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Integración comercial

6.1. PROCESOS DE INTEGRACIÓN REGIONAL


Vimos en el Capítulo 1 que las características más destacadas que diferenciaban las
transacciones internacionales de las internas eran por un lado las fronteras en sentido eco-
nómico, habitualmente vinculadas a políticas proteccionistas que de formas muy diversas
discriminan a los productos extranjeros frente a los nacionales, y por otra parte la diver-
sidad de monedas entre ambas partes de la transacción, que obligaba a un intercambio de
divisas a unos precios —tipos de cambio— y en unos mercados —los de divisas— cuya
operativa también estaba sujeta a costes e incertidumbres.
Una lectura sencilla y clara de la integración regional es entenderla como el proceso
mediante el cual varios países van eliminando entre ellos —pero no frente al resto de paí-
ses de la economía mundial —esas características diferenciales. Así, por ejemplo, en el
caso de la Unión Europea, el objetivo de crear primero un «mercado común» (desde su
inicio en 1958) y luego más acentuadamente un «mercado único» (desde 1993) trata de
alcanzar en la UE un auténtico «mercado interior único» plenamente integrado, en el seno
del cual las diferencias entre una transacción que tenga como participantes a empresas y
consumidores españoles y franceses no sea diferente de la que tenga como participantes a
empresas o consumidores de Barcelona y Andalucía, o la que se efectúe entre Veracruz y
Monterrey. Naturalmente la adopción del euro como moneda única va en la línea de eli-
minar la segunda diferencia aludida— la pluralidad de monedas— tal como veremos con
más detalle en el Capítulo 13.
En este sentido pues la integración económica entre varios países tiende a convertir en
«domésticas» o internas transacciones que antes del proceso de integración eran típica-
mente internacionales. Como resultado, ya vimos que en algunas fuentes estadísticas se
eluden los términos de «exportaciones» e «importaciones» para referirse a transacciones
en el interior de la UE, utilizándose denominaciones más «asépticas» como «expedicio-
nes» e «introducciones» de mercancías.
Fronteras comerciales y pluralidad de monedas son los dos aspectos esenciales de las
transacciones internacionales que «caen» a medida que avanzan los procesos de integra-
ción regional. Precisamente la primera clasificación de tales procesos configura una
categoría de «integración comercial» vinculada a la desaparación de las trabas comer-
ciales, y otra de «integración monetaria» asociada a la sustitución de una variedad de
monedas por una única compartida.
170 Economía internacional

Pero además de esas características básicas, hemos visto en los capítulos anterio-
res cómo los países tienen en la economía internacional otros instrumentos o meca-
nismos que les permiten tratamientos diferenciales. Por ejemplo, a) el comercio inter-
nacional permite intercambiar bienes pero no desplazarse los factores productivos
(trabajo y capital) de un país a otro; b) los países pueden adoptar políticas industriales,
tecnológicas, de competencia, etc., es decir, políticas microeconómicas con repercu-
siones internacionales; c) los países pueden adoptar políticas monetarias y fiscales con
efectos internos y externos. Así, además de barreras comerciales y alteraciones de los
tipos de cambio, aspectos como limitaciones a los movimientos de factores, políticas
microeconómicas industriales y políticas macroeconómicas autónomas, todo ello esta-
blece diferencias respecto a lo que sería una economía mundial «integrada».
La integración económica es —como ya se ha dicho— el proceso mediante el cual los
países van eliminando esas características diferenciales. Teóricamente podrían irse eli-
minando entre todos los países, para ir hacia una «economía mundial integrada», pero por
razones políticas y económicas los procesos de integración tienen lugar de forma parcial,
es decir, implicando a un número de países normalmente reducido. Se dice entonces que
asistimos a un proceso de regionalización, especialmente cuando los avances en la inte-
gración afectan a países de un mismo ámbito geográfico.

Recuadro 6.1. Algunos casos de integración comercial


Entre los más relevantes casos de integración comercial destaca la Unión Euro-
pea, denominación que recibe desde el Tratado de Maastricht la originaria
Comunidad Económica Europea —creada por el Tratado de Roma de 1957— y
que contaba inicialmente con 6 países y en 2005 cuenta con 25 miembros, 10 de
ellos incorporados en 2004 (principalmente países del centro y este de Europa).
En el continente americano cabe mencionar el «North American Free Trade
Area», NAFTA, o Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLC,
aprobado en 1993 por Estados Unidos, México y Canadá; el Mercosur —entre
Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay— creado por el Tratado de Asunción en
1991 y ratificado por el Protocolo de Ouro Preto en 1994; la Comunidad Andi-
na, integrada por Perú, Ecuador, Venezuela, Colombia y Bolivia; así como los
Mercados Comunes en Centroamérica y el Caribe. En Asia destaca el Area de
Libre Comercio de ASEAN, integrada por países del Sudeste —entre ellos
Malasia, Indonesia, Filipinas, Tailandia, Vietnam y Singapur—, así como el
Area de Libre Comercio de Sur de Asia —SAFTA— en torno a India y Pakis-
tán. APEC es un caso de acuerdo entre países del Pacífico de América, Asia y
Oceanía, al tiempo que la UE mantiene acuerdos comerciales preferenciales con
Chile y México, entre otros. En otros ámbitos, Australia y Nueva Zelanda man-
tienen un acuerdo de «Closer Economic Relations», y en África han proliferado
asimismo los acuerdos regionales, como la Unión Aduanera de África del Sur,
SACU. En negociación se encuentran proyectos como el ALCA para todo el
continente americano, y la incorporación de China y algunos otros países al área
ASEAN.
Integración comercial 171

La multiplicidad de causas de tratamiento diferencial entre «lo nacional» (mercancías o


factores) y «lo extranjero» explica fácilmente que se distingan varias modalidades de inte-
gración económica, atendiendo a cuáles de tales diferencias se van eliminando entre
países en el proceso de integración.
Así, en el ámbito comercial, en el caso de que dos o más países eliminen entre sí las
trabas al comercio de mercancías, se habla de un acuerdo de libre comercio o de la cons-
titución de un área de libre comercio —FTA, free trade area en sus siglas inglesas. Los
países liberalizan su comercio recíproco, pero mantienen su autonomía en todo lo demás,
especialmente en las políticas comerciales frente a terceros países. En la Figura 6.1a, si los
países A y B constituyen una FTA, los flujos comerciales entre A y B se liberalizan (se
eliminan los aranceles y otras trabas como las estudiadas en el Capítulo 5), pero cada uno
de los países mantiene su propia política comercial frente a los terceros países, como C.
Ello parece sencillo, pero origina el problema práctico de que las mercancías proce-
dentes de terceros países tendrían el incentivo de entrar en el área de libre comercio por el
país con aranceles más bajos frente al resto del mundo, para luego tratar de circular
libremente entre los países del área. Si A tiene una política comercial exterior más pro-
teccionista — por ejemplo, aranceles del 30% —mientras que B es cercano a la libertad
comercial— con aranceles de sólo el 5% — una empresa de A que quiera importar una
maquinaria de C podría intentar «entrarla» por B, pagar el arancel bajo y luego hacerla
llegar a A como si fuese procedente de B en el marco del área de libre comercio, aho-
rrando así la mayor parte del coste arancelario de A. Para salvar las apariencias en el país
B podría procederse a alguna operación de limitado valor añadido (por ejemplo, embalaje
y algún mínimo ensamblaje) para tratar de que sea «oficialmente presentable» como
producto de B a efectos de beneficiarse de la FTA. Para evitar esto es necesario imponer
unas «reglas de origen» que tratan de asegurar que sólo los productos originarios de los
países socios se ven favorecidos por la liberalización del comercio en el interior del
área. Con frecuencia, acuerdos de creación de FTA tienen unos anexos de «reglas de ori-
gen» mucho más complejos y sofisticados que el propio acuerdo de área de libre comer-
cio. El Acuerdo NAFTA o TLC nació como área de libre comercio.

Área de libre comercio Unión aduanera

País A País B País A País B

Arancel exterior común

País C País C

a) Libre comercio entre A y B b) Unión aduanera


Aranceles altos en A frente a C Arancel exterior
Aranceles bajos en B frente a C común de A+B frente a C

Figura 6.1. Modalidades de integración comercial: áreas de libre comercio y uniones aduaneras.
172 Economía internacional

Para evitar las complejidades técnicas y burocráticas asociadas a este problema


existe una fórmula más avanzada de integración comercial: la unión aduanera (cus-
toms union). Como muestra la Figura 6.1b una unión aduanera añade al acuerdo de
libre comercio entre las partes la adopción de un «arancel exterior común», de
modo que (al menos en el terreno arancelario) la unión aduanera actúa como una uni-
dad frente al resto del mundo. La base de la actual UE (en su formulación del Tra-
tado de Roma de 1957) parte de crear una unión aduanera, y en la misma línea está
Mercosur.
Estas dos fórmulas de integración comercial —áreas de libre comercio y uniones
aduaneras— son las explícitamente reguladas —y permitidas como excepciones a la
reglas básica de multilateralidad y no discriminación del sistema comercial mundial de la
OMC, como veremos en el Capítulo 7— desde la redacción inicial del Acuerdo General
de Aranceles y Comercio (GATT) en 1947.
Más allá de la temática estrictamente comercial, cuando una unión aduanera asume
también la libre circulación de factores productivos (trabajo y capital) se convierte en un
mercado común.
La adopción de criterios unificadores en las políticas micro y macroeco-
nómicas, así como la adopción de una moneda única, configuran la Unión Económica y
Monetaria. Tiene importantes implicaciones políticas (en el doble sentido de imponer
unos requisitos de cesiones de soberanía con fuertes componentes políticos y de requerir
una sólida voluntad política para avanzar hasta este estadio), que pueden culminar en la
adopción de formas políticas con instituciones o mecanismos de (con) federalización o
integración política.
Las motivaciones para establecer acuerdos regionales son muy variadas. Por una
parte, obviamente, las económicas y comerciales, asociadas a las ya explicadas ganancias
del comercio. Pero al mismo nivel se sitúan muchas razones políticas, que normalmente
se asocian a la convicción de que un entramado de relaciones e intereses económicos entre
países que a menudo tienen historias de enfrentamientos o tensiones es un buen antídoto
para nuevos conflictos. Estas razones explícitamente subyacen en la creación de la UE
—ya que los «padres» del proceso de integración entendieron que un entramado de inte-
reses económicos comunes y conjuntos podía ser la mejor «vacuna» para evitar repeti-
ciones de los enfrentamientos bélicos que han jalonado la historia europea, y en especial
las dos guerras mundiales de la primera mitad del siglo XX— y pueden detectarse en Mer-
cosur o algunas iniciativas en África y el Sur de Asia. Incluso en el ámbito económico
también hay que señalar el interés en tratar de garantizarse el acceso a determinados mer-
cados (especialmente relevante para países en desarrollo que buscan acuerdos con Estados
Unidos o la UE) o asimismo garantizar cierta credibilidad adicional a reformas estructu-
rales y compromisos que aumente su irreversibilidad —como en los países en transición
a economías de mercado, algunos de ellos plenamente incorporados ya a la UE desde
2004. Asimismo influye el poder establecer un marco para problemas que tienen una
dimensión específicamente regional, como la gestión de algunos recursos naturales o
determinados flujos migratorios, y en general la provisión de los llamados «bienes públi-
cos regionales».
La especificidad de la integración regional —y su principal fuente de potencial
conflictividad— procede precisamente de que la integración sea parcial, es decir,
entre un número limitado de países, lo que introduce un elemento de discriminación en
las «concesiones» que se efectúan: se eliminan las trabas comerciales o se unifican las
Integración comercial 173

políticas económicas entre los miembros, pero no frente al resto del mundo. Este
doble aspecto de la configuración del a veces denominado «bloque regional», de
avance «puertas adentro» hacia la integración y su correlativa emergencia de discri-
minaciones frente a los no-miembros, plantea uno de los debates clave de los procesos
de integración.
Como ampliaremos en el Capítulo 7, en aplicación de lo aprendido sobre comercio
internacional en los capítulos anteriores podría pensarse que, si bien idealmente la inte-
gración debería efectuarse a escala de todos los países (en un marco multilateral y no-
discriminatorio como declara pretender ser el de la OMC/WTO), mientras ello no sea
política y/o económicamente viable podría considerarse que merecería la pena cual-
quier avance parcial. Se ha sugerido que una argumentación de este tipo podría ser la
base racional de las normas del sistema GATT/OMC que sirven de base a las áreas de
libre comercio y uniones aduaneras, y en general a los acuerdos comerciales regiona-
les (RTA, Regional Trade Agreements): el artículo XXIV del GATT (clarificado en
1994 por un acuerdo de interpretación), la denominada «Cláusula de habilitación» de
1979 para los acuerdos entre países en desarrollo, y el artículo V del GATS (Acuerdo
General sobre Comercio en Servicios).
Pero desde otro punto de vista se argumenta que la esencia de las ganancias de la
integración podrían obtenerla los países miembros integrantes precisamente a expensas
de los no-miembros, es decir, que la discriminación que suponen los procesos de inte-
gración parciales o regionales constituiría su raison d’être. Naturalmente, en contraste
con la opinión del párrafo anterior, lo que se plantea aquí es la dualidad entre regiona-
lismo abierto y regionalismo estratégico, o en una terminología similar de Jacquemin y
Sapir, entre «integración natural» (bloques regionales con una política comercial exte-
rior abierta) e «integración estratégica» (para obtener ganancias a expensas de otros). Se
ha sugerido a veces que los «bloques continentales» (como los que parecen vislumbrar
la Unión Europea y una eventual Área de Libre Comercio de las Américas, así como un
tercer bloque en el ámbito de Asia-Pacífico) parecerían ser los primeros candidatos a
bloques naturales, pero habría que «supervisar» el riesgo de que «degenerasen» en com-
portamientos estratégicos, con resultados preocupantes. Volveremos sobre este debate
en el capítulo siguiente.
Frente a un regionalismo de «primera generación» en los años sesenta, que sólo se
consolidó de forma significativa en Europa Occidental, asistimos en la última década y
media a una revitalización o «segunda oleada» de regionalismo, aparentemente con más
vitalidad. Entre las razones para este «nuevo regionalismo» se han apuntado, por una
parte, la incorporación de Estados Unidos al proceso, a través de diversos acuerdos
regionales. En su momento también se apeló a la lentitud con que avanzaba la Ronda
Uruguay del GATT como motivo para aflorar acuerdos regionales, y ahora se conside-
ra a veces que precisamente los logros de tal Ronda propician un nuevo regionalismo
como forma de consolidar sus resultados especialmente en países en desarrollo que han
cambiado de orientación de estrategia económica en línea de una mayor inserción en la
economía internacional y necesitan atraer inversión extranjera para consolidar el nuevo
modelo.
Las Secciones 6.2 y 6.3 tratan de obtener criterios para evaluar los aspectos benefi-
ciosos y perjudiciales de los procesos de integración comercial. Las Sección 6.4 analiza
los aspectos importantes más concretos, mientras que la Sección 6.5 trata de situar y
ampliar la perspectiva del complejo tema de la integración comercial.
174 Economía internacional

6.2. EVALUACIÓN DE LOS PROCESOS DE INTEGRACIÓN


REGIONAL

6.2.1. Creación y desviación de comercio: el argumento básico


En la medida en que se reduzcan las trabas al comercio entre los países miembros de un área
de libre comercio o una unión aduanera cabe esperar que se incrementen los flujos comer-
ciales entre ellos, es decir, en la terminología ya popular acuñada por Jacob Viner, que se
«cree comercio». Ello, en principio, genera las ganancias típicamente asociadas al comercio
internacional, examinadas en los Capítulos 2 a 4, por lo que esta creación de comercio mere-
ce una valoración positiva desde el punto de vista de la eficiencia y el bienestar: los consu-
midores acceden a más bienes ofertados por los productores más eficientes.
Pero existe el peligro de que el tratamiento discriminatorio entre productores de países
miembros y no-miembros conduzca a que los flujos comerciales entre países socios se con-
sigan a expensas de productores del resto del mundo (no-miembros) más eficientes que los de
los socios comerciales; ésta es la idea básica del concepto de «desviación de comercio» que
ilustra el ejemplo del Cuadro 6.1. La idea central es que así como la creación de comercio es
positiva, desde la perspectiva de uso eficiente de los recursos a nivel mundial, la desviación
de comercio tienes aspectos negativos —hay que insistir, desde la perspectiva de una asig-
nación eficiente de recursos mundiales, no a nivel de cada uno de los países participantes.
La primera fila muestra el coste de producción de un artículo (que suponemos asi-
mismo igual al precio de venta) en cada uno de los tres países que se mencionan: Estados
Unidos es el productor más eficiente (barato), seguido de Francia, y España es el pro-
ductor más caro (ineficiente).
En la segunda fila suponemos que España inicialmente impone a todas sus importa-
ciones un arancel del 100%, que duplica el precio en España de los artículos procedentes
de Francia y Estados Unidos. Este encarecimiento artificial hace que el artículo más
«barato» para los consumidores sea el producido en España (el asterisco denota en cada
caso la mejor opción para el consumidor).
En la tercera línea, España reduce su arancel al 50% —por ejemplo como resultado
de su participación en negociaciones comerciales multilaterales— de modo que el pro-
ducto de Estados Unidos, incluso con ese recargo, aparece como el más barato, y es el
adquirido por los consumidores españoles. Ahora la reducción del arancel del 100 al
50% genera comercio Estados Unidos-España, inexistente cuando el arancel era más ele-
vado. A esto se le denomina «creación de comercio» y merece una valoración positiva ya
que es el productor mundial más barato quien acaba produciendo una mayor cantidad de
bienes.

Cuadro 6.1. Un ejemplo de creación y desviación de comercio

España Francia EE. UU.

Coste de producción (precio) 10 8 6


Precio en España con arancel 100% 10* 16 12
Precio en España con arancel 50% 10 12 9*
Precio en España integrada con Francia 10 8* 9
Integración comercial 175

Finalmente, en la última línea, España y Francia establecen un acuerdo de integración


comercial, eliminando sus aranceles entre sí, pero manteniéndolos frente a Estados Uni-
dos. Ahora el producto más barato en el mercado interior español es el francés, gracias al
tratamiento diferenciado por ser socio comercial de España, mientras que Estados Unidos
tiene que seguir pagando un arancel del 50%: el comercio Estados Unidos-España se ve
sustituido por (desviado hacia) un comercio Francia-España. Así, el acuerdo franco-espa-
ñol origina una desviación de comercio: pasa de ser Estados Unidos-España a ser Fran-
cia-España, siendo Francia un productor menos eficiente que Estados Unidos. En la
medida en que ahora los consumidores españoles «encargan» la producción a un pro-
ductor (Francia) más ineficiente que el proveedor en el caso anterior (Estados Unidos) se
produce una mala asignación de recursos mundiales que se traduce en la valoración
negativa que merece la «desviación de comercio».

6.2.2. Creación, desviación y expansión de comercio


Un caso más general se presenta en la Figura 6.2. En ella el precio mundial viene dado
por el productor más eficiente, que suponemos es el del «tercer país» no miembro del
acuerdo regional, mientras que el precio al que puede producir y vender el que será

Precio

A B
Pw+t

C E F D
Ps

Pw

0 q3 q1 q2 q4 Cantidad

Antes de la integración: Importa AB del resto del mundo


Después de la integración: Importa CD del socio
EF=AB → Desviación de comercio
CE → Creación de comercio
FA → Expansión de comercio

Figura 6.2.
176 Economía internacional

socio comercial en el acuerdo regional viene dado por ps. Antes del acuerdo regional el
país cuya oferta y demanda internas se representan en la figura tenía un arancel de t sobre
todas las importaciones, de modo que acababa importando —como vimos en el Capítu-
lo 5— al precio pw+t la cantidad AB (q2 – q1).
Si ahora se produce la integración comercial entre nuestro país y el socio de coste
ps, el precio en el mercado regional integrado vendrá dado por ps, superior al precio
mundial pw pero inferior al precio mundial más el arancel, pw+t, que mantiene el país
frente al resto del mundo (como consecuencia por ejemplo de un arancel exterior de la
unión aduanera igual al arancel preexistente en el país de referencia). Ahora las impor-
taciones del país pasan a ser de la cuantía CD (igual a q 4 – q3) procedentes del nuevo
socio comercial.
El resultado es que el comercio internacional ha aumentado, pero en la magnitud dada
por AB ( = q2 – q1) es mera «desviación de comercio» desde el tercer país, productor más
eficiente, hacia el nuevo socio. Por el contrario, la magnitud q1 – q3 sería creación de
comercio —es decir, sustitución de producción nacional por importaciones del nuevo
socio, un productor más eficiente que el país de referencia. Y por su parte q4 – q2 sería la
denominada «expansión de comercio»— un aumento de importaciones procedentes del
socio debido a la reducción de precio que la integración comercial propicia.

6.2.3. Otras consideraciones sobre creación y desviación de comercio


Los estudios empíricos —algunos de los cuales se comentan en el Capítulo 7— acerca de
si en la práctica tiende a dominar el impacto positivo de la creación de comercio o el
negativo de la desviación de comercio tienden a detectar una correlación de las respues-
tas con el carácter que adopte la política comercial exterior del bloque regional. En
general, en los casos y en los ámbitos en que el área integrada se comporta de forma pro-
teccionista frente al resto del mundo (el ejemplo típico es la Política Agrícola Comunita-
ria, PAC) surgen con más facilidad estimaciones de desviación de comercio, mientras que
cuando el bloque regional se comporta de forma comercialmente abierta frente al exterior
predomina la creación de comercio. Por esto es importante —y a veces conflictiva— la
discusión en las uniones aduaneras sobre el arancel exterior común que se adopta.
El arancel común inicial de la UE, del 13%, fue un promedio de los valores bajos de
Alemania (y el Benelux) y los más elevados de Francia e Italia. Las Rondas Dillon y Ken-
nedy lo redujeron en promedio al 10,4 y al 6,6%, respectivamente. También la adopción
del arancel exterior común en el caso de Mercosur ha sido objeto de arduas negociaciones,
parcialmente cerradas con el Protocolo de Ouro Preto, de diciembre de 1994, con la
adopción de un arancel exterior común con un intervalo entre el 0 y el 20% según los pro-
ductos, y con un promedio estimado del 11%, y con niveles máximos del 14% para
bienes de capital y del 16% para informática y telecomunicaciones, por mencionar dos de
los sectores más arduamente debatidos.
Esta pareció ser, asimismo, la preocupación del artículo XXIV del GATT, que per-
mitía las áreas de libre comercio y las uniones aduaneras siempre que, en este último caso,
el arancel exterior común no fuese en conjunto más elevado o más restrictivo que la inci-
dencia general de las cargas y regulaciones del comercio aplicables con anterioridad.
Otras condiciones del citado artículo, como que la liberalización fuese del 100% y gene-
ralizada, no se han satisfecho en la práctica en muchas ocasiones.
Integración comercial 177

Por otra parte, en algunas formulaciones del «nuevo regionalismo» se ha planteado la


relevancia «menor» de la desviación de comercio (o al menos de sus efectos sobre el bien-
estar): se apela a que en esta segunda oleada de acuerdos regionales, en los que es frecuen-
te la presencia de países en desarrollo que han cambiado recientemente su estrategia eco-
nómica en la línea de una mayor inserción internacional, se trataría más de garantizar y
consolidar el nuevo modelo garantizando una suficiente atracción de inversiones extranjeras,
ocupando los aspectos de estricta liberalización comercial (que además partiría de una
situación en que las sucesivas Rondas del sistema multilateral ya habrían dejado el nivel bas-
tante bajo, aunque subsistían asimetrías notables entre países con diferente grado de des-
arrollo) un papel menor, que «reduciría» el papel de la controversia sobre la desviación de
comercio. Este argumento de Ethier es replicado por Bhagwati apelando a evidencias de
desviación de comercio incluso en los casos de NAFTA y Mercosur. En esta línea, una for-
ma de contrastar el eventual perjuicio para «terceros países» es examinar cómo sus precios
de exportación a los países del bloque regional pueden verse presionados a la baja por la
nueva competencia que suponen las ventas en el mismo país de los socios en el bloque, que
gozan de ventajas comerciales. Así, Chang-Winters (2002) analizan en qué medida la
puesta en marcha de Mercosur puede haber perjudicado a terceros países vía esta forma de
«desviar comercio».
Además de la distinción entre creación, desviación y expansión de comercio, debidas
a Viner y Meade, Corden introdujo dos efectos adicionales vinculados al potencial de
aprovechamiento de economías de escala que propicia la integración:

a) el de reducción de costes (que merecería una valoración positiva) asociados al


aprovechamiento de las economías de escala, cuando el mayor tamaño del área
comercial resultante permitía sacar partido de tales economías en mayor medida
que en los anteriores mercados nacionales, y
b) el efecto «supresión de comercio» (que merecería una valoración negativa), cuan-
do la protección frente al resto del mundo permite sobrevivir a la nueva empresa
que aprovecha las economías de escala, pero que, pese a ello, no soportaría la libre
competencia frente a otras empresas del resto del mundo, sería análoga a la des-
viación de comercio.

Un enfoque interesante, que sirvió para justificar teóricamente la integración comer-


cial en forma de uniones aduaneras, fue el de Kemp y Wan. Mostraron cómo era posible
elegir un arancel exterior común de tal forma que el resultado final fuese una mejora para
los países integrados que no empeorase a los países que no formaban parte del acuerdo.
Naturalmente, lo que queda por comprobar es que en los casos reales la liberalización
interior viene acompañada del adecuado arancel exterior común que satisface este criterio.
En las discusiones acerca de la elección de dicho arancel exterior, estaría implicado el
cumplimiento de este criterio, que no hace sino ratificar la importancia de las repercu-
siones externas para evaluar los efectos de la integración comercial.
En los países en desarrollo tuvo importancia, asimismo, el argumento Cooper-Mas-
sell; tales países, para conseguir un determinado nivel de industrialización por la vía de
sustitución de importaciones, tenían que superar el problema que suponían los estre-
chos mercados nacionales; la integración comercial sería una forma de tratar de obtener a
nivel de área comercial o unión aduanera las suficientes economías de escala, así como la
distribución en el mismo marco de las actividades industriales. En los movimientos
178 Economía internacional

regionales latinoamericanos de los años sesenta esta formulación de la regionalización


estaba presente.
En todo caso, los efectos internos y externos de la integración comercial no han de
considerarse únicamente en un marco estático. Reconocidamente, los efectos que se
buscan son dinámicos: mejorar los ritmos de crecimiento, progreso y bienestar, hacién-
dose hincapié en los cambios cualitativos sobre el entorno, el sistema de incentivos y los
estímulos a la innovación. Una evaluación más detallada de los múltiples aspectos de la
integración comercial la efectuamos en la sección siguiente.

6.3. COSTES Y BENEFICIOS DE LOS PROCESOS


DE INTEGRACIÓN
¿Qué supone avanzar en la integración comercial? Como ya se ha repetido, a primera vis-
ta, algo muy simple: eliminar o reducir las trabas al comercio entre los países del área
comercial, lo que genera un aumento de los flujos comerciales, con los efectos (benefi-
ciosos) asociados a los intercambios internacionales.
Pero si examinamos con más profundidad la integración comercial en la actualidad
veremos que puede haber implicado mucho más. En concreto, al menos para el caso de
la UE, se trata de analizar los efectos de un cambio sustancial en el tamaño de mercados
de competencia imperfecta. Ya hemos señalado cómo Adam Smith, ya en 1776, tras
resaltar el papel central de la especialización y la división del trabajo como base del cre-
cimiento de la productividad y la eficiencia, señalaba cómo la principal limitación a tales
mecanismos era el tamaño limitado del mercado. Por tanto, una ampliación sustancial del
tamaño de mercado supone un cambio esencial. Que en este mercado la competencia sea
imperfecta (es decir, existan posiciones de poder de mercado de grandes corporaciones,
empresas públicas o privadas en régimen de monopolios nacionales, oligopolios, etc.)
dota de una nueva dimensión al tamaño de mercado. Por estas razones, una integración
comercial, un mercado realmente único, puede suponer esencialmente un «cambio en las
reglas del juego» para empresas, consumidores, sindicatos, poderes públicos, etc. A.
Smith y A. Venables han destacado estos aspectos del Mercado Único Europeo, siendo
recogidos como una parte esencial de las estimaciones «oficiales» de la integración
europea, luego extrapoladas a otros casos.
En otro nivel, si la integración va más allá de lo estrictamente comercial para incluir
aspectos como la movilidad de todos o algunos de los factores de producción, en especial
la libertad de inversiones directas o establecimiento de empresas, así como nuevas normas
de competencia, políticas tecnológicas, etc., puede dotar de una dimensión al área comer-
cial-económica-política. En el caso del NAFTA, por ejemplo, las primeras estimaciones
empíricas de efectos previstos dependen mucho de la aparición de la inversión directa,
tanto o más que de los efectos meramente comerciales.
Las ganancias más obvias de la integración comercial proceden, como se ha dicho, de
la intensificación del comercio entre los países asociados. Responden esencialmente a las
ventajas del comercio examinadas en los Capítulos 2 a 4. Por un lado, en la medida en que
el comercio que se intensifique sea del tipo interindustrial, la integración permite un
mejor aprovechamiento de las ventajas comparativas, es decir, la asunción de las pautas de
especialización más eficientes. Así, un país con ventaja comparativa en algunos productos
podía verse impedido o limitado para aprovecharlas si el acceso a los mercados exteriores
Integración comercial 179

era difícil o limitado y la inserción en un área de libre comercio le permite acceder a esos
mercados que le facilitan explotar sus ventajas comparativas.
Por otra parte, en la medida en que el comercio que se intensifique sea del tipo
intraindustrial, se obtendrán los tipos de efectos positivos señalados en el Capítulo 4:

a) Una mayor competencia: además del efecto pro-competitivo, la eliminación de


«ineficiencias-X» (denominación dada al «relajo» que procede disponer de una
posición protegida en el mercado), así como eventualmente la eliminación de
discriminaciones.
b) Un mayor aprovechamiento de las economías de escala en el marco de mercados
más amplios.
c) Una mejor satisfacción de las heterogéneas preferencias de los consumidores o de su
preferencia por la variedad, con una mayor diversificación en la oferta de artículos.
d) Una mayor competencia en el interior del mercado integrado, es decir, el «efecto
pro-competitivo», con sus ganancias de eficiencia clásicas.

Un aspecto interesante de esta mayor competitividad y del aprovechamiento de las


economías de escala es la reducción de costes y/o precios que propician. Ello es inte-
resante no sólo «de puertas adentro» del área comercial (en forma de mejores precios
para los consumidores o mayores beneficios para las empresas), sino asimismo «de
puertas afuera», ya que supone una mejora de la competitividad internacional de los
productos del área. En el caso de la UE, se estimó que estos factores podían originar
una mejora de la competitividad de la UE frente a productos competidores, de Estados
Unidos y Japón principalmente. El logro de empresas de «dimensión europea» capaces
de equipararse a las de estas potencias (que han tenido la ventaja histórica de evitar la
fragmentación política) ha sido resaltado en diversos ámbitos, más allá de los estricta-
mente técnicos, en especial en los de R + D, costes de comercialización, de financia-
ción, etc.
A todo ello hay que añadir, por descontado, los costes directos que se evitan con la
eliminación de trabas burocráticas (fronterizas). Estos costes eran de muy diversos tipos
(cabía distinguir, por ejemplo, las trabas con costes monetarios y con costes en recursos,
que ahora se liberan); a veces es importante distinguir entre trabas que se eliminan sólo
para productos procedentes del área y aquellas trabas cuya eliminación acaba afectando a
terceros países (por ejemplo, suprimir la diversidad de requisitos en cada estado de la UE
para homologar un determinado artículo, como cinturones de seguridad, beneficia a los
productores comunitarios, que se ahorran reiterar varios procesos de homologación, pero
también a los extranjeros, que se benefician del mismo ahorro). Se habla en algún infor-
me de la supresión de 60 millones de documentos sólo fiscales anuales.
Entre los efectos probablemente decisivos para que en una perspectiva histórica los
procesos de integración se vean como un éxito o no, están los efectos dinámicos: la
incidencia sobre el dinamismo de la innovación y el progreso técnico. Pero además están
los efectos sobre el dinamismo empresarial, el papel del proceso de integración como
catalizador o revulsivo de la sociedad. Se trata de una opción de estilo de vida, de cultu-
ra económica, de dinámica empresarial. En el caso español fue la incorporación a Europa
durante décadas un referente de normalización democrática y modelo de sociedad. En el
caso de México, estas consideraciones parecen ser la cuestión decisiva, más allá de los
efectos estáticos.
180 Economía internacional

Por lo que se refiere a los aspectos negativos de la integración, los principales son los que
derivan de la desigual incidencia sobre sectores y grupos, así como los ajustes, costosos y a
menudo dolorosos, que la reordenación del aparato productivo puede originar en cada caso.
El comercio internacional, como vimos especialmente en los Capítulos 2 y 3, tiene
unos efectos en conjunto positivos, pero se vio asimismo que ello no garantiza que todos
y cada uno de los agentes o sectores económicos se vean beneficiados. Existen ganadores
y perdedores en el proceso, y para los perdedores es triste el consuelo de explicarles las
«ganancias globales». En todo caso, que el efecto global sea positivo debería asegurar la
viabilidad de políticas de compensación adecuadas. La magnitud de estos efectos redis-
tributivos depende del tipo de comercio que se intensifique. Si es del tipo interindustrial,
los sectores o industrias que se mantenían gracias a la protección se verán inducidos a
«reconvertirse». Ello puede plantear problemas sociales y políticos serios, sobre todo si en
términos de empleo y/o concentración geográfica, regional o comarcal, es importante. Si
el comercio que surge con la integración es del tipo intraindustrial, los costes pueden ser
más difusos y aparecer en forma de «racionalización» de industrias, mediante procesos de
fusiones, cierres y absorciones para obtener una estructura industrial eficiente.
En todo caso, hay que tener en cuenta que para los países que esperan obtener ganan-
cias con el proceso de integración por tener menores costes, especialmente salariales,
como han sido los casos de los países del sur de Europa respecto a los del norte de la UE,
o el caso de México respecto a Estados Unidos, hay que constatar cómo las realidades
más recientes matizan las consideraciones más simples de que estos diferenciales de
costes les garantizan unos automáticos beneficios. Especialmente hay que incorporar a la
discusión los siguientes fenómenos:

a) La existencia de otros productores aún más baratos, con los que podría acordarse asi-
mismo una liberalización, en la medida en que los países del sur de Europa esperen
ganancias del mercado único derivadas de unas ventajas que tienen respecto a los
productores del norte de la UE, pero no frente a los del este de Europa o el resto del
mundo, el punto crítico está en qué liberalización del comercio de la UE con el res-
to del mundo coexiste con el mercado único. Un debate análogo se ha producido en
México a propósito de la incorporación de China y otros países asiáticos de salarios
aún más bajos a la OMC/WTO y al sistema comercial mundial.
b) La interacción entre ventajas comparativas y otras ventajas locacionales (como
estar situado cerca de los principales mercados) distintas al mero coste de pro-
ducción no garantiza (incluso con una reducción importante en los costes de
comercio interior), necesariamente, que sea el menor coste de producción el úni-
co criterio que determine dónde se ubica la producción. Un ejemplo de ello se verá
en la Sección 6.4.3.

Frente a estos efectos distributivos tienen un papel a desempeñar las políticas de tipo
industrial o regional, tanto nacionales como a nivel del área comercial. Los Fondos
Estructurales de la UE (principalmente el Fondo Europeo de Desarrollo Regional, el
Fondo Social Europeo o los Fondos de Cohesión) serían un ejemplo de ello. Su problema
es que quienes deben pagarlos son precisamente los países que por tener una mayor
proporción de comercio intraindustrial y llevar integrados más tiempo perciben menos
directamente la dolorosa consecuencia de los «reajustes» del aparato productivo, lo que
convierte su negociación en un difícil tema político.
Integración comercial 181

Otros efectos eventualmente negativos son los asociados a la evolución de la relación


de intercambio frente al resto del mundo. Un antiguo estudio de Petith conjeturaba la
mejora en la relación de intercambio de la Comunidad Europea sería «el principal efec-
to económico y uno de los principales objetivos». Según esos cálculos, habría supuesto
al crearse la UE una mejora equivalente al 0,3% o 0,9% PIB (frente a la estimación de
Balassa de una ganancia de la creación de comercio de sólo el 0,15% PIB). Pero ese aná-
lisis no incorpora la reducción en el arancel exterior común que supusieron las rondas del
GATT en los años sesenta. Según Sapir, tales reducciones contrarrestarían el efecto
negativo sobre el resto del mundo (satisfaría lo que en la Sección 6.2 hemos denomina-
do el criterio Kemp-Wan), e incluso la expansión de la demanda en la UE originaría una
mayor demanda de importaciones procedentes del resto del mundo... siempre con la
excepción de las consecuencias de la política agrícola. Posteriormente, cuando el énfasis
se desplazó a los problemas de acceso a los diversos mercados, Smith y Venables (1991)
sugieren que parte de las reducciones de trabas que supone el mercado único europeo
pueden favorecer asimismo indirectamente a terceros países.
Otro aspecto espinoso de los efectos de una integración comercial es la tentación de
adopción de estrategias más agresivas y/o proteccionistas en las negociaciones a nivel
mundial. Ya se ha mencionado en varias ocasiones el negativo impacto exterior de la polí-
tica agrícola común, de la que Harry Johnson decía que su única virtud era que el día que
se suprimiese se habría dado un gran paso hacia delante. Claro que no es el único tema
controvertido: la liberalización internacional del transporte aéreo, de los seguros, de las
telecomunicaciones, los subsidios al Airbus e incluso de la protección a la industria
cinematográfica europea son otros tantos ejemplos.
Cuando se analizan los aspectos políticos relevantes en la negociación de los acuerdos
de libre comercio (recuérdense las ideas de la Sección 5.6) aparecen otras fuentes de pre-
ocupación. Ya Grossman-Helpman mostraron cómo, en presencia de grupos de intereses
políticamente poderosos, a veces la viabilidad político-económica de un acuerdo de libre
comercio puede lograrse a expensas del bienestar social agregado, o bien admitiendo
excepciones (o períodos transitorios especialmente dilatados) para los sectores «políti-
camente» costosos o sensibles.
La lista de excepciones o «sectores sensibles» y las detalladísimas «reglas de origen»
son amplios ejemplos de estas dificultades «políticas» que tienden a «descafeinar» a
veces en exceso los acuerdos de (teórica) liberalización comercial.
Con cierta perspectiva, parece claro que lo que históricamente va a determinar la eva-
luación de los procesos de integración regional van a ser más sus efectos dinámicos que
los efectos estáticos o asignativos que han sido el objeto de atención preferente en
muchos de los estudios realizados hasta ahora. Como se ha indicado, ya Adam Smith
planteaba la cuestión de cómo el tamaño de mercado era una limitación a la obtención de
las ventajas de la especialización y el intercambio, y por tanto los esquemas de integración
regional que afectan al tamaño de mercado relevante para las decisiones estratégicas de las
empresas y demás agentes económicos y sociales se juegan buena parte de su impacto en
sus efectos a medio y largo plazo, y no sólo en los cambios en la asignación de recursos a
corto plazo. De nuevo el concepto relevante parece ser el de «nuevas reglas del juego»:
ahora se trata de analizar los denominados «efectos acumulación» (Baldwin-Venables,
1995): cómo afectarán a las variables relevantes en el proceso determinante de la inversión
tanto en capital físico como humano y «conocimientos» y de las tasas de crecimiento de
las variables relevantes para el bienestar.
182 Economía internacional

En una formulación de Baldwin y Seghezza (1998) han planteado de forma algo más
sistemática los efectos de la integración regional sobre el crecimiento de los países
menos desarrollados participantes en cada proceso de integración, examinando los casos
de Portugal, Grecia, Irlanda y España en la UE, México en NAFTA, y algunos primeros
datos de Mercosur. Su formulación considera los efectos sobre el proceso de inversión de:
a) la liberalización «discriminatoria» que supone el acuerdo regional, y que puede incre-
mentar la rentabilidad esperada del capital en los países participantes en la integración res-
pecto a otras localizaciones de la inversión; b) los problemas para el país en desarrollo
«pequeño» dentro del acuerdo regional en caso de verse desplazado por las eventuales
economías de aglomeración o fuerzas centrípetas en el área regional; c) el papel contra-
rrestador de lo anterior asociado a asimetrías en el grado de liberalización o en ventajas
comparativas asociadas a coste de factores; d) el papel del acceso a inputs intermedios y
tecnologías relevantes; e) así como la mejora del «clima» inversor en general asociado al
compromiso que implica asumir los retos de la integración. Asimismo, en algunos estu-
dios sobre los efectos de la ampliación de la UE hacia los países del Este también
adquiere un papel central la «reducción en la prima de riesgo» para las inversiones en los
países de nuevo acceso. En esta línea, al menos parte del aumento de incremento de flu-
jos de FDI extranjera hacia México entre 1991-1993 —12.000 millones de dólares— y
2000-2002 —84.000 millones de dólares— sería atribuible a la puesta en marcha de
NAFTA, especialmente a la vista de que el peso de los socios de México en ese acuerdo
pasó de suponer el 50% al 80% de la inversión.

6.4. LA DINÁMICA DE LOS MERCADOS INTEGRADOS


Examinadas en términos generales las posibles fuentes de beneficios y conflictos aso-
ciados a los procesos de integración, estudiaremos con algo más de detalle algunos
aspectos de los efectos de la eliminación de las barreras al comercio entre los países que
se integran comercialmente. Los efectos de esta reducción en los costes reales asociados
al comercio intracomunitario serían al menos éstos: a) en primer lugar, una reducción de
los costes de acceder al mercado, ya que ahora nuestras empresas pueden acceder con más
facilidada los mercados de nuestros nuevos socios, pero también las de éstos tienen más
facilidad para entrar en «nuestro» mercado; b) el propio efecto procompetitivo (presentado
en la Sección 4.4); c) la eliminación de las discriminaciones de precios en los distintos
países que se integran; d) los posibles efectos «racionalizadores» de la estructura de
mercado que afectan al número de empresas, y e) el replanteamiento de las decisiones de
localización.

6.4.1. Efectos sobre los costes y la competencia


a) Reducción de los costes del comercio

Como consecuencia inmediata del acuerdo de integración comercial, las empresas de


nuestros nuevos socios comerciales acceden con menores costes a nuestro mercado
nacional (y recíprocamente, por supuesto). La Comisión Europea estimó inicialmente
estas reducciones de costes derivadas de la implementación del mercado único en un 2,5%
Integración comercial 183

del valor bruto, en promedio, de los artículos comerciados. Podemos distinguir concep-
tualmente dos efectos: a) en promedio, los costes se reducen, lo que se traduce en meno-
res precios y/o mayores beneficios; b) como la reducción de costes afecta a las empresas
de nuestros nuevos socios en cada mercado, éstas tienden a ver cómo se incrementan sus
cuotas de mercado, en detrimento de las nacionales. Este efecto fue muy visible en el
caso, entre otros, de la integración de España en la UE. Como veremos a continuación, un
aspecto especialmente delicado del análisis es que podemos encontrarnos con que la
valoración global para el conjunto del área integrada sea positiva, pero para que también
sea positiva para «nuestro» país es preciso asegurarse de que nuestras empresas consiguen
en los mercados extranjeros una posición similar a la que las empresas extranjeras
adquieren en el nuestro.
¿Cómo examinar el impacto de este fenómeno de «reducción del coste de comercio»
sobre el bienestar? La Figura 6.3a muestra el caso en que la integración comercial elimi-
na las diferencias de coste entre empresas nacionales y extranjeras para acceder a un mer-
cado, por ejemplo, eliminando totalmente los aranceles, restricciones no-arancelarias,
formalidades aduaneras, etc. En la Figura 6.3a suponemos que inicialmente esas trabas
hacían inviable —prohibitivo— el acceso al mercado del país por parte de empresas de
nuestros socios (las denominaremos «extranjeras» pero sin confundirlas con las de «ter-
ceros países» ajenos al acuerdo regional en que nosotros participamos), de modo que la
empresa nacional vendía la cantidad qa al precio pa, obteniendo unos beneficios dados por
la superficie A + C + D (resultado de multiplicar la cantidad vendida por el beneficio
obtenido por unidad vendida, que es, por supuesto, la diferencia entre el precio cobrado
por cada unidad, Pa, menos el coste de cada unidad, c).
La eliminación de las trabas supone una reducción de costes para la empresa extranjera,
que ahora puede entrar en el mercado y dar lugar así a una mayor competencia: todo ello se
traduce en una reducción de precios hasta pi. La cantidad vendida en el mercado aumenta
hasta qi pero las ventas de la empresa nacional son sólo qn, una fracción de qi; – qn, son ven-
tas de la empresa extranjera. Naturalmente, si en el mercado extranjero de nuestro nuevo
socio comercial sucede lo mismo, «nuestra» empresa nacional podría conseguir en el mer-
cado extranjero una cuota análoga a la que la empresa extranjera adquiere en el nuestro.
¿Qué efectos tiene sobre la economía? Los consumidores mejoran, aumentando su
excedente en A + B. La empresa nacional vende menos (en el mercado nacional) y a
menos precio, reduciéndose sus beneficios hasta C, de modo que deja de ganar A + D; en
base a estas consideraciones, el bienestar nacional (consumidores + empresas) variaría en
(A + B) – (A + D) = B – D, que puede ser positivo o negativo. Si incorporamos el efecto
sobre la empresa extranjera —por una de estas dos razones: 1) porque nos interesa el efec-
to sobre el bienestar del conjunto del área comercial; 2) porque suponemos que lo que le
pase a la empresa extranjera en nuestra mercado nacional aproxima lo que le pasa a nues-
tra empresa en el nuevo mercado extranjero—, veremos que obtiene unos beneficios
dados por D + E (sus ventas multiplicadas por el beneficio por unidad), de modo que el
efecto global de la eliminación de barreras es (B – D) + (D + E) = B + E.
Que este resultado sea inequívocamente positivo es uno de los argumentos básicos por
el lado de la eficiencia a favor de la integración comercial. Pero no debe esconder que el
efecto global puede implicar ganancias para unos y pérdidas para otros.
La Figura 6.3b muestra un caso más complicado, en el cual el coste de acceder la
empresa extranjera al mercado nacional se reduce pero no se elimina. Puede deberse a que
la integración sea incompleta, subsistiendo algún tipo de traba diferencial, o en todo
184 Economía internacional

Consumidores +A+B
Empresa nacional –A–D
pa
Bienestar nacional B–D
A B
pi Empresa extranjera +D+E

C D E Bienestar total B+E


c
Cantidad

qn qa qi

(a)

Consumidores +A+B+C
p1 Empresa nacional –A–D–G–I
A B C
p2 Bienestar nacional B+C–D–G–I
D E
F Empresa extranjera –B+D+G+H+F
c1extr
c2extr G H Bienestar total C+H+F–I

cnac I
Cantidad

qn2 qn1 q1 q2

(b)

Figura 6.3. Reducción de los costes del comercio.

caso, a que la integración puede eliminar barreras artificiales como los aranceles, pero no
los costes de transporte intrínsecos a la distancia. En ese caso, suponemos de forma rea-
lista que antes de la reducción tanto la empresa nacional como la extranjera estaban
presentes en nuestro mercado, reflejándose los menores costes de acceso de la empresa
nacional en una mayor cuota de mercado (de q1 unidades vendidas, qn1 lo eran por la
empresa y el resto por la extranjera). Cuando se reducen los costes de acceso de la
empresa extranjera, el precio de mercado baja (de p1 a p2) y se alteran las cuotas de mer-
cado; las ventas totales pasan a q2 de las que la empresa nacional vende qn2 y la extranjera
q2 – qn2.
¿Cuáles son los efectos de estos cambios? Sin repetir la descripción del análisis más
allá de lo que acompaña a la figura, el efecto global resulta ser C + H + F – I. Ello indu-
ce un elemento de ambigüedad. En comparación con el caso de la Figura 6.3a la novedad
es la aparición de un elemento positivo adicional H, que responde al ahorro en costes de
Integración comercial 185

comercio en las ventas de la empresa extranjera, y un elemento negativo I, que responde


a la subsistencia de costes de comercio por importar unidades producidas por la empresa
extranjera y que podría haber producido el país (estamos en un caso análogo al dumping
recíproco de la Sección 4.5).
En varios estudios empíricos se ha tratado de estimar los efectos de las reducciones en
los costes del comercio intra-UE. Es clásico el de Smith y Venables (1988) (que elabora-
ron el marco teórico que asimismo siguió el Informe Cecchini para evaluar los efectos
indirectos), obteniendo ganancias entre el 0,5 y 0,7% del PIB que aumentan hasta el 1,8 o
2,2% (dependiendo de las hipótesis respecto a la entrada y salida de empresas en cada sec-
tor) cuando se combinan la reducción de costes y la plena integración del mercado (eli-
minación de las discriminaciones de precios o segmentaciones, tal como se analiza a con-
tinuación).

b) Efecto pro-competitivo
Como sabemos, este efecto deriva de la sustitución de varios mercados nacionales de
estructura monopolista o muy oligopolista por un más amplio mercado integrado con
mayores dosis de competencia. Ello supone la ruptura o merma de posiciones de poder de
mercado en los mercados nacionales. En algunas industrias existían monopolistas nacio-
nales por razones diversas (piense en los casos de Iberia o Telefónica, etc.), entre ellas el
argumento (que a veces sonaba a «coartada») de que era la forma de organizar el merca-
do más eficiente ante la presencia de economías de escala importantes, dado el tamaño
(relativamente reducido) del mercado. En un mercado mucho más amplio, este argumento
se diluye. Además, las áreas de libre comercio nacen por lo general bajo el principio de la
libre competencia (el Tratado de Roma constitutivo de la UE contiene disposiciones
específicas al respecto). En el mercado ampliado tendrán que competir las empresas
que antes disponían en los mercados nacionales de un poder de mercado que ahora se
limitan recíprocamente. Ello redundará en beneficio de la eficiencia del conjunto de la
economía, en especial —presumiblemente, según la teoría económica— de los consumi-
dores.
Veamos con más detalle un caso básico en el que se pasa de dos monopolios nacio-
nales a un mercado único en que compiten los dos antiguos monopolistas, configurando
lo que se denomina un duopolio.
La Figura 6.4 muestra dos mercados, los de los países A y B, con una demanda de los
consumidores dada por Da y Db, y en cada uno de los cuales inicialmente existe una
empresa monopolista, que opera con un coste unitario dado por C, siendo la cantidad y
precio vendidas las correspondientes a los puntos Ma y Mb, respectivamente. En la parte
inferior de la figura se muestra el efecto de constituir un área comercial integrada o
mercado único. Ahora existen dos empresas en ese mercado, y, por tanto, una mayor dosis
de competencia, que suponemos reduce el precio desde pm hasta pmu. En cada uno de los
que ahora son submercados nacionales dentro del mercado único, esa reducción en el pre-
cio permite a los consumidores adquirir una mayor cantidad. El excedente de los consu-
midores aumenta en E + G, mientras que los beneficios de las empresas aumentan en F –
G (se vende más, pero a un menor precio, siendo F los beneficios sobre las ventas adi-
cionales y G lo que dejan de percibir empresas por las cantidades que ya vendían ante-
riormente); el efecto neto es una ganancia de E + F, cuya interpretación económica es que
ahora se producen unas cantidades por las que los consumidores están dispuestos a pagar
186 Economía internacional

Precio Precio

País A País B

Ma
Pmon Mb
Pmon
PMu
PMu

c c

0 qa Cantidad 0 qb Cantidad

Precio

Pmon
E Mu
PMu

F
c

0 qa + qa q Mu Cantidad

Mercado único
Figura 6.4. Más competencia en un mercado integrado.

un precio (dado por la altura de la curva de demanda) superior al coste unitario de esas
cantidades, dado por C. Las superficies rayadas en cada una de las partes de la figura
reflejan estas ganancias de eficiencias cuya base es la mayor competencia que el merca-
do único induce. Si, tras la entrada en vigor del mercado único, las empresas hubiesen
conseguido, por ejemplo mediante acuerdos de «reparto» del mercado, o de acuerdos de
precios, o cualquier otra práctica colusiva, mantener el precio al nivel del preexistente en
las situaciones de monopolios nacionales, estas ganancias no se habrían obtenido. Por eso,
una política de defensa de la competencia es esencial al mercado único. Incluso en esos
sectores complejos, el Informe de la UE sobre los diez primeros años del mercado único
atribuye parcialmente a éste —reconociendo un papel también para las mejoras tecnoló-
gicas— la reducción de cerca del 50% en los precios de llamadas telefónicas nacionales
y de cerca del 40% las llamadas internacionales. Y asimismo no se duda oficialmente en
imputar a este mismo proceso de competencia una reducción del 41% en las tarifas pro-
mocionales de pasajes de avión sólo entre 1992 y 2000. El polémico caso de las líneas
Integración comercial 187

aéreas en la UE es un ejemplo de cómo los acuerdos entre empresas que disfrutaban de posi-
ciones prácticamente monopolistas en sus mercados domésticos han requerido supervisión.
Allen et al. (1998) han analizado especialmente los efectos sobre la com-
petencia del mercado único europeo. En particular han distinguido entre el efecto directo
de la reducción del coste de comercio y el efecto competitivo que deriva de la presión a la
baja de margen de beneficios (ratio precio/coste), obteniendo resultados empíricos que
tienden a ratificar la importancia de este último, si bien también destaca su diferente dis-
tribución entre sectores y entre países. Asimismo, en relación con el punto c) siguiente,
simulan los efectos de un cambio en la «naturaleza de la competencia» que implique pasar
de mercados segmentados a mercados integrados en la Unión Europea, lo que profundi-
zaría las ganancias competitivas (al «precio» de una mayor reestructuración industrial en
los sectores afectados).

c) Eliminar discriminaciones/diferencias de precios


La definición técnica de mercado integrado haría referencia a que los productores venden
cada unidad al mismo precio independientemente del mercado al que se dirija, o, dicho de
otro modo, que las únicas diferencias entre los precios observados en territorios distintos
serían las que reflejasen distintos costes de transporte (y, en su caso, de impuestos).
Hay evidencia de que esta perfecta integración no se ha producido con carácter
general. Son conocidas las diferencias de puentes de un mismo modelo de automóvil entre
países de la UE. Hay en este caso factores que restringen la competencia (como el con-
trovertido sistema de concesionarios exclusivos). Pero en otros muchos casos aparecen
asimismo peculiaridades que evitan la igualación de precios; pueden mencionarse los pro-
cedimientos de aprobación y registro de los medicamentos en cada país, o la sistemática
tendencia de cada estado a adquirir determinados equipos de «origen nacional».
Se trata de formas de discriminaciones de precios, que son evidentemente rentables
para las empresas, que aprovechan la imposibilidad o dificultad del consumidor para efec-
tuar adquisiciones en otros países o territorios del área comercial, pero que evidencian que
no se ha llegado a un mercado único. Con todo, cuando constatamos que en un mismo
país, o en una misma ciudad, surgen diferencias de precios para lo que es esencialmente
el mismo bien o servicio, nos daremos cuenta de que la integración perfecta es sólo una
referencia teórica.
Examinemos algunos detalles técnicos de cómo se vería afectada la eficiencia de la
economía si se consiguiese eliminar estas discriminaciones.
La Figura 6.5 muestra los efectos que tiene la eliminación de la posibilidad de dis-
criminar entre mercados. Supongamos una empresa que tiene que vender una producción
dada q* entre el mercado nacional (cuya demanda viene dada por Dnac) y el mercado
extranjero (con demanda Dext). Inicialmente la empresa disponía de mayor poder de
mercado en su propio país, y ello se traducía en un precio doméstico, pdom más elevado
que el precio exterior, pext. La cantidad qf se vendía en el mercado exterior y q* – qf en el
mercado doméstico. Tras la integración plena de ambos mercados esa discriminación de
precios no puede subsistir, y la empresa vende al precio del mercado integrado pi (como
el precio viene dado por la altura de la curva de demanda, que el precio sea el mismo en
el mercado interior que en el exterior implica situarse donde se cortan las curvas de
demanda). El precio interior se reduce y el exterior aumenta, y, correspondientemente, la
cantidad vendida en el mercado exterior se reduce desde qf hasta qi, mientras que la
188 Economía internacional

Dext Dnac Empresa nacional: A–D


venta al exterior
Empresa nacional: D+B+C–F
Pdom
E F venta doméstica
Pi Pi
A C Empresa nacional A+D+C–F<0
Pext B
Consumidores nacionales +E+F
Bienestar nacional A+B+C+E
D
Consumidores extranjeros –A–B
cextr
Bienestar global +C+E
cnac
qi qf
qext qnac
q*

Figura 6.5. Eliminación de discriminación de precios.

cantidad vendida en el interior aumenta en qi – qf (recuerde que estamos suponiendo que


la empresa distribuye una misma producción entre ambos mercados, abstrayendo la
posibilidad, muy real, de que el volumen total de producción se vea influido por la inte-
gración).
Los ingresos por ventas en el mercado extranjero aumentan en la cuantía A – D
(que puede ser negativa si D > A), mientras los ingresos por ventas en el mercado nacio-
nal aumentan en D + B + C – F, de modo que los ingresos por ventas de la empresa nacional
varían en A + B + C – F. (Esta cuantía debería ser negativa, ya que, en caso contrario, la
empresa no hubiese estado discriminando antes de la integración.) Los consumidores
nacionales ven aumentar su excedente del consumidor en E + F, de modo que el efecto
neto sobre el bienestar nacional es una mejora de A + B + C + E. Los consumidores
extranjeros ven reducido su excedente del consumidor en A + B (y podemos suponer que
nuestros consumidores están en situación parecida cuando cese la discriminación de
precios de empresas extranjeras), de modo que el efecto neto global de la integración es
una ganancia de eficiencia igual a C + E.
Una variante de esta argumentación serviría para explicar las ganancias de eficiencia
que reportaría sustituir algunas cuotas existentes a nivel nacional (por ejemplo, el núme-
ro de coches japoneses que pueden entrar en el mercado en un año dado) por una cuota
comunitaria: en este segundo caso podría haber «redistribuciones» hacia los territorios en
que hubiese una demanda relativamente mayor.

Recuadro 6.2. Discriminación de precios: los automóviles en la UE


El mercado de automóviles en el interior de la Unión Europea ha sido un caso muy
estudiado para analizar el alcance y los motivos de las discriminaciones de precios,
primero en el interior de un mercado único y más recientemente de una moneda
compartida (en el subconjunto de la UE que compone la zona euro, obviamente).
Inicialmente era un usual «contraejemplo» de la pretensión de que la integración
Integración comercial 189

comercial por sí sola bastaba para ir eliminando las posibilidades de discriminación


de precios, y por tanto de la necesidad de medidas complementarias a favor de la
efectiva libertad de los consumidores para sacar parte del «mercado único». Estu-
dios solventes, como Goldberg-Verboven (2004) cifran los costes locales (márke-
ting y publicidad, distribución al consumidor… y diferencias de cierta importancia
en las cargas fiscales) de un automóvil entre el 35% y el 40%, de modo que dife-
rencias en este componente de los costes se pueden traducir en diferentes precios.
Asimismo se detectan diferencias en las elasticidades de demanda normalmente a
favor de los fabricantes nacionales (Renault en Francia, etc.). En el proceso de inte-
gración se han ido eliminando algunas causas de discriminación como diferentes
requisitos nacionales de aprobación (unificadas con el mercado único desde 1993),
o divergencias en las cuotas aplicadas a coches japoneses (desaparecidas en 2000),
pero especialmente a las especificidades del sistema de distribución, con «conce-
sionarios» y territorios exclusivos que limitaban la competencia y que están —ofi-
cialmente— en trance de revisión. Con todo, subsisten diferenciales en torno al
15%-20%.

6.4.2. Tamaño de mercado, economías de escala y diferenciación


de productos
La ampliación del tamaño de mercado ocupa un lugar central en el aprovechamiento de
las economías de escala. Como se vio en el Capítulo 4, un mercado más amplio es parti-
cularmente relevante en aquellos casos en que un volumen mayor de ventas puede tradu-
cirse en una reducción de los costes unitarios de producción, es decir, en un aprovecha-
miento de las economías de producir a gran escala. La Figura 6.6 muestra dos curvas de

Coste medio
o unitario

CMeA
CMeB

ca

cb
c*

q
0 Nivel
q1 q*= EME
de producción

Figura 6.6. Reducción de costes asociada a la EME.


190 Economía internacional

costes unitarios (A y B) que decrecen a medida que aumenta la producción: en ambos


casos, al llegar a un nivel de producción q*, los costes unitarios dejan de decrecer, es
decir, al alcanzar q* se agota el aprovechamiento de las economías de escala. Al nivel de
producción en que prácticamente sucede esto se le denomina técnica de la escala mínima
eficiente (EME), designación que recuerda que niveles de producción más pequeños
implican unos costes por unidad que no son los mínimos técnicamente posibles.
La magnitud de las ganancias asociadas a este mejor aprovechamiento de las econo-
mías de escala que propicia la ampliación del área de mercado depende en cada caso de
dos variables:
a) La diferencia entre el nivel de producción existente antes de la integración comer-
cial y la escala mínima eficiente. Cuanto más alejada de la EME esté una empre-
sa típica de un sector en un país, mayor es la ganancia potencial de integrarse en
un mercado más amplio.
b) La reducción en el coste unitario que puede derivarse de acercarse a la EME.
Por ejemplo, en la Figura 6.6, si dos empresas están produciendo la cantidad q1
pero una de ellas tiene unos costes unitarios como los representados por A y
otra los que muestra B, la reducción en el coste unitario que permite aumentar
la producción desde q1 hasta q* es prácticamente el doble en el caso de A que
en el de B.

Una cuestión conflictiva es la del número de empresas que permitiría una «confi-
guración racional» de un mercado único. Supongamos que para un sector se ha deter-
minado que la EME se sitúa en un nivel de producción de 1.200 unidades/año. Si las
ventas en el mercado único ascienden a 2.400 unidades/año, parece claro que una con-
figuración industrial que aproveche al máximo las economías de escala requeriría dos
empresas.
En general:

Tamaño de mercado
Número de empresas = ———————————
Escala mínima eficiente

¿Qué pasa si ese mercado único procede de la integración de tres países de igual
tamaño, en cada uno de los cuales las ventas antes de la integración de la empresa mono-
polista eran de 800 unidades/año? Que «sobra» una empresa. ¿Cuál? Si tienen tecnologías
similares, cualquiera de ellas. Haría falta un proceso de lo que a veces se denomina
«racionalización» de la estructura industrial. Naturalmente, las pugnas económico-polí-
ticas, para conseguir que si ha de cerrar una no sea «la nuestra», pueden ser enormes. No
hay que descartar que, diga lo que diga la racionalidad, acaben funcionando las tres
(con subvenciones encubiertas en el peor de los casos), con lo que las ventajas derivadas
del aprovechamiento de las economías de escala no se obtendrían.
Si introducimos ahora la diferenciación de productos, la cuestión del número de
empresas adquiere una nueva dimensión. Los consumidores valoran la variedad (bien
sea, como vimos en la Sección 4.2, porque sus gustos son heterogéneos, y si hay
muchos productos diferenciados es más probable encontrar uno más cercano a las pre-
ferencias específicas de cada consumidor, o bien porque valoran la variedad en sí mis-
Integración comercial 191

ma). En ese caso, el número de empresas que producen, cada una un artículo diferen-
ciado, tiene un valor intrínseco, que limita la tendencia a concentrar la producción has-
ta aprovechar a rajatabla las economías de escala. Naturalmente, es evidente la posibi-
lidad de que una misma empresa produzca múltiples variedades mediante economías de
gama (scope economies), pero a menudo, con todo, entre empresas se produce una dife-
renciación más sustancial.
Por tanto, los criterios de escala mínima eficiente son insuficientes, ya que su estric-
ta aplicación llevaría a perder variedad. Es necesario un compromiso, que el mercado
alcanza ponderando la relativa importancia de las economías de escala y la relativa inten-
sidad de la preferencia por la variedad o la mayor o menor heterogeneidad de preferencias
de los consumidores. En cualquier caso, en la medida en que la existencia de diferencia-
ción de productos nos aparta de la consecución de la EME, ello impone un «precio» para
los consumidores; al no aprovecharse íntegramente las economías de escala técnicamen-
te viables, el coste unitario aumenta, y ello se traduce en un precio más elevado, así como
en que las empresas producen menos que la EME técnica; este último aspecto se deno-
mina el «exceso de capacidad», y a veces es visto como un despilfarro social fruto de la
conspiración publicitaria de grandes empresas, en la línea de Galbraith, pero tal vez
debe considerarse simplemente como la respuesta adecuada del mercado a preferencias
heterogéneas según el argumento de Kelvin Lancaster.
Con diferenciación de productos se plantea asimismo la cuestión de los efectos de la
integración sobre el número de empresas y variedades. La integración comercial permite
acceder a todos los consumidores a las variedades no sólo nacionales, sino también a las
de sus socios comerciales, lo que implica una ganancia (a menos que antes de la integra-
ción las variedades nacionales y extranjeras fueran idénticas o redundantes). Se trata de
una aplicación de lo señalado en el Capítulo 4, de cómo la integración comercial, al
ampliar el tamaño de mercado, relaja el trade-off entre aprovechamiento de economías de
escala y variedad (diferenciación).

Recuadro 6.3. Racionalización en la integración USA-Canadá


Trefler (2004) evalúa los efectos del acuerdo de libre comercio entre Estados
Unidos y Canadá (desde 1989), resaltando el conflicto entre los costes de ajuste a
corto plazo y las ganancias de eficiencia a largo plazo. Naturalmente, la compli-
cación principal deriva no sólo del diferente lapso temporal, sino de que los grupos
implicados son diferentes: a corto plazo los perjudicados son los trabajadores
que pierden su empleo y las empresas que ven reducida o cerrada su producción,
mientras que las ganancias a largo plazo las reciben los consumidores y las empre-
sas capaces de superar la nueva competencia. Los resultados de Trefler muestran
para Canadá pérdidas de empleo de un 5% de media para el conjunto de las
manufacturas —y del 12% en las industrias más afectadas por la competencia
de las importaciones— al tiempo que unas mejoras de la productividad del
trabajo, en promedio del 6% en el conjunto de las manufacturas, que llega al
15% en los sectores más afectados, tanto exportadores como importadores, y en
este último caso atribuyéndose la mitad del aumento a la salida o contracción de
las plantas de menos productividad, en línea con el «efecto selección» apunta-
192 Economía internacional

do en la Sección 4.3. Asimismo, el análisis de Trefler corrobora los efectos bene-


ficiosos del acuerdo de libre comercio, ya que la creación de comercio supera a la
desviación de comercio, al tiempo que los precios de importación disminuyen.

Examinamos a continuación un posible caso ilustrativo acerca del equilibrio entre


aprovechamiento de economías de escala. En algunos planteamientos cada una de las
empresas (variedades) que subsisten en el mercado integrado produce más, aprovechan-
do las economías de escala, pero «eliminando» algunas de las empresas (variedades) pre-
existentes. En el ejemplo, se pasa de dos mercados con 12 y 16 variedades a un mercado
único con 20; cada consumidor está en promedio mejor (tiene más dónde elegir), pero han
desaparecido en conjunto ocho empresas. Ésta es una manifestación más de la llamada
«racionalización», que supone ajustes a veces costosos y dolorosos. Otras formulaciones
sugieren que en el mercado más amplio la preferencia por la variedad podría llegar a esti-
mular la aparición de nuevas empresas (variedades), en un número superior a la suma de
preexistentes: es el llamado efecto «proliferación de productos».
Uno de los posibles enfoques de la interacción entre economías de escala y diferencia-
ción de productos es el que muestra la Figura 6.7. En la parte derecha se muestra una curva
de coste medio o unitario decreciente, reflejando las economías de escala (es más barato pro-
ducir en grandes cantidades). En la parte izquierda se muestra la determinación del número
de empresas a partir de dos fuerzas contrapuestas: la línea P refleja el hecho de que cuanto
mayor sea el número de empresas menos diferenciados están entre sí los productos y más
activa tiende a ser la competencia en precios; la línea C(A) refleja que un mayor número de
empresas y variedades permite que cada una de ellas aproveche menos las economías de
escala, y ello se traduce en mayores costes unitarios. Suponiendo libertad de entrada y sali-
da en el mercado, en respuesta a la existencia de beneficios o pérdidas, el equilibrio tende-
rá a producirse donde el precio, dado por la curva P, tiende a igualar el coste unitario
(medio) dado por la curva C(A). En autarquía, la situación de equilibrio viene, por tanto,
reflejada por los puntos A de ambas partes de la Figura 6.7. En el caso mostrado, que
resume el ejemplo numérico recogido en Tugores-Fernández de Castro (1993; Capítulo 7.2),
el país dispondría de 12 variedades, produciendo cada empresa 250 unidades.
Un país, B, de mayor tamaño permitiría, como muestra la Figura 6.7, en su parte
intermedia, 16 variedades, siendo la producción de cada una de 333 unidades.
Una integración entre ambos países se reflejaría en la parte inferior de la Figura 6.7: los
puntos I de ambas partes de la figura reflejan la situación de equilibrio en el mercado inte-
grado. La variedad de productos (número de variedades) ha aumentado para cada consu-
midor hasta 20. Pero, en este caso concreto, el número total de empresas puede verse
reducido: n, sería menor que la suma de na + nb: 20 < 12 + 16 = 28. El proceso de «racio-
nalización» que ello supondría permitiría que cada empresa de las que operasen en el mer-
cado integrado aprovechase mejor las economías de escala (aumentaría su producción has-
ta 416) con el subsiguiente efecto a la baja sobre el coste medio y el precio (ahora 32, frente
a 40 en el país A y 35 en el país B), pero la reordenación de la estructura empresarial podría
tener aspectos conflictivos. Una forma de respuesta serían las estrategias empresariales de
«adelantarse» a la integración en un mercado único mediante fusiones, absorciones, etc. Es
decir, anticiparse mediante «acuerdos con apretones de manos (visibles)» a lo que harían los
mecanismos —más o menos darwinistas— de «mano invisible».
Integración comercial 193

Precio
coste
País A
unitario
C(A)

A 40 A
40

P CMe

Núm. empresas
Precio na=12 qa=250 Nivel de
coste producción
unitario de cada
empresa

C(B) País B

B
35 B
35

P CMe

Núm. empresas
Precio nb=16 qb=333 Nivel de
coste producción
unitario de cada
empresa

Mercado
integrado

C(I)
I
32 I
32
CMe
P

Núm. empresas

ni=20 qi =416 Nivel de


producción
de cada
empresa

Figura 6.7. Economía de escala y diferenciación de productos en una economía integrada.


194 Economía internacional

6.4.3. Integración y localización


Con frecuencia los procesos de integración —como los de apertura comercial y globalización,
como veremos en su momento— originan reubicaciones de la actividad productiva, popula-
rizadas recientemente como episodios de localización, deslocalización o «relocalización».
Ciertamente, las decisiones de localización de las empresas son complejas. Incluyen
a menudo un trade-off entre el atractivo de ubicarse donde los costes (salariales, por ejem-
plo) son bajos y localizarse cerca de los mercados más importantes (mayor número de
consumidores y/o mayor poder adquisitivo) a fin de evitar los costes de trasladar las mer-
cancías desde el lugar de producción a los consumidores. El «mensaje» de la teoría de la
liberalización comercial era que ésta implicaba una reducción sustancial de los costes aso-
ciados al desplazamiento de mercancías de un territorio a otro y, por tanto, incrementaría
el atractivo de los menores costes como factor de localización. Las regiones y países del
sur de Europa veían en ello uno de los potenciales efectos beneficiosos del mercado único,
y un efecto parecido se esperaría en México.
Recientemente se ha matizado este argumento: las reducciones en los costes del
comercio pueden eliminar los aranceles y otras barreras, los costes de formalidades
aduaneras, etc., pero no el coste genuino del transporte. Esta visión de la integración
comercial como «reducción parcial» de los costes del comercio en el interior del área
comercial se ilustra con el ejemplo ya clásico de Krugman-Venables (reproducido en
Krugman, 1992). Estos autores lo refieren a España y Bélgica, pero también podría apli-
carse, por ejemplo, a México y Estados Unidos.
El Cuadro 6.2 muestra en la primera columna los costes de producción que una
empresa tendría que afrontar si decidiese instalar la producción en Bélgica, España o
simultáneamente en ambos sitios (dos factorías). Este último caso es más caro, ya que
implica incurrir dos veces en algunos costes fijos de «puesta en marcha», y producir en
España es más barato que hacerlo en Bélgica (por el menor coste del factor trabajo). La
segunda columna representa los costes asociados al traslado de mercancías desde el
lugar en que se producen hasta los mercados. Produciendo en ambas localizaciones evi-
ta el transporte (costes 0), y dado que el mercado «en torno a Bélgica» (el norte de la
UE) es más importante que «en torno a España» (el sur de la UE) los costes de traslado
son más elevados cuando se produce en España. La última columna refleja la concep-
ción «idílica» del mercado único (costes de traslado nulos entre partes del mismo
«mercado único»), mientras que la penúltima columna introduce la consideración rea-
lista de que la integración comercial ahorra unos costes, pero hay otros inevitables
(transporte físico).
En la parte inferior del Cuadro 6.2 se muestra el coste total de cada una de las
opciones (producir en Bélgica, en España o en ambos sitios), según la magnitud de los
costes de transporte. Para cada valor de esos costes, la opción más barata se señala con
un asterisco. Con costes de transporte «altos», la producción tiene lugar en ambos mer-
cados, pese a que no se aprovechan las economías de escala. Con costes de transporte
«bajos» (nulos), la ventaja de costes de España se impone (tal como señalaría la ven-
taja comparativa), pero con costes de transporte «medios», asociados por ejemplo a eli-
minar los aranceles y otras trabas, pero sin poder descartar el aspecto geográficamen-
te inevitable de la distancia, la producción se concentra en Bélgica, ya que la ventaja
del acceso al mercado más que contrarresta la ventaja española en costes de produ-
cción.
Integración comercial 195

Cuadro 6.2. Decisiones de localización: alternativas

Localización, costes de producción y de comercio

Costes de producción Costes de acceso al mercado


Alto Medio Bajo

Ubicación Bélgica 10 3 1,5 0


de la España 8 8 4 0
producción Ambas 12 0 0 0

Coste total=Coste de producción + Coste de acceso al mercado

Coste total
Alto Medio Bajo

Ubicación Bélgica 10+3=13 10+1,5=11,5* 10+0=10


de la España 8+8=16 8+4=12 8+0=8*
producción Ambas 12+0=12* 12+0=12 12+0=12

Este ejemplo debe interpretarse como representativo de un debate más amplio relati-
vo a las fuerzas centrípetas o centrífugas que la integración comercial (complementada
eventualmente con la integración monetaria) puede poner en marcha en un espacio eco-
nómico. Hay fuerzas en ambos sentidos: en este ejemplo los costes laborales actúan
como centrífugos y las economías de aglomeración y acceso al mercado como centrípetas,
y el resultado no puede determinarse a priori. Algunas formulaciones, ya casi clásicas
como las de Baldwin-Venables (1995) o Krugman-Venables (1995) que integran las
decisiones de localización de las empresas con los ingredientes básicos de la teoría del
comercio y las interrelaciones linkages hacia adelante (hacia los clientes) y hacia atrás
(hacia los proveedores) entre diversos tipos de empresas y consumidores, coinciden en
señalar el riesgo de que en una primera fase de la integración aumenten las desigualdades
entre diversas partes del territorio (dominen las fuerzas centrípetas), sin negar que a
medio/largo plazo la situación pueda revertirse. De ser así, requeriría políticas de acom-
pañamiento, compensación o ajuste para mantener la cohesión social en esas fases de la
integración y evitar que las eventuales disparidades (en niveles de renta, empleo, etc.) sean
instrumentales en contra del propio proceso de integración.

6.5. INTEGRACIÓN COMERCIAL Y OTRAS POLÍTICAS


Hasta ahora nos hemos centrado en los aspectos comerciales de los procesos de integración.
En la práctica, incluso los acuerdos de libre comercio o unión aduanera tienen provisiones
acerca de otras materias (por ejemplo, servicios y/o inversiones) o producen efectos más
amplios, algunos de ellos básicos, como la «confianza» en las potencialidades del país.
En el caso de la Unión Europea sabemos que surgió asimismo con unas «políticas
comunes», como la agrícola o la pesquera. Con el transcurso del tiempo se han ido evi-
196 Economía internacional

denciando nuevas áreas en las que era conveniente (si no imprescindible) una cierta
homogeneidad o incluso unificación de políticas. Ello se ha asociado a situaciones en las
que las regulaciones por separado en cada uno de los países podían originar externalida-
des o discriminaciones respecto a los demás socios comerciales. Las reglas de compe-
tencia plantearon este tipo de cuestiones; así, permitir las fusiones en un país podía ori-
ginar no sólo distorsiones en la competencia doméstica, sino también dar lugar a un
grupo fuerte a escala europea. La regulación de las entidades financieras ofrece otro
ejemplo que las Directivas Bancarias tratan de afrontar. Se trata de casos en que la
ausencia de unas reglas comunes o armonizadas generaría «distorsiones competitivas».
La integración comercial conduce asimismo a afrontar de manera coordinada o con-
junta algunas políticas importantes; en el caso de la Comunidad Europea, ya el Acta Única
incluyó las materias de «Cohesión Social y Económica», «Investigación y Desarrollo Tec-
nológico» y «Medio Ambiente». En el caso del NAFTA, los temas medioambientales y
los laborales, asimismo, han sido objeto de atención. En ocasiones, los acuerdos regio-
nales han sido la vía para ampliar la «agenda de negociaciones» antes de que fuese polí-
ticamente viable a nivel multilateral.
Una consideración final: a veces se acusa a los economistas de hacer apología de la
integración económica, justificando procesos que en la práctica tienen aspectos dolorosos,
de ajustes en términos de empleo, viabilidad de industrias o sectores, o que cambian sig-
nificativamente, y no siempre para bien, las perspectivas de futuro de comarcas o regiones
enteras. De la exposición realizada en este capítulo debería haber quedado claro, y en
cualquier caso hay que explicitarlo ahora, que los argumentos expuestos tienden a mostrar
que los procesos de integración comercial tienen una serie de beneficios y costes, pero que
en conjunto el efecto neto es potencialmente positivo.
Ello dista mucho de la afirmación simplista de que la integración o liberalización
comercial tiene un efecto universalmente positivo (para todas y cada una de las personas
o colectivos afectados): sería ingenuo pensarlo en procesos tan complejos como ésos. La
afirmación que hacemos implica que para que esos efectos potencialmente positivos se
obtengan realmente suele hacer falta políticas de acompañamiento sensatas, en ámbitos
tan diversos como las políticas macroeconómicas, industriales, tecnológicas, educati-
vas, etc. Por poner sólo un ejemplo «técnico», en casos como los de España o México, no
parece que la política de tipo de cambio «sobrevalorado» (en España hasta bien entrado
1992 y en México hasta los acontecimientos de finales de 1994), por ejemplo, haya sido
la adecuada (más bien todo lo contrario), agravando las apreciaciones de la peseta y el
peso el shock que para los aparatos productivos nacionales supusieron los desarmes de
una protección efectiva de cierta cuantía. De esa forma se pueden reducir o disipar los
potenciales beneficios de la integración.
Pero además de unas sensatas políticas macroeconómicas, para convertir en efectivos
los «potenciales» efectos netos positivos de la integración son precisas políticas de tipo
microeconómico y estructural, que van desde la adecuada provisión del capital público
preciso para que el aparato productivo compita en un marco más exigente (redes de
infraestructuras, transporte, comunicaciones, telecomunicaciones) a la adecuada provisión
de servicios y suministros básicos a las empresas, y una política industrial y de investi-
gación y desarrollo razonable. Los aspectos organizativos, institucionales y sociales tam-
bién son relevantes. Además, dotar a la economía del capital humano necesario para
sacar partido del nuevo marco es un «acompañamiento» relevante para las políticas de
integración, especialmente dada la relevancia de los mercados de trabajo especializado y
Integración comercial 197

cualificado en las decisiones de localización de las empresas que afectan a la pauta de dis-
tribución territorial de la actividad económica en el área integrada. El escenario de la inte-
gración ofrece pues posibilidades, oportunidades, pero no certezas, por lo que su virtua-
lidad requiere esas políticas de acompañamiento.
Asimismo hay que insistir en la idea de que lo que son positivos, según el análisis
económico, son los beneficios netos, es decir, reconociendo que habrá ganadores y per-
dedores; las ganancias son suficientes para eventualmente compensar las pérdidas. Teó-
ricamente, es tarea de los ciudadanos y de los políticos que democráticamente los repre-
sentan decidir qué mecanismos de redistribución, ayuda a la reestructuración o ajuste se
articulan para que el complejo proceso de integración o liberalización sea percibido
política y socialmente como positivo por el conjunto de los ciudadanos.

RESUMEN
1. Los acuerdos de integración comerciales eliminan las trabas y distorsiones al comer-
cio entre los países que suscriben el «acuerdo regional», pero no extienden esas
concesiones comerciales al resto de países.
2. Los acuerdos comerciales regionales pueden ser inicialmente de áreas de libre comer-
cio o de uniones aduaneras según mantenga cada país su propia política comercial
frente a terceros o por el contrario se adopte una política comercial común.
3. Desde los años noventa proliferan los acuerdos comerciales regionales, implicando
también a países en desarrollo, a veces entre sí (como en Mercosur) o a veces en aso-
ciación con países desarrollados (como México en NAFTA-TLC).
4. Un acuerdo regional de integración comercial normalmente provoca un efecto de
«creación de comercio» y una «desviación de comercio» en contra de países que no
forman parte del acuerdo.
5. Normalmente los acuerdos regionales incorporan más temas de los estrictamente
comerciales, desde cuestiones de inversiones a propiedad intelectual a compromisos
más amplios económicos y políticos como la Unión Europea.
6. Las ganancias de la integración comercial incluyen las que derivan de reducir los cos-
tes del comercio, las de incrementar la competencia y la reducción o eliminación de
discriminaciones y distorsiones, así como la mejora del acceso a mercados y en su
caso los flujos de inversiones.
7. La integración comercial puede conducir a la necesidad de «racionalizar» la estructura
productiva, mediante una reducción del número de empresas, entre otros motivos para
adaptarse a las economías de escala que permite el mercado más amplio, que pueden
dar lugar a problemas sociales y políticos.

ACTIVIDADES
1. En la web de la OMC/WTO, www.wto.org, en Temas comerciales, entre en «Acuer-
dos Regionales» para obtener, entre otros datos e informaciones, la relación de los
acuerdos regionales en vigor y sus datos fundamentales. Examine los más relevantes
y/o cercanos y comente su impacto en los datos de comercio intrarregional e interre-
gional y las demás variables presentadas en este capítulo.

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