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"AÑO DEL BICENTENARIO DEL PERÚ: 200 AÑOS DE

INDEPENDENCIA"

UNIVERSIDAD NACIONAL DE TUMBES


FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS

ESCUELA PROFESIONAL DE ADMINISTRACIÓN

Curso:

GESTION PUBLICA

Docente:

MURGA FERNANDEZ, GILMER RUBEN

Ciclo: V

Estudiante:

LADINES SARANGO, LEONEL ALDAIR

Tumbes – Perú
2021
INTRODUCCIÓN

Una de las formas más sencillas de la administración, en nuestra sociedad, es la


administración del hogar y una de las más complejas la administración pública. El
nacimiento del fenómeno administrativo se da con la humanidad y por su carácter
Universal, lo encontramos presente en todas partes. La administración se vuelve
necesaria cuando existen recursos que deben ser manejados con eficiencia,
eficacia y economicidad. El éxito de un organismo social depende, directa e
inmediatamente, de su buena administración.

La evolución histórica de la administración Pública no es breve, breve puede ser la


exposición que se haga acerca de su desarrollo a lo largo de la historia, pero la
inmensa cantidad de hechos suscitados durante distintas épocas hace complejo su
estudio.

Es por ello, que el presente trabajo expone los hechos y sucesos generales referidos
a este proceso, que durante decenas de siglos ha acompañado a la humanidad.
1. Relato histórico de la evolución de la Administración Pública en el Perú y
en el mundo.

En términos históricos, el estado peruano ha sido considerado probablemente como


el principal agente económico en el desarrollo de un país. En casos como el
peruano, si bien el Estado no se ha abocado en forma primordial a una faceta de
“productor” de bienes, si bien es evidente que ha asumido un conjunto de roles y
parámetros que justifican dicha actuación, siendo el una de las partes principales
de ellos, lo establecido en el artículo 60º2 de nuestra Constitución Política desde
1993, en virtud del cual, su intervención como agente económico en materia
empresarial, se debe dar sólo cuando medie la autorización legal y exprese razones
de alto interés público o manifieste la conveniencia nacional que se acompañen de
un rol subsidiario en la actuación del Estado. Debe quedar claro, que dichas
limitaciones no enervan el rol protagónico que el Estado ostenta como consumidor
de bienes y/o servicios. Tal circunstancia genera la necesidad de cumplir con un
conjunto de tareas, que implican el desarrollo de numerosas actividades que se
encuentran plasmadas en documentos que tienen naturaleza contractual. En el
marco de las relaciones contractuales que entabla el Estado, es posible advertir la
existencia de una amplia variedad de operaciones, que pueden abarcar desde la
adquisición de bienes y/o servicios, hasta aquellas otras operaciones cuya finalidad
radique en la contratación de personal u otros propósitos. Todas y cada una de
estas relaciones, se caracterizan por un aspecto en particular: el hecho de que las
partes de esta relación sean, por un lado, una entidad u órgano estatal y, por el otro,
un agente privado. Este asunto neurálgico ha generado un intenso debate en
relación a la naturaleza jurídica de dichos contratos, dando pie a diversas posturas
sobre el tema.

Por un lado, algunos autores consideran que en atención a las particularidades del
caso, el Estado celebra tanto “Contratos Administrativos” como “Contratos Privados
de la Administración”, los que dependiendo del caso, se rigen por un marco
normativo diferente, (para el caso de los contratos administrativos, es aplicable el
derecho público, mientras que, para el caso de los contratos privados de la
Administración sería aplicable el derecho privado); por otro lado, existe una postura
mayoritaria de quienes consideran inútil dicha clasificación, puesto que éstos son,
en últimas instancia, contratos estatales, que se rigen por ambos marcos
normativos. Esta discusión ha generado, en la actualidad, una serie de distorsiones
en el régimen de contratación pública.

Es por ello que a continuación veremos algunos alcances sobre la administración


publica en el Perú, la cual nos dice que la conceptualización del contrato
administrativo público es probablemente, el que mayor controversia ha generado en
torno a dicha figura, producto de las más variadas opiniones existentes sobre el
tema.

Para autores como MORAGA KLENNER, la institución jurídica bajo análisis es, en
primer lugar, una institución jurídica universal que ha servido de auxilio al Estado en
el cumplimiento de sus funciones. En este sentido, el referido autor precisa que el
contrato fue en la Edad Media una institución jurídica universal, desde el momento
en que las relaciones de fuerza se reemplazaron por las relaciones jurídicas entre
los privados y la autoridad administrativa.

Por su parte, otros autores como DROMI y SILVA CIMMA, definen al contrato
administrativo como un negocio u acto jurídico bilateral celebrado entre la
Administración Pública y un particular, que, en tanto persiguen un fin público, se
encuentran sometidos a normas de derecho público.

Asimismo, autores como CASAGGNE6, señalan que si bien el fenómeno de la


contratación pública durante cierta etapa, fue descrito como un sistema
radicalmente opuesto al de la contratación privada, muchas veces no se ha
reparado en la circunstancia de que lo público y lo privado son categorías históricas
que van formando conceptos jurídicos relativos, los cuales no siempre pueden
encapsularse en formulaciones rígidas ni unitarias.

Tal como se puede apreciar, las posturas sobre el tema varían, principalmente, en
atención a la perspectiva desde la cual se analiza el contrato. Es evidente que
existen diversas posturas, unas que definen al contrato administrativo en clara
contraposición con la contratación privada, otros que la definen en atención a los
fines públicos cuya satisfacción subyace a su celebración, e incluso, quienes,
enmarcándolo dentro de la categoría general de contrato, lo definen como una
herramienta del Estado para cumplir sus fines.

Por mi parte, considero que la contratación administrativa publica no es más que


una categoría jurídica en virtud de la cual se crean, regulan, modifican o extinguen
relaciones jurídicas patrimoniales y que presentan con respecto de los contratos
privados, ciertas particularidades por encontrarse sometidas a normas de derecho
público, que determinan de manera subyacente su contenido, principalmente, por el
ámbito dentro del cual enmarca su actuación la administración pública.

En cuanto a la evolución en el Perú la gestión publica es uno de los pilares más


importantes para el desarrollo sostenible del país, se requiere de una voluntad
política consensuada entre los poderes del Estado, de un marco legal que
comprenda al gobierno central, regional y local en forma integral dentro de una
concepción sistémica, que tome en cuenta las experiencias comprendidas en los
logros alcanzados y sus aspectos restrictivos, con respecto a la jurisprudencia de
leyes sobre la reforma de la administración pública del país, que fueron
promulgadas e implementadas por los diversos gobiernos en estas últimas décadas
y cuyos resultados no fueron satisfactorios en términos generales.

Esta breve caracterización de la problemática requiere de un mayor análisis, que


servirá de base para proyectar un dispositivo legal, que, por la naturaleza de su
contenido, requiere ser ampliamente debatido en las diversas instancias de los
poderes del Estado para su aprobación, además deberá responder a las exigencias
de una gestión pública de excelencia, que contribuya a mejorar la calidad de los
servicios que se presta a la sociedad y a una revalorización del trabajador del sector
público. Para tal efecto es importante revisar los antecedentes de reformas de la
administración pública, que se han desarrollado en países que han tenido éxito y
tomar en cuenta su incidencia en el desarrollo de la regionalización de los sectores
productivos y de servicios, con el propósito de conocer las fortalezas y debilidades
del frente interno nacional y las oportunidades y amenazas del entorno y en este
contexto plantear una Reforma de la Administración Pública, que tome en cuenta
las tecnologías de las informaciones y de las comunicaciones electrónicas.
Así mismo en este escenario turbulento, nuestro país para contribuir y continuar con
el desarrollo de sus sectores productivos y de servicios en el ámbito nacional y
consolidar sus logros alcanzados en materia de la macroeconomía y proyectarse al
crecimiento de la microeconomía en el corto plazo, tomando como base la inclusión
social, debería priorizar como objetivo estratégico y táctico fortalecer la gestión
pública nacional con una propuesta que comprenda una reforma de la
administración pública integral, que tome en cuenta la competitividad, calidad y la
gestión del conocimiento como pilares fundamentales para su desarrollo y
mejoramiento de los servicios que presta al país y así optimizar la gestión pública,
mediante una revalorización del trabajador de la administración pública, con
programas de profunda moralización en todos los niveles sectoriales y la
implementación de una reingeniería de su organización con respecto a sus
funciones, estructuras, cargos y procedimientos.

Los informes del FMI, BID y el BM precisan que la inversión pública y privada en
nuestro país, debe centrar su atención en forma priorizada en los programas de
inclusión social, no en una forma asistencialista sino a través del emprendimiento
laboral con el objeto incrementar la población económicamente activa, indicador de
la economía que refleja el crecimiento de la economía.

De igual forma, los programas de capacitación, perfeccionamiento y especialización


de la fuerza laboral del sector público nacional requieren de la ejecución de
herramientas modernas de desarrollo de personal, como son el coaching, mentoring
y consulting, que se constituirán en la palanca del desarrollo nacional, reflejándose
en los programas de infraestructura de salud, educación y vial, en la elaboración de
los proyectos de inversión económico y social, y en promover los convenios de
cooperación técnica y económica nacional e internacional, que reactiven los
sectores productivos y de servicios, mediante una gestión pública eficaz y eficiente,
que posibilite ayudar a sostener la demanda interna y el empleo.

A continuación, la administración publica en el mundo:

Aquí abarca el estudio de los fenómenos administrativos que dan vida al Estado a
través del funcionamiento del gobierno, es decir, de la teoría de la Administración
Pública como disciplina científica, ha estado irremediablemente ligado a dos
factores. Por un lado, a la evolución de las instituciones políticas y administrativas
en los diferentes contextos nacionales y, por otro, al interés académico reflejado en
la creación de instancias de educación superior orientadas a la formación de
cuadros profesionales, especializados, y con vocación para la función pública y/o la
investigación académica de los procesos administrativos en el ámbito
gubernamental.

Por lo anterior la Administración Pública ha enfrentado serios obstáculos para


definirse y afirmarse como disciplina autónoma y específica con respecto a otras ya
constituidas y con amplia aceptación, como la Ciencia Económica, la Ciencia
Política, el Derecho, la Teoría de la Organización y la Teoría Administrativa. En este
sentido, Sánchez González (2001) advierte que la variedad de orientaciones
académicas ha generado una debilidad estructural en su estudio, y al mismo tiempo
una dificultad para reconocer su naturaleza e identidad propias respecto a otras
ciencias sociales. Todo esto ha resultado en una cierta ambigüedad y confusión
respecto a la terminología a utilizarse para significar un mismo objeto de estudio.
En este sentido, algunos investigadores utilizan el término Ciencia Administrativa o
bien Ciencia de la Administración. Esta concepción se encuentra fuertemente
arraigada en la tradición europea, particularmente en Francia, considerada cuna de
la ciencia de la Administración Pública moderna (Guerrero, 1986; Debbasch, 1972;
Chevalier, 1986). El tratadista español Mariano Baena del Alcázar, en esta misma
línea de pensamiento, habla de la Ciencia de la Administración (Baena del Alcázar,
1985). Otros prefieren hablar de ciencias administrativas, en plural, lo cual implica
la idea de que no existe (o al menos no aún) una ciencia administrativa en sentido
estricto, sino solamente distintas disciplinas que tienen como punto de apoyo común
a la Administración. Tal es el caso de la corriente estadounidense, fuertemente
dominada por la diversificación de los enfoques e instrumentos de análisis propios
al contexto de Estados Unidos. De aquí viene también la denominación de Teoría
Administrativa (Management, Public Policy, Policy Sciences, etc.). Guerrero, al
analizar el surgimiento de la Gerencia Pública (2004), ofrece una detallada
descripción de la forma en que estos conceptos se han interpretado y en muchos
casos confundido. Otros especialistas adoptan el término Administración Pública
para definir a la disciplina a partir de su objeto de estudio. Ésta es la concepción
mexicana y latinoamericana en general de la disciplina, y pretende sintetizar e
integrar las dos posturas anteriormente expuestas; ésta es la que manejamos en la
presente obra (Castelazo, 1977; Muñoz A., 1973; Amaro G., 1994). Con este
enfoque estos autores dejan de lado el problema de definir si se trata de una ciencia
nueva o no, es decir, si tiene una base histórica que trasciende el siglo pasado,
remontándose incluso a la administración colonial en el caso de México, o si se
formaliza a partir de su inclusión en las instituciones de educación superior que la
ofrecen como carrera en América Latina (Kliksberg, 1981). Lo cierto es que en
México adquiere una importancia fundamental como disciplina autónoma con la
creación del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP) en 1955, y con la
incorporación en 1957 a los programas de estudio de la carrera de Ciencias
Políticas, que impartía entonces la Escuela de Ciencias Políticas y Sociales, de
diversas materias referidas a la Administración Pública (Döring, 1980).

Sin embargo, las ambigüedades ya mencionadas en la terminología contribuyen a


las discrepancias acerca del asunto de la Administración Pública en cuanto a
ciencia, que se explican por la amplia diversidad de corrientes presentes en su
origen. Aun cuando las tendencias contemporáneas tienden a mostrar un cierto
número de influencias recíprocas entre los países, corrientes y escuelas, el estudio
de la Administración Pública durante el siglo xx ha estado marcado principalmente
por las tradiciones nacionales propias de cada región o país, y según su ubicación
respecto al contexto europeo o americano. Así, las preocupaciones de los
pensadores del Nuevo Mundo han estado durante muchos años enfrentadas a las
que han inspirado estudios en Europa. Incluso la aparición relativamente tardía de
esta disciplina en los países de Europa del Este (Guerrero, 1986) ha encontrado
problemas particulares a cada nación, pero que a su vez revisten un carácter común
en cuanto al objeto de su análisis. A efecto de tener pequeño panorama de los
orígenes del estudio de la Administración Pública como disciplina autónoma
presentaremos a continuación una sucinta enumeración de los hitos en la evolución
de cada uno de los modelos occidentales, teniendo como referencia a Europa
Occidental, Estados Unidos y, por último, México. Para ello conviene ubicar a los
principales estudiosos de esta disciplina en los países que mayor influencia han
tenido en el estudio de la materia en México.

2. Según su criterio, como sería la Administración Pública en el futuro próximo


y lejano.

En cuanto a mi criterio la administración publica debe redefinirse, en cuanto a su


misión para dar respuesta a unas demandas sociales que van por delante en la
próxima década. Esta tendrá que ponerse al servicio de la sociedad y no estar la
sociedad a su servicio, por lo que deberá centrarse en lo básico, servicios que
garanticen derechos y que difícilmente el mercado pueda ofrecer, también deberá
proporcionar estabilidad, seguridad y continuidad en situaciones de incertidumbre,
así mismo tendrá que reconvertir el musculo actual en más inteligencia, para ello
deberá ser sostenible y facilitable dentro del desarrollo económico y social ya que
que tendrá que ir por delante e incorporar una serie de atributos como proactividad,
flexibilidad, inteligencia, humildad, amabilidad, responsabilidad, sencillez,
diversidad y accesibilidad, etc.

En definitiva, la administración publica en el futuro tendrá que ser integra y centrada


en el ciudadano, donde convivan dentro de una burocracia más liquida que la haga
ágil a sus respuestas digitales, profesionales y de talento, a un costo razonable y
continuamente evaluado.
Conclusiones

1. La administración pública se consolida en la medida en que se acumulan y


sistematizan las teorías precedentes y los paradigmas que les dieron origen,
es por ello que ciertos paradigmas se mantendrán a la luz y otros dejarán de
ser útiles en el campo, abriendo paso a nuevas concepciones que se adapten
al entorno actual del sistema.
2. La administración pública existe en cuanto tiene la función de mediar entre el
Estado y la sociedad, llevando lo universal del Estado a la particularidad de
la sociedad.
3. El objeto de la administración pública es el poder; por ende, su importancia
en el poder ya constituido en gobierno, el poder visto como la acción
gubernamental, que representa el dominio político de una clase sobre otra.
Por ello la administración pública es una ciencia que se involucra con la
estructura y el uso del poder político.

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