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2020
BOSQUE DE LETRAS
BOLETÍN DE LA FEDERACIÓN COLOMBIANA DE ESTUDIANTES FORESTALES (FECEF)
BOSQUE DE LETRAS 2020
Comité editorial
Daniel Mauricio Díaz Rueda (damdiazru@unal.edu.co)
Ingeniero Forestal UNALMED. Consejero FECEF.
Diagramación
Portada
Contraportada
“Orquídeas” (Oncidium luteopurpureum, Epidendrum ibaguense, Orchidaceae)
(Ilustración por: Heidy Caro Ayala, estudiante de Ing. Forestal, UIS – Sede Málaga).
Contacto
tejidoforestalfecef@gmail.com
FECEFcolombia
Federación Colombiana De Estudiantes Forestales
BOSQUE DE LETRAS 2020
CONTENIDO Página
2. ARTÍCULOS INFORMATIVOS
- Reflexiones sobre legislación y cadena productiva de la guadua en Colom-
bia ................................................................................................................. 4
- Vida, obra y milagros del Semillero en Conservación y Restauración de
Ecosistemas (Unalmed) ................................................................................. 8
3. FLORA COLOMBIANA
- La uva camarona Macleania rupestris (Kunth) A.C. Sm. (Ericaceae), una
especie con alto potencial para la restauración ecológica de los bosques
andinos .......................................................................................................... 14
4. FAUNA COLOMBIANA
- Puma concolor L. (1771), un felino que debemos conservar ..................... 17
5. PÍLDORA BIOGRÁFICA
- Isidoro Cabrera Rodríguez, el maestro y poeta de la botánica colombiana... 21
6. CONEXIÓN CULTURAL
- Bulnesia carrapo: una historia del Bosque Seco Tropical (bs-T) en Honda
(Tolima) ........................................................................................................ 29
Nuestra sexta versión de “Bosque de letras” llega recargada con notas de actualidad
para el sector forestal colombiano, que como muchos otros gremios no se pudo esca-
par a las contingencias y novedades que la situación de pandemia por el Covid – 19 le
impuso al mundo y a la humanidad entera.
Por último y como siempre, deseamos que el esfuerzo de recopilar y poner a su dis-
posición esta información de interés para nuestro gremio, siga siendo del agrado y
utilidad para la comunidad forestal colombiana. Sirva también reiterar una vez más
la invitación a participar de este espacio con sus contribuciones en cualquiera de las
secciones. ¡Venturoso 2021 y que lo disfruten!
Comité editorial,
Diciembre, 2020
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BOSQUE DE LETRAS 2020
2. ARTÍCULOS INFORMATIVOS
En el marco del festival “ColomBiodiversidad 2019”, se llevó a cabo en el Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe,
de la ciudad de Medellín, el simposio denominado “Experiencias: Guaduales y Bambusales, un mundo de biodi-
versidad”, como resultado de un esfuerzo conjunto entre la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín y el
Jardín Botánico, con el propósito de hacer un llamado al sector de la guadua en Antioquia, actualizar el conocimien-
to relacionado y generar una reactivación de la cadena productiva en el departamento. Allí se reunieron diversos
investigadores y actores de los diferentes eslabones de la cadena, para presentar sus resultados de investigación y
reflexiones en torno al sector.
Si bien Antioquia es un departamento que históricamente ha contado con la presencia de guaduales en su territorio,
existe una tradición de uso rudimentario a nivel rural y se utiliza en baja proporción, para la construcción, la mue-
blería y la artesanía. Todavía no se ha logrado consolidar una cadena productiva en la región, al punto de que la
mayoría de la guadua que se utiliza proviene de la región cafetera, donde existe actualmente una industria aún inci-
piente. El área de guaduales que Antioquia posee todavía es bastante desconocida, debido a que no se ha realizado
aún una zonificación completa de estos. Algunas cifras oficiales hablan de entre 500 y 1000 hectáreas aproxima-
damente, pero este valor fácilmente podría superar las 3000 hectáreas, teniendo en cuenta además, que incluso se
han desarrollado plantaciones con
fines comerciales en los últimos
años y se han establecido bancos
de propagación, lo que denota un
creciente interés de diversos sec-
tores de la sociedad por su promo-
ción y uso.
La normativa vigente en este sentido no atiende a las necesidades actuales del sector, y dificulta, encarece y desin-
centiva el aprovechamiento de guaduales por parte de un sector más amplio de la sociedad, teniendo en cuenta que
por las características propias de la guadua, al ser una especie altamente renovable y de utilidad artesanal e indus-
trial, debería tener ya desde hace tiempo un esquema de promoción e incentivo sólido para el aprovechamiento de
los guaduales existentes en todo el territorio nacional y el establecimiento de nuevas plantaciones, lo que al mismo
tiempo representaría una reducción sustancial de las tasas de deforestación que actualmente enfrenta el país, y que
por tener la cualidad de ser de las únicas especies en el mundo que tiene la capacidad de brindar múltiples beneficios
ambientales y ecológicos, al mismo tiempo que productivos, podría ser incluida dentro de los esquemas de pago
por servicios ecosistémicos y bonos
de carbono, mientras genera riqueza
y productividad a través de su apro-
vechamiento y uso, ya que mediante
el recambio de individuos se adquiere
un material valioso mientras se captura
CO2 atmosférico, contribuyendo a la
mitigación del cambio climático y al
mejoramiento de la calidad de vida de
las personas y otras especies.
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BOSQUE DE LETRAS 2020
No obstante, recientemente se ha venido proponiendo un proyecto de ley que flexibilice los trámites y modifique la
concepción equívoca que se tiene sobre la guadua en Colombia, de la mano de un sector de académicos y empresa-
rios, y con la vocería de representantes del gobierno actual. Sin embargo, el borrador de proyecto, cuyo título reza:
“Por medio de la cual se incentiva la sostenibilidad ambiental y uso productivo de la guadua, en la recuperación
de la identidad y valores del Paisaje Cultural Cafetero Colombiano”, no evidencia una representación real de los
intereses del sector productivo y de consumo de guadua a nivel nacional, y no logra reflejar, lo que en términos
concretos debería ser una política nacional para el fomento y desarrollo de un sector productivo, sino que se limita
a una concepción regional (o regionalista), que si no se extrapola a todas las entidades del territorio nacional, no
tiene la capacidad de surtir el efecto necesario en otras regiones diferentes a la zona central del país, cuestión que
se evidencia ya con la legislación vigente.
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ARTÍCULOS INFORMATIVOS
Por último, cabe la pena resaltar que la concepción de tiempo atrás, y que se reafirma en la propuesta actual, de la
guadua como Producto Forestal No Maderable (PFNM), no subsana las ambigüedades de la especie, siendo incluso
más apropiado el concepto de Producto Forestal Maderable, o Producto Agroforestal Maderable, o simplemente
Producto Agroforestal, teniendo en cuenta que, si bien la guadua no es un árbol sino una especie de gramínea leñosa
más emparentada biológicamente con la caña de azúcar y el maíz, esta hace parte del bosque en estado natural, se
aprovecha su madera, y además su manejo silvicultural y cosecha requieren de herramientas y técnicas aplicadas
en el campo forestal, por representar una actividad de alto riesgo, que otros profesionales sin los conocimientos
necesarios, no estarían en la capacidad de ejecutar de forma idónea. En síntesis, la guadua no es un árbol, pero su
aprovechamiento es similar al de estos, o incluso más riesgoso.
Por todas éstas razones expuestas es que el país necesita de forma urgente una nueva concepción y legislación sobre
la guadua, pero que nazca del seno y debate del sector productivo, académico y empresarial para que sea una ley
moderna, equitativa y de incentivo real, y no un “lobby” político con intereses económicos para beneficio personal,
y así por fin dejar en el pasado el atraso e invisibilización al que ha estado sometido el sector a lo largo de los años.
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BOSQUE DE LETRAS 2020
Vida, obra y milagros del Semillero en Conservación y Restauración de
Ecosistemas (Unalmed)
Sin embargo, durante el sabático, y por casualidad, mientras buscaba ciudades mayas para visitar (uno de sus pa-
satiempos favoritos), pasó en agosto de 2011 por Mérida, capital del estado de Yucatán, en México, y se tropezó
con la IV Conferencia Mundial de la Society for Ecological Restoration (evento bienal). Así, pese al escepticismo,
aprovechó que su alojamiento quedaba a pocos metros del suntuoso Hotel Victoria, donde tenía lugar el congreso,
y se coló en algunas de las conferencias. A partir de esa experiencia pudo entender que la naciente restauración
de ecosistemas ya había acumulado muchos proyectos y podía mostrar resultados muy sólidos. Logró conocer a
algunos de los gurús del tema y establecer contactos con conocedores provenientes de los cuatro puntos cardinales.
De regreso a Medellín acogió la propuesta del jefe del DCF y, después de entrevistarse con los colegas que habían
montado el curso y recibir su apoyo y su espaldarazo, ofreció la asignatura por primera vez en el 2012, con una
masiva acogida (más de 20 estudiantes de ingeniería forestal llenos de entusiasmo desbordante).
De los primeros grupos de estudiantes que tomaron la asignatura surgieron varias iniciativas para pasar de la teoría
a la práctica. Y no es que no existieran ejemplos a
la mano: el Grupo de Restauración Ecológica del
profesor Jesús Orlando Vargas Ríos (U. Nacional
de Colombia, Sede Bogotá) y varios colegas del
DCF (U. Nacional de Colombia, Sede Medellín)
han desarrollado experiencias (en páramos, el pri-
mero, y en sitios vecinos a la Sede; para no ir muy Logo del Semillero, diseñado por Juan Camilo Jaramillo.
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ARTÍCULOS INFORMATIVOS
lejos, en el cerro El Volador o en Santa Elena, los segun-
dos) desde hace una década, si no más. Pero directamente
quien esto escribe, tenía más experiencia, indirecta, justo es
decirlo, en proyectos (casi todos fallidos) de restauración de
manglares, su propia especialidad. Así pues, con el enorme
entusiasmo de esos primeros estudiantes de la restauración
ecológica, el grupo empezó a buscar lugares dónde aplicar su
teoría. Para ello fueron útiles las propuestas para trabajar en
la Reserva Natural de la Sociedad Civil “La Montaña Mágica
- El Poleo” (en Zapatoca, Santander) y en “Bruma”, un pre-
dio pequeñito en el corregimiento San Félix (en Bello, Antio-
Montaje de parcelas permanentes en enero de 2015, en la quia). El grupo también tocó las puertas de la Universidad (y
RNSC La Montaña Mágica – El Poleo, en Zapatoca otras instituciones) y planteó sus propios proyectos, algunos
(Santander). Foto por: José D. Acosta-Arango. de los cuales fueron cofinanciados y realizados (cuadro 1)
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BOSQUE DE LETRAS 2020
De estos proyectos también han derivado numerosos productos, que han nutrido tanto al curso que le dio origen al
Semillero, como a trabajos individuales de sus integrantes (cuadro 2).
Cuadro 2. Principales productos obtenidos desde 2013 a la fecha por el Semillero en Conservación y Restauración
de Ecosistemas de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín
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ARTÍCULOS INFORMATIVOS
Adicionalmente, el Semillero ha sido una pla-
taforma para que sus integrantes se entrenen
en la presentación de resultados parciales. Así,
desde 2014 muchos semilleristas han partici-
pado en eventos nacionales. Entre ellos cabe
mencionar: 6º Simposio Nacional Forestal
(Medellín, 2014), I Simposio Regional de
Restauración Ecológica Nodo REDCRE Ca-
li-Suroccidente (Palmira, 2015); Encuentro
Nacional de Investigación y Desarrollo ENID
(Manizales, 2015); IV Congreso Colombia-
no de Estudiantes en Ciencias Forestales (IV
Presencia del Semillero en el IV Congreso Colombiano de Restauración
CCECF, Tolima, 2015); V Congreso Colom- Ecológica (Florencia, 2018). Foto: archivo particular.
biano de Estudiantes en Ciencias Forestales
(V CCECF, Medellín, 2016); IV Congreso Colombiano de Restauración Ecológica (Florencia, 2018); y Congreso
Colombiano de Ecología (Popayán, 2018).
De la misma manera, otros tantos semilleristas han participado en eventos internacionales como: III Congreso
Mexicano de Ecosistemas de Manglar (Puerto Vallarta, México, 2014); XVIII Congreso Latinoamericano de Estu-
diantes de Ciencias Forestales (“XVIII CLECF”, Cartago y San José, Costa Rica, 2014); XIX Congreso Latinoa-
mericano de Estudiantes de Ciencias Forestales (XIX CLECF, Paraguay, 2015); XX Congreso Latinoamericano
de Estudiantes de Ciencias Forestales (XX CLECF, Cuba, 2016); 6ª sesión de la Plataforma Intergubernamental
Ciencia-Política en Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES, Medellín 2018); VII World Conference on
Ecological Restoration (SER, Brasil, 2017); XXI Congreso Latinoamericano de Estudiantes de Ciencias Forestales
(XXI CLECF, Perú, 2017); IX Congreso Iberoamericano de Control de Erosión y Sedimentos y II Congreso Ibe-
roamericano de Sedimentos y Ecología (IX CICES-II ISI, Santiago de Chile, Chile, 2018); y XI Congreso Mesoa-
mericano de Abejas Nativas (México, Cholula, 2019).
Para el futuro cercano, el Semillero ha puesto sus ojos colectivos en la presentación de nuevos resultados en eventos
para 2021, entre ellos: XV World Forestry Congress (Corea del Sur); Annual Meeting of the Association of Tropical
Biology and Conservation (Cartagena) y 9th World Conference on Ecological Restoration (Canadá).
Mención especial merecen los jóvenes investigadores que han recibido apoyos de Colciencias (hoy MinCiencias)
desde el 2017 a la fecha, muy particularmente los Ing. Paola Andrea Cuadrado Solis y Hugo Alexander Benju-
mea Ochoa, quienes recientemente formalizaron los productos comprometidos, dos de los cuales serán publicados
próximamente. Y pasando a las publicaciones, cabe señalar que los semilleristas tienen en proceso de construcción
al menos tres manuscritos y, pese a las limitaciones, seis publicaciones en su haber:
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● Díaz-Rueda, Mesa-Ruiz, Acosta-Arango & Polanía (2015). Registros de Oso Andino (Tremarctos ornatus, Carni-
vora: Ursidae) en Zapatoca, Serranía de los Yariguíes, Santander, Colombia. Mammalogy Notes, 2(1): 5-7
● Díaz-Páez & Polanía (2017). Experiencia piloto de nucleación con especies nativas para restaurar una zona de-
gradada por ganadería en el norte de Antioquia, Colombia. Biota Colombiana, 18(1 Sup), 60-69
● Martin-Pérez, Vélez-Martínez & Polanía (2018). Propiedades edáficas de bosques y potreros en recuperación de
dos reservas naturales en Zapatoca (Santander). Suelos Ecuatoriales, 47(1 y 2), 28-40]
● Díaz- Páez, Zahawi, Úsuga, Werden & Polanía (sometido en Restoration Ecology). Vegetative propagation of
native tree species: an alternative restoration strategy for the tropical Andes
● Jaramillo Rodríguez, Polanía & Mancera-Rodríguez (sometido en Revista de Biología Tropical). Calidad ecoló-
gica y estructura del ensamblaje de macroinvertebrados acuáticos en una quebrada andina en proceso de restaura-
ción en Santander, Colombia
● Cuadrado-Solis, Pardo Moy & Polanía (sometido en Revista Facultad de Ciencias, UN Sede Medellín). Evalua-
ción de especies y protocolo para la restauración ecológica en bosques montanos andinos colombianos
Todo lo anterior no se habría logrado sin la colaboración de muchas personas, pero es indispensable mencionar
aquí al Ing. Daniel Mauricio Díaz Rueda y su padre, don Reynaldo Díaz Rueda (de la RNSC “La Montaña Mágica
- El Poleo”), la Red de Reservas Naturales de Zapatoca (Renaz), la MSc Mónica Díaz Páez, el Dr. Rakan Ammar
Zahawi (Director del Lyon Arboretum de la University of Hawaii at Manoa), el MSc Juan Camilo Jaramillo (Zero-
Latitude, Medellín), Más Bosques para Medellín (Alcaldía de Medellín) y el Grupo HTM.
Más recientemente se han integrado al Semillero numerosos estudiantes, la mayoría del programa de ingeniería
forestal, pero también de otras carreras (ingenierías agrícola y ambiental, principalmente) e instituciones (U. de
Antioquia), que se reúnen regularmente cada lunes a las 18:00 (de forma virtual desde marzo 2020 a la fecha)
y que allí discuten temas para
trabajos de grado o propuestas
de proyectos en restauración
y monitoreo de ecosistemas,
suelos, bioindicadores de ca-
lidad del agua, sistemas de in-
formación geográfica y otros
relacionados.
En todo caso, el Semillero en Conservación y Restauración de Ecosistemas demuestra que, con el actual grupo de
participantes entusiastas y fieles, pero también con su primera tesis de maestría, sus publicaciones y su éxito en
convocatorias, ha alcanzado una cierta madurez, que le permite proyectarse al futuro con la cara en alto y su mente
colectiva llena de proyectos para realizar.
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3. FLORA COLOMBIANA
La uva camarona Macleania rupestris (Kunth) A.C. Sm. (Ericaceae), una especie
con alto potencial para la restauración ecológica de los bosques andinos
Por: Carlos Andrés Paz López
Ingeniero forestal - Universidad Distrital Francisco José de Caldas
La familia Ericaceae
Fue descrita por el botánico Antoine Laurent de Jussieu en 1789 y se reconoce como la familia de los blueberries
o arándanos. Predomina en hábitats húmedos de los bosques de montaña, entre 1000 y 3000 msnm. Prefiere zonas
de bosque premontano o montano, en donde se presentan suelos ácidos y drenados, precipitación distribuida a lo
largo del año y con abundante luz. En el Neotrópico se presenta una radiación de especies en los Andes del noroeste
de Suramérica, debido a las condiciones climáticas de la región, la capacidad adaptativa y las condiciones de epi-
fitismo (Luteyn, 2002).
Descripción
Arbustos terrestres o epífitos, hojas oblongas a ova-
do-oblongas, ápice agudo a redondeado, base de la
hoja redondeada, generalmente glabras o con pu-
bescencia inconspicua cerca de la base por el envés,
pinnatinervia. Inflorescencias axilares de entre 4 y
20 flores, hipanto cilíndrico, flores 5-meras, corola
urceolada, roja obscura a rosada rojiza (Fig. 1A), es-
tambres 10, iguales, con los filamentos libres. Fruto
en baya que madura de color negro-azulado oscuro,
con numerosas semillas (Fig. 1B). (Smith, 1935).
Sinónimos taxonómicos
Macleania alpicola (Klotzsch) Hoerold, Macleania Figura 1. Macleania rupestris (Kunth) A.C. Sm. A-) Detalle de la
inflorescencia B-) Frutos en baya maduros.
attenuata B. Fedtsch. & Basil, Macleania costari-
Fotos por: Carlos A. Paz López.
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FLORA COLOMBIANA
censis (Klotzsch) Hoerold, Macleania ecuadorensis Hoerold.
Nombres comunes
Según Bernal et al., (2017), se registran los siguientes nombres comunes asociados a M. rupestris: chaquilulo:
Cauca, Nariño; tamadero: Boyacá; uva: Cundinamarca; uva camarona: Cundinamarca, Santander, Valle del Cau-
ca; uva de perro: Antioquia y uvo: Boyacá, Cundinamarca.
Distribución y hábitat
Es una especie de amplia distribución y se puede encontrar desde Costa Rica a Panamá y Venezuela a Perú. En
Colombia se puede encontrar en bosques secos montano bajos, bosques secos y húmedos premontanos, bosques
montanos húmedos, bosques húmedos y lluviosos y páramos (Luteyn & Pedraza, 2012), en los Andes y la sierra
nevada de Santa Marta, entre los 2000 y 4100 msnm, en los departamentos de Antioquia, Boyacá, Caldas, Cauca,
Cundinamarca, La Guajira, Huila, Magdalena, Nariño, Norte de Santander, Putumayo, Quindío, Santander, Tolima
y Valle del Cauca (Fig. 3). (Bernal et al., 2017).
Usos
Sus frutos tienen sabor astringente y son consumidos como fruta
fresca o en jugos. Los frutos y las flores se consumen para cal-
mar la sed en Garagoa (Boyacá). En Arcabuco (Boyacá) se hacen
mermeladas con los frutos maduros (Fig. 2). También se emplean
para el control de diarreas crónicas (Lagos et al., 2010).
Figura 2. Mermelada preparada con frutos de Macleania
Potencial en la restauración ecológica de rupestris en la Reserva Natural Madremonte Santuario de
M. rupestris flora y miel. Foto por: Diana Hortúa.
La gran adaptabilidad a condiciones climáticas y edafológicas, como altas o bajas precipitaciones (Luteyn & Pe-
draza, 2012) y suelos ácidos (Luteyn, 2002), en zonas abiertas o cubiertas, sumado a su amplia distribución en la
región andina, pacífica y caribe, hacen que M. rupestris en conjunto con otras familias, tengan un gran potencial
para ser empleada en procesos de restauración ecológica. Además presenta simbiosis con micorrizas, las cuales
según Smith & Read (1997), son uno de los motivos por los cuales las Ericaceae se pueden adaptar a suelos ácidos
y con pocos nutrientes. Principalmente se trata de micorrizas ericoides, las cuales colonizan las raíces finas o raíces
capilares formando hifas en las células epidérmicas, haciendo que la colonización de estas plantas sea más fácil.
Propagación de M. rupestris
Con lo mencionado anteriormente, para poder usar una especie es necesario conocer el método de propagación
óptimo, y adicional a esto que la especie tenga un nivel de dificultad aceptable a la hora de realizar dicho proceso
tanto por vía sexual o asexual, como es el caso de M. rupestris, la cual se puede reproducir por cualquiera de estos
medios. Gutiérrez & De la Cruz (2019) hicieron propagación in vitro de la especie mediante el uso de diferentes
compuestos como zeatina y kinetina, con resultados exitosos. Por su parte, Duran-Casas et al., (2013) demostraron
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BOSQUE DE LETRAS 2020
Figura 3. Distribución de Macleania rupestris (Kunth) A.C. Sm en Colombia. Fuente: Adaptado de Bernal et al., (2017).
que también es viable la propagación por acodos, con el fin de obtener una buena cantidad de material vegetal para
ser usado en producción o en procesos de restauración ecológica en páramos y subpáramos.
Bibliografía:
BERNAL, R., G. GALEANO, A. RODRÍGUEZ, H. SARMIENTO & M. GUTIÉRREZ. 2017. Nombres Comunes de las Plantas de
Colombia. Recuperado de: http://www.biovirtual.unal.edu.co/nombrescomunes/
DURÁN-CASAS, S, VELOZA, C, MAGNITSKIY, S, & LANCHEROS, H. 2013. Evaluation of uva camarona (Macleania rupestris
Kunth A.C. Smith) propagation with air layering. Agronomía Colombiana, 31(1), 18-26.
GUTIÉRREZ., A, & Y. DE LA CRUZ. 2019. Multiplicación in vitro de Macleania rupestris (Kunth) A.C. Sm. (Ericaceae). Biotecno-
logía Vegetal, 19(4), 265-275.
LAGOS-BURBANO, T. C., ORDÓÑEZ, H., BURBANO, S. & J. MARTÍNEZ. 2010. Descripción de frutales nativos de la familia
Ericaceae en el altiplano de Pasto, Colombia. Revista Colombiana de Ciencias Hortícolas, 4(1), 9-18
LUTEYN, J. 1997. A review of and taxonomic realignments within the neotropical genus Macleania (Ericaceae: Vaccinieae). BioLlania
6: 455-465
LUTEYN, J. 2002. Diversity, adaptation, and endemism in neotropical Ericaceae: biogeographical patterns in the Vaccinieae. The
Botanical Review. 68: 55–87.
LUTEYN, J. & P. PEDRAZA-PEÑALOSA. 2012. Parientes de los arándanos de los trópicos del Nuevo Mundo (Ericaceae) (http://
sweetgum.nybg.org/ericaceae/index.php). Jardín Botánico de Nueva York, Bronx, Nueva York.
SMITH, A.C. 1935. Macleania rupestris (Kunth) A.C. Sm. Phytologia 1(3): 131–132.
SMITH, S.E & D.J. READ. 1997. Mycorrhizal symbiosis, 2nd edn. London, UK: Academic Press.
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BOSQUE DE LETRAS 2020
4. FAUNA COLOMBIANA
Descripción general
El puma (Puma concolor) es el segundo felino más
grande de Colombia después del jaguar. Pertenece a la
familia Felidae. Su piel es de tonos habanos, cafés, ro-
jizos o grises, pero no presenta variación, tal como lo
describe su epíteto en latín, concolor: un solo color (Fig.
1). La punta de la cola es negra. Los cachorros presentan
manchas negras sobre su abrigo habano y ojos azules.
Estas manchas son muy útiles para su camuflaje, pero
desaparecen a las 14 semanas y sus ojos se tornan cafés
(Payan & Soto, 2012). Figura 1. Aspecto general de un adulto de P. concolor.
Fuente: INBio.
Distribución
El puma o león de montaña (Puma concolor) es un felino muy adaptable, que tiene la gama más extensa de to-
dos los mamíferos terrestres salvajes de América, ya que se encuentra desde el Canadá, pasando por los Estados
Unidos, América Central y América del Sur, hasta el sur de Chile y Argentina (Nielsen et al., 2015) (Fig. 2). En
toda su distribución, el puma se encuentra desde las altas montañas hasta los desiertos (Nowell & Jackson, 1996),
incluidos los paisajes dominados por las actividades humanas (Zarco et al., 2013; Caruso et al., 2016). A pesar de
ser una especie fascinante, la información sobre la biología de P. concolor en Colombia es escasa. En el país se
ha registrado en hábitats contrastantes, en un ámbito de elevación desde el nivel del mar hasta los 4.100 m.s.n.m.
(Alberico et al., 2006; Payan & Soto, 2012).
No obstante, aunque los leones de montaña se distribuyen ampliamente y tienen la capacidad de viajar a grandes
distancias, los estudios indican patrones variables de la estructura genética, que van desde niveles de flujo de genes
bajos a altos, y se ha sugerido que las características del paisaje influyen en estos patrones (McRae et al., 2005;
Loxtermann, 2011; Holbrook et al., 2012). Por ejemplo, Ernest et al., (2003) proporcionaron pruebas de que los
individuos de P. concolor en la cordillera de la costa norte y el suroeste de California (Estados Unidos) son genéti-
camente distintos de los que habitan en otras regiones del estado.
Aspectos ecológicos
El puma es principalmente nocturno, aunque puede estar activo durante el día (Payán & Soto, 2012). Tiene una die-
ta generalista, por lo que puede comer presas grandes, pero suele consumir mamíferos pequeños y medianos (Mac-
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FAUNA COLOMBIANA
Donald et al., 2010). El puma caza solo, acechando
y saltando sobre la presa; el método más frecuente
consiste en romper el cuello de su presa mordiéndo-
le la garganta (Borrero et al., 2016).
respectivamente, los pumas dependían de 24 familias de mamíferos, que representaban nueve de los 13 órdenes
encontrados en América del Norte. Específicamente en Colombia su depredación ha sido poco estudiada, y mu-
cha información disponible se limita a menciones de dieta generalista; sólo tres estudios han evaluado el régimen
alimenticio del puma. El primero se realizó en los ecosistemas altoandinos y de páramo de la cordillera Central y
Oriental del departamento del Cauca (Hernández et al., 2011), el segundo en los ecosistemas andinos, altoandinos
y de páramo de la parte norte de la cordillera Oriental, en el departamento de Norte de Santander (Pacheco et al.,
2018); y el tercero se llevó a cabo en la región cafetera de los Andes centrales (Castillo et al., 2020). La tendencia
observada en los tres estudios fue una alta frecuencia de mamíferos pequeños y medianos.
En conclusión, aunque la pérdida del puma puede ocasionar procesos ascendentes y descendentes que degraden los
ecosistemas, al presente no hay estudios que identifiquen estos efectos en Colombia. Por otra parte, aunque la espe-
cie presenta una presión de selección por caza y pérdida del hábitat; el 52% del territorio nacional está cubierto con
superficie boscosa (SMByC, 2019), lo cual le concede buena área de conservación y movilidad al puma. Adicional-
mente, un estudio reciente ha demostrado que los herbívoros son los que poseen mayor riesgo de extinción (Atwood
et al., 2020) y, dado que la pérdida de grandes mamíferos herbívoros, como los elefantes africanos (Loxodonta
africana), bisontes americanos (Bison bison) e hipopótamos (Hippopotamus amphibius) también desencadenan
en cascadas tróficas (Lacher et al., 2019), se recomienda hacer una investigación sobre el estado y pérdida de los
grandes mamíferos herbívoros en Colombia.
Finalmente, conservar y garantizar la presencia y reproducción de P. concolor, no sólo beneficia a esta especie sino,
además, a un considerable número de presas que habitan los mismos ecosistemas. En vista de la amplia distribu-
ción del puma, su conservación y restauración impactarían en extensas áreas. Además, garantizar la variabilidad
genética de esta especie también asegura la de otras especies y se evitarán los impactos negativos en la función y
estructura de los ecosistemas por la pérdida de este gran felino.
Bibliografía:
ALBERICO, M. I. C. H. A. E. L., TRUJILLO, F., & J.E. JORGENSON. 2006. Libro rojo de los mamíferos de Colombia. J. V. Rodrí-
guez-Mahecha (Ed.). Bogotá, Colombia: Conservación Internacional Colombia.
ATWOOD, T. B., VALENTINE, S. A., HAMMILL, E., MCCAULEY, D. J., MADIN, E. M., BEARD, K. H., & W.D. PEARSE.
2020. Herbivores at the highest risk of extinction among mammals, birds, and reptiles. Science Advances, 6(32), eabb8458.
BORRERO, L. A., MARTIN, F. M., & F.J. PREVOSTI. 2018. Taphonomy and the role of pumas (Puma concolor) in the formation of
19
FAUNA COLOMBIANA
the archaeological record. Quaternary International, 466, 157-164.
CARUSO, N., LUCHERINI, M., FORTIN, D., & E.B. CASANAVE. 2016. Species-specific responses of carnivores to human-induced
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20
BOSQUE DE LETRAS 2020
Posteriormente guió a científicos que buscaban pistas de las enfermedades tropicales en la sierra de la Macarena, la
llanura de San Juan de Arama, Mesetas y la margen izquierda del río Güejar. Su inquietud no se limitaba al trabajo
de campo, sino que también ayudaba en el laboratorio con los microscopios a contar los huevos de los zancudos.
A finales de 1949, sus conocimientos sobre el territorio, caminos, plantas y animales lo acercaron más a la ciencia,
cuando el Jardín Botánico de Kew en Londres envió una misión encabezada por el botánico australiano William
Raymond Philipson (1911-1997) y el zoólogo Charles Christopher Doncaster (1920-2008), quienes venían a en-
contrarse con personalidades como el entomólogo alemán Leopoldo Richter (1896-1984) y el botánico colombiano
Jesús Medardo Idrobo-Muñoz (1917-2007), en la Universidad Nacional de Colombia.
Los investigadores buscaron a Isidoro por la fama de buen baquiano que se había granjeado, de quienes aprendió a
reconocer otras formas de ver y clasificar las plantas y los animales, con las selvas y llanuras como salones de clase.
Luego acompañó también al connotado zoólogo letón Federico Medem (1912-1984), con quien aprendió sobre
vertebrados e invertebrados (El Tiempo, 2003). Así, Isidoro, que ya atesoraba un profuso conocimiento empírico
21
PÍLDORA BIOGRÁFICA
sobre plantas y animales, en dónde estaban, cómo
encontrarlos o seguirlos, sus sonidos, sus nichos y
sus nombres vernáculos; fue aprendiendo también de
los latinazgos de dos palabras (género y especie) que
usaban los científicos para nombrarlos. Incluso su
habilidad como dendrólogo llegó a ser tal, que sólo
con darle un vistazo a la hojarasca en el suelo podía
saber con detalle que árboles había en ese bosque.
De la estrecha relación profesional entre Schultes y Cabrera, comenta el discípulo de Schultes y etnobiólogo Wade
Davis (2017) en su best seller “El río” que: “Le habían hablado de un joven naturalista llanero llamado Isidoro
Cabrera. Schultes había estado en busca de un asistente de campo desde la muerte de Pacho López, pero le preo-
cupaba contratar a un joven de los Llanos para trabajar en el bosque pluvial. Cabrera le ofreció trabajar sin paga
hasta que estuviera satisfecho con él. Sin embargo, le pagó desde el principio, y durante los tres años siguientes
recogerían juntos más de 10.000 especímenes, y su colaboración llegaría a ser una de las más importantes de toda
la historia de la botánica de América del Sur”.
Vivida la experiencia con Schultes, Isidoro regresó a Bogotá en agosto de 1953, esta vez para trabajar en el pro-
grama “Punto IV” del presidente norteamericano Henry Truman, con el Ministerio de Agricultura de Colombia,
entidad que lo becó para estudiar “Agricultura y Ganadería General” en la Universidad Nacional de Colombia
- sede Medellín, entidad que hasta 1978 otorgaba también el título de “Experto Superior Forestal”, y después el
de “Tecnólogo Forestal”. Como era de esperarse, el aventajado
alumno superó a varios de sus profesores.
Las correrías de Isidoro por los valles, montes y montañas de Colombia, especialmente de la Amazonía, la Orino-
quía, el Magdalena Medio, el Darién y el Pacífico, le dejaron un saldo de innumerables anécdotas, el padecimiento
de malaria en unas 24 ocasiones y otras afecciones, y por lo menos unas 22.000 colecciones botánicas que recolec-
tó en sus innumerables viajes, y que reposan en varios
herbarios regionales de Colombia, y especialmente en
CUVC y el Herbario Nacional Colombiano (COL).
Una parte de las correrías botánicas de Isidoro ha sido
condensada en dos publicaciones: una sobre sus colec-
ciones florísticas en la provincia del Chocó biogeográ-
fico colombiano, y un compendio de las colecciones
históricas realizadas en la Amazonía y Orinoquía co-
lombianas (Ruiz-Domínguez & Cabrera-Rodríguez,
2012; 2019). Incluso sus publicaciones han versado
sobre asuntos ecológicos como la fenología de algunas
especies arbóreas colombianas (Cabrera-Rodríguez,
1978), información relevante, por ejemplo, para pro-
Isidoro prensando plantas en el Vaupés, en 1952 a la edad de
yectos de silvicultura de bosques naturales, conserva-
30 años. Foto: archivo particular. ción y restauración ecológica.
23
BOSQUE DE LETRAS 2020
El nombre de Isidoro fue inmortalizado en un género arbóreo de la familia Trigoniaceae: Isidodendron triptero-
carpum Fern. Alonso, Pérez Zab. & Idárraga, descrito en el 2000 y que hasta ahora sigue siendo monoespecífico.
De igual forma, su apellido Cabrera quedó inscrito con variaciones latinizadas en otras nueve especies de la flora
colombiana, descritas entre 1958 y 1991: Eschweilera cabrerana Philipson (Lecythidaceae), Asplundia cabrerae
Harling (Cyclanthaceae), Diploterys cabrerana (Cuatrec.) B.Gates –antes Banisteriopsis- (Malpighiaceae), Jus-
ticia cabrerae Leonard (Acanthaceae), Kalbreyeriella cabrerae Leonard (Acanthaceae), Swartzia cabrerae R.S.
Cowan (Fabaceae), Moquilea cabrerae (Prance) Sothers & Prance– antes Licania- (Chrysobalanaceae), Guzmania
cabrerae Gilmartin (Bromeliaceae) y Ardisia cabrerae Pipoly (Primulaceae) (Trópicos, 2020). El aporte a la histo-
ria natural que también dio con sus colecciones zoológicas le valió para dejar perpetuado su apellido en el epíteto
específico de una rana: Osteocephalus cabrerai (Cochran & Goin, 1970) -antes Hyla cabrerai-, la cual recolectó
inicialmente en la Amazonía colombiana, y que posteriormente también ha sido registrada en los bosques amazó-
nicos de Ecuador y Perú (Bioweb, 2020).
Holotipo de Banisteriopsis cabrerana (Schultes & Cabrera #17297), depositado en el Herbario Nacional de los Estados Unidos (US).
Imagen: Herbario US, NMNH.
El interés de Isidoro por las plantas útiles y el conocimiento de las comunidades, quedó plasmado en el nombre de
una planta medicinal que descubrió junto con su mentor Schultes, en las
riberas del río Apaporis: Justicia cabrerae, y en varias obras como “Las
plantas y sus usos en las islas de Providencia y Santa Catalina” (Cabre-
ra-Rodríguez, 2005). Otra más de las especies que le dedicaron, inicial-
mente descrita como Banisteriopsis cabrerana por José Cuatrecasas, es
una especie afín a la ayahuasca o yagé (B. caapi), de la que el propio Isi-
doro probó y describió sus efectos psicotrópicos para las investigaciones
de Schultes, con el que solían departir e interactuar en las comunidades
indígenas que visitaban y quienes les ayudaban. Ambos se asombraban
por lo que veían como la fuerza de los hombres que consumían diaria-
mente libras enteras de coca, mientras luchaban con maderos nudosos en
sus ceremonias, en las que incluso Schultes llegaba a participar, vistien-
do sus atuendos autóctonos y tradicionales (Davis, 2017).
“Marfil” (I. tripterocarpum), en el Arboretum &
Palmetum “León Morales Soto”, Medellín, Por su parte, el “árbol de Isidoro” (significado de Isidodendron) fue re-
octubre de 2020. Foto por: Mayra Bedoya. colectado inicialmente en 1969 por Cabrera en el Magdalena Medio,
24
PÍLDORA BIOGRÁFICA
Entre el 9 y el 13 de julio de 2011 se realizó el simposio “Healing the planet: medicinal plants and the legacy of
Richard E. Schultes”, en honor a su admirado mentor, en el marco del congreso “Botany 2011. Healing the planet”,
en Saint Louis (Missouri, EEUU). Aunque Isidoro no pudo estar allí físicamente por motivos de salud, sí lo terminó
inaugurando de manera indirecta y casual, cuando el etnobotánico Rodrigo Cámara-Leret les solicitó a los organi-
zadores que le permitieran leer el poema sobre Schultes que Isidoro le había compartido, cuando Rodrigo lo visitó
en su casa en Cali. La aceptación fue unánime y la magia de las
palabras de Isidoro penetró en las fibras nerviosas de todos los
asistentes, incluidos los alumnos y el hijo de Schultes. Posterior-
mente, con la venia de Cabrera el poema fue incluido en el libro
del simposio (Ponman & Bussmann, 2012), y dice así:
Incansable explorador
De la extensa Amazonía
Pues trabajó con amor Richard Evans Schultes, Hernando García-Barriga e
Estudiando su armonía. Isidoro Cabrera recolectando plantas en el río Apaporis,
Su vida expuso de veras 1951. Foto: archivo particular.
25
BOSQUE DE LETRAS 2020
Isidoro ha recibido un sinnúmero de reconocimientos como la “Mención de honor” del Comité de Acción Ecológica
en julio de 1981, por su labor docente en contribución al desarrollo de la ciencia biológica. También el “Premio
al Ecoliderazgo” que le otorgó la Escuela de Postgrados de la Universidad Santiago de Cali en 1996, por su per-
manente actividad en pro de la defensa de la conservación del medio ambiente, ejemplo para las actuales y futuras
generaciones. En la Univalle fue
homenajeado en julio de 1987 con
el doctorado honoris causa que
le otorgaron en biología -área de
botánica-, en reconocimiento a su
tarea científica y pedagógica. Allí
también el 19 octubre de 2009 en
el Salón “Valle del Cauca”, junto a
sus colegas Aníbal Patiño (q.e.p.d.)
y Mario Mejía (q.e.p.d.), recibie-
ron un reconocimiento por ser los
tres maestros más queridos, según
El viejo “Isi” (de boina blanca), en el Curso-Taller de Etnobiología en Cali
sus estudiantes, y quienes recuer-
(2009), evento que fue la génesis de la Sociedad Colombiana de Etnobiología. dan a Isidoro también por sus con-
Foto por: Germán Escobar Berón. sejos de vida y por los chistes que
26
PÍLDORA BIOGRÁFICA
contaba para amenizar las clases. También recuerda uno de sus estudiantes, el etnobiólogo Germán Escobar Berón,
que el viejo “Isi” siempre iba a las asambleas estudiantiles en los bajos de Ciencias, y cuando más caldeada se ponía
la discusión, solía pedir la palabra y declamaba un largo poema en rima para apaciguar los ánimos efervescentes.
En 2005 fue homenajeado en Popayán, en el marco del III Congreso Colombiano de Botánica. De ese mismo
evento, el ingeniero forestal Boris Villanueva recuerda una anécdota que da cuenta de su humildad y don de gentes,
cuando Isidoro tomó el curso de “Etnobotánica para la conservación”, en el que pasó desapercibido como un estu-
diante más con toda sencillez, salvo porque siempre lucía de punta en blanco. Allí incluso defendió a los forestales,
sus cuasi colegas, quienes todos los días lo acompañaban al final de la sesión hasta que lo recogía algún familiar. El
día de la inauguración del evento cuando leyeron los homenajeados, salió a recibir su reconocimiento, ante la mira-
da sorprendida de sus compañeros de curso, que nunca tuvieron idea de lo que representaba el portentoso personaje
con quien compartieron el curso, hasta que lo vieron en tarima.
Isidoro aún reside en Cali, la cálida ciudad que lo adoptó junto con su esposa Rosa y sus seis hijos, y en la que se
convirtió en referente de movimientos ambientales y de causas como la promoción del uso de bicicletas. A pesar de
su compleja salud, con los recuerdos y relámpagos de lucidez que aún conserva, está escribiendo sus memorias de
vida que titulará “Los cuadernos del Apaporis”.
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BOSQUE DE LETRAS 2020
6. CONEXIÓN CULTURAL
Bulnesia carrapo: una historia del Bosque Seco Tropical (bs-T) en Honda (Tolima)
Hojas de B. carrapo.
Foto por: María F. Rubio Valencia.
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BOSQUE DE LETRAS 2020
El Amazonas guarda una mística propia de un lugar que alberga innumerables historias, legados de vida y biodiver-
sidad que muchos de nosotros ni nos imaginamos; realidades muy diferentes a las que conocemos por los libros de
historia o por los imaginarios que nos pudieron haber creado de este maravilloso lugar.
Casi como si hubiera estado predestinado, escuche de él mucho antes de siquiera pensar que lo iba a conocer. En
parte fue uno de los grandes alicientes para decidir u optar por estudiar el pregrado en Ingeniería Forestal de la
Universidad Nacional de Colombia en su sede Medellín - la única de sus sedes que ofrece la carrera en el país. Soy
de una zona montañosa y dedicada al cultivo de café, muy diferente a lo que luego iría a conocer, con ríos, árboles
y seres totalmente deslumbrantes. La experiencia que iba a vivir entorno a la selva y sus ríos sería sin lugar a dudas
una de las más deslumbrantes que estaba por vivir.
La megaparcela “Amacayacu”, como se le conoce, hace parte de la red global de parcelas forestales –Forest-
geo– del Instituto Smithsoniano, que trata entre otros objetivos, de recopilar información que permita tener una
mejor comprensión de los bosques tropicales, debido a que todas las parcelas siguen una metodología científica
unificada y estandarizada. Así, los investigadores de cualquier parte del mundo pueden comparar directamente los
datos registrados en diferentes bosques y detectar patrones que de otra manera serían imposibles de reconocer. La
tarea de recopilar la información que permite alimentar las bases de datos con la que los investigadores responden
a preguntas científicas sobre los bosques, su diversidad y dinámicas que proporcionan valiosa información para
ayudar en la determinación de estrategias de administración y conservación forestal, es en gran parte desarrollada
por estudiantes, que como en mi caso, nos vinculamos a través de la práctica profesional.
30
YO ESTUDIÉ FORESTAL PORQUE...
Una vez cumplí con los requisitos propios de la convocatoria, partí con un grupo de compañeros rumbo al Ama-
zonas, y al igual que ellos llevaba una maleta llena de deseos por aprender, e imaginarios por “curar”, sobre lo que
pensábamos era la selva, el río y su gente.Y es que, aunque este ecosistema representa casi la mitad del territorio
continental del país con cerca del 43 %, representado en 48,5 millones de hectáreas, es muy poco lo que conocemos
aún de su realidad. Desafortunadamente los libros de historia y el conocimiento que nos han dejado sobre este
maravilloso lugar, está lleno de imprecisiones, mitos e ideas erradas de este pedazo verde de tierra que se encuentra
al sur de nuestro país.
La selva, el río y su gente se encargarían de enseñarnos, o mejor dicho de asombrarnos, cada día con lo que re-
presenta vivir en un ecosistema anfibio donde los ciclos de la vida están completamente alineados en una perfecta
sincronía, en un palpitar que ha permitido que innumerables pueblos y culturas indígenas hayan sobrevivido a lo
largo de la historia.
Para llegar a Leticia es necesario pasar primero por Bogotá y de ahí tomar un vuelo con rumbo a Leticia, la capital
del departamento. Sólo es posible llegar por aire en una ruta que tarda aproximadamente dos horas; o por río en
una especie de barco o ferry, como comúnmente se les llama, desde las ciudades hermanas de Iquitos en Perú o
Manaos en Brasil. Este no sería nuestro caso, y menos por la poco frecuentada ruta por el río Putumayo y luego por
el Amazonas en Brasil, hasta llegar al puerto de Leticia, la ruta que generalmente realizan los barcos cargueros que
parten desde el Putumayo colombiano con víveres y mercancías provenientes del interior del país.
La comunidad indígena de Mocagua era nuestro destino, al que llegamos luego de navegar por cerca de dos horas
por ese río gigantesco, que en algunas ocasiones nos recordaba al Magdalena en toda su dimensión. Y es que en ese
instante no sabíamos ni nos imaginábamos que a lo largo del río existían grandes islas que nos hacían pensar que
lo que se veía era la otra orilla, ignorando que al otro lado de ese tajo de tierra corría otro brazo del río, igual al que
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BOSQUE DE LETRAS 2020
surcábamos o incluso hasta más grande.
Nos ubicamos en una de las cabañas, guardamos minuciosamente toda la comida, nada podía quedar al alcance
de los animales de la selva o de los miles de insectos que había. Las camas estaban cubiertas con mosquiteros y
bien cerradas para evitar que entraran las tarántulas o los escorpiones. La recomendación para la noche era andar
siempre con cuidado y linterna, porque serpientes, arañas o escorpiones podrían estar en el suelo. Los baños debían
ser cortos porque el agua era de lluvia y había que ahorrarla, sino tocaba ir a la quebrada a recoger más para lavar
y bañarnos.
El trabajo en la parcela consistía en realizar la segunda remedición y reclutamiento (incluir nuevos ingresos > 1 cm)
de los árboles en un área de 25 ha -por eso lo de megaparcela-. La forma de encontrar los árboles era relativamente
fácil, ya que cada uno tenía un código alfanumérico en una placa metálica, que permitía rastrearlo en una serie de
mapas de cada uno de los cuadrantes en que estaba dividida la
parcela. La configuración era más o menos la siguiente: se dividía
en 25 fajas de la letra A hasta la Y (Fig. 1), cada una de 1 ha, que
se subdividían a su vez en 25 cuadrantes de 20 x 20 m, y estos en
otros de 10 x 10 m que terminaban en otros más pequeños de 5 x 5
m (Fig. 2), de esta manera era posible rastrear los árboles a reme-
dir e incluir los nuevos ingresos que superarían el centímetro de
DAP desde la anterior medición. El trabajo se complicaba en algu-
nas ocasiones porque las placas podían estar debajo de la hojaras-
ca o de los sedimentos de las crecientes, o simplemente perdidas
por mil y una razones. El objetivo era siempre poder encontrarlas. Placas para reemplazar o numerar el reclutamiento.
Foto: archivo particular.
32
YO ESTUDIÉ FORESTAL PORQUE...
Figura 1. Esquema ilustrativo de las fajas y cuadrantes que conforman la parcela permanente “Amacayacu”.
Para llegar a la parcela era necesario caminar entre 30 y 40 minutos desde las cabañas del parque, a través primero
del bosque inundable y luego por el de tierra firme. Siempre estábamos acompañados por los investigadores comu-
nitarios de Palmeras, una comunidad a la orilla del río a una hora de camino desde donde nos encontrábamos. Ellos
siempre hacían este recorrido para poder apoyar la toma de datos en el trabajo. Son parte fundamental del proceso,
pues nadie mejor que ellos conocen la selva y el río, sus bondades y también los peligros.
33
BOSQUE DE LETRAS 2020
En el transcurso del camino muchas veces
teníamos la oportunidad de encontrarnos con
manadas de monos, bandadas de aves y una
que otra serpiente venenosa. Pasábamos que-
bradas o caños, como les dicen allá, a través
de troncos que funcionaban como puentes
naturales. Esquivábamos el camino de vez
en cuando ya que era frecuente que cayeran
grandes árboles que nos impedían continuar,
siempre con los ojos abiertos y los sentidos al
cien, ya que en la selva y el río siempre hay
que estar así, porque el encuentro con muchos
habitantes puede ser indeseado, como hormi-
gas del tamaño de un pulgar llamadas “con- Equipo investigador de estudiantes forestales de la UNALMED y de la
gas” (Paraponera clavata) o diminutas como comunidad local Palmeras. Foto: archivo particular.
un grano de sal conocidas como “majiñas” (Wasmannia auropunctata), avispas ocultas en las hojas, abejas que se
meten a los ojos, nariz y boca, serpientes venenosas como el “jergón” o “mapaná del Amazonas” (Bothrops atrox),
o el “verrugoso” (Lachesis muta), jaguares (Panthera onca), manadas de cerdos, plantas y árboles urticantes o con
espinas, árboles y ramas cayendo sin darte aviso, tormentas y vientos repentinos. Todo hacía de cada día una expe-
riencia maravillosa, el asombro estaba a la orden del día en cada jornada.
Su gente es sin lugar a dudas una de las principales causas de querer regresar, te acogen como si fueras parte de su
familia, te enseñan cómo es la vida allí, te abren la puerta al conocimiento y comprensión de la selva y el río, te
hacen parte de su cultura. Tal vez es porque haces sincronía con el ritmo del río y la selva, lates al mismo tiempo,
vez la vida de otra manera, desde lo sencillo y desde lo complejo, una percepción muy diferente a lo que conoces
en la ciudad, te vuelves quizás más sensible, más selvático.
Finalmente, el Amazonas es una región con un gran potencial y una deuda histórica por saldar en todos sus aspec-
tos. Sólo en el ámbito forestal hay todo un mundo por descubrir, desde la parte investigativa, de biodiversidad, el
aprovechamiento de productos forestales no maderables (tintes, fibras, frutos -de palmas y árboles-, resinas, entre
otros), maderables (manejo del bosque natural) y sistemas productivos, por mencionar sólo algunos. Si miramos
hacia atrás, al sur, donde pocas veces miramos, recordamos y conocemos, podríamos quizás aprender un poco más
de su gente, acompañarlos y reconocernos en lo diversos que somos.
El II Congreso Internacional de Orquídeas, Biodiversidad y Educación - CIOBE 2020, que se llevó a cabo de forma
virtual del 27 al 31 de julio de 2020, constituyó un espacio de aprendizaje, interacción, participación y apropiación
social del conocimiento en orquídeas, biodiversidad y educación, a través de estudiantes, profesores, investiga-
dores, emprendedores, instituciones educativas, de investigación y del sector empresarial en general, a través de
conferencias magistrales, presentaciones orales y reuniones. Las cerca de 90 conferencias y presentaciones orales
se agruparon en un total de ocho simposios, en los cuales se abordaron las siguientes temáticas: i) orquídeas, ii)
conservación, iii) educación ambiental, iv) ecología y restauración ecológica, v) recursos fitogenéticos, vi) botánica
y taxonomía, vii) genética, viii) cambio climático, ix) fauna silvestre, x) biodiversidad, xi) biotecnología, xii) bio-
geografía, xiii) recursos zoogenéticos, xiv) anatomía, xv) suelos, xvi) hongos, xvii) organismos acuáticos y xviii)
bioética. El alcance del evento fue de unas 200.000 personas en Facebook y cerca de 60.000 visualizaciones en
Youtube. El I CIOBE tuvo lugar en noviembre de 2018, en la ciudad de Villavicencio (Meta), con una asistencia
de 320 personas, la mitad de ellas estudiantes de la Red de Escenarios Pedagógicos en Orquídeas (REPO) de mu-
nicipios del Meta.
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BOSQUE DE LETRAS 2020
9. PROXIMOS EVENTOS ACADÉMICOS
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BOSQUE DE LETRAS 2020
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PROXIMOS DE EVENTOS ACADÉMICOS
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“La acción más pequeña es mejor que la intención
más grande”.
Proverbio Chino
Compañero forestal:
Haz parte de “Bosque de letras”
enviando tus sugerencias y contri-
buciones para el próximo boletín al
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cada vez más fuerte.