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INSTITUTO CARO Y CUERVO

SEMINARIO ANDRÉS BELLO


MAESTRÍA EN ESTUDIOS EDITORIALES

EL INDEX CRIOLLO DEL PADRE PABLO LADRÓN DE GUEVARA


PRIMER Y ÚNICO ÍNDICE DE LIBROS PROHIBIDOS Y PERMITIDOS HECHO EN Y PARA COLOMBIA

TRABAJO DE GRADO PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE


MAGÍSTER EN ESTUDIOS EDITORIALES

PAULA ANDREA MARÍN COLORADO


DIRECTORA

Bogotá, D. C.
2020
DEDICATORIA

A mi hija, quien con su sonrisa me hace pensar que vale la pena vivir y luchar.
A mis padres, quienes me enseñaron lo que es la resiliencia.
Al azar, quien me permitió coincidir con personas maravillosas que confiaron en mí.
AGRADECIMIENTOS

El autor de este trabajo quiere agradecerle a la profesora Paula Andrea Marín, coordinadora
de la maestría, por su paciencia y acompañamiento. También, al Instituto Caro y Cuervo en
sus funcionarios, pues con su cercanía y servicio hicieron gratos los años de estudio en esta
casa.
CARTA DE AUTORIZACIÓN DE LOS AUTORES PARA LA CONSULTA Y
PUBLICACIÓN ELECTRÓNICA DEL TEXTO COMPLETO

Bogotá, D.C., 20 de octubre de 2020.

Señores
BIBLIOTECA JOSÉ MANUEL RIVAS SACCONI
Cuidad

Estimados Señores:

Yo, JONNATHAN STEVEN ORTEGA ARAQUE, identificado con C.C. No.


1.031.132.565 de Bogotá, autor del trabajo de grado titulado EL INDEX CRIOLLO DEL PADRE
PABLO LADRÓN DE GUEVARA: PRIMER Y ÚNICO ÍNDICE DE LIBROS PROHIBIDOS Y PERMITIDOS
HECHO EN Y PARA COLOMBIA, presentado en el año de 2020 como requisito para optar el título

de MAGÍSTER EN ESTUDIOS EDITORIALES, autorizo a la Biblioteca José Manuel Rivas Sacconi


del Instituto Caro y Cuervo para que, con fines académicos:

• Ponga el contenido de este trabajo a disposición de los usuarios en la biblioteca digital


Palabra, así como en redes de información del país y del exterior, con las cuales tenga
convenio el Seminario Andrés Bello y el Instituto Caro y Cuervo.

• Permita la consulta a los usuarios interesados en el contenido de este trabajo, para todos
los usos que tengan finalidad académica, ya sea formato impreso, CD-ROM o digital
desde Internet.

• Muestre al mundo la producción intelectual de los egresados de las Maestrías del Instituto
Caro y Cuervo.

iv
• Todos los usos que tengan finalidad académica; de manera especial, la divulgación a
través de redes de información académica.

De conformidad con lo establecido en el artículo 30 de la Ley 23 de 1982 y el artículo 11 de


la Decisión Andina 351 de 1993, “Los derechos morales sobre el trabajo son propiedad de
los autores”, los cuales son irrenunciables, imprescriptibles, inembargables e inalienables.
Atendiendo lo anterior, siempre que se consulte la obra, mediante cita bibliográfica se debe
dar crédito al trabajo y a su autor.

_______________________________
Jonnathan Steven Ortega Araque
CC. 1.031.132.565 de Bogotá

v
DESCRIPCIÓN TRABAJO DE GRADO

AUTOR

Apellidos Nombres

Ortega Araque Jonnathan Steven

DIRECTORA

Apellidos Nombres

Marín Colorado Paula Andrea

TRABAJO PARA OPTAR POR EL TÍTULO DE: Magister en Estudios Editoriales.

TÍTULO DEL TRABAJO: El Index criollo del padre Pablo Ladrón de Guevara.

SUBTÍTULO DEL TRABAJO: Primer y único índice de libros prohibidos y permitidos


hecho en y para Colombia.

NOMBRE DEL PROGRAMA ACADÉMICO: Maestría en Estudios Editoriales.

CIUDAD: BOGOTÁ AÑO DE PRESENTACIÓN DEL TRABAJO: 2020

NÚMERO DE PÁGINAS: 42

TIPO DE ILUSTRACIONES: Ilustraciones ___ Mapas ___ Retratos ___ Tablas,


gráficos y diagramas __ Planos ___ Láminas ___ Fotografías ___

MATERIAL ANEXO (Vídeo, audio, multimedia):

Duración del audiovisual: ___________ Minutos.

Número de casetes de vídeo: ______ Formato: ¾ ___ Mini DV ___ DV Cam ___
DVC Pro ___ Vídeo 8 ____ Hi 8 ____ Otro. Cual? _____

Sistema: Americano NTSC ______ Europeo PAL _____ SECAM ______

vi
Número de casetes de audio: ________________

Número de archivos dentro del CD (En caso de incluirse un CD-ROM diferente al trabajo
de grado: ___________

PREMIO O DISTINCIÓN:

DESCRIPTORES O PALABRAS CLAVES:

Español Inglés

Libros prohibidos Banned Books

Iglesia católica Catholic Church

Partido Conservador Conservative Party

Antimodernismo Antimodernism

Censura Censorship

RESUMEN DEL CONTENIDO Español (máximo 250 palabras):

Este trabajo presenta algunos aspectos de la historia de la edición, la literatura y la cultura


escrita en la Colombia de finales del siglo XIX y la primera década del XX, lo mismo que
ciertas prácticas lectoras e imagen de lector, fruto de un ideal de Nación a cargo de la Iglesia
católica y su aliado, el Partido Conservador. Novelistas malos y buenos (1910), de Pablo
Ladrón de Guevara. S.I., no fue el esfuerzo aislado de un sacerdote, sino una de las tantas
herramientas de las que se valieron los dirigentes del país para llevar adelante su campaña
homogeneizadora y centralista, por lo que se convirtió para muchos en su carta de navegación
y prescripción literaria, cultural e ideológica. Su lugar e impacto al interior de la historia
cultural, intelectual y de la edición, como la idea de lector que contiene, son analizadas aquí,

vii
dado que representa el primer y único manual católico de censura literaria realizado en y para
Colombia.

RESUMEN DEL CONTENIDO Inglés (máximo 250 palabras):

This work presents some aspects of the history of publishing, literature and written culture
in Colombia at the end of the 19th century and the first decade of the 20th, as well as certain
reading practices and the image of the reader as a result of an ideal of the Nation to in charge
of the Catholic Church and its ally, the Conservative Party. Novelistas malos y buenos (1910),
by Pablo Ladrón de Guevara. S.I., it was not the isolated effort of a priest, but one of the
many tools that the country's leaders used to carry out their homogenizing and centralist
campaign, which is why it became for many their chart of navigation and literary
prescription, cultural and ideological. Its place and impact within cultural, intellectual and
publishing history, as well as the idea of the reader it contains, are still pending investigation,
given that it represents the first and only Catholic manual on literary censorship made in and
for Colombia.

viii
TABLA DE CONTENIDO

Resumen…………………………………………………………………………………......1
1. Introducción…………………………………………………………………………2
1.1.Delimitación del problema de investigación…………………………………….2
1.2.Antecedentes…………………………………………………………………….6
1.3.Metodología. …………………………………………………………………..13
2. Contexto civil y religioso de la obra……………………………………………….14
2.1.Religioso: romanización de la iglesia y apuesta antimodernista……………….15
2.2.Civil: Hegemonía conservadora y Guerra de los Mil Días……………………..18
3. Novelistas malos y buenos: su autor, ediciones e imprenta…………………………21
3.1.El autor: un fervoroso jesuita…………………………………………………...21
3.2.La obra………………………………………………………………………….22
4. El lector ideal conforme a un proyecto de Nación…………………………………30
5. Conclusiones……………………………………………………………………….36
Bibliografía………………………………………………………………………………...38

ix
EL INDEX CRIOLLO DEL PADRE PABLO LADRÓN DE GUEVARA
Primer y único índice de libros prohibidos y permitidos hecho en y para Colombia

Jonnathan Steven Ortega Araque1

Resumen

Este trabajo presenta algunos aspectos de la historia de la edición, la literatura y la


cultura escrita en la Colombia de finales del siglo XIX y la primera década del XX, lo mismo
que ciertas prácticas lectoras e imagen de lector, fruto de un ideal de Nación a cargo de la
Iglesia católica y su aliado, el Partido Conservador. Novelistas malos y buenos (1910), de
Pablo Ladrón de Guevara. S.I., no fue el esfuerzo aislado de un sacerdote, sino una de las
tantas herramientas de las que se valieron los dirigentes del país para llevar adelante su
campaña homogeneizadora y centralista, por lo que se convirtió para muchos en su carta de
navegación y prescripción literaria, cultural e ideológica. Su lugar e impacto al interior de la
historia cultural, intelectual y de la edición, como la idea de lector que contiene, son
analizadas aquí, dado que representa el primer y único manual católico de censura literaria
realizado en y para Colombia.

Palabras clave: Libros prohibidos, Iglesia católica, Partido Conservador,


Antimodernismo, Censura.

Summary

This work presents some aspects of the history of publishing, literature and written
culture in Colombia at the end of the 19th century and the first decade of the 20th, as well as
certain reading practices and the image of the reader as a result of an ideal of the Nation to

1
Filósofo y teólogo. Estudiante de la Maestría en Estudios Editoriales del Instituto Caro y Cuervo. Email:
jonnathan.ortega@caroycuervo.gov.co

1
in charge of the Catholic Church and its ally, the Conservative Party. Novelistas malos y
buenos (1910), by Pablo Ladrón de Guevara. S.I., it was not the isolated effort of a priest, but
one of the many tools that the country's leaders used to carry out their homogenizing and
centralist campaign, which is why it became for many their chart of navigation and literary
prescription, cultural and ideological. Its place and impact within cultural, intellectual and
publishing history, as well as the idea of the reader it contains, are still pending investigation,
given that it represents the first and only Catholic manual on literary censorship made in and
for Colombia.

Keywords: Banned Books, Catholic Church, Conservative Party, Antimodernism,


Censorship.

1. Introducción

1.1. Delimitación del problema de investigación

Robert Darnton, en su obra Censores trabajando. De cómo los Estados dieron forma
a la literatura, presenta la censura como planificación2, es decir, como adecuación de la
producción intelectual, cultural e ideológica, a un ideal que se tiene por superior y
compartido, por lo que aquellas obras que no se ajusten al mismo, tendrían serias dificultades
para ser publicadas, comercializadas y leídas. Además, allí mismo el profesor Darnton
presenta otra idea que es fundamental para este trabajo: la censura no viene solo de
dictámenes externos, sino que en la mayoría de las veces procede de la propia conciencia del
autor y del lector, manifestándose con preguntas como qué escribir y qué no, qué leer y qué
evitar, las cuales se adecúan perfectamente, para el caso que aquí nos convoca (en Colombia),
al medio religioso del padre Pablo Ladrón de Guevara. Al respecto de la censura, dice el
profesor Darnton:

2
Cf. DARNTON, Robert. Censores trabajando. De cómo los Estados dieron forma a la literatura. FCE.
México 2014, pp. 150.

2
El censor interno, autonombrado, escribió, es el doble del escritor: “Un doble que se
inclina sobre su hombro e interfiere con el texto in statutu nascendi, impidiéndole
cometer un error ideológico. Es imposible ganarle a este censor-doble; es como Dios,
lo sabe todo y lo ve todo porque sale de tu mismo cerebro”3.

Esta concepción de censura es apropiada como puerta de entrada para esta


investigación, pues con frecuencia se reduce el acto censor al imaginario de fuego, cárcel y
abusos de poder, cuando su realización tiene matices, tal y como sucedió en Colombia a
principios del siglo XX con Novelistas malos y buenos (1910). Por medio de su publicación,
el padre Ladrón de Guevara presentó un conjunto amplio de obras, autores, corrientes
filosóficas y políticas que se adecuaban o no, al ideal católico-conservador que imperaba en
aquel entonces, y que, por lo tanto, debían o no ser publicadas, comercializadas y leídas. Lo
que a continuación se estudia es el primer y único manual de censura literaria hecho en este
país, materialización de una planificación al servicio de un ideal: la hegemonía centralista de
tipo conservador católico.

Sin embargo, la comunidad académica en Colombia, especialmente aquella


interesada por la historia intelectual, cultural, editorial y literaria, poco ha discutido sobre la
importancia de las publicaciones provenientes de la Iglesia católica o del lugar de esta en la
configuración del medio editorial a principios del siglo XX, tanto que obras como la del p.
Ladrón de Guevara han pasado inadvertidas en revistas, investigaciones, foros y otros
espacios de discusión, hasta donde fue posible revisar.

Actualmente, la edición y sus productos –los libros-, como objetos de estudio para la
comunidad académica adquieren fuerza, por lo que la honestidad intelectual exige, para una
adecuada e integral comprensión de este fenómeno en Colombia, considerar a profundidad
el lugar de las publicaciones religiosas en este país. Este ideal contrasta con la realidad, pues
por razones académicamente no muy claras se excluyen estos temas del ejercicio

3
Ibíd., 240.

3
investigativo o se dan por supuestos, dejando a un lado una realidad inocultable: Colombia
es un país con profundas raíces religiosas cristiano-católicas, que no solo confluyen en la
vida privada de la persona, sino que se manifiestan en opciones políticas y materiales. El
sector editorial religioso de corte católico-romano actual en el país carece de estudios que
permitan comprender su lugar en la dinámica de la configuración del medio cultural, social
y político de la Nación.

Ahora bien, si en el siglo XXI la Iglesia católica sostiene privilegios sociales y un lugar
particular en cuestiones que implican a toda la Nación (paz, matrimonio igualitario, aborto,
eutanasia, entre otros), ¿es posible pasar por alto su impacto social e intelectual en la
Colombia de principios del siglo XX? Este artículo pretende, por lo tanto, entregar algunas
indicaciones acerca de un momento en la historia de la edición fruto de las relaciones entre
Estado, la Iglesia y la sociedad, manifestadas de manera particular en la obra del p. Ladrón
de Guevara, publicada en 1910 por la Imprenta Eléctrica (Bogotá)4.

Precisamente, abordando la profunda relación Iglesia-Estado-Sociedad y su


realización a través de apuestas culturales, el profesor Alejandro Valencia Villa indica que

Los verdaderos intereses de la sociedad, así como los del individuo, no se cifran en el
orden político sino en el religioso. El cristianismo armoniza las facultades del
hombre: ilustra su razón, mueve su voluntad, ordena sus sentimientos. El catolicismo
debe penetrarlo todo, apoderarse de todo, modificarlo y santificarlo todo… Colombia
es un país esencialmente católico, por manera de que fuera de ese dogma no hay
salvación. Sin embargo, tal verdad tiene en la Colombia de la mitad del siglo XIX sus
enemigos: el liberalismo5.

4
“El sociólogo de la literatura solamente logrará definir las relaciones entre un texto y las estructuras
socioeconómicas que lo engendraron si representa la sociedad como situación sociolingüística (…)., cualquier
texto ficcional puede comprenderse como una toma de posición ideológica crítica o acrítica respecto de otros
textos ficcionales o no, orales o escritos”. ZIMA, Pierre. Para una sociología del texto literario. Instituto Caro
y Cuervo. Bogotá 2010, pp. 25.
5
VALENCIA, Alejandro. El pensamiento constitucional de Miguel Antonio Caro. Instituto Caro y Cuervo.
Bogotá 1992, pp. 65-66.

4
Y continúa: “La tarea catolizante de forjar hombres e instituciones está encomendada
a la Iglesia, la cual asume un papel moralizante, esparciendo enseñanzas extramundanas por
encima de cualquier otro interés social, hasta convertirse en el sol del mundo”6. Así pues, el
catolicismo se erigió, junto con el centralismo y el proteccionismo, como uno de los pilares
sobre los que se edificó la Regeneración y la consolidación de un ideal de Nación.

Ahora bien, aun cuando se infiere la importancia de tales relaciones, poco se ha


profundizado en ellas a través de sus realizaciones materiales: los libros. ¿Sabe el lector quién
fue Pablo Ladrón de Guevara? ¿Conoce la obra Novelistas malos y buenos que él publicó a
principios de siglo? ¿Sabe algo de la Imprenta Eléctrica como empresa al servicio conjunto
de la Iglesia y del Estado? Sea esta la oportunidad de plantear un punto de partida sobre el
estudio editorial de las relaciones ya mencionadas.

Novelistas malos y buenos presenta, en su primera edición (1910), juicios a 2.057


novelistas, de los cuales 97 son hispanoamericanos y, de ellos, 58 colombianos. Estas cifras
permiten vislumbrar el volumen de información que contiene la obra y las muchas
posibilidades desde donde puede ser abordada: su materialidad, análisis del discurso,
corrientes de pensamiento que apoya y critica, entre otras. Nuevamente, son investigaciones
pendientes que aportarían a la comprensión del medio editorial durante el cambio de siglo.
Entre los juzgados, figuran reconocidos representantes de las letras nacionales como Soledad
Acosta de Samper, Tomás Carrasquilla, Ángel Cuervo, Eugenio Díaz, Jorge Isaacs y Vargas
Vila, entre otros. De las internacionales, sobresalen nombres como Tolstói, Voltaire,
Unamuno, Rousseau, Proudhon, Montesquieou, Cervantes, Dumas y Diderot, por mencionar
algunos. ¿Se puede, entonces, ignorar lo que representa esta obra para Colombia?

En resumen, las páginas que siguen abordarán un momento en la historia de la edición


en Colombia, particularmente, aquel sintetizado en Novelistas malos y buenos, medio

6
Ibíd., 68.

5
catalizador del contexto nacional y apuesta efectiva por la configuración de una idea de
Nación católica y centralista, lo cual permitirá vislumbrar prácticas lectoras y editoriales,
entre otras.

1.2. Antecedentes

Mencionada la carencia de estudios sobre la edición católica en Colombia, salvo el


caso de algunas publicaciones periódicas como El Catolicismo, resultó complicado encontrar
estudios de la obra del padre Ladrón de Guevara y la Imprenta Eléctrica. Del contexto civil
y religioso, lo mismo que de los autores colombianos que el sacerdote juzga, el material es
abundante.

El principal antecedente que estudia a la Iglesia como agente editorial, lo tenemos en


el artículo del profesor William Plata7 sobre el periódico El Catolicismo. En él, presenta el
desarrollo de la prensa católica en el país y cómo la Iglesia se valió de los medios impresos
para difundir su visión de la nación; aún así, el profesor Plata cuestiona la falta de
investigaciones sobre este tipo de publicaciones8. En sus páginas se evidencia la profunda
vinculación que existe entre la Iglesia y la Nación, por lo que muchos de los periódicos
confesionales de la época buscaron responder a su contexto a partir de su credo. Ejemplo de
esto fue El Observador Católico (1838), publicación de acento tradicionalista que se
proponía educar a la juventud de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia romana por el
bien de la patria, especialmente, evitando que el pueblo votara por candidatos “impíos”9.

7
Cf. PLATA, William. Catolicismo y prensa en el siglo XIX colombiano: Compleja inserción de la Iglesia en
la modernidad. En Franciscanum 162, Vol. LVI (2014), pp. 161-211. Sobre El Catolicismo dice Tarcisio
Higuera: “1849. Este periódico fue fundado por el Exmo. Señor Manuel José Mosquera, ha salido hasta hoy
con algunas interrupciones, y es el decano de la prensa colombiana. Se trata de un semanario que interpreta el
pensamiento de la jerarquía eclesiástica y que en su última etapa se ha reforzado tipográficamente; a más de
que su orientación resume las tendencias periodísticas postconciliares”. La imprenta en Colombia. INALPRO.
Bogotá 1970, pp. 91.
8
“La mayor parte de los textos producidos en torno a la prensa decimonónica suelen omitir la prensa religiosa,
concentrándose en aquella de naturaleza política, especialmente la de tinte liberal, por razones académicamente
no muy claras”. PLATA, William. Catolicismo…, 163.
9
“Los medios de comunicación, por lo menos en Colombia, se constituyeron y se constituyen aún en brazos o
apéndices ideológicos de una reducida élite económica y política que ejerció y ejerce influencia en ámbitos
diversos de la vida nacional, como el cultural, el social, el político y el económico. Por ese camino, las empresas

6
La prensa sirvió como medio de propaganda católica en lugar de los libros, pues era
más ágil y efectiva a corto plazo; sin embargo, con el pasar del tiempo y por la progresiva
alfabetización de la población, se hizo necesario interferir en los procesos de lectura de libros,
tal y como lo hizo el padre Ladrón de Guevara.

Por otra parte, resultaron significativos los aportes de David Jiménez sobre la novela
en Colombia10, en cuanto comentó el impacto social de algunas obras que fueron juzgadas
por el padre Ladrón de Guevara, aunque no se refiera a sus juicios. Recurso similar prestó
Letras de la provincia en la República, de Rafael Enrique Acevedo, en la cual se plantea una
nueva comprensión de la circulación de los textos en lugares que no eran la capital, tema en
común con muchos de los autores que juzga el Ladrón de Guevara, los cuales provenían de
distintas partes del territorio nacional.

Valioso aporte fue el de la profesora Diana Guzmán, quien presenta un panorama de


cómo la Iglesia se valió de los medios impresos para difundir sus ideas a través de la
literatura. Aún cuando no abarca el periodo de Ladrón de Guevara, muchos de sus
planteamientos son válidos por perfilar las dinámicas Iglesia-Estado y el lugar de la literatura
durante la Hegemonía Conservadora11. Misma línea desarrollada por la profesora Shirley
Pérez, quien investigó la clasificación de la literatura como inmoral, injuriosa y subversiva
de 1886 a 1930. Sus nociones orientaron de forma clara la comprensión de los juicios sobre
Novelistas malos y buenos12.

periodísticas y en particular sus discursos periodísticos están al servicio de grupos de poder que buscan
mantener unas condiciones de supremacía frente a otros grupos que se constituyan (…) en competencia y
eventual peligro para sus proyectos particulares”. AYALA, Germán. El periodismo en Colombia: una historia
de compromisos con poderes tradicionales. En Unirevista Vol. 1 No. 3 (2006), p. 5.
10
Cf. SIERRA, Rubén (ed.), La hegemonía conservadora. “Sobre algunos temas en la novela colombiana
(1895-1930)”. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá 2018.
11
Cf. GUZMÁN, Diana. De la doctrina a la opinión pública: la literatura de folletín en la prensa católica
colombiana (1859-1880). En Anales de literatura Hispanoamericana Vol. 43 (2014), pp. 39-62.
12
PÉREZ, Shirley. Inmorales, injuriosos y subversivos: las letras durante la Hegemonía Conservadora (1886-
1930). En Historia y sociedad. No. 26 (2014), pp. 181-208.

7
El profesor Pablo Ortiz13 presenta un panorama de los estudios de bachillerato entre
1890 y 1998, importando aquí lo que concierne a la última década del siglo XIX y la primera
del XX. Allí expone las directrices que debían tenerse para el manejo de la literatura en los
colegios14, recordando que impera la Regeneración; tal es el objeto del que se ocupa Ladrón
de Guevara.

Ahora bien, textos académicos que se ocuparan directamente de Novelistas malos y


buenos no se encontraron, salvo dos casos a manera de introducción. El primero es el prólogo
que Juan Camilo Rodríguez Gómez hizo para la edición de esta obra en la editorial Planeta
(1998); sin embargo, la falta de rigor es evidente, pues se la presenta como una curiosidad
literaria irrisoria por sí misma. Es cierto que desde la perspectiva del lector moderno una obra
como esta está fuera de lugar, pero no fue así para sus lectores primarios, menos en el
contexto de la Regeneración en que fue publicada. Vale la pena mencionar el nombre que, a
juicio de Rodríguez Gómez, merecía esta obra: De cómo un implacable manual de censura
terminó convirtiéndose en un inusual libro de humor a causa del paso del tiempo y de la
liberación de los lectores15. Haciendo a un lado el tono que desvirtúa la obra, se rescatan
aportes como el hecho de insertarla dentro de la amplia tradición censora de la Iglesia católica
y de vislumbrar su importancia para la clarificación de la historia cultural en el país:

Las apreciaciones del padre Pablo Ladrón de Guevara, que no fueron cosa marginal
en su tiempo, son muy importantes para la historia de la educación en Colombia y la
historia de su literatura y contribuyen para la interpretación de los lectores en
diferentes épocas. Tal vez muchas personas hacían caso de Ladrón de Guevara y lo
consultaban. Pero otros, con mejor sentido estético también debieron seguirlo para
escoger, de aquellos prohibidos, qué leer. Si no hubiese sido así, en la Colombia de
principios del siglo XX no se habría leído a autores como Balzac, Dumas, Flaubert,

13
Cf. ORTIZ, Álvaro. Historia de la enseñanza secundaria en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario
(1767-1998). Universidad del Rosario. Bogotá 2010.
14
“Con la promulgación de la constitución de 1886 se rencauzó la institucionalidad desde una estructura
modélica nomocéntrica en torno a un claro destinatario: un ciudadano católico, letrado y respetuoso de las
normas”. Ibíd., 168.
15
RODRÍGUEZ, Juan. Prólogo. Novelistas malos y buenos. Planeta. Bogotá 1998, pp. 9.

8
Víctor Hugo, Goethe, Zolá o Stendhal, todos ellos condenados por la sesgada opinión
de este censor16.

Se le debe agradecer a este prólogo la base del título de la presente investigación,


pues es allí donde lo califica como “Un index criollo (…) el primer y único manual de censura
literaria elaborado y publicado en Colombia”.

El segundo, es el comentario a la obra del padre Ladrón de Guevara que realizaron


los profesores Fernando R. de la Flor y Jacobo Sanz Hermida, titulado El extasis del crítico
(2018)17, publicado a manera de introducción de una antología de sus juicios. Este texto es
realmente importante, ya que es el único que reconoce en Novelistas malos y buenos un
mecanismo de configuración social poco valorado pero emergente. En esta introducción, por
ejemplo, se le define como un verdadero Valle de Josafat, es decir, como un lugar de juicio
para los gentiles tras la restauración de Judá [¿imagen de la Iglesia?] (Cf. Jl 3, 18).
Adicionalmente, inserta a la obra en una serie de movimientos intelectuales y literarios que
no correspondían, necesariamente, a lo religioso, como es el caso del enciclopedismo, pues
el jesuita elevó su obra con pretensiones de totalidad e inmutabilidad según su escala de
valores. Por tal razón, estos autores la definen como una enciclopedia moral (o, mejor,
moralizada), ya que buscó “hacer pasar y procesar bajo su mirada cargada de experiencias
de confesionario el total de los discursos narrativos”18.

Otro punto interesante de en esta instrucción es la claridad que hacen los autores sobre
la visión de la cultura presente en la obra, la cual motiva muchos de sus juicios. Según ellos,
para el p. Ladrón de Guevara, la cultura que se imponía en el mundo a finales del siglo XIX
y principios del XX, genera malestar y es catastrófica, tanto los textos, los libros, resultan ser
“la alegoría de la ruina del proyecto soteriológico”19 adelantado por él en nombre de la Iglesia

16
Ibíd., 14.
17
Cf. Novelistas malos y buenos (Antología). Cincuenta novelistas malos más uno muy bueno. Fernando R. de
la Flor y Jacobo Sanz Hermida. Ediciones Universidad Salamanca. Serie Moria 13. España 2018, p. 9- 23.
18
Ibíd., 10.
19
Ibíd., 11. Por medio de su argumentación, el padre Ladrón de Guevara buscó inscribirse en la larga tradición
censora de la Iglesia, manifestando así que sus juicios eran la respuesta única de esta comunidad de fe ante

9
(Cristo). Según ellos, el objetivo del p. Ladrón de Guevara era el de fijar una teratología, un
catálogo de monstruos morales: los novelistas. Para él, el valor estético de las obras no tiene
lugar sin su correspondencia ética, por lo que ignora el complejo entramado que supone la
obra bajo la sospecha de una idea o imagen perniciosa. Ahora bien, aun cuando lo definen
como biblioclasta con terror hacia la cultura liberal, reconocen en él y en su obra a un crítico
literario sui géneris que se presenta como cierre hermenéutico de toda interpretación literaria
en la que no hay una tercera vía, solo condena y proscripción. Un crítico en el que “el «no
matarás», el «no fornicarás» se han convertido en un más moderado «no leerás»”, fuente y
guía de lectura en ambos lados del Atlántico. 20

Por otra parte, resaltan algunas entradas de internet en las que se le tiene como una
rareza, no como un objeto serio de estudio. En esta línea está, por ejemplo, El primer y único
manual de censura literaria en Colombia, de la Revista Arcadia, publicada el 23 de junio de
201621. En ella se tiene el siguiente juicio de la obra: “lo que en un comienzo fue una popular
y fervorosa defensa de la moral católica se ha convertido, con el paso de los años, en un
objeto de burla”, tanto que quien lo escribió le cambió el nombre de Pablo a Pedro. El texto
se limita a presentar algunos de los juicios sobre personajes célebres presentes en la obra,
pero carece de todo rigor académico. Mismo derrotero tiene Literatura e inmundicia (2009)22
y la reseña de Novelistas malos y buenos por parte de la profesora María de los Ángeles
Cuéllar en 201623.

La única entrada que presenta una postura diferente es la de la Universidad Digital


del Parlamento Europeo, que, a pesar de su brevedad, aporta un punto central en la
comprensión de la obra: referenciar a Fray Amado de Cristo Burguera y Serrano como

ciertas cambios y propuestas culturales. Él es la vox sagrada que guía a un pueblo inquieto por la lectura y a un
clero que lee.
20
Ibíd., 14.
21
Consultado en: https://www.revistaarcadia.com/libros/articulo/novelistas-buenos-y-malos-pedro-ladron-de-
guevara/49382/ (Consultado el 10 de agosto de 2020).
22
Consultado en: https://unahogueraparaqueardagoya.blogspot.com/2009/06/pablo-ladron-de-guevara-
novelistas_05.html (Consultado el 10 de agosto de 2020).
23
Consultado en: https://bloggeles.blogspot.com/2016/06/novelistas-buenos-y-malos-pablo-ladron.html
(Consultado el 10 de agosto de 2020).

10
precursor de este estilo de textos24. Fray Amado publicó en 1910 un libro similar: Lecturas
nocivas y lecturas útiles, quien además de juzgar a novelistas, poetas y filósofos, prestó
particular dedicación al teatro, al que le dedicó un suplemento en 1923.

Se encontraron citas de la obra, mas no investigaciones sobre ella, dado que la


referencian por sus juicios sobre autores u obras particulares. Se debe mencionar que muchas
de estas citas se hacen de la edición de Planeta (1998) y no sobre alguna de las ediciones que
su autor publicó hasta 193325. Casos contrarios son los de los profesores Orlando Araújo y
Raúl Vallejo, quienes lo abordan como referencia a la censura, el primero al erotismo y el
segundo a María, de Jorge Isaacs. Dice el profesor Araújo:

No obstante, este incidente resulta menor si se compara con la publicación en 1910


de Novelistas malos y buenos, del sacerdote Pablo Ladrón de Guevara. En esta obra,
el autor se dedica a descalificar de manera implacable a todo aquel que no cumpliera
con los preceptos de la moral y la doctrina católica, al tiempo que exaltaba las virtudes
excelsas de los novelistas piadosos. El padre Ladrón de Guevara (1998), cuya opinión
coincide con la opinión de muchos censores del Vaticano, justifica la censura de los
“malos libros”, pues la Iglesia Católica “como Madre amorosísima los prohíbe para
evitar la ruina de la fe y buenas costumbres de sus hijos”26.

24
Consultado en: https://www.universidaddigitaldelparlamentoeuropeo.es/pablo-ladron-de-guevara-y-sus-
novelistas-malos-y-buenos/ (Consultado el 10 de agosto de 2020).
25
Por ejemplo: FRAGA, María. Los Episodios Nacionales de Pérez Galdós y su presencia en el canon de la
literatura infantil y juvenil (1873-1939). En Revista OCNOS No. 5 (2009), pp. 43; LONDOÑO, Rocío. Juan
de la Cruz Varela. Sociedad y política en la religión de Sumapaz 1902-1984. Universidad Nacional de
Colombia. Bogotá 2009, pp. 134; DE LA FLOR, Fernando. Biblioclasmo. Breve historia perversa de la
literatura. Ed. Renacimiento. España 1997, pp. 287. 305; DOMÈNEC, Jordi. Lectura i biblioteques populars.
Model de collecio i literatura a les biblioteques populars de la Mancomunitat de Catalunya 1918-1922.
Universitat de Barcelna, Barcelona 2008, pp. 205; BEDOYA, Gustavo. María (1867) de Jorge Isaacs (1837-
1895) y el proyecto cultural de nación mexicana. El caso de Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893). Revista
La Palabra. No. 25. Tunja 2014, pp. 29;
26
ARAÚJO, Orlando. Eros a contra luz. El erotismo en la cuentística de Germán Espinoza. Ed. Universidad
del Norte. Barranquilla 2014, p. 35; IRIARTE, Iñaki. Saltos y ager vasconum. Cultura y política en Navarra
(1870-1960). Universidad Pública de Navarra. Pamplona, España 1998; CASTRO, Catalina. Doxa y
heterodoxias en la novela de la Regeneración en Colombia (1880-1898). Pontificia Universidad Javeriana.
Bogotá 2011, pp. 40; JAVANOVIC, Snezana. El costumbrismo en la narrativa de Wenceslao Ayguals de Izco.
La realidad urbana madrileña. Universidad Complutense de Madrid. España 2016, pp. 32; GUTIÉRREZ, Jairo.

11
Por su parte, el profesor Vallejo27 se valió de la edición de 1910 para comentar María, del
escritor romántico y caleño, Jorge Isaacs. De sus consideraciones, sobresale el tratamiento
que da a las razones que justifican la censura, eco de las que entrega el sacerdote en su obra,
viendo en ellas

“el aparato ideológico con el que el jesuita sustenta los juicios emitidos en su libro:
la obra está influenciada por la confrontación entre el catolicismo y el liberalismo, a
fines del siglo diecinueve y la lucha de la Iglesia Católica en contra del estado laico”28.

El último referente29 respecto de Novelistas malos y buenos es el profesor Jordi Llobet


Domènech, quien al abordar el tema de la lectura de novelas en las bibliotecas populares de
Cataluña hace referencia a la obra del padre Ladrón de Guevara, planteando que este se vio
motivado a publicar su manual de censura por reconocer en el libro un medio privilegiado en
la difusión y transmisión del saber, por lo que posturas que criticaran al sistema, al modelo
de sociedad y sus valores, eran consideradas como “malas”30.

En cuanto a la Imprenta Eléctrica, encargada de la primera edición del Index criollo,


el material es prácticamente inexistente, pues solo se obtuvieron los aportes de los profesores
Tarcisio Higuera, Gonzalo Canal y José Chalarca: La imprenta en Colombia (1970) y Artes
gráficas (1973), que, respectivamente, dicen:

“Higiene” mental de la lectura en la modernidad colombiana (1900-1930). En Revista Translaciones Vol. 2


No. 4 (2015), pp. 186.
27
VALLEJO, Raúl. Héroes, amantes y cantautores de la patria. Románticos del siglo XIX en nuestra América.
Universidad Pablo de Olavide, España 2014, pp. 293-307.
28
Ibíd., 294.
29
Existe otro, pero solo menciona a Novelistas malos y buenos como punto de partida y contraste con la
modernización que experimentaba Bogotá a principios del siglo XX. Dice: “Paradójicamente, mientras en 1910
en Bogotá el padre Ladrón de Guevara intentaba desempolvar a su manera el infausto Index librorum
prohibitorum et expurgatorum dictado inicialmente en 1559 por el papa Paulo IV para prevenir la corrupción
de sus fieles y que nos devolvía a uno de los momentos oscuros de la religión católica, la ciudad se preparaba
para celebrar el primer Centenario de la Independencia de Colombia”. BERMÚDEZ, José – WILSON, Alberto.
Bogotá o la Ciudad de la Luz en tiempos del Centenario: Las transformaciones urbanas y los augurios de
progreso. En Apuntes Vol. 19. No. 2 (2006), pp. 184.
30
Cf. DOMÉNECH, Jordi. La lectura de novelles a les biblioteques populars. Revista Els Marges No. 98.
Barcelona 2012, pp. 26 y 34.

12
- Imprimió “El mensajero del Corazón de Jesús, fundado por el presbítero Eulogio
Tamayo, el 1º de abril de 1867 (…). Es la revista ilustrada más antigua que sobrevive
en Colombia”. De esto se desprende el servicio de esta casa a los jesuitas y, por lo
tanto, a las publicaciones religiosas31.
- Fundada en Bogotá en 1901. “Se editaron en ella: Bogotá Ilustrado, de los hermanos
Rafael y Eduardo Espinoza Guzmán (de 1906 a 1908). Industria Moderna que dirigió
don Miguel Torres M”32.

Se plantea, entonces, el desafío de profundizar en la figura del padre Pablo Ladrón de


Guevara, el contexto amplio de Novelistas malos y buenos y las generalidades de la Imprenta
Eléctrica, hasta donde fuera posible hacerlo, para iluminar el campo editorial al que se refiere
esta investigación.

1.3. Metodología

Este trabajo se inscribe en la línea de investigación El libro en Colombia: prácticas


intelectuales y materiales, del Instituto Caro y Cuervo, la cual busca reconstruir, por medio
de la interdisciplinariedad, el papel de los diversos actores involucrados en la vida del libro
en el país, lo mismo que sus relaciones. Para tal efecto, y por partir de datos secundarios, este
trabajo contó con metodología documental informativa a partir de fuentes impresas y
electrónicas33.

31
Cf. HIGUERA, Tarcisio. La imprenta en Colombia. INALPRO. Bogotá 1970, pp. 96.
32
CANAL, Gonzalo – CHALARCÁ, José. Artes gráficas. Enciclopedia del desarrollo colombiano. Imprenta
Rotograbado. Bogotá 1973, pp. 154.
33
“El método documental o bibliográfico consiste en la captación por parte del investigador de datos
aparentemente desconectados, con el fin de que a través del análisis crítico se construyan procesos coherentes
de aprehensión del fenómeno y de abstracción discursiva del mismo, para así valorar o apreciar nuevas
circunstancias”. BOTERO, Andrés. La metodología documental en la investigación jurídica: alcances y
perspectivas. En Revista Opinión Jurídica Vol. 2. No. 4 (2003), pp. 111. La investigación documental
informativa es aquella que se encarga de mostrar la información relevante sobre un tema específico que proviene
de diversas fuentes sin probarlas.

13
La revisión y clasificación del material se desarrolló de la siguiente manera: se
tomaron como fuentes principales aquellas que trataran de forma directa la relación de la
Iglesia con el Estado, lo mismo que el contexto literario y religioso donde aparece la obra.
Luego, se tienen como fuentes secundarias aquellas que mencionan los juicios que el
sacerdote emitió sobre autores y obras, ya que no se encontró texto alguno dedicado en su
totalidad a Novelistas malos y buenos. Las hipótesis sobre la imagen de lector y el lugar de
la Iglesia Católica en el medio editorial de principios del siglo XX son el aporte que se
desprende de lo anterior. Las fuentes de tercer grado, por su parte, aportaron conceptos y
relaciones que, aunque fundamentales, no tienen relación directa con la temática, pero que sí
ayudan a comprenderla.

La información obtenida se organizó en tres secciones. Así pues, se tiene una sección
dedicada a clarificar el contexto social, político y religioso en cuestión; luego, se aborda la
obra en sí, razón por la cual se consignan allí los hallazgos sobre su autor, la imprenta
responsable y las sucesivas ediciones que conoció. Después de esto, en la tercera sección, se
presenta la imagen de lector y el lugar de la Iglesia Católica como agente editorial a principios
del siglo XX en Colombia. Por ultimo, aparecen las conclusiones y la bibliografía.

2. Contexto civil y religioso de la obra

Daremos por bien empleado nuestro trabajo con tal que consigamos los fines elevados
que nos hemos puesto, encaminados en último término al supremo de la mayor gloria de
Dios Nuestro Señor en la salvación de las almas34.

Estas palabras del padre Ladrón de Guevara resultan paradigmáticas en este


momento, pues no solo representan su gran pretensión, sino el ideal de las dos instituciones
que dirigían las riendas de Colombia durante el tránsito del siglo XIX al XX: la Iglesia católica
y el Partido Conservador. A continuación, se desarrollarán los tres pilares de esta

34
LADRÓN DE GUEVARA, Pablo. Novelistas malos y buenos. Juzgados en orden de naciones. Imprenta
Eléctrica. Bogotá 1910, pp. 24.

14
investigación: el contexto, la obra y su imagen de lector, todo lo cual permitirá perfilar el
mundo del texto que plantea la sociología35. Precisamente, Darnton, mencionando a P.
Bourdieu, dice que la literatura es un campo de poder compuesto por posiciones rivales, por
lo que es necesario conocer las conexiones entre literatura y poder36.

2.1. Religioso: la romanización de la Iglesia y su apuesta antimodernista

La Iglesia católica es una sociedad histórica, por lo que cambia con el tiempo y según
las circunstancias, las cuales pueden ser de tipo político, económico o proselitista. El periodo
que ocupa a esta investigación es fiel reflejo de ello, pues desde la mitad del siglo XIX y hasta
las primeras décadas del siglo XX, el catolicismo emprendió un camino de particular
importancia para la configuración de su identidad: centralidad y uniformidad según las
disposiciones de Roma (del Papa) y una completa confrontación con el modernismo, la
ciencia y el liberalismo político37, temas presentes en Novelistas malos y buenos.

La novela era, como ningún otro medio de la época, una herramienta eficaz en la
difusión de ideas y la promoción de movimientos reformistas, por lo que la Iglesia fijó su
atención en ella y en planificar la cultura. Para tal efecto se crearon los índices.

La Iglesia cuenta en su historia con una amplia tradición en el ejercicio censor, pues
por medio de los Índices garantizaba la guía del individuo y de la sociedad. En este contexto,
la obra del padre Ladrón de Guevara no es novedad, sino heredera de una amplísima tradición
y apuesta por encarnar los ideales de la nación en la apertura del siglo. El mismo sacerdote
menciona haber utilizado como punto de referencia el índice de 1904, reimpresión del

35
Cf. CHARTIER, Roger. La obra, el taller y el escenario. Tres estudios de movilidad textual. Confluencias
editorial. España 2014, pp. 26.
36
Cf. DARNTON, Robert. Acceso abierto y otras reflexiones. Universidad de los Andes. Bogotá 2017, pp. 22-
23.
37
Cf. DE ROUX, Rodolfo. La romanización de la Iglesia Católica en América Latina: una estrategia de larga
duración. En Revista Pro-PosiÇioes Vol 25 No. 1 [73] (2014), pp. 33.

15
publicado por el Papa León XIII en 189138. “Las posibilidades inmensas que ofrece la
invención de la imprenta para la difusión del pensamiento, incitan a las autoridades
eclesiásticas y civiles a reglamentar la impresión y la difusión de los escritos”39. La Iglesia
se valió de la imprenta para promoverse y censurar, dinámica presente en la obra de Ladrón
de Guevara: “Hablando en general de los libros, son ellos causa de grandes bienes o de
grandes males, según sean buenos o malos”40.

En 1515, el Papa León X estableció la censura previa de libros, misma disposición del
V Concilio de Letrán, que añadió la autorización del obispo como requisito para la impresión.
Esta práctica continuó durante varios siglos, incluso en la época de Ladrón de Guevara, pues
Novelistas malos y buenos cuenta con la licencia eclesiástica por parte del arzobispo de
Bogotá, Bernardo Herrera Restrepo. Ahora bien, formalmente, la Iglesia comenzó a elaborar
índices en 1559, cuando el Papa Pablo IV publicó el primer Index librorum prohibitorum,
conocido como Iudex Paulino. Más adelante, la Sagrada Congregación de la Inquisición,
bajo el auspicio de Pío IV, publicó un listado de autores, obras e ideas concretas con el
objetivo de hacer frente a la Reforma Protestante. Continuador de este propósito fue el
Concilio de Trento (1545-1563), que ratificó la centralidad romana y los peligros de cierto
tipo de publicaciones no canónicas. Fruto de lo anterior se tiene la primera versión completa
del Index, impresa por Paolo Manuzio, hijo del impresor veneciano Aldo Manuzio, el 24 de
marzo de 1564.

Entre 1590 y 1948 -año en que fue suprimido por Pablo IV-, se publicaron cerca de
treinta índices, en los que figuraban autores como Balzac, D´Annunzio, Anatole France,
David Hume, Emile Zola, John Stuart Mill y Voltaire, entre otros. El único autor colombiano
que hizo parte de este selecto grupo fue Rafael Uribe Uribe41, por su obra De cómo el

38
Este mismo Papa publicó en 1885 la encíclica Inmortle Dei, sobre la constitución cristiana del Estado, y que
en sus numerales 15 y 16 aborda el tema de la censura y las malas lecturas.
39
VILLANUEVA, Joaquín – ESCANDELL, Bartolomé. Historia de la Inquisición en España y América
(Tomo III). BAC. Madrid 2000, pp. 773.
40
LADRÓN DE GUEVARA, Pablo., Novelistas…, pp. 10.
41
San Ezequiel Moreno Díaz publicó una obra que motivó esta publicación de Uribe Uribe: O con Jesucristo o
contra Jesucristo o Catolicismo o Liberalismo. No es posible la conciliación (1898). Cf. GIRALDO, Holbein.

16
liberalismo político colombiano no es pecado (1912)42, prohibida en 1914. En esa obra, Uribe
respondía al panfleto El liberalismo es pecado, publicado por Félix Sardá y Salvany en
España y que retomaba las tesis del Syllabus (1864), en el que se condenaba el racionalismo,
la modernidad y, como era de esperarse, el liberalismo, provenientes del siglo XVIII y de la
Revolución Francesa43. Vale la pena mencionar que el mismo padre Ladrón de Guevara
escribió una respuesta a la obra de Uribe Uribe en 1912: El sí y el nó del libro de don Rafael
Uribe Uribe titulado “De como el liberalismo político colombiano no es pecado”, impreso
por Imprenta la Cruzada.

Este esfuerzo romanizante y práctica de crear índices para planificar la cultura y


dirigir la sociedad hacia un único fin, se materializó en la celebración del primer Concilio
Plenario de América Latina, convocado por León XIII y celebrado en Roma en 1899. Este
evento centró su atención en reiterar los dictámenes de Trento y del Vaticano I (1869-1870),
insistiendo en el centralismo y antimodernismo44. El mismo padre Ladrón de Guevara lo cita:
“Entre todos los libros malos son más peligrosas las novelas (…), las cuales enervan é
impiden el vigor de la virtud cristiana bajo la aparente y curiosa forma de una mentida
erudición y de fingidas narraciones”45.

El modernismo se convirtió en el siglo XIX en el gran enemigo de la Iglesia católica,


pues dinamitaba todo el constructo ideológico y social que la Iglesia había consolidado a lo
largo de los siglos; razón por la cual, se privilegió la unidad del pensamiento y la uniformidad

San Ezequiel Moreno Díaz: “El liberalismo es pecado”. El catolicismo ultramontano en Colombia. En Criterio
Libre Jurídico. Vol. 16 (2011), pp. 33-45.
42
Cf. DÍAZ, Luis. El laicismo en Rafael Uribe Uribe. En Criterio Jurídico Garantista. Vol. 9 No. 14 (2016),
pp. 104-119.
43
Cf. ZAMORA, Pedro. Vaticano II, cambio de modelo teológico y su influjo en la revisión del estatuto
epistemológico de la teología. JAVEGRAF. Bogotá 2011, pp. 70.
44
Cf. DE ROUX, Rodolfo. Romanización…,pp. 39; Cf. PAZOS, Antón. El iter del Concilio Plenario
Latinoamericano de 1899 o la articulación de la iglesia latinoamericana. En Anuario de Historia de la Iglesia
7 (1998), pp. 196. Se debe mencionar que fue el Concilio Vaticano I el que definió el dogma de la infalibilidad
pontificia DS 3073-3074, Pastor aeternus), insistiendo en la figura del Romano pontífice como centro de la
cristiandad tras la pérdida de los Estados Pontificios en 1870.
45
LADRÓN DE GUEVARA, Pablo. Novelistas…, pp. 11. Cf. LOYOLA, Manuel. Por la higiene del alma. La
pastoral de la lectura en la Iglesia chilena a comienzos del siglo XX. Revista Temas americanistas No. 34
(2015), pp. 46-75.

17
a partir del Magisterio, del cual los sacerdotes eran -como Ladrón de Guevara- defensores y
promotores46. La lucha de la Iglesia no se limitó al campo de lo espiritual, sino que escaló al
orden social, insistiendo en su reconocimiento por parte de los Estados a través de los
concordatos, que en el caso de Colombia se suscribió el 31 de diciembre de 1887, cuando
ocupaba la presidencia el señor Rafael Núñez. El artículo 12 de dicho documento establece
que la enseñanza en instituciones públicas deberá ser conforme a los dogmas y la moral
católica, evitando el Gobierno “que, en el desempeño de asignaturas literarias, científicas y,
en general en todos los ramos de la instrucción, se propaguen ideas contrarias al dogma
católico” (Art. 13)47.

La actitud de la Iglesia tomó fuerza con el paso de las décadas, y ello se evidencia en
su férrea oposición a las ideas renovadoras48, tanto que -y en esto ya se inscribe de manera
directa la obra de Ladrón de Guevara-, en 1907, el Santo Oficio publicó el decreto
Lamentabili y luego Pío X publicó la encíclica Pascendi, dirigidos a condenar de manera
rotunda a autores y corrientes de pensamiento contrarias a la idea católica49. En una carta del
Papa Pío X al arzobispo de Bogotá y primado de Colombia se dice: “Nace un doble deber
para los católicos, quienes por una parte deben abstenerse de leer aquellos escritos y, por otra,
favorecer con decidido celo los que tienen por objeto propagar la doctrina católica”50.

2.2.Civil: Hegemonía Conservadora y Guerra de los Mil Días

La Constitución de Ríonegro (1863) tenía como uno de sus pilares la separación


radical entre la Iglesia y el Estado, tanto que impulsó la educación laica y la comercialización

46
Cf. Revista studium Generale, Albertus Magnus. Bol. 1. No. 2 (2003), pp. 94.
47
Cf. DE ROUX, Rodolfo. Las etapas de la laicización en Colombia. En La modernidad religiosa: Europa
latina y América Latina en perspectiva comparada. FCE. México 2004, pp. 67
48
“El catolicismo intransigente y ultramontano rechazó todo acuerdo intelectual con las fuerzas del progreso,
de la industrialización y del liberalismo”. ORTIZ, Luis. La Iglesia católica y la formación del Estado-nación
en América Latina en el siglo XIX. El caso colombiano. En Guarulhos No. 6 (2013), pp. 8.
49
Cf. FRANZEN, August. Historia de la Iglesia. Sal Terrae. España (2009), pp. 358.
50
Conferencia Episcopal de Colombia: Conclusiones, resoluciones y normas. Imprenta San Bernardo. Bogotá
1913, pp. 7.

18
de los inmuebles de la Iglesia bajo el amparo de la ley51. La tensión fue tan grande que llegó
a un punto de no retorno, pues un amplio sector de la población colombiana tenía en el
catolicismo uno de sus bienes más importantes. Precisamente, con la Constitución de 1886
se le dio un giro radical a la Nación, la cual no solo pasó de un sistema federalista a uno
centralista, sino que volcó todas sus políticas a la edificación de un ideal común en torno a la
lengua, la política y la religión. Esta Constitución restableció muchos de los privilegios que
ostentaba la Iglesia, como el de ser la única religión de la Nación (Art. 38) o el tener a su
tutela la educación en todas sus etapas52. A partir de aquí comenzó una relación simbiótica
entre el Partido Conservador y su aliada: la Iglesia católica. Dos instituciones, una política y
la otra espiritual, con un mismo objetivo: hacer de Colombia una Nación unitaria y próspera
a partir de las enseñanzas cristianas.

La radicalización conservadora llegó hasta el punto de expulsar trabajadores públicos


por no confesar el credo católico, lo cual motivó el levantamiento de grupos liberales en
1895. Superada la crisis, el Partido Conservador ostentó el poder hasta 1930, cuando fue
elegido el candidato liberal Enrique Olaya Herrera. Hasta entonces, el énfasis centralista y
católico estaba a la orden del día, especialmente por boca de sus promotores: Miguel Antonio
Caro y Rafael Núñez, entre otros.

El siglo XX comenzó para Colombia con el ocaso de la guerra de los Mil Días (1899-
1902)53, en la que se enfrentaron de forma sangrienta el Partido Liberal y el Partido Nacional.
El presidente Manuel Antonio Sanclemente fue derrocado el 31 de julio de 1900 por José
Manuel Marroquín, perteneciente al partido Conservador. Esta guerra se caracterizó por ser
un enfrentamiento entre las fuerzas armadas del Gobierno y un conjunto de guerrillas de corte
liberal. Como era de suponerse, por recursos y entrenamiento, la victoria fue para el bando

51
Cf. JARAMILLO, Roberto – MEISEL, Adolfo. Más allá de la retórica de la reacción, análisis económico
de la desamortización en Colombia (1861-1888). En Cuadernos de historia económica y empresarial. No. 22
(2008), pp. 1-62.
52
Cf. CAMACHO, Javier. Estado y religión católica en Colombia. En Derecho y Realidad. No. 12 (2008), pp.
145-152.
53
Cf. GUERRERO, Víctor. Guerras civiles colombianas. Negociación, regulación y memoria. JAVEGRAF.
Bogotá 2016, pp. 247- 271.

19
conservador, pero el país sufrió las consecuencias del enfrentamiento: crisis económica54,
más de cien mil muertos y separación de Panamá (3 de noviembre de 1903), entre otros. La
guerra se dio por terminada con los tratados de paz de Neerlandia y Wisconsin.

Por último, se debe mencionar la preparación para el Centenario de la Independencia


en 1910, el cual pretendía mostrar la nueva cara de la Nación ante la apertura de un siglo y
la superación de los conflictos internos. En este esfuerzo, Bogotá ocupó un lugar privilegiado,
no solo por ser la sede de los poderes administrativos sino por las transformaciones urbanas
que experimentó: crecimiento poblacional e incipiente industrialización, pues pasó de ser una
ciudad colonial a la capital burguesa de Colombia; sin embargo, el ritmo de la vida aun estaba
marcado por el sonido de las campanas de las Iglesias y las festividades religiosas55. Para el
tiempo en que el padre Ladrón de Guevara publicó su obra, Bogotá tenía 86.328 habitantes
(1907), y 121.257 en 191256.

Todo lo anterior permite perfilar con claridad el contexto social en el que se gestó y
publicó Novelistas malos y buenos: un país fracturado por las tensiones políticas y las guerras
internas, pero que por indicación de sus dirigentes se levantaba desde los ideales católicos,
el centralismo político y el proteccionismo económico, en contra del desorden impuesto por
los liberales durante el siglo anterior57.

La Iglesia se constituyó por impulso de Núñez, de Caro -quien dijo en 1871 que el
Papa era el jefe de su partido- y de los demás conservadores, como la mano extendida del
Estado en aquellos lugares donde este no alcanzaba a hacer presencia, por lo que la unidad
entre estas instituciones era esencial para el éxito del proyecto de la Nación, en el que el
liberalismo no tenía lugar:

54
Cf. KALMANOVITZ, Salomón. Nueva historia económica de Colombia. Taurus. Bogotá 2017, pp 114-118.
55
Cf. BERMÚDEZ, José – WILSON, Alberto. Bogotá o la Ciudad de la Luz en tiempos del Centenario: Las
transformaciones urbanas y los augurios de progreso. En Apuntes Vol. 19. No. 2 (2006), pp. 186.
56
Cf. REY, Pilar. Bogotá 1890-1910: población y transformaciones urbanas. En Territorios 23 (2010), pp. 13-
32.
57
Cf. VALENCIA, Alejandro. El pensamiento…, p.121.

20
La Iglesia se constituyó en eje central de las diferencias partidistas. Los liberales
vieron en su autoridad, en su poder simbólico, sus instituciones y mentalidades,
construidas durante los tres siglos coloniales, un obstáculo para establecer una
sociedad moderna. Por su parte, los conservadores la percibieron como un acicate
para darle continuidad a una sociedad regida por la moral católica y por un orden de
cristiandad58.

3. Novelistas malos y buenos: su autor, ediciones e imprenta

Miramos, pues, á la gloria de Dios en la salvación de las almas por este particular
camino de apartar las malas lecturas á cuantos más podamos. Obtenido este fin
principal, no rehusamos á este libro utilidades que le son intrínsecas en servicio de la
literatura (P. Ladrón de Guevara).

3.1.El autor: un fervoroso jesuita encargado de la formación de los candidatos al


ministerio

Pablo Ladrón de Guevara, S.I., nació en Salvatierra, España, el 18 de junio de 1861.


Después de ingresar a la Compañía de Jesús, cursó su noviciado en Francia y regresó a su
patria para estudiar humanidades en el colegio jesuita de San Jerónimo, en Murcia. Estudió
el ciclo fundamental de tres años de filosofía en Oña (1882-1885), tiempo durante el cual
también se desempeñó como docente en los colegios de Orduña (Vizcaya) y Carrión de los
Condes (Palencia). Años después, entre 1890 y 1894, estudió teología con el objetivo de
convertirse en predicador, oportunidad que tendría desde 1894 hasta 1896. Terminada esta
etapa, asumió la rectoría del colegio jesuita de Burgos (1898-1903), tiempo durante el cual
sus sermones ya daba muestras de su postura antimodernista59.

58
ORTIZ, Luis. La Iglesia…, pp. 6.
59
Cf. O´NEIL, Charles – DOMÍNGUEZ, Joaquín. Diccionario de la Compañía de Jesús. Biográfico-temático.
Universidad Pontificia de Comillas. España 2001, pp. 1156-2257.

21
Los superiores jesuitas, al darse cuenta del progreso que el padre Ladrón, le piden
dirigir el noviciado de la Compañía y la rectoría de una casa religiosa en Chapinero (Bogotá).
Estuvo en Colombia de 1903 a 1917, tiempo durante el cual desempeñó las funciones básicas
de un religioso: servicios litúrgicos y asistencia pastoral a las distintas comunidades;
precisamente, fue en este ejercicio pastoral como recibió el encargo de elaborar su índice.
“¿Cómo ha podido un religioso escribir semejante obra? Por razón de un encargo que
tuvimos, y de habernos dado a predicar contra los malos libros, acudieron á nosotros con los
suyos, de novelas y de otras clases, innumerables personas”60. Resulta obvio pensar que en
su rol como predicador y formador, difundió sus ideas y juicios sobre la literatura, por lo que
su impacto en la sociedad colombiana fue relevante. En 1910 publicó Novelistas malos y
buenos en la Imprenta Eléctrica, en Santafé de Bogotá, obra que amplió en varias ocasiones.

Al regresar a España asumió la dirección de los novicios entre 1917 y 1919, para
luego ser destinado como director espiritual del colegio de Bilbao entre 1919 y 1924. Este
mismo año fue designado como superior de la casa profesa de Bilbao, cargo que ocupó hasta
1927. Su último encargo apostólico lo tuvo en el seminario de Caracas, Venezuela, entre
1927 y 1932, donde impartía clases de filosofía y acompañaba espiritualmente a los
seminaristas. Su regreso a España coincidió con la disolución de la Compañía de Jesús en
ese país61, por lo que pasó sus últimos años en casas de paso en Escorriaza, Santurce y
Azpeitia, donde murió el 16 de noviembre de 1935.

3.2.Novelistas malos y buenos, la obra

En plena preparación para el Centenario de la Independencia, Bogotá fue testigo de


la elaboración, publicación, comercialización y lectura del primer y único manual de censura

60
LADRÓN DE GUEVARA, Pablo. Novelistas…, pp. 5.
61
En España, por decreto del 23 de enero de 1932, la Segunda República disolvió la Compañía de Jesús por
considerar que obedecía un poder extranjero, el Papa, e incautó sus bienes. Durante la guerra civil, el 3 de mayo
de 1938, este decreto fue derogado y la Compañía recuperó plena personería jurídica para realizar públicamente
sus propios fines. Cf. MORENO, Mónica. La política religiosa y la educación laica en la Segunda República.
En Pasado y Memoria. Revista de historia contemporánea No. 2 (2003), pp. 83-106. Cf. MARTÍNEZ, Ana. La
lectura pública durante la Segunda República. En Ayer No. 58 (2005), pp. 179-203.

22
hecho en y para Colombia: Novelistas malos y buenos. Impreso por la Imprenta Eléctrica en
1910, la obra es compacta pero robusta, pues con sus 12,5 cm de ancho, 16,5 cm de alto y un
lomo de 4 cm, logra contener 57 cuadernillos de 16 folios cada uno; 912 páginas en total. Su
numeración es arábiga y continua desde las páginas preliminares.

El papel en que fue impresa es de buena calidad, suave al tacto por ambas caras. Tiene
visos nacarados que lo hacen brillante y una tonalidad pareja a pesar del tiempo. No se
encontraron rastros de manchas de tinta, por lo que se evidencia que los tipos empleados y la
tinta contaban con calidad suficiente para entregar letras finas y definidas, tanto que los tipos
dejaron marcado su paso al tacto: relieve por un lado y profundidad por el otro. El cuerpo de
la obra está compuesto por tipografía de estilo románico de 9 puntos, serifada en tres pesos:
bold, itálica y regular. En ella, los ascendentes de las mayúsculas tienen un mayor volumen
y se presenta un contraste claro con los finos de las letras, las cuales están a una sola tinta
(negra). Para su encuadernación contó con costura a cuatro puntos y refuerzo con tela. Las
tapas fueron elaboradas en cartón recubierto con papel e impreso. Punto de referencia para
calcular la calidad material de esta obra lo tenemos al considerar su precio: $150, cuando el
salario mínimo que se registró en Colombia para 1920 era de $6062. Su venta se realizó en la
Librería del Mensajero (Carrera 8, número 246)63 y el Colegio Mayor de San Bartolomé. En
su contraportada la describen como una “obra útil para los amantes de la lectura de libros”.

La calidad de los materiales utilizados se comprende también, si se consideran


algunas de las obras que fueron publicadas por esta imprenta, ubicada en el número 168 de
la calle 10, pues dos de sus grandes clientes eran el Estado y la Iglesia, particularmente, los
jesuitas, quienes mandaban imprimir allí sus obras. Dentro de su catálogo reposa, además,
un amplio conjunto de obras destinadas a la medicina, la ciencia jurídica, textos
gubernamentales y la educación.

62
Cf. URRUTIA, Miguel – RUIZ, Mauricio. Ciento setenta años de salarios reales en Colombia. En Ensayos
sobre política económica. Vol. 28. No. 63 (2010), pp. 154-189.
63
“Fundada por Eduardo Boada en 1888, la Librería de “El Mensajero” fue un establecimiento católico
dedicado a la difusión de devocionarios, catecismos y trabajos de apologistas como Louis Veuillot y José
Selgas”. 58. MURILLO, Juan. La aparición de las librerías colombianas. Conexiones, consumos y giros
editoriales en la segunda mitad del siglo XIX. En Historia crítica. No. 65 (2017), pp. 58.

23
Pedidas por la Iglesia o sobre el tema religioso:

- Estatutos de la Sociedad de la Sagrada Familia (1912), de Sociedad de la Sagrada


Familia.
- Compendio del Código Civil en armonía con la conciencia (1910), del p. Mario
Valenzuela, S.I.
- Filosofía, del p. Francisco Ginebra, S.I.
- El hogar católico (No. 33 y 35, 1910), de la Junta Central de la Doctrina Cristiana.
- Nociones de geografía y de historia de Chiquinquirá (1909), de Fray, O.P. Mesanza.
- Nuevos estatutos del Apostolado de la Oración (1908), del Apostolado de la Oración.

Pedidas por el Estado y entidades jurídicas:

- Viacrucis del niquel antiguo. Del quinquenio a la Neo-República ante la Corte


Suprema (1913).
- Cartilla patriótica: historia y filosofía del Himno Nacional (1910), Camilo Villegas
y González, destinada a la Urna del Centenario64.
- Escritos de P. Matéus a la Comisión del estudio de los tratados celebrados por la
república con los Estados Unidos (1910).
- Labor parlamentaria del general Rafael Uribe Uribe (1910).
- Bogotá ilustrado, obra periódica 1906.
- Alegato nulidad del remate y reivindicación de “Los Salados”: juicio ordinario entre
Abelardo Martinez y Marco Aurelio Casca (1906), de Heliodoro Polanía.

Medicina, educación y otras asignaturas:

- La religión y los métodos modernos de enseñanza (1915), de Guillermo Wickmann.


- Manual para enfermeras (1914), de J. Barberi.

64
Obra premiada con la medalla de bronce y diploma de honor en la Exposición Industrial y Agrícola de 1910.

24
- Novísimo texto de historia de Colombia(1910), de Francisco Javier Vergara y
Velasco.
- La novela en Colombia (1908), de Roberto Cortázar65.
- Gramática francesa, del p. L. Francoz, S.I.
- Atlas completo de geografía colombiana (1906), de Francisco Javier Vergara y
Velasco.

Novelistas malos y buenos es y no es una rareza en el catálogo de la Imprenta


Eléctrica, ya que si bien se acomoda a una de sus líneas (la religiosa. Las otras son la política
-sumada al mundo judicial-, la medicina y la educación: la totalidad de la Nación), no contó
con un homólogo en la temática, por lo que se vio sola para imponerse en un contexto de
cambio de siglo. Es una rareza por no contar con el impulso de un catálogo que la acogiera y
promoviera de forma directa, pues aun cuando muchos otros jesuitas habían escrito allí, lo
hacían con textos de filosofía y lenguaje, no con obras de este tipo; además, muchos de los
textos religiosos con que contaba la imprenta eran, cuanto más, devocionales o de uso interno
(estatutos de comunidades), no de consulta masiva, pretensión fundamental en la mentalidad
del padre Ladrón de Guevara. Entonces, puede que tal soledad en catálogo explique por qué
las siguientes ediciones se realizaron en España, en la editorial El Mensajero del Sagrado
Corazón de Jesús, editorial eminentemente religiosa. Nuevamente, aunque la Imprenta
Eléctrica tenía dentro de su haber proyectos religiosos, no contó con una plataforma que
potenciara a Novelistas malos y buenos en nuestro medio editorial.

Con todo lo anterior, la obra del padre Ladrón de Guevara no está del todo perdida en
la apuesta de la Imprenta Eléctrica, pues por medio de ella y de sus demás productos
religiosos, esta empresa editorial bogotana buscó abarcar la totalidad de la vida nacional con
una visión muy clara del mundo: devota (novenas), instruida en lo jurídico y preocupada por
la educación, objetivos similares a los del gobierno conservador. Tal sería la confianza en

65
Este autor comprende la novela como un discurso de unificación nacional, representante de un alma colectiva
de corte conservador. Cf. GUZMÁN, Diana. La novela en Colombia, de Roberto Cortázar: la promesa de
progreso. En La Palabra. No. 17 (2010), pp. 68.

25
esta obra, que la contraportada dice: “En cien ejemplares se hacen notables descuentos; en
una docena se regala un ejemplar”. No era para menos, pues contó no solo con licencia
eclesiástica del arzobispo de Bogotá, Bernardo Herrera Restrepo66, sino con el visto bueno
del superior de los jesuitas en Colombia, el p. Vicente Leza, quien el 6 de agosto de 1910
celebró un contrato con el ministerio de Instrucción Pública para que la Compañía de Jesús
continuara al frente del Colegio Nacional de San Bartolomé. Las relaciones que se entretejen,
entonces, entre las figuras de autoridad que impulsan a esta obra le presentan no como un
esfuerzo individual, sino como una apuesta que recoge el sentir de la Iglesia respecto de la
literatura con el fin de “construir patria”.

Novelistas malos y buenos no pasó inadvertida en su tiempo, sino que tuvo eco,
impacto, convirtiéndose así en carta de navegación para unos y en punto de división para
otros a ambos lados del Atlantico. Esto se ve, por ejemplo, en las siguientes respuestas en la
prensa de la época, la cual evidencia también comunicación editorial entre Colombia y
España.

En La Lectura Dominical. Revista semanal ilustrada y órgano del apostolado de la


prensa (Año XX, No. 995; Madrid, 25 de enero de 1913), se le hace un aparte en la página 60
dentro de un conjunto de libros recibidos para la Biblioteca del Apostolado. Este dato es
importante en cuanto manifiesta la próxima comunicación editorial entre Bogotá y Madrid,
lo mismo que la propaganda de la obra y su correspondiente integración a un canon
eclesiástico de servicio público. Más adelante, en su número 1.025 (23 de agosto de 1913, p.
535), este Semanario cuestiona el juicio que el señor Ramón Pérez de Ayala (escritor y
periodista español) hizo de la obra de la obra de Ladrón de Guevara, pues ve en él una
perspectiva limitada e incapaz de sentir la pasión del jesuita por ser un idólatra de la novela.
Con esta intervención se evidencian dos puntos: 1) La difusión de la obra del padre Ladrón

66
De su figura resalta que asistió al Concilio Vaticano I como secretario de Toscano, obispo de Nueva
Pamplona. Se debe recordar que a partir de este Concilio la Iglesia fortaleció su talante centralista, románico y
antimodernista. Fue presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia en varias ocasiones.

26
de Guevara en el medio español a tan solo tres años de su publicación en Bogotá; 2) Las
voces a favor y en contra que se levantaban sobre la obra del jesuita.

Uno de los testimonios más valiosos del impacto de Novelistas malos y buenos en el
medio editorial español, lo tenemos en las palabras que le dedicó Luis Rubio Hidalgo,
Ministro de Instrucción Pública y posterior Jefe de Oficina de Prensa Extranjera, en España.
Semanario de la Vida Nacional (Año III. No. 125. Madrid, 14 de junio de 1917, p. 13). Allí,
el señor Rubio menciona que llegó a sus manos un divertidísimo libro que se levanta como
“el ave de rapiña sobre las ruinas del castillo medieval”. La definición que este Instructor
hace de la obra de Ladrón de Guevara se mueve entre “apasionado, procaz, fanático,
incorrecto, falseador de la verdad (…). Sanguinario y terrorista en todo lo relativo a la
represión del avance «impío»”, por lo que invita a no tomarlo en cuenta, pero reconoce que
el libro ha sido leído con entusiasmo en España, por lo que se indigna al ver cómo el jesuita
ataca a la cultura. Otro punto importante de su intervención es la clarificación sobre el lector
final de Novelistas malos y bueno -que se especificará en el siguiente apartado-, ya que se
cuestiona:

Creemos sinceramente que este libro es más peligroso para la educación «de los
jóvenes de ambos sexos», a quienes va dedicado, que cualquiera de las novelas
absurdas de Felipe Trigo.

El señor Rubio Hidalgo concluye su intervención de autoridad ante la obra de Ladrón


de Guevara invitando al gobierno a que lo inviten a la Real Academia, siempre y cuando
prometa nunca volver a escribir. ¿Qué tan grande fue el impacto de Novelistas malos y buenos
que requirió de un pronunciamiento por parte del Ministro de Instrucción Pública de España
para desacreditarla?

Otro testimonio es el que entrega Oro de Ley. Prontuario de la Clínica Propedéutica


de Valladolid (No. 132, 11 de enero de 1920, p. 31), donde menciona la recepción de
Novelistas malos y buenos como un donativo junto a otros en dinero. Es interesante cómo en

27
esta publicación se felicita a los sindicatos católicos por restaurar todo en Cristo, es decir,
por buscar transformar la realidad española a partir de los valores evangélicos y los valores
tradicionales, luego de lo cual se referencia la novedad del jesuita que entra a formar parte
del fondo bibliográfico de la Clínica y que puede ser consultado por sus devotos miembros.

Por su parte, la revista barcelonesa La Hormiga de Oro. Ilustración católica con


censura eclesiástica (Año XLIII, No. 1: 7 de enero de 1926), recoge un valioso testimonio
sobre la vida de Novelistas malos y buenos, pues en su sección de Contestaciones.
Consultorio entre los lectores de la Hormiga de Oro (p.18), responde la pregunta de un lector
(A Josannur) sobre la bondad, o no, de El judío Errante, de Eugène Sue (1844). En este caso,
la respuesta de la prensa católica es taxativa: fue condenado por varios obispos, e invita a
confrontar la obra del padre Ladrón de Guevara para ampliar sobre el juicio al autor67. Este
testimonio referencia el uso que hacía la autoridad eclesiástica de Novelistas malos y buenos
como vox autorizada en lo que refiere a la prescripción literaria.

Por último, es valiosa la nota que el editor hace en la página 24, pues evidencia la
situación de competencia que existía en el medio editorial colombiano en esta época, ya que
refiere a que “se publicó otra análoga en el extranjero”, por lo que eleva el valor de la suya
diciendo que es producto de un trabajo de varios años. La obra a la que refiere, pero que no
menciona para no darle publicidad, es Lecturas nocivas y lecturas útiles. Calificación moral
de autores nacionales y extranjeros que han escrito de Literatura y Catolicismo social
(1910), de Fray Amado de Bunguera y Serrano, publicada en Valencia, España, por
Doménech y Taroncher68.

Novelistas malos y buenos tuvo cuatro ediciones en vida de su autor, en las que
aumentaba el número sus juicios. Esto, de por sí, da muestras del éxito de la obra, pues fue

67
Confrontar el juicio: Novelistas malos y buenos. Imprenta Eléctrica (Bogotá, 1910), p. 671.
68
Fray Amado de Cristo Bunguera y Serrano nació en Sueca (España), en 1872. Después de recibir la
ordenación presbiteral, trabajó como censor de libros en la Diócesis de Sueca entre 1910 y 1911. Además de
Lecturas nocivas y útiles, también publicó Representaciones escénicas malas, peligrosas y honestas (1911).
Murió en 1960. Obra precedente y que se suma a estos esfuerzos censores, es Los daños del libro (1905), de
Antolín López Peláez, Ed. Gustavo Gili.

28
un proyecto editorial que comenzó en 1910 y terminó en 1933. En su primera edición
(Imprenta Eléctrica, Bogotá, 1910), presenta su juicio a 2.057 novelistas, distribuidos de la
siguiente manera: 283 españoles, 97 hispanoamericanos (58 son colombianos), 24
portugueses, 65 italianos, 1173 franceses, 143 ingleses, 98 alemanes, 169 rusos (incluye aquí:
belgas y escandinavos, entre otros). El juicio sobre los franceses está justificado: ilustración
y Revolución, entre otras.

Novelistas malos y buenos conoció otra impresión en 1910, ligeramente aumentada,


tanto que conserva el título de primera edición. Esta se publicó en Bilbao (España), en la
editorial El Mensajero del Corazón de Jesús. La segunda edición (Imprenta El Mensajero,
Bilbao, 1928), juzgó 2.115 novelistas, agregando tres autores hispanoamericanos, pero solo
uno colombiano: Rafael Uribe Uribe. La Tercera edición también fue publicada en 1928,
presentando solo algunos cambios de ortografía, por lo que se asemeja más a una
reimpresión. Por su parte, y esta es la última que estuvo a cargo de su autor, la edición de
1933 sí presentó cambios sustanciales, pues aumentó el número de autores juzgados a más
de 3.000, pero los colombianos ya existentes no vieron afectado su número. Tras su muerte
(1935), la editorial El Mensajero del Corazón de Jesús69, responsable de las anteriores
ediciones, elaboró un Compendio de juicios que publicó en 1966.

Ediciones recientes son las del Grupo Planeta -serie lista negra- (1998), Ediciones
Salamanca MMI (2001), Velociraptor Publications (Salamanca, 2001), Editorial Forgotten
Books -serie Classic reprint- (2018) y la antología elaborada por la Universidad de Salamanca
(2018).

69
Fundada en 1915 por la Compañía de Jesús e integrada en el Grupo de Comunicación Loyola. Actualmente,
además de publicaciones tradicionales como la Biblia del Peregrino, de Luis Alonso Schökel, se abre espacio
en la literatura infantil y juvenil con dos colecciones: Creciendo en la fe y El planeta de los sueños.

29
4. El lector ideal conforme a un proyecto de Nación

Novelistas malos y buenos, cuenta con un conjunto de páginas preliminares que le


entregan al lector las razones, motivaciones, objetivos y “aparato crítico” para navegar por
sus páginas. Este documento tiene fecha del 19 de marzo de 1910, día “del Glorioso Patriarca
San José”. A través de sus preguntas y respuestas se perfila con claridad una figura del lector
que le sirve a la patria, de un cristiano ideal que cuenta con una moral según los preceptos
del Evangelio y las directrices de la Iglesia. Con estas palabras, el padre Ladrón de Guevara
da apertura a su obra y delinea a su lector ideal70:

Por razón de un encargo que tuvimos, y de habernos dado á predicar contra los malos
libros, acudieron a nosotros con los suyos, de novelas y de otras clases, innumerables
personas. Fuimos tomando apuntes de los juicios que íbamos dando, apelaremos á
muchos largos y trabajosos medios, logrando al cabo ver concluida, aunque de modo
imperfecto, nuestra obra (p. 5).

Primero, el medio por el cual el sacerdote recopiló su material y lo fue perfeccionando


fue la predicación sacramental y catequética, por lo que sus lectores son personas creyentes
y practicantes que escuchan con atención a su sacerdote, tanto que meditan lo que éste les
enseña y vuelven luego con sus propios hallazgos, personas preocupadas por la salvación de
sus almas, objetivo último de este esfuerzo censor. Segundo, el sacerdote menciona que le
traían muchos libros de novelas y de otras clases, por lo que se percibe que se trataba de
personas con competencias lectoras sólidas, además de con cierto capital que les permitía el
lujo de tener biblioteca personal para llevar y traer libros. ¿Qué tan frecuente era esto en la
Colombia de principios del siglo XX? Además, no se puede olvidar que la obra se vendía en
el Colegio Mayor de San Bartolomé, uno de los mas tradicionales de la capital.

70
Las referencias que siguen, por tratar de Novelistas malos y buenos (1910), se citarán de forma simple con el
número de la página entre paréntesis.

30
En la página 6, el padre Pablo entrega otra característica de su lector ideal: los
“hermanos en el ministerio”, pues presenta su obra como una ayuda efectiva para estos en el
oficio de dirigir a los fieles. Ahora bien, dirigirse a un sacerdote significa, a su vez, dirigirse
a las comunidades que estos pastorean, por lo que busca amplificar su mensaje no con el
texto sino por medio de la predicación de los sacerdotes por él instruidos. Dice el padre
Ladrón de Guevara: “los editores y libreros se preocupan más por la precisión escrita, un le
por lo, que por una blasfemia, una idea perniciosa, una escena lúbrica” (p. 6). Con esto se
evidencia que su interés está no en la belleza de la obra sino en el ideal para el que fue
elaborada: la prescripción literaria por el bien de las almas, el amor a la Iglesia y el
crecimiento de la patria.

El mismo título de la obra le entrega, a juicio de su autor, indicaciones precisas de


cómo debe ser su lector: atento y profundo para no dejarse llevar por la estética sino evaluar
desde la moralidad las obras que piensa consumir. La insistencia que presenta sobre el
calificativo malos solo será significativa para lectores asiduos y con una formación literaria
amplia71, que les permita determinar por sí mismos qué obra se adecúa o no a los intereses
de la Iglesia y de la Nación. Precisamente, insistiendo sobre esta suficiencia literaria y
autocensura, plantea -a partir de la página 13- una serie parámetros que le permitan al lector
el decidir por sí mismo ante obras que no estén contenidas en este u otro índice. Indicaciones
como evitar bajo pena de excomunión todos aquellos en los que se trate de socavar los
fundamentos de la religión, de los que enseñan sortilegios, adivinación o promuevan el
divorcio, son las que allí se presentan.

Después de indicar qué no se puede leer, el religioso presenta aquello que sí se puede
leer, pues reconocía la inquietud de sus lectores, a los cuales no podía dejar sin lectura alguna
que aportara a su moral. La respuesta del sacerdote descarga la responsabilidad en los autores,
pues son estos los que escriben malos libros, quedando pocos que merezcan ser

71
Es interesante cómo al presentar su obra, el padre Ladrón de Guevara explica el énfasis que pone en los malos
novelistas, los cuales son más abundantes que los buenos. Esto llama la atención por la nota de su editor en la
página 24, donde advierte que otra obra análoga se publicó en el extranjero, la cual también enfatiza en su título
un calificativo negativo por sobre uno positivo: Lecturas nocivas y útiles.

31
recomendados. Se pueden leer, entonces, todos aquellos libros que edifiquen a la familia, que
ensalcen la figura del santo Padre, que no contraríen las enseñanzas de la Iglesia ni la moral
pública; en otras palabras, son prescritos todas aquellas lecturas que refuerzan las estructuras
de poder que guían los destinos de la Nación. Por último, al preguntar ¿Qué hay que observar
acerca de los libros, de su prohibición, calificaciones, normas y criterios? El padre Ladrón
de Guevara ubica al lector en la tradición eclesiástica, la cual pide hacer a un lado las novelas
románticas, ya que estas “llevan a vivir soñando en aquella vida fantástica, sintiendo
repugnancia al trabajo, cobrando hábito de una vida muelle y perezosa” (p. 12).

Los principios generales de su índice se enumeran de la página 12 a la 15 y sirven de


marco de comprensión para los juicios que emite sobre los 2.057 novelistas que juzga en esta
primera edición. Con estos se refuerza la noción de un lector capaz, autónomo y con procesos
internos de cesura, tal y como lo presentó el profesor Darnton en Censores trabajando.
Luego, a partir de la página 15 y hasta la 22, el sacerdote explica qué significa cada
calificativo, de modo que el lector sepa interpretar los matices entre una y otra categoría, es
decir, entre el impacto moral de uno u otro autor.

Si bien esta investigación se ocupa de la primera edición de Novelistas malos y buenos


(1910), vale la pena traer a mención un anexo que presenta la segunda edición de esta obra,
publicada en Bilbao, España. Los nueve tesoros que se pierden con la lectura de novelas72
permiten clarificar aun más la imagen de lector que propone la obra. Según el anexo, al leer
novelas se pierde:

- Tiempo y dinero: La novela es un género caro, y aquellas que son por entregas son
“un verdadero robo que se hace a domicilio”).

72
Basadas en el tomo III de Curiosidades preguntadas por los lectores de El Mensajero de Corazón de Jesús
(1906), del padre Remigio Vilariño Ugarte, S.J. Novelistas malos y buenos (Antología), los recoge completos
a partir de la página 181.

32
- Laboriosidad: La lectura aparta al lector de sus quehaceres y de su responsabilidad
con el progreso social73.
- La pureza: Riesgo particular con las novelas de amor.
- La conciencia: Presenta a los colegios como instituciones morales que desvirtúan su
misión si promueven la lectura de novelas74.
- El corazón: El pretendido lenguaje técnico con que el padre Ladrón de Guevara
encabezó su obra se atenúa en estos momentos para hablarles a señoritas escolares.
- El sentido común de esta vida: La novela crea la ilusión de otros mundos, muchas
veces idealizados, que alienan a la señorita de su realidad.
- La paz: Las novelas presentan vidas ideales que no se corresponden con la realidad,
por lo que generan frustraciones en quienes las leen.
- La piedad: Quien lee novelas no tiene verdadera piedad; es decir, no se puede
conciliar la lectura de novelas con la fe católica.

En síntesis, se podría decir que Novelistas malos y buenos plantea una imagen de
lector que coincide perfectamente con el ideal de Nación vigente durante la Hegemonía
Conservadora, pues esculpe como modelo ideal de ciudadano de la patria y de la Iglesia a un
cristiano devoto y practicante que tiene por principio la laboriosidad (la lectura inmoviliza el
cuerpo del lector)75 y que al recurrir a la lectura lo hace con “autonomía”, desde los
parámetros de las enseñanzas de la Iglesia y el bien de la patria. Para él, un lector no debe
leer por gusto y ocio, sino por una preocupación de crecimiento moral. En más, la obra perfila
a un lector capacitado e inquieto, con grandes competencias lectoras y posibilidades

73
Esta edición particulariza aún más al lector, pues dirige este ítem alas señoritas que están en sus colegios. Les
dice: “Niñas, si en el colegio se os ha despertado la afición á leer más que á trabajar, sois desgraciadas. Porque
ni filosofía, ni ascética, ni historia, ni ningún libro serio, no leeréis mucho: lo sé. No haréis otra cosa que leer
novelas, como tantas jóvenes que salen hoy incapaces de otra cosa ninguna. Casi valiese más que salieran sin
saber leer” (p. 525). Este ideal de la formación de la mujer a partir de ciertos parámetros religiosos fue reforzado
por las conclusiones del primer Concilio Plenario Latinoamericano, que propone, entre otras, que los padres de
familia no inscriban a sus hijas en escuelas en las que la Iglesia no tiene lugar.
74
“Desde 1887, la iglesia fue una de las instituciones con mayor influencia en la promoción de la lectura y la
configuración de un lector ideal, pues tuvo a su cuidado el autorizar publicaciones escolares e impartir clases
en sus propios colegios. Cf. PÉREZ, Shirley. Inmorales…, 189.
75
“Odia singularmente el jesuita la capacidad que la novela muestra de confundir sus mundos quiméricos con
las aspiraciones y vida íntima de sus lectores, que serían así arrastrados por la persuasión elocuente hacia una
escena otra, peligrosa y mortal”. Novelistas malos y buenos (Antología)… p. 17.

33
económicas para adquirir libros o negarse a leerlos76. Si bien es cierto que su obra prestó un
servicio a sus “hermanos en el ministerio” -sin formación literaria para enfrentar los
cuestionamientos de los feligreses-, es interesante el aporte del contexto educativo femenino
ya desarrollado77, más en lo que respecta a las mujeres, pues ellas eran vistas como potencial
de madre educadora, es decir, multiplicadora del mensaje religioso y de sus valores78. Se
debe cerrar este perfilamiento del lector advirtiendo que, por su misma naturaleza de índice,
Novelistas malos y buenos servía de manual para un lector sin rostro y en formación, uno
que, aun siendo católico, no contaba con acceso a ciertas obras y debía considerar muy bien
cada inversión.

El lector ideal de Novelistas malos y buenos será un aporte más de la Iglesia a la


consolidación de una sociedad unitaria, en la que la Iglesia es garante de los derechos de sus
fieles y veedora de sus obligaciones civiles79. Por lo tanto, se tiene a la Iglesia como un
elemento constitutivo de la política, pues le correspondía a esta “salvar a los individuos y á
las sociedades”80, ya que el Estado tiene como parte de su misión el contribuir al progresivo
perfeccionamiento del hombre en sociedad, para lo cual la propuesta católica se ajustaba
totalmente. “Con esta altísima política -implantar el sublime ideal del Evangelio- la Iglesia
aspira á una gran ambición; conseguir la paz de los pueblos y evitar las revoluciones que
siempre han sido más fatales que las más insufribles tiranías”81.

76
“El censor tiene entonces la posibilidad de juzgar en muchas ocasiones obras que aún no han sido evaluadas
por el público, es decir, que valora solo la intención mas no el hecho”. PÉREZ, Shirley. Inmorales…, pp. 184.
77
Antonio de Jesús Romero, en Por la Iglesia. Artículos políticos religiosos sobre asuntos de actualidad
(Escuela tipográfica salesiana, Bogotá 1910), sostiene que es debe de la Iglesia el levantar su voz ante los
legisladores que permitan o promuevan corrientes en el ramo de la instrucción pública para la juventud., pp. 6.
78
DE GIOGIO, Michela. El modelo católico. Historia de las mujeres en occidente (Tomo IV), Taurus. Madrid
(1992). Por su parte, el profesor Raúl vallejo dice que “en todas las escenas alabadas por Ladrón de Guevara,
las mujeres adoptan una actitud de recogimiento místico, entregadas a la oración como una forma de representar
la paz de la vida familiar, que es un bien deseado”. En Héroes, amantes y cantautores de la patria, pp. 298.
Línea similar la presenta ADRIANA Suárez en La representación de la mujer y los ideales del pensamiento
colombiano a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX: la metáfora de la falsa inclusión, Revista La
Palabra No. 24 (2014), pp. 36.
79
PÉREZ, Shirley. Inmorales…, pp. 183: “Durante los años 1886 y 1930 el gobierno y la iglesia emplearon la
censura como una herramienta para mantener al margen nuevas modas, costumbres y pensamientos”.
80
Cf. ROMERO, Antonio. Por la Iglesia…, pp. 28.
81
Ibíd., 153.

34
El señor Rafael Núñez entendió que la base para la unificación y para un proyecto de
Nación era la Iglesia Católica, por ser la institución más fuerte y de mayor tradición en
Colombia82. Muestra de esto en el campo de la literatura fue la ley 32 de 1886 sobre la
propiedad literaria, limitando su ejercicio a la censura con arreglo a las leyes y la moralidad
pública. Esta última se identifica con la moral cristiana en el artículo 13 de la ley 153 de
1887.

La profesora Diana Guzmán, en Memoria y canon en las historias de la literatura


colombiana (1867-1944), explica que “el hombre piadoso era, a su vez, un sujeto capaz de
producir una literatura que estuviera en concordancia con el proyecto político de los
conservadores, quieres encontraban en el uso de la lengua, la expresión más clara de una
tradición”83, por lo que se entiende su utilidad en el proyecto de Nación que se adelantaba en
el país.

La pretensión del padre Ladrón de Guevara es constituir un canon en el que el


Evangelio sea la matriz constitutiva de toda operación creadora y lectora, no solo en Bogotá
sino en todo lugar donde su obra fuera conocida; así pues, por ejemplo, de los 97 autores
hispanohablantes juzgados en su primera edición, 58 son colombianos, y de estos, solo unos
pocos pasan por su racero moral (tiene 23 categorías para condenar y solo 4 positivas).
Analizar la postura que el autor toma frente a uno y otro permitirá detallar aun más la imagen
del lector, pero ello supone un conocimiento profundo de sus características literarias.
Presentamos a continuación un ejemplo de cada extremo: una autora recomendada como
Soledad Acosta de Samper y unos que deben evitarse: Jorge Isaacs y Vargas Vila.

A la señora Soledad Acosta de Samper la tiene como célebre literata que merece
elogios por sus aportes a las letras nacionales y de piedad reconocida. A esta escritora

82
Cf. TIRADO, Álvaro. El Estado y la política en el siglo XIX. Manual de historia de Colombia. Colcultura,
Bogotá (1982), pp. 378-379; URREGO, Miguel. Intelectuales, Estado y Nación en Colombia. Siglo del
Hombre, Bogotá (2002), pp. 28.
83
GUZMÁN, Diana. Memoria y canon en las historias de la literatura colombianas (1867-1944). Ediciones
USTA. Bogotá (2015), pp. 52.

35
bogotana es a la que más páginas le dedica el padre Ladrón de Guevara, tanto que menciona
que tuvo la deferencia de hacerle saber el juicio que emitiría de su obra antes de ser publicado:
“ha sido la de comunicarle nuestro modo de pensar acerca de sus obras, esperando su
contestación antes de pasar a imprimir nuestro juicio. La hemos recibido pronta y atenta” (p.
183). En su respuesta, citada allí mismo, Soledad Acosta insiste en “haber siempre y en toda
ocasión defendido con su humilde pluma y con energía la Religión Católica, Apostólica,
Romana”. El padre Ladrón de Guevara la recomienda por iniciativas como El Domingo de
la familia cristiana. Considera a Los Piratas en Cartagena. Crónicas histórico-novelescas
(1886) como buena, es decir, que se adecúa a la única y verdadera religión: “No concedemos
el apelativo de buenas sino á las novelas que contribuyen positivamente á fomentar ó
conservar la fe y las buenas costumbres, según la moral católicas” (p. 19).

Por su parte, Jorge Isaacs recibe el calificativo de poco edificante, categoría que no
está presente en las páginas preliminares, aunque sí da sus razones al hablar de María, de la
que considera peligrosa por su sensualidad, especialmente por el episodio en que Salomé y
Efraín se van solos al río, “con lo demás que allá se cuenta” (p. 220). Ahora bien, Vargas
Vila no recibe mejor trato, pues sus obras reciben calificativos como impías, deshonestas,
gravemente peligrosas y dañosas. Por dañosas tenía el padre ladrón de Guevara aquellas
novelas que afectaran las ideas y costumbres; por impío se refiere a la ofensa que autores
hacen de la religión y que son una aberración para el entendimiento (Cf., p. 16-17).
Deshonesto es una categoría reservada para aquellos que pecan gravemente contra la
castidad. Obras como El alma de los lirios, Aura ó las violetas, Ibis, Prosas-Laudes y
Laureles rojos, “escupen contra muchos católicos”.

5. Conclusiones

La Iglesia Católica es una de las instituciones más relevantes en la historia de


Colombia, por lo que es necesario estudiar a fondo su presencia y actuación en torno al
mundo del libro y la configuración de su ideal de lector-ciudadano. Por lo mismo, no se puede
desconocer la profunda relación simbiótica que existía entre el Partido Conservador y la

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Iglesia durante la Hegemonía Conservadora, pues estos se colaboraron mutuamente para
adelantar sus fines y consolidar un proyecto de nación unitaria, católica y centralista.

Novelistas malos y buenos no fue el esfuerzo aislado de un jesuita, sino que se levantó
como una herramienta idónea y eficaz que buscó contribuir a la consolidación del ideal de
Nación imperante. En su obra, el padre Ladrón de Guevara sintetiza los lineamientos
eclesiásticos y políticos de su tiempo, de manera que sus lectores contaran con un material
útil para su perfeccionamiento moral y cívico. Preocupaciones por la centralidad (política y
religiosa), la laboriosidad, la moralidad, la oposición al modernismo y el liberalismo, la
promoción de la paz y la familia, lo mismo que la crítica a las revoluciones, son puntos de
confluencia en Novelistas malos y buenos. Esto, recordando lo planteado por Darnton, es
censura, es planificación.

La Iglesia Católica contó con el apoyo y la promoción del Estado para llevar adelante
su agenda, tanto que, por medio de la Constitución de 1886, tratados internacionales como el
Concordato y leyes de la República, se le entregó gran protagonismo a la institución católica
en el país, especialmente en lo que tenía que ver con la planificación de educación según el
ideal máximo del Evangelio.

Novelistas malos y buenos perfila la imagen de un lector competente y crítico, capaz


de obrar a conciencia ante la posibilidad de leer obras no recomendables para el bien de su
alma ni el bien público, ese censor interno del que habla Darnton. También, lo caracteriza
como una persona creyente y practicante, con formación intelectual suficiente para abordar
obras de todo tipo. Recomienda, por lo mismo, evitar novelas de amor por distraer y conducir
a la inmoralidad, alabando aquellas que ayuden a reforzar el mensaje cristiano, mismo
impulsado por Miguel Antonio Caro y Rafael Núñez.

El lugar de la Iglesia católica como agente editorial actual es el gran desconocido en


la historia de la edición en Colombia, por lo que será oportuno adelantar investigaciones
sobre la materialidad de sus obras, sus procesos editoriales y cadena de circulación. También,

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es necesario profundizar en Novelistas malos y buenos, indagando sobre los cambios
sustanciales de cada edición y un análisis del discurso profundo que abarque toda la obra, lo
cual desembocará en el perfilamiento completo de su lector ideal y, por lo mismo, de su
modelo de ciudadano ejemplar, parte del ideal de Nación.

Puede que Novelistas malos y buenos resulte incompresible e irrisoria a juicio de los
lectores modernos, pero en su tiempo significó un punto de referencia para el medio editorial
católico en Colombia. Queda la invitación de profundizar en esta paradigmática obra.

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