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Profesor:
Paz con garantías de vida y territorio para los campesinos colombianos. Una lucha que
no nos cueste la vida. “Defendamos a nuestros defensores y defensoras”
Colombia tiene dos Colombias: la rural y la urbana; ambas están atravesadas por la
desigualdad y el estatismo de las relaciones de poder de quienes las habitan. Si bien en
varios momentos de su historia, como el actual, una parte de ella busca construir el
“camino a la modernidad”, entendida de diferentes formas, siempre hay quienes se
siguen resistiendo a cualquier transformación en una estructura social profundamente
discriminatoria e inmóvil desde la época de la colonia. Además, la resistencia que muchos
colocan se ha manifestado de distintas formas, tanto legales como violentas, por medio de
muchos integrantes que sobresalen sin lugar a dudas, los grupos paramilitares que, en sus
diferentes modalidades, se han mantenido históricamente como una constante de la
realidad política y social del país y que han ejercido su accionar contra comunidades, y
contra quienes ejercen el liderazgo social y político, y las personas y órganos defensores
de derechos humanos.
Según lo anterior se puede deducir que las zonas rurales del país han sufrido una
trágica violencia, en parte como consecuencia del alto valor que tiene la tierra (y hoy
también los recursos del subsuelo) en relación con el ejercicio del poder en el país, pero
también por el abandono de las zonas rurales por parte del Estado, y el consiguiente
control de estas mismas por parte de otros actores. Actualmente se ha verificado la
cantidad de lideres rurales que han sufrido la violencia por parte de los grupos
paramilitares, además los conflictos por las tierras, que han sido los mas sujetos a la
problemática.
Los sujetos DDH, así como las comunidades defensoras de los territorios, en las zonas
rurales de Colombia tienen una situación de seguridad precaria, como consecuencia del
problema históricamente no resuelto de la tierra en Colombia (al que se suman nuevas
problemáticas) y de la falta de respuesta adecuada por parte del Estado. La construcción
de una paz estable y duradera en Colombia requiere que se garanticen los derechos de
DDH y las comunidades de una forma eficaz, incluido el derecho al territorio. Se han
mantenido históricamente como una constante de la realidad política y social del país y
que han ejercido su accionar contra comunidades, y contra quienes ejercen el liderazgo
social y político, y las personas y órganos defensores de derechos humanos.
Por consiguiente, no es casualidad que sea precisamente “el tema agrario” una de las
causas del conflicto armado interno y el surgimiento de las guerrillas; pero el problema no
resuelto de la tierra sigue siendo también un elemento fundamental del todavía no
resuelto conflicto social; al día de hoy, el 0.4% de los sujetos propietarios rurales acaparan
el 61.2% de la propiedad rural. La concentración del conflicto armado en las zonas rurales
del país hace que las poblaciones que las habitan vivan en una situación de inseguridad y
violencia, teniendo que afrontar numerosos riesgos; esta situación se ve intensificada para
aquellas comunidades, organizaciones y personas que ejercen un liderazgo social y
defienden los derechos humanos y el territorio.
A partir de entonces, y hasta el presente, puede decirse que se encuentra en auge la
labor de análisis que consiste en considerar por separado cada una de las organizaciones
que emplean la violencia, su lógica al acudir a ella, discernir su racionalidad, así como las
bases sociales que le han permitido surgir, implantarse en un determinado territorio, y
acumular poder. Se procura examinar su relación con la sociedad, en suma (y sin que lo
anterior signifique, desde luego, validar sus fines) se tiende a aplicar los desarrollos de la
teoría de la acción social implícitos en la mencionada noción de actores sociales. El auge
actual indica una contratendencia que pone el acento en la pluralidad, aplazando una
visión de conjunto con tal de percibir las interacciones, las interferencias que se presentan
entre las distintas modalidades de la violencia colombiana.
Para concluir es indispensable conocer cómo, se ha dado a conocer un poco más sobre
la problemática que emerge el sector campesino, sin embargo, no se le ha otorgado la
importancia correcta a este sector (Castilla, 2015). Por ello resulta necesario promover
una reforma que reconozca al campesinado como sujeto de especial protección
constitucional. La reforma tiene los siguientes elementos:
Dentro de la cultura política colombiana encontramos que uno de los mayores quebrantos que
acarrea dicho sistema, es la gran corrupción que existe desde hace más de 50 años ya que el
sistema político la cultura ciudadana y los intereses particularistas no dimensionan el gran
problema que acarrea dentro del sector campesino la falta de ingresos que solventen cultivos
que a futuro se convierten en un renglón de exportación ya que no se dimensionan que el
sector campesino es uno de los pirales fundamentales dentro de la economía nacional, la
cultura política debe dar un giro de 180 grados en pro del campo
Cuando existe un pueblo alimentado se puede decir que existe un equilibrio pacifico dentro de
una sociedad al hablar de democracia se establece claramente que la opinión del pueblo tiene
poder así pues se genera un ambiente normal dentro de un sector campesino que genere los
insumos necesarios para alimentar una sociedad la decoración juega un papel preponderante
dentro de la lección de gobernantes que le apunten a sectores que necesitan una mayor
proyección dentro de la economía y el bienestar social
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Campos. (2017). Paz con garantías de vida y territorio para los campesinos colombianos. Una lucha
que no nos cueste la vida. “Defendamos a nuestros defensores y defensoras. Revista
Latinoamericana de Derechos Humanos,
https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/derechoshumanos/article/view/9665/11847.
Recuperado el 3 de julio de 2020