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SEGURIDAD INTERNACIONAL
FRANCESCO MANCUSO
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
2. Analizar cuáles teorías de las relaciones internacionales explican los enfoques
utilizados por ambos presidentes durante sus administraciones de acuerdo a los discursos y
políticas antiterroristas ejecutadas en el exterior.
PREGUNTA DE INVESTIGACIÓN
HIPÓTESIS
La guerra contra el terrorismo o guerra de cuarta generación fue un término adoptado por
Estados Unidos después de los ataques del 11 de septiembre del 2001 para justificar su actuar en
medio oriente, invadiendo Irak y movilizando a la opinión pública estadounidense
convenciéndolos de que los “ataques terroristas" del 11/9 fueron actos de guerra contra los
Estados Unidos, sus aliados y su idea de sociedad civilizada la cual el mundo debería replicar.
Plasmando el terrorismo en el discurso como el peor de todos los males.
Las dos administraciones han tomado posturas diferentes frente a esta problemática de
acuerdo al contexto en el que se han desarrollado, y ambos han discrepado en la ejecución de
políticas contra el terrorismo; en la administración de Bush la definición de terrorismo se plantea
mediante la National Strategy for Combating Terrorism en 2003, definiéndolo como “la
violencia, premeditada y motivada políticamente, perpetrada contra objetivos no combatientes
por parte de grupos subnacionales o agentes clandestinos” [ CITATION Ger08 \l 3082 ] . En cuanto
a Obama, sus políticas se aplicaron desde un enfoque presidencial (Presidential Policy Guidance,
PPG) en donde el gobierno sólo puede utilizar la fuerza letal como último recurso para detener
una amenaza inminente contra la vida humana, y ve al terrorismo como un conflicto que enfrenta
a países desde distintas dimensiones, tanto ideológico como religioso a través de enemigos que
ya no son estados.
Una visión comparativa entre las administraciones Bush y Obama en la guerra contra el
terrorismo
Con los atentados del 11/9 el gobierno de George W. Bush modificó el foco de atención de su
política exterior, que, de otro modo, no se habría producido o se habría desarrollado de forma
mucho más fragmentaria e irregular. Aunque durante la campaña presidencial G. W. Bush se
refirió a la reconstrucción del ejército estadounidense y a la necesidad de un sistema nacional de
defensa antimisiles, las elecciones del 2000 estuvieron dominadas -como las de 1992 y 1996
anteriormente- por intereses domésticos. De hecho, en comentarios públicos durante campaña,
Bush “rechazó expresamente las intervenciones humanitarias de Clinton, las misiones de
mantenimiento de la paz y los esfuerzos de "construcción de naciones" en el extranjero,
favoreciendo en su lugar una valoración fríamente calculada de los intereses nacionales vitales
de Estados Unidos”[CITATION Mar06 \p 29 \l 3082 ] . Por lo que, el 11-S fue fundamental para la
reaparición de la seguridad nacional como una prioridad dentro de la agenda política
estadounidense, la adopción de un discurso de guerra contra el terrorismo, la centralidad de
Oriente Medio como eje de la política exterior por primera vez en su historia, y la creación del
Departamento de Seguridad Nacional, entre muchos otros. Un enfoque de guerras preventivas
que terminaron originando la guerra en Afganistán e Irak, utilizando como discursos
complementarios la difusión de la democracia liberal y la idea de una paz democrática,
especialmente luego de que no se encontraran en Irak armas de destrucción masiva. También hay
que tener en cuenta que la doctrina de Bush estuvo influenciada por perspectivas que ya
dominaban la política estadounidense desde antes de los atentados, como el compromiso
abrumador con la promoción del interés nacional y una falta de confianza en muchas
instituciones internacionales[ CITATION Mar06 \l 3082 ].
Algunas de las características que definieron la doctrina de Bush son: primero, luego de los
atentados el calificativo utilizado por el presidente fue de “guerra” en vez de acto criminal; esto
debido a la convicción de que un actor no-estatal no habría podido nacer ni fortalecerse hasta
cierto punto sin un apoyo militar y político del estado, lo que le permitió señalar a Afganistán
como el estado "anfitrión" de Al Qaeda y justificar las acciones estadounidenses en otros países
de la región. Como segundo aspecto, el mundo fue obligado a tomar posición dentro de una
división binomial de "o estás con nosotros o estás con los terroristas"[ CITATION Geo01 \l 3082 ]
que puso a muchos países en una situación difícil, en especial a los estados postcoloniales.
Cuarto, la amenaza sirvió para legitimar la administración de W. Bush en su país y unificar a la
nación contra un enemigo compartido. Y, por último, debido a que la administración de entonces
creía que los acontecimientos del 11 de septiembre eran el resultado de la falta de libertad
política y económica en Oriente Medio[ CITATION AlQ18 \l 3082 ] la doctrina asumió una forma
abiertamente mesiánica al identificar la difusión de “la democracia y la libertad en todo el
mundo” como la solución definitiva al crecimiento del "superterrorismo"[ CITATION Mar06 \l
3082 ].
“Es necesario mencionar que las causas globales del 11-S tienen sus raíces en las
guerras y la presencia militar de EE.UU. en los países del mundo islámico (si no en
sus ocupaciones). En este sentido, los atentados del 11-S se convirtió en una respuesta
a la política exterior estadunidense en esta región. De la misma forma, el apoyo
unilateral de EE.UU. a Israel en su larga guerra contra los palestinos también
desempeñó un papel importante, ya que se percibió como una humillación injusta y
deliberada de los musulmanes. En consecuencia, el terrorismo global se convirtió en
una protesta violenta contra el orden internacional posterior a la Guerra Fría, percibido
por los musulmanes como un proyecto injusto y puramente estadounidense”[CITATION
Eic17 \p 142 \l 3082 ].
Entre las explicaciones posibles de esta continuidad se pueden identificar: primero, que sigue
existiendo un amplio y sólido consenso bipartidista entre la élite política de la nación y el público
en general respecto a que el 11-S dio paso a una nueva era de peligro, que requería medidas
extraordinarias para contrarrestarlo, y que aún se consideran necesarias. Como segunda
explicación, estas políticas persisten debido a que existen intereses duraderos que no se
modifican con las administraciones, y que limitan la capacidad de maniobra del presidente, por
lo que, en muchos casos es más fácil continuar las políticas existentes que desmantelarlas y
sustituirlas. Una tercera perspectiva, asegura que no hay cambios en las políticas porque el
presidente Obama no es un agente de cambio, ya que comparte un punto de vista similar al de su
predecesor respecto a reducir la amenaza terrorista para EE. UU. También, hay explicaciones
que aseguran que el discurso de la guerra contra el terror se ha incrustado de manera tan
profunda en la estructura social convirtiéndose en “régimen de verdad”, extremadamente difícil
de cambiar incluso para un presiente[ CITATION Jac14 \l 3082 ].
Bibliografía
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