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Autobiografía lectora

Maria Bustamante Ballestas

La primera vez que toqué un libro por cuenta propia surgió de una típica conversación entre
una mamá docente y una hija con mucho tiempo libre; “Mami estoy aburrida” “Bueno hija,
ponte a leer que eso lo soluciona todo”. Esa conversación me llevó a encontrar un libro
homónimo a mi “Maria” de Jorge Isaacs y en el encontré descripciones vívidas de los
paisajes colombianos, un amor profundo y verdadero, y un final que a los 5 años era difícil
de entender. Sin embargo, en la literatura, bien fuese enciclopedias o cuentos cortos,
encontré un refugio para las tardes de soledad y para ese instinto que me hacia sentir
diferente a los demás niños de mi edad. Entonces en nuestro primer computador, con
aquellos protectores de pantalla gigantes, descubrí los videojuegos con sus envolventes
tramas y aventuras que se convertirían en mi nueva literatura, desde historias de héroes
medievales hasta relatos de civilizaciones y culturas tanto antiguas como modernas, sin
dejar de lado las ocasionales novelas de García Márquez (El Coronel no tiene quien le
escriba y el relato de un náufrago) y como olvidar cuando conocí la saga de los “Legados
de Lorien”, la cual aún me obsesiona para ser franca, y una cosa llevó a la otra y terminé
leyendo la saga completa de Percy Jackson e incluso un par de libros de su saga hermana
“Los héroes del Olimpo” donde me vi identificada con estos jóvenes viviendo en una
realidad semi-alterna y explorando por su cuenta las vicisitudes que ofrecía la misma.

No obstante, en todo producto literario que había consumido me quedaba un sin sabor que
fue solo hasta entrados los 15 pude comprender… No me veía reflejada en los ocasionales
amoríos de los libros e incluso de los videojuegos, creo que tuvo algo que ver cuando me
encontré con Juana de Arco y sus proezas o quién sabe. La cuestión fue que, dentro de mi
curiosidad y luego de resolver dudas, me topé con relatos online de chicas como yo y fue
allí donde encontré mi alimento literario por un buen tiempo, era ahí donde encontraba
aventuras, romances e incluso ciencia ficción que se ajustaban a los fenotipos de chicas y
chicos con las mismas preocupaciones que yo: encajar en el mundo y sortear las
dificultades de la adolescencia.
En ese momento con toda la rebeldía de los 16, que se manifestaba en quedarme hasta la
madrugada hablando y discutiendo mis novelas virtuales con mis amigos virtuales, y otras
veces queriendo copiar a mi hermano mayor con sus libros de historia, que suponía
entender, se me fue el año hasta que un día de reflexión me iluminó el pensamiento y
encontré que la historia era un tema más que interesante para mí, que en los libros de
mitología griega, romana y latina, o en la historia de la Segunda Guerra Mundial iba a tener
otra pasión más y que iba a impulsar mi motivación por estudiar historia y hacerla mi
carrera a futuro cercano. Como daría la vuelta esa decisión luego…

Al finalizar el colegio y a tres meses de iniciar clases de historia concluí que lo mío era la
gastronomía así que me embarqué 4 años en la cocina y el trabajo duro, consumiendo y
archivando literatura gastronómica mundial y de recuperación patrimonial entre esos los
libros de tradición gastronómica del Ministerio de Cultura y los libros de autores
independientes. Terminando mis estudios tuve que tomar otro rumbo muy diferente al que
tenía por delante y encontré en las lenguas modernas una nueva oportunidad, aquí me topé
con el poder de la lectura crítica y volví a ver en la literatura latinoamericana una similitud
con mi desarrollo cognoscitivo, gracias a El Túnel de Sábato, El
Perseguidor de Cortazar y recién con Los Ejércitos. Espero que este sea el comienzo de una
larga amistad con la literatura…

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