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El documento es una carta póstuma dirigida al Jefe de Área lamentando la muerte precipitada de Alcides Becerra. La carta describe la personalidad festiva y el gran sentido de responsabilidad de Alcides como docente, padre, hijo y hermano. A pesar de los esfuerzos médicos, la ciencia no pudo salvar a Alcides y la muerte se abrió paso. La carta concluye deseando que Alcides encuentre la paz y que envíe conformidad a quienes lo querían.
El documento es una carta póstuma dirigida al Jefe de Área lamentando la muerte precipitada de Alcides Becerra. La carta describe la personalidad festiva y el gran sentido de responsabilidad de Alcides como docente, padre, hijo y hermano. A pesar de los esfuerzos médicos, la ciencia no pudo salvar a Alcides y la muerte se abrió paso. La carta concluye deseando que Alcides encuentre la paz y que envíe conformidad a quienes lo querían.
El documento es una carta póstuma dirigida al Jefe de Área lamentando la muerte precipitada de Alcides Becerra. La carta describe la personalidad festiva y el gran sentido de responsabilidad de Alcides como docente, padre, hijo y hermano. A pesar de los esfuerzos médicos, la ciencia no pudo salvar a Alcides y la muerte se abrió paso. La carta concluye deseando que Alcides encuentre la paz y que envíe conformidad a quienes lo querían.
forma es una sola, unas duelen más que otras, es todo un proceso que dura en la medida que se estima, que se quiere, en la consideración que se les tiene a nuestros semejantes. Y tu precipitada muerte, Alcides, nos duele hondamente, que todo atisbo o indicio de resignación se retraen, mientras la memoria nos agolpe los recuerdos de tu personalidad, de tu carácter festivo, de tu risa socarrona, de tus manos gruesas que estallaban en aplausos celebrando las ocurrencias espontáneas, de tus frases en sentido figurado, del relato gracioso de tus numerosas historias de viajes, de trabajo, de reuniones; de tu consejo preciso y circunspecto, de la singularidad de tus jocosas parodias, del cariño por tus estudiantes, de tu evidente vocación por aprender más para perfeccionar tu profesión. Como no del innegable esfuerzo en las labores de docente y en otras que te echabas al hombro por tu gran sentido de responsabilidad de padre, de hijo, de hermano, como un tributo a la vida. Tras tu partida, con mucho dolor debemos aceptar que el ulular de las sirenas ha incendiado toda resquicio de esperanza de seguir en este mundo entre nosotros, la ciencia ha develado contigo sus limitaciones, los escasos recursos han frustrado la batalla por la vida; y la muerte inexorablemente se abrió paso, asaltó tú humanidad endeble, hasta soltar su guadañazo certero, mortífero, que estremecedoramente nos salpica, nos lacera y nos siembra de llagas toda el alma. “¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!” Con toda seguridad, como enunciaba Jorge Manrique, nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar que es el morir; que el llamado de Dios a su lado a depararte los dulces goces de su reino que bien merecido lo tienes, y desde allí enviarás conformidad y resignación a quienes te quieren, a quienes te queremos. Alcides Becerra, habrás muerto cuando ya no te recordemos. Jefe Área, un abrazo a la distancia, descansa en paz.