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CARNAVALES EN LA LIMA OCUPADA POR LOS CHILENOS

En los mismos días en que el ejército patriota realizaba la penosa retirada de Junín a Huancavelica,
afrontando las inclemencias de la naturaleza que le haría sufrir grandes pérdidas, Lima, como
siempre, estaba de fiesta. Esta vez eran los carnavales. Aquí a nadie parecía importarle el
infortunio de la hueste que al mando de Cáceres subía por esos días escarpadas cuestas, por
senderos casi destruidos a causa de las torrenciales lluvias y huaycos que asolaron la sierra central
en febrero de 1882. Allá estaba por ocurrir la tragedia de Julcamarca, donde el Ejército de la
Resistencia iba a perder la mitad de sus efectivos, además de acémilas y bastimentos, que cayeron
a los profundos abismos. Allá se padecía y se moría. Aquí se jugaba, se gastaba a raudales y los
extranjeros buscaban el amor de las limeñas, tal y como leemos en la carta que el 20 de febrero de
1882 firmó en Lima, algo contrariado, el corresponsal del diario madrileño “La Época”, de quien
tomamos las siguientes líneas:

“PARA ALGO ERA RICO EL PERÚ”

“Estamos en pleno carnaval, y es preciso jugar a carnavales, como dicen por aquí. El juego es
inocente: se reduce a mojarse unos a otros con agua, esencia y cuantos líquidos puedan haberse a
la mano, empleando para ello frascos, botellas, vasos, etc., etc., y zambullendo, si se puede, en la
tina de bañarse al que se descuida un poco.

También se emplean los barnices, polvos, papel recortado y otras zarandajas; el caso es ponerse
como ropa de carnaval, y tienen que acudir al día siguiente a la modista o al sastre para que haga
un equipo nuevo, pues como la bromita de jugar a carnavales se empieza en el mes de Febrero,
hay tiempo más que de sobra para agotar el guarda-ropa. Para algo era rico el Perú.

EL GRAN NEGOCIO DE LOS VIDRIEROS

Otra bromita inocente empleada estos días es la de arrojar cascarones rellenos de agua, harina,
polvos, etc., que si en tiempo de Pizarro se usaban y eran de huevo, hoy la industria ha llegado
hasta a hacerlos de cera u otra masa sólida, con lo cual los chicos y los grandes no dejan en los
balcones un cristal entero. Este adelanto ha sido introducido por el gremio de vidrieros, que se
han puesto de acuerdo con los muchachos para gratificar mejor a quien pruebe haber roto más
cristales. Ayer presencié una de esas gracias, y los pedazos de cristal hirieron en la cabeza de una
niña de cuatro años. Tal es el juego de carnavales en el Perú; graciosísimo para los limeños, pero
que a un extranjero, sobre todo si es viejo o poco menos, no le hace maldita la gracia.

LA LUCHA DE LAS HERMOSÍSIMAS CRIOLLAS


Ocurre, sin embargo, una cosa digna de notarse, y es que la juventud extranjera protesta la
primera vez y luego acaba por ser entusiasta partidaria de ese juego, sobre todo si ha tenido que
luchar a brazo partido con alguna de las hermosísimas criollas que tanto abundan, y conseguido
cueste lo que cueste, desarmarla de su inagotable chisguete (frasco).

CARNAVAL EN LA POLÍTICA: PIÉROLA

Si de las costumbres populares pasamos al campo de la política, nos encontramos que el carnaval
continúa con bromas más pesadas que los cascarones y las mojaduras… Tenemos, pues, al Sr.
Piérola, conspirando de nuevo a la sombra y con el apoyo de sus enemigos, dispuestos tal vez a
firmar la paz cediendo a Chile el distrito de Tarapacá, después de sentenciar a muerte y declararlo
traidor a la patria al que escuchara siquiera semejantes condiciones… Dígaseme después de esto si
me he equivocado al decir al principio que el carnaval se extendía hasta el campo de la política…”.

………….

También se iban a festejar los carnavales en plena guerra entre Cáceres e Iglesias, y de eso
hablaremos otro día. Así era y es Lima, “alegre y jaranera”, incluso en los días más aciagos para el
país.

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