Está en la página 1de 20

Primeras repercusiones de la Revolución Rusa en Rosario (1917-1921)

Instituto Superior de Profesorado N° 29 “Galileo Galilei”

Paulo Menotti

Profesor (suplente) Argentina II

1
Primeras repercusiones de la Revolución Rusa en Rosario (1917-1921)

Resumen
Cuando apenas había transcurrido el Centenario de la Revolución de Mayo, en 1910, la
clase empresarial rosarina mantenía el optimismo que tenía gracias al impresionante crecimiento
económico que había ubicado a la urbe como segunda ciudad de importancia comercial en la
Argentina. Mientras tanto, la clase trabajadora contaba con una amplia trayectoria de organización y
lucha hasta que la Primera Guerra Mundial repercutió con una crisis que sorprendió a todos y
apaciguó la euforia comercial como la febril protesta social. Eso no fue todo, el escenario
internacional trajo más noticias cuando a fines de 1917 estalló la Revolución Rusa. La novedad
reanimó al movimiento obrero que ya se había puesto en marcha con huelgas violentas y generó
pánico entre la burguesía local. Este texto analizará los pormenores en que repercutió la Revolución
bolchevique tanto entre trabajadores y sus organizaciones políticas y sindicales, como así también
en empresarios y sus instituciones.

Abstract
When the Centennial of the May Revolution had barely passed, in 1910, the Rosario
business class maintained the optimism it had thanks to the impressive economic growth that had
placed the city as the second city of commercial importance in Argentina. Meanwhile, the working
class had a long history of organizing and fighting until the First World War struck with a crisis that
surprised everyone and quelled commercial euphoria and feverish social protest. That was not all,
the international scene brought more news when at the end of 1917 the Russian Revolution broke
out. The novelty revived the labor movement that had already been launched with violent strikes
and generated panic among the local bourgeoisie. This text will analyze the details in which the
Bolshevik Revolution impacted both among workers and their political and union organizations, as
well as employers and their institutions.

La Belle époque de Rosario


Cuando apenas se asomaba el siglo XX, la ciudad de Rosario ya había consolidado
un segundo lugar en importancia económica y demográfica en el concierto de ciudades de
la Argentina gobernada por conservadores que se habían propuesto conformar un país
moderno. La ciudad había llegado a ser la principal urbe de Santa Fe, una provincia pujante
que, desde fines del siglo XIX ocupó una posición destacada en el país del llamado
2
“modelo agroexportador”. Con un proceso colonizador temprano, en 1850, la provincia del
Litoral logró expandir su superficie agrícola llegando a completarla hacia fines de la
primera década del siglo XX (Barsky, Gelman, 2009: 190-208).
Sin lugar a dudas fue Rosario el centro urbano que más se desarrolló en este período
para convertirse en un paradigma de la Argentina moderna y del modelo agroexportador
porque pasó de ser en 1852 –año en que fue declarada ciudad– una pequeña población de
apenas 5.000 almas, a convertirse en una urbe cosmopolita con 200 mil habitantes en 1914,
según los datos que arrojó el Tercer Censo Nacional de ese año. El abrumador crecimiento
de la ciudad se debió a que se transformó en un enclave cerealero porque desde su puerto
de ultramar dominó una rica región productora de maíz y lino, además de trigo, que se
extendió desde el sur santafesino hasta el sur cordobés y el norte bonaerense.
Conjuntamente con el puerto, que llegó a reunir por entonces hasta 6.000 obreros (de
trabajo eventual), la ciudad contó con otros importantes centros productivos como los
Talleres del Ferrocarril Central Argentino (FCCA), un gran obrador que había unificado
servicios con otras empresas en el mismo establecimiento y que llegó a reunir hasta a 8.000
operarios. Se sumaba otro centro fabril de importancia, la Refinería de Azúcar Argentina,
con 3.000 trabajadores y trabajadoras, junto a un sinnúmero de pequeños talleres. El
trazado del ferrocarril cumplió, como en el país, también en Santa Fe un papel destacado en
la conformación de las zonas productivas. También, en este caso, la urbe portuaria del sur
provincial se convirtió en un nudo ferroviario de relevancia con una de las playas
ferroviarias más importantes de América latina. El trazado de vías férreas santafesino
tendió a concentrar sus líneas hacia el este, donde la ribera del río Paraná permitió armar
los puertos que dieron salida a la producción. El primero en su rango de importancia fue el
puerto de la ciudad de Rosario, que a su vez fue el segundo a nivel nacional.
Rosario poseía, además, el 40 por ciento de los establecimientos manufactureros en
la provincia hacia 1908, mientras que en la coyuntura de la Primera Guerra Mundial, uno
de cada tres obreros industriales “vendía su fuerza de trabajo en Rosario” (Pons, Ruiz,
2006: 20, 40-43). Rosario se conformó en una localidad cosmopolita, una rara Babel. Sobre
un total de 222.592 habitantes, Rosario contaba con el 57,24 por ciento, es decir con
127.422 argentinos, de los cuales 61.685 eran varones y 65.737 mujeres. En tanto, el 42,75

3
por ciento, 95.170 eran extranjeros, de los cuáles 56.151 eran varones y 39.019 mujeres. Se
trataba de una sociedad con un fuerte componente de inmigrantes porque, incluso, entre los
considerados argentinos había algunos pocos naturalizados y una gran cantidad de personas
que eran segunda o tercera generación de arribados de origen ultramarino. De hecho, la
elite social rosarina era de origen extranjero aunque también, más del 70 por ciento de la
clase trabajadora tenía su fuente en la inmigración1.
Con el nuevo siglo y acercándose al Centenario del 25 de Mayo de 1810, Rosario también
contó con una variada oferta cultural y de ocio. Escenarios importantes como el teatro Colón, El
Círculo y Olimpo se complementaban con hoteles, Savoy y Ciudad de Roma, y una importante
variedad de bares. Una serie de pequeños café con biógrafos que pasaban breves películas sin
sonido atraían a grandes y niños, y por eso, el festejo del Centenario se tradujo en Rosario en una
fiebre de proyección de obras. En ese clima, se descubrió la “piedra basal” para la construcción del
hospital Centenario “Clemente Álvarez”, seguido por obras similares por parte de las colectividades
españolas e italianas con sus respectivos centros de salud. La Biblioteca Argentina “Juan Álvarez”
también dio un puntapié inicial para la apertura de lugares dedicados a la lectura, aunque tanto
anarquistas como socialistas venían promoviendo sus propias bibliotecas (Álvarez, 1998: 455). La
oferta de ocio, sin embargo, se limitaba a la medida del bolsillo del público. No había mucho
tiempo para el disfrute de los trabajadores y su familia.

El ojo puesto en la agenda de negocios


En la breve historiografía sobre la sociedad rosarina de la segunda década del siglo
XX, existe una diferencia de opiniones que, aunque no haya sido advertida, señala distintas
perspectivas sobre la clase alta de esa época. Por una parte, Juan Álvarez una veintena de
años después de iniciada la Primera Guerra Mundial subraya los rasgos de la crisis
económica que se avecinaba antes del conflicto bélico y que había mostrado sus principales
síntomas en la baja de algunas cosechas, en la caída de la inversión extranjera y en la
evaporación de proyectos de reforma urbanística de la ciudad (Álvarez, 1998: 454). Este
análisis se contrasta con las apreciaciones de la época que sostienen que la clase alta,
empresaria, rosarina no alcanzó a notar la crisis que se avecinaba y tenía una enorme
confianza en sí misma y en poder controlar la situación social que mostraba desbordes.

1
Comisión Nacional, Tercer Censo Nacional, Talleres Gráficos Rosso, Buenos Aires, 1914.

4
“¿Qué crisis? En Rosario no existe crisis de ninguna especie (…). Aquí no se tira el
dinero (…), aquí se lo aprovecha; se lo guarda, se lo utiliza en la ampliación de los
negocios. La nuestra es, hasta cierto punto, una provincia económica. Y siendo rica,
¡imagínese usted las fortunas que habrá!”, expresaba la revista Fray Mocho sobre una
encuesta y entrevistas realizadas a empresarios de Rosario (Ielpi, 2005: 88).
En mayo de 1913 unas 72 familias representantes de la elite social rosarina, casas de
comercio o empresas, relacionadas con la Bolsa de Comercio de Rosario festejaron y
homenajearon a los jefes militares que habían sitiado y ocupado militarmente a la ciudad en
los meses previos para poner fin a la huelga de tranviarios que auguraba desbordes2. Como
muestra de confianza en el futuro, de poder mantener un control social en la urbe, la clase
alta rosarina reflejaba otros intereses y dejaban atrás la preocupación por las protestas y
tumultos ocasionados por los trabajadores. La construcción de una identidad nacional, la
práctica de la aviación como un desafío a la modernidad para los hijos de familias
adineradas, y el teatro como otro espacio de sociabilidad, eran los temas de la agenda que
se combinaban con las preocupaciones comerciales3.
Esta clase adinerada que en un 82 por ciento era de origen extranjero y que hundía
sus raíces en la remota primera mitad del siglo XIX también a pioneros piamonteses,
principalmente, supo ocupar un lugar en el modelo agroexportador o en los resquicios que
éste les permitía, es decir, fue “una burguesía comercial que supo vincular el patrón básico
de la acumulación capitalista de la región con la función específica de la ciudad: la rotación
del capital”. En otras palabras, si el mercado de exportación de cereales estaba en manos de
casas extranjeras como Bunge y Born y Dreyfus, entre otras, los representantes de la
burguesía local se convirtieron en representantes de esas casas comerciales que manejaban
la principal actividad, o se habían convertido en “importador-fabricantes” de manufacturas.
El denominador común de esta clase social era que buscaban el mayor beneficio al menor
costo diversificando sus inversiones y combatiendo los costos, por ejemplo cuestionando
las tarifas del ferrocarril, los impuestos provinciales y nacionales, además de reclamar
mejoras para la infraestructura portuaria.
2
La Capital, 10/05/1913, XLVI, 13.675, p. 4.
3
Santa Fe, 10/05/1913, III, 670, p. 2.

5
Este grupo social tenía entre sus propósitos convertir a la clase trabajadora rosarina
en ciudadanos que formen una base social electoral para sus proyectos políticos (Karush,
2002: 10-14). Sin embargo, la elite social no era una clase homogénea sino que también
tenía distintas identidades y proyectos políticos. Luego de decretarse la Ley Sáenz Peña en
1912, los conservadores fueron perdiendo su participación política en la ciudad y la
posibilidad de representar a la burguesía local aunque la política partidaria se mantuvo bajo
la órbita de una elite económica y educada en Rosario”. En 1907 había nacido la Liga del
Sur que, liderada por Lisandro de la Torre, encolumnó las pretensiones de los comerciantes
y pequeños empresarios rosarinos de darle autonomía a Rosario en oposición a la capital
provincial que parecía monopolizar las decisiones y las posibilidades de cargos públicos.
Ese proyecto se fraguó y hacia 1914, De la Torre reorientó su interés hacia la conformación
de un partido conservador y liberal, al estilo de los norteamericanos y fundó el Partido
Demócrata Progresista (PDP) que logró el apoyo de una parte importante del sector
empresario, además de los sectores medios rosarinos.
La otra parte de la elite social que se alejó de los conservadores se incluyó en la
Unión Cívica Radical (UCR) que había logrado llegar al gobierno provincial en 1912 con
Manuel Menchaca y que, ya para los primeros años de esta administración, tenía sus
divisiones internas. Un sector liderado por Ricardo Caballero impulsó un discurso obrerista
y nacionalista que le hizo contar con el apoyo de los sectores proletarios urbanos. Cuando
en 1913 se produjo la huelga de tranviarios, Caballero intentó politizar usando su retórica
pero encontró la oposición del gobernador Menchaca que buscó bajarle el tono. El roce
terminó en la primera fragmentación del radicalismo santafesino porque los líderes del sur,
Caballero y Francisco Elizalde acusaron al gobernador de alejarse de los principios del
radicalismo y formaron la UCR Disidente. En tanto, la Casa Gris conformó la UCR
Unificada que buscó contener a los sectores que veían con malos ojos que se alienten a los
obreros a entrar en huelgas (Karush, 2006: 47-55).
Más allá de estas agrupaciones políticas, la clase empresaria rosarina estaba
representada por la Bolsa de Comercio de Rosario que tomaba participación en la mayoría
de los conflictos del capital-trabajo y era una férrea tribuna de presión frente a los
gobiernos nacional, provincial y local.

6
Oleadas de lucha
Al igual que la clase empresaria, la clase trabajadora de Rosario estaba compuesta por una
abrumadora mayoría de inmigrantes o, ya para la Primera Guerra Mundial, por la segunda o tercera
generación que descendía de éstos. Sus preocupaciones giraban en torno a sus condiciones de vida y
de trabajo porque habitaban en conventillos, es decir grandes casonas (edificios construidos para ese
fin) donde una familia alquilaba una habitación y compartían decenas de personas una canilla de
agua y un baño. Además de éstas, en los barrios y en la periferia de la ciudad, los trabajadores
improvisaron “ranchos” con maderas y chapas. La excepción fueron los pocos que lograron acceder
a una casa digna.
A pesar de que el país continuaba su expansión económica, el modo de vida de los
trabajadores era precario. Una publicación incluso se burlaba de lo poco que ganaban y cómo vivían
los jornaleros y peones (Ielpi, 2005: 90). En ese marco, el reclamo por mejores salario y
condiciones de trabajo fueron aglutinando a la clase baja de la sociedad e intensificando la
conflictividad del capital-trabajo haciendo emerger la “cuestión social” y al movimiento obrero
desde la última década del siglo XIX en adelante sin interrupción. Este mundo del trabajo rosarino
estaba dominado por las labores de servicios que absorbían el 30 por ciento de la mano de obra
local (14 por ciento ferroviarios, 19 por ciento portuarios y 5,3 por ciento en transporte local y
acarreo de mercaderías). En tanto, un 13,5 por ciento vendía sus fuerzas de trabajo en fábricas, un
13 por ciento en comercios en general y un 5,7 por ciento en la administración pública. Estos
porcentajes reflejan el trabajo masculino y dicen muy poco del femenino, expresado en un 10 por
ciento (costureras, lavado, planchado y trabajo doméstico, entre otros) y apenas enumera al trabajo
infantil. Un dato a tener en cuenta es la alta proporción de trabajo en negro que pudo haber existido
en la época.
La falta de derechos para los trabajadores y el empleo flexible y esporádico llevaron a
reclamos, protestas y formas de organización obreras tempranas que se mantuvieron en el tiempo
pero que no lograron solidificar instituciones sindicales. Muchos sindicatos se organizaban al calor
de los reclamos y se dispersaban en épocas de pasividad. Ya en 1879 apareció casi en consonancia
con Buenos Aires la Sociedad Tipográfica Rosarina en forma conjunta a la Sociedad de
Dependientes, el Circolo Socialista y el Círculo Socialista Anárquico. En 1890 se produjo un
primer acto público con la conmemoración del 1° de Mayo donde aparecieron juntos anarquistas y
socialistas en una alianza que se extenderá por más de una década. La misma se cristalizó con la
formación de la Sociedad Internacional Obrera (SIO) que un año más tarde pasó a ser Unión
Internacional Obrera donde la anarquista Sociedad Cosmopolita de Panaderos, que editaba el

7
Demoliamo, tenía su liderazgo. En 1896 se produjo la huelga de ferroviarios que dio el primer paro
general a la ciudad y a todo el país, y que inicia un primer ciclo de huelgas que se va a extender por
once años (Prieto, 2020: 143-162). Hacia fines de esa década comenzó a funcionar la Casa del
Pueblo que continuó congregando a anarquistas y socialistas. Es posible que los libertarios hayan
incidido en mayor medida desde este espacio para convocar al movimiento obrero rosarino, por lo
menos hasta la creación de la Federación Obrera Rosarina (FOR), y esta federación local unió a
varios sindicatos rosarinos aunque algunos prefirieron mantenerse autónomos. En 1903 se produjo
la ruptura entre anarquistas y socialistas a raíz de los desacuerdos producidos en la huelga portuaria
de ese año. Luego, la FOR adhirió a la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) que en su
Quinto Congreso definió su estrategia política de comunismo anárquico. Sin embargo, la FOR
mantuvo un ambiguo y amplio marco de posicionamientos frente a los conflictos. Se cree que
apoyaron a la revolución radical de 1905 y tuvieron una clara participación en la huelga de los
inquilinos en 1907 y la huelga de comerciantes ligados a la Liga del Sur en 1909. Este último paro
escapó a la lógica de la agitación obrera que se mantuvo hasta 1907 cuando se produjeron debates
internos entre anarquistas que opacaron la actividad gremial de la FOR.
En 1912, luego de un lustro de reflujo, el movimiento obrero retomó el ritmo de agitaciones
y protestas con la huelga de los ferroviarios. Un año más tarde, como se expresó anteriormente, se
produjo la huelga de tranviarios debido a las simpatías del intendente Daniel Infante. Allí
reaparecieron los anarquistas pero también, con la participación de sus principales figuras como los
por entonces diputados Juan B. Justo y Mario Bravo, el socialismo tuvo injerencia. Ese conflicto
llevó a que la ciudad esté ocupada militarmente por el Ejército nacional y a una consiguiente derrota
de los trabajadores organizados.
Por este motivo, en 1914 se reorganizó el movimiento obrero rosarino en la denominada
Federación Obrera Local Rosarina (FOLR) que expresó estar ligada al anarquismo pero abierta a la
participación de las otras corrientes políticas u organizaciones sindicales autónomas. Otro intento de
reorganizar estuvo a cargo del Comité Popular de Trabajadores, en 1915, pero tuvo una efímera
existencia. El mismo clima se vivió en Buenos Aires un año más tarde cuando se produjo el Noveno
Congreso de FORA, para intentar superar la derrota entre las filas obreras que había dejado la
represión estatal en el marco de los festejos del Centenario. Sin embargo, fue entonces que se
produjo la división entre FORA IX° Congreso, liderada por sindicalistas revolucionarios y
acompañada por algunos anarquistas y socialistas, y la FORA V° Congreso, liderada por anarco-
comunistas (Matsushita, 1983: 33).

8
Más allá del intento de reorganizar a los gremios rosarinos, se vivió una dispersión entre los
sindicatos e, incluso, hacia el interior de los mismos. Por eso fueron vitales las agrupaciones
políticas que intentaron sostener y relanzar a la lucha al alicaído movimiento obrero. Entre los
diversos grupos anarquistas, el que mayor relieve alcanzó fue el de “los rebelionistas”, el grupo
liderado por Enrique González Thómas en torno el periódico La Rebelión4. En tanto, La Casa del
Pueblo (Paraguay 1115), que se había tornado netamente anarquista competía en importancia con el
Centro 1° de Mayo5 y allí participaron y militaron la niña Libertad Lamarque y el dirigente
ferroviario Pedro Casas6.
Los socialistas también buscaron regenerar al movimiento obrero rosarino. Esta corriente
política tuvo una aparición temprana en la provincia de Santa Fe porque, en forma conjunta
con los anarquistas, organizaron la primera conmemoración del 1° de Mayo en 1890 en la
ciudad de Rosario, la huelga de 1896 y acompañaron a los portuarios en 1902. Desde
entonces, la estrella de los socialistas rosarinos se opacó tras el brillo ácrata. Hacia 1912,
ante la coyuntura de la ley Sáenz Peña, los socialistas parecieron querer recuperar espacio
con la creación (y recreación) de tres centros, también llamados comités, en Rosario, en la
sección Tercera del centro de la ciudad, en la sección Séptima y en la sección Décima en el
barrio Talleres (ferroviario). El PS no llegó a presentar lista para las elecciones pero a partir
de entonces comenzó a crecer en cantidad de votos pasando de 500 a 3000 en 1920. En
marzo de 1913 se organizó la juventud socialista que en Rosario se constituyó al principio
de manera precaria en el centro socialista de la sección Décima, que tenía como secretario
general a Ramiro Blanco7. En ese local, los jóvenes recibían instrucción de gramática,
además de formación política en la biblioteca Augusto Bebel (Lozza, 1985: 169). Al año
siguiente y debido a discusiones internas acerca del militarismo, se refundó la sección
rosarina de la Juventud Socialista, grupo desde el que se comenzó a generar una crítica

4
La Rebelión, 1° de mayo de 1913, Año I, N° 7, p. 1.
5
La Protesta, 12/04/1917, XXI, 3051, p. 1.
6
“Centro 1° de Mayo. Velada (…) actuó la niñita Libertad Lamarque, de 8 años, quien recitó en forma digna
de alabanza la poesía titulada El Pan”, La Protesta, 18/04/1918, XXII, 3352, p. 3.
7
“Además de este punto principal las Juventudes se ocupan de inculcar en el seno de los jóvenes las ideas
socialistas, que nos concibiera el maestro Carlos Marx en su magistral obra El Capital…”. Blanco, Ramiro,
“Nuestra misión”, Juventud socialista. Boletín del Centro Socialista. Rosario, julio de 1913.

9
hacia el interior del partido en consonancia con lo que ocurría en Buenos Aires (Camarero,
Schneider, 1991).

Noticias de Europa
Cuando llegaron las noticias de la Revolución rusa a Rosario, el clima de agitación
ya estaba instalado en la ciudad debido a la huelga de ferroviarios que –iniciada en junio y
finalizada en octubre de 1917– había terminado en un triunfo para los obreros y había
despertado inquietudes de organización y protesta en otros gremios (Badaloni, 2010 a, 2010
b; Menotti, Oliva, 2015; Palermo, 2006, 2014). También, la huelga de tranviarios fue
significativa para la urbe durante ese año. La conflictividad social se produjo debido a la
crisis que generó el estallido de la Primera Guerra Mundial. Por eso, en el mundo y en
nuestro país también, la Revolución Rusa estuvo ligada al impacto de la Gran Guerra. “Ya
días atrás informábamos que una gran parte del comercio había tomado como pretexto la
guerra para alzar los precios de los artículos de primera necesidad. Ahora ya la cosa ha
subido de tono”8, explicaba la prensa sobre el costo de vida en la ciudad de Santa Fe. La
situación no variaba en Rosario, donde también la prensa se alarmó por la caída de las
operaciones comerciales y la visible recesión económica y la enorme alza de la “carestía de
vida” que produjo la repercusión de la guerra europea, mientras los gobiernos locales
trataban de ocuparse de la creciente desocupación y del hambre de los trabajadores con
comedores y ollas populares9.
Un fenómeno que tendió a bajar la creciente desocupación y a apaciguar la crisis fue
que muchos inmigrantes decidieron retornar a sus países para intervenir en la guerra. Sin
embargo, mientras la llegada de inmigrantes por primera vez en muchos años era menor a
la de los que partían hacia el extranjero, la crisis no se contuvo y la caída de la inmigración
no excluyó la aparición de desocupados y de limosneros10.
Hacia 1917, la situación económica tendió a recomponerse con el tráfico marítimo

8
“La suba de los artículos”, Santa Fe, 12/08/1914, IV, 1054, p. 2.
9
La Capital, 03/08/1914, XLVII, 14.134, p. 4. La Capital, 15/08/1914, XLVII, 14.146, p. 6. La Capital,
16/08/1914, XLVII, 14.147, p. 6.
10
Blanco, Ramiro, La Aurora Social, Oviedo, 26/11/1915, 827, s/p.

10
comercial. Sin embargo, para los trabajadores no hubo una reparación en sus ingresos y eso
llevó a que se retomara la conflictividad social. Ese año se inició el ciclo de huelgas, tal vez
el periodo más radicalizado de la historia argentina, que tuvo tres coyunturas dramáticas
con la Semana trágica, las huelgas de la Patagonia y el conflicto con la empresa La
Forestal, y que duró hasta 1921.
Entre los sucesos más importantes ocurridos en Rosario se pueden destacar la ya
nombradas huelgas de ferroviarios y tranviarios rosarinos dirigida por socialistas y
sindicalistas revolucionarios, entre junio y octubre de 1917. Los discontinuos paros en los
Talleres ferroviarios rosarinos conmovieron a la ciudad y al país. En las asambleas de
obreros de sus aserraderos participaron más de 3 mil personas y el presidente Hipólito
Yrigoyen envió a dos de sus ministros a buscar arbitrar en el conflicto. Esa huelga, que
terminó en un triunfo obrero, arrastró a los tranviarios a medida que se iba ampliando con
quema de vagones, participación de mujeres y muertes.
En marzo de 1918 se produjo la primera huelga de portuarios rosarinos después de
muchos años. En junio se produjo una secuela de la misma con liderazgo ácrata aunque con
pocos éxitos para la parte de los trabajadores. En septiembre se desencadenó la huelga de
carteros, que terminó en una aplastante derrota de los empleados. En noviembre se
extendieron las protestas y huelgas desde Rosario hacia el espacio rural. En diciembre, se
llegó a un clímax con la estruendosa huelga de municipales y de la policía de Rosario, por
las que la ciudad volvió a conmover al país luego del asesinato de policías en huelga. Estas
últimas tres se debieron a la incidencia y el acompañamiento de anarquistas.
El año 1919 se inició con la conmoción local por los sucesos de la Semana trágica
en Buenos Aires. Una importante marcha del 1º de mayo tuvo lugar ese año. En 1920, los
portuarios entraron en huelga durante los meses de marzo y abril de modo paralelo al eco
en Rosario de “La huelga de las bombas” que tuvo su epicentro en Capital Federal
(Doeswijk, 2013, 92). Siguieron luego, los sucesos del 30 de agosto en plaza San Martín, la
represión que terminó con la vida de dos obreros (portuarios) que se juntaron para reclamar
por los presos políticos, también fue de cuño ácrata.
Éste último marcó la derrota de los portuarios, la fuerza sindical más poderosa de la
ciudad, sin embargo, fue seguido por el “Soviet de Rosario”. Se trató de una iniciativa de

11
los anarquistas y de estudiantes de la nueva Facultad de Medicina, desarrollada en el marco
de la huelga de municipales y la conmoción por La Forestal, en enero de 1921, que terminó
al mes siguiente con la toma de la Municipalidad y el izamiento de la bandera roja el lunes
7 de febrero. Luego de esa acción, el estallido de una bomba en la casa del intendente
Alfredo Rouillón, en agosto, y otra en el marco de la huelga del FCCA, en diciembre
pusieron fin al convulsionado ciclo de huelgas.

Empresarios en pánico
En enero de 1918, el diario La Capital de Rosario lanzó los primeros comentarios
sobre quiénes eran “realmente” los revolucionarios “Lenine” y “Trotzky” (sic) que, en su
opinión, eran unos “advenedizos” y hasta “espías alemanes”11. Entre la clase dirigente se
generó malestar y temor sobre la revolución que se estaba desarrollando en Rusia y el
incremento de la inestabilidad social que tenía lugar en Rosario. El año previo se había
dado una exagerada puesta en escena y noticias falsas en la prensa que permitieron
encarcelar a un inmigrante ruso-judío y a su compañero de habitación, un español, para
poder contener la protesta de los trabajadores o hallar argumentos que permitieran una
represión12. En la prensa apareció la palabra “maximalistas” que se relacionó a la figura de
Lenin y que sirvió para identificar a los revolucionarios. También los partidos de izquierda
y los trabajadores eligieron esa expresión para hacer referencia a la revolución.
La clase empresaria rosarina tomó en serio y con temor el clima de agitación y las
noticias de revolución y decidió actuar en dos sentidos. Por una parte eligieron la
agremiación corporativa y por otra parte se inclinaron por radicalizar sus acciones
comprometiendo a los empresarios indecisos o respetuosos de los derechos de los
trabajadores con una posición de no ceder a los reclamos obreros. La violencia y la
búsqueda de contención, fueron los caminos elegidos por ésta última opción que también
fue la primera en aparecer.
Como respuesta a la huelga de los Talleres Vasena de Buenos Aires, en enero de
1919 se formó en Capital Federal la Liga Patriótica Argentina (LPA) que había tenido su
11
La Capital, 21/01/1918, LI, 15.383, p. 5.
12
La Capital, 11/10/1917, L, 15.282, p. 4

12
antecesor en el Comité Pro Nacionalidad, una agrupación que incitaba al gobierno nacional
a participar en la Primera Guerra Mundial y pretendía defender los principios de
nacionalidad argentina. En ese marco se formaron “guardias cívicas” que arremetieron
contra los trabajadores de forma violenta13. Mientras tanto el 14 de enero de 1919 en
Rosario y en Santa Fe se formaron el Comité Pro Nacionalidad “para combatir al
maximalismo”; y el Comité Patriótico o Comité Pro Defensa Social con agresiones a
judíos. En ese clima se invitó a una reunión en un local ubicado en calle Córdoba 1074
donde más tarde se formó la sede local de la LPA14.
La sección de la LPA de Rosario surgió en mayo de 1919 y contó con el apoyo del
sector empresario y de la dirigencia política de radicales y demócratas progresistas. Entre
los primeros encontramos tanto a los radicales conservadores Juan Cepeda y Alfredo
Rouillón, como al “caballerista” pro obrero Jorge Raúl Rodríguez. Entre los segundos está
nada menos que Lisandro de la Torre (Caterina, 1995: 44; Mc Gee Deutsch, 2005: 75-117;
Karush, 2005, 139)15. Las acciones violentas emprendidas por la nueva organización contra
los trabajadores y las críticas del gobierno radical de Hipólito Yrigoyen, hicieron alejar a
las principales figuras políticas de la LPA. Tal vez por este motivo, el accionar de la Liga
en Rosario no fue relevante. La organización paramilitar intentó generar brigadas en los
barrios o en ciudades aledañas, además de buscar insertarse en las organizaciones de
trabajadores, mientras lo único que logró fue ganar algunos adeptos entre los empleados de
comercio y entre aquellos elementos que habían traicionado a sus compañeros de trabajo o
a los sindicatos16. Más tarde, desde el Estado la LPA logró cumplir su objetivo cuando
Alfredo Rouillón fue nombrado intendente de la ciudad, reorganizó a la entidad paramilitar
y derrotó la huelga de los municipales los que durante años habían sido una de las puntas de
lanzas del movimiento obrero local (Karush, 2005: 153)17. En el mismo sentido actuó la

13
Santa Fe, 16/01/1919, VIII, 4242, p. 1.
14
La Capital, 15/01/1919, LII, 15.736, p. 4
15
Lisandro de la Torre no aparece en el diario La Capital. La Capital, 13/05/1919, LII, 15.851, p. 7.
16
La Internacional, 09/04/1921, III, 114, p. 3.
17
La Capital, 08/06/1921, LIV, 16.598, p. 4.

13
Asociación Nacional del Trabajo (ANT), una entidad empresaria que se dedicaba a romper
huelgas introduciendo a trabajadores “libres” en momentos de paro (Rapalo, 2012: 145-
152). La represión de agosto de 1920 en la plaza San Martin a los trabajadores portuarios
que reclamaban la libertad de detenidos en las huelgas previas, generó un importante
retroceso en uno de los principales gremios obreros de Rosario y fue un punto culmine en
una serie de acciones emprendidas en contra de la protesta obrera.
Una respuesta más moderada de los empresarios a las noticias de Rusia y a la
creciente agitación obrera, en cambio, fue la de generar una corporación empresaria, la
Federación Gremial (FG) nacida en 1919. Esta línea que, a la larga, terminó
desvinculándose de otras más radicalizadas, tuvo en sus orígenes fuertes nexos con la AT y
la LPA. De hecho, su principal representante Juan Muzzio estuvo ligado a las tres
entidades. Asimismo, la FG también incentivó a los empresarios a agruparse y a no dar
tregua a los reclamos salariales. Por ejemplo, en 1919 la FG colaboró con patronales de
Talabarteros y Gráficos, y luego también participó en el conflicto entre trabajo y capital con
la tienda Gath y Chávez entre 1920 y 1921 (Simonassi, 2014: 27-29).
Por último, la novedad de la Revolución bolchevique y la protesta obrera también
tuvo un importante eco entre los principales dirigentes políticos del Estado santafesino.
Debido a los titubeos del gobernador Rodolfo Lehmann, de dar una respuesta represiva a
los trabajadores, se generó una oposición en el radicalismo que lo obligó a dimitir18. Al
Ejecutivo asumió Juan Cepeda, un caudillo radical del sur provincial que no dudó en
adoptar una política represiva. Al año fue seguido por Enrique Mosca, responsable de
colaborar con la empresa La Forestal que persiguió y eliminó a obreros en el norte
santafesino entre 1920 y 1921.

La cresta de la ola roja


Desde un primer momento, aunque suene extraño, los anarquistas abrazaron con
entusiasmo a las novedades que llegaban de Rusia. La lectura que hicieron los anarquistas
de los sucesos en Rusia, más que incitar a la reflexión y a la elaboración de ideas, los llevó

18
“Ayer renunciaron el gobernador Lehmann y el ministro de gobierno Gras”, Santa Fe, jueves 26 de febrero
de 1920, Año X, Nº 4629, p. 1.

14
a realizar huelgas y planes revolucionarios. Asimismo, los libertarios hallaron eco en el
movimiento obrero rosarino en un marco de alta agitación con continuos paros,
movilizaciones y organizaciones de entidades obreras. Posteriormente algunos de ellos se
fueron desilusionando, diferenciando y hasta negaron su primer acercamiento. Sin
embargo, un grupo de libertarios mantuvo su afinidad a la revolución del soviet ruso. Estos
fueron “rebelionistas”, que se reunieron alrededor de Enrique García Thómas y su
periódico La Rebelión, quienes luego recibieron la denominación de “anarco-
bolcheviques”, y “anarco-dictadores”. Tras la partida de este dirigente y su compañera Eva
Vivé a la ciudad de Campana (provincia de Buenos Aires) y a Capital Federal, ese conjunto
de libertarios quedó representado en Rosario por Jesús María Juárez, Pedro Casas –desde el
Centro 1° de Mayo, uno de tantos núcleos ácratas– y Mario Anderson Pacheco, quien
militaba de manera itinerante con la ciudad de Santa Fe –en la histórica y libertaria
“Biblioteca Emilio Zola”–, desde donde ya en marzo de 1918 promovió un “Comité Pro
Maximalismo”, a los que se deben sumar José Torralvo, Juan Lazarte, Luis Di Filippo y
José Vidal Mata19 (Doeswijk, 2013: 26-27, 91; Tarcus, 2005: 181, 357-358, 653, 691-692).
Juárez, Anderson Pacheco y Torralvo, luego de un tiempo breve retornaron a sus
principios ácratas. Di Filippo se convirtió en un destacado periodista de Santa Fe y dejó de
lado su participación política. Pedro Casas, un notable dirigente obrero ferroviario, tras ser
perseguido se fue a Córdoba donde se enroló en la Unión Sindical Argentina. Por su parte,
Juan Lazarte siguió con su fe ácrata pero nunca despreció a la experiencia de la Unión
Soviética (URSS) a la que viajó a conocer. Durante la década de 1930, se dedicó a brindar
conferencias sobre la vida en la Rusia soviética. Por su parte, Vidal Mata intentó generar un
sindicato único de trabajadores rurales sin éxito porque fue rechazado por los anarquistas y
terminó entre los sindicalistas revolucionarios sin dejar de apreciar a los bolcheviques.
Por fuera de este grupo, Arturo Dupont militó en el anarquismo hasta la Revolución
de Octubre y unos años antes de su estallido se mudó de Rosario a Casilda aunque siguió
teniendo influencia entre militantes de la ciudad portuaria. Éste fue el único ejemplo que
hayamos sobre un militante que decididamente se afilió al Partido Comunista (PC) cuando
se conformó a pedido de la III° Internacional (Lozza, 1985: 150-154; Tarcus, 2007: 192-

19
La Protesta, martes 6 de marzo de 1918, Año XXII, N° 3314, pp. 3

15
193).
En tanto, los anarquistas montaron un Comité Pro Maximalista que tenía como fin
encauzar a las protestas obreras con el fin de arribar a una revolución. Primero fueron los
ácratas santafesinos quienes buscaron generar una huelga revolucionaria en marzo de 1918.
Luego, fueron seguidos por la Juventud Anárquica de Rosario en diciembre de ese año. Sin
embargo, la represión estatal puso fin a esas iniciativas.
Para los socialistas, en cambio, la noticia de la Revolución Rusa fue más decisiva.
Como ya habíamos visto, existían diferencias en el seno del socialismo internacional y
argentino en torno a qué actitud tomar frente a la Primera Guerra Mundial.
El desencuentro por la Primera Guerra Mundial se transformó en una polémica que
terminó llevando a su fractura a la organización política, tal vez una de las más importantes
por tener un fuerte contenido ideológico. En el partido fue creciendo una corriente a favor
de romper relaciones con Alemania pero, entre otros, el grupo de los jóvenes que integraba
la minoría del Comité Ejecutivo resistió esa postura. Con esa agenda se llegó a la
realización del IIIº Congreso partidario en el Salón Verdi (La Boca, Buenos Aires), en abril
de 1917. En esa asamblea se enfrentaron los principales dirigentes del socialismo con los
jóvenes de izquierda que formaban la minoría encabezada por José Penelón y Juan Ferlini
que impuso su moción por la paz de la minoría. Los legisladores socialistas desoyeron el
mandato y se armó un conflicto en las filas del socialismo que termino con la formación del
Partido Socialista Internacional (PSI). En Rosario, los socialistas del comité de la Décima
Seccional (barrio Talleres-Refinería) adhirieron a los Comités de defensa de las
resoluciones del IIIº Congreso y luego, esa seccional adhirió al PSI. Al mismo tiempo
llegaban noticias de la Revolución en Rusia y los dirigentes del PS la rechazaron
nombrándola como dictadura a diferencia de los “internacionalistas” que la reconocieron.
Entre ellos estaban Ramiro Blanco, Manuel Molina y Francisco Muñoz Diez (Comisión del
Comité Central del Partido Comunista, 1947)20.
En 1918 surgió el debate de los llamados “Terceristas”, socialistas que pretendían
adherir a la III° Internacional surgida en Moscú al calor de la revolución. En ese marco, la
seccional Tercera del PS, que gestionaba una importante biblioteca en el centro rosarino

20
La Internacional, 05/06/1918, I, 8, p. 7.

16
decidió adherir al PSI21. Al mismo tiempo, en el socialismo se debatió sobre
“maximalismo”. Tomás Vellés, un importante dirigente de la Tercera y del gremio de
Empleados de Comercio, propuso debatir sobre el “programa máximo”, propuestas
revolucionarias, y el “programa mínimo”, reivindicaciones inmediatas como salario. Al no
ser escuchado en el PS, Vellés decidió irse del partido con fuertes críticas a la dirigencia
por su “antimarxismo” y con grandes alabanzas a la Revolución de Octubre. Hacia fines de
1920, los “internacionalistas” decidieron dar un paso más en su adhesión a la Revolución
Rusa cuando la “Circular Zinoviev”, de la III° Internacional les reclamó homologarse a una
serie de principios y denominarse Partido Comunista. Blanco, Molina, Muñoz Diez y
Vellés se afiliaron al comunismo hasta 1925 donde se retiraron casi todos menos Muñoz
Diez.

Conclusiones
La Revolución Rusa, en sus primeros años, produjo un fuerte impacto en la sociedad
rosarina. Es cierto que no varió en su totalidad el ritmo de vida de los rosarinos pero no se
debe soslayar que desde las diferentes clases sociales cambiaron sus maneras de pensar y
las formas de organización. Como hemos visto, la clase empresaria tenía una mentalidad
positiva gracias al proyecto económico y político que tenía el país que se había gestado al
calor del “modelo agroexportador” de los gobiernos conservadores. La crisis generada por
la Primera Guerra Mundial y las noticias de la Revolución en Rusia tomaron por sorpresa a
los empresarios. Una parte de éstos tomó una actitud radicalizada, presionó al gobierno
para que contenga y reprima a los trabajadores, y hasta se sumó a formas de lucha contra
los obreros, como la organización para-militar LPA. Asimismo, generaron pautas para
contrarrestar huelgas obreras, como la AT. En cambio, otra parte de la dirigencia
empresaria eligió organizarse corporativamente para resistir la avanzada obrera
conformando la Federación Gremial de Rosario. Sin embargo, las aristas de dichas
actitudes de la burguesía rosarina no se mantuvieron aisladas sino que se tocaron. Aunque
sea en un primer momento, es posible encontrar a dirigentes en entidades paramilitares o

21
La Internacional, 24/11/1918, II, 15, p. 10.

17
corporaciones gremiales, a la vez que mantienen un fuerte lazo con el Estado, si es que no
forman parte del mismo.
En tanto los trabajadores, ya estaban convulsionados cuando llegaron las primeras
noticias de la Revolución Rusa con las que simpatizaron y les dio fuerza para incrementar
una ola de huelgas y protestas con aire revolucionario. Sin embargo, la falta de
organización no les permitió arribar a un cambio político y social. Por su parte, las
organizaciones de izquierda ligadas al movimiento obrero se vieron fragmentadas por el
impacto de la Revolución Bolchevique. Los anarquistas tuvieron un breve rebrote
primaveral del que sólo una parte quedó afín al naciente comunismo. Los socialistas
también tuvieron fragmentaciones internas porque la dirigencia tradicional rechazó los
hechos revolucionarios de octubres pero otra parte la abrazó y terminó formando el PSI,
posteriormente, el PC en Rosario.

Bibliografía
-Álvarez, Juan (1998) Historia de Rosario (1689-1939), UNR Editora – Editorial Municipal de
Rosario, Rosario.
-Badaloni, Laura (2010) “Huelga ferroviaria de 1917. Violencia, complot maximalista y
mujeres incendiarias”, Marta Bonaudo (directora), Imaginarios y prácticas de un orden
burgués. Rosario, 1850 – 1930, Tomo II, Instituciones, conflictos e identidades. De lo
“nacional a lo local”, Prohistoria, Rosario.
-------------------- (2010) “Saberes técnicos, libros y protestas. La escuela de foguistas,
maquinistas y personal de locomotoras de la sección Rosario del Ferrocarril Central
Argentino”, Galileo. Revista del Instituto de Educación Superior Nº 29 “Galileo Galilei”,
Año I, Nº 1.
-Barsky, Osvaldo y Jorge Gelman (2009) Historia del agro argentino. Desde la conquista hasta
comienzos del siglo XXI, Buenos Aires, Sudamericana.
-Camarero, Hernán (2007), A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del
trabajo en la Argentina 1920-1935, Buenos Aires, Siglo XXI.
- Camarero, Hernán y Alejandro Schneider (1991) La polémica Penelón-Marotta (marxismo y
sindicalismo soreliano, 1912-1918). Buenos Aires, CEAL.

18
-Caterina, Luis María (1995), La Liga Patriótica Argentina: un grupo de presión frente a las
convulsiones sociales de la década del 20, Buenos Aires, Corregidor.
-Comisión del Comité Central del Partido Comunista (1947) Esbozo de Historia del Partido
Comunista de la Argentina (Origen y desarrollo del Partido Comunista y de movimiento obrero y
popular argentino), Anteo, Buenos Aires.
-Comisión Nacional (1914) Tercer Censo Nacional, Talleres Gráficos Rosso, Buenos Aires.
-Doeswijk, Andreas (2013) Los anarco-bolcheviques rioplatenses 1917 – 1930, 1° ed. Buenos
Aires, Cedinci.
-Ielpi, Rafael, (2005) Rosario, del 900 a la “década infame”. Los fervores del Centenario. El umbral
de los años locos, Tomo II, Rosario, Homo Sapiens.
-Lozza, Arturo Marcos (1985), Tiempo de huelgas. Los apasionados relatos del campesino y
ferroviario Florindo Moretti sobre aquellas épocas de fundaciones, luchas y serenatas, Anteo,
Buenos Aires.
-Matsushita, Hiroshi (1983) Movimiento Obrero Argentino 1930-1945: Sus proyecciones en los
orígenes del peronismo (1986), Buenos Aires, Hyspamérica.
-Menotti, Paulo y Antonio Oliva (2015) “El poder de la turba”. La lucha de los trabajadores
ferroviarios del Central Argentino. La FOF, La Fraternidad y las contiendas del poder
gremial en el seno del movimiento obrero (1917-18)”, Archivos, Año III, N° 6, pp. 117-
137.
-Pons, Adriana y Rosalyn Ruiz (2005) “Tras el velo del comercio, la materia prima se transforma.
Una aproximación del perfil industrial-manufacturero de Rosario (1873-1914), Marta Bonaudo
(directora), “Imaginarios y prácticas de un orden burgués. Rosario, 1850-1930”. Tomo I, Los
actores entre las palabras y las cosas. Prohistoria, Rosario.
-Prieto, Agustina (2020) “La «huelga grande» de 1896 en la emergencia de la cuestión obrera
rosarina”, Archivos, Año IX, N° 17, pp. 143-162.
-Karush, Mathew (2006), “Radicalismo y conflicto obrero urbano”, capítulo 2, Oscar Videla, Nueva
Historia de Santa Fe, 9, “El siglo Veinte. Problemas sociales, políticas de Estado y economías
regionales (1912-1976)”, Rosario, Prohistoria, La Capital.
-Palermo, Silvana (2014) “La acción del Departamento Nacional de Trabajo frente a los
conflictos laborales en los ferrocarriles y su intervención en la gran huelga de 1917”,
Lobato, Zaida y Suriano, Juan (Comp.) La sociedad del trabajo. Las instituciones laborales
en la Argentina (1900-1955), Buenos Aires, Edhasa.

19
----------------------- (2006) “Peligrosas, libertarias o nobles ciudadanas: representaciones de
la militancia femenina en la gran huelga ferroviaria de 1917”, Mora. Revista del Instituto
Interdisciplinario de Estudios de Género, Nº 12.
-Rapalo, María Ester (2012) Patrones y obreros: la ofensiva de la clase propietaria, 1918-
1930. Buenos Aires, Siglo Veintiuno.
-Ratto, Alex (2017), “El Partido Socialista frente a las huelgas rosarinas de 1912-1913”,
Coordenadas. Revista de Historia Local y Regional, Vol. 5, Nº 1, Año 5.
-Simonassi, Silvia (2012), Las organizaciones empresarias de la industria en Rosario (1930-1962),
Tesis de doctorado (mención Historia), Facultad de Humanidades y Artes, Universidad Nacional de
Rosario, Rosario, Mimeo.
-Tarcus, Horacio (director) (2007), Diccionario biográfico de la izquierda argentina. De los
anarquistas a la “nueva izquierda” (1870-1976), Emecé, Buenos Aires.
-Videla, Oscar R. (2006) “Desarrollo agroexportador y conflictividad social, 1912-1930. El Siglo
Veinte. Problemas sociales, políticas de Estado y economías regionales (1912-1976)”, Tomo 9,
Nueva Historia de Santa Fe, Prohistoria y Diario La Capital, Rosario.

20

También podría gustarte