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INDICE

Introducción.

1. Definición de Transparencia.

2. La Transparencia en el Régimen Jurídico Español.

2.1 La Transparencia en la nueva Ley de contratos públicos.


2.2 La Transparencia en la Ley de transparencia, Ley 19/2013.

3. Registros de Contratos Públicos Transparentes.


1. Definición de Transparencia.

Los países con mayores niveles en materia de transparencia y normas de un


buen gobierno cuentan con organismos más fuertes, que favorecen el crecimiento
económico y el desarrollo social. En estos países, los ciudadanos pueden juzgar
mejor y con más discernimiento la capacidad de sus responsables públicos y
decidir en consecuencia. Permitiendo una mejor fiscalización de la actividad
pública se contribuye a la necesaria regeneración democrática, se promueve la
eficiencia y validez del Estado y se favorece el desarrollo económico.

El principio de transparencia es un principio general que debe tutelar el


funcionamiento de las Administraciones Públicas en sus relaciones con los
ciudadanos. Pues afecta a todas las Administraciones públicas en su actuación y
relaciones.
Por una parte, la transparencia se entiende como apertura de la información en
relación con el principio de publicidad y acceso a la información de los datos de la
licitación y a los expedientes. Por lo tanto, se trata de hacer evidente la
información a la ciudadanía para que pueda participar en la gestión pública y en su
control, logrando un “Gobierno Abierto”.

Desde otra perspectiva, se entiende la transparencia como principio básico de


la contratación pública que se relaciona con otros principios, como la igualdad de
trato a todos los interesados en participar en una licitación permitiendo seleccionar
la oferta más ventajosa objetivamente y el cumplimiento íntegro de lo contratado.
El objetivo final es conseguir la eficiencia en la gestión de los fondos públicos.

Ambos aspectos ayudan a conseguir el objetivo común de mejorar la buena


administración de los recursos públicos invertidos.

2. La Transparencia en el Régimen Jurídico Español.

En el ordenamiento jurídico español ya existen normas sectoriales que


contienen obligaciones concretas de publicidad activa para determinados sujetos.
Así, por ejemplo, en materia de contratos, subvenciones, presupuestos o
actividades de altos cargos nuestro país cuenta con un destacado nivel de
transparencia. Sin embargo, esta regulación resulta insuficiente en la actualidad y
no satisface las exigencias sociales y políticas del momento.

Debe mejorarse en la configuración de obligaciones de publicidad activa que, se


entiende, han de vincular a un amplio número de sujetos entre los que se
encuentran todas las Administraciones Públicas, los órganos del Poder Legislativo
y Judicial en lo que se refiere a sus actividades sujetas a Derecho Administrativo,
así como otros órganos constitucionales y estatutarios. Asimismo, la Ley se
aplicará a determinadas entidades que, por su especial importancia pública, o por
su condición de recaudadores de fondos públicos, vendrán obligados a reforzar la
transparencia de su actividad.

La Ley extiende y refuerza las obligaciones de publicidad activa en distintos


ámbitos. En materia de información institucional, organizativa y de planificación
exige a los sujetos comprendidos en su ámbito de aplicación la publicación de
información relativa a las funciones que desarrollan, la normativa que les resulta
de aplicación y su estructura organizativa, además de sus instrumentos de
planificación y la evaluación de su grado de cumplimiento. España no podía
permanecer por más tiempo al margen y, tomando como ejemplo los modelos que
nos proporcionan los países de nuestro entorno, adopta esta nueva regulación.

En lo que respecta a un buen gobierno, la Ley supone un avance de


extraordinaria importancia. Principios meramente programáticos y sin fuerza
jurídica se incorporan a una norma con rango de Ley y pasan a informar la
interpretación y aplicación de un régimen sancionador al que se hallan sujetos
todos los responsables públicos entendidos en sentido amplio que, con
independencia del Gobierno del que formen parte o de la Administración en la que
presten sus servicios y, precisamente por las funciones que realizan, deben ser un
modelo de ejemplo en su gestión.

Los principios de la Administración Pública de España son un conjunto de


principios jurídicos que rigen la actuación de la Administración Pública de España,
y que se encuentran recogidos en una amplia variedad de textos legales,
principalmente en la Constitución y las Leyes de Régimen Jurídico del Sector
Público.

El artículo 103 de la Constitución instituye que la Administración Pública sirve


con objetividad a los intereses generales, y actúa de acuerdo con los principios de
eficacia, jerarquía, descentralización, desconcentración y coordinación, con
sometimiento pleno a la Ley y al Derecho. En relación con otras Administraciones,
se rige por el principio de cooperación, colaboración, actuar con criterios de
eficiencia, y servicio al ciudadano. En relación con los ciudadanos actúa con
criterio de principio de transparencia y participación.

2.1 La Transparencia en la nueva Ley de Contratos Públicos.

La nueva Ley de contratos del sector público, exige a las empresas licitadoras a
cumplir requisitos delimitados sobre competencia, transparencia, igualdad de
género, condiciones laborales justas, consumo de comercio justo o eficiencia
energética. Los bienes y servicios sometidos a estas nuevas normas alcanzan el
13% de la economía española. Universidades y demás entes públicos tienen así
nuevas obligaciones, aunque muchas ya incumplían la anterior.

Antes de aprobarse esta Ley, que amplía la necesidad de transparencia y obliga


también en temas de colaboración público-privada a las universidades, un tercio
de las universidades públicas españolas infringía la normativa legal de contratos
ahora ampliada. Estaban de espaldas a la legalidad sobre contratos públicos
aproximadamente 18 universidades, entre ellas la mayor de España, la Carlos III,
y tres universidades politécnicas: la de Cartagena, Cataluña y Madrid. Junto a
ellas incumplen también la Universidad de Barcelona, Extremadura, Granada,
Coruña, La Laguna, Las Palmas, León, La Coruña, Vigo, Málaga, Internacional de
Andalucía, e Internacional Menéndez Pelayo.

La nueva Ley de Contratos ya en vigor supone según el Gobierno una apuesta


decidida para mejorar la transparencia, la agilidad en los procesos de contratación
y el control en las adjudicaciones públicas a través de la administración
electrónica. Pero habrá que ver en qué medida esos propósitos se convierten en
actos y centros como las universidades y los hospitales cumplen las nuevas
normas, lo que obedecerá de la vigilancia de los afectados por contratos y
acuerdos públicos con bancos u otras empresas que hasta ahora no se someten a
información pública previa ni a balances regulares, al tiempo que la participación
en procesos electorales de los estudiantes fue mínima, apenas un 5% en la UAM y
la mitad en la UNED.

De igual forma, la Ley busca primar la calidad de las obras y servicios que se
ofrecen a los ciudadanos, y favorecer la competencia empresarial, impulsando
especialmente la participación de las pequeñas y medianas empresas. En
servicios bancarios, por ejemplo, los campus están hoy en manos del Banco
Santander, al igual que depósitos y pagos públicos, sin que los ciudadanos
conozcan las contrapartidas de acuerdos y contratos. El problema es que muchas
veces no hay competencia o que cuando la hay las entidades se arreglan para
repartirse el pastel. Todo ello agravado por la predisposición de las propias
normas.

Regular apropiadamente la contratación pública supone según el Gobierno


disponer de un mecanismo eficaz para alcanzar los objetivos de eficiencia en la
gestión de los recursos públicos por parte de los poderes adjudicadores, y de
satisfacción de los ciudadanos que reciben los servicios públicos. Por eso, la
nueva Ley no solo traspone directivas comunitarias en este ámbito, sino que va
más allá en muchos aspectos con el objetivo de convertirla en una norma muy
avanzada y garantista en la defensa de los intereses de los ciudadanos y, en
particular, en la introducción de criterios sociales, medioambientales y de calidad e
innovación en los procesos de contratación.

La nueva Ley de Contratos tiene aptitud de marcar un antes y un después en


este ámbito, a partir de un auténtico cambio en la filosofía tradicional de la
contratación pública que ya se está imponiendo en Europa y, en consecuencia, en
España. La contratación pública ya no es sólo un instrumento de abastecimiento
de materias primas o de servicios en las mejores condiciones para los órganos de
contratación y para los ciudadanos que los reciben. Además de esta función
tradicional, la contratación pública se reconoce actualmente como una herramienta
a través de la cual los poderes públicos profundizan en otras políticas estratégicas,
como pueden ser políticas horizontales de carácter social, medioambiental y de
fomento de la innovación.

La Ley 9/2017 apuesta por una contratación pública sostenible y estratégica,


con vocación social y ambiental.

La entrada en vigor de la Ley de Contratos del Sector Público 9/2017 implica un


nuevo marco legal que supone todo un reto para las administraciones públicas
españolas. Así lo constatan los expertos que se han dado cita en el III Congreso
Nacional de Contratación Pública Electrónica (CNCE18), que destacan que todos
los procedimientos (incluidos los contratos menores) habrán de ser electrónicos,
pero que existe una falta de coordinación inducida por la ordenación territorial y el
gran número de administraciones públicas que conviven en España.

La transparencia es el eje de esta nueva Ley, que incluso lo resalta en su


exposición de motivos. Como explica José Antonio Moreno Molina, catedrático de
derecho administrativo de la Universidad de Castilla-La Mancha y director del
Observatorio de Contratación Pública, señala:

“La transparencia va a convertirse en España en la referencia de todo el


sector público. Esto puede llegar a convertir en algo titánico la labor de los
gestores, que tendrán que cumplimentar distintos formularios para diversos
órganos de control y supervisión de la contratación y falta coordinación”.

Para Moreno Molina, la legislación española no sólo desarrolla el derecho


europeo, sino que va más allá de las directivas comunitarias sobre contratación
pública, porque "ahonda en la apuesta por una contratación pública sostenible y
estratégica, con vocación social y ambiental. También apuesta por una compra
pública en la que el precio no es el elemento decisivo, sino que se valora la
relación calidad-precio", explica el catedrático.

Jaime Pintos Santiago, abogado consultor experto en contratación pública,


explica que en esta Ley 9/2017: “La transparencia está desde el perfil del
contratante hasta las consultas preliminares, el principio de integridad, los
conflictos de intereses, la licitación electrónica, el responsable del contrato, el
riesgo operacional o el procedimiento negociado sin publicidad por razón de
la cuantía, que se ha eliminado”.

No obstante, los expertos también registran fallos en este marco legal que entro
en vigor en el año 2017. Así, Pintos señala como puntos débiles “las mesas de
entidades locales (con su posibilidad de establecer que un tercio de miembros
sean cargos electos, lo que supone un límite fácilmente evitable) y los tribunales
administrativos de recursos contractuales (que abre la posibilidad de la creación
de tribunales en entidades locales y diputaciones)”.
BIBLIOGRAFIA

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