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Aborto.

La discusión maldita/Laura Klein


1ra Ed.-Rosario: Facultad Libre, 2020.
165p. ;20x13cm.-(Seminarios)
1.Filosofía 2.Sociologia 3.Pensamiento Contemporáneo. I Laura Klein

Dirección general
Adriano Peirone

Coordinación Editorial
Lucas Paulinovich

Coordinación de la presente edición


Amalia Prado
Florencia Tirelli

Corrección
Marilina Negri

Diseño de tapa
Malena Guerrero

Maquetación
Cris Rosenberg

Facultad Libre
9 de Julio 1122 | Rosario | Argentina
www.facultadlibre.org
Indice

Palabras Preliminares 6

Agradecimiento 8

1. ¿De qué hablamos cuando hablamos de aborto? 10

2. Fornicar y matar:
dos verbos que acompañan toda la historia del aborto 22

3. Niños, Patria y Madres 39

4. El embarazo: patología de la femineidad 58

5. De la comprensión al odio.
El devenir del infanticidio en el Derecho Moderno 66

6. Contra las presunciones 85

7. El valor de lo humano: ¿un problema científico? 92

8. La esfinge de los Derechos Humanos 104

9. Una pregunta con cartas marcadas 113

10. Carta abierta a Pro-Vida 126

11. Defendamos las dos vidas o


cómo hacer que haya abortos sin embarazos 143

12. La misteriosa figura del aborto en la ley un crimen sin víctima 153
Palabras preliminares

Editamos el maldito libro urgente. Cuando Laura en marzo


de este año nos pidió una lectura impiadosa, sin vueltas ni
floreos, supimos que cuando el texto alzara vuelo —como
ella quería—, iban a ser muy pocxs quienes permanecieran
indemnes habiendo pasado por él. Porque hace hablar a los
silencios, no nos quedan dudas de que este es un libro maldito,
un libro que incomoda y nos disloca de los lugares comunes en
los que a veces caemos ante una discusión como esta que, en
los últimos años, estuvo en el centro de la escena política: la
discusión del aborto.
También es un libro urgente porque necesitaremos
otros modos de decir sobre el aborto. Urgente, al igual que
la aprobación del proyecto que garantiza la Interrupción
Voluntaria del Embarazo (IVE). La lucha incansable y
6
fundamental de los feminismos hizo que estemos a unos pasos
de que el Aborto Legal sea posible en Argentina, pero también
sabemos que la complejidad del problema y los desafíos no se
terminan ahí.
Con la ley y más allá de la ley, la confrontación evidenció
mucho más que cuestiones jurídicas o institucionales. Y si
el discurso es una forma de la práctica, entonces es preciso
revisarlo hasta sus lugares más recónditos y ciegos. Este libro
irrumpe, molesta un poco y avanza. Avanza porque propone
indagar: ¿Qué pasa si llevamos más allá también nuestras
propias consignas?
Este libro surge en el cruce entre los discursos de poder
y los saberes propios de la experiencia: ahí donde no hay
teoría suficiente para abordar el aborto, práctica tan singular
y compleja como histórica, masiva, silenciada. El aborto se
convirtió en Argentina en un «hecho social total». Por eso, en
el fondo, discutir el aborto, reclamando la Ley, es confrontar
el profundo sentido desigual de las relaciones de poder que
habitamos. ¿Quiénes hablan cuando se habla del aborto? Saber
de nadie, materia de todxs. Para este proceso, Laura Klein nos
trae una serie de elementos y herramientas que permiten
desplegar la imaginación política y tejer nuevas tramas.
Decimos: el aborto es una experiencia singular,
inenarrable, a la vez que se ha constituido en un acontecimiento
colectivo. ¿Qué tramas de pensamiento se dan en ese pasaje?
¿Cuáles fueron las estrategias, y qué se mantuvo dentro y qué
por fuera en el avance hacia la Ley?
De alguna manera, la gran movilización de creaciones
colectivas, de formas de visibilidad, de invenciones de
lenguaje y tácticas de presión sobre las instituciones, fueron,
bajo la consigna de la legalización del aborto, efectivamente
desmesuradas. Acaso allí radica parte de nuestra gran potencia.
Pero a su vez, precisamente por ello resulta necesario recoger
7
la tremenda amplitud de esa desmesura, para continuarla
incluso en sus hilaciones menos formalizadas. ¿Por qué hay
cosas que no pueden ser dichas, o siquiera pensadas? ¿Cuáles
de ellas son decisivas para llegar al meollo de lo que está
efectivamente en discusión cuando se habla del aborto?
En ese camino está la publicación de este segundo
proyecto editorial de la Facultad Libre, a (sólo dos) días de que
se vote el Aborto Legal en Argentina. Laura Klein nos invita
a pensar, con la decisión de habilitar otros territorios de
reflexión, desarticulando los hegemónicos. Quizás este que se
abre sea más problemático, errante o contradictorio, pero más
real, cercano y propio.
Por último, nada hay más cierto que ha sido gracias
al intenso trabajo, a contrarreloj, de compañerxs que se
entregaron al arrojo de publicar en diciembre de 2020, que
este también es un libro posible. Gracias a todxs.
Facultad Libre
27 de Diciembre 2020
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Son inseparables de las páginas de este libro, Inés


Hercovich, Karina Billaudots, Salvina Spota, María
8
Inés Aldaburu, Horacio Tarcus y María Mascheroni.
1
LAURAKLEIN

9
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

¿De qué hablamos cuando hablamos


de aborto?

Hace unos años, en un programa televisivo, un grupo de


profesionales discutían encarnizadamente acerca del aborto.
Venían de distintas disciplinas, mantenían posturas claras y
exponían poderosos argumentos. Sea cual fuere su posición
respecto del aborto y su prohibición, todos parecían tener
conocimientos científicos útiles para defender posturas éticas y
ciertos conocimientos básicos de la historia, de las leyes y de los
derechos humanos. Unos decían que abortar es un crimen
porque los embriones son tan humanos como los que hemos
10
nacido y, por tanto, personas con igual derecho a la vida, y
concluían que abortar es asesinar y que legalizar el aborto
significa legalizar el homicidio. Otros replicaban que no es la
biología lo que otorga valor a la vida humana y que abortar no es
equiparable a matar una persona. Autonomía, libertad, elección
libre. El debate era áspero y con fundamentos; los invitados
mostraron un gran caudal de conocimientos científicos, datos
de investigaciones sociológicas e interpretaciones políticas y
éticas.
En un segundo plano, apartadas del centro de la escena,
unas cuantas mujeres callaban y escuchaban. Eran las que
venían a atestiguar de sus abortos. Ellas habían sido invitadas
también para hablar, pero no para decir lo que pensaban
sino para testimoniar lo que habían hecho. Subido ya el tono
de la controversia, la animadora del programa se dirigió a
estas mujeres y les preguntó qué opinaban acerca de lo que
LAURAKLEIN

se estaba discutiendo. Una de ellas respondió, mientras las


demás asentían: «No entiendo de qué están hablando».
No entiendo de qué están hablando: la frase refleja
perplejidad más que incomprensión. Estas mujeres se negaban
a reducir su experiencia a los términos con que los expertos
pretendían explicarla.
Para ellas, el conflicto no era definir al ser humano,
sino decidir si tendrían o no un hijo. Cada una, en distintas
circunstancias, había tenido relaciones sexuales con un
hombre, se había quedado embarazada y había decidido
abortar. Los intereses políticos o las definiciones de la ciencia
en ese momento quedan eclipsados. Lo mismo seguramente
les había sucedido a los expertos que con pasión apelaban a
esos argumentos: al pasar por una situación de aborto, propio
o cercano, seguramente tampoco se habían visto en el trance
de definir un ser humano, ni cuándo empieza la vida, sino de
11
haberse quedado embarazada contra su voluntad y decidir si
tendrían o no un hijo. Es que la experiencia de abortar está tan
lejos del debate, que las mujeres que abortan no se reconocen en
los términos de esa controversia en la que unos las amonestan
por criminales y otros las perdonan por ignorantes.
Cuando estaba empezando a escribir sobre el tema,
sumergida en los textos «a favor» y «en contra», sentía también
perplejidad. Yo había abortado. Y no podía sostener, sin ser
cínica, que al abortar había sido una mujer libre. Fue una
conmoción. Me vi imposibilitada de pronunciar las consignas:
«elección libre», «autonomía», «derecho al propio cuerpo», «soy
una persona autónoma», «hijos, si quiero y cuando quiero»,
«la maternidad debe ser deseada o no ser», «no estoy matando
nada», «es una célula», «maternidad responsable» a las que
yo misma había adherido. Mucho menos «derecho a la vida»,
«es un homicidio», «es un genocidio», «usan el aborto como
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

anticonceptivo», «que se banquen las consecuencias», «hacerse


responsable de sus actos».
Entonces tuve que pensar.
Pensar lo que cotidianamente daba por sentado.
Escuchar cómo hablaba, revisar qué decía, a quién me
dirigía y qué quería.
Y descubrí que hablaba en clave, que no le hablaba
a nadie, en el sentido de que hablaba a quienes ya estaban
convencidos, como yo, de lo mismo que yo. Todos, incluso yo
misma, me querían convencer de que yo no había hecho lo que
había hecho. Porque yo había abortado. Y había abortado no
porque no había otro, sino para que no hubiera otro. Aunque
esto no lo había pensado, supe entonces que lo sabía.
Así me encontré, azorada, con que venía recitando
fórmulas que nunca había pensado, que eran ajenas a mi
experiencia y hasta se volvían contra mí.
12
Un acontecimiento. Me encontré con una encrucijada
ética: ¿Cómo iba a defender lo que quería con argumentos en
los que no creía?
LAURAKLEIN

¿Qué mujer quiere abortar?

De modo que la experiencia humana, no menos


que la razón, enseña que los hombres creen ser
libres sólo a causa de que son conscientes de
sus acciones, e ignorantes de las causas que las
determinan, y, además, porque las decisiones
del alma no son otra cosa que los apetitos
mismos, y varían según la disposición del
cuerpo.
Baruch Spinoza, Ética, 1677

La experiencia de las mujeres que abortan no tiene nada que


ver con el «aborto» del que se habla en el debate. El aborto es
una experiencia trágica (condición que la desaparición de la
gracia, del destino, de los dioses o de la suerte sin causa rebajó
a «terrible» o «espantoso»). 13
Un embarazo no buscado obliga a la mujer a tomar una
decisión en el aquí y ahora. Es que no siempre un embarazo
no buscado es un embarazo no deseado o indeseable. Y
aunque lo fuere, aunque el azar o la falta de prevención o,
según algunas ópticas, el inconsciente, hayan generado una
preñez que terminará con un aborto, ese embarazo imprevisto
significa para muchísimas mujeres, incluidas aquellas que
están a favor de legalizarlo, un trance que ninguna ideología
y ninguna jurisprudencia pueden (por fortuna) evitar. Aunque
sabemos también que no decidir implica de hecho continuar
embarazada.
Existan ya otros hijos o no, nunca se puede saber qué
valor tendrá esa decisión para su vida posterior… pues nunca
se sabe del todo qué nos espera del otro lado de los cortes que
hacemos cuando vivimos.
El aborto, ¿ es fruto de la libertad?
¿En qué condiciones podría llamarse
«libre» a una mujer que lo decide?
¿Existe acaso alguna situación en la
que abortar voluntariamente consista
en actuar libremente?
LAURAKLEIN

El Derecho a la Libertad de elección, la autonomía


personal, la autodeterminación, el control del propio cuerpo:
es un problema asumir estos derechos como cuestiones
vitales. Tanto legitiman el derecho a abortar cuanto traicionan
las experiencias de sexo, anticoncepción, embarazo, aborto y
esterilidad.
El lenguaje de los afectos, que apela a otras palabras
que las habituales en las distintas teorías sobre el aborto,
expresa mejor esta diferencia. ¿Acaso alguien elige libremente,
voluntariamente quién lo volverá loco, quién lo hará temblar?
Se dice «caer enamorados» (fall in love), «perdidamente
enamorados», «no puedo vivir sin ti», «sin vos me muero».
El deseo no se parece a la voluntad, pero la voluntad que se
juega en el aborto tiene más que ver con el deseo que con la
racionalidad invocada como fundamento para el aborto legal.
Que el aborto sea voluntario no equivale a que sea libre.
15
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Entre la espada y la pared

Suspendamos unos instantes el barullo de la polémica y


probemos pensar sin temer adónde nos lleve el pensamiento.
Entonces podemos ver, en primera instancia, que «el
aborto» no existe entre las cosas. Abortar es un verbo: hay
alguien que actúa, una mujer que lo hace movida por la violenta
irrupción de un embarazo que no buscó pero que, sobre todo,
no quiere continuar y que la compele a tomar una decisión
también violenta. La voluntad, su voluntad, no es libre.
Esta mujer está entre la espada y la pared: ni quiere
16 tener un hijo ni quiere abortar. Le está vedado batirse en
retirada, quisiera no haberse embarazado, quisiera perderlo
espontáneamente. Como en muchas otras cosas de la vida,
decide hacer algo que no quiere. Signifique para ella una
experiencia traumática o solamente desagradable, su situación
tiene un sesgo trágico. Como en las tragedias antiguas, todos
llevan parte de razón y todos pierden algo.

Lo trágico no es lo justo contra


lo injusto, dijo Amos Oz

Lo trágico es lo justo
contra lo justo
LAURAKLEIN

Por eso las encrucijadas éticas tienen tan poco que ver
con el Bien y el Mal. En esto reside precisamente su carácter
trágico; y su poder ético.
Que a una mujer se le conceda la libertad de abortar
significa, estrictamente, que su acto está permitido, que no
comete delito. Pero ese permiso, esa libertad otorgada por la
ley no la libera del trance angustioso, sórdido o incómodo de
tener que decidir en el caso en que, por esa falta de libertad
original, quedó embarazada.

La libertad de decidir es trágica: ¿ese es mi poder?

Al oír que al abortar no fueron —exactamente—


libres, muchas mujeres se tranquilizan. ¿Qué les produce
alivio? Darse cuenta de que entre lo jurídico y la vida, entre
mis derechos (que dependen de otros) y mis poderes, hay una
17
enorme diferencia y esta «diferencia» es nada más ni nada
menos que lo que soy: lo que me distingue de todos los demás
a quienes soy igual en derechos.

Que la expresión pública de las opiniones se defina


menos por la libertad que por una atmósfera de silencio
y de atención en la que este grito débil e inhábil pueda
hacerse oír.
Simone Weil, La persona y lo sagrado
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Me cayó la ficha

Una decisión, importante o no, nunca es el mero producto


de un razonamiento, es siempre una encrucijada ética, que
implica el compromiso y la responsabilidad de alguien que no
puede dejar de tomarla y actuar.
La diferencia entre elegir y decidir es crucial, y defender
el aborto legal en términos de «elección libre» desvirtúa la
experiencia del aborto y propicia y refuerza las representaciones
condenatorias de las mujeres que abortan. Ignora, por ejemplo,
que la mujer que no sabe aún si va a abortar tiene miedo.
Actora y testigo de una situación que la excede, y nos excede a
todos, quien va a abortar transita un estadio de máxima tensión
18
respecto de la condición humana misma.

Aprendí a extraer la veta creativa del peor


conjunto de circunstancias que debí afrontar
en mi vida.
Werner Herzog,
Caminar de bisonte, descansar de montaña

¿Quién duda de que quien más padece


un aborto no son los defensores del
feto sino la mujer que aborta?
No les regalemos nuestro dolor
a quienes nos acusan.
LAURAKLEIN

Después de reconocer una decisión errada —dijo


Werner Herzog— no tengo el temple como para
regresar, prefiero corregirla mediante otra decisión errada.

Adela X. escucha esta frase y me dice: yo hice eso, primero


aborté y después tuve un hijo.
¡Más que un buen consejo, lo de Herzog es una gran
estrategia! ¿Cómo saber cuál es la decisión errada? ¿Cómo
saberlo después de haberla tomado y estar ya de este lado de
la vida, juzgando para bien o para mal? Entonces, más vale
seguir decidiendo, y las evaluaciones se moverán del bien
al mal y viceversa hasta que, tal vez, un día bienaventurado,
desaparezcan.

19

En aquella tierra oscura, en el fiordo, las señoras y


niñas escondían sus fetos.
Había siempre niebla, un espeso humo, e iban
tapándose la cara, y ocultas unas de otras.
Furtivamente clavaban piedras y leyendas.
«Tu madre».
«Corazón de Jesús».
«Enano».
«Animalito».
«Amor mío».
Y huían con las manos sobre el rostro.
Sobre las pequeñísimas tumbas surgían unas flores.
Altas, rojas o lilas. Que no parecían flores.

Marosa di Giorgio
(Los papeles salvajes, tomo II, extraído del libro La Falena)
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Décadas más tarde, en un libro llamado Código Rosa


- Relatos de abortos, la escritora feminista Dahiana Belfiori
recoge testimonios similares de mujeres que realizaron
sus abortos acompañadas por activistas de Socorristas en
Red (una articulación heterogénea de colectivas y grupas
feministas de la Argentina que, desde el año 2013, informan,
asesoran y acompañan a mujeres que han decidido abortar,
con un cuidado y una solvencia profesional reconocidas
incluso por entidades gubernamentales)1. Y no sólo las han
reconocido, sino que han hecho escuchar sus voces, sus
experiencias disímiles, no pocas veces conflictivas para los
discursos feministas hegemónicos. Otras feministas, más
rígidas, más temerosas, o más calculadoras, han condenado
a las socorristas precisamente por eso: por no condenar —o
al menos silenciar— a las mujeres que sienten que han
abortado a alguien, no sólo algo.
20

Abortar: truncar. Etimológicamente: ab-oriri: privar de


nacer. Por eso esos epitafios amorosos del poema de Marosa di
Giorgio son un alegato tierno y áspero a favor de la legalización.
Alegato a favor no sólo de no prohibir, sino sobre todo de
escuchar y hacer lugar a la vida en su oscuro esplendor, a su
faz oscura, a la muerte escondida, presente, imperiosa y vital.

1 En una prosa delicada y austera, estos relatos ponen en circulación sensibilidades


singulares que desplazan la pesada homogeneidad de los imaginarios dominantes
sobre el aborto, sean a favor o en contra de su legalización. Existe versión online:
http://larevuelta.com.ar/codigorosacompressed.pdf. Fue editado por la editorial
La parte maldita en 2015, por iniciativa de Las Revueltas, el grupo de activistas
feministas de Neuquén que motorizó en 2014 la formación de la Red Socorrista en la
Argentina. Está disponible online amplia información sobre surgimiento, historia y
producciones de ambas.
2
LAURAKLEIN

21

Tiemblo cuando pienso que dios es justo


Thomas Jefferson
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Fornicar y matar: dos verbos que


acompañan toda la historia del aborto

Fornicar: esta palabra tiene una larga historia. Proviene del


latín fornix, el nombre que recibe la zona abovedada, curvatura
interior del arco, que se encuentra bajo los puentes, callejones
y otras edificaciones. En tiempos del Imperio Romano las
prostitutas callejeras esperaban a los clientes y mantenían
relaciones sexuales allí mismo.
Así, el devenir del término fornicar comienza con el
intercambio de sexo por dinero, sigue con el adulterio, se
continúa con los que copulan evitando concebir y avanza,
22
finalmente, sobre todo acto sexual. La Iglesia fue avanzando
así con su condena sobre el sexo, colonizando con la palabra
Fornicar todo acto sexual, incluso algunos matrimoniales. Y
es desde aquí que puede rastrearse la paradoja de que, siendo
la anticoncepción la vía más sensata para evitar el aborto,
prohíba tanto una como otro. Y a tal punto que, pese a su
cacareada «defensa de la vida», ni siquiera autoriza el uso de
preservativos en aquellos casos en que uno de los cónyuges
está afectado de SIDA. ¿Cómo interpretar en el contexto de
este debate que la defensa de la vida sea menos importante
que la condena del sexo?
LAURAKLEIN

Un tabú más fuerte que la muerte

La Iglesia dice que siempre prohibió el aborto. Es cierto. Pero


no lo prohibió en consideración a la vida embrionaria, sino
como pecado sexual. Porque si, como sostuvo la Iglesia hasta
1869, no se consideraba al embrión precoz un ser humano, la
mujer que abortaba no atentaba contra la vida de nadie.
A partir de la vieja prohibición cristiana contra la
fornicación pueden rastrearse las pistas de la aparente
contradicción de la Iglesia actual entre la defensa de la
vida embrionaria y la condena del sexo. Es obvio que una
23
vía para no abortar es evitar concepciones no deseadas;
sin embargo, la Iglesia prohíbe tanto el aborto como los
métodos («artificiales») de anticoncepción. Lo llamativo y casi
inverosímil, especialmente tomando en cuenta su encendida
«defensa de la vida», es encontrarnos con que incluso hasta
hoy los anticonceptivos llegan a ser un tabú más fuerte que la
muerte.
Esto tiene una larga historia: compárense por ejemplo
las penalidades impuestas en el siglo VII por los Cánones
Irlandeses al homicidio (siete años y medio) y al adulterio (de
nueve a catorce años)2.
• La penitencia por destruir carne y espíritu (homicidio),
siete años y medio a pan y agua, sin tener relaciones.

2 John T. Noonan Jr., Contraconcepción. Desarrollo y análisis del tema a través de los
canonistas y teólogos católicos, Troquel, Buenos Aires, 1967.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

• La penitencia de una persona que ha tenido relaciones


sexuales con una mujer (fuera del matrimonio) será de siete
años a pan y agua.
• La penitencia del que haya tenido relaciones sexuales
con una vecina (adulterio) será de nueve a catorce años.
• La penitencia para una madre que destruye a su propia
criatura (infanticidio), diez años a pan y agua.
• La penitencia por destruir el embrión de una criatura
en el vientre de su madre (aborto), tres años y medio.

24
LAURAKLEIN

Anticoncepción: lujuria y odio

Antes de que el embrión subiera al escenario de la mano de


la ciencia y el individualismo modernos, evitar su concepción
era peor que aniquilarlo. Así lo estableció San Agustín en el
siglo IV:

Si cualquiera, para satisfacer su lujuria o por


odio deliberado, hace a una mujer u hombre
algo que les impida tener hijos o les da de beber
de modo que no pueda él generar o ella concebir,
considérese ello como homicidio.
San Agustín, Matrimonio y concupiscencia 1, 15, 17
25

Con su énfasis en las pociones, su vaga referencia a la


magia, su condena del pecado sexual y su calificación de la
anticoncepción como homicidio, este texto arriba citado,
conocido como Si aliquis, fue reafirmado una y otra vez por
Penitenciales y otras disposiciones eclesiásticas, y formó parte
del derecho canónico de la Iglesia católica ¡HASTA 1917!3
La condena a quienes usan o administran brebajes
constituye la única referencia en toda la Biblia que es posible
alegar contra el aborto. La transcribimos líneas más abajo.
Puesto que ningún otro pecado bíblico puede asociarse a
la posición sobre el aborto de la Iglesia moderna, lo que la
sentencia «No matarás» no prohibió, lo prohibirá la condena
de los pharmakeia.

3 Javier Gafo, El aborto y el comienzo de la vida humana, Ed. Sal Terrae, Santander,
1978.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Imposible encontrar en los Evangelios una sola huella


de la posterior actitud cristiana contra los peligros de la vida
sexual. Los Evangelios dejan de lado al sexo como cuestión
moral. Incluso el episodio de la adúltera que Jesús salva de
ser lapidada lo muestra benevolente hacia el desorden sexual.
«Quien esté libre de culpa, que tire la primera piedra».

26
LAURAKLEIN

Un teólogo confiesa su perplejidad

La Iglesia Católica siempre estuvo en contra del aborto, pero no


siempre por las mismas razones. Y unas se chocan con otras.
Porque la que era sagrada era la vida eterna, no la terrena, y
más valía la salvación del alma que la del cuerpo (recordemos
los métodos de la Inquisición, cuando los exorcismos y otros
formas de tortura eran algunas de las vías por las cuales la
expiación de la carne constituía un camino para acceder a la
vida eterna del alma). Todos escuchamos hablar de eso, pero
en el furor de la contienda nos olvidamos. Entonces, durante
siglos no fue el valor de la vida del embrión lo que motivó la
condena, sino que era una manera de ocultar la fornicación.
La Iglesia llamaba al uso de anticonceptivos «homicidio
27
anticipado». Hoy lo dice del aborto.
Impresiona el silencio que mantiene el Vaticano sobre
su propia historia, desde los textos —que quedan sólo para
eruditos— hasta sus creencias tradicionales —que ni a los
eruditos les resultan creíbles—. Hacen malabares mentales
y espirituales para adecuarlas a los sentidos hoy imperantes.
Porque es imposible hallar en las Sagradas Escrituras
una frase que condene el aborto. Aunque el «No matarás» es
uno de los Diez Mandamientos, ni en el Antiguo ni en el Nuevo
Testamento se habla del aborto como matar. La posición
actual de la Iglesia, que identifica la muerte del embrión
con la muerte de una persona, es la que hace creer al lector
desprevenido que, cuando la Biblia dice «no matar», incluye
«no abortar». No sólo no lo incluye, sino que de las pocas veces
en que se menciona el aborto, ninguna de las veces se condena
ni cuestiona su práctica. Incluso a veces, todo lo contrario.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

El aborto en la biblia

Antiguo Testamento:

Si alguno que tiene cien hijos y vive muchos


años, y por muchos que sean sus años, no se
sacia su alma de felicidad y ni siquiera halla
sepultura, entonces yo digo: Más feliz es un
aborto, pues entre vanidades vino y en la
oscuridad se va; mientras su nombre queda
oculto en las tinieblas. No ha visto el sol, no lo
ha conocido, y ha tenido más descanso que el
28 otro.
Eclesiastés, 6:3/5

Quien vive y no es feliz de alguna manera no encuentra


descanso ni al morir. Según el rey Salomón, más feliz es un
aborto que el que vive y no encuentra gozo en su vivir. Entonces,
en el Antiguo Testamento, el valor de la vida no depende de su
sentido biológico, no radica en ser fecundos ni longevos. El Rey
de la Sabiduría hace depender el valor de la vida del modo en
que la vida es vivida.
LAURAKLEIN

¿Por qué en la matriz no morí, por qué al salir


del vientre no sucumbí? ¿Por qué me acogieron
dos rodillas? ¿Por qué hubo dos pechos para que
mamara? Pues ahora descansaría tranquilo,
dormiría ya en paz… O ni habría existido, como
aborto ocultado, como los fetos que no vieron
la luz… ¿Para qué dar la luz a un desdichado, la
vida a los que tienen amargada el alma, a los
que ansían la muerte que no llega y excavan 29
en su búsqueda más que por un tesoro…, a un
hombre que ve cerrado su camino, y a quien
Dios tiene cercado?
Libro de Job, 3:3/23

Como vemos, la Biblia no justifica el sufrimiento con


el argumento de la vida. Ni el aborto —privar de nacer— ni
la vida —meramente haber nacido— son tomados en los dos
textos como valores intrínsecos.

Moraleja bíblica: Pese a que el aborto y la eutanasia


están prohibidos o limitados de alguna manera en todos los
países del mundo hoy, nacer no siempre es bueno y morir no
siempre es malo.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Mientras la Biblia hebrea no hace del aborto un


problema moral y lo pone como preferible a vivir mal, la Biblia
cristiana no lo menciona, no corrige el Viejo Testamento, no
agrega comentarios.
Los más serios estudiosos católicos contemporáneos
reconocen, con cierta perplejidad, esta ausencia. Javier Gafo,
cuya ya citada obra El aborto y el comienzo de la vida humana
(1978) no puede ser sospechada de una posición anticlerical ni
proabortista, dice:

No existe en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el


Nuevo Testamento, una condena clara del aborto. La
condena de los pharmakeia, contenida en el Nuevo
Testamento, podría referirse al aborto, aunque no es
claro que tenga tal significado. No deja de llamar la
atención el hecho de que no exista una clara condena
30 del aborto, a pesar de que era practicado abiertamente.

El asombro de Gafo responde al desencuentro entre una


lectura del fenómeno del aborto realizada con ojos actuales y
un conjunto de textos canónicos que no la confirma. Él ve una
incoherencia lógica donde hay un abismo ético. ¿Por qué no
pensar, más bien, que el aborto no representaba ni crimen ni
pecado porque la moral bíblica no era la actual, como tampoco
lo era la visión del feto como un ser humano?
LAURAKLEIN

Vaticanos Herejes

No sólo en la Biblia no hay ser humano desde la concepción,


en los textos de los Santos Padres tampoco:

Aquí la cuestión del alma es usualmente


planteada como problema: lo que no está
formado, se puede interpretar que no tiene
alma y por esta razón no es homicidio, porque
alguien no puede ser privado del alma si
aún no la ha recibido... Si el embrión no está
aún formado, aunque de algún modo esté
animado..., la ley no establece que el acto sea
homicidio, porque no se puede hablar de alma 31
viva en un cuerpo que carece de sensación, si su
carne no está desarrollada y no está dotada aún
de sentidos.
San Agustín, Quaestiones in Heptateucum, 80.

El alma vegetativa, que viene primero, cuando


el embrión vive la vida de una planta, decae y
le sigue un alma más perfecta, la cual es a la vez
nutrimental y sensible, y entonces el embrión
vive una vida animal, y cuando ésta decae le
sigue un alma racional inducida del exterior...
Ya que el alma se une al cuerpo como su forma,
no se une a un cuerpo del que no es propiamente
el acto. Y el alma es el acto [la realización] de un
cuerpo orgánico.
Santo Tomás, Summa Contra Gentiles, 2.89.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Recién con los descubrimientos embriológicos del siglo


XVII entra en crisis la teoría griega de la infusión tardía del
alma y se reemplaza por la tesis de la animación inmediata.
Paradójicamente, no fue sino hasta dos siglos más tarde que la
Iglesia aceptó las verdades de la ciencia, reconociéndole alma
al embrión en su propio germen. Esto sucedió en 1869, con el
Papa Pío XI. Hasta esa fecha, el aborto temprano no estuvo en
el banquillo de los acusados… a menos que se lo acusara de
otro pecado (peor que el homicidio): la fornicación.

Tomás, el Doctor Angélico, dijo que quien afirme que el


alma entra al cuerpo en el momento mismo de la concepción
es un hereje. El alma, como el futuro habitante en una casa,
decía, sólo puede entrar cuando el cuerpo está bien formado
para recibirla. Cambiar de opinión y adecuar la moral a los
descubrimientos de la ciencia no es de por sí anticristiano,
32
pero el pertinaz ocultamiento de casi dos mil años de teología,
¿qué es?
LAURAKLEIN

El pasado ya no es lo que era… y la


maternidad tampoco

Contra lo que solemos creer, hasta que llegó la modernidad,


la Iglesia Católica no le concedió a la maternidad un carácter
sagrado, ni siquiera feliz. Este texto del siglo IV se muestra
conmovido por la poca dicha y el nulo valor espiritual de tanto
desvelo (y nos convoca a presenciar cómo el espíritu que pulsa
por su liberación no invita a las mujeres a la virginidad sino
por un rodeo —una fuga— que no habla de los peligros del
sexo sino de la maternidad).
Para medir la diferencia entre la iglesia actual y los
33
Santos Padres, basta leer este texto de San Ambrosio, del siglo
IV, que más que una invitación a la maternidad parece un
manifiesto feminista.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Manifiesto feminista de San Ambrosio

«La bella corona de la maternidad


está tejida de punzadoras espinas»

¿Quién ignora que la bella corona de la maternidad,


puesta a la frente de la casada, está tejida de punzadoras
espinas, que se multiplican y crecen, y son más
dolorosas cuanto mayor es la fecundidad del vientre?
¿Por ventura se compensan en el matrimonio los
duelos con las alegrías? Las de la boda vienen siempre
bañadas en lágrimas. A la deleitosa concepción sigue
el dolor, como forzoso heraldo del soñado parto, que
34 no llega sino después de la interminable pesadumbre
de bascosas molestias del embarazo: en una palabra,
cortejado de la triste enfermedad. Pues, ¿qué prenda
es ésta, a quien tales quebrantos amenazan sin poder
librarse de ellos jamás? ¿Que es esclava del dolor y sin
él no arriba al placer? ¿Que se compra con temor, y no
se disfruta en paz? Y si dominando estos peligros sale
a flote la crianza de los hijos, ¿qué de afanes, qué de
penas, qué de angustias no rodean a su educación?
¿Cuántos trabajos y desvelos, para formarlos y hacer de
ellos hombres útiles? ¡Triste felicidad a quien agobian
tales miserias, que como alud aplastante oprimen a la
infeliz madre al advenimiento de cada nuevo heredero!
Son tantos y tan recios los cuidados anejos a la familia,
que si los hombres se parasen a meditarlos, huirían
aterrados de la tremenda carga de la paternidad.
LAURAKLEIN

Considera, pues, hermana mía, cuán dura cosa es


padecer en esta vida lo que no alcanza la lengua a
declarar, ni olvides que llegarán días tristísimos,
en que se tengan por dichosas las estériles y por
afortunados los vientres que nunca concibieron. Las
hijas de este mundo serán engendradas y engendrarán,
pero la del reino del Cielo, libre de varón y de estímulos
carnales, será santa en el cuerpo y en el espíritu.
A lo cual has de añadir la servidumbre que las
casadas deben a sus maridos, bajo cuya autoridad
las puso Dios con paternal sabiduría, según yo creo.
San Ambrosio, Tratado de las vírgenes

35
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Si ese Ambrosio es un santo, ésta no es


mi Iglesia

A quienes han leído la página anterior, sepan que no hay error:


no se han traspapelado los documentos, nadie ha hackeado los
archivos y esta no es una fake-old. El texto lo escribió en el siglo
IV San Ambrosio de Milán, nacido en el año 347 en Treveris y
muerto en 397 en Milán, destacado orador y teólogo, uno de los
cuatro Santos Padres de la Iglesia y uno de los treinta y seis
Doctores de la Iglesia Católica.
¿Cómo es que la Iglesia santificó y confirió los más altos
títulos de maestro de la fe, testimonio de la ortodoxia cristiana
y modelo de erudición a un hombre, un obispo para colmo, que
36
dice que la maternidad es una corona de espinas, más dolorosa
cuanto más fecundo es el vientre de la mujer?
Es que el ideal de la maternidad no nació con el
comienzo del mundo, ni del patriarcado, ni del cristianismo
ni del Vaticano. Nació en la era moderna, con el ascenso de
la burguesía y las revoluciones liberales, de la mano de los
filósofos que predicaban la pureza de la naturaleza y los
filántropos que salvaban vidas de huérfanos para que la patria
contara con soldados para mandar a la guerra.
La defensa de la familia, cristiana o no cristiana, está
tan arraigada en la imagen que las sociedades actuales
tienen acerca de la Iglesia católica, que parece haber
sido una de las piedras angulares de esta religión. Sin
embargo, aunque parezca increíble, el Nuevo Testamento
y los textos de los Padres de la Iglesia nos muestran que
el cristianismo se fundó en el Renunciamiento a la Familia.
LAURAKLEIN

Jesús recomendó abandonarla:

Quien no abandona a su padre o a su madre por


mi causa, no es digno de mí.
Evangelio de Lucas 4

Todo aquel que haya dejado casas, hermanos,


hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por
mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará
vida eterna.
Mateo 19:29

Sus seguidores promovieron no formarla:

La familia es un nido para los pájaros que no


saben volar
San Juan Crisóstomo

37
y en la preferencia por No Casarse y No tener Hijos, Jesús
erradicó el matrimonio de la Vida Verdadera:

En la Resurrección ni los hombres ni las


mujeres se casarán.
Mateo 22:23/31
San Pablo advirtió sobre la competencia entre el amor
celestial y el amor terrenal:

El no casado se preocupa de las cosas del Señor,


de cómo agradar al Señor. El casado se preocupa
de las cosas del mundo, de cómo agradar a su
mujer, está por tanto dividido.
Epístola a los Corintios I, 7:32

4 Ver también Mateo 12:46/50 y Marcos 3:31/5.


ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

El culto a la Sagrada Familia no comenzó con el


cristianismo, sino mucho después, hasta convertirse en
dogma recién en el siglo XIX. Y si bien el culto a María cobró
vigor desde el siglo XII, el ideal de la maternidad como destino
natural de las mujeres fue construido recién a partir del siglo
XVIII.

38
3
LAURAKLEIN

39
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Niños, Patria y Madres

Europa se está despoblando porque las madres


no quieren cumplir con su deber.
J. J. Rousseau, Emilio o La educación, 1762

Alrededor de 1780, sobre veinte mil niños nacidos por año


en París, cinco mil morían antes de cumplir un año. Los
registros oficiales de la época constataban con preocupación
que la responsabilidad por tan alta tasa de mortandad
40 infantil correspondía a las propias madres. En las nuevas
concentraciones urbanas, los niños dejados en la calle o en la
puerta de las iglesias se convirtieron en una realidad cotidiana
que exigía una respuesta de las autoridades. Sólo en París, seis
mil niños eran abandonados por año y ninguna institución
podía mantenerlos. El problema crucial era el alimento, la
leche pasteurizada no existía.
De los veinte mil niños nacidos por año, apenas mil eran
criados por sus madres; el resto dependía de nodrizas de diversa
calidad. A esta extendida práctica, que privaba al bebé de la
leche y los cuidados maternos, se adjudicó que disminuyeran
en gran medida sus posibilidades de sobrevivencia.5

5 Para quienes quieran seguir profundizando en este tema, recomiendo el magnífico


libro de Elizabeth Badinter, ¿Existe el amor maternal?, Paidós-Pomaire, Barcelona,
1981.  Hay  versión  online:  https://kolectivoporoto.cl/wp-content/uploads/2015/11/
Badinter-Elizabeth-Existe-el-amor-maternal.-Historia-de-la-maternidad-siglo-XII-
al-XX.pdf
LAURAKLEIN

La mortalidad infantil se convirtió en un problema


económico y político. Para el Estado moderno la vida humana
representaba la riqueza y la defensa de las naciones. «Un
Estado es poderoso sólo en la medida en que está poblado, en
que los brazos que manufacturan y los que lo defienden son
numerosos»6. A fines del siglo XVIII, los fisiócratas procuran
que el Estado se ocupe de los niños abandonados e invierta
en ellos porque significan un capital potencial inmenso y
desaprovechado.
«Basta considerar al hombre como un ser que
tiene precio para que constituya el tesoro más precioso
de un soberano»: con estas palabras, el demógrafo Jean-
Baptiste Moheau (1745-1794) enuncia el nacimiento de
la época moderna: el valor sagrado de la vida nace del
valor de la vida como mercancía.
Los cálculos de Moheau son tan precisos que hasta
41
el arte entra en las equivalencias: «Se ha calculado el precio
de cada hombre según sus ocupaciones: se calcula que un
marinero vale lo que varios agricultores, y algunos artistas lo
que varios marineros».
Según los hombres del siglo XVIII, el despilfarro de
vidas humanas del pasado es intolerable; esas terribles fiestas
de sangre son una injusticia y un desperdicio a la vez, ni se
detienen ante el hombre como fin en sí mismo ni hacen rendir
ese viviente capital. La vida humana no es un bien cualquiera,
pero como cualquier otro, requiere invertir trabajo y energía
para existir. No hay que malgastarla, aunque sea de innoble
origen, la muerte es un lujo que los filántropos van a intentar
ahorrar.

6 Didelot, lnstruction pour les Sages-Femmes, 1770, Prefacio, cit. por Badinter, op. cit.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Es afligente ver los gastos considerables que el hospital


está obligado a volcar en los niños abandonados con
tan poco beneficio para el Estado… La mayoría de ellos
muere antes de haber llegado a una edad que permita
extraerles alguna utilidad… Apenas una décima parte
llega a los veinte años… ¿Y qué es de esa décima parte,
tan costosa si dividimos el gasto invertido en los
que mueren entre los que quedan? Una proporción
muy reducida aprende oficios; los demás salen del
hospital para convertirse en mendigos o vagabundos.

Era el año 1756 cuando Chamousset hizo estos cálculos


y propuso transformar la pérdida en beneficio: alimentar a los
12.000 niños abandonados y, cuando tienen cinco o seis años,
exportarlos a las colonias para emplearlos en cultivos con un
42 beneficio inmenso, el rédito no sería sólo económico:

Niños que no conocen otra madre que la patria…


tienen que pertenecerle y servir del modo que le
sea más útil: sin padres, sin otro apoyo que el que les
proporciona un gobierno sensato, no tienen apego
a nada, no tienen nada que perder. ¿Temerían acaso
la muerte hombres como éstos, a quienes parece
no haber nada que los aferre a la vida, y a quienes
destinándolos a cumplir la función de soldados se
los podría familiarizar precozmente con el peligro?

Aunque resulte ingrato a nuestros oídos, fue este motivo


poco humanitario el que dio origen a la protección de los niños
en los Estados modernos: no cuidarlos sino usufructuarlos,
protegerlos en vida para explotarlos hasta la muerte.
LAURAKLEIN

La conspiración de los cónyuges

Los niños pertenecen a la República, no a los padres.


Danton

No sólo garantizar y defender la vida implementando


estrategias concretas para administrar la sobrevivencia
de la población, empujando a las mujeres a amamantar
ellas mismas a sus bebés y construyendo hogares de niños
expósitos. En el mismo sentido, se tomaron medidas para
erradicar el infanticidio, para lo cual se ubicaron en estos
hogares los tornos, cajas giratorias instaladas en las paredes
que permitían ingresar a los bebés al asilo, manteniendo en el 43
anonimato a sus progenitores. Y también había que controlar
lo previo, la procreación sexual misma, introduciendo los
intereses de Estado en el dormitorio conyugal; anticoncepción,
aborto y planificación familiar. Cuando el niño pasó a ser
valorado, aparece la ideología del control de la natalidad.
Aborto y anticoncepción se convirtieron en prácticas de los
esposos que ansiaban constituir una buena familia burguesa.
El fantasma de la población en el siglo XIX se presentó
con dos filos opuestos. Si su descenso significaba, según el
Estado, una merma de su poder, su aumento engendraba el
peligro de una potencial escasez de medios de subsistencia.
Thomas Malthus formuló, en 1798, un principio catastrófico.
Si la población crece a un ritmo geométrico, puesto que
los recursos de subsistencia crecen sólo en progresión
aritmética, de no limitarse la natalidad, hambre y miseria
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

serán inevitables. Décadas más tarde, estas ideas darán lugar


al movimiento neomalthusiano, que recomienda prevenir el
desastre mediante prácticas anticonceptivas. En 1882, Francis
Place publica Ilustraciones y Pruebas del principio de población:
si «se entendiera claramente de una vez que no es vergonzoso
que las personas casadas se permitan medidas de precaución
que puedan, sin perjudicar la salud ni destruir la delicadeza
femenina, impedir la concepción, ello frenaría de inmediato
el aumento de la población más allá de lo permitido por los
medios de subsistencia; el vicio y la miseria serían extirpados
de la sociedad en proporciones prodigiosas».

44
LAURAKLEIN

El coitus interruptus: un fraude


conyugal

Con el fin de brindar a los hijos mayor dedicación, mejores


condiciones de vida y una educación más esmerada, los
esposos del siglo XIX buscaron reducir el tamaño de la
familia. La abstinencia recomendada por Malthus no tuvo
éxito. Sobre otros métodos anticonceptivos disponibles —un
errado método del ritmo, duchas vaginales, condones—, las
investigaciones históricas registran que los esposos burgueses
adoptaron el coitus interruptus de modo tan frecuente que
45
los libros de medicina lo calificaron de «fraude conyugal»
(no sabemos si contra la naturaleza, el poder médico o las
necesidades de la patria). El recurso del aborto era un paliativo
que subsanaba destiempos y negligencias. Distinto era el caso
de la mujer obrera para la cual los métodos anticonceptivos,
además de incómodos e inseguros, exigían dinero y una
cooperación masculina con la que no siempre podía contar.
Abortar era barato y, dando a las trabajadoras la posibilidad de
decidir solas sobre la maternidad, era el método principal de
limitar el número de hijos.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

El mercado del aborto en el siglo XIX

Se usaban pociones abortivas cuyas fórmulas, heredadas


del viejo saber femenino y de la curandería tradicional, se
transmitían entre las mujeres del vecindario o de la fábrica.
Las obreras inglesas, habiendo advertido que las trabajadoras
de las fábricas de plomo solían experimentar abortos
espontáneos, consumieron píldoras de plomo. Sangrías, baños
calientes y ejercicios violentos también formaban parte de los
recursos caseros para abortar.
46
El surgimiento de profesionales y productos comerciales
en las urbes modernas introdujo el mercado del aborto. Los
productos que hoy llamaríamos abortivos se publicitaban en
periódicos y revistas populares como remedios para «curar la
irregularidad» y «devolver la menstruación». «Las Píldoras de
la viuda Welch… Las únicas y genuinas… tan alabadas por su
utilidad en todas las afecciones femeninas… particularmente
las irregularidades de naturaleza femenina»; también las
«Píldoras Frampton… para uso de las mujeres, verdaderamente
excelentes, pues eliminan todos los estorbos».
A mediados del siglo XIX, pese a no ser legal, el aborto
se había convertido en un negocio floreciente en los centros
urbanos de Europa y Estados Unidos. A fines del siglo, las
comadronas europeas ganaban más con los abortos que con
los partos. En los periódicos parisinos, arriba de cincuenta
abortistas profesionales ofrecían sus servicios. En Londres,
LAURAKLEIN

en 1898, los hermanos Chrimes tenían por lo menos diez


mil clientes. La existencia de métodos más seguros, menos
cruentos y de fácil acceso hicieron del aborto una práctica
preferible al infanticidio y en muchos casos, por distintas
razones, a la anticoncepción. Así, en la segunda mitad del siglo
XIX, el número de abortos se elevó considerablemente.

47
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

La amenaza médica: jóvenes sin hijos,


moribundas sin ternura

La mujer se vuelve desaprensiva respecto


del destino que le impone la Providencia y
descuida los deberes que le impone el contrato
matrimonial. Se lanza a los placeres, pero huye
de los sinsabores y las responsabilidades de la
maternidad; y, desprovista de toda delicadeza
y refinamiento, se entrega en cuerpo y alma,
a las manos de hombres inescrupulosos y
malvados… Se hundirá en la edad provecta como
árbol marchito, desprovisto de todo su follaje;
48 llevando una mancha de sangre en su alma,
morirá sin una mano piadosa que ablande su
almohada.
Committee on Criminal Abortion
American Medical Association, 1871

Al convertirse en un servicio ofrecido en el mercado y


crecientemente comercializado, la práctica del aborto
también entró en las reglas de la competencia. Las mujeres
acudían a diversos profesionales: médicos, comadronas,
boticarios, herboristas, hidrópatas y curanderos. Pero sólo
los médicos ostentaban un certificado institucional de su
saber, constituido en académico, sistemático y garantizado
por el Estado que alcanzó una credibilidad social absoluta.
Con este título se arrogaron el privilegio de ser los únicos
«profesionales regulares», emprendieron campañas para
LAURAKLEIN

reforzar la legislación represiva, desautorizar a los irregulares


y expulsarlos de todo el mercado de la salud.
La cuestión del aborto parecía ideal para constituir al
incipiente poder médico gestado a su alrededor en el saber
hegemónico sobre la curación del dolor y la enfermedad.
Cuatro frentes confluyen en el tema del aborto, según el
análisis de Mary Boyle: la legalidad, la vocación de servicio,
la autoridad moral y la profesionalización. El hecho de que
las leyes sobre el aborto fueran sistemáticamente burladas
permitió a los médicos presentarse a sí mismos como
paladines de la ley y enemigos del delito. Asimismo, era una
oportunidad incomparable para contrastar la vocación de
servicio de los médicos respecto del afán de lucro de los otros
profesionales. Muchos de estos habían hecho de la práctica del
aborto su oficio, una «especialidad» con la que conseguían sus
principales ingresos.
49
Los médicos, en cambio, aunque también cobraban
honorarios, afirmaban no que aceptaban realizar abortos sino
sólo bajo condiciones de extrema gravedad para la salud. Desde
esta posición desinteresada, determinaron cuáles debían ser
las circunstancias médicas para el aborto legítimo, reteniendo
en sus manos la decisión final y el poder sobre vida y muerte,
prerrogativa de los dioses. Por otra parte, intervinieron sobre el
aborto a través del poder de reglamentar los comportamientos
sanos y nocivos en materia de sexo y reproducción en varones
y mujeres. Herederos de la investidura sacerdotal, tanta fue
la autoridad moral de la que quedaron investidos que pocos
hoy se atreven a cuestionarla. Por último, el aborto ofrece una
oportunidad para que las incipientes obstetricia y ginecología
ganen credibilidad y ascendiente en el mercado, donde no
se diferenciaban aún de las técnicas y el conocimiento de
comadronas.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

La esforzada campaña tuvo éxito. Primero en Inglaterra,


donde la legislación había establecido en 1803 que sólo los
abortos practicados después del quickening (primera señal
perceptible de vida que da el feto —«aleteo»—) son criminales.
Los códigos penales reflejaban el sentido común de la época,
para el cual la mujer no se consideraba embarazada hasta
sentir al feto moverse en su seno, lo cual ocurría hacia el cuarto
mes, hasta ese momento, se daba a la falta de menstruación el
sentido de irregularidad. Cuando los médicos impugnaron el
criterio del quickening como margen para el aborto legal por
impreciso y fundado en la percepción, fue modificada en 1837
la legislación vigente desde 1803, y se condenó el aborto en
cualquier momento del embarazo.

50
LAURAKLEIN

El aborto: suicidio de la raza

Desde mediados de siglo XIX el principal blanco de las


acusaciones médicas fue la moral conyugal. Alrededor del
80% de los abortos los realizaban mujeres prósperas y de
buena familia, que no tienen siquiera la «sombra de una
excusa… para su acto cruel y depravado» como las solteras
o las indigentes. Mujeres que, llevadas por fines egoístas y
personales, rehúyen la maternidad. Fueron acusadas por los
médicos ingleses, franceses y estadounidenses del «suicidio
de la raza». Basándose en ciertos elementos darwinistas y
eugenésicos, esta proposición condensaba un conjunto de
temores racistas, clasistas y sexuales.
51
En Estados Unidos, los alarmistas temían que las mujeres
de «buena estirpe» —prósperas, blancas y protestantes— no
tuvieran hijos suficientes como para mantener la dominación
política y social de su grupo. La consecuencia en todos lados
fue la intensificación de la propaganda pública y la expansión
de las medidas legales represivas. Después de las guerras (en
Estados Unidos, de la guerra civil; en Francia, de la derrota
con Prusia, etc.) recrudecen significativamente las estrategias
médicas y estatales para controlar la reproducción y restringir
el poder de decisión de las mujeres sobre su maternidad.
Es curioso que a las mujeres intelectuales o de clase alta,
cuando querían evitar tener hijos, se las acusara de egoístas
porque sólo buscaban su felicidad, justamente en el mismo
momento en que la idea de felicidad empezaba a coincidir con
la de maternidad.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Feministas contra el aborto

Aunque los médicos solían acusar a las mujeres «fuertes de


espíritu» y al influjo del feminismo de estimular a las mujeres
a que huyeran de la maternidad, las líderes del movimiento
no estaban en absoluto de acuerdo con la elección del aborto7.
Los medios artificiales de anticoncepción se asociaban a la
sexualidad fuera del matrimonio y a la explotación para la
mujer, y las que tenían conciencia de género se opusieron
al doble código. Plantearon que la mujer debe controlar su
cuerpo, si no, se convierte en esclava de impulsos sexuales del
marido y queda sometida a la cadena sin fin de partos e hijos.
52
Las feministas norteamericanas respondían
favorablemente a la campaña que conducían los médicos a
favor de su prohibición a fines del XIX. Condenaban el aborto
como parte de la degradación sexual de la explotación de las
mujeres, pero tendían a centrarlo en sus causas antes que en
sus consecuencias. La oposición feminista tanto al aborto
como a la anticoncepción reflejaba una complicada posición.
Si bien se diferenciaban del poder médico con relación a la
regulación estatal de la prostitución y disputaron con ellos en
tanto principales adversarios de los derechos de las mujeres,
coincidían con ellos en la reticencia a separar sexualidad
femenina de reproducción. También ellas creían que el acceso
a la anticoncepción y el aborto volvían impuras a las mujeres

7 Ver el excelente texto de Judith R. Walkowitz, «Sexualidades Peligrosas», en Historia


de las mujeres, tomo 4, Taurus, Madrid, 1993.
LAURAKLEIN

asemejándolas a las prostitutas mancilladas por el deseo


sexual, y vulnerables a las demandas sexuales masculinas.
Las feministas británicas de esa misma época
celebraban la maternidad como el supremo deber de la mujer y
abogaban por una estrategia sexual de maternidad voluntaria
que les permitiese controlar la reproducción a través de la
abstinencia. Cuando las feministas vincularon la maternidad
voluntaria con el interés en que las mujeres mejoraran la raza
y produjeran menos y mejores hijos, enunciaban algunas de
las mismas preocupaciones de clase y raza que movían a las
campañas médicas contra el aborto. Inclusive las que luego se
unieron a los neomalthusianos en la promoción del control de
la natalidad defendieron la anticoncepción pero no el aborto.

53
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Anticonceptivos antipatria

Después de la gran mortalidad de la Primera Guerra, en


algunos Estados europeos las políticas pronatalistas se
asociaron explícitamente a propósitos bélicos. Entre las
consecuencias de la Guerra franco-prusiana (1870-1871), se
contaba un abierto comentario eclesiástico acerca de lo que el
control de la natalidad significaba para Francia.
Hubo justificaciones, pero también interrogantes:

¿Eran esas observaciones inspiradas por el


nacionalismo o por un deseo de utilizar la
54 oportunidad que ofrecía el desastre para dar una
lección? Probablemente existieron ambos motivos. La
contraconcepción fue vituperada, tanto en ocasiones
ceremoniales como en los tratados teológicos.8

En nuestro país, el Tango «Silencio» (1932), de Carlos


Gardel, Alfredo Lepera y Horaci Pettorusi, lejos de hablar de
la paz de la noche, como muchos escuchamos en el estribillo,
habla de la paz de los cementerios. Cuenta esa vocación de
servicio que se les exige a las madres: santas que dan hijos a
la patria que les devuelve una medalla por cada muerto en
batalla: «… Un clarín se oye / peligra la patria / y al grito de guerra /
los hombres se matan / cubriendo de sangre / los campos de Francia.
// Hoy todo ha pasado / renacen las plantas / un himno a la vida /
los arados cantan // Y la viejecita / de canas muy blancas / se quedó

8 John T. Noonan Jr., op. cit.


LAURAKLEIN

muy sola / con cinco medallas / que por cinco héroes / la premió la
patria. // Silencio en la noche / ya todo está en calma / el músculo
duerme / la ambición descansa. // Un coro lejano / de madres que
cantan / mecen en sus cunas / nuevas esperanzas. // Silencio en la
noche / silencio en las almas».
En 1913 los obispos germanos lanzaron una
carta pastoral en la que decían que el principal fin
del matrimonio es la procreación para «asegurar la
continuación de la Iglesia y del Estado». En 1919,
al terminar la Primera Guerra Mundial, los obispos
franceses, al igual que los alemanes, mezclaron religión
y patriotismo:

El principal fin del matrimonio es la


procreación… Es grave pecado contra la
naturaleza y contra la voluntad de Dios frustrar
el matrimonio en sus fines por un cálculo egoísta 55
y sensual. Las teorías o las prácticas que enseñan
o alientan la limitación de los nacimientos son
tan desastrosas como criminales. La guerra ha
impreso violentamente en nosotros el peligro a
que se expone nuestro país… Es necesario llenar
los espacios dejados por los muertos, si queremos
que Francia siga perteneciendo a los franceses
y sea lo suficientemente fuerte como para
defenderse y prosperar.
Documentación católica de los obispos franceses, 1919

Desde Rousseau, filósofos, médicos y estadistas


acusaron de madres desnaturalizadas a las mujeres que no
cumplen con su deber de hembras de la patria y de viciosos a
los cónyuges que se aprovechan de su intimidad para conspirar
y a los matrimonios que arriesgan el destino de todos por unos
minutos, o unos años de placer. Con su comportamiento,
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

señalaban, ponen en peligro a la patria, la raza y la clase. Por


no darle hijos o por no darle soldados, tienen, con el dominio
de abstinencia reproductiva, el poder de hundir a la nación.
En Italia y en Alemania parir muchos hijos fue un valor que
antecedió al virulento natalismo fascista.

56
4
LAURAKLEIN

57
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

El embarazo: patología de la femineidad

El segundo capítulo de la Biblia cuenta que Dios sumió a


Adán en un sueño profundo, le extrajo una costilla y a partir
de este hueso —«carne de mi carne, hueso de mis huesos»,
diría después Adán—, creó a la mujer. La decisión de crearla
había nacido de una idea: Dios se dijo que no era bueno que el
hombre estuviese solo y que le iba a crear una ayuda frente a él.
Eras, eones o milenios más tarde, ya fuera del paraíso, algunos
teólogos cristianos repensaron la cuestión y resolvieron que
la mujer no le quitaba al hombre ninguna soledad, que para
conversar bien estaban los otros varones, y que la utilidad
58
de entrar en contacto con mujeres se justificaba sólo para
procrear (incluso sería deseable, soñaba San Agustín, que se
pudiese engendrar vidas sin pasar por el sexo).
Unos siglos más tarde, en 1840, un médico ginecólogo
británico profundizó esa intuición teológica y, munido con los
nuevos saberes científicos, se tomó el atrevimiento de contar
de nuevo el cuento de cómo Dios creó a la mujer, y dijo así9:

Como si el Todopoderoso,
al crear a la hembra,
hubiera creado la matriz
y construido la mujer a su alrededor.

9 Citado en Brackette Williams (ed.) Women Out of Place: The Gender of Agency and
the Race of Nationality, Rouletdge. Londres, 1997, p. 17.
LAURAKLEIN

La semilla, la tierra, la siembra, el


arado, la cosecha, el fruto, la cigüeña,
las compras, París, los encargos, el
repollo… De cojer ni hablar, ¿no?

Antes que los hombres descubrieran su función en la


procreación, el embarazo constituía un fenómeno misterioso
y algo amenazante para la comprensión humana, más aún
para los varones. Pero, desde la escuela de Hipócrates y
Galeno hasta Aristóteles, los griegos aventaron el fantasma,
estableciendo «científicamente» que el vientre materno sólo
da cobijo y alimento a un embrión que se desarrolla a partir
59
del semen y cuya autoría es exclusivamente masculina. La
idea se inmortalizó en la didáctica figura de la «semilla»
(paterna) sembrada en la «tierra» (materna) donde germina
«el fruto» (el hijo). Moralistas y teólogos cristianos acudieron
ocasionalmente a la siembra y el arado como metáforas del
trabajo de la gestación, vegetal o filial, adecuados al orden
divino, natural y moral. Ni siquiera con el descubrimiento, en
el siglo XVI, de la existencia de los ovarios y la participación del
óvulo en la formación del nuevo ser, esa imagen desapareció.
Por el contrario, parece haberse reforzado: no olvidemos que,
hasta hace no tanto, la semilla y el surco protagonizaron el
récord didáctico en el que se condensaban verdad y decencia
en la educación sexual infantil.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

¿Por qué llora esa mujer?


La Matrix femenina

Desde el inicio de su constitución en la modernidad, el poder


médico se interesó vivamente por introducirse, conocer y
controlar el misterioso proceso de generar vida que sucedía en
lo oscuro de la matriz. Según el clásico Diccionario de Ciencias
Médicas, de Adelon, Murat y otros eminentes médicos de su
tiempo:

Esa víscera actúa sobre todo el sistema femenino


de una manera bien evidente, y parece someter a su
60 imperio a la suma casi total de las acciones y de las
afecciones de la mujer.10

10 Adelon y otros, Dictionnaire des sciences médicales par une société de médecins
et de chirurgiens, París, Panckouke, 1812-1822, 60 vols.
LAURAKLEIN

Dar un nombre es dar un destino

A la luz de las innumerables metáforas que intentaron desde


siempre explicar el fenómeno del embarazo, percibimos
fácilmente que eso tan cotidiano es un fenómeno bien
complejo. Fijémonos en algunas expresiones populares:
«Estado interesante», «estar de compras», «estar de encargo»,
«la dulce espera» y otras ya en desuso. El término más común
en español es embarazo, palabra que, fuera de este contexto,
remite a una situación incómoda («embarazosa»), o a algún
aspecto vergonzoso. Tan corriente se ha vuelto esta palabra
que, aunque nadie ignora esa raíz común, tal asociación no es
61
inmediata ni salta por su significación machista o patriarcal.
«Estar encinta», en cambio, tiene un origen etimológico
desconocido para la mayoría: «proteger». Una expresión poco
elegante, inusual, «estar preñada», se dice de las hembras,
indica el estado animal de la reproducción. Grávido: dícese de
lo abundante, cargado, lo que pesa. Por extensión y aspecto
visual, «gruesa». Véanse modismos en distintos idiomas, como
éste del slang norteamericano: «to be caught» —participio
pasivo de to catch = atrapar—.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

De la imbecilidad fisiológica de la mujer

Los médicos modernos buscaron y encontraron en el embarazo


(al menos, de las humanas) los signos para denominarlo
enfermedad: «el particular estado fisiológico o patológico de
la mujer en la que se desarrolla un óvulo fecundado». En su
obra De la imbecilidad fisiológica de la mujer, Moebius afirma el
espíritu científico del siglo XIX explicando que

… el embarazo entorpece el espíritu y disminuye la


62 capacidad intelectual. De modo que la debilidad del
intelecto de las mujeres no es un dato de su inferioridad
sino un signo de su perfecta adaptación a sus
funciones, y debe negársele el derecho a estudiar para
no deteriorar su sensibilidad. Los estudios superiores
se consideraron perjudiciales para las mujeres, ya que
un excesivo desarrollo del cerebro podría atrofiar la
matriz.11

11 Paul Julius Moebius, La inferioridad mental de la mujer. La deficiencia mental


fisiológica de la mujer, Valencia, Sempere, sin fecha [c. 1910].
LAURAKLEIN

La invención del instinto materno

Observad a los animales, aunque las madres


tengan desgarradas las entrañas… aunque sus
crías les hayan causado todos estos males,
sus primeros cuidados les hacen olvidar todo
lo que han sufrido… Se olvidan de sí mismas,
les preocupa poco su bienestar… ¿De dónde
proviene ese instinto invencible y general? De
Aquel que ha creado todo (Deus sive natura)…
Ha impreso en el corazón de todos los seres
vivientes un amor automático por su prole. La
mujer está sometida como los animales a este 63
instinto.
Jean-Emmanuel Gilibert (médico),
Dissertation sur la dépopulation, 1770

Para que la Patria pueda contar con trabajadores y soldados,


las mujeres no sólo deben parir sino hacer sobrevivir a sus
hijos, lo cual requiere una dedicación que muchas rehuían.
El primer alegato se centró en el amamantamiento: era
fundamental lograr que las mujeres dieran el pecho cada una
a su propio hijo. Para convencerlas, apelaron a la idea de que
todo en la naturaleza tiene una finalidad y la de los senos es
alimentar a la cría.
El incipiente estudio de las poblaciones salvajes venía
en apoyo de estas ideas. El comportamiento de las mujeres de
los «pueblos salvajes», que no abandonaban a sus hijos hasta
el destete, sirvió para estigmatizar a las de la civilización
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

corrompida. Los hombres de ciencia comprobaron que,


cuanto más rica y cultivada es una cultura, más se apartan las
madres de su condición natural y dejan la crianza de sus hijos
en manos extrañas. Las hembras animales, que «obedecen
mejor que ellas (las mujeres) a los impulsos de la naturaleza»
y cuyo instinto maternal no ha sido desviado por razones
egoístas, corroboraban de manera irrefutable esa hipótesis.
Pero la deserción de las mujeres de su «naturaleza» llevó a los
moralistas y pedagogos a una solución de compromiso: a falta
de instinto, se debe educar para el amor.

64
5
LAURAKLEIN

65
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

De la comprensión al odio. El devenir


del infanticidio en el Derecho Moderno

En el siglo XVIII, el jurista italiano Cesare Beccaria, fundador


del derecho moderno, establece que el derecho debe responder
a las realidades sociales y tomar en cuenta la ardua disyuntiva
en que se halla la mujer infanticida que, para escapar del
estigma y sustraer a su hijo de esa miseria, comete un crimen.

El infanticidio es también producto de una


contradicción inevitable, en que se encuentra
66
una persona que se ha entregado por debilidad
o por violencia. Puesta entre la infamia y la
muerte de un ser incapaz de sentir sus males,
¿cómo no ha de preferir esta última a la miseria
ineludible a que estaría expuesta junto con su
desventurado fruto?
La mejor manera de prevenir este delito
consistiría en proteger con leyes eficaces a la
debilidad contra la tiranía, la cual exagera los
vicios que no pueden cubrirse bajo el manto de
la virtud. Toda pena (dice el gran Montesquieu)
que no se deriva de la absoluta necesidad, es
tiránica.
Cesare Beccaria, De los delitos y de las penas.

No podría encontrarse esta benignidad en la doctrina


cristiana, evitar las consecuencias de la fornicación nunca
podría haber sido un paliativo. Los penitenciales juzgaban la
LAURAKLEIN

gravedad de aborto e infanticidio según si la mujer había sido


motivada por la estrechez económica o para ocultar un pecado
sexual. Y en este último caso, la severidad de la condena era
máxima. En la modernidad, en cambio, el infanticidio es más
grave que la fornicación. Fornicar ya no es un delito, pero pasa
a ser tan duramente enjuiciado por el entorno, que la deshonra
social parece motivo suficiente para cometer infanticidio.
Cuando un hijo ilegítimo se convierte en marca de vergüenza
para la mujer, la ley considera injusto redoblar el castigo.
Francisco Carrara, en el siglo XIX sostuvo el mismo
criterio de Beccaria:

Benignidad hacia la mujer ilegítimamente fecundada


que mata a un ser al cual aún no la ligan vínculos
de afecto, y que, al contrario, se le presenta como un
enemigo de su honor.12
67
En nuestro país, el penalista Roberto A. Terán Lomas
replica esta misma actitud respetuosa de la complejidad de
los hechos cuando afirma:

El espectáculo de una infanticida excita horror,


indignación, piedad para la víctima, pero no genera
espanto y temor con respecto a sí mismos en la
generalidad de los ciudadanos, por lo cual su daño
mediato es menor.13

12 Programa, III & 1206, p. 251.

13 Roberto A. Terán Lomas, Derecho Penal-Parte especial, tomo II, Astrea, Buenos
Aires, 1983, p. 144.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Hoy, en cambio, cuando leemos en los diarios que un


recién nacido fue abandonado en un baldío o asfixiado dentro
de una bolsa de residuos, estos casos, que no son pocos, nos
conmueven con la fuerza de lo antinatural. Suponemos que
matar al propio hijo no forma parte de la esencia humana,
especialmente de la femenina, y lo consideramos un signo de
anomalía en toda cultura. Sin embargo, el infanticidio es una
práctica que acompaña a la humanidad a lo largo de la historia.
Desde los tiempos primeros, el infanticidio constituyó el
recurso más eficaz para controlar la población y evitar las
hambrunas. Los métodos anticonceptivos y abortivos no eran
ajenos pero su eficacia era desigual y muchas veces resultaban
letales para la mujer que ya no podría seguir trayendo hijos al
mundo.
Los móviles del infanticidio no siempre fueron los
mismos: limitar el crecimiento poblacional o familiar,
68
privilegiar el nacimiento de hijos varones, evitar la deshonra
sexual, no dejar vivir a los bastardos. Si hoy nos resulta
escalofriante la noticia de una madre que mata al hijo recién
nacido, es gracias a los métodos modernos para realizar
abortos y la progresiva internalización del amor materno.
En la Roma Antigua las leyes de Augusto incitaban a
conservar sólo los primeros tres hijos y el infanticidio estaba
instituido como costumbre social. El responsable legítimo de
la decisión siempre era el pater familias, cuyo poder soberano
de vida y muerte sobre sus hijos se ejercía no sólo en el
momento del nacimiento, sino también en la edad adulta.
En el año 319, el emperador Constantino despojó a los
padres del derecho de dar muerte a sus hijos adultos. Pero fue
recién en el 374 cuando prohibió el infanticidio.
Sin embargo, las prácticas infanticidas continuaron
durante siglos y siglos, disimuladas como accidentes o
LAURAKLEIN

negligencia, los padres siguieron deshaciéndose de los recién


nacidos que no podían o no querían criar. Los interrogatorios de
los párrocos son reveladores: «¿Has colocado a tu hijo cerca de
una chimenea y otra persona ha venido a volcar sobre el fuego
un caldero con agua hirviente de modo que el niño, escaldado,
ha muerto?» (Burchardo de Worms, art. 174). El Obispo de Arrás
(siglo XI) recomienda el aumento de medidas represivas: «Las
sofocaciones son tan frecuentes que no podemos aportar a
un mal tan grave sino remedios fuertes: por eso se prohíbe,
so pena de excomunión a todos los padres, nodrizas y otras
personas, que acuesten a los niños en su lecho».
Mil quinientos años sobrevivió el infanticidio a la
sombra de la ley y la moral religiosa. En el siglo XVIII, según
William Langer, «no era un espectáculo poco común ver
cadáveres de niños tendidos en las calles o en los estercoleros
de Londres y otras grandes ciudades». Esta práctica no se podía
69
cortar de cuajo con decretos ni penitencias.
En 1764, con la publicación de De los delitos y de las penas,
de Beccaria, se abre revulsivamente el desafiante camino del
Derecho Moderno. Beccaria incluye el infanticidio, junto con
el adulterio y la sodomía, entre los «delitos de prueba difícil».
«No se puede llamar precisamente justa… la pena de un delito,
cuando la ley no ha procurado con diligencia el mejor medio
posible de evitarlo en las circunstancias existentes de una
nación».
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Un Cielo Seguro para los Bebés

Fueron recién las legislaciones de los Estados modernos las que


implementaron diversas políticas para cuidar la vida infantil,
pero la puesta en marcha de esta intención no significó en
absoluto su logro. En su libro Caníbales y reyes, el antropólogo
estadounidense Marvin Harris relata apasionadamente esta
cruenta historia que se desarrolla entre el siglo XVIII y el XIX
en Inglaterra y en Francia14. Según cuenta Harris, se practicaba
el infanticidio directo e indirecto en una escala probablemente
más elevada que la de los tiempos medievales. La mayoría de los
infanticidios, aunque las leyes los consideraran infanticidios
70 negligentes o deliberados, pasaban por accidentes; y si bien
habría sido preferible el abandono en la puerta de una iglesia,
las posibilidades de ser descubiertos eran muchas. Hasta que

… finalmente el Parlamento decidió intervenir y creó


inclusas [casas para niños expósitos] con diversos
sistemas de recepción de hijos no deseados, sin ningún
riesgo para el donante. En el Continente, los bebés
pasaban a través de cajas giratorias instaladas en las
paredes de las inclusas. Pero el gobierno no podía
sustentar el costo de criar a los niños hasta la adultez
y rápidamente las inclusas se convirtieron, de hecho,
en mataderos cuya función primordial consistía en

14 Desde su primera edición en 1977, se ha reeditado múltiples veces hasta las


actuales  versiones  online  (https://www.academia.edu/35190469/Harris_Marvin_
Canibales_y_reyes_Los_origenes_de_la_cultura).
LAURAKLEIN

legitimar la pretensión del estado al monopolio del


derecho a matar.

De los quince mil niños que, entre 1756 y 1760,


ingresaron en el primer establecimiento benéfico londinense
para albergar y criar a los niños huérfanos o abandonados,
sólo 4.400 sobrevivieron hasta la adolescencia. Otros miles de
niños expósitos continuaron siendo aniquilados por nodrizas
empleadas en hospicios parroquiales. Obsérvese que no había
aún leche pasteurizada, que el instinto maternal aún no se
había instaurado del todo como instinto natural de toda
mujer y que la vida infantil aún no había sido «descubierta»
o construida como una existencia singular para comprender,
forjar y respetar. Es en ese contexto, no tan lejano en el tiempo
pero sí muy ajeno al nuestro, que hemos de acercarnos a
este período de la modernidad que ilumina con su crudeza
el ilusorio atavismo de nuestras creencias. Por ejemplo, al 71
conocer que era con el propósito de economizar que los
funcionarios de la parroquia entregaban los niños a mujeres
que recibían el mote de «amas de cría fatales» o de «carniceras»,
porque «ningún niño escapaba vivo».
Los datos que recoge Marvin Harris son duros y
precisos: entre las dos últimas décadas del siglo XVIII y las
dos primeras del XIX, el número de niños ingresados en los
hospicios se multiplicó por cuatro, hasta que en 1830 había
270 cajas giratorias en uso en toda Francia, con 336.297 niños
legalmente abandonados durante la década de 1824 a 1833.
«Las madres que dejaban a sus bebés en la caja sabían que los
estaban condenando a muerte, casi con tanta seguridad como
si los dejaran caer en el río». Entre el 80 y el 90 por ciento de los
niños dejados en esas instituciones moría durante su primer
año de vida.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

El recurso al torno o caja giratoria donde se depositaban


los bebés facilitaba su abandono incluso a las parejas legítimas
y no tan indigentes. Desbordados, los municipios cierran los
tornos (en Francia, el último se suprime en 1860; en Italia, en
1880) y abren, en su lugar, oficinas donde es posible abandonar
un hijo, pero ya no en el anonimato.

72
LAURAKLEIN

Buzones para bebés: cómo abandonar


un hijo en el siglo XXI

Un siglo y medio después, algunos países vuelven a adoptar


este antiguo recurso bajo un nuevo formato. En el 2016 la
organización benéfica sin fines de lucro Safe Haven Baby
Box creó un sistema de cajas para depositar bebés de forma
anónima y segura. Estas cajas cuentan con reguladores de
temperatura y sensores, de modo que cuando se coloca un
bebé adentro, se activa una alarma silenciosa que alerta a los
servicios de emergencia y permite que el niño sea recuperado
en un tiempo objetivo de menos de cinco minutos. Una
Baby Box se instala en una pared exterior de una estación de
73
bomberos u hospital designado. Tiene una puerta exterior que
se bloquea automáticamente al colocar a un recién nacido
dentro de la Caja para bebés, y una puerta que permite abrirse
desde el interior para retirar el bebé. Trece buzones fueron
instalados en Estados Unidos desde 2016 a 2019, después
de obtener el permiso legislativo correspondiente, y ya se ha
extendido a 49 Estados de la Unión. Hay también en Pakistán
y Malasia, en Suiza y en Alemania y en otros países.
La iniciativa ha generado una polémica que recién
empieza: la ONU ha puesto reparos, planteando que deberían
tomarse otras medidas como la planificación familiar y
combatir la pobreza; otros han alegado que no es justo que
decidan sólo las mujeres que acaban de dar a luz, por más
desesperadas que estén; y hay quienes sospechan que se trata
de una avanzada más en las estrategias de la nueva derecha.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Madres de bastardos reciben


protección estatal

Cerrados los tornos y, frente al brutal rechazo instaurado


por la sociedad burguesa hacia el sexo extraconyugal de las
mujeres, éstas pierden la última posibilidad legal de ocultar
la deshonra de un hijo bastardo. Víctimas de un sistema
hipócrita, el estigma cubre a la madre soltera y al hijo natural
como si hubieran cometido una falta en común.
Las madres solteras maltratadas por la sociedad fueron
parcialmente protegidas por el Estado. En el siglo XIX, las
leyes de todos los países del mundo contemplan, bajo la figura
74
específica de infanticidio por causa del honor, una fuerte
atenuación de la pena en aquellos casos en que la mujer se
haya visto compelida a deshacerse del hijo por la amenaza
del repudio social. Además, se fundaron sociedades de
caridad y se otorgaron subsidios para que las madres solteras,
especialmente las adolescentes, pudieran dar a luz y criar a
sus hijos. El poder público reemplaza al marido inexistente, no
sólo ayudando al sostén económico de la madre, sino también
ejerciendo una estricta vigilancia sobre su moral.
LAURAKLEIN

La buena fe de la infanticida

La importancia de la honra sexual de una mujer es


tal que el jurista argentino Ricardo Núñez, autor del
internacionalmente célebre Manual de Derecho Penal, califica
como «indiscutiblemente elevado» el propósito que la lleva al
infanticidio:

La exigencia de esta finalidad es tradicional en nuestra


legislación. La madre obra con esa finalidad cuando, de
buena fe, mata al hijo para evitar la mancha que caería
sobre ella a raíz de su falta sexual. La buena fe de la
madre presupone su creencia en la eficacia del medio 75
empleado para evitar su pública deshonra sexual.
Como toda situación subjetiva, ésta también debe
interpretarse a través de las circunstancias objetivas
del caso. Si la relación sexual o la preñez o el parto no
han trascendido, será difícil negar la causa de honor
invocada por la madre15.

15 Ricardo Núñez, Manual de Derecho Penal, Parte Especial, Marcos Lerner Editora,
Córdoba, 1988, pp. 42-3.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Peritajes médicos: la maternidad


perturba, enloquece, deprime

Para recibir el atenuante penal, la figura del infanticidio exigía


un límite temporal. Aunque la reducción de la pena depende
del móvil subjetivo de la deshonra, sólo rige si el crimen se
realiza durante el estadio puerperal. Hay desacuerdo respecto
de si ese estado fisiológico produce una perturbación psíquica
suficiente para provocar una conducta anómala, si funciona
como mero límite temporal o como circunstancia coadyuvante.
La influencia del estado puerperal, como señala Terán Lomas,
está siempre supeditada al factor más importante y generador
76
del delito, la ocultación de la deshonra, que es lo que «oscurece
el campo de la conciencia que, sin ser completamente
anulada, resulta obnubilada, sin llegar a la exclusión de la
imputabilidad»16.
¿Cuáles son las circunstancias excepcionales que rodean
al puerperio y pueden tener tal influencia en la conducta de una
mujer? Distintos juristas se han preocupado por establecerlas
en detalle a partir de los conocimientos médicos:

Merkel habla de los acostumbrados apuros materiales


y morales que envuelven por lo regular los nacimientos
extralegítimos, y cuyo influjo puede sufrir un aumento
anormal en las situaciones producidas por el parto
[…] Pisapia menciona la dolorosa excitación que
sigue al parto, y Maggiore la perturbación psíquica

16 Op. cit., p. 158.


LAURAKLEIN

de la madre, que justifica la degradación del título de


homicidio en el de infanticidio […] Ciafardo incluye
en las psicopatías de la maternidad o gravídicas
procesos de diversa índole, neuróticos y psicopáticos,
que se desarrollan en el curso del embarazo, del
parto, del puerperio o de la lactancia […] Las psicosis
puerperales o de la maternidad pueden presentarse
en forma confusional, maníaca, depresiva, delirante,
esquizofrénica, pudiendo presentarse, como enseña
Bonnet, un trastorno mental transitorio completo, o
raptus delirante (generalmente alucinatorio) o por
raptus emocional […]. Para Núñez la fórmula legal
es fisiopsicológica; el aumento de la sensibilidad
produce depresión, exaltación, sufrimiento, angustia,
inestabilidad, debilitándose la capacidad frenatoria
y facilitando la eficacia de la causa de honor como
impulsión delictiva…17
77
Las mujeres dan a luz, y como lo describen los médicos
no es precisamente una invitación a la maternidad.

17 Roberto A. Terán Lomas, op. cit., pp. 155-9.


ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Vida y muerte del infanticidio

El Código Penal argentino contemplaba, en el inciso 2 del


artículo 81, el infanticidio honoris causa como un caso especial
de homicidio, un homicidio con atenuantes si se realizaba
durante el período puerperal. Este inciso estuvo vigente desde
1921 hasta 1995, fecha de la reforma del Código Penal, en la
que se deroga el infanticidio honoris causa y pasa a ser un
homicidio agravado por el vínculo.

Se impondrá pena de prisión de seis (6) meses a dos


78
(2) años o reclusión hasta tres (3) años a los padres,
hermanos, marido e hijos que, para ocultar la deshonra
de su hija, hermana, esposa o madre, cometiesen el
mismo delito en las circunstancias indicadas en la
letra a) del inciso 1º de este artículo [referido a emoción
violenta].

Nótese que el infanticidio podía ser perpetrado por


cualquiera de los miembros de la familia y, llamativamente,
ya que no hay ninguna referencia al consentimiento de la
mujer no sabemos si el hecho podía ocurrir en contra o no
de la voluntad de la parturienta. Subrayemos: puesto que la
deshonra de las mujeres podía arruinar en un instante una
sólida reputación familiar, el atenuante de infanticidio valía
lo mismo, lo llevase a cabo la mujer o cualquier otro miembro
de la familia.
LAURAKLEIN

En 1968, en la cúspide de los movimientos de liberación


sexual, con el estallido de la segunda ola del feminismo, y
cuando el Papa Paulo VI habilita en la Encíclica Humanae
Vitae, el «sexo sin reproducción y por cariño», los familiares
perdieron esa prerrogativa que les daba la ley argentina, se
dispuso que los parientes no gozan de ningún instrumento
legal que los habilite para ocupar el lugar de la mujer en la
decisión de matar al recién nacido. Según la Exposición de
motivos de la Comisión Redactora de la ley 17.567, «proviene
de tomar en cuenta los profundos cambios sociales ocurridos
en los últimos cuarenta años, en cuanto a la censura y aun el
repudio que la maternidad irregular acarreaba». Y se modificó
como sigue:

Se impondrá pena de prisión de seis (6) meses a dos


(2) años o reclusión hasta tres años a la madre que,
para ocultar su deshonra, matare a su hijo durante el 79
nacimiento o mientras se encontrare bajo la influencia
del estado puerperal.

Este artículo fue finalmente derogado en 1995. Con


la derogación de los atenuantes para la infanticida se hace
visible el borramiento en el imaginario social de la ineludible
presencia de sexo y maternidad en los crímenes de las mujeres
contra la vida. Hemos llegado así al último eslabón de la cadena
extendida a lo largo de la historia que va de «No fornicarás» a
«No matarás».
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

El aborto ¿peor que el infanticidio?


Un enigma abierto en 1903

El proyecto de Tejedor del año 1868 incluía, siguiendo el


ánimo de Beccaria y Carrara, la figura no sólo del infanticidio
honoris causa sino también la del aborto honoris causa. El
jurista argentino consideraba con benevolencia a la mujer que
aborta: «Si fuese de buena fama y cometiese el delito poseída
por el temor de que se descubra su fragilidad, se le disminuirá
la mitad del tiempo». Así fue que desde 1887, según el capítulo
III del Código Penal argentino, se estipuló la deshonra como
atenuante del delito de aborto:
80
Art. 104. La mujer que violentamente causare su
aborto o consintiere que otra persona se lo cause, será
castigada con uno a tres años de prisión; y si lo hiciere
por ocultar su deshonra, con el mínimum de esta pena.
(Código Penal, vigente desde 1887 hasta 1903)

Sin embargo, en 1903, La ley de Reformas, en su artículo


17, derogó expresamente ese atenuante. La causal de honor
desapareció así de las leyes sobre aborto casi cien años antes
que este atenuante fuera derogado para el infanticidio.
Pueden formularse varias hipótesis de por qué el
aborto dejó de ser considerado un delito al que las mujeres
eran empujadas por la represiva moral sexual, siendo que
el infanticidio continuó siendo considerado de este modo
durante casi un siglo más. ¿Es que era más disculpable el
horror de verse obligada una mujer a destruir su retoño
LAURAKLEIN

que su decisión de no darlo a luz? ¿Es que no había tantos


antecedentes jurídicos y la benignidad inicial se apagó con
la inercia consuetudinaria? ¿Es que la premeditación y la
conciencia comenzaron a ser penadas si venían de una mujer?
Como fuere, observemos que a partir de esta exclusión,
el aborto quedó aislado de todo vínculo con el sexo o la
maternidad, como pasaría cien años después con la figura
del infanticidio. La condena del aborto ahora hace silencio
sobre el coito que lo precede en el tiempo y la maternidad que
evita en el futuro. El delito se va a circunscribir a la muerte
del embrión, el acto condenado como crimen ya no tendrá
contexto. Su definición se atendrá al instante del acto, un
presente despojado de su pertenencia a una línea de tiempo.
Pese a los diversos Proyectos con que varios juristas
argentinos de prestigio y renombre lo propusieron, en 1937,
1941, 1951 y 1960, el atenuante referido a la honra sexual de la
81
mujer que aborta no volvió a incorporarse en el Código Penal
argentino. Sus autores insistían en que no les parecía que
fuera lógico suprimir la causal del honor del aborto mientras
fuera atenuante de otro crimen mayor: el infanticidio.
¿Por qué se mantuvo durante casi todo el siglo XX una
benevolencia hacia la infanticida y no hacia la abortante?
En ambos casos se trata de una mujer que, empujada por la
moral social, termina con la vida que engendró. Esta pregunta
preocupó a los juristas, cuya insistencia en reincorporar
la causa de honor para el aborto apela tal vez no solamente
a la coherencia lógica del sistema legal, sino a su sentido
eminentemente social. No es casual tampoco que abandonaran
la cuestión a partir de los años 60, cuando comenzó a surgir la
segunda ola del feminismo, la nueva izquierda, la revolución
de la vida cotidiana y de la liberación sexual.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Desde 1995 las Rominas Tejerinas


sufren cadena perpetua

Romina Tejerina fue condenada hoy en Jujuy


a 14 años de prisión por haber matado a
cuchilladas en 2003 a su hija recién nacida, a la
que dijo haber concebido durante una violación.
Diario La Época, 10 de junio de 2005

La anulación del infanticidio honoris causa señala el paso


del tiempo. Por un lado, el valor de la honra entró en crisis.
82 Por otro, la liberalización de las costumbres sexuales despojó
de fundamento a la condena del sexo extraconyugal (en este
sentido, las mujeres han accedido a una cierta igualdad con
el varón). Sacudido el yugo de la honra sexual, queda fuera
de juego el estigma de la maternidad ilegítima. Y de ser
deshonrosa pasa a ser, en algunos casos, incluso una decisión
buscada y sostenida por la mujer. Hoy, un hijo sin padre puede
ser un motivo de orgullo.
Con la anulación de la deshonra sexual como atenuante,
sin embargo, quedó anulada toda la complejidad que entraña
el hecho de que una mujer mate a su recién nacido. La
comprensión que mostraban Beccaria y Ferrara acerca de
cómo la sociedad la empuja a hacerlo arroja a esa mujer a la
terrible e injusta sentencia de cadena perpetua.
Ya pasaron veinticinco años y aún no se presentó
ningún proyecto para reincorporar atenuantes para las
LAURAKLEIN

infanticidas. Incluso cuando hubieren perdido el embarazo


espontáneamente, muchas mujeres continúan siendo
condenadas, como el Caso Belén, por homicidio agravado por
el vínculo. Resulta imperioso hacernos cargo de la situación
en que quedaron las mujeres que cometen un infanticidio, al
haberse eliminado la causal del honor y la locura puerperal y
no haber advertido el efecto negativo que esto produciría. Un
abismo, una desproporción en las penas vuelve urgente como
parte integral de los objetivos feministas que propongamos
incorporar al Código Penal alguna figura que atenúe la pena
para la mujer que mata a su recién nacido. Y aunar esta
propuesta con la descriminalización del aborto.

83
6
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

84
LAURAKLEIN

Contra las presunciones

Hasta hace unos cuarenta años, la oposición era entre moral


sexual y defensa de la familia versus revolución sexual y
liberación de la mujer. Antes, para defender la legalización del
aborto se hablaba de sexo y reproducción. Ahora se habla de
derechos sexuales y reproductivos.
O sea, el aborto ya no aparece ligado a la anticoncepción,
sino a cuestiones de bioética y a derechos humanos. Y se
discute junto con otras prácticas como la eutanasia y las
85
nuevas tecnologías reproductivas. Antes se decía aborto libre y
gratuito, hoy se dice aborto seguro. Antes se decía último recurso
anticonceptivo, hoy se dice interrupción voluntaria del embarazo.
Esto ocurre en un período de transformación radical
de la forma en que se perciben y discuten vida y muerte,
derechos y poderes, y los indefinibles límites entre biología y
moral. Así, las discusiones, sin enfriarse, se han despolitizado
y desplazado de la Sociología, la Psicología y la Historia a la
Ciencia y los Derechos Humanos.
No es ajeno a este viraje que el discurso actual de la
Iglesia respecto del aborto no tenga ya nada de religioso: la
Iglesia no habla más ni de salvación ni de pecado. Habla de
cadena genética única e irrepetible, de discriminación por
edad y de víctimas inocentes. Antes hablaba de culpa sexual,
hoy de defensa de la vida. Antes le importaba el alma, ahora la
suplantó por el ADN (que tiene otros creyentes).
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

No siempre abortar significó lo mismo. Ni el


aborto se pensó de la misma manera. Ni generó las mismas
reacciones. Las argumentaciones actuales no son la cima del
conocimiento de la vida que el Progreso nos traería. Tampoco
el «descubrimiento» de la opresión de las mujeres es la llave
para entrar en un mundo justo y libre. El pasado tiene mucho
que decirnos, mensajes que pueden iluminar la precaria
solidez de nuestros ideales presentes.
Lejos de aquel paradigma contestatario en el que
feminismo, utopía y revolución mantenían contactos ásperos
pero productivos, hoy los discursos en favor de legalizar el
aborto no apelan ya a la consigna de liberación sexual sino a
los derechos sexuales y reproductivos. Antes el argumento era
«mi cuerpo es mío», hoy se habla de «control del propio cuerpo»
y de «maternidad responsable». Antes se debatía si la mujer
podía o no tener sexo sin embarazarse, ahora si el feto es un
86
ser humano. Cambió el objeto del debate. Cambió el escenario
y cambiaron los discursos.
El lenguaje de las consignas condensa mucho más de
lo que querrían reconocer los actuales protagonistas de estas
luchas. El reclamo jurídico es el mismo. La exigencia política no
lo es. Si antes los términos del debate manifestaban de hecho
las posturas ideológicas enfrentadas, ahora se encuentran
compartiendo los mismos valores y los mismos discursos.
La lucha se consuma sobre todo respecto de su «correcta»
interpretación. Así nos hallamos frente a un conflicto entre los
dos derechos humanos fundamentales: el Derecho a la Vida
(del embrión) y el Derecho a la Libertad.
Se desplazó el eje de la ética, de la política y del terreno
en donde discutir al patriarcado. Se puso a la ciencia como
un terreno neutral, como si el debate del aborto se debiera
dar en donde en definitiva tienen que decidir los científicos.
LAURAKLEIN

El debate sobre si una mujer tiene o no tiene el derecho de


decidir si va a tener un hijo o no, se corrió a cuándo empieza
una vida humana a ser un ser humano o Persona.

87
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

La Ética como sierva de la Ciencia

La controversia dejó a la mujer en suspenso hasta resolver el


problema de quién o qué es el embrión zigoto realmente. El
aborto era una cuestión problemática en términos de moral
sexual y familiar, obediencia religiosa o fetichismo naturalista,
control demográfico y políticas nacionales e internacionales de
población y desarrollo, que contemplaron desde la protección
de la raza hasta la del contrato conyugal.
Ahora todas estas cuestiones aparecen ligadas a un
fondo ambiguo, esquivo, en el que se juegan tanto la defensa
88
de la naturaleza humana como su manipulación artificial.
En torno al interrogante sobre lo que hace humano al
ser humano, la filosofía, en toda su larga historia, no logró
una respuesta definitiva. Desde el clásico griego zoon politikón
(el hombre es un animal político), los predicados se acumulan
en desorden. Cada una de las siguientes expresiones da cuenta
de un rasgo característico exclusivo de la humanidad: bípedo
implume, animal racional, rey de la creación, criatura
hecha a imagen y semejanza de Dios. Homo faber, Homo
sapiens, Homo ludens, Homo eroticus. Ángeles caídos.
Hijos de Dios. Cuerpos parlantes. Monos gramáticos. El
animal que ríe. El animal que miente. El animal que hace
promesas. El que tiene conciencia de muerte. Máquina
deseante. El animal separado. Una plaga sobre el planeta,
una especie que amenaza exterminar la vida de todas las
otras. Etcétera.
LAURAKLEIN

Cada época vio en distintos signos la esencia de lo


humano, y todas tuvieron razón, cada una lo hizo desde
su propia configuración del mundo. La nuestra comenzó
regida por el halo de la ciencia. Desde el siglo XIX, el modelo
de la verdad científica —universal y objetiva, demostrable,
ahistórica, neutra y racional— se convirtió en paradigma del
espíritu moderno, progreso e imparcialidad. Con el tiempo, su
prestigio avanzó de tal manera que cada vez más problemas,
clásicamente ajenos a su poder, entran en su competencia.
Sometemos al arbitraje de la ciencia conflictos que no podemos
resolver, particularmente la ética. Por ejemplo, ¿a quién toca
discernir entre Bien y Mal?
Cada día más todo discurso que busque autorizarse frente
a la sociedad debe respaldarse en referentes científicamente
demostrados. Y el debate sobre aborto resulta especialmente
apto para este juego entre la demanda y la oferta. El conflicto
89
de valores en él implicado se desplazó a un terreno «objetivo»
y se sometió al tribunal «neutro» de la embriología.
La pregunta científica expulsa la pregunta ético-
política. Pensar el acto de abortar a la luz de la disección del
óvulo fecundado implica borrar a las mujeres dejando en el
centro de la escena, aislado, al embrión.
De la ética a la ciencia, de la mujer al embrión, de la
moral como actividad de interpretar (juzgar) un acto, a la
moral como derivado lógico del conocimiento de los hechos.
El enroque es moderno y pone al desnudo el destino de la ética
en la jerarquía del saber. Destino de servidumbre, el bien o el
mal lo decide el estatuto que la ciencia confirme para el feto o
embrión.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Niños perdidos
Aquellos que por suerte o por desgracia se sustraen
al sueño prescrito, nacen a este mundo como niños
perdidos.
¿Dónde están las palabras, dónde la casa, dónde mis
antepasados, dónde están mis amores, dónde mis
amigos?
90 No existen, mi niña. Todo está por construir. Debes
construir la lengua que habitarás y debes encontrar los
antepasados que te hagan más libre. Debes construir
la casa donde ya no vivirás sola. Y debes construir la
nueva educación sentimental mediante la que amarás
de nuevo. Y todo esto lo edificarás sobre la hostilidad
general, porque los que se han despertado son la
pesadilla de aquellos que todavía duermen.

Tiqqun, Llamamiento y otros fogonazos.


7
LAURAKLEIN

91
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

El valor de lo humano: ¿un problema


científico?

Desde un punto de vista científico es posible probar que un


embrión ya implantado puede considerarse como un ser
individual. Todo depende de a qué se decida llamar un ser
individual. Con igual rigor esto se puede refutar y probar que
el embrión es una individualidad sólo a partir de que es viable.
Tan buenos son los fundamentos científicos utilizados para
argumentar una cosa u otra. O sea que esas demostraciones
no demuestran nada. Que cada una de ellas sea irrefutable no
dice nada acerca del criterio para elegir «la verdadera».
92
Así, si queremos condenar todo aborto, la opción será
elegir el ADN como hito embriológico y concluir acto seguido
que existe una persona humana desde el momento de la
concepción.
Si pretendemos condenar todo aborto, pero aceptamos
la fertilización in vitro, designaremos el momento de la
anidación en el útero como el hito clave en que nos volvemos
verdaderamente humanos.
Si buscamos legalizarlo hasta los tres meses, la mejor
opción será designar la sensibilidad como signo distintivo de
la persona y ubicar sus comienzos a los tres meses de gestación.
Si quisiéramos extender el plazo del aborto legal un
poco más, el hito clave será concebir la conciencia como cierto
estadio del desarrollo del tubo neural, entre el quinto y sexto
mes de embarazo, y fechar allí el momento clave en que nos
volvemos aptos para tener derechos.
LAURAKLEIN

Y, para extender aún más el plazo, contamos con el


concepto de autonomía que permite fijar el momento en que
un organismo humano pueda nacer, o sea, vivir fuera de otro
cuerpo.
Está claro que el recurso a la ciencia es puramente
instrumental y no tiene nada que ver con ésta, sino con su
prestigio y su fetichización contemporánea. ¿Cómo puede
ser que para defender posturas tan opuestas se recurra al
mismo bagaje de conocimientos? ¿Cómo se entiende que
para condenar o legitimar el aborto se utilice la misma forma
argumental, aunque los contenidos sean distintos? ¿Cómo es
posible que con el aval de la ciencia se pueda demostrar que el
feto es tanto una persona como que no lo es?
Está claro que consiste en elegir, en el mercado de los
datos científicos, cuál convendrá a la decisión previamente
tomada respecto del aborto.
93
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

El círculo vicioso

¿A quién le conviene este ping pong de argumentos?


En vez de enfrentar la cuestión de si una mujer que
quedó embarazada puede decidir abortar sin convertirse
en una criminal, se multiplican las montañas de textos que
desplazan el eje del problema hacia un interrogante que,
cuantas más respuestas recibe, más lejos está de encontrar
una solución.
Empezar por la pregunta de qué es una Persona y
cuándo comienza, es el mejor modo de no salir jamás de ese
interrogante, que empezó hace miles de años y que, como toda
buena pregunta, no encontrará jamás una única respuesta.
94
Sucede respecto del aborto como con tantas otras
cuestiones: tomamos una postura y después buscamos los
argumentos que demuestran que tenemos razón.
Las demostraciones suelen ser perfectas.
Si partimos de la premisa de que matar a un ser
humano está mal y que la vida del ser humano comienza en la
concepción, abortar es matar a un ser humano y está muy mal.
Si compartimos la premisa de que matar a un ser
humano está muy mal pero que la vida del ser humano no
comienza en la concepción, sino a los tres o cinco meses de
gestación, entonces, abortar no es matar a nadie; y quienes lo
condenan atacan a las mujeres.
No se trata de demostraciones falsas ni de mala fe.
Todas parten de lo que se quiere demostrar y eligen la premisa
que lleva a la conclusión que se buscaba, es decir, a la posición
que ya teníamos.
LAURAKLEIN

Pero, ¿lo que realmente nos mueve es si el embrión


empieza a tener sensibilidad a la doceava semana? ¿Es
realmente ese dato embriológico lo que nos lleva a apoyar la
legalización del aborto? ¿No será más bien al revés?

95
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

No irritar tiene sus costos

¿Qué efecto nos hace ese rodeo argumental? Defendiendo


que todavía no hay persona, creemos que nos presentamos en
sociedad con un carné científico más que político, serio antes
que pasional, objetivo más que interesado…
Recurrir a un lenguaje aséptico (sea el del saber de las
ciencias duras o de las humanas) sirve para dar una fachada
respetable a una política subversiva.
Pero no irritar también tiene sus costos: quien recibe un
mensaje subversivo bajo un camuflaje descriptivo no recibe
un mensaje subversivo. Se busca una fachada aceptable, se
96
encuentra una fachada reaccionaria. Guardando las formas del
enemigo con la ingenua intención de disputarle la hegemonía,
se guarda su quinta y se hace del rebelde el futuro hijo pródigo.
La conciencia prolija evita las trampas y los encantos del
lenguaje. Política es lenguaje. Hay que dejar de ser inocentes
para ejercer poder. El poder es doloroso.

La desgracia es por sí misma inarticulada. Los


desgraciados suplican silenciosamente que se
les proporcione palabras para expresarse. Hay
épocas en las que no se los satisface. Hay otras
en las que se les proporcionan palabras, pero
mal elegidas, porque aquellos que las eligen
son extraños a la desgracia que interpretan.
Casi siempre están lejos de aquella por el lugar
en que los han puesto las circunstancias. Pero,
incluso si están cerca, o si estuvieron dentro en
un periodo de su vida, incluso reciente, le son
LAURAKLEIN

no obstante extraños, porque se han vuelto


todo lo extraños que pudieron. Al pensamiento
le repugna pensar la desgracia, tanto como a la
carne viviente le repugna la muerte. La ofrenda
voluntaria de un ciervo que avanza paso a paso
para entregarse a los dientes de una jauría es
posible casi en el mismo grado que un acto
de atención dirigido a un desgraciado real y
cercano, de parte de un espíritu que tiene la
facultad de no hacerlo.
Simone Weil, La persona y lo sagrado

97
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

El sainete de los argumentos

Cuando estamos distraídos del debate del aborto, nos


olvidamos también de las rotundas afirmaciones que hacemos
cuando discutimos sobre el tema. Es más, si no tenemos
anudada —anulada— la sensibilidad a la grilla de la lógica, si
no tenemos anestesiado el pensamiento según el formato que
dicta la ley de argumentar y contraargumentar, nos parecerían
sandeces, más propias de un robot de los años 60 que de la
idea que nos hacemos de nosotros mismos. Pero por suerte (o
tal vez no tanta), nos olvidamos. Si el tema de la legalización
del aborto no está en juego, nadie sostiene, por ejemplo, que
98
el ADN es lo que nos hace únicos e irrepetibles, que los fetos
se autodeterminan o que tienen intereses propios, que son
seres morales porque ya pueden sentir dolor (sea desde la
concepción o desde los tres meses: ¡véase qué poco diferencia
una postura de la otra!), o que tienen dignidad humana porque
desde el quinto mes de gestación ya pueden razonar al tener el
órgano cerebral bastante formado.
Fuera del debate, nadie se acuerda de tales argumentos.
Por ejemplo: si un tenaz opositor a la legalización del
aborto, de esos que en donde pueden, marchas o redes, repudian
el aborto como asesinato; si este ser tan convencido de buena
fe de que es así, de repente, porque siempre es de repente, se
encuentra con que su hija, o la hija de un amigo, o su esposa
o su amante, se quedó embarazada y no quiere, o no puede, no
le cabe o no soporta la idea, la perspectiva, la imposición del
destino de dar a luz una criatura (y mucho menos parirla para
LAURAKLEIN

después regalarla) y le pide ayuda para terminar ese embarazo,


no dudará en brindarla.
Compliquemos la situación: soy católica y creyente, me
quedé embarazada y no lo voy a tener. La única ayuda que tengo
son mis amigas católicas; a mi familia, imposible recurrir. Una
me dijo: no te puedo acompañar, no me lo perdonaría nunca,
me produce un conflicto horrible. Otra me dijo: si lo hacés
no me lo cuentes. Una tercera —tuve suerte— me dijo: te
acompaño. Ninguna de las tres usó argumentos.
Y si soy atea, feminista y activista por el aborto legal, y
una amiga me llama para contarme que quedó embarazada,
no lo quiere tener, decidió abortar y está angustiada, no le digo
«No te preocupes, no estás matando nada, es sólo un puñado
de células, y además vos como mujer sos un ser autónomo, la
maternidad es una elección libre, es tu propio cuerpo, no es del
estado ni pertenece a dios». Para calmarla no le digo que es una
99
idiota capturada en el imaginario patriarcal —ni se me pasa
por la cabeza. Trato de escuchar cuál es su deseo, y la acompaño
sin apelar a esos argumentos que tan fervorosamente invoco
en las marchas.
La estupidez de los argumentos que peleamos es tan
grande que es difícil de admitir. Los invocamos como fortalezas
inexpugnables, y lo son. Pero ser invulnerable no quiere
decir más que eso. Quiere decir que nadie te puede vencer.
Precisemos: vencer en una discusión. Precisemos más: en
este tipo de discusiones el adversario invoca el mismo tipo de
argumentos invencibles. Para seguir precisando, observemos
que también se va con la seguridad de haber ganado la
discusión, aunque su ocasional oponente es tan necio que no
lo admitirá jamás.
(Por si no quedó claro, nótese que somos Nosotres, que
estamos del lado del Bien, el ocasional oponente).
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

La ley necesita argumentos. No.


Nosotros necesitamos argumentos. Sí.

¿Estamos compitiendo por la verdad? Y si la ciencia


demostrara que el feto siente desde el primer mes, ¿estaríamos
en contra del aborto? Todos los «argumentos científicos» nos
ponen contra la pared.
Hay una película, El grito silencioso, del año 84, que
cambió el debate, porque puso en movimiento al feto como
bebé y lo metió en la cultura audiovisual: Bernard Nathanson,
un abortista arrepentido que hizo cinco millones de abortos
de pronto vio, gracias a la ciencia, que el no nacido era un
ser humano y esto es lo que la película busca transmitir
dramáticamente en dimensiones de cinemascope.
Las críticas a El grito silencioso son dolorosas porque son
100 del mismo lenguaje. Se dijo, no sin razón, que es una película
trucada, sale no un feto de tres meses sino de ocho y medio.
Pero el problema no es ese: si fuera un aborto de un embrión
de dos meses, igual es impresionante verlo filmado. El aborto
es un acto sangriento, pero no sanguinario.

¿No estamos entrando ya casi en una


cuestión de consumo?
¿A quién le conviene que el debate del
aborto sea un círculo vicioso? A las
mujeres que abortan, ¿este debate las
contempla, las afecta?
LAURAKLEIN

La convicción, una patología común

Había, en los años en que se empezó a saber qué habían hecho


los militares durante la dictadura, una idea común: eran
sádicos, perversos, la maldad personificada. Si alguien decía
que había milicos con convicciones, parecía que los estaba
justificando, como si esto ablandara la condena. Suponer que
Videla o Astiz tenían una ética producía un escozor tremendo,
como si la convicción los hiciese mejores personas. Como
si el que tortura por convicción fuese menos condenable,
menos enemigo, más interlocutor, que el que lo hace por odio
o por psicopatía o por delirios de poder. Como si quien está
convencido fuera más valioso. Como si la convicción fuera un
101
valor moral. Un antiabortista convencido de que el no nacido
es alguien que hay que cuidar sería más respetable que uno
que dice eso para atacar la libertad y decisión de una mujer
sobre su vida. ¿Cuál es la diferencia?
Convicción viene de convicto, viene de estar preso.
Tenemos una adhesión moral a las convicciones; eso nos
quita bastante juego. Querer algo no es lo mismo que estar
convencido de una verdad.
No acompañamos a nuestras hermanas porque estamos
convencidas de que abortar no es matar ni de que el embrión
no es una persona. La acompañamos porque está embarazada
y no quiere tener un/ese hijo y tomó la decisión de abortar.
Y después, para justificar por qué la acompañamos, nos
convencemos de que el embrión no es una persona, que ahí
no hay nada o casi nada y que abortar no tiene nada que ver
con matar.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Lo leí en Nietzche hace muchos años. Primero me causó


estupor, inquietud, angustia y finalmente, alegría. Me quitó el
suelo de abajo de los pies. Me dejó sin nada de qué agarrarme.
La intemperie se convirtió en un viaje. Copio algunos párrafos.

Las convicciones son prisiones. Los convencidos no ven


bastante lejos, no ven por debajo de sí; pero para poder
hablar de valor y no valor se deben mirar quinientas
convicciones por abajo de sí detrás de sí...[…]
Ahora quisiera plantear la pregunta decisiva: ¿Existe
en general una contradicción entre la convicción y la
mentira? Todos creen que sí, pero ¡qué no cree la gente!
Toda convicción tiene su historia, sus formas previas,
sus errores; se convierte en convicción después de
mucho tiempo de no serlo, después de haber sido
durante largo tiempo apenas tal convicción. ¿Cómo?
¿No podría también existir la mentira en estas formas
102 embrionarias de la convicción? Algunas veces sólo
hubo necesidad de un cambio de persona: en el hijo
llega a ser convicción lo que en el padre era todavía
mentira. Por mentira entiendo yo no querer ver una
cosa que se ve, no querer verla en el modo que se la
ve; no tiene importancia el hecho de que la mentira
se realice ante testigos o sin testigos, la mentira más
común es aquella con la que nos engañamos a nosotros
mismos; mentir a los demás es relativamente el caso
excepcional.[…]
Ésta es nuestra convicción. Nosotros la profesamos a
la faz de todo el mundo, vivimos y morirnos por ella
—«¡respetad a todo el que tiene convicciones!»—;
cosas de esta índole he oído yo hasta en boca de los
antisemitas. ¡Al contrario, señores míos! Un antisemita
no es más respetable por el hecho de que mienta
sistemáticamente… 
Nietzsche, El Anticristo
8
LAURAKLEIN

103
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

La esfinge de los derechos humanos

En el debate del aborto los dos términos más prestigiosos de


los derechos humanos —Vida y Libertad— se enfrentan a muerte.
El conflicto es tan irresoluble como inesperado: ¿cómo
comprender que el mismo fundamento sirva para avalar la
prohibición y la legalización del aborto?
El problema es profundo y no se trata ni de hipocresía ni
de contradicción. Si la bandera de los derechos humanos pudo
convertirse, especialmente desde los ochenta, en un comodín
al que recurren tanto izquierdas como derechas, feministas
como militantes Pro-Vida, es porque encarna los dilemas
existenciales que el derecho por sí mismo no puede resolver.
104
Contra la creciente tendencia de los países desarrollados
a liberalizar el aborto nació, en los años setenta, el llamado
«Movimiento Pro-Vida». La Human Life Foundation fue
fundada en 1974 por James Mc Fadden, un año después de
la sentencia Roe vs. Wade, que prohibió prohibir el aborto en
Estados Unidos. O sea, la creación del movimiento llamado
Pro-Vida fue una reacción al fallo de la Corte Suprema de
Estados Unidos que establecía que prohibir el aborto era
inconstitucional. Hoy esa agrupación se ha convertido en la
principal fuente de publicaciones e ideas de los movimientos
que buscan criminalizar el aborto.
Los que condenan el aborto cuentan con una carta fuerte:
el anzuelo del término vida, que genera en todo mortal una
adhesión emocional inmediata, más aún después de un siglo
de genocidios en masa y de la escalada de discriminaciones
de todo tipo. Pero de aquí también que haya cobrado una
LAURAKLEIN

gran legitimidad la idea de que la opresión de las mujeres


no terminará hasta que nosotras, cumpliendo el principio de
igualdad democrática, seamos libres de decidir por nosotras
mismas qué hacer con nuestros destinos, cuerpos, embarazos
y maternidades.
La controversia es desigual, cuando terminamos de
desplegar los argumentos, los conservadores logran, con una
sola frase –la vida es sagrada— un poder de persuasión y un
efecto de verdad que los deja victoriosos casi antes de empezar
la discusión. Forzados a responder a la acusación de asesinato,
los intentos de despenalizar el aborto se debilitan. Sea
porque no es buena táctica política, sea porque el chupadero
ideológico es muy fuerte, hay en los discursos legalizadores
un fuerte rechazo a aceptar que abortar implique de alguna
manera destruir una vida.
La defensa del derecho a la libertad de las mujeres no
105
quería atacar el derecho a la vida. Y ahora debe defenderse de
la acusación de atentar contra ella. Hubo que justificar que el
embrión no era sino un manojo de células, una vida potencial,
un ser vivo, pero aún no plenamente humano, o un ser humano
pero no una persona.
Las defensas del aborto legal, atrapadas en el mismo
imaginario en el que la sacralidad de la vida se ha vuelto un
fetiche, se vieron obligadas a abandonar los argumentos sobre
la libertad de las mujeres y a discutir, en el terreno del enemigo,
cómo se define la vida humana y cuándo adquiere su valor.
Pero «el derecho a la vida» puede ser también un buen
argumento a favor del aborto legal. Todo depende de qué se
entienda por vida. Quienes dicen defenderla condenando a las
mujeres que abortan, prefiriendo la vida potencial sobre las
vidas concretas, son muchas veces los mismos que apoyan la
pena de muerte y bendicen genocidas.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Ambos se arrogan la «defensa de la vida». Los Aborto =


Crimen afirman que:
(a) la vida humana es sagrada, inalienable e inviolable;
(b) el feto es un ser humano; por tanto,
(c) el aborto es un asesinato.
Para que abortar sea legal es preciso conseguir dar a (c)
un valor negativo. Nada más fácil: los Aborto-legal invierten
(b), y obtienen que abortar NO es asesinar tomando como
premisas:
(a) la vida humana es sagrada, inalienable e inviolable;
(b) el feto NO es un ser humano; por tanto,
(c) el aborto NO es un asesinato.
La premisa mayor —la vida es sagrada— pero, sobre
todo, la lógica argumental, revelan un insospechado acuerdo
y muestran las secretas coincidencias entre las posturas
opuestas.
106
Ambos, anti y pro aborto legal, se arrogan la defensa
de la vida acusándose recíprocamente de violar los derechos
humanos. O sea, la oposición inconciliable se libra en el suelo
común de los derechos humanos y el principio de la sacralidad
de la vida.
LAURAKLEIN

El problema, entonces, es anterior a la


discusión sobre el aborto: ¿qué se dice
cuando se dice «vida»? ¿Qué, cuando
se la llama «sagrada»?

El tópico de la vida sagrada es uno de


los más remanidos y menos pensados
en el debate del aborto.
Se ha convertido en un cliché más
ligado a los derechos humanos que a
107
una experiencia que ilumina
la vida profana.

A veces es mucho mejor


quedarse con una pregunta
sin respuesta
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

La Vida, una revelación de posguerra

Nuestra idea actual es que la vida humana siempre tuvo


un valor sagrado y que los derechos humanos vinieron a
«reconocerlo» formalmente con el advenimiento de las
democracias modernas. «No matarás» tiene más de tres mil
años, y se supone que expresa, por la negativa, el valor positivo
de la vida humana. La imagen o creencia corriente es que la
vida de cada uno de nosotros tiene un valor intrínseco, previo a
toda relación con los otros; que todos valemos jurídicamente lo
mismo; y que siempre ha sido así. Que, a pesar de las injusticias,
los avatares históricos y las condiciones infrahumanas,
siempre ha sido así.
108
Se da por supuesto que el derecho a la vida es la condición
necesaria de los otros derechos humanos. Sin embargo, entre
los cuatro Derechos del Hombre y del Ciudadano enumerados
en la Declaración francesa de 1789 —Libertad, Propiedad,
Seguridad y Resistencia a la opresión—, el derecho a la Vida
está ausente. (¡Y el único de estos cuatro derechos naturales que
lleva el calificativo de «sagrado» es el Derecho a la Propiedad!
Art. 17: «Siendo la propiedad un derecho inviolable y sagrado,
nadie puede ser privado de él si no es cuando la necesidad
pública…».
Más de 150 años tardó la democracia en enunciar la Vida
como derecho humano junto a los otros. Fue en 1948, cuando
las Naciones Unidas formularon una nueva Declaración, a
la vista de los genocidios del siglo XX en los que los propios
Estados, en vez de proteger la vida de sus ciudadanos, fueron
los responsables de exterminarlos.
LAURAKLEIN

Las circunstancias de este documento hacen trizas la


ingenua interpretación que supone que cada paso legislativo
en favor de la igualdad o dignidad humanas está inspirado en
o responde a un progreso civilizatorio.
El derecho a la vida es hijo del genocidio nazi y de
la complacencia occidental: fue escrito sobre las cenizas
de millones de seres humanos. Más que una conquista, la
Declaración de 1948 fue un síntoma, una confesión pavorosa
de las amenazas que pesan sobre las vidas humanas en las
democracias modernas.18

109

18 Para un mayor desarrollo, ver mi libro Fornicar y matar – El problema del aborto
(Buenos Aires, Planeta, 2005) o su edición aumentada publicada bajo el título Entre
el crimen y el derecho – El problema del aborto (Buenos Aires, Booket, 2013 y 2018).
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Mujeres versus embriones:


¿Quién ocupa el lugar del esclavo?

Si se permite abortar, se otorga a las mujeres el derecho de


propiedad sobre la vida de los embriones. Si se lo prohíbe, se
pone a las mujeres en situación de esclavas de la reproducción.
Los derechos humanos se presentan como el último
bastión contra la discriminación. Son invocados como leyes
de la vida, algo así como escudos morales contra los intereses
de los poderosos, una suerte de mantra jurídico, un refugio
legal contra la ley.
En su afán de fortalecer la defensa del aborto legal,
110
muchos organismos nacionales e internacionales argumentan
que prohibir el aborto es violar una lista creciente de derechos
humanos. Desde el derecho a la vida que «incluye no sólo la
sobrevivencia a la muerte sino el derecho a vivir una vida digna,
plena y saludable»; a la igualdad, a la libertad personal, a vivir
una vida sin violencia, a la salud; a no sufrir discriminación
y a la integridad personal, que «incluye el no ser sometida
a tortura, trato cruel, inhumano o degradante y a no sufrir
discriminación».
¡Alerta! Prestemos atención: todo este alegato se puede
dar vuelta y ponerse al servicio de condenar la legalización del
aborto con igual o más razón.
LAURAKLEIN

CASCANDO
(fragmento)

por qué no simplemente no esperar


a ser ocasión de
un vertedero de palabras

¿no es mejor abortar que ser estéril?

después de tu partida las horas son tan tristes


siempre empiezan a rastras demasiado pronto
los garfios desgarrando con ceguedad el lecho de miseria
rescatando los huesos los amores antiguos
cuencas una vez llenas con ojos como tuyos
111
¿es mejor siempre demasiado pronto que jamás?
negra necesidad salpicando los rostros
diciendo una vez más nunca flotó lo amado nueve días
ni nueve meses
ni nueve vidas19

Samuel Beckett

19 Traducción de Jenaro Talens.


9
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

112
LAURAKLEIN

Una pregunta con cartas marcadas

¿Usted está a favor o en contra del aborto?

La pregunta es a quemarropa y no siempre queremos contestar.


Pide un sí o un no sin vueltas. En verdad, esa no es
una pregunta: no hay nadie a favor del aborto. Quienes lo
condenan se oponen a que sea legal —y favorecen, de hecho,
su clandestinidad— y quienes defienden que sea legal se
113
oponen al aborto clandestino.
No se trata de un juego de palabras. Se trata de desarmar
las acusaciones en las que quedamos capturados.
Es sencillo pronunciarse a favor de La Vida, incluso de
las dos vidas y más aún, de Todas las Vidas. Nada más fácil
que declararse en pro del Bien, del amor, de la felicidad y de
la igualdad, sin discriminar a nadie ni a nada. Sin embargo,
el dolor, la injusticia, la desdicha, la desigualdad y la muerte
existen y forman parte de la vida, aunque no necesariamente
del Mal. Abortar forma parte de las tantas cosas de la vida que
no elegimos ni deseamos: ninguna mujer decide buscar un
embarazo para pasar por la experiencia de abortar. Ninguna
mujer aborta porque está a favor de legalizarlo. Y pocas mujeres
dejan de abortar porque lo condenan.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

¿A favor o en contra?
(Tiene la forma de la interrogación pero no es una
pregunta, es el diseño de la cancha donde se juega el
debate del aborto)

• Delimita qué es lo que hay que discutir si se quiere ser


«serio»
• Indica cuáles son los «temas de la agenda» por debatir
para llegar a una conclusión razonable, racional, universal y
verdadera
• Hace crecer el debate al mismo tiempo que lo estanca
• Nos conmina a jugar en ese plano nuestras luchas y
motivaciones
• Si no discutimos en esos términos quedamos fuera de juego
114 (pero si jugamos en esos términos quedamos capturadas de
una construcción del tema aborto ajena y humillante, o sea, si
jugamos en esos términos ya hemos abdicado)
La pregunta ¿a favor o en contra? no invita a la reflexión.
A favor o en contra, la respuesta deja fuera la experiencia,
definida por el conflicto entre no querer abortar y no querer
tener un hijo.

Más que una pregunta, es el Recorte de una Cancha con


sus límites prefijados y sus reglamentos:
• Establece qué es lo que hay que discutir si se quiere
ser “serio”
• Inflaciona el debate al mismo tiempo que lo estanca,
• Si no se aceptan los términos quedamos fuera de juego
• Y si los aceptamos, quedamos capturadas en una
construcción ajena y humillante.
LAURAKLEIN

¿Es justo el «justo medio»?


O cómo quedar bien con Dios y con el
Diablo

El llamado al justo medio con frecuencia es invocado por


quienes apoyan la legalización del aborto y significa el
sometimiento a las reglas de juego que demarcan el terreno
donde cabe o no cabe plantear la cuestión del aborto. Intentan
dar fundamentos sólidos sin herir la sensibilidad pública, ni
azuzar al oponente. Por eso, para mostrarse confiables, es usual
que estas defensas del aborto legal vengan acompañadas de
alguna ofensa contra las mujeres que abortan:

Un aborto frívolo o no justificado muestra un desprecio


115
por toda la vida humana, una reducción del respeto
por cualquier vida, y queremos que todos, si pueden
elegir, mueran de una manera de la que pensemos que
muestra autorrespeto.20

¿Lo «no justificado» es «frívolo»? Además, ¿existen


abortos frívolos? ¿Acaso sabemos por qué abortamos? ¿Se
podrían decir exactamente los motivos que nos empujaron
a esa decisión? ¿Qué importa si una mujer dice que quiere
abortar para irse de viaje? Puede ser que haya mujeres que
declaren motivos que juzgaríamos superficiales. Pero, donde
ponemos el propio cuerpo se borra la frivolidad. Y siempre, diga
lo que diga la mujer que aborta, es ella quien más lo padece.

20 Ronald Dworkin, El dominio de la vida. Una discusión acerca del aborto, la


eutanasia, y la libertad individual, Ariel, Barcelona, 1998, p. 312.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Derechos sí, loquitas no

Una cosa es libertad, otra libertinaje.


Dicho popular del catálogo
«Envidia + Represión»

Son muchos los que advierten que su defensa del aborto


legal no implica de ninguna manera una aprobación moral
indiscriminada de cualquier aborto, y se cuidan de aclararlo
muy bien. Por ejemplo, al sostener que el aborto es permisible
pero que no lo es siempre, la feminista estadounidense Judith
Jarvis Thomson se precia de no dar ni un sí ni un no general y
116 lo habilita, por ejemplo, para:

una colegiala de catorce años embarazada como


consecuencia de una violación, y asustada de muerte
[pero] sería despreciable que una mujer solicitase un
aborto en el séptimo mes de embarazo, sólo porque
quiere evitar la molestia de posponer un viaje al
extranjero.21

21 «Una defensa del aborto», en Debate sobre el aborto. Cinco ensayos de filosofía
moral. Cátedra, Madrid, 1983.
LAURAKLEIN

Otro argumento razonable que se cuida


las espaldas

Existen discursos que instalan el fenómeno del aborto en un


terreno helado: se trataría de un conflicto de intereses entre
dos individuos anónimos, no vinculados entre sí por otra cosa
que la superposición de sus derechos recíprocos por habitar
un territorio común. Dos personas autónomas que exigen
reconocimiento y protección ante el tribunal del Estado.
Si la mujer es autónoma, ¿lo es cuando aborta?
Autónoma ¿en relación a qué?, ¿a quién? ¿Cuántos de nosotros,
en la soledad de la vida interior, afirmaríamos, en ausencia de
cualquier preceptor, que somos autónomos?
117

El argumento de la autonomía absoluta


es la condición para el embarazo según
Judith Jarvis Thomson: un cuento de terror

Imagine que se encuentra usted atrapado en una casa


diminuta con un niño. Me refiero a una casa realmente
diminuta y a un niño que crece muy deprisa. Usted
se encuentra ya totalmente pegado a la pared de la
casa y en pocos minutos se verá aplastado. El niño no
resultará aplastado; si no se hace nada para detener
su crecimiento, resultará herido, pero al final la casa
simplemente reventará y él saldrá convertido en un
hombre libre.22

Esta metáfora, construida para legitimar el aborto,


propone que se trata de una situación en la que alguien

22 Op. cit.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

(«usted», sea o no mujer) está «atrapado» (está encinta) en


una «casa diminuta» (el útero) y arrinconado por un niño
monstruoso (¡el embrión!) que crece a ojos vista como uno
de los personajes de Alicia en el País de las Maravillas y que
terminará, si el anonadado habitante (mujer o no: «usted»)
no lo detiene, haciendo «reventar» (¡¿parir?!) la casa y saliendo
como «hombre libre» (sic: nunca mujer… y menos libre).
Judith Jarvis Thomson, profesora feminista del famoso
MIT, el Instituto de Tecnología de Massachusetts, se hizo
conocida en el mundo académico del aborto con esta y otras
figuras pedagógicas.
Pero, ¿es el feto un enemigo de la mujer que quiere
abortar? Es descorazonador ver el entusiasmo infantil con
que muchas feministas abrazan este y otros argumentos
similares, pretendiendo haber encontrado una herramienta
jurídica incontestable, con una larga historia de precedentes
118
aprobados por la ley: la legítima defensa.
Quien se aparte un instante y contemple la escena queda
perplejo: ¿de qué se alegran estas mujeres con conciencia de
género? ¿Acaso alguna se siente reflejada en esa situación que
aplaude?
LAURAKLEIN

Maternidad responsable, feministas


irresponsables

Para justificar que somos buenas, que no somos asesinas, que


estamos a favor de la familia, se dice que estamos a favor de
la maternidad responsable, de la planificación del deseo. A
favor de la maternidad responsable, ¿qué quiere decir? Que las
chicas adolescentes que tienen hijos son irresponsables, que
las mujeres pobres que no pueden mantener a sus hijos como
quisieran son irresponsables, etcétera.

119
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Abortos terapéuticos:
¿No puedo o no quiero?

Cuando las feministas que defienden la legalización del aborto


dicen que hay que descriminalizarlo porque las mujeres
que quieren abortar corren el riesgo de suicidarse o volverse
locas, cuando afirman que las mujeres que abortan no están
preparadas para la maternidad, que serían madres horribles
que abandonarían a sus hijos después de nacer, que los
«abortarían» en vida, están dando la razón a la naturalización
del instinto materno. O sea: si no estuviesen tan mal —
económicamente, psíquicamente, socialmente, sin pareja o
120
sin trabajo—, no rechazarían ese embarazo, no abortarían.
Pero un abismo separa a la mujer embarazada que
decide no tener un hijo y «se lo saca» de aquella que, queriendo
darlo a luz, aborta para no morir. No quiero tenerlo, dice la
primera. Y la otra: no puedo.
Uno de los argumentos más extendidos, proclamados
desde la OMS para abajo, desde las profesionales de la
Interrupción Voluntaria del Embarazo hasta las pichis que
salen a pelearlo en la calle contra viento y marea, es que hay
que entender que todos los abortos son abortos terapéuticos.
De esto derivan que el aborto ya es legal, y que sólo falta que
médicos y jefes de hospital se den cuenta, lo entiendan, y
cumplan con su deber.
El razonamiento es así: tomando la definición de la
OMS —«la salud es un estado de completo bienestar físico,
mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o
LAURAKLEIN

enfermedades»— y tomando el inciso 1 del art. 86 del código


penal —«el aborto practicado por un médico diplomado con
el consentimiento de la mujer […] no es punible si se ha hecho
con el fin de evitar un peligro para la vida o la salud de la
madre y si este peligro no puede ser evitado por otros medios»,
resultaría que ningún aborto es punible porque todo aborto se
encuadraría en el aborto terapéutico.
Pero ¿qué significa aborto terapéutico? Cuando decimos
que todo aborto es terapéutico —y lo decimos porque ya es
una figura aprobada por la ley como no punible— ¿somos
astutas o sometidas?
Cuando una mujer que quiere no puede y una que puede
no quiere, la consigna «Hijos, si quiero y cuando quiero» se
revela como una consigna patética. No poder tener un hijo
no es lo mismo que no querer tenerlo. Rescatemos —¡por
favor!— la intensidad de la experiencia de la mediocridad de
121
los argumentos que pretenden legitimarla.
Todo aborto como aborto terapéutico convierte el no
quiero en no puedo.
Borrar la distinción entre ambos enmudece la diferencia
entre la decisión de tener un hijo y la de no tenerlo.

Si todo aborto es terapéutico,


toda mujer que aborta está enferma
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Revictimización de la víctima

La mayor parte de los discursos a favor de los oprimidos


hoy les hablan a los opresores: les explican las reacciones
irracionales o resentidas de los oprimidos, a los que justifican
como víctimas.
No hacen peligrar el sistema, quieren ser reconocidos por él.
Sartre decía del libro de Fanon Los condenados de la tierra
(1961): «Este libro es peligroso, les habla a sus compañeros,
no a sus enemigos». Muchas de las defensas del aborto legal
no son peligrosas: no les hablan a las mujeres, sino a sus
acusadores. Está claro que quieren justificarlas, pero de buenas
intenciones…
122
La victimización de la víctima es una de las operaciones
más usuales desde aquellos que las representan —ante la
sociedad, ante al tribunal, incluso frente a sí mismas. Es
más fácil defender a una víctima impotente que defender a
cualquiera porque es una víctima, no porque es impotente.
Volvamos a lxs explotadxs: no es que son buenxs, es que son
explotadxs. Pero habría una empatía social hacia lo impotente,
lo indefenso, y el poder estaría mal mirado, como si todo poder
fuera represivo.
Las mujeres no tenemos el derecho a abortar, pero
tenemos el poder. El poder es doloroso, los derechos que no
provienen de él, impotentes.
Se trata, alguna vez, de dar la espalda al tribunal y
dirigirse a la sociedad… Eso es un cambio: el banquillo de
los acusados, esta vez, quedó vacío, la víctima no está ahí, la
víctima esta vez no será victimizada.
LAURAKLEIN

La verdadera mentira no es aquella que uno hace a los


demás, sino aquella que uno se hace a sí mismo. La
primera es, en comparación con la otra, relativamente
excepcional. La mentira es rehusarse a ver ciertas
cosas que se están viendo, y rehusarse a verlas como se
las está viendo. La verdadera mentira son las pantallas,
todas las imágenes, todas las explicaciones, que uno
deja entre sí y el mundo. Es el modo en que pisoteamos
cotidianamente nuestras propias percepciones. Tanto
es así que, en la medida en que no sea una cuestión
de verdad, no será cuestión de nada. No habrá nada.
Nada más que este asilo de chiflados planetario. La 123
verdad no es algo hacia lo cual habría que dirigirnos,
sino una relación que no se dedica a esquivar lo que
está ahí. Es un «problema» sólo para aquellos que
ven ya la vida como un problema. No es algo que se
profese, sino una manera de estar en el mundo. No se
detenta, por tanto, ni se acumula. Se da en situación y
de momento en momento. Quien siente la falsedad de
un ser, el carácter nefasto de una representación o las
fuerzas que se mueven bajo el juego de las imágenes,
les retira toda posibilidad de dejarse apresar por tales.
La verdad es plena presencia con respecto a sí y el
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

mundo, contacto vital con lo real, percepción aguda


de lo que la existencia nos da. En un mundo en el
que todo el mundo actúa, en el que todo el mundo
se pone en escena, en el que se comunica tanto
como no se dice realmente nada, la simple palabra
de «verdad» congela, molesta o provoca risas. Todo
lo que esta época contiene de sociable ha tomado la
costumbre de apoyarse en las muletas de la mentira,
hasta el punto de no poder ya deshacerse de ellas. No
hay que «proclamar la verdad». Predicar la verdad a
aquellos que ni siquiera soportarían dosis ínfimas de
verdad es solamente exponerse a su venganza. En lo
124
que sigue, nosotros no pretendemos en ningún caso
decir «la verdad», sino la percepción que tenemos del
mundo, aquello a lo que nos atenemos, aquello que nos
mantiene de pie y vivos. Hay que retorcerle el cuello
al sentido común: las verdades son múltiples, pero la
mentira es una, porque está universalmente coaligada
contra la más mínima verdad que salga a superficie.
Comité invisible, Ahora
10
LAURAKLEIN

125
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Carta abierta a Pro-Vida

Por si no lo saben, para que el aborto sea considerado


jurídicamente un homicidio habría que cambiar no sólo el
Código Penal sino, fundamentalmente, el Código Civil.
¿Por qué?
Habría que cambiar el Código Penal porque, aunque el
aborto está prohibido como un delito contra la vida, no está
126
incluido bajo la carátula «Quien matare a otro», sino bajo la
carátula «Quien abortare» (sic). Entonces, si se quiere que el
embrión sea considerado Persona desde la concepción no
bastaría siquiera con derogar la figura de aborto e incluir este
acto entre las variantes de homicidio.
Aun así, incluyendo el aborto como un homicidio más,
no bastaría. Para que el embrión sea considerado pasible de
ser víctima de homicidio habría que modificar el Código Civil.
Es que, aunque el embrión es considerado persona desde el
momento de la concepción, es una persona muy especial. Para
la ley, su existencia como tal está condicionada a que nazca
con vida. O sea que los mismos códigos que defienden a la
persona por nacer la excluyen, si fuere abortada, del conjunto
de las personas.

Ningún Código Penal equipara


LAURAKLEIN

aborto con homicidio porque


ningún Código Civil equipara personas
nacidas con personas por nacer

Pese a que las leyes y costumbres adjudican al nacimiento


un papel central, este suceso que inaugura nuestra vida social
casi no tiene adeptos en el debate sobre el aborto. El eje parece
ser el status de Persona correspondiente al embrión; pero ese
status de Persona se busca por todos lados excepto en el único
sitio donde se dirime su realidad efectiva: el Código Civil.
Tanto en el Código Civil de Dalmacio Vélez Sarsfield, que
estuvo vigente desde 1921 hasta 2018, como en el empobrecido
que surgió de la reciente reforma, la persona por nacer tiene
derecho a la vida. Pero tanto en uno como en otro, este derecho
es un derecho muy raro: es un derecho condicional. Si no
llega a nacer, o muere antes de ser separada del cuerpo que la
127
engendró, no sólo pierde sus derechos, sino que, para las leyes,
nunca habrá existido como persona. No se la inscribe ni se la
puede inscribir en el Registro Civil, no se la puede enterrar.
Para la ley no tiene nombre, nunca existió.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Propuestas pragmáticas para encauzar


el problema del aborto

Si vosotros creyérais realmente que el aborto es un asesinato,


deberíais exigir la derogación de las figuras específicas de
aborto y de persona por nacer, que discriminan a las vidas
humanas embrionarias frente a las que ya han nacido.
Aquí una breve lista de medidas concretas para defender
tal tesis:
• Implementación de un Registro Civil de Embarazos.
• Código de Procedimientos Especiales para el
Registro de la Vida Intrauterina y Determinación
128
Prenatal de la Nacionalidad.
• Sustitución de la inscripción en el DNI de la
identidad por fecha de nacimiento por la identidad
genética. Corrección de la fecha de nacimiento en
el DNI y otros documentos de toda la población,
cambiando la fecha de cumpleaños al agregar los
nueve meses que indican nuestros verdaderos
comienzos como Personas desde el momento de
haber sido concebidos.
• Extensión de los cementerios para dar humana
sepultura a las personas por nacer que no han
nacido.
• Incluirlas en el árbol genealógico.
• Llamar «madres» a las mujeres que tuvieron abortos,
pero no tuvieron hijos.
• Etcétera.
LAURAKLEIN

Para los creyentes cristianos, algunas modificaciones


esenciales que las iglesias deberían implementar:
• Bautizar a los embriones en el vientre materno.
• Hacer misas por los inocentes abortados.
• Etcétera.

129
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

¿Qué importancia tiene nacer?

Hay países donde las leyes contra el aborto son feroces y


persiguen con saña a las mujeres. Sin embargo, ni siquiera en
esos países se equipara aborto con homicidio: el nacimiento
sigue plantando una diferencia insuperable.
Ningún estado, burgués o comunista, policial, liberal,
religioso, occidental, blanco, negro, oriental… se embarcaría en
la ciclópea, imposible, demencial tarea de chequear día a día si
ha sido engendrada una nueva persona en el vientre de algún
miembro de la especie en edad fértil.
Desde sus comienzos revolucionarios, las modernas
130
repúblicas liberales abolieron los privilegios de cuna, raza
y clase como condición para tener derechos, instaurando el
acontecimiento biológico de nacer como suficiente.23
Lo curioso es que este momento fundacional para todas
las legislaciones del mundo moderno está ausente del debate
del aborto. Lo curioso, y un poco pavoroso, es que se busquen
bases genéticas y embriológicas para definir a las Personas
como si fuese un asunto especulativo, sin dar ni siquiera una
hojeada a lo que dicen las leyes; y sin la menor intención
de proponer un cambio respecto del valor del nacimiento.

23 Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, 1789: «Art. 1. Los hombres
nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales no pueden
estar fundadas más que en la utilidad común».
Declaración Universal de Derechos del Hombre, 1948: «Art. 1. Todos los seres humanos
nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y
conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros».
LAURAKLEIN

Más curioso aún es el común desprecio con que lo desechan


defensores y detractores de la legalización del aborto. Muchos
de sus más conocidos representantes describen el nacimiento
en términos extravagantes, contrarios al sentido común y
ajenos, ciegos y sordos, al rol de éste en el derecho. Una última
curiosidad: al devaluar el nacimiento, tanto defensores como
detractores del aborto legal, cuando hablan no se sabe quién
habla.

131
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Adivine si quien dijo las siguientes


ideas está a favor o en contra de
legalizar el aborto.
Marque con X quién está a favor y con XX quién está
en contra. Las respuestas correctas están por orden de
aparición al final del parágrafo.

a) «Un niño recién nacido es sólo un feto que ha sufrido


un cambio geográfico y algunos cambios fisiológicos como la
respiración».

(A ver, ¡sólo puse tu cabeza dentro del agua durante


diez minutos! ¡Fue un mero cambio geográfico,
132 fisiológico, que nada tiene que ver con matarte!).

b) «Un recién nacido alumbrado en su vigesimoquinta


semana está en una incubadora peor desarrollado
físicamente y no más independiente que un feto normal en
su trigesimoséptima semana en el útero. ¿Qué diferencia hay
que justifique llamar a ese recién nacido persona, pero no a ese
feto? ¿Qué diferencia hay que pueda utilizarse para justificar
matar al niño no nacido cuando estaría mal matar al niño ya
nacido?».

(¿Qué diferencia hay? A ver, a ver, a ver… ¡¡¡Nació!!!)

c) «Nada será añadido a este ser entre el momento de la


fecundación y su muerte finalmente al llegar a la vejez, excepto
tiempo, nutrición y oxígeno».
LAURAKLEIN

(¿Nada, nada? ¿Lenguaje, un viajecito, algún amor,


hijos, una pandemia…?)

d) «El nacimiento es un momento importante porque la


relación de la madre con el bebé es diferente de la que tenía
con el feto; también se pueden relacionar otras personas con el
bebé de una forma que no podrían antes. Pero no por ello es un
momento en el que de repente el feto pase de no tener derecho
a la vida a tener el mismo derecho a la vida que cualquier otro
ser humano».

e) «No veo ninguna diferencia entre la persona precoz


que usted era en la concepción y la persona posterior que es
ahora. Usted era, y es, un ser humano».

(Tal vez usted no haya cambiado. Yo por suerte, sí.) 133

f) «Pues desde que ha comenzado a existir el nuevo ser


por la fecundación del óvulo materno, es innegable que se está
en presencia de un individuo de la especie humana que existe
antes del nacimiento ya que este hecho sólo cambia, aunque
sustancialmente, el medio en que se desarrolla la vida del
nuevo ser».

(Volvamos al ejemplo del ahogado: la diferencia entre


que usted respire en el aire o en el agua, aunque
sustancial, es un mero cambio de ambiente.)
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Las respuestas son: 24

134

24 a) Rober Wertheimer, «Comprender la discusión sobre el aborto», en Debate sobre


el aborto. Cinco ensayos de filosofía moral. op. cit.; b) Roger Wertheimer, íbid.; c) Pro-
Familia, ¿Cuándo comienza la vida humana? Mimeo de seis páginas distribuido y
firmado por Pro-Familia, Asociación para la defensa y la promoción de la familia,
Filial Argentina de Human Life International, Buenos Aires, s.f. (aprox. 1994); d)
Peter Singer, Repensar la vida y la muerte. El derrumbe de nuestra ética tradicional,
Paidós, Barcelona, 1994; e) Doctor Jerôme Lejeune, «Life Begins at Conception», en
She’s a Child, nota «Choice», Human Life Alliance of Minnesota Education Fund.
Inc. Advertising Supplement, Minnesota, 1999; f) Jorge Joaquín Llambías, Tratado de
Derecho Civil, Parte General, tomo 1, Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1993. Nótese que,
si bien es claro que, atendiendo a sus nombres, a sus editores, y en parte a su lenguaje
o estilo, tanto Pro-Familia como el Dr. Lejeune repudian el aborto legal, no está tan
claro para el lector de estas citas que tanto Wertheimer como Singer abogan por su
legalización.
LAURAKLEIN

Una pregunta que me carcome el alma

Lo curioso no es que los que quieren criminalizar todo aborto


desechen el nacimiento como momento fundacional para
adquirir derechos. Lo curioso es que también lo desechan
quienes buscan legalizarlo. ¿Por qué los pro aborto legal no
toman el nacimiento como comienzo de la Persona siendo que
hasta el Código Civil lo hace?
Contamos la edad a partir de la fecha de nacimiento.
Quien no nació no figura en el árbol genealógico. Nadie le
recuerda por su nombre ni hay misas en su memoria.
Para la sociedad, lo que muere en el vientre de la madre
135
no tiene nombre ni edad. No se le da sepultura.
O sea, lo que deja fuera de los ritos comunitarios lo
que no ha nacido no es haber sido abortado —delictuosa o
accidentalmente—, sino el no haber llegado a nacer, y no
poder morir.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Un ejemplo: el caso del pelado

Descartado el nacimiento, no hay otro corte tan abrupto como


el de la fecundación. La estrategia es brillante: le disputa al
nacimiento el honor de los comienzos y lo reemplaza con el
«acto original» de la concepción.
La réplica no se hace esperar. Es consistente, pero sin gracia.
Para dar una idea sensible del estilo que impera en gran
parte de los textos favorables al aborto legal, reproduciremos
aquí la cuidadosa exposición argumental de M. D. Farrell:
¿Bajo qué concepto cargar un determinado momento de esa
evolución con el peso de la distinción moral entre un ser cuya
136
muerte es inocua para la sociedad y un crimen? Para intentar
mostrar las diferencias entre un feto y un ser humano —si las
hay—, plantea Farrell que no es necesario exhibir diferencias
moralmente relevantes entre dos etapas sucesivas del
desarrollo fetal. Y nos presenta un esquema gráfico, inventado
por Van der Veer en el cual seguimos paso a paso la lógica que
rige el pasaje del óvulo fecundado hasta el recién nacido.

Zigoto -----------neonato
S1--S2--S3--S4--S5--S6

Puede ser que no existan diferencias relevantes entre


las etapas sucesivas, digamos entre S2 y S3, pero eso
no implica que no pueda haber diferencias relevantes
entre dos etapas no sucesivas, digamos S1 y S5.
Las diferencias entre dos etapas sucesivas del desarrollo
LAURAKLEIN

de un organismo pueden ser moralmente insuficientes


como para justificar un tratamiento diferente de esas
etapas; pero ésta no es una razón para considerar
injustificable el tratamiento diferente de etapas no
sucesivas. Un ejemplo similar puede encontrarse en el
uso del lenguaje en los casos de vaguedad. Supongamos
que un hombre comience a perder sus cabellos de a
uno. Si nos limitamos a estudiar las etapas sucesivas
de su pérdida de cabello, nunca podríamos encontrar
diferencias relevantes entre ellas que permitan
comenzar a llamarlo pelado. El esquema, que requiere
ahora mucho más de seis etapas, es el siguiente:

con pelo -------------------- pelado


S1---S2--- S3--- S4 ------------Sn

Es claro que entre S3 y S4, por ejemplo, no hay diferencia


relevante (sólo se produjo la caída de un cabello). Pero 137
hay diferencia relevante entre S7 y Sn, por ejemplo, lo
que nos permite decir que el individuo en cuestión
no era pelado en S7 pero lo era en Sn. De ahí que no
se necesite buscar diferencias en la evolución fetal
que se refieran a etapas adyacentes de su desarrollo.
Es posible, entonces, que no exista un punto preciso,
en un momento posterior a la concepción, que sea
relevante para el razonamiento moral; aun así, puede
haber diferencias morales relevantes entre un aborto
temprano y uno tardío.25

Me pregunto, ¿por qué recurrir a tanto aparato teórico


para demostrar lo obvio del ejemplo del pelado? La estrategia

25 Martín D. Farrell, La ética del aborto y la eutanasia, Abeledo Perrot, Buenos Aires,
1993, pp. 32-3.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

argumentativa de Farrell nos pone frente a un extraño


fenómeno: pese a que la intuición del valor progresivo del
embrión goza de consenso general, demostrarlo resulta muy
enjundioso.

138
LAURAKLEIN

Tres hipótesis sobre la necedad


progresista

¿Por qué quienes están a favor del aborto legal debaten cuándo
comienza la vida humana como eje del problema del aborto y
desechan el nacimiento como momento clave?

Primera hipótesis: el nacimiento está demodée.


El nacimiento, cuyo instante es inmediatamente accesible
para cualquiera y cuyo peso se remonta al pasado lejano, sería
poco apto para competir con otros hitos más sofisticados
descubiertos recientemente, como la anidación o el desarrollo 139
del tubo neural. Frente a las novedades aportadas por la
Genética y la Embriología, el nacimiento parece antiguo,
perimido, desactualizado.

Segunda hipótesis: ¿Para qué meterse en camisa de once varas?


Algunos descartan el nacimiento por una cuestión táctica.
Ante los pasos agigantados con que avanza el conocimiento
de la vida prenatal y las posibilidades médicas de intervenir
corrigiendo fallas congénitas durante el embarazo, para
qué discutir si un mes más o un mes menos, si el objetivo es
legalizar el aborto y para eso demostrar que no hay ser humano
hasta el tercer o cuarto mes alcanza. Meterse con el séptimo
o el octavo puede generar susceptibilidades innecesarias,
nos va en contra. Entonces, liquidamos en el quinto mes y
negociamos.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Tercera hipótesis: No dejemos al estado al margen.


Poner el nacimiento en el debate del aborto como fecha clave
para la adquisición de todo derecho de las personas no le
dejaría al Estado ninguna injerencia en el embarazo hasta el
momento del parto.

140
LAURAKLEIN

Si el nacimiento queda fuera del


debate, el embarazo también

Voy a decir algo obvio: nacimiento y fin del embarazo son un


único y mismo acontecimiento.
Y algo no tan obvio: si el debate del aborto desecha el
nacimiento, en el mismo acto desecha el embarazo.
Descontada la mujer embarazada, lo que queda en el
centro de la escena es un embrión aislado.
Nótese que ese embrión aislado, el gran protagonista
del debate del aborto, no existe ni en las leyes ni en la vida,
ni tampoco en las costumbres más arraigadas de la especie
141
humana.
11
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

142
LAURAKLEIN

Defendamos las dos vidas o cómo hacer


que haya abortos sin embarazos

La mujer embarazada corroe la figura básica de la sociedad


moderna —el Individuo.
Frente a esta amenaza existe una solución: considerar
a la mujer encinta como si fuese dos seres separados, Mujer +
Zigoto. Lo que habilita a narrar su embarazo como un litigio
entre dos individuos, cada uno con sus derechos al propio
cuerpo. Así, el cuerpo-propio se desliza a cuerpo-cosa-casa,
un objeto más en litigio entre dos individuos anónimos
cualesquiera.
143

Las personas tienen el derecho a gozar del primer


medio ambiente humano natural: la panza de su
mamá.26

El embarazo es un tipo peculiar de relación entre una


mujer y una suerte de ser muy especial. Es una relación
peculiar porque el feto se aloja temporariamente
dentro del cuerpo de su madre, con el cual está
físicamente conectado y del cual depende para vivir.
La experiencia más cercana a este tipo de dependencia
es aquella de un parásito alojado en el cuerpo.27

26 Carlos Menem.

27 Wayne Sumner, “El aborto”, en Florencia Luna y Arleen Salles (comps.), Decisiones
de vida y muerte. Eutanasia, aborto y otros temas de ética médica, Sudamericana,
Buenos Aires, 1995, pp. 209-216.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

La mujer es dueña de su seno materno, pero el hecho


del sublime asilo no le otorga el derecho absoluto sobre
su ocasional huésped.28

Debemos tener presente que la madre y el niño no


nacido no son como dos inquilinos que ocupan una
casa pequeña que, por un lamentable error, ha sido
alquilada a ambos: la madre es la dueña de la casa.29

Nótese que Víctor Martínez, que fue vicepresidente


de Alfonsín, y J. J. Thomson, una de las referentes más
prestigiosas de la defensa de la legalización del aborto a nivel
mundial, hablan con el mismo lenguaje, el de la propiedad
privada, y usan los mismos métodos, la lógica formal. En estas
tres frases, dichas por un enemigo y dos defensores del aborto
legal, encontramos la misma ecuación: la mujer dueña del
144 vientre y el nonato su inquilino.

28 Víctor Martínez.

29 Judith Jarvis Thomson, op. cit.


LAURAKLEIN

¿Qué fue del instinto materno?

Veamos hasta dónde puede llegar el convertir a la mujer en


un lugar donde se aloja el embrión. El ginécologo Bernard
Nathanson, el exponente tal vez más mediático de la
propaganda anti aborto legal en Norteamérica:

Cuando un embarazo se implanta en la pared del


útero el octavo día de la concepción, los mecanismos
de defensa del cuerpo… sienten que esta criatura que
se está instalando por una larga temporada es un
intruso, un alien, y debe ser expulsada. Por lo tanto,
un intenso ataque inmunológico se monta sobre el
embarazo por medio de los glóbulos blancos, y a través
de un ingenioso y extraordinariamente eficiente 145
sistema defensivo el niño no nacido triunfa en repeler
el ataque. En el diez por ciento aproximadamente de
los casos el sistema defensivo falla y el embarazo se
pierde como un aborto espontáneo o un ‘miscarriage’.
Piensen cuán fundamental es tal lección para
nosotros aquí. Incluso en la más diminuta escala
microscópica el cuerpo está entrenado por sí
mismo, o de algún modo en alguna ‘rudimentaria’
manera sabe cómo reconocer el yo del no-yo.30

Una persona flotando libremente en un medio


ambiente fluido… tan libre de la gravedad como
cualquier astronauta en la órbita espacial
[…] Cuando el saco amniótico se rompe en

30 Cit. por Cynthia R. Daniels, At Women’s Expense. State Power and the Politics of
Fetal Rights, Harvard University Press, Estados Unidos, 1993.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

el trabajo de parto, él siente la presión de la


gravedad por vez primera, como un astronauta
reentrando en el inexorable abrazo de la Tierra.31

La primera morada quedó suspendida en el espacio


interestelar, la mujer encinta se ha evaporado y ahora se
cuenta como espacio vacío. El pequeño va a nacer, pero no
parece que la mujer vaya a parir.
Con los tratamientos tecnológicos, el feto devino, en la
literatura médica y popular, un segundo paciente, separado
de la mujer encinta que habría quedado reducida a vehículo
de sus intereses. De «medio ambiente materno» a la mejor
unidad de terapia intensiva posible, en todo caso, un lugar del
que hay que escapar.

Legalizar el aborto es discriminación sobre la base de


146 un lugar de residencia. Si el niño que se encuentra en el
seno de su madre puede escapar de su primer lugar de
residencia (el útero) un día antes de la fecha programada
para su ejecución, entonces su vida estará protegida
por toda la fuerza de la ley. Pero mientras permanezca
en el útero, puede ser muerto a pedido de su madre.
Jack y Barbara Willke32

En definitiva, se invirtió el signo tradicionalmente


asignado a la mujer respecto de la maternidad. Desde Reagan
y luego Bush, junto con el Papa, la Madre Teresa, Julián Marías,
Menem y muchos otros jerarcas y lacayos, elevan a primer
plano a la mujer embarazada como ¡amenaza contra la vida
humana!

31 Íbid.

32 Aborto, preguntas y respuestas, Editorial Bonum, Buenos Aires, 1992, p. 17.


LAURAKLEIN

Cómo pueden ser tan cerdos

Actualmente el lugar más peligroso para un


niño es el útero de su madre.
Presidente de Human Life International33

La grave incongruencia que ofrece una sociedad


empeñada en salvar ballenas, lobos salvajes,
águilas en extinción y, simultáneamente,
obsesionada por facilitar el homicidio de
quienes se encuentran en el claustro materno,
hasta el extremo de ser este uno de los lugares
donde más peligra la vida en el mundo
contemporáneo.
Ronald Reagan34
147

El mayor destructor de la paz es el aborto,


porque es una guerra directa, una matanza
directa: es un asesinato llevado directamente a
cabo por la misma madre.
Teresa de Calcuta35

33 Volante distribuido y editado por Pro-Familia, Asociación para la defensa y la


promoción de la familia, Filial Argentina de Human Life International, Buenos Aires,
s.f. (aprox. 1994).

34 «El aborto y la conciencia nacional», en The Human Life Review, pring 1983, vol.
IX, núm. 2, p. 7/16, cit. por Alberto Rodríguez Varela, «Vicisitudes del derecho a nacer»,
La Ley, lunes 5 de marzo de 1990, mimeo de cuatro páginas distribuido y editado por
Pro-Familia, Asociación para la defensa y la promoción de la familia, Filial Argentina
de Human Life International, Buenos Aires, s.f. (aprox. 1994).

35 «El aborto: Mensaje de la madre Teresa de Calcuta», volante distribuido y editado


por Pro-Familia, Asociación para la defensa y la promoción de la familia, Buenos
Aires, s.f. (aprox. 1994).
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Como si un lamentable accidente de la biología fuese el


responsable del encuentro de las mujeres embarazadas y
las vidas no nacidas, Teresa de Calcuta y otros presentan
una escena donde pueden chocar los intereses de unas
y otras. Parásitos, intrusos, inquilinos, aliens, huéspedes
ocasionales, astronautas ocupando un lugar de residencia,
un seno materno, una propiedad de otra persona, el primer
medio ambiente natural, la órbita espacial, un útero, el lugar
actualmente más peligroso del mundo. Todas estas metáforas
remiten el embarazo a otros fenómenos nunca sexuales ni
reproductivos. La serie, en su descabellada heterogeneidad,
expresa una promiscuidad fantástica.

148
LAURAKLEIN

La Lógica contra la Vida

El que quiere conocer y describir un ser viviente,


comienza por despojarlo de su espíritu;
entonces se queda con los pedazos en la mano,
sólo le falta por desgracia el vínculo espiritual.
Goethe, Urfaust36

¿Por qué tanta insistencia en oscurecer la naturaleza de un


embarazo? Mi hipótesis: porque pone en riesgo la categoría
de Individuo. Rescatemos el fenómeno del embarazo de su
invisibilidad en el debate. Lo que implica preguntarse si es, 149
como dice la teoría del Contrato Social, que primero viene
el individuo y luego la sociedad. Estamos atrapados en ese
imaginario y es en esa cárcel que se desarrolla el debate de si
el embrión es individualidad o parte del cuerpo de la mujer.
Pensar al embrión como individualidad forma parte del
sentido común, pero también pensarlo como parte del cuerpo
de la mujer gestante.
¿Se trata de un error o de un dilema? El embrión
atrapado en esa alternativa no es un embrión cualquiera, es
el protagonista del aborto. Fuera del debate del aborto, nada
conmina a clasificarlo ni como una parte del cuerpo gestante
ni como una individualidad viviente en él.
La tendencia a conferir una individualidad al hijo que
vendrá, forma parte del fenómeno humano de la filiación.

36 Traducción de Mercedes Rein. Editado por Arca/Galerna, Montevideo, 1967.


ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Conscientes de la futura separación entre la mujer y su zigoto,


nos vemos obligados a pensar ese organismo de vida interna
un poco como si ya estuviese afuera. La salida inexorable del
seno materno tiene fuerza retroactiva. ¿Cómo no ver en ese
incipiente grupo de células algo más? Pero también —y con la
misma fuerza de persuasión y de experiencia—, ¿cómo negar
que el cuerpo vivo del embrión forma parte del cuerpo de la
mujer gestante, futura madre o próxima abortante?
Entonces, ¿puede algo formar parte de otra cosa y ser al
mismo tiempo una individualidad? La contradicción lógica es
flagrante; pero el problema no es para el huevo-cigoto ni para
la mujer que decide cortar o seguir ese embarazo, sino para
quienes pretenden reducir la lógica de la vida a la categoría
del Individuo.

No vivimos en un cuerpo.
150
Un cuerpo no es un lugar.
Un cuerpo no es un medio ambiente.
Un cuerpo no es un alojamiento temporario.
Nuestro cuerpo no es un espacio vital: habita el espacio vital.
Ni siquiera quienes sostuvieron, como Platón en algunos
de sus textos, que el cuerpo era la cárcel del alma, convirtieron el
cuerpo en un territorio inerte.
Una mujer embarazada no es una mujer + un embrión.
No tenemos un cuerpo como un propietario tiene un
inmueble, un caballo, un capital.
Decimos que tenemos un cuerpo, pero tal vez más verdadero
es decir también que somos nuestro cuerpo. Tal vez nuestro cuerpo
nos tiene a nosotros; a veces nos damos cuenta de eso, después
volvemos a olvidarlo.
LAURAKLEIN

Margarita
(Para María del Carmen Fitzgerald)

¡Otra vez en Cherburgo!,


y unidos por el lazo intrínseco.
Hombre y mujer: almas temibles, pero
faltó el hijo.
Quizás por un exceso de puta.
(quiso y no quiso, quiso y no quiso 151
hasta que con un rasguido final
—¡parece que esto no es el Paraíso!—
no quiso
no quiso.

Osvaldo Lamborghini
12
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

152
LAURAKLEIN

La misteriosa figura del aborto en la


ley: un crimen sin víctima

Las leyes contemplan muchas particularidades respecto


del aborto. La primera y fundamental, la definición de la
persona por nacer, o sea, la que puede ser objeto del delito
de aborto. Y digo «objeto» y no «víctima» porque el aborto
es un crimen sin víctima.
Leyendo atentamente los Códigos Civil y Penal me doy
cuenta de que en las leyes sobre aborto se pone en juego una
temporalidad que en el debate se ignora. Es el tiempo de la
gestación, el tiempo del embarazo. Un tiempo en el que hay y
153
no hay otro, el tiempo en que el otro está por advenir. El hecho
es francamente sorprendente ya que, si por cualquier causa no
llega a venir, si de manera accidental o intencional no llega a
nacer, el derecho establece que ese ser —que sí existe durante
el embarazo— nunca habrá existido.
Como se puede leer en los artículos citados a
continuación, el Derecho le confiere al nacimiento y a la etapa
previa, o sea, al embarazo, una importancia excepcional y
decisiva en relación con el valor y hasta con la existencia de
la persona por nacer. Es una persona condicional a un futuro
que puede no llegar.

Artículo 19. Comienzo de la existencia


La existencia de la persona humana comienza con la
concepción.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Artículo 20. Duración del embarazo. Época de la


concepción
Época de la concepción es el lapso entre el máximo y el
mínimo fijados para la duración del embarazo. Se presume, excepto
prueba en contrario, que el máximo de tiempo del embarazo es de
trescientos días y el mínimo de ciento ochenta, excluyendo el día
del nacimiento.

Artículo 21. Nacimiento con vida


Los derechos y obligaciones del concebido o implantado en
la mujer quedan irrevocablemente adquiridos si nace con vida.
Si no nace con vida, se considera que la persona nunca
existió.
El nacimiento con vida se presume.

Código Civil y Comercial, Libro Primero. Parte General Título I. Persona


154 humana. Capítulo 1. Comienzo de la existencia

Si bien el artículo 19 del Código civil dice que la existencia


de la persona comienza con la concepción, inmediatamente
después el artículo 21 establece que, si el concebido no
nace con vida, se considera que la persona nunca existió.
Entonces, el aborto está considerado un crimen contra una
persona por nacer. Sin embargo, en contra de toda expectativa
y como por arte de magia, al producirse el aborto esa persona
desaparece como tal. La figura de este crimen es bien extraña:
hay dos personas antes de perpetrarse el aborto, pero luego de
haber sido realizado, sólo hubo una mujer embarazada que
suprimió su estado. Apenas la mujer ha abortado, esa persona
sui generis que es el embrión en gestación no sólo ha dejado
de existir, sino que, retroactivamente, para los Códigos Civil
LAURAKLEIN

y Penal, nunca habrá existido. Esta es la letra de la ley, que


también marca dónde buscar las pruebas del delito. En el
crimen de aborto el cuerpo del delito no es el feto abortado,
sino los signos que muestran que hubo un embarazo en la
mujer. Todavía sigue siendo así.

155
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Tres criaturas humanas diferentes

No se puede abortar a un recién nacido: para que no exista


más, hay que matarlo.
No se puede abortar a un embrión de probeta: para
abortarlo primero habría que implantarlo y que comience el
proceso de gestación llamado comúnmente «embarazo».
¿Cómo explicar que no surjan en el debate sobre qué es
la Persona, las distinciones que los códigos de todo el mundo
establecen, separando, mediante el nacimiento, personas
nacidas de personas por nacer y mediante el comienzo del
embarazo, personas por nacer de embriones in vitro?
156

A riesgo de ser repetitiva:


El comienzo del embarazo es la anidación/
implantación de un óvulo fecundado en la matriz.
El fin del embarazo es el nacimiento (parto) o el
aborto.
No se puede abortar si no hay embarazo.
Los embriones in vitro no son personas porque no
hay mujer embarazada.

La centralidad del fenómeno del embarazo no es (sólo)


un subrayado feminista. Como vimos, en el Derecho ocupa un
sitio fundamental. Y vale no sólo para diferenciar homicidio
de aborto —personas de personas por nacer, sino también para
diferenciar el aborto del así llamado «desecho de embriones».
Es que una cosa son los embriones que forman parte del
LAURAKLEIN

cuerpo de una mujer, que se consideran personas por nacer,


y otra los embriones que viven en una probeta. Los embriones
que no han sido implantados en el útero de una mujer no son
personas en ningún sentido, ni siquiera condicional.

157
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Tecnología y Naturaleza: la nueva


Alianza

Lejos de afirmarse como sacrílegas frente a la naturaleza,


las nuevas tecnologías reproductivas se proponen
como su prolongación. Ayudan a la naturaleza: como si
ésta aspirase a crear, nunca a destruir, como si tifones
y enfermedades fuesen errores o fallas de esa suerte
de mecanismo llamado naturaleza. Con los rótulos de
«apoyo», «mejoramiento» y «corrección» encabeza el
personal especialista sus intervenciones para torcer
el curso naturalmente defectuoso de la infértil y la
158 anciana. El destino natural de la mujer fue dar vida;
los partos son de las mujeres, la guerra la hacen los
hombres —y las ideas, cuya masculina producción
fue parangonada, de Platón a Nietzsche, con el
poder femenino de procrear—. Con la reproducción
tecnológica de seres humanos, ambas preñeces
convergen: ellas ponen el cuerpo, ellos el saber.
Naturaleza y Cultura se dan la mano. La naturalización
de la maternidad cruza todas las vallas. El artificio
se ha liberado de su halo destructor, ahora refleja
el poder divino y realiza su voluntad, la escucha y la
completa: la sabiduría ha vuelto a las puertas del Edén.
«El deseo de la pareja de tener hijos es tan natural como
la aspiración por la libertad en los seres humanos.
Cuando no se logra en forma espontánea, la medicina
LAURAKLEIN

puede y debe dar soluciones» (Informe sobre la lucha


contra la esterilidad, Padres Hoy 5). O sea, no sólo la
maternidad artificial se presenta como continuación
natural de la maternidad tradicional, sino que
también Libertad y Deseo se visten de Naturaleza. La
medicina, si puede, debe satisfacer el deseo de tener
hijos. Sabemos que la medicina puede, también,
satisfacer el deseo de no tener hijos, así como puede
satisfacer el deseo de morir (eutanasia). Pero que pueda
responder a estos deseos no parece implicar en estos 159
casos que deba hacerlo. Nadie protege tales deseos
como naturales. El supuesto es evidente: lo natural es
la reproducción, no el sexo —la vida, no la muerte—.
El fetiche es la Vida: lo natural es traer hijos al
mundo. En nada cambia si se logra a través de
medios tecnológicos, ni si éstos escapan al carácter
(naturalmente) sexual de la reproducción humana.
El problema no es la tecnología, sino la lógica
del mercado con sus ofertas permanentemente
renovadas de última generación. Hijos por encargo,
pero también varón, alto, rubio y de ojos azules.
El problema es que terminemos haciendo a la
tecnología cómplice de lo peor de nuestros deseos.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

Ni usar anticonceptivos ni destruir embriones de probeta


constituyen abortos. Es la relación con el vientre materno la
que define las dos categorías morales y jurídicas aplicadas al
embrión: los que viven en él son personas por nacer y los que se
hallan fuera de él, por ejemplo, los óvulos fecundados in vitro
que no han sido implantados, no son personas en absoluto.
Mientras el embrión no se ha implantado en el seno materno
no puede considerarse persona por nacer, sino simplemente
un ser viviente al que por eso no le caben derechos de ninguna
índole. En la probeta su destrucción no es aborto porque no
puede hablarse de embarazo.
Es notable que las vidas engendradas tecnológicamente,
aunque exhiban esos mismos rasgos individualmente, no
reciben la misma protección legal.
Esta preferencia del Derecho pone sobre el tapete cuán
necia resulta la controversia sobre si el embrión es una parte
160
del cuerpo materno o una individualidad en sí misma: la gran
paradoja es que cuando un embrión existe como individualidad
absoluta e indiscutible —el embrión en la probeta— ahí no
tiene ningún derecho en absoluto. La desigualdad jurídica es
evidente.

Si el aborto fuera un crimen por


destruir un embrión
genéticamente humano,
¿por qué no se juzga de igual manera
su destrucción en la probeta?

Parece que lo que humaniza no es el ADN sino vivir en


un cuerpo de mujer, ser, haber sido, su cuerpo. Nuestro derecho
a la vida depende de ser hijos, es una función de la maternidad.
Antes de ser individuos, somos hijos.
El punto de partida de este libro fue la desgrabación de
un Conversatorio que hicimos con Laura, en la Facultad
Libre, a principios de 2012, titulado «El Aborto. Un
desafío a la democracia y a la iglesia». Se estructuró en
dos jornadas, y rebalsó todos los rincones de nuestra
casa. Luego, porque nuestras tramas continuaron,
se nos ocurrió dar una torsión más a las ideas que
habían surgido. Por eso volvimos a entrevistas, textos
inéditos, fragmentos escritos por Laura sobre el tema,
y quisimos articularlos ahora al calor de los giros que
el debate tuvo en estos últimos años, especialmente
desde 2018 hasta hoy. El 2020 y su pandemia nos
trastocó todos los planes. Apuntábamos a editarlo el
año próximo. Finalmente, la aceleración del ingreso
de la Ley de IVE para los últimos días del 2020 nos
llevó a pensar en publicarlo durante esta primera
etapa en formato digital, como una gran botella al
mar de nuestros deseos de la conquista de la Ley, y de
todo lo que habremos de ir a buscar después de ella.
ABORTO LA DISCUSIÓN MALDITA

«¿Quién quiere abortar?


¿Qué es abortar libremente?
No se menciona el embarazo porque pone en riesgo
la categoría de individuo»
Laura Klein

Decimos: el aborto es una experiencia singular, inenarrable, a la


vez que se ha constituido en un acontecimiento colectivo. ¿Qué
tramas de pensamiento se dan en ese pasaje? ¿Cuáles fueron las
estrategias, y qué se mantuvo dentro y qué por fuera en el avance
hacia la Ley?
La gran movilización de creaciones colectivas, de formas de
visibilidad, de invenciones de lenguaje y tácticas de presión sobre
las instituciones, fueron, bajo la consigna de la legalización del
aborto, efectivamente desmesuradas. Acaso allí radica parte de
nuestra gran potencia. Pero a su vez, precisamente por ello resulta
necesario recoger la tremenda amplitud de esa desmesura, para
continuarla incluso en sus hilaciones menos formalizadas. ¿Por
162 qué hay cosas que no pueden ser dichas, o siquiera pensadas?
¿Cuáles de ellas son decisivas para llegar al meollo de lo que está
efectivamente en discusión cuando se habla del aborto?

Laura Klein. Filósofa, poeta y ensayista. Formó parte del consejo editor de las
revistas Xul - Signo viejo y nuevo (1989/1982), Praxis (1983/1986), Alternativa
Feminista (1985), Mujeres en Movimiento (1986), del Periódico Madres de Plaza
de Mayo (1987/1989) y de la revista Estrategias - Psicoanálisis y Salud Mental
(2013/2019), así como de la Editorial La Letra Muerta (1997/1999). Es docente
de la Facultad Libre Rosario desde sus inicios y de la Universidad Nacional de
Rosario. Además de numerosos artículos, ha publicado los siguientes libros de
ensayo: Fornicar y Matar. El problema del aborto (Planeta, 2005), reeditado como
Entre el crimen y el derecho (Booket, 2013 y 2018), publicado también en Bolivia
(Plural Editores, 2013) Más aca del bien y del mal. Por un feminismo imposible (Red
Editorial, 2019). Y de poesía: A mano alzada (Tierra Firme, 1986), Vida interior de la
discordia (Último Reino, 1994), Bastardos del pensamiento (La letra muerta, 1997),
La bruta bruz (Casi incendio la casa, 2010) y La comedia de los panes (Hilos Editora,
2011). En 1995 recibió el Premio Boris Vian por Vida interior de la discordia y en
2016, el segundo premio del concurso de Letras en la categoría Ensayo del Fondo
Nacional de las Artes por «Las Máscaras de Descartes. Una contribución contra la
historia de la filosofía».

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