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Como todo ser vivo, la organización tiene un cuerpo organizacional. El tejido organizacional está
compuesto por las dinámicas de relación entre las personas y las múltiples conexiones y
vinculaciones dentro y fuera del sistema. Se generan así circuitos de funcionamiento y conectividad
que construyen una red distribuida de relaciones, donde lo que fluye es la energía.
La organización vive estados afectivos y está marcada por una emocionalidad organizacional
predominante derivada de las condiciones que ofrecen los líderes a sus equipos. Si se opera en
miedo y negatividad, la organización se contrae, las posibilidades se cierran y los resultados son
sólo los presupuestados o menos que ello. Si la organización vive en la positividad, la confianza y en
emociones expansivas, las posibilidades se abren, las personas se atreven a desplegar su iniciativa
y creatividad, y la probabilidad de resultados sobre lo esperado aumentan sustancialmente.
Una visión tradicional y depreciativa de las personas conduce a una organización defensiva,
timorata, que invita a la mediocridad y al mínimo esfuerzo, perfilando un futuro organizacional
complejo. Una visión emergente y apreciativa de la contribución de las personas conduce a
condiciones organizacionales positivas que fomentan el despliegue de las competencias personales
para el alto desempeño y de dinámicas de relación creativas y generadoras de alto valor económico,
cultural, grupal e individual, en la cuerda de la humanización del trabajo.
Cuerpo, emoción y mente organizacional se integran y sintetizan en la percepción del espíritu
organizacional, que puede estar signado por el fundado orgullo de lo que se ha construido con otros
o por una cierta vergüenza y desesperanza organizacional. Es la sensación sentida de las personas
respecto de su empresa y da cuenta de la mística, la pasión y el sentirse parte una fuerza colectiva
que hace cosas importantes como organización.
Si su empresa fuera al médico, ¿cuál sería el estado de salud del cuerpo organizacional?, ¿la
emocionalidad organizacional favorecería las condiciones para un alto desempeño o presentaría
trastornos de ánimo?, ¿la mente organizacional y su sistema de creencias estarían alineados con
los planes estratégicos o se estaría pidiendo que la gente invente imposibles?. Finalmente, ¿cómo
estaría el espíritu y la mística de su organización?, ¿estaría orgulloso de si y viviría en expansión
permanente? ¿o languidecería en la inercia de la visión tradicional y los resultados que no repuntan?
Ver la empresa como un ser vivo permite identificar síntomas de lo que no se hace bien, evidenciar
lo que sí funciona adecuadamente y determinar los motores de cambio en los 4 dominios
organizacionales, mirando integradamente las oportunidades de expansión. Concebir la
organización como un ser vivo es uno de los pasos para humanizar la gestión organizacional.
Publicadas por Ignacio Fernández a la/s 12:13 PM
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3 comentarios:
Felipe Landaeta dijo...
Notable, me encantó tu columna.
De esta forma entiendo que: si "le duele aquí" no basta con atacar el síntoma, sino que
debemos ir a la raíz para dar una solución efectiva y no efectista.
Que me crucifiquen mis 1231212 primos estudiantes de medicina, pero no basta con atacar
síntomas!
Es necesaria una mirada integral de los sistemas vivos para dar soluciones y facilitar la
subsistencia y la adaptación.
5:18 PM
Ignacio, si bien entendí, así como se dice que hay que alimentar el alma y el espíritu
humano, habría que alimentar el espíritu organizacional.
12:18 PM
Pía Cordero dijo...
Que simple y a la vez compleja esta mirada Ignacio.
Simplifica la manera de concebir a la organización, pero a la vez le da la complejidad de un
ser vivo.
Estoy de acuerdo con Felipe, no basta con atacar el síntoma, lo más probable es que en esa
dimensión no esté el problema.
Y también con Rodrigo: sí hay que alimentar el espíritu organizacional. Sí se puede trabajar
en esa dimensión, o trabajar en otras para tener resultados ahí.
Entender así a una organización, nos permitiría crear nuevas formas de intervención,
probablemente mucho más potentes.
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