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UN LLAMADO A DESPERTAR

Por Maxi Zeravika

El año pasado escuché el testimonio de una mujer cristiana iraní. Vale la pena mencionar, que la iglesia en
Irán está creciendo de una manera exponencial en estos últimos años. Todo esto, sin templos ni
presupuestos, en pequeños grupos caseros, la mayoría a escondidas y liderado por mujeres a las cuales Dios
ha sacado de situaciones muy adversas.
Esta mujer de la que quiero contarles es una de las que lidera una de estas iglesias subterráneas. La
combinación de profesar a Jesús más vivir en Irán no es garantía para saber que cuando sales de tu casa, vas
a volver. Y ni hablar si eres una de las líderes de estos grupos. Así viven su fe nuestros hermanos iraníes.

Después de algunos años, a ella y a su esposo les surgió la posibilidad de mudarse a los Estados Unidos. Pero
luego de un breve periodo en su nuevo hogar, la mujer de la que les hablo empezó a rogarle a su esposo
volver a Irán. Él estaba sorprendido ante este pedido ya que, desde que se habían mudado, gozaban de un
nuevo confort, pero sobre todo el poder vivir su fe con seguridad, y no como en Irán en donde profesar tu fe
puede costarte la vida, encarcelamientos brutales, ser violada y un montón de realidades inimaginables.
¿Quién querría volver a una realidad así?

Esta fue su respuesta: “En occidente hay una canción de cuna satánica que mantiene a los cristianos
adormecidos espiritualmente, y estoy empezando a sentirme así. El adormecimiento espiritual es para mí
una amenaza mayor que la persecución que experimentábamos en medio oriente”.

Mientras escuchaba este testimonio, vino a mi mente la imagen de Sansón adormecido sobre Dalila (Jueces
16). La raíz del nombre Dalila es “diluir”. Y esta es la realidad contra la que luchamos. No es contra carne ni
sangre, sino contra espíritus que buscan alivianar la fe y quitar las fuerzas a aquellos que están destinados a
ser grandes hombres y mujeres de Dios. Como Eutico (Hechos 20:9-12), muchos están en la ventana, un poco
adentro y un poco afuera. Diluidos. Perdieron la radicalidad. Pero Dios (siempre hay un “pero Dios”) está
levantando una generación radical, que sin mezcla se parará en su propósito y preparará a la Iglesia para
atravesar victoriosa el tiempo de mayor oscuridad de la historia.

Como los discípulos en Getsemaní, tendremos que pelear la batalla por mantenernos despiertos y velar
una hora más. Al igual que ellos, no estamos solos. Hay una invitación a una reunión de oración que está
siendo llevada a cabo ahora en el cielo, en la que el Hijo está intercediendo por nosotros para que nuestra fe
no falle ni sea diluida.

En su discurso en el monte de los olivos (Mateo 24 y 25; Marcos 13; Lucas 21), Jesús una y otra vez nos
exhortó a velar. Velar es mantenerse despiertos en el tiempo destinado a dormir. En el tiempo en el que la
canción de cuna parece sonar más fuerte que nunca, hay una Iglesia que en el espíritu de Mateo 25:6 se
levantará entendida en los tiempos que estamos viviendo.

“Hagan todo esto estando conscientes del tiempo en que vivimos. Ya es hora de que despierten del sueño,
pues nuestra salvación está ahora más cerca que cuando inicialmente creímos. La noche está muy
avanzada y ya se acerca el día”. Romanos 13:11-12

Dios está levantando precursores que serán esa voz que se escuchará en la medianoche: “¡Despierten!
¡Salgan a recibir al novio!”. Este ejército de mensajeros despertará a la Iglesia y la ayudará a vestirse y
alistarse para la aparición gloriosa del Esposo. Estos son los amigos del Novio (Juan 3). Ellos están en intimidad
con el Novio, y todo lo que le escuchan decir a Él en intimidad se lo transmiten a la Novia, su Iglesia.

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“El que tiene a la novia es el novio. Pero el amigo del novio, que está a su lado y lo escucha, se llena de
alegría cuando oye la voz del novio”. Juan 3:29

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