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2. Medio Ambiente
El medio ambiente natural cumple un papel fundamental para la supervivencia de las generaciones
presentes y futuras, de modo que la evolución de la humanidad depende en gran medida de su calidad
y de los recursos que ofrece. El planeta y su medio ambiente potencialmente corren peligro, debido a
numerosos factores causados por el hombre, y el cambio climático podría modificar
considerablemente las condiciones de viabilidad de la especie humana. En numerosas partes del
mundo, son cada vez más visibles las consecuencias del cambio climático para las comunidades. Lejos
de limitarse a una cuestión ambiental, científica o económica, el fenómeno se ha convertido en un reto
humanitario. La mayor variabilidad del clima, combinada con el aumento de la amplitud y la
frecuencia de los fenómenos meteorológicos extremos, agrava las necesidades humanitarias en las
situaciones de urgencia y provoca un estado de escasez alimentaria y estrés hídrico, así como una
modificación del modo de propagación geográfica de las enfermedades. En los últimos años, se ha
duplicado el número de catástrofes (de unas 200 a más de 400 por año), y se ha triplicado el número
de damnificados en el transcurso del último decenio. Es muy probable que los efectos del cambio
climático tengan una incidencia mayor en los movimientos demográficos y en los lugares de
asentamiento de la población, dentro de un mismo país o fuera de sus fronteras. Si bien la migración
puede ser, para algunos, una forma de adaptación, los millones de personas que deben desplazarse
forzosamente a causa de catástrofes súbitas o de evolución lenta serán particularmente vulnerables y
tendrán necesidad de una protección y una ayuda humanitaria sustanciales. La magnitud del reto
humanitario que podría representar el cambio climático sin lugar a dudas es considerable, por lo que
los directivos de las organizaciones miembros del Comité Permanente entre Organismos y de su
Equipo Especial Informal sobre el Cambio Climático, copresidido por la Federación Internacional de
Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja y la Oficina de Coordinación de Asuntos
Humanitarios (OCHA), han alertado a la comunidad internacional. Si bien la respuesta que ésta debe
dar a los problemas que plantea el cambio climático debe ser estructural y global, el componente
humanitario de esa respuesta no ha de subestimarse. Los esfuerzos tendientes a limitar los efectos del
cambio climático deben acompañarse de medidas de adaptación que permitan aumentar la capacidad
de resistencia de las comunidades a las consecuencias inevitables de ese fenómeno. *** Por otro lado,
la degradación del medio ambiente puede acelerar el estallido de conflictos armados o incluso ser su
factor desencadenante. Por ello, no conviene plantear relaciones directas de causa-efecto entre el
cambio climático y los conflictos armados, ya que son malos indicadores que no reflejan la
complejidad de las relaciones existentes entre las repercusiones físicas del fenómeno y efectos como
la migración o los conflictos armados. Son muchas las condiciones, económicas, sociales y políticas,
que deben reunirse para que las consecuencias del cambio climático terminen provocando un conflicto
armado, de modo que establecer relaciones de causalidad simplistas puede conducir, en definitiva, a
la adopción de medidas inadecuadas. Sin embargo, se observa claramente que los más afectados por
el fenómeno son los países menos avanzados (que son los que menos responsabilidad tienen en las
causas del cambio climático) y las comunidades con menos recursos, en todas las sociedades, ya que
su capacidad de adaptación es más limitada. Esa contradicción ha inducido a forjar el concepto de
"justicia climática", que expresa la necesidad moral y económica de definir una estrategia de lucha
contra el cambio climático según la cual quienes contaminan deben pagar. Ese concepto permite
presagiar la que podría llegar a ser, en el transcurso de los próximos decenios, una característica
esencial de la relación entre el norte y el sur. Por otra parte, el medio ambiente ha sufrido las
consecuencias de la guerra; los daños considerables que le han provocado numerosos conflictos
armados no han sino aumentado la vulnerabilidad de las personas afectadas por los combates. Por
ello, el CICR considera que los Estados deberían esclarecer y fortalecer las disposiciones del derecho
internacional humanitario relativas a la protección del medio ambiente. Como primera medida, el
CICR se abocará a actualizar sus Directivas para los manuales de instrucción militar relativas a la
protección del medio ambiente en período de conflicto armado, publicadas en 1994. El derecho que
protege el medio ambiente en los conflictos armados no es demasiado claro ni está suficientemente
desarrollado. Las disposiciones del derecho internacional humanitario relativas a la protección del
medio ambiente en las hostilidades presentan algunas falencias fundamentales: la definición de la
prohibición de los ataques contra el medio ambiente es restrictiva e imprecisa; hay una vaguedad
jurídica por lo que respecta a la protección de partes del medio ambiente consideradas bienes de
carácter civil; y es problemática la aplicación del principio de proporcionalidad cuando los ataques
contra el medio ambiente constituyen daños secundarios. Por lo demás, el derecho convencional no
contiene ninguna disposición específica que permita proteger y preservar el medio ambiente en el
marco de un conflicto armado sin carácter internacional. El CICR es consciente de las
responsabilidades que le incumben por lo que respecta a la degradación del medio ambiente. Su papel,
en calidad de organización humanitaria de primera importancia, es fundamental: debe transmitir un
mensaje claro para que se tomen en cuenta los problemas ambientales que sufren las víctimas de los
conflictos armados, sin descuidar que éstas sigan siendo el centro de su acción. Su Framework for
Environmental Management in Assistance Programmes (marco para la gestión ambiental en los
programas de asistencia) es un primer paso concreto hacia la definición de un método de abordaje de
las cuestiones ambientales y responde al interés general que la cuestión del medio ambiente suscita
en toda la Institución. Alienta a sus colaboradores que trabajan en el terreno a evaluar, determinar y
comprender sistemáticamente las consecuencias y las repercusiones que sus actividades pueden tener
en el medio ambiente, así como a tomar medidas para reducir los efectos nefastos y aumentar la
eficacia, la adecuación y la calidad de los programas del CICR. Toni PfannerRedactor.