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José Benito Cottolengo, Fue un sacerdote italiano, que dedicó su vida Poco a poco se fueron levantando varios edificios

ificios donde se recibían


a la ayuda de los más desamparados y necesitados. Nació en Bra, un toda clase de enfermos. Una casa fue construida para personas con
pueblo al norte de Italia el 3 de Mayo de 1786, fue el mayor de doce discapacidad mental, a quienes llamaba “mis queridos amigos” y
hermanos y estudió en Turín, hasta conseguir el diploma de doctora- fueron todos aceptados sin ningún tipo de discriminación.
do en Teología.
El padre José Benito Cottolengo, murió a los 56 años, el 30 de Abril de
Cuando fue ordenado sacerdote celebraba Misa a las tres de la 1842. Sus últimas palabras antes de morir fueron: “Que alegría
mañana, para que los campesinos pudieran asistir antes de ir a traba- cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor (salmo 122) El Papa Pio
jar, y tenía una frase que repetía a menudo “La cosecha será mejor XI lo declaró santo en 1934 junto a su amigo Juan Bosco.
con la bendición de Dios”.
El padre José Benito Cottolengo, murió a los 56 años, el 30 de Abril de
Cuando se encontraba en Turín, tuvo que asistir impotente a la 1842. Sus últimas palabras antes de morir fueron: “Que alegría
muerte de una mujer que dejaba varios niños huérfanos, porque le cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor (salmo 122) El Papa Pio
habían negado ayuda, debido a su condición de extrema pobreza. XI lo declaró santo en 1934 junto a su amigo Juan Bosco.
Debido a esta dura experiencia es que tuvo la idea de crear una casa
para acoger y aliviar el dolor de los más necesitados y de condición Inspiración para Don Orione
más humilde. Para poder llevar a cabo esto vendió todas sus perte- Cuando don Orione era muy joven, a los 14 años, lo aceptan en el
nencias y consiguió cinco piezas que le permitieron comenzar su internado salesiano ubicado en Turín, en el barrio “Valdocco”, allí
“obra” de bien, que se inauguró dando albergue gratuito a una ancia- conoció de cerca la casa de San José Benito Cottolengo, la “Pequeña
na paralítica. “No importa, todo lo pagará la Divina Providencia”, era casa de la Divina Providencia”, esto lo marcó en su vida y lo que más
una de sus frases de cabecera cada vez que daba asilo a una persona adelante será su propia obra. De su experiencia que vivió nos dejó el
sin recursos. siguiente relato:
“Cada vez que salíamos del internado yo deseaba ver los residentes
del Cottolengos. La gente los observaba. Algunos transeúntes se dete-
nían sorprendidos y luego meneaban la cabeza y murmuraban ¡Son
los del Cottolengo…!
Yo los miraba, deseaba encontrarlos. Los sentía hermanos, los amaba.
No conocía su país de origen y desconocía su nombre. No tenía
importancia. Salían desde un gran edificio; Pero el Cottolengo quiso
llamarlo “Pequeña Casa”, porque la casa de la Divina Providencia es el
universo.

Cuando en 1931 estalló una epidemia de cólera en Turín, las autoriza-


das de esa época ordenaron cerrar la casa del padre, con el argumen-
to que ese lugar era propicio para propagar la enfermedad.
El padre Cottolengo, sin desanimarse y perder la fe partió de Turín
hacia las afueras de la ciudad, a un barrio en la periferia llamado “Val-
docco”, donde fundó “la Pequeña Casa de la Divina Providencia” en
cuya entrada escribió una frase de San Pablo: “La caridad de Cristo
nos urge”.
Se podría pensar que son personas tristes, pero no, sonreían. Cuando
los veía o encontraba, observaba un rayo de serenidad en sus frentes,
como aquellos rayos de sol, deseado con ansias en los días de neblina,
que llegaban a alegrarnos después de los rigores invernales.
La Pequeña Casa es un milagro permanente de la Divina Providencia.
Contra el positivismo y el materialismo ¡está el Cottolengo! Allí hay
muchos más de los que yo encontraba durante el paseo. La mayoría
no puede salir: están en cama, postrados en camillas, sentados en
sillas de ruedas… los hay lisiados, crónicos, ciegos y deficientes, ancia-
nos y jóvenes, mutilados y paralíticos. Todos te miran con una sonrisa
en los labios… ¡Es un milagro!

¿Entonces por qué nuestra obra se llama Pequeño Cottolengo?


Como pudimos leer, Don Orione durante su juventud, incluso antes
de ser sacerdote, conoció esta impactante, pero maravillosa expe-
riencia de ser testigo de “La Casa Divina Providencia” fundada por
San José Benito Cottolengo, en ese momento la Casa tenía casi trece
mil residentes con diferentes discapacidades y necesidades.
Esa realidad fue su primer encuentro con los más pobres y con una
visión tan cercana de la discapacidad, es por esta inspiración que Don
Orione pensó lo que quería para su vida, siguiendo los pasos de José
Benito Cottolengo, con una fe ferviente en la Divina Providencia y con
amor a los más necesitados y abandonados por la sociedad. BIOGRAFÍA
Y viendo la “Casa de la Divina Providencia” de Turín se inspira en hacer
otros “Hogares” para los más necesitados, en otros lugares de Italia,
pero dice: “Mis hogares no pueden ser tan grandes con la Casa del San José Benito
Cottolengo
Cottolengo de Turín, por lo que los llamaré “Pequeños Cottolengo”.

“Busquen primero
el Reino de Dios
y su santidad,
y todo lo demás les
llegara por añadidura”

(San José Benito Cottolengo)

Presbítero y Fundador
de la Pequeña Casa de la Divina Providencia

- 30 de Abril -

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