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LA RELACION DE JESUS CON LOS POBRES Y MARGINADOS DE LA

SOCIEDAD

Según las narraciones evangélicas, es sabido que Jesús se rodeó y favoreció durante su vida a

pecadores, publicanos, enfermos leprosos, pobres, samaritanos, paganos, mujeres y niños. Si

estas personas fueron favorecidas por Jesús y de esta forma se declara el amor de Dios hacia

ellas entonces todos los hombres tienen la dignidad de hijos de Dios y todos los hombres son

de verdad hermanos”, pero es necesario tener en cuenta que la opción de Jesús por los pobres

es una opción preferencial, no excluyente.

Jesús, en su vida, se ubica entre los marginados y, desde allí, anuncia a todos la buena noticia

de que “Dios es amor” y convertirse a ese amor que nos es dado gratuitamente, sin mérito

nuestro, es una invitación dirigida a todos sin excepción, a convertirse a las preferencias de

Dios. De allí, que la universalidad del amor de Dios se expresa justamente en su preferencia

por los pobres, para que nadie quede excluido de ese amor.

JESUS TAMBIEN FUE MARGINADO:

Jesús, marginado por su origen y por su fin:

“Y dio a luz a su Hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque

no tenían sitio en el alojamiento” (Lc 2,7), su nacimiento en una cueva expresa la exclusión,

la pobreza y la miseria; su muerte tiene lugar fuera de la ciudad. Heb 13,12), la cruz no es la

muerte de una condenado cualquiera, sino la muerte de los esclavos y de los delincuentes

políticos, su vida, también es conflictiva:

Dentro de la sociedad en los tiempos de Jesús, la mayoría de las personas eran marginadas

sobre todo las mujeres y los niños, pero Jesús vino a traerles consuelo y sobre todo los acepto

y los reconoció como sus amigos.


Los pecadores:

La primera categoría de marginados en la sociedad judía contemporánea de Jesús la forman

los pecadores. Eran todos aquellos que quebrantaban la Ley de Moisés de manera grave y

notoria. En esta condición estaban las rameras, los adúlteros, los ladrones y los bandidos.

Además de estos pecadores por transgresión hay otros que lo son por razón de su oficio.

Según la opinión de los judíos algunos profesionales faltaban a la justicia en el ejercicio de su

quehacer. Así estaban calificados los pastores, porque era inevitable que entraran con sus

ovejas a pastar en campos ajenos. Lo mismo hay que decir de los publicanos, que eran los

encargados de recaudar la contribución para Roma. Contrataban una cantidad global con el

gobernador romano y después hacían la recaudación por su cuenta.

Los enfermos:

En las sociedades primitivas y en los tiempos de Jesús, muy escasas en servicios sanitarios,

los enfermos de toda índole formaban un grupo muy amplio.

a) Los evangelios mencionan a los leprosos; es probable que, en aquella época, sin grandes

conocimientos médicos, la mentalidad popular calificase como tales a cualquiera que tuviese

una enfermedad en la piel, además de a los leprosos propiamente dichos.

b) Otro vocablo empleado con frecuencia es el de endemoniados; es comprensible que

agruparan bajo estos términos a muchos dolientes de tipo psíquico, en los que no se adivinaba

trastorno alguno corporal, pero tampoco se los veía como personas normales.

c) Finalmente estaban los que sufrían alguna deficiencia física: los ciegos, los paralíticos

(tullidos), los mudos y los cojos. Todos ellos estaban apartados de la vida social.
Un rasgo común que los caracteriza a todos es su condición de pobres. La inmensa mayoría

eran personas sin trabajo y sin recursos monetarios. Ni podían valerse por sí mismos ni la

familia podía sustentarlos; por eso se veían obligados a mendigar, colocándose a la entrada de

las ciudades por donde solía pasar la gente, para pedir una limosna a los transeúntes.

Las mujeres:

La condición de las mujeres en la época de Jesús era bastante penosa.

En el aspecto familiar sólo se pensaba en ellas para el matrimonio; era la única salida posible.

Pero al casarse llevaban siempre la peor parte. El marido se convertía en amo y señor; la

esposa no pasaba de sirvienta, que tenía que lavarle la cara, las manos y los pies; esta tarea la

cumplían también los esclavos si no eran judíos. Soportaban la poligamia y el divorcio; los

hombres podían abandonarlas no sólo por adulterio, sino por motivos fútiles, como el haber

perdido encanto físico o no saber cocinar bien. Si alcanzaban la maternidad, sí gozaban de

mayor respeto y veneración. Pero si no tenían hijos, como la falta de fecundidad se atribuía

sólo a las mujeres, tenían que soportar la ignominia de que las llamaran estériles; era una

desgracia por la que tenían casi que ocultarse y no aparecer en público.

Socialmente no gozaban de ninguna consideración. Más bien estaban terriblemente

discriminadas. Si nacía un varón, estallaba la alegría en casa; si era mujer, aparecía la

indiferencia y aun la tristeza. Las escuelas eran sólo para los muchachos; la formación de la

mujer se limitaba a aprender los trabajos domésticos: coser, tejer, guisar. Eran siempre como

menores de edad; cuando estaban solteras, respondía por ellas el padre; si casadas, el marido.

En el terreno religioso persiste la marginación de la mujer. Los rabinos no les enseñan la ley,

porque harían mal uso de lo aprendido. En las sinagogas están separadas de los hombres por

una barrera; el culto comienza si al menos hay diez hombres, pero no se hace el recuento de

las mujeres; no se les permite intervenir; tienen que limitarse a escuchar. Al dar a luz quedan
como impuras durante cuarenta u ochenta días, según haya nacido niño o niña. No las obligan

todas las cláusulas de la ley, pero están sometidas a las penas más graves si las quebrantan.

No tienen obligación de rezar el shema; y tienen que aguantar que los hombres oren.

Los pobres:

La tierra de Palestina era árida y poco fértil. Saqueada a lo largo de su historia por sucesivas

guerras, y desde hacía ocho siglos ocupada por potencias extranjeras, era en tiempo de Jesús

una nación esquilmada. No había muchos esclavos; sólo eran numerosos en la corte de

Herodes. Pero los pobres formaban una verdadera legión. Unos vivían de las ayudas que la

gente les daba; otros ganaban su escaso sustento con el trabajo.

El relato de la multiplicación de los panes sirve para imaginarnos el triste panorama de la

miseria del pueblo: sin alimentos suficientes que llevarse a la boca, sin trabajo con el que

poder ganar el jornal diario, sin techo donde guarecerse. La parábola del rico y del pobre

Lázaro, o la de la mujer angustiada por haber perdido una moneda, son muy expresivas del

ambiente en que vivió Jesús.

OTROS MARGINADOS:

Los niños.

No se los tenía en cuenta para nada. Jesús los pone como modelos de humildad, cuando

exhorta a los adultos a ser como ellos, si quieren entrar en el reino de los cielos. Y emplea el

tiempo con ellos, cosa que no debió de parecer bien a los apóstoles, a juzgar por las palabras

del Maestro: "Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis".

Los gentiles.

La ley prohibía tratar con ellos. Ni se podía entrar en sus casas, porque contaminaban, ni se

les dejaba penetrar en el hogar de un israelita, ni en el atrio interior del templo. Los judíos no
subieron al pretorio de Pilato cuando fueron a condenar a Jesús. Pero Jesús sí atiende la

petición de la mujer cananea, curando a su hija.

Los Samaritanos:

Era una raza mestiza, con mezcla de sangre judía y pagana. Además, se habían apartado de la

ortodoxia de Jerusalén, edificando su propio templo en la montaña de Garizín. Entre ellos y

los judíos puros había fuertes tensiones y enemistades. Ni siquiera se podían pedir un vaso de

agua. El peor insulto era llamar a uno "samaritano". Sin embargo, Jesús los propone como

modelos de gratitud y de amor.

Los campesinos

Los hombres del pueblo llano. No eran sólo los que vivían en el medio rural, sino los

ignorantes que desconocían la Ley y, en consecuencia, no podían tampoco practicarla con

fidelidad. Las clases cultas y los fariseos autosuficientes los despreciaban como parias de

aquella sociedad. Jesús vivió en cordial cercanía de ellos.

LA SOCIEDAD EN

LOS TIEMPOS DE

JESÚS
SUMO SACERDOTE.

• Era el responsable máximo del Templo y presidente del Sanedrín.

• Pertenecía al partido de los saduceos u colaboraba con el poder romano.

• Su cargo era vitalicio, pero los diversos procuradores romanos nombraban y destituían al

sumo sacerdote cuando querían.

SADUCEOS.

• Pertenecían a la clase alta del país (aristocracia y grandes propietarios).

• Políticamente, colaboraban con el poder romano, intentando mantener el orden público.

Religiosamente, eran muy conservadores: se atenían a la Ley y no creían en la resurrección

SACERDOTES.

• Unos 7.000 sacerdotes se encargaban de atender el Templo.

• Eran pobres, vivían de parte de las ofrendas y de oficios que se buscaban por su cuenta.

ESCRIBAS.

• Su misión consistía en explicar y actualizar la Ley en función de los nuevos tiempos y de

los problemas que se planteaban.

FARISEOS.

• La palabra “fariseo” significa “separado”. Eran hombres piadosos que conocían bien la Ley

y la cumplían a rajatabla (ayunos, penitencia, oración, etc.).

• Ejercían una enorme influencia entre el pueblo, hasta el punto de que los jefes religiosos

seguían siempre sus consejos.

• Pertenecían a una clase media.

• Los fariseos quieren estar separados de los que no conocen la Ley y son impuros porque no

la cumplen.
• Eran nacionalistas y hostiles a los romanos, pero no usaban la fuerza, sino que esperaban un

mesías que estableciera el reino de Dios echando a los romanos.

ZELOTES.

• Eran un movimiento extremista y armado.

• Pertenecían a las capas más pobres del pueblo.

• No se enfrentaban directamente con el ejército romano, sino que organizaban revueltas y

asesinatos aprovechando fiestas y reuniones del pueblo.

• Solían esconderse en cuevas de Galilea y contaban con el apoyo de las clases populares.

• Entre los seguidores de Jesús había antiguos zelotes: Simón el Zelota, Judas Iscariote.

El PUEBLO.

• Era la clase social inferior, compuesta por habitantes del campo, descendientes de

extranjeros, que no conocían la Ley más que en lo fundamental y ni siquiera eso cumplían.

• Pertenecían a este grupo jornaleros, curtidores, carniceros, pastores y todos aquellos cuyos

oficios eran considerados impuros.

• Era la gran masa del país.

MUJERES.

• La mujer no tenía los mismos derechos civiles y religiosos que el hombre.

• Una mujer dependía totalmente de su padre hasta la edad de doce años. A esta edad, que nos

parece muy temprana, se celebraban los esponsales, y un año después tenía lugar el

matrimonio. A partir de entonces, la mujer pasaba a depender totalmente del marido. Éste

podía divorciarse; la mujer, no.

• En el Templo, la mujer no podía pasar del atrio reservado a los gentiles y a las mujeres. En

la sinagoga solamente se limitaba a escuchar.

• La mujer estaba considerada como menor de edad y dependía siempre de un hombre.


MARGINADOS.

• Había grandes grupos marginados por distintas causas: religiosas, morales o racistas.

• Los publicanos eran marginados porque cobraban, por encargo de los romanos, los

impuestos sobre las mercancías importadas. Como el dinero que cobraban superaba los

impuestos para quedarse con una ganancia, cometían muchos abusos y el pueblo en general

los odiaba y los tenía por ladrones. Determinados enfermos, sobre todo de la piel

(leprosos), y de enfermedades mentales, se veían apartados de toda vida social, incluso de la

religiosa.

• Los minusválidos (cojos, ciegos, paralíticos,) frecuentemente convertidos en mendigos, eran

otro tipo de marginados.

• Los gentiles (los que no eran judíos) y las pecadoras públicas (prostitutas, adúlteras) eran

discriminados por motivos morales religiosos.

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