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FAMILIA y PROFESORADO ANTE EL AÑO ESCOLAR 2021

Por: Eber H. Beltrán García,


Profesor.

Comentar acerca de lo que las autoridades y equipo de trabajo del Ministerio de


Educación han planificado para la gestión de las actividades académicas durante el presente
año en los diferentes niveles de la Educación Básica sería redundar ante la información que vía
diversos medios de comunicación han brindado el señor ministro y otros directivos. En esta
oportunidad urge a las familias y a los maestros y maestras asumir una actitud más dinámica y
coordinada con la responsabilidad social que a ambas instituciones corresponde con relación al
principal objetivo de la educación.
Es cierto que la estrategia “Aprendo en casa” tuvo considerables falencias, muy notorias
en el modo en que se condujeron los programas emitidos por televisión, con mayor incidencia
en el Nivel Inicial. Por historia sabemos que, cuando el despacho de Educación fue conocido
como de “Instrucción Pública” y formaba parte del Ministerio de Instrucción, Beneficencia y
Negocios Eclesiásticos (1837 - 1843), tuvimos como ministros de Educación a dos clérigos y un
abogado. En 1842 se desató la anarquía estableciéndose un Ministerio General; y, restaurada
la constitucionalidad, en 1845 se reordenaron los distintos ministerios. Posteriormente,
en 1852, se creó el Ministerio de Justicia, Negocios Eclesiásticos, Instrucción y Beneficencia,
por lo que hasta 1855 tuvimos por ministros a dos clérigos y tres abogados. Desde 1856 hasta
1862, periodo en que funcionó el Ministerio de Justicia, Instrucción y Beneficencia se encargó
la educación de los peruanos a cuatro abogados.
Desde 1862 hasta 1896 operó el Ministerio de Justicia, Culto, Beneficencia e Instrucción
Pública. En este período tuvimos en el cargo de ministros a: veintinueve abogados, tres
catedráticos universitarios, un profesor, dos clérigos, cuatro historiadores, un militar, dos
diplomáticos, un escritor y once ministros más cuyas profesiones u oficios no están registrados
con claridad en los archivos. A partir de 1896 el Ministerio toma el nombre de Justicia,
Instrucción y Culto con lo cual se sucedieron en el cargo de ministros: seis abogados, seis
catedráticos universitarios, un profesor, un escritor y cinco ministros más de profesión u oficio
desconocido. Esta entidad permaneció en pie hasta el año 1911. Después de esta fase se
instauró el Ministerio de Justicia, Instrucción, Culto y Beneficencia (1911 - 1935) y se
sucedieron en el cargo: catorce abogados, un oficial del Ejército, dos periodistas, un profesor,
tres catedráticos universitarios, un político, un historiador, dos médicos, dos escritores y once
personas más de profesión u oficio no registrado.
Posteriormente, en el Ministerio de Educación ocuparon el máximo cargo: un militar y un
ministro de profesión u oficio desconocido (1935 - 1939); un abogado (1939 – 1943); un
ingeniero (1943 – 1945); dos ingenieros y un ministro de profesión u oficio desconocido (1945 –
1948); un médico psiquiatra y un oficial del Ejército (1948 – 1952); un capitán de navío en retiro
(1952 – 1954); un oficial del Ejército (1954 – 1955); un abogado, un filósofo y un oficial del
Ejército (1955 – 1956); un historiador (1956 – 1957); un ingeniero (1957 – 1958); dos
historiadores y un abogado (1958 – 1959); un médico y tres personas de profesión u oficio
desconocido (1959 – 1962); un Vice-almirante de la Marina de Guerra (1962 – 1963); un
filósofo (1963 – 1964); un oficial del Ejército (1964 – 1965); un filósofo y un ingeniero (1965 –
1966); un filósofo, un ingeniero, un lingüista, un historiador y un médico (1966 – 1968); cinco
oficiales del Ejército (1968 – 1980); un filósofo, un ingeniero, un periodista, un abogado y un
educador (1980 – 1985); un abogado y cinco educadores (1985 – 1990); un educador, siete
abogados, tres ingenieros y un administrador (1990 – 2001); un sociólogo, dos educadores y
un arquitecto (2001 – 2006); un ingeniero y un educador (2006 – 2011); una socióloga y un
economista (2011 – 2016); dos educadores (2016 – 2018); un economista, una educadora y un
sociólogo (2018 – 2020); un educador (del 12 al 17 de noviembre de 2020); y, finalmente,
desde el 18 de noviembre de 2020 hasta la fecha a un psicólogo como Ministro de Educación.
En resumen, esta breve referencia explica –en parte- porqué la Educación en nuestro
país no guarda mucha relación con la realidad; pues, en la mayoría de los casos se ha
encargado uno de los ministerios vitales a personas cuyo conocimiento, capacitación y manejo
sostenible del mismo eran exiguos; situación que no acontece en el caso de otros sectores,
caso contrario preguntémonos: ¿Por qué el Ministerio de Salud no lo dirige un profesor o una
profesora? O, ¿Por qué el Ministerio de Economía no lo dirige un Licenciado en Educación?
Antes de terminar el año escolar 2020 el Ministerio de Educación informó que
aproximadamente unos 300,000 escolares (es decir, el 15% de matriculados en todo el país)
habían dejado de asistir a clases virtuales. Estudiosos como De Witte, Cabus, Thyssen, Groot y
Van den Brink (2013); y, Dussaillant (2017) reiteraron en su momento que la deserción
constituye uno de los mayores fracasos de la política educativa, pues trae consigo
consecuencias que pueden extenderse para toda la vida e incluso de forma intergeneracional.
Por una parte, ha dependido en gran medida de la forma en cómo quienes gestionan y orientan
los aprendizajes han presentado el nuevo contexto educativo a cada estudiante y a sus
familias; y, qué nivel de dominio de las TIC’s y otras estrategias ostentó cada profesor y
profesora desde el inicio del trabajo escolar remoto. Por otra parte, también dependió de la
cultura familiar de cada estudiante, lo cual habría permitido una mayor o menor capacidad de
apertura al cambio de la modalidad presencial a la modalidad virtual (o remota).
Durante la primer fase de la pandemia que aparece en 2020 todos los actores de la
educación tienen que haber asimilado esta inigualable experiencia, de manera que en 2021 se
encuentren en disposición de asumir el reto del nuevo año escolar: el profesorado con objetivos
más claros, programaciones ajustadas a la realidad de cada provincia y comunidad; con una
visión clara y concreta de las familias con relación al proyecto de vida de sus hijos e hijas; y,
por parte del Estado, con el apoyo logístico para el equipamiento tecnológico pertinente.

Es evidente que la mayoría de familias en 2020 buscó la manera de evadir el


acompañamiento a sus hijos e hijas durante la emisión de los programas por radio y tv y
“Aprendo en casa”; y, con más certeza durante el desarrollo de las sesiones de aprendizaje con
cada maestro y maestra. Asimismo, muchas familias informaron que una importante franja de
docentes remitía la clase en un audio grabado vía WhatsApp, mientras otros resumieron toda la
jornada pedagógica a media o una hora diaria. También hubo permisivismo postergando la
formalidad y respeto durante el desarrollo de cada clase. Por su parte, el MINEDU puso a un
costado a los educadores para encargar a algunas animadoras de televisión el desarrollo de
las sesiones de aprendizaje televisadas y cualquier contingencia se justificó con la llegada de la
pandemia y la asunción de una experiencia nueva con relación al uso de la estrategia asumida.
Es importante que las familias estén informadas de la malla temática que ha de
desarrollarse en cada ciclo de estudios, la secuencia lógica que mantienen y el nivel de
profundidad al desarrollarse los temas en los diferentes Niveles de la Educación Básica.
Algunos colegios privados de gran envergadura y prestigio han tenido un ausentismo
considerable en el proceso de matrícula del presente año (quizá no cubrieron las expectativas
de las familias), situación que ha obligado a sus promotores a prescindir de los servicios de
algunos de sus colaboradores y, en otros casos, les han reducido la remuneración hasta
menos de la mitad de lo habitual. Recordemos, también, que, desde la década de los años ´80
el MINEDU y otras entidades han promovido con mucha frecuencia capacitaciones en el manejo
de computación y materias afines; no obstante, gran parte del profesorado quizá no tuvo
oportuna visión y optó por no perfeccionarse en esta rama del conocimiento, mientras las
nuevas generaciones mostraban ya desde temprana edad un apego y dominio casi natural de
los PC y los modernos equipos de telefonía móvil que las grandes transnacionales ofertan sin
tregua alguna. A todo esto, los educadores que no estuvieron a la vanguardia de la tecnología
eran ridiculizados en su propio terreno por sus estudiantes. Estas y otras razones más nos han
de llevar a considerar que aún estamos a tiempo de reflexionar en el hecho irrefutable de que
quien escoge como profesión el ser Educador debe asumir mayor responsabilidad y esfuerzo
en su formación profesional y en el ejercicio de la vocación que ostenta; las autoridades de la
institución que forma al maestro o maestra deben seguir paso a paso la labor de quienes
prepararon para ese encargo social. Asimismo, quien dirige una escuela debe no sólo ser líder
sino que, además, debe inculcar permanentemente, la auto exigencia, sencillez y liderazgo a
su profesorado de manera que no sólo impulse o promueva en este excelencia en la calidad
educativa, sino, sobremanera, calidez humana en el ejercicio de la función docente y la función
orientadora. Las familias deben tener experiencias más cercanas con la institución educativa
que instruye a sus hijos e hijas y asumir su rol con seriedad y alegría, en tanto la casa de
estudios se proponga evolucionar y desarrollar mayor capacidad de apertura al cambio para
poder sostener su responsabilidad, por cuanto no se trata de promover al grado inmediato
superior en función a las calificaciones aprobatorias; cada maestro y maestra de Educación
Básica tiene la misión de lograr que sus estudiantes amen lo que aprenden en cada área del
conocimiento.

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