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Siempre me ha extrañado la preferencia que tienen los editores por las novelas.
Imagino que se basará en las estadísticas de compras de libros en todo el mundo. Pero lo
cierto es que para la vida contemporánea –acelerada, ruidosa, caótica- , parece mucho más
decente escribir un cuento que una novela. Algo que, como decía Ribeyro (él mismo gran
cuentista), se pueda leer de una sentada.
Es difícil hablar de Borges, un autor que cambió por completo, la idea de prosa en castellano.
En verdad recomiendo todo lo de Borges: sus cuentos, sus ensayos. Sabiamente, nunca
condescendió a escribir una novela. Primero por convicción propia y también porque intuía
que no sería capaz de escribir una novela. En el prólogo de una antología de Hemingwey (otro
genio del cuento, con su teoría del Iceberg), García Márquez señala que el autor se forzó a
escribir novelas, cuando lo suyo era claramente el cuento. Eso se nota en cualquiera de sus
novelas, salvo “El viejo y el mar”: hay caídas en la tensión, personajes más bien planos y se
notan mucho las costuras del tejido. Forzarse a hacer algo que no es lo mío, puede costarle a
uno la vida (fuera de broma).
Vamos al tercero y último de este día: Juan Bosch, quien no sólo escribió algunos
cuentos geniales, sino que también, al igual que Cortázar, teorizó sobre este género tan
antiguo como el hombre. DE él recomiendo “Una mujer” y “La Chica de Guaira”
Psiquiatra de adultos