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actitud psicológica de los hablantes ante lo que dicen, que se refleja en su discurso
y que queda “cristalizada” en unidades lexicales, estructuras gramaticales y
procedimientos suprasegmentales de la lengua que comparten. Así, el valor de
verdad de una proposición no es una actitud (aunque se atribuya a partir de
actitudes proposicionales); por el contrario, un hablante puede asumir una posición
de sinceridad o insinceridad ante él.
La dimensión referencial agrupa los rasgos del referente sobre el que recae la
intencionalidad de los valores modales. Por supuesto, no incluye todos los rasgos
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Para esto, ver Caballero Díaz (2002) y Galbán Pozo (2003).
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Si bien es cierto que no todos los estados mentales son intencionales.
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que pueden constituir un referente, sino solamente aquellos que han demostrado,
durante el análisis semántico, ser pertinentes en la modalización del discurso.
Actualmente, esta dimensión se estructura en cuatro grupos de rasgos semánticos:
constitutivos, taxonómicos, relacionales y de dominio.
Los rasgos constitutivos se refieren a las propiedades del referente. Son, al decir
de Caballero Díaz, «el correlato en el signo de la propiedad del objeto» (1995/2014:
32). Se proponen cuatro rasgos constitutivos de máxima generalidad: cualidad
(propiedad invariable inherente del ser), cantidad (propiedad variable no definitoria
del ser), comportamiento (rasgo dinámico) y estado (rasgo estático, o momento de
equilibrio en el comportamiento).
Los rasgos relacionales codifican las relaciones que establece el referente con
los objetos del mundo, incluyendo el sujeto enunciador mismo. El modelo más
difundido contempla un grupo de rasgos de participación operacional (causación,
manipulación, concesión, control, privación y apropiación), un grupo de participación
experimentativa (experimentación de la operación, de lo desconocido y
experimentación propioceptiva), un rasgo de conjunción-disyunción, y un grupo de
rasgos locativos (temporales y espaciales). No obstante, hemos propuesto una
reestructuración que elimina los rasgos de participación operacional y el rasgo de
experimentación de la operación, y los sustituye y expande por un grupo
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considerablemente mayor de rasgos vinculados a la supra-categoría semántico-
nocional (SSN) de causalidad (Wong García, 2015).
Es en esta dimensión donde surgen los problemas a los que está dedicado esta
ponencia. El primero es, necesariamente, qué entender por referente en el marco
del análisis dimensional, sin tener que apelar al entendimiento que pueda tener el
analista de lo que en semántica constituye un referente. Las definiciones que
aparecen en la bibliografía consultada, sin embargo, presentan problemas.
En la que ofrece Caballero Díaz, «objeto del mundo externo al lenguaje que es
designado por este último» (1995/2014: 31), se considera como relevante
solamente la relación de designación que establece el signo lingüístico con la
realidad. Curbeira Cancela precisa esta relación como mediada por el pensamiento
al definir el referente —y reubicarlo en el dominio mental— como «objeto de la
realidad objetiva aprehendido en el proceso del conocimiento y que, convertido en
noción, es consignado y denominado por el signo» (2007: 158)3.
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No es ésta la única definición de referente que encontramos en Curbeira, pero las otras siguen
la misma línea general.
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Ayala Rodríguez ofrece una definición de referente que sigue otra línea: «objetos
imaginarios o reales de los cuales se habla [énfasis nuestro]» (2004: 21). Obviando
el plural, para la autora, referente parece ser sinónimo de lo que entendemos
habitualmente por tema, tópico o sujeto psicológico. Si bien esta definición es útil en
el análisis de los contenidos comunicativos en el nivel oracional (relacionados con
la estructura de la información), no parece apropiada para el tipo de análisis
semántico que se propone lograr la TDS, y a continuación explicamos por qué.
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dimensión referencial: el referente en sentido tradicional dentro del enunciado que
sea a la vez referente en este sentido más estrecho.
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[2] Las oscilaciones del péndulo son demasiado irregulares.
E incluso:
[3] Es un fallo que las oscilaciones del péndulo sean irregulares por
momentos; deben ser irregulares siempre.
Lo que los ejemplos anteriores nos muestran es que los rasgos constitutivos no
sólo establecen «configuraciones sémicas o conjuntos sémicos» (Caballero Díaz,
1995/2014: 33) al activarse dos o más de manera simultánea, sino que además se
abstraen y se combinan de manera recursiva para formar estructuras jerárquicas.
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péndulo, sino sus oscilaciones; o que en [3] el referente tampoco es el péndulo, sino
la irregularidad de sus oscilaciones. Esto equivale a decir que el emisor toma un
referente R1, y focaliza en él una propiedad Const1 haciendo abstracción de las
otras propiedades (pero no de R; aunque “la belleza de Rosita” sea ahora el
referente, sigue siendo “de Rosita”). Const1 es ahora R2, y se aplica la misma regla
para obtener Const2. Lo que queda es una cadena como ésta:
Esta solución funciona en una dirección que podemos llamar “del referente hacia
afuera”, ya que se extrae de R1 una propiedad que se convierte en R2, se hace lo
mismo con R2 para crear R3, como las muñecas rusas, teóricamente ad infinitum.
λConst n+1 [BE (λConst n [BE (R, Const n )], Const n+1)] : n ≥ 1
que intenta formalizar la relación “propiedad de una propiedad de una propiedad […]
de una propiedad de un referente”.
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cada vez más complejos, pero irreductibles: la relación PROPIEDAD_DE (inversa
de la función atributiva BE) se borra, o mejor, se compacta, cuando “la propiedad
de R1” se convierte en R2.
La segunda solución también va creando objetos cada vez más complejos, pero
descomponibles en sus relaciones, dinámicos, lo cual nos permite mantener una
base referencial (codificada como rasgo taxonómico) y, sin perderla de vista —por
cuanto se refiere al objeto de la intencionalidad modal—, aplicar una abstracción
potencialmente recursiva sobre sus propiedades, que devienen sucesivamente el
foco de la modalización.
Esta solución nos regresa a la cuestión del referente, que habíamos dejado
abierta, pues plantea un problema interesante: ¿Cómo delimitar un referente?
¿Cómo sabemos que en [3] el referente es el mismo que en [2], a saber, un
péndulo? Y ya que estamos, ¿cómo sabemos que en [2] se habla de un péndulo, y
no de unas oscilaciones? En general, ¿qué cuenta como referente? Estas preguntas
van más allá del estrecho marco que permite esta ponencia. Nos limitamos a señalar
la importancia metodológica que revisten.
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Los correlatos lingüísticos, expresados en el discurso, de estas
posiciones psicológicas son los valores modales, que heredan de
aquéllas su intencionalidad, y que conforman la dimensión modal del
significado.
El objeto de esta intencionalidad modal es lo que entenderemos por
referente en la TDS, y se caracteriza en la dimensión referencial.
Al ser epistémicamente imposible considerar un objeto sin considerar
también al menos alguna de sus propiedades, la modalización recae
siempre sobre un aspecto específico del referente, una propiedad, que
hemos llamado foco de la modalización.
Este foco puede ser un solo rasgo constitutivo, una «configuración sémica
o conjunto sémico» si se activan dos o más rasgos constitutivos
simultáneamente, pero también puede tratarse de una configuración
jerárquica en la que los rasgos constitutivos se obtienen unos de otros por
abstracción recursiva, manteniendo siempre una base referencial.
Esto significa que, a pesar de lo simple y elegante que pueda ser partir de cuatro
rasgos constitutivos de máxima generalidad (cualidad, cantidad, comportamiento y
estado), esta decisión metodológica invierte la relación de subordinación entre el
rasgo constitutivo y el taxonómico. Defendemos el recorrido contrario: partir de una
ontología semántica (rasgos taxonómicos) y sobre ésta determinar qué propiedades
(rasgos constitutivos) son predicables de cada clase. Esto tendrá como resultado
que ciertos rasgos taxonómicos activen o habiliten ciertos rasgos constitutivos no
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disponibles para otras clases ontológicas. Así, por ejemplo, de los objetos físicos,
animados y humanos serán predicables los rasgos constitutivos de cualidad,
cantidad, comportamiento y estado; sin embargo, un objeto taxonomizado como
[PROPOSICIÓN] activará un constitutivo de [VALOR DE VERDAD], privativo de ésta clase
ontológica, y modalmente focalizado sobre todo en la MSM de lealtad (valores
modales de sinceridad e insinceridad).
Finalmente, puesto que no todos los estados mentales son intencionales, habrá
casos en los que el valor modal correspondiente no tendrá ningún objeto. Tal es el
caso, por ejemplo, de algunos valores de la MSM de expresividad, relacionada con
los estados emocionales. Las emociones son estados mentales, y emociones como
el miedo, el arrepentimiento o el asombro son claramente intencionales, esto es,
siempre tienen un objeto, que a menudo coincide con su causa. No obstante,
algunas emociones como la alegría o la tristeza, aunque son causadas por un
objeto, no están dirigidas a éste como sí lo están las anteriormente mencionadas,
no son intencionales (Sousa, 2013). Esto tiene una implicación bastante fuerte: para
estos valores modales, que se corresponden con estados mentales cualitativos no
intencionales, no puede hablarse de una dimensión referencial.
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No hemos pretendido decir la última palabra sobre los problemas que hemos
tratado. Solamente hemos querido ofrecer algunas consideraciones, posibles ahora
tras más de veinte años de estudios semántico-discursivos, con la esperanza de
abrir la puerta a una nueva generación de investigaciones sobre la lógica de la
estructura dimensional del significado, y sobre las estructuras formales que la
subyacen.
Referencias bibliográficas
AYALA RODRÍGUEZ, I. Ma. (2004): «Una caracterización del sujeto valorador femenino
en cuentos de Alice Walker». Tesis presentada en opción al grado de Doctor
en Ciencias Filológicas, FLEX, Universidad de La Habana.
CABALLERO DÍAZ, L. (1989): «Introducción al estudio semántico e ideográfico de la
valoración en el español de Cuba». En: Dos aproximaciones al español de
Cuba, ENPES, La Habana, pp. 27-88.
--- (1995/2014): Semiótica y diccionario. Publicado como: Semántica y Diccionario,
Editorial de Ciencias Sociales, La Habana.
--- (1996): «Ilocuciones valorativas». En: El verbo español (separata), Ediciones
Vervuert-Iberoamericana.
--- (2002): «Modalidades semánticas del lenguaje». En: Estudios lingüísticos
cubanos (II) Homenaje a Leandro Caballero Díaz, Universitat de València,
pp. 137-160.
CURBEIRA CANCELA, A. (2007): Introducción a la teoría del lenguaje, Editorial Félix
Varela, La Habana.
GALBÁN POZO, A. Ma. (2003): «Aproximación al estudio de las macro-categorías
semánticas modales (valoración, lealtad, certidumbre, interés, afectividad y
expresividad) y su expresión a través de verbos de las lenguas española y
alemana». Tesis presentada en opción al grado de Doctor en Ciencias
Filológicas, FLEX, Universidad de La Habana.
SOUSA, R. de (2013): «Emotion», The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Edición
de la primavera de 2014), Edward N. Zalta (ed.). Consultado el 6 de julio de
2016, en http://plato.stanford.edu/archives/spr2014/entries/emotion/.
W ONG GARCÍA, E. (2015): «Un modelo para el análisis semántico-discursivo de la
causalidad». En: Estudios de lingüística de la Universidad de Alicante, 29,
pp. 345-58.
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