos autistas y uno de no tiene sentido sino que tiene sólo
sujetos testigo. Pero era interesante un sentido que es el sentido del de-
que la investigadora misma, neurop- seo. Entonces creo que he dicho ya
siquiatra, decía que eso no servía de que hay una fórmula única posible
nada para conocer la causa y enton- de las diversas formas de trastornos
ces, para el tratamiento. Decía que depresivos, fórmula única que lo digo
no servía para saber si la diferencia así: suspensión del deseo, del deseo
en la fotografía era efecto del autismo que permite conectarse con los obje-
o al revés, causa del autismo. Enton- tos del mundo, a nivel del trabajo o del
ces creo que en este debate, la sa- amor -como decía Freud-, los dos. In-
biduría consiste en dejar que los in- terrupción de la libido objetal, es eso
vestigadores continúen investigando una depresión. Es decir, un corte del
y que los psicoanalistas continúen vector de la dirección del deseo ha-
con su práctica hasta quizás llegar a cia los objetos de la realidad; me pa-
otras conclusiones. rece tan sencillo, y se aplica a todas
Si ahora miro a los afectos, espe- las depresiones.
cíficamente a los trastornos depre- Ahora bien, en el hospital encon-
sivos, desde el lado de los fenóme- tramos, generalmente, no cualquier
nos (después voy a hablar de la me- trastorno del ánimo, sino más fre-
lancolía), creo que los trastornos del cuentemente los de las psicosis me-
ánimo, trastornos depresivos, todos lancólica o maníaca. En los dos ca-
siempre se manifiestan como pérdi- sos, melancolía o manía, hay una de-
da de sentido. El deprimido testimo- tención del vector del deseo, a nivel
nia, en el momento de depresión, que del vector de la acción, a nivel del
ya nada tiene sentido. Y ¿qué es lo pensamiento, a nivel de la palabra y
que da sentido a la vida? En francés más generalmente, a nivel de la rela-
hay un equívoco de la palabra sen- ción con el mundo. En la melancolía
tido que se traduce como “senti- esta detención, a nivel descriptivo, se
do” pero que también indica una di- manifiesta como una caída en la pe-
rección (del público le informan que trificación, lo que Lacan denominó el
también es así en castellano). Ah, en dolor de existir. En la manía, en cam-

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bio, se manifiesta con lo que Lacan lancólico, en todas las psicosis en-
denominó con una sola palabra: exci- contramos una perturbación a nivel
tación maníaca, o sea, una pseudo vi- de lo que Lacan ha llamado el senti-
talidad, la llamo pseudo vitalidad por- miento de la vida. O un bastante de
que es una vitalidad sin dirección, sin excitación o un bastante poco. Lo
brújula, sin objetivo que la corriente que el caso Schreber de Freud de-
fenomenológica de la Psiquiatría, es- signaba con su palabra crepúsculo
pecialmente la alemana, ha descrito del mundo.
de manera muy detallada; hay textos Entonces, todos estos fenómenos
realmente interesantes que se pue- que podríamos describir más duran-
den leer hoy. Pero a toda la riqueza te horas, son fenómenos del sujeto
de las descripciones de los fenome- ¿Qué significa en realidad decir eso?
nólogos, Lacan la reduce a una pa- Una cosa que me parece sencilla: sig-
labra: excitación, palabra que refiere nifica que provienen, que encuentran
al cuerpo, evidentemente. su condición, su causa completa, a
¿Qué es lo que le falta finalmen- nivel del discurso. Lo que pasa a nivel
te al melancólico, descriptivamente? de la transmisión del discurso desde
El vector, el movimiento hacia algo, y los primeros meses de la vida, tiene
se encuentra imbuido en su idea fija efectos sobre el pequeño. Podemos
de la culpa o en el silencio de la pe- comprobar desde el principio de la in-
trificación casi catatónica. Al manía- fancia que el discurso, o sea, el len-
co excitado no le falta movimiento guaje hablado, lenguaje hablado por
pero le falta la dirección y el principio los padres, los primeros Otros, este
de detención. El pensamiento corre, discurso tiene efectos sobre el vivien-
corre sin meta. La falta del principio te, el pequeño cuerpo viviente. Tie-
de detención de la vigilia, genera in- ne efectos de regulación del cuerpo,
somnio. La falta del principio de de- efectos de modificación de las nece-
tención de la palabra, genera logo- sidades y de los afectos. Por eso se
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rrea y también la falta del principio habla a veces, no se aquí pero sí en
de detención de los gastos econó- Francia, de la fábrica del cuerpo. En
micos, que no son solo económicos, la fábrica del cuerpo no se fabrica un
son gastos de energía, de vida, etc. organismo, el organismo lo recibimos
Y creo que es por el hecho de que el de la vida, fabricamos un cuerpo hu-
maníaco no se preocupa por los gas- manizado desde la cultura.
tos, que Freud pensó que podía com- Bien, y la opción del Psicoanáli-
parar la manía con un fenómeno de sis consiste en intentar acercarse a
fiesta. Creo que fue un gran error de la psicosis a partir de este elemento
Freud. No hay una fiesta. determinante, el discurso. Y para ha-
Entonces, en todos los casos cerlo tenemos muy buenas razones.
comprobamos a nivel más eviden- Tenemos muy buenas razones para
te, la perturbación de la vida del de- pensar que el discurso tiene un pa-
seo. Evidentemente, no es una carac- pel causal, puesto que tiene un papel
terística sólo del maníaco y del me- causal se manifiesta su eficacia cada

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vez que curamos o modificamos un discurso, lo Simbólico, no puede justi-
síntoma en Psicoanálisis. Un síntoma ficar su existencia. Que la existencia es
que no es un evento mental, el sínto- algo Real -lo puedo decir así-. Es de-
ma es siempre un evento del cuerpo, cir, cuando un sujeto a veces percibe
toca al cuerpo. Y entonces tenemos la pregunta de cada sujeto ¿por qué
la ambición de atacar las perturbacio- he nacido? que la filosofía extiende a
nes sintomáticas en las cuales inclu- ¿por qué algo y no nada? Pero la ver-
ye una perturbación de los afectos, dadera pregunta del porqué de haber
de atacar-las no sólo para aplastar- nacido, es una pregunta sin respuesta
las, para hacerlas calmar, para hacer- en el Otro, en el discurso. Entonces,
las menos fuertes sino también para el dolor de existir es un afecto bien di-
modificarlas. ferente a la tristeza. Y además no es
En Francia, ahora hay muchos ni- el dolor de las desgracias o de las in-
ños a los que se llama agitados, hi- felicidades de la vida, al contrario, las
perquinéticos, y hay una medicación dificultades de la vida muchas veces
-no se si es la misma aquí- la Ritali- protegen del dolor de existir porque la
na, que trata el efecto pero no trata culpa capta la libido. Y así comproba-
la causa. Entonces podría decir que mos que muchas veces hay depresión
para nosotros, psicoanalistas, el dis- postergada cuando todos los proble-
curso, lenguaje hablado, es una Ri- mas están resueltos. En ese momento
talina causal, una Ritalina que trata el sujeto se enfrenta con su vida mis-
sólo el efecto. ma. Entonces el dolor de existir es el
Ahora bien, la melancolía. Me de- afecto producido por lo que ex-siste
tengo en la melancolía. Los dos afec- al lenguaje, lo que el lenguaje no logra
tos esenciales de la melancolía se re- subsumir. No es un afecto de recha-
fieren a la existencia por un lado y, por zo del lenguaje, como la tristeza, más
el otro lado, al goce del Otro. De un bien es el afecto del sujeto expuesto
lado comprobamos el dolor de exis- en una coyuntura precisa para cada
tir y del otro, el delirio de la culpabili- uno, expuesto al defecto, a la falla del
dad. El delirio de la culpabilidad que lenguaje que no puede cubrir y justifi-
afirma el pecado de goce. La culpa- car lo Real de la existencia. Existencia
bilidad es eso, hay un pecado, hay que Lacan llamaba inefable y estúpi-
un goce culpable. Debemos enten- da, para decir la facticidad de la exis-
der un poco estos dos ejes. El do- tencia. Entonces, el dolor de existir es
lor de existir es un afecto especial, un afecto que juega entre lo Real de
no es exclusividad del melancólico, la existencia y el discurso o lo Simbó-
cada uno puede tener un acceso al lico. El lenguaje no cubre ni justifica lo
dolor de existir. real de la existencia. Puedo decir que
El dolor de existir, que toma en el es el afecto de lo que Lacan ha llama-
melancólico una dimensión masiva, do el agujeromatismo.
exclusiva, es el afecto que surge cuan- Lo he dicho recién, hablamos del
do el sujeto percibe la facticidad de su traumatismo de haber nacido no de-
existencia. O sea, el hecho de que el seado, lo que significa que el deseo

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del Otro podría atemperar el senti- de lo que voy a llamar su adopción,
miento de la existencia, pero Lacan ser adoptado por sus padres y si no
añade que haber nacido deseado es por sus padres por otro cualquiera.
lo mismo que no haber sido deseado, Y cuando Lacan insiste sobre la fun-
desde el punto de vista del trouma- ción de la nominación, la nomina-
tisme; lo que significa que el Otro no ción pertenece al eje de la adopción
puede justificar la existencia ni con su precisamente. Y creo que en las de-
deseo ni con su amor. Aquí hay una presiones encontramos siempre una
pequeña distancia entre Freud y La- coyuntura provisoria, una coyuntu-
can quizás. ra donde este soporte del Otro hace
Freud habló de la melancolía pre- falta, ya sea por duelo, traición, fra-
cisamente al final de su texto Psico- caso y entonces me interrogaba por
logía de las masas y análisis del yo, el desencadenamiento melancólico y
cuando intenta entender la cosa más finalmente concluí que no es tan di-
sorprendente para Freud, el suicidio. ferente del desencadenamiento de
Es la cosa que Freud no puede en- las otras psicosis. Lo concluí a par-
tender; e intenta entender el rechazo tir de un año de trabajo en el Hospi-
melancólico de la vida y en este tra- tal Central donde durante un año he-
bajo de entender termina diciendo mos estudiado regular-mente, en un
esta frase estupenda para mí: vivir seminario, casos de melancolía. He
es ser querido, lo pueden encontrar concluido también con los textos de
en el texto. Es una manera de decir Freud y Lacan.
que el amor del Otro, específicamente La noción de desencadenamien-
en Freud, el amor del padre es lo que to exige una definición de la prepsi-
sostiene el deseo de vivir. Dicho de cosis, de un tiempo previo al desen-
otra manera, que la vida tiene sentido cadenamiento. Y Lacan ha produci-
del amor del Otro. Eso me sorprende do una concepción de la prepsicosis
mucho de parte de Freud. Si lo hu- o un predesencadenamiento a pro-
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biera dicho el Papa no me sorpren- pósito del caso Schreber de Freud.
dería, es porque es toda la sugestión Cuando dice eso, se pregunta qué es
mayor de la religión, que el amor de lo que le permitía al sujeto mantener-
Dios debe sostener nuestro deseo de se en el mundo, en los lazos, en el tra-
vivir. Y realmente no es la idea de La- bajo, antes del desencadenamiento,
can, finalmente que con su neologis- y contesta la identificación cualquiera
mo agujeromatismo afirma que en lo que sea con la cual el sujeto ha asu-
Real, vida y goce no tienen sentido, mido el deseo de la madre. Es decir,
no tienen el sentido ni del amor ni del que lo que permite a un sujeto evi-
deseo del Otro. tar enfrentarse en directo con la fac-
Y sin embargo, dicho eso es ver- ticidad de la existencia es el proce-
dad que hay algo que lo puede atem- so de identificarse, identificar consis-
perar, al agujeromatismo, el afecto te en asumir significantes, imágenes.
de existir sin razón y es la acogida ¿Cómo se asume el deseo del Otro?
en el discurso del Otro. La presencia La identificación con la cual ha asumi-

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do el deseo de la madre, hay un lazo Pérdida del yo significa automá-
entre identificación y deseo del Otro. ticamente pérdida del deseo que
Se asume el deseo del Otro a pesar sostenía al yo ¿Y qué es lo que que-
de no saber lo que el Otro desea. da cuando cae el vestido, la vestidu-
¿Cómo asumir un deseo que es una ra? La pregunta se presenta en toda
x, que no se sabe lo que quiere ese psicosis, hablo aquí del melancóli-
deseo? Se asume un deseo del Otro, co. Freud dice que el melancólico se
de manera sencilla, adoptando, incor- considera él mismo como un objeto.
porando los significantes y las imáge- Y se trastornó mucho con la idea de
nes vehiculizadas en el discurso del que la sombra del objeto cae sobre
Otro. En esto consiste el proceso de el melancólico.
alienación de todo sujeto. Bien, finalmente, la elaboración
Lo que hay que captar bien es más central de Lacan consiste en de-
que la identificación se motiva del de- cir que cuando se saca el vestido del
seo. Las identificaciones se motivan yo, vestido de las identificaciones, lo
del deseo, lo que significa que el re- que queda es el objeto a, es el núcleo
sorte, el secreto de las identificació- objetal del yo (no voy a recordar la tra-
nes del yo es el deseo. Entonces en- yectoria de Lacan sobre la melanco-
tre el valor narcisístico del yo y el de- lía, sería demasiado largo, dejo eso
seo hay un lazo estrecho y si pregun- de lado). Voy directamente a lo que
tamos qué es lo que se pierde cuan- Lacan dice en el Seminario La angus-
do la identificación cae, la identifica- tia y en el texto Kant con Sade que
ción con la cual ha asumido el deseo precede justo el principio del Semi-
del Otro, ¿qué es lo que se pierde pri- nario La angustia. Al revés de Freud,
mera-mente? Freud se rendre fou, se Lacan piensa la melancolía con una
trastornó, atormentó, diríamos se vol- analogía con el duelo pero con una
vió loco, con el tema de qué se pier- diferencia -lo pueden leer en el texto,
de, para entender lo que se pierde en no es una lectura que yo hago, está
el desencadenamiento de la melan- explícito en el texto-. Para Lacan, el
colía. Hay una pérdida, nadie lo va a tiempo del duelo, cuando se pierde el
dudar pero podemos decir que pri- objeto, un ideal o lo que sea, el tiem-
mariamente se pierde algo de su va- po de duelo es un tiempo en el cual
lor narcisista. ¿El valor narcisista que la relación con el objeto, se mantie-
proviene de qué? De las identifica- ne un tiempo donde el deseo no tie-
ciones ligadas al deseo del Otro y lo ne la investidura de los rasgos idea-
puedo decir de otra manera: el me- les del objeto. Entonces Lacan dice
lancólico pierde su yo, no su obje- que el duelo refiere no al objeto a
to, sino su yo. Es decir que pierde el sino al i(a), a la imagen de a. La ima-
vestido, la vestidura, el vestido religio- gen de a que estructura todo amor. Y
so, el hábito, pierde el vestido de las dice que, al contrario, en la melanco-
identificaciones, es decir, de los sig- lía, no se trata de este duelo, se tra-
nificantes, de las imágenes constitu- ta de una referencia radical al objeto
yentes del yo. a, sin el vestido, vestidura de la ima-

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gen. Entonces, la primera cosa per- existir y el objeto a. El ejemplo para-
dida es el vestido, vestidura, lo que digmático del dolor de existir, el del
queda del objeto. texto Kant con Sade, según Lacan
Creo que con eso Lacan inten- es Sade, él mismo. Y si releen este
ta interpretar el suicidio melancólico texto, pueden ver que Lacan ubica el
-conocen quizás este tema-. La tesis dolor de existir en el fantasma sadia-
es que el suicidio melancólico, cuan- no y en el esquema del masoquista,
do el melancólico pasa por la venta- lo que indica que el dolor de existir
na, específicamente, es una manera no es en sí mismo un fenómeno pa-
de reencontrarse con su ser de ob- to-gnomónico de la psicosis.
jeto, más allá de su imagen, de sus Bien, pero en la psicosis melancó-
identificaciones. Puedo decir enton- lica ¿cómo podemos pensar la rela-
ces que se trata de una separación ción entre el dolor de existir, la petri-
salvaje, en acto, una destitución sal- ficación por un lado y, del otro lado,
vaje, puesto que la separación de la el delirio de culpa, de indignidad, el
alienación a los significantes del Otro, delirio de indignidad y el acto suicida,
se hace con el objeto y que la desti- que es una institución objetal? Por-
tución se define con la percepción de que el melancólico tiene la necesidad
su ser no sujeto sino objeto. de reencontrar su ser de objeto cuan-
Hay un hecho clínico. Muchas ve- do todos los otros sujetos, todos los
ces cuando un melancólico, petrifi- demás hacen para no saber de eso,
cado, cortado, separado del mundo para mantenerse al nivel de un suje-
parece mejorarse empieza a salir un to que habla y no al nivel de un ser
poco de la postración, reestablece objetal. Y Freud se preguntó -debe-
algunas conexiones imaginarias con mos preguntarnos- ¿por qué quie-
los semejantes y el equipo que cura re tanto realizarse como objeto, ob-
al sujeto se alegra, es el momento en jeto caído en el acto suicida y obje-
el cual hay que tener cuidado. Mu- to indigno en el delirio de culpa? En
Los afectos en psicoanálisis
chas veces vemos que hay un suje- el acto suicida y el delirio de culpa se
to que tiene permiso de salida por- presenta como objeto, no el mismo
que se encuentra mejor y se suici- pero objeto.
da en ese momento. Confirma la te- Freud notó con toda razón, un
sis de Lacan que cuando se reesta- rasgo que nos sorprende: la ausen-
blece algo de la envoltura imaginaria, cia de toda vergüenza en el melan-
el melancólico se encuentra empuja- cólico que, lejos de disimular su in-
do (después voy a intentar decir por- dignidad, sus culpas, las exhibe, las
qué) se encuentra empujado a reen- muestra ¿Por qué?
contrar su ser de objeto. Quiero quizás subrayar un poco
Ahora me preguntaba, cómo algo respecto al objeto. Lo que La-
abordar estos dos tipos de fenóme- can llama objeto, se encuentra aloja-
nos en la melancolía: el acto suicida do en el discurso pero no es discurso,
y el dolor de existir. Me preguntaba es resto, desecho, etc. Son elemen-
si hay una relación entre el dolor de tos del Otro que existen al significan-

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te y sobre este punto entonces pode- lico. Entonces, por supuesto, pue-
mos decir que el melancólico se pre- de decir que el goce es un mal pero
senta como un desecho, una basu- no porque el hombre es malo, es un
ra. Y es lo que Freud subraya, esen- mal porque el hombre es un ser he-
cialmente, la denigración, la autode- cho de discurso y el discurso no lo-
nigración del melancólico pero Lacan gra regular lo Real.
lo toma de manera un poco diferente, Entonces contesto a la pregunta
no lo toma del lado patético -además que me hacía ¿cómo ordenar el do-
la posición de Lacan y Freud respecto lor de existir, delirio de indignidad y
al suicida son bien diferentes-. Freud acto suicida? El delirio de indignidad
afirma que finalmente el único deber se dedica a hacer aparecer el cacon,
es el de vivir, otra frase sorprendente el núcleo del mal fundamental, pero el
de Freud. Freud es un judío y quizás núcleo no es la vida en estado puro,
la tradición judía puede empujar a vi- ya es una elaboración, una vida re-
vir para resistir tantos ataques pero, lacionada con el significante, juzga-
de dónde sale este deber, no se sabe da desde el punto de vista del signi-
bien, es un deber sin Dios, supuesta- ficante. No se trata del mal en gene-
mente en Freud. En la religión se en- ral, como se dice el núcleo, sino de la
tiende, deber de vivir porque Dios nos objetivación de un malo. De la misma
ha dado la vida, etc. Y Lacan no tiene manera, el objeto a que el melancóli-
esta posición, para Lacan el suicidio co intenta reencontrar no es el goce,
-lo dice en Televisión- puede ser un el objeto a, es ya una elaboración del
acto y respetable. Entonces es bien goce, una fragmentación. El objeto a
diferente y hay también una diferen- es una unidad de goce, un trozo de
cia respecto al problema del mal en goce, es decir, ya articulado al len-
Freud y Lacan. Evoco todo eso por guaje. Como se ve además, cuan-
los ataques que el melancólico se do Lacan escribe el fantasma o es-
hace a sí mismo, porque el melancó- cribe a en los discursos. Es del goce
lico dice “soy el mal, el malo”. Ahora, pero del goce ya homogeneizado vía
cuando vemos a Freud hablando del el significante.
mal, dice fuertemente que el hombre En este sentido y paradójicamen-
es malo, siempre dispuesto a robar, te, el delirio de indignidad y el acto
explotar, engañar, maltratar a su se- suicida son tentativas de curación,
mejante y siempre listo a transgredir así decía Freud que los fenómenos
los mandamientos. En Lacan no te- más patentes de la psicosis, espe-
nemos ninguna resonancia así por- cíficamente el delirio, son tentativas
que Lacan no toma el problema del de curación. O sea, tentativa de re-
mal como una disposición, busca su conectar con el Otro y el discurso. Y
fundamento, su fundamento estruc- entonces digo que tentativa de reco-
tural y el fundamento estructural del nectar con el juicio moral, el de la mal-
mal es lo Real de la existencia del dad y con un objeto localizado que se
goce en tanto que no logra ser do- puede definir vía el Otro; son enton-
minado con el discurso de lo Simbó- ces, elaboraciones de lo que se sufre

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en silencio en el dolor de existir. Y se fica, bajo la forma de la culpabilidad
ve muy bien con el delirio de indigni- absoluta o de la muerte efectiva. Pero
dad que es una tentativa de curación me parece que todo pasa como si el
porque reconecta al sujeto con todos melancólico cayera bajo una sepa-
los significantes de las culpas. Y tam- ración impuesta con su ser viviente,
bién el acto suicida, paradójicamen- contrariamente, al acto de Empédo-
te, es también una tentativa de cura- cles, que es un sujeto ubicado to-
ción, dramática, catastrófica. talmente en el discurso y que se ex-
Ahora bien, Lacan respecto al do- trae del discurso afirmándose así en
lor de existir, dolor de existir que pon- su diferencia absoluta; para retomar
go del otro lado, utiliza la expresión la palabra que Lacan usa para el fi-
la canción del melancólico. ¿Por qué nal del análisis.
utiliza este término que no es cual- El melancólico, al contrario, creo
quiera? Sería porque se trata de una que es empujado a separarse de su
modulación del dolor sin articulación ser viviente al estado puro a causa,
o, al contrario, sería para designar el por supuesto, de la forclusión. Y creo
leitmotiv de la falta inmotivada como que quizás es eso lo que explica la
cuando se dice a alguien “¿qué me ausencia de vergüenza. La ausencia
está cantando, qué me está dicien- de vergüenza nos sorprende porque
do?, la canción del melancólico. somos cautivos del discurso, discur-
Quizás puedo subrayar la diferen- so que nos indica que el melancólico
cia, intento captar la diferencia entre muestra todo, pero quizás el melan-
el acto de Empédocles y el acto del cólico cuando muestra su indignidad,
melancólico. Puesto que si conocen cuando dice que quiere desaparecer,
un poco de Lacan, se que muchos nos indica que intenta con eso lavar la
de ustedes lo conocen, Lacan evo- culpa original de existir sin razón.
ca al principio de su enseñanza, has- Me preguntaba hablando con co-
ta casi el final, evoca el acto suici- legas en París ¿de dónde pro-viene
Los afectos en psicoanálisis
da de Empédocles como un acto de la curiosa fascinación que produce el
separación. De separación respecto melancólico? Más que el paranoico,
a la alienación a los significantes del que también fascina. Además, de-
Otro. Evidentemente, separación ra- bemos observar que quizás fascina
dical pero que tiene el efecto de in- menos el paranoico porque siempre
mortalizar a Empédoccles y de insti- se rehúsa más el sentido subjetivo
tuir, puedo decir, instituirlo en su uni- de la melancolía. Pero no creo que
cidad, en su diferencia absoluta. Por sea la simpatía lo que funda la fasci-
eso dice que se trata de una volun- nación por la melancolía. La simpa-
tad. Entonces creo que la diferencia tía es siempre del orden del compar-
del melancólico, que también se sui- tir y creo que más bien, el melancóli-
cida, el melancólico en su delirio y en co fascina porque no podemos com-
su acto apunta no a una separación partir su manera de ser; voy a decir su
del Otro sino a una extracción de la martirio. Saben que Lacan ha dicho
vida pura, bajo una forma catastró- del psicótico mártir del lenguaje. Su

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manera de ser, el martirio de la tarea Quería preguntar lo siguiente, en rela-
fundamental de los seres hablantes, ción a esto mismo de la pregunta que
o sea, entrar en una vida otra, no la hacían recién, ¿si se podría pensar
vida de la existencia, sino la vida que esta angustia que genera en el Otro
genera el lenguaje y el discurso cuan- el suicidio melancólico, puede tener
do produce lo que llamo la vida del algo que ver con que hay un aspec-
deseo. Entonces nos fascina quizás to de acto logrado, en el sentido de
porque se encuentra más allá del do- producirse esa separación?
lor de existir, más acá que los sujetos Pregunta: Quería preguntar la di-
alienados en el discurso. ferencia entre el delirio de indignidad
He terminado. y el delirio de grandeza, la megalo-
manía y la curación…
Colette Soler: Creo que en lo
Preguntas del público: que he dicho hay algo que no desa-
rrollé mucho pero que se debe te-
Pregunta: El por qué de la inten- ner en cuenta, respecto al lazo en-
sa angustia que se genera en el Otro tre las identificaciones y el deseo es
ante el suicidio del melancólico y que que muchas veces nos quedamos
lo que genera fundamentalmente, es un poco distraídos los lacanianos, y
toda una respuesta judicial, de culpa- nos quedamos con la idea de la opo-
bilización, de intentar buscar culpa- sición que Lacan construyó al princi-
bles, que a veces, somos nosotros, pio de su enseñanza, la oposición en-
los psicoanalistas o terapeutas, res- tre el yo especular y el deseo. Pero
ponsables, aparentemente de ese muy rápidamente la concepción del
suicidio u otros, no siempre se inten- yo en Lacan no obedece a esta dis-
ta buscar un responsable. tinción. El yo incluye el deseo. Enton-
Pregunta: Primero te quería agra- ces, por eso evoqué que la identifi-
decer todo el desarrollo, sobre todo cación es un lazo al deseo. El suici-
la minuciosa distinción entre Lacan y dio en general, incluso en alguien que
Freud, que no siempre se hace y que considera que tiene el derecho a dis-
me parece muy interesante para es- poner de su vida, incluso si uno pien-
clarecer las perspectivas y también sa eso, cuando alguien pasa al acto,
el poder situar cierto aspecto del de- como decimos, siempre produce un
seo en el campo de la melancolía, en shock. Es decir, que aquí vemos una
el sentido de que el deseo, el deseo hiancia entre la racionalidad del pen-
del Otro es alienante y al mismo tiem- samiento y la res-puesta del afecto.
po atempera, como decías, este do- Hay algo, hay un pacto, uno no pue-
lor de existir o esto de cómo el tema de quedarse frío o fría.
de la existencia, estar por fuera, nos Creo que quizás, cuando se tra-
atañe a todos, pero, en ciertos cua- ta de un melancólico, a eso se aña-
dros, las observaciones registran que de el hecho de que no es un acto, es
el deseo del Otro atempera o termi- un pasaje al acto, como decimos, es
na alienando, aliena profundamente. decir que no podemos pensar que se

Aun l 20
trata de un querer, de una voluntad. delirante del melancólico, en su com-
Se trata más bien de un intento for- binación indignidad/grandeza, la de-
zado de separación como un afuera bemos proteger, incluso sostener.
de la humanidad, nación del deseo y Porque cuando delira sobre su cul-
eso, por supuesto, angustia. No se pa, sobre el juicio que va a venir, so-
si angustia nada más, además hay bre el infierno que les promete el juez,
impotencia generalmente frente a un el melancólico se encuentra todavía
depresivo cualquiera. Hay una impo- en una vertiente temporal, de espera
tencia y hay algo insoportable cuando y no se suicida en este momento ge-
hay un depresivo. Es insoportable no neralmente. Y creo que no sería razo-
sólo porque no se puede nada sino nable explicarle que no tiene ningu-
también porque la depresión y, si es na culpa. Escuchaba recién a un co-
melancólica es al máximo, significa lega que recordaba la historia de la
que los demás no existen. Están aquí Psiquiatría y algunas actuaciones de
pero no sirven, no pueden, no impor- Pinel. Explicaba cómo Pinel trabajaba
tan. Y quizás podemos decir también con su equipo, específicamente Pinel
que nos angustia porque hace que ha descrito en detalle lo de crear a ve-
nos reencontremos con algo que, en ces escenificaciones colectivas para
cierta medida, concierne a cada uno impresionar a los enfermos y que, una
y es que tenemos la carga de la vida, vez, justamente con un melancólico,
que vivimos gracias al discurso pero se le había ocurrido vestir a su equi-
que, finalmente hay una base que ol- po, uno como juez, con sus aseso-
vidamos, que olvidamos siempre. El res y entrar en la habitación del me-
melancólico es un recordatorio de la lancólico que decía que esperaba
base de la vida sin discurso. el castigo, para explicarle que, fina-
Con respecto al delirio de indigni- mente sería absuelto. No fue senci-
dad, o de pequeñez, he condensa- llo. Creo que no fue un buen escena-
do sobre la culpa pero hay otros as- rio, creo que hubiera sido mejor con
Los afectos en psicoanálisis
pectos diversos. Y es verdad que a la este escenario, explicar que querían
vez, el que se afirma el más peque- reflexionar un poco más y que iban
ño de los pequeños, el más indigno a ver cuándo podrían pronunciarse.
de los indignos, es un megalómano. Hubiera sido mejor posponer la res-
Es la megalomanía. Hay una mega- puesta. Es decir, maniobrar con lo
lomanía de la pequeñez, una mega- que Lacan llamó la postergación de
lomanía de la culpa. No es la expan- la realización. No hay que desculpa-
sión paranoica de la megalomanía bilizar al melancólico.
paranoica sino la megalomanía de la Pregunta: Vos, Colette, volvías al
retracción. Entonces, en la curación, tema de la medicalización de la in-
es verdad que hay un problema, es- fancia. Investigando el tema encontré
tán los medicamentos que tapan la dos ejes. Uno es la responsabilización
locura; y yo pienso esto que decían del sujeto por la vía de lo biológico o
mis colegas en el seminario que hici- lo contextual. Por otro lado aparece
mos, creo que el delirio, la vertiente la medicalización como función pa-

Aun l 21
terna, en el sentido de que a un chi- motriz, la falta de atención, todo lo
co inquieto hay que ponerle límites y que hace problema en la escuela, hay
aparece el psicofármaco. O no presta que decir que son trastornos pro-du-
atención en la escuela entonces, hay cidos, inventados por el dispositivo
que darle medicación para que pres- escolar. Es decir los enseñantes de-
te atención, aparece ahí como fun- ben cumplir con las normas, apren-
ción paterna y ¿qué te parece a vos? der a leer, a escribir, a tener un gru-
¿Qué tipo de infans, qué tipo de su- po, deben tener un poco de paz, no
jeto produce? A mi sólo se me ocu- es una crítica a los enseñantes pero
rre un sujeto que no va a saber hacer las normas de la escuela discriminan
con su síntoma, con sus problemas, a los que no se pueden adaptar a los
con sus tensiones. otros. Françoise Dolto que odiaba la
Pregunta: El punto que me gus- escuela, cuando un chico no podía
taría pedirle que profundice es cuan- aprender, le decía “excelente”. Era
do usted plantea que el reestableci- otra época. Ahora nadie se atreve-
miento de la investidura imaginaria ría a decir eso porque los padres in-
empuja al melancólico al pasaje al mediatamente harían juicio. Creo que
acto suicida. los trastornos son relativos a los re-
Colette Soler: Me parece bas- quisitos sociales. Y entonces, sí hay
tante diferente hablar del efecto de una des-responsabilización que está
la medicación, del abuso de la me- más allá de los chicos medicalizados.
dicación, hay que decir, porque una La ideología de la víctima, son todas
medicación puede ser bien indica- víctimas entonces no son responsa-
da a veces, no somos enemigos de bles de nada y buscamos los a res-
los medicamentos. Somos enemigos ponsables. Es la caza de los respon-
del comercio de la farmacología y del sa-bles ahora. ¿Dónde está el amo?
exceso. ¿Si desresponsabiliza? Qui- Dígame, dígame. El problema es que
zás no hay que ser demasiado pesi- no hay amo. Si hubiera algún amo, un
mista, los humanos tienen recursos amo se puede destituir, pero es que
sorprendentes. Evidentemente, si se no hay. Eso es muy importante por-
dice “eso es una enfermedad que ne- que hay una diversidad de procesos,
cesita una medicación”, el niño va a los laboratorios que quieren vender
pensar que es una enfermedad, que los medicamentos, están las fami-
no puede hacer nada con eso y en- lias que quieren niños bien formados
tonces se queda tranquilo. Pero la en la escuela, están los enseñantes
responsabilidad va a reaparecer en que no tienen la formación necesa-
otra parte, no hay que pensar qui- ria. Hay un montón de procesos que
zás, que la desresponsabilización sea se conjugan pero si buscas el res-
global. Es una desresponsabilización ponsable Uno, que se podría matar,
local, sobre un trastorno. El proble- bien… bien, tenemos a Sarkozy. Si lo
ma es que ahora todas las cosas se matamos ¿qué va a cambiar? No es
piensan como trastornos y quizás no un amo en el sentido del productor
son trastornos. La excitación psico- de los fenómenos. Puede acentuar

Aun l 22
o su acción puede ser dramática por camentos). A sabiendas que Lacan
muchas razones pero no es el autor la puso dentro de la cobardía moral,
del trastorno del mundo que denun- dentro de no enfrentarse con el de-
ciamos. No hay un autor. Sería mejor seo pero retomando esta frase clínica,
que lo hubiera porque cuando hay un decir “cualquier depresivo”…
amo, hay una revolución posible, una Pregunta: Yo le quería preguntar,
posibilidad de hacer caer al amo y de usted dijo rápidamente que cuando
intentar otra cosa. El drama actual es el melancólico se suicida logra algo,
que no hay amo, el capitalista tam- digamos con el objeto, no lo llegué
poco es un amo. El mercado no tie- a captar bien, y lo puso en parale-
ne cabeza. Lo vemos en la crisis de lo con el final de análisis, la máxima
hoy, es patético, en ninguna parte te- diferencia. Como no me quedó cla-
nemos una cabeza que se pueda le- ro en el momento, le pediría si pue-
gítimamente pensar como el respon- de clarificar esto.
sable de lo que denunciamos. Colette Soler: Es un abuso hablar
Sobre la otra pregunta, Lacan in- de los depresivos puesto que no es
terpreta el suicidio melancólico como una estructura la depresión, es un es-
una travesía salvaje, dice, de la ima- tado del sujeto. Y este año en París
gen; pero añade que cuando pasa hemos elegido como título para ha-
por la ventana el melancólico, no es blar de eso Los dichos depresivos,
por casualidad que es la manera de dichos para marcar la distancia entre
suicidarse más frecuente, más favo- hablar de los depresivos y la depre-
rable para él, porque la ventana re- sión. Pero lo seguro es que cada su-
presenta el encuadre del fantasma, jeto tiene una virtualidad, una posibi-
el marco del fantasma. Y entonces, lidad de atravesar momentos depre-
hay una lógica con el hecho del sui- sivos, estados depresivos, general-
cida inesperado, justamente cuando mente efímeros, que duran un tiem-
la envoltura imagina-ria se reconsti- po y se terminan. Uno dice voy a to-
Los afectos en psicoanálisis
tuye. El melancólico petrificado en su car el fondo y cuando se toca el fon-
silencio, cuando empieza a realizar en do… bueno. Entonces, efectivamen-
la dialéctica imaginaria, pasa al obje- te, debemos desarrollar una concep-
to a través de su imagen. La correc- ción de las depresiones no psicóticas.
ta expresión es atravesamiento sal- Hablaré de eso en la Universidad ma-
vaje de la imagen. ñana. No se puede decir todo en el
Pregunta: En un momento usted mismo momento. Ahora, puedo de-
dijo, muy al pasar, que frente a cual- cir mi tesis, tengo una tesis que ya
quier depresivo uno siente impoten- la formulé años atrás pero este año
cia y angustia. Yo le quería pedir unas la reforcé. Y pienso que los depresi-
palabras por esas formas de la depre- vos no psicóticos, son objetores. No
sión que no estarían dentro de la me- son objetores de conciencia, son ob-
lancolía, o sea por aquellas categorías jetores de algo que (del público: La
de la depresión neurótica (ahora bas- palabra sería “no estoy de acuerdo
tante borradas, ahora que hay medi- con”). Sí, una manera, no a nivel dis-

Aun l 23
cursivo, no se piensan así. General- uno diferente de todos, instituye su
mente, cuando piensan, se piensan diferencia única. Y evoqué el final del
como víctimas de una desgracia, se análisis porque el objetivo del análisis
piensan como enfermos, irresponsa- (Lacan interrogándose sobre el deseo
bles de su estado. Entonces no es a del analista, sobre a qué apunta el de-
nivel discursivo, es a nivel estructural seo del analista) quiere obtener la di-
de lo que produce la depresión, que ferencia absoluta. La diferencia abso-
permite construir esto ¿Objeta qué luta, pueden observar que es una ex-
el depresivo? Objeta todos los obje- presión paradójica puesto que una di-
tos que puedan captar la libido. Es ferencia es siempre relativa a otro ele-
lo que llamo la objeción depresiva. Y mento del cual uno puede decir soy
el valor de los objetos se construye diferente a. Diferencia absoluta enton-
¿cómo? Se construye vía el discurso ces es una identidad, es la afirmación
común pero también viene el discur- de una identidad única sin referencia
so del Inconsciente donde a veces, a otra. Es una manera de decir que
viene el discurso del Padre, a veces. el analista apunta a la separación del
Entonces podemos desarrollar des- sujeto, a extraerlo de su alienación a
pués qué tipo de acción se trata. Ha- los significantes y las imágenes, los
bía dicho, respecto al discurso, años imperativos del Otro. Bien, eso no
atrás, había calificado la multiplica- era para decir que el final del análi-
ción de sujetos depresivos, diciendo sis equivale al suicidio, ¿eh? (risas).
que quizás, son los anoréxicos de los Mejor vivir, sino no valdría la pena un
objetos propuestos, de los objetivos largo análisis con todo el esfuerzo. Y
propuestos por la cultura y la socie- al contrario, en el suicidio melancóli-
dad actuales. Sujetos que dicen: no, co no se trata de un acto instituyen-
de eso no quiero. Momento donde el te, es un intento.
sujeto dice: basta de eso. Después Revisión del texto Patricia Pirillo y
si miramos del lado del discurso In- Claudio Barbará.
consciente, es más complejo.
Digo que finalmente podemos
evocar dos tipos de acto suicida: uno
del cual el modelo es Empédocles. Si
leen el texto de Lacan, el de Empé-
docles es un acto suicida que llamo
instituyente. Es decir, que le permite a
Empédocles afirmarse en su ser úni-
co, no determinado por el Otro, por
su discurso, por su significante. En-
tonces Lacan lo toma como un acto
de separación, en oposición aliena-
ción/separación. Y entonces decía,
es una manera de instituirse en su
diferencia absoluta. Empédocles es

Aun l 24
TRES FORMAS
DE LA ANGUSTIA
Una contribución de la clínica
a la ética del psicoanálisis

›Gabriel Lombardi

La angustia es la sensación del ser que requiere elaboración. A éste últi-


hablante ante algo, un llamado oscu- mo el psicoanálisis le propone trans-
ro de lo real frente al cual aún no se formar ese umbral de la angustia en
decide a intervenir. Ese real opaco le un zaguán que como tal tiene dos
concierne íntimamente en un pun- puertas, puede entrar sin haber to-
to en que no se reconoce: ¿es inte- davía entrado, puede salir sin salir
rior, es exterior, es del cuerpo, es del del todo. En ese pasillo la angustia
Otro? La angustia le concierne con se despliega y se elabora bajo la for-
certeza en su esencia de ser capaz ma del síntoma, esa forma dividida
de elegir; le abre opciones, huir, que- del ser hablante que es tan diferente
darse quieto, afrontar. Su relación con de la entereza del acto…
el acto está en juego, hacia él lo con-
voca la señal de angustia.
Propongo pensar la relación de la
angustia no con la ventana del fan-
tasma, sino con una puerta, la puerta
1. Laderivación
angustia sin
psíquica Los afectos en psicoanálisis
abismal del acto, esa puerta que atra- En 1895 Sigmund Freud descri-
vieso cuando digo, como Jean Eche- bió, bajo la designación de “neuro-
noz, ¡me voy!, o ¡allá voy!, y efectiva- sis de angustia” un cuadro clínico
mente voy. Para el hombre de acción, similar al que actualmente se llama
la angustia es el umbral de esa puer- trastorno de angustia­(anxiety disor-
ta; para el consumidor, el gerente, el der en el lenguaje de los DSM), in-
proletario del capitalismo, ese um- cluso en sus diversas variantes clíni-
bral desencadena la crisis, el pánico, cas agudas (lo que hoy se llama pa-
y siempre retrocede, no lo atraviesa; nic attack) o recidivantes (hoy panic
el neurótico clásico, tercera posición, disorder con o sin agorafobia, fobia
experimenta esa angustia como an- social, trastorno obsesivo compulsi-
gustia de castración sintomatizada, vo, bulimia, etcétera).
Destaquemos en primer lugar la en la eyaculación – ese corte abrup-
caracterización etiopatológica del to que delimita y organiza la relación
cuadro que hizo Freud en ese mo- del varón con el goce -.
mento, para interrogar las razones El encuentro sexual facilita la ope-
de su enorme vigencia en la clínica. ración simbólica de la castración en el
Freud afirmó entonces que la neuro- cuerpo: lo que se da allí tíquicamen-
sis de angustia se produce cuando te, por encuentro, como por azar, por
la angustia no encuentra derivación saludable malentendido, es la coinci-
psíquica. Al faltar toda preparación dencia parcial de la finitud eyaculada
subjetiva, el paciente se ve afecta- del goce en el varón, en su mezcla
do por un padecimiento que parece desproporcionada pero íntima con el
puramente mecánico, como si él no flujo irreconocible del goce femenino,
participara para nada en su génesis que satisface de otro modo radical-
y en su tramitación; es angustia au- mente diferente, aún si ella cree “ter-
tomática, que no supone ninguna cir- minar” como un varón, aún si no re-
cunstancia tíquica, ningún encuen- conociendo ese goce irreconocible se
tro, nada concerniente a un ser elec- dice o se tolera “frígida”. Por interpó-
tivo. Contrariando la concepción de sita persona, también una mujer ac-
la angustia de Kierkegaard, esta an- cede en el coito a la virtud castrativa
gustia es sin objeto ni significación al- de la detumescencia terminal del ór-
guna. Nada sabe el angustiado de la gano-símbolo tradicional del goce.
génesis de ese afecto tan displacen- La causa específica de la neuro-
tero, ni tampoco ante qué se angus- sis de angustia es para Freud un mal
tia. Pero además, añade Freud, ni si- hábito sexual, por ejemplo el coitus
quiera lo sabe de forma inconscien- interruptus. La angustia es aquí el re-
te; como consecuencia, no hay posi- sultado de un comportamiento equi-
bilidad actual de elaboración psíquica vocado que ocasiona el cuadro clí-
a través de una sintomatización con- nico, y se puede corregir cuando el
versiva o fóbica más definida, ni a tra- paciente se aviene a las indicaciones
vés de formaciones del inconsciente del sexólogo. Hay además un indica-
tales como el sueño. dor ético en el cuadro propuesto por
La tensión sexual, explica Freud, Freud: el núcleo de esta neurosis es
se canaliza en este caso como afecto el apronte angustiado, que sin embar-
displacentero que conlleva ese séqui- go no deriva ni hacia la elaboración
to de signos colaterales que en el coi- psíquica ni hacia un acto más plena-
to normal sigue a la excitación sexual: mente satisfactorio. Eso hace de esta
la excitación se descarga en agitación forma-pánico de la angustia un índi-
respiratoria, en palpitaciones del co- ce de extravío moral, ya que incluso
razón, en oleadas de sudor, conges- si las condiciones de la satisfacción
tión u otras manifestaciones somáti- están próximas, el sujeto las desco-
cas usuales en el encuentro sexual. noce, y en este caso las desconoce
A diferencia del coito del varón, en la de modo tan radical, que ni siquiera
angustia esa excitación no termina puede recurrir a las vías inconscien-
tes de tramitación de la satisfacción más cercana. Susana vuelve a jugar
a la manera de la histeria o de la neu- con sus hijos, Walter retoma la pes-
rosis obsesiva, en las que el síntoma ca, se sienten bien gracias al Prozac,
expresa desplazadamente la satisfac- Xanax, etcétera.
ción coartada. Esta forma, esta lectura hace del
El prolongado y vertiginoso siglo angustiado de nuestros días un con-
XX ya ha concluido. El cuadro, inicial- sumidor, de fármacos, que descono-
mente descrito por Freud para algu- ce lo que la angustia puede represen-
nos casos ligados a “malos hábitos” tar como disposición que concierne al
en las conductas sexuales, se ha ex- ser hablante en su relación con el de-
tendido enormemente. El hombre del seo, el acto, la satisfacción, que son
consumo, que tiene acceso a tantos coordenadas éticas. Por eso vale la
objetos, se ha alejado de las raíces pena tomar lo esencial de aquella ca-
inconscientes de su goce. El objeto racterización de Freud: es una angus-
del mercado prevalece sobre la satis- tia desprendida de sus referencias in-
facción del desprestigiado encuentro conscientes1.
de los cuerpos. En esa versión “automática”, aun-
La neurosis de angustia es neu- que masivamente concernido, el an-
rosis “actual”, explica Freud, no basa gustiado no participa en tanto ser que
su etiopatogenia en un trauma previo, pueda elegir, no hay nada entonces
desconoce sus antecedentes de un que elaborar. Esa versión conviene
modo más radical que la represión en al orden del capitalismo, en el que el
la histeria. Este desconocimiento “ac- hombre profundiza su condición de
tual” de la neurosis de angustia tie- consumidor de objetos y pasatiem-
ne ribetes epistémicos y consecuen- pos que cierran las preguntas sobre
cia éticas importantes. ¿Cómo leer- los fundamentos del sistema en que
lo, vale decir, cómo tramitarlo, cómo se asienta actualmente la existen-
tratarlo? cia del ser.
Los afectos en psicoanálisis
Por ejemplo, hacia 1990 Peter
Kramer “descubrió” que la angus-
tia puede no tener ninguna significa-
ción psíquica, ningún sentido elabo-
rable, para qué preocuparse enton-
2. Larealangustia, afecto de lo
ces en solucionarla por medios ana- Por suerte hay otra lectura dife-
líticos. La antigua hipótesis de Freud, rente de la angustia, que la ubica en
que existe una forma de la angustia el otro polo de la responsabilidad del
exterior a lo psíquico, encuentra aho- ser hablante – responsabilidad en-
ra un campo de desarrollo favorable, tendida como posibilidad de preferir
porque la angustia puede ser trata- y proferir una respuesta –. Señalada
da mediante una pastilla, y el apara- por filósofos atentos a las coordena-
to publicitario de los laboratorios pue- das de la existencia del hombre, Kier-
de tentar al angustiado con una so- kegaard, Heidegger, y en el lapso en-
lución tan próxima como la farmacia tre uno y otro por el inventor del psi-
coanálisis, esa otra perspectiva en- La angustia va adelante, escri-
tiende la angustia como la sensación bió Kierkegaard, vislumbra la conse-
específica del ser ante coordenadas cuencia antes de que sobrevenga, de
en las que su acción es requerida. suerte que cada cual puede advertir
Por la angustia, señal de una confi- en sí mismo que hay una tormenta en
guración real que le concierne singu- el aire. No necesariamente sobrevie-
larmente, el ser hablante es convoca- ne en la catástrofe, se distingue del
do a un cambio de posición, aunque horror y de la situación de desampa-
no necesariamente bajo el modo de ro, es la señal percibida en el cuerpo
la coacción alienante, sino como un de esas coordenadas en que el ser
llamado a su intervención más emi- hablante se encuentra con lo que él
nente, que consiste en elegir: perder es en la intersección tíquica, afortu-
algo para ganar algo. nada o desafortunada, entre el de-
De allí que en esos autores los signio y el azar.
términos de la responsabilidad estén La angustia señala allí la oportu-
siempre presentes en la considera- nidad de la acción, situando al ser
ción de la angustia, el pecado en un hablante ante una puerta, que es la
autor cristiano como Kierkegaard, el puerta del acto. Es la vivencia del
“ser libre para” en Heidegger, mien- umbral, es el trema del actor antes
tras que en Freud y en Lacan el de- de su salida a escena, es el momen-
seo y el goce como determinantes de to de destitución subjetiva requeri-
una toma de posición del ser que de- do para recrear un personaje que no
cide su posición de sujeto. es él – o que no lo es todo el tiempo
Esta perspectiva reconoce al an- -. No es temblor ante un peligro que
gustiado otra posibilidad de res- se puede nombrar como se nombra
puesta que el pánico y la conducta a los objetos del mundo, es un tem-
de huida de la manada, representa blor que concierne al ser en su rela-
una apertura que singulariza convo- ción con el mundo. El objeto de la an-
cando a una elección. Puede esca- gustia es el mundo en cuanto tal, en
bullirse, es cierto, puede sustraerse la medida en que el ser se sitúa pre-
con alcohol, opiáceos, alucinógenos, positivamente ante él, cabe él, con él,
benzodiacepinas y terapias soporífe- contra él, etcétera, en una gramática
ras, pero también puede afrontar ese que le urge cambiar.
umbral al que es llamado en tanto res ¡Qué diferente es esta otra lectura!
eligens. Como la reproducción en el Nos dice que la angustia es realista,
juego del niño, dijo Freud, la angus- que la señal que ella nos ofrece, aun-
tia es una modalidad de tránsito de la que muy displacentera, es también
pasividad a la actividad; es señal pero una suerte, una suerte de referencia
es también apronte, es disposición a para el ser hablante. Es el afecto-ti-
la acción, es casi acto, es pre-acto, po de todo advenimiento de lo real
está en el limen de la acción con lo dirá Lacan, pero en tanto lo real no
que ella implica de satisfacción que es para el parlêtre mera atadura o im-
tiene un costo. posibilidad inmovilizante, sino apertu-
ra de lo que el nudo estructural ofre- nente, de orientación hacia un real es-
ce como posibilidad de pasar a otra pecífico del hablante, consistente en
configuración subjetiva. la posibilidad de incidir en ese límite
Estos autores enseñan que la an- entre lo predeterminado y lo aleatorio
gustia no engaña, sino que por el al que llamamos elección. En la an-
contrario ofrece certeza en un mun- gustia no somos lo ya sabido, las re-
do engañoso, de allí que una nueva ferencias del narcisismo y de la fanta-
orientación sea posible a partir de su sía se desdibujan, otra causa es des-
experiencia. Por mucho que un sujeto pertada en nuestro cuerpo por un de-
se haya extraviado – por haber peca- seo que nos invoca por fuera del re-
do en contra del deseo, por haberse gistro del reconocimiento.
demorado en la fantasía - la angus- No hay acto verdadero que no im-
tia está para señalar la posibilidad de plique el pasaje por el momento pre-
un nuevo estado. Todavía puede caer cedente de la angustia. Es lo que ha
más hondo, y este “puede” es el obje- quedado registrado tanto en Sueto-
to de la angustia, afirma Kierkegaard: nio como en Plutarco respecto del
cuanto más la angustia disminuye, acto paradigmático de César. La no-
tanto más claro resulta que la conse- che precedente al franqueamiento del
cuencia de una posición equivocada Rubicón fue la noche de la angustia,
ha pasado al sujeto in succum et san- indicada por algunos signos que se-
guinem; vale decir que el fantasma, ñalan su presencia: el insomnio, la
el pecado, o como quiera que se lla- duda, la agitación motriz paralizante,
me a ese encierro, ha obtenido carta y también un sueño abominable “en
de naturaleza en el sujeto. el que César cree aproximarse a su
Cuando Lacan sostiene con vehe- propia madre en un comercio que no
mencia que la verdadera substancia puede pronunciarse sin horror”, escri-
de la angustia es lo que no engaña, be Plutarco. Para César, que no era
el fuera de duda, la certeza, lo hace un neurótico, esa angustia se resuel-
Los afectos en psicoanálisis
sobre la base de una extensa elabo- ve al día siguiente en un acto enérgi-
ración en la cual la referencia a la cer- co y decidido, que da una respues-
teza en el ser hablante no es episté- ta contundente al deseo sanguinario
mica, sino esencialmente la acción; del Otro romano que ni siquiera ha-
pero justamente para situar que la ac- brá de presentarle batalla, sino que
ción no puede prescindir de su fase hará de él su primer César.
preliminar de angustia, en su semi- La perspectiva psicoanalítica hace
nario específico sobre el tema expli- de la angustia tomada en su certeza
ca que la acción, a su vez, es de la la madre de toda etiología específica
angustia que toma prestada su cer- de su campo, ya que ella es la aper-
teza, que actuar es arrancar a la an- tura de la conexión causal del ser ha-
gustia su certeza. blante y corpóreo con el Otro en su
La angustia es entonces una sen- deseo. Es por la angustia que el hom-
sación displacentera que puede sin bre puede tomar partido y formar par-
embargo adquirir un valor ético emi- te en el deseo, a condición de apor-
tar esa parte del cuerpo que ha en- posibilidad de elegir, pero el neuróti-
trado en la maquinaria formal del len- co considera esa contingencia como
guaje; lo que viene al lugar de la ai- una “elección forzada”, la evita enton-
tía puede ser la tripa kleiniana, la libra ces mientras puede. Ni sí ni no, más
de carne de Shakespeare, el mal ojo bien ni, un poco las dos cosas, solu-
que ataca la calma still life del campo ción de compromiso dice Freud. En
visual. La angustia, afecto de lo real, la neurosis la angustia es reemplaza-
señala que el sujeto puede, a partir da por una suerte de “equivalente”,
de esa brújula, hacer de tripa cora- el síntoma, que obstaculiza el pase
zón, para hacerse causa de un de- electivo al acto. Esa solución escon-
seo en el Otro. de un desgarramiento del ser moral
La angustia introduce en ese mar- que en algún momento podrá mani-
gen escaso pero decisivo, ese real es- festarse como síntoma; encubre una
pecífico, casi aleatorio, no completa- escisión ética que es fuente del sen-
mente predeterminado pero bajo de- timiento inconsciente de culpabili-
signio, en el que el ser hablante talla dad, resultado de no haber toma-
su propia suerte. do partido.
Ante esta solución-obstáculo del
neurótico, este negarse a causar el

3. Lade degradación neurótica


la angustia en miedo
deseo del Otro, el filósofo nada pue-
de, y por eso el psicoanálisis reem-
plaza la filosofía proponiendo al su-
La angustia no está completa- jeto-síntoma revisar las coordena-
mente desprovista de sentido, es dis- das inconscientes de su relación con
placer corporal que señala un real, lo optativo. En ese sentido se inscri-
podría tener entonces un valor ético, be el método propuesto por Freud,
de orientación para la acción. Has- consistente en invitar al sujeto inhi-
ta ese punto llega la filosofía. Kierke- bido en la acción a asociar… libre-
gaard, Heidegger, incluso Sartre in- mente. Sin embargo, en principio el
dicaron ese límite en que la angus- método psicoanalítico propone sola-
tia abre a la acción. Ahora bien, des- mente hablar, no actuar. Puede de-
pués de aquel momento crucial de cir lo que quiera, dice la regla funda-
la historia en que Alejandro se sirve y mental del psicoanálisis, juguemos el
se desprende de Aristóteles, el hom- juego, como si lo que usted dice no
bre de acción no necesita del filóso- corriese ningún peligro de realizarse,
fo para orientarse en la angustia, a lo como si la palabra que usted profiera
sumo consulta algún augur de su en- en el contexto del tratamiento no tu-
torno, hombre o mujer, arúspice ar- viese ningún valor performativo.
bitrario del deseo, y actúa sin mu- Mediante ese procedimiento, au-
cha dilación. torizado por el acto del analista, el
El neurótico en cambio no sabe, psicoanálisis reemplaza el umbral
no puede, o no quiere servirse de de la angustia por una suerte de za-
esa brújula. La angustia indica una guán con dos puertas, una de entra-
da y otra de salida, o viceversa. Entre Heidegger, miedo del caballo u otros
ambas puertas, la elaboración analí- objetos que son meros sustitutos,
tica aprovecha esa pendiente natural representaciones u objetos simbó-
de las neurosis a sustituir la angustia licos, objetos de lenguaje, no muy
por un síntoma que en cierto sentido reales. “Los enfermos no saben de-
es su equivalente 2. cir qué es eso ante lo cual se angus-
El síntoma es entonces la nueva tian y, mediante una inequívoca ela-
bitácora, bien diferente de la angustia, boración secundaria, lo enlazan con
no señala ningún pasaje decisorio e las fobias que tienen más a mano”,
irreversible al acto, más bien una va- escribe Freud en su 15ª conferencia
cilación, un ir y venir, una coexistencia introductoria. El objeto de la angus-
de opciones contradictorias que im- tia, en cambio, no es ningún objeto
plican un desgarramiento sin pérdida intramundano, podemos decir con
– división en lugar de opción -. Heidegger, es el mundo como tal, es
La única ventaja del síntoma como ese marco ominoso de las cosas que
brújula, de la que saca provecho el vienen a nombrarse en lo cotidiano,
trabajo analítico, es que su estructu- es el cuerpo reducido al borde, pal-
ra puede desplegarse ampliamente pebral u otro, en el que encarnamos
en lo simbólico hasta finalmente pro- pulsionalmente el recuadro, la causa
porcionar, al término de la elaboración y el sostén del valor libidinal de los
analítica, un pasaje de lo simbólico a objetos enmarcados, los objetos que
lo real. Entre la puerta imaginaria de la supuestamente “valen”.
entrada en el análisis y la otra puerta, Para una genealogía rigurosa de
real, de su salida, el entramado analí- la noción de sujeto se podría partir
tico del síntoma interpone, inter-pro- de este hecho clínicamente consta-
pone la estructura de lo simbólico, la table: en la forma sujeto del ser ha-
elaboración por las sendas perdidas blante la división subjetiva reemplaza
del inconsciente, la exploración de a la elección.
Los afectos en psicoanálisis
sus aporías, hasta alcanzar la solu- Estamos tan acostumbrados al
ción de lo imposible: no hay más que modo $ del ser – el sujeto dividido,
el acto para salir de veras. moralmente desgarrado, quiere pero
Particularmente el síntoma fóbico no, le gusta pero le da asco - que a
como equivalente de angustia, des- veces creemos que es la única for-
plaza a ésta de su eje activo y le qui- ma de ser, que ser dividido es nues-
ta su carácter absoluto, de certeza, tra condición indeleble, nuestro úni-
de apronte y orientación inmediata co destino. Esa aquiescencia con la
hacia la acción. A veces lo primero cobardía moral nos permite una aco-
que encuentra un psicoanálisis, por modación neurótica, perversa o psi-
ejemplo en las coordenadas preca- cótica a las coordenadas del discur-
rias del mundillo del pequeño Hans, so imperante. Puede ser una docili-
es la degradación de la angustia en dad favorecida por la asistencia psi-
miedo, miedo que nombra objetos coanalítica, para el caso en que el
“intramundanos” en la expresión de psicoanálisis mismo se torne una es-
pecie de ideología y sostén indefini- cuerpo del Otro, cómo sacrifica su
do de la división subjetiva, ideología ser en favor de una ilusión. Si bien
en la cual las elecciones se presen- es inconscientemente elaborada me-
tan siempre como forzadas, aliena- diante “mecanismo psíquico” en los
das, como si no hubiera verdaderas términos freudianos, es una angus-
elecciones en las que todo se juega, tia que extravía, que no orienta hacia
como si el registro de la angustia, de lo real. Ser el falo es una afectación
la posibilidad de la pérdida y del duelo del ser que acomoda al sujeto en un
no implicara lo que la acción conlleva compromiso estéril, y lo deja sujeto…
de separación saludable, incluso sal- a castración: pesa sobre él la ame-
vadora, para una vida deseante. naza de dejar de ser ese falo que en
El miedo va tomando durante el verdad nunca fue sino por identifica-
análisis del neurótico la forma de una ción. La angustia de castración es un
angustia degradada, parcial, especi- miedo estéril.
ficada por Freud como de castración Es verdad que conforme avanza
en el varón y de envidia del pene en el análisis el neurótico experimenta
la mujer. Freud la considera un lími- una angustia de castración crecien-
te para el análisis. Un límite precario te, pero eso solamente puede ser un
sin dudas, por tratarse de formas de problema para la dirección de la cura,
la angustia que no conducen a nada, dice Lacan, en el marco de una pro-
que no señalan nada que pueda tra- mesa de restitución del falo, es decir
ducirse en acto, que no permiten una sobre el fondo de una ideología de
terminación del análisis éticamente in- consumación genital del analista que
teresante, sino una suerte de cobar- se ubica como garante de la existen-
día final insuperable. cia de la relación sexual. Sólo en esas
Por eso Lacan lee la angustia de condiciones la angustia de castración
castración de otro modo, separan- puede constituir en el análisis un pro-
do un término del otro. Por un lado blema sin solución.
la castración, esa afectación simbóli- La angustia a secas, en cambio,
ca del pene que vuelve “falo” a un ór- es otra cosa. Es la sensación del su-
gano entre otros, y correlativamente jeto ante coordenadas reales conver-
“priva” del mismo órgano a las muje- gentes: el deseo del Otro que no re-
res. Desde esta perspectiva el falo es conoce al sujeto en sus insignias, en
la castración, es la diferencia sexual su investidura narcisista, en sus más-
considerada desde la perspectiva tra- caras de fantasía, en su seducción
dicional del tener o no tener. No ha- masoquista de víctima, de lo que él es
bría por eso nada que temer, si no como efecto de su división subjetiva.
fuese porque el neurótico se identifi- No lo reconoce en sus compromisos,
ca con la “solución” de esa diferen- en la supuesta virtud de su desgarra-
cia, con el falo del que la mujer-ma- miento culpable por no elegir en tér-
dre está “privada”. El pequeño Hans minos realistas. Y es justamente por
ejemplifica cómo el sujeto identifica no reconocerlo en el confort gris del
su ser con el órgano ausente en el compromiso, que lo convoca como
ser pulsional, como ser hablante ca- ser sensible a la angustia. Ser sen-
paz de gozar separadamente. Las sible a la angustia, advertir sus ma-
coordenadas de la angustia son en- nifestaciones mínimas, encontrar en
tonces la apertura del deseo, y la cau- ellas una certeza que concierne al ser
sa que éste encuentra en el ser pul- ante coordenadas en las que existe
sional, que es el núcleo gozante del una apertura, una posibilidad de ele-
ser hablante. gir, para eso podría preparar un psi-
En síntesis: la castración no tiene coanálisis que diese rienda suelta a
solución, y lo que no tiene solución, sus consecuencias.
dice Russell, no constituye un verda-
dero problema. Se trata entonces de
analizar la identificación del sujeto al
falo, el objeto de una pulsión inexis-
tente, la pulsión genital, para restituir
la angustia a sus fuentes pulsiones
que sí existen y que, a falta de obje-
to, se satisfacen en la reducción del
ser al ser causa de deseo.
Podemos concebir el psicoanáli-
sis entonces como una suerte de acto
vestibular, acto subsidiado, todavía
no del todo acto. Como la angustia,
un análisis es una suerte de pre-ac-
to. La destitución subjetiva es carac-
terística del acto, pero Colette Soler
afirma con razón que está ya en la
angustia, que es pre-acto. El psicoa-
nálisis es entonces una angustia sub-
Los afectos en psicoanálisis
jetivada, una angustia que se elabo-
ra mediante sus equivalentes indeci-
sos; una angustia de transferencia, un
tiempo de elaboración entre angustia
y síntoma, entre síntoma y acto.
La segunda puerta, de salida o de
entrada, depende adónde quiera uno
ir, es la puerta conclusiva; se terminó
el análisis, ya no hay acto subsidiado,
ya no es pre-acto, el analista acom-
pañó al analizante hasta esa segunda
puerta, que es la del acto a secas, y
ahora es su turno. Esa puerta, la se-
gunda, es realmente la primera, el za-
guán ya no representa nada para un
Referencias bibliográficas Notas

Frances, A. et al. (American Psychiatric 1. Leemos en el DSM-IV: “A Panic Attack


Association) DSM IV. is not a codable disorder. Code the
specific diagnosis in which the panic
Freud, S., “Sobre la justificación de se-
attack occurs”.
parar de la neurastenia un
determinado síndrome en 2. La habilidad del analista puede en cier-
calidad de ‘neurosis de tos casos permitir también al psicóti-
angustia’”. co o al perverso sintomático realizar
un recorrido analítico.
Freud, S., “Inhibición, síntoma y angus-
tia”.
Freud, S., “Conferencia 25. La angus-
tia”.
Freud, S., Conferencia 32. Angustia y vida
pulsional”.
Heidegger, M., Ser y tiempo.
Kierkegaard, S., El concepto de la an-
gustia.
Kramer, P., Escuchando al Prozac, Seix
Barral, 1994.
Lacan, J., “El Seminario 6. El deseo y su
interpretación”.
Lacan, J., El Seminario 10. La angustia.
Lacan, J., El Seminario 20. Aún.
Lombardi, G., “Predeterminación y liber-
tad electiva”.
Sartre, J. P., El existencialismo es un hu-
manismo.
Soler, C., “Declinación de la angustia se-
gún las estructuras clíni-
cas y los discursos”. En
¿Qué se espera del psi-
coanálisis y del psicoana-
lista?, Letra Viva, Buenos
Aires, 2007.
El psicoanalista, su formación
RECTIFICACIÓN Y
DESTITUCIÓN DEL SUJETO
Dos formas del ser discernidas
por el psicoanálisis

›Gabriel Lombardi

Se ha extendido en el ámbito psi- en las circunstancias que llevaron al


coanalítico la expresión “rectificación desencadenamiento reciente de sus
subjetiva” que alguna vez empleó síntomas histéricos. De la inocencia
Jacques Lacan, posiblemente en un reivindicativa con que se presentaba
único texto1. Algunos excesos dema- inicialmente pasa a la confesión de
siado frecuentes en su aplicación in- su complicidad en la actualización
vitan a revisar las condiciones en que de sus síntomas3. Pero no acepta la
el sujeto en cuestión –el candidato a invitación analítica declarando su im-
analizante– sería rectificable, porque plicación con responsabilidad plena
a menudo encontramos las siguientes sino, más modestamente, cumplien-
coordenadas, que recuerdan circuns- do con la regla analítica, aportando
tancias ya gastadas: el analista quie- asociaciones que evidencian la di-
re que el paciente rectifique su posi- visión que su síntoma conlleva –ese

El psicoanalista, su formación
ción, y él, el sujeto, no quiere2. contrasentido característico de subir-
Desde los comienzos del psicoa- se la pollera con una mano y bajárse-
nálisis Freud señaló la ventaja de que la con la otra–.
el neurótico modifique su postura res- Lacan designa como rectificación
pecto de su padecimiento, que ad- subjetiva ese viraje en el que el suje-
mita alguna participación suya en el to cambia de perspectiva sobre algo
estado de cosas en que se encuen- real y concreto de su síntoma: su par-
tra. Detrás de los reproches dirigi- ticipación en el mismo. La denomina-
dos a otras personas suelen escon- ción es más bien irónica en el con-
derse autorreproches, sugiere Freud texto en que la introduce, justamente
a su paciente Dora, y ella se pliega, en ocasión de criticar una vez más, y
sus asociaciones posteriores mues- con la vehemencia de siempre, los in-
tran que acepta la invitación, que tentos de normalización imaginaria y
consiente en jugar el juego relatan- de maduración a la fuerza promovi-
do su colaboración bastante activa dos por otras corrientes del psicoa-
nálisis; en la orientación que él pro- cente a toda prueba; el odontólogo
pone se trata por el contrario de libe- Barreda, buen hombre, elimina a va-
rar el sentido en el discurso, de dar rias mujeres de su familia sin sentir-
al método freudiano de la asociación se culpable, considerando que ellas
libre toda la vigencia posible. Allí es lo forzaron a ese pasaje al acto, que
donde las escuelas se separan, había fue su única salida de la realidad in-
afirmado en un contexto similar4. La tolerable e indigna –¡antes la prisión!–
posición del neurótico de todos mo- que ellas le imponían. Pero también el
dos no podría dejar de ser ambigua, neurótico, obsesivo o histérico, sue-
nunca totalmente pasiva, claro, pero le no admitir su participación incons-
tampoco resueltamente activa, de lo ciente en la causación del síntoma,
contrario no habría síntoma5, no ha- a pesar de los empeños del candi-
bría neurosis. dato a analista que le repite, con voz
División del sujeto entonces, grave o chillona, pero no indiferente:
como habrá siempre que el síntoma ¡hacete cargo!
esté activo, como debe estarlo en Llegado a este punto conviene re-
un análisis. Y la consecuencia moral pasar los manuales, recordar en pri-
de ese estado del ser, el ser sujeto, mer lugar que una interpretación re-
es la siguiente: la sola presencia del petida ya probó su fracaso; y tam-
síntoma implica que, alternada o si- bién que lo que se busca en el análi-
multáneamente, en lugar de respon- sis no es la aquiescencia del yo, siem-
sabilidad hay culpabilidad e inocen- pre engañosa, siempre denegatoria,
cia combinadas. Freud descubrió que aun con las mejores intenciones. Pero
el sentimiento inconsciente de culpa sobre todo debemos tener presente
es perfectamente compatible con la que, incluso el neurótico, por ser ha-
conciencia libre de problemas mora- blante de lenguas equívocas, es un
les, sea que ésta se considere cas- ser electivo, que en algún rincón de
ta o depravada. Y viceversa, que la su estructura escindida se reserva el
conciencia manifiesta de culpabilidad derecho a optar, y que en particular
puede encubrir una forma larvada de puede elegir no rectificarse en nada,
la inocencia, en la que las declama- no así, no ahora. Tal vez en otra opor-
ciones de culpabilidad están al servi- tunidad, tal vez si intervenís de un
cio del autocastigo y de martirizar al modo que me interese, que me sor-
otro6. No conviene al analista dar de- prenda, que me seduzca.
masiado crédito a las declaraciones Por tal motivo vemos a menudo al
del analizante de tipo “por mi culpa, analista, aun si se reclama de una for-
por mi grandísima culpa”. mación lacaniana, dar cachetazos in-
Por otra parte, es un hecho que terpretativos a su paciente tratando de
se constata con frecuencia crecien- convencerlo sobre su responsabilidad
te, no todos los pacientes se dejan en el asunto. El lacaniano ha dejado
seducir rápidamente por la interven- de serlo, ha recaído en el eje imagina-
ción rectificativa, y algunos nunca. El rio que arruina el vínculo analítico, y el
paranoico es en eso un ejemplo, ino- paciente se impacienta, y no da brazo

Aun l 38
a torcer, y con razón, porque la recti- cientes que sólo muestran su pade-
ficación subjetiva de la que habla La- cer a la manera de un actuar acéfa-
can no puede ser una rectificación a lo, de una verdad sin sujeto que dice
la fuerza. No basta entonces con que al analista: antes de que yo rectifique
el analista sepa que algo ha de suce- nada, fíjate desde qué posición me
der en el horizonte de la dirección de haces tu oferta terapéutica.
la cura, es preciso además permitir ese Como no soy sociólogo sino psi-
tiempo que el analizante necesita para coanalista no me satisface conside-
descubrir cosas por su propia cuenta, rar solamente que el rechazo del in-
y para resolverse a entregar su sínto- consciente depende de los efectos
ma. Comentando el estadio del espe- del sistema capitalista; como ana-
jo de su colega francés, Donald Winni- lista me pregunto siempre qué par-
cott señala que una interpretación pre- te me toca en el rechazo de la inter-
matura aniquila la creatividad del anali- pretación con que a menudo me en-
zante y contraría el proceso que él lla- cuentro. Antes de pretender rectificar
ma de maduración analítica. Es posi- a mi paciente, pero sobre todo des-
ble que a muchos lacanianos no nos pués de fracasar en el intento, me
sepa bien el término “maduración”, pregunto si no debiera acomodar la
pero debemos admitir de todos mo- oreja de otra manera, despegada de
dos que algunas intervenciones son la posición tristona del universitario
prematuras, forzadas entonces, y en que repite en la cena de fin de año:
consecuencia ineficaces como inter- alumnos eran los de antes.
pretación liberadora. Es verdad que los pacientes de
La creatividad inherente a la liber- antes, los de Freud, los del siglo XX,
tad asociativa que propicia el método parecían mejores que los actuales;
freudiano es un valor inclaudicable en les llamamos actuales justamente a
el trabajo analítico. Ella dice que co- los que no se comportan como aque-

El psicoanalista, su formación
rresponde al analizante decidir, y ge- llos que entregaban más fácilmente
neralmente sin el consentimiento del si no su angustia, al menos su sínto-
yo, si la intervención de su psicoa- ma; pero ¿no debiéramos preguntar-
nalista facilita la apertura de nuevos nos en qué medida eso depende de
estratos asociativos, una luz nueva, la debilidad de nuestra escucha, que
un modo diferente de soltar y sentir tal vez resulte poco renovadora, poco
el lenguaje y el cuerpo en el proce- iluminante de las coyunturas actuales
so de la cura. de ese ser que nos consulta para ha-
Los empeños de rectificación a la blarnos de sí? Nosotros sabemos re-
fuerza encuentran de hecho una me- conocer la histeria de antaño, la que
recida respuesta en algunas modali- Freud y Lacan nos explicaron, ¿pero
dades clínicas de la época: pacien- sabemos advertir los síntomas suti-
tes que desde el comienzo se niegan les, poco notorios al comienzo, en los
a entregar su síntoma, ya que entre- que resiste hoy en día el ser del suje-
garlo llevaría rápidamente a eviden- to del inconsciente, incluso en aque-
ciar alguna relación con la causa, pa- llos mismos tipos clínicos?

Aun l 39
Heidegger recuerda el dictum de herentes, contradictorias, sorpren-
Heráclito, la physis ama ocultarse, dentes, indicadoras de una apertura
¿por qué el neurótico, que prefiere del inconsciente; durante el tiempo
el perfil bajo, el fading, el desvane- del análisis, el deseo del analista es-
cimiento de la voz, el resguardo del pera que el sujeto revele ese correla-
nombre propio, procedería de otro to moral del síntoma que es el senti-
modo? ¿Por qué debería decir ¡pre- miento inconsciente de culpa, que en
sente! tan rápidamente en un mun- los momentos de lucidez aflora en el
do que se le presenta como colec- analizante como en Desdémona, di-
ción de objetos útiles? ¿Por qué ha- ciendo “percibo deberes divididos”7
bría de volverse útil para la conclusión (7); lo cual no es todavía responsabi-
rápida y eficiente del tratamiento que lidad, es dilema y compromiso moral,
imagina su terapeuta? es división en lugar de resolución.
Por eso el primer movimiento del
análisis no consiste exactamente en
¿Implicación o “implicar” al sujeto, sino más bien en
desimplicación? quebrantar su implicación en la con-
ducta sintomática, en romper la ego-
¿Y cómo se convoca entonces en sintonía de la neurosis; no “que se
el tratamiento analítico al sujeto anali- haga cargo” entonces, sino que ex-
zante, esa forma del ser hablante que perimente más bien lo contrario, la
no es yo? ¿Cómo logramos que se ajenidad, la extrañeza del síntoma.
haga presente cuando una experien- Así lo explica Lacan una y otra vez,
cia de años le ha enseñado las ven- por ejemplo en su seminario sobre
tajas de proceder como la physis de la angustia:
Heráclito, ocultándose, disimulando Para que el síntoma salga del es-
su división, plegándose a los empe- tado de enigma aún informulado, el
ños integradores del yo? paso que hay que dar no es que se
Si la respuesta a la interpretación formule, es que en el sujeto se esboce
tiene el aspecto de una responsabi- algo que le sugiera que hay una cau-
lización rápida, ¡atención!, el efecto sa para eso. Allí tenemos la dimen-
puede haber sido más bien un refuer- sión original, cuando la causa es cap-
zo moral del yo. Tal intervención so- turada bajo la forma del fenómeno. Es
lamente ha propiciado un incremen- únicamente por esa vía que la impli-
to de la represión, lo cual no es un cación del sujeto en su conducta se
resultado propiamente analítico. Su- rompe, y esa ruptura es el comple-
pongamos que el yo diga, como suele mento necesario para que el síntoma
ocurrir: “sí, me hago cargo, ahora soy sea abordable por nosotros8.
consciente de mi responsabilidad en El primer paso en esta dirección
el asunto”, ese insight puede confor- es que el sujeto advierta lo que es el
mar al terapeuta, pero no al analista, síntoma: un padecimiento opaco, un
que no espera coherencia yoica sino pensamiento que le ordena compul-
todo lo contrario, asociaciones inco- sivamente “tienes que devolver 3,80

Aun l 40
coronas al teniente primero A.”, un tonces como un incurable capaz de
misterioso nudo histérico en la gar- derrumbar al sujeto supuesto saber
ganta que le impide hablar o comer. en una caída que puede ser conclu-
La dimensión de la causa se plan- yente, abrir otras opciones.
tea entonces no como una cuestión El acto analítico mientras tanto ha
abstracta, sino manifiesta: ¡por algo involucrado al sujeto bajo sospecha,
será!, esto que me pasa es síntoma al culpable inconsciente que no ter-
de alguna causa, que me concierne. mina de hacerse cargo, de un modo
Al mismo tiempo esa opacidad expre- curioso: mientras dura el tratamiento
sa el ser del sujeto en tanto manifiesta él no es del todo responsable porque
su estructura dividida, la de un suje- está dividido, y la causa de su divi-
to que no se reconoce en lo que co- sión, la causa actualizada en el aná-
noce de sí. ¿Qué es este tubito en la lisis, es… el analista.
garganta que a veces me impide co-
mer y otras me impide hablar?, dice
mi histérica. Una condición para toda
Aludo aquí a una definición laca- rectificación verdadera
niana del síntoma: es lo que el suje-
to conoce de sí, sin reconocerse en Esta situación requiere la noción
ello. La interpretación que orienta en de acto psicoanalítico con la cual La-
el sentido del análisis lleva al analizan- can profundiza en 1967 su concep-
te a decir, como Rodrigo en la novela ción de la dirección de la cura10; en
de Clarice Lispector: discúlpeme, voy síntesis, ella dice que una verdade-
a seguir hablando de mí, que soy mi ra invitación al análisis exige, antes
desconocido, y que por analizarme que la rectificación subjetiva del pa-
me encuentro monstruoso, me en- ciente, una destitución subjetiva del
cuentro incompleto9. analista.

El psicoanalista, su formación
El síntoma es nuestra parte que En los años 60 Lacan ya había elu-
no sólo se rehúsa a funcionar correc- cidado la transferencia como el des-
tamente, sino que además se niega pliegue, en el marco del análisis, de
a expresarse en términos compren- la no intersubjetividad. La noción de
sibles desde el Otro en el que usual- sujeto supuesto saber con que ca-
mente nos reconocemos. Y si el ana- racteriza la transferencia es ni más
lista sólo puede interpretar el síntoma, ni menos que un efecto del método
es porque no puede conocerlo obje- freudiano, leído del siguiente modo:
tivamente, ni tampoco llegar a un sa- en ese método el significante repre-
ber exhaustivo sobre él: el síntoma es senta al sujeto para otro significante
esa verdad sólida y opaca que resiste – y no para otro sujeto -. Este “y no
al saber integrado en el Otro. Resis- para otro sujeto” es decisivo. El psi-
te al comienzo, a veces cede durante coanálisis se evidencia allí como un
un tiempo pero luego revive durante lazo social que admite e incluso pro-
el tratamiento, y resistirá hasta el final mueve la incompatibilidad de la co-
del psicoanálisis, para afirmarse en- existencia simultánea de dos suje-

Aun l 41
tos. Preparado por su propio análisis, mente y fuerte11. ¡Cuánto se desco-
el analista, para serlo, ha de admitir noce esto “actualmente”!
no ser sujeto sin por ello aniquilarse Esta destitución, ese ser des-
como ser hablante ni como desean- alienado que se singulariza y se re-
te. En tanto partenaire que promue- suelve en cada encuentro verdadero
ve el desarrollo de la transferencia, con un analizante, no es algo adqui-
acepta ser tomado como significan- rido de una vez y para siempre, sólo
te, como objeto, como causa, resig- puede ser en acto, y como tal ha de
nando la posición de sujeto. No siem- renovarse cada vez. Lo cual es ética-
pre advertirá que esto es así, pero al- mente deseable, ya que un verdadero
gunos pacientes son muy rigurosos analizante no toleraría como analista
en sus posiciones transferenciales a alguien tan asentado en su posición
y le recordarán esta exigencia de la que no necesite ya moverse de allí.
transferencia: particularmente psicó- Ha de ser entonces una destitución,
ticos, perversos, y también muchos incluso si ya experimentada, produ-
neuróticos de los “actuales”, neuró- cida cada vez en el encuentro con tal
ticos no clásicos. analizante en particular.
Esto quiere decir entre otras cosas Es lo que éste en el fondo siempre
que el analista no puede presentar- espera, aunque en algunos casos no
se sintomático al modo de una ami- espera nada, sino que exige radical
ga histérica que responde a su amiga e inmediatamente tal destitución. En
histérica, a mí me pasa lo mismo, o a esos casos es claramente el analista
mí en cambio me pasa…; no todo el quien primero deberá dar pruebas: y
tiempo al menos, si algo le ha ense- la primera de tales pruebas se juga-
ñado su propio análisis, es lo desti- rá en las consecuencias inmediatas
tuyente que resulta asumir la respon- de su interpretación, por poco que
sabilidad cabal y plena que supone, sea eficaz. El analista es libre de ha-
no “ser analista” – que parece un títu- cerla a título de sujeto, de sujeto del
lo -, sino ser el analista de este ana- inconsciente de su lado, pero a con-
lizante en particular. dición de admitir las respuestas aso-
Esa destitución del sujeto de la ciativas transferenciales con que su
que Lacan habla como condición del paciente reaccione, respuestas que
análisis se distingue radicalmente de le recordarán: “ahora ya no sos suje-
un des-ser, o de una falta en ser, y to, soy yo el sujeto, soy yo la excep-
precisamente porque no se trata de ción, y si querés ser analista, serás
un ser representado; la destitución un significante cualquiera, en el me-
subjetiva permite ser fuera de los tí- jor de los casos un objeto, pero no
tulos, de las insignias, de los reco- un sujeto; la división, el padecimien-
nocimientos, es ser entre los signifi- to, el centro sufriente de la realidad
cantes, en la morada que reserva al está en mí.”
analista la actividad singular que se En los casos clásicos, como Dora
ha destinado. La destitución subje- o el Hombre de las ratas, no resul-
tiva es ser, enfatiza Lacan, singular- ta tan evidente que el paciente exi-

Aun l 42
ja tal destitución del analista; éste se que a decir; lo que se dice en ellos
ha instalado como tal en el momen- nos recuerda la definición lacaniana
to en que el paciente comienza su del acting out, “es verdad, pero no
juego asociativo divisorio, entre go- sujeto”. Buena parte de lo que más o
zoso y culpable; ha mostrado so- menos impropiamente llamamos “sín-
portar durante un tiempo las asocia- tomas actuales” tiene esta estructu-
ciones transferenciales que lo involu- ra, se muestra o se dice seguramen-
cran como objeto sin salir corriendo te con verdad, verdad para el Otro,
en el estilo de Breuer en su encuen- para cualquier Otro, pero sin que
tro con su paciente Anna O; pero el nada desimplique al sujeto del sínto-
análisis se interrumpe precisamen- ma como para que él pueda advertir-
te cuando los prejuicios del analis- lo en tanto tal, como para que se pro-
ta lo demoran demasiado tiempo en duzca en él ese efecto divisorio que
una posición de sujeto, obstaculizan- se necesita para que el psicoanálisis
do con ello el despliegue de la trans- comience y se sostenga como tal,
ferencia en el trabajo analítico. ¿Qué como análisis, como despliegue de
prejuicios?, por ejemplo que una chi- los enredos simbólicos del sujeto.
ca debería admitir como objeto al Sr. ¿Cómo convocar en este caso al
K que se le presente, que no debería sujeto?, ¿qué intervención puede fa-
interesarse tanto en otra mujer, y me- cilitar el pasaje de la transferencia sal-
nos aún en la señora K, que de todos vaje al síntoma de transferencia, sín-
modos debería elegir un objeto úni- toma integrado en una suposición de
co de amor hétero u homo, etcéte- saber especificada en un encuentro
ra. En estos casos clásicos, los aná- analítico en particular? Recordando,
lisis comienzan fácilmente y se man- como siempre que puedo, los tres
tienen durante un tiempo a condición aspectos de la intervención analíti-
de que el analista no insista demasia- ca que Lacan despliega en su tex-

El psicoanalista, su formación
do en interpretaciones basadas en to sobre la dirección de la cura, res-
sus prejuicios ­– como sujeto reprimi- pondo así,
do del discurso común, la forma ac-
tual del discurso del amo -, interpre- • en el plano de la transferencia,
taciones coaguladas que resultan en- cuando el paciente llega en posi-
tonces para el analizante dignas de ción de objeto, y no de sujeto di-
un rechazo capaz de romper el lazo vidido, es decir en posición de ac-
psicoanalítico. tuar y no de padecer, hay ya trans-
Actualmente los casos no siempre ferencia, pero transferencia salvaje,
responden como los clásicos, lo sa- transferencia que interroga al Otro
bemos bien, y en algunos lugares, en de cualquier discurso en el punto
algunos consultorios, los casos clási- en que no ha sabido dar jamás la
cos son poco frecuentes. Llegan pa- respuesta que conviene al ser ha-
cientes de difícil acceso12, según la blante, la respuesta que al menos
expresión de Betty Joseph, pacien- habilita como sujeto del síntoma
tes que parecen venir a mostrar más –ya que tampoco lo ha habilita-

Aun l 43
do en la realización de un acto sin De la sumatoria de ambos casos,
ambages -. el clásico y el no clásico, se deduce
• por lo tanto del plano de la inter- que la intervención preliminar al aná-
pretación tampoco hay mucho que lisis, y lo que hace posible su sos-
esperar, no hay interpretación que tén, es la destitución subjetiva del
la transferencia salvaje no malogre, analista.
salvo que esa intrusión subjetiva
del analista en que consiste la in-
terpretación permita pasar a otro Lacan al revés
plano, que es el decisivo,
• el plano del ser, que es el pla- Me opongo así a una concepción
no del acto analítico, es donde el del ser, que considero pseudolaca-
analista tiene la chance de hacer- niana, en la que la cosa resulta to-
se fuerte con su destitución de su- talmente determinada por sus impo-
jeto, es decir de quien puede ad- silibidades. Para el caso del ser ha-
mitir lo inadecuado de su inter- blante en tanto ser electivo, la dimen-
pretación, como cualquier otra, a sión del ser, incluso cuando parece
un sujeto que no está dispuesto a un permanecer, implica una decisión,
reconocer en nada la adecuación en ese caso la de permaneser. De allí
de la intervención del Otro. Win- el pathos orientador que nos inspira
nicott puede enseñarnos sobre el cuadripléjico cuya decisión de sa-
este tema, y es en su texto “On lir del horror de ese cuerpo depende
transference” en donde Lacan se enteramente de la bondad eutanáti-
inspira para dar fuerza y singula- ca del Otro.
ridad a su noción de destitución Hablando de responsabilidad, en-
en acto13 . cuentro en la doxa usual de los psi-
coanalistas lacanianos la siguiente
La interpretación puede ser mejor paradoja: al paciente que recién llega
o peor, exacta o inexacta, más próxi- se le exige que se haga cargo, y en
ma o más lejana del punto de encuen- cambio, en las consideraciones sobre
tro entre goce y deseo, pero en cual- el final del análisis se pone el acen-
quier caso, el paciente de difícil acce- to en las determinaciones inmodifica-
so no está dispuesto a reconocer su bles, en las imposibilidades, en lo que
eficacia, porque su objetivo primero, no se elige, más que en las posibilida-
que es el da la transferencia salvaje, des nuevas abiertas por el encuentro
es lograr la destitución del Otro como con tales límites. A menudo los laca-
sujeto. Sólo si el partenaire se avie- nianos tasan en muy poco la ganan-
ne, podrá ser que él pueda confiár- cia de libertad que aporta un psicoa-
sele un poco, y admitir entonces ante nálisis. Los psicoanalistas escribimos
él la extrañeza de la pulsión que inva- así nuestro propio libro gris: si un psi-
de su intimidad de sujeto, o confesar coanálisis no lleva al ser hablante a la
la culpabilidad inconsciente de la que posibilidad de revisar algunas decisio-
él mismo no tiene memoria. nes fundamentales, reestructurantes

Aun l 44
de su ser, emprendió una aventura sis, puede redundar en una ganancia
larga, costosa y mediocre. de ser en el analizado, y cuando digo
Lo que me interesa promover es ser, digo ser en acto, digo elección,
precisamente lo contrario, que en lu- digo ejercicio de esa aptitud que ca-
gar de responsabilizar prematura- racteriza al ser hablante de lenguas
mente al paciente, pongamos sobre equívocas.
el tapete qué ha tenido de liberador la
terminación de un análisis – además
de permitir al analizante liberarse del Sujeto y ser hablante. Dos
analista -. Creo que en este despla- formas del ser discernidas
zamiento se juega el mensaje ético por el psicoanálisis
y práctico del giro lacaniano del psi-
coanálisis, el que funda el acto analí- Para advertir mejor de qué se tra-
tico mismo en una elección. ta en la intervención que hace posi-
Para investigar esto último, La- ble un análisis, destaco entonces dos
can propuso otro dispositivo, dife- formas del ser hablante discernidas
rente del freudiano, el del pase, espe- por el psicoanálisis. Ambas se apo-
rando averiguar algo sobre las elec- yan en un rasgo que diferencia radi-
ciones del final del análisis, y particu- calmente a este ser de un ente pro-
larmente aquellas que se apoyan en gramable: la aptitud para elegir14. Esa
los efectos didácticos del tratamien- aptitud es tan importante, que todo lo
to, los efectos que hacen posible la demás, incluyendo los “mecanismos”
asunción de una vocación nueva o de la neurosis, la perversión o la psi-
previa, pero que en cualquier caso cosis, resultan para nosotros, como
ha de renovarse cada vez que se re- para Freud, secundarios, en la me-
cibe a un paciente. dida en que son ya el resultado de la
Es verdad que en el final del análi- toma de posición de un ser que, por

El psicoanalista, su formación
sis se encuentran imposibilidades, lo su intervención en un momento elec-
incurable, el síntoma, el fracaso del tivo estructurante, queda escindido
Otro como intérprete, etcétera, se en- entre pulsión y defensa15.
cuentra en suma la castración, pero La primera de esas dos formas de
la castración no es un dato solamen- ser es la que el psicoanalista encuen-
te negativo, la doctrina psicoanalítica tra en el comienzo verdadero del aná-
dice que es un contrafuerte para el lisis, es el síntoma, “ser del sujeto” se-
deseo y para los goces efectivamente gún Lacan16. La emergencia de esta
asequibles, que es un punto de apo- forma del ser es el analizante como
yo para el acto, para salir de la fanta- subjectum, como soporte de la cura
sía en la que el neurótico, el perverso analítica que se expresa en los si-
y el psicótico demoran la realización guientes planos:
de sus actos más interesantes.
Lo que la castración ha eviden- • Epistémico: hay conocimiento de
ciado como falta de saber y falta de esa división, hay conocimiento del
ser en el Otro en el final de un análi- síntoma, pero por fuera del regis-

Aun l 45
tro del reconocimiento. Recorde- de culpabilidad inocente, culpabi-
mos la definición lacaniana de sín- lidad inconsciente que el yo des-
toma: es lo que el sujeto conoce de conoce, o culpabilidad vacía del yo
sí, sin reconocerse en ello. aislada de sus raíces inconscien-
• Patológico: es esa división mis- tes; en cualquier caso sin llegar al
ma lo que estructura y mantiene narcisismo culpable y resuelto del
la posición sufriente del analizan- melancólico tan bien descripto por
te mientras dura el análisis. Esta Freud, que es del orden del pasaje
forma de ser, cuando se manifies- al acto, soy tan culpable que ni tú
ta clínicamente, incluye la “rectifi- ni nadie me interesa en nada.
cación” deseada por el analista, la
que opera la barra de su división, En síntesis, la verdadera carencia
y su relación con la elección es la revelada por el síntoma es la irreso-
irresolución. Los nombres de esta lución, la falta de un ser que elige no
forma de ser varían en Freud, sín- elegir, que para hacerlo se extraña del
toma, escisión de la personalidad tiempo, en el estilo de un “no toda-
psíquica, pero también conflicto y vía”, simulando que no pierde ningu-
solución de compromiso. na opción, porque tampoco apuesta.
• Ontológico: el síntoma como “ser La connotación ética de esta forma
del sujeto” puede ser ignorado por de ser no es la responsabilidad, más
egosintonía, pero en sus formas bien la cobardía moral. Decirle “hace-
clínicas más virulentas y más ase- te cargo” es apelar a la cobertura yoi-
quibles al análisis es más bien un ca del titubeo fundamental, de los de-
exceso parcial, si puedo decir, un beres divididos que condicionan los
exceso incompleto, que en con- diferentes tipos clínicos del síntoma,
junto da la sensación de una falta, y que son particularmente nítidos en
de una carencia de ser, una reali- las neurosis.
zación ectópica. La otra forma de ser discernida
• Ético: lo que esperamos que se por el psicoanálisis es el ser en acto,
haga presente en el comienzo del que como la ousía aristotélica es un
análisis, y durante el análisis, como impredicable, no está en un sujeto ni
“motor de la cura”, expresión de puede afirmarse de ningún sujeto, y
Freud, es esa vacilación pulsio- por eso se realiza como destitución
nante del ser capaz de elección subjetiva. Implica una salida de la re-
a la que llamamos síntoma; espe- presentación y por lo mismo puede
ramos del analizante que ponga a constituir un acceso a la presencia,
trabajar su división, que la cásca- tan requerida en el acto del psicoa-
ra yoica no nos oculte la escisión nalista – un acto que suele consistir
moral en que se apoya su neuro- en no mucho más que eso, en la pa-
sis; esa división del sujeto implica rousía del oyente -. Sin embargo, la
que no hay responsabilidad plena, posición del analista no es de ningu-
unívoca, sino dilema moral, oxímo- na manera el único ejemplo de desti-
ron de la conciencia, una suerte tución subjetiva y de hecho no todos

Aun l 46
los ejemplos que da Lacan están re- nificante del sueño, contrastando la
feridos al acto analítico. posición del analizante – el soñante
La relación entre una y otra for- dubitativo en este caso – con la del
ma de ser en el vínculo analítico es analista: “en el análisis de un sueño
peculiar y extremadamente curiosa. exijo que se abandone toda la escala
El analista, destitución subjetiva me- de apreciaciones de la certidumbre, y
diante, se hace causa de la división, a la más leve posibilidad de que algo
dicho de otro modo, de la irresolución haya sucedido lo trato como una cer-
del analizante. Pero en la cura que el teza plena”17.
analista promueve no podría él deci-
dir por su analizante, ya no sería la Buenos Aires, marzo de 2009.
decisión de éste, y la estructura del
acto psicoanalítico resultaría esca-
moteada. Los intentos de solucionar
la división del analizante mediante al-
gún consejo, alguna toma de partido
entre sus partes divididas no puede
sino resultar un fiasco, como siem-
pre que en un psicoanálisis se reem-
plaza de manera sostenida su orien-
tación propia por un procedimiento
sugestivo.
Si bien el psicoanálisis consiste en
un reconocimiento de determinacio-
nes ya producidas e inmodificables,
justamente porque un análisis consis-
te en un método que apuesta a la li-

El psicoanalista, su formación
bertad electiva que aún queda en un
marco estructural elástico, lo que es-
peramos como su resultado genuino
no es un reforzamiento de la falta de
ser, sino una ganancia de ser, en acto,
un acceso a otro ininterpretable que
ya no es el del síntoma: el acto.
Estas son las razones por las que
afirmo que antes que la rectificación
subjetiva del analizante, está la des-
titución subjetiva del analista, cuyo
acto es certeza, que invita a salir de
la irresolución. A modo de broche fi-
nal recuerdo los términos premonito-
rios en que Freud planteó la relación
del ser hablante con el contenido sig-

Aun l 47
Notas

1. En el segundo capítulo de La dirección rección de la cura y los principios de


de la cura y los principios de su po- su poder” había sido redactado a fi-
der, en Escritos II, Siglo XXI, Buenos nes de la década del 50.
Aires, 1975, pp. 565-626. 11. Jacques Lacan, Discours à l’Éco-
2. El presente trabajo se inscribe en el le freudienne de Paris, Autres Écrits,
marco del proyecto P039 de la pro- Seuil, Paris, 2001, p.273.
gramación 2008-10 de UBACyT. 12. Betty Joseph, “The patient who is dif-
3. Este caso de Freud ya fue comentado ficult to reach”, en P. L. Giovacchini
por Lacan en “Intervención sobre la (Ed.), Tactics and techniques in psy-
transferencia”, en Escritos I, Siglo XXI, choanalytic therapy, Ap.6.
Buenos Aires, 1985, pp. 204-15. 13. En su Discours à l’EFP, en la página
4. En la clase del 22 de junio de 1955, 275 de los Autres Écrits, Lacan cita
correspondiente a su Seminario so- este texto de Winnicott, que hemos
bre El Yo en la teoría de Freud y en la traducido y publicado bajo el título
técnica psicoanalítica. “Acerca de la transferencia” en Ho-
jas Clínicas 2008, JVE, Buenos Ai-
5. El síntoma es en este sentido un des- res, pp. 109-116.
conocimiento de la voz media, que es
la del acto, cf. Émile Benveniste, “Actif 14. Para desarrollar este punto me he
et moyen dans le verbe”, Problèmes apoyado en los desarrollos de Turing
de linguistique générale I, Galliard, Pa- en Clínica y lógica de la autorreferen-
ris, 1966, pp. 168-175. cia, Letra Viva, Buenos Aires, 2008.

6. Klagen sind Anklagen, las quejas so- 15. He desarrollado este punto en “Prede-
bre sí mismo son en verdad repro- terminación y libertad electiva”, Revis-
ches dirigidos al otro, advierte Freud ta Universitaria de Psicoanálisis, UBA,
respecto de la supuesta culpabilidad Buenos Aires, 2008.
declamada por el melancólico. “Trauer 16. Jacques Lacan, “Problèmes cruciaux
und Melancholie”, Psychologie des pour la psychanalyse”, Autres Écrits,
Unbewussten, Studienausgabe, vol. Seuil, Paris, 2001, p.201.
II, Fischer Verlag, Frankfurt am Main,
1975, p.202. 17.S. Freud, “Interpretación de los sue-
ños”, Obras Completas, Vol.5, Amo-
7. Shakespeare, Otello, acto I, escena 3: rrortu, Buenos Aires, 1975, p. 511.
“My noble father, I do perceive here a
divided duty…”.
8. Jacques Lacan, Seminario L’angoisse,
clase del 12 de junio de 1963.
9. Clarice Lispector, La hora de la estrella,
Siruela, Madrid, 2008, p.17.
10. Jacques Lacan en su famosa “Propo-
sición del 9 de octubre de 1967 sobre
el psicoanalista de la Escuela”. “La di-

Aun l 48
LO QUE NO
SE ELIGE1

›Colette Soler

¿Qué se elige? La vida, claro. Ya vilegio exclusivo del melancólico; el


que uno siempre puede suicidarse y mé phunai, ¡no haber nacido!, mal-
optar por la muerte en acto. Es ver- dición sobre la vida de algunos suje-
dad incluso para aquellos que no tos; la destructividad del deseo y de
aman la vida como se dice, que no las pulsiones respecto de los equili-
saben gozar de ella, y que la denun- brios del bienestar. Sobre este pun-
cian. to alguien que conocía un poco de
La elección de la muerte es más esta destructividad, el poeta francés
compleja, pues el hecho de no elegir Verlaine, pudo decir: “La vida simple
el suicido no la excluye por completo. y tranquila es obra de la elección…”.
Pero es necesario distinguir allí lo que Evidentemente él soñaba con lo que
es genérico de lo que depende de las él hubiese sido incapaz de soportar.
opciones subjetivas. Llamo genérico a Y también las repeticiones, a menu-

El psicoanalista, su formación
lo que no debe ser elegido, lo que más do actualizadas en la transferencia,
bien ya los ha elegido, con la entrada y esta fijación a lo más doloroso de
de ustedes en el lenguaje: la muerte las experiencias del sujeto, como si la
actualizada en el símbolo como Lacan identidad de cada uno permaneciera
se expresaba al comienzo, con todos anclada en lo peor, como si las expe-
los efectos a la vez de irrealización y riencias más desastrosas y a menu-
de pérdida vital que hacen a la con- do la de los antecesores, los padres,
dición del ser hablante. No es lo que fueran y permanecieran constituyen-
nos interesa aquí. tes del sentimiento de sí. En síntesis,
En materia de elección, el psicoa- el goce mórbido de la desdicha es
nálisis debe hacer un relevamiento de para los hablantes una compañía fa-
las formas activas de la intrusión lar- miliar. Paso. La noción de pulsión de
vada de la muerte en la vida, mucho muerte bajo la cual Freud ha reagru-
más frecuente que el cenit del acto pado todos los fenómenos heterogé-
suicida: el dolor de existir no es el pri- neos es ciertamente, como Lacan lo
mostró, conceptualmente falaz, pero en tanto que sexuado. El anti-natu-
lo que ella subsume realmente exis- ralismo de estas fórmulas es paten-
te. Hay una gran evidencia al menos te, y podría llevarnos, evidentemen-
desde el punto de vista de la expe- te, a sospechar un anti-realismo, in-
riencia analítica. cluso un anti-biologismo, como si la
En lo concerniente a la elección des-naturalización por el lenguaje fue-
del sexo, no es lo mismo. No hay ra tal en el ser hablante, que su per-
evidencias allí sino, al contrario, bas- tenencia sexual no debiera nada al
tantes paradojas. ¿De dónde viene cuerpo viviente. Extraño, si uno re-
esta noción? cuerda que en los años 62-64, en-
En Freud, hombre o mujer, eso de- tre el Seminario La angustia y el tex-
pende estrictamente de la anatomía. to “Posición del inconsciente”, La-
Hay un lugar para las alternativas sub- can había prestado mucha atención
jetivas pero ellas están en otro nivel, a lo real de la reproducción sexuada
esencialmente el de las respuestas de de la vida, a su lazo con la muerte, y
cada uno a la prueba del complejo de a lo que la castración debía a las ca-
castración –y sabemos que para las racterísticas del funcionamiento del
mujeres Freud distingue tres–. La al- órgano masculino y aleteo erección/
ternativa está también en el nivel de detumescencia.
la elección de objeto, homo o hete- Encontramos aquí algo que juz-
ro. En todos los casos, para él, es la gar y evaluar de la concepción de
anatomía lo que funciona como ele- Lacan.
mento real del sexo, el embrague de Pequeño paréntesis: el término
todas las configuraciones sexuales. elección no debe dar a pensar que
Ciertamente es más sensato. la tesis es foucaultiana. Se sabe que
En Lacan, la concepción es com- Foucault se desvivió por acentuar la
pletamente diferente. Lo indica el tér- idea de la libre elección de los place-
mino mismo de sexuación, que em- res como principio de autofabrica-
pleamos ahora corrientemente, y que ción del sexo. Es una tentativa para
connota un proceso. Partamos de las desconectar la cuestión de la identi-
fórmulas más sorprendentes. Son tar- dad, cuestión tan actual en nuestra
días, retengo dos: entre el lado mu- civilización, y la cuestión del sexo. Es
jer y el lado hombre, dice, los sujetos también un modo de negar que haya
han elegido. Y más tarde, más fuer- algo como una identidad sexuada, y
temente aún: ellos se autorizan en sí de desmentir que haya algo real en el
mismos, los seres sexuados. campo de la sexualidad. Esta tentati-
Estas fórmulas suponen una de- va por otra parte debe ser distingui-
finición de dos sexos que, evidente- da de las teorías del gender que ha-
mente, no pasa por la anatomía. Des- cen del sexo un producto social. Cie-
conexión total del sexo y de la anato- rro el paréntesis y continúo.
mía. Ahora bien, la anatomía implica ¿Qué decir entonces de la nueva
mucho más que la forma, pues ella definición de los dos sexos en Lacan,
es solidaria del organismo viviente

Aun l 50
nueva tanto en relación al sentido co- po anatómico, o sea de lo imagina-
mún, como en relación a Freud? rio, debe ser imputado a ese real de
Se sabe que en la elaboración la vida. Cuando el goce es todo fá-
lacaniana la identidad hombre/mu- lico ese real lleva la marca de las le-
jer no pasa ni por la anatomía, ni por tras del inconsciente. Cuando es no
los semblantes, sino por el modo de todo fálico, Otro, ese real permane-
goce, según que para un sujeto dado ce por una parte no marcado, habi-
sea todo fálico o no todo fálico. De- tando sin embargo el cuerpo, pues
sarrollé eso en 1992, en Londres, para gozar es necesario un cuerpo
en una contribución llamada “Other- viviente. En todos los casos, el goce
ness today”. es anómalo tanto para las homeosta-
Se dirá entonces que es hombre sis del organismo como para los or-
todo ser hablante que esté todo en el denamientos de los semblantes. Des-
goce fálico, cualquiera sea su anato- ordenante más bien, ya que desorde-
mía; y mujer cada ser hablante que no na los placeres considerados natura-
esté todo en el goce fálico, también les, y el buen orden de las cosas que
aquí cualquiera sea la anatomía. es el del discurso.
La tesis es difícil de manipular y Puedo entonces precisar: la tesis
es evidente que lo hacemos mal ya de la elección del sexo no es enton-
que nosotros, aunque repitamos las ces ni un anti-realismo ni un anti-bio-
fórmulas canónicas de Lacan, conti- logismo, al contrario. Su presupuesto,
nuamos hablando de las mujeres se- el postulado que la funda, es que lo
gún el sentido común, y lejos de lla- real es heterogéneo a lo natural des-
mar mujeres a lo que no es todo, atri- anudado de los enlaces de lo simbó-
buimos el no todo con su otro goce a lico y de lo imaginario, los cuales pre-
las mujeres, así llamadas por su ana- siden justamente las justas proporcio-
tomía o por su estado civil. Esto pro- nes de los placeres y el equilibrio de

El psicoanalista, su formación
duce, por otra parte, algunos efectos las satisfacciones.
cómicos que ya he tenido la ocasión Esto no explica todavía en qué
de subrayar, ya que permite a aque- los hablantes sexuados se autoriza-
llas que son las más todas-fálicas rían en sí-mismos. La tesis parece ser
adornarse con un falso no-todo. paradójica. Es verdad que en lo que
La evaluación a realizar del anti- concierne a su identidad sexuada, los
naturalismo que yo evocaba, depen- sujetos no se fían en su anatomía y
derá entonces de la concepción que desarrollan por el contrario todas las
nos hagamos del goce. Este anti-na- dudas que conocemos sobre su ser
turalismo no es una anti-biologismo, hombre o mujer, incluso a veces lle-
no deja de lado lo real, lo real en tan- gando a desmentir el estado civil, que
to que fuera de lo simbólico, el que sólo conoce la anatomía. Pero están
Lacan inscribe en su nudo borromeo muy lejos de tener el sentimiento de
y que incluye, justamente, lo que se poder elegir. Por el contrario, toda la
llama la vida, sin poder representár- clínica inmediata testimonia más bien
sela. El goce, desconectado del cuer- del hecho de que ellos padecen su

Aun l 51
realidad sexual, y a menudo a su pe- precisamente a la lengua que lo co-
sar. Confrontados a la impotencia, loniza, Lacan emplea esta expresión,
frigidez, intrusión de goces incómo- pero el sujeto queda en disyunción
dos, pero también repetición sardóni- respecto de su goce, al que sin em-
ca de su “elección de objeto” –como bargo llama “suyo” puesto que es su
se dice en psicoanálisis–, asco insu- cuerpo el afectado.
perable, apetencia incoercible, huída Dicho de otro modo, y sin contra-
automática, incluso indiferencia o in- riar así al Edipo freudiano ni a las iden-
sensibilidad, e igualmente, ¡oh sorpre- tificaciones a las que preside y de las
sa!, buen encuentro inesperado, en que Freud hubiera querido que pu-
todos estos casos, los sujetos nada sieran todo en orden, los sexuados
pueden hacer, y están lejos de pen- no se autorizan del Otro, no se auto-
sarse como agentes secretos de sus rizan tanto del Otro como de su ana-
síntomas sexuales. Sexuados, cierta- tomía. En 1964, Lacan dejaba caer
mente, pero no sexuantes. Concluyo todo lo que de la sexualidad pudie-
entonces: si se autorizan en sí mis- ra venir del lado del Otro, del lengua-
mos, este “sí mismos” no es sujeto. je, que ya distinguía del viviente. Cito:
En todo caso no el sujeto supuesto “Del lado del Otro, desde el lugar don-
en los enunciados de la queja y en el de la palabra se verifica por encon-
padecer del que él testimonia. trarse con el intercambio de los sig-
La tesis de Lacan es entonces nificantes, los ideales que soportan,
ininteligible fuera de la concepción las estructuras elementales del pa-
de la división del ser que habla, que rentesco, la metáfora del padre como
no por estar dividido deja de ser un principio de la separación, la división
solo individuo, ya que cuerpo no hay siempre vuelta a abrir en el sujeto en
más que uno. División entre lo que él su enajenación primera de ese lado
es como representado por el signifi- solamente y por esas vías que aca-
cante, y lo que él es como afectado bamos de decir, el orden y la norma
en su goce, por el lenguaje. Entre los deben instaurarse, las cuales dicen
dos, el gap es irreductible. Un suje- al sujeto lo que hay que hacer como
to no tiene mucho que hacer con el hombre o mujer”.2
goce, Lacan lo dice en Encore, pero Entonces, subrayemos: en todo
el individuo corporal que lo sopor- eso no hay nada que determine al
ta, sí, pues él está también sujeto a goce, sino solamente los semblan-
la erosión del Otro. Entre los S1 que tes del sexo, lo que confirma el pa-
representan al sujeto que nos habla rágrafo que precede y en el que La-
en el diván, y los S2 del saber incons- can atribuye sólo a las pulsiones par-
ciente que moran en lalengua, y que ciales el acceso al cuerpo del Otro,
marcan el goce del cuerpo viviente, o sea el del sexo opuesto. Si Lacan
no hay cadena, “contrariamente a lo se hubiera quedado con eso, enton-
que dije precedentemente”, corrige ces sí hubiera habido una elisión de lo
Lacan en 1977. Dicho de otro modo, real, una identidad sexual puramente
el goce está sujeto al lenguaje, más Otrificada, si puedo decirlo así, pues-

Aun l 52
to que esas fórmulas no daban nin- Eso quiere decir, entre paréntesis: en
guna traducción de la diferencia real esto no esperar nada de un testimo-
de los sexos en el campo del ser ha- nio, que hoy está de moda. Ésa es
blante: entre los semblantes de un la maldición genérica, que connota la
lado, y del otro las pulsiones parcia- fórmula de los sexuados que se au-
les en sí mismas asexuadas, no ha- torizan por sí mismos. Cuando digo
bría lugar para el sexo... real. Es lo “genérica” quiero decir que es para
que Lacan corrige con las fórmulas todos los seres hablantes. Ustedes
de la sexuación. La diferencia de los ven que estamos lejos, muy lejos de la
sexos no es de semblante, se ins- ilusión foucaultiana. ¿Qué margen de
cribe claramente en lo real median- elección le queda a quien dice “yo”?
te los dos modos de gozar ya evo- Solamente el de la posición que to-
cados. Evidentemente, el embrollo, o mará ante eso que lo eligió. Recha-
en todo caso la complicación señala- zo, consentimiento, paciencia, en-
da en Encore, es que esos dos mo- tusiasmo, hay muchas. Eso es otro
dos por más reales que sean no tie- capítulo.
nen nada de naturales y se sostienen Esta tesis de Lacan que funda la
en el ser del lenguaje. diferencia de los sexos a nivel de lo
La elección es la del goce pero en real, es evidentemente solidaria de la
sentido subjetivo, al punto que casi tesis de la no-relación. Esta última es
podríamos decir que es el goce el la consumación de otra que estaba
que elige, allí donde responde y en las ya allí, mucho antes, y que concer-
formas con las que responde, todo nía al goce mismo del ser hablante,
o no todo, hace ley... sexual. ¿Epifa- goce “considerado perverso” como
nías (con una “s”) de lo real en el es- decía Lacan en 1967. Cuando digo
pacio del sujeto? La tesis era falsa- que es la consumación, quiero decir
mente paradójica, pero verdadera- que la generaliza.

El psicoanalista, su formación
mente irónica. La no-relación sexual es, si en
En efecto, si ellos se autorizan, esto le creemos a Lacan, el decir de
esos sujetos, es de un “ellos mismos” Freud jamás enunciado por él, pero
que por cierto les resulta muy cerca- que se deja deducir de todos los di-
no, tan cercano como lo que son en chos acerca del inconsciente que
tanto cuerpos, pero que no es ni el pudo recoger. Bueno, creo que allí
yo ni el sujeto, hablando propiamen- Lacan le da al César un poco más
te. No hay aquí el menor libre arbi- de lo que es del César.
trio, ninguna libertad de indiferencia, Del lado de Freud, ¿qué puede
no se trata de elegir a ese íntimo tan fundar ese decir?
éxtimo. Es él quien ya los ha elegido, En principio, su descubrimien-
y por más lejos que hable es él quien to del lazo originario del inconscien-
los hace hablar. Es entonces en lo te con las pulsiones parciales. 1905,
que ustedes dirán, más precisamen- “Tres ensayos de teoría sexual”. La
te es en vuestro decir –tal como lo expresión “perverso polimorfo” apli-
definió Lacan– que se lo reconocerá. cada al niño, rubrica el descubrimien-

Aun l 53
to. Pero las pulsiones no se relacio- só casi nada en toda su obra. Nada
nan con ninguna referencia a la dife- de teoría acerca del encuentro de
rencia de los sexos, ellas están –por los cuerpos, sólo algunas indicacio-
así decir– fuera-del-sexo. La diferen- nes sueltas que habría que tener en
cia de los sexos se introduce en el cuenta para matizar lo que les pro-
inconsciente vía la fase fálica con lo pongo. De todas ellas, recuerdo en
que ella implica de goce masturbato- primer lugar la que evoca al goce del
rio, y a partir del descubrimiento de acto como el summum de los goces.
la castración materna, es decir de su Ella indica cuánto diferenciaba Freud
privación del órgano que concentra, a ese goce de la “brevedad del goce
como dice Lacan, “lo más íntimo del autoerótico”, aunque ambos pasen
autoerotismo”. Es todo lo que el in- por el mismo órgano. Y luego, está
consciente retiene del sexo. El senti- todo su cuestionamiento acerca de
do sexual de los síntomas se reduce cuánto de las pulsiones parciales
a esos dos componentes: las pulsio- puede o no integrarse al placer preli-
nes parciales y el goce fálico. El sínto- minar del acto. Finalmente, sus indi-
ma localiza eso a lo que jamás renun- caciones sobre el obstáculo que re-
cia la perversión polimorfa originaria presenta el respeto por la mujer. Nada
del pequeño hablante. Dicho de otro sistemático y por ello nada consisten-
modo, el goce de los síntomas, ya te, acerca de lo que condiciona al or-
sea que se trate de una fobia, de una gasmo, ni acerca de su función.
histeria, de una obsesión, o también La tesis de Lacan nos conduce
de una perversión como estructura al acto sexual y va mucho más allá.
clínica, no es otro que el goce “con- Plantea que no solamente la falta de
siderado” perverso, ese que Freud relación sexual excluye el logro del
descubre en las fantasías que desci- acto sino que, al contrario, es el lo-
fra en cada síntoma. gro del acto lo que produce el fraca-
Esto no dice nada, noten ustedes, so de la relación. Las referencias son
del goce particular captado en el acto numerosas. Cito Televisión, en la pá-
sexual. Pero es el que está en cues- gina 60, donde dice: “ese fracaso en
tión en la expresión “no hay relación que consiste el logro del acto”. La te-
sexual”. Éste no apunta ni al deseo sis está, por otra parte, ya explícita-
sexual, ni al amor, sino al cuerpo a mente presente en el Seminario de La
cuerpo del acto y al goce que les pro- angustia en numerosos pasajes con-
pio en el orgasmo. Única emergencia sagrados al orgasmo y a su identidad
del goce por fuera del síntoma, que con el fracaso de la relación.
aparece en el espacio del sujeto. Mi idea es, entonces, la siguiente:
En lo concerniente al acto sexual, es porque ha cuestionado a la pareja
Freud se interesó por sus fallas sinto- del acto sexual más allá de lo plantea-
máticas: frigidez, impotencia, disyun- do por Freud, no solamente en sus
ción del amor y del goce en la degra- fracasos sino también en sus logros,
dación, insensibilidad masculina, etc. que Lacan pudo producir la fórmula
Pero, por sus “logros”, no se intere- “no hay relación sexual”, con lo que

Aun l 54
ella implica de goce perverso genera- rencia a la etología, a la que coloca
lizado. Por otra parte, históricamen- en paralelo con la histeria. Estamos
te, podemos suponer que las teo- allí en un registro muy diferente de la
rías delirantes de sus contemporá- simple dialéctica del deseo mediante
neos sobre la oblatividad genital sin la cual en el año 58 daba cuenta de
duda lo han inducido a ese cuestio- la pareja. Se trata esta vez de la libi-
namiento. do en tanto que ella busca un com-
Excepto la fórmula, la cosa está plemento de goce. A partir de esta
por otra parte presente desde 1964 idea, yo declino una serie de conclu-
en “Posición del inconsciente”. La- siones y señalamientos.
can evoca, lo he dicho, el lado del vi- Puede ser necesario, en princi-
viente que es el del cuerpo a cuerpo pio, recordar aquí que la pulsión no
del acto que sólo pasa por las pul- es para Lacan exactamente lo mismo
siones parciales, estas mismas lla- que para Freud, aunque sin embargo
madas perversas, y donde, cito, “... se apoye en él; y que su función tie-
el sujeto busca un objeto que le re- ne dos caras: en su estructura, según
emplace esa pérdida de vida que es Lacan, viene del lenguaje, más preci-
la suya por ser sexuado”.3 samente del discurso de la deman-
Toda la cuestión es la de saber da y de sus efectos sobre la necesi-
dónde ubicar a la castración. Es allí dad. Pero a su vez como actividad, la
que Lacan se separa de Freud, para pulsión compensa y restaura la pér-
quien el complejo de castración está dida. Hablando de su circuito en tor-
del lado del Edipo, o sea del Otro: no de los objetos, precisa que es “...
castración a causa del padre. Para para en ellos recuperar, para restau-
Lacan, al menos a partir del Semina- rar su pérdida original, que se dedi-
rio de La angustia, 1962-1963, cual- ca esa actividad que en él llamamos
quiera sea la pregnancia imaginaria pulsión (Trieb)”. 4

El psicoanalista, su formación
del padre castrador, la castración es Así, el ejercicio mismo de la pul-
sin el padre, la función del padre es sión incluye un efecto de pérdida re-
otra. La castración comienza del lado novada, que el Seminario de La an-
del viviente, realmente. Es lo que dice gustia nombraba “castración prima-
el mito de la laminilla el que en “Posi- ria” y que vale también para el orgas-
ción del inconsciente” sustituye tan- mo –volveré a este tema–. No hay
to al mito bíblico como al mito edípi- nada de esto en Freud, en efecto.
co, y que no sólo es un mito sin el pa- No obstante, esto no quiere de-
dre, sino que sin el Otro, sin el Otro cir que para Lacan el adulto hetero-
del lenguaje. Este mitifica los enigmas sexual siga siendo el pequeño per-
de la vida en tanto que ella se repro- verso polimorfo que fue, caracteriza-
duce por las vías del sexo al precio do por la dispersión y la yuxtaposición
de una pérdida de vida que funda el de las pulsiones parciales. En algunas
campo de la libido, libido en la cual indicaciones discretas pero determi-
Lacan incluye también al mundo ani- nantes, Lacan agrega una condición
mal sexuado. De allí surge su refe- suplementaria que me parece haber

Aun l 55
sido curiosamente muy poco comen- tonces generalizado incluyendo al
tada: la genitalidad, si bien pasa por la acto sexual, se extiende también so-
vía de las pulsiones parciales, supone bre todo el campo del discurso en el
además la solidaridad de su co-pre- que aparece hoy a cielo abierto, no
sencia. El acceso al partenaire sólo estando más cubierto por los sem-
está asegurado entonces, si las pul- blantes de la tradición. Sin duda es
siones parciales están constituidas en lo que produce esa banalización del
un conjunto, en sentido lógico, por la acto, ese levantamiento del secreto
operación del Otro5. y de los pudores que hacen que al-
Cualquiera sea esta condición su- gunos se imaginen tener que enfren-
plementaria, igualmente el goce del tarse con sujetos mutantes. No hay
acto no es otro que el goce “conside- excepciones, entonces, salvo pro-
rado” perverso, el mismo que Freud bablemente pero lo dejo en reserva,
detectó en el síntoma. Dicho de otro el goce otro, forcluído del discurso,
modo, el campo cerrado de la rela- que no pasa ni por el significante ni
ción sexual no se exceptúa del cam- por el objeto a.
po del síntoma. En consecuencia, es Vuelvo a la no-relación. No es por
lógico que el goce más normatizado, el fracaso, sino por cada logro del
heterosexual, aquel del padre, sea lla- acto que la objeción fálica funcio-
mado père-version, escrito con dos na y que la no-relación se verifica y
palabras para significar la versión-pa- se afirma. De lo que sería necesario
dre del goce perverso. Es a, el plus de concluir, por otra parte, que el fracaso
gozar, y φ, quienes lo escriben, mien- del acto en los síntomas estudiados
tras el Otro permanece inaccesible. por Freud, o en su evitación concer-
En otras palabras, el efecto castra- tada por quienes se abstienen de él,
ción es también inherente al orgasmo esos sexless de los que yo hablaba
sexual, así como la pérdida es inhe- en 1990, ese fracaso entonces podría
rente a toda actividad pulsional. tomar un nuevo sentido: el de produ-
¿Es necesario entonces generali- cir un cortocircuito entre la no-rela-
zar como lo hace Lacan y decir –cito ción y sus efectos subjetivos.
Televisión–: nuestro modo de goce Podemos ordenar lo que hace pa-
“desde ahora no se ubica más que reja entre el hombre y la mujer. En el
del plus-de-gozar, el que no se enun- nivel del deseo, hay una pareja: la del
cia de otra manera”?6 ¿Esto implica fantasma, &∃a; en el nivel del amor, si
que el goce en juego en el lazo so- creemos en Encore, una pareja de su-
cial, digamos en la realidad, sea sólo jeto a sujeto, ∃&∃; pero en el nivel del
el matrimonio entre el goce fálico y el goce, nada, no hay pareja, el goce no
plus de gozar? Goce del poder bajo liga, ni siquiera en lo que se presen-
todas sus formas (política, episté- ta como relación de pareja.
mica, artística, etc.), es la definición Una pregunta cabe aquí: si esto es
del goce fálico, conjugado con el de así, ¿cómo comprender que la satis-
poseer objetos de consumo fetichi- facción ligada al orgasmo en la rela-
zados. El goce perverso resulta en- ción sexual sea por lo general tan dis-

Aun l 56
tinta de la que acompaña a la mastur- te la ética del soltero–. No obstante
bación? Es que en esta satisfacción el hay, me parece, una función subjeti-
sujeto está implicado, diferentemen- va del orgasmo. Esta depende, pien-
te, la pregunta más globalmente es so yo, de algo que toca al problema
cómo los diversos goces repercuten de la identidad sexual, reproducien-
en distintos efectos subjetivos. do todo eso en la relación con el par-
Empleé la expresión “los manda- tenaire, mutatis mutandis, en la doble
mientos del goce”, precisamente para cara de las pulsiones parciales. Por
decir que el goce en sus diferentes un lado, el logro del acto es la ex-
variantes tiene efectos subjetivos di- periencia para cada uno de los dos,
versos. Lo he desarrollado ya a pro- aunque de manera diferente, de estar
pósito del goce Otro, el único que se para el otro por el espacio de un ins-
exceptúa del goce perverso.7 tante en el lugar de la cosa... inalcan-
Lo vemos claramente en el discur- zable; pero por otro lado, el momento
so contemporáneo, que deja emer- de la satisfacción misma es la restau-
ger hoy en día a cielo abierto al goce ración de la separación que, partien-
llamado perverso, no reprimido. Re- do de dos, no hace uno. Queda en-
sulta de ello, por un lado, por la vía tonces, según el lado en el que uno
de la inducción imaginaria, una com- se enganche, y ahí está la opción po-
petencia sin precedentes en cuanto sible, ya sea recomenzar a frecuentar
a las prácticas del goce, claramen- los acercamientos de la cosa (vía co-
te localizables en particular en los rriente), ya sea evitarla (que me pare-
adolescentes y en los diversos gru- ce ser la vía en crecimiento).
pos de afinidad; pero del otro lado en ¿Podemos esperar de la comuni-
las respuestas subjetivas de insatis- cación por la palabra, especialmente
facción masiva: depresión creciente, por la palabra de amor, que ella atem-
suicidios que se multiplican y, a mi- pere esos sin-salida de la relación im-

El psicoanalista, su formación
nima, soledad, falta de sentido y to- posible? Plantear la pregunta ya es
dos los efectos de la inhibición y la responderla. El psicoanálisis cierta-
morosidad, etc. Es que el goce per- mente opera por la palabra, pero su
verso por ser goce en lo esencial, no experiencia atestigua que la no-rela-
es un goce que insatisface menos al ción de goce repercute en el nivel del
sujeto. Es aquel que “haría falta que intercambio para producir allí una no-
no fuese”, como dice Lacan en En- relación de palabra. El partenaire de
core, y que recuerda a toda hora la la palabra es... el goce perverso, ve-
división del sujeto y la falta central del hiculizado en la metonimia del signi-
Uno único. ficante. Es que el goce perverso, me-
En ese contexto, ¿de dónde vie- tonimizado, se deja llevar en la cade-
ne entonces la satisfacción específi- na de la palabra, especialmente de
ca del acto sexual? Noto en princi- la palabra de seducción y también,
pio que esta no es tan general como escándalo, de la palabra de amor.
se cree –no olvidemos el crecimien- Nada de diálogo, ni siquiera en el in-
to de los sexless y más extensamen- terior de cada sexo y, al extremo, ha-

Aun l 57
blar de amor en sí mismo es un goce. Notas
La palabra hace signo, es cierto, pero
no para alguien. Goce del blabla, dice
1. Conferencia dictada en Río de Janei-
Lacan. Ella no accede al partenaire ro, Jornadas Nacionales de la AFCL
Otro más de lo que lo hace el orgas- de Brasil, noviembre de 2005.
mo mismo. Esa no-relación de pala-
2. Lacan Jacques, “Position de l’incons-
bra igualmente está hoy en día a cie-
cient”, Ecrits, Seuil, Paris 1966, p.
lo abierto, negada a veces, pero está 849.
ahí, nutriendo los dos grandes temas
del clamor contemporáneo: la preca- 3. Lacan Jacques, “Position de l’incons-
riedad de las parejas y la soledad. Y cient”, Ecrits, Seuil, 1966, p. 849.
las mujeres demandando que se les 4. Lacan Jacques, “Position de l’incons-
hable... Petición sin esperanza. cient”, Ecrits, Seuil, 1966, p. 849.
El psicoanálisis no es un discur- 5. Lacan Jacques, Télévision, Seuil, 1973,
so en armonía con este clamor, pero p.42 /43 y “L’étourdit”, Scilicet 4,
no lo desconoce. Al contrario, inten- Seuil, 1973, p. 49.
ta demostrar dónde están los límites
6. Télévision, op. cité, p. 54.
de lo imposible de elegir: no se pue-
de elegir ni el modo de goce que nos 7. Soler Colette, Ce que Lacan disait des
determina, ni la relación sexual, ni la femmes, éd. du Champ lacanien, Pa-
relación de palabra. ris, 2003.
Muchas consecuencias deberían
deducirse para el psicoanálisis laca-
niano. Para concluir, sólo evocaré
dos. ¿No hará falta repensar la aso-
ciación libre freudiana y poner la in-
terpretación a tono con la palabra-
goce? Y luego las estructuras clíni-
cas. ¿Qué decir de la histeria que ubi-
ca al plus de gozar en el lugar de la
verdad, cuando el discurso sostiene
allí sus ofertas para gozar? ¿Y cómo
distinguir a la vez al sujeto perverso,
del destino de goce perverso propio
del ser hablante, y del empuje a go-
zar del discurso contemporáneo? Y
luego, finalmente y sobre todo: ¿qué
lugar para el goce no-todo, que es la
excepción al goce perverso?

Traducido al castellano
por Pablo Peusner.

Aun l 58
LA INVESTIGACIÓN
EN PSICOANÁLISIS

›Gabriel Lombardi

El impulso actual y merecido que con champagne francés y discursos


recibe el término de investigación en sobre el último Lacan, pero íntima-
psicoanálisis responde a la dificultad mente advertimos que nuestro len-
de saber. Nuestro propio análisis nos guaje es equívoco, que nos aleja del
hace evidente que el saber es inac- saber, que sólo nos permite saber en
cesible, que debemos contentarnos el exceso, fuera del alcance de las lu-
con semblantes de saber en la Uni- ces de la razón y de las delicias de
versidad, con suposiciones de saber la compañía.
en el análisis, con fragmentos aluci- Sabemos perdido ese paraíso
nados de saber –relámpagos perso- que evoca el canto sublime de Mil-
nales en el final del análisis, con la po- ton, de una armonía sexual que inte-
sibilidad redentora de destituir nues- graba la poesía de los astros, el brío
tra subjetividad para volvernos sen- de las aves, la caricia musical de los

El psicoanalista, su formación
sibles a otro saber inconsciente en vientos.
el pasaje a la condición de analistas. Deseamos (¿en presente?, ¿en
En fin, saber esto sería saber algo, pretérito?) saber pero tropezamos
pero... ¿lo sabemos? ¿O sólo repe- con esa inepcia constitucional del ser
timos lo que suponemos que Lacan humano para la investigación cientí-
supo? ¿Es sólo amor al saber? fica de la que habló Freud. La expe-
Si escribimos esto, o si lo leemos, riencia del análisis acostumbró a no
es porque ya hemos reiterado la fal- encontrar mucho más que la reitera-
ta de Adán, hemos sido tentados de ción de una pérdida, la pérdida de lo
saber, hemos comido el fruto indiges- que había para saber. Quedaron cier-
to del árbol de la ciencia. Sabemos tos restos desprendidos de una arti-
que nos cayó pesado, sabemos mal, culación imposible, restos de goce
nos avergüenza su sabor, somos el marcados por una opacidad social
animal vestido de Carlyle. Podemos insuperable. La investigación como
disimular nuestro lento metabolismo problema se vuelve interesante cuan-
do pretendemos explicar, volver pre- En El Seminario Ou pire... leemos:
sentable eso que encontramos en “...lo que ocurre no depende más que
nuestra reflexión clínica, interrogar los de la fortuna. Sin embargo, eso no
textos a partir de eso. quiere decir que no sea calculable.
Así introducida, la actividad de in- ¿A partir de qué? Del 1 (uno) que allí
vestigación se diferencia desde el co- se encuentra. Sólo que no hay que
mienzo de una mera búsqueda. Con- engañarse sobre lo que se encuen-
siderar que todavía no se ha encon- tra como 1 (uno). No es jamás el que
trado nada no es un buen punto de se busca. Es por eso que, después
partida. Cuando los trabajos de car- de otro que está en mi mismo caso,
tel se plantean solamente como una dije: ‘Yo no busco, encuentro.’ La úni-
búsqueda, vemos luego a sus in- ca manera que hay para no engañar-
tegrantes pescar en la piscina con se es, a partir del hallazgo, interrogar-
gesto intelectual, disimulando que se sobre lo que había para buscar, si
en realidad sólo buscan pigmentar- uno hubiera querido”. Hacer coincidir
se un poco. Infortunadamente (la ex- investigación con búsqueda es agotar
presión viene al caso), esos trabajos de antemano su interés. “Nadie ten-
toman la forma: “Voy a estudiar qué drá ganas, había escrito Picasso –el
dice Lacan en sus Seminarios j y k so- otro aludido por Lacan-, de seguir a
bre el tema de perversión”. Ninguna un hombre que mira adelante de sus
pregunta mínimamente reflexionada. pies esperando que la suerte deje
Mucho menos un problema verda- caer en su camino una cartera”.
dero en el sentido de Russell (lo que Por otra parte, no basta encontrar
no tiene solución no es un verdade- para hacer ciencia. Nadie podría gritar
ro problema, decía). ¡Eureka! por fuera de un cierto pro-
Lacan por su parte pensaba que yecto de investigación. En su revisión
el saber se produce en un destello milenaria y precursora de los concep-
(éclair) eso daba a sus investigacio- tos y de las prácticas del ser hablante,
nes esa coherencia inmediata con la Heidegger enumera tres caracteres
acción analítica que evidencia su en- del saber en la época de la ciencia.
señanza. Tal concepción chispean- El primero consiste en que la ciencia
te de saber le permitió resumir la cé- moderna encuentra su esencia en la
lebre oposición de Kuhn entre cien- investigación: a condición de no en-
cia paradigmática y crítica diciendo tender por investigación solamente el
que hay ciencia de los que buscan, método, sino la apertura (frayage le
y ciencia de los que encuentran. So- gusta decir a Lacan) de un sector de
lía decir que si planteamos honesta- manifestaciones de lo real por la pro-
mente una pregunta es porque ya he- yección de un plan determinado. El
mos encontrado la respuesta. Hacía proyecto marca así anticipadamente
del hallazgo la condición de la inves- los mojones sobre los cuales debe-
tigación. Sus problemas tenían solu- rá guiarse, en el sector abierto, el re-
ción –en última instancia, la “solución conocimiento investigativo. Dejarse
de lo imposible”-. guiar por tal jalonamiento constituye

Aun l 60
el rigor de la investigación. Ninguna lítico y la economía extrema de sus
experiencia, tampoco ninguna sor- medios no puede confundirse con su
presa epistémicamente aprovecha- ausencia. En el dispositivo analítico la
ble, es posible por fuera de un cam- originalidad del método está en los
po ya instituido de investigación. “medios de los que se priva” (suges-
Si bien el discurso del psicoanáli- tión, hipnosis, reglas técnicas para
sis no es el de la ciencia –lo mostra- la orientación de la cura, también re-
ron diversamente Popper y Lacan- cursos tecnológicos de registro, fár-
participa sin embargo de la esencia macos, etcétera); su única regla es
así definida de lo científico. La expe- la de la asociación libre, pero esa re-
riencia analítica no es concebible por gla no libera al analizante de los sur-
fuera del proyecto freudiano (que des- cos del método. Por el contrario, lo
de el comienzo afirma que sólo bus- lleva a afrontar, aunque de una ma-
camos volver a encontrar). La expe- nera cada vez más singularizada, la
riencia del pase no es pensable por exigencia de dar la razón sobre lo que
fuera del jalonamiento de la “Propo- toda investigación se funda. Si ade-
sición del 9 de octubre de 1967”. Es más tenemos en cuneta que la clíni-
el plan de investigación lo que vuelve ca psicoanalítica no es la experien-
sensible un sector hasta hace poco cia en bruto, sino la interrogación y
desatendido de la experiencia subje- la elucidación racional de lo que ocu-
tiva y condiciona su audibilidad. rrió en un análisis, se hace evidente
El movimiento entonces es doble: que tampoco el informe del pasan-
no tiene sentido plantear un proyecto te o la presentación clínica del ana-
de investigación si no se ha encon- lista puede concebirse por fuera de
trado algo que cause, no la búsque- un proyecto de indagación que per-
da, sino la re-búsqueda (research, re- mite cuestionar, situar, criticar o jus-
cherche) de lo encontrado en el con- tificar lo que se encontró.

El psicoanalista, su formación
texto de un plan de investigación. Hay analistas que parecen sentir
Pero recién cuando se ha estableci- una profunda aversión a llevar el mé-
do el plan y recortado un sector de todo más allá de las condiciones ele-
respuestas, lo que se encontró toma mentales del análisis. De buen grado
su valor y revela su potencial de ex- patrocinarían el sarcasmo de Mefis-
trañeza. Suavizando los términos de tófeles cuando advierte al estudian-
Hans Reichembach, podemos decir te que se acerca a los claustros: “Se
que la justificación contextúa el des- os enseñará que aquello que antes
cubrimiento, pero sólo después de hacíais de un sólo golpe con toda li-
que el descubrimiento engendró la bertad, como el comer y el beber, es
justificación. necesario hacerlo en uno, dos, tres,
La segunda característica de la tiempos”. Pero cuando el informe del
ciencia subraya Heidegger es que ella clínico o el ensayo teórico no tienen
asegura su proyecto y su rigor por el claros sus objetivos, cuando la argu-
método que vuelve posible la expe- mentación es débil, cuando no pare-
riencia. La sencillez del método ana- ce regido por ninguna pregunta, se

Aun l 61
nos presenta como una trama des- sivamente blandas que no recortan el
hilachada, confusa, que nos impide mínimo necesario, todas ellas facilitan
vislumbrar el interés de lo que se in- el descuido del único “objeto” que in-
tenta plantear. teresa al psicoanalista: el sujeto cu-
Tenemos en psicoanálisis ejem- yas huellas, precisamente, investiga
plos de un rigor metodológico admi- (que deriva del étimo invenio, seguir
rable: releamos en este sentido La in- las huellas, las pisadas, los “vestigia”).
terpretación de los sueños de Freud, En otros términos, porque no siem-
“La dirección de la cura y los princi- pre estamos a la altura del método
pios de su poder”, y “De una cues- por el que el discurso psicoanalítico
tión preliminar a todo tratamiento po- abre surcos nuevos en lo real.
sible de la psicosis” de Lacan. En los El otro error es el de reducir la in-
tres textos observaremos el correc- vestigación al método de la investi-
to planteo de los problemas, el “es- gación. Fernando Pessoa, con hu-
tado del arte” admirablemente sinte- mor concluyente, escribió: “El defec-
tizado, la definición ágil y certera de to central de la investigación filosófi-
los propósitos y objetivos de la inves- ca y académica es que vuelve objeti-
tigación, la articulación precisa de las vo lo que no es sino su método, bien
preguntas y de las hipótesis funda- atribuyendo a las abstracciones de
mentales, la descripción de los obs- las que forzosamente se sirve el ca-
táculos con que chocan las explica- rácter de cosas, bien atribuyendo al
ciones de otros autores, la nueva so- curso de las cosas esa regularidad,
lución propuesta que hace de esos esa lógica, esa racionalidad que per-
tropiezos el punto de apoyo para una tenecen forzosamente al raciocinio,
nueva perspectiva epistémica y el ¡en pero no a aquello sobre lo que se ra-
marcha! de un nuevo progreso prác- zona”. Cuando se cometió este error
tico del discurso analítico. en psicoanálisis, se lo transformó en
Estos ejemplos nos permiten al una mera técnica de resultados cuan-
mismo tiempo medir hasta qué pun- tificables. Heidegger advirtió, sin em-
to el método permite resaltar, expli- bargo, la existencia de ciencias que,
car, contextuar y transmitir un hallaz- para permanecer rigurosas, es decir
go. Sin modelos difíciles de seguir. Y fieles al proyecto que les abre los ca-
no sólo porque uno no encuentra tan- minos, deben en toda necesidad es-
to, no sólo porque nuestros proyec- tablecerse fuera de la dimensión de la
tos de investigación no han recibido exactitud y de la cuantificación.
el auspicio del genio. También porque Aunque el método no es todo en
todas las tentaciones escotomizantes la investigación psicoanalítica, es un
del conocimiento “objetivo”, de la ge- error despreciar lo que tenemos para
neralización prematura, de la enume- aprender sobre los procedimientos en
ración incompleta o conceptualmen- psicoanálisis y en otras disciplinas. Ni
te heteróclita que confunde los nive- Freud ni Lacan lo hicieron. Podemos
les, de las lógicas excesivamente rí- también beneficiarnos con el humilde
gidas que excluyen al sujeto o exce- y detallado manual de Umberto Eco

Aun l 62
Cómo se hace una tesis. Técnicas nal. En particular a partir de la pues-
y procedimientos de investigación, ta en marcha del dispositivo del pase
estudio y escritura. Eso puede aliviar se asegura la reunión, la elaboración
errores de confección o de concep- progresiva, la comunicación recíproca
ción en la elaboración de nuestros y el control de los resultados.
trabajos. Por lo demás nadie nos obli- El deseo del analista es deseo de
ga a detenernos allí, podemos tam- saber, parte de su carencia. Como
bién leer a quienes han escrito sobre el rayo, ese deseo es inestable. No
epistemología, ciencia, verdad y mé- es irreversible. Una vez que surge
todo, especialmente en nuestro si- del propio análisis, se alimenta con
glo: Peirce y sus comentaristas; Po- la experiencia, pero también se can-
pper y su descendencia, Koyré, el sa y envejece con la experiencia: la
epistemólogo favorito de Lacan e ig- historia del psicoanálisis lo evidencia.
norado por los anglosajones; las his- La investigación psicoanalítica que se
torias de vida de los etnólogos y sus organiza actualmente en diversas ins-
reflexiones sobre el “caso único”; la tituciones del Campo Freudiano pue-
teoría de Hintikka sobre preguntas y de contribuir a causarlo, pulsionarlo,
respuestas; etc. Hay para entretener- ponerlo al trabajo.
se, para aprender, y para difundir en- Que los resultados de esa investi-
tre nosotros. gación sean de elaboración ardua, no
A diferencia de la investigación nos exime de intentar que sus frutos
científica, que cuenta con la subven- sean cada vez más ricos, más diáfa-
ción de organismos estatales o de nos, más creativos. La fase que vie-
grandes consorcios privados, la in- ne del desarrollo del psicoanálisis es-
vestigación en psicoanálisis usual- tará jalonada por aquellos trabajos en
mente no recibe subsidio alguno. Su que la seriedad, el rigor y el detalle no
costo en tiempo, en gastos de for- amortigüen el entusiasmo por la cau-

El psicoanalista, su formación
mación, en material bibliográfico, es sa que intentan cernir.
afrontado únicamente por el interesa-
do. La “vocación de ciencia del psi-
coanálisis” que presagia “Ciencia y
Verdad” encuentra allí una limitación,
que se traduce en trabajos apresu-
rados, por suerte breves. Sin embar-
go, el psicoanálisis, y especialmente
con la creación de Escuelas a escala
mundial, comienza a trascender la in-
digencia de la investigación solitaria y
se acerca a la tercera condición hei-
deggeriana de la ciencia moderna: la
reorganización a partir de sus propios
resultados, que exige que la investi-
gación se planifique a nivel institucio-

Aun l 63
Aun l 64
La práctica del psicoanálisis
Aun l 66
¿CÓMO RECONOCER
LAS CONDICIONES DEL ACTO?

›Colette Soler

Encuentro Internacional de la Escuela, Bue- luego tengan que justificar su poder


nos Aires, 28 y 29 agosto 2009 de decisión con sus elaboraciones
como cártel es otra cuestión.
Les hablaré hoy partiendo de las No creo que el hecho de que La-
diferentes experiencias que he teni- can haya introducido una novedad
do en lo concerniente al dispositivo acerca del pase en su texto del ’76,
del pase, y también de los intercam- “Prefacio a la edición inglesa del Semi-
bios con los colegas de nuestro CIG. nario 11”, texto esencial, constituya un
Con el tiempo, el que al menos para problema suplementario. Justamen-
mí comenzó hace mucho, me detuve te, hace falta algo de tiempo para que
en la idea de que uno de los proble- nuestra comunidad capte el alcance
mas estructurales mayores del dispo- clínico de ese reacomodamiento. Es
sitivo del pase –digo “estructurales”, cuestión de un trabajo colectivo.
porque no dependen de tal o cual La dificultad se plantea –en efec-
época– no se situaba del lado de los to– desde el ’69, en el intervalo en- La práctica del psicoanálisis
pasadores, pasantes o AE, sino del tre lo que esos textos dicen de la es-
lado de lo que Lacan había llamado tructura y los casos en que aquélla
el jurado, para indicar así que se es- se encarna.
peraba un trabajo. La estructura de la experiencia
Sin embargo, es cierto que se tra- analítica –esa que Lacan dedicó su
ta de un jurado, puesto que esos cár- vida a construir–, si vale, vale para
teles deben zanjar la cuestión con un todo análisis. No obstante, cada aná-
sí o un no, sin partir de una tesis so- lisis es particular puesto que la verdad
bre el pase al analista –ese terreno jamás es colectiva: “sólo hay verda-
no deja de ser embarazoso, pues- des particulares” –ustedes conocen
to que se recurre a los textos de La- la cita de Lacan–.
can– sino a partir del caso particular Según Lacan, en el dispositivo
de cada pasante. Que esos cárteles se trata de la “estructuración analíti-
ca de la experiencia” que condiciona tión porque los cárteles son parte in-
el pase al acto o al deseo del analis- teresada.
ta. Podemos admitir –decía él en su Tuve ya la ocasión de decirlo, aquí
discurso a la EFP– que esa estruc- mismo, en Buenos Aires: no hemos
turación no se encuentre distribuida hecho la crítica del contrasentido his-
de igual manera y que se trate en- tórico de la ECF y de la AMP en lo
tonces de informarse, no sólo para concerniente al pase. ¿Cuál es ese
rubricarla, sino para reproducirla. La contrasentido?
tesis permanece idéntica en el ’76, Las fórmulas que tomamos pres-
en otros términos: saber si la histori- tadas de Lacan son conocidas. Lo
zación (hystorisation)1 del análisis ha esencial, en el ’67: destitución de un
conducido a poner término al espe- sujeto que percibe su ser de obje-
jismo de la verdad. to. ¿Pero cuál es la traducción clíni-
Pero no se puede esperar del pa- ca de esto?
sante que aporte, él mismo, la fór- Digo que el texto de Lacan no im-
mula de este pase al acto, en razón plica que saberse objeto sea saber
misma del estatuto de dicho acto. qué objeto se es. Es todo lo contra-
“Aporía de la reseña” del acto, dice rio, es haber captado que el objeto
Lacan en el ‘67, por el hecho de hace agujero en el saber y que, jus-
que el objeto es allí activo y el sujeto tamente por eso, es imposible decir
subvertido. Igual que para el deseo lo que ese objeto es. Saberse objeto
del analista. No desarrollo ese pun- es entonces estrictamente equivalen-
to. Las fórmulas más tardías del ’76 te a lo que llamamos la caída del su-
que definen un pase no por el obje- jeto supuesto saber, sin la cual pue-
to sino por lo real –podríamos decir: de haber terapeuta pero no acto ana-
por el anudamiento de lo real– impli- lítico posible.
can la misma imposibilidad del lado Los antiguos miembros de la Es-
del pasante porque –reconocerán la cuela Freudiana de París habían cap-
cita– no se puede decir la verdad de tado algo de esto, puesto que su lec-
lo real, la verdad siempre miente, y tura los había conducido a... ¡desta-
el pasante no puede hacer más que car el no-saber del fin! Lacan protes-
–cito– “testimoniar acerca de la ver- tó, a justo título, puesto que son ne-
dad mentirosa”. cesarias muchas elaboraciones de
En consecuencia, la tarea incum- saber para percibir o ceñir un agujero
be a los cárteles y son estos lo que, en el Otro. Eso no es no saber, cito:
en efecto, están en el banquillo: en “saber vano de un ser que es esca-
el banquillo en lo referente a recono- bulle”. El contrasentido de la ECF y
cer las condiciones de posibilidad del la AMP, es el de haber inducido, me-
acto analítico que el pasante no pue- diante un término de orden teórico,
de enunciar en términos de verdad. según el funcionamiento propio de
Sobre ese punto, la doxa comparti- cada institución y para cada pasan-
da que se deposita en el trabajo de te, la búsqueda supuesta posible del
la comunidad está puesta en cues- objeto que no se escabulliría, el ob-

Aun l 68
jeto que el pasante es y que se trata do de sus representaciones. Saberse
de enunciar ante el mundo. En estos objeto es haberlo desprendido de los
tiempos, es más bien invitado a de- significantes corporales que son plu-
cir su real, lo que constituye el mis- rales, haberlo reducido al lugar suyo
mo contrasentido. en el Otro, el de un agujero donde el
Las razones de la promoción de significante falta.
tal contrasentido son de política ins- Es quiere decir que entre “saber-
titucional, es cierto, pero hay sin em- se objeto” y “saber qué objeto”, hay
bargo algo que lo ha vuelto plausi- exclusión. Es lo uno o lo otro. Re-
ble y que explica –creo yo– su preg- cuerden que Lacan dice en el semi-
nancia. nario de La angustia, que el neuróti-
Es que el objeto, agujero en el co nos toma el pelo con esos obje-
saber, puede imaginarse y se imagi- tos, y es precisamente lo que hace
na. Pero imaginarse objeto no es sa- posible al contrasentido debido a la
berse objeto. Según creo, esta es la confusión del fantasma con lo real del
fuente clínica de la dificultad. El obje- inconsciente.
to sin imagen ni significante, se imagi- No alentemos entonces a los pa-
na a partir de la pulsión (mirada, mier- santes o a los AE a exponernos el ob-
da, voz, seno). Dicho de otro modo: jeto que ellos son, allí donde está lo
un sujeto puede hacerse represen- que Lacan llamaba el “punto cero” del
tar por las imágenes y los significan- saber los desacreditaríamos. Tampo-
tes del objeto. Eso no ocurre al final co los induzcamos, en términos más
del análisis, sino desde que el análisis recientes, a exponer lo real que ellos
comienza: ¿acaso los sujetos no se son, la famosa letra del síntoma –sería
quejan justamente en ese momento el mismo error–. No hago la demos-
de hacerse comer, cagar, de ser man- tración porque ya la hice. La misma
tenidos a la vista, de recibir órdenes, está implicada por los efectos incal-
etc. y transfieren esa obsesión sobre culables de lalengua de la que resulta
La práctica del psicoanálisis
el analista? que todo lo que se dijera de esa letra
Eso no es un producto del análisis, sería “elucubración” (según el término
es la manifestación de un fantasma de Lacan en Aún). La institución obje-
que ya está allí y que se trata justa- tal o real del fin del análisis no es una
mente de atravesar. Un sujeto que se institución por el saber sino lo contra-
hace representar por los significantes rio, ella frecuenta los límites del saber.
del objeto, cualquiera de los cuatro, De allí el sicut palea que se aplica al
no es un sujeto destituido. Dicho de saber elaborado.
otro modo: considerarse, por ejem- La crítica de ese contrasentido
plo, una mierda o una mirada, es una teórico que sustenta un hacer sem-
manera de institución subjetiva me- blante de saber no ha sido realizada
diante el fantasma y está lejos de ser en nuestra Escuela. Solamente hici-
una destitución. De entrada el objeto mos la crítica institucional de la AMP,
está representado imaginariamente; pero en lo referente al pase hemos
al final, –por así decir– está desvesti- partido con las mismas bases implí-

Aun l 69
citas, sin tiempo de detención críti- Observen que en ninguno de los
ca. Éste le hubiera sin embargo evi- dos casos se trata de rasgos de es-
tado a los cárteles –a los nuestros, tructura. Se trata de una postura del
que tenían el mérito de haber roto sujeto en la estructura, e incluso de
con las intenciones políticas prece- una postura del afecto que ahí res-
dentes– buscar lo que por estructu- ponde y testimonia así indirectamen-
ra es inhallable en las declaraciones te que la elaboración estructural ha
(si son auténticas) de los pasantes, a sido empujada hasta la captación del
saber: los enunciados del objeto, de agujero –diría gustosa: hasta la for-
la letra o de lo real. Buscar lo inhalla- clusión del objeto o de lo real–. Eso
ble programa la decepción, el senti- es por lo cual, creo, Lacan le imputa
miento del fracaso y a veces el mu- a los cárteles una tarea de autentifi-
tismo afligido. cación y no de escucha, de descifra-
Esta cuerda de la decepción ha co- miento ni de construcción. En efec-
menzado a vibrar a propósito de nues- to, esta postura es de certeza, no de
tro pase. En este punto, no olvidemos creencia, sobre el fondo de lo impo-
que Lacan también aplica a los ana- sible de saber, siendo la certeza por
listas su tesis sobre la tristeza. Vean definición la traducción psíquica de
la “Nota a los Italianos”, donde pone una forclusión.
en relación los pases dejados “incier- Concretamente, lo que busco no
tos” con una comunidad “teñida de puedo decirlo, no llego a eso. “Co-
depresión”, como él dice. “Pases in- menzar a saber para no llegar a eso”,
ciertos” para el dispositivo quiere decir dice Lacan. No es sorprendente que
“no encontrarse allí en la estructura”. eso deprima en la medida de mis es-
Entonces, evidentemente no se trata- fuerzos. Demandarle más no sería
ría de sobrecompensar la decepción una respuesta ilustrada. Eso depri-
mediante un falso entusiasmo fingido, me al menos transitoriamente, porque
sino más bien de ver cómo encontrar- si extraigo las consecuencias, eso li-
se allí en mayor medida. bera. “Del cierre de una experiencia
¿Cuáles son las manifestaciones pueden surgir libertades”, dice Lacan.
clínicas de la destitución subjetiva del Evidentemente, esta conjunción entre
’67, o del fin del espejismo de la ver- certeza y libertad en el fin, preocupa:
dad del ’76? Estas pueden variar mu- no solo porque haya que reconocer-
cho de uno a otro, pero solamente en la a nivel de los casos, como Lacan
la medida limitada de los efectos po- lo hace para el Guerrero Aplicado o
sibles de la estructura. Les hago notar para él mismo mientras proseguía,
que Lacan aisló dos rasgos en el ‘67: impávido, su seminario en medio de
posición depresiva y seguridad de un la tormenta de la época de la exco-
sujeto que ha finiquitado la duda, la munión. Pero sobre todo, preocupa
pregunta y la espera correlativa. En el porque esa conjunción entre certeza
’76 evoca una satisfacción específi- y libertad es lo propio de la psicosis.
ca, propia de cada uno –y cuya na- Concluyo: cuando digo que eso
turaleza habría que precisar–. preocupa es poco decir, puesto que

Aun l 70
sobre la base de los postulados del Notas
contrasentido del que intenté enun-
ciar que, en efecto, obtura el pun-
1. Neologismo intraducible en forma de
to de forclusión, podría ocurrir que sustantivo por condensación de las
se tomaran las manifestaciones del palabras hystérique (histérico), his-
fin, y concretamente las posturas de torique (histórico) y autorisation (au-
seguridad o de satisfacción, por los torización).
signos mismos de un análisis que no
llegó al final (¿qué cártel habría no-
minado al Guerrero Aplicado?) o a la
inversa... y seremos aún más dicho-
sos si no se los considerara signos
de una psicosis.
Creo que es aquí que nuestro
pase está, al menos, en juego y eso
se merece los debates de orientación
en los que nos comprometemos.
Traducción de Pablo Peusner

La práctica del psicoanálisis

Aun l 71
Aun l 72
REFLEXIONES ACERCA DE LA AUTORIDAD
EN LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA
LACANIANA CON NIÑOS1

›Pablo Peusner

San Miguel de Tucumán, 16 de octubre medios masivos de comunicación, en


de 2009 las escuelas, en conversaciones coti-
dianas... Incluso me atrevo a afirmar
Elegí un tema que considero un que se habla de una crisis de autori-
tema maldito –he dedicado este año dad algo apocalípticamente, como si
a reflexionar acerca de temas maldi- tal crisis fuera a desencadenar el fin
tos: comencé en Buenos Aires ha- del mundo...
blando de la presencia de padres y En nuestro medio –aclaro que tra-
parientes en la clínica con niños; se- bajo como psicoanalista, no soy so-
guí en Córdoba con la debilidad men- ciólogo, no estoy en condiciones de
tal; y aquí, en Tucumán, les propuse hacer análisis macro de estas cosas–
que conversáramos acerca de la no- esa crisis se asocia con algún incon-
ción de autoridad, sus incidencias en veniente de tipo histórico por el que
la clínica con niños y posibles articu- atraviesa la figura paterna. Resul-
laciones con el psicoanálisis lacania- ta frecuente escuchar hablar acerca La práctica del psicoanálisis
no–. Son temas malditos porque es de la declinación del padre como si
difícil hablar de ellos, no tenemos la se tratara de un tema de total actua-
cita precisa ni de Freud ni de Lacan lidad; incluso hay un libro de Michel
como para apoyarnos, tenemos que Tort publicado en el año 2005 que
inventar, que abrir el juego, recurrir a fue un éxito en Francia titulado “El fin
otros autores, en fin... hay que poner del dogma paterno”2–a mí me parece
algo de uno para que el tema circule. más bien que este tipo de afirmacio-
No obstante, creo firmemente que se nes no aportan gran cosa porque es
puede hacer algo al respecto. como si alguien llegara aquí celebran-
Comencemos con una obviedad: do que ha descubierto el agua hervi-
es cierto que se habla de una crisis da...–. En fin, ya en su escrito acerca
de la autoridad, esto es notable, lo de los complejos familiares de 1938
escuchamos por todos lados: en los Lacan hablaba de la declinación de la
imago paterna, o sea que el planteo bos miembros de la pareja parental,
no es tan actual como pareciera. e incluso me arriesgaría a decir que
Ahora bien, el problema de la au- implicaba a toda la estructura familiar
toridad no se me planteó como un in- –no olvidemos que muchas veces los
conveniente teórico; es decir, no es niños quedan al cuidado de abuelos,
que en un afán de erudición se me tíos y otros parientes–. Mi primera hi-
ocurrió adentrarme en dicho con- pótesis –que iba un poco en contra
cepto. Es desde la clínica con niños de la lectura social, generalizada, del
que se me fueron presentando situa- problema de la autoridad– fue que si
ciones que me condujeron a interro- hay inconvenientes en su ejercicio,
garme y a reflexionar sobre el asun- esos inconvenientes comprometen
to, y me refiero la clínica de todos los a todo el grupo familiar, a todo siste-
días, ni siquiera la que responde a ma, en el sentido más extendido de
los casos más complejos o más di- la noción de familia.
ficultosos. Sí es cierto que, en algunas oca-
En primer lugar, tengo que de- siones, luego de hablar un rato con
cir que el problema de la autoridad los padres de algún niño, me encon-
no me vino presentado directamen- traba con la pregunta explícita acer-
te como un motivo de consulta. No ca de qué tenían que hacer ellos para
es que haya recibido pedidos del es- que el niño les hiciera caso –noten
tilo “lo venimos a ver porque necesi- que es una especie de pregunta que
tamos que nos diga cómo ejercer la oculta otra, que es la de cómo se
autoridad”. La cosa es más indirec- hace para generar autoridad–. Y mu-
ta: ocurre que hay niños que no res- chísimas veces lo curioso era que me
ponden a la autoridad en casa o en la la hacían a mí no porque fuera ana-
escuela y eso es testimoniado por los lista, sino porque soy un hombre. Yo
padres y los parientes, pero también no sé si a ustedes les pasa, pero a
por las maestras o los profesionales menudo, cuando pregunto por qué
de los gabinetes escolares. Esto pue- me vienen a ver a mí habiendo tan-
de aparecer tangencialmente o ser ta oferta de profesionales en mi ciu-
el centro del problema, depende de dad, frecuentemente –aparte del “me
los casos. Pero la verdad es que –en lo recomendaron”– recibo la confe-
segundo lugar– en ninguno de ellos sión de “porque buscábamos un te-
yo verificaba que el problema tuviera rapeuta-hombre”, como si eso qui-
que ver exclusivamente con inconve- siera decir algo respecto del tema de
nientes en el ejercicio de la posición la autoridad.
paterna. Digamos que no me pare- Hasta aquí algunos datos ob-
cía que ese diagnóstico tan apoca- servables que surgieron de la expe-
líptico y lanzado con tanta frecuencia riencia.
fuera totalmente cierto, sino que me Pero en un segundo tiempo,
daba la impresión de que cuando ha- cuando uno se pone a pensar en su
bía problemas con el funcionamiento quehacer clínico cotidiano, a orde-
de la autoridad, eso afectaba a am- nar los casos, a escribir notas, des-

Aun l 74
cubrí que no tenía una teoría de la ta–. ¿Dónde vieron un conferencis-
autoridad. ta que titule su ponencia “Reflexio-
Yo tengo una teoría del falo, una nes...”? Ahora bien, si pasada la des-
teoría de la familia, una teoría de los ilusión inicial, se quedan y aceptan
discursos... tengo teoría para respon- que no pronunciaré aquí una confe-
derle a muchas cosas, pero no tenía rencia, sino que se trata de compar-
ninguna teoría de la autoridad. Tam- tir con ustedes ciertas reflexiones so-
bién me di cuenta de que nunca ha- bre el tema –reflexiones que en prin-
bía reflexionado acerca de la autori- cipio son mías puesto que soy el ora-
dad, nunca me había planteado el dor, pero luego el micrófono circulará
tema, y tampoco tenía ninguna refe- entre ustedes también–, tal vez logre-
rencia teórica muy firme al respecto mos, al menos, abrir el asunto y co-
como para poder apoyarme y decir menzar un proceso de trabajo sobre
alguna cosa con cierta seguridad –al el término en cuestión.
menos, en el corpus canónico de tex- Y entonces, ya que no puedo pro-
tos en el que nos apoyamos los psi- nunciar una conferencia sobre la au-
coanalistas: Freud y Lacan–. toridad, al menos puedo contarles al-
Supongo que a muchos de uste- gunas de las cosas que fui pensan-
des les pasó lo mismo... do acerca del tema, puedo compar-
Si no les pasó, tal vez acaban de tir con ustedes las pistas que fui si-
darse cuenta en este momento que guiendo, lo que fui encontrando, y
están en la misma posición que yo, y puedo también hablarles de los li-
que podría pasarles. Entonces, mien- bros que me han orientado en el re-
tras estaba con todo esto dándome corrido...
vueltas –en la cabeza y en el escri- Quisiera partir de dos modos de
torio–, llegó la invitación para venir a presentación de los casos en clíni-
trabajar con ustedes aquí. Inmediata- ca con niños que voy a introducir a
mente acepté el convite y le propuse partir de la escritura de dos discur-
La práctica del psicoanálisis
aprovechar la ocasión de estas Jor- sos de Lacan: el discurso analítico y
nadas para comenzar a problemati- el discurso universitario. Sé que mu-
zar juntos algunas cuestiones, míni- chos de ustedes han dedicado tiem-
mas en principio, referidas a la noción po a leer algunas cosas que publiqué
de autoridad. acerca de los discursos, entonces
Y aquí viene el problema: esta re- voy a aprovechar un poco esa lectu-
unión fue anunciada como una con- ra para incluirlas en lo que vamos a
ferencia pero, para dar conferencias trabajar juntos3. Ustedes saben que,
hay que tener ideas bien cerradas, siguiendo una indicación sugerida por
ideas clarísimas, totalmente estable- el psicoanalista francés Marc Darmon
cidas, y yo no tengo ninguna idea en su libro “Ensayos acerca de la to-
de esas características sobre este pología lacaniana”4, propuse escribir
tema. Por eso, titulé mi intervención los discursos como grafos partiendo
de hoy “Reflexiones acerca de la au- de la orientación de las flechas que
toridad...” –lo que sigue no impor- Lacan ubica en esos discursos –es-

Aun l 75
pecialmente en las escrituras que in- tuamente y expresan su sorpresa por
trodujo en el seminario “El saber del lo increíble de ser ellos los padres de
psicoanalista”–. A partir de esa nueva un niño y no saber qué hacer con lo
presentación espacial, presentación que al niño le pasa –es una versión
que no cambia para nada la estructu- del “¡cómo puede ser que un padre/
ra de los discursos, logré hacer apa- madre no sepa algo respecto de su
recer alguna dinámica, es decir, que hijo!”–. Es allí, en medio de toda esa
se notara un poco mejor ese movi- impotencia, cuando confiesan que
miento clínico que los discursos per- el recurso a la autoridad también les
miten visualizar y que con la escritu- ha fallado. El S1 en el lugar de la pér-
ra clásica que Lacan introduce en El dida da cuenta del fallo del recurso
Seminario 17 no se ve tan bien. En- a la autoridad. Contra esa presenta-
tonces, si me permiten, voy a escri- ción sintomática del niño no hay au-
bir en la pizarra ambos discursos ya toridad que valga –y mucho menos
transformados. aún funcionan sus versiones más
autoritarias del estilo de las peniten-
cias, los gritos y, en algunos casos,
los golpes...–.
En las consultas que llegan orde-
nadas por el discurso universitario, el
S1 queda resguardado en el lugar de
la verdad, pero actúa a través del S2,
o sea, actúa a través del saber. En
este caso, los padres saben lo que
le pasa al niño, saben lo que hay que
hacer para arreglarlo y vienen a plan-
Comencemos planteando que, la tearnos que lo arreglemos. Yo acer-
mayoría de las veces, los casos de qué esto a la lógica del service de la
niños que llegan a la consulta lo ha- computadora. No sé si a ustedes les
cen organizados por alguno de estos pasa, pero cuando a mí se me rom-
dos discursos. pe la computadora y llamo al técnico,
En los casos organizados por el no me interesa mucho qué fue lo que
discurso analítico el recurso a la au- pasó, sino que me la arregle. Tal vez
toridad es presentado como un re- durante el trabajo el técnico intente
curso que falla. Son casos en los que explicarme que la memoria RAM, que
el niño aparece encarnando una es- la motherboard...pero no me intere-
pecie de rechazo del discurso –esto sa, ni siquiera lo escucho. Sólo quie-
es porque su presentación sintomá- ro que arregle el desperfecto y que
tica vuelve siempre al mismo lugar–, la máquina vuelva a funcionar. Esta
produciendo una gran división sub- es un poco la posición de los padres
jetiva del lado del Otro. Los padres, en este discurso: ellos han producido
en general no saben qué hacer, es- una evaluación del niño y dio negati-
tán muy angustiados, se acusan mu- va, su performance no está a la altu-

Aun l 76
ra –digamos–; pero además, ellos sa- hace un análisis fenomenológico de la
ben qué hay que hacer (esto no ocu- autoridad, por lo que es una muy lin-
rre cuando yo llamo al técnico de la da fuente como para intentar un pri-
computadora) y convocan al analis- mer acercamiento.
ta a modo de ejecutor, como mano Una de las primeras ideas del tex-
de obra. Pero ellos pretenden dirigir to –y ahora cito– es que “sólo se tiene
la obra. En este caso, el S1 en el lu- autoridad sobre lo que puede reac-
gar de la verdad, permite verificar que cionar”6. Parece una pavada, pero no
no se trata allí de un ejercicio de au- lo es. Es decir que sólo se tiene au-
toridad, sino de poder. toridad sobre aquello que puede ne-
No soy original. Partí de un bina- garse a aceptar esa autoridad. Sigue
rio que asocia al S1 con la autoridad la cita: “Lo que presupone, por una
fallida (en el discurso analítico), o con parte, la posibilidad de una oposición
el poder oculto y disfrazado de saber y, por la otra, la renuncia consciente y
(en el discurso universitario). Este bi- voluntaria a la realización de esa po-
nario autoridad/poder, es el primero sibilidad”7. Es una primera posición
que aparece en todos los textos –li- del problema: la autoridad está sos-
bros, ensayos, capítulos...– que abor- tenida en la renuncia del otro a reac-
dan el problema de la autoridad. Por cionar ante ella. Y entonces me pre-
supuesto que una lógica opositiva y guntaba si –en estos casos que vie-
diferencial, de orden significante –si nen armados a partir del discurso uni-
ustedes quieren–, resulta insuficien- versitario– reaccionar con un síntoma
te para un análisis serio del concep- no puede considerarse un modo de
to; pero sin embargo decir que la au- reacción. Quizás indirecto, quizás fi-
toridad no es el poder y viceversa, se gurado, pero me parecía que se po-
me presentó como un fenómeno de día considerar ya un modo de reac-
orden clínico que luego verifiqué en ción y en ese caso, claramente la au-
los textos. Por eso me animé a con- toridad no estaría presente. Sí el po-
La práctica del psicoanálisis
tinuar estudiando este asunto: por- der, pero eso ya es otra cosa. Hay en
que había llegado a él desde la clíni- ese discurso una especie de puja de
ca misma. Por supuesto que estaba fuerzas, fuerzas que son de distintos
lejos de sentirme conforme con esta niveles. El agente del discurso sabe
solución, pero fue mi primera aproxi- que el Otro no está a la altura. Es decir
mación. que hay de por medio una evaluación
Hablemos ahora de los libros que y el Otro es un objeto a ser evaluado.
pueden ayudarnos en el recorrido. El La flecha que une S2 con a minúscula
primero de ellos es un pequeño libro puede leerse como una evaluación: el
de Alexandre Kòjeve titulado La no- agente del discurso sabe que el Otro
ción de autoridad (1942)5 –Kòjeve era no da la talla respecto de determina-
ruso, y fue quien formó a Lacan en la da expectativa que se tenía sobre él.
teoría hegeliana, con mucha influen- Y entonces aparece allí una especie
cia en toda la primera parte de su en- de déficit en la performance que debe
señanza–. A lo largo del texto, Kòjeve arreglarse sin importar qué es lo que

Aun l 77
pasa o cuál es la causa de esa situa- cuyo subtítulo es “Ensayo sobre la au-
ción. El agente del discurso rechaza toridad”9. Este libro es un libro sen-
la pregunta por la causa en nombre sacional, no tengo otro adjetivo para
del ejercicio de un poder. calificarlo, es de esos libros que vale
Kòjeve habla del riesgo que asu- la pena leer y de los que a mí me pro-
me quien ejerce la autoridad y dice ducen un efecto muy especial porque
algo que me llamó mucho la atención: me desespero para que las personas
“De manera general, no hay que ha- que trabajan conmigo, las personas
cer nada para ejercer la autoridad”8. a las que quiero, lo lean.
Esto me sorprendió, porque yo es- Hace dos o tres años, en unas
peraba que la autoridad respondiera Jornadas realizadas en un ámbito
a algún tipo de fórmula, a cierta dis- fuera del Foro, en el debate poste-
posición particular, pero no. Él afirma rior a una intervención mía, alguien
que no hay que hacer nada en parti- me dijo que Lacan era un genio por-
cular para que la autoridad funcione. que estaba fuera de época. Yo acep-
Pero entonces, ¿hay algo espontáneo té la observación, pero con una con-
en el funcionamiento de la autoridad? dición: que ese “fuera de época” fue-
Digo, porque si no hay nada en par- ra leído no como un autor que anti-
ticular que haya que hacer para ejer- cipaba el futuro, sino como un teóri-
cerla, eso debe querer decir que en co que volvía a ciertas concepciones
determinadas coordenadas la autori- clásicas, antiguas –si quieren–. Ya ve-
dad funciona por sí sola. Rápidamen- remos esto, pero cuando en la mesa
te llevé la pregunta para mi campo de anterior de estas Jornadas se habla-
estudio: ¿será la familia un ámbito en ba de una especie de reivindicación
el cual la autoridad debería funcio- del anacronismo en ciertas prácti-
nar por sí misma, sin ningún tipo de cas, eso me dejó pensando... Lacan
operación particular para generarse? era muy clásico en el tratamiento de
En cualquier caso, si esto fuera así... ciertas cosas y esta autora, Myriam
¿por qué no estaría presente, por qué Revault D’Allonnes, también. En este
motivo la autoridad no funcionaría en maravilloso libro, ella propone una
una familia? idea sensacional que es la gran hipó-
Como ven, a esta altura ya tenía tesis de todo el libro: hay que pensar
más preguntas que respuestas, pero y estudiar la noción de autoridad ar-
eso no es tan malo como parece. Mi ticulada con el tiempo; y la noción de
investigación siguió, digamos que re- poder con el espacio.
botando de libro en libro... Hay una Ahora bien, se trata de pensar la
vieja frase latina que dice liber enim, autoridad articulada con el tiempo,
librum aperit, que quiere decir algo pero no porque la noción se haya
así como “un libro da acceso a otro elaborado en una época y en deter-
libro”. Así descubrí a una autora fran- minadas condiciones, tampoco por-
cesa que se llama Myriam Revault que cambia de sentido según las
D’Allonnes que tiene un libro titula- configuraciones históricas o porque
do El poder de los comienzos (2006) se temporaliza. La autora niega todo

Aun l 78
relativismo histórico, no trabaja des- que se trata de un texto de 1938 (El
de esa perspectiva, sino que se tra- Seminario 1 y “Función y campo...”
ta de otra cosa que intentaremos ilu- son de 1953 y él mismo dice que re-
minar un poco. cién allí comienza su enseñanza) que
Cito brevemente: “El tiempo es la jamás corrigió –como sí hizo con to-
matriz de la autoridad, como el espa- dos los textos que formaron parte
cio es la matriz del poder. de sus Escritos–. Entonces, ese “or-
El carácter temporal de la auto- den mental” tal vez podamos tradu-
ridad (...) asegura la continuidad de cirlo como “orden significante”, no
las generaciones, la transmisión y la sé qué les parece, si aceptan mi lec-
filiación”10. tura al respecto. En cualquier caso,
Es una idea sumamente intere- es sorprendente que Myriam Revault
sante. Siempre había pensado –al D’Allonnes y Lacan superpongan la
menos yo– la autoridad como ligada a estructura de la autoridad con la fun-
la organización, al orden; pero nunca ción de la familia, en el punto de que
se me había ocurrido asociarla en su ambas aseguran la transmisión. Así,
carácter temporal con la continuidad con esta idea, logré articular a ambos
generacional, con la filiación, y mucho autores. Y partiendo de ese punto de
menos con la transmisión. articulación, llegué a la conclusión de
Esta frase me resultó muy sor- que hace falta cierta estructura tem-
prendente porque prácticamente se poral para que opere la autoridad.
superpone con una frase de Lacan, Hagamos un pequeño ejercicio.
de su artículo de 1938 acerca de “Los Supongan que el padre de un pacien-
complejos familiares en la formación te contrajo una deuda con un banco.
del individuo”–me ocupé hace algu- Este hombre no tiene ningún bien a
nos años de ese texto en un semina- su nombre y, de golpe, fallece. ¿Pue-
rio que fue incluido en la segunda edi- de el banco reclamarle la deuda del
ción de El sufrimiento de los niños11, muerto a su hijo? –Que en este caso
La práctica del psicoanálisis
pero hoy voy a tomar solamente la sería nuestro paciente en cuestión–.
frase en cuestión–. Lacan dice lo si- No, lo más probable es que junto
guiente: “La familia desempeña un con el crédito otorgado el banco hu-
papel primordial en la transmisión de biera gestionado un seguro de vida
la cultura (...) predomina en la edu- y que, muerto este hombre, el ban-
cación inicial, en la represión de los co ejerza su derecho de beneficiario
instintos, la adquisición de la lengua del seguro, lo cobre y listo... En nues-
a la que justificadamente se designa tro mundo contemporáneo, cuan-
como lengua materna... do se muere una persona, cuando el
De este modo instaura una con- cuerpo deja de tener vida, el asun-
tinuidad psíquica entre las genera- to –en este caso, la deuda económi-
ciones, cuya causalidad es de orden ca– se termina. Si el crédito hubiera
mental”12. sido otorgado por un particular, de
Es cierto que aquí Lacan habla de palabra y sin papeles firmados, ante
“orden mental”, pero concedámosle la muerte del deudor... ¿qué se pue-

Aun l 79
de hacer? Nada. Tal vez el acreedor de la casa de nuestros padres, a par-
pueda perseguir un poco a los hijos, tir de ese momento somos los nuevos
a los herederos, pero cualquiera de amos de nuestra familia, y entonces
ellos puede perfectamente descono- podemos cortar tajantemente con lo
cer esa deuda. anterior. Pero se trata de una fanta-
Ahora bien, supongan la misma sía, ¿no es cierto? Basta acostar a
situación en la Roma imperial, terre- alguien en el diván, o mantener en-
no del derecho romano. Ante el mis- trevistas con los padres de un niño,
mo caso, los hijos del deudor iban a para verificar que el asunto sigue, que
trabajar como esclavos a la casa del siempre hay alguien intentando pagar
acreedor hasta saldar la deuda. ¿Por la deuda del padre, aunque eso no
qué? Porque el asunto no terminaba resulte obligatorio en la ley positiva
con la desaparición física de la per- –el Hombre de las Ratas es el ejem-
sona, el asunto continuaba. No sé si plo freudiano por excelencia que, por
ustedes saben que la palabra “sujeto” otra parte, Lacan trabajó exactamen-
en nuestro idioma quiere decir “asun- te en ese sentido–.
to” –igual que en francés–. Entonces, Digo: se verifica cierta continui-
mutatis mutandis, podemos decir que dad –estoy haciendo el esfuerzo de
el sujeto no concluía con la desapari- entrarle al problema desde distintas
ción física de una persona, sino que perspectivas–. Y es justamente la es-
se extendía, continuaba, en las gene- tructura temporal particular que –se-
raciones siguientes. gún Myriam Revault D’Allonnes– ge-
Hay un lindo ejemplo en una pe- nera y sostiene a la autoridad; a la vez
lícula que todos vieron –incluso creo que –según Lacan– es la función pri-
que ganó un Oscar–. ¿Se acuerdan vilegiada de la familia.
de la película Gladiador? En la pelí- Noten la superposición. La es-
cula, el general romano, Máximo, no tructura temporal del término “auto-
acepta reconocer a Cómodo como ridad” está profundamente enraiza-
emperador, entonces Cómodo lo da en la palabra latina auctoritas13,
manda a matar. Pero no solamente que era una palabra importantísima
a él, sino que también a toda su fa- en el derecho romano –donde, por
milia –algo similar ocurre en las pelí- otra parte, el binario en cuestión se
culas acerca de la mafia–. Para matar transformaba en la oposición entre
a Máximo, hay que matar a su mujer auctoritas y potestas, volveremos a
y a su hijito. Son lógicas antiguas, no este binario–.
contemporáneas, en donde el asunto Hablemos un poco de la auctori-
–es decir, el sujeto– no coincide con tas: es la propiedad que tiene el auc-
un cuerpo, sino que puede haber va- tor. El auctor es la persona que in-
rios cuerpos que participen del mis- terviene para darle validez jurídica al
mo sujeto, del mismo asunto. acto de una persona que por sí sola
Hoy en día impera la fantasía de no puede llevar a cabo un acto jurídi-
que cuando constituimos nuestra fa- co válido. El ejemplo más clásico de
milia, cuando nos casamos y salimos la Roma imperial es el del casamien-

Aun l 80
to de una mujer. Puesto que las mu- portancia que Roma atribuía a la du-
jeres no tenían estatuto de ciudada- ración: la mentalidad romana privile-
nas, para casarse hacía falta que in- gia y confía en todo lo que se inscribe
terviniera su padre (o un sucedáneo) en el tiempo, por eso el interés por la
en carácter de auctor, garantizando posteridad es indisociable del interés
el acto jurídico, dándole validez. De por la anterioridad. Por supuesto que
esta manera se autoriza el acto del no se trata de que nuestra reflexión
matrimonio. Este es el primer ma- sobre la autoridad quede fijada en el
tiz que el término tiene en la historia modo y el mundo romano, pero éste
del derecho. subsiste como una especie de núcleo
Pero también debemos obser- que no podemos reducir.
var que la auctoritas no se basta a sí No quiero aburrirlos con las mu-
misma, básicamente porque los ro- chas citas que Myriam Revault
manos no tenían la idea de la crea- D’Allonnes presenta en el libro, pero
ción ex nihilo, nada podía surgir de la hay una referencia al ensayo de Han-
nada. Entonces, para que haya auc- nah Arendt titulado “¿Qué es la auto-
toritas, hacía falta un acto previo que ridad?”, donde se habla de “la autori-
no tuviera validez jurídica que hubie- dad del tiempo” tensada entre la an-
ra que validar. ticipación y la retroacción –y eso es
La autoridad no ordena, no da ór- muy lacaniano–. La autoridad no sólo
denes, sino que aconseja. Y se trata supone la sanción del pasado, sino
de un consejo que sería una torpeza también cierta anticipación sobre el
no seguir. La autoridad propone hacia futuro. Volveremos a esto.
delante o rectifica hacia atrás. Con lo Establezcamos algunas ideas:
cual tenemos aquí un matiz tempo- esta autoridad articulada con el tiem-
ral muy interesante porque casi po- po, tiene algunas características que
dríamos decir que se trata de la es- son bastante claras y que conviene
tructura de anticipación y retroacción ir ubicando. En primer lugar, la auto-
La práctica del psicoanálisis
propia del significante. ridad es incompatible con la persua-
Quiero volver al libro de Myriam sión mediante la argumentación. Es
Revault D’Allonnes, para aclarar me- decir que si hay que presentar argu-
jor esta cuestión de índole temporal. mentos ya no hay autoridad. La au-
Dice así: “Se califica de auctor al que toridad no se soporta de explicacio-
propone [y anticipa] y al que garantiza nes racionales, ni de argumentos ló-
[posteriormente]. El auctor interviene gicos.
hacia atrás [antes] pero también inter- Por otra parte, la autoridad impli-
viene hacia delante [después]”14. ca una disimetría no jerárquica en-
Sin lugar a dudas la intervención tre los que participan de la relación.
del auctor sigue la lógica temporal de Esto es interesante, me llamaba mu-
la estructura significante: funciona ha- cho la atención eso de una “disime-
cia delante y hacia atrás, anticipa y re- tría no jerárquica”. Estamos acostum-
significa. Ahora bien, toda esta lógi- brados a las disimetrías jerárquicas.
ca es impensable por fuera de la im- Sin embargo, podemos decir: está el

Aun l 81
niño y está el Otro. Creo que, al me- transmisión. Y lo que se transmite es
nos en nuestra perspectiva, la auto- lo mismo que no es lo mismo. Esta
ridad exige que aparezca por algún pequeña formulita que les propongo
lado un matiz de la Otredad. resume el modo de la repetición en
Y respecto de la cuestión tempo- el mundo humano –aquí cabría una
ral me parece que podemos inten- distinción diagnóstica, ya que la re-
tar introducir –sin quedar pegados al petición de lo mismo que no es lo
término– la lógica de la tradición. La mismo es la que opera en la neuro-
tradición preserva el pasado, trans- sis; en la psicosis se repite lo mismo
mitiéndose de una generación a otra que es lo mismo. Dejémoslo aquí, es
a través del testimonio (digo esto y una digresión–.
me acuerdo de mi tío-abuelo, senta- Retomo el hilo de Myriam Revault
do en la cabecera de una mesa la- D’Allonnes. En la página 66 de su li-
aaaarga en Navidad, contando las bro, ella afirma que “... el concepto
historias de su padre, mi bisabuelo, de autoridad deriva pues ante todo,
en su pueblo natal...). Increíblemen- de una relación generacional, o más
te, la palabra “testigo” también deri- bien transgeneracional”. Vivimos en
va del auctor latino. Cito a Agamben una época en que lo temporalmente
en Lo que queda de Auschwitz (1999) anterior suele ser cuestionado, y mu-
para aclararlo: “Auctor indica al testi- cho. Incluso hay todo un grupo so-
go en cuanto su testimonio presupo- cial, fuerte, con representación polí-
ne siempre algo –hecho, cosa o pa- tica, que insiste con que hay que ol-
labra– que le preexiste y cuya fuer- vidar el pasado. Y ese es un carác-
za y realidad deben ser confirmadas ter propiamente moderno. Justamen-
y certificadas. (...) Así pues, el testi- te, el elemento de vetustez propio de
monio es siempre un acto de auctor, la autoridad que está dado por cier-
implica siempre una dualidad esen- ta equivalencia entre autoridad y tra-
cial, en que una insuficiencia o una dición, fue seriamente cuestionado
incapacidad se complementan y ha- por los principios mismos de la Mo-
cen valer”15. dernidad.
La transmisión de la tradición, fun- Pero antes de situar los postu-
ciona a modo de bisagra: el que brin- lados de la Modernidad, podríamos
da el testimonio opera un pasaje tem- plantearnos una pregunta: la crisis de
poral entre lo que fue y será. La lectu- la autoridad, ¿no será en realidad una
ra de lo pasado sirve para iluminar el crisis de la temporalidad? ¿No ten-
futuro, y esa transmisión es la condi- dremos un problema con la manera
ción temporal de la autoridad. de concebir el tiempo de la relación
Y entonces, la fuerza de ligazón generacional? –les recuerdo que a
de la autoridad opera en la duración. la hora de estudiar la posición de un
Esa duración no asegura tanto el niño Lacan exigía revisar tres genera-
mantenimiento del mundo –no se tra- ciones: la del niño, la de los padres y
ta de mantener lo mismo, no se tra- la de los abuelos. Es un trabajo que
ta de su permanencia– como cierta no se hace muy a menudo–.

Aun l 82
Si la tradición, si la transmisión el que alguien se autoriza por sí mis-
generacional instala un sentido, mo. El moderno solamente se some-
¿qué sucede con dicho sentido en te al tribunal de la razón, y esa figu-
una modernidad que se auto-institu- ra heroica del sujeto cartesiano hace
ye, en una modernidad que no mira que –en algún sentido– en vez de esa
atrás para buscar sus fuentes y que disimetría no jerárquica de la que ha-
se autoriza por sí misma? Quizás al- blábamos hace un rato, la moderni-
gunos hayan asociado esta última dad proponga relacionarse a través
idea con la frase el analista se autori- de un contrato en el que todos los
za por sí mismo, no tengo ningún pro- sujetos entran en igualdad de condi-
blema con que lo hagan porque jus- ciones, sin disimetrías.
tamente lo digo a propósito: no me Y lo que comienza a ocurrir a partir
parece muy deseable que un analis- de allí es que, si la fundación se pro-
ta tenga autoridad sobre un pacien- duce en un acto en el que el sujeto
te –después lo discutimos, si quie- se autoriza por sí mismo, cada nue-
ren–. Entonces, la precedencia de la va certeza lógica hará mejorar la po-
autoridad no es tributaria solamen- sición del sujeto: así hace su entrada
te del pasado sino que también es- la idea de progreso –que es una idea
pera, anticipa y prepara para un fu- netamente moderna–. El progreso, a
turo posible. su vez, demanda que el proceso co-
Hagamos a continuación un bre- mience a acelerarse y llegamos así a
vísimo análisis de la Modernidad. Us- los tiempos de la ultra-velocidad en
tedes saben que la Modernidad sur- los que vivimos hoy en día...
ge en una discontinuidad radical entre El libro de Myriam Revault
el pasado y el presente. Digo, el acto D’Allonnes finaliza con una cita muy
que funda la modernidad es el cogito interesante que quiero leerles: “La ca-
cartesiano, y Descartes se funda en pacidad inaugural propia del hombre
su propia reflexión. Para eso reniega sólo es tal porque recusa el fantasma
La práctica del psicoanálisis
de todos los saberes anteriores, in- del comienzo ex nihilo y se aleja de
cluso dice que hay un genio maligno cierto pathos de la novedad: lo siem-
que lo engaña –o sea, el Otro lo en- pre-ya-ahí del que tenemos la carga
gaña, los saberes anteriores son fal- y la deuda es la condición de nues-
sos, hay que desconfiar de toda la tros comienzos y recomienzos en el
tradición de los saberes– y entonces mundo. Nacemos en un mundo más
Descartes funda al sujeto en una cer- viejo que nosotros y este mundo nos
teza: la certeza de su propio pensa- sobrevivirá”16.
miento. Y esa es una certeza racional, Entonces, no comenzamos de la
es decir que está fundada en una ló- nada, hay algo que nos preexiste y
gica argumentativa y por eso recha- que debemos reconocer, alejándo-
za la autoridad. nos de la “enfermedad” por la nove-
El moderno exige un argumento, dad. Eso más antiguo que nosotros
una lógica que permita concluir fun- es una carga –es cierto–, y viene bajo
dando una subjetividad en un acto en la forma de una deuda –nosotros, psi-

Aun l 83
coanalistas, sabemos bien cómo fun- tre las generaciones (...) ¿puede ser
ciona esa deuda que Lacan calificó asegurada cualquiera sea la manera
de “simbólica”– la que, además, de- en que se organice la vida privada?
bemos transmitir. En especial esa contribución ¿puede
En la lógica de la modernidad, la ser asegurada con un grado de auto-
brecha temporal entre el pasado y el nomía individual y/o aislamiento so-
futuro cada vez se ensancha más: o cial tan altos como los que caracte-
sea, el pasado está cada vez más le- rizan hoy en día a la organización fa-
jos del futuro, y las conquistas del pa- miliar? Un interrogante posmoderno,
sado, los logros del pasado, cada vez si los hay”17.
están más distanciadas de las expec- Hay que considerar que se trata
tativas y aspiraciones del presente y de una obra enorme, que cuenta y
del futuro. O sea, es muy difícil lograr muestra los números de la evolución
una interconexión entre hechos del de la familia argentina –por ejemplo,
pasado y hechos del futuro. hay gráficos acerca de la cantidad
Tal es así que algunos sociólogos de miembros que tienen las familias
ya se están preguntando si acaso la y cómo comparten el espacio en el
función de transmisión de la familia hogar (antes, en una casa convivían
se mantiene o no en la actualidad. En varias generaciones porque cuando
el año 2003 se publicó un libro enor- alguien se casaba, traía a su pareja a
me de Susana Torrado –una sociólo- vivir a la casa de sus padres o inclu-
ga muy importante, becaria del CO- so de sus abuelos...) –. El recorrido
NICET, que se hizo famosa cuando muestra que el formato familiar se va
el ministro de economía Cavallo “la compactando, se va contrayendo, y
mandó a lavar los platos” como res- que en el año 2000, prácticamente
puesta a un reclamo de un grupo de todos los matrimonios que se arman
científicos que pedían mejores con- salen de los hogares paternos para
diciones de trabajo y un aumento en montar un hogar propio: es la llama-
el salario–. El libro se titula Historia da “familia conyugal”. Entonces, este
de la familia en la Argentina moderna final, esta pregunta, oculta el temor de
(1870-2000), una obra de setecien- que la contracción familiar elimine o
tas páginas llenas de información y atente contra la función de transmi-
muy valioso –se lo recomiendo si les sión generacional –y califica al inte-
interesa el tema desde una perspec- rrogante de “posmoderno”–.
tiva sociológica, con muchos datos y La familia conyugal es un concep-
números, es realmente muy comple- to de Émile Durkheim, introducido por
to–. Casi al final del libro, Susana To- él en su seminario sobre la familia de
rrado se pregunta lo siguiente: “...en 1892, inédito en castellano. La fami-
lo que concierne a la familia, las so- lia conyugal surge de la contracción
ciedades del capitalismo avanzado de la familia paternal. Ubiquemos sus
enfrentan un interrogante que pue- diferencias, son sencillas: en la fami-
de formularse en los siguientes tér- lia paternal, los nuevos matrimonios
minos. La función de transmisión en- (y sus hijos) pasan a vivir con la fa-

Aun l 84
milia del novio. Es decir: si mi hija se milia conyugal “no hay nada que re-
casaba, quedaba obligada a vivir fí- cuerde aquel estado de dependencia
sicamente en la casa de su suegro, perpetua que era la base de la fami-
y a depender totalmente de él, tan- lia paternal”, que es la anterior. Pero
to económica como políticamente. Él nosotros, que nos desempeñamos
tomaba las decisiones. Se trataba, al como psicoanalistas sabemos que
decir de Durkheim, de un estado de eso es falso. Apenas acostamos a
“dependencia perpetua”. una persona en el diván, luego de de-
Esto cambia con la familia con- jarla hablar un rato, verificamos que
yugal, que es el modelo donde –po- está en estado de dependencia con
dríamos decir– una familia se autori- su familia, que todavía quiere pagar la
za por sí misma: la familia conyugal deuda del padre... Es decir que eso
comprende sólo al marido, su esposa que Durkheim ubica en la familia pa-
y sus hijos menores y solteros. Aquí, ternal con el nombre de “dependen-
la dependencia con los padres cesa cia perpetua”, es lo que Lacan llama
al alcanzar la mayoría de edad o con “lo irreductible de una transmisión”.
el matrimonio. En realidad, Durkheim La transmisión está presente por más
afirma que “todas las relaciones ce- que la familia se contraiga al máximo,
san” en ese momento. Y finalmente la transmisión está asegurada, sólo
declara: “No hay nada en la familia que para verificar el fenómeno hace
conyugal que recuerde aquel estado falta el psicoanálisis.
de dependencia perpetua que era la Lacan fue muy lúcido respecto
base de la familia paternal...”18. de este problema de la transmisión
A mí me sorprende que Lacan y de sus modos de funcionamien-
haya respondido a todo esto... ¡trein- to entre las generaciones, y trabajó
ta años antes! Lo dije hace un rato, mucho para encontrar la mejor ma-
Lacan está fuera de época pero no nera de nombrarlo: tempranamente
necesariamente por adelantado. Re- habló de “Los complejos familiares
La práctica del psicoanálisis
visemos la “Nota sobre el niño” de en la formación del individuo” –es el
1969. título completo de su texto de 1938
“La función de residuo que sos- conocido como La familia–. En la dé-
tiene –y a la vez mantiene– la familia cada del ’50 hablaba de la “conste-
conyugal en la evolución de las socie- lación familiar”; y luego, en los años
dades destaca/resalta/valoriza lo irre- ’60, en “La Cosa freudiana”, introdu-
ductible de la transmisión...”19. jo “la deuda simbólica”. En todos los
O sea que según afirma Lacan la casos, él plantea que lo más mórbi-
transmisión es irreductible, no se pue- do de cada caso, lo más patológico,
de reducir aunque el formato de la fa- el síntoma incluso, se puede explicar
milia se contraiga, y tenga voluntad partiendo del complejo familiar, de la
de hacerlo cada vez más –ahora hay constelación familiar o de la deuda
familias monoparentales–. simbólica, mediante lo que llama “una
Aquí tenemos Durkheim contra fórmula de transformación” –es una
Lacan. Durkheim afirma que en la fa- referencia a Lévi-Strauss, en su artí-

Aun l 85
culo sobre “La estructura de los mi- na al síntoma, también incide sobre
tos”, donde dicha fórmula es reduci- la posición del Otro, en este caso, de
da a una escritura algebraica de al- los padres y parientes.
gunas letras–. No alcanza solamente con plan-
Eso que Lacan llama “fórmula de tear que esta cadena, el S2, afecta al
transformación” es lo que da la idea niño, sino que también en algún sen-
de continuidad –podríamos pensarlo tido implica la posición de los padres.
casi topológicamente–. No hay corte, Por eso, la flecha que vincula S2 con
no hay discontinuidad entre una ge- el sujeto barrado es la que hay que es-
neración y la siguiente. tudiar para abordar el problema de la
Retomemos los discursos escritos autoridad. Me parece que si uno pue-
en la pizarra, para pensar la siguien- de ubicar en S2 cierta lógica del com-
te cuestión: [en el discurso analítico] plejo o de la constelación familiar, si
cuando recibimos un caso con la au- uno puede armar allí la historia de la
toridad caída, cuando los padres vie- familia, aparece discursivamente cier-
nen a plantear que ya no saben qué to grado de implicación de los padres
hacer, que están muy angustiados y y parientes, el que se manifiesta me-
la autoridad no ha funcionado como diante cierta atribución de “utilidad” de
recurso, muchas veces plantean la los datos. En ocasiones, dicen: “Bue-
idea de que al niño le pasa algo, pero no, le voy a contar este dato, porque
que ellos no saben qué. Es decir, que tal vez tenga algo que ver con lo que
hay una especie de suposición de le pasa al nene...”. Así, comienzan a
que alguna cadena significante pu- aparecer detalles, anécdotas, datos
diera explicar qué es lo que le pasa que parecen minúsculos pero que no
a ese niño, como si hubiera algún sa- lo son. En “La Cosa freudiana” en el
ber, que está del lado del niño y no contexto de introducir la deuda simbó-
del lado de ellos, que no está dispo- lica, Lacan habla de pactos no cum-
nible pero que podría llegar a expli- plidos, habla de falsos juramentos,
car la manifestación sintomática. Es de palabras vanas, de palabras en
lo que en el grafo escribí como S2, el aire... Todo eso especifica los ras-
arriba de todo, en el lugar de la ver- gos en los que se produjo la historia
dad. En El niño y el Otro propuse leer de la familia, la unión de los padres y
la a minúscula como la manifestación parientes.... Y debemos intentar pen-
sintomática determinada por ese sa- sar lo más mórbido del caso –o sea,
ber a través de la flecha que los vin- el síntoma– en relación con toda esa
cula. Pero ahora creo que esa lectu- historia. Así generamos la continuidad
ra es incompleta, que hace falta algo que es la condición para resituar las
más. Hace falta trabajar sobre la otra posiciones que favorecen el funciona-
flecha, la que vincula al saber con el miento de la autoridad.
sujeto dividido. Porque, si partimos Y todo el recorrido teórico que hici-
de la continuidad entre las generacio- mos hoy conduce a una indicación clí-
nes, entonces, la cadena significan- nica: tenemos que trabajar fuertemen-
te que nombramos S2 y que determi- te en la restitución de la historia.

Aun l 86
Ustedes conocen los términos suicidó”. Este dato es relevante en la
propios del quehacer analítico, del restitución de cierta continuidad en
trabajo del analista: interpretación, la historia, y tal vez permita esclare-
intervención –que no es lo mismo–, cer un poco el por qué de tanto eno-
construcción, acto, corte... pero no jo por parte del niño...
sé cuántos recuerden los extensos La segunda viñeta es de una niña
desarrollos de Lacan acerca de la de unos nueve años, que tenía temo-
restitución de la historia en la prime- res muy infundados con la muerte:
ra clase de El Seminario 1. ella creía que la iban a matar –en sus
Antes de las citas, voy a contarles asociaciones, las posibles asesinas
dos pequeñas viñetas, mínimas: eran su abuela, su madre y su her-
La primera se trata de un niño de manita–. Al abordar la historia fami-
unos diez años, llevado a consulta por liar, su madre cuenta que la niña fue
su madre debido al fuerte enojo que producto de una relación que man-
tenía con ella: la insultaba, la patea- tenía con un amante, nada formal. Y
ba y la maltrataba mucho realmente. que en ocasión de informarle del em-
Hablando un poco con esta señora, barazo, este hombre le propuso rea-
ella cuenta al pasar que hace un año lizar un aborto ya que no estaba dis-
tuvo un intento de suicidio. Obser- puesto a llevar adelante la crianza de
ven el significante: “intento de suici- la niña. Y, muy vehemente, ella afirma
dio”. Yo siempre digo que cuando uno que ante la propuesta “decidió tener-
encuentra determinados significantes la”. Pero algo no sonaba muy bien allí,
hay que hacer como en la computa- y buscando detalles apareció la es-
dora, hay que hacer clic ahí, porque cena completa: ella fue a ver al pa-
“un intento de suicidio” no quiere de- dre de la niña, él le propuso abor-
cir nada, hay tantos modos de inten- tar, ella aceptó, él le dio el total del
to de suicidio... Parece que su mari- dinero para costear los gastos, ella
do, el padre del niño, la había aban- tomó el dinero y se fue. En un perío-
La práctica del psicoanálisis
donado definitivamente luego de al- do de tiempo que no puede deter-
gunas idas y vueltas. Entonces ella minar exactamente –pero, es impor-
tomó el revólver de su padre –un mi- tante destacar que hubo un lapso de
litar fallecido hace un tiempo atrás, tiempo en el medio–, “decidió tener-
pérdida de la cual ella aún no se ha- la” y se gastó el dinero en el ajuar de
bía recuperado del todo–, se fue al la beba. No sé cómo lo piensan us-
cementerio donde estaba enterra- tedes, pero para mí, durante el tiem-
do y se pegó un tiro en la sien. A ver: po que esa mujer tuvo el dinero en
no es que se tomó un blíster de as- su poder, antes del “decidí tenerla”,
pirinas... ¡se apoyó un revólver en la esta niña estuvo muerta –al menos,
sien y se pegó un tiro! Increíblemente, en lo simbólico–.
no se murió –no me pregunten cómo
eso puede ser posible...–. Entonces,
allí no podemos hablar de “intento
de suicidio”, porque esta señora “se

Aun l 87
Intervención: Muerta para su “Esta dimensión revela cómo
padre... acentuó Freud en cada caso los pun-
tos esenciales que la técnica debe
¿Solamente para su padre? No. conquistar, puntos que llamaré situa-
En realidad estuvo muerta para los ciones de la historia. ¿Acaso se trata
dos. Su madre aceptó el pacto. No de un acento colocado sobre el pa-
es que ella tomó el dinero pensando sado tal como, en una primera aproxi-
en hacer trampa utilizándolo para otra mación, podría parecer? Les mostré
cosa. Ella declara que aceptó el dine- que no era tan simple. La historia no
ro y un tiempo después –es curioso es el pasado. La historia es el pasado
que no pueda determinarlo exacta- historizado en el presente...”.
mente– cambió de opinión. Pero du- Esa frase es sensacional. Me hace
rante ese lapso, la niña estuvo muer- acordar al epígrafe de la autobiografía
ta –simbólicamente, claro–. de García Márquez, el que dice así:
Entonces, en función de nuestro “La vida no es la que uno vivió, sino
recorrido de hoy me parece que con- la que uno recuerda y cómo la recuer-
viene revisar la elaboración lacaniana da para contarla” –es verdad que los
de la noción “restitución”. Voy a ser artistas se han anticipado al psicoa-
breve, así podemos conversar un rato nálisis, sin duda han sido sus ante-
después. Cito, en El Seminario 120: “El cesores–. El psicoanálisis no puede
progreso de Freud, su descubrimien- operar sobre los hechos, sino sobre
to, está en su manera de estudiar un las marcas que estos hechos dejaron
caso en su singularidad. en las personas. Es por eso que, en-
¿Qué quiere decir estudiarlo en su tre los hechos y las marcas, hay inter-
singularidad? Quiere decir que esen- pretaciones, y son ellas las que pue-
cialmente, para él, el interés, la esen- den modificarse mediante la lectura/
cia, el fundamento, la dimensión pro- reescritura de la historia.
pia del análisis, es la reintegración por “El camino de la restitución de la
parte del paciente (sujet) de su his- historia del sujeto adquiere la forma
toria hasta sus últimos límites sen- de una búsqueda de restitución del
sibles, es decir hasta una dimensión pasado. Esta restitución debe consi-
que supera ampliamente los límites derarse como el blanco hacia el que
individuales...”. apuntan las vías de la técnica.
Observen que no se trata sola- Verán indicada a lo largo de toda
mente del individuo, hay que superar la obra de Freud, en la cual como les
los límites individuales también. Es ir dije las indicaciones técnicas se en-
más allá del individuo, es estudiar la cuentran por doquier, cómo la restitu-
historia más allá de ese cuerpo, estu- ción del pasado ocupó hasta el fin, un
diar qué ocurría antes de la aparición primer plano en sus preocupaciones.
de ese cuerpo, estudiar la red com- Por eso, alrededor de esta restitución
pleta donde ese individuo no es más del pasado se plantean los interro-
que un nodo. En esa red completa se gantes abiertos por el descubrimien-
tensa el sujeto, el asunto... to freudiano, los interrogantes acerca

Aun l 88
de las funciones del tiempo en la rea- lamente de él mismo– de él mismo y
lización del sujeto humano”. de todo, es decir del conjunto de su
La restitución ocupó el primer pla- sistema.
no de las preocupaciones técnicas de Hace un momento les dije, que la
Freud –al menos eso dice Lacan–, y restitución de la integridad del sujeto
es una afirmación fuerte. A su vez la se presenta como una restauración
noción tiene ciertas implicancias en del pasado. Sin embargo, el acento
las preguntas acerca de la función recae siempre más sobre la faceta
del tiempo en el sujeto. Reflexionando de reconstrucción, que sobre la face-
sobre la restitución, estamos reflexio- ta de reviviscencia en el sentido que
nando sobre los valores y matices del suele llamarse afectivo. En los textos
tiempo en el psicoanálisis... de Freud encontramos la indicación
formal de que lo exactamente revivido
Pero Lacan agrega algo más, que (...) no es lo esencial. Lo esencial es
me parece fantástico. Lacan opone la reconstrucción, término que Freud
el rememorar del paciente, el revivir emplea hasta el fin.
la situación, a la reconstrucción. No Diré, al fin de cuentas, que se tra-
son la misma cosa: de un lado la re- ta menos de recordar que de reescri-
memoración, el aspecto afectivo. Y bir la historia”.
del otro, la reconstrucción, la lectura Muchas veces uno escucha pre-
y reescritura de la historia. Según La- sentaciones y no hay estudio sobre la
can, el objetivo de Freud no consistía historia. Cuando los analistas no bus-
en producir una respuesta afectiva, can realizar un trabajo sobre la histo-
sino en reconstruir la historia. ria, cuando no apuestan a la restitu-
Voy a citarlo todo, porque curio- ción, están produciendo resistencia,
samente se trata de párrafos en los resistencia del analista.
que Lacan es muy claro –yo no po- Y como la familia tiende a presen-
dría decirlo mejor–. “¿Cuál es el va- tarse como conyugal, eso impacta en
La práctica del psicoanálisis
lor de lo reconstruido acerca del pa- el modo temporal, que deja de ser
sado del sujeto? continuo. La restitución de esa con-
El hecho de que un sujeto reviva, tinuidad es una apuesta de nuestro
rememore, en el sentido intuitivo de trabajo, pero no cura a nadie. Sólo
la palabra, los acontecimientos for- genera las condiciones más propi-
madores de su existencia, no es en cias para el desarrollo del análisis
sí tan importante Lo que cuenta es lo con un niño.
que reconstruye de ellos...
En la concepción misma de Freud,
arribamos a la idea de que se trata
de la lectura, de la traducción califi-
cada, experimentada, del criptogra-
ma que representa lo que el sujeto
posee actualmente en su conciencia
– ¿qué diré? ¿De él mismo? No so-

Aun l 89
Notas 17. Torrado, Susana. Historia de la fami-
lia en la Argentina moderna (1870-
2000), Ed. de la Flor, Buenos Aires,
1. Intervención en las primeras Jornadas 2003, p. 658.
sobre Infancia – EPFCL- Foro de Sal-
ta-Tucumán. 18. Durkheim, Émile. “Textes 3 –Fonctio-
nes sociales et institutions”, Ed. Mi-
2. En Argentina el libro fue publicado por nuit, Paris, 1975, pp. 35-39. [tradu-
Editorial Paidós, Buenos Aires, en el je el texto y lo incluí a modo de Ad-
año 2008. denda a mi libro «El sufrimiento de
3. Para lo que sigue, véase Peusner, Pa- los niños» (1999), Letra Viva, Bue-
blo, El niño y el Otro, Letra Viva, Bue- nos Aires, 2ª edición, 2008, p. 123 y
nos Aires, 2008. ss.]. p. 56.

4. Publicado en Buenos Aires por Letra 19. Lacan, Jacques. Note sur l’enfant
Viva, 2008. (1969), en Autres Écrits, Seuil, Paris,
2001, p. 373 [Traducción personal].
5. Nueva Visión, Buenos Aires, 2005. Hay versión española en Intervencio-
6. Ibíd. p. 35. nes y Textos 2, Manantial, Buenos
Aires, 1988,
7. Ibídem.
20. Para lo que sigue, véase Lacan,
8. Ibíd. p. 38. Jacques. El Seminario. Libro 1. Los
9. Publicado por la Editorial Amorrortu, escritos técnicos de Freud, Paidós,
Buenos Aires, 2008. Buenos Aires, 1981, pp.26-29 (todas
las itálicas son mías).
10. Ibíd. p. 15.
11. Peusner, Pablo, El sufrimiento de los
niños (1999). Letra Viva, Buenos Ai-
res, 2ª edición corregida y aumenta-
da 2009.
12. Lacan, Jacques. « Les complexes fa-
miliaux dans la formation de l’individu»
(1938), en Autres Écrits, Paris, Seuil,
2001, p. 25 [traducción personal].
13. Véase Agamben, Giorgio. Estado de
excepción (2003), Adriana Hidalgo,
Buenos Aires, 2004, especialmen-
te el capítulo 6 titulado Auctoritas y
Potestas.
14. Revault D’Allonnes, Myriam. Óp. cit.
p. 30.
15. Publicado por Ed. Pre-Textos, Valen-
cia, 2000.
16. Revault D’Allonnes, Myriam. Óp. cit.
p. 252.

Aun l 90
EL LUGAR DE LA PALABRA
EN LA C/SESIÓN ANALÍTICA
(La instancia de la voz y la letra en
el inconsciente freudiano del Hombre de las Ratas)

›Marcelo Mazzuca

“… hay un principio, un comienzo, auxilio”4. Como podrá notarse, aque-


un fin. lla primera respuesta (anticipada, en
<<Lugar>> es porque se debe rigor de verdad, a la pregunta propia-
comenzar por el comienzo. mente dicha) queda demasiado su-
Al principio no está el origen, está
jetada a criterios terapéuticos, y en-
el lugar.”1
J. Lacan tonces no sirve para adoptar referen-
cias teóricas que permitan situarnos
en las coordenadas de la lógica y la
“…hay que definir este Otro como dirección de la cura analítica.
el lugar de la palabra. La pregunta crucial es entonces
No es desde dónde la palabra esta otra: “¿Acaso nuestra teoría
se emite, sino dónde cobra su —dice Freud— no reclama para sí el
valor de palabra, es decir, donde título de producir un estado que nun-
ésta inaugura la dimensión de la
ca preexistió de manera espontánea
La práctica del psicoanálisis
verdad.”2
J. Lacan en el interior del yo, y cuya neo-crea-
ción constituye la diferencia esencial
entre el hombre analizado y el no ana-
lizado?”5. Ahorrémonos los rodeos, la
Freud, en su texto “Análisis ter- respuesta de Freud es afirmativa: la
minable e interminable”3, formula ex- experiencia del análisis produce un
plícitamente y sin rodeos la pregunta estado nuevo en el hombre, algo in-
por el estatuto del ser del sujeto luego édito, su resultado es del orden de
de haber sido modificado por la ex- la creación, y por lo tanto involucra
periencia analítica. Lo hace después necesariamente la dimensión6 de un
de haber afirmado —con un poco de acto que sanciona un antes y un des-
apuro y al pasar— que “...el análisis pués. Freud lo expresa en estos tér-
no consigue en el neurótico más de minos: “La rectificación con posterio-
lo que el sano lleva a cabo sin ese ridad del proceso represivo origina-
rio, la cual pone término al hiperpo- quien nos demanda, sobre los térmi-
der del factor cuantitativo, sería en- nos concretos de su discurso o so-
tonces la operación genuina de la te- bre los índices de su enunciación, y
rapia analítica”7. es desde allí que alcanza y afecta a
Lacan, por su parte, hace referen- la condición del ser del sujeto.
cia a otro orden de “rectificación”, la Por eso, cuando se trata del pase
que podemos situar en el comienzo de salida del análisis, a la rectifica-
mismo del análisis, en la puerta de en- ción del discurso le sigue —lisa y lla-
trada más que la de salida. ¿O se tra- namente, según Lacan— la “desti-
ta de la misma puerta, de un mismo tución” del sujeto, lo cual produce
lugar por el que hay que pasar al me- como resultado al analizado y en el
nos en dos oportunidades? Ésta po- mejor de los casos al analista. El de-
dría ser nuestra pregunta añadida a la seo del analista, entonces, un deseo
de Freud, la que nos permite pensar de saber que ha venido a ocupar el
en una correlación entre el acto final y lugar del horror neurótico frente al sa-
el acto inaugural de un análisis. ber, es el genuino e inédito producto
Al mismo tiempo, debemos pre- de la operación analítica.
cisar qué entendemos por aquella Ahora bien, cuando se trata del
operación genuina que Freud califi- pase de entrada al análisis, ¿cuál es
ca como una “rectificación” y que La- el nombre del novedoso estado del
can aplica también a las coordenadas sujeto que consideramos como efec-
de la entrada en el análisis. No se tra- to de aquella primera rectificación de
ta de una rectificación del yo, opera- la palabra? Respuesta: el estado ana-
ción que no ubicaría al análisis más lizante del ser del sujeto. Dicho de
que en el conjunto de las terapéuti- otro modo —y llevando el planteo al
cas psi. Tampoco se trata de la recti- extremo—, uno deja de ser neuróti-
ficación del sujeto ni de ninguna otra co cuando pasa a ser analizante. Y
categoría que creamos poder situar digamos aún más: si es que verda-
en su lugar (su ser de deseo, su ser deramente pasa, esa genuina institu-
pulsional, etc.), sencillamente porque ción del analizante (esa instancia del
no podríamos acceder a ese nivel de ser renovado del sujeto) hace latir el
manera directa y sin rodeos. La meta corazón de lo que habrá sido el acto
genuina de la operación analítica, su analítico una vez llevada la condición
objeto, es sin dudas la relación entre analizante hasta la salida final. Dicho
la verdad del deseo y el factor pulsio- de otro modo: En el comienzo está
nal, pero aquello a rectificar es —es- el acto del analista, pero dicho lugar
trictamente hablando— otra cosa. causal sólo se verifica indirectamente
Freud lo denomina “represión”, es por el hecho de constatar la existen-
decir, defensa. Nosotros, para abre- cia de la palabra analizante.
viar, digamos que se trata de un me- Respecto de lo que Freud deno-
canismo significante, de una cadena minaba “el factor cuantitativo” debié-
significante incluso. La rectificación ramos indicar lo que en el sujeto de-
recae entonces sobre la palabra de seante hay de relación con su ser pul-

Aun l 92
sional. En ese sentido, si aplicamos que incluya esa suerte de “paciente
estos momentos diferenciales de la impaciencia” del padecimiento neu-
dirección de la cura a la noción de rótico de quien consulta al clínico an-
síntoma (referente clínico más apro- tes de convertirse en un analizante.
piado para situar tanto el sentido de Digamos, para simplificar, la posición
la verdad del deseo como la paradó- del pa(de)ciente, entre el neurótico y
jica satisfacción pulsional de la neu- el analizante.
rosis), obtendríamos la tripartición si- Finalmente, la pregunta podría ser
guiente: la siguiente: ¿Cuál es la situación, el
sitio —incluso—, en el cual se en-
1. Antes de la rectificación subjeti- cuentran ambos participantes de la
va que abre el análisis: La implica- c/sesión analítica? ¿Cómo delimi-
ción del sujeto respecto del sínto- tar la instancia que hace lugar a la
ma y de lo que en él hay de satis- puerta de entrada al discurso analíti-
facción gozosa. Esto da un estado co? Para responder, vamos a tomar
del sujeto que también puede ca- las tres primeras c/sesiones del tra-
lificarse como el estado de un yo- tamiento del analizado que conoce-
fuerte (aunque al mismo tiempo es mos como “El Hombre de las Ratas”,
un yo-débil), en muchos casos in- utilizando como huella de aquel tra-
hibido e incluso deprimido. yecto dos significantes fundamenta-
2. Luego de la primera rectificación les: criminal y rat.
subjetiva, una vez abierta la puer-
ta del análisis: La des-implicación
del sujeto respecto de su sínto- C/Sesión nº 0 (El neurótico)
ma, una vez que el acto analítico
reveló hasta qué punto el neuróti- Para comenzar, tomemos como
co permanecía demasiado impli- primera c/sesión aquella que se si-
cado en ello. túa alrededor del encuentro del futu-
La práctica del psicoanálisis
3. Luego de la rectificación final, ro Hombre de las Ratas con el texto
aquella que da lugar a la desti- de Freud, más precisamente con La
tución subjetiva: La identificación psicopatología de la vida cotidiana. La
con aquello que del síntoma res- denominamos “c/sesión nº 0”, por el
ta a la operación analítica, con lo hecho de producirse en el tiempo an-
que el síntoma tiene de incurable, terior al encuentro propiamente dicho
identificación correlativa de ese no- entre el paciente y el analista, tiempo
vedoso estado que es el de un ser que el análisis establece sólo retroac-
de deseo fuerte y singular. tivamente a partir de la c/sesión nº 1.
Es el tiempo de la neurosis, con sinto-
Ahora bien, si nos restringimos a matología típicamente obsesiva, que
los movimientos de apertura, tal vez había llegado hasta la conformación
podamos encontrar una nueva tripar- de un delirio cuyo sujeto de la enun-
tición (y es lo que intentaremos situar ciación podríamos localizar a partir de
a partir de la casuística freudiana), una la siguiente formula: “no devolveré la

Aun l 93
no deuda”. Aun así, el sujeto perma- perativa, hasta entonces) con la ins-
necía en la posición de intentar reali- tancia de la letra (la del texto freudia-
zar el imposible acto de devolverle a no). El sujeto, hasta allí neurótico, se
quien nunca le prestó. reconoce en aquellos “raros enlaces
El punto a destacar, es que así de palabras”9 que encuentra en la le-
podemos entender la respuesta del tra de Freud. Consideremos entonces
sujeto frente a la invocación del Otro: esa situación como una primera c/se-
“tú debes devolver las 3,80 coronas”. sión, la nº 0, si es que por eso enten-
Ambas voces, la del sujeto y la del demos una primera “cesión” de goce
Otro (en rigor de verdad, una sola y cuyo efecto es causar el deseo, ce-
la misma), se realizan en ese juramen- der parte del goce del padecimiento
to no tan claramente “auto-impuesto” en virtud de un deseo de saber (en
como “imperativamente impuesto”. Y este caso, de conocimiento o de re-
tejida en la lógica del delirio aparece conocimiento).
la idea de pedir un certificado de en- Digámoslo de esta otra manera:
fermedad a un médico para hacer po- puede suponerse allí una primera “ce-
sible lo imposible, es decir: “devolve- sión sin sesión”, pero con un elemen-
ré la (no) deuda”. De allí lo necesario to común a ambas, la voz. En este
del síntoma, fuertemente situado en caso la voz del texto, y es en ese lu-
el terreno de las exigencias superyoi- gar donde situamos potencialmente
cas del “deber”, y de la búsqueda de al analista. Sería aquel que, con su
una solución: hacerse reconocer por silencio, “se convierte en la encarna-
el Otro, no sólo como un deudor sino ción de la voz como objeto”10. El “ana-
además como un enfermo, es decir, lista conversor” incluso11, quien ha-
como un neurótico. ciéndose agente de aquella voz pro-
Pero lo más interesante —y es lo duce con su intervención una con-
que queremos destacar— es lo que versión del objeto de su condición
parece haber torcido el rumbo de sa- de goce hacia la función de causa
tisfacción inicial de aquella demanda del deseo. Sólo que en este caso
de reconocimiento (“tú eres un en- se trataría de una voz en off —si es
fermo”, o incluso “tú eres mi neuróti- que vale la expresión— y de un tex-
co”). Dice Freud: “...el azar de haber- to muerto, de un sujeto en espera
le caído por entonces en las manos que habrá que conseguir hacer vivir
un libro mío guió hacia mí su elección. en el análisis. Será necesario poner
Pero conmigo no se podía ni hablar esa voz en acto, en presencia de los
de aquel certificado”8. Proponemos dos participantes de la sesión analíti-
localizar allí un primer silencio ope- ca, para poder hacer de ella el pivote
rativo que hace suponer un comien- de la operación del análisis.
zo (también un lugar) para el acto del Por otro lado, hay una segunda
analista. Pero aun antes, ubicamos cuestión a destacar de este tiempo
una elección guiada por el azar de un anterior a la primera consulta y tiene
encuentro, que como hemos sugeri- que ver con los dos significantes an-
do reúne la instancia de la voz (im- teriormente mencionados. Podría-

Aun l 94
mos denominarla “la constelación fa- orientación vocacional del sujeto. Ho-
miliar del neurótico”, un determinis- frat, según leemos en el historial, era
mo inconsciente que preside a la si- un título que se les otorgaba —entre
tuación analítica pero que al mismo otros— a prominentes médicos, abo-
tiempo involucra lo que habrá de ser gados y profesores universitarios.
la relación transferencial. Tenemos entonces los significan-
Se trata de los significantes crimi- tes de la alternativa propuesta y has-
nal y hofrat, cuya influencia es anterior ta cierto punto impuesta por el llama-
al comienzo del tratamiento propia- do al ser que proviene del Otro pa-
mente dicho. Provienen ambos de la terno. Pero la nota de color la apor-
infancia del sujeto, y en cierta manera ta Freud en un comentario a pie de
los encontramos en la más importan- página. “La alternativa era incomple-
te de las construcciones que Freud ta —dice Freud—. El padre no pen-
realiza durante el análisis. La escena só en el desenlace más frecuente de
de la paliza recuperada en el recuer- un apasionamiento tan prematuro: la
do permite al ya por entonces sujeto neurosis”13. En rigor de verdad, ese
analizante formular uno de los textos es el resultado (por lo menos hasta el
fundamentales de aquella invocación momento en que el neurótico se con-
del Otro que hace al determinismo del vierte en analizante), y lo confirma la
ser del sujeto. “Tú serás un gran hom- primera demanda silenciosa del pa-
bre o un gran criminal”12 sentencia el ciente que quiere hacerse reconocer
padre en el momento en que la pali- como un enfermo neurótico a través
za se interrumpe. En este sentido, el del pedido del certificado. Sólo que
valor de la construcción freudiana re- esta tercera alternativa no requiere de
side, no tanto en la supuesta interdic- un tercer elemento significante para
ción del goce masturbatorio, sino en producirse. Es más bien el resultado
los significantes de su renuncia, ele- de la permanencia en la vacilación
mentos que funcionan como vehícu- entre uno y otro término, el conflicto
La práctica del psicoanálisis
lo para la realización del sujeto en la mismo como signo de la división y de
medida en que intentan nombrar su la no realización subjetiva.
ser moral e intelectual. El primero, cri- En definitiva, la que queda velada
minal, comanda las exigencias narci- es la enunciación más pura de aquella
sistas que podemos atribuirle al Sú- voz que late más allá de los términos
per Yo, y se lo encuentra fácilmente del enunciado. Algo así como: “a par-
en el discurso del sujeto formando tir de ahora serás” o “en el futuro ha-
parte del texto de su síntoma princi- brás sido”, o simplemente “serás…”.
pal. El segundo, hofrat, comanda las El padre desaparece de la escena de
exigencias narcisistas que podemos la paliza y es una voz la que golpea a
atribuirle al Ideal del Yo (la instancia partir de allí. La oportunidad del aná-
psíquica “deprimente”, según Freud), lisis depende entonces de la manio-
en la medida en que resulta apto para bra que realice el analista para poder
traducir aquella expresión más gene- retomar ese lugar, el de la palabra, a
ral “el gran hombre” al campo de la instancias de la voz y de la letra. “El

Aun l 95
analista simboliza el superyó que es el la demanda de aquel “joven de for-
símbolo de los símbolos” —dice La- mación universitaria”15 que lo consul-
can—, “El superyó es simplemente ta. Se trata ya del primer encuentro
una palabra que no dice nada”14. real, cuerpo a cuerpo, entre el neu-
Agreguemos un último detalle a las rótico devenido en paciente y el ana-
puntualizaciones sobre esta c/sesión lista, razón por la cual la denomina-
nº 0. Freud, el Otro de la transferen- mos c/sesión nº 1.
cia que presta inicialmente su nom- El primer punto a destacar es la
bre y su texto, también queda atra- relación que el consultante mantie-
pado en los significantes de la “cons- ne con su propia palabra, la posición
telación familiar”. En primer lugar, por- que adopta respecto de sus propios
que el sujeto le supone formar parte dichos en el diálogo con el analista.
de la familia de un criminal, más pre- Así lo expresa Lacan: “Primero cree
cisamente de un asesino serial. Es un que es necesario que él mismo haga
dato que encontramos en los “Apun- de médico, que él informe al analis-
tes originales” del caso, y que el anali- ta”16. Es lo que ocurre en el comienzo
zante confiesa a su analista durante el de esta primera entrevista. El neuróti-
transcurso del tratamiento. Creyó que co, devenido en paciente, usa la pa-
Leopold Freud, el asesino del ferroca- labra como vehículo de transmisión
rril (de igual nombre que el hermano de de una información acerca de su pa-
Sigmund Freud) pertenecía a la familia decimiento. En su discurso, oficia él
de quien se convertiría más tarde en mismo de médico para su interlocu-
su analista. En segundo lugar, porque tor analista. Así nos enteramos —en
podemos suponer que Freud también este caso— del contenido de sus “re-
queda representado por aquel título presentaciones obsesivas” (temores,
que se le confería a prominentes mé- impulsos y prohibiciones), del tiem-
dicos y profesores universitarios como po que llevan habitando sus pensa-
él. Freud, el padre del psicoanálisis: un mientos y de los años que ha perdido
verdadero Hofrat. en el combate contra esas ideas. De
Por lo tanto, son esos dos signifi- paso subrayemos que esta informa-
cantes y sus variaciones los que mar- ción le permite (a Freud tanto como
can el camino y la dirección de la cura al paciente-médico) tipificar su pade-
del paciente, en la medida en que re- cimiento y establecer un diagnóstico
presentan al sujeto del análisis. Ubi- preliminar de neurosis obsesiva. La
quemos sus vicisitudes en las dos c/ localización del padecimiento en el
sesiones siguientes. cuerpo de los pensamientos, el con-
tenido y las características de las re-
presentaciones impuestas, la actitud
C/Sesión nº 1 (El paciente) de lucha contra las mismas más el re-
sultado evidente de “perder el tiem-
Tomemos ahora la que podemos po”, es información suficiente para
considerar la única entrevista preli- suponer una neurosis de estructu-
minar que Freud dedica a examinar ra obsesiva.

Aun l 96
Sin embargo, lo que resultará de- so a su punto de encrucijada, el del
cisivo en términos estrictamente ana- encuentro del deseo del sujeto con
líticos no es tanto la palabra informa- el deseo del Otro, son las coordena-
tiva, que habrá que rectificar. No son das de una relación sexual sin acto
los enunciados de su discurso lo que sexual, una suerte de tratamiento “ca-
cuenta, sino lo que tras ellos que- tártico” del goce sexual que invadía
da evocado y resonando en la medi- sus pensamientos, es decir, del goce
da precisa en que dicho discurso se fálico. En cierto sentido, una “sesión
configura “hacia” pero fundamental- sin cesión”, la inversión de la fórmu-
mente “desde” el lugar de su inter- la anterior.
locutor17. Ahora bien, el punto crucial lo en-
Pero para llegar a ese punto, es contramos en este momento del diá-
necesario ubicar el devenir de la pa- logo. Cuando la palabra informativa
labra informativa del paciente en esa ya no puede realizarse en el lugar del
entrevista inicial. Se trata de la infor- Otro, la curva del discurso orienta las
mación acerca del tratamiento que cosas hacia la relación transferencial,
el propio neurótico le dio a su pa- actualizando posiciones amorosas y
decimiento antes de convertirse en gozosas en la relación con el parte-
paciente, o como hemos dicho, en naire analista. Dicho de otro modo:
“médico-paciente”. Vemos así apa- allí donde el acto sexual encuentra
recer en su palabra un primer discur- su agujero en el discurso, se presen-
so sobre la sexualidad, tema a partir ta primeramente como respuesta el
del cual se produce el primer “rulo” “exceso” (de información, en este
del discurso, un primer punto de in- caso), y a continuación el acto del
flexión de la palabra discursiva. El analista. Veamos como sucede en
único tratamiento que resultó más o este caso.
menos eficaz, fue el hecho de man- El paciente pasa a informar sobre
tener una relación sexual regular du- la historia de su vida sexual (primer
La práctica del psicoanálisis
rante un tiempo con una mujer que coito, prácticas masturbatorias, rela-
le era lo suficientemente indiferente ción con prostitutas, etc.) con un gra-
como para no tener que involucrar do de detalle que sorprende a Freud,
su nombre propio, es decir, su de- quien interroga el discurso en vez de
seo. Esto queda más claro si suma- quedar hipnotizado por el objeto que
mos un dato que Freud sólo consig- su paciente-neurótico estaba obse-
na en los “Apuntes Originales”, y que quiándole. Su acto difiere del senti-
complementa la información referida do común y permite ahuecar el si-
al tratamiento que el paciente encon- tio al que irá a parar el analista. Sen-
traba en la relación sexual. Se trata cillamente pregunta —pero al hacer-
de la relación con la mujer que admi- lo también objeta— por las razones
ra y desea. Freud lo dice así: “Siem- que llevaron al paciente a poner tan-
pre le hizo un efecto benéfico estar to énfasis en la información sobre su
alejado de ella”18. Digámoslo de la si- sexualidad. Dice Lacan: “…lo que es
guiente manera: lo que lleva al discur- redundancia para la información, es

Aun l 97
precisamente lo que, en la palabra, obsesiva como para hacerse soporte
hace oficio de resonancia. Pues la del acto analítico. Se observa enton-
función del lenguaje no es informar, ces, que tanto en la rectificación ini-
sino evocar”19. Esta intervención de cial como en la interpretación princi-
Freud permite “rectificar” el discurso pal, algo queda evocado (exceso de
del paciente y dirigirlo hacia la puerta información en el primer caso, caren-
de entrada en el análisis. Es decir, lo cia de reacción afectiva en el segun-
invita con su acto a dejar de ser pa- do), aquella distancia entre los enun-
ciente para convertirse en analizante. ciados y la enunciación da lugar al
Es esa intervención (no calculada ni acto analítico. La intervención inicial
premeditada pero no por eso carente de Freud ahueca ese lugar por el cual
de una causa) la que revela la verdad el silencio de una voz se irá haciendo
del sujeto de la enunciación en su ma- escuchar en la letra del síntoma.
niobra neurótica para ubicarse en el Digamos, por último, que la rectifi-
lugar del Otro. Este paciente, que im- cación subjetiva que pone a punto la
presionaba como “una mente clara y demanda analítica de la cual surgirá
perspicaz” —dice Freud—, había leí- el trabajo analizante (“¿por qué abun-
do el texto freudiano de La psicopa- da el sexo en el discurso sobre su pa-
tología de la vida cotidiana, y cono- decimiento? ¿por quién me toma us-
ciendo el núcleo (la explicación cau- ted?”), desarticula la demanda neu-
sal, incluso) de sus doctrinas, inten- rótica de amor en el momento mis-
ta hacerse reconocer por el padre del mo en que la revela (“usted es el pa-
psicoanálisis como el paciente ideal. dre del psicoanálisis y yo seré su pa-
Es decir, intenta hacerse amar por el ciente preferido”). En otros términos:
Otro mediante la maniobra de dar- una demanda cuyo movimiento par-
le lo que supuestamente quiere, sa- te del padecimiento criminal del sín-
tisfaciendo lo que él establece como toma, atraviesa el agujero del sexo
su demanda. y termina en reconocimiento del ho-
Podemos agregar que la percep- frat. Como hemos dicho, el exceso de
ción de Freud acerca de la relación información sobre la relación sexual
dialéctica es tan justa como la que evoca la demanda yoica de reconoci-
demuestra en la interpretación prin- miento, al mismo tiempo en que con-
ceps del tratamiento (calificada por voca las resonancias del texto (el de
Lacan como “inexacta pero verdade- Freud) en el cual el sujeto se reco-
ra”), aquella que revela la confronta- noce en su deseo. Allí, exactamente
ción que en el inconsciente el sujeto en ese punto, comenzará el trabajo
mantiene entre su deseo y la volun- de análisis propiamente dicho. Sólo
tad del padre. Según Lacan, esta per- que Freud no elige interrogar el deta-
cepción tan lúcida se debe al hecho lle del texto en esa entrevista prelimi-
de que el propio Freud ha pasado en nar. O, mejor dicho, elige no hacerlo
la historia de su deseo por situaciones aún. Podría haberlo hecho, por qué
semejantes. Sólo que Freud ya tenía lo no, examinar el texto de la psicopa-
suficientemente analizada su neurosis tología cotidiana para recortar el de-

Aun l 98
talle de la letra de la cual el paciente ser de otro modo— está igualmen-
quedó colgado, dando así ocasión a te sujeta a los determinismos signi-
las primeras resonancias de “la voz ficantes por los cuales esa palabra
del sufriente”20. Pero resulta que el se engancha en el discurso del Otro.
análisis no había comenzado, y Freud Es así que a segundos de comenzar
parece darle importancia a esos mo- se hace presente el significante cri-
mentos decisivos de corte y discon- minal. Esto ocurre por haber decidi-
tinuidad. Es recién llegado ese pun- do el paciente hablar sobre el valor y
to que Freud, en la entrevista siguien- la función que ocupa aquel amigo a
te y luego de acordar cuestiones re- quien “respeta extraordinariamente”,
lativas al tiempo y pago de las se- y a quien acude cada vez que la pa-
siones, enuncia la regla fundamental labra del síntoma lo tacha de crimi-
que sostendrá el trabajo de quien se nal. Vemos aparecer entonces una
habrá convertido en analizante. Vea- primera polaridad que nombra y divi-
mos cómo ese trabajo se produce de el ser moral de obsesivo. El sínto-
en la primera sesión analítica propia- ma (el imperativo del Súper Yo) lo ta-
mente dicha (c/sesión nº 2 en nues- cha de criminal, mientras que la ima-
tro conteo), reproduciendo el camino gen que obtiene del semejante en el
que va desde el significante criminal que se refleja (espejo del Ideal del Yo)
al significante rat. lo reconoce como un hombre moral-
mente intachable.
Pero lo más interesante de esta
C/Sesión nº 2 (El analizante) sesión inaugural, es la lógica (la topo-
logía, incluso) que moviliza el discur-
Como apuntábamos, Freud enun- so asociativo. Esa afectación del ser
cia la regla de la asociación libre para del narcisismo del sujeto será evoca-
dar comienzo a la sesión, agregando da tres veces. Dicho de otro modo,
una consideración sobre la “condi- el hilo del discurso se dobla, se incli-
La práctica del psicoanálisis
ción” bajo la cual se ejercerá la regla na y se tuerce sobre sí mismo en dos
en este caso particular21. Esa condi- oportunidades encontrando siempre
ción (a la cual se suman las del tiem- el mismo punto de falla, producien-
po y el dinero) es dejar a cargo del do tres versiones polares de un ha-
paciente elegir y decidir cómo y con bitual recurso obsesivo al narcisismo
qué material iniciará su discurso cada afectado por la castración.
vez que haya un comienzo. Lo cual La primera versión —como he-
no es poca cosa para alguien que, se mos dicho— atañe al ser moral y se
demostrará, había enfermado por no enuncia: “hombre intachable versus
poder elegir y para no decidir, prueba criminal”. El punto a destacar es que
de que el estado analizante del suje- el primer rulo del discurso se produce
to es ya una cura respecto de su an- como efecto de una sugerencia del
terior estado neurótico. amigo apreciado. Casi podríamos de-
Ahora bien, la libertad de elegir la cir, de una interpretación, en la medi-
palabra de inicio —como no podía da en que su palabra alude y sugie-

Aun l 99
re pero no explica: “...probablemen- duce un punto de inflexión en su dis-
te esas consideraciones sobre sí mis- curso analizante. A partir de allí su pa-
mo provengan de su adolescente ju- labra se dirige al tiempo de la infancia
ventud”. Es así que el discurso pasa y al lugar ocupado por el vivenciar del
del tiempo presente al de su adoles- sexo. Y la prueba de que se trata de
cencia, al referirse al estudiante (unos un verdadero punto de inflexión de la
cuatro o cinco años mayor que él) que palabra analizante, de un nuevo rulo
luego ofició de preceptor hogareño. del discurso, es la interrupción que
El breve relato acerca de aquella re- se produce al quedar evocada aque-
lación revela la función que dicho es- lla primera “gran conmoción”, tanto
tudiante cumplía en la conformación como el modo repentino (destacado
narcisista de joven adolescente. En por Freud de diversas maneras en el
este caso atañe a su ser intelectual texto) en que el discurso se reesta-
más que al ser moral, en la medida blece con la asociación que va del
en que la imagen devuelta era la del deseo sexual del otro hacia su pro-
genio, es decir, la de un semejante pio deseo sexual infantil.
unos cuantos años menor que sor- Llegada esta instancia el relato
prendía por sus capacidades intelec- se extiende y se profundiza en deta-
tuales. El viraje se produce en el paso lle. Pero lo que nos interesa destacar
del estudiante al preceptor hogare- es el modo en que hace su presencia
ño. Fue a partir de allí que el pacien- una tercera polaridad del sujeto que
te comenzó a sentir que se lo trataba esta vez atañe de manera directa a
como un idiota, hasta descubrir que su ser sexuado.
el estudiante-preceptor era además Conocemos de sobre aquellas
un hombre. Es decir, al reparar en el dos vivencias de carácter traumáti-
interés que el estudiante-preceptor- co que Freud reconocía como típicas
hombre tenía por su hermana y ad- de la neurosis obsesiva. En primer lu-
vertir que él era sólo un medio para gar, una vivencia activa y placentera;
arribar a la meta de su deseo sexual. en segundo lugar, una vivencia pasi-
Dicho de otra manera: a los ojos del va y displacentera. Ahora bien, lo im-
otro deja de ser ese pichón de hofrat portante de cada una de esas viven-
para convertirse en un gran idiota, y cias relatadas es lo siguiente. Para la
todo eso por no haber podido con- primera, el exceso, nombre del goce
siderar lo que de “hombre” había en pulsional que empuja el deseo sexual
aquella mirada. naciente hasta el padecimiento. Para
Dice el paciente: “Ésta fue la pri- el caso de este paciente, la “curiosi-
mera gran conmoción de mi vida”22, dad ardiente y atormentadora” que se
agreguemos nosotros: es nuevamen- instaló a partir de la vivencia que in-
te la evocación de la relación sexual auguró la práctica de espiar el cuer-
(el descubrimiento del deseo sexual po desnudo de una mujer. Se trata-
de un hombre por una mujer, en este ba en ese caso de la Sra. Peter, a la
caso) el que rompió la imagen de su cual —punto importante— el niño
narcisismo adolescente y ahora pro- le pidió permiso antes de pasar, y la

Aun l 100
cual lo concedió bajo la condición im- cado de esa palabra, pero si su signi-
puesta del silencio, de que “no dijera ficación sexual (aquel que afectaba al
nada”. En síntesis, una primera polari- falo cuyas erecciones ya lo torturaban
dad que hace consistir al ser sexuado y de las que se quejaba a la madre) y
como ser pulsional: al mismo tiempo su sentido de menosprecio. Por de-
en que queda dividido por la atrac- cirlo de algún modo: “menos precio”
ción del cuerpo y la sanción de la pa- que el hermano menor en la mone-
labra de una mujer que atrae su mira- da del intercambio sexual, la moneda
da, se convierte él mismo en esa mi- del falo. La polaridad del ser sexua-
rada atormentada por el exceso de do se enuncia entonces en términos
goce que la habita. fálicos: ya no es un ser criminal ni un
Apuntemos que es esa mismo ser idiota sino un ser esencialmente
objeto mirada el que caerá en un torpe e inútil a la hora de saber ha-
segundo tiempo, fruto de la viven- cer con su órgano y con el deseo fe-
cia que Freud califica como pasiva menino que lo estimula.
y cuyo efecto-afecto es el displacer. Y como nota de color, agregue-
De la misma manera en que en el pri- mos que esta segunda gobernanta,
mer caso es la complicidad silente del que a diferencia de la otra no inter-
Otro la que da efectividad fantasmá- ponía ningún tipo de reparo a la hora
tica al acontecimiento traumático, es de recibir al pequeño hombre en su
en este segundo caso la sanción del cama, poco inteligente y habitada por
Otro la que produce el efecto-afecto una gran necesidad sexual, se hacía
del llanto. Se trata de una conversa- llamar “señora Hofrat” en razón de un
ción que mantienen las dos gober- casamiento al parecer consumado
nantas de la casa acerca de las po- más por apuro y necesidad que por
tencialidades sexuales de los dos ni- deseo. Dice Freud al respecto: “Las
ños a los que deben cuidar y hasta palabras introductorias del paciente
cierto punto criar. Dicho de otra ma- (…) dejan resonar (…) el conflicto y la
La práctica del psicoanálisis
nera: lo prematuro de esa vivencia lo oposición de intereses entre hombre
encontramos en el propio discurso y mujer (…) En los círculos de clase
del Otro al tomar al niño como hom- media de Viena, lo común es llamar
bre. La sanción se produce cuando a una gobernanta por su nombre de
una de estas gobernantas-mujeres pila y que sea este el que se recuer-
compara la performance de los her- de”24. Dicho de otra manera: el agu-
manitos: “Con el pequeño es claro jero de la relación sexual queda tam-
que uno lo podría hacer, pero Paul bién expresado con nombres y letras
es demasiado torpe, seguro que no que habrán de participar del síntoma
acertaría”23. Lo que conviene desta- que como parte del ser del sujeto res-
car en este caso no es tanto el pacto ponde a la imposibilidad de formular
de silencio sino la pérdida del sentido o escribir la relación entre hombre y
de la palabra del Otro que de todos mujer. Es allí donde encontramos el
modos es claramente sexual, incluso último tramo de esta primera sesión
fálico. El niño no comprendió el signifi- de análisis.

Aun l 101
Todo confluye y finalmente con- simplemente en enunciar y sostener
cluye en la representación en la cual con su acto la regla fundamental, el
se anudan —ya en la temprana in- despliegue de la asociación libre. El
fancia— el goce propiamente fálico manejo de la transferencia, la inter-
(más hétero que auto, según Lacan) pretación y la construcción vendrán
y el deseo ardiente. De allí la idea en- después. Aquí sólo interviene efecti-
fermiza de que los padres podría adi- vamente sobre el final, preguntando
vinar (erraten) sus pensamientos, lo por el contenido y el texto de los te-
cual el niño obsesivo intentaba expli- mores. La declaración que obtiene de
car suponiendo que él los habría de- su analizante (<<Si yo tengo el deseo
clarado o proferido de algún modo sin de ver desnuda a una mujer, mi padre
haber llegado esos pensamientos a tiene que morir>>) cierra la sesión en
sus oídos. Dicho en términos del len- bucle al evocar nuevamente en el ho-
guaje que estamos manejando: un te- rizonte el significante criminal.
mor a que el Otro erratee (adivine) sus El acto analítico ha dado lugar al
pensamientos, una idea delirante que trabajo analizante, y de allí surge nada
consiste en suponer que su voz se más y nada menos que un texto: <<Si
deja escuchar por el Otro aun cuan- yo tengo el deseo de ver desnuda a
do no haya sido siquiera sonorizada, una mujer, mi padre tiene que mo-
lo cual abre la inquietud y la cuestión rir>>. Los nexos lógicos se han roto
acerca de la propiedad y del propie- y la voz se ha partido. El sujeto sólo
tario de esa voz inconsciente, ¿per- asume como propia la voz que enun-
tenece al sujeto o al Otro? Freud lo cia el movimiento esbozado pero de-
plantea con los términos de su doc- tenido del deseo sexual, enviando la
trina: “<<Declaro mis pensamientos voz de la muerte al Otro. La conse-
sin oírlos>> suena como una proyec- cuencia es la del gozoso padecimien-
ción hacia afuera de nuestro propio to del síntoma que habrá que ceder.
supuesto, a saber, que él tiene unos La c/sesión analítica, ofreciendo el lu-
pensamientos sin saber nada de gar de la palabra, le brindará la opor-
ellos: como una percepción endopsí- tunidad de reunir aquellas voces a
quica de lo reprimido”25. Y a esta idea instancias de la letra.
enfermiza se anudaba un gran temor,
cuyo texto dará la punta del síntoma
que el análisis deberá tratar: si el “ur-
gentísimo” deseo de ver mujeres des-
nudas ocupaba su pensamiento, algo
malo habría de suceder.
Nos encontramos, una vez más,
con el recorrido de una sesión que va
del criminal hasta el rat (erraten). Nó-
tese que hasta aquí Freud no ha te-
nido necesidad de intervenir o, me-
jor dicho, su intervención consistió

Aun l 102
Notas 16. Lacan, J. (1953), “Lo simbólico, lo
imaginario y lo real”. En De los nom-
bres del padre, Editorial Paidós, Bue-
1. Lacan, J. (1967), “Lugar, origen y fin de nos Aires, 2007, p. 33.
mi enseñanza”. En Mi enseñanza, Edi-
torial Paidós, 2007, Buenos Aires. 17. Ibidem.
2. Ibidem. 18. Freud, S. (1909), “A propósito de un
caso de neurosis obsesiva (El Hom-
3. Freud, S. (1937), “Análisis terminable bre de las Ratas)”, Amorrortu, 1993,
e interminable”, capítulo IV, Amorror- Buenos Aires, p.199.
tu, Buenos Aires, 1993.
19. Lacan, J. (1953), “Función y campo de
4. Ibidem, p. 228. la palabra y el lenguaje en psicoanáli-
5. Ibidem, pp. 229-230. sis”. En Escritos 1, Siglo XXI Editores,
Buenos Aires, 1988, p. 288.
6. La “dicho-mansión”, diría Lacan. Es de-
cir, el sitio o la mansión del dicho, de 20. Lacan, J. (1973), “Televisión”. En Psi-
los dichos o de lo dicho. coanálisis: radiofonía y televisión, Edi-
torial Anagrama, Buenos Aires, 1977,
7.Ibidem. p. 88.
8. Freud, S. (1909), “A propósito de un 21. Distinguimos así la regla general
caso de neurosis obsesiva (El Hom- (como factor causal y garantía del
bre de las Ratas)”, Amorrortu, 1993, trabajo) de la o las condiciones par-
Buenos Aires, p. 138. ticulares bajo las cuales se ejerce en
9. Ibidem, p. 128. cada caso.

10. Dólar, M. (2006), Una voz y nada mas, 22. Freud, S. (1909), “A propósito de un
Editorial Bordes Manantial, Buenos Ai- caso de neurosis obsesiva (El Hom-
res, 2007, p. 148. bre de las Ratas)”, Amorrortu, 1993,
Buenos Aires, p. 128.
11. Tal como propuso denominarlo Caro-
lina Zaffore en nuestras Jornadas de 23. Ibidem, p. 129.

La práctica del psicoanálisis


los Foros del Campo Lacaniano de 24. Ibidem, p. 128, nota número 3.
América Latina Sur, 2011.
25. Ibidem, p. 131.
12. Freud, S. (1909), “A propósito de un
caso de neurosis obsesiva (El Hom-
bre de las Ratas)”, Amorrortu, 1993,
Buenos Aires, p. 161.
13. Ibidem.
14. Lacan, J. (1953), “Lo simbólico, lo
imaginario y lo real”. En De los nom-
bres del padre, Editorial Paidós, Bue-
nos Aires, 2007, p. 50.
15. Freud, S. (1909), “A propósito de un
caso de neurosis obsesiva (El Hom-
bre de las Ratas)”, Amorrortu, 1993,
Buenos Aires, p. 127.

Aun l 103
Aun l 104
UNDERSTUMBLE

›Vanina Muraro y Gabriela Haldemann

“¿Alguien sabe aquí que, ya ción”, “proyección”, “contratransfe-


en el siglo XV, el slang hizo el rencia” y “resistencia”.
hallazgo maravilloso de reem- En este artículo nos detendremos
plazar a veces I understand you en algunas de las citas pertenecien-
perfectly por understumble you
tes a diferentes textos de Lacan, don-
perfectly? Lo escribo porque
quizás la fonetización no les de expresa esta posición. Nos apo-
haya permitido captar el matiz. yaremos, para su entendimiento- en
Este understumble intraducible al algunos desarrollos realizados por la
francés incorpora al understand lingüística postestructuralista.
que significa comprendo, el Desarrollaremos las desviaciones
stumble, que quiere decir preci- a las que nos conduce la escucha
samente tropiezo. Comprender comprensiva deteniéndonos en las
es siempre adentrarse dando diferentes modalidades en las cua-
tumbos en el malentendido.”
les el mecanismo de comprensión
La práctica del psicoanálisis
El Seminario 10, La Angustia,
p. 90. se pone en marcha y abordaremos
las dificultades que presenta seguir
esta indicación de mantenernos en
Introducción esta posición tan lejana a la que ope-
A lo largo de su enseñanza, La- ra automáticamente en cualquier diá-
can nos señala la importancia de sus- logo ordinario.
pender la comprensión de los dichos
del paciente.
El significante “comprensión”, for-
ma parte de un conjunto de térmi- 1. Crítica
a la comprensión
nos muy usuales en la clínica pos-
tfreudiana. Lacan critica el uso que Una de las cuestiones que Lacan
estas corrientes hacían de vocablos advierte prematuramente en su obra
como: “comprensión”, “comunica- es el peligro de dirigir la cura desde un
ideal de intersubjetibidad. Varios de su famoso libro El decir y lo dicho al
sus escritos están destinados a dar trabajar toda la gama de presupues-
cuenta de esa imposibilidad y de las tos y sobrentendidos que se abren a
consecuencias nocivas que compor- partir de meras afirmaciones.
ta esta concepción de la cura. Retomemos algunos de sus ejem-
La intersubjetividad supone, en- plos más sencillos que, por venir del
tre otras cuestiones problemáticas, francés, soportan perfectamente una
lo que será objeto del presente tra- traducción al español. No vamos a
bajo: se basa en sostener el ideal de detenernos en las minuciosas obser-
una comunicación posible sin adver- vaciones que realiza el autor acerca
tir que la idea de comprensión de un de la diferenciación entre estas dos
enunciado es una creencia que cie- categorías –presupuestos y sobren-
rra, cancela otros sentidos quizás tendidos- ni en los mecanismos para
más ajenos al “sentido común” pero diferenciarlos sino en la lectura rápida
no por eso menos representativos que generan estos decires más allá
para el analizante. de lo que efectivamente dicen.
Esta observación de Lacan –no Hemos elegido tomar dos ejem-
comprender- se apoya en algunos plo recogidos del primer capítulo de
desarrollos contemporáneos a su El decir y lo dicho, “Presupuestos y
obra pertenecientes a la lingüística, sobrentendidos”, (Ducrot).
disciplina de la que se sirve en va-
rias oportunidades para dar cuenta “Si Pedro viene, Juan se marchará”.
de algunas particularidades del sig-
nificante. “Pedro dio poco vino a Juan”.
En especial, podríamos destacar
a algunos lingüistas estructuralistas Analicémoslos cuidadosamente.
y postestructuralistas de habla in- El primero de ellos contiene una afir-
doeuropea, franceses, que resaltan mación, sin embargo rápidamente
el rol activo de quien escucha, reco- se extrae de la lectura un valor cau-
nociendo que quien escucha lejos sal: si A entonces B. Hasta allí, nada
de ser sólo el receptor de una emi- más que lo que está escrito, literal-
sión, completa el enunciado, elige un mente.
sentido y automáticamente descarta Pero rápidamente observamos
otros sentidos. que la lectura más habitual es la de
suponer una suerte de enemistad en-
tre estos dos personajes que obligaría
1.1sentido
La comprensión y el
común. Aportes
de la lingüística
al segundo a marcharse ante la llega-
da del primero. Sin embargo, si volve-
mos al ejemplo nada de ello está con-
tenido por el enunciado. Incluso se-
Uno de los lingüistas que más se ría totalmente legítimo concebir con-
detuvo a teorizar acerca del rol acti- textos en los cuales estos dos perso-
vo del oyente es Oswald Ducrot en

Aun l 106
najes funcionaran a modo de relevo ejemplos es un tipo de lazo particu-
sin que los ligue amistad o enemistad lar -cierta mala disposición- que vin-
alguna. Por ejemplo, si ambos cum- cula, a estos dos personajes de los
plieran la misma tarea en horarios di- ejemplos citados.
ferentes y Juan abandonara su pues-
to por terminar su horario de traba-
jo ante la llegada de Pedro, quien ini-
cia su jornada.
El segundo caso resulta aún más
2. ¿Cuál es el peligro que
encierra el mecanismo
de la comprensión?
curioso: “Pedro dio poco vino a Juan”
es sin duda alguna otra afirmación, Proponemos abordar esta pre-
aparentemente simple, pero casi en gunta tanto desde los desarrollos de
forma instantánea se desprende de la lingüística misma como desde el
ella la idea de que Juan recibió me- psicoanálisis, ya que consideramos
nos vino del que deseaba por algu- que ambas disciplinas confluyen al
na animadversión de Pedro. Nada de respecto.
ello está contemplado en la oración y, Sabemos por los desarrollos de
sin embargo el receptor de la misma la lingüística postestructuralista que
completa rápidamente y llega inevita- el presupuesto y el sobrentendido
blemente al mismo resultado. cumplen en el decir cotidiano una
Nuevamente podríamos inventar función económica: los hablantes de
contextos donde el uso de la misma una misma lengua madre nos pode-
oración tendría sentidos diferentes. mos “entender” con pocas palabras.
Quizás se trata de dos íntimos ami- Contamos con algunas herramien-
gos y Pedro reserva para Juan cham- tas extras que permiten economizar
pagne o bien, simplemente, Juan no ese proceso.
quería beber demasiado. Entre ellas podemos destacar el
Sin embargo, funciona una pues- efecto post hoc, ergo propter hoc que
La práctica del psicoanálisis
ta en marcha de la comprensión que como señala Barthes en Análisis es-
avanza sobre el decir del hablante y tructural del relato: “…hace pensar,
cierra un sentido, las más de las ve- en efecto, que el resorte de la activi-
ces común y no por ello menos de- dad narrativa es la confusión misma
lirante –más adelante nos dedica- entre la secuencia y la consecuen-
remos a esta especificación con el cia, dado que lo que viene después
ejemplo de “Marrana”, citado por La- es leído en el relato como causado
can en El Seminario 3-. por; en este sentido, el relato sería
Ducrot no se detiene en un pun- una aplicación sistemática del error
to que sería muy interesante investi- lógico denunciado por la Escolástica
gar –aunque tampoco será el objeto bajo la fórmula post hoc, ergo prop-
de este trabajo- que es que la infor- ter hoc…”1 (Barthes).
mación que se repone es de carác- En consecuencia, este error ló-
ter afectivo, es decir que lo que se gico es una de las vías por las que
comprende, al menos en estos dos podría producirse un sobrentendido

Aun l 107
pero no la única. Ya veremos, en al- Podemos verificar esta posición
gunos ejemplos clínicos, otros modos en el historial del Hombre de las Ra-
de producción de este efecto y cómo tas en el pasaje de la confesión del
la concepción de la escucha analítica “tormento de las ratas”, que el pa-
articulada a la interpretación permitirá ciente designa como el “motivo di-
desconsistir tales impresiones. recto” de acudir a Freud. Se lee cla-
Acerca del sobrentendido Ducrot ramente, por un lado, la resistencia
dice que: “Como dice una expresión a la confesión y los intentos del pa-
familiar, el sobrentendido permite ciente por ahorrarse ese decir peno-
sostener algo ‘sin decirlo, y al mismo so pretendiendo infringir la regla. Por
tiempo diciéndolo’”2 (Ducrot). otra parte, vemos en esas páginas
Vemos, claramente cómo en el uso la firme posición de Freud al respec-
cotidiano de la lengua permite un aho- to, que se sitúa como subordinado a
rro, posibilita decir de menos. Pero en la regla declarando, con su particu-
el psicoanálisis se trata de que el ana- lar estilo que “lo mismo podría pedir-
lizante diga incluso un poco más, en le que le baje dos cometas”.
eso reside el poder de la regla funda- En ese intento del paciente por
mental, que diga aún aquello que pre- encontrar un analista comprensivo,
feriría dar a entender sin tener que ha- Freud se muestra refractario a ex-
cerlo pasar por su propia boca. ceptuarlo pero se aviene a una inter-
Tal como expresa Lacan en “La di- pretación alusiva. Verificamos cómo
rección de la cura y los principios de el psicoanálisis va contra el principio
su poder” el acto analítico radica en del placer, es decir, contra la ley del
hacer cumplir la regla fundamental. menor esfuerzo.
Esta formulación de qué es dirigir la La misma posición freudiana que
cura puede resultar sucinta pero no hace desistir al Hombre de las Ratas
es por eso tarea fácil. del pedido de un certificado que lega-
Como dice Lacan en el “Comen- lice y autentifique su posición de en-
tario de Jacques Lacan a propósito fermo es la que puja porque dialecti-
de la exposición de André Albert”: “... ce su padecer.
el enunciado de la regla fundamental Recordemos que en el texto de
es, decirle a una persona que viene “Subversión del sujeto y dialéctica del
a demandarnos algo, una ayuda en deseo en el inconsciente freudiano”
este caso, que hay que sudar la gota tanto el síntoma como el fantasma
para llegar a hacer algo juntos, a sa- son ubicados en el grafo del deseo
ber que las cosas no marcharan si de como modos de cortocircuitar el de-
cierta manera, no se va hasta aque- seo. Es decir, atajos, maneras aliena-
llo que desagrada profundamente, no das de transitar en forma incompleta
al analista sino a cualquiera: hacer un y repetitiva ese camino.
esfuerzo”3 (Lacan). Lacan escribe en El Seminario 3.
Por eso, comprender va contra la Las psicosis: “Si comprendo, paso,
función del analista en tanto agente no me detengo en eso, porque ya
de la regla fundamental. comprendí. Esto les pone de mani-

Aun l 108
fiesto qué es entrar en el juego del encuentra muy vecino en su campo
paciente: es colaborar con su resis- semántico y, por cercanía, hace sur-
tencia. La resistencia del paciente es gir en la paciente el hasta ahora re-
siempre la de uno, y cuando una re- tenido, quien suelta: “Marrana”. Le-
sistencia tiene éxito es porque están jos de vanagloriarse por su acierto,
metidos en ella hasta el cuello, por- Lacan escribe: “Si comprenden mu-
que comprenden”4 (Lacan). cho mejor, pero guárdenselo, lo im-
portante no es comprender sino al-
canzar lo verdadero. Pero si lo alcan-

2.1Elpastora
pastorcito y la zan por azar, incluso si comprenden,
no comprenden. Naturalmente com-
prendo: lo que prueba que todos te-
Otro modo muy corriente en el que nemos alguna cosita en común con
suele manifestarse la comprensión en los delirantes. Al igual que ustedes
la clínica es la reposición de un signi- tengo lo que tiene de delirante el
ficante al que el sujeto alude. hombre normal.
Seguramente los lectores recuer- Vengo del fiambrero. Si me dicen
dan la referencia de Lacan a la pre- que hay algo que entender ahí, pue-
sentación de enfermos que se en- do muy bien articular que hay una
cuentra en El Seminario 3. Las Psico- referencia al cochino. No dije cochi-
sis, en su Clase del 7 de diciembre de no, dije puerco. Ella estaba muy de
1955, “Vengo del fiambrero”. acuerdo, era lo que quería que com-
Allí se relata el caso de esta pa- prendiese. Era también quizá, lo que
ranoica que se ha visto –quizá sería quería que el otro comprendiese. Sólo
más correcto decir, se ha oído- insul- que es precisamente lo que no hay
tada por un vecino y sin ningún incon- que hacer. Lo que debe interesarnos
veniente le relata al entrevistador –el es saber por qué justamente, quería
propio Lacan- cuáles fueron las coor- que el otro comprendiera eso y por
La práctica del psicoanálisis
denadas en las que ha recibido esta qué no se lo decía claramente sino
ofensa, ante su declaración: “Vengo por alusión”5 (Lacan).
del fiambrero”. Éste es otro modo del efecto par-
Sin embargo, con la excusa de ticipativo del oyente, es lo que Lacan
que ello la rebaja retacea una porción denomina de un modo enigmático el
de la secuencia del suceso, precisa- juego de “el pastorcito y la pastora”.
mente el insulto recibido: “Marrana”. Lacan está haciendo referencia a
Ella había anunciado a este hom- un famoso poema compuesto en Gra-
bre que venía del fiambrero, y a con- nada al cual los historiadores sitúan en
tinuación ocurrió algo más, ha recibi- torno a 1584. Es un poema sobre el
do un insulto. Pero de ese algo más cual se detuvo, entre otros lectores,
no quiere hablar. San Juan de la Cruz para ilustrar el
Lacan propone entonces un signi- carácter piadoso del pastor.
ficante, que si bien no es exactamen- Este poema breve narra las des-
te el que silenciaba la paciente, se venturas de un pastor que a lo lar-

Aun l 109
go de sus versos se lamenta, de la nomine garganta, cuello, pecho o
ausencia, del olvido, de quién… Sí, quizás corazón? Para sorpresa de la
efectivamente, de la pastora. analista, la paciente responde: “Me
Esta referencia alude al peligro de duele, como si fuese el aire entre las
comprender desde “nuestro sentido costillas”.
común”, desde el fantasma. A partir de esta respuesta, ines-
Quizás podríamos pensar en una perada, se despliegan una serie de
versión freudiana que opera a lo largo cadenas significantes ligadas al agu-
del “caso Dora” y que condiciona su jero, un espacio vacío pero lleno de
abrupto final, la concepción de que aire, espacio que sin ser nada ocupa
“el hilo es para la aguja como el mu- en ella un lugar, un lugar vacío pero
chacho es para la muchacha”. capaz de registrar dolor.
Podemos ver el peligro doble También es frecuente en la clíni-
que entraña la comprensión: facilitar ca que el paciente haga uso de sin-
el cortocircuito del lado del pacien- tagmas que han cobrado un sentido
te y comprender a partir de los sig- común en su lengua.
nificantes del analista, es decir, pe- Por ejemplo, una paciente refie-
car por no abstenernos. Es por eso re que estaba por salir cuando acae-
que Lacan señala el vínculo extremo ció un suceso que se lo impedía “ob-
entre la comprensión y la resistencia jetivamente” y dice: -“Sonó la cam-
del analista. pana”.
Es una locución utilizada en el dis-
curso común para expresar que “se

2.2 Otras modalidades del


“dar a comprender”
salvó”. Tiene como origen la referen-
cia al boxeo, el luchador que se en-
cuentra en aprietos se beneficia con
Otra modalidad del “dar a com- ese sonido. La campana señala un
prender” se verifica cuando el anali- tiempo para recuperarse de los gol-
zante prefiere indicar, utilizar un deíctico pes del contrincante; recibir, quizás
para deslizar un sentido que decir. una indicación del entrenador que
Por ejemplo, una paciente recos- permita cambiar el estado en el que
tada en el diván se refiere a un dolor el round se viene desarrollando, en
y dice: “Me duele por acá”- y mien- fin, abre una hiancia en el combate.
tras lo enuncia se toca una zona que Pero el combate continúa unos ins-
va desde la garganta al pecho. Ella no tantes después. Sin embargo, sin re-
tiene al alcance de la vista a su analis- poner estas referencias con las que
ta pero, obviamente, sabe que la mi- cuenta la “persona del analista” por
rada del analista puede alcanzar su pertenecer a la misma lengua, des-
gesto, el despliegue de su mano re- de un semblante un tanto ingenuo
corriendo su cuerpo. inquiere: “¿Sonó la campana?, qué
Sin embargo, la pregunta por querría decir eso”.
“dónde” la obliga a nombrar la zona Y la paciente, entre impacientada
adolorida: ¿es lo mismo que ella la y molesta dice: “Sí, que me salvé, yo

Aun l 110
quería salir pero no tenía ganas. Que- der al loco”. Esta oposición se basa
ría querer salir y no poder”. en la verificación de que en el decir
Todo un decir acerca de su deseo psicótico ni el mismo paciente com-
que hubiera quedado oculto con un prende aquello que dice. Como es-
analista “comprensivo”. cribe en su obra Memorias de un en-
fermo nervioso, Schreber: “las pala-
bras me son dictadas”.

3. Comprender
del loco
los decires Podríamos agregar que todo el
delirio no es más que un intento de
explicación, de comprensión pacifi-
Curiosamente ante la psicosis La- cante de esas voces sin sentido que
can radicaliza sus afirmaciones que se articulan en su cabeza. Por ello, en
reniegan de la comprensión: “…de- la cita anterior continúa explicando el
ben palpar al pasar la insuficiencia, la esfuerzo que deberá ponerse en jue-
mala intención que traduce la fórmu- go para que el psicótico logre volver a
la de esos analistas que dicen: Hay hacer habitable su realidad: “A partir
que hablarle al paciente en su lengua- del momento en que es conminado
je. Sin duda quienes dicen cosas ta- a ponerse de acuerdo con sus signi-
les deben ser perdonados como to- ficantes, es necesario que haga un
dos los que no saben lo que dicen. considerable esfuerzo de retrospec-
Evocar de modo tan somero lo que ción, que culmina, Dios mío, en cosas
está en juego es signo de un retorno extremadamente descocadas, que
precipitado (…) hacer del lenguaje un constituyen lo que se llama el desa-
puro y simple instrumento, un modo rrollo de una psicosis”8 (Lacan).
de hacerse comprender por quienes Lacan señala que allí donde el su-
nada comprenden es eludir comple- jeto psicótico duda de la realidad que
tamente lo que está en juego: la rea- describe -ya que no es en ese punto
lidad de la palabra”6 (Lacan). donde lo habita la certeza- mal po-
La práctica del psicoanálisis
En El Seminario 3 Lacan advier- dríamos comprender ese decir que
te que la posición del psicótico fren- el propio sujeto reproduce con ajeni-
te al significante es diferente a la de dad. Llega a preguntarse si realmen-
la neurosis y que de esta diferencia te el loco habla y concluye compa-
se desprenden las particularidades rando al psicótico con una “mario-
de la estructura. neta parlante” ya que en tanto hay
“Pues bien, el psicótico tiene res- alucinación es la realidad la que ha-
pecto a ustedes la desventaja, pero bla a través de él, lo que lo lleva a
también el privilegio, de haberse co- nombrarlo como “sede de una paja-
locado en relación al significante un rera de fenómenos”. Fenómenos en
poquitito trastocado, atravesado”7 los cuales no necesariamente cree,
(Lacan). más bien desconfía y de allí que mu-
Lacan se opone radicalmente a chas veces sea reticente a cedernos
quienes desde un ideal de empa- esos términos.
tía creen que se trata de “compren-

Aun l 111
4. Algunos antecedentes
freudianos acerca de la
escucha analítica
do (...) al contrario, eso justamente se
oculta con todo cuidado. La exposi-
ción del enfermo suena como com-
pleta y en sí congruente”10 (Freud).
A lo largo de su obra Freud va Observamos en esta cita que
configurando ciertas condiciones que Freud está advertido acerca de la di-
el oyente-psicoanalista, tendría que ficultad inherente a “alcanzar lo ver-
tener para superar las resistencias. En dadero” y por ende se muestra cau-
Estudios sobre la histeria refiriéndose to y pone en duda su posibilidad de
al método de presión en la frente, es- comprender, confiando más en el dis-
cribe: “El procedimiento de la presión, positivo que en su pericia.
no es más que un ardid para sorpren- Sabe, por experiencia, que el yo
der por algún momento al yo que se que no dará demasiado espacio para
place en la defensa”9 (Freud). abrir allí una dirección al inconsciente.
Un ardid para sorprender al yo por Pero sostiene que: “… si se escruta
algún momento, -porque ni siquiera con ojo crítico la exposición que se ha
tiene la ilusión de que sería posible recibido del enfermo sin gran trabajo
sorprenderlo permanentemente-. Un ni resistencia, se descubrirán en ella
yo que se place en la defensa ya que infaliblemente, lagunas y fallas. Aquí
en todos los casos vuelve sobre sus es visible que el nexo se ha roto, y allí
propósitos y prosigue su resistencia, el enfermo lo completa como puede.
es decir, que Freud conceptualiza al El enfermo no quiere reconocer es-
yo como una instancia que necesa- tas lagunas (...), pero el médico, hará
riamente va a funcionar al servicio de bien por buscar detrás de estos pun-
la defensa. tos débiles...”11 (Freud).
Ubicamos a partir de la obra de Es en esos fracasos del discurso
Lacan, que aquello que emerge cuan- yoico, en las fallas, donde encontra-
do hay un fallido o alguna otra forma- mos la misma marca que lleva a lo
ción del inconsciente es el sujeto. que Freud llama “el acceso al mate-
Podemos verificar una primera di- rial de los estratos más hondos”. Allí
ferenciación entre yo y sujeto –o “yo donde hay un agujero algo nos dice
momentáneamente sorprendido por que hay otra cosa que no aparece en
un ardid del dispositivo”- el yo se pla- la conciencia.
ce en la defensa y, a veces, por el dis- “Toda la masa del material pató-
positivo mismo del análisis, gracias a geno, se filtrará como por una estre-
la regla fundamental, hay una emer- cha hendidura, y aparecerá en la con-
gencia subjetiva. ciencia como descompuesta en frag-
Más adelante en el mismo texto mentos y jirones”12.
Freud escribe: “No se espere que las
comunicaciones libres del enfermo fa-
ciliten al analista discernir los lugares
desde donde penetrar en lo profun-

Aun l 112
5. Comprender es
responder a la demanda
con sólo acogerla, como lo hemos
mostrado más arriba en el silencio del
oyente. Pues ese silencio comprende
El ideal de comprensión, tal como la palabra, como se ve en la expre-
señala Lacan, conduce las cosas al sión guardar silencio, que, para ha-
extremo de creer que la función del blar del silencio del analista, no quie-
analista sería saciar la demanda del re decir solamente que no hace rui-
sujeto. Interpretar la cura en términos do, sino que se calla en lugar de res-
de frustración o gratificación supon- ponder”14 (Lacan).
dría reducir el deseo a la demanda.
Como lo dice Lacan a la altura de
El Seminario 8. La Angustia: “De lo
que se trata en el análisis no es sino 6. Una afirmación
paradójica
de sacar a la luz la manifestación del
deseo del sujeto. De todo lo desarrollado hasta aquí
¿Dónde está la comprensión, podríamos extraer una afirmación, in-
cuando comprendemos, cuando geniosa y, a nuestro parecer, fecun-
creemos comprender? (…) la com- da: “Se trata de comprender que no
prensión de cualquier cosa puede ser hay que comprender”.
definida en el plano conciente por lo Aparentemente este enunciado
siguiente, que sabemos responder a paradójico iría contra el espíritu la-
lo que el otro demanda. caniano porque supondría dar por
Si tenemos la sensación de com- sentado que arribamos a una signi-
prender es en la medida en que cree- ficación común acerca de esta afir-
mos poder responder a su deman- mación.
da”13 (Lacan). Una paradoja es justamente una
Lacan denuncia que hay quienes declaración en apariencia verdade-
legitiman el uso de la contratransfe- ra que conlleva a una auto-contra-
La práctica del psicoanálisis
rencia como una manera de orientar- dicción lógica o bien, a una situa-
se en el análisis del sujeto vinculándo- ción que contradice el sentido ordi-
lo a momentos de incomprensión por nario. Entre los temas recurrentes en
parte del analista, como si su incom- las paradojas se encuentran la auto-
prensión fuese el criterio que indica- referencia directa e indirecta, la infi-
ría al analista la necesidad de intentar nitud, definiciones circulares y confu-
otro modo de comunicación. sión de niveles de razonamiento. Sa-
Lacan define la función del analis- bemos que el estudio de las parado-
ta en “Variantes de la cura-tipo” como jas ha impulsado importantes desa-
aquel que: “…hace de una función rrollos en la ciencia, la filosofía, las
que es común a todos los hombres matemáticas y el psicoanálisis15.
un uso que no está al alcance de todo Así como observamos que el oxí-
el mundo cuando porta la palabra. moron nos da la pauta de ese esfuer-
Pues es efectivamente eso lo que zo fallido por inscribir lo real –aquello
hace para la palabra del sujeto, aun que por definición no puede inscribir-

Aun l 113
se- la paradoja reproduce otro punto Lacan, J., “Subversión del sujeto y dia-
de imposibilidad y como tal, de falla léctica del deseo en el in-
en el sistema mismo del lenguaje. consciente freudiano”. En
Es por eso que nos parece un Escritos II, Siglo XXI edito-
res, 1987.
buen punto de llegada, esta afirma-
ción que reproduce el carácter de in- Lacan, J. (1955), “Variantes de la cura-
asimilable al lenguaje que lo real com- tipo”. En Escritos II, Siglo
porta y que nos indica de qué se tra- XXI editores, 1987.
ta la clínica psicoanalítica: nada me- Lacan, J. “Función y campo de la pala-
nos que, como define Lacan el “Dis- bra y el lenguaje”. En Es-
curso de Apertura a la Sección Clíni- critos II, Siglo XXI edito-
ca”: “de soportar lo imposible de so- res, 1987.
portar”. Lacan, J. (1958), “La dirección de la cura
y los principios de su po-
der”. En Escritos II, Siglo
XXI editores, 1987.
Lacan, J. (1955-1956), El Seminario 3.
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tores, Vol. XI, Buenos Ai- pata, Editorial Perfil, Bue-
res, 1990. nos Aires.

Aun l 114
Notas 15. Al respecto de este tema recomen-
damos la lectura del libro de Lom-
bardi, G., Clínica y lógica de la au-
1. Barthes, R. y A.A.V.V., “Introducción al torreferencia, Letra Viva, Buenos Ai-
análisis estructural de los relatos”. p. res, 2008.
16. En Análisis estructural del relato.
Premiá Ediciones, México, 1991.
2. Ducrot, O., “Presupuestos y sobren-
tendidos”, p. 22. En El decir y lo di-
cho. Polifonía de la enunciación. Pai-
dós, Buenos Aires, 1986.
3. Lacan, J., “Comentario de Jacques La-
can a propósito de la exposición de
André Albert”. Inédito.
4. Lacan, J., El Seminario 3. Las Psico-
sis. pp. 75-76.
5. Lacan, J., El Seminario 3. Las Psico-
sis, p. 75.
6. Lacan, J.; “El Otro y la psicosis”. En El
Seminario 3. Clase del 30 de noviem-
bre de 1956, pp. 53-54.
7. Lacan, J.; “El falo y el meteoro” de El
Seminario 3. Clase del 4 de julio de
1956, p. 458.
8. Lacan, J.; “El falo y el meteoro”, Op.
Cit.
9. Freud, S., “Sobre psicoterapia de la

La práctica del psicoanálisis


histeria”. En Estudios sobre la histe-
ria, p. 284.
10. Freud, S., “Sobre psicoterapia de la
histeria”. Op. Cit.
11. Freud, S., “Sobre psicoterapia de la
histeria”. Op. Cit., p.298.
12. Freud, S., “Sobre psicoterapia de la
histeria”. Op. Cit., p. 296.
13. Lacan, J., “Demanda y deseo en los
estadios oral y anal” p. 228, Clase
del 15 de marzo de 1961. En El Se-
minario 8.
14. Lacan, J., “Variantes de la cura-ti-
po”, p. 337.

Aun l 115
Aun l 116
¿EXISTE UNA INTERPRETACIÓN
LACANIANA?

›Florencia Farías

“Tú lo has dicho (…) ni yo ni nadie Lo propio de la interpretación ana-


te lo hago decir.” lítica, es hacer un uso especial del
L´Etourdit, J. Lacan, 1972. malentendido del inconsciente, ex-
plotarlo, utilizando los recursos del
significante, para hacer aparecer algo
La interpretación en de la verdad entretejida en él, sabien-
psicoanálisis do que esa verdad nunca podrá re-
velarse del todo.
No hay psicoanálisis sin interpre- Es nuestra clínica actual la que
tación. Pero ¿qué escucha el analis- nos confronta con la dificultad de la
ta? ¿Y el analista lacaniano? interpretación. Asistimos cada vez
Lo propio del analista, que lo di- más a nuevas formas de malestar
ferencia de los demás hombres, es subjetivo, que son manifestación de
los callejones sin salida que experi-
La práctica del psicoanálisis
que hace de la palabra del sujeto un
acto. Pero, ¿con qué interpretación menta el sujeto actual, síntomas que
nos encontramos? Vivimos en una no se ofrecen a ser interpretados, que
época donde las computadoras, in- rechazan el saber del inconsciente y
ternet, celulares, buscan demostrar ponen en aprietos el dispositivo ana-
que es posible una comunicación to- lítico, y que requieren del analista una
tal entre los hombres, ideal de armo- apuesta fuerte para lograr convertir
nía y verdad. Sin enigmas, sin malen- estos síntomas en analizables y por
tendidos, una época en que parece ende en interpretables.
que la interpretación no tiene lugar. La interpretación es solidaria con
Sin embargo, la interpretación ana- la concepción que se tenga del in-
lítica sigue por los caminos del mal- consciente y del sujeto. La finalidad
entendido, en 1980, Lacan dice: “El de la cura, su terminación y por ende
hombre nace mal-entendido y ése es el manejo de la transferencia están
su traumatismo fundamental”. determinados por la concepción que
se tenga de la interpretación. El sujeto encontrar esencialmente la teoría de
del inconsciente es un sujeto que está un “tempo” de la interpretación, de su
subordinado al significante y sobor- lugar en la diacronía de la cura. Pre-
nado por el significante, es un “efec- senta una secuencia lógica que ins-
to del significante”. taura un orden, desde el comienzo
Es esta concepción del sujeto la hasta el final: según un proceso que
que permite entender el porque la va de la rectificación de las relaciones
palabra puede cambiar a un sujeto, del sujeto con lo real, hasta el desa-
y esto es posible porque la palabra rrollo de la transferencia, y luego a la
lo constituye. interpretación.

1. Instalación del proceso analítico:


De Freud a Lacan En el inicio del tratamiento las in-
tervenciones apuntan a cuestio-
Sabemos que no existe una teoría nar la posición que toma el sujeto
de la técnica de la interpretación, de que habla en relación a sus pro-
cómo, cuándo y qué interpretar. Cada pios dichos, a reformular la deman-
vez que Freud habla de interpretación da del que consulta Lacan habla
ésta aparece asociada a los sueños de producir, la rectificación subje-
como modelo, concluyendo que la le- tiva, bajo el modo de una pregun-
galidad de la interpretación va a ser la ta que produce la reversión del
legalidad del inconsciente. Se esfuer- alma bella: ¿Cuál es tu parte en lo
za en mostrar que las formaciones del que te quejas? Ayudarlo a dirigir-
inconsciente tienen un sentido y por se al encuentro con el inconscien-
ende son interpretables. te. A llevarlo a aceptar la asocia-
La interpretación debe revelar o ción libre, esto quiere decir a ha-
producir la división del sujeto; no, pro- cerlo hablar sin saber lo que dice.
ducir sentido o dar explicaciones, ya El sujeto puede comenzar a ha-
que una interpretación explicativa no cer una vacilación de significa-
hace más que redoblar la alineación dos y realizar una pregunta dirigi-
al significante, coagulando al sujeto da al Otro. Puede comenzar a va-
en significaciones que son necesa- cilar sus significados pero al mis-
riamente las del Otro. mo tiempo a atribuir un sentido in-
De Freud a Lacan, la interpreta- consciente a sus síntomas.
ción es un decir del analista que no 2. Verificación del proceso analítico,
es búsqueda de la verdad, ni de pro- etapa de rememoración: El su-
ducción de sentido que lleva al infi- jeto acepta buscar el significan-
nito, sino apunta a lo real que surge te que le falta. Comienza una eta-
de reducir el sentido y así el sujeto al- pa de recuerdo. Estos recuerdos
canza a descubrir el real que deter- aparecen como respuesta posi-
mina sus dichos. ble a la pregunta. Si se continúa
En “La dirección de la cura y prin- abriendo estos recuerdos vuel-
cipios de su poder” (1958), podemos ve a operar una falta de signifi-

Aun l 118
cante. Aparece la interpretación que vuelve siempre al mismo lugar,
como “la interpretación de la falta”. que se presentifica en los espacios
Es al final de la rememoración que de vacío que la cadena circunscribe.
se puede verificar una memoria, Lacan se acerca a una vertiente de lo
es decir verificar un inconsciente. Real, no por el lado de lo que hay de
Hay que tener en cuenta que cuan- goce sino por lo que hay de agujero,
do el sujeto consulta, las interven- para ello rescata la metáfora del om-
ciones no pueden dirigirse directa- bligo del sueño, aquello que no pue-
mente a su falta. Sólo a partir de la de ser dicho, ligado a la represión pri-
entrada en análisis, el analista pue- mordial; no puede ser recordado por-
de dirigirse al sujeto faltante y no a que nunca fue olvidado. Ombligo del
su yo. Luego el único partenaire a sueño es ese punto como bien dice
quien se dirige el analista es a esa Freud, donde el sueño es insondable,
división subjetiva. Se necesita de es decir, el punto donde se detiene el
una interpretación que produzca la sentido, no se puede ir más lejos.
división subjetiva. Es decir, una in-
terpretación capaz de producir “el
eclipse de la interpretación”. Hacia una clínica de lo Real
3. En el horizonte: la conclusión de
su fin. A lo largo de la enseñanza de La-
can hay un viraje de la interpretación,
de lo Simbólico a lo Real. La razón
Lo imposible de decir clínica que lo lleva a Lacan a avan-
zar cada vez más a la orientación a lo
En el análisis además de subra- real, es encontrarse que la interpreta-
yar los significantes amos, se tra- ción vía significante llevaba indefecti-
ta también de subrayar lo que no blemente a un análisis interminable.
está representado por un significan- La interpretación no se pone en serie
La práctica del psicoanálisis
te, es decir que la interpretación re- con el inconsciente, sino va en contra
caiga sobre lo imposible de decir, la de la vocación de infinitud del mismo.
causa del deseo. La metonimia jue- Allí donde el inconsciente encadena
ga con el goce, en la medida que el significantes y nos adormece, la in-
goce no puede decirse. Por lo tanto terpretación ataca la articulación en-
el inconsciente interpretable tiene lí- tre ellos, deshace el efecto de cifra-
mites, se encuentra con los límites del do, apunta a lo real.
deslizamiento. Lacan plantea que cuanto más se
Surgen dificultades en el cumpli- interpreta, más se hace existir al in-
miento de la regla fundamental, lo pri- consciente, lo mantenemos con la in-
mero que resiste a la asociación libre terpretación.
es el lenguaje mismo. Y es justamen- Hay diferentes formas de pensar
te en estos puntos de detención que la interpretación en la enseñanza de
Lacan ubica un punto de real, es de- Lacan que varían según el momento
cir eso que escapa a la cadena, eso en que se sitúan.

Aun l 119
En la etapa inicial en “El informe vueltas dichas), (1972), que pertene-
de Roma”, 1953, Lacan introduce la ce a la última etapa de su enseñanza,
idea que la interpretación puede ser aparentemente dice lo contrario. Afir-
una puntuación significante, que hace ma que: “...es sentido y va en contra
aparecer un significante en más, sig- de la significación”.
nificante fálico que se articula a una Sin embargo ¿cuál es el lazo que
significación imaginaria de la falta, se establece entre ellas? ¿Por qué se
para luego ir virando a una interpre- ve obligado Lacan a introducir esta
tación que se destaca en la obtención nueva concepción?
del sin-sentido de los significantes
Hay un desplazamiento de la inter-
pretación como interpretación meta- El fuera de sentido de la
fórica de Nombre del Padre sobre el interpretación
deseo de la madre, a la metáfora ra-
dical del sujeto, a los significantes in- El sentido invocado en L’ Etourdit
juriantes con los que el sujeto cons- es sentido de goce, que se reduce a
truye al Otro y que aparecen como un sin sentido y como tal no propo-
significantes fuera de sentido. ne una nueva significación.
En El Seminario 11. Los cuatro Hay que tener en cuenta que a
conceptos fundamentales (1964), La- esta altura el concepto de significan-
can dice que es falso que la interpre- te experimenta modificaciones sus-
tación esté abierta a todos los senti- tanciales. El significante más que
dos. La interpretación es una sola, no ser instrumento de comunicación se
es una significación cualquiera, sólo vuelve instrumento de goce: aparece
se sabrá si lo fue por sus efectos. De el inconsciente como escritura. Esta
allí que el objetivo de la interpretación orientación produce una modificación
no es tanto el sentido, sino la reduc- en la concepción del inconsciente: es
ción de los significantes a un sin-sen- un saber que no piensa pero que tra-
tido, para así encontrar la determina- baja. Se acentúa su trabajo de cifrado
ción de toda la conducta del sujeto y de goce, es por eso que Lacan seña-
destaca luego que lo esencial no es la que la cadena de significantes “no
tanto la significación sino que el su- son sentido sino goce de sentido”
jeto vea más allá, en qué significan- (jous sens). La interpretación apunta
te sin sentido, irreductible, traumáti- a desarticular la producción de sen-
co está sujetado como sujeto. tido que el sujeto arrastra con su his-
Nos encontramos, que hay un toria, y recuperar los significantes eli-
deslizamiento en Lacan de la defini- didos por la acción de la represión:
ción de interpretación, en El Semi- vía que conduce al develamiento del
nario 11 lo define como “una signi- objeto causa del deseo que produce
ficación (…) destinada a hacer sur- la división subjetiva. Lacan se esfuer-
gir significantes (…) hechos de sin- za por separar el significado que pro-
sentido”. En cambio en L’ Etourdit (el duce el significante, del goce de la le-
atolondrado, el atolondradicho o las tra, es decir la pura articulación signi-

Aun l 120
ficante, que produce efectos de sen- Lalangue
tido, del sentido de goce. Se trata de
aprehender lo que no puede ser di- Lalangue es un nuevo significan-
cho. Todo el goce no puede pasar al te introducido por Lacan, el “la” apa-
inconsciente. Lo que queda de ese rece soldado al sustantivo, cuya uni-
goce es lo que Lacan llamo el obje- versalidad queda negada, es dife-
to a, aquello del goce que se resiste rente del lenguaje que es la estruc-
a pasar a lo inconsciente. tura que ocupa el lugar del sentido
Entonces hay dos conceptos a te- al taponar lo imposible de la relación
ner en cuenta: la letra y Lalangue. sexual. Lalangue permite todas las
equivocaciones posibles, todos los
equívocos. Complementa entonces
La función de la letra la definición del inconsciente estruc-
turado como un lenguaje con la de-
Será en el último período de su finición de “el inconsciente hecho de
obra, a partir de 1975, cuando Lacan lalangue” es decir, estructurado por
definirá el síntoma como goce fijado la manera cómo el lenguaje emerge
a una letra. Una letra es un elemen- al inicio en un sujeto. Lalangue, dice
to extraído del inconsciente, la letra no es “...otra cosa sino la integral de
debe distinguirse del significante. El los equívocos que de su historia per-
significante se escucha, la letra se lee. sisten en ella”. Pero lalangue no está
Es un significante reprimido que vuel- hecha solamente de equívocos está
ve transformado en forma de letra, un también compuesta de goce.
significante desligado de su valor de
significación, un significante fuera de
sentido y fuera de la cadena, un sig- El equívoco
nificante del goce. La letra es marca,
es decir idéntica a sí misma en opo- Nos preguntamos ¿cómo la inter-
La práctica del psicoanálisis
sición a la deriva significante. pretación a partir del equívoco permi-
Lacan nos dirá que es mediante te un acceso al goce? Tratemos de
el escrito como la palabra hace una comprender lo que quiere decir ope-
brecha. El significante no es pues di- rar a partir del equívoco. Sólo con el
rectamente legible, en el discurso del equívoco como interpretación pode-
paciente lo que aparece bajo la forma mos tener un efecto de resonancia
de letra es algo a descifrar. Hay una sobre el goce. El equívoco es el que
transmutación del significante a la le- apunta al objeto sin predicar sobre
tra. Lo que es el centro de la escri- nada sobre él. La interpretación por
tura: no hay relación sexual. No pue- el equívoco gramatical limita el equí-
de ser escrito. No cesa de no escri- voco de lalangue. Interpretación míni-
birse. Imposibilidad de escribir la re- ma, subraya sin embargo el decir que
lación sexual. se oculta en los dichos del sujeto.
La interpretación tendrá forma de
enigma. Debe ser enigmática, equívo-

Aun l 121
ca, ambigua, su sentido no debe ser co como aquella que puede condu-
reducido, no debe ser fijado, a fin de cir un análisis a su final, a que el su-
que opere como significante sobre la jeto se enfrente con su posición de
palabra del paciente. Por eso se in- goce. Es una interpretación que pro-
vierte y se ubica la interpretación en voca una transmutación en el sujeto,
el S1, no en el S2. Se trata de des- que produce efectos estructurales. Es
hacer el efecto de cifraje producido decir, una interpretación que empuja
en el inconsciente y que remite la la- al analizante hacia el pase.
bor analítica al infinito. Jugar con el
equívoco es lo contrario a jugar con el
significante amo. El equívoco le deja El decir del analista
al sujeto la opción de que escuchó,
lo cual se opone a la identificación El Otro decir es como Lacan lla-
que precisamente no deja opción. ma el decir del analista. Hay dos fra-
La interpretación divide, no reasegu- ses cruciales para entender el valor
ra la indeterminación. Evidentemente de la interpretación tal como la plan-
concierne al objeto, pero le concierne tea en L’ Etourdit.
en tanto vaciado de evidencia. Por lo
tanto, podemos precisar dos formas 1. ”Que se diga queda olvidado tras
de interpretación, por un lado la inter- lo que se dice en lo que se oyen
pretación metafórica, cuya función es
[escucha]”.
hacer aparecer el significante que so-
mete al sujeto. Interpretación que tie- 2. “Tú lo has dicho (…) ni yo ni nadie
ne la ambición de caer justo, sobre el te lo hago decir”. La frase se refie-
significante peculiar del sujeto. Y de- re a que los sujetos repasen su pro-
bemos distinguir esta otra interpreta- pia lección de gramática, es la inter-
ción vía el equívoco, de la cual Lacan vención interpretativa mínima, es un
dice: “Es una interpretación que debe
equívoco entre “lo dices tú” y “eso
caer al lado”. La interpretación se di-
rige a la causa del deseo. corre a cargo mío”.
El analista ya no aparece como
representante del sujeto supuesto al El analista abre la posibilidad de
saber en relación a la lógica del sig- producir un “vaciamiento de senti-
nificante, sino un analista que inter- do”, en tanto es un corte de sentido,
viene en el acto analítico, que no es para que emerja algo nuevo. Si bien
interpretación, ya que esta queda no dice nada que no haya sido dicho
del lado del analizante, sino que es por el sujeto, resalta el decir que que-
corte, silencio, escansión, interven- da olvidado tras los dichos, haciendo
ción interpretativa mínima. Un ana- caer la interlocución para apuntar a
lista que apunta al decir y no se en- un decir sin la referencia al Otro, decir
reda en los dichos. que implica lo real del goce. Al decir
Lacan define justamente este el analista “Tú lo has dicho”, subraya
tipo de interpretación por el equívo- quién lo dice y no lo que se dice.

Aun l 122
En el análisis es necesario “que Es la emergencia de un decir lo que
se diga”, o sea que el analista profie- permitirá que se elabore un saber so-
ra el acto de decir. Este decir es sin bre lo dicho.
demanda y en un sentido también En L’ Etourdit es donde Lacan ha-
sin gramática, más bien es un “decir bla del oráculo y del fuera-de-discur-
nada”, en el sentido que no hace exis- so de la interpretación, ya que habla-
tir al Otro, sino que evoca la consis- mos de oráculo es el paciente quien
tencia del objeto que el otro no cap- va a interpretar, porque lo propio del
tura. Lo dicho es dicho, cae bajo la oráculo es que quien lo descifra tie-
jurisdicción de la verdad, no es ver- ne que interpretarlo.
dadero o falso, existe o no. El sujeto Sin duda, de esta manera las co-
se sorprende de haber dicho. Lacan sas se invierten: el analizante es el in-
remarca el medio decir de la verdad, térprete del analista oracular.
puede ser inexacta pero verdadera. Entonces encausará la interpreta-
La verdad no puede ser dicha toda y ción ya no en los dichos o en las pa-
de ahí que sean necesarias las vuel- labras, sino apuntando, a través del
tas de los dichos que harán apare- texto original, a lo escrito. Leer lo es-
cer el decir. crito en la palabra es un intento de no
En L’ Etourdit Lacan comenta que quedar dormidos entonces en la ló-
Freud hacía que los sujetos repasen gica del significante-significado, en el
“su lección en su gramática”, cuan- parloteo de los dichos y la compren-
do dice su gramática, Colette Soler sión de la palabra sino de pensar en
remarca que quiere decir que las sig- aquello que se filtra en el efecto de
nificaciones graviten en torno a una significación que resulta de la articu-
significación central fantasmática que lación significante, eso que se filtra es
constituye el núcleo del lenguaje de el sentido-gozado. Se filtra del tonel
cada uno y que no es universalizable. del lenguaje y que, finalmente, testi-
Por otra parte al decir “su lección” monia de la pérdida absoluta del re-
La práctica del psicoanálisis
señala que el texto no es del analista ferente, que no es más que la no ins-
cuyo silencio evoca un “no te lo hago cripción de la relación sexual.
decir”, sino del analizante, que la lec- Entonces la frase “Tú lo has di-
ción ya está escrita de su lado. cho (…) ni yo ni nadie te lo hago de-
El análisis tiene un efecto cuando cir”, no es universal, la introducción
un decir se produce, un decir que ex- de un sujeto marca la particularidad
siste a los dichos. La ex-sistencia, tal de la frase, la interpretación en tanto
como Lacan lo escribe, con dos pa- decir es singular.
labras, es lo que está por fuera pero El análisis se termina si el decir no
es también lo que tiene un lugar de- queda olvidado.
terminante. El efecto que se produce
es el resultado de una interpretación,
de un corte en los dichos del anali-
zante o, para expresarlo de otra ma-
nera, una ruptura de los semblantes.

Aun l 123
La interpretación al final del
análisis

Sin duda el decir del analista pro-


duce como efecto final un sujeto ase-
gurado de saber lo imposible, lue-
go como causa desapercibida debe
quedar olvidada. En esa instancia fi-
nal se produce esa transmutación: el
analista, que cumplió con el acto, se
transformó en residuo, ese objeto a
como deshecho.
La interpretación debe ir socavan-
do la creencia en el sujeto supuesto
saber, el análisis no funciona sin él,
pero tampoco es posible terminarlo
sino es liquidándolo y esto es respon-
sabilidad del analista. Al hacer mella
en el sujeto supuesto al saber, la in-
terpretación también hace mella en el
fantasma. Es un momento, de acep-
tación no sólo del sujeto, sino tam-
bién del analista, de la caída final de
la presencia. Por eso decimos, que
la interpretación requiere del analis-
ta el valor de afrontar la consecuen-
cia de su propio acto, cuya perspec-
tiva es su propia desaparición como
analista.
Entonces, ¿qué es lo que se es-
cribe de la interpretación? ¿Cómo se
verifica que se trata de un real? Ex-
tremando podríamos decir que al fi-
nal no hay muchas interpretaciones,
sólo hay una, la que interpreta lo que
se escribió. Si el nombre del goce
del sujeto, así aislado, coincide con
el eclipse total de la interpretación es
porque ese nombre es el mismo, es
su propia interpretación.

Aun l 124
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Aun l 125
Aun l 126
EL SÍNTOMA Y
LA IMPLICACIÓN SUBJETIVA1

›Mónica Gurevicz y Edmundo Mordoh

Introducción ra de cualquier intento sugestivo del


terapeuta de “catalogar” el malestar
En trabajos anteriores2 estudia- del paciente.
mos las características y especifici- Una de las hipótesis de trabajo de
dades del proceso diagnóstico psi- nuestra investigación sostiene que el
coanalítico. Lo diferenciamos por un proceso diagnóstico psicoanalítico, a
lado del diagnóstico psiquiátrico es- diferencia del diagnóstico psiquiátri-
tilo DSM IV, en tanto este pasiviza al co, conlleva de por sí efectos tera-
sujeto en el punto en el que lo etique- péuticos, en el punto en que el suje-
ta desde el exterior mediante un sa- to puede en dicho proceso, determi-
ber clasificatorio preestablecido. Por nar su participación inconsciente en
otro lado expusimos también, ya en la etiología del síntoma que lo aque-
el campo del psicoanálisis, los ries- ja. Es decir advertir su implicación
en la formación y en el mantenimien-
La práctica del psicoanálisis
gos de reducir el proceso diagnóstico
al encasillamiento del sujeto median- to del mismo.
te categorías psicopatológicas diag- El proceso diagnóstico psicoa-
nósticas (histérico, perverso, psicó- nalítico constituye así un principio de
tico, etc). En ambos casos, nos en- separación y responsabilización del
contramos con que introducir un sa- sujeto, en la medida en que lo ex-
ber diagnóstico exterior al disposi- trae de dicha implicación alienada
tivo transferencial, lejos de garanti- en el síntoma.
zar la posibilidad de realizar un trata- En el psicoanálisis nos encontra-
miento psicoanalítico, nos expone al mos con algo que podríamos pensar
riesgo de obstaculizar la aparición del como paradójico: en el síntoma, cau-
sujeto del inconsciente. El diagnósti- sa de padecer, encontramos tal im-
co constituido en la situación trans- plicación alienada del sujeto. Por otro
ferencial, innovación de la clínica psi- lado, como efecto del trabajo analíti-
coanalítica, ubica un punto por fue- co, el sujeto puede responsabilizarse
de su posición inconsciente.
Se vuelve entonces necesario en recordar el “carácter vagabundo, hui-
nuestra tarea de investigación preci- dizo, insaciable del deseo”. Deseo
sar algunas de las coordenadas con- que elude la síntesis del yo, consti-
ceptuales necesarias para entender la tuido tan sólo como una ilusoria afir-
implicación del sujeto en el síntoma y, mación de síntesis. “Si bien siempre
además, la posición del analista para soy yo quien desea, eso que hay en
poder operar con la misma. mí sólo se puede captar en la diver-
sidad de los deseos” (Lacan, 1957-
58, pp. 328). Desde esta perspecti-
Eso que hay en mí va la implicación del sujeto en el de-
seo se relaciona necesariamente con
Cuando Lacan hace referencia al “eso que hay en mí” en la diversidad
trabajo de Freud con su paciente Isa- de deseos, más que con la fallida sín-
bel de R. dice que éste, en aquel tra- tesis yoica. Constituiría así un error clí-
tamiento, comete tan sólo un error. nico intentar implicar directamente al
Viéndose arrastrado en cierto modo yo en su síntoma por la vía sugesti-
por “la necesidad del lenguaje”, Freud va, ya que quedaría obstaculizada la
empuja a la paciente a admitir su in- posibilidad para el sujeto de discernir
clinación hacia el cuñado, intentan- la responsabilidad de su propia posi-
do, según Lacan, “orientar al sujeto ción, mucho más compleja e imposi-
de una forma prematura, implicarlo de ble de sintetizar.
una forma demasiado definida en esa Lacan afirma que es “...a través
situación de deseo” (Lacan, 1957-58, de esta diversidad fenomenológica, a
pp. 333). Lacan dice que “hay una si- través de la contradicción, de la ano-
tuación de deseo y el sujeto encuen- malía, de la aporía del deseo” que se
tra cierto interés”. El sujeto está im- manifiesta una relación más profun-
plicado en esa situación de deseo, y da, “que es la relación del sujeto con
si el analista intenta darle una forma la vida y con los instintos” (Lacan,
demasiado definida a dicha implica- 1957-58, pp. 329).
ción deseante, no hace más que obs-
taculizar el proceso de la cura.
Lacan dirá que el deseo humano Freud y su casuística
no está directamente implicado en
una relación pura y simple con el ob- Es interesante ubicar en su ca-
jeto que satisface, sino vinculado tan- suística cómo Freud ante esta diver-
to con una “...posición adoptada por sidad fenomenológica, en esta con-
el sujeto en presencia de dicho objeto tradicción, lee inequívocamente la im-
como con una posición que adopta plicación inconsciente del sujeto en
aparte de su relación con él, de tal for- su propio padecer.
ma que nunca hay nada que se ago- En el caso antes citado de Isabel
te pura y simplemente en la relación de R, Freud relata el examen clínico
con el objeto” (Lacan, 1957-58, pp. de la paciente: “Cuando a la señorita
328). Y agrega que el análisis vine a Von R. se pellizcaba u oprimía la piel y

Aun l 128
la musculatura hiperálgicas de la pier- nosis no funcionó. Freud entonces
na, su rostro cobraba una peculiar ex- decide renunciar a la hipnosis y es él
presión, más de placer que de dolor; el quien introduce la idea de que en
lanzaba unos chillidos -­ yo no podía la extraña conducta desplegada por
menos que pensar: como a raíz de Emmy se trataba de otra cosa, de un
unas voluptuosas cosquillas - su ros- miedo. Aparecen una serie de recuer-
tro enrojecía, echaba la cabeza para dos infantiles en relación a la madre,
atrás, cerraba los ojos, su tronco se a su portarse mal en la mesa, y cas-
arqueaba hacia atrás... El gesto no ar- tigo consecuente de hacerle comer
monizaba con el dolor que supuesta- la carne con la grasa fría, lo cual en
mente era excitado por el pellizco de ese momento sí le daba asco. Sur-
los músculos y la piel; probablemen- gen además otros recuerdos relativos
te concordaba mejor con el conteni- a una enfermedad contagiosa que
do de los pensamientos escondidos padecía su hermano y el temor que
tras ese dolor y que uno despertaba ella tenía de contagiarse si llegaba a
en la enferma mediante la estimula- usar sus cubiertos, etc. Freud acla-
ción de las partes del cuerpo asocia- ra que Emmy relata estos recuerdos
das con ellos” (Freud,1893, pp.153). con una expresión de horror.
Es apasionante ver cómo Freud, le- Vemos una vez más cómo es
jos de intentar reunir la contradicción Freud quien apunta con su interven-
fenomenológica dentro de una mera ción a otra cosa, a descubrir la “elec-
descripción clínica, al estilo de la psi- ción” nerviosa -inconsciente- del su-
quiatría, introduce algo de otro orden, jeto que queda implicado en lo que en
en este caso, “pensamientos” escon- un principio aparecía como “es mi na-
didos por el sujeto. La existencia de turaleza”. Tal implicación no se logra
esos pensamientos da cuenta de la entonces por la vía sugestiva en rela-
implicación del sujeto. ción al hacer (llevar a cabo una dieta
Con la paciente Emmy Von N. es diferente, no tirar la comida) sino me-
La práctica del psicoanálisis
interesante la siguiente escena. Freud diante la apelación al decir del incons-
la encuentra un día tirando la comida ciente, a un decir sobre eso otro.
al jardín envuelta en un papel, don- En el historial de Dora abundan
de la recogían los hijos del portero. las referencias en las que Freud da
Al preguntarle Freud por ello, ella res- cuenta de la implicación inconscien-
ponde que no estaba acostumbrada te en una situación deseante, a partir
a comer más, y “...sostuvo tener la no tanto de determinadas contradic-
misma naturaleza de su difunto pa- ciones a nivel de las ideas sino a partir
dre, quien igualmente comía poco” de determinados datos colaterales a
(Freud, 1893, pp. 100). Freud advier- las mismas, que introducen “algo ex-
te “el inequívoco sello de una elección traño” en la escena analítica. Cuando
nerviosa”. Como médico, igualmente, por ejemplo la paciente insistía repe-
le aconseja que debería comer más, tidamente que la Sra. K. sólo amaba
indicación confirmada por los análisis al padre porque era ein vermogender
clínicos. Pero al día siguiente la hip- mann (un hombre de recursos, acau-

Aun l 129
dalado), era “por ciertas circunstan- la incongruencia se expresa algo del
cias colaterales de su expresión” que lugar que ocupa la Sra. K en el de-
Freud nota “...que tras esa frase se seo de Dora.
ocultaba su contraria: que el padre En el historial del Hombre de las
era ein unvermogender Mann (sin re- Ratas, cuando el paciente le relata a
cursos)” (Freud, 1901, pp. 42). Es en Freud el famoso tormento de las ra-
las circunstancias colaterales de su tas, destaca que “...en todos los mo-
expresión donde Freud ubica la impli- mentos más importantes del relato se
cación de la fantasía en el síntoma, a nota en él una expresión del rostro
partir del equívoco significante. de muy rara composición y que sólo
Cuando Freud escucha la ince- puedo resolver como horror ante su
sante repetición de los mismos pen- placer, ignorado (unbekennen) por el
samientos acerca del a relación de mismo” (Freud, 1909, pp. 133).
su padre y del Sra. K, la misma pa- Vemos que Freud ante la presen-
ciente dice que a diferencia de su cia de algo extraño, de “rara compo-
hermano, ella no puede pensar en sición”, da cuenta inequívoca de la
otra cosa, “no puedo perdonárse- implicación inconsciente del sujeto y
lo”. Freud plantea que el “itinerario de su propia satisfacción desconoci-
hiperintenso” de pensamiento debe da por él mismo.
su refuerzo a lo inconsciente. (Freud,
1901, pp. 49).
Cuando Dora hablaba de la Sra. Los sueños
K, solía alabar su “cuerpo deliciosa-
mente blanco”, dice Freud, con un En su trabajo “Sobre la responsa-
tono que era más del de una ena- bilidad moral por el contenido de los
morada que el de una rival venci- sueños“ (Freud, 1925, pp.133), Freud
da. Y aun, agrega, “...debo consig- aborda justamente el candente tema
nar que nunca le escuché una pala- del la responsabilidad del sujeto por
bra dura o airada acerca de esa mu- lo inconsciente. Trata aquí, ya con
jer”, en quien empero, desde el pun- mucha más profundidad, el tema de
to de vista de sus pensamientos hi- lo inconsciente como “lo extraño en
pervalentes, habría debido ver a la mí”; pero esto “extraño”, paradójica-
causante de sus desdichas. Ahí don- mente, lejos de ser ajeno al sujeto, lo
de su conducta parecía incongruen- implica de una manera contundente
te, Freud afirma que esa aparente in- constituyéndose como el punto más
congruencia “...no hacía sino expre- íntimo - y conflictivo - de su ser.
sar una corriente de sentimientos que Freud afirma que si bien el conte-
venía a complicar la situación” (Freud, nido del sueño -rectamente entendi-
1901, pp. 55). do- “no es el envío de un espíritu ex-
Freud se deja guiar por el deta- traño, es una parte de mi ser” y, que
lle, el tono de voz, o la incongruen- si de acuerdo con criterios sociales,
cia, pero no para acusar a la pacien- “...quiero clasificar como buenas o
te de esto, sino para plantear que en malas las aspiraciones que encuentro

Aun l 130
en mí, debo asumir la responsabilidad mente limitada al yo metapsicológico”
por ambas clases”. Agrega además (Freud, 1925, pp.136).
que “...si para defenderme digo que Pensamos que es interesante es-
lo desconocido, inconsciente, repri- tablecer aquí la flagrante diferencia
mido que hay en mí no es mi ‘yo’, no entre la clínica psicoanalítica y otras
me sitúo en el terreno del psicoaná- corrientes psicoterapéuticas contem-
lisis, no he aceptado sus conclusio- poráneas que buscan implicar al pa-
nes”. Así continúa afirmando que “... ciente en su enfermedad y en el tra-
eso desmentido por mí no sólo ‘está’ tamiento apelando exclusivamente a
en mí sino que en ocasiones también su yo, exacerbando su engañosa ca-
‘produce efectos’ desde mí” (Freud, pacidad de síntesis.
1925, pp. 135). Entre ellas la psicoterapia cogniti-
Existe “en mí” entonces para va, por ejemplo, otorga un papel pri-
Freud algo más importante que mi vilegiado al consentimiento informa-
“yo” a nivel “moral”, en lo cual el su- do para lograr la continuidad de un
jeto esta implicado y de lo que debe tratamiento y el éxito terapéutico. Así
responsabilizarse. Así afirmará que se nos dice por ejemplo que buscar
“...el narcisismo ético del ser hu- el consentimiento del paciente “...in-
mano debería contentarse con sa- crementa su participación en la tera-
ber que en la desfiguración onírica, pia, lo hace agente del tratamiento,
en los sueños de angustia y de pu- lo compromete con él, a la vez que
nición, tiene documentos tan claros hace más simétrica la relación con su
de su ser moral como los que la in- terapeuta”, y que la información brin-
terpretación de los sueños le propor- dada al paciente hace que “...pue-
ciona acerca de la existencia e inten- da controlar mejor el desempeño del
sidad de su ser malo” (Freud, 1925, profesional que lo trata, sin verse obli-
pp.136). La responsabilidad para el gado a actos de fe más propios del
sujeto se relaciona con la asunción Oráculo de Delfos que de la socie-
La práctica del psicoanálisis
de las marcas constitutivas de su dad civil contemporánea” (Keegan,
ser, más allá de las ilusorias preten- 2007, pp. 53). Es decir que se com-
siones yoicas: “Está por verse si lle- promete, orienta y fortalece al pacien-
gará en la vida a algo más que a la te brindándole información tanto so-
hipocresía o a la inhibición quien, no bre su patología como sobre la estra-
satisfecho con ello pretenda ser ‘me- tegia terapéutica.
jor’ de lo que ha sido creado” (Freud, Pensamos que lo que se desco-
1925, pp.136). noce aquí, en este tipo de intentos
Centrar la responsabilidad del su- de “conciliar” al yo con “eso” que le
jeto en el yo daría más consistencia a sucede, es la implicación que el psi-
esta maniobra “hipócrita” de desmen- coanálisis descubre; no se trata del
tida, ubicando la implicación en el lu- sujeto del enunciado ni del conoci-
gar equivocado. Freud afirmará que: miento (como supondría el consen-
“El médico dejará al jurista la tarea de timiento informado), sino la del suje-
instituir una responsabilidad artificial- to del inconsciente en relación a su

Aun l 131
propia satisfacción, implicación ade- mete a todo el organismo y de la que
más de la que sólo el sujeto puede el sujeto, trabajo analítico mediante,
dar cuenta, inabarcable a priori por el debería dar cuenta.
saber del Otro. Para lograr efectivamente dar
Freud en “Inhibición, síntoma y an- cuenta de la implicación del sujeto
gustia” describe cómo el yo es cons- en su síntoma será necesario que el
treñido por su naturaleza a empren- analista se mantenga en una posi-
der algo que tenemos que apreciar ción abstinente en relación a la de-
como intento de restablecimiento o manda. Así dirá que dar a la gente lo
de reconciliación, y agregará que “... que demanda no es algo completa-
esta compulsión a la síntesis aumenta mente inútil, pero que “...se trata sen-
a medida que el yo se desarrolla más cillamente de saber si es provecho-
vigoroso” (Freud, 1925, pp. 94). Así so. De hecho, si incidentalmente tie-
el yo intentará cancelar la ajenidad y ne algún efecto, es en la medida en
el aislamiento del síntoma, “...aprove- que sirve para completarle el voca-
chando toda oportunidad para ligar- bulario” (Lacan, 1955-56, pp. 431).
lo de algún modo a sí, e incorporarlo Pensamos que una lógica terapéutica
a su organización mediante tales la- que pretenda implicar al sujeto en la
zos”. Sabemos, nos dice Freud, “que cura psicoeducativamente obstacu-
un afán de ese tipo influye ya sobre lizará la posibilidad por parte de éste
el acto de la formación de síntoma”. de dar cuenta de su implicación in-
Es decir, que el movimiento yoico que consciente. “Completar su vocabula-
intenta incorporar al síntoma a su or- rio -afirmará Lacan- puede permitir al
ganización, no hace más que engro- sujeto extraerse él mismo de la impli-
sar a este último. La operación analí- cación significante que constituye la
tica, evidentemente, deberá avanzar sintomatología de la neurosis”.
en otra dirección. Lacan advierte que el proceder
analítico no parte del enunciado del
síntoma, caracterizado por la com-
La implicación significante pulsión y por la lucha ansiosa que lo
acompaña, sino del reconocimien-
Lacan, luego de introducir al signi- to de que “eso funciona así” (Lacan,
ficante en tanto por sí mismo no sig- 1962-63, pp. 302) y que el primer
nifica nada, se pregunta: “¿En qué paso de un análisis es que el sínto-
estriban los síntomas , si no es en la ma se constituya en su forma clási-
implicación del organismo humano ca, es decir que “salga del estado de
en algo que está estructurado como enigma todavía informulado”. Que en
un lenguaje, debido a lo cual determi- el sujeto se “perfile algo tal que le su-
nado elemento de su funcionamien- giera que hay una causa para eso”
to entrará en juego como significan- (Lacan, 1962-63, pp. 303). Lacan
te?” (Lacan, 1955-56, pp. 271). He- nos dice que tan sólo por ese lado se
mos sido introducidos entonces en la rompe la implicación del sujeto en su
implicación significante que compro- conducta y que esa ruptura “...es la

Aun l 132
complementación necesaria para que
el síntoma sea abordable por noso-
tros” (Lacan, 1962-63, pp. 303).
Pensamos que dar cuenta de
dicha implicación deseante, de
“eso que funciona así”, no es algo
que pueda lograrse sugestivamen-
te “completando el vocabulario” del
paciente, ya que “...la ley analítica es
que no se satisfará ninguna deman-
da del sujeto”. Lacan dirá que se tra-
ta del manejo de la transferencia en
lo que llama “la zona intermedia” (La-
can, 1957-58, pp. 449).
Esta zona intermedia, que Lacan
ubica entre los significantes pegados
a la necesidad y la presencia cons-
tante del significante en el inconscien-
te, es donde se sitúa el deseo, deseo
que “...es lo que pone propiamen-
te en cuestión toda la economía del
sujeto, y está implicado en lo que se
revela en el análisis”. (Lacan, 1957-
58, pp. 450).
Sólo en esta zona intermedia, ex-
traterritorial, que descubre - y cons-
truye - el análisis y que el analista
debe sostener mediante el manejo de
La práctica del psicoanálisis
la transferencia, el sujeto podrá dar
cuenta de su implicación en síntoma
y de una posibilidad de elección di-
ferente, allí donde el destino se pre-
sentaba como alienante.

Aun l 133
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Aun l 134
El psicoanalista, su escuela
Aun l 136
EL PASE ES
SIEMPRE INAUGURAL

›Juan Ventoso

Es el título que hemos elegido1 por El acto tiene una dimensión con-
varias razones: clusiva: inscribe un fin, una caída irre-
versible; y tiene otra dimensión que es
• Nos referiremos en primer lugar a comienzo, novedad. No son opues-
una experiencia hecha por Freud, tas, ya que –como dice Lacan en el
de buscar un interlocutor (Feren- seminario del acto psicoanalítico- el
czi) a quien relatarle lo que ha- fin de una vez tiene relación con el co-
bía sido su análisis, el llamado au- mienzo de todas las veces.
toanálisis, y como había caído su Si bien podemos suponer que La-
transferencia con Fliess. Es decir, can habla allí estrictamente del aná-
un (supuesto) primer pase, anterior lisis (el fin de análisis enlazado a po-
a que Lacan situara ese momen- der permitir que otros hagan esa ex-
to en los análisis, y –obviamente- periencia, que comiencen un aná-
antes de que inventara el disposi- lisis), el pase –que no es parte del
tivo correspondiente. análisis, sino un suplemento al aná- El psicoanalista, su escuela
• Es también un momento inaugu- lisis- es también siempre nuevo. Por
ral en el FARP: iniciamos con este una parte, ya hay pase en la Escuela;
tema una serie de noches del Es- pero cada vez lo hemos de poner en
pacio-Escuela, donde dialogare- marcha en cada una de las comuni-
mos en torno al pase, corazón de dades de trabajo locales; y cada vez
la Escuela. Aspiramos a que sus- que alguien demanda hacer el pase,
cite interés en la experiencia, y que es la oportunidad para lo nuevo, pues
ese interés se traduzca en que no hay acumulación de la experiencia
haya pase. que nos asegure que ya se2 sabe de
• Pero además sostenemos la tesis qué se trata y cómo se hace.
de que el pase es per se inaugu- Lacan, en su Discurso a la EFP, a
ral, por inscribirse en la estela del renglón seguido de remarcar que la
acto psicoanalítico. posición de suficiencia se caracteri-
za por la falta de humor, señaló que Recuerdo además el feroz anate-
nadie notó que su proposición sobre ma contra la risa por parte del monje
el pase tomó por modelo al chiste Jorge de Burgos, en la novela de Um-
(Witz). En primer lugar, por su textura berto Eco El nombre de la rosa:
verbal, ya que el relato del pasante es, “La risa es la debilidad, la corrup-
finalmente, una hystoria que se cuen- ción, la insipidez de nuestra carne.
ta; y porque también, como el chis- No hay progreso, no hay revolu-
te, necesita de una estructura terna- ción de las épocas en las vicisitudes
ria: alguien –el pasante- lo cuenta a del saber, sino, a lo sumo, permanen-
otro –el pasador- para que éste, a su te y sublime recapitulación.
vez, lo vuelva a contar a un tercero –el La risa es para los hombres sim-
jurado o cartel del pase-. Hay repeti- ples. Pero que ocurrirá si por culpa de
ción, entonces, y también novedad, este libro [el probablemente inexisten-
creación, poiesis, como la hay en el te tratado sobe la comedia en la Poé-
chiste, que crea significantes nuevos, tica de Aristóteles] los hombres doc-
“neologismos”, como en el paradig- tos declaran que es permisible reír-
ma freudiano del famillionär. nos de todas las cosas. ¿Podemos
El pase, como el chiste, taladra reírnos de Dios? ¡El mundo desem-
al sujeto supuesto al saber, ese ya bocaría en el caos!”
se sabía que excluye toda sorpresa. Por su parte, en Televisión, La-
Contra cierto prejuicio muy difundi- can –luego de lanzar la provocación
do, debemos decir que el “comienzo de asimilar el psicoanalista a un san-
de todas las veces”, el despertar de to, afirmó que “cuantos más santos
la transferencia, surge precisamente hay, más se ríe”.
ante la emergencia de un saber que En el “Prefacio a la edición ingle-
se produce en la falla -o la equivoca- sa de El Seminario 11”, el paradig-
ción- del sujeto supuesto saber. La ma de la manifestación del incons-
interpretación, como el chiste, sor- ciente real es el lapsus, el espacio de
prende con un saber que no se sa- un lapsus, en la medida en que ya no
bía de antemano. tenga alcance de sentido. Es el lap-
El chiste eficaz, junto con las otras sus, no como formación del incons-
formas de lo cómico, es un antídoto ciente, sino como neologismo, irrup-
contra el aburrimiento, y va contra el ción de lalengua. La escritura de Joy-
discurso del amo, ya que hace temblar ce es un buen ejemplo; podemos de-
los semblantes, las imposturas del po- cir que está desabonado del incons-
der. En una época se dijo en Buenos ciente, pero también que da testimo-
Aires que el pase era una bomba, que nio del inconsciente real, de lalengua
podía hacer estallar a la Escuela; pre- que nos sobrepasa. Joyce, ese san-
fiero una Escuela que no sea un recin- to-hombre, escribía en el borde en-
to amurallado contra eventuales ata- tre el lapsus y el Witz, que es un lap-
ques terroristas, sino un espacio dis- sus calculado. Habría que abordar a
cursivo con sentido del humor, capaz Joyce también por ese rasgo, el de
de hospedar al chiste. su risa irreverente...

Aun l 138
La experiencia del pase puede Notas
ser formulada, entonces, como una
transformación del lapsus en chiste.
1. Junto con Marcelo Mazzuca, para la
Tanto el Witz como el lapsus son neo- primera reunión que abrió la serie del
logismos, pero el chiste es un neolo- Espacio Escuela en el FARP, el 4 de
gismo que incluye el lazo social. mayo de 2009.
2. El se en cuestión tiene nombre y ape-
llido: Jacques-Alain Miller, duran-
te las conversaciones preliminares
a la puesta en marcha del pase en
la EOL.

El psicoanalista, su escuela

Aun l 139
Aun l 140
HACIA UN DISPOSITIVO DEL
PASE EFECTIVAMENTE PRACTICABLE
De los criterios ideales a la Autorización real de los
psicoanalistas

›Gabriel Lombardi

Hay dispositivos específicos del todavía bastante difícil de emplear;


psicoanálisis. Algunos de ellos funcio- requiere de un aparato institucional
nan regularmente, producen resulta- más complejo, que involucra a toda
dos apreciados, pueden ser emplea- la comunidad de Escuela ya desde
dos en diversas ciudades del mundo, el momento de la elección de la Co-
cada vez más. Tenemos una prácti- misión de la garantía, que luego in-
ca del dispositivo freudiano de la cura tegra los carteles del pase, nombra
psicoanalítica, también del control, in- los AME que a su vez designan a los
cluso del cartel. Sabemos cómo uti- pasadores, etcétera. Además de ser
lizarlos, recurrimos a ellos con cier- complejo, el dispositivo del pase nos
ta naturalidad, cada uno a su mane- deja una sensación de déficit cuanti-
ra, con frecuencia variable, sesiones tativo en las apuestas y de cierta po-
más breves o más largas, interpreta- breza en los resultados que nos lleva
mos más, menos, según la propen- a poner en duda su eficacia. Pasantes
sión personal y según el caso. Des- escasos, pasadores cuestionables en El psicoanalista, su escuela
de que tomamos pacientes a cargo, su idoneidad, carteles del pase extre-
nos autorizamos como analistas (aca- madamente parcos, encuentran su
so sin poder dar cuenta muy bien por eco en sordina en los candidatos in-
qué) aplicando el método freudiano, decisos (J’y pense, mais…). Suma-
al menos hasta el punto de conse- do a esto, no hemos encontrado cri-
cuencias en que ha llegado para cada terios unánimes para las designacio-
uno de nosotros. nes de AE, lo cual puede ser consi-
Psicoanálisis, supervisión, car- derado un déficit –aunque no es se-
tel, incluso presentación de enfermo guro que lo sea, por razones que ar-
son dispositivos clínicos efectivamen- gumentaré-.
te practicables, en los que reconoce-
mos una cierta eficacia. El pase como Este panorama se refleja cuan-
dispositivo, por el contrario, parece titativamente en la enorme diferen-
cia porcentual entre el número de psicoanálisis: el acto analítico con-
miembros de la Escuela que nos lla- siderado como pasaje de analizan-
mamos psicoanalistas y nos autori- te a analista.
zamos como tales sin recurrir al dis- La pregunta ¿cómo se designa
positivo del pase, y los que han sido un AE? nos deja ante un vacío, si nos
designados como AE. Sin embargo negamos a aferrarnos a criterios alie-
creemos, y por eso estamos aquí, nantes, cada vez más profusos e in-
que aunque haya poquísimas desig- evitables a medida que se acumula
naciones de AE, pertenecer a una es- experiencia y doxa sobre el pase; pro-
cuela donde el pase se practica y se pongo reemplazar entonces esa pre-
estudia marca una diferencia. Consi- gunta por otras dos: 1- ¿A qué res-
deramos que la posición del analista ponde la designación de un analista
en cuanto al saber y al poder se mo- de la escuela?, y 2- ¿por qué es tan
difica si hay una orientación de escue- relevante el dispositivo y esa designa-
la sobre las prácticas de sus analis- ción para la escuela y para la orienta-
tas; y esa orientación depende estre- ción que sigue e imparte?
chamente de la existencia y del fun- Recordemos la propuesta origi-
cionamiento de este dispositivo. Hoy nal de Lacan: se imputa al AE ser de
nos preguntamos: ¿Cómo orienta la aquellos que pueden testimoniar so-
Escuela la práctica y a la comunidad bre problemas cruciales en los pun-
analítica? Más específicamente, el tí- tos vivos en que están para el análi-
tulo propuesto para estos paneles es: sis, especialmente en tanto que ellos
¿Cómo se designa un AE? mismos, los AE, están en la tarea o al
La pregunta misma revela el agu- menos en la brecha de resolverlos.
jero al que responde: no hay un Es una imputación, que podría no
cómo, no hay una regla, no hay nor- ser tan exigente para el pasante: no
mas, no hay criterios ideales, no hay es necesario que los AE sean genios,
un know how del jurado del pase, ni formadores de doctrina, ni grandes
que entonces tiene que arreglárse- oradores. Sí se espera de ellos que
las como puede. puedan testimoniar sobre algún pun-
La tarea y el acto de la nominación to vivo del análisis, y particularmen-
quedan a merced de la frónesis, de la te sobre su propio pase, es decir, so-
prudencia del cartel. La tarea es im- bre cómo accedieron a la posición de
posible, la decisión implica una cuota analista a partir de su propio psicoa-
de azar y de arbitrariedad (en el sor- nálisis. No es tan exigente, y además,
teo de los pasadores, en la sensibili- está abierto a la variedad ya comen-
dad y la empatía entre los integrantes tada en trabajos precedentes.
del jurado, y hasta en factores idio- Comencemos por la segunda
máticos), y sin embargo, este dispo- pregunta.
sitivo es el mejor que se ha inventa-
do para iluminar un aspecto clínico,
epistémico y ético que es inaborda-
ble desde los otros dispositivos del

Aun l 142
La relevancia del dispositivo el final del análisis es: lo que el suje-
to conoce de sí, sin reconocerse en
¿Por qué la escuela, la clínica que ello2. No es conocimiento de sí mis-
allí se elabora, la formación que en mo, sino de sí-héteros, de sí-ajeno,
ella se dispensa, dependen del pase? incognoscible para el Otro, que no
Porque así la escuela se hace cargo siente el dolor en el cuerpo, ni perci-
del déficit del saber del didacta, es- be el significante alucinatorio, ni la di-
tructural del análisis, saber insuficien- visión subjetiva que parte al sujeto en-
te en al menos tres puntos cruciales tre el gusto y el asco, o entre un amor
que hacen a la clínica psicoanalítica, y un odio fundado en detalles sin va-
tres puntos de intersección de lo sim- lor decisorio para el Otro.
bólico con lo real, y que desde el pun- Al comienzo verdadero del análi-
to de vista del reconocimiento imagi- sis, sólo el paciente sabe si le duele
nario son agujeros, negatividades: o no le duele; al terminar el análisis,
queda sólo el analizado para savoir y
• Lo incurable del síntoma faire, para arreglárselas con el sínto-
• El acto que determina el pasaje de ma, cuando todas las interpretacio-
analizante a analista nes del analista han mostrado su im-
• El tiempo, el momento de satis- posibilidad de reconocerlo y suprimir-
facción que marca la terminación lo. Y durante el análisis, el síntoma
del análisis. (que es “lo analizable”, lo que puede
ser desprendido del yo, de la fantasía,
La noción de síntoma es el úni- del saber inconsciente, del saber del
co caso en que Lacan admite el em- otro, del lazo social) pasa de analiza-
pleo del término conocimiento. Es ble a analizante. El síntoma analizan-
muy llamativo, si se recuerda su defi- te es lo que responde a la interpre-
nición tan radical de la clínica psicoa- tación siempre inexacta del analista,
nalítica en los años 70, que exige re- hasta afirmarse como ese incurable
El psicoanalista, su escuela
pudiar precisamente ese término de en que se apoya el acto psicoanalíti-
conocimiento1. Ese rechazo del tér- co, por decidir la caída del sujeto su-
mino contrasta con el enunciado que puesto saber y liquidar la transferen-
él mismo sostiene a lo largo de toda cia para con el analista. De esto el di-
su obra: “Hay conocimiento del sín- dacta, aun si sabe algo, no está en
toma”, y precisamente con esta pre- las mejores condiciones de hacer una
cisión: hay conocimiento del síntoma buena reseña, el conocimiento sin re-
justamente porque es conocimiento conocimiento posible deja su elabo-
sin reconocimiento, es conocimiento ración de saber, si es que intenta al-
de sí como cuerpo extraño, conoci- guna, más bien fuera de juego.
miento inaccesible al didacta, que a El segundo punto de intersección
lo sumo lo vislumbra, “lo interpreta” de lo simbólico con lo real sin media-
–decimos- desde afuera. El síntoma ción imaginaria es el acto; más radi-
es el ser del sujeto fuera del Otro, y su calmente aún que el síntoma, impli-
definición, desde el comienzo hasta ca una separación respecto del Otro,

Aun l 143
actuar es dejar fuera de juego los dis- interpretación no atañen a la fase de
positivos del reconocimiento previo, separación, al decir de Harold Blum,
y la satisfacción de un reconocimien- didacta lúcido de la IPA.
to posterior diverge de la que satisfi- Más aún, justamente porque el
zo en la certeza y en la prisa del co- acto analítico implica su propia des-
metido. La negatividad implicada en mentida ya que reinstaura el sujeto su-
el desconocimiento del acto indica- puesto saber, sólo puede resultar es-
ría, si se la advirtiera, no la división del clarecedor sobre el acto si es conce-
sujeto, sino la entereza de una deci- bido como pasaje de analizante a ana-
sión. Y la indicaría, como correspon- lista. De ese pase, que lleva de la divi-
de a la clínica de lo real, mediante sión del sujeto a la destitución subjeti-
una negatividad de la conciencia, a va, sólo podría decir algo cierto el pa-
la que Lacan propuso designar con sante; solamente él puede testimoniar,
el término de Verleugnung: la des- escribir, historizar su propia trayectoria
mentida que marca nuestra relación de análisis y particularmente su viraje
con el acto. final. Freud indicó el camino a partir de
Así como el síntoma es conoci- su propio análisis, lo intentó con vigor
miento sin reconocimiento en el Otro, y coraje en su textos de exploración
el acto es reacción del ser que no se del inconsciente real, en los que el de-
anoticia de lo que realiza. Tratándose seo analizante prevaleció por primera
del acto de dar por terminado el pro- vez en la historia sobre el saber médi-
pio análisis, y especialmente cuando co (sueño de la inyección de Irma), y
ese acto implica la asunción de una en los que el acto fallido logró indicar
práctica, la de analista, que pone en la desmentida con que anula su ca-
juego el deseo de saber, esa desmen- rácter de acto socialmente reconoci-
tida adquiere un valor indicativo de la ble. Justamente, por no ser acto con-
mutación del ser que en dicho acto vencional, es acto en el sentido laca-
se produce. niano, realizativo del ser.
Es por eso, comentó Lacan, que La tercera intersección entre sim-
yo reservé durante años, resguardé, bólico y real inaccesible al didacta se
aparté el término de Verleugnung que indica en la terminación del análisis.
Freud promovió a propósito de tal Otro dato negativo: el analista no da
momento ejemplar de la Spaltung del el alta en psicoanálisis, la decisión de
sujeto; yo quería reservarlo, hacerlo la terminación no queda de su lado,
vivir allí donde con seguridad es ele- ni puede ser predeterminada por su
vado a su punto más patético, al ni- saber o su experiencia. Lacan plan-
vel del analista mismo(3)3. Más paté- teó dos razones en Función y cam-
tico que en la perversión, sin duda, po... La primera, de orden psicológi-
porque el analista no busca fijarse ni co: no podemos prever cuál será el
fijar, sino permitir al ser hablante revi- tiempo para comprender, ni el tiem-
sar su relación con el acto. Este punto po para elaborar, ni el tiempo del su-
también escapa del alcance del saber jeto para consumar el duelo, hay allí
del analista, cuyas posibilidades de un factor psicológico, dice, que es-

Aun l 144
capa a nuestro campo. El otro argu- ción del saber en el análisis, del di-
mento es el resguardo ético del ser dacta hacia el analizado. El cambio
al que tratamos como ser electivo. que induce el dispositivo es enorme.
Ese cuidado ya está en Freud, quien Respecto de la autorización del nue-
afirma que en el método que él pro- vo analista, y de la hystorización de
pone el intérprete último es el soñan- su destitución de sujeto, no se le pre-
te; lo dice en la Traumdeutung, en la gunta nada al didacta: nada de nada.
nota al pie más importante de toda Esto ya había sido vislumbrado en la
su obra. Pero sobre todo lo encon- IPA, porque sobre el pase de anali-
tramos destacado en Lacan, cuan- zante a analista los didactas no te-
do pensando en la urgencia ética de nían absolutamente nada para decir,
concluir el análisis para terminar con salvo algunas honrosas excepciones
la repetición transferencial de la neu- como Arnold Pfeffer o María Kramer.
rosis, en lugar de fijar de antemano Nuestro esfuerzo por sostener el dis-
la finalización del análisis, propone la positivo del pase se funda en que no
sesión breve, que deja al analizante nos conformamos con la ignorancia
derecho a réplica. Será al analizante del didacta, sino que desplazamos la
a quien le toque alcanzar, en su hora, pregunta y el interés de la hystoriza-
la satisfacción que marca el final del ción sobre el analizado, apostando a
análisis. Escribe en ese texto: su aptitud para testimoniar sobre lo
Desde el momento en que el ven- acontecido en el terreno de lo irreco-
cimiento del plazo (de su verdad) pue- nocible e incurable del síntoma, de lo
de ser previsto por nosotros, restitui- irrepresentable de un acto condena-
mos en el sujeto el espejismo (mira- do a ser desmentido cada vez, y de
ge) original consistente en ubicar en una satisfacción final incomprensible
nosotros su verdad, y sancionándo- para el Otro.
lo con nuestra autoridad, instalamos El dispositivo del pase fue dise-
su análisis en una aberración, que ñado para que podamos aprehender
El psicoanalista, su escuela
será imposible de corregir en sus re- algo de lo que le ocurre a cada analis-
sultados4. ta en el momento de su autorización a
partir de los efectos didácticos de su
propio análisis. Descartado el didac-
A qué responde la ta como buen clínico de esa fase, la
designación de un AE apelación se hace a la auto–historiza-
ción del analizado. Esa hystorización,
Ahora podemos deducir un esbo- esa histoire de l’hystérie finalmente
zo de respuesta a la primera pregun- analizada y escrita, implica del lado
ta, a qué responde la designación de del síntoma incluir esa misma y grie-
un AE, a partir de las respuestas que ga entre el savoir y el faire del savoir
obtuvimos para la segunda, cuál es faire: savoir y faire, saber arreglárse-
la relevancia del dispositivo. las con el síntoma. Sobre esa hysto-
Se percibe cómo el dispositivo del ria, de cómo llegó hasta allí, no hay
pase inclina nítidamente la elabora- más que el analizado para pregun-

Aun l 145
tarle. El psicoanalista puede acom- al analizado y no a quien fue su ana-
pañar a su analizante hasta la puerta lista, un resultado es que no debería
del acto, pero si ese franqueamien- haber restricciones respecto de quién
to se produce, el analista será aban- ha sido el didacta. Corresponde pri-
donado antes de cruzar el umbral. vilegiar la experiencia por sobre “con
Nada podrá él decirnos de ese mo- quién” se ha hecho la experiencia, por
mento que él ya no vivió, del que él sobre los títulos y la influencia políti-
ya no fue el partenaire. ca del didacta: y es un hecho que no
¿Cuáles son los criterios aho- hay aquí lista de didactas, aunque no
ra? Los de un krinein, un escoger, estoy seguro de que todos nuestros
un elegir al que otorgamos una re- jurados opinen así.
levancia ética peculiar. Son los crite- Concibo el pase, en síntesis,
rios del parlêtre que reacciona, que como un dispositivo de sensibiliza-
se defiende, que se divide como su- ción de la comunidad de escuela a la
jeto, se rearma, se destituye, se se- clínica de lo real, de sensibilización a
para, ama u odia. Tratamos al anali- algunos signos electivos que se pro-
zante como res eligens, la cosa que ducen en el analizante, y que desde
elige, que tiene derecho a hacerlo, el punto de vista del reconocimiento y
que selecciona entre diferentes po- de lo imaginario pueden parecer me-
sibilidades y opta por alguna, y se ros agujeros. La enseñanza del pase,
acomoda de uno u otro modo ante si hay alguna, parte del pasante. En
lo imposible de modificar. Y espera- qué pequeños detalles, acaso irrele-
mos que el pase se revele como acto vantes para los demás, el encontró la
psicoanalítico en el sentido lacaniano: llave para autorizarse como analista.
el momento electivo en que el anali-
zante pasa a analista5.
¿A qué responde la designación
como AE de alguien que ha pesado
su experiencia? Se hace lugar a sus
razones, a sus elecciones personales,
en lo que tienen de arbitrarias, de psi-
cológicas, de inanalizables, mediante
las que puede decir algo de ese mo-
mento electivo que es el pase, luego
de haber pesado su experiencia de
análisis: se trata de elecciones, pero
elecciones tomadas no sin haber rea-
lizado la experiencia del inconscien-
te, con la ganancia de libertad que
ella implica.
Una última consecuencia: por-
que la responsabilidad epistémica e
incluso ética en el pase corresponde

Aun l 146
Notas

1. En ocasión de la creación de su Sec-


ción Clínica en París VIII Lacan pro-
puso la siguiente definición: “La clí-
nica es lo real en tanto que imposi-
ble de soportar, el inconsciente es la
huella y el camino por el saber que
constituye, haciéndose un deber re-
pudiar todo lo que implica la idea de
conocimiento”.
2. «Propos sur la causalité psychique».
En Écrits, p.165.
3. Conferencia dictada el 19 de junio
de 1968, al término de su seminario
L’acte psychanalytique.
4. Écrits, p. 310.
5. La propuesta de Lacan incluye esa ca-
lificación del momento del pase: es un
momento electivo {électif}. En Autres
Écrits, p. 375.

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