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Número 6

2020

BOSQUE DE LETRAS
BOLETÍN DE LA FEDERACIÓN COLOMBIANA DE ESTUDIANTES FORESTALES (FECEF)
BOSQUE DE LETRAS 2020

Comité editorial
Daniel Mauricio Díaz Rueda (damdiazru@unal.edu.co)
Ingeniero Forestal UNALMED. Consejero FECEF.

Diagramación

Yeny Andrea Vélez Martínez (yavelezm@unal.edu.co)


Ingeniera Forestal. UNALMED.

Portada

“Escarabajo longicornio” (Macrodontia cervicornis, Cerambycidae, Coleoptera)


(Ilustración por: Heidy Caro Ayala, estudiante de Ing. Forestal, UIS – Sede Málaga).

Contraportada
“Orquídeas” (Oncidium luteopurpureum, Epidendrum ibaguense, Orchidaceae)
(Ilustración por: Heidy Caro Ayala, estudiante de Ing. Forestal, UIS – Sede Málaga).

Contacto

tejidoforestalfecef@gmail.com
FECEFcolombia
Federación Colombiana De Estudiantes Forestales
BOSQUE DE LETRAS 2020

CONTENIDO Página

1. NOTA EDITORIAL ................................................................................ 3

2. ARTÍCULOS INFORMATIVOS
- Reflexiones sobre legislación y cadena productiva de la guadua en Colom-
bia ................................................................................................................. 4
- Vida, obra y milagros del Semillero en Conservación y Restauración de
Ecosistemas (Unalmed) ................................................................................. 8

3. FLORA COLOMBIANA
- La uva camarona Macleania rupestris (Kunth) A.C. Sm. (Ericaceae), una
especie con alto potencial para la restauración ecológica de los bosques
andinos .......................................................................................................... 14

4. FAUNA COLOMBIANA
- Puma concolor L. (1771), un felino que debemos conservar ..................... 17

5. PÍLDORA BIOGRÁFICA
- Isidoro Cabrera Rodríguez, el maestro y poeta de la botánica colombiana... 21

6. CONEXIÓN CULTURAL
- Bulnesia carrapo: una historia del Bosque Seco Tropical (bs-T) en Honda
(Tolima) ........................................................................................................ 29

7. YO ESTUDIÉ FORESTAL PORQUE…


- Anónimo, un forestal en el Amazonas (Ingeniero Forestal – Unalmed) ..... 30

8. RESÚMENES DE EVENTOS ACADÉMICOS (2020)


- II Congreso Internacional de Orquídeas, Biodiversidad y Educación -
CIOBE 2020................................................................................................... 36

9. PROXIMOS EVENTOS ACADÉMICOS (2021)


- IX Congreso Colombiano de Estudiantes en Ciencias Forestales - CCECF... 37
- XI Congreso Colombiano de Botánica ........................................................ 37
- XV Congreso Forestal Mundial – WFC 2021............................................. 38
- 4ª Conferencia Mundial de la Teca ............................................................. 38
- 9° Conferencia Mundial en Restauración Ecológica – SER 2021 – RE3 ... 39
- V Congreso Colombiano / VI Congreso Iberoamericano del Caribe de
Restauración Ecológica ................................................................................ 39
- 57° Reunión anual de la Asociación de Biología Tropical y Conservación
– ATBC 2021 ................................................................................................. 40
- 7° Simposio Mundial de Palmas – PALMS 2021 ....................................... 40
BOSQUE DE LETRAS 2020
1. NOTA EDITORIAL

Nuestra sexta versión de “Bosque de letras” llega recargada con notas de actualidad
para el sector forestal colombiano, que como muchos otros gremios no se pudo esca-
par a las contingencias y novedades que la situación de pandemia por el Covid – 19 le
impuso al mundo y a la humanidad entera.

En esta oportunidad, la sección de Artículos informativos cuenta con dos contribu-


ciones; la primera de ellas es una reflexión crítica y propositiva sobre el sector produc-
tivo de la guadua en Colombia, y la segunda es la historia y proyección de un Semi-
llero de Investigación sobre restauración y conservación en ecosistemas. Por su parte,
la sección Flora colombiana versa sobre la común, bella y deliciosa uva camarona
(Macleania rupestris, Ericaceae) y sus múltiples potenciales, y en la sección Fauna
colombiana se encuentra una reseña sobre una de las especies de felino más emblemá-
ticas de nuestros bosques y montañas, el puma (Puma concolor).

La Píldora biográfica fue dedicada al profesor Isidoro Cabrera Rodríguez, insigne


botánico y poeta colombiano. La sección Conexión cultural contiene un bello acrósti-
co inspirado en Bulnesia carrapo, una especie representativa del bosque seco tropical.
Yo estudié forestal porque… contiene una crónica anónima sobre una de las facetas
de lo que es ser un estudiante de forestal en el Amazonas. Finalizamos como siempre
con las secciones Resúmenes de eventos académicos, con una reseña sobre el II
CIOBE que este año se celebró de manera virtual, y Próximos eventos académicos,
donde se referencian ocho eventos de interés forestal que tendrán lugar en 2021, la mi-
tad de ellos inicialmente previstos para este año pero pospuestos para el próximo por
la situación de pandemia mundial. Entre esos cabe destacar nuestro evento anual de
encuentro estudiantil, el Congreso Colombiano de Estudiantes en Ciencias Forestales,
que se venía realizando año tras año e ininterrumpidamente desde 2012, y que este año
hubiera llegado a su novena versión, organizada por la ASEIFUT.

Por último y como siempre, deseamos que el esfuerzo de recopilar y poner a su dis-
posición esta información de interés para nuestro gremio, siga siendo del agrado y
utilidad para la comunidad forestal colombiana. Sirva también reiterar una vez más
la invitación a participar de este espacio con sus contribuciones en cualquiera de las
secciones. ¡Venturoso 2021 y que lo disfruten!

Comité editorial,
Diciembre, 2020

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BOSQUE DE LETRAS 2020
2. ARTÍCULOS INFORMATIVOS

Reflexiones sobre legislación y cadena productiva de la guadua en Colombia

Por: Felipe Builes Orozco


Ingeniero Forestal - Universidad Nacional de Colombia - Sede Medellín
Semillero de Investigación “Grupo Guadua” - Unalmed

En el marco del festival “ColomBiodiversidad 2019”, se llevó a cabo en el Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe,
de la ciudad de Medellín, el simposio denominado “Experiencias: Guaduales y Bambusales, un mundo de biodi-
versidad”, como resultado de un esfuerzo conjunto entre la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín y el
Jardín Botánico, con el propósito de hacer un llamado al sector de la guadua en Antioquia, actualizar el conocimien-
to relacionado y generar una reactivación de la cadena productiva en el departamento. Allí se reunieron diversos
investigadores y actores de los diferentes eslabones de la cadena, para presentar sus resultados de investigación y
reflexiones en torno al sector.
Si bien Antioquia es un departamento que históricamente ha contado con la presencia de guaduales en su territorio,
existe una tradición de uso rudimentario a nivel rural y se utiliza en baja proporción, para la construcción, la mue-
blería y la artesanía. Todavía no se ha logrado consolidar una cadena productiva en la región, al punto de que la
mayoría de la guadua que se utiliza proviene de la región cafetera, donde existe actualmente una industria aún inci-
piente. El área de guaduales que Antioquia posee todavía es bastante desconocida, debido a que no se ha realizado
aún una zonificación completa de estos. Algunas cifras oficiales hablan de entre 500 y 1000 hectáreas aproxima-
damente, pero este valor fácilmente podría superar las 3000 hectáreas, teniendo en cuenta además, que incluso se
han desarrollado plantaciones con
fines comerciales en los últimos
años y se han establecido bancos
de propagación, lo que denota un
creciente interés de diversos sec-
tores de la sociedad por su promo-
ción y uso.

No obstante, siguen existiendo


obstáculos en términos adminis-
trativos para el registro de planta-
ciones de guadua ante el Instituto
Colombiano Agropecuario (ICA),
con regulaciones y concepciones
obsoletas sobre la especie, no
habiendo lineamientos claros ni Foto por: Felipe Builes Orozco.
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ARTÍCULOS INFORMATIVOS
acertados y mucho menos educación y difusión de la información para su aprovechamiento óptimo.

La normativa vigente en este sentido no atiende a las necesidades actuales del sector, y dificulta, encarece y desin-
centiva el aprovechamiento de guaduales por parte de un sector más amplio de la sociedad, teniendo en cuenta que
por las características propias de la guadua, al ser una especie altamente renovable y de utilidad artesanal e indus-
trial, debería tener ya desde hace tiempo un esquema de promoción e incentivo sólido para el aprovechamiento de
los guaduales existentes en todo el territorio nacional y el establecimiento de nuevas plantaciones, lo que al mismo
tiempo representaría una reducción sustancial de las tasas de deforestación que actualmente enfrenta el país, y que
por tener la cualidad de ser de las únicas especies en el mundo que tiene la capacidad de brindar múltiples beneficios
ambientales y ecológicos, al mismo tiempo que productivos, podría ser incluida dentro de los esquemas de pago
por servicios ecosistémicos y bonos
de carbono, mientras genera riqueza
y productividad a través de su apro-
vechamiento y uso, ya que mediante
el recambio de individuos se adquiere
un material valioso mientras se captura
CO2 atmosférico, contribuyendo a la
mitigación del cambio climático y al
mejoramiento de la calidad de vida de
las personas y otras especies.

En general, se evidencia un descono-


cimiento institucional, no solo de las
bondades de la guadua en múltiples
aspectos, sino también de la naturaleza
Foto por: Felipe Builes Orozco.
misma de la especie y por ende de su
aprovechamiento y desarrollo como industria. Se puede decir que, incluso en la región cafetera, donde la guadua
tiene mayores encadenamientos productivos, no se ha logrado aún, una consolidación de esta. Las Corporaciones
Autónomas Regionales (CAR) por su parte, que son las entidades que ejercen vigilancia y control sobre temas rela-
cionados con la biodiversidad y los ecosistemas, también son las que regulan el aprovechamiento de guaduales en
el país, obteniendo recursos a través de los trámites y cobro de tasas por volúmenes cosechados. Sin embargo, estas
entidades no han logrado impedir que ciertas mafias y personas arrasen con bosques enteros en todo Colombia, y
no precisamente de guadua, mientras que a los aprovechadores, empresarios y académicos que son quienes tienen el
conocimiento sobre el manejo de la especie, y que por supuesto les conviene aplicar prácticas para el sostenimiento
productivo del recurso, se le establecen condiciones que encarecen la actividad productiva, además de topes de
aprovechamiento que podrían llegar a ser reevaluados con criterio científico.
Por supuesto que las instituciones del estado deben velar por el manejo sostenible de los recursos naturales, pero
estos no deben convertirse en un obstáculo para el desarrollo de la que tal vez sea una de las industrias más soste-

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BOSQUE DE LETRAS 2020

nibles y productivas del mundo. Mientras


esto sucede, miles y miles de hectáreas
de bosques naturales se siguen defores-
tando en todo el territorio nacional, al
tiempo que estas mismas instituciones
observan impávidas, sin darse cuenta de
la gran oportunidad que tenemos como
sociedad, no solo a partir de la guadua,
sino en general con todas las industrias
forestales, que tienen la capacidad de
generar encadenamientos productivos
sólidos y riqueza real para nuestras so-
ciedades, principalmente las rurales que
tanto lo necesitan.
Foto por: Felipe Builes Orozco.
Existe una necesidad imperiosa de elevar
la guadua a categoría de Cadena Productiva ante el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR), para
que sea el ICA y no las CAR quienes regulen el sector. Esto permitiría contar con lineamientos más claros en torno
a investigación, promoción, aprovechamiento y desarrollo productivo, además de que permitiría el establecimiento
y registro de plantaciones con fines comerciales, que en este momento solo está contemplado para los casos en las
que fueron establecidas mediante Certificado de Incentivo Forestal (CIF), cuestión que demuestra de entrada un
error considerable al impedir que personas o empresarios registren sus plantaciones de guadua ante el ICA, como
debería ser, así no se hubieran establecido mediante CIF, existiendo aun así un desconocimiento por parte de esta
institución (o sus funcionarios regionales), de los artículos de ley que respaldan esto, consagrados en la Resolución
1740 de 2016 del Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADS) y la Resolución 1071 de 2015
del MADR.

No obstante, recientemente se ha venido proponiendo un proyecto de ley que flexibilice los trámites y modifique la
concepción equívoca que se tiene sobre la guadua en Colombia, de la mano de un sector de académicos y empresa-
rios, y con la vocería de representantes del gobierno actual. Sin embargo, el borrador de proyecto, cuyo título reza:
“Por medio de la cual se incentiva la sostenibilidad ambiental y uso productivo de la guadua, en la recuperación
de la identidad y valores del Paisaje Cultural Cafetero Colombiano”, no evidencia una representación real de los
intereses del sector productivo y de consumo de guadua a nivel nacional, y no logra reflejar, lo que en términos
concretos debería ser una política nacional para el fomento y desarrollo de un sector productivo, sino que se limita
a una concepción regional (o regionalista), que si no se extrapola a todas las entidades del territorio nacional, no
tiene la capacidad de surtir el efecto necesario en otras regiones diferentes a la zona central del país, cuestión que
se evidencia ya con la legislación vigente.

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ARTÍCULOS INFORMATIVOS

Referente a la segunda parte del


proyecto de ley sobre política agro-
pecuaria, se resalta que el cambio
sustancial que de momento se evi-
dencia, es que serán los municipios
quienes regulen los aprovechamien-
tos de guaduales naturales y las
Secretarías de Agricultura de cada
municipio, o quien haga sus veces.
Se obligará a informar a las CAR en
el caso de guaduales “naturales”, y
al ICA en el caso de los plantados,
pero no se menciona nada referente
a los trámites, intensidades de corta
y pago de tasas por volúmenes cose-
chados de guaduales de los que no
Foto por: Felipe Builes Orozco.
se tiene registro o memoria de plan-
tación, que son los ítems que básicamente encarecen y desincentivan el aprovechamiento de este recurso.

Por último, cabe la pena resaltar que la concepción de tiempo atrás, y que se reafirma en la propuesta actual, de la
guadua como Producto Forestal No Maderable (PFNM), no subsana las ambigüedades de la especie, siendo incluso
más apropiado el concepto de Producto Forestal Maderable, o Producto Agroforestal Maderable, o simplemente
Producto Agroforestal, teniendo en cuenta que, si bien la guadua no es un árbol sino una especie de gramínea leñosa
más emparentada biológicamente con la caña de azúcar y el maíz, esta hace parte del bosque en estado natural, se
aprovecha su madera, y además su manejo silvicultural y cosecha requieren de herramientas y técnicas aplicadas
en el campo forestal, por representar una actividad de alto riesgo, que otros profesionales sin los conocimientos
necesarios, no estarían en la capacidad de ejecutar de forma idónea. En síntesis, la guadua no es un árbol, pero su
aprovechamiento es similar al de estos, o incluso más riesgoso.

Por todas éstas razones expuestas es que el país necesita de forma urgente una nueva concepción y legislación sobre
la guadua, pero que nazca del seno y debate del sector productivo, académico y empresarial para que sea una ley
moderna, equitativa y de incentivo real, y no un “lobby” político con intereses económicos para beneficio personal,
y así por fin dejar en el pasado el atraso e invisibilización al que ha estado sometido el sector a lo largo de los años.

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BOSQUE DE LETRAS 2020
Vida, obra y milagros del Semillero en Conservación y Restauración de
Ecosistemas (Unalmed)

Por: Jaime H. Polania Vorenberg


Profesor titular – Departamento de Ciencias Forestales
Universidad Nacional de Colombia – Sede Medellín

El Semillero en Conservación y Restauración de Ecosistemas nace oficialmente en el semestre I/2013, y puede


decirse que sus padres fueron el grupo de Ecología y Conservación de Fauna Silvestre, del cual hace parte quien
esto escribe; y el curso “Conservación y restauración de ecosistemas” (código 3007076), que también imparte.
Después de un año sabático y de regreso a sus tareas docentes en la Sede, el jefe del Departamento de Ciencias
Forestales (DCF) le propuso dictar el curso antes mencionado, generado con recortes que había dejado la reforma
académica recién implementada de cursos de otros docentes. Por esas cosas que ocurren en nuestra alma mater,
los formuladores del contenido no habían tenido tiempo para dictarlo y, sin embargo, los estudiantes de la época lo
pedían insistentemente. El retorno del docente al trabajo habitual le dio la oportunidad de incorporarlo a los cursos
que solía dictar. Y no pudo ser más oportuno. Antes de iniciar el sabático mencionado, él se consideraba escéptico
frente a la restauración de ecosistemas pues, sin saber mucho del tema, creía que desbordaba con creces los marcos
del conocimiento en boga de la ecología.

Sin embargo, durante el sabático, y por casualidad, mientras buscaba ciudades mayas para visitar (uno de sus pa-
satiempos favoritos), pasó en agosto de 2011 por Mérida, capital del estado de Yucatán, en México, y se tropezó
con la IV Conferencia Mundial de la Society for Ecological Restoration (evento bienal). Así, pese al escepticismo,
aprovechó que su alojamiento quedaba a pocos metros del suntuoso Hotel Victoria, donde tenía lugar el congreso,
y se coló en algunas de las conferencias. A partir de esa experiencia pudo entender que la naciente restauración
de ecosistemas ya había acumulado muchos proyectos y podía mostrar resultados muy sólidos. Logró conocer a
algunos de los gurús del tema y establecer contactos con conocedores provenientes de los cuatro puntos cardinales.
De regreso a Medellín acogió la propuesta del jefe del DCF y, después de entrevistarse con los colegas que habían
montado el curso y recibir su apoyo y su espaldarazo, ofreció la asignatura por primera vez en el 2012, con una
masiva acogida (más de 20 estudiantes de ingeniería forestal llenos de entusiasmo desbordante).

De los primeros grupos de estudiantes que tomaron la asignatura surgieron varias iniciativas para pasar de la teoría
a la práctica. Y no es que no existieran ejemplos a
la mano: el Grupo de Restauración Ecológica del
profesor Jesús Orlando Vargas Ríos (U. Nacional
de Colombia, Sede Bogotá) y varios colegas del
DCF (U. Nacional de Colombia, Sede Medellín)
han desarrollado experiencias (en páramos, el pri-
mero, y en sitios vecinos a la Sede; para no ir muy Logo del Semillero, diseñado por Juan Camilo Jaramillo.
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ARTÍCULOS INFORMATIVOS
lejos, en el cerro El Volador o en Santa Elena, los segun-
dos) desde hace una década, si no más. Pero directamente
quien esto escribe, tenía más experiencia, indirecta, justo es
decirlo, en proyectos (casi todos fallidos) de restauración de
manglares, su propia especialidad. Así pues, con el enorme
entusiasmo de esos primeros estudiantes de la restauración
ecológica, el grupo empezó a buscar lugares dónde aplicar su
teoría. Para ello fueron útiles las propuestas para trabajar en
la Reserva Natural de la Sociedad Civil “La Montaña Mágica
- El Poleo” (en Zapatoca, Santander) y en “Bruma”, un pre-
dio pequeñito en el corregimiento San Félix (en Bello, Antio-
Montaje de parcelas permanentes en enero de 2015, en la quia). El grupo también tocó las puertas de la Universidad (y
RNSC La Montaña Mágica – El Poleo, en Zapatoca otras instituciones) y planteó sus propios proyectos, algunos
(Santander). Foto por: José D. Acosta-Arango. de los cuales fueron cofinanciados y realizados (cuadro 1)

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BOSQUE DE LETRAS 2020
De estos proyectos también han derivado numerosos productos, que han nutrido tanto al curso que le dio origen al
Semillero, como a trabajos individuales de sus integrantes (cuadro 2).

Cuadro 2. Principales productos obtenidos desde 2013 a la fecha por el Semillero en Conservación y Restauración
de Ecosistemas de la Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín

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ARTÍCULOS INFORMATIVOS
Adicionalmente, el Semillero ha sido una pla-
taforma para que sus integrantes se entrenen
en la presentación de resultados parciales. Así,
desde 2014 muchos semilleristas han partici-
pado en eventos nacionales. Entre ellos cabe
mencionar: 6º Simposio Nacional Forestal
(Medellín, 2014), I Simposio Regional de
Restauración Ecológica Nodo REDCRE Ca-
li-Suroccidente (Palmira, 2015); Encuentro
Nacional de Investigación y Desarrollo ENID
(Manizales, 2015); IV Congreso Colombia-
no de Estudiantes en Ciencias Forestales (IV
Presencia del Semillero en el IV Congreso Colombiano de Restauración
CCECF, Tolima, 2015); V Congreso Colom- Ecológica (Florencia, 2018). Foto: archivo particular.
biano de Estudiantes en Ciencias Forestales
(V CCECF, Medellín, 2016); IV Congreso Colombiano de Restauración Ecológica (Florencia, 2018); y Congreso
Colombiano de Ecología (Popayán, 2018).

De la misma manera, otros tantos semilleristas han participado en eventos internacionales como: III Congreso
Mexicano de Ecosistemas de Manglar (Puerto Vallarta, México, 2014); XVIII Congreso Latinoamericano de Estu-
diantes de Ciencias Forestales (“XVIII CLECF”, Cartago y San José, Costa Rica, 2014); XIX Congreso Latinoa-
mericano de Estudiantes de Ciencias Forestales (XIX CLECF, Paraguay, 2015); XX Congreso Latinoamericano
de Estudiantes de Ciencias Forestales (XX CLECF, Cuba, 2016); 6ª sesión de la Plataforma Intergubernamental
Ciencia-Política en Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES, Medellín 2018); VII World Conference on
Ecological Restoration (SER, Brasil, 2017); XXI Congreso Latinoamericano de Estudiantes de Ciencias Forestales
(XXI CLECF, Perú, 2017); IX Congreso Iberoamericano de Control de Erosión y Sedimentos y II Congreso Ibe-
roamericano de Sedimentos y Ecología (IX CICES-II ISI, Santiago de Chile, Chile, 2018); y XI Congreso Mesoa-
mericano de Abejas Nativas (México, Cholula, 2019).

Para el futuro cercano, el Semillero ha puesto sus ojos colectivos en la presentación de nuevos resultados en eventos
para 2021, entre ellos: XV World Forestry Congress (Corea del Sur); Annual Meeting of the Association of Tropical
Biology and Conservation (Cartagena) y 9th World Conference on Ecological Restoration (Canadá).

Mención especial merecen los jóvenes investigadores que han recibido apoyos de Colciencias (hoy MinCiencias)
desde el 2017 a la fecha, muy particularmente los Ing. Paola Andrea Cuadrado Solis y Hugo Alexander Benju-
mea Ochoa, quienes recientemente formalizaron los productos comprometidos, dos de los cuales serán publicados
próximamente. Y pasando a las publicaciones, cabe señalar que los semilleristas tienen en proceso de construcción
al menos tres manuscritos y, pese a las limitaciones, seis publicaciones en su haber:

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BOSQUE DE LETRAS 2020

● Díaz-Rueda, Mesa-Ruiz, Acosta-Arango & Polanía (2015). Registros de Oso Andino (Tremarctos ornatus, Carni-
vora: Ursidae) en Zapatoca, Serranía de los Yariguíes, Santander, Colombia. Mammalogy Notes, 2(1): 5-7
● Díaz-Páez & Polanía (2017). Experiencia piloto de nucleación con especies nativas para restaurar una zona de-
gradada por ganadería en el norte de Antioquia, Colombia. Biota Colombiana, 18(1 Sup), 60-69
● Martin-Pérez, Vélez-Martínez & Polanía (2018). Propiedades edáficas de bosques y potreros en recuperación de
dos reservas naturales en Zapatoca (Santander). Suelos Ecuatoriales, 47(1 y 2), 28-40]
● Díaz- Páez, Zahawi, Úsuga, Werden & Polanía (sometido en Restoration Ecology). Vegetative propagation of
native tree species: an alternative restoration strategy for the tropical Andes
● Jaramillo Rodríguez, Polanía & Mancera-Rodríguez (sometido en Revista de Biología Tropical). Calidad ecoló-
gica y estructura del ensamblaje de macroinvertebrados acuáticos en una quebrada andina en proceso de restaura-
ción en Santander, Colombia
● Cuadrado-Solis, Pardo Moy & Polanía (sometido en Revista Facultad de Ciencias, UN Sede Medellín). Evalua-
ción de especies y protocolo para la restauración ecológica en bosques montanos andinos colombianos

Todo lo anterior no se habría logrado sin la colaboración de muchas personas, pero es indispensable mencionar
aquí al Ing. Daniel Mauricio Díaz Rueda y su padre, don Reynaldo Díaz Rueda (de la RNSC “La Montaña Mágica
- El Poleo”), la Red de Reservas Naturales de Zapatoca (Renaz), la MSc Mónica Díaz Páez, el Dr. Rakan Ammar
Zahawi (Director del Lyon Arboretum de la University of Hawaii at Manoa), el MSc Juan Camilo Jaramillo (Zero-
Latitude, Medellín), Más Bosques para Medellín (Alcaldía de Medellín) y el Grupo HTM.

Más recientemente se han integrado al Semillero numerosos estudiantes, la mayoría del programa de ingeniería
forestal, pero también de otras carreras (ingenierías agrícola y ambiental, principalmente) e instituciones (U. de
Antioquia), que se reúnen regularmente cada lunes a las 18:00 (de forma virtual desde marzo 2020 a la fecha)
y que allí discuten temas para
trabajos de grado o propuestas
de proyectos en restauración
y monitoreo de ecosistemas,
suelos, bioindicadores de ca-
lidad del agua, sistemas de in-
formación geográfica y otros
relacionados.

El docente considera que es


justo también darle a conocer
a los lectores algunos de los
principales escollos que ha
Trabajo de campo en el predio “Bruma”, en San Félix, Bello (Antioquia). enfrentado el Semillero. El
Foto por: Daniel Díaz-Rueda. primero de todos es que mu-
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ARTÍCULOS INFORMATIVOS
chos estudiantes desean explorar sus intereses, se acercan al grupo y participan de sus reuniones, a veces de varias,
otras de muy pocas y, por diversas razones, finalmente, le dan la espalda, casi siempre en incómodo y triste silencio.
Entre las razones para desertar el docente ha identificado las amplias y diversas inclinaciones individuales, pero
también sus numerosas actividades intra y extracurriculares, a las cuales les terminan otorgando sus preferencias.
Es posible que ello sea una simple falta de madurez pero, en muchas más ocasiones de las que serían proporciona-
les al esfuerzo, tanto del grupo como de cada individuo, sus aportes al Semillero quedan truncos y no permiten un
avance real. En otras ocasiones los interesados se integran y participan durante semestres enteros en muchas activi-
dades, no pocas de ellas vinculadas con proyectos institucionales o individuales (trabajos de pre y posgrado) pero,
al final, cuando ya el grado es inminente, deciden realizar su propio trabajo en un tema completamente diferente
y - por supuesto - ya el tiempo no es suficiente (y, a veces, tampoco los recursos) para culminar un trabajo riguroso.
Otras veces, unos pocos estudiantes han pretendido obtener más beneficios y méritos de los que la elaboración de
un resumen merece, se han sentido maltratados por ello y, haciendo gala de la mayor intransigencia, han abando-
nado el Semillero.

En todo caso, el Semillero en Conservación y Restauración de Ecosistemas demuestra que, con el actual grupo de
participantes entusiastas y fieles, pero también con su primera tesis de maestría, sus publicaciones y su éxito en
convocatorias, ha alcanzado una cierta madurez, que le permite proyectarse al futuro con la cara en alto y su mente
colectiva llena de proyectos para realizar.

Trabajo de campo en enero de 2015, en la RNSC El Páramo – La Floresta en Zapatoca (Santander).


Foto por: Juan Pablo Tobón-Agudelo.

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BOSQUE DE LETRAS 2020

3. FLORA COLOMBIANA

La uva camarona Macleania rupestris (Kunth) A.C. Sm. (Ericaceae), una especie
con alto potencial para la restauración ecológica de los bosques andinos
Por: Carlos Andrés Paz López
Ingeniero forestal - Universidad Distrital Francisco José de Caldas

La familia Ericaceae
Fue descrita por el botánico Antoine Laurent de Jussieu en 1789 y se reconoce como la familia de los blueberries
o arándanos. Predomina en hábitats húmedos de los bosques de montaña, entre 1000 y 3000 msnm. Prefiere zonas
de bosque premontano o montano, en donde se presentan suelos ácidos y drenados, precipitación distribuida a lo
largo del año y con abundante luz. En el Neotrópico se presenta una radiación de especies en los Andes del noroeste
de Suramérica, debido a las condiciones climáticas de la región, la capacidad adaptativa y las condiciones de epi-
fitismo (Luteyn, 2002).

Generalidades en Macleania Hook


El género Macleania es netamente neotropical con alrededor de 50 especies, entre arbustos terrestres, epífitos o
hemiepífitos. Las hojas tienen nerviación pinnada y son coriáceas; las inflorescencias pueden ser axilares o termi-
nales, el cáliz articulado con el pedicelo, 10 estambres de igual longitud y los frutos son en baya con numerosas
semillas (Luteyn, 1997).

Macleania rupestris (Kunth) A.C. Sm.

Descripción
Arbustos terrestres o epífitos, hojas oblongas a ova-
do-oblongas, ápice agudo a redondeado, base de la
hoja redondeada, generalmente glabras o con pu-
bescencia inconspicua cerca de la base por el envés,
pinnatinervia. Inflorescencias axilares de entre 4 y
20 flores, hipanto cilíndrico, flores 5-meras, corola
urceolada, roja obscura a rosada rojiza (Fig. 1A), es-
tambres 10, iguales, con los filamentos libres. Fruto
en baya que madura de color negro-azulado oscuro,
con numerosas semillas (Fig. 1B). (Smith, 1935).

Sinónimos taxonómicos
Macleania alpicola (Klotzsch) Hoerold, Macleania Figura 1. Macleania rupestris (Kunth) A.C. Sm. A-) Detalle de la
inflorescencia B-) Frutos en baya maduros.
attenuata B. Fedtsch. & Basil, Macleania costari-
Fotos por: Carlos A. Paz López.
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FLORA COLOMBIANA
censis (Klotzsch) Hoerold, Macleania ecuadorensis Hoerold.

Nombres comunes
Según Bernal et al., (2017), se registran los siguientes nombres comunes asociados a M. rupestris: chaquilulo:
Cauca, Nariño; tamadero: Boyacá; uva: Cundinamarca; uva camarona: Cundinamarca, Santander, Valle del Cau-
ca; uva de perro: Antioquia y uvo: Boyacá, Cundinamarca.

Distribución y hábitat
Es una especie de amplia distribución y se puede encontrar desde Costa Rica a Panamá y Venezuela a Perú. En
Colombia se puede encontrar en bosques secos montano bajos, bosques secos y húmedos premontanos, bosques
montanos húmedos, bosques húmedos y lluviosos y páramos (Luteyn & Pedraza, 2012), en los Andes y la sierra
nevada de Santa Marta, entre los 2000 y 4100 msnm, en los departamentos de Antioquia, Boyacá, Caldas, Cauca,
Cundinamarca, La Guajira, Huila, Magdalena, Nariño, Norte de Santander, Putumayo, Quindío, Santander, Tolima
y Valle del Cauca (Fig. 3). (Bernal et al., 2017).

Estado de conservación: No evaluado

Usos
Sus frutos tienen sabor astringente y son consumidos como fruta
fresca o en jugos. Los frutos y las flores se consumen para cal-
mar la sed en Garagoa (Boyacá). En Arcabuco (Boyacá) se hacen
mermeladas con los frutos maduros (Fig. 2). También se emplean
para el control de diarreas crónicas (Lagos et al., 2010).
Figura 2. Mermelada preparada con frutos de Macleania
Potencial en la restauración ecológica de rupestris en la Reserva Natural Madremonte Santuario de
M. rupestris flora y miel. Foto por: Diana Hortúa.
La gran adaptabilidad a condiciones climáticas y edafológicas, como altas o bajas precipitaciones (Luteyn & Pe-
draza, 2012) y suelos ácidos (Luteyn, 2002), en zonas abiertas o cubiertas, sumado a su amplia distribución en la
región andina, pacífica y caribe, hacen que M. rupestris en conjunto con otras familias, tengan un gran potencial
para ser empleada en procesos de restauración ecológica. Además presenta simbiosis con micorrizas, las cuales
según Smith & Read (1997), son uno de los motivos por los cuales las Ericaceae se pueden adaptar a suelos ácidos
y con pocos nutrientes. Principalmente se trata de micorrizas ericoides, las cuales colonizan las raíces finas o raíces
capilares formando hifas en las células epidérmicas, haciendo que la colonización de estas plantas sea más fácil.

Propagación de M. rupestris
Con lo mencionado anteriormente, para poder usar una especie es necesario conocer el método de propagación
óptimo, y adicional a esto que la especie tenga un nivel de dificultad aceptable a la hora de realizar dicho proceso
tanto por vía sexual o asexual, como es el caso de M. rupestris, la cual se puede reproducir por cualquiera de estos
medios. Gutiérrez & De la Cruz (2019) hicieron propagación in vitro de la especie mediante el uso de diferentes
compuestos como zeatina y kinetina, con resultados exitosos. Por su parte, Duran-Casas et al., (2013) demostraron
15
BOSQUE DE LETRAS 2020

Figura 3. Distribución de Macleania rupestris (Kunth) A.C. Sm en Colombia. Fuente: Adaptado de Bernal et al., (2017).
que también es viable la propagación por acodos, con el fin de obtener una buena cantidad de material vegetal para
ser usado en producción o en procesos de restauración ecológica en páramos y subpáramos.

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16
BOSQUE DE LETRAS 2020

4. FAUNA COLOMBIANA

Puma concolor L. (1771), un felino que debemos conservar

Por: Jhon Gesmer Méndez Ávalos


Estudiante de Ingeniería Forestal - Universidad Nacional de Colombia - Sede Medellín

Descripción general
El puma (Puma concolor) es el segundo felino más
grande de Colombia después del jaguar. Pertenece a la
familia Felidae. Su piel es de tonos habanos, cafés, ro-
jizos o grises, pero no presenta variación, tal como lo
describe su epíteto en latín, concolor: un solo color (Fig.
1). La punta de la cola es negra. Los cachorros presentan
manchas negras sobre su abrigo habano y ojos azules.
Estas manchas son muy útiles para su camuflaje, pero
desaparecen a las 14 semanas y sus ojos se tornan cafés
(Payan & Soto, 2012). Figura 1. Aspecto general de un adulto de P. concolor.
Fuente: INBio.

Distribución
El puma o león de montaña (Puma concolor) es un felino muy adaptable, que tiene la gama más extensa de to-
dos los mamíferos terrestres salvajes de América, ya que se encuentra desde el Canadá, pasando por los Estados
Unidos, América Central y América del Sur, hasta el sur de Chile y Argentina (Nielsen et al., 2015) (Fig. 2). En
toda su distribución, el puma se encuentra desde las altas montañas hasta los desiertos (Nowell & Jackson, 1996),
incluidos los paisajes dominados por las actividades humanas (Zarco et al., 2013; Caruso et al., 2016). A pesar de
ser una especie fascinante, la información sobre la biología de P. concolor en Colombia es escasa. En el país se
ha registrado en hábitats contrastantes, en un ámbito de elevación desde el nivel del mar hasta los 4.100 m.s.n.m.
(Alberico et al., 2006; Payan & Soto, 2012).

No obstante, aunque los leones de montaña se distribuyen ampliamente y tienen la capacidad de viajar a grandes
distancias, los estudios indican patrones variables de la estructura genética, que van desde niveles de flujo de genes
bajos a altos, y se ha sugerido que las características del paisaje influyen en estos patrones (McRae et al., 2005;
Loxtermann, 2011; Holbrook et al., 2012). Por ejemplo, Ernest et al., (2003) proporcionaron pruebas de que los
individuos de P. concolor en la cordillera de la costa norte y el suroeste de California (Estados Unidos) son genéti-
camente distintos de los que habitan en otras regiones del estado.

Aspectos ecológicos
El puma es principalmente nocturno, aunque puede estar activo durante el día (Payán & Soto, 2012). Tiene una die-
ta generalista, por lo que puede comer presas grandes, pero suele consumir mamíferos pequeños y medianos (Mac-
17
FAUNA COLOMBIANA
Donald et al., 2010). El puma caza solo, acechando
y saltando sobre la presa; el método más frecuente
consiste en romper el cuello de su presa mordiéndo-
le la garganta (Borrero et al., 2016).

Adicionalmente, los pumas y otros carnívoros como


los lobos (Canis lupus) y las nutrias de mar (En-
hydra lutris), suelen tener efectos significativos en
los productores primarios de los sistemas terrestres,
acuáticos y marinos, a través del ciclo de nutrientes,
el flujo de energía y el esfuerzo de los procesos as-
cendentes y descendentes (Lacher et al., 2019). La
pérdida o reducción de estas especies puede tener
importantes consecuencias para los ecosistemas.
Por ejemplo, se atribuye a la presencia de lobos en
el Parque Nacional de Yellowstone en Estados Uni-
dos la reducción del tránsito de los alces entre los Figura 2. Distribución de P. concolor.
sauces y el rejuvenecimiento de las zonas ribereñas Fuente: IUCN (2015). Versión 2020-2
(Ripple & Beschta, 2012). De la misma manera, se
deduce que la reducción de los pumas en el cañón de Zion del Parque Nacional de Zion, condujo a mayores densi-
dades de ciervos bura (Odocoileus hemionus), mayores intensidades de ramoneo y reducción del reclutamiento de
algodoneros ribereños (Populus fremontii), aumento de la erosión de las riberas y reducciones en la abundancia de
especies, tanto terrestres como acuáticas (Ripple & Beschta, 2006).

Dieta del puma


En la revisión más extensa de la dieta
del puma y los estudios de depreda-
ción realizados hasta la fecha, Mur-
phy & Ruth (2010) documentaron un
total de 48 tipos de presas de mamífe-
ros (aunque potencialmente sesgados
hacia los recursos alimenticios más
grandes), así como aves y reptiles.
Determinaron cómo, aunque los un-
gulados eran particularmente impor-
tantes en su dieta (Fig. 3), al ser la
presa más consumida, en el 94 y el
27 % de los estudios examinados en
Figura 3. Pumas depredando. Foto por: Rene Araneda & Casey Anderson América del Norte, Central y del Sur,
(LaderaSur.com. Triángulos de Pumas).
18
BOSQUE DE LETRAS 2020

respectivamente, los pumas dependían de 24 familias de mamíferos, que representaban nueve de los 13 órdenes
encontrados en América del Norte. Específicamente en Colombia su depredación ha sido poco estudiada, y mu-
cha información disponible se limita a menciones de dieta generalista; sólo tres estudios han evaluado el régimen
alimenticio del puma. El primero se realizó en los ecosistemas altoandinos y de páramo de la cordillera Central y
Oriental del departamento del Cauca (Hernández et al., 2011), el segundo en los ecosistemas andinos, altoandinos
y de páramo de la parte norte de la cordillera Oriental, en el departamento de Norte de Santander (Pacheco et al.,
2018); y el tercero se llevó a cabo en la región cafetera de los Andes centrales (Castillo et al., 2020). La tendencia
observada en los tres estudios fue una alta frecuencia de mamíferos pequeños y medianos.

Estado de conservación y Amenazas


Actualmente, se cree que la abundancia de P. concolor está disminuyendo a nivel mundial (Nielsen et al. 2015),
principalmente debido a las presiones antropogénicas (Murphy & Macdonald, 2010; De Angelo et al., 2011). Los
factores antrópicos, como las actividades agropecuarias, las carreteras y las zonas habitadas; asimismo, variables
como la cubierta vegetal, la topografía, la pendiente, la elevación y la presencia de cuerpos de agua pueden afectar
a la distribución de este gran felino directamente, así como la de sus presas (Monroy et al., 2009). Además, en el
nivel nacional, los pumas sufren una gran presión de caza debido a las represalias; los casos de erradicación del
puma en Colombia se basan en la premisa de que con frecuencia matan animales domésticos (Alberico et al., 2006).

En conclusión, aunque la pérdida del puma puede ocasionar procesos ascendentes y descendentes que degraden los
ecosistemas, al presente no hay estudios que identifiquen estos efectos en Colombia. Por otra parte, aunque la espe-
cie presenta una presión de selección por caza y pérdida del hábitat; el 52% del territorio nacional está cubierto con
superficie boscosa (SMByC, 2019), lo cual le concede buena área de conservación y movilidad al puma. Adicional-
mente, un estudio reciente ha demostrado que los herbívoros son los que poseen mayor riesgo de extinción (Atwood
et al., 2020) y, dado que la pérdida de grandes mamíferos herbívoros, como los elefantes africanos (Loxodonta
africana), bisontes americanos (Bison bison) e hipopótamos (Hippopotamus amphibius) también desencadenan
en cascadas tróficas (Lacher et al., 2019), se recomienda hacer una investigación sobre el estado y pérdida de los
grandes mamíferos herbívoros en Colombia.

Finalmente, conservar y garantizar la presencia y reproducción de P. concolor, no sólo beneficia a esta especie sino,
además, a un considerable número de presas que habitan los mismos ecosistemas. En vista de la amplia distribu-
ción del puma, su conservación y restauración impactarían en extensas áreas. Además, garantizar la variabilidad
genética de esta especie también asegura la de otras especies y se evitarán los impactos negativos en la función y
estructura de los ecosistemas por la pérdida de este gran felino.

Bibliografía:
ALBERICO, M. I. C. H. A. E. L., TRUJILLO, F., & J.E. JORGENSON. 2006. Libro rojo de los mamíferos de Colombia. J. V. Rodrí-
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FAUNA COLOMBIANA
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20
BOSQUE DE LETRAS 2020

5. PÍLDORA BIOGRÁFICA (NACIONAL)

Isidoro Cabrera Rodríguez, el maestro y poeta de la botánica colombiana

Por: Daniel Mauricio Díaz Rueda


Ingeniero Forestal – Universidad Nacional de Colombia – Sede Medellín

Isidoro Cabrera Rodríguez nació el 17 de abril de 1922 en el munici-


pio de San Martín (Meta), en donde la violencia política de la época
le arrebató a su casa y a su padre, Valentín Cabrera. En sus Llanos
Orientales natales aprendió el oficio de arriar ganado y uno de sus
orgullos siempre ha sido tener origen campesino e indígena, de la et-
nia de los sálivas de Orocué en el Casanare. Acostumbra a vestir de
blanco, porque significa pureza y le combina con su barba, según él
mismo afirma. La pasión e intensidad de su vida lo llevaron con el
tiempo a convertirse en un destacado botánico, naturalista y poeta, que
habiendo cumplido 98 años está próximo a celebrar su centenario de
vida, lo que posiblemente lo convierta en el botánico más longevo de
Isidoro en 2016. Foto: archivo particular.
nacionalidad colombiana que ha existido a la fecha
.
Su ingreso al mundo de la botánica y el naturalismo se dio cuando apenas pasaba de los 20 años, siendo ya un
naturalista autodidacta, y empezó a ofrecer sus servicios de baquiano, en varias misiones científicas internacionales
en los Llanos Orientales, acompañando a los geólogos extranjeros de la Shell que vinieron a buscar petróleo en Co-
lombia, y en el Amazonas, donde fue aprendiendo a guiarse dentro de los montes, en los que aún no había guerrilla
ni paramilitares, pero si iban y venían las venganzas por colores políticos (El Tiempo, 2003).

Posteriormente guió a científicos que buscaban pistas de las enfermedades tropicales en la sierra de la Macarena, la
llanura de San Juan de Arama, Mesetas y la margen izquierda del río Güejar. Su inquietud no se limitaba al trabajo
de campo, sino que también ayudaba en el laboratorio con los microscopios a contar los huevos de los zancudos.
A finales de 1949, sus conocimientos sobre el territorio, caminos, plantas y animales lo acercaron más a la ciencia,
cuando el Jardín Botánico de Kew en Londres envió una misión encabezada por el botánico australiano William
Raymond Philipson (1911-1997) y el zoólogo Charles Christopher Doncaster (1920-2008), quienes venían a en-
contrarse con personalidades como el entomólogo alemán Leopoldo Richter (1896-1984) y el botánico colombiano
Jesús Medardo Idrobo-Muñoz (1917-2007), en la Universidad Nacional de Colombia.

Los investigadores buscaron a Isidoro por la fama de buen baquiano que se había granjeado, de quienes aprendió a
reconocer otras formas de ver y clasificar las plantas y los animales, con las selvas y llanuras como salones de clase.
Luego acompañó también al connotado zoólogo letón Federico Medem (1912-1984), con quien aprendió sobre
vertebrados e invertebrados (El Tiempo, 2003). Así, Isidoro, que ya atesoraba un profuso conocimiento empírico
21
PÍLDORA BIOGRÁFICA
sobre plantas y animales, en dónde estaban, cómo
encontrarlos o seguirlos, sus sonidos, sus nichos y
sus nombres vernáculos; fue aprendiendo también de
los latinazgos de dos palabras (género y especie) que
usaban los científicos para nombrarlos. Incluso su
habilidad como dendrólogo llegó a ser tal, que sólo
con darle un vistazo a la hojarasca en el suelo podía
saber con detalle que árboles había en ese bosque.

Al principio de la década del 50, Philipson agradeci-


do por los buenos servicios de Isidoro, quiso recono-
cerle su esfuerzo dedicándole una nueva e imponente
Isidoro Cabrera (der) prensando plantas con Abel (izq), hijo del especie de árbol que encontró en la Macarena: Es-
cacique taiwano Abel, en el río Tananari, 1953.
Foto: archivo particular.
chweilera cabrerana, la cual dio a conocer al mundo
científico en un congreso mundial de botánica. Este
hecho hizo que el investigador Richard Evans Schultes (1915-2001) supiera de la existencia de Cabrera, a quien le
envió una carta invitándolo para que lo acompañara por la hoya amazónica colombiana (El Tiempo, 2003).

De la estrecha relación profesional entre Schultes y Cabrera, comenta el discípulo de Schultes y etnobiólogo Wade
Davis (2017) en su best seller “El río” que: “Le habían hablado de un joven naturalista llanero llamado Isidoro
Cabrera. Schultes había estado en busca de un asistente de campo desde la muerte de Pacho López, pero le preo-
cupaba contratar a un joven de los Llanos para trabajar en el bosque pluvial. Cabrera le ofreció trabajar sin paga
hasta que estuviera satisfecho con él. Sin embargo, le pagó desde el principio, y durante los tres años siguientes
recogerían juntos más de 10.000 especímenes, y su colaboración llegaría a ser una de las más importantes de toda
la historia de la botánica de América del Sur”.

Vivida la experiencia con Schultes, Isidoro regresó a Bogotá en agosto de 1953, esta vez para trabajar en el pro-
grama “Punto IV” del presidente norteamericano Henry Truman, con el Ministerio de Agricultura de Colombia,
entidad que lo becó para estudiar “Agricultura y Ganadería General” en la Universidad Nacional de Colombia
- sede Medellín, entidad que hasta 1978 otorgaba también el título de “Experto Superior Forestal”, y después el
de “Tecnólogo Forestal”. Como era de esperarse, el aventajado
alumno superó a varios de sus profesores.

De ayudante de campo y científico empírico, pasó a ser un sabio


y maestro, con una carrera meteórica y prolífica en investiga-
ción y docencia en botánica. Terminados sus estudios en Me-
dellín se fue a Cali, donde enseñó arboricultura o silvicultura;
más tarde estuvo en el Inderena (la antesala del Ministerio de
Ambiente), y después regresó a Medellín como profesor del
22
PÍLDORA BIOGRÁFICA
“Instituto Forestal” (ahora Departamento de Ciencias Forestales, de la
U. Nacional). Fue el primer profesor de dendrología para el entonces
naciente programa de Ingeniería Forestal de la Universidad del Cauca.
A su regreso a Cali, el profe “Isi” o el viejo “Isi”, como le dicen sus es-
tudiantes, se vinculó a las universidades Santiago de Cali y a la del Valle
(Univalle), una de las últimas instituciones donde dictó cátedra y en la
que entre otras cosas, fue docente de botánica y curador del herbario
“Luis Sigifredo Espinal-Tascón” CUVC.

En la historia de la botánica en la región vallecaucana hay que mencio-


nar el trabajo de Víctor Manuel Patiño (1912-2001), quien concentró
su obra en la etnobotánica y los frutos tropicales. En la florística de
la región suroccidental de Colombia y en la enseñanza de la botánica,
Luis Sigifredo Espinal Tascón (1929-2008), Isidoro Cabrera, Eduardo
Calderón, Jorge Eduardo Ramos-Pérez y el estadounidense Philip A.
Silverstone-Sopkin (1939-2018), también hicieron valiosos aportes des- El profe “Isi” en una salida de campo.
de la Univalle, durante la segunda mitad del siglo XX (Gamboa-Gaitán, Foto por: R. Contreras.
2016). Actualmente, la profesora Alba Marina Torres, discípula de estos
maestros, enarbola las banderas de la botánica en la región, junto con una renovada, nutrida y talentosa generación
de botánicos.

Las correrías de Isidoro por los valles, montes y montañas de Colombia, especialmente de la Amazonía, la Orino-
quía, el Magdalena Medio, el Darién y el Pacífico, le dejaron un saldo de innumerables anécdotas, el padecimiento
de malaria en unas 24 ocasiones y otras afecciones, y por lo menos unas 22.000 colecciones botánicas que recolec-
tó en sus innumerables viajes, y que reposan en varios
herbarios regionales de Colombia, y especialmente en
CUVC y el Herbario Nacional Colombiano (COL).
Una parte de las correrías botánicas de Isidoro ha sido
condensada en dos publicaciones: una sobre sus colec-
ciones florísticas en la provincia del Chocó biogeográ-
fico colombiano, y un compendio de las colecciones
históricas realizadas en la Amazonía y Orinoquía co-
lombianas (Ruiz-Domínguez & Cabrera-Rodríguez,
2012; 2019). Incluso sus publicaciones han versado
sobre asuntos ecológicos como la fenología de algunas
especies arbóreas colombianas (Cabrera-Rodríguez,
1978), información relevante, por ejemplo, para pro-
Isidoro prensando plantas en el Vaupés, en 1952 a la edad de
yectos de silvicultura de bosques naturales, conserva-
30 años. Foto: archivo particular. ción y restauración ecológica.
23
BOSQUE DE LETRAS 2020
El nombre de Isidoro fue inmortalizado en un género arbóreo de la familia Trigoniaceae: Isidodendron triptero-
carpum Fern. Alonso, Pérez Zab. & Idárraga, descrito en el 2000 y que hasta ahora sigue siendo monoespecífico.
De igual forma, su apellido Cabrera quedó inscrito con variaciones latinizadas en otras nueve especies de la flora
colombiana, descritas entre 1958 y 1991: Eschweilera cabrerana Philipson (Lecythidaceae), Asplundia cabrerae
Harling (Cyclanthaceae), Diploterys cabrerana (Cuatrec.) B.Gates –antes Banisteriopsis- (Malpighiaceae), Jus-
ticia cabrerae Leonard (Acanthaceae), Kalbreyeriella cabrerae Leonard (Acanthaceae), Swartzia cabrerae R.S.
Cowan (Fabaceae), Moquilea cabrerae (Prance) Sothers & Prance– antes Licania- (Chrysobalanaceae), Guzmania
cabrerae Gilmartin (Bromeliaceae) y Ardisia cabrerae Pipoly (Primulaceae) (Trópicos, 2020). El aporte a la histo-
ria natural que también dio con sus colecciones zoológicas le valió para dejar perpetuado su apellido en el epíteto
específico de una rana: Osteocephalus cabrerai (Cochran & Goin, 1970) -antes Hyla cabrerai-, la cual recolectó
inicialmente en la Amazonía colombiana, y que posteriormente también ha sido registrada en los bosques amazó-
nicos de Ecuador y Perú (Bioweb, 2020).

Holotipo de Banisteriopsis cabrerana (Schultes & Cabrera #17297), depositado en el Herbario Nacional de los Estados Unidos (US).
Imagen: Herbario US, NMNH.
El interés de Isidoro por las plantas útiles y el conocimiento de las comunidades, quedó plasmado en el nombre de
una planta medicinal que descubrió junto con su mentor Schultes, en las
riberas del río Apaporis: Justicia cabrerae, y en varias obras como “Las
plantas y sus usos en las islas de Providencia y Santa Catalina” (Cabre-
ra-Rodríguez, 2005). Otra más de las especies que le dedicaron, inicial-
mente descrita como Banisteriopsis cabrerana por José Cuatrecasas, es
una especie afín a la ayahuasca o yagé (B. caapi), de la que el propio Isi-
doro probó y describió sus efectos psicotrópicos para las investigaciones
de Schultes, con el que solían departir e interactuar en las comunidades
indígenas que visitaban y quienes les ayudaban. Ambos se asombraban
por lo que veían como la fuerza de los hombres que consumían diaria-
mente libras enteras de coca, mientras luchaban con maderos nudosos en
sus ceremonias, en las que incluso Schultes llegaba a participar, vistien-
do sus atuendos autóctonos y tradicionales (Davis, 2017).
“Marfil” (I. tripterocarpum), en el Arboretum &
Palmetum “León Morales Soto”, Medellín, Por su parte, el “árbol de Isidoro” (significado de Isidodendron) fue re-
octubre de 2020. Foto por: Mayra Bedoya. colectado inicialmente en 1969 por Cabrera en el Magdalena Medio,
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PÍLDORA BIOGRÁFICA

en un proyecto de cooperación colombo-alemana en el que participó,


titulado “Proyecto Forestal Carare Opón”. Su nombre común es “mar-
fil”, probablemente por la dureza de su madera (Bernal et al. 2017), y
se ha encontrado en las zonas bajas de Antioquia, Bolívar y Santander.
Se encuentra representado en colecciones vivas como la del campus
Meléndez de la Univalle, con un ejemplar junto a la entrada del her-
bario CUVC en donde laboró (Cruz, 2016), con tres ejemplares en el
Jardín Botánico “Joaquín Antonio Uribe” de Medellín y dos más en
el Arboretum & Palmetum “León Morales Soto” de la Universidad
Nacional de Colombia – Sede Medellín.

Del maestro Cabrera, sencillo, honesto y generoso, también se desta-


ca su faceta de poeta y declamador, la cual le forjó la fama de jovial
y dicharachero, entre familiares, amigos y colegas que han tenido la
fortuna de llegarlo a conocer. Su vena artística la ha dejado plasmada Isidoro en su residencia en Cali, 2011.
Foto por: Rodrigo Cámara-Leret.
en entregas como el libro de poesía “Canto a la madre tierra” (Cabre-
ra-Rodríguez, 2001), firmado con su seudónimo de “Morichal del estero”, en el que de manera profética sentencia
que si se sigue pisoteando la tierra, algún día ese organismo viviente dejará de palpitar. También ha quedado regis-
trada en vídeos caseros que sus allegados le han grabado declamando sus poemas y sonetos, como estos dos: https://
www.youtube.com/watch?v=MAq23Smg8Gk, https://www.youtube.com/watch?v=1D3vRqP_PlE)

Entre el 9 y el 13 de julio de 2011 se realizó el simposio “Healing the planet: medicinal plants and the legacy of
Richard E. Schultes”, en honor a su admirado mentor, en el marco del congreso “Botany 2011. Healing the planet”,
en Saint Louis (Missouri, EEUU). Aunque Isidoro no pudo estar allí físicamente por motivos de salud, sí lo terminó
inaugurando de manera indirecta y casual, cuando el etnobotánico Rodrigo Cámara-Leret les solicitó a los organi-
zadores que le permitieran leer el poema sobre Schultes que Isidoro le había compartido, cuando Rodrigo lo visitó
en su casa en Cali. La aceptación fue unánime y la magia de las
palabras de Isidoro penetró en las fibras nerviosas de todos los
asistentes, incluidos los alumnos y el hijo de Schultes. Posterior-
mente, con la venia de Cabrera el poema fue incluido en el libro
del simposio (Ponman & Bussmann, 2012), y dice así:

“A Richard Evans Schultes, In Memoriam Excelsior”

Incansable explorador
De la extensa Amazonía
Pues trabajó con amor Richard Evans Schultes, Hernando García-Barriga e
Estudiando su armonía. Isidoro Cabrera recolectando plantas en el río Apaporis,
Su vida expuso de veras 1951. Foto: archivo particular.
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BOSQUE DE LETRAS 2020

En los torrentosos ríos


De impetuosas “cachiveras”
En inviernos y en estíos.
Sabio de carácter fuerte
Sometido a muchas pruebas
Desafiando hasta la muerte
Dio a la ciencia plantas nuevas.
Codificó su experiencia
Con buenas observaciones
Para los hombres de ciencia
De nuevas generaciones.
Bajo la selva profunda
Que sus secretos encierra
Desconocida y fecunda
Cubre parte de la tierra. El profesor Schultes enseñando el montaje de una muestra botánica de
El escribió su historia herbario, 1952. De izq. a der.: J.M. Idrobo, Pedro Restrepo, R.E. Schultes
Para siempre en el futuro e I. Cabrera, en el Herbario Nacional Colombiano (COL), en Bogotá, D.C.
Y en su pedestal de gloria Foto: archivo particular.
Está incólume y seguro.

Isidoro ha recibido un sinnúmero de reconocimientos como la “Mención de honor” del Comité de Acción Ecológica
en julio de 1981, por su labor docente en contribución al desarrollo de la ciencia biológica. También el “Premio
al Ecoliderazgo” que le otorgó la Escuela de Postgrados de la Universidad Santiago de Cali en 1996, por su per-
manente actividad en pro de la defensa de la conservación del medio ambiente, ejemplo para las actuales y futuras
generaciones. En la Univalle fue
homenajeado en julio de 1987 con
el doctorado honoris causa que
le otorgaron en biología -área de
botánica-, en reconocimiento a su
tarea científica y pedagógica. Allí
también el 19 octubre de 2009 en
el Salón “Valle del Cauca”, junto a
sus colegas Aníbal Patiño (q.e.p.d.)
y Mario Mejía (q.e.p.d.), recibie-
ron un reconocimiento por ser los
tres maestros más queridos, según
El viejo “Isi” (de boina blanca), en el Curso-Taller de Etnobiología en Cali
sus estudiantes, y quienes recuer-
(2009), evento que fue la génesis de la Sociedad Colombiana de Etnobiología. dan a Isidoro también por sus con-
Foto por: Germán Escobar Berón. sejos de vida y por los chistes que
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PÍLDORA BIOGRÁFICA
contaba para amenizar las clases. También recuerda uno de sus estudiantes, el etnobiólogo Germán Escobar Berón,
que el viejo “Isi” siempre iba a las asambleas estudiantiles en los bajos de Ciencias, y cuando más caldeada se ponía
la discusión, solía pedir la palabra y declamaba un largo poema en rima para apaciguar los ánimos efervescentes.

En 2005 fue homenajeado en Popayán, en el marco del III Congreso Colombiano de Botánica. De ese mismo
evento, el ingeniero forestal Boris Villanueva recuerda una anécdota que da cuenta de su humildad y don de gentes,
cuando Isidoro tomó el curso de “Etnobotánica para la conservación”, en el que pasó desapercibido como un estu-
diante más con toda sencillez, salvo porque siempre lucía de punta en blanco. Allí incluso defendió a los forestales,
sus cuasi colegas, quienes todos los días lo acompañaban al final de la sesión hasta que lo recogía algún familiar. El
día de la inauguración del evento cuando leyeron los homenajeados, salió a recibir su reconocimiento, ante la mira-
da sorprendida de sus compañeros de curso, que nunca tuvieron idea de lo que representaba el portentoso personaje
con quien compartieron el curso, hasta que lo vieron en tarima.

Isidoro aún reside en Cali, la cálida ciudad que lo adoptó junto con su esposa Rosa y sus seis hijos, y en la que se
convirtió en referente de movimientos ambientales y de causas como la promoción del uso de bicicletas. A pesar de
su compleja salud, con los recuerdos y relámpagos de lucidez que aún conserva, está escribiendo sus memorias de
vida que titulará “Los cuadernos del Apaporis”.

El legado de Isidoro para la botánica colombiana y suramericana es inconmensurable, gracias al “sancocho de


genes” que es su ser y a la sinergia de saberes que heredó de su legado llanero y étnico, engranados posteriormente
con la ciencia occidental. Su calidez humana contrasta con la de algunas personalidades del gremio botánico y
científico colombiano, en las que el afán de protagonismo y reconocimiento muchas veces han desdibujado los
valiosos aportes que también han podido dejar. Su mezcla auténtica de rigurosidad científica y sensibilidad artística,
que pocos como él han sabido cultivar, de pasión por el arte y la ciencia, han hecho que el capítulo “Isidoro Cabrera
Rodríguez” en la historia botánica nacional quede escrito con tinta indeleble.

Isidoro Cabrera en Vaupés, 1952. Foto: archivo particular.


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BOSQUE DE LETRAS 2020
Bibliografía:

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BIOWEB. 2020. Anfibios del Ecuador. Osteocephalus cabrerai Rana de casco de Cabrera / Cabrera's casqued treefrog. Recuperado el 20
de octubre de 2020 en https://bioweb.bio/faunaweb/amphibiaweb/FichaEspecie/Osteocephalus%20cabrerai.
CABRERA-RODRÍGUEZ, I. 1978. Datos fenológicos de especies arbóreas colombianas. Cespedesia 7 (25-26), suplemento 2: 101-160.
CABRERA-RODRÍGUEZ, I. 2001. Canto a la madre tierra: poesía. “Morichal del estero”. Edición ilustrada. Santiago de Cali, 165 p.
CABRERA-RODRÍGUEZ, I. 2005. Las plantas y sus usos en las islas de Providencia y Santa Catalina. Programa Editorial Universidad
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CRUZ, S. 2016. El Herbario de Univalle: la biblioteca ‘natural’ más grande del departamento cumple 50 años. Periódico El País (Cali).
Recuperado de: https://www.elpais.com.co/cali/el-herbario-de-univalle-la-biblioteca-natural-mas-grande-del-departamento-cum-
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DAVIS, W. 2017. El Río. Exploraciones y descubrimientos en la selva amazónica. Editorial Planeta Colombiana S.A. Bogotá, D.C.
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GAMBOA-GAITÁN, M.A. 2016. Historia de la botánica, pp. 23-49 en: Botánica general: Introducción al estudio de las plantas. Uni-
versidad Nacional de Colombia, Departamento de Biología, Laboratorio de Biología Tropical. En revisión. Disponible en: https://www.
academia.edu/37533459/Cap%C3%ADtulo_2_Historia_de_la_bot%C3%A1nica
RUIZ-DOMÍNGUEZ, C. & I. CABRERA-RODRÍGUEZ. 2012. Colecciones florísticas realizadas en la provincia del Chocó Biogeo-
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RUIZ-DOMÍNGUEZ, C. & I. CABRERA-RODRÍGUEZ. 2019. Colecciones florísticas históricas realizadas en la Amazonía y Ori-
noquía colombianas. Bol. Cient. Mus. Hist. Nat. Univ. Caldas, vol.23, n.2, pp.15-41. ISSN 0123-3068. DOI: http://dx.doi.org/10.17151/
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PONMAN, B.E. & R. W. BUSSMANN. 2012. Medicinal Plants and the Legacy of Richard E. Schultes Proceedings of the Botany 2011
Symposium Honoring Dr. Richard E. Schultes. The William L. Brown Center at the Missouri Botanical Garden. Graficart SRL, San Martín,
Trujillo, Perú.
TRÓPICOS. 2020. Missouri Botanical Garden. Recuperado el 20 de octubre de 2020 en http://www.tropicos.org.

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BOSQUE DE LETRAS 2020

6. CONEXIÓN CULTURAL

Bulnesia carrapo: una historia del Bosque Seco Tropical (bs-T) en Honda (Tolima)

Por: María Fernanda Rubio Valencia


Estudiante de Ingeniería Forestal - Universidad Distrital “Francisco José de Caldas”

Buenos días sus flores me decían,


Un sonido imperceptible transcurría,
Las notas envolventes me atraían,
No sabía lo que a mi oído le decían,
Exclamaban que en peligro se encontraban,
Sin saber lo que a su especie le esperaba,
Impacientes amarillas florecían y abundaban, Hábito de B. carrapo.
Añorando a una mano que las propagara. Foto por: María F. Rubio Valencia.

Con cariño sus semillas recolectaba,


Apacibles en la sombra se posaban,
Redonditas y aplanadas capsulitas,
Renacían entre el agua sus semillas,
Adaptándose a un entorno caluroso,
Prosperaban victoriosas las plantitas,
Oh dulces plantas mías, razón profunda de las alegrías.

Hojas de B. carrapo.
Foto por: María F. Rubio Valencia.
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BOSQUE DE LETRAS 2020

7. YO ESTUDIÉ FORESTAL PORQUE...


Yo estudié forestal porque…

Por: Anónimo (un forestal en el Amazonas)


Ingeniero Forestal – Universidad Nacional de Colombia – Sede Medellín

El Amazonas guarda una mística propia de un lugar que alberga innumerables historias, legados de vida y biodiver-
sidad que muchos de nosotros ni nos imaginamos; realidades muy diferentes a las que conocemos por los libros de
historia o por los imaginarios que nos pudieron haber creado de este maravilloso lugar.

Casi como si hubiera estado predestinado, escuche de él mucho antes de siquiera pensar que lo iba a conocer. En
parte fue uno de los grandes alicientes para decidir u optar por estudiar el pregrado en Ingeniería Forestal de la
Universidad Nacional de Colombia en su sede Medellín - la única de sus sedes que ofrece la carrera en el país. Soy
de una zona montañosa y dedicada al cultivo de café, muy diferente a lo que luego iría a conocer, con ríos, árboles
y seres totalmente deslumbrantes. La experiencia que iba a vivir entorno a la selva y sus ríos sería sin lugar a dudas
una de las más deslumbrantes que estaba por vivir.

Con el transcurrir de la carrera me di cuenta que te-


nía la oportunidad de visitar este lugar del que ya con
antelación había escuchado y que en parte había sido
una de las razones por las cuales decidí formarme
como forestal. En 2015, habiendo cursado ya el 60 %
del plan de estudios, tuve la oportunidad de presen-
tarme a la convocatoria que salía generalmente cada
semestre, para optar a la práctica profesional forestal
en la parcela permanente que había en el Parque Na-
cional Natural Amacayacu, en Leticia, departamento
del Amazonas.
Ingreso al PNN Amacayacu. Foto: archivo particular

La megaparcela “Amacayacu”, como se le conoce, hace parte de la red global de parcelas forestales –Forest-
geo– del Instituto Smithsoniano, que trata entre otros objetivos, de recopilar información que permita tener una
mejor comprensión de los bosques tropicales, debido a que todas las parcelas siguen una metodología científica
unificada y estandarizada. Así, los investigadores de cualquier parte del mundo pueden comparar directamente los
datos registrados en diferentes bosques y detectar patrones que de otra manera serían imposibles de reconocer. La
tarea de recopilar la información que permite alimentar las bases de datos con la que los investigadores responden
a preguntas científicas sobre los bosques, su diversidad y dinámicas que proporcionan valiosa información para
ayudar en la determinación de estrategias de administración y conservación forestal, es en gran parte desarrollada
por estudiantes, que como en mi caso, nos vinculamos a través de la práctica profesional.
30
YO ESTUDIÉ FORESTAL PORQUE...
Una vez cumplí con los requisitos propios de la convocatoria, partí con un grupo de compañeros rumbo al Ama-
zonas, y al igual que ellos llevaba una maleta llena de deseos por aprender, e imaginarios por “curar”, sobre lo que
pensábamos era la selva, el río y su gente.Y es que, aunque este ecosistema representa casi la mitad del territorio
continental del país con cerca del 43 %, representado en 48,5 millones de hectáreas, es muy poco lo que conocemos
aún de su realidad. Desafortunadamente los libros de historia y el conocimiento que nos han dejado sobre este
maravilloso lugar, está lleno de imprecisiones, mitos e ideas erradas de este pedazo verde de tierra que se encuentra
al sur de nuestro país.

La selva, el río y su gente se encargarían de enseñarnos, o mejor dicho de asombrarnos, cada día con lo que re-
presenta vivir en un ecosistema anfibio donde los ciclos de la vida están completamente alineados en una perfecta
sincronía, en un palpitar que ha permitido que innumerables pueblos y culturas indígenas hayan sobrevivido a lo
largo de la historia.

Para llegar a Leticia es necesario pasar primero por Bogotá y de ahí tomar un vuelo con rumbo a Leticia, la capital
del departamento. Sólo es posible llegar por aire en una ruta que tarda aproximadamente dos horas; o por río en
una especie de barco o ferry, como comúnmente se les llama, desde las ciudades hermanas de Iquitos en Perú o
Manaos en Brasil. Este no sería nuestro caso, y menos por la poco frecuentada ruta por el río Putumayo y luego por
el Amazonas en Brasil, hasta llegar al puerto de Leticia, la ruta que generalmente realizan los barcos cargueros que
parten desde el Putumayo colombiano con víveres y mercancías provenientes del interior del país.

La experiencia comenzaría desde el mismo desembarco del


avión, llegábamos a un lugar totalmente nuevo, una especie
de pueblo costeño con un mar dulce, “el río”. El bullicio de
sus calles, el calor mezclado con una alta humedad y la canti-
dad de motos circulando por todas partes de manera desorde-
nada, nos recordaban lo lejos que estábamos de las montañas
de las que proveníamos. Luego de tener una breve inducción
por parte de los funcionarios del parque y hacer el mercado,
o “remesa”, como se le conoce, partimos a tomar el “rápido”,
un tipo de embarcación con motores de alto cilindraje que cu-
bre la ruta Leticia – Puerto Nariño, y sí, es como una especie
Maloca tradicional. Foto: archivo particular.
de bus o chiva que pasa por cada una de las comunidades a
lo largo del río, prestando el servicio de transporte público, incluyendo algunos poblados peruanos en la otra orilla
del Amazonas.

La comunidad indígena de Mocagua era nuestro destino, al que llegamos luego de navegar por cerca de dos horas
por ese río gigantesco, que en algunas ocasiones nos recordaba al Magdalena en toda su dimensión. Y es que en ese
instante no sabíamos ni nos imaginábamos que a lo largo del río existían grandes islas que nos hacían pensar que
lo que se veía era la otra orilla, ignorando que al otro lado de ese tajo de tierra corría otro brazo del río, igual al que
31
BOSQUE DE LETRAS 2020
surcábamos o incluso hasta más grande.

El río en esta zona sólo lleva cerca del 40


% de su caudal. En la balsa de la comuni-
dad nos estaba esperando un funcionario
del parque que nos llevaría en un bote de
aluminio, o “deslizador”, a través de la
quebrada Matamatá, hasta las instalacio-
nes del parque en donde nos instalaría-
mos… ¡Qué calor!, ¡Qué sorpresa!, ¡Qué
alegría llegar!

Las instalaciones del parque son un com-


Complejo de cabañas en el PNN Amacayacu. Foto: archivo particular. plejo de cabañas palafíticas levantadas del
suelo, ya que el lugar donde se encuentran
es de várzea, un tipo de bosque que se inunda periódicamente por la creciente del gran río Amazonas, o Solimões,
como se le conoce en Brasil a ese tramo. ¡Estábamos listos!

Nos ubicamos en una de las cabañas, guardamos minuciosamente toda la comida, nada podía quedar al alcance
de los animales de la selva o de los miles de insectos que había. Las camas estaban cubiertas con mosquiteros y
bien cerradas para evitar que entraran las tarántulas o los escorpiones. La recomendación para la noche era andar
siempre con cuidado y linterna, porque serpientes, arañas o escorpiones podrían estar en el suelo. Los baños debían
ser cortos porque el agua era de lluvia y había que ahorrarla, sino tocaba ir a la quebrada a recoger más para lavar
y bañarnos.

El trabajo en la parcela consistía en realizar la segunda remedición y reclutamiento (incluir nuevos ingresos > 1 cm)
de los árboles en un área de 25 ha -por eso lo de megaparcela-. La forma de encontrar los árboles era relativamente
fácil, ya que cada uno tenía un código alfanumérico en una placa metálica, que permitía rastrearlo en una serie de
mapas de cada uno de los cuadrantes en que estaba dividida la
parcela. La configuración era más o menos la siguiente: se dividía
en 25 fajas de la letra A hasta la Y (Fig. 1), cada una de 1 ha, que
se subdividían a su vez en 25 cuadrantes de 20 x 20 m, y estos en
otros de 10 x 10 m que terminaban en otros más pequeños de 5 x 5
m (Fig. 2), de esta manera era posible rastrear los árboles a reme-
dir e incluir los nuevos ingresos que superarían el centímetro de
DAP desde la anterior medición. El trabajo se complicaba en algu-
nas ocasiones porque las placas podían estar debajo de la hojaras-
ca o de los sedimentos de las crecientes, o simplemente perdidas
por mil y una razones. El objetivo era siempre poder encontrarlas. Placas para reemplazar o numerar el reclutamiento.
Foto: archivo particular.
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YO ESTUDIÉ FORESTAL PORQUE...

Figura 1. Esquema ilustrativo de las fajas y cuadrantes que conforman la parcela permanente “Amacayacu”.

Fgura 2. Esquema ilustrativo de la configuración del cuadrante A1 de la parcela permanente “Amacayacu”.

Para llegar a la parcela era necesario caminar entre 30 y 40 minutos desde las cabañas del parque, a través primero
del bosque inundable y luego por el de tierra firme. Siempre estábamos acompañados por los investigadores comu-
nitarios de Palmeras, una comunidad a la orilla del río a una hora de camino desde donde nos encontrábamos. Ellos
siempre hacían este recorrido para poder apoyar la toma de datos en el trabajo. Son parte fundamental del proceso,
pues nadie mejor que ellos conocen la selva y el río, sus bondades y también los peligros.
33
BOSQUE DE LETRAS 2020
En el transcurso del camino muchas veces
teníamos la oportunidad de encontrarnos con
manadas de monos, bandadas de aves y una
que otra serpiente venenosa. Pasábamos que-
bradas o caños, como les dicen allá, a través
de troncos que funcionaban como puentes
naturales. Esquivábamos el camino de vez
en cuando ya que era frecuente que cayeran
grandes árboles que nos impedían continuar,
siempre con los ojos abiertos y los sentidos al
cien, ya que en la selva y el río siempre hay
que estar así, porque el encuentro con muchos
habitantes puede ser indeseado, como hormi-
gas del tamaño de un pulgar llamadas “con- Equipo investigador de estudiantes forestales de la UNALMED y de la
gas” (Paraponera clavata) o diminutas como comunidad local Palmeras. Foto: archivo particular.
un grano de sal conocidas como “majiñas” (Wasmannia auropunctata), avispas ocultas en las hojas, abejas que se
meten a los ojos, nariz y boca, serpientes venenosas como el “jergón” o “mapaná del Amazonas” (Bothrops atrox),
o el “verrugoso” (Lachesis muta), jaguares (Panthera onca), manadas de cerdos, plantas y árboles urticantes o con
espinas, árboles y ramas cayendo sin darte aviso, tormentas y vientos repentinos. Todo hacía de cada día una expe-
riencia maravillosa, el asombro estaba a la orden del día en cada jornada.

La mística misma del lugar nos proporcionaba una paz y tranqui-


lidad que nos envolvía cada día. Los espíritus del bosque siempre
fueron muy buenos con nosotros, nos mostraron lo lindo del lugar,
el contraste entre el peligro y el cuidado que sólo la selva puede
ofrecer. Así transcurrieron los días y meses sin siquiera darnos
cuenta, cada vez nos sentíamos más parte del lugar.

Su gente, resiliente, que históricamente ha resistido las presiones


de diferentes oleadas esclavistas, de colonización, la evangeliza-
ción, el caucho, las “tigrilladas”, la guerra, el narcotráfico y la
globalización, ha logrado permanecer en su territorio ancestral,
con una resiliencia propia del que sabe pertenecer a un lugar. Los
legados y costumbres de sus ancestros se mantienen vivos en cada
una de las comunidades que guardan los conocimientos de la ma-
dre selva, los mismos que les han permitido vivir en completa ar-
monía con el bosque y el río, las artes de pesca, la caza, la chagra,
Plataforma elevada de investigación y antigua atracción el uso de plantas medicinales, sus lenguas y tradición oral que
para los visitantes en el PNN Amacayacu. reivindican su origen. De esto nos dimos cuenta con el pasar de los
Foto: archivo particular.
34
YO ESTUDIÉ FORESTAL PORQUE...
días, entendimos que el Amazonas no está necesariamente lleno
de indígenas con taparrabos y coronas de plumas como muchos
imaginamos, sino de pueblos que han sabido resistir a todos los
embates que desafortunadamente han tenido que sobrellevar,
porque sí, muchas personas que visitan por primera vez este lu-
gar se desilusionan al no encontrar lo que tenían en su imagina-
rio. Se necesita un poco más de sensibilidad para entender que
lo que queremos ver está ahí, expresado en los conocimientos y
valores que lograron superar mil y un invasiones.

Tramo de bosque inundable dentro de la megaparcela “


El Amazonas definitivamente es un lugar mágico que logra en-
Amacayacu”. Foto: archivo particular. volverlo a uno desde un principio, tiene una mística que te hace
querer regresar allí en algún momento, y cómo dice su gente: “si pruebas agua del río seguro te vas a quedar o
volverás algún día”.

Su gente es sin lugar a dudas una de las principales causas de querer regresar, te acogen como si fueras parte de su
familia, te enseñan cómo es la vida allí, te abren la puerta al conocimiento y comprensión de la selva y el río, te
hacen parte de su cultura. Tal vez es porque haces sincronía con el ritmo del río y la selva, lates al mismo tiempo,
vez la vida de otra manera, desde lo sencillo y desde lo complejo, una percepción muy diferente a lo que conoces
en la ciudad, te vuelves quizás más sensible, más selvático.

Finalmente, el Amazonas es una región con un gran potencial y una deuda histórica por saldar en todos sus aspec-
tos. Sólo en el ámbito forestal hay todo un mundo por descubrir, desde la parte investigativa, de biodiversidad, el
aprovechamiento de productos forestales no maderables (tintes, fibras, frutos -de palmas y árboles-, resinas, entre
otros), maderables (manejo del bosque natural) y sistemas productivos, por mencionar sólo algunos. Si miramos
hacia atrás, al sur, donde pocas veces miramos, recordamos y conocemos, podríamos quizás aprender un poco más
de su gente, acompañarlos y reconocernos en lo diversos que somos.

Más allá de todo lo técnico y académico que pude haber apren-


dido en esta experiencia, valioso de por sí, rescato lo humano y
sensible que fui al reconocer que en lo simple (natural) está la
respuesta a muchos de los interrogantes que tenemos. Gracias
a la gente del Amazonas que de la manera más desinteresada, y
sin saberlo, cambiaron tanto dentro de mí. Era uno antes de lle-
gar y fui otro al regresar. Sin lugar a dudas mi paso por el Ama-
zonas fue uno de los capítulos más enriquecedores de mi etapa
como estudiante de forestal. Tal como dije al principio, nunca
pensé que viniendo desde las montañas andinas antioqueñas, Panorámica de la llanura amazónica colombiana,
terminaría aprendiendo tanto de la vida y de la profesión en las atravesada por el río Purité, de aguas negras.
selvas de la llanura amazónica. Foto: archivo particular.
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BOSQUE DE LETRAS 2020

8. RESÚMENES DE EVENTOS ACADÉMICOS

II Congreso Internacional de Orquídeas, Biodiversidad y Educación


CIOBE 2020

Por: Daniel Mauricio Díaz Rueda


Ingeniero Forestal – Universidad Nacional de Colombia – Sede Medellín

El II Congreso Internacional de Orquídeas, Biodiversidad y Educación - CIOBE 2020, que se llevó a cabo de forma
virtual del 27 al 31 de julio de 2020, constituyó un espacio de aprendizaje, interacción, participación y apropiación
social del conocimiento en orquídeas, biodiversidad y educación, a través de estudiantes, profesores, investiga-
dores, emprendedores, instituciones educativas, de investigación y del sector empresarial en general, a través de
conferencias magistrales, presentaciones orales y reuniones. Las cerca de 90 conferencias y presentaciones orales
se agruparon en un total de ocho simposios, en los cuales se abordaron las siguientes temáticas: i) orquídeas, ii)
conservación, iii) educación ambiental, iv) ecología y restauración ecológica, v) recursos fitogenéticos, vi) botánica
y taxonomía, vii) genética, viii) cambio climático, ix) fauna silvestre, x) biodiversidad, xi) biotecnología, xii) bio-
geografía, xiii) recursos zoogenéticos, xiv) anatomía, xv) suelos, xvi) hongos, xvii) organismos acuáticos y xviii)
bioética. El alcance del evento fue de unas 200.000 personas en Facebook y cerca de 60.000 visualizaciones en
Youtube. El I CIOBE tuvo lugar en noviembre de 2018, en la ciudad de Villavicencio (Meta), con una asistencia
de 320 personas, la mitad de ellas estudiantes de la Red de Escenarios Pedagógicos en Orquídeas (REPO) de mu-
nicipios del Meta.

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BOSQUE DE LETRAS 2020
9. PROXIMOS EVENTOS ACADÉMICOS

IX Congreso Colombiano de Estudiantes en Ciencias Forestales

Lugar: Universidad del Tolima, Ibagué, Tolima, Colombia


Fecha: 2021, mes y días por definir.
Información en: enlace de página por definir
Nota: estaba programado para 2020, pero fue aplazado para 2021 por el Covid-19

XI Congreso Colombiano de Botánica

Foto por: Unillanos.

Lugar: Universidad de Los Llanos, Villavicencio, Meta.


Fecha: 2021, mes y días por definir.
Información en: https://asociacioncolombianadebotanica.com/
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PROXIMOS DE EVENTOS ACADÉMICOS

XV Congreso Forestal Mundial – WFC 2021

Lugar: Coex, Seúl, Corea del Sur (República de Korea).


Fecha: 24 al 28 de mayo de 2021.
Información en: https://wfc2021korea.org/index.html

4ª Conferencia Mundial de la Teca

Lugar: Accra, Ghana (África).


Fecha: 23 al 26 de agosto de 2021.
Información en: https://www.itto.int/es/events/4th_world_teak_conference_2021/
Nota: estaba programado para 2020, pero fue aplazado para 2021 por el Covid-19.

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BOSQUE DE LETRAS 2020

9° Conferencia Mundial en Restauración Ecológica


– SER 2021 – RE3

Lugar: Québec, Canadá.


Fecha: 19 al 24 de junio de 2021.
Información en: http://www.re3-quebec2020.org/

V Congreso Colombiano / VI Congreso Iberoamericano del Caribe


de Restauración Ecológica

Lugar: Santa Marta, Colombia.


Fecha: 2021, mes y días por definir.
Información en: https://redcre.com/
Nota: estaba programado para 2020, pero fue aplazado para 2021 por el Covid-19.

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PROXIMOS DE EVENTOS ACADÉMICOS

57° Reunión anual de la Asociación de Biología Tropical y


Conservación – ATBC 2021

Lugar: Cartagena, Colombia.


Fecha: 11 al 15 de julio de 2021.
Información en: https://tropicalbiology.org/blog/2020/03/18/atbc-2021-save-the-da-
te/
Nota: estaba programado para 2020, pero fue aplazado para 2021 por el Covid-19.

7° Simposio Mundial de Palmas – PALMS 2021

Lugar: Río de Janeiro, Brasil.


Fecha: 2021, mes y días por definir.
Información en: https://palms2020.com/
Nota: estaba programado para 2020, pero fue aplazado para 2021 por el Covid-19.

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“La acción más pequeña es mejor que la intención
más grande”.
Proverbio Chino

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