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I

Un par de ojos zarcos,


y sobre ellos dos arcos
que intrigan y cuestionan
y de ellos se enarbolan
las dudas de quien soy,
lo que aprendí hoy
y la decepción de mañana,
cuando toque la campana
y al irse la mirada
mi vida no sea nada.

II
La mirada fue poema cuando las palabras no se hablaron,
cuando reinó el silencio y ese silencio se hizo flama,
calor insoportable bajo ojos que no paran de mirar.
¿Qué hace un alma perdida bajo la influencia del azul penetrante?
¿Cómo poder tapar la desnudez en que me deja la vista sobre mí?

El mar está en esos ojos, en ese cielo que observa.


La inocencia, la tragedia, la levedad de mi peso suspendido.
Estoy desarraigado ante las pupilas que no se me despegan.
Estoy ante la vastedad de un océano que me ahoga,
ante la verdad de un amor terrible que me abarca, que me extingue.
Ante la muerte y la vida cifradas en un signo que me mira.

III
Aprender el mundo y enseñarlo,
y enseñártelo a ti que me observas:
objeto de amor, signo de la muerte,
ampliar el horizonte con los ojos que me prestas
y lanzarme al mundo entero que me ofreces.

Mas esa mirada total que me fulmina


es terrible abismo que es yo mismo,
y es el mundo abierto que me traga.

¿Qué hacer y qué ser ante el mundo?


¿Qué ser y hacer ante ti?

IV
Atrévete a lanzarte al mundo,
abre los brazos y cae al precipicio
ama el paisaje abierto ante tus ojos.
Mira los ojos que te observan
y no huyas la mirada.
Encuentra la razón de tu poesía en una pupila dilatada,
aléjate de la oscuridad y envuélvete de fuego que no quema.

Ella está esperando allá afuera,


ella te está viendo al otro lado,
solo hay que dar un paso.
Ella está en el mar que es su mirada,
cargada de metáforas, cargada de su alma,
el salto es el precio del abrazo.

V
El mundo adquiere peso bajo su mirada,
y cuando parpadea las cosas flotan y se alejan.
Son sus ojos los que significan,
es esa piel de blancura inacabada,
es el optimismo de una sonrisa que cifra el mundo,
es la ondulación lila de su andar,
y camina en la belleza
como el poema de Byron,
y se mece con una gracia sobrehumana.
Ella no es de este mundo,
y yo no soy nada etéreo.
¿Cuánto dura lo que dura este suspiro?
¿Cuánto dura lo que nos hablamos?
El tiempo es relativo en el agua clara
que observa y que vigila.

Y me trastorno porque el tiempo no pasa


pero se nos van los minutos,
me trastorno porque la mirada todo lo detiene,
todo pesa y yo me petrifico,
me aquilato, y la gravito.

VI
Qué difícil es hablarte de mi cuerpo enfermo,
qué difícil es hablarte de mi alma,
y de esta irremediable duda que me aqueja.
Qué difícil es quererte y no lo sepas.
Qué extraño es sentir que me derrumbo,
y huir de ti porque te temo
y temo lo que siento por ti y que no lo quieras.
Así que me escondo y te evado,
y evado la luz que eres para guardarme entre sombras.

Si tan solo fuera bravo,


un valiente que se atreve y que arremeta
con todo el cariño guardado a encontrarte
y tomarte entre mis brazos,
y decirte cosas lindas
y que en mi pecho te derritas.

Soy un cobarde porque no puedo controlarlo,


no puedo ni verte a los ojos sin vaciarme,
sin que las palabras me huyan,
sin que tiemble de dentro afuera.

VII
Te quiero, te quiero como si no hubiera mañana,
como el instante en el que somos, en el que estamos,
te quiero sin tiempo, y te lo digo, y trémulo te beso.

Quiero quemarme en tu sangre, lava de vida,


muerte infinita en que renazco.
Quiero poblar tu piel con mi piel,
quiero quererte y no hacer nada más que eso,
y después despertarme y verte andar conmigo.

Quiero que me elijas libremente,


quiero que te quedes porque quieres,
quiero ver cómo crecemos
y que el mañana sea una idea que no nos perturbe
porque me inspiras a estar hoy
y a saber que todo estará bien.

VIII
Me llama ese abismo en el que quiero hundirme,
ese mar que eres, ese océano inexplorado que me llama.
Pureza inmaculada, inmarcesible, tan mía, siempre mía desde ahora.
Me rindo como el mar se rinde a la montaña,
y ansío tu piel como la mañana quiere al sol,
con ese ardor que dora el campo,
con la intempestiva ansia de morir sobre tu cuerpo.

Ansíame de vuelta y nos haremos uno.


Quiéreme como te quiero,
combinémonos en un signo indescifrable
que siempre diga quiénes somos.
Un signo que no calle nuestros nombres
pero que hable de nuestras posibilidades.
Un signo, finalmente, que no deje de significarnos.

IX
Recorrer el camino de tu cuerpo,
como las gotitas de la lluvia sobre el vidrio,
como una bicicleta por las calles de la ciudad inhabitada.
¿Cómo serían nuestras tardes,
las que poblemos de caricias y de besos?

Este poema se me va en lugares comunes


que me comunican tu sombra y tus labios,
y las puertas de tu ser que se confunden en un azul claro.

Quisiera hacerte imágenes magníficas para vestirte con ellas,


pero mi poesía no alcanza a adornarte.
Soy tan prosaico cuando estoy contigo,
y me quedo sin aliento,
y me esfumo,
me hago bálsamo y me evaporo,
mas tu mirada me regresa a la tierra,
esa mirada que lo puebla todo,
que le da a las cosas sus nombres.

X
Somos como dos almas nuevas,
somos novatos que no saben nada,
todo lo ignoramos,
todo nos pasa por primera vez.

Y sin embargo te conozco de hace tanto,


y he vivido sabiéndote tantas veces,
tantas vidas.

Todo lleva a ti, todo me trae a ti,


gravedad inconmensurable.
Orbito a tu alrededor,
soy un asteroide
que se asoma cada tanto
y quiere ver la vida que generas,
a bañarse de tu luz limpia, diamantina.

XI
Te me duermes, toda tú, perfumada,
y tu respiración se acompasa,
marca el ritmo de una noche de desvelos.

Así como te duermes, y me sueñas,


así yo despierto te velo,
me pierdo en la marejada de tu cuerpo,
en la calma chicha de tu piel quieta,
en la transparencia de tu sueño rítmico.

Qué versos no quisiera hacerte,


quiero darlos todos, esta noche,
quiero irme contigo a la playa que eres,
quiero mecerme en tu vientre reposado
como marea en que me sumerjo,
como baile de noche, sosegado.

Tan tranquila tú, tan dormida,


costa de mi alma que se quema,
luna que eleva olas de palabras
en las que se me funde el cuerpo.

Quiero amarte y romperme,


y si las aguas calientes de tu cuerpo me aniquilan
iré con gusto al fondo de ti,
o a encallarme en una de tus islas
y ser un náufrago siempre en ti.

Eres mar esta noche cálida,


yo miro la luna que riela en tu pecho
y te abrazo como ella
con esperanzas de navegarte,
con ganas nadarte, de empaparme de lo que eres.

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