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Pier Giordano Cafox

COMO
ATI MISMO
(LA MISIÓN)
Pier Giordano Cabra
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...Y AL PRÓJIMO
COMO A TI MISMO

(La misión)

Editorial SAL TERRAE


Santander
Título del original italiano:
Come te stesso. Meditazione sulla missione
©1987 by Editrice Queriniana. Brescia ÍNDICE
Traducción: Grazia y Luigi Ferrero de G. V.
Págs.
© 1987 by Editorial Sal Terrae
Guevara, 20
39001 Santander Presentación 7

Con las debidas licencias 1. Dios vivo y verdadero 9


2. Dios, Padre de todos los hombres 20
Impreso en España. Printed in Spain 3. Dios, amante de la vida 34
ISBN: 84-293-0790-7 4. Dios escondido 49
Dep. Legal: BI-2.050-87 5. Dios, rico en misericordia 64
6. Dios, Padre de todo consuelo 80
Impreso por: Gráficas Ibarsusi, S. A.
7. Dios, cumplimiento de toda espera 98
Camino de Ibarsusi, s/n
48004 Bilbao Conclusión 109

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Presentación
«Amarás a Yahvé tu Dios con todo tu corazón,
con toda tu alma y con toda tu fuerza» {Dt 6,5) «y a
tu prójimo como a ti mismo» (Le 10,27).
«Pues toda la ley alcanza su plenitud en este so-
lo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo»
(Ga 5,14).
Situamos esta meditación sobre la misión en línea
de continuidad con las tres anteriores sobre los «conse-
jos evangélicos», publicadas en esta misma colección.
Unas palabras acerca del título. La misión es una
de las manifestaciones más elevadas del amor al próji-
mo, especialmente en una situación como la que atra-
viesa actualmente el mundo occidental, donde es cada
vez más evidente que la verdadera pobreza del hombre
es su privación de Dios. El «como a ti mismo» signifi-
caría que el compromiso en la misión es proporcional
a la conciencia del don de la proximidad de Dios:
quien ha experimentado lo que significa haber recibido
el gran don del Amor del Señor, quien se ha sentido
amado por El, se compromete en la misión afinde que
los hermanos se sientan amados del mismo modo, lle-

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guen a su misma experiencia gozosa y puedan quedar
comprometidos en la misma misión.
Ofrecemos aquí tan sólo algunas reflexiones suel-
tas acerca de las situaciones más frecuentes en las que
llega a encontrarse quien está comprometido actual-
mente con la misión.
No se trata, pues, de una teología de la misión o de
sus grandes problemas, sino del apóstol frente a una
sociedad que persigue casi exclusivamente metas
humanas, que difícilmente sabe mirar hacia arri-
ba, que plantea muchos interrogantes, que genera
desconcierto. 1. Dios vivo
Estas reflexiones, lamentablemente muy apresura-
das, incompletas y no sistemáticas (un mismo tema y verdadero
está tratado en diferentes contextos), desearían expre-
sar toda mi estima y mi aprecio hacia aquellos que so-
brellevan el peso diario de la misión. 1. La misión parte de una experiencia de lo Ab-
Entre éstos, permítaseme recordar con particular soluto y quiere llevar a la experiencia de lo Absoluto.
afecto y admiración a aquellos que han amado «como El que ha comprendido, aunque sea fugazmente,
a sí mismos» a tantos jóvenes del mundo del trabajo, a algo del misterio de Dios, su amabilidad, su unicidad,
lo largo de los primeros cien años de vida del Instituto su irresistible atractivo, su gratuidad, no puede dejar
Artigianelli de Brescia, según el espíritu de su Padre, el de poner sus mejores energías al servicio de esta ex-
Venerable Giovanni Piamarta. traordinaria empresa: que los hermanos «te conozcan
A ellos los mejores deseos de largos años de mi- a ti (...) y al que tú has enviado...» (Jn 17,3); que tam-
sión fuerte y gozosa entre los jóvenes. bién otros saboreen la suavidad del Señor, cuan «bello
y suave» y decisivo es vivir con El.
P. Pier Giordano Cabra f.n. Aquel que ha gustado aunque sea una migaja de la
ilimitada presencia de lo Absoluto, no puede dejar de
hacer de la misión el fin de su existencia, para que
también otros «tengan vida y la tengan en abundancia»
(Jn 10,10).
Sin esta experiencia la misión decae, es cuestiona-
da, se complica, se deteriora, se pierde, se arrastra, es
difícil de comprender, se vacía.

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2. El que se siente amado por un Amor absoluto, mente detrás de nosotros mismos para pertenecemos
incondicional e inexplicable, siente de inmediato el im- cada vez más; que El quiera introducirnos en su mun-
pulso de hacer presente y operante este amor ante los do vivo y sin ocaso y que nosotros nos dejemos absor-
demás. Porque siente su total pobreza y la de cada ber por este mundo brillante y fugaz.
hermano que está privado de esta sólida riqueza. Por- Uno se decide por la misión cuando Dios y sus in-
que ve la nada en quien no se deja agarrar por esta tenciones se vuelven vivas, interesantes y más decisi-
única consistencia. Porque se da cuenta de la vanidad vas que cualquier otra cosa. Una vez más: si te has de-
de toda existencia que no esté envuelta por el Amor jado amar por Dios, si sabes lo que El es, si te has de-
que crea y hace feliz. jado fascinar por El, entonces sabes que es por El por
Es el amor el que lleva a la misión. El amor que quien debes invertir las mejores energías de tu vida.
quiere responder al Amor. El amor que ha intuido que Por El te mueves hacia los hermanos, por El vives
el Absoluto es misterio de amor que quiere envolver cada uno de los instantes de tu vida. Porque El es el
todo en su realidad. único, y fuera de El nada puede existir y nada tiene
Antes que una tarea, la misión es la apremiante significado.
exigencia del hombre tocado en la profundidad de su Si has tenido la fortuna de sentirte amado por El,
existir por la deslumbrante y dulcísima certeza de ser entonces comprendes que la razón de tu vida es decir-
amado. Amado en tal forma que no puede dejar de le, en unión con otros afortunados y lúcidos hermanos
volcarse hacia los demás, como si fuera un río imposi- de fe: «Amarte y hacerte amar». Y nada más. Porque
ble de contener, porque es impetuoso, se desborda, in- en esto consiste la vida: en aceptar ser llevados y mo-
vade los territorios circundantes, es indetenible. delados por el Amor que todo lo ha creado y que se ha
«La iglesia es el cuerpo de la caridad sobre la tie- donado y quiere seguir creando y dándose a través de
rra. Es la unión viva de aquellos que son abrasados nosotros, pobres y afortunadas creaturas.
por esta llama divina [...]. ¡Pobre de mí, si no evangeli-
zo! Si dejo de evangelizar, significa que la caridad se 4. Esta es la razón, también, de que la misión
ha retirado de mí. Si ya no siento la necesidad de co- esté estrechamente ligada con lo eterno.
municar la llama, significa que ésta ya no arde en mí Si nace de la experiencia de lo eterno, está destina-
[...]. Escogiéndonos, Dios no nos ha elegido contra los da a despertar el sentido de lo eterno.
demás, sino para los demás» (De Lubac). Se trata de abrir los ojos sobre la única realidad
que no tiene ocaso. El hombre contemporáneo está su-
3. Uno se decide por la misión cuando ha com- mergido en lo efímero, en lo transitorio, en la pompa
prendido que Dios es Dios. Porque es un absurdo que de las cosas que duran tan sólo un momento, en el
El exista y que nosotros lo pongamos entre paréntesis; flash que deslumhra y se apaga.
que El nos ame y que nosotrosfinjamosignorarlo; que Sin embargo, este hombre está también fascinado
El nos quiera para sí y que nosotros corramos única- por el misterio, por aquello que existió antes de la gran
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explosión cósmica y por lo que subsistirá después de do en el tiempo; pone al descubierto la poquedad de
que se hayan apagado las estrellas. Los silencios del las muchas cosas que aturden; señala una meta para el
«antes» y del «después» constituyen grandes interro- vagar del hombre, peregrino y no perro callejero, crea-
gantes que no pueden ser eliminados. do para pertenecer al infinito y no para ser destinado a
La eternidad está en los umbrales de cada corazón la consunción cotidiana.
humano y toca con su presión ineludible. La misión es Hay en el corazón humano muchos deseos insatis-
ayudar al hombre a abrirse sobre esa única realidad, fechos, muchas aspiraciones no alcanzadas e inalcan-
sobre lo eterno. zables.
«Lo que no es eterno es nada»: no es ésta una ex- La misión ayuda a llenar esta zanja sin límites, da
presión de quien quiere negar el mundo, sino de quien un nombre al deseo, indica un camino, ofrece una
quiere «redimir el tiempo» que huye, evitar la catástro- guía.
fe de la nada a su época y a su mundo. De este modo, el hombre recibe la ayuda necesaria
Vive sumergido en lo eterno aquel que quiere co- para llegar al lugar al que está destinado, a ese puerto
nectar cada momento presente, que precipita en el va- sin el cual su vida es una inútil lucha en medio de las
cío, con la única consistencia. olas de un océano no siempre tranquilo y raras veces
¿Existe acción más valiosa que la de salvar de la amigo.
nada? ¿Hay alguna meta más arrebatadora que la de
liberar de lo que hace perder la consistencia? ¿Hay ta- 6. Nos decidimos, pues, por la misión con el fin
rea más sublime que la de abrir los ojos sobre la capa- de que la única realidad consistente, la eternidad, ten-
cidad de duración y de plenitud de vida que salen al ga un lugar en las perspectivas del hombre. «La vida
encuentro del hombre? entera —decía Rosmini— consiste en dar el justo peso
¿Acaso es posible todo esto sin hacer aflorar y sin a la palabra eternidad».
cultivar el instinto de lo eterno, que es el instinto del La vida humana, esta vida tan apremiante, se en-
ser, el instinto de la vida? cuentra muy cercana al sueño. Por sus extrañezas,
contradicciones, incoherencias, tenemos la impresión
5. El instinto de lo eterno, de algo sólido y per- de poderla dominar hasta cierto punto tan sólo. Su
manente, no es otra cosa que nostalgia de Dios, deseo mayor parte parece que se nos escapa. Es un río que
de retornar a El, de echar anclas en El. nos lleva y nos arrastra, en el cual bogamos con preci-
La misión hace brotar del corazón del hombre este pitación y nos angustiamos, cuyo flujo es constante,
deseo, inútilmente desviado y encauzado hacia las co- continuo, indetenible, a menudo incontrolable.
sas finitas; desentierra la nostalgia de Dios escondida Existe el momento del despertar, cuando atracare-
bajo la pesada cubierta materialista que quiere ence- mos en la realidad y nuestros ojos se abrirán plena-
rrar al hombre en la finitud; pone en crisis la resigna- mente, cuando nos veremos anclados en la tierra sóli-
ción de aquel que desea verse inexorablemente reclui- da y segura de la identidad alcanzada.

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Y esta Patria, la tierra sólida, el día sin ocaso, la Nunca como ahora la apasionada y límpida confe-
vida, es El, nuestro Creador, tan sólo El, únicamente sión de Agustín es más actual: «Deus intimior intimo
El, el Autor de todo, que ha encendido el deseo de sí meo et superior summo meo!». Dios más íntimo que
mismo en sus creaturas a fin de que en el fluir de cada
mi intimidad, más alto que mi altura.
cosa aspirasen a El.
Dios, expulsado por una puerta, vuelve a entrar
La misión mantiene vivos este «desengañar» y este
por la otra; conculcado hacia abajo, vuelve desde lo
«deseo». Tarea esencial, puesto que el hombre tiene la
alto; destronado de los cielos, emerge desde las pro-
tentación de confundir el sueño con la realidad y la
fundas exigencias del hombre.
realidad con el sueño.
Ricardo Bacchelli escribía en 1978 que el hombre La misión penetra en ese incoercible movimiento
puede abandonarse a la espera, altiva y serena, del del hombre hacia algo más grande, para conducirlo a
paso «de un todo que es nada (la vida) a una nada que la vida, a esa vida en la que se entra en comunión con
es todo (la muerte)». el Autor de la vida.
La misión tiene que ver con la cuestión esencial de Mientras que los hombres trabajan para producir
la existencia, arrojando luz sobre la nada y sobre el cosas, Dios envía en misión a trabajar porque quiere
todo, sobre el sueño y sobre la realidad, sobre el ins- comunicarse El mismo.
tante y sobre lo eterno, sobre lo efímero y sobre lo El trabajo de la misión consiste en anunciar esta
consistente. meta, en ayudar al hombre a ponerse en la disposición
de recibir este don único. La vida humana se convierte
entonces en una premisa indispensable, en una condi-
7. Si esto es cierto, se hace necesario anun-
ción necesaria de la comunicación de la vida divina.
ciar con fuerza a Dios como meta y fundamento del
hombre. De aquí toda su dignidad: un instante que puede
Y esto, con la fuerza y la seguridad del que tiene volverse eterno, una chispa que puede convertirse en
conciencia de que el hombre está hecho para Dios, que incendio, un momento que puede devenir perennidad.
el corazón del hombre está destinado a algo mucho Señalando la divinización como la meta verdadera
más grande que su fínitud. y definitiva, la misión impide que el hombre se degra-
El apóstol, a pesar de las convicciones de una par- de, que toque el fondo de su miseria.
te de la cultura moderna que ve a Dios como «veneno» Hoy como ayer, el ser humano tiene la tentación
del hombre, es impulsado por una verdad tan elemen- de «bestializarse», de exasperar su materialidad, de de-
tal como es que el hombre ha sido hecho por Dios jarse arrollar por los instintos.
para que pueda alcanzar a Dios. Al final, únicamente la altísima meta de la divini-
Todo el clamor de determinado pensamiento con- zación es la que lo interroga, lo agita, lo inunda de
temporáneo no puede acallar el impulso del hombre nostalgia por un mundo más noble y más sereno, lo
hacia algo que es mucho más elevado que él. llena de energías divinas, lo «regenera en superiores

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formas divinas», según la hermosa expresión de Pico re-evangelización ha terminado por debilitar la con-
de la Mirándola. fianza en la misión misma: existe toda una serie de
El mundo entero debe abrirse a lo divino para re- problemas reales que están siendo afrontados y cali-
generarse. A través del trabajo, el hombre pone el cos- brados en estos años con seriedad y pasión.
mos a su servicio: mediante la misión, el hombre, que Tal irrupción de nuevas perspectivas puede expli-
domina el cosmos, se abre a lo divino, se regenera a sí car, en parte, esa sensación de desasosiego que embis-
mismo y regenera el mundo. En la misión, el universo te al mundo del apostolado y de la misión.
vuelve a Dios y reencuentra en El su solidez y su nue- Sin embargo, aun en este delicado momento, el
vo nacimiento. empuje misionero de siempre no puede ser extinguido.
En la misión, el ser humano queda colocado ante La misión es uno de los síntomas más seguros de
su meta: dejarse «elevar a participar de la vida divina» la buena salud de la Iglesia. Una Iglesia segura de te-
(Lumen Gentium 2). ner dentro de sí «la luz de los pueblos», al Viviente, al
Esta meta es decisiva para el hombre y para el Hacedor de la vida, se hace misionera por los caminos
mundo: o «dejarse regenerar en superiores formas di- del mundo, por las tortuosidades de la cultura, en cada
vinas» o precipitarse en el caos de lo fútil y de la nada. situación, oportuna e inoportunamente.
«La vida eterna del hombre y del mundo está en Las dificultades del momento presente, lejos de
juego. La misión de la Iglesia bascula entre salvación arrojar en la crisis, deben sacudir las energías más sa-
y condenación, entre vida y muerte. No basta con re- nas y más vivas.
tocar los detalles si el corazón no se deja agarrar por «La Iglesia misionera —recordaba hace años el
la urgencia de la opción por el Reino de Dios» (card. P. De Lubac— no tiene otra alternativa que el arrojo
Martini). o la renuncia. Si escuchase demasiado las voces
del sentido común, no solamente se condenaría al
8. Sin embargo, alrededor de la misión existe un inmovilismo, sino que se confesaría simplemente hu-
aire de sutiles distingos, de un compromiso menos se- mana. Infiel a su misión, cometería además el pecado
guro y menos entusiasta que en épocas anteriores. contra el Espíritu».
Para algunos, la palabra evoca la imagen de un Y las voces del sentido común podrían ser hoy las
proselitismo frenético; para otros, los problemas de la que invitan al cristiano a comprometerse principal-
inculturación, del respeto y del diálogo con las diver- mente por el hombre, poniendo entre paréntesis el
sas religiones, ocupan el primer lugar; ante otros, este anuncio del amor de Dios; a trabajar casi exclusiva-
mundo opulento y tranquilo aparece demasiado segu- mente en la construcción de la ciudad del hombre, ca-
ro de sí mismo para aceptar ser molestado; otros con- llando sobre la ciudad de Dios; a creer que el progreso
sideran que los problemas de la justicia social son los humano es suficiente para salvar al hombre.
de mayor importancia; para otros aún, el escaso resul- Hay momentos y lugares en los que el discurso ex-
tado de los diferentes intentos de evangelización y de plícito sobre Dios es oportuno que sea diferido; pero

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en el corazón del apóstol debe apremiar, no puede ser El apóstol conoce todo esto, no porque posea una
acallado; en todo caso, se tratará tan sólo de una dolo- sabiduría humana más profunda, sino por el don que
rosa postergación; no puede dejar de alimentar la con- le llega de lo alto.
vicción de que, sin Dios, el hombre es nada; que, sin Es este don, elevado y gratuito, el que impide todo
eternidad, la historia humana es una tragedia inútil; sentimiento de superioridad, así como todo sentimien-
que, sin inmersión en lo divino, el hombre es muy poca to de inferioridad.
cosa. Es un don grandioso que debe ser recibido con
gratitud, «doblando las rodillas», como hacía Pablo,
con admiración y estupor ante «el misterio escondido
9. En lo profundo del corazón del apóstol existe en los siglos y ahora revelado», estupor que supera lar-
la indestructible convicción de que el hombre sin Dios gamente el atractivo de cualquier otra creencia huma-
es un ser mutilado, de que el destino humano se salva na y cultura contrarias.
en la medida en que el hombre se ofrece a Dios. Y esto En la contemplación de este «misterio escondido»,
a pesar de las certezas del ateísmo contemporáneo, a en la adoración continua, constante, agradecida y glo-
pesar del extravío moral de la gente, a pesar del vagar rificadora, es donde nos dejamos penetrar hasta lo
incierto del pensamiento actual, débil o fuerte, a pesar más profundo del corazón y llegamos a la decisión de
de la conciencia que tienen los diferentes humanismos que la única respuesta posible es hacerse don, a fin de
de representar un estadio superior de la cultura, a pe- que el don sea conocido y los hombres «lleguen al co-
sar de la tranquila y satisfecha existencia de no pocos nocimiento de la verdad».
hermanos nuestros, a pesar de una difundida insensibi-
lidad hacia los valores que nosotros estimamos.
No obstante estas y otras evidencias, sigue en pie
el hecho de que el hombre sin Dios no vive en la ver-
dad, no tiene una correcta relación con el todo, es un
ser ampliamente incompleto, más aún, es una pobre
cosa y está destinado al fracaso.
De esta convicción de fondo es de donde nace toda
osadía; esta convicción es la que impide toda renun-
cia; esta convicción es la que conduce a comprometer-
se en la misión sin complejos, ni de inferioridad ni de
superioridad.
Uno solo es el Viviente y el Dador de la vida: el
Dios vivo y verdadero, a quien se debe todo honor y
gloria por los siglos de los siglos.

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dicar, a llevar una vida precaria, para convertirse lue-
go en objeto de burla y dejarse matar; no habría pedi-
do ese cúmulo de sacrificios a millones de personas,
comprometiéndolas en la misión.
El amor que mueve la misión es en verdad un don:
aceptando este don y respondiendo con el don de sí
mismo, se posee plenamente el don definitivo.
La misión encuentra sus raíces en el don eterno de
la Trinidad feliz y hacedora de felicidad, don que se ha
2. Dios, Padre de todos manifestado en el tiempo: el Padre ha donado al Hijo,
y el Hijo se ha donado para poder donar el Espíritu.
los hombres El Padre «amó tanto al mundo» que entregó a su
Hijo. El Hijo «amó a los suyos hasta elfin».El Espíri-
tu es donado «para la vida del mundo». Tú recibes el
1. Pero ¿por qué fatigarse en la misión, incomo- Espíritu afinde que puedas ser donado por El «para la
darse e incomodar, si en definitiva una mano invisible vida del mundo».
conduce a todos a la salvación? La empresa difícil, insólita y compleja de la misión
¿Por qué hacer difícil y complicada la vida a quien es posible y necesaria, puesto que tiene antecedentes
vive serenamente su existencia normal, anunciando un tan ilustres: es considerada de tal importancia que se
mensaje que, por cierto, no facilita la vida? han comprometido «en primera persona» las mismas
¿Por qué arrojarse en un mar de molestias, con el Personas de la Trinidad.
riesgo de volverse anacrónicos e irritantes, si al final El Don es de tal envergadura que bien se puede
podremos encontrarnos todos en el Reino? comprender la invitación a donarse.
Estas y otras consideraciones pueden ser formula- Es necesario volver la mirada hacia esta increíble
das por cristianos y apóstoles en un momento difícil historia del compromiso personal de nuestro Dios,
del compromiso apostólico y misionero. para comprender que la misión es algo terriblemente
Si es verdad que el Padre quiere salvar a todos los serio.
hombres, es igualmente verdad que su salvación la Si, tal como está, el mundo estuviera bien, ¿acaso
hace depender también de ti. Tú también estás com- Dios, que lo ha creado, se habría preocupado tanto?
prometido en primera persona en la salvación de los Si la visión del mundo propia de la gente común hubie-
demás, a través de tu compromiso apostólico. ra tenido necesidad tan sólo de retoques, ¿acaso Dios
Si todo fuese tan obvio y tan fácil, El no habría se habría tomado tantas molestias? Si el curso general
arrojado a su Hijo en un mar de molestias; no se ha- de las cosas hubiese tenido en sí mismo los correctivos
bría incomodado tanto; no habría enviado gente a pre- para enderezarse (correctivos ya «programados», tales

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como la racionalidad, los buenos sentimientos, el senti- entregó por nosotros» y que quiere que «nos entregue-
do común, la conciencia colectiva, etc.), ¿acaso habría mos por los hermanos». En la misión estamos en rela-
asumido El esa azarosa vicisitud que fue su atribulada ción con el origen de todo origen. En ella, quien envía
existencia entre nosotros? es Dios: El envió al Hijo, y el Hijo te envía a ti. El con-
Hay un denso misterio en todo esto. Pero hay sufi- senso que se necesita es el suyo. Los criterios que hay
ciente luz para comprender que algo muy grande está que seguir son los suyos.
en juego y para tomar en serio el don que el Hijo ha Los destinatarios pueden acogerte o no hacerlo,
hecho de sí mismo en el cumplimiento de su misión. pueden estar o no de acuerdo, escucharte o no. Pero la
El Dios que se manifiesta es un Dios que se dona y misión no depende de la aceptación de los destinata-
que me invita a donarme en una tarea misionera: he rios, sino más bien de la fuerza del «mandato», que se
aquí la vivísima luz que brota de aquel denso misterio hunde en el mismo corazón de Dios, el cual, a través
que son las vicisitudes de Dios en la historia de este de ti, cuida de sus hijos...
mundo. Así lo ha hecho su Hijo, que buscaba el cumpli-
miento de la voluntad del Padre y no «su propia glo-
2. Es cierto, entonces, que el punto de referencia ria», y se convertía de ese modo en el punto de referen-
absolutamente primario del apóstol es Jesucristo, el cia obligado de todo apóstol.
Señor, ¡«imagen del Dios invisible», «camino verdade-
ro que conduce a la vida», «luz verdadera que ilumina 3. Si quieres comprender algo de la misión, fija
a cada hombre», «esperanza de la gloria»...; tu mirada en Cristo, don del Padre, Apóstol del Padre.
No se va en misión primariamente por amor a los Cada palabra suya tiene sabor a eternidad, cada gesto
hombres. Dice Pablo a los Corintios: nosotros somos suyo es para la eternidad. El es la forma humana de lo
«siervos vuestros por Jesús» (2 Cor 4,5). El servicio se divino que quiere conducir lo humano a su plena reali-
presta a los hombres por amor de Jesús. zación divina.
El que va en misión no lo hace tanto porque se Sin embargo, la «plena realización divina», es algo
sienta «llamado por los hombres», sino principalmente tan grande e inimaginable que el hombre ciego queda
porque es enviado por Cristo y por amor a El, que le ante ello deslumhrado, incrédulo, casi escéptico.
permite ser «misericordiosamente investido de este mi- La «divinización» es la transfiguración de la reali-
nisterio» (2 Cor 4,1); que le permite, además, estar al dad humana en la realidad divina; es el proceso a
servicio total de los hermanos «para irradiar el conoci- través del cual Dios se posesiona del hombre, el «Dios
miento de la gloria de Dios que está en la faz de Cris- todo en todos», mediante la aceptación y el cumpli-
to» (2 Cor 4,6). miento de su voluntad.
La fuente primera de la misión no reside ni en las El hombre Jesús ha mostrado que es «el verdadero
necesidades de los destinatarios ni en la decisión de camino que conduce a la vida» divina, en especial en
una determinada comunidad, sino en Aquel que «se su trágica y gloriosa pasión, en su muerte y resurrec-

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ción. Nos ha mostrado que la cruz es el «camino estre- Por eso los más grandes apóstoles, los más ardien-
cho» a través del cual es necesario pasar para poder tes misioneros, han madurado al sol de la pasión de
alcanzar la tierra del Señor, la ciudad santa, la pose- Cristo. La pasión por las almas se enciende con el fue-
sión por parte del Señor. go de la Pasión de Cristo.
El ser finito debe morir para poder soportar el
peso de lo infinito. Mis tinieblas deben apagarse para Esa entrega «hasta el fin», ese amor fuerte y segu-
que, en su lugar, se haga la luz. Mi cuerpo de pecado ro, ese don que no se retira ni en las más densas y os-
tiene que ser crucificado para volverse glorioso. Mis lí- curas tinieblas, ese proseguir confiadamente hacia el
mites deben ser quebrados a fin de que yo pueda reci- fracaso seguro, esa voluntad del Padre que sostenía a
bir lo ilimitado. Jesús en la más triste soledad, ese dejarse despojar de
Es éste el itinerario del cristiano y éste el núcleo de toda dignidad, ese volverse «gusano y no hombre»... es
su desarrollo: de la oscuridad a la luz, de una luz débil el camino estrecho a través del cual irrumpe Dios en el
a una luz más clara, del esplendor humano al refulgen- mundo; es la entrega de sí mismo por parte del hom-
te sol divino que no tiene ocaso. bre que permite otra muy distinta entrega por parte de
Nadie puede dar tanto y ni siquiera puede pen- Dios; una entrega por sí y por los hermanos.
sarlo. Si no contemplas esa Pasión, dificilmnte se encen-
Únicamente Jesús, el Señor, que antes que noso- derá tu corazón para la misión, difícilmente resistirás
tros y por nosotros ha recorrido este camino, convir- las pruebas de la misión, difícilmente amarás las almas
tiéndose para nosotros en el Salvador luminoso, puede con pasión. Si no contemplas esa Pasión, incluso te re-
llevarnos «de luz en luz» hasta hacer de nosotros «la sultará difícil ver el núcleo eterno de una persona, lo
nueva creación» en la que incluso los dones concretos que la tradición ha denominado «alma».
y particulares adquirirán la consistencia y la sobre- Es fácil quedar turbados por las formas de los
abundancia divinas. cuerpos atractivos o repugnantes, ricos o pobres, y
confundir los rasgos externos y el brillo fugaz con lo
que debe ser el objeto del cuidado del apóstol. Mira lo
4. He aquí el lugar central de la cruz en la misión que queda, para salvar lo que perece. Disipa la niebla
de Cristo y del cristiano. La cruz es el lugar en el que de las ilusiones con el sol de la Pasión; ilumina las tor-
acaece la entrega suprema que el hombre hace de sí tuosidades de tus espejismos con la claridad de la Pa-
mismo, una entrega que hace posible la autodonación sión; decídete por una misión sin titubeos, sintonizán-
de Dios. dola con ese corazón que está abierto por haberlo
La meta de la divinización requiere la cruz: sólo dado todo; vence tus temores fijando tu mirada en
cuando te entregas totalmente, Dios se entrega a ti. Aquel que ha sido traspasado.
Y en la misión: sólo cuando te entregas totalmente, ¿Cómo es posible perder el tiempo, el poquísimo
Dios entra en el mundo. tiempo que tenemos a nuestra disposición, andando

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en el Hijo. Hijos verdaderos de la segura verdad traída
tras nuestras pasiones personales, cuando contempla-
por Cristo.
mos la Pasión de Dios por los hombres?
¿Es acaso exagerado Dios al amarnos tanto o so- Podemos ser pobres, pero somos hijos de un Rey.
mos nosotros tan pavorosamente ciegos al desintere- Podemos ser desafortunados, pero somos hijos de
sarnos de ese amor? Dios. Podemos ser los últimos en la vida, pero queda
¿Cómo no sentir una loca pasión por las almas, intacta la dignidad de nuestra pertenencia a una estir-
luego de la loca Pasión de Cristo? ¿Cómo no entregar- pe divina. Nadie nos puede robar este título y esta dig-
me a la misión, luego de la entrega que mi Señor ha nidad. Pueden robarte todo, pero nadie puede robarte
hecho de sí mismo? tu realidad primaria y suma. Este es el núcleo de las
La perplejidad, las dudas, los interrogantes acerca bienaventuranzas. Esta es la indiscutible verdad traída
de la misión, se disipan al pie de la Cruz: la misión me- por Cristo acerca del hombre; verdad de la que la mi-
rece la entrega total de sí, porque entonces Dios se en- sión se hace promotora para elevar al ser humano,
trega al mundo para embellecerlo con su misma belle- para constituirse en fundamento de cada una de sus
za, hacerlo resplandeciente con su mismo resplandor, reivindicaciones y en rescate de toda opresión.
liberarlo con su mismo brazo. Mediante la misión llega al hombre, aun al último,
Regresa al pie de la Cruz cada vez que la misión te la seguridad de ser insustituible. Para el corazón de
pese. Y su peso se volverá liviano, y tu hermano te re- Dios, tú eres «único e irrepetible». No sólo eres impor-
sultará dulcemente soportable. tante, sino que, incluso, sólo por ti habría hecho lo que
ha hecho: el universo y sus maravillas; por ti solo se
habría convertido en el Buen Pastor que va en busca
5. Estar en misión significa, pues, estar al servi- de la oveja perdida.
cio de la luz divina que brilló en este mundo en Cristo Hay que partir de esta verdad, de esta verdad que
Señor. «Dios, Salvador nuestro, quiere que todos los es el Amor, para dar al hombre la certeza de que su
hombres se salven y alcancen el conocimiento de la vida vale la pena ser vivida, no por las metas huma-
verdad». Y la verdad consiste en conocer que «hay un nas, bienes o deseos o triunfos, sino por el hecho fun-
solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y damental y básico de que la suya es una vida que ha
los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se en- sido querida y que es acogida, acompañada, esperada
tregó a sí mismo como rescate por todos» (i Tm 5-6). por un Amor ternísimo e inquebrantable.
Cristo-Verdad libera de tantas inútiles desviacio- Y esto vale en todas las latitudes, en los países
nes, porque «la verdad nos hará libres».
opulentos y en los países paupérrimos, en los países in-
Servicio a la verdad, pues, a la verdad que viene de
dustrializados y en los países en vías de desarrollo, en
Dios acerca del destino del hombre. Verdad que toca
los países individualistas y en los países colectivistas,
al hombre en lo profundo, y lo renueva y reanima, y le
en el norte y en el sur.
da la conciencia y el orgullo de ser hijo de Dios. Hijos
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26
De estas verdades primarias es de las que el mun- lleva únicamente la Palabra de Dios, su Amor, el testi-
do tiene necesidad, tanto el mundo que se dice cristia- monio de una vida asida por Cristo y sumergida en lo
no como el que no lo es. Porque a menudo la referen- eterno, el gozo de ser aceptado por Dios y por El coti-
cia a Cristo y a la dignidad del hombre es ignorada o dianamente perdonado y reconstruido, hecho nuevo
es tan sólo verbal. cada día.
En una época de pragmatismo, en la que lo útil es Todo esto resulta siempre tan nuevo e inaudito que
confundido con lo verdadero y lo funcional con lo puede transformarse en fermento para cada situación,
ideal, anunciar la sencilla y elemental verdad del Evan- ser germen e inicio de nuevas formas de civilización,
gelio puede ser tan impopular como necesario. En una abrir nuevos horizontes para el pensamiento humano,
época en la que el hombre es escéptico ante la verdad, sembrar elementos de Evangelio en cada cultura, dar
es necesario tener el valor de proclamar la verdad de origen a una nueva cultura y así, de continuo, «hacer
Cristo, el Señor, y de la suprema dignidad del hombre. nuevas todas las cosas».
Porque, como observa A. von Speyer, «ningún Pero no hay que confundir los objetivos humanos
hombre es la verdad misma. Es verdad que mantiene (siempre subordinados a lo relativo) con lo Absoluto
una cierta distancia respecto de la verdad, pero debe de su Amor, tal como se ha revelado en Cristo Señor,
dejarse decir qué es la verdad. Tiene que abrirse a de quien somos humildes testigos y humildísimos aun-
ella, trasladar fuera de sí mismo su propio comienzo que infatigables anunciadores.
y su propio fin y ponerlos en el Señor, que es prin-
cipio y fin.
Y cuanto más grande sea la verdad que un hombre 7. Teniendo conciencia de la necesidad del Evan-
alcanza, tanto más deberá superarse a sí mismo para gelio, es oportuno, asimismo, no precipitarse a hacer
acogerla». análisis, sobre todo si son negativos. Es demasiado fá-
cil emitir juicios pesimistas y catastróficos y, por lo
6. Sin embargo, para ayudar al hombre «a supe- tanto, hacer el papel de profetas de calamidades y des-
rarse a sí mismo», el apóstol tiene que conocer los ca- venturas.
minos de la humildad. El apóstol no va en misión para Nuestra época está marcada por cambios colosa-
imponer sus ideas, para modelar el mundo a su imagen les. Hay desorientación en el hombre de hoy, que se
y semejanza. encuentra en medio de un mundo que gira en torno a
Tener una misión no significa tener conciencia de unos valores, realidades y perspectivas inéditos. Pen-
que se posee algún tipo de superioridad. El hombre se semos tan sólo en las perspectivas del posible e inmi-
defiende instintivamente de quien se cree superior a él. nente fin de todo.
El apóstol es tan pecador como los demás: tiene De ahí las nuevas actitudes, las nuevas preguntas.
suficiente miseria personal para estar convencido de De ahí la aparición de nuevos valores y el eclipse de
que nada suyo tiene para poder llevar a los otros. El otros.

28 29
viene del corazón del Dios-Amor sin tener entra-
De ahí las diferentes formas en que se plantea la
ñas de misericordia, de bondad, de benevolencia, de
pregunta religiosa, a menudo insinuada en los lugares
humildad?
y en las situaciones menos pensados.
¿Cómo ser creíbles si en nuestras desavenencias
Es demasiado fácil descalificar apresuradamente
pisoteamos la caridad? ¿Cómo pretender que sea
al mundo de hoy. El mal existe, ¡y de qué modo! Exis-
abrazado el mensaje del Amor cuando lo esgrimimos
te el pecado. Existe el egoísmo. Sin embargo, no todo
de una forma belicosa y agresiva que humilla al inter-
aquello que no es conforme a los modelos del pasado o
locutor?
a nuestros esquemas es pecado y mal.
¿Cómo pretender convertir al Dios de Jesucristo
También nuestro tiempo, como el pasado, necesita cuando en la lucha nos importa sobre todo la victoria
de la medicina del Evangelio: el hombre siempre es un de nuestras perspectivas personales?
enfermo. Pero las enfermedades cambian según las ¿Acaso Dios no podría enviar legiones de ángeles
épocas. para ganar sus batallas? ¿Acaso no es suficientemente
Ayer podía predominar la insensibilidad social poderoso para «reducir al silencio a enemigos y rebel-
frente al sufrimiento ajeno; hoy puede predominar el des»?
narcisismo. Nuestra victoria es la fe en este «Amor invencible»
Es necesaria mucha humildad y mucha prudencia que ha vencido al mundo por la mansedumbre con que
para no malgastar el Evangelio, para no mezclar el ha combatido la buena lucha para afirmar ese Amor
Evangelio con tu visión del mundo, para no compro- irreductible suyo y del Padre aun hacia sus enemigos.
meter el Evangelio con alguna perspectiva personal. Para salvar al hombre hay que amarlo.
Humildad también ante las parciales e imperfectas «Reprobar los errores, sí, porque esto es lo que exi-
realizaciones históricas de nosotros, los cristianos. La ge la caridad, no menos que la verdad; pero, para con
verdad cristiana es infinitamente más grande y exigen- las personas, tan sólo invitación discreta, respeto y
te que las posibilidades del hombre. amor. En lugar de deprimentes diagnósticos, estimu-
Por lo tanto, mientras que, por una parte, pode- lantes remedios; en lugar de funestos presagios, men-
mos tener la seguridad de ser anunciadores de la ver- sajes de confianza»: así resumía Pablo VI el espíritu
dad que viene de Dios, por otra, es necesario tener la del Concilio. Y éste es el espíritu del Evangelio, ante el
humildad del que sabe que no siempre ha estado a la que el apóstol se pone en actitud de humilde y devoto
altura debida en las propias realizaciones históricas. servicio.
El sentido de la verdad cristiana debe ir siempre
conjugado con una vigilante y atenta exigencia de ca-
ridad, precisamente porque la verdad cristiana es el 8. La seriedad de la situación exige que todas las
Amor. energías sean encauzadas hacia la misión. Cada cris-
tiano es un apóstol al que hay que despertar. Todos
¿Cómo anunciar un mensaje de Amor sin humil-
aquellos que quieren anunciar a Jesús, siempre que sea
dad y sin amor? ¿Cómo proponer una verdad que
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a nuevos hijos para hacer que la familia de los Hijos
Jesús el Cristo, deben poder ser acogidos y compro-
de Dios sea más numerosa y gozosa.
metidos.
La tarea de la misión es inmensa, compleja, ilimi-
Es el momento, pues, de una gran convergencia de
tada, «católica», es decir, abraza a todos los pueblos y
todas las fuerzas en la empresa suma de la evangeliza-
todas las situaciones. Con sus dones, carismas y mi-
ción.
nisterios, el Cuerpo de Cristo puede afrontar los diver-
No es el momento de las divisiones, de las exclu- sos ámbitos, lugares y sectores, hasta los últimos con-
siones, de las discusiones fútiles y sobre los detalles. fines de la tierra, de las culturas, de los corazones
No podemos sustraernos a la impresión de que, en humanos.
estos años, tal vez nos hayamos preocupado más de ¡Ay de aquel que se opone o desprecia lo que está
las disputas internas que de la acción misionera en destinado a la única misión! Todo está destinado al
nuestro mundo.
gran río de la única misión.
Hemos sido invadidos por disputas sobre modali- Los pleitos y las exclusiones no pueden ser produ-
dades culturales y eclesiales y sobre aspectos puntua- cidos sino por infatuaciones de neófitos o por incom-
les de determinados problemas «ad intra», mientras prensiones de la grandiosidad de la tarea misional,
que el mundo «ad extra» parece seguir tranquilamente para cuya realización ningún don tiene que perderse,
su camino. Son incontables las energías gastadas en ningún talento debe ser sepultado, ninguna energía dis-
tales batallas, y todo ello puede ser imputado a la persa. Todo esto dentro de la gran comunión eclesial,
impenetrabilidad del mundo contemporáneo, que que no debe ser herida ni ridiculizada, porque ella crea
puede inducir a replegarse sobre el más fácil debate la fuerza de un todo coordinado y dirigido hacia la
intraeclesial. única meta.
Es necesario crear un clima de aceptación interna Una vez más: si tienes en verdad la misión en el
recíproca para poder fijar mejor la mirada en las mul- corazón, sabrás soportar también que algunas de tus
titudes, en los continentes sin Cristo, en los miles de convicciones sean heridas, «con tal de que Cristo sea
millones de personas que nada saben o nada quieren predicado», con tal de que el Amor sea anunciado, con
saber de Cristo. tal de que el Evangelio lleve el gozo a muchos herma-
Se debilita en el mundo la luz de la fe; el Amor de nos. Si no sabes hacerlo, habrá que pensar que tú estás
Dios no es comprendido; el hombre está aturdido y en misión más para llevarte a ti mismo que para llevar
distraído: la caridad de Cristo nos empuja y nos llama el Amor de Dios manifestado en Cristo Señor y desti-
a salir de nuestros cómodos debates para afrontar el nado a todos los hombres.
mar abierto de la incredulidad y de la indiferencia.
«Al interior», nos debemos acoger y sostener, cada
uno con sus dones, cada uno con sus perspectivas. Las
mallas de la «comunión católica» son amplias, como
amplios son los brazos de la madre que quiere acoger
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32
hombre se nota incapaz de domeñar con eficacia por
sí solo los ataques del mal; hasta el punto de sentirse
como aherrojado entre cadenas» (Gaudium et Spes
13).
Lo que puede romper la cascara, hender la coraza,
suscitar la inquietud, despertar el interés por las cosas
de Dios, es el Espíritu de Dios.
El Espíritu Santo es «necesario» para la misión, ya
que en ella y mediante ella se presentan las cosas de
3. Dios, amante Dios, se dicen sus palabras y se abren para el hombre
horizontes inimaginables, que están más allá de cada
de la vida una de sus experiencias.
Sin el Espíritu Santo no sólo son incomprensibles
las realidades últimas y básicas, sino también el Evan-
1. «Dios», «eternidad», «divinización», «dignidad gelio en su conjunto: hoy como ayer, hoy quizá más
de los hijos de Dios», corren el riesgo de ser puras ex- que ayer.
presiones verbales, palabras vacías en el mundo de Acertadamente observa P. Dagnino: «Para llegar a
hoy. amar a quien no ama hay que caminar dos mü pasos,
El apóstol habla y propone; sin embargo, para no dar hasta la túnica, ofrecer la otra mejilla, invitar al
pocos de sus interlocutores, estas palabras tienen un pobre, dar sin interés, perdonar las ofensas, amar a los
peso poco relevante, estas expresiones han perdido su enemigos; para considerar como 'gracias-privilegios'
densidad única; estos problemas no son tales pro- la pobreza, la virginidad, la obediencia; para conside-
blemas. rar bienaventuranzas a las bienaventuranzas; para
La experiencia de cada día prueba la verdad de la comprender que bajo un fracaso puede encontrarse un
constatación evangélica: los hombres que quieren go- triunfo (¡el escándalo de la Cruz!), bajo la pobreza una
bernarse por sí solos «se ven ahogados por las preocu- riqueza, bajo la enfermedad lozanía, bajo la fealdad fí-
paciones, las riquezas y los placeres de la vida» (Le sica una riqueza espiritual; para comprender que es
8,14), «por el libertinaje, por la embriaguez y por las necesario preferir los bienes mesiánicos a los propios
preocupaciones de la vida» (Le 21,34). padres; para comprender que la esposa ama de veras a
El apóstol constata que «el hombre, por sus solas su esposo si le es fiel aun cuando éste se drogue, se em-
fuerzas, no capta las cosas del Espíritu de Dios; son briague o termine en la cárcel: para amar todo esto se
necedad para él, y no puede captarlas porque sólo requiere un principio extrínseco al hombre, que los
pueden ser juzgadas y entendidas por medio del Espí- cristianos creen que es el Espíritu Santo, el cual realiza
ritu» (cf. 1 Cor 2, 14-15). Siguiendo al Concilio: «el en el ser humano estos 'milagros'. Porque de puros mi-

34 35
lagros se trata, infinitamente superiores a una curación Es el Espíritu el que impulsa la misión. Es El la
repentina o a la resurrección de un muerto». fuerza de Dios, su dinamismo dentro de ti; es El quien
conoce los caminos y los tiempos de la misión.
2. Todo esto es verdad, porque el gran protago- Es necesario escuchar al Espíritu con mayor pro-
nista de la misión es El, el Espíritu de Dios, que cono- fundidad y atención. Escúchalo más que las voces de
ce las cosas de Dios, que las ilumina ante los ojos de la los hombres. Escúchalo antes que cualquier otra voz.
mente, que hace vibrar los corazones, que proporciona No es posible servir a los hombres en nombre del
un significado a las palabras extraordinariamente ele- Amor de Dios si no te dejas transportar por ese Amor.
vadas y comprometedoras que deben ser pronuncia- ¿Qué sabes tú de Dios? ¿Qué puedes decir de su
das, El que es Señor y da la vida. Amor? Entre tú y Dios existe toda la distancia que se-
Es necesario dejar un espacio real y creciente a la para la gota del océano, la nada del todo.
acción del Espíritu en la misión, en la vida personal, en Tú puedes hablar de El si El te habla. Tú puedes
las metas pastorales. balbucear algo de El si escuchas su voz y te dejas lle-
El impulso misionero, el deseo de realizar proyec- var por ella.
tos apostólicos, la misma pasión apostólica, los planes Haz lugar al Espíritu, a fin de que El trabaje en ti y
pastorales, no pueden distraer de una fundamental dis- para ti. Tú puedes hacerte don para los otros si te de-
ponibilidad a la acción del Espíritu, protagonista y au- jas llevar por el don por excelencia que es el Espíritu.
tor primero de la misión. Nadie niega esto explícita- Tú puedes descubrir nuevas fronteras y nuevos ho-
mente. Sin embargo, implícitamente sí se niega, ya rizontes en la misión si dejas que el Espíritu te ilumine.
que, o nos olvidamos del Espíritu Santo, o razonamos Tú puedes soportar el rechazo y afrontar la dureza de
en estos términos: «El Espíritu Santo existe y actúa. la misión si te son concedidas la fuerza y la consola-
Nosotros actuamos, haciendo la parte que nos corres- ción del Espíritu.
ponde, y El nos ayudará». «El Espíritu Santo infunde en el corazón de los fie-
Pero esto equivale a pretender que el Espíritu les el mismo espíritu de misión que impulsó a Cristo»
aprueba y hace que tengan éxito nuestras empresas. (Ad Gentes 4).
Más aún: que, hagamos lo que hagamos, estamos se-
guros de que El está con nosotros. 3. Decir Espíritu Santo significa decir oración.
Nos encontramos aquí en una situación similar a El Espíritu le es concedido al que ora. Según Lucas, el
la de Marta y María. Marta es reprendida no porque verdadero objetivo de la oración es el Espíritu Santo.
actúa, sino porque actúa sin escuchar antes al Maes- En los Hechos de los Apóstoles, el libro de la mi-
tro. El Espíritu debe ser invocado y escuchado para sión, el Espíritu es invocado en los momentos más im-
que pueda ser El quien conduzca nuestras empresas, portantes, y su venida está estrechamente ligada a la
para que nuestras obras no sean nuestras, sino suyas. oración.

36 37
Si la misión es obra del Espíritu, la misión es, pues, San Agustín, que conocía bien el corazón del hom-
obra de la oración. bre, las insidias que lo rodean, las trampas que le tien-
Las grandes escrucijadas de la misión, las grandes den su propia e increíble ingenuidad y su incurable de-
opciones, las grandes dificultades, son enfrentadas y bilidad, recomendaba el remedio de la interioridad,
resueltas por el Espíritu y, por lo tanto, por la oración. justamente para no malograr la fuerza propulsora en
¿Estás en dificultades? Ora y no dejes de orar. la misión.
Luego estudia, piensa, investiga, comprométete con La interioridad es necesaria para el que está com-
todas tus fuerzas. prometido en la misión, aunque sólo sea «para que
Ora, porque la potencia de Dios está viva, su bra- —añadía Agustín—, perdido el gusto por las cosas ce-
zo no se ha acortado, su Espíritu no ha perdido vigor. lestes, no pasemos a formar parte de aquellos que
No tú, sino El. aprecian únicamente las cosas terrenales».
Ora: es Dios el que salva y quiere demostrarlo en El enviado en misión no es «inoxidable». También
medio de un mundo movido por la convicción de ser él está expuesto a la intemperie que desgasta a los de-
más hombres.
autosuficiente. Y quiere que, al menos, quien está en
misión se dé cuenta de esto y no sea arrollado por esa ¿Cómo es posible resistir al asalto dispersivo de
tonta ilusión que está haciendo presa en todos, en al- los medios de comunicación social sin cultivar la inte-
guna medida. rioridad? ¿Cómo es posible permanecer fieles al Espí-
ritu de Cristo en medio de un mundo cada vez más
Cree en el Espíritu y ora: serás más humilde y más
ajeno, donde cada vez son más raras las «islas» de
fuerte con la fuerza de Dios.
cristianismo, sin una actitud de contemplación del mis-
Ora y medita y deja espacio para el silencio, para terio de Cristo, sin una oración prolongada y confiada
ser discípulo antes que maestro, oyente antes que ora- que obtenga la consolación del Espíritu?
dor, siervo y no amo de la misión. La distancia entre la mentalidad común y corriente
y los ideales propuestos por la misión, parece crecer
4. La misión brota del corazón del hombre, en- día a día. Esto hiere, debilita, atenúa el deseo de ser di-
cendido y movido por el Espíritu, fuente de amor ha- ferentes, resta confianza en el mensaje mismo.
cia su Señor y hacia sus hermanos. Pues bien, el co- Abandonado a sí mismo, el apóstol titubea y vaci-
razón del hombre, ese formidable motor de la misión, la, pierde radicalidad, se acomoda. Pero el Señor no
es terriblemente complejo: a veces fuerte, a veces dé- abandona a los suyos, a los que confían en El, a los
bil; hoy entusiasta, mañana desilusionado; ayer dis- que lo buscan con sincero corazón, lo invocan y reser-
puesto a realizar grandes empresas, hoy amargamente van para El los momentos de mayor intimidad, a los
encerrado en insignificantes nimiedades. Un corazón que desean amarlo con toda su existencia.
que quiera permanecer en misión tiene que saber vol- «Velad y orad para no caer en la tentación».
ver a entrar en sí mismo, cultivar la interioridad. Vela y ora para que tu corazón no te traicione.

38 39
Vela y ora para que, alimentado por el Espíritu, tu que existen en el mundo y en la Iglesia, entonces no
corazón se convierta en un potente motor de la misión valía la pena descubrirlo».
de Dios en medio de los hermanos. Aun en medio de las situaciones difíciles y oscuras
de esta vida, el apóstol es un alegre anunciador de la
5. La misión ha estado siempre erizada de difi- Buena Noticia, un gozoso mensajero del gozo que el
cultades. Padre da a sus hijos, un amable portador de la inque-
Agustín constataba que, en su tiempo, era particu- brantable certeza del Amor de Dios, un feliz testigo de
larmente dura. Hablando del sacerdocio, afirmaba: la más segura, plena y duradera felicidad, un fascina-
«Nada existe en esta vida, en especial en estos tiempos, do pregonero de lo hermoso que es sentirse reconcilia-
que sea más difícil, más fatigoso, más peligroso». Pero dos con nuestro Creador y Padre, Amigo y Hermano,
de inmediato agregaba: «Nada más feliz, ante Dios». un testigo luminoso de la belleza y el atractivo de la
La misión ha sido en todos los tiempos fuente de verdad cristiana...
fatigas, pero también de felicidad. Para quien ha dedi-
cado su vida al Reino, dice el Señor: «Si alguno me sir- 6. Uno de los obstáculos para la misión proviene
ve, el Padre le honrará» (Jn 12,26). de la tan difundida imagen del Cristianismo como reli-
Más aún: «Vosotros sois los que habéis persevera- gión del miedo, de la tristeza, de los complejos; una
do conmigo en mis pruebas: yo, por mi parte, dispon- imagen que prende en hombres timoratos que se dejan
go un Reino para vosotros, como mi Padre lo dispuso sugestionar por el más allá para vivir una vida amar-
para mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi gada en esta tierra. Algo así como si el Cristianismo
Reino» (Le 22,28-30). fuese una visión de la vida que priva de sabor a las ale-
En la oración, el Espíritu hace comprender que es- grías humanas, que corta las alas al libre despliegue
tas son palabras operantes, palabras que desde este del sentimiento, del goce de la naturaleza, de la pleni-
momento introducen en la beatitud. «Por lo cual rebo- tud humana, de la realización de sí mismo.
sáis de alegría, aunque sea preciso que todavía por Aunque no es fácil superar ciertas visiones (porque
algún tiempo seáis afligidos con diversas pruebas (...), el hombre que quiere ser «ley de sí mismo» encontrará
rebosando de alegría inefable y gloriosa» (1 Pe 1,6-8). siempre un obstáculo en el cristianismo), es necesario
La alegría es parte integrante de la misión. presentar el Evangelio como lo que es: una liberación
No debe haber ninguna valoración del mal que nos de todo aquello que no es digno del hombre. Una libe-
rodea que sea tan deprimente que pueda entristecer ración (aunque no siempre indolora) de las energías
permanentemente al apóstol. constructivas, para un mundo más fraterno, para un
Observa don Milani: «Si el descubrimiento del mal mundo nuevo, más habitable y más rico en gozo para
va a ocupar un espacio tan grande en nuestra vida, todos.
hasta el punto de que ya no sepamos mirar con una Es tiempo, pues, de proyectar el anuncio en térmi-
sonrisa divertida y afectuosa todas las cosas buenas nos más positivos.

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Es tiempo de plantear nuestro anuncio de Dios en Misión es decir con la alegría de nuestra existencia
términos de amabilidad y, por lo tanto, de belleza: que somos felices de ser amados tan locamente.
nada es más bello que Dios, nada debe ser amado más Que pueda el Espíritu cantar en nosotros este altí-
que esta suprema Belleza. El amor es suscitado, solici- simo canto. ¡El es la Belleza increada!
tado, atraído por la belleza. Si se quiere hacer amar a «Conservemos la dulce y confortadora alegría de
Dios, es necesario mostrar toda su resplandeciente be- evangelizar [...] con un ímpetu interior que nadie ni
lleza. nada sea capaz de extinguir. Sea ésta la mayor alegría
Dios tiene que ser un encantamiento. Un encanta- de nuestras vidas entregadas. Y ojalá que el mundo ac-
miento que encanta es la más alta forma de acerca- tual [...] pueda así recibir la Buena Nueva, no a través
miento a la realidad. de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes
¿Cómo puede dejar de encantar el autor de todos o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio
los encantamientos? ¿Cómo puede dejar de maravillar cuya vida irradie el fervor de quienes han recibido,
el constructor de todas las maravillas? ¿Cómo puede ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo» (Evangelii
dejar de seducir el inventor de todas las seducciones? Nuntiandi 80).
Un mundo aplastado (entre lo racionalista y lo de- Es éste el camino «obligado» para mostrar la vali-
leitable) puede verse sorprendido por apasionados dez y la verdad del «camino cristiano hacia la felici-
cantores de la belleza de Dios, de su fascinación, de su dad», de lo posible y hermoso que es aceptar a Cristo
inigualable esplendor. en la propia vida, de la «fuerza de la resurrección»,
Dios, no contra las cosas, sino más allá y por enci- operante incluso en las circunstancias más adversas.
ma de las cosas. Dios, fundamento y fin de todas las Oremos: «Señor, Dios nuestro, concédenos vivir
cosas. Dios, duración y perennidad de las cosas frági- siempre alegres en tu servicio, porque en servirte a Ti,
les. Dios, maravilla de toda maravilla, estupor de todo creador de todo bien, consiste el gozo pleno y verdade-
estupor, canto de todo canto. ro» (XXXIII domingo del tiempo ordinario).
Dios, único tema de la reflexión humana. Dios, Poseer y dar felicidad, alegría de servir y suscitar
única búsqueda del afán humano. Dios, única paz de servicio, felicidad en la misión para acrecentar la felici-
la inquietud humana. Dios, única patria del vagar hu- dad en los hermanos.
mano. Dios, gozo de todo gozo, felicidad de toda feli-
cidad.
Misión es salir de sí mismo para decir, como ha di- 7. El cristiano es, en efecto, un siervo de Dios. Y
cho Dios saliendo de sí mismo, que todo lo que existe quien está en misión realiza la verdadera grandeza del
existe por un designio de amor, que somos amados an- hombre: poder servir. Quien está en misión es «siervo
tes de cada una de nuestras necesidades de amor, que de los siervos de Cristo», según la expresión que Agus-
somos esperados más allá de cada una de nuestras es- tín aplicaba —quizá por primera vez en los siglos— a sí
peras. mismo, puesto al servicio de los «siervos de Cristo».

42 43
No existe una verdadera superioridad —afirma La misión es el camino hacia la respuesta a mu-
Manzoni— del hombre sobre el hombre, sino la del ser- chas inquietantes preguntas para el hombre de hoy.
vicio. Toda la tradición cristiana está impregnada de Nada encuentras cuando te repliegas en ti mismo,
esta visión. Desde Agustín, que afirmaba que «Prae- cuando piensas demasiado en ti, cuando cultivas úni-
esse est prodesse» (mandar no es otra cosa que servir), camente tu pequeño huerto... El tuyo es un huerto
hasta los santos de la caridad, que consideraban como estéril, de escasos frutos y de pocas satisfacciones.
sus propios dueños a los pobres, y a los santos apósto- Cuando te abras a las necesidades de los demás, a sus
les, que se sentían felices y «realizados» luego de ha- carencias, a su pobreza, adquirirás ojos límpidos para
berse consumido en el servicio completo a los herma- ver y brazos capaces de cavar en profundidad y de en-
nos. contrar en ti, allá donde sólo se llega mediante el olvi-
En realidad, al igual que el hombre hace la histo- do de sí, el agua cristalina que apaga tu sed. Te descu-
ria, pero también «se hace» en la historia, el cristiano brirás y te realizarás cuando te pongas al servicio de
realiza la misión, pero también «se realiza» en la mi- los demás en la misión.
sión. Al cristiano que trabaja en la misión, la misión le
hace crecer en su estatura de cristiano. 8. Sin embargo, no es fácil salir de nuestra habi-
Un cristiano sin misión no puede alcanzar su ma- tación, tibia y bien ordenada, para zambullirnos en el
durez, porque le faltan la construcción y la realización frío o en el calor y en la confusión de la aventura
que derivan del servicio misionero. apostólica.
Decidirse por la misión es ponerse en condiciones Y menos fácil aún es convencer a los demás para
de recibir la respuesta más segura a la omnipresente e que lo hagan, dada la enorme fuerza de los condicio-
implícita búsqueda de autorrealización. namientos habituales.
A las existencias de tantos contemporáneos nues- He aquí una de las cruces de la misión; una cruz
tros tocados por la corriente dionisíaca de la búsqueda no secundaria, que debe ser asumida con humilde y
de sí mismos, del repliegue narcisista en sí mismos, la fuerte determinación. Porque es esta tibieza la que en-
misión les muestra cómo sólo en el compromiso deci- torpece e impide, a mí, a ti y a los hermanos, que nos
dido y constante encuentra el hombre el sentido de su realicemos. Es esta tibieza la que te quita la satisfac-
vivir. ción de vivir con el Señor y servirlo en los hermanos.
Es dándonos como nos encontramos, es perdiendo Y es este torpor la causa de que estemos asistiendo
nuestra propia vida como la conquistamos, es murien- casi resignados a la disgregación de un mundo de va-
do como la adquirimos de nuevo, es buscando lo que lores trabajosamente construido por las anteriores ge-
es útil a los demás como encontramos lo que más que- neraciones. Esta tibieza paralizadora es la causa por la
remos. Es olvidándonos de nosotros mismos como nos que se respira tan poca alegría, aquella alegría del Es-
descubrimos en profundidades cada vez mayores, es píritu, aquella que se traduce en contagio, en interro-
sirviendo como construimos nuestra dignidad. gante acerca de su manantial, en ímpetu de seguimien-

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Nuestra civilización occidental es muy sensible a
to, en síntesis feliz de lo humano y lo divino, de lo tra- los derechos del cuerpo, mejor dicho, del «propio cuer-
dicional y lo contemporáneo. po», con una serie de exageraciones que rozan la alie-
Es el perenne Evangelio de la misión: el que ama nación y que pueden haber contaminado también la
su vida la pierde. El que no se arriesga por el Evange- sensibilidad del apóstol.
lio se encuentra con las manos vacías. Si quieres con-
La «contracultura» evangélica, lejos de despreciar
servarla bien protegida, tu vida se pudre. Si la lanzas a
el cuerpo, advierte, sin embargo, sobre una doble exi-
la lucha, vuelve a florecer y la reencuentras, la retomas
gencia.
renovada, plasmada por el aire libre y por la fuerza del
En primer lugar, la necesidad de hacer de la totali-
Espíritu y a menudo, también, por el afecto de los her-
dad del propio ser, incluyendo el cuerpo, un instru-
manos por quienes te has consumido.
mento que pueda dar lo mejor de sí para la misión.
En segundo lugar, la necesidad de fijar muy espe-
9. Pues bien, la misión representa una extraordi- cialmente la atención en los cuerpos martirizados de
naria canalización de todas las energías hacia un pro- las masas hambrientas que claman por el pan, por la
yecto grandioso cuyo resultado final está asegurado. casa, por la salud, por la instrucción, por la dignidad
Si hemos de desposeernos, es para invertir lo me- humana. No es, pues, mi cuerpo el que debe ser puesto
jor de nosotros mismos en el plan de Dios en la histo- en primer plano, sino el cuerpo del pobre. Es el cuerpo
ria. débil y vacilante del pobre el que tiene que ser liberado
En la misión no se puede vivir por debajo de los de la vergüenza de la inhumanidad, el que debe ser in-
propios medios. Un plan que absorbe la totalidad del troducido en los caminos de la dignidad de los Hijos
hombre requiere la inversión de todas las energías. In- de Dios.
versión que es una realización unificadora del ser hu- De este modo somos llamados a «vivir ya no para
mano íntegro, con todas sus pulsiones, sus aspiracio- nosotros mismos», para nuestros propios objetivos o
nes, su creatividad, su realidad, su cuerpo. También el para nuestras inmediatas inclinaciones, «sino para
cuerpo se pone a disposición de la misión. aquel que murió y resucitó» por nosotros (2 Cor 5,15).
La impresionante austeridad de algunos santos, A nosotros, pobres mortales, el Dios «amante de la
sus grandes penitencias, que a veces dejan asombra- vida» nos ha dado la posibilidad de vivir entregando su
dos y hasta perplejos, manifiestan el ansia de doblegar cuerpo.
el cuerpo para hacer de él un dócil instrumento para la En la misión se nos puede exigir la entrega del pro-
misión. pio cuerpo hasta el final, para que el mundo tenga
A partir del Nuevo Testamento («castigo mi cuer- vida.
po y lo reduzco a la servidumbre»), el cuerpo del que El martirio es la consecuencia simple y lineal del
está en misión es un «cuerpo entregado», «un pan par- hecho de que la misión proviene de «aquel que murió y
tido», un cuerpo convertido en dócil vehículo de la resucitó» por nosotros.
Buena Nueva.
47
46
De la vida que se entrega es de donde proviene la
vida.
El martirio es la vida entregada a fin de que au-
mente la vida en el mundo. «Porque ninguno de noso-
tros vive para sí mismo; como tampoco muere nadie
para sí mismo. Si vivimos, vivimos para el Señor; y si
morimos, morimos para el Señor» (Rom 14,7).
Para el Señor, amante de la vida, que busca vidas
que se entregan «para la vida del mundo».

4. Dios escondido
1. La misión está envuelta en el misterio. Vinien-
do del Misterio luminoso en el que todo tiene origen y
conectando con ese mismo Misterio como meta y as-
piración, participa de la «nube luminosa» que envuelve
lo divino.
Pesimistas y optimistas, integrados y apolíticos,
encarnacionistas y escatologistas, intransigentes y li-
berales, humanistas y místicos, todos pueden aportar
su contribución a esta empresa divina y humana, to-
dos pueden hacer un poco de luz sobre los problemas,
ni pequeños ni irrelevantes, de la obra cuyo fin es vol-
ver a conducir el todo a su destino.
Los factores en juego son tan numerosos, los datos
tan complejos, las indicaciones del Evangelio tan so-
brias y esenciales, que ninguna perspectiva puede ago-
tar o interpretar cabalmente la misión.
El esfuerzo de comprensión y de acción de los si-
glos cristianos se enriquece con el transcurso de los
años. Cada época proyecta haces de luz, cada época
afronta sus problemas y da sus soluciones adecuadas,
cada situación estimula la creatividad de los creyentes.

48 49
No sólo la misión no ha terminado, sino que tam- tomas de trascendencia. La apertura a la trascen-
poco ha terminado el esfuerzo de comprenderla en su dencia es un elemento constitutivo del ser humano»
globalidad, de insertarla en la historia del mundo, de (Heschel).
ofrecer soluciones definitivas. Ella es como el «rumor de ángeles» que advierte al
En verdad, el nuestro es un Dios escondido y mis- hombre que su quehacer diario está envuelto en algo
terioso que exige humildad y atención, adoración y que lo trasciende y lo colma.
búsqueda, escucha y alabanza por los siglos de los Es el gran testimonio de los Libros Sapienciales del
siglos. Antiguo Testamento: existe un orden que ha sido sem-
brado en el corazón del hombre, que lo orienta hacia el
2. La palabra del Señor, «No he venido a abolir, encuentro con Dios y del que puede extraer toda pleni-
sino a dar cumplimiento» {Mt 5,17), es un programa tud de vida.
para la misión cristiana. No se va en misión contra al- Hoy, más que en otras épocas, es necesario tener
guien o contra algo, sino para completar, para «llevar presente esta realidad. En efecto, en una sociedad
a perfección», para dar a la realidad de este mundo la como la nuestra, llena de fermentos diversos, los valo-
dimensión que ella tiene ante su Creador y Señor. res humanos constituyen un terreno común, quizás el
Lo que hizo Jesús respecto de su cultura y tradi- único posible, en el que poder encontrarse, más allá de
ción ha de ser hecho respecto de las diferentes realida- las concepciones ideológicas.
des positivas de este mundo: aceptarlas y superarlas. Esto significa que, a partir de la concreción huma-
En efecto, cada realidad que, a los ojos del hom- na y de la experiencia de cada día, es posible encontrar
bre, lleva la «buena nueva» es la premisa de una rea- e indicar las huellas del Creador y del destino común.
lidad mucho más grande, una premisa que queda «Ciertamente, el mundo tiene que ser considerado
abierta al cumplimiento. como el teatro del choque entre el bien y el mal, entre
El Evangelio es una ofrenda de plenitud, de cum- Dios y el Maligno. Pero también ha de ser considerado
plimiento y de perfeccionamiento que la realidad hu- como vida, progreso y movimiento de todo el universo
mana no posee en sí misma. El hombre puede alcanzar hacia los 'nuevos cielos y la nueva tierra'. La misiona-
aquello para lo que ha sido creado cuando se abre al riedad, por lo tanto, es ensanchamiento del horizonte,
Evangelio. búsqueda de las semillas del Verbo esparcidas por do-
El ser humano y su mundo no tienen que ser «abo- quier, conciencia de Iglesia como fermento del mundo
lidos», aplastados, pisoteados, sino iluminados en su para la salvación del mundo en Cristo». Así dicen los
extraordinaria capacidad de crecimiento y de inimagi- Obispos italianos en el documento Juntos por el cami-
nable plenitud. no de la reconciliación.
Una mirada que sea únicamente negativa sobre la
realidad no es un buen comienzo para la misión. La 3. La misión es, por lo tanto, «revelación» («apo-
existencia cotidiana está, de hecho, «sembrada de sín- calipsis», dirían los griegos), un quitar el velo que cu-

50 51
bre la realidad del hombre, un descubrimiento de lo Para que pueda alcanzar su humanidad, el hombre
eterno que actúa en la realidad de cada día, un mos- tiene que ser dirigido hacia aquello para lo que ha sido
trar el hombre al hombre, un descubrir la acción de destinado, hacia la meta para la que ha sido progra-
Dios escondida y presente en el hombre y en su histo- mado, hacia el jardín para el que fue pensado.
ria. La misión da un nombre y una dirección a estos
Tú no puedes detenerte en los análisis, por muy impulsos, llevándolos a su destino.
profundos que sean, hechos por los hombres sobre el
hombre. Son necesarios y útiles para comprender de- Destino que es siempre un «más allá», un «infinita-
terminados sectores de la experiencia humana. mente más grande», un «totalmente otro», un algo que
Sin embargo, el hombre es una realidad inasible no es inmediatamente obvio para el «hombre natural».
para el hombre. El hombre es misterio para el hombre. Sin embargo, es el único destino que puede extir-
Cualquier diagnóstico humano debidamente penetran- par del ánimo «el cáncer de una vida vacía de signifi-
te, científico y riguroso arroja luz sobre un aspecto del cado».
hombre.
Se trata de volver a despertar en el hombre la ten-
Pero el hombre, en su integridad, puede ser com-
dencia «a lanzarse peligrosamente, más allá del hom-
prendido únicamente con la mirada de Aquel que lo ha
bre» (Guardini), porque sólo en este arranque vigoroso
hecho, que lo ha hecho tan misterioso, porque lo ha
y sobrehumano puede él conseguir su plenitud sobre-
hecho para sí, luminosísimo e insondable misterio. De-
humana.
bes mirar al hombre con la mirada de su Creador para
interpretar al hombre con sus mismos ojos, para indi- Existen en el ser humano potencialidades escondi-
carle aquello que «ojo humano jamás vio» y no podrá das, un «todavía» insospechado, una potencialidad de
ver, para hacerle ver el «homo absconditus», el hombre vida de tales dimensiones que únicamente pueden ser
escondido que gime por salir a la luz. desveladas por el anuncio de Cristo hombre-Dios.
Y ese hombre se mostrará en su verdadera dimen- Esta es la certeza y la fuerza secreta de toda mi-
sión cuando se consiga desenterrar el deseo de Dios de sión y de cada apóstol cristiano, es decir, del discípulo
entre los escombros de tantísimas cosas, de entre tan- del Dios aparecido entre nosotros en la Palabra, la vi-
tas culturas sofisticadas y celosas, de entre la memoria da, la muerte y la resurrección de Jesús de Nazaret.
histórica, no siempre favorable, de entre tantos juicios
y prejuicios como se han acumulado durante siglos. 4. La misión es en verdad Buena Nueva, porque
El deseo de Dios está amasado con el hombre mis- es tarea de reconstrucción de la verdad del hombre, de
mo. Si no está orientado hacia Dios, este deseo tiñe de resurrección del hombre caído y abocado hacia la di-
absoluto las cosas humanas y las realidades caducas, solución. Tarea de reconstrucción que no sólo da sen-
convirtiéndose fácilmente en una terrible fuerza des- tido a la existencia humana, sino que también le pro-
tructora o en una fuente de desoladas frustraciones. porciona gusto y sabor.

52 53
La misión es Buena Nueva, porque da al más in- Si para los pobres el Evangelio puede aparecer
significante de los hombres la certeza de que es insusti- como «alegre noticia» y esperanza, para un mundo
tuible para Dios. opulento es más bien sacrificio, renuncia e incómoda
Es Buena Nueva, porque pone el momento presen- responsabilidad.
te en contacto con todo lo permanente, el fragmento El corazón del hombre está a menudo trastornado
con el todo, las cosas de cada día con el día sin ocaso, y sofocado por «las preocupaciones del mundo y la se-
el más pequeño de todos los seres con la totalidad y el ducción de las riquezas» (Mt 13,22) y no se da cuenta
infinito. de ello.
Es Buena Nueva, porque pone un fundamento Sin embargo, nosotros no somos como el Hijo del
eterno al quehacer cotidiano, dándole seguridad y fir- hombre, que «conocía lo que encierra el corazón del
meza. hombre». Nos corresponde la acción misionera con-
Es Buena Nueva, porque recuerda a los hombres vencida e incansable, pero «con toda paciencia».
«cuan poca cosa son sus contrastes, cuan breve es Hoy, más que nunca, la virtud típica del apóstol es
cada vicisitud que tenga como medida las generacio- la paciencia. En la paciencia poseerás tu vida, te po-
nes humanas, en la eterna historia de las relaciones en- seerás a ti mismo, poseerás tu servicio, la capacidad de
tre lo humano y lo divino» (A.C. Jemolo). perseverar, la posibilidad de alcanzar metas importan-
Es Buena Nueva, porque el mundo no es lo que tes, apuntando hacia largos plazos. No seas «hijo del
aparece visiblemente: también es eso, pero es más que trueno». Sacude, pero sin abandonar la mansedumbre
eso. Es el inicio de un algo infinitamente mejor. evangélica.
Es Buena Nueva incluso para aquellos ambientes «Bienaventurados los mansos, porque ellos posee-
que no dejan espacio al anuncio explícito, porque la rán en herencia la tierra»: en la mansedumbre poseerás
misión, por su misma presencia, hace emerger las me- los corazones, no en la estéril polémica ni en el enfren-
jores potencialidades del hombre, lo estimula a dar lo tamiento frontal. Debes hablar más por amor a la ver-
mejor de sí y sostiene las fuerzas del bien. dad que por aversión al «enemigo» o por un incons-
Es Buena Nueva... La enumeración podría conti- ciente deseo de autoafirmación.
nuar indefinidamente; tan grandes son la virtualidad y Ama la Buena Nueva, pero ama también al hom-
la fuerza humanizadora de la misión. bre hacia el que la diriges. Este hombre puede ser ob-
tuso, áspero, incluso malo, pero quién sabe por qué se
5. Y, sin embargo, no para todos es Buena Nue- ha vuelto así, quién sabe qué ladrones lo han asaltado,
va la misión, porque tiene que ver con el misterio del qué guías lo han desviado, qué entorpecimientos lo
corazón del hombre. Corazón del hombre que hoy tie- han debilitado. Quién sabe qué misterio encierra...
ne a menudo dificultades en reconocer al Evangelio Sacúdelo, pues, ponió ante sus responsabilidades,
como la «Buena Nueva». pero no lo ahogues en su mal. Haz emerger el bien que

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se encuentra en él, anímalo, oriéntalo, muéstrale las conlleva un sí leal a todo lo que el hombre está cons-
grandes potencialidades que se encuentran en él. truyendo con gran esfuerzo y fatiga, y un no decidid0
Y espera la acción de Dios, el único que conoce a sus cerrazones, a sus errores, a sus barreras.
los tiempos y las formas del camino del corazón del Pueden existir diferentes evaluaciones en torno al
hombre. análisis de lo que debe ser acogido o rechazado, por-
que las situaciones cambian rápidamente, porque la
6. La paciencia nos viene sugerida también por extracción cultural de los diversos creyentes es distin-
otro tipo de consideraciones. ta, porque la experiencia de cada cual es diferente.
De un lado, está el hombre secular, que es «un Todo esto exige paciencia y mansedumbre evangélicas
hombre tan comprometido en las tareas de edificar la para no ser engañados por espejismos, para no perder
ciudad terrena que ha perdido de vista, o excluye in- de vista la esencialidad del anuncio, para no confundir
tencionalmente, la ciudad de Dios» (Juan Pablo II). la periferia con el centro, para no perder esa «simpatía
De otro, puede haber quienes vivan tan intensa- crítica» hacia el esfuerzo del hombre, que ha sido la
mente una experiencia de fe que miren con sospecha o gran herencia del Concilio.
como poco relevantes los esfuerzos que el hombre de «La antigua historia del Samaritano ha sido el pa-
hoy está realizando para mejorar el mundo en que vi- radigma de la espiritualidad del Concilio. Una simpa-
vimos. tía inmensa ha invadido todo» (Pablo VI).
A la irrelevancia de la fe en el mundo secularizado Paciencia y mansedumbre son hoy necesarias tam-
se constrapone la irrelevancia del mundo a los ojos de bién para enfrentar todas las novedades, lo imprevisi-
aquel que quiere cultivar una fuerte vida de fe. ble, el sinnúmero de situaciones inéditas, los nuevos
Es una tentación comprensible, teniendo en cuenta contactos, los retos a la reflexión de fe, las renovadas
el signo de pecado que caracteriza al mundo en su perspectivas teológicas.
convicción de autosuficiencia y en su voluntad de Es todo un mundo en ebullición que puede desani-
construirse, a menudo, únicamente alrededor del in- mar al que quiere ver claro, de inmediato, en cada si-
terés y del bienestar material. tuación, y al que quiere resolverlo todo y en seguida.
Pero los fallos no pueden autorizar el desinterés o Paciencia y mansedumbre para tener la mirada y
la emisión de un juicio globalmente negativo sobre el el corazón evangélicos que puedan «poseer la tierra»
esfuerzo del hombre de nuestro tiempo. del nuevo campo ofrecido a la siembra evangélica.
Es propio del espíritu católico acoger todo lo posi-
tivo y la capacidad de individuar los fragmentos de 7. Sucede que quien está en misión siente alguna
verdad y potenciar todo valor sinceramente humano. vez, y agudamente, que tiene una doble pertenencia: al
Parece, pues, que el estilo de la presencia misione- Evangelio y a su tiempo.
ra que mejor expresa el espíritu cristiano y católico es El cristiano tiene una doble ciudadanía: pertenece
el de la «participación crítica» en nuestro tiempo. Esto a la ciudad de Dios, pero también a la sociedad d e su

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época. Está en el mundo, pero no es de este mundo. Y 8. No hay que confundir la necesidad de ser
esto crea dificultades, clava en la cruz, en una cruz «contemporáneos del propio tiempo» con el dejarse en-
que se extiende también a la dimensión eclesial. cerrar dentro de los horizontes y las metas de este
mundo.
El discípulo de Cristo que quiere vivir en plenitud
El cristiano participa plenamente en las vicisitudes
su dimensión eclesial y misionera se encuentra a veces
históricas, está plenamente «aquí y ahora»; sin embar-
«dividido», especialmente cuando percibe las pregun-
go su destino es el de ir siempre más allá; es un pere-
tas nuevas, apremiantes, urgentes, para las que aún no
grino que nunca se identifica por completo con su am-
han sido elaboradas las respuestas adecuadas. Renun-
biente y con su tiempo.
ciar a ser contemporáneos en nombre de la fe es un
absurdo, del mismo modo que es absurdo renunciar a Siempre hay en él cierto desapego, cierta mirada
ser cristianos para vivir plenamente en el mundo de relativizadora. Quien está en misión no está llamado
hoy. únicamente a transformar el mundo o a humanizarlo,
sino también a salvarlo, a divinizarlo, y esto constituye
Quien está en misión debe estar cordialmente en más un don de lo alto que una construcción hecha por
comunión con la Iglesia y su tradición, y también debe las manos del hombre: es regalo sumo de Dios.
escrutar los signos de los tiempos, que muchas veces El desapego indica que existen otros horizontes
interpelan a su conciencia. Esa cruz es fecunda. Mu- muy distintos de los puramente terrenales; que uno no
chos grandes hombres que han aportado contribucio- debe dejarse aprisionar dentro de tan estrechos hori-
nes muy importantes a la actualización de la Iglesia en zontes; que se requieren espacios de libertad ante las
los diferentes campos, han sido tenazmente fieles tanto cosas para dar testimonio y permitir al «Don» que lle-
a la Iglesia como a los fermentos de la propia época. gue. El desapego es el espacio que reservamos a la ac-
Las soluciones unilaterales son las más fáciles y ción de Dios, es el testimonio de nuestra espera, es el
las menos fecundas. La cruz de la «doble pertenencia» acto de fe en el Reino de Dios que llega, es la invita-
es el secreto de todo progreso y de toda fecundidad. ción a Dios para que El venga.
Los sufrimientos de no pocos santos constituyen una Todo esto sin contar con que existe el «espíritu de
ilustración práctica de esta verdad. este mundo», que puede contaminar.
Por nuestro tiempo, por la Iglesia, por ti mismo, Es necesario también retomar enérgicamente la
lleva sobre ti toda la eclesialidad y toda la contempo- misión para no ser arrollados por el omnipresente ma-
raneidad. Es ésta una ulterior aportación de paciencia terialismo práctico.
y mansedumbre que la misión te exige. Sé hijo devoto Permanecer neutrales hoy puede significar quedar
de la Iglesia y hermano de tus contemporáneos: es así implicados y volverse cómplices. Entrar en la misión
como camina la misión por los senderos del mundo, significa ponerse en condiciones de producir los anti-
así se renueva en frescura y en inventiva hasta el últi- cuerpos que permitan la sobrevivencia y la buena sa-
mo día, esperando la Novedad absoluta. lud de la fe.

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«Si el cristiano no quiere desdibujarse en esta so- búsqueda de la divinidad «para ver si a tientas la bus-
ciedad permisiva y perder su propia alma, se ve obliga- caban y la hallaban; por más que no se encuentra lejos
do a ir contra corriente con respecto a la mentalidad de cada uno de nosotros». Es éste el esquema de la
dominante» (card. Poupard). continuidad.
En esta situación, una invitación a no ceder a la El Pablo de la Epístola a los Romanos parece que
«mentalidad común y corriente» viene también de los ve llegar la salvación a través del no de Dios: «todos
sociólogos: «Pronto quedará viudo el que quiere des- pecaron y están privados de la gloria de Dios, pero
posarse con el espíritu de su tiempo» (Berger), pala- son justificados por el don de su gracia». La experien-
bras que son la versión moderna de las de S. Pablo: «Y cia religiosa de la sociedad pagana es vista aquí como
no os acomodéis al mundo presente; antes bien, trans- deformación, cuyo fruto más manifiesto es la inmorali-
formaos mediante la renovación de vuestra mente» dad. Es el esquema de la ruptura.
(Rom 12,2). La misión necesita de ambos esquemas y de am-
bas sensibilidades, de ambas experiencias de fe, de am-
9. Todo esto puede parecer extremadamente bas perspectivas culturales, de ambos momentos.
complejo. ¿Cómo moverse con habilidad entre la ne- De hecho, el gran misionero que fue Pablo hizo
cesidad de ser contemporáneos de nuestro tiempo y el uso de ambos, según las situaciones y los momentos.
deber de «no conformarse a este mundo»? Y lo mismo ha hecho la Iglesia en las diversas coyun-
¿Hasta dónde comprometerse y cuándo tomar dis- turas históricas o culturales.
tancia? Sería erróneo considerarlos como alternativos o
¿Cómo valorar las situaciones? erigir uno de los dos esquemas en única y exhaustiva
Ante todo, esto no debe sorprendernos más de lo visión del mundo.
necesario. Desde siempre han existido perspectivas
En verdad, el mundo es obra de Dios, pero está
distintas que han dado lugar a diferentes evaluaciones. marcado por el pecado.
La actitud de Pablo es significativa. Hay una dife-
rencia considerable entre la valoración del Pablo de El mundo sumergido en el pecado no está, sin em-
bargo, de tal modo deteriorado, que no pueda producir
Atenas (Hechos 17) y la del Pablo de la carta a los Ro-
realidades y valores positivos.
manos (capítulo 3).
En el Pablo de Atenas, la venida de la salvación Puede haber preferencias, pero no exclusiones. Las
parece insertarse en el sí de Dios ante una experiencia exclusiones que alimentan tensiones eclesiales no son
religiosa anterior: «Atenienses, veo que vosotros sois, útiles a la misión.
por todos los conceptos, los más respetuosos de la di- El que está en misión afina su sensibilidad al con-
vinidad». Aquí valora Pablo el terreno común sobre el tacto continuo con la Palabra de Dios, con las ense-
que se apoyan el mensaje cristiano y lo mejor de la ñanzas de la Iglesia y con la orante y responsable re-
sensibilidad religiosa griega, es decir, la apasionada flexión personal y comunitaria.

60 61
Dios, precisamente en medio de los horrores de un
El que está en misión no se ata a esquemas o a lec- mundo ya en decadencia».
turas preconcebidas. El que está en misión se convierte Después de las catástrofes, la Biblia anuncia la ve-
en alguien que aprende a discernir el bien, que lucha nida del Hijo del hombre sobre una nube, con gran po-
contra el mal que hay en él y en el mundo, que ama a der. De aquí la invitación: «Levantad la cabeza, por-
sus hermanos con el mismo amor de Dios, que quiere que se acerca vuestra liberación» (Le 21,28). A partir
que todos los hombres se salven y cuya voluntad es de este fin el Señor instaurará Su Reino.
conducirlos al conocimiento de la verdad.
A partir de la catástrofe del mundo, causada por el
Una vez más: se necesitan paciencia y mansedum-
hombre viejo, El inaugurará «el cielo nuevo y la tierra
bre para discernir los valores verdaderos de los dese-
nueva» y, sobre todo, el hombre nuevo, para el cual
chos del espíritu de este mundo, para distinguir los sig-
creó todas las cosas. A partir de estos temores que no-
nos de los tiempos en medio de la corriente permisiva
sotros nos construimos, El nos invita a esperar en su
y frivola de nuestra sociedad.
reconstrucción.
Una vez más: la cordial comunión eclesial es un
Estar en misión es hacer entrever este futuro o, por
apoyo seguro para una misión fiel e incisiva.
lo menos, nuestra inquebrantable confianza en este
futuro.
10. Aun en medio de todos estos factores negati-
A todos debemos mostrar que nuestro Dios es el
vos, estar en misión significa sembrar esperanza.
Dios de la vida y no de la muerte, el Dios del futuro y
A menudo, los ojos humanos ven únicamente un
no del fin, el Dios que lleva a su cumplimiento cada as-
mundo que se encamina hacia el final. La catástrofe
piración nuestra y que pone remedio con suma mag-
nuclear, la muerte ecológica del planeta, son los signos
nanimidad a nuestras fechorías.
de un fin no demasiado lejano ni imposible.
El hombre puede autodestruirse, precisamente este Es un Dios misterioso, porque sus caminos no son
hombre que en el pasado no ha dado grandes pruebas los nuestros, porque no es fácil de descifrar, porque
de sabiduría. nos sorprende siempre. Es a menudo un gran misterio
Esto genera pesimismo hacia el futuro, apego al para nosotros. Sin embargo, es siempre un misterio
momento presente, depresión, poco amor a la vida. glorioso, un camino de plenitud, un seguro fundamen-
Para un número creciente de personas no hay futuro: to de toda esperanza.
el apocalipsis vuelve a estar de actualidad.
La misión no puede negar esta perspectiva, pero
posee y ofrece una visión más fina, más previsora y
tranquilizadora.
«El apocalipsis bíblico —dice Moltmann— no tiene
la intención de aterrorizarnos con la visión del fin del
mundo, sino, más bien, de infundirnos la esperanza de

62 63
superior a nuestra bajeza. La condena de nuestra con-
ducta viene en segundo lugar, no porque El la acepte,
sino porque le apremia la permanencia, la superviven-
cia de lo que hizo.
Nos comprometemos en la misión y permanece-
mos y perseveramos en ella, no porque seamos corres-
pondidos, sino porque hay necesidad de personas que
amen con el corazón de Dios, con su ternura, con su
tenacidad, a pesar de la conducta poco amable y la ge-
5. Dios, rico en neralizada falta de interés.
No es posible resistir en la misión si no se ama a
misericordia los hombres: en primer lugar, tal y como son; y luego,
por lo que son llamados a ser. Y cuando es necesario
manifestar oposición, ésta procede únicamente de un
1. La misión tiene su origen en la ternura de corazón que ama.
Dios. En el Antiguo Testamento, los profetas, si bien
«Arrebatado por el amor a las creaturas, Cristo ha atacaban las injusticias sociales, no se limitaban a ha-
abandonado el trono del Padre para manifestar la ter- blar con la indignación de los reformadores sociales.
nura de Dios. Fue esta ternura —decía S. Vicente de Ellos se sentían obligados a hablar por especial man-
Paúl— la que lo hizo bajar del cielo. Veía a los hom- dato del Señor, que es «Dios misericordioso y clemen-
bres privados de su gloria, fue conmovido por su des- te... rico en amor y fidelidad» (Ex 34,6).
ventura». El profeta dice cómo ve Dios las cosas: su bondad
«Por gracia habéis sido salvados» (Ef 2,5). no puede aceptar el sufrimiento de tantos hijos suyos.
Y Agustín nos ofrece el siguiente comentario: «En A menudo es la defensa del más débil la que en-
realidad, antes no había habido en nuestra vida nada ciende la indignación contra el opresor.
bueno que Dios pudiese apreciar y amar, casi como si Pero también el opresor es objeto de la ternura de
hubiese tenido que decirse a sí mismo: 'Vamos, soco- Dios, no «por su no buena conducta», sino por ser
rramos a estos hombres, porque su vida es buena'. No «obra de Dios».
era posible que le gustase nuestra vida con nuestro Para actuar con el estilo de Dios, rico en miseri-
modo de actuar, pero no podía disgustarle lo que El cordia, se necesita una gran libertad interior: «El en-
mismo había obrado en nosotros». cuentro verdadero y pleno con el hermano tiene que
Nosotros somos obra suya. A pesar de que haya pasar por la experiencia de la gratuidad del amor de
muy poco de amable en nuestra conducta, El se enter- Dios. Y así se llega al otro: libres de toda tendencia a
nece por aquello que ha hecho. La ternura de Dios es imponerle una voluntad ajena a la suya y despojados

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de sí mismos, respetuosos de su personalidad, de sus hecho por ti. Pero ¿cómo utilizas tú los bienes de
necesidades, de sus aspiraciones» (G. Gutiérrez). Dios? No te quejes. Toma en cuenta el obrar de tu Se-
Quien ha experimentado la gratuidad del amor de ñor y Creador, y la caridad será tu norma de conducta
Dios, el perdón de los pecados, el ser acogido una y siempre y en cualquier circunstancia.
otra vez por sus paternales brazos, quien se ha sentido Cuanto más enraizada y firme sea tu caridad,
reconciliado cada día, se libera más fácilmente de sí tanto más sabrá el Señor, caridad sin límites, derivar
mismo. Sin embargo, tiene que vigilar igualmente, por- caridad de caridad, entrega de entrega, bien de bien,
que la dureza del juicio es mucho más espontánea que más aún: bien del uso no bueno que otros hagan de tu
la misericordia que acepta al hombre tal como es, con caridad.
sus personalísimos tiempos de maduración.
3. Una gran libertad interior se requiere también
2. Puede suceder que esta ternura, casi ilimitada para superar dos tentaciones estrechamente relaciona-
como la del Padre, sea puesta a dura prueba. das con una misión que quiere actuar «por pura cari-
A veces se te pide que hagas un gesto de entrega y dad», según el estilo de la ternura de Dios. Se trata de
de amor, y ya sabes de antemano que será alterado, las tentaciones del triunfo y del fracaso.
mal interpretado y mal utilizado. Y tienes la tentación La tentación del triunfo: creer que tú eres bueno
de no prodigarte inútilmente. porque los demás acogen la Palabra de Dios que tú les
Sin embargo, el gesto de amor permanece más allá transmites. Imaginar que has hecho una importante
del uso que otros hagan de él. Por ejemplo, la promo- aportación al progreso del Reino de Dios, porque has
ción humana auspiciada y realizada por hombres de la escogido los medios justos, porque has sabido ver más
Iglesia y por cristianos en estos últimos decenios, pa- lejos que los otros, porque eres más santo que los de-
radójicamente, parece haber producido una disminu- más, porque eres más inteligente... Es la tentación de
ción del sentido religioso. El compromiso social ha querer apropiarse de los frutos de la misión. Pero tú
mejorado las condiciones de vida, pero al mismo tiem- eres tan sólo una voz creada por el Señor, sostenida
po se ha atenuado el sentido de Dios. por El hasta que sirvas, que será apagada por El cuan-
¿Valía la pena?, se ha preguntado alguien. ¿Vale la do no sirvas más. Y esto podría ser mañana.
pena?, nos preguntamos frecuentemente nosotros ante La tentación del fracaso: pensar que no estás a la
los resultados no siempre satisfactorios de la caridad altura de la situación, que tal vez lo has equivocado to-
cristiana. do, que deberías haberte dedicado a otra tarea. O que
La respuesta está en el mandamiento de la caridad. quizás hayan pasado los tiempos de la visión religiosa
Se impone la caridad, porque así lo quiere el Dios rico de la vida, que la gente ya no valora determinados pro-
en misericordia que ama a todos, independientemente blemas porque ha encontrado soluciones más convin-
de las buenas obras o de la correspondencia de los de- centes, que la fuerza de la religión se va apagando, que
más. Los hombres podrán también utilizar mal el bien nos hemos vuelto anacrónicos...

66 67
Sin embargo, tu tablero es muy limitado; tu obser- una de las actitudes de fondo del apóstol, es uno de los
vatorio escruta los decenios, mientras que la misión signos de su madurez de apóstol.
tiene que ver con los milenios, con lo eterno.
Hoy existe quien todavía tiene éxito y cree ser un 4. Otra tentación puede ofuscar la libertad de tu
apóstol bueno y verdadero. Y existe quien fracasa y se corazón y encerrarlo dentro de sí mismo: los celos.
cree un fracasado. ¿Quieres controlar si actúas con el corazón libre y
desinteresado en favor de la misión?: observa si eres
En uno y otro caso, la tentación consiste en des-
capaz de alegrarte de los éxitos del bien hecho por
plazar los términos reales del problema. La misión tie-
ne éxito cuando es obra de amor, de caridad desintere- otros del mismo modo que te alegras del bien hecho
sada, de ternura hacia la pobreza y hacia la miseria por ti o si, por el contrario, ello te hace sufrir secreta-
humana. mente.
¿Sabes alejar prontamente de ti, por innobles, los
En la misión triunfa aquel que persevera en la en-
pensamientos celosos motivados por el crecimiento de
trega misericordiosa, sin dejarse condicionar por la
otros, más apreciados y mejor acogidos que tú? ¡Mala
mayor o menor aceptación de parte de los demás.
y muy tenaz hierba son los celos!
Fracasa, en cambio, aquel que valora los frutos Ni siquiera el jardín de la Iglesia está libre de ella,
por el resultado externo, para exaltarse a sí mismo puesto que no es inmune a los celos el corazón del
cuando las cosas van bien o para hundirse en el des- hombre, ni siquiera el del apóstol.
consuelo cuando las cosas van mal. Y esto es humano. Suele suceder que, a medida que el corazón se pu-
Pero el hombre no es el criterio último de la misión. Y rifica de las tentaciones groseras, se vuelve más insis-
tiene que ser superado.
tente y molesta la tentación más sutil de los celos.
Como si el mayor fracaso de Jesús, la Cruz, no Vigila y ora para ser librado de ellos.
hubiese sido su mayor triunfo... Como si los momen- ¿Cómo puede ser espejo de la sobreabundante li-
tos de mayor triunfo (¡las multitudes que querían ha- beralidad del corazón de Dios un corazón ofuscado
cer de El un rey!) no hubiesen sido los momentos de por este sentimiento?
mayor equívoco e incomprensión de su mensaje... La Más aún: ¿cómo pueden estar unidos para un mis-
misión es un trabajo distinto de cualquier otro. mo fin unos corazones que confunden los celos con el
El éxito consiste en vencer la tentación de creerse celo?
protagonistas de la misión, viendo con lucidez que ésta Es difícil calcular el número de las empresas
es obra del Dios misericordioso que hace resplandecer apostólicas naufragadas a causa de este sentimiento, a
el sol sobre los buenos y sobre los malos, una obra que menudo inconsciente y siempre fuente de desconfianza
a veces encuentra aceptación y otras rechazo. y de división.
Inclinarse ante los «tiempos y las maneras» de la Indudablemente, no era objetivo el pagano Libanio
obra de Dios, incansable y tenazmente amoroso, es cuando, en el siglo IV, anotaba: «No existen fieras más

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peligrosas para los hombres que los cristianos para Encontramos aquí una fe absoluta en la función
con sus correligionarios» {Epitaphios 18). única del pueblo de Dios y de su papel absolutamente
¡Bien sabemos cuan devastadores son las debilida- central en la historia de los pueblos. Todo cuanto
des humanas cuando se tiñen de absoluto! acaece en el mundo es en función del pueblo de Dios y
Además, ciertos excesos muestran cuan alejado de su misión.
está de la misericordia, ternura y benevolencia de Dios ¿Cuántas veces se ha repetido esto en la historia
un corazón que no controla y no vence esta sorda y di- del antiguo y del nuevo pueblo de Dios? ¿Cuántas ve-
fícil tentación. ces los movimientos laicos, las revoluciones y las cul-
turas han contribuido a que el pueblo de Dios esté me-
Ya el Evangelio nos habla de situaciones semejan-
jor equipado y más preparado para desarrollar su mi-
tes: «Juan le dijo: 'Maestro, hemos visto a uno que ex-
sión, para llevar «la luz de las naciones» en las diversas
pulsaba demonios en tu nombre y no viene con noso-
situaciones? El hecho de que «Ciro no conozca al Se-
tros, y tratamos de impedírselo porque no venía con
ñor» o que determinados movimientos históricos «no
nosotros'. Pero Jesús dijo: 'No se lo impidáis, pues no
conozcan al Señor» ¿ha impedido acaso que el Señor
hay nadie que obre un milagro invocando mi nombre
haga de ellos instrumentos de purificación, de creci-
y que luego sea capaz de hablar mal de mí. Pues el que
miento, de capacidad misionera para su pueblo?
no está contra nosotros, está por nosotros'» (Me 9, 38-
40). Para discernir esta acción de Dios, extraordinaria
y sorprendente en verdad, se requiere un corazón libre
y no «celoso», por cuanto El obra más allá de nuestras
5. El que posee un corazón libre está preparado fronteras y de nuestras expectativas.
para descubrir la acción de Dios allá donde éste deci-
da intervenir en su libérrima liberalidad. 6. Si esto es cierto, resulta evidente que una de
El libro de Isaías es testigo de un discernimiento las actitudes de quien se halla en misión es la disponi-
clamoroso por parte del profeta. bilidad no únicamente a dar, sino también a recibir; no
El profeta ve en Ciro, pagano, un instrumento de únicamente a enseñar, sino también a aprender.
salvación para su pueblo: «A causa de mi siervo Jacob Es verdad que lo que el apóstol tiene que dar es in-
y de Israel, mi elegido, te he llamado por tu nombre y mensamente más importante que todo cuanto pueda
te he ennoblecido, sin que tú me conozcas» (Is 45,4). recibir de cualquier otro, no porque él sea más agudo
Las posiciones parecen invertidas. No es Israel el o más dotado, sino porque el don de la revelación y de
instrumento de salvación para los pueblos, sino que es la vida que viene de Dios y que él lleva es tan grande
un pagano el que se ha convertido en instrumento de que, en lo humano, nada puede comparársele.
salvación para Israel. Sin embargo, este don tiene que descender a un
Más aún: un pagano es llamado a poner a Israel ambiente, a una cultura, a un corazón humano: luga-
en condiciones de desarrollar su misión. res todos ya trabajados por el Espíritu. Un Espíritu tal

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vez sepultado bajo un cúmulo de errores y de tinieblas, 7. Aunque la gran tarea de la misión prenda pro-
de distorsiones y fealdades, pero un Espíritu siempre fundamente en el individuo, no es, sin embargo, una
operante, que sostiene valores e ideales positivos y que empresa individualista. Es una tarea eminentemente
crea culturas, sistemas de vida, aspiraciones, ideales. comunitaria y eclesial.
Pero puede suceder que, ante la extrema dureza
Hay que realizar una obra de esclarecimiento y de
de algunas situaciones, alguien piense que la misión,
discernimiento, precisamente para encontrar el punto
en la actualidad, consiste en un puro retorno a la in-
en el que sea posible iniciar el «diálogo de la salvación»
terioridad.
que conduce a la plenitud de la verdad.
Es evidente que la interioridad es la base y el inicio
Hay que saber escuchar para poder hablar mejor; de toda misión, porque la riqueza que es capaz de ven-
hay que escuchar para conocer mejor las potencialida- cer la pobreza del mundo se extrae únicamente de la
des implícitas en el mensaje que nos ha sido confiado; interioridad. Pero también es cierto que la interioridad
hay que escuchar para colocar la semilla evangélica en no excluye el «sentiré cum ecclesia», un intenso espíri-
la experiencia del hombre o en los presupuestos de una tu de comunión con los hermanos de fe y una coordi-
cultura, ahí donde está destinada a crecer y arraigar nación con la acción de la Iglesia.'
profundamente. Además, y dado que tiene que manifestar el rostro
Diálogo y discernimiento son los compañeros inse- de la Iglesia, la misión es misterio de comunión y de
parables del anuncio. El Evangelio no barre los valores fraternidad destinado a crear comunión y fraternidad
humanos. Puede crear nuevos valores, pero puede ser en nuestro mundo.
también levadura y fermento para otros ya existentes. De este modo, si los organismos de comunión y de
El Evangelio «asume, purifica y eleva» los frutos del participación surgidos en los años post-conciliares tie-
esfuerzo humano. También para esto se necesita un nen, por una parte, que ser promovidos con parsimo-
corazón libre, misericordioso, acogedor, abierto a la nia y discreción, no pueden, por otra, ser ignorados en
acción del Espíritu, confiado en la «verdad realizada nombre de la interioridad, o de la primacía de lo espiri-
en la caridad». tual, o de la urgencia de la tarea misionera.
«Cuanto menos se presente el misionero a sí mis- Aunque no es deseable la inflación de organismos
mo, tanto mejor llevará a Cristo; cuanto más decidida- y de encuentros, tampoco es legítima la sospecha
mente desaparezca el dilema entre diálogo y anuncio, apriorística hacia estas manifestaciones concretas de
tanto mejor abrirá el anuncio las puertas a ese diálogo la comunión eclesial y de la común responsabilidad
decisivo y determinante ante el que todo otro diálogo ante la misión.
puede ser tan sólo un estadio preparatorio: para el diá- La espiritualidad misionera tiene una dimensión
logo de la humanidad con su Creador, para ese diálo- comunitaria que pasa a través de la aceptación y la co-
go de adoración que es, al mismo tiempo, su máximo laboración de los organismos que la Iglesia crea para
deber y su privilegio supremo» (Ratzinger). su misión. La participación de un verdadero apóstol

72 73
mantendrá viva la tensión misionera e impedirá que En una Iglesia viva y misionera, dócil al Espíritu,
los organismos se burocraticen y se pierdan en eleva- los dones, los carismas, las iniciativas, las propuestas
das y estériles discusiones. son múltiples. En esta Iglesia la misión se transforma
«La comunión que debemos promover —observa en algo coral, sinfónico; se convierte en la pasión de
sabiamente el cardenal Ballestrero— no es la comunión una comunidad y de un pueblo.
del cenáculo, sino la comunión que arranca del ce- Es necesario un clima de acogida fraterna para
náculo y recorre todos los caminos de nuestra socie- que todo aquel que ama las cosas de Cristo, la difusión
dad». de su Palabra, su Persona, la construcción de su Rei-
no, se sienta en su casa. Es necesario acoger y respetar
8. «Ser cristianos en nuestro tiempo significa ser los dones individuales, para autentificarlos antes y en-
artífices de comunión en la Iglesia y en la sociedad» cauzarlos luego hacia la gran empresa de la misión.
(Juan Pablo II). Es el sentido de la fraternidad el que En efecto, la misión representa el esfuerzo más
tiene que ser conservado vivo en la Iglesia y en la so- grandioso de la historia, porque es el esfuerzo por sal-
ciedad; fraternidad que es el elemento humano funda- var la historia, por salvar al hombre con sus fatigas
mental de la novedad cristiana, la meta hacia la cual y sufrimientos, con sus aspiraciones, su soledad y su
tienden las aspiraciones de los hombres, las nostalgias deseo.
de toda existencia y el deseo de toda tolerancia. La misión es una tarea tan grande que ningún es-
Fraternidad que es el deseo mismo de la ternura fuerzo tiene que perderse, ninguna energía malgastar-
del Padre por sus hijos. se, ningún talento ser enterrado. Ante los ilimitados
La misión que aspire a crear más fraternidad tiene horizontes de la misión, es necesario despojar de su
que partir de una experiencia de fraternidad. Quien dramatismo las tensiones ordinarias, superar las difi-
está en misión, quien está destinado a acrecentar la cultades cotidianas, alimentar y promover las fraterni-
fraternidad en su ambiente, tiene que ser un experto en dades.
fraternidad, debe tener una mentalidad fraterna, debe Los luminosos horizontes de la misión hacen pali-
conocer el valor insustituible y el precio de la fraterni- decer disputas, distingos y contraposiciones; hacen
dad. Por eso tiene hoy necesidad la misión de personas brillar, en cambio, a aquellos que dan lo mejor de sí
abiertas a las aportaciones de todos, personas ecumé- mismos en cordial comunión con los hermanos y en la
nicas que sepan crear un clima cultural y espiritual- filial escucha de los Pastores que el Señor ha puesto
mente favorable a la convergencia de todas las ener- como guías para su Iglesia.
gías hacia la misión. Quien es guía en la comunidad es,
ante todo, un hermano que sabe acoger a los herma- 9. Como el Señor, en su misión entre nosotros,
nos para orientarlos hacia la gran tarea de la misión; recorrió todos los caminos de la humildad, el que entra
es un constructor de puentes, a fin de que el Evangelio en su misión debe estar abundantemente equipado con
pueda alcanzar todas las riberas. esta actitud fundamental. El trabajo por el Evangelio,

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el anuncio de Jesús Salvador, la proclamación de la sido confiada a la fragilidad de una pobre creatura: he-
necesidad de su seguimiento, no son cosas fáciles. Se mos recibido «este tesoro en recipientes de barro» (2
trata de un trabajo inerme y expuesto. Un trabajo no Cor 4,7); ¡la santidad de Dios ha sido confiada a un
comprendido por la mentalidad secularista. Se corre el pecador, la fuerza de Dios a una débil creatura, el todo
riesgo de pasar por fanáticos, por personas que se inte- de Dios a la poquedad humana!
resan por algo de escasa importancia o, al menos, por Al servicio de este «tesoro» nos ponemos «con toda
problemas superados. humildad». Justamente con esta expresión inicia Pablo
Uno de los aspectos del ejercicio de la humildad su «testamento»: «Sirviendo al Señor con toda humil-
consiste hoy en perseverar en la misión, en asumir un dad» {Hech 20,19). Pablo es como Cristo, que está en
papel poco reconocido y poco gratificante, expuesto a medio de los suyos «como el que sirve». Por eso consi-
todos los rechazos y a todas las interpretaciones par- dera la humildad como la primera actitud del apóstol,
ciales, a todas las tergiversaciones. aun cuando él tiene una fuerte conciencia de su misión
Este es el motivo por el que personalidades brillan- y de su dignidad de apóstol.
tes que triunfan en otros sectores de la actividad hu- Pero, precisamente por su conciencia de la ex-
mana corren el riesgo de naufragar en la misión. Úni- traordinaria grandeza de su misión, el apóstol se pone
camente el humilde está en condiciones de soportar los al servicio de ésta «con toda humildad» y acepta las
pesos de la misión, que es gimnasio de humildad, ejer- humillaciones que de ella provienen.
cicio continuo de humildad, y que sólo puede conti- La misión es inmensamente más grande que noso-
nuar cuando está sostenida por la humildad. tros: sirviéndola es como crecemos; perdiéndonos en
Hoy no es necesario ocultarse para «hacerse hu- ella es como nos reencontramos; arrojándonos en ella
mildes». Basta con arrojarse en medio de la lucha de es como curamos nuestras heridas.
nuestro tiempo para sentirse en un desierto, en el cual
es absolutamente necesario olvidarse para obrar como 10. Tal vez el apóstol pueda sentirse invadido
pobres siervos que se sienten tales y que como tales por una sensación de indignidad que lo paraliza: ¿có-
son considerados. mo anunciar a los demás aquello que no se logra vivir?
El que no va en misión como siervo no resiste. El ¿No es una mentira? ¿No es, acaso, querer aparecer
que busca gratificaciones topará con grandes desilu- mejores de lo que somos?
siones. Sólo quien acepta desaparecer tras el Evange- Tales interrogantes, que surgen del sentimiento de
lio resiste, da fruto y encuentra su identidad. Que es la la propia miseria y de la propia falta de idoneidad,
de un siervo. pueden conducir a un bloqueo de la acción apostólica.
Del siervo del Señor rico en misericordia, que se Este bloqueo sería la consecuencia más desastrosa,
hizo siervo para salvar. aunque se tratara de una auténtica constatación.
La humildad del apóstol está alimentada por la S. Gregorio Magno, que conocía bien a los hom-
conciencia de que la riqueza de la misión divina ha bres y la misión, nos encamina hacia una solución li-

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beradora: «Es necesario que, al mismo tiempo que nos
dolemos de nuestros pecados, cuidemos con celo la tancia entre lo que es y lo que lleva, está en condicio-
vida de quienes nos han sido confiados. La amargura nes de llevar la esperanza, que viene de la potencia de
del arrepentimiento no debe distraernos de pensar en Dios, a sus hermanos débiles como él y deseosos de
el prójimo. ¿De qué serviría amarse a sí mismos olvi- fuerzas nuevas para caminar en la vida.
dando a los demás, o amar a los hermanos sin cuidar- Si el apóstol ama verdaderamente al Señor, no tie-
nos de nosotros mismos?» ne miedo de aceptar su perdón. Consciente de su po-
Hay que ser, personalmente, lo más coherentes po- breza, ofrece a los hermanos el don de la misericordia
sible con la misión a la que estamos entregados. Esto divina, cuyo consuelo y cuya fuerza él mismo conoce
es cierto. Pero cuando la condición humana nos hace perfectamente.
gemir, hiriéndonos con sus debilidades, cuando la cul- De este modo, a través del corazón pobre y recon-
pa personal humilla, ello nos empuja al arrepentimien- ciliado del apóstol, el Dios rico en misericordia alcan-
to, no a la parálisis; a la acción misionera acompaña- za también con su paz al corazón atribulado del hom-
da por una acrecentada humildad, no a la desmorali- bre de nuestro tiempo.
zación.
«Nuestra predicación —continúa S. Gregorio Mag-
no— será tal como debe ser si está confirmada por
nuestras obras y si nosotros, plenamente invadidos
por el amor de Dios, lavamos con el llanto las man-
chas de la vida humana, que no puede transcurrir sin
culpas».
Llanto y acción, arrepentimiento y compromiso,
conciencia de la condición humana y entrega a la mi-
sión divina: no desaliento y parálisis, no desaliento y
capitulación.
En efecto, el compromiso por la misión nos hace
salir del repliegue sobre nosotros mismos; exige el em-
pleo de las mejores energías no en el lamento estéril,
sino en la acción constructiva; cura las propias heridas
con el aceite que derramamos sobre las heridas ajenas.
El compromiso en la misión será misericordioso
cuando el que anuncia ha hecho de la misericordia di-
vina una experiencia diaria. El apóstol que siente den-
tro de sí la fragilidad de su recipiente de barro, la dis-

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interlocutores tienen todo el sabor de la arqueología;
creer en la fuerza del Evangelio mientras se constata
diariamente su debilidad ante los tranquilos consumi-
dores de bienes y placeres...
La lista podría seguir. Pero la lógica es siempre la
de Pablo: fatigas y dolores de todo género, ayer más
de orden físico, hoy más de orden moral, acompañan
la vida del apóstol. El don del Reino es demasiado
grande para ser llevado sin pagar precio alguno. El
6. Dios, Padre de desgaste del apóstol es el precio que hay que pagar
para que el don gratuito del Infinito pueda penetrar la
todo consuelo dura corteza del corazón del hombre y habitar en él.

2. El gran apóstol Francisco Javier escribía a su


1. «Trabajo y fatiga; noches enteras sin dormir; amigo y superior Ignacio: «Aquellos que quieran venir
hambre y sed; ayunos constantes; frío y desnudez. Y aquí tienen que estar en condiciones de soportar un
aparte de otras cosas, mi responsabilidad diaria: la trabajo muy pesado, puesto que aquí la vida está lejos
preocupación por todas las Iglesias. ¿Quién desfallece de ser confortable, a causa del gran calor, de la falta
sin que desfallezca yo? ¿Quién sufre escándalo sin que de agua potable en muchos lugares, de la escasez y
yo me abrase?» (2 Cor 11, 27-30). poca variedad de las comidas. Arroz, pescado, y algu-
La figura del apóstol está ligada a una constante nas veces un pollo: éste es el menú, sin pan ni vino, ni
entrega por el Reino, entrega que se paga con un one- nada de cuanto abunda en otros lugares. Los volunta-
roso tributo personal. La fatiga pertenece al trabajo rios tendrán que ser jóvenes, de constitución sana, de-
del apóstol. La lista que aquí hace Pablo podría ser ac- bido a las continuas fatigas: viajes, bautizos, apoyo
tualizada: disponibilidad hacia todos y a toda hora; a los cristianos durante las persecuciones y las agre-
capacidad de escucha de los problemas más extraños e siones de los infieles. Dios nuestro Señor concederá
insolubles; aceptar ser considerado irrelevante y sim- además, a aquellos que vengan aquí, la gracia de po-
plemente decorativo; capacidad de soportar el frío de nerse en peligro de muerte. Si quieren perseverar en
la soledad; valor para continuar aportando iniciativas la caridad, tendrán también esta pena, recordando
que recogen un escaso consenso; deteriorarse en em- que han nacido para morir por Cristo nuestro Señor
presas marcadas por otros y en las que, tal vez, no y Redentor».
cree uno demasiado; perseverancia en un duro testi- La historia de la misión está llena de fatigas y de
monio que da la impresión de ser muy poco apreciado tribulaciones desde su inicio. Pablo anima a los discí-
y hasta escarnecido; afirmar unos valores que para los pulos de Listra, Iconio y Antioquía «exhortándoles a

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perseverar en la fe y diciéndoles: 'Es necesario que pa- en su batalla. Se le asegura la victoria en la guerra es-
semos por muchas tribulaciones para entrar en el Rei- catológica, definitiva, la única que decide el destino fi-
no de Dios'» (Hech 14,22). nal de todo.
Son las mismas palabras de Jesús sobre sí mismo: Es tiempo de coraje para tener confianza en la
«Era necesario que el Cristo padeciera para entrar en fuerza victoriosa del amor; coraje para proponer la
su gloria». «absolutez» y la unicidad de Cristo; coraje para resistir
El gozo del que está lleno el libro de los Hechos a la incredulidad sin volverse arrogante o abandonarse
es el gozo que vence las pruebas, pero que no las eli- a la credulidad; coraje para buscar nuevos caminos en
mina. Antes bien, a menudo brota de las pruebas, con- el anuncio del Reino sin apartarse de la gran tradición,
sideradas como un momento de amor privilegiado por coraje para resistir la fascinación del sectarismo; cora-
Cristo. je para no elegir los fáciles extremismos y para recha-
Lucas tiene una visión menos trágica del mundo zar las soluciones milagreras; coraje para no dejarse
que Juan; sin embargo, es siempre una visión dramá- arrollar por la tibieza del grupo; coraje para recono-
tica: la Resurrección siempre está precedida por la cerse expuestos a las mismas seducciones del poder,
pasión. del dinero y de la carne que denunciamos en otros; co-
«La dificultad del largo viaje —confirma Francisco raje para ser cristianos, independientemente de la
Javier escribiendo desde Goa—, las responsabilidades «suerte» del cristianismo en el momento presente; co-
y el cuidado de un sinnúmero de enfermedades espiri- raje para retar al hombre de nuestro tiempo, un hom-
tuales, cuando se está haciendo ya un esfuerzo tan bre que tiende a encerrarse en su finitud, resignado a
grande para soportar las dificultades personales, la es- su pequenez y a su destrucción; un hombre de hori-
tadía en un país entregado a la idolatría y abrasado zontes demasiado estrechos, que ya no es capaz de
por un sol destructor, todas estas pruebas se transfor- abrirse a la grandeza del misterio; un hombre que co-
man en consuelo cuando se las soporta por amor de noce mucho, pero que comprende poco de las realida-
Aquel a quien debemos todo». des esenciales.
Este hombre tiene que ser retado, sacudido, inte-
3. Es tiempo de recobrar el valor de los mejores rrogado por apóstoles que posean la franqueza cristia-
momentos de la historia de la misión. na, la «parresía». No se trata únicamente de recoger
Es tiempo de coraje, tiempo de reforzar las rodillas los desafíos del mundo de hoy, sino también de lanzar
vacilantes, de retomar el gusto de gastarse, la confian- desafíos, el desafío del Evangelio; se trata de invertir
za en la fuerza que la misión lleva consigo. las preguntas, de remover el pantano. Es el coraje de
Es tiempo de coraje, aunque tener coraje no signi- Pedro en Jerusalén y luego el de Esteban, que afrontan
fique una garantía de superación de los obstáculos. Se la situación sin temores y con actitud gallarda.
nos pide el valor para luchar, no necesariamente para Podemos estar de acuerdo con Guardini cuando
vencer. Al apóstol no se le garantiza ninguna victoria afirma que se requiere «un coraje más puro y más

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fuerte que el que se necesita ante las bombas atómicas entendida no como un apagarse, sino como una lucha
y la guerra bacteriológica, porque hay que hacer frente que es preciso librar.
al enemigo universal: el caos que asciende en la obra Una lucha que deja sus marcas, porque el adversa-
misma del hombre». rio es agresivo, mientras que tú no puedes serlo (tú
Aunque no todo sea caos, existen, sin embargo, te- eres «un cordero en medio de los lobos»).
mibles zonas de sordera ante cada valor y ante cada Quien se ve molestado en su quietud, reacciona
apertura al misterio de Dios. a menudo con violencia (mientras que tú eres un
Precisamente porque se ama es necesario retar. «El «manso»).
verdadero amigo se encoleriza y ama; el enemigo li- Es una lucha con armas desiguales; puede ser una
sonjea y odia» (S. Agustín). verdadera «agonía», porque el lobo molestado e irrita-
También Jesús, amigo de los hombres, el «filántro- do se abalanza sobre el cordero, el violento agrede al
po», se armó en algunos momentos de santa ira para inerme.
despertar los corazones, tan seguros y satisfechos de sí
mismos y tan ciegos acerca de su verdadera situación
ante Dios. 5. Algunas veces la misión desconcierta y ate-
Cuando el hombre se engaña en esto, se asienta en moriza aun al más valiente. Es un desconcierto que
las tinieblas y se traiciona a sí mismo, porque ésta es, prende en ti y te hace ver con claridad tu falta de ido-
sin duda alguna, la cuestión más importante. neidad y el fracaso hacia el que te encaminas. Existe
un mundo demasiado seguro de sí mismo para poder
sacudirlo, y te das cuenta de que se necesitarían fuer-
4. Jamás podrá el apóstol aceptar totalmente zas mayores. Se necesitaría una mayor comprensión
este mundo ni serle completamente homogéneo. de los problemas, una mayor claridad en las solu-
Una tentación insidiosa y recurrente es la de «con- ciones, un mayor conocimiento del corazón del hom-
formarse a este mundo», la de buscar el consenso y el bre, una mayor iniciación en los mecanismos de la
aplauso, gustar a todos, armonizar el anuncio con las sociedad.
expectativas de la gente; es decir, no solamente estar Sería necesario sentir en mayor medida la cercanía
en este mundo, sino ser de este mundo. El apóstol es a Dios, a su potencia, a su fuerza irresistible para su-
necesariamente ajeno al «mundo mundano», al mundo perar y derribar obstáculos.
cerrado sobre sí mismo. En otros momentos, después de una larga y fatigo-
Y puesto que no sólo no se adecúa, sino que quiere sa tarea, te sorprendes diciéndote a ti mismo: «Es inú-
abrir nuevos horizontes, entra en conflicto. De aquí la til; lo he intentado todo, pero no hay nada que hacer...
necesidad de aceptar la lucha con mansedumbre para Casi todas las iniciativas tienen escaso éxito, mis res-
con el hombre, pero con firmeza para con la verdad. puestas resultan poco convincentes, los jóvenes siguen
Este es el tema de la «agonía» del cristianismo, agonía por su camino, ya no sé qué hacer...»

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Algunas noches, cuando te retiras en tu habitación las vicisitudes humanas. En el exilio, el pueblo se sen-
acompañado por tales pensamientos, te sientes total- tía perdido. Lo había perdido todo y se encontraba a
mente abrumado. Tu vida te parece desperdiciada, el merced de los paganos, poderosos y dueños del mun-
estar donde estás aparece ante tus ojos como la defen- do. Ciertamente, el futuro no pertenecía a aquel peque-
sa de una trinchera que está a punto de ser inexorable- ño grupo de derrotados, humillados y marginados de
mente arrollada, junto con las cosas más queridas por la historia. Sin embargo, precisamente en ese momen-
las que has dado la vida y en las que crees firmemente. to el pueblo estaba descubriendo el verdadero rostro
Luego, si miras a tu alrededor, ves que te rodean de Dios: «Señor, que somos más pequeños que todas
esas mismas condiciones de fracaso constante; las ini- las naciones, que hoy estamos humillados en toda la
ciativas se llevan adelante casi exclusivamente para tierra... ya no hay en esta hora principe, profeta ni
sentirse vivos, más que por estar convencidos de su caudillo, holocausto, sacrificio, oblación ni incienso ni
eficacia. Entonces aumenta tu tristeza: no es que tú te lugar donde ofrecerte las primicias y hallar gracia a
sientas perdido, sino que te has dado cuenta de que tus ojos» (Dt 3, 37-38). Sin embargo... ¡te tenemos a ti,
toda la misión resulta poco interesante para las «oveji- nuestra roca y nuestro refugio! En la máxima debili-
tas» de nuestros días. dad ellos descubren la máxima potencia: la incondicio-
Es el síndrome del sábado santo. Es el estado de nal confianza en Dios.
ánimo de los discípulos de Emaús. Y entonces nos sen- A través de estas vicisitudes, el Señor se construye
timos motivados a decir: «Señor mío, yo no estoy he- un pueblo nuevo.
cho para estas cosas. Envía a otro». En los momentos de mayor dificultad el Señor pre-
Pero en aquel momento oscuro, tanto a ti como a para algo nuevo, imprevisible e inimaginable para el
Moisés, a los profetas, a María de Nazareth, como a deseo humano.
todos los enviados, dice el Señor: «Yo estoy contigo». Y lo prepara en el corazón de aquel que le es fiel,
«No te envío por el mundo para abandonarte, sino de aquel que tiene el valor de buscarlo obstinadamente
para estar presente a través de ti. ¿Cómo podría aban- para bendecirlo y alabarlo «en todo tiempo». Es en ese
donarte si necesito de ti? ¿Cómo podría estar presente corazónfieldonde el Señor reinicia una historia nueva,
si faltaras tú? Tengo necesidad de una presencia tuya una nueva etapa de su presencia salvífica, tal como
que sea cada vez más transparente a mi presencia; ne- hizo con Noé, con Abraham, con los profetas, con
cesito que tengas más confianza en mí, que des mues- María y los santos, con todos sus amigos: cuando
tras de que crees que yo actúo en cada momento, aun todo parece perdido, Dios inicia su reconstrucción me-
en las situaciones más impensadas». diante la fidelidad de unos pocos.
En la muerte de Cristo, el mal parece haber alcan-
6. Las dificultades y las derrotas en la misión no zado su más alto vértice: sin embargo, es ahí donde ha
son incidentes imprevistos, o signos de la debilidad de sido definitivamente derrotado. La victoria ha nacido
Dios, o síntomas del ocaso de la influencia de Dios en de la fidelidad de Cristo a la voluntad del Padre. A

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través de la fidelidad de Uno, la potencia de Dios entra única o prevalentemente humanos. Sin embargo, la
en el mundo y derrota a la aparente omnipotencia del misión es obra de Dios, que ha mostrado a Jesús como
mal. modelo supremo de apóstol.
Tu fidelidad a Dios, aun en el desierto de la infide- Jesús, que en determinado momento se ha «perdi-
lidad ajena, le permite vencer el mal y proseguir su his- do», se ha hecho humanamente inútil, ha dejado que lo
toria de salvación. consideren poco utilizable tanto los poderosos como el
Aquí estás, nuevamente solo con tus pensamien- pueblo.
tos: ¿parece que todo falla? Tú contestas como los La misión requiere que tú alguna vez te sientas
amigos del Señor: ¡pero si yo tengo al Señor que nun- inútil, un «siervo inútil», un simple siervo, a fin de que
ca falla...! El es mi roca, mi refugio, mi fortaleza, mi li- quede claro que el que salva es el Señor. Aunque sea
beración. ¿Parece que no hubiera futuro? ¡Pero si yo duro el sentirse poco útil, conviene recordar que se tra-
sé que el Señor es el único futuro...! ¿Parece que todos ta de un elemento esencial de la misión cristiana: la
se olvidan del Señor? ¡Pero yo no puedo olvidarle, utilidad que buscamos es don de Dios.
porque El es la vida! ¿Parece que El sea irrelevante? Nuestro compromiso es un supuesto, pero la sal-
¡Pero yo sé que la única realidad importante es El, vación viene únicamente de Dios. Es un don gratuito
puesto que todo viene de El y todo se encamina hacia que nuestras fuerzas no pueden pretender provocar y
El. El es el salvador y el liberador! producir. Nuestro empeño es necesario, pero todo lo
¿Que los hombres parecen sensibles únicamente a demás es don.
las cosas de este mundo? Pero ¿cómo podría yo no ser La utilidad de la misión procede del mundo de la
fiel y no amar a aquel que me ha amado hasta el punto resurrección: es demasiado desproporcionada para
de entregar a su hijo por mí y por mis hermanos? nuestros esfuerzos. Estos serán, en la medida de lo po-
Es en tu corazón fiel, tenazmente fiel, donde El te sible, los más grandes y los más generosos; es decir,
recrea y prepara algo nuevo e inesperado para ti, para serán la constante y diaria entrega de nosotros mis-
su pueblo, para este mundo. mos, hasta de nuestra vida. Sin embargo, la vida, la
Tú eres un siervo, y al siervo se le pide que sea fiel, plenitud de vida, la vida nueva, proviene únicamente
no que sea un «hacedor de prodigios». Los prodigios del Padre.
los está realizando El desde hace mucho tiempo, y se- Cuando te das cuenta de esto, el consuelo del Se-
guirá realizándolos. ñor te alcanza y vives en su paz, porque trabajas en
«Su» misión, en la que nada se pierde, nada es inútil.
7. Cierta sensación de «inutilidad» acompañará
siempre a la misión. 8. «Considerad como un gran gozo, hermanos
El que puede constatar la utilidad de lo que hace míos, el estar rodeados por toda clase de pruebas, sa-
puede ilusionarse fácilmente creyendo que aquello es biendo que la calidad probada de vuestra fe produce la
obra suya y que es posible llevarla a cabo con criterios paciencia en el sufrimiento» (Sant 1,2). Las pruebas de

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la misión son instrumentos de purificación de los após- [...]. Porque el amor es trabajar para despojarse y libe-
toles, que de este modo se vuelven «perfectos e ínte- rarse por Dios de todo lo que no es Dios» (Subida II).
gros» (Sant 1,4). En la tarea misionera debemos dejarnos trabajar
El primer fruto de la misión es el crecimiento de por las situaciones. Ellas son las que nos «despojan»
quien trabaja en ella. El fracaso se convierte en éxito de nosotros mismos, de los deseos, de la voluntad, de
para el obrero que tiene la paz del Señor, que así au- las expectativas demasiado humanas. Y entre las no-
menta su esperanza. El fracaso hace vivir en la «dulce ches, la noche más profunda es la del silencio de Dios.
paciencia» que deriva de la certeza de que la obra de Los místicos han hablado del silencio de Dios, de
Dios se realizará. su propia espera de Dios, de su ardiente deseo de unir-
Una «fe probada» produce una esperanza cada vez se a El, de su desaliento por no sentirlo, por no perci-
más purificada de los motivos humanos. Ciertas prue- birlo, de la desolación de no tener signo alguno de su
bas de la misión, ciertos fracasos, están como hechos presencia. Noche profunda, por la ausencia del Ama-
adrede para mejorar la calidad teologal de los obreros do que nos hiela el alma.
del Reino. La misión te mueve y te empuja. La pacien- Tú también podrías sentir esta ausencia de Dios en
te esperanza te hace aceptar la lentitud de este mundo, tu tarea apostólica.
el lento camino de la Palabra, tu propia lentitud. Ausencia en ese mundo hacia el que te diriges; au-
Dios no necesita mucha gente para cambiar el sencia en el corazón de los hombres distraídos por mil
mundo. Le basta un grupito de personas que tengan problemas verdaderos o fútiles; ausencia y silencio en
una indesmayable confianza en El, que acepten lo mis- la cultura dominante. Pero lo más doloroso, lo que es
terioso de su obrar, porque «es la fe la que vence al ausencia y silencio cuando tú hablas de El, cuando in-
mundo», y el amor más grande que le pide a Pedro es tentas despertar el interés en el corazón de los hom-
una vida teologal a prueba de toda dificultad. bres, hacerlo significativo, prestar tu voz y tu vida a
sus Palabras... es que El no se haga sentir ni siquiera
9. Entonces la misión, con sus dificultades, se dentro de ti. Y tú te sientes solo, solo entre dos silen-
vuelve para el apóstol un verdadero camino de perfec- cios: el de los hombres, que te miran con curiosa des-
ción personal. A menudo las durísimas pruebas a las confianza, y el de Dios, que te envía entre los hombres
que está sometido el apóstol se pueden comparar con y luego no se hace sentir.
las «noches» de las que hablan los místicos, noches que Es ésta tu noche más oscura y dolorosa, es éste el
preceden a una unión particularmente intensa con el momento de caminar en la oscuridad pensando en
Señor. aquellos santos que, únicamente después de haber pa-
Vale al respecto lo que dice S. Juan de la Cruz: sado por esa misma noche, han llegado a una com-
«La disposición para la unión con Dios no es la in- prensión más profunda y más dulce de la propia mi-
tención del alma, ni el placer ni el sentir ni el imaginar sión y del propio camino interior. En esos momentos
a Dios, o cualquier otra cosa, sino la pureza y el amor (¿horas?, ¿meses?, ¿años?, ¿una vida?) se consumen

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tus «noches» de apóstol enviado a amar sin exigir ser presencia en la historia? «Yo decía: 'No volveré a re-
amado, a servir sin la pretensión de ser aplaudido, a cordarlo, ni hablaré más en su Nombre' (Jer 20,9). La
anunciar el amor del Señor sin esperar ser creído. tentación es fuerte: ¿por qué gastar la vida por un
Noche es también la pausa forzada, la enfermedad ideal en el que ya casi nadie cree»?
que parece interrumpir tu actividad intensa; la esterili- Sin embargo, la vocación, en un verdadero profe-
dad interior que conduce a la pérdida de la inventiva, a ta, al enfrentarse con las dificultades se renueva, ma-
un «no saber ya qué hacer»; la situación de torpeza; el dura y se interioriza: «Pero había en mi corazón algo
declinar de las fuerzas; la vejez... así como fuego ardiente, prendido en mis huesos, y
«Deteneos y sabed que yo soy Dios, excelso entre aunque yo trabajaba por ahogarlo, no podía» (Jer
las gentes, excelso en la tierra». 20,9). La atracción se transforma, de «exterior», en
Es el «detenerse» para dejar lugar a la acción de «interior».
Dios. Es el aceptar pararse para dejar sitio a la obra Las pruebas han hecho madurar al profeta: desde
de Dios, a su fecundidad. los ideales juveniles hasta el descubrimiento de que
Es Dios el Señor de la mies, el amo de la misión; es «interiormente» somos poseídos y transportados.
Dios el que puede llevar a buen término todas sus em- Cuando joven, sentía que tenía una tarea. Ahora, des-
presas en el espacio de pocos segundos. Es Dios, que pués de las pruebas, siente que él mismo es una tarea.
ayer ha solicitado nuestro actuar y hoy nos pide aban- El amor de Dios ocupa las raíces del ser, y tú «te vuel-
donarnos a El para llevar adelante, como El quiere y ves misión», te conviertes tú también en amor que sale
siempre con nosotros, su misión en el mundo. de sí mismo, no porque quieras «dejar tu marca» ni
porque desees imponer tus criterios y tu pensamiento,
10. Un ejemplo típico de «progreso espiritual en sino por una íntima y connatural necesidad, porque tu
la misión» y de progresiva identificación con la propia nuevo modo de ser es el de «ser misión».
misión nos lo ofrece el profeta Jeremías. Al principio, Cuando nos confrontamos más con Dios que con
vive la seducción del Señor; luego, las desilusiones y los hombres, el «fuego ardiente» de nuestra semejanza
las dificultades imprevistas; por último, la plena identi- con El se enciende, y al hombre no le queda sino con-
ficación con la misión que le ha sido confiada. vertirse en misión.
Siendo joven, aceptó con entusiasmo la invitación
a la misión: «Se presentaban tus palabras y yo las de- 11. La crisis del profeta Jeremías evoca las mu-
voraba; era tu palabra para mí un gozo y alegría de chas crisis de maduración típicas de no pocos jóvenes
corazón, porque se me llamaba por tu Nombre, Yah- y también de los no tan jóvenes.
veh, Dios Sebaot» (Jer 15,16). Pero luego sobrevienen Si bien es cierto que en la misión se necesita entu-
las dificultades, las crisis vocacionales, la duda de ha- siasmo, porque sin entusiasmo no se pueden tomar las
berse equivocado o de haber sido engañado por Dios: grandes decisiones, también es cierto que la misión re-
¿dónde están sus promesas, dónde su fuerza, dónde su quiere una conducta diaria mucho más difícil cuando

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el entusiasmo tiene que confrontarse con la banalidad serenamente conjugadas con la desconcertante modes-
de las cosas de cada día, cuando los grandes ideales tia de lo cotidiano.
parecen ser derrotados en la rutina de lo repetitivo, Dios es tan grande que no se revela en una grande-
cuando las grandes intuiciones tienen que conocer la za humana visible a tus ojos, sino tan sólo en aquel
opacidad y las pequeñas miserias del vivir de cada que es capaz de estar en su propio lugar; es decir, Dios
hombre. Este momento de lo cotidiano es el de la prue- se hace pequeño en aquel que comprende que única-
ba opaca, luego del arranque lírico de los comienzos y mente el pequeño es vehículo del Grande, que el último
de los tonos sublimes de las horas de las decisiones. es epifanía del Primero, que lo humilde es irradiación
La oscuridad del día tras día, la pequenez de las de la Gloria, que el instante escondido y aceptado con
cosas con las que tenemos que bregar, la insignifican- amor es encuentro con lo Eterno.
cia de tantas acciones que componen la misión, consti- Así, en el dejarse triturar por lo cotidiano, el após-
tuyen el verdadero bautismo de los intentos y la auten- tol se convierte en un conductor hacia aquellas metas
tificación de la solidez de nuestro sentir. que han movido sus primeros pasos en el camino de la
Alguna vez podemos vernos sobrecogidos por una misión.
sensación de gran desaliento al ver la distancia entre
las metas siempre grandes (¿pueden existir acaso me- 12. «Un día, el beato Francisco, encontrándose
tas más grandes que la misión?) y la pequenez de los en Santa María de los Angeles, llamó a Fray León y le
medios con los que actuamos diariamente. Nos recuer- dijo: 'Fray León, escribe'. Este respondió: 'Estoy lis-
da S. Bernardo: «La misión exige más el fatigoso tra- to'. 'Escribe —dijo— lo que es el verdadero gozo. Llega
bajo del campesino que el fasto del rey. Porque, si tie- un mensajero y dice que todos los maestros de París
nes que cumplir el trabajo de profeta, necesitarás de la han ingresado a la Orden; escribe: éste no es el verda-
azada y no del cetro» (De Considerationé). dero gozo'».
Hoy se diría: si asistiéramos a la conversión de to-
La misión exige el rudo trabajo de la roturación, el
dos los intelectuales y si todos los medios de comuni-
creer en la gota que con perseverancia y humildad cae,
cación social se pusieran a disposición del Evangelio,
excava y perfora.
sería una buena noticia. Pero —diría S. Francisco— no
El crecimiento del apóstol ocurre en la medida en es eso todavía el gozo verdadero.
que se conjugan las dos dimensiones: la altura de las «Así también que han ingresado en la Orden to-
metas y la humildad de los medios. Y ello sin que la dos los prelados de más allá de los Alpes, arzobispos y
pobreza de los medios banalice las metas y sin que la obispos, y no sólo ellos, sino hasta los reyes de Fran-
nobleza de los intentos desdeñe el perseverante y mo- cia y de Inglaterra; escribe: esto no es el verdadero go-
desto trabajo diario. zo».
El apóstol tendría que acudir a menudo a la escue- En nuestros días: si sucediera que la legislación de
la de Nazaret, donde las más sublimes realidades son los Estados se hiciese cristiana, que los poderosos de

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la tierra aceptasen las enseñanzas de la Iglesia, que los luz para Quién has trabajado, ante Quién has conduci-
sistemas ateos revocasen sus posiciones, sería una do tu vida, cuál es el profundo secreto que ha movido
buena noticia. Sin embargo, eso no sería aún el verda- tus pasos. Hallas entonces cerca de ti a tu Señor piso-
dero gozo. teado por los hombres y exaltado por Dios. He ahí el
«Pero ¿qué es el verdadero gozo?» verdadero gozo. He ahí la verdadera misión.
«He aquí que, regresando yo de Perugia en medio «He ahí la verdadera virtud y la salvación del al-
de la noche, llego aquí y es un invierno fangoso y tan ma», la tuya y la de tus hermanos.
rígido que en las extremidades de la túnica se forman
trozos de hielo que me golpean continuamente las pier-
nas hasta hacer sangrar las heridas. Y yo todo en el
barro, en el frío y en el hielo, llego a las puertas y, des-
pués de haber tocado y llamado muchas veces, sale un
fraile y pregunta: '¿Quién eres?' Yo contesto: 'Fray
Francisco'. Y él dice: '¡Vete, ésta no es hora de llegar,
no entrarás!' Y mientras yo insisto, el otro contesta:
'Vete, tú eres un simple y un idiota, aquí ya no puedes
venir; nosotros somos tantos y tales que no tenemos
necesidad de ti'. Y yo me quedo ante la puerta y digo:
'Por amor de Dios, acogedme por esta noche'. Y él
responde: 'No lo haré. Anda donde los Cruciferos y
pide alojamiento allá'».
En nuestros días: si después de haber trabajado
por mucho tiempo, sudado, orado y perdido la salud
en un lugar o en una actividad, nadie se acuerda de ti;
más aún, si las cosas no van como deberían ir y te di-
cen que la culpa es tuya, que no has sido capaz de re-
novarte, que no has estado a la altura de la situación,
que lo has equivocado todo, que tu tiempo ya ha pasa-
do, que eres un estorbo... «Pues bien, si yo he sabido
ser paciente y no me he turbado, te digo que aquí está
el verdadero gozo y aquí está la verdadera virtud y la
salvación del alma» (Fuentes Franciscanas n. 278).
He ahí el gozo perfecto, porque, en medio del de-
rrumbe de tantas cosas o de todas las cosas, sale a la

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historia del antiguo pueblo de Dios, las vicisitudes del
nuevo, el trabajo de los apóstoles, las fatigas y las lá-
grimas de los apóstoles y de los misioneros de todos
los tiempos. Todo es simiente, y sólo simiente. Pero si-
miente que germina, que crece, que da fruto y que está
destinada a entrar en los graneros eternos.
Aquí se trabaja en la'incertidumbre constante, en
la confianza en la fecundidad intrínseca de la buena
semilla, en un continuo desconocimiento del verdadero
7. Dios, cumplimiento resultado.
Y en un mundo basado en la verificación, esto sig-
de toda espera nifica pagar un alto precio.
En el mundo de la eficiencia, hasta los apóstoles
pueden tener la tentación de preguntarse si «vale la pe-
1. El tiempo de la misión es el tiempo de lo no na» consumirse, si el esfuerzo produce los resultados
cumplido, de lo no terminado, de la constante apertura deseados.
a nuevas perspectivas, de la necesidad de nuevas solu- Por el contrario, en la misión se trabaja echando
ciones, de la inquietud por problemas nuevos, por el la semilla con confianza, abandonándola a las ma-
apremio de nuevos retos, por comprender el misterio nos creadoras del Padre y a la acción poderosa del
de Dios con mayor profundidad, por nuevas respues- Espíritu.
tas de la caridad, por nuevas formas de santidad- Ahora es el tiempo del trabajo serio y «sin angus-
Únicamente al fin de los tiempos nos será dado ver tia», comprometido y lleno de esperanza, que deriva
el proyecto cumplido, la conclusión de toda vicisitud. del salaer que cada cosa hecha con amor y por amor
Únicamente al fin de los tiempos nos será dado ver la está destinada a dar frutos duraderos, que se manifes-
conclusión de la misión. tarán tan sólo cuando todo concluya.
Ahora es tiempo de siembra. Entonces será tiempo
de cosecha. Querer cosechar antes de tiempo los fru-
tos significaría querer ser los «dueños de la mies». 2. Lo incompleto de la misión la empuja hacia su
También Jesús sabía que su Reino no llegaría de cumplimiento, de comienzo en comienzo, hasta el ini-
inmediato en toda su plenitud. Ni siquiera el Espíritu cio del día sin ocaso. El final de cada época prepara
lo haría presente en todo su fulgor. Cada acción reali- otra que, a su vez, mediante el poderoso brazo del Se-
zada por la misión es un grano de trigo que se siembra ñor, es el comienzo de otra modalidad de salvación.
y que manifestará su fecundidad al final de los tiem- La decadencia de los hombres produjo el dilu-
pos. Todo es simiente, y sólo simiente, en la misión: la vio, fin de una época de pecado que la misericordia

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transformó en comienzo de una humanidad menos No puede existir un proyecto más sólido, porque
deteriorada. indica un camino seguro, puesto que conoce ya el re-
Luego una nueva decadencia; pero he aquí que el sultado de toda vicisitud.
Señor suscita a Abraham: y es el inicio de un nuevo Proyecto que no se aliena de la historia con el pre-
pueblo. Luego la infidelidad, el exilio y el comienzo del texto de salvarla, sino que lanza en la historia las me-
gran fenómeno del judaismo. Y así, de comienzo en jores energías y las moviliza. Podemos comprometer-
comienzo, a través de crisis espantosas superadas gra- nos, podemos consumirnos, porque conocemos ya la
cias a la todopoderosa ternura del Señor. conclusión positiva de las vicisitudes humanas. Las
Y sobrevino el nuevo pueblo, la apertura a los pa- energías que se invierten, los sacrificios que se reali-
ganos, y ahora la efectiva «mundialización» de la Igle- zan, no son arranques inútiles destinados a no dejar
sia. No existe situación que el Señor no pueda trans- huella, pues todo pasa, y el hombre, sus construccio-
formar en un nuevo comienzo. nes y sus impulsos, son arrollados y anulados por el
Silenciosa, pero imparablemente, la misión con- implacable transcurrir del tiempo. Podemos y debe-
tinúa. mos comprometernos en la historia, en el bien, en las
Ante el mundo aparece como un camino lleno de grandes empresas, en el servicio, en la misión, porque
fracasos, que va de ilusión en ilusión, de derrota en de- vamos hacia la resurrección. No caminamos hacia la
rrota, de quiebra en quiebra. Para el que espera la glo- catástrofe, sino hacia una conclusión en la que cada
riosa venida del Salvador, la misión es un camino que semilla echada, cada acto de amor y de entrega, cada
va de resurrección en resurrección. fragmento de bien y de altruismo, será fecundo y dará
su fruto. Nada se pierde en la resurrección.
3. El proyecto de la misión, a pesar de toda apa- La historia de Cristo dice que la historia del mun-
riencia, no es ilusión, porque en su centro está el acon- do atormentado y complejo, lleno de dolores y de lá-
tecimiento de la resurrección de Cristo, anticipación grimas, de injusticias y de horrores, de gozos y de es-
del destino de cada hombre y de la historia entera. peranzas, camina hacia la resurrección.
Lo que ha acontecido en la resurrección de Cristo La presión del mal parece vencer, pero ya está de-
acontecerá para cada hombre, y marca para siempre rrotada y no prevalecerá. La misión indica este cami-
el destino del mundo. no hacia la luz y precede, corre, apremia y empuja al
Sobre este tema, la teología contemporánea ha re- mundo a no detenerse en sí mismo, «porque la aparien-
flexionado mucho, indicando nuevas perspectivas y cia de este mundo pasa». La misión muestra el com-
abriendo amplios horizontes para la misión. promiso por los demás como el camino más seguro
La misión es vista como un proyecto sólido o, me- para dirigirse a la meta; presenta constantemente
jor, como el proyecto más sólido, porque lleva consigo el rostro luminosísimo del Cristo resucitado como el
el sentido de la vida del hombre y permite captar el espejo del destino de cada hombre que viene a este
sentido de la historia. mundo.

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La misión es un proyecto sólido, porque, teniendo brá un solo día sin misión. El fin del mundo encontra-
como objetivo la salvación definitiva del mundo, con- rá a la misión operante y activa.
tribuye a mejorarlo desde ahora, desde que moviliza al Las dificultades del momento presente se reducen
hombre a luchar por todo cuanto pueda hacer este ante la garantía y la promesa del Señor. La misión es
mundo más humano, desde que muestra la presencia una empresa superior a toda valoración humana, de
del mismo juez final en el último de los hermanos, des- tal modo que no puede dejar de ser afrontada con
de que el amor que suscita y difunde no tiene confines el ánimo lleno de alabanzas, de agradecimiento, de
ni límites. júbilo.
La misión está en condiciones de atraer, movilizar María de Nazaret es la imagen de quien está en
y sostener las mejores fuerzas del hombre para hacer misión: «Engrandece mi alma al Señor... porque ha he-
más humano nuestro planeta. cho en mi favor maravillas».
¿Puede haber un proyecto más grandioso y con El hecho de estar comprometidos en este extraor-
mayor capacidad de arrastre? Proyecto todavía in- dinario proyecto llena el corazón de maravilla y de
cumplido, pero que, sabiendo que habrá de cumplirse, gratitud. Maravilla por haber sido comprometidos,
estimula a comprometerse en la historia y siembra es- maravilla por los «secretos» a los que se tiene acceso,
peranza, abre para el hombre horizontes ilimitados de maravilla ante los prodigios que han sido realizados,
significado, de laboriosidad, de realizaciones, de soli- los que se están realizando y los que se prometen para
daridad. el futuro.
Maravilla porque en la misión se descubre con ma-
4. La misión continúa. Y continuará hasta el fin yor profundidad quién es el cristiano.
de los tiempos. El pueblo de Dios en misión se fortale- No se es cristiano para satisfacer las propias nece-
ce interiormente cuando considera que a la misión le sidades religiosas, para encontrarle un sentido a la
ha sido garantizada la continuidad ilimitada en el tiem- propia existencia, para dar una orientación a la propia
po. La misión participa de la indestructibilidad de la vida. Se es cristiano porque uno ha sido elegido para
Iglesia, porque la Iglesia es misión, existe para la mi- ser «luz de las gentes», para «anunciar las grandezas
sión, ha sido creada para la misión. de Dios», para decir a los hombres las maravillas que
La certeza de que el proceso de comunicación de Dios realiza en nosotros, para llevar a los demás el
la fe continúa, porque así lo ha prometido el Señor, da amor con que somos amados, para hacerles gozar de
empuje al anuncio cristiano, proporciona la conciencia nuestra propia suerte, para amarlos «como a nosotros
de pertenecer a una historia que no solamente ha teni- mismos», para entregarnos a ellos.
do un gran pasado, sino que tendrá un enorme futuro. Y esto vale para cada cristiano. El hecho extraor-
El que trabaja en la misión trabaja para una obra a la dinario de la misión nos compromete a todos. Tal vez
que ha sido garantizado el futuro más seguro. No ha- estemos entrando en una época en la que ser cristiano

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será sinónimo de ser misionero, puesto que ya casi no haces de ti mismo en medio de los dos dones de Dios
es concebible un cristiano que no esté en misión. que están en el comienzo y en el final de todo.
El cristiano, seguidor de Cristo que se ha entrega- La misión se relaciona con la totalidad del univer-
do totalmente por los hermanos, ¿cómo puede imagi- so, con su existir, con su desarrollo y su consumación.
narse a sí mismo sino como don? La misión no es úni- Y tú te encuentras en este horizonte.
camente el anuncio de un don, sino un don que se hace Sí, ¡maravillas ha hecho en ti el Señor!
anuncio. Don de sí mismo que expresa antes de la pa-
labra toda la fuerza del amor que mueve al que se en- 6. Totalidad significa catolicidad.
trega. «Ha hecho en mi favor maravillas el Poderoso, Aquí también es necesario hacer una considera-
¡Santo es su nombre!» ción suplementaria.
La misión no está destinada únicamente a los
hombres de todos los tiempos y de todos los lugares,
5. Vale la pena detenerse una vez más en este as- sino que tiene que ver con todos los valores y con to-
pecto. En el comienzo y en el final de todo está el don das las culturas.
de Dios. Todo vive y vivirá gracias a este don. La mi- «Para la Iglesia no se trata solamente de predicar
sión es mantener vivo, del modo más elocuente posi- el Evangelio en zonas geográficas cada vez más vastas
ble, el sentido más íntimo de toda realidad, que es el de o poblaciones cada vez más numerosas, sino de alcan-
ser un don. zar y transformar con la fuerza del Evangelio los cri-
En el comienzo es el don de la llamada a la existen- terios de juicio, los valores determinantes, los puntos
cia, es el don de la fe, es el don de la Iglesia, ¡es el don de interés, las lineas de pensamiento, las fuentes inspi-
de la misión...! radoras y los modelos de vida de la humanidad»
En el final es el Reino que viene como don, ¡es la (Evangelii Nuntiandi, 19).
plenitud de vida! Como Pablo, que sentía la obligación de ir a Roma
En el medio es el compromiso del hombre como («he de visitar también Roma»: Hech 19,21) para con-
respuesta al don, como anuncio de las maravillas de quistar el centro cultural del mundo, la misión «debe»
sus dones, como anticipo del don final. confrontarse con el centro del mundo, allá donde se
El Señor te entrega su don: tuya es la tarea de dar elaboran los modelos de conducta, allá donde se afir-
testimonio de él, anunciarlo, defenderlo, proponerlo, man las ideas en torno a las cuales se construye la ciu-
servirlo, hacerlo amar. dad del hombre.
Corresponderá al Señor el don final del Reino. Me- Es necesario estar bien preparados y equipados
jor aún: el don de Sí mismo. para llegar allá donde la confrontación tiene que ser
La historia de la misión es la historia del Dios que realizada con armas equivalentes, a menudo sofistica-
tiene la benevolencia de hacer participar a los hombres das en extremo. Precisamente como Pablo, que pasa
como actores de su historia. La misión es el don que tú por un largo aprendizaje, pero que luego parte sin te-

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mor y recorre las calles del mundo hasta Roma, donde 7. La misión no compite con la sociedad y con
encontrará la muerte, pero donde la semilla echada sus proyectos, porque es cualitativamente distinta.
tendrá una irradiación extraordinaria. El que desafía al Ella inaugura directamente no un mundo mejor, sino
mundo en sus propios centros puede salir derrotado; un mundo nuevo, rejuvenecido por la resurrección de
pero la Palabra sembrada permanece, y puede produ- Cristo, el mundo de la eterna juventud, porque es defi-
cir irradiaciones inimaginables. nitivamente poseído por Dios. Donde llega la misión,
Si no se entra «en la cultura», la evangelización llega el alba de una nueva creación.
será incompleta. La misión necesita el coraje de la ca- Donde llega la misión, se ofrece la posibilidad
tolicidad, que implica preparación paciente, clara vi- de vencer los límites que impiden que el hombre se
sión de los medios de los que dispone nuestro mundo, realice.
conciencia de que todos los medios humanos tienen
Donde llega la misión, el cielo está más cercano,
que ser tomados en cuenta, conciencia de la extraordi-
no sólo porque sus puertas han sido abiertas de par en
naria importancia de las ideas, atención a la extrema
par, sino porque el hombre destinado al cielo lleva un
complejidad de nuestro mundo. Y todo ello para sem-
poco de cielo en la tierra. El cielo está abierto pa-
brar el Evangelio en el corazón mismo de la sociedad,
ra quien trabaja por llevar un poco de cielo a sus her-
no para competir con ella.
manos.
Siempre Pablo: a pesar de que había criticado ás- La celeste Jerusalén está siempre ante los ojos de
peramente a la sociedad pagana, predica la lealtad a la quien está en misión. Tú te fatigas, trabajas, sufres,
autoridad en toda circunstancia. De este modo puede combates y confias por la construcción de esta ciudad
responder tanto a las presiones de tipo zelotico como a santa de firmes bases. Para su construcción es necesa-
la desconfianza de la sociedad romana hacia los cris- rio amar a los hermanos como ciudadanos de aquella
tianos. En Pablo no hay ni integrismo ni disolución de única ciudad, suscitar en ellos el deseo de la Patria,
la propia identidad. presentar signos de su Belleza, compartir con ellos
No existe competencia directa entre Evangelio y «alegrías y esperanzas, llantos y dolores», caminar con
sociedad: «Sabéis que los jefes de las naciones las do- ellos para sembrar la Espera en sus esperas, el Amor
minan como señores absolutos y los grandes las opri- en sus amores, la Esperanza en sus esperanzas, la as-
men con su poder. No ha de ser así entre vosotros» piración a la ciudad de bases firmes en la ansiedad por
(Mt 20,25). la suerte de sus, quizá, cada vez más frágiles ciudades.
La misión es eficaz cuando permite que el pueblo No se reconstruye la celeste Jerusalén fuera de la
de Dios se integre en la sociedad sin sujetarse a ella y historia del hombre o contra la historia del hombre,
sin tentaciones de dominarla; integración cumplida sino dentro de la historia, para volverla a llevar, aun-
con el único objetivo de hacer presente a todos los ni- que con la extrema fatiga de una entrega extrema, a su
veles el Evangelio del Señor Jesús. destino original. La misión hace que la historia del

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hombre vuelva a emprender su camino de regreso a la
casa paterna.

8. Hay en cada hombre un «león que duerme»: es


su sed de infinito. La misión tiene la tarea de desper-
tarlo, de indicarle los caminos transitables, de soste-
nerlo en sus primeros pasos inciertos, de enseñarle que
todas las cosas de este mundo no son el todo.
Hay tanta hambre y sed de infinito y tanta necesi-
dad de maestros de infinito que, si no llegan los após-
toles del Dios vivo a hablar de El, llegan los gurús, las
Conclusión
«doctas fábulas», las sectas, las supersticiones, los
horóscopos, las pseudoreligiones... para orientar hacia 1. Las últimas palabras de Jesús, «Id, pues, y ha-
otros objetivos este fuerte y terrible deseo del Todo. ced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el
¿Qué corazón de hombre hay que no sienta una nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y en-
secreta y estremecedora nostalgia del Infinito? señándoles a guardar todo lo que yo os he mandado»
Pero la cascada de las cosas finitas hace ruido, y el (Mt 28, 19-20), están en el comienzo de la misión uni-
estruendo de los sonidos, las chacharas y los proble- versal de la Iglesia.
mas de todos los días sofocan y atrofian el corazón Pero están también las palabras que María pro-
humano. nuncia en Cana: «Haced lo que él os diga» (Jn 2,5).
Es necesario que alguien sepa penetrar en la tupida «Lo que Juan pone en labios de la Madre, Mateo
red que lo bloquea y que llegue allá donde el hombre lo presenta como una tarea confiada por Cristo a los
es él mismo y le indique cuáles son los horizontes a los apóstoles, es decir, a la Iglesia: María y la Iglesia con-
que secretamente aspira, horizontes mucho más am- fluyen en la conducción de los hombres a la obedien-
plios que los que están bloqueados por el «seto» coti- cia del Evangelio de Cristo.
diano: y de inmediato se hará la luz. María y la Iglesia remiten a la única ley que salva:
¡Te conceda el Todo conocer los caminos que pue- la Palabra de Jesús» (208 Capítulo general de la orden
den llevar a tocar el corazón del hombre en sus pro- de los Siervos de María).
fundidades, para liberarlo de lo caduco y ayudarlo a
emprender los caminos del Todo! Si se te concediera 2. En la misión es necesario mirar a la Virgen,
este don, te estarán reservadas las más sorprendentes que «es modelo de aquel amor maternal del que deben
aventuras, los más espaciosos panoramas que el ojo estar animados todos aquellos que en la misión
humano haya visto jamás y que lengua alguna haya apostólica de la Iglesia cooperan a la regeneración de
jamás expresado. los hombres» (Lumen Gentium 65).

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3. Como María, el hombre debe poner a Dios en
el mundo, darle forma, dejándose moldear por El. Es
necesario «manifestar en nuestra persona los rasgos,
todavía invisibles, de Aquel que viene». Porque «Dios
y el hombre se hacen el uno modelo para el otro: Dios
se humaniza para el hombre en su filantropía, en la
misma medida en la que el hombre, fortalecido por la
caridad, se diviniza en Dios.
El hombre es arrebatado en Dios, según el Espíri-
tu, hacia lo desconocido, en la misma medida en la
que, con sus virtudes, revela al Dios naturalmente invi-
sible» (Máximo el Confesor).

4. Con María y como María, la misión camina


por las calles del mundo para dar un rostro humano a
Dios, a fin de que El pueda dar un rostro divino al
hombre.
«Haz esto y vivirás». Haz esto y amarás en grado
sumo a tu prójimo «como a ti mismo».

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