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Tres semanas después de mi tercer viaje a las casas iglesias clandestinas en Asia, comencé mi primer

domingo como pastor de una iglesia en Estados Unidos. La escena era muy diferente. En lugar de
luces tenues, el auditorio de ahora estaba iluminado con luces al estilo de un teatro. En lugar de
viajar kilómetros a pie o en bicicleta para reunirse a celebrar un culto, habíamos llegado en vehículos
que en su conjunto valen millones de dólares. Vestidos con ropa elegante, nos sentamos en sillas
con cojines. Para ser sincero, no era mucho lo que estaba en juego. Muchos habían venido porque
esa era su rutina habitual. Algunos habían venido solo para ver quién era el nuevo pastor. Sin
embargo, nadie había venido a riesgo de su vida. Esa tarde, las multitudes llenaban el
estacionamiento del predio multimillonario en expansión de nuestra iglesia. Las madres, los padres y
sus niños saltaban sobre juegos hinchables. Se estaban discutiendo planes que contemplaban el uso
del terreno adyacente para construir un centro de recreación vanguardista con comodidades que
pudieran proporcionar más actividades como esta. Por favor, no malinterpretes esta escena. Estaba
llena de cristianos maravillosos, bienintencionados, con fundamento bíblico, que querían darme la
bienvenida y disfrutar los unos de los otros. Gente como tú y como yo, que solo deseamos la
comunión, que queremos participar en la iglesia y que creemos que Dios es importante en nuestra
vida. No obstante, como nuevo pastor que comparaba las imágenes que me rodeaban ese día con
las que todavía tenía frescas en mi mente de los hermanos y hermanas al otro lado del mundo, no
pude evitar pensar que en alguna parte del camino hemos perdido lo que es radical de nuestra fe y
lo hemos sustituido por lo RADICAL: VOLVAMOS A LAS RAICES DE LA FE 5 ejemplar de muestra -
adquiere el original en tu libreria amigaque es cómodo. Nos estábamos acomodando a un
cristianismo que gira en torno al cuidado de nosotros mismos, siendo que el mensaje central del
cristianismo es renunciar a nosotros mismos. DIGÁMOSLE A LA GENTE QUE SIGA A CRISTO Al final de
Lucas 9, encontramos una historia que habla de tres hombres que se acercaron a Jesús, ansiosos de
seguirlo. Sin embargo, de manera sorprendente, Jesús parece tratar de disuadirlos. El primer
hombre dijo: «Te seguiré a dondequiera que vayas». Jesús respondió: «Las zorras tienen
madrigueras y las aves tienen nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza»3 .
En otras palabras, Jesús le dijo a este hombre que no esperara tener un hogar en el viaje que tenía
por delante. Los seguidores de Cristo no tienen garantía de que sus necesidades básicas de refugio
estarán cubiertas. El segundo hombre le dijo a Jesús que su padre acababa de morir. El hombre
quería regresar, enterrar a su padre y luego seguir a Jesús. Jesús le respondió: «Deja que los muertos
entierren a sus propios muertos, pero tú ve y proclama el reino de Dios»4 . Recuerdo vívidamente el
momento en que mi padre murió de manera inesperada de un ataque al corazón. En medio del
inmenso dolor de los días que siguieron y del profundo deseo de mi corazón de honrar a mi padre en
el funeral, no puedo imaginar oír esas palabras de Jesús: «Ni siquiera vayas al funeral de tu padre.
Hay cosas más importantes que hacer». Un tercer hombre se acercó a Jesús y le dijo que deseaba
seguirlo, pero antes de hacerlo, quería despedirse de su familia. Jesús no se lo permitió. Le dijo:
«Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado es apto para el reino de Dios»5 . Dicho
de manera sencilla, una relación con Jesús requiere una devoción total, superior y exclusiva.
Quedarse sin casa. Dejar que alguien entierre a tu padre. Ni siquiera despedirte de la familia. ¿Es
sorprendente que, después de lo que leímos en Lucas 9, Jesús tuviera éxito en convencer a estos
hombres de que no lo siguieran? RADICAL: VOLVAMOS A LAS RAICES DE LA FE 6 ejemplar de muestra
- adquiere el original en tu libreria amigaLa primera vez que oí predicar sobre este texto fue de labios
del Dr. Jim Shaddix. Era mi profesor en predicación y me había mudado a Nueva Orleans
específicamente para estudiar con él. Al poco tiempo de llegar allí, el Dr. Shaddix me invitó a viajar
con él a una reunión especial donde debía hablar. Me senté en la primera fila, en medio de cientos
de personas, y escuché cómo comenzaba su sermón. «Esta noche mi objetivo es disuadirlos de
seguir a Jesús». Abrí los ojos asombrado y confundido. ¿Qué estaba pensando? ¿Qué estaba
pensando yo? Acababa de mudar mi vida a Nueva Orleans para estudiar con un hombre que
persuade a la gente de que no siga a Jesús. El Dr. Shaddix predicó el sermón exactamente como lo
describe Lucas 9, y les dio advertencias a los potenciales discípulos sobre lo que implica seguir a
Jesús. Al final, invitó a la gente que deseaba seguir a Cristo a que pasara al frente. Ante mi sorpresa,
muchos en la multitud se levantaron de sus asientos y pasaron adelante. Me quedé sentado
estupefacto y comencé a pensar: Entonces, esto es una táctica de predicación, una especie de
psicología inversa santificada. Y da resultado. Si les dices que tratarás de persuadirlos para que no
sigan a Jesús, responden en multitud. Estaba decidido a intentarlo. A la semana siguiente, me
encontraba predicando en un encuentro juvenil. Siguiendo el ejemplo del Dr. Shaddix, me paré
orgulloso frente a los estudiantes reunidos esa noche y anuncié: «Mi objetivo esta noche es
disuadirlos de seguir a Jesús». Pude ver que los líderes del encuentro abrían los ojos preocupados,
pero yo sabía lo que hacía. Después de todo, hacía unas pocas semanas que estaba en el seminario y
esto lo había visto hacer antes. Entonces, prediqué el mensaje e invité a los estudiantes que querían
seguir a Cristo a pasar adelante. Al parecer, tuve más éxito que el Dr. Shaddix al predicar ese
mensaje. Digamos que estuve parado solo en el frente durante un momento hasta que por fin el
organizador del encuentro decidió que era hora de terminar. Por alguna razón, nunca volvieron a
invitarme. Contrario a lo que hubiera podido pensar de Lucas 9, Jesús no utilizaba un truco para
conseguir más seguidores. Solo dejaba en claro con osadía y desde el principio que, si lo sigues,
abandonas todo: tus necesidades, tus deseos y hasta tu familia. RADICAL: VOLVAMOS A LAS RAICES
DE LA FE

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