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PORTADA

UNIVERSIDAD DE MENDOZA

FACULTAD DE CIENCIAS DE LA SALUD

LICENCIATURA EN PSICOLOGÍA

DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DEL TRASTORNO


DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO EN VÍCTIMAS DE
ABUSO SEXUAL INTRAFAMILIAR

Autor: Bertani, María Antonella


PROFESOR TITULAR TIF: Lic. Pamela Morgani
PROFESOR DIRECTOR: Lic. Verónica Yandolino
AÑO: 2020
HOJA DE EVALUACIÓN

Presidente:

Vocal:

Vocal:

Nota:

Bertani, María Antonella -2- Diagnóstico y tratamiento de trastorno de


estrés postraumático
en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
DEDICATORIAS Y AGRADECIMIENTOS

El presente trabajo está dedicado a mi gran amiga Antonella Maza,


ejemplo de madurez, fortaleza y fé en las situaciones más adversas, y a
todas aquellas personas que atravesaron situaciones de abuso en su
infancia.
Quiero agradecer a Dios en primer lugar, artífice de vida y amor, por
encomendarme esta hermosa vocación, pidiéndole que me guíe para ser
instrumento de sanación.
En segundo lugar, quiero agradecer a todas aquellas personas que fueron
parte de este camino:
A mi familia por estar siempre presente en cada etapa de mi vida, a mis
padres, hermanos, mis 8 tíos, primos, tías, a Rosa y Viole y principalmente la
incondicional ayuda de mis abuelos, mis pilares fundamentales en este
camino.
A mi novio Pedro, por su compañía y apoyo incondicional.
Al escribano Julio Pérez jefe y amigo, por su inmensa generosidad y
sostén en estos años.
A mis amigas por estar y acompañarme en este proceso de crecimiento
haciéndolo más llevadero y divertido.
A mi compañero de estudio Ivo.
Por último, a la directora de TIF, Lic. Verónica Yandolino por su
profesionalismo y dedicación, a mis profesores de la carrera y al tribunal
presente.
Pido a Nuestro Señor que retribuya a cada uno de ellos todo el amor y
dedicación que me han brindado.

Bertani, María Antonella -3- Diagnóstico y tratamiento de trastorno de


estrés postraumático
en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
RESUMEN
El presente trabajo tiene como objeto describir de forma integral la
problemática del abuso sexual, y el desarrollo del estrés postraumático como
consecuencia del mismo. Se sitúa dentro del contexto del trabajo integrador
final (TIF) de la carrera de Licenciatura en Psicología de la Universidad de
Mendoza a fin de obtener título de grado, por lo que se considera como
marco de referencia la realidad de la población observada en las prácticas
profesionales supervisadas y el modelo de intervención ahí desarrollado. En
base a tales experiencias se realiza un análisis acerca de las principales
implicancias en las condiciones y motivaciones fundamentales que sustentan
la existencia, y las posibles líneas del trabajo psicoterapéutico derivado
desde las líneas cognitivo conductual y humanístico existencial.

ABSTRACT

The purpose of this work is to describe in an integral way the problem of


sexual abuse, and the development of post-traumatic stress as a
consequence of it. It is placed within the context of the final integrative work
(TIF) of the Bachelor's Degree in Psychology at the University of Mendoza in
order to obtain a bachelor's degree, so the reality of the population observed
in the professional supervised practices is considered as a frame of reference
and the intervention model developed there. Based on this experience, an
analysis is carried out about the main implications in the fundamental
conditions and motivations that sustain existence, and the possible lines of
psychotherapeutic work derived from the cognitive behavioral and existential
humanistic lines.

Bertani, María Antonella -4- Diagnóstico y tratamiento de trastorno de


estrés postraumático
en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
INDICE

PORTADA 1

HOJA DE EVALUACIÓN 2

DEDICATORIAS Y AGRADECIMIENTOS 3

RESUMEN 4

ABSTRACT 4

INDICE 5

INTRODUCCION 8

PLANTEO DEL PROBLEMA 9

OBJETIVOS 10

PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN 10

JUSTIFICACIÓN DEL ESTUDIO 10

MARCO TEORICO Y ANTECEDENTES 12

CAPITULO 1: EL ABUSO SEXUAL INTRAFAMILIAR 15

1.1 DEFINICIONES Y GENERALIDADES 16

1.2 LOS PARTICIPANTES DEL ABUSO SEXUAL: VÍCTIMA ABUSADOR,


FAMILIA Y CÓMPLICE 18

1.2.1 LA VICTIMA 18

1.2.2 EL ABUSADOR 20

1.2.3 LA FAMILIA 24

1.2.4 EL/LOS COMPLICE/S 26

1.3 LOS EFECTOS DEL ABUSO. CONSECUENCIAS A LARGO PLAZO 28


1.3.1 SECUELAS EMOCIONALES 28

Bertani, María Antonella -5- Diagnóstico y tratamiento de trastorno de


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en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
1.3.2 DESORDENES DE PERSONALIDAD 29
1.3.3 DESORDEN DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO 30
1.3.4 REVICTIMIZACIÓN
31
1.3.5 EFECTOS EN LA SEXUALIDAD
32
1.3.6 DROGADICCIÓN Y ALCOHOLISMO
33
1.3.7 TRASTORNOS FÍSICOS
34
1.3.8 PROBLEMAS DE RELACIÓN
34
1.3.9 EFECTOS SEGÚN VARIABLES CONTEXTUALES.
FACTORES MODULADORES
35
CAPITULO 2: TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMATICO 39

2.1 ¿QUE ES EL TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMATICO

(TEPT)? 40

2.2 CRITERIOS DIAGNÓSTICOS SEGÚN DSM V 42

2.3 CARACTERÍSTICAS DIAGNÓSTICAS 46

2.4 CARACTERÍSTICAS ASOCIADAS QUE APOYAN EL DIAGNÓSTICO 50


2.5 DESARROLLO Y CURSO 50
2.6 RIESGO DE SUICIDIO 51
2.7 DIAGNOSTICO DIFERENCIAL 51
2.8 COMORBILIDAD 57
CAPITULO 3: ANALISIS EXISTENCIAL Y TRATAMIENTO DE VICTIMAS
DE ABUSO SEXUAL
59

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estrés postraumático
en víctimas de abuso sexual
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3.1 EL ANÁLISIS EXISTENCIAL PERSONAL (AEP) Y EL ABORDAJE DEL
TEPT PARA VÍCTIMAS DE ABUSO SEXUAL 60

3.2 EL IMPACTO DEL ABUSO SEXUAL INFANTIL SOBRE LAS


CONDICIONES Y MOTIVACIONES FUNDAMENTALES DE LA
EXISTENCIA 61

3.2.1 LAS REACCIONES DE COPING 64


3.3 EL ESTRÉS POSTRAUMATICO COMO TRASTORNO DE LA PRIMERA
MOTIVACION FUNDAMENTAL DE LA EXISTENCIA 65

3.4 EL IMPACTO DEL ABUSO EN LA SEGUNDA, TERCERA Y CUARTA


MOTIVACION FUNDAMENTAL DE LA EXISTENCIA 72

3.5 TRATAMIENTO DEL ESTRÉS POSTRAUMÁTICO 85

3.5.1 EL AEP COMO MÉTODO TRANSVERSAL EN LA


PSICOTERAPIA DEL TEPT
86

3.5.2 TRABAJO EN LA PRIMERA MOTIVACION 90

3.5.3 TRABAJO EN LA SECUNDA MOTIVACION 97

3.5.4 TRABAJO EN LA TERCERA MOTIVACION 100

3.5.5 TRABAJO EN LA CUARTA MOTIVACION 103

3.5.6 TECNICAS CONGNITIVO CONDUCTUALES 105

CONCLUSIONES 110

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 112

Bertani, María Antonella -7- Diagnóstico y tratamiento de trastorno de


estrés postraumático
en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
INTRODUCCION
El abuso sexual infantil o infanto-juvenil (ASI) es una forma de violencia a la
infancia. Su tratamiento en todas las instancias de intervención presenta
diferencias con el de las otras formas de violencia, y de manera especial en
la intervención que se lleva a cabo en el ámbito de la Justicia.
Particularmente, constituye, desde el minuto cero, un delito. Cuando ocurre
una situación de asi y llega al ámbito de la Justicia, la prioridad es proteger al
niño o niña poniendo en marcha los mecanismos de los que dispone el
sistema para ello. Paralelamente, la Justicia despliega una serie de acciones
que le permiten determinar la responsabilidad penal del presunto agresor.
Esto último contribuye, entre otros factores, al proceso de reparación de las
secuelas generadas en el niño por la situación de abuso.
Este es el esquema general en el que las intervenciones deberían funcionar,
idealmente. Sin embargo, diversas razones contribuyen a que muchas veces
este resultado no se dé, en la mayoría de los casos las personas que están
siendo abusadas son incapaces de poder denunciar a sus agresores, por
razones que serán descritas más adelante, y pasan los siguientes años de
su vida intentando sobreponerse con los recursos que disponen, y en el
mejor de los casos llegan estas personas a consultorios donde es nuestra
tarea atender a la demanda.
Ya sea que el motivo de la consulta sea por una consecuencia del abuso,
como puede ser abuso de sustancias, depresión, dificultad para relacionarse,
vacío existencial, sentimientos de angustia, etc, o mejor aún, que la persona
pida la consulta porque por fin puede y quiere contar que ha sufrido abuso
sexual en su niñez, pidiendo ayuda para superarlo, es imprescindible que los
psicólogos estén informados de que se trata este fenómeno y el terrible
contexto en el que ocurre para ser capaces de abordar y ayudar aquellas
personas que lo necesiten.

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PLANTEO DEL PROBLEMA

La idea de investigación surge a partir de la observación directa de la


realidad actual, la cual demanda cada vez más a los servicios de salud,
intervenciones en casos de abuso sexual intrafamiliar. A su vez es cada vez
mayor la frecuencia e intensidad con que los medios de comunicación hablan
sobre esta problemática. También se visualiza un gran despeje de tabúes
que llevan a las víctimas a poder denunciar que sufren o han sufrido abuso
sexual dentro de sus propios hogares, si bien es un fenómeno que gran parte
de nuestra sociedad lo sigue naturalizando quizás sin cuestionarse o
interrogarse sobre los efectos que las mismas causan en el desarrollo
integral de las personas.
Abordaré el tema, haciendo foco en personas adultas que por diversos
motivos no pudieron hablar, o denunciar el hecho de que han sufrido abuso
sexual intrafamiliar en el momento en que ocurrió y que lo han hecho por
primera vez en terapia o han llegado con algún motivo de consulta que tiene
que ver con un trastorno producido por tal situación.
En relación con lo anteriormente mencionado, es que me parece importante
el estudio desde una perspectiva integral, tomando de la Psicología
Cognitivo Conductual, el modo en que se han desarrollado creencias de la
realidad, como afecta en las emociones y en la conducta, a su vez una
mirada fenomenológica desde lo existencial, para tratar la manera en que se
transita la crisis y cómo se va creando la existencia luego de haber sufrido
tales abusos y luego una mirada evolutiva acerca del modo en que la
problemática del abuso sexual ha afectado en el desarrollo cognitivo,
emocional y social de las personas; sus posibles consecuencias a largo
plazo, y estrategias de intervención para reducir el daño. Además, como
punto fundamental del trabajo abordaré el diagnóstico y tratamiento de TEPT
(Trastorno de estrés postraumático) como consecuencia del Abuso sexual.

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OBJETIVOS
1. Profundizar el modo en que el abuso sexual intrafamiliar impacta en el
desarrollo social, cognitivo, conductual, emocional y físico de las
personas.

2. Dar cuenta del rol del psicólogo frente un paciente o consultante que
ha sufrido o sufre abuso sexual.
3. Describir desde una perspectiva integral, los tratamientos más
eficaces en el diagnóstico y tratamiento de TEPT en pacientes que
fueron abusados sexualmente.

PREGUNTAS DE INVESTIGACIÓN

1. ¿De qué manera afecta el abuso sexual intrafamiliar el desarrollo


cognitivo, conductual, emocional, físico y social de las personas?
2. ¿Cuál es el rol del psicólogo frente a un paciente o consultante que ha
sufrido o sufre abuso sexual?
3. ¿Qué Tratamientos psicológicos existen y son eficaces en el TEPT en
víctimas de abuso sexual desde las líneas cognitivo-conductual y
humanístico existencial?

JUSTIFICACIÓN DEL ESTUDIO

Tratar el tema del abuso sexual, desde el rol del psicólogo clínico, es
de suma importancia. El abuso sexual intrafamiliar, no es una problemática
reciente, es una constante histórica que se produce en todas las culturas, en
todas las sociedades y en cualquier estrato social, pero en nuestra sociedad
recién lo están considerando dentro del plano de la salud pública.
El abuso sexual es un fenómeno que tradicionalmente se ha
mantenido oculto y que, aunque en la actualidad despierta un creciente
interés y una enorme preocupación, aún permanece invisible en la gran
mayoría de los casos.

Bertani, María Antonella -10- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
En cuanto a la intervención clínica, los psicólogos deben estar
preparados para saber que hacer frente a esta problemática, ya que la
terapia puede implicar, si no se está capacitado, una segunda victimización y
ser perjudicial para el paciente.
Es necesario analizar y comprender aquellas líneas teóricas que han
avanzado en sus estudios en el abordaje psicoterapéutico de pacientes que
sufren TEPT causados por el abuso, y de esta manera poder identificar las
estrategias que mejor funcionan para contrarrestar secuelas y evitar que el
tratamiento sea iatrogénico.
Por lo tanto, este trabajo podrá ser de beneficio tanto para estudiantes
como para profesionales de la salud mental, ya sea porque se encuentren
con un caso de abuso en sus prácticas profesionales o pre-profesionales, o
por interés personal de profundizar en esta temática. También abordar esta
problemática es de interés teórico y práctico en el campo de la ciencia.

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en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
MARCO TEORICO Y ANTECEDENTES
Para el estado actual me he basado en investigaciones que tienen
como puntos centrales el abuso sexual infantil, el estrés post traumático y su
tratamiento, desde una perspectiva cognitiva conductual y existencial.
En una investigación realizada por Vallejo Samudio y Córdoba Arévalo
(2012), afirman que: “El abuso sexual afecta fundamentalmente a niños de
cualquier género, dejando graves secuelas en las víctimas, y en su medio
familiar y social”
Y agregan que:
“Diferentes investigaciones demuestran que la ausencia de intervención
terapéutica temprana en personas abusadas sexualmente con TEPT puede
incrementar los efectos negativos del evento. Los estudios muestran que el
pasar del tiempo no alivia los síntomas en sobrevivientes de traumas por
abuso, sino se requieren con urgencia tratamientos psicológicos que
contribuyan a su mejoría. Cuanto menor sea el tiempo transcurrido entre el
evento de abuso sexual y el inicio de la terapia, mejores serán los resultados
de los tratamientos en síntomas como la depresión, la rabia, la disociación y
el aislamiento; por el contrario, las personas que pasan mayor tiempo sin ser
intervenidos presentan una sintomatología mayor.” (p. 39)
Es por esto que recomiendan ofrecer una buena atención primaria en
salud en los centros de servicios y las áreas de urgencias, ya que ella
constituye el puente de acceso y adhesión a tratamientos de mayor
seguimiento y continuidad. “La víctima requiere de apoyo profesional que la
guíe en los procesos. Las fallas en este apoyo generan baja adhesión a los
tratamientos terapéuticos y farmacológicos en los centros de salud, lo que no
facilita la elaboración del trauma” Vallejo Samudio y Córdoba Arévalo (2012,
p.40).
Además, agregan que:
“Los aportes investigativos internacionales han abierto camino respecto las
propuestas de tratamientos e intervenciones en personas con esta
problemática. Partiendo de un enfoque multidisciplinar, los tratamientos más
exitosos combinan diferentes técnicas y modalidades terapéuticas. Las

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en víctimas de abuso sexual
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investigaciones demuestran que la combinación de tratamientos
terapéuticos y farmacológicos en casos graves de abuso sexual asociado a
TEPT es indispensable. Las terapias más utilizadas para el tratamiento
psicológico del abuso sexual son las terapias individuales y grupales con
enfoque psicodinámico y psicoanalítico; las terapias cognitivo
comportamentales que utilizan técnicas como la desensibilización
sistemática, inundaciones, reestructuración cognitiva, entre otras; la
farmacoterapia con el uso predominante de los antidepresivos y ansiolíticos;
y, las terapias alternativas con modalidades terapéuticas como la
programación neurolingüística, los grupos focales, las terapias de escritura y
las terapias con enfoques de género.” (P. 41)

En cuanto al tratamiento cognitivo conductual de TEPT en víctimas


de ASI, en dos estudios recientes, Echeburúa, Sarasua, Zubizarreta, de
Corral. (2013a, 2013b) cuyo objetivo fue evaluar un programa individual
cognitivo conductual, de 10 sesiones, para el tratamiento de mujeres
víctimas de agresiones sexuales en la vida adulta, los resultados obtenidos
en las víctimas que han completado el tratamiento han sido muy positivos, si
bien variables en los distintos objetivos terapéuticos. Es decir, en el
postratamiento ha habido una desaparición del trastorno de estrés
postraumático y de las conductas de evitación sexual en la gran mayoría de
los casos, respectivamente, pero la desaparición del malestar emocional ha
sido algo más reducida.
En el segundo estudio cuyo objetivo fue evaluar un programa
individual cognitivo-conductual, de 12 sesiones, en el tratamiento de mujeres
adultas víctimas del ASI, llevado a cabo durante 20 años en un marco
comunitario. La tasa de éxitos en el tratamiento del trastorno de estrés
postraumático fue del 90.7% en las víctimas que completaron el tratamiento.
A pesar de la pérdida de pacientes en los seguimientos, los resultados se
mantuvieron en las pacientes evaluadas en los periodos establecidos, con
una alta reducción de las recaídas. Sin embargo, hubo un nivel más bien alto
de rechazos y de abandonos. Una conclusión que proponen es que hay que

Bertani, María Antonella -13- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


de estrés postraumático
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desarrollar estrategias motivacionales para mantener a las víctimas en el
tratamiento.
En cuanto a la analítica existencial Lorca Santander (2012) en su tesis
realiza una consideración respecto de la relación terapéutica entre paciente –
profesional. Afirma que:
“…es de esperar que en la relación con el terapeuta se presenten explícita o
implícitamente las dinámicas del abuso. En la relación paciente-terapeuta
siempre aparece el tema del poder, en tanto existe una asimetría inicial dada
por la fragilidad de quien busca ayuda y el supuesto saber que tiene el
terapeuta para ser un ayudador. Siendo éste un punto descrito en cualquier
vínculo terapéutico, en el caso de la terapia del abuso constituye un
elemento de sumo cuidado. Es en este sentido que la postura personal del
terapeuta resulta fundamental. No se trata meramente del rol que éste
desempeñe, ya que el rol se relaciona principalmente con la funcionalidad
de su labor, sino con el valor genuino que reside en la pretensión de ayudar
a quien sufre. Por este motivo no es una actitud que se pueda interpretar
como una actuación, sino que debe ser sentida profundamente. La pérdida
de la dignidad es muchas veces sentida en quien ha sido abusado desde el
sentimiento de vergüenza y humillación, motivo por el cual el camino que
emprenda el terapeuta necesita ser guiado bajo el alero del cuidado atento y
genuino. La persona abusada estará siempre intentando leer e interpretar
las señales que éste envíe, algunas veces actuando a través del miedo, la
sumisión, o de la rabia o la desconfianza. El terapeuta debe prever esta
situación y evitar conformar una interacción basada en reacciones.” (p. 78)

Por último, un trabajo realizado sobre la eficacia de la logoterapia en


el tratamiento y rehabilitación psicológica de las mujeres entre 15 a 26 años
con estrés postraumático, víctimas de violación sexual, indica en sus
resultados que se han reducido los niveles de frecuencia y gravedad de los
síntomas luego de un periodo de ocho semanas de tratamiento. “El trabajar
con una guía hacia encontrar un sentido de vida a pesar de las
circunstancias adversa como lo es haber sido una víctima de violación sexual

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en víctimas de abuso sexual
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demuestra ser una fuerza poderosa para superar un trauma de ansiedad
como los es un TEPT.” Espín Beltrán. (2011, p. 147).

CAPITULO 1: EL ABUSO SEXUAL


INTRAFAMILIAR

Bertani, María Antonella -15- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


de estrés postraumático
en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
1.1 DEFINICIONES Y GENERALIDADES
Algunos conceptos a veces son usados como sinónimos en el
lenguaje coloquial, pero en realidad no lo son. Es relevante comprender y
diferenciar de qué hablamos cuando hablamos de abuso, violación, incesto,
pedofilia etc.
Lammoglia (2004, p. 33) en su libro define al abuso sexual como “toda
acción ejecutada por un sujeto que se vale de otro para estimularse o
gratificarse sexualmente, sin el consentimiento o voluntad de este último.”
Y específicamente define al abuso sexual de menores como “todo
acto ejecutado por un adulto o adolescente que se vale de un menor para
estimularse o gratificarse sexualmente”
Las conductas abusivas, que no suelen limitarse a actos aislados,
pueden incluir un contacto físico (genital, anal o bucal) o suponer una
utilización del menor como objeto de estimulación sexual del agresor
(exhibicionismo o proyección de películas pornográficas etc.)
Investigadores como Echeburúa, E y de Corral, P (2006) y Wolfe et al.
(1988) coinciden en la idea de que más que la diferencia de edad, el factor
fundamental que distorsiona toda posibilidad de relación libremente
consentida, es la asimetría entre los implicados en la relación y la presencia
de coacción explícita o implícita. También coinciden en que la conducta
sexual entre un niño y un adulto es siempre inapropiada, así como el grado
de relación que tiene la víctima con el agresor. Se parte del supuesto de que
un niño dependiente, inmaduro evolutivamente, no debe implicarse en
actividades que no comprende plenamente o para las que no está
capacitado para dar su consentimiento.
Para ampliar estas ideas y de manera similar, López, Hernández y
Carpintero (1995) indican que el abuso sexual infantil hay que definirlo a
partir de dos conceptos, el de coerción y el de asimetría de edad. La
coerción (mediante fuerza física, presión o engaño) debe considerarse por sí
misma como criterio suficiente para etiquetar una conducta de abuso sexual

Bertani, María Antonella -16- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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a un menor. Por su parte, la asimetría de edad impide la verdadera libertad
de decisión y hace imposible una actividad sexual común, ya que los
participantes tienen experiencias, grado de madurez biológica y expectativas
muy diferentes. La adopción de esta perspectiva tiene la ventaja de incluir
también las agresiones sexuales que cometen unos menores contra otros.
Según Wolfe et al (1988), una definición operacional que ha sido
ampliamente aceptada es la formulada en el acta para la prevención y el
tratamiento del abuso infantil, según la cual el abuso sexual infantil lo
constituyen las fotografías, películas o dibujos obscenos o pornográficos de
niños con propósitos comerciales, o la violación, vejación, incesto,
prostitución u otras formas de explotación sexual de los niños, bajo
circunstancias que indican que la salud o el bienestar del niño se ven
perjudicados o amenazados.
Hartman y Burgess (1989) distinguieron entre abuso y explotación
sexual infantil. El abuso sexual lo definen de manera similar a los autores
citados anteriormente y agregan que el abuso sexual también lo puede
ejercer alguien menor de 18 años, cuando es significativamente mayor que la
víctima o cuando se encuentra en una posición de poder o de control sobre
el otro. El término explotación sexual se refiere a situaciones en las que el
niño se ve forzado físicamente a realizar actividades sexuales con un adulto
o que realice dichas actividades, pero interviniendo siempre un motivo
económico.
La Pedofilia según Lammoglia (2004), constituye una forma de
variación sexual, en la cual los adultos obtienen placer erótico de las
relaciones en una forma u otra con niños. Dice que:
“las prácticas de pedofilia incluyen exposición de los genitales al
niño y manipulación y posible penetración del niño. Este grupo es
habitualmente menos agresivo y lastimante que los violadores. Muchos
ofensores de los niños son alcohólicos o psicóticos de mentes torpes y

totalmente asocíales” (p. 34)

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en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
Y lo diferencia del incesto el cual lo define como “el coito entre dos
personas, casadas o no, que están emparentadas muy cercanamente.” y la
violación “Es llevar a cabo el acto sexual en contra de la voluntad de la otra
persona.” Lammoglia (2004, p. 42).
1.2 LOS PARTICIPANTES DEL ABUSO SEXUAL: VÍCTIMA,
ABUSADOR, LA FAMILIA Y CÓMPLICES

1.2.1 LA VICTIMA
Las características de la víctima están referidas a su edad, sexo, su
relación con el mundo exterior y su lugar en la familia.
Con respecto a la edad y sexo de la víctima, estudios epidemiológicos
más antiguos, como lo es el análisis realizado por Finkelhor (1993), López
(1994), y Moreno et al. (1995) ya habían establecido que en la
preadolescencia se incrementaba el riesgo de abuso sexual, demostraron
que los abusos sexuales se producían con más frecuencia entre los 12-13
años de edad, e informaron que la frecuencia de los casos de abuso sexual
infantil se iba incrementando con la edad de los niños hasta llegar a la
pubertad.
Estos investigadores señalaron tres posibles explicaciones del mayor
número de casos detectados de abuso sexual entre los preadolescentes. En
primer lugar, los adolescentes de trece o catorce años es posible que
ofrezcan una mayor resistencia al perpetrador, lo que explicaría el descenso
del abuso sexual a partir de esta edad. Además, cuando los abusos tuvieron
lugar a una edad muy temprana las víctimas tienen más dificultades para
recordarlos. Por último, los preadolescentes pueden ser víctimas más
deseables al reunir la doble condición de continuar siendo niños y, al mismo
tiempo, presentar señales indicativas de que se ha iniciado la madurez
sexual. Los abusos sexuales según este autor suelen terminar alrededor de
los 14-15 años de edad, bien porque el adolescente revela lo sucedido o
amenaza con hacerlo o porque la presencia de determinados síntomas

Bertani, María Antonella -18- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


de estrés postraumático
en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
emocionales o conductuales (por ejemplo, escaparse de casa) Ilevan al
descubrimiento de los abusos.
Estas estadísticas no han sufrido modificaciones a lo largo del tiempo.
Según un estudio realizado por Ochoa, M. E, et al. (2007-2008) sobre las
características del abuso, y el diagnóstico de TEPT asociado, se llegó al
resultado de que el 87% de las denunciantes eran mujeres, y un 13%
hombres; así pues, hubo 6 mujeres abusadas por cada hombre. Se
presentaron el 88% de peritajes en menores de edad, el 70% de las víctimas
tenían entre 5 y 14 años cumplidos, al momento de la denuncia.
En la actualidad, los/las adolescentes y niños/a siguen siendo factores
de riesgo en el abuso sexual intrafamiliar. En un artículo del programa de
educación sexual “CESOLAA” dictado por la universidad de Chile (2019),
explica que una mujer puede ser víctima de abuso sexual desde el período
de lactancia hasta las últimas décadas de su vida. La edad de mayor
frecuencia está entre los 15 a 19 años (37%), sigue el grupo de 20 a 29 años
(29%), no deja de ser preocupante el grupo de 10 a 14 años (21%). También
agrega que las víctimas de violación entre 13 a 19 años constituyen el 35%
de los casos informados. En relación al estado civil, afirman que el 80% de
las víctimas de abuso sexual son solteras, las mujeres jóvenes y solteras son
atacadas con mayor frecuencia porque son más manejables y se les puede
inmovilizar con mayor facilidad por medio de la amenaza y el miedo.
En cuanto a la relación con el mundo exterior, la experiencia del
incesto hace que la víctima no pueda establecer relaciones profundas y de
confianza con los demás, por vergüenza y temor a que los otros se den
cuenta de lo que le ocurre en su entorno familiar. Dentro de la familia, la
víctima tiene una posición doble: es a la vez la sacrificada y la que goza de
privilegios con respecto al padre. Sacrificada, porque a partir de su silencio
protege la cohesión familiar; y privilegiada, porque goza de la atención
exclusiva del padre. Por lo general, recibe regalos y halagos frecuentes por
parte de este, en oposición a la indiferencia que manifiesta hacia los demás

Bertani, María Antonella -19- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


de estrés postraumático
en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
miembros de la familia. En resumen, se puede conceptuar que la fase oculta
de abuso sexual incestuoso siempre es vivida por la víctima de una manera
confusa y traumática, entrañando síntomas clínicos como: miedo al fracaso,
claustrofobia, terrores nocturnos, amenorreas, y también intentos suicidas y
anorexia, entre otros (Intebi, 2011).

1.2.2 EL ABUSADOR
Conocer el perfil del abusador sexual ha sido una necesidad tanto de
los profesionales de la salud como del público en general. Uno de los
cuestionamientos que debe hacerse gira justamente en torno a la palabra
“perfil” y lo engañoso que puede ser formarse un estereotipo de la persona
abusadora. Si bien las denuncias y los casos de abuso que salen a luz,
provienen, en su mayoría, de clases socioeconómicas pobres, se debe tener
en cuenta que los abusadores de otras clases sociales tienen más recursos
para escapar a la detección y a la denuncia. Hoy en día sabemos que un
abusador puede ser de cualquier clase social, vivir en un medio urbano o
rural, tener cualquier nivel educacional, profesión o actividad, raza, religión,
género, orientación sexual y estado civil. En la mayoría de los estudios los
padres biológicos son los principales responsables de los abusos sexuales,
seguidos por familiares cercanos, luego, por conocidos no familiares y, por
último, por desconocidos. Entonces, ya que no hay un perfil único, se
debería hacer el esfuerzo de hablar de características y factores asociados,
evitando caer en generalizaciones. Es por esto, que la mayoría de los padres
que cuidan a sus hijos se sienten seguros cuando éstos se encuentran en
compañía de una persona a la que califican de alguna de estas formas:
“confiable”, “encantador”, “familiar”, “muy conocido”, “pariente”, “impecable,
religioso”, “bondadoso”, etc. Sin embargo, la realidad es que, en casi todos
los casos de abuso sexual en la infancia, el agresor tenía una o más de
estas etiquetas. La mayoría de los casos ocurren dentro del hogar, donde

Bertani, María Antonella -20- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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uno ha puesto estos calificativos, y aquí hay que tener más cuidado y muy
especialmente donde exista un niño o niña.
Con respecto al género, las investigaciones que se han realizado al
respecto, mencionan que entre un 90 a 95% de los abusos sexuales son
realizados por hombres. Según las investigaciones de Finkelhor y Russell
(citados en Electra González, Vania M. et al., 2004), el 5% de las niñas y el
20% de los niños son abusados por mujeres. Las mujeres son igualmente
responsables que los hombres en lo que respecta a golpes, malos tratos u
otros tipos de violencia contra niños y niñas. Hasta muy recientemente no
habían sido vistas como abusadoras sexuales excepto en circunstancias
muy inusuales y considerándolas seriamente perturbadas. Actualmente las
investigaciones sugieren que los abusos sexuales e incluso el incesto
cometido por mujeres podrían ser más comunes de lo que se ha creído.
Con respecto a la edad según algunos estudios, como el de Intebi, I.
(1989, citado en Electra González et al, 2004), la edad promedio de las
abusadoras sexuales es de 26 años. Los hombres comienzan las conductas
abusivas más temprano y prosiguen más tardíamente que las mujeres.

Modelos explicativos acerca del perfil del abusador sexual


de niños:
Entre los diferentes modelos que investigan las causas del
abuso sexual infantil, uno de los más aceptados es el elaborado por
Finkelhor y Krugman (1993, citados en Villanueva Sarmiento, I. 2013).
En él se describen cuatro factores de riesgo para el abusador, que son
determinantes para que el abuso sexual se produzca:
1. Motivación del agresor para cometer el abuso. En este
sentido, los estudios establecen distintas categorías de motivaciones
en los agresores sexuales, cada uno de los cuales desarrolla un
modus operandi diferente:

Bertani, María Antonella -21- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


de estrés postraumático
en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
• Por repetición transgeneracional de experiencias
previas de abuso en la infancia.
• Por un componente psicopático de personalidad.
• Por trastorno de control de impulsos.
• Pedófilo exclusivo, por fijación obsesiva con un
objeto sexualizado.
2. Habilidad del agresor para superar sus propias inhibiciones y
miedos. Entre las razones individuales de la desinhibición se
encuentran: el alcohol, la psicosis, la senilidad o el fracaso en la
represión del incesto dentro de la dinámica familiar. Y entre los
factores de riesgo al respecto, encontramos la pornografía infantil y la
incapacidad de los adultos para identificarse con las necesidades de
los niños.
3. Capacidad del agresor para superar las barreras externas o
los factores de protección del niño. En este caso corresponden a
factores de riesgo: la ausencia, enfermedad o distanciamiento de la
madre o el hecho de que esté dominada o sea maltratada por su
compañero; el aislamiento social de la familia; la existencia de
oportunidades de estar a solas con el niño; la falta de vigilancia; etc.
Entre estos factores de riesgo también cabe mencionar la capacidad
del niño para evitar o resistirse al abuso sexual. Además, su
inseguridad emocional, su ignorancia acerca del tema y una relación
de confianza entre el niño y el agresor, aumentan la probabilidad de
los abusos.
4. Consecuencias psicológicas del abuso sexual. En la mayoría
de los casos, el abuso sexual provoca en las víctimas numerosas
secuelas negativas a nivel físico, psicológico y comportamental.

Sobre la historia personal y estilos de crianza, muchos estudios como


el de Joel S. (1994, citado en Electra González et al, 2004) coinciden en el

Bertani, María Antonella -22- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


de estrés postraumático
en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
hecho de que el haber crecido en hogares con características determinadas,
puede generar conductas abusivas en la vida adulta. Se trata de hogares
donde hubo carencia de cuidados parentales o, en los cuales, las relaciones
entre los miembros de la familia, eran extremadamente rígidas y distantes o
donde eran cotidianos el maltrato o el abuso sexual. En estos casos no hubo
modelos parentales adecuados, reeditándose en determinados momentos lo
vivido de niños con los propios hijos. Algunos investigadores dicen que el
ciclo de abuso parece repetirse de generación en generación, incluyendo
todas las formas de abuso: físicas, verbales, emocionales y sexuales. Sin
embargo, no se puede concluir que toda persona con una historia de
maltrato y abuso en su infancia, se convierta en un abusador y, por otra
parte, muchos abusadores nunca han vivido esta experiencia.
Los abusadores sexuales son heterogéneos en las características de
personalidad y psicopatología. Pueden o no tener trastorno de personalidad
y cuando lo hay, es principalmente del tipo limítrofe, con dificultad en el
control de impulsos y en lograr relaciones de intimidad. En el caso de
violadores es más frecuente el trastorno de personalidad antisocial. En
general, presentan distorsiones cognitivas, dificultades en el desarrollo de
empatía y en la habilidad de entender y atribuir estados mentales a otros, lo
que en la literatura se ha denominado la teoría de la mente. Tienen especial
habilidad para identificar niños vulnerables. Si bien el consumo de alcohol y
drogas es parte del debate abierto en torno a las características de los
abusadores y no se puede negar el efecto deshinibitorio de algunas drogas,
se considera importante tener en cuenta que muchas veces el abusador
justifica su comportamiento inadecuado por el uso de drogas. Una de las
conductas más típicas de los abusadores es la de no responsabilizarse del
hecho que cometieron. Algunos depositan la culpa en la víctima, aduciendo
que fue ésta quien lo sedujo, asignándole un poder casi “demoníaco” que lo
provoca y “enloquece”. Otros abusadores culpan a sus parejas, ya que al
negarse a tener relaciones sexuales o no prestarles atención o cariño, los

Bertani, María Antonella -23- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


de estrés postraumático
en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
“empujarían” a cometer el abuso. Hay abusadores que dicen que no puede
culpárseles porque fue “una vez” y no saben lo que les ocurrió. Otros alegan
que era su forma de demostrar amor y cercanía a niñas o niños carentes de
afecto. Los abusadores necesitan convencerse a sí mismos de que existe
justificación a su conducta, con el fin de convencerse de que son ellos las
“víctimas” para no tener que enfrentar las consecuencias de sus actos.
Por último, Lammoglia (2004, p. 59) enumera una serie de
comportamientos típicos de un abusador sexual:
1. El adulto se pasea «inocentemente» desnudo por la casa.
2. El adulto se quita la ropa delante del (la) menor, generalmente cuando
están solos.
3. El adulto expone sus genitales para que el (la) menor los vea y llame su
atención hacia ellos. Puede pedir al menor que los toque.
4. El adulto vigila al (la) menor cuando éste (a) se desviste, se baña, orina o
defeca.
5. El adulto besa al (la) menor en forma prolongada e íntima, propia de
manifestaciones entre adultos.
6. El adulto acaricia al (la) menor en los senos, el abdomen, la zona genital,
el interior de los muslos, las nalgas, puede llegar a pedirle que lo acaricie a él.
7. El adulto se masturba frente al (la) menor, observa al (la) menor
masturbándose, masturba al (la) menor, pide al (la) menor que lo masturbe o bien,
adulto y menor se observan masturbándose simultáneamente, o adulto y menor se
masturban entre sí.
8. El adulto introduce el dedo u objeto en el ano del menor o en la vagina de
la menor.
9. El adulto introduce su pene en el ano o en la vagina del (la) menor.
10. El adulto tiene al menor hábilmente amenazado para que no diga nada.

1.2.3 PERFIL DE LA FAMILIA

Según Perrone & Martínez (2007), en las familias multiparentales, la


separación de los cónyuges, el divorcio y el nuevo matrimonio traen como
consecuencia los relajamientos de los lazos de filiación. Plantea que, es
posible que quien ocupa el lugar de la madre no lo sea: el lazo padre/hijo ya

Bertani, María Antonella -24- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


de estrés postraumático
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intrafamiliar
no tienen un fundamento de legitimidad ‘natural’. Con el acuerdo de su
pareja, el nuevo padre debe negociar un lugar en relación con los niños. Y en
tales casos, el sentimiento de responsabilidad del adulto con respecto al niño
puede volverse difuso, al igual que ciertas fronteras intergeneracionales. En
estas circunstancias, los abusos sexuales cometidos por el padrastro son
extremadamente frecuentes, por lo que estos investigadores señalan que en
las familias reconstituidas el riesgo de incesto es dos veces más alto. Pero,
también en las familias monoparentales se presenta una alta incidencia de
abusos sexuales, que con frecuencia pasan durante las visitas de fin de
semana del padre. Y puede ocurrir que dentro del hogar haya una ausencia
real de la madre, ya sea por causas laborales, abandono, relaciones
extraconyugales, alcoholismo, depresión u otras afecciones.

También explican que, en las familias aparentemente bien


estructuradas, y que presentan un perfil ‘normal’, la revelación del incesto
desenmascara una disfunción preexistente. La particularidad de estas
familias radica en que se muestra una imagen al público totalmente distinta
de lo que ocurre en su interior. Externamente, demuestran bienestar y esta
demostración se convierte en una obligatoriedad para todos sus miembros y
son sobre todo los niños quienes deben colaborar activamente en dicha
simulación. Una característica esencial de estas familias es la tiranía ejercida
por el padre, que se basa en la ley del silencio compartida por todos sus
miembros. En este esquema patológico, se considera que se debe callar
para proteger a la familia de un sufrimiento o de la crisis que causaría la
revelación. Así, mientras el poder del padre predomina, la madre es borrada
y por lo tanto no brinda ningún tipo de apoyo o de socorro a su hija/o, incluso
muchas de estas madres continúan siendo leales a su marido. Es así como
los autores mencionados plantean que “en todas las familias con transacción
incestuosa la interdicción del incesto se desplaza a la de la palabra: “está
prohibido hablar”. El secreto se guarda celosamente porque a menudo es
reforzado con amenazas verbales o violencia física. Más allá de su confusión

Bertani, María Antonella -25- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


de estrés postraumático
en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
y dudas, el niño no puede imaginar cómo escapar a un sistema del cual es
dependiente para sobrevivir y, por lo tanto, se vuelve solidario, de modo que
su principal objetivo se limita a mantener la cohesión familiar.

Según Brawn (2002), la mayoría de los abusos sexuales contra los


niños y adolescentes, en tales casos, se producen en el hogar. E incluye
madrastras, padrastros, tutores, hermanastros, abuelos e incluso novios o
parejas que viven con el padre o la madre y asumen el papel de cuidadores.
La familiaridad entre el niño y el abusador presenta fuertes lazos
emocionales, tanto positivos como negativos, lo que contribuye a que en este
tipo de abuso ocurra un mayor impacto cognitivo-comportamental para el
niño y su familia.

Según Perrone y Martínez (2007), se podría suponer que una unión


conyugal sólida constituiría un obstáculo natural para la aparición del incesto,
por lo que cabe suponer que la problemática incestuosa es correlativa con
una problemática de pareja subyacente. En algunos casos, la pareja se
caracteriza por una pobre actividad sexual o, en otros casos, el marido tiene
una actividad sexual extraconyugal explícita. Ambas situaciones traerían
como consecuencia una pérdida de la intimidad y de los límites, y entonces
el incesto pasaría a formar una continuidad de esa actividad sexual
conquistadora y sin objeto diferenciado. Otro factor importante que puede
surgir en esta difusa relación conyugal, es el miedo o la dependencia
material que pueden llevar a la esposa a aceptar la situación. Un hecho a
resaltar es que no pocas parejas prosiguen su vida conyugal después de
revelado el incesto, lo cual demuestra, paradójicamente, la fuerza del vínculo
conyugal. En otros casos, la pareja conyugal está construida bajo una
configuración en la que la mujer protege al marido como lo haría una madre
tolerante y protectora. En estas condiciones, el padre puede persistir en su
conducta incestuosa, que la mujer define como ‘desviaciones’ perdonables o

Bertani, María Antonella -26- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


de estrés postraumático
en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
comprensibles. En definitiva, sea cual fuere la situación como padres, ambos
comparten inmadurez e irresponsabilidad con relación a sus hijos.

1.2.4 EL/LOS CÓMPLICE/S


En la mayoría de las familias en las que alguien abusa de un menor
es muy probable que exista el cómplice silencioso. Alguien que conociendo
el hecho prefiere callar o incluso tapar la existencia de este acto.
Las conductas incestuosas tienden a mantenerse en secreto. Existen
diferentes factores que pueden explicar los motivos de esta ocultación.
Echeburúa (2006) considera que algunas de las causas del ocultamiento por
parte de la víctima son “el hecho de obtener ciertas ventajas adicionales,
como regalos, o el temor a no ser creída, junto con el miedo a destrozar la
familia o a las represalias del agresor”, por parte del abusador “la posible
ruptura de la pareja y de la familia y el rechazo social acompañado de
posibles sanciones legales.” y en el caso de la madre lo que la puede llevar
al silencio, dice este autor, “es el pánico a la pareja o el miedo a
desestructurar la familia; en otros, el estigma social negativo generado por el
abuso sexual o el temor de no ser capaz de sacar adelante por sí sola la
familia.” Echeburúa (2006, p. 77)
De ahí que el abuso sexual pueda salir a la luz de una forma
accidental cuando la víctima decide revelar lo ocurrido (a veces a otros niños
o a un profesor) o cuando se descubre una conducta sexual casualmente por
un familiar, vecino o amigo. El descubrimiento del abuso suele tener lugar
bastante tiempo después (meses o años) de los primeros incidentes
El cómplice silencioso es también un delincuente. Ser cómplice es un
delito. Por ejemplo, se ven tantos casos en que la madre le ha dicho a su hija
o hijo víctima de su padre: “No pasó nada,” y quizá han transcurrido muchos
años con eso de que no pasó nada, y tal vez ahora no quieren caer en la
cuenta de que sí pasó. Esa es la parte donde la mentira se convirtió en
mecanismo de defensa, la mentira de la madre cómplice, o el de la
institución educativa, por ejemplo.

Bertani, María Antonella -27- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


de estrés postraumático
en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
Vamos a imaginarnos en un plano (tal vez muy inocente) que el que
comete el abuso sexual sea un enfermo, eso para algunos sería hasta
excluyente de sanción o de castigo, pero que pasa con el cómplice
silencioso, que se supone que no está enfermo y que está tapando el crimen
sexual del esposo o del hijo varón sobre la hija, ahí hay una plena
conciencia, absoluta conciencia del crimen de la omisión y de la mentira. La
madre en estos casos es tal vez quien lo pudo rescatar. Pero entonces
vienen los argumentos y las falacias de que hay que cuidar la familia: “Si no,
se va a enojar tú papá, es que vamos a acabar con el matrimonio, es que
entiéndelo es que pobrecito, es que está enfermo, es que no sabía lo que
hacía.
En el abuso sexual y en el incesto hay una pérdida de la inocencia y
de la credibilidad del niño, entonces es muy fácil para el niño aceptar lo que
le diga la mamá. Pero cuando viene la conciencia de la realidad, en la
adolescencia, la juventud, la adultez, el niño dice: “No, no es cierto, mi papá
no me estaba acariciando, me estaba violando”, y ahí Echeburua (2006),
explica que:
Puede llegar el autoengaño, pero ya es consciente, o bien, el
enfrentamiento brutal con ese duelo y entonces, el recuerdo viene y aparece
dramáticamente aplastando los efectos del consciente y tiene dos caminos,
o se queda con la evocación, con el recuerdo y con el dolor no resuelto y se
enferma, o para no enfermarse lo tiene que gritar, lo tiene que expulsar, lo
tiene que exponer en una catarsis que puede ser con quien sea haciendo
una denuncia de “hechos” y una denuncia dramática de su dolor, que nadie

sabe curar o aliviar. (p. 78)

1.3 LOS EFECTOS DEL ABUSO. CONSECUENCIAS A LARGO


PLAZO.
1.3.1 Secuelas emocionales.
En general, los estudios realizados sobre víctimas de abuso han
encontrado como secuelas emocionales una mayor probabilidad de padecer

Bertani, María Antonella -28- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


de estrés postraumático
en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
trastornos emocionales como depresión, ansiedad, baja autoestima o
problemas en las relaciones sexuales (Berliner y Eliot, 2002; Guerrica
Echevarría y Eheburúa, 2005). De acuerdo con autores como Berliner y Elliot
(2002), la depresión es uno de los síntomas más frecuentes en adultos
abusados sexualmente durante la infancia. Ferguson, Boden y Horwood
(2008), por ejemplo, llevaron a cabo un estudio longitudinal durante 25 años
con más de 1000 niños, evaluando los efectos del ASI y del maltrato físico
sobre el ajuste psicológico. Estos autores encontraron que una de las
principales consecuencias del abuso sexual la mayor tasa del trastorno
depresivo entre las víctimas. El historial de ASI se suele relacionar también
con síntomas de ansiedad en la etapa adulta, tanto en muestras clínicas
como comunitarias (Guerrica, Echevarria y Eheburua, 2005; Alcántara, M,
López Soler, et al. 2012). Las víctimas de abuso sexual presentan una
probabilidad hasta 5 veces mayor que el resto de la población de ser
diagnosticada de al menos un trastorno de ansiedad como trastorno de
ansiedad generalizada, fobias, trastorno de pánico o trastorno obsesivo
compulsivo (Berliner et al. 2002). Otro síntoma común entre los adultos que
fueron víctimas de ASI es la baja autoestima. Cantón y Justicia (2008)
llevaron a cabo un estudio con una muestra de 83 estudiantes universitarios
víctimas de ASI, encontrando que el historial de ASI se relacionaba con una
baja autoestima. Aquellas participantes víctimas de abuso sexual
presentaban un incremento del 21% en la probabilidad de sufrir problemas
de autoestima. En general, los investigadores han encontrado también que
las mujeres con un historial de ASI presentan una mayor probabilidad que las
mujeres sin ese historial de llevar a cabo prácticas sexuales no sanas o mal
adaptativas (ej. evitación del sexo, prácticas sexuales de riesgo). Además,
tienen relaciones sexuales con una menor frecuencia y experimentan una
mayor cantidad de problemas y disfunciones sexuales (Randolph y Reddy,
2006).

Bertani, María Antonella -29- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


de estrés postraumático
en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
En una revisión actualizada sobre diferentes investigadores realizada
por Beltan (2010) sobre los problemas emocionales como consecuencia del
abuso se enumeran: trastorno depresivo y bipolar, síntomas y trastornos de
ansiedad, trastorno por estrés postraumático, baja autoestima, alexitimia,
trastorno límite de la personalidad, conductas autodestructivas, ideación
suicida y autolesiones.

1.3.2 Desórdenes de personalidad


Varios estudios han encontrado una relación entre abuso sexual
infantil y el desarrollo de un desorden de personalidad múltiple (DPM). Por
ejemplo, Coons y Milstein (1986) compararon a 20 pacientes que cumplían
los criterios DSM-III de personalidad múltiple con otras 20 pacientes no
esquizofrénicas, encontraron que el 75% de las pacientes con DPM tenía
una historia de abuso infantil y malos tratos (frente al 5% del grupo de
control).
Las investigaciones más recientes han avanzado sobre estas bases y
han encontrado una relación entre un historial de ASI y el desarrollo de
trastornos disociativos y de personalidad, especialmente el trastorno
borderline de la personalidad; pero también otros trastornos de la
personalidad como el antisocial, dependiente, evitativo y esquizoide
(Katerndahl, Burge y Kellogg, 2005)

1.3.3 Desorden de estrés postraumático


Para explicar la complejidad de los síntomas identificados en muchas
de las víctimas ya adultas de abuso sexual infantil, algunos investigadores
han sugerido la presencia de un desorden de estrés postraumático. En los
estudios de Saunders, B. E., Villeponteaux et al. (1992), ya se había
descubierto que las víctimas del abuso sexual infantil pasan alternativamente
por fases de pensamiento intrusivo y de negación, presentando un patrón de
síntomas que encaja con el diagnóstico de desorden de estrés

Bertani, María Antonella -30- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


de estrés postraumático
en víctimas de abuso sexual
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postraumático, especialmente la reexperimentación del suceso en forma de
imágenes retrospectivas durante las relaciones sexuales. Luego en una
investigación de Cantón-Cortés, D. y Cantón, J.. (2010) se añade el hecho
de que las víctimas de abusos más graves presentan niveles superiores de
autoinculpación, inculpación a la familia y empleo de estrategias de evitación.
Estas dos atribuciones de culpa se encontraron indirectamente relacionadas
con el TEPT a través del afrontamiento de evitación.
Numerosos estudios, confirman que el Trastorno de Estrés
Postraumático es una de las consecuencias a largo plazo más frecuentes del
abuso sexual en la infancia, y que a menudo aparece junto a otros
problemas emocionales (Cantón-Cortés y Cantón, 2010; Sarasua,
Zubizarreta, Corral y Echeburúa, 2013). Según diversos autores, los
porcentajes de TEPT en muestras de víctimas de ASI llegan hasta el 36%
(Por ejemplo, Berliner y Elliot, 2002).

1.3.4 Revictimización
Otra consecuencia que se ha relacionado con el ASI ha sido el mayor
riesgo de re victimización, entendiendo como tal el posterior abuso sexual o
físico de la víctima cuando adulta.
Según Messman y Long (1996) se han formulado diversas
explicaciones teóricas sobre esta relación entre el abuso sexual infantil y la
revictimización en una etapa posterior. Entre las teorías o hipótesis
formuladas se incluyen la teoría del aprendizaje (las conductas y creencias
maladaptativas aprendidas pueden contribuir a una mayor vulnerabilidad de
la víctima), la elección de relaciones (aprendizaje y adopción de un repertorio
inapropiado de conductas sexuales, tendencia a sobresexualizar todas las
relaciones con los hombres y a relacionarse con hombres que tienden a
abusar de las mujeres, incapacidad para identificar a las personas en las que
puede confiar), la indefensión aprendida (las víctimas de agresiones no
contingentes a su conducta ven cada vez menos opciones de escape al

Bertani, María Antonella -31- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


de estrés postraumático
en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
abuso, centrándose en minimizar las lesiones y en el afrontamiento del dolor
y del miedo; son incapaces de descubrir posibles formas de escape) y el
modelo de las dinámicas traumagénicas (sexualización traumática, traición,
estigmatización e indefensión). Otras explicaciones alternativas hacen
referencia a la situación de riesgo que implica el tener que marcharse de
casa para escapar de los abusos y la repercusión negativa del abuso sexual
en la autoestima de la víctima que se convierte en objetivo ideal para la
explotación sexual.
Las investigaciones más recientes como la de Filipas y Ullman (2006),
en una muestra de estudiantes universitarias, encontraron que un 42.2% de
las mujeres que informaron de una experiencia de abuso sexual infantil
informaron además de una agresión sexual durante la edad adulta, mientras
que únicamente un 14% de las que habían sufrido abuso sexual informaron
de dichas agresiones sexuales.

1.3.5 Efectos en la sexualidad


Numerosas han sido las investigaciones que hablan de problemas y
dificultades en la sexualidad como consecuencias del abuso, entre ellas se
destacan la falta de satisfacción, temor por el sexo, poco interés por las
relaciones sexuales entre otras.
Ya en 1995, los resultados del estudio comunitario realizado en
España por López et al, demostraron que los adultos que habían sido objeto
de abusos sexuales durante la infancia tenían el doble de probabilidad de no
experimentar satisfacción en sus relaciones sexuales. Resultados similares
arrojan las investigaciones de Kinzl, Traweger y Biebl (1995) sobre una
muestra de jóvenes universitarias. Miller, Monson y Norton (1995) realizaron
un estudio comunitario con 441 mujeres de entre 18 y 22 años de edad, 41
de las cuales habían sido objeto de abusos sexuales durante su infancia. Los
investigadores encontraron que las víctimas de abuso sexual infantil, en
comparación con las mujeres que no habían sufrido abusos sexuales, tenían

Bertani, María Antonella -32- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


de estrés postraumático
en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
una actitud más permisiva sobre el mantenimiento de relaciones sexuales y a
los 16-17 años habían comenzado sus actividades sexuales voluntarias (a
una edad más temprana que las controles)
Luego en 2001, Browning y Lauman (Citado en Beltran 2010)
defienden que la sexualidad desadaptativa es la consecuencia más
extendida del abuso sexual infantil, no obstante, destacan la no existencia de
una relación causal entre la experiencia de abuso sexual infantil y el
desarrollo de este problema, si bien el abuso sexual infantil actuaría como un
importante factor de riesgo a tener en cuenta.
A pesar de ello, en la revisión de Pereda Beltran (2010) se enumeran
concretamente como consecuencias del abuso sexual las siguientes:
Sexualidad insatisfactoria y disfuncional, conductas de riesgo sexual,
maternidad temprana, prostitución y revictimización.

1.3.6 Drogadicción y alcoholismo


Los estudios empíricos han confirmado la existencia de una relación
entre el abuso sexual infantil y el consumo de drogas y/o alcohol durante la
etapa adulta.
Desde 1988, los resultados de las investigaciónes ya demostraban
que las víctimas de abuso sexual infantil informaban con más frecuencia, de
problemas de adicción a las drogas. por ejemplo, Briere y Runtz, (1988)
En el estudio de Gallego el al (2008), se estimó una relación
estadísticamente significativa entre el abuso sexual y el consumo de
sustancias psicoactivas especialmente de estimulantes (marihuana, basuco,
cocaína y éxtasis), resultados comparables con los de otros estudios
realizados. Además, explica que el número de experiencias adversas a las
cuales una persona es expuesta tiene una fuerte relación con el riesgo de
iniciación del uso de drogas en la adolescencia. Sobre esto comenta en sus
conclusiones: “Así el uso de drogas ilícitas puede servir como una salida de
escape o disociación del dolor emocional inmediato, la ansiedad y angustia

Bertani, María Antonella -33- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


de estrés postraumático
en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
que probablemente acompaña esas experiencias.” (p. 25). Algo similar a lo
que ya había hablado Ramos Saldivar et al. (1998) cuando dice que: “Este
abuso de sustancias psicoactivas puede representar el intento de la víctima
por ocultar la ansiedad relacionada con los recuerdos perturbadores o
afectos dolorosos asociados con el suceso”.
No obstante, hay que tener presente que el consumo de drogas y
alcohol puede conceptualizarse tanto como antecedente como consecuente
de la victimización. Se puede considerar como antecedente del abuso sexual
en el sentido de que el consumo de drogas o alcohol puede llevar al
adolescente a implicarse en conductas de alto riesgo y emitir señales
indicadoras de vulnerabilidad, estar menos capacitado para detectar las
señales de peligro y estar en peores condiciones para resistir con éxito un
intento de abuso. Por otra parte, los abusos sexuales pueden llevar al
alcoholismo y drogadicción como mecanismos de afrontamiento de este
suceso estresante o como consecuencia de la estigmatización de la víctima
que le llevaría a relacionarse con grupos marginales.

1.3.7 Trastornos físicos


Los estudios realizados sugieren una relación causal entre el abuso
sexual infantil y la aparición de problemas graves de salud física, como
trastornos somáticos, dolores crónicos generales y de la pelvis en particular,
trastornos gastrointestinales y desórdenes de la comida como la bulimia
nerviosa (Bonomi, Cannon, Anderson, Rivara et al. 2008). Bonomi et al.
(2008), en un grupo de 3,568 mujeres de entre 18 y 64 años, evaluaron la
relación entre el haber sufrido abuso sexual o físico antes de los 18 años y la
salud mental y física en la actualidad. Encontraron que aquellas mujeres que
habían sufrido ambos tipos de abuso eran las que presentaban un peor
ajuste mental y físico (mayor depresión y síntomas físicos como nauseas,
dolor de articulaciones, problemas gastrointestinales, fatiga...).

Bertani, María Antonella -34- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


de estrés postraumático
en víctimas de abuso sexual
intrafamiliar
En anteriores investigaciones también se habían analizado la
asociación entre el abuso sexual infantil y los desórdenes de la comida en
personas adultas, encontrándose una relación especialmente fuerte en el
caso de los desórdenes con un componente bulímico más que de anorexia
nerviosa. Por ejemplo, Mallinckrodt, McCreary y Robertson (1995) realizaron
un estudio y los resultados demostraron que el porcentaje de víctimas de
incesto que presentaba desórdenes de la comida (47%) sufrido abusos
sexuales extrafamiliares (22%) o al de las estudiantes que no habían sido
víctimas de abuso sexual (17%).

1.3.8 Problemas de relación.


El área de las relaciones interpersonales es una de las que suele
quedar más afectada, tanto inicialmente como a largo plazo, en víctimas de
abuso sexual infantil. El ASI puede afectar a la percepción de sí mismas de
las víctimas en las relaciones con los otros. Problemas interpersonales
comunes de las víctimas incluyen dificultades para iniciar, mantener y
desarrollar relaciones interpersonales, así como dificultades para confiar en
los demás (Cortés y Cantón, 2010).
Pareda Beltrán (2010) en su investigación destaca la presencia de un
mayor aislamiento y ansiedad social, menor cantidad de amigos y de
interacciones sociales, así como bajos niveles de participación en
actividades comunitarias. Observa también un desajuste en las relaciones de
pareja, con relaciones de pareja inestables y una evaluación negativa de las
mismas, entre otras.

1.3.9 Efectos según variables contextuales. Factores


moduladores

Aunque la mayoría de los estudios que han examinado las secuelas a


largo plazo del ASI señalan numerosas dificultades psicológicas,

Bertani, María Antonella -35- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


de estrés postraumático
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conductuales y sociales en la edad adulta, no hay pruebas de que exista un
grupo consistente de síntomas que configuren un “síndrome post-abuso”, y
no todas las víctimas de abuso infantil muestran un daño significativo
posterior (Cantón-Cortés, 2013). Reconociendo que no todas las
experiencias de ASI son iguales, algunos investigadores han empezado a
examinar las variables que explicarían las diferencias en el ajuste posterior.
Echeburúa, E., y De Corral, P (2006) explican, que no todas las
personas reaccionan de la misma manera frente a la experiencia de
victimización, ni todas las experiencias comparten las mismas
características, si no que el impacto emocional de una agresión sexual está
modulado por diferentes variables contextuales como el perfil individual de la
víctima, las características del acto abusivo, frecuencia, severidad, existencia
de violencia o de amenazas, cronicidad, etc, la relación existente con el
abusador y las consecuencias asociadas al descubrimiento del abuso. Esta
investigación, además de ser una revisión actualizada, es fruto de
investigaciones que vienen hablando y estudiando factores que influyen en el
desarrollo de trastornos, en víctimas de abuso a lo largo del tiempo. Por
ejemplo, Bagley y Ramsay, (1986); Rowan et al., (1994) (Citados en
Echeburúa., & Guerrica Eechevarría 2005), investigaron sobre los efectos
según la edad de inicio del abuso, y encontraron que el inicio del abuso
sexual antes de la pubertad se relaciona con un trauma mayor, otros también
informaron de unas consecuencias más negativas para las víctimas cuando
el abuso tiene lugar después de la pubertad (por ejemplo, Bendixen, Muus y
Schei, 1994; Murphy et al., 1988). (Citados en Echeburúa., & Guerrica
Eechevarría 2005)
Con respecto a la frecuencia y duración de la experiencia, así como
del empleo de fuerza y de amenazas o de la existencia de una violación
propiamente dicha (penetración vaginal, anal o bucal), cuanto más crónico e
intenso es el abuso, mayor es el desarrollo de un sentimiento de indefensión
y de vulnerabilidad y más probable resulta la aparición de síntomas. Briere

Bertani, María Antonella -36- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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intrafamiliar
(1988) analizó los factores del abuso sexual infantil que podrían estar
relacionados con los problemas de adaptación posteriores de las víctimas y
encontró que la duración de los abusos, la presencia concurrente de malos
tratos físicos y la existencia de múltiples perpetradores se relacionaba con
una mayor probabilidad de revictimización durante la etapa adulta, la
existencia de problemas sexuales, las ideas e intentos de suicidio y el
consumo de drogas y alcohol. En la investigación realizada por Rowan et al.
(1994), los abusos sexuales se relacionaban con el diagnóstico de desorden
de estrés postraumático, asociándose también la duración con mayor
intensidad de los síntomas.
Los resultados de los estudios empíricos sugieren que los abusos
sexuales de naturaleza más grave se relacionan con un mayor nivel de
trauma en las víctimas. (Por ejemplo, Herman, Russell y Trocki, 1986).
encontró que el 59% de las mujeres que informaron de abusos con coito o
con intento de realizarlo, de felación, cunnilingus o coito anal, manifestaron
encontrarse muy traumatizadas, en comparación con el 36% de las que
sufrieron tocamientos interiores en tales y el 22% de las que comunicaron
besos o tocamientos por fuera. Los investigadores encontraron que la
severidad del abuso sexual se relacionaba con el incremento en la gravedad
de los problemas psicológicos (ansiedad, depresión, trastornos del sueño,
problemas sexuales, ideas suicidas) y físicos.
Según la relación con el agresor, las experiencias incestuosas con
un padre o un padrastro son más traumáticas que el abuso sexual cometido
por cualquier otro familiar, conocido o persona extraña (por ejemplo,
Herman, Russell y Trocki, 1986). Entre las razones por las que el abuso
sexual perpetrado por la figura paterna puede resultar más traumatizante
figuran el mayor sentimiento de traición y de pérdida de confianza, la
implicación de mayores trastornos familiares y de menor apoyo emocional
para el niño (miedo de desintegración familiar, incredulidad de la denuncia) y
una mayor probabilidad de que se produzca con más frecuencia y se

Bertani, María Antonella -37- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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prolongue durante más tiempo. Elliott, Browne y Kilcoyne (1995) en sus
investigaciones informaron que dos tercios de los agresores conocían a sus
víctimas por ser familiares, amigos o estar cuidándolas; el 32% de estos
agresores eran padrastros.
Echeburúa, E., y De Corral, P (2006) explican que lo que importa no
es tanto el grado de parentesco entre ambos, sino el nivel de intimidad
emocional existente. De esta forma, a mayor grado de intimidad, mayor será
el impacto psicológico, que se puede agravar si la víctima no recibe apoyo de
la familia o se ve obligada a abandonar el hogar. Con respecto a la edad del
agresor, explican que los abusos sexuales cometidos por adolescentes
resultan, en general, menos traumatizantes para las víctimas que los
efectuados por adultos.
No se puede soslayar la importancia de las consecuencias derivadas
de la revelación del abuso en el tipo e intensidad de los síntomas
experimentados. La reacción del entorno desempeña un papel fundamental.
El apoyo parental, dar crédito al testimonio del menor y protegerlo,
especialmente de la madre, es un elemento clave para que las víctimas
mantengan o recuperen su nivel de adaptación general después de la
revelación. Probablemente la sensación de ser creídos es uno de los
mejores mecanismos para predecir la evolución a la normalidad de los niños
víctimas de abuso sexual. En ocasiones, la respuesta de los padres ante la
revelación del abuso puede ser más intensa que la del propio niño, sobre
todo en los casos en que la madre se percata del abuso sexual a su hijo
protagonizado por su propia pareja. Los sentimientos de vergüenza y culpa,
de cólera y pena, de miedo y ansiedad, pueden afectar a los padres de tal
manera que se muestran incapaces de proteger al niño adecuadamente y,
en los casos más graves, pueden llegar incluso a culparlo de lo sucedido.
No deja de ser significativa la influencia de situaciones de estrés
adicionales, como consecuencia de la revelación del abuso, sobre la
estabilidad emocional de la víctima. En concreto, la posible ruptura (legal o

Bertani, María Antonella -38- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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de hecho) de la pareja, el encarcelamiento del padre o padrastro, la salida de
la víctima del hogar (única vía a veces para garantizar su seguridad, pero
que supone un coste emocional y de adaptación importante) o la implicación
en un proceso judicial (con las posibles consecuencias penales para el
abusador) son algunas de estas situaciones. Respecto al último punto
señalado, los juicios largos, las testificaciones reiteradas y los testimonios
puestos en entredicho suponen una victimización secundaria a veces ofrecen
un peor pronóstico, aunque para otras víctimas puede resultar liberador.

Bertani, María Antonella -39- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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CAPITULO 2: TRASTORNO DE ESTRÉS POST
TRAUMATICO.

Bertani, María Antonella -40- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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2.1 ¿QUE ES EL TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMATICO
(TEPT)? HISTORIA

Todos nosotros, a lo largo de nuestra vida, estamos expuestos a


experimentar situaciones estresantes o traumáticas de mayor o menor
intensidad, desde aquellas puntuales a otras repetidas a lo largo de los años,
desde las naturales a las provocadas por otras personas, accidentales o
intencionales, sufridas por nosotros mismos o por otras personas.
Si el agente estresor es muy extremo como lo son por ejemplo
catástrofes naturales, accidentes de tránsito, haber estado en una guerra, así
como el abuso sexual, podemos empezar a manifestar síntomas que se
pueden encuadrar en trastornos como el trastorno por estrés postraumático o
el trastorno por estrés agudo. Si estos acontecimientos no son tan fuertes,
pero sí más prolongados en el tiempo (cambio de domicilio, pérdida de
trabajo, separación), pueden producir síntomas menos intensos que van a
requerir que pongamos en marcha una serie de estrategias de afrontamiento
para poder adaptamos a esos cambios: hablaríamos entonces de trastornos
de adaptación.
Belloch et al. (2009), en su manual de Psiquiatría, explica que las
víctimas de agresiones sexuales y los excombatientes son los dos grupos de
población más afectados por este cuadro clínico y que más demanda
terapéutica solicitan y, por otro, de las únicas muestras clínicas que hasta la
fecha han sido investigadas más sistemáticamente. Agrega que:
La probabilidad de experimentar este trastorno es mayor en las
mujeres agredidas que en los excombatientes porque el suceso traumático
se produce con frecuencia en un ambiente seguro (casa, ascensor, portal,
lugar de trabajo, etc.) para la víctima. Los excombatientes saben que
probablemente nunca más se van a exponer a esa situación de estrés, ya
que no van a volver a la guerra; las víctimas de agresiones sexuales, por el
contrario, van a reanudar su vida en muchas ocasiones en el mismo
escenario en que ocurrió el ataque, con el consiguiente temor a volver a
experimentarlo. (p 139)

Bertani, María Antonella -41- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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Es por lo cual, que en este capítulo se desarrollará el trastorno de
estrés postraumático, su etiología, criterios diagnósticos, características etc,
refiriéndonos principalmente al hecho del abuso sexual, ya que el mismo va
a aparecer a raíz de experimentar la situación de estrés. La victimización (el
hecho de ser víctima de un delito) puede causar unas repercusiones
psicológicas muy negativas en la estabilidad emocional de las personas
afectadas, especialmente en el caso de las víctimas de violación. De hecho,
el desarrollo del estrés postraumático como consecuencia de cualquier delito
lo experimenta el 25% de todas las víctimas, pero este porcentaje puede
ascender hasta el 50-60% en el caso de las mujeres agredidas sexualmente
según una investigación de Corral et al, (1995)
Mucha gente se siente desconsolada, deprimida, ansiosa, culpable y
enfadada después de una experiencia traumática. Además de estas
reacciones emocionales comprensibles, Ortiz Tallo M. (2013) enumera
cuatro tipos principales de síntomas que existen en el TEPT:
1. Síntomas de reexperimentación: flashbacks y pesadillas. Uno
puede encontrarse reviviendo el suceso una y otra vez. Esto puede ocurrir
en forma de reexperimentaciones por el día o pesadillas durante el sueño.
Estas pueden ser tan reales que uno se siente como si se estuviera viviendo
la experiencia de nuevo. Uno puede verlo en su mente, pero también se
pueden sentir las emociones y sensaciones físicas de lo que ocurrió: miedo,
sudoración. olores, sonidos, dolor... Eventos cotidianos pueden
desencadenar flashbacks. Por ejemplo, pueden aparecer pensamientos,
recuerdos o pesadillas centrados en el momento de extremo temor o
desesperanza vividos durante la violación
2. Evitación y embotamiento. Como puede ser terrible revivir la
experiencia una y otra vez uno tiende a distraerse. Se puede mantener la
mente ocupada en alguna actividad agradable, trabajando muy duro o
pasando el tiempo absorto en crucigramas. Se evitan los lugares y a las
personas que recuerdan el trauma, y se trata de no hablar de ello. Uno
puede lidiar con su dolor tratando de no sentir nada en absoluto,
consiguiendo casi una insensibilidad emocional. Puede comunicarse menos
con otras personas y restringir sus actividades y vida social.

Bertani, María Antonella -42- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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3. Estado de guardia. Se encuentra alerta todo el tiempo, como si
estuviera buscando el peligro. No puede relajarse. Esto se llama
«hipervigilancia». Puede sentirse ansioso y que le cueste dormir. Otras
personas pueden notar que está nervioso e irritable.
4. Alteraciones en las cogniciones, estado de ánimo y
comportamientos. El sujeto piensa de forma muy negativa sobre sí mismo, el
mundo que le rodea y el futuro, se siente culpable y es incapaz de tener
sentimientos de felicidad o emociones positivas, por lo que no disfruta igual
que antes. Su forma de comportarse puede cambiar y empezar a manifestar
conductas agresivas, ya que está muy irritable, o también puede
comportarse de forma imprudente o temeraria. (148)

Estos síntomas, también los había mencionado Peterson, Prout y Schwarz


(1991), a los que denominaban primarios. Estos se acompañan con
frecuencia de otros a los que clasificaron como secundarios: Agresividad y
rabia hacia sí mismos y hacia los demás, sentimientos de culpa y vergüenza,
y problemas de relación con embotamiento emocional que les incapacita
para sentir cercanía hacia otras personas.
Los síntomas deben durar más de un mes y deben producir en el
sujeto un malestar clínicamente significativo o deterioro social laboral o de
otras áreas importantes. Se distingue entre TEPT agudo cuando los
síntomas duran menos de tres meses. TEPT crónico si duran más de tres
meses y TEPT demorado cuando los síntomas aparecen al menos seis
meses después del acontecimiento traumático.

2.2 CRITERIOS DIAGNÓSTICOS SEGÚN DSM V


El manual de psiquiatría de la American Psychiatric Association (2013,
p. 265) en el capítulo “Trastornos relacionados con traumas y factores de
estrés” señala que “el trauma y los trastornos relacionados con factores de
estrés son trastornos en los que la exposición a un evento traumático o
estresante aparece, de manera explícita, como un criterio diagnóstico.”

Bertani, María Antonella -43- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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El manual clasifica estos trastornos en: el trastorno de apego reactivo,
el trastorno de relación social desinhibida, el trastorno de estrés
postraumático (TEPT), el trastorno de estrés agudo y los trastornos de
adaptación.
El malestar psicológico tras la exposición a un evento traumático o
estresante es bastante variable. En algunos casos, los síntomas se pueden
entender dentro de un contexto basado en el miedo y la ansiedad. Está
comprobado, sin embargo, que muchas personas que han estado expuestas
a un evento traumático o estresante exhiben un fenotipo que muestra como
su característica clínica más importante, en lugar de síntomas
fundamentados en el miedo y la ansiedad, síntomas anhedónicos y
disfóricos, exteriorizados como síntomas de enfado y hostilidad, o síntomas
disociativos.
Los criterios diagnósticos del DSM V para trastorno de estrés
postraumático se aplican a adultos, adolescentes y niños mayores de 6 años
y son los siguientes:
A. Exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual, ya sea real
o amenaza, en una (o más) de las formas siguientes:
1. Experiencia directa del suceso(s) traumático(s).
2. Presencia directa del suceso(s) ocurrido(s) a otros.
3. Conocimiento de que el suceso(s) traumático(s) ha ocurrido a un
familiar próximo o a un amigo íntimo. En los casos de amenaza o realidad de
muerte de un familiar o amigo, el suceso(s) ha de haber sido violento o
accidental.
4. Exposición repetida o extrema a detalles repulsivos del suceso(s)
traumático(s) (p. ej., socorristas que recogen restos humanos; policías
repetidamente expuestos a detalles del maltrato infantil). Nota: El Criterio A4
no se aplica a la exposición a través de medios electrónicos, televisión,
películas o fotografías, a menos que esta exposición esté relacionada con el
trabajo.

Bertani, María Antonella -44- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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B. Presencia de uno (o más) de los síntomas de intrusión siguientes
asociados al suceso(s) traumático(s), que comienza después del suceso(s)
traumático(s):
1. Recuerdos angustiosos recurrentes, involuntarios e intrusivos del
suceso(s) traumático(s). Nota: En los niños mayores de 6 años, se pueden
producir juegos repetitivos en los que se expresen temas o aspectos del
suceso(s) traumático(s).
2. Sueños angustiosos recurrentes en los que el contenido y/o el
afecto del sueño está relacionado con el suceso(s) traumático(s). Nota: En
los niños, pueden existir sueños aterradores sin contenido reconocible.
3. Reacciones disociatívas (p. ej., escenas retrospectivas) en las que
el sujeto siente o actúa como si se repitiera el suceso(s) traumático(s). (Estas
reacciones se pueden producir de forma continua, y la expresión más
extrema es una pérdida completa de conciencia del entorno presente.) Nota:
En los niños, la representación específica del trauma puede tener lugar en el
juego.
4. Malestar psicológico intenso o prolongado al exponerse a factores
internos o externos que simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso(s)
traumático(s).
5. Reacciones fisiológicas intensas a factores internos o externos que
simbolizan o se parecen a un aspecto del suceso(s) traumático(s).
C. Evitación persistente de estímulos asociados al suceso(s)
traumático(s), que comienza tras el suceso(s) traumático(s), como se pone
de manifiesto por una o las dos características siguientes:
1. Evitación o esfuerzos para evitar recuerdos, pensamientos o
sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados al suceso(s)
traumático(s).
2. Evitación o esfuerzos para evitar recordatorios externos (personas,
lugares, conversaciones, actividades, objetos, situaciones) que despiertan

Bertani, María Antonella -45- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


de estrés postraumático
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recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o
estrechamente asociados al suceso(s) traumático(s).
D. Alteraciones negativas cognitivas y del estado de ánimo asociadas
al suceso(s) traumático(s), que comienzan o empeoran después del
suceso(s) traumático(s), como se pone de manifiesto por dos (o más) de las
características siguientes:
1. Incapacidad de recordar un aspecto importante del suceso(s)
traumático(s) (debido típicamente a amnesia disociativa y no a otros factores
como una lesión cerebral, alcohol o drogas).
2. Creencias o expectativas negativas persistentes y exageradas
sobre uno mismo, los demás o el mundo (p. ej., "Estoy mal", "No puedo
confiar en nadie", "El mundo es muy peligroso", "Tengo los nervios
destrozados").
3. Percepción distorsionada persistente de la causa o las
consecuencias del suceso(s) traumático(s) que hace que el individuo se
acuse a sí mismo o a los demás.
4. Estado emocional negativo persistente (p. ej., miedo, terror, enfado,
culpa o vergüenza).
5. Disminución importante del interés o la participación en actividades
significativas.
6. Sentimiento de desapego o extrañamiento de los demás.
7. Incapacidad persistente de experimentar emociones positivas (p.
ej., felicidad, satisfacción o sentimientos amorosos).
E. Alteración importante de la alerta y reactividad asociada al
suceso(s) traumático(s), que comienza o empeora después del suceso(s)
traumático(s), como se pone de manifiesto por dos (o más) de las
características siguientes:
1. Comportamiento irritable y arrebatos de furia (con poca o ninguna
provocación) que se expresan típicamente como agresión verbal o física
contra personas u objetos.

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2. Comportamiento imprudente o autodestructivo.
3. Hipervigilancia.
4. Respuesta de sobresalto exagerada.
5. Problemas de concentración.
6. Alteración del sueño (p. ej., dificultad para conciliar o continuar el
sueño, o sueño inquieto). E La duración de la alteración (Criterios B, C, D y
E) es superior a un mes.
G. La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro
en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
H. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una
sustancia (p. ej., medicamento, alcohol) o a otra afección médica.
Especificar si:
Con síntomas disociativos: Los síntomas cumplen los criterios para el
trastorno de estrés postraumático y, además, en respuesta al factor de
estrés, el individuo experimenta síntomas persistentes o recurrentes de una
de las características siguientes:
1. Despersonalización: Experiencia persistente o recurrente de un
sentimiento de desapego y como si uno mismo fuera un observador externo
del propio proceso mental o corporal (p. ej., como si se soñara, sentido de
irrealidad de uno mismo o del propio cuerpo, o de que el tiempo pasa
despacio).
2. Desrealización: Experiencia persistente o recurrente de irrealidad
del entorno (p. ej., el mundo alrededor del individuo se experimenta como
irreal, como en un sueño, distante o distorsionado). Nota: Para utilizar este
subtipo, los síntomas disociativos no se han de poder atribuir a los efectos
fisiológicos de una sustancia (p. ej., desvanecimiento, comportamiento
durante la intoxicación alcohólica) u otra afección médica (p. ej., epilepsia
parcial compleja).
Especificar si:

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Con expresión retardada: Si la totalidad de los criterios diagnósticos
no se cumplen hasta al menos seis meses después del acontecimiento
(aunque el inicio y la expresión de algunos síntomas puedan ser inmediatos).

2.3 CARACTERÍSTICAS DIAGNÓSTICAS

La característica esencial del trastorno de estrés postraumático


(TEPT), según el DSM V (2013) es el desarrollo de síntomas específicos tras
la exposición a uno o más eventos traumáticos. El manual de psiquiatría
además explica ciertas consideraciones sobre su presentación clínica:
La presentación clínica del TEPT varía. En algunos individuos se
basa en la reexperimentación del miedo, y pueden predominar los síntomas
emocionales y de comportamiento. En otros serían más angustiosos la
anhedonia o los estados de ánimo disfóricos y las cogniciones negativas. En
otros individuos sobresalen la excitación y la externalización de los síntomas
reactivos, mientras que en otros predominan los síntomas disociativos. Por
último, algunos individuos presentan combinaciones de estos patrones de
síntomas. (p.435)

El acontecimiento traumático se puede reexperimentar de diversas


maneras. Normalmente, el individuo tiene recuerdos intrusivos del evento de
forma recurrente e involuntaria (Criterio B1). Los recuerdos intrusivos del
TEPT se distinguen de la rumiación depresiva en que sólo se refieren a los
recuerdos angustiantes involuntarios e intrusivos. El énfasis está en la
memoria recurrente del evento, que suele tener componentes de tipo
sensorial, emocional o fisiológico. Un síntoma común es la
reexperimentación de sueños angustiantes que repiten el evento en sí o que
son representativos o están temáticamente relacionados con los principales
peligros que acompañaban al evento traumático (Criterio B2). El individuo
puede experimentar estados disociativos que duren desde unos segundos
hasta varias horas o incluso días, durante los cuales se reviven los
componentes del evento y el individuo se comporta como si el suceso

Bertani, María Antonella -48- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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estuviera ocurriendo en ese momento (Criterio B3). Tales eventos aparecen
en un continuo que abarca desde intrusiones breves sensoriales visuales o
de otro tipo sobre una parte del evento traumático sin perder la orientación a
la realidad, hasta una pérdida completa de la conciencia del entorno real.
Estos episodios, a menudo referidos como memorias retrospectivas
(flashbacks), son típicamente breves pero pueden estar asociados a una
angustia prolongada y a una gran activación. En los niños pequeños, la
reconstrucción de los acontecimientos relacionados con el trauma puede
aparecer en el juego o en los estados disociativos. Cuando el individuo está
expuesto a eventos de activación que puedan parecerse o simbolizar
aspectos del acontecimiento traumático (p. ej., días de viento después de un
huracán, ver a alguien que se parece a un agresor), se produce un malestar
psicológico intenso (Criterio B4) o una reactividad fisiológica (Criterio B5). La
señal de activación podría ser una sensación física (p. ej., los mareos en las
personas que han sufrido un traumatismo en la cabeza, los latidos rápidos
cardíacos en un niño que ha sufrido un trauma previo), en particular en las
personas que sufren presentaciones somáticas.
Los estímulos asociados al trauma se evitan de un modo persistente
(p. ej., siempre o casi siempre). Habitualmente, el individuo hace esfuerzos
deliberados por evitar los pensamientos, los recuerdos, los sentimientos, o
no quiere hablar sobre el evento traumático (p. ej., utilizando técnicas de
distracción para evitar los recuerdos internos) (Criterio C1) y para evitar las
actividades, objetos, situaciones o personas que le despiertan los recuerdos
(Criterio C2).
Las alteraciones en las cogniciones negativas o en los estados de
ánimo asociados con el evento comienzan o empeoran después de la
exposición al mismo. Estas alteraciones negativas pueden presentarse de
diversas formas, como la incapacidad para recordar un aspecto importante
del evento traumático; tal olvido se debe típicamente a la amnesia disociativa
y no a un traumatismo en la cabeza, al alcohol o a las drogas (Criterio D1).

Bertani, María Antonella -49- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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Otra forma son las expectativas negativas persistentes (p. ej., siempre o casi
siempre) sobre aspectos importantes de la vida, que se aplican a uno mismo,
a los demás y al futuro (p. ej., "siempre he tomado una mala decisión", "no se
puede confiar en las autoridades"), que pueden manifestarse como un
cambio negativo en la identidad percibida desde el trauma (p. ej., "no puedo
confiar en nadie nunca más"; Criterio D2). Los individuos con trastorno de
estrés postraumático pueden tener cogniciones erróneas persistentes sobre
las causas de la situación traumática, que llevan a culparse a sí mismos o a
los demás (p. ej., "fue mi culpa que mi tío abusase de mí") (Criterio D3).
Aparece un estado de ánimo persistentemente negativo (p. ej., miedo, horror,
ira, culpa, vergüenza) que se inicia o bien empeora después de la exposición
al evento (Criterio D4). El individuo puede experimentar un interés y una
participación marcadamente disminuidos en las actividades que antes
disfrutaba (Criterio D5), una sensación de aislamiento o de alejamiento de
las demás personas (Criterio D6), o una incapacidad persistente para sentir
emociones positivas (sobre todo felicidad, alegría, satisfacción, o emociones
asociadas con la intimidad, la ternura y la sexualidad) (Criterio D7).
Los individuos con trastorno de estrés postraumático pueden estar
irascibles e incluso pueden emplear conductas agresivas verbales y/o físicas
con poca o ninguna provocación (p. ej., gritar a la gente, entablar peleas,
romper objetos) (Criterio El). También pueden participar en conductas
temerarias o autodestructivas, como una conducción peligrosa, un consumo
excesivo de alcohol o de drogas, infligirse autolesiones o tener un
comportamiento suicida (Criterio E2). El trastorno de estrés postraumático a
menudo se caracteriza por una elevada sensibilidad a las amenazas
potenciales, entre las que están aquellas que se relacionan con la
experiencia traumática (p. ej., son especialmente sensibles a la amenaza
potencial que pueden suponer los coches o los camiones a raíz de un
accidente de vehículo a motor), y a las amenazas que no están relacionadas
con el evento traumático (p. ej., tener miedo de sufrir un ataque al corazón)

Bertani, María Antonella -50- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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(Criterio E3). Las personas con trastorno de estrés postraumático pueden ser
muy reactivas a los estímulos inesperados, y mostrar una mayor respuesta
de sobresalto o de nerviosismo a los ruidos fuertes o a los movimientos
inesperados (p. ej., sobresaltarse notablemente en respuesta a un timbre de
teléfono) (Criterio E4). Continuamente informan de dificultades de
concentración, entre las que están la dificultad para recordar los hechos
cotidianos (p. ej., olvidando el propio número de teléfono) o los problemas
para prestar atención a las tareas específicas (p. ej., seguir una conversación
durante un período sostenido de tiempo) (Criterio E5). También son comunes
los problemas para conciliar y mantener el sueño que pueden estar
asociados con pesadillas y con preocupaciones sobre la seguridad, o podría
haber una excitación generalizada elevada que interfiriera con el sueño
adecuado (Criterio E6). Algunos individuos también experimentan síntomas
disociativos persistentes de separación de sus cuerpos (despersonalización)
o del mundo que les rodea (desrealización); esto se refleja en el
especificador "con síntomas disociativos".

2.4 CARACTERÍSTICAS ASOCIADAS QUE APOYAN EL


DIAGNÓSTICO
Se puede producir una regresión en el desarrollo, como la pérdida de
lenguaje en los niños pequeños, y pueden aparecer pseudoalucinaciones
auditivas, tales como experiencias sensoriales auditivas de los propios
pensamientos en forma de una o más voces diferentes que hablan, así como
ideación paranoide. A raíz de unos sucesos traumáticos prolongados,
reiterados y graves (p. ej., el abuso infantil, la tortura), el individuo puede
experimentar además problemas para regular las emociones o para
mantener unas relaciones interpersonales estables, o síntomas disociativos.
Cuando el evento traumático ocasiona una muerte violenta, se pueden
presentar síntomas tanto de duelo complicado como de trastorno de estrés
postraumático.

Bertani, María Antonella -51- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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2.5 DESARROLLO Y CURSO

Según el DSM, el trastorno de estrés postraumático puede ocurrir a


cualquier edad, empezando a partir del primer año de vida. Los síntomas
generalmente comienzan dentro de los primeros 3 meses después del
trauma, aunque puede haber un retraso de meses, o incluso de años, antes
de que se cumplan los criterios para el diagnóstico.
La duración de los síntomas también varía, con una recuperación
completa a los 3 meses en aproximadamente la mitad de los adultos,
mientras que otras personas permanecen sintomáticas durante más de 12
meses y a veces durante más de 50 años.
Puede aparecer una recurrencia y una intensificación de los síntomas
en respuesta a los recuerdos del trauma original, a los estresores vitales o a
los nuevos acontecimientos traumáticos experimentados. En las personas
mayores, el deterioro de la salud, el empeoramiento de la función cognitiva y
el aislamiento social puede exacerbar los síntomas de TEPT.
Los individuos que continúan experimentando TEPT a edades
mayores pueden expresar menos síntomas de hiperexcitación, de evitación,
de cogniciones y de estado de ánimo negativo en comparación con los
adultos más jóvenes con trastorno de estrés postraumático, aunque los
adultos expuestos a eventos traumáticos en etapas posteriores de la vida
pueden mostrar más evasión, hiperexcitación, problemas de sueño y ataques
de llanto, que no se producen entre los adultos más jóvenes expuestos a los
mismos eventos traumáticos. En las personas mayores, el trastorno se
asocia a una percepción negativa de la salud, a la utilización de la atención
primaria y a la ideación suicida.

2.6 RIESGO DE SUICIDIO

Los eventos traumáticos como el abuso infantil aumentan el riesgo de


suicidio de una persona. El trastorno de estrés postraumático se asocia con

Bertani, María Antonella -52- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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ideación suicida e intentos de suicidio, y la presencia de la enfermedad
podría indicar que estas personas con ideación finalmente van a acabar
haciendo un plan de suicidio o, de hecho, van a intentar suicidarse.

2.7 DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL

El trastorno de estrés postraumático figura incluido entre los trastornos


de ansiedad en el DSM IV pero podría ser englobado también entre los
trastornos disociativos e incluso considerado como una variante de la
depresión. (Belloch, 2009). El miedo y la evitación, característicos del
trastorno de estrés postraumático, están presentes en todos los trastornos de
ansiedad. Desde esta perspectiva, este cuadro clínico tiene muchos puntos
en común con el trastorno de pánico, la ansiedad fóbica, la ansiedad
generalizada y el trastorno obsesivo-compulsivo. No se puede olvidar
además que la tasa de prevalencia de comorbilidad en el caso de los
trastornos de ansiedad puede ser hasta del 68 % (Echeburúa, 1993). Más en
concreto, los pensamientos intrusivos y las pesadillas pueden ser
considerados como ataques de pánico condicionados. A su vez, la evitación
de personas, lugares y situaciones asociados al trauma refleja la presencia
de estímulos condicionados similares a los existentes en los trastornos
fóbicos (fobias específicas, fobias sociales y agorafobia.)
Belloch en el manual de psiquiatría (2009) explica que el trastorno de
estrés postraumático participa de muchas características de la ansiedad
generalizada, como algunas dimensiones de personalidad (neuroticismo e
introversión), la existencia de un nivel alto de ansiedad global y la presencia
de una hiperactivación psicofisiológica. De hecho, hay un cierto solapamiento
entre el trastorno de estrés postraumático y el trastorno de ansiedad
generalizada.
La relación entre el trastorno de estrés postraumático y el trastorno
obsesivo-compulsivo está presente en varios aspectos. En primer lugar, hay
una tasa relativamente alta de comorbilidad entre ambas patologías. En

Bertani, María Antonella -53- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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segundo lugar, los pensamientos e imágenes intrusivos son característicos
de los dos cuadros clínicos. Y, en tercer lugar, los fármacos antidepresivos
consiguen reducir los síntomas, si bien de forma moderada, en un caso y
otro (Davidson y Foa, 1991). En suma, la ubicación de este cuadro clínico
dentro de los trastornos de ansiedad parece bien fundamentada. Asimismo, y
desde una perspectiva terapéutica, los tratamientos psicológicos utilizados
en el trastorno de estrés postraumático son las técnicas de exposición y las
técnicas reductoras de ansiedad (inoculación de estrés, entrenamiento en
control de la ansiedad, reestructuración cognitiva, etcétera), que son las
terapias elegidas para hacer frente a los trastornos de ansiedad. Sin
embargo, el DSM V plantea que:
En el TOC hay pensamientos intrusivos recurrentes, pero éstos
cumplen la definición de obsesión. Además, los pensamientos intrusivos no
están relacionados con un evento traumático experimentado, suelen existir
compulsiones, y suelen estar ausentes los otros síntomas del trastorno de
estrés postraumático o trastorno de estrés agudo. Ni la excitación y los
síntomas disociativos del trastorno de pánico, ni la evitación, la irritabilidad y
la ansiedad del trastorno de ansiedad generalizada se asocian con un
evento traumático específico. Los síntomas del trastorno de ansiedad de
separación están claramente relacionados con la separación del hogar o de
la familia, en lugar de con un evento traumático. (p. 450)
Belloch et al. (2009) además explica que, en los pacientes aquejados
de trastorno de estrés postraumático crónico, suelen estar presentes
fenómenos disociativos, especialmente la amnesia psicógena referida al
acontecimiento traumático. La disociación no aparece, sin embargo, en otros
trastornos de ansiedad.
La disociación impide la expresión emocional del suceso traumático,
que tiene un efecto protector, al menos parcial, sobre la aparición de ciertos
síntomas psicopatológicos, especialmente las rumiaciones. La alexitimia, y
en general la represión de las emociones, puede correlacionar con
problemas de salud a largo plazo. En suma, la reevocación de la emoción
negativa suscita de forma inmediata una situación emocional ingrata, pero
ello le coloca al sujeto, a largo plazo, al abrigo de las potenciales

Bertani, María Antonella -54- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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consecuencias emocionales de una experiencia emocional no compartida .
(p 142)
Por otra parte, el interés psicopatológico de los fenómenos
disociativos, radica en que la presencia intensa de los mismos puede
constituir un predictor negativo de la respuesta al tratamiento y que buena
parte de las estrategias terapéuticas están encaminadas a hacer frente a la
disociación mediante las técnicas de exposición o de abreacción emocional
(Corral y cols., 1992).
No parece, sin embargo, razonable incluir este cuadro clínico entre los
trastornos disociativos. En primer lugar, porque la disociación no afecta a
todos los pacientes aquejados del trastorno de estrés postraumático. En
segundo lugar, porque, incluso cuando está presente, tiende a disminuir, al
menos en algunos casos, con el transcurso del tiempo. Y, en tercer lugar,
porque el carácter nuclear del trastorno viene marcado por la ansiedad y no
por la disociación. De hecho, se puede conceptualizar la disociación, que es
una forma de evitación cognitiva, como una estrategia de afrontamiento ante
una situación de miedo extremo y de amenaza a la vida y, desde esta
perspectiva, como una reacción secundaria a la ansiedad (Davidson y Foa,
1991). Además, según el DSM V, la amnesia disociativa, el trastorno de
identidad disociativo y el trastorno de despersonalización-desrealización
pueden o no estar precedidos por la exposición a un evento traumático o
pueden o no producir conjuntamente los síntomas de TEPT. Cuando se
manifiestan los criterios del TEPT completo, se debería considerar el
trastorno de estrés postraumático subtipo "con síntomas disociativos".
Trastornos de adaptación. En los trastornos de adaptación, el factor
estresante puede ser de cualquier gravedad, y no sólo de la requerida para
el trastorno de estrés postraumático (Criterio A). El diagnóstico de un
trastorno de adaptación se utiliza cuando la respuesta a un factor estresante,
que cumpla con el Criterio A del TEPT, no cumple todos los demás criterios
de TEPT (o criterios para otro trastorno mental). También se diagnostica

Bertani, María Antonella -55- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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trastorno de adaptación cuando el patrón de síntomas del trastorno de estrés
postraumático se produce como respuesta a un factor de estrés que no
cumple con el Criterio A del TEPT (p. ej., el abandono por parte del cónyuge,
ser despedido).
Otros trastornos y afecciones postraumáticas. No toda la
psicopatología que se produce en los individuos expuestos a un factor de
estrés extremo necesariamente debe atribuirse al TEPT. El diagnóstico
requiere que la exposición al trauma preceda a la aparición o a la
exacerbación de los síntomas pertinentes. Por otra parte, si el patrón
sintomatológico de respuesta al factor estresante extremo cumple con los
criterios para otro trastorno mental, se deberían aplicar estos diagnósticos en
lugar o además del diagnóstico de trastorno de estrés postraumático. Se
pueden excluir otros diagnósticos y afecciones cuando los síntomas se
explican mejor por un trastorno de estrés postraumático (p. ej., los síntomas
de trastorno de pánico que suceden sólo después de la exposición a los
recuerdos traumáticos). Si los patrones de respuesta a los estresantes
extremos fueran muy graves, se podría justificar un diagnóstico separado (p.
ej., amnesia disociativa).
Trastorno de estrés agudo. El trastorno de estrés agudo se distingue
del trastorno de estrés postraumático debido a que el patrón de los síntomas
en el trastorno de estrés agudo se limita a una duración de entre 3 días y 1
mes después de la exposición al evento traumático.
Trastorno depresivo mayor. La depresión mayor puede o no estar
precedida de un evento traumático y se debería diagnosticar si no existen
otros síntomas de TEPT. En concreto, los principales trastornos depresivos
no tienen ningún síntoma de los criterios B o C del TEPT. Tampoco tienen
una serie de síntomas de los Criterios D o E del trastorno de estrés
postraumático.
Trastornos de la personalidad. La dificultades interpersonales que
tuvieron su inicio o que se exacervaron considerablemente después de la

Bertani, María Antonella -56- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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exposición a un evento traumático indicarían un trastorno de estrés
postraumático, en lugar de un trastorno de la personalidad, en el que se
considera que tales dificultades son independientes de la exposición
traumática.
Trastorno de conversión (trastorno de síntomas neurológicos
funcionales). Una aparición de síntomas somáticos en el contexto de una
angustia postraumática podría ser un indicio de trastorno de estrés
postraumático en lugar de un trastorno de conversión (trastorno de síntomas
neurológicos funcionales).
Trastornos psicóticos. Las memorias retrospectivas (flashbacks) en el
TEPT se deben distinguir de las ilusiones, alucinaciones y de otros trastornos
de la percepción que pueden aparecer en la esquizofrenia, el trastorno
psicótico breve y en otros trastornos psicóticos, en los trastornos depresivos
y bipolares con características psicóticas, en el delirium, en los trastornos
inducidos por sustancias/ medicamentos, y en los trastornos psicóticos
debidos a otra afección médica.
Lesión cerebral traumática. Cuando se produce una lesión cerebral en
el contexto de un evento traumático (p. ej., un accidente traumático, la
explosión de una bomba, un trauma de aceleración/ deceleración), pueden
aparecer los síntomas del trastorno de estrés postraumático. Un traumatismo
craneal también puede constituir un acontecimiento traumático psicológico, y
los síntomas neurocognitivos relacionados con la lesión cerebral traumática
no son mutuamente excluyentes y pueden aparecer al mismo tiempo. Los
anteriormente denominados síntomas posteriores a una conmoción (p. ej.,
dolores de cabeza, mareos, sensibilidad a la luz o al sonido, irritabilidad,
déficit de concentración) pueden aparecer en los individuos con daños
cerebrales, pero también pueden hacerlo en aquellos que no presentan
lesiones cerebrales, incluidas las personas con trastorno de estrés
postraumático. Debido a que los síntomas del trastorno de estrés
postraumático y los síntomas neurocognitivos relacionados con las lesiones

Bertani, María Antonella -57- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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cerebrales traumáticas pueden superponerse, es posible que se tenga que
realizar un diagnóstico diferencial, entre el TEPT y los síntomas del trastorno
neurocognitivo atribuibles a la lesión cerebral traumática, basándose en la
presencia de los síntomas, que son característicos de cada presentación.
Así, la reexperimentación y la evitación son característicos del TEPT y no de
la lesión cerebral traumática, y la desorientación persistente y la confusión
son más específicos de la lesión cerebral traumática que del trastorno de
estrés postraumático.
2.8 COMORBILIDAD.

Según el DSM V, los individuos con trastorno de estrés postraumático


son un 80 % más propensos a presentar síntomas que cumplen con los
criterios diagnósticos para, al menos, otro trastorno mental (p. ej., depresión,
trastorno bipolar, ansiedad o trastornos por consumo de sustancias) que
aquellos sin trastorno de estrés postraumático.
Belloch et al (2009, p 143) refieren que la comorbilidad del trastorno
de estrés postraumático es muy alta, tanto si se estudia en investigaciones
epidemiológicas como si se constata en muestras clínicas en centros de
tratamiento, y dicen que: “respecto a las relaciones fronterizas con otros
cuadros clínicos, el trastorno de estrés postraumático puede tener unos
límites poco precisos y estar relacionado con categorías psicopatológicas
muy diversas.”
Por lo que se refiere a la definición poco precisa del trastorno, hay una
alta comorbilidad de este cuadro clínico con la depresión, el trastorno de
ansiedad generalizada, la fobia social y el trastorno obsesivo-compulsivo. La
asociación frecuente entre la depresión y el trastorno de estrés
postraumático se explica por la presencia en éste de algunos síntomas
característicos de aquélla: la pérdida de interés o de participación en
actividades significativas (criterio C4), la sensación de acortamiento del

Bertani, María Antonella -58- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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futuro (criterio C7), la evitación de personas (criterio C2) o las alteraciones
del sueño (criterio D1). Desde esta perspectiva, se puede reconceptualizar el
trastorno de estrés postraumático como una variante de la depresión. Suele
haber un solapamiento frecuente de los síntomas señalados en el criterio D
(hiperactivación psicofisiológica) con el trastorno de ansiedad generalizada;
asimismo con la fobia social (evitación de personas), según el criterio C2; y
por último, con el trastorno obsesivo-compulsivo recuerdos desagradables,
recurrentes e intrusivos, según el criterio B1— (Meyer y Kranzler, 1990).
Quizá estas altas tasas de comorbilidad serían menores si se acotase
conceptualmente el trastorno de estrés postraumático y se limitasen los
síntomas a los que son más específicos de este trastorno: las pesadillas, la
reexperimentación de imágenes, la respuesta de alarma y la hipervigilancia
(Davidson y Foa, 1991). No obstante, éste no es el camino seguido por el
DSM-IV (APA, 2000), que opta por la inclusión de síntomas no específicos:
por ejemplo, la pérdida de interés, la sensación de acortamiento del futuro o
las alteraciones del sueño.

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CAPITULO 3: ANALISIS EXISTENCIAL Y
TRATAMIENTO DE VICTIMAS DE ABUSO
SEXUAL DESDE EL AEP Y TERAPIA
COGNITIVO CONDUCTUAL

Bertani, María Antonella -60- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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3.1 EL ANÁLISIS EXISTENCIAL PERSONAL (AEP) Y EL ABORDAJE
DEL TEPT PARA VÍCTIMAS DE ABUSO SEXUAL.

El desarrollo y la realización personal dependen, según el Análisis


Existencial, del éxito en la confrontación con los “Temas Existenciales” de la
vida.
La condición existencial del ser humano es básicamente dialógica, los
temas fundamentales están en el acuerdo con lo fáctico y las condiciones del
Dasein (ser en el mundo), con el hecho de la propia vida y con sus
sentimientos y relaciones, con su propia individualidad (ser uno mismo,
autonomía, autenticidad) y en definitiva, con el proceso de llegar a ser, que
implica futuro y sentido.
En el análisis existencial moderno está integrada la Logoterapia de
Viktor Frankl recibiendo una base que permite un acceso más experimental
al sentido. La búsqueda de sentido constituye en una exigencia al ser
humano. El trabajo de tales crisis vitales necesita por su complejidad
fundamentos en los cuales puede ser basado. Por relaciones con las
circunstancias del mundo, con la vida y con personas (la propia como otras)
se construye la base de la existencia que da fundamento a un sentido vivido
y experimentado.
En base a esta corriente psicológica, y el análisis existencial personal
de Alfried Längle, se analizará en este capítulo, la vivencia de la persona
abusada, como están sus condiciones para la existencia y se desarrollará el
análisis del estrés postraumático como trastorno de la primera y segunda
motivación desde el AEP y el tratamiento desde la misma línea, agregando
algunas técnicas desde lo cognitivo – conductual.
Con el Análisis Existencial, dice Längle (2009), se intenta sensibilizar
la esencia del sujeto, su ser personal, reforzarlo y ayudarlo a su realización
en medio de los cambios, las exigencias, las dificultades y las inquietudes de
su mundo. Y agrega:

Bertani, María Antonella -61- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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El sujeto debe poder vivir por sí mismo, en lo posible conducirse
como él básicamente es, y aún más: debe y puede llegar a ser. La
interacción mediante el Análisis, debe ayudar a entrar en el diálogo, en un
intercambio “oxigenador” con el mundo. En este mundo actual realizar su
vocación, la “tarea” para la que siente haber nacido y haber sido “creado”,
con los medios de que al presente se disponga, y allí donde uno es ahora
necesario, donde ahora algo lo está esperando. Pues sólo en el diálogo (con
los otros, consigo mismo, con “el mundo”) puede el ser humano, acorde al
Análisis Existencial, encontrarse a sí mismo (p. 2)

Si el ser humano puede entrar en un intercambio dialógico con lo


interno y externo que está ante él, con lo que ineludiblemente está
confrontado, entonces le es posible dar un fundamento a su propio Dasein,
vivir más profundamente, y mediante la conformación de sí y del mundo
alcanzar la plenitud. El intercambio dialógico está en el reconocimiento del
valor intrínseco de lo que está enfrente en cada momento, de lo que el ser
humano no se adueña, y en la aceptación del valor propio de uno mismo.
Visto esto así, el ser humano está principalmente referido a su Dasein, al ser
valioso, al ser de un determinado modo, a ser algo para alguien (Sentido).
Estas dimensiones básicas dan fundamento a la Existencia.

3.2 EL IMPACTO DEL ABUSO SEXUAL INFANTIL SOBRE LAS


CONDICIONES Y MOTIVACIONES FUNDAMENTALES DE LA
EXISTENCIA
Las Motivaciones Fundamentales constituyen un importante eje de la
teoría y la psicoterapia analítico-existencial actual ya que sobre ellas se
sustenta el modelo estructural que permite establecer el diagnóstico y
tratamiento derivado. Fueron presentadas por primera vez el año 1992 por
Alfried Längle, actual presidente de la Sociedad Internacional de Logoterapia
y Análisis Existencial, estrecho colaborador de Víktor Frankl. Desde esta
perspectiva, el devenir de todo ser humano está confrontado con cuatro
dimensiones que constituyen la base de toda existencia.

Bertani, María Antonella -62- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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En el Análisis Existencial moderno la multiplicidad de estos temas
pudo ser reducida a estas cuatro estructuras, que es posible considerar
fundamentos de una existencia realizada, ámbitos que el ser humano no
puede eludir y con los que tiene que confrontar por toda la vida, y en todas
las direcciones de su Dasein: en lo cotidiano, en el curso de la vida, en las
situaciones límite y en las más difíciles situaciones; son las que amplían el
referido horizonte y presentan el “modelo estructural” del Análisis Existencial.
Estas son:
- el mundo, (con sus exigencias y posibilidades)

- la propia vida, (la propia naturaleza con su vitalidad)

- el ser persona (el ser uno mismo, la legitimidad, la no


intercambiabilidad)

- el futuro (y la a él ligada exigencia de actuar, de involucrarse


activamente en los contextos en que uno está y en los que uno puede crear.)

Están orientadas al desenvolvimiento de la persona, y su bloqueo o un


desarrollo insuficiente llevan, por el contrario, a trastornos psíquicos.
En cada una de estas dimensiones es posible encontrar ciertas
condiciones predeterminadas frente a las cuales el hombre hace frente, en el
sentido de que constituyen hechos dados previamente. Estas dimensiones
conforman a la vez el sustento de la motivación humana en tanto cada
persona se encuentra permanentemente ocupada en ellas. A esto refiere
Längle (2008):
Si pueden ser vividas adecuadamente, lo que también implica que
sean sentidas en su profundidad, presentan las condiciones fundamentales
para una realización de la existencia (…). El hombre está permanentemente
ocupado en mantener en lo posible estas condiciones fundamentales en
equilibrio, realizarlas satisfactoriamente, cumplir con ellas y responder; por
eso, estas cuatro condiciones fundamentales de la existencia son a la vez
sus cuatro motivaciones existenciales básicas (p.10).

Bertani, María Antonella -63- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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Plantearse estas dimensiones y profundizar en ellas es una honda
preocupación del ser humano como ser que quiere alcanzar una existencia
plena, que tiene la exigencia de realizarse, de buscar su felicidad y hacerse
cargo de la responsabilidad de su felicidad.
Por eso estas condiciones representan motivaciones para Längle
(2002):
1.- La supervivencia física, y la conquista cognitiva del Dasein; o sea,
para poder ser.
2.- El placer/ganas de vivir psíquicas y de los valores de la vida, es
decir, gustar vivir
3.- La autenticidad personal y la equidad: o sea, permitirse ser así
como se es.
4.- El sentido existencial y el desarrollo de lo valioso: para deber
actuar.
Si se dan: el poder, el gustar, el permitirse y el deber actuar, se trata
de un legítimo, personal, existencial “querer” (voluntad libre).
Como se señaló anteriormente, lo que encontramos en el abuso
sexual es un impedimento de la existencia, en el sentido de que
habitualmente no será posible encontrar las condiciones aseguradas para
ello. Claramente el nivel de impacto de las motivaciones se verá mediado
según el tipo de victimización al que se ha encontrado expuesta la persona,
la respuesta del entorno a su experiencia, así como también las
traumatizaciones previas y su historia general, no necesariamente ligadas a
un carácter sexual.
Se suele hacer referencia al estrés postraumático como cuadro
clínico. No obstante, es importante señalar que “(…) ante situaciones de
agresión sexual muchas veces nos enfrentamos a la cronificación de la
vivencia traumática, desarrollándose cuadros sintomáticos que sobrepasan
los criterios del TEPT. Ello debido a que al irse cronificando los elementos
cognitivos y emocionales asociados al trauma, éstos van conformando parte

Bertani, María Antonella -64- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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de la organización e identidad del sujeto, generando un mayor grado de
vulnerabilidad y malestar psíquico” (Núñez, 2010, p.39).
Es especialmente válido para la población victimizada en la infancia o
la adolescencia. La variabilidad de respuestas sintomatológicas, ante la
dinámica abusiva, constituye un hecho inherente a su caracterización ya que,
como se explicó anteriormente, el impacto de tal experiencia se posiciona de
manera transversal, pudiendo afectar en igual medida a las cuatro
motivaciones.
Es por esto que, para efectos prácticos, se desglosa la comprensión y
las implicancias del abuso haciendo mayor hincapié en la primera
motivación, ya que el trastorno que se deriva de ella es el estrés
postraumático (tema de este trabajo), categorizado como un trastorno de
angustia. Sin embargo, el impacto de tal experiencia se posiciona de manera
transversal, pudiendo afectar en igual medida a las cuatro motivaciones, o
bien afectando a algunas más que otras. Por otra parte, las cuatro
motivaciones se entrecruzan y relacionan constantemente en el desarrollo; la
delimitación y jerarquización de esto constituye parte del diagnóstico
fundamental para dar curso a la psicoterapia

3.2.1 LAS REACCIONES DE COPING


Explica Längle (1998, p. 14) en su escrito, que la psique como
guardiana del sentimiento vital básico y del bienestar, “no se limita sólo a la
formación de afectos que representan la situación vital del hombre, sino está
pronta a reaccionar protegiendo al sujeto, para amenguar el sufrimiento de la
frustración de los supuestos de la existencia personal.” Estas reacciones de
protección, automáticas, psicógenas, son llamadas corrientemente
reacciones de Coping.
Se distinguen 4 tipos de reacción: 1. Movimiento de evitación; 2.
reacción paradójica como intento de dominio de la situación; 3. Agresión
como defensa a la imposibilidad de escapar y 4. Bloqueo, ante el sentimiento

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de estar dominado. Mediante las reacciones de coping pueden ser
amortiguados los sentimientos negativos. Cuando las mismas faltan, se
instalan los sentimientos patológicos.
Las reacciones de protección tienen como finalidad poder escapar, lo
más rápido posible, de las situaciones gravosas o peligrosas y, así, asegurar
la sobrevivencia psíquica y aún física.
Hay un modelo reactivo, en cuanto a la secuencia de los movimientos,
diferente según la MF de que se trate. Agrega Längle que cuando se conoce
la dirección del movimiento y el contenido temático de la reacción de coping,
se tiene información clara acerca de la MF amenazada.
Como se ha señalado con anterioridad, esas reacciones permiten
asegurar la supervivencia, no obstante, el problema perdura en tanto éstas
se instalan como único comportamiento posible y, por lo tanto, van quitando
libertad a la persona. En este contexto, mientras más tempranamente en el
desarrollo se produce, más profundamente va generando una alteración en
la constitución de la personalidad, dejando a la dimensión personal cada vez
más acorralada tras mecanismos psicodinámicos fijados.
En la sintomatología del TEPT se observa la presencia de reacciones
de coping en los movimientos de evitación, agresión y reflejo de posición de
muerto. En el análisis de cada motivación se ira exponiendo las reacciones
de coping predominantes de cada una en profundidad.

3.3 EL ESTRÉS POSTRAUMATICO COMO TRASTORNO DE LA


PRIMERA MOTIVACIÓN FUNDAMENTAL DE LA EXISTENCIA.

La primera motivación es también el requisito fundamental de la


existencia, y viene dada por el hecho de estar en el mundo y eso me pone
ante la cuestión básica de la existencia: yo soy, pero ¿puedo yo ser? ¿Puedo
yo, en estas condiciones, y con las posibilidades que tengo, ocupar un lugar
en este mundo? Los poderes más básicos con que cuenta una persona en lo

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referente a esta primera motivación lo constituyen el poder soportar y el
poder aceptar; y para poder soportar y aceptar a su vez se requieren tres
condiciones (Längle, 2005): protección, espacio y sostén. Si esto me falta,
surge intranquilidad, inseguridad, angustia.
La experiencia del fundamento del ser lleva a una actitud de
serenidad y es un supuesto previo al desarrollo de la confianza fundamental:
el fundamento último, aquello que permanece estable aún cuando se
derrumben todas las confianzas, “el sentimiento de que hay siempre algo,
que permanece y sostiene (…). Es la experiencia de que el mundo sin mí
sigue existiendo, porque tiene consistencia en sí mismo” (Längle, 2005,
p.52).
Hemos hecho referencia en este trabajo al TEPT como un trastorno de
angustia, la cual se define como un estado generalizado de excitación, el que
psicológicamente se traduce por un sentimiento de amenaza o peligro al que
el ser humano se siente existencialmente expuesto, dice Längle (2002) en su
escrito “la búsqueda de sostén” que: “el ser humano vivencia una falta
(parcial) de protección” (p.2) y explica que la amenaza física o psíquica pone
al ser humano, como ser personal-existencial, frente a su posible destrucción
o la pérdida de sostén y de estructuras ordenadas que, de acuerdo a la 1ª
motivación fundamental, le dan el suelo para el despliegue de su "poder ser".
En la angustia se le hace evidente al ser humano la potencial aniquilación de
su existencia por causa de una amenazante pérdida de sostén en el mundo.
Se hace patente el abismo (el no tener piso en que apoyarse).
Heidegger (1979), citado en el texto de Langle (2005, p.3) trabajó en
"Ser y Tiempo”, la angustia, presentándola como uno de los temples
fundamentales del ser humano, que pertenece pues esencialmente a la
constitución del él como Dasein. En el "angustiar-se" ve él un modo
fundamental del "ser-en-elmundo". La angustia hace patente al mundo en su
"des-acogimiento" (Unheimlichkeit), porque en la angustia se desvanece,
como un engaño, la familiaridad que tenemos con las cosas cotidianamente.

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La angustia pone al ser humano frente a la posibilidad de la irrupción de la
"nada", que siempre está ya ahí y que pertenece al mundo, asediando al
Dasein ininterrumpidamente y en todas partes.
La persona puede vivir la angustia a dos niveles: en la conmoción
inmediata de las estructuras dadoras de sostén (angustia fundamental) y en
la actitud frente a la angustia, o sea, la angustia genera una actitud de
angustia de la angustia (angustia de expectativa).
La conmoción de la angustia fundamental consiste en el "hacerse
insegura de la existencia". Lo que hasta ayer ofrecía sostén, pierde firmeza y
confiabilidad. Ésta es la experiencia del "nada es seguro". La percepción
inmediata del tambaleo de lo hasta ahora firme genera la emoción de la
angustia fundamental, la posibilidad del no-poder-ser se hace patente en
medio de la realidad. La "nada" irrumpe en la existencia. Es como si a uno le
hubiesen quitado el piso bajo los pies, con lo que se pierde el apoyo y se
hace evidente el peligro de caer en la nada sin-fondo. La agresión sexual es
una forma especial de delito violento altamente estresante, que es
vivenciado por la víctima con un miedo intenso a sufrir un grave daño físico o
incluso la muerte, al que se añaden sensaciones de impotencia y
desesperanza en cuanto a su incapacidad para escapar o evitarlo, es por
eso que la posibilidad del no ser y el sentimiento de aniquilación de la
existencia está teñida por esta angustia fundamental.
La angustia de expectativa consiste en una actitud miedosa frente al
miedo, uno no se siente capaz de afrontar la angustia. Hay un déficit de
sostén en uno mismo, por lo que se presiente que se va a claudicar cuando
la angustia irrumpa por algún motivo determinado. Lo que está afectado aquí
es el ánimo de la persona a que le falta el valor para no desplomarse en la
situación angustiante.
Frente a una situación de abuso la reacción inminente es de angustia
fundamental ya que el orden natural de las cosas se quiebra y se introduce
un estremecimiento total de lo establecido. Cuando hablamos por ejemplo

Bertani, María Antonella -68- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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del abuso sexual intrafamiliar en la infancia más temprana, el sentimiento
básico se manifiesta corporalmente, quedando huellas neurofisiológicas que
pueden acompañar a la persona hasta la adultez. Con posterioridad puede
comenzar a experimentar temor ante la propia angustia (angustia de
expectativa) “hay un déficit de sostén en uno mismo, por lo que se presiente
que se va a claudicar cuando la angustia irrumpa por algún motivo
determinado” (Längle, 2005, p.60).
El problema con esta actitud de defensa ante la angustia fundamental,
señala Lorca Santander (2012), “es que se genera un círculo vicioso difícil de
quebrar: mientras más intenta evitar o luchar contra la angustia, más
angustia siente y comienza a tejer su vida en torno a ésta.”
Quedan así teñidos las relaciones, los sentimientos, la relación con lo propio
de sí mismo, su construcción de identidad, su vínculo con el mundo y el
devenir general.
En la vivencia del abuso se genera una fractura en la posibilidad de
ser. En primer lugar, explica Lorca Santander (2012), en el momento en que
el abuso es actualidad y, en segundo lugar, en las experiencias que se
desarrollarán con posterioridad: se reedita constantemente la pérdida de
espacio, de sostén y de protección. Aún cuando transcurran años desde la
ocurrencia, la persona puede vivenciarlo como un hecho reciente por el nivel
de conmoción producida. El espacio se ve amenazado en múltiples niveles.
Es primariamente en el espacio corporal que se produce concretamente la
transgresión, quedando éste invadido y sometido a la voluntad de otro; así
mismo, el espacio propio como se ve reducido, está la vivencia de ser
acorralado por otro, de que otro ser aplasta el propio ser y también la propia
vida. Una experiencia muy concreta, de materialización de la violencia,
genera consecuencias graves a nivel simbólico; claramente no es sólo el
cuerpo el agredido, sino lo que éste representa: el espacio más propio y
personal de resguardo, de la posibilidad de existir. Así, la propia existencia
queda subordinada a la voluntad de otro.

Bertani, María Antonella -69- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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En aquellos casos en que el abuso es intrafamiliar nos encontramos con una
huella a nivel de tres dimensiones: el espacio del propio cuerpo que es
transgredido, el espacio concreto y simbólico que constituye el hogar, y la
amenaza que proviene desde quien hasta ese momento (o tal vez
verdaderamente nunca, sino sólo como supuesto) ha sido parte de lo que
culturalmente se considera el más preciado núcleo de protección: la familia.
La invasión ocurre en el propio cuerpo, más allá de que nunca sea necesario
volver al lugar físico en que se fue agredido, el desamparo lo lleva consigo la
víctima siempre, y de éste no tiene la opción de huir materialmente. Así es
como se constatará a veces la huida en términos de separación interna: la
disociación. Dice Lorca Santander (2012): “Como el propio cuerpo con sus
sensaciones es el portador de lo vivido, se genera un quiebre que posibilite
seguir viviendo en él sin que sea una experiencia insoportable.”
También, se observa cómo el espacio habitualmente asociado al resguardo y
la protección (el hogar) queda teñido de una sensación constante de
desamparo que difícilmente puede retornar a su simbolismo original. Muchas
víctimas revelan el dolor y la dificultad que les significa tener que permanecer
en el lugar que representa y recuerda lo sufrido, cuando han debido
permanecer en ellos debido a la dificultad del entorno para comprender lo
que esta decisión implica.
El impedimento de nuevas vivencias angustiantes protege al ser
humano de sentimientos desagradables. Pero más que esto, lo que hace es
no agregar nuevas heridas que sigan debilitando el coraje para vivir. Con
este fin, se acude a los típicos "reacciones de coping de angustia", como: las
evitaciones, huidas, luchas y el reflejo de posición de muerto.
El movimiento de evitación o huída requiere buscar un lugar seguro de
manera concreta o simbólicamente. Es la posibilidad más simple y segura,
pero si se está atrapado en la situación y no es posible escapar, este
mecanismo claramente no es más suficiente, y pueden aparecer activismos
de cualquier tipo, que constituyen un intento de lucha frente a la situación

Bertani, María Antonella -70- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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ligada a la amenaza. Cuando este intento es infructuoso, lo que puede
devenir es la forma de agresión particular de esta motivación: el odio. En el
odio de lo que se trata es de un sentimiento de no poder ser más con el
objeto de odio, por lo tanto, de querer su aniquilación: ¡Si tu ser no deja ser a
mi ser, yo no puedo dejar ser a tu ser!” (Längle, 2005, p.13). La dificultad
implícita de esta posibilidad la encontramos en aquellos casos en que el
agresor es además una persona querida por la víctima. Desde ahí es factible
entender la ambigüedad de los sentimientos observados en una mujer que
ha sido victimizada, por ejemplo, por su propio padre. En este caso,
generalmente podemos constatar la dificultad para que un sentimiento como
el odio pueda aparecer, primando más bien reacciones de coping de corte
más primitivo, como una suerte de indiferencia frente a lo ocurrido, que no es
más que reflejo de una posición de muerte. Para el odio es necesario contar
con la fuerza necesaria, que en casos de una conmoción tan profunda se ve
debilitada. De esta forma, en esta situación habitualmente lo que se observa
es la presencia de mecanismos de parálisis como postura de muerte: la
persona ya no lucha más, y parece como sometida a su destino frente al cual
se enfrenta pasiva e indefensamente. Este mecanismo favorece el perpetuo
silenciamiento y la cronificación de las situaciones de abuso, y permite la
mantención de la indefensión como dinámica propia presente en el abuso
sexual.
En términos de la vivencia, lo que encontramos entonces es una
persona atemorizada, alerta a cualquier elemento que le señale inseguridad,
desde la desconfianza más profunda en su relación con el mundo. En
síntesis, alguien que no puede decir sí al mundo tal como es y que, por tanto,
lleva consigo una fragilidad constante que requiere de quien la acompañe
una fortaleza particular.
Por otro lado, explica Längle, (2005, p.57) que “la reacción general
contra este estado de indefensión es el reflejo de sostén (tensión muscular,
reacción de alarma del cuerpo y de la psique) y la búsqueda de protección,

Bertani, María Antonella -71- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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seguridad y sostén, en vistas del abismo de la existencia”. Cuando la
angustia se hace patológica representa un motivo de sufrimiento. En este
caso, el individuo aparece tan comprometido por la angustia, que ya no es
más libre para el cumplimiento de sus actos, según sea la situación en que
se encuentra. La calificación de "patológica" de la angustia es pertinente
cuando ella impide el cumplimiento de los actos vitales. Entonces la angustia
lleva al ser humano a buscar sostén. Un índice de la patología es que la
búsqueda de sostén es "sobrevalorada", pues el angustiado quiere
cerciorarse de que el sostén es tal, que le da suficientes "garantías". La
angustia patológica es el sufrimiento por la imposibilidad de hallar en la vida
seguridades absolutas.
Es comprensible entonces encontrar en estas víctimas una confusión
difícilmente posible de ser integrada. Así como el espacio puede quedar
dañado, se produce en añadidura un resquebrajamiento de la vivencia de
sostén por cuanto todo aquello que hasta ahora conformaba la realidad de la
existencia se desploma, lo que ofrecía confianza natural ya no lo es más. Se
introduce la imposibilidad de confiar en un sentido muy profundo, en tanto la
calle, el hogar o el propio cuerpo dejan de constituirse en lugares de
descanso y confiabilidad, quedando quien sufre desprovisto de los recursos
que hasta ese momento ha tenido para sostenerse.
Con respecto a los abusos se introducen en la infancia, Lorca
Santander (2012) afirma que:
En estas situaciones no es sólo que se pierde algo que había estado
en construcción incipiente, sino muchas veces de lo que se trata es de la
reducción sistemática y transversal de experiencias proveedoras de sostén,
probablemente en diferentes niveles de la existencia. Allí se introduce una
diferencia radical según el momento vital en que se produce la situación
abusiva: en frente de una persona victimizada en la infancia observaremos
habitualmente una debilidad crónica en la vivencia de sostén, que en el caso
de personas victimizadas más tardíamente pueden encontrarse focalizadas
en ámbitos más específicos de la existencia, lo cual conlleva inicialmente
mayores opciones de sanación.

Bertani, María Antonella -72- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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intrafamiliar
En todos estos niveles, aquello que atraviesa la experiencia es la
ausencia o el debilitamiento de la protección, la aparición de una sensación
de desprotección y desamparo absoluto que hace casi imposible la vivencia
de ser aceptado verdaderamente por otro. La experiencia es de no poder ser
con eso que ha ocurrido, que además entrega el mensaje de no tener el
resguardo necesario para existir.

3.4 EL IMPACTO DEL ABUSO SEXUAL EN LA SEGUNDA,


TERCERA Y CUARTA MOTIVACION

Segunda motivación

La Segunda Condición Existencial deviene por la relación con la vida;


no es suficiente el hecho de estar en el mundo, la existencia nos confronta
con la pregunta fundamental: Yo vivo, pero ¿Quiero vivir? ¿Es bueno vivir?
Con sus dificultades, dolores y alegrías ¿Quiero esta vida? El hecho
inevitable es que no solamente existimos, sino que la vida tiene una cualidad
que le es propia, lo cual significa que a veces existe alegría y otras veces el
sufrimiento. Frente a eso se encuentra interpelado el ser humano a cada
momento.
La Primera Motivación confiere la estructura, el marco necesario para
la existencia, sin embargo, con eso no basta. En la Segunda Motivación
Fundamental se trata de la confrontación de la persona con su propia vida,
se introduce así una dimensión de movimiento que viene dada por las
relaciones y los sentimientos que allí se generan. Es el mundo afectivo y el
acceso a lo valioso, que despierta en la persona el sentimiento de cercanía
hacia la vida. Para ello el hombre necesita como condiciones relación,
tiempo y cercanía (Längle, 2006a). La relación es aquello que permite al ser
humano ser asequible, mantenerse en el vínculo y el contacto sentido tanto
consigo mismo como con los otros. El tiempo hace referencia a que la vida

Bertani, María Antonella -73- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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está conformada de tiempo, por lo tanto, éste constituye un termómetro para
medir a qué se le asigna valor: deja en evidencia la verdadera importancia de
algo, lo que existencialmente es relevante para la persona.
Es un requisito importante para que los sentimientos puedan tener
cabida, éstos requieren no sólo de relación sino del tiempo para poder surgir
y desplegarse. Y la cercanía es el estado que devela una proximidad (interna
y externa).
Cuando estas condiciones están dadas, lo que se fortalece es la
relación con la vida en general. Así como en la primera motivación
encontramos un “sí al mundo”, en esta motivación se trata de un “sí a la
vida”. Una respuesta afirmativa genera un compromiso, la motivación de
continuar en la vida a pesar de todo lo que implica.
En otro nivel, lo que se encuentra es el sentir que es bueno existir, lo
que constituye el Valor Fundamental, esto es, el valor de la propia vida, “la
cualidad más profunda, emocionalmente asumida de la propia vida. Se
vivencia y encuentra a través de la propia experiencia (biográfica) de la vida
y a través de las biografías observadas o emocionalmente compartidas con
otras personas”. (Längle, 2005, p.52). El Valor Fundamental se basa en la
percepción del valor que tiene la vida, más allá de querer o no querer vivir,
más allá de si existen las ganas y el gusto por vivir.
El hecho de ser abusado sexualmente constituye una vivencia
extrema de dolor ante una herida profunda en la intimidad. Con la
experiencia del abuso deviene el dolor y así mismo una experiencia de
pérdida tanto en la relación de la persona consigo misma, como en la
relación con los otros, y con ello el sentimiento de que así ya no es bueno
vivir. El dolor muchas veces puede quedar escondido tras las reacciones de
coping que aparecen prontamente para proteger la indemnidad de la
persona, sin embargo, la sensación de pérdida suele ser experimentada
vívidamente en múltiples sentidos: pérdida de la inocencia, de la dignidad, de

Bertani, María Antonella -74- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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un vínculo importante que resulta traicionado, de lo que se pensaba que era
la vida, de las perspectivas a futuro, entre muchas otras posibilidades.
Tal como se ha señalado en el desarrollo de este trabajo, el nivel de
impacto estará mediado por la frecuencia y el momento de la victimización,
así como por el vínculo con el agresor y el apoyo y la contención que haya
recibido de otros. No obstante, en términos generales, en cada una de estas
experiencias es posible encontrar -al menos en algún momento de la
historia- un sentimiento de pesadumbre y dificultad, falta de vitalidad,
desgano, y finalmente la vivencia de que no vale la pena vivir una vida así,
una disminución de la Relación con la Vida y del Valor Fundamental. El
dolor, muchas veces imposible de soportar, favorecerá la aparición de
reacciones tendientes a su alejamiento -reacciones de coping que pueden
fijarse y por tanto patologizarse- que finalmente sólo agrandarán la
dimensión del mismo.
Es posible observar un deterioro, debilitamiento o derechamente
alejamiento de la relación; es éste el nivel de la dinámica de traición
señalada en el inicio. Dado que en la mayoría de los casos el abuso sexual
se produce en el contexto de una relación, se ha llegado a conceptualizar el
abuso como un trauma relacional.
Cuando se trata del abuso intrafamiliar, la máxima intimidad de una
relación se ve quebrantada y desde ahí puede surgir una desconfianza y
aversión hacia cualquier otro tipo de relación. El diálogo interno en el que se
encuentra esta persona sigue más o menos las siguientes líneas: “Si mi
padre (o mi madre, o mi hermano) fue capaz de hacerme algo así ¿qué más
puedo esperar del resto?”. Más grave aún, mientras los abusos persisten, se
puede llegar a instalar en esta persona la creencia de que tal tipo de relación
es lo único que se puede esperar de la vida. En este sentido, se configura
como una especie de molde desde el cual existe una alta probabilidad de
que queden situadas todas las otras relaciones.

Bertani, María Antonella -75- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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intrafamiliar
Como resultado del dolor en este nivel, podemos observar entonces el
aislamiento o bien el aferramiento a “pseudo-relaciones” que -como no
alcanzan a tener la cualidad de una buena relación- finalmente tienden a
confirmar la falta de valor de la propia vida. La persona busca
desesperadamente aquello que no encuentra, pero en lugares equivocados
que refuerzan su precepción negativa frente a las relaciones. Esta búsqueda
de cercanía, por medio de una confianza indiscriminada, la lleva muchas
veces a sufrir nuevas heridas. Es, en sí, un grave factor de riesgo.
En relación al tiempo, quien ha sido abusado destina gran parte de su
tiempo aún en contra de su voluntad- en intentar comprender lo
incomprensible. Muchas veces dando vueltas sin fin en aquello que sucedió,
de alguna forma como si el tiempo se hubiese detenido sobre ello. Así, el
presente está puesto en el pasado, impidiendo que cualquier otro aspecto
pueda ingresar. Los pensamientos deambulan en torno a lo negativo,
cargados de una noción pesimista sobre el futuro.
En algún sentido ya casi no hay fuerza más que para sobrevivir a lo
ocurrido, de tal modo que la relación con la propia vida, con lo valioso que
pueda surgir en ella, se vuelve una imposibilidad. Naturalmente no es una
opción decidida sino más bien una elipse difícil de detener sin la ayuda de
otro. Dado que la mayor parte del tiempo la persona está intentando
sobrevivir, se vuelve casi imposible el contacto y la relación con valores que
vayan nutriendo la vida y, por lo mismo, se dificulta enormemente la
aparición de buenos sentimientos que puedan ayudar a fortalecer el amor
por la vida.
La posibilidad de cercanía, como aquella cualidad que refleja el
estado de la relación, se ve debilitada. La persona que ha sido traumatizada
en el contexto de una relación -sea cual sea la característica de ella- se
puede encontrar en una posición desde la cual ya no desee salir ni
establecer cercanía alguna. Por otra parte, el dolor de la agresión es tan
fuerte que marca toda posibilidad futura. Puede la persona tener la sospecha

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de que existe algo mejor a lo cual aspirar, sin embargo, en su fuero interno
muchas veces puede llegar a sentir que no lo merece. En añadidura, en
tanto el dolor está dentro de sí misma, la cercanía interior se vuelve una
utopía dado que gran parte del esfuerzo se encuentra dirigido a alejarse de
aquello que reactualiza el dolor.
Cuando la vivencia de falta de acercamiento se ha originado en el
centro de la familia, en las relaciones importantes en el transcurso de la vida,
es comprensible que en esa persona exista la sensación de tener una
historia vital marcada por la falta de sentimientos, por la carencia de
nutrientes afectivos, o muchas veces también por la presencia de
sentimientos ambiguos que oscilan entre el amor, la rabia y la confusión.
La persona no sabe qué es lo que verdaderamente ha ocurrido con su
mundo interior, no tiene claridad de sus sentimientos, se encuentra distante
de sí misma, pero como la necesidad de cercanía es tan inherente al ser
humano, existe una fuerza interna que anhela y busca lo perdido en
cualquier lugar. Esto lamentablemente la vuelve proclive a ser revictimizada.
Así también, se puede generar una confusión en torno a la vivencia de
valores. La persona abusada, tal como la palabra lo significa, es alguien de
quien se ha hecho uso; en este sentido su valor propio -que constituye lo que
esencialmente ella es, su autenticidad- se ha confundido con el valor
funcional -su utilidad para otro-. Sometida a una relación en que la utilización
la ha transformado en objeto, difícilmente puede tener claridad respecto de
su propio valor. Así, se va perdiendo entre el discurso y la finalidad que
persigue quien la agrede, perdiendo de vista el sentido de su propio valor.
En este marco aparecerán las reacciones de coping, en función de los
distintos elementos del abuso que se han señalado a lo largo de este trabajo,
mientras se vive la situación de abuso y con posterioridad también. En la
experiencia clínica es posible constatar la variabilidad en que estos
mecanismos se generan, lo que hace resaltar la particularidad de cada cual.
En términos generales, la retirada como parte del movimiento básico surge

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como una reacción natural frente a lo que genera disgusto, es la vivencia de
no querer vivir eso porque no se siente como algo bueno. Si esto no es
posible, puede surgir el activismo: activamente se intenta evitar lo
desagradable, el esfuerzo está puesto ahí.
Así también, puede tener lugar el surgimiento de la rabia -en la
primera motivación se trataba del odio- que revela un tema distinto: en ella
de lo que se trata es de proteger la relación “busca relación, lucha por la
conservación de valores: reacciones de protección frente a que me sean
arrebatados, para que nadie consiga algo a costa mía (…) La rabia dice
¡Quiero vivir –si permito lo que allí sucede, no puedo vivir (bien)!” (Längle,
2005, p.12-13). En la rabia hay vida, requiere así también de energía, que
muchas veces se ha perdido, por ejemplo, cuando no ha surgido efecto,
cuando no ha podido detener lo que hace daño. Cuando ésta no logra surgir
o se debilita hasta casi desaparecer, lo que hay es resignación como
posición de muerte. Lamentablemente, es una posición que habitualmente
observamos en quienes consultan por una historia de abuso: la persona en
cierto sentido se ha rendido, se encuentra como apagada, desvitalizada y
desconectada de los sentimientos.

Se trata finalmente de que lo perdido gana. La persona, agotada


frente a lo ocurrido, cae en un nivel de resignación tal que la esperanza se
da por perdida. Y entonces, se aleja de la relación -con ella, con los otros,
con la vida en general-. Si esta situación persiste, hace aparición la
depresión, que es finalmente un trastorno que se genera en la relación con la
vida, afectando por lo mismo el Valor Fundamental (Längle, 2004).

La vivencia general entonces puede ser “Así ya no me gusta, no


quiero vivir así” o bien “La vida no es buena”.

Tercera motivación.

Bertani, María Antonella -78- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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La Tercera Condición de la Existencia proviene de la relación con la
dimensión de lo individual, el hecho de que cada persona está delimitada por
su singularidad, el sí mismo, aquello que la hace ser “yo”, en definitiva, lo
propio. Es éste el ámbito de la diferenciación, de la firmeza de la persona y
su intimidad. El hecho inevitable de contar consigo mismo confronta al
hombre con el tema fundamental del ser persona, y la pregunta que
entonces aparece es: Yo soy yo, pero ¿Me está permitido ser así? ¿Es lícito
que yo sea, por los demás, por mí mismo? ¿Tengo derecho a ser como soy
y a hacer lo que hago, conducirme de la manera que lo hago? ¿Quién me
otorga este derecho?
Así como en la Primera Motivación se trata de un sí al mundo, y en la
Segunda Motivación de un sí a la vida, en esta motivación de lo que se trata
es de poder entregar un sí a la persona. Y para responder afirmativamente lo
que se requiere es la base de las motivaciones precedentes, así como
específicamente contar con consideración, justicia y valoración o estima, que
van a favorecer la conformación, el desarrollo y la delimitación de lo propio
respecto de los otros. Para que la demarcación sea posible, la persona debe
encontrar su esencia y autenticidad, y la intimidad que es el encuentro de la
persona consigo misma; para este proceso se necesita a sí misma, pero a la
vez necesita también de la otredad.
Se trata entonces de la Autoestima: “(…) sentimiento subjetivo del
valor de la propia persona y de la posición respecto al Yo sobre la base de la
valoración propia y ajena de las propias facultades (capacidades,
experiencias), de la capacidad de relación y de vivenciar los valores” (Längle,
2005b, p.50), que es el resultado de un proceso constante durante la vida.
Se observa de esta manera la conexión que tiene con la Primera y la
Segunda Motivación.

Señala Lorca Santander (2012), que las condiciones para la formación


del Yo y para la Autoestima tienen un paralelo con la protección, el sostén y
el espacio de la Primera Motivación y la Relación, el Tiempo y la Cercanía de

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la Segunda Motivación. En este sentido, siguen la misma relación dialógica:
son condiciones que vienen dadas desde fuera, por otro, pero que también
tienen su contraparte interna para poder conformarse.

La Consideración, requiere que la persona sea vista por otros, sea


mirada atentamente: “Ser tenido en cuenta y haber sido visto por otros, tal
como uno es, aunque te vean de manera crítica, es el comienzo
imprescindible para la autoestima” (Längle, 2005b, p.33). Esto requiere de
parte del otro la dedicación de un tiempo especial, la intención de percibir lo
importante y la mantención de una distancia que respete la autonomía. La
justificación, hace referencia a la correspondencia con lo que alguien es en
su singularidad (quién es esa persona, qué siente, qué es lo importante para
ella), ser tratado en concordancia con lo más esencial de la persona. Con
esta condición lo que se transmite fundamentalmente es: tienes derecho a
ser. La tercera condición, es la apreciación valorativa, es el juicio personal,
una toma de posición frente a la persona: aquello que los otros devuelven de
manera explícita o implícita respecto de lo que han visto. “(…) no solamente
nos enteramos de lo que ellos ven en nosotros, sino también ¿cómo es eso
para ellos? ¿cómo lo reciben? ¿cómo, lo que yo hago, tiene efecto en tu
esencia, en ti como persona?” (Längle, 2005, p.34).

El impacto del abuso sexual en esta motivación, especialmente


cuando se trata de experiencias tempranas con personas significativas para
el desarrollo, alcanza ribetes dramáticos que llegan a dejar huellas profundas
en lo más íntimo de la persona: su propio ser. Sin desmerecer el impacto que
una experiencia de este tipo en la adultez tenga, es posible afirmar que en
ese caso claramente se genera una conmoción en los distintos aspectos que
conforman el ser persona, pero probablemente si nos encontramos frente a
un adulto que tuvo la posibilidad de ser considerado y tratado justamente en
su historia, que haya podido llegar a tener certeza de quién es realmente,
contará con capacidades personales que le permitirán hacer frente a una

Bertani, María Antonella -80- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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intrafamiliar
situación de este tipo de mejor manera. Desafortunadamente, lo que se
observa habitualmente es una mayor prevalencia de abusos dentro de una
relación de confianza, y también mayoritariamente en edades tempranas.
Esto es lo que ha llevado a encontrar una correlación positiva entre historias
de abuso y desordenes a nivel de la configuración del Yo.

Lo que se genera acá es un ataque hacia la vulnerabilidad inherente


al hecho de ser persona, que como tal está expuesta a la mirada, la opinión y
la acción de otro.
Cuando irrumpe el abuso se produce una fractura en lo más íntimo y
profundo del ser, pasando por sobre la dignidad y el respeto de la persona
misma, lo que genera en quien lo padece el sentimiento y la confirmación de
que no le es permitido ser como es (ni por sí misma ni por los otros), de que
simplemente no tiene el derecho, incidiendo en esta forma en su
autoimagen, su identidad y su autoestima.
El mensaje implícito -aunque a veces también puede ser explícito- que
transmite quien abusa sexualmente de otro es: tu voluntad no importa, tu
persona no importa, no vales nada y por tanto mereces esto que te hago.
Este mensaje queda grabado en la profundidad, y la persona sometida por
un tiempo significativo a este tipo de experiencias llega a hacerlo propio y lo
lleva consigo como si de verdad se tratase de una parte de ella.
Desafortunadamente la sexualidad -en mayor o menor medida- puede
quedar también con esa huella.
Es posible observar entonces la presencia de sentimientos de culpa,
de vacío personal que pueden ir generando “pseudo-construcciones del yo”
que provocan el efecto de confusión respecto de quién se es realmente.
Consecuencias graves en este nivel pueden desembocar en desórdenes de
la personalidad. Lo que está detrás es una débil configuración del Yo, por
cuanto lo que ha primado es la cercanía y la presencia de otro que
constantemente recuerda la falta de derecho a existir.

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intrafamiliar
Es posible imaginar, cómo esto se puede ver reforzado cuando
además las otras personas importantes que rodean a la persona (su familia,
por ejemplo, cuando se ha tratado de un abuso intrafamiliar) han actuado
invisibilizando lo ocurrido, transmitiendo con su silencio una confusión severa
de la realidad. Esta es finalmente la “normalidad” desde la cual se desarrolla
la persona, cuando su develación no ha tenido eco.
En relación a las reacciones de coping, en esta motivación tienen
como patrón el tomar distancia, cuyo objetivo es el buscar protección ante el
hecho de ser haber sido herido u ofendido (Längle, 2005), lo que prima es el
ponerse a distancia -ya sea de los otros como de sí mismo- mediante
acciones tales como retirarse diciendo “yo puedo vivir solo, no necesito a
nadie”, asumir una actitud impertinente y arrogante, comportarse
impersonalmente, volcarse excesivamente hacia fuera. Podemos observar
este tipo de comportamiento, por ejemplo, en personas con desórdenes de
personalidad narcisistas e histriónicos. Protegen momentáneamente, pero a
la larga generan aislamiento y soledad.
Respecto del movimiento paradójico, lo que se genera es sobre
actuar: realizar muchas cosas a la vez, hablar en exceso, exagerar, castigar
con la indiferencia cuando se siente pasado por alto, esconderse detrás de
un saber puesto como irrebatible, argumentar infructuosamente. Este
mecanismo permite la movilización de fuerza, sin embargo, tiene como
contraparte generar un vacío interno y un desgaste a largo plazo.
En términos de la agresión, la reacción en esta motivación es de
cólera, ira, en la cual priman los sentimientos y deseos de venganza. Es una
forma atropelladora, la persona busca ser vista a toda costa, para así no
seguir siendo lastimada; el problema es que, en su afán por ser vista, ella
tampoco ve a quien tiene en frente y pasa por alto al resto, con lo cual
refuerza externamente el que no pueda ser considerada por los otros.
Lo que se encuentra tras este mecanismo -que genera tanto
desagrado en quienes deben lidiar con la persona- es un sentimiento de

Bertani, María Antonella -82- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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dolor profundo debido a la constante falta de comprensión, al trato injusto
que han recibido. Si la agresión no se logra sostener, o nunca deviene, lo
que surge es la desintegración y la disociación como postura de muerte. Se
genera una parálisis de los sentimientos, la presencia de un relato tremendo
descargado de emociones, o bien el actuar como si nada en realidad hubiese
ocurrido. Esta reacción es habitual encontrarla en aquellas personas
pertenecientes a familias donde se han producido abusos, silenciados
largamente por los miembros que actuaron durante años ignorando la
situación. Existe entonces una tendencia a minimizar (“en realidad ya no
importa”) que cronifica aún más las consecuencias del abuso en la
subjetividad.
Los sentimientos que más se repiten son vergüenza (por sentirse
alguien indigno y sucio), asco (por la transgresión de los límites personales),
celos, envidia (porque otros tienen algo que ellos han anhelado siempre). Es,
además, el estigma que sienten impregnados dentro de sí.
El resultado es finalmente el sentirse perdido, que en realidad es más
que un sentimiento, es una realidad: la persona efectivamente se pierde a sí
misma y no logra encontrarse, ya no logra saber quién es realmente: ¿es la
de los abusos? ¿la que mereció pasar por eso? ¿la que no tuvo derecho a
ser tratada con consideración y justicia? ¿o es la que espera aún un
resquicio de respeto y dignidad? Ella no puede responder, quien salga a su
encuentro sí debe darle una respuesta.

Cuarta motivación.
La Cuarta Condición Fundamental, viene dada por la referencia al
devenir y al desarrollo frente a la transitoriedad de la existencia humana. El
hecho inmutable de que en algún momento hemos de morir nos sitúa ante la
pregunta fundamental: Yo existo/soy, ¿Para qué es bueno que yo exista?
¿Para qué vivo? ¿Cuál es el sentido de mi existencia?

Bertani, María Antonella -83- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


de estrés postraumático
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intrafamiliar
Cuando la persona puede ser, siente el valor de la vida, y tiene un
acceso claro hacia lo que esencialmente es, entonces surge la interrogante
de si con todo eso es suficiente, si eso es simplemente la existencia o existe
algo más. Y la mirada entonces se posa en el futuro, con todas las
posibilidades que hay en él, tomando fuerza el cuestionamiento ¿Qué debe
devenir en mi vida? ¿De qué manera me veo en esta vida de ahora en
adelante? ¿Dónde soy llamado? ¿Dónde me necesita el mundo? ¿Dónde
puedo aportar al mejoramiento de este mundo?
Para esto requiere el ser humano tres cosas: un ámbito de actividad,
¿Tengo yo algo que sea requerido, donde yo puedo ser productivo? un
contexto estructural valorado ¿Me veo y represento a mí mismo en un
contexto más amplio que dé estructura y orientación a mi vida? y un valor en
el futuro ¿Hay todavía en mi vida algo que deba hacerse?
Si esto falta, aparece el vacío, la frustración de la vida, incluso la
desesperación y no raramente una adicción; pero si están, soy capaz de
entrega y de acción, en última instancia de mi forma de religiosidad. La suma
de estas experiencias conforma el sentido existencial de la vida, lleva a la
plenitud del vivir.

No basta, sin embargo, estar en un ámbito de actividad, saberse en


un contexto y tener valores en el futuro, sino que de nuevo se requiere aquí
una actitud fenomenológica, un “giro existencial”: ésta es el acceso
existencial al Dasein: la actitud de apertura, en la que se trata de dejarse
interrogar por la situación (Frankl 1987): ¿Qué quiere de mi este momento, a
qué debo yo responder?

Frankl consideraba al sentido como la más valiosa posibilidad en un


momento determinado, inclusive llegó a referirse a la voluntad de sentido
como la fuerza más primaria en el hombre. Y planteó que al sentido es
posible llegar por tres caminos: en el hacer y producir algo (valores
creativos), en sentir algo como bueno (valores vivenciales), en tomar una
posición personal frente a algo sin valor (valores actitudinales). Respecto de

Bertani, María Antonella -84- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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intrafamiliar
este último: “(…) aún en una situación sin salida, a la que se enfrenta
inerme, puede, bajo ciertas circunstancias, encontrar un sentido; lo que
importa es la actitud y firmeza con la cual se enfrenta al destino inevitable y
fatal” (Frankl, 1991, p.33). Así, cuando nada se puede cambiar, existe aún la
posibilidad de cambiarse a sí mismo.

Con la experiencia de insatisfacción en las condiciones descritas a lo


largo de este trabajo se vuelve muy dificultoso acceder a la vivencia de
sentido. La persona probablemente se encuentra más ocupada en lo que
vitalmente resulta más prioritario, en sobrevivir a una experiencia de vida que
extrae su energía, por cuanto sus pensamientos y sentimientos deambulan
en torno a una situación que naturalmente aparece como totalmente carente
de sentido.
Esto es válido para cualquier ser humano que atraviesa una situación
demandante e incomprensible, aunque en la vivencia de adultos
traumatizados por el abuso sexual se vuelve aún más evidente, y lo que
encontramos en muchos casos es la incredulidad ante la posibilidad de un
futuro, de un horizonte en el cual pueda ser concebible una mejora en la
propia vida. Aparece entonces el sin-sentido, el vacío existencial o bien la
generación de “pseudo-sentidos” que ayudan a sobrellevar la
desesperanza en el futuro.
La pregunta de fondo, que habitualmente no está tan alcanzable es:
¿Cómo puedo hacer para que mi vida siga teniendo valor después de todo
esto?

Explica en su trabajo Lorca Santander (2012), que las reacciones de


coping que surgen dentro de esta motivación aparecen generalmente fijadas,
en el caso de los abusos más tempranos y crónicos probablemente de
manera más severa. Surgen porque se ha vivenciado la falta de sentido, un
vacío existencial. Ante la pregunta ¿Para qué es bueno esto? surge la
respuesta Esto no es bueno para nada.

Bertani, María Antonella -85- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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intrafamiliar
En primer lugar, como movimiento básico, lo que puede aparecer es
un modo superficial de vida y un compromiso provisorio: dado que la persona
no ve posibilidad de modificar su situación por el momento, mantiene su
actuar tal como lo ha realizado hasta ahora. Esta reacción la observamos
cuando recibimos por primera vez al adulto que busca ayuda frente a la
situación que ha vivido: sigue realizando, por ejemplo, sus labores habituales
de trabajo o estudio sin ninguna conexión con la tarea, como desvinculado
de la importancia. En el fondo, siente que realiza esas acciones por cumplir,
pero en el fondo han dejado de ser significativas para él. Es como si fuera un
autómata.
Dentro del mismo activismo, se ubican la idealización y el fanatismo
como mecanismos que permiten hacer frente a la falta de sentido. En la
idealización lo que se desencadena es una sobrevaloración de otro o de una
idea, al estar ubicado fuera le permite salir momentáneamente de su vacío, y
sentir algo que lo aleja del sentimiento de nada que tiene ante sí mismo. En
el caso del fanatismo, la persona se consagra a una tarea que tiene una
orientación y una meta claramente definidas; así, adquiere la sensación de
sentido, aunque en realidad se trate de un “pseudo-sentido”. Esto puede
encontrarse en la abnegación exclusiva y excesiva hacia los otros, la
participación compulsiva en actividades de voluntariado, la adhesión a
ideologías religiosas, entre otras posibilidades.
Respecto de la agresión como reacción psicodinámica, en esta
motivación es posible encontrar el ejercicio del cinismo y el sarcasmo como
protección. De un modo más radical, es posible encontrar ejercicios de
vandalismo y destrucción, como una forma de ejercer el sin-sentido muy
concretamente, descargando la furia hacia todo lo que pueda tener un valor
para otros.
Finalmente, en términos de la postura de muerte, lo que puede
aparecer es la apatía, el fatalismo, el aturdimiento y el nihilismo. Esto ocurre
cuando ya no quedan energías ni fuerzas, y parece haber desaparecido

Bertani, María Antonella -86- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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cualquier tipo de compromiso. Constituye por tanto la manifestación más
severa y por lo tanto más difícil de revertir, del vacío existencial.

3.5 TRATAMIENTO DEL ESTRÉS POSTRAUMÁTICO

En la totalidad lo que podemos encontrar como consecuencia del


abuso es un quiebre tanto en el acceso como en la relación con la persona,
no sólo respecto de los otros sino también respecto de sí misma.
Es en este punto que el llamado desde la otredad se vuelve
fundamental y define lo esencial en el proceso de la psicoterapia: se trata de
restablecer los recursos personales bloqueados, los que se encuentran en
algún lugar, intactos pero ocultos por la patología. Es la actividad personal
que dormita en alguna parte la que ha de ser despertada y recuperada, y
esto sólo será posible desde el encuentro, inicialmente desde la presencia de
un otro que es capaz de soportar con él el horror de lo ocurrido.
Lorca Santander (2012) en su trabajo lo que propone es un
tratamiento basado en ofrecer aquello que ha desaparecido o que tal vez
nunca pudo devenir: una presencia y aceptación básica que otorga espacio,
sostén y protección para recuperar la posibilidad de ser, aún con la atrocidad
de lo ocurrido (Primera Motivación Fundamental), una relación de cercanía y
ayuda en la comprensión y compasión por lo perdido, que sienta las bases
para el proceso de duelo (Segunda Motivación Fundamental),
consideración, respeto y valoración que ayudan a la persona a volver sobre
sí misma (Tercera Motivación Fundamental) y un contexto general que
posibilita la aparición de la esperanza y posibles horizontes de sentido
(Cuarta Motivación Fundamental).
Para que esto devenga, el Análisis Existencial cuenta con diversas
formas de trabajo que se desarrollan paralelamente. Para efectos de este
trabajo se detallan dos líneas de corte general: el Análisis Existencial
Personal, considerado el método básico en la psicoterapia, y el trabajo sobre

Bertani, María Antonella -87- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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las Motivaciones Fundamentales (que se delinea más adelante, en función
de los movimientos necesarios para la psicoterapia del abuso)

3.5.1 EL AEP COMO MÉTODO TRANSVERSAL EN LA


PSICOTERAPIA DEL TEPT

Como método transversal, el Análisis Existencial Personal (AEP)


constituye una ayuda cuando lo que se requiere es activar a la persona en
sus recursos y posibilidades, para que así lo que ella es, en su esencia,
pueda ser vivible. Al hablar de recursos, se entiende por éstos las
capacidades noéticas que constituyen el hecho de ser persona: la libertad y
la decisión personal.
Este método se conforma por una secuencia de pasos (Längle, 1993):
AEP 0: Fase descriptiva.
AEP 1: Elaboración de la impresión subjetiva mediante el análisis
fenomenológico.
AEP 2: Toma de Posición.
AEP 3: Expresión.
Puede ser utilizado en cualquier momento del curso de la psicoterapia,
de manera flexible y considerando las características de la persona, lo que
esté necesitando y lo que realmente pueda en un momento determinado. Al
estar el acceso a la persona dificultado o definitivamente bloqueado, el
sentido de incorporar este método radica en facilitar su asunción, de modo
que el proceso de sanación pueda venir desde la persona misma.
El método no debe ser entendido unidireccionalmente, esto es, no se
refiere exclusivamente al hecho abusivo en sí, sino que puede aplicarse a
cualquier problemática derivada de éste. El principal objetivo radica no en
eliminar los síntomas sino “(…) alcanzar un diálogo de inspiración con el
mundo, de modo que podamos descubrir dónde estamos, hacia dónde se

Bertani, María Antonella -88- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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nos llama, para qué estamos hechos, dónde se nos necesita y qué somos
teniendo en cuenta nuestra potencialidad” (Längle, 2000, p.8).
Durante la fase descriptiva, de lo que se trata como su nombre lo
señala es de la descripción de lo que está ocurriendo, qué es lo que la
persona trae como problema, el relato de ello. El objetivo está en intentar
obtener el máximo de información posible desde la mirada que ésta entrega.
Las preguntas guía son: ¿Qué pasó? ¿Quién, cómo, dónde? ¿Por qué?
¿Cuándo, cuánto tiempo?
¿Cuántas veces?
El foco de este paso permite situar el trabajo desde la realidad, y
favorecer el contacto paulatino mediante el relato de los hechos. “(…) sólo la
descripción de un hecho (no la reflexión sobre lo que ocurre) significa
siempre una aceptación de lo acontecido, que es puesto delante de sí
mismo. Además, el relato otorga cercanía a lo dicho, de modo que hay que
esperar, como algo natural, que el paciente al relatar se emocione” (Längle,
1990, p.8).
En el AEP 1 se trata de la impresión, en el sentido de buscar cuáles
son las reacciones espontáneas en torno a lo que constituye el problema: la
emoción primaria (esto es, la sensación básica, la emoción aún no integrada)
y el impulso inmediato que se desencadena. En este paso las preguntas guía
son: ¿Cómo es esto para ti? ¿Qué te hace sentir? ¿Cómo te encuentras con
ello? ¿Qué efecto produce en ti, qué reacciones? ¿Cómo lo vivencias? Estas
preguntas permiten acceder a la psicodinámica (las reacciones de coping),
pero también a la dimensión noética por cuanto la persona se ve confrontada
por sus propias emociones e impulsos. Como resultado favorece la
autoaceptación, algo que en las víctimas de abuso está totalmente anulada,
y considero que el reconocimiento de los propios sentimientos de la persona
los cuales quizás por primera vez se puede tener la posibilidad de acceder y
hablarlos abiertamente puede ser de gran alivio.

Bertani, María Antonella -89- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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Muchas veces es posible encontrar que la persona no puede hablar
de lo que siente porque no sabe realmente qué es, o bien porque se
encuentra paralizada; en este caso es necesario regresar al paso anterior.
Explica Lorca Santander (2012), que este es habitualmente el trabajo más
recurrente con las personas que han sido víctimas de abuso sexual; por la
potencia afectiva que esa experiencia tiene, más allá de si se trata de una
experiencia única, sistemática o crónica, las huellas a nivel psicofísico son
tan invasivas que la ubican en una especie de remolino de distintas
emociones sin nombre que es preciso clarificar.
El AEP 2 constituye el verdadero análisis fenomenológico. Acá se
trata de llegar a comprender, integrar la emocionalidad con el contexto de
valores que la persona tiene, y tomar una posición personal. Las preguntas
guía son: ¿Comprendes esto? ¿Comprendes tu reacción, tus sentimientos?
¿Comprendes por qué paso? ¿Hay algo de esto que no sea comprensible?
¿Qué dices tú a esto? Personalmente ¿cómo lo evalúas? ¿Encuentras que
ha estado bien? ¿Qué significa esto para ti? ¿Qué has perdido? ¿Qué lugar
tiene hoy en tu vida?
Si la persona logra llegar a este punto en lo que concierne a su
experiencia de abuso, aun cuando la respuesta sea que no es posible
comprender del todo lo ocurrido, llega a un lugar que metafóricamente
significa un nuevo nacimiento: se vuelve a encontrar a sí misma. En la
postura personal frente a lo ocurrido (que puede tomar por ejemplo la forma
de “nunca debió haberme hecho algo así”) la víctima pasa a levantarse por
sobre el lugar de la pasividad a efectuar un juicio propio contra lo ocurrido. Y
ese juicio que le es favorable, que la rescata, puede ser igual o tanto más
potente que el juicio de la ley, que incluso tal vez nunca llegó.
En el último paso, el AEP 3, se trata de lo que la persona puede y
quiere hacer con lo que ha comprendido de su situación, vale decir, cómo,
cuándo y con qué medios podría hacer algo, si es que eso es lo que
corresponde. Es así la concreción del proceso anterior.

Bertani, María Antonella -90- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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En el caso de que lo que se haya estado trabajando se relacione, por
ejemplo, con las dificultades que ha tenido la persona producto de haber sido
abusada por un miembro de su familia, este paso no significa
necesariamente situarla en un lugar desde el cual “deba” confrontarlo
directamente (punto que puede ser extremadamente complejo en términos
de su revictimización). La expresión puede significar que, producto de lo que
ha comprendido y de la claridad de su posición y juicio actual, decida no
exponerse nunca más a algún tipo de contacto con esa persona. La
respuesta puede ser también la decisión de enfrentar la vida con una nueva
actitud, dejando en el lugar de la historia lo ocurrido. Aquí la respuesta es
personal, y si el camino ha sido cuidadoso y profundo, la decisión será la
más correcta.
Según la profundidad y/o gravedad de la traumatización, agrega Lorca
Santander (2012), nos encontramos con que en algunos casos se requerirán
varios meses o incluso años hasta poder llegar al paso final. Y tal vez en el
momento en que las personas consulten no sea el tiempo preciso para llegar
a elaborar la experiencia del abuso en toda su complejidad. La tarea del
Análisis Existencial en esos casos es que el no continuar sea finalmente
también una decisión personal.

3.5.2 Trabajo en la Primera Motivación Fundamental.

En el escrito de Längle (2005), “la búsqueda de sostén”, se explican


los lineamientos terapéuticos para ambos tipos de angustia. En el mismo
dice que la distinción diagnostica entre angustia fundamental y angustia de
expectativa tiene además de la importancia para la comprensión de los
fenómenos de angustia, relevancia terapéutica. Haciendo referencia a que
ambas formas de angustia piden diferentes modos de proceder en la terapia.
La angustia fundamental ocurre por una conmoción de las estructuras
o soportes (del mundo), el individuo es invadido por la emoción de la "falta

Bertani, María Antonella -91- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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de piso o de sostén". A este sentimiento hay que hacerle, pues, frente
terapéuticamente en su mismo plano. La angustia fundamental precisa, en
primera línea, presencia y sostén, a los efectos de que el "Ser" sea de nuevo
experienciable y vivenciable. Se le puede llamar a este modo de proceder
"trabajo ontológico a nivel del fondo del ser".
La angustia expectante, en tanto emerge de una actitud de defensa
frente al sentimiento de angustia, surge de una previsión de su "potencial"
evanescencia y de los "sentimientos de angustia reales, desagradables, que
están conectados siempre con esa fragilidad". El aferrarse a determinados
apoyos que ofrecen seguridad no adormece sin embargo a la angustia. Toda
evitación de eso y pugna con eso que se teme, no ayuda para la eliminación
del miedo. De aquí que la angustia precise de un cambio de la actitud
(defensiva) con la que se la quiere enfrentar, porque la defensiva deja al
angustiado "a distancia" de su Dasein real. La angustia expectante exige
pues confrontación con la angustia, confrontación con las realidades
generadoras de angustia, y un paralelo desmontaje de las actitudes
evitativas y prometedoras de seguridad para el individuo, las que bloquean el
acceso al "Ser" e impiden la distensión, la tranquilidad de ánimo, el abrirse al
Ser. La confrontación con la angustia no arranca pues con la inmediata
vivencia del Ser, sino hace pie en la "actitud que está a la base, en la toma
de posición (temporaria) de la persona con respecto a su Dasein" y en la
disposición posible para un juego "mano a mano" con el mundo.
En el fondo de esta motivación lo que se encuentra como posibilidad
de respuesta personal es la confianza, que surge desde la experiencia de ser
sostenido por algo: “Confianza es el consentimiento a entregarse a una
estructura portadora de sostén, para superar la inseguridad (riesgo)
percibida” (Längle, 2006, p.43). Esa estructura de sostén puede provenir
desde lo externo como desde lo propio (autoconfianza), constituye una
confianza tanto sobre el mundo como sobre las propias capacidades, basada

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en la experiencia acaecida, fundada en cada experiencia del desarrollo de
una persona.
¿Cómo ocurre este trabajo en concreto? Längle (2005, p. 12), dice
que el tratamiento general de la angustia fundamental tiene lugar sobre todos
los elementos que proporcionan presencia y apoyo. Aquí es importante que
alguien esté "presente", que acompañe al angustiado (en la terapia, es el
terapeuta). Ese alguien debe sostener al paciente, "aguantando" junto con él
su angustia, revivida al describirla. Ese alguien "oye", "pregunta qué pasa",
"acompaña", "siente junto con" y no "ataca" a la angustia con tales o cuales
técnicas y terapias.
En términos generales, parte importante de la terapia lo constituye la
posibilidad de crear en conjunto con la persona victimizada, un espacio de
protección y contención, dentro del cual la persona pueda sentirse sostenida.
Este punto relevante para la realización de cualquier tipo de psicoterapia, en
el caso del abuso implica una condición absolutamente necesaria para todo
el trabajo posterior. Sin esta base previa, difícilmente será posible acceder a
otras áreas dañadas.
Cuando nos encontramos frente a quien ha sufrido una conmoción
profunda en su vivencia de confianza hacia el mundo, observamos además
una desconfianza respecto de sus mismas capacidades. En este sentido,
encontramos a una persona que aún se encuentra atemorizada,
desprotegida, con el temor constante de ser nuevamente destruida. En
síntesis, una persona que siente que no puede ser, y que no cuenta con los
recursos necesarios para salir de esa situación.
En ese punto, la presencia y compañía del terapeuta se transforma en
un dador de estructuras primarias de sostén, que lentamente puedan ir
restituyendo lo perdido (la confianza en el mundo y la confianza en sí).
Desde ese espacio protegido, la persona podrá ir paulatinamente saliendo de
su encierro y generando nuevos puentes de confianza en el exterior. En este

Bertani, María Antonella -93- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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sentido, el proveer de seguridad confirma algo esencialmente necesario para
restituir lo destruido.
Un punto central de este nivel lo constituye la aceptación. En este
punto el terapeuta tiene una tarea esencial, y desde esta perspectiva no
puede ser neutral. Quien es agredido necesita recibir el mensaje firme y claro
de que es aceptado, a pesar de lo que haya vivido y de su comportamiento
actual. Tampoco basta con que el terapeuta lo explicite, debe sentirlo en toda
su profundidad, por lo tanto, un terapeuta que no logra vivenciar esa
aceptación por el otro, mientras no lo resuelva no estará preparado para
ayudar.
Con eso es posible iniciar la fase más importante en la terapia del
abuso: poder soportar el hecho, en términos de poder mirarlo, ver qué
ocurrió ahí, qué consecuencias tuvo, para después seguir con lo necesario
correspondiente a las otras motivaciones (el duelo, la recuperación de sí
mismo, la apertura hacia un horizonte de sentido). Hay espacio cuando se
logra tomar distancia, cuando se objetiva lo sucedido: lo sucedido así se
vuelve objeto -entendido como lo que está puesto, lo que yace frente- y al
distanciarse del objeto, alguien se vuelve sujeto. La persona así puede
recuperar su lugar y sentir “Yo no soy eso que ocurrió”.
Este camino requiere del ejercicio de una capacidad fundamental: la
percepción de los hechos. Generalmente podemos encontrar un manojo
desordenado de todo lo que le ocurre, siente, piensa y vive la persona.
Claramente se encuentra confundida, y por eso requiere de una guía firme,
clara, explícita, alejada de toda ambigüedad que la ayude a situar cada
vivencia en un lugar especial.
El primer paso para ello es ayudarla en el aprendizaje de separar los
eventos acaecidos de los sentimientos, las actitudes y las decisiones; es
situarse desde el qué ocurrió, para separar las expectativas, los anhelos, los
miedos y las fantasías. Este punto en ningún caso hace referencia exclusiva
al relato de los hechos abusivos, esto es algo que sólo puede tener cabida

Bertani, María Antonella -94- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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en el proceso terapéutico si la persona se encuentra preparada para ello y
siente que es necesario; esto hace referencia a cualquier dificultad, incluso
cotidiana que la persona traiga. Trabajando ese tipo de problemáticas,
indirectamente estaremos trabajando las consecuencias del abuso también.
Así puede el paciente vivenciar el sostén real, desde el cual el
terapeuta hace frente a la angustia. Además, el terapeuta ofrece
regularidades y estructuras y trabaja con el paciente para que éste
establezca en su vida estructuras y regularidades propias. La confianza que
emana de este trabajo posibilita que el paciente sienta más y más sostén. El
contacto subjetivo con el Ser ocurre a través de un "exacto ver" el mundo y
sus condicionamientos, o sea, un abrirse a lo "dado", a "lo que acontece" y
"podría acontecer". Se trata de una "descripción" de los problemas y una
"observación" de las situaciones generadoras de angustia. Lo concreto "des-
angustia".
Längle, también recomienda experiencia corporal concreta, por ej. en
un deporte, proporciona nuevas formas de sostén. Se le aclara al paciente
los síntomas corporales de la angustia para que los tome como reacciones
corporales "normales". Pero, aclara, que no se habla demasiado tiempo de
esto, pues una fijación de la atención en estos síntomas no ayuda para nada
en el plan de hallazgo de sostén, sino (al contrario) aumenta la inseguridad.
Una escueta "explicación" es suficiente, porque los síntomas deben perder
su apariencia de magnitudes independientes e intranquilizadoras, para pasar
a ser meros fenómenos concomitantes de la angustia. Eventualmente, dice,
se pueden medicar psicofármacos.
El trabajo ontológico pone en práctica el llamado por Frankl "giro
existencial" (Frankl 1982, p.72), o sea, la dedicación, de parte del paciente,
al mundo y las tareas que el ser en el mundo plantea al ser humano. Esas
tareas reclaman al Dasein que salga de sí y vaya allí donde se lo precisa. En
esta "salida" del paciente se revisan las "pretensiones" y "exigencias"

Bertani, María Antonella -95- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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subjetivas, para ver si y cómo se acomodan con las del mundo, con los
reclamos de la situación.
El tratamiento general de la angustia expectante, según Längle, tiene
como fin la confrontación de la actitud de defensa frente a la angustia, lo que
ha de conducir a la tranquilidad de ánimo. El principio básico es el "aprender
a aguantar la angustia". Mediante la observación del disparador de la
angustia, de los sentimientos de angustia y de las "temidas" consecuencias,
se logra la "fe en uno mismo" (sentimiento de que uno "es capaz de
aguantar" la angustia).
Hay que tematizar y relativizar las sobre-valoraciones inconscientes.
La pérdida de valores sobrevalorados es, en pequeño, vivenciable como
experiencia de muerte. Una vez que se ha transpuesto "el portal de la
muerte" (por ej., con la pregunta: "¿Qué haría Ud. si eso que Ud. teme
apareciese?") puede abrirse paso el duelo liberador de la vida no vivida. Se
problematizan identificaciones demasiado fuertes (cuando el "yo" está atado
sobremanera con la profesión, la familia o el prestigio social). Por último, se
ha de promover la entrega a valores auténticos, sentidos personalmente y a
contenidos de vida (sentido). Con esto se vehiculiza la "apertura al mundo".
En cuanto a método específico de la terapia de la angustia que ofrece
el AE, y que considero apropiado para trabajar con víctimas de abuso, es la
búsqueda de posición personal, la cual, frente a los contenidos generadores
de angustia, representa un tratamiento causal parcial. El primer paso
(posición hacia afuera) consiste en una exacta observación del disparador de
angustia ("¿Dónde ve Ud. el peligro?", "¿Qué puede pasar realmente?"). El
segundo paso (posición hacia adentro) es una apreciación de las propias
fuerzas ("¿Podría Ud., siquiera una vez, mantenerse firme en la situación de
angustia?"). El tercer paso (posición para lo positivo) es una aplicación a lo
cada vez positivo de la situación ("¿Qué es lo que está en juego para mí
propiamente?”) La desventaja de la búsqueda de posición personal, puede
estar en una finalización prematura de la terapia, dado que el paciente se

Bertani, María Antonella -96- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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siente liberado de las vivencias que lo agobiaban, sin que se hayan trabajado
aún las angustias profundas en su raíz.
En cuanto a las reacciones de coping de manera específica, un punto
especial que podemos encontrar en el desarrollo de la terapia es la
presencia del odio (puede ser hacia el agresor, hacia quienes la persona
percibió como no protectoras, hacia el mundo en general o inclusive hacia sí
misma), y si este sentimiento aparece, es necesario introducir un trabajo
orientado a su trato. Es importante que la persona pueda llegar a aceptar
que tiene ese sentimiento, probablemente ha estado ocupada tratando de no
sentirlo, en tanto necesita la fuerza que está en él para clarificar el nivel de
amenaza en el que se ha encontrado. Así también es importante que pueda
llegar a comprender el contexto dentro del cual se sitúa su odio, lo que está
presente en la situación.
Por tanto, se puede aplicar este método en el tratamiento del odio
(Längle, 2006):
a. Ver hacia fuera: de dónde viene, hacia dónde apunta el odio;
esclarecer el destinatario de la agresión, a quién pertenece este odio. (¿A
quién va dirigido el odio? ¿Qué es lo que me ha despertado el odio?).
b. Ver hacia dentro: qué es lo que el odio quiere proteger, cuál es
el valor amenazado. Si la persona no logra comprender el valor del que se
trata, fácilmente pueden aparecer los sentimientos de culpa, lo cual es muy
común en víctimas de abuso sexual. Buscamos la intencionalidad del odio,
su verdadera razón (¿Qué es lo que protege este odio?).
c. Ver cómo es posible vivir el odio: cómo poder llevar al mundo el
contenido, a la fuente del odio (¿Existe algo que pueda hacer con este
odio?).

Para ir generando la fuerza necesaria que le permita percibir lo que ha


ocurrido, soportar y aceptar la historia que ha debido tener hasta ahora,
necesita contar con un terapeuta comprometido por acompañarlo y soportar

Bertani, María Antonella -97- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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con él lo necesario, resistir los vaivenes del proceso y los episodios de mayor
debilidad.
Por medio del trabajo con la percepción, a través de una paulatina
descripción de su situación actual, despojada de deseos, anhelos y
fantasías, específicamente acotada a lo que es y ha sido la realidad (lo
dado), la persona puede lentamente ir acercándose a su realidad, poniendo
cada cosa, cada episodio en el lugar que siente que le compete.
Este trabajo requiere de un gran esfuerzo de su parte, inicialmente
sólo tomando y soportando lo que pueda, para así ir ganando cada vez más
distancia en el espacio que va creciendo.
Los problemas siguen siendo problemas, las dificultades también,
pero a medida que la persona siente que puede seguir siendo a pesar de
todo ello, que lo puede sostener al menos un segundo junto a sí, gana su
propio espacio, su propia posibilidad de ser. Además, puede comenzar el
importante camino de llegar a comprenderse.
Sólo desde allí puede surgir la aceptación, que no es conformismo
sino atenerse a lo que hasta ahora le ha tocado vivir, y desde ese lugar
estará entonces en condiciones de cambiar lo que necesite ser cambiado.
Nuestro objetivo como terapeutas no es hacer que los pacientes acepten su
realidad, aunque esto ocurra como consecuencia, sino que puedan sostener
en su vista lo ocurrido, percibir de qué se ha tratado, para luego poder
comprender y finalmente decidir cómo continuar con ello.
De lo que se trata finalmente es de permitir que la persona se
reconecte con la confianza fundamental, con aquello que le permitió llegar
hoy donde está, a pesar de lo ocurrido.

3.5.3 Trabajo en la Segunda Motivación Fundamental

El primer aspecto desde el cual se orienta el trabajo psicoterapéutico


es la relación misma, en esta motivación se constituye como elemento

Bertani, María Antonella -98- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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básico el que la relación terapéutica se conforme como dadora del tiempo y
el nivel de cercanía que la persona necesita para fortalecer su relación con la
vida y el Valor Fundamental.
Desde la mirada del Análisis Existencial, de lo que se trata es de
interpelar a la persona. Cuando ofrecemos una relación de confianza, el
tiempo necesario para que ésta pueda surgir y fortalecerse, y nos inclinamos
hacia quien sufre ofreciendo cercanía, la persona escucha el llamado y
entonces comienza su aparición. Ciertamente que en muchos momentos
aparecerán en vez de ella las reacciones de coping, sin embargo, la firmeza
y perseverancia del terapeuta que se ubica personalmente junto a él, puede
ser lo que permita el acercamiento interno de quien se ha alejado de sí
mismo.
La rabia constituye una reacción habitual frente a la desvalorización
de la vida. Desde la perspectiva analítico-existencial se parte desde el
supuesto de que contiene un valor en sí: es un mensaje de cómo se
encuentra la relación con la vida, por lo tanto, su valor está ligado a la
conservación de lo valioso, implica finalmente percibir lo importante en la
vida propia. Existen obviamente peligros en la rabia. Por su poder, puede
generar daño si no es comprendida y canalizada constructivamente. En
consideración tanto a su valor como a su riesgo, es que se plantea la
importancia de trabajar el trato con la rabia.
Así se restablece el contacto con los propios sentimientos, lo cual
permite comprender el comportamiento que se ha tenido hasta ahora. Este
es un punto fundamental en el trabajo con personas que han sido abusadas,
debido a que en ellas suele predominar un conjunto de sentimientos
ambiguos y confusos que no han logrado comprender.
La rabia puede aparecer explícitamente o bien de una manera más
sutil, no necesariamente dirigida hacia quien se conforma en el real
destinatario, apareciendo muchas veces en la sesión frente al terapeuta. Lo
importante es tomar en consideración que finalmente tras su aparición existe

Bertani, María Antonella -99- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


de estrés postraumático
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un dolor profundo por algo que se ha perdido; lograr identificar el valor que
está detrás, le puede entregar a la persona un camino esencial en su
restitución. Es en ese momento en el cual habitualmente la persona ya está
en condiciones de acercarse a lo perdido y al sufrimiento que lleva. Este
acercamiento hacia lo negativo es lo que constituye el trabajo de duelo.
El trabajo respecto del abuso en la Segunda Motivación se trata
fundamentalmente del duelo, incluso en aquellos casos en que se constata
un desorden depresivo -que requerirá de un abordaje particular (Längle,
2004) lo que encontramos es una pérdida no elaborada, por lo tanto el único
camino posible es pasar por el duelo. Se trata de un duelo por cuanto la
persona ha perdido algo que consideraba valioso: puede ser la relación con
alguien importante, las expectativas que tenía de la vida, lo que pensaba de
sí misma. El resultado es la vivencia de estar separado de la vida, y el
sufrimiento consecuente.
El trabajo del duelo constituye por tanto la actividad personal frente a
la pérdida. Implica dejar ser (Primera Motivación) lo que es, y también
dejarse ser a sí mismo en la tristeza y el desconsuelo, acercándose y
manteniendo la relación consigo mismo (Segunda Motivación). Es un trabajo
en el sentido de que requiere esfuerzo y dedicación, sin embargo, es una
actividad que no puede ser forzada o producida artificialmente. El terapeuta
en este proceso acompaña, en el momento en que llega -no lo busca
intencionalmente-.
Los pasos más importantes en el acompañamiento del duelo son:
a. Simplemente estar con la persona (tiene un paralelo con la
Primera Motivación, en el sentido de dejar ser lo que allí ocurre), implica
percibir el sentimiento y dejarlo presente, acompañar el sufrimiento que allí
surge por todo lo que pudo ser y que probablemente nunca más será: “(…)
permitir que aflore el sentimiento corresponde a la segunda motivación
fundamental (dejar que el dolor se me aproxime, dejarme tocar). Lo que
hago es otorgar espacio y permitir que las cosas me lleguen” (Längle, 2006,

Bertani, María Antonella -100- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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p.23). Es una primera fase casi sin palabras, por cuanto nada de lo que el
terapeuta pueda plantear logrará acercarse a la dimensión de lo perdido.
Con el silencio transmitimos nuestro respeto por la inmensidad de la pérdida.
b. Entregar inclinación y cercanía hacia su sufrimiento: implica
sentir con el otro, ofrecer consuelo, así como preocupación también por las
implicancias en lo cotidiano. Debe ser en el momento preciso y provenir de
una preocupación auténtica, sino puede producir un alejamiento. Es también
el momento en que la persona se compadece y se consuela a sí misma: lo
recibido externamente es una ayuda, pero se requiere de este movimiento
interior con el cual el acercamiento hacia sí se concreta.
c. Finalmente, trabajar en la relación con lo perdido, introduciendo
la orientación hacia el futuro, con preguntas tales como: ¿Qué significa para
ti lo perdido? ¿Aquello que perdiste puedes tenerlo de alguna otra forma?
¿Con qué te quedas ahora? ¿Hay algo nuevo que hayas aprendido? ¿Cómo
sigue ahora la vida? ¿Qué cambia, qué sigue igual? ¿Quedan aún
relaciones importantes? Si no es así ¿Tienen cabida nuevas relaciones?

De esta forma, la mirada se dirige hacia el futuro, pero solamente


cuando la persona ha tenido todo el tiempo necesario para enojarse,
reclamar, llorar e incluso quejarse de lo ocurrido. Es necesario que el
terapeuta sea capaz de sostener ese camino, sin temor (el temor puede
llevar a hacer demasiado en un momento en que se requiere simplemente
acompañar), confiando en que se llegará a buen término; haciéndole sentir al
otro que no está solo y que se le entregará todo el tiempo que requiera para
llegar a obtener el consuelo que necesita y poder despedirse así del
sufrimiento que ha llevado consigo.
Si este proceso logra seguir su curso, lo que resulta es finalmente un
fortalecimiento de la relación con la vida y del Valor Fundamental, lo cual no
protege a la persona de nuevas pérdidas y dolores, pero sí le deja un
aprendizaje que puede llevar consigo.

Bertani, María Antonella -101- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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intrafamiliar
3.5.4 Trabajo en la Tercera Motivación Fundamental

El punto de partida concerniente a este nivel radica en la generación


de un clima de cuidado, respeto y atención por lo que la persona es. El
trabajo se orienta a poder ofrecer las condiciones que permiten la
conformación y el fortalecimiento de la misma. En tanto nos encontramos
ante una persona dañada por la transgresión de su propio ser, debilitada por
la falta de justicia y respeto, es que se vuelve un imperativo ético el no ser
causantes de la agravación de ese daño. Tal cuidado implica expresar
especial consideración por lo que esta persona trae y tiene para decir, así
como también por los límites que sostenga frente a nuestro intento por
comprender.
Se trata primeramente de ofrecer consideración: que el terapeuta sea
capaz de acercar su mirada, su interés de una manera honesta y
preocupada, considerando también la demarcación que la persona pueda
oponer por su miedo a volver a ser herida. Constituye el ejercicio de la
contemplación: acercarse al otro con el genuino interés de saber quién es.
Este obrar tiene como resultado el poder abrir en la persona el propio interés
por sí misma: por querer preguntarse qué necesita, qué desea, cuáles son
sus sueños, abriendo así un espacio dentro del cual pueda mirarse a sí
misma y buscar qué es lo que allí habita.
Tal actitud necesita ir acompañada de un trato justo, que el accionar
del terapeuta en todo momento considere lo que es acorde con esa persona
en particular, transmitiendo de manera implícita y también explícita que tiene
el derecho a ser como es, a sentir como siente, y también a construir el tipo
de trabajo psicoterapéutico que requiere. Qué siente y qué le importa debe
ser el norte del trabajo.
No obstante esta dificultad, la mera intención de conocer y
comprender a la persona despierta en ella un interés por sí misma, ya que la

Bertani, María Antonella -102- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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sitúa en un lugar en el cual probablemente no ha estado habituada. Así
también, el que pueda recibir un trato justo externamente, abre la posibilidad
de que pueda comenzar a tomarse seriamente, a ocuparse de sí misma en
vez de escapar hacia fuera, huyendo de sí como ha estado haciéndolo en su
generalidad. Ese puede ser el momento para que ella exprese algo de su
intimidad y podamos ayudarla en los temas más secretos y privados que la
aquejan (su sexualidad, por ejemplo).
Por otra parte, en el proceso de la terapia, cuando los otros elementos
ya han ido ganando firmeza, la persona requiere de parte del otro recibir una
valoración clara respecto de lo que hace. Es un punto en extremo delicado y
requiere de un cuidado especial y de la elección idónea del momento
apropiado. Se trata de realizar un acto en su beneficio, por tanto se debe
estar absolutamente seguro de que aquello brindará algo bueno y nuevo a la
persona, y que no la herirá.
Es una especie de confrontación, de persona a persona, donde se le
devuelve a ella en esta manera posible: Esto que haces, de la manera que
haces, me resulta a mí poco concordante con lo que ya conozco de ti; al
escucharte contar lo que has hecho me pasa que siento cierta tristeza y
también confusión, me parece que no es coherente con quien tú eres, con lo
que esperas de la vida, ¿cómo lo ves tú? ¿sientes distinto que yo?¿puedes
ayudarme a comprender si es que estoy equivocado?
De esta forma compartimos con ella nuestra propia valoración de lo
que ha hecho -por ejemplo, cuando se expone a situaciones de riesgo-, pero
planteada de una manera que sigue considerando importante lo que ella
tenga que decir: no como una verdad absoluta, sino como una mera
impresión que puede ser corroborada por ella. Habitualmente un diálogo de
este tipo le permite a la persona el avanzar en el propio juicio de sí misma;
entregando una valoración externa le permitimos contactarse con lo
auténtico de sí, y hacer crecer el aprecio por sí misma.

Bertani, María Antonella -103- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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intrafamiliar
En términos generales, en el trabajo en esta motivación se trata
principalmente de conformar y actualizar, todas las veces que sea necesario,
una forma de relación donde el terapeuta ofrece su propio ser persona para
ayudarle al otro a encontrar lo suyo. De gran ayuda resulta en este sentido la
aplicación del Análisis Existencial Personal (AEP) y la devolución de
nuestras propias impresiones, sentimientos y opiniones frente a lo que el otro
relata, siente y opina, de la manera que se señaló previamente en relación a
la valoración.
Lo que finalmente ayuda es la perseverancia en la constante
interpelación realizada hacia la persona, repetidamente, más que la
ejecución de determinadas técnicas o procedimientos. Solo es posible llamar
a la persona, velada tras la patología, desde la propia actitud personal.
De vital importancia es el hecho de que apelando a la persona la
ayudamos a salir de su vivencia de vergüenza, culpa y estigma, le
transmitimos y recordamos que lo que ella esencialmente es no ha sido
tocado por el abuso.

3.5.5Trabajo en la Cuarta Motivación Fundamental


El abordaje de las temáticas de esta motivación constituye
habitualmente la culminación del trabajo que se ha efectuado en las otras
motivaciones, y es el ámbito de la Logoterapia, por lo tanto de un proceder
más bien ligado a la consejería y el acompañamiento. Aunque el tema del
sentido puede aparecer en etapas tempranas de la psicoterapia,
generalmente suele ser necesario fortalecer las capacidades personales
antes de entrar en este ámbito. Si las tres motivaciones anteriores no se han
logrado conformar adecuadamente, la persona difícilmente podrá escuchar y
responder a los requerimientos de su existencia, antes de salir al mundo
requerirá concentrarse en sus propias dificultades.
Por otra parte, como se señaló previamente, el tema del sentido no
puede ser forzado ni creado desde fuera, por lo que éste debe surgir como

Bertani, María Antonella -104- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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resultado de la elaboración personal que la persona haya ido realizando de
su propio proceso. Es posible guiar con preguntas, entregar pistas, pero
nunca tomar la palabra del otro.
No obstante estas observaciones, lo que suele ocurrir es que la
pregunta por el sentido surge de parte de la persona misma en cercanía al
término de la terapia. Es natural que así sea por cuanto en ese momento es
posible suponer que ya cuenta con las condiciones previas -puede ser en el
mundo, es capaz de relacionarse con otros y consigo mismo, ha captado su
propia esencia y puede vivir de acuerdo a ella-, y con todo esto surge en ella
el deseo de mirar hacia el futuro, es el ¿y ahora qué? que aparece en su
vida. En este punto cobra una importancia clave el ayudarla a encontrar sus
respuestas.
Para llegar a encontrar un sentido se necesitan tres precondiciones:
un ámbito de actividad, un contexto estructural que la sustente y un valor en
el futuro (Längle, 2008).
El ámbito de acción se corresponde con cualquier actividad, tarea,
acción donde la persona pueda sentirse fructífera. Muchas veces es posible
encontrar en ella una desvinculación con las actividades que realiza,
probablemente porque no son consideradas importantes por la persona
desde hace bastante tiempo (las ha continuado efectuando como parte de su
automatismo), o bien porque producto de su conmoción han llegado a perder
sentido. Parte importante de la facilitación externa será entonces el buscar
en conjunto con ella nuevas actividades, nuevos lugares o tareas donde
pueda sentir que es necesaria su presencia, que puede contribuir con algo
positivo.
Por otra parte, el poner atención en el contexto estructural significa
vincular lo que la persona hace o está pensando hacer, con un contexto
mayor, con un horizonte que le otorgue orientación. Esto equivale a levantar
la vista y posarla más allá de la acción inmediata, logrando además
visualizar qué relación tiene lo suyo propio con lo que la rodea. Como

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resultado, puede generar en añadidura un sentimiento de pertenencia y de
relevación de la importancia de su labor para la existencia de otros (ya no
sólo para la propia)
Finalmente, el preguntarse por el valor en el futuro que tiene el propio
obrar, permite focalizar la acción en un paso que viene a actuar como anclaje
de las tres condiciones anteriores, encauzando la existencia en el marco de
un devenir. Esto permite salir virtualmente de la situación actual, donde
todavía tal vez prima el sufrimiento, para llegar simbólicamente -en el inicio-
a la posibilidad de la esperanza que no es una espera pasiva de que todo
resulte mejor, sino la decisión puesta en acción de realizar algo para que
esto sea posible.
¿Y mientras el sufrimiento siga en pie? Frente a esta situación
inmodificable en lo inmediato cobra relevancia el valor actitudinal: se trata de
confrontar a la persona con la pregunta acerca de cómo quiere vivir este
sufrimiento, cuál es la postura que quiere tomar frente a ello. Con una
pregunta de tal calibre lo que se genera es la posibilidad de resituar a la
persona desde un lugar pasivo a una activación de sí misma. Es entonces la
posibilidad de darle una forma al propio sufrimiento, posibilidad que puede
tener cabida no necesariamente en la finalización del trabajo previo, sino
durante el transcurso del mismo. Es posible facilitar este proceso con
preguntas como las que se señalan a continuación:
¿Puedes soportar este sufrimiento? (Primera Motivación) Si la
respuesta es afirmativa ¿Estás dispuesto a que el sufrimiento te destruya o a
acabar con tu vida? ¿Tiene para ti algún valor el continuar? (Segunda
Motivación). ¿Cómo deseas actuar? ¿Quieres llorar, aislarte, hacerte daño,
anestesiarte en el alcohol, en relaciones superfluas, o vivirlo en compañía de
alguien? ¿Cuál sería tu propia forma de enfrentar esto, sin sentir que te
traicionas a ti mismo? (Tercera Motivación). ¿Para quién, para qué decides
afrontar esto de la manera que lo haces? (Cuarta Motivación).

Bertani, María Antonella -106- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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Estas preguntas, entregadas en el momento oportuno, permiten a
quien sufre conectarse con el valor más profundo y sentido de su propia
existencia, entregando así una suerte de chispazo que permita prender la
confianza en la vida, en sí mismo y en lo que el futuro le pueda revelar.
Finalmente así, quien ha perdido en exceso, quien ha sufrido en demasía,
puede volver a retomar lo que nada ni nadie logró arrebatarle: su propio ser
persona y el futuro que tiene por delante.

3.5.6 Tratamiento cognitivo-conductual


Si bien en este trabajo se realizó un análisis detallado sobre cómo
están afectadas las motivaciones fundamentales desde la línea terapéutica
del AEP y así también se expondrá en este capítulo sus principales técnicas
terapéuticas, no se dejará de mencionar los tratamientos de tipo cognitivo
conductual que han demostrado ser eficaces para tratar el tept, y que son
totalmente complementarias. Esto se debe a que considero efectiva la
disminución de los síntomas propios del tept al inicio de la terapia para luego
abordar un trabajo más profundo desde la fenomenología y el trabajo
específico en cada una de las motivaciones afectadas.

La guía de práctica clínica, del Consejo de seguridad general de


México (2011), expone una serie de tratamientos de tipo farmacológico y
cognitivo conductual para el tratamiento del TEPT, basado en evidencias.
Según la guía, en sujetos con TEPT la evidencia de ensayos clínicos
controlados, aleatorizados, apoyan tratamiento con estrategias
psicoterapéuticas y el uso de Inhibidores secundarios de recaptura de
serotonina (ISRS) como primera línea de tratamiento. Con relación a la
psicoterapia, la terapia cognitivo conductual y la desensibilización y el
reprocesamiento mediante movimientos oculares (DRMO) han mostrado ser
efectivas para la disminución de los síntomas y prevención de recurrencias.

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Además, refiere que la presencia de comorbilidad psiquiátrica es un aspecto
que deberá guiar la intervención inicial.
Además, propone como recomendación elaborar un plan de manejo
considerando las características del sujeto, el tipo de evento traumático, los
antecedentes previos, la severidad del daño. Desde el inicio del plan debe
detallar el tratamiento seleccionado, así como el tiempo y los resultados.
Es importante considerar que el tratamiento psicológico significa una
serie de estrategias terapéuticas que requieren de capacitación y
entrenamiento para su aplicación.
La terapia cognitivo conductual según esta guía, es la estrategia que
ha probado ser más efectiva para reducir la sintomatología y prevenir la
recurrencia. Los programas en donde se incorpora la terapia cognitivo
conductual se clasifican en tres grupos:
- Enfocado al trauma (tratamiento individual)
- Enfocado al manejo del estrés (tratamiento individual)
- Terapia de grupo
Las intervenciones psicológicas breves (5 sesiones) pueden ser
efectivas si el tratamiento inicia en los primeros meses después del evento
traumático.
El tratamiento debe ser regular y continuo (al menos una vez por
semana) y debe ser dado por el mismo terapeuta.
Entre las estrategias terapéuticas, que propone la guía y que son
utilizadas en el manejo de la TEPT se encuentran:
Terapia de relajación: Tiene como propósito alcanzar estado de
hiperventilación que contrarreste y ayude a controlar la ansiedad, por lo que
se entrena al paciente en la relajación progresiva y / o el control de
respiración.
Técnica de exposición: Técnica conductual de exposición a los
estímulos que provocan las respuestas de ansiedad con el objeto de reducir

Bertani, María Antonella -108- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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y prever las respuestas adaptativas. Se emplea la desensibilización
sistemática y la exposición gradual al estímulo adverso.
Técnica de auto control: Se trata de enseñar al paciente los
principios que rigen la conducta no deseada, como autoobservación, auto
refuerzo, autocastigo y control de estímulos.
Técnica de habilidades sociales: Analizar las conductas problemas
y re entrenarlas.
Técnica de reestructuración cognitiva: Consiste en trabajar sobre la
distorsión.
Técnica cognitiva de auto instrucción: Detectar las verbalizaciones
negativas y auto cambiarlas por auto instrucciones positivas e impedir las
respuestas evitativas a la ansiedad anticipatoria.
Programas psicoeducativos: Educan al paciente a cognitivas y el
auto control de los síntomas.
Reestructuración cognitiva y detención del pensamiento: Centrar
la atención en estimulos neutros no amenazantes.

De modo similar Sarasua et al. (2013) propone un tratamiento


diseñado de la siguiente manera:
MOTIVACION
Aspectos motivacionales: 1º y 2º sesión
- Percepción de seguridad en un marco terapéutico empatico
- Apoyo emocional
SINTOMAS PSICOPATOLÓGICOS
Primer nivel de intervención 3º y 4º sesión
- Catarsis emocional
Segundo nivel de intervención 5º-7º sesión
- Intervencion psicoeducativa
o Explicación del proceso de victimización y de las
consecuencias psicológicas a corto y largo plazo

Bertani, María Antonella -109- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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o Indicación de los aspectos positivos de su vida y de su persona
- Reevaluación cognitiva
o Distorsiones cognitivas (sentimientos de culpa, de ambivalencia
e indefensión)
o Racionalización de la situación vivida-
Tercer nivel de intervención 8º - 12º sesión
- Entrenamiento en habilidades de afrontamiento
o Técnicas de distracción cognitiva
o Relajación muscular progresiva
o Técnicas de auto exposición.
 Recuperación de actividades cotidianas
 Recuperación de actividades reforzantes
 Normalización de la conducta sexual

El programa de evaluación y tratamiento descrito, se puso a prueba


por primera vez en un estudio-piloto con 20 víctimas de agresiones sexuales
aquejadas de un trastorno de estrés postraumático crónico. Las víctimas
participantes en esta investigación fueron evaluadas en 2 sesiones. En la
primera sesión se obtuvieron los datos relacionados con las características
biográficas y las circunstancias del proceso de victimización sexual y del
apoyo familiar. En la segunda se evaluaron los síntomas psicopatológicos.
Las siguientes evaluaciones se realizaron en el postratamiento y en los
seguimientos de 1, 3, 6 y 12 meses.
La evaluación y el tratamiento se llevaron a cabo por un equipo de
psicólogas clínicas con formación en violencia de género y con, al menos,
tres años de experiencia clínica en terapia cognitivo-conductual. Además, se
realizó una supervisión por las directoras del programa, que cuentan con una
dilatada experiencia en el tratamiento de las víctimas de agresiones
sexuales. La tasa de éxitos en la evaluación postratamiento en relación con
el TEPT fue del 90.7% (es decir, de las 43 víctimas que sufrían TEPT al

Bertani, María Antonella -110- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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comienzo de la terapia 39 lo superaron). Si bien hubo una pérdida de 11
sujetos (el 25.58% sobre el total de los casos tratados con TEPT) en los
diversos controles de seguimiento, la tasa de éxitos se mantuvo
relativamente constante en los diferentes momentos de la evaluación y llegó
hasta un 74.42% en el último seguimiento de los 12 meses.

Bertani, María Antonella -111- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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CONCLUSIONES

El abuso sexual es una realidad que no se puede eludir, cuyas


consecuencias tiñen toda la personalidad y vida de quienes lo han sufrido,
dejando graves secuelas a nivel cognitivo, social, emocional y físico de la
persona. Por lo tanto, se deberá trabajar en las consecuencias en todos los
casos en que una persona confiesa o transmite signos de que pudo ser
abusada.
De acuerdo con las investigaciones encontradas y luego de la lectura
de diversos autores especializados en el tema, se puede concluir que hay
una relación directa entre abuso sexual infantil y el desarrollo de estrés
postraumático como consecuencia directa del mismo. En el caso de
presentar síntomas de TEPT, la angustia debe ser abordada en primera
medida desde una visión fenomenológica.
El terapeuta, en su rol, debe ser capaz de soportar y acompañar al
paciente en este trabajo desde la empatía y compresión profunda del dolor
que un abuso implica, para que de esta manera poco a poco pueda ir
poniendo cada hecho y cada emoción en un lugar más sano y poder
finalmente lograr darle un sentido a lo ocurrido, a su persona y a su vida.
Aunque esto se logre, el hecho no se puede olvidar ni mucho menos
hacer como si nada hubiese pasado, pero a medida que la persona siente
que puede seguir siendo a pesar de todo ello, que puede sostener la realidad
de lo ocurrido al menos un segundo junto a sí, puede ganar su propio
espacio personal y su propia posibilidad de ser. Además, puede comenzar el
importante camino de llegar a comprenderse y comprender el hecho. Sólo
desde allí puede surgir la aceptación, que no es conformismo sino atenerse a
lo que hasta ahora le ha tocado vivir, y desde ese lugar estará entonces en
condiciones de cambiar lo que necesite ser cambiado.
Nuestro objetivo como terapeutas no es hacer que los pacientes
acepten su realidad, aunque esto ocurra como consecuencia, sino que

Bertani, María Antonella -112- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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puedan sostener en su vista lo ocurrido, percibir de qué se ha tratado, para
luego poder comprender y finalmente decidir cómo continuar con ello.
Es por eso que el método del AEP y el trabajo con las motivaciones
planteadas en este trabajo, sumadas a técnicas desde lo cognitivo
conductual son herramientas eficaces para tratar el TEPT generado por el
abuso sexual ya que por un lado ayudan a la persona a sentarse frente al
problema y ver cómo reacciona frente al mismo y por otro, pasar por cada
área afectada, desde permitir que la persona se reconecte con la confianza
fundamental, con aquello que le permitió llegar hoy donde está, a pesar de lo
ocurrido, para luego dar un valor a su propia vida, a las relaciones con los
demás, plenificar la sexualidad, restablecer su autoestima. La persona
abusada puede finalmente vivir una vida plena, cuando se logra encontrar el
sentido a lo ocurrido y elegir para sí misma la sanación y la felicidad.

Bertani, María Antonella -113- Diagnóstico y tratamiento de trastorno


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