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NÚM.

3, JUNY, 99
FOLKLORE, CULTURA POPULAR Y PATRIMONIO
NÚM. 3, JUNY, 99

FOLKLORE, CULTURA POPULAR


Y PATRIMONIO
SOBRE VIEJAS Y NUEVAS PASIONES IDENTITARIAS

JOAN PRAT
UNIVERSITAT ROVIRA I VIRGILI

A B S T R A C T

EN ESTE ARTÍCULO, EL FOLKLORE, LA CULTURA POPULAR Y EL PATRIMONIO SE NOS PRESEN-


TAN COMO OBJETOS QUE SE CORRESPONDEN A UNA MISMA REALIDAD. EL INTERÉS SOCIAL Y
POLÍTICO QUE SUSCITAN TRANSVASA LOS LÍMITES DE LA PROPIA TEORÍA ANTROPOLÓGICA.
CUANDO SE REFLEXIONA SOBRE EL FOLKLORE DE LOS SETENTA, LA CULTURA POPULAR DE
LOS OCHENTA Y EL PATRIMONIO DE LOS NOVENTA SE DESCUBREN MECANISMOS DE MANIPU-
LACIÓN, APROPIACIÓN E INVENCIÓN QUE PONEN EN EVIDENCIA PASIONES IDENTITARIAS SUB-
YACENTES.

Introducción por el estudio del Folklore, o mejor di-


cho, por la historia de las tradiciones
Cuando comencé a preparar el tema folklóricas que se dieron en el Estado es-
que Antonio Ariño me había encarga- pañol desde finales del siglo XIX hasta
do, Cultura Popular en España, obser- la Guerra civil de 1936 en unos casos
vé que la bibliografía generada por y hasta la década de los cincuenta/se-
antropólogos era relativamente escasa y senta en otros. Pero lo más curioso de
muy limitada en el tiempo. En efecto; todo fue constatar que a partir de 1987/
se habla, se reflexiona y se escribe so- 1988, cuando se deja de utilizar este
bre Cultura Popular desde el ámbito de concepto y se entroniza con fuerza el
la Antropología Social y Cultural entre de Patrimonio cultural o Patrimonio et-
1980 y 1987/1988, aproximadamente. nológico, serán los mismos autores que
También observé que la mayoría de au- previamente habían reflexionado sobre
tores que en la década de los ochenta Folklore y Cultura Popular los que, aho-
trabajaban el tema de la Cultura Popu- ra, decididamente lo harán sobre el
lar, previamente se habían interesado nuevo ámbito de moda.
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En base a estas constataciones pre- 4/ Mi última hipótesis es que los pro-


vias, apunto las siguientes hipótesis so- cesos de «invención», manipulación
bre las que centraré el hilo de mi ex- e invención de estos tres conceptos
posición: siguen la línea de lo que los espe-
cialistas franceses han denominado
1/ Cuando en los años setenta hablá- «passions identitaires»1. En efecto,
bamos de Folklore, en los ochenta son estas pasiones identitarias las
de Cultura Popular y en los noven- que, en el fondo, subyacen en los
ta lo hacemos de Patrimonio, nos veinte años largos de historia de la
estamos refiriendo a la misma rea- Antropología en el Estado español
lidad, al mismo objeto de estudio. que conducen del interés por el
2/ Hay objetos de estudio por los que Folklore al Patrimonio pasando por
nos interesamos los antropólogos, la Cultura Popular, proceso en el
que tienen un interés meramente que ahora vamos a centrarnos2.
disciplinar. Otros, en cambio, reba-
san ampliamente el marco discipli-
nar estricto y poseen una dimensión I. Folklore
más ciudadana o más política. En-
tre estos últimos están los tres temas En noviembre de 1975 moría el ge-
de los que voy a ocuparme: el Fol- neral Franco y, a los pocos meses, se
klore, la Cultura Popular y el Patri- ponía en marcha un proceso de transi-
monio. ción política que condujo a la convo-
3/ Este interés ciudadano, y más espe- catoria de unas primeras elecciones
cialmente, el interés político, los democráticas (1977), a la aprobación de
hace especialmente susceptibles de una Constitución (1978) y a la elabora-
manipulación, apropiación o en fe- ción de un nuevo panorama político
liz expresión de Ariño, de vampiri- que cristalizó con la llamada España de
zación. De todos/as es conocida la las autonomías, modelo de Estado más
abundante bibliografía que demues- o menos equiparable al de las restantes
tra la utilización del folklore por democracias europeas. Recordemos,
parte de los diversos movimientos también, que se elegían los primeros
nacionalistas y regionalistas desde el gobiernos autonómicos de Euskadi
siglo XIX. Mi hipótesis es que esta (1980), Catalunya (1980), Galicia
manipulación/ apropiación/ vampi- (1981), Andalucía (1982), etc., que en
rización continúa cuando en los ciertos casos significativos situaban a los
años ochenta sustituimos el concep- partidos nacionalistas o regionalistas al
to de Folklore por el de Cultura Po- frente de diversas administraciones au-
pular y posteriormente y ya en los tonómicas. Estos gobiernos locales, de-
noventa, el de Cultura Popular por seosos de legitimar una real o supuesta
el de Patrimonio. conciencia de singularidad y de refor-
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zar los sistemas simbólicos que apun- este contexto anómalo dentro de la
talaran aquélla, dirigían su mirada ha- Antropología clásica -el del investigador
cia el Folklore (entendido tanto a nivel volcado hacia el estudio de su propia
de discurso como de contenido) que sociedad- cuando se produjo el descu-
desde siempre o por lo menos desde la brimiento tardío y espectacular de la
segunda mitad del siglo XIX, cuando se existencia de unas sólidas tradiciones
gestó, ha sido un almacén privilegiado folklóricas que se habían desarrollado
de signos y símbolos de la identidad de desde la segunda mitad del siglo XIX en
los distintos pueblos. nuestras respectivas comunidades auto-
Pero, paralelamente a este proceso nómicas, pero de las que nadie -por lo
podríamos decir que político, también menos en Catalunya- nos había habla-
los diversos núcleos de antropólogos do en las aulas.
descubríamos la importancia de las di- Estas tradiciones tenían, además,
versas tradiciones folklóricas en el Esta- algunas ventajas suplementarias:
do español. Según mi parecer, este des-
cubrimiento hay que situarlo en una a/ la de haberse escorado hacia las
situación paradójica de nuestra prácti- mismas temáticas ruralizantes y
ca profesional3 que se podría enunciar «primitivistas» que eran ampliamen-
como sigue: a pesar de que la forma- te compartidas por muchos profesio-
ción académica que habíamos recibido nales del momento interesados por
se inscribía en el modelo clásico -mo- los estudios sobre el campesinado y
delo que, a su vez, establecía que para b/ por el trasfondo regionalista y nacio-
convertirse en antropólogo era impres- nalista que encajaba perfectamente
cindible un trabajo de campo «exótico» con los deseos más o menos explí-
a realizar, preferentemente, en un país citos de crear una «antropología ca-
del «tercer mundo»- en la práctica, las talana», una «antropología andalu-
posibilidades reales de hacerlo eran za», una «antropología canaria»,
nulas: ni existían los medios materiales una «antropología vasca», etc., es
necesarios (becas o ayudas a la investi- decir, unas formas de entender la
gación) ni, lo que quizás aun sea peor, práctica profesional e investigadora
pues la opción de un trabajo de cam- menos neutras y más enraizadas en
po en condiciones ni estaba prevista ni los respectivos contextos regionales/
programada. Así pues, casi todos nos nacionales.
vimos obligados, haciendo de la nece-
sidad virtud, a practicar el «terrain chez Así pues, este proceso de recupera-
nous» o el «fieldwork at home», mucho ción y de reivindicación de los folklo-
antes que estas alternativas aparecieran ristas como ancestros y precursores pro-
como posibles, o incluso como desea- pició el interés por las historias de los
bles, en el contexto general de las an- folklores y de las antropologías del si-
tropologías hegemónicas. Fue, pues, en glo XIX hasta la Guerra Civil, interés que
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se ha traducido en una buena muestra cretos que configuran su volkgeist o


de libros y tesis doctorales realizadas en alma popular y que no son otros que la
Catalunya, Canarias, Madrid, Asturias, lengua, las tradiciones, los derechos
el País Vasco, Andalucía, Extremadura, forales, la historia legendaria, etc.; resal-
Cantabria, etc., centradas, todas ellas, taba, en tercer lugar, el papel de las
en sus respectivas tradiciones antropoló- instituciones cívico-patrióticas como
gico/ folklóricas4. motores del interés por la búsqueda
La bibliografía sobre el tema es folklórica y, en definitiva, la absoluta
amplia y dada la imposibilidad de inci- imbricación o subordinación del discur-
dir sobre ella, recomiendo la lectura de so folklórico a la ideología nacionalis-
tres excelentes artículos de Honorio Ve- ta. Por último, ilustraba con los casos
lasco (1988; 1990 y 1998) en los que catalán, vasco y gallego, esta utilización
su autor reflexiona de forma impecable política del folklore como mecanismo
sobre el estatus científico del folklore en de legitimación de sus respectivos sis-
el seno de las restantes ciencias socia- temas simbólicos. La relación entre na-
les decimonónicas y, también sobre las cionalismos periféricos en el Estado es-
apropiaciones políticas de las que el pañol y folklore era algo que todos te-
folklore fue objeto en diversos contex- níamos asumido desde hace tiempo.
tos históricos5. Yo mismo me había re- Pero Carmen Ortiz, en un artículo re-
ferido al tema de la manipulación del ciente (1998) y magnífico, titulado «Fol-
universo folklórico en un artículo pano- klore y franquismo», demuestra el pa-
rámico que titulé: «El discurso antropo- pel absolutamente central de la discipli-
lógico y el discurso folklórico en el Es- na folklórica en la creación de un siste-
tado español: un ensayo de caracteriza- ma de símbolos fascistas con el que el
ción» (1987), publicado resumidamente franquismo intentó legitimar aquella
en 1991. En este escrito intentaba de- unidad de destino en lo universal que
mostrar la existencia de dos grandes era España, desde el mismo momento
discursos sobre el hombre -el antropo- de su victoria militar.
lógico y el folklórico- que a pesar de ser
cronológicamente paralelos, tienen es-
casos puntos de contacto. En fin, que II. Cultura popular
caracterizaba al discurso folklórico
como aquel que surge en el contexto La lectura de los folkloristas decimo-
ideológico del Romanticismo y está ín- nónicos y de primeros de siglo estimu-
timamente ligado a la exaltación de los ló el interés por lo que a finales de los
valores locales y a los sentimientos na- años setenta comenzará a llamarse Cul-
cionalistas; destacaba, asimismo, el in- tura Popular.
terés de los folkloristas por el hombre A pesar de que en este contexto
particular (metafóricamente el hombre temporal existía un cierto interés por
tribal o étnico) y por los aspectos con- parte de algunos grupos periféricos de
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aproximar, con una calculada ambigüe- to ocupaba un papel estelar en los


dad, los contenidos e intenciones del debates de los historiadores de las
Folklore con los de la Antropología So- mentalidades franceses (Aries, Le
cial, pienso que, en general, al colecti- Goff, Vovelle, Muchembled, J.C.
vo profesional de antropólogos le des- Schmitt...), italianos (Ginzburg,
agradaba la identificación sin matices Camporesi) y anglosajones (Burke,
de una parcela importante de sus inte- Davies...) que muchos de nosotros
reses con la que muchos años antes leíamos con pasión.
habían desarrollado los folkloristas clá-
sicos. Este desagrado se basaba no tan- Además de los historiadores de las
to en los objetos de estudio e intencio- mentalidades -por aquel entonces esca-
nes de unos y otros (que como decía sos en el Estado español- había también
hace un momento en muchos casos otros grupos de especialistas interesados
eran compartidos), sino más bien en en los estudios de cultura popular: mu-
razones técnicas, metodológicas y teó- seógrafos etnográficos, estudiosos del
ricas. La convicción de que el antropó- arte popular, de la literatura de tradición
logo era más «científico» que el folklo- oral, algunos sociólogos especializados
rista era asumida mayoritariamente y en los movimientos obreros, algún que
así, a pesar de algunos encendidos otro pedagogo, folkloristas de nuevo
ditirambos iniciales, la necesidad por cuño, etc. El carácter más bien margi-
parte de los primeros de marcar las dis- nal de todos ellos en el seno de sus res-
tancias con el «amateurismo» de los pectivas corporaciones profesionales y
segundos, a los que se veía faltos de la buena predisposición que manifesta-
cualquier preparación técnica y teórica, ban para trabajar conjuntamente con los
se iba imponiendo cada vez con más antropólogos, alentó la permanente ilu-
fuerza. Y fue en este proceso de distan- sión del trabajo interdisciplinar y aun-
ciamiento con respecto del folklore que los resultados prácticos fueron es-
cuando irrumpió con fuerza el nuevo casos, sí que ayudó a la reflexión antro-
concepto de Cultura Popular. pológica sobre la cuestión. Tampoco
Entre las razones que explicarían su aquí voy a ocuparme de las publicacio-
éxito inicial cabe citar las siguientes: nes concretas sobre Cultura Popular6 si
no es para indicar los cuatro grandes
• La neutralidad del nuevo concepto, paradigmas, orientaciones o lecturas
menos manipulado y menos anqui- que en esta bibliografía se perfilan con
losado que su homónimo de folklo- respecto del tema de fondo:
re.
• La cultura popular, a diferencia del 1. La que asimila la cultura popular
folklore, no estaba estigmatizada a con la cultura tradicional, en el sen-
nivel académico. tido de englobar las diversas formas
• En aquellos momentos, el concep- o manifestaciones de vida pre-in-
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dustriales. La adopción de esta pers- determinadas colectividades -léase


pectiva pone en funcionamiento un los catalanes, los valencianos, los
cúmulo de oposiciones de tipo tem- vascos, los andaluces, los canarios,
poral (pasado/ presente; tradicional/ etc.- integrados históricamente, y a
moderno; arcaico/ actual; antes/ menudo de forma coercitiva, en los
ahora) y de tipo espacial y territo- aparatos de un estado centralista y
rial (rural/ urbano; campo/ ciudad; dominante como ha sido y es el Es-
local/ universal) a través de las cua- tado español. Si en la primera argu-
les los numerosos partidarios de esta mentación el eje explicativo se cen-
concepción describen la permanen- traba en polaridades del tipo pasa-
cia de este legado histórico en el do/ presente, tradicional/ moderno,
seno de las sociedades complejas en la equiparación de la cultura po-
urbano-industriales. A menudo, la pular a la cultura nacional, estas
identificación entre cultura popular oposiciones pierden fuerza y la gana
y cultura tradicional supone y re- un nuevo paradigma explicativo: el
cuerda los mismos planteamientos antagonismo asimétrico y frecuente-
esencialistas y de carácter intem- mente conflictivo en el plano cultu-
poral que ya habían caracterizado ral entre un Estado único (y represor)
los tratamientos de los folkloristas de y una pluralidad de naciones/ regio-
siempre y también, como aquellos, nes oprimidas y reprimidas en sus
la idealización de un mítico «antes» rasgos distintivos y diferenciales. De
original (que probablemente jamás ahí que ahora, y mayoritariamente,
existió). El interés por los orígenes, se establezcan dicotomías del tipo:
por descubrir las raíces y esencias culturas propias/ cultura extraña;
de un alma, o supuesta alma colec- culturas autóctonas/ cultura extran-
tiva y popular/ tradicional, es lo que jera; culturas colonizadas/ cultura
nos conduce al segundo gran para- colonizadora; cultura catalana, va-
digma o lectura. lenciana, euskaldun, andaluza, ca-
naria, etc. versus cultura española,
2. La cultura popular como cultura na- unificadora y hegemónica.
cional. Revisando ahora los materiales de la
Las bases de este nuevo plantea- época, en realidad son pocos los
miento consisten en la práctica iden- antropólogos profesionales que uti-
tificación de tres grandes conceptos: lizaron el concepto de cultura po-
el de cultura, el de pueblo y el de pular como sinónimo de cultura
nación, entendidos aquí en un sen- nacional7. En cambio, los Gobiernos
tido globalizador e interdependien- autonómicos, desde los inicios de
tes. En esta nueva lectura el énfasis los ochenta, efectuaron un tipo de
es puesto en el «particularismo» o en aproximación en esta línea, que no
la «distintividad» que caracteriza a deja lugar a dudas. En efecto, a tra-
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vés de sus Consejerías de Cultura, 3. El tercer gran paradigma que inspi-


crearon centros, institutos, museos o ra un buen número de reflexiones
fundaciones diversas8 especializa- es el que considera la cultura popu-
dos en estudiar, fomentar o difundir lar como cultura de clase, o mejor,
la cultura tradicional y popular y como la cultura de las clases subal-
siempre en la línea aquí expuesta de ternas. En este caso, la cultura po-
identificar lo popular con la cultura pular, como cultura dominada y
nacional y/o regional. Si ojeamos el subalterna se opone a la cultura do-
contenido del alud de congresos, minante, hegemónica y burguesa. El
jornadas, encuentros, simposios, co- razonamiento explícito o implícito
loquios y seminarios organizados es el siguiente: cada grupo humano,
por dichos centros9 además de apa- socialmente definido, crea, a partir
recer lemas y títulos tan excitantes de su propia experiencia, unas cul-
como «Madrid en busca de su iden- turas o subculturas diferentes que
tidad cultural» (1980) o «A la recer- reflejan las desigualdades estructu-
ca de les nostres arrels» (1981), se rales, producto, a su vez, del mis-
hace evidente que siempre son las mo sistema global dividido en cla-
propias comunidades autónomas, ses. Y como ya se ha dicho, estas
como entes diferenciados a nivel culturas diferentes y subalternas son
territorial, político, cultural y simbó- asimiladas a la cultura o a las cul-
lico, las que centran el interés con- turas populares. La posición subor-
virtiéndose en los objetos de estu- dinada de unas clases sociales res-
dio y siempre para probar la tesis de pecto a las otras origina un conjun-
la que se parte: es decir, que existe to de funciones impugnadoras, con-
una formación histórico-social cla- testatarias, de autodefensa, de soli-
ra -llámese Catalunya, Comunidad daridad o de alianza de grupo o
o País Valenciano, La Rioja, Canta- clase, que, explícitamente o implí-
bria, Extremadura o la comunidad cita, se oponen a la pretendida uni-
que organiza y paga la publicación- versalidad de los valores sustentados
que posee una personalidad tan por las clases dominantes y hege-
idiosincrática que la hace distinta a mónicas.
todas las demás. Si no, ¿a qué obe- Evidentemente, este tipo de razona-
decen estos rasgos diferenciales, es- miento arranca de Gramsci y de sus
tas peculiaridades tan propias, estas reflexiones sobre el folklore. De to-
raíces milenarias y estos modos de das formas, muchos de nosotros co-
ser tan esenciales que se reflejan en nocimos estos planteamientos no
la cultura popular de la región/ na- tanto a partir de Osservazioni sul
ción y que sólo los necios e igno- folklore del mismo Gramsci, sino a
rantes -que los hay y pertinaces- se través de dos obras de Luigi M.
atreven a negar? Lombardi Satriani -Antropología
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cultural. Análisis de la cultura sub- minó hacia los movimientos


alterna (1974) y traducido un año contraculturales, marginales o con-
después al castellano y Apropiación testatarios que genéricamente fueron
y destrucción de la cultura de las denominados «nuevas culturas». Un
clases subalternas (publicado en texto de Oriol Romaní, con un título
1973 y traducido en 1978)- que de resonancias a lo Bob Dylan10,
pronto se convirtieron en libros de plantea el problema con claridad.
cabecera que discutimos con apa-
sionamiento una y otra vez. ****
Si resumimos lo que llevo dicho has-
ta el momento, observamos que la Pienso que a finales de los años
cultura popular, o mejor dicho, los ochenta, quedaba claro que todo este
discursos sobre cultura popular apa- mundo de la cultura popular daría
recen siempre como razonamientos poco más de sí. En primer lugar, el
alternativos que se oponen a la pre- mismo concepto parecía, como ha se-
potencia del modelo de sociedad ñalado Jacques Revel (1986), cada vez
capitalista, de Estado, y de clase, cla- más inespecífico e inútil11; en segundo
ramente dominante en el mundo lugar, después de la entrada a saco de
occidental. El mismo énfasis de los las administraciones autonómicas y lo-
estudios de cultura popular hacia las cales en el ámbito de la cultura popu-
formas de vida y de los valores pre- lar y tradicional, el concepto quedó tan
industriales y pre-capitalistas, o por manoseado, manipulado y estrujado
las formaciones nacionales sin Esta- como su homónimo de folklore y las
do, o por las clases subalternas, res- posibilidades de un debate teórico re-
pectivamente sería otra prueba de la sultaban cada vez más limitadas; por
puesta en entredicho del punto de último, tampoco la deseada interdisci-
vista mayoritario que nos habla de plinariedad que debía aglutinar a los
esta cultura única. historiadores, museólogos, historiadores
4. Un cuarto eje de reflexión, apenas del arte con los antropólogos o inclu-
esbozado en la bibliografía españo- so los teóricos con los prácticos de la
la de la época, se interesó por la cultura popular (es decir los anima-
cuestión de si lo que llamamos cul- dores culturales), consiguió romper los
tura de masas es o no es cultura po- intereses corporativos de los distintos
pular. Este tipo de enfoque, que sólo grupos, por lo que el interés común
muy recientemente Antonio Ariño ha por la Cultura Popular se fue diluyen-
resuelto con contundencia en los do en el mar de las buenas intencio-
últimos capítulos de su excelente nes, aquellas que jamás cuajan en
Sociología de la cultura. La constitu- nada concreto.
ción simbólica de la sociedad (1997), En resumidas cuentas: que será en
en la época que nos ocupa se enca- este nuevo panorama de desencanto
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teórico al que se llega a finales de los Otro aspecto que parece relevante
ochenta y en el que ya nadie sabe qué señalar, es que todas las ciencias huma-
hacer con la cultura popular12 cuando nas, sociales y artísticas a las que me
irrumpe con fuerza el tercer concepto refería hace un momento, efectúan re-
que nos va a ocupar. visiones más o menos sistemáticas y
más o menos periódicas de sus respec-
tivos ámbitos patrimoniales. En estas, se
III. Patrimonio modifican los criterios de selección de
los objetos que deben incluirse (o ex-
El concepto de Patrimonio, en su cluirse) de los inventarios básicos de
sentido originario de «bienes que una bienes patrimonializables. Todo parece
persona hereda de sus ascendientes» no indicar que la orientación general, en
es algo desconocido en el contexto cul- todas las disciplinas, es la continua ex-
tural de nuestro siglo. Si en el lenguaje pansión de fronteras y, por consiguien-
cotidiano asimilamos el concepto de te, un mayor número de objetos o ám-
patrimonio al de herencia, también en bitos de interés patrimonial.
el mundo de las ciencias humanas y so- Pero ¿qué ocurre con el patrimonio
ciales o en el de las bellas artes se ha- etnológico? Los antropólogos sociales y
bla de sus patrimonios respectivos, culturales hemos heredado el concepto
adjetivándolos. Así, los arqueólogos se de patrimonio etnológico de los folklo-
refieren al patrimonio arqueológico, ristas del pasado y durante un siglo,
mientras que los historiadores del arte aproximadamente, los inventarios de
hablan de patrimonio artístico y los ar- bienes con sus sucesivas redefiniciones,
quitectos, de patrimonio arquitectónico. los definieron aquéllos. Creo que no es
Pienso que se podría afirmar, sin entrar ninguna novedad afirmar el carácter res-
ahora en detalles, que las disciplinas ci- trictivo y arbitrario del patrimonio folkló-
tadas, y otras como la historia, la eco- rico/ etnográfico tradicional, consecuen-
logía, la etnología, etc., consideran que cia de las mismas coordenadas teórico-
los elementos que integran sus patrimo- ideológicas de los folkloristas que nos lo
nios respectivos son aquellos bienes (y legaron. Llorenç Prat (1985) ha señala-
sólo aquellos) que de acuerdo con cada do que la mejor manera de entender y
momento histórico y según un consen- definir la disciplina folklórica consiste en
so que se va gestando en el seno de fijarse en lo que los folkloristas hicieron
cada profesión, pueden ser considera- más que en aquello que declaraban que
dos como bienes culturales y/o bienes querían hacer. Y si nos fijamos en lo pri-
simbólicos que merecen ser preserva- mero, aparecen algunos de los énfasis
dos, conservados, protegidos y admira- que ya hemos comentado en otras par-
dos, o si se prefiere la secuencia ya clá- tes de este escrito: el énfasis sobre los ele-
sica: investigados, conservados, difun- mentos rurales en detrimento de los ur-
didos y restituidos. banos, el interés por las costumbres y por
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las formas de vida tradicionales en de- nes locales. Ya he señalado la publica-


trimento de las modernas, y como coro- ción de la ley marco sobre Patrimonio
lario una valoración exclusiva de las Histórico en 1985; en 1989, la Confe-
manifestaciones culturales del pasado; el rencia General de la Organización de
cariño, en definitiva, por todo aquello las Naciones Unidas para la Educación,
que es propio de una sociedad pre-indus- la Ciencia y la Cultura (UNESCO), apro-
trial, feudalizante, de costumbres cam- baba unas Recomendaciones sobre la
pesinas y artesanales, frente a la indus- salvaguardia de la Cultura Tradicional y
trialización, a la proletarización y la con- Popular y en 1992, el Ministerio de
formación de una sociedad de clases ca- Cultura español, convocaba una mag-
pitalista. Fenómenos todos ellos que ya na reunión de antropólogos/as y museó-
estaban presentes en el contexto en el logos/as españoles/as coordinados por
que se publicaban los primeros escritos José Luis García, para debatir el texto y
folklorísticos. fijar la posición oficial española al res-
El interés de la última década por el pecto. En el encuentro de Madrid, la
Patrimonio (definido como patrimonio mayoría de participantes prefirieron
etnográfico según unos; como patrimo- hablar y discutir sobre Patrimonio -tér-
nio etnológico según otros o patrimonio mino que consideraron más preciso que
antropológico en la opinión de unos los de Cultura Popular y Tradicional que
terceros; sin olvidar aquellos que prefie- figuraban en la convocatoria y por las
ren hablar de «patrimonio modesto», de razones ya aducidas- y a pesar de un
patrimonio cultural o más sencillamen- impetuoso arranque inicial, la reflexión
te de Cultura) supone, en mi opinión, colectiva, por motivos que desconozco,
una fase más especializada en este pro- pronto se paralizó. En 1990, el Parla-
ceso global que intento describir. En mento Vasco aprobaba una ley de pro-
efecto, desde mediados de los ochen- tección de su patrimonio histórico; en
ta, con la promulgación, en 1985, de la 1991 el Parlamento Andaluz debatía y
Ley española de Patrimonio Histórico aprobaba por unanimidad la Ley Anda-
(en la que por primera vez se cita el luza de Patrimonio Histórico, con un
patrimonio etnográfico con un rango título específico dedicado al Patrimonio
similar al del patrimonio histórico, artís- etnográfico (y los antropólogos andalu-
tico, paleontológico o arqueológico) se ces, sin excepción, califican esta ley
ponía en marcha un proceso de interés como muy positiva); en marzo de 1993,
por los bienes colectivos y por las acti- el Parlamento Catalán aprobaba la ley
vaciones patrimoniales centradas en la de Foment i protecció de la cultura po-
gestión de los mismos. La primera fase pular i tradicional i de l’associacionisme
cristalizó en una notable actividad le- cultural (también aquí hay un acuerdo
gislativa en la que participaron no sólo de los profesionales en considerarla
el gobierno central sino también los confusa y patéticamente retrógrada); en
autonómicos o incluso las corporacio- setiembre de 1995, se aprobaba la Lei
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do Patrimonio Cultural de Galicia, y timo, y esta sería la gran novedad corpo-


todos los indicios van en la línea de rativa, la aparición de algunos/as profe-
mostrar que la actividad legislativa con- sionales de la Antropología que han he-
tinua. Resumiendo a muy grandes ras- cho de la gestión patrimonial un foco
gos, algunos logros específicos serían: importante de su reflexión y actuación
disciplinar que desarrollan como funcio-
• La planificación de las políticas de narios/as públicos/as.
patrimonialización de las diversas La entente inicial entre antropólogos
administraciones. y políticos parece bien encauzada en
• La creación (o reorganización) de cen- unos casos, mientras que en otros ya ha
tros y organismos especializados en la fracasado14, pero pienso que es pronto y
gestión del Patrimonio cultural13. que nos falta una cierta perspectiva tem-
• La puesta en marcha de diversos poral para ensayar una evaluación glo-
programas de inventario de patrimo- bal de la situación con unas garantías
nio etnográfico/ etnológico, impul- mínimas. Lo que sí me parece claro,
sados por diversos gobiernos auto- aunque no lo pueda desarrollar, es la
nómicos y directamente relaciona- relación entre Patrimonio e Identidad, ya
dos con el punto anterior. sea de forma directa, implícita o tácita.
• El interés por la gestión del patrimo- En efecto, la abrumadora mayoría de
nio en su forma de espacios públicos autores leídos y citados (andaluces, ca-
-pienso ahora en la creación de par- talanes, castellanos, extremeños, valen-
ques naturales- o en el fomento de cianos, gallegos, vascos, etc., -y no sólo
nuevas formas de turismo (cultural y los que han reflexionado sobre el Patri-
rural principalmente) o aún el énfa- monio, sino los que previamente lo ha-
sis puesto en temas de desarrollo y bían hecho sobre Cultura Popular o Fo-
de planificación territorial asociados lklore) lo hacen desde perspectivas que
a la misma gestión patrimonial. no disimulan su objetivo de reflexión
último: los aspectos identitarios que es-
Estamos asistiendo, pues, y desde los tos tres ámbitos reflejan y condensan15.
primeros años noventa, a la creación de Ayer, Antonio Ariño, en su incisivo
un nuevo marco global de debate en abordaje sobre la Tradición, señalaba
torno al Patrimonio en el que confluyen que, a veces, los antropólogos nos tro-
las políticas de las administraciones pú- pezamos con conceptos que nos fuerzan
blicas -la estatal, las autonómicas y las a la reflexión. Yo me he tropezado con
locales-, los intereses profesionales de los los tres conceptos que han guiado mi
especialistas de siempre en la gestión del exposición. Pretender continuar ahora
patrimonio (museólogos, museógrafos, con un cuarto concepto -y ni más ni
conservadores, archiveros, etc., algunos menos que el de Identidad- podría resul-
de los cuales se han adaptado a los nue- tar pretencioso por mi parte y mortal-
vos planteamientos y otros no) y por úl- mente aburrido para el sufrido lector16.
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Notas

1
La idea me fue sugerida por el volumen ra y Folklore en Andalucía (Los orígenes de la
de Actes des entretiens du patrimoine (1998) Antropología); Ortiz (1987): Luis de Hoyos Sainz
publicadas con el título de Patrimoine et pas- y la Antropología española; Galván (1987): Is-
sions identitaires (ver bibliografía). las Canarias. Una aproximación antropológica;
2
He utilizado con profusión, e incluso en Calvo y Mañà (1990): El món de Joan Amades;
ciertos casos literalmente, escritos que había Calvo (1991): El «Arxiu d’Etnografía y Folklore
publicado con anterioridad. Entre los más cita- de Catalunya» y la Antropología Catalana, el
dos están: «El discurso antropológico y el dis- trabajo muy completo de Elena Ronzón (1991):
curso folklórico en el Estado español: un ensa- Antropología y antropologías. Ideas para una
yo de caracterización» (1987); la Presentación historia crítica de la Antropología española. El
(1985) a un libro conjunto que editamos D. Llo- siglo XIX; A. Aguirre (1992, ed.) Historia de la
part, Ll. Prats y yo mismo con el título de La Antropología española; S. Trias (1992) Una his-
cultura popular a debat; Antropología y etnolo- toria de la Antropología balear; Ll. Calvo (1993,
gía. Las ciencias sociales en España (1992) y ed.) Aportacions a la Història de l’Antropologia
«Antigalles, relíquies i essències: Reflexions so- catalana i hispànica; C. Ortiz y L.A. Sánchez
bre el concepte de patrimoni cultural» (1993). Gómez (1994, eds.) Diccionario histórico de la
3
Véase Prat, 1992, pp. 89 y ss. Antropología social extremeña; L. Calvo (1997)
4
Hay dos textos que se adelantan clara- Historia de la Antropología en Cataluña.
mente a la cronología señalada. Son los de C. 5
Véase también Prats (1985 y 1996) y Díaz
Lisón (1968) «Una gran encuesta de 1901-1902 Viana (1986, 1987, 1988 y 1997).
(Notas para una historia de la Antropología So- 6
Véase, entre otros textos: Congrés de Cul-
cial en España» e I. Moreno (1971) «La Antro- tura Catalana (1977), La Cultura popular al País
pología en Andalucía. Desarrollo histórico y Valencià (a cargo de J.F. Mira); el Col·loqui so-
estado actual de las investigaciones». A partir de bre l’estudi de la Cultura Popular (1981) cele-
1980, el listado sería el siguiente (únicamente brado en Saifores y organizado por el Institut
detallo libros y tesis): Prats, Llopart, Prat (1982) Català d’Antropologia y que no se publicó; pero
La cultura popular a Catalunya. Estudiosos i Ins- si los libros de Prats, Llopart, Prat (1982) La
titucions (1853-1980); Pérez Vidal (1982): Los Cultura popular a Catalunya. Estudiosos i
estudios del folklore canario (1880-1980); Puig institucions y Llopart, Prat i Prats (1985, eds.) La
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desde la Antropología; F. Estévez (1985): Indi- de la Casa de Velázquez publicado con el títu-
genismo, raza y evolución. El pensamiento an- lo de Culturas populares, diferencias, divergen-
tropológico canario (1750-1900), tesis doctoral cias y conflictos (1986); J. Azcona (1987) «De
publicada en 1987; A. Aguirre (ed., 1986): La Culturas populares. Notas en torno a su com-
Antropología cultural en España. Un siglo de prehensión».
Antropología; Llorenç Prats: L’origen de l’interès 7
Véase el texto de Isidor Marí (1985) «Po-
per la cultura popular a Catalunya. La Renai- ble, nació, cultura popular: plenitud o dinomia?
xença, tesis doctoral publicada con el título El La cultura popular en un projecte cultural na-
mite de la tradició popular. Els orígens de cional», en Llopart, Prat, Prats (eds.), pp. 81-86.
l’interès per la cultura tradicional a la Catalunya 8
Cito unos ejemplos para ilustrarlo, pero
del segle XIX; Aguilar (1987): Los primeros es- que en ningún momento pretenden ser exhaus-
tudios sobre la cultura popular andaluza. Los tivos: el Museo do Pobo Galego, en Galicia
orígenes de la Antropología en Andalucía (tesis (1977); l’Institut de Cultura Tradicional i Popu-
doctoral publicada en 1990 con el título Cultu- lar (1981), convertido en el Centre de Promoció

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de la Cultura Popular i Tradicional Catalana de 12


Lo cual no significa que algunos gobier-
la Generalitat de Catalunya; el Departamento de nos como el catalán continúen utilizando el
Antropología y Folklore de la Junta de Andalu- concepto como en el II Congrés de Cultura Po-
cía que después se fragmentó y reconvirtió en pular i Tradicional Catalana (1997) en el que los
una serie de centros de los que habla con deta- antropólogos fueron barridos del mapa.
lle Fuensanta Plata (véase Llop/ Plata, 1993, en 13
Sin pretender ser exhaustivo tengo noti-
la bibliografía general); también en Andalucía es cia de centros en Andalucía, Canarias, Catalu-
importante la Fundación Machado, creada en nya, Galicia, Murcia y País Valenciano con es-
1987; el Instituto Canario de Etnografía y Folklo- tas o similares funciones.
re, creado en el seno de la mancomunidad de 14
Un ejemplo de buen entendimiento pa-
Cabildos de las Palmas; el Museo Etnográfico de rece ser el caso andaluz descrito en el ya cita-
Tenerife, reconvertido en Museo de Antropolo- do artículo de Fuensanta Plata (1993). Por el
gía de Tenerife; el Museu d’Etnologia de Valèn- contrario Llorenç Prats, en la segunda parte de
cia y los diversos centros creados en Castilla y su libro Antropología y Patrimonio (1997) des-
León -Centro de Cultura Tradicional (Salaman- grana el fracaso de un plan de activación patri-
ca), el Centro Etnográfico de Documentación monial en el que participó activamente.
(Valladolid), el Centro de Estudios de Folklore del 15
Véase, especialmente, Boya (1995), Cal-
Ayuntamiento de Zamora y un largo etcétera. vo y Mañà (1995), Fernández de Paz (1996) y
9
Véase, para un comentario somero: Prat Prats (1997), quienes además son conscientes de
(1992), pp. 85 y ss. la continuidad de fases de estudio que también
10
«Perquè els temps estan canviant...» Cul- yo he defendido.
tura popular y contracultura» (1985). 16
De todas formas me he ocupado de la
11
Pedro Gómez (1993: 10) inicia un artí- identidad en un artículo titulado «O temas das
culo sobre el tema diciendo: «Todo el mundo identidades na Antropoloxia social do Estado
sabe qué es la cultura popular mientras no se español», que próximamente publicará Marcial
le pida una definición. Delimitar su significado Gondar en el Museo do Pobo Galego.
resulta problemático».

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