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PENSANDO EN VOZ ALTA.

El expresidente Uribe es zorro viejo que amedrenta echado y pone sus peleles a hacer el trabajo
sucio, mientras se reserva el papel de buen hombre. Así pasa con la asquerosa reforma tributaria
que el títere llama rimbombantemente “Reforma Social, Solidaria y Sostenible”, con la esperanza
que, al bautizar con nombre humanista al atropello, seduciría a los ciudadanos que nos cree
bobos. Pero “se le fue el tiro por la culata” según enseña la filosofía popular. ¿Cuál ha sido el papel
del “presidente eterno”, en este proceso? Pues, que le ordenó a su pupilo, presentar el
esperpento a condición de que al primer “chapaleo” popular, él saldría a desautorizar el engendro,
como en efecto lo hizo. Pero le dejó fatales consecuencias a él, el gobierno y a su organización
política, a la que también dividió. Los partidos de la oposición como los de la coalición se
indignaron y ya le decretaron la muerte de tercera al atraco. Nadie niega que el estado necesita
dinero para realizar sus programas sociales. Pero, aprendan al presidente Biden que va a subir
impuestos a los poderosos porque así es la justicia social. Ese es el ideario del socialismo liberal-no
marxista- que necesita Colombia y que tanta urticaria despierta entre la derecha uribista.

El presidente pagó una millonada a la misión de expertos extranjeros que recomendaron lo mismo
que nuestros sabios economistas, Kalmanovitz Sarmiento y Ocampo: gravar altas pensiones y
sueldos; eliminar exenciones tributarias de las que gozan muchas y poderosas empresas, combatir
le evasión y perseguir sin cuartel el perverso contrabando que elude las responsabilidades fiscales,
amén de incentivar la economía informal, entre otras cosas. Pero, en todo caso, no meter la mano
al bolsillo de los trabajadores de bajos ingresos. Nada tuvo en cuenta este pobre hombre que
tenemos de presidente. Pero, los dirigentes tradicionales, con honrosas excepciones, como
Velasco, García y José Daniel López-qué gran congresista y joven promesa-, no se están apartando
del gobierno por convicción. No, señores; es porque la encuesta Datos y Conceptos les mostró la
rabia de los colombianos quienes sentenciaron no votarán por alguien que haya aprobado el
atropello duquista. Y, al castigo del voto sí le temen los desvergonzados que, en el 2018, fueron
capaces de ponerse del lado “del que diga Uribe”, a sabiendas de que nada bueno le esperaba a
este martirizado país. Ojo con el 22, cuando podremos darle la vuelta a esta tragedia.

Jaime Bedoya Medina. Publicó.

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