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Integración comercial
Pero además de esas características básicas, hemos visto en los capítulos anterio-
res cómo los países tienen en la economía internacional otros instrumentos o meca-
nismos que les permiten tratamientos diferenciales. Por ejemplo, a) el comercio inter-
nacional permite intercambiar bienes pero no desplazarse los factores productivos
(trabajo y capital) de un país a otro; b) los países pueden adoptar políticas industriales,
tecnológicas, de competencia, etc., es decir, políticas microeconómicas con repercu-
siones internacionales; c) los países pueden adoptar políticas monetarias y fiscales con
efectos internos y externos. Así, además de barreras comerciales y alteraciones de los
tipos de cambio, aspectos como limitaciones a los movimientos de factores, políticas
microeconómicas industriales y políticas macroeconómicas autónomas, todo ello esta-
blece diferencias respecto a lo que sería una economía mundial «integrada».
La integración económica es —como ya se ha dicho— el proceso mediante el cual los
países van eliminando esas características diferenciales. Teóricamente podrían irse eli-
minando entre todos los países, para ir hacia una «economía mundial integrada», pero por
razones políticas y económicas los procesos de integración tienen lugar de forma parcial,
es decir, implicando a un número de países normalmente reducido. Se dice entonces que
asistimos a un proceso de regionalización, especialmente cuando los avances en la inte-
gración afectan a países de un mismo ámbito geográfico.
País C País C
Figura 6.1. Modalidades de integración comercial: áreas de libre comercio y uniones aduaneras.
172 Economía internacional
políticas económicas entre los miembros, pero no frente al resto del mundo. Este
doble aspecto de la configuración del a veces denominado «bloque regional», de
avance «puertas adentro» hacia la integración y su correlativa emergencia de discri-
minaciones frente a los no-miembros, plantea uno de los debates clave de los procesos
de integración.
Como ampliaremos en el Capítulo 7, en aplicación de lo aprendido sobre comercio
internacional en los capítulos anteriores podría pensarse que, si bien idealmente la inte-
gración debería efectuarse a escala de todos los países (en un marco multilateral y no-
discriminatorio como declara pretender ser el de la OMC/WTO), mientras ello no sea
política y/o económicamente viable podría considerarse que merecería la pena cual-
quier avance parcial. Se ha sugerido que una argumentación de este tipo podría ser la
base racional de las normas del sistema GATT/OMC que sirven de base a las áreas de
libre comercio y uniones aduaneras, y en general a los acuerdos comerciales regiona-
les (RTA, Regional Trade Agreements): el artículo XXIV del GATT (clarificado en
1994 por un acuerdo de interpretación), la denominada «Cláusula de habilitación» de
1979 para los acuerdos entre países en desarrollo, y el artículo V del GATS (Acuerdo
General sobre Comercio en Servicios).
Pero desde otro punto de vista se argumenta que la esencia de las ganancias de la
integración podrían obtenerla los países miembros integrantes precisamente a expensas
de los no-miembros, es decir, que la discriminación que suponen los procesos de inte-
gración parciales o regionales constituiría su raison d’être. Naturalmente, en contraste
con la opinión del párrafo anterior, lo que se plantea aquí es la dualidad entre regiona-
lismo abierto y regionalismo estratégico, o en una terminología similar de Jacquemin y
Sapir, entre «integración natural» (bloques regionales con una política comercial exte-
rior abierta) e «integración estratégica» (para obtener ganancias a expensas de otros). Se
ha sugerido a veces que los «bloques continentales» (como los que parecen vislumbrar
la Unión Europea y una eventual Área de Libre Comercio de las Américas, así como un
tercer bloque en el ámbito de Asia-Pacífico) parecerían ser los primeros candidatos a
bloques naturales, pero habría que «supervisar» el riesgo de que «degenerasen» en com-
portamientos estratégicos, con resultados preocupantes. Volveremos sobre este debate
en el capítulo siguiente.
Frente a un regionalismo de «primera generación» en los años sesenta, que sólo se
consolidó de forma significativa en Europa Occidental, asistimos en la última década y
media a una revitalización o «segunda oleada» de regionalismo, aparentemente con más
vitalidad. Entre las razones para este «nuevo regionalismo» se han apuntado, por una
parte, la incorporación de Estados Unidos al proceso, a través de diversos acuerdos
regionales. En su momento también se apeló a la lentitud con que avanzaba la Ronda
Uruguay del GATT como motivo para aflorar acuerdos regionales, y ahora se conside-
ra a veces que precisamente los logros de tal Ronda propician un nuevo regionalismo
como forma de consolidar sus resultados especialmente en países en desarrollo que han
cambiado de orientación de estrategia económica en línea de una mayor inserción en la
economía internacional y necesitan atraer inversión extranjera para consolidar el nuevo
modelo.
Las Secciones 6.2 y 6.3 tratan de obtener criterios para evaluar los aspectos benefi-
ciosos y perjudiciales de los procesos de integración comercial. Las Sección 6.4 analiza
los aspectos importantes más concretos, mientras que la Sección 6.5 trata de situar y
ampliar la perspectiva del complejo tema de la integración comercial.
174 Economía internacional
Precio
A B
Pw+t
C E F D
Ps
Pw
0 q3 q1 q2 q4 Cantidad
Figura 6.2.
176 Economía internacional
socio comercial en el acuerdo regional viene dado por ps. Antes del acuerdo regional el
país cuya oferta y demanda internas se representan en la figura tenía un arancel de t sobre
todas las importaciones, de modo que acababa importando —como vimos en el Capítu-
lo 5— al precio pw+t la cantidad AB (q2 – q1).
Si ahora se produce la integración comercial entre nuestro país y el socio de coste
ps, el precio en el mercado regional integrado vendrá dado por ps, superior al precio
mundial pw pero inferior al precio mundial más el arancel, pw+t, que mantiene el país
frente al resto del mundo (como consecuencia por ejemplo de un arancel exterior de la
unión aduanera igual al arancel preexistente en el país de referencia). Ahora las impor-
taciones del país pasan a ser de la cuantía CD (igual a q 4 – q3) procedentes del nuevo
socio comercial.
El resultado es que el comercio internacional ha aumentado, pero en la magnitud dada
por AB ( = q2 – q1) es mera «desviación de comercio» desde el tercer país, productor más
eficiente, hacia el nuevo socio. Por el contrario, la magnitud q1 – q3 sería creación de
comercio —es decir, sustitución de producción nacional por importaciones del nuevo
socio, un productor más eficiente que el país de referencia. Y por su parte q4 – q2 sería la
denominada «expansión de comercio»— un aumento de importaciones procedentes del
socio debido a la reducción de precio que la integración comercial propicia.
era difícil o limitado y la inserción en un área de libre comercio le permite acceder a esos
mercados que le facilitan explotar sus ventajas comparativas.
Por otra parte, en la medida en que el comercio que se intensifique sea del tipo
intraindustrial, se obtendrán los tipos de efectos positivos señalados en el Capítulo 4:
Por lo que se refiere a los aspectos negativos de la integración, los principales son los que
derivan de la desigual incidencia sobre sectores y grupos, así como los ajustes, costosos y a
menudo dolorosos, que la reordenación del aparato productivo puede originar en cada caso.
El comercio internacional, como vimos especialmente en los Capítulos 2 y 3, tiene
unos efectos en conjunto positivos, pero se vio asimismo que ello no garantiza que todos
y cada uno de los agentes o sectores económicos se vean beneficiados. Existen ganadores
y perdedores en el proceso, y para los perdedores es triste el consuelo de explicarles las
«ganancias globales». En todo caso, que el efecto global sea positivo debería asegurar la
viabilidad de políticas de compensación adecuadas. La magnitud de estos efectos redis-
tributivos depende del tipo de comercio que se intensifique. Si es del tipo interindustrial,
los sectores o industrias que se mantenían gracias a la protección se verán inducidos a
«reconvertirse». Ello puede plantear problemas sociales y políticos serios, sobre todo si en
términos de empleo y/o concentración geográfica, regional o comarcal, es importante. Si
el comercio que surge con la integración es del tipo intraindustrial, los costes pueden ser
más difusos y aparecer en forma de «racionalización» de industrias, mediante procesos de
fusiones, cierres y absorciones para obtener una estructura industrial eficiente.
En todo caso, hay que tener en cuenta que para los países que esperan obtener ganan-
cias con el proceso de integración por tener menores costes, especialmente salariales,
como han sido los casos de los países del sur de Europa respecto a los del norte de la UE,
o el caso de México respecto a Estados Unidos, hay que constatar cómo las realidades
más recientes matizan las consideraciones más simples de que estos diferenciales de
costes les garantizan unos automáticos beneficios. Especialmente hay que incorporar a la
discusión los siguientes fenómenos:
a) La existencia de otros productores aún más baratos, con los que podría acordarse asi-
mismo una liberalización, en la medida en que los países del sur de Europa esperen
ganancias del mercado único derivadas de unas ventajas que tienen respecto a los
productores del norte de la UE, pero no frente a los del este de Europa o el resto del
mundo, el punto crítico está en qué liberalización del comercio de la UE con el res-
to del mundo coexiste con el mercado único. Un debate análogo se ha producido en
México a propósito de la incorporación de China y otros países asiáticos de salarios
aún más bajos a la OMC/WTO y al sistema comercial mundial.
b) La interacción entre ventajas comparativas y otras ventajas locacionales (como
estar situado cerca de los principales mercados) distintas al mero coste de pro-
ducción no garantiza (incluso con una reducción importante en los costes de
comercio interior), necesariamente, que sea el menor coste de producción el úni-
co criterio que determine dónde se ubica la producción. Un ejemplo de ello se verá
en la Sección 6.4.3.
Frente a estos efectos distributivos tienen un papel a desempeñar las políticas de tipo
industrial o regional, tanto nacionales como a nivel del área comercial. Los Fondos
Estructurales de la UE (principalmente el Fondo Europeo de Desarrollo Regional, el
Fondo Social Europeo o los Fondos de Cohesión) serían un ejemplo de ello. Su problema
es que quienes deben pagarlos son precisamente los países que por tener una mayor
proporción de comercio intraindustrial y llevar integrados más tiempo perciben menos
directamente la dolorosa consecuencia de los «reajustes» del aparato productivo, lo que
convierte su negociación en un difícil tema político.
Integración comercial 181
En una formulación de Baldwin y Seghezza (1998) han planteado de forma algo más
sistemática los efectos de la integración regional sobre el crecimiento de los países
menos desarrollados participantes en cada proceso de integración, examinando los casos
de Portugal, Grecia, Irlanda y España en la UE, México en NAFTA, y algunos primeros
datos de Mercosur. Su formulación considera los efectos sobre el proceso de inversión de:
a) la liberalización «discriminatoria» que supone el acuerdo regional, y que puede incre-
mentar la rentabilidad esperada del capital en los países participantes en la integración res-
pecto a otras localizaciones de la inversión; b) los problemas para el país en desarrollo
«pequeño» dentro del acuerdo regional en caso de verse desplazado por las eventuales
economías de aglomeración o fuerzas centrípetas en el área regional; c) el papel contra-
rrestador de lo anterior asociado a asimetrías en el grado de liberalización o en ventajas
comparativas asociadas a coste de factores; d) el papel del acceso a inputs intermedios y
tecnologías relevantes; e) así como la mejora del «clima» inversor en general asociado al
compromiso que implica asumir los retos de la integración. Asimismo, en algunos estu-
dios sobre los efectos de la ampliación de la UE hacia los países del Este también
adquiere un papel central la «reducción en la prima de riesgo» para las inversiones en los
países de nuevo acceso. En esta línea, al menos parte del aumento de incremento de flu-
jos de FDI extranjera hacia México entre 1991-1993 —12.000 millones de dólares— y
2000-2002 —84.000 millones de dólares— sería atribuible a la puesta en marcha de
NAFTA, especialmente a la vista de que el peso de los socios de México en ese acuerdo
pasó de suponer el 50% al 80% de la inversión.
del valor bruto, en promedio, de los artículos comerciados. Podemos distinguir concep-
tualmente dos efectos: a) en promedio, los costes se reducen, lo que se traduce en meno-
res precios y/o mayores beneficios; b) como la reducción de costes afecta a las empresas
de nuestros nuevos socios en cada mercado, éstas tienden a ver cómo se incrementan sus
cuotas de mercado, en detrimento de las nacionales. Este efecto fue muy visible en el
caso, entre otros, de la integración de España en la UE. Como veremos a continuación, un
aspecto especialmente delicado del análisis es que podemos encontrarnos con que la
valoración global para el conjunto del área integrada sea positiva, pero para que también
sea positiva para «nuestro» país es preciso asegurarse de que nuestras empresas consiguen
en los mercados extranjeros una posición similar a la que las empresas extranjeras
adquieren en el nuestro.
¿Cómo examinar el impacto de este fenómeno de «reducción del coste de comercio»
sobre el bienestar? La Figura 6.3a muestra el caso en que la integración comercial elimi-
na las diferencias de coste entre empresas nacionales y extranjeras para acceder a un mer-
cado, por ejemplo, eliminando totalmente los aranceles, restricciones no-arancelarias,
formalidades aduaneras, etc. En la Figura 6.3a suponemos que inicialmente esas trabas
hacían inviable —prohibitivo— el acceso al mercado del país por parte de empresas de
nuestros socios (las denominaremos «extranjeras» pero sin confundirlas con las de «ter-
ceros países» ajenos al acuerdo regional en que nosotros participamos), de modo que la
empresa nacional vendía la cantidad qa al precio pa, obteniendo unos beneficios dados por
la superficie A + C + D (resultado de multiplicar la cantidad vendida por el beneficio
obtenido por unidad vendida, que es, por supuesto, la diferencia entre el precio cobrado
por cada unidad, Pa, menos el coste de cada unidad, c).
La eliminación de las trabas supone una reducción de costes para la empresa extranjera,
que ahora puede entrar en el mercado y dar lugar así a una mayor competencia: todo ello se
traduce en una reducción de precios hasta pi. La cantidad vendida en el mercado aumenta
hasta qi pero las ventas de la empresa nacional son sólo qn, una fracción de qi; – qn, son ven-
tas de la empresa extranjera. Naturalmente, si en el mercado extranjero de nuestro nuevo
socio comercial sucede lo mismo, «nuestra» empresa nacional podría conseguir en el mer-
cado extranjero una cuota análoga a la que la empresa extranjera adquiere en el nuestro.
¿Qué efectos tiene sobre la economía? Los consumidores mejoran, aumentando su
excedente en A + B. La empresa nacional vende menos (en el mercado nacional) y a
menos precio, reduciéndose sus beneficios hasta C, de modo que deja de ganar A + D; en
base a estas consideraciones, el bienestar nacional (consumidores + empresas) variaría en
(A + B) – (A + D) = B – D, que puede ser positivo o negativo. Si incorporamos el efecto
sobre la empresa extranjera —por una de estas dos razones: 1) porque nos interesa el efec-
to sobre el bienestar del conjunto del área comercial; 2) porque suponemos que lo que le
pase a la empresa extranjera en nuestra mercado nacional aproxima lo que le pasa a nues-
tra empresa en el nuevo mercado extranjero—, veremos que obtiene unos beneficios
dados por D + E (sus ventas multiplicadas por el beneficio por unidad), de modo que el
efecto global de la eliminación de barreras es (B – D) + (D + E) = B + E.
Que este resultado sea inequívocamente positivo es uno de los argumentos básicos por
el lado de la eficiencia a favor de la integración comercial. Pero no debe esconder que el
efecto global puede implicar ganancias para unos y pérdidas para otros.
La Figura 6.3b muestra un caso más complicado, en el cual el coste de acceder la
empresa extranjera al mercado nacional se reduce pero no se elimina. Puede deberse a que
la integración sea incompleta, subsistiendo algún tipo de traba diferencial, o en todo
184 Economía internacional
Consumidores +A+B
Empresa nacional –A–D
pa
Bienestar nacional B–D
A B
pi Empresa extranjera +D+E
qn qa qi
(a)
Consumidores +A+B+C
p1 Empresa nacional –A–D–G–I
A B C
p2 Bienestar nacional B+C–D–G–I
D E
F Empresa extranjera –B+D+G+H+F
c1extr
c2extr G H Bienestar total C+H+F–I
cnac I
Cantidad
qn2 qn1 q1 q2
(b)
caso, a que la integración puede eliminar barreras artificiales como los aranceles, pero no
los costes de transporte intrínsecos a la distancia. En ese caso, suponemos de forma rea-
lista que antes de la reducción tanto la empresa nacional como la extranjera estaban
presentes en nuestro mercado, reflejándose los menores costes de acceso de la empresa
nacional en una mayor cuota de mercado (de q1 unidades vendidas, qn1 lo eran por la
empresa y el resto por la extranjera). Cuando se reducen los costes de acceso de la
empresa extranjera, el precio de mercado baja (de p1 a p2) y se alteran las cuotas de mer-
cado; las ventas totales pasan a q2 de las que la empresa nacional vende qn2 y la extranjera
q2 – qn2.
¿Cuáles son los efectos de estos cambios? Sin repetir la descripción del análisis más
allá de lo que acompaña a la figura, el efecto global resulta ser C + H + F – I. Ello indu-
ce un elemento de ambigüedad. En comparación con el caso de la Figura 6.3a la novedad
es la aparición de un elemento positivo adicional H, que responde al ahorro en costes de
Integración comercial 185
b) Efecto pro-competitivo
Como sabemos, este efecto deriva de la sustitución de varios mercados nacionales de
estructura monopolista o muy oligopolista por un más amplio mercado integrado con
mayores dosis de competencia. Ello supone la ruptura o merma de posiciones de poder de
mercado en los mercados nacionales. En algunas industrias existían monopolistas nacio-
nales por razones diversas (piense en los casos de Iberia o Telefónica, etc.), entre ellas el
argumento (que a veces sonaba a «coartada») de que era la forma de organizar el merca-
do más eficiente ante la presencia de economías de escala importantes, dado el tamaño
(relativamente reducido) del mercado. En un mercado mucho más amplio, este argumento
se diluye. Además, las áreas de libre comercio nacen por lo general bajo el principio de la
libre competencia (el Tratado de Roma constitutivo de la UE contiene disposiciones
específicas al respecto). En el mercado ampliado tendrán que competir las empresas
que antes disponían en los mercados nacionales de un poder de mercado que ahora se
limitan recíprocamente. Ello redundará en beneficio de la eficiencia del conjunto de la
economía, en especial —presumiblemente, según la teoría económica— de los consumi-
dores.
Veamos con más detalle un caso básico en el que se pasa de dos monopolios nacio-
nales a un mercado único en que compiten los dos antiguos monopolistas, configurando
lo que se denomina un duopolio.
La Figura 6.4 muestra dos mercados, los de los países A y B, con una demanda de los
consumidores dada por Da y Db, y en cada uno de los cuales inicialmente existe una
empresa monopolista, que opera con un coste unitario dado por C, siendo la cantidad y
precio vendidas las correspondientes a los puntos Ma y Mb, respectivamente. En la parte
inferior de la figura se muestra el efecto de constituir un área comercial integrada o
mercado único. Ahora existen dos empresas en ese mercado, y, por tanto, una mayor dosis
de competencia, que suponemos reduce el precio desde pm hasta pmu. En cada uno de los
que ahora son submercados nacionales dentro del mercado único, esa reducción en el pre-
cio permite a los consumidores adquirir una mayor cantidad. El excedente de los consu-
midores aumenta en E + G, mientras que los beneficios de las empresas aumentan en F –
G (se vende más, pero a un menor precio, siendo F los beneficios sobre las ventas adi-
cionales y G lo que dejan de percibir empresas por las cantidades que ya vendían ante-
riormente); el efecto neto es una ganancia de E + F, cuya interpretación económica es que
ahora se producen unas cantidades por las que los consumidores están dispuestos a pagar
186 Economía internacional
Precio Precio
País A País B
Ma
Pmon Mb
Pmon
PMu
PMu
c c
0 qa Cantidad 0 qb Cantidad
Precio
Pmon
E Mu
PMu
F
c
0 qa + qa q Mu Cantidad
Mercado único
Figura 6.4. Más competencia en un mercado integrado.
un precio (dado por la altura de la curva de demanda) superior al coste unitario de esas
cantidades, dado por C. Las superficies rayadas en cada una de las partes de la figura
reflejan estas ganancias de eficiencias cuya base es la mayor competencia que el merca-
do único induce. Si, tras la entrada en vigor del mercado único, las empresas hubiesen
conseguido, por ejemplo mediante acuerdos de «reparto» del mercado, o de acuerdos de
precios, o cualquier otra práctica colusiva, mantener el precio al nivel del preexistente en
las situaciones de monopolios nacionales, estas ganancias no se habrían obtenido. Por eso,
una política de defensa de la competencia es esencial al mercado único. Incluso en esos
sectores complejos, el Informe de la UE sobre los diez primeros años del mercado único
atribuye parcialmente a éste —reconociendo un papel también para las mejoras tecnoló-
gicas— la reducción de cerca del 50% en los precios de llamadas telefónicas nacionales
y de cerca del 40% las llamadas internacionales. Y asimismo no se duda oficialmente en
imputar a este mismo proceso de competencia una reducción del 41% en las tarifas pro-
mocionales de pasajes de avión sólo entre 1992 y 2000. El polémico caso de las líneas
Integración comercial 187
aéreas en la UE es un ejemplo de cómo los acuerdos entre empresas que disfrutaban de posi-
ciones prácticamente monopolistas en sus mercados domésticos han requerido supervisión.
Allen et al. (1998) han analizado especialmente los efectos sobre la com-
petencia del mercado único europeo. En particular han distinguido entre el efecto directo
de la reducción del coste de comercio y el efecto competitivo que deriva de la presión a la
baja de margen de beneficios (ratio precio/coste), obteniendo resultados empíricos que
tienden a ratificar la importancia de este último, si bien también destaca su diferente dis-
tribución entre sectores y entre países. Asimismo, en relación con el punto c) siguiente,
simulan los efectos de un cambio en la «naturaleza de la competencia» que implique pasar
de mercados segmentados a mercados integrados en la Unión Europea, lo que profundi-
zaría las ganancias competitivas (al «precio» de una mayor reestructuración industrial en
los sectores afectados).
Coste medio
o unitario
CMeA
CMeB
ca
cb
c*
q
0 Nivel
q1 q*= EME
de producción
Una cuestión conflictiva es la del número de empresas que permitiría una «confi-
guración racional» de un mercado único. Supongamos que para un sector se ha deter-
minado que la EME se sitúa en un nivel de producción de 1.200 unidades/año. Si las
ventas en el mercado único ascienden a 2.400 unidades/año, parece claro que una con-
figuración industrial que aproveche al máximo las economías de escala requeriría dos
empresas.
En general:
Tamaño de mercado
Número de empresas = ———————————
Escala mínima eficiente
¿Qué pasa si ese mercado único procede de la integración de tres países de igual
tamaño, en cada uno de los cuales las ventas antes de la integración de la empresa mono-
polista eran de 800 unidades/año? Que «sobra» una empresa. ¿Cuál? Si tienen tecnologías
similares, cualquiera de ellas. Haría falta un proceso de lo que a veces se denomina
«racionalización» de la estructura industrial. Naturalmente, las pugnas económico-polí-
ticas, para conseguir que si ha de cerrar una no sea «la nuestra», pueden ser enormes. No
hay que descartar que, diga lo que diga la racionalidad, acaben funcionando las tres
(con subvenciones encubiertas en el peor de los casos), con lo que las ventajas derivadas
del aprovechamiento de las economías de escala no se obtendrían.
Si introducimos ahora la diferenciación de productos, la cuestión del número de
empresas adquiere una nueva dimensión. Los consumidores valoran la variedad (bien
sea, como vimos en la Sección 4.2, porque sus gustos son heterogéneos, y si hay
muchos productos diferenciados es más probable encontrar uno más cercano a las pre-
ferencias específicas de cada consumidor, o bien porque valoran la variedad en sí mis-
Integración comercial 191
ma). En ese caso, el número de empresas que producen, cada una un artículo diferen-
ciado, tiene un valor intrínseco, que limita la tendencia a concentrar la producción has-
ta aprovechar a rajatabla las economías de escala. Naturalmente, es evidente la posibi-
lidad de que una misma empresa produzca múltiples variedades mediante economías de
gama (scope economies), pero a menudo, con todo, entre empresas se produce una dife-
renciación más sustancial.
Por tanto, los criterios de escala mínima eficiente son insuficientes, ya que su estric-
ta aplicación llevaría a perder variedad. Es necesario un compromiso, que el mercado
alcanza ponderando la relativa importancia de las economías de escala y la relativa inten-
sidad de la preferencia por la variedad o la mayor o menor heterogeneidad de preferencias
de los consumidores. En cualquier caso, en la medida en que la existencia de diferencia-
ción de productos nos aparta de la consecución de la EME, ello impone un «precio» para
los consumidores; al no aprovecharse íntegramente las economías de escala técnicamen-
te viables, el coste unitario aumenta, y ello se traduce en un precio más elevado, así como
en que las empresas producen menos que la EME técnica; este último aspecto se deno-
mina el «exceso de capacidad», y a veces es visto como un despilfarro social fruto de la
conspiración publicitaria de grandes empresas, en la línea de Galbraith, pero tal vez
debe considerarse simplemente como la respuesta adecuada del mercado a preferencias
heterogéneas según el argumento de Kelvin Lancaster.
Con diferenciación de productos se plantea asimismo la cuestión de los efectos de la
integración sobre el número de empresas y variedades. La integración comercial permite
acceder a todos los consumidores a las variedades no sólo nacionales, sino también a las
de sus socios comerciales, lo que implica una ganancia (a menos que antes de la integra-
ción las variedades nacionales y extranjeras fueran idénticas o redundantes). Se trata de
una aplicación de lo señalado en el Capítulo 4, de cómo la integración comercial, al
ampliar el tamaño de mercado, relaja el trade-off entre aprovechamiento de economías de
escala y variedad (diferenciación).
Precio
coste
País A
unitario
C(A)
A 40 A
40
P CMe
Núm. empresas
Precio na=12 qa=250 Nivel de
coste producción
unitario de cada
empresa
C(B) País B
B
35 B
35
P CMe
Núm. empresas
Precio nb=16 qb=333 Nivel de
coste producción
unitario de cada
empresa
Mercado
integrado
C(I)
I
32 I
32
CMe
P
Núm. empresas
Coste total
Alto Medio Bajo
Este ejemplo debe interpretarse como representativo de un debate más amplio relati-
vo a las fuerzas centrípetas o centrífugas que la integración comercial (complementada
eventualmente con la integración monetaria) puede poner en marcha en un espacio eco-
nómico. Hay fuerzas en ambos sentidos: en este ejemplo los costes laborales actúan
como centrífugos y las economías de aglomeración y acceso al mercado como centrípetas,
y el resultado no puede determinarse a priori. Algunas formulaciones, ya casi clásicas
como las de Baldwin-Venables (1995) o Krugman-Venables (1995) que integran las
decisiones de localización de las empresas con los ingredientes básicos de la teoría del
comercio y las interrelaciones linkages hacia adelante (hacia los clientes) y hacia atrás
(hacia los proveedores) entre diversos tipos de empresas y consumidores, coinciden en
señalar el riesgo de que en una primera fase de la integración aumenten las desigualdades
entre diversas partes del territorio (dominen las fuerzas centrípetas), sin negar que a
medio/largo plazo la situación pueda revertirse. De ser así, requeriría políticas de acom-
pañamiento, compensación o ajuste para mantener la cohesión social en esas fases de la
integración y evitar que las eventuales disparidades (en niveles de renta, empleo, etc.) sean
instrumentales en contra del propio proceso de integración.
denciando nuevas áreas en las que era conveniente (si no imprescindible) una cierta
homogeneidad o incluso unificación de políticas. Ello se ha asociado a situaciones en las
que las regulaciones por separado en cada uno de los países podían originar externalida-
des o discriminaciones respecto a los demás socios comerciales. Las reglas de compe-
tencia plantearon este tipo de cuestiones; así, permitir las fusiones en un país podía ori-
ginar no sólo distorsiones en la competencia doméstica, sino también dar lugar a un
grupo fuerte a escala europea. La regulación de las entidades financieras ofrece otro
ejemplo que las Directivas Bancarias tratan de afrontar. Se trata de casos en que la
ausencia de unas reglas comunes o armonizadas generaría «distorsiones competitivas».
La integración comercial conduce asimismo a afrontar de manera coordinada o con-
junta algunas políticas importantes; en el caso de la Comunidad Europea, ya el Acta Única
incluyó las materias de «Cohesión Social y Económica», «Investigación y Desarrollo Tec-
nológico» y «Medio Ambiente». En el caso del NAFTA, los temas medioambientales y
los laborales, asimismo, han sido objeto de atención. En ocasiones, los acuerdos regio-
nales han sido la vía para ampliar la «agenda de negociaciones» antes de que fuese polí-
ticamente viable a nivel multilateral.
Una consideración final: a veces se acusa a los economistas de hacer apología de la
integración económica, justificando procesos que en la práctica tienen aspectos dolorosos,
de ajustes en términos de empleo, viabilidad de industrias o sectores, o que cambian sig-
nificativamente, y no siempre para bien, las perspectivas de futuro de comarcas o regiones
enteras. De la exposición realizada en este capítulo debería haber quedado claro, y en
cualquier caso hay que explicitarlo ahora, que los argumentos expuestos tienden a mostrar
que los procesos de integración comercial tienen una serie de beneficios y costes, pero que
en conjunto el efecto neto es potencialmente positivo.
Ello dista mucho de la afirmación simplista de que la integración o liberalización
comercial tiene un efecto universalmente positivo (para todas y cada una de las personas
o colectivos afectados): sería ingenuo pensarlo en procesos tan complejos como ésos. La
afirmación que hacemos implica que para que esos efectos potencialmente positivos se
obtengan realmente suele hacer falta políticas de acompañamiento sensatas, en ámbitos
tan diversos como las políticas macroeconómicas, industriales, tecnológicas, educati-
vas, etc. Por poner sólo un ejemplo «técnico», en casos como los de España o México, no
parece que la política de tipo de cambio «sobrevalorado» (en España hasta bien entrado
1992 y en México hasta los acontecimientos de finales de 1994), por ejemplo, haya sido
la adecuada (más bien todo lo contrario), agravando las apreciaciones de la peseta y el
peso el shock que para los aparatos productivos nacionales supusieron los desarmes de
una protección efectiva de cierta cuantía. De esa forma se pueden reducir o disipar los
potenciales beneficios de la integración.
Pero además de unas sensatas políticas macroeconómicas, para convertir en efectivos
los «potenciales» efectos netos positivos de la integración son precisas políticas de tipo
microeconómico y estructural, que van desde la adecuada provisión del capital público
preciso para que el aparato productivo compita en un marco más exigente (redes de
infraestructuras, transporte, comunicaciones, telecomunicaciones) a la adecuada provisión
de servicios y suministros básicos a las empresas, y una política industrial y de investi-
gación y desarrollo razonable. Los aspectos organizativos, institucionales y sociales tam-
bién son relevantes. Además, dotar a la economía del capital humano necesario para
sacar partido del nuevo marco es un «acompañamiento» relevante para las políticas de
integración, especialmente dada la relevancia de los mercados de trabajo especializado y
Integración comercial 197
cualificado en las decisiones de localización de las empresas que afectan a la pauta de dis-
tribución territorial de la actividad económica en el área integrada. El escenario de la inte-
gración ofrece pues posibilidades, oportunidades, pero no certezas, por lo que su virtua-
lidad requiere esas políticas de acompañamiento.
Asimismo hay que insistir en la idea de que lo que son positivos, según el análisis
económico, son los beneficios netos, es decir, reconociendo que habrá ganadores y per-
dedores; las ganancias son suficientes para eventualmente compensar las pérdidas. Teó-
ricamente, es tarea de los ciudadanos y de los políticos que democráticamente los repre-
sentan decidir qué mecanismos de redistribución, ayuda a la reestructuración o ajuste se
articulan para que el complejo proceso de integración o liberalización sea percibido
política y socialmente como positivo por el conjunto de los ciudadanos.
RESUMEN
1. Los acuerdos de integración comerciales eliminan las trabas y distorsiones al comer-
cio entre los países que suscriben el «acuerdo regional», pero no extienden esas
concesiones comerciales al resto de países.
2. Los acuerdos comerciales regionales pueden ser inicialmente de áreas de libre comer-
cio o de uniones aduaneras según mantenga cada país su propia política comercial
frente a terceros o por el contrario se adopte una política comercial común.
3. Desde los años noventa proliferan los acuerdos comerciales regionales, implicando
también a países en desarrollo, a veces entre sí (como en Mercosur) o a veces en aso-
ciación con países desarrollados (como México en NAFTA-TLC).
4. Un acuerdo regional de integración comercial normalmente provoca un efecto de
«creación de comercio» y una «desviación de comercio» en contra de países que no
forman parte del acuerdo.
5. Normalmente los acuerdos regionales incorporan más temas de los estrictamente
comerciales, desde cuestiones de inversiones a propiedad intelectual a compromisos
más amplios económicos y políticos como la Unión Europea.
6. Las ganancias de la integración comercial incluyen las que derivan de reducir los cos-
tes del comercio, las de incrementar la competencia y la reducción o eliminación de
discriminaciones y distorsiones, así como la mejora del acceso a mercados y en su
caso los flujos de inversiones.
7. La integración comercial puede conducir a la necesidad de «racionalizar» la estructura
productiva, mediante una reducción del número de empresas, entre otros motivos para
adaptarse a las economías de escala que permite el mercado más amplio, que pueden
dar lugar a problemas sociales y políticos.
ACTIVIDADES
1. En la web de la OMC/WTO, www.wto.org, en Temas comerciales, entre en «Acuer-
dos Regionales» para obtener, entre otros datos e informaciones, la relación de los
acuerdos regionales en vigor y sus datos fundamentales. Examine los más relevantes
y/o cercanos y comente su impacto en los datos de comercio intrarregional e interre-
gional y las demás variables presentadas en este capítulo.