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10-14
En la religión egipcia la gente pensaba que los dioses ayudaban con sus
favores sólo a los poderosos. La esclavitud era vista como maldición de los
dioses. El Dios de Abrahán, en cambio, que había pedido que se fiaran de él y
se comportaran como hermanos, dice que él, a diferencia de los otros
dioses, ve la humillación del pueblo, escucha sus gritos, conoce sus
sufrimientos y baja para liberarlos.
Algo así nos pide también Dios a nosotros. Y, como Moisés, solemos poner
como pretexto que no somos nadie, que no estamos instruidos, que no nos
van a creer, que no sabemos expresarnos bien, por lo que rogamos que envíe
a otros, pero el Dios de Moisés insiste en que no tengamos miedo, pues él
estará siempre al lado nuestro para ayudarnos.
Este Dios se llama a sí mismo Yavé, o sea, “Yo soy el que estoy activo en
medio de ustedes, los marginados y explotados...” Su presencia es
completamente distinta a la de los otros dioses... Los dioses de Egipto viven
en los palacios, legitimándolos; Yavé vive entre los marginados, ayudándoles
a salir de sus esclavitudes.
a) ¿En qué se parecen los problemas de aquellos esclavos a los problemas que
tenemos nosotros hoy? Enumerarlos, si podemos...
b) ¿Conocemos a gente que busca a Dios sólo en medio de los ricos? ¿Qué
pensamos de ellos? ¿Dónde realmente pensamos que actúa Dios?