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Como Crecer en el Conocimiento

Conocimiento
Título: Cómo crecer en el conocimiento.
Verdad central: Los creyentes deben esforzarse por crecer en el conocimiento de Dios.
Texto áureo: “Estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.” Filipenses
3:8.
Trasfondo bíblico: Proverbios 2:3-6; Juan 14:26; 15:26; 16:13,14; Hechos 15:1-32; 17:10-12; 18:24-28; 1 Corintios 2:12-16
Bosquejo
I. Aprenda de la Biblia
A. En busca del tesoro escondido.
B. Búsqueda diaria.
II. Aprenda del Espíritu Santo
A. Enseñados por el Espíritu
B. Revelado por el Espíritu
III. Aprenda de los demás
A. De modo colectivo
B. De modo individual
Objetivo
Descubrir cómo crecer en el conocimiento espiritual y aplicarlo.
Introducción
El profeta Daniel anunció que “la ciencia se aumentará” (Daniel 12:4). El siglo veinte es sin duda un cumplimiento de esa
profecía.
Considere cuántas cosas han cambiado como resultado de ese aumento de conocimiento. Hemos ido desde el caballo y la
carreta hasta los aviones, los trenes y los automóviles. Hemos pasado de las máquinas de escribir a las computadoras. El
rayo láser se ha convertido en un poderoso agente sanador. Las personas tienen la comodidad de los aparatos domésticos y
podemos recibir la noticia cuando ocurre en cualquier parte del mundo mediante la televisión por satélite. La avanzada
atención a la salud ha extendido el promedio de vida de los seres humanos. El trasplante de órganos ha llegado a ser cosa de
todos los días; la reproducción asexual, una realidad.
Considere lo que no ha cambiado como resultado de ese aumento de conocimiento. Sigue habiendo guerras. Las personas
parecen volverse cada vez más pecadoras. El centro moral del mundo parece que se ha salido de su centro
A pesar de todo eso, el evangelio no ha cambiado. La verdadera satisfacción en la vida sólo resulta mediante el
conocimiento de Jesucristo como el Salvador y Señor personal de uno. Esta semana estudiaremos cómo crecer en el
conocimiento espiritual y cómo aplicarlo.
Comentario Bíblico
I. Aprenda de la Biblia (Proverbios 2:3-6)
A. En busca del tesoro escondido
Imagínese un típico domingo por la mañana en su hogar. La familia se está preparando para asistir al culto de la iglesia
cuando se oye el grito: “¿Han visto mi…?” Por lo general la madre es quien dice dónde están todos los artículos perdidos.
Entonces se oye el grito: “¡No lo veo aquí!” La madre va de inmediato al lugar y señala que el artículo está precisamente allí
donde ella dijo que estaba. Lo que sigue es el regaño: “Tienes que buscarlo.”
El libro de Proverbios también trata sobre la necesidad de buscar. En este caso no se trata de un zapato perdido ni de la
revista de Escuela Dominical, sino del conocimiento de Dios.
Proverbios 2:3-6 nos habla de la necesidad y los beneficios de buscar y encontrar el conocimiento de Dios. Salomón
empleó varios verbos de acción para indicar la vehemencia del deseo que debemos tener al buscar ese conocimiento. Lo
comparó con la búsqueda de metales preciosos o de un tesoro escondido.
Los beneficios que se reciben son una relación personal con Dios y una comprensión de lo que significa temerle. Ese temor
más que tener miedo es sentir reverencia y profundo respecto al reconocer la santidad de Dios.
¿Dónde se busca para hallar ese tesoro? “Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida
eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39). La verdad se encuentra en la Biblia, la Palabra de Dios. Si
estudiáramos las Escrituras con la fidelidad con que algunos siguen ciertos programas de televisión, tendríamos gran
galardón (Salmo 19:11).
Dios ha querido revelársenos mediante la Palabra escrita. Ella permite que conozcamos su carácter y nos dice cómo
podemos tener una relación personal con Él.
B. Búsqueda diaria
El apóstol Pablo conocía el valor de la Biblia para llevar a las personas a un conocimiento de Dios. En Tesalónica, él discutía
con los judíos respecto a Jesucristo “por medio de las Escrituras” (Hechos 17:2,3). Muchos creyeron de entre los judíos y los
gentiles. Sin embargo, algunos de los judíos que no creían formaron tal alboroto que los creyentes enviaron de inmediato a
Pablo y a Silas rumbo a Berea.
Los judíos de la sinagoga de allí reaccionaron de manera diferente que los de Tesalónica. Se les describe como “más
nobles” (v. 11).
Pregunta: ¿Por qué se les llamó a los bereanos más nobles que los de Tesalónica?
Esas personas anhelaban la verdad. Deseaban saber lo que decía la Biblia. Había receptividad con la determinación de
descubrir la veracidad de la enseñanza de Pablo. Esa no era una actividad ociosa ni un pasatiempo. Ellos “escudriñaron cada
día las Escrituras” (v. 11).
La mayoría de las personas no considerarían el pasar un prolongado espacio de tiempo sin comer. Muchos hallan difícil
incluso el dejar de merendar. Pero ¿cuánto tiempo pasa sin que nos alimentemos de la Palabra de Diosí
La Biblia se compara a sí misma con el alimento.
Pregunta: ¿Cuáles son algunos ejemplos de cómo la Biblia se compara a sí misma con el alimento?
Jesús le recordó al diablo que no sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mateo
4:4). El salmista la describe como más dulce que la miel (Salmo 19:10). Hebreos 5:12-14 se refiere a ella como leche y como
alimento sólido. La leche es para el nuevo cristiano, que es “inexperto en la palabra de justicia” (v. 13). El alimento sólido es
para los que han alcanzado madurez, los que “por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del
mal” (v. 14).
La importancia de dedicar tiempo diariamente en las Sagradas Escrituras se ve en el efecto eficaz que tiene en la vida de
uno. Lucas mencionó el resultado del estudio diligente que los bereanos hicieron de las Escrituras: creyeron muchos de ellos
(Hechos 17:12).
La Palabra de Dios también “discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4:12) y nos permite
distinguir el bien del mal (5:14). El Salmo 19 afirma que la Palabra convierte el alma, hace sabio al sencillo, alegra el corazón,
alumbra los ojos y advierte del error (w. 7-12). Aprendamos de la Biblia mientras buscamos sus tesoros escondidos en la
diaria esperanza de hallar el conocimiento de Dios (Proverbios 2:4,5).
II. Aprenda del Espíritu Santo (Juan 14:26; 15:26; 16:13,14)
A. Enseñados por el Espíritu
Dios no nos deja solos en nuestro estudio de las Escrituras. Dios da ayuda por medio de la persona y la obra del Espíritu
Santo.
El Evangelio según San Juan presenta muchas de las enseñanzas de Jesús respecto al Espíritu Santo. Jesús se refiere al
Espíritu con diferentes nombres, entre ellos el “Consolador” (Juan 14:26) y el “Espíritu de verdad” (15:26). El Consolador es
alguien que va a nuestro lado para ayudarnos. Lo envía Jesucristo desde la presencia del Padre para ayudarnos a crecer
espiritualmente en el hombre interior (Efesios 3:16).
Como el Espíritu de verdad, El guía a los creyentes a toda la verdad (Juan 16:13). Él es nuestro Maestro. Nuestros textos de
estudio revelan lo que Él enseña. Enseña la Biblia, ayudándonos a recordar “todo lo que yo os he dicho” (14:26). También
nos enseña acerca de Jesucristo, dando testimonio de que Cristo es el Señor (15:26; 1 Corintios 12:3).
Lo que ha de venir —los acontecimientos futuros— también forman parte de su dirección a toda la verdad. Los ejemplos
bíblicos de esa obra del Espíritu son: Simeón sabía que no moriría hasta que viera al Mesías (Lucas 2:26) y Agabo profetizó
una hambruna (Hechos 11:28).
Juan 16:14 afirma que el Espíritu “tomará de lo mío [de Jesús], y os hará saber”. Esos dones del Espíritu mencionados a
menudo como dones de conocimiento son un medio para eso. Mediante la palabra de sabiduría, la palabra de ciencia y el
discernimiento de espíritus, el Espíritu puede revelarles la verdad a los creyentes, dándoles dirección e instrucción para
adorar y servir a Dios.
B. Revelado por el Espíritu
Pablo habla de la obra del Espíritu Santo en la revelación de lo que “Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios
2:9,10).
Pregunta: ¿Qué ha preparado Dios para quienes lo aman?
Ante todo, este versículo se refiere a la salvación que nos ha dado Dios. Pero en cierto sentido todo lo que recibimos es un
don de la gracia de Dios. En realidad, el Espíritu nos revela lo que Dios nos ha concedido (v. 12).
El hombre natural, el hombre que tiene el espíritu del mundo, no puede entender lo que viene del Espíritu de Dios (v. 14).
Jesús dijo eso cuando le enseñó a Nicodemo acerca de la necesidad de nacer de nuevo para poder ver el reino de Dios (Juan
3:3). Habló de la necesidad de nacer del Espíritu, haciendo un contraste de lo natural con lo espiritual. “Lo que es nacido de
la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es” (v. 6). Cuando nacemos de nuevo al creer en Jesucristo como
Salvador, nacemos del Espíritu.
Hablándoles a los romanos de la obra del Espíritu, Pablo les recordó que no vivían “según la carne, sino según el Espíritu, si
es que el Espíritu de Dios” moraba en ellos (Romanos 8:9). Esa vida interior del Espíritu revela y da testimonio de nuestra
adopción como hijos de Dios (w. 15,16).
Esa obra del Espíritu Santo en nuestra vida nos deja con una obligación: dar muerte a las obras de la carne mediante el
poder del Espíritu (w. 12,13). Otros pasajes se refieren a ese conflicto entre la carne —nuestra naturaleza pecaminosa— y el
Espíritu.
Es importante que reconozcamos el don admirable que Dios nos ha dado como creyentes en la persona del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo participa en llevarnos a un conocimiento salvador de Jesucristo, al ayudarnos a llevar una vida santa que
agrade a Dios, al capacitarnos para el servicio a Dios y al revelarnos lo que Dios nos ha concedido. Dios quiera que estemos
dispuestos a aprender del Espíritu Santo.

III. Aprenda de los demás (Hechos 15:1, 2,6)


A. De modo colectivo
Pregunta: ¿Cuál es el valor de reunirse en un ambiente de grupo, como el de la Escuela Dominical, para aprender?
Uno de los beneficios más evidentes es que hay una gran fuente de recursos de los que podemos aprender, tales como el
conocimiento de las Escrituras y la sabiduría espiritual sacada de las experiencias de la vida. ¿Cuan a menudo creemos que
nunca nadie más se ha enfrentado a las pruebas o las luchas de la vida a las que nos enfrentamos nosotrosí En un ambiente
de aprendizaje de grupo, aprendemos que otros han pasado por circunstancias parecidas. Nos alientan al contarnos cómo
Dios los ayudó en sus luchas.
La iglesia de Antioquia afrontaba una situación difícil. Tenía que hallar respuestas a las preguntas “¿Cómo se salva una
persona?” y “¿Cuál es la relación del creyente con la ley?”
La iglesia de Antioquia había nacido como resultado de la persecución que siguió al apedreamiento de Esteban (Hechos
11:19). Al principio se les predicó el evangelio solamente a los judíos. Después se les predicó a los gentiles y gran número
creyó (v. 21). Por lo tanto, la iglesia de Antioquia fue una de las primeras congregaciones de judíos y gentiles.
Algún tiempo después algunos hombres de Judea llegaron a Antioquia enseñando que la circuncisión y la obediencia a la
ley eran necesarias para la salvación (15:1,5). Pablo y Bernabé tuvieron “una discusión y contienda no pequeña con ellos” (v.
2). Se decidió que el asunto se llevara ante los apóstoles y ancianos de Jerusalén.
Hubo bastante polémica. Se oyeron los informes de Pedro, de Pablo y de Bernabé. Jacobo presentó las Escrituras que
trataban esos asuntos. Por último se llegó a una decisión. “Ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros [a
los creyentes gentiles] ninguna carga más que estas cosas necesarias” (v. 28).
Toda la Iglesia aprendió que Dios salva a todas las personas mediante la gracia únicamente (w. 9,11). También se
determinó que, por causa de la comunión con los creyentes judíos, los gentiles debían abstenerse “de lo sacrificado a los
ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación” (v. 29).
A Pablo y a Bernabé se les envió de vuelta a Antioquia con una carta del concilio en Jerusalén. La iglesia de Antioquia leyó
la carta y se regocijó por su mensaje consolador (véase v. 31).
Dios nos ha puesto en un cuerpo de creyentes para que aprendamos los unos de los otros. Hebreos 10:25 indica que,
cuando nos reunimos, debemos alentarnos los unos a los otros.
B. De modo individual
Aunque podemos aprender de los demás en un ambiente colectivo. Dios también nos da oportunidades de aprender de
modo individual. Un ejemplo de eso es Apolos (Hechos 18:24-28). Apolos fue a Éfeso y comenzó a hablar acerca de las cosas
del Señor, “aunque solamente conocía el bautismo de Juan” (v. 25). Al oírlo, Aquila y Priscila invitaron a Apolos a que fuera a
su casa, y le enseñaron plenamente la verdad respecto a Jesucristo. Es evidente que aceptó esa enseñanza, como se ve en su
ministerio en Acaya (v. 28).
Pregunta: ¿Cómo ha usado Dios a las personas para enseñarle?
Los creyentes deben esforzarse por crecer en d conocimiento de Dios. Muchas veces Dios enviará a alguien que nos
estimule en nuestro andar con Cristo, que nos dé un mensaje de aliento o que ore por nosotros.
Así como Dios envía tales personas para ayudarlo a usted, pídale que lo use a usted para ayudar a otros.

Aplicación
Se dice que nadie está inmóvil en el camino de la vida. Suponiendo que eso sea cierto, ¿en qué dirección va usted? ¿Halla
que está creciendo en el conocimiento de Dios y en las cosas de Diosí Resuélvase hoy a ser un verdadero discípulo de Cristo.

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