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SHIBBOLETH

NARRATIVAS DESDE EL ANEXO


Luis Leija & Carlos Guevara

El diván negro
SHIBBOLETH
NARRATIVAS DESDE EL ANEXO
Luis Leija & Carlos Guevara
SHIBBOLETH
NARRATIVAS DESDE EL ANEXO
Luis Leija & Carlos Guevara

El diván negro
Colección: Intersecciones

Primera edición: 2019

SHIBBOLETH
NARRATIVAS DESDE EL ANEXO

Autores: Luis Manuel Sánchez Leija y Carlos Guevara


Revisión técnica y editorial: Samuel Hernández
Cuidado de la edición: Los autores, Gabriela Oliva y Carlos Martínez
Fotografía de portada: Sin título, Luis Leija (Baa), 2018
Editorial: El diván negro

ISBN: 978-970-94311-7-9

el.divan.negro@gmail.com
www.facebook.com/DivanNegro

Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por


cualquier medio o procedimiento sin autorización previa por escrito de
la editorial.

Impreso y hecho en México


AGRADECIMIENTOS

A la Dra. Xochiquetzaly, ya que tomé algunos


extractos de la tesis que realicé bajo su supervisión,
y al resto, y a todos, y a nadie.
Baa

A Mónica, a mis hijos Carlos y Alejandro por


darme esa otra realidad.
Carlos Guevara
CONTENIDO

PRÓLOGO, Ronnie Medellín • 11

INTRODUCCIÓN, por Luis Leija y Carlos Guevara • 15

—NARRATIVAS DESDE EL ANEXO—


(Luis Leija)

EL ANEXO • 19

APOSTANDO POR INTENTAR ASIR LAS PROCEDENCIAS


DE ESTAS FORMAS DE ESTAR • 35

HISTORIAS POLÍTICAS DE RESISTENCIA


COMO PRÁCTICAS ARTESANALES • 52
—S H I B B O L E T H—
(Luis Leija y Carlos Guevara)

I • 79

II • 80

III • 81

IV • 82

V • 83

VI • 84

VII • 85

VIII • 86

IX • 87

X • 88

XI • 89

XII • 90

PRÓLOGO

Shibboleth son los otros

El presente proyecto es desconcertante, pues en un primer mo-


mento es indudable que detrás de él hay un trabajo humano,
social y casi antropológico. Es difícil interpretarlo desde la aca-
demia ya que su aproximación al lector es distinta. Es real y casi
infecciosa, no malinterpretemos esta forma de adjetivar el pro-
yecto y dejémoslo para después.
Los alcances de las narrativas expuestas, gráficas y escri-
tas, son el proceso de un trabajo que va de la creación literaria
hasta los usos más oscuros de la psicología. Sorprende, deja al
lector mudo y con ganas de refugiarse en la ficción. ¿Quién sor-
prende, los autores de los relatos o los creadores del proyecto?
La respuesta no es simple, pues detrás de cada una de estas pá-
ginas hay un esfuerzo conjunto de pacientes a creadores, de ar-
tistas a humanistas y de psicólogos a víctimas. Desde mi punto
de vista hay algo que se debe rescatar y es el valor de enfrentar
a la realidad, dejemos de lado el estigma de sus colaboradores,
algunos farmacodependientes, delincuentes, violadores y hasta
asesinos. Hay algo más, y no sólo es estar a la merced de cada
uno de ellos, sino aquello que aceptaron al colaborar con ellos:
la realidad.
Muchos antropólogos han lidiado con eso que llama-
mos realidad. La han estructurado, teorizado y hasta la han po-
dido graficar. La labor de Guevara y Leija dentro del proyecto
es aguerrida y hasta decidida como la de un antropólogo. Hay
vestigios de oralidad y hasta de etnografía. El recurso de la his-
toria de vida y hasta de la observación participante.
Pero hay algo más, pues este documento no es propio
de la antropología y posiblemente ni lo intenta. Y es que su

11
método va más allá. Juega con las narrativas sin buscar victimi-
zar ni ser una apología. Construye un camino místico, pero sin
entregarse a las mieles de la metafísica. Su único objetivo es la
construcción del relato.
Pero también debemos de entender que esto no es lite-
ratura, pues no es intención de los compiladores ni de los rela-
tistas. Este documento no busca realzar las figuras retóricas ni
composiciones concienzudas del uso de la metáfora y la meto-
nimia. Además, el proyecto acepta esas dolencias y acoge lo pri-
mordial: el otro, la otredad y su compleja alteridad.
Las representaciones gráficas y relatos aquí contenidas
pueden sucumbir al lector, no sólo por lo explícito de cada una
de ellas sino por la franqueza. Aunque podría compararse con
la crónica, o corrientes literarias como el realismo sucio o lo
propio de la generación Beat, esto es algo totalmente distinto ya
que el lector está a la merced de sus múltiples autores. No hay
convenciones abstractas ni citas de algún manual de trastornos.
Es el intento de varias voces por establecer hechos, algunos des-
concertantes y otros extremadamente crueles. Es el intento de
varios anexados, secuestrados por ellos mismos, sus padres y la
sociedad, por la búsqueda de una libertad o un simple ejercicio
para salir de la rutina.
Estos textos son del otro, de aquel otro que puedes en-
contrarte en la calle, en la tienda y hasta en el mismo transporte
público. El otro que narra su experiencia de vida con total fran-
queza, sin metáforas ni redacciones donde le lector pueda salva-
guardarse de la realidad. A pesar de pecar de simples y de po-
breza literaria hay un ejercicio profundo con los símbolos del
tarot, y a su vez con sus símbolos propios. No por nada los fa-
voritos fueron el arcano sin nombre (la muerte) y el juicio. Aun-
que podríamos apelar a Jung creo que lo correcto sería apelar a
sus propios contextos, a sus propios símbolos. La muerte, para
ellos, es algo real, se representa en sus espacios como una santa,
una personificación de lo “malo” y lo “bueno”. Es también la

12
condición para introducirse al mundo de los fármacos, de la
delincuencia y para seguir en la dinámica de desigualdad de una
sociedad como la nuestra. El juicio es lo que muchos de ellos
esperan con temor durante esta vida y al final de ella. Esperando
a responder o negar con un relato de redención o arrepenti-
miento.
¿Qué es lo que tenemos frente a nosotros? ¿Qué estamos
por leer? Si carece de antropología, pero se atreve a usar ciertas
herramientas. Si carece de literatura, pero ofrece a los autores
escapes propios de la oralidad en forma de relato, poesía e ilus-
tración ¿qué es lo que estamos a punto de leer? Shibboleth es un
puente creado por Leija y Guevara para arrojar las impresiones,
pensamientos y vivencias de autores cotidianos, mundanos.
Hombres que han perdido la libertad y se han arrojado al vacío
de una sociedad excluyente y temerosa de tales personajes.
El infierno son los otros, citando a Sartré, y Shibboleth
también son los otros. Son todos aquellos que incomodan al
lector, no por sus acciones y sus pasados oscuros, sino por la
forma que irrumpen en la realidad del espectador. Esos otros
que incomodan la realidad, haciendo presente preocupaciones
y estableciendo juicios éticos y no éticos, pues los autores aquí
contenidos irrumpen la realidad del cómo, imposibilitando una
relación intersubjetiva, sembrando pensamientos de todo tipo
en ese otro ajeno a lo que Shibboleth representa.
Como lo dije a un principio, este proyecto es una infec-
ción, una muy drástica, a la realidad del otro fuera del anexo,
fuera de contextos violentos y voraces. Y una vez que se empieza
su lectura es imposible detenerse. No sólo por el morbo y la
curiosidad sino por la capacidad de los creadores de Shibboleth
para llevar a los autores de dichos relatos a construir historias y
reconstruir vivencias. No en una versión palurda de taller lite-
rario, sino en el de un taller creativo. Posibilitando a los autores
a expandir su lenguaje simbólico, a replantear las convenciones

13
sociales impuestas. A través de la terapia, de la crónica negra,
de la experimentación gráfica y el tarot.
Shibboleth es un puente con el otro, los otros, y el lector
debe ser consciente de ir lo más ligero posible para no cargar de
más a su regreso, a su confort.

Ronnie Medellín

14
INTRODUCCIÓN

Microrelatos a partir del taller de narrativa vivencial impartido en una


Clínica de Rehabilitación para Adicciones

El proyecto que se describe a continuación titulado “Al Servicio


del Escritor” surge inspirado en la obra “El libro Chacal pre-
senta: un milagro electoral” de Nazareno Vidales, que explora
la narrativa visual y la relación de la imagen con la narrativa de
lo otro, lo perverso y oculto que se despliega a partir de la radi-
calidad del encuentro con quien es ajeno a uno mismo.
“Al servicio del escritor” explora el desarrollo de una na-
rrativa vivencial por medio del proceso de escritura y de sus atri-
butos como acto que mantienen una relación con lo que puede
escapar a uno mismo. Este proceso narrativo, ampliado e in-
fluido por la noción de telegrafía que se encuentra en James
Ellroy y el tarot de Marsella, y que Carlos Guevara pone en mar-
cha a través de una metodología de trabajo con un grupo de 10
personas que se encuentran recluidas en una clínica o anexo
para el tratamiento de adicciones, tiene el propósito de crear
una serie de micro relatos que partieran de la experiencia viven-
cial y se inclinaran a la corriente propia de la novela negra.
Debido a que la psique es capaz de construir el puente
de personajes a autores, la presente propuesta busca inscribirse
como práctica artística en coautoría con BAA y Gabino Anto-
nio, psicólogo con experiencia en el campo clínico. Su pertinen-
cia radica en mostrar la perspectiva y narración de personas que,
en función de la particularidad de sus vivencias, llegan a

15
convertirse en personajes de la ficción de quien escribe novela
negra y quien acede a ella como lector.1
Para participar las personas fueron seleccionadas de
acuerdo a su capacidad para leer y escribir, sin importar si pre-
sentaban errores ortográficos, de sintaxis o dicción. En el
mismo sentido se buscó que no presentaran un deterioro cog-
nitivo severo, debido al consumo de sustancias. Una vez selec-
cionados, el tamizaje se realizó con la utilización del tarot de
Marsella (todos los participantes eligieron entre los arcanos ma-
yores las cartas del juicio y la muerte), así como con las tipolo-
gías que propone la psicología analítica de C. G. Jung.
Quienes llevamos a cabo el presente proyecto, estamos
conscientes que las personas recluidas en el anexo no parten de
ser grandes literatos. Sin embargo, consideramos que sus viven-
cias, al ser plasmadas de forma narrativa, pueden acompañar a
manera de suplemento de primera mano algo que contornea
otras experiencias. No con el sentido de dignificar o victimizar,
sino como un ejercicio que se somete a la mirada del público
tanto especializado o ajeno al género de la novela negra.
En este volumen, junto con los micro relatos, se incluye
también un material gráfico llamando Exvotos negros, que cons-
tituyen una suerte de ejercicios gráficos que sustentan en la ex-
presión de la vivencia elegida, a manera de ilustración que la
acompaña.

1
En este sentido, narrativa vivencial se puede enunciar para el uso de talleres
de producción literaria, donde el uso de vivencias es puesto en escena como
detonador para la inmersión en la práctica de la escritura. Básicamente, im-
plica la inclusión de habilidades de escritura a partir de escenas psíquicas
que se habitan como traumáticas.

16
—NARRATIVAS DESDE EL ANEXO—
EL ANEXO

Después de escalar una montaña muy alta,


descubrimos que hay muchas otras montañas por escalar.
Mandela

El término “anexo” suele ser utilizado para referirse a un lugar


destinado a albergar individuos que tienen una relación conflic-
tiva con el consumo de sustancias: cigarrillos, alcohol, mari-
guana, cocaína, peyote, DMT, cristal, fármacos, sustancias no
ilegales como inhalables a base de solventes, pegamentos indus-
triales, etc.
Se suele anexar a estos sujetos con otros que comparten
la condición problemática con el consumo de sustancias antes
mencionadas durante un periodo que oscila en mínimo, tres
meses y, en condiciones particulares, años, se puede considerar
que cada espacio, por medio de los supuestos que consideren
pertinentes: dinero, pretextos terapéuticos, acuerdos familiares,
problemáticas legales o criminales entre otras cosas; son usados
como criterios para establecer el tiempo de internamiento.

Aproximaciones muy generales al panorama social del anexo

La situación o el panorama general de lo que es llamado un


anexo es que son considerados lugares hostiles, a la vez que pa-
recen fungir como prisiones y este supuesto no está distante de
una “realidad” ya que estos espacios suelen generar sus propias
lógicas de aprisionamiento.
Con el propósito de sustentar lo anterior se puede men-
cionar la Declaración Conjunta de las Naciones Unidas que pide el
cierre de los centros obligatorios de detención y rehabilitación
19
para drogodependientes, título de un reportaje del 2012 com-
partido en el portal de ONUSIDA del cual se resalta lo si-
guiente:

Expertos en derechos humanos, profesionales de la


salud, la sociedad civil y las entidades de las Naciones
Unidas han manifestado su preocupación sobre es-
tos centros con el argumento de que violan una am-
plia gama de derechos humanos y que ponen en pe-
ligro la salud de las personas retenidas.

Según la nota, se destaca la importancia de clausurar dichos es-


pacios al considerar que “la situación de los individuos reteni-
dos en estos centros es bastante similar. Por lo general, son
arrestados y confinados sin tener derecho a un proceso justo”
dejando clara una postura y una forma de reconocer estos espa-
cios como destinados al abuso de los individuos y a la violación
de sus Derechos Humanos. A dicha causa se suman las siguien-
tes instituciones que han firmado la declaración conjunta de los
centros obligatorios de detención y rehabilitación para los dro-
godependientes:

Organización Internacional del Trabajo (OIT), Ofi-


cina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los Derechos Humanos (OACDH), Programa
de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD),
Organización de las Naciones Unidas para la Educa-
ción, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), Fondo de
Población de las Naciones Unidas (FPNU), Alto Co-
misionado de las Naciones Unidas para los Refugia-
dos (ACNUR), Fondo de Naciones Unidas para la
Infancia (UNICEF), Oficina de Naciones Unidas
contra la Droga y el Delito (ONUDD), la Entidad de
la ONU para la Igualdad de Género y el Empodera-
miento de la Mujer (ONU Mujeres), Programa Mun-
dial de Alimentos (PMA), Organización Mundial de

20
la Salud (OMS) y el Programa Conjunto de las Na-
ciones Unidas sobre el VIH/sida (ONUSIDA).
(ONUSIDA, 2012)

El reportaje concluye con lo siguiente:

En las próximas semanas, el personal de la Secretaría


de ONUSIDA se reunirá con sus homólogos guber-
namentales y con los asociados de la sociedad civil y
las Naciones Unidas para encontrar la mejor manera
de avanzar en esta cuestión tan importante y urgente.
(ONUSIDA, 2012)

Sin embargo, aún no se hace visible el desarrollo estratégico en


San Luis Potosí, la ciudad en la cual radico y mantengo ocasio-
nalmente relación con estos espacios. Por destacar otro ejem-
plo, el cual se encuentra en la edición digital de Proceso del
2013, en una entrevista al doctor Ricardo Iván Nanni Alvarado
—en ese momento presidente de la Central Mexicana de Servi-
cios Generales de Alcohólicos Anónimos (AA)—, este se mues-
tra inconforme con los centros tipificados como anexos o gran-
jas los cuales violentan los Derechos Humanos e incluso desvir-
túan el hacer de AA que suele ser utilizado en dichos espacios.
Mientras se desarrolla la entrevista el doctor hace una mención
que es importante destacar:

Por desgracia estoy imposibilitado para realizar de-


nuncias porque me lo prohíbe la normatividad in-
terna de Alcohólicos Anónimos. Ni siquiera pode-
mos demandar judicialmente a esos grupos por usur-
par nuestro nombre y plagiar nuestro logotipo. Lo
único que podemos hacer es deslindarnos. (Rivera,
2013)

21
En dicha entrevista se hace referencia a la cantidad aproximada
de 7 millones de alcohólicos en el país, aludiendo a la incapaci-
dad de hacerle frente a dicho fenómeno incluso destaca lo que
podría ser un muro económico para cierta población en el país:

La mayoría de las familias que tienen en casa a un


alcohólico grave no todas cuentan con 200 mil pesos
para pagar un internado en la clínica Oceánica. En
cambio, es más fácil que desembolsen alrededor de
500 pesos de cuota semanal que están cobrando estas
granjas y anexos. (Rivera, 2013)

Es frecuente percibir este tipo de comentarios respecto a las po-


sibilidades de obtener una atención digna y eficiente para esta
situación además de que, dentro de la entrevista se encuentra
un dato que permite contornear la situación en México. En su
investigación Alcohólicos Anónimos en México: fragmentación y for-
talezas, Haydée Rosovsky citada por Rivera (2013) detalla que
AA se dividió poco a poco en distintas agrupaciones disidentes
al seguir su propio camino. Apunta que fue la agrupación 24
Horas, integrada por múltiples grupos en todo el país, la que
empezó a impulsar los anexos y las granjas porque reparó en que
hay alcohólicos que requieren ser internados 24 horas. Tam-
bién señaló: “ese trato agresivo y humillante para hacer que sus inter-
nos toquen fondo, pues considera que sólo así dejan de beber […] estas
rupturas con AA sólo ocurrieron en México debido a las condiciones del
entorno sociocultural y económico”. Dejando en claro que las parti-
cularidades de un entorno son capaces de dar forma a ciertas
metodologías o procesos de intervención.
Como último aspecto a retomar de dicha entrevista rea-
lizada por Rivera (2013) es importante resaltar la denuncia que
hace el doctor Iván Nanni: “No hay médicos ni psicólogos que
los atiendan”. De los elementos por enfatizar con respecto a las
posiciones de las que se puede tener noticia a través de dichos

22
documentos por un lado, la postura del presidente de AA de
deslindarse y por otro, los programas en vía de desarrollo de las
instituciones afiliadas a la ONU, se justifica la pertinencia de
delimitar el contexto en el cual se desarrolló la intervención y
las condiciones contextuales que hacen que este tipo de trabajos
surjan como formas de preguntarse por las ausencias de involu-
cramiento, más activo de sectores como Servicios de Salud, ya que
lo enunciado por parte de AA, así como la protesta con respecto
a la participación de las instituciones desplegadas de la ONU
que actualmente se encuentran en desarrollo, hacen de este tipo
de espacios llamados anexos o granjas en San Luis Potosí, un
caldo de cultivo para la reflexión y las apuestas de intervención
en cuanto posibilidades de un hacer pensado desde fisuras,
dónde lo desbordante así como el error son apariciones cons-
tantes, elementos que para mantener la “pulcritud del bien ha-
cer” es preferible no arriesgar, sumándole que las implicaciones
de estos espacios para muchos profesionales están ausentes de
reconocimiento académico, proyección económica o posibilida-
des y realización profesional. Espacios que se prefieren delegar
a un “problema social” donde los ajenos a tal no tienen ningún
motivo por cual estar presente en tales discusiones.

Aproximación a la idea de “otros espacios”. El espacio y lo social

A la manera de un teatro, un escenario o, lo que aquí es referido


como otros espacios donde las grietas, la pintura, los cuadros, las
velas, cubetas para sentarse en lugar de sillas, el polvo, la cama
vieja, la textura del sillón, el “olor a pies” y la luz que se filtra
por la ranurilla que nace de la puerta al suelo son elementos
que atraviesan el sistema de los sentidos e impactan en la per-
cepción, ello a su vez, incide en la idea de sí, en la cual encon-
tramos que:

23
Con la aceleración del desarrollo económico cam-
bian tan rápidamente aquellas formas de reacción
humana condicionadas de forma directa por la eco-
nomía es decir las costumbres, las modas, las ideas
morales y estéticas que resultan inmediatamente de
la vida económica. (Horkheimer, 2008, p. 41)

¿En qué momento podemos suponer que, en la práctica clínica,


la intervención resulta inmune a lo descrito anteriormente? El
espacio en sí, alrededor de la ficción, cumple con una historici-
dad no solo como disposición de elementos materiales —una
cita a tal hora, o el día que se cambió de lugar un sillón o se
resanaron las grietas de la pared, sino que se mantiene en rela-
ción con una forma concreta, una que está atravesada por el
encuentro con la estructura social, por mencionar algo, la falta
del tiempo e ingreso económico por parte del paciente para asis-
tir a su cita, la imposibilidad de mover el sillón por falta de
fuerza o individuos que puedan ayudar o no a conseguir mate-
rial para resanar las grietas. Esto también se ve acompañado de
una forma de hacer historia que pone en juego la recuperación
de significaciones susceptibles de ser reinterpretadas.
Un ejemplo de ello sería el análisis de lo que constituye
el consultorio, por mencionar el espacio donde por excelencia
se da la práctica clínica; en este caso, de los otros espacios en
tanto lugar destinado a otras condiciones para la intervención,
así como a las implicaciones sociales que derivan de estos. Lo
que se pone en juego son las posibilidades de dar lugar o de dar
contorno a un espacio que favorezca un momento en el otro
para reconfigurarse a través de la posibilidad de propuestas que
buscan generar de manera nosótrica y creativa.
Hasta aquí podría visualizarse un panorama del porque
hacer algo en el anexo y el contorno que enmarca la intención de
seguir realizando reflexiones respecto de las formas de atención,
intervención. En consecuencia: las formas de pensar el anexo.

24
Panorama que podría aportar elementos para inferir el campo
de la salud mental, una suerte de cartografía siempre que sea
posible conocer otros proyectos en otros espacios y no solo de
ahí, sino de apostar por otras formas de construir un panorama
social que permita reflexionar este tipo de espacio y sus conse-
cuencias si es que así las podemos llamar en el sujeto de anexo.
¿Es importante tener en cuenta esto?, ¿se pierden del
mapa lugares como los anexos?, ¿es necesario considerarlos?, ya
que tampoco parecen ofrecer un modelo de atención que fun-
cione según lo conciben partidarios de la certificación por CO-
NADIC1 en colaboración con Servicios de Salud de San Luis
Potosí, que en este caso se puede hacer referencia a las institu-
ciones mencionadas, que de estar certificados se vuelven una
opción más en la oferta institucional, misma que se puede soli-
citar en Servicios de Salud ya que una vez certificados se inscri-
ben dentro de los establecimientos oficiales para dar atención a
la prevención o tratamiento en adicciones. No obstante, en tér-
minos de utilidad, surge la pregunta de funcionar para quién.

1
Según la página web de CONADIC: “La Comisión Nacional Contra las
Adicciones (conocido por sus siglas CONADIC), es un organismo de la Se-
cretaría de Salud que tiene como principal objetivo el impulsar una red de
centros de tratamiento de las adicciones, al igual que la divulgación de los
diagnósticos sobre la situación del país en este tema. Por otra parte la misión
principal de CONADIC es promover y proteger la salud de todos los mexi-
canos, para lo cual debe definir y conducir la política nacional en todo lo
relacionado a la investigación, así como la prevención, el tratamiento, la for-
mación y el desarrollo de recursos humanos para controlar las adicciones,
todo esto desde luego con la intención de conseguir mejorar la calidad de
vida no solo individual, sino también familiar y social.” Cuando se hace la
referencia al “impulso de red de centros de tratamiento” se entiende como
aquellos certificados por dicha institución que por ende están inscritos en
sus listas oficiales para atención, al cual se accede mediante el proceso de
certificación por evaluación y auditoria. De igual manera CONADIC consi-
dera de pertinencia la investigación del sustrato de lo que se entiende como
social.

25
Con la intención de responder al compromiso que exige
generar un vínculo con la ciudad, se ha promovido la idea de
que la pulcritud de los espacios es reflejo de clínicas y de con-
sultorios optimizados, no obstante, a partir de esto se han des-
estimado e incluso olvidado los aspectos técnicos y metodológi-
cos de la profesionalización de las prácticas, como si una prác-
tica solo debiera responder a la sistematización arquitectónica
o a los imperativos de una lógica capitalista con un ramal en la
distribución de “mercado terapéutico”. Lo anterior señala la dis-
tancia que se abre entre el compromiso con la ciudad y por ende
con sus ciudadanos por parte de algunos profesionales que al
percibir la ausencia de las condiciones adscritas a la referida ló-
gica capitalista en la realización de su profesión parece llevar al
extremo la privatización de la práctica psicológica. Ello debido
a que lo profano del asunto clínico, del que los otros espacios
constituyen un ejemplo, carecen de estímulos económicos, aca-
démicos y/o curriculares.
Quizá el engaño estriba en que es necesario un lugar
único sin más que la disposición inmobiliaria para que la magia
comience. La connotación de lo mágico es tomada debido a
que, próxima a la función de ritual, ficciona el medio para alcan-
zar un beneficio o para provocar apariencias. Una advertencia
que en este apartado se trazó como objetivo, es la de cuestionar
las direcciones de las prácticas psicológicas en los términos de
un ritual centrado en obtener beneficios propios, tanto econó-
micos, académicos y/o curriculares o ¿es realmente lo único que
debe estimular el hacer?
Es necesario pensar la ciudad a escala humana2 en tanto
resistencia a esa otra escala no-humana que supone una inmer-
sión en una lógica de producción y ampliación capitalista. La
indiferencia del clínico, es decir, del profesional de la salud

2
Documental titulado La escala humana (2014) referente al arquitecto Jan
Gehl y a sus concepciones acerca de las ciudades para las personas. Disponi-
ble en: https://www.youtube.com/watch?v=hVwR4PntX7U

26
mental (psicólogo, psicoterapeuta, psicoanalista, psiquiatra,
etc.) sobre una reflexión acerca de las formas de habitar los es-
pacios aparecería como un punto ciego respecto de lo que po-
dría formalizarse en términos de la dimensión política de su
práctica.
En un primer momento, la clínica en otros espacios se
puede inscribir en el entorno social sobre el que es pertinente
considerar las formas sociales en donde se inscribe dicha prác-
tica. Utilizar la teoría que permita modificar, cambiar e interro-
gar la práctica, requiere situar su posicionamiento respecto de
lo capitalista, desmarcándose de tal lógica y primando un posi-
cionamiento ético y político del pensar con el otro en cuanto
por mí decido hacer.
Al retomar la idea de un espacio para la reflexión sobre
sí —momento suspendido en dirección a la recuperación del es-
pacio social— se usa el termino suspendido para señalar lugares
fuera de la especialización y del acaparamiento de las directrices
del “bien hacer” estipuladas bajo los requerimientos de Servi-
cios de Salud de San Luis Potosí, CONADIC, en virtud de una
escucha o intervención que propone y que abre un lugar a un
sujeto en sus distintas posibilidades de devenir, una más dentro
de las ofertas que se encuentran actualmente, una que pueda
inscribirse en otras intervenciones formalizadas de participa-
ción o no con Servicios de Salud.
Con todo esto, se propone la necesidad de ampliar el
horizonte de intervención a través de propuestas que, depen-
diendo de la corriente metodológica o epistemológica de éstas,
se apuntalen en una intención creativa y transformadora, en un
suelo ético y político en las intervenciones en otros espacios, en
donde se puede generar una vuelta de tuerca a lo profano, a lo
ordinariamente político. Esto partiendo de la idea esbozada an-
teriormente de que otras prácticas puedan asumirse también
con una responsabilidad política.

27
Con respecto a la idea de darle vuelta a lo profano se
trata de situar la posibilidad de develar un acontecimiento que
ilumine la distancia entre el poder y la verdad, es decir la ma-
nera de posicionarse frente a las concepciones que sostienen el
discurso oficial del CONADIC y de las instituciones afiliadas,
al conformar lo que podría develarse en el campo del discurso
como una forma, un espacio y un momento necesarios desde
donde analizar y reflexionar la práctica misma en otros espacios.
La hegemonía respecto de la verdad en materia de Salud Mental
de la Secretaría de Salud no es la verdad para cada situación
particular, sin embargo, hay condiciones de posibilidad para la
emergencia de otro saber, de otro discurso en lo que aquí será
analizado como resistencia.
En un espacio que, en un segundo momento derivaría
en dirección a un reconocimiento del espacio social, no sin an-
tes dejar de circunscribir la exclusión como forma de retocar los
ritmos de la vida, al excluirse de los fantasmas de la lógica capi-
talista y de los rituales mágicos de satisfacciones narcisistas, se
puede pensar en re-colocar la exclusión como forma de re-tocar
la estructura de los procesos sociales en materia de salud mental
con la inclusión de la reflexión sobre las propuestas de interven-
ción en otros espacios.
En este segundo momento el espacio que configura un
supuesto soporte de la ficción, corresponde a lo que debería ser
la reflexión e intervención en otros espacios. En primera instan-
cia están relacionados con estructuras sociales no sucesivas, al
ahondar en ello, se trata de un espacio con las condiciones que
pueden producir la vuelta de tuerca a lo profano implicadas en
las situaciones de exclusión para, desde ahí, mover hacia la re-
significación de estas. Hasta aquí es posible pensar las interven-
ciones en otros espacios como aquello que resiste a ser puesto
en el horizonte y al resguardo de intereses de la iniciativa pri-
vada y estatal como única solución plausible de formalización.

28
Se sabe que existen otras intervenciones, otros espacios donde
quizá son necesarias otras maneras de saber hacer. Una respon-
sabilidad sería visibilizar que hay algo del campo de lo local que
se resiste a las formas capitalistas de llevar a cabo una práctica.
La lógica capitalista no es en sí las instituciones guber-
namentales, se refiere más a las nociones propias de mantener
y replicar dispositivos basados en la implementación de un pro-
greso de la libre circulación del capital monetario y distribución
de consumidores, no obstante, descuida la inclusión al estruc-
turarse como un proyecto de superación de obstáculos. Quien
determina cuáles son los obstáculos es el movimiento del capital
económico frente al que algunas instituciones aparecen como
formas de resistencia al generar sus propias estrategias de so-
porte. Dentro de tales instituciones, en este caso el análisis es
sobre el contexto particular de lo que es llamado un anexo. Se
trataría entonces de un vasto horizonte de intervenciones que
insiste en la necesidad de una flexibilidad generativa para arti-
cular un discurso del cuerpo social aparentemente olvidado, in-
completo, acallado en lo profano. Se trata de dirigir la atención
también hacia aquello que grita “tan fuerte y tan desesperado, tan
grande, solitario y vencido, inútil, pequeño, perdido”,3 de desmarcar
la escucha de los consultorios llevándola hacia aquellos espacios
en los que se visibilizan historias políticas de resistencia.
Las historias políticas de resistencia se resuelven en ge-
nerar un espacio donde existe un lugar concreto, como por
ejemplo otros espacios, donde prima la experiencia de los senti-
dos, es decir, de lo estético, lo creativo, lo del cuerpo, del decir
y del hacer, del mirar, del escuchar, del sentir lo que las historias
a contrapelo de la lógica capitalista disponen para dar cuenta de
un espacio al mismo tiempo singular y social, de transformación
y en devenir que se hace y que se afirma en sus propios sistemas

3
Extracto de la canción titulada “Gulliver” de Miguel Bosé.

29
de resistencia alternando entre su verdad, su relación con el po-
der y otras lógicas a través de prácticas artesanales.
Ha faltado ahondar en lo creativo en tanto componente
nuclear de transformación psíquica, aunque de ello se escribirá
más delante en este libro. Cabe mencionar que se concibe como
aquello que podría aparecer como nexo. Se podría pensar la hi-
pótesis de la creatividad de Winnicott (1993) como una bisagra
que apunta hacia una práctica artesanal frente a una que hace
falta mirar, una mirada puesta en lo común y en dirección a
encontrar o crear formas de afirmarse en un espacio, donde el
anexo es susceptible de generar y de diversificar significaciones,
en cuanto no es una clínica, ni una casa, ni un hogar, cobra
totalmente la dimensión de otro espacio.
Respecto del componente “otro” de la expresión que aquí es
tomada como eje teórico y de intervención, nuestra estructura social
ha identificado categorías que auxilian en la sustentación de la inter-
vención que aquí se propone. Alteridad y otredad son las nociones
que contribuyen a la formalización de lo que aquí continúa en análi-
sis: otras intervenciones en otros espacios implican “[…] iniciar por
definición un movimiento de la razón hacia lo que le es fundamen-
talmente ajeno, hacia lo otro: todo el problema reside en saber si, en
este movimiento, es lo otro lo que habrá sido reducido a lo mismo”.
(Descombes, 1998, p. 31)
La responsabilidad de estas propuestas de intervención y
reflexión de poner la razón sobre lo ajeno lleva a pensar la cues-
tión del otro. La diferencia estriba en que en el presente hacer
que se menciona en este trabajo, se asume un posicionamiento
respecto de ello, ya que aquí, el núcleo de profundización es el
sujeto de anexo. Entonces el dilema gira sobre los intereses que
hay en relación al capital cultural, por lo que se lucha en el
campo social donde habitualmente resuenan la necesidad de
optimización, rendimiento y progreso. Se habla de la acumula-
ción de capital simbólico, uno que se acumule bajo el sustento
de procurar nociones uniformalizadoras del deseo que parece
dirigir sus fines bajo una lógica capitalista. Quizá las nociones

30
de tratamiento y de intervención no se consideran en sí, más
que en función de la exclusión. La única diferencia es no primar
por encima del otro y de la formalización de la intervención, la
lógica de optimización, rendimiento y progreso, de aquella des-
plegada sobre la acumulación de capital económico o de apa-
riencias de bienestar.
El anexo se ha convertido en un terreno con su propia
distribución de las nociones de cuerpo y palabra en referencia
a que hacen un cuerpo de significaciones; es decir, que dota de
un sentido especifico a la vivencia para los sujetos inmersos en
sus dinámicas relacionales donde están, como se ha de suponer,
el cuerpo concreto del viviente, su decir y la relación con las
particularidades del espacio en constante dinámica. Es por ello
que su complejidad es un movimiento continuo que en conse-
cuencia no se encuentra significado por una única forma social,
ya que cada anexo parte de sus nociones básicas en donde existe
el internamiento involuntario o voluntario con la intención
de tratar la adicción. Las instancias gubernamentales, sociales
(sociedad civil), académicas (universitarias) son agentes en
donde existe el análisis y reflexión que en la mayoría de los usua-
rios no se encuentra.
En este punto la palabra “usuario” se vuelve útil, ya que
el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española la
define de la siguiente manera:

Del lat. utĭlis.


1. adj. Que usa algo. U. m. c. s. 2. adj. Der. Dicho
de una persona: Que tiene derecho de usar de una
cosa ajena con cierta limitación. U. m. c. s. 3. adj.
Der. Dicho de una persona: Que, por concesión gu-
bernativa o por otro título legítimo, goza un aprove-
chamiento de aguas de corriente pública. U. t. c. s.

Las tres definiciones posibles son, en esencia, formas del sujeto


de nexo. Para la primera definición respecto de quienes usan
31
algo: los anexados, voluntarios, obligados, de media luz, servi-
dores, empleados, agentes asistencialistas, practicantes o en ser-
vicio social hacen uso del anexo. Para la segunda definición, los
usuarios, hacen uso del anexo dispuestos por su relación con el
capital simbólico que ostenta. En la tercera, están los usuarios
en su relación con el poder, con el discurso y el capital jurídico
que muestra un uso pleno e invalidante del otro sobre las con-
sideraciones en las que el discurso jurídico opera.

No es el derecho el que tiene que estar en “estado de


sociedad”, sino la sociedad en “estado de derecho”.
No será la “vida” la que nos traiga un derecho más
auténtico. Un derecho auténtico se logra haciendo
que el derecho sea derecho, no haciendo imperar la
vida sobre el derecho. (Rivera, L. C. y Correas, V. O,
2013, p. 32)

Al aludir a la existencia de un capital cultural vivo, se destaca la


idea de que este está estructurado como un cuerpo viviente. En
ese sentido, aquel individuo cuyos intereses particulares están
en función de una lógica capitalista, a través de su materialidad
(puestos gubernamentales, servidores públicos, etc.) se encargan
de reproducir los cuerpos e invertir sus funciones reforzando
con ello, estrategias de exclusión. En ese horizonte, las condi-
ciones, funciones, operatividades y características de los anexos
parecen ineficientes respecto de los protocolos de adscripción y
regulación dictaminados por los Servicios de Salud de San Luis
Potosí. Certificarse en CONADIC resulta así, para estos otros
espacios (los anexos) un fin casi inalcanzable, ya que sea impor-
tante o no, son excluidos de la reflexión y el diálogo en materia
de adicciones es solo para apelar al imaginario colectivo, lo que
al mismo tiempo, carentes de cierto recurso económico, de op-
timización, de progreso, de rendimiento, perpetúa sus limitacio-
nes para alcanzar los estándares de operatividad que atraigan la
atención de las necesidades comunes, esas supuestas necesi-

32
dades que están fundadas en la lógica del mercado y sus bienes,
sea desde la óptica del propio anexo o de instituciones guberna-
mentales o no gubernamentales. Es aquí donde podría situarse
la particularidad de estos otros espacios, la de sostenerse en una
horizontalidad en la que, ajenos a un proyecto capitalista, se es-
tructuran como una cuadratura circular de historias políticas de
resistencia.
La intención de argumentar a través de otra mirada
busca pensar un cambio no solo de metodologías, sino de cons-
truir aquella otra mirada capaz de saber ver en lo ajeno del es-
pacio los otros espacios, un intento por introducir nuevos ele-
mentos, modelos y pautas de intervención. Otras prácticas y ten-
tativas preceden lo que aquí se propone, inclusive desde la
misma lógica, no obstante, dichas historias no encuentran
la superficie (condiciones, medios, recursos) que les permitan
una continuidad. La falla4 parece más bien algo constitutivo en
tales historias, no obstante, resisten. En tanto una precede a la
otra, hay resistencia. Un director de un anexo lo mencionó al
definirlo como un mal necesario.5 Ello ilustra lo que una visión
académica ha dado por sentado sin cuestionamiento. Tomando
una posición frente a esta situación, se propone buscar (o cons-
truir) aquel espacio diferenciado en capital simbólico, con la in-
tención de resanar grietas.
Negar las circunstancias y los hechos, invisibilizarlos, lejos
de aportar otras formas de mirar, interpretar, pensar e interve-
nir, ancla una situación que tal vez pueda, desde su particulari-
dad, desdoblarse en otras direcciones. Por tal motivo, la inten-

4
En este momento se aclara que la palabra falla, por ende fallar, no hace
referencia únicamente a la descripción de diccionario, sino que es tomada
como lo que enmarca una posibilidad, el punto en donde se puede abrir a
otras posibilidades de acción.
5
Los anexos siendo considerados “malos espacios” para la atención, son ne-
cesarios, ya que Servicios de Salud de San Luis Potosí no con-sigue responder
a la demanda en materia de adicciones.

33
ción de mirar en el anexo que aquí se presenta es la de abrir un
espacio en el que otras producciones sean posibles, produccio-
nes creativas desmarcadas de aquellas adscritas a dispositivos de
progreso. Por todo lo anterior, la apuesta es contribuir con una
intervención inserta en este espacio descrito por algunos profe-
sionales como una suerte de lugar siniestro, de horror, de cau-
tiverio, antiético, de ausencia de profesionalismo, en suma; un
campo estéril para el desarrollo y el progreso. Se trata así, de
proponer algo que dé cuenta de que incluso con todo en contra,
algo resiste e insiste en otros espacios.

34
APOSTANDO POR INTENTAR ASIR LAS
PROCEDENCIAS DE ESTAS FORMAS DE ESTAR

En condiciones adecuadas, la acumulación de actos insignifican-


tes logra, como los copos de nieve en la pendiente de una mon-
taña, provocar una avalancha.
Lakoff

Yo tengo más respeto para un hombre que me permite conocer


dónde se encuentra, incluso si está equivocado. Que el otro que
viene como un ángel pero que resulta ser un demonio.
Malcom X

Desde el momento que uno comienza por tratar de inmiscuirse


en este espacio, las dinámicas se ven distorsionadas por lógicas
atravesadas por el dolor, desesperación, disgusto y esperanza,
incluso la Fe. Elementos cuyo momento de encuentro genera
distorsiones, incluso dentro del organigrama institucional, y la
manera en que este representa jerarquías en un espacio que pa-
rece forzarse por mantenerse autorregulado, pero que siempre
deja algo más al resto para observar.
Mi postura ante esto fue abordando dichos espacios a
manera de experimentación, ya que sé que su funcionamiento
no es propio de un mecanismo completamente metodológico.
Si crea sus propios mecanismos de ejecución, por lo tanto, es
inevitable pensar la ausencia de una metodología propia que
está en constante modificación. Cuando comencé a abordar es-
tos espacios —de lo que se pretende como psicología— me en-
contraba en la posición de un estudiante de la licenciatura, hace
diez años atrás lo abordé como un sujeto de anexo. Uno más en

35
la condición de estar anexado apostando por las trazas de la ex-
periencia, el ímpetu del estudio y la mirada desde otro mo-
mento me decidí abordarlos, con experiencia y práctica limitada
—no por ello busco disculparme por los errores cometidos, sino
extender la invitación como pasa mucho de donde provengo—.
Estos espacios de preferencia suelen ser evitados. Extender una
invitación a pensarlos desde las propias trincheras de los saberes
acumulados por la experiencia, práctica y formación de quien
decida habitarlos.
En el recorrido siguiente ofrezco una serie de elementos
que fui estructurando a partir de un proceso de trabajo de inte-
rés propio como estudiante seguido como parte del desarrollo
de mi tesis de licenciatura, y posteriormente como empleado de
uno de estos espacios, a su vez con la misma inquietud de ob-
servar estos espacios y la relación con mi práctica, la cual está
atravesada desde posicionamientos en constante diálogo; sien-
do la práctica de la psicología, la práctica artística y actualmente
la práctica de la masonería procurando no dogmatizar en mi
persona ninguna de aquellas sino como herramientas que me
permiten deslizarme entre decisiones éticas, estéticas y clínicas.
Como es de suponer, este juego de miradas no busca ser
ni un manual ni un elemento que busca ser replicado sino ofre-
cer a la discusión. Esta que es una mirada que se ha generado
en mí y en las personas con las que he colaborado para realizar
esta travesía, una corta, pero a su vez interesante. Pensamos este
libro como un agradable complemento de lectura para disfrutar
y pasar un rato tranquilo para cuando solo se quiere jugar a
pensar.
Comenzando por una expresión tan rica que nadie en
un libro escribió que me permitiera hacer gala de citarla, sino
que se construyó en una plática común: “el acto de propiciar la
vida de sí, el acto de aventurarse por miedo al éxito” siempre pensado
desde sobre la función del Estado, lo político, la historia a fin
de encausarla a una lectura de la emergencia y posibilidad de

36
prácticas de resistencia. Esta y otras frases nos expresan la ma-
nera en que somos partícipes de un elemento que llamamos cul-
tura. Las formas en que miramos el anexo a través de sostener
apuestas de intervención, de observación o simplemente parti-
cipar en las dinámicas de relación constituyen una manera de
hacer aparecer formas en dirección a mostrar la emergencia ar-
ticulada entre lo social, lo político y lo artesanal de las historias
individuales que en conjunto aparentemente dan sustancia a la
cultura y a la emergencia de las formas que esta toma en los
sujetos de anexo.
Resulta importante señalar que lo que se concibe como
cultura es un concepto que permite situarse en un pensamiento
constante de análisis, ya que pensado dentro del desarrollo in-
tegral del sujeto, incluyendo lo psíquico, se advierte que no hay
distinción entre cuerpo y mente sino un sujeto atravesado por
la palabra y por consiguiente culturizado, incluso inserto en una
estructura social disciplinaria, y sino así quizá pensada desde el
rendimiento a la manera de la optimización mental a la que hace
referencia Byung-Chul Han (2016).
Desde ese momento la idea en cuanto a cultura como
un elemento fundamental que atraviesa este trabajo “en la que
parece que el ser viviente ya no pertenece a la naturaleza, sino que
ahora se inscribe como un sujeto deseante: en falta, donde un sistema
de símbolos –el Otro, la cultura–, puede procurar cierto placer al sujeto
en la medida que le aporta señuelos, símbolos o representaciones imagi-
narias de lo que busca ‘realmente’”. (Gerber, 2016, p. 27) Es a su
vez el sujeto consumido por el deseo de sustentar su propio ren-
dimiento, de optimizar el proceso de sí mismo como único, em-
presa de sí mismo y ya no un hombre producto eficaz de la lucha
de clases, el que en su momento se supuso como el que se opone
a aquellos que ostentaban los medios de producción, el mismo
que fomentaba el proceso de trabajo colectivo, en lo común.
Ahora “la lucha de clases se transforma en una lucha interna
consigo mismo” (Han, B-C, 2016, p.17) donde la indepen-

37
dencia civil está sustentada bajo una lógica de progreso neolibe-
ral que el estado en cuanto función jurídica erige sobre los cuer-
pos y psiques de aquellos deseosos de significar su angustia, de
una aparente libertad atorada en el rendimiento y la búsqueda
de optimizaciones.
No obstante, al tomar noticia de la pertinencia de cono-
cer y asumir un posicionamiento político referente a lo actual
en las prácticas que se realizan, se destaca que “un ciudadano debe
ser independiente y libre. De lo contrario, su voz en el espacio público
está vendida a las instancias de las que depende su supervivencia. Sin
independencia civil, no hay ciudadanos, sino precisamente ‘siervos’”.
(Rivera, L. C. y Correas V.O. coordinadores, 2013, p. 33)
En aquellos momentos en cuanto ciudadanos hay una
constante que se constituye en su propia manera de ser ante el
espacio social, por ello que el concepto de historia o de lo his-
tórico es un instrumento que anda en el yo. Es de mi interés
mencionar el manuscrito titulado El hacer y el imaginario de C.
Castoriadis (2011), en donde se menciona que “hacer no existe
históricamente más que si vigoriza lo que es la existencia histórica
de los hombres, es decir un hacer (producir, organizar, agenciar, simbo-
lizar etc”. (p. 99)
Siguiendo con la idea del hacer que hace historia hay ne-
cesariamente referencia a lo real-racional: una relación con lo
funcional pero no con lo imaginario radical. En la conferencia
La revolución que viene: Luchas y alianzas somatopolíticas dictada
por Beatriz Preciado en el MALBA,1 se destaca que es necesario
poner atención a las historias políticas de resistencia ya que estas
han sido destinadas al olvido colectivo o encarnadas como el
discurso de la otredad que desea dañar el ideal estado de bie-
nestar. No obstante, no es esto último de lo que se trata, sino
de rescatar la intención de las historias políticas de resistencia

1
Preciado. B. La revolución que viene: Luchas y alianzas somatopolíticas. En:
https://www.youtube.com/watch?v=vsV2e_FBreA

38
olvidadas como bienes culturales, tal cual como formas que se ex-
presan en la cultura. ¿Debido a qué sería interesante pensar so-
bre tales formas?, ¿se podría encarnar una nueva construcción
de resistencia?
El paso de lo instituido a lo instituyente amerita un aná-
lisis de las historias políticas de resistencia ocultas por la contra-
transferencia institucional, si bien este término de contratransfe-
rencia institucional que se encuentra descrito en Análisis Institu-
cional de Rene Lourau (1970) involucra a un cliente y a un ana-
lista, puede desplazarse en un desplazamiento conceptual a este
ámbito, sin pretender abusar pero sí para ofrecer una relación
de dirección que suele estar jugando en campos de aparentes
contradicciones dinámicas.
Es lo que podría ser en el que habla, ese que quizá ge-
nera sus propias reglas, donde se encontraría no un escape
frente a lo que es notorio por la estructura contextual sino a los
continuos movimientos de lo que escapa a las nuevas figuracio-
nes latentes. De estas figuraciones latentes en masa y propio del
trabajo sobre el campo de la psicología, Gramsci (1977) nos
ofreció una óptica que dibujó sobre la psicología: “se da el nom-
bre de ‘psicología’ a los fenómenos elementales de masa, no pre-
determinados, no organizados, no dirigidos claramente que ma-
nifiestan una rotura de la unidad social entre gobernante y goberna-
dos”. (p. 63) Una rotura, una fisura, un punto de anclaje permi-
tido para la realización de un trabajo, quizá de otra cosa. En este
supuesto y siguiendo a Foucault (2013) uno aspira a enunciar y
tomar una dirección respecto de la dirección de sus obras como
autor pero, ¿qué tipo de autor? Nuevamente se recurre a
Gramsci (1977) quien señala lo siguiente:

El modo de ser del nuevo intelectual ya no puede


consistir en la elocuencia, motor exterior y momen-
táneo de los afectos y las pasiones, sino mezclarse ac-
tivamente en la vida práctica, como constructor,

39
organizador, “persuador permanente” —por no ser
puro orador—. (p. 31)

Es posible mencionar que un trabajo esta sesgado por su autor,


pero incluso a pesar de ser un elemento que en la actualidad se
ha dado por supuesto y que no se espera encontrar en el ámbito
del pensamiento no dista mucho del reclamo que genera Al-
thusser (1974) a John Lewis, refiriendo que ante la crítica con-
sidera “no solo su visión y comprensión de Jonh Lewis, al marxismo,
sino la de él, Althusser, también”. (p. 21) Bajo esta lógica se pide
que el desarrollo no se busque en el “puro orador” de citas o
como Bourdieu (2013) dirá en su momento, como un comen-
tador, a propósito de la lectura de Foucault, “¿cómo hacer una
lectura de autor que quizá sea infiel a la letra de Foucault pero fiel al
espíritu foucaultiano?”. (p. 14) Una posibilidad es desde la perife-
ria por suponer la ausencia de los cotos de poder academicista
desde donde se enuncia la voz de un civil ¿fiel a algún espíritu?
Y de lleno que se pretende, cuando se trata de “hacer hablar” a
los sujetos de anexo, ¿son ellos autores deudores de que espí-
ritu?
Castoriadis (2011) puntualiza que: “No hay creación
cuando el producto es simplemente el resultado combinado de principios
o elementos que ya han sido explícitamente planteados”. (p. 100) Por
lo que aludir a los bienes culturales trata de develar aquello que
en tanto ethos se asume como lo dado dentro de una dimensión
conjuntista identitaria, aquello que dista de nosotros en el mo-
mento en que la mercadotecnia, la publicidad o cualquier ramal
de la producción que, en función de cualidades estéticas, son
basadas en una lógica de mercado que asalta y penetra a través
de un intrincado código: herramientas de la forma social actual.
Al concebir al Estado ya no es posible pasar por alto que
se ha interpelado la forma en cómo es atravesado el individuo,
el sujeto a partir de aparatos ideológicos y discursivos autorita-
rios, disciplinarios y de rendimiento que objetivizan su psique.

40
Ahora pensando el Estado como un proceso de construcción-
simbólica, continuo y aparentemente permanente y transmitido
por un disponer jurídico, en el que existe la posibilidad de ge-
neración y reproducción de capital, será importante retomar la
noción de capital cultural planteada por Bourdieu (1979) para
destacar que:

El capital cultural puede existir bajo tres formas: en


el estado incorporado, es decir, bajo la forma de dis-
posiciones duraderas del organismo; en el estado ob-
jetivado, bajo la forma de bienes culturales, cuadros,
libros, diccionarios, instrumentos, maquinaria, los
cuales son la huella o la realización de teorías o de
críticas a dichas teorías, y de problemáticas, etc., y fi-
nalmente en el estado institucionalizado, como
forma de objetivación muy particular, porque tal
como se puede ver con el título escolar, confiere al
capital cultural —que supuestamente debe de garan-
tizar— las propiedades totalmente originales. (p. 2)

A partir de esto para Bourdieu (2013) existe una serie de estra-


tegias para realizar un análisis sistemático en el que el reemplazo
y la compensación, permiten encontrar estrategias: sucesorias,
educativas y simbólicas.
Las estrategias sucesorias, corresponden a aquellas que
apuntan a garantizar la transmisión del patrimonio material en-
tre las generaciones dentro de los limites ofrecidos por las cos-
tumbres y el derecho. Pensado este punto, a través de la norma-
tiva del estado de derecho, siguiendo a la UNESCO o a la ini-
ciativa privada sobre el patrimonio, ¿podría concebirse una es-
trategia sucesoria de aparente colonización cultural, intelectual?
tomando en cuenta que la intelectualidad dirige el campo de la
investigación, objetivada por ejemplo por CONACYT.
Las estrategias educativas son de inversión a muy largo
plazo y no se restringen sólo a la dimensión económica, buscan

41
generar agentes sociales dignos y capaces de recibir la herencia
del grupo. En este sentido ¿qué objeto de capital cultural obje-
tivado está a disposición del sistema educativo y de donde pro-
viene?, es por medio de las estrategias de inversión simbólica y
económicas en las que según Bourdieu (2013) la primera
apunta a conservar y aumentar el capital de reconocimiento que
conlleva una legitimación y, la segunda, tiende a la perpetua-
ción o al aumento del capital bajo sus diferentes formas.
Una vez que figuramos un engranaje de transmisión y
apropiación donde diferentes sistemas procuran obtener bene-
ficios, ya que las relaciones de capital son relaciones de poder,
se volvería a establecer una conexión con el desarrollo de la idea
de bienes culturales. Si para Bourdieu hay un estado pensado y
ampliado desde Weber en el cual podremos encontrar que el
estado tiene la capacidad de legitimar la violencia física y tam-
bién simbólica, ¿a qué apunta esto? La violencia simbólica
existe, se encuentra donde el capital simbólico, económico, edu-
cativo y sucesorio está de acuerdo a los sistemas estratégicos de
producción, como aquello que puede legitimar una posición
dentro de alguna del sistema de estrategias que se pueden cru-
zar, entrelazar y/u oponer en función de las estrategias de pro-
ducción e inversión del capital donde se reconocen las relacio-
nes de poder.
Retomando esta adecuada expresión referente a que el
Estado se encuentra en una “constante crisis de legitimación” (Ru-
dolf y Vallecinos, 1990, p. 51) no sería extraño imaginar que se
puede también buscar una legitimación en materia de desarro-
llo cultural. Hablar de estas “otras formas” que se expresan en
la cultura y se miran desde las historias políticas de resistencia
como bienes culturales permite una aproximación a una forma
de descolonización; una especie de liberación o recomposición
de la mirada del agente sobre un supuesto de estructuras simbó-
licas impuestas, determinadas y vividas como tal proceso común
en su historicidad individual en donde ocasionalmente se cruza

42
con la angustia que causa la idea a la renuncia de estas estrate-
gias de producción de capital, una treta de ficción que vincula
los hechos reales que se sostienen de lo sensible generando
un bienestar artificial en el entramado social y sus procesos
sociales.

La dimensión social del hacer con y desde el anexo

Retomando la expresión de historias políticas de resistencia cabe


destacar la idea de política con la que se intenta articular lo aquí́
expresado:

En efecto, no es el ejercicio del poder y la lucha por


el poder. Es la configuración de un espacio especí-
fico, el recorte de una esfera particular de experien-
cia, de objetos planteados como comunes y como de-
pendientes de una decisión común, de sujetos reco-
nocidos como capaces de designar estos objetos y ar-
gumentar sobre ellos. (Ranciére, 2011, p. 33)

Si la política no es el ejercicio del poder ¿cómo es qué podría


pensarse en relación al capital, si antes mencionamos que en el
capital existe la idea de relación de poder? Retomando a Casto-
riadis (2011) y lo mencionado sobre el hacer, ese hacer que vigo-
riza la existencia histórica, podría pensarse que hay política o
políticas que hacen producir, organizar, agenciar, simbolizar el
ejercicio de poder propio de sus inquietudes de producción y
reproducción y, si todos los objetos son de poder, en esencia
hay posibilidad de sometimiento o por naturaleza una posibili-
dad de desdoblamientos por la existencia misma del poder, que
no coincide con un poder absoluto dejando así un espacio para
la voz de un “siervo” que se resiste al sometimiento, ¿de qué?,
de vivir una historia impropia construida para apaciguar su in-
tención de crear, de apaciguar su apropiación de lo común, de
mantenerlo errante en la angustia de optimizar su individua-
43
lidad creciente en credenciales, títulos, reconocimientos, uno
que marcha en la incertidumbre del “bien hacer”, un tecnócrata
de la vida propia de un “yo” plenamente racional y productivo,
sin enrollarse en crear algo distinto a él.
Lo anterior podría ser pensado como una resistencia, ya
que, en función de las estrategias de remplazo o de compensa-
ción, un requerimiento indispensable es el de ser supuestas en
la práctica discursiva del agente. Para Bourdieu (2013) un
agente es un individuo involucrado en un campo de juego en
donde existen formas de jugar en relación a las estrategias de
producción e inversión de capital permitiendo distinguir al su-
puesto absoluto, donde la fisura se deja ver o al menos se tiene
que saber verla, escucharla, olerla, sentirla y degustarla. Igual-
mente, el resto del desarrollo de lo político queda como punto
de articulación, historia hecha en lo político a manera de resis-
tencia o de una voz que se escucha desde el orificio de lo fisu-
rado. Este tipo de análisis de las fisuras, huecos, hoyos, grietas,
agujeros a manera de bienes culturales permite un argumento a
las formas sociales, de resistencia como contrapartida al juego
de la “colonización” cultural impuesta y determinada por una
lógica capitalista que apunta a rellenar fisuras, huecos, hoyos y
grietas, es por ello que las intervenciones en dichos espacios ne-
cesitan una mirada que permita generar apuntalamientos en la
práctica misma.
Esta “colonización” se piensa en otros aspectos al anali-
zar: el Estado de derecho como poder (capital político), la ini-
ciativa privada como valor (capital económico y monetario), los
centros de educación, universidades, escuelas, museos o relacio-
nes universidades-estímulos estatales, CONACYT, (capital edu-
cativo), intereses personales, estatus, títulos, currículo optimiza-
ción y productividad (capital simbólico cuya relación de valida-
ción está dada por las instituciones u otros agentes) los cuales,
en su crisis de legitimación en pugna, inyectan flujo líquido o

44
material a los sistemas de estrategias de reproducción como for-
mas de vivir el desarrollo cultural.
Pensando el desarrollo cultural de la “gran ciudad”, la
capital o capitales y a los habitantes, coloquialmente llamados:
de la periferia, independientemente del supuesto de la globali-
zación, en donde podemos suponer que desde el mismo apela-
tivo de periferia alberga algo que podemos seguir suponiendo
rodea, alberga, ¿contiene?, la existencia de un contenido, sea
enunciable, material o no, pero en la mayoría de los procesos
sociales que podemos imaginar hay contenidos, a manera de ca-
pitales que generan sus propios discursos, ¿cómo los hacen? En
este caso en particular, el anexo como una periferia que se en-
marca en los límites de lo válido como posibilidad de interven-
ción por la universidad, el Estado y otras disciplinas por men-
cionar algunas fronteras.
Ahora, a sabiendas del ejercicio de la legitimación me-
diante el uso de la violencia simbólica, reeditada por la “coloni-
zación”, estos juegos en la violencia estructural y los problemas de
movilidad, por la transmisión y apropiación de determinadas dis-
cursividades simbólicas que suponen el insaciable momento de
completud, de satisfacción y placer intercambiable quizá́ quede
oculto el desarrollo pleno de la acumulación de poder y valor
en los estratos no esencialmente “benévolos” o “comprensivos”
con los intereses sociales comunes a lo que se le conoce como
la periferia o los ausentes de participación “productiva” de la
sociedad, aquellos que obstruyen o generan derroche en el desa-
rrollo del capital económico y monetario. Otro aspecto que
existe, pero entendido como un supuesto integrado del abso-
luto de una geografía hegemónica, Estado, hace que la periferia
también se concretice en formas diversas y particulares a través
de lo ya dicho. No obstante, aun así, permite una ampliación y
reproducción de las formas sociales, no una estructura estructu-
rante a manera de fisura tapada, sino una serie de estrategias,
que remplazan, recomponen u ocultan y que por lo tanto no

45
son ajenas a nuestra constante participación, en donde es posi-
ble la manipulación y re-dirección de los sistemas de estrategias
de reproducción de capital. Retomando a Rancière (2011):

La política ocurre cuando aquellos que “no tienen”


el tiempo se toman este tiempo necesario para plan-
tearse como habitantes de un espacio común y para
demostrar que su boca emite también una palabra
que enuncia lo común y no solamente una voz que
denota dolor. (p. 34)

¿Qué función puede tener esto, cuando el poder y el valor son


capaces de ocultar y mostrar lo que a su conveniencia les plazca
a los estratos no benévolos con los intereses sociales? Badiou
(2010) reflexiona sobre esto con su descripción de la muestra y
ocultamiento de las imágenes durante enfrentamientos bélicos
entre naciones donde se juega el poder o poderes por ocupación
de valor, económico, político, territorial, etc. enmascarando
una guerra sin sentido con el único fin de preservar la fantasía
e ilusión de comodidad de la potencia dominante. En ello Ba-
diou (2010) encuentra la siguiente clasificación de imágenes: las
imágenes mostradas por los dos campos, las “imágenes con dis-
ponibilidad abierta” (p. 32), las imágenes mostradas a un solo
campo y las imágenes que nadie muestra. Estas últimas son de
importancia para este análisis ya que siempre hay algo que es-
capa en relación al supuesto absoluto de poder en la periferia,
en las formas sociales, en el discurso, pero ¿qué se escapa con
estas imágenes? Badiou (2010) dirá:

No se les ve, o sólo se las ve por casualidad. Nunca


dejamos de imaginar su existencia, pero no tienen en
ninguno de los dos campos un protocolo de mostra-
ción adecuado. En realidad, hay complicidad,
acuerdo de los dos campos que consideran estas re-
presentaciones inútiles y aun perjudiciales. (p. 33)

46
Pensado sobre lo que se muestra y no, no podemos suponer que
estamos ausentes de la imagen, en este mundo de imágenes
Didi-Huberman (2012) reflexiona sobre la imagen en cuanto:

[…] es algo muy distinto de un simple recorte reali-


zado sobre aspectos visibles del mundo. Es una hue-
lla, un surco, una estela visual del tiempo lo que ella
deseó tocar […] Es ceniza mezclada, hasta cierto
punto, que proviene de múltiples hogueras […] Pero,
para saber todo esto, para sentirlo es preciso atre-
verse, es preciso acercar el rostro a la ceniza. Y soplar
suavemente para que la brasa, por debajo, vuelva a
producir su calor, su resplandor, su peligro. Como
si, de la imagen gris, se elevara una voz: “¿no ves que
estoy en llamas?”. (p. 43)

En este sentido, retomando la posibilidad de hacer una pre-


gunta sobre la existencia de las historias políticas de resistencia
y lo enunciado anteriormente sobre la fisura que se deja ver o
que habrá que saber ver, mirar como imagen, de igual manera “se
elevará una voz” jugada en el mismo orden de reconfigurar un
surco, una fisura, etc. de un espacio particular, con la apuesta
de destituir la “colonización” a manera de “tapón” que en sí
misma violenta, es concebida como una descentralización del
poder y del valor, apostando por una política interna creando
protocolos adecuados de demostración en las formas sociales,
lo que permite un acto consciente de “descolonización”. Así́ en
el momento que la parte sin parte —a quienes se les ha quitado
el tiempo para mirar y la voz para expresar—, genera una apuesta
por el análisis de los bienes culturales para iluminar la elección
entre la distancia del poder y el valor, una distancia que se en-
cuentra jugada en la historia “fiel al espíritu” propia de la nece-
sidad común ausente de la historia propia del siervo. Es en este
momento cuando comenzamos a pensar que dentro de los pro-
cesos sociales encontramos historias políticas de resistencia que

47
atraviesan el cuerpo, la imagen, el decir y en consecuencia al
sujeto, donde se comienza un esbozo para pensar la situación
de la práctica clínica psicológica en el marco de sistemas de es-
trategias de reproducción, inversión y sucesión de capital.

¿La Resistencia?

El Estado de derecho genera capital político en pugna con la


iniciativa privada o extractos del Estado mismo que generan ca-
pital económico que aboga por una lógica capitalista, de mer-
cado, que la mayoría del tiempo entra en conflicto con los in-
tereses sociales que acentúan la deslegitimación. En ello, de
acuerdo con Žižek (2010) “la lucha de clases no –expresa– ninguna
contradicción económica objetiva, sino que es la forma de existencia de
estas contradicciones”. (p. 30) Las instituciones, presionadas por
las formas sociales dirigidas hacia una administración interna,
apostarían por un constante apelar, por un consenso: contra-
partida a la colonización derivada de la presión de mecanismos
de reproducción de capital económico (explotación, plus valor,
expansión de la mercantilización y la estatización del consumo)
y la necesidad del Estado de derecho en su discurso jurídico de
mantener su engranaje de legítimo poder de la administración
del recurso que toma de la población.
La vuelta a lo político interno de las posibles formas so-
ciales de un campo como agrupaciones, colectivos, círculos de
estudio, asociaciones civiles, observatorios ciudadanos, editoria-
les independientes, exposiciones, proyectos curatoriales, etc. es
pensado como las formas de reestructurar los saberes que ocul-
tan la manutención de lo simbólico imperante disfrazado en
progreso ideológico. Es necesario mirar, enunciar, dar voz, fi-
surar, agujerear, agrietar en tanto reaccionar. Siguiendo a Scott
(2000):

48
Se podría decir, tal vez, que incluso esa resistencia
práctica, como el discurso que refleja y sostiene, no
es sino un mecanismo trivial que busca soportar la
situación de poder sin alterarla prácticamente de una
manera decisiva. Se podría seguir diciendo que no se
trata de una resistencia real, así como una oposición
simbólica velada no es una disidencia ideológica real.
En un nivel, este argumento es perfectamente cierto,
aunque irrelevante, porque nosotros tratamos de
mostrar que ésas son las formas que adopta la lucha
política cuando la realidad del poder hace imposible
cualquier ataque frontal. En otro nivel, habría que
recordar que la acumulación de miles y miles de estos
actos “insignificantes” de resistencia tienen un pode-
roso efecto en la economía y en la política. (pp. 226-
227)

Esos actos insignificantes se encuentran en cada postura contex-


tual, pensándolo en los actos mismos de las propuestas de inter-
vención en estos otros espacios. Es de suma importancia destacar
la manera en que inscribe la imposibilidad del ataque frontal,
entonces acumulación en las formas históricas de resistencia.
Articulando lo anterior con lo descrito en Memoria y vi-
sibilización de los débiles (2016), breve escrito de Jordi Cabezas
Salmerón, quien ostenta las credenciales de Superior en Crimi-
nología y Doctor en Derecho Penal y Ciencias Penales por la
Universidad de Barcelona, miembro del Observatorio del Sis-
tema Penal y Derechos Humanos de la UB, se subraya la impor-
tancia de hablar de la memoria, lo histórico, lo oculto de la co-
lectividad que permita generar un hilo conductor:

Siendo la memoria colectiva una forma de reivindi-


car el pasado y a las víctimas del mal, entendido este
no tanto como el derivado por ejemplo de los asesi-
nos en serie sino como el evidenciado por la miseria,
la explotación, el hambre, la violencia estructural, el

49
recrudecimiento de la violencia institucional y la vul-
neración de derechos humanos consecuente, que no
deben considerarse como meros daños colaterales en
el correr de los años [...] Debe darse voz al débil para
que se remueva su detestable situación y no tanto a
quien, en situación de decidir aparentemente lo que
es justo (con base en consideraciones abstractas,
cuando no interesadas), lo haga a la espera de que se
establezca un ambiente general adecuado de justicia,
aceptando como “daño colateral” algunas situacio-
nes que —luego— se trataran de ignorar/ocultar, lo-
grando así́ la invisibilidad del débil/víctima y ha-
ciendo creer con ello que lo realmente existente es el
“modelo/patrón” convenido, a pesar de que muchos
sujetos se hallen a espaldas del mismo [...] La memo-
ria y no tanto —necesariamente— la historia oficial,
puede recuperar la huella de lo que en realidad suce-
dió. Y obviamente sin memoria tampoco hay justicia
pues a esta se llega desde la injusticia, como ya se in-
dicó. La memoria abre pues los temas que la ciencia
dio por cerrados, y nos referimos tanto a la ciencia
histórica como jurídica y política. De ahí́ la impor-
tancia de la memoria [...] Por ello la memoria y la
consecuente visibilización del débil y de la injusticia,
son los requisitos para la correcta construcción de la
necesaria justicia, que no debe basarse solamente en
falsos patrones medios.

Al relacionar lo proferido por Jordi Cabezas (2016) con lo enun-


ciado por Scott (2000) con respecto a que “Lejos de ser válvulas
de escape que ocupan el lugar de la resistencia real, las prácticas
discursivas fuera de escena mantienen la resistencia” (p. 226),
este deber de dar voz que Cabezas (2016) propone constituye
una manera que podemos asociar con aquello a lo que se le
procura vigorizar en la historia, una que viene desde la posición
de los que por medio de una colectividad hacen historia puesta

50
en juego en lo político “[…] podemos ver el lado social del discurso
oculto como un terreno político que lucha por imponer, superando gran-
des obstáculos, ciertas formas de conducta y resistencia en las relaciones
con los dominadores”. (Scott, 2000, p. 226)
La importancia de hablar de historias políticas de resis-
tencia, a manera de bienes culturales o de desarrollo cultural,
en donde las posibilidades de generar una nueva historia polí-
tica de resistencia, conlleva el riesgo de caer en la redundancia
de negar lo otro en tanto otro; al respecto en Žižek (2010) en-
contramos una aproximación a las luchas que aparentemente
buscan beneficios pero caen en la exclusión, en este sentido no
es posible pensar una serie de historias políticas de resistencia,
ni tampoco se trata de abarcar una cantidad de las extensas y
diversas temáticas propuestas en las formas sociales, entonces
pensemos en las que vigorizan lo que es la existencia histórica
de los “otros” hombres.

De vez en cuando algún acontecimiento muestra que


hay algo debajo de la superficie del discurso público
[…] Aún más raro es que, cuando ya no hay nada que
perder con la declaración pública de derechos, surja
a la vista el contenido normativo del discurso oculto.
(Scott, 2000, p. 225)

Así, una de las apuestas de toda práctica debería ser por algo
que accione la existencia histórica con la intención de hacer sur-
gir el contenido normativo oculto del discurso, uno que por lo
general se sustenta en la lógica de la exclusión y explotación
orientado a una percepción de progreso de capital monetario y
simbólico del índole oficializado por instituciones que persi-
guen la misma lógica precisamente debido a que “entre el dis-
curso oculto y la resistencia práctica existe una dialéctica impor-
tante” (Scott, 2000, p. 225)

51
HISTORIAS POLÍTICAS DE RESISTENCIA
COMO PRÁCTICAS ARTESANALES

En un texto que hace referencia al DSM-5 y sus grandes posibi-


lidades para con la ciencia y el descubrimiento del padecer de
nuestra genética, se ha destacado el cierre del texto, donde el
autor declara lo siguiente: “¿Acaso la competencia puede ofrecer algo
mejor?”. (Tortella-Feliu, 2014, p. 67)
Tal instrumento constituye una herramienta útil en al-
gunos de los aspectos claves que debe cumplir una taxonomía y
un ejemplo adecuado para desarrollar lo que —al menos desde
la psicología— sea considerado adecuado ya que desde ese para-
digma “las clasificaciones, no lo olvidemos, deben ser un objetivo irre-
nunciable de cualquier disciplina científica”. (Blashfield & Draguns
en Tortella-Feliu, 2014, p. 67) Es decir, no hay que olvidar que
para la ciencia la clasificación, el hacer categorías es un marco
indispensable para la práctica científica. El punto es claro según
la distinción y reclasificación del trastorno del espectro autista,
la modificación en los trastornos de ansiedad donde ya no ha-
bita el trastorno de estrés postraumático o la eliminación de los
subtipos de la esquizofrenia y el desfalco de los síntomas positi-
vos como un criterio de suma importancia para el diagnóstico,
que crea la idea de un avance, de una nueva historia, una re-
escritura de la escucha y la observación del padecer en la clínica,
la cultura, la ciencia o en el otro. Pero, ¿cuál es la lógica de esta
producción discursiva?, ¿cuáles son los sistemas de reproduc-
ción capital que la atraviesan?, ¿es esta una fisura?
Sin embargo, independientemente de que pugnen por
descomponer y recomponer la genética y la posibilidad de silen-
ciar a los sujetos en caso de ser víctimas, en algún momento,

52
una lucha se libra en un nivel, en suma locatario,1 en donde las
periferias pueden jugar como contenido y viceversa, donde la
exclusión es tan familiar a las clasificaciones del discurso cientí-
fico o de aquel que detenta un poder simbólico, económico,
educativo o político.
Privilegiar la razón o la verdad estimula a la práctica clí-
nica de la psicológica en la búsqueda de una respuesta fija a un
problema que constantemente se está actualizando en la lógica
del sistema neoliberal, pero ¿las necesidades comunes? y ¿lo po-
lítico?
Bajo tal intención, el uso de la psicología por tales cate-
gorías parece no sólo repetir una colonización intelectual, tapo-
nando cualquier posible fisura, un aparato ideológico de domi-
nación para cierta forma social; ficción hasta en su misma ilu-
sión. Esta situación promueve la misma exclusión que es im-
puesta o autoimpuesta por los integrantes de la forma social aca-
démica. La institución academicista sangra. Tanto así que em-
puja a la necesidad de descentralizar el uso del capital cultural
objetivado (puede ser objetivado en publicaciones, tesis, ensa-
yos; en general objetos que reproducen el capital atravesado por
los sistemas de reproducción de capital) en otros espacios donde
figuras aparentemente externas son convocadas a introducir
algo de lo externo en su forma. La institución recurre a parches
para sus fisuras ¿es esto un llamado a replantear?, ¿es una crisis
disfrazada de pluralismo intelectual?
La artesanía es, hasta ahora, el momento de colocarla
como una “nueva” bisagra, una forma de tratar, de articular lo
propio de hacer en la periferia, desde el cuerpo que habla, de
su voz. Marta Turok (2001), advierte que el término artesanía
es utilizado en primer momento para aquello que con habili-
dad, fin utilitario y santuario-decorativo está realizados por las

1
Referente a la composición estatal o destinado a la lectura de ciertos grupos
sociales particulares y tomando en cuenta sus individualidades para no caer
en generalizaciones bruscas y abusivas.

53
manos, una actividad que se encuentra sujeta a la presencia de
las manos, pero se advierte, en esta ocasión, que las manos son
a un cuerpo.
Como fue mencionado en los párrafos iniciales de este
apartado, no se puede pensar un cuerpo sin una psique. No
obstante parece que saltamos fácilmente el problema de pensar
que la artesanía no está solamente sujeta a la producción de la
mano, ya que, con respecto a separar la cabeza de la mano, Ri-
chard Sennett (2009) formula que el resultado es deterioro
mental en el cual las ausencias de involucramiento en las formas
técnicas de producción distancian la capacidad reflexiva de las
mismas. Turok (2001) agrega que “[…] en los códigos simbólico es-
téticos, en las matrices de diseño y en el control que ejerce sobre ellos
para expresar su universo interior, radica el capital cultural del grupo
artesanal, que, en tanto capital vivo, se puede acrecentar”. (p. 185)
Un capital vivo que se acrecienta. Más adelante comenta: “Los
que parten de profundas raíces culturales deben encontrar su espacio
propio de experimentación y desarrollo y mantener el control de su ca-
pital cultural” (p. 194). Si hay algo en lo que se insiste es sobre
la posibilidad que la periferia abre, aquella que puede operar
como frontera que debería mirar, escuchar, reconocer, etc., las
fisuras que desde su interior emergen, mirar hacia lo político
interior.
Se resalta que “pensar como artesano no es solo una actitud
mental, sino que tiene también una importante dimensión social”
(Sennett, 2009, p. 33) al encontrar un espacio propio de expe-
rimentación y desarrollo de un capital cultural vivo que puede
acrecentarse en tanto que hace, no obstante, como ya destacado,
no es sólo cosa de las manos ya que la artesanía hace productos,
pero ¿qué productos en este caso?
Desde una óptica de la artesanía, lo artesanal no busca
operar más que en el juego esencial de quien procura su proceso
de trabajo y administra los recursos posibles a su disposición de
medios de producción y se arroja al ambiente de la “gran

54
ciudad”, el cual hasta ahora es quien “detenta los medios de
producción simbólicos”, oficializados, control y especialización
de los procesos de trabajo, etc. Es en ese sentido que reconocer
una estética de un espacio propio de experimentación y desa-
rrollo de la función de artesanía, responde a algo próximo a una
práctica discursiva, una apuesta de apertura que en otros espa-
cios emerge en tanto que “Lejos de ser válvulas de escape que ocu-
pan el lugar de la resistencia real, las prácticas discursivas fuera de
escena mantienen la resistencia”. (Scott, 2000, p. 226)
En suma: ¿no es momento de hacer desde nosotros para
experimentar y desarrollar aquello que en oposición a la lógica
capitalista absorbe y sujeta en el ideal de optimización, rendi-
miento y progreso? La práctica artesanal, no es sinónimo de baja
calidad o producción de meros objetos curiosos y decorativos.
Eso es lo que se ha impuesto al imaginario colectivo, que sólo
es cosa de la mano, pero no es así, es capital cultural vivo, vuelto
a lo político, a lo histórico y a la resistencia, a lo que puede
sostener.
Sistemas de exclusión quizá́ más sutiles pero que invitan
a pensar en la existencia del miedo a la renuncia de saber-sa-
berse optimizados, rendidores y progresivos incluso de propiciar
autoexclusión y pretender saberse en el pronunciamiento que
atraviesa las tinieblas de un fantasma opresor, indistinto, indi-
ferente tanto como amorfo a la incitación. Eso que roba en si-
lencio, como periferia que mira hacia sí, a su espacio propio de
experimentación y desarrollo, pero bajo una lógica capitalista,
de mercado.
En cuanto a lo posible de las otras formas sociales libres
(grupos, colectivos, etc.) basta con poner atención a la articula-
ción de su decir con el saber donde las historias políticas de
resistencia se organizan no como opositoras a un villano,2 si

2
Personaje como recurso narrativo que expresa lo contrario o se beneficia
de la caída del héroe.

55
bien pueden existir en formas de militancia, de guerrilla, de
prácticas discursivas atravesadas por la forma de resistir a la
opresión incluso armada. No es el único, ni el primer sentido
en la concepción de resistencia. Como se ha mencionado hasta
ahora se percibe que las historias políticas de resistencia están
atravesadas en cuanto hacer visible aquella distancia entre el po-
der y la verdad, donde el poder no detenta una verdad única
pero que sin embargo atraviesa los sistemas de estrategias de re-
producción de capital. Podemos pensar resistencia como un so-
porte alterno de prácticas, discursos que se juegan en la exclu-
sión para generar un espacio donde existe un lugar concreto,
como por ejemplo otros espacios, donde aparece el análisis per-
tinente de lo estético, lo creador, lo del cuerpo, lo de la propia
historia ajeno a la lógica capitalista para encontrar un espacio
que da lugar a otro hacer y desarrollo de un capital cultural vivo
al encuentro de otros haceres que reproducen, desde su interior,
la lógica capitalista, generando sus propios sistemas de exclu-
sión, en forma de categorías —clubes, colectivos de estudios,
agrupaciones de universidades, agrupamiento de docentes, co-
legios, etc.—. Es necesario dar cuenta de las diferencias entre su
verdad, su relación con el poder y la de las historias políticas de
resistencia.
No es la primera vez que en el relato de historias perso-
nales se escucha el decir de una emancipación, la búsqueda de
la liberación, “hacer lo otro”, fisuras, disfrutar el síntoma.
Donde se sugiere la posibilidad de una emancipación abrupta y
desesperada que genere a su vez el empuje inmediato de los pro-
cesos sociales que conlleve a vivir en grupos libres pero que a
fin de cuentas madura y reproduce formas de exclusión sutiles,
¿qué caso tiene, otra vez reflexionar la historia, lo político, la
resistencia, la artesanía, desde la periferia?
Las historias políticas de resistencia podrían traducirse
en y a través de una práctica artesanal. Entre estas posibilidades
de lectura se encuentran las convocatorias a los centros de

56
atención en adicciones (anexos) que se realizan en Temazcalli3
con el fin de capacitar y poner en común discusiones respecto
al panorama local y nacional el tema en materia de adicciones,
los proyectos alternos como este texto y trabajo desarrollado con
Carlos y Gabino, las estrategias para encontrar canales de de-
mostración distintos, los momentos de discusión y la práctica
misma en estos espacios y ¿quién sabe? las apuestas son indefi-
nibles por lo mismo, en cuanto se piensan desde la posibilidad
de saber ver la fisura.

La imagen encontrada y no encontrada

En este apartado me gustaría comenzar con otra frase pronun-


ciada por otro desconocido que encontré en un bar que decidió
acercarse a preguntarme que tanto escribía, y al contarle sobre
este escrito lo que el expreso fue: “un futuro más que nada”.
El recorrido sobre la dimensión de las imágenes que se
hacen presentes en el anexo, se hace una exposición de la ima-
gen y las implicaciones en la conformación explicita de lo que
se nombrará en este trabajo un sujeto de anexo. Este análisis surge
en lo posterior de presenciar los resultados gráficos de la pro-
puesta de intervención para comenzar a generar preguntas más
específicas sobre la imagen en el anexo y la imagen en el sujeto
del anexo, es decir, la imagen encontrada y la no encontrada.
El cuerpo humano y su imagen tienen una relación di-
recta y constitutiva, por lo que se propone pensar la idea de que
“el carácter físico de la imagen no es un mero soporte material de algún
recóndito contenido espiritual o conceptual: la materia de la imagen
(visual, táctil, etc.) es significado, es espíritu, es concepto”. (Águila,
2008, p. 127) Siguiendo a Lacan agregaríamos que “así somos
—es nuestra debilidad animal—, necesitamos de imágenes. Y a falta de

3
Clínica especializada en el tratamiento de adicciones. Parte de los centros
de referencia certificados por CONADIC en San Luis Potosí, S.L.P.

57
imágenes, ocurre que algunos símbolos no salen a la luz. En general, lo
grave es más bien la deficiencia simbólica”. (Lacan, 2010, p. 139)
Las citas anteriores permiten resaltar que para entender algo de
lo que atañe al complejo y fundamental campo de la imagen, es
necesario pensarla más allá del mero soporte físico de un signi-
ficado sino como continuación de significación con relación a
su forma misma, “más constituyente que constituida” (Lacan, 1949,
p.100) es decir, necesaria para el devenir de un sujeto. De
acuerdo con Águila (2008):

Enfrentar el problema de los límites de la represen-


tación. ¿Es lo mismo ser una imagen de algo que re-
presentarlo? No siempre. Hay imágenes que no re-
presentan, sino que presentan las cosas; que no valen
como signos, sino sobre todo como presencias: hay
imágenes que son cosas, cosas vivas. (p. 111)

Se destaca lo que aquí se toma como fundamento: hay imágenes


que presentan las cosas, que valen como presencias, que son
cosas vivas; nuevamente la referencia a lo vivo. ¿Qué presentaría
la imagen viva de sí dentro de otro espacio: un anexo? La supo-
sición estriba en que la relación del sujeto del anexo, conside-
rando la palabra “sujeto” como referencia de sujeción particular
a alguna condición, en este caso se leería como sujetado a la
condición del anexo, es decir, sujeto de anexo. Como se ha seña-
lado dentro de las condiciones particulares del anexo hay un
cúmulo de imágenes que se presentan como detonadores sensi-
bles. Se mencionó que las imágenes son condición necesaria en
cuanto el sujeto del anexo es un viviente, un ser humano. Reite-
rando lo mencionado por Águila (2008) “es significado, es espíritu,
es concepto” (p. 127) en sí mismo una “cosa viva”, ello constituye
un apoyo a la idea de la ausencia de los limites en la representa-
ción donde el viviente expresa su condición ¿o una significación
de su condición? Nuevamente siguiendo a Águila (2008):

58
Aquí es oportuno distinguir entre “expresión” y “sig-
nificación” (o “representación”). Lo normal es to-
marlas como nociones sinónimas. Sin embargo ex-
presar es propiamente llevar desde “adentro” hacia
“fuera” —por presión y de manera directa— emocio-
nes, sensaciones, estados anímicos. En la significa-
ción, en cambio, se supone que hay un corte entre
las emociones o sensaciones y su representación sen-
sible (el signo). (p. 126)

Resulta pertinente destacar la palabra corte que se encuentra en


la cita anterior, tal palabra permite generar la reflexión entre
aquello natural perdido y lo obtenido por el orden de la signifi-
cación continua que se entreteje en metáforas y/o metonimias.
Las imágenes pueden ser habladas, presentadas, representadas,
trazadas, significadas, pero son cosas vivas susceptibles de corte.
A partir de lo anterior se vuelve importante subrayar que una
de las intenciones aquí es abrir un espacio al advenimiento de
otro corte. A manera de reflexión complementaria, Žižek (2010)
señala lo siguiente:

Hace más de una década Jeremy Rifkin designó esta


nueva fase de nuestra economía como “capitalismo
cultural”. El rasgo definitorio del capitalismo “pos-
moderno” es la cosificación directa de la propia ex-
periencia. Compramos cada vez menos productos
(objetos materiales) y cada vez más experiencias, ex-
periencias de sexo, comida, comunicación y con-
sumo cultural. (p. 22)

La cosificación directa de lo que suponemos propio se puede


presentar como la cosa viva (imágenes que se presenta, se perca-
tan y se descartan), esto presupone un corte entre aquello que
ahora vuelve de adentro hacia afuera. La importancia de esta
reflexión recae sobre aquello que la filosofía contemporánea ha

59
evidenciado de forma reiterativa, a saber, la introducción de un
intercambio de experiencias, en el sentido más radical de con-
sumo, de un consumo de experiencias sin corte. Lo que al
mismo tiempo lleva a considerar que hay espacios en donde el
consumo de experiencias define o enmarca las condiciones par-
ticulares de los espacios. En este caso supondríamos a este espa-
cio del anexo como uno que se determina en sus propias imá-
genes. La cosificación directa en cuanto impropia que es desig-
nada se experimenta, se presenta como la “cosa viva”, a la forma
de sujeto de anexo: “Una forma conlleva una materia; una materia
conlleva una forma; una materia y una forma conllevan un signifi-
cado”. (Águila, 2008, p. 108)
Al retomar la noción de corte (en tanto que significación
supone un corte entre emociones o sentimientos y la represen-
tación de estos) se encuentra que un corte particular que existe
en la palabra misma de anexo genera una continuidad de orga-
nizaciones específicas de significación que producen su propio
contenido, las puertas de acero por lo general reforzadas con
barrotes, la patrulla espiritual, el encierro, la ausencia de privaci-
dad se presentan como imágenes que toman cuerpo, se le da
cuerpo a la cosa viva y el cuerpo se apropia de imágenes. ¿Qué
implica esto para el sujeto de anexo?, ¿es únicamente lo exterior
lo que da cuerpo?
Una interesante reflexión sobre la noción de estética
que realizó Meltzer (2014) con énfasis a su práctica clínica toma
como referencia la forma de acoplamiento de la verdad y la be-
lleza como consecuentes de complejidad en la vida humana,
muestra el supuesto de que el sujeto en el proceso terapéutico
pueda elaborar la experiencia de tales formas de la verdad y de
la belleza en su vida. Complementariamente, la noción de la
estética identificable en objetos de la primera infancia que pro-
pone Bollas (2009) supone que a partir de ello surge la inquie-
tud de pensar la estética en la clínica, mientras que para Meltzer
(2014) lo estético es complejidad, tal como se lee en el prólogo

60
de El proceso psicoanalítico. Al momento en que se comenzó a
trabajar y al tiempo en que se fueron desarrollando las condi-
ciones de estos proyectos, se consideró a la creatividad como
otra forma de tomar un lugar en el entorno que el sujeto de
anexo presenta para realizar otra forma de corte en la cosa viva.
Lo que es concebido como asunto de la estética supone la exis-
tencia de un campo de aprehensión de los sentidos en escena-
rios narrativos articulados por ficciones que dan cuerpo a la
cosa viva. De esta manera se enmarcan otros espacios donde es
posible una intervención. Silla rota, lámpara enmohecida,
muerte, asaltos, perdón, miedo, orgullo, exaltación, cobija su-
cia, puerta sin cerradura, paredes agrietadas, un cuarto, mesa,
cruz, Biblia, cuerpos, triángulo, balanza, botellas de vino, árbol,
casa, cuchillos, narco, trabajo sucio, pistolas, sonrisas, violación,
magia, rituales, asesinato, flor, relojes, guitarra, corazón,
MUERTE, objetos puntiagudos, objetos curvados, escritura,
nombres y ausencia de ellos, homicidio, abandono, un Ferrari,
rostros, VIDA, genitales masculinos y femeninos, copulación,
caracol, peyote, araña, balazos, nubes, pescador varón, pez, dis-
frute, mujer-mariposa; con-forman algunas de las cosas trazadas
por los sujetos de anexo, quienes expresaron “suficientemente
fuerte” algo que busca dar cuerpo a lo vivo en sí: formas creativas
en que presentan su cuerpo a través de significaciones. Se trata
así, de un escenario donde se hace plausible la experiencia de
creación en otros espacios misma que se manifiesta al momento
en el que otro corte podría abrir hacia otras significaciones, lo
que posibilita otra forma de la cosa viva. Aquellas otras imáge-
nes que se presentan serían la posibilidad de los otros espacios
y, por ende, de sus implicaciones estéticas particulares.
Una de las primeras imágenes que suele ser vivida por
lo general de forma violenta es la puerta o reja que divide lo
exterior de lo interior en el anexo como estructura física, por lo
tanto en este caso se asemeja a una frontera, es aquella frontera
que cobra cuerpo en las imágenes de la estética del anexo,

61
enmarcándola como ya se ha dicho en el sujeto del anexo. Una
imagen que suele vivirse enraizada en la más profunda frustra-
ción, desilusión, decepción, coraje, alegría o esperanza. Es la
frontera, ya que la frontera compone un marco jurídico, norma-
tivo, de una relación bilateral, relaciones asimétricas, acciones
públicas consensuadas o privadas no consensuadas, imágenes
que ponen en crisis al sujeto de anexo.
Para Recalcati (2003) en los individuos existe una de-
pendencia fundamental, una que es estructurante para el su-
jeto, de la misma manera existe una dependencia patológica,
una que se encuentra en las toxicomanías y el alcoholismo. In-
troduciendo el concepto de antiamor Recalcati (2003) hace refe-
rencia a lo siguiente: “En las patologías de la dependencia, en cambio
el odio ocupa el lugar del amor de transferencia y asume la forma ex-
trema del rechazo de esta dependencia constituyente respecto del Otro”.
(p. 156) Además, agrega: “No hay encuentro con el Otro sexo, sino
sólo con el objeto de consumo. No hay alteridad, sino repetición necesa-
ria, sin contingencia, de un goce siempre idéntico a sí mismo”. (Recal-
cati, 2003, p. 157) Siguiendo este recorrido se puede inferir la
necesidad del sujeto de hacerse a sí mismo por medio del con-
sumo, de buscar la exclusión, declinación, obturación de la
constitución de la construcción en sí de las demandas de un
cuerpo otro, un cuerpo social. Siguiendo este hilo, la frontera
de la que se habló con anterioridad es en primer momento una
imagen en donde se enmarca algo de lo traumático ya que se
suspende la continua necesidad de hacerse a sí mismo en la ex-
clusión de fronteras. Una forma que pone en juego la reactua-
lización a manera de las patologías de la dependencia, aquellas
que Recalcati (2003) define como “[…] la dependencia del objeto
(imagen narcisista, comida, droga, alcohol) la que tiende a rechazar la
dependencia estructural del sujeto respecto del Otro”. (p. 152) En tér-
minos de Stolorow (2013):

62
Trauma emocional se convierte en imágenes conge-
ladas en un presente eterno en el cual uno perma-
nece atrapado para siempre, o hacia el cual uno está
condenado a volver perpetuamente a través de trasla-
dores que la vida trae en sus idas y venidas. (p. 76)

Los “trasladores” son concebidos por Stolorow (2013) de la si-


guiente manera:

Utilizo el término traslador, que cogí prestado de Ha-


rry Potter (Rowling, 2000), para captar el profundo
impacto del trauma emocional en nuestra experien-
cia del tiempo […] los trasladores al trauma vuelven
una y otra vez a una experiencia de traumatización.
(p. 76)

Al llevar en consideración las anteriores descripciones sobre la


imagen, pensada como cosa viva que caracteriza al otro espacio,
se destaca que esta podría ser, simultáneamente, objeto de in-
tervención y de indagación. Ello a fin de aperturar un encuen-
tro con el otro durante las reviviscencias del trauma. Nueva-
mente según Stolorow (2013):

Debido a que el trauma modifica de forma tan pro-


funda la estructura universal o compartida de la tem-
poralidad, una persona traumatizada vive casi literal-
mente en otro tipo de realidad, un mundo experien-
cial que es sentido como inconmensurable con el de
los otros. (p. 77)

Pereña (2002) también tiene contribuciones importantes sobre


el trauma, el cual describe como:

La pérdida de realidad (trauma) al atiborrarse de


realidad (fantasmas) […] ¿por qué planteamos el
trauma como pérdida de realidad? […] El trauma no

63
es sólo el hecho acontecido sino, sobre todo, la ca-
rencia de recursos psíquicos para incorporarlo y ela-
borarlo, para incluirlo como parte del tejido psíquico
[…] el trauma es la pérdida de realidad, no su sustitu-
ción ni su transformación, puesto que es una pérdida
irreparable. (p. 17)

Ambos autores, tanto Stolorow como Pereña, esbozan la exis-


tencia de un corte que insiste como traslador tratando de dar
sentido y saturando de realidad sobre lo que no está. Al reviven-
ciar la pérdida irreparable el sujeto de anexo queda sujetado
atravesando un constante revivir el trauma, una estética del anexo
es también una estética del trauma. Si bien en el sentido de las
formas relacionales que se han expresado en la vivencia del su-
jeto de anexo. Por ello, hemos concebido a la creatividad como
una manera de actuar en cuanto hacer para vigorizar y de inter-
venir en otros espacios para hacer otros cortes o para suscitar
otras significaciones en la continuidad histórica del sujeto de
anexo en cuanto forma de la estética misma del anexo.
En Realidad y juego, Winnicott (1993) aborda lo creador
al aclarar que la creatividad no apunta exclusivamente a una
acción derivada en una obra de arte sino activar el potencial
creador del sujeto, lo que se puede asociar con lo que aquí fue
subrayado como una de las apuestas de las historias políticas de
resistencia, específicamente la de vigorizar la existencia histórica
de los hombres. Desplegando esta concepción sobre la pro-
puesta de intervención que aquí se presenta, pensando en las
posibilidades de movilizar el potencial creador de los sujetos de
anexo, coincidimos con Winnicott (1993) cuando menciona
que “La creatividad que estudiamos se refiere al enfoque de la realidad
exterior por el individuo […] La creatividad que me ocupa aquí es un
universal”. (p. 63)
Resulta importante considerar la creatividad como una
disposición fundamental existente en cada sujeto para dar

64
cuerpo a la cosa viva. En ese sentido para Winnicott (1993) “De
uno u otro modo, nuestra teoría incluye la creencia de que vivir en
forma creadora es un estado saludable, y que el acatamiento es una
base enfermiza para la vida”. (p. 61) No obstante, si bien es cierto
que todo individuo posee las condiciones para el desdobla-
miento y desarrollo de tal atributo, se requieren circunstancias
y características de un ambiente con condiciones de existencia.
Un espacio se vuelve necesario para disponer el encuentro de
objetos que entren en contacto directo con el viviente, con su
cuerpo y con sus sentidos a fin de recomponer la alteridad, una
que en este caso para Recalcati (2003) no hay. Se trata de volver
a dar forma a las imágenes a través de un corte singular, a aque-
llas imágenes que sólo se presentan y que se expresan para el
sujeto de anexo bajo una forma en la estructura no sólo de la
temporalidad, sino de la espacialidad, más específicamente, de
su manera de resistir, de estar en una temporalidad y espaciali-
dad de pérdida irreparable.
Para Bollas (2009) un momento en el cual la alteridad
se recompone sería el primer objeto transformacional poseedor
de su propio idioma y condición primera para que emerja la
primera estética humana. Bollas (2009) identifica este primer ob-
jeto en la madre y en su idioma:

Esta primera estética humana informa el desarrollo


del carácter personal (que es la expresión de sí más
por la manera de existir que por las representaciones
mentales), y ha de predisponer todas las experiencias
estéticas futuras que pongan a la persona en comu-
nión subjetiva con un objeto. (p. 52)

Según lo esbozado por Bollas (2009), hay, en el papel confor-


mador de la subjetividad, una intención por parte de un objeto
que es ajeno al cuerpo propio y una más por parte de la manera
de existir que se inscribe en el psiquismo en forma de huellas.
Sin embargo, lo que tiene una manera de existir es aquello que
65
en ausencia de representaciones es algo que se presenta: la cosa
viva de la que el inconsciente no puede ser excluido “Porque el
trabajo del inconsciente no es un trabajo concluido sino de permanente
elaboración a la par de vivir. Es un saber vivo que recorre el tejido
anímico o psíquico del hombre”. (Pereña, 2002, p. 106) Además de
la cualidad de viva de la cosa y del inconsciente, es importante
destacar que Bollas (2009) ofrece una definición para lo que
considera un momento estético y sobre la cual este escrito se
aprecia de enunciar.
En el momento estético, donde una persona entra en
honda comunión subjetiva con un objeto, la cultura corporiza
en las artes una variedad de equivalentes simbólicos de la bús-
queda de transformación. Cuando va en búsqueda de una
honda experiencia subjetiva con un objeto, el artista recuerda
para nosotros —y al mismo tiempo nos brinda ocasiones para—
la experiencia de memorias de transformación del yo. En un
sentido, la experiencia del momento estético no es social ni mo-
ral; es singularmente impersonal y hasta despiadada, porque el
objeto es buscado sólo como rescatador de una experiencia.
¿En qué momento una experiencia es de tal modo que
pueda ser singularmente impersonal sino es dentro de un saber
vivo que se escenifica en la forma del cuerpo materno? Para Bo-
llas (2009) “el bebé no sólo asimila los contenidos de las comunicacio-
nes de su madre, sino también su forma […] la internalización de la
forma de la madre (su estética)”. (p. 53) De alguna manera ello
constituye lo especular de un tipo de forma que contornea al
sujeto de manera aparentemente específica.
Anteriormente se mencionó la concepción de forma que
Águila (2008) propone: “Una forma conlleva una materia; una ma-
teria conlleva una forma; una materia y una forma conllevan un signi-
ficado”. (p. 108) Si la forma de la madre es fundamento de la
primera estética del hombre, de igual manera se puede pensar
la forma del anexo dada por el corte de la cosa viva: es la estética

66
de sujeto del anexo contorneada en la frontera, en el discurso
alienante del anexo y en la ilusión o mentira.
Por lo general, este corte que se realiza en el sujeto del
anexo podría situarse en el momento de una situación del
trauma, por ello se propone la estética del trauma propia en el
sujeto de anexo desprovisto de elementos que le permitan bor-
dear aquello traumático. Al respecto Pereña (2002) enfatiza que
“el trauma no tiene argumento” (p. 105), ya que es pérdida de reali-
dad. Se trata de una estética en el sentido de trasladores al res-
cate de una experiencia puesta en marcha por un saber vivo que
busca recomponer el sentido “[…] los momentos estéticos no siempre
son ocasiones hermosas o maravillosas: muchos son terribles y terrorífi-
cos, pero profundamente conmovedores a causa de la memoria existen-
cial tocada”. (Bollas, 2009, p. 48)
Al suponer que para los sujetos de anexo hay un mo-
mento en que su subjetividad es trastocada, la intervención que
se menciona en este libro tuvo como apuesta buscar más allá de
crear un argumento sobre lo traumático vivenciado singular-
mente por cada uno, buscar un medio o una forma de significar
imágenes textuales y gráficas presentadas, ello se posibilitó a tra-
vés de la fisura. Para equilibrar esto sería preciso afirmar que
existen otros “arraigados con tanta firmeza en la realidad percibida
de manera objetiva, que son enfermos en el sentido contrario, es decir,
en el de no tener contacto con el mundo subjetivo y con el enfoque
creador de la realidad […] todo lo que se produce es creativo, salvo en
la medida en que el individuo está enfermo o se encuentra frenado por
factores ambientales en desarrollo que ahogan sus procesos creadores”.
(Winnicott, 1993, pp. 62-63)
Esto lleva a reconocer que pueden seguir presentes fac-
tores ambientales que dificultan otras búsquedas, por lo que en
este caso se puede preguntar si la estética del anexo propicia con-
diciones para inhibir o potenciar un proceso creador. Una in-
tención creadora de resignificaciones es posible que se vea fre-
nada debido a factores ambientales que forman parte de la

67
estética del anexo misma que incluso puede sostenerse sobre
una apuesta en lo social o en la dimensión de lo político, que
en términos de Rancière (2011) “[…] ocurre cuando aquellos que
“no tienen” el tiempo se toman este tiempo necesario para plantearse
[…] su boca emite también una palabra que enuncia lo común”. (p.
34)
Volviendo a un discurrir sobre lo creador, más allá de
pensarlo como algo que existe discursivamente según lo postu-
lado por Winnicott (1993), también se subraya lo propuesto por
Nasio (2015) en referencia a la noción de pulsión creadora que
utiliza para designar la forma en la cual suscribe lo creador que
se encuentra en el artista:

Un cuadro es una pulsión sexual que el artista ha he-


cho visible; una escultura es una pulsión sexual que
se ha hecho palpable; una melodía es una pulsión se-
xual que se ha hecho audible; y, para decirlo en pocas
palabras, toda forma inventada por el hombre es una
pulsión sexual que su creador ha hecho perceptible y
sugestiva. (p. 129)

De esta manera, algo que se encuentra en el saber vivo como


inconsciente, algo singularmente impersonal que ha logrado ser
perceptible y susceptible, puesto en escena, algo agrega sentido
al creador de dichos objetos, define al artista como quien, a tra-
vés de una obra, expresa un argumento.
Al pensar lo creador como elemento implicado en cons-
truir el exterior/interior-realidad, se advierte que ciertos postu-
lados del pensamiento psicoanalítico han conducido la manera
de proponer una relación entre los otros espacios, la atención
psicológica y los artistas en colectivo. Tal cruzamiento de ele-
mentos, se propone y configura como espacio de resistencia, de

68
sostén, de juego, de escucha y no menos, de descanso, como se
escenificó a través de la reflexión de “X”.4
Durante una actividad realizada en el anexo, “X” dijo
aproximadamente lo siguiente: “como palomita, quiero ser, como
una palomita blanca, que es de la paz, que vuela sobre el mar llevando
una ramita de laurel, que cuando se siente cansada, se para sobre la
ramita de laurel en el mar y después se va”.
“X” masculino de 38 años oriundo de Guatemala que,
siguiendo el coloquialmente llamado sueño americano, decide
embarcarse en una aventura que lo deja varado en San Luis Po-
tosí. Después de haber sido golpeado por pandilleros es hospi-
talizado y permanece una semana en coma, enseguida es llevado
al anexo por personas que él menciona lo ayudaron, pero de
quienes no recuerda sus nombres y quienes tampoco lo han vi-
sitado transcurridos cinco meses. Se le considera adicto, y se
vive como adicto. Crea y cree una historia propia de lo que él
considera un sentido adecuado para lo perdido.
Esto lo podemos pensar como un discurso alienante del
anexo, es común que jóvenes de 13 a 15 años por ejemplo sos-
tengan que han cometido homicidio o violación con tal de agre-
gar un argumento a sí mismos (o darse una forma), lo que po-
dría interpretarse como un intento de sostener la ausencia de
exclusión. Nuevamente ¿cómo se juega la exclusión si somos
iguales tú y yo? ¿sin la exclusión, esto implica ausencia de soste-
ner una alteridad? Quizá “la ilusión de hacerse a sí mismo sin el
Otro” (Recalcati, 2003, p. 152), una ilusión que para Rosenfeld
(1996) en la mentira o la mitomanía en sujetos toxicómanos o
alcohólicos se estructura “con la finalidad de crear impacto estético
y seducir. Estas, en cambio constituyen una creación delirante de la
realidad” (p. 354) siendo así, en el anexo es común que al llegar
al discurso alienado en el que encuentra soporte, se tienda a
adoptar la estética del anexo como discursividad, una con base en

4
Se usa X a fin de mantener la confidencialidad.

69
frases como: “yo he matado, llevo tres homicidios, maté a mi padras-
tro, estoy loco o el mal vive en mí”. Sobre el delirio, Pereña (2002)
sostiene que “crea a posteriori, un tiempo anterior al desconcierto,
una tarea impuesta contra la pérdida de realidad”. (p. 16)
Una realidad que descansa a la vez en la certeza del otro
y en la imperante necesidad de excluirlo para procurar hacerse
a sí mismo en el consumo.
Al seguir la teoría freudiana acerca de las huellas mné-
micas que tanto Bollas (2009) como Anserment y Magistretti
(2010) mantienen como discusión de actualidad respecto de la
conformación del psiquismo y llevada aquí al encuentro con la
práctica de generar productos de cualidades estéticas aparente-
mente comunes en la vivencia del anexo sin dejar la considera-
ción de lo singularmente impersonal, se puede considerar que
existen objetos mentales que parecen comunes para todos. Lo
anterior especula que de alguna forma existe una especie de pa-
sado común, pero en esencia este pasado común es resultado
del corte de la cosa viva que se enmarca en el entorno del anexo
donde se conforman y/o actualizan imágenes fonéticas repro-
ducidas de la siguiente manera: un yo adicto, un yo mierda, un yo
que viene de lo más espeso de la mierda, un yo culero, un yo homicida,
un yo violador, un yo hijo de la chingada. Esto no supone una alu-
sión a un inconsciente colectivo extraordinariamente expuesto por
C. Jung, sino a la particularidad de lo que revestiría un encuen-
tro en el anexo y, por consiguiente, punto de partida para pro-
piciar otro corte de la cosa viva abriendo así vías hacía otra sig-
nificación. Por ello, de esta manera se propone una interven-
ción a través de la cual se busca abrir un espacio para desarrollar
objetos materiales textuales, gráficos, u otros que denoten este
proceso. Otra apuesta es la de profundizar en las formas en que
podría incluirse a otros agentes en el proceso de creación de las
piezas y el espacio del anexo, distinta a la de reconfigurarse
desde la estética del trauma propia del sujeto de anexo.

70
Los procesos psíquicos constituyen una travesía viva y
constante para descifrar lo contingente de existir, ya que “En sus
orígenes, el pensamiento no intenta una operatoria sobre la realidad
exterior sino simplemente un reequilibramiento de los sistemas psíqui-
cos”. (Bleichmar, 2009, p. 43) La forma en que reinterpretamos
las imágenes y la disposición fundamental a representar lleva a
explorar las posibilidades de replantear la manera en que se ve
un objeto que se presenta y que obstinadamente se busca re-
crearlo, compararlo para aprenderlo, tomarlo, amarlo o des-
truirlo. Por lo anterior, resulta pertinente pensar la imagen del
adicto sobre sí, la forma del adicto, la estética del trauma y del
anexo, una imagen que se habita en donde la posibilidad de
crear otro encuentro consigo, reanudar de forma creativa aque-
llo que, en cuanto imagen frenada, interviene de y desde otra
forma.
Sobre el campo de la representación y siguiendo cierto
apartado de la tradición del psicoanálisis, es posible que tal em-
peño se torne difícil. Posibilitar otra representación a una es-
tructura de pensamiento o hallar otros nexos mediante los cua-
les se reinterprete la realidad exterior o se entre en contacto con
ella, no es apuesta simple. La representación es el residuo de un
encuentro con un objeto privilegiado que se inscribe no como
un objeto del mundo, sino como producto de una experiencia
o proceso creador de nuevos objetos de conocimiento que, para
Bollas (2009), en ausencia de representación es más bien me-
moria de existencia y para Pereña (2002) un saber vivo: “Enton-
ces el saber ha de entenderse como algún tipo de memoria”. (p. 38)
Apuntando a la postmodernidad, donde la economía de
los saberes ha entrado en una aparente crisis de relativismos y
donde todo se puede hacer y posteriormente deshacer, es im-
portante reflexionar en torno al panorama y remarcar que esta-
mos en momentos de generar puentes entre estos saberes, para
lo cual se podría re-crear la vinculación de espacios dedicados a
la creación y a la atención. Lo que se propone es direccionar el

71
contenido de las ideas que, en el campo de la práctica artística
suelen ser cristalizados, por ejemplo, en las expresiones plásti-
cas, para que a su vez den cuenta de un proceso singular de lo
creador anudado y afirmado a través de sesiones individuales y
grupales o ¿por qué no? pensar otras formas.
La huella representa para el psicoanálisis una marca en
la psique, una forma que las experiencias sensibles han dejado,
algo que estructura parte de las nociones de realidad, siempre
escurridizas a la conceptualización. Objetivar tal posibilidad no
supone dejar que el inconsciente lleve a cabo todo el trabajo y
verterlo sobre materialidad para justificar la acción gráfica o tex-
tual sino aproximarse a la generación de un tabulador simbó-
lico, esto como referencia a una discursividad sustentada en la
narrativa positiva en cuanto hace referencia a enmarcarse en el
discurso de la ausencia, yo en el espacio, yo sin la mierda, yo sin los
homicidios, yo sin la violación, yo sin asesinar a mi padrastro, y de ser
así cómo resolverse en ello, pero ¿qué tanto en la enunciación
del discurso propio la responsabilidad del acto se vuelve un acto
creador o incapacitante?, por mencionar algunos ejemplos,
donde el espacio o los facilitadores de esta experiencia no se
encuentren como formas de identificación con objetos muertos
que para Rosenfeld (1996) se despliegan en la incapacidad de
indiferenciarse de tal objeto (muerto). Otro ejemplo se encuen-
tra en aquellos enmarcados en el autoerotismo en que se “in-
tenta reparar una muy primitiva noción de identidad a través del
mundo propio de sensaciones creado por la droga” (p. 349) es decir,
presentarse como sujetos diferenciados no consumidos por el
discurso alienante del anexo abiertos a las relaciones bilaterales
simétricas, algo que implica la reconfiguración de la estética del
anexo, por ende, la del trauma.
Lo anterior apenas permite formular más interrogantes:
¿cuál es el vínculo que pueda generarse desde lo creador? ¿es
posible hacer partícipe a más profesionales de distintas áreas?

72
¿es necesario explorar lo creador a través de la óptica de los otros
espacios o es algo que sólo compete a ciertas ramas del saber?
Durante la puesta en marcha de las actividades imple-
mentadas en este y otros proyectos se dispusieron condiciones
particulares de un encuentro con otro en su singularidad. Las
imágenes que se iban haciendo presentes a sí mismo en los tex-
tos les daban forma a los encuentros con la narrativa y con la
posibilidad de trazar y de usar aquello a lo que se le llamó “los
dibujitos” o “los cuentos”. Esto supone una forma distinta de dis-
ponerse a y en la mirada, suponiendo que involucra a un órgano
estimulable, órgano cuya función predispone la generación de
un aparato simbólico.
La intervención que aquí es presentada suscitó el en-
cuentro con diferentes experiencias: la diferencia entre estar ca-
minando y estar haciendo ex votos negros y narrativa vivencial dejó
abierta, entre otras, la siguiente interrogante ¿qué está pasando
y para qué?
Si en algún momento algo del orden de lo pulsional se
puso en juego durante dicha intervención, ello sugirió la posi-
bilidad de enunciar o significar dicho cúmulo de cosa viva, a
manera de otra expresión del corte. Al final, la intervención se
situó en la condición particular de la vivencia del cuerpo, del
otro y de las condiciones del espacio para permitir el devenir de
un encuentro con voces, sonidos, aromas, quejidos, entre otros
que hacen del lugar otro espacio, aquel donde las imágenes par-
ticulares del sujeto aparecieron como lo creador del singular im-
personal.
La imagen encontrada y no encontrada es un soporte
que pone en relación al sujeto del anexo con la estética del
trauma, las impresiones gráficas y textuales resultantes fueron
otra cosa entre otras más que existen, pero siempre hay que saber
mirarlas. Las decisiones de vida a veces contienen esta forma de
resolverse en elementos estéticos, lo mismo en cuanto al anexo,
la imagen de sí que cambia es otro “motivo” de abrirse al Otro

73
para ser “visto” desde otro lugar, es el fenómeno propio de lo
estético, la estética propia en conflicto en el sujeto de anexo en
donde quizá la estética del trauma se piensa distinto. El acto de
propiciar la vida de sí en el acto de aventurarse.

74
—S H I B B O L E T H—
Estimado lector:

Se ha mantenido el anonimato de los autores de los textos a


petición de ellos mismos, los cuales se reproducen con su
autorización.
Los textos solo se transcriben conservando fielmente las
faltas de ortografía y de puntación, a fin de apegarse a la
naturaleza del escrito original.
Sea usted un lector de amplio criterio para una lectura
más satisfactoria del otro.

Carlos Guevara
I

El Peor de los ladrones.


Estoy fumando crack. Entro a casa de mi madre, robo sus joyas
sin remordimiento. Me sigo drogando.
Acabado me doy cuenta: No solo robe joyas, sino la vida misma
del ser que me dio la vida.

79
II

Entre droga y alcohol entra la sensación de ir a robar. En el


acto amarramos al guardia, después de tres cachazos se quiso
soltar, recibe cuatro piquetes.
Entran sirenas a los oídos, empieza la huida, ya no hay venta.
La corretiza, dos en la cárcel y dos en libertad.

80
III

81
IV

2014
Penal de San Luis Potosí. stoy en la celda 6C, mis amigos se
están yendo, entra una persona, trae un cuchillo dentro de una
biblia, me dice que me va a matar, estoy aterrorizado.
Esta bien, rezare. Me dice que dios es muy grande, lo escucho
hablar de dios, me perdona la vida, estoy renacido.

82
V

Cuando era pandillero estaba con unos amigos y en eso uno de


ellos me dice bamos a robar para seguir veviendo y pue fuimos y
pue ya traíamos siete celulares en eso la polisia nos bio y nos
corretio y pue a nadie agarraron.

83
VI

84
VII

Hechizo
Todo comenzó con un desencadenamiento de sustancias quími-
cas en mi cerebro. Provocando una emoción decidida, expresando
palabras para persuadir a un obscuro corazón de una bella
maga. Mi mensaje ya iba encantado a esa radiante silueta car-
gada de energías… El texto decía: ¡Hola Dark!

85
VIII

Nunca me podre conocer.


Pensamientos malos han muerto, no quiero pensar como ayer.
Hoy quiero volver a nacer sin drogas.
Encerrado sin libertad he aceptado que falle, implorando perdón
para no perder a las personas por mis acciones de ayer.

86
IX

87
X

Mientras tanto el 5 de agosto corre. En este encierro llega la


angustia, la presión por estar encerrado. Con ganas de ser el ar-
cano XIII, por estar en esta situación incomoda como el colgado.
Pido ánimos y serenidad, el sumo sacerdote me lo cumplió.

88
XI

La caja mágica guardaba las incógnitas de la humanidad. Por


milenios trataron de abrirla, desde el viejo orden mundial hasta
hoy y nada. Un joven visito al gran chaman del mundo y este le
dio peyote y supo todo y se dio cuenta del poder de la caja, así
que el joven la cerro por siempre.

89
XII

90
El diván negro
SHIBBOLETH
NARRATIVAS DESDE EL ANEXO
se terminó de imprimir en el mes de octubre de 2019.
San Luis Potosí, S. L. P., México.
El tiraje fue de 500 ejemplares.
“Transgresora, resistente, empática y hasta cierto punto morbosa. La
obra que nos ofrece Luis Lejía y Carlos Guevara se sitúa en un
espacio referido a aquellas cosas que la sociedad pretende no
percibir, es el abismo que habita debajo del tapete donde pulula lo
desagradable, es una mirada al ecosistema simbólico y real del
anexo, lugar-fenómeno común, referente imprescindible de nuestra
coexistencia urbana con el concepto ‘adicto’ que adjetiva un sujeto
sujetado por una voluntad que no es la suya.
Triste, perturbadora, sensibilizadora y lumínica, Shibboleth alumbra
la ofuscación ejercida por el sistema consumista neoliberal, sobre la
periferia no grata de lo no visible; los anexos, sus individuos y la
relación dialéctica que tienen en conjunto con la sociedad. Así pues,
el libro aporta una interesante exploración y reflexión a esta suerte
de herramientas ritualisticas y de ética dudosa que alinean al
individuo (sujeto del anexo) por medio de ficciones metatextuales y
eventos violentos de naturaleza opresiva que dan lugar a cambios
esenciales en las narrativas de sus habitantes, y por lo tanto, fuertes
modificaciones en sus realidades inmediatas en la forma que se
perciben las mismas, dando por resultado una obra imprescindible
en la biblioteca de todo aquel que se precie interesado del campo
clínico, o en el fenómeno socio-cultural llamado Anexo”.
C. Uriel Sánchez Rivera, [Filósofo].

“La mayoría de las personas podríamos dar una opinión,


comentario o simple punto de vista con relación a los anexos; pero
pensarlo desde un contexto social, jurídico, gubernamental,
histórico, analítico y desde la psicología crítica es lo que nos ofrece
Shibboleth: una perspectiva fresca e innovadora del testimonio
genuino y crítico del sujeto dentro de los espacios de encierro.
El libro nos genera una invitación a sumergirnos y poner en jaque
nuestro conocimiento, experiencias y prácticas de formación en
cuanto a nuestros saberes de estos espacios”.

Alejandra Hernández, [Psicóloga clínica y perito en la fiscalía del Estado


de San Luis Potosí].

El diván negro

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