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Un río

La cadencia cantarina del ritmo ancestral cobijada en la mirada

Elegía verde porque sí, así es.

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Aliteración

Estos poemas tienen como fondo una forma que es la crónica. La repetición nos dice más sobre el
fenómeno tratando de captarlo en su integridad desde la imaginación que engendra la realidad.
De este modo toda sugerencia del poema pide como soporte y como pátina a la realidad. De este
modo la poesía que es imaginación pura se convierte en objetividad palpable. Pues cada verso es
la reconfirmación de todos. Y en alguno ha de coincidir con tu sentir y pensar. He ahí su
universalidad.

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En Rioja, después de almozar patarasha con inguiris al estilo awajún, preparada por la compañera
de Luis Salazar Orsi, rodeados de las telas naturales del Tigrillo, entre árboles, en la sobremesa
tomando una infusión de sachalbahaca, Luis me dice: para hablar de literatura amazónica
debemos partir , hacia atrás y hacia delante en el tiempo, de dos poetas, cada uno a su modo:
Calvo de Araújo y Germán Lequerica. Son imprescindibles la lectura de Paiche y La búsqueda del
alba. Le creí a ojos cerrados. Y comparto su postura. Hablamos largo sobre el poeta Germán que
no lo había leído y quise conocerlo. Traigo esto a colación porque fue el inicio de mi viaje para
llegar hasta acá.

Luego de eso, ni bien pisé Lima investigué sobre Germán en internet, visité la Bnp, encontré tres
libros de suyos, entre ellos La búsqueda del alba, luego de su lectura me quedé en silencio, oía
grillos, sapitos…el viento. Atolondrado por tanto y callado. De pronto surgió una pregunta, por qué
en mis 11 años de lector responsable no he escuchado de Lequerica en Lima. La respuesta viene
siendo combativa y en parte respondida por La búsqueda del alba… otra historia que germina.

Conocer a Lequerica me llevó a conocer a mi amiga, la gran poeta surrealista Sui yun. En Santa
Eulalia, me contó sobre “Ahasverus”, el último poema de Germán que ella incluyó en su plaqueta
Cantos para el mendigo y el rey.

Y conocer a Sui yun me llevó a conocer a Carlos. Editar Las provincias secretas cerró la espiral que
comienza a abrir otra más grande. Este libro está signado y conjurado desde la más alta poesía.

A Carlos lo conocí precisamente hace once años, cuando empezaba a ser un lector responsable. En
mis búsquedas libreras me encontré con La mirada del búho. Recuerdo que ese libro fecundó mi
interés por leer a todos los Copés, no sé qué libros me desanimaron de ese placer.

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