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Facultad de Ciencias y

Humanidades.
Carrera de Psicología. Campus el Llano
0‘

Nivel de ansiedad por sobrecarga académica en estudiantes universitarios

Docente: Maria alicia Rodrigo


Integrantes: Vathy Hinojosa
Camila Bahamondes
Yesenia Cofré
Bárbara Ríos
Carla Pérez
Fecha: 13/05/2019
Contenido
Introducción 3
Pregunta de investigación 8
Relevancia 8
Objetivo general: 8
Objetivos específicos: 9
Referencias bibliográficas 9

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Introducción

El término ansiedad según Lewis (1967) tiene su origen en el griego, cuya raíz
significa “constreñir” y los significados asociados a este término se refieren al temor y la
pérdida, también presentes en la palabra alemana “angst’” que era habitualmente utilizada por
S. Freud. Por otro lado “en su uso cotidiano el término ansiedad puede significar un ánimo
transitorio de tensión (sentimiento), un reflejo de la toma de conciencia de un peligro
(miedo), un deseo intenso (anhelo), una respuesta fisiológica ante una demanda (estrés) y un
estado de sufrimiento mórbido (trastorno de ansiedad). “ (Reyes-Ticas, J. A. 2010).
Por lo que la ansiedad se entiende como un estado emocional presente en los seres humanos,
y el que se manifieste de forma adecuada dependerá de la intensidad y capacidad de
regulación de la persona. “Tan sólo cuando sobrepasa cierta intensidad o supera la capacidad
adaptativa de la persona, es cuando la ansiedad se convierte en patológica, provocando
malestar significativo con síntomas que afectan tanto al plano físico, como al psicológico y
conductual”(GPC, 2008, p.31) es decir, cuando los síntomas empiezan a interferir en el
funcionamiento de la persona.

Es importante mencionar que la ansiedad no siempre es una patología, también es una


emoción normal y común que se genera en los seres humanos, por esto es necesario dejar en
claro la diferencia entre ansiedad normal y la que es de carácter patológico. Se considera una
ansiedad normal cuando la reacción es proporcional en tiempo, duración, intensidad y se

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presenta ante estímulos reales. Esto quiere decir que la respuesta es esperable y acorde a la
situación. En cambio, la ansiedad es considerada patológica si presenta las siguientes
características:
-”Cuando el estímulo presentado es inofensivo y conlleva una compleja respuesta de alerta.
-Cuando la ansiedad persiste en el tiempo, superando lo meramente adaptativo y los niveles
de alerta persisten.
-Cuando los niveles de alerta y la ansiedad interrumpen el rendimiento del individuo y las
relaciones sociales.” (Piqueras Rodríguez, J. A. 2008).

La ansiedad a su vez se acompaña de una serie de síntomas físicos, psicológicos,


como también conductuales los cuales Reyes-Ticas, J. A. (2010) describe en la Guía de
Práctica Clínica los siguientes: Físicos de tipo vegetativos tales como: la sudoración, mareo e
inestabilidad. Neuromusculares como: la tensión muscular y cefaleas. Cardiovasculares:
palpitaciones y taquicardias. Respiratorios: disnea. Digestivos: náuseas, vómitos, diarrea y
estreñimiento. Genitourinarios: micción frecuente y problemas de la esfera sexual. Entre los
síntomas psicológicos y conductuales están: la preocupación, sensación de agobio, miedo a
perder el control, a volverse loco o sensación de muerte inminente, quejas de pérdida de
memoria, irritabilidad, inquietud, conductas de evitación de determinadas situaciones,
inhibición o bloqueo psicomotor y obsesiones o compulsiones. (GPC, 2008, p.31)

Otra distinción que se debe hacer es entre ansiedad estado y rasgo. La primera de
estas “está conceptualizada como un estado o condición emocional transitoria del organismo
humano, que se caracteriza por sentimientos subjetivos, conscientemente percibidos, de
tensión y aprensión, así como una hiperactividad del sistema nervioso autónomo. Puede
variar con el tiempo y fluctuar en intensidad” (Spielberger, C. D., & Cubero, N. S. 1988). En
cambio, la ansiedad rasgo se caracteriza por ser duradera en el tiempo, una característica de
personalidad la cual independiente de la circunstancia o situación seguirá siendo estable.
“Los sujetos con alto grado de ansiedad-rasgo perciben un mayor rango de situaciones como
amenazantes “ (Ries, F., Castañeda Vázquez, C., Campos Mesa, M. D. C., Andrés, C., & Del,
O. 2012).

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Muchas veces se suele utilizar otros términos, como por ejemplo “miedo” para
referirse a la ansiedad por la similitud de los estímulos, sin embargo la diferencia es que en el
miedo si bien “existe similar respuesta fisiológica que la ansiedad, se diferencia en que hay
una causa, un peligro real, consciente, externo, que está presente o que amenaza con
materializarse “ (Reyes-Ticas, J. A. 2010). Esto quiere decir que el miedo es una reacción
normal ante una situación de peligro o un objeto amenazador. En cambio la ansiedad se
relaciona con supuestos peligros futuros, el nivel de intensidad de esta dependerá si es normal
o patológico.
Otro término bastante utilizado como sinónimo de ansiedad es la angustia, la
diferencia entre ambos conceptos es que “la angustia sería el estado emocional caracterizado
por el sobrecogimiento, la inhibición y el predominio de los síntomas somáticos y viscerales,
mientras que la ansiedad se distingue por el sobresalto, la inquietud y la mayor riqueza
psíquica”. (Pérez, V. M. O. 2014). Por esta razón estos tres conceptos: ansiedad, miedo y
angustia suelen ser confundidos entre sí, ya que presentan similitudes, pero no son lo mismo
por lo que es importante hacer una distinción y de esta manera tener en claro cuando se está
frente a un verdadero problema para la salud mental.

En la actualidad se vive en una sociedad estresante, en donde las personas


constantemente están apuradas y cansadas, ya sea por el trabajo, los estudios o simplemente
por situaciones de la vida. Esto ha provocado que existan altos índices de depresión y
ansiedad. Sobre esta última, de acuerdo con el reporte “Depresión y otros Desórdenes
Mentales Comunes” de la OMS (2017) el número total estimado de personas con trastornos
de ansiedad en el mundo es de 264 millones en el 2015, lo que refleja un aumento de 14,9%
desde el 2005 a consecuencia del crecimiento y el envejecimiento de la población.

Y si hablamos nacionalmente en Chile más de un millón sufre de ansiedad lo que


equivale a 6,5% de la población, (OMS, 2917). Esta cifra es alarmante si consideramos que la
población chilena es de más de 18 millones. Este alto porcentaje evidencia que la vida en
Chile es complicada puesto que las personas constantemente están preocupadas de pagar las
cuentas, trabajar, la mantención y cuidado de una familia, estudiar etc. no les queda tiempo
para relajarse y realizar actividades de ocio, por lo que pasa la salud mental a segundo nivel.

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En el caso especialmente de los jóvenes, el paso del colegio a la universidad
constituye un cambio relevante, ya que implica la adaptación a un nuevo estilo de vida. El
sistema universitario exige de los sujetos el despliegue de variadas habilidades, tales como, la
toma de decisiones, adecuada distribución del tiempo personal, seguridad en sí mismo, etc
(Lange & Vio, 2006), de esta manera los estudiantes van configurando su propia
personalidad, en la cual confluyen aspectos tanto biológicos, ambientales como también
sociales. La población estudiantil se ve expuesta a una serie de factores estresantes tales
como presiones académicas, preocupaciones económicas, dificultades relacionales y falta de
apoyo familiar (Dávila, A. & Ruiz, R. 2010) . Entre todos los desórdenes emocionales que
pueden aparecer en los estudiantes universitarios destaca la ansiedad.

Es de interés mencionar que el tener un nivel equilibrado de ansiedad resulta


beneficioso, pues ayuda por ejemplo a afrontar los retos que se presentan en la vida
universitaria. Sin embargo, cuando es excesiva tiene efectos negativos en el estudiante, “La
alta prevalencia de depresión, ansiedad y estrés, asociada a este grupo especialmente a
estudiantes de primer año, afectaría negativamente su autopercepción emocional, mermando
los recursos emocionales disponibles para manejar los efectos negativos generados por la
sobrecarga académica que impone la carrera a sus estudiantes, deteriorando el bienestar
físico, personal y social. En este sentido existe evidencia que una adecuada percepción de
inteligencia emocional pudiera actuar como un factor protector de la carga emocional
negativa.” (Barraza-López, R. J., Muñoz-Navarro, N. A., & Behrens-Pérez, C. C. 2017)

En un estudio realizado el año 2007 por la Universidad de Concepción donde se


utilizó el Inventario de ansiedad de Beck, BAI, el cual mide principalmente manifestaciones
somáticas de la ansiedad y se encontró en universitarios que la prevalencia de trastornos
ansiosos era de un 23.8% en mujeres y de un 10.7% en hombres, (Cova et al.,). En otro
estudio realizado por la universidad de San Sebastián (Pérez-Villalobos et al.., 2012), los
resultados arrojaron una relación estadísticamente significativa entre el género y la presencia
de trastorno ansioso, evidenciando que, entre los alumnos de primer año, los hombres
(28.89%) presentaban en menor proporción este trastorno que las mujeres (45.77%).

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Estos resultados dejan en evidencia que existen altos niveles de ansiedad en los
estudiantes universitarios, siendo estos niveles aún más elevados al tratarse de mujeres.
“Como variables que influyen en la ansiedad de estudiantes universitarios encontramos: el
rendimiento académico, la deserción y el abandono, el bienestar emocional, entre otras”
(Vélez 2008). Como se puede apreciar existen variados factores que influyen en el
padecimiento de la ansiedad, donde también encontramos “la sobrecarga académica”.
La sobrecarga académica es la que nos va presentando el ambiente universitario, “donde
destacan el tener que entregar trabajos, rendir pruebas y exámenes en un tiempo acotado;
realizar trabajos en grupo; exponer frente al curso (disertaciones); no entender contenidos
abordados en la clase; tiempo limitado para las obligaciones académicas, entre
otros”(Milocco, L. 2015), produciendo a su vez un gran problema ya que a este malestar
psíquico producto de la ansiedad se le suma la dificultad para obtener un buen rendimiento
académico al verse sobrepasada la capacidad de resiliencia, llegando a poner en riesgo la
salud de los estudiantes.

En Chile existe un acuerdo en el financiamiento entre el estado y las universidades


acerca del financiamiento, las universidades deben cumplir diferentes exigencias, entre estas
existe que académicamente los resultados sean destacables para mantener la excelencia y el
aporte estatal (C. Araneda, J. Gairín, L. Pedraja, 2018), por esta razón las universidades con
fines en su mayoría personales exigen a los estudiantes, los sobrecargan y las horas
académicas se vuelven densas, con el fin de que su rendimiento sea destacable y la
universidad pueda mantener su financiamiento por el desempeño. Las universidades dejar a
un lado la salud mental de los alumnos, normalizando la sobrecarga académica, y excusando
estos abusos bajo la legitimación de que los alumnos deban dedicar excesivas horas a la carga
académica y la ansiedad sube en consecuencia de las evaluaciones, los deberes, los
exámenes, la exigencia y los abusos existentes permitidos dentro de las instituciones. ‘’Las
instituciones de educación superior que reciben los recursos públicos deben estar dispuesta a
asumir, por este motivo, el compromiso de lograr desempeños notables, académicos e
institucionales, negociados y sobre los cuales debe efectuarse la rendición de cuentas’’. (C.
Araneda, J. Gairín, L. Pedraja, 2018)

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Es así como la sobrecarga académica pasa a ser un tema de gran relevancia social
sobre todo este último tiempo, debido a todas las protestas que se han realizado en torno a
ella, si bien es una problemática que se ha presentado desde mucho antes, en la mayoría de
los casos era visualizada en estudios que hacían alusión a universidades específicas, pero
actualmente se ha vuelto el centro de debate gracias a las manifestaciones que se han llevado
a cabo, especialmente por estudiantes de arquitectura de la Universidad de Chile, luego de
que estos a través de sus protestas dejaron al descubierto su pesada carga de estudios, además
posterior a estas, se realizó la Primera Encuesta de Salud Mental Universitaria de Chile
impulsada por la psicóloga Ana Barrera de la Universidad Católica de Temuco y fue aplicada
a 600 alumnos, tanto de dicha casa de estudios como de otras de Concepción y Tarapacá , la
cual arrojó que el 44% de los encuestado ha acudido a terapia psicológica, el 54% padece de
estrés y un 46% señaló presentar síntomas depresivos y cuadros de ansiedad . Dado a esto es
de importancia poder conocer acerca de ¿Cuáles son los niveles de ansiedad por
sobrecarga académica en los estudiantes universitarios de Chile?
A su vez, a través de esta investigación se pretende dejar en evidencia el problema
que hay con la sobrecarga ejercida en las Universidades de Chile hacia los estudiantes
universitarios.
Como se mencionó anteriormente la relevancia de este trabajo es social (H. Sampieri,
2014 ), ya que a través de la investigación de los niveles de ansiedad en los universitarios por
carga académica se podrá ayudar a mejorar la salud mental de los estudiantes por la
sobrecarga ejercida por las universidades de Chile. Con la proyección de este trabajo se busca
motivar a diferentes investigadores para conocer los niveles de ansiedad por sobrecarga
académica en alumnos de diferentes universidades para hacer de este un proceso más
llevadero e incentivar a las universidades a elaborar un mejor plan en la carga académica.

Objetivo general:
Medir los niveles de ansiedad en estudiantes universitarios de Chile por sobrecarga
académica.

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Objetivos específicos:
1. Medir los niveles de ansiedad de estudiantes en universidades de Chile
2. Exponer los niveles de ansiedad en estudiantes universitarios de Chile
3. Relacionar los niveles de ansiedad en los estudiantes universitarios con la sobrecarga
académica

Referencias bibliográficas

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inteligencia emocional y depresión-ansiedad y estrés en estudiantes de medicina de primer
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