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INTRODUCCION

En este proyecto de investigación nos ocuparemos del tema sobre el Concordato con
el Gobierno del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina.
En el documento las partes expresan: «La Santa Sede Apostólica y la República
Dominicana, animadas por el deseo de asegurar una colaboración provechosa para el
mejor beneficio religioso y cívico de la Nación dominicana, han decidido firmar un
Concordato».
El dictador Trujillo le confirió mucha importancia al acontecimiento y expresó: «Somos
humildes hijos de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana y reconocemos que la firme
sinceridad de nuestra fe y nuestra constante práctica de la cultura cristiana, han sido la
causa primordial de nuestro triunfo frente a los infortunios que han manchado nuestra
historia».
El Concordato fue suscrito durante el Obispado de Monseñor Ricardo Pittini, quien
inició su misión en octubre 1935 y terminó en diciembre de 1961. El Concordato le
confiere a la Iglesia Católica la misión de dirigir la orientación espiritual del pueblo
dominicano y mantener a la católica como la religión oficial de los dominicanos.
OBJETIVO GENERAL

Mostrar en detalles todo lo concerniente al Concordato de 1954 entre la Republica


Dominicana y el Vaticano.

OBJETIVOS ESPECIFICOS

 Conceptualizar el termino Concordato como activo principal de la investigación.


 Plasmar las causas principales que llevaron a la firma del Concordato del 1954.
 Presentar los puntos relevantes entre el Concordato entre la Santa Sede y la
Republica Dominicana.
PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

El historiador y sacerdote jesuita, Antonio Lluveres, en su obra «Breve Historia de la


Iglesia Dominicana 1493-1997», refiere que durante la Era de Trujillo la Iglesia y el
Estado vivieron un régimen de recíproca cooperación.

La Iglesia «aceptó al régimen como algo beneficioso para el país y para ella misma.
Aceptó facilidades legales y cooperación económica, necesarias para su ministerio, ya
que además de las actividades religiosas, la Iglesia pasó a las labores educativas y
hospitalarias, entre otras modalidades del apostolado.

Antonio Lluberes cita como una expresión y fruto evidente de la cooperación del
régimen de Trujillo, la firma del Concordato, el día 16 de junio de 1954.

Refiere que, desde la creación de la República en 1844, los gobiernos sucesivos de


Pedro Santana y Buenaventura Báez habían deseado un acuerdo que rigiera las
relaciones Iglesia-Estado, pero no se les hizo posible lograrlo entonces.

«Trujillo consiguió su objetivo accediendo a todas las propuestas romanas. Como


ejemplo, Trujillo declinó los tradicionales reclamos de los estados en cuanto a la
elección y nombramiento de obispos. Más aún, aceptó una propuesta, que luego se
hizo inoperante: la validez civil del carácter indisoluble del matrimonio canónico.

«Por su parte, el régimen se beneficiaba hasta del simbolismo de actos religiosos y


encuentros con miembros del clero, precedidos o seguidos de amplia publicidad, que
le proporcionaban la deseada «legitimación», en el lenguaje del sociólogo Peter
Berger. Bajo el régimen de los Trujillo, se dio una modalidad nueva de politización del
clero».

Antonio Lluberes, refiere que en el pasado hubo sacerdotes que tenían simpatías e
incluso «militancia» política, pero durante el trujillato, se logró tal institucionalización y
disciplina que hizo posible que la totalidad de la Iglesia, principalmente su episcopado,
adoptase una posición temporal favorable al régimen».
«A mediados de la década de los cincuenta, sin embargo, comenzaron a aflorar y
crecer las diferencias en el seno de la Iglesia…».

El Concordato entre la Santa Sede y el Estado Dominicano, firmado el 16 de junio de


1954, se mantiene en vigencia.

Aunque en el país hay libertad de culto, la católica es la religión oficial en República


Dominicana
EL CONCORDATO

I.- PREAMBULO

Un concordato es un tipo de acuerdo entre la Santa Sede (como representante de la


Iglesia católica) y un Estado para regular las relaciones entre ellos, en materias de
mutuo interés. Posee la categoría jurídica de Tratado Internacional.

Actualmente los únicos estados que no mantienen relaciones diplomáticas con la Santa
Sede son China, Corea del Norte, Laos, Birmania, Malasia, Afganistán, Arabia Saudí,
Omán, Somalia y Mauritania. Sin embargo, solo existen concordatos con un reducido
número de países de tradición católica; en las relaciones con el resto de países, que no
conceden un trato especial a la Iglesia católica, se emplea el derecho internacional
común.

El Concordato presupone que la Iglesia y el Estado son sociedades perfectas, es decir,


sociedades que pueden lograr por si mismas su bien común, con la característica de
que sus súbditos son los mismos y que por lo tanto pueden existir interferencias
conflictivas. Esto supuesto, es claro, que hay materias propias de cada sociedad y
materias mixtas pertenecientes a ambas sociedades. Sobre las primeras nunca trata un
Concordato.

Por razón del sujeto, los concordatos pueden ser: Establecidos entre los Obispos o el
Romano Pontífice y Soberano católico; y entre aquellos y un soberano no Católico
(ateo, agnóstico o simplemente teísta). Por razón del tiempo: perennes o temporales
(por un tiempo determinado). Por razón del fin que pretenden; concordatos de paz
para poner fin a contiendas entre Iglesias y el Estado; concordatos de defensa para
atajar posibles o probables disensiones; y concordatos de amistad y alianza, que
buscan la colaboración fecunda entre la Iglesia y el Estado para el mayor bien de la
vida religiosa y civil de la Nación.

Las causas de derogación de un concordato son varias. La primera es el cumplimiento


de lo pactado respecto a obligaciones que se cumplen de una sola vez. La segunda, el
cumplimiento del plazo fijado en los Concordatos Temporales. La tercera, la denuncia
de una de las partes, si se pactó la facultad de denunciar el Concordato dentro de
cierto plano o previsión de ciertos acontecimientos. La cuarta, la imposibilidad de
ambas partes de cumplir con lo pactado. La quinta, el mutuo disenso. La sexta, la falta
de objeto por haber variado las circunstancias religiosas, sociales y políticas. Y la
séptima la desaparición de tal Estado.

El cambio de la Constitución del Estado por sí sólo no invalida un Concordato, ya que


este se establece entre la Iglesia y el Estado como representante de la nación.

El Concordato nuestro como explícitamente se afirma en él es un Concordato de


amistad alianza. Dice así:

"La Santa Sede Apostólica y la República Dominicana, animadas


del deseo de asegurar una fecunda colaboración para el mayor
bien de la vida religiosa y civil de la Nación Dominicana, han
determinado estipular un Concordato que constituya la norma
que ha de regular las recíprocas relaciones de las Altas Partes
contratantes, en conformidad con la Ley de Dios y la tradición
católica de la República Dominicana".

Contrasta esta profesión solemne de lo que el Concordato busca "asegurar una


fecunda colaboración para el mayor bien de la vida religiosa y civil de la nación
dominicana" con la opinión de algunos dominicanos que creen y proclaman que el
Concordato no es otra cosa que el logro por parte de la Iglesia Católica de un sin
número de privilegios.

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